Ensenar Canciones A Los Mas Pequenos Akoschky

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¿Enseñar canciones a los más pequeños, cómo, cuáles, por qué hacerlo?

Por Judith Akoschky

LA MÚSICA
Al igual que la plástica, la literatura, la danza y el teatro, la música es uno de los
lenguajes artístico-expresivos que pueden ser parte constitutiva de un proyecto educativo.
No obstante, uno de sus desafíos es la adecuación de los mismos a las posibilidades e
intereses de los niños – en particular si se trata de los más pequeños -, a las definiciones
institucionales y sus planes, y a la capacidad de los agentes transmisores, en este caso y
fundamentalmente, los maestros.

Describir la música y sus cualidades intrínsecas para participar en los programas de


educación infantil, merece la síntesis poética del escritor para expresarlo de este modo:
“El verdadero poder de la música radica en el hecho de que puede ser “fiel” a la vida
de los sentimientos de un modo en que el lenguaje no puede serlo, pues sus formas
significantes poseen esa ambivalencia de contenido que no pueden tener las palabras…
La imaginación que responde a la música es personal, teñida de afecto, de ritmo
corporal y de ensueño…”(Susan Langer en “Arte Mente y Cerebro” de H. Gardner
(pag. 17)

LA MÚSICA Y EL NIÑO PEQUEÑO


Podemos aseverar que el encantamiento, la alegría, la emoción, son algunas de las
respuestas que despierta la música en el niño pequeño. El brillo en sus ojos, las sonrisas y
hasta las carcajadas, los movimientos de sus brazos y piernas cuando de bebé reposa en la
cuna, en el cambiador, en la silla-hamaca. Más adelante y ya aferrado a algún sostén, serán
rebotes de sus rodillas transmitidas a todo su cuerpo al compás del estímulo musical. Como
deambulador tendrá más medios para protagonizar su entusiasmo y para exteriorizar su
participación activa: respuestas diversas provocadas por la audición de músicas que fueron
seleccionadas para su deleite y placer. A medida que domina la marcha, es cada vez mayor
el repertorio de movimientos corporales que la audición musical promueve, y más explícita
su capacidad de escucha – aún sin movimiento corporal ni desplazamientos - y de
discriminación. Así la música va trazando un camino indeleble dejando huellas en su
sensibilidad y en su capacidad receptiva y expresiva.

EL CANCIONERO INFANTIL
Hagamos un recorrido por la canción para niños, pequeña forma musical constituida
por el ritmo, la melodía y el texto. Estos elementos interactúan y determinan la estructura
y el carácter de cada canción; luego la interpretación jerarquiza estos componentes que se
suman a la hora “expresar” su contenido, que no es sólo el que deviene del significado del
texto. La velocidad, la intensidad y la tesitura del canto agregarán aspectos expresivos
fundamentales para la música.
Es frecuente encontrar en publicaciones que abordan el desarrollo musical de los
más pequeños reseñas muy pormenorizadas de cómo se construye la capacidad del canto
infantil y sus diversas etapas. (Ver bibliografía comentada). En cambio, el análisis formal y
sintáctico del cancionero infantil, sus características estructurales y la correspondencia
entre el texto, el ritmo y la melodía son datos más retaceados, aún en valiosas
recopilaciones. Esta actividad de análisis proporciona no pocas sorpresas, tanto en el
repertorio que la tradición nos ha legado, como en la profusa producción de cancioneros de
autor, de diverso origen y de calidad dispar. Justamente el análisis permite con mayor
certeza detectar esos diferentes niveles de calidad, tanto en el aspecto musical como en el
literario.(1) En el amplísimo repertorio de canciones tradicionales que hemos heredado y
que es posible encontrar en buenas recopilaciones se encuentran ejemplos muy variados,
de excelente factura formal: Tal el caso de canciones tradicionales como “Tengo, tengo,
tengo”, “Arrorró mi niño”, “En coche va una niña”, “Juguemos en el bosque”…y la lista
continúa. Este buen nivel también se encuentra en muchos cancioneros de autor cuyo
listado excede la extensión de este artículo.
LA ENSEÑANZA DE CANCIONES

Si bien sostenemos el concepto de que las canciones “se enseñan”, nos inclinamos
más por la perspectiva de “cantarle a los más pequeños” ya que introduce con más fuerza la
necesidad de “transmitir y compartir” involucrando comunicación, vínculo y estímulo. Pero
para que esto suceda serán condiciones necesarias:
--Un maestro con confianza en sus posibilidades vocales, con entusiasmo y convicción,
orientado con ideas y recursos para encontrar en el canto de canciones el lenguaje
expresivo que atrae y emociona.
-- La creación de un vínculo con los niños a través de la canción: con la mirada, con algún
movimiento corporal (durante “la cambiada” con los bebés, en el arrullo para hacer dormir,
en el hamacar para tranquilizar, etc.); hay juegos cantados que incluyen ese contacto del
adulto con el niño: las caricias, las cosquillas, el bamboleo con las piernas, los juegos de
manos, etc. A las canciones elegidas se suma ese contacto físico que otorga calidez y
emoción.
--La elección del momento de la jornada y del lugar adecuado creando “escenarios” y el
tiempo de prepararlos y utilizarlos: el “techito” para protegernos de la lluvia cuando
“Llueve”, un “caminito” por donde pasará “el burrito Pepe con su carguita”, el corral que
delimita el espacio de “La gallina y sus pollitos”, la laguna para “Todos los patitos”… etc.
--La selección del repertorio, no sometido a las rutinas (de guardar, de formar fila, de
sentarse en el piso) (3) eligiendo canciones de calidad de diverso estilo y origen, de nuestra
tradición y de otros países, sumando el creciente cancionero de autor.
--La repetición necesaria e imprescindible, que puede estar reforzada con la escucha de
grabaciones oportunas, igualmente seleccionadas y evaluadas. Un gran número de autores
ha decidido grabar sus producciones por lo cual se cuenta hoy con una amplia discografía,
que puede ser consultada. (Ver sitio Momusi).
-Abrir el espacio de “cantarle a los niños” invitando a otros docentes, y también a padres y
familiares que pueden aportar sus propios repertorios, pertenecientes en ocasiones a
diferentes comunidades. El espectro cultural se verá enriquecido con estos aportes,
incrementando la comunicación y el acercamiento de la familia a la escuela.

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(1) Akoschky, J. y otros: En “Artes y Escuela” (Edit. Paidós, 1998) su artículo “Música
en la escuela: un tema a varias voces” (Pag. 173 a 208).
(2) Desde hace varios años y en cursos de capacitación para docentes de música del
Nivel Inicial, hemos encarado y organizado esta tarea de análisis de la canción
infantil, tradicional y de autor, y de recopilación de cancioneros existentes y de
otros que en los últimos tiempos han dejado de publicarse. Esta tarea se suma a la
tan necesaria selección del cancionero que destinamos a los niños, en particular a
los más pequeños
(3) Akoschky, J.: En la revista “Trayectos” No. 7 (2006) su artículo “La canción y el
canto en el Nivel Inicial. (pag. 12 a 17).

Biodata de la Profesora JUDITH AKOSCHKY

Profesora Superior de Música egresada del Conservatorio Municipal “Manuel de Falla”. Es


especialista en didáctica de la música, docente en profesorados y universidades del país y del
exterior. Autora de los capítulos de Música del Diseño Curricular para la Educación Inicial (1989,
1995, 1999, 2000) y de los lineamientos curriculares para la Formación Docente ( 2001)
publicados por la Dirección de Currícula de la Secretaría de Educación de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Es co-autora del método “Iniciación a la Flauta Dulce” (Edit. Ricordi), autora del
libro “Cotidiáfonos” (Ricordi) autora de la serie discográfica “Ruidos y Ruiditos”, y de “Cuadros
Sonoros” ( Sello Tarka). Es articulista en los libros “Artes y Escuela” y “Recorridos Didácticos
en la Educación Inicial” (Edit. Paidós), en diversas publicaciones destinadas al Nivel Inicial y a
la formación musical infantil, desde el Jardín Maternal. Es miembro del consejo asesor de la
Revista Eufonía, Didáctica de la Música (Graó, Barcelona). Desde 1990 coordina acciones de
capacitación docente en la Escuela de Capacitación CEPA, de la Secretaría de Educación de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
modo de reflexión final :
Acerca de la Canción y el canto para los más pequeños
Por Judith Akoschky

...”sería útil que el maestro desterrara de su mente el prejuicio de que la poesía es útil,
aplicable o alusiva a temas escolares. La poesía no alude más que a sí misma: sopla donde
quiere y es preferible que no forme parte del temario sino del recreo, que se integre más
en el juego que en la instrucción. (María Elena Walsh, 1964)

Tomando estas aseveraciones de la escritora M.E.Walsh, y proyectándolas al terreno de la


música, nos correríamos del delimitado espacio de enseñar canciones con fines didácticos u
otros objetivos al abierto panorama de “cantar para y con los más pequeños”.
Esto implica la participación activa de adultos comprometidos con el canto: padres y
maestros, como agentes mediadores de cultura dirá Ma. Laura Inda, emisarios y
portadores de ese bagaje cultural, de su transmisión, y, en consecuencia, de su aceptación,
de su goce, de su disfrute por parte de los niños, desde que nacen y antes aún, en su etapa
de gestación.
Un enmarañado cúmulo de mitos y preconceptos ha atravesado un tema que sólo requiere de
estímulo y apreciaciones permisivas: me estoy refiriendo al canto cotidiano, al canto
hogareño. En las referencias bibliográficas de María Laura Inda se ha incluido una
interesante investigación realizada por J. Taffuri (2006) a través del proyecto InCanti que
involucra a padres que esperan el nacimiento de su hijo, y que continúa durante la primera
infancia. El canto es el móvil y motor de este estudio, que se centra en sus efectos
durante la crianza de sus hijos. Otro autor, que cito en la bibliografía comentada, opina:
“Se han realizado numerosos estudios para investigar la relación entre diferentes aspectos
del entorno hogareño y la habilidad musical de los niños y niñas. Los estudios más directos
son los referidos a “la experiencia musical proporcionada por el hogar, presumiblemente
modelada por un entorno social y cultural más amplio”.(Hargreaves, pag. 116)
El canto escolar es en ocasiones evaluado con exigencias intimidatorias e inadecuadas. En
el primer caso se incide en la autoestima del docente frenando la libre iniciativa del canto
como expresión espontánea y natural. En el segundo, se somete a la consideración social –
otros docentes, directivos, etc. - para aparecer como “no idóneo” en un terreno del que
nadie debería quedar excluido. Además de alentar a los docentes y guiarlos en la selección
del cancionero, tema que reviste una importancia crucial dada la penetración de los medios
de comunicación masiva, sería importante acceder a una capacitación especializada que
reasigne a la música el lugar que merece como expresión genuina. Esto implica repensar las
actividades musicales para los más pequeños y las que se proyectan a partir de canciones,
accediendo de este modo a mayor y mejores herramientas de desempeño docente en el
campo musical.
En este tema hay mucho por hacer y por lograr. Habrá que acudir a fuentes confiables
sustentadas desde la música, desde el conocimiento del desarrollo infantil y desde las
pautas que determine y posibilite la institución escolar.

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