Una Aldea en Tiempos Del Rom Nico
Una Aldea en Tiempos Del Rom Nico
Una Aldea en Tiempos Del Rom Nico
J a ime N uñ o y C h e ma R omá n
T risteza, oscuridad, guerra y muerte, desolación, abusos, oración y trabajo, mucho trabajo y mucho sudor. Así, con este tópico firmemente asen-
tado, imaginamos la Edad Media, un período de nuestra Historia que abarcó más o menos mil años, un milenio que nos parece siempre igual. Sin
ser esto incierto, tampoco es verdad, pues como en nuestro mundo actual, también había muchas ocasiones para la alegría, para la fiesta y el jolgorio,
para el descanso y para la felicidad. Tampoco fue un tiempo monótono, uniforme e invariable, pues, por ejemplo, desde que empieza a conformarse el
arte románico, allá por los comienzos del siglo XI, hasta el descubrimiento de América –que viene a suponer el final de la Edad Media–, ocurrieron
muchas cosas, ya que pasó tanto tiempo como desde ese viaje de Colón en 1492 hasta nuestros días. Si a nosotros cinco siglos nos parecen muy leja-
nos –y eso que casi llegamos a vivir uno–, hay que suponer que para nuestros antepasados también era mucho tiempo, sólo que ellos no tenían la pers-
pectiva histórica ni temporal que tenemos nosotros. Esta es una de las grandes diferencias.
Explicar la vida en una aldea en tiempos del románico, un periodo de dos siglos, en unas pocas páginas, es tarea complicada, sobre todo por lo que
hay que dejar fuera. En este libro queremos contar por un lado el ambiente que se vivía en torno a la construcción de un nuevo templo, teniendo en
cuenta que en aquel momento hubo una verdadera euforia constructiva, pero también pretendemos reflejar la vida cotidiana de la gente, el día a día, al
margen de la labor constructiva, que en todo caso se limitaba a un periodo estacional y a unos años bastante reducidos.
Para esto hemos elegido un sitio real y un paisaje real: Revilla de Santullán, un pequeño pueblo del norte de Palencia que conserva una encantadora
iglesia románica, magníficamente decorada con esculturas elaboradas supuestamente por el Maestro Miguel, quien se representó a sí mismo en la por-
tada del templo en actitud de escultor. A partir de aquí, poco más sabemos en concreto sobre esa población o la comarca en que se halla durante los
siglos XI al XIII, de modo que los demás datos para componer los textos o las ilustraciones hemos debido buscarlos en lo que nos muestra la escultura,
la pintura o la miniatura de la época, así como algunos documentos escritos, pero también en lo que poco a poco va contando la investigación histó-
rica, las excavaciones arqueológicas y la etnografía comparada.
Nuestra intención en esta obras ha sido, ante todo, dejar una puerta abierta para curiosear por el pasado, despertar inquietudes por conocer a aque-
llas gentes y sus esfuerzos por sobrevivir y por vivir, porque, al fin y al cabo, también es una forma de conocernos a nosotros mismos y valorar lo que
tenemos, en buena parte legado por ellos.
B Cómo leer este libro
Ilustraciones de apoyo
El texto destinado a una lectura en profundidad está
apoyado por más de 80 pequeñas ilustraciones
capítulos explicativas.
El libro está dividido en 28 capítulos, dedicados a
otros tantos aspectos de la vida en la aldea medieval.
4
Índice
C
1 EL P A IS A J E E N 8 E S C U L TO R E S 15 L A V I D A E N L A A L D EA 22 E L HOGA R Y LA
É P O C A R O M ÁN I C A F AM I L I A
9 L OS C A R P I N T E R OS .
2 UN A A L D EA A E L TR A B A J O E N E L 16 L A R E C OG I D A D E 23 L A S C AS AS
V I S T A D E P Á J AR O B O S QU E L A H I E RBA
3 UN A ÉPO C A DE 1 0 L OS C A R P I N T E R OS . 17 E L CE R E A L Y E L P A N 24 O B R A S E N L A CA S A
G R A N A C TI V I DA D L A O B R A Y E L TA L L E R
4 U NA TA R E A CO MÚ N :
L A CO N S T R U CC I Ó N D E 1 1 A L B A ÑI L E S 18 L A V I ÑA Y EL V I NO 25 E L I N T E R I OR DE U N A
L A I GL E S I A C AS A
5 LA I G L ES I A RO M Á NI C A :
U N E S P A CI O P A R A E L 1 2 LA FR AG U A 19 E L GA N A D O Y L A C A Z A 26 E L C O R R AL
A RT E
6 LA I G L E S I A R O M ÁNI C A :
UN LUGAR PARA EL CULTO 1 3 LO S T EJ E RO S 20 T I E M P O D E D I V ER S I Ó N 27 E L H U E R TO
Y O T R A S FU N C I O N E S
7 L OS CA N T E R O S 14 EL M A E S TR O D E O B R A S 21 LO S S O L D A D OS 28 L A NO C H E
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1 El paisaje en época románica
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Du r a nt e la ép o ca
ro máni ca, hac e ent re 800
U na ciudad de aquella época muy pocas
veces pasaba de dos o tres mil habitantes
y en la mayoría de los pueblos vivían entre cin-
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cuenta y cien personas, casi todas dedicadas a
y 1000 añ o s , s e f u n da r on cultivar la tierra o a criar ganado. Las condi-
ciones de vida eran muy duras y las enfer- 4
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mu ch o s de n u e st ros medades más difíciles de curar, de modo que a
los 45 o 50 años los hombres y mujeres eran
pu e blo s y c iu d a de s . En ancianos. El valle de Santullán en el siglo XII
Los caminos eran muy sencillos, difíciles de 1-Revilla de Santullán
2- Villabellaco
es a é po ca , qu e lla m a mos transitar y sometidos con mucha frecuencia al 3- Monasterio de San Víctor del Arco
ataque de bandoleros. Sólo los grandes ríos con- 4- Porquera de Santullán
5- Barruelo de Santullán
Ed a d Me di a , lo s b o sq u es taban con puentes y la mayoría de la gente ape- 6- Brañosera
nas si viajaba en su vida más allá de su comarca 7- Salcedillo
er an más ex te nso s, los o región, porque una jornada de camino equi-
valía a unos 35 kilómetros.
c a min o s m u y m al os y e l El paisaje estaba dominado, más que ahora, por
los bosques y el número de pueblos era bastante
h om bre d ep e n dí a mu c ho mayor que el actual y más cercanos entre sí,
pero muchos se despoblaron con el paso de los
d e l a n at u ra le za y de l siglos. También era muy frecuente encontrar
pequeños monasterios cerca de esos pueblos,
t rabaj o e n el cam po . aunque la inmensa mayoría desaparecieron al
no tener medios económicos para sobrevivir o
porque pasaron a depender de otras abadías
más poderosas.
En los caminos podía ser habitual encontrar carros para
el transporte de mercancías, tirados por bueyes. Los que
usaban los campesinos eran simples plataformas con
pequeñas ruedas de madera, pero para pesos grandes y
largas distancias se empleaban carros más sólidos, con
ruedas de radios reforzadas por un aro de hierro, de ahí
el nombre de “carros ferrados”.
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2 Una aldea a vista de pájaro
La aldea e ra e l t ipo de
po blado más fre c uent e,
E stas aldeas dependían casi siempre de
alguna villa o ciudad más importante, de
algún monasterio o catedral, o bien de algún
noble, a quienes los habitantes pagaban sus
d o n de v iv ía n u n a s p oc a s impuestos.
Para que fuera un lugar apropiado para vivir y
f amil ias cuyas c asas er an para que la población pudiera ganarse la vida,
estos pequeños pueblos debían tener condicio-
h u mi lde s ca b a ñ a s. nes mínimas: estar al lado de campos donde se
pudiera cultivar o de pastos para el ganado y a
E n ori ge n e sa s vi vi en d a s la vera de algún arroyo, pero sin que se llegara
a edificar sobre las mejores tierras, que queda-
s e co lo ca b an al la do d e ban para el cultivo. Muchas de estas aldeas
prosperaron al hallarse junto a caminos impor-
Gran parte de las ciudades actuales nacieron como
algún cami no, fo rmando minúsculas aldeas que crecieron con el paso de los
siglos, de modo que los viejos caminos fueron integrán-
po co a p oc o algunas dose poco a poco hasta convertirse en calles. Algunos
nombres de estas calles todavía conservan el recuerdo de
los viejos gremios artesanales que las ocuparon, así
c alle s. En e l ce ntr o s e como de iglesias, murallas o paisajes suburbanos ya
desaparecidos.
le vantab a la igle s ia, que
tantes, otras porque tuvieron una gran fortaleza
s o lía s er el edif ic io más y algunas porque surgieron al lado de algún
famoso monasterio que daba trabajo a muchos
imp o rtant e. vecinos.
La iglesia, que muchas veces se encuentra en el
punto más alto, era la principal construcción,
para cuya obra y mantenimiento contribuían
todos los vecinos, puesto que además de tener
La fundación de una aldea solía hacerse funciones religiosas era un centro administrativo
en zonas abandonadas, sin cultivar,
cubiertas por el bosque, donde se abría y el lugar de encuentro de todos los habitantes.
un claro y se roturaban algunos campos. Por esta razón las casas se iban disponiendo en
El crecimiento de población suponía el
aumento de la superficie cultivada y el su entorno, detrás de ellas los huertos familia-
retroceso gradual del bosque casi hasta res, más allá los campos y luego el temido
su desaparición. bosque.
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3 Una época de gran actividad
En las ciudades poco a poco emerge una clase social
formada por comerciantes y artesanos, que aportan
mayor dinamismo económico. Aquí vemos a un operario
recortando metal, en el proceso de acuñación de moneda
A lo la rg o de lo s sig lo s
XI, XII y p ar te d el XII I e n
S e vivieron entonces largos momentos de
paz, sin que hubiera tampoco grandes epi-
demias o catástrofes naturales, lo que facilitó la
que se representa en la iglesia de Santiago, de Carrión
de los Condes (Palencia).
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4 Una tarea común: la construcción de la iglesia
Ofrenda a la Virgen de la maqueta de una iglesia
románica. Detalle del claustro de la catedral de
Monreale (Sicilia).
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5 La iglesia románica: un espacio para el arte
Ventana saetera de la colegiata de San Pedro de Cervatos
(Cantabria).
1-Portada 5-Contrafuerte
2-Nave 6-Ábside
3-Torre 7-Saetera
4-Canecillos
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6 La iglesia románica: un lugar para el culto y otras funciones
L a co ns truc ci ón de una
igles ia e ra una lab or
L a iglesia era el lugar donde diariamente se
oía misa, donde se bautizaba, donde se ce-
lebraban los matrimonios o donde se llevaban a
cabo los distintos ritos religiosos, pero también
co mp lic a da p u es t o q u e hacía la función de cementerio, de lugar de reu-
nión de la asamblea de vecinos o de punto para
de bía r eunir una se rie de la recaudación de impuestos. Ante ella se cele-
braban mercados y fiestas, se daban las noticias
co n di ci on e s pa ra q u e y, si había peligro, servía además el refugio para
toda la población, puesto que solía ser el edifi-
p ud i era c u mp lir cio más sólido en los pueblos que carecían de
castillo o murallas, que eran la mayoría.
p er fe ct ame nte su f unci ón, El punto de partida para levantar una iglesia era
contar con las reliquias de algún santo, que se Campanario románico
pr inci palm ent e c o mo guardaban en el altar y bajo cuya advocación se representado en un
consagraba el templo. El edificio debía estar canecillo de la iglesia
de Vallejo de Mena
l ug a r p a ra e l c u lto . A s í, orientado, es decir, con la cabecera mirando (Burgos).
hacia oriente, de modo que los primeros rayos
para que el pro ye ct o del sol penetraran por la saetera que se abría en
el centro de la cabecera. En el ábside se dispo-
tu v ier a éx ito , de bí a co n ta r nía el altar y desde allí el sacerdote oficiaba la
misa, que seguían los fieles desde la nave.
c on la c o labo raci ón de las Además del altar con las reliquias, otros elemen-
tos indispensables para el funcionamiento de
a u t ori da d e s, d e lo s una iglesia eran los objetos litúrgicos –cáliz,
patena, etc.–, la pila bautismal y la campana que
c léri g os y d e los m ae s tro s con sus distintos toques llamaba a la misa o
daba información de buenas o malas noticias a
en div e rso s of ic io s. todos los vecinos.
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7 Los canteros
Cuñas Nivel
El enorme coste del hierro obligaba a los Para saber si un sillar, un muro o
canteros a utilizar los recursos más cualquier otro elemento estaba
baratos posibles, por eso empleaban bien asentado, se usaba un senci-
cuñas de madera para desgajar la piedra llo nivel de madera, en forma de
en la cantera. Las cuñas se introducían A, del que pendía una plomada.
sobre unas pequeñas ranuras hechas En el centro del travesaño hori-
previamente y después se empapaban zontal había una marca, que
con agua, de modo que al hincharse la debía coincidir con la cuerda de
madera acababa partiendo la piedra. En la plomada para que el nivel
siglos posteriores el abaratamiento del fuese perfectamente horizontal. Cantero manejando una
hierro popularizó el uso de cuñas de este Un sistema similar se usaba para medir escoda. Arriba, de fondo
metal, mucho más resistentes. la verticalidad. dos marcas de cantero.
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8 Escultores Libro de copias
Eran una especia de cuadernos de notas en los que los
maestros dibujaban y anotaban lo que habían visto o se
les había ocurrido. Aunque en la portada de Revilla de
Santullán el maestro Miguel mira un libro mientras
trabaja, no se ha conservado ninguno de época románi-
ca, si bien es muy conocido el del francés Villard
E n tre lo s c a n te ro s p o dí a d’Honnecourt, ya de época gótica. El que mostramos
aquí es una recreación.
h a be r a lg u n os m ae s tro s
qu e d es t a ca b a n po r s u E l trabajo de los escultores era, general-
mente, lo que aportaba el mayor toque de
calidad al edificio románico, puesto que la
habi lidad en la t alla de l a maestría y originalidad de los mejores daba
lugar a imitadores que durante muchos años
pie dra: e ran lo s repetían los mismos motivos y formas. De la Resulta complicado saber el papel exacto que
mayoría de estos maestros no conocemos su desempeñaron estos maestros, sí sólo eran
e s cu lt ore s , e n a lg un o s nombre y hoy los denominamos por la obra que escultores o también arquitectos, si trabajaban
nos dejaron, como el Primer Maestro de Silos o el de forma individual o, más probablemente, eran
c a so s ve rd a de ro s a rti st a s. Maestro de San Juan de la Peña. Sin embargo unos los jefes de esos grupos de trabajadores itine-
pocos han pasado a la Historia con su nombre, rantes que iban de pueblo en pueblo y de ciudad
Su lab or c o nsis t ía s ob re como el maestro Mateo, autor del Pórtico de la en ciudad dedicando su vida a la construcción
Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, de iglesias. Muchos no salieron nunca de su
to do e n hac er l a o Wiligelmo, quien dejó constancia de lo orgu- comarca, pero otros viajaron por varios países y
lloso que se sentía de su obra en la catedral ita- su obra fue difundida a través de los libros de
de co raci ón de las liana de Módena. Otros son menos conocidos, copias como el que utilizó para su trabajo el
como Miguel, que firmó la portada de la iglesia maestro Miguel.
po rtadas , de l as v ent anas, de Revilla de Santullán y se retrató a sí mismo
en plena faena, rematando un relieve.
de lo s ca n e ci llos d el Herramientas de escultor
Seguramente eran variadas, pero nos resultan muy
desconocidas. Algunas piedras eran tan blandas al salir
t ej a do o d e lo s ca p it ele s de la cantera que podían labrarse casi como si fuera
madera. Incluso se conocen fustes de columnas realiza-
dos con torno mecánico, como algunos del
que remataban las monasterio de Silos. Los cinceles de distin-
ta forma (a) eran precisos para alcanzar
c olum nas. a las formas más delicadas, siempre acom-
pañados por una maza redondeada (b),
pero una de las herramientas más
b peculiares era el trépano (c), una
especie de taladro manual.
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9 Los carpinteros. El trabajo en el bosque
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10 Los carpinteros. La obra y el taller Herramientas de carpintero
Las herramientas de una carpintería fueron muy simila-
res durante siglos, incluso durante milenios, hasta que la
introducción de la luz eléctrica transformó todo por
completo. Durante la Edad Media, en el taller o en la
obra, además de las voces de maestros, oficiales y
aprendices, sólo se oía el golpe del martillo (a) para
ensamblar, el de la azuela (b) para desbastar, el susurro
Era lab or de l c arpi nte ro
h a ce r l as t ec h u mb res d e
L a madera se empleaba para construir
mucho más que ahora, pues aunque la
piedra era el material usado en los edificios más
de la sierra (c) para cortar maderos y tablas, el de la
raedera (d) para afinar o el de la garlopa (e) para
acabar superficies y hacer molduras sencillas. Formones
(f), escofinas (g) y gubias (h) posibilitaban a los más
importantes, por su solidez, la estructura de las hábiles hacer decoraciones y tallas diversas.
ma d er a de lo s ed if ic io s, casas solía ser principalmente de vigas de
madera, e incluso los castillos tenían muchos
pe ro tam bié n arm ar las elementos levantados en este material, hasta el a
punto de que los más antiguos, conocidos como
c imb ras so b re l as que motas, eran casi íntegramente de madera, sobre
todo en zonas donde el bosque era muy abun-
a po ya b an a r co s y b óv ed a s dante.
La madera era más fácil de trabajar que la piedra
d e p ie dr a mie n tr a s s e y su rendimiento era mayor y un buen carpin-
tero tenía que ser capaz de construir unas cer- f
es tab an co nst ruye ndo. chas para la cubierta, armar las cimbras para b
bóvedas y arcos, construir puertas o muebles, e
Albañi les y c arp int ero s incluso fabricar diversas herramientas para dis-
tintos oficios. En su taller, fijo o dispuesto a pie
tra b a ja b a n as í en c om ú n de obra, debía ser capaz de hacer todo esto, pero
también construir toneles o utillaje doméstico,
y ambo s of ic io s s e como platos o cuencos, para lo que se podían
emplear tornos mecánicos.
m ez clab an po rque tensor g
brazo
tam bi én s e lev antab an tarabilla
hoja o
e st ruc turas o co be rt izo s hierro
e lumbrera
cuña
c hoja
te mp o rales de apo yo
h
a la ob ra.
suela
boca
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11 Albañiles Polea Cuezo para argamasa
En época románica las poleas eran de madera y constitu- Artesa de madera para hacer
ían la única ayuda para elevar pesos. La grúa, conocida la mezcla de yeso y agua.
ya por los romanos y accionada por hombres, fue utiliza-
da de nuevo a partir del gótico.
la s p o si bil id a de s
e co nóm ic as de la ob ra.
Talocha Angarilla
Llana de madera para alisar Andas de madera para transportar
superficies de yeso, cal, piedra u otro material, como mues-
barro u otra argamasa. tra el dibujo de la miniatura. (Biblia
Maciejowski).
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12 La fragua
H er rer o e ra uno de lo s
o fi ci os más re sp e tados e n
L os herreros podían llegar a ser personajes
casi míticos y muchas leyendas atribuían a
estos artesanos la fabricación de espadas o
grandes espirales, como gustaba en la época.
Conocer las cualidades del hierro y dominar su
tratamiento con el fuego y el agua para obtener
utensilios mágicos, pero la realidad era que la un buen temple sólo estaba al alcance de unos
la so ci edad me die val, mayoría de ellos eran personas humildes que pocos, los encargados de forjar las mejores
pasaban el día en la fragua forjando herramien- armas.
po rq u e m a n ipu l ar el tas para el campo, rejas de arado, sencillos Durante la construcción de un templo o de un
cuchillos para el uso cotidiano, humildes castillo, el herrero podía trasladarse a pie de
hi err o has ta c onv e rti rlo espadas, puntas de lanza o de flecha, láminas y obra para atender sobre todo las necesidades de
aros para reforzar cubos o toneles, o simples mantenimiento de las herramientas de cantero.
e n bu e n a s ar ma s , e n clavos. Reparar el utillaje metálico que se Allí montaba su fragua, con el yunque o la bi-
empleaba a diario debía de ser su ocupación gornia, con su martillo y sus tenazas, con el
he rrami ent as o e n ot ro cotidiana, aunque los más hábiles podían ela- fuelle para avivar el fuego, el carbón vegetal para
borar bellos candelabros para las iglesias impor- alimentarlo y la pileta con agua para conseguir
tip o de o bj et os re q ue rí a tantes, rejas para sus ventanas o alguazas un buen temple. Pero junto a algunos
para sus puertas, adornadas con ríos se levantaban también otras
mucho s co noc im ient os y fraguas o martinetes que
aprovechaban la fuerza
h a bi lid a de s . Es te me ta l motriz del agua para mover
grandes martillos imposi-
e ra ent onc e s bles de manejar a mano,
golpeando rítmicamente
rel ativ ame nte e sc aso grandes piezas de metal.
Dirección de
y c os to so de ob te ner y la corriente
tra b a ja r, a u n qu e d e
gran uti lidad y p or
Ferrería con su
t anto muy apre c iado. martinete
Se conoce como martinete a
un gran martillo formado por un tronco de made-
ra y una cabeza de hierro que golpea rítmicamente el
metal candente que se está forjando. Dicho martillo se mueve a
partir de la corriente de un río, que acciona una rueda, unida a otra
más pequeña con unas paletas y que va levantando y dejando caer conti-
nuamente la base del mazo.
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13 Los tejeros
Aunque en é po c a
r ománi ca la m ayo ría de
L a palabra tejado procede de teja, esas pie-
zas curvadas que se usan habitualmente
para su construcción. Ya los romanos las em-
Tejado romano y tejado árabe
El tejado de tipo romano, que actualmente todavía es
muy utilizado en Italia, se compone de una base de tejas
planas, muy bien ajustadas entre sí, que se cubren con
plearon ampliamente, pero tras la desaparición otras curvas. En el tejado de tipo
árabe, muy extendido por todo el
lo s ed if ic io s t e ní a n u n a de su Imperio y a lo largo de muchos siglos la mundo, cada pieza es más
teja apenas se utilizó, sobre todo porque su pequeña y tanto las superio-
res como las inferiores son
cu b ie rta v e ge ta l, la s fabricación era trabajosa y costosa. Durante curvas.
época románica se recuperó de nuevo esa vieja
igle s ias, po r s e r las tradición, e incluso las casas más ricas empeza-
ron a usarla, ya que además era una medida
c ons truc c ione s más para evitar los frecuentes incendios que asola-
ban pueblos y ciudades.
im po rt ante s, util izab an Una obra grande, como podía ser la de una igle-
sia, disponía también de una cuadrilla de tejeros
ot ro s s is te mas que f uer an que levantaba allí mismo su taller, donde se
amasaba el barro, se daba forma a cada teja, se
má s s ó lid os y du r ad e ro s. secaban al sol y se cocían en un horno montado
también allí, semiexcavado en el suelo y cubierto Algunas grandes iglesias o catedrales llegan a
L o m ás f re cue nte e ra usar con una bóveda hemisférica. A partir de enton- cubrirse incluso con piedras trabajadas a modo
ces se generaliza la teja curva de tradición árabe, de escamas, y en algunas otras, las más ricas,
t e ja s, a u n qu e t am bi én s e frente a la teja plana de tradición romana, aun- se hacen láminas de plomo o de cobre para esa
que en algunos lugares donde abunda la pizarra misma función.
e mp le a ba n la j as d e o se pueden obtener lajas de otro tipo de piedra,
también se usan para las cubiertas, porque su
p iz ar ra o de o tro t ipo d e efectividad es muy buena y su coste menor.
pi ed ra , e i nc lu s o lá m in a s Horno de tejas
Básicamente se compone, en su parte inferior, de
una cámara de combustión de la leña, que está
de p lo mo o c ob re e n por debajo del nivel del suelo y se alimenta por
una boca. Dependiendo del tamaño del horno, en
algunos grandes te mp lo s. esa cámara se construyen una o varias columnillas
de ladrillo o barro, sobre la que apoya la parrilla,
igualmente de barro, donde se colocan las tejas
que forman la “carga” que se va a cocer, cubrién-
dose todo después con la bóveda. Queda así listo
para encender el fuego.
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14 El maestro de obras
El maes t ro de o bras e ra el
r es po n sa b le de q u e to do s
A rquitecto, aparejador y jefe de obra son
tres profesiones que intervienen en la ela-
boración del proyecto de un edificio actual y en
la ejecución del la obra pero que durante la Edad
lo s of ic io s que Media se concentraban en la persona del maes-
tro de obras. Aun así su papel no es muy cono-
p art ic ipab an en l a cido, ni tampoco su manera de trabajar, porque
apenas si existen datos de cómo se desarrollaba
co nst ruc ci ón de un día a día la vida en una gran construcción. Imagen del Maestro Miguel en la portada de la iglesia de
Muchas veces se supone que estos maestros, Revilla de Santullán, vestido noblemente, mirando el
ed if ic io fu n c io n ar a n además de cumplir esas funciones, eran los libro de copias y situado bajo un arco en el que se lee:
Micaelis me fecit, es decir, Miguel me hizo.
grandes escultores, como parece que fue el tra-
c oo rdinados par a bajo que hizo Miguel en Revilla de Santullán.
Son muy pocos los dibujos y planos que se con- cuando el conjunto del edificio estaba práctica-
c ons eguir el m ej or servan de aquella época, todos muy sencillos, mente concluido, de modo que las esculturas no
por lo que el maestro debía de tener todo el pro- sufrieran con el trajín de los operarios y mate-
r es ultado . Po r e st e mo tiv o yecto en su cabeza, desde los cimientos hasta la riales, aunque los detalles escultóricos podían
cubierta, y conseguir que cada elemento fuera afinarse una vez montadas todas las piezas en
de bía c o noc er encajando en su sitio según avanzaba la cons- su sitio.
trucción. Grandes piezas, como las portadas, La construcción de un templo y la presencia de
p er fe ct ame nte los s ec re to s requerían un ajuste muy preciso, por lo que se maestros de obras o de trabajadores muy cuali-
supone que se elaboraban aparte y se montaban ficados era un acontecimiento extraordinario
d e ca d a u n o de e so s para un pueblo. Entonces, como ahora, la
expectación que despertaban sería importante y,
of ic io s, pe ro además s er también como hoy, las críticas y alabanzas
serían algo constante.
c apaz de tr azar p lanos o
bus car so luci one s para lo s Inscripción del monasterio de Nogal de las Huertas
(Palencia), en la que un maestro llamado Jimeno
(Xemenus), allá por la segunda mitad del siglo XI, dejó
dif er ent es p rob le mas constancia de que hizo y esculpió una portada (fecit et
sculpsit istam porticum). A continuación el escultor
rogaba que se rezara por él. Hoy, desgraciadamente, esta
q u e se p u di era n p la n te a r. inscripción está desaparecida.
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15 La vida en la aldea
p in t ur a s o e sc u ltu r as d e
Calendario agrícola
al gu n o s c a le n da r ios d e Frescos del Panteón de los Reyes.
Real Colegiata de San Isidoro de León.
Siglos XI-XII.
ép oc a ro mánic a que s e
De arriba abajo: la siega (julio), vendimia
han co ns erv ado. (septiembre), alimentación de cerdos con
bellotas (octubre), y la matanza del cerdo
(noviembre).
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16 La recogida de la hierba
Dalle o Guadaña
Herramienta agrícola compuesta de una cuchilla curva
ensartada en un palo, usada para segar hierba, forraje
para el ganado o cereales.
Lo s t rab ajos de
r ec ole c ci ón e mp ez ab a n e n
L os calendarios suelen
representar a un campe-
sino segando la alta hierba con
el dalle o guadaña ya con los
e l me s de ju n i o, cu a n d o s e primeros calores del verano. Desde entonces todo ha cambiado mucho, e
Extendida en el mismo prado para incluso el paisaje se ha modificado por el cam-
s egaba la hie rba que , b ie n secarse, después toda la familia bio de cultivos y la mecanización de las labores,
ayudaba a recogerla con rastrillos de pero la toponimia conserva el recuerdo de anti-
se c a y a lm ac e n a da , madera, formar haces y llevarla en el guas tierras de pasto en nombres como Henar o
carro hasta el pajar de la casa, donde se guar- Henares, campos de heno ya desaparecidos en
se rv irí a para al ime ntar al daba. Cuando el prado estaba demasiado muchas regiones.
húmedo o muy empinado y no era posible entrar
ganado durant e t odo el con carro, se usaba la narria, una especie de
plataforma de palos, sin ruedas, que era arras-
año. Est e trab ajo trada con su carga por animales.
La hierba también se guardaba al aire libre en
imp lic a b a a to da l a almiares, unos montones formados en torno a un
palo vertical central que aún es posible ver hoy
f amil ia y una v ez que lo s en algunas aldeas de comarcas montañosas.
La economía medieval de subsistencia obligaba a
pra d o s e st a ba n s e ga d o s, que cada pueblo y cada familia tuvieran sus
recursos muy diversificados, con pocas propieda-
s e po día s olt ar p or e llo s a des pero con usos muy variados, para poder
autoabastecerse de casi todo sin necesidad de
lo s ani male s. recurrir a la compra: un poco de pasto, un poco
de cereal, algún linar para obtener tejidos, algu-
nos frutales, un huerto y algún animal doméstico.
Calendario agrícola
Parte de un psalterio francés del últi-
mo cuarto del siglo XII que contiene
Narria o Basna doce miniaturas sobre fondo dorado
se trata de una plataforma de que representan las faenas del campo
madera utilizada para el junto al símbolo del mes correspondi-
arrastre de cargas, en especial ente. Aquí se muestra el mes de julio
para bajar hierba de prados con el signo zodiacal de Cáncer.
situados en lo alto del monte. (British Library, Harley 2895).
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17 El cereal y el pan
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Arado romano
1 1- Clavija
2- Cola
Lo s ce re ales e ran el
cult iv o p rinc ip al de l a
E l cereal constituía
la base de la alimenta-
ción para personas e incluso
3- Ventril
4- Cama
5- Telera
6- Reja
7- Esteva
para animales y los tipos que se cul- 8- Orejera
ép oc a p ues to que c on ello s tivaban podían ser muy variados, 3
dependiendo sobre todo del clima de cada
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s e elab orab a e l pan, un región, aunque trigo, cebada, centeno y avena
eran los principales. La dureza del trabajo en el 7
alim ent o b ás ico p ara las campo se pone de manifiesto muy bien a través
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de su cultivo, porque todo se hacía a mano, con
pe rs onas , aunque t amb ié n mucho esfuerzo y con mucha dedicación.
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En otoño se araban los campos con el sencillo 6
apo rtab an paj a y f orr aje arado romano tirado por bueyes y poco después
se sembraba. En primavera se quitaban las
p a ra lo s a ni ma le s. S u malas hierbas y en verano cuadrillas de segado- Tras convertir el grano en harina en los nume-
res, armados de hoces, segaban los campos rosos molinos situados junto a los ríos, cada
c ulti vo e mp leab a a muc ha mientras que las mujeres colaboraban reco- familia solía hacer su propio pan en hornos
giendo las espigas sueltas. Todo se transportaba caseros, pero debía guardar una tercera o una
g e n te d ur a n te g ra n pa rt e hasta las eras, unos campos llanos y muy cui- cuarta parte de lo recolectado para poder sem-
dados, situados a las afueras de la aldea, donde brar al año siguiente. Tan pobres solían ser las
del año, pe ro se trillaba con trillos arrastrados por animales, cosechas, que un problema originado por gue-
o golpeando los haces de mies con palos llama- rras, por fuego, por hielo o por demasiadas o
es pe c ialme nte e n ve rano dos mayales. Tras beldar, es decir, separar el escasas lluvias, provocaba inevitablemente épo-
grano de la paja con ayuda del viento, se guar- cas de hambre.
daba el grano en silos subterráneos o en
hórreos, para evitar los efectos de la humedad o
de los ratones.
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18 La viña y el vino
El cult iv o de la v id es tuv o
muy ex te ndido p or to da
L as buenas condiciones climatológicas que
se dieron en Europa entre los siglos XI y XIII
propiciaron que el viñedo se extendiera prácti-
camente por todos los países y por comarcas
Euro pa durante e l pe rí odo donde ahora hace siglo que no se cultiva. El
vino, por la cantidad de calorías que contiene,
ro mánic o, muc ho m ás que era para la alimentación de la época casi tan
básico como el pan, además de que ambos pro-
e n la a ct u a lid a d, po rq u e ductos eran esenciales en la liturgia cristiana.
Las viñas formaban parte del paisaje en el
e l v in o er a co n si de ra d o entorno de cualquier aldea y su mantenimiento
requería mucho trabajo, con labores permanen-
c om o u n a li me nt o tes: poda, sarmentado, selección de los prime- Labores relacionadas con el vino en el calendario de
ros tallos, tratamiento de enfermedades, varias Beleña de Sorbe (Guadalajara). La vendimia (septiembre)
y el trasiego del mosto (octubre).
fundame ntal de bido a las fases de escarda, diversos pases con el arado o
con la azada, hasta llegar a la vendimia. Las
calo rías que ap or tab a a uvas, recolectadas generalmente en septiembre, Lagar
Es el instrumento y el sitio donde se prensa la uva para
se llevaban en grandes cestos al lagar, donde se obtener el mosto. En los viejos códices medievales se
u n a d ie ta g e n er al me nt e pisaban y se prensaban, para obtener un mosto conservan imágenes de estos artilugios, caracterizados
que fermentaba en cubas de roble o en grandes por una gran viga de madera, exactamente iguales a los
que aún existen en algunos pueblos de Castilla (Beato de
muy p o bre . C on l a vasijas. Algunos monasterios poseían importan- Fernando I y Sancha. Biblioteca Nacional. Madrid).
tes bodegas, pero las familias elaboraban vino
ve ndimi a y la e labo rac ió n para el consumo propio del año, sobre todo por-
que los rudimentarios sistemas de pro-
d e l mo st o fin a li za b an ducción y conservación hacían que
el vino fuera generalmente malo
lo s t rabaj os de y no se pudiera mantener
durante mucho tiempo. Sólo
rec ol ec ci ón. algunas zonas, por sus bue-
nas condiciones y notable calidad, alcanza-
ron renombre y exportaban a otras regio-
Podón nes. Algunas de ellas siguen produciendo
Herramienta empleada para
podar los sarmientos en hoy afamados vinos.
invierno y preparar la viña
para el nuevo año.
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19 El ganado y la caza
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20 Tiempo de diversión
El t rabaj o s ie mp re er a
mu y du ro y oc u pa b a gr a n
D entro de sus escasas posibilidades, la
gente que vivió en época románica tam-
bién daba mucha importancia a la diversión,
aunque las jerarquías religiosas amonestaban
pa rt e de l t ie mpo , i n clu s o con frecuencia a quienes disfrutaban con el
juego y la fiesta, especialmente si había músicos
para lo s niños , aunque y bailes por medio. Nuestra forma de divertirnos
muy poco tenía que ver con la suya, pues a falta
t am bi én h a b ía mo me n to s de grandes espacios de ocio, juegos electrónicos Piezas del ajedrez Lewis
Fabricadas en el siglo XI, probablemente en Noruega,
o ante la imposibilidad de hacer largos viajes de fueron halladas en la playa de Uig (isla de Lewis,
p ara la div er si ón, a ve ce s vacaciones, la gente de aldea se buscaba el Escocia). Son las piezas de ajedrez más antiguas que
se conocen, 93 en total, hechas en hueso de morsa y
entretenimiento en el mismo pueblo, partici- diente de ballena.
sim ple me n te j ug a n d o a l a pando siempre con los amigos.
Conocemos algunos juegos infantiles y juveniles
p elo ta o al alque rque. de la época, como el alquerque, un La llegada al pueblo de un juglar, que contaba
tablero que encontramos dibujado hazañas maravillosas de caballeros y damas, era
P er o las fi es tas re ligi os as, aún en muchos pórticos románicos, una ocasión especial para reunir a todos, igual
la chueca, que debía de ser similar que la celebración de una fiesta con músicos que
las c ele br aci one s al hockey, o la pelota, muy popular tocaban el rabel o la fídula, la flauta, el arpa, el
y que por algunos dibujos parece pandero o la gaita, acompañando a bailarinas
fa m ili ar es o la que era una especia de béisbol. llamativamente vestidas. Unos y otras aparecen
Para los mayores, los naipes y los entre las figuras más representadas de la escul-
fi na l iza c ió n de a lg u n a dados eran propios de la taberna, tura románica, tanto en capiteles como en cane-
un lugar de mala fama pero muy cillos.
labo r i mpo rt ante visitado, aunque uno de los juegos
de tablero más valorado era el
p o dí a n se r b u en a s ajedrez, introducido por los ára-
bes en España y muy apreciado
o cas io nes p ara el por nobles y reyes.
Músico tañendo
j olgo rio , m ejo r aún s i s e el rabel
Canecillo de la
iglesia de San
aco mp añaban de músi co s La representación de músicos y
Cornelio y San
Cipriano. Revilla
juglares es muy común en la de Santullán.
o juglare s. escultura y miniatura de época
románica. Aquí vemos a uno tocando
la fídula, extraído del Beato de Santo
Domingo de Silos, del siglo XI.
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21 Los soldados En los primeros momentos del románico se emplearon unos escudos redondos llamados rodelas, pero después se popula-
rizó el escudo largo que protegía más a los jinetes, en forma de cometa, de origen normando. Es de madera cubierta de
cuero y va reforzado por un casquete central de hierro (el umbo), del que a veces parten unos radios también metálicos
(la bloca). Se transportaba a la espalda, sujetado por una larga correa, el tiracol.
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22 El hogar y la familia Escena de parto en un canecillo de la
iglesia de la iglesia de San Martín de
Tours, Artaiz (Navarra)
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23 Las casas
Tres formas de construir muros
A: Pared formada por varas entrelazadas (zarzo), recubiertas de barro o cal.
B: Mampostería, con esquinales de sillería.
C: Encofrado, que se puede rellenar con barro (tapial) o con mezcla de cal y
canto, mucho más sólido.
La s ca s a s n o rm al me nt e
e ran s enc illas c abañas
A ún se conservan hoy en lugares muy
apartados casas como las que se usaban
en época románica, con muros de piedra de
a
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24 Obras en la casa
Casa actual con cubierta de paja (palloza) en
Balouta (León).
La p ob re co nst ruc ci ón de
las v iv iendas y lo s
E l verano era el mejor momento para acome-
ter obras de mantenimiento y reparación de
la casa. Los materiales generalmente se encon-
traban en el entorno de la aldea, en especial las
e ndeb le s m ate riale s plantas que se usaban para hacer la cubierta,
que solían ser de centeno o escoba y que se dis-
us ados ob ligab an a un ponían en el tejado apelmazadas unas contra
otras, sobre un enrejado de madera muy empi-
mant enim ie nto co nti nuo y nado, para que resbalara mejor la lluvia o la
nieve. Estas casas, que en la documentación de
a q u e c a s i t od os lo s añ o s la época se denominan “casas pajizas”, fueron
poco a poco sustituyéndose por las “casas teja-
se nec e si tara hac er das”, es decir, las que se cubrían con teja.
La teja era un material mucho más caro pero evi- rastros de las mismas en la arquitectura popu-
alguna ob ra, que er a taba mejor los incendios que asolaban pueblos lar de varios países de Europa y en el noroeste
y ciudades con demasiada frecuencia y que se de España son muy conocidas las “pallozas”,
lle v ad a a c a bo p or l a propagaban rápidamente y sin remedio por las nombre que deriva también de la paja con que
cubiertas vegetales, que cuando estaban muy se cubren y que son prácticamente iguales a las
p ro pi a fami lia. Las secas eran verdaderas antorchas. casas populares de época románica, tanto en su
Las viviendas con cubierta vegetal poco a poco forma como en su distribución interior.
cub ie rtas ve get ale s s e fueron quedando relegadas a las comarcas más
pobres, aunque siguieron usándose todavía Diversos sistemas medievales de ensamblar maderos en
inc endiab an co n muc ha durante siglos. Aún hoy se conservan algunos la construcción.
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25 El interior de una casa El tipo de casa que se utilizó durante época
A románica se remonta en realidad hasta la
Edad del Hierro, y su uso ha permanecido
hasta nuestros días en algunos rincones
remotos. Aquí se muestran tres plantas de
B casas medievales: A: Hohenrode
(Alemania), B: Königshagen (Alemania), C:
Wharram Percy (Inglaterra), y el resto de
De ntro de l a cas a el
es pa c io q u e o c up a ba l a
P odemos imaginarnos una de
estas viviendas con su suelo de
tierra apelmazada o formado por
C época actual: D y E: Irlanda, F: Alemania,
G: España, H: Escocia, I, J y K: Francia.
Los puntos rojos indican la ubicación del
fuego del hogar.
algunas lajas de piedra, con la cocina D
fam ilia c o mo vi vie nda er a donde arde la lumbre junto a la pared,
a ras de suelo, sin chimenea, con el cama confortable por el calor que
muy r educ ido, humo subiendo libremente hasta
E
aporta el ganado, o tal vez alguno de
escapar entre los ramajes de la los hijos pueda dormir entre el forraje
pr ác t ica m en t e u n a s ol a cubierta, pero con una piedra plana almacenado en el desván.
que sobresale de la pared a media F De las paredes cuelgan algunas
ha b it a ci ón q u e era a l a altura, para evitar que las chispas herramientas y en un rincón hay un
alcancen ese tejado y lo incendien. telar. Nada sobra, más bien casi todo
G
v e z c oc in a , c o me do r y Junto a la cocina algunos cuencos, escasea, todo es útil y debe ser dura-
cazuelas y ollas de barro para cocinar dero, de modo que las reparaciones
d or mit or io. En c u a lqu i er y otros recipientes o platos de de objetos están a la orden del día y
madera, y un poco más allá tal vez H los cacharros sólo se desechan
a l de a la f am ili a una artesa para amasar, cántaros con cuando son verdaderamente inservi-
agua y algún jarro para el vino, sin bles, no sólo porque estén un poco
c amp es ina dis po nía de un vajilla individual, puesto que todos
I
dañados.
comen de la misma cazuela. Frente a Es un sitio oscuro y poco ventilado,
m ob ili ario muy b ás ic o y la lumbre una mesa con algunos sólo con la puerta y acaso con una
taburetes, y pegados a la pared dos o ventanita, pero lo más llamativo, lo
po b re, suf ic ie nte par a tres camastros de rudas tablas, con J que más nos cuesta imaginar, es el
jergones de paja y alguna manta raída color dominante en paredes y mue-
c oc in a r, co me r y do rm ir, para taparse. Si la familia es dema- bles, entre tostado y negro, causado
siado numerosa, quizás en la cuadra, K por el hollín, y también ese pene-
más bi en e s cas o, si n junto a los animales, haya alguna otra trante olor a gente, a humo y a
ganado.
lu jo s , s in n a d a qu e n o
tuviera una uti lidad
Cerámicas de época románica de la comarca
prác ti ca. donde se encuentra Revilla de Santullán. Se
caracterizan por estar hechas en un barro de
color blanquecino y con decoraciones a base de
estrías y pintura ocre o negra.
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26 El corral Matanza de cerdos y otros animales,
llevada a cabo en noviembre, según las
vidrieras de la catedral de Lausana
(Suiza), realizadas hacia 1170.
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27 El huerto
En e l ent or no de la aldea,
c er ca de l río o del ar roy o,
S iempre nos imaginamos a los hombres de
la Edad Media celebrando grandes banque-
tes donde los alegres comensales devoran ani-
males asados, pero esta imagen, que nos han
a ve c es junt o al m is mo transmitido las películas, nada tiene que ver con
lo que verdaderamente comía una familia nor-
c o rral, pe ro si emp re e n mal. Los vegetales, legumbres, verduras y ce-
Pozo con cigüeñal
reales, formaban parte de la dieta diaria mucho
la s t ie rra s má s f res c as y más que la carne, que era un producto de lujo,
por eso era tan importante el huerto. Ahí se cul-
p ro du c ti va s , s e tivaban ajos, cebollas, garbanzos, alubias, len-
tejas, puerros, berzas, coles, habas, o también Los cultivos de la huerta requieren abundante
en c on t ra b an l os h u er to s. titos y almortas, que hoy apenas comemos pero agua, por eso, además de situarse en las tierras
que entonces constituían la base de las gachas, más frescas, solían estar acompañados por
C a da f a mil ia d is po n ía d el una de las comidas más habituales. El tomate, el pozos, en alguno de los cuales el agua se extraía
maíz, las patatas o los pimientos, hoy tan fre- con un rudimentario sistema de contrapeso lla-
suyo , t amb ié n ce rc ado p or cuentes, eran desconocidos para el hombre mado cigüeñal y sólo en algún caso podía utili-
medieval, pues llegaron a Europa con el descu- zarse la noria, mucho más compleja y que fue
una tapia, y allí se brimiento de América. introducida por los árabes.
En la huerta o en sus inmediaciones, podían
c u lt iv ab a n la s ve rd u ra s encontrarse plantaciones de frutales, como
ciruelos o perales, pero especialmente manza-
qu e c on s ti tu ía n la b a se d e nos, de los que también se obtenía la sidra.
Como complemento de esta economía familiar
la a lim en t ac ió n d e l a ocasionalmente encontraríamos alguna col-
mena para producir miel, ya que el azúcar era
ge n te e n a q ue l t ie mp o. un producto inaccesible, importado desde leja-
nas tierras.
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28 La noche
Q u i zá s u n a d e l os ma y o r e s
d i f er e n c i a s qu e h a y e n t r e l a
L a Edad Media no fue el tiempo oscuro que
siempre se ha dicho, pero el contraste entre
el día y la noche estaba muy acentuado porque
la iluminación artificial era escasa y siempre
g e n t e m e d ie v a l y n os o t r o s muy cara. La cera para las velas, grasa para los
candiles o aceite para las lámparas eran produc-
s ea l a fo r ma d e v iv ir l a tos muy costosos y además podían provocar
incendios fácilmente, por lo que su uso era muy
n oc h e y s u os c u r id a d . S i moderado.
En las noches de verano la gente estaría algún
n o s o tr os h e mo s a n u l a d o rato a la puerta de casa, charlando con los veci-
nos, hablando de cómo iban los trabajos, de la
e s a o s c uri d ad no c t urn a c o n vida familiar o de algunas noticias que habían
oído a algún viajero o arriero. Pero en invierno
l a l u z e l éc t r i c a y el frío hacía que todos buscaran refugio dentro, El médico cristiano natural de Bagdad Abu-l Hasan al-
calentándose en torno al fuego, una imagen que Mujtar ibn Butlan hablaba, en su Theatrum Sanitatis,
escrito en el siglo XI, de los saludables beneficios de
d is p o n e mo s a d e m á s d e en los calendarios de la época sirve para ilustrar escuchar a un narrador de cuentos. Esta imagen ilustra
la vida cotidiana durante el mes de febrero. Las aquel consejo en una edición de la obra hecha en el
siglo XV.
mu c h o s e n t r e t e n im i en to s y largas noches invernales eran entonces las más
propicias para reuniones donde se contaban his-
r ec u r s os pa r a p a s a r torias mientras se atizaba la lumbre, donde los intensidad todavía y que la alegría fuera menor;
más viejos recitaban a los niños esos romances entonces sólo cabía esperar la llegada del buen
t ra n q u il a me n t e l a s la r g a s que nos han llegado gracias a la tradición oral. tiempo otra vez, distrayéndose durante esas
Pero si el año había dado malas cosechas el tristes noches con la tenue luz de una candela o
n o c h e s d e i n vi e r n o , hambre hacía que el frío se sintiera con más mirando las brasas del hogar.
a q u e llo s h o m b re s , mu j e re s
y n iñ o s h ic ie r o n l o m i sm o Velas, candelabros, cirios y
lámparas de aceite
Cabe suponer que en los hoga-
c on s ól o u n p o c o d e l u mb r e , res más humildes se utilizaran
esas pequeñas y finas velas, que
eran conocidas con el nombre
p e ro s o b re t o d o c o n de “cerillas”, por el material de
que estaban hechas, cera, y por
mu c h a im a g i n a c ió n . su pequeño tamaño.
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S e acabó de imprimir este libro
el jueves, 30 de julio, de 2009.
o, como diría la gente de tierras
hispanas de tiempos del románico,
la V feria, III de las kalendas
de agosto, en la era MMXLVII