Teatro Isabelino
Teatro Isabelino
Teatro Isabelino
Isabel I de Inglaterra
En 1572 hubo una ley que castigaba a los cómicos ambulantes,
obligándoles a formar instituciones regidas por nobles o por personas de
dinero; de esta forma se creó la figura de la “compañía teatral”, especie de
protectorado hacia dramaturgos y actores que, de no estar bajo la férula de
algún aristócrata, irían presos.
Esto propició que surgiera el mecenazgo, así como algunas de las más
conocidas compañías teatrales, como The King’s Men (Los hombres del
rey), Lord Chamberlain’s Men (Los hombres de lord Chamberlain),
Worcerter’s Men (Los hombres de Worcester), Queen Anne’s Men (Los
hombres de la reina Ana), etc.
También existieron los interludios, del siglo XVI, que eran obras hechas
para espacios reducidos y un público escogido, enfocadas en temas
seculares y producidas por compañías ambulantes.
Además, el interés de Isabel I por las artes en general dio un gran impulso a
las artes escénicas. Por otra parte, la época isabelina supuso para la nación
la entrada a la modernidad, pues se vivió un periodo de relativa paz, se
redujo sustancialmente la persecución religiosa, se utilizaba de forma
moderada la tortura y, en general, se tuvieron en cuenta las innovaciones
tecnológicas y científicas impulsadas por Copérnico.
Puestas en escena
Muchas obras se realizaban en posadas o al aire libre, como plazas o
terrenos baldíos. También se realizaban en casas de los nobles que
apoyaban el teatro. Utilizaban iluminación natural o de velas.
Mala fama
El teatro era considerado por las autoridades puritanas como de mala
influencia, pero gozaba de gran popularidad entre todas las clases sociales.
Por eso los teatros estaban prohibidos en Londres y la construcción de los
primeros espacios teatrales fue al otro lado del Támesis, en zonas como
Blackfriars o Southwark, ambas ajenas a la jurisdicción de la ciudad.
Sin embargo, a finales del siglo XVI, en Londres había por lo menos 8
teatros donde el público podía escoger, y cada uno podía acoger a 3.000
personas.
Métrica
El teatro isabelino renovó la métrica con el llamado verso blanco (en
inglés, blank verse), que carecía de rima, aunque la métrica era regular. En
el idioma inglés utiliza sobre todo el pentámetro yámbico.
Este tipo de métrica fue empleada en versos rimados (como los sonetos de
Shakespeare) y en los que no tienen rima. Se basó en el verso suelto o
libre, inventado por Francesco María Molza en una obra basada en
la Eneida (Dido muriendo) en el siglo XV.
Innovaciones de tiempo
La norma aristotélica estipulaba que la acción y el tiempo fuesen una
unidad. El teatro isabelino rompe estas reglas y entonces es posible advertir
entre una escena y otra cambios radicales de espacio (la habitación de
Julieta, luego la plaza, por ejemplo) y de tiempo: una escena en la mañana
y la siguiente dos semanas después.
El tema del amor juvenil (Romeo y Julieta), el abandono de los ancianos (El
Rey Lear), la traición (Macbeth), los celos (Otelo), entre otras obras de
Shakespeare, dan cuenta de cualidades vivas, tensas, completamente
humanas.
Pero también había obras de teatro donde dentro de ellas se hacían otras
representaciones teatrales. Tal vez el ejemplo más notorio sea Hamlet, de
Shakespeare, donde el joven príncipe contrata a un grupo de actores
ambulantes para que represente el asesinato de su padre ante Claudio, su
padrastro.
Temas
Era común que las obras mezclasen géneros, sobre todo de la tragicomedia
(fusión de la tragedia y la comedia) para satisfacer los gustos del público. Si
bien en el teatro shakesperiano había una separación más notable entre la
tragedia y la comedia, es posible ver personajes cómicos, que alivian la
tensión del drama.
Actores, no actrices
Obras
Entre las tragedias, son famosas Hamlet, Otelo, Macbeth, Romeo y
Julieta, El Rey Lear, Julio César, Laertes, Antonio y Cleopatra o Henry V.
Obras
Entre sus obras más destacadas sobresalen Doctor Fausto, Eduardo II, El
judío de Malta y Tamerlán el grande.
Obras
Sus obras más relevantes son Volpone, La feria de san Bartolomé, El
alquimista o La mujer silenciosa.
APA
El Globe Theatre abrió sus puertas en 1599. Sus dueños eran los hijos de
Burbage y algunos miembros de la compañía profesional de actores
conocida como “Chamberlain’s Men” (Los hombres de Chamberlain).
Uno de estos inversores fue William Shakespeare. Él y otros actores y
dramaturgos compartían la mitad de las ganancias del teatro, mientras
que la otra mitad se destinaba a pagar a actores secundarios, músicos,
vestuarios y costos de mantenimiento. El establecimiento de los teatros
significó que los actores que antes eran ambulantes pudieran formar
una base económica más sólida, lo que les permitía producir más obras
y darles un valor de producción mucho mayor. Las compañías teatrales
podían presumir de doce o más actores principales y algunos actores
secundarios, jóvenes y aprendices. Músicos, escritores, artistas y
copistas también formaban parte del personal.
William Shakespeare
William Shakespeare es uno de los autores más célebres en cualquier
idioma. Nació en Stratford-upon-Avon en 1564, y no fue hasta 1592 que
se hizo conocido en ambientes teatrales. Dos años más tarde se unió a
“Chamberlain’s Men”, y después, como se mencionó anteriormente, se
volvió un miembro importante del personal permanente del Globe
Theatre, un puesto que mantuvo a lo largo de su carrera como escritor.
William produjo en promedio dos obras por año, y escribió 37 en total.
Ponerle fecha a sus obras es problemático, ya que no existen los
manuscritos originales, por lo cual los historiadores han buscado pistas
en los propios contenidos de las obras y en otra evidencia documental.
Sus obras suelen dividirse en cuatro categorías que demuestran el
amplio espectro del teatro isabelino en general. Estas categorías son:
comedias, romances, historias y tragedias. Las obras, como muchas de
la época, combinan juegos de palabras y referencias burlonas a la
política contemporánea, con historias de amor, actos oscuros de
venganza y asesinato, eventos históricos, ficción histórica, y una gran
porción de patrioterismo.
Desafíos y legado
El nuevo teatro no estuvo libre de críticas. Los puritanos, cada vez más
prominentes en la sociedad isabelina a partir de la década de 1590, se
oponían a un entretenimiento tan frívolo como obras de teatro.
Consideraban que las temáticas, especialmente las tramas de venganza,
asesinato y romance, no eran adecuadas para los plebeyos ya que
podían corrompen sus mentes, al igual que proclaman algunos críticos
modernos del cine violento. Además, los puritanos creían que los
teatros eran lugares indeseables en donde solo se reunían los miembros
ociosos, inmorales y criminales de la sociedad.
La salud pública constituía otro reto. Cuando una nueva ola de la peste
negra golpeó a Londres en 1592, se cerraron todos los teatros por un
año. Muchos alcaldes procuraban evitar las reuniones públicas y hasta
le pagaban a las compañías de actores para que no actuaran si había un
nuevo brote de la peste. Los teatros, al ser estructuras de madera,
también eran susceptibles a fuegos devastadores. El Globe Theatre, por
ejemplo, tuvo que ser reconstruído en 1614, cuando un cañón disparado
para generar efecto dramático en una obra causó que el techo de paja se
prendiera fuego.