Como Leer La Biblia

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LEYENDO LA PALABRA DE DIOS

 
“Bienaventurado el que lee” (Ap. 1:3)
 
 
 LEER REGULARMENTE
 
Para permanecer físicamente sanos, la mayoría de nosotros ingerimos tres comidas diarias.
¿Cuántas veces nos alimentamos de la Palabra de Dios (ver 1 Pedro 2:2; Mateo 4:4; Job 23:12)?
¿Cuán a menudo oímos decir a la gente, “He estado tan ocupado hoy día, que no he tenido tiempo
para almorzar o cenar”?
Quizás pienses que no tienes tiempo para leer la Biblia cada día. Un hombre una vez dio esta
excusa al gran evangelista D. L. Moody. El le contestó, “Amigo, si estás demasiado ocupado
como para leer la Biblia todos los días, estás más atareado de lo que el Dios
Todopoderoso quiere que estés, y es mejor que dejes de lado algunas cosas y te tomes
el tiempo para leer la Biblia.”
Aparta un tiempo especial durante el día para tu lectura. Muchos cristianos piensan que el mejor
momento para hacerlo es en la mañana, porque pueden empezar el día escuchando a Dios. Otros
leen en la tarde o en algún momento tranquilo durante el día (algunas madres esperan que los
hijos se hayan ido al colegio en la mañana). Encuentra el tiempo que más te acomode.
 
LEER PAUSADAMENTE
 
Lo que realmente cuenta no es cuánto captas de la Palabra de Dios, sino cuánto de tu corazón
captura la Palabra de Dios. Es mejor leer y entender un versículo, que leer tres capítulos y no
recordar nada de lo que has leído en esos capítulos. Es mejor leer un poco con entendimiento, que
leer mucho apresuradamente. De acuerdo con 1 Corintios 14:19, Pablo preferiría que leyéramos
cinco palabras con entendimiento que leer 10.000 palabras tan a la ligera, que no recibiéramos
nada de nuestra lectura. De igual modo, podemos recibir más del Señor en cinco minutos con
calma, que en treinta minutos con los ojos puestos en el reloj.
 
LEER SISTEMÁTICAMENTE
 
Muchas personas no saben donde empezar a leer la Biblia, de modo que a veces ellos usan el
método del azar. Ellos dicen, “Señor, muéstrame lo que tu quieres que yo lea” y luego abren la
Biblia a la ventura y comienzan a leer dondequiera se abrió la Biblia. A veces el Señor bendice este
método, pero no es la mejor manera de leer Su Palabra.

Cuando leemos una historia, generalmente la comenzamos a leer desde el principio y seguimos
leyendo hasta llegar al final. Así es como el autor la escribió, y es la mejor manera de leerla.
Usualmente leemos las cartas de esta manera. Debemos hacer lo mismo con los libros de la Biblia.
La mejor manera es comenzar desde el capítulo uno y continuar hasta el final. Cuando Pablo
escribió el libro de Romanos, el no escribió primero el capítulo 13 y luego el capítulo 8. El comenzó
con el capítulo 1 y luego escribió el capítulo 2, etc. Si lo escribió así, ¿por qué no hemos de leerlo
así?

¿Has pensado en leer toda la Biblia? Muchos creyentes han descubierto que esto es una gran
bendición. Para ayudar en eso, se han publicado planes de lectura bíblica. La mayoría de la gente
puede leer la Biblia en un año, si leen como media hora diaria. El plan de lectura bíblica te dirá
cuanto leer cada día.
 
Leer con Cuidado
 
Pongamos mucha atención a cada palabra. No pase por alto ningún detalle. Seamos buenos
detectives y veamos lo que podemos descubrir. A veces nos perdemos lo que Dios tiene para
nosotros, porque no logramos ver lo que está ante nuestros ojos. Seamos también cuidadosos  en
no permitir que nuestra mente empiece a divagar mientras leemos. (Para comprobar esto,
siempre debemos preguntarnos, ¿qué es lo que acabo de leer?)
 
Leer Inquisitivamente
 
Cuando leemos la Biblia, hagamos preguntas como éstas: ¿Quién está hablando o quién es el
autor? ¿A quiénes se escribió este pasaje o a quién se está dirigiendo el orador? ¿Cuáles son las
ideas principales? ¿A quién se refieren los pronombres (“el”, “ella” “ellos” “tu” etc.)? Otras
preguntas clave para dar con el significado del pasaje son las siguientes:

 ¿Hay algún mandamiento que obedecer?


     
¿Hay alguna promesa en la cual creer?
   
 ¿Hay algún buen ejemplo para seguir?
   
¿Hay algún pecado que evitar?
    
 ¿Aprendo algo acerca de Dios?
   
 ¿Aprendo algo acerca del hombre?
   
 ¿Hay algo por lo cual dar gracias al Señor?
 
Preguntas como éstas ayudarán a que el pasaje llegue a ser muy real. J.G. Mathieson cuenta de
un niño que tenía la costumbre de asistir a la predicación del evangelio cada domingo en la tarde.
Un día se vio impedido de asistir y decidió ir a su cuarto para leer la Biblia. Su madre estaba arriba
atendiendo a los pequeños y no sabía lo que estaba haciendo su hijo. Se dio cuenta, sin embargo,
de que estaba muy callado. Pensando que quizás estuviera haciendo alguna maldad, lo llamó,
“¿Qué estás haciendo?” El contestó, “Estoy viendo a Jesús resucitando de los muertos a Lázaro.”

Estaba leyendo Juan capítulo 11. Estaba tan absorto en su lectura de la Biblia, que le parecía como
si estuviera realmente viendo este gran milagro. Todo esta era muy real para él.
 
Leer con Amor
 
Piensa en una joven que está enamorada de su novio y que muchas millas la separan de él.
¿Cómo crees que leería ella sus cartas de amor? Tan pronto como llegara la carta, ella la abriría y
la leería rápidamente con mucho interés. Luego la volvería a leer con más calma. Ella se fijaría en
cada palabra. Meditaría con amor en cada frase pensando, “¿Por qué habrá dicho esto?” Incluso
después de haber terminado de leer la carta, ella recordará mucho del contenido de la carta y
seguiría pensando en ella durante el día.
Debemos leer la Biblia de esta manera. Y si lo piensas, ¿no es la Biblia una carta de amor de Dios
para nosotros? (Lee 1 Juan capítulo4).
 
Leer con Oración
 
Depende del Espíritu Santo para que te enseñe. Adquiere la costumbre de orar antes de leer. El
Salmo 119:18 es un buen ejemplo de tal oración. ¿Por qué es esto importante? Es el Señor quien
da el entendimiento (2 Timoteo 2:7). Cuando hayas terminado tu tiempo de lectura, tu ejercicio
espiritual recién comienza. Ahora tienes que poner en práctica la verdad de lo que has leído. J

Estudia. Nunca comiences un día sin dominar un versículo de sus páginas.


Ora. Nunca dejes tu Biblia antes de que el versículo o pasaje que has estado estudiando
haya llegado a formar parte de tu ser.
Anota. La verdad que Dios te enseña, anótala al margen de tu Biblia o en tu libreta.
Practica. La verdad que has recibido en la mañana, vívela durante el día.
Comparte. Trata de compartir con alguien lo que has aprendido.

Que la lectura de la santa Palabra de Dios sea un manantial de constante gozo para tu corazón.
 
“El cuidadoso estudio del Sagrado
Volumen hará mejores ciudadanos,
mejores padres y mejores esposos.”
--Thomas Jefferson
 
 
“Nunca permitas que buenos libros o buenos predicadores tomen el lugar de la Biblia.
Bebe de la Fuente, no de las corrientes que fluyen de la fuente.”
--Amy Carmichael
 
 
“No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
 
No cuenta tanto lo bien que conoces la Palabra de Dios
como lo que la Palabra de Dios obra en ti.
 
 
Preguntas para Estudiar Capítulos de la Biblia.
 
 
1) ¿Cuál es el tema principal de este capítulo?
 
2) ¿Cuál es la lección sobresaliente de este capítulo?
 
3) ¿Cuál es el versículo clave en este capítulo?
 
4) ¿Quiénes son los personajes principales en este capítulo?
 
5) ¿Qué enseña este capítulo en cuanto a Cristo?
 
6) ¿Hay en este capítulo algún ejemplo que deba seguir?
 
7) ¿Hay en este capítulo un error o pecado que debo evitar?
 
8) ¿Hay en este capítulo alguna tarea que deba cumplir?
 
9) ¿Hay en este capítulo una promesa para mí?
 
10) ¿Hay en este capítulo una oración que pueda corroborar?
 
 
3 Reglas para Estudiar la Biblia de Johann Bengel
 
1) Deja que la Biblia sea tu fundamento-- no libros, ni grandes hombres, ni la opinión
pública, sino única y exclusivamente toda la Biblia.
 
2) No leas en la Biblia lo que no dice; esta es la manera objetiva y de un niño de estudiar
las Escrituras (solo deja que la Biblia diga lo que dice).
 
3) No pases por alto nada en la Biblia, porque toda Escritura es inspirada por Dios (2
Timoteo 3:16).
  
Martín Lutero dijo que él estudiaba la Biblia tal como cosechaba manzanas. Primero, Él sacudía
todo el árbol, para que cayeran las que estaban maduras; luego se subía al árbol y sacudía cada
rama y cuando había sacudido cada rama él sacudía cada vástago. Después examinaba cada
ramita y miraba bajo cada hoja. En otras palabras, escudriña la Biblia como un todo, estudia cada
libro, luego estudia cada capítulo, estudia cada versículo y finalmente estudia cada palabra.

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