Tesis Gomez-Soriano
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Julio Gómez-Soriano
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TESIS DOCTORAL
Directores de Tesis
2012
A mis padres
AGRADECIMIENTOS
Llegados a este punto del camino, desde donde casi puede palparse ya la cima,
merece la pena volver la vista atrás y otear la larga senda recorrida a lo largo
de todos estos años. Veredas tortuosas plagadas de obstáculos, ascensos
pedregosos y desniveles infranqueables se han convertido en un llevadero
paseo gracias al apoyo de multitud de personas que me han acompañado
durante esta etapa de mi vida.
A mis padres, Julio y Nati. Me enseñaron a apreciar el valor del esfuerzo y me otorgaron la más
valiosa de las herencias, una buena educación. Eternamente agradecido.
A Mónica. Incansable compañera de viaje, por su constante apoyo y amor incondicional, por
soportar mis ausencias y sufrir mis presencias.
Al Dr. Julian Taylor, principal culpable de esta tesis y de mucho más. Por creer en mí, por
adoptarme cuando sólo era un diplomado recién nacido y criarme bajo el techo de la ciencia.
Gracias infinitas.
Al Dr. Roberto Cano, siempre infatigable al otro lado de la pantalla. Por estar tan cerca desde
tan lejos.
A toda la gente con la que he tenido la suerte de compartir laboratorio y aprender tanto
durante todos estos años: Elisabeth, Cristina, Sergiu, Gerardo, Iriana, Águeda, Eider, Javi,
Marga, Esteban, Antonio, Silvia… ¡GRACIAS!
A Juan Avendaño, por esas interminables charlas de cómo sobrevivir a una tesis doctoral, así
como al resto de compañeros de la E.U.E.F. de Toledo, que hacen que todo sea mucho más
fácil.
I
A los fisioterapeutas y al resto de personal del Hospital Nacional de Parapléjicos, el gran
potencial humano que da crédito a esta institución.
A todo aquel que de forma directa o indirecta haya contribuido a la realización de esta tesis y
que por olvido, nunca mal intencionado, no encuentre su nombre entre estos renglones.
II
ABREVIATURAS UTILIZADAS
AIS: Escala de discapacidad de la ASIA (del inglés, ASIA Impairment Scale)
Hz: Hertzios
ISO 50: Fase de contracción isométrica al 50% del TMV de flexión plantar
mA: Miliamperios
ms: Milisegundos
Nm: Newtons·metro
SOL: Sóleo
TENS: Estimulación eléctrica nerviosa transcutánea (del inglés, Transcutaneous Electrical Nerve
Stimulation)
III
IV
RESUMEN
INTRODUCCIÓN: La espasticidad es un trastorno sensitivo-motor con una alta prevalencia
en la lesión medular que limita considerablemente la calidad de vida de estos pacientes. El
objetivo de esta tesis doctoral se centra en detectar medidas neurofisiológicas durante el
movimiento voluntario que cuantifiquen diferentes signos y fenómenos asociados a la
espasticidad, así como evaluar nuevos tratamientos sensitivos que podrían normalizar la
actividad inhibitoria de los circuitos moduladores espinales de pacientes con espasticidad.
V
plantar de los pacientes con espasticidad. Se observó una correlación negativa entre el
grado de hiperreflexia y la fuerza de flexión plantar. En el tercer ensayo, la aplicación de
vibración redujo la hiperreflexia del tibial anterior durante el reposo y durante la flexión
plantar isométrica, únicamente en los pacientes con espasticidad, mientras que la
reducción de la hiperreflexia del tibial anterior mediante la aplicación de estimulación
eléctrica únicamente se evidenció durante el reposo.
VI
Índice
ÍNDICE
1. INTRUDUCCIÓN 1
1.1 La lesión medular humana 3
1.1.1 Conceptos generales de la lesión medular 3
1.1.2 Epidemiología 5
1.1.3 Clasificación de la lesión medular 7
1.1.4 Fisiopatología de la lesión medular 9
1.1.5 Complicaciones 10
1.1.6 Rehabilitación de la lesión medular 12
1.2 La espasticidad en la lesión medular 14
1.2.1 El concepto de espasticidad 14
1.2.2 Fisiopatología 18
1.2.3 Evaluación de la espasticidad 23
1.2.4 Tratamiento de la espasticidad 32
1.3 Coactiviación muscular de antagonistas en la espasticidad tras la lesión medular 41
1.4 Papel de los reflejos cutáneos en el desarrollo de la espasticidad tras la lesión 43
medular
1.5 Vibración y TENS como posibles herramientas terapéuticas de la espasticidad 44
2. JUSTIFICACIÓN 47
3. HIPÓTEIS 51
4. OBJETIVOS 55
5. MATERIAL Y MÉTODOS 59
5.1 Estudio I. Análisis de la activación muscular del tibial anterior durante el
movimiento voluntario de flexión plantar en pacientes con lesión medular 61
subaguda
5.1.1 Sujetos de estudio 61
5.1.2 Protocolo experimental 62
5.1.3 Recogida de datos y análisis 64
5.1.4 Análisis estadístico y representación gráfica 64
VII
Índice
5.2 Estudio II. Modulación de los reflejos cutáneos flexores y extensores durante el
reposo y el movimiento voluntario de flexión plantar en pacientes con lesión
medular incompleta 65
5.3 Estudio III. Cuantificación del efecto de la vibración y el TENS plantar sobre el
reflejo cutáneo del tibial anterior y el reflejo H del sóleo durante el reposo y el
movimiento voluntario de flexión plantar en pacientes con lesión medular
69
incompleta
6. RESULTADOS 73
6.1 Disminución de la ganancia de coactivación dependiente de la intensidad de
contracción antagonista y de la actividad voluntaria del tibial anterior debido a la
espasticidad durante la lesión medular subaguda 75
VIII
Índice
7. DISCUSIÓN 105
IX
Índice
7.2.2 Deshinibición del reflejo cutáneo del músculo tibial anterior durante la 115
flexión plantar en pacientes con lesión medular incompleta y espasticidad
7.2.3 Hiperreflexia cutánea y espasmos como objetivo de neuro-rehabilitación
en la lesión medular incompleta 117
7.3 Inhibición del reflejo cutáneo flexor en la espasticidad tras la lesión medular
incompleta mediante estimulación aferente propioceptiva y cutánea 118
8. CONCLUSIONES 131
9. BIBLIOGRAFÍA 135
10. ANEXOS 165
10.1 ANEXO 1. Hoja de consentimiento informado para el proyecto 167
10.2 ANEXO 2. Aprobación del Comité Ético del Complejo Hospitalario de Toledo 171
10.3 ANEXO 3. Escalas clínicas de valoración 175
X
1. INTRODUCCIÓN
1
Introducción
2
Introducción
La lesión medular (LM) ha sido definida como cualquier alteración sobre la médula espinal que
provoque alteraciones en el movimiento, la sensibilidad o la función autónoma por debajo del
nivel de lesión (Staas et al., 1998). A estas alteraciones funcionales se le suman una gran
cantidad de complicaciones derivadas y una capacidad muy limitada de recuperación
espontánea, además de los cambios neuroplásticos producidos por encima del nivel de lesión,
lo que convierte a la LM como una de las situaciones clínicas más dramáticas para el paciente.
De hecho, hasta hace tan sólo unas décadas, la LM suponía para el paciente una condena a
muerte, debido a que el 90% de las personas que sufrían una LM morían durante el primer año
de evolución, sobreviviendo más de 20 años tras la lesión tan sólo alrededor del 1% (Swain et
al., 2002). Sin embargo, los avances en la práctica médica, la creación de unidades
especializadas y la concienciación familiar y social han conseguido disminuir notablemente la
mortalidad y aumentar la calidad de vida de estos pacientes, llegándose a conseguir una
esperanza de vida de hasta varias décadas, tratándose de un dato en constante ascenso, pero
que aún no se ha igualado al de los sujetos que no sufren LM (van den Berg et al., 2010).
3
Introducción
Los síndromes medulares típicos de las lesiones incompletas se han establecido en función de
la zona medular preservada, ya que en función de qué vías o circuitos estén dañados, el
paciente padecerá una determinada sintomatología. A continuación se exponen los síndromes
clínicos medulares más comunes (Ditunno et al., 1994):
Síndrome medular anterior (Figura 1A): Interrumpe los tractos espinotalámicos ascendentes y
algunos de los tractos motores descendentes, además del posible daño ocasionado al soma de
las motoneuronas inferiores. El cuadro clínico se caracteriza por la pérdida de la función motriz
y de la sensibilidad al dolor y a la temperatura por debajo del nivel de lesión, conservándose la
propiocepción y el tacto discriminativo, cuyas vías se localizan en la parte posterior de la
médula. Este síndrome está habitualmente relacionado con la lesión de la médula cervical por
compresión, fractura o protusión discal.
Síndrome centromedular (Figura 1B): Se trata de uno de los síndromes más comunes en la LM.
Si la lesión es pequeña, existe una pérdida de la sensibilidad al dolor y a la temperatura en el
nivel de lesión, mientras que las lesiones más extensas afectan además a la función motriz de
los miembros superiores, debido a la localización medial de las motoneuronas que inervan el
miembro superior en los tractos corticoespinales laterales. El síndrome centromedular suele
localizarse en la médula cervical ante la presencia de compresión anterior y posterior,
debiéndose el daño a un compromiso microvascular de la región central de la médula.
4
Introducción
Síndrome medular posterior (Figura 1D): Resulta muy poco frecuente y se produce ante la
afectación de los cordones posteriores. El cuadro clínico muestra la pérdida bilateral de
sensibilidad propioceptiva por debajo del nivel de lesión, conservando la función motriz y la
sensibilidad termoalgésica.
Lesión del cono medular: Consiste en la lesión de los segmentos sacros medulares (entre S1 y
S4). En la exploración clínica se aprecia una alteración del esfínter anal, del reflejo rectal, de la
erección y disfunción vesical.
Síndrome de la cauda equina o cola de caballo: Este síndrome indica daño en las raíces
lumbares o sacras. El grado de afectación de las distintas raíces es muy variable, aunque en la
mayoría de los casos existe alteración de la sensibilidad, paresia flácida de los músculos del
miembro inferior o parálisis vesical e intestinal.
1.1.2 Epidemiología
Las importantes consecuencias personales, sociales y económicas que causa la LM, junto con el
gran impacto que se produce en todos los niveles sanitarios, tanto en la fase aguda como
durante el resto de la vida tras la lesión, otorgan una especial relevancia a los datos
5
Introducción
En cuanto a la etiología de la lesión, la mayoría de los estudios señalan los accidentes de tráfico
como la principal causa de LM (Alcaraz et al., 2009; van den Berg et al., 2010) con valores entre
el 25% y el 58,1% del total de las LM (Alcaraz et al., 2009), mientras que las caídas desde alturas
y los accidentes laborales suelen ser otras de las causas principales (Alcaraz et al., 2009). Sin
embargo, cabe destacar la apreciación realizada en la revisión de Danzinger (Danziger et al.,
1998) donde se afirmaba que la etiología de la LM parece estar cambiando a lo largo de los
años junto con el incremento de la edad de la lesión, ya que las caídas son la causa principal de
LM en edades avanzadas (Dryden et al., 2003). Otro factor a tener en cuenta en la
interpretación de estos datos es que la mayoría de estudios realizados únicamente tienen en
cuenta la LM traumática, habiéndose realizado muy pocos estudios que incluyan la LM
atraumática, probablemente debido a una mayor variabilidad multidisciplinar en su diagnóstico
y manejo (Alcaraz et al., 2009).
6
Introducción
distribución por sexos, se muestra un claro predominio de los varones, en una proporción
aproximada de 3 a 1, aunque se ha sugerido que estos ratios están tendiendo a igualarse con el
paso del tiempo (Wyndaele et al., 2006).
Los datos existentes acerca del nivel y la severidad de la lesión no resultan concluyentes. Una
revisión del 2006 realizada por Wyndaele (Wyndaele et al., 2006) reveló que el 33% de los
lesionados medulares eran tetrapléjicos y que las lesiones incompletas eran ligeramente
mayores a las completas. Por otra parte, la serie de casos revisada por Alcaraz en el 2009
determinaba una relación 1:1 entre sujetos parapléjicos y tetrapléjicos, resultando también
ligeramente mayor el número de lesiones incompletas (Alcaraz et al., 2009). Esta variabilidad
de datos aumenta incluso en la revisión realizada por van den Berg, donde la proporción de
individuos con paraplejia se sitúa entre el 19 y el 68%, y la de tetrapléjicos entre el 32 y el 75%
(van den Berg et al., 2010). Esta elevada variabilidad en los datos podría estar relacionada con
la metodología empleada en los estudios revisados, ya que pueden sufrir variaciones en función
de si se registran o no los casos de LM con mortalidad prehospitalaria.
El nivel neurológico de lesión se ha definido como el nivel más caudal de la médula con función
sensitiva y motriz normal de forma bilateral (Ditunno et al., 1994). Para determinar este nivel,
la ASIA propone un procedimiento en el que se realiza una exploración sensitiva y motora de
forma estandarizada. En la exploración motora se valoran 10 músculos clave de forma bilateral
asociados a un nivel neurológico determinado, otorgándose una puntuación entre 0 y 5. Debe
objetivarse además si existe o no contracción anal voluntaria. En la exploración sensitiva se
valora un punto clave de forma bilateral previamente establecido en cada uno de los 28
dermatomas. En cada uno de estos puntos se valora la sensibilidad al pinchazo (profunda) y al
roce (superficial), determinando un punto para la disminuición de la sensibilidad y cero puntos
7
Introducción
FIGURA 2: Clasificación neurológica de la lesión medular ASIA (Spinal Cord Injury Association
Impairment Scale).
8
Introducción
donde la función motriz está preservada por debajo del nivel neurológico de lesión y la mayoría
de los músculos clave por debajo de éste tienen una valoración igual o mayor a 3,
denominándose a este tipo como lesiones incompletas funcionales. Por último, el grado “E”
indica una función sensitiva y motora normal.
Los mecanismos subyacentes al “shock medular” podrian incluir la muerte celular de las
neuronas medulares producto del trauma mecánico directo, así como la ruptura de vasos
sanguíneos medulares, que causan edema e inflamación y desencadenan mecanismos
excitotóxicos que dañan a neuronas vecinas (Kakulas, 2004). Se hipotetiza que tras estos
cambios, las neuronas motoras e interneuronas medulares supervivientes dejan de recibir
impulsos supraespinales y se vuelven menos excitables, lo que crea un estado de hiporreflexia
(Ditunno et al., 2004). Otros mecanismos propuestos que también podrían contribuir a la
hiporreflexia son: (1) el aumento de la inhibición espinal, debido a que la sección de la médula
podría reducir la inhibición descendente normal que modula las vías inhibitorias espinales,
contribuyendo a la depresión espinal de los reflejos medulares (Chen et al., 2001), (2) una
reducion en la actividad de las vías descendentes excitatorias, (3) la reducción del metabolismo
de las neuronas espinales (Schwartzman et al., 1983) y (4) la retracción axonal/dendritica con
una degeneración de la actividad sináptica (Llewellyn-Smith et al., 2001).
9
Introducción
Entre las 24 y las 72 horas posteriores a la lesión, aparecen neutrófilos, macrófagos y microglía
activada que contribuyen a los procesos de inflamación secundaria y aumentan el tamaño de la
lesión (Fleming et al., 2006). Esta fase está caracterizada por la formación de cavidades debido
a la eliminación de tejido necrótico que realizan los macrófagos (Kakulas, 2004).
Inmediatamente por debajo del nivel de lesión tiene lugar la degeneración Waleriana de los
axones que con el tiempo acabarán desintegrándose (Kakulas, 2004). Clínicamente se empiezan
a recuperar los reflejos bulbocavernoso y cremastérico, mientras que los reflejos
osteotendinosos estarán aún ausentes hasta el periodo comprendido entre la primera y la
cuarta semana tras la lesión (Ditunno et al., 2004). En relación a las funciones de sistema
autónomo, persisten la bradiarritmia e hipotensión, y tras la primera semana de evolución
puede aparecer disrreflexia autónoma (Silver, 2000), causando una respuesta simpática
exagerada por debajo del nivel de la lesión que es desencadenada ante un estímulo
nociceptivo.
1.1.5 Complicaciones
Las consecuencias más directas de una LM son la pérdida del control muscular y de sensibilidad
por debajo del nivel de lesión. Sin embargo, de estos fenómenos pueden derivar una serie de
complicaciones que, en algunas ocasiones, pueden incluso llegar a tener un mayor impacto
sobre la calidad de vida que los propios síntomas iniciales. A continuación se describen las
complicaciones que se han descrito con mayor frecuencia en el paciente con LM:
10
Introducción
Los problemas respiratorios más destacados en el paciente con LM están relacionados con la
incapacidad de los músculos para mantener una ventilación alveolar suficiente, sin la ayuda de
un ventilador y con la presencia de factores que alteren el intercambio gaseoso (Vargas-
Baquero, 2009), aunque en muchos casos suele producirse una combinación de fallos, como la
acumulación de flemas en las vías aéreas debido a la incapacidad de los músculos respiratorios
para producir una tos efectiva (Grundy et al., 2002).
Enfermedad tromboembólica venosa: Se trata de una enfermedad que afecta en las primeras
semanas a más del 50% de los pacientes con LM (Teasell et al., 2009). Este proceso engloba a la
trombosis venosa profunda y al tromboembolismo pulmonar. El primer fenómeno deriva
principalmente de la parálisis e inmovilización de los miembros inferiores, que produce un
descenso del flujo sanguíneo que hace que se acumule la sangre y aumente su coagulación. De
esta forma, se forman coágulos de sangre que se liberan al torrente sanguíneo. El
tromboembolismo pulmonar se produce cuando uno de los coágulos llega a los pulmones
obstruyendo el paso de sangre oxigenada al resto del cuerpo, pudiendo acarrear incluso la
muerte (Comittee on Spinal Cord Injury Board on Neuroscience and Behavioral Health, 2005).
En la actualidad, las estrategias de prevención suelen ser bastante efectivas si se implementan
de forma precoz (Ploumis et al., 2009).
11
Introducción
A pesar de los grandes avances que se han realizado en las últimas décadas en el tratamiento
de la LM, no existe en la actualidad un tratamiento curativo para esta patología. Sin embargo,
un correcto abordaje, combinado con un manejo eficaz de las complicaciones puede ofrecer al
paciente con LM una calidad de vida aceptable y una alta supervivencia. En la actualidad, el
12
Introducción
A pesar de las grandes limitaciones que ofrece el tratamiento actual de la LM, las grandes líneas
de investigación abiertas y el desarrollo tecnológico ofrecen un futuro prometedor para la
recuperación de la LM. Las estrategias experimentales más desarrolladas están enfocadas en el
13
Introducción
14
Introducción
definición en la hipertonía, olvidando síntomas asociados como los espasmos o el clonus (Dietz,
2000; Nielsen et al., 2007; Sköld et al., 1999), aunque se ha observado que estos síntomas
pueden existir independientemente de la espasticidad y no tienen porqué compartir
mecanismos comunes (Nielsen et al., 2007). De esta forma, existen autores que han otorgado
un sentido más abierto a la espasticidad incluyendo síntomas como los espasmos, el clonus o la
hiperreflexia (Dietz, 2000; Sköld et al., 1999) y otros que han preferido una opción más estricta
considerando únicamente la hipertonía velocidad-dependiente (Bohannon, 1993). El segundo
motivo de crítica a la definición de Lance es que, en ésta, se asume que la hipertonía observada
está mediada por la hiperexcitabilidad del reflejo de estiramiento (Malhotra et al., 2009). Sin
embargo, posteriormente se han publicado estudios en los que multitud de pacientes
clínicamente clasificados como espásticos, no presentaban signos de hiperreflexia (Schindler-
Ivens et al., 2004; Sinkjaer et al., 1993).
Posteriormente se han realizado diversas modificaciones de la definición previa, siendo las más
destacada la de Young (Young, 1994), que incluyó en la definición de Lance el aumento de los
reflejos exteroceptivos y la pérdida de función motriz, tal como debilidad muscular y alteración
de la coordinación. La característica más destacable de esta modificación es la inclusión de
síntomas negativos del síndrome de la motoneurona superior dentro del concepto de
espasticidad. La “North American Task for Childhood Motor Disorders” intentó precisar la
definición de Lance introduciendo el término “sacudida” (del inglés “catch”), afirmando que el
factor clave de la espasticidad era la “sacudida” que tenía lugar durante la movilización cuando
un determinado umbral era alcanzado (Sanger et al., 2003). De todas formas, ninguna de estas
definiciones ha tenido un elevado impacto en la literatura científica (Malhotra et al., 2009).
En 2005, un panel de expertos agrupados en torno al proyecto SPASM (del inglés, “Support
Programme for Assembly of a database for Spasticity Measurement”), observaron que las
mediciones clínicas obtenidas desde diferentes abordajes en pacientes espásticos pocas veces
se correlacionaban con la definición de Lance, por lo que redefinieron la espasticidad como “un
control sensitivo-motor alterado, debido a una lesión de la motoneurona superior y presentado
como una activación muscular involuntaria intermitente o mantenida” (Burridge et al., 2005).
Lo más destacado en esta nueva definición es que señala la importancia de una alteración
sensitivo-motora vinculada con la actividad muscular involuntaria e inapropiada, además de la
no inclusión del fenómeno velocidad-dependiente, ni la mención del reflejo tónico de
estiramiento.
15
Introducción
Un aspecto que sí que ha estado presente durante todos estos años es la visión clínica de la
espasticidad enmarcada dentro del síndrome de la motoneurona superior. Estos síntomas se
clasifican en positivos y negativos. Los síntomas positivos están caracterizados por la
hiperactividad muscular, e incluyen la espasticidad, la hipertonía, la hiperreflexia, los espasmos,
el clonus y la coactivación muscular. Mientras que se consideran síntomas negativos a la
debilidad muscular, la pérdida de destreza y la presencia de fatiga (Sheean, 2002). De esta
forma, aunque muchos autores mencionan en sentido estricto tener en cuenta la espasticidad,
únicamente como un síntoma más de los incluidos como positivos del síndrome de la
motoneurona superior (Sheean, 2002), se ha recomendado que, en el ámbito clínico, se puede
considerar la espasticidad como el conjunto de todos los síntomas positivos del síndrome de la
motoneurona superior, definidos en la Tabla 1 (Burridge et al., 2005).
SÍNTOMAS DESCRIPCIÓN
Aumento anormal del tono muscular. Clínicamente se percibe como una sensación
Hipertonía de resistencia aumentada al movilizar pasivamente un segmento de la extremidad
del paciente en decúbito y relajado.
16
Introducción
paciente, ya que se ha documentado incluso, que cierto grado de espasticidad puede prevenir
patologías como la osteoporosis o la trombosis venosa profunda, facilitar tareas como la
bipedestación o las transferencias, o permitir la continencia de esfínteres gracias a la hipertonía
de los músculos del periné (Gormley et al., 1997; Hinderer et al., 2001; Jozefczyk, 2002;
Kirshblum, 1999; Parziale et al., 1993; Rekand, 2010; Sköld et al., 1999; St George, 1993;
Vivancos-Matellano et al., 2007).
Por otra parte, existen ocasiones en las que la espasticidad puede interferir notablemente en la
calidad de vida de los pacientes, resultando ser bastante incapacitante, limitando el rango de
movimiento, causando dolor, interfiriendo en el sueño o dificultando transferencias (Gormley
et al., 1997; Hinderer et al., 2001; Jozefczyk, 2002; Kirshblum, 1999; Parziale et al., 1993; Sköld
et al., 1999; Ward, 2003). De esta forma, el estudio de LM de Estocolmo (SSCIS, del inglés,
“Stockholm Spinal Cord Injury Study”) calculó la prevalencia de espasticidad en LM traumática
en el área de Estocolmo en el 60%, siendo en el 40% de estos casos considerada “espasticidad
problemática” (restricciones de AVD, dolorosa o ambas) (Levi et al., 1995). Los porcentajes de
espasticidad problemática en la lesión espinal varían entre el 12% y el 37% (Anson et al., 1996;
Johnson et al., 1998; Knutsdottir, 1993). La causa de la alta variabilidad de datos reside en la
dificultad para determinar qué es considerado como espasticidad problemática.
17
Introducción
1.2.2 Fisiopatología
18
Introducción
19
Introducción
Los cambios plásticos producidos en los circuitos intrínsecos de la médula a nivel segmientario
se han relacionado con el desarrollo de hipertonía en lesiones completas y con una alteración
de mecanismos inhibitorios espinales (Brown, 1994). De esta forma, los mecanismos
inhibitorios que más importancia parecen tener en el desarrollo de la espasticidad son los
siguientes:
La inhibición recurrente.
20
Introducción
Es el mecanismo medular activado por aferencias provenientes de los órganos de Golgi y está
mediada por interneuronas inhibitorias a nivel segmentario que conectan con el músculo
homónimo (Nielsen et al., 2007). Una disminución de esta inhibición se demostró en el lado
parético en el 100% de los pacientes con hemiplejia estudiados en un estudio clínico (Delwaide
et al., 1988), correlacionándose además con el grado de espasticidad observada. Sin embargo,
otros estudios no han podido confirmar esta disminución de la inhibición autogénica Ib
(Downes et al., 1995) por lo que son necesarios un mayor número de investigaciones que
asocien este fenómeno con el desarrollo de la espasticidad.
Todos los mecanismos vistos anteriormente pueden llegar a resultar de especial relevancia
cuando el paciente intenta ejecutar movimientos voluntarios (Hultborn, 2003). Sin embargo, la
mayoría de estudios realizados se centran en el análisis aislado de síntomas y mecanismos en
condiciones pasivas, existiendo poca evidencia sobre la exageración de reflejos durante el
movimiento voluntario en pacientes con signos clásicos de espasticidad (Dietz et al., 2007). De
esta forma, se requieren estudios más detallados para identificar los cambios fisiopatológicos
responsables de los reflejos polisinápticos y de su modulación anormal durante el movimiento
en pacientes con espasticidad y/o síntomas asociados.
Los estudios iniciales en modelos animales revelaron un nuevo fenómeno por el cual la
motoneurona alfa se volvía hiperexcitable con la inyección de L-dopa en situaciones
experimentales de LM completa (Conway et al., 1988). Las motoneuronas generan estados de
depolarización mantenida que son llamados “potenciales plateau”, de forma que se generan
descargas tónicas ante estímulos aferentes mínimos. La presencia de los “potenciales plateau”
se ha identificado como un mecanismo general en estadios crónicos de la espasticidad en
modelos animales experimentales con LM (Gracies, 2005) y se producen debido a variaciones
en las propiedades eléctricas de la membrana, alterando las características voltaje-
dependientes y generando “canales persistentes” (persistent inward currents – PICs) de Ca2+ y
Na+ que modulan la excitabilidad de las dendritas de la motoneurona (Heckmann et al., 2005;
Nielsen et al., 2007).
A pesar de toda esta evidencia en modelos animales, aún se sabe muy poco sobre la posible
contribución de los “potenciales plateau” en el desarrollo de la espasticidad. El estudio de
Hornby et al. sugirió la implicación de los “potenciales plateau” en el aumento de la sumación
21
Introducción
temporal del reflejo flexor (fenómeno wind-up) en pacientes con espasticidad (Hornby et al.,
2003). Por otra parte, Gorassini et al. midieron de forma indirecta los “canales persistentes”
mediante una técnica de análisis pareado de unidades motoras en pacientes crónicos con LM y
determinaron el importante papel que tenían los “potenciales plateau” en la generación de los
espasmos involuntarios (Gorassini et al., 2004). A pesar de esto, otros estudios no han
encontrado diferencias en los “canales persistentes” durante la contracción isométrica
voluntaria de las motoneuronas del hemicuerpo espástico en comparación con las
motoneuronas del lado sano de pacientes con ictus (Mottram et al., 2009).
La paresia suele dejar al músculo inmovilizado en posición acortada, haciendo que éste se
adapte a la nueva posición, disminuyendo su número de sarcómeras y aumentando su rigidez
(Gracies, 2005). Para ello, es clave la longitud relativa a la que se encuentre el músculo, ya que
inmovilizaciones en una posición de reposo o alargada no contribuyeron a la disminución de
sarcómeras (Tabary et al., 1972). Por otra parte, la inmovilización ha sido relacionada con
fenómenos de atrofia, disminución del diámetro de las fibras y del área transversal del músculo
(Veldhuizen et al., 1993), así como con acumulación y cambios cualitativos del tejido conjuntivo
intramuscular que tienden a reducir la extensibilidad del músculo y a deteriorar su función
(Jarvinen et al., 2002). Por otra parte, análisis morfométricos e histoquímicos han demostrado
una transformación gradual tras la LM a lo largo de los meses hacia una predominancia de
fibras musculares tipo II (Burnham et al., 1997), las cuales han demostrado de forma aislada
ofrecer una mayor resistencia a la tensión pasiva que las fibras lentas (Olsson et al., 2006).
De esta forma, las alteraciones más comunes en el músculo espástico implican cambios en el
tamaño y la distribución de tipos de fibras musculares, proliferación de material de la matriz
22
Introducción
extracelular, aumento de la rigidez del las fibras musculares y del tejido muscular y la reducción
de las propiedades mecánicas del material extracelular (Lieber et al., 2004). Todo este conjunto
de alteraciones de origen “no-nervioso” tiende a aumentar la rigidez y la hipertonía de forma
directa (Sheean, 2002) e incluso a ejercer un efecto indirecto sobre respuestas reflejas
mediadas a través de aferentes musculares de tipo III y IV (Schmit et al., 2002).
Según se ha observado, la evidencia actual nos indica que los mecanismos anteriormente
propuestos se encuentran alterados en los pacientes con espasticidad. Sin embargo, resulta
bastante complejo, con las técnicas actuales, poder determinar el papel individual que
desarrolla cada mecanismo en los diferentes síntomas asociados a la espasticidad, así como
esclarecer las posibles interacciones existentes entre ellos. Para poder solucionar este
problema se ha propuesto el diseño de estudios longitudinales que puedan evidenciar la
relación entre el desarrollo de la espasticidad y los cambios en los diversos mecanismos del SNC
tras su lesión (Nielsen et al., 2007).
Valoraciones clínicas:
Dado que no se ha encontrado aún un test que pueda ofrecer una valoración general y objetiva
de la espasticidad, diversas pruebas y escalas se utilizan frecuentemente en la clínica con el fin
de evaluar diferentes aspectos de la espasticidad. La ventaja de este tipo de mediciones viene
dada por su rapidez y sencillez, además de no requerir instrumentación.
La escala Ashworth es la más usada y extendida para valorar la hipertonía, se basa en 5 items
que describen la resistencia que ofrece el músculo ante un estiramiento pasivo (Ashworth,
1964). Más tarde, Bohannon y Smith modificaron esta escala añadiendo un nuevo item para
aumentar su sensibilidad (Bohannon et al., 1987). La fiabilidad inter-observador de ambas
escalas ha sido valorada en multitud de ocasiones concluyéndose un resultado aceptable para
23
Introducción
miembros superiores, pero no tan buena para miembros inferiores (Sloan et al., 1992),
sugiriéndose además que la fiabilidad interexaminador de la escala Ashworth modificada es
mayor cuando se usa en músculos más distales (Nuyens et al., 2002). En cuanto a la fiabilidad
intra-observador, ha sido evaluada en menos ocasiones, pero encontrándose mejores
resultados (Blackburn et al., 2002). A pesar de su utilización universal, muy pocos estudios han
comprobado su fiabilidad en pacientes con LM, encontrándose una fiabilidad más baja que en
otros estudios y concluyéndose que esta medida debe de ser interpretada con cautela en
pacientes con LM (Haas et al., 1996). La mayor crítica que han recibido estas escalas es la
subjetividad de términos como “ligero incremento”, “mínima resistencia” o “considerable
aumento” (Biering-Sorensen et al., 2006), así como el hecho de no definir la velocidad de la
movilización, aunque en el ámbito clínico se utiliza habitualmente un segundo para realizar el
recorrido articular completo (Biering-Sorensen et al., 2006), que dificulta la distinción de las
contribuciones neurológicas y mecánicas del nivel de espasticidad, estableciéndose que estas
escalas sólo pueden medir la resistencia al movimiento pasivo (hipertonía), pero no el
fenómeno de la espasticidad en sí (Pandyan et al., 1999).
La escala de Tardieu es una evaluación ordinal de tono muscular que mide la intensidad de la
reacción del músculo a diferentes velocidades, de la más lenta a la más rápida posible. Se basa
en la medición de datos como la resistencia ofrecida y la duración del reflejo de estiramiento, el
ángulo en el cual se activa el reflejo de estiramiento y la velocidad necesaria para provocarlo, lo
que permite valorar la espasticidad de una forma más específica que con la escala de Ashworth
(Haugh et al., 2006). Durante la realización de la prueba se mide el punto de resistencia a un
estiramiento a velocidad lenta, a la velocidad de la gravedad y a la velocidad “más rápida
posible”. Durante el movimiento pasivo rápido en un arco de movimiento puede detectarse
una “sacudida” causada por un reflejo de estiramiento hiperactivo, que se define como “R1”. El
estiramiento lento del arco de movimiento al máximo define la longitud del músculo en reposo
o “R2”. La relación entre “R1” y “R2” es más importante que sus mediciones individuales
(Mackey et al., 2004). A pesar de que esta escala ha demostrado tener muy buenos valores de
reproducibilidad intra e interobservador (Gracies et al., 2010) y de resultar más sensible al
cambio que otras escalas (Boyd et al., 1999), apenas existen estudios de su empleo en lesión
medular.
24
Introducción
(Penn et al., 1989). La reproducibilidad test-retest de esta escala fue considerada moderada y
se ha demostrado su correlación con la funcionalidad en pacientes con LM, pero mostrándose
una correlación muy baja con el grado de espasticidad percibida por el paciente (Priebe et al.,
1996). Posteriormente se desarrolló una escala de frecuencia de espasmos alternativa, que
contabiliza los espasmos a lo largo del día (Snow et al., 1990). Otros componentes, como la
severidad de los espasmos o la molestia que éstos causan no han sido sistemáticamente
desarrollados.
La valoración de los reflejos osteotendinosos se suele realizar con la escala del reflejo
miotático de NINDS (del ingés, “National Institute of Neurological Disorders and Stroke”), que
valora entre 0 y 4 puntos si el reflejo miotático está ausente, por debajo o incrementado
respecto a los valores normales (Hallett, 1993). Estudios como el Litvan et al. han demostrado
una buena fiabilidad intra-observador y una moderada fiabilidad inter-observador (Litvan et al.,
1996), aunque posteriores estudios como el de Manschot et al. encontraron una menor
fiabilidad (Manschot et al., 1998). Priebe et al. utilizaron una escala muy similar a la escala
NINDS y observaron una correlación moderada entre los reflejos aquíleo, patelar y de
aductores con la escala de Ashworth (Priebe et al., 1996).
Otras escalas que se han propuesto, aunque con menos éxito, para la medición clínica de la
espasticidad han sido la escala de evaluación de epasticidad de Santa Casa (Pavan et al., 2010),
empleada en pacientes hemiparéticos, o la escala de valoración del tono (Gregson et al., 1999)
que ha demostrado ser muy reproducible en varias articulaciones, pero no en el tobillo. Una
valoración indirecta de la espasticidad utilizada en la práctica clínica es la medición de la
discapacidad provocada por la espasticidad utilizando escalas funcionales, como la medida de
la independencia funcional (FIM) (Hamilton et al., 1994), la medida de la independencia en
lesión medular (SCIM) (Catz et al., 1997), el índice de Katz (Brorsson et al., 1984), el índice de
Barthel (Granger et al., 1979) o la escala de Fugl-Meyer (Fugl-Meyer et al., 1975). Actualmente
también se están desarrollando cuestionarios de espasticidad percibida por el paciente, que
aunque son totalmente subjetivos, pueden aportar información importante acerca de los
síntomas que más interfieren en las actividades diarias del paciente y determinar cuáles
pueden tener un aspecto beneficioso (Adams et al., 2007; Cook et al., 2007).
A modo de conclusión, cada una de estas valoraciones clínicas tan sólo atiende a un síntoma
específico de la espasticidad, y difícilmente se suelen correlacionar con la presencia de otros
asociados (Priebe et al., 1996). Según esto, se ha creado en los últimos años una prueba clínica
que pretende ofrecer un enfoque global de la espasticidad en pacientes con LM. Para ello,
25
Introducción
divide la espasticidad en tres componentes que evalúa de forma separada: clonus, espasmos
flexores y espasmos extensores (Benz et al., 2005), lo que permite obtener una idea general del
estado espástico del individuo, aunque para ello se ha recomendado además obtener
mediciones sobre la debilidad muscular, la pérdida de función y su efecto en la realización de
las actividades de la vida diaria (Burridge et al., 2005).
Valoración biomecánica:
26
Introducción
de espasticidad. Franzoi et al. observaron en pacientes con LM, con valores de 1 y 2 en la escala
de Ashworth, una menor resistencia al estiramiento que en controles sanos, mientras que los
pacientes con valores de 3 en la escala Ashworth obtuvieron registros biomecánicos mayores a
los dos grupos anteriores (Franzoi et al., 1999). Por otra parte, Perell et al. registraron en
pacientes con valores en la escala de Ashworth entre 2 y 4, una menor resistencia al
estiramiento pasivo que en sujetos controles sanos y que en pacientes con un tono muscular
considerado como flácido (escala Ashworth 0) (Perell et al., 1996). Sin embargo, este grupo
realizó un análisis discriminativo en el que consiguió clasificar correctamente al 100% de los
sujetos espásticos, al 90% de los sujetos sanos y al 67% de los sujetos flácidos.
La resistencia registrada por el dinamómetro puede ser atribuida a las propiedades no reflejas
(Katz et al., 1989). Uno de los problemas más destacados que presenta esta forma de evaluar la
espasticidad es la dificultad para poder disociar el componente neurológico o reflejo, del
componente pasivo o muscular (Burridge et al., 2005). Para minimizar este aspecto, se pueden
combinar estas medidas con el registro electromiográfico del músculo a evaluar, con la
intención de obtener la respuesta del reflejo de estiramiento y poder medir variables como la
velocidad mínima para obtener el reflejo de estiramiento (Pisano et al., 2000), el ángulo al que
se produce (Starsky et al., 2005) o cuantificar la integral de la señal (Kim et al., 2005). El registro
de la resistencia pasiva a diferentes velocidades es otra forma indirecta de poder valorar el
componente reflejo de la espasticidad, atendiendo a su propiedad del fenómeno velocidad-
dependiente (Lance, 1980). La comparación entre los resultados obtenidos a velocidades altas y
a velocidades bajas permitirá diferenciar una actividad refleja exagerada de un cambio en las
propiedades mecánicas del músculo, como por ejemplo la presencia de una contractura. En
este sentido, Rabita et al. normalizaron los resultados obtenidos durante la dorsiflexión de
tobillo, realizados a múltiples velocidades en función de la velocidad más lenta registrada
(10º/s), consiguiendo una medida mucho más sensible y con una fuerte correlación positiva
con los valores registrados en la escala de Ashworth modificada (Rabita et al., 2005), mientras
que Chung et al. desarrollaron una serie de variables encaminadas a valorar las propiedades
pasivas de la musculatura del tobillo de pacientes con hemiplejia e hipertonía espástica (Chung
et al., 2004). Otras consideraciones a tener en cuenta en la utilización de este método es la
postura y el alargamiento del músculo a valorar, una mayor posición de pre-estiramiento
ofrecerá una medición más fiable de la espasticidad (Kakebeeke et al., 2002).
A pesar de que los dinamómetros de isocinéticos son los más utilizados para la medición
biomecánica de la espasticidad, también se han utilizado otra serie de instrumentos con el fin
27
Introducción
Otra técnica biomecánica empleada para la medición de la espasticidad es el test del péndulo o
de Wartenberg (Benard et al., 2010; Wartenberg, 1951), en la que, desde la posición de
decúbito supino, se deja caer libremente el miembro inferior desde la extensión completa. De
esta forma, se miden las oscilaciones de la rodilla mediante un electrogoniómetro, que en
pacientes espásticos ofrecen un menor balanceo. El test del péndulo ha demostrado ser más
detallado y con unas medidas menos dependientes del observador que la escala de Ashworth
en los pacientes con hemiplejia crónica (Katz et al., 1992) y con esclerosis múltiple (Emre et al.,
1994), y se ha correlacionado con la escala de Ashworth en los pacientes con paraparesia
espástica y LM (Nance et al., 1994).
Por último, también existen métodos biomecánicos que se encargan de medir la espasticidad
de una forma indirecta empleando técnicas cinéticas y cinemáticas, como los sistemas de
análisis de movimiento, que estudian la ejecución de una determinada tarea funcional y
detallan cómo ésta puede estar influenciada por la espasticidad. En este sentido, la tarea más
estudiada ha sido la marcha, donde se puede evidenciar como la espasticidad puede producir
patrones de marcha característicos en función de la musculatura espástica del individuo
(Johnson, 2002; Winters et al., 1987).
28
Introducción
Valoración neurofisiológica:
Diferentes parámetros del reflejo H han sido utilizados como medidas indirectas de
espasticidad (Gómez-Soriano et al., 2010c). La latencia del reflejo H es una medida
relativamente variable ya que está influenciada por parámetros como la colocación de los
electrodos, la postura o la edad (Voerman et al., 2005). Sin embargo, Levin et al. observaron en
pacientes con hemiparesia espástica, latencias menores que en sujetos sanos (Levin et al.,
1993), aunque no se ha llegado a detectar ninguna correlación entre esta latencia con el grado
de espasticidad (Pisano et al., 2000). La amplitud de este reflejo es una expresión de la
excitabilidad de la motoneurona alfa, ante los inputs procedentes de las aferencias tipo Ia
(Goulart et al., 2000). De esta forma, el parámetro está habitualmente aumentado en los
pacientes espásticos (Bakheit et al., 2003; Little et al., 1985), aunque para su medición cuenta
con el gran inconveniente de su gran variabilidad, incluso en sujeto sanos (Nielsen et al., 1993),
29
Introducción
La onda F es similar al reflejo H en la medida que refleja la conducción proximal del sistema
nervioso periférico. Se registra mediante la estimulación supramáxima de un nervio mixto y la
medición del músculo distal, aunque al contrario que el reflejo H, el impulso eléctrico viaja de
forma antidrómica por vías eferentes hacia la médula, activa la motoneurona, y vuelve a
descender por la misma vía de forma ortodrómica produciendo un pequeño potencial de
acción compuesto sobre el músculo (Katz et al., 1989). En pacientes con espasticidad se ha
observado un incremento de la amplitud de esta medida sugiriendo un aumento de la
excitabilidad neuronal (Fisher, 1988).
El reflejo tendinoso es evocado por un estímulo mecánico que suele ser el golpeteo del martillo
sobre la parte distal del tendón, lo que provoca un pequeño cambio de longitud en el músculo
que activa las vías aferentes Ia que se originan en las fibras musculares. Se suele evocar con
mayor frecuencia en la rodilla (reflejo rotuliano) y en el tobillo (reflejo aquíleo) (Voerman et al.,
2005) y prácticamente comparte el mismo mecanismo que el reflejo H, a excepción de que en
el reflejo tendinoso participan los receptores musculares y sólo se produce conducción
ortodrómica. De esta forma, los parámetros asociados al reflejo tendinoso también pueden ser
útiles para valorar la excitabilidad de la motoneurona alfa (Voerman et al., 2005), esperándose
en pacientes espásticos amplitudes aumentadas (Milanov, 1992a) y umbrales disminuídos
30
Introducción
(Zhang et al., 2000), aunque las correlaciones de estas medidas con las variables clínicas siguen
siendo bajas (Milanov, 1999; Zhang et al., 2000). Algunos autores han argumentado la
posibilidad de medir la actividad de la motoneurona gamma comparando este reflejo, con el
reflejo H (Voerman et al., 2005), aunque esta medida está bastante discutida en el estudio de la
espasticidad (Burke et al., 1981) debido a la falta de evidencia en cuanto a la contribución de
las aferencias gamma en el desarrollo de la espasticidad (Voerman et al., 2005).
A modo de conclusión, los estudios neurofisiológicos por sí solos no tienen una gran relevancia
en la valoración de la espasticidad, aunque son realmente importantes en el estudio de sus
mecanismos fisiopatológicos y pueden llegar a ser medidas bastante fiables en combinación
con otras técnicas biomecánicas (Biering-Sorensen et al., 2006; Fung et al., 1989). De esta
forma, dependiendo del tipo de espasticidad, así como del objetivo y el ámbito, se utilizará un
sistema de medida u otro. Si por el contrario, se pretende ofrecer una visión general del grado
31
Introducción
32
Introducción
TRATAMIENTO FÍSICO
Movilizaciones pasivas
Estudios clásicos explican cómo los ejercicios pasivos tienen como objetivo la prevención de
contracturas, la conservación de los recorridos articulares y el aumento de la extensibilidad
muscular (Boyd et al., 2001); es decir, un enfoque basado únicamente en los aspectos
mecánicos que provocan la espasticidad. De esta forma, la disminución del tono muscular
conseguida en estos pacientes podría ser debida a la ruptura de los puentes cruzados de los
filamentos de actina y miosina producidos por los cambios tixotrópicos que se producen en la
fibra muscular debido a la pérdida de movimiento (Nuyens et al., 2002). Según esta teoría,
cuando el movimiento cesa, los puentes cruzados vuelven a formarse y la rigidez reaparece,
explicando así la falta de efectos a largo plazo con una sola sesión de movilizaciones.
Por otra parte, varios autores han afirmado que estas teorías están incompletas, ya que varias
publicaciones demuestran otros mecanismos de acción sobre el SNC. De esta forma, se ha
cuantificado un aumento en la modulación inhibitoria de los circuitos propioceptivos con
programas de movilización de miembros inferiores en ratas con LM completa (Reese et al.,
2006) y en lesionados medulares espásticos (Chang et al., 2007). Ante estas evidencias, parece
lógico pensar que las movilizaciones pasivas actúan sobre el componente mecánico y
neurológico de la espasticidad, provocando una mejora en pacientes constatada por la
cuantificación de diversas variables, como la reducción en la escala Ashworth (Chang et al.,
2007), disminución de la resistencia al estiramiento pasivo, inhibición de la actividad
electromiográfica durante el movimiento (Nuyens et al., 2002) y una mejora en los sistemas
inhibitorios medulares en roedores (Reese et al., 2006).
A pesar de los efectos mencionados anteriormente, se debe tener en cuenta el escaso número
de estudios realizados y la dificultad de cegamiento de los pacientes a los que se les interviene
de una forma activa, lo que conlleva un alto componente subjetivo (Kakebeeke et al., 2005).
Debido a esto, quedan interrogantes abiertos como el tiempo de ejecución necesario para
conseguir un efecto antiespástico, la velocidad del movimiento aplicado o la duración del
efecto conseguido, todos ellos de elevada importancia para aumentar el entendimiento sobre
los mecanismos por los cuales el movimiento pasivo produce beneficios sobre la espasticidad.
Estiramientos
El estiramiento de la musculatura espástica, junto con las movilizaciones pasivas, son una de las
técnicas más empleadas para el tratamiento fisioterápico de la espasticidad (Bovend'Eerdt et
33
Introducción
al., 2008; Gracies, 2001). Esta modalidad de tratamiento consiste en una puesta en tensión de
los tejidos blandos que pueden llegar a cambiar la viscoelasticidad, la excitabilidad y las
propiedades estructurales del músculo (Gracies, 2001). De esta forma, los objetivos de los
estiramientos en los pacientes espásticos se centran en normalizar el tono muscular, mantener
o incrementar la extensibilidad de los tejidos blandos y promover la funcionalidad (Boyd et al.,
2001) .
A pesar de la variedad de formas de aplicación que presenta esta técnica (Bovend'Eerdt et al.,
2008), se han encontrado efectos positivos en una sola sesión, como la disminución de la
rigidez de tobillo (Bressel et al., 2002), mejoras del recorrido articular (Carey, 1990; Yeh et al.,
2005), el grado de espasticidad percibida y las puntuaciones en la escala Ashworth (Yeh et al.,
2005), además de una disminución en el tamaño de los reflejos propioceptivos (Suzuki et al.,
2003). Por el contrario, pocos estudios clínicos reflejan los efectos sobre la espasticidad de un
programa de estiramientos llevado a cabo durante varias sesiones en el tiempo (Knutsson et
al., 1970; Odeen, 1981; Selles et al., 2005).
Crioterapia
A pesar de que en la práctica clínica diaria no es muy utilizada, la aplicación de frío localizado
como medida antiespástica ha sido aceptada por la comunidad científica (Adams et al., 2005;
Chiara et al., 1998; Hummelsheim et al., 1993). Los métodos que se pueden emplear para esta
práctica son la inmersión en agua fría, la aplicación de hielo, bolsas de frío o el uso de sprays
(Lee et al., 2002; Macías et al., 2003). De esta forma, teniendo en cuenta la dificultad de
inmersiones analíticas de musculatura espástica y la limitación de los sprays ante
pulverizaciones prolongadas, la aplicación de hielo y las bolsas de frío son las medidas de
crioterapia más aconsejadas para combatir la espasticidad. El uso de esta técnica en periodos
comprendidos entre 15 y 30 minutos disminuye fenómenos asociados a la espasticidad como el
clonus (Miglietta, 1973), la excitabilidad de los reflejos osteotendinos (Adams et al., 2005) o la
resistencia al estiramiento muscular pasivo (Lee et al., 2002) durante periodos cortos de
tiempo, descritos entre menos de una hora y varias horas (Vivancos-Matellano et al., 2007).
34
Introducción
(Hummelsheim et al., 1993), aunque también se ha identificado cierto efecto sobre los husos
neuromusculares (Ottoson, 1965).
Electroestimulación
A pesar del antiguo y amplio uso de las corrientes eléctricas con fines terapéuticos, no fue
hasta 1855 cuando Duchenne consiguió cambios en la espasticidad tras el empleo de
estimulación neuromuscular (Douglas et al., 1991). A partir de este trabajo han surgido gran
cantidad de estudios, muchos de ellos contradictorios, en los que parece confirmarse cierta
eficacia temporal, entre 2 y 24 horas posteriores al tratamiento (Douglas et al., 1991; Vivancos-
Matellano et al., 2007). De esta forma, se pueden encontrar varias técnicas o tipos de
corrientes, cada una de ellas justificada mediante un mecanismo fisiológico diferente, pero
todas encaminadas a un mismo fin, la reducción de la espasticidad.
Estimulación del músculo agonista. El mecanismo por los que la estimulación del mismo
músculo espástico puede llegar a reducir el nivel de espasticidad no está definido. Por una
parte se piensa que la utilización de corrientes de baja frecuencia sin modular provocan una
contracción tetánica rítmica y repetitiva que puede fatigar e inhibir al músculo (Adams et al.,
2007). Sin embargo, otros estudios han vinculado la reducción de la espasticidad con la
activación de la inhibición recurrente a través de las células de Renshaw, mecanismo reducido
en los pacientes con esta patología (Van der Salm et al., 2006). Pocos estudios han
profundizado en el empleo de esta técnica, y causa de ello podría ser la alta variabilidad de
resultados presentados dependiendo la sintomatología asociada a la espasticidad del paciente
(Vodovnik et al., 1984).
35
Introducción
Hidrocinesiterapia
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Introducción
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Baclofeno
Diazepam
37
Introducción
(Adams et al., 2005). Varios estudios han comparado su efectividad con el Baclofeno,
hallándose resultados similares en cuanto a eficacia y a efectos adversos (Cartlidge et al., 1974;
From et al., 1975; Roussan et al., 1985). En la práctica clínica el Diazepam se suele usar como
tratamiento complementario al Baclofeno y en pocas ocasiones se emplea de forma individual
(Kita et al., 2000).
El Clonazepam es otra benzodiacepina que causa menos sedación y tiene menos riesgo de
dependencia que el Diazepam, y se suele emplear para la disminución de los espasmos
nocturnos (Adams et al., 2007; Adams et al., 2005).
Tizanidina y Clonidina
Se trata de un derivado imidazólico que actúa centralmente como agonista de los receptores
alfa2-adrenérgicos, inhibiendo la liberación de aminoácidos excitatorios en las interneuronas
espinales, y que podría facilitar la acción de neurotransmisores inhibidores como la glicina (Kita
et al., 2000). Este fármaco ha demostrado reducir el tono muscular y la frecuencia de espasmos
en sujetos con LM (Adams et al., 2005; Elovic, 2001; Kita et al., 2000; Nance et al., 1994) sin
encontrar alteraciones significativas en la fuerza (Appiah et al., 2001). A pesar de ello, no se han
demostrado mejorías en variables funcionales como la marcha (United Kingdom Tizanidine Trial
Group, 1994). La Clonidina es otro agonista alfa-2 adrenérgico pero que habitualmente se usa
para tratar la hipertensión (Adams et al., 2007). Este fármaco pude actuar a nivel espinal
potenciando la inhibición presináptica mediada por receptores tipo alfa-2 aferentes, lo que
suprime los reflejos polisinápticos espinales (Elovic, 2001). Los efectos adversos de la Clonidina
incluyen bradicardia, hipotensión, sequedad bucal, estreñimiento, somnolencia, mareos y
depresión (Kita et al., 2000).
Dantroleno Sódico
El Dantroleno sódico es la única medicación oral que actúa periféricamente a nivel del tejido
muscular, disminuyendo la liberación de calcio del retículo sarcoplasmático e interfiriendo en la
contracción muscular (Ellis et al., 1974). Los diferentes ensayos clínicos realizados han
demostrado una disminución efectiva del tono muscular y de la hiperreflexia (Gelenberg et al.,
1973; Pinder et al., 1977). Otros estudios han revelado similares resultados en cuanto a la
administración de Diazepam y de Dantroleno (Schmidt et al., 1976). Sin embargo, los pacientes
tratados con Dantroleno presentaban unos resultados levemente mejores y una ligera mejor
tolerancia al fármaco (Glass et al., 1974).
38
Introducción
A pesar de que sólo los tratamientos anteriores están aprobados para el tratamiento de la
espasticidad (Kita et al., 2000), existen otra serie de medicamentos que también pueden actuar
sobre la espasticidad. La Gabapentina es un fármaco estructuralmente similar al GABA que ha
dado algún indicio de efectividad en la espasticidad (Dunevsky et al., 1998), aunque su
mecanismo de accion es a través de los canales de calcio. Aún hacen falta un mayor número de
estudios que confirmen su eficacia. La Ciproheptadina es un antagonista serotoninérgico que
ha sido asociado a una disminución del clonus y espasmos, y a la mejora de la función motriz en
lesionados medulares espásticos (Wainberg et al., 1990), aunque los estudios realizados al
respecto son muy escasos. Algunos fármacos derivados del cannabis también han sido descritos
anecdóticamente como agentes antiespásticos y se encuentran actualmente en estudio
(Sastre-Garriga et al., 2011), basándose en efecto de relajación muscular producida
probablemente por inhibición de los reflejos polisinápticos (Gracies et al., 1997).
Toxina Botulínica
Para los pacientes con espasticidad localizada o multifocal que no han respondido a los
tratamientos más conservadores se suele emplear la inyección de Toxina Botulínica tipo A
(Jozefczyk, 2002). Este tratamiento tan localizado permite disminuir la espasticidad de los
músculos hiperactivos sin debilitar otros no afectados (Rekand, 2010). La Toxina Botulínica
actúa bloqueando la liberación de acetilcolina en la placa neuromuscular provocando una
denervación química transitoria que suele durar unos 3 ó 4 meses (Vivancos-Matellano et al.,
2007). Esto produce un cambio mecánico en la función muscular que permite la relajación,
alargamiento y la potenciación de la musculatura antagonista, permitiendo restablecer el
equilibrio muscular (Ward, 2008). El empleo de la Toxina Botulínica ha sido apoyado como
tratamiento de elección en la espasticidad localizada y como tratamiento complementario en la
generalizada en multitud de estudios (Adams et al., 2007; Simpson et al., 2008; Ward, 2008),
recomendándose además la combinación de esta técnica con fisioterapia (Giovannelli et al.,
2007; Marciniak et al., 2008; Ward, 2008). Los posibles efectos adversos incluyen reacciones
locales y dolor en la zona de inyección, debilidad y atrofia tanto en el músculo tratado como en
los adyacentes o inmunorresistencia al fármaco ante su uso prolongado (Muller et al., 2009).
39
Introducción
Baclofeno intratecal
Cuando el tratamiento de la espasticidad severa falla con medicación oral o produce grandes
efectos adversos, está indicada la administración intratecal del Baclofeno (Dario et al., 2004),
que combina el tratamiento farmacológico con una técnica quirúrgica que implanta de forma
subcutánea una bomba de administración continua y programable, permitiendo
concentraciones eficaces de Baclofeno en el líquido cefaloraquídeo con concentraciones
plasmásticas 100 veces menores que las producidas por la administración oral (Vivancos-
Matellano et al., 2007). Esta forma de administración ha dado buenos resultados en pacientes
con LM (Zahavi et al., 2004), esclerosis múltiple (Ben Smail et al., 2006), traumatismos
craneoencefálicos (Becker et al., 1997), lesiones del tronco cerebral y parálisis cerebral infantil
(Armstrong et al., 1997; Gerszten et al., 1998). A pesar de que esta técnica minimiza los efectos
adversos del Baclofeno (Rekand, 2010), es muy importante una selección rigurosa de los
candidatos al tratamiento (Taricco et al., 2006) debido al riesgo de habituación (Dario et al.,
2004; Gómez-Soriano et al., 2010b), al síndrome de retirada (Dario et al., 2004; Gómez-Soriano
et al., 2010b; Mohammed et al., 2004), a la interferencia en la recuperación motriz debido a
una debilidad excesiva (Adams et al., 2005) o a complicaciones como infecciones, desconexión
o desplazamiento de la bomba, rotura del catéter, meningitis, entre otras complicaciones
descritas (Adams et al., 2005).
TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
Se trata de una técnica neurolesiva en la que se cortan de forma selectiva las raíces espinales
posteriores (sensitivas) que previamente han ofrecido una respuesta anormal a la estimulación
eléctrica (Smyth et al., 2000), intentando interrumpir el arco reflejo sin afectar, en la medida de
lo posible, la función sensitivo-motora. A pesar de los buenos resultados en sujetos con LM y
esclerosis múltiple (Laitinen et al., 1983), se suele emplear sobretodo en niños con parálisis
cerebral (Adams et al., 2005), aunque lo realmente importante es valorar de forma correcta a
los candidatos y asegurarse de que el mayor problema terapéutico de los sujetos a tratar es la
espasticidad, confirmando que no están involucrados otros problemas como la rigidez o la
distonía (Smyth et al., 2000). De esta forma, también se han encontrado con esta técnica
buenos resultados en variables funcionales como la marcha, habilidades motrices o sobre la
calidad de vida (Peacock et al., 1991). Además de las complicaciones generales de cualquier
tipo de cirugía, las complicaciones asociadas a esta técnica son el aumento de la debilidad, la
40
Introducción
Cirugía ortopédica
La cirugía ortopédica tiene como objetivo reequilibrar las fuerzas en torno a la articulación y
corregir las deformidades que haya podido causar la espasticidad (Vivancos-Matellano et al.,
2007), aunque cabe destacar que sus indicaciones son limitadas y las intervenciones complejas.
Las técnicas más empleadas son la tenotomía, que consiste en liberar al tendón del musculo
espástico que no tiene activación voluntaria (Jozefczyk, 2002), las transposiciones tendinosas,
que consisten en la desinserción de un músculo espástico y su posterior anclaje en diferente
posición, permitiendo equilibrar fuerzas en la articulación y evitar deformidades (Mertens et
al., 2002), y por último los alargamientos tendinosos, que equivalen a relajar un músculo para
favorecer el aumento de la actividad del músculo antagonista en detrimento de reducir la
acción eficaz del músculo alargado.
En pacientes con LM, a pesar del estudio de Dietz et al. (Dietz et al., 1981), se ha identificado un
aumento de la coactivación de la musculatura antagonista del tobillo, en situaciones de
movimiento controlado (Knutsson et al., 1980; Knutsson et al., 1997), o durante la marcha
41
Introducción
(Dietz et al., 1994; Dimitrijevic et al., 1967; Knutsson et al., 1997). Sin embargo no se han
realizado estudios controlados que evalúen la coactivación muscular en pacientes con
espasticidad, por lo que no se conoce la prevalencia, ni la implicación funcional de la
coactivación del tibial anterior (TA) en pacientes con LM incompleta (LMi) sin y con
espasticidad.
Por lo tanto, son necesarios estudios controlados en los que se evalúe la coactivación muscular
del TA en pacientes con LMi, pues serán de ayuda a la hora de entender los mecanismos que
42
Introducción
43
Introducción
la función e interferencia en la vida diaria (Little et al., 1989). Además han sido relacionados
con la actividad de la latencia larga de la actividad de los RC (Bennett et al., 2004; Gorassini et
al., 2004; Hiersemenzel et al., 2000; Hornby et al., 2003), a pesar de que estas medidas no han
podido ser correlacionadas con la escala subjetiva de espasmos (Parise et al., 1997; Penn et al.,
1989; Priebe et al., 1996). De esta forma, el RC flexor o los espasmos musculares involuntarios
han sido sugeridos como aspectos relevantes de la espasticidad en la LM (Bennett, 2008; Dietz
et al., 2007; Gorassini et al., 2004; Hiersemenzel et al., 2000; Taylor et al., 1997), aunque su
utilidad diagnóstica necesita aún ser demostrada de forma sistemática con el empleo de grupos
controles apropiados (Dimitrijevic et al., 1968; Jones et al., 1994; Shahani et al., 1971). Además,
la actividad de latencia larga de los reflejos cutáneos tras la LM ha sido relacionada con la
disminución de la actividad muscular (Dietz et al., 2004; Hiersemenzel et al., 2000).
Según esto, dado que la actividad de latencia larga del RC del TA es observada frecuentemente
en la LM (Dietz et al., 2009; Gorassini et al., 2004; Hornby et al., 2003; Parise et al., 1997), que
la hiperreflexia flexora ha sido descrita durante el movimiento pasivo (Dimitrijevic et al., 1968),
que la inhibición dependiente de la fase del movimiento de los RC podría estar afectada tras la
LM durante la marcha sólo de forma parcial (Duysens et al., 2004; Jones et al., 1994; Knikou et
al., 2009) y que la modulación dependiente del movimiento de los RC depende del nervio
estimulado (Van Wezel et al., 1997), la medición específica del RC del TA durante una flexión
plantar controlada y evocada con una estimulación local somatotópica podría aportar un mayor
conocimiento sobre el papel y el impacto funcional de la desinhibición como un síntoma
específico de la espasticidad en la LMi.
44
Introducción
participan en el mantenimiento fisiológico del patrón de marcha (Chen et al., 1995; Nurse et al.,
2001) y en la modulación de los circuitos neuronales de la médula (Knikou, 2007a).
La aplicación de estímulos eléctricos tipo TENS ha mostrado en algunos estudios una tendencia
a la inhibición del reflejo H en sujetos voluntarios sanos (Goulet et al., 1994a; Joodaki et al.,
2001). Estos resultados justificaron la hipótesis para aplicar una estimulación cutánea en
sujetos con espasticidad, con el fin de reducir la excitabilidad de las vías excitomotoras de la
médula. De esta forma, la aplicación de TENS consiguió una reducción del clonus en sujetos con
paraparesia espástica (Goulet et al., 1996; Walker, 1982; Walker, 1985), una reducción de la
frecuencia de espasmos (Aydin et al., 2005; Miller et al., 2007), del clonus (Ping Ho Chung et al.,
2010), una inhibición de reflejos monosinápticos (Aydin et al., 2005; Joodaki et al., 2001; Levin
et al., 1992) y una reducción de la espasticidad en sujetos con esclerosis múltiple (Armutlu et
al., 2003), hemiplejia (Levin et al., 1992) y LM (Aydin et al., 2005; Bajd et al., 1985; Cheng et al.,
2010; Goulet et al., 1996). Por otra parte, también existen estudios en sujetos voluntarios sanos
(Chan et al., 1987) y en sujetos con espasticidad (Gregoric, 1998) que evidencian una inhibición
de los reflejos cutáneos mediante la aplicación de corrientes tipo TENS. Sin embargo, en la
mayoría de los estudios se evidencian mejoras de las características clínicas de los pacientes,
acompañadas de pequeños cambios electrofisiológicos menos destacados (Goulet et al., 1996;
45
Introducción
Levin et al., 1992), por lo que aún se desconocen los mecanismos de acción que provocan estos
cambios.
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2. JUSTIFICACIÓN
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Justificación
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Justificación
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Justificación
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3. HIPÓTESIS
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52
Hipótesis
La hipótesis conceptual que encauza esta tesis doctoral es que el empleo de determinadas
técnicas neurofisiológicas sencillas, realizadas mediante electromiografía y asociadas con la
activación muscular voluntaria o como respuesta de actividad refleja medular evocada, pueden
ser útiles para detectar y cuantificar de forma precoz fenómenos de neuroplasticidad,
pudiendo vincular el desarrollo de síntomas específicos asociados a la espasticidad (hipertonía
y/o espasmos) a determinados procesos, así como ofrecer la posibilidad de valorar nuevos
enfoques de tratamiento que actúen sobre el procesamiento de los reflejos espinales.
De esta forma, se han propuesto tres hipótesis operativas que han sido desarrolladas en tres
estudios independientes:
53
54
4. OBJETIVOS
55
56
Objetivos
El objetivo general de esta tesis doctoral se centra en detectar medidas de reflejos medulares y
funcionales que cuantifiquen diferentes fenómenos de neuroplasticidad durante la
recuperación de la LMi, así como identificar nuevos enfoques de tratamiento sensitivo que
tiendan a normalizar la actividad de los circuitos medulares de pacientes con espasticidad.
Para ello, los tres estudios experimentales realizados presentan los siguientes objetivos
principales y secundarios:
Estudio I:
Objetivo principal:
Objetivo secundario:
Estudio II:
Objetivo principal:
Objetivo secundario:
Relacionar las variables clínicas de fuerza y espasticidad con la actividad de los RC.
57
Objetivos
Estudio III:
Objetivo principal:
Objetivo secundario:
58
5. MATERIAL Y MÉTODOS
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60
Material y métodos
En este apartado se describen los aspectos metodológicos de los ensayos empíricos realizados.
Por lo tanto se describirán los criterios de inclusión y exclusión, los instrumentos de valoración
empleados, el procedimiento para la recogida de datos, las variables del estudio y el análisis
estadístico realizado.
Todos los sujetos incluidos en los diferentes estudios fueron informados de los objetivos, los
protocolos y riesgos de los estudios. Los pacientes que cumplieron los criterios de inclusión
leyeron las hojas de información al paciente, y aquellos que aceptaron participar en el estudio
dieron su consentimiento por escrito. Se les informó de que podrían suspender su participación
en el mismo si así lo deseaban. Los protocolos, la información al paciente y el consentimiento
informado (Anexo I) fueron aprobados por el Comité Ético del Complejo Hospitalario de Toledo
(Anexo II). El estudio se llevó a cabo según las recomendaciones éticas para la realización de
ensayos clínicos e investigación en humanos (Declaraciones de Helsinki, revisada en Seul en
2008)(World Medical Association, 2008).
Se reclutaron sujetos entre 18 y 65 años, con menos de 5 meses de evolución tras una LMi
motora con un grado en la escala AIS de C o D (Maynard et al., 1997), evaluada por el personal
médico del Hospital Nacional de Parapléjicos. Como criterios de inclusión adicionales se
estableció la presencia de lesión entre los niveles medulares C4 y L3, un mínimo de 3 en los
músculos flexores y extensores de tobillo de la pierna a evaluar según la escala de valoración
internacional (Medical Research Council of the UK, 1976), donde “3” representa la capacidad
de mover voluntariamente la articulación únicamente contra la resistencia de la gravedad. Un
fisioterapeuta entrenado evaluó la hipertonía de los músculos del tobillo mediante la escala de
Ashworth modificada (Bohannon et al., 1987) y se registró la frecuencia de espasmos en
miembros inferiores empleando la escala de Penn (Penn et al., 1989). Los criterios de exclusión
establecidos fueron la presencia de lesión nerviosa periférica, lesión supramedular, historial de
epilepsia, lesiones musculoesqueléticas en los miembros inferiores o embarazo.
61
Material y métodos
Se reclutaron inicialmente 22 sujetos con LMi, pero 12 fueron excluidos debido a la presencia
de debilidad en el TS o TA (n=5), abandono voluntario del estudio (n=2), consecución del alta en
el hospital (n=4) y aparición de epilepsia durante el estudio (n=1). De esta forma, 10 pacientes
con LMi y 8 sujetos controles voluntarios sanos con edades comprendidas entre los 18 y 65
años y sin afectación neurológica central o periférica, que fueron reclutados de entre el
personal del hospital y alumnos de la Universidad de Castilla la Mancha, completaron el estudio
que consistía en la ejecución de un protocolo experimental cuyo objetivo era evaluar la
coactivación muscular del TA durante un movimiento voluntario de flexión plantar y que era
repetido con un intervalo de dos semanas durante un mes y medio. De esta forma, cada sujeto
completó 4 sesiones de valoración, obteniéndose en cada una de ellas datos sobre la evolución
clínica, la fuerza y la actividad electromiográfica de los músculos TA, GM y SOL que
posteriormente fueron analizados.
El momento en que cada sujeto con LM inició el estudio fue determinado con la siguiente
nomenclatura: #s1-16 semanas tras la lesión (STL), #s2-19 STL, #s3-11 STL, #s4-11 STL, #s5-13
STL, #s6-13 STL, #s7-21 STL, #s8-15 STL, #s9-14 STL, #s10-15 STL. Al finalizar el estudio, los
pacientes se dividieron en dos grupos, aquéllos que no habían desarrollado espasticidad (escala
Ashworth modificada igual o menor a 1, y escala Penn igual a 0; n=5) y aquellos que habían
mostrado signos de espasticidad en algún momento del periodo de estudio (mayor de 1 en la
escala Ashworth modificada y/o mayor de 0 en la escala de Penn; n=5). Según esta división, se
consideró a pacientes con una ligera hipertonía (1 en la escala Ashworth modificada) pero sin
espasmos (0 en la escala Penn) como pacientes sin espasticidad. Todos los pacientes recibieron
el tratamiento rehabilitador estándar del hospital y medicación farmacológica convencional
durante el periodo de estudio.
Durante cada sesión de registro, los sujetos permanecieron sentados en su propia silla de
ruedas o en una silla normal (en el caso de los sujetos sanos y en pacientes con LMi con
capacidad de marcha independiente) de tal forma que el pie dominante estaba colocado y
fijado a un dinamómetro previamente diseñado (Cibertec, S.A., España) para medir el torque
(Nm) de flexión plantar durante diferentes grados de contracción (Figura 5). El ángulo de la
cadera, rodilla y tobillo debía permanecer a 90º (ver Figura 5). Los sujetos realizaron 3
contracciones máximas voluntarias (CMV) de 5 segundos de flexión dorsal y otras 5 de flexión
plantar de tobillo con un descanso de 20 segundos entre ellas, con el fin de registrar la EMG
máxima. La actividad de EMG fue grabada con electrodos bipolares de plata clorada (Delsys Inc.
62
Material y métodos
Signal conditioning Electrodes v2.3, USA) situados sobre los músculos TA, GM y SOL según el
protocolo de la SENIAM (http://seniam.org), con una amplificación de 1K y un filtrado entre 20-
450Hz. Se utilizó de referencia un electrodo cuadrado de 2cm situado sobre la rótula (ver Figura
5). Durante la CMV de flexión plantar se registró también el máximo torque alcanzado sobre el
dinamómetro (TMV).
63
Material y métodos
Se analizó la EMG recogida de los músculos TA, GM y SOL durante la realización del movimiento
“pisar y mantener” al 25%, 50% y 75% del TMV. Los datos de EMG, junto con el torque
ejecutado y el patrón de movimiento propuesto, fueron sincronizados mediante un convertidor
de señal analógico-digital (National Instruments, Austin, Texas, USA), grabado por un sofware
preprogramado (LabView Version 7, National Instruments. Austin, Texas, USA) y analizados a
posteriori por un sofware comercial (Spike 2, versión 5.03, Cambridge Electronic Devices, CED,
Camgridge, UK). La coactivación electromiográfica fue analizada desde el inicio de flexión
plantar hasta el final de la fase isométrica, abarcando todo el movimiento efectivo de flexión
plantar (Figura 8B), tal y como se ha realizado en otros estudios de “pisar y mantener” y de
inhibición recíproca (Crone et al., 1987). Los datos de EMG en las fases estudiadas fueron
digitalizados a 1K y transformados mediante la operación “Root Mean Square” (RMS, la raíz de
la media de los cuadrados) y posteriormente integrados (función “modulus” en el programa
Spike, CED, UK), para obtener la media de la actividad de EMG en mV.s.
Para el análisis estadístico se utilizó el programa Prisma (Graphpad Prism, USA, versión 4.0).
Para los datos de EMG, se calculó el promedio con el error estándar de la media (Promedio ±
Error Estándar). La normalización del porcentaje de la coactivación de TA fue analizada con la
prueba ANOVA de dos vías de medias repetidas, con un test post-hoc de Bonferroni. La
hipótesis nula fue rechazada a partir de una significación de p<0,05. Para comparar las
medianas de los valores de la escala Ashworth modificada y la escala Penn entre los 2 grupos
de sujetos con LM en cada sesión se utilizó la prueba de Mann-Whitney (Mediana, Percentil 25
– Percentil 75) y para la representación gráfica se empleó el programa SigmaPlot versión 9.0
(SYSTAT Sofware Inc.).
64
Material y métodos
A todos los sujetos con LMi se les realizó una evaluación de fuerza de los músculos TA y TS
según la escala internacional de valoración muscular (Medical Research Council of the UK,
1976) y una evaluación clínica de la hipertonía espástica de miembros inferiores mediante la
escala de Ashworth modificada (Bohannon et al., 1987) y de la frecuencia de espasmos
musculares involuntarios (Penn et al., 1987). Los sujetos con LMi fueron divididos en dos
grupos en función de su espasticidad: grupo de pacientes con espasticidad, aquellos con un
resultado igual o superior a 1 en la escala Ashworth modificada y mayor de 0 en la escala Penn
(n= 9) y grupo de pacientes con LMi sin espasticidad, aquellos con resultados menores de 1+ en
la escala Ashworth modificada y de 0 en las escala Penn (n=10), considerando a pacientes con
una ligera hipertonía (1 en la escala Ashworth modificada) pero sin espasmos (0 en la escala
Penn) como pacientes sin espasticidad. La valoración de la espasticidad fue llevada a cabo por
fisioterapeutas del Hospital Nacional de Parapléjicos cegados en el estudio. Se midió el TMV
para el TS durante dos contracciones de 5 segundos de duración, con un descanso de 20
segundos entre ambas. Se registró en cada paciente con LM el tratamiento farmacológico para
realizar un análisis no sistemático del efecto del Baclofeno oral (Lioresal, Novartis
65
Material y métodos
Farmacéutica, Barcelona, Ref: 780635 y 780627) sobre los RC y el TMV de flexión plantar en los
pacientes con espasticidad.
La prueba se desarrolló con los sujetos sentados con la cadera, rodilla y tobillo en una posición
de 90º y el pie colocado sobre un dinamómetro prefabricado (Cibertec, S.A., España) que daba
un feedback visual para la flexión plantar ejecutada (ver apartado 5.1.2 y Figura 6). Los sujetos
ejecutaron un movimiento de “pisar y mantener” de flexión plantar en función del patrón
mostrado en la pantalla. El patrón estaba compuesto de una fase de reposo inicial de 3
segundos a una fuerza basal del 5% del TMV de flexión plantar más peso del pie registrado
sobre el pedal (REP), una fase de 4 segundos de flexión plantar isotónica concéntrica de subida
(CON), una fase de 4 segundos flexión plantar isométrica realizada al 50% del TVM de flexión
plantar (ISO 50) y una fase de 4 segundos de vuelta a la posición de reposo inicial. Durante la
ejecución del ejercicio se registró el torque realizado durante todas las fases y la EMG de los
músculos TA y GM mediante electrodos bipolares de plata clorada (Signal Conditioning
Electrodes v2.3, Delsys Inc., USA) colocados según el protocolo de la SENIAM
(http://seniam.org), con una amplificación a 1K y filtrada entre 20 y 450 Hz. La prueba fue
realizada con el miembro inferior del lado dominante en el caso de los sujetos voluntarios
66
Material y métodos
sanos o con el miembro inferior de mayor registro obtenido con la escala de valoración
internacional en el caso de los pacientes con LM.
5.2.3 Evocación de los reflejos cutáneos locales del tobillo durante el movimiento de
flexión plantar
La actividad de los RC locales se obtuvo mediante la estimulación de la planta del pie y el talón,
y el registro electromiográfico de los músculos TA y GM respectivamente, que fueron evocados
de forma específica durante las fases de REP, CON e ISO 50 del movimiento de flexión plantar.
Para evitar una posible sensibilización central ante la estimulación cutánea repetida, primero se
aplicó el protocolo sin evocación de RC (ver Figura 12A, parte superior), posteriormente se
repitió con la estimulación del RC en la planta y registrado en TA (ver Figura 12A, parte inferior)
y por último con la estimulación del talón y registro en GM (no mostrado en la Figura 12A),
realizando la repetición de cada fase por separado, de forma específica para la fase REP (n=10),
CON (n=10) e ISO 50 (n=10). Para la estimulación específica de los RC locales, se colocó un
ánodo de 82,5cm2 de superficie sobre el dorso del pie y dos cátodos de 24cm2, uno colocado
sobre la planta del pie (entre el primer y el segundo metatarsiano) y otro sobre el talón. El
mayor tamaño en el electrodo positivo asegura una mayor densidad de corriente y una mayor
percepción del estímulo en los electrodos situados en la planta del pie (Sonnenborg et al.,
2000). El RC fue evocado con un estimulador de corriente constante (DS7A, Digitimer Ltd., UK)
que aplicaba una estimulación eléctrica de 5 pulsos rectangulares de 1 milisegundo de duración
y 5 milisegundos de intervalo (Andersen et al., 2001; Baken et al., 2005). La intensidad de
estimulación fue seleccionada a 1,2 veces del umbral motor o al umbral de tolerancia del sujeto
en aquellos casos en los que el estímulo resultaba doloroso. El umbral motor fue definido como
la mínima intensidad requerida para producir un aumento de actividad superior al 25% de la
línea basal de la EMG.
Los datos del torque ejecutado por cada paciente fueron registrados mediante una tarjeta de
adquisición de datos analógico-digital (National Instruments. Austin, Texas, USA) y
posteriormente guardados empleando un software programado (Lab View Version 7. National
Instruments. Austin, Texas, USA). Los RC fueron evocados mediante la programación de un
software específico a dos segundos del inicio de cada fase (REP, CON e ISO 50) y registrados de
forma paralela mediante otra tarjeta de adquisición de datos (MicroPlus 1401, Cambridge
Electronic Design, UK) para posteriormente ser analizados empleando un programa comercial
(Signal versión 2.14, Cambridge Electronic Design, UK)
67
Material y métodos
La actividad absoluta de los RC evocados en la planta del pie o en el talón fue registrada en los
músculos TA y GM respectivamente según la organización somatotópica de estos reflejos
(Andersen et al., 1999; Sonnenborg et al., 2000). La actividad de EMG de los diez reflejos
cutáneos promediados en cada fase se analizaron mediante la eliminación del “offset”, la
rectificación de la onda completa y la aplicación de la función de suavizado de 3 puntos (Signal
versión 2.14. Cambridge Electronic Design, UK). Posteriormente, la señal fue integrada
empleando la función “modulus” definiendo 4 ventanas de tiempo desde el estímulo y
separando las siguientes latencias: “corta” (50-100 ms), “media” (100-200 ms), “larga” (200-
300ms) y “total” (50-300 ms), con el fin de poder realizar comparaciones entre los diferentes
componentes de la respuesta refleja registrados en otros estudios (Baken et al., 2005; Jones et
al., 1994; Sonnenborg et al., 2001). Sin embargo, dado que cada uno de estos estudios utiliza
ventanas de latencia distintas, los resultados presentados están finalmente considerados
respecto de la actividad total del reflejo (entre 50 y 300 milisegundos).
Se realizó un análisis no sistemático para probar el efecto del Baclofeno oral (Lioresal, Novartis
Farmacéutica, Barcelona, Ref: 780635 y 780627) sobre la desinhibición del RC del TA y sobre el
TMV de flexión plantar. Para ello se compararon, dentro del grupo de pacientes con LMi con
espasticidad (n=9), a pacientes que no tenían tratamiento de Baclofeno (n=4) con aquellos
pacientes que sí que estaban medicados (n=5). El rango registrado de dosis de Baclofeno fue
entre 15 y 25 mg cada 8 horas.
68
Material y métodos
valores correspondientes a los percentiles 25 y 75. Para las comparaciones entre grupos se
empleó el test de Kruskall-Wallis, con la prueba post-hoc de Bonferroni, mientras que para la
comparación entre las diferentes fases de flexión plantar (REP, CON e ISO 50) se utilizó el test
de Friedman, también con la prueba post-hoc de Bonferroni. Las pruebas de correlación se
realizaron con el test de Spearman para detectar relación entre las respuestas de los RC, el
TMV de flexión plantar y las medidas estándar de espasticidad (hipertonía medida con la escala
de Ashworth modificada y frecuencia de espasmos con la escala de Penn). La hipótesis nula fue
rechazada con un valor de p<0,05.
Los criterios de exclusión fueron la presencia de alguna lesión nerviosa a nivel periférico o
supramedular, historial de epilepsia, embarazo, lesiones articulares y/o musculares en
miembros inferiores o no presentar respuesta refleja visible a una intensidad de estímulo
tolerable.
A todos los sujetos con LMi se les realizó una valoración clínica de fuerza muscular y de
espasticidad siguiendo los mismos procedimientos que en el estudio anterior (ver apartado
69
Material y métodos
5.2.1). De la misma forma, los pacientes fueron clasificados y divididos en dos grupos: pacientes
con LMi sin espasticidad (n=14) y pacientes con LMi con espasticidad (n=14) evaluados por
fisioterapeutas del Hospital Nacional de Parapléjicos ciegos al desarrollo del estudio. De la
misma forma que en el estudio anterior se registró el TMV para el TS (ver apartado 5.2.1)
Todos los sujetos fueron citados en dos sesiones, una para la aplicación de estímulos de
vibración y otra para la aplicación de estímulos eléctricos tipo TENS. El orden de las sesiones se
efectuó de forma aleatoria dejando al menos un periodo de 24 horas entre ellas. En cada
sesión, los sujetos permanecían sentados, con la articulación de la cadera y tobillo a 90º y la
rodilla a 120º de flexión para una mejor evocación del reflejo H. El pie del miembro a evaluar se
colocó sobre el dinamómetro que registraba el torque y ofrecía un feedback visual (ver
apartado 5.1.2). Los sujetos fueron instruidos para realizar un patrón de movimiento
controlado de flexión plantar de las mismas características al realizado en el estudio anterior
(ver apartado 5.2.2). Este protocolo fue repetido 4 veces en cada sesión de la siguiente forma:
(1) con evocación de RC plantar sin estimulación aferente condicionante, (2) con evocación de
RC plantar con estimulación aferente condicionante, (3) con evocación de reflejo H del sóleo sin
estimulación aferente condicionante y (4) con evocación de reflejo H del sóleo con estimulación
aferente condicionante. Siendo la estimulación aferente de tipo propioceptivo, aplicada
mediante vibración, o cutánea, aplicada mediante un estímulo eléctrico tipo TENS, ambos
sobre la planta del pie (ver Figura 7).
Para la evocación de los RC se colocó un ánodo, con una superficie de 24cm2, en el dorso del
pie y un cátodo de 1cm2 sobre la planta (en la cabeza del primer metatarsiano). En este estudio
se utilizaron electrodos más pequeños que en el estudio previo (ver apartado 5.2.3) para poder
combinar en la misma zona del pie la evocación de los RC con la estimulación cutánea de
vibración o TENS (ver Figura 7). Se aplicó un estímulo eléctrico para la evocación de los reflejos
cutáneos de las mismas características que en el estudio anterior (ver apartado 5.2.3). Para la
evocación del reflejo H se colocó un electrodo bipolar (Oxford Instruments, Oxford, UK) sobre
el nervio tibial a la altura del hueco poplíteo y se aplicó un estímulo eléctrico de un pulso
rectangular de 1ms de duración a una intensidad en la que se evocara una onda H del sóleo de
una amplitud del 25% de la máxima onda M encontrada (Crone et al., 1990; Crone et al., 2003).
Ambos reflejos se evocaron por separado en las fases de reposo (REP), de flexión plantar
concéntrica (CON) y flexión plantar isométrica al 50% del TMV (ISO 50) de cada secuencia
70
Material y métodos
utilizando el programa Signal Versión 2.14 (Cambridge Electronic Design, 2003) a los dos
segundos del inicio de cada fase. Al contrario que en el estudio anterior, no se realizó por
separado la repetición de estímulos de cada fase, ya que el objetivo no era a comparar
diferencias de reflejos entre las diferentes fases del movimiento
Aplicación del estímulo eléctrico tipo TENS. Consistió en la aplicación de una corriente eléctrica
bifásica asimétrica con una frecuencia de 100 Hz y una anchura de pulso de 100 µs a una
71
Material y métodos
72
6. RESULTADOS
73
74
Resultados
Todos los sujetos con LMi reclutados en el estudio fueron varones y presentaban una etiología
traumática excepto uno que estaba diagnosticado de síndrome de Guillain-Barré (s#1, Tabla 2).
Los pacientes no mostraron diferencias significativas respecto a edad y sexo entre grupos y
todos obtuvieron una puntuación mayor de 3 en la valoración muscular de TA y TS según la
escala de valoración internacional, manteniéndose esta puntuación estable durante todo el
seguimiento y sin mostrar diferencias significativas entre grupos (Tabla 3). El examen clínico
inicial realizado con la escala AIS indicaba que ambos grupos de pacientes con LMi presentaban
características neurológicas similares respecto a la severidad y nivel neurológico de la lesión
(pacientes sin espasticidad, de #s1 a #s5: C7-L3 y AIS: C-D; pacientes con espasticidad, de #s6 a
#s10: C4-L1 y AIS: C-D).
EDAD
SUJETO SEXO ETIOLOGÍA NL STL AIS TRATAMIENTO
(años)
1 60 V GB 16 Gabapentina
espasticidad
2 20 V TRAUMA L3 19 D
LMi sin
Gabapentina
3 40 V TRAUMA L1 11 C
Lorazepam
4 60 V TRAUMA C7 13 D Lorazepam
5 39 V TRAUMA L3 13 D
6 21 V TRAUMA D1 13 D Lorazepam
espasticidad
7 40 V TRAUMA D4 21 C
LMi con
8 31 V TRAUMA C4 15 D Gabapentina
9 40 V TRAUMA C6 14 C Gabapentina
10 31 V TRAUMA L1 15 C Gabapentina
TABLA 2: Información clínica y características de los sujetos con LMi reclutados en el estudio. LMi:
lesión medular incompleta; NL: nivel neurológico de lesión; STL: semanas tras la lesión; AIS: escala de
discapacidad de la ASIA; GB: Síndrome de Guillain-Barré
75
Resultados
El tiempo medio en el que los pacientes con LMi iniciaron el estudio tampoco presentó
diferencias significativas (Tabla 3), siendo similar en pacientes sin espasticidad (14,0 ± 1,5
semanas tras la lesión) respecto de los pacientes con espasticidad (15,6 ± 1,4 semanas tras la
lesión). Los resultados de hipertonía medidos con la escala Ashworth modificada se
mantuvieron estables durante todo el estudio y fueron significativamente mayores en el grupo
de pacientes con espasticidad (test de Mann-Whitney, p<0,05). Sin embargo, los resultados de
frecuencia de espasmos medidos con la escala Penn sólo mostraron diferencias significativas
entre los grupos sin (0, 0-0) y con (2, 1-2) espasticidad en la última sesión (test de Mann-
Whitney, p<0,05, Tabla 3).
TIEMPO DESDE LA CON ESPASTICIDAD 14.0 (1.5) 16.0 (1.5) 18.0 (1.5) 20.2 (1.5)
LESIÓN (semanas)
SIN ESPASTICIDAD 15.6 (1.4) 17.8 (1.6) 20 (1.5) 22 (1.5)
VALORACIÓN MUSCULAR CON ESPASTICIDAD 4 (3-4) 4 (3-4) 4 (3-4) 4 (4-4)
DEL TA (Escala
Internacional 0-5) SIN ESPASTICIDAD 3 (3-4) (3-4) 3 (3-4) 3 (3-4)
CON ESPASTICIDAD 0 0 0 0
ESCALA DE PENN (0-4)
SIN ESPASTICIDAD 1 (0-1) 1 (0-1) 2 (0-2) 2 (1-2)*
Tabla 3: Resultados en cada sesión del estudio en relación al test muscular del TA, tiempo de evolución
y datos de hipertonía y espasmos en sujetos con LMi sin y con espasticidad. Los datos están expresados
como media y error estándar de la media (tiempo desde la lesión) o en medianas y percentil 25-75 (test
muscular, Ashworth modificada y Penn). Se utilizó la prueba de Mann Whitney para comparar las
diferencias entre grupos de las escalas ordinales de Ashworth modificada y Penn. (*: p<0,05).
No se detectaron cambios a lo largo del tiempo en la EMG máxima del TA en ambos grupos de
pacientes con LMi a lo largo de las 4 sesiones del estudio (Figura 8A), lo que excluye la
posibilidad de cambios en la activación voluntaria de los dorsiflexores durante el seguimiento.
El test ANOVA de una vía reveló diferencias significativas generales entre grupos en el
promedio de EMG durante la CMV del TA (F=24,47; gl=2,45, p<0,01). Las pruebas post-hoc
76
Resultados
detectaron que la actividad del TA durante la CMV en voluntarios sanos fue mayor
(126mV.s±11) que en sujetos con LMi sin espasticidad (83mV.s±10; t=3,141; p<0,01), y éstos
mostraron además valores superiores a los obtenidos por los sujetos con LMi con espasticidad
(30mV.s±4; t=5,025; p<0,001). Sin embargo, los análisis de correlación no detectaron a lo largo
del estudio relación entre la EMG voluntaria máxima de TA con la hipertonía muscular (ρ=0,20;
p=0,39) o con los espasmos (ρ=0,19; p=0,42).
La media de los valores de la EMG voluntaria máxima del GM a lo largo de las 4 sesiones fue
mayor en los sujetos voluntarios sanos (23,2mV.s ± 8,2) que en pacientes con LMi sin (15,7mV.s
± 2,7) y con espasticidad (9,6mV.s ± 1,4). Estos niveles de EMG voluntaria máxima de GM
77
Resultados
fueron estables en cada grupo a lo largo de las cuatro sesiones del estudio (LMi sin
espasticidad: 17,8±7,1; 16,8±5,7; 14,7±5,6; 13,3±4,5 mV.s. LMi con espasticidad: 8,1±1,9;
9,3±2,2; 11,3±3,5; 9,6±3,8 mV.s).
6.1.3 Coactivación del tibial anterior en sujetos sanos y en pacientes con lesión
medular incompleta.
El test de ANOVA de dos vías indicó una diferencia en el porcentaje de coactivación del TA en
sujetos sin espasticidad (Figura 9B) a lo largo del estudio entre los niveles 25% y 75% del TMV
(F1,174=19,32; p<0,01), aunque el test post-hoc de Bonferroni sólo detectó estas diferencias en
la última sesión (t=3,504; p<0,01). También se evidenció una interacción en el tiempo
estadísticamente significativa en los pacientes sin espasticidad (F3,174=3,25; p<0,05), aunque
sólo detectada con el post-hoc de Bonferroni entre la primera (39,5%±5,4) y la última sesión
(55,5%±8,0) al 75% del TMV de flexión plantar (Figura 9B, t=3,47; p<0,01).
78
Resultados
Por el contrario, en el grupo de sujetos con LMi con espasticidad no se observaron diferencias
significativas en el porcentaje de coactivación del TA al 25% ni al 75% del TMV de flexión
plantar (Figura 9C). El hecho de no existir en los pacientes con espasticidad el aumento del
porcentaje de coactivación del TA en la última sesión, que sí que fue observado en el grupo de
pacientes sin espasticidad (Figura 9B), podría deberse al aumento significativo de espasmos
involuntarios en esta sesión (ver Tabla 3).
Figura 9: Coactivación del TA ante la baja (25%) y alta (75%) intensidad de contracción de
flexión plantar durante las 4 sesiones del estudio. A: Media del RMS de la actividad
electromiográfica registrada al 25% y 75% del TMV (líneas negras) y durante la contracción
máxima voluntaria (CMV) del TA (líneas grises). Los voluntarios sanos presentaron una
coactivación de TA baja (columna izquierda), los sujetos con LMi sin espasticidad (columna
central) mostraron en su última sesión un incremento en la capacidad contracción-dependiente
de la coactivación (diferencia cualitativa en los resultados entre el 25% y el 75% del TMV)
mientras que los sujetos con LMi con espasticidad (columna derecha) disminuyeron esta
capacidad en la última sesión (diferencia cualitativa en los resultados entre el 25% y el 75% del
TMV no evidente). B: La coactivación del TA medida al 75% del TMV en sujetos sin
espasticidad aumentó entre la primera y la última sesión, mientras que la medida del TA al 25%
del TMV permaneció constante a lo largo del estudio. C: En los sujetos con espasticidad no se
observaron cambios al 25% o al 75% del TMV a lo largo del estudio. Para el análisis estadístico
se realizó un ANOVA de doble vía con un post test de Bonferroni. ns: no significativo; **:
p<0,01; ***:p<0,001.
79
Resultados
El estudio de la correlación entre el porcentaje de coactivación del TA medido al 75% del TMV
de flexión plantar y la puntuación de la escala Ashworth modificada (Figura 10B) y la escala de
Penn (Figura 10A) en los pacientes con LMi y espasticidad a lo largo de las 4 sesiones, reveló
que la coactivación del TA se correlacionaba negativamente con la hipertonía muscular (ρ=
-0,64; p<0,01), pero no con el desarrollo de espasmos involuntarios (ρ= -0,08; n.s). Sin
embargo, el nivel de hipertonía muscular en estos pacientes (alrededor de 1 en la escala de
Ashworth modificada) fue constante a lo largo de todo el estudio (Tabla 3).
FIGURA 10. No se observó una correlación general, realizada con los datos obtenidos en
todas las sesiones del estudio, entre el porcentaje de coactivación del TA medido al 75% del
TMV y el resultado de la escala Penn (ρ: -0,08; p=0,75) (A), aunque sí que se observó una
correlación negativa con la escala de Ashworth modificada (ρ: -0.64; p<0,01) (B). Las
pruebas de correlación se realizaron mediante el test de Spearman. C: Diferencia entre la
primera y la última sesión a nivel individual de la coactivación del TA medida al 75% del
TMV en sujetos sin y con espasticidad. Todos los sujetos sin espasticidad (gráfico
izquierdo) aumentaron o mantuvieron la coactivación al 75% del TMV mientras que en los
sujetos con espasticidad (gráfico derecho), la mayoría de los pacientes (4/5) la
disminuyeron.
80
Resultados
El aumento significativo de los espasmos en la última sesión del estudio (Tabla 3) y el descenso
de coactivación del TA medida al 75% del TMV de los pacientes con espasticidad (Figura 9C) fue
observada a nivel individual (Figura 10C). El porcentaje de la coactivación del TA al 75%
permanece estable o aumenta entre la primera y la última sesión de los pacientes con LMi sin
espasticidad (Figura 10C, izquierda) mientras que todos los pacientes con LMi con espasticidad
(a excepción de uno), tienden a disminuir esta medida (Figura 10, derecha).
Por otra parte (Figuras 11B y 11C), se evaluó el carácter dependiente de la intensidad de la
contracción antagonista de la coactivación normalizando esta medida en las distintas
intensidades realizadas respecto de la coactivación al 25% del TMV de flexión plantar. En los
sujetos voluntarios sanos la ganancia de la coactivación del TA aumentó desde el 100±3% (al
25% TMV) hasta el 248±16 (al 75% TMV). En los sujetos con LMi sin espasticidad (Figura 11B), el
análisis mediante el ANOVA de dos vías desveló diferencias entre los distintos niveles de
contracción analizados (F2,261=11,66; gl=6; p<0,001) con una interacción entre sesiones también
significativa (F3,261=15,04; p<0,001). El análisis específico mediante las pruebas post-hoc de
Bonferroni detectaron un aumento en la última sesión de la coactivación medida al 50%
(221±42%; t=2,93; p<0,05) y al 75% (364±55%; t=6,942; p<0,001) respecto de la primera.
Además, la coactivación del TA dependiente de la intensidad de contracción antagonista
81
Resultados
aumentó significativamente en pacientes sin espasticidad durante la última sesión entre las
pruebas realizadas al 25% y al 75% del TMV (t=4,11; p<0,01).
82
Resultados
Sin embargo, en los sujetos con espasticidad (Figura 11C), la ganancia de la coactivación en
función de la intensidad se redujo al final del estudio. El test ANOVA de dos vías indicó una
diferencia general en la coactivación del TA medida al 25% y al 75% del TMV (F2,261=5,50;
p<0,01) pero sin existir una interacción significativa en el tiempo (F3,261=1,68; p=0,17). No
obstante, la coactivación normalizada del TA medida al 75% del TMV disminuyó desde el
247±16% (en la primera sesión) hasta el 110±11% (en la última sesión, t=4,11; p<0,01),
coincidiendo con el aumento significativo de los espasmos involuntarios (ver Tabla 3).
El grupo control de sujetos voluntarios sanos estuvo compuesto por 6 varones y 10 mujeres con
una edad media de 23,6±6,8 años (media±error estándar) mientras que el grupo de pacientes
con LMi estuvo formado por 16 varones y 3 mujeres con una edad media de 44,5±14,6 años y
un rango de evolución desde el momento de la lesión entre 3 y 9 meses. La comparación entre
los dos grupos de sujetos con LMi, sin y con espasticidad, no mostró diferencias significativas
en las variables demográficas y clínicas obtenidas, presentando resultados similares en cuanto
a edad, sexo, etiología de la lesión, escala AIS, nivel de lesión, tiempo desde la lesión,
valoración muscular del TA, valoración muscular del TS y el TMV registrado durante la flexión
plantar (ver Tabla 4). Sin embargo, sí se constató con el test de Mann-Whitney, en el grupo de
pacientes con espasticidad, un aumento significativo de la escala Ashworth modificada
(p<0,001) y de la escala de frecuencia de espasmos de Penn (p<0,001). De los pacientes
diagnosticados como espásticos (n=9), 5 de ellos estaban tratados con Baclofeno oral (con dosis
entre 15 y 25 mg cada 8 horas). No se encontraron diferencias significativas en el umbral de la
intensidad de estimulación eléctrica para la evocación de los RC entre los sujetos sanos (29mA,
25-45), los pacientes sin espasticidad (38mA, 34-55) o los pacientes con espasticidad (40mA,
28-50). Tampoco se observaron diferencias significativas entre los grupos de pacientes con LMi
en latencia y duración de la actividad de la respuesta del RC del TA (Tabla 5).
83
Resultados
SEXO 8M / 2F 8M / 1F
ESCALA AIS 4C / 6D 7C / 2D
EAM 0 2 (1-3)*
TABLA 4: Información clínica y características de los sujetos con LMi reclutados en el estudio.
TDL: tiempo desde la lesión; TMV: torque máximo voluntario de flexión plantar; EAM: escala
Ashworth modificada. Los datos están expresados como media y error estándar de la media (edad,
tiempo desde la lesión y TMV) o en medianas y percentil 25-75 (test de valoración muscular de
TA y TS, escala Ashworth modificada y Penn). *: p<0,05.
6.2.2 Electromiografía del tibial anterior y del gemelo medial durante el movimiento
controlado de flexión plantar
En los sujetos voluntarios sanos, el torque producido durante la realización del movimiento
propuesto de “pisar y mantener” se acompañó de una activación del músculo GM durante el
movimiento, mientras que la actividad del músculo TA estuvo únicamente presente durante la
relajación de todo el TS (Figura 12A). En la repetición del movimiento realizada sin evocación de
reflejos, no se detectaron diferencias significativas para la EMG del TA entre los tres grupos
estudiados en ninguna de las fases del movimiento (REP, CON, ISO 50, Figura 12B), lo que
excluye la posibilidad de que la modulación descrita posteriormente sea debida a un cambio en
la actividad basal de la EMG. Sin embargo, sí que se observaron diferencias en la EMG del GM
en la fase REP (p=0,02; Figura 12C), detectándose con el post-test de Bonferroni una mayor
mediana de la EMG del músculo GM de los sujetos con LMi con espasticidad (0,09mV.s,
percentiles 25- 75: 0,06-0,11) que la registrada en sujetos voluntarios sanos (0,06mV.s, 0,05-
0,86; p<0,05). Estos resultados confirman la idea de que los sujetos con espasticidad,
caracterizados con hipertonía pasiva, obtuvieron también una mayor actividad del GM durante
84
Resultados
el reposo (Figura 12C). Además, estos datos, junto con la ausencia de diferencias en el TA,
apoyan la idea de que la modulación del reflejo del TA que se detallará posteriormente en los
pacientes sin espasticidad, no es debida a diferencias basales en la excitabilidad de las
motoneuronas durante el reposo o el movimiento.
RANGO DEL
PACIENTE TMV(Nm) EAM (0-4) EP (0-4) REFLEJO TRATAMIENTO
(ms)
1 4.4 0 0 145-165
LMI SIN ESPASTICIDAD
2 28.2 0 0 210-300
3 21.9 1 0 130-215 Baclofeno
4 19.8 0 0 140-200
5 20.2 0 0 220-270
6 24.0 0 0 150-300
7 12.9 0 0 180-290 Baclofeno
8 28.6 0 0 230-300
9 30.5 0 0 140-300*
10 20.1 0 0 180-225
80-120 Baclofeno
11 19.0 1 2
220-300
LMI CON ESPASTICIDAD
75-95
12 17.8 2 3
190-290
13 37.8 1 2 170-300 Baclofeno
14 11.0 1 2 135-240
15 21.2 1 1 265-320 Baclofeno
16 14.4 3 1 190-280*
17 21.4 2 2 160-270 Baclofeno
18 13.4 3 2 150-350
160-220 Baclofeno
19 17.8 3 2
240-275
* No hay reflejo en la fase REP, datos del rango del reflejo en la fase CON
TABLA 5: Información clínica de los sujetos con LMi reclutados en el estudio. TMV: torque
máximo voluntario de flexión plantar; EAM: escala de Ashworth modificada; EP: escala de
Penn. El rango del reflejo hace referencia al periodo de actividad de la respuesta del reflejo
cutáneo planta-TA.
85
Resultados
La mayor parte de la actividad refleja local evocada y medida en planta-TA (Figura 13A) o en
talón-GM (Figura 13B) en los sujetos voluntarios sanos fue registrada habitualmente durante el
reposo dentro de la primera ventana de latencia (entre 50 y 100ms de latencia). Se observó
también en este grupo una clara inhibición del reflejo del TA durante las fases del movimiento,
que apenas fue observada en el RC del GM. Los sujetos con LMi sin espasticidad, normalmente
mostraron un claro retraso en la actividad del RC, tanto en el músculo TA como en el GM,
86
Resultados
FIGURA 13: Respuesta electromiográfica típica del RC del TA (A) y del GM (B) en voluntarios
sanos (izquierda), pacientes sin espasticidad (centro) y pacientes con espasticidad (derecha),
durante la fase de reposo (REP, fila superior) y la fase del movimiento (CON, fila inferior). Los
respectivos gráficos de barras de la parte derecha indican el porcentaje de actividad encontrado en
la latencia corta (50-100ms), media (100-200ms) y larga (200-300ms) respecto de la actividad
total (50-300ms) del RC. La inhibición de la latencia larga del RC de TA en los pacientes con LMi
sin espasticidad es comparada con la ausencia de modulación en los individuos con espasticidad.
87
Resultados
Durante la fase REP del RC del músculo TA, los pacientes con LMi con y sin la presencia de
espasticidad obtuvieron una latencia de 173±12ms y de 154±19ms respectivamente, mientras
que la duración del reflejo fue de 257±16ms y de 286±13ms, sin existir diferencias significativas
entre ambos (ver Tabla 5). Sí que se encontraron diferencias significativas entre grupos en el
porcentaje de actividad total del RC en la latencia corta (50-100ms, p<0,01), obteniendo con el
post-test de Bonferroni un mayor porcentaje los voluntarios sanos (35±11%) respecto a los
pacientes con LMi sin (11±5%; p<0,05) y con espasticidad (8±2%; p<0,05). No se observaron
diferencias significativas en la latencia larga (200-300ms) del RC de TA durante el reposo o las
fases de flexión plantar (CON e ISO 50, Figura 13A). Al igual que el RC de TA, el porcentaje de
actividad registrado en la latencia corta (50-100ms) del RC de músculo GM también mostró
diferencias significativas en la fase REP (p<0,05), con diferencias específicas entre el grupo de
voluntarios sanos (28±4%) y el grupo de pacientes con LMi con espasticidad (14±4%; p<0,05),
pero no con el grupo de pacientes sin espasticidad (15±4%). No se encontraron diferencias
significativas entre grupos en la latencia media (100-200ms) o larga (200-300ms) del RC del
músculo GM durante ninguna de las fases estudiadas (Figura 13B). Como los RC se evocaron de
forma cutánea, y no a través de ningún nervio periférico se analizó la actividad total obtenida
(entre 50 y 300ms), además de esta forma se evaluó también un pequeño porcentaje de
actividad recogido en la latencia temprana de algunos pacientes con LMi (ver Tabla 5).
Se analizó la actividad de los RC en los tres grupos estudiados, tanto el de planta-TA como el de
talón-GM, durante las fases de reposo y de flexión plantar (CON e ISO 50), midiendo primero la
actividad absoluta de la actividad de EMG (Figura 14A y 14B) y posteriormente normalizando
los datos respecto de la fase REP y substrayendo la actividad basal de EMG (ver apartado de
material y métodos 5.2.4, Figura 14C y 14D). El análisis del RC del músculo TA absoluto indicó
diferencias generales entre el grupo de sujetos voluntarios sanos y los grupos de pacientes con
LMi sin y con espasticidad en la fase REP (p=0,04), en la fase CON (p=0,01) y en la fase ISO 50
(p=0,01, Figura 14A). Sin embargo, el test post hoc de Bonferroni no halló diferencias
específicas entre grupos en la fase REP (voluntarios sanos: 0,15mV.s, 0,12-0,29; pacientes sin
espasticidad: 0,41mV.s, 0,26-0,79; pacientes con espasticidad: 0,45mV.s, 0,30-1,00), aunque sí
que se detectaron diferencias en las fases CON e ISO 50, evidenciándose una mayor actividad
en pacientes con espasticidad que en sujetos voluntarios sanos o pacientes sin espasticidad. De
esta forma, la mediana de la EMG del reflejo de TA durante la fase CON en el grupo de
pacientes con LMi con espasticidad fue de 0,43mVs (0,21-0,94; Figura 14A), mientras que los
88
Resultados
pacientes con LMi sin espasticidad obtuvieron una mediana de 0,11mV.s (0,10-0,17; p<0,05) y
los sujetos voluntarios sanos 0,09mV.s (0,09-0,26; p<0,05). También se halló en la fase ISO 50
hiperreflexia del TA en los pacientes con espasticidad (0,36mV.s, 0,22-0,82; Figura 14A),
comparados con los pacientes sin espasticidad (0,12mV.s, 0,09-0,35; p<0,05) o con los sujetos
voluntarios sanos (0,13mV.s, 0,10-0,17; p<0,05).
Figura 14: Cuantificación de la actividad absoluta y normalizada del reflejo cutáneo del TA,
(A y C) y del GM (B y D) de voluntarios sanos y pacientes con LMi sin y con espasticidad
durante el reposo (REP) y flexión plantar (CON e ISO 50). El análisis de la actividad
absoluta de ambos reflejos mostró que, de forma específica, el RC de TA del grupo de
pacientes con LMi con espasticidad fue mayor en las fases CON e ISO 50 comparado con
los voluntarios sanos y los pacientes sin espasticidad. Sin embargo, el reflejo cutáneo del
GM fue mayor en el grupo de pacientes con espasticidad únicamente durante la fase REP,
pero sólo comparado con los voluntarios sanos (B). Cuando la actividad refleja fue
normalizada respecto a la fase de reposo, el análisis de la modulación del RC dependiente
del movimiento reveló en los voluntarios sanos y los pacientes sin espasticidad una
inhibición significativa durante la flexión plantar, mientras que los sujetos con espasticidad
mostraron una completa desinhibición de este reflejo (C). Por el contrario no se observó
modulación en el RC de GM de voluntarios sanos durante el movimiento de flexión plantar,
aunque una modulación de novo fue identificada en el grupo de pacientes sin espasticidad
(D). Tampoco se observó modulación del RC de GM en el grupo de pacientes con
espasticidad. *: p<0,05; **: p<0,01
89
Resultados
El patrón de actividad para el RC del GM durante el reposo y la flexión plantar (fase CON y fase
ISO 50) fue distinto a la hiperreflexia dependiente de la activación antagonista observada en el
RC del músculo TA en pacientes con espasticidad. Durante la fase REP la mediana de la
actividad del RC del músculo GM obtuvo diferencias entre grupos (p=0,04), detectando de
forma específica el post-test una mayor actividad en el grupo de pacientes con LMi con
espasticidad (0,16mV.s, 0,14-0,19; Figura 14B) que en el grupo de voluntarios sanos (0,09mV.s,
0,07-0,13; p<0,05), pero sin observarse diferencias con el grupo de pacientes sin espasticidad
(0,13mV.s, 0,11-0,18). No se observaron diferencias significativas en ninguna de las fases de
flexión plantar (CON e ISO 50) entre los pacientes con espasticidad y el resto de grupos (Figura
14B).
En los sujetos voluntarios sanos, la mediana de la actividad del RC del TA mostró una inhibición
(Figura 14C) respecto del reposo en la fase CON (-0,67 puntos, de -2,05 a -0,12; p<0,05) y en la
fase ISO 50 (-0,80 puntos, de -1,83 a -0,54; p<0,01). Los pacientes con LMi sin espasticidad
mostraron también la mencionada inhibición dependiente de la activación antagonista, con una
significación estadística en la fase ISO 50 (-0,90 puntos, de -0,99 a -0,37; p<0,05) pero sin
alcanzar la significación en la fase CON (-0,86 puntos, de -0,98 a -0,68). Por otra parte, los
sujetos con espasticidad no mostraron modulación de la actividad del RC del músculo TA en
función del movimiento (Figura 14C), ni en la fase CON (-0,16 puntos, de -0,69 a 1,19 de
facilitación), ni en la fase ISO 50 (-0,33 puntos, de -0,79 a 0,83 de facilitación).
En la actividad del RC del músculo GM (Figura 14D), los sujetos voluntarios sanos no mostraron
modulación significativa durante la fase CON (-0,69 puntos, de -0,94 a -0,20) o la fase ISO 50 (-
0,25 puntos, de 0,83 a 0,15). Sin embargo, los pacientes con LMi sin espasticidad mostraron
una inhibición del reflejo durante ambas fases de flexión plantar (p=0,001; Figura 14D),
detectando el post-test de Bonferroni una inhibición en la fase CON (-1,34 puntos, de -1,98 a -
0,76; p<0,01) y en la fase ISO 50 (-0,94 puntos, de -1,54 a -0,34; p<0,01). Por último, los
pacientes con LMi con espasticidad no mostraron la disfacilitación observada en los pacientes
sin espasticidad, ni en la fase CON (-0,68 puntos, de -0,87 a 0,33 de facilitación), ni en la fase
ISO 50 (-0,30 puntos, de -1,15 a 0,11).
6.2.5 Impacto funcional de la hiperreflexia del tibial anterior sobre el torque máximo
voluntario de flexión plantar en pacientes con espasticidad
Aunque la hiperreflexia del músculo TA dependiente de la contracción del TS sólo fue asociada
a los pacientes con espasticidad, el test de Spearman no detectó correlación entre el valor
absoluto de la respuesta refleja con la hipertonía (ρ=0,38; p=0,28) o con la frecuencia de
90
Resultados
espasmos (ρ=0,08; p=0,81) durante la fase CON. Tampoco se observó en esta fase una relación
entre el grado de desinhibición del músculo TA mostrado con la hipertonía (ρ=0,44; p=0,22) o
con la frecuencia de espasmos (ρ=0,00; p=0,80).
ρ= -0,75
P= 0,016
ρ= -0,28
P= 0,43
ρ= -0,54
P= 0,11
ρ= -0,32
P= 0,44
Figura 15: Análisis de correlación del RC de TA (A-C) y del GM (D) con el torque máximo
voluntario (TMV) de flexión plantar en voluntarios sanos y pacientes con LMi sin y con
espasticidad. Aunque no se encontró relación en los pacientes con espasticidad entre el RC de
TA y el TMV durante el reposo (A) o durante la fase ISO 50 (C), se observó una correlación
negativa durante la fase CON (ρ= -0,75; p=0,016; B), que no fue encontrada en voluntarios
sanos (ρ=0,08; p=0,81) ni en pacientes sin espasticidad (ρ=0,14; p=0,72). El análisis de la
relación entre el RC del GM durante la fase CON y el TMV de flexión plantar no fue
significativo (D). Los datos específicos de los voluntarios sanos (mediana del TMV 35,6±
1,96Nm) no se muestran en los gráficos para ilustrar mejor los datos de los pacientes con LMi.
91
Resultados
como posible outlier, re-establecería la fuerte correlación negativa en la fase REP (ρ=0,83;
p=0,005), aunque estos datos no han sido finalmente eliminados ya que este sujeto (con
espasticidad, pero con bastante fuerza) sí que presentó modulación dependiente del
movimiento y respetó las correlaciones observadas en el resto de sujetos. Por otra parte, no se
encontró ninguna correlación significativa en el grupo de sujetos voluntarios sanos (mediana
del TMV 35,6Nm, 32,6-41,0), ni en el grupo de pacientes con LMi sin espasticidad. Tampoco se
observaron correlaciones significativas entre la mediana de actividad del RC del GM, en
ninguna de sus fases, con el TMV de flexión plantar para ninguno de los grupos (ρ=-0,32;
p=0,44, Figura 15D) para los pacientes con espasticidad en la fase CON.
6.2.6 Efecto del Baclofeno sobre la inhibición de la hiperreflexia del músculo tibial
anterior dependiente del movimiento y el torque máximo voluntario de flexión
plantar
Aunque el efecto del Baclofeno no se estudió de forma sistemática en este estudio, se realizó
un análisis (mediante el test de Mann-Whitney) para profundizar, dentro del grupo de
pacientes con espasticidad, en el grado de desinhibición del TA referente a los pacientes sin
tratamiento (n=4) o con tratamiento (n=5) de Baclofeno (ver Tabla 5), administrado por los
facultativos del hospital con una dosis oral entre los 15 y los 25 mg cada 8 horas. No se
encontraron diferencias significativas de la mediana de la actividad absoluta del RC del músculo
TA durante el reposo entre los sujetos con espasticidad tratados con (0,43mV.s, 0,26-0,25) o sin
Baclofeno (0,66mV.s, 0,53-0,89), apoyando la idea de que las diferencias observadas con este
tratamiento no eran debidas a un cambio en la actividad basal de las motoneuronas. De esta
forma, los pacientes con espasticidad tratados con Baclofeno mostraron una tendencia a una
mayor inhibición del RC de TA en la fase CON (-0,59 puntos, de -0,47 a 0,79 de facilitación) que
los pacientes con espasticidad no tratados con Baclofeno (0,82 puntos de facilitación, de -0,30 a
1,66 de facilitación; p=0,06). Esta tendencia a una mayor inhibición del RC de TA durante el
movimiento fue menos evidente en la fase ISO 50 (sin Baclofeno: 0,26 de facilitación y con
Baclofeno: -0,73; p=0,11) o durante el reposo (p=0,41; Figura 16A).
Ante la relación observada anteriormente entre la hiperreflexia del TA y la disminución del TMV
de flexión plantar en el grupo con espasticidad (Figura 15A y 15B), junto con la identificación de
la tendencia hacia la inhibición normal de los pacientes con espasticidad tratados con
Baclofeno (Figura 16A), se sugiere que el tratamiento farmacológico de los pacientes podría
además mejorar el TMV. De esta forma se evidencia en la Figura 16B cómo los sujetos con
espasticidad tratados con Baclofeno (21,2Nm, 19,0-21,4) consiguieron un mayor TMV de
92
Resultados
flexión plantar que los sujetos con espasticidad sin este tratamiento (13,9Nm, 12,8-15,2;
p=0,016).
Por otra parte, a pesar del aumento del TMV de flexión plantar de los pacientes con
espasticidad tratados con Baclofeno por vía oral, estos pacientes no mostraron diferencias en
los valores de la escala de Ashworth modificada (1,0, 1,0-2,3) o en la escala de Penn (2,0, 2,0-
2,0) respecto de los pacientes con espasticidad no tratados con Baclofeno (2,5, 1,8-3,0; p=0,41
y 2,0, 1,8-2,0; p=0,63 respectivamente). Además, el aumento de la EMG basal del músculo GM
en reposo observada en los pacientes con LMi con espasticidad (ver Figura 12C), tampoco se
correlacionó con la escala Ashworth modificada (ρ=-0,13; p=0,74) o los espasmos (ρ=-0,44;
p=0,22), no observándose tampoco diferencias entre pacientes con espasticidad sin y con
tratamiento de Baclofeno. Tampoco se observaron diferencias significativas entre los sujetos
con espasticidad sin y con tratamiento en la actividad global del RC del músculo GM durante el
reposo (sin: 0,07mV.s, 0,06-0-12 vs con: 0,10mV.s, 0,07-0,11; p=0,91) o durante la fase CON
(sin: 0,15 mV.s, 0,10-0,16 vs con: 0,11 mV.s, 0,09-0,12; p=0,29).
FIGURA 16: Análisis del efecto del Baclofeno oral en sujetos con espasticidad sobre la
actividad del RC del TA normalizado durante el reposo (REP) y las fases de movimiento CON
e ISO 50 (A), y sobre el torque máximo voluntario (TMV, B). Los pacientes tratados con
Baclofeno mostraron una tendencia a la restauración de la inhibición dependiente del
movimiento del RC de TA en la fase CON (#: p=0,06; A) y un incremento significativo del
TMV de flexión plantar (*:p<0,05; B).
93
Resultados
El grupo control de 18 voluntarios sanos estuvo compuesto por 7 varones y 11 mujeres con una
edad media de 25,9±1,9 años (media±error estándar) mientras que el grupo de 28 pacientes
con LMi estuvo formado por 20 varones y 8 mujeres con una edad media de 41,4±2,9 años y
con un rango de evolución desde el momento de la lesión entre 3 y 18 meses. Los dos grupos
de sujetos con LMi reclutados no mostraron diferencias estadísticas significativas en cuanto a
edad, género, etiología, nivel de lesión, escala AIS, tiempo de evolución desde la LM, valoración
muscular del TA y del TS, TMV de flexión plantar y umbral del RC (ver Tabla 6). Las variables
asociadas a la espasticidad mostraron una diferencia esperada con el grupo de pacientes sin
espasticidad en la escala Ashworth modificada (con espasticidad: 1,5, 1,1-2; sin espasticidad: 0,
0-0; p<0,001) y en la escala de Penn (con espasticidad: 1,5, 1-2; sin espasticidad: 0, 0-0 p<0,001;
mediana, percentil 25-percentil 75).
6.3.2 Actividad basal de los reflejos cutáneos planta-TA y del reflejo H del sóleo
durante el movimiento controlado de flexión plantar
El análisis de la actividad general basal de los RC en las fases estudiadas (REP, CON e ISO 50)
antes de la aplicación de la estimulación cutánea y propioceptiva, reveló diferencias
significativas entre grupos durante la fase REP (p=0,0004), detectando el post-test de
Bonferroni valores mayores de la actividad del reflejo planta-TA en el grupo de sujetos con LMi
con espasticidad (0,71mV.s, 0,37-1,14) que en el grupo de sujetos sin espasticidad (0,23 mV.s,
0,15-0,39; p<0,05) y que los registrados en voluntarios sanos (0,15 mV.s, 0,10-0,39; p<0,001,
Figura 17A, izquierda). Durante la fase CON también se encontraron diferencias significativas
entre grupos (p<0,0001), detectando un valor mayor en los pacientes espásticos (0,67 mV.s,
0,36-1,06) que en el grupo de pacientes sin espasticidad (0,29 mV.s, 0,14-0,47; p<0,05) y que
los valores de los individuos sanos (0,12 mV.s, 0,10-0,27; p<0,001; Figura 17A, centro). En las
diferencias encontradas durante la fase ISO 50 (p=0,008), el post-test de Bonferroni
únicamente detectó diferencias significativas entre el grupo de sujetos con espasticidad (0,42
mV.s, 0,30-0,90) y el grupo de voluntarios sanos (0,13 mV.s, 0,10-0,31; p<0,01), pero no con el
grupo de sujetos con LMi sin espasticidad (0,26 mV.s, 0,12-0,37; Figura 17A, derecha).
94
Resultados
AIS 7C / 7D 8C / 6D
TABLA 6: Resumen de la información clínica de los sujetos con LMi reclutados en el estudio sin
y con espasticidad. AIS: escala de discapacidad de la ASIA; TDL: tiempo desde la lesión; TMV:
torque máximo voluntario de flexión plantar; EAM: escala Ashworth modificada; V: varones; M:
mujeres; Cerv: cervical; T: torácica; L: lumbar. Los datos están expresados como media y error
estándar de la media (edad, TDL, TMV y umbral del RC de planta-TA) o en medianas y percentil
25-75 (test de valoración muscular de TA y TS, escala Ashworth modificada y Penn). *: p<0,05.
95
Resultados
(0,23mV, 0,14-0,37; p<0,05) y en la fase ISO 50 (0,21mV, 0,11-0,35; p<0,05) que en la fase REP
(0,15mV, 0,07-0,23) (significación estadística intragrupal no mostrada en la figura 17B).
Figura 17: Cuantificación de la actividad absoluta del reflejo cutáneo de planta-TA (A) y de la
amplitud del reflejo H del sóleo (B) en sujetos sanos y pacientes con LMi durante el reposo y la
flexión plantar. Los sujetos con LMi con espasticidad obtuvieron una mayor actividad del RC de
TA comparados con los sujetos sin espasticidad y con los voluntarios sanos, tanto en la fase de
reposo (REP) como en la fase de flexión plantar isotónica (CON). En la fase ISO 50 los pacientes
con espasticidad únicamente mostraron diferencias con los voluntarios sanos (A). En cuanto a la
amplitud del reflejo H, no se observaron diferencias entre grupos en ninguna de las fases de
movimiento estudiadas (B). Los valores del gráfico expresan medianas y percentiles 25 y 75. *:
p<0,05; **: p<0,01; ***: p<0,001.
6.3.3 Efecto de la vibración sobre la latencia larga de los reflejos cutáneos planta-
tibial anterior y el reflejo H del sóleo
En la fase REP de los sujetos voluntarios sanos, la vibración plantar aumentó significativamente
la actividad de la latencia larga (entre 200 y 300ms desde el estímulo) del reflejo cutáneo del TA
en un 11% (p=0,027; sin vibración: 0,030mV.s, 0,023-0,033; con vibración: 0,035 mV.s, 0,025-
0,050). En las fases CON e ISO50 de los voluntarios sanos no se encontraron cambios
significativos con la aplicación de los estímulos vibratorios (Figura 18A). Respecto a los
resultados encontrados en el grupo de sujetos con LMi sin espasticidad, la vibración no produjo
cambios significativos en reposo ni en las fases de movimiento estudiadas (Figura 18B). En
cuanto al grupo de pacientes espásticos, en la fase REP la vibración produjo una inhibición del
28% (p=0,005; sin vibración: 0,313mV.s, 0,097-0,795; con vibración: 0,222 mV.s (0,062-0,518).
96
Resultados
Aunque no se produjeron diferencias significativas en la fase CON (sin vibración: 0,212 mV.s,
0,089-0,588; con vibración: 0,255 mV.s, 0,071-0,980), se detectó una inhibición significativa del
RC de TA del 19% (p=0,027) en la fase ISO 50 (sin vibración: 0,164 mV.s, 0,046-0,627; con
vibración: 0,117 mV.s, 0,045-0,478; Figura 18C y Tabla 7).
Figura 18: Análisis del efecto de la vibración plantar sobre la actividad del RC del TA durante
el reposo y la flexión plantar en voluntarios sanos (A), sujetos con LMi sin espasticidad (B) y
sujetos con LMi con espasticidad (C). En los gráficos se observa cómo la vibración reduce el
RC del TA tanto en reposo (REP), como en contracción isométrica (ISO 50). Los valores
expresan medianas y percentiles 25 y 75 de la actividad de la latencia larga (entre 200 y 300ms
desde el estímulo) del RC del TA. *:p<0,05; **: p<0,01.
En cuanto al efecto de la vibración sobre la amplitud del reflejo H, se produjo una inhibición
generalizada en todas las fases estudiadas de los sujetos sanos (Figura 19A). De forma
específica, en la fase REP se observó una inhibición de la amplitud pico a pico del reflejo H del
43% (p<0,001; sin vibración: 0,17mV, 0,11-0,28; con vibración: 0,09mV, 0,06-0,12), en la fase
CON la inhibición fue del 44% (p<0,001; sin vibración: 0,33mV, 0,18-0,42; con vibración:
0,18mV, 0,13-0,21) y en la fase ISO 50 la inhibición fue del 34% (p<0,001; sin vibración: 0,29mV,
97
Resultados
0,16-0,34; con vibración: 0,18mV, 0,11-0,21; Figura 19A). En los grupos de pacientes con LM la
vibración tuvo un efecto menor, en el grupo de pacientes sin espasticidad tan sólo se
detectaron diferencias significativas en la fase ISO 50, encontrando una inhibición del 14%
(p=0,019; sin vibración: 0,20mV, 0,14-0,45; con vibración: 0,17mV, 0,13-0,44; Figura 19B)
mientras que en el grupo con espasticidad no se encontraron diferencias significativas en el
efecto de la vibración sobre la amplitud pico a pico del reflejo H del sóleo en ninguna de las
fases de movimiento estudiadas (Figura 19C y Tabla 7).
FIGURA 19: Análisis del efecto de la vibración plantar sobre la amplitud del reflejo H del
sóleo durante el reposo y la flexión plantar en voluntarios sanos (A), sujetos con LMi sin
espasticidad (B) y sujetos con LMi con espasticidad (C). Se detectó una inhibición del reflejo
H únicamente en voluntarios sanos durante todas las fases de movimiento estudiadas. Los
valores de los gráficos expresan medianas y percentiles 25 y 75 *:p<0,05; ***: p<0,001
6.3.4 Efecto del TENS sobre los reflejos cutáneos planta-tibial anterior y el reflejo H
del sóleo
La estimulación TENS, sobre la planta del pie del grupo de sujetos voluntarios sanos, no produjo
efectos significativos sobre la actividad de la latencia larga del RC del TA (200-300ms) durante
la fase REP (sin TENS: 0,037mV.s, 0,025-0,147; con TENS: 0,036mV.s, 0,029-0,095), ni en la fase
ISO50 (sin TENS: 0,042 mV.s, 0,029-0,09; con TENS: 0,039 mV.s, 0,032-0,066). Sin embargo se
98
Resultados
produjo una inhibición significativa del 16% (p=0,027) durante la fase CON (sin TENS: 0,042
mV.s, 0,030-0,012; con TENS: 0,038 mV.s, 0,031-0,053; Figura 20A). En el grupo de sujetos con
LMi sin espasticidad la aplicación de TENS no produjo ningún efecto significativo sobre ninguna
de las fases de movimiento estudiadas (Figura 20B), mientras que en el grupo de sujetos con
espasticidad se observó una inhibición del 23% (p=0,013) de la actividad de la latencia larga del
RC de TA (200-300ms) durante la fase ISO 50 (sin TENS: 0,341 mV.s, 0,098-0,541; con TENS:
0,205 mV.s, 0,096-0,336), pero no se encontró efecto estadísticamente significativo en la fase
REP (sin TENS: 0,374mV.s, 0,135-0,512; con TENS: 0,327mV.s, 0,116-0,479) ni en la fase CON
(sin TENS: 0,315mV.s, 0,161-0,592; con TENS: 0,293 mV.s, 0,118-0,538, Figura 20C y Tabla 7).
Figura 20: Análisis del efecto de la estimulación TENS sobre la actividad del RC del TA
durante el reposo y la flexión plantar en voluntarios sanos (A), sujetos con LMi sin espasticidad
(B) y sujetos con LMi con espasticidad (C). En los gráficos se observa una inhibición del RC
del TA en sujetos con espasticidad de forma específica durante la flexión plantar isométrica
(ISO 50). Los valores expresan medianas y percentiles 25 y 75 de la actividad de la latencia
larga (entre 200 y 300ms) del RC del TA. *:p<0,05.
99
Resultados
respectivamente. Los pacientes con LMi sin espasticidad inhibieron con la aplicación de TENS
un 7,6±19% (p=0,30) en la fase REP, un 23,7±11% (p=0,07) en la fase CON y un 13,6±13%
(p=0,22) en la fase ISO 50. Por último, los pacientes con LMi con espasticidad aumentaron la
amplitud del reflejo H con la aplicación de TENS un 1,7±14 (p=0,84) en la fase REP y lo
disminuyeron un 4,3±8% (p=0,41) en la fase CON y un 7,1%±19 (p=0,84) en la fase ISO 50 (Tabla
7).
Tabla 7: Efecto producido por la vibración y la corriente TENS sobre la latencia larga (200-
300ms) del RC del TA y sobre la amplitud del reflejo H en el grupo de pacientes con LMi con
espasticidad durante las fases REP, CON e ISO 50. Los datos están expresados en mediana
(percentil 25 y 75). *: p<0,05; **: p<0,01.
En la comparación del valor basal de la actividad de la latencia larga (200-300ms) del RC del TA,
entre los sujetos con espasticidad que estaban medicados con Baclofeno (n=7) y aquellos que
no lo estaban (n=7), se observó una mayor actividad en los sujetos no medicados en la fase REP
(0,352 mV.s, 0,229-0,693), en la fase CON (0,424 mV.s, 0,122-0,559) y en la fase ISO50 (0,288
mV.s, 0,0391-0,693) que en los sujetos tratados con Baclofeno (REP: 0,136 mV.s, 0,0815-0,327;
CON: 0,157 mV.s, 0,0757-0,204; ISO50: 0,0967 mV.s, 0,0504-0,164), aunque ninguna de estas
diferencias llegó a alcanzar la significación estadística (Figura 21A, sólo representada
gráficamente la fase CON).
En el análisis de la amplitud basal del reflejo H, los sujetos que no estaban medicados con
Baclofeno obtuvieron unos valores mayores pero no significativos que aquellos que eran
tratados en fase REP (sin Baclofeno, 0,22mV, 0,14-0,31; con Baclofeno, 0,10mV, 0,05-0,14;
p=0,13), en la fase CON (sin Baclofeno, 0,33mV, 0,20-0,42; con Baclofeno, 0,19mV, 0,08-0,21;
100
Resultados
p=0,08) y en la fase ISO 50 (sin Baclofeno, 0,32mV, 0,20-0,40; con Baclofeno, 0,14mV, 0,11-
0,19; p=0,08; Figura 21C, sólo representada gráficamente la fase CON).
En la comparación del efecto producido por la vibración sobre la actividad de la latencia larga
del RC del TA, entre los pacientes medicados y no medicados, se observó que los pacientes no
medicados con Baclofeno presentaban una mayor inhibición con el estimulo vibratorio que los
que sí que tomaban este fármaco, aunque sólo en la fase CON la diferencia fue significativa
(p=0,041; sujetos sin Baclofeno: inhibición del 33%, -7 a -59%; sujetos con Baclofeno: excitación
del 18%, -4 a 45%; Figura 21B sólo representada gráficamente la fase CON).
FIGURA 21: Análisis del efecto del Baclofeno oral en sujetos con espasticidad sobre la
actividad de la latencia larga del RC del TA durante la fase CON (A), sobre el efecto
producido por la vibración en la latencia larga del RC del TA durante la fase CON (B), sobre
la amplitud del reflejo H del sóleo evocado en la fase CON (C) y sobre el efecto producido
por la vibración en la amplitud del reflejo H del sóleo evocado en la fase CON (D). La
vibración plantar produjo una inhibición de la actividad de la latencia larga del RC de TA
significativamente mayor (*:p<0,05) en los sujetos con espasticidad que no tomaban
baclofeno oral respecto a los sujetos que recibían el medicamento (B). Los valores de los
gráficos expresan medianas y percentiles 25 y 75.
No se encontró ninguna diferencia entre los sujetos tratados y no tratados con Baclofeno, en lo
que se refiere al porcentaje de efecto de la vibración sobre la amplitud del reflejo H, en
ninguna de las fases estudiadas (Figura 21D sólo representada gráficamente la fase CON).
101
Resultados
El porcentaje del efecto inhibitorio producido por la vibración sobre la actividad de la latencia
larga del RC del TA y la puntuación de la escala Ashworth modificada, evidenció una correlación
negativa estadísticamente significativa en la fase REP (ρ=-0,58; p=0,037; Figura 22D), pero no
llegó a alcanzar la significación estadística en la fase ISO 50 (ρ=-0,51; p=0,074) ni en la fase CON
(ρ=-0,30; p=0,31; datos no representados gráficamente en la Figura 22). Sin embargo, el análisis
de la relación entre el efecto de la vibración sobre la amplitud del reflejo H y la escala Ashworth
modificada no obtuvo ninguna relación significativa en ninguna de las fases (REP: ρ=0,25; CON:
ρ=0,28; ISO 50: ρ=0,27; datos no representados gráficamente en la Figura 22).
102
Resultados
103
104
7. DISCUSIÓN
105
106
Discusión
La actividad del músculo TA registrada en los sujetos voluntarios sanos entre el 25% y el 75%
del TMV de flexión plantar indicó que la coactivación de los músculos dorsiflexores es
dependiente de la intensidad de la contracción de la musculatura antagonista. Además, el
seguimiento de pacientes con LMi sin espasticidad mostró un aumento de la ganancia de la
coactivación de TA con un carácter dependiente de la intensidad de contracción antagonista
durante la fase subaguda de la rehabilitación, independientemente del bajo, aunque constante,
nivel de actividad voluntaria registrado en este periodo. Sin embargo, la presencia de
hipertonía y/o espasmos musculares en miembros inferiores durante la etapa subaguda de
sujetos con LMi, se asoció con un mayor nivel de paresia del TA y disminución en la
coactivación del TA dependiente de la intensidad de contracción antagonista. Asimismo, este
estudio longitudinal indica que la presencia de espasticidad podría ser la responsable de la
degradación de mecanismos de plasticidad espinal adaptativa de los músculos flexores. De esta
forma, el aumento de sujetos en este estudio podría ofrecer importantes implicaciones para el
estudio de mecanismos básicos patofisiológicos de la espasticidad espinal y la detección de
signos asociados perjudiciales durante la neuro-rehabilitación.
La medida de la actividad del TA durante la dorsiflexión y flexión plantar del tobillo podría ser
una medida diagnóstica simple, pero sensible para detectar la presencia de plasticidad motriz
adaptativa (Wirth et al., 2008) y determinar el impacto de la espasticidad sobre la función
motriz residual tras la LMi (Biering-Sorensen et al., 2006; Dietz et al., 2007; Nielsen et al., 2007).
A pesar de la limitación de la escasa muestra de sujetos empleada en este estudio, debida a los
estrictos criterios de inclusión, las diferencias significativas observadas en la ganancia de la
coactivación del TA “intra” e “inter” sesión con el test ANOVA de dos vías (Figura 11), sugirieron
que esta medida podría ser una herramienta consistente para utilizar en futuros estudios. En
este sentido, otro aspecto a considerar es la inclusión en el estudio de un sujeto que no
presentaba una LM traumática, siendo el origen del daño medular la presencia de un síndrome
de Guillain-Barré. Sin embargo, tanto las manifestaciones clínicas, como las alteraciones
sensitivo-motoras, fueron similares a las del resto de pacientes con LMi incluidos en la muestra.
Por otra parte, el examen de los datos individuales de cada paciente (Figura 10) también apoya
107
el cambio global observado en el porcentaje de coactivación del TA al 75% del TMV. Por último,
la consideración de un posible sesgo en los resultados debido a fenómenos de “cross-talk”
entre los electrodos de registro, ha sido descartada debido a la diferente modulación que
presentaba la medida de coactivación en función de la presencia o ausencia de espasticidad
durante todo el desarrollo del estudio, a la vez que el nivel de actividad de EMG permanecía
relativamente constante durante la CMV.
7.1.1 Disminución de la actividad voluntaria del tibial anterior tras la lesión medular
incompleta
La paresia de los dorsiflexores de tobillo se identificó en ambos grupos de sujetos con LMi, sin y
con espasticidad, aunque los pacientes espásticos disminuyeron más aún la actividad del TA
durante la CMV. Estos resultados podrían explicarse en parte por los estudios neurofisiológicos
del sistema corticoespinal, al que se le ha atribuido una fuerte facilitación del TA y un
aumento, constatado tras la LMi, de la latencia y duración de la unidad motora del TA (Brouwer
et al., 1992). La reducción de la modulación corticoespinal de las motoneuronas del TA también
ha sido evidenciada en la LMi durante contracciones isométricas de flexión dorsal de tobillo
(Diehl et al., 2006) y durante la fase de balanceo de la marcha en tapiz rodante (Hansen et al.,
2005). Por otra parte, aunque en este trabajo no se ha demostrado evidencia de recuperación
de la actividad voluntaria de dorsiflexión, ésta sí que ha sido observada en otros estudios
(Wirth et al., 2008), que aunque no mencionan el grado de contracción realizado, se asocia al
aumento de la velocidad de dorsiflexión con un aumento de los potenciales evocados motores
del tracto corticoespinal tras la LM, sugiriendo así la presencia de un mecanismo adaptativo de
plasticidad motriz espinal que media sobre la función residual del TA.
108
Discusión
Muy pocos estudios han relacionado los síntomas específicos asociados a la espasticidad con
las alteraciones de los mecanismos espinales de la LM. Aquéllos que lo han hecho, perciben un
aumento de la facilitación recíproca del sóleo (Crone et al., 2003), una reducción de la
inhibición no recíproca del grupo I (también llamada inhibición Ib) en la hiperreflexia del
tendón de Aquiles (Morita et al., 2006), un aumento en la actividad de los reflejos flexores de
estiramiento asociado al desarrollo de espasticidad tras el ictus (Thilmann et al., 1991) o un
incremento de los RC flexores en lesionados medulares con espasticidad (Hiersemenzel et al.,
2000). En el presente estudio, la actividad del RC flexor no ha sido estudiada específicamente,
pero la disminución del ratio entre la coactivación medida al 75% y 25% del TMV al final del
estudio podría deberse al aumento significativo de espasmos involuntarios en la última sesión
(ver Tabla 3). Curiosamente, el desarrollo de hiperreflexia flexora ha sido asociado durante los
primeros 6 meses tras la LM con la hipertonía muscular y el desarrollo de espasmos
(Hiersemenzel et al., 2000), evidencia que también ha sido apoyada por datos a nivel
experimental (Bennett et al., 2004). Además, la aparición espasmos evocados por estímulos
cutáneos han sido observados en el miembro inferior hasta el primer año tras la LM (Norton et
al., 2008) y se conoce cómo éstos llegan a interferir en la calidad de vida de los pacientes
(Dvorak et al., 2005; Little et al., 1989), sugiriendo que el desarrollo de actividad muscular
involuntaria es un síntoma clave de la espasticidad.
Aunque el nivel de porcentaje de la coactivación del TA en voluntarios sanos fue mínimo (1,8%)
a bajos niveles de contracción, se ha mostrado cómo esta cantidad se incrementa hasta el 4,4%
cuando la actividad es medida al 75% del TMV de flexión plantar. La coactivación muscular de
antagonistas fisiológica se ha identificado durante diversas tareas voluntarias (Pierrot-
Deseilligny et al., 2005; Smith, 1981). De esta forma, el bajo nivel de actividad muscular
antagonista está regulada durante el movimiento voluntario de flexo-extensión por diversos
mecanismos medulares tales como la inhibición recíproca, inhibición presináptica e inhibición
recurrente de los grupos terminales Ia, los cuales pueden depender de factores como el
músculo diana activado (Crone et al., 1987), la fase específica del movimiento ejecutado
(Pierrot-Deseilligny et al., 2005) o la fuerza del movimiento empleado (Petersen et al., 1998). El
aumento de la coactivación flexora a elevados niveles de contracción antagonista que se ha
observado en este estudio podría reflejar una disminución en la inhibición recíproca, que ha
demostrado ser máxima a niveles bajos de contracción (Pierrot-Deseilligny et al., 2005). Esto
109
podría indicar que el aumento de la coactivación del TA dependiente de la intensidad de
contracción antagonista está modulado por una serie de mecanismos no estudiados que
podrían impedir el desarrollo de mecanismos de inhibición recíproca. Curiosamente, estudios
clínicos apoyan la idea de un mecanismo de control cortical específico que podría ser el
responsable de la co-contracción muscular simultánea entre antagonistas (Nielsen et al., 1993),
ya sea directamente sobre las motoneuronas o de forma indirecta por sistemas de control
inhibitorio propioespinales (Pierrot-Deseilligny et al., 2005). El papel de este mecanismo
cortical específico sobre la coactivación muscular flexora a varios niveles de contracción
agonista es aún desconocido.
110
Discusión
111
coactivación de TA observada al 75% del TMV en pacientes con una escala de Penn de 1
(44±12%, Figura 10A), seguida de su reducción en una puntuación de Penn de 2-3 (32±10%-
17±10%), sugiere que el impacto de la severidad de los espasmos en la actividad flexora no es
lineal, al contrario de lo que sucede con la hipertonía muscular (Figura 10B).
Esta es la primera vez que se ha demostrado que la espasticidad podría degradar mecanismos
específicos de la función motriz adaptativa, no relacionados con el control voluntario durante
los primeros seis meses de la LMi, en un estudio longitudinal controlado. Estos resultados
preliminares procedentes de esta escasa pero controlada muestra sugieren que la hipertonía y
el desarrollo de espasmos deberían ser “monitorizados” durante la fase subaguda de la LM. El
aumento en la escala de espasmos en la última sesión del seguimiento podría ser el
responsable de la degradación de la coactivación del TA durante el proceso de rehabilitación. El
posible efecto negativo del desarrollo de espasmos en miembros inferiores se acompaña de
hiperactividad de los músculos flexores en pacientes con espasticidad (Hiersemenzel et al.,
2000), hecho que ha sido apoyado por estudios experimentales en modelos de espasticidad
(Bennett et al., 2004; González-Valdizán et al., 2007). Por otra parte, el desarrollo crónico de
espasmos podría conducir probablemente a una degradación a largo plazo de la musculatura
flexora durante la LM crónica (Dietz et al., 2004; Hiersemenzel et al., 2000).
Aunque el incremento de la mediana de los espasmos (2, 1-2) fue registrada en la última
sesión, no se encontró correlación con la coactivación del músculo TA a lo largo del estudio,
probablemente debido a la escasa muestra empleada y quizás también asociado a la
distribución bimodal de la relación entre coactivación al 75% del TMV con los espasmos (Figura
10A). El diseño longitudinal del estudio, que ha identificado el incremento en la escala de
espasmos y su impacto en la plasticidad motriz espinal adaptativa, sugiere que la limitada
definición clínica de espasticidad debería ser ahora reconsiderada para incluir síntomas clave
como la paresis muscular flexora, hiperreflexia cutánea o espasmos musculares. El éxito en el
diagnóstico precoz y en el tratamiento selectivo de los espasmos involuntarios (Benz et al.,
2005), usando test cuantitativos de hiperreflexia flexora y de actividad de espasmos (Norton et
al., 2008), deberían ser propuestas en el futuro para promover la función motriz residual
adaptativa tras la LM.
112
Discusión
Resultan esclarecedores los resultados del presente estudio donde se muestra una completa
desinhibición del reflejo cutáneo del TA e hiperreflexia de este músculo encontrada de forma
específica en sujetos con LMi y espasticidad en miembro inferior durante el movimiento de
flexión plantar, que ha sido evidenciada en un grupo de pacientes con LMi con hipertonía y/o
espasmos, controlado por pacientes de similares características, pero sin la presencia de signos
de espasticidad. Además, esta ha sido la primera vez que un mecanismo patofisiológico de la
espasticidad se ha relacionado con debilidad durante el movimiento voluntario. Los resultados
subrayan la importancia de cuantificar los RC durante el movimiento activo, aunque, al igual
que el resto de estudios realizados, no se ha encontrado relación entre la hiperreflexia
dependiente del movimiento de TA y las medidas clínicas de hipertonía o frecuencia de
espasmos. Sin embargo, esta medida ha resultado ser lo suficientemente sensible para
diferenciar a los pacientes que clínicamente habían sido diagnosticados o no de síndrome
espástico. Estos resultados globales sugieren que la cuantificación de la desinhibición del RC de
TA durante un sencillo movimiento de “pisar y mantener”, podría detectar un déficit en la
motricidad voluntaria y promover la recuperación de la función residual mediante la aplicación
de nuevas técnicas antiespásticas o de neuro-rehabilitación.
7.2.1 Hiperreflexia del músculo tibial anterior dependiente del movimiento de flexión
plantar como característica específica de la espasticidad tras la lesión medular
incompleta
A pesar de que la actividad refleja de los flexores de miembro inferior ha sido bastante
estudiada tras la LM, la hiperreflexia cutánea durante el movimiento pasivo (Dimitrijevic et al.,
1968; Hiersemenzel et al., 2000; Hornby et al., 2003; Parise et al., 1997; Roby-Brami et al.,
1987), o en condiciones activas (Duysens et al., 2004; Jones et al., 1994; Knikou, 2007b; Stein et
al., 1993), nunca había sido demostrada junto a un grupo control de similares características
como un signo clave de la espasticidad. Por otra parte, la hiperreflexia flexora se ha
documentado en paralelo junto con la hipertonía muscular y el desarrollo de espasmos
durante los primeros seis meses tras la LM (Hiersemenzel et al., 2000) y con espasmos
evocados de forma cutánea durante el primer año (Norton et al., 2008). La identificación de
una completa desinhibición del TA durante la flexión plantar sugiere que la definición de
113
espasticidad debería, a partir de ahora, considerar la característica “hiperreflexia cutánea
dependiente del movimiento” para complementar la definición actual que incluye la
característica “hiperreflexia tónica de estiramiento dependiente de la velocidad” (Lance et al.,
1980; Taylor et al., 1999; Taylor et al., 1997).
Tras la LM, la activación de las aferencias reflejas flexoras (Roby-Brami et al., 1987) evocadas
mediante estimulación cutánea (Dimitrijevic et al., 1968; Gorassini et al., 2004; Norton et al.,
2008; Spaich et al., 2006) normalmente evocan reflejos de larga latencia o espasmos. La
presencia de actividad refleja durante la latencia corta es pequeña o inconsistente tras la LM
(Knikou, 2007b; Knikou et al., 2005) al contrario que la respuesta de larga latencia (Dietz et al.,
2009; Dimitrijevic et al., 1968; Knikou, 2007b; Knikou et al., 2005), que suele ser bastante
consistente y en nuestro estudio ha sido evaluada entre los 200 y los 300ms. Resulta
interesante que en este estudio no se han identificado diferencias en la latencia de los RC entre
pacientes sin y con espasticidad, lo que sugiere que la presencia de hipertonía o espasmos no
está específicamente asociada a la latencia de los reflejos cutáneos, a diferencia del estudio de
Dietz (Dietz et al., 2009).
114
Discusión
7.2.2 Desinhibición del reflejo cutáneo del músculo tibial anterior durante la flexión
plantar en pacientes con lesión medular incompleta y espasticidad
A nivel bioquímico, la disfunción del control inhibitorio mediado por el ácido gamma
aminobutírico (GABA) podría influir en la hiperreflexia cutánea tras la LM, teniendo lugar en la
láminas del asta dorsal I-III (Meisner et al., 2010) o en las V-VII (Kakinohana et al., 2006).
Aunque el efecto del Baclofeno, un agonista de receptores GABA B, sobre la desinhibición de
los RC de sujetos con espasticidad no ha sido evidenciado de forma significativa en este trabajo,
sí que se ha identificado una tendencia (p=0,06) para la restitución de la inhibición del RC de TA
durante la flexión plantar. Los receptores GABA B están ampliamente presentes en la médula
espinal, especialmente a nivel presináptico en los terminales de las aferencias primarias (Price
et al., 1984; Yang et al., 2001). Sin embargo los receptores espinales GABA B desempeñan un
rol limitado en la inhibición presináptica de la sinapsis Ia (Stuart et al., 1992), por lo que éstas
podrían mediar una mayor inhibición en la actividad sensorial cutánea evocada en el asta
115
dorsal (Dickenson et al., 1985; Iyadomi et al., 2000; Russo et al., 1998). A nivel clínico, utilizando
las técnicas que examinan el reflejo H, no se ha relacionado el efecto antiespástico del
Baclofeno con la inhibición presinpática, ni con ningún otro mecanismo de inhibición espinal
(Azouvi et al., 1993; Orsnes et al., 2000a). No obstante, el Baclofeno y otros receptores
agonistas del GABA B sí que han mostrado la reducción de la actividad del RC y de los espasmos
en sujetos con espasticidad (Azouvi et al., 1996; Boviatsis et al., 2005; Ochs et al., 1989; Parise
et al., 1997), y pueden mantener o promover la recuperación de la función motriz voluntaria
(Azouvi et al., 1996; Boviatsis et al., 2005; Latash et al., 1989; Remy-Neris et al., 2003; Sadiq et
al., 2006), incluyendo un aumento en el recorrido articular de la flexión plantar de tobillo
(Remy-Neris et al., 2003).
En la médula espinal sana, estudios experimentales han mostrado que la actividad de los RC es
modulada por los sistemas descendentes corticoespinal y extrapiramidales. La activación
corticoespinal podría excitar o inhibir esta actividad dependiendo de la fase de la marcha
(Bretzner et al., 2005), mientras que el rol del sistema extrapiramidal sobre la modulación de
los RC desde el tronco encefálico, incluyendo los sistemas serotoninérgicos y noradrenérgicos,
está también bien establecida (Clarke et al., 2002; Clarke et al., 1988; Clarke et al., 1996). La
inhibición descendente de la actividad de los RC en ratas está mediada por la vía del funículo
dorsolateral (Villanueva et al., 1986), por lo que la lesión subtotal de este tracto puede producir
un desarrollo inmediato de hiperreflexia de estiramiento dependiente de la velocidad en
animales (Taylor et al., 1999; Taylor et al., 1997). Además, la pérdida de la modulación de los
reflejos por parte de los tractos descendentes residuales tras la lesión incompleta de la médula,
ya sea mediante la vía serotoninérgica (Hounsgaard et al., 1988) o la noradrenérgica (Lee et al.,
1999) podrían provocar una excitabilidad motoneuronal exagerada y espasmos resultantes de
actividad maladaptativa (Murray et al., 2011). En el humano, la administración intratecal del
agonista adrenérgico clonidina inhibe la actividad de corta y larga latencia del RC en sujetos con
espasticidad, permitiendo una mejor activación del músculo TA durante la marcha (Remy-Neris
et al., 1999), posiblemente debido a la reactivación de varios mecanismos espinales inhibitorios
(Delwaide et al., 1994). En este estudio, sugerimos que la hiperreflexia del TA dependiente del
movimiento encontrada en sujetos con espasticidad se debe a la combinación de ambos
mecanismos patofisiológicos, tanto espinales como supraespinales.
116
Discusión
Los espasmos musculares flexores y extensores evocados por estimulación cutánea han sido
documentados en el 80% de los pacientes tras la LM (Biering-Sorensen et al., 2006; Macht et
al., 1948; Maynard et al., 1990) y pueden llegar a resultar incapacitantes (Little et al., 1989).
Dado que el desarrollo de la hiperreflexia del TA o de espasmos podrían determinar la
plasticidad sensitivo-motora adaptativa (Bussel et al., 1988; Knikou, 2010; Lavrov et al., 2006;
Rossignol et al., 2008) o maladaptativa (Dietz et al., 2009; Hiersemenzel et al., 2000), sugerimos
que se debería reformular una definición de espasticidad funcionalmente relevante basada en
los reflejos tónicos de estiramiento y los RC de larga latencia. Las pruebas clínicas
convencionales realizadas en situaciones pasivas o de reposo (Penn et al., 1987) fallan al
detectar posibles mecanismos patofisiológicos que se producen durante el movimiento
voluntario (Dietz et al., 2007) y se correlacionan pobremente con la cuantificación
neurofisiológica de la hiperreflexia cutánea o la desinhibición (Parise et al., 1997; Priebe et al.,
1996). El diagnóstico y tratamiento precoz de los espasmos involuntarios mediante el uso de
mejores test de hiperreflexia flexora cualitativos (Benz et al., 2005) y cuantitativos, así como la
medición de la actividad de los espasmos (Norton et al., 2008), deberían ser una prioridad
durante la rehabilitación subaguda de la LM.
117
sensitivo-motoras que puedan restablecer o promover mecanismos de inhibición de
hiperreflexia cutánea, podrían desempeñar un importante papel en el futuro tratamiento de la
espasticidad tras la LMi (Ávila-Martín et al., 2011; Tillakaratne et al., 2002).
Los resultados del presente estudio muestran hiperreflexia cutánea del TA, en sujetos con LMi y
espasticidad, durante el reposo (además de la ya observada en el estudio previo durante el
movimiento de flexión plantar; ver apartado 6.2.4). Además, este estudio ha identificado una
relación entre la amplitud del reflejo H del sóleo y el grado de hipertonía evaluado por la escala
Ashworth modificada, hallazgo que, hasta el momento, únicamente había sido observado en
dos estudios previos (Allison et al., 1995; Milanov, 1999). De esta forma, estos resultados son
interesantes en pos de la obtención de medidas que cuantifiquen objetivamente la espasticidad
en sujetos con LMi.
La inhibición obtenida por la vibración plantar sobre el reflejo H en sujetos voluntarios sanos
está en consonancia con la obtenida en otros estudios (Calancie et al., 1993; Murillo et al.,
2011). Sin embargo, muy pocos trabajos habían mostrado esta inhibición durante la activación
muscular (Iles et al., 1987), lo que sugiere una inhibición independiente de la actividad
voluntaria. El mecanismo propuesto originalmente para esta inhibición, fue la inhibición
118
Discusión
En cuanto a los estudios sobre el efecto producido por la corriente tipo TENS sobre los reflejos
H, los resultados existentes en la literatura presentan gran variabilidad. En sujetos sanos, los
estudios de Goulet et al. observaron una tendencia a la inhibición, pero sin efectos consistentes
(Goulet et al., 1994a; Goulet et al., 1994b), mientras que Joodaki et al. demostraron una
disminución de la excitabilidad de la motoneurona alfa mediante la inhibición del reflejo H y la
onda F (Joodaki et al., 2001). En cambio, otros estudios observaron un aumento del reflejo H
cuando la estimulación TENS fue aplicada a intensidades de corriente bajas o moderadas sobre
el nervio sural (Delwaide et al., 1981) o sobre la musculatura de la pierna (Hardy et al., 2002).
En cuanto a los efectos observados tras la aplicación de TENS en sujetos con espasticidad,
existen estudios que no han evidenciado cambios sobre el reflejo H (Goulet et al., 1996; Levin
et al., 1992) así como otros que muestran una inhibición de este reflejo (Aydin et al., 2005;
Joodaki et al., 2001). Sin embargo, casi todos ellos muestran inhibiciones del reflejo tendinoso
(Goulet et al., 1996; Levin et al., 1992), del reflejo de estiramiento (Potisk et al., 1995; Vodovnik
et al., 1988) o mejorías a nivel clínico en variables relacionadas con la espasticidad (Armutlu et
al., 2003; Aydin et al., 2005; Goulet et al., 1996; Han et al., 1994; Joodaki et al., 2001; Levin et
al., 1992). Estos datos sugieren que la modulación de los reflejos tónicos evocados por
119
estímulos naturales, podrían estar mediados por una mayor implicación de vías polisinápticas,
lo cual podría tener una mayor facilidad para su modulación.
En el presente estudio, no se ha encontrado ningún efecto de la corriente tipo TENS sobre los
reflejos H en sujetos voluntarios sanos o en sujetos con LMi sin o con espasticidad. La clave de
estas diferencias podría residir en el tiempo de aplicación de la corriente, ya que en la mayor
parte de los trabajos realizados se suele emplear entre 30 y 45 minutos de estimulación (Goulet
et al., 1996; Gregoric, 1998; Levin et al., 1992), habiéndose detectado el efecto pico tras los 20
ó 30 minutos de aplicación de la misma (Chan et al., 1987). Sin embargo, en este estudio se
pretendió buscar la modulación a partir de los 30 segundos tras el inicio de la corriente, lo que
podría incurrir en una infraestimación de los efectos de la misma, al no haber sido aplicada
durante un tiempo más prolongado. Además, otros estudios han mostrado mayor duración del
efecto obtenido empleando mayores tiempos de estimulación (Hui-Chan et al., 1993)
sugiriendo que las aplicaciones repetidas podrían obtener efectos mayores (Aydin et al., 2005).
Otro factor a considerar sobre la aplicación del TENS es la intensidad de la corriente. El empleo
de intensidades altas ha demostrado disminuciones del reflejo H (Delwaide et al., 1981),
mientras que intensidades bajas o moderadas producían un aumento de éste (Delwaide et al.,
1981; Hardy et al., 2002). Por otra parte, a pesar de que los estudios realizados aplican la
estimulación en zonas tan variadas como el nervio peroneo (Goulet et al., 1996; Joodaki et al.,
2001), el nervio sural (Delwaide et al., 1981; Gregoric, 1998), sobre dermatomas específicos
(Bajd et al., 1985; Chan et al., 1987) o directamente sobre el músculo (Vodovnik et al., 1984),
parece ser que la zona de estimulación no tiene una gran relevancia sobre el efecto
conseguido, habiéndose sugerido que todas estas vías convergen en un sistema interneuronal
común (Hardy et al., 2002).
120
Discusión
et al., 1988). Sin embargo, en nuestro estudio tan sólo se ha observado la inhibición del reflejo
cutáneo de TA con estimulación TENS durante la contracción isométrica de flexión plantar, lo
que podría sugerir un mayor efecto ante un aumento de la actividad voluntaria descendente.
Por otra parte, la ausencia de efecto observada en sujetos voluntarios sanos y sobre los
pacientes con LMi sin espasticidad, podría ir en consonancia con los resultados del estudio de
Chang y Tsang, en el cual se evaluó la modulación de RC mediante la aplicación de TENS en
sujetos voluntarios sanos, mostrándose una inhibición del reflejo flexor en los músculos
proximales, pero constatando un menor efecto en músculos distales como el TA (Chan et al.,
1987).
El hecho de que ambos tipos de estimulación aferente hayan inhibido el reflejo cutáneo del TA
y no lo hayan hecho en el reflejo H del sóleo sugiere la participación de mecanismos que no
están implicados en el control de la excitabilidad de reflejos monosinápticos (Calancie et al.,
1993; Levin et al., 1992). La aplicación de vibración o TENS sobre la planta del pie activa los
receptores cutáneos, aunque no se puede excluir la activación de otros tipos de receptores
musculares y tendinosos. La inhibición del RC, sin una alteración del reflejo H, podría destacar
la acción de los receptores implicados y del papel que éstos pudieran desempeñar en los
circuitos neuronales inhibitorios a nivel medular. Por otra parte, también se ha propuesto que
la estimulación aferente, tanto propioceptiva como cutánea, podría activar los “canales
persistentes” (PICs) de interneuronas inhibidoras a nivel medular, aumentando su activación
(Butler et al., 2006), ya que se ha demostrado que, tanto la vibración (Kiehn et al., 1997) como
la estimulación eléctrica (Collins et al., 2001), pueden modular la actividad de los PICs, tanto en
sujetos voluntarios sanos, como en sujetos con LM (Nickolls et al., 2004; Zijdewind et al., 2001).
Además, no se puede excluir el papel de los mecanismos inhibidores supramedulares, activados
por la aplicación de vibración o estimulación eléctrica, mostrados en estudios realizados en
sujetos sanos y pacientes con espasticidad de origen cerebral (Liepert et al., 2010; Noma et al.,
2009; Ridding et al., 2005).
Los resultados del presente estudio muestran por primera vez hiperreflexia cutánea del TA
durante el reposo, de forma específica en sujetos con espasticidad (además de hiperreflexia
cutánea durante la flexión plantar observada en el estudio anterior; ver apartado 6.2.4). De
esta forma, se podría considerar que el reflejo cutáneo del TA podría ser una medida válida
para detectar síntomas asociados a la espasticidad en otras cohortes de pacientes en el futuro.
Sin embargo, no se ha encontrado ninguna correlación entre el grado de hipertonía o la
121
frecuencia de espasmos de Penn y la actividad de los RC, incluso a pesar de la existencia de
estudios que han identificado una asociación entre la actividad de la latencia larga del RC y el
desarrollo de espasmos tras la LM (Hiersemenzel et al., 2000; Norton et al., 2008), lo que
podría sugerir que la escala de frecuencia de espasmos de Penn podría no ser sensible para
valorar los espasmos en todas sus dimensiones. Además, la correlación encontrada entre el
grado de hipertonía medida con la escala Ashworth modificada y el efecto producido por la
vibración plantar sobre la latencia larga del RC del TA, podría indicar que el mecanismo
patofisiológico de la hiperreflexia del RC del TA está relacionado, aunque sea indirectamente,
con la hipertonía mediada por reflejos de estiramiento y un posible mecanismo de
desinhibición descendente (Taylor et al., 1997).
El reflejo H, debido a sus características, aporta información sobre los cambios en la inhibición y
excitabilidad de la motoneurona (Milanov, 1992b). De esta forma varios estudios han mostrado
un incremento de parámetros relacionados con el reflejo H en sujetos espásticos, tanto de
origen medular, como supraespinal (Aydin et al., 2005; Bakheit et al., 2003; Harburn et al.,
1992; Levin et al., 1993; Little et al., 1985; Nielsen et al., 1995; Shemesh et al., 1977), además
de haberse utilizado como medida indirecta de la espasticidad en otros tantos estudios (Kiser et
al., 2005; Rosche et al., 1997). Sin embargo, existen trabajos que no han conseguido demostrar
diferencias en la amplitud de los reflejos H entre los sujetos con espasticidad y los sujetos sanos
(Ashby et al., 1974; Murillo et al., 2011; Schindler-Ivens et al., 2004), argumentando una alta
variabilidad de esta medida o la gran cantidad de factores de confusión existentes (Voerman et
al., 2005). Además, la gran crítica que se ha realizado sobre la sensibilidad de esta medida para
evaluar la espasticidad ha sido atribuida a la falta de correlación entre el reflejo H y las escalas
clínicas de espasticidad (Katz et al., 1992; Levin et al., 1993; Morita et al., 2001; Pisano et al.,
2000; Shemesh et al., 1977), a pesar de las modestas correlaciones en los estudios de Allison y
Abraham y de Milanov (Allison et al., 1995; Milanov, 1999). En nuestro estudio, la amplitud del
reflejo H del sóleo en los sujetos con espasticidad, o su modulación durante la flexión plantar,
no fue diferente a la encontrada en los sujetos voluntarios sanos o los pacientes con LMi sin la
presencia de signos clínicos de espasticidad. Sin embargo, sorprendentemente se ha observado
una correlación moderada entre la escala de Ashworth modificada y la amplitud de los reflejos
H del sóleo, tanto en el reposo (ρ=0,79) como durante la flexión plantar isométrica (ρ=0,62),
que podría ser explicada por la preservación de la musculatura del sóleo o por la afectación
parcial de la médula, características principales que predominan en todos los pacientes de
nuestra muestra. De esta forma, según los resultados de este estudio, parece ser que la
combinación del reflejo cutáneo del TA, junto con la cuantificación del reflejo H a la intensidad
122
Discusión
del 25% de la máxima onda M (ver apartado de material y métodos 5.3.2), podría ser una
medida válida para la detección y cuantificación de la espasticidad clínica de este tipo de
pacientes.
A pesar de los buenos resultados clínicos obtenidos con la administración del Baclofeno (Elovic,
2001; Rekand, 2010) y de la reducción del reflejo H (Aydin et al., 2005; Bhargava, 1991;
Macdonell et al., 1989; Orsnes et al., 2000b; Stokic et al., 2007), aún no se conoce con exactitud
los mecanismos que subyacen y median sobre estos efectos. De hecho, la acción del Baclofeno
parece no efectuarse a través de la inhibición presináptica (Orsnes et al., 2000a). Según los
datos de nuestro estudio, existe una tendencia (aunque no significativa) a una menor
hiperreflexia cutánea de los pacientes con espasticidad tratados con Baclofeno. Sin embargo,
los pacientes sin espasticidad obtuvieron una mayor inhibición de la latencia larga del reflejo
cutáneo de TA, con la aplicación de vibración, que los pacientes espásticos tratados con
Baclofeno. Esto podría sugerir que el Baclofeno y la vibración podrían compartir mecanismos
de acción comunes sobre los circuitos neuronales medulares, pudiendo explicar que la
vibración plantar no tuviera efecto sobre aquellos pacientes que previamente ya habían
mostrado inhibición del RC con la administración del Baclofeno.
123
La relación encontrada en otros estudios (Dietz et al., 2009) entre los RC y la función muscular,
así como la mejoría de variables clínicas asociadas a la espasticidad tras la aplicación de
vibración (Murillo et al., 2011) o TENS (Goulet et al., 1996; Levin et al., 1992; Potisk et al.,
1995), indican que la normalización de la actividad de los circuitos reflejos espinales por medio
de la estimulación aferente podría ser una buena estrategia para el tratamiento de la
espasticidad. Sin embargo, en este estudio únicamente se han medido los efectos de la
estimulación aferente durante el periodo de estimulación, por lo que sería necesario
desarrollar estudios que evaluasen la presencia de efectos más allá de la duración del estímulo.
En otros estudios se han observado efectos de hasta 45 minutos tras una sola sesión (Potisk et
al., 1995) y estos efectos podrían amplificarse y prolongarse ante sesiones repetidas (Aydin et
al., 2005). Por otra parte, los diferentes grados de inhibición mostrada durante el reposo
(mediante vibración) o durante la flexión plantar isométrica (mediante vibración y TENS)
sugieren que la aplicación de la estimulación aferente durante la realización de tareas motrices
programadas o funcionales podría ser la clave para una mayor modulación del SNC.
Finalmente, el desarrollo de nuevos estudios que comparasen los efectos comunes producidos
a nivel neurofisiológico entre el Baclofeno y las distintas técnicas de estimulación aferente
(Aydin et al., 2005), ayudarían a profundizar en el conocimiento de los mecanismos de acción
de estas terapias y podrían determinar la posibilidad de que la estimulación aferente pudiera
utilizarse como tratamiento coadyuvante que permitiera complementar o reducir la dosis de la
ingesta oral de Baclofeno. Sin embargo, es indispensable el diseño de nuevos estudios que
confirmen estas hipótesis y evidencien los efectos de la estimulación aferente sobre variables
clínicas y funcionales relacionadas con la espasticidad en el paciente con LMi.
124
Discusión
durante todo este periodo. Además, se detectó una hiperreflexia cutánea flexora, que se
correlaciona con la debilidad de los músculos extensores, y una desinhibición del RC flexor
durante el movimiento voluntario de flexión plantar. Por otra parte, la estimulación plantar
propioceptiva y cutánea con vibración y TENS redujo de forma específica los reflejos
exagerados observados en los pacientes con espasticidad, mientras que apenas tuvo efecto
sobre los pacientes sin espasticidad o los sujetos controles sanos. Además, se observó una
correlación entre el efecto producido por la vibración sobre el RC y el grado de hipertonía que
presentaban los pacientes con espasticidad, de tal forma que los pacientes con mayor
hipertonía mostraron mayor porcentaje de inhibición del reflejo planta-TA.
El estudio del músculo TA ha demostrado ser sensible al desarrollo de los signos relacionados
con la espasticidad tras la LM, tanto en los hallazgos encontrados en su coactivación, como en
la hiperreflexia cutánea. A pesar de que clínicamente se ha señalado que el TS presenta mayor
hipertonía, este hecho ha sido vinculado con el desarrollo de contractura muscular y no por el
aumento de excitabilidad refleja (Dietz et al., 2007). El músculo TA presenta varios mecanismos
específicos para su control motor. Recibe, por ejemplo, un mayor control desde el tracto
corticoespinal que otros músculos (Brouwer et al., 1992), siendo útil para el diagnóstico de la
función o la recuperación motriz tras la LM (Diehl et al., 2006; Hansen et al., 2005). Además, se
ha detectado un “campo receptivo del reflejo” en la planta del pie mayor que el de los
músculos extensores (Sonnenborg et al., 2000). Por último, se ha atribuido un papel inhibitorio
específico de los receptores GABA sobre las motoneuronas del TA en ratas experimentales
(Khristy et al., 2009). En su conjunto, todos estos estudios sugieren que el músculo TA podría
ofrecer más información diagnóstica para el estudio y comprensión de los mecanismos
subyacentes a la espasticidad tras la LMi.
125
et al., 1989). Sin embargo, podría ser que las escalas basadas en la severidad de espasmos
(aunque no validadas) (Benz et al., 2005) pudieran ser más apropiadas para detectar una
relación entre la actividad de los RC con la frecuencia de los espasmos. De esta forma, la
identificación precoz del desarrollo de los espasmos, como posible signo clave de la
espasticidad, se torna fundamental para el entendimiento de su impacto, tanto sobre los
mecanismos neurofisiológicos medulares de control del movimiento voluntario, como del
estado clínico del paciente.
Los estudios de esta tesis han identificado nuevas medidas diagnósticas de los signos asociados
a la espasticidad tras la LMi que han sido registrados durante tareas de movimiento voluntario.
La medición del ratio de la coactivación del TA, medida al 75% y al 25% del TMV de flexión
plantar, podría aportar nueva información sobre posibles mecanismos maladaptativos
involucrados en el desarrollo de la espasticidad o ser considerada como una medida indirecta
de la interferencia de los espasmos sobre la fisiología del control motor voluntario. Sin
embargo, esta medida debería ser validada con el diseño de estudios específicos que
dispusieran de un tamaño muestral mayor y durante el movimiento de dorsiflexión, donde se
evaluara el efecto de la coactivación sobre el TS.
También se ha identificado la hiperactividad del reflejo cutáneo del TA como una medida
específica de los pacientes con espasticidad, aunque en la primera serie de pacientes (n=9,
Estudio II) únicamente se pudo demostrar hiperactividad durante la flexión plantar. En la
segunda serie de pacientes (n=14, Estudio III) se demostró además una hiperreflexia flexora
específica durante el reposo. La diferencia entre los dos estudios probablemente sea atribuible
a la mayor potencia estadística que se emplea en el último, debido al mayor tamaño de la
muestra.
126
Discusión
respuesta refleja del TA y las variables cinemáticas del tobillo durante la marcha en sujetos
voluntarios sanos (Duysens et al., 1992) o el grado de actividad de los RC medulares con la
actividad locomotriz de pacientes con LM (Dietz et al., 2009).
Por otra parte, el reflejo H del sóleo, a pesar de que no ha manifestado diferencias en su
actividad entre los pacientes sin y con espasticidad, y de que no ha mostrado modulación ante
los estímulos cutáneos y propioceptivos, sí que ha mostrado una fuerte correlación con la
hipertonía clínica de los sujetos espásticos medida con la escala de Ashworth modificada. Esto
podría sugerir la necesidad de combinar diferentes medidas neurofisiológicas de los reflejos H y
los RC, para poder aproximarnos a una mejor cuantificación objetiva del grado de espasticidad
de los pacientes con LMi, o incluso confirmar cambios en los mecanismos centrales, en lugar de
alteraciones mecánicas del propio músculo (Dietz et al., 2007). De todas formas, es necesario
destacar la necesidad de la realización de nuevos estudios que cuantifiquen longitudinalmente
la actividad y modulación de los reflejos cutáneos en las diferentes fases tras la LMi, tal y como
sugieren Hiersemenzel et al. (Hiersemenzel et al., 2000).
A pesar de que la debilidad muscular está vinculada a la espasticidad como uno de los síntomas
negativos del síndrome de la motoneurona superior (Sheean, 2002), en ninguno de los estudios
realizados se han mostrado diferencias entre la fuerza máxima de flexión plantar de pacientes
sin y con espasticidad. Sin embargo, se ha observado una paresia del TA en los pacientes con
espasticidad, evidenciada como una menor actividad durante la contracción voluntaria máxima
de flexión dorsal, y una disminución del torque máximo voluntario de flexión plantar vinculado
a la hiperreflexia cutánea del TA. Estudios realizados en niños con parálisis cerebral espástica
han mostrado un mayor nivel de hipertonía, junto con una menor producción de fuerza flexora
y extensora (Engsberg et al., 2000) respecto a sujetos controles sanos. También se ha mostrado
cómo afecta la hiperexcitabilidad del reflejo de estiramiento en la producción de fuerza
muscular (Poon et al., 2009), aunque no se ha llegado a observar una relación significativa
entre la severidad de la espasticidad y la producción de fuerza muscular (Poon et al., 2009; Ross
et al., 2002). En este sentido, son necesarios un mayor número de estudios que investiguen
sobre los mecanismos por los cuales la espasticidad, o alguno de sus signos asociados,
repercuten en la producción de fuerza en los pacientes con LMi y espasticidad, con objeto de
poder así establecer dianas terapéuticas que permitan reducir el impacto de la espasticidad
sobre la función motriz.
127
Por otra parte, la metodología del segundo estudio ha demostrado su utilidad para detectar,
mediante la alteración de los reflejos cutáneos, una desinhibición medular en pacientes con
LMi y espasticidad. Esto ha permitido establecer la diana terapéutica de la hiperreflexia del TA,
así como la debilidad asociada del TS observada en los pacientes con espasticidad. Según esto,
la inhibición específica que tienda a normalizar estos patrones de modulación alterados por la
espasticidad, sería clave para el desarrollo de nuevas estrategias de tratamiento de la
espasticidad en el futuro.
El valor de los resultados a nivel terapéutico encontrados en esta tesis doctoral no reside
únicamente en la activación de las vías aferentes plantares y su repercusión en la modulación
de la espasticidad, evaluada en el último estudio, sino que también se han puesto de
manifiesto una serie de alteraciones fisiológicas, hasta ahora desconocidas, que se producirían
con el desarrollo de la espasticidad y que su futura modulación permitiría actuar de forma
específica sobre aquellos signos que más interfieren en la funcionalidad del paciente con LMi y
espasticidad. De esta forma, el éxito de las futuras técnicas de neuro-rehabilitación, que
pretendan promover la actividad residual descendente o la función motriz medular,
dependerán de la identificación precoz de las respuestas motrices adaptativas por debajo del
nivel de la lesión y de la detección de signos de la espasticidad que interfieran en el
movimiento residual.
Las principales limitaciones de los tres estudios que componen esta tesis doctoral se basan en
la dificultad en el reclutamiento de pacientes, debido a los estrictos criterios de inclusión
establecidos. De esta forma, existe un tamaño muestral limitado de pacientes, con
128
Discusión
características clínicas variables, en cuanto al nivel de lesión, etiología o evolución; además del
paciente con síndrome de Guillain-Barré que fue incluido en el primer estudio. Sin embargo, el
tamaño muestral utilizado y la diversidad en las características de los sujetos en los estudios
previos sobre fisiopatología de la LM, como por ejemplo los estudios de reflejos cutáneos
(Jones et al., 1994; Knikou, 2007a; Spaich et al., 2006), es similar al empleado en las
investigaciones de esta tesis.
Otro aspecto a tener en cuenta, es que la mayoría de los pacientes reclutados en estos estudios
se encuentran en la etapa subaguda de la LMi (alrededor de los 6 meses). Según el estudio de
Hiersemenzel et al., la hiperreflexia aumenta en la fase subaguda de la LM, pero disminuye en
la fase crónica (Hiersemenzel et al., 2000), por lo que, según este estudio, nuestros resultados
no serían aplicables a pacientes con espasticidad crónica. Sin embargo, existen otros estudios
que han observado desinhibición de reflejos en pacientes con LM crónica (Jones et al., 1994).
Los hallazgos encontrados en esta tesis doctoral plantean nuevos interrogantes que deberían
ser respondidos con el desarrollo de nuevas líneas de investigación. El empleo de un
dinamómetro que valore la medición de la fuerza de flexión dorsal abriría la posibilidad de
cuantificar la coactivación del TS sobre la contracción agonista del TA, ayudando a
complementar la información sobre el papel de los mecanismos de inhibición recíproca en el
desarrollo de la espasticidad. Además, podrían plantearse estudios cuyo objeto sea la
modulación de los reflejos cutáneos durante el movimiento de flexión dorsal, permitiendo
desvelar el papel de los reflejos extensores en los mecanismos de inhibición de la médula y su
repercusión en el desarrollo de espasticidad tras la LM.
Por otra parte, la relación observada entre la hiperreflexia cutánea del TA y la debilidad del TS
anima al desarrollo de estudios que vinculen los reflejos cutáneos flexores con medidas clínicas
o funcionales de espasticidad, como por ejemplo la locomoción. De esta forma aumentaría el
129
conocimiento de los mecanismos fisiopatológicos que subyacen a cada signo así como la
mejora en su diagnóstico y cuantificación.
130
8. CONCLUSIONES
131
132
Conclusiones
1. Los pacientes con lesión medular incompleta subaguda, con un tiempo de evolución de
entre 2 y 5 meses, y con nivel de lesión entre C4 y L3, presentan un mecanismo
adaptativo que consiste en un aumento en la ganancia de la coactivación del tibial
anterior dependiente de la intensidad de contracción antagonista, que se degrada con
el desarrollo de espasmos e hipertonía, independientemente de la paresia, que se
mantuvo constante durante todo el estudio. (Estudio I).
2. El ratio entre la coactivación del tibial anterior calculado al 75% y al 25% del torque
máximo voluntario de flexión plantar es una medida útil para detectar cambios en
medidas asociadas a la neuroplasticidad maladaptativa, relacionada con el desarrollo
de la espasticidad. (Estudio I).
3. Los pacientes con lesión medular incompleta y espasticidad muestran una mayor
actividad del reflejo cutáneo plantar del tibial anterior durante el reposo y la flexión
plantar. (Estudios II y III).
4. Los sujetos voluntarios sanos y los pacientes con lesión medular incompleta sin
espasticidad presentan una inhibición del reflejo cutáneo planta-tibial anterior durante
el movimiento voluntario de flexión plantar que está ausente en pacientes con
espasticidad. (Estudio II).
6. Los pacientes con lesión medular incompleta con espasticidad que están medicados
con Baclofeno oral presentan mayor fuerza extensora, así como una tendencia a una
menor hiperreflexia cutánea flexora, en comparación con los pacientes que no toman
este fármaco. (Estudio II).
7. La aplicación de vibración a 80Hz sobre la planta del pie reduce la hiperreflexia cutánea
flexora durante el reposo y la flexión plantar, mientras que la estimulación TENS inhibe
esta actividad únicamente durante la flexión plantar. Ninguna de las dos estimulaciones
aplicadas en la planta del pie altera el tamaño del reflejo H del sóleo. (Estudio III).
133
Conclusiones
9. La mayor actividad del reflejo cutáneo flexor en los pacientes con espasticidad y la
correlación entre la amplitud del reflejo H del sóleo y el grado de hipertonía son
hallazgos clínico-patológicos que podrían ser de utilidad para detectar y cuantificar la
espasticidad de los pacientes con lesión medular incompleta. (Estudio III).
10. Los pacientes con lesión medular incompleta con espasticidad que están medicados
con Baclofeno oral obtienen, con la aplicación vibración plantar, una menor inhibición
del reflejo cutáneo flexor. Asimismo, la inhibición del reflejo cutáneo del tibial anterior
con vibración plantar podría estar mediada por mecanismos medulares similares a los
activados por el Baclofeno oral. (Estudio III).
134
9. BIBLIOGRAFÍA
135
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10. ANEXOS
165
166
10.1 ANEXO 1
167
168
HOJA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO PARA EL PROYECTO:
Para satisfacción de los Derechos del Paciente, como instrumento favorecedor del correcto uso de los
Procedimientos Diagnósticos y Terapéuticos , y en cumplimiento de la Ley General de Sanidad.
Entiendo que este consentimiento puede ser revocado por mí en cualquier momento antes de la
realización del procedimiento.
Y, para que así conste, firmo el presente documento. Toledo, a ............ de ........................ de 20.....
169
170
10.2 ANEXO 2
171
172
173
174
10.3 ANEXO 3
175
176
FICHA DE VALORACIÓN DEL PACIENTE:
Nombre: ............................................................................. NHC: ...........
Miembro evaluado: ............................... Fecha: …………..
Articulaciones evaluadas: Tobillo- Rodilla-Cadera
Ligero aumento de la respuesta del músculo al movimiento (flexión ó extensión) visible con
1
la palpación o relajación, o solo mínima resistencia al final del arco del movimiento.
Notable incremento en la resistencia del músculo durante la mayor parte del arco de
2
movimiento articular, pero la articulación se mueve fácilmente.
4 Las partes afectadas están rígidas en flexión o extensión cuando se mueven pasivamente
0 Sin espasmos
1 Espasmos inducidos solamente por un estímulo
2 Espasmos que ocurren menos de una vez cada hora
3 Espasmos que ocurren más de una vez cada hora
4 Espasmos que ocurren más de 10 veces cada hora
GRADO TA TS
0 Ausencia de contracción muscular
177
178
10.4 ANEXO 4
ARTÍCULOS PUBLICADOS
179
180
10.4.1
181
182
10.4.2
193
194
10.4.3
205