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ABORTO: UN BIEN SOCIAL

Por los argumentos anteriores he modificado mi manera de pensar en cuanto al aborto como algo malo y triste, o como
algo inmoral pero necesario. Prefiero en cambio que el relato se convierta en algo normal, común y que hace a la vida
reproductiva de las mujeres hoy, mañana, ayer y siempre desde que la mujer es mujer. Legal o ilegal, la mujer apela al
aborto cuando no puede seguir adelante con ese embarazo. Por ello el aborto debe ser considerado como una parte
importante del cuidado de la salud en general y reproductiva en particular. Tener hijos o tener abortos forma parte de la
biografía de las mujeres y no le cabe a la medicina o a las leyes decidir cuándo darles la espalda.

El aborto forma parte de la medicina reproductiva y no puede ni debe ser su antítesis. El aborto es necesario y no es un
mal sino un bien social. Aborto y maternidad van de la mano. La libertad de ser madre implica la libertad de no serlo.

En este sentido, es iluminador el relato de la filósofa Judith Jarvis Thompson citada anteriormente, quien propone una
hipotética situación en la cual una mañana cualquiera, usted se despierta conectado a una persona o, mejor aún, a una
personalidad de nuestra sociedad que estará conectada a usted por meses o años y que, sin su ayuda, moriría. Si usted
se negara a vivir con él y por lo tanto pidiera la desconexión de su cuerpo del suyo, esta persona moriría. No moriría por
muerte propia, sino que usted sería el causante de esta muerte y como tal sería penado por la ley.

Se siguen, de aquí, las preguntas y las reflexiones... ¿se sentiría usted moralmente vinculado como para acceder a esta
situación? No cabe duda de que sería muy amable de su parte si lo hiciera, y demostraría una enorme bondad. ¿Pero
usted siente que la sociedad tiene el derecho de obligarlo sin opciones a esta alternativa? ¿Qué pasa si no fueran nueve
meses, sino nueve años o todavía más?, ¿qué pasa si la sociedad le dijera que lamenta la situación, pero ahora tiene que
mantenerse conectada a esa persona y en caso contrario si usted decidiera la desconexión sería penada por la ley e iría
presa?

Este ejemplo marca la exacta filosofía del provida: la mujer no tiene derecho a su cuerpo, todas las personas tienen
derecho a la vida, y este derecho de las personas es superior al derecho de lo que acontece en su cuerpo.

No me preocupa su respuesta. Supongo que habrá distintas respuestas de acuerdo con los valores de cada uno. Lo cierto
es que el argumento propuesto por la filósofa Thompson es fascinante para demostrar el grado de coerción que la
sociedad, políticos, y legisladores ejercen sobre la mujer en nuestro país y en la región. El dilema, por lo tanto, es si
vamos a darle más derechos a un zigoto, a un embrión, a un feto o a una mujer. Por ello, quitarle los derechos a una
mujer por un embarazo es a todas luces un atropello.

Por otro lado, ninguna mujer estaría obligada a abortar. Lo lamentable es que un grupo minoritario de personas, la
mayor parte de las veces radicales, auto manifestándose en favor de la vida, quiere imponer a toda la sociedad la idea
de que el aborto es un asesinato, que una nueva célula es una persona, que el aborto es una industria o que el aborto es
una amenaza para la sociedad. Esta manera de pensar me resulta totalitarista y no democrática. Para colmo, la mayoría
de estas personas no son libres pensadores, sino que tienen fuertes conflictos de intereses con las religiones. Es
insostenible que estos señores anden tranquilos por la vida con respuestas políticamente correctas, mientras que
quienes quieran despenalizar el aborto siempre estén justificándose o acepten pasivamente que la mujer sea relegada a
la clandestinidad, la discriminación o la vergüenza.

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