Besse, J. Proceso y Diseño en La Construcción Del Objeto

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EPISTEMOLOGÍA

FRONTERIZA

Puntuaciones sobre teoría, método


y técnica en ciencias sociales

Cora Escolar y Juan Besse


Coordinadores
Cora Escolar
Epistemología fronteriza. - 1a ed. - Buenos Aires : Eudeba, 2011.
192 p. ; 23x16 cm. - (Lectores)

ISBN 978-950-23-1785-4

1. Epistemología. I. Título.
CDD 121

Eudeba
Universidad de Buenos Aires

1ª edición: 2011

© 2011
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4383-8025 / Fax: 4383-2202
www.eudeba.com.ar

Imagen de tapa: Pangolín de Pablo Besse.


Diseño de tapa: Troopers
Corrección general: Eudeba

Impreso en la Argentina
Hecho el depósito que establece la ley 11.723

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en


un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio,
electrónico, mecánico, fotocopias u otros métodos, sin el permiso previo del editor.
Capítulo 5
PROCESO Y DISEÑO EN LA CONSTRUCCIÓN DEL
OBJETO DE INVESTIGACIÓN: LAS COSTURAS DE
FRANKENSTEIN O UN ENTRE-DOS QUE NO HACE DOS*

Juan Besse

Tras días y noches de increíble trabajo y fatiga, logré averiguar la causa de


la generación de la vida; y más aún, conseguí dotar de animación a la materia
inerte. [...] Pero este descubrimiento era tan grande y abrumador que
enseguida olvidé las etapas que gradualmente me habían conducido a él,
y sólo tuve ojos para el resultado.

Víctor Frankenstein
Mary Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo

I. Razones introductorias

Discernir los niveles epistemológico, metodológico y tecnológico mediante los


cuales se lleva a cabo el trabajo investigativo hace al establecimiento de una

* El presente capítulo surgió de las costuras de notas sueltas y pasajes de trabajos preexistentes.
Las lecturas y consideraciones de Cecilia Ros y Miriam Wlosko respecto de algunos de esos
escritos fueron un envite a dar forma a este trabajo. Cora Escolar y Juan Samaja hicieron lo
suyo gracias a una enseñanza perdurable.

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Juan Besse

analítica de la investigación, sin la cual la metodología –como saber– corre el riesgo


de ser capturada o, lo que es peor, reducida por los otros niveles, dificultando
de ese modo el entendimiento o la aprehensión de la complejidad de la lógica
de las prácticas de investigación social. Para Jesús Ibáñez, que lee a Bourdieu,
Chamboredon y Passeron, que a su vez leen a Bachelard, “la tecnología nos da
razón de cómo se hace. Pero antes de plantear el problema de cómo se hace, hay
que haber planteado los problemas de por qué se hace así (nivel metodológico) y
para qué o para quién se hace (nivel epistemológico). Bourdieu señala tres opera-
ciones necesarias para el dominio científico de los hechos sociales: una ‘conquista
contra la ilusión del saber inmediato’ (epistemológica), una ‘construcción teórica’
(metodológica) y una ‘comprobación empírica’ (tecnológica). Las tres opera-
ciones están jerarquizadas. Cada una da razón de las siguientes, construye un
metalenguaje sobre ellas. Bourdieu se inspira en Bachelard, para quien el hecho
científico se conquista, construye y comprueba”.1
Decir que el hecho científico se conquista, construye y comprueba es estable-
cer anterioridades donde lo lógico prima sobre lo cronológico. Si hay en juego
una temporalidad, se trata de una temporalidad lógica no expresable de manera
directa en un tiempo cronológico, el de la mera temporalidad ordinaria. Como
recurso grotesco, algo así como decir: el lunes conquisto, el martes construyo y
el miércoles compruebo. La comprobación supone lógicamente la construcción y
esta última la conquista del objeto. Según Badiou, “en una concepción experimen-
talista de la ciencia como la de Bachelard para la física o la de Canguilhem para
la fisiología, el ‘hecho’ experimental es él mismo un artefacto: es una escansión
material de la prueba y nunca la preexiste”.2

1. Jesús Ibáñez (1996) [1986], pp. 51-52. Véase El Oficio de Sociólogo de Pierre Bourdieu,
Jean-Claude Chamboredon y Jean-Claude Passeron (1992) [1973]. En la introducción
de este último libro, denominada “Epistemología y metodología”, los autores señalan que
“establecer, con Bachelard, que el hecho científico se conquista, construye y comprueba, implica
rechazar al mismo tiempo el empirismo que reduce el acto científico a una comprobación y
el convencionalismo que sólo le opone los preámbulos de la construcción. A causa de recor-
dar el imperativo de la comprobación, enfrentando la tradición especulativa de la filosofía
social de la cual debe liberarse, la comunidad sociológica persiste en olvidar hoy la jerarquía
epistemológica de los actos científicos que subordina la comprobación a la construcción y
la construcción a la ruptura: en el caso de una ciencia experimental, la simple remisión a la
prueba experimental no es sino tautológica en tanto no se acompañe de un explicación de los
supuestos teóricos que fundamentan una verdadera experimentación, y esta explicitación no
adquiere poder heurístico en tanto no se adhiera la explicitación de los obstáculos epistemo-
lógicos que se presentan bajo una forma específica en cada práctica científica” (los destacados
son míos); Bourdieu, Chamboredon y Passeron (1992) [1973], p. 25.
2. Alain Badiou (2009) [2007, 1969], p. 54.

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Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

Destaco entonces que lo que define la entidad de una práctica de inves-


tigación es el anudamiento necesario entre la teoría, el método y la técnica,3
nudo siempre singular, cuyo devenir –en tanto anudamiento– da lugar a lo que
suele denominarse el proceso de investigación. La materialización de las acciones
que hacen dicho proceso y las decisiones racionales de diseño que lo puntúan
presuponen el enlazamiento de los tres niveles, operaciones y modalidades que
Ibáñez señalara:

Relación Niveles Operaciones Modalidades


1 teoría Epistemológico Conquista (epistémica) Para qué / para quién
2 método Metodológico Construcción (teórica) Por qué (se hace así)
3 técnica Tecnológico Comprobación (empírica) Cómo

Cada uno de esos tres niveles, que es solidario de los otros, le imprime a
cada momento del proceso de investigación una primacía relativa que se despliega
peculiarmente, con énfasis distintivos, en la práctica de diseño. Se trata entonces
de puntualizar aspectos propios de los tiempos y las operaciones conceptuales y
prácticas de la construcción del objeto en el proceso de investigación. La cuestión es
entonces transmitir la complejidad de las relaciones entre:

• los niveles (epistemológico, metodológico, tecnológico)


• las operaciones (conquista contra la ilusión del saber inmediato, es decir
las relaciones entre la ruptura, el obstáculo y la vigilancia epistemológica;
construcción teórica del objeto de estudio y comprobación empírica del
mismo mediante la obtención y procesamiento de información) y
• las modalidades (cómo, por qué, para qué y para quién)

Es ya un lugar establecido de la retórica4 construccionista, la postulación


de relaciones entre teoría, método y técnica en el trabajo de constitución del
objeto de estudio. Dichas relaciones suelen ser enunciadas como la relación
T-M-T, entendiéndose así una cierta universalización del interjuego y por

3. Sobre este punto en particular, véase Cora Escolar (2000).


4. No sólo en el sentido de giros argumentales que fundan una posición sino también como
retórica especulativa, dice Quignard, “tradición letrada antifilosófica que recorre toda la
historia occidental desde la invención de la filosofía”; Pascal Quignard (2006) [1994], p. 9.
Pienso que hay en Bourdieu, como emblema de algunos otros, y su estilo de trabajo intelectual
ciertas trazas de esta filiación retórica.

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Juan Besse

ende su carácter necesario. Se trata entonces de relaciones contingentes que en


la medida que den a luz un producto se dirá que han sido o devenido necesarias.
Así, pensando en la transmisión de ese carácter necesario de la relación
teoría, método, técnica, surgió la potencia de ciertas figuras topológicas que logran
no sólo graficar las relaciones entre los elementos sino dar cuenta de la consistencia del
anudamiento que rebasa lo imaginario de los vínculos y se proyecta sobre la escritura
del proceso de investigación y por lo tanto sobre su producto. La idea es que las figuras
que se usan para mostrar modos de relación eviten abordajes simplificadores
que conduzcan por una parte, a pensar una aprehensión independiente de la
teoría, del método y de la técnica en el proceso de investigación y por otra, a una
escisión entre el proceso de investigación y la producción tanto del objeto como
del sujeto de la investigación.5
Al buscar figuras lógicas de transmisión del enunciado ‘si hay investigación
hay anudamiento’, la topología6 pero también sus usos tal como ha sido utilizada
por ejemplo por Lacan en un campo distinto al de la matemática, muestra su
fecundidad para otros usos.7 Guitart, como matemático, realiza al respecto una
indicación pertinente –y estimulante para el campo de las ciencias sociales–
cuando dice “el alcance de lo que Lacan [hace] puede verse en la necesidad de
proponernos con sus elaboraciones en torno a objetos matemáticos, como la
banda de Moebius y el entrelazamiento borromeo, no es tanto del orden de la
topología (elaboración de los discursos sobre la cuestión de los lugares) como
de lo que yo llamaría logotopía (elaboración de lugares sobre la cuestión de los
discursos)”.8 Entre esas figuras topológicas, o si seguimos a Guitart, logotópicas,
la del anudamiento borromeo permite visualizar un entre tres que no hace tres.9

5. La enseñanza de la metodología por vía de inventario suele desembocar en modos de


rubricar, por parte del enseñante o del investigador, imágenes de desresponsabilización sub-
jetiva (y por tanto objetiva) respecto del objeto construido en la práctica de investigación.
El investigador suele “aparecer” como mero mediador entre el objeto y el conocimiento.
6. Una semblanza accesible sobre los nudos puede consultarse en Ian Stewart (2004) [1987].
7. Cabe señalar aquí los riesgos de imaginarización que pueden producir esas figuras si no se
marcan adecuadamente ciertos principios que reduzcan la tentación de pensarlas como nuevas
formas de sutura o dialectización que terminan invitando a los siempre buscados efectos de
cierre, en el sentido de un completamiento sin punto ciego.
8. René Guitart (2003) [2000], p. 44.
9. Los nudos borromeos son figuras topológicas que fueron desarrolladas conceptualmente por
Jacques Lacan para matematizar (matemizar) la enseñanza del psicoanálisis a partir de 1972 y, de
ese modo, transmitir un saber que paradójicamente no puede reducirse, en tanto saber clínico,
a una mera enseñanza. En ese sentido algunas figuras topológicas permiten graficar relaciones
complejas y enfatizar el carácter analítico de las distinciones, siempre proclives –a fuerza de
prácticas– a sustantivarse. La denominación debe su nombre a una figura presente en el blasón

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Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

Tres que sólo es posible enlazar mediante la construcción de un cuarto térmi-


no; es decir algún grado de –dispénsese el neologismo– efectuación del sujeto de
investigación, esto es un sujeto investigador. Donde el término investigador hace
referencia a algo que es necesario producir cada vez y no a una sustancia o una
facultad pre-existente, anterior y exterior a la práctica de investigación misma.
Con esto queda establecido como supuesto que no sólo el objeto de investigación
es del orden del efecto sino que el sujeto también lo es.10

de la familia milanesa Borromeo, consistente en una “‘cadena de tres, tal que al desatar uno de
los anillos de esta cadena los otros dos se deshacen’ [...] y si los nudos borromeos interesan es
a causa de su función esencial, ‘es decir, del tipo paradójico de enlace que instituyen’: ‘ ¿Qué
es una topología? Una topología –declarará Lacan en su charla el Savoir du psychanaliste– es
algo que tiene una definición matemática. La topología es lo que se aborda en primer lugar
mediante relaciones no métricas, relaciones deformables. Propiamente hablando, es el caso de
esas especies de círculos blandos [...] cada uno es una cosa cerrada blanda que se sostiene por
estar encadenada a las otras. Nada se sostiene solo. Esta topología, por su inserción matemática, está
ligada a relaciones de significancia, es decir, que es en tanto que esos tres términos son tres que vemos
que por la presencia del tercero se establece una relación entre los otros dos. Es esto lo que quiere decir
el nudo borromeo’” (destacados nuestros); Claude Conté (1996) [1993], p. 88. Asimismo, “el
nudo procede de un método emparentado con el de la ciencia: el método que cobra consistencia
gracias a una dimensión por la cual pasamos de la demostración a la mostración, es decir, a una
evidencia que ya no obedece únicamente a la calidad imaginaria de la demostración sino también
a la calidad de lo real”; Charles Melman (2003) [2001], p. 85. Por tal razón no se trataría de una
mera ilustración, una imagen pertinente. Así los dibujos como medios para hacer efectiva una
representación gráfica ponen en escena una captura imaginaria, pero al tratarse de una escritura
ya introducen “el simbolismo”. En esa dirección, Granon-Lafont afirma que “Lacan demanda
del nudo borromeo explicar, formalizar relaciones que por lo demás no están escritas. El nudo
no ilustra las relaciones entre los términos, las crea”; Jeanne Granon-Lafont (1999) [1987], p. 142.
10. Según Foucault el conocimiento es un “efecto de superficie”; su invención –en los términos
sostenidos por Foucault– comporta una doble ruptura. Ruptura con la naturaleza humana pero
también con la naturaleza de la cosas. Con la naturaleza humana, porque el sujeto de conocimiento
no es del mismo nivel que ‘la’ o al menos una naturaleza humana (ya sea se entienda por natura-
leza humana una determinada estructura anatómica y fisiológica compleja caracterizada por un
atributo sutil como el prensilismo; una co-pertenencia entre lo humano y el orden simbólico; la
posesión de un aparato para proferir el lenguaje; el hecho de ser seres hablantes) sino que entraña
un plus. Ruptura con la naturaleza de las cosas porque el conocimiento tampoco se desprende de
la naturaleza de las cosas, las cosas no reclaman ser conocidas y esto ni aunque las cosas humanas
se definan por su estar en la lengua o posean el atributo del habla o la potencialidad de ser dichas.
En tal sentido, Foucault no desconoce la existencia de una materialidad –de hecho– independien-
te del acto de conocimiento, materialidad que pre-existe al trabajo de constituir el objeto sino
que enfatiza el argumento de que el conocimiento sólo es posible mediante la distancia o mejor
dicho el proceso de producir un distanciamiento entre un sujeto y un objeto que se producirían
con el acto mismo de conocer, pauta que nos es brindada por el lenguaje: conocer es co-nacer;

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Juan Besse

En síntesis, el anudamiento entre teoría, método y técnica que posibilita


llevar a cabo un proceso de investigación y la construcción de un objeto se pro-
duce simultáneamente con la ‘efectuación’ del sujeto.11
En ese sentido, el proceso de investigación que conduce a la construcción
del objeto es un proceso tridimensional, a la vez epistemológico, metodológico
y tecnológico. Así como de un objeto tridimensional no cabría preguntar si es
ancho o largo porque es ancho, largo y alto; respecto de un proceso de investi-
gación no cabe preguntar si es teórico o empírico, no cabe tampoco escindir la
teoría del método o éste último de la técnica.

II. Los usos del término proceso de investigación

Una vía fecunda para abordar la noción de proceso de investigación es descom-


poner el término a partir de múltiples cruces. Así, un camino es el rastreo en
algunas definiciones de sus marcas etimológicas pero también de su historia
conceptual, tanto desde el punto de vista de su significado referencial (un abor-
daje semántico) como de los usos efectivos en el campo científico y con mayor
énfasis en el campo de la investigación social.
La tarea entonces es tomar cierta distancia respecto del término proceso
de investigación. Como primera aproximación hacerlo no sólo en lo tocante a
su significación erudita o manualística sino también a su significancia social.12

Michel Foucault (1984) [1973]. Por ende, el sujeto no coincide con el investigador (aunque lo
presupone, es su condición necesaria pero no suficiente) y el objeto no coincide con las cosas
(aunque las presupone), se producen junto con el conocimiento en una fabricación que no es
transparente ni del todo conciente para el investigador. Está claro que Foucault sube la apuesta de
la teoría del conocimiento kantiana mediante la incorporación del poder y la historicidad. Y que
lo hace por la vía de la incorporación de elementos conceptuales provenientes del pensamiento
de Nietzsche a través de los cuales pone en perspectiva el conocimiento pero también el objeto
y el sujeto de conocimiento. Véase en este libro nuestro comentario sobre el libro de Vanden
Berghe Lacan lector de Simmel: una extraña alianza.
11. Sujeto y objeto no son causa de conocimiento sino que son del orden del efecto. O en
todo caso sujeto y objeto se encuentran en el lugar de causados uno respecto del otro pero
a condición de preservar un punto de imposibilidad: el sujeto no puede decirlo todo acerca
del objeto y el objeto no puede ser dicho todo.
12. Acerca de la significancia o insignificancia social, de manera muy preliminar, cabe decir
que los usos del término se inscriben en un orden del discurso que habría que indagar caso
por caso y que la magia del término se ve reforzada, entre otras impulsiones, por la noción
de proceso en tanto progreso. En la lengua de los argentinos, la marca del significante Proceso
de Reorganización Nacional es motivo de vacilaciones o impasses discursivos.

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Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

La eficacia simbólica del concepto le viene dada por un orden que excede las
cuestiones epistemológicas y metodológicas, es decir que su significación no se
da por el mero trámite de las razones expuestas por las teorías de la ciencia, del
conocimiento o de la investigación que circulan en las instituciones académicas
o científicas sino también por los alcances de su inscripción social. Siguiendo a
Canguilhem, la cuestión es explorar no sólo en el terreno discursivo de lo que la
ciencia dice sobre el proceso de investigación sino sobre lo que no dice o dice no.
Proceso de investigación es un término que enlaza dos significantes poli-
valentes y enraizados de un modo u otro en el habla social. Evolucionar y conocer
hacen sentir allí su escansión o corte histórico. Digamos que se trata de un con-
cepto eminentemente moderno, ilustrado, faro de luz durante al menos dos siglos.
También que se está ante una palabra encandilante. ¿De qué distintos modos el
evolucionismo –una sucesión de fases, etapas o estadios correlativos y necesarios– y
el funcionalismo –la visión de algo como un todo de partes interdependientes y
con imperativos de regulación interna– están presentes en el término? Se trata
entonces, como diría Canguilhem, de distinguir –y diferenciar– lo normal de
lo normativo y ver cómo el significado más asentado de normalización es un
producto arbitrario de la confusión entre normatividad y normativismo (en tanto
uso espúreo o explotación política o ideológica de la norma).13
Según Allouch –y la metodología como campo con aspiraciones disci-
plinarias tanto como los usos del término en dicho campo no son ajenos a este
boceto– “el término ‘proceso’ viene del latín processus que quería decir ‘progreso’;
es ‘eso que va adelante’, de allí su sentido anatómico de ‘prolongamiento’, ‘sa-
liente’, ‘divertículo’. Littré lo define como un conjunto de fenómenos concebido
como activo y organizado en el tiempo (el singular señala que esos calificativos se
refieren al conjunto como tal y no a los fenómenos). Guilbaud en su libro sobre

13. Una de las certidumbres relativas que orientan este trabajo indica que no podemos rehusar
de la normatividad pero tampoco caer en el normativismo; es decir que en esa delgada línea
se juega la diferencia entre la razón y la locura. Al respecto Legendre dice que “importa no
confundir una reflexión sobre la normatividad con el despliegue de un pensamiento normativo. La
sociología –al menos la que no es ciega a sus propios fines– ha perfeccionado suficientemente
sus métodos para favorecer esta distinción. La explotación social y política de la normatividad
es una cosa, la cuestión vital del vínculo de un sujeto con la normatividad es otra cosa. Ninguna
sociedad humana podría prescindir de poner en orden a sus sujetos” (destacados míos); Pierre
Legendre (1996) [1985], p. 11. Una aserción similar ofrece la obra de Georges Canguilhem
Lo normal y lo patológico, al distinguir entre el cuerpo normado –como cuerpo social exter-
no producido por el científico en el quehacer de su ciencia (laboratorio, estadísticas)– y el
cuerpo normativo –en tanto cuerpo capaz de innovar, de producir respuestas inéditas, esto
es, la normatividad como instrumento a través del cual el ser viviente se singulariza; véase
Guillaume Le Blanc (2004) [1998], pp. 46-66.

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Juan Besse

la cibernética da la definición siguiente: “...una teoría general de los ‘procesos’,


palabra que designa ya sea una sucesión de fenómenos, dotada de cierta coherencia
o unidad (aquí los calificativos se refieren a la sucesión como tal) ya sea la fuente
o la génesis de esta sucesión. [...] Es cierto, Freud no cerró definitivamente esta
puerta al proceso, lo cual nos puede sorprender viniendo de quien sin embargo
había reconocido que en el hombre no existía la más mínima tendencia al pro-
greso”.14 Para Allouch el proceso entendido como progreso por lo que supone
como dirección homogénea y orientada, ofusca el acto. Así, siguiendo a este
autor, Lacan, al forcluir el proceso psiquiátrico, daría lugar al acto (analítico).15
A semejanza de ese gesto teórico, en el campo de la investigación social se
puede decir que cuestionar la noción de proceso de investigación no es desestimar
su lugar sino reubicar su importancia y abrir la caja negra: desplazar la vigilancia
epistemológica desde el proceso de investigación (historicismo que cree que el
sentido viene del pasado) hacia el acto investigativo (cuya marca es historizante
y no historicista).16 Y tal vez este reavivo del acto de investigación no sea otra cosa
que la necesidad de “perder apoyo” en el proceso, reducir su hipostasía en el
discurso metodológico de la ciencia y por prolongación en el de la ciencia social,
afín a lo que Samaja sugiere cuando dice “la actividad investigativa efectúa una
modificación en el sistema originario de observables y de representaciones del
objeto de estudio. Efectuadas las actividades y producido el resultado, el proceso
remata y se ‘extingue’ en el producto”.17
La noción de proceso de investigación puede ser interrogada desde otras
concepciones que la despegan de la noción de progreso. Por ejemplo, Jullien,
en su Tratado de la eficacia, desde una perspectiva comparativa que examina la
noción de eficacia en el mundo griego, después romano-cristiano, y la confronta
con la concepción de proceso en el mundo chino, revela un corte de base entre
procesar y progresar. Así, dice Jullien, “la lección china, en síntesis, reside en que la
eficacia es siempre el resultado de un proceso. Es necesario un desarrollo. Podrán
percibir aquí la gran noción china del tao, la ‘vía’, o, como acabo de traducirlo,
la viabilidad. Pero no podemos equivocarnos: a pesar de lo que el tema de la
‘vía’ parece tener fatalmente en común, a través de la diversidad de las culturas,

14. Jean Allouch (1994), p. 20.


15. Agrega Allouch que “en psiquiatría, en psicoanálisis, pero también en otros campos
(notablemente en historia) uno encuentra regularmente y hasta en los mejores trabajos, ese
procedimiento bastante curioso que consiste en hacer de un caso, de una monografía que
ofrece una secuencia de acontecimientos, un proceso [...] es casi general la tendencia que
hace de la distinción del reconocimiento de un proceso, el criterio de una comprensión al fin
‘científica’ de un objeto que de golpe también lo sería”; Jean Allouch (1994), p. 17 y p. 18.
16. Así diacronía no es, por sucesión de tiempo crónico, historicidad.
17. Juan Samaja (2003) [1993], p. 46.

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Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

la vía china no es una vía que ‘lleva a’, como la vía religiosa en Europa, o la vía
de la filosofía que, como el principio de Parménides, conduce a la verdad. En el
contexto cristiano, la vía lleva al Padre (a la Salvación, a la Vida eterna). Nuestra
imaginación europea siempre relaciona la vía con un final, siempre hay un telos;
mientras que el tao chino no es una vía que lleva a, sino la vía por donde la cosa
pasa, por donde es posible, por donde es ‘viable’. Es la vía de la regulación, la
vía de la armonía por donde el proceso, que no se desvía, vuelve a pasar ince-
santemente. [...] aquí no hay ninguna idea de resultado; se trata de un proceso
y no de un progreso”.18
Así, atento a la vía china pero sin desafiliarse de la vía occidentada, diver-
sos autores, entre ellos Samaja, han señalado los usos, muchas veces confusos e
imprecisos, de términos tales como proceso, diseño, método o proyecto de investi-
gación. Que si bien son términos que refieren a aspectos de la investigación que
se encuentran estrechamente vinculados en la práctica de producción de cono-
cimiento es necesario distinguirlos como dimensiones específicas de dicha práctica.
Demos un rodeo antes de avanzar en la definición de proceso que ofrece
Samaja.
La asunción básica del programa para una epistemología de las ciencias
sociales impulsado por Bourdieu, Chamboredon y Passeron a principios de los
años ’70, y cuyo manifiesto es El Oficio de Sociólogo, se organiza sobre el intento
de evitar la disyunción sustantiva entre epistemología y metodología, o dicho en
otras palabras entre teoría y método, esto es dejar de suscribir la separación
realista entre teoría y observación, teoría e investigación, teoría y práctica que,
aunque sutilizada, imponía el canon metodológico derivado del programa de Paul
Lazarsfeld y continuado por Galtung: teoría teoricista y metodología empirista.
La cuestión entonces es buscar el atajo para salir de la encerrona que insiste
en separar en términos sustantivos19 la teorización del objeto de estudio respecto
del proceso de investigación, entendido este último como el proceso de elabora-
ción del diseño de investigación20 pero que al no coincidir uno a uno con él lo
rebasa y lo afecta. En esa dirección se orienta la recuperación del aserto de Kant,
parafraseado por Pierre Bourdieu, cuando dice que la teoría sin investigación
empírica está vacía y la investigación sin teoría está ciega.
El discurso metodológico (no el ‘clásico’ sino el del pasado reciente) ha
introducido un término como es el de estrategia de investigación o estrategia
teórico-metodológica que viene a cuestionar, es decir a darle otro significado u

18. François Jullien (2006) [2005], pp. 78-79.


19. Es decir, en términos prácticos y no analíticos.
20. En la acepción restringida que hace referencia al diseño como el conjunto de operaciones téc-
nicas destinadas a la obtención de información, punto que desarrollaré en el acápite siguiente.

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Juan Besse

otro alcance, al término proceso de investigación. La noción de estrategia de


investigación ‘desnaturaliza’ o si preferimos ‘desnormaliza’ la temporalidad de
la secuencia investigativa y, por ende, viene a resolver los problemas derivados
del empastamiento entre proceso (construcción por la acción) y diseño (cons-
trucción por la razón). Sin embargo, agrega otras dificultades: supone, desde
una asunción demasiado político-militar de la noción de estrategia la idea de
un gobierno cuasi-pleno sobre la práctica de investigación.21
En contraste con la estrategia de investigación entendida como gobierno de
la práctica, Samaja identifica múltiples aspectos del proceso de investigación y, de
este modo, matiza los alcances de la lógica estratégica mediante la intelección de
un punto de imposibilidad. Dice Samaja: “con el término ‘proceso de investigación
científica’ quiero hacer referencia a la totalidad de las acciones que se ponen en juego
en el curso del proceso cuyo producto final es eso que se denomina ‘conocimiento
científico’. En ese conjunto están comprendidas no sólo las acciones conscientes,
sino también las inconscientes. No sólo las acciones individuales, sino también las
institucionales. Es una noción sumamente abarcativa y es susceptible de ser exami-
nada en diversas escalas de tiempo, de espacio y de contexto social”,22 brindando
así una definición sumamente amplia de la noción de proceso de investigación que
no deja de resultar útil a la luz de uno de los presupuestos básicos antes esbozados.
Sobre el cañamazo de la definición de Samaja, sí es posible sostener
entonces el presupuesto de que la existencia del proceso de investigación es
tributaria de la relación o del anudamiento teoría-método-técnica pero no por
ello se recubren con exactitud o son términos intercambiables. Con esto quiero
decir que hay proceso si hay anudamiento, esto es que el anudamiento T-M-T
es condición necesaria pero no suficiente de la práctica de investigación que se
materializa en actos de investigación singulares que retroactivamente pueden
ser inscriptos, a los fines de una enseñanza, en la lógica y la cronológica de un
proceso de producción de conocimiento.
La definición de Samaja recuerda la afirmación de Bourdieu acerca de que
la acción social no es lo mismo que la elección racional.23 Dicho de otro modo,
que el proceso en tanto acción social no puede ser reducido a las elecciones
racionales del diseño y viceversa.
Es el mismo Samaja quien propone un concepto de diseño como articu-
lador entre el proceso y el proyecto. Así, en coincidencia con Samaja, el concepto

21. Gobernar, una de las profesiones marcadas por la imposibilidad según Freud.
22. Juan Samaja (2004), pp. 47-48, definición que corrige y especifica parcialmente, sobre
todo en lo referente a la relación del proceso con el diseño y el proyecto, a la propuesta en
Juan Samaja (2003) [1993], pp. 204-205.
23. Pierre Bourdieu (2000), p. 81.

102
Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

de diseño (uno de los conceptos principales del discurso y la enseñanza meto-


dológica) permite representar una articulación mediadora entre el proyecto y el
proceso de investigación pero a condición de que el proceso y el diseño no se
confundan con el proyecto.24
Será cuestión entonces de desempastar la noción de proceso de investiga-
ción respecto de sus connotaciones progresivas (algún progreso se espera pero no
por eso se da por supuesto: es el progreso difícil) como también de sus ilusiones
progresistas (por procesar progresaremos: es el progreso fácil). Esto habilitará
discernir más adecuadamente el registro propio del proceso de investigación
respecto del registro del diseño y animará a pensar sus articulaciones en otro
trazado epistemológico al que, me pregunto, tal vez sea prometedor denominarlo
bajo el nombre más antiguo de trabajo de investigación.

III. Los usos del término diseño de investigación

Con el fin de reducir algunos problemas semánticos en torno al término diseño


de investigación desbrozaré de manera somera algunos significados y sentidos
asociados a diversas ‘acepciones’ del término diseño presentes (y frecuentes) en
la lengua de los metodólogos e investigadores sociales. Partimos del supuesto
pragmático de que los significados dependen de los usos de las palabras. Así,
el término diseño de investigación reconoce tanto en el campo de la literatura
metodológica que nutre los modos de hacer investigación social como en el
discurso de los propios investigadores sociales, cuando cuentan la cocina de su
práctica, al menos, tres acepciones básicas que remiten a diferentes operaciones
discursivas y prácticas de la investigación.
Como ha señalado Lacan el sentido es un recipiente agujereado. No es
cuestión entonces de detener la pérdida o el deslizamiento de sentido mediante
un parche al recipiente, o su normalización, que es casi lo mismo; sin esa pérdi-
da de sentido sería imposible pensar la propia intelección sobre las prácticas de
investigación. Sin embargo, ponerse de acuerdo acerca de qué decimos cuando
decimos diseño no está de más. Ayuda a pensar la práctica de investigación al
poner en palabras el modo en que pretendemos recortar conceptualmente la

24. Dado que ni el proceso ni el diseño apuntan necesariamente a la formulación de un


proyecto –para Samaja mero documento de gestión– que plasma por lo general, en los inicios
de un proceso de investigación, el estado de conocimiento de un investigador o equipo de
investigadores y lo hace con el fin de intercambiar un plan de trabajo por reconocimiento
simbólico (financiamiento, becas, adscripción o cobijo institucional). Con Lévi-Strauss se
puede decir que el proyecto se inscribe en la lógica del intercambio.

103
Juan Besse

realidad en estudio, obtener información y finalmente a través de la construc-


ción de los datos en relación a una problemática, construir y validar un objeto
de investigación.
Tres son los usos más habituales:

1) El que asocia el término diseño con la elaboración de proyectos de investigación.


2) El que asocia el término diseño con la formulación teórico-conceptual del
objeto de estudio (recorte del tema, planteo del problema y establecimiento
de los objetivos de investigación, elaboración del estado de la cuestión y
desarticulación del mismo para rearticular los conceptos en el interior del
marco teórico, etc.).
3) El que asocia el término diseño con la elaboración de procedimientos e ins-
trumentos de obtención de información, es decir con el diseño de las técnicas
de investigación social.

A pesar del orden que les he impuesto,25 es la elaboración de proyectos la


acepción menos frecuente (y a mi juicio la menos pertinente o la más inadecua-
da) y es la elaboración de técnicas la más extendida. Pasemos revista entonces a
las acepciones 2 y 3.
De los usos del término diseño se desprende una acepción madre que
aplica el sustantivo diseño a un “estado” racional y explicitable del proceso de
diseñar una investigación. Llevar a cabo una práctica de diseño sería entonces
propiamente anudar la teoría, el método y la técnica. Y así las prácticas de diseño
quedan asociadas a lo que efectivamente hacen los investigadores en el proceso
de investigación.26 Identifiquemos entonces dos momentos del diseño en el
proceso de investigación.
Si descartamos la elaboración de proyectos como término intercambiable
con la noción de diseño de investigación27 encontramos en una punta de ese
arco de acepciones una definición amplia que refiere al proceso de formulación
teórico-conceptual del objeto de investigación (recorte del tema, problema,
objetivos, estado de la cuestión y elaboración de los supuestos y conceptos teó-
ricos fundamentales, etc.) y le permite al investigador anticipar –mediante una

25. En consonancia con distintos momentos del proceso de investigación tal como han sido
imaginados por las imágenes prevalecientes en la literatura metodológica de las ciencias sociales.
26. El uso del término lleva hacia otros deslizamientos semánticos. A esos deslizamientos de
sentido vamos a denominarlos acepciones no excluyentes de un significante que a fuerza de
ser usado cobija el secreto de la coexistencia pacífica.
27. Elaborar un proyecto supone una práctica de diseño pero no es lo mismo. También supone
una práctica de diseño confeccionar un artículo, una ponencia, una tesis, un libro, un informe.

104
Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

representación organizada del punto de partida– el inicio de la construcción del


objeto en el proceso de investigación.
A este primer momento, podemos denominarlo diseño de investigación en
sentido amplio y recalcaré que hace referencia a la construcción teórica del objeto.
En la otra punta del arco, una acepción restringida que define al diseño como
la opción técnica adecuada a un determinado tipo de problema de investigación28
y que entiende al diseño como un dispositivo exclusivamente técnico. Esto es
el diseño de los procedimientos e instrumentos de obtención de información.
Ahora bien, cuando diseñar reemplaza como verbo a investigar no lo hace
como sinónimo. El uso del verbo diseñar está poniendo énfasis en la dimensión
estratégica del proceso de investigación. Desde el punto de vista etimológico,
diseño significa plan, programa o hace referencia a algún tipo de anticipación
de aquello que se pretende “conseguir”: la construcción de un objeto.
Morin recupera la etimología común que tienen los términos diseño y
designio,29 lo cual hace pensar en la tensión que estructura el sentido de lo que
se quiere comunicar cuando se habla de diseñar una investigación. Por un lado,
un plan de investigación, es decir hacia dónde se apunta, qué se quiere recor-
tar/buscar, pero también con qué procedimientos e instrumentos (¿cómo?); y
entonces lo que se resalta es el componente técnico del diseñar. Como investi-
gadores, no sólo planteamos una pregunta y perseguimos un objetivo, sino que
armamos los instrumentos que permitirán la consecución del mismo. Y es esa
combinatoria de componentes estratégicos y tácticos lo que se quiere significar
cuando en términos más modernos (unas dos décadas y media) se habla de una
estrategia teórico-metodológica. En ese sentido la denominación estrategia teórico-
metodológica subsume, en su mismo fraseo, ambos momentos del diseño de
investigación y reconoce al proceso de investigación como el locus en el que se
anudan, en el tiempo tanto lógico del sujeto como cronológico de la práctica,
la teoría, el método y la técnica. Así, la teorización no está ni antes ni después
del proceso de investigación, orienta y acompaña el proceso de investigación
desde sus inicios pero no es todo –si fuera todo estaríamos en el teoricismo–. Con-
trarreembolso, la investigación (en el sentido restringido que la entiende como
intervención tecnológica) nutre la teorización pero no la sustituye –si la sustituyera
estaríamos en el empirismo.30

28. Por ejemplo, Alvira sostiene que “un diseño de investigación se define como el plan
global de investigación que [...] intenta dar de una manera clara y no ambigua respuestas a
las preguntas planteadas en la misma”; Francisco Alvira (1996) [1986], p. 87.
29. Edgar Morin (1995) [1990].
30. Una anécdota de Rubert de Ventós prepara el terreno para los apartados que siguen; así,
dice el autor que no es cuestión de pretender que “la existencia y eficacia de las imágenes

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Juan Besse

Para redondear, en pocas palabras, y a riesgo de redundar diré que en


la literatura metodológica o en los discursos de las ciencias sociales que dan
cuenta de la ‘cocina’ de la investigación hemos podido aislar dos grandes usos
del término diseño:31

a) Un uso –tal vez el menos extendido– asociado a la formulación teórico-


conceptual del objeto de estudio (tema, problema, objetivos, pasaje del
estado de la cuestión al marco teórico, etc.). Acepción en la que el término
diseño queda recubierto, en parte, por la noción de método y a la que llamaré
apelando a un distingo clásico, diseño de investigación en sentido amplio.
b) Un uso –tal vez el más habitual– asociado a las operaciones tecnológicas
de elaboración de instrumentos y procedimientos de aplicación de dichos
instrumentos. Acepción en la que el término diseño queda recubierto, en
parte, por la noción de procedimiento y a la que llamaré diseño de investigación
en sentido restringido.

Es un lugar común calificar a las investigaciones en cuantitativas y cuali-


tativas. Ahora bien, ¿en qué nivel del diseño y en que momento del proceso de
investigación cabe la distinción entre diseños cuantitativos y cualitativos?

sea algo nuevo, pero sí que su paso de la natura a la cultura, su transformación en productos
expresamente manufacturados para ser asumidos, no ha supuesto tanto la desmitificación de las
ideologías como la reprogramada remitificación de una supuesta experiencia directa y eficacia
inmediata. Sólo así puede comprenderse que el culto a la imagen y el empirismo más estricto
se amalgamen sin conflicto alguno en la cultura norteamericana. Empíricos, pragmáticos y
profundamente desconfiados respecto de las ideologías, los americanos no se escandalizan sin
embargo si la Casa Blanca lanza la ‘operación Candor’ como una campaña de marketing, cuyo
objetivo declarado es ‘mejorar la imagen del Presidente después de Watergate’. Igualmente
‘empíricos’ en sus investigaciones, los antropólogos de Harvard rechazan las ‘especulaciones’
de Mauss o Lévi-Strauss y se atienen estrictamente a lo que el indio Juan o la patrona María
les cuentan sobre su concepción de Dios o de las estaciones. Sólo que el indio Juan pronto
aprende que cuanto más larga y barroca es su historia más propina saca. De modo que, bajo
los dólares, hacen proliferar en México tantos mitos y tradiciones como tesis doctorales se
escriben en USA. Tesis todas, claro está, que transcribirán con exactitud las observaciones y
entrevistas realizadas. La conclusión de mi mujer, luego de trabajar con los antropólogos de
Harvard, creo que es en este sentido definitiva: puesto que ellos son ‘empíricos’ y se niegan
a inventar teorías... lo que inventan –o pagan para que les inventen– son los hechos mismos”;
Xavier Rubert de Ventós (1980) [1974], pp. 374-375.
31. Juan Besse (2000), p. 98.

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Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

Tal como intenté definirlo en el apartado anterior, en el nivel del diseño


de investigación en sentido amplio no corresponde utilizar la clasificación que
distingue entre diseños cuantitativos y cualitativos. Los temas, los problemas, los
objetivos de investigación –el conjunto de la construcción teórica del objeto– no
caben ser clasificados según un criterio propio de la técnica. Ni los problemas
de investigación ni los marcos teóricos pueden ser clasificados como cuantitati-
vos o cualitativos; en cambio sí dicho distingo –y a pesar de los gradientes– es
pertinente en el nivel de las técnicas.
La distinción entre diseños cuantitativos y cualitativos opera exclusiva-
mente en el nivel tecnológico. A diferencia de las teorías o de los métodos –y
según lo que entendamos por método–, en rigor, las técnicas sí pueden ser cla-
sificadas como cuantitativas y cualitativas. Al menos, es posible definir una serie
de rasgos característicos de las técnicas cuali o cuanti como si se tratara de tipos
técnicos ideales32 y ponderar por la vía de la distancia (cuánto se alejan y cuánto
se acercan) en relación con ese tipo ideal, los procedimientos e instrumentos de
obtención de información ‘reales’.
En principio, como intenté mostrar, el diseño en sentido restringido se sitúa
básicamente en el nivel tecnológico –y no meramente técnico– es decir implica
una distancia reflexiva respecto de las técnicas. En el sentido restringido, diseñar
es elaborar los procedimientos y los instrumentos de obtención de información.
Ahora bien, una técnica está constituida por tres aspectos: la experiencia, el
procedimiento y el instrumento. Así, es necesario distinguir el nivel de la experiencia
–por efecto de la mediación del instrumento y el procedimiento, escasa o nula
en las técnicas cuantitativas y, por contraste, densa y abigarrada en las técnicas
cualitativas– del nivel de la procedimentalidad y del de la instrumentalidad. Desde
la perspectiva de los tipos ideales los diseños cuantitativos y cualitativos pueden
ser caracterizados según los rasgos que se describen en el cuadro que sigue:

32. En el sentido establecido por Max Weber.

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Juan Besse

Cuadro de rasgos según diseños de investigación en sentido restringido

Rasgos Cuantitativo Cualitativo


Diseños
Lógica de construcción ex ante ex post
Lógica de la decisión táctica estratégica
Procedimientos de elaboración lineales no lineales
del instrumento
Estructura del instrumento rígida flexible
Procedimiento de uso del instruccional decisional
instrumento
Ingreso de la información cerrado abierto
Relación universo/muestra determinada indeterminada

Sólo cabe señalar entonces que se trata de tipos conceptuales ‘puros’ y que
por convención se dirá que una técnica es cuantitativa o cualitativa si presenta
una concentración mayoritaria de rasgos propios de uno de los tipos de diseño
y no si responde al ideal ‘puro’.

IV. Conclusiones preliminares

En comparación con el devenir de la teoría social la denominada metodología


de la investigación social, es decir la teoría de la investigación social, no se ha
visto alterada en sus lineamientos conceptuales fundamentales desde que Paul
Lazarsfeld y algunos de los emigrados centroeuropeos33 instituyeran su órganon

33. Le cabe a Paul Lazarsfeld aquello que Milner afirma respecto de los emigrados judíos –los
judíos de saber– en relación con el derrotero del nombre judío en la jungla académica anglosajo-
na: “...todos ellos se hicieron trampa a sí mismos y a sus contemporáneos. Hicieron trampa a
propósito del saber; hicieron trampa con su lengua natal; hicieron trampa con Europa; hicieron
trampa con los Estados Unidos; hicieron trampa con el nombre judío: cada uno de ello siguió
rodeos que le eran propios, pero todos tomaron caminos colaterales. Hoy se sospecha que estos
caminos no llevaban a ninguna parte. Pasado el tiempo, corresponde hacer el balance. Los judíos
de saber pudieron estar en el candelero de las universidades norteamericanas o inglesas; pudieron
sacar adelante trabajos de magnitud, pero no dejaron ninguna huella particular en lo que atañe
al devenir del nombre judío. En cuanto al saber universitario, siempre estuvo regido por una
ley de hierro: deformación cuando no hay olvido, olvido cuando no hay deformación; sólo se
salvan de esto las excepciones. Los judíos de saber no fueron excepción”; Jean-Claude Milner
(2008) [2006], p. 124. En la crítica y el homenaje que Samaja efectúa a lo que da en llamar la

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Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

multinacional en la influyente academia sociológica norteamericana. Otras disci-


plinas como la antropología o la historia dan cuenta de otros derroteros aunque no
del todo independientes de la ciudadela metodológica –todavía– hegemonizada
por los cánones duros del modelo norteamericano establecido, a escala planetaria
luego del ‘45 y desplegado al compás de las industrias académicas financiadas
por los Estados Unidos o el mundo occidentado.34
En ese sentido, la metodología en tanto campo disciplinar se caracteriza
por un ritmo de cambio lento, por temporalidades frías35 y bastante mecánicas
en el sentido que Lévi-Strauss dio a esos términos. Desde los grandes cismas
‘teórico-metodológicos’ de la década del ‘60 –los que comenzaron con el ‘58 de
la mano de Wright Mills y la sociología crítica norteamericana hasta los que se
gestaron en el ‘68 de la mano del estructuralismo, el marxismo, las relecturas de
Weber y de Heidegger con Bourdieu, Chamboredon y Passeron a la cabeza– es
poco lo que se ha dicho en los últimos treinta años que no haya emergido y
madurado en esa década larga.
Una arqueología del saber metodológico nos indica la pista de la coexis-
tencia pacífica entre la gran tradición asociada al empirismo abstracto norte-
americano (Parsons, Merton y los miembros fundadores de la multinacional
metodológica:36 Lazarsfeld, Zeisel, Jahoda y otros, o la más tardía formalización
de los principios de esa perspectiva a cargo de Galtung) y su contracara en la
baraja: la teoría social crítica (W. Mills, Gouldner). No tanto porque se resignara
la confrontación en pos de una civilizada tolerancia sino porque, entre quienes
comulgan con las diferentes –y en ocasiones contrarias– perspectivas teóricas e
incluso epistemológicas que ofrece el panorama de la ciencia social contemporánea,

matriz de datos ‘clásica’ de Galtung puede leerse, conjeturo, algo del deseo de Lazarsfeld que se
extravió en las andaduras de las universidades norteamericanas; Juan Samaja (2003) [1995].
34. Las transformaciones de lo que en la mayor parte del mundo académico se denomina
Metodología de la investigación social, con escasas excepciones, abrevan poco en la riqueza
que se desprende de un examen minucioso de la singularidad de las prácticas de investiga-
ción tanto disciplinares como de aquellas difíciles de inscribir en tradiciones disciplinarias
o teóricas asentadas.
35. Parafraseando a Foucault, es como si por detrás de la historia atropellada de las grandes
controversias teóricas, de las implicancias políticas de las teorías, de los objetos y de los proble-
mas de investigación se dibujaran “unas historias, casi inmóviles a la mirada, historias de débil
declive, historia de las vías marítimas, historia del trigo o de las minas de oro, de la sequía y
de la irrigación” (los destacados son míos); seguimos diciendo nosotros: de los métodos de
análisis o de las técnicas de obtención de información. Michel Foucault (1988) [1969], p. 4.
36. Michael Pollak (1986) [1979]. Sobre la trayectoria académica de Lazarsfeld puede
consultarse la presentación de Fernando Álvarez-Uría y Julia Varela (1996) a Los parados de
Marienthal.

109
Juan Besse

los métodos propugnados por el ‘metodologismo’ y las técnicas asociadas a ellos


no difieren sustantivamente.
Lo actual de las metodologías de la investigación social, las más generalistas
y las más aplicadas o asociadas a objetos específicos, es el estado de encerrona.
Las insistencias más tenaces que quieren reducir el saber metodológico al nivel
tecnológico, siguen teniendo el ‘éxito’ del discurso instruccional o el más sólido
encanto del discurso procedimental que escinde la teoría del método y el método
de la técnica, cuando no la teoría de la teoría37 y la técnica de la técnica; en una
suerte de ‘taza taza, cada uno a su casa’. Sin embargo, la reducción de lo meto-
dológico a lo técnico al no habilitar un pensamiento, decae, desinfla el deseo y
obtura el trabajo de investigación.
En cambio, el saber metodológico que entiende que no puede ser si no es
a través de su anudamiento con lo epistemológico y lo tecnológico no teme a la
teorización de la investigación que, entre otras cosas supone teorizar la práctica
que teoriza.
La teorización metodológica –si consiste en un verdadero trabajo de par-
tera epistemológica– horada la completud imaginaria de la práctica de investi-
gación, produce incomodidad, cuestiona el reglamento, hace de la instrucción
un procedimiento y del procedimiento una práctica que necesita ser pensada
cada vez. Prorrumpe en el automatismo. En el automatismo del método como
receta y como reglamento o reglamentación del uso del recetario. Pero también,
sobre el que opera en la aceptación de la continuidad asignificativa de las cosas
preconstruidas –cuya dotación de realidad pareciera depender, paradójicamente,
del hecho de que tienen más presencia social cuando menos significan.38

37. Pierre Bourdieu, J-C. Chamboredon y J-C. Passeron (1992) [1973].


38. “La experiencia lo prueba: mientras más no significa nada, más indestructible es el sig-
nificante [...] Es fácil, desde luego, criticar lo que puede tener de arbitrario o de huidizo el
uso de una noción como la de sociedad, por ejemplo. No hace tanto tiempo que se inventó
la palabra, y resulta irónico ver a qué impasse concreto lleva en lo real, la noción de sociedad
como responsable de lo que le ocurre al individuo, cuya exigencia ha dado lugar finalmente
a las construcciones socialistas [...] Son todas cosas que no existen de suyo. De ello es lícito
deducir que la noción de sociedad puede ser puesta en duda. Pero precisamente en la medida
misma en que podemos ponerla en duda es un verdadero significante. Y por esa misma razón
entró en nuestra realidad social como una roda, como la cuchilla de un arado. Cuando se
habla de lo subjetivo, e incluso cuando aquí lo cuestionamos, siempre permanece en la mente
el espejismo de que lo subjetivo se opone a lo objetivo, que está del lado del que habla, y que
por lo mismo está del lado de las ilusiones: o porque deforma o porque contiene lo objetivo.
La dimensión hasta ahora eludida de la comprensión del freudismo, es que lo subjetivo no
está del lado del que habla. Lo subjetivo es algo que encontramos en lo real”; Jacques Lacan
(1998) [1981, 1955-56], pp. 265-266. Estas consideraciones, entre otras harto fecundas, abren

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Capítulo 5. Proceso y diseño en la construcción del objeto...

Si la epistemología tal como fuera pensada por Bourdieu, en tanto


nombre emblemático de la renovación en los métodos de la investigación
social, hace retornar a la vertical que cose al lenguaje con el sujeto: para qué
y para quién; si la metodología en sentido restringido exige justificar por qué
hemos hecho lo que hemos hecho de ese modo y la tecnología supone dar
cuenta de cómo lo hemos hecho, la ética resitúa todo eso en el plano de la
emergencia singular.
¿En qué consiste esa emergencia? Por diversas razones, no es este el lugar
para escribir sobre ello. O como dijo el monstruo a su creador Víctor Frankenstein:

–Estoy tratando de razonar. Esta pasión es perjudicial para mí, ya que no te


das cuenta de que eres tú la causa de su exceso.

En esas palabras que Mary Shelley puso en boca del ser defectuoso, se revela
un plus que la investigación social exige reconocer como propio de su práctica,
su lógica y su ética: acompañar pero a condición de no sustituir los avatares del
sujeto por el taponamiento acompañante (llámese éste teoría, método, técnica
o tutor). Las costuras de Frankenstein, como metáfora del hacer investigativo,
proyectan sobre la singularidad de cada práctica de investigación el plus de una
soledad que ni el proceso ni el diseño, ni la relación teoría-método- técnica
pueden evitar porque es su causa.

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