Besse, J. Proceso y Diseño en La Construcción Del Objeto
Besse, J. Proceso y Diseño en La Construcción Del Objeto
Besse, J. Proceso y Diseño en La Construcción Del Objeto
FRONTERIZA
ISBN 978-950-23-1785-4
1. Epistemología. I. Título.
CDD 121
Eudeba
Universidad de Buenos Aires
1ª edición: 2011
© 2011
Editorial Universitaria de Buenos Aires
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Impreso en la Argentina
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
Juan Besse
Víctor Frankenstein
Mary Shelley, Frankenstein o el moderno Prometeo
I. Razones introductorias
* El presente capítulo surgió de las costuras de notas sueltas y pasajes de trabajos preexistentes.
Las lecturas y consideraciones de Cecilia Ros y Miriam Wlosko respecto de algunos de esos
escritos fueron un envite a dar forma a este trabajo. Cora Escolar y Juan Samaja hicieron lo
suyo gracias a una enseñanza perdurable.
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1. Jesús Ibáñez (1996) [1986], pp. 51-52. Véase El Oficio de Sociólogo de Pierre Bourdieu,
Jean-Claude Chamboredon y Jean-Claude Passeron (1992) [1973]. En la introducción
de este último libro, denominada “Epistemología y metodología”, los autores señalan que
“establecer, con Bachelard, que el hecho científico se conquista, construye y comprueba, implica
rechazar al mismo tiempo el empirismo que reduce el acto científico a una comprobación y
el convencionalismo que sólo le opone los preámbulos de la construcción. A causa de recor-
dar el imperativo de la comprobación, enfrentando la tradición especulativa de la filosofía
social de la cual debe liberarse, la comunidad sociológica persiste en olvidar hoy la jerarquía
epistemológica de los actos científicos que subordina la comprobación a la construcción y
la construcción a la ruptura: en el caso de una ciencia experimental, la simple remisión a la
prueba experimental no es sino tautológica en tanto no se acompañe de un explicación de los
supuestos teóricos que fundamentan una verdadera experimentación, y esta explicitación no
adquiere poder heurístico en tanto no se adhiera la explicitación de los obstáculos epistemo-
lógicos que se presentan bajo una forma específica en cada práctica científica” (los destacados
son míos); Bourdieu, Chamboredon y Passeron (1992) [1973], p. 25.
2. Alain Badiou (2009) [2007, 1969], p. 54.
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Cada uno de esos tres niveles, que es solidario de los otros, le imprime a
cada momento del proceso de investigación una primacía relativa que se despliega
peculiarmente, con énfasis distintivos, en la práctica de diseño. Se trata entonces
de puntualizar aspectos propios de los tiempos y las operaciones conceptuales y
prácticas de la construcción del objeto en el proceso de investigación. La cuestión es
entonces transmitir la complejidad de las relaciones entre:
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de la familia milanesa Borromeo, consistente en una “‘cadena de tres, tal que al desatar uno de
los anillos de esta cadena los otros dos se deshacen’ [...] y si los nudos borromeos interesan es
a causa de su función esencial, ‘es decir, del tipo paradójico de enlace que instituyen’: ‘ ¿Qué
es una topología? Una topología –declarará Lacan en su charla el Savoir du psychanaliste– es
algo que tiene una definición matemática. La topología es lo que se aborda en primer lugar
mediante relaciones no métricas, relaciones deformables. Propiamente hablando, es el caso de
esas especies de círculos blandos [...] cada uno es una cosa cerrada blanda que se sostiene por
estar encadenada a las otras. Nada se sostiene solo. Esta topología, por su inserción matemática, está
ligada a relaciones de significancia, es decir, que es en tanto que esos tres términos son tres que vemos
que por la presencia del tercero se establece una relación entre los otros dos. Es esto lo que quiere decir
el nudo borromeo’” (destacados nuestros); Claude Conté (1996) [1993], p. 88. Asimismo, “el
nudo procede de un método emparentado con el de la ciencia: el método que cobra consistencia
gracias a una dimensión por la cual pasamos de la demostración a la mostración, es decir, a una
evidencia que ya no obedece únicamente a la calidad imaginaria de la demostración sino también
a la calidad de lo real”; Charles Melman (2003) [2001], p. 85. Por tal razón no se trataría de una
mera ilustración, una imagen pertinente. Así los dibujos como medios para hacer efectiva una
representación gráfica ponen en escena una captura imaginaria, pero al tratarse de una escritura
ya introducen “el simbolismo”. En esa dirección, Granon-Lafont afirma que “Lacan demanda
del nudo borromeo explicar, formalizar relaciones que por lo demás no están escritas. El nudo
no ilustra las relaciones entre los términos, las crea”; Jeanne Granon-Lafont (1999) [1987], p. 142.
10. Según Foucault el conocimiento es un “efecto de superficie”; su invención –en los términos
sostenidos por Foucault– comporta una doble ruptura. Ruptura con la naturaleza humana pero
también con la naturaleza de la cosas. Con la naturaleza humana, porque el sujeto de conocimiento
no es del mismo nivel que ‘la’ o al menos una naturaleza humana (ya sea se entienda por natura-
leza humana una determinada estructura anatómica y fisiológica compleja caracterizada por un
atributo sutil como el prensilismo; una co-pertenencia entre lo humano y el orden simbólico; la
posesión de un aparato para proferir el lenguaje; el hecho de ser seres hablantes) sino que entraña
un plus. Ruptura con la naturaleza de las cosas porque el conocimiento tampoco se desprende de
la naturaleza de las cosas, las cosas no reclaman ser conocidas y esto ni aunque las cosas humanas
se definan por su estar en la lengua o posean el atributo del habla o la potencialidad de ser dichas.
En tal sentido, Foucault no desconoce la existencia de una materialidad –de hecho– independien-
te del acto de conocimiento, materialidad que pre-existe al trabajo de constituir el objeto sino
que enfatiza el argumento de que el conocimiento sólo es posible mediante la distancia o mejor
dicho el proceso de producir un distanciamiento entre un sujeto y un objeto que se producirían
con el acto mismo de conocer, pauta que nos es brindada por el lenguaje: conocer es co-nacer;
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Michel Foucault (1984) [1973]. Por ende, el sujeto no coincide con el investigador (aunque lo
presupone, es su condición necesaria pero no suficiente) y el objeto no coincide con las cosas
(aunque las presupone), se producen junto con el conocimiento en una fabricación que no es
transparente ni del todo conciente para el investigador. Está claro que Foucault sube la apuesta de
la teoría del conocimiento kantiana mediante la incorporación del poder y la historicidad. Y que
lo hace por la vía de la incorporación de elementos conceptuales provenientes del pensamiento
de Nietzsche a través de los cuales pone en perspectiva el conocimiento pero también el objeto
y el sujeto de conocimiento. Véase en este libro nuestro comentario sobre el libro de Vanden
Berghe Lacan lector de Simmel: una extraña alianza.
11. Sujeto y objeto no son causa de conocimiento sino que son del orden del efecto. O en
todo caso sujeto y objeto se encuentran en el lugar de causados uno respecto del otro pero
a condición de preservar un punto de imposibilidad: el sujeto no puede decirlo todo acerca
del objeto y el objeto no puede ser dicho todo.
12. Acerca de la significancia o insignificancia social, de manera muy preliminar, cabe decir
que los usos del término se inscriben en un orden del discurso que habría que indagar caso
por caso y que la magia del término se ve reforzada, entre otras impulsiones, por la noción
de proceso en tanto progreso. En la lengua de los argentinos, la marca del significante Proceso
de Reorganización Nacional es motivo de vacilaciones o impasses discursivos.
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La eficacia simbólica del concepto le viene dada por un orden que excede las
cuestiones epistemológicas y metodológicas, es decir que su significación no se
da por el mero trámite de las razones expuestas por las teorías de la ciencia, del
conocimiento o de la investigación que circulan en las instituciones académicas
o científicas sino también por los alcances de su inscripción social. Siguiendo a
Canguilhem, la cuestión es explorar no sólo en el terreno discursivo de lo que la
ciencia dice sobre el proceso de investigación sino sobre lo que no dice o dice no.
Proceso de investigación es un término que enlaza dos significantes poli-
valentes y enraizados de un modo u otro en el habla social. Evolucionar y conocer
hacen sentir allí su escansión o corte histórico. Digamos que se trata de un con-
cepto eminentemente moderno, ilustrado, faro de luz durante al menos dos siglos.
También que se está ante una palabra encandilante. ¿De qué distintos modos el
evolucionismo –una sucesión de fases, etapas o estadios correlativos y necesarios– y
el funcionalismo –la visión de algo como un todo de partes interdependientes y
con imperativos de regulación interna– están presentes en el término? Se trata
entonces, como diría Canguilhem, de distinguir –y diferenciar– lo normal de
lo normativo y ver cómo el significado más asentado de normalización es un
producto arbitrario de la confusión entre normatividad y normativismo (en tanto
uso espúreo o explotación política o ideológica de la norma).13
Según Allouch –y la metodología como campo con aspiraciones disci-
plinarias tanto como los usos del término en dicho campo no son ajenos a este
boceto– “el término ‘proceso’ viene del latín processus que quería decir ‘progreso’;
es ‘eso que va adelante’, de allí su sentido anatómico de ‘prolongamiento’, ‘sa-
liente’, ‘divertículo’. Littré lo define como un conjunto de fenómenos concebido
como activo y organizado en el tiempo (el singular señala que esos calificativos se
refieren al conjunto como tal y no a los fenómenos). Guilbaud en su libro sobre
13. Una de las certidumbres relativas que orientan este trabajo indica que no podemos rehusar
de la normatividad pero tampoco caer en el normativismo; es decir que en esa delgada línea
se juega la diferencia entre la razón y la locura. Al respecto Legendre dice que “importa no
confundir una reflexión sobre la normatividad con el despliegue de un pensamiento normativo. La
sociología –al menos la que no es ciega a sus propios fines– ha perfeccionado suficientemente
sus métodos para favorecer esta distinción. La explotación social y política de la normatividad
es una cosa, la cuestión vital del vínculo de un sujeto con la normatividad es otra cosa. Ninguna
sociedad humana podría prescindir de poner en orden a sus sujetos” (destacados míos); Pierre
Legendre (1996) [1985], p. 11. Una aserción similar ofrece la obra de Georges Canguilhem
Lo normal y lo patológico, al distinguir entre el cuerpo normado –como cuerpo social exter-
no producido por el científico en el quehacer de su ciencia (laboratorio, estadísticas)– y el
cuerpo normativo –en tanto cuerpo capaz de innovar, de producir respuestas inéditas, esto
es, la normatividad como instrumento a través del cual el ser viviente se singulariza; véase
Guillaume Le Blanc (2004) [1998], pp. 46-66.
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la vía china no es una vía que ‘lleva a’, como la vía religiosa en Europa, o la vía
de la filosofía que, como el principio de Parménides, conduce a la verdad. En el
contexto cristiano, la vía lleva al Padre (a la Salvación, a la Vida eterna). Nuestra
imaginación europea siempre relaciona la vía con un final, siempre hay un telos;
mientras que el tao chino no es una vía que lleva a, sino la vía por donde la cosa
pasa, por donde es posible, por donde es ‘viable’. Es la vía de la regulación, la
vía de la armonía por donde el proceso, que no se desvía, vuelve a pasar ince-
santemente. [...] aquí no hay ninguna idea de resultado; se trata de un proceso
y no de un progreso”.18
Así, atento a la vía china pero sin desafiliarse de la vía occidentada, diver-
sos autores, entre ellos Samaja, han señalado los usos, muchas veces confusos e
imprecisos, de términos tales como proceso, diseño, método o proyecto de investi-
gación. Que si bien son términos que refieren a aspectos de la investigación que
se encuentran estrechamente vinculados en la práctica de producción de cono-
cimiento es necesario distinguirlos como dimensiones específicas de dicha práctica.
Demos un rodeo antes de avanzar en la definición de proceso que ofrece
Samaja.
La asunción básica del programa para una epistemología de las ciencias
sociales impulsado por Bourdieu, Chamboredon y Passeron a principios de los
años ’70, y cuyo manifiesto es El Oficio de Sociólogo, se organiza sobre el intento
de evitar la disyunción sustantiva entre epistemología y metodología, o dicho en
otras palabras entre teoría y método, esto es dejar de suscribir la separación
realista entre teoría y observación, teoría e investigación, teoría y práctica que,
aunque sutilizada, imponía el canon metodológico derivado del programa de Paul
Lazarsfeld y continuado por Galtung: teoría teoricista y metodología empirista.
La cuestión entonces es buscar el atajo para salir de la encerrona que insiste
en separar en términos sustantivos19 la teorización del objeto de estudio respecto
del proceso de investigación, entendido este último como el proceso de elabora-
ción del diseño de investigación20 pero que al no coincidir uno a uno con él lo
rebasa y lo afecta. En esa dirección se orienta la recuperación del aserto de Kant,
parafraseado por Pierre Bourdieu, cuando dice que la teoría sin investigación
empírica está vacía y la investigación sin teoría está ciega.
El discurso metodológico (no el ‘clásico’ sino el del pasado reciente) ha
introducido un término como es el de estrategia de investigación o estrategia
teórico-metodológica que viene a cuestionar, es decir a darle otro significado u
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21. Gobernar, una de las profesiones marcadas por la imposibilidad según Freud.
22. Juan Samaja (2004), pp. 47-48, definición que corrige y especifica parcialmente, sobre
todo en lo referente a la relación del proceso con el diseño y el proyecto, a la propuesta en
Juan Samaja (2003) [1993], pp. 204-205.
23. Pierre Bourdieu (2000), p. 81.
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25. En consonancia con distintos momentos del proceso de investigación tal como han sido
imaginados por las imágenes prevalecientes en la literatura metodológica de las ciencias sociales.
26. El uso del término lleva hacia otros deslizamientos semánticos. A esos deslizamientos de
sentido vamos a denominarlos acepciones no excluyentes de un significante que a fuerza de
ser usado cobija el secreto de la coexistencia pacífica.
27. Elaborar un proyecto supone una práctica de diseño pero no es lo mismo. También supone
una práctica de diseño confeccionar un artículo, una ponencia, una tesis, un libro, un informe.
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28. Por ejemplo, Alvira sostiene que “un diseño de investigación se define como el plan
global de investigación que [...] intenta dar de una manera clara y no ambigua respuestas a
las preguntas planteadas en la misma”; Francisco Alvira (1996) [1986], p. 87.
29. Edgar Morin (1995) [1990].
30. Una anécdota de Rubert de Ventós prepara el terreno para los apartados que siguen; así,
dice el autor que no es cuestión de pretender que “la existencia y eficacia de las imágenes
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sea algo nuevo, pero sí que su paso de la natura a la cultura, su transformación en productos
expresamente manufacturados para ser asumidos, no ha supuesto tanto la desmitificación de las
ideologías como la reprogramada remitificación de una supuesta experiencia directa y eficacia
inmediata. Sólo así puede comprenderse que el culto a la imagen y el empirismo más estricto
se amalgamen sin conflicto alguno en la cultura norteamericana. Empíricos, pragmáticos y
profundamente desconfiados respecto de las ideologías, los americanos no se escandalizan sin
embargo si la Casa Blanca lanza la ‘operación Candor’ como una campaña de marketing, cuyo
objetivo declarado es ‘mejorar la imagen del Presidente después de Watergate’. Igualmente
‘empíricos’ en sus investigaciones, los antropólogos de Harvard rechazan las ‘especulaciones’
de Mauss o Lévi-Strauss y se atienen estrictamente a lo que el indio Juan o la patrona María
les cuentan sobre su concepción de Dios o de las estaciones. Sólo que el indio Juan pronto
aprende que cuanto más larga y barroca es su historia más propina saca. De modo que, bajo
los dólares, hacen proliferar en México tantos mitos y tradiciones como tesis doctorales se
escriben en USA. Tesis todas, claro está, que transcribirán con exactitud las observaciones y
entrevistas realizadas. La conclusión de mi mujer, luego de trabajar con los antropólogos de
Harvard, creo que es en este sentido definitiva: puesto que ellos son ‘empíricos’ y se niegan
a inventar teorías... lo que inventan –o pagan para que les inventen– son los hechos mismos”;
Xavier Rubert de Ventós (1980) [1974], pp. 374-375.
31. Juan Besse (2000), p. 98.
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Sólo cabe señalar entonces que se trata de tipos conceptuales ‘puros’ y que
por convención se dirá que una técnica es cuantitativa o cualitativa si presenta
una concentración mayoritaria de rasgos propios de uno de los tipos de diseño
y no si responde al ideal ‘puro’.
33. Le cabe a Paul Lazarsfeld aquello que Milner afirma respecto de los emigrados judíos –los
judíos de saber– en relación con el derrotero del nombre judío en la jungla académica anglosajo-
na: “...todos ellos se hicieron trampa a sí mismos y a sus contemporáneos. Hicieron trampa a
propósito del saber; hicieron trampa con su lengua natal; hicieron trampa con Europa; hicieron
trampa con los Estados Unidos; hicieron trampa con el nombre judío: cada uno de ello siguió
rodeos que le eran propios, pero todos tomaron caminos colaterales. Hoy se sospecha que estos
caminos no llevaban a ninguna parte. Pasado el tiempo, corresponde hacer el balance. Los judíos
de saber pudieron estar en el candelero de las universidades norteamericanas o inglesas; pudieron
sacar adelante trabajos de magnitud, pero no dejaron ninguna huella particular en lo que atañe
al devenir del nombre judío. En cuanto al saber universitario, siempre estuvo regido por una
ley de hierro: deformación cuando no hay olvido, olvido cuando no hay deformación; sólo se
salvan de esto las excepciones. Los judíos de saber no fueron excepción”; Jean-Claude Milner
(2008) [2006], p. 124. En la crítica y el homenaje que Samaja efectúa a lo que da en llamar la
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matriz de datos ‘clásica’ de Galtung puede leerse, conjeturo, algo del deseo de Lazarsfeld que se
extravió en las andaduras de las universidades norteamericanas; Juan Samaja (2003) [1995].
34. Las transformaciones de lo que en la mayor parte del mundo académico se denomina
Metodología de la investigación social, con escasas excepciones, abrevan poco en la riqueza
que se desprende de un examen minucioso de la singularidad de las prácticas de investiga-
ción tanto disciplinares como de aquellas difíciles de inscribir en tradiciones disciplinarias
o teóricas asentadas.
35. Parafraseando a Foucault, es como si por detrás de la historia atropellada de las grandes
controversias teóricas, de las implicancias políticas de las teorías, de los objetos y de los proble-
mas de investigación se dibujaran “unas historias, casi inmóviles a la mirada, historias de débil
declive, historia de las vías marítimas, historia del trigo o de las minas de oro, de la sequía y
de la irrigación” (los destacados son míos); seguimos diciendo nosotros: de los métodos de
análisis o de las técnicas de obtención de información. Michel Foucault (1988) [1969], p. 4.
36. Michael Pollak (1986) [1979]. Sobre la trayectoria académica de Lazarsfeld puede
consultarse la presentación de Fernando Álvarez-Uría y Julia Varela (1996) a Los parados de
Marienthal.
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En esas palabras que Mary Shelley puso en boca del ser defectuoso, se revela
un plus que la investigación social exige reconocer como propio de su práctica,
su lógica y su ética: acompañar pero a condición de no sustituir los avatares del
sujeto por el taponamiento acompañante (llámese éste teoría, método, técnica
o tutor). Las costuras de Frankenstein, como metáfora del hacer investigativo,
proyectan sobre la singularidad de cada práctica de investigación el plus de una
soledad que ni el proceso ni el diseño, ni la relación teoría-método- técnica
pueden evitar porque es su causa.
Bibliografía
una vía promisoria para la reflexión epistemológica que se proponga reunir la construcción
teórica con la intervención técnica en el terreno del método.
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