Skinner (1990) - ¿Puede La Psicología Ser Una Ciencia de La Mente
Skinner (1990) - ¿Puede La Psicología Ser Una Ciencia de La Mente
Skinner (1990) - ¿Puede La Psicología Ser Una Ciencia de La Mente
Skinner, "¿Puede la
psicología ser una ciencia
de la mente?" (1990)
Muchos psicólogos, como ios filósofos antes que ellos, han buscado en sí mismos la
explicación de su conducta. Han percibido sentimientos y observado procesos mentales a
través de la introspección. Sin embargo, la introspección nunca ha sido muy satisfacto
ria. Los filósofos han reconocido su inadecuación, al tiempo que insisten en que, no
obstante, es el único medio del autoconocimiento. Los psicólogos alguna vez trataron
de mejorarla mediante observadores entrenados y los instrumentos de metal de los que
William James tenia tan mala opinión. La introspección ya no se usa tanto. Los psicó
logos cogruúvos pueden ver representaciones e incluso sostener que éstas son las úni
cas que pueden verse, pero ya no pretenden verse a sí mismos procesándolas. En cambio,
al igual que ios psicoanalistas, que se enfrentan al mismo problema con los procesos
que no pueden ser vistos por ser inconscientes, se han vuelto a la teoría. Las teorías
necesitan confirmación, sin embargo, y para ello muchos se han dirigido a la ciencia
cerebral, donde puede decirse que los procesos se inspeccionan y no que se
íntrospeccionan. Si la mente es ‘lo que hace e! cerebro” , el cerebro puede ser estudiado
como se estudia cualquier otro órgano. Con el tiempo, pues, la ciencia del cerebro
deberá decirnos qué significa construir una representación de la realidad, almacenar
una representación en la memoria, convertir una intención en acción, sentir alegría o
dolor, extraer una conclusión lógica y así sucesivamente.
Skinner, B. F. (1990). ¿Puede la psicología ser una ciencia de la mente? American Psychologisi;
45: 1206-1210. Copyright O 1990 de American Psychologicai Association. Reproducido con
autorización. Este artículo fue concluido el í 7 de agosto de 1990, la tarde anterior a la muerte del
doctor Skinner. Sirvió de base para ei discurso principal que pronunció en la XC'VUl convención
anual de la Asociación Psicológica de Estados Unidos, en Boston, Massachnsetts.
La correspondencia con relación a este articulo debe dirigirse a Jolíe S. Vargas, President,
The B. F. Skinner Foundation. P. O. Box 84, Morgantown. W V 26507.
241
242 ('o fu lía ttis m n
Pero, ¿inicia el cerebro la conducta, como se dice que hacen la mente o el yo? F¡
cerebro es parte del cuerpo y !o que hace es parte de lo que hace el cuerpo. Lo que hace
el cuerpo es parte de lo que debe explicarse. ¿De dónde ha venido este cuerpo con
cerebro y por qué cambia en forma tan sutil de un momento a otro? No podemos encon
trar respuestas a preguntas de este tipo en el cuerpo con cerebro mismo, observado ya
sea introspectivamente o con los instrumentos y métodos de la fisiología.
La conducta del organismo como un todo es el producto de tres tipos de variación
y selección. El primero, la selección natural, es responsable de la evolución de las espe
cies y» por tanto, de la conducta de la especie. Todos Sos tipos de variación y selección
tienen ciertas fallas y una de ellas es especialmente importante para la selección natu
ral: prepara a una especie sólo para un futuro que se parezca al pasado donde se realizó
la selección. La conducta de la especie es efectiva sólo en un mundo que se asemeje
estrechamente al mundo en el que evolucionó la especie.
La falla fue corregida por la evolución del segundo tipo de variación y selección,
el condicionamiento operante, a través del cual las variaciones de la conducta del indi
viduo son seleccionadas por las características del ambiente que no sean suficiente
mente estables para desempeñar algún papel en la evolución. En el condicionamiento
operante, la conducta se refuei’za, en el sentido de que se fortalece o de que se hace más
probable que ocurra, por ciertos tipos de consecuencias, que adquirieron primero el
poder de reforzar mediante la selección natural.
Para el condicionamiento operante es decisiva una segunda falla en la variación y
selección: la selección debe esperar a la variación. El proceso, por lo tanto, suele ser lento.
Esto no era problema para la selección natural puesto que la evolución puede llevar millo
nes de años, pero el repertorio de conducta operante debe construirse en el transcurso de
una vida. El condicionamiento operante debe resolver el “ problema de la primera instan
cia” : ¿cómo y por qué ocurren las respuestas antes de que éstas hayan sido reforzadas?
El problema fue resuelto en parte por la evolución de procesos a través de los
cuales los individuos aprovechan la conducta adquirida anteriormente por otros. La
imitación es un ejemplo. Por lo general, pone al imitador en contacto con las conse
cuencias reforzadoras responsables de la conducta imitada. La conducta dei imitadores
“ preparada” , en el sentido en que se hace que ocurra por primera vez y generalmente
cuando es probable que sea reforzada.
En este punto, la especie humana parece haber dado un paso evolutivo único.
Otras especies también imitan, pero si modelan la conducta a ser imitada, es sólo como
producto de la selección natural. La consecuencia de modelar, la conducta del imitador,
es demasiado remota para qué sirva corno reforzador operante. Sólo en la especié hu
mana la conducta del imitador refuerza ál modelo
La especie sufrió otro cambio evolutivo único cuando la musculatura vocal quedó
bajo control operante y cuando empezó a formarse y a mantenerse la conducta vocal
gracias a sus consecuencias reforzadoras. La gente podía preparar la conducta de otros,
diciéndoles qué hacer o mostrándolo. (En un presunto paso posterior se agregaron con
secuencias reforzadoras temporales para que fuera más probable que la conducta per
maneciera en vigor hasta que la consecuencia para la cual estaba preparada entrara en
acción, Agregar refuerzos temporales de esta manera es enseñar.)
¡i. /•'. Skiitnrr 243
Los consejos pueden ser útiles en más de una ocasión y entonces se ofrecen o
enseñan de manera que pasen de una persona a otra o de generación en generación. Las
máximas {“ regla máxima” ) y los proverbios (“ palabras puestas por delante” ) son ejem
plos de esto. Se refieren a contingencias más bien generales de refuerzo: un centavo
(así como muchas otras cosas) ahorrado es un centavo (así como muchas otras cosas)
ganado. Las reglas son dichos transmitidos por los grupos, generalmente con conse
cuencias de refuerzo más fuertes. Las leyes de gobierno y religión se refieren a las
contingencias de refuerzo (por lo general negativo) mantenidas por esas instituciones.
Tienen el efecto de advertencias: al obedecer la ley, la persona evita conducirse de una
forma que sería castigada. Las leyes de la física y la química (“ reglas de acción efecti
va” ) se refieren a contingencias de refuerzo mantenidas por el ambiente físico
Modelar, decir y enseñar son las funciones de los ambientes sociales llamados
culturas. Cada cultura surge de contingencias propias de variación y selección y difiere
de otras en la medida en que ayudan a sus miembros a resolver los problemas. Los
miembros que los resuelven tienen más probabilidades de sobrevivir y con ellos sobre
viven las prácticas de su cultura. En otras palabras, las culturas evolucionan, en un
tercer tipo de variación y selección; (Las culturas que forman y mantienen conductas
operantes son exclusivamente humanas. Las sociedades animales tienen muchas carac
terísticas similares, pero sólo como producto de contingencias de supervivencia.) La
evolución cultural no es un proceso biológico, pero por ser un tipo de variación y selec
ción, tiene sus mismas fallas. El hecho de que una cultura prepare a un grupo sólo para
un mundo que se asemeje al mundo en el que evolucionó la cultura es la causa de
nuestra preocupación actual por el futuro de una tierra habitable.
El proceso de variación y selección tiene una tercera falla. Las variaciones son
aleatorias y las contingencias de la selección, accidentales. Lo que evolucionó no es
una sola especie que se desarrolló lentamente, sino millones de especies diferentes,
compitiendo entre sí por su lugar en el mundo. El producto del condicionamiento ope
rante no es un solo repertorio coherente sino miles de pequeños repertorios, entre los
cuales deben resolverse de alguna manera los conflictos. La evolución de los ambientes
sociales no ha producido una sola cultura sino muchas, que con frecuencia están en
conflicto.
Aunque el control operante de la musculatura vocal es exclusivo de la especie
humana, rara vez, si acaso, se le menciona como su característica distintiva. Es más
probable que se mencione la presencia o ausencia de “ conciencia” o “ inteligencia cons
ciente” . Al comparar a las especies siempre ha sido un problema el papel desempeñado
por la mente/cerebro. Descartes eximió al “ hombre" de su modelo mecánico de orga
nismo y Wallace, a diferencia de Darwin, no creía que la evolución pudiera explicar la
mente humana. Los científicos del cerebro han expresado reservas similares. Los teóri
cos de la evolución han propuesto que la “ inteligencia consciente” es un rasgo evolu
cionado, pero nunca han demostrado que las contingencias físicas de la supervivencia
pudieran seleccionar una variación no física; (Esta propuesta simplemente pone un
poco más fuera de la vista esta problemática distinción física-metafísica.) Se ha dicho
que quizá nunca sepamos cómo evolucionó la mente consciente, pues no sobreviviría
nada para que lo descubrieran los paleontólogos, pero el control operante de la muscu
244 Conductfcmo
latura vocal y los actos de mostrar, decir y enseñar que le sucedieron sí han sobrevivido
y es posible que éstos expliquen ¡a introspección y también lo que “ se ve” con su ayuda.
La raí?: spectare significa mirar. Décimos que “ miramos” y “ vemos'’ lo que está
ocurriendo dentro de nosotros mismos, pero no se ha descubierto ningún ojo interno,
Podemos evitar especificar un tipo de órgano diciendo observar, advertir o notar, más
que ver, y es significativo que observar, advertir y notar, y menos común señalar,
significan tanto decir como ver. Mucho depende de lo que significa percibir cualquier
parte del mundo con algún tipo dé órgano. Las teorías de entrada-salida, como en los
modelos de estímulo-respuesta y procesamiento de información, establecen una clara
distinción entre percibir y hacer. Nos dicen que percibamos el mundo antes de actuar en
él. Sin embargo, el análisis experimental de la conducta asigna un papel muy diferente
al estímulo. Es más probable que ocurra una respuesta operante en presencia de un
estímulo que hubiera estado presente cuando se reforzó dicha respuesta: Percibir es
tanto un producto de la variación y selección como hacer. Es parte del hacer. Por razo
nes similares, la selección natural explica ía prontitud con la que responden inmediata
mente los animales a características del ambiente que han sido decisivas para la
supervivencia de su especie, como la vista, el sonido o el olor de una oportunidad de
alimentarse o de sexo, o de una amenaza, incluso del peligro de lo desconocido. Los
animales presuntamente “ reciben” todos los estímulos que les impresionan, pero es
posible que sólo respondan a aquellos que han desempeñado alguna parte en las contin
gencias de selección. (No podemos saber si los animales no verbales ven estímulos que
nunca hayan desempeñado tal papel, pues tendríamos que arreglar contingencias
que contuvieran dichos estímulos para averiguarlo.) Nosotros mismos podemos ver
cosas con respecto a las cuales no tomamos ninguna acción práctica (por ejemplo,
vemos cosas que están fuera de nuestro alcance), pero posiblemente sólo porque hemos
hablado de ellas. Ver cosas sin tomar ninguna acción adicional es estar conscientes de
ellas. (La raíz de aware [consciente en inglés] se encuentra también en waty [cautelo
so]; tenemos cautela de las cosas que han sido parte de contingencias negativas de
selección.) La palabra consciente, que en inglés se usa con más frecuencia que aware,
significa conocimiento (del latín con-scientia): “ saber con otros” , alusión a las contin
gencias verbales necesarias para estar consciente.
Todo esto es particularmente importante cuando lo que vemos está dentro de nuestro
cuerpo, el tipo de visión al que generalmente aplicamos el término introspección. ¿Pero
qué vemos en realidad? Los psicólogos inquietos por la naturaleza metafísica de la vida
mental suelen decir que lo que vemos a través de la introspección debe ser el cerebro,
pero eso es poco probable. No tenemos nervios sensoriales que vayan a partes impor
tantes del cerebro; el cirujano puede operarlo sin anestesia. Ninguna contingencia de la
selección hubiera promovido la evolución de tales nervios antes del surgimiento de
la conducta verbal y esto ocurrió ya muy tarde en la evolución de la especie, Es más
probable que lo que vemos a través de la introspección sean las primeras etapas de
nuestra conducta, las etapas que ocurren antes de que la conducta empiece a actuar
sobre el ambiente.
Percibir es una de estas etapas; vemos las cosas antes de que respondamos a ellas
en cualquiera otra fonrta y vemos que las estamos viendo cuando no estamos haciendo
B. /•’. Skinner 245
nada más. La.s personas que nos preguntan si venios cosas nos suministran contingen
cias necesarias. L! principio misino de ¡a acción es otra de las primeras etapas. Esto no
plantea ninguna pregunta acerca de ia disponibilidad de nervios sensores porque debe
mos ser capaces de ver las primeras etapas con ios nervios necesarios para la acción
completa. (También es posible que en ocasiones no estemos en /«/wspección, sino
respondiendo al ambiente externo, como cuando decimos “ Voy a ir..." y significa “ En
ocasiones como ésta, por lo general he ido...” )
Se díce que los griegos descubrieron la mente, pero es más probable que hayan
sido los primeros en hablar con gran amplitud acerca de lo que vieron dentro de sí
mismos y así construyeran las contingencias necesarias para la introspección. La “ gran
conversación” de la Academia de Platón habría creado las contingencias en las cuales
se habría visto cada ve?, más los inicios de la conducta. Debe haber sido un mundo
desconcertante. Vemos el mundo público que nos rodea, pero también lo sentimos,
oímos, gustamos y olemos. Con un mundo interno no hacemos más que “ verlo” . No es
sorprendente que ios griegos lo hayan llamado /«¿/«físico.
Por desgracia, lo que ellos vieron ocurría precisamente en el momento y lugar
en que podia confundirse con la causa de lo que hacían y, por lo tanto, era fácil suponer
que habían descubierto un ser o mente originarios. Sin embargo, si lo que veían simple
mente era parte de lo que hacían, esto no era causa de lo que hadan, como tampoco el
impulso que toma el golfista lo es del golpe que recibe la pelota. Las primeras partes de
la conducta afectan a las posteriores, pero es la conducta como un todo lo que es pro
ducto de la variación y la selección.
Tal análisis de la introspección y de la “ conciencia” introspeccionada necesita
cuidadosa consideración, por supuesto, pero deben hacerse todos los esfuerzos por con
servarlo pues nos exime de toda necesidad de apelar a un tipo especial de conocimiento
o un t¡po especial de materia conocida. Permanece dentro del mundo de la física y la
química y de las ciencias de la variación y la selección. Evita toda sugerencia de ruptu
ra en los procesos de variación y selección. Hay dos ciencias establecidas, cada una con
un objeto de estudio claramente definido, que tienen relación con la conducta humana.
Una es la fisiología del cuerpo con cerebro, cuestión de órganos, tejidos, células y los
cambios eléctricos y químicos que ocurren dentro de ellos. La otra es un grupo de tres
ciencias dedicada a la variación y selección que determinan la condición del cuerpo
con cerebro en cualquier momento: la selección natural de la conducta de las especies
(etoiogía), el condicionamiento operante de la conducta del individuo (análisis
conductual) y la evolución de tos ambientes sociales que preparan la conducta operan
te y amplían en gran medida su rango (parte de la antropología). Puede decirse que las
tres están relacionadas de este modo: la fisiología estudia el producto del cual las cien
cias de la variación y selección estudian la producción. El cuerpo funciona como lo
hace debido a las leyes de la física y la química; hace lo que hace debido a que está
expuesto a las contingencias de la variación y selección. La fisiología nos dice cómo
funciona el cuerpo; las ciencias de la variación y la selección nos dicen por qué es un
cuerpo lo que funciona de ese modo.
Las dos ciencias observan principios causales muy diferentes. El cuerpo con cere
bro obedece las leyes de la física y la química. No tiene libertad y no toma decisiones.
246 C o n d u c lis m ií
Ninguna otra visión de! “ hombre como máquina” (en este caso una máquina bioquímica)
ha tenido jamás mejor apoyo. Algunos científicos del cerebro han sostenido que ei
cerebro debe tener características estructurales que permitan la libertad de elección, la
creatividad y cosas similares, pero ai hacerlo, lo sostienen a partir de lo que hace ei
cerebro, más que de su estructura. También se ha dicho que en ef cerebro puede ocurrir
variación y selección, pero aunque el cerebro, al igual que cualquiera otra parte del
cuerpo, sufre variaciones, las contingencias selectivas están en el ambiente.
Cuanto más conocemos al cuerpo con cerebro como una máquina bioquímica,
menos interesante resulta en su relación con la conducta. Sí hay libertad, ésta ha de
encontrarse en la aleatoriedad de las variaciones. Sí se crean nuevas formas de conduc
ta, éstas son creadas por la selección. Las fallas en la variación y la selección son causa
de problemas fascinantes. Debemos adaptamos a situaciones nuevas, resolver conflic
tos, encontrar soluciones rápidas. Una estructura bioquímica conforme a la ley no hace
nada de este tipo.
Las simulaciones computarizadas de la conducta humana son máquinas electróni
cas diseñadas para comportarse tal como se comporta la máquina bioquímica del cuer
po. Sabemos cómo están diseñadas y construidas y de ahí que no preguntemos acerca
de su origen. Por la misma razón, sin embargo, las simulaciones no son de interés
particular para los analistas de la conducta. Las cosas interesantes de la vida vienen de
los caprichos de la variación y la selección en la construcción de la máquina.
El análisis eonductual es la única de las tres ciencias de variación y selección que
ha de ser estudiada a fondo en el laboratorio. Los etólogos observan la conducta en el
campo y reconstruyen la evolución a partir de las evidencias que sobreviven de los
primeros tiempos. La etología está apoyada por una ciencia de laboratorio, la genética,
pero aún nadie ha producido una nueva especie con un repertorio de conducta innata en
condiciones de laboratorio. La evolución de una cultura también es básicamente cues
tión de inferencias a partir de la historia. Es la velocidad lo que cuenta; sólo el
condicionamiento operante ocurre a la velocidad necesaria para ser observado de prin
cipio a fin. Por la misma razón es la única de las tres ciencias que es muy empleada para
propósitos prácticos de la vida cotidiana.
Por lo tanto, es difícil entender por qué el condicionamiento operante no ha atraí
do más atención. En muchos casos simplemente se pasa por alto el papel de la variación
y la selección en la conducta del individuo. Por ejemplo, la sociobiología brinca de lo
socio- a lo bio-, pasando por encima al individuo que los vincula. Muchos de los psicó
logos que han estudiado la conducta también han desdeñado la variación y selección.
La ley de efecto de Thorndike llegó cerca, pero su experimento sugiere que las varia
ciones eran pruebas y las consecuencias, errores. Watson, Lashley y Hull apelaron a la
formación de hábitos y a! estímulo y respuesta. Ef propósito deTolman, como la orien
tación de la meta o la utilidad subjetiva esperada, proyectaba copias de consecuencias
pasadas en el futuro como una atracción que parecía arrastrar hacia sí a la conducta.
El análisis de la conducta es la más joven de las tres ciencias (las teorías de
selección natural y la evolución de las culturas datan de mediados del siglo xix y el
análisis de la conducta, sólo de fines del primer tercio del xx), pero la inmadurez no
explicará por qué ha sido desdeñado con tanta frecuencia. Una mejor explicación po-
H. / • ’. S k iiin e r 247
dría ser que su campo ha estado ocupado tanto tiempo por la teoría de una mente o s"Sr
interno original, que es en extremo fascinante.
Nosotros no hallamos el idioma de la ciencia del cerebro y del análisis de la con
ducta en nuestra vida cotidiana. No podemos ver el cerebro y conocemos muy poco de
la hisioria de la variación y la selección responsable de un caso dado de conducta. En
cambio, usamos un lenguaje que empezó a existir mucho antes de que hubiera filósofos
o científicos de cualquier tipo. Es llamado propiamente un idioma vernáculo. Este tér
mino significa, como su raíz significaba para los romanos, el idioma de la casa, de la
vida cotidiana. Todos lo hablamos. Es el habla de los periódicos, las revistas, los libros,
la radio y la televisión. Cuando se habla de la conducta del individuo, es el lenguaje de
los científicos de la conducta: psicólogos, sociólogos, antropólogos, politólogos y eco
nomistas. William James escribió sus Principios de psicología en el idioma vernáculo.
Los conductistas lo hablan en su vida cotidiana (y los jóvenes conductistas deben aprender
a hablarlo sin abochornarse).
La lengua vernácula se refiere a muchos sentimientos y estados de la mente. En
inglés, por ejemplo, decimos que sentimos ganas de hacer o que necesitamos hacer a Igo
para satisfacer nuestros deseos. Decimos que estamos hambrientos y estamos pensan
do en conseguir algo para comer. Es fácil suponer que las referencias son a una mente
incipiente pero, como hemos visto, las alusiones útiles son a contingencias previas de
selección o a los inicios de acción, De “ Tengo hambre” inferimos que ía persona no ha
comido por algún tiempo y que probablemente comerá cuando disponga de alimento.
De “ Estoy pensando en conseguir algo para comer” inferimos una probabilidad de ac
tuar para que el alimento esté disponible.
Mediante el uso de la lengua vernácula, con sus alusiones a la historia personal y
a la probabilidad de acción, la psicología ha surgido como una profesión efectiva, esen
cial y muy respetada. El intento de usar las referencias aparentes a una mente incipiente
y de convertir la lengua vernácula al idioma de la ciencia, sin embargo, fue un error.
Watson y otros de los primeros conductistas pensaron que el error radicaba en usar la
introspección. ¿Qué tan bien podían percibirse los sentimientos y verse los procesos
mentales? Anticipándose a! positivismo lógico, sostuvieron que un evento visto por
una sola persona no tenía lugar en la ciencia. El problema, sin embargo, no era la intros
pección. Era el ser o la mente incipiente a( cual la introspección parecía tener acceso,
En el contacto cara a cara con otra persona son inevitables las referencias a un ser
incipiente, Existe un “ tú” y existe un “ yo” . Yo veo lo que “ tú” haces y oigo lo que “ tú”
dices, y tú ves lo que “ yo” hago y oyes lo que “ yo” digo. No vemos las historias de
selección responsables de lo que se hace y, por tanto, inferimos un origen interno, pero
el exitoso uso de la lengua vernácula en la práctica de la psicología no ofrece ningún
apoyo para su uso en la ciencia. En el análisis científico, las historias de variación y
selección desempeñan el papel del iniciador. En el análisis científico de la conducta no
hay lugar para una mente o el yo.
¿Qué hemos de hacer, pues, con el hecho deque durante cien años los psicólogos
hayan tratado de construir precisamente tal ciencia de la mente? ¿Qué hay de los bri
llantes análisis que se han hecho de la inteligencia o de las pretensiones del valor del
concepto de utilidad subjetiva esperada de las ecuaciones que se han escrito para des-
148 Ctmdmiimio
cribir el espacio psicológico? ¿Han sido éstas parte de una búsqueda de algo que no
existe? Parece que debemos decirlo así, pero no todo está perdido. La inteligencia,
nunca introspectible, claramente es una inferencia de la conducta muestreada en prue
bas de inteligencia, y un análisis de los diferentes tipos de inteligencia es un análisis de
diferentes tipos de conducta. La expectativa, otra palabra que viene de specere, o “ ver’',
no es posible que signifique ver el futuro y debe ser el producto de pasadas contingen
cias de refuerzo. La utilidad significa aplicación o uso, el acto o medio de hacer algo de
tal forma que se produzca: una consecuencia. El espacio psicológico es el espacio real
conforme entra en el control de las contingencias de refuerzo; está en juego el grado
en que un estímulo, presente cuando se refuerza una respuesta, se generaliza de tal
modo que estímulos similares que no estaban presentes ejercen control. En pocas pala
bras, los psicólogos, sin proponérselo, han estado analizando contingencias de refuer
zo, las mismas contingencias responsables de la conducta erróneamente atribuida a un
origen interno.
Pero, ¿qué hay de los ilustres filósofos que, a lo largo de ios siglos, han tratado de
seguir el precepto del oráculo de Delfos y conocerse a sí mismos a través de la intros
pección? ¿Hay allí una justificación similar o han estado inútilmente persiguiendo una
quimera? Decirlo así parecería un poco arrogante si no hubiera un paralelismo esciare-
cedor. Hombres y mujeres igualmente ilustres han estado buscando por mucho más
tiempo y mayor dedicación otro Creador, escrito esta vez con “ C " mayúscula, cuyos
presuntos logros también han sido puestos en tela de j uicio por la ciencia. Fue Darwin,
por supuesto, el que marcó la diferencia. Esta se sostiene para el origen de la conducta
como para el origen de las especies. Casi siglo y medió después, la evolución no se
entiende en sentido amplio. Se le oponen vigorosamente los defensores de un creador.
Como resultado, sigue siendo imposible enseñar biología adecuadamente en las escue
las de Estados Unidos. Se ha propuesto que se enseñe en su lugar una ciencia de la
creación. El papel de la variación y la selección en la conducta del individuo padece
la misma oposición. La ciencia cognitiva es la ciencia de la creación de la psicología,
mientras ésta lucha por mantener la posición de una mente y de una entidad propia.
La historia de la psicología es informativa. Empezó hace cien años con la búsque
da introspectiva de la mente. Watson atacó la introspección en su manifiesto conductista
de 1913 y por ésa u otras razones se abandonó la introspección. Los conductistas se
volcaron al estudio de la conducta por sí misma y los psicólogos no conductistas
se volvieron a la conducta de profesores, estudiantes, terapeutas, clientes, niños que
crecían año con año, personas en grupos, y así sucesivamente.
Los psicólogos cognitivos trataron de restablecer el statu quo. El conductismo,
declararon, había muerto. No podían querer decir que los psicólogos ya no estudiaban
la conducta, de animales en laboratorio y de profesores, estudiantes, terapeutas, clien
tes, etcétera. Lo que esperaban que estuviera muerto era invocar la selección por conse
cuencias para explicar la conducta. La mente, o a falta de ella, ei cerebro, debía restaurarse
a la posición que le correspondía por derecho.
Debido a su semejanza con la lengua vernácula, la psicología cognitiva era fácil
de entender y, por un tiempo, tuvo éxito la llamada revolución cognitiva. Eso quizá
incrementó la velocidad a la que los analistas de la conducta se apartaron de la ínstitu-
H i v íw ,, »
ción psicológica, fundando sus propias asociaciones, celebrando sus propias reuniones,
publicando sus propias revistas. Fueron acusados de construir su propio gta-tto. pero
simplemente estaban aceptando el hecho de que tenían muy poco que ganar con el
estudio de una mente creativa.
La psicología cognítiva fue dejada como la compañera científica de una profestón
y el soporte científico de los campos educativos, clínicos, de desarrollo, social y mu
chos oíros de la psicología. La ayuda que les ha dado no ha sido notoria. Una versión de
la lengua vernácula refinada para el estudio de la vida mental apenas es más útil que la
versión lega, en especial cuando la teoría empieza a reemplazar a la introspección.
Hubiera sido mucho más útil el análisis de la conducta. Hubiera ayudado de dos mane
ras, aclarando las contingencias de refuerzo a las que alude la lengua vernácula, y ha
ciendo posible diseñar mejores ambientes: ambientes personales que resolverían
problemas existentes y ambientes grandes o culturas en las que habría menos proble
mas. Conocer mejor fa variación y selección significará una profesión más exitosa,
pero el que el análisis de la conducta sea llamado psicología es una cuestión que deci
dirá el futuro.