LIBRO La Vida y El Tiempo

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La vida

y el tiempo

Apuntes para una


teoría ucrónica de la
vida buena
René A. Ramírez Gallegos
LA VIDA Y EL TIEMPO
Ramírez Gallegos, René
La vida y el tiempo : apuntes para una teoría ucrónica de la vida buena / René
Ramírez Gallegos ; Prólogo de Guadalupe Valencia García ; Boaventura de
Sousa Santos. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO, 2022.
Libro digital, PDF - (Temas)

Archivo Digital: descarga y online.


ISBN 978-987-813-301-0

1. Ciencias Sociales. I. Valencia García, Guadalupe, prolog. II. De Sousa Santos,


Boaventura, prolog. III. Título.
CDD 300.1

Otros descriptores asignados por CLACSO:


Estado / Buen Vivir / Saberes Originarios / Tiempo / Capitalismo /
Globalización / Trabajo / Cultura / América Latina

Arte de tapa y diseño de interior: María Clara Diez


Corrección de estilo: Melina Di Miro
LA VIDA Y EL TIEMPO
APUNTES PARA UNA TEORÍA UCRÓNICA
DE LA VIDA BUENA

RENÉ A. RAMÍREZ GALLEGOS

Prólogos de
Boaventura de Sousa Santos y Guadalupe Valencia
CLACSO - Secretaría Ejecutiva
Karina Batthyány - Directora Ejecutiva
María Fernanda Pampín - Directora de Publicaciones

Equipo Editorial
Lucas Sablich - Coordinador Editorial
Solange Victory y Marcela Alemandi - Gestión Editorial

LIBRERÍA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA DE CIENCIAS SOCIALES


CONOCIMIENTO ABIERTO, CONOCIMIENTO LIBRE

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La vida y el tiempo: apuntes para una teoría ucrónica de la vida buena (Buenos Aires, 2022)
ISBN 978-987-813-301-0
© Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales | Queda hecho el depósito que establece la Ley 11723.

CC BY-NC-ND 4.0

La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artículos, estudios y otras colaboraciones incumbe
exclusivamente a los autores firmantes, y su publicación no necesariamente refleja los puntos de vista de la
Secretaría Ejecutiva de CLACSO.

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Este material/producción ha sido financiado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo,
Asdi. La responsabilidad del contenido recae enteramente sobre el creador. Asdi no comparte necesariamente las
opiniones e interpretaciones expresadas.
ÍNDICE

Agradecimientos.............................................................................................11

Prólogo de Guadalupe Valencia García............................................................13

Prólogo de Boaventura de Sousa Santos..........................................................17

Capítulo 1. La vida y el tiempo.........................................................................25

Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir.......................................33

Capítulo 3. Bienestar vs. buen vivir..................................................................67

Capítulo 4. El tiempo.....................................................................................103

Capítulo 5. La vida humana...........................................................................135

Capítulo 6. La vida buena...............................................................................155

Capítulo 7. La temporalidad del espacio........................................................179

Capítulo 8. Más allá del PIB: la esperanza de vida buena (EVB) ....................199

Capítulo 9. Tiempo y subjetividad..................................................................205

Capítulo 10. La unidad de análisis importa....................................................235

Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena.....................255

Anexos...........................................................................................................277

Bibliografía....................................................................................................281

Sobre el autor................................................................................................297
A Uzué y Ziara,
por ser mis tiempos, mis tempos y mis vidas
y, respectivamente, por los once
y ocho años de ser juntos.
AGRADECIMIENTOS

Esta investigación no hubiese sido posible sin la acción colectiva del


pueblo ecuatoriano y su general intellect que permitió construir la Carta
Magna de 2008, uno de los textos más esperanzadores que ha existido
en la historia del país y que permite ser el horizonte de sentido político
para disputar una nueva ucronía: la sociedad del buen vivir.
A todos los compañeros y las compañeras que durante una dé-
cada pusieron el granito de arena para caminar juntos y disputar un
nuevo orden social y temporal. Asimismo, a todos los compañeros y
las compañeras que, mientras los nuevos gobiernos conservadores de
la región juegan con el tiempo de la libertad en los estados de excep-
ción que han construido, no dejan de resistir buscando que el horizon-
te verdadero del sumak kawsay siga vivo.
A Hermes Augusto Costa y Elísio Estanque, por todo el apoyo
dado a lo largo de mis días en la Universidad de Coimbra.
A João Rodrígues, por sus comentarios precisos que −sin lugar a
dudas− han permitido que esta investigación tenga mayor rigurosidad
científica y académica, sin perder un ápice de compromiso político.
A Boa, no solo por su amistad, sino por su coherencia ideológica
y académica, por su inconformidad epistémica, por su “optimismo
crítico” y por su pluma lúdica y subersiva. Esta investigación no sería
si la “epistemología del sur” no fuese. ¡Gracias, Boa!
A Guadalupe Valencia, por generar kayros colectivos y acogerme
para pensar el tiempo y la temporalidad desde el sur global.
De la misma forma agradezco a Karina Batthyány y a Nicolas
Arata, por abrir la puerta para publicar el presente libro en la colec-
ción “Temas” de CLACSO.
Asimismo, quiero agradecer al compañero Juan Guijarro, filó-
sofo y literato de la vida, por su amistad genuina, por los múltiples

11
René Ramírez Gallegos

intercambios de ideas, por su aguda y fina crítica constructiva, sin la


cual esta investigación no hubiese sido lo que es. Ten la certeza que sé
que queda pendiente para futuros textos el debate sobre la “ontología
del Sur” a partir de la reflexión del tiempo.
A Jesús Tapia, matemático amigo, que siempre estuvo pendiente
del rigor de la estadística obtenida, de que sea precisa y justa. No me
cabe duda de que, así como la forma es fondo (por ejemplo, el respeto
al debido proceso en el derecho), la cantidad también es calidad cuan-
do se habla de tiempo.
A Lassalete Paiva, por su amabilidad y apoyo en todo momento
para que mi estancia en Coimbra y en el Centro de Estudios Sociales
sea impecable. ¡Muchas Gracias!
A Andrés Gregorio, por siempre tenderme la mano y recibirme en
la vieja Lisboa, dándome así la posibilidad de recorrer sus calles, sus
cafés y sus bibliotecas para pensar el tiempo y la espacialidad.
A mi compañero de lucha, Ernesto, y a la compañera Laurita, por
su amistad y hospitalidad en Braga y por el tiempo compartido en los
cubículos de la Universidad do Minho, donde se escribieron y revisa-
ron algunos capítulos de esta investigación.
A mi hermano del alma, Papoy, por su temporalidad en la mía, por
su presencia siempre en todo momento y por su lectura antropológica y
rigurosa sobre este texto. Por ser un luchador sin miedo, quien siempre
me enseña la importancia de lo importante: la otredad de la vida.
A mi otro hermano del alma, Franklin, por su siempre estar, por
su palabra precisa y aguda para no caer en el confort del pensamiento
fácil y la acción espuria, palabra que permitió constanmente repensar
lo sucedido en esta década.
A mi mami, por ser generosa con la sabiduría de vida de sus años,
por su incondicional amor, su espiritualidad que pacífica, y por ese
corazón de roble que ama la vida.
A mi padre, a su recuerdo y a la eternidad de su memoria.
A mi colega Anita, por su lectura minuciosa, por comprarme todos
los libros sobre el tiempo que ahora tengo en mi biblioteca, por com-
partir conmigo los artículos del día a día de la prensa y las novelas lite-
rarias que permiten reflexionar sobre la temporalidad de la existencia.
A Anita, por enseñarme que dos es mucho mayor que uno más
uno. Gracias a vos aprendí, desde la vida misma, la indisociabilidad del
tiempo y la existencia. Por la generosidad de tu tiempo para mi tiempo.
Finalmente, a mi paloma Uzué y a mi melliza intertemporal Ziara,
porque sin sus seres, sin su amor y sin su estar, difícilmente hubiese
entendido la verdadera magnitud y el significado del tiempo y la tem-
poralidad de la existencia (que es el de la vida misma) y la importancia
de luchar por nuevas ucronías. ¡Por y para ustedes!

12
PRÓLOGO
Guadalupe Valencia García

Se atribuye a Einstein la frase: “No podemos resolver los problemas


usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando se crea-
ron”. Una sentencia sabia y profunda. En efecto, los problemas más
apremiantes de nuestras sociedades −las desigualdades, las violencias
en todas sus formas, la pérdida de vínculos colectivos, las crisis sani-
tarias que revelan y profundizan problemas previos− son estudiados,
generalmente, con las mismas lógicas de razonamiento que fundaron
las formas de vida que hoy estallan por todos los costados.
Un buen ejemplo de esto puede ser la pandemia covid-19 que he-
mos padecido. Por mucho que nos haya sorprendido, estaba presente
y podía anticiparse, según los diagnósticos científicos que ilustraban
el deterioro del único planeta que tenemos y al que hemos tratado con
abuso. Un abuso que va de la mano con la lógica de la acumulación, el
valor de cambio, el consumo y el encumbramiento del mercado. Una
lógica en la cual la plusvalía, el tiempo de trabajo excedente del cual se
apropia el dueño de los medios de producción, ha sido la clave para una
acumulación que no conoce límites ni para la ganancia, ni para el que-
branto de la naturaleza, de las relaciones sociales, de la vida. No se equi-
vocó Marx: el tiempo es la clave de la plusvalía y, en casi todo el mundo,
la llave para comprender nuestras formas de organización social.
En efecto, en el tiempo radica el secreto de la generación del va-
lor al que Marx le dedicaría una buena parte de su obra. Tiempo no

13
Guadalupe Valencia García

pagado, arrebatado a la vida de quien vende sus horas y sus días. De


lo que se despoja a quien vende su fuerza de trabajo es, en el fondo,
del tiempo para los espacios de vida no medibles como productividad:
para la educación, el ocio creativo, el juego, la charla, la familia, la
convivencia, el amor. Pero esta consecuencia de la lógica capitalista
ha sido poco estudiada. Finalmente, el patrocinio de la visión econó-
mica, y a veces economicista, incluyendo algunas perspectivas mar-
xistas en la comprensión de nuestras sociedades parece hacer depen-
der la idea de progreso social y bienestar individual en la capacidad
adquisitiva que podría permitir vivir mejor a cada quien, sin reparar
en cómo viven los otros. Y en términos de análisis macroeconómicos,
se funda en los impersonales y engañosos datos del PIB y del PNB.
En todos los casos se trata de bienes y recursos que se expresan como
dinero. Y nada más.
René Ramírez, de una manera admirable y original, nos conduce
por otro sendero de comprensión. Se pregunta si el tiempo bien vivi-
do puede constituirse en unidad de análisis y valoración social para
justipreciar el proyecto de sociedad en el cual la vida buena sea una
aspiración realizable para todos. Ecuador, con su pacto de conviven-
cia expresado en la Constitución de 2008, se convierte en el modelo
para analizar ese invento social, la vida buena, esbozado en el marco
de disputas políticas por la construcción de un nuevo orden. A partir
del modelo de la vida buena, se pueden apreciar formas de existencia
que ponderan y procuran la “riqueza de tiempo” o bien aquellas en
las que, a pesar de haber alcanzado aparentemente mayores índices
de bienestar, la pobreza de tiempo para la vida no consigue que se
alcance la plenitud y gozo de la existencia. En el primer caso, estamos
ante lo que el autor denomina como ucronías ecosociales fundadas en
bienes relacionales que generan reciprocidades compartidas y tienen
componentes afectivos y comunicativos. Tiempos sin valor monetario
pero con una gran capacidad para nutrir la vida buena en colectivi-
dad. ¿Qué precio podría tener la celebración de un cumpleaños o la
charla con amigos a la sombra de un árbol? ¿Cuál sería el valor de las
canciones de cuna para dormir a los niños y de contar cuentos e his-
torias en el seno de las familias?
Con un novísimo pensamiento, que rompe con las ideas del bienes-
tar como capacidad adquisitiva y por lo tanto monetaria, René Ramírez
opta por pensar ya no el bienestar sino el bien-estar como una forma
constituyente del ser colectivo, como una manera de constituirse co-
laborativa y comunitaria. Ya no se trata sólo de estar en el mundo con
más o menos recursos materiales, sino de ser-con-el-mundo para hon-
rar la vida común que incluye una relación armónica y no abusiva con
la naturaleza la cual, también, se erige en sujeto de derecho.

14
Prólogo

A diferencia del enfoque bienestarista, se trata de un bien-estar


colectivo que, para distanciarse del paradigma al que renuncia, se
enuncia mucho mejor como buen vivir. Pero el asunto no es mera-
mente semántico: es epistemológico, teórico y práctico. Es político.
Nuestro autor renuncia a nominar de la misma manera −bienestar,
mejora, progreso− una forma de vida que se quiere buena para todos
y no simplemente mejor para cada uno, porque esta última fórmu-
la ahonda siempre las desigualdades. Desde su crítica certera a las
teorías del bienestar, la unidad de análisis deja de ser el dinero para
centrarse en la disponibilidad del tiempo relacional, el tiempo para la
vida. Prefiere entonces hablar de un nuevo orden temporal, una nueva
cronopolítica, y funda con ello un entendimiento-otro no sólo de las
sociedades que tenemos sino de aquellas que queremos.
Pero no interprete el lector lo anterior como una especie de vo-
luntarismo que no mira la pobreza y la desigualdad y la necesidad
de un piso de satisfactores que garantice una vida digna. En efecto,
el tiempo para el cuidado, la celebración, el estudio, la participación
democrática, el arte, el erotismo y el ocio creador, supone que se han
satisfecho las necesidades materiales de una vida digna y en la cual
las tareas de la reproducción social se han replanteado, también, en
sentidos más igualitarios y colectivos.
Se trata de una disputa, de batallas sociales que se ganan −pero
no para siempre−, que se consolidan, se fortalecen, expresan contra-
dicciones, se debilitan −o no−, se expresan en pactos sociales −como
las constituyentes−, se reinventan. Son luchas siempre presentes, aun-
que tengan muy diversos nombres. Son las revueltas por la igualdad
y la justicia. Por la garantía de los derechos del buen vivir en aquellos
países en donde la construcción de estados plurinacionales, intercul-
turales y no patriarcales alcanzó a expresarse como un nuevo acuer-
do; uno que alcanza, incluso, a los derechos de la naturaleza.
Desde la perspectiva de la economía neoclásica, pero también
desde el keynesianismo y el marxismo, la monetarización del análi-
sis constituye una camisa de fuerza para conseguir pensar en formas
de vida diferentes. Mientras nos gobierne la idea de que el tiempo es
dinero, según la célebre frase time is money, la vida, que no es otra
cosa sino tiempo encarnado, será presa del dinero. Sólo liberando al
tiempo de su atadura podremos lograr, ojalá, la universalización del
sumak kawsay, de la vida buena, de la vida bella.
De nuevo: no podemos resolver los problemas con las formas de
pensamiento que contribuyeron a crearlos y a agravarlos. La concep-
ción del tiempo que erige al valor de cambio en la clave de la vida
social puede reivindicar al orden social como el único posible, incluso
calificando como intolerable el estado de cosas al que ha dado lugar.

15
Guadalupe Valencia García

Puede, también, ofrecer análisis críticos encaminados a paliar los


gravísimos problemas de la pobreza y la desigualdad y diseñar reco-
mendaciones de política pública que conduzcan a la redistribución
de riqueza e ingreso, pero no contribuirán de manera definitiva a la
resolución de nuestros males colectivos.
Hace falta variar la mirada y poner en el centro una nueva con-
cepción de la riqueza social, incluso partiendo de la misma clave: el
tiempo. Un tiempo que garantice la reproducción de una vida digna
tendrá que enarbolar la creatividad para ser-con-el-tiempo, mientras
estamos en este mundo. Bien sabemos que, cuando nos marchemos,
otros vendrán a actualizar esos futuros-pasados que fueron sueños
colectivos en los que el tiempo, siempre el tiempo, resultó un gran
aliado.

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PRÓLOGO
Boaventura de Sousa Santos

Tengo el gusto de presentarles un libro extraordinario por su calidad


científica, por su carácter teóricamente innovador y trasformador, por
su audacia en abordar uno de los temas más complejos de nuestra
vida contemporánea: el tiempo. Las dos premisas centrales del libro
escrito por René Ramírez son: “a quien entregas tu tiempo, entregas
tu vida” y “quien se queda con tu tiempo, se queda con tu vida”. A
partir de ellas, construye una propuesta teórico-metodológica que
constituye una contribución muy importante para edificar una nueva
economía política y una nueva filosofía política.
El autor pone en el centro del análisis a la vida; pero no cualquier
tipo de vida. Esta debe ser buena, plena. Para cumplir este propósito
recupera la noción de tiempo como unidad de análisis y de valor de lo
que denomina la “socioecología política de la vida buena”. La “fusión”
entre vida y tiempo es un instrumento epistemológico y político que
permite resolver un problema que nace de las entrañas del proceso
constituyente vivido en Ecuador desde el 2005, y que alcanza un pun-
to de anclaje –no de culminación– en la Constitución del Buen Vivir
de 2008.
En efecto, la sociedad ecuatoriana en el 2008 refrenda popular-
mente un pacto de convivencia social que tiene como horizonte la
construcción de la sociedad del buen vivir o del sumak kawsay. Frente
a tal reto, el autor evalúa la limitación de marcos epistemológicos,

17
Boaventura de Sousa Santos

teóricos y metodológicos vigentes, que requieren una transformación


radical para acompañar las luchas de resistencias creativas que tran-
sitan hacia el nuevo horizonte planteado colectivamente, de manera
que sea posible pensar y actuar para edificar una economía social y
solidaria; un Estado plurinacional e intercultural; una sociedad que
ponga en igualdad de condiciones los múltiples géneros existentes; un
vínculo biocéntrico entre sociedad-naturaleza y una democracia no
solo representativa, sino también deliberativa, participativa y comu-
nitaria, como señalan los artículos de la Constitución.
Por esto señala el autor que:

Difícilmente se podrá construir la sociedad del buen vivir si su unidad de


análisis y evaluador ético siguen siendo el dinero, y los marcos metodoló-
gicos de análisis siguen asentándose en el utilitarismo (liberal) apalancado
en metodologías empíricas relacionadas con el análisis del gasto-ingreso a
nivel micro o de las cuentas nacionales a nivel macro.

En este marco, la investigación plantea que las teorías del bienestar


del mainstream resultan insuficientes para trasladar a la práctica la
aspiración social del buen vivir, por lo que se propone la necesidad
de establecer un marco epistémico específico para el constructo so-
cial trazado en el país andino. Así, se plantea la socioecología política
de la vida buena como plataforma teórico-conceptual, metodológica
y empírica pertinente para examinar, pensar y disputar la realización
del buen vivir en Ecuador. Para tal efecto, y partiendo de una crítica
que expone las limitaciones de emplear el dinero como evaluador del
bienestar, la investigación defiende utilizar como unidad de análisis la
métrica del “tiempo para la buena vida”.
El autor se atreve a ir más allá. En el campo de la teoría de la
justicia, plantea un debate político relevante: antes de definir “qué
igualdad”, es necesario preguntarse “quién define la igualdad de qué”.
Aquí otorga historicidad y espacialidad a los debates de la justicia,
que pretenden trascender las culturas, los territorios y los tiempos. El
ejercicio teórico que se realiza no es normativo con antelación, sino
interpretativo en función de las lecturas que emergen de los procesos
sociales, para —desde ahí— disputar los marcos conceptuales y las
disputas políticas.
Siguiendo el horizonte que marcan las epistemologías del Sur, el
autor señala explícitamente que la investigación debe ser leída como
“herramienta epistemológica de retaguardia para disputar el sentido
hegemónico imperante” y concretar la sociedad del buen vivir.
Al ser un texto basado en las luchas sociales que impulsaron el
proceso constituyente en Ecuador, el derrotero de la investigación se

18
Prólogo

orienta contra el neoliberalismo, porque en el mismo proceso político


su pacto de convivencia buscaba su superación. En este sentido, a lo
largo de sus páginas, sistemáticamente está dialogando las carencias
teóricas, metodológicas y éticas que tiene la teoría neoclásica que se
ha consolidado como hegemónica en las facultades de economía de la
mayoría de universidades a nivel mundial.
Ecuador, así como algunos países de la región, ha tenido la virtud
no solo de construir un proceso político antineoliberal, sino que, cla-
ramente, define el horizonte hacia donde caminar (“pro” buen vivir).
Es esta propuesta social la que da origen a esta investigación. Si el
horizonte es la vida buena, el autor afirma que se necesita un marco
teórico, metodológico y empírico (incluyendo la unidad de análisis)
diferente, que permita disputar los marcos analíticos de las teorías
neoclásicas de la economía (base analítica principal del neoliberalis-
mo). Si la vida (buena) es lo importante, el autor plantea tener como
proxy para su teorización, análisis, evaluación y disputa al tiempo.
En el marco de la propuesta de sociedad pactada en Ecuador,
la pregunta que guía la investigación es: ¿puede constituirse el tiem-
po (bien vivido) en unidad de análisis y valoración social que permi-
ta evaluar el proyecto de vida social de la vida buena propuesta en
Ecuador? Para responder tal pregunta el autor analiza ocho aristas:
a) el tiempo de la existencia / vida, b) el tiempo para la vida buena, c)
la concentración o desigualdad del tiempo bien vivido, d) la geografía
del tiempo, e) el tiempo bien vivido en el tiempo, f) la estructuración
macro del tiempo, g) la temporalidad del espacio o de la Pachamama
y h) la subjetividad y el tiempo.
El diálogo con el tiempo permite rescatar algunos tópicos funda-
mentales desde el punto de vista epistemológico, filosófico y político.
Permítanme plantear algunos:
1. La investigación deja claro y transparente que una transfor-
mación estructural no puede ser realizada sin que se disputen el orden
y el sentido del tiempo monolineal y monocultural del progreso. Esto
implica romper, quizá, con uno de los procesos que sustentan tanto
la macroestructura como la vida cotidiana de nuestra civilización: la
construcción del tiempo como dinero (time is money). En otras pa-
labras, señala el autor: “si el horizonte de la sociedad del buen vivir
implica un quiebre epistémico social, este no será viable si no se tras-
tocan los sentidos de la concepción del mismo tiempo; es decir, si no
se construye un nuevo orden y sentido temporal”.
2. La investigación plantea que el centro del valor deben ser las
vidas (buenas): la del ser humano y la de la naturaleza. Con esto rom-
pe aquellas miradas economicistas que suelen enfocarse exclusiva-
mente en los procesos productivos y de consumo:

19
Boaventura de Sousa Santos

Si de lunes a viernes una persona trabaja diariamente 8,5 horas, como es


el caso en el Ecuador, y se dedica en promedio 0,3 horas al día a compras
diarias, la economía se ha olvidado recurrentemente en su análisis de más
de la mitad de la vida de las personas y de su población; pero, sobre todo,
ha dejado de problematizar qué implica vivir una vida buena.

Esto involucra trascender a la economía política basada en la oferta y


demanda, y construir una socioecología política de la vida buena, en
donde se puedan visualizar también las relaciones de poder que encie-
rran, por ejemplo, la soledad, la sociabilidad, el traslado de un lugar
a otro en un día cotidiano, los procesos de contemplación lúdica, la
participación democrática o el mismo sueño (claro está, sin excluir
de su análisis el trabajo y el consumo). Tal perspectiva implica, señala
el autor, la necesidad de construir una nueva teoría del valor en las
ciencias sociales.
3. La propuesta analítica del presente libro vuelve deliberada-
mente a fusionar en el análisis dos escisiones que han sido útiles a
los procesos de dominación y explotación en nuestras sociedades: a)
tiempo y vida y b) tiempo y espacio. Al hablar de la escisión del tiempo
y la vida ha mencionado:

[...] en la era de la aceleración, el tiempo no es vida; es dinero. Existe una


escisión entre vida y tiempo al cosificarse la vida, producto de la cosifica-
ción del tiempo. El orden social imperante desmantela y mata la vida al
intentar igualar (ficcionalmente) tiempo con velocidad o aceleración (al
ser esta el instrumento más eficaz de acumulación del capital). El mundo
vive una carrera contra el tiempo. En la carrera contra el tiempo se escinde
el tiempo de la vida. Tal separación es también la escisión entre el cronos
y el kairós.

Por otra parte, no deja de poner en el debate en términos sociales,


ecológicos y económicos la necesidad de no separar tiempo y espacio.
Basado en la filosofía indígena y en la concepción que se tiene de la
Pachamama en el mundo andino, el cual engloba tiempo y espacio en
un mismo concepto, propone estudiar el espacio a través del tiempo
(la temporalidad del espacio o temporalidad de la naturaleza). En tal
ejercicio plantea, in extremis, que la socioecología política de la vida
buena implica un diálogo armónico de ecologías temporales. En efec-
to, al esbozar lineamientos de retaguardia, señala que una sociedad
pluricultural e intercultural no puede concretarse sin que convivan
la multiplicidad de ecologías temporales que encierran la diversidad
biocultural del Ecuador. Si tiene que existir un diálogo armónico
entre humanidad y naturaleza, es claro que también debe existir un

20
Prólogo

diálogo intertemporal entre la diversidad cultural humana. En este


marco, la perspectiva epistémica no solo es multidisciplinaria, sino
transdisciplinaria.
4. Si bien hay 24 horas en un día para todos y todas, las relacio-
nes de poder y los grados de libertad con que cuenta cada ser humano
imponen una economía política en la asignación del tiempo para la
vida buena. Esto permite interpelar el sentido liberal de justicia re-
distributiva y plantear, también, la necesidad de discutir una justicia
productiva y reproductiva, como señala el autor. En este marco, la
investigación estudia las relaciones sociales y económicas en el marco
de la estatificación temporal.
5. Con todo el riesgo que puede suponer la cuantificación, el
autor apuesta por proponer metodologías empíricas críticas que per-
mitan ir más allá del Producto Interno Bruto [PIB], de indicadores
de bienestar que usan como unidad de análisis el dinero o que, al no
ser unitarios, no permiten la apropiación política de la ciudadanía
para interpelar el sentido hegemónico de estudiar el bienestar en fun-
ción del ingreso o el consumo (dinero). La Esperanza de Vida Buena
[EVB], como le llama Ramírez, es un indicador que, al tener como
unidad de análisis el tiempo, permite colocar en el centro del debate
el valor de la vida. Más allá de los problemas que tienen las medidas
sintéticas, los tiempos pandémicos que hemos vivido hacen eviden-
tes las virtudes de la propuesta en donde se pueden considerar, por
ejemplo, la pérdida de años por las muertes, los males vivires que han
sufrido las personas enfermas, el impacto que tuvo la pandemia en
el tiempo dedicado al proceso educativo, el aislamiento y la desocia-
lización por la cuarentena (incluso la distribución de soledad social)
o la disposición desigual de los tiempos del cuidado al interior de la
familia, entre otros.
6. Un argumento usual en las ciencias sociales es que en función
de cómo se diagnostica se interviene socialmente. La investigación
deja claro que existen diferencias significativas cuando se usa como
unidad de análisis para describir diferentes problemáticas sociales el
tiempo o el dinero. La fotografía no solo sale de diferente color, sino
que sale otra distinta. Incluso, los resultados pueden ser opuestos si se
usan para analizar la desigualdad, por ejemplo, los quintiles o deciles
de ingreso o de tiempo. Esto interpela a los diferentes indicadores de
bienestar que, al estar correlacionados con el PIB, no generan posibi-
lidades de interpretación empírica diferente de la realidad y, con ello,
tampoco la posibilidad de crear propuestas alternativas basadas en la
evidencia empírica.
7. Al tener una perspectiva de retaguardia que busca dar mu-
niciones semánticas, basadas en la experiencia social, que ayuden a

21
Boaventura de Sousa Santos

caminar en la dirección de la construcción de la sociedad del buen vi-


vir, el libro deja clara la importancia del tiempo en términos políticos.
A diferencia de otras unidades de análisis, el tiempo —señala el au-
tor— permite una apropiación política de la ciudadanía, porque existe
una valoración social de esta que puede intentar disputar al dinero
como unidad de valor social del capitalismo. En este marco, el autor
está planteando la importancia epistémica de pensar los conceptos y
las propuestas metodológicas con un sentido de transformación so-
cial, con objetividad, pero sin neutralidad.
8. El debate estructura-agencia no está por fuera en el presente
libro. En sus páginas se podrá encontrar la importancia que tienen las
decisiones macroeconómicas en el tiempo vivido en la vida cotidiana,
por lo cual se desprende que desentenderse del debate político es des-
entenderse de la vida misma. Pero, a su vez, se deja planteada la nece-
sidad de profundizar en lo que denomina el intercambio eco-temporal
desigual en la geopolítica del comercio mundial.
9. Un tema subsiguiente, y no menor, abordado en un texto que
podría leerse como un posfacio de este libro y que ha sido publicado
en la página web del proyecto que dirijo,1 es que el tiempo permite
construir un marco analítico que fusiona redistribución, reconoci-
miento (étnico, de género, etcétera) y sostenibilidad. Bajo esta pers-
pectiva, como señala el autor, la disputa por los tiempos y las tem-
poralidades es un instrumento que permite la convergencia de las
luchas de los movimientos sociales (feminista, indígena, ecológico,
de migrantes).
10. Debo subrayar, para concluir, que este libro, a manera de me-
tatexto, constituye también una autocrítica a un proceso político del
que el autor fue parte durante diez años: la Revolución Ciudadana. A
lo largo de sus páginas permite evaluar no solo ciertos errores pro-
gramáticos y políticos que se cometieron entre 2007 y el 2017, sino
que nos da la posibilidad de visualizar de mejor manera el alcance del
proyecto emancipador que constituye el sumak kawsay o buen vivir.
Está claro que parte del problema fue la ausencia de marcos teóricos
y metodológicos que permitieran acercarse a lo que constituye las in-
novaciones sociales generadas por un intelecto social colectivo en el
marco de las luchas por la emancipación. Es, así, ejemplar respecto
de lo que debería ser un saludable ejercicio de autocrítica: un acto vo-
luntario orientado para aprender de los errores cometidos y las opor-
tunidades perdidas y así construir nuevas y más robustas propuestas
de transformación social emancipadora.

1 https://epistemologiasdosul.ces.uc.pt/?lang=1&id=34900

22
Prólogo

El análisis crítico que constituye este libro no cae en la como-


didad de no pensar estrategias que permitan dar la disputa política
para seguir avanzando en la construcción del buen vivir. El epílogo
deja clara la intención epistemológica y política del libro. Poner en el
centro del valor a la vida y estudiar la sociedad y los ecosistemas a tra-
vés del tiempo y las temporalidades lleva a la necesidad de recuperar
marcos filosóficos y teóricos que piensen un futuro emancipador. Así,
el autor termina el libro proponiendo lineamientos para pensar una
teoría ucrónica, no encaminada a un “no tiempo” pasado, sino, más
bien, hacia un “no tiempo” para ser conquistado. Si todo orden social
implica un orden temporal y el buen vivir es una propuesta utópica de
un nuevo orden temporal, el planteamiento teórico-político del autor
invita a pensar nuevas ucronías (en tanto nuevos órdenes y sentidos
de los tiempos y las temporalidades) que permitan disputar el sendero
de la sociedad para transitar hacia la sociedad del buen vivir. No es
fortuito que deje claro que “el tiempo de disputa política es el tiempo
en tanto potencia transformadora y emancipadora”.
Si bien la investigación se sitúa durante el proceso constituyente
vivido en Ecuador (es decir, es histórica y geográficamente localiza-
da), en el marco de lo que implican las diferencias históricas y las
luchas en cada territorio del mundo, la propuesta conceptual y me-
todológica no deja de tener un componente universal. Así, parecería
ser que la importancia del libro no radica en el pasado relatado o en
su disputa interpretativa de un acontecimiento particular, sino en la
recuperación de la historicidad del tiempo bien vivido, en donde su re-
levancia está en que recupera al tiempo no como dinero (aceleración
para la acumulación crematística), sino como vida buena.
Este libro no es fácil. Se respira en él una brisa utópica y de es-
peranza, al mismo tiempo que maneja con maestría y detalle los ins-
trumentos cuantitativos de la economía política. Es un ejercicio no-
table de ecología de saberes que pone en diálogo los instrumentos de
la ciencia eurocéntrica con la filosofía andina del buen vivir. De este
diálogo salen transformados los dos conocimientos y eso es lo que ver-
daderamente caracteriza la ecología de saberes en el sentido que le he
dado en mi propuesta de las epistemologías del Sur. Tuve el privilegio
de orientar la disertación de doctorado en la Universidad de Coimbra
que está en la base de este brillante estudio. Debo decir, sin falsa mo-
destia, que este fue uno de los procesos de doctorado en que sentí que
aprendía más con el doctorando que él conmigo.
Este libro va ser un marco no solamente en la economía política,
sino también en las ciencias sociales en su conjunto. En este vastísimo
campo de estudios habrá un tiempo antes y un tiempo después de La
vida y el tiempo de René Ramírez.

23
Capítulo 1

LA VIDA Y EL TIEMPO

La nueva Constitución de la República del Ecuador (2008) establece


como objetivo de sociedad el “buen vivir” (o “sumak kawsay”) de los
individuos, de los colectivos y de la sociedad en su conjunto.1 Hasta
antes de esta fecha, el pacto social firmado en 1998, sustento del neo-
liberalismo, se amparaba teórica y empíricamente en una mirada
bienestarista “utilitaria” (Ramírez, 2012), según la cual, “el dinero”
se configuraba como unidad de análisis y de evaluación del desen-
volvimiento económico y social del país. La especificidad del nuevo
pacto de convivencia de 2008 implica repensar formas alternativas
de problematizar las relaciones sociales más allá de la monetaria. La
concepción del buen vivir no solo hace referencia al “tener”. Tomando
distancia de las teorías del bienestar, y dada la especificidad históri-
ca planteada por un pueblo específico en un territorio determinado
(Ecuador, 2008), la investigación buscará abordar la “cuestión social”
planteada por la población ecuatoriana a través del estudio de la so-
cioecología política de la vida buena. En este marco, se sostendrá que
la aproximación más cercana para evaluar si la sociedad mencionada

1 La Constitución de la República del Ecuador (Asamblea Nacional Constituyente,


2008), en la primera oración del compromiso del preámbulo, señala que el pueblo
ecuatoriano decide construir “una nueva forma de convivencia ciudadana, en diver-
sidad y armonía con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay”.

25
René Ramírez Gallegos

está cumpliendo su objetivo de construir una vida (buena) individual


y social es el análisis de la distribución del tiempo, es decir, cómo la
sociedad y el individuo construyen/disputan la asignación de este re-
curso agotable para la buena vida.2
En efecto, en la (micro)economía moderna el “bienestar objeti-
vo” (BO) ha sido teóricamente monopolizado por el utilitarismo, a
través de la teoría del comportamiento del consumidor. El concepto
de BO ha sido entonces reformulado, en su totalidad, en términos de
preferencias y utilidades del consumidor, de manera que la utilidad es
considerada solo como una forma de describir las preferencias. Uno
de los supuestos más importantes de la teoría del consumidor se rela-
ciona con la preferencia revelada (preference welfarism):

Si una opción se elige en lugar de otra, que también pudo ser elegida, en-
tonces decimos que la primera opción se revela como preferida respecto
a la segunda. Si el consumidor siempre elige ciertas opciones, que puede
permitirse, esto significa que tales opciones son preferidas con respecto
a aquellas opciones que, aunque pudiera permitirse, no elige. (Varian,
1992, p. 135)

Luego, la primera opción supone una mayor “utilidad” que la segun-


da. En esta perspectiva, las utilidades −en forma de felicidad, deseos
o preferencias− se convierten en la base de información para una eva-
luación normativa, a saber: autointerés = preferencia = elección = sa-
tisfacción = bienestar. Como apunta Gasper, podemos constatar cómo
en la mayor parte de la filosofía utilitaria, así como en la economía
influida por esta corriente de pensamiento, se ha concebido el bienes-
tar como un término monolítico, o un conjunto de elementos conmen-
surables: la “utilidad” como si se tratara de dinero en potencia. En la
práctica, cuando se parte del axioma de la “preferencia revelada” se
da por supuesto que el bienestar coincide con el poder adquisitivo
(ingreso o consumo) (Gasper, 2005, p. 187).
Desde la perspectiva mencionada, que se ha constituido en he-
gemónica en la economía (tanto en la academia como en la esfera
público/privada y de gobierno), se evalúa empíricamente el bienestar
de la sociedad o del individuo, por un lado, en función del nivel y cre-
cimiento del Producto Interno Bruto (PIB) o Producto Nacional Bruto
(PNB) y, por otro lado, en relación con el ingreso monetario o gasto de

2 A lo largo de la investigación, el tiempo para la buena vida se denominará in-


distintamente tiempo relacional o tiempo para la generación y disfrute de bienes
relacionales. En el marco teórico y metodológico se discutirá tal relación.

26
Capítulo 1. La vida y el tiempo

consumo de cada persona,3 respectivamente. La riqueza de las nacio-


nes se supone que depende de expandir el potencial de compra y, por
lo tanto, de elección (léase libertad utilitaria) que tendría cada consu-
midor (individuo) en una sociedad. La base de información y unidad
de medida en esta perspectiva ha sido el dinero y el poder adquisitivo
que tiene el mismo a lo largo de la vida (tiempo). Desde esta pers-
pectiva, lo opuesto al bienestar (malestar) es la pobreza que se mide
a través del ingreso o el gasto que cada individuo tiene que alcanzar
para satisfacer sus necesidades alimenticias (indigencia o extrema po-
breza) o básicas (pobreza) dados unos precios en el mercado.
El aparataje teórico de la economía neoclásica utilitaria resulta
ser una de las principales camisas de fuerza para articular propuestas
de nuevos órdenes sociales.4 La civilización pecuniaria patrimonialis-
ta, que es consustancial al capitalismo, tiene un sustento conceptual
y empírico en la teoría del bienestar neoclásico utilitaria y en el uso
del dinero como variable de valoración social, económica y hasta am-
biental. Críticas que se han hecho a este paradigma han sido reincor-
poradas en el marco conceptual y empírico neoclásico. En efecto, si
la crítica viene por el lado ambiental, el sistema la incorpora a través
la internalización monetaria de las externalidades ambientales. Si la
crítica viene por el feminismo, la salida será monetarizar la economía
del cuidado y medir el “aporte” de las mujeres al PIB. Las críticas
que no han sido incorporadas al modelo teórico neoclásico se suelen
relegar como amenazas no reales a su hegemonía, generalmente, por
la escala.
La corriente principal de la economía del mainstream se ha pre-
ocupado principalmente por estudiar la producción y el consumo en
el mercado. Si de lunes a viernes una persona trabaja diariamente
8,5 horas, como es el caso en el Ecuador, y se dedica en promedio 0,3
horas al día a compras diarias, la economía se ha olvidado recurren-
temente en su análisis de más de la mitad de la vida de las personas
y de su población. Pero, sobre todo, ha dejado de problematizar qué
implica vivir una vida buena.
Aunque exista crítica profunda contra el capitalismo o la civili-
zación pecuniaria, difícilmente se construirá un nuevo orden social
si la valoración del mismo siempre recae en la monetarización de

3 Visto como variable que da cuenta del potencial de compra que tiene el individuo
y, por ende, del potencial de elección y libertad del mismo.
4 Cuando el texto se refiere a economía neoclásica alude a la perspectiva de ana-
lizar el bienestar a través de una mirada individual metodológica, marginalista, ra-
cional instrumental, en la cual el valor de los bienes es una función de utilidad de los
consumidores.

27
René Ramírez Gallegos

la vida. Según tal valoración, el dinero es la unidad de cuenta y de


valor de la economía y las relaciones socioecológicas, y ello impacta
estructuralmente en la construcción de la subjetividad individual y
colectiva.
En el marco de la propuesta de sociedad pactada en Ecuador, la
pregunta que guiará la investigación es: ¿puede constituirse el tiempo
(bien vivido) en unidad de análisis y valoración social que permita
evaluar el proyecto de vida social de la vida buena en Ecuador? Las
aristas que, a lo largo de la investigación, evaluarán el tiempo para
ver si cumple su rol son: a) el tiempo de la existencia/vida, b) el tiem-
po para la vida buena, c) la concentración o desigualdad del tiempo
bien vivido, d) la geografía del tiempo, e) el tiempo bien vivido en el
tiempo, f) la estructuración macro del tiempo, g) la temporalidad del
espacio o de la Pachamama y f) la subjetividad y el tiempo.
Concretamente, la investigación plantea que las teorías del bien-
estar del mainstream resultan insuficientes para trasladar a la práctica
la aspiración social del Ecuador, por lo que se propone la necesidad
de establecer un marco epistémico específico para el constructo so-
cial trazado en el país andino. Así, se plantea la socioecología política
de la vida buena como plataforma teórico-conceptual, metodológica
y empírica pertinente para examinar, pensar y disputar la realización
del buen vivir en Ecuador. Para tal efecto, y partiendo de una crítica
que expone las limitaciones de emplear el dinero como evaluador del
bienestar, la investigación defiende utilizar como unidad de análisis la
métrica del tiempo para la buena vida.
El análisis del tiempo, como señala Norbert Elias, permite evi-
denciar que “la ‘sociedad’ no es una abstracción de las peculiaridades
de unos individuos sin sociedad, ni un ‘sistema’ o una ‘totalidad’ más
allá de los individuos, sino que es más bien el mismo entramado de in-
terdependencias constituido por los individuos” en la sociedad (Elias,
2015, p. 45).
El pacto de convivencia firmado por los ecutarianos en el 2008 es
una utopía social en la cual se establecen los grandes derroteros y ho-
rizontes hacia donde debe caminar el país andino. Aquí se sostendrá
que tal utopía implica una nueva ucronía para concretarlo.5 En otras
palabras: el nuevo orden social planteado (la sociedad del buen vivir)
implica un nuevo orden temporal.

5 Se entenderá por ucronía “el no tiempo”, en tanto implica una disputa social
deseada (posible) que debe ser conquistada, para lo cual se debe construir un nuevo
orden temporal.

28
Capítulo 1. La vida y el tiempo

SOBRE LA ESTRUCTURA DEL LIBRO


Luego de la introducción, el segundo capítulo reflexionará sobre las
disputas políticas y los cambios sociales que se reflejan en la construc-
ción histórica del concepto de buen vivir en el Ecuador en el marco de
los cambios constitucionales que ha vivido el país. La vida buena no
es un invento teórico, sino un invento social construido en el marco
de disputas políticas por edificar un nuevo orden social. El capítulo
pone en contexto de la investigación el relato histórico que plasmó
como utopía social del Ecuador la construcción de la sociedad del
buen vivir.
A partir del contexto histórico y la construcción de un concep-
to socialmente construido (“general intellect”), el capítulo tercero
aborda el marco conceptual del estudio. El ejercicio que sustenta
la aproximación de esta investigación se basa en la reconstrucción
histórico-social como entrada epistemológica del análisis de la bue-
na vida. Mientras en las teorías del bienestar la definición del mis-
mo se sustenta en entradas teóricas de principios teórico-filosóficos
normativos (utilitarismo, bienestarismo, enfoque de capacidades,
etc.) con una clara entrada top-down, la presente investigación, en
cambio, analiza el bienestar (buen vivir) de “abajo hacia arriba”. Es
decir, inductivamente se examina el bienestar desde los sucesos his-
tóricos y democráticos que viven los pueblos y que configuran los
pactos de convivencia social en cada territorio. El ejercicio teórico
que se realiza no es normativo con antelación, sino interpretativo en
función de las lecturas que emergen de los procesos sociales, para
disputar los marcos conceptuales y las batallas políticas. Para ejem-
plificar esto, se toma como estudio de caso el vivir bien o buen vivir
que es el sustento del pacto de convivencia que definió Ecuador en
su Constitución de la República en el 2008. Es a partir del análisis
constitucional (hecho histórico) que se busca otra entrada teórica,
metodológica y empírica que permita cerrar las brechas entre reali-
dad y teoría. En este marco, el tiempo es enfocado a partir del debate
constituyente en su dimensión prospectiva como un futuro compar-
tido; se impone como unidad de valor y análisis justamente al inten-
tar una aproximación más estrecha, dado que Ecuador ha definido
como su máximo objetivo social la vida buena.
Desde esta entrada, la investigación procura recuperar la econo-
mía política de la construcción de los significados teóricos, metodo-
lógicos y empíricos (de los conceptos, en general, y de justicia y buen
vivir o, en su defecto, del bienestar o desarrollo, en particular) como
instrumentos de las disputas políticas que se dan en la historia de
un determinado pueblo o territorio. Esta perspectiva de análisis se
aleja de aquella mirada que define las “cuestiones sociales” por fuera

29
René Ramírez Gallegos

de las disputas políticas y bajo la cual se suelen concebir ahistóri-


camente y ageográficamente conceptos como bienestar, buen vivir y
desarrollo. En otras palabras, siguiendo al ganador del Premio Nobel
de Economía Amartya Sen (Sen y Foster, 1997), si el análisis del bien-
estar desde la filosofía moral consiste en responder la pregunta “igua-
dad, ¿de qué?”, esta investigación sostiene que ese qué debe ser defi-
nido por las propias sociedades a través de procesos democráticos. Si
la vida (buena) es la máxima valórica no es por su justificación teórica
o moral, sino, sobre todo, por su justificación histórico-democrática:
Ecuador en un momento específico (2008) tomó la decisión de que
así sea. Dentro de este contexto, el capítulo discute las diferencias
conceptuales que existe entre vida buena y bienestar, y cuáles son los
conceptos teóricos que apalancarán la construcción metodológica y
empírica del resto de la investigación. En este marco, la disputa por
la construcción de la sociedad del buen vivir es la disputa por la cons-
trucción de otra epistemología social que emerge de luchas históricas
de movimientos y actores sociales en Ecuador. Desde tal encuadre, la
investigación propuesta debe ser leída como herramienta epistemoló-
gica de retaguardia (siguiendo al sociólogo portugués Boaventura de
Sousa Santos) para disputar el sentido hegemónico imperante de lo
que la sociedad “debe” ser.
El cuarto capítulo presenta la metodología de evaluación empíri-
ca que guiará la investigación basada en la unidad de análisis tiempo.
En la primera fase de la estrategia empírica, evaluaremos la vida pro-
piamente dicha y los determinantes estructurales que influyen para su
reproducción y prolongación. En la segunda fase, se presentará la me-
todología de evaluación del concepto bueno, que, como se evidenciará
más adelante, está vinculado con el tiempo relacional o tiempo para
la generación y disfrute de bienes relacionales de calidad. Finalmente,
la tercera fase propone la metodología de construcción de un indica-
dor sintético basado en la unidad de análisis del tiempo denomina-
do “Esperanza de vida buena” (EVB) como alternativa de indicador
al producto interno bruto. Se sostendrá que la medición del tiempo
“bien vivido” tiene la ventaja de que se trata de un indicador que a
la vez es empírico-fáctico y prescriptivo-desiderativo: a la par que da
cuenta de un hecho, devela esperanza.
Siguiendo el marco metodológico, en el capítulo quinto se expo-
nen los resultados del análisis de la evolución de vida humana propia-
mente dicha en el Ecuador bajo la lupa de los determinantes estructu-
rales que la configuran. Con este fin, se evaluarán las diferencias en el
promedio de vida a escala subnacional y las condiciones sociales que
influyen en tales brechas. Para evaluar si una vida es buena o digna,
primero es necesario que sea vida.

30
Capítulo 1. La vida y el tiempo

Luego de evaluar la vida humana, el sexto capítulo presenta la he-


terogeneidad de la distribución del tiempo para la buena vida o para
la generación y disfrute de bienes relacionales. Analiza los condicio-
nantes socioeconómicos que influyen en la buena vida de los ecuato-
rianos. Parte fundamental del análisis es observar la relación entre
agencia individual y estructura. En este capítulo también se reflexiona
sobre la macroeconomía de la buena vida o cómo las decisiones de
gobierno sobre modelos de desarrollo distintos afectan el tiempo de-
dicado al trabajo y a la vida buena individual.
Por otra parte, y a sabiendas de que uno de los cambios estructu-
rales que propone la Constitución del 2008 es el reconocimiento de los
derechos de la naturaleza −o Pachamama en quichua, la cual es parte
constitutiva del sumak kawsay de los pueblos indígenas y del mundo
en general−, el capítulo séptimo problematiza la relación entre vida de
los ecosistemas (naturaleza) y tiempo, y cómo éste puede constituirse
en indicador para evaluar la vida buena de la naturaleza. Tal proble-
matización, a su vez, nos permitirá recuperar el debate sobre las si-
multaneidades de diferentes temporalidades: el de la vida humana y
el de la Pachamama. Asimismo, el mencionado capítulo pondrá en el
centro del debate la recuperación de la ética biocéntrica de manera tal
que pueda entenderse la diferencia que existe entre la mirada clásica
del desarrollo y la del sumak kawsay, buen vivir o buena vida que ha
planteado la población ecuatoriana.
Para confrontar e ir más allá del indicador estrella de la econo-
mía crematística, el producto interno bruto (PIB), el octavo capítulo
presenta los resultados de la “Esperanza de vida buena” (EVB) como
indicador síntesis del desenvolvimiento de la sociedad del buen vivir. Se
evalúa en qué medida este indicador permite la comparabilidad espa-
cial (geográfica) y temporal. También se pondera en qué medida la EVB
se relaciona con la concentración de riqueza temporal y económica.
El noveno capítulo estudia la relación del tiempo con la subjetivi-
dad frente a la satisfacción con la vida. Se evidencia que esta depende
de la satisfacción en los subdominios de la vida (salud, trabajo, hogar,
etc.), los cuales, a su vez, son función del tiempo que cada persona
decide dedicar a cada actividad. En otras palabras, se evidenciará
que donde se revelan principalmente las preferencias no es necesa-
riamente en la compra/consumo, sino, sobre todo, en la forma cómo
distribuye el tiempo cada persona de acuerdo a las condiciones socia-
les macroestructurales y socioeconómicas individuales. Tal decisión
produce mayores o menores niveles de satisfacción con la vida depen-
diendo del ámbito de actividad que el individuo realiza.
Finalmente, antes de concluir, se trasluce cómo la evaluación so-
cial está en función de la unidad de análisis utilizada. Se evidencia el

31
René Ramírez Gallegos

“buen y mal vivir del bienestar monetario”, en donde el “rico” en fun-


ción del dinero no necesariamente coincide con el “rico” en función
del tiempo. En este marco, la intervención y coordinación social siem-
pre estará influenciada por los lentes a través de los cuales se evalúe el
desempeño social. La construcción de nuevos sentidos comunes que
den paso a un nuevo orden social difícilmente se concretará si no se
disputa la unidad de valoración social.
En las conclusiones se toma distancia de los principios rectores
de la economía crematística en tanto se reflexiona sobre lo que impli-
caría la construcción de una socioecología política de la vida buena.
El epílogo cierra proponiendo debates para futuras agendas de inves-
tigación, en tanto se reflexiona sobre una nueva cronopolítica que via-
bilice construir otros sentidos comunes del mismo tiempo: otra valo-
ración de sentido del mismo tiempo. En otras palabras, si –como se
sostendrá− el horizonte de la sociedad del buen vivir puede implicar
un quiebre epistémico, este no será viable sino se trastocan los senti-
dos de la concepción del mismo tiempo; es decir, sino se construye un
nuevo orden temporal.
La propuesta de esta investigación es analizar un estudio de caso
(el movimiento constituyente en Ecuador en 2008) como laboratorio
histórico (ejemplo de epistemología del sur) de un experimento políti-
co de gran escala. Y la metodología propone un análisis socioecológi-
co del tiempo bien vivido (herramienta epistemológica del sur) como
instrumento de análisis académico y político comprometido con la
construcción de la sociedad del buen vivir. De esta manera, aunque
el examen se enfoca en un caso específico, Ecuador, el propósito es
empezar a derivar una teoría (con conceptos, operacionalizaciones,
y propuestas de intervención política y social) de alcance para otras
realidades. En este sentido, la construcción de la sociedad del buen
vivir es una invitación a disputar la construcción de nuevas ucronías
ecosociales al poner en el centro del debate público la vida (humana
y de la naturaleza), que no es otra cosa que su tiempo de existencia.

Olón, 12 de agosto de 2018.

32
Capítulo 2

LA DISPUTA POR LA SOCIEDAD


DEL BUEN VIVIR

Uno de los ejemplos más utilizados en la filosofía política para estu-


diar el significado de las Constituciones es el pasaje de Ulises y las
sirenas. Después de pasar una temporada en el palacio de Circe, Ulises
emprende el camino de regreso a Ítaca. La diosa le revela que la pri-
mera aventura que tendrá que superar es no dejarse seducir por el
canto de las sirenas. Para poder cumplir su objetivo, Ulises tapa los
oídos de sus marinos con cera, después de pedirles ser atado al mástil.
De esta forma, cuando Ulises pidiera ser desatado, sus compañeros
permanecerían sordos a sus demandas.
Las Constituciones son restricciones y precompromisos que se
imponen las sociedades para conseguir objetivos deseados. La soga y
la cera demandadas por Ulises son semejantes a dichas restricciones;
y la voluntad de atarse y no escuchar el canto de las sirenas son pre-
compromisos de Ulises y los marinos para no claudicar a la seducción
de las sirenas y cumplir el objetivo anhelado. Al igual que Ulises, las
sociedades buscan delinear un curso de acción, así como protegerse
de las acciones irreflexivas en el futuro (Elster, 2002, p. 20). Mediante
algunos mecanismos, como la elevación de costes o el delineamiento
de prioridades, la sociedad se autorestringe o marca el curso de acción
a seguir, y así disminuye la incertidumbre.
En este sentido, un cambio constitucional implica un nuevo pacto de
convivencia, en el cual las partes se comprometen a cumplir con acuerdos

33
René Ramírez Gallegos

y aceptar restricciones. Partiendo de esta perspectiva, este capítulo reali-


za un recorrido histórico de los hechos sucedidos en la historia reciente
ecuatoriana en la disputa para consagrar el buen vivir como horizonte de
sentido. A partir de tal recuento, el capítulo presenta cuáles son los tér-
minos del contrato social de la Constitución de 1998 en Ecuador. Luego
de tal reconocimiento, se analizan los cambios macroestructurales pro-
puestos en la Carta Magna del 2008 que buscan como horizonte pactado
y utópico construir la sociedad del buen vivir o del sumak kawsay.

1. ANTECEDENTES: LA HISTORIA CONSTITUCIONAL DE LA


EXCLUSIÓN
En el análisis de las teorías de la justicia, dos de las preguntas usuales
son: ¿quién diseña los principios de justicia?, ¿para quién se diseñan
estos principios? Estas interrogantes se contestan a través de la histo-
ria de los procesos constitucionales. En Ecuador, esta historia refleja
procesos de exclusión: los principios constitucionales no han tenido
como propósito el buen vivir de todos, sino de grupos particulares.
Según el historiador Juan Paz y Miño (2007), entre 1830 y 1929 las
constituciones ecuatorianas garantizaron una “república oligárquico-
terrateniente” (Paz y Miño, 2007). Durante este período, la riqueza se
convirtió en el mecanismo de conservación del poder, y el Estado fue
el garante de la reproducción de las oligarquías. En efecto, a través de
sus setenta y cinco artículos, la Constitución de 1830 deja instaurada
una sociedad excluyente y racista:

Art. 12.- Para entrar en el goce de los derechos de ciudadanía, se requiere:


1. Ser casado, o mayor de veintidós años; 2. Tener una propiedad raíz,
valor libre de 300 pesos y ejercer alguna profesión, o industria útil, sin su-
jeción a otro, como sirviente doméstico, o jornalero; 3. Saber leer y escribir.
(Const., 1830, art. 12)

Con estas restricciones, aproximadamente el noventa por ciento de la


población ecuatoriana de entonces no podía ser considerado sujeto de
derecho. Además, el artículo 68 dejaba consagradas formas de discri-
minación y dominación de los grupos indígenas. Más tarde, el artículo
9 de las constituciones de 1835, 1843, 1845 y 1852, así como el artícu-
lo 8 de la Constitución de 1851, reproducirán exactamente el mismo
texto del artículo 12 de la Constitución de 1830, con la excepción de
que bajan el monto del “valor libre” a doscientos pesos. Únicamente a
partir de la Constitución de 1861 desaparecen tales cláusulas, aunque
se mantiene la de “saber leer y escribir” como requisito para gozar
de derechos de ciudadanía. También en la Constitución de 1864 se
establece que “son ciudadanos los ecuatorianos varones que sepan

34
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

leer y escribir, y hayan cumplido veintiún años” (art. 9). Este requisito
solo desaparece en 1979, lo cual no es un dato menor. Por ejemplo,
en 1950, el 44 % de la población era analfabeta y, a principios de los
ochenta, uno de cada cuatro ecuatorianos no sabía leer ni escribir.
Con esta restricción, quedaron fuera de la comunidad política entre
un cuarto y la mitad de la población.
Otra forma de discriminación y exclusión se impuso a través de
la religión, el género o el origen étnico. En la “Carta Negra” de 1869,
dictada por García Moreno, para ser considerado ciudadano se reque-
ría también ser católico. Además, la esclavitud de los negros fue abo-
lida recién veintidós años después de la primera Constitución. Solo a
partir de la Constitución de 1929 se reconoce la ciudadanía para las
mujeres y, por tanto, su derecho al voto.
La discriminación se aplicaba también en la arena del poder, pues
para ser presidente, vicepresidente o diputado se requería tener pro-
piedades o rentas de cierto valor (Paz y Miño, 2007).
Si bien únicamente a partir de la Revolución Liberal de finales
del XIX se moderniza el Estado y se avanza en términos de derechos,
no es sino hasta 1925, con la Revolución Juliana, que se rompe con el
compromiso estatal como garantía del poder oligárquico-terratenien-
te. Se instaura entonces un intervencionismo económico del Estado,
y los derechos civiles y políticos avanzan; pero los derechos sociales
son garantizados únicamente para los trabajadores formales. Así, la
Revolución Juliana –en el marco de dos Juntas Militares de Gobierno–
introdujo al país en un contexto internacional proclive a la moderni-
zación capitalista, dando forma a un Estado desarrollista.
Es a partir de la Constitución de 1998 que, si bien en el campo de
los derechos civiles y políticos se dan importantes saltos cualitativos,
en el campo social y económico se consagra un modelo en el que los
sujetos de derecho son el trabajador formal y el consumidor con ca-
pacidad adquisitiva. El sujeto potencial de cambio es el empresario,
encargado de dinamizar la economía y distribuir los beneficios del
desarrollo a través del mercado.
En la siguiente sección se analizarán la disputa política y los suce-
sos históricos que dieron paso a la nueva Constitución de la República
del Ecuador.

2. LA CONSAGRACIÓN DEL NEOLIBERALISMO EN ECUADOR1


Las circunstancias específicas de la emergencia de un nuevo proyecto
político en Ecuador están marcadas por la oposición al proyecto de

1 Sección basada en Ramírez y Guijarro (2017).

35
René Ramírez Gallegos

dominación neoliberal: un régimen que condiciona la circulación de


poderes y saberes que legitiman una serie de prácticas orientadas a
resolver la crisis de acumulación de capital fijo, de finales del siglo XX
e inicios del XXI, normalizando nuevas formas de explotación de los
seres humanos, que además de ser agentes de la acumulación, devie-
nen sus objetos. Al día de hoy ya no solo consumimos manufacturas
adquiridas en el mercado, sino que también estamos permanentemen-
te conectados en la red virtual que explota y consume nuestra subjeti-
vidad cotidiana: relaciones intersubjetivas, modos de vida, afectivida-
des y experiencias. Se impone así una disyunción alienante del sujeto
político-económico: si en el siglo XIX la crítica denunció la separación
entre el burgués y el ciudadano, en el siglo XXI la vida misma deviene
sujeto y objeto de la explotación.
El proyecto neoliberal, en este sentido, no tiene ninguna esencia
propia, pero es operativo y funcional, provoca una serie de efectos
políticos que suponen el desplazamiento de la razón política desde el
Estado social hacia la razón económica del sujeto individual. El indi-
viduo aparece así no solo como el agente de circulación y valoración
de mercancías, sino, sobre todo, como la instancia que determina la
producción y transmisión de ciertas verdades que atañen a la vida:
“algo que debe suceder”.
En esta orientación, el principio ideológico en la base del pro-
yecto neoliberal consiste en asumir que la libre concurrencia de las
elecciones individuales conduce al óptimo social: de Adam Smith a
la escuela neoclásica (dominante en las aulas de ciencias sociales) los
vicios privados se subliman como virtudes sociales en el intercambio
mercantil, así que no resulta necesaria la coordinación social. Como
no hay sujeto colectivo, tampoco hay historia compartida y, por lo
tanto, tampoco hay metas sociales. El determinismo teleológico del
historicismo es suplantado de este modo por el determinismo de la
contingencia individual. El Estado resulta aquí un mero accidente.
Siguiendo estos postulados, la corriente hegemónica de la ciencia eco-
nómica, que informa las políticas públicas en gran parte del mundo,
sostiene que las elecciones individuales para aumentar el ingreso/con-
sumo son las únicas metas posibles y deseables.
Partiendo de esta perspectiva, se asume una secuencia putativa
donde lo bueno se define como el bien que es útil y la utilidad se cal-
cula a partir de la elección individual. Esta última se entiende como
reflejo de las preferencias propias, que se “revelan” a través del “poder
de compra” de la persona. En esta operación normalizadora se asume
el bienestar social como la suma de elecciones individuales reveladas
mediante la compra. Ello se mide a través del ingreso/consumo y, a
nivel social, a través del ingreso agregado o consumo agregado, o de

36
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

la producción agregada. Así se reivindica como sujeto agente al indi-


viduo trabajador perceptor del ingreso, mientras que en el extremo
opuesto se encontraría –tácito, tanto en el nivel discursivo como prác-
tico, según veremos más adelante– el sujeto pasivo “improductivo”,
cuyo malestar se mide a través de la pobreza de ingreso o consumo
(Ramírez, 2012).

EL CONTRATO (ANTI)SOCIAL
Este sentido común de la época impregna todos los ámbitos de la vida
social. Pero un punto de anclaje primordial se ubica en las definicio-
nes normativas de la ingeniería constitucional. En la tradición (neo)
liberal del (neo)contractualismo, la constitución se asume como un
acuerdo que define cómo se han de distribuir los poderes, que se en-
tienden como sustancias naturales discretas que se pueden poseer,
transferir y agregar a la manera de la libre concurrencia mercantil.
Más allá de esto, toda constitución es una instantánea del campo
de fuerzas –una correlación descriptiva tanto como normativa– en
un momento histórico concreto, y tiene efectos y consecuencias en
la vida social. En el caso de Ecuador, la instantánea neoliberal es la
Constitución de 1998, que fue elaborada por una coalición dominada
por la derecha-centroderecha (socialcristianos más democristianos
sumaron cuarenta de setenta asambleístas) y con una minoría débil
de centroizquierda (socialdemócratas más indigenistas).
La impronta de la constelación político-jurídica de 1998 es un
modelo ambiguo de “economía social de mercado”, que, en realidad,
fue un membrete abanderado por los democristianos, pero poco ex-
plícito de la situación concreta. Hacia el fin del período constituyente,
la coalición de derechas se rompió durante una disputa sobre la priva-
tización de la seguridad social. Los líderes democristianos dimitieron
y el bloque socialcristiano también se ausentó. Se formó una nueva
mayoría de centro, autodenominada “convergencia”, que se autopro-
rrogó ocho días más, durante los cuales se añadió a lo aprobado ante-
riormente un amplio catálogo de derechos.
En esta secuencia de poder dual, por un lado, la minoría de con-
vergencia promovió los derechos de tercera y cuarta generación (se
reconoce al país como “pluricultural y multiétnico”, lo que da cabida a
los derechos sobre tierras ancestrales, formas tradicionales de organi-
zación y patrimonio histórico, educación y administración de justicia
indígena en el marco de la ley). Pero, por otro lado, la centroderecha
redujo el margen de maniobra estatal en la economía y subordinó el
orden social al mercado. De esta manera, se omitió la reserva de “sec-
tores estratégicos”, abriendo la puerta para su expropiación: la explo-
ración y explotación de recursos naturales “podrán ser llevadas a cabo

37
René Ramírez Gallegos

por empresas públicas, mixtas o privadas”; se permite “la concesión


del uso de frecuencias electromagnéticas”, y el aprovechamiento y uso
del agua corresponde al Estado “o a quienes obtengan estos derechos,
de acuerdo con la ley” (Constitución de la República del Ecuador,
1998). Además, se indujo la privatización de los bienes públicos (la se-
guridad social “se prestará con la participación de los sectores público
y privado”, “las universidades y escuelas politécnicas crearán fuentes
complementarias de ingresos a través de arancelamiento de la matrí-
cula”, etc.).
En la nueva distribución de poderes de la “economía social de
mercado”, mientras al Estado le corresponde “promover el desarro-
llo de actividades y mercados competitivos” y “mantener una política
fiscal disciplinada”, la economía tiene como “objetivo permanente” la
“conservación de los equilibrios macroeconómicos, y un crecimiento
suficiente y sostenido”. Por otra parte, al Banco Central se le asigna
“autonomía técnica y administrativa”, con las funciones de “estable-
cer, controlar y aplicar las políticas monetaria, financiera, crediticia y
cambiaria”.
La razón de esta distribución se encuentra más clara en el argu-
mento que durante el debate constituyente publicaron dos conocidos
ideólogos neoliberales en un informe “técnico”:

Un hecho de la “política real” en el caso ecuatoriano (y en general en


América Latina), justifica la necesidad de la autonomía de la política mo-
netaria y la coordinación entre las políticas macroeconómicas, nos referi-
mos a que los gobiernos han demostrado ser proclives a caer en tentacio-
nes populistas. (Lucero y Pozo, 1998, p. 11)

Para aclarar los términos, los autores señalan que “se denominan po-
líticas económicas populistas aquellas que, en contextos de gran des-
igualdad social, son implementadas por los gobiernos con el propósito
de compensar dichas desigualdades [y que] generan desequilibrios in-
sostenibles a la economía” (Lucero y Pozo, 1998, p. 29).
De esta inclinación a favor de la disciplina fiscal, la autonomía
financiera y el crecimiento mercantil para conjurar la “tentación po-
pulista”, se sigue que las pautas de bienestar se definen, a nivel micro,
por la utilidad individual a través del aumento del trabajo/consumo
(“el incremento y la diversificación de la producción orientados a la
oferta de bienes y servicios de calidad que satisfagan las necesidades”)
y, a nivel macro, por el “crecimiento sustentable de la economía”. Las
aspiraciones de justicia social se orientan, de esta manera, hacia la
asignación en el mercado y, marginalmente, a la asistencia estatal fo-
calizada para asegurar mínimos de supervivencia.

38
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

En esta distribución, que resta poder al Estado y lo traspasa al mer-


cado, se establece una nueva concepción de los sujetos políticos: nomi-
nalmente se indica que “todos los ecuatorianos son ciudadanos”, pero
el ciudadano activo, capaz de ejercer derechos en este modelo social,
es el trabajador adulto, capaz de producir/consumir para estimular el
crecimiento. Como medida de articulación social al mercado se com-
promete al Estado a “garantizar el pleno empleo”; y además la exclu-
sión desaparece porque el Estado asegura “el acceso de los pobres a los
recursos productivos” y se obliga a “erradicar la pobreza y promover el
progreso económico, social y cultural de sus habitantes”. A la par, surge
una nueva zona liminar entre empleo/desempleo: los “grupos vulnera-
bles”, que son de “atención prioritaria” (niños, adolescentes, mujeres
embarazadas, enfermos crónicos y ancianos, es decir, todos quienes no
caben en la definición de la población económicamente activa).
En efecto, en el documento de planificación expedido por el
Presidente Mahuad más tarde ese mismo año se confirma:

La implementación de una estrategia de desarrollo sustentable exige una


redefinición y reasignación de responsabilidades del Sector Privado, de ma-
nera que asuma mayores responsabilidades públicas y se convierta en un
factor de estabilización más eficaz que en el pasado. El protagonista princi-
pal, que puede –y debe– liderar el proceso de sostenibilidad del desarrollo, es
el empresariado. (Oficina de Planificación [ODEPLAN], 1998, p. 48)

Estas maniobras normativas obedecen a la emergencia de un nuevo


poder sobre la vida, el cual entra así en un renovado campo de cálculo,
explícito e implícito, como factor económico: en un primer momento,
el “ciudadano” se coloca en el lugar activo de quien elige, es decir,
el agente de trabajo/consumo; pero, en un momento subsecuente, se
desplaza al lugar de quien es objeto de la atención/inatención esta-
tal, vulnerable/pobre. En ambos casos se subordina a las metas de
la acumulación mercantil. En términos de configuración estatal de la
política pública, esta disyunción dio paso, en el plano subjetivo, a una
topografía marcada por dos espacios de ciudadanía y una zona fron-
teriza. En cuanto a dichos dos espacios, por un lado, se encuentra la
ciudadanía activa en y a través del mercado, que no entra en la mirada
estatal, por otro lado, la ciudadanía pasiva, objeto de la acción estatal
para “erradicar la pobreza”. En cuanto a la zona fronteriza, se trata
del territorio limítrofe de la “atención prioritaria”.
La ética de la mirada universalista de la política social fue así des-
plazada hacia una óptica local, asumida por la proliferación de organis-
mos del tercer sector –ONG, fundaciones, organizaciones caritativas,
etc, (ver Váscones, Córdoba y Múñoz, 2005)–, y la difusión de una nueva

39
René Ramírez Gallegos

ética pública de doble rasero: la reivindicación del éxito emprendedor


convive y se justifica con (y a partir de) la asunción de la caridad resi-
dual. Así lo sostiene el ignominioso principio maximin de John Rawls:
la distribución inequitativa de la riqueza se justifica si mejora (o no
empeora) la situación del más pobre (Ramírez y Minteguiaga, 2009;
Ramírez, 2022).
En el plano objetivo, la disyunción de la ciudadanía también asu-
me la impronta y marca el carácter ambivalente del Estado neolibe-
ral. Ejemplo de ello es la debilidad de la mano social estatal que se
evidenció al final del siglo XX cuando se volvió más tangible la preca-
riedad para enfrentar la catástrofe social que provocó el fenómeno de
El Niño (1998). Asimismo, el oportunismo de la mano desreguladora
estatal se mostró en la complicidad entre la clase política y el capital
financiero durante la corrida bancaria y la dolarización de la economía,
que benefició a los acaparadores de divisas (2000). De hecho, la propia
Constitución de 1998 indujo normativamente la socialización de pérdi-
das bancarias en su transitoria 42: “Hasta que el Estado cuente con los
instrumentos legales adecuados para enfrentar crisis financieras […] el
Banco Central del Ecuador podrá otorgar créditos de estabilidad y de
solvencia a las instituciones financieras” (Const., 1998, transitoria 42).
En realidad el (des)gobierno de la economía nacional se decidía
desde hace mucho fuera del país: entre 1980 y 2005 se firmaron trece
cartas de intención con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con
sus respectivos compromisos en beneficio del capital financiero. El
propio plan de desarrollo de 1998 ya señala el clima de la época: “es-
tamos ante la disyuntiva de mantener el mito de las multinacionales
como adverso para nuestro desarrollo, y la intervención estatal como
la panacea, o de romperlo y subimos al tren del desarrollo moderno”
(ODEPLAN, 1998, p. 27).

DISYUNCIONES CIUDADANAS EN LA ETAPA NEOLIBERAL: POBRES O


CIUDADANOS
El problema ocurrió cuando el “tren del desarrollo moderno” descarriló.
La ambivalencia estatal se convirtió en condicionante estructural para la
concentración de la riqueza, el aumento de la pobreza y las desigualda-
des sociales. En los últimos cinco años del siglo XX la pobreza aumentó
12,84 % hasta alcanzar al 52,18 % de la población del país. A partir del
año 2000, la estabilidad nominal provista por la dolarización permitió
que seis años más tarde la pobreza y la pobreza extrema retornen a ni-
veles similares a los registrados hacía una década. No obstante, dado el
crecimiento poblacional y considerando que la tasa de fecundidad de los
más pobres es más elevada que el resto de la población, en la década
1996-2006 el número de pobres aumentó en términos absolutos. Es decir

40
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

que los efectos de los desastres naturales, de la corrida bancaria y el cam-


bio de moneda no impactaron de la misma manera a la población: el
proyecto neoliberal, que en la Constitución de 1998 prometía el “acceso
de los pobres a los medios de producción” y la “atención prioritaria para
los grupos vulnerables”, en los hechos profundizó la desigualdad entre
ciudadanos activos y ciudadanos pasivos (Ramírez, 2010).
Entre 1990 y 2006 el modelo de “economía social de mercado” tuvo
impactos diferentes dependiendo de la categoría ciudadana: los hoga-
res pertenecientes a los estratos de ingresos más altos no vieron retroce-
der su ingreso per cápita, mientras que, sistemáticamente, los ocho pri-
meros deciles de la población redujeron sus ingresos. En estos dieciséis
años, el 90 % de la población redujo su participación en el ingreso total,
mientras que el 10 % más rico de los ecuatorianos incrementó la suya
del 35 % al 43 %. Se puede observar que en el período mencionado se
confirmó la disyunción de la ciudadanía postulada constitucionalmente
en un proceso sistemático de polarización social: mientras que en 1990
la diferencia de ingreso entre el 10 % más rico y el 10 % más pobre era
de 19, en el 2006 esta diferencia fue de 36 (Gráfico 1).

Gráfico 1. Concentración del ingreso, 1990*-2006

Fuente: Encuesta nacional de empleo, desempleo y subempleo (ENEMDU) (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos
[INEC], 2007)
Elaboración propia
(*): Urbano

41
René Ramírez Gallegos

Contra la oferta constitucional de la economía social de mercado, la


expropiación de los sectores estratégicos y la apertura de la econo-
mía al sector privado no erradicaron la pobreza ni integraron a los
ciudadanos pasivos al pleno empleo con el incremento de la deman-
da de nuestro “factor productivo” más abundante, la “mano de obra
poco calificada”. Por el contrario, el proyecto neoliberal incrementó
la demanda de mano de obra de “alta calificación”. Esta dinámica
provocó, a su vez, una nueva división dentro de la clase trabajadora,
con el aumento de la brecha salarial entre “calificados” y “no cali-
ficados”; y con ello contribuyó, adicionalmente, a la concentración
del ingreso y al aumento de la desigualdad antes descritos. Sucede
que bajo el término “trabajo” se comprenden dos tipos de actividad:
la primera involucra el esfuerzo y el agotamiento del cuerpo para
cambiar la naturaleza y producir mercancías que no existían antes
del proceso; la segunda consiste en ordenar a otros que lo hagan. El
primer trabajo no es placentero, está mal pagado y se valora como
“no calificado”; el segundo es placentero, se valora como “calificado”
y está bien pagado. Por eso, en la sociedad neoliberal todos sueñan
con convertirse en managers.
La disyunción ciudadana inscrita constitucionalmente se re-
afirmó así en la economía política de la concentración y desigual-
dad del ingreso. El proyecto neoliberal restauró la riqueza de los
sectores más ricos de la población y empobreció a los más pobres.
En estas circunstancias, un dirigente del Partido Socialista se pre-
guntaba perplejo: “¿Por qué las fuerzas políticas que, de una u otra
manera, mantienen las características injustas de la actual socie-
dad, tienen credibilidad precisamente en los sectores a los que
han empobrecido con sus políticas económicas y sociales?” (Rodas
Chaves, 2000, pp. 193-194).
En efecto, a pesar de sus resultados negativos, el proyecto neo-
liberal fue y, en ciertos momentos y lugares, sigue siendo productivo
porque opera no solo en el nivel material, sino sobre todo en el nivel
de las mentalidades, ejerciendo una violencia tácita, no explícita y
que, lejos de concentrarse únicamente en aparatos de dominación,
es difusa y omnipresente en la reproducción de la vida cotidiana. Son
consecuencias de esta violencia tanto el hecho de que continuamen-
te estemos supeditados a procesos de evaluación y cálculo, juicio y
corrección para medir nuestra productividad y acrecentarla como,
más aún, nuestro consentimiento con ello. Estas nuevas formas de
poder, que operan en instancias micropolíticas, definen cierto senti-
do común, cierta “normalidad” para enmendar conductas y transfor-
mar a los seres humanos en agentes dóciles a la acumulación capita-
lista. Las normas de rendimiento –cada vez más y mejor– se vuelven

42
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

instrumentos de (auto)dominación, estándares que niegan y afirman


para imponer/aceptar los límites del comportamiento adecuado.
Pero esta normalidad no se deriva de ninguna ley natural, sino
que proviene de procesos que involucran técnicas de intervención y
conversión. Los mecanismos por los cuales transitamos de la zona de
atención prioritaria estatal a la ciudadanía pasiva improductiva y a
la ciudadanía activa productiva, de la infancia ociosa a la vida adulta
útil o inútil, son las instituciones educativas, y sus evaluaciones y titu-
laciones operan como pasaportes para este tránsito por la topografía
ciudadana. Las lógicas del éxito y el fracaso, de la competencia incre-
mentalista y la exclusión de los vulnerados y vulnerables, se inoculan
así desde las prácticas educativas y sus valoraciones sociales. Un es-
pacio fronterizo en este tránsito es la universidad: porque aquí con-
vergen las aspiraciones profesionalizantes a la ciudadanía activa con
las legitimaciones del conocimiento sancionado académicamente, se
incorporan las presunciones de lo que ha de ser normal de acuerdo al
horizonte de expectativas neoliberal y se reivindica la productividad
de su régimen de poder-saber.2
Como se mencionó antes, la universidad pública se privatizó
constitucionalmente en 1998, pero las tendencias privatizadoras del
sector universitario venían desde antes. En efecto, entre 1995 y 2006
la tasa de matrícula en el quintil más pobre de la población aumen-
tó apenas un 5,7 %, mientras que para el quintil más rico aumentó
un 154,7 %. Además, no solo se implantó la desigualdad en el acce-
so, sino también en el tránsito hasta finalizar la carrera (Ramírez y
Minteguiaga, 2009).
Es decir que la universidad se convirtió en un mecanismo fun-
cional para la reproducción de élites socioeconómicas. De ahí que la
malla de formación universitaria se supeditara a las autorrepresenta-
ciones y expectativas profesionales de estas élites y la oferta académi-
ca comenzara a decantarse por carreras de poca inversión financiera
e intelectual y de bajos niveles de formación: en 2010, el 34 % de los
títulos eran en Administración de Empresas y solo el 1 % en Ciencias
Básicas. Por ejemplo, en la universidad privada más cara del país, la
Universidad San Francisco de Quito, el programa de Sociología del
Desarrollo que inició en 1990 se cambió ocho años más tarde por el de
Gerencia social y sociología aplicada, y el perfil profesional se orientó
a formar “una persona que trabaja en la consultoría y/o el desarrollo

2 Aquí no se puede profundizar en la compleja reforma universitaria emprendida


en Ecuador en los últimos diez años, lo que requeriría una investigación aparte. Solo
se mencionarán las tendencias generales brevemente, como ejemplo ilustrativo. Para
un análisis más detenido, ver Ramírez, 2010, 2014.

43
René Ramírez Gallegos

de programas y proyectos socioeconómicos a nivel nacional, binacio-


nal o multinacional” (Campuzano Arteta, 2005).
Esta gerencialización de la universidad, tanto a nivel institucional
como de la producción y circulación de saberes, se ha de entender en
el marco de la introyección de la ideología neoliberal: la orientación
empresarial de las trayectorias profesionales impone la generación
de verdades en el marco de la mirada gerencial, que se prepara para
enfocar el mundo bajo la trama de la organización administrativa.
Mediante transferencias, importaciones y metáforas de la rutina bu-
rocrática hacia todos los aspectos de la vida social, el gerente evalúa
los intereses y calcula el costo-beneficio y las posibilidades de éxito
de cada momento. Pero sobre todo reivindica la autonomía del ma-
nager en la escala de la jerarquía social, lo que permitiría resolver las
causas de crisis tal como las enuncia un convencido ideólogo neolibe-
ral: “Profesionales brillantísimos, con altísimos ingresos económicos,
eran regulados y controlados por otros con sueldos mucho más bajos
sentados en un escritorio del estado (sic)” (Dahik, 2010, p. 55).
Encontramos aquí ya la insistencia normativa en la disyunción
de la ciudadanía. En términos de pertinencia social, esta tendencia
gerencialista también marcó una disyunción muy tangible en la me-
dida en que resultó (resulta) poco adecuada e ineficiente para un país
con un régimen de acumulación primario-exportador y una estructu-
ra empresarial híperconcentrada. Esta situación se agudizó durante
el período neoliberal: en el 2010, el 10 % de empresas absorbieron
el 96 % del total de ventas en el país; y dentro de este grupo, el 1 %
acapararó el 86 %. Las empresas más grandes (de doscientos y más
trabajadores) representaron el 0,2 % del total del país y abarcaron el
44,1 % de las ventas totales. Sin embargo, no generaron más que el
24,4 % del empleo. En cambio, las empresas pequeñas (hasta diez tra-
bajadores) fueron el 95,4 % del total en el país, con tan solo el 16,4 %
de las ventas totales, pero con el 44,4 % del empleo (datos del INEC).
Es decir que el manager es un dios cuando sueña, pero solo un men-
digo cuando despierta.
Sin embargo, en ciertas ocasiones persiste en la vida cotidiana
la ideología del éxito individual, según la cual todos podemos aspi-
rar, aunque no cumplamos, al sueño del emprendedor millonario del
proyecto neoliberal. Pero toda promesa demarca su propio territorio
de posibilidades, y con ello las aspiraciones no se pueden aplazar in-
definidamente. Los resultados (anti)sociales del proyecto neoliberal,
la evidencia tangible de la acaparación y la expropiación comenzaron
al cabo a generar contramovimientos en la sociedad y, junto a ellos, la
emergencia de proyectos de ciudadanía alternativa.

44
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

3. LA EMERGENCIA DE LA “REVOLUCIÓN CIUDADANA”


El proyecto neoliberal fue desgastando sus credenciales y las disyun-
ciones comenzaron a carcomer las lealtades. La situación era ya in-
sostenible en 2006 cuando solo un 13,8 % de la ciudadanía creía que
la situación era “buena” y apenas 22 % opinaba que iba a “mejorar
en el largo plazo”. El rechazo se concentró en la desafección hacia
los cuatro partidos políticos que se anquilosaron en la gestión de la
legislatura desde el retorno a la democracia, entre 1981 y 2005 (de-
recha: PSC; centro derecha: DP; centroizquierda: ID; populista: PRE;
desde mediados del siglo pasado el casillero representativo del cam-
bio era un casillero vacío). Estos partidos perdieron paulatinamente
su centralidad en la política, reapareciendo prácticamente solo en los
momentos de campaña electoral (Pachano, 2006).
En 1996, el 48 % de los ecuatorianos sostenía que la democracia
podía funcionar sin los partidos; doce años después, la proporción ha-
bía aumentado al 61 % (datos de Latinobarómetro). Entre 1997 y 2008
el promedio de confianza de los partidos en Ecuador no alcanza el
15 %, y en las ocho elecciones presidenciales del período ningún par-
tido político fue reelecto: de ocho partidos distintos provinieron los
ocho presidentes elegidos, cada uno de los cuales se postulaba como
una alternativa radicalmente opuesta a su predecesor. Por aquellos
días, en las paredes de la ciudad se podía leer: “Nuestros sueños no
caben en sus urnas”. Aunque las elecciones se mantuvieron como un
procedimiento rutinario durante todo el período, el apoyo a la ges-
tión de la clase política cayó hasta umbrales críticos, se incrementa-
ron progresivamente los índices de abstención electoral y de votación
nula, y se empezó a volatilizar el respaldo electoral.3
Por otra parte, el desafecto ciudadano era correspondido por la
clase política: “si las propuestas de una reforma política llegan a en-
frentar el dilema entre participación y gobernabilidad, es necesario
optar por la segunda” (así se expresa Osvaldo Hurtado en 2005). La
asumida impotencia de la clase gobernante dio lugar a que la potencia
de lo político comience a desbordar el sistema, en la medida en que
las desafecciones se convirtieron en antagonismos hasta el punto de
quiebre.

3 En las elecciones presidenciales los índices de volatilidad bordean el 50 % en


los períodos de gobierno 1988-1992 y 1992-1996, y más del 70 % en el período 1998-
2002. En las elecciones legislativas, el índice medio alcanza niveles que llegan casi
al 50 % en los períodos de gobierno 1979-1984 y 1998-2002 (para el detalle de los
cálculos, ver Pachano, 2008, p. 12).

45
René Ramírez Gallegos

ANTAGONISMOS CIUDADANOS
El adelgazamiento del vínculo de representación iba de la mano con
la descomposición estatal, a la vez objetivo estratégico y flanco débil
del proyecto neoliberal. Esta debilidad permitió que la desafección
se tradujera en creciente movilización social al margen (y en contra)
de las instituciones representativas, movilización que a medida que
cobró fuerza se activó como un poder de veto del sistema político.
Entre 1996 y 2005 se sucedieron siete gobiernos, y los únicos tres
presidentes elegidos en las urnas fueron derrocados en medio de am-
plias manifestaciones sociales de rechazo, tras lo cual tuvieron que
huir del país para eludir juicios por corrupción (Abdalá Bucaram, el
5 de febrero de 1997; Jamil Mahuad, el 21 de enero de 2000; y Lucio
Gutiérrez, el 20 de abril de 2005). Un nuevo grafiti se repetía con
insistencia en las paredes urbanas: “La lucha nos da lo que las urnas
nos quitan”.

Gráfico 2. Desbordamiento del sistema político (número de movilizaciones)

Fuente: CAAP

Los rasgos específicos de cada derrocamiento marcan la magni-


tud y la composición del poder de veto ciudadano. Mientras las
protestas de febrero de 1997 contra Bucaram fueron encabezadas
por los partidos opositores y los movimientos sociales, en el de-
rrocamiento de Mahuad en enero de 2000 se aliaron los indígenas
con mandos medios del ejército para dar un golpe de Estado que
instaló una efímera Junta de Salvación Nacional. En cambio, los
levantamientos de abril de 2005 contra Gutiérrez fueron protago-
nizados por ciudadanos que actuaron al margen de toda estructura
organizativa.

46
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

Gráfico 3. Intensidad de los antagonismos ciudadanos

Fuente: CAAP

Para entonces, nada quedaba de la confianza en los partidos como cana-


les para las demandas ciudadanas, y los “forajidos”, como fueron califi-
cados por la clase política impugnada, proclamaban su desafecto bajo el
lema: “¡Que se vayan todos!”(Errejón y Guijarro, 2016). Pero después del
estallido, la dinámica contenciosa comenzó a aquietarse sin haber en-
contrado alternativas políticas concretas. Un indicio de la rigidez del sis-
tema se puede encontrar en la opinión difundida en la propia izquierda
política de que “el cambio estructural debe hacerlo el pueblo sin hegemo-
nismos de ninguna clase” (Rodas Chaves, 2000, p 199). Pareciera que así
los (supuestos) partidarios del cambio asumen como norma la ideología
de “convergencia” de 1998, efecto de una maniobra táctica más que de
la capacidad de dirigir el cambio. Una capacidad que, por lo demás, se
da por descontada ya con la devaluación de la posibilidad hegemónica.
Tal imposibilidad de asumir la política como arte de lo posible
condicionó el margen de maniobra de los partidos tradicionales y los
políticos profesionales, e impidió que las aspiraciones se canalizaran
por su intermedio. Entonces se volvió evidente que para buscar cam-
bios reales era necesario pasar de la impugnación del poder de veto
a la afirmación de un nuevo poder constituyente. Para ello se reque-
ría conformar una fuerza política efectiva al margen del sistema. Así
surgió la oportunidad para que jóvenes intelectuales de clase media
(entre veinticinco y cuarenta años) con ambiciones políticas, pero sin
estatus social ni influencia como para hacer carrera política por los
medios convencionales, funden el Movimiento Alianza Patria Altiva y
Soberana –Alianza PAÍS (AP)–.

47
René Ramírez Gallegos

AP comenzó como un conglomerado de más de treinta organiza-


ciones sociales, un “movimiento de movimientos” agrupados en una
estructura flexible que permitía convivir posturas diversas pero aliadas
en un frente común antineoliberal, asentado en la convicción compar-
tida de que “la organización política no debe limitarse a actuar, lo que
tiene que hacer es construir: tiene que construir ideas, tiene que cons-
truir propuestas, tiene que construir políticas” (Patiño entrevistado
por Harnecker, 2011, p. 238). Las organizaciones redactaron colecti-
vamente un programa político que proponía una nueva Constituyente
para hacer una Revolución Ciudadana organizada en cinco “ejes pro-
gramáticos para la transformación radical del Ecuador”: revolución
constitucional y democrática; revolución ética: combate frontal a la
corrupción; revolución económica y productiva; revolución educativa
y de salud; revolución por la dignidad, la soberanía y la integración
latinoamericana (AP, 2006).

EL NUEVO PACTO CONSTITUYENTE


El nuevo movimiento buscó hacer alianzas electorales con el movi-
miento indígena (PK), con la socialdemocracia (ID) y con el populis-
mo (PRE), pero ningún partido mostró apertura. En las elecciones
de octubre 2006 se presentó a Rafael Correa Delgado –el rostro más
visible de AP luego de un fugaz paso de dos meses como ministro
de economía que impugnó las políticas impuestas por el FMI– como
candidato presidencial único, con la promesa de una constituyente y
sin candidatos a congresistas para conectar con la desafección ciuda-
dana. En noviembre, Correa resultó elegido en segunda vuelta, por el
56,7 % de los votos; y de inmediato, luego de asumir el cargo en enero
de 2007, convocó a consulta popular para dar paso a una Asamblea
Constituyente.4 La consulta fue respaldada por el 82 % de los ecua-
torianos en abril de 2007. En septiembre, ochenta de ciento treinta
de los asambleístas elegidos fueron de AP, una mayoría amplia que
permitió recoger en la nueva Constitución de 2008 los puntos progra-
máticos de la Revolución Ciudadana.
Al bloque constituyente de AP se aliaron diez asambleístas de
otras tendencias de izquierda (indigenistas, sindicalistas). La nueva
coalición de izquierdas impulsó un modelo social que afirma una nue-
va matriz de poder ciudadano: mientras que el Preámbulo de 1998
comienza en tercera persona con un sujeto constituido: “El pueblo
ecuatoriano […] establece en esta Constitución las normas funda-
mentales que amparan los derechos y libertades” (Const., 1998); el

4 Todos los datos electorales se pueden consultar en la página web del Consejo
Nacional Electoral: http://cne.gob.ec/es/resultados/estadisticas.

48
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

Preámbulo de 2008 involucra al sujeto constituyente: “Nosotras y no-


sotros, el pueblo soberano del Ecuador […] decidimos construir una
nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con
la naturaleza, para alcanzar el buen vivir” (Const., 2008).
Es decir, la división que es inherente a la configuración norma-
tiva del poder (pueblo soberano-gobierno soberano) es, en el pri-
mer caso, externa y, en el segundo, interna (ciudadanía que se au-
toafirma). La supuesta sustancia discreta del poder es evacuada por
el sujeto constituyente (en otros términos, en la nueva concepción
del poder coinciden el sujeto del enunciado y el sujeto enunciante).
Esta coincidencia es más que declarativa y tiene un asidero factual
muy significativo. La Constituyente de 1997-1998 fue convocada por
consulta popular para reformar la anterior Constitución, y luego se
autoarrogó funciones para redactar una nueva. El debate fue am-
bivalente: luego de la dimisión de parte de los asambleístas y la au-
toprórroga de otros, el texto resultante se aplicó en el marco de un
gobierno interino no electo, resultado de un derrocamiento presi-
dencial motivado por la causal de “incapacidad mental” mocionada
en el Congreso contra un presidente que era apodado popularmente
el “Loco” Bucaram. En cambio, la Constituyente de 2007-2008 co-
menzó contigüiamente a los días de la ira del antagonismo ciuda-
dano, como un experimento que buscaba respuestas prácticas a la
descomposición estatal y la destitución social.
La Asamblea de 2008 fue convocada con plenos poderes y, por su
origen y propósitos, fue acompañada por mecanismos de participa-
ción directa que incluían consultas virtuales y foros itinerantes. Los
mismos contaron con la participación de más de 11.500 ciudadanos
y el procesamiento de más de 3.100 propuestas constitucionales pro-
venientes de la ciudadanía (Birk, 2009). No fue por azar que el deba-
te constitucional adquirió tales dimensiones, en la convocatoria y en
su duración, sino también por la profundidad de los cambios que se
buscaron.
El nuevo poder ciudadano así manifiesto ya no asume constitu-
cionalmente los límites negativos que en el proyecto neoliberal el mer-
cado imponía a la acción estatal. Por el contrario, los postula como
límites afirmativos de un nuevo posicionamiento estatal, una nueva
zona de actividad a partir de un “sistema económico social y solida-
rio”, que “reconoce al ser humano como sujeto y fin” y “propende a
una relación dinámica y equilibrada entre sociedad, Estado, mercado
y medio ambiente” (Constitución de la República del Ecuador, 2008).
El objetivo constitucional principal consiste, entonces, en “ga-
rantizar la producción y reproducción de las condiciones materiales
e inmateriales que posibiliten el buen vivir”. Con ello se legitima la

49
René Ramírez Gallegos

recuperación de las capacidades instrumentales del Estado para “ad-


ministrar, regular, controlar y gestionar los sectores estratégicos” que
corresponden a los expropiados por el neoliberalismo: la energía en
todas sus formas, las telecomunicaciones, los recursos naturales no
renovables, el transporte y la refinación de hidrocarburos, el espectro
radioeléctrico, el agua y los demás que determine la ley. A ellos se
añaden ahora la biodiversidad y el patrimonio genético. En corres-
pondencia con esta nueva agenda estatal, se redefinen los márgenes de
maniobra política, pues se justifica que “el Estado regulará, controlará
e intervendrá, cuando sea necesario, en los intercambios y transaccio-
nes económicas”.
En concordancia con lo anterior, la política económica tiene
como primer fin “asegurar una adecuada distribución del ingreso y
de la riqueza nacional” y la planificación del sector público asume un
nuevo “régimen de desarrollo” que tiene como meta:

construir un sistema económico justo, democrático, productivo, solidario


y sostenible basado en la distribución igualitaria de los beneficios del de-
sarrollo, de los medios de producción y en la generación de trabajo digno
y estable. [… La] formulación de las políticas monetaria, crediticia, cam-
biaria y financiera es facultad exclusiva de la Función Ejecutiva y se ins-
trumentará a través del Banco Central (Constitución de la República del
Ecuador, 2008).

Es preciso resaltar que estos cambios van más allá del diagnóstico
superficial de “retorno del Estado”. Si bien es cierto que el nuevo pa-
radigma constitucional contrarresta ciertos puntos del anterior que
se valoran como negativos (la regulación de la economía, la reserva
de los “recursos estratégicos”, el interés por la redistribución, además
del crecimiento) y asume otros que se valoran como positivos (los tó-
picos del “pleno empleo”, la “erradicación de la pobreza” o los “gru-
pos de atención prioritaria”, ya no enunciados como “vulnerables”),
lo más relevante son las innovaciones que, con el antecedente de las
promesas incumplidas del proyecto neoliberal, generan el reposicio-
namiento estatal respecto a una topografía ciudadana más compleja y
diversificada. Una topografía que podemos analizar en la inscripción
constitucional del “buen vivir” como horizonte a “alcanzar”.
En consonancia con este postulado constitucional, el documento
de planificación expedido por la Función Ejecutiva luego de la apro-
bación de la Constitución se denominó Plan Nacional para el Buen
Vivir, 2009-2013. El “buen vivir” introduce así constitucionalmen-
te un cambio de la matriz de poder que involucra una nueva trama
de relacionamientos políticos, una nueva forma de reconocimientos

50
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

y reciprocidades. En efecto, los sujetos activos de ciudadanía en la


Constitución de 2008 ya no se definen a partir de su productividad
laboral. En este sentido, la propia concepción del trabajo se amplía
para incluir, además de al trabajador empleado, al trabajador autó-
nomo, al de autosustento y al de cuidado humano, todos los cuales
caben en la mirada estatal bajo la garantía de protección laboral (art.
325). Asimismo, se reconocen como formas de producción no solo
la pública, privada y mixta, sino también la asociativa, cooperativa,
familiar, autónoma, de autosustento y cuidado humano (arts. 319 y
333); se prohíben explícitamente la tercerización e intermediación la-
boral para actividades propias y habituales de la empresa (art. 327);
se garantiza la no discriminación y las medidas de acción afirmativa
para grupos históricamente discriminados tanto en el acceso como en
la trayectoria laboral (arts. 329-332), y el trabajo ya no es simplemente
“un derecho y un deber social”, sino que además es “fuente de realiza-
ción personal y base de la economía”.
En esta lógica, la ciudadanía rompe los márgenes productivistas y
se define desde otra grilla normativa que se propone realizar los “dere-
chos del buen vivir” (entendidos en términos de garantía de provisión
pública) siguiendo el principio de la “inclusión y equidad”. Tales de-
rechos se asignan en capítulos de ambiente, salud, educación, segu-
ridad social, hábitat y vivienda, cultura, cultura física y tiempo libre,
comunicación social, así como también de gestión del riesgo; ciencia,
tecnología, innovación y saberes ancestrales; población y movilidad
humana; seguridad humana, y transporte. Y en correspondencia con
estos derechos, se establecen nuevas formas de institucionalidad polí-
tica: la estructura estatal se divide en cinco “funciones” (ya no “pode-
res”), donde a la clásica tríada ejecutivo-legislativo-judicial se añaden
la función electoral y la de control ciudadano, con sus ramificaciones
y agencias para considerar la diversidad ciudadana en “las diferencias
específicas entre áreas urbanas y rurales, las inequidades de género, la
etnia, la cultura y las diferencias propias de las personas, comunida-
des, pueblos y nacionalidades”.
Es decir que la disyunción neoliberal de la ciudadanía es depues-
ta por una topografía ciudadana más diversa y múltiple, pero no ne-
cesariamente heterogénea: el tópico del retorno estatal es un indicio
de la vocación universalista de la nueva política ciudadana. En todo
caso, se trata de un universalismo de las singularidades, que se pue-
den entrever en los cambios profundos en la gradación de las racio-
nalidades políticas. En otros términos, se abre un nuevo campo de
posibilidades, nuevas valoraciones de lo que se ha de hacer y cómo.
En este sentido, un punto de avanzada radical –una cabeza de puente
para la disputa de la socioecología política– es el reconocimiento de

51
René Ramírez Gallegos

derechos a la naturaleza: “la naturaleza o Pacha Mama, donde se re-


produce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente
su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales,
estructura, funciones y procesos evolutivos”. Es claro indicio de una
moralidad biocéntrica, que asume directamente que no se puede rea-
firmar una ética ciudadana sin cambiar las relaciones políticas de los
seres humanos con la naturaleza, para la protección recíproca de (las
condiciones de reproducción de) la vida.
Hay que tener en cuenta que la definición de la “naturaleza” como
sujeto de derechos es primordial para concebir el cambio en la ma-
triz de poder, porque en Ecuador –como en muchos países del Sur
global– la naturaleza se ha integrado en la historia nacional a partir
de la explotación de recursos naturales, configurando un régimen de
acumulación primario-exportador que solo reconoce su valor en clave
utilitaria. Es decir que se inscribe como objeto de explotación bajo
la disyunción entre naturaleza e historia (y legado) del colonialismo.
En el nuevo paradigma constitucional, aquello se vuelve problemáti-
co en tanto se asume un compromiso primero con la vida misma. El
referente de la “Pachamama” asume, en efecto, la postura de un saber
ancestral que atribuye agencia a la naturaleza, y este es el rasgo deci-
sivo en clave cosmopolítica: lejos de ningún esencialismo nativista, de
lo que se trata es de recuperar una relación humano-naturaleza que
no es una relación instrumental sujeto-objeto, sino una relación de
reconocimiento sujeto-sujeto.
Al poder de normalización del mercado, el nuevo proyecto políti-
co opone, por tanto, no solo el poder regulador del Estado, sino, sobre
todo, la potencia afirmativa de la vida misma. Aquí resulta claro que
mientras el neoliberalismo es conservador porque su fin último con-
siste en restaurar el determinismo mercantil, el socialismo del buen
vivir es revolucionario porque, además del impulso negador del pre-
sente, se orienta hacia nuevos modos de pensar y hacer política. Por
ello, lejos de tratarse simplemente de una nueva razón de economía
política, que se restringe a distribuir castigos y recompensas, proviene
de un impulso eudemónico capaz de generar nuevas ciudadanías: no
meramente importa la acumulación de capital, sino la reivindicación
de todo aquello que hace posible la vida misma.
Las propuestas de la nueva Constitución fueron aprobadas en re-
ferendo popular en septiembre de 2009 con el 63,9 % de votos. En las
elecciones de abril de ese mismo año, se ratificó en las urnas la gestión
de gobierno con el 52 % de los votos para la reelección presidencial
en primera vuelta –un hecho inédito en el país desde el retorno a la
democracia en 1979–. Además, por primera vez en la historia del país,
el voto se distribuyó proporcionalmente en todo el territorio nacional,

52
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

rompiendo con los tradicionales clivajes regionales (Sierra/Costa;


Quito, capital política/Guayaquil, capital económica). AP también
obtuvo mayoría relativa en la Asamblea Legislativa con cincuenta y
nueve curules de ciento veinticuatro.
En febrero de 2013, por tercera vez en seis años, Correa vuelve a
ganar las presidenciales, en primera vuelta, con el 56,67 % de los vo-
tos. Y con una mayoría legislativa absoluta de cien curules sobre cien-
to treinta y siete, AP se ubica como primera fuerza política en treinta
y tres de las treinta y cuatro circunscripciones electorales. Un año
más tarde, en las elecciones seccionales de febrero de 2014, AP con-
solida su liderazgo a nivel nacional con sesenta y nueve alcaldías, en
todas las regiones del país, y diez prefecturas (incluyendo Pichincha,
Guayas y Manabí). Es decir, el 38,7 % de las dignidades electas (de 23
prefectos y viceprefectos, 221 alcaldes municipales, 1.305 concejales
y 4.079 miembros de juntas parroquiales). No obstante, las tres ciu-
dades principales del país (Guayaquil, Quito y Cuenca) eligen alcaldes
de oposición –en las dos últimas, AP pierde la alcaldía–. Se trata esta
de una circunstancia que hay que tomar en cuenta en la implantación
local de las oposiciones y por el espacio mediático que ocupan.
En el 2017, AP vuelva a tener dos victorias electorales. A más de
ganar la Presidencia de la República a través de su candidato Lenin
Moreno Garcés, obtiene mayoría dentro de la Asamblea al obtener 74
de 137 asambleístas. A su vez, la propuesta de gobierno gana la con-
sulta popular en donde se preguntó a la ciudadanía: “¿está usted de
acuerdo en que, para desempeñar una dignidad de elección popular o
para ser servidor público, se establezca como prohibición tener bienes
o capitales, de cualquier naturaleza, en paraísos fiscales?”
Lo narrado pone en disputa dos modelos de sociedad: la utilitaria
liberal y la que denominaremos biosocialismo republicano o sociedad
del buen vivir (o del sumak kawsay). Lo fundamental de este breve
recuento es el enorme y duradero respaldo ciudadano al pacto cons-
titucional de buen vivir. Un siguiente paso en el análisis nos lleva más
allá de esta descripción para preguntarnos: ¿cuáles son las caracterís-
ticas estructurales en disputa al transitar del pacto neoliberal de 1998
al pacto por el buen vivir de 2008? Para responder esta interrogante
haremos, a continuación, una revisión analítica de las teorías de la
justicia, centrándonos luego en tres campos de disputa principales: la
vida como fundamento del pacto, sus ineludibles bases igualitarias y
su sustento en la virtud republicana.

4. HACIA UN BIOSOCIALISMO REPUBLICANO


En la literatura sobre teorías de la justicia liberal, todo contrato social
parte de la idea de que “los principios de justicia son principios que

53
René Ramírez Gallegos

unas personas libres y racionales interesadas en promover sus pro-


pios intereses aceptarían en una posición inicial de igualdad” (Rawls,
1999, p. 11). Una virtud de la nueva Constitución es que reconoce his-
tóricos procesos de depredación natural y discriminación, así como
las amplias distancias que hoy separan a los habitantes del Ecuador
entre sí. En este sentido, se propone dejar atrás los principios de una
sociedad liberal/utilitaria y conformar un biosocialismo (igualitaris-
mo) republicano.
Como bien mencionamos anteriormente, en términos de derechos
y de su pauta distributiva, la Constitución de 1998 es rawlsiana-liberal
en cuanto a los derechos civiles y políticos, mientras que en el cam-
po económico es utilitaria (Ramírez, 2008b). La Constitución de 2008
propone, en cambio, edificar un bioigualitarismo republicano que se
sustenta en garantizar los derechos de la naturaleza construyendo una
ética biocéntrica, romper distancias indignas, eliminar el racismo y
formas de exclusión y buscar una libertad positiva no dominada –a
más de defender la libertad negativa–. En esta misma dirección, se
consideran: ciudadanos/colectivos con responsabilidad republicana;
espacios de participación y deliberación; el reconocimiento de vidas
plurales; la autorrealización a través del autogobierno y la virtud cí-
vica, y la construcción de un Estado y una sociedad plurinacional,
intercultural y no patriarcal.

¿POR QUÉ “BIO”?


Sin lugar a dudas, una de las mayores críticas al capitalismo ha venido
por el lado del ecologismo y de la economía ecológica. La economía no
puede verse únicamente como un circuito cerrado entre productores
de mercancías y consumidores, siendo el mercado su mecanismo de
coordinación a través de los precios. En realidad, es necesario ver “la
economía como un flujo entrópico de energías y materiales, que chu-
pa recursos agotables exteriores y que genera residuos (calor desapro-
vechado, materiales no reciclables)” (Martínez-Alier y Schlüpmann,
1991, p. 156). En este marco, el capitalismo, no garantiza la reproduc-
ción de la vida.
Como se señaló anteriormente, la nueva Constitución de Ecuador
presenta dentro de su marco básico –en el capítulo 7– los “derechos de
la naturaleza”, junto a otros artículos que hacen alusión a los derechos
ambientales de base ciudadana ligados al concepto de sumak kawsay.
La naturaleza o Pachamama, donde se reproduce y realiza la vida,
tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el man-
tenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones
y procesos evolutivos (Const. 2008, art. 71). Al ser la naturaleza titu-
lar de derechos, este nuevo pacto de convivencia no es solo entre los

54
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

miembros de la comunidad, sino también entre estos y el ambiente.


O dicho de otra forma, entre los seres humanos, vistos como parte de
la naturaleza. En este marco, no se incorpora el ambiente en función
de los derechos de los seres humanos, antes bien, la naturaleza posee
derechos propios. De esta manera, la justicia intergeneracional tiene
que ver tanto con generaciones humanas como con especies de vida.
Como bien señala Gudynas, el reconocer valores intrínsecos a la
naturaleza es uno de los puntales centrales de la construcción de una
sociedad con una ética biocéntrica (Gudynas, 2009, p. 39). Con ello se
busca romper con la postura antropocéntrica (propia de la modernidad
que se maneja en el campo de los valores instrumentales de uso, benefi-
cio y provecho) y productivista, que ha primado en el capitalismo.
A esto hay que sumar, como parte de esta ética biocéntrica, que
se busca recuperar una mirada transestatal que tiene relación con la
construcción del problema ambiental como un bien público y un bien
común de carácter mundial. Las impliaciones del biocentrismo serán
tratadas en el capítulo 7 de la presente investigación.

¿POR QUÉ UN PACTO SOCIAL IGUALITARIO?


Esta es una Constitución igualitaria en primer lugar porque busca la
justicia política. Esto es de especial relevancia, si consideramos que
Ecuador era el país con mayor nivel de sobrerepresentación en su po-
der legislativo en América Latina. El nuevo proyecto de constitución
busca una representación que respete el principio “cada ciudadano,
un voto”, así como la alternabilidad y paridad en las listas entre hom-
bres y mujeres (ver Const. 2008, art. 116).
Además, el texto de 2008 propone una relación más horizontal
entre representantes y representados. Asume que la vida política no
se agota en las relaciones entre los órganos políticos y apoya prácticas
extraparlamentarias para atender demandas sociales. Establece tam-
bién más oportunidades y espacios para debatir, y asegura un control
más estricto desde la ciudadanía/colectivos hacia las instancias públi-
cas y privadas.
De la misma forma, se democratiza el corporativismo como un
medio para que grupos sin capacidad de acción colectiva puedan
ser escuchados públicamente. La instauración de los “Consejos por
la Igualdad” (Const. 2008, art. 156) es un ejemplo. Además, se da la
posibilidad de que los colectivos también sean titulares de derechos
(Const. 2008, art. 10).
Un tercer aspecto que deja translucir el carácter igualitario es
que, en el Estado Constitucional del nuevo pacto social, los derechos
son afectados por acciones u omisiones tanto del Estado como de gru-
pos no estatales.

55
René Ramírez Gallegos

Una cuarta arista tiene que ver con la reivindicación de la justi-


cia intergeneracional y el reconocimiento del “diverso como igual”.
La nueva Constitución toma en cuenta las injusticias del pasado, así
como las de generaciones futuras. El reconocimiento del Estado plu-
rinacional e intercultural es quizá una de las principales conquistas
igualitarias del nuevo pacto de convivencia. Esta comprende, entre
otras cuestiones, la afirmación del kichwa y del shuar como idiomas
oficiales (Const. 2008, art. 2), la posibilidad de configurar territorios
para la preservación de culturas ancestrales, el reconocimiento a las
comunas que tienen propiedad colectiva de la tierra (Const. 2008, art.
60) y la garantía estatal de que la justicia indígena sea respetada por
las instituciones públicas (Const. 2008, art. 171). En este campo, la
justicia intergeneracional no solo tiene que ver con corregir las histó-
ricas injusticias, sino también con una ética de comportamiento so-
cial e individual que busca un buen vivir de igual o mejor calidad para
las futuras generaciones.
Un quinto aspecto que evidencia el igualitarismo de esta nueva
Constitución es la reconfiguración territorial que, a partir de la bús-
queda de autonomías, crea gobiernos intermedios, policéntricos y
equilibrados. A través de los artículos que van desde el 251 hasta el
269, la Constitución auspicia la construcción de regiones autónomas y
solidarias, articuladas en un gran proyecto unitario nacional. La hori-
zontalización del país es indispensable para romper barreras geográ-
ficas que han promovido el regionalismo y la exclusión.
Una sexta arista tiene que ver con la construcción de una justicia
imparcial igualitaria para todos y todas, principalmente a través de la
recuperación de lo público, de los derechos sociales que permiten una
defensa pública al alcance de todos, así como del reconocimiento de
la pluralidad de justicias (ver Const. 2008, art. 168, inc. 4, y art. 191).
Finalmente, la nueva Constitución impulsa una justicia so-
cioeconómica, enfrentando la desigualdad en sus múltiples formas
(Ramírez, 2008). Para ello, se apela a reducir las grandes brechas so-
ciales y económicas a través de dos procesos: el redistributivo (equi-
tativo) y el distributivo. Esto se evidencia por medio de las políticas
fiscal, tributaria y social, y a través del acceso a medios de produc-
ción (ver Const. 2008, art. 3 inc. 5; art. 281 inc. 4; art. 285; art. 300
inc. 2; art. 334).
No obstante, la (re)distribución es insuficiente, dado que, aunque
mejora la situación de los más pobres, no cambia las relaciones de
poder ni la estructura productiva, y en pocos casos disminuye distan-
cias sociales (Ramírez, 2008). En este sentido, la nueva Carta Magna
invita a “producir redistribuyendo” y “distribuir produciendo”; es de-
cir, a que en el propio proceso de generación de riqueza se produzca

56
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

la distribución (ver Const. 2008, arts. 276 y 284 inc. 1). Esta propuesta
centra su énfasis en un desarrollo endógeno para construir una econo-
mía social y solidaria, con una articulación inteligente en el mercado
mundial.
A nivel interno, se propone edificar una economía social y solida-
ria, que no niega el mercado, sino que lo subordina a la reproducción
de la vida y a otras formas de organización y producción. La econo-
mía social y solidaria “reconoce al ser humano como sujeto y fin”, y
se propone generar una relación dinámica entre Estado y sociedad
que permita realizar el buen vivir (ver Const. 2008, art. 283). No se
trata, por tanto, solo de una cuestión (re)distributiva, sino también
de garantizar los derechos humanos para fortalecer una sociedad más
igualitaria que permita profundizar la democracia. La economía so-
cial y solidaria se propone entonces “un modo de hacer economía orga-
nizando de manera asociada y cooperativa la producción, distribución,
circulación y consumo de bienes y servicios, no en base al motivo de
lucro privado, sino a la resolución de las necesidades” (Coraggio, 2011).
El camino para alcanzar la economía social y solidaria es cambiar
el monopolio de los medios de producción de la actual sociedad de
mercado, en donde los propietarios tienen el control de los procesos
de trabajo y de la producción e impiden que los trabajadores ejerciten
libremente sus virtudes. Tal monopolio los aliena de sus capacidades
y del producto de su trabajo. La nueva propuesta apela al florecimien-
to in situ del trabajador, a compartir los derechos de propiedad y a
cooperar en todo el proceso productivo. Se apela a la premisa de que
“la estructura de la distribución está completamente determinada por
la estructura de la producción” (Marx citado por Fleischacker, 2004,
p. 97). Esto se articula con una propuesta de inserción en el mundo
global a través de la política comercial soberana (ver Const. 2008, art.
304). Dentro de este marco, se puede señalar que este igualitarismo
no tiene como fin el Estado, sino la propia sociedad y los colectivos.
Desde su lógica, la economía es social y solidaria, no es de mercado,
sino con mercado, pues auspicia otras formas de propiedad y de orga-
nización. Entre ellas, las principales son: propiedad estatal, propiedad
gran-nacional, propiedad republicana, propiedad comunitaria, pro-
piedad social y propiedad capitalista. En dicho marco, es necesario
pensar todas las combinaciones de propiedad y organización que de
ellas surjan.
No obstante, el proceso (re)distributivo no se limita al campo pro-
ductivo. El objetivo igualitario consiste en repartir toda la carga de
trabajo, no solo la parte que se realiza como empleo y que beneficiaría
únicamente a los asalariados. Se trata de buscar la solidaridad en to-
dos los ámbitos de la vida cotidiana. Así, por ejemplo, el solo hecho de

57
René Ramírez Gallegos

garantizar los derechos reproductivos (Const. 2008, art. 332) permite


dar cuenta del espíritu igualitario en otras esferas de la vida de esta
Constitución.
En efecto, el nuevo pacto de convivencia pone su énfasis en construir
otros mundos vitales diferentes a la propuesta civilizatoria de Occidente,
que se basa principalmente en lo económico/productivo y en el consu-
mo. Se sitúa en una perspectiva más amplia de la transformación de las
relaciones sociales, en un sentido emancipador, liberando tiempo para
el ocio creador, para el erotismo, para el arte y la artesanía, para el des-
cubrimiento personal y la indagación existencial, para el estudio, para el
viaje, para la participación democrática, para la fiesta y la celebración,
para el cuidado de las personas y de la naturaleza, para la minga dentro
de la comunidad. Todo esto siempre y cuando se satisfagan las necesida-
des materiales que tienen todo individuo y toda sociedad, y se consiga
una sociedad más digna e igualitaria en el marco de mirar al ser humano
como un ser constitutivo de la naturaleza (no escindido de ella). Tal si-
tuación se vincula, además, con los objetivos de la abolición de la división
sexual del trabajo y un reequilibrio de los tiempos sociales que reduzca la
importancia del trabajo en beneficio de otras dimensiones de la existen-
cia humana (Riechmann y Recio, 1998, p. 110).
Esta nueva Constitución es también una apuesta para cambiar
ciertos principios de convivencia. Como señala Jean-Pierre Dupuy, al-
gunos de los valores a través de los cuales se configuró la sociedad
capitalista son la envidia, el egoísmo y la desigualdad, inscritos en
un sistema de coordinación de las decisiones a través de los precios y
en un sistema de propiedad privada de desigual acceso a los medios
de producción (Dupuy, 1998). Este sistema envilece a los individuos,
movidos únicamente por la avaricia, los cuales miran a sus prójimos
instrumentalmente: solo como fuente de riqueza o amenaza. En tal
sistema, la desigualdad es necesaria, dado que motiva la creatividad
para superarse, poder competir y crecer (Ovejero Lucas, 2005, p. 83).
Si la máxima social es la vida buena, la sociedad debe procurar
que todos los seres humanos tengan igual tiempo para la buena vida.
Las estructuras sociales y las decisiones personales hacen que esto no
sea posible.
En este marco, vale preguntarse: ¿qué desigualdad es la admi-
sible moral y éticamente? La postura liberal sostiene que si un nue-
vo escenario de desigualdad mejora no solo las expectativas de quie-
nes están mejor situados, sino también las expectativas de los más
desfavorecidos,5 estos y la sociedad toda deberían valorar como justa

5 Dicha postura liberal es representada, por ejemplo, por J. Rawls, sobre todo, en
su segundo principio de “Justicia como equidad”.

58
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

tal desigualdad. No obstante, tal postura no deja de ser conformista,


ya que ni necesariamente supera niveles previos de desigualdad inso-
portable, ni tampoco garantiza romper las relaciones de poder y de
opresión entre personas, las bases materiales de un mutuo reconoci-
miento entre ciudadanos y ciudadanas, o la emancipación individual
y social.
En este marco, afirmamos, entonces, que el principio rector de
la justicia relacionado con la igualdad tiene que estar encarnado, en
el lado negativo, por la eliminación de aquellas desigualdades que
producen muerte, dominación, opresión o subordinación (tanto de
la vida entre personas/colectivos como de estas con los ecosistemas)
impidiendo su florecimiento. Y que, en el lado positivo, tal principio
debe ser manifestado por la creación de escenarios que fomenten una
paridad que viabilice la reproducción de la vida en condiciones igual-
mente buenas/dignas para todos los seres vivos en el marco de proce-
sos de emancipación y autorrealización de las personas/colectivos, en
donde los principios de solidaridad y fraternidad puedan prosperar
y, con ello, la posibilidad de un mutuo reconocimiento,6 o bien, de
reciprocidad.7 La posibilidad del mutuo reconocimiento y de la reci-
procidad únicamente es viable si existe un reconocimiento del diverso
como igual. En otras palabras, la condición previa para garantizar el
principio de la igualdad mencionada es el reconocimiento del “otro
diferente” como igual.
Así, la nueva propuesta constitucional de convivencia busca cons-
truir un continuo de relaciones en el que los miembros de la sociedad
se reconozcan como fines (y no como medios) y como partes inte-
grantes de una comunidad social y política. Por ello, se propone como
condición sine qua non del buen vivir la eliminación de desigualdades
opresoras y la construcción de igualdades que viabilicen la coopera-
ción, la solidaridad, el mutuo reconocimiento y el deseo de construir
un porvenir compartido.

¿POR QUÉ UNA CONSTITUCIÓN REPUBLICANA?


La nueva Constitución propone edificar una sociedad republicana que
amplíe la libertad negativa hacia la construcción de una libertad tam-
bién positiva, considerada como no dominación y potenciación de las

6 Claramente, el segundo principio de Rawls no implica el mutuo reconocimiento,


condición de la autorrealización, ya que la desigualdad puede beneficiar a todos sin
romper relaciones de poder o subordinación.
7 En el caso del mundo andino, el principio de la reciprocidad adquiere vital im-
portancia en las relaciones sociales, razón por la cual el lado positivo del criterio de
igualdad mencionado adquiere una relevancia histórica adicional.

59
René Ramírez Gallegos

capacidades de los individuos. Para ejercer tal principio, es necesario:


tener los recursos materiales suficientes, contar con ciudadanos con
responsabilidad republicana (que construyan autónomamente sus
preferencias) e institucionalizar espacios de participación y delibera-
ción, donde se ventilen argumentos y cada ciudadano defienda sus
posturas. Asimismo, si bien en el republicanismo la participación en
la esfera pública asegura la libertad, sin virtud cívica esta participa-
ción no existe. Como señala Rousseau, los ciudadanos republicanos
“lejos de pagar por eximirse de sus deberes, están dispuestos a pagar
por cumplirlos” (Rousseau, 1969, p. 105).
A continuación, se exponen con mayor detalle las premisas que
permiten denominar “republicana” a esta nueva Constitución.

a) Libertad/autorrealización como no interferencia, no dominación y


expansión de las potencialidades humanas y sociales: Superando los
conceptos liberales, un nuevo paradigma de convivencia resulta de
concebir la libertad como realización de las potencialidades de cada
individuo con la condición de la realización de las potencialidades de
los demás (Ovejero, 2006, p. 133). La libertad de todos posibilita la
libertad de cada uno y viceversa. A más de ser una libertad vista como
no interferencia, es también una libertad positiva en tanto no domi-
nada y explotada.
No es libre el que “elige” entre dos trabajos de miseria que no
garantizan la protección social cuando no tiene otras opciones.
Tampoco aquella mujer que da a luz a sus hijos en su hogar, no como
opción informada y asistida, sino porque no tiene acceso a la opción
de asistencia capacitada. Tampoco es libre aquella persona que migra,
pero que en tal proceso genera fragmentación, desarraigo y rupturas
familiares.
En la nueva Constitución, los derechos civiles pasan a ser coloca-
dos como derechos de libertad (ver, por ejemplo, el inc. 4 del art. 66 y
el art. 48).

b) La participación y deliberación como procedimientos adicionales


de interacción ciudadana: Un Estado democrático republicano re-
quiere instituciones políticas y modos de gestión pública que den ca-
bida a la deliberación pública, a la participación social en la toma de
decisiones y al control social de la acción estatal.
Esta visión que propicia la nueva Constitución se observa en el tí-
tulo IV, que comprende desde el artículo 95 hasta el 111; en especial,
en la sección cuarta, que se refiere a la democracia directa. Asimismo,
se establece un quinto poder, denominado “Consejo de Participación
Ciudadana y Control Social” (capítulo quinto, sección segunda, art. 207).

60
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

Uno de los principios motores de la economía clásica del bien-


estar capitalista hace referencia al principio denominado “óptimo
paretiano”.8 Sin embargo, dadas las características externas, como
el patrimonio heredado, el medio ambiente y la diferencia de carac-
terísticas personales, la forma de asignación no puede estar dada
por criterios ad hoc, como la eficiencia, la eficacia y la optimalidad.
Razón esta por la cual el nuevo pacto social de la Constitución de
2008 pone en entredicho uno de los principios centrales del capita-
lismo. En lugar de buscar las “soluciones óptimas”, se trata de prio-
rizar, como sociedad, las dimensiones del desarrollo y las políticas
más costo-efectivas en términos socio-económico-ambientales, para
alcanzar objetivos y llegar a “soluciones compromiso” (Martinez-
Alier y O’Connor, 1995). La participación entre actores pares per-
mite jerarquizar intereses y objetivos según un conjunto de criterios
definidos públicamente.
Si bien la anterior Constitución afirmaba que la planificación
tenía que ser participativa, jamás se institucionalizaron los espacios
para que esto sea viable. En cambio, en el nuevo Sistema Nacional
Descentralizado de Planificación Participativa se establecen espacios
que dan cuenta de tal lógica participativa a través de consejos de de-
sarrollo, nacionales y regionales, que incorporan en la planificación
la voz ciudadana, de tal forma que se articula también la acción del
gobierno central con otros gobiernos autónomos descentralizados
(ver Const. 2008, art. 279). En ese sentido, el sistema de planificación
es participativo, descentralizado y desconcentrado tanto en la elabo-
ración como en la implementación, seguimiento y evaluación de las
políticas públicas.

c) La actividad pública como pilar del republicanismo: hacia la cons-


trucción de la virtud cívica: El bien común no puede consistir sino
en realizar las transformaciones que frenen la máquina de destruir la
vida en que se ha convertido el mercado “autorregulado”. La nueva
Constitución recupera aquellas concepciones de lo público que arti-
culan la construcción de un proyecto de país independiente, con un
proyecto social integrador y expectativas de un mejor futuro construi-
do colectivamente. Parte de la recuperación de lo público pasa por la
edificación de espacios comunes de encuentro social, cultural y polí-
tico, que desbordan las estrechas relaciones de mercado y que buscan
desmercantilizar las relaciones sociales.
En este sentido, la Constitución retoma la dimensión pública de

8 Se dice de una distribución de riqueza que es “paretiano-preferida” cuando cual-


quiera de los individuos puede aumentar su utilidad sin disminuir la de ningún otro.

61
René Ramírez Gallegos

la vida social y estatal desde algunos atributos centrales. Por ejemplo,


la idea de lo público como opuesto a lo oculto. La publicidad de los ac-
tos estatales es fundamental, ya que podría generar desigualdades en
la forma de asignación de los recursos y la imposibilidad de reclamar
por parte de aquellos perjudicados. Tal recuperación se puede obser-
var en los procedimientos para las compras públicas o en la forma de
auditoría de la deuda pública (ver Const. 2008, arts. 288 y 289).
Parte de hacer público lo oculto supone evidenciar todo aque-
llo que en el campo de lo privado produce relaciones de dominación
o subordinación entre los seres humanos (ver Const. 2008, art. 66),
como la relación hombre-mujer.
Por otra parte, es necesario recuperar la noción de lo público
como construcción social-colectiva del bien común. En este sentido,
lo público “es de interés o de utilidad común a todos los miembros de
la comunidad política, atañe al colectivo y a la autoridad de lo que de
allí emana” (Rabotnikof, 2005, pp. 9-10).
La nueva Constitución propone el impulso de la virtud cívica para
que los ciudadanos contribuyan a construir leyes, a tomar decisiones y
a asumir responsabilidades públicas. Uno de los artículos que establece
explícitamente la responsabilidad pública del ciudadano es el 278.
Finalmente, es necesario recuperar la noción de lo público aso-
ciada a los espacios comunes de encuentro entre ciudadanos; es decir,
espacios abiertos a todos y no excluyentes. Quizá la mayor reivindica-
ción en este sentido es el establecimiento de políticas universales, pú-
blicas y gratuitas en los campos de la justicia, la salud, la educación,
la seguridad social, entre otros (ver, por ejemplo, los arts. 356 y 367).
Tal perspectiva implica también pensar lo público desde un cierto
retorno del Estado en relación con el rol que juega la sociedad civil.
La Constitución recupera la intervención del Estado en los ámbitos de
regulación, control, planificación, (re)distribución y como garante de
los derechos. Esto se evidencia en el título VI del Régimen Económico
y en el título VII del Régimen del Buen Vivir.
A su vez, hay que pensar lo público también desde el nuevo lugar
que tiene la sociedad civil: los movimientos sociales, las asociaciones
comunitarias, los colectivos ciudadanos, las nuevas identidades emer-
gentes y la participación organizada del voluntariado, que reclaman
para sí un peso en la toma de decisiones políticas para incidir en las
orientaciones de la vida pública (ver el título IV). En este sentido, el
Estado es un medio y no un fin, pues son los ciudadanos y los colecti-
vos quienes orientan los fines de la política.
Si bien uno de los objetivos principales de esta propuesta es la re-
cuperación del poder ciudadano y colectivo, para confiar a la sociedad
civil (organizada) la “democratización de la democracia”, es necesario

62
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

recuperar el Estado como expresión de acción colectiva descentralizada.


La sociedad de la exclusión se basó en una construcción “antiestatal”,
por lo cual la lucha pro inclusión “consiste en estabilizar mínimamente
entre las clases populares aquellas expectativas que el Estado dejó de ga-
rantizar al perder el control de la regulación social” (Santos, 2006, p. 90).

d) La construcción de un Estado plurinacional, intercultural y no-pa-


triarcal: La construcción de los Estados modernos ha estado regida por
una visión colonial del poder. De este modo, en el centro del orden so-
cial, étnico y simbólico de cada nación se asume una visión homogénea
de la identidad cultural nacional definida por el universo blanco-mes-
tizo-patriarcal, produciendo lo que Boaventura de Sousa Santos llama
“epistemicidio”. El contenido y la forma de las naciones han estado así
estrechamente ligados a los intereses e imaginarios de las élites econó-
micas y políticas, predominantemente blancas, burguesas, masculinas,
educadas y urbanas. Se ha generado de esa manera una configuración
simbólico-cultural fundada en sólidos sistemas de opresión y discrimi-
nación, con efectos directos sobre los problemas de desigualdad y ex-
clusión económica −en casi todos los países de la región el mapa de la
pobreza según consumo o necesidades básicas se traslapa con el mapa
étnico−. Dichos sitemas impiden la emergencia de nuevos sistemas po-
líticos y culturales abiertos, flexibles, diversos y pluralistas.
La visión de un Estado plurinacional e intercultural apunta, por el
contrario, al reconocimiento político de la diversidad étnica, regional,
sexual, regional, y a la generación de una sociedad con múltiples trayec-
torias de lealtad y pertenencia a la comunidad política. El nuevo Estado
asume la idea de una multiplicidad de identidades y temporalidades
que dialogan, las cuales, en continua interacción, reproducen una se-
rie de relaciones complejas con la nación. Así, la figura del ciudadano
como titular individual de derechos se articula para dar lugar también a
la noción de derechos de titularidad colectiva: lenguaje, cultura, justicia
y territorio. Tal diversidad es reflejada institucionalmente por medio de
una arquitectura estatal de carácter flexible donde la descentralización,
la autonomía y otras circunscripciones territoriales especiales pasan
al primer plano (como, por ejemplo, las circunscripciones territoriales
indígenas). Asimismo, el principio de un Estado que reconoce la dife-
rencia debe prefigurar soluciones jurídicas e institucionales específicas
(Santos y Grijalva, 2012), bajo la forma de derechos que posibiliten la
efectiva igualdad en la diversidad. Se abre así el espacio para políti-
cas que permitan la reparación de las desventajas históricas de ciertos
grupos y prefiguren un contexto efectivo de oportunidades igualitarias
para todos los ecuatorianos. De este modo, se puede señalar que el nue-
vo pacto es pospatriarcal, poseurocéntrico y posidentitario.

63
René Ramírez Gallegos

5. SOBRE LA NUEVA CUESTIÓN SOCIAL


La base de información es la variable focal que la sociedad utiliza
para realizar juicios de valor, priorizar acciones y distribuir bienes
limitados. Si bien en el texto constitucional de 1998 la base de infor-
mación son los derechos en el campo político y civil, en la práctica, la
variable focal que predominó en el campo económico y social fue el
crecimiento económico medido en dinero (ingreso/consumo), junto
con la garantía de mínimos sociales (de supervivencia).9 La pauta dis-
tributiva se establecía a través del mercado libre y una política social
asistencial.
La actual Constitución utiliza como base de información el “buen
vivir”, que se sustenta no solo en el “tener”, sino, sobre todo, en el “ser”,
“estar”, “hacer” y “sentir”: en el vivir bien, en el vivir a plenitud. Y ello,
sabiendo que la definición del buen vivir implica estar conscientes
de que es un concepto complejo, vivo, no lineal, pero históricamente
construido, y que, por lo tanto, está en constante resignificación. En
este contexto y en el momento histórico particular descrito, el Consejo
Nacional de Planificación del Ecuador, en su primera sesión del 2009,
entiende el buen vivir o sumak kawsay como:

La satisfacción de las necesidades, la consecución de una calidad de vida y


muerte dignas, el amar y ser amado, y el florecimiento saludable de todos,
en paz y armonía con la naturaleza, para la prolongación indefinida de
las culturas humanas y de la biodiversidad. El buen vivir o sumak kawsay
supone tener tiempo para la contemplación, la amistad, la emancipación,
la ampliación de las posibilidades de socialización, y que las libertades,
oportunidades, capacidades y potenciales reales de los individuos/colecti-
vos se amplíen y florezcan de modo que permitan lograr simultáneamente
aquello que la sociedad, los territorios, las diversas identidades colectivas
y cada uno −visto como un ser humano/colectivo, universal y particular a
la vez− valora como objetivo de vida deseable (tanto material como sub-
jetivamente, sin producir ningún tipo de dominación sobre otro ser hu-
mano). El concepto de buen vivir nos obliga a reconstruir lo público y lo
común para reconocernos, comprendernos y valorarnos unos a otros −y
a la naturaleza−,10 como diversos pero iguales, a fin de que prospere la
posibilidad de reciprocidad y mutuo reconocimiento, y con ello viabilizar

9 En el período liberal utilitario (neoliberal), es necesario advertir que, en sentido


estricto, la variable focal económica (utilitaria) tuvo supremacía sobre la parte libe-
ral. Cuando había que elegir entre ambas perspectivas, la mirada económica utilita-
ria se imponía.
10 Dicha valoración incluye también tomar en cuenta, no solo a las generaciones
futuras, sino también a las generaciones históricamente excluidas.

64
Capítulo 2. La disputa por la sociedad del buen vivir

la autorrealización y la construcción de un porvenir social compartido


(Ramírez, 2008, citado en Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo
del Ecuador [SENPLADES], 2009a). 11

La definición aquí presentada está en el marco de la interpretación del


pacto de convivencia firmado por los ecuatorianos en la Carta Magna
de 2008.12 Como se señaló, el concepto de buen vivir fue aceptado en
el marco de las instituciones legalmente constituidas en el Ecuador en
el momento que se aprobó el Plan Nacional para el Buen Vivir, 2009.
Si bien la definición, claramente, es una simplificación de la riqueza
contenida en los 444 artículos de la Constitución de la República del
Ecuador, hay que resaltar que el concepto de buen vivir no tiene auto-
ría alguna individual, sino que corresponde a la interacción social que
ha apostado a delinear principios de convivencia social en un deter-
minado momento histórico. Si señalamos un autor, este es el intelecto
social del pueblo ecuatoriano manifestado a través de los textos de la
Constitución de la República de 2008.
Si la cuestión social, aquella máxima que nos hemos comprome-
tido a construir los ecuatorianos, es la vida buena, la epistemología
que se debe construir, tanto en términos conceptuales como metodo-
lógicos y empíricos, debe ser acorde con el mandato democrático. No
es a la inversa: lo normativo trabajado teóricamente nos define cómo
se evalúa y se interviene en la sociedad. En el siguiente capítulo, trata-
remos el debate teórico que encierra la teoría del bienestar normativa
frente a la construcción histórica de la sociedad del buen vivir.
Es importante dejar claro, en el marco de lo señalado, que la
Constitución del 2008 como proceso histórico nace de luchas so-
ciales que buscan superar el modelo de sociedad planteado en la
Constitución de 1998: el neoliberalismo. En vista de que la base filosó-
fica y económica de la teoría del bienestar según el neoliberalismo es el
utilitarismo, esta investigación procurará deconstruir sus fundamen-
tos teórico-metodológicos con el fin de esbozar lineamientos para un
nuevo marco de análisis que esté próximo a los principios planteados
en la Constitución del buen vivir. En otras palabras, el “contradictor”
principal en esta investigación será el bienestarismo utilitario porque
el “contradictor” histórico fue la Constitución neoliberal de 1998.

11 Esta definición tiene algunos ajustes a la propuesta inicialmente realizada en el


2008.
12 Para un análisis de filosofía política de la propuesta que encierra la Constitución
de la República del Ecuador del 2008, ver Ramírez, 2010.

65
Capítulo 3

BIENESTAR VS. BUEN VIVIR

Siguiendo a Amartya Sen, para hablar de bienestar se necesita res-


ponder la pregunta “¿igualdad, de qué?”, lo cual implica tomar par-
tido o posición sobre lo relevante del análisis (“la cuestión social”).
Dependiendo de lo considerado importante, es decir, de la base de
información seleccionada (el ingreso, las libertades, las capacidades,
entre otras), la perspectiva sobre el bienestar será diferente. En efec-
to, el análisis de la eficiencia o bienestar social depende de la unidad
de análisis preseleccionada de antemano. La economía del bienestar,
subdisciplina de la economía, basa su análisis en principios norma-
tivos o categorías morales. En este marco, las teorías del bienestar
son campos que, si bien usualmente responden y tratan de justificar
disputas de sentido en momentos históricos particulares, se postulan
como marcos teóricos ahistóricos y ageográficos.
Frente a tales enfoques analíticos, que defienden el bienestar bajo
ciertos principios lógicos y morales, esta investigación propone basar
el debate sobre el bienestar en el principio ético de la democracia.
Según dicho principio, los pueblos deciden su significado de acuerdo
a las disputas históricas: el “qué” del bienestar lo definen las propias
sociedades. En este sentido, frente a las lecturas normativas de “arriba
hacia abajo” sobre bienestar, se propone una lectura “de abajo hacia
arriba”, histórica, sobre el vivir bien. De acuerdo con lo señalado, este
último concepto no será estudiado en base a lo que señalan teorías

67
René Ramírez Gallegos

filosóficas o normativas, sino que se partirá de aquel proceso histórico


particular sucedido en Ecuador en el 2008 en el marco de la aproba-
ción de su pacto constitucional. En el contexto de este nuevo pacto de
convivencia, la sociedad ecuatoriana definió como la cuestión social
prioritaria (la riqueza de su pueblo) a la vida buena.
Desde la perspectiva mencionada, este capítulo, luego de presen-
tar un breve recorrido histórico sobre teorías del bienestar económico,
plantea las diferencias conceptuales que existen entre los “bienestares
teóricos” frente al vivir (bien) planteado por la sociedad ecuatoriana
en su pacto de convivencia constitucional del 2008.
Bajo esta lógica, la disputa política ya no solo se encuentra en el
campo de las ideas conceptuales discutidas por académicos con cier-
ta forma de razonamiento lógico y moral –que suelen generar epis-
temicidios (Santos, 2004, 2008, 2010) culturales en sus procesos de
colonización−, sino que acontece en el campo de las disputas de ideas
y/o ideales políticos en un determinado territorio y en un momento
histórico particular.
A partir del análisis teórico entre “bienestar normativo” y “vivir
bien histórico”, el capítulo presenta el significado de la vida buena en
la Constitución de la República del Ecuador aprobada mediante refe-
rendo popular en noviembre del 2008. El texto plantea que la base de
información social a través de la cual la sociedad decidió autoevaluar-
se es la vida (buena), y que, en este marco, el cambio más importante
de la Constitución consiste tanto en romper su mirada antropocéntri-
ca/individualista como en construir una ética biocéntrica democrática
que recupera el espíritu gregario del ser humano y que garantiza el
vivir bien no solo para los humanos, sino para todos los seres vivos y
colectivos sociales.
Dicho pacto social pone en la mesa de debate −en términos teó-
ricos− recuperar la discusión sobre las teorías del valor que susten-
tan tanto al capitalismo (valor de cambio) como al marxismo (valor
de uso). Sostiene que la vida es el sustantivo que debe ser disputado
como prioridad histórica. A partir de tal disputa, el capítulo presenta
el significado conceptual construido alrededor de “lo bueno”. Y lue-
go de explicar por qué la Constitución ecuatoriana es posliberal, el
siguiente apartado plantea recuperar la mirada sobre la dependencia
de “el otro” en la definición de la buena vida. “El otro” como dador
de sentido de la vida buena. Para defender tal retorno, y en términos
conceptuales y analíticos, el texto se apoya en el concepto de “bie-
nes relacionales”, propuesto por Aristóteles y recuperado por Martha
Nussbaum (Nussbaum, 2004).
Por otra parte, luego de las consideraciones individuales, el capí-
tulo aborda la necesidad de reflexionar sobre el buen vivir ecosocial

68
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

que busca construir lo que denominaremos “democracia humana sos-


tenible”. En relación con tal discusión teórica, el capítulo defiende la
necesidad de usar como unidad de valor de la nueva cuestión social
planteada en Ecuador la categoría tiempo. Si partimos del supues-
to de que “a quien entregas tu tiempo entregas tu vida”, la sociedad
debe, en primer plano, garantizar la reproducción y prolongación de
la vida para que pueda florecer la generación y el disfrute del “tiempo
(bienes) relacional”. El abordaje crítico de dicha discusión se realiza
utilizando categorías analíticas que configuran lo que se ha denomi-
nado en sociología “la epistemología del sur” (Santos, 2009, 2014).
De hecho, el proceso constituyente vivido en Ecuador es un ejemplo
usado por Boaventura de Sousa Santos al reflexionar sobre la nece-
sidad de repensar otra epistemología en las ciencias sociales y en las
mismas democracias. En este sentido, la investigación planteada es
un metatexto de una propuesta teórico-práctica que busca otra forma
de repensar la producción de conocimiento, la democracia y la socie-
dad en su conjunto.
Antes de terminar, el capítulo plantea la necesidad de abandonar
el análisis propuesto en la economía crematística para edificar lo que
se denominará “la socioecología política del buen vivir”. La ética del
buen vivir planteada en el Ecuador necesita de otros marcos de aná-
lisis diferentes a los propuestos en la economía neoclásica utilitaria.
Las categorías teóricas que se presentarán en este capítulo constitu-
yen la base para construir una crítica al sistema hegemónico imperan-
te, y también para proponer o disputar otros sentidos comunes que
permitan configurar un nuevo orden social.

1. BREVE RECORRIDO SOBRE TEORÍAS DEL BIENESTAR


Es importante revisar las teorías del bienestar porque a lo largo de
la historia han dado sustento a las concepciones de justicia social.
Nos basaremos en el análisis económico, dado que es la disciplina
que otroga sustento teórico al pensamiento hegemónico neoliberal.
Entender las bases conceptuales de las teorías económicas del bien-
estar permitirá deconstruirla para disputar la construcción de otros
sentidos comunes. En esta sección, analizamos las teorías normativas
planteadas al interior de esta disciplina.
La base teórica de las primeras teorías del bienestar se sustentó
en economistas utilitarios (Edgeworth, 1881; Marshall, 1890; Pigou,
1920). Dicha perspectiva fue hegemónica durante muchas décadas en
las teorías económicas del bienestar. Actualmente, la corriente princi-
pal de la teoría económica neoclásica se fundamenta en el principio
de la libertad de elección (basada en la utilidad/compra) como base
indispensable para evaluar una economía y una sociedad. En efecto,

69
René Ramírez Gallegos

en la (micro)economía moderna el “bienestar objetivo” (BO) ha sido


teóricamente monopolizado por el utilitarismo, a través de la teoría
del comportamiento del consumidor. El concepto de BO ha sido en-
tonces reformulado, en su totalidad, en términos de preferencias y
utilidades del consumidor, de manera que la utilidad es considerada
solo como una forma de describir las preferencias. Uno de los supues-
tos más importantes de la teoría del consumidor se relaciona con la
preferencia revelada:

Si una opción se elige en lugar de otra, que también pudo ser elegida, en-
tonces decimos que la primera opción se revela como preferida respecto a la
segunda. Si el consumidor siempre elige ciertas opciones, que puede permi-
tirse, esto significa que tales opciones son preferidas con respecto a aquellas
opciones que, aunque pudiera permitirse, no elige. (Varian, 1992, p. 135)1

Luego, la primera opción supone una mayor “utilidad” que la segunda.


El bienestar de la población, visto como la suma de las utilida-
des de los individuos, ha sido considerado la riqueza de las naciones
que hay que promover socialmente. La ecuación es simple: se debe
producir la mayor cantidad de bienes para que los individuos de una
sociedad tengan mayores opciones para elegir. La utilidad que recibe
un individuo se evalúa en función de qué canasta de productos selec-
ciona de las máximas posibles que tiene a su alcance. El bienestar del
individuo se consigue en la medida en que satisface su deseo a través
de la compra. Este deseo se expresa mediante la preferencia de cada
individuo manifestada al comparar un producto y descartar otro del
mercado. En esta enfoque, la utilidad es equiparada a la felicidad y al
bienestar, los cuales se expresan en la libertad de elección que tiene
cada persona de optar por diferentes productos; una libertad que se
concreta en la compra de los mismos.
Desde esta perspectiva, se ha evaluado empíricamente a la so-
ciedad en función del ingreso,2 el gasto de consumo o la producción
nacional. La riqueza de las naciones –de acuerdo con esta línea− está
en expandir el potencial de compra y, por lo tanto, de elección que
tendría cada consumidor (individuo) de una sociedad. La base de in-
formación y unidad de medida en este enfoque han sido el dinero y el
poder adquisitivo. Desde tal concepción, el lado contrario al bienestar
es la pobreza. Esta última se mide a través del gasto (o el ingreso) que

1 Se cita deliberadamente el libro de microeconomía de Varian por ser un manual


de texto que todo estudiante de pregrado ha leído.
2 Visto como variable que da cuenta del potencial de compra que tiene el individuo
y, por lo tanto, del potencial de elección y libertad del mismo.

70
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

cada individuo realiza, ya sea para satisfacer sus necesidades alimen-


ticias (en el caso de la indigencia o la extrema pobreza), ya sea para
satisfacer sus necesidades básicas (en el caso de la pobreza), dados
unos precios en el mercado. La maximización de la utilidad (obje-
tivo máximo de cada individuo y de la sociedad en su conjunto) se
da cuando la tasa subjetiva a la que el consumidor está dispuesto a
renunciar por el consumo del bien “Y” por una unidad adicional del
bien “X” coincide con la tasa de sustitución que determina el mercado
mediante los precios de los bienes (-Px/Py).
A partir de 1974, con el estudio de Easterlin, surge una nueva
perspectiva: la del “bienestar subjetivo” (BS), que parte de una evi-
dencia empírica que pone en jaque la corriente principal de la econo-
mía neoclásica al colocar en tela de juicio que la acumulación de la
riqueza −medida en dinero per cápita− sea la mejor variable para dar
cuenta del bienestar de la población. Dicho autor evidencia que, en los
países que tienen mayor PIB per cápita, la felicidad de los individuos
se ha mantenido constante, e incluso ha decrecido, a pesar de que la
riqueza económica se ha incrementado. A partir de tal constatación,
se han multiplicado las investigaciones sobre felicidad y economía.
Ahora la variable que permite evaluar no es el ingreso, el consumo o
la producción, sino la felicidad (Easterlin, 2005; Van Praag, 2005). El
marco de análisis sigue siendo individual y el bienestar sigue ligado
al concepto de “utilidad”, con la diferencia de que en este enfoque el
BO se expresa a través de la compra, mientras que en el marco del
BS se evidencia a través de la satisfacción con la vida (felicidad). Se
pasa así desde una perspectiva que ordena las preferencias a otra que
cardinaliza la felicidad.
Vale señalar que también dentro del marco de la perspectiva sub-
jetiva se han elaborado investigaciones que abordan la temática o eva-
lúan el bienestar desde una mirada psicológica, razón por la cual han
recibido el nombre de “bienestar psicológico” (BP), siendo su mayor
representante el premio Nobel en el 2005, Daniel Kahneman. A tra-
vés de métodos psicológicos, esta perspectiva busca medir la “utilidad
experimentada”: si la utilidad de una decisión se revela a través de la
elección, la utilidad experimentada se mide mediante métodos psi-
cofísicos. En este enfoque, muy de cerca a la concepción hedónica
propuesta por Bentham, la felicidad es vista como la minimización
del dolor o la maximización del placer.
Si bien −como se ha mencionado y se profundizará más adelante−
las investigaciones sobre felicidad y economía han aumentado expo-
nencialmente en las últimas décadas, las mismas han tenido un sesgo
teórico. Han adoptado la perspectiva utilitaria benthamiana de la feli-
cidad. Es decir, se basan en la perspectiva hedónica de la felicidad que

71
René Ramírez Gallegos

aborda la problemática desde el placer y el dolor que hay que maximi-


zar o minimizar, respectivamente. Se trata, además, de una conepción
que es restringida, porque parte de un punto de vista individualista, se-
gún el cual el placer y el dolor son fenómenos de la conciencia personal.
Recientemente, un grupo de teorías que provienen de diferentes
disciplinas han alcanzado relevancia en la ciencia social ya que pro-
veen guías para evaluar el bienestar humano (BH), como sucede con
el enfoque de las capacidades (Teschi y Comim, 2005, p. 1). El enfoque
de las capacidades (EC), bajo la influencia principal de los trabajos de
Amartya Sen (1997, 2001) y Martha Nussbaum (2001), promueve la
inclusividad teórica, enfatizando la “autonomía” y la “agencia huma-
na” como dimensiones fundamentales del BH.
La perspectiva de capacidades refuta lapidariamente a la perspec-
tiva utilitarista y la bienestarista, aunque desde un mismo marco de
análisis metodológico. Su crítica se basa principalmente en señalar
que es un error igualar las utilidades de todas las personas debido a
que la igualación de la utilidad total y marginal arroja resultados dife-
rentes, dada la diversidad humana (comparaciones interpersonales).
Asimismo, el economista indio critica al utilitarismo por su cegue-
ra frente a los problemas distributivos. Sen también rechaza utilizar
la felicidad como criterio social, fundmentalmente, porque tal senti-
miento puede provenir de un proceso de adaptación a las circunstan-
cias de cada individuo. Análogamente, señala que en esta perspectiva
no existe un real distanciamiento respecto a la propuesta paretiana
como principio guía de la evaluación social (Sen, 1999, p. 26).
En particular, el enfoque analítico de la teoría de las capacida-
des puede orientarse hacia los “funcionamientos” (aquello que una
persona es capaz, actualmente, de realizar) o hacia el “conjunto de
alternativas” (aquellas oportunidades factibles de realizar por una
persona). Estas dos orientaciones proveen distintos tipos de informa-
ción: “la primera, sobre lo que una persona hace, y la segunda sobre
lo que una persona es, sustancialmente, libre de hacer” (Sen, 2001, p.
75). Cómo operacionalizar el concepto de capacidades ha sido una de
las principales críticas a este enfoque. Cada capacidad tiene que ser
evaluada para valorar en qué medida una persona goza de libertades
o pobreza de capacidades. Una persona puede tener iguales medios,
pero no siempre transforma de la misma manera esos medios en ca-
pacidades para funcionar individualmente y dentro de la sociedad.
Dicha perspectiva implica trabajar sobre espacios multidimensionales
de información. El bienestar se mide en cada uno de estos espacios
(nutrición, analfabetismo, democracia, seguridad, etc.) y se defiende
que su evaluación se debe realizar a través de un escrutinio público.
Es importante señalar la cercanía en términos teóricos entre

72
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

elección social y teorías del bienestar. La economía del bienestar tra-


dicional, que había sido desarrollada por economistas utilitaristas, no
había tomado en cuenta las teorías de elección social que se enfoca-
ban en votaciones, bajo hipótesis desarrolladas por Borda (1781) o
Condorcet (1785). A fin de cuentas, una teoría del bienestar tiene que
ver con elecciones sociales sobre qué es lo importante para una socie-
dad. Los economistas utilitarios del bienestar se basaron en Bentham,
que aplicó el cálculo utilitarista para obtener evaluaciones de interés
social. En la década de 1940 se plantea una nueva teoría del bienestar,
pero ahora basada en el criterio de mejora social, fundamentado en la
comparación de Pareto, que tampoco toma en cuenta los criterios dis-
tributivos. Tal evaluador sostiene que una situación alternativa sería
definitivamente mejor si logra incrementar la utilidad de todos.
En 1950, Arrow plantea “una teoría de elección social” que re-
laciona las preferencias sociales con un conjunto de preferencias
individuales, relación conocida como “función de bienestar social”
(Sen, 1999, p. 5). En esta teoría de la elección social, basada en ciertas
condiciones supuestamente básicas, se edificó uno de los pesimismos
académico-formales quizá más ampliamente difundidos en la teoría
social: el teorema de la imposibilidad de Arrow. La imposibilidad o pa-
radoja de Arrow establece que cuando los ciudadanos tienen tres o
más alternativas no es posible diseñar un sistema de votación que per-
mita reflejar las preferencias de los individuos en una preferencia glo-
bal de la sociedad de modo que al mismo tiempo se cumplan ciertos
criterios “racionales”, a saber: a. la eficiencia de Pareto, b. la no dicta-
dura, c. la independencia en las preferencias por esas alternativas, d.
el dominio no restringido.3
Si bien esta investigación no abordará los temas formales de la
elección social, es necesario señalar que lo aquí se plantea proviene de
un proceso de elección social que determina la decisión democrática
de una comunidad política (Ecuador) en cuanto a qué entiende por
bienestar y cuál es la base de información que se debe utilizar para
juzgar, tomar decisiones y evaluar las prioridades de acción colectiva
en la sociedad ecuatoriana. En esta perspectiva, es importante men-
cionar que la propuesta de Ecuador se enmarca −en términos de la
teoría de la elección social económica− en la propuesta constructiva
sobre la posibilidad (no sobre la imposibilidad de Arrow) de elección
social consistente realizada por Amartya Sen. Como bien señala el
premio Nobel de economía:

3 El dominio no restringido se refiere a que la regla de elección social debería crear


un orden completo por cada posible conjunto de órdenes de preferencias individuales.

73
René Ramírez Gallegos

Cuando los temas que dominan tienen que ver con distribución y cuando la
gente busca maximizar “lo que les toca” sin que le importe los demás, en-
tonces la decisión por mayoría tenderá hacia la inconsistencia total. Pero
cuando el asunto es uno que suscita la indignación de la nación (como
por ejemplo, en el caso de la reacción ante la incapacidad de un gobierno
democrático para prevenir una hambruna), el electorado puede ser razo-
nablemente unánime y totalmente consistente. De igual manera, cuando
la gente se agrupa en partidos con agendas y diálogos complejos, e involu-
crando la reciprocidad así como algunas actitudes generales hacia valores
como la equidad o la justicia, las inconsistencias ubicuas pueden ceder el
espacio a decisiones más congruentes” (Sen, 1999, p. 5).

Amartya Sen rompe el pesimismo de la paradoja de Arrow, tomando


en cuenta los temas distributivos y las comparaciones interpersona-
les, al permitir que en ciertos debates, “los niveles bastante limitados
de comparabilidad parcial bastarán para hacer decisiones sociales”
(Sen, 1999, p. 5). Es fácil en este marco darnos cuenta de que uno
de los temas fundamentales radica en la pregunta: ¿comparaciones
interpersonales de qué? O, ¿cuál es la base de información que utiliza
el grupo o sociedad para generar la elección social? El teorema de
imposibilidad de Arrow se basa en una base de información bastante
restringida: la utilidad/felicidad. No obstante, se puede utilizar otro
tipo de bases de información que no necesariamente deben tomar la
forma de comparación de estados mentales de felicidad. En este sen-
tido, existen algunas bases de información que se han propuesto en la
economía del bienestar, la filosofía política o las ciencias políticas. Así
por ejemplo, Rawls propuso usar los bienes primarios; los utilitaris-
tas, la felicidad; Amartya Sen, las capacidades, etc. Si bien estas son
bases de información definidas desde la teoría, en el caso ecuatoriano,
la decisión del pueblo fue ampliar la base de información que permite
la evaluación de la acción colectiva en el Ecuador, en donde se sinteti-
zan diferentes luchas, tanto sociales como individuales. Esta base de
información es el “buen vivir”.
Tomando en cuenta las comparaciones interpersonales señaladas,
una visión ligada a esta última perspectiva −aunque intenta ser crítica
principalmente con la perspectiva de Sen sobre las capacidades− es
la del florecimiento humano (EFH). El EFH considera el desarrollo
de las fuerzas esenciales humanas, es decir, busca satisfacer necesi-
dades y desarrollar y potenciar capacidades. Sus mayores exponentes
son Nussbaum, Marx, Markus, Boltvinik. Este enfoque caracteriza el
bienestar o la pobreza según la amplitud o estrechez con la cual se
conciben las necesidades humanas, los satisfactores que posibilitan su
satisfacción, los recursos (o fuentes de bienestar) que hacen posible el

74
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

acceso a los satisfactores y las potencialidades que puede conseguir


cada persona. Estas entradas, si bien evalúan el bienestar o calidad
de vida de una manera objetiva, también incorporan en su análisis la
perspectiva subjetiva para evaluar el bienestar de la población.
En el marco del enfoque de capacidades y florecimiento huma-
no es también importante mencionar a las perspectivas feministas.
Desde su posición, se han realizado importantes aportes a dichos en-
foques, ampliando la lista de capacidades propuestas principalmente
por Martha Nussbaum. Así, Ingrid Robeyns por ejemplo, coloca en su
propuesta de lista de capacidades el trabajo doméstico y no mercantil
en tanto posibilidad de ser capaz de cuidar a los niños y cuidar de los
otros, así como de incorporar en el debate asuntos relacionados con
la autonomía de tiempo (Robeyns, 2003, p. 74). El cuestionamiento
radica en analizar las desigualdades en la distribución del bienestar,
estudiando la división sexual del trabajo. La perspectiva feminista
ha realizado una crítica contundente a las teorías clásicas del Estado
de bienestar por ser patriarcales y no tomar en cuenta a la familia
o comunidad y el rol que desempeña la mujer como dadora de cui-
dado y, por lo tanto, de bienestar (Minteguiaga y Ubasart-González,
2014; Ubasart-González y Minteguiaga, 2017). El enfoque de capaci-
dades, en general, y el feminista, en particular, se han apalancado y
complementado con el enfoque de derechos humanos propuesto por
Naciones Unidas.
Tanto el enfoque de la BO como del BS responden a la perspectiva
utilitaria hedónica en la medida en que el enfoque de capacidades se
apoya en la perspectiva aristotélica de la eudaimonía.
Desde un punto de vista teórico, podemos sostener que existe un
debate entre la idea subjetiva hedónica de la felicidad propuesta desde
el enfoque utilitario (teoría del consumidor racional y BP) y la idea
objetiva de la perspectiva de la eudaimonía. En la mirada hedonista
“benthamiana”, la felicidad es el resultado de evitar el dolor y alcanzar
el placer. En contraste, desde la perspectiva eudemónica aristotélica,
la felicidad crece en función de cómo el individuo desarrolla sus po-
tencialidades y cómo la gente interactúa dentro de la sociedad (Bruni
y Porta, 2005, p. 7). Si bien las dos perspectivas abordan a la felicidad
como fin, la perspectiva de análisis difiere estructuralmente: mientras
que, según Bentham, para vivir bien hay que ser feliz, para el filósofo
griego, solo quien vive bien puede ser feliz.
Podría señalar que la definición de bienestar −como bien afirma
Amartya Sen− esconde una perspectiva determinada sobre la concep-
ción de la justicia (igualdad, ¿de qué?). Si bien los temas de la justicia
y bienestar han sido abordados desde la filosofía política o economía
del bienestar, sostenemos que es necesario recuperar la discusión

75
René Ramírez Gallegos

desde la historia; es decir, desde cómo construyen los pueblos las de-
finiciones que dan sentido a sus principios de convivencia y destinos.
En este marco, defenderemos que lo justo en el caso de nuestro análi-
sis pasa por construir la sociedad del vivir bien de acuerdo con la au-
todefinición (definición colectiva democrática) histórica realizada en
la Constitución de la República del 2008. En otras palabras, cuando la
sociedad ecuatoriana se preguntó “igualdad, ¿de qué?”, su respuesta
fue: de buen vivir. Como se analizará más adelante, dicha construc-
ción social se nutre de la disputa política de la construcción del sen-
tido común de lo que implica un nuevo valor social: la vida (buena).
La construcción de este valor social –a su vez− implica la edificación
de una métrica que dispute políticamente (como estrategia) el valor
social del dinero en tanto unidad de valor del capitalismo.
En este sentido, lo que se plantea es que el concepto del buen
vivir (o vivir bien) debe ser leído desde lo que consagra el pacto de
convivencia firmado por los ecuatorianos en el 2008. En efecto, frente
al debate teórico conceptual de la definición de justicia y bienestar,
lo que postula esta investigación es que se debe recuperar el análi-
sis histórico, punto de partida de donde provienen los conceptos que
viabilizarán la teorización. En este contexto, la propuesta de análisis
presentada en este estudio no responde a una u otra corriente o mar-
co teórico, sino que revela la deliberación producida por la sociedad
ecuatoriana en el marco de luchas históricas concretas. Una delibera-
ción que dio nacimiento a un pacto social en el cual se definieron las
prioridades, los grandes derroteros y el horizonte de sentido del por-
venir que quiere construir una comunidad política determinada. Es
así que para Ecuador la base de información y unidad de análisis que
permitirá juzgar las acciones sociales y sus prioridades será la vida
buena definida en la Constitución de la República del 2008.
Dentro de este enfoque, el ejercicio que sustenta la aproximación
de la presente investigación se basará en la reconstrucción históri-
co-social como entrada epistemológica. Mientras en las teorías del
bienestar la definición del mismo se sustenta en principios filosóficos
o normativos (utilitarismo, bienestarismo, enfoque de capacidades,
etc.), este estudio busca precisar el concepto de bienestar a partir del
análisis de los sucesos históricos que viven los pueblos y que configu-
ran los pactos de convivencia social en cada territorio. Es a partir del
análisis constitucional (visto como un hecho histórico) que se procura
hallar otra entrada teórica, metodológica y empírica que permita ce-
rrar las brechas entre realidad y teoría.
En el marco del debate sobre elección social, podríamos señalar
que fue posible la “agregación de preferencias” refrendada electoral-
mente en el Ecuador, puesto que en la Constitución de la República

76
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

del 2008 se amplió la base de información y, además, dado que en el


contenido de la misma se sintetizaban las luchas históricas y políticas
de diferentes grupos sociales. Incluso es importante señalar que es la
primera constitución, de las veinte existentes en la historia de Ecuador,
que ha sido sometida a consulta popular para aprobar sus contenidos.
Esto no solo permitió visualizar lo oculto en términos de relaciones de
poder, sino que configura una alternativa de construcción de sociedad.
Sería parte de otro estudio formal analizar el tema de la inclusión de
grupos excluidos en la decisión y la configuración de las preferencias a
través de las luchas sociales históricas como variables endógenas que
viabilizan la elección social. Nos referimos a que no únicamente se
viabiliza la elección social a través de ampliar la base de información
o permitir comparaciones interpersonales parciales, sino que también
influye en ello la configuración de las preferencias sociales en demo-
cracias, cuando estas provienen de luchas sociales históricas.
Al ser el utilitarismo (liberal) no solo el marco teórico normativo
que ampara las políticas neoliberales que promulgaba la Constitución
de 1998, sino también el gran derrotero a ser superado por la sociedad
ecuatoriana –tal como se señaló en el capítulo 2−, la investigación
recurrirá frecuentemente a confrontar los supuestos e hipótesis que
encierra tal doctrina en el marco de la nueva propuesta social realiza-
da en Ecuador.
Si en la teoría neoclásica utilitaria el objetivo es la maximización
de la utilidad vista como la capacidad que tiene un consumidor para
obtener la mayor cantidad de productos dada una restricción presu-
puestaria, esta investigación sostiene que el objetivo asumido por la
sociedad ecuatoriana es la defensa de la vida (y no cualquier vida, sino
la vida buena).
En este sentido, la presente investigación sostiene que el marco ana-
lítico de la economía (incluida su unidad de valoración: el dinero) no es
suficiente para abordar otros ámbitos de la vida que van más allá de la ge-
neración y el consumo de bienes y servicios producidos en un mercado.
Por ello, se propone construir un marco analítico alrededor del tiempo
y usar a este como variable intermedia para evaluar el vivir bien de las
personas, de las comunidades, de la sociedades y de los ecosistemas.

2. BIENESTAR VS. BUEN VIVIR


En la sección anterior revisamos las teorías del bienestar convencio-
nales como formulaciones ahistóricas y ageográficas. En esta sección
contraponemos ese debate normativo con el suceso histórico de la
Constitución de 2008. Si bien, en cierta medida, se puede sostener que
todas las teorías del bienestar se asientan en la idea del contrato social
basado en un deber ser, la diferencia fundamental que se plantea aquí

77
René Ramírez Gallegos

consiste en que el equivalente a bienestar (buen vivir) en Ecuador nace


de un proceso vivo constituyente que fue ampliamente participativo y
cuyo resultado final se refrendó popularmente.4 En este marco, se de-
fiende la praxis democrática como sustento del análisis del bienestar.
En su defecto, como señalamos en el capítulo anterior, el sus-
tento de justicia del neoliberalismo ha sido el utilitarismo (liberal).
El utilitarismo económico ha reducido empíricamente la utilidad o
felicidad a la revelación de preferencias que hace el individuo cuando
escoge “canastas” de productos para su consumo. En estricto rigor, la
microeconomía utiliza variables intermedias para evaluar el bienestar
de la población. La variable microeconómica principal que utiliza el
utilitarismo es el gasto (consumo) o la posibilidad de gasto que tie-
ne cada individuo (ingreso). A nivel agregado, se usan el producto
interno bruto (PIB), el producto nacional bruto (PNB) y el producto
nacional neto (PNN); variables todas estas que luego se dividen para
la población de un territorio. Tales variables aluden a la capacidad
que tiene un país de generar riqueza, la cual se calcula a través de la
cantidad de “canastas” que produce la sociedad y que potencialmente
puede consumir/vender una población dada, ya sea dentro o fuera de
su territorio.
Como ha sido mencionado, se sostendrá que el tiempo es una
idónea unidad de análisis para evaluar el buen vivir. Vale señalar que
el enfoque neoclásico/utilitario introduce la variable tiempo en el aná-
lisis −a partir de Gary Becker−, incorporando en el ingreso el costo
de oportunidad del tiempo no productivo. Para medir el bienestar,
Becker (1976) calcula el ingreso pleno (full income). En contraste con
la propuesta teórica realizada por Becker, esta investigación preten-
de analizar la vida plena o buen vivir (sumak kawsay) considerando
cómo se distribuye el tiempo y quién cuenta o no con tiempo autóno-
mo para la buena vida.
El hecho de que la opción utilitaria se descarte aquí no se basa
únicamente en sus deficiencias teóricas: por el contrario, el propio
pueblo ecuatoriano impulsó una tendencia de crítica e impugnación
de los idearios neoliberales, que desembocaron en la Constituyente de
2008. Fueron estos grandes movimientos sociales los que iniciaron y
dieron impulso a la concepción del buen vivir como fin de construir
un nuevo orden social.

4 El proceso de elaboración de la Constitución del 2008 recibió una amplia parti-


cipación ciudadana. De acuerdo a la Unidad de Participación Social (UPS), creada
por la propia Asamblea, se calcula que llegaron a Ciudad Alfaro-Montecristi, donde
sesionaron los asambleístas, aproximadamente unas mil quinientas delegaciones y
unas setenta mil personas que participaron.

78
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

No obstante, en el campo conceptual una de las mayores debi-


lidades del enfoque economicista es que parte de entender el tiem-
po como una sucesión infinita de instantes. Se trata de una herencia
ideológica de la mecánica clásica (Newton, Leibniz), que concibe el
tiempo como un absoluto (ver capítulo 4). Así, se da por supuesta la
analogía economicista que supone que el tiempo es una sustancia que
se puede acumular, a la manera del dinero: “el tiempo es dinero”. Pero
la experiencia propia nos muestra que la vida no es “acumulable”, y la
intensidad de vivir mejor o peor tiene una diferencia cualitativa que
escapa a esta mirada estrecha del economista utilitario.
En efecto, en la propuesta de Becker al ingreso se añade el “gasto”
del tiempo de no trabajo remunerado medido en unidades moneta-
rias. En la presente propuesta planteamos, por el contrario, que el
vivir bien refrendado democráticamente por el pueblo ecuatoriano en
el 2008 debe analizarse, no a través de cuánto ingreso tengo o podría
tener, sino a través de cómo cada individuo y cada sociedad dan prio-
ridad a la vida buena y asignan el tiempo, de qué productividad social
genera dicha distribución y de cuánto disfrutan de aquella asignación
−es decir, cuánto y cómo (con qué intensidad) vive cada ser humano y
cada comunidad social−. En nuestra propuesta, la unidad de análisis
de la sociedad no sería el dinero, sino el propio tiempo (segundos,
minutos, horas, semanas, años, etcétera). Sobre todo, el tiempo del
que disponen la sociedad y las personas para la reproducción de más
vida y generación y disfrute de bienes relacionales:5 la vida vivida a
plenitud expresada en el tiempo vivido bien como riqueza de los pueblos,
de las sociedades y de la naturaleza; la vida buena como riqueza de los
pueblos y la naturaleza
Al abordar el tiempo desde la perspectiva de la vida bien vivida,
rompemos los moldes estrechos del enfoque economicista, porque
la vida deja de ser entendida como una línea continua en la que el
presente tiene la primacía ontológica a partir de la conciencia indivi-
dual. En cambio, el enfoque aquí presentado puede denominarse la
socioecología política del buen vivir. Ello nos remite también a (i) la
proyección intersubjetiva de la vida buena, (ii) en procesos constitu-
yentes volcados hacia futuros compartidos (basados en presentes y/o
en pasados compartidos o no), en donde (iii) se distribuye socialmente
el tiempo que viabiliza (o no) la garantía de vida digna.
Quizá aquí cabría una pequeña digresión sobre el uso del concep-
to de bienestar en castellano. La palabra “bienestar” es un término del

5 Los bienes relacionales son los bienes que generan disfrute cualitativo de sociabi-
lidad y son la base en que se fundamenta el adjetivo “bueno” de la vida. Se discutirá
más adelante el concepto.

79
René Ramírez Gallegos

idioma castellano que resulta problemática, porque excluye el “ser”


(algo similar ocurre con el portugués “bem-estar”). Pensemos que en
la expresión well-being (en inglés) o en la expresión bien-être (en fran-
cés), los verbos “to be” o “être” abarcan los campos semánticos de “ser”
y “estar”. En castellano solo se toma en cuenta el estar de las personas
y no su ser (Ramírez, 2008a). Más allá de que el concepto de bienestar
tenga sus propias connotaciones teóricas, dado el proceso histórico
y político que vive Ecuador, defenderemos que el concepto de buen
vivir o sumak kawsay es una noción que no solo toma en cuenta al
bienestar, sino sobre todo al ser (sentir) de la vida, la cual es apro-
piada tanto por la población mestiza como por la afroecuatoriana,
montubia e indígena.6 En la perspectiva del buen vivir reafirmado en
la Constitución del Ecuador, la vida buena, lejos de ser únicamente de
los seres humanos, también lo es de los colectivos y de la naturaleza.
Ésto, como se verá más adelante, rompe con la mirada liberal e indi-
vidualista de la sociedad.
El debate teórico/político planteado por el pueblo ecuatoriano,
y recogido en esta investigación, es de gran relevancia porque lo que
está en juego es la disputa de una forma de civilización. En efecto, si
bien desde la teoría los modelos teóricos neoliberales han abordado
el tema temporal, dicho enfoque ve el tiempo no productivo como
un costo de oportunidad que debe ser incorporado a la función de
utilidad de los hogares. Tal coste se debe medir monetariamente, ya
que el tiempo dedicado a actividades no productivas, no mercanti-
les o domésticas podría haber sido utilizado “productivamente” en el
mercado.7
El enfoque del ingreso total o pleno incorpora, entonces, el trabajo
productivo y no productivo. Implícitamente podríamos señalar que
en tal modelo, como afirma Julio Boltvinik, el hogar ideal para los
economistas neoclásicos sería aquel en que todos los miembros son

6 En la Constitución se inscribió el buen vivir como traducción del sumak kawsay,


que es un término en quichua. En su origen, se trata de un referente de la vida comu-
nitaria andina indígena. Sin embargo, sería equivocado buscar una esencia del con-
cepto en el mundo indígena únicamente, porque el debate constituyente involucró un
mestizaje de voces que resignificaron los términos. Sobre las diferentes corrientes del
Buen vivir, ver Le Quang y Vercoutère, 2013.
7 Uno de los problemas de la perspectiva feminista de incorporar en el PIB el tra-
bajo no remunerado es que termina mercantilizándolo (cae en la misma lógica que
critica) y, sobre todo, que asigna −usualmente− el valor monetario más bajo y menos
valorado de la sociedad capitalista, que es el del servicio doméstico. Esta investiga-
ción recupera la mirada feminista en tanto análisis crítico sobre las relaciones de
poder imperantes en la sociedad patriarcal y en tanto mirada utópica, ya que disputa
de manera epistémica y emancipatoria con el fin de construir un nuevo orden social.

80
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

asalariados, realizan todas sus comidas fuera del hogar y contratan los
servicios de lavado, planchado y aseo del hogar. Es decir, los requeri-
mientos del tiempo de trabajo doméstico serían iguales a cero, nece-
sitando tiempo únicamente para el trabajo remunerado y el consumo
(Boltvinik citado por Damián, 2007, pp. 125-146). Desde el enfoque
neoclásico utilitario, en dicho consumo se podría afirmar que el tiem-
po libre sería, tácitamente, parte de la industria del entretenimiento
individual y social. De acuerdo con esta perspectiva, en una cita de
dos amigos para tomar un café lo importante sería la utilidad que se
obtiene de la venta del café, y no la amistad y el tiempo compartido.
Vale recordar que, desde la microeconomía del consumidor al
analizar el mercado laboral, el individuo busca maximizar su utilidad/
satisfacción en función del consumo y del ocio, sujeto a la restricción
del tiempo y el salario. Si bien parecería que aquí se incorpora la va-
riable tiempo, el análisis usualmente se circunscribe a cómo maximi-
zar el ingreso para poder consumir más, dado que el tiempo libre es
un bien más de consumo, para lo cual existe −por ejemplo− la indus-
tria del entretenimiento. No es casual que, en inglés, se suela decir
“let’s spend time” (“vamos a gastar el tiempo”) o, en castellano, “per-
der/matar el tiempo”. A lo que nos referimos es a que, en estricto rigor,
tal mirada supuestamente neutra implica una propuesta de vida: el de
la opulencia y el de la insatisfacción permanente (“acumular, tener
más canastas de bienes es siempre mejor”). Por eso, a manera de prin-
cipio, “vivir mejor” es preferible a “vivir bien”, de acuerdo a la teoría
del consumidor. La profecía se (auto)cumple en la medida en que se
construye un discurso hegemónico en donde el bienestar depende del
consumo y este del ingreso, razón por la cual se puede afirmar que
la mayor utilidad se consigue cuanto más ingreso/consumo obtenga
cada ciudadano.
En este punto podríamos preguntarnos: ¿cuáles son las circuns-
tancias objetivas y subjetivas que hacen posible que un país como
Ecuador se cuestione la noción utilitarista del bienestar? Podríamos
decir que en términos de intervención política en la sociedad, la teo-
ría sirve como mecanismo para moldear la realidad. Poniendo entre
paréntesis las diferencias culturales, podemos señalar que la distancia
entre teoría y realidad es muy grande en el caso de los países en vías
de desarrollo. En efecto, sucede que en un país como Ecuador (y en
países de Sudamérica en general), con estructuras de trabajo segmen-
tadas, el pleno empleo es una falacia en la mayoría de la economía y,
por lo tanto, también es falaz el supuesto trade-off en la pretendida
elección entre salario y ocio. No es casualidad que el promedio de ho-
ras de trabajo en el Ecuador sea de cuarenta y dos horas semanales,
ni que aquellos que tienen un segundo empleo trabajen en promedio

81
René Ramírez Gallegos

quince horas semanales más, a pesar de que la ley señala que se debe
trabajar solo cuarenta. No olvidemos tampoco que el 10 % más pobre
según su ingreso solo trabaja treinta y cinco horas semanales de una
manera no voluntaria, que el 32 % de la población desearía trabajar
más horas y no puede, y que de las personas que se encuentran des-
contentas con el trabajo, el 32 % señala que se debe al exceso de horas
de trabajo. En la estructura social de los países latinoamericanos no
existe opción real entre ocio y trabajo, dado que no se suele cumplir el
supuesto de pleno empleo. La distribución del tiempo está en función
de procesos estructurales.
El capitalismo ha permitido a algunos alcanzar un altísimo es-
tándar de vida, pero al costo de una vida de trabajo mucho más exi-
gente o de nuevas formas de explotación social. La televisión a color,
el microondas, el iPod e internet muchas veces cumplen el objetivo
de ser instrumentos para dispersarnos y hacernos olvidar el trabajo
agotador. Sin embargo, son artefactos que viabilizan que las perso-
nas puedan seguir trabajando incluso en su supuesto tiempo libre.
En este sentido, no es suficiente con tener más vida, sino que esta
debe ser de calidad, “buena”. Construir una sociedad que reproduzca
más vida indigna claramente sería un despropósito político y social.
Consecuentemente, no hablamos de cualquier tipo de vida, sino de
una “vida buena”, una vida digna de ser vivida. Por ello, parece que la
disputa política entre full income y buen vivir radica en lo que otorga
valor. Para el primero, “el tiempo es dinero”; para el segundo, “el tiem-
po es vida (buena)”.

3. LA VIDA COMO VALOR SUSTANTIVO: MÁS ALLÁ DEL


CAPITALISMO, MÁS ALLÁ DEL MARXISMO
Si bien el debate que estamos manteniendo apunta principalmente
a la economía neoclásica utilitaria (liberal), que ha sido el sustento
teórico ideológico de las derechas en la región, es necesario también
dejar planteado un debate, que no será resuelto en esta investigación,
sobre el problema del valor de uso en el marxismo.
Uno de los legados más perdurables del marxismo para la teoría
crítica es la distinción normativa entre valor de uso-valor de cambio.
David Harvey, quizá uno de los mayores exponentes del marxismo en
la actualidad, explica en la contradicción 1 de su libro Diecisiete con-
tradicciones y el fin del capitalismo (2014) la disyuntiva existente entre
valor de cambio y valor de uso a través del siguiente ejemplo:

Nada podría ser más simple. Entro en el supermercado con dinero en el


bolsillo y con él compro algunos artículos alimenticios. No puedo comer el
dinero, pero sí esos artículos, de forma que la comida me es útil en formas

82
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

que el dinero no lo es. Los alimentos son pronto usados y consumidos,


mientras que los trozos de papel y las monedas que son aceptadas como
dinero siguen circulando indefinidamente […], todas las mercancías que
compramos tienen un valor de uso y otro de cambio. Los valores de uso son
infinitamente variados (incluso para el mismo artículo), mientras que el
valor de cambio (en condiciones normales) es uniforme y cualitativamente
idéntico (un dólar es un dólar e incluso cuando es un euro tiene un tipo de
cambio conocido con el dólar). (Harvey, 2014, p. 13)

La pregunta del millón en el marco de este debate –desde una perspec-


tiva marxista– es cuánto valor de cambio se requiere para procurarnos
sus usos el bien en mención. No obstante, el valor de uso no deja de
tener una mirada instrumental sobre el valor, que resulta insuficiente
conceptualmente para disputar el sentido del sistema económico ca-
pitalista dado que no deja de ser un “adjetivo” del sustantivo “valor” y
no debate la esencia del valor.
Escasamente suele ser recuperada la crítica que Marx hace en
las “Glosas marginales” al Programa de Gotha del Partido Socialista
Obrero de Alemania de 1875, en la cual deja claro la fuente de la ri-
queza: “El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La naturaleza es la
fuente de los valores de uso…”. Si bien el centro de su investigación es
el capital, a partir del análisis de las mercancías y su circulación, Marx
siempre deja claro que el valor de utilización es “la capacidad que tie-
nen todos los productos, sean naturales o industriales, de servir para
la subsistencia del ser humano” (Marx, 2007, p. 15). En este marco,
el fin último es el ser humano. De hecho, la valoración marxista tiene
“más valor de uso” en tanto procura más vida, y no cualquier tipo de
vida, sino una vida digna. El alimento tiene valor no por la cantidad de
papel moneda que se otorga a cambio del alimento en cuestión, sino
en cuanto bien que garantiza la reproducción de la vida. Si bien puede
tener multiplicidad de usos, en última instancia, el valor de uso de un
bien es para procurar la vida; la vida buena o bien vivida.
Resulta completamente insuficiente para la búsqueda de un nue-
vo orden social una teoría del valor en que la participación en la de-
mocracia o el vivir en paz y armónicamente con la naturaleza –por
ejemplo– no tengan ninguna valía ecosocial. El orden social no puede
definirse únicamente en función de la relación trabajo-consumo. Se
podría sostener que disputar el sentido de una trasformación social
en el marco de análisis y de estructura del propio sistema capitalista
puede configurar grandes restricciones en el afán de disputar nuevas
alternativas sociales de convivencia: se podría construir un capitalis-
mo menos inhumano, pero difícilmente se podría construir otro or-
den social.

83
René Ramírez Gallegos

Esto implica la necesidad de disputar un cambio en la matriz


cognitiva de la humanidad que contrarreste la dicotomía del valor de
cambio del capitalismo: tener o no tener (dinero). El trabajo no puede
ser la única actividad dadora de valor, o: ¿por qué es más importante
un minuto de trabajo que un minuto de participar en procesos de de-
liberación pública o de compartir con amigos? En otras palabras, se
necesita construir un sistema de valores plural y complejo, en donde
exista una conciencia de la pluralidad de las valoraciones que conlleva
cada instante de vida vivida a plenitud en el marco de la relación entre
los seres humanos y de estos con la naturaleza. Eso implica construir
un sistema en donde las unidades de valor sean diversas, pero valora-
das socialmente en el marco de la necesidad de la reproducción de la
vida digna. La vida, el tiempo vivido a plenitud, la participación de-
mocrática, la conservación de los ecosistemas, la convivencia pacífica,
la energía, etc., pueden constituirse en unidades de análisis del des-
envolvimiento de la propia sociedad, pero con la condición histórica
(política) de que se produzca un proceso de apropiación de la propia
sociedad.
Más allá de que pueden existir pluralidad de fuentes de valor, la
propuesta de esta investigación es que el sistema de valores sociales se
estructure y tenga como núcleo central la vida, que como señalamos
es el único “bien” que tiene valor por sí mismo. Pero no cualquier tipo
de vida, sino una vida vivida bien, a plenitud, con dignidad: una vida
buena.
La socioecología política de la vida buena busca articular la vida
con el análisis del tiempo para disputar el sentido del valor y, con esto,
de los sentidos comunes instaurados en una sociedad mercantil para
buscar construir un nuevo orden ecotemporal y social.

4. EL BUEN VIVIR EN SU MATRIZ POSLIBERAL


Durante las últimas décadas en Ecuador, las intervenciones sociales
del Estado han pasado a ocupar un lugar destacado en el debate públi-
co. Esto ha ocurrido en el contexto de los recientes procesos de trans-
formación de las funciones tradicionales del Estado y de su vínculo
con la sociedad civil. Diferentes definiciones sobre cómo intervenir se
han puesto en juego, tanto desde la esfera pública, los movimientos
sociales y la ciudadanía en general como desde el espacio académi-
co especializado (vinculado no solo a universidades e instituciones
de investigación, sino también a organismos internacionales). Tales
definiciones han estado, necesariamente, conectadas con aquellas
otras referidas a la “cuestión social” sobre la que se busca intervenir.
Así, como sucede con otras nociones que están lejos de ser inequívo-
cas, las concepciones en torno a la intervención social han mostrado

84
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

hasta qué punto forman parte de un proceso político de construcción.


Dichas concepciones, por ende, constituyen un objeto de disputa que
no puede escapar a las condiciones histórico-sociales de su produc-
ción (Ramírez y Minteguiaga, 2009).
Un cambio constitucional implica un nuevo pacto de convivencia,
en el cual las partes se comprometen a cumplir con acuerdos y aceptar
restricciones, y suele ser un espacio donde se disputa y construye la
“cuestión social”. En el contrato realizado en el 2008, Ecuador decidió
basar su valoración social principal en el “vivir bien”.
El núcleo del pacto constitucional es la vida (buena) como máxi-
ma valoración social. Como se señaló en el capítulo 2, la Constitución
de la República marca una ruptura epistémica al romper con la mi-
rada antropocéntrica. El biocentrismo, se podría decir, es uno de los
cambios más estructurales del nuevo pacto ecosocial. La vida es la
“cuestión social” más importante, pero no solo de los seres humanos,
sino de todos los ecosistemas. Dicha vida debe ser vivida dignamente,
bien vivida.
Desde la cosmovisión indígena kichwa, vida buena o vivir bien se
fusionan en el sumak kawsay. Como nos recuerda Malo Larrea (2015)
sumak significa la plenitud, lo ideal, lo hermoso, lo grandioso, lo bue-
no y la realización, todo al mismo tiempo; mientras que kawsay sig-
nifica vida. Sin embargo, no se refiere solo a vida, implica una vida
digna, una vida en balance y armonía entre los seres humanos, y entre
los seres humanos y el cosmos (el término cosmos abarca e incluye
al sistema ecológico, y al sistema socioecológico); es ser estando. El
sumak kawsay puede ser entendido como la vida plena, pero es una
vida plena dinámica, cambiante, no es estática (Kowii, 2011; Macas,
2010). Alcanzar la vida plena es la tarea del sabio, y consiste en lle-
gar a tener un grado de armonía total con la comunidad y el cosmos
(Larrea Maldonado, 2010). Sumak kawsay significa la vida en plenitud
de la humanidad, en comunidad, de la naturaleza y de todos los otros
seres vivos (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
[CONAIE], 2012).
Es importante señalar que el sumak kawsay no se refiere al creci-
miento económico o al progreso, sino a las relaciones entre los seres
humanos y de los seres humanos con la naturaleza. Este paradigma
remite a la vida comunitaria, a los ancestros, al pasado, al presente
y al futuro, todo a la vez (Larrea Maldonado, 2010). En el marco de
la hibridación cultural, la sociedad ecuatoriana hace la traducción y
un pacto de la pluralidad de nacionalidades que la conforman para
que el principio del sumak kawsay sea el de todos los ecuatorianos y
ciudadanos no ecuatorianos residentes en su territorio. Debe quedar
claro que el crecimiento económico puede ser un medio, jamás un fin.

85
René Ramírez Gallegos

En este marco, se ha sostenido que el paradigma del buen vivir o su-


mak kawsay no es una alternativa de desarrollo, sino una alternativa
al desarrollo. Tampoco es posdesarrollismo; es buen vivir, es sumak
kawsay. Este es un sustantivo crítico que tiene significado en sí mis-
mo (ver Epílogo). Es una propuesta social, con claras orientaciones
definidas por una comunidad política que busca construir un porvenir
compartido.
En efecto, en la primera oración del preámbulo, la Constitución
señala: “Nosotros […] el pueblo ecuatoriano […] decidimos construir
una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía
con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay”. En
el capítulo segundo de la Constitución del 2008 se desarrollan los de-
rechos del buen vivir y en el séptimo título se describe el régimen del
buen vivir, o las orientaciones de acciones concretas que garantizan la
vida buena. A la vez, se puede constatar que Ecuador es el único país
del mundo que otorga derechos a la naturaleza a nivel constitucional.
Si analizamos a través de la literatura de teorías de la justicia, po-
demos señalar que la Constitución de la República del Ecuador rompe
con cuatro barreras que impone usualmente la justicia liberal tradi-
cional (base de la anterior Constitución de 1998). Siguiendo a la filó-
sofa Martha Nussbaum, la teoría rawlsiana tiene encrucijadas difíciles
de tratar desde su concepción de justicia liberal: la justicia más allá de
las fronteras nacionales; lo que se les debe a los animales y al resto de
la naturaleza; el problema del ahorro para las generaciones futuras; y
lo que se les debe a las personas con discapacidad (temporal, perma-
nente, mental o física) (Nussbaum, 2007, p. 42).
Podríamos señalar que los criterios mencionados se presentaron
en Ecuador debido a circunstancias históricas concretas, por lo que se
ha traído a colación la crítica de la filósofa estadounidense al liberalis-
mo. En este sentido, la justicia más allá de las fronteras nacionales y
la ciudadanía universal son temas fundamentales para los ecuatoria-
nos por la estampida migratoria que vivió Ecuador luego de la crisis
financiera de 1999 que llevó al colapso de la economía y del bienestar
de las familias. La justicia intergeneracional parte del trauma provo-
cado por el feriado bancario y la crisis financiera mencionada, que
no se ha saldado en una sola generación. Dicho trauma también está
ligado a deudas intergeneracionales con el pasado de los pueblos indí-
genas y afroecuatorianos. Por otra parte, la justicia ambiental ha sido
un pilar fundamental en el debate democrático, dado que el país ha
sufrido un gran deterioro de sus ecosistemas producto de su matriz
extractivista, que benefició, sobre todo, a grandes transnacionales. En
este marco, la salida a tal modelo viene de la mano de garantizar los
derechos de la naturaleza. Finalmente, la justicia para las personas

86
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

con capacidades o culturas diferentes está relacionada también con la


deuda histórica que tiene la sociedad ecuatoriana con las identidades
excluidas (negros, indios, montubios, mujeres, homosexuales, GLBTI,
discapacitados).
Podríamos señalar que el pacto de convivencia ecuatoriano ga-
rantiza la vida buena más allá de los límites físicos fronterizos de su
territorio, reivindicado que este principio aplique para todos los ciu-
dadanos del mundo. De la misma forma, garantiza que la justicia con-
temple la vida no humana y la justicia intergeneracional. Finalmente,
los principios de justicia de la Constitución buscan tomar en cuenta las
condiciones de vida de aquellas personas con capacidades diferentes,
pero reconociendo al diverso o discapacitado como un auténtico igual.
En este aspecto, se puede señalar que, a diferencia de la Constitución
liberal-utilitaria de 1998, como analizaremos a continuación, la nueva
Constitución del Ecuador se encuentra en consonancia con la supera-
ción de los límites de la justicia liberal tradicional.8
Así, en primer lugar, la vida buena va más allá de los límites fron-
terizos; se orienta a la justicia transnacional y a la ciudadanía univer-
sal. Como señala Nussbaum, un problema de la tradición del contrato
social tiene que ver con la influencia del lugar de nacimiento sobre las
oportunidades vitales de las personas. Por ejemplo, un aspecto muy
diferenciador en las constituciones del Ecuador hace alusión al tra-
tamiento sobre la movilidad humana y la ciudadanía universal. Los
derechos y deberes no son únicamente para los ciudadanos ecuatoria-
nos, sino también para todo ser humano que habite el territorio del
Ecuador (Const. 2008, art. 9), buscando igual trato para los ecuato-
rianos en el resto del mundo. Todo ser humano debe tener igual vida
buena en cualquier parte del mundo. El principio de la justicia global
se apoya en el principio de la ciudadanía universal, inexistente en el
articulado de 1998. Ecuador empieza dando el ejemplo a través del
igual trato para los ecuatorianos y para los extranjeros en su terri-
torio. Esto se inscribe, a su vez, en la perspectiva de que el territorio
es el mundo, y así como propone para el Ecuador la construcción de
un Estado plurinacional e intercultural, la ciudadanía universal solo
será factible si también el mundo es construido como plurinacional.
El pacto de convivencia por la vida buena transciende las fronteras
nacionales. Asimismo, el nuevo proyecto, a diferencia del de 1998,
plantea el derecho a la migración (art. 40). En concordancia con este
derecho, la nueva Constitución del Ecuador tiene como uno de sus

8 Esto no significa que también en la Constitución estén presentes derechos indivi-


duales más desde una perspectiva liberal. Lo que se señala es que la Constitución de
la República del Ecuador trasciende a dicha normativa.

87
René Ramírez Gallegos

fundamentos propugnar el principio de ciudadanía universal, la libre


movilidad de todos los habitantes del planeta y el progresivo fin de la
condición de extranjero como elemento transformador de las relacio-
nes desiguales entre los países, especialmente en las relaciones Norte-
Sur (art. 416/6). En este sentido, el proyecto político de sociedad que
se propone a través del nuevo pacto de convivencia en el Ecuador es
posnacional.
Difícilmente habrá justicia mundial en contra de epistemicidios
culturales (Santos, 2014) si no se construye y reconoce un mundo con
Estados plurinacionales.
De esta manera, la ciudadanía universal constituye una propuesta
jurídica y política descolonizada que busca desterritorializar los de-
rechos, es decir: superar la visión clásica que otorga derechos y obli-
gaciones solamente aquellos individuos reconocidos como miembros
de una determinada polis; reconocer derechos y obligaciones a partir
del principio del ius domicile en el lugar donde resida cualquier ciu-
dadano del mundo; plantear una justicia global que reconozca las his-
tóricas asimetrías y desigualdades entre países, ya que este elemento
explica en gran parte las migraciones (sobre todo Norte-Sur); dar a los
Estados y a las instancias supraestatales la rectoría en el otorgamiento
de derechos a los ciudadanos migrantes para acoger, proteger, promo-
ver, integrar y vivir bien (Ramírez Gallegos, 2016).
El nuevo pacto de convivencia, además, se apalanca en el princi-
pio de justicia transnacional: una sociedad mundialmente justa im-
plica tomar en cuenta que las opciones vitales de cada persona están
limitadas también por las circunstancias de nacimiento y de origen
nacional. En la medida en que existe el reconocimiento de bienes pú-
blicos mundiales y la consolidación de las interrelaciones de movili-
dad de personas y recursos entre países, se hace evidente que para un
tratamiento adecuado de la justicia internacional y cosmopolita no
solo se deben abordar los tradicionales temas de la guerra y la paz,
sino también los de justicia económica, redistribución de bienes tan-
gibles e intangibles. Además se debe igualar el peso de la participación
en los ámbitos políticos globales para garantizar entre todos los ciu-
dadanos del mundo el buen vivir de todos los ciudadanos del mundo.9
En segundo lugar, la vida buena se liga también a la vida no hu-
mana y a la justicia intergeneracional. En cambio, en la literatura
tradicional de la justicia se suele escuchar que solo son sujetos de de-
recho los que pueden cumplir deberes. En este sentido, ni las futuras
generaciones ni la naturaleza podrían tener derechos. La Constitución

9 Ver sobre todo el título VIII de la Constitución de la República del Ecuador.

88
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

de 2008, a diferencia de cualquier otra a nivel mundial, extiende la de-


manda de la justicia intertemporalmente y más allá del reino humano
(ver arts. 71 y 317). De esta manera, la protección de la naturaleza se
afirma por el derecho de las siguientes generaciones de gozar de un
ambiente sano, así como por su intrínseca importancia. A partir de
esta Constitución, al considerar a la naturaleza sujeto de derechos, se
pasa de una ética antropocéntrica a una ética biocéntrica, en la que el
papel del ser humano se interpreta como parte de la comunidad de la
vida. El desarrollo de la humanidad no debe amenazar la integridad
de la naturaleza ni la supervivencia de las especies dado que, a más del
valor que tiene en sí misma la naturaleza, su explotación indiscrimi-
nada arriesgaría la reproducción de la vida del propio ser humano que
ya vive en la tierra, y también de aquellos que no han nacido todavía.
En este último marco, se puede señalar que la Carta Magna se
sustenta en el principio de justicia intergeneracional: en una socie-
dad intergeneracionalmente justa, las acciones y planes del presente
tienen que tomar en cuenta a las generaciones futuras. Tal situación
implica un contrato (re)distributivo que tome en cuenta el devenir
del tiempo y el impacto ambiental y social que tienen las acciones y
decisiones tomadas el día hoy. Vale señalar que la justicia intergene-
racional no solo tiene relación con el futuro, sino también con aque-
llas injusticias que se dieron en el pasado y que deben revertirse en
el presente o futuro para “hacer justicia”. Por ejemplo, la jubilación
universal en aquellos países en que los trabajadores informales o los
excluidos nunca pudieron ser parte del mercado laboral moderno
ni, por lo tanto, tener acceso a los beneficios del Estado de bienes-
tar. Asimismo, esta justicia debe contemplar las grandes deudas que
la República ecuatoriana tiene con los indígenas, afroecuatorianos o
montubios, y con las mujeres.
Hay que tener en cuenta que la definición de la “naturaleza” como
un sujeto de derechos es primordial para concebir el cambio en la ma-
triz de poder, porque en Ecuador −como en muchos países del Sur
global− la naturaleza se ha integrado en la historia nacional a partir
de la explotación de recursos naturales, configurando un régimen de
acumulación primario-exportador que solo reconoce su valor en cla-
ve utilitaria. Es decir que se inscribe como objeto de explotación bajo
la disyunción entre naturaleza e historia legado del colonialismo. En
el nuevo paradigma constitucional, aquello se vuelve problemático en
tanto se asume un compromiso primero con la vida misma. El referente
de la “Pachamama” (Madre Tierra) toma, en efecto, la postura de un
saber ancestral que atribuye agencia a la naturaleza, y este es el rasgo
decisivo en clave cosmopolítica: lejos de ningún esencialismo nativis-
ta, de lo que se trata es de recuperar una relación humano-naturaleza

89
René Ramírez Gallegos

que no es una relación instrumental sujeto-objeto, sino una relación de


reconocimiento sujeto-sujeto. Este biocentrismo es fundamental para
entender la diferencia que existe entre la mirada clásica del desarrollo y
la mirada del sumak kawsay, buen vivir o vida plena. En este sentido, el
pacto de convivencia propuesto es posantropocéntrico; es biocéntrico.
En tercer lugar, en cuanto a las discapacidades y exclusiones, la
vida buena se diferencia de la doctrina liberal que asume que los agen-
tes contratantes son ciudadanos más o menos iguales en capacida-
des. En los hechos, las personas con discapacidad o históricamente
excluidas no han sido consideradas parte de la esfera pública, no son
tratadas como iguales y sus voces no son escuchadas en igualdad (ver
capítulo 2). En el texto constitucional de 1998 no se garantiza explí-
citamente la participación pública de los discapacitados. La actual
Constitución del Ecuador busca, en cambio, garantizar su participa-
ción política y su representación (art. 48, inc. 4).
Por otra parte, en la Constitución de 1998 −a través de los artícu-
los 23, 47, 50, 53, 57, 60 y 66− se considera la discapacidad de forma
asistencial, señalando que es necesario prevenir, eliminar barreras,
atender prioritariamente y cubrir dicha contingencia con la seguridad
social. Pero más allá del igual trato formal ante la ley, no se reconoce
al discapacitado como un auténtico igual.
En la Constitución de 2008, lo asistencial es garantizado, pero no
como una cuestión principal del pacto social. El punto neurálgico −en
este tema− en la nueva Constitución ha sido añadir, a las libertades
que ya se consideran, la igualdad de trato, la inclusión social de los
discapacitados y la igualdad de oportunidades (ver arts. 11 y 330).
Además de que en el nuevo texto constitucional existe una sección
completa sobre discapacidades (sección sexta del capítulo III), dicha
temática es transversal en todo el texto constitucional. La vida buena
debe ser garantizada más allá de los límites físicos o mentales que
posea cualquier ciudadano.
Pero el sentido de lo “discapacitado” debe ser leído en el marco de
lo históricamente construido como carente de capacidades. Apelando
al marco de la sociologías de las ausencias presentado por el sociólogo
Boaventura de Sousa Santos (Santos, 2011b), la monocultura del sa-
ber y del tiempo lineal occidental no solo que invisibilizan al otro (en
el caso ecuatoriano, al indígena, afroecuatoriano o montubio), sino
que estas nacionalidades son tratadas como carentes de ciertas capa-
cidades: son primitivas, irracionales, salvajes, etc. La recuperación y
reconocimiento en la Constitución de que Ecuador es un Estado plu-
rinacional e intercultural busca romper, justamente, con esta mirada
colonial que suelen tener los pactos sociales liberales tradicionales.
Volveremos sobre este tema más adelante.

90
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

Esta ampliación de la justicia desde la perspectiva del buen vivir


nos obliga, además, a poner en entredicho la postura exclusivamente
individualista que proviene de la ideología liberal dominante y se ha
vuelto una especie de sentido común que permea nuestras maneras de
pensar y actuar en la vida cotidiana. La mayoría de las teorías sobre
los seres humanos viven con la convicción de que la subjetividad indi-
vidual es el origen del mundo, cuando se puede mostrar que el camino
inverso permite el florecimiento de la autonomía individual, pero en el
marco de pensar la vida en común como vida buena. En esta dirección,
el siguiente apartado aborda cómo en la nueva Constitución se plan-
tea la recuperación del “otro”, rompiendo, de esta manera, la mirada
que construye al ser humano como ser exclusivamente individualista.

5. EL RETORNO DEL “OTRO”, LA "OTRA", EL NOSOTRXS Y LOS


BIENES RELACIONALES
Parte de mito del capitalismo, que configura su hegemonía, es la cons-
trucción de individuos atómicos, solitarios, que luchan por su felici-
dad compitiendo de una manera egoísta sin importar “el otro”. Tales
constructos han sido parte de marcos teóricos que han decantado en
intervenciones concretas configurando un cierto tiempo de sociedad.
Como bien señala Bruni, la buena vida es al mismo tiempo cons-
titutivamente civil y, por ello, frágil (Bruni, 2006). Renunciar a esa
fragilidad significaría renunciar a la buena vida en sí misma, nos dice
Bruni. He aquí la “paradoja de la vida civil”. En la historia de la econo-
mía y de la filosofía política moderna podemos observar que para re-
solver esta paradoja se renunció, de hecho, a una vida cívica completa,
buscando con ello evadir dicha fragilidad. En este proceso, la mayor
invención de la modernidad fue el mercado, el cual, analíticamente,
respondía a este objetivo:

[...] más allá de cualquier otra invención, el mercado nos emancipa a noso-
tros de la dependencia de las otras personas [...]. El mercado emancipa de
tal dependencia, pero, al hacerlo, remueve el locus de la genuina sociabili-
dad. (Bruni, 2006, p. 15)

Con la creación del mercado y la libre competencia se “resuelve” la pa-


radoja de la vida civil. Es por esto que el andamiaje conceptual utilita-
rio (de mercado) por definición (y por construcción) es contrario a la
buena vida, al ser individualista y eliminar la fragilidad de la felicidad
civil. La Constitución de la República de 2008, en su proceso de deli-
beración democrática, demanda entre los componentes constitutivos
de la filosofía social de la vida buena recuperar la mirada y el sentido
del “otro”. No es fortuito que en sus artículos se coloque en el centro

91
René Ramírez Gallegos

del debate, más allá de la democracia representativa, la necesidad de


construir una democracia deliberativa, participativa y comunitaria.
Tampoco es azaroso que, frente a la economía de mercado, se reco-
nozca la pluralidad de economías cuyo centro es la construcción de la
economía social y solidaria en la cual “el otro/a” sí existe. Asimismo, el
mandato de construir un Estado plurinacional e intercultural, frente
al monolítico Estado instrumento colonial, en donde se reconozca la
pluridiversidad de nacionalidades y pueblos que conforman al territo-
rio ecuatoriano es parte de recuperar al “otro/a” invisibilizado, silen-
ciado. La “otra” también es mujer en la sociedad del buen vivir, en la
cual se parte desde el reconocimiento de pluralidad de identidades y
se considera –entre otros aspectos− el trabajo que implica el cuidado
de “los otros” realizado principalmente por ellas. De la misma forma,
frente al mundo xenofóbico, manda la Constitución construir el de-
recho a la movilidad humana y la ciudadanía universal, en los cuales
todos “los/as otros/as” del mundo estemos incluidos. Y, en la disputa
por recuperar la mirada de “el otro”, se rompe con el logos antropo-
céntrico al colocar a la naturaleza como sujeto de derechos. La otra
también implica una relación armoniosa con la naturaleza.
La Constitución de la República del 2008 –como señalamos ante-
riormente− recupera en términos colectivos a la democracia en tanto
proceso participativo y deliberativo como núcleo central de la nueva
sociedad. En términos privados, rompe la perspectiva exclusivamente
individualista y recupera la gregariedad como esencia humana; es de-
cir, la genuina sociabilidad.
En esta perspectiva, la investigación pretende deliberadamente
traer nuevamente al centro del debate económico −tanto conceptual
como empíricamente− la fragilidad que está en disputa en la bús-
queda del florecimiento vital: la felicidad civil. En este sentido, para
problematizar el retorno de la dependencia del otro/a (somos interde-
pendientes), nos apalancaremos en el concepto de bienes relacionales
reajustándolos por facilidad explicativa.
La entrada planteada rompe con los esquemas de la ortodoxia
economicista pues nos obliga a pensarnos a la vez individual y social-
mente, recuperando las relaciones que se producen en la interacción
social entre seres humanos y entre estos y la naturaleza. Esta entrada
conceptual aborda, a la vez, la facticidad que hace necesaria la vida
gregaria y la aspiración de realización individual en el marco de las
aspiraciones de construir el bien común y porvenires compartidos.

LA GENERACIÓN Y DISFRUTE DE BIENES RELACIONALES


La economía imperial de mercado ha tenido como objeto de estudio la
manera en que los consumidores adquieren y la especificación de sus

92
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

restricciones para obtener bienes públicos (Buchanan, 1968; Hardin,


1968; Stiglitz, 2003, entre otros), privados (Ricardo, 1819; Smith,
1776; Becker, 1991, etc.) o, incluso, bienes comunes (Ostrom, 1990;
Terán et al., 2016). Regresando la mirada a Aristóteles, esta investiga-
ción aborda, en el marco de la socioecología política, la generación y
disfrute de los bienes relacionales.
Como bien señala Bruni (2010), una de la crisis de la teoría eco-
nómica ortodoxa es su incapacidad de dar cuenta de las relaciones
humanas con motivaciones intrínsecas (extenderíamos tal incapaci-
dad a las relaciones entre seres vivos): “En particular, en las ciencias
económicas convencionales, no hay espacio para las relaciones no ins-
trumentales” (Bruni, 2010, p. 125).
El concepto de bien relacional nos obliga a esta reconstrucción. Por
una parte, porque la noción sustantiva de “bien” nos remite a la estruc-
tura objetiva de la valoración ética, superando los límites subjetivistas
de la tradición utilitaria. Por otra parte, porque la noción adjetiva de
“relacional” aplicada al mentado bien involucra que su objetividad ha
de constituirse de manera histórica concreta, en la trama de los inter-
cambios entre personas reales en una situación ecopolítica específica.
Empero, ¿qué son los bienes relacionales? Los bienes relacionales
son bienes que han sido mal denominados inmateriales dentro de la
literatura especializada por no tener usualmente precio de mercado.
Como bien señala Martha Nussbaum: “amistad, amor, y participación
civil o política en la democracia son los tres bienes básicos relaciona-
les en la ética aristotélica” (Nussbaum, 2007, p. 176). La participación
en la vida civil/pública o política, el tener amigos y amigas, el amar y
ser amados son la esencia misma de una buena vida. No obstante, es
pertinente señalar que la relación no puede florecer si uno no tiene
capacidad de contemplar su entorno, reflexionar sobre el otro y cono-
cerse a sí mismo. A tales interacciones hay que añadir la relación que
se genera entre el ser humano y la naturaleza, y la interacción de los
seres vivos en los diferentes ecosistemas.
A diferencia de los bienes públicos o privados, los bienes relacio-
nales solo pueden ser “poseídos” por un mutuo acuerdo y, dado que
dependen de la interacción con otro ser humano, son apreciados úni-
camente en la medida en que generan una reciprocidad compartida
(Bruni, 2008, p. 130). De la misma forma, podemos señalar que son
bienes cogenerados y codisfrutados al mismo tiempo por los sujetos
involucrados en la relación. En este sentido −siguiendo a Nussbaum−,
sostenemos que la generación/disfrute de la relación en sí misma cons-
tituye un bien.
Los bienes relacionales al ser bienes que solo pueden “poseerse”
en un acuerdo con un “otro/a”, se caracterizan por tener componentes

93
René Ramírez Gallegos

afectivos y comunicativos. No tienen un precio de mercado, sino que


son valorados porque responden a una necesidad subjetiva de inte-
racción. Son bienes que son cogenerados y codisfrutados al mismo
tiempo por los sujetos involucrados. Los bienes relacionales pueden
ser disfrutados en la medida que involucren potencial de reciprocidad
(incluido el ser humano con naturaleza). Por lo tanto, los bienes rela-
cionales jamás podrán ser considerados una mercancía (Bruni, 2008,
pp. 130-135).
En el sentido contrario, los males vivires (bienes antirelacionales)
están asociados –entre otras− a las soledades no deseadas o alienadas
que generan infelicidad; a los silencios que no llegan a constituir una
historia que relatar por vergüenza (u otra razón) de la vida que se vive;
a no poder proyectar futuros compartidos porque, o bien no se tienen,
o bien no se puede participar en la construcción social, civil o demo-
crática de los mismos; o simplemente al consumo de facto alineado
individual (no el que permite satisfacer necesidades básicas).
A partir de tal perspectiva analítica, la investigación cuestiona
principalmente la unidad de análisis y el marco conceptual de la
economía del mainstream. La economía como disciplina no tiene
que analizar únicamente la producción de bienes y la satisfacción
de necesidades a través del consumo, sino, sobre todo, la sosteni-
bilidad, reproducción y prolongación de la vida y la generación y
disfrute de bienes inmateriales relacionales, así como aquel tiem-
po emancipador que permite que dichos bienes tengan alta calidad
al momento de cogenerarse y codisfrutarse. Esto implica disputar
políticamente que la organización de la sociedad no debe estar en
función del consumo y la producción, sino en función de la vida bien
vivida. Como se verá en el siguiente capítulo, tal situación implica
otro orden del tiempo.

6. EL BUEN VIVIR ECOSOCIAL: LA DEMOCRACIA HUMANA


SOSTENIBLE
Si bien en términos individuales en el tiempo relacional está incluido
el tiempo para la participación pública, civil, política –o, en general,
para la democracia−, es necesario tratarla separadamente dado que
constituye un cambio estructurante en la construcción del buen vivir
social frente al pacto liberal/utilitario individual.
Quizá una de las más grandes paradojas a nivel mundial hoy
en día es que si bien en la mayoría de países del mundo ya no
existen dictaduras e imperan democracias representativas, estas
conviven con fascismos sociales, productos de un sistema colonial
y de acumulación capitalista que está haciendo que sea insoste-
nible la propia democracia (Santos, 2010). En otras palabras, el

94
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

capitalismo convive y se justifica en la democracia representativa,


que está edificando un sistema-mundo insostenible humano, social
y ambientalmente.
Pero, ¿cómo se construye el mecanismo de elección social de
una comunidad política liberal/utilitaria? La época neoliberal puso
todas sus fichas en el mercado y la democracia representativa como
el espacio básico de agregación de los intereses económicos, sociales
y políticos. Es un sistema que combina las decisiones a través de los
precios en escenarios de competencia y un esquema de propiedad
privada de desigual acceso a los medios de producción, e involucra
instituciones políticas que se reducen al cumplimiento de procedi-
mientos formales. La democracia representativa es, básicamente,
el cumplimiento de elecciones de manera regular. En el espacio del
mercado, el individuo es visto como mercancía y su objetivo es la
acumulación de riqueza en un juego en el que todo lo que gane “uno”
lo pierde “otro”. En el espacio de la vida democrática, el individuo
es centralmente un elector cuyo principal objetivo es garantizar la
alternancia y renovación de la clase dirigente. Tal sistema produjo
niveles de dominación entre individuos que, claramente, se corres-
pondió con relaciones de poder político que distorsionaron la rela-
ción representante-representado. En la democracia representativa,
el ciudadano podría –como incluso suele suceder− no necesitar más
tiempo que el de ir a votar una vez cada cierta cantidad de años.
El buen vivir social pactado en la Constitución del 2008 busca
construir lo que he denominado en otras ocasiones como democra-
cia humana sostenible. La premisa: no puede haber democracia de
calidad con pobreza, desigualdad estructural, dominación patriarcal
y coloniaje epistémico; y no se podrá salir de la pobreza estructural,
de la mirada colonial ni hacer que la vida sea sostenible a lo largo del
tiempo si no se cambia el patrón de acumulación de la economía y se
configuran otros diseños institucionales de participación y delibera-
ción pública y reconocimiento de la diversidad humana. Es decir, si
no se construye una democracia humana sostenible. De ahí la nece-
sidad de producir un cambio en la matriz productiva del país −que
esté apoyado también en un cambio en la matriz cognitiva−, que sea
democratizante y democratizadora y que proteja la reproductividad
de la vida humana y de la naturaleza con el fin de que, a su vez, genere
otros mecanismos democráticos de toma de decisiones diferentes a
los de la democracia liberal.
En el caso del Ecuador, la propuesta social se basa en la construc-
ción de una democracia, que tiene que estar vinculada a mecanismos
más participativos, deliberativos y directos de toma de decisiones,
pero también al proceso de garantizar la materialidad que permita

95
René Ramírez Gallegos

vivir una vida digna para todos, incluidas las generaciones futuras
(sostenibilidad en el tiempo). Parte de la garantía material pasa por
la sostenibilidad ambiental. De hecho, se podría señalar que uno de
los problemas más acuciantes para la democracia son los conflictos
socioambientales en el mundo. La decisión sobre cómo se manejan
los recursos naturales y se respetan los derechos de la naturaleza da
sostenibilidad a una democracia genuina. En otras palabras, la demo-
cracia humana sostenible se apalanca en una democracia deliberativa
y participativa, pero también en otra forma de organización y produc-
ción que garantice la reproducción de una vida digna sostenible en el
tiempo y que haga justicia histórica permitiendo romper las relaciones
asimétricas de poder (incluidas las generadas por el antropocentris-
mo). Para el buen vivir social es menester construir un Estado y una
sociedad democráticos. Tal Estado requiere instituciones políticas y
modos de gestión pública que den cabida a la deliberación pública y a
la participación social en la toma de decisiones y en el control social
de la acción estatal. Usualmente, la izquierda del siglo XX se preocupó
de la desigualdad económica y dejó de lado la desigualdad política.
En este marco, se busca conciliar ambos aspectos como parte de una
misma esfera de análisis (Ramírez, 2004).
En el marco del tiempo, la calidad de la democracia deliberativa y
participativa es incompatible con la sociedad del vértigo: “las sociedades
donde la gente no tiene tiempo no pueden permitirse la democracia de
calidad” (Riechmann, 2003, p. 37). En efecto, como señala el filósofo es-
pañol citado, la democracia deliberativa y participativa necesita frecuen-
cia cotidiana (tiempo) para informarse, contrastar pareceres, debatir y
deliberar públicamente, hacer seguimiento a lo acordado, votar, etc.
Un Estado democrático exige una readecuación institucional que
vaya más allá de las tradicionales instancias de la democracia repre-
sentativa. Representación política, participación social y satisfacción
de las necesidades van de la mano. Solo en la medida en que se abran
los debidos espacios de intervención y diálogo a los ciudadanos, mu-
cho más allá de la movilización social reivindicativa, estos acrecenta-
rán su poder de organización social autónoma y podrán constituirse
en un pilar para el cambio político y económico que requiere el país.
La democracia participativa parte del mutuo reconocimiento, lo
cual es incompatible con estructuras sociales que involucran niveles
flagrantes de desigualdad. Hay que hablar, entonces, de una demo-
cracia que implica una igualdad sustantiva entre sus miembros y re-
conoce la diversidad social existente en el país. La condición de una
democracia participativa es haber logrado un tipo de igualdad que po-
sibilite la reciprocidad entre sus miembros, respetando la diversidad
de las diferentes identidades sociales.

96
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

En este marco, es necesario señalar que uno de los instrumentos


de persuasión política al momento de tomar decisiones de la econo-
mía clásica del bienestar y capitalista hace referencia al principio de
Pareto y más precisamente al denominado “óptimo paretiano”. Bajo
la mirada económica mencionada, el objetivo del Estado y la econo-
mía ha sido la búsqueda de la eficiencia y la optimalidad paretiana
para la asignación de los recursos. De acuerdo con la teoría, dicha
optimalidad se garantiza a través del mercado perfecto −donde se pro-
duce la mayor riqueza al menor costo económico (eficiencia)−. En
esta hipotética situación, el Estado únicamente tendría que garantizar
la constitución y funcionamiento del mismo; esto es, el Estado tendría
una agencia negativa. Sin embargo, este principio no deja de tener
cargas valorativas que deben ser cuestionadas.
Dadas las características externas (como el patrimonio hereda-
do, el medio ambiente natural o social, la diversidad cultural) y la
diferencia de características personales (edad, sexo, metabolismo,
entre otras), la forma de asignación no puede estar definida por cri-
terios ad hoc, como la eficiencia, la eficacia y la optimalidad (o peor
aún, utilizando lo monetario como unidad de análisis). Las relacio-
nes económicas, sociales y ambientales son conceptos multidimen-
sionales, por lo que no necesariamente requieren la maximización
de todos los objetivos al mismo tiempo (Sen, 2017).10 Tal como ex-
plican reconocidos pensadores de la economía ecológica, en lugar
de buscar “las soluciones óptimas”, se trata de priorizar como las
“soluciones compromiso” (Martínez-Alier, Munda y O’Neill, 1998).
La deliberación y participación permiten integrar a los diferentes
actores en un proceso de diálogo en el que intereses y objetivos en
conflicto se evalúan y jerarquizan de acuerdo a un conjunto de crite-
rios definidos públicamente y entre actores pares en la propia parti-
cipación y deliberación democrática (ibídem, 1998). No podrá darse
una genuina participación en sociedades con distancias socioeconó-
micas abismales.
De hecho, la propia construcción de la sociedad del buen vivir
es un proyecto de vida en común y solo será viable en la medida en
que se genere comunidad y sentido de un porvenir compartido (un

10 Recordemos una vez más que, frente al “teorema de imposibilidad de Arrow”


(1963), nos apalancamos en esta investigación en la respuesta dada por Amartya Sen,
que garantiza que en asuntos de bienestar social se puede llegar a soluciones sociales
ampliando la base de información que viabilizan acuerdos parciales distinguiendo
opciones aceptables como producto de la importancia del papel del “debate público
y de la interacción social en la formación de unos valores y compromisos sociales
compartidos” (Sen, 2001, p. 304). La idea de lo justo también se construye en la deli-
beración y el debate democrático.

97
René Ramírez Gallegos

nosotres). En otras palabras, la sociedad del buen vivir solo podrá ser
realizada si existe una apropiación del sentido histórico del proyecto
en el cual cada ciudadano se sienta no solo actor, sino también autor
del mismo.

7. SOBRE EL TIEMPO COMO UNIDAD DE VALOR


La eficiencia de la hegemonía del capitalismo ha radicado, entre
otras cosas, en construir una unidad de análisis sencilla y seducto-
ra para la población. En el actual capitalismo, esta unidad de valor
ha sido el dinero, que ha servido como unidad de cuenta, medio de
intercambio y modo de acumulación. La investigación propone que
la vida (buena) −medida a través del tiempo− sea la unidad de valor
que dispute el sentido hegemónico al dinero. Las premisas que sus-
tentan tal afirmación son: a) la cuestión social “vida (buena)” es un
mandato social que es fruto de un proceso democrático particular
emanado del pueblo ecuatoriano en el 2008, b) la vida (buena) es el
valor máximo de una sociedad y de los ecosistemas ambientales c)
porque a quien entregas tu tiempo, entregas tu vida, d) a mayor vida
(buena), mayor riqueza socio-ecológica.
Dicho de otra forma, si la economía utilitaria utiliza para medir
el bienestar de la población el ingreso o consumo per cápita cal-
culados a través de una unidad monetaria, la propuesta inductiva
de esta investigación consiste en indagar si el buen vivir de las per-
sonas puede ser evaluado indirectamente a partir del tiempo y su
distribución. La riqueza de las naciones no se limita a incrementar
la posibilidad de compra o producción de bienes materiales, sino
que también requiere evaluar en qué medida la sociedad reproduce
y prolonga la vida buena de la sociedad y los ecosistemas. Para con-
cretar tal utopía es necesario distribuir el tiempo de vida buena lo
más igualitariamente posible. En otras palabras, es necesario buscar
el derecho al tiempo emancipador para la vida buena. Tener más
vida es tener más tiempo; tener más tiempo bien vivido es tener más
libertad para la emancipación y tener más tiempo para poder cons-
truir una democracia que coadyuve la consecución del buen vivir.
Bajo esta perspectiva, la satisfacción de necesidades o garantía de
derechos se concreta en la búsqueda de igualación hacia la máxima
social posible de esperanza de vida buena de los seres humanos y de
los ecosistemas.
En este sentido, un tema relevante de la investigación radica en
la propuesta de estudiar la vida y la generación/disfrute de bienes re-
lacionales evaluandolos a través del tiempo (bien vivido) y la relación
que tiene esta variable (nueva unidad de análisis) con la estructura
social y el bienestar subjetivo (la felicidad) de las personas. Si bien la

98
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

economía ha estudiado la producción y consumo de bienes públicos,


privados o comunes, ha dicho poco tanto teórica como empíricamen-
te de los bienes relacionales. Esta investigación propondrá superar la
disciplina económica monetarista basada en la cosificación monetaria
de la vida para dar nacimiento a una socioecología política que evalúe
el buen vivir social e individual a través de estudiar la apropiación
(sentido) y la distribución de la vida medidas a lo largo del tiempo.
En este marco, la disputa epistemológica por defender a la vida/
tiempo (buena) como máxima valórica de la sociedad entraña una
disputa política de los valores existentes en el capitalismo y la civili-
zación que vivimos.
Es importante señalar que el tiempo consagrado al amor, a la
participación pública, la democracia, la contemplación y el cuida-
do de la naturaleza permite construir tiempos vitales compartidos y
encuentros en común. Mientras tomo un café con una amiga o par-
ticipo en una “minga” o marcha social, más que tiempo individual,
se trata de tiempo compartido. En una nueva teoría del valor, el pro-
ceso de compartir es quizá una de las circunstancias que más valor
genera en una sociedad: no solo que 2 no es igual a 1+1, sino que 2
es mayor que 1+1. Esta circunstancia no se debe únicamente a que
en un mismo minuto coexisten “mi” minuto con “tu” minuto (que
no implican dos minutos); en “nuestro” minuto se construye valor
social adicional del proceso de interacción que no se hubiese dado
en el minuto solitario. No debemos olvidar que en esta interacción se
consagra la esencia gregaria del ser humano, el sentido de prolongar
su existencia, y, por lo tanto, constituye el plusvalor ecosocial que va
más allá del plusvalor usurpado del trabajo alienado que se genera
en el sistema capitalista. A dicho plusvalor ecosocial es necesario
añadir que la existencia que se prolonga sea de calidad, sea digna,
sea buena.
Es necesario aclarar que el uso del tiempo como unidad de análi-
sis y valor no implica que se deban desechar otras unidades de análisis
que permitan también construir otros sentidos sociales que disputen
al fetiche “dinero” del capitalismo. En este marco, las variables biofísi-
cas adquieren relevancia evaluadas en función de las necesidades eco-
sociales y no del valor de cambio producido en el mercado. Litros de
agua, kilowatios/hora de energía, kilogramos de basura, proteínas por
persona, etc., constituyen otras unidades de cuenta que pueden tam-
bién funcionar, dependiendo el caso, en la disputa política señalada.
Estas unidades de análisis plurales deben edificarse en el marco
de un sistema que permita que sean utilizadas como medio de inter-
cambio ecológico, económico, cultural y social, tanto a escala local
como mundial.

99
René Ramírez Gallegos

8 EL PROBLEMA: DEL DINERO AL TIEMPO


El aparataje teórico de la economía neoclásica utilitaria resulta ser
una de las principales camisas de fuerza para articular propuestas de
nuevos órdenes sociales. La civilización pecuniaria patrimonialista,
que es consustancial al capitalismo, tiene un sustento conceptual y
empírico en la teoría del bienestar utilitario neoclásico y en el uso del
dinero como variable de valoración social, económica y hasta ambien-
tal. Críticas que se han hecho a este paradigma han sido reincorpora-
das en su propio marco conceptual y empírico, en el cual el dinero es
la unidad de valoración omniabarcante. En efecto, si la crítica viene
por el lado ambiental, el sistema la incorpora a través de la internali-
zación monetaria de las externalidades ambientales.
Aunque existan críticas profundas contra el capitalismo o la civi-
lización pecuniaria, difícilmente se construirá un nuevo orden social
si la valoración del mismo siempre recae en la monetarización de la
vida. Bajo tal monetarización, el dinero es la unidad de cuenta y de
valor de la economía y de las relaciones socioecológicas, impactando
ello estructuralmente en la construcción de la subjetividad individual
y colectiva.
En el marco del contrato social establecido en el Ecuador, la
pregunta que guiará la investigación es: ¿puede constituirse el tiem-
po en unidad de análisis y valoración social que permita evaluar el
proyecto de vida social de Ecuador si la vida (buena) es la máxima
social pactada democráticamente en la sociedad ecuatoriana en el
2008? O dicho de otra forma, ¿el estudio del tiempo puede confi-
gurarse en un marco de análisis pertinente que permita evaluar el
proyecto de convivencia social planteado por los ecuatorianos en
el 2008? Las aristas con que se evaluará a lo largo de la investi-
gación al tiempo para ver si cumple su rol son: a) el tiempo de la
existencia/vida, b) el tiempo para la vida buena, c) la concentración
o desigualdad del tiempo bien vivido, d) la geografía del tiempo, e)
el tiempo bien vivido en el tiempo, f) la estructuración macro del
tiempo, g) la temporalidad del espacio o de la Pachamama, y h) la
subjetividad y el tiempo.
Aquí se sostiene que donde se revelan principalmente las prefe-
rencias de los individuos no es en la compra/consumo, sino, y sobre
todo, tanto en la forma en que distribuye el tiempo y el sentido social
que adquiere, de acuerdo a las condiciones ecosociales, macro-estruc-
turales y socioeconómicas individuales, como en el modo en que, a
partir de tal distribución, se generan y disfrutan bienes relacionales
(sociabilidad y democracia). Esa decisión produce mayores o meno-
res niveles de satisfacción con la vida, dependiendo del ámbito de ac-
tividad por el que el individuo opte y que pueda realizar. A su vez, tales

100
Capítulo 3. Bienestar vs. Buen vivir

decisiones individuales configuran un tipo de sociedad particular –y


viceversa− que, en el caso del Ecuador, permite evaluar a la máxima
social (la vida buena) planteada por el pueblo ecuatoriano.

101
Capítulo 4

EL TIEMPO

Sé lo que es el tiempo,
pero si alguien me lo pregunta,
no sabría explicárselo.
San Agustín

En el capítulo anterior se analizó el debate teórico sobre el “bienes-


tar normativo” frente a la construcción histórica del “buen vivir” en
Ecuador. La premisa defendida es que −recuperando una ética demo-
crática− la cuestión social debe ser definida por los pueblos, como en
el caso del Ecuador sucede con el buen vivir a partir del 2008.
Podría señalarse que la construcción de un sentido común hege-
mónico y la homogenización de un pensamiento único que ha llevado
a intervenciones sociales globalizadas han sido producto también del
aparato teórico del neoliberalismo. Este aparato ha construido herra-
mientas metodológicas y empíricas que permiten sustentar −a través
de una supuesta objetividad− dicho sentido común de manera eficaz.
El presente capítulo pretende ser un puente que permita debatir
por qué el tiempo es un operador útil (conceptual, ético, metodológico
y empírico) para evaluar tanto históricamente como prospectivamen-
te la sociedad del buen vivir.
Asimismo, este capítulo, más allá del debate metodológico, busca
debatir conceptualmente por qué analizar el tiempo es un mecanis-
mo pertinente para dar una disputa política en la construcción de un
nuevo orden social. La discusión metodológica del tiempo como va-
riable proxy de la vida (buena) no puede realizarse sin una reflexión
conceptual sobre el “tiempo en el tiempo que vivimos” en el marco del
sistema actual, así como sobre “el tiempo en el tiempo que queremos

103
René Ramírez Gallegos

construir” (una nueva ucronía realizable) en el porvenir compartido,


planteado históricamente en el Ecuador.
Para conseguir tal fin, la siguiente sección aborda el debate con-
ceptual sobre el tiempo y la disputa en la construcción de otra tempo-
ralidad si se quiere concretar la sociedad del buen vivir. Esta sección
deja claros los supuestos conceptuales y éticos que permiten tender
el puente entre vida (buena) y tiempo. La sección segunda plantea de
una manera holística once aristas que abordarán el resto de capítulos
de esta investigación, de forma tal que se pueda visualizar un hilo
conductor en las mismas. En este marco, la sección tercera describe
el principal límite que este estudio no cruzará: el tempo del tiempo.
Más allá de la importancia que tiene examinar la totalidad de la vida
(las veinticuatro horas de un día), la cuarta sección detalla cómo se
entenderá el tiempo bien vivido o tiempo relacional en esta investi-
gación. Por otra parte, la quinta sección presenta la operativización
del indicador sintético “Esperanza de la vida buena” (EVB) y la justi-
ficación de los subindicadores que lo componen. Antes de concluir, se
describen las características de las bases de datos que serán utilizadas
al analizar el uso del tiempo en la sociedad ecuatoriana.

1. LA HISTORICIDAD DEL TIEMPO A ESCALA HUMANA


La disputa civilizatoria que vivimos es la disputa del sentido que se le
otorga al tiempo en el marco de cómo se estructura su distribución de
acuerdo con las relaciones ecosociales y productivas. La civilización
actual y su sistema de acumulación imperante –el capitalismo− han
construido un sentido común según el cual el tiempo es producido
como un bien escaso y el objetivo parece resumirse en que el ser hu-
mano y la civilización deben “ganarle tiempo al tiempo”. Se podría se-
ñalar que el rasgo distintivo de nuestra era es la aceleración (Mackay,
2014; Rosa y Scheuerman, 2009).
Cuando Albert Einstein en la “teoría de la relatividad” −especial
(1905) y general (1915)− asesina al observador privilegiado, inmutable,
que puede darse cuenta tanto del espacio como del tiempo y el movi-
miento absolutos (Dios) propuestos por Newton, la humanidad parece
entrar en una nueva modernidad en donde se siente en la capacidad
de “dilatar el tiempo” al constatarse que el movimiento o la velocidad
afectan no solo al tiempo, sino también al espacio. En efecto, se podría
señalar que, de acuerdo a la teoría de la relatividad, “el tiempo se dilata,
dura más, en un cuerpo que se mueve uniformemente con respecto al
marco del observador” (González, 2007). En otras palabras, el tiempo
no es absoluto, no es una constante, sino que es relativo al movimiento,
a la velocidad. No obstante, la realidad discutida en la física dista del
mundo a escala humana justamente por las limitaciones físicas de los

104
Capítulo 4. El tiempo

sentidos de los actuales seres humanos. Vale preguntarse, ¿por qué a


escala humana no apreciamos la distorsión del tiempo en la vida diaria,
como por ejemplo el tiempo del movimiento de la tierra? Esto se debe a
que las distorsiones solo se producen a la velocidad de la luz, situación
que es imposible de percibir para el ser humano.
Se podría señalar que con el desarrollo de la máquina de vapor y
su impacto en el sistema de transporte –en especial, del ferrocarril− y
en el ritmo que impuso a las fábricas; con la sincronización homogé-
nea de las horas del reloj, al introducir una hora unitaria basada en el
tiempo de Greenwich (GMT: Greenwich Mean Time), y con la teoría
de la relatividad se configura una máxima social en la civilización en
donde la humanidad compite con el tiempo para ganar al futuro (“sin
perder un segundo de tiempo”), creyendo que en tal lucha se puede
conquistar la inmortalidad. La expresión del conejo al sacar el reloj
en Alicia en el país de las maravillas es quizá un buen ejemplo de tal
angustia: “Me voy, me voy, me voy. Estoy aquí, debiendo estar allá…”.
Pero aquí planteamos que no se puede reducir el tiempo a la velo-
cidad, sino que debemos preguntarnos cuál es el sentido de vida. Una
de las más poderosas reflexiones en torno a esta cuestión es la del filó-
sofo Martin Heidegger, que al apuntar la finitud del tiempo vital pone
en el centro del debate la autenticidad de la vida misma: porque es la
muerte como posibilidad de toda ulterior posibilidad la que permite
entender que todo puede ser de otra manera, dado que nuestro ser es
realmente el proceso de llegar a ser hasta la concreción de la posibili-
dad de no ser. En relación con ello, señala Heidegger, la existencia no
es permanente presencia, sino advenir o acontecer. Por tanto, debe-
mos asumir la temporalidad que somos. Es en el marco de la pregunta
sobre el sentido del ser que Heidegger señala que el tiempo y la exis-
tencia son dos lados de la misma moneda: “resulta imposible la exis-
tencia del tiempo sin la existencia del “alma” (en tanto sustancia de la
existencia humana) […] lo que arroja el resultado siguiente: el tiempo
se da en la existencia humana” (Heidegger, 2008, pp. 27-28). En otras
palabras, la vida sucede en el tiempo, porque la vida “es” tiempo: “los
sucesos que se producen en el mundo circundante y los procesos de la
naturaleza son ‘en el tiempo’” (Heideger, 2008, p 26).
En otra escala, tal característica de irreversibilidad ha sido trata-
da de una manera diferente desde la física por Stephen W. Hawking
en su libro Historia del tiempo. Del big bang a los agujeros negros (2013)
al referirse a la flecha del tiempo. El físico inglés explica a través de
preguntarse: ¿de dónde proviene esta diferencia entre el pasado y el
futuro?, ¿por qué recordamos el pasado, pero no el futuro? La expli-
cación se halla en que lo prohíbe la segunda ley de la termodinámi-
ca, la cual señala que “en cualquier sistema cerrado el desorden, o la

105
René Ramírez Gallegos

entropía, siempre aumentan con el tiempo” (Hawking, 2013, p. 191).


Tal supuesto, es decir, que con el tiempo aumente el desorden, es lo
que llama la flecha del tiempo, “algo que distingue el pasado del futu-
ro dando una dirección al mismo” (Hawking, 2013, p. 191). Es así que,
“el desorden aumenta con el tiempo porque los seres humanos medi-
mos el tiempo en la dirección en la que el desorden crece” (Hawking,
2013, p. 194). Podríamos señalar entonces que, bajo cierto tipo de
racionalidad, más allá de los agujeros negros, la irreversibilidad del
tiempo señalada por Heidegger no solo constituye el “auténtico ser de
la humanidad”, sino que caracteriza también a los sistemas ecológicos
y cosmológicos, como bien apunta Hawking.
Sin tomar en cuenta las diferencias disciplinarias, tanto Albert
Einstein como Stephen W. Hawking ponen de relieve algo que resul-
ta trascendental en el análisis del tiempo de esta investigación y que
también ha sido preocupación de Norbert Elias: la relación del mundo
de la naturaleza (física) y el mundo de lo humano. La teoría de la re-
latividad de Einstein, así como la reflexión del principio antrópico de
las flechas del tiempo de Hawking, llevan a una idea básica para en-
tender el tiempo, que ha sido problematizada histórica y socialmente
por Norbert Elias: “No se trata del ser humano y la naturaleza, como
hechos separados, sino del ‘ser humano en la naturaleza’” (Elias, 2015,
p. 33). En efecto, el sociólogo crítico alemán afirma que:

con ello queda facilitado el empeño por investigar qué significa el tiempo y
por entender que la dicotomía del mundo en “la naturaleza” (área de estu-
dio de las ciencias naturales) y “sociedades humanas” (área de estudio de
las ciencias humanas y sociales) conduce a una escisión del mundo que es
producto artificial de un desarrollo científico erróneo. (Elias, 2015, p. 33)

Esta no separación entre el mundo del ser humano y el de la natura-


leza (más allá de ser recuperada como un recurso o medio de produc-
ción) resulta fundamental en la recuperación de una ética biocéntri-
ca (y en la propia mirada de la socioecología política del buen vivir)
como la aquí defendida.
Ahora bien, más allá de la discusión de lo deseable o no de apre-
ciar la distorsión relativa del tiempo a escala humana y la irreversi-
bilidad de la flecha del tiempo, la carrera social/individual de nuestra
era contra el tiempo está matando la vida; es decir, al mismo tiempo.
La civilización que vivimos es la sociedad del culto a la velocidad,
a la aceleración de los ritmos, a la compartimentación de la vida coti-
diana, a la duplicación de las vidas a través de la virtualidad y las tec-
nologías. Esta civilización se sustenta en la creación del tiempo como
un recurso escaso. No es inusual escuchar: “no tengo tiempo” o “me

106
Capítulo 4. El tiempo

falta tiempo”. Como bien señala Concheiro (2016) siguiendo a Rosa


(2009), si “cada etapa histórica se distingue por una manera particular
de experimentar el tiempo […], la nuestra es la época de la aceleración”
(Concheiro, 2016, p. 11).
Tales circunstancias se expresan también en la relevancia que ad-
quiere en la economía el sector servicios. Hoy en día, el mayor empleador
en el mundo se encuentra en empresas ligadas a los servicios, y ya no más
en empresas ligadas a la industria, como fueron en el pasado General
Motors, Ford y US Steel (Harvey, 2014). La compra de servicios –en gran
parte– está muy ligada a la compra de tiempo: el que tiene plata compra
servicios (tiempo) en el mercado; el que no, lo hace personalmente. No
solo se vende tiempo por dinero −salario por hora (trabajadores), por mi-
nuto (abogados), por segundo (avisos publicitarios)−, sino que el merca-
do comercia productos muy rentables en tiempos de escasez del tiempo.
Me refiero al tiempo libre: “Louis Harris, cuyas encuestas muestran una
reducción del 37% del tiempo libre de los estadounidenses en los últimos
veinte años, afirma que ‘el tiempo libre bien puede haberse convertido en
la mercancía más valiosa del país’” (Levine, 2012, p. 139).
Resulta paradójico que los trabajadores vendan su vida (tiempo)
a cambio de dinero para luego comprar tiempo para la vida (en el sec-
tor servicios y en el mercado) a cambio de dinero. Asimismo, resulta
(por decir lo menos) irónico señalar que el tiempo libre también ha
sido construido como un mecanismo de autocontrol y disciplinamien-
to en el proceso civilizatorio de la modernidad: “la ‘deportivización’ de
los pasatiempos, si me permiten la palabra, para designar con breve-
dad su transformación en deportes en la sociedad inglesa y la expor-
tación de algunos de ellos a casi todo el mundo, son otro ejemplo del
esfuerzo civilizador” (Elias y Dunning, 2014, p. 62). Quizá solo ana-
lizar la evolución de los dispositivos electrónicos (incluidas las apps
en los celulares) que permiten medir los rendimientos y la quema de
calorías al hacer el deporte en el tiempo libre puede evidenciar que la
sofisticación del autocontrol de los cuerpos ha permitido construir la
civilización que vivimos hoy en día. La alienación no solo está en el
mundo del trabajo, sino también en el tiempo libre.
En efecto, el capitalismo actual se sustenta en la economía del
tiempo a través de una regulación del tiempo nanométrico (un mil mi-
llonésimo de segundo). De hecho, el Instituto Nacional de Estándares
y Tecnología en Colorado, “presentó un reloj atómico, NIST-7, que no
ganará ni perderá un segundo en un millón de años. El mecanismo
es un adelanto significativo con respecto a su predecesor, NIST-6, que
solo garantizaba la precisión al segundo durante trescientos mil años
más” (Levine, 2012, p. 90). Parece obvio entender que: ¡no hay (nano)
segundo que perder!

107
René Ramírez Gallegos

Dentro del espíritu de lo señalado, lo que es necesario tener cla-


ro, como señala David Landes en su magnífico libro Revolución en
el tiempo. El reloj y la formación del mundo moderno, es “que no es
natural querer conocer el tiempo con precisión […]. Esta necesidad
nos parece evidente porque cientos de años de disciplina han creado
en nosotros un hábito” (Landes, 2007, p. 28). De hecho, “los primeros
relojes mecánicos –en el siglo XIII− solamente tenían las manecillas
de las horas. La manecilla de los minutos se añadió en el siglo XVI, y
la de los segundos en el siglo XVIII, en paralelo al desarrollo del capi-
talismo industrial” (Riechmann, 2011, p. 131).
La economía del tiempo se sustenta en la presión que se ejerce
por la necesidad de abarcar la mayor cantidad de sucesos en un lapso
de duración dado. La acumulación en el capitalismo, justamente, se
basa en tratar de incluir la mayor cantidad de sucesos mercantiles
(con la respectiva subjetividad también mercantil que genera) en el
menor lapso de tiempo, así como de conseguir el mayor plusvalor po-
sible a lo largo de las veinticuatro horas del día, siete días a la semana,
por fuera de la explotación dada en las usuales seis u ocho horas de
trabajo asalariado. El núcleo central de la competencia en la econo-
mía actual, de hecho, radica en quién es capaz de producir y consu-
mir/circular mayor cantidad de bienes/servicios (capital) en el menor
tiempo posible o cuál es la primera start up en colocar una innovación
en la bolsa de valores. Es decir, es más competitivo quien genera ma-
yor aceleración (velocidad) en los ritmos de producción/consumo de
bienes y servicios, en el proceso de ingresar nuevos bienes al mercado
o en la circulación del capital.
El tiempo, en estas circunstancias, se cosifica como objeto que
buscamos dividir, acelerar, ahorrar, emplear adecuadamente, vender.
De hecho, podemos afirmar, siguiendo a Safranski, que el sistema que
vivimos hoy en día se sustenta en el capitalismo del dinero prestado,
en donde se produce una valoración que cambia la importancia del
pasado y lo asienta en un eterno retorno:

El sistema se alimenta con crédito que no se basa en la creación de va-


lor ya producida en el pasado, sino en una revalorización esperada en el
futuro. Así, se apuesta por una creación de valor en el futuro [en donde]
los productos financieros son fantasmas proyectados por las expectativas
especulativas de ganancia. (Safranski, 2013, p. 27)

La economía actual es un juego de casino de “futuros circulares” (de


papeles y de expectativas) en donde el presente y el pasado ocupan
un espacio secundario, y el futuro parece ser un ciclo interminable
al que se busca sistemáticamente llegar −cada vez más rápido (estoy

108
Capítulo 4. El tiempo

aquí, debiendo estar allá)−, al punto tal de seguir constantemente ge-


nerando mayor velocidad en la circulación del capital. La aceleración
genera un vacío en el tiempo y un tiempo único consustancial al pen-
samiento único.
El extremo simbólico son los relojes de cuentas regresivas en don-
de, como señala Jean Baudrillard en su texto La ilusión vital:

El tiempo ya no se cuenta progresivamente, por adición, comenzando des-


de el origen, sino por sustracción, comenzando por el fin, […] en donde el
tiempo que queda ya ha pasado y la máxima utopía de la vida da paso a la
mínima utopía de la supervivencia. El reloj digital del Beaubourg Center
de París, que contaba la cuenta atrás en millones de segundos, ilustra el
cambio de nuestra moderna relación con el tiempo. (Baudrillard, 2002, 7)

No es fortuito, en este marco, que esté en auge hoy en día la reali-


dad virtual (metaverso), en donde se pueden generar otras vidas que
implican otros tiempos paralelos en los que el transcurso del tiempo
estará en función de lo que cada individuo desea vivir más allá de la
edad biológica. Frente a la monocronía, en los tiempos actuales se
viven pluricronías (Damián, 2014). No obstante, se podrá falsamente
duplicar, triplicar las vidas con la virtualidad, pero tendrán un punto
de convergencia: la muerte física de todas “las vidas” el mismo día.
Los adelantos científicos, tecnológicos y las innovaciones acele-
ran la velocidad de la producción y el consumo, pero no para generar
más tiempo autónomo ni mayor cantidad de trabajo, sino para ge-
nerar mayor acumulación de capital, a través –incluso– de eliminar
puestos de empleo y trasladar la usurpación del valor (plusvalor) no
solo a la eficiencia en los espacios de trabajo, sino también al “apor-
te” individual a la economía de la información/conocimiento de la
vida en general, por fuera de las horas de empleo asalariado. En este
marco, la regla básica que rige la civilización parece ser: el tiempo
es dinero. Bajo esta perspectiva, a través de “un curioso ejercicio
intelectual reducimos el tiempo –el más oscuro y abstracto de todos
los entes intangibles– a la más concreta de todas las cantidades: el
dinero” (Levine, 2012, p. 134).
Si bien es cierto que hay un incremento cuantitativo de la explo-
tación con la aceleración, se produce también nuevos mecanismos de
acumulación que introducen otras formas de explotación: lo que antes
no era trabajo productivo ahora lo es (por ejemplo, la vida afectiva de
las personas, la información de la vida cotidiana, etc).
Este proceso de valorización mercantil del tiempo a través del
dinero sucede cuando empieza a predominar el reloj mecánico de pre-
cisión en la estructuración de la sociedad. Parece estar en lo correcto

109
René Ramírez Gallegos

Mumford cuando señala: “el reloj, no la máquina de vapor, es la má-


quina clave de la moderna edad industrial” (Mumford, 1998, p. 29).
Claro está, no solo era importante la creación del instrumento “reloj”,
sino la coordinación mundial que podía darse a través de la sincroni-
zación de las horas. En efecto, la misma globalización es viable gra-
cias a la sincronización homogénea del tiempo a nivel planetario. El
transporte, la comunicación mundial y el flujo de información infor-
mática y de los propios mercados físicos y especulativos necesitaban
la coordinación del tiempo. Tal coordinación no habría sido posible si
cada territorio hubiera seguido manteniendo su propio tiempo local.
La introducción del GMT a mediados del siglo XIX, dio lugar a la glo-
balización de la era industrial y financiera que conocemos. Podríamos
señalar que algo tanto o más globalizado que el dinero es el tiempo
(no el tempo del tiempo). No obstante, la mercantilización del tiempo
es la cosificación de la vida; y la cosificación de la vida es la alienación
del tiempo (es decir, de la propia vida).
Un común denominador a nivel mundial, con las respectivas
resistencias, es que el tempo del tiempo lo marque el reloj. La vida
es producto de los horarios. No es inusual encontrarse incluso con
personas que, dado la adaptación de su cuerpo al reloj, se levanten
cotidianamente antes que suene la alarma del reloj del inicio del día.
El tiempo vivido se tradujo por completo al tiempo del reloj, el cual
está supeditado al tiempo de la acumulación del capital. El tiempo
del reloj resulta el panóptico de uno mismo y, en ese marco, es el me-
jor controlador de los propios cuerpos. Ahora los relojes de muñeca
se constituyen quizá una de las prótesis más generalizadas (con los
celulares, que también tienen reloj) de los cuerpos a escala global.
De los sonidos del campanario público a los relojes personales, estos
instrumentos cumplen una función disciplinaria de la vida (Landes,
2007; Elías, 2015). Uno de los ejemplos que evidencia aquello, para el
alemán Norbert Elias, es el control de los cuerpos a través de la disci-
plina del tiempo, en donde el proceso de civilización en general con-
duce a que el ser humano transforme la coacción ajena a una coerción
ejercida por uno mismo.
En línea con lo señalado, debemos recordar lo indicado por Lewis
Mumford: “por naturaleza y por esencia, el reloj ha disociado el tiempo
de los acontecimientos humanos”, a lo que Landes añade: “y los acon-
tecimientos humanos de la naturaleza” (Landes, 2007, p. 18). En efec-
to, vivimos un mundo en donde la interiorización del tiempo del reloj
manda sobre nosotros. No se vive la vida, sino el horario de la agenda.
El mundo vive la velocidad, no el tiempo; y hay que tener claro, como
bien señaló Aristóteles, que “el tiempo no es movimiento, aunque [claro
está] sin movimiento no hay tiempo”. Al vivir la velocidad podríamos

110
Capítulo 4. El tiempo

señalar que el mundo pone al tiempo como divisor: kilómetros/hora;


dólares/semana; litros/minuto, etc. Recuperar la vida es recuperar el
tiempo como numerador, sin divisores de por medio. Es recuperar la
duración del acontecimiento –sin importan incluso la duración− y no la
duración del horario que cumplir: “tenemos veinte minutos para desa-
yunar, una hora para llegar al trabajo, treinta minutos para comer, diez
minutos para tomar un café, cuarenta y cinco minutos para hacer el
amor, etc.”. Pero la vida no es la cronometrización del tiempo.
El vértigo de la velocidad y de la búsqueda de la “aceleración” del
tiempo como objetivo de acumulación tiene una repercusión en la es-
pacialidad del mundo (ecosistemas) como consecuencia de desincro-
nizaciones en el sistema de producción, acumulación, financiariza-
ción y consumo. La búsqueda de la mayor productividad (más bienes
producidos por unidad de tiempo) no es compatible con la sostenibili-
dad ambiental. No solo en términos de que la búsqueda de mayor pro-
ductividad ad infinitum produce mayor cantidad de bienes, sino que,
como produce mayor cantidad de mercancías, genera también mayor
cantidad de desechos. A su vez, al no tomar en cuenta los sistemas
ecológicos, sino la búsqueda de mayores estándares de productividad
que permitan mayor acumulación, existen procesos de ampliación de
la frontera agrícola. A esto se deben sumar los tiempos de duración
del bien. La estrategia del nuevo capitalismo es producir bienes de
corta duración, con prácticas como la obsolescencia programada o el
cambio de moda como estrategia de mercado; lo cual, a su vez, gene-
ra mayor basura. De hecho, no solo es la obsolescencia programada;
también, “la eterna actualización”, incluso como estrategia de generar
neodependentismos en los países del Sur (Ramírez, 2018).
De manera global, el ecocidio se genera al no existir una conver-
gencia temporal entre el sistema de acumulación imperante y los pro-
pios tiempos de la naturaleza. Como bien señala Tiezzi (1990):

El tiempo tecnológico es inversamente proporcional al tiempo entrópico; y


el tiempo económico es inversamente proporcional al tiempo biológico. La
realidad natural obedece a leyes diferentes a las económicas y reconoce el
“tiempo entrópico”, es decir, cuanto más tiempo se consume los recursos y
la energía disponible del mundo, tanto menor es el tiempo que queda para
nuestra supervivencia. (Tiezzi, 1990, p. 65)

Lo más grave es que estos desacoplamientos temporales se traducen


en muerte de la vida y de la diversidad de la naturaleza. Naciones
Unidas ha declarado que vivimos una “crisis global de la extinción
de especies”. Como bien lo ha señalado Jorge Riechmann, esto tam-
bién es producto de desacoplamientos temporales: mientras existe un

111
René Ramírez Gallegos

rapidísimo ritmo de destrucción de la diversidad genética, se necesi-


tan larguísimos tiempos para que surja la misma (Riechmann, 2010).
El sistema de acumulación capitalista ha tomado conciencia del
peligro que acarrea el proceso de acumulación vigente para su propio
proceso de reproducción del capital y pone en el centro del debate
el oxímoron del “desarrollo sostenible” a través de las nuevas metas
planteadas por las Naciones Unidas en los “Objetivos de Desarrollo
Sostenible 2030 (ODS)”. No obstante, de no existir un cambio en la
matriz cognitiva y cultural, parece ser que no existirá tecnología que
detenga el deterioro ambiental que vive el planeta.
Por otra parte, se puede señalar que la simultaneidad en la co-
municación en tiempo real es una característica del mundo actual
(Safranski, 2017, p. 1). Tal comunicación en tiempo real es completa-
mente funcional al sistema financiero, el cual está desincronizado del
mundo de la producción real. La diferencia en construir asimetrías de
información que permitan grandes acumulaciones de capital puede
provenir de quien aprovecha más rápido un segundo. Tales problemas
de sincronización tienen como efecto procesos de reacumulación es-
peculativa y rentista en pocas transnacionales, algo sin precedentes en
los últimos docientos años (Piketty, 2014). Esta concentración de la
riqueza impide ejecutar el consumo, lo que, a su vez, genera grandes
cantidades de productos desperdiciados que pasan a ser basura sin
consumir (Harvey, 2014). Al final de cuentas, son el funcionamiento
del sistema de acumulación imperante y los patrones culturales de
consumo los principales causantes de los problemas ambientales. No
es por azar que la mayor reducción de emisiones de C02 suceda en los
momentos de crisis económica mundial (Martínez Alier, 2006) .
A más de lo mencionado, la última revolución tecnológica no solu-
ciona el problema. Se puede señalar que la cuarta revolución tecnológi-
ca y las tecnologías disruptivas han venido de la mano de un incremen-
to de la extracción de recursos naturales no renovables, tradicionales
y no tradicionales, que ponen en riesgo la sostenibilidad ambiental
(Mercado y Córdova, 2018). La explotación de recursos no renovables
crece a mayor velocidad que el crecimiento de la economía. Es decir, el
surgimiento de nuevos sistemas tecnológicos inherentes al paradigma
tecnoeconómico de la microelectrónica y la información agudiza la ex-
plotación de recursos naturales (Mercado y Córdova, 2018).
En el marco de lo señalado, el desperdicio de tiempo adquirió
una connotación moral. Niklas Luhmann, al analizar la era moderna,
señala que para los valores de la sociedad actual la idea de una “rique-
za de tiempo tiene que prohibirse incluso moralmente porque es in-
compatible con las exigencias estructurales de la sociedad moderna”
(citado por Safranski, 2017, p. 114).

112
Capítulo 4. El tiempo

Si reconocemos lo señalado por Giorgio Agamben, quien afirmó


que “cada cultura es ante todo una determinada experiencia del tiem-
po y no es posible una nueva cultura sin una modificación de esa ex-
periencia” (Agamben, 2011, p. 129), esta investigación sostiene que
Ecuador ha planteado −al poner en el centro de su búsqueda como
sociedad a la vida (buena)− una disputa con el sentido del tiempo en
tanto aceleración.
En efecto, en matriz temporal, implícitamente se desprende del
capítulo 3 que la sociedad ecuatoriana propuso en su proceso cons-
tituyente que, frente al tiempo como velocidad de la acumulación y
el consumo −constructora de sociedad utilitaria (neo)liberal−, la va-
riable focal debe ser el tiempo para la vida buena −constructora de
la sociedad del sumak kawsay−. Tal perspectiva rompe incluso con la
moralidad de nuestra época. La riqueza está en la vida buena, en el
tiempo para la generación y disfrute de bienes relacionales, y no en la
búsqueda de la aceleración sin fin.
La propuesta de sociedad de la Constitución del 2008, analizada
en el capítulo 3, se disputa en su operatoria. En este marco, el Plan
Nacional para el Buen Vivir (2009-2013) planteó un debate que inter-
pela a cambiar el paradigma del desarrollo por el del buen vivir. En
sus orientaciones éticas, a más de la búsqueda de la justicia social y
económica, la justicia democrática y participativa, la justicia trans-
nacional, la justicia como imparcialidad, propone la justicia interge-
neracional/ecológica e interpersonal/cultural. Esta última justicia per-
mite articular a las otras justicias en el marco del espacio y el tiempo
(temporalidad):

En una sociedad justa, las acciones y planes del presente tienen que tomar
en cuenta las generaciones futuras y las injusticias históricas. Tal situación
implica un pacto ambiental y distributivo que considere el impacto eco-
lógico y social que tiene el uso de los recursos naturales y las acciones y
decisiones económicas y sociales que se toman en el presente, así también
como la equidad de género y el reconocimiento de la diversidad cultural.
(Senplades, 2009a, p. 27)

El nuevo paradigma es una ruptura social ontológica (dado que afecta


a la existencia humana y de los ecosistemas) y epistémica (porque
afecta a la forma de ver el mundo). La justicia intergeneracional e in-
terpersonal apela a contemplar a la vida (tiempo) sin denominadores
ni dominadores, sino como esencia de la disputa social de un nuevo
orden en donde es necesario tomar en cuenta el pasado, el presen-
te y el futuro (otra justicia a través de un revisionismo histórico con
una prospectiva que pueda construir nuevas ucronías). Para ello es

113
René Ramírez Gallegos

condición sine qua non construir una responsabilidad ética que per-
mita realizarse y florecer al ser humano como individuo, a las agrupa-
ciones sociales diversas y a la naturaleza para garantizar sus derechos
(individuales, colectivos y ecológicos). La concreción de esta justicia
temporal no puede hacerse realidad si no está en armonía con la espa-
cialidad, con la naturaleza, y sin romper la división sexual del trabajo.
En la justicia intergeneracional se articula la relación tiempo-es-
pacio: espacio en tanto sistemas ecológicos que garantizan la repro-
ducción de la vida intergeneracional, al igual que el trabajo del cui-
dado que usualmente realizan las mujeres. Es necesario tener claro,
entonces, que el dominio del tiempo no solo se articula en la acumula-
ción, sino también en las otras formas de relaciones de poder: patriar-
calismo, antropocentrismo, colonialismo y capitalismo. En efecto, en
la dominación del tiempo se expresan las formas básicas de poder.
Ahora bien, es necesario problematizar, dentro de lo que impli-
ca el mundo del vértigo, la apropiación del tiempo desde culturas no
occidentales. Podemos señalar que en términos de respeto a las dife-
rentes cosmovisiones, en el mundo indígena el tiempo es una variable
más valorada que el dinero. Conocer algo desde la racionalidad Abya
Yala implica tener “una comprensión espacio-temporal, simultánea;
las categorías temporales: ñawpa (pasado y tiempo que viene), kay
(aquí y ahora), quipa (después)” (Universidad Intercultural Amawtay
Wasi y UNESCO, 2004, p. 179). En la visión indígena, el antes y el des-
pués están presentes al mismo tiempo; la noción del tiempo es cíclica,
lo que acaba da inicio a lo que comienza. Es decir, se funde el pasado
con el tiempo que viene, sin que esto implique acumulación detrás.
En este sentido, desde esta racionalidad, el espacio-tiempo es multidi-
reccional (“ñawpapacha” es un vocablo común para antes y después).
Un acercamiento a través del tiempo permite establecer puentes
para articular otras epistemologías y permitir una mejor compresión
intercultural y un mayor diálogo entre diferentes saberes (Whiteford
y Barns, 2002). Tratar el tiempo a escala humana es tratar también las
temporalidades que coexisten en un mismo tiempo, respetando la di-
versidad de sus creencias. Lamentablemente, la modernidad occiden-
tal ha silenciado tiempos milenarios de culturas diferentes como estra-
tegia para dominar y consolidar su hegemonía. Construir un Estado
plurinacional e intercultural como es mandato de la Constitución del
2008 implica respetar las temporalidades de las nacionalidades indí-
genas y pueblos afroecuatorianos.
En el marco de lo señalado, podemos afirmar que un nuevo orden
social implica un nuevo orden temporal. En efecto, la disputa de la eco-
nomía es cómo organizar el tiempo; la disputa de la crisis ecológica tie-
ne que ver con la disputa de cómo articularse con el tiempo y respetar

114
Capítulo 4. El tiempo

los tiempos de la vida de los ecosistemas. La justicia que está en juego


es también la justicia intergeneracional −porque lo que se arriesga es el
futuro de la vida (humana y no humana) y resarcir las injusticias histó-
ricas−, así como la justicia intercultural e interpersonal −porque ponen
en disputa el reconocimiento de diferentes temporalidades−, y las injus-
ticias de género −que hacen alusión con otra división sexual del trabajo
y el disfrute de la vida−. Una nueva utopía como es la sociedad del buen
vivir necesita una nueva ucronía que es el tiempo para la vida buena.
Coherente con el marco histórico de la vida buena, el análisis del
tiempo también se defiende en tanto que históricamente construido.
Además, dado que la Constitución de la República del Ecuador del
2008 es un pacto de convivencia a conquistar, analizar el tiempo des-
de una perspectiva histórica es analizar críticamente qué sucede con
el mismo hoy en día y cómo se configura. Y ello sin dejar de tener
conciencia de que las relaciones de poder se estructuran en un orden
particular del tiempo, razón por lo cual la transformación social no
puede ser pensada sin trasgredir el orden del tiempo imperante. En
este marco, no es suficiente con hacer una lectura crítica de lo que
sucede en la realidad, se necesita también plantear marcos concep-
tuales, metodológicos y empíricos que den viabilidad a las ucronías
presentadas en el pacto de convivencia del Ecuador en el 2008. Sin
ser excluyentes de otros campos de disputa, la concreción del nuevo
orden social planteado no puede ser pensada por fuera de una nueva
estructuración del orden del tiempo y el sentido que adquiere.

2. ARISTAS DEL TIEMPO


Como se señaló en el capítulo anterior, la economía neoclásica utilita-
ria ha sido una disciplina social que se encarga usualmente de analizar
menos de la mitad de la vida de un individuo, dado que se circunscri-
be a exminar la producción y el consumo. La investigación propuesta
pretende recuperar todas las aristas de la vida a través del análisis de
las 24 horas del día durante los 365 días del año en Ecuador, incluyen-
do el ámbito de la producción y el consumo analizados en la economía
neoclásica señalada.
Si bien cada capítulo de la investigación describirá sus objetivos
específicos, en esta sección se pretende dar una mirada holística para
que se pueda vislumbrar qué abordará la investigación en su conjunto
y con qué mirada se pretende analizar la realidad. La siguiente sec-
ción estudiará también los límites principales de la misma.
Con el antecedente señalado, a continuación se describen las aris-
tas que serán tratadas en este estudio, a lo largo de los diferentes capí-
tulos descritos anteriormente.
La primera de dichas aristas es la vida humana o tiempo de vida/

115
René Ramírez Gallegos

existencia: ¿cuánto vive un ecuatoriano promedio? El punto de parti-


da del análisis es estudiar la duración de la vida humana en un territo-
rio específico. A partir de tal examen se describirán las injusticias que
se desprenden al abordarlo. ¿Cómo se distribuye la esperanza de vida
en el territorio ecuatoriano? ¿Los indígenas viven menos tiempo que
los no indígenas? ¿La probabilidad de vida de las mujeres es mayor
o menor (y, en qué magnitud) que la de los hombres? ¿Ha existido
convergencia territorial en el promedio de vida en el Ecuador? En el
otro lado de la moneda, se analiza la muerte: ¿cuáles son los territo-
rios con mayor nivel de suicidio?, ¿la mortalidad de la población ha
disminuido?, ¿dónde la mortalidad general es mayor?, ¿existe igual
probabilidad de vivir en cualquier territorio del Ecuador?, ¿cuáles son
los determinantes de la esperanza de vida en el Ecuador?
La segunda arista se refiere a la vida buena. La disputa política
hace alusión a que la vida no puede ser una vida indigna, sino que tiene
que ser una vida buena; es decir, que permita garantizar las necesidades
básicas, los derechos, la sostenibilidad de las vidas y el florecimiento
individual y colectivo. Pueden existir grupos que tengan más años de
vida que otros, pero que su vida sea de peor calidad. En este marco,
se abordará la distribución del tiempo en la sociedad ecuatoriana, po-
niendo énfasis en la concentración del tiempo para la buena vida o la
generación/disfrute de bienes relacionales. Se abordará en qué medida
las relaciones de exclusión y discriminaciones sociales, económicas, pa-
triarcales y racistas configuran la calidad de la vida de trabajadores pre-
carios, mujeres e indígenas del Ecuador. Finalmente, se estudian los de-
terminantes principales que estructuran la vida buena en el Ecuador, en
los límites de lo deliberado y aprobado socialmente en la Constitución.
La tercera arista consiste en la concentración o desigualdad del
tiempo bien vivido. Si bien todos los ciudadanos del mundo parten
con igual dotación de tiempo (veinticutro horas por día), no todos los
individuos tienen iguales condiciones para decidir qué hacer a lo largo
de un tiempo determinado (un día, una semana, etc.). La investiga-
ción pondrá énfasis en develar los niveles de concentración del tiempo
para la buena vida. De la misma forma, evaluará si la concentración
en el tiempo para la buena vida ha empeorado o se ha distribuido
mejor a los largo del tiempo, y en qué medida ha existido convergen-
cia o divergencia geográfica en la distribución del tiempo relacional.
Las desigualdades en el tiempo autónomo entre hombres y mujeres,
indígenas y no indígenas y trabajadores precarizados y no precariza-
dos serán evaluadas también a lo largo del estudio. Esta perspectiva
permitirá presentar una mirada novedosa sobre la nueva estructura
de clases sociotemporales.
La espacialidad (geografía) del tiempo conforma la cuarta arista.

116
Capítulo 4. El tiempo

El tiempo difícilmente sería una variable que permitiera la evalua-


ción de una sociedad, si esta no habilitara la comparabilidad territo-
rial. Tanto la duración de la vida como la distribución del tiempo bien
vivido serán analizadas territorialmente en las provincias, cantones
(cuando sea posible) y principales ciudades del Ecuador. La geografía
del tiempo también permitirá abordar la geografía de la injusticia te-
rritorial en la enajenación o emancipación de la vida (buena).
La quinta arista es el tiempo bien vivido en el tiempo (o historia del
tiempo relacional). El tiempo no sería útil como unidad de análisis que
se lo estudie, si no permite la comparabilidad a lo largo del tiempo. En
este marco, la investigación estudia qué ha sucedido con la esperanza
de vida a lo largo del tiempo así como qué ha acontecido con la distribu-
ción del tiempo en un período específico: 2007-2012. Si bien se analiza
la distribución del tiempo en el tiempo de las 24 horas del día, se pone
énfasis en el tiempo relacional o tiempo para la vida buena.
La sexta arista se refiere a la macroestructura del tiempo: ¿los
cambios estructurales afectan el espacio de la libertad individual en
la medida que trastocan las formas de apropiación, explotación y
distribución del tiempo? Trabajar sobre el tiempo como proxy de la
vida implica evaluar también en qué medida la estructura configura
la agencia individual. La investigación buscará abordar cómo medi-
das estructurales (concretamente en el ámbito de la producción y el
trabajo) configuran el tiempo de la vida cotidiana. Una propuesta de
evaluación social tendría poca cabida si no se puede analizar la rela-
ción estructura-agencia. En tal análisis no se debe olvidar el rol que
desempeña el Estado. Si bien los cambios estructurales pueden venir
por fuera de este útimo, aquí lo que se pretende analizar, más allá del
debate Estado-sociedad civil, es si los cambios en las condiciones es-
tructurales afectan el tiempo de la vida cotidiana.
La séptima arista remite al tiempo y la subjetividad. La investiga-
ción abordará también en qué medida la distribución del tiempo im-
pacta en la subjetividad de las personas. Bajo esta mirada, se pretende
estudiar si el bienestar subjetivo de los ciudadanos está vinculado o
no a la importancia temporal (tiempo asignado) que otorga cada ciu-
dadano a las diferentes actividades que realiza en un día cotidiano.
Frente a la configuración del bienestar subjetivo ligado a las preferen-
cias reveladas explicitadas en la compra de bienes o servicios, se eva-
luará si la satisfacción subjetiva con la vida individual está asociada
a la distribución del tiempo en la vida cotidiana dada las condiciones
socioeconómicas de los diferentes ciudadanos.
La temporalidad del espacio (ecosistemas) conforma la arista
octava. Un tiempo determinado puede tener diferentes temporali-
dades. Como bien se ha señalado, una de las principales propuestas

117
René Ramírez Gallegos

del pacto de la construcción de la sociedad del buen vivir es la ética


biocéntrica. La investigación reflexionará sobre la temporalidad del
espacio, es decir, de los ecosistemas −o visto desde la cosmovisión
indígena, de la Pacha Mama−. Se estudiarán las implicaciones del
significado de evaluar la vida de los ecosistemas a través del tiempo y
en qué medida las estructuras económicas violentan la reproducción
de la vida de la naturaleza al no caminar en armonía con la misma.
En este marco, se abordará el problema de la ecodependencia entre
las vidas humanas y de la naturaleza al indagar la crisis ecológica
vista desde su dimensión temporal. La reinvindicación de los dere-
chos de la naturaleza implica romper la temporalidad ecocida que
genera el actual sistema de acumulación. Reflexionar sobre la tem-
poralidad de los ecosistemas permite estudiar los bienes relacionales
necesarios que se deben establecer si queremos construir otro orden
socioecológico.
La novena arista es la descripción de la sociedad en función del
tiempo. En el marco disciplinar, la construcción hegemónica y la
configuración de un pensamiento único (que como se evidenciará
implica la producción/consumo de un tiempo único) están asociadas
a marcos teóricos y empíricos concretos que no han sido disputados
sistemáticamente o que han fracasado en sus intentos. La configura-
ción de la realidad está asociada a la visión y a los lentes con que se
evalúa a la sociedad. La investigación tratará de comparar qué suce-
de con respecto a la descripción de la realidad cuando se tiene otra
visión y otras lentes para describir y evaluar a la misma sociedad. En
este caso, el presente estudio describirá a la sociedad en función del
tiempo comparando las distancias existentes, muchas veces abisma-
les, cuando se evalúa a esta en función del dinero. La concreción de
una ecología de saberes morirá si no se da paso a otras miradas y a
otras lentes que permitan sacar a la luz lo oculto y mirar por dónde
se pueden encontrar vías emancipatorias en una sociedad específica
(Ecuador).
La décima arista se liga a la disputa política sobre la unidad de
análisis (simplificando la mirada). En este sentido, la investigación
también planteará un evaluador sintético que permita disputar la uni-
dad de análisis del dinero. Los instrumentos teóricos alternativos no
suelen permitir dar una disputa política si no vienen de la mano de
instrumentos metodológicos y empíricos. Más allá de no estar necesa-
riamente de acuerdo con la cuantificación en el análisis del buen vivir,
en una sociedad donde el “número” es usualmente tratado como lo
“objetivo”, la investigación también propondrá alternativas empíricas
y metodológicas que permitan concretar la disputa narrativa sobre la
realidad con un enfoque que trascienda al valor de cambio. En esta

118
Capítulo 4. El tiempo

perspectiva, el tiempo se eligió como unidad de análisis (sin desmere-


cer otras que puedan existir) en tanto es una unidad ya valorada por
las sociedades e individuos. Existe evidencia histórica de que el ser
humano ha luchado −hasta con su vida− por un mayor tiempo autó-
nomo. En otras palabras, el tiempo se eligió también como unidad de
análisis por su potencial eficacia política al momento de construir un
sentido contrahegemónico con viabilidad de supervivencia histórica
en la disputa de otros sentidos comunes.
Finalmente, la última arista es la historicidad del tiempo, la cual,
siguiendo la matriz de Norbert Elias (2015), es reconocida en este tra-
bajo. Si bien el análisis empírico del tiempo se realizará en un mo-
mento histórico específico del Ecuador, la investigación se enmarca
dentro de los límites de lo que implicaría otro orden social (la so-
ciedad del buen vivir), lo cual hace alusión indefectiblemente a otro
orden temporal. En efecto, este estudio reconoce que lo que hoy en
día experimentamos como tiempo ha cambiado a través de la historia
−incluso existen sociedades donde ni siquiera existía la palabra tiem-
po (Vera, 2015, p. 13)−. En este sentido, la investigación no pretende
evaluar un período histórico particular –que, de hecho, sería erróneo
en términos de lapso de tiempo−, sino plantear el estudio de la vida
y el tiempo como instrumentos analíticos y políticos para disputar la
construcción de nuevos sentidos comunes (alrededor de la sociedad
del buen vivir) tanto al interior de las ciencias ecosociales como en la
propia política (cronopolítica).
Efectivamente, siguiendo a Elias (2015), podemos afirmar que
en la medida en que los cambios temporales no son accidentales
y existe una estructura que puede explicarlos, la propuesta aquí
planteada se inscribe no solo en una mirada histórico crítica de lo
que ha sucedido, sino que además busca problematizar estrategias
prospectivas que permitan construir otra temporalidad distinta a la
existente. Es decir, tiene una mirada histórica ucrónica. El pacto de
convivencia planteado en Ecuador, que busca construir la sociedad
del buen vivir, es una propuesta para la construcción de un nuevo or-
den social: “el estudio del tiempo a largo plazo, […] demostraría una
vez más que los cambios de largo plazo ocurridos en la estructura de
la personalidad social habían seguido la misma dirección que aque-
llos que había conceptualizado como procesos civilizatorios” (Elias,
2015, p. 63).
En virtud de los procesos de historicidad del tiempo, el ser huma-
no crea el tiempo del calendario que, a más de organizar también la
coordinación social, permite las divisiones en grandes períodos como
eras o en épocas que trascienden a la vida humana:

119
René Ramírez Gallegos

Con el tiempo calendario, entramos en el tiempo histórico, con su doble


valor: el tiempo de los acontecimientos realmente ocurridos, y el tiempo de
las narraciones que los relatan. El tiempo histórico […] es el tiempo de los
pueblos, de las naciones y, en general, de entidades sociales más duraderas
que las vidas individuales. (Ricoeur, 2008, p. 231)

En este marco, debe quedar claro que la disputa no solo es por el or-
den del tiempo (individual y social) del acontecimiento, sino también
por el orden del relato, de la narración. Aquí yace la doble perspectiva
ético-política del análisis del tiempo. En el caso de esta investigación,
y más allá del origen del nuevo pacto constituyente del 2008, la diputa
histórica está sobre todo en el futuro (para la acción en el presente),
tanto en los acontecimientos por construir como en las narraciones de
los mismos sucesos por disputar. El concepto de ucronía se enfocará
dentro de esta perspectiva. Es por ello que la investigación se enmarca
dentro de los límites de la teoría crítica, pero también en lo que cons-
tituiría la teoría utópica/ucrónica o en lo que Boaventura de Sousa
Santos ha denominado “sociología de las ausencias y sociología de las
emergencias” (Santos, 2006).

3. LOS LÍMITES: EL TEMPO DEL TIEMPO


Como bien señala Jeremy Rifkin en su libro Guerras del tiempo (1987),
“conocer un pueblo es conocer los valores del tiempo por los que se
rige su vida”. Podríamos decir que en las diferentes sociedades y cul-
turas los tiempos tienen diferentes ritmos. Mientras en unas socieda-
des puede existir más vértigo sobre el tiempo, en otras pueden existir
ritmos más lentos o más cadenciosos para una misma actividad. El
tempo del tiempo o el ritmo de la vida es algo que esta investigación
no tendrá posibilidad de analizar. Usualmente este tipo de análisis
corresponde sobre todo a la disciplina de la psicología social o antro-
pología social, disciplinas que tienen entradas metodológicas diferen-
tes. El alcance de la investigación y las herramientas metodológicas
propuestas no permiten abordar la problemática señalada.
El no abordar el ritmo del tiempo y sus concepciones no permite
estudiar diferentes temporalidades que coexisten en un mismo terri-
torio como sucede en Ecuador debido a su diversidad cultural −recor-
demos que se trata de un Estado plurinacional e intercultural−. Será
indispensable en futuras investigaciones establecer un diálogo inter-
disciplinario que permita abordar, por ejemplo, cómo diferentes na-
cionalidades construyen y valoran el tiempo en un mismo territorio.
No obstante, tomando en cuenta la importancia en la construc-
ción de la sociedad del buen vivir del debate sobre la coexistencia de
diferentes temporalidades en un mismo tiempo, se analizará un ritmo

120
Capítulo 4. El tiempo

de tiempo particular: el de la naturaleza o Pachamama. Tal análisis per-


mitirá discutir la importancia de problematizar la equidad epistémica
para la construcción de una sociedad plurinacional e intercultural, es
decir, el respeto a las múltiples temporalidades que conviven en una
misma sociedad (se suele decir que “si se puede lo más, se puede lo me-
nos”). En este marco, la ruptura epistémica que produce el biocentris-
mo hace posible evaluar, más allá de lo humano, la temporalidad de los
ecosistemas y su vinculación con la temporalidad de los seres humanos.
Dicho de otro modo, para abordar la ecología de las temporalidades
(Santos, 2006) y problematizar la existencia de otros tiempos más allá
del tiempo lineal, se reflexionará sobre tal problemática al abordar la
temporalidad de los ecosistemas y la visión del mundo indígena sobre
la Pachamama. Esto no excluye señalar que la investigación debería ser
complementada con el análisis valorativo sobre el tiempo de las dife-
rentes nacionalidades y pueblos existentes en el Ecuador.
A su vez, debe quedar claro que si bien la investigación evalúa
al tiempo como proxy de la vida buena, esto no implica que sea una
aproximación que abarca la totalidad de la realidad. Porque el tiem-
po tiene una característica particular: que, siendo unidimensional al
operativizar, permite un análisis multicriterial. En efecto, a través del
tiempo se pueden analizar las relaciones sociales, económicas, pro-
ductivas, ambientales y culturales de una comunidad política particu-
lar. Más allá de la potencia que tiene en sí mismo el tiempo, se debe
señalar que la vida buena tiene aristas que no logra cubrir la variable
del tiempo, las cuales deberían ser contempladas en un sistema de
indicadores que habilitara su visualizarción con mayor precisión. No
obstante, se podrá constatar que el tiempo es un evaluador pertinente
del buen vivir que −claro está− deberá ser completado con otros indi-
cadores que permiten cubrir los vacíos no contemplados por la unidad
de análisis del tiempo.

4. TIEMPO RELACIONAL O TIEMPO PARA LA VIDA BUENA


En la bibliografía metodológica sobre bienestar del imperialismo eco-
nómico de mercado, los temas relacionados con el tiempo han sido
abordados marginalmente, y cuando se los ha estudiado con mayor
centralidad, su abordaje ha estado articulado, usualmente, al cálculo
de la pobreza en su vinculación con el ingreso monetario. Los traba-
jos de Vickery (1977), Garfinkel y Haveman (1977) y Burchardt (2008)
retoman el concepto del premio Nobel Gary Becker de full income a
través de un índice que estima la capacidad potencial de los hogares
para generar ingreso incluyendo el tiempo “improductivo”. Goodin,
Rice, Parpo y Eriksson (2008), a su vez, utilizan el concepto de “tiem-
po discrecional” para calcular la pobreza de este tiempo. Goodin y sus

121
René Ramírez Gallegos

coautores definen el tiempo discrecional de una manera residual luego


del tiempo que se necesita para satisfacer las necesidades corporales,
el trabajo asalariado y el del hogar.1 Los autores señalados también in-
corporan la mirada del tiempo en función del ingreso monetario. Por
otra parte, Boltvinik (1992, 1999 y 2005) y Damian (2014) operativi-
zan la relación tiempo con la noción de capacidades (florecimiento),
conceptualizada por Amartya Sen y Martha Nussabaum. El mexicano
Julio Boltvinik realiza una importante reflexión en la que propone un
enfoque multidimensional para medir la pobreza que incluye el índice
de exceso de tiempo de trabajo (IETT) (Boltvinik, 1992, 2004; Boltvinik
y Hernández-Laos, 1999).2 Damián, a partir del índice propuesto por
Boltvinik, reajusta para proponer un indicador ligado a la pobreza de
tiempo, conceptualizado este como falta de autonomía (Damián, 2004).
Todas estas investigaciones analizan el bienestar en términos operati-
vos a través de su negativa: la pobreza. El análisis de la pobreza implica
establecer normativamente una dicotomización de la realidad (ser o no
ser pobre). Tal dicotomización se establece a través de estimar líneas
o umbrales de pobreza, estableciendo cada autor, discrecionalmente,
cuál es el límite entre ser pobre y no serlo. Semejante decisión tiene
repercusiones de carácter ético y moral: personas con un dólar más, un
minuto más, a pesar de, por ejemplo, poder tener igualmente escasos
recursos, pueden no recibir beneficios sociales.
La no carencia o no pobreza no necesariamente implica la garan-
tía de derechos, el florecimiento o la buena vida. De hecho, en térmi-
nos metodológicos se ha creado la categoría de vulnerable (no pobre
que tiene altas probabilidades de volver a ser pobre).
Desde el enfoque de esta investigación, los trabajos señalados tie-
nen al menos uno de los tres problemas mencionados a continuación:

a. Son metodologías que basan sus propuestas en marcos teórico-normati-


vos del bienestar. Tal situación genera que el investigador establezca arbi-
trariamente qué es lo bueno y qué es lo malo para una sociedad.

b. Metodológicamente, monetarizar el tiempo es cosificar la vida. El aso-


ciar tiempo e incluirlo dentro del enfoque de “full income” es considerar
únicamente el tiempo como recurso, no como vida.

1 Más allá de los problemas metodológicos que trae tal decisión (ver Damián, 2014),
los autores asumen que el sobretiempo de trabajo es una decisión libre y voluntaria,
razón por la cual no son considerados pobres porque podrían trabajar menos horas, lo
cual dista mucho de la realidad (sobre todo, de los países del Sur global).
2 En el índice multivariado de pobreza propuesto por Boltvinik, se incluye el ingre-
so, las necesidades básicas insatisfechas y el tiempo.

122
Capítulo 4. El tiempo

c. Al analizar el bienestar por su negativa, la pobreza, a más de la dis-


crecionalidad señalada de atribuir una línea o umbral para diferenciar al
pobre del no pobre (con las consecuencias éticas que conlleva tal división),
deja de lado la posibilidad de usar al tiempo como variable continua. Esta
característica permite construir un análisis de toda la vida, de todos los
individuos y de la sociedad en su conjunto, sin partir de categorías aleja-
das –usualmente− de las decisiones sociales. Al focalizar en los pobres no
se podría contestar si los ricos de ingreso tienen más o menos tiempo rela-
cional entre dos países y cómo se genera la distribución del tiempo frente
al resto de la sociedad.

La presente investigación ha sostenido que frente al bienestar teórico-


normativo es necesario identificar propuestas metodológicas acorde
al buen vivir histórico construido por las propias sociedades. En otras
palabras, se busca construir, desde las prácticas sociales, aproxima-
ciones conceptuales y metodológicos, y no −en el sentido contrario−
tratar de que la teoría se acople a la realidad.
En el marco de lo señalado, el mandato social de Ecuador estable-
cido en el 2008 busca construir un tiempo para la buena vida basada
instrumentalmente en lo que se denominará el tiempo para la genera-
ción/disfrute de bienes relacionales: frente a uno mismo, frente al otro/a,
frente al nosotres y frente a la Pachamama.
En términos conceptuales, es necesario visualizar que la propia
unidad de análisis seleccionada (el tiempo) no puede ser entendida
aisladamente, sino que siempre está en función de una relación; es en
sí misma relacional. En efecto, “con la palabra tiempo nos remitimos
a la puesta en relación de posiciones y períodos de dos o más procesos
factuales, que se mueven continuamente” (Elias, 2015, p. 35). La ac-
ción comunicativa de un acontecimiento es la vinculación relacional
entre un antes y un después (lapso). De hecho, más allá de ser un ins-
trumento disciplinador, tanto el reloj como el calendario también son
medios para que se coordine y concrete más “eficientemente” la rela-
ción interhumana y para que el ser humano se oriente en su propia
vida, incluyendo en tal análisis la edad que tiene, la planificación de
las vacaciones, la vigencia de contratos, etc. En este encuadre, la uni-
dad de análisis seleccionada no puede entenderse por fuera de “una
relación”.
Ahora bien, recordemos que los bienes relacionales son bienes,
en primer lugar, inmateriales y están relacionados con la fluidez de
la comunicación. Basados en el espíritu del pacto social planteado
en Ecuador en el 2008, en donde se pone por delante la construcción
de comunidad y gregariedad recuperando la mirada del “otro/a”, y
apoyándonos parcialmente en la mirada aristotélica recuperada por

123
René Ramírez Gallegos

Martha Nussbaum, podemos señalar que la amistad, el amor y la par-


ticipación civil o política son los tres bienes básicos relacionales en la
ética de la vida buena. Para la filósofa, la participación en la vida civil
o política, el disfrutar de amigos y amigas, el amar y ser amados son la
esencia misma de una buena vida. A su vez, es necesario advertir que
la relación no puede florecer si uno no tiene capacidad de contemplar
su entorno, reflexionar sobre el otro y conocerse a sí mismo. Además,
y rompiendo con la mirada antropocéntrica, también podemos seña-
lar que la producción de bienes relacionales se contempla en la comu-
nicación existente entre los seres humanos y la naturaleza.
A diferencia de los bienes públicos o privados, los bienes rela-
cionales solo pueden ser “poseídos” por un mutuo acuerdo y, dado
que dependen de la interacción con otro ser humano, son apreciados
únicamente en la medida en que generan una reciprocidad compar-
tida (Bruni y Porta, 2005, p. 130). De la misma forma, podemos se-
ñalar que son bienes cogenerados y codisfrutados al mismo tiempo
por los sujetos involucrados en la relación. En este sentido −siguiendo
a Nussbaum−, sostenemos que la generación/disfrute de la relación
en sí mismo constituye un bien. Es este bien el que busca compartir
(“maximizar”) el individuo y la sociedad.
Bajo esta perspectiva, las actividades para generar/disfrutar bie-
nes relacionales (abr) incluyen actividades relacionadas con el traba-
jo emancipador (ate), con la contemplación (ac),3 con la creación de
sociabilidad/sociedad (as) y con la vida pública (civil y política: ap).
Estas se realizan luego de haber cumplido las actividades diarias para
satisfacer las necesidades (asn) humanas.
Tomando en cuenta el tiempo para satisfacer necesidades bási-
cas, las actividades señaladas serán medidas a través del tiempo que
se dedica a cada una de ellas. En otras palabras, el tiempo bien vivido o
tiempo para la generación de bienes relacionales (tBV) es el tiempo dedi-
cado al trabajo emancipador (tte), aquel que las personas destinan a la
“contemplación”/ocio creador (tC), a interactuar con amigos y amigas,
o el tiempo que comparten con las personas a las que aman (ts) y en el
cual participan de actividades públicas (civiles o políticas) dentro de
la comunidad (tp).4

3 En las actividades de contemplación se incluye la relación de los seres humanos


con la naturaleza. No obstante, desde una mirada biocéntrica también se da comuni-
cación al interior de la naturaleza. Debido a su complejidad (teórica y analítica), esta
temática será abordada en un capítulo específico.
4 Actualizaciones de este indicador proponen incorporar como un mal vivir a la so-
ledad involuntaria. Para un ejemplo de esta propuesta ver: Ramírez, 2021: Working-
Paper_Hallazgos-y-reflexiones-de-la-ENCPD-2021.pdf (unam.mx)

124
Capítulo 4. El tiempo

En este marco, podemos simplificar lo dicho proponiendo que la


generación de bienes relacionales será igual a la siguiente ecuación: tbr
= tBV = tte+ tC + tS + tP

5. LA ESPERANZA DE LA VIDA BUENA


La esperanza de vida buena (EVB) es un indicador sintético que eva-
lúa cuántos años viviría saludablemente y a plenitud una persona que
nace el día de hoy bajo las condiciones sociales (mortalidad) del pe-
ríodo analizado, suponiendo que tiene igual libertad en su vida que
la que posee un ecuatoriano promedio del año en que se calcula el
indicador. Si el valor incrementa, significa que la sociedad tiene más
años (esperanza) de vida saludable y bien vivida.
LA EVB se puede descomponer en cinco variables: (i) la esperan-
za (promedio) de vida propiamente dicha, (ii) el tiempo de enferme-
dad, (iii) el tiempo dedicado a la generación/disfrute de bienes rela-
cionales, (iv) los años de escolaridad y (v) la concentración del tiempo
para la buena vida. A continuación describiremos por qué utilizamos
estas variables y cómo lo volveremos metodológicamente operativo.

(I) ESPERANZA DE VIDA AL NACER


El primer componente de una buena vida está relacionado con la vida
misma; es decir, cuánto tiempo potencial se tiene para vivir una vida
plena. Una sociedad tiene una mayor vida latente, mientras más tiem-
po tiene para vivirla. Si se agota la vida, se cierra la posibilidad de
tener una buena vida. Este indicador es un indicador estructural que
recoge el estado de salud de una población y la calidad de vida mate-
rial de la misma. Al construirse como el lado opuesto de la mortalidad
de una población, refleja cuán adecuados son los servicios de salud,
el estado nutricional de los habitantes, las deficiencias (o ausencia de
ellas) en los servicios de seguridad social, e incluso está asociado con
los niveles educativos de una población. Como bien señala Amartya
Sen, la posibilidad de evitar la falta de alimento, el hambre y la muerte
prematura se valora por sí misma (Sen, 1999). Usualmente, se mide
este indicador a través de la esperanza de vida. De no tener este in-
dicador para monitorear cada año, se podría utilizar el promedio de
vida de una población determinada. En esta investigación se usará el
promedio de vida de la población.

(II) TIEMPO DE ENFERMEDAD


La enfermedad constituye la antítesis del buen vivir. Una persona en-
ferma no lleva una vida plena. ¿Cuánto tiempo de la vida lo pasa en-
fermo un ciudadano promedio? En la matriz de uso del tiempo, se
mide empíricamente cuánto tiempo de un período dado una persona

125
René Ramírez Gallegos

se encontró enferma. En este caso, el indicador mide, en un año par-


ticular, cuánto tiempo pasó enfermo o con mala salud el individuo i.

(III) TIEMPO RELACIONAL


El tiempo relacional lo hemos dividido en cuatro aristas: 1. el tiempo
de trabajo emancipador, 2. el tiempo dedicado a la contemplación y el
ocio liberador,5 3. el tiempo consagrado al amor y a la amistad, 4. el
tiempo destinado a la participación pública (civil y política).

1. Tiempo de trabajo emancipador


El trabajo es una de las actividades que más tiempo dedica el ser hu-
mano a lo largo de la vida. En algunos casos, únicamente menor que
dormir. No obstante, no todo trabajo es liberador. De hecho, en el sis-
tema productivo imperante (el capitalismo), al darse un despojo del
control del proceso productivo de los trabajadores, las personas no
se sienten realizadas a plenitud, dado que se sienten ajenas al pro-
ducto obtenido. Esta situación conduce a que el trabajador haga una
diferencia radical entre el mundo del trabajo y el mundo de la vida a
plenitud. En el presente marco conceptual, en el tiempo para la bue-
na vida, únicamente se incluye el trabajo en el cual se da una fusión
entre el trabajo y el tiempo del ocio emancipador. Es decir, en vez de
ser conceptos antagónicos, son un solo continuo. De darse la escisión
entre mundo del trabajo y de la vida, el trabajo es tomado en cuenta
como tiempo útil para satisfacer necesidades básicas.6

2. Tiempo dedicado a la contemplación


La calidad de la generación y disfrute de bienes relacionales está vin-
culada a la capacidad que tiene cada persona de autoconocerse. Para el
autoconocimiento se necesita tiempo libre creador que permita a cada
persona encontrarse consigo misma y reflexionar sobre la vida. Una

5 El tiempo del desempleo no se incluye como parte del tiempo relacional.


6 Para realizar esta operación es necesario tomar en cuenta a aquellas personas
que en su tiempo libre continúan trabajando voluntariamente en las mismas activi-
dades que hacen a lo largo de sus horas de trabajo. Este componente de la buena vida
será abordado separadamente puesto que en la fuente principal que se utiliza para
los diferentes cálculos en esta investigación no siempre se incluye las preguntas y,
por lo tanto, no existe una forma directa de capturar este tipo de trabajo no alienado.
Metodológicamente, si se quiere incorporar también el trabajo emancipador, se po-
dría tomar en cuenta solo el tiempo de trabajo de aquellas personas que tienen plena
felicidad con el mismo (escalón más alto subjetivo). No obstante, dado que el cálculo
es indirecto y subjetivo, no se incorporará tal metodología en el tiempo relacional,
aunque sí se evidenciará la magnitud de la misma en el año 2007. Se debe pensar una
encuesta que recupere esta dimensión como parte sustantiva de la metodología.

126
Capítulo 4. El tiempo

variable proxy que puede dar cuenta de esto es la cantidad de tiempo


libre que tiene cada persona para esa “contemplación”. En este marco,
el buen vivir estaría relacionado con el tiempo dedicado a la producción
y disfrute del arte y la cultura, al deporte, a la meditación, al esparci-
miento, a la lectura, a la práctica de instrumentos musicales o a escu-
char música, al disfrute de la naturaleza, a la reflexión y la meditación.7

3. Tiempo social consagrado al amor y a la amistad


El buen vivir de las personas y de la comunidad está asociado a la
amistad, cuyo sustento es el amor. En efecto, para Aristóteles el amor
parece ser la virtud de los amigos. Sin amigos, nadie quisiera vivir,
aunque tuviera todos los otros bienes; incluso los que poseen rique-
zas, autoridad o poder buscan tener amigos (Aristóteles, 1994, p. 212).
Hablar de la amistad es hablar de la gregariedad del ser humano.
Como mencionamos anteriormente, nadie preferiría vivir solo, ya que
el hombre es un ser social dispuesto por la naturaleza a vivir con otros
y otras. Los seres humanos viven juntos no solo para la procreación,
sino también para los demás fines de la vida (Aristóteles, 1994, p. 235).
Así como una de las principales características del ser humano
es la capacidad que tiene de contemplar (filosofar, pensar, reflexionar,
admirar y producir arte), siguiendo a Aristóteles, podemos señalar
que el vivir parece consistir también en sentir, siendo el amor uno
de los principales sentimientos que conducen a la felicidad. En este
marco, el tiempo dedicado a amigos y amigas, a compartir con los fa-
miliares y con la pareja para producir relaciones sociales es un tiempo
que, potencialmente, permite tener una buena vida.
Es necesario recordar la importancia que atribuye Aristóteles a
la philía en el marco del mutuo reconocimiento y la igualdad. Como
bien recuerda Luc Boltanski, la necesidad del reconocimiento mutuo
explica la importancia que el filósofo griego adjudica a las condiciones
de espacio y tiempo:

… la realización de la philía tiene por condición la copresencia en un mis-


mo espacio. La amistad tiende a debilitarse cuando los seres están aleja-
dos. La philía se funda en el reconocimiento de los méritos recíprocos, para
aquello se necesita que ambos sean dignos de ser amados, lo cual implica
un saber común de lo que realza al otro. Esto no se puede dar sino existe
una condición mutua de igualdad. (Boltanski, 2000, p. 152)

7 En este componente podrían incluirse las horas dedicadas al estudio a nivel mi-
cro. No obstante, dado que las encuestas de uso del tiempo solo recogen desde doce
años en adelante, no permiten recoger tal información para niños y niñas menores
de esta edad. Por esto, en el EVB se usan los años de escolaridad de la población.

127
René Ramírez Gallegos

Dentro de esta perspectiva, Aristóteles señala que la igualdad es la


base de la verdadera amistad. Es por esta razón que afirma que el
mejor régimen político es la democracia, en la cual los ciudadanos, al
ser iguales, tienen muchas cosas en común y puede, así, prosperar la
amistad fraternal (Aristóteles 1994, p. 233).
Concretamente, es el tiempo que cada persona dedica a convivir
con la familia, con los amigos y las amigas, y con la persona a la que
ama.8

4. Tiempo destinado a la participación pública (civil o política)


El concepto de amistad (philía), para Aristóteles, no se circunscribe
únicamente a la amistad entre amigos y amigas, sino que incluye la re-
lación entre familiares y entre ciudadanos, y también esta dimensión
es parte de la buena vida. En efecto, para el filósofo griego la vida polí-
tica también exhibe, aunque en menor grado que la contemplativa, los
rasgos propios de la vida plena: es un fin último, autosuficiente, grato
y virtuoso. En contra de la hipótesis del zôon oikonomikón, al incorpo-
rar esta variable, se recupera la hipótesis del zôon politikón. Aristóteles
sostiene que el hombre es, por naturaleza, un animal político.
La razón por la cual el ser humano es un ser social, más que cual-
quier abeja y que cualquier animal gregario, es evidente:

… la naturaleza no hace nada en vano, y el ser humano es el único animal


que tiene palabra. La palabra es para manifestar lo conveniente y lo perju-
dicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del de la humanidad
frente a los demás animales: posee, ella solo, el sentido del bien y del mal,
de lo justo y de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comu-
nitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad. […] En todos existe por
naturaleza la tendencia hacia tal comunidad… (Aristóteles, 1994, p. 234)9

8 También se realizará una estimación −por separado− tomando en cuenta la cos-


movisión indígena, en la cual no se da la separación entre el mundo del trabajo y el
mundo de la producción de bienes relacionales. Para dicha estimación, se incorpora-
rá, al tiempo relacional total, el tiempo de trabajo de aquellos indígenas o afroecuato-
rianos que no se encuentran en relación de dependencia. Dada su cosmovisión, para
todos los indígenas se añade también el tiempo dedicado al autoconsumo como parte
del tiempo relacional.
9 Ha sido modificada de la cita textual la palabra “hombre” por “seres humanos” o
“humanidad”. Por cierto, se han planteado varias críticas de peso al filósofo griego:
“El primer defecto, y el más llamativo es la ausencia, en Aristóteles, de cualquier
sentido de la dignidad humana universal, a fortiori de la idea de que el valor y la
dignidad de los seres humanos son iguales. Quizás haya en realidad una tensión
interna en el pensamiento de Aristóteles: porque a veces subraya… que todo ser na-
tural es digno de asombro. Pero hay que admitir que en sus escritos éticos y políticos
se reconocen distintos rangos de seres humanos: mujeres subordinadas a hombres,

128
Capítulo 4. El tiempo

Basada en esta perspectiva, la buena vida se expresa a través de la


participación en acciones colectivas. Parte fundamental de la buena
vida es la paz. La inseguridad provoca una privatización del espacio
público. Lo opuesto a inseguridad es convivencia, lo cual implica re-
cuperación del espacio público. Tal como han demostrado algunos
investigadores del enfoque del bienestar subjetivo, los seres humanos
necesitamos un concepto de bien común, y esto implica un esfuerzo
común y una participación compartida (Layard, 2005, p. 234). Dicho
esfuerzo común se realiza tanto en la participación pública civil como
en la política, e indirectamente refleja el nivel de paz de una sociedad.
A la vez, un hecho constitutivo de la buena vida es la radicaliza-
ción de la democracia participativa. Generar espacios de encuentro,
de debate, de deliberación, es parte fundamental de la evaluación so-
cial de una vida plena.
Vale la pena señalar que la sociedad del buen vivir considera las crí-
ticas hechas al concepto de eficiencia como óptimo paretiano. La toma
de nuevas decisiones debe promoverse en el marco de un debate plural.
Existe oposición a la mirada paretiana en la medida en que parti-
mos del hecho de que, en Ecuador y en la región, los mercados no son
perfectos o, para ser precisos, que muy pocos lo son, razón por la cual
el criterio paretiano no funciona. Asimismo, muy rara vez nos encon-
tramos socialmente en la frontera de posibilidades de utilidad/produc-
ción; es decir, en economías como la nuestra el bienestar social no parte
de condiciones de “pleno empleo”. Por el contrario, en sociedades que
parten de un nivel inicial de alta desigualdad y sin encontrarse en la
frontera de posibilidades de utilidad, se puede mejorar el bienestar de
una persona sin empeorar el del otro, pero el que experimenta la mejora
puede ser el que se encuentra mejor ubicado socialmente.

Por otra parte, se defiende que la ética paretiana se contrapone a la


sociedad del buen vivir en la medida en que se centra únicamente en el
bienestar individual. Esto conlleva que la ética paretiana sea una ética
apolítica, en el sentido en que pretende evitar los juicios sobre la distri-
bución para dejarle al mercado la asignación de recursos. Es necesario
recalcar que el buen vivir es un concepto eminentemente político desde

esclavos a amos... Hombre y mujer, esclavo y libre, griego y extranjero, rico y pobre,
clase alta y baja –todos tienen el mismo valor, y este valor impone estrictos deberes
de respeto a todos nosotros... Cualquier visión aristotélica contemporánea necesita
incorporar una noción de este tipo desde el principio para ser moralmente adecuada”
(Nussbaum, 2001). También nosotros hemos procurado, como una posición ética,
política y científica consecuente, atender a este principio para realizar esta investi-
gación.

129
René Ramírez Gallegos

su nacimiento, y en la mirada aristotélica la eudaimonía es el fin de la


política. Frente a tal postura, no se pretende de antemano establecer
un criterio como el óptimo de Pareto, sino auspiciar espacios de en-
cuentro para dilucidar debates que busquen soluciones a los problemas
comunes. A su vez, como bien señalamos anteriormente, la generación/
disfrute de bienes relacionales implica una maximización coordinada
con un otro/a, es decir, con quien se va a compartir el tiempo.
En este marco, la participación pública −no sesgada ni homo-
génea (Ramírez, 2008)− es condición para construir una alternativa
de agregación social frente a la propuesta paretiana. El tiempo que
dedica una persona a participar en acciones colectivas, públicas, ya
sean civiles o políticas, se usará como referente de una buena vida
en el contexto de uno de los objetivos principales de la socioecología
política del buen vivir: la radicalización de los procesos democráticos.
Concretamente, abarcará el tiempo dedicado a participar en mingas
comunitarias para el beneficio del barrio o el país, hacer voluntariado
o colaborar en una organización social, realizar actividades sociales
o deportivas comunitarias, de acción ciudadana, gremial, política o
religiosa de carácter gratuito.

(IV) AÑOS DE ESCOLARIDAD


Cuando Aristóteles habla de la contemplación como fin de la eudaimo-
nía se refiere a la capacidad de filosofar y teorizar, es decir, de reflexio-
nar. El florecimiento humano está relacionado con las facultades que
tiene cada persona para reflexionar sobre sí misma, sobre los otros, la
sociedad y la naturaleza, y entenderse/entenderlos. A nivel agregado,
la racionabilidad (la capacidad de argumentación y de participación
pública para deliberar sobre los intereses públicos) existe de acuerdo
al nivel educativo que tiene la sociedad. Y hoy en día, la calidad de la
democracia está ligada al incremento de los niveles educativos de la
comunidad política. Asimismo, podríamos señalar que la emancipa-
ción social depende de la capacidad de pensarse como sociedad y del
conocimiento generado para solucionar problemas y buscar expandir
las potencialidades individuales, sociales y territoriales. En términos
de tiempo, la variable que puede dar cuenta de manera sintética de la
liberación producida por la educación es los años de escolaridad que
tiene una población.

(V) CONCENTRACIÓN DEL TIEMPO PARA LA BUENA VIDA O TIEMPO


RELACIONAL
La libertad requiere de tiempo autónomo para decidir qué hacer con
la propia vida. Las estructuras sociales y las relaciones de poder se
concretan –entre otras situaciones− en la usurpación del tiempo del

130
Capítulo 4. El tiempo

otro. La distribución del tiempo autónomo no es aleatoria y está pre-


figurado en las propias estructuras sociales. La no libertad de auto-
nomía para la buena vida está en función de cómo se estructura la
concentración de la “riqueza temporal”, entendida esta como el tiem-
po autónomo emancipador para la vida buena. La sociedad es más
igualitaria en tanto y en cuanto exista menos concentración (usurpa-
ción) del tiempo del otro. El coeficiente de Gini del tiempo relacional
se usará como proxy del nivel de concentración en un territorio del
tiempo para la buena vida.
Por otra parte, también se calculará un segundo indicador de
la EVB incorporando el tiempo dedicado a dormir por parte de las
personas.

(VI) DORMIR
En términos de cantidad, el tiempo para dormir solo se equipara con
el tiempo de trabajo. Es una de las actividades que mayor peso en el
día tiene en las sociedades. El dormir también es una decisión que
debe tomar el individuo. El no dormir el tiempo necesario, además,
tiene efectos sobre la salud de las personas. En la medida que es parte,
en la mayoría de casos, de una decisión individual y afecta a la salud
de la persona, se ha considerado como parte de la EVB, como un se-
gundo indicador en el análisis. La variable utilizada será el tiempo que
dedica cada persona a dormir.

Metodología de cálculo
Una variable proxy del buen vivir es el índice o la esperanza (prome-
dio) de vida buena (EVB), el cual tiene los siguientes componentes:

(1) EVB= tBV x EV x (1-enfermedad) x (1+Edu/100)


(2) EVBg= tBV x EV x (1-enfermedad) x (1+Edu/100) x (1-Gini)
(3) EVBgd= = tBV x EV x (1-enfermedad) x (1+Edu/100) x (1-Gini)
(4) EVBgd= = tBVf x EV x (1-enfermedad) x (1+Edu/100) x (1-Gini)

En tales componentes, la esperanza de vida buena es una función de la


esperanza de vida (EV), del tiempo bien vivido (tBV), de la proporción
de vida que un ciudadano promedio está enfermo (enfermedad) y de los
años de escolaridad de la población de referencia. A su vez, el tiempo
bien vivido (tBV) es igual a la suma del tiempo dedicado a la contem-
plación (ocio emancipador: producción y consumo de arte, deporte, de-
sarrollo personal, lectura, música, naturaleza, reflexión y meditación),
el tiempo de vida dedicado a la socialización (estar con amigos, con la
familia, con la pareja, etc.), a la participación público-política (participar
en grupos comunitarios, “mingas”, voluntariado, acciones ciudadanas,

131
René Ramírez Gallegos

acciones políticas o religiosas) y aquel tiempo de trabajo no escindido del


mundo de la vida (1).10 En el segundo indicador, la EVB es ajustada por
la desigualdad en la distribución del tiempo para la buena vida (Gini del
tiempo relacional, EVBg) (2). A su vez, en la ecuación (3) se incluye en el
tiempo bien vivido el destinado a dormir: EVBgd. Finalmente, la ecuación
(4) ajusta la EVB tomando en cuenta los niveles de satisfacción subjetiva
en cada uno de los componentes que conforman el tiempo relacional
(tBVf)11 y que manifiesten voluntad expresa de generar y disfrutar el bien
relacional para recuperar en el análisis la intensidad del tiempo.12
Con respecto al ajuste vía concentración del tiempo, vale señalar que,
de igual forma y siguiendo las recomendaciones del Informe del Índice
de Desarrollo Humano (2010), se puede ajustar el EVB con la fórmula de
medición de la desigualdad de Atkinson (A), fijando el parámetro de aver-
sión ε en 1 (A=1-g/µ), donde “g” es la media geométrica y “µ” es la media
aritmética de la distribución (Programa de Naciones para el Desarrollo
[PNUD], 2010, p. 238). El logro promedio en una dimensión se ajusta
con la desigualdad: (1-Ax); siendo el valor de las variables usadas para
calcular el EVB. Lo que busca este ajuste es considerar la pérdida de
buen vivir como consecuencia de la desigualdad en cada componente.
Tomando en cuenta la importancia de romper con la mirada an-
tropocéntrica y construir una ética biocéntrica de analisis, en el capí-
tulo 7 se expone una propuesta metodológica para medir la esperanza
de vida buena de la Naturaleza a través del tiempo.

Sobre las bases de datos

10 Recordemos que, en este marco, el tiempo en el trabajo será considerado bien


vivido solo cuando haya una comunión entre el mundo del trabajo y el mundo de la
vida; caso contrario, es tiempo alienado. En ese sentido, la “utopía” no es trabajar
menos, sino que el trabajo que realiza cada individuo no tenga fronteras con el mun-
do de la vida porque es parte del mismo y produce realización personal.
11 Se pondera el tiempo para la buena vida por la intensidad de satisfacción subje-
tiva que produce ese tiempo en cada ciudadano. Se puede tomar en cuenta también
únicamente aquellas personas que tienen altos niveles de satisfacción en los espacios
señalados (dos quintiles más altos de satisfacción).
12 Este último indicador se deja expresado teóricamente para futuras investigacio-
nes por no tener todos los componentes subjetivos del tiempo para la buena vida.
Para realizar rigurosamente las encuestas, estas deberán incluir un módulo expreso
para capturar el bienestar subjetivo y la voluntad o no de realizar las acciones ligadas
a la generación y disfrute de bienes relacionales. Para el efecto demostrativo, se pre-
sentará el EVB ajustado subjetivamente con una ponderación macro relacionada con
el bienestar subjetivo de la población. En este indicador (4) se sintetiza una mirada
que engloba el bienestar objetivo, subjetivo, el buen vivir o tiempo relacional y la
desigualdad. La EVB puede ser calculado para diferentes grupos sociales, de acuerdo
a los cruces que tengan las encuestas.

132
Capítulo 4. El tiempo

Los estudios sobre el uso del tiempo se sirven de una variedad de mé-
todos para obtener información. Entre ellos, podemos considerar los
métodos cualitativos, que incluyen las etnografías. Estos métodos son
ricos en información, pero a la vez suelen ser muy costosos y con poco
alcance generalizador, debido a su propio enfoque microanalítico.
Podría decirse que la observación directa es el método más apropiado,
aunque resulta extremadamente costoso; y también hay que conside-
rar que el comportamiento de los sujetos observados puede alterarse
por la intromisión del observador. El diario de tiempo provee medios
más comprehensivos para obtener datos sobre el uso del tiempo: se
registran todas las actividades de un período específico, incluyendo
los momentos de inicio y final de cada actividad.
En esta investigación usaremos las encuestas sobre frecuencia y
duración de las actividades. Este método tiene ventajas porque al ti-
pificar las actividades abarca un gran número de personas y permite
extraer conclusiones más generales. A menudo, este método propone
una lista de actividades para que los sujetos provean información so-
bre la frecuencia y duración de su participación en cada una de ellas,
lo cual requiere que cada persona indique el tiempo dedicado a cada
punto de una lista completa de actividades que realiza a lo largo de la
semana, y que están predefinidas con anterioridad en el cuestionario.13
Para el análisis del tiempo se utilizará la Encuesta nacional de
empleo, desempleo y subempleo (ENEMDU) del año 2007 y 2012.
Estas encuestas son de carácter nacional y con representatividad ur-
bana, rural y provincial. Existen datos de 76.922 encuestados y 83533
para el 2007 y 2012, respectivamente. Se trabajará con las personas
mayores de doce años, puesto que solo este grupo de población res-
ponde al cuestionario sobre el uso del tiempo.

En el módulo del tiempo se incluyen y miden 107 y 132 activi-


dades que un ciudadano puede realizar a lo largo de la semana. Para
poder estudiar en el tiempo al tiempo, únicamente se toman en cuenta
las actividades comparables. Asimismo, para hacer la comparación
intertemporal se normaliza en función de una semana de 168 horas.
En la encuesta, la información sobre los días laborables se considera

13 Para un análisis de los métodos para medir el uso del tiempo, señalando ventajas
y desventajas, ver United Nations (2004) y Pentland et al. (1999). Es importante seña-
lar que son tiempos no cronometrados sino relativos a lo que cada encuestado define
sobre cuánto tiempo dedicó a cada actividad a lo largo de una semana. Si bien se nor-
maliza, como se mencionará más adelante, para estudiar la distribución del tiempo
en una semana de 168 horas, uno de los temas centrales radica en la comparabilidad
del tiempo según variables socioeconómicas y demográficas a lo largo del tiempo y el
espacio.

133
René Ramírez Gallegos

separadamente de la del fin de semana. Para el análisis descriptivo, to-


das las actividades han sido reagrupadas en las siguientes: necesidades
personales, trabajo, contemplación y autoconocimiento, tiempo com-
prometido, tiempo para la sociabilidad (amigos, familia), actividades
culinarias, actividades del cuidado de niños y niñas, mantenimiento
del hogar, cuidado de ropa, compras, gerencia del hogar, autoconsu-
mo, actividades de participación pública/política/civil, construcción
o reparación de la vivienda. Debido a su importancia, en la catego-
ría “tiempo comprometido” se desagrega también exclusivamente el
tiempo dedicado a dormir.
Por otra parte, vale señalar que los indicadores presentados, salvo
que se diga lo contrario, responden al total de la población y no exclu-
sivamente a los que realizan una actividad específica. Esta aclaración
no resulta irrelevante, dado que el uso del tiempo cambia radicalmente
si se utiliza como denominador a la población en su conjunto o exclu-
sivamente a los que realizan la actividad que se analiza. Para dar un
ejemplo, si nos preguntamos cuántas horas se trabaja con salario a la
semana en Ecuador, la respuesta es de cuarenta y dos horas entre las
personas que trabajan. Empero, la respuesta es de veinticinco horas a
la semana si se toma en cuenta toda la población en edad de trabajar.
En los análisis de corte transversal se utilizará la encuesta del
2007 por tener mayor representación, además que en el mismo mes
se levantó la encuesta de uso del tiempo, la encuesta de bienestar sub-
jetivo y la encuesta laboral, lo que permite un análisis más minucio-
so de las relaciones sociales y económicas. En efecto, comparando
el tamaño de la muestra efectiva de personas para los módulos de
uso del tiempo entre los años 2007 y 2012, se observa que el primer
levantamiento tiene 5.500 casos más (sin considerar a las provincias
de la Amazonía que representan solo el 5 % de la población, según las
proyecciones del INEC. Por ello, y si recordamos la relación inversa
entre el tamaño de la muestra y el error de estimación, la encuesta del
2007 presenta un mejor escenario.
De acuerdo con la planificación del INEC, las encuestas de uso del
tiempo se deben realizar cada dos años. No obstante, la última es la
del año 2012. Finalmente, es importante señalar que las metodologías
específicas utilizadas en los modelos estadísticos o econométricos de
cada capítulo serán descritas en los mismos.

134
Capítulo 5

LA VIDA HUMANA

Esta investigación defiende que el centro de un nuevo ordenamiento


social debe ser la vida buena, pero para que sea buena, primero debe
ser vida. Como se señaló a nivel conceptual, en la vida está el valor
sustantivo de la existencia. Desde esta perspectiva, la primera disputa
política que debe tener una nueva forma de organización social es por
la vida misma.
Claramente, la disciplina económica del mainstream ha consoli-
dado su hegemonía a través de edificar un aparato teórico y metodo-
lógico alrededor del dinero: “el dinero es la riqueza, y el que tiene más
riqueza tiene mejor salud o más felicidad”. El discurso que aparenta
ser descriptivo esconde una mirada normativa de lo relevante en su
causalidad. En este marco, la disputa política está en el valor y en
cómo se construyen los sentidos comunes de tal apropiación social.
Difícilmente se construirán otros sentidos si el dinero sigue constitu-
yendo la unidad de análisis y valoración social del mundo.
La siguiente sección presenta la metodología estadística y econo-
métrica que seguirá el capítulo. Por otra parte, y puesto que para esta
investigación el mayor valor y riqueza de los pueblos es la vida misma
que debe ser buena vida, el análisis empírico empieza por describir
qué ha sucedido con la vida humana en las casi dos últimas décadas
en el Ecuador. Seguidamente, el capítulo analiza lo acontecido con el
extremo opuesto a la vida: la muerte. En la quinta sección, se realiza

135
René Ramírez Gallegos

una tipología subnacional (municipal) para identificar características


socioeconómicas de grupos de territorios con el fin de entender más
las disparidades que existen alrededor de la edad promedio de vida.
Finalmente, se analizarán los determinantes de los años promedio de
vida de los ecuatorianos. Se demostrará que, si bien los niveles de con-
sumo explican el promedio de vida de un determinado territorio, exis-
ten otros componentes de igual o mayor relevancia a tomar en cuenta.

1. METODOLOGÍA
El capítulo abordará la sección metodológica en dos partes. En la
primera, a través del análisis de componentes principales y de clasi-
ficación jerárquica, se pretende realizar una tipología cantonal para
describir qué rasgos socioeconómicos, ambientales y demográficos
permiten caracterizar a los diferentes cantones del Ecuador. Si te-
nemos casi cuarenta años de diferencia en promedios de vida a ni-
vel municipal, la pregunta que salta a la vista es: ¿qué caracteriza tal
diferencia?
En la segunda parte se realiza una regresión múltiple para expli-
car los determinantes significativos que influyen en el promedio de
vida de los cantones tomando en cuenta la complejidad de las diferen-
tes características sociales descritas en la primera parte. A continua-
ción, detallamos las metodologías.

PARTE 1. ANÁLISIS DE CLASIFICACIÓN JERÁRQUICA


El objetivo de los métodos de clasificación es la construcción de parti-
ciones en un conjunto de elementos (individuos, variables) a partir de
sus distancias dos a dos. El análisis multidimensional intenta, básica-
mente, estudiar la estructura de los datos, y no los resultados, sobre
un individuo o grupo de individuos.
Cuando el número de elementos no es demasiado grande, es po-
sible construir una serie de particiones: se trata de la clasificación je-
rárquica. A partir del conjunto global, se puede ir dividiendo en varios
subconjuntos en distintas etapas hasta obtener una partición constitui-
da por todos los elementos separados (clasificación jerárquica descen-
dente). Por otra parte, se puede empezar desde la partición constituida
por todos los elementos separados y, en cada etapa, reunir los dos sub-
conjuntos “más próximos” para constituir un nuevo subconjunto, hasta
la obtención del conjunto global (clasificación jerárquica ascendente).
Cuando el número de elementos es demasiado grande, se utili-
zan métodos de partición que permiten construir particiones con un
número fijado de clases o familias o clusters (k). El procedimiento es
iterativo a partir de un reagrupamiento alrededor de clusters escogi-
dos al azar.

136
Capítulo 5. La vida humana

Existe un método mixto que permite comenzar con el método de


partición en “k” clases y acabar con una clasificación jerárquica as-
cendente. Cuando las variables son reales, la distancia generalmente
utilizada entre individuos o entre las variables es la distancia euclidia-
na clásica.
La clasificación presentada en el presente trabajo propone vincu-
lar la clasificación con un análisis de componentes principales (ACP),
calculando las distancias sobre los datos reconstituidos a partir de un
número de ejes factoriales que se tiene que decidir apriorísticamente.
Cuando los individuos están reagrupados, se define la distancia entre
un grupo y un individuo (o entre dos grupos). Para el procesamiento
de datos euclidianos, se ha utilizado el método WARD. Se trata de un
método de clasificación jerárquica ascendente, que se funda en la no-
ción de inercia intraclases e inercia interclases.

Sea,
(n: individuos representados por n puntos de un espacio euclidiano de di-
mensiones p; g: centro de gravedad; I: inercia total.)

Tenemos:

Donde d2 (.) es la distancia euclidiana de g a xi.

Sea,

una partición del conjunto de los individuos. Denotamos nh y gh el número


de individuos y el centro de gravedad de Ah, h=1,…, H.

Sea:

Tenemos entonces las relaciones:

y I = I inter + I intra

137
René Ramírez Gallegos

Al inicio, la partición está constituida por todos los elementos por se-
parado: la inercia intraclases es nula y la inercia interclases es igual a
la inercia total. Al final, la partición no contiene más que un elemento
que reagrupa todos los individuos: la inercia intraclases es igual a la
inercia total y la inercia interclases es nula. En cada etapa, se reagru-
pan los individuos (o las clases) minimizando la pérdida de inercia in-
traclases. Se muestra que, si se reagrupan las clases A y B, la variación
de inercia se mide mediante:

(pA= nA / n y pB= nB / n son los pesos de las clases)

Se trata entonces de calcular, en cada etapa y para cada par (A, B) de


clases, la cantidad δ(A, B) y reagrupar las dos clases que obtienen el
índice mínimo. Podemos notar que la suma de los índices es igual a la
inercia total de la nube, puesto que la suma de las pérdidas es igual a
la inercia total.
En suma, este procedimiento efectúa la clasificación jerárquica
de un conjunto de individuos caracterizados por sus primeras coor-
denadas factoriales, producidas por un procedimiento de análisis fac-
torial. El árbol de agregaciones así creado puede, de este modo, ser
cortado en un número dado de elementos “terminales” de acuerdo a
la decisión realizada por el investigador en el marco del análisis de
los dendogramas. El árbol que queda encima de este corte es inme-
diatamente conservado. Si no ha habido cortes, el árbol concreto es
conservado.

PARTE 2. DETERMINANTES A PARTIR DE REGRESIÓN MÚLTIPLE


El promedio de vida (V) de un cantón puede ser estimado a través del
siguiente tipo de ecuaciones:

Vi = f (X, e)

En este tipo de ecuaciones X representa la matriz de variables expli-


cativas −sociales (VS), laborales (VL), ambientales (VA) y demográ-
ficas (VD)− propias de cada municipio y −dado que siempre habrá
variables omitidas− e constituye la influencia aleatoria. Se usan mo-
delos de regresión lineal múltiple (OLS) para estimar los coeficientes.
Explicamos a continuación con más detalle:

Variable dependiente: Vida (V) = promedio de años de vida del cantón (i)

138
Capítulo 5. La vida humana

A su vez, para analizar los determinantes que influyen en los años de


vida de un territorio se dividen en cuatro grupos de variables.
En primer lugar, se encuentran las variables sociales (VS). En
ellas se analiza principalmente el impacto que la infraestructura de
saneamiento básico tiene en el promedio de vida de cada cantón. En
este caso, se usa el porcentaje de personas con necesidades básicas
insatisfechas (NBI). De la misma forma, se usa el nivel de desigual-
dad del territorio medido a través del coeficiente de Gini del consu-
mo (Gini). Se esperaría que aquellos cantones con mayores necesida-
des insatisfechas tengan territorios con menor esperanza de vida, así
como aquellos territorios con más altos niveles de desigualdad.
En segundo lugar, se presentan las variables laborales (VL). En
este grupo, se usa la cantidad de personas de cada cantón según sector
de trabajo (agrícola, minero, manufacturero o de servicios) y la canti-
dad de ciudadanos en cada territorio que pertenecen al sector público
o privado. Se espera que aquellos sectores más precarizados en tér-
minos de condiciones de trabajo tengan promedios de vida menores.
En tercer lugar, está la variable ambiental (VA). En este caso, se
espera que aquellos territorios con mayores problemas ambientales
tengan menores años de vida. Como proxy de los temas ambientales
se usa la morbilidad como consecuencia de infecciones respiratorias
agudas.
Finalmente, deben considerarse las variables demográficas (VD).
En este grupo, se utiliza el crecimiento poblacional para evaluar si las
dinámicas demográficas de incremento de la población afecta a los
promedios de vida de cada territorio.
A continuación se describen las variables evaluadas en ambas
secciones.

Variables Tipología Regresión Año Fuente


Promedio de años de vida * * 2014 Estadísticas vitales
Porcentaje de no asistencia a la
* * 2010 Censo Poblacional
educación superior
Años de escolaridad *   2010 Censo Poblacional
Porcentaje de la PEA que trabajan en el
* * 2010 Censo Económico
sector agrícola
Porcentaje de la PEA que trabajan en el
* * 2010 Censo Económico
sector minero
Porcentaje de la PEA que trabajan en el
* * 2010 Censo Económico
sector de manufactura
Porcentaje de la PEA que trabajan en el
*   2010 Censo Económico
sector de la construcción

139
René Ramírez Gallegos

Variables Tipología Regresión Año Fuente


Porcentaje de la PEA que trabajan en el
*   2010 Censo Económico
sector comercio
Porcentaje de la PEA que trabajan en
* * 2010 Censo Económico
el Estado
Porcentaje de la PEA que trabajan en el
* * 2010 Censo Económico
sector privado
Porcentaje de la PEA que es jornalero *   2010 Censo Económico
Porcentaje de la PEA que es patrono *   2010 Censo Económico
Porcentaje de la PEA que trabaja por
*   2010 Censo Económico
cuenta propia
Tasa de infecciones respiratorias agudas * * 2014 Estadísticas vitales
Años de crecimiento del promedio de 2010-
*   Estadísticas vitales
vida 2014
2010- Proyecciones del
Crecimiento de la población *  
2014 Censo Poblacional

Pobreza por consumo *   2014 Encuesta de


Condiciones de vida
proyectadas en el
Coeficiente de Gini * * 2014
Censo Poblacional
Nota: la regresión fue realizada en logaritmos donde se tenían los valores absolutos. Las variables desechadas en el
modelo impiden que se violen los supuestos de la regresión múltiple, principalmente el de autocorrelación.

La base de datos tiene información de las variables mencionadas de


221 cantones del país y fue levantada exclusivamente para esta inves-
tigación en función de la información oficial del INEC.

2. EL TIEMPO DE VIDA EN ECUADOR


Para analizar la evolución de la vida humana en el Ecuador emplea-
remos el promedio de vida de sus habitantes. El principal argumento
para usar este indicador y no la esperanza de vida es que se tiene
información anualizada, lo cual permite hacer un seguimiento perió-
dico. Por otra parte, el promedio de vida es un indicador descriptivo y
la esperanza de vida es probabilístico. En efecto, el promedio de vida
constata el promedio de edad en un año determinado que vivió una
población particular. Este indicador permite evidenciar que el tiempo
es un buen proxy de la vida.
Como señalamos anteriormente, el objetivo previo a disputar
para que una sociedad tenga una buena vida es que primero no muera
prematuramente. Tener poblaciones en donde existan altos índices de
muerte a temprana edad es, sin lugar a duda, indicador de injusticia
social. Bajo esta lógica, mientras más años promedios de vida tiene un
territorio, más rico es.
Pero ¿cómo ha evolucionado el promedio de vida de los

140
Capítulo 5. La vida humana

ecuatorianos? El Gráfico 4 muestra lo que ha sucedido en las últimas


casi dos décadas en Ecuador. Entre 1997 y 2014 subió el promedio de
vida de los ecuatorianos en 11,47 años. En efecto, en estos diesiciete
años el promedio de vida de la población ecuatoriana pasó de 50,8
años de vida a 62,3. Vale señalar que, en el período que se analizará el
tiempo dedicado a la vida buena (entre el 2007 y el 2012), el promedio
de vida creció de 58,5 a 62,4 años, es decir, 3,9 años.
Al hacer un corte de género, se puede observar que las mujeres vi-
ven casi siete años más que los hombres (ver Gráfico 5). No obstante,
como se verá en el siguiente capítulo, viven una vida de menos calidad
que los hombres.
Así como la economía crematística mide el crecimiento del PIB,
podemos evaluar el desempeño social a través del incremento del pro-
medio de años de vida de una población.1 En el período analizado,
este creció en 23 %, equivalente a un crecimiento anual del 1,21 %.

Gráfico 4. Años promedio de vida en el Ecuador, 1997-2014

Fuente: Anuario de estadísticas vitales (INEC). Elaboración propia

1 En estricto rigor, proponemos evaluar el crecimiento o no de la “esperanza de


buena vida” como analizaremos en capítulos posteriores. Aquí solo se analiza el cre-
cimiento de los años promedios de vida de los territorios.

141
René Ramírez Gallegos

Gráfico 5. Años promedio de vida en el Ecuador según sexo: 1997-2014

Fuente: Anuario de estadísticas vitales, (INEC). Elaboración propia

Quizá el comportamiento que llama la atención en el gráfico anterior-


mente señalado es que a partir del 2007 el rango entre el cantón con
mayor valor y el menor empieza a disminuir sistemáticamente. Esto es
consecuencia, sobre todo, del incremento del cantón con menos prome-
dio de vida. De hecho, la velocidad de decrecimiento de la brecha entre
el cantón con más alto promedio de vida y con más bajo fue el doble de
rápido en el período 2007-2014 que en el de todo el período.

Gráfico 6. Dispersigramas, 1997-2014

Fuente: Anuario de estadísticas vitales, (INEC). Elaboración propia

142
Capítulo 5. La vida humana

Si observamos el Gráfico 6 de dispersión, entre 1997 y 2014 se pue-


de observar no solo que el promedio de vida ha crecido, sino tam-
bién que la edad promedio de vida de la población de los cantones
es menos dispersa. No obstante, vale no perder de vista que, como
todo promedio, esconde diferencias: claramente lo señalado revela
una de las mayores injusticias sociales en el territorio ecuatoriano.
Y ella no sale a la luz de toda la sociedad debido a que no se con-
sidera un problema público. Si bien el rango entre el cantón con
mayor y con menor promedio de vida en el Ecuador ha disminuido,
en el 2014 todavía existe una diferencia de casi cuarenta años de
promedio de vida entre el cantón Oña, de la provincia de Azuay, y
Taisha, municipio perteneciente a la provincia de Morona Santiago.
En otras palabras, una persona que nace en Taisha vive 39,6 años
menos que una persona que nació en Oña. No fortuitamente, el
territorio con menos años de vida se encuentra en la Amazonía del
Ecuador.

Gráfico 7. Estadísticas descriptivas del promedio de vida en el Ecuador: 1997-2014

Cambio todo el período


Estadísticos 1997 2014
(2014-1997)
Mínimo 23,4 39,6 16,18
Máximo 69,3 79,2 9,88
Rango 45,9 39,6 -6,29
1° Cuartil 45,8 59,2 13,39
Mediana 52,0 63,4 11,36
3° Cuartil 56,6 67,5 10,88
Promedio 50,8 62,3 11,47
Fuente: Anuario de estadísticas vitales (INEC). Elaboración propia

La desigualdad de ingresos y la extrema polarización económica dice


mucho del sistema capitalista. La desigualdad de años de vida entre
dos territorios o individuos no solo dice mucho sobre el sistema capi-
talista, sino también sobre la condición de humanidad que se genera
en el propio sistema económico. Los titulares de los diarios a nivel
nacional deberían tener en primera plana cuántos años creció el pro-
medio de vida de la población, y no únicamente el porcentaje de creci-
miento del PIB de la economía. Asimismo, debería ser un termómetro
social cómo se cierran las brechas entre el territorio que más años vive
y el que menos vive. Es tanto una urgencia académica volver nuestra
atención hacia la vida como una urgencia moral y ética.

143
René Ramírez Gallegos

SOBRE LA MUERTE
Si el centro del debate está en incrementar los años de vida, es ne-
cesario analizar su lado opuesto: la muerte. En Ecuador, aproxima-
damente sesenta y cuatro mil ecuatorianos murieron en el 2014 (ver
Gráfico 8).
En el opuesto de la vida, entre 1997 y el 2014, en términos abso-
lutos, ha crecido el número de muertes en 21 %. En el 2014, 274 mil
niños o niñas nacieron en el Ecuador. Como se puede observar en el
Gráfico 8, el número de nacimientos ha crecido en las casi dos últimas
décadas, pero si se compara con la población, esta ha decrecido. En
otras palabras, la fecundidad en Ecuador se ha reducido sistemática-
mente, pasando de veinticinco nacidos vivos a catorce por cada mil
habitantes.

Gráfico 8. Número de muertes y de nacimientos por año, 1997-2014

Fuente: Anuario de estadísticas vitales (INEC). Elaboración propia

Si bien el crecimiento señalado de muertes en términos absolutos pa-


rece alto, es importante señalar que en términos relativos, es decir
acorde a la población, ha decrecido, como se puede observar en el
Gráfico 9.

144
Capítulo 5. La vida humana

Gráfico 9. Tasa de mortalidad general, 1990 al 2014

Fuente: Estadísticas vitales (INEC)

Gráfico 10. Tasa de mortalidad infantil, 1990-2014

Fuente: Estadísticas vitales (INEC)

En efecto, la tasa de mortalidad general cayó de 4,95 muertos por


cada mil habitantes vivos a 3,93. Esta reducción se debe, entre otras
razones, a la caída de la mortalidad infantil (Gráfico 10), la cual se ha
reducido casi tres veces, y a la caída de la tasa de mortalidad materna,
la cual disminuyó en 1,7 entre 1990 y el 2014.
Asimismo, como señalamos que existe injusticia cuando se ana-
liza la diferencia en promedios de vida entre dos territorios, también
bajo esta perspectiva resulta injusto cuando existe vida de muy corto
plazo. De hecho, los territorios con menos años de vida tienen muchos
niños y niñas que mueren a muy temprana edad. En este marco, debe

145
René Ramírez Gallegos

ser prioridad de las sociedades analizar las causas de muerte de los


infantes y niños y niñas de su población.
En el caso del Ecuador, las tres causas principales de muerte in-
fantil son las dificultades respiratorias del recién nacido, los trastornos
relacionados con duración corta de la gestación y con bajo peso al na-
cer y las neumonías. Si bien se deben analizar todas las causas evitables
en la sociedad en su conjunto, la injusticia es mayor cuando se trata de
la muerte prematura de un infante. Por hacer una comparación sobre
temáticas públicas, la sociedad ecuatoriana tiene más información de
la inflación del año que cuál es la principal causa de muerte infantil.

3. LA GEOGRAFÍA DE LA VIDA EN ECUADOR


Si realizamos un primer análisis de correlaciones bivariadas de
Pearson con la variable de interés “promedio de años de vida”, nos
percatamos de que tienen menos años de vida los cantones con más
altos niveles de pobreza según necesidades básicas insatisfechas, los
cantones con trabajadores en el sector minero (que mayor porcentaje
relativo de trabajadores tienen en el Estado), con mayor pobreza y
desigualdad según consumo, y que más han visto crecer su población.
A su vez, los cantones que tienen más alta participación laboral en
el sector manufacturero o de comercio más años promedio de vida
alcanzan. En las variables mencionadas, la correlación tiene signifi-
cancia estadística del 95 %.

Tabla 1. Matriz de correlaciones con promedios de años de vida

Variables Años de vida


Años de vida 1
NBI -0,311
No asiste a la educación superior -0,116
Escolaridad -0,082
Agrícola -0,042
Minas -0,199
Manufactura 0,251
Construcción 0,120
Comercio 0,165
Estado -0,245
Privado 0,128
Jornalero 0,090
Patrono 0,041
Cuentapropista -0,047

146
Capítulo 5. La vida humana

Variables Años de vida


Crecimiento poblacional -0,363
Pobreza de consumo -0,353
Gini -0,281
Infecciones respiratorias 0,004
Los valores en negrita y subrayados son diferentes de 0 con un nivel de significación alfa=0,05
Fuente: Estadísticas vitales, Censo de Población y Censo Económico, varios años. Elaboración propia

A su vez, las correlaciones dan cuenta del nivel de asociatividad en-


tre variables, sean estas positivas o negativas. Pero no permiten di-
lucidar qué sucede cuando intervienen en la ecuación las diferentes
aristas de la realidad a la vez. Tampoco permiten analizar aproxima-
ciones en la relación de dependencia. Aquello lo analizaremos en la
siguiente sección.
Como señalamos en la sección metodológica, la heterogeneidad
de los años de vida nos permite preguntarnos cuáles son los cantones
con mayores años de vida y cuáles los más rezagados, y si existen ca-
racterísticas sociales que identifican a cada grupo.
De acuerdo con las distancias producidas por el conjunto de las
variables, podemos clasificar a los 221 cantones en cuatro grandes
grupos, como deja ver el dendograma (Gráfico 11):

Gráfico 11. Dendograma del análisis de clasificación jerárquica

147
René Ramírez Gallegos

A continuación describimos los cuatro tipologías (clases) y qué canto-


nes de Ecuador pertenecen a cada uno de ellos −para su visualización
espacial ver Mapa 1−.
Clase 1. Son cantones con la mayor cantidad de años promedio
de vida. Asimismo son los cantones que más han visto incrementar los
años promedios de vida. Pertenecen a este grupo aquellos municipios
con los mayores niveles de bienestar social: los más bajos niveles de
pobreza según NBI o consumo y los más altos niveles de escolaridad
o de asistencia a la educación superior. Finalmente, se puede decir
que son los cantones con la más alta participación de su población
económicamente activa en sector secundario y terciario, principal-
mente manufactura, comercio y construcción. Sobresalen del resto de
cantones por tener alta participación de sus trabajadores en el sector
privado. Pertenecen a esta clase el 17 % de los municipios del país,
equivalente al 64,3 % de la población total.
Clase 2. Son los cantones con el menor promedio de años de
vida de las cuatro clases. Varias situaciones caracterizan a este gru-
po de la tipología. Tiene el más alto nivel de desigualdad y de per-
sonas con infecciones respiratorias agudas. Claramente es el grupo
de cantones con mayores niveles de participación de la PEA en el
sector minero y de la construcción. También han tenido un prome-
dio de crecimiento de su población más alto que el nacional. Los
indicadores sociales se encuentran en el promedio de indicadores
del resto del país. Pertenecen a esta tipología cuarenta y cinco can-
tones (20 %). En términos poblacionales constituyen el 6,25 % de la
población total del país.
Clase 3. Es el grupo de cantones que a pesar de tener las peores
condiciones de vida de los cuatro tipos, su promedio de vida está por
encima de la media nacional. En efecto, la pobreza según necesidades
básicas insatisfechas o la pobreza de consumo son las más altas del
país. De la misma forma, el nivel educativo es el menor y se caracteri-
za por tener un mercado laboral poco industrializado (el más bajo de
todos) y comercial, con poca participación de su ciudadanía en el sec-
tor privado. Dentro de estas condiciones, dos características parecen
indicar por qué no es más bajo el promedio de años de vida: por un
lado, son los cantones con menores tasas de crecimiento poblacional
y, por otro lado, son cantones con menor nivel de desigualdad que el
promedio del país. Pertenecen a esta tipología cuarenta y cinco can-
tones (20 %). En términos poblacionales, constituyen el 4,73 % de la
población total del país.

148
Capítulo 5. La vida humana

Mapa 1. Tipología cantonal según características sociales, laborales, ecológicas y


demográficas, 2014

Fuente: Estadísticas vitales, Censo de Población y Censo Económico. Elaboración propia

Clase 4. Son cantones que tienen el promedio de años de vida del país.
A pesar de ser el segundo grupo de cantones que más ha visto in-
crementar sus años de vida, se caracterizan por tener bajos niveles
de calidad de vida. Así, por ejemplo, tienen altos niveles de necesi-
dades básicas insatisfechas y bajas tasas de asistencia a la educación
superior. En comparación al resto de cantones, este grupo de muni-
cipios se caracteriza por tener una población mediamente agrícola,
pero sobre todo que trabaja como jornaleros. De la misma forma, la
participación de su población en el sector comercio se encuentra por
encima del promedio del país. Estos cantones se caracterizan por te-
ner el menor nivel de población que trabaja por cuenta propia en com-
paración con las otras clases de la tipología. Dos características que
podrían explicar el hecho de que, a pesar de tener condiciones no tan
favorables en el ámbito social, tengan el promedio de años de vida del
país con crecimientos relativamente importantes en los últimos años
son: sus bajos niveles de desigualdad y su buen entorno ambiental.
En efecto, son los cantones con el menor nivel de desigualdad de las
cuatro clases de cantones, así como los municipios con la menor tasa
de personas con infecciones respiratorias agudas, lo cual da cuenta
de que conviven con un medio ambiente favorable. Pertenecen a esta

149
René Ramírez Gallegos

tipología noventa y tres cantones (42 %). En términos poblacionales,


constituyen el 24,7 % de la población total del país.
Si únicamente tomamos en cuenta la variable de años de vida en-
tre 1997 y 2014, para focalizar la atención en aquellas poblaciones con
baja edad promedio de vida y que han tenido bajos desenvolvimientos
de crecimiento en estas casi dos décadas, nos percatamos de que ha-
bría que enfocarse en veintinueve cantones en donde el promedio de
edad de vida es de cuarenta y siete años. Su crecimiento es por debajo
del promedio nacional en el período analizado y siempre tuvieron un
promedio de años de vida por debajo de la media del país.

Tabla 2. Tipología de niveles de años de vida y su crecimiento, 1997-2014

Situación 1997 2014 Dif.


Alta 55,331 65,687 10,357
Crítica 37,039 46,947 9,908
Media 41,986 59,465 17,478

En la economía política de la vida no resulta extraño que los cantones


mencionados sean sobre todo de la Amazonía (predominantemente
indígena) y de la provincia de Esmeraldas, caracterizada por tener
alta población afroecuatoriana. En efecto, cuando relacionamos pro-
medio de años de vida de cada cantón con el número de población
indígena, se evidencia, con claridad, su relación inversa: los canto-
nes con mayor población indígena tienen sistemáticamente menos
años promedio de vida. De hecho, mientras los cantones con más
del 51 % de su población indígena tienen en promedio de vida 51,4
años, el resto de municipios del país tienen 63 años. Vivir casi doce
años menos por el simple hecho de haber nacido en una población
predominantemente indígena claramente evidencia una estructura
social excluyente y racista.
El análisis de componentes principales y de clasificación jerár-
quica permite identificar y describir cómo se agrupan individuos (en
nuestro caso, cantones) de acuerdo a variables que los describen, para
así poder identificar patrones de comportamiento común. No deja de
ser una estadística descriptiva con gran valor para la intervención so-
cial. En la siguiente sección, buscaremos analizar los determinantes
que explican los promedios de año de vida de los cantones.

LOS DETERMINANTES DEL PROMEDIO DE AÑOS DE VIDA


Si se hace el análisis a nivel subnacional entre el nivel de consumo y
los años promedio de vida, se llega a la misma conclusión que lo que
sucede al observar países a nivel mundial (Deaton, 2017). En efecto,

150
Capítulo 5. La vida humana

haciendo un símil entre pobreza por consumo y años de vida, se pue-


de constatar que aquellos cantones con mayor pobreza en su nivel
de gasto monetario son los territorios que tienen menor promedio de
vida (Gráfico 12).

Gráfico 12. Tasa de mortalidad infantil, 1990-2014

Fuente: Estadísticas vitales y proyección de ECV en el Censo (INEC). Elaboración propia

Si bien en una sociedad capitalista es de esperar la relación señalada,


existen otros condicionantes que influyen en tener mayores años de
vida, como se pudo observar en el análisis de clasificación jerárquica.
Empero, de las variables señaladas, ¿cuáles son los determinantes de
los años promedio de vida en el Ecuador?
El modelo de regresión múltiple evidencia que el tener altos ni-
veles de necesidades básicas insatisfechas (sobre todo, servicios bási-
cos), altos niveles de desigualdad o bajas tasas de asistencia a la edu-
cación superior explican negativamente los años promedios de vida de
la población ecuatoriana.
De las variables laborales, si el municipio es agrícola o tiene po-
blación dedicada a la manufactura, más años de vida tendrá la pobla-
ción. No sucede lo mismo con aquellos cantones en donde predomina
la minería. Si el cantón tiene población que suele trabajar en el sector
minero, este municipio tendrá menores años promedios de vida. No
se puede concluir estadísticamente que la existencia de poblaciones

151
René Ramírez Gallegos

con alta participación pública o privada es un determinante del pro-


medio de edad de vida.
En términos demográficos, parece que el crecimiento poblacional
afecta negativamente a la edad de vida promedio de un determinado
cantón. Quizá esto se debe a la presión que se genera por servicios bási-
cos y públicos, y por la competencia por puestos de trabajo adecuados.
Finalmente, el modelo muestra que el entorno ambiental es una
variable que efectivamente explica la edad promedio de vida de los
ecuatorianos. Aquellos territorios más contaminados y que producen
mayores infecciones respiratorias agudas en la población tienen me-
nores años promedio de vida.

Tabla 3. Coeficientes de la regresión OLS, 2014 (variable dependiente = logaritmo del


promedio de años de vida)

Variables Coeficiente T P>|t|


Variable sociales
NBI -0,060 -1.92 0.057
Gini -0,349 -4.60 0.000
No asistencia a educación superior -0,003 -2.05 0.042
Variables laborales
Población agrícola 0,051 2.50 0.013
Población minera -0,010 -2.00 0.047
Población manufacturera 0,064 4.20 0.000
Población en el Estado 0,019 0.93 0.351
Población en el sector privado 0,029 1.53 0.128
Variables demográficas
Crecimiento poblacional -0,093 -7.47 0.000
Variables ambientales
Infecciones respiratorias -0,005 -1.72 0.088
Constante 4,176 30.46 0.000
(R2= 0,50, N=221)
Fuente: Estadísticas vitales, Censo Poblacional, Censo Económic, varios años. Elaboración propia

En términos de magnitud, las variables que más impactan en tener


más altos años de vida son: vivir en territorios con más bajos niveles
de desigualdad, con menos tasa de crecimiento poblacional y en don-
de predomine el empleo manufacturero.
Si bien muchas decisiones de cómo distribuir el tiempo las toma
cada individuo, en este capítulo se ha demostrado que los años de

152
Capítulo 5. La vida humana

vida también están asociados a factores estructurales. Si bien en una


sociedad capitalista la duración de la vida está asociada a los niveles
de consumo, claramente esta se realiza también en función de otras
variables que configuran la mayor o menor probabilidad de que al na-
cer se tenga más años de vida. El tener infraestructura de servicios bá-
sicos, más altos niveles educativos, menores grados de concentración
del consumo, trabajar en el sector manufacturero o agrícola, no vivir
en un municipio predominantemente minero o vivir en un territorio
ambientalmente sano elevan las probabilidades de que un ciudadano
viva más años.
La civilización pecuniaria que vivimos es inhumana porque el va-
lor se identifica con el dinero. Un primer paso para construir nuevos
sentidos comunes radica en poner el centro de atención en algo tan
“simple” como la vida. A partir de la disputa política por la vida, la si-
guiente disputa es que esta vida sea digna. En este marco, el siguiente
capítulo abordará la calidad de la vida; es decir, la vida buena.

153
Capítulo 6

LA VIDA BUENA

Si bien la primera máxima es garantizar la vida, esta vida no debe


ser de cualquier tipo. La satisfacción de necesidades básicas es lo
que permite garantizar la subsistencia y prolongar la vida. Empero,
siguiendo a la filósofa Martha Nussbaum, los seres humanos a más
de la propia subsistencia (vida), deben gozar de capacidades que
les permitan realizarse como personas dentro de la sociedad; es
decir, tener derecho a gozar de una vida digna de ser vivida. Lo que
hemos sugerido en esta investigación es que tales definiciones las
debe proclamar cada población a través de procesos democráticos.
En el caso del Ecuador, lo digno de la vida ha sido denominado
como “bueno”.
Si bien puede haber disputas interpretativas sobre los criterios
que pueden entrar en la definición de “lo bueno”, resulta importante
defender que dentro de la esfera de análisis propuesta para disputar
un nuevo orden social, el tiempo puede constituir un evaluador de lo
digno o bueno de la vida, en tanto tiempo bien vivido.
En capítulos anteriores, sostuvimos que aquello que marca
la diferencia en la construcción de otros sentidos comunes en la
Constitución de la República alude al tiempo relacional en el que se
genera y disfruta sociedad a través de la interacción con el otro, la
participación democrática, el trabajo emancipador y el tiempo libre
individual no enajenado.

155
René Ramírez Gallegos

Este capítulo aborda el componente de lo bueno de la vida en el


marco de cómo se distribuye el tiempo relacional. El capítulo empieza
haciendo un análisis de la distribución de la totalidad del tiempo de
un ecuatoriano promedio para tener una mirada holística de la vida
y, en este marco, analizar cómo se distribuye el tiempo relacional. A
partir de tal lectura se realiza un perfil de qué ciudadano es el que
tiene más tiempo relacional en la sociedad ecuatoriana. Algo que re-
sulta importante al evaluar el tiempo como unidad de análisis es ver si
este permite la comparabilidad espacial. La siguiente sección aborda
la geografía de la buena vida, es decir, cómo se distribuye el tiempo
relacional en el territorio ecuatoriano. Seguidamente, se presenta el
análisis del tiempo relacional en el contexto de los cambios del uso del
tiempo social sucedidos entre 2007 y 2012: cómo cambia la distribu-
ción del tiempo en el tiempo. De esta forma, se configuran dos pilares
importantes que se deben seguir en un análisis de la socioecología
política de la vida buena: el análisis del uso del tiempo en el tiempo
bien vivido y la espacialidad del mismo. Dentro de esta perspectiva,
se analiza la concentración en la distribución del tiempo. A partir de
tal fotografía, se presenta la evidencia empírica de lo que ha sucedido
en Ecuador en términos de la desigualdad de tiempo relacional en el
tiempo histórico y en el espacio geográfico. Finalmente, el capítulo
presenta una síntesis de las principales conclusiones.

1 LA DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO Y EL TIEMPO RELACIONAL


Un ecuatoriano promedio dedica el 44 % de su tiempo semanal a satis-
facer sus necesidades biológicas, es decir, 73,6 horas a la semana. De
esta cantidad de tiempo, 55 horas están destinadas a dormir (aproxima-
damente 7,8 horas diarias). Por otra parte, un ciudadano ecuatoriano
consagra un 15 % del tiempo a trabajar en lo que se considera mercado
laboral.1 Pero si bien se destinan en promedio 25,2 horas a la sema-
na para el trabajo remunerado,2 existe una diferencia entre hombres y
mujeres. En efecto, mientras que los hombres trabajan 34,5 horas a la
semana, las mujeres trabajan 17,21.3 No obstante, la distribución del

1 En este porcentaje se incluye tanto a empleados como desempleados, como po-


blación económicamente activa.
2 Vale la pena aclarar que este valor comprende toda la población mayor a doce
años. Cuando se toma en cuenta como parte de la PEA únicamente a aquellas perso-
nas que declaran haber trabajado la semana pasada, se puede señalar que en prome-
dio se trabaja 40,4 horas a la semana.
3 Según la PEA empleada, la diferencia entre hombres y mujeres es de 4,8 horas.
Mientras los hombres empleados de la PEA trabajan 42,3 horas, las mujeres trabajan
37,05 horas semanales.

156
Capítulo 6. La vida buena

tiempo cambia cuando se analiza el trabajo en lo que se ha denominado


la economía del cuidado.4 Mientras las mujeres trabajan sin remune-
ración 38,4 horas a la semana, los hombres únicamente emplean 9,9
horas a la semana en el mismo tipo de actividad. Considerando estos
datos podemos señalar que en Ecuador las mujeres son doblemente
explotadas: trabajan casi 11,23 horas más a la semana y la mayor canti-
dad de su tiempo (69 %)5 es no remunerado (ver Anexo 6.1).6
Por otra parte, cabría preguntarse: ¿cuánto tiempo dedica un
ecuatoriano para generar y disfrutar bienes relacionales? En Ecuador,
un ciudadano promedio vive una vida plena aproximadamente 26,73
horas a la semana (sin tomar en cuenta las horas para dormir). Esto
equivale a decir que, el 15,9 % de su vida, un ecuatoriano promedio
disfruta de bienes relacionales. Del total de tiempo relacional mencio-
nado, el 64 % es tiempo libre dedicado a la contemplación y autoco-
nocimiento (17 horas), el 35 % es tiempo consagrado al amor y a la
amistad (9,31 horas), y el 1 % es tiempo dedicado a la participación
pública (0,41 horas). Si bien la participación en actividades para la
contemplación y el autoconocimiento, así como para la sociabilidad,
equivale a alrededor del 90 % del tiempo relacional, preocupa la es-
casa participación en actividades públicas (civiles y políticas). Esto
significa que no solo se participa con poco tiempo, sino que participan
pocas personas: apenas el 7 %.7 Vale señalar que las mujeres tienen
tres horas menos de tiempo relacional que los hombres.
Dado el sistema económico en el que vivimos, el trabajador rara
vez tiene interés en su trabajo, pues ha sido despojado del control del
proceso productivo.8 Es por eso que parte fundamental del análisis del
tiempo relacional consiste en estudiar qué categorías de trabajadores
cuentan con mayor o menor tiempo para la vida plena, y si existe rela-
ción o no con los niveles de exclusión y discriminación social.

4 Se incluye en el tiempo de la economía del cuidado para la reproducción de la


vida las actividades culinarias, el cuidado de niños y niñas, el mantenimiento del
hogar, el cuidado de ropa, el hacer compras, gerenciar el hogar y cuidar a discapaci-
tados.
5 El Instituto Nacional de Estadística y Censos ha estimado que en el Ecuador se
pasa por alto el 15 % del PIB al no tomar en cuenta la economía del cuidado.
6 A lo mencionado es necesario añadir que existe otro nivel de injusticia: si con-
sideramos dos personas con iguales condiciones socioeconómicas, con la única di-
ferencia de que el uno es hombre y la otra mujer, el primero gana 17 % más que la
mujer. Vale anotar que de la brecha salarial existente entre hombres y mujeres, el 61
% es producto de la discriminación de género (ver Ramírez, 2008, p. 177).
7 Peor aún: la participación entre el 2007 y 2012 cayó 3 %.
8 Cabe destacar que el individuo puede tener control de los medios de producción
pero no tener buena vida. Analizaremos más adelante esta temática.

157
René Ramírez Gallegos

La carencia de tiempo relacional se corresponde con los empleos


más explotados y de menor calidad. En efecto, de acuerdo a la cate-
goría de ocupación, las personas que son empleados del Gobierno o
del sector privado son aquellas que gozan de mayor tiempo para llevar
una buena vida. En el otro extremo, el trabajador (no remunerado) del
hogar y las empleadas domésticas son las personas que menos tiempo
relacional tienen. Mientras un empleado privado tiene 25,7 horas de
buena vida a la semana, un trabajador (no remunerado) del hogar solo
tienen 18 horas semanales, respectivamente, es decir casi 7,7 horas
menos a la semana.
Dicha situación está relacionada −entre otras cosas− con la cer-
tidumbre que da el tipo de contrato. Una persona que tiene nombra-
miento (trabajo estable) tiene casi 7,7 horas más de tiempo bien vivido
que una persona que trabaja por jornada. De la misma forma, existe
una diferencia de una hora al comparar un trabajador que goza de
seguridad social frente a otro que carece de protección, a favor del
primero. Claramente, dicha situación está vinculada con ser parte o
no del mercado formal.
El trabajador informal no suele tener seguridad social, gana me-
nor salario y compensa su remuneración con más trabajo no remu-
nerado, lo que resta tiempo para el disfrute de bienes relacionales.
Para muestra un ejemplo: mientras un trabajador informal usa 7,3
horas de su semana para los quehaceres culinarios, un trabajador del
sector formal dedica 4,4 horas/semana. En este marco, un trabajador
del sector formal goza de 4,4 horas más semanales de tiempo para la
buena vida que un trabajador informal. En una sociedad capitalista,
en promedio, el que tiene más ingreso compra el trabajo del otro y le
permite tener más tiempo –a priori− para la buena vida; no obstante,
no es la única variable que interviene en la ecuación. Por otro lado,
no es una sorpresa que los “inactivos” sean el sector económico con
mayor nivel de tiempo relacional, dado que son los jubilados y depen-
dientes de otros miembros de la familia.9 Es clara la evidencia de que
la precariedad en el mercado de trabajo está inversamente relaciona-
da con la capacidad que tienen los ciudadanos de disfrutar de bienes
relacionales.
A la vez, la evidencia empírica revela que, a mayor nivel educati-
vo, se goza de mayor tiempo relacional. En efecto, una persona con es-
tudios de postgrado tiene casi 9,4 horas más de vida plena a la semana
que una persona analfabeta.

9 Los indicador de tipo de nombramiento y contrato fueron tomamos del 2007,


puesto que en la encuesta del 2012 no existe la variable de cruce mencionada.

158
Capítulo 6. La vida buena

Tabla 4. Generación/disfrute de bienes relacionales según categorías socioeconómicas


(población de 12 años y más), 2007-2012

participación Público

participación Público
autoconocimiento

autoconocimiento
Tiempo relacional

Tiempo relacional
Contemplación y

Contemplación y
Actividades de

Actividades de
Sociabilidad

Sociabilidad
2007 2012
Categoría de ocupación
Empleado público 17,3 12,3 4,6 29,4 15,6 9,0 4,9 24,1
Empleado privado 16,4 11,0 5,2 26,8 15,4 9,1 4,5 23,9
Tercerizado 13,9 11,3 2,9 24,5
Jornalero o peón 13,4 10,0 6,3 22,2 13,7 8,2 4,8 21,0
Patrono 16,1 11,7 4,7 27,2 17,4 9,9 5,4 26,5
Cuentapropista 14,4 10,2 6,0 23,8 14,0 8,6 5,3 21,9
Trabajador (no
13,4 9,6 6,0 21,9 12,8 8,1 5,6 20,3
remunerado) del hogar
Empleada doméstica 13,6 10,0 4,1 22,9 12,7 8,1 4,3 20,3
Tipo de contrato
nombramiento 17,1 12,0 4,6 29,1
contrato permanente
/ indefinido / estable o 15,8 10,9 4,2 26,1
de planta
contrato temporal,
15,3 10,5 5,1 25,0
ocasional o eventual
por obra, a destajo 14,7 10,7 7,0 25,0
por horas 15,1 10,4 7,0 24,8
por jornal 13,1 9,7 5,5 21,4
Seguridad social
Con seguro social 16,7 11,5 5,7 27,9 16,7 9,4 4,6 25,5
Sin seguro social 16,7 11,0 5,4 26,8 16,2 8,9 5,8 24,3
Sector
Inactivos 19,2 12,0 5,5 30,3
Sector formal 16,5 11,5 4,8 27,5
Sector informal 14,0 10,0 5,9 23,0
Autoidentificación étnica
Indígena 11,3 9,5 7,2 19,6 11,6 8,4 6,0 18,8
Afro 18,9 11,6 4,5 29,5 15,2 9,3 4,9 23,5
Meztizo 16,7 11,3 5,4 27,2 16,7 9,2 5,5 25,3
Otros 18,8 10,8 5,2 28,8 16,9 8,0 5,1 24,4

159
René Ramírez Gallegos

participación Público

participación Público
autoconocimiento

autoconocimiento
Tiempo relacional

Tiempo relacional
Contemplación y

Contemplación y
Actividades de

Actividades de
Sociabilidad

Sociabilidad
Nivel educativo
Analfabeto/Ninguno 12,2 9,8 6,9 20,6 12,0 8,2 5,3 18,8
Educación básica 15,5 10,5 5,8 25,1 15,4 8,5 5,6 23,2
Educación media 18,2 11,5 5,0 29,0 17,2 9,6 5,4 26,3
Superior no
17,5 13,3 6,4 31,3 18,9 11,1 6,4 29,6
universitaria
Superior universitaria 19,9 13,2 4,9 32,9 19,7 10,3 5,0 29,6
Postgrado 22,5 15,5 4,1 38,9 18,0 9,2 4,3 27,0
Estado civil
casado(a) 14,9 11,5 5,8 26,0 14,6 9,3 6,1 23,6
separado(a) 16,1 10,0 5,9 25,2 16,3 8,4 5,7 24,0
divorciado(a) 19,3 11,8 7,0 30,9 16,8 8,9 5,6 25,1
viudo(a) 17,2 10,7 6,5 26,5 16,3 8,5 5,1 23,5
uniòn libre 14,7 10,5 4,8 24,3 15,2 8,7 5,1 23,3
soltero(a) 19,1 11,3 4,9 29,4 18,4 9,1 4,6 26,6
Quintiles de ingreso
Quintil 1 12,6 10,3 6,3 21,6 14,5 8,7 5,3 22,2
Quintil 2 15,0 10,0 5,7 24,1 15,3 9,0 5,1 23,5
Quintil 3 16,5 11,1 5,4 26,8 16,0 8,5 6,0 23,9
Quintil 4 17,7 11,1 5,8 28,3 16,4 8,8 5,5 24,7
Quintil 5 19,9 12,7 4,7 32,2 18,7 9,9 5,4 28,1
Necesidades básicas insatisfechas
# NBI = 0 16,6 10,69 0,48 27,78
# NBI = 1 13,45 8,62 0,41 22,47
# NBI = 2 10,27 8 0,55 18,82
# NBI = 3 9,93 8 0,47 18,41
# NBI = 4 9,54 7,8 0,32 17,7
TOTAL PAÍS 16,7 11,1 5,5 27,0 16,4 9,0 5,4 24,7
Nacional 16,7 11,1 5,5 27,0 16,4 9,0 5,4 24,7
Particpación 93% 94% 10% 91% 90% 7%
Fuente: ENEMDU (INEC, 2007, 2012). Elaboración propia

160
Capítulo 6. La vida buena

Al analizar el estado civil, se puede observar que las personas divorcia-


das y las solteras son las que más dedican su tiempo a la generación y
disfrute de bienes relacionales. La Tabla 4 evidencia que los hombres
tienen más tiempo relacional que las mujeres, como consecuencia de
que las mujeres se dedican con mucha mayor frecuencia a trabajos
domésticos no remunerados en el espacio de lo privado. En efecto,
como ejemplo, podemos señalar que las mujeres dedican 12,5 horas
más que los hombres a actividades culinarias. Como se mencionó
anteriormente, esta cantidad de horas se “compensa” semanalmente
con el tiempo promedio que dedica un hombre al trabajo remunera-
do frente a las mujeres, razón por la cual la diferencia no resulta tan
grande cuando analizamos la brecha de buena vida que existe entre
ambos sexos.10

Gráfico 13. Salario (USD/hora) y tiempo relacional (hora/semanal), 2007

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia

10 La brecha es mayor cuando tomamos en cuenta únicamente a la PEA (población


económicamente activa) empleada.

161
René Ramírez Gallegos

Gráfico 14. Salario (USD/hora) y economía del cuidado (hora/semanal), 2007

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia

Finalmente, podemos constatar que aquellas personas que viven


en familias con más necesidades básicas insatisfechas o con me-
nos ingresos son las que poseen menor tiempo relacional.11 Así por
ejemplo, si una persona vive en una familia cuyas necesidades bá-
sicas están satisfechas, tiene en promedio diez horas más de vida
plena que una persona que tiene cuatro o más necesidades básicas
insatisfechas.
Ahora bien, deberíamos preguntarnos cuál es la relación de lo
mencionado con el mundo del trabajo. Claramente, como se puede
apreciar en el Gráfico 14, las personas con mayor salario por hora son
las que tienen mayor tiempo relacional,12 y viceversa. Al analizar las
categorías de la Tabla 4 y estudiar la relación entre lo que se suele de-
nominar productividad laboral y tiempo relacional, se puede observar

11 Analizaremos en la siguiente sección lo señalado.


12 Intencionalmente, hemos colocado salario como sinónimo de productividad la-
boral para llamar la atención sobre cómo la economía crematística construye líneas
discursivas que buscan generar sentidos comunes. Así, los que menos ganan son los
menos productivos.

162
Capítulo 6. La vida buena

que son los indígenas, los analfabetos, los trabajadores por jornada o
peones los que tienen menor ingreso laboral por hora y los que menos
tiempo tienen para vivir una vida plena. En el otro extremo, las perso-
nas que estudiaron postgrado tienen empleo con seguro social y nom-
bramiento, trabajan en el Estado o son patronos, son las personas que
reciben mayor ingreso laboral por hora y que, además, tienen mayor
tiempo relacional semanal.
Adicionalmente, como habíamos señalado, se da una doble ex-
propiación del excedente del trabajo en el mercado laboral. Por una
parte, el trabajador deja su plusvalor −en términos de Marx− en po-
sesión del dueño de los medios de producción, pero, a su vez, este
se lleva el excedente del trabajo de aquella persona que trabaja en el
hogar de una manera no remunerada y que es la que permite que el
trabajo remunerado del otro sea posible. De hecho, como se puede
apreciar en el Gráfico 14, la relación entre trabajo no remunerado y
productividad laboral (salario) es inversa. Como se había señalado,
los trabajadores con mayor salario por hora (individuos con postgra-
do, con nombramiento, patronos y que tienen empleo con seguridad
social) son los que menos tiempo dedican al trabajo no remunerado.
En el otro lado, aquellas personas que tienen “más baja productivi-
dad laboral” son aquellas que más tiempo tienen que dedicar a com-
pensar el salario con trabajo no remunerado. En este último grupo,
se encuentran los analfabetos, las mujeres, los indígenas, las emplea-
das domésticas y los trabajadores por cuenta propia (informales).
Está claro: los que tienen menores salario trabajan más, pero no
necesariamente remuneradamente.
Un tema que resulta importante para el debate público es el cál-
culo del salario por hora. Si suponemos que el trabajo de la mujer
–principalmente− es la materialidad que viabiliza el trabajo asalaria-
do, el “costo” por hora de trabajo se debería calcular sobre el trabajo
total (asalariado y no asalariado). Cuando se realiza tal operatoria,
dimensionamos con mayor claridad el verdadero plusvalor que se
apropia el capitalista. Así, por ejemplo, si tomamos en cuenta exclu-
sivamente el trabajo realizado por hombres, el salario por hora es de
8.45 dólares. Si incluimos al tiempo de trabajo asalariado, el tiempo
dedicado a la economía del cuidado el “costo laboral” sería de 0,875
dólares. En otras palabras, se podría señalar que la explotación, si
se visibiliza y reconoce el tiempo de trabajo en el hogar no remune-
rado (economía del cuidado), es 9,7 veces mayor de lo usualmente
existente. La negociación sindical debería tomar en cuenta el traba-
jo no remunerado del hogar al momento de disputar los incremen-
tos salariales, reconociendo que, sin este, no sería viable el empleo
remunerado.

163
René Ramírez Gallegos

Finalmente, es necesario señalar que una actividad que está


modificando la distribución del tiempo es la digitalidad, mucho
más aún después de la pandemia. La virtualidad es realidad, y ésta
es vida que se expresa en tiempo. Este tiempo antes inexistente
ahora constituye algo no de poca importancia en un día cotidiano.
Actualmente, 8 de cada 10 ecuatorianos usa celular y el 80,5% de
los jóvenes usa redes sociales. Pero, ¿cuánto tiempo se usa internet
y redes sociales en Ecuador? Si bien no se puede hacer un análisis
comparativo del crecimiento de uso de redes sociales dado que no
era tomado en cuenta en encuestas anteriores porque no era un
fenómeno social, el día de hoy es una actividad ampliamente va-
lorada por el ecuatoriano promedio, que en su mayoría es sobre
todo joven. En efecto, las personas que usan redes sociales en pro-
medio dedican 21 horas de su tiempo a la semana a interactuar en
el ciberespacio. Si tomamos como referencia toda la población, el
promedio semanal dedicado al uso de internet y redes sociales es
de 5,9 horas.

USO DEL TIEMPO DE LA POBLACIÓN INDÍGENA


Si bien en esta investigación, como se señaló, no se trata la cosmo-
visión que tiene el mundo indígena sobre el tiempo, porque aquello
requeriría otra investigación específica,13 no se debe dejar de apun-
tar las diferencias que existen al comparar el mundo indígena con
el no indígena de acuerdo con la metodología presentada en esta
investigación.

13 A pesar de lo señalado, en el capítulo sobre la “temporalidad del espacio” se dis-


cutirá la cosmovisión andina indígena de la relación espacio-tiempo.

164
Capítulo 6. La vida buena

Tabla 5. Distribución del tiempo semanal entre población indígena y no indígena, 2007-2012

2007 2012
(población de 12 años y más) (población de 12 años y más)
  Diferencia Diferencia
No (No No (No
Indígenas Indígenas
indígenas indígena - indígenas indígena -
Indígena) Indígena)
Necesidades
69,6 68,2 -1,4 65,4 64,2 -1,2
personales

Trabajo 28,9 24,6 -4,4 23,2 20,7 -2,4

Contemplación y
autoconocimiento
9,4 15,9 6,6 9,6 15,2 5,6
(tiempo libre
emancipador)

Tiempo comprometido 9,7 10,8 1,1 14,2 12,0 -2,3

Sociabilidad 8,4 10,6 2,2 7,2 8,2 0,9

Actividades culinarias 10,2 8,5 -1,7 8,9 7,7 -1,2

Cuidado niños/as 5,6 4,8 -0,8 4,9 4,3 -0,6

Mantenimiento del
4,3 4,3 0,0 3,8 3,6 -0,2
hogar

Cuidado de ropa 3,5 3,5 0,0 2,5 2,6 0,1

Compras 1,4 1,6 0,2 1,3 1,2 -0,1

Gerencia del hogar 1,6 1,6 0,1 2,2 1,9 -0,4

Autoconsumo 5,5 1,2 -4,3 4,3 1,0 -3,4

Actividades de
1,0 ,5 -0,5 ,6 ,3 -0,2
participación Público

Construcción vivienda ,3 ,3 0,0 ,1 ,1 0,1

Cuidado
,2 ,3 0,1 ,5 ,5 0,0
discapacitados

Enfermedad 2,3 1,3 -1,0 1,2 1,0 -0,2


De los que se 23,1 14,8 8,3 18,5 11,6 6,9
enferman

Otras actividades ,5 ,5 0,0 ,5 ,5 0,0

Tiempo relacional 18,8 27,0 8,2 17,4 23,7 6,3


Fuente: ENEMDU (INEC, 2007, 2012). Elaboración propia

165
René Ramírez Gallegos

Desde otra arista, al considerar el tiempo dedicado al buen vivir según


la autoidentificación étnica podemos observar algo que no llama la
atención: los que se autodefinen como blancos y mestizos tienen casi
6,3 horas más de tiempo relacional que los indígenas.14 De estas horas,
el 88,8 % se debe a la diferencia existente en el tiempo libre que tienen
los indígenas frente a los no indígenas.
Queda claro también al analizar ambos grupos poblacionales que
los indígenas dedican más tiempo a trabajar, tanto remuneradamente
como no. En efecto, debido a la explotación laboral que viven los indí-
genas, quienes reciben la mitad de ingreso per cápita que un mestizo,
su forma principal de compensar la diferencia salarial es a través de
dedicar más tiempo a la economía del cuidado. Más allá del compo-
nente cultural, no es menor señalar que el tiempo dedicado a la pro-
ducción para el autoconsumo resulta significativamente mayor en los
indígenas frente al resto de la población.
A su vez, un tema que da cuenta del menor buen vivir de los indí-
genas se evidencia cuando se analiza el tiempo que permanece enfer-
mo un indígena frente a un no indígena. Si bien, a primera vista, pa-
recería que un indígena se enferma doce minutos más que el resto de
la población, si analizamos el tiempo de enfermedad dentro del grupo
que se enfermó, el panorama evidencia menor calidad de vida por par-
te de los indígenas. En efecto, de las personas enfermas, mientras los
indígenas dedican 18,5 horas para cuidar su salud, los no indígenas
dedican 11,6 horas a la semana. En otras palabras, de una semana
completa, los indígenas pasan enfermos casi siete horas más que los
no indígenas. Claramente el tiempo de enfermedad es un termómetro
de las condiciones de vida de una población.
En suma, si partimos del hecho de que el tiempo es limitado y
no “retornable”, se puede evidenciar que la expropiación del tiempo
está vinculada al funcionamiento de la propia sociedad, concreta-
mente a la precariedad del mercado laboral, la discriminación, el
patriarcado y las condiciones materiales de vida. El nivel de explota-
ción de una sociedad no se mide únicamente en dinero, sino que se
evidencia, sobre todo, en el tiempo que se tiene para la reproducción
de la vida y la emancipación social y personal; es decir, el tiempo
que se tiene para vivir una vida plena. Como se ha podido demostrar
claramente, la estratificación y exclusión social que tiene el país, la
heterogeneidad del mercado de trabajo y la discriminación étnica
configuran las condiciones que acaban por determinar el nivel de ex-
propiación del tiempo que debería estar destinado al florecimiento.

14 Los afroecuatorianos tienen en promedio 1,8 horas menos de tiempo relacional


que los mestizos.

166
Capítulo 6. La vida buena

La conclusión es evidente: los individuos más excluidos socialmente


(mujeres, trabajadores precarizados, analfabetos, pobres, etc.) y dis-
criminados étnicamente son los que menos tiempo tienen para vivir
una vida digna y plena.

2. LA GEOGRAFÍA DE LA VIDA BUENA


Uno de los temas fundamentales en el marco de lo que hemos presen-
tado en la investigación es la necesidad de evaluar el tiempo en su di-
mensión espacial: la geografía del tiempo. Como vimos en el capítulo
anterior, claramente existen brechas marcadas a nivel territorial cuan-
do se analiza la vida (edad promedio de un territorio). De la misma
forma, como se aprecia en los mapas abajo presentados, existen claras
diferencias espaciales cuando analizamos la vida buena.

Mapa 2. Tiempo relacional según provincias (horas semanales), 2007-2012

Año 2007 Año 2012

Mapa 3. Variación del tiempo relacional, 2007-2012

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007, 2012). Elaboración propia

167
René Ramírez Gallegos

En Ecuador, hoy en día los territorios con mayor tiempo relacional


son las provincias que pertenecen a la región Costa. En efecto, de las
cinco provincias con mayor tiempo relacional, cuatro pertenecen a la
Costa. En el lado contrario, de las diez provincias con menor tiem-
po relacional, una, Esmeraldas, pertenece a la Costa ecuatoriana. La
Sierra central y la Amazonía, poblaciones que son las más rezagadas
en términos de bienestar económico (de acuerdo con las necesidades
básicas satisfechas o ingreso) y con mayor población indígena, clara-
mente evidencian el menor tiempo para la vida buena.
Tomando en cuenta las ciudades más importantes en términos
poblacionales y provincias del Ecuador, Cuenca es el territorio con
mayor tiempo para la buena vida. En el lado contrario, los habitantes
de Bolívar son los que tienen menos tiempo relacional. La diferencia
no es menor. Entre ambos territorios señalados, la diferencia de tiem-
po para la vida buena es de 10,85 horas a favor de los ciudadanos que
viven en el Austro ecuatoriano.
Es importante señalar, no obstante, que al ver los cambios a nivel
provincial, destacamos que, justamente, son las provincias de la Sierra
central las que más han visto crecer en el período analizado (2007-2012)
el tiempo que pueden dedicar a la vida buena. En efecto, las provincias
con mayor cambio positivo son: Cotopaxi y Cañar, que incrementaron
en 4,56 y 3,54 horas su tiempo relacional, respectivamente. En el lado
opuesto, los territorios que –incluso− ven reducir su tiempo para la
buena vida se encuentran en el noroccidente del país: Quito, capital de
la República (8 horas menos), Esmeraldas (5 horas menos), Pichincha
(5,73 horas menos) e Imbabura (3,95 horas menos).

3. EL TIEMPO RELACIONAL EN EL TIEMPO


Para analizar si el tiempo relacional puede ser una buena unidad de medi-
da social, se debe analizar si es comparable a lo largo del tiempo de vida.
Si bien podríamos analizar únicamente el tiempo relacional, sostenemos
que este no se puede leer al margen de lo que sucede en los otros ámbitos
de la vida. En consonancia con ello, el análisis de la socioecología política
de la vida buena examina las veinticuatro horas del día, y no únicamente
el tiempo dedicado al trabajo y el consumo. De hecho, en Ecuador, de las
personas que trabajan formalmente, el promedio de horas diarias que
dedican al consumo o al trabajo es siete horas.15 Desde esta perspectiva,
el marco de análisis de la economía crematística no se enfoca ni en la
tercera parte de la vida cotidiana de un ecuatoriano promedio.

15 Si se considera a toda la población, incluyendo a los que trabajan y no trabajan,


el tiempo de producción y compra mercantil de la sociedad ecuatoriana es de cuatro
horas diarias.

168
Capítulo 6. La vida buena

En términos agregados, al analizar el tiempo relacional, podemos


visualizar que en el período estudiado se redujo en 2,3 horas. Tal situa-
ción no es irrelevante si examinamos desde una perspectiva agregada.
Socialmente, se puede señalar que en el período abordado se redujeron
casi treinta y tres millones de horas dedicadas a la vida buena: es decir,
6,6 millones de horas anuales menos que la población ecuatoriana de-
dicó a la socialización, democracia, participación pública, ocio/trabajo
emancipador. Si bien hubo un crecimiento en los años de vida promedio,
hubo un decrecimiento en la calidad de la vida (lo bueno de la vida).

Gráfico 15. Cambio en el uso del tiempo según sexo, 2007-2012

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007, 2012). Elaboración propia

¿Qué otros cambios sustanciales hubo entre 2007 y 2012? Además de


la caída en el tiempo para la sociabilidad (tiempo dedicado a amigos,
a la familia, a la pareja), se evidencian cuatro cambios importantes: 1.
se produce un crecimiento del tiempo comprometido principalmente
para movilizarse de un lugar a otro (sobre todo al trabajo y escuela) y
para estudiar;16 2. aumenta también el tiempo dedicado a las necesi-
dades personales, sobre todo de los hombres para dormir; 3. se reduce
el promedio de trabajo remunerado semanal;17 4. decrece el tiempo
dedicado a la economía del cuidado, sobre todo para los hombres.
En suma, hubo un cambio de comportamiento en aproximadamente

16 Se incrementa el tiempo de asistir a la escuela al pasar de 5.26 horas a 7 horas a


la semana en el período analizado.
17 La evolución del tiempo de trabajo en los últimos veinticinco años será analizada
más adelante.

169
René Ramírez Gallegos

cuatro horas a la semana, ya sea para dedicar más tiempo a una acti-
vidad, ya sea para reducir su disposición por realizar otras.
No es extraño que Quito, la ciudad capital, sea una de las ciudades
en que más decrece el tiempo para la buena vida. En gran parte, esto
es consecuencia de que, con la mejora de los estándares de bienestar
económico, hubo un incremento importante del patio automotriz pri-
vado. Tal situación aumenta las dificultades para movilizarse de un
lugar a otro, sobre todo como consecuencia del aumento del tráfico y
de falta de transporte público adecuado. La privatización del espacio
público tiene impactos −en este caso− en el tiempo para la vida buena.

4. DESIGUALDAD Y CONCENTRACIÓN DEL BUEN VIVIR


La economía neoclásica, amparada muchas veces en marcos concep-
tuales liberales, pone el énfasis en la igualación de oportunidades (bie-
nes primarios, recursos o capacidades). En este contexto, lo impor-
tante es la equidad en el acceso al bien primario, recurso, capacidad
priorizada; pero dado el transcurrir inexorable del tiempo, la equidad
no lleva necesariamente a reducir las distancias sociales ni permi-
te por sí misma construir espacios de encuentro común (Ramírez y
Minteguiaga, 2009).
La socioecología política del buen vivir tiene como referente la
vida buena; no se fundamenta únicamente en el individuo, sino tam-
bién en la construcción de sociedad. La igualación de mínimos de
subsistencia no permite necesariamente generar comunión social.
¿Cuánta distancia separa a las personas de una comunidad política y
cuán concentrado está su encuentro? La recuperación de lo público y
de la igualdad en relación con un otro/a adquiere importancia frente a
la mirada privada e individual de la economía neoclásica.
La “coincidencia/coordinación” de tiempo de ciudadanos o acto-
res sociales es quizá uno de los objetivos de la socioecología política
del buen vivir; es decir, el encuentro. No puede haber democracia sin
diálogo, ni amistad sin “el otro y la otra”, y no hay diálogo si no hay
encuentro. La generación y disfrute de bienes relacionales no es viable
si no se da esa coincidencia de tiempo. Dicho encuentro tiene barreras
si la sociedad tiene altos niveles de concentración de tiempo relacional.
Con estos antecedentes, podríamos señalar que tan importante
como evaluar la diferencia de ingresos o capacidades que existe en
una sociedad es observar la brecha que existe en la distribución social
de bienes relacionales.
Al igual que se suele dividir el ingreso en “n-tiles” (percentiles,
quintiles o deciles) para comparar los más ricos con los más pobres,
la economía del buen vivir puede considerar también los “n-tiles” de
tiempo bien vivido para comparar a aquellas personas que viven a

170
Capítulo 6. La vida buena

plenitud frente a aquellas que llevan una vida alienada. De la misma


forma, este cálculo permite analizar el nivel de desigualdad y concen-
tración que existe en una sociedad en la generación y uso de tiempo
relacional. Altos niveles de concentración implicarían que una socie-
dad tiene menos probabilidades de producir sociabilidad, de construir
esfera pública (espacios de encuentro común), democracia, y de gene-
rar proyectos compartidos.

Gráfico 16. Curva de Lorenz del tiempo relacional, 2012

Fuente: ENEMDU (INEC, 2012). Elaboración propia

Como se puede observar, el 20 % con más tiempo bien vivido (más


“rico” de tiempo) en el Ecuador concentra el 39,4 % del total de tiem-
po relacional que tiene la sociedad ecuatoriana. En el otro extremo, el
20 % con menos tiempo vivido a plenitud (más “pobre”) goza de ape-
nas el 5 % del total de tiempo relacional que genera la sociedad en un
año. El coeficiente de Gini de la curva de Lorenz del tiempo relacional
es 0,32.18 Dado que el tiempo no es infinito y no se puede imprimir

18 Debemos recordar que el coeficiente de Gini es una medida que permite evaluar
el nivel de concentración de una variable específica en una sociedad. Si el coeficiente
se acerca a 1, hay mayor concentración (una persona se apropia de la totalidad de los
ingresos, gastos, tiempo, etcétera), en tanto que, si es 0, se supone que hay equidis-
tribución. Asimismo, recordemos que, para el mismo año, el coeficiente de Gini del

171
René Ramírez Gallegos

billetes como en la economía monetaria, el coeficiente de Gini resulta


ser extremadamente alto. En efecto, la desigualdad en la generación
y uso de tiempo relacional se evidencia más si analizamos los com-
ponentes que lo conforman y si dividimos a la sociedad en deciles de
tiempo dedicado a la “buena vida”.

Tabla 6. Horas de tiempo bien vivido según deciles de tiempo relacional, 2012

Tiempo de
contemplación o Tiempo para la Tiempo público/ Tiempo
  autoconocimiento sociabilidad político relacional
10% más pobre 0,75 0,80 0,02 1,56
20 5,08 3,82 0,11 9,02
30 8,40 5,22 0,16 13,78
40 11,28 6,35 0,20 17,83
50 13,89 7,60 0,28 21,76
60 16,77 8,58 0,38 25,73
70 20,07 9,72 0,34 30,13
80 23,30 11,59 0,51 35,40
90 28,10 13,97 0,52 42,58
10% más rico 37,55 20,69 0,96 59,19
Promedio 17,01 9,30 0,40 26,70
10% más rico / 10%
más pobre (veces) 50,23 25,94 50,48 37,94
Diferencia (horas) 36,80 19,89 0,94 57,63
Fuente: ENEMDU (INEC, 2012). Elaboración propia

Como se puede apreciar en la Tabla 6, el 10 % más rico en tiempo rela-


cional tiene por semana 57,6 horas más de tiempo bien vivido que el 10
% más pobre; es decir, 26,7 veces más. Si analizamos el tiempo para la
contemplación y autoconocimiento, los niveles de desigualdad resultan
igualmente significativos. El decil con mayor tiempo relacional dedica
50,2 veces más tiempo al arte, al deporte, a la meditación, al esparcimien-
to, a la práctica de instrumentos musicales, al disfrute de la naturaleza,
a la reflexión, etcétera, que el decil más pobre en cuanto a tiempo rela-
cional. Esta brecha entre los extremos mencionados (decil 10/decil 1) es
de 25,9 veces y de 50,5 veces si analizamos la generación y disfrute de
tiempo social o tiempo para la participación pública, respectivamente.

ingreso per cápita fue de 0,488.

172
Capítulo 6. La vida buena

5. LA VIDA BUENA: LA DESIGUALDAD EN EL TIEMPO Y EN EL ESPACIO


En el período analizado, ¿se ha distribuido más equitativamente el
tiempo relacional en la sociedad ecuatoriana? En términos individua-
les, podemos señalar −sin ambigüedades− que se ha desconcentrado
el tiempo relacional. Es decir, ha mejorado su distribución, como se
puede observar en el curva de Lorenz. En efecto, si comparamos el
coeficiente de Gini, podemos observar que este se reduce del 0,34 al
0,32, lo que evidencia que la desigualdad en la concentración de tiem-
po relacional mejoró.

Gráfico 17. Curva de Lorenz del tiempo relacional, 2007 y 2012

Fuente: ENEMDU ( INEC, 2007, 2012). Elaboración propia

Si analizamos geográficamente si la buena vida en términos espaciales


también se distribuyó más equitativamente, podemos afirmar que se
ha dado una convergencia espacial entre territorios. En otras palabras,
puede aseverarse que la tasa de crecimiento de aquellos territorios que
se encontraban en peor situación con respecto a tener tiempo para la
vida buena es mayor que la de aquellos que se encontraban mejor en
el 2007 (año base). No obstante, existen territorios que, aunque se en-
contraban bien en el 2007, no solo que no han aumentado su tiempo
relacional al comparar con el 2012, sino que lo han visto decrecer. Estos
territorios son: Quito, Pichincha, Esmeraldas, Imbabura y Carchi.
¿Qué sucedió con el tiempo relacional si comparamos deciles
de pobreza de ingreso? Como se puede observar en el gráfico 18,

173
René Ramírez Gallegos

en el 40 % más pobre de ingreso aumentó el tiempo para la buena


vida. En el otro lado de la moneda, del decil 5 al 9, el tiempo para la
buena vida se redujo del 2007 al 2012. Únicamente en el 10 % más
rico se vuelve a contemplar otra vez un incremento del tiempo rela-
cional entre los dos años analizados.19 Incluso, es interesante saber
que, en términos de deseo, la tendencia se mantiene. En efecto, de
acuerdo al tiempo libre que se tiene el día de hoy, mientras el 31 %
de la población que pertenece al quintil más rico afirma que desearía
más tiempo para el ocio frente a incrementar su ingreso, en el otro
extremo, el 25,6 % del quintil más pobre tiene tal deseo al comparar
la diada ocio/ingreso.

Gráfico 18. Tiempo relacional según deciles de ingreso, 2007-2012

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007, 2012). Elaboración propia

Podría esbozarse como hipótesis a ser investigada que la “parado-


ja entre bienestar objetivo y malestar subjetivo” (Ramírez, 2017)
–esto es, sentirse infeliz a pesar de haber mejorado significativa-
mente el bienestar objetivo− que ha sucedido en Ecuador en la cla-
se media puede estar asociada a la pérdida de tiempo bien vivido
de este grupo económico; paradoja que no acontece en los estratos
más pobres. 20

19 Resulta interesante conocer que cuando relacionamos estrato económico y tiem-


po para la buena vida en Alemania (con la misma metodología aquí propuesta) su-
cede lo inverso que en el caso ecuatoriano: mientras mayor es el nivel económico,
menos tiempo se dedica a la vida buena (ver detalle en Ramírez et al., 2019).
20 Siguiendo a Veblen, se podría señalar como hipótesis que la “paradoja del bienes-

174
Capítulo 6. La vida buena

6 RESULTADOS ECONOMÉTRICOS: DETERMINANTES DE LA BUENA


VIDA21
Para analizar cuáles son las variables que constituyen el buen vivir de
las personas, se realizó un modelo econométrico que tiene como va-
riable dependiente el tiempo relacional, como variables independien-
tes el ingreso y el tiempo de trabajo remunerado y no remunerado, e
incluye también variables socioeconómicas y demográficas (medidas
en logaritmos), siguiendo la siguiente función:

tbr = ƒ (tsn' Z)

Empíricamente, se pueden utilizar dos especificaciones: a) de acuer-


do a la participación en actividades para producir y consumir bienes
relacionales, b) según el tiempo que dedica cada persona a la genera-
ción de bienes relacionales. En el presente trabajo, solo se tomará en
cuenta la segunda especificación por ser una variable continua y por
la riqueza que conlleva tal situación. Dicho modelo se expresará en lo-
garitmos. En este sentido, la desagregación específica del modelo del
tiempo para la generación de bienes relacionales queda como sigue:

ln tbr = c0 + B1 ln tsn + B2 ln Yi + B2Zi + εi


i ij

En tal ecuación, tbr es el tiempo que el individuo i dedica a la genera-


ción de bienes relacionales, tsnij es el tiempo consagrado a la actividad
j a lo largo de un período dado de tiempo, Yi es el ingreso (laboral y no
laboral), Zi son las variables sociodemográficas del individuo i, y εi es
el margen de error.
Las estimaciones muestran claramente que el ingreso laboral tie-
ne un impacto significativo, pero no tan grande como otras variables,
en el tiempo dedicado a la producción y consumo de bienes relacio-
nales. Si se da un incremento del 100 % en el ingreso salarial, el tiem-
po relacional aumenta alrededor del 9 %, ceteris paribus. Si bien la
variable ingreso laboral no tiene un impacto tan grande, la variable
que sí determina negativamente el tiempo que un ecuatoriano dedica
a vivir a plenitud es el tiempo que ha utilizado en trabajar remunera-
damente, como era de esperarse. En efecto, dado un incremento del

tar objetivo y malestar subjetivo” tiene que ver con los procesos de “emulación pecu-
niaria” de la clase media a la “clase ociosa” (Veblen, 2010). Para un análisis empírico
que hace alusión a lo señalado, ver Bowles y Park, 2005.
21 Por ser una encuesta con mayores categorías de análisis, se estudiará los deter-
minantes de la buena vida en la ENENDHUR, 2007. Para analizar los coeficientes del
modelo ver Anexo 6.2.

175
René Ramírez Gallegos

10 % en las horas de trabajo, el tiempo dedicado a disfrutar bienes re-


lacionales cae un 1,5 %, manteniéndose constantes las otras variables.
Lo señalado puede apreciarse en el ciclo de vida de los ecuatorianos
al observar la relación existente entre el tiempo dedicado al trabajo y
el tiempo relacional de acuerdo con la edad del ciudadano. Como se
puede ver en el Gráfico 19, mientras la curva de las horas de trabajo
semanal remunerado es convexa (forma de una “U” invertida), la cur-
va del tiempo relacional es cóncava (con forma de “U”), según el ciclo
promedio de vida de un ciudadano ecuatoriano. Esto quiere decir que
los momentos con mayor tiempo relacional son cuando la población
es joven y cuando es adulta mayor, y −en su defecto− en la población
comprendida entre aproximadamente los veinte y sesenta años, que es
cuando las personas se dedican más horas a la semana al trabajo, el
tiempo relacional es el menor a lo largo de la vida.

Gráfico 19. Tiempo dedicado al trabajo y la generación y disfrute de bienes relacionales por
semana según edad de la población, 2012

Fuente: ENENDHUR, 2012. Elaboración propia

Resulta interesante observar, a partir de este modelo econométrico,


que si bien las horas dedicadas al trabajo remunerado van en detri-
mento del tiempo relacional, sucede todo lo contrario con las horas
dedicadas al trabajo no remunerado. Igualmente significativo a nivel
estadístico es el hecho de que si se duplica el trabajo no remunerado,

176
Capítulo 6. La vida buena

el tiempo dedicado a producir relaciones sociales aumenta en un


10 %. Quizá se podría especular que el trabajo remunerado obedece a
una lógica mercantil e individualista, tal cual ha sido conformada la
sociedad. En el lado opuesto, las personas que dedican más tiempo a
la economía del cuidado tendrían otro comportamiento, que no se ha
impregnado de una lógica de mercado, y entonces sienten la necesi-
dad de relacionarse con otros y de disfrutar de variados ámbitos de la
vida que no tienen “precio”.
Debemos recordar que, como habíamos señalado, estamos ha-
blando de dos formas diferentes de civilización. En la economía neo-
clásica, el mundo ideal es aquel en que la vida está dedicada a produ-
cir o consumir, y el trabajo no remunerado es igual a cero, en virtud
de que todas las actividades se realizan en el mercado. En la economía
del buen vivir, el mundo de la vida se reproduce en el autoconoci-
miento para un otro (incluyendo a la naturaleza), y en la generación y
disfrute de la esencia gregaria propia del ser humano.22
Por otra parte, claramente se evidencia que, a mayor nivel edu-
cativo, mayor tiempo dedica el individuo a la vida plena, es decir, a
la contemplación y a la (re)producción de sociedad. La educación no
solo desempeña un papel en el autoconocimiento personal, en el ma-
yor disfrute de la contemplación, sino que sirve también para produ-
cir una sociedad de mayor calidad. La democracia, la participación
pública, la participación colectiva, es de mayor calidad a medida que
una comunidad política alcanza mayores niveles de educación, siem-
pre y cuando esta educación no sea alienante.
Al mismo tiempo, sucede que, en términos demográficos a nivel
agregado, el hecho de contar con una mayor cantidad de miembros
en el hogar no tiene significancia estadística en cuanto a destinar más
tiempo para actividades para la producción y disfrute de bienes rela-
cionales. No obstante, para las mujeres, una mayor cantidad de miem-
bros en el hogar sí implica un menor tiempo para la vida relacional,
manteniéndose constantes las otras variables. Por otra parte, se puede
observar que la edad tiene un impacto significativo sobre el tiempo
destinado por las mujeres a la vida plena (con la forma del Gráfico 19).
Dicho análisis −en términos de significancia estadística− no se aplica
a los hombres, para quienes la edad no tiene un impacto significativo
sobre la variable explicada.

22 En este punto, no debería sorprendernos que al modelar y separar entre hombres


y mujeres observemos que la variable horas de trabajo remunerado tenga un efecto
mayor negativo en los hombres (βhombre = -0,20, βmujer = -0,14), y que la variable
trabajo no remunerado tenga un efecto más grande positivo en las mujeres (βhombre
= 0,11, βmujer = 0,13). Ver detalle en Ramírez, 2019.

177
René Ramírez Gallegos

Si analizamos la variable etnia, notamos que los indígenas tienen


menos tiempo para la vida buena. En efecto, debido a sus condiciones
materiales y su relación de dependencia laboral, semanalmente los
indígenas trabajan 4,51 horas más y dedican 3 horas más al trabajo
no remunerado, en comparación con los ciudadanos no indígenas. La
situación es más complicada para las mujeres indígenas, quienes de-
dican semanalmente casi 19,5 horas más que los hombres indígenas a
realizar trabajo no remunerado. Es por esta razón que el hecho de ser
mujer indígena tiene un impacto negativo más fuerte sobre el tiempo
relacional que el hecho de ser un indígena hombre.
Lo mencionado anteriormente se corrobora al analizar el número
de necesidades básicas insatisfechas (NBI). Claramente se evidencia
que, a mayor nivel de NBI, menor tiempo tiene el ciudadano para pro-
ducir y consumir bienes relacionales.
Finalmente, el modelo muestra que el tiempo dedicado a la vida
plena está asociado con la calidad del empleo. En efecto, si una per-
sona trabaja foralmente en el sector público, aumenta la posibilidad
de que dedique más tiempo a vivir a plenitud. Lo mismo sucede en
el caso de los hombres asalariados del sector privado.23 En la misma
línea, el trabajador que no tiene seguridad social dedica, por sus cir-
cunstancias, menos tiempo a la buena vida, y la situación se agrava en
el caso de las mujeres.

23 En el caso de las mujeres, trabajar formalmente en el sector público o privado


no tiene impacto sobre el tiempo dedicado a la generación de bienes relacionales (no
tiene significancia estadística). Dicha situación laboral incluso constituye una carga
adicional, puesto que igualmente dedican mucho de su tiempo al trabajo no remune-
rado.

178
Capítulo 7

LA TEMPORALIDAD DEL ESPACIO

El tiempo es vida (Heidegger, 2008); y la naturaleza (ecosistemas) se


estructura también de vida (Curtis, Barnes y Schnek, 2008; Ghazoul y
Sheil, 2010; Odum, 1997; Odum y Barrett, 2006; Odum, 1971). No solo
aquello, apoyado en en la cosmovisión indígena sobre la Pachamama
(pilar fundamental en el pacto de convivencia de la Constitución de
la República del 2008), en la cual espacio y tiempo son indisociables,
este capítulo analizará la relación tiempo y naturaleza/espacio.
La economía ecológica o ecología política son disciplinas que han
cuestionado la economía crematística. A pesar de lo mencionado, el
análisis de la naturaleza se ha asociado, sobre todo, a su dimensión
espacial, estudiando el nexo entre agua, energía y alimento. Siguiendo
a Georgescu-Roegen y su propuesta de análisis de metabolismo social,
para estudiar los ecosistemas se puede dividir a los mismos entre flu-
jo, stock y fondo (Georgescu-Roegen, 1971, 1976). El flujo es lo que
cambia, lo que se consume en el proceso metabólico. El stock es el
acumulado de flujos que puede reducirse o crecer. El fondo es lo que
permanece inalterado, constante, no se modifica. En los análisis de
metabolismo social y economía ecológica, el tiempo suele entrar como
fondo, como variable que permanece inalterada (Giampietro, Mayumi
y Sorman, 2012). Al ser el tiempo fondo en el análisis, se puede señalar
que, igual que lo que acontece en el análisis del tiempo en la sociedad,
en los estudios sobre los ecosistemas y la biodiversidad, este ha jugado

179
René Ramírez Gallegos

sobre todo el rol de “denominador”. Así, por ejemplo, es usual analizar


el consumo kilocalórico por día, los litros de agua por hora, especies
en peligro de extinción por año, la biomasa de basura producida por
segundo. No obstante, no es frecuente que el tiempo entre en el centro
del análisis disciplinario señalado como flujo o stock; es decir, que sea
analizado no como divisor, sino como numerador.
En la propuesta central de esta investigación, se ha planteado, de
hecho, que el valor está en la vida y que el sistema histórico económi-
co-productivo de la civilización actual ha buscado valorar, sobre todo,
la aceleración, la velocidad en el marco de la acumulación de capital.
No es fortuito en esta perspectiva que el centro del análisis económico
del mainstream, e incluso en la mayoría de investigaciones ecológicas,
sea la productividad y/o la eficiencia al estudiar los sistemas producti-
vos o el metabolismo social de un territorio específico.
Así como en la esfera humana, en la no humana o de la naturaleza
se propone poner en el centro del debate a la vida a través del tiempo.
Es importante acotar que lo biofísico de la naturaleza es relevante
en tanto garantiza la reproductividad, prolongación (extensión) y la
calidad de la vida humana y no humana. Podríamos señalar hipotéti-
camente que de no existir vida humana o vida en la naturaleza el valor
del agua, el aire y la tierra tenderían a cero.
Bajo la perspectiva del análisis del metabolismo social, podría-
mos afirmar que la vida (el tiempo) es stock y fondo, pero también es
flujo. En efecto, la naturaleza o la vida no humana de la naturaleza
también pueden ser analizadas en tanto stock, así como se pueden
valorar los ecosistemas y sociedades en tanto pérdida o ganancia de
stock de vida (tiempo). A su vez, también el tiempo debe ser estudiado
en tanto flujo, porque la vida se consume durante el proceso metabó-
lico, razón por la cual existe la muerte. Y vale recordar que en el lapso
(tiempo) entre nacimiento y muerte está la existencia (vida). Bajo esta
perspectiva, podríamos señalar que el tiempo es vida, pero también la
vida es tiempo/existencia (Heidegger, 2008).
Por lo tanto, es necesario también recuperar la importancia de
la mirada de la vida no humana en su dimensión temporal como flu-
jo y stock, es decir, como numerador. A partir de considerar el valor
intrínseco de la vida no humana como flujo/stock, también es posible
recuperarla de manera relativa en función del mismo tiempo u otras
variables como fondo. De esta forma, podremos volver a estimar el
valor del tiempo per se, pero también el valor del tiempo en función
del tiempo. A manera de ilustración, si la unidad de análisis es el tiem-
po/vida, es más rica una sociedad/territorio con sesenta y seis años
promedio de vida buena frente a otra con sesenta años de vida buena.
O bien, otro caso, la “riqueza” (vista como ganancia de vida buena)

180
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

de un territorio aumentó a mayor velocidad que otro al tener un in-


cremento de, por ejemplo, siete años de vida buena frente a cuatro
años del otro territorio en la última década. En términos espaciales, se
puede señalar que, a mayor esperanza de vida buena de la naturaleza,
mayor buen vivir (riqueza) del territorio; o que, a mayor velocidad de
crecimiento de la esperanza de vida buena de un ecosistema naciente
o recién colonizado, se produce una mejora del buen vivir de los eco-
sistemas y la sociedad en su conjunto.
Bajo la perspectiva señalada, este capítulo pretende analizar la
naturaleza o espacialidad en su dimensión temporal. Este análisis, a
su vez, nos permitirá recuperar el debate sobre las simultaneidades
de diferentes temporalidades. Como se señaló en el capítulo 4, titula-
do “El tiempo”, si bien no se analizará en esta investigación el ritmo
del tiempo de otras culturas y cómo la pluralidad de nacionalidades
conviven sincrónicamente, analizar el tiempo de la vida no humana
o de la naturaleza nos permitirá problematizar sobre la coexistencia
de diferentes temporalidades en un mismo tiempo (momento) deter-
minado: la temporalidad de la vida humana y la no humana o de la
Pachamama. Se podría afirmar que, así como se evalúa la temporali-
dad del espacio o de la vida de la naturaleza frente a la de la huma-
nidad, se podrían comparar las temporalidades que coexisten en una
misma comunidad política o territorio entre diferentes culturas en un
momento de la historia particular.
Para discutir lo señalado, este capítulo se divide en cinco sec-
ciones. En la primera de ellas se problematiza el mandato ecológico
sobre los derechos de la Pachamama o Naturaleza establecido en la
Constitución de la República del Ecuador del 2008 y el significado
histórico que tiene transitar del antropocentrismo al biocentrismo. En
la segunda sección, se aborda también la centralidad que otorgaba el
mundo indígena andino a la relación espacio-tiempo y, a partir de un
análisis de la antropología lingüística, se constata que desde la cosmo-
visión indígena no existe separación entre ellos. A partir de la reflexión
señalada, la sección tercera propone una metodología específica para
investigar el tiempo de la vida no humana o de los ecosistemas, en
tanto, como se verá, tal debate conceptual adquiere mayor sentido si
se concreta a través de intervenciones públicas o sociales que recupe-
ren el valor de la vida sobre la del capital. La cuarta sección debate el
cambio epistemológico que implica valorar la vida de la Pachamama
en el marco del sistema productivo y de las relaciones geopolíticas im-
perantes en el mundo de hoy, al reflexionar sobre la iniciativa “Yasuní
ITT” realizada en Ecuador, que proponía al mundo mantener el cru-
do bajo tierra en territorios amazónicos megabiodiversos. La disputa
civilizatoria que vive la humanidad es quizá pasar de la era de los

181
René Ramírez Gallegos

combustibles fósiles a la era de la vida (buena). La última sección pre-


senta una propuesta concreta económica para la transición, a partir
de la reflexión antes planteada.

1. DERECHOS DE LA NATURALEZA Y ÉTICA BIOCÉNTRICA


Como bien se señaló en los capítulos 2 y 4, es necesario recordar que
en la literatura tradicional de la justicia se suele escuchar que son su-
jetos de derecho los que pueden cumplir deberes. En este sentido, ni
las futuras generaciones ni la naturaleza podrían tener derechos. La
Constitución de 2008, a diferencia de cualquier otra a nivel mundial,
extiende la demanda de la justicia intertemporal (seres humanos que
todavía no nacen) y procura buscar una justicia más allá del reino hu-
mano (ver arts. 71 y 317). El desarrollo del ser humano no debe ame-
nazar la integridad de la naturaleza ni la supervivencia de las especies
dado que, a más del valor que tiene en sí misma la naturaleza, su explo-
tación indiscriminada arriesgaría la reproducción de la vida del propio
ser humano. Por otra parte, no puede haber vida buena si no se vive en
armonía con la naturaleza (Ramírez, 2008). Desde esta perspectiva, los
derechos de la Pachamama o de la Naturaleza son constitutivos de la
construcción de la sociedad del sumak kawsay o buen vivir.
El pacto de convivencia ecosocial del 2008 establece que la na-
turaleza o Pachamama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene
derecho a que se respete integralmente su existencia y el manteni-
miento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y
procesos evolutivos. Expresamente, la Constitución de la República
del Ecuador del 2008 señala:

Capítulo séptimo Derechos de la naturaleza


Art. 71.− La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la
vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mante-
nimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y pro-
cesos evolutivos.
Toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autori-
dad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza. Para aplicar
e interpretar estos derechos se observarán los principios establecidos en la
Constitución, en lo que proceda.
El Estado incentivará a las personas naturales y jurídicas, y a los colecti-
vos, para que protejan la naturaleza, y promoverá el respeto a todos los
elementos que forman un ecosistema.
Art. 72.− La naturaleza tiene derecho a la restauración. Esta restauración
será independiente de la obligación que tienen el Estado y las personas
naturales o jurídicas de indemnizar a los individuos y colectivos que de-
pendan de los sistemas naturales afectados. […].

182
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

Art. 73.− El Estado aplicará medidas de precaución y restricción para las


actividades que puedan conducir a la extinción de especies, la destrucción
de ecosistemas o la alteración permanente de los ciclos naturales. […].
Art. 74.− Las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades tendrán
derecho a beneficiarse del ambiente y de las riquezas naturales que les
permitan el buen vivir. […].

Al ser la naturaleza titular de derechos, este nuevo pacto de conviven-


cia no es solo entre los miembros de la comunidad, sino entre estos
y el ambiente. O dicho de otra forma, entre los seres humanos vistos
como parte de la naturaleza. En este marco, no se incorpora el am-
biente en función a los derechos de los seres humanos, sino que la
naturaleza posee derechos propios. De esta manera, la justicia inter-
generacional no tiene que ver únicamente con generaciones humanas,
sino también con especies de vida.
A su vez, los derechos de la naturaleza permiten construir ciu-
dadanía (colectivos) ecorepublicana. En efecto, al tener derechos, la
naturaleza, el ciudadano o los colectivos no solo tienen derechos, sino
también, obligatoriamente, deberes o responsabilidades ineludibles
frente a la naturaleza. En este sentido, el otorgar derechos a la natura-
leza permite crear una ciudadanía ambiental republicana.
Como se señaló, el reconocer valores intrínsecos a la naturaleza
es uno de los puntales centrales de la construcción de una sociedad
con una ética biocéntrica. Con ello se busca romper con la postura
antropocéntrica y productivista, que ha primado en el capitalismo.
A esto hay que sumar, como parte de esta ética biocéntrica, que
se busca recuperar una mirada transestatal que permita la construc-
ción del problema ambiental como un bien público y un bien co-
mún de carácter mundial. De acuerdo con ello, el nuevo pacto de
convivencia es intertemporal e intratemporal, posantropocéntrico y
transestatal.1
El biocentrismo es fundamental para entender la diferencia que
existe entre la mirada clásica del desarrollo y la mirada del sumak
kawsay, buen vivir o vida plena. En este sentido, el pacto busca “equi-
dad” entre especies de la naturaleza, en donde la vida humana es tan
importante como la vida no humana porque únicamente en la armo-
nía de las vidas se puede garantizar la reproducción y supervivencia

1 Si bien esta problemática se despliega a través del Estado, podría ser conside-
rada posestatal en la medida en que quizá no encuentre respuesta en los centros de
gobierno (como lo han demostrado las diferentes cumbres sobre cambio climático),
sino que se viabilizará a través de los movimientos sociales mundiales y del cambio
de comportamiento de una ciudadanía con conciencia ambiental.

183
René Ramírez Gallegos

de las mismas.

2 LA RELACIÓN ESPACIO-TIEMPO EN EL MUNDO ANDINO


De acuerdo al diccionario quichua, lingüísticamente no se puede se-
parar espacio y tiempo. En efecto, según la tradición ancestral del
mundo indígena andino “tanto el tiempo como el espacio de la vida
transcurren en forma paralela, van siempre juntos y […] funcionan
como un valor equiparable y como partes inseparables de un todo úni-
co” (Chimbo Aguinda et al., 2008). De acuerdo al diccionario quichua
Shimiyukkamu, se tienen las siguientes definiciones:

Pacha: Tiempo y espacio.


Kunan pacha: Tiempo presente, en este momento.
Shamuk pacha: Tiempo futuro o venidero.
Ñawpak pacha: Tiempo pasado, lo que se adelantó.
Pachatupuy: Medida de tiempo.
Pachatupuy: Medición del tiempo.
Pacha: Mundo.
Kaypacha: Este mundo.
Pachak: Temporal.
Pachakamak: Creador del mundo, el que cuida y conserva el universo.
Pachakamak es el dios invisible y el Sol o Inti el dios visible, a quienes se
les adoraba y rendía culto. (Chimbo Aguinda, 2008)

Conocer algo desde la racionalidad Abya Yala implica tener “una com-
prensión espacio-temporal, simultánea; las categorías temporales:
ñawpa (pasado y tiempo que viene), kay (aquí y ahora), quipa (después)”
(Amawtay Wasi, 2004, p. 179). En la visión indígena, el antes y después
están presentes al mismo tiempo; la noción del tiempo es cíclica, lo que
acaba da inicio a lo que comienza, es decir, se funde el pasado con el
tiempo que viene, sin que esto implique acumulación detrás. En este
sentido, desde esta racionalidad, el espacio-tiempo es multidireccional
(“ñawpapacha” es un vocablo común para antes y después). De hecho,
el mismo concepto de muerte en ciertas culturas indígenas no existe. Es
por esta razón que, por ejemplo, los cañaris enterraban a sus muertos
en posición fetal, dado que esta implicaba el regreso al vientre de la
“madre tierra”, la Pachamama, como se puede apreciar en las ruinas de
Ingapirca, templo del sol, la más importante edificación arqueológica
de origen inca en la actual República del Ecuador.
La civilización inca tenía un sistema sofisticado para medir el
tiempo. El antropólogo holandés Zuidema es quizá el científico so-
cial que más ha investigado la importancia significativa que el mun-
do indígena andino atribuía al tiempo y al espacio. Zuidema, en su

184
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

libro Códigos del tiempo. Espacios rituales en el mundo andino (2015),


describe el sistema de ceques como el instrumento teórico con el que
los incas integraban sus ideas acerca del espacio, del tiempo, de la
jerarquía sociopolítica y el calendario en términos demográficos, de la
agricultura, del manejo del agua, del pastoreo y del cosmos (Zuidema,
2015, p. 33). A partir de los ceques, se organizaban los lugares de culto
(huacas), los cuales salían en todas las direcciones a partir del templo
central del Sol.
A través del análisis de grandes tapices −conocidos como del es-
tilo chuquibamba−, se puede constatar la existencia de calendarios
precisos que registraban lo que equivaldría a lo que conocemos como
días, semanas y meses. De esta forma, el antropólogo holandés re-
construyó la organización de los incas en función de: a. años solares,
b. ciclos lunares-siderales, c. ciclos de años siderales y d. calendarios
lunares sinódicos.
Los análisis realizados por los antropólogos en la civilización
inca se basan en la información de los rituales que han permitido re-
construir la secuencia de los calendarios. En este marco, no solo la
espacialidad administrativa (ciudades) se organizaba en función del
tiempo-espacio, sino también la reproducción de la cultura, que esta-
ba asociada a los rangos de deidad de fenómenos naturales: el Sol, el
Trueno, Viracocha, la Tierra y la Luna (Zuidema, 2015).
Los ciclos agrícolas se organizaban también en función de cele-
braciones: “Dos meses de celebraciones solares (raymi) regias (capac)
estaban organizadas en torno al solsticio de verano en diciembre, en
tanto que un solo mes para el sol (Inti) tenía lugar alrededor del solsti-
cio de invierno, en junio: el Inti raymi” (Zuidema, 2015, p. 45).
Hoy en día, en Ecuador se siguen festejando los Raymis, que son
los tiempos de las cuatro festividades más importantes para la cosmo-
visión indígena. Dichas festividades están todas relacionadas y confor-
man lo que se conoce como el calendario andino: Pawkar Raymi (21 de
marzo,) en el equinoccio de primaveras, es la fiesta del renacimiento de
la vida y del florecimiento; Inti Raymi (21 de junio), en el solsticio de ve-
rano, es la fiesta del sol y la luz; el Kullu Raymi (21 de septiembre) es la
fiesta de la fertilidad y de lo femenino y se celebra en pleno equinoccio
de otoño en septiembre; y Kapak Raymi (21 de diciembre), en el solsti-
cio de invierno, se celebra la masculinidad del universo.
Los incas dividieron el año solar en dos períodos: “uno de 220
días alrededor del solsticio de diciembre, que se interesaba por la agri-
cultura local y la influencia femenina, y el otro de 145 días en torno
al solsticio de junio, que se interesaba por el mando masculino del
país” (Zuidema, 2015, p. 52). El calendario ceque, por otra parte, de-
fine sus “semanas” como de ocho y trece días (Zuidema, 2015, p. 50).

185
René Ramírez Gallegos

Es importante señalar que del movimiento del Inti y su influjo sobre


la Tierra nació la idea de que todo está relacionado: tiempo y espacio;
es decir, la Pachamama.
Lo señalado en esta sección nos deja importantes aprendizajes
para la reflexión que llevamos adelante. En primer lugar, la disociación
entre el tiempo y el espacio (cosmos, ciclos naturales) es una cons-
trucción social, puesto que la existencia (tiempo/vida) −en algunos
momentos de la historia− ha estado en función de los ciclos de la na-
turaleza. Como bien señala el filósofo Riechmann, es cuando aparece
el reloj que la escisión tiempo-espacio se produce (Riechmann, 2003,
p. 27). Este capítulo, justamente, parte de la necesidad de recuperar
las intersecciones que existen entre tiempo y espacio, pero a través
del nexo de la vida, razón por la cual es necesario poner en el centro
del debate los ciclos de la naturaleza que garantizan su reproducción.
El segundo punto que se debe resaltar es que en muchos pueblos,
incluso hoy en día, utilizan sus actividades socioculturales para marcar
el tiempo, en lugar de hacer lo contrario (Levine, 2012, p. 124). Las
actividades socioculturales en algunos pueblos no occidentales están
relacionadas con los ciclos vitales. En el caso del mundo indígena, los
rituales que estaban vinculados a los ciclos de la naturaleza marcaban
no solo el diseño de las ciudades, sino también el tiempo de la vida pro-
ductiva, religiosa, cultural y social. El antropólogo Edward Hall (1989)
señala que las culturas policrónicas se guían por el tiempo del aconte-
cimiento y no por el del reloj −tienen un compromiso con las relacio-
nes humanas, no con el respeto del horario planificado por el reloj. La
pregunta que se desprende de lo señalado es: ¿el tiempo de los horarios
debe marcar la vida o el ritmo de la vida debe marcar el tiempo?
Finalmente, del análisis de la concepción del tiempo y del espacio
del mundo inca se debe recuperar la noción de interrelación. El Inti,
al vinularse con la vida de la tierra, produce una relación estrecha en
la cual el ser humano constituye una parte consustancial de la natu-
raleza, así como el tiempo se pierde en el espacio, y viceversa. Al ser
la Pachamama dadora de vida humana y no humana, se puede des-
prender que la cosmovisión andina es biocéntrica, en ella debe existir
armonía en el bien relacional ser humano-naturaleza.

3. EL BUEN VIVIR DE LA NATURALEZA: PROPUESTA


METODOLÓGICA
El sumak kawsay de la Pachamama o buen vivir de la naturaleza pue-
de ser evaluado a través del tiempo de vida que existe en un espacio
determinado, lo que implica también analizar el proceso de cómo se
regenera y cómo se deteriora/extingue la vida de la naturaleza, medida
también a través del tiempo.

186
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

Todos los ecosistemas, e incluso la ecósfera y el planeta Tierra,


están constantemente en un proceso de maduración (Lovelock, 1995,
2009; Onori y Visconti, 2012). A nivel ecosistémico, este proceso se
conoce como sucesión ecológica o desarrollo del ecosistema. Odum y
Garret (2006) lo definen como:

El reemplazo de una comunidad ecológica o de una etapa ecológica por


otra. Este cambio se da a través de un proceso en el que las etapas de suce-
sión previas son reemplazadas por etapas de sucesión subsecuentes hasta
que se establece una comunidad madura (clímax). La sucesión ecológica
también se conoce como desarrollo del ecosistema, implica cambios en el
tiempo en la partición de energía, la estructura de especies, y los procesos
comunitarios. Si los cambios están determinados por interacciones inter-
nas la sucesión será autógena o autogenerada, en cambio, si son fuerzas
externas las que determinan el cambio será una sucesión de tipo alógena o
generada externamente. (Odum y Barrett, 2006, p. 14)

La sucesión ecológica se produce en etapas de desarrollo o etapas de


sucesión. La etapa inicial se conoce como etapa pionera, y va madu-
rando hacia diferentes estadios (por ejemplo, terciario y secundario)
hasta llegar a la comunidad madura o clímax. Si la sucesión se produ-
ce en un espacio vacío, como la lava después de una erupción volcáni-
ca, se conocerá como sucesión primaria, en contraste con la sucesión
secundaria, que es la que se produce a partir de una comunidad ya
establecida −por ejemplo, a partir de un agroecosistema− (Odum y
Barrett, 2006).
De esta manera, el proceso de desarrollo de una etapa hacia otra,
hasta alcanzar la comunidad clímax, es lo que hemos llamado madu-
ración. Cada ecosistema tiene su propio proceso y su propio tiempo
de maduración. La velocidad de maduración será el tiempo que tarda
un ecosistema en desarrollarse desde las fases iniciales de su propia
sucesión ecológica hasta formar una comunidad clímax o un ecosiste-
ma maduro. La edad del ecosistema, por otro lado, será el tiempo que
un ecosistema ha estado en la etapa de sucesión o desarrollo en la que
se encuentre el momento del estudio.
Philippe Descola (1996), por ejemplo, encontró que, una vez que
una chacra (cultivo tradicional indígena, en esta particular, de la cul-
tura achuar) es abandonada, la selva tarda cerca de ochenta años en
alcanzar su estado de madurez (Descola, 1996). Este sería un proceso
de sucesión secundaria. Estos datos que surgen de los saberes ances-
trales de la nacionalidad achuar coinciden con la investigación sobre
la evolución de los ecosistemas de Chazdon, quien determinó tres fa-
ses de sucesión para los bosques tropicales (Chazdon, 2008). Estas

187
René Ramírez Gallegos

fases son: a. Fase 1 o de iniciación (0 a 10 años), b. Fase 2 o exclusión


(10-20 años), Fase 3 o de resurgimiento del sotobosque (20-200 años)
(ver Ghazoul y Sheil, 2010).
En el marco de lo señalado, para evaluar el sumak kawsay de
la Pachamama es fundamental conocer cuánto tiempo ha dedicado
a recuperarse de los daños que ha recibido. Si el daño es de origen
antrópico, podría considerarse que el tiempo de recuperación no es
tiempo bien vivido. En principio, un ecosistema que llega a la madu-
rez ecológica es considerado una comunidad clímax desde la óptica
de la sucesión ecológica (Farina, 2010; Hansen et al., 2003; Mitchell et
al., 2000; Odum, 1997). Por lo tanto, no es arriesgado afirmar que ha
tenido una buena vida. De esta manera, se proponen tres indicadores
para evaluar la buena vida que ha tenido un ecosistema: 1. la edad
estimada del ecosistema, 2. el grado de madurez del ecosistema, 3. la
velocidad de maduración del ecosistema.
Estos indicadores deben usarse para comparar entre ecosistemas
del mismo tipo: por ejemplo, entre páramos andinos o entre bosques
húmedos tropicales amazónicos, pero no entre páramos andinos y
bosques húmedos tropicales amazónicos.
Para estimar la edad del ecosistema se propone aplicar tres me-
todologías distintas −idealmente las tres juntas−. Pero, de no tener
disponible la información necesaria, se aplicaría el método para el
que se cuente con información. Se detallan a continuación dichas
metodologías.
El estudio palinológico: la palinología estudia la composición de
especies vegetales angiospermas (plantas con flor) a partir del polen,
pues, en principio, el polen de cada especie es el distintivo de la mis-
ma. Al estudiar la variación del contenido de polen del suelo en fun-
ción de la profundidad a la que se encuentra, se puede estimar cuándo
el ecosistema se estructuró con la composición de especies que tiene
al momento del estudio y, por lo tanto, su edad.
El análisis alométrico: el crecimiento de los individuos es en esen-
cia un aumento de la cantidad de biomasa, tanto en el mismo indi-
viduo como en el ecosistema. La velocidad a la que se incrementa la
biomasa permite estimar la edad del ecosistema en función de sus
características particulares. El análisis alométrico estima la edad de
los ecosistemas utilizando ecuaciones que analizan la velocidad del
incremento en altura y del incremento del diámetro de las especies
vegetales leñosas.
La historia ambiental (o del uso del suelo): implica la aplicación
de los métodos de investigación históricos, como entrevistas o análisis
de archivos históricos, para construir una cronología de los cambios
del uso del suelo que ha tenido ese ecosistema en particular.

188
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

Por su parte, el grado de madurez del ecosistema se puede deter-


minar por dos métodos distintos, que pueden ser aplicados de forma
combinada para tener mayor solidez en los resultados, o de forma
independiente, de no haber la información suficiente.
El primero de tales métodos es el análisis térmico. De acuerdo
con este tipo de análisis, un ecosistema de mayor madurez es por defi-
nición un sistema más complejo, por lo tanto, posee una mayor canti-
dad de estructuras disipativas asociadas al flujo de energía (Schneider
y Kay, 1994); es decir, que es un sistema que desperdiciaría menos
energía y, por lo tanto, desprendería menos calor que el mismo tipo de
ecosistema con un grado de madurez menor. Por ejemplo, un páramo
en un estado de sucesión avanzado emitiría menos calor que un pára-
mo en sus primeras fases de sucesión.
De esta manera, un análisis de las bandas térmicas de imágenes
satelitales del espectro infrarrojo permite determinar cuánto calor es-
tán desprendiendo los ecosistemas y, por ende, identificar qué eco-
sistemas son más maduros y cuáles menos. Schneider y Kay (1994)
hicieron ya este análisis con resultados empíricamente comprobables.
El segundo método para determinar el grado de madurez del eco-
sistema es el análisis de la composición de especies vegetales (es decir,
de qué especies se encuentran en un ecosistema). Tal composición es
característica del grado de madurez de un ecosistema. Así, por ejem-
plo, especies que se hallan en un bosque húmedo tropical amazónico
secundario no se encontrarán en el mismo ecosistema maduro. Así, el
saber qué especies se encuentran en un ecosistema permite conocer
con exactitud su grado de madurez.
La velocidad de maduración es por definición una medida de
cómo se fue dando el proceso de sucesión ecológica en el tiempo. Se
determinaría combinando los métodos antes descritos. Sin embargo,
el análisis palinológico es el fundamental para calcularla. Este aná-
lisis permite conocer cómo se fueron produciendo los cambios en
la composición de especies en una escala temporal y, por lo tanto,
la velocidad a la que ese ecosistema ha ido madurando. Sin embar-
go, la historia ambiental también es un insumo importante, porque
nos cuenta sobre las especies que eran utilizadas y, en consecuencia,
sobre la composición de especies (es decir, del grado de madurez).
Finalmente, tanto los distintos estudios de sucesión ecológica aplica-
dos a un ecosistema en particular como los estudios de restauración
ecológica poseen información invaluable sobre el proceso de madura-
ción de los ecosistemas estudiados que permitiría conocer más sobre
la velocidad a la que maduran dichos ecosistemas.
La esperanza de vida buena (EVB) a escala humana se debe com-
plementar con la esperanza de vida (buena) de la Pachamama (EVBN)

189
René Ramírez Gallegos

o tiempo de vida (buena) de la Pachamama (TVBP). En este caso, la


máxima vital es buscar que exista una convivencia armónica entre la
EVB con ecosistemas maduros (clímax) o, de estar en otro estadio, con
ecosistemas con la mayor edad posible en su correspondiente estadio
de maduración. Y, a su vez, procurar que tengan mayor velocidad de
maduración. Los indicadores mencionados deben ser ponderados en
el marco de la extensión absoluta y/o relativa del espacio al que per-
tenecen. Así por ejemplo, si la ciudadanía convive con un ecosistema
que tiene ochenta años, no es lo mismo que este ecosistema sea de
cinco hectáreas a que sea de noventa hectáreas. No obstante, para el
análisis comparativo entre territorios (municipios, provincias, nacio-
nes), las hectáreas del ecosistema deben estar relativizadas en función
del total del espacio analizado (por ejemplo, el tamaño territorial del
país). En lo señalado, se debe descontar, en términos temporales, la
pérdida de vida no humana como consecuencia de procesos de defo-
restación de los ecosistemas o de otros factores antrópicos.
Es así que podríamos plantear:

EVBPi o TVBPi= SVNi + GVNi (f (VNi)) – PVNi (f (VNi)),

EVBP o TVBP (total) = ∑EVBPi,

en donde,

EVBPi o TVBPi= La historia (tiempo) de vida buena de la Pachamama (na-


turaleza) de un ecosistema específico “i” medida en unidades temporales.
El EVBP o TVBP debe ser ponderado por el tamaño del ecosistema (térmi-
nos absolutos o relativos al territorio total de referencia).
SVNi= Stock de vida de la Pachamama (naturaleza) del ecosistema “i” me-
dida en unidades temporales (edad del ecosistema total de acuerdo a la
etapa de madurez en que se encuentre).2

GVNi= Ganancia de vida de la Pachamama (naturaleza) del ecosistema “i”


medida en unidades temporales. Tal ganancia está ligada a procesos natu-
rales o de reforestación que permiten recuperar vida en la naturaleza.

PVNi= Pérdida de vida de la Pachamama (naturaleza) medida en unidades


temporales. El número de años perdidos de vida de la naturaleza estará en

2 Es importante señalar que cuando se llega a la comunidad clímax o al mayor gra-


do de madurez que puede alcanzar un ecosistema, la edad en ese estadio no aporta
a la mejora de la vida buena de la Pachamama. Esto significa que ya llegó al mayor
estado de “sabiduría”.

190
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

función del grado de maduración y/o edad del territorio cuando se pierde
naturaleza a través de procesos como la deforestación u otras formas an-
trópicas de degradación ecológica.

VNi= Velocidad de maduración de la Pachamama, del ecosistema “i”.

La edad de vida de la naturaleza podría ser expresada según la pobla-


ción que habita el territorio. Así se podría obtener el tiempo de vida de
la Pachamama por habitante. En este marco, se defiende que la vida
plena humana también está asociada a convivir con mayor vida bue-
na de la naturaleza por persona. Si comparamos dos territorios con
condiciones sociales iguales, podríamos afirmar que mientras más
esperanza de vida de la Pachamama exista por persona, mejor vive
su población y la propia naturaleza. A su vez, a más de los valores ab-
solutos, el indicador de la EVBP podría estar relativizado en función
de la extensión del territorio del ecosistema. En este caso, tendríamos
dos indicadores sintéticos: la esperanza de vida de la Pachamama per
cápita EVBPpc y la esperanza de vida buena de la Pachamama por ki-
lómetro cuadrado, EVBPkm2.
De esta forma, a diferencia del bienestar medido a través del produc-
to interno bruto (PIB) per cápita, la vida buena o sumak kawsay de una
población determinada (humana y no humana) estaría en función de la
esperanza de vida buena humana de los seres humanos y del tiempo de
vida buena de la Pachamama por habitante. Sintetizando, diríamos que,
empíricamente, la vida buena o sumak kawsay es igual a la esperanza de
vida buena (EVB) humana en el marco de la esperanza de vida buena de
la Naturaleza o sumak kawsay de la Pachamama (EVBP).3

7.4 CAMBIO EN LA TEMPORALIDAD COMO CAMBIO EPISTÉMICO:


ANÁLISIS DEL CASO YASUNÍ-ITT
El parque Nacional Yasuní es el ecosistema más biodiverso del he-
misferio occidental (Bass, et al., 2010). Desde una mirada ecotempo-
ral, constituye un ecosistema climax que ha alcanzado dentro de la
sucesión ecológica el mayor grado de madurez. De acuerdo con la
esperanza de vida de la Pachamama, este territorio constituiría un
espacio con el más alto nivel de riqueza, según la lógica expuesta en
esta investigación.

3 Esta propuesta metodológica no va en detrimento de otros tipos de análisis que


dan cuenta de los procesos ecológicos que conducen a que un ecosistema tenga ma-
yor probabilidad de vida buena como, por ejemplo, los estudios que analizan los
metabolismos sociales de una geografía específica (Georgescu-Roegen 1971, 1976;
Giampietro et al., 2012).

191
René Ramírez Gallegos

Es por ello que una de las principales propuestas concretas que


Ecuador ha planteado al mundo sobre el significado de lo que implica
salir del desarrollo capitalista y entrar en la lógica de la sociedad del
buen vivir es el proyecto “Yasuní ITT” o lo que se ha generalizado con el
nombre de “Emisiones Netas Evitadas”. ¿En qué consistió la propuesta?
En los orígenes del proyecto Yasuní, Ecuador se comprometía a
mantener indefinidamente inexplotadas las reservas recuperables de
846 millones de barriles de petróleo del campo ITT. De esta forma, se
evitaba la emisión de 407 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera,
reduciendo los impactos sobre el cambio climático. La explotación
petrolera de este campo supondría la producción de aproximadamente
107.000 barriles diarios durante trece años, y luego los pozos entrarían
en su fase declinante por doce años adicionales. Aunque las reservas
probadas del campo ITT alcanzan 944 millones de barriles, existen
reservas posibles adicionales de 1.530 millones, cuyo valor permanece
incierto debido a que no se ha realizado prospección sísmica 3D. Al
2008, dadas las reservas probadas, el valor neto de explotar el petróleo
equivaldría a recibir casi 7.000 millones de dólares. Sin embargo,
Ecuador esperaba una contribución monetaria por no explotarlo de
tan solo la mitad de los ingresos futuros petroleros. El resto sería
asumido implícitamente por el pueblo ecuatoriano, pasando a ser así
el principal “contribuyente”.
En efecto, la iniciativa no solo proponía reducir la contaminación
global, sino que evidenciaba el respeto irrestricto a la biodiversidad
al buscar la reproducción indefinida de las especies y culturas huma-
nas. En este caso específico, al interior del Parque Nacional Yasuní se
encuentran dos de los pocos pueblos a nivel mundial en aislamiento
voluntario: los tagaeri y taromenane.
Partiendo de esta iniciativa, en la Conferencia de Cambio
Climático realizada en Cancún en 2010, el presidente Correa planteó
el concepto global de “Emisiones Netas Evitadas” (ENE). Las ENE son
las emisiones que pudiendo ser realizadas en la economía de cada país
no son emitidas; e incluso, las emisiones que, existiendo, son reduci-
das. El términos “netas”, como bien señaló el primer mandatario en
dicho evento, significa “no ensuciar el medio ambiente (por omisión,
teniendo el derecho de realizar la acción) es equivalente a limpiarlo
(acción sin tener la obligación de realizarla)”.
Desde la mirada neoclásica economicista, esta iniciativa podría
ser leída como parte de una nueva “maldición de la abundancia”.
Justamente, reemplazar la dependencia al petróleo por la de la bio-
diversidad. De hecho, lo es si solo se piensa en términos monetarios,
dado que ningún otro país que no tenga conjuntamente biodiversidad
y petróleo podría plantear tal propuesta. Sin embargo, frente a tal

192
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

lectura, existe una perspectiva que resguarda el lado emancipador de


la propuesta Yasuní ITT: aquella que, justamente, rompe con la episte-
me neoclásica y occidental. A continuación, se esbozan algunas ideas
en este sentido.

5 ONCE TESIS DE ECOLOGÍA POLÍTICA SOBRE EL YASUNÍ ITT


Cuando se habla de transitar del desarrollo capitalista de la era de los
combustibles fósiles a la sociedad del buen vivir, la lectura no debie-
ra restringirse a los modos de producción. Lo que está en disputa es
otro orden eco-socio-temporal (epistémico) y, por lo tanto, otro mar-
co de valores de la sociedad. Frente al valor de cambio, o incluso de
uso, la propuesta del proyecto Yasuní ITT implica poner en el centro
del debate a la vida (respeto irrestricto al tiempo y al espacio de la
Naturaleza), único sustantivo que tiene valor per se. En esta sección se
intenta evidenciar por qué la iniciativa Yasuní ITT da cuenta de dicha
contienda, mediante la formulación de una serie de tesis que expresan
tales trastocamientos.

TESIS 1: DEL ANTROPOCENTRISMO AL BIOCENTRISMO


Desde la mirada liberal, como se ha señalado, únicamente el que es
capaz de asumir obligaciones puede tener derechos. Con tal precondi-
ción, las generaciones futuras y también la naturaleza quedan exclui-
das de cualquier pacto de convivencia. Por el contrario, la iniciativa
Yasuní ITT busca garantizar los derechos de la naturaleza estipulados
en la nueva Constitución. Dicha situación pone de manifiesto una par-
ticularidad: el pacto realizado es poshumanista (más allá de los seres
humanos) y transgeneracional. El objetivo de esta mirada biocéntrica
es garantizar la reproducción de la vida en su más amplia acepción.
En el marco de este biocentrismo, la vida no solo se refiere a la del
ser humano, sino también a la de las demás especies de la naturaleza
que, a su vez, garantizan la propia vida del ser humano en el futuro.
El reconocer valores intrínsecos a la naturaleza es uno de los puntos
centrales de la construcción de una sociedad del buen vivir que supo-
ne una ética biocéntrica. Con ello, se busca romper la postura antro-
pocéntrica (que se maneja en el campo de los valores instrumentales)
y productivista, que ha primado en el capitalismo.

TESIS 2: DE LA REMEDIACIÓN A LA PREVENCIÓN


Usualmente, cuando se habla sobre el calentamiento global, las prin-
cipales acciones buscan reducir la contaminación o concretamente la
emisión de dióxido de carbono. La iniciativa Yasuní ITT, por el contra-
rio, tiene por objetivo no reducir, sino evitar generarlo. Dicho cambio
no es menor, dado que ataca la raíz del problema: la generación de

193
René Ramírez Gallegos

la contaminación. Esta perspectiva, podría sostenerse, es similar a lo


que en el campo de la salud implica pasar de la medicina medicamen-
talizada a la medicina preventiva.

TESIS 3: DEL GENOCIDIO Y LA INTOLERANCIA A LA DIVERSIDAD, A LA


PROLONGACIÓN INDEFINIDA DE LAS DIFERENTES CULTURAS HUMANAS
Desde un enfoque contrahegemónico, una de las transiciones im-
portantes resulta de pasar del capitalismo al a la economía social
y solidaria, pero también constituye una transición pasar del colo-
nialismo a la construcción del Estado plurinacional e intercultu-
ral. Esto implica reconocer la diversidad de culturas que tiene una
comunidad política. La iniciativa Yasuní ITT tenía como objetivo
respetar el aislamiento voluntario de los tagaeri y taromenane, bus-
cando de esta manera concretar uno de los objetivos fundamen-
tales de la sociedad del buen vivir: el respeto a la diversidad y la
prolongación indefinida de las culturas humanas. Dicha propuesta
es significativa en un mundo cada vez más xenofóbico y que en
ocasiones ha generado su “progreso” a costa del genocidio y la in-
tolerancia del diferente.

TESIS 4: DE LA ECONOMÍA PRIMARIA EXPORTADORA A LA SOCIEDAD DEL


(BIO)CONOCIMIENTO
La moda de lo “verde” (desarrollo sustentable) no es una moda anti-
capitalista, sino procapitalista. Su fin es cómo hacer sostenible la acu-
mulación del capital. Los recursos obtenidos por la iniciativa Yasuní
ITT tenían por objetivo construir la sociedad del (bio)conocimiento
para satisfacer las necesidades de la población. Sus recursos serían
utilizados principalmente tanto en el cambio de la matriz energética
del país como en investigación, ciencia y tecnología en diálogo inter-
cultural para, a través del conocimiento de la biodiversidad, buscar
resolver las necesidades vitales de los seres humanos.

TESIS 5: DE LAS DECISIONES INDIVIDUALISTAS A LAS DECISIONES


COLECTIVAS
En el marco de la soberanía del país, para instrumentar esta iniciativa,
Ecuador había propuesto un comité colectivo de toma de decisiones
en el cual no solo participa el Estado, sino también los contribuyentes
y los pobladores que viven en el Parque Nacional Yasuní. Un buen
ejemplo de la relación existente entre lo local y lo global.

TESIS 6: DEL DONANTE AL CONTRIBUYENTE O CO-PARTÍCIPE DEL CAMBIO


En el mundo de la cooperación internacional es usual que el donante
imponga su voluntad al decidir el destino de los recursos donados.

194
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

La lógica de la propuesta Yasuní ITT cambia la mirada del donante


por el del contribuyente o copartícipe del cambio. En este caso, al ser
el problema del cambio climático un problema público y común a la
humanidad, el contribuyente busca ser parte de una acción colectiva
mundial para solucionar un problema que afecta al mundo.

TESIS 7: DE BIENES PRIVADOS A BIENES PÚBLICOS, COMUNES Y


RELACIONALES
La mirada neoclásica que busca el “capitalismo bueno” (Hutton,
2011) cuando existen problemas ambientales intenta internalizar las
externalidades y considerar al medio ambiente como un bien tran-
sable de mercado. Entretanto, la iniciativa Yasuní ITT busca cons-
truir el sentido de que la biodiversidad y el cambio climático son
bienes públicos y comunes a la humanidad, razón por la cual no son
asunto de un Estado-nación, sino transestatal y posnacional. De la
misma forma, su valoración no está asociada en sentido estricto a
una cantidad de dinero que se espera recibir, sino a la construcción
de una relación diferente entre el ser humano y la naturaleza y a una
valoración no cuantificable monetariamente de la biodiversidad. Si
bien uno de los principios básicos que confronta al capitalismo es la
supremacía del trabajo sobre el capital, como se ha sugerido a lo lar-
go de la investigación, la sociedad del buen vivir tiene un principio
adicional: la vida (buena) sobre el trabajo. Dicha vida pone el centro
de atención en la generación de bienes (no males) relacionales, los
cuales incluyen la relación armoniosa de la mujer y el hombre con
la naturaleza. Este es uno de los principios rectores que regían la
iniciativa Yasuní ITT.

TESIS 8: DE BRETTON WOODS A LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA AR-


QUITECTURA FINANCIERA MUNDIAL
Luego de la Segunda Guerra Mundial se construyó una arquitectu-
ra financiera que ha sido perjudicial para los países denominados
“periféricos”. Incluso podríamos señalar que estos han financiado
a los países “desarrollados” a través de los depósitos que han hecho
en el Sistema de Reserva Federal de EEUU (FED) de sus reservas de
libre disponibilidad (World Bank, 2006, p. 139). La iniciativa Yasuní
ITT, dado que atacaba un mal común mundial, habría necesitado
de una arquitectura financiera transestatal, por lo cual se creó –en
su debido momento– un fideicomiso en el Programa de Naciones
para el Desarrollo (PNUD). No obstante, en sus inicios, la idea fue
que dichos fondos sean parte del Banco del Sur impulsado por la
UNASUR, lo cual no pudo concretarse por los ritmos de su creación.
No se puede contender el sentido del capitalismo si no se disputa la

195
René Ramírez Gallegos

arquitectura financiera imperante, la cual incluye la discusión sobre


el papel del dólar como moneda de intercambio mundial.

TESIS 9: DEL VALOR DE CAMBIO AL VALOR


Siguiendo las palabras de Oscar Wilde, se podría ironizar diciendo
que la economía capitalista conoce el precio de todo, pero no sabe el
valor de nada. La iniciativa Yasuní ITT es un ejemplo no del precio
que se asigna a un bien en el mercado, sino del valor per se que signifi-
ca la vida y del valor de uso que tiene para la humanidad, en este caso
la biodiversidad. En otras palabras, es dar prioridad al valor y valor de
uso y no al valor de cambio.

TESIS 10: DE LA VALORACIÓN UNI-DIMENSIONAL A LA VALORACIÓN


MULTICRITERIAL
Generalmente, en la economía del capitalismo se usa unidimensio-
nalmente el dinero como unidad de valoración y análisis de la so-
ciedad y la economía. Así, dado el valor de cambio usado dentro del
mercado, resultaría irracional económicamente no explotar el Yasuní
ITT. Como se ha sostenido en otras ocasiones, mientras no se dispute
la valoración de la sociedad con otras unidades de análisis (tiempo,
energía, biomasa, etc.), será difícil construir un orden social diferen-
te. Por el contrario, desde la iniciativa Yasuní ITT, resulta racional no
explotar el petróleo, justamente porque se contemplan en el análisis
otras variables que no tienen precio: la prolongación indefinida de las
culturas, el tiempo de vida de la biodiversidad, la construcción social
del sentido de lo público y común a nivel mundial, entre otros (Vallejo
et al., 2011).

TESIS 11: EL VALOR DE LA NO ACUMULACIÓN


La riqueza de las naciones desde una mirada neoclásica utilitaria está
asociada a la capacidad de acumulación de capital que tiene una eco-
nomía. Contrariamente a tal perspectiva, en su esencia, la iniciativa
Yasuní ITT propone valorar la “no acumulación”, al dejar intacto el
patrimonio como está. En ese sentido, el mayor valor de la iniciativa
se conseguirá cuando el mundo reconozca el valor de no hacer nada
(dejar intocado el parque). Ello es así porque esto implicará reconocer
el significado de un bien mundial, público y común, así como el valor
de la naturaleza, el valor de una acción colectiva global, el valor que
tiene la “no acumulación” y también el valor igual que tuvo y tiene la
vida (Pachamama) ayer, la vida hoy y la vida mañana.
Podríamos sostener que sin un cambio en la matriz cognitiva en
la construcción de otros sentidos comunes a nivel global no existirá
innovación tecnológica que sostenga la crisis climática.

196
Capítulo 7. La temporalidad del espacio

6 UNA PROPUESTA PARA LA TRANSICIÓN: EL IMPUESTO YASUNÍ ITT


La iniciativa Yasuní ITT en sí misma no es un proyecto que permite
generar la suficiente riqueza económica como para sacar a todos los
pobres de la pobreza ni satisfacer las necesidades básicas de todos
los ecuatorianos. No obstante, es una iniciativa que permite eviden-
ciar un proyecto político en el que no meramente se busque un “buen
capitalismo”, sino en el que se planteen innovaciones que disputen
el sentido del capitalismo y procuren construir otro mundo. En este
marco, es necesario buscar la viabilidad de concretar la misma inicia-
tiva Yasuní ITT.
El modelo que subyace a la propuesta Yasuní ITT apunta a resol-
ver el problema desde la fuente, convirtiéndose así en la mejor inicia-
tiva de abatimiento de carbono que se haya presentado jamás por un
país petrolero. Durante la gran transición, un proyecto alternativo po-
lítico debe buscar formas de limitar al capitalismo, sobre todo especu-
lativo. Si no se asocia capitalismo con deterioro ambiental, realmente
no se podrá dar soluciones a los problemas que afectan a la naturaleza
ni tampoco se podrá dar el salto cualitativo para buscar la sociedad
pro buen vivir o poscapitalista.
En el marco de Río+20, desde las ideas contenidas en este escri-
to, se planteó la necesidad de establecer un impuesto que permitiera
cumplir con dos objetivos: poner límites al capitalismo y “Yasunizar”
el mundo.4 Dicho impuesto consiste en gravar una tarifa a la salida de
capitales (impuesto Tobin) y a los depósitos en paraísos fiscales para
financiar proyectos, principalmente, en países en vías de desarrollo,
semejante a la iniciativa Yasuní ITT. Así, esa tasa iría al corazón de
la transición mencionada: evitar el flujo de capital especulativo (“ca-
pitales buitres”), que no inyecta recursos a la economía real, y dar
incentivos no únicamente para que se reduzca la emisión de conta-
minación, sino para evitar producirla, otrogando prioridad a zonas
donde la conservación del patrimonio natural es más valioso (lugares
con mayor biodiversidad).
El impuesto Yasuní ITT fue parte de una agenda de mayor alcan-
ce que Ecuador ha venido planteando al mundo. Esta agenda incluye
el pago de la deuda ecológica (como contrapropuesta al pago de la
deuda externa), así como el impuesto Daly, que consiste en gravar la
emisión de dióxido de carbono en general y, en particular, una tarifa
a las exportaciones de petróleo. Dichas iniciativas financieras podrían
ser recaudadas por un Fondo Mundial para la transición socioeco-
lógica, el cual pudiera ser administrado regionalmente (África, Asia,

4 Propuesta planteada por el autor de este texto.

197
René Ramírez Gallegos

Sudamérica, etc.) mediante una nueva arquitectura financiera (Fondo


del Sur, Banco del Sur) que se debería disputar.
Las once tesis presentadas en esta sección tienen la intención de
poner en la mesa del debate la importancia de buscar alternativas en
la política que viabilicen la concreción de un nuevo orden social más
allá de si llegan a concretarse y que ponga en el centro de la valoración
a la vida. En el caso del Ecuador, en agosto del 2013, el presidente
Rafael Correa tomó la decisión de explotar el petróleo existente en el
Yasuní ITT. Las razones políticas, económicas, morales, ambientales
y éticas son marco de otra discusión. No obstante, en términos políti-
cos, parece ser que se podría señalar que la mencionada decisión fue
un error histórico en el marco del proyecto político de trasnformación
social. La discusión acerca de si esto implicó el fracaso de la mencio-
nada iniciativa también está abierta.

198
Capítulo 8

MÁS ALLÁ DEL PIB: LA ESPERANZA


DE VIDA BUENA (EVB)

Dime cómo mides y cuál es tu unidad de medida y te diré qué tipo de so-
ciedad quieres construir. Si el intercambio social y económico de bienes
o servicios se transforma y valora en unidades monetarias, la sociedad
que se quiere construir es una sociedad cosificada con un precio –gene-
ralmente en dólares– transado en el mercado. La riqueza de un país se
suele evaluar en función de cuán alto es su PIB. No obstante, a lo largo de
esta investigación hemos sostenido y sustentado por qué jamás se podrá
construir un nuevo orden socioecológico con una variable tan deshuma-
nizante como es el dinero. Basados en la discusión que hemos tenido a
lo largo de los capítulos anteriores, proponemos construir un indicador
sintético que dispute la construcción (narrativa) hegemónica al PIB.
Este indicador es la esperanza de vida buena (EVB), que tiene
como base la valoración de la vida digna y se cuantifica en tiempo
como proxy de la vida, único ser que tiene valor intrínseco por sí mis-
mo. El sistema capitalista sabe que el verdadero valor de cambio (bajo
su lógica) está en el tiempo, que al igual que cualquier otro bien es
cosificado a través del dinero y su acumulación. La construcción de
la sociedad del buen vivir necesita que el tiempo sea valorado por ser
tiempo. Es decir, que la vida sea valorada por ser vida, sin ser mediada
por nada ni instrumentalizado.
Como señalamos en el capítulo metodológico, el enfoque
de capacidades o el de florecimiento humano utilizan variables

199
René Ramírez Gallegos

multidimensionales o compuestas para evaluar el bienestar; o, en su


defecto, realizan evaluaciones específicas dependiendo del ámbito de
la vida: hambrunas, democracia, servicios básicos, descentralización,
salud, sostenibilidad ambiental, etcétera. Son también indicadores al-
ternativos y sintéticos: el Índice de desarrollo humano propuesto por
el PNUD, el informe de la Comisión del Desarrollo Económico y del
Progreso Social (liderado por Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-
Paul Fitoussi, por pedido del entonces presidente francés Nicolas
Sarkozy), el Happy Planet Index (elaborado por la New Economics
Foundation) y el Índice multivariado de pobreza, entre otros. Se trata
de ejemplos a partir de los cuales se busca construir otras formas de
valorar sintéticamente la evolución o involución de las sociedades en
nuestro planeta y que tendrían aproximaciones al marco conceptual
de capacidades o florecimiento humano.
Podría señalar que la definición de bienestar –como bien afirma
Amartya Sen– esconde una perspectiva determinada sobre la concep-
ción de la justicia. Si bien los temas de la justicia y el bienestar han sido
abordados desde la filosofía política o economía del bienestar, hemos
sostenido que es necesario recuperar la discusión desde la historia;
es decir, desde cómo construyen los pueblos las definiciones que dan
sentido a sus principios de convivencia y destinos históricos. Desde
esta perspectiva, defendemos que lo justo en el caso del Ecuador pasa
por construir la sociedad del vivir bien de acuerdo con la autodefini-
ción histórica realizada en la Constitución de la República del 2008.
La EVB, además de complementar estos otros esfuerzos, como he-
mos señalado, tiene algunas características particulares: es producto de
un proceso democrático que define la vida buena como la base de infor-
mación en Ecuador, y no como los otros indicadores señalados, que son
parte de ejercicios teóricos apegados a un “deber ser” ético conceptual.
A su vez, la EVB propone una unidad de análisis basada en el tiempo
que es valorado en la vida cotidiana por los individuos y, en este sentido,
permite disputar el valor del dinero. Es un indicador que tiene la virtud
de ser multicriterial, dado que las actividades de la vida tienen diferentes
dimensiones per se; es decir, es multicriterial siendo unidimensional. Por
otra parte, permite construir puentes de diálogo con otras cosmovisiones
como la indígena o con la temporalidad de la naturaleza. Y, finalmente,
encarna en su esencia la vida, la cual tiene valor en sí misma.
Presentamos en este capítulo los resultados empíricos de la EVB
en el Ecuador. Basados en la metodología desarrollada en el capítulo
4 buscamos responder: ¿cuántos años de vida buena gozan los ecuato-
rianos?, ¿ha crecido la esperanza de vida buena en el lustro analizado
(2007-2012)?, ¿ha decrecido en ciertos espacios territoriales la EVB?,
¿qué impacto tiene la inequitativa distribución del tiempo relacional

200
Capítulo 8. Más allá del pib: la esperanza de vida buena (evb)

en la EVB? Luego de responder estas preguntas, el capítulo cierra con


una tipología geográfica de la esperanza de vida buena para visualizar
aquellos territorios que han tenido mayor vida buena o mayor rezago
de la misma.

1. LA ESPERANZA DE VIDA BUENA


La esperanza de vida buena (EVB)1 es un indicador sintético macroso-
cial que permite evaluar el buen vivir a través de la unidad de análisis
tiempo. De este modo, nos alejamos del enfoque monetarista de la
economía neoclásica, basado en el dinero, y cuya síntesis suele ser el
producto interno bruto (PIB).
Como habíamos mencionado anteriormente, el pacto social sobre
la buena vida busca cumplir expectativas máximas en el vivir una “vida
plena y digna”. Si tengo menos esperanza de vida, la probabilidad de
una vida plena se reduce. Ahora bien, no es suficiente gozar de “mayor
esperanza de vida en extensión”, sino que esa vida debe ser saludable
y bien vivida. En ese contexto, el indicador sintético que proponemos
busca descontar el período de la vida en el cual se ha estado enfermo.
Adicionalmente, y siguiendo el marco conceptual planteado a lo largo
de la investigación, la EVB procura definir qué proporción de la vida
(en promedio) ha dedicado cada territorio para el conocimiento, la
contemplación, el ocio emancipador, el amor, la amistad, la partici-
pación pública (civil o política) y la participación democrática de una
manera saludable. El segundo indicador incorpora las horas de sueño,
que resultan ser vitales −como se señaló anteriormente− para la vida
(buena). Los indicadores son ponderados por el nivel de concentra-
ción de tiempo relacional existente en el territorio determinado.
En términos agregados, se puede afirmar que un ecuatoriano pro-
medio tiene 10,57 años de esperanza de vida buena (“puro”).2 Una
sociedad con una educación crítica y liberadora es una sociedad más
democrática y, por lo tanto, una comunidad con mayor calidad al

1 Como se había señalado en el capítulo metodológico, si bien se puede utilizar


la variable esperanza de vida, utilizaremos el promedio de años de vida dado que es
una información que se recoge anualmente y territorialmente y nos permite hacer
seguimiento en el tiempo. El nombre propuesto no alude al indicador probabilístico,
sino, sobre todo, al sentimiento que representa la palabra, es decir: “estado de ánimo
que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea” (Diccionario de la
Real Academia Española).
2 Sin ponderar por la variable escolaridad, un ecuatoriano promedio tiene 9,67
años de esperanza de vida buena. Solo se plantea como referencia para poder señalar
que se puede estudiar también el aporte de la educación al EVB. El indicador base a
lo largo de la investigación será ponderado por la escolaridad y el ajustado tomará en
cuenta la distribución del tiempo medido a través del Gini del tiempo relacional.

201
René Ramírez Gallegos

momento de generar y disfrutar bienes relacionales. En tal virtud, el


EVB base incluye a la escolaridad.
Vale señalar que si consideramos que en la cosmovisión indíge-
na no se da la escisión entre el mundo del trabajo y el mundo de la
generación/disfrute de bienes relacionales, la EVB del Ecuador incre-
mentaría entre 0,6 y 1,2 años adicionales de tiempo bien vivido.3 Si
incorporamos a aquellas personas no indígenas que viven una vida
en donde no se produce una escisión entre trabajo y ocio liberador, la
EVB subiría 0,2 años adicionales.4
Como se indicó anteriormente, se debe recordar que si usamos la
metodología de incorporar el trabajo no alineado en función de aquel
grupo que considera muy satisfecho con su vida en el trabajo, el EVB
se incrementaría entre 2.3 y 3.4 años en el 2007.

DE VEZ EN CUANDO VIENE BIEN DORMIR


En la vida cotidiana las dos actividades que tienen el peso más signifi-
cativo dentro de las veinticuatro horas son trabajar y dormir. Existen
varias investigaciones que demuestran la importancia de dormir lo
suficiente para tener vitalidad (vida saludable). Así como la economía
neoclásica analiza el producto interno bruto, el producto nacional
bruto, etc., la socioecología política de la vida buena también incorpo-
ra, al EVB base, las horas de sueño.
Al incorporar las horas dedicadas a dormir, podemos señalar que
la esperanza de vida buena en el Ecuador es de 32,4 años. Vale observar
que no existe un cambio en el orden jerárquico de qué territorios tienen
más esperanza de vida buena al incorporar las horas de sueño. Si com-
paramos estos años con el promedio de vida de la población ecuatoriana,
podemos afirmar que el 52,9 % de la vida son años bien vividos. Como se
verá más adelante, existen diferentes comportamientos sociales frente a
las horas de sueño. Es decir, más allá de los casos patológicos o de enfer-
medad, las horas de sueño sí constituyen una variable de decisión de las
personas frente al resto de actividades de la vida cotidiana.
Asimismo, podemos comparar que entre 2007 y 2012, el EVB,
incorporadas las horas de sueño, incrementó de 29,95 a 32,4 años; es

3 Vale recordar que en esta estimación no se incorpora el tiempo de trabajo de


aquellos indígenas que lo hacen bajo relación de dependencia de un patrono o capi-
talista.
4 Este valor no fue calculado con la misma base de datos usada a lo largo de la
investigación dado que el cuestionario no permitía detectar la no escisión entre el
mundo del trabajo y de la buena vida. Pertenecen a este grupo, ciudadanos que con-
sideran el trabajo como continuo de su vida de tal forma que en esta no división se
realizan. Metodológicamente, como se señaló, el tiempo del trabajo no alienado se
debería incorporar también al cálculo del tiempo relacional y al EVB.

202
Capítulo 8. Más allá del pib: la esperanza de vida buena (evb)

decir, 2,45 años. A continuación se presentan los mapas a nivel pro-


vincial donde se puede visualizar la distribución territorial del EVB al
incorporar el tiempo dedicado por la población a dormir.

Mapa 4. EVBd (incluye el tiempo dedicado a dormir), 2012

EVBd (Nacional)= 32,4 años

2 DESIGUALDAD Y CAMBIO EN LA ESPERANZA DE VIDA BUENA


¿Existe relación entre la concentración en tiempo relacional y la EVB?
Como se puede ver en el análisis factorial de componentes principales,
la relación es inversa. Los territorios con mayor desigualdad medida
a través del coeficiente de Gini del tiempo bien vivido tienen menores
niveles de esperanza de buena vida. Tal situación sucede tanto en el
2007 como el 2012 (aunque en este último año con menos intensidad),
así se expresa en el factor 1 (eje horizontal).
Vale aclarar que, cuando se analiza la desigualdad de ingresos
frente a la EVB, también se puede señalar que su relación es inver-
sa (correlación = -0.7). En otras palabras, que los territorios más
desiguales económicamente tienen menor EVB. Por otra parte, se
puede constatar que la desigualdad de ingreso está directamente

203
René Ramírez Gallegos

correlacionada con la desigualdad de tiempo relacional (correlación =


0.52).5 La desigualdad económica produce menos vida buena y convi-
ve con desigualdad de tiempo.
Lo señalado da a entender que el buen vivir social está vinculado a
los niveles de desigualdad en la distribución del tiempo que existen en
los territorios. Una sociedad menos cohesionada es una sociedad con
menos “ganas” de generar y disfrutar bienes relacionales. La distancia
genera desconfianza, inseguridad, y, con ello, se privatiza el espacio
público −como han demostrado Wilkinson y Pickett, 2010−, razón por
la cual se instaura un desencanto en el sentido gregario (confianza)
del ser humano en su relación con el otro. Es por este motivo que el
EVB se calcula también ajustando por el nivel de concentración en la
distribución de tiempo relacional. Podemos señalar que en términos
agregados −y siguiendo la metodología de Atkinson de ajuste de la
desigualdad, propuesta en el Informe de Desarrollo Humano (2010) y
aplicada al EVB− el país perdió en cinco años 31,6 % de su buen vivir
a causa de la desigual distribución de tiempo relacional. Es decir, se
reduce el EVB a 7,23 años y a 22,15 años si tomamos en cuenta las
horas de sueño de la población.
A diferencia de la perspectiva capitalista, según la cual “el tiempo
es dinero”, para la sociedad del buen vivir “el tiempo es vida” y debe
ser vivido dignamente. Es en este marco que se ha propuesto un indi-
cador sintético con otro horizonte de sentido y que vaya más allá del
PIB, indicador usualmente usado en el capitalismo. El indicador que
evalúa sintéticamente el funcionamiento de la sociedad bajo otra ética
es el EVB.

5 Ambos coeficientes de correlación son estadísticamente significativos al 95 %.

204
Capítulo 9

TIEMPO Y SUBJETIVIDAD 1

En este capítulo se estudia el impacto del tiempo en el bienestar sub-


jetivo, en tanto que no habrá transformación social sin un cambio
en la subjetividad. Antes de estudiar empíricamente el fenómeno de
la relación entre tiempo y felicidad, la siguiente sección abordará la
relación entre bienestar objetivo y subjetivo y la relación poco vir-
tuosa sucedida en los estratos medios y medios altos entre el 2006
y el 2016. Nos referimos a lo que hemos denominado la paradoja del
bienestar objetivo y malestar subjetivo. Tal análisis nos permitirá tener
como telón de fondo la relevancia que implica abordar la subjetividad
en procesos que buscan transformaciones sociales.
Los cambios en la materialidad pueden profundizar el sentido
subjetivo hegemónico, lo cual puede ser una de las barreras princi-
pales para producir cambios estructurales. En virtud de ello, resulta
indispensable pensar la distribución del tiempo en el marco de la
disputa por la transformación de la subjetividad. A partir de tal des-
cripción, la primera sección presentada a continuación aborda la
literatura sobre bienestar subjetivo (felicidad) y economía, y expo-
ne un análisis descriptivo sobre los componentes de la satisfacción
con la vida. La segunda sección se aboca al debate metodológico en

1 Para estudiar la subjetividad se analizará la satisfacción con la vida. Se utilizará


indistintamente felicidad como sinónimo de satisfacción con la vida.

205
René Ramírez Gallegos

juego. Seguidamente, en la tercera sección, se desarrollan los resul-


tados de los modelos econométricos. En la cuarta sección, a más de
presentar los resultados empíricos entre distribución del tiempo y
satisfacción con la vida, se discute también la especificidad existente
entre tiempo relacional y felicidad. En la sección quinta, se evalúa
la función agregada de la felicidad en Ecuador, y a continuación, en
la sexta sección, se examina la distribución del tiempo y su relación
con la satisfacción en la vida. Finalmente, se concluye abordando la
relación existente entre tiempo y subjetividad en el marco del debate
teórico-político.

1 LA PARADOJA DEL BIENESTAR OBJETIVO, MALESTAR SUBJETIVO


La historia del bienestar en el Ecuador de los últimos veinte años tiene
tres períodos, marcados por la crisis bancaria de 1999 que culminó
con la dolarización de la economía y por el inicio de la denominada
Revolución Ciudadana. Antes de la crisis financiera se observa un cre-
cimiento de la pobreza y la desigualdad; desde 1999, punto cúspide
de la mayor crisis de la historia del Ecuador, hasta el 2006, se da una
falsa reducción de la pobreza, puesto que apenas se regresó a los ni-
veles que el país tenía en 1995 (una década antes), y este retorno es-
tuvo acompañado del crecimiento de la desigualdad socio-económica
(Gráficos 20 y 21). En este segundo período, el crecimiento económico
que sucede en todos los estratos económicos tiene una importante
característica: es prorico (Gráfico 22).

Gráfico 20. Incidencia de la pobreza de consumo, 1995-2014

Fuente: Encuestas de Condiciones de Vida, varios años. Elaboración: INEC

206
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

Gráfico 21. Coeficiente de Gini del consumo, 1995-2014

Fuente: Encuestas de Condiciones de Vida, varios años. Elaboración: INEC

Gráfico 22. Cambio porcentual del ingreso per cápita según deciles de ingreso, 1996-2006 y
2006-2016

Fuente: EMENDHU, varios años. Elaboración propia

A partir del 2006, y hasta el 2016, sucede por primera vez en la histo-
ria de los últimos veinte años una genuina reducción de la pobreza,
que vino de la mano con una reducción sistemática de la desigualdad
y de la polarización económica. A diferencia del período precedente,
el crecimiento económico fue propobre (Gráfico 22). En el caso de
este último período, se tiene la evidencia para señalar que suceden
tres fenómenos adicionales: cae la pobreza, se reduce la desigualdad

207
René Ramírez Gallegos

subjetiva y mejora la felicidad de su población. En otras palabras, en


el período 2006-2014, las pobrezas subjetiva, objetiva, relativa y abso-
luta disminuyen sistemáticamente,2 y mejora el bienestar de la pobla-
ción en general (Tabla 7). Esta reducción de la pobreza es producto
del efecto redistribución, el cual pesa más que el efecto crecimiento.
Junto a lo mencionado, un fenómeno de particular importancia
es que se vive un proceso sistemático de democratización de derechos
y capacidades. Algo que no es menor señalar en este marco es que tal
democratización de derechos ha sucedido a mayor velocidad que la
reducción de las pobrezas monetarias. En efecto, cuando se analiza
la pobreza multidimensional –que toma en cuenta la democratización
de derechos y capacidades en educación, salud, trabajo, seguridad so-
cial, hábitat y vivienda–, esta se reduce a mucha mayor velocidad (casi
el doble) de lo que cae la pobreza de ingreso o de consumo.

Tabla 7. Cambio en las pobrezas y desigualdades objetivas y subjetivas, 2006-2014

Categorías de bienestar Cambio 2006-2014 (diferencia en puntos


porcentuales)
Pobreza de consume -12%
Pobreza de ingreso -10%
Pobreza de consumo según LPS -8%
Pobreza de ingreso según LPS -18%
Pobreza de consumo según déficit subjetivo -8%
monetario
Pobreza subjetiva (IMS) según LPS -13%
Gini objetivo (cambio porcentual Gini consumo) -11%

Gini subjetivo -5%


Pobreza multidimensional * -16,50%
Pobreza según Necesidades básicas insatisfechas -15,90%
No pobres de consumo que se autodefinen como 26%
pobres
Fuente: ECV, 2006-2014
Elaboración propia
Nota: LPS= Línea de pobreza subjetiva social; IMS=Ingreso mínimo subjetivo.

2 En términos absolutos se puede señalar que aproximadamente un millón tres-


cientos mil ecuatorianos dejaron de ser pobres (empleando cualquier metodología de
cálculo de la pobreza).

208
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

Si bien lo mencionado da cuenta, bajo diferentes metodologías, de la


mejora del bienestar de la población, se puede sostener que el mode-
lo de desarrollo ha producido expectativas que están generando una
frustración subjetiva, principalmente en el grupo de población que
ya ha satisfecho sus necesidades vitales. Un modelo de desarrollo que
genera consumidores insaciables es un modelo de desarrollo insoste-
nible a lo largo del tiempo.
En efecto, cuando descomponemos la sociedad entre indigentes, po-
bres y no pobres, según consumo −por facilidad de análisis−, se evidencia
la configuración de una frustración que afecta a aquellas personas que no
son pobres y que han mejorado sistemáticamente su ingreso o consumo
en estos años. Analicemos qué sucede con la pobreza subjetiva medida
a través del déficit subjetivo monetario, la pobreza subjetiva social o la
autopercepción de pobreza cruzada según pobreza de consumo objetiva.
La conclusión es clara bajo la lupa que se analice: mientras disminuye la
cantidad de indigentes y pobres que se sienten menos pobres, se incre-
menta la cantidad de no pobres que se sienten pobres.
Así es, dado que la cantidad de no pobres que se sienten pobres
crece tan abruptamente en términos agregados entre el 2006 y 2014
a nivel nacional, se detecta un crecimiento en este indicador en 18 %,
a pesar −como se mencionó− de la caía de este sentimiento en los es-
tratos pobres. Si realizamos la lectura con el indicador de autopercep-
ción de pobreza, nos percatamos de que los indigentes son el grupo
poblacional en el que más personas abandonaron la sensación de sen-
tirse pobre entre los años estudiados. Del total de la población, el por-
centaje de los indigentes que se sienten pobres cae del 8,2 % al 3,5 %
entre 2006 y 2014. De la misma forma, se produce una caída en los
pobres no indigentes que se autoperciben como pobres: se reduce el
sentimiento de pobreza del 18,8 % al 15,1 % en la participación frente
al total de la población (Tabla 8). No obstante, cuando analizamos el
grupo de población que no es pobre, se observa el fenómeno contra-
rio: a pesar de ser un grupo de población que tiene los recursos econó-
micos para satisfacer sus necesidades básicas y de que dichos recur-
sos han incrementado sistemáticamente en estos años, incrementa la
autopercepción de sentirse pobres. Así, mientras en 2006, del total de
la población, el 39,7 % de los no pobres se sentía pobre, en 2014, este
porcentaje se incrementó al 66,1 %. En otras palabras, entre 2006 y
2014 hubo un crecimiento del 26,4 % de la población que sin ser pobre
se siente pobre (Tabla 8). Resulta contradictorio que, mientras en los
pobres cae el sentimiento de autopercibirse como pobres, en los no
pobres esta sensación aumenta. Lo descrito en este párrafo sucede,
debemos recordar, a pesar de que la pobreza subjetiva monetaria ha
disminuido –en promedio– a nivel nacional.

209
René Ramírez Gallegos

Tabla 8. Pobreza subjetiva según pobreza objetiva (consumo), 2006-2014

      2006       2014    

indigentes

indigentes
Indigencia

Indigencia
No pobres

No pobres
Pobres no

Pobres no
Total

Total
   
Déficit subjetivo Pobre 11,7% 22,5% 47,5% 81,8% 5,0% 16,8% 52,3% 74,1%
monetario
(Consumo<IMS) No pobre 1,1% 2,9% 14,2% 18,2% 0,7% 3,1% 22,1% 25,9%
Pobre subjetiva Pobre 12,9% 25,4% 56,1% 94,3% 5,7% 20,1% 60,8% 86,6%
social por
consumo (según
No pobre     5,7% 5,7%     13,4% 13,4%
LPS)
Autopercepción Pobre 8,2% 18,8% 39,7% 66,7% 3,50% 15,10% 66,10% 84,80%
de pobreza
No pobre ,4% 2,3% 30,6% 33,3% 0,00% 0,20% 15,00% 15,20%
Fuente: ECV, 2006-2014. Elaboración propia

Lo descrito anteriormente también sucede si usamos el indicador de


déficit subjetivo monetario o la pobreza subjetiva social medida con
línea de pobreza subjetiva.3 Es decir, más allá de la autopercepción de
pobreza, el porcentaje de ciudadanos que siendo no pobres tiene un
sentimiento de insatisfacción con sus ingresos ha crecido también en
el período analizado.
Si bien las mejoras en el bienestar son notables, tanto en términos
objetivos como subjetivos, contradictoriamente existe una paradoja:
la ciudadanía que no es pobre según consumo presenta un incremento
en su percepción de pobreza o siente infelicidad monetaria. En otras
palabras, entre 2006 y 2014 crece el porcentaje de personas insatisfe-
chas (subjetivamente) con sus ingresos monetarios o que se sienten
pobres en el grupo de población que, paradójicamente, no es pobre
objetivamente y que ha visto mejorar sistemáticamente sus recursos
económicos (de ingreso y gasto). La paradoja es clara: crecimiento del
malestar subjetivo dentro del grupo de ciudadanos que tienen bienes-
tar objetivo.4 El fenómeno descrito se ha denominado la paradoja del
bienestar objetivo y el malestar subjetivo (Ramírez, 2017, pp. 119-168).
Podríamos sostener que esta paradoja, de estar bien objetiva-
mente y mal subjetivamente, es quizá una de las mayores amenazas
a la sostenibilidad de la democracia y del propio sistema socioeco-
nómico y ambiental del Ecuador. La insaciabilidad de los deseos que

3 El déficit subjetivo monetario (DSM) = consumo per cápita – ingreso mínimo


subjetivo per cápita < 0. Para un análisis metodológico exhaustivo ver (Ramírez,
2005).
4 El fenómeno sucede principalmente en los deciles 6, 7, 8 y 9 de la población. Para
un análisis exhaustivo de lo sucedido, ver Ramírez, 2017, pp. 119-168.

210
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

generalmente son producto de un sistema de acumulación igualmen-


te insaciable genera consumidores depredadores del medio ambiente,
envidiosos, individualistas y sin conciencia democrática republicana.
Debe quedar claro que el mayor grado de desarrollo no necesa-
riamente produce un cambio cultural y cognitivo que permita cons-
truir un nuevo orden social. En otras palabras, la mejora material
(económica y social) sin un cambio subjetivo que permita romper la
insaciabilidad de siempre querer más para consumir más puede ser
el arma asesina de un modelo de desarrollo supuestamente exitoso
heterodoxo. Quizá una omisión durante el período mencionado fue
poner principalmente la atención en la oferta y no concentrar esfuer-
zos en romper una subjetividad que tiende a la insaciabilidad infinita
de “ciudadanos” que se autorrealizan en el consumo.
Un cambio en el patrón de acumulación de un país no solo de-
pende de un cambio en la matriz productiva, sino que está en función
de un cambio en la matriz de la cultura de consumo y del grado de
ciudadanía de los sujetos. Difícilmente se podrá construir una econo-
mía y una democracia sostenibles con un sistema productivo primario
exportador y secundario importador y un individuo con un nivel de
consumo insatisfecho ad infinitum. La fórmula de la insostenibilidad
de la humanidad y el ambiente es la fórmula del capitalismo: acumu-
lación sin fin, consumo (objetivo y subjetivo) sin fin.
La viabilidad de la democracia, el medio ambiente y la satisfac-
ción material de las necesidades es deliberadamente trastocar a través
de un cambio cultural esta insatisfacción perpetua de una clase me-
dia/media alta que ha mejorado sistemáticamente sus condiciones de
vida. La disputa política de la sostenibilidad social, ecológica y demo-
crática radica en tener un ciudadano que defienda un buen vivir para
todos, en contraposición a un consumidor que lucha por un vivir sin
límites materiales mejor y perpetuo para pocos.
El freno de un sistema que busca la acumulación sin fin a través
de un consumidor perpetuamente insatisfecho es la construcción de
una democracia humana sostenible que se consolida en un ciudadano
ecorepublicano solidario y responsable. Se podría señalar que la sos-
tenibilidad social, económica, ambiental y de la propia democracia
depende de romper con la señalada paradoja del bienestar objetivo y
malestar subjetivo. En este marco, al espíritu del capitalismo solo lo
pueden contrarrestar el espíritu de la democracia humana sostenible
y la conciencia de la necesidad de reproducción de vida humana y
natural ad infinitum.
La construcción de la sociedad del buen vivir implica la búsqueda
de un nuevo orden social. Más allá de los debates teóricos y meto-
dológicos sobre la unidad de análisis y la pertinencia de evaluar el

211
René Ramírez Gallegos

bienestar a través de metodologías que evalúen la “satisfacción con la


vida”, que será discutida en las siguientes secciones, resulta relevante
estudiar –toda vez que se quiera proponer marcos teórico-metodoló-
gicos que viabilicen la disputa del sentido social del cambio– si la dis-
tribución del tiempo impacta o no en la subjetividad de las personas.
De no ser el caso, resulta inapropiado plantear usar el tiempo como
unidad de análisis para la construcción de la sociedad del buen vivir,
puesto que la intervención sobre la misma no impactaría en la subje-
tividad de los ciudadanos. La advertencia que hacemos en la paradoja
aquí descrita es que pueden existir políticas públicas y acciones co-
lectivas sociales que conduzcan a mejorar el bienestar objetivo, pero
que profundizan un sentido subjetivo hegemónico, lo que pone límites
al propio sentido de la transformación social (la sociedad del buen
vivir). La temática, en el caso de la paradoja del bienestar objetivo y
malestar subjetivo, es que –al parecer– justamente en la clase media y
media alta las transformaciones objetivas se convierten en construc-
ciones prohegemónicas que profundizan la sensación del sentimiento
de insaciabilidad del consumo. En este marco, el debate en ciernes en
disputa, como analizaremos en este capítulo, es: “time is money” vs.
“tiempo es vida”.

2 FELICIDAD O SATISFACCIÓN CON LA VIDA


En 1974 Richard Easterlin planteó uno de los mayores desafíos al
supuesto de que más ingreso/consumo produce mayor utilidad (fe-
licidad), al descubrir una de las mayores paradojas que caracteriza a
las economías de los países industrializados. Easterlin observó que, a
pesar de que la prosperidad de esos países aumentó a lo largo de los
últimos cincuenta años, la felicidad o satisfacción con la vida de sus
habitantes se mantuvo constante. Por ejemplo, como se aprecia en
el Gráfico 23, el estadounidense promedio es, actualmente, casi tres
veces más rico que el estadounidense promedio de 1950. Sin embar-
go, los habitantes actuales de Estados Unidos no son más felices que
quienes vivieron allí medio siglo atrás. Esta constatación (ciertamente
ya conocida popularmente: “el dinero no compra la felicidad”, se dice)
es la base de aquello que en el campo de la ciencia económica se ha
denominado paradoja de Easterlin.

212
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

Gráfico 23. Estados Unidos: ingreso real per cápita y satisfacción con la vida (1945-2000)

Fuente: Layard, 2005

La paradoja de Easterlin señala que los niveles promedio de felicidad


no incrementan con el crecimiento de la riqueza de los países. Esta
curiosa constatación ha alimentado un interesante debate sobre la re-
lación existente entre el bienestar objetivo y el bienestar subjetivo, o
bien entre el nivel de ingreso o consumo de las personas y su satisfac-
ción con la vida. Asimismo, esta paradoja ha abierto preguntas muy
pertinentes acerca del impacto que pueden tener las políticas públicas
sobre el bienestar subjetivo de los individuos. Sin embargo, este tipo
de discusiones no han sido abordadas públicamente en Ecuador. El
bienestar de la población en el país (o en su defecto, su malestar) con-
tinúa siendo visualizado, principalmente, a partir del análisis de la
pobreza de ingresos o de consumo. En el mejor de los casos, simple-
mente se ha incorporado a este análisis el problema de la desigualdad.
La paradoja del bienestar objetivo y malestar subjetivo evidencia
que el ingreso o consumo es una variable que parece insuficiente para
evaluar el bienestar de las personas y la sociedad.

SOCIOECONOMÍA Y FELICIDAD
Si hacemos un recorrido de la bibliografía de investigaciones empí-
ricas sobre felicidad, dichas investigaciones empiezan alrededor de
1960. En el campo de la sociología, para analizar el desempeño del
sistema social se usaron indicadores sociales y subjetivos en donde la
felicidad fue el principal indicador para evaluar la calidad de vida de
la población (Andrews y Withey, 1976; Campbell, 1981). Este campo

213
René Ramírez Gallegos

de investigación también fue preocupación de la psicología (Bradburn


y Noll, 1969; Gurin et al., 1975; Jahoda, 1958) y la medicina (Ware et
al., 1993). Con los estudios doctorales de Bernard van Praag (1968) y
los estudios de Richard Easterlin (1974) y Tibor Scitovsky (1992), se
podría señalar que nace la investigación empírica sobre la felicidad
en el campo de la economía. Más tarde, economistas como Layard
(1980), Veenhoven et al. (1993), Oswald (1997), Frank (1986) y Frey y
Stutzer (Becker, 1965) han continuado con la investigación sobre feli-
cidad y economía. Finalmente, a partir de los trabajos de Kahneman
(1998, 1999), se instaura la investigación sobre la psicología y econo-
mía hedónica como una nueva subdisciplina de la economía.5
En el campo de la relación entre sistema económico y felicidad,
al tener como unidad de análisis los países, se ha podido constatar
una asociación positiva entre riqueza y felicidad, aunque dicha re-
lación no es general ni robusta (Bruni y Porta, 2005, p. 4). A su vez,
la evidencia demuestra que los países pobres no siempre aparecen
como menos felices frente a los ricos (ver Gráfico 23). Por otra par-
te, en otro interesante resultado, que viene del análisis de series de
tiempo a nivel nacional, se demuestra, mediante la observación de
treinta encuestas durante veinticinco años, que el ingreso per cápita
ha crecido un 60 %, pero la proporción de personas que se siente
“muy feliz”, “parcialmente feliz” o “no tan feliz” se ha mantenido
casi inmodificable (Bruni y Porta, 2005). A pesar de estas contradic-
ciones, en la literatura sobre felicidad se llega a una conclusión no
ambigua: al interior de un solo país, en un momento dado de tiempo,
la correlación entre ingreso y felicidad es directa y robusta (Bruni y
Porta, 2005; Easterlin, 1974). También existen investigaciones sobre
la relación del tiempo de actividades concretas (ver TV, ir a la escue-
la, tiempo de ocio, entre otros) y la felicidad (Bruni y Stanca, 2008;
Csikszentmihalyi y Hunter, 2003; Devine, Camfield y Gough, 2008;
Frey y Benesch, 2008; Wang y Wong, 2011).
En este capítulo se propone, a más de describir lo que ha suce-
dido con la felicidad en el Ecuador, preguntar si la distribución del
tiempo tiene un impacto sobre la satisfacción con la vida y, específi-
camente, si lo que hemos denominado “tiempo para el buen vivir” o
“tiempo relacional” tiene un efecto positivo (o no) sobre el bienestar
subjetivo de los ciudadanos.

5 Para una revisión de la relación entre economía y felicidad, ver Bruni y Porta,
2005.

214
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

MARCO METODOLÓGICO6
En la propuesta metodológica realizada por Van Praag y Ferrer-i-
Carbonell (2004) sobre cómo cuantificar la felicidad, se trata de evi-
denciar el impacto en la satisfacción con la vida como un todo, en
función de las múltiples áreas de la vida y de variables sociales, eco-
nómicas y demográficas de cada individuo. Para ello se realiza la si-
guiente pregunta:

¿Cuán satisfecho está usted ahora con las siguientes áreas de la vida? Por
favor conteste usando la siguiente escala, en el cual 0 significa totalmente
infeliz y 10 totalmente feliz…7: ¿Cuán satisfecho está usted con su trabajo,
con su situación financiera del hogar, ocio, salud, educación, vida familiar,
medio ambiente, vida social, participación público/política y gobierno…?
¿Cuán satisfecho está usted con la vida en general? (Van Praag y Ferrer-i-
Carbonell, 2004, p 4)

Cada dominio de satisfacción (DS)8 puede ser estimado a través del


siguiente tipo de ecuaciones: DSi = f (x, e). En esta ecuación, X re-
presenta la matriz de variables explicativas (sociales, económicas y
demográficas) propias de cada dominio y −dado que siempre habrá
variables omitidas−, e constituye la influencia aleatoria.
La satisfacción general con la vida será entonces producto de la
satisfacción en todas las áreas de dominio estudiadas (DSk), por lo cual
tenemos una función de la siguiente forma: GS = GS (DS1,…, DSk)
La obra citada, al igual que otras investigaciones, demuestran que
los individuos pueden evaluar su satisfacción en los múltiples espa-
cios de su vida de una manera cuantitativa; es decir, la felicidad es
mensurable. Además, siguiendo procesos científicos, tanto desde la
disciplina de la psicología como de la economía, se llega a la conclu-
sión de que no solo es mensurable la felicidad, sino que además esta
medición permite la comparabilidad entre personas (Layard, 2005).
Siguiendo a Van Praag y Ferrer-i-Carbonell, conocemos que existe
más de una vía para estimar modelos subjetivos de satisfacción de una
manera cardinal. El primero y más tradicional es a través del uso de
modelos probabilísticos ordenados (probit ordenado, PO). Se asume

6 La propuesta metodológica es una adecuación a la metodología realizada por


Van Praag y Ferrer-i-Carbonell, 2004.
7 Por facilidad de lectura, en algunas secciones de esta investigación esta valo-
ración se lee de la siguiente forma: menor o igual que 2 = “muy infeliz”; de 2 a 4 =
“infeliz”; 5 = “parcialmente feliz”; de 6 a 7= “feliz”; y mayor o igual a 8 = “muy feliz”.
8 Nos referimos a las diferentes áreas de satisfacción que han sido indagadas en la
encuesta. Ver n. 10.

215
René Ramírez Gallegos

que existe una variable de satisfacción latente (i. e. no directamente


observable) y una variable ordinal partida en once intervalos, Ii= (µ i-1,
µi) con -∞ = µ0 < µ1 <…< µ11 = ∞. Los parámetros µ son desconocidos
y tienen que ser estimados para cada individuo. La variable “satisfac-
ción” depende de otras variables (incluido el ingreso) y de la variable
aleatoria, como mencionamos anteriormente (Van Praag y Ferrer-i-
Carbonell, 2004, p. 16).
Un segundo método para cardinalizar la felicidad se basa en el
hecho de que cada individuo está invitado a asignar y evaluar numéri-
camente la satisfacción en cada dominio.
Supongamos que existe una variable latente evaluada continua-
mente en once intervalos [0,10]. Podemos postular, por ejemplo, que
la verdadera satisfacción de una persona que evalúa su felicidad en 7
(dentro de la escala discreta mencionada) realmente se ubica en un
rango entre 6,5 y 7,5. En este caso, tenemos una regresión en grupos,
donde el límite de cada grupo es 0,5, 1,5,…, 9,5 (Van Praag y Ferrer-i-
Carbonell, 2004, p. 48).
A estas regresiones se les ha llamado modelos cardinales pro-
babilísticos (en inglés, cardinal probit approach (CPA) o group-wise
regression).
La tercera forma de estimar la felicidad es asignando a cada ca-
tegorías de respuestas la expectativa condicionada de la variable de-
pendiente, dado que esta se encuentra en un específico rango de inter-
valos (Van Praag y Ferrer-i-Carbonell, 2004). A esta metodología se le
llama “variante probabilística del OLS” (en inglés, probit OLS).
En la obra citada, los autores demuestran y señalan que empí-
ricamente cualquiera de estos modelos da los mismos resultados.
En un principio, en este documento trabajaremos con las dos pri-
meras metodologías propuestas, para observar la robustez de los
resultados.
Adicionalmente, a diferencia de la propuesta realizada por Van
Praag y Ferrer-i-Carbonell (2004), estimaremos la “satisfacción gene-
ral” como el producto de un modelo de ecuaciones simultáneas, en
el que la satisfacción general sea una función de las satisfacciones de
los subdominios, y también una función de la asignación del tiempo,
entre otras variables propias de cada subdominio. Entonces, podemos
expresar:

SG = SG [DS1= f (t1, X1),…, DSk = f (tk, Xk), e]

De manera intuitiva, los modelos pueden describirse así:

216
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

Fuentes: Adaptación de Van Praag y Ferrer-i-Carbonell, 2004

Si la hipótesis de este capítulo es válida, la función agregada de la sa-


tisfacción estará en función no solo de las satisfacciones parciales en
cada subdominio, sino también del tiempo que dedica cada persona
en cada subdominio analizado. Esta función estará mejor especifica-
da que si no se incluye el tiempo, y así explicará de manera más ido-
nea la satisfacción con la vida.
Antes de realizar el análisis agregado de la satisfacción con la vida
y la distribución del tiempo, realizaremos regresiones simples multi-
variadas para evaluar si en cada subdominio de la vida el tiempo que
se le asigna por separado tiene o no impacto en la satisfacción del sub-
dominio estudiado. Concretamente, usaremos el siguiente modelo:

DSk = f (tk, Xk, e)

En esta ecuación, DSk es la satisfacción del subdominio “k” (trabajo,


salud, educación, etc.), tk es el tiempo dedicado a la actividad del sub-
dominio “k”, y Xk son las variables socioeconómicas independientes:
ingreso per cápita, edad, escolaridad, sexo, condición de actividad,
sector de empleo, número de personas que conforma la familia; e,
constituye el error aleatorio.
Finalmente, se evalúa si el tiempo relacional o el tiempo para la
buena vida impacta o no en la satisfacción con la vida, en el marco del
nuevo modelo de ecuaciones simultáneas.
En suma, en la primera parte, se estimará la “satisfacción ge-
neral con la vida” considerándola como un agregado de todos los
dominios de satisfacción. En este marco, se espera que cada domi-
nio haga su contribución específica al agregado (Van Praag et al.,
2004, p. 86). En la segunda sección, realizaremos los modelos de
ecuaciones simultáneas para estudiar si la distribución del tiempo

217
René Ramírez Gallegos

tiene efecto sobre la satisfacción general con la vida. Finalmente, se


realizarán regresiones múltiples para corroborar el impacto o no del
tiempo relacional sobre la felicidad
Esto se puede resumir como se detalla a continuación.

Parte 1

Variables objetivas → Dominio de satisfacción → Satisfacción general

Sin embargo, este tipo de regresión conducirá a resultados sesgados.


Nos encontramos en la situación que en econometría se denomina
“sesgo de endogeneidad” (Greene, 2012).
En este sentido, estimaremos un sistema de ecuaciones estruc-
turales debido a que existen relaciones de endogeneidad entre va-
riables. Esta estimación se realiza mediante ecuaciones estructu-
rales simultáneas, específicamente, el de tres etapas de mínimos
cuadrados. Sostenemos que la variable explicativa endógena es va-
riable dependiente de otras ecuaciones en el sistema que aquí nos
ocupa; principalmente, de cómo las personas asignan su tiempo
dentro de cada subdominio de satisfacción. Intentaremos probar si
esta asignación del tiempo afecta la satisfacción en cada subdomi-
nio, y cómo este efecto está relacionado a su vez con la satisfacción
general.

Parte 2

Variables objetivas → Dominio de satisfaccióni = f (tiempoi) → Satisfacción


general

Parte 3

SG = SG [DS1= f (t1, X1),…, DSk = f (tk, Xk), tiempo relacional, e]

El análisis será de corte transversal. Se estudiará el año 2007, del cual


se tiene tanto el módulo de satisfacción con la vida como de uso del
tiempo.
Antes de estudiar si existe relación entre la distribución del tiem-
po y la satisfacción con la vida, se presentará la evolución de lo suce-
dido con la felicidad en el Ecuador entre el 2006 y el 2015. Como se
señaló, lamentablemente diciembre del 2007 es el único mes y año en
que se levantó la información que permite estudiar la relación tiempo
y felicidad.

218
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

3 LA EVOLUCIÓN DE LA SATISFACCIÓN CON LA VIDA9


En el año 2007 Ecuador se encontraba entre el grupo de países “infe-
lices” a nivel mundial y de “muy infelices” a nivel de la región suda-
mericana (Ramírez, 2011). No obstante, en la última década, según la
New Economics Foudation (NEF) la situación del Ecuador se ha mo-
dificado radicalmente. Tanto a nivel mundial como regional, Ecuador
se encuentra en el grupo de países con mayores niveles de satisfacción
con la vida (NEF, 2016).
Si realizamos el análisis histórico de lo sucedido en el Ecuador
en la última década, se puede observar similar situación a lo señala-
do por la NEF. En efecto, en los Gráficos 24 y 25 se evidencia que no
solo ha incrementado en niveles la satisfacción con la vida, sino que
también se da un proceso de convergencia subjetiva entre pobres y
ricos. Es así que, entre el 2006 y el 2015, la satisfacción con la vida en
promedio de toda la población se incrementa en 10,45 %. No obstante,
cuando analizamos según deciles de ingreso, nos percatamos de que
el incremento es mucho mayor en los estratos más pobres: mientras
en el 10 % más pobre la calificación con la vida se incrementó un 38,5
%, en el 10 % más rico solo creció el 8,2 %. El Gráfico 25 evidencia
cómo se da el proceso de convergencia en el período analizado.

Gráfico 24. Ecuador: felicidad con la vida, 2006-2015


(0=infeliz; 10=totalmente feliz)

Fuente: ENENDU, 2007. Elaboración propia

9 En el año 2016, la ENENDU no preguntó el módulo sobre satisfacción con la


vida. Por esta razón, el período de análisis es 2006-2015.

219
René Ramírez Gallegos

Gráfico 25. Ecuador: felicidad con la vida según deciles de ingreso, 2006-2015
(0=infeliz; 10=totalmente feliz)

Fuente: ENENDU, 2007. Elaboración propia

En el Gráfico 26 se puede observar la forma de distribución de la felicidad


en el Ecuador en el período comprendido entre el 2006 y 2015. El gráfico
muestra que, mientras en el 2006 la distribución se encontraba sesgada
hacia la izquierda (es decir, la mayoría de la población se ubicaba en la
zona que evidencia bajos niveles de satisfacción con la vida), en el 2015
sucedió todo lo contrario: siete de cada diez ecuatorianos evalúan su fe-
licidad en un rango de entre 7 y 10 puntos sobre un total de 10 puntos.

Gráfico 26. Distribución de la satisfacción con la vida, Ecuador (2006-2015)

Fuente: ENENDU, 2007. Elaboración propia

220
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

Por otra parte, si se estudian los subactividades de la vida, se puede


constatar que el incremento es también generalizado. En el 2015, la
situación subjetiva con respecto a la familia es la que mayores umbra-
les de felicidad alcanza para el ecuatoriano promedio (8,48/10). En el
otro extremo, la situación financiera es lo que menos felicidad genera
en la ciudadanía (5,56/10).

Gráfico 27. Promedio de satisfacción según subdominio, 2006-2015

Trabajo Sit. Salud Vivienda Tiempo Educación Medio Vida social Estado Comunidad Gobierno Vida Profesión Familia
financiera libre ambiente civil

Fuente: ENENDU, 2007. Elaboración propia

En suma, el bienestar subjetivo en general de la población ha mejora-


do en el período 2006-2015. Tal mejora se ha producido no solo en la
satisfacción con la vida como un todo, sino también en los subdomi-
nios estudiados que hacen parte de la vida. También se pudo constar
que existe una convergencia entre ricos y pobres en el sentimiento
subjetivo frente a la felicidad. Se podría resumir que, mientras en el
2006 sucedía que la sociedad ecuatoriana era desigualmente infeliz, al
final del período estudiado se puede señalar que es igualmente feliz.
En la sección siguiente, abordaremos con mayor detalle la situa-
ción de la satisfacción con la vida de los ecuatorianos en el 2007, que
es el año en que se estudiará su relación con el tiempo por las consi-
deraciones señaladas en la sección metodológica.

4 ANÁLISIS DESCRIPTIVO DE LA FELICIDAD


El promedio de felicidad con la vida en su conjunto de los ciudadanos
ecuatorianos en 2007 era de 6,25, en un rango, como se mencionó, en
donde 10 expresa la mayor felicidad que se puede alcanzar.

221
René Ramírez Gallegos

De las áreas de la vida evaluadas, ¿qué espacio produce mayor fe-


licidad a los ecuatorianos? En la Tabla 9 se puede observar la distribu-
ción de frecuencias de cada dominio y el promedio de calificación que
obtienen los mismos. En términos generales, podemos señalar que los
espacios que mayor satisfacción producen a los ecuatorianos están
relacionados –en orden de importancia– con su estado civil, con las
relaciones sociales (amigos) que llevan, con el estado de salud y con la
participación activa en actividades públicas, barriales o comunitarias.
En el otro extremo, la situación financiera, la acción de gobierno, la
educación y el trabajo son los espacios que producen menos satisfac-
ción a los ecuatorianos.

Tabla 9. Distribución de frecuencia del nivel de satisfacción según dominio

Promedio
Nivel de
satisfacción 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Trabajo 5,37 5 8,12 10,7 10,3 19,9 7,93 8,18 10,5 4,55 9,49 5,19
Situación
financiera
4,3 8,04 12,5 16,4 15,5 21,5 8,04 6,4 4,12 1,2 2,02 4,09
Salud 1,61 3,51 6,34 9,05 9,74 18,9 10,2 10,5 14 6,5 9,64 5,78
Vivienda 2,97 4,76 8,31 11,1 11,2 18,5 8,98 8,99 11,3 4,41 9,59 5,34
Tiempo libre 1,89 3,52 8,01 10,8 12,3 19,8 10,8 10,7 10,3 3,87 8,15 5,38
Educación 4,28 6,56 10,8 12,6 12,1 17,3 8,07 7,63 8,48 4,51 7,81 4,89
Medio
Ambiente
1,77 2,74 5,43 9,13 12,2 22,4 12,5 11,8 10,4 4,5 7,12 5,54
Relaciones
Sociales
1,25 1,89 4,92 7,3 9,49 18,5 11,2 12,5 15 7,22 10,66 6,11
Estado civil 3,26 2,96 4,49 5,29 5,18 12,5 7,72 9,48 15,8 10,3 23 6,73
Participación
público/
política 3,45 3,11 5,6 8,31 9,53 18,8 11,1 10,9 13,1 6,23 9,85 5,74
(barrio,
comunidad)
Gobierno 7,99 5,78 8,36 9,91 9,48 20,2 9,49 9,29 9,2 4,27 6,01 4,85
Satisfacción
general
0,66 0,91 2,35 5,38 9,34 21,8 14,3 14,7 15,4 6,46 8,73 6,25
Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia

Por ejemplo, si comparamos las áreas de la vida que mayor y menor


satisfacción producen a los ecuatorianos, podemos señalar que el 50
% de los ecuatorianos afirma sentirse muy feliz con su estado civil,
en tanto que apenas el 7 % afirma lo mismo al referirse a su situación
financiera (Gráfico 28).

222
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

Gráfico 28. Distribución de frecuencia de satisfacción con el dominio “estado civil” y


“situación financiera”

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia

EL MAPA DE LA FELICIDAD EN ECUADOR10


A partir de las distribuciones presentadas en la sección anterior, cons-
truimos el mapa de felicidad a nivel provincial para el caso ecuatoria-
no. Para dibujar tal mapa, consideramos como “muy feliz” a aquellos
individuos que valoran la satisfacción con la vida de 8 en adelante.
A nivel nacional, vale mencionar que el 30,86 % de la población
ecuatoriana se siente “muy feliz” con su vida. En el otro extremo, po-
demos afirmar que el 3,9 % de la población se siente “muy infeliz”
(rango menor a 2) y el 14,65 % “infeliz” con su vida (rango entre 2 y 4).

10 Con fines explicativos, se dividen los once rangos del siguiente modo: muy feliz =
mayor a 8; feliz = entre 6 y 8; neutro = entre 4 y 6; infeliz = entre 2 y 4; y muy infeliz
= menor a 2.

223
René Ramírez Gallegos

Mapa 5. Porcentaje de la población que se siente “muy feliz” con su vida, 2007

Fuente: ENENDU, 2007. Elaboración propia

A través del Mapa 9, podemos observar que las provincias con ma-
yores porcentajes de personas “muy felices” –de mayor a menor– son
Tungurahua, Guayas, El Oro, Pichincha y Azuay. En el otro extre-
mo, las provincias con menor porcentaje son –de menor a mayor–
Cotopaxi, Esmeraldas, Loja, Cañar, Chimborazo y Bolívar. Vale men-
cionar que dicha diferencia no es menor. Así, por ejemplo, mientras en
Tungurahua el 38 % de su población se siente “muy feliz” con la vida,
en Cotopaxi, el 20,5 % afirma lo mismo.

FELICIDAD Y RIQUEZA/POBREZA DE INGRESO EN ECUADOR


¿Cuál es la relación entre riqueza y felicidad en Ecuador? El Gráfico
29 presentado a continuación deja translucir que la felicidad está di-
rectamente relacionada con el nivel de ingreso. En efecto, mientras
que, del total de personas que se siente muy feliz con la vida, el 21,7 %
se encuentra en el 10 % más rico, en el decil más pobre encontramos
el 5,8 %. En el otro lado, podemos observar que mientras en el 10 %
más pobre se encuentra el 16,5 % del total de personas que se sienten
infeliz con su vida, en el 10 % más rico se encuentra el 3,07 %. En
otras palabras, se puede afirmar que existen cinco veces menos perso-
nas “infelices” en el decil más rico en comparación al decil más pobre.

224
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

Gráfico 29. Porcentaje del total de personas (in)felices según decil de ingreso, 2007

25

21,68

20
% del total de personas (in)felices

17,43
16,55

15 14,4
13,79

12,06
11,3
10,37
10
9,03 9,3
8,38
7,7
7,38 7,1 7,19
6,19
5,8 5,71 5,56
5
3,07

0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Deciles de ingreso pc

Muy infeliz Muy feliz


Fuente: ENENDU, 2007. Elaboración propia

No obstante, si tal relación es evidente, no es unívoca. En efecto, po-


demos señalar, de acuerdo al Gráfico 30, que una de cada cuatro per-
sonas del quintil más pobre se considera feliz o muy feliz con su vida.
En el otro lado, del quintil más rico, el 20 % se considera infeliz o muy
infeliz.

225
René Ramírez Gallegos

Gráfico 30. Composición del nivel de felicidad según quintiles de ingreso, 2007

100%
12 13
17
90% 21,36

13 36,08
80%
18
20
70%
18 21,76
60%
19
21 27,6
50%
25 21,2
40%
24
30% 22
20,46
17,62
20%
34
11,23
10% 22 20
14,88
8,63
0%
20% mas pobre 2do quintil 3er quintil 4to quintil 20% mas rico

Muy infeliz Infeliz Neutro Feliz Muy feliz


Fuente: ENENDU, 2007. Elaboración propia

Lo mencionado anteriormente demuestra no solo que la riqueza no


compra felicidad o que la pobreza en el ingreso no implica siempre
infelicidad, sino también que las variables monetarias son una de las
aristas del bien-estar de la gente.
Finalmente, podemos señalar que existe una diferencia significa-
tiva entre el sentimiento de pobreza y de felicidad, tal como se aprecia
en el Gráfico 31. Claramente, podemos observar que la curva de dis-
tribución del sentimiento de pobreza se concentra en los rangos entre
0 y 4, mientras que, como señalamos anteriormente, la de la felicidad
se concentra entre 4 y 7 (60 % de la población). En efecto, casi el 70 %
de la población ecuatoriana se siente “pobre” o “muy pobre” (entre 0 y
4), en tanto que el 19 % se siente “infeliz” o “muy infeliz” (igualmente,
entre 0 y 4).

226
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

Gráfico 31. Sentimiento de felicidad vs. sentimiento de pobreza, 2007

35

30

25
Frecuencia (%)

20

15

10

0
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Nivel de satisfacción

Satisfacción general Sentimiento de pobreza


Fuente: ENENDU, 2007. Elaboración propia

5 LA FUNCIÓN AGREGADA DE LA FELICIDAD EN ECUADOR


Como se señaló en la sección metodológica, la función agregada de la
felicidad está asociada al impacto que tiene la satisfacción que cada
persona siente en los diferentes subdominios de la vida (trabajo, ho-
gar, salud, educación, relación con el medio ambiente, etc.) sobre la
felicidad vista holísticamente, pero tomando en cuenta variables ma-
teriales y demográficas que configuran el contexto de cada individuo.
Tanto a través de los modelos COLS y del modelo probabilístico
ordinal, en términos generales, podemos señalar que obtenemos los
mismos resultados.11 Ante todo, al igual que lo obtenido por Van Praag
y Ferrer-i-Carbonell (2004), los resultados evidencian que la satisfac-
ción general con la vida puede ser vista como el agregado de todos
los espacios de satisfacción estudiados separadamente. Cada domi-
nio tiene su específica contribución a la función agregada general.
Todos los subdominios son estadísticamente significativos a un 99 %
de confianza.

11 Ver detalle de los modelos en Ramírez, 2019.

227
René Ramírez Gallegos

De acuerdo a los coeficientes, en todos los modelos nos podemos


percatar de que los dominios que mayor satisfacción producen el día
de hoy a los ecuatorianos son los vinculados al espacio de las relacio-
nes sociales (tener amigos y compartir con ellos), a la satisfacción con
el estado civil y a la participación público-política, manteniendo todas
las demás variables constantes. En el otro extremo, a iguales condi-
ciones socioeconómicas, se puede afirmar que la satisfacción con el
medio ambiente, la satisfacción con la situación financiera en la que
viven, así como con la vivienda que poseen, son los dominios que me-
nos felicidad producen a los ecuatorianos.
Por otra parte, ceteris paribus, se puede observar que la estructura
de la familia tiene un impacto negativo sobre la felicidad. A medida
que incrementa el tamaño de la familia, la felicidad disminuye. Por
cada niño o niña adicional, la probabilidad de que incremente la feli-
cidad disminuye en 0,03.
A su vez, se puede señalar que un mayor ingreso produce un in-
cremento en la felicidad de los ecuatorianos. Vale afirmar, no obstan-
te, que el ingreso familiar no constituye la variable que mayor influen-
cia tiene sobre la felicidad de los ecuatorianos.
Por otra parte, cuando introducimos la variable necesidades
básicas insatisfechas (modelo 5), se trasluce que el ingreso total de
la familia pierde su significancia estadística; no así la variable NBI.
Se puede afirmar que a mayor número de necesidades insatisfechas,
la probabilidad de ser feliz disminuye, manteniendo todo lo demás
constante. Parece que en la felicidad con la vida de los ecuatorianos
las variables directas, relacionadas con la calidad de vida, tienen ma-
yor peso que las variables indirectas, que provienen, en este caso, del
ingreso. Dicha situación es importante señalarla en el marco de la
discusión de las medidas de bienestar y en la discusión sobre elabora-
ción de políticas públicas.
Asimismo, podemos ver que mientras más horas trabajan las
personas menos felices se sienten –aunque, vale aclarar, no es una
variable estadísticamente significativa−. Y, a su vez, mientras más ho-
ras libres, la satisfacción con la vida se incrementa sistemáticamente,
manteniéndose las variables sociales, económicas y demográficas en
un mismo nivel.
Finalmente, en términos de género, una persona que es hombre
tiene menor probabilidad (equivalente a 0,10) de ser feliz que una
mujer, a iguales condiciones socio-económicas y con una estructura
familiar similar.

228
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

6 DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO Y SATISFACCIÓN CON LA VIDA


Uno de los principales aportes en el ámbito del debate sobre la felici-
dad y economía es el que introducen Van Praag y Ferrer-i-Carbonell
(2005) al construir empíricamente el modelo agregado de la satisfac-
ción con la vida como producto de las subsatisfacciones que tienen
los ciudadanos en diferentes ámbitos de la misma: salud, educación,
trabajo, vida social, etc. En otras palabras, estos autores demuestran
que la felicidad con la vida como un todo es función de las subsatis-
facciones que tienen los individuos en los diferentes espacios de la
vida.
A lo largo de la investigación hemos sugerido que la distribución
del tiempo impacta en el buen vivir de las personas. En el ámbito
subjetivo, tal aseveración se puede constatar al analizar el impacto
que tiene el tiempo asignado en la felicidad en cada uno de los sub-
dominios de la vida. Si observamos la Tabla 10, en donde se realizan
seis modelos econométricos en diferentes espacios de la vida, pode-
mos constar que el tiempo asignado a cada subdominio de la vida
afecta la satisfacción de cada espacio de la vida. Así, por ejemplo, al
incrementar en 1 % el tiempo libre, la probabilidad de que incremente
la satisfacción con el mismo crece en 0,182%. No es sorprendente el
impacto negativo que tiene en la satisfacción con la salud el hecho de
estar enfermo. Por cada 1 % que crezca el tiempo de estar enfermo,
la satisfacción son su estado de salud decrece en -0,205%. También
podemos constatar que los años dedicados a la educación son los que
mayor satisfacción producen de los subdominios analizados. Todos
los modelos analizados son estadísticamente significativos. A su vez,
en todos los modelos, el tiempo (como variable independiente) dedi-
cado a cada subactividad impacta en la felicidad del subdominio estu-
diado. Las variables del tiempo son estadísticamente significativas al
99 % de confianza en cada modelo analizado.

229
René Ramírez Gallegos

Tabla 10. Modelos de bienestar subjetivo y asignación del tiempo


en seis subdominios de la vida, 2007
(Variables dependientes = satisfacción con: el tiempo libre, salud, vida social, trabajo,
participación pública y educación)

Modelo 1: Satisfacción con Modelo 2: Satisfacción con Modelo 3: Satisfacción con


  el tiempo libre la salud su vida social
  Coef P>|z| Coef P>|z| Coef P>|z|
Ln (tiempo libre) 0,182 0,000        
Ln (tiempo
enfermedad)     -0,205 0,000    
Ln (tiempo
sociabilidad)         0,083 0,000
             
Log likehood -62337   -72092   -63029.74  
Prob > chi2 0,000   0,000   0,000  
Pseudo R2= 0,010   0,031   0,005  

Modelo 4: Satisfacción con Modelo 5: Satisfacción con Modelo 6: Satisfacción con


  el trabajo participación pública educación
  Coef P>|z| Coef P>|z| Coef P>|z|
Ln (tiempo de
trabajo 0,097 0,000    
Ln (tiempo
participación
pública)     0,073 0,000    
Ln (escolaridad)     1,307 0,000
         
Log likehood -48036   - 9553 -65014  
Prob > chi2 0,000   0,000 0,000  
Pseudo R2= 0,029   0,004   0,049  
Nota: Únicamente se presentan los coeficientes de los tiempos dedicados a cada subdominio de la vida. Cada modelo
consta de variables socioeconómicas que permiten tomar en cuenta las heterogeneidades estructurales del Ecuador.
Estas variables fueron: ingreso per cápita, edad, condición de actividad laboral, sexo, sector de empleo y tamaño de la
familia.

En la sección anterior se pudo demostrar, siguiendo el modelo de


agregación de la satisfacción con la vida, que esta se encuentra en
función de las subsatisfacciones que se tiene en cada espacio de la
vida cotidiana que se realiza. No obstante, si bien en la Tabla 10 fue
posible constatar, a su vez, que el tiempo en cada subdominio de la
vida estudiado impacta a su respectiva satisfacción, proponemos que

230
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

la felicidad agregada como un todo no solo es función de las felicida-


des en cada espacio de la vida, sino que depende también del tiempo
que se asigne a cada subdominio. En otras palabras, la satisfacción
con la vida en general, a más de ser función de las subfelicidades en
los diferentes espacios de la vida cotidiana, depende de la distribución
del tiempo a lo largo de la vida.
La Tabla 10 trasluce que la función agregada de la felicidad tam-
bién depende de la distribución del tiempo. La satisfacción con la vida
en general está en función de la asignación del tiempo en cada sub-
dominio de la vida, que a su vez determina la felicidad en cada espa-
cio de la misma. En efecto, del modelo de ecuaciones simultáneas
se desprende que la felicidad en cada subdominio de la vida está en
función del tiempo que se le asigna a la misma y cada uno de estos
permite estructurar los niveles de satisfacción con la vida en general.
En otras palabras, la felicidad con la vida depende de la satisfacción
que tenga cada ciudadano con el tiempo libre, con la salud, con la vida
social, con el trabajo, con la participación pública, con la educación
alcanzada; y los niveles de satisfacción subjetiva en cada uno de estos
espacios de la vida dependen del tiempo asignado a cada actividad de
las veinticuatro horas del día.12
Del modelo señalado, se confirma que la satisfacción con la edu-
cación y el tiempo dedicado a la misma es lo que más impacta po-
sitivamente en el bienestar subjetivo. Como habíamos observado, la
educación es una condición sustancial del buen vivir, en tanto que
alimenta el autoconocimiento personal y coadyuva en la producción
de una democracia de mayor calidad. Por otra parte, no es de sorpren-
derse tampoco que el estar enfermo produzca tristeza o insatisfacción
con la vida. Todas las ecuaciones estudiadas que estructuran la felici-
dad con la vida en general son estadísticamente significativas al 99 %
de confianza.

12 De acuerdo con lo señalado, parece que los modelos de agregación de la satis-


facción con la vida propuestos por Van Praag y Ferrer-i-Carbonell (2004) tendrían
problemas de especificación al omitir variables relevantes, y podrían ser corregidos
tomando en cuenta la asignación del tiempo en cada subcomponente de la vida.

231
René Ramírez Gallegos

Tabla 11. Modelo de ecuaciones simultáneas de satisfacción con la vida en general y la


distribución del tiempo, 2007
(Variable dependiente = satisfacción general con la vida)

  Coeficientes P>|z|
Satisfacción con la vida   0,000
Ingreso per cápita 0,000 0,024
Condición de ocupación -0,035 0,004
Nivel de educación 0,212 0,000
Sector del empleo -0,052 0,010
Constante 6,367 0,000
Satisfacción con tiempo libre   0,000
Tiempo libre 0,012 0,000
Constante 5,630 0,000
Satisfacción con su salud   0,000
Tiempo de enfermedad -0,032 0,000
Constante 6,025 0,000
Satisfacción con su vida social   0,029
Tiempo para la sociabilidad 0,007 0,029
Constante 6,602 0,000
Satisfacción con el trabajo   0,015
Tiempo de trabajo 0,004 0,042
Edad2 0,000 0,046
Edad 0,258 0,006
Constante 5,161 0,000
Satisfacción con su participación pública 0,000
Tiempo para participación pública 0,014 0,157
# Personas dentro del hogar 0,074 0,000
Constante 5,923 0,000
Satisfacción con su educación   0,000
Años de escolaridad 0,181 0,000
Constante 3,927 0,000

Variables endógenas: Satisfacción con la vida, satisfacción con el tiempo libre, satisfacción con la salud, satisfacción con
la vida social, satisfacción con el trabajo, satisfacción con la participación pública, satisfacción con la educación.
Variables exógenas: Ingreso per cápita, condición de ocupación, nivel de educación, sector de empleo, tiempo libre,
tiempo de enfermedad, tiempo de sociabilidad, tiempo de trabajo, tiempo de participación pública, años de escolaridad.
Fuente: ENENDHU, 2007. Elaboración propia

232
Capítulo 9. Tiempo y subjetividad

En suma, se puede corroborar que la rutina del día a día no mata la


importancia que dan los ciudadanos al tiempo. De hecho, esta sección
pudo demostrar que la asignación del tiempo es relevante no solo en
cada subcomponente de la vida (ocio, educación, salud, etc.), sino que
también la distribución total del mismo configura la satisfacción con
la vida en general.

7 TIEMPO RELACIONAL Y SATISFACCIÓN CON LA VIDA


La autonomía de una persona está en función del tiempo que tiene
luego de haber satisfecho sus necesidades vitales materiales y bioló-
gicas. Tal autonomía es parte de la determinación de la libertad del
individuo. Esta libertad es la base de la construcción de lo se ha deno-
minado “tiempo para la buena vida” o “generación y disfrute de bienes
relacionales”.
¿Aumentar el tiempo relacional produce mayor satisfacción con
la vida? La evidencia empírica señala que sí. Como se puede observar
en la regresión estudiada, el tiempo relacional impacta de una manera
significativa y positivamente en la satisfacción con la vida. Incluso se
evidencia que, para un ecuatoriano, el tiempo relacional importa más
en su bienestar subjetivo que el ingreso per cápita.
Es importante señalar que, cuando se incluye el tiempo relacio-
nal en el modelo agregado de ecuaciones simultáneas de satisfacción
con la vida presentado en la anterior sección, mejora estadísticamente
el modelo como un todo y la significancia de los submodelos de las
ecuaciones simultáneas.13 No se puede pasar por alto que el tiempo de
trabajo, si bien tiene un impacto positivo en la felicidad en el ámbito
del trabajo, no tiene un impacto estadísticamente significativo en la
satisfacción de la vida como un todo.
Se podría pensar que la rutina de la vida cotidiana desvanece el
sentido que tienen los individuos sobre el valor del tiempo. Este capí-
tulo ha demostrado que no es así. Los ciudadanos valoran el tiempo,
y su bienestar subjetivo está en función de cómo asignan el mismo en
un día común de la vida.
Más allá del debate a nivel teórico que conlleva lo señalado, tal
conclusión no es menor cuando se disputan transformaciones socia-
les. Como bien se pudo observar al inicio de este capítulo, los cambios
producidos en el período 2006-2016 generaron una mejora en el bien-
estar en general de la población ecuatoriana. Cayó la pobreza, la des-
igualdad, la polarización; se incrementó la clase media e incluso mejo-
ró el bienestar subjetivo de la población. No obstante, al subdividir en

13 Ver detalle de los modelos en Ramírez, 2019.

233
René Ramírez Gallegos

estratos sociales, en aquel grupo que sale de la pobreza o que mejora


sus condiciones de vida y que es parte de los estratos medios, se con-
figura lo que hemos denominado la paradoja del bienestar objetivo y
malestar subjetivo. Quizás el acercamiento al estrato rico genera una
frustración subjetiva de no ser parte del mismo que antes no existía
dada la mayor distancia que los separaba.
La situación mencionada imposibilita la construcción de un nue-
vo orden social. Parece que el cambio en la materialidad de la última
década señalada ha producido una profundización del sentido hege-
mónico de la sociedad: necesidad de más consumismo individualista
como objetivo de vida. Se construye ciudadanía a través del consumo;
o dicho de otra manera, el modelo económico construyó consumido-
res y no ciudadanos.
Pero este capítulo ha permitido constatar que se pueden producir
cambios en la subjetividad a través de diputar la distribución del tiem-
po. En este marco, las políticas de intervención estatal o las disputas
en la interacción social deben trastocar la distribución del tiempo.
La disputa por una mayor igualdad en la distribución del tiempo sin
dominación es la disputa por la libertad en sociedades desigualmen-
te estructuradas. Tal búsqueda de una mejor distribución del tiempo
autónomo para la buena vida, si viene acompañada de la disputa del
valor social del mismo (es decir, de la vida), podría configurar otros
sentidos comunes que permitan disputar una subjetividad transfor-
madora y –por qué no– revolucionaria de la sociedad. En este marco,
en términos teóricos y políticos, el centro de una nueva organización
social sería la configuración de otra distribución temporal de la vida
que produzca una nueva subjetividad y que trastoque el sentido hege-
mónico que defiende la construcción del tiempo como valor de cam-
bio en el mercado.

234
Capítulo 10

LA UNIDAD DE ANÁLISIS IMPORTA

“Quien nomina domina; quien define, decide”, es decir, impone qué se


tiene que hacer. Cómo se nomina está en función de las “lentes” que
tengamos puestas. La hegemonía se ha construido a través de generar
un sentido común según el cual el evaluador de la sociedad está en fun-
ción del prisma del dinero. Pero, ¿habría otra descripción de lo descri-
to hegemónicamente si se usaran otras lentes (otras definiciones, otras
unidades de análisis) en el análisis?
En este capítulo, realizaremos un ejercicio de deconstrucción de la
descripción de la realidad en función de dos tipos de unidad de análisis
diferentes. Lo que se pretende evidenciar es que en un mismo espacio y
tiempo (Ecuador en el año 2007) la descripción de la realidad cambia de
una manera significativa si se utilizan las lentes del dinero o del tiempo
relacional. Este capítulo estratifica a la sociedad en deciles (quintiles) de
ingreso o tiempo relacional. En función de tal división analiza qué tipo de
sociedad se describiría bajo las lentes de una u otra unidad de análisis. En
la primera sección, se examinan el ingreso per cápita, el tiempo de trabajo
y el tiempo bien vivido según los estratos socioeconómicos señalados.
En la segunda sección se describe el buen y/o mal vivir del 20 %
más rico de la población. La tercera sección analiza las diferencias
existentes según la estratificación del dinero y el tiempo, dependiendo
del tipo de trabajo que tengan los ciudadanos del Ecuador. Después,
en la cuarta sección, se detalla la relación existente entre desigualdad

235
René Ramírez Gallegos

de ingreso y desigualdad de tiempo relacional. En la quinta sección,


se evalúa el impacto de la escolaridad sobre el ingreso y cuál sería la
lectura si el objetivo social de los procesos de enseñanza-aprendizaje
fuese fortalecer la democracia y las relaciones sociales. La sección fi-
nal analiza el impacto de las políticas estructurales macroeconómicas
endógenas vividas entre 2006 y 2016 frente a políticas de liberalización
económica que vivió el Ecuador entre 1993-2001, sobre el tiempo de
trabajo y la liberación potencial de tiempo para la buena vida.

1 DINERO VS. TIEMPO RELACIONAL


En la economía neoclásica el bienestar utilitario está asociado con la
riqueza monetaria. Se supone entonces que una sociedad es más rica
cuanto más opulenta es. Si bien a priori parecería que, en promedio,
el perfil (en términos relativos) de aquellas personas que son ricas mo-
netariamente coincide con el de las personas que viven una vida plena,
un análisis más detallado, al dividir en estratos sociales según dinero
o tiempo, nos revelará diferencias significativas.
El análisis económico cambia completamente cuando cambia-
mos de unidad de análisis, si pasamos del dinero al tiempo relacional.
En efecto, a través del Gráfico 32, podemos constatar lo mencio-
nado. Si usamos como unidad de análisis el ingreso, y dividimos a la
población en deciles de ingreso, podemos observar que el 10 % más
rico tiene un ingreso promedio equivalente a USD 691 per cápita.
Ahora bien, si dividimos a la sociedad en deciles de tiempo relacional,
es posible señalar que el 10 % más rico en tiempo bien vivido tiene un
ingreso igual a USD 227 mensuales. Es importante evidenciar que si
comparamos las dos curvas, podemos notar que en el 80 % de la po-
blación, el ingreso en cuanto a tiempo relacional es superior al ingreso
mensual medido monetariamente.

Gráfico 32. Ingreso per cápita según deciles de ingreso o deciles de tiempo relacional, 2007

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia


Nota: En el eje horizontal están sobrepuestos los deciles medidos según ingreso o según tiempo bien vivido o relacional.

236
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

Por otra parte, si estudiamos el tiempo dedicado al trabajo semanal


según las dos unidades de análisis, se evidencian resultados disímiles.
En efecto, en primer lugar, se puede observar a través del Gráfico 33 que
la relación entre deciles de ingreso y tiempo de trabajo es directamente
proporcional, en tanto que podemos afirmar que es inversamente pro-
porcional entre deciles de tiempo bien vivido y horas de trabajo a la se-
mana. El 10 % más rico en cuanto a ingreso trabaja casi diez horas más
que el 10 % más pobre en cuanto a la variable monetaria mencionada.
Al evaluar según estratificación temporal, notamos que el 10 % más rico
según tiempo relacional trabaja casi cuatro horas menos que el 10 %
más pobre determinado bajo la misma variable temporal.

Gráfico 33. Horas de trabajo semanal según deciles de ingreso o de tiempo relacional, 2007

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia


Nota: Se toma en cuenta únicamente a los ciudadanos que declaran no haber estado en el desempleo la última semana.

En este marco, cuando comparamos bajo estas dos unidades de análi-


sis, se evidencia el contraste existente. Así, el Gráfico 33 revela que el
10 % más rico según el ingreso trabaja casi seis horas más que el 10 %
más rico según tiempo relacional.
Finalmente, para observar los diferentes énfasis de una economía
monetarista neoclásica frente a la economía del buen vivir, analizare-
mos el tiempo dedicado a la generación y disfrute de tiempo relacional
en ambos marcos de análisis. Si partimos desde la perspectiva neoclási-
ca, podemos constatar que el 10 % más rico tiene 1,77 veces más tiempo
relacional que el 10 % más pobre según ingreso. Esta diferencia −como
se señaló anteriormente− es dieciséis veces mayor si comparamos los

237
René Ramírez Gallegos

dos extremos de deciles medidos según el tiempo bien vivido. Si com-


paramos ambos deciles según ingreso y tiempo vivido a plenitud, pode-
mos aseverar que un individuo extremadamente rico según ingreso (de-
cil más alto) tiene en promedio treinta y siete horas menos a la semana
de tiempo dedicado a la buena vida que una persona que pertenece al
10 % más rico en cuanto a tiempo vivido a plenitud.

Gráfico 34. Horas dedicadas semanalmente al buen vivir según deciles de ingreso o de
tiempo relacional, 2007

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia

Claramente, lo que se ha pretendido evidenciar es que existe diferencia


entre enfoque bienestarista y buen vivir. El análisis económico realizado
desde una perspectiva monetaria no coincide con el análisis que se des-
prendería si tomamos como unidad de análisis el tiempo relacional. Una
economía que tenga como objetivo la maximización de la utilidad me-
dida monetariamente evidentemente producirá una sociedad diferente
a la que se puede crear desde una economía que tenga como objetivo la
maximización de la generación/disfrute de bienes relacionales.1

2 LA “POBREZA” DE LA RIQUEZA MONETARIA


Es usualmente conocido en las ciencias sociales que según cómo se
evalúe una situación o se haga su diagnóstico se interviene sobre esa

1 Si se usa la base de datos del 2012, las conclusiones son similares. Como se men-
cionó en el Capítulo 4, la base de datos del 2007 es más robusta para el 95 % de la
población, razón por la cual, para los fines de esta sección, se usa la base de este año.

238
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

realidad. El diagnóstico cambia radicalmente −como se evidenció con


anterioridad− si cambia la unidad de análisis. De acuerdo con la eco-
nomía neoclásica, el bienestar está relacionado con la capacidad de
consumo que tenga una persona. Bajo esta mirada, el objetivo social
debería ser que todos los ciudadanos del mundo tengan el nivel de
vida que llevan, por ejemplo, las estrellas de Hollywood. No obstante,
la economía del buen vivir pondría en duda si tal sociedad es lo que
debe buscar la humanidad.
En promedio, si comparamos los dos marcos de análisis, pode-
mos señalar que la pobreza de la riqueza o el mal vivir de los ricos
se produce porque aquellas personas que tienen más dinero en la
sociedad ecuatoriana trabajan más, duermen menos y dedican mu-
cho menos tiempo a la generación/disfrute de relaciones sociales. En
efecto, las personas que pertenecen al decil más rico según ingreso
trabajan 6 horas más, duermen 6,8 horas menos y tienen 37 horas
menos de tiempo relacional a la semana frente a aquellas personas
que se encuentran en el decil más alto según el tiempo bien vivido.
Es importante señalar que ambos grupos tienen el dinero suficiente
para satisfacer sus necesidades materiales (claro está, con diferentes
niveles de “lujo”).
Podríamos discurrir irónicamente en el análisis descriptivo acer-
ca de que las personas que pertenecen al 10 % más rico según ingreso
y no llevan una vida plena equiparan USD 464 mensuales con 148 ho-
ras mensuales de tiempo que podrían dedicar a trabajar menos, dor-
mir más o vivir una vida que fomente relaciones sociales de calidad.

Tabla 12. Composición y promedio del quintil más rico según deciles de tiempo
relacional 2007

Quintil más rico en ingreso


Riqueza de tiempo Composición Promedio
10% que vive peor (pobre en tiempo relacional) 6,85% 13%
2 5,61% 14%
3 7,09% 16%
4 9,33% 19%
5 9,69% 20%
6 7,80% 19%
7 10,94% 24%
8 12,28% 27%
9 14,17% 31%
10% con niveles más altos de buena vida (rico en
16,26% 35%
tiempo relacional)
Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración: propia.

239
René Ramírez Gallegos

En este marco, quizás una pregunta pertinente sería: ¿qué porcentaje


de personas que pertenecen al quintil más rico según ingreso pertene-
cen también al quintil más alto según tiempo relacional? Del total del
quintil más rico según ingreso, únicamente el 30 % pertenece al quin-
til con mayor nivel de buena vida medido según la variable tiempo
relacional. En el otro extremo, del quintil más rico según ingreso, casi
el 30 % pertenece a los dos quintiles más “pobres” calculados según el
tiempo que dedican a vivir bien.

3 ESTRATIFICACIÓN SOCIOTEMPORAL
¿Cómo se estructura la composición del 20 % más rico/pobre según el
ingreso o el tiempo relacional cuando se analiza el tipo de trabajo al
cual pertenece? ¿Existe diferencia en su composición cuando se elige
una diferente unidad de análisis? Como se puede observar en la Tabla
13, efectivamente se describen dos estructuras sociales diferentes si se
usa el dinero o el tiempo como variable focal.
Comparemos el quintil más pobre utilizando diferentes unidades
de análisis. Si observamos, por ejemplo, el 20 % más pobre según in-
greso, podemos señalar que el 32 % de este quintil es jornalero o peón.
En su defecto, si usamos la estratificación del 20 % más pobre según
tiempo relacional, podemos afirmar que apenas el 5,7 % del quintil
más pobre según tiempo pertenecen a este grupo de trabajo. En este
mismo grupo de trabajadores, mientras el 0,3 % pertenece al quintil
más rico de ingresos, el 1,5 % es parte del quintil más rico de tiempo
bien vivido. Asimismo, existe una gran diferencia cuando analizamos
la participación de los patronos en la configuración de los estratos
más pobres, ya sea de ingreso o de tiempo. En efecto, mientras el 2 %
del 20 % más pobre de ingreso es patrono del quintil más pobre según
tiempo, el 31% está conformado por ciudadanos que pertenecen a esta
categoría de trabajo. Este tercio de la población cae en la tipología de
personas con riqueza de ingresos y pobreza de tiempo. Lo que se deja
entrever en la Tabla 13 es que la composición de los estratos sean po-
bres o ricos cambian según la unidad de análisis que se utilice (dinero
o tiempo).

240
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

Tabla 13. Composición del 20 % más rico/pobre (ingreso/tiempo relacional)


según tipo de trabajo, 2007

20% más pobre 20% más rico 20% más pobre 20% más rico
según ingreso pc según ingreso pc según tiempo según tiempo
relacional relacional
Empleado / Obrero 1,3% 8,2% 5,2% 8,4%
de Gobierno / Estado

Empleado / Obrero 21,0% 11,3% 17,9% 14,7%


privado
Jornalero o Peón 31,8% 0,3% 5,7% 1,5%
Patrono 1,9% 53,6% 30,8% 55,0%
Cuenta Propia 38,1% 26,0% 38,3% 19,7%
Trabajador del hogar 2,4% 0,2% 0,4% 0,2%
No Remunerado
Trabajador No 0,1% 0,0% 0,0% 0,1%
Remunerado en otro
hogar
Ayudante No 0,1% 0,0% 0,0% 0,0%
Remunerado de
asalariado / jornalero
Empleado(a) 3,4% 0,3% 1,7% 0,4%
Doméstico(a)
100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia

Si realizamos la lectura de la distribución por quintiles del tiempo


relacional de los empleados públicos y los patrones, también se puede
observar que la composición es diferente. Los empleados públicos y
los patronos son ciudadanos no pobres, es decir, que la mayoría de
ellos suelen tener sus necesidades básicas y de ingreso satisfechas.
Si estratificamos a la sociedad según quintiles de ingreso o tiempo,
la composición de dicha estratificación cambia. Así, por ejemplo, del
total de tiempo relacional de los empleados públicos, existe una dife-
rencia de 10 puntos porcentuales que acumula el quintil más rico, si
se usa una estratificación con una y otra unidad de análisis. En efecto,
del tiempo relacional total de los funcionarios del Estado, mientras el
53 % de los empleados públicos pertenece al quintil más rico de ingre-
sos, el 42 % es parte del 20 % más rico de tiempo.

241
René Ramírez Gallegos

Tabla 14. Composición del tiempo relacional de los empleados públicos y patronos según
quintiles de ingreso o tiempo, 2007

Empleado / Obrero de
Gobierno / Estado Patrono
20% más pobre 1,8% 2,8%
Quintil 2 3,9% 5,2%

Quintiles de ingreso per Quintil 3 11,6% 7,4%


cápita Quintil 4 29,9% 14,3%
20% más rico 52,9% 70,3%
TOTAL 100% 100%
20% más pobre 3% 5%
Quintil 2 9% 11%
Quintil 3 19% 16%
Quintiles tiempo relacional
Quintil 4 26% 26%
20% más rico 42% 42%
TOTAL 100% 100%

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia

A continuación realizaremos un análisis de los patronos. Del tiempo


relacional total de los patronos, el 70 % lo concentran aquellos que
pertenecen el quintil más rico. Ahora bien, el 42 % del tiempo relacio-
nal de los patronos se concentra en el quintil más rico según tiempo
para la buena vida. En otras palabras, existe una diferencia del 28 %
en la estructura socioeconómica de los ciudadanos que son patronos
en la acumulación de tiempo relacional, si este es configurado según
dinero o tiempo.

4 DESIGUALDAD DE INGRESOS FRENTE A DESIGUALDAD DE


TIEMPO
¿Existe relación entre la desigualdad monetaria y la desigualdad de
tiempo? Con el fin de responder tal pregunta, se obtuvo el coeficiente
de Gini de ambas medidas para las diferentes zonas geográficas, que
permite calcular la encuesta: provincias (considerando la Amazonía
en su conjunto), regiones geográficas y las tres principales ciudades
del país (Cuenca, Quito, Guayaquil).

242
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

Gráfico 35. Coeficiente de Gini del ingreso frente al coeficiente de Gini del tiempo
relacional según zona geográfica, 2007

Fuente: ENEMDU (INEC, 2007). Elaboración propia

Como se puede observar en el Gráfico 35, existe una relación direc-


tamente proporcional entre los niveles de concentración de riqueza
calculados en cuanto a ingreso y en cuanto a tiempo relacional. En
otras palabras, a medida que hay más desigualdad de ingreso en los
territorios del país, hay mayor desigualdad en el tiempo dedicado a la
buena vida.
En términos agregados, podemos notar que los territorios con
menor desigualdad tanto de ingreso como de tiempo son: Cuenca, El
Oro y Quito. En el otro extremo, las zonas más desiguales son Bolívar
y los territorios amazónicos.
En el marco del análisis de la desigualdad, se pude señalar que,
así como podemos decir que si tuviésemos en Ecuador una mejor dis-
tribución del ingreso no existiría pobreza monetaria,2 también pode-
mos afirmar que si existiese una mejor distribución del tiempo de tra-
bajo, no habría desempleo, e incluso se podría crear más tiempo para
el buen vivir reduciendo la jornada de trabajo. En efecto, en 2007, la
tasa nacional de desempleo en Ecuador fue del 5 % de la PEA, equi-
valente a una necesidad de ocupación de 13’350.000 horas de trabajo

2 El PIB, el ingreso o gasto per cápita es 2 o 3 veces superior a la línea de pobreza


del Ecuador (Ramírez, 2008b).

243
René Ramírez Gallegos

semanal. Ese mismo año, el 44 % de la PEA trabajó más de cuarenta


horas semanales.3 Las horas de sobretrabajo en Ecuador equivalen a
un total aproximado de treintacinco millones de horas a la semana
que podrían ser redistribuidas. En este sentido, de existir una distri-
bución más equitativa de las horas de trabajo remunerado, no solo
que no debería haber desempleo, sino que también podría haber me-
nos horas de trabajo laboral a nivel nacional. Parafraseando un viejo
eslogan, podríamos decir que hay que “trabajar menos para que todos
trabajen y disfruten de mayor tiempo relacional”. La autonomía y la
libertad están relacionadas con la concentración o no del tiempo y
con las diferencias sociales que tienen los ciudadanos al momento de
elegir qué hacer con la vida en la cotidianidad.

5 DEL RETORNO ECONÓMICO AL RETORNO DE LA FRATERNIDAD


Lo “importante” en una sociedad se construye a través de cómo se
configura el relato sobre una temática particular en la escena pública.
En la sociedad mercantil y capitalista, como hemos señalado, lo im-
portante es incrementar el consumo (o, en su defecto, el ingreso) para
poder obtener más bienes y servicios. El orden social está en función
de este objetivo. A la construcción de tal relato, ha contribuido y con-
tribuye todo un aparato teórico, metodológico y empírico que a través
de instrumentos como la matemática, la estadística y –en el caso eco-
nómico– la econometría evalúan de forma “objetiva” la cuestión social
mencionada, y en función de aquello se sugieren cursos de acción o
intervención.
Estructurado “el dato o el indicador” producto del relato acadé-
micamente construido, se edifica poco a poco el sentido común y se
validan acciones particulares o específicas. Lo que se ha intentado de-
batir en este capítulo es que la definición de la variable focal resulta
indispensable en la configuración del relato de lo “importante” en la
sociedad y que sin cambiar la mirada difícilmente se podrá disputar
la construcción de otro orden social.
La forma de problematizar la importancia de la educación desde
la economía no es la excepción. La educación es importante en tanto
produzca retornos económicos. Este es el corolario del análisis bajo
la mirada neoclásica. Gran cantidad de artículos a nivel mundial estu-
dian cuál es el retorno de la educación y, en ese marco, la conclusión
es unívoca: dado que la educación produce retornos monetarios frente
a aquellas personas que no tienen educación o tienen más bajos nive-
les educativos es necesario invertir en educación. Tal inversión puede

3 En estricto rigor, el 44 % que trabaja en promedio más de cuarenta horas sema-


nales tiene un exceso de trabajo equivalente a casi quince horas semanales.

244
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

ser pública o privada. Por ejemplo, en los sistemas más mercantiles


de educación superior tal análisis sirve para calcular el “valor actual
neto” del retorno educativo a lo largo de la vida y justificar con ello
que éste es mayor a la inversión (deuda) que se está contrayendo para
poder estudiar en las universidades.
Por cada año de educación adicional, cada ciudadano recibe un
ingreso mayor de entre el 5 % y el 40 %, dependiendo del país a nivel
mundial. A través del individualismo metodológico se reivindica tam-
bién una sociedad individualista. Los que tienen “éxito” profesional
son los que a través de sus “méritos” han podido conseguir los más
altos niveles educativos. La desigualdad socioeconómica queda jus-
tificada de tal forma. De hecho, el éxito también depende de que el
otro no tenga las mismas oportunidades de acceso a la educación. En
efecto, usualmente, bajo la mirada de los retornos económicos, cada
persona está en condiciones de ser potencialmente libre si se consigue
la igualdad de oportunidades, pero a condición de que todos y todas
no lo sean. Como bien señala Ovejero: “los estudios permiten mejo-
rar, siempre que no todos dispongan de estudios [...]. El primero que
obtuvo un título tenía las puertas abiertas; cuando todos lo tienen, el
título pierde su valor ‘diferencial’. Mis estudios valen mientras solo yo
los tenga” (Ovejero, 2001).
Bajo estas lecturas, las políticas educativas o de conocimiento de-
ben ser evaluadas en tanto produzcan retornos económicos. La prime-
ra pregunta que surge es: ¿los sistemas educativos deben buscar que
exista más o menos retorno educativo? Más allá de que la educación
es un derecho y no una mercancía, dentro de la misma perspectiva de
análisis se debería empezar señalando que uno de los objetivos de la
educación es producir una sociedad más igualitaria y democrática. El
retorno de la educación es mayor en sistemas educativos más exclu-
yente y privados. En este marco, se deberían auspiciar sistemas que
tiendan a no producir retornos económicos de la educación. No es
fortuito que, en países con sistemas públicos y masivos, los retornos
sean menores que los sistemas privados/mercantiles y excluyentes.
Con el fin de tener herramientas de análisis que disputen al dis-
curso hegemónico la evaluación de la educación en función de los
retornos financieros, se propone como ejemplo ilustrativo cambiar de
mirada y poner el énfasis en el retorno de la fraternidad (generación
de philía social y civil) en la educación.
Siguiendo la lectura de Aristóteles sobre la philía, en el marco del
mutuo reconocimiento y la igualdad, la educación puede ser evalua-
da, entre otras aristas, en tanto productora de más fraternidad y bie-
nes relacionales a nivel de la sociabilidad y ciudadanización que ella
misma genera. La educación busca construir una sociedad fraterna

245
René Ramírez Gallegos

que solo es viable en tanto produce espacios de encuentro para que


prospere el mutuo reconocimiento. Solo en un mutuo reconocimiento
genuino puede prosperar la democracia. Como bien afirma el filósofo
griego, la philía, la amistad, solo puede prosperar en la igualdad, ra-
zón por la cual el mejor régimen político es la democracia, donde los
ciudadanos, al ser iguales, tienen muchas cosas en común y puede así
prosperar la amistad fraternal (Aristóteles, 1994, p. 233).
El concepto de amistad (philía), en el marco de lo señalado, no
se circunscribe únicamente a la amistad entre amigos y amigas, sino
que incluye también la relación entre familiares y entre ciudadanos, lo
cual es una dimensión estructurante de la buena vida. Es por ello que
la educación debe coadyuvar a la generación y disfrute de lo que he-
mos denominado “bienes relacionales”, tanto a nivel individual como
social y civil.
Cambiando de mirada, podríamos preguntarnos si la educación
está permitiendo el retorno de la fraternidad. Dicho de otra forma,
¿está la educación construyendo seres humanos y ciudadanos que se
realizan en la philía, en la participación pública, política (democra-
cia) o genera retornos negativos en la generación y disfrute de bienes
relacionales?
Siguiendo la misma metodología para calcular los retornos eco-
nómicos de la educación, pero cambiando el centro de atención, pode-
mos poner el énfasis del análisis y la evaluación no en el impacto de la
educación sobre el ingreso laboral, sino en el mayor o menor tiempo
que genera para la sociabilidad o participación democrática (civil o
política) por parte de los ciudadanos.
Realizando un modelo Heckman, para corregir los problemas de
endogeneidad (sesgo de selección) en la regresión, se puede constatar
que la educación en el Ecuador incrementa en la ciudadanía la par-
ticipación en la producción de sociabilidad y democracia. En efecto,
ceteris paribus, por cada año que incremente la escolaridad en la so-
ciedad ecuatoriana, los ciudadanos incrementarán 1,7 % el tiempo
dedicado a la participación pública, política y social.

246
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

Tabla 15. Modelo Heckman de retornos de la educación en el tiempo para la participación


pública, política y social, 2007 (Prob > chi2 = 0.0000)

  País Urbano Rural


Tiempo público y social Coef. P>|z| Coef. P>|z| Coef. P>|z|
Escolaridad 0,017 0,000 0,018 0.000 0,0002 0,925
Ingreso pc 0,0001 0,094 0,000 0.203 0,000 0,016
Edad -0,010 0,001 -0,011 0.003 -0,111 0,000
Edad2 0,000 0,000 0,000 0.000 0,001 0,000
Sexo -0,051 0,000 -0,034 0.051 -0,1726 0,000
Número de personas -0,019 0,000 -0,021 0.000 0,005 0,228
Constante 2,215 0,000 2,221 0.000 5,219 0,000
             
Select            
Ingreso pc 0,000 0,079 0,000 0.608 0,000 0,817
Edad 0,186 0,000 0,189 0.000 0,172 0,000
Edad2 -0,002 0,000 -0,002 0.000 -0,002 0,000
Sexo 0,182 0,000 0,194 0.000 0,1394 0,000
Número de personas -0,047 0,000 -0,040 0.000 -0,038 0,000
Constante -3,444 0,000 -3,476 0.000 -3,567 0,000
             
/athrho 0,059 0,025 0,060 0.036 -1,4663 0,000
/lnsigma -0,097 0,000 -0,106 0.000 0,111 0,000
             
Rho 0,059   0,060   -0,899  
Sigma 0,907   0,899   1,1170  
Lambda 0,054   0,054   -1,004  

Analicemos dos cuestiones que resultan relevantes del modelo seña-


lado. La primera es que la educación tiene un mayor impacto que el
ingreso monetario en la formación de ciudadanos que destinen más
tiempo a la sociabilidad y participación democrática. Incluso se puede
constatar que el ingreso monetario no es estadísticamente significati-
vo en el modelo para la zona urbana en el impacto de la producción
de bienes relacionales. Por otra parte, se puede corroborar que si bien
en el sector urbano se trasluce que la educación tiene un impacto po-
sitivo en el tiempo dedicado a la participación pública y social, en el

247
René Ramírez Gallegos

sector rural el impacto de la educación no es estadísticamente signifi-


cativo. En otras palabras, mayor educación en la zona rural no nece-
sariamente implica mayor ciudadanía y mayor fraternidad.
La perspectiva propuesta permite cambiar la mirada, el análisis
y el objetivo de la educación –o, al menos, disputarla–. Mientras que
buscar los retornos económicos de la educación construye una socie-
dad competitiva, individual, egoísta y mercantil, buscar el retorno de
la fraternidad en la educación configura otro tipo de individuo y socie-
dad: cooperativo, social, solidario y, sobre todo, democrático. Cuando
el objetivo de la educación es incrementar los retornos laborales, se
construye un juego de suma cero: “es mejor que menos personas ten-
gan acceso a la educación porque así incrementa el retorno financiero
de un año más de escolaridad”. Al poner como centro la educación
para la construcción de seres humanos fraternos y ciudadanos, el jue-
go es de suma positiva: mientras más individuos se educan, más flore-
ce el individuo y la sociedad.

6 MACROECONOMÍA DEL TIEMPO: EL DEBATE ESTRUCTURA-VIDA


COTIDIANA
Uno de los debates más acalorados que se han dado en las ciencias
sociales se refiere a la relación estructura-agencia. Al evaluar el tiempo
como unidad de análisis, también debemos estudiar en qué medida el
tiempo permite analizar la relación macroestructura-microdecisiones.
Hemos visto cómo las decisiones individuales sobre la distribu-
ción del tiempo configuran la subjetividad del individuo. No obstante,
valdría preguntarse en qué medida las decisiones que buscan cambiar
la estructura macro tienen impacto sobre la vida cotidiana de las per-
sonas y si el tiempo puede develar tales articulaciones.
Para evaluar al tiempo en la diada estructura-agencia, realiza-
remos, en primer lugar, una microsimulación que permita asir en
qué medida los cambios estructurales sobre el empleo han afecta-
do el tiempo de trabajo de un ciudadano ecuatoriano en el período
2006-2016. En segundo lugar, compararemos los resultados con lo
sucedido en el período de liberalización de la economía entre los
años 1993-2001.
Las pruebas fácticas de simulación contrafactual

pueden ser obtenidas ya sea mediante simulaciones de un modelo para


generar un caso de “con y sin” o bien considerando la estructura que pre-
valecía al inicio del proceso de un período específico [1993-2001 y 2006-
2016] para obtener una comparación “antes y después” sofisticada. (Vos y
De Jong, 2000, p. 6)

248
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

Debido a la falta de modelos de equilibrio general computable, aquí


optamos por la comparación contrafáctica “antes y después”.
Al analizar la distribución primaria del ingreso durante el perío-
do de la denominada Revolución Ciudadana, la estructura del mismo
cambió a favor de los trabajadores y en detrimento de los capitalistas
(Ramírez, 2016; 2022). Tal estructuración no fue fruto del azar.
Las regulaciones y políticas establecidas sobre las relaciones de
trabajo fueron múltiples en el período analizado. Aquí podemos seña-
lar como ejemplo de política a favor de los trabajadores la prohibición
de toda forma de precarización (como la intermediación laboral, la
tercerización y la contratación por horas), con sanciones para quienes
incumplan tal regla. Se estableció el “Salario Dignidad” en el que se
propone que ninguna empresa puede distribuir utilidades entre sus
accionistas si sus trabajadores no ganan un salario igual al costo de
la canasta básica. De la misma forma, se amplió el período de pa-
ternidad y maternidad. Por otra parte, se realizó la incorporación de
las trabajadoras domésticas como grupo laboral que recibe el salario
básico. Y, a su vez, se creó el seguro de desempleo y se tipificó como
sanción penal la no afiliación a la seguridad social a través de una
consulta popular. Tanto el salario mínimo como las pensiones de los
jubilados se incrementaron sistemáticamente en el período señalado.
Asimismo, se reconoció como labor productiva el trabajo doméstico
no remunerado, situación que ha permitido que las mujeres que se
dedican a la economía del cuidado puedan tener seguridad social. Un
resultado significativo fue la política educativa que, al recuperar el
sentido público y con incentivos adecuados, permitió que crezca la
matrícula y que el trabajo infantil disminuya drásticamente. A las po-
líticas señaladas, se deben sumar políticas comerciales de restricción
de importaciones que buscaron fomentar la industria nacional, así
como el incremento sistemático de la inversión pública.4
En este marco, cabe preguntarse en qué medida estas reformas
estructurales afectaron la distribución del tiempo en la vida cotidiana.
Para responder tal pregunta, se realizó una simulación contrafactual
que permita aislar lo sucedido en estos diez años. Si bien la metodo-
logía se detalla en el Anexo 10.2, intuitivamente podemos señalar que
para estudiar la relación entre macroestructura y agencia se busca
responder a la pregunta de qué hubiese sucedido sobre el tiempo de-
dicado al trabajo de la ciudadanía si no hubiesen existido los cambios
laborales señalados y se tuviese la misma estructura del mercado la-
boral del 2006 en el 2016.

4 La inversión pública en Ecuador pasó del 5 % del PIB en el 2006 al 10 % en el


2016, llegando en el 2012 a ser incluso el 12 % (SENPLADES, 2018).

249
René Ramírez Gallegos

Tabla 16. Horas promedio de trabajo: estimación puntual y simulación, 2006-2016

Simulación 2016 con


Diferencia
condiciones de 2006
Estimación
  puntual 2016
Estimación li ls

Total 39,3 44,3 44,3 44,3 -5,1


Sí 43,0 42,7 42,6 42,7 0,3
Afiliado IESS
No 36,1 45,0 45,0 45,0 -8,9

Nivel de No calificado 38,3 43,9 43,9 44,0 -5,7


formación Calificado 39,9 44,7 44,7 44,7 -4,8
Transable 39,4 45,2 45,1 45,2 -5,8
Sector
No transable 39,3 44,1 44,1 44,1 -4,9
Asalariado o patrono 43,4
-0,8
(empleo no precario) 44,2 44,2 44,2
Relación 36,7
Terciarizado/jornalero/
laboral -10,8
empleada doméstica 47,5 47,4 47,5
Otras formas 34,5 43,3 43,3 43,3 -8,8
Fuente: Enendhur, 2006-2016. Elaboración propia
Nota: li: límite inferior; ls: límite superior

Los resultados son reveladores y dan cuenta de cómo las intervencio-


nes a nivel estructural afectan el tiempo en la vida cotidiana. Si no
hubiesen existido los cambios en el mercado laboral sucedidos en la
denominada Revolución Ciudadana, un trabajador promedio ecuato-
riano hubiese tenido que trabajar cinco horas más en promedio a la
semana, lo que representa cinco horas menos de tiempo autónomo
potencial. Ahora bien, si realizamos la simulación acorde a la estruc-
tura del mercado laboral, podemos constatar que la reducción de las
horas de trabajo se dio justamente en aquellos espacios laborales más
precarizados.5 En efecto, los trabajadores con mayor carga de tiempo
de trabajo y menor remuneración son aquellos no afiliados a la segu-
ridad social, los que tienen menor nivel de formación educativa, los
que trabajan en el sector transable y los extercerizados, jornaleros y
empleadas domésticas. Justamente, en estos trabajos, como se eviden-
cia en la Tabla 16, se hubiesen producido los mayores incrementos en
las horas laborales de no haberse realizado los cambios estructurales

5 Para observar los estimadores puntuales sin simulación, ver Ramírez, 2019.

250
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

durante el período 2006-2016. Efectivamente, los trabajadores no afi-


liados a la seguridad social hubiesen tenido que trabajar casi nueve
horas más; aquellos que trabajan en el sector transable, seis horas
adicionales; los trabajadores que tienen bajo nivel de formación, 5,7
horas más; y los extercerizados, jornaleros y empleadas domésticas
hubiesen tenido que incrementar casi once horas más de trabajo sin
los cambios en el mercado laboral y sin las reformas institucionales de
esta década. Es importante señalar que en el período referido se dio
un incremento del salario laboral, disminuyó el desempleo y se elevó
el número de afiliados a la seguridad social (Ramírez, 2019). En este
marco, los cambios estructurales vinieron de la mano de una mejora
en la vida buena individual.
Pero no solo aquello, porque se puede constatar que, de no ha-
berse realizado las reformas estructurales, los ciudadanos hubiesen
reducido en promedio USD 30 mensuales sus ingresos salariales y se
hubiese incrementado la desigualdad salarial en un 4 %. Asimismo, la
desigualdad en las horas de trabajo se hubiese elevado marginalmente.
Ahora bien, resulta interesante hacer la comparación con el pe-
ríodo económico en el que se tomaron medidas de liberalización eco-
nómica. Como han demostrado Vos, Taylor y Páez de Barro (2002),
la región latinoamericana −inclusive Ecuador− atravesó durante los
noventa por reformas estructurales orientadas a la liberalización de la
cuenta de capitales y de la cuenta corriente. Tales reformas vinieron
de la mano de la flexibilización de las leyes laborales y el congelamien-
to temporal de los salarios. Pero la liberalización tuvo su impacto en
el mercado laboral. En general, se puede constar que la liberalización
no disminuyó la pobreza como señalan los modelos ortodoxos (el de
Heckscher-Ohlin y el teorema de Stolper-Samuelson), en tanto que

la ampliación de las brechas de ingresos (según calificación y entre asala-


riados y no asalariados) asociada con la liberalización comercial dominó
el aumento observado de la desigualdad urbana. Los servicios informales
aparecieron como el “depósito” del mercado laboral para el grupo de tra-
bajadores no calificados. (Vos y De Jong, 2000, p. 43)

En otras palabras, hubo un deterioro de la calidad laboral que condu-


jo a un incremento de la desigualdad económica.
Según lo señalado, y para comparar con lo sucedido entre 2006 y
el 2016, período durante el cual se aplicaron políticas contrarias a las
de la liberalización económica, cabría preguntarse, al analizar el tiem-
po dedicado al trabajo remunerado, qué impacto tuvo en el tiempo en
la vida cotidiana de los ecuatorianos lo sucedido en el período de aper-
tura comercial y de capitales. La liberalización económica condujo a

251
René Ramírez Gallegos

incrementar el tiempo de trabajo entre el período 1993-2001 en apro-


ximadamente media hora adicional semanal. Los grupos que tuvieron
que trabajar más horas para compensar los ajustes fueron los patro-
nes, asalariados, los tercerizados, jornaleros y empleadas domésticas;
estos grupos tuvieron que trabajar en promedio 2,7 horas adicionales
a la semana.

Tabla 17. Coeficiente de Gini de las horas promedio de trabajo y del ingreso salarial e
ingreso salarial promedio (PPP): estimación puntual y simulación, 1993-2001

  Simulación GINI 2001 con


Estimación puntual 2001
  condiciones de 1993
Gini horas de trabajo 0,21032 0,25389
Gini ingreso salarial (PPP) 0,50664 0,54207
Ingreso promedio (USD, PPP) 457,9 475,4
Fuente: Enendhur, 1993-2001. Elaboración propia

Asimismo, y contrariamente a lo sucedido en el período 2006-2016, la


liberalización produjo un incremento de la desigualdad en las horas
de trabajo, así como en el ingreso salarial, en 20 % y 7 %, respecti-
vamente. El incremento del Gini de las horas de trabajo implica que
aumentó la distancia entre aquellos ciudadanos que trabajaban mu-
chas más horas que las cuarenta horas legalmente establecidas por
semana, así como entre aquellos que trabajan muy por debajo de las
horas normadas por el Estado. Si no hubiese existido liberalización, el
ingreso salarial hubiese crecido USD 17 más por mes.
Más allá de los ejercicios de simulación que buscan aislar los efec-
tos de cambios a nivel estructural, si comparamos indicadores básicos
descriptivos, podemos visualizar el impacto de dos momentos histó-
ricos contrapuestos. Durante el período de liberalización, se puede
corroborar que, si bien el ingreso salarial creció un 26 %, hubo un
decrecimiento de ocho puntos porcentuales de afiliados a la seguridad
social y el tiempo de trabajo se incrementó 2 %; el promedio en el
2001 fue de cuarenta y cinco horas de trabajo a la semana.
Todo lo contrario sucedió en el período 2006-2016: el ingreso sa-
larial aumentó 75 %, el número de afiliados creció diecisiete puntos
porcentuales y el número de horas de trabajo decreció 9 %. Si tuvié-
semos un enfoque solo monetario, se podrá señalar que simplemente
entre ambos períodos hubo diferentes velocidades frente al incremen-
to salarial (claro está con amplias distancias). No obstante, se puede
observar que, en el caso del período de la liberalización económica,
el incremento salarial vino acompañado de menor garantía de dere-
chos (menor acceso a la seguridad social) y mayor cantidad de horas

252
Capítulo 10. La unidad de análisis importa

dedicadas al trabajo. Lo opuesto sucedió en el período 2006-2016, en


donde el mayor incremento salarial vino de la mano de mayor ga-
rantía de derecho a la seguridad social y menor tiempo de horas de
trabajo. La mejora en el bienestar utilitario (monetario) puede venir
acompañada de un mal vivir del ciudadano.
El Gráfico 36 presenta la evolución del tiempo de trabajo en el
último cuarto de siglo, exactamente en los últimos veintisiete años.
Como se puede observar, claramente en la época de la liberalización
de la economía se dio el mayor crecimiento de horas de trabajo, en
tanto que, en el período en donde se implementaron políticas de de-
sarrollo endógeno, las horas de trabajo semanal disminuyeron. Dice
mucho que, después de la crisis de 1999, le tomara casi diez años al
país retornar al número de horas de trabajo previo a la liberalización
de la economía.

Gráfico 36. Horas de trabajo semanal (urbano), 1990-2017

Fuente: Enendhur, 1990-2017. Elaboración propia

Lo afirmado en estas líneas permite esbozar conclusiones claras. Si


bien el individuo es, en última instancia, quien toma las decisiones
sobre su vida, los cambios estructurales afectan a la misma. En el caso
de la evidencia empírica, se pudo constatar a través de las microsimu-
laciones que la protección de los derechos de los trabajadores y polí-
ticas que fomentan el desarrollo endógeno liberaron tiempo precario,
aumentando con esto el tiempo autónomo potencial para la buena
vida. En el otro lado, la liberalización económica vivida en Ecuador en
los noventa condujo a que, al precarizarse el mercado de trabajo, los
ciudadanos tengan menos tiempo para la vida buena.
En el marco de lo señalado, es necesario advertir el impacto po-
tencial, de no tomarse las medidas correspondientes, del acuerdo

253
René Ramírez Gallegos

comercial firmado por el Ecuador con la Unión Europea en el 2016.


Si bien a lo largo de la década 2006-2016 se priorizó mejorar las con-
diciones de vida de los trabajadores reduciendo los beneficios que
usualmente se otorgaban a los capitalistas, el Acuerdo Comercial se-
ñalado o nuevos acuerdos que puedan venir con condiciones más le-
sivas podrían producir que los impactos positivos sobre el empleo,
la desigualdad y la pobreza se reviertan y que tal situación tenga im-
pacto también sobre el potencial tiempo autónomo de los ciudadanos
ecuatorianos en los próximos años.
Por lo expuesto, queda demostrado que no es lo mismo construir
la riqueza de las naciones si el objetivo es la acumulación de capital
expresada monetariamente, que edificar al buen vivir como riqueza de
los pueblos en donde el orden social esté vinculado a un orden tem-
poral emancipador. La intervención social y la disputa política serán
por dinero en la primera y por vida (buena) en la segunda. En este
marco, la construcción de otro sentido común pasa también por dis-
putar la economía política de la producción académica que nombra
de acuerdo a intereses particulares a ser descritos. Dada la economía
política de la academia, parafraseando a Boaventura de Sousa, pode-
mos señalar que “el que nomina, domina”. Y, para nominar diferente,
es necesario disputar otras unidades de análisis. Aquí se ha propuesto
para empezar que sea el tiempo para la buena vida los nuevos lentes
para describir, problematizar e intervenir en la sociedad.

254
Capítulo 11

A MANERA DE EPÍLOGO: UCRONÍAS PARA


LA VIDA BUENA

¿El tiempo es dinero o el tiempo es vida? En la respuesta a esta pre-


gunta no solo está el corazón del debate que ha atravesado esta inves-
tigación en términos reflexivos sobre la construcción del buen vivir
en Ecuador, sino que también se encuentra la disputa política sobre
dos concepciones diferentes de ordenamiento social a escala global.
El orden social del capitalismo es la acumulación del capital. En tal
virtud, a través de una ingeniería teórico-metodológica en el campo
académico y de una construcción de formas particulares de relaciones
de poder a nivel social, se concreta un ordenamiento particular de las
sociedades que se ha consolidado como hegemónico. Esta estructura-
ción social parte de un orden temporal particular en donde el tiempo
es dinero porque el dinero es tiempo al configurarse en función de la
aceleración de la producción, de la circulación y del consumo de los
bienes y servicios devenidos en capital para la acumulación. Desde la
academia, esta configuración del sentido común de que “el tiempo es
oro” (o the time is money) se ha apoyado en marcos analíticos −como
el utilitarismo económico neoliberal− que permiten la multiplicación
exponencial de tal sentido.
El orden social imperante desmantela y mata la vida al intentar
igualar (ficcionalemnte) tiempo con velocidad o aceleración (al ser
esta el instrumento más eficaz de acumulación del capital). Frente
a tal construcción teórico-social, este libro plantea que la utopía

255
René Ramírez Gallegos

llamada sociedad del buen vivir, propuesta por un intelecto social


colectivo (sociedad ecuatoriana), demanda y necesita ser construida
a partir de otra ucronía: recuperar el tiempo como vida, y no cual-
quier tipo de vida, sino en tanto buena vida. Esta ucronía debe ser
pensada en el marco de un acercamiento a un cuerpo epistémico
diferente, tanto teórico como metodológico, que acompañe la dis-
puta de la construcción de la propia sociedad del buen vivir, porque
solo su consecución implicará el nacimiento de otra episteme social
diferente.
En este marco, esta investigación nace de las entrañas de un man-
dato social y busca edificar una perspectiva de análisis conceptual,
metodológica y empírica para tal especificidad histórica a partir del
estudio del tiempo. En otras palabras, la investigación propone que en
el análisis de la socioecología política del tiempo (para la buena vida)
se pueden encontrar los instrumentos teóricos y metodológicos que
permitan analizar, evaluar (las distancias y/o cercanías) y proponer
alternativas de acción para caminar hacia la construcción de la so-
ciedad de la vida buena, la del sumak kawsay. ¿Por qué? Porque el
tiempo es vida (a quién se entrega el tiempo se entrega la vida) y en
la calidad del tiempo está la configuración que implica si esta vida es
buena o no lo es. En otras palabras, en la disputa del sentido (objetivo
y subjetivo) del tiempo está la disputa del sentido de la existencia; es
decir, de la propia vida. Es por eso que un orden social distinto (como
es la sociedad del buen vivir) necesita de un orden temporal distinto
(como es el tiempo para la vida buena).
Este epílogo se ordenará presentando las principales conclusio-
nes empíricas en las que se evidencia que el tiempo puede funcionar
como un proxy de la vida buena y, en tal virtud, puede ser una brú-
jula idónea para disputar la construcción y el sentido de la sociedad
del buen vivir. La primera sección analiza la esperanza de vida buena
(EVB) y en qué medida el usar como unidad de análisis al tiempo
permite deconstruir las relaciones sociales, económicas y ecológi-
cas vigentes hoy en día, para −al interpelarlas− buscar reconstruir
otro orden social. La sección segunda coloca a la vida buena como
sustantivo crítico a partir de la reflexión sobre cómo a través del
análisis del tiempo/vida se pueden evidenciar las grandes y perversas
opresiones de nuestra sociedad que produce el patriarcalismo, el co-
lonialismo y el capitalismo. Finalmente, el epílogo culmina abriendo
el debate sobre la resignificación del concepto de ucronía y la cro-
nopolítica para la construcción de otras ucronías sociales posibles:
“otros mundos son posibles” en tanto se construyan otros órdenes
temporales. En este sentido, en la disputa por el sentido del tiempo,
también puede estar la disputa por la emancipación social.

256
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

1 HACIA UNA SOCIOECOLOGÍA POLÍTICA DEL TIEMPO PARA LA


VIDA BUENA
En esta investigación se ha señalado que bajo el marco analítico y
metodológico de la economía de la corriente principal del bienestar
(utilitarismo) no es posible aplicar la propuesta realizada por la socie-
dad ecuatoriana sobre la vida buena. De hecho, se podría sostener que
hacerlo implicaría negar la posibilidad de contender la construcción
del mandato social, pues tal operatoria involucraría la cosificación y
alienación de la vida al ser el tiempo un recurso de intercambio que
importa en tanto únicamente valor de cambio. En contraposición, se
ha sostenido que un proxy adecuado para caminar hacia la construc-
ción de la sociedad de la vida buena es el tiempo para la buena vida.
Analizar el tiempo es analizar la vida y analizar la calidad del
tiempo es estudiar en qué medida la vida es una vida buena o una
vida digna. En esta sección, en el marco de las líneas establecidas en
el Capítulo 4, se colocan las principales evidencias empíricas que de-
muestran que el análisis de la socioecología política del tiempo es un
buen prisma para visualizar “la cercanía o lejanía” en el esfuerzo por
alcanzar el buen vivir.

LA VIDA HUMANA EN TANTO TIEMPO DE LA EXISTENCIA


El primer componente de la vida buena es la vida misma. En tal sen-
tido, está relacionada con el tiempo de existencia del ser humano. En
general, el tiempo de vida en un territorio determinado es quizá una
de las máximas expresiones del resultado de la presencia o ausencia
de la materialidad necesaria y objetiva para satisfacer las necesida-
des y derechos en una comunidad política determinada. Al ser el lado
opuesto de la mortalidad, refleja cuán adecuados son los servicios de
salud, los servicios de saneamiento básico, el estado nutricional y ali-
mentario de sus habitantes, los niveles de seguridad de una población,
la calidad ambiental o los niveles educativos de una población. Como
sociedad, evitar muertes prematuras prevenibles después de haber na-
cido o incrementar la esperanza de vida de una población tiene valor
propio.
El promedio de vida de los ecuatorianos es de 62,3 años. Este
ha crecido en 11,5 años entre 1997 y el 2014. Este crecimiento no es
irrelevante dado que se empiezan a vislumbrar países en donde se ha
detenido o incluso decrece la esperanza de vida.1 Al hacer un corte
según género, nos podemos percatar que las mujeres viven en

1 De hecho, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de


Estados Unidos señala que la esperanza de vida de Estados Unidos ha caído desde
1993.

257
René Ramírez Gallegos

promedio siete años más que los hombres. Se pudo constatar que los
altos niveles de necesidades básicas insatisfechas (sobre todo en servi-
cios básicos), altos niveles de desigualdad o bajas tasas de asistencia a
la educación explican negativamente los años promedios de vida de la
población ecuatoriana. A su vez, si el municipio es predominantemen-
te agrícola o tiene población dedicada a la manufactura, más años de
vida tendrá la población. No sucede lo mismo con aquellos cantones
en donde predomina la minería. Si el cantón tiene población que suele
trabajar en el sector minero, este municipio tendrá menores años pro-
medio de vida. Asimismo, se constata que la mala calidad ambiental y
aquellos territorios que tienen mayor crecimiento demográfico tienen
una probabilidad más alta de vivir menos años de vida.

EL TIEMPO PARA LA BUENA VIDA


La disputa por otro orden social es la batalla por una vida emancipa-
da. No es suficiente con tener más tiempo de vida, sino que esta debe
ser una vida buena, digna de ser vivida. Referirnos a que la vida sea
buena implica necesariamente analizar las veinticuatro horas del día,
de los siete días de la semana y de los 365 días del año. Siguiendo esta
premisa, la investigación analizó cómo se distribuye el tiempo en la
sociedad ecuatoriana, poniendo énfasis en el tiempo para la buena
vida. Se ha sostenido que en la esencia del nuevo pacto constitucio-
nal se busca romper con la construcción individualista de la sociedad
neoliberal. La garantía de derechos o necesidades no debe ser produc-
to de la ley del más fuerte, según la cual “mi” calidad de vida exclusi-
vamente está en función de una competencia de suma cero, egoísta y
de solitarios individuos que crecen a costa de que el otro no florezca.
La vida buena implica también recuperar el sentido de la necesi-
dad del “otro/a”. El ciudadano de la sociedad del buen vivir es repu-
blicano, tiene derechos y obligaciones frente al otro/a, reconoce y con-
vive con el diverso como parte de su realización, trabaja por la unión
de la comunidad política para construir un porvenir que se comparte.
En otras palabras, en el corazón del pacto de convivencia ecuatoria-
no del 2008 está el retorno de la “otredad”, puesto que se recupera
la gregariedad como esencia humana en el marco del florecimiento
individual; es decir, como parte de una genuina sociabilidad. Como
categoría analítica, este retorno de la interdependencia para el floreci-
miento implica poner como parte del centro del debate la generación
y el disfrute de los bienes relacionales. El tiempo para la buena vida
es el tiempo para el florecimiento de los bienes relacionales. Hay que
tener cuidado con creer que este tiempo relacional es posmaterial. La
materialidad necesaria para la vida buena debe ser construida en el
marco de la creación y goce del bien relacional.

258
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

Los bienes relacionales solo pueden ser cogenerados y codisfru-


tados en el seno de un mutuo acuerdo; y, dado que dependen de la
interacción con otro ser humano, son apreciados únicamente en la
medida en que generan una reciprocidad compartida en igualdad de
condiciones. Metodológicamente, el tiempo para la buena vida o tiem-
po relacional es aquel en donde el ciudadano se realiza y vive momen-
tos con el otro y/o para el otro. Tener tiempo para la buena vida es te-
ner tiempo autónomo para construir más democracia, para participar
en asuntos públicos, políticos y civiles, para alimentar la philía y el
eros con “el otro”, “la otra”, para la autocotemplación liberadora en el
marco de un trabajo emancipador.
Partiendo del hecho de que el tiempo no es acumulable, el incre-
mento del tiempo relacional implica que se ha distribuido más equita-
tivamente el tiempo para la vida buena y ha disminuido el tiempo ena-
jenado. Frente a la sociedad del trabajo/consumo alienado, la sociedad
del buen vivir se ordena en función del tiempo para el buen vivir.
A lo largo de la semana, 74 horas (44 %) de la misma, un ecua-
toriano promedio dedica a satisfacer sus necesidades biológicas. A
su vez, 64,3 (38,3 %) horas de la semana, un ciudadano promedio
trabaja, existiendo grandes diferencias entre el trabajo remunerado
y no remunerado. En efecto, del total de horas trabajadas por toda la
ciudadanía, 39,1 horas a la semana es trabajo no remunerado y 25,21
horas es asalariado. Mientras en el trabajo no remunerado la mujer
trabaja 28,5 horas más a la semana que el hombre, en el trabajo asala-
riado, este trabaja 17,3 horas más que las primeras.
Empero, ¿cuánto tiempo tiene un ecuatoriano para coproducir y
codisfrutar tiempo para la buena vida? Sin tomar en cuenta las horas
de dormir, un ecuatoriano vive plenamente un poco más de un día a
la semana (26,7 horas semanales). Esto equivale a decir que tan solo
el 16 % de su vida un ecuatoriano promedio disfruta de bienes rela-
cionales. Del total del tiempo para la buena vida, 17 horas disfruta de
tiempo libre, 9,3 horas de su tiempo consagra para el amor y la amis-
tad y 0,41 horas a la semana dedica a la participación democrática o
civil. Por último, al tiempo relacional mencionado, se deben añadir
únicamente, del total del tiempo que se trabaja, entre 2,3 a 3,4 horas
de trabajo emancipado a la semana. En Ecuador, parece ser que el
trabajo enajenado es uno de los principales límites de la vida buena.

LA CONCENTRACIÓN O DESIGUALDAD DEL TIEMPO BIEN VIVIDO


Uno de los principios estructuradores de la sociedad del buen vivir
es la igualdad y la libertad vistas no solo como no interferencia, sino
como no dominación. Analizar la distribución del tiempo emancipa-
do para la buena vida es estudiar tanto la igualdad como la libertad,

259
René Ramírez Gallegos

es analizar cuán bien o mal está distribuida la libertad para el flore-


cimiento. Si un individuo, por ejemplo, por buscar trabajo no tiene
tiempo para el florecimiento del buen vivir, claramente su libertad
está limitada. La libertad de pensamiento, de expresión, la participa-
ción libre en procesos deliberativos necesita –entre otras cuestiones−
de una base material que es el tiempo. Si pocos tienen tiempo para el
buen vivir y muchos apenas pueden decidir qué hacer con su tiempo
porque carecen de la posibilidad para tomar esa decisión, existe una
libertad cercenada, porque el no tener tiempo autónomo es tener una
vida enajenada. La distribución del tiempo para la buena vida bajo
esta perspectiva es la distribución de la vida emancipada.
Lamentablemente, en Ecuador se evidencia que existe una pro-
funda estratificación temporal. En este país, el 20 % más rico en
términos de tiempo relacional “concentra”, a su vez, el 39,4 % de
tiempo bien vivido; en tanto que el 20 % más pobre apenas goza del
5 % del total del tiempo relacional de un año (coeficiente de Gini de
0,32). Si analizamos los extremos de los estratos temporales, pode-
mos percatarnos de que el 10 % más rico de tiempo, en una semana,
tiene 2,4 días más (57,6 horas a la semana) de tiempo relacional que
el 10 % más pobre de tiempo. Si analizamos los principales compo-
nentes del tiempo para la buena vida, se puede constatar que estos
están también desigualmente distribuidos. El 10 % de mayor riqueza
temporal, tiene cincuenta horas más a la semana que puede dedicar
a disfrutar arte, música, lectura, contemplación, hacer deporte, etc.,
que el 10 % más pobre. Asimismo, el decil más rico de tiempo dedica
50,5 horas semanales más a la participación pública, civil o política
que el decil más pobre de tiempo. Si bien las distancias son menores
cuando nos referimos al tiempo para la philía y el amor, tampoco
es menor la diferencia entre los dos deciles extremos de tiempo. En
efecto, la diferencia entre el decil más rico y el más pobre de tiempo
relacional para el disfrute de estar con amigos, con la familia o con
la pareja es de veintiséis horas a favor de los que son parte del extre-
mo superior.
Por otra parte, se dejó translucir que no necesariamente coinci-
de la composición de la estratificación económica con la temporal.
En efecto, del total del quintil más rico según ingreso, únicamente
el 30 % pertenece al quintil con mayor nivel de buena vida medido
según la variable tiempo relacional. En el otro extremo, del quintil
más rico según ingreso, casi el 30 % pertenece a los dos quintiles
más “pobres” calculados según el tiempo que dedican a vivir bien.
No siempre un rico de ingreso goza y valora el tiempo para una
buena vida. En otras palabras, desde un enfoque temporal se vi-
sualiza que existe también un “mal vivir” de los ricos según ingreso

260
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

(adinerados). Al cambiar de unidad de análisis de tiempo por dine-


ro, la descripción de la realidad cambia y con ello la mirada para la
intervención social.

LA GEOGRAFÍA O ESPACIALIDAD DEL TIEMPO PARA LA VIDA BUENA


La distribución del tiempo también se expresa en cómo se distribuye
el mismo en el territorio. Ecuador tiene cuatro regiones geográficas
que han configurado la economía política del país. Si analizamos el
tiempo de vida se puede constatar una injusticia inmoral: el munici-
pio con más edad promedio de vida (Oña) tiene casi cuarenta años
más que aquel territorio con menos años de vida promedio (Taisha).
No es fortuito que los municipios con menor promedio de vida estén
en la Amazonía o en el cantón con mayor población afroecuatoriana
del país. Asimismo, es necesario advertir que, en la Sierra Central y
la Amazonía, la tasa de suicidio es cuatro veces superior al promedio
del resto del país.
Ahora bien, ¿existen diferencias territoriales al analizar la vida
buena? Se pudo constatar que en el tiempo relacional también exis-
ten desigualdades espaciales significativas. La región con mayor tiem-
po para la buena vida es la Costa, con excepción de la provincia de
Esmeraldas. La Sierra Central y la Amazonía son los territorios con el
menor tiempo para el buen vivir. A diferencia de lo que pasa en el res-
to del país, es necesario advertir que existen territorios que han visto
disminuir el tiempo relacional en el lustro analizado. Nos referimos
principalmente a los territorios del noroccidente de Quito (la capital
de la República), a Esmeraldas, Pichincha e Imbabura.

EL TIEMPO BIEN VIVIDO EN EL TIEMPO


¿La población del Ecuador tiene más o menos tiempo autónomo para
la buena vida? Evaluar al tiempo como unidad de análisis de la buena
vida implica también estudiar si la sociedad ha distribuido (o no) el
tiempo para la buena vida de modo tal que favorezca un incremento
del tiempo por persona para la generación y el goce de bienes relacio-
nales en un lapso determinado. Si bien los años promedios de vida en
Ecuador se han incrementado sistemáticamente, la libertad leída a
través del tiempo autónomo para la buena vida ha disminuido. Entre
2007 y 2012, el tiempo relacional por persona se redujo 2,3 horas, es
decir, cada año se redujeron 6,6 millones de horas de las que los ciuda-
danos ecuatorianos dedicaban a la socialización, democracia, partici-
pación pública y civil, ocio o trabajo emancipador. La reducción se da
sobre todo en el tiempo relacionado para disfrutar de la sociabilidad
(estar con amigos, familiares, pareja) y para la participación pública;
en tanto que se constata un ligero incremento en el tiempo dedicado

261
René Ramírez Gallegos

a la contemplación, autoconocimiento u ocio liberador. El tiempo de


sociabilidad fue “capturado” principalmente por el tiempo compro-
metido en la movilización hacia el trabajo y escuelas, y en destinar
mayor tiempo a satisfacer las necesidades personales (sobre todo a
dormir). Tal situación sucede a pesar de que se da una reducción del
tiempo dedicado al trabajo, tanto asalariado como no asalariado.
En términos territoriales, tanto si se analiza el promedio de vida
como el tiempo para la buena vida, se puede verificar que existe una
convergencia espacial, es decir, que los territorios que peor se encon-
traban en el 2007 han visto mejorar con mayor rapidez sus condi-
ciones de tiempo para la vida buena, siendo los que más avanzan los
territorios de la Sierra Central y la Amazonía. Situación esta que acon-
tece con excepción de las provincias noroccidentales anteriormente
mencionadas.

LA MACROESTRUCTURACIÓN DEL TIEMPO BIEN VIVIDO


La distribución del tiempo no es una elección exclusivamente indivi-
dual. Existen condiciones socioeconómicas que la estructuran. Si bien
todos tenemos veinticuatro horas para distribuir el tiempo, las condi-
ciones sociales estructuran la disponibilidad de tiempo para la buena
vida. No es fortuito que en los municipios más pobres según necesi-
dades básicas insatisfechas (NBI) se encuentren las poblaciones que
menos tiempo viven. Tampoco es azar que los grupos poblacionales que
tienen mayor número de NBI tengan diez horas menos a la semana de
tiempo relacional que aquellos que tienen satisfechas todas sus necesi-
dades básicas, o que el 20 % más rico según ingresos tenga cinco horas
más de tiempo para la buena vida que el quintil más pobre de ingreso.
En el caso de los países denominados “en vías de desarrollo”,
como Ecuador, la mejora en las condiciones de vida material y mone-
taria conllevan –en promedio− incrementos en el tiempo para la vida
buena.
A su vez, se puede observar que las decisiones sobre la estructura
macroeconómica también afectan a la vida cotidiana. La investigación
pudo constatar que dos “modelos” macroeconómicos diferentes gene-
ran diferentes impactos en el tiempo de trabajo, lo que repercute en el
potencial tiempo para la buena vida. En efecto, en el modelo macroeco-
nómico que fomentó la liberalización de la economía (período 1993-
2001) −que vino acompañado de flexibilización laboral, congelamiento
temporal de salarios y aumento del desempleo−, la ciudadanía compen-
só tal situación incrementando las horas de trabajo. Es así que –tenien-
do en cuenta a las personas ocupadas−, en los años de mayor crisis de
la historia del Ecuador, sucedió el mayor pico en horas de trabajo asa-
lariado, llegando en promedio a ser cuarenta y cinco horas a la semana.

262
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

En contraparte, en el período 2007-2016 −cuando la política


tuvo una orientación de desarrollo endógeno, que vino acompañada
de medidas que lucharon en contra de la precarización laboral− el
tiempo destinado al trabajo se redujo en aproximadamente cinco
horas. Entre tales medidas, orientadas a suspender la tercerización
laboral y la contratación por horas, se encontraba el establecimiento
de un “salario digno” (acorde con el cual ninguna empresa podía
distribuir utilidades entre sus accionistas si su trabajador no ganaba
igual al costo de la canasta básica); la incorporación de las emplea-
das domésticas al grupo de trabajadores que debe recibir, por ley,
salario básico; la penalización de la no afiliación a la seguridad so-
cial, y la ampliación del período de licencias por paternidad y mater-
nidad. En el período 2007-2016 existe una reducción sistemática de
las horas laborales, cerrando el período con un promedio de treinta
y nueve horas de trabajo asalariado por semana de los ciudadanos
que trabajan. Vale señalar también que el salario por hora entre 2007
y 2016 creció casi tres veces más en términos reales que el mismo
entre 1993 y 2001.
La conclusión es clara: sabiendo que –como se demostró− existe
una relación inversa entre tiempo del trabajo y el tiempo relacional,
las decisiones macroestructurales también configuran la agencia in-
dividual al momento de elegir libremente qué hacer con el tiempo.
Luego de la crisis de 1999, se pudo constatar que al país le tomó una
década retornar al número de horas de trabajo previo al período de
liberalización.

LA TEMPORALIDAD DEL ESPACIO (NATURALEZA O PACHAMAMA)


Uno de los cambios más importantes en términos sociales −como se
ha manifestado a lo largo de la presente investigación− respecto al
pacto de convivencia para la sociedad del buen vivir es el paso de la
ética antropocéntrica a la biocéntrica. Tal perspectiva implica cons-
truir una sociedad que ponga en el centro del valor las vidas y busque
la justicia intertemporal, garantizando la reproducción de las especies
existentes en los ecosistemas (incluida la del ser humano).
Frente al individualismo metodológico, la investigación plantea
la recuperación del “otro”, entendiéndola no solo como la necesidad
del ser humano de cocrear y codisfrutar bienes relacionales con otro
ser humano, sino también con la naturaleza. En ese sentido, no solo
somos interdependientes, sino ecodependientes. En tal marco, la in-
vestigación propuso una metodología que permita evaluar la vida de
la naturaleza o de la Pachamama en función del tiempo. Así, se pro-
puso estudiar la edad, la velocidad de regeneración de la vida y el
estadio de madurez de un ecosistema como parte del análisis del buen

263
René Ramírez Gallegos

vivir o sumak kawsay. Si comparamos dos territorios con condiciones


sociales iguales, podríamos afirmar que mientras más esperanza de
vida de la Pachamama exista por persona, mejor viven las poblaciones
humanas y no humanas.
Hoy en día plantear la existencia de los derechos de la naturaleza
podría resultar un quiebre epistemológico y ontológico bajo la mirada
occidental, pero esta no es una mirada ajena a la cosmovisión andina,
en donde tiempo y espacio son dos lados de la misma moneda. En
efecto, la civilización inca, de una manera muy precisa, interconec-
taba ciclos naturales con ciclos temporales y organizaba sus ciuda-
des, rituales, procesos agrícolas y relaciones sociales a partir de tal
relación. Por tal motivo, para la cosmovisión indígena en la palabra
“Pachamama” se conjuga a la vez el tiempo y el espacio.
La entrada analítica de reflexionar y estudiar la temporalidad de
la Pachamama permite romper con la mirada monolítica y epistemi-
cida que defiende que únicamente existe una sola temporalidad en
el tiempo. De esta forma, se rompe con lo que el marco analítico de
las epistemologías del sur denomina la lógica monocultural del tiempo
lineal:

Bajo los términos de esta lógica, la modernidad occidental ha producido la


no contemporaneidad de lo contemporáneo, la idea de que la simultaneidad
esconde las asimetrías de los tiempos históricos que en ella convergen […]
un encuentro simultáneo entre no contemporáneos. (Santos, 2011, p. 30)

En un tiempo específico pueden confluir varias temporalidades, inclu-


so la temporalidad no humana de la naturaleza.
Se pudo sustentar en esta investigación que el problema del
ecocidio que existe en nuestra era es justamente por no compren-
der que en un mismo tiempo coexisten diferentes temporalidades,
generando con esto desacoplamientos y escisiones entre la tempo-
ralidad humana y la de la Pachamama. Queda planteado para futu-
ros estudios analizar otras temporalidades de diferentes nacionali-
dades o pueblos, tales como las de las etnias indígenas, montubias
o afroecuatorianas. El análisis del tiempo, en este marco, permite
estudiar y entender la diversidad epistémica para “convivir en” y
construir un Estado plurinacional e intercultural. Los tempos del
tiempo son aristas que también pueden ser indicadores de la me-
dida en que se está o no construyendo la sociedad del buen vivir
(como lo evidencia el análisis de la temporalidad del espacio o de
la Pachamama). La democracia humana sostenible se asienta −si-
guiendo al sociólogo portugués− en la convivencia de la pluralidad
de ecologías temporales.

264
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

EL TIEMPO Y LA SUBJETIVIDAD
¿La asignación del tiempo impacta en el bienestar subjetivo? Si
bien, como se ha argumentado en estas páginas, la felicidad es un
inadecuado evaluador del bienestar, principalmente, porque puede
esconder graves problemas estructurales como la adaptación de las
preferencias a condiciones de miseria, no se puede dejar a un lado el
análisis de la subjetividad en su relación con el tiempo. La economía
bienestarista sostiene que la felicidad está en función de maximizar
el consumo de la mayor cantidad de bienes y servicios, considerando
una restricción presupuestaria determinada. La paradoja de Easterlin
demostró que “el dinero no compra la felicidad”. A partir de tal estu-
dio, surgieron otros estudios sobre los determinantes de la felicidad
de las personas. En este marco, Van Praag y Ferrer-i-Carbonell estima-
ron la función acumulada de la felicidad que depende de las múltiples
satisfacciones que tiene el individuo en cada una de las subactividades
que realiza. En otras palabras, la felicidad general con la vida depende
de las subfelicidades en el ámbito del trabajo, la familia, la educación,
la salud, etc.
El análisis del tiempo y la subjetividad en Ecuador también tiene
un carácter político. En la paradoja del bienestar objetivo y malestar
subjetivo se pudo constatar que, si bien la sociedad mejoró sus con-
diciones materiales entre 2007-2016 (vía consumo, ingreso, democra-
tización de derechos, necesidades básicas satisfechas, etc.), la clase
media no pobre se siente (subjetivamente) más pobre. Esto no es un
fenómeno generalizado en la sociedad, dado que –por ejemplo− en
los indigentes o pobres (que también mejoraron sus condiciones de
vida objetivamente) mejoró el bienestar subjetivo y se redujo el sen-
timiento de pobreza subjetiva. Tal hecho pone en el debate un tema
fundamental. Los cambios materiales no necesariamente producen
cambios subjetivos o, si lo hacen, pueden ser prohegemónicos, lo que
limita la posibilidad de cambios sociales estructurales.
La sociedad del buen vivir es una propuesta de nuevo orden so-
cial. Como se ha argumentado, difícilmente pueden configurarse nue-
vos sentidos comunes si no cambia la subjetividad de las personas. En
este marco, además de la importancia que de por sí tiene analizar la
relación entre satisfacción con la vida y tiempo, adquiere relevancia
exminar si la distribución del tiempo puede o no influir en la subje-
tividad de los ciudadanos. La no influencia sería un gran problema
para seguir avanzando en estudiar al tiempo como instrumento teó-
rico-metodológico evaluador y constructor de sentidos acordes con la
filosofía de la vida buena. Es por esto que la evaluación de la eficacia
del tiempo como instrumento de impacto en la subjetividad resulta
prioritario.

265
René Ramírez Gallegos

Se pudo constatar, efectivamente, que el tiempo y su distribución


tienen efectos en el bienestar subjetivo de las personas. De hecho,
metodológicamente, se pudo corroborar que aunque la satisfacción
con la vida se da en función de las subsatisfacciones en sus diferentes
espacios, estas, a su vez, dependen del tiempo asignado a cada sub-
dominio. En otras palabras, la satisfacción con la vida en general está
en función de la distribución del tiempo en cada espacio de la vida. El
tiempo que dedico a la familia, a mis amigos/as, a mi educación, etc.,
impacta significativamente en la felicidad que produce la familia, los
amigos, la educación; y la distribución total del tiempo influye en el
nivel de bienestar subjetivo general con la vida.
Difícilmente se trastocará el sentido hegemónico de la vida si solo
tengo tiempo para trabajar o si en el tiempo libre solo me dedico a
consumir entretenimiento alienado y no asigno tiempo para contem-
plar arte, participar en espacios públicos, en mingas, con amigos, etc.
En la distribución del tiempo está también el sentido histórico políti-
co del tiempo. Más allá de que esté en disputa el sentido del tiempo,
se pudo demostrar que el tiempo impacta en los sentidos subjetivos,
razón por la cual, la distribución del tiempo se puede constituir en
una heurística apropiada para disputar el propio sentido del tiempo
al buscar nuevos órdenes temporales acordes a la sociedad del buen
vivir.

2 LA ESPERANZA DE VIDA BUENA (EVB)


No por simplificar el análisis del tiempo aquí se propone un indica-
dor sintético que permita cuestionar el indicador hegemónico mone-
tario liderado por el producto interno bruto y que esté más cercano
a los principios de la vida buena: la esperanza de vida buena (EVB).
Difícilmente se podrá construir un orden social alternativo si el dinero
es la unidad de evaluación del desempeño de la sociedad. Siguiendo la
propuesta de esta investigación, la EVB se elabora usando el tiempo
como unidad de análisis.
Este indicador se compone de cuatro campos: la vida, lo bueno
de la vida (incluido el trabajo emanicipador), lo que permite su flore-
cimiento (educación y salud) y la desigualdad en la distribución del
tiempo. Este indicador pone en el núcleo del debate no la acumulación
del dinero, sino el florecimiento de la vida buena. La mayor esperanza
de vida debe ser vivida saludablemente y bien vivida, buscando rom-
per las distancias que nos separan del “otro/a”. La EVB busca definir
qué proporción de la vida (en promedio) ha dedicado cada territorio
para el conocimiento, la contemplación, el ocio o trabajo emancipa-
dor, el amor, la amistad, la participación pública (civil o política) y la
participación democrática de una manera saludable.

266
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

Un ecuatoriano promedio vive 32,4 años bien vividos, lo que sig-


nifica que el 52,9 % de su vida ha vivido dignamente. En los últimos
cinco años, la EVB ha tenido un crecimiento anual del 1,6 %. La dis-
tribución de la vida buena ha sido dispar. Mientras existen territorios
como Cuenca que tiene una EVB de treinta y seis años, otros que están
en la Amazonía no llegan a veinticinco años. Sin incluir las horas de
sueño en el tiempo bien vivido, la EVB de un ecuatoriano promedio
es de 10,6 años.
De la misma forma, se pudo constatar la relación inversa entre
desigualdad y EVB. En otras palabras, la concentración del tiempo
y también del ingreso impacta en el tiempo para la vida buena de
los ecuatorianos. Por otra parte, la desigualdad económica convive
con desigualdades temporales. Es decir, los territorios con alta des-
igualdad de ingresos también son territorios con alta concentración
de tiempo para la buena vida. Finalmente, se pudo probar que si bien
hay ritmos diferentes de cambio entre ciudades y provincias del país,
a través de la EVB se constata que estos convergen en el lustro ana-
lizado. Dicho de otro modo, se comprobó que en los territorios más
rezagados la esperanza de vida buena creció a mayor velocidad que en
aquellos que se encontraban mejor en el año 2007, disminuyendo la
desigualdad territorial.
La esperanza de vida buena debe ser leída en conjunto con la es-
peranza de vida de la Pachamama o Naturaleza. El sumak kawsay, la
vida buena, no puede ser entendida sin que esta se realice en armonía
con la Pachamama. El bien relacional alude no solo a la interdepen-
dencia, sino también a la ecodependencia que garantiza la pluralidad
de vidas que existen en la Pachamama.
Así como cada año uno de los debates nodales en nuestra demo-
cracia es cuánto creció el producto interno bruto, se debería discu-
tir y ser tema y problema público: ¿cuánto creció el EVB?, ¿por qué
varió?, ¿qué territorios se están rezagando?, ¿dónde hay retrocesos?,
¿qué sucede con la EVB de los pueblos indígenas, afroecuatorianos o
montubios?, ¿ha aumentado la concentración del tiempo bien vivido?,
¿se ha deteriorado o se ha regenerado la esperanza de vida buena de
la Pachamama?, entre otros interrogantes. Tener tal discusión impli-
caría que el sentido común de lo que se valora socialmente estaría
trocando de ser “el dinero” a ser “la vida buena”.
La construcción de la economía capitalista necesita de la unidad
de análisis “dinero” para reproducirse. La sociedad del buen vivir −
hemos sugerido a lo largo de estas páginas− necesita del tiempo/vida
como variable focal para configurarse. Es por eso que es necesario
construir un aparato que lo sustente tanto teórico-político como me-
todológico-empírico. De hecho, se pudo evidenciar que el usar como

267
René Ramírez Gallegos

unidad de análisis el tiempo y no el dinero no solo permite describir


el mismo momento histórico desde otro prisma (desde otra mirada),
sino que, además, esta nueva narrativa conduciría a proponer alter-
nativas de intervención social ligadas al objetivo común del sumak
kawsay. Así, por ejemplo, cuando el objetivo de la educación es incre-
mentar los retornos laborales, se construye un juego de suma cero:
“es mejor que menos personas tengan acceso a la educación porque
así incrementa el retorno financiero de un año más de escolaridad”.
Al poner como centro la educación para la construcción de seres hu-
manos fraternos y ciudadanos, el juego es de suma positiva: mientras
más individuos se educan, más florece el individuo y la sociedad.

3 LA VIDA BUENA COMO CONCEPTO CRÍTICO Y UCRÓNICO


Al analizar el tiempo se traslucen las peores injusticias de nuestra era.
Si estudiamos los años promedio de vida, se observa una primera in-
justicia: el “azar” marca diferencias en cuántos años vivirá una persona
frente a otra. Así, por ejemplo, un ecuatoriano que nace en un territorio
predominantemente indígena vive doce años menos que alguien que
nace en un territorio autodefinido como blanco-mestizo. Tal situación
evidencia una estructura social excluyente, discriminadora y racista.
Ahora bien, ¿es suficiente equiparar los años de vida? Si anali-
zamos la división sexual del trabajo o la explotación de los trabajos
precarios, sin duda podemos señalar que el sustantivo no solo es la
vida, sino “vida buena”, vida digna de ser vivida. Si bien las mujeres
en Ecuador viven siete años más que los hombres, la calidad de la vida
de ellas es mucho peor que la de los hombres. Mientras las mujeres
trabajan sin remuneración 38,4 horas a la semana, los hombres
emplean 9,9 horas a la semana en el mismo tipo de actividad. Si
unimos lo señalado con el tiempo dedicado al trabajo remunerado, se
puede evidenciar que las mujeres trabajan casi 11,23 horas más a la
semana que los hombres y que la mayor cantidad de su tiempo (69 %)
es no remunerado.
Desde un punto de vista étnico, los indígenas no solo viven me-
nos años, sino que además esos años de vida son de peor calidad que
los no indígenas: los que se autodefinen como blancos y mestizos tie-
nen casi 6,3 horas más de tiempo relacional que los indígenas. De las
personas enfermas, mientras los indígenas dedican 18,5 horas para
cuidar su salud, los no indígenas dedican 11,6 horas a la semana. En
otras palabras, de una semana completa, los indígenas pasan enfer-
mos casi siete horas más que los no indígenas.
Cínicamente, frente a tal discusión, la economía ortodoxa suge-
riría: ¿cuánto dinero se requiere para compensar la menor esperanza
de vida de los indígenas o la mala vida que llevan las mujeres, los

268
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

trabajadores explotados a lo largo de su existencia? La economía cre-


matística no solo es incompleta (suele estudiar el trabajo y el con-
sumo, que en el caso del Ecuador es menos de la mitad de un día),
también es inmoral.
En el análisis del tiempo se expresan las asimetrías de poder más
estructurantes de nuestra sociedad: el colonialismo, el patriarcado y
las relaciones capitalistas. Un nuevo orden temporal implica construir
una nueva división sexual del trabajo, un Estado plurinacional e inter-
cultural y una economía social y solidaria que rompa con las explota-
ciones generadas en las relaciones de producción capitalistas.
Si bien la gramática lingüística subordina el adjetivo “bueno” al
sustantivo “vida” (un adjetivo sin un sustantivo usualmente tiene me-
nor significación), la semántica de la ética y de la historia exige la no
subordinación de lo bueno a la vida. Por lo señalado, por las mujeres,
por los indígenas, por los precarizados, por los explotados, por los dis-
criminados y por los excluidos del mundo, la lucha es: ¡la vida buena
como sustantivo crítico y ucrónico!

4 UCRONÍA COMO CAMPO POLÍTICO2


De acuerdo a la Real Academia de la Lengua, ucronía es la “recons-
trucción de la historia sobre datos hipotéticos”. Etimológicamente está
compuesta del griego «ou» («no») y «cronos» («tiempo»), por lo que su
significado sería “el no tiempo”, en tanto “tiempo que no existió”.
Ucronía es un género literario que suele denominarse a novelas
históricas con sucesos hipotéticos alternativos. Se podría decir que la
ucronía es un contrafactual histórico ficticio. Especula sobre realida-
des no sucedidas históricamente pensando o recreando que “hubiese
sucedido en la historia si…”. El momento histórico donde se bifurca
la realidad de la ficción se suele llamar punto Jonbar (giro Jonbar) o
punto de divergencia. A partir de dicho momento histórico se genera
un punto de inflexión que usualmente en la novela produce un cambio
de la historia “real”; es decir, es el momento en el cual la historia real
diverge de la historia ucrónica. Es frecuente en las ucronías elegir
como punto de divergencia un conflicto bélico, debido a la significan-
cia histórica e ideológica. Las ucronías también suelen estar relacio-
nadas con ficciones de viajes en el tiempo.
Paralelo a la utopía de Tomas Moro, Charles-Bernard Renouvier
acuñó en 1857 la palabra ucronía en su libro “Uchronie: L’utopie dans
l´Histoire” (Ucronía: La utopía en la Historia). El filósofo francés ana-
liza la civilización europea – a partir de Roma – en un texto histórico

2 Tomado de la definición de Ucronía del diccionario Alice: Gallegos, René Ramí-


rez (2019).

269
René Ramírez Gallegos

apócrifo de lo que no aconteció sino de lo que pudo haber sucedido.


En este marco, la ucronía es una utopía de la historia. Desde esta
perspectiva, la historia es una sucesión de acontecimientos que no
debieron haber ocurrido. Desde la lectura del francés, la ucronía es
la buena historia alternativa ficticia, en tanto que los sucesos real-
mente acontecidos son la mala historia de la historia en el relato que
construye.
Basados en Giorgio Agamben, quien sostiene que “cada cultura es
ante todo una determinada experiencia del tiempo y no es posible una
nueva cultura sin una modificación de esa experiencia” (Agamben,
2011: 129) y en el marco del proceso Constituyente vivido en Ecuador
en el 2008 en donde la ciudadanía plantea la utopía de construir la so-
ciedad del “Buen Vivir o del Sumak Kawsay”, la investigación propone
otra lectura de la palabra ucronía (Ramírez, 2019).
La ausencia de marcos teóricos, metodológicos y empíricos en
las teorías del bienestar y/o de la justicia no permitan acompañar ni
evaluar las distancias o cercanías en la construcción del nuevo pacto
de convivencia planteado en Ecuador: la sociedad del buen vivir. En
el marco de teorías ciegas y práxis sin teoría y retomando la teoría de
la retaguardia planteada en la Epistemología del Sur (Santos, 2011),
el libro ha propuesto la construcción de la socioecología política de la
vida buena (Ramírez, 2019), que metodológicamente propone usar al
tiempo como proxy de la vida (buena) y como unidad de análisis y de
valor de la sociedad y los ecosistemas.
Bajo esta propuesta de análisis conceptual y empírico, se plan-
tea la necesidad de construir una teoría ucrónica. Ucronía bajo esta
nueva perspectiva es otro ‘no tiempo’. Éste hace alusión a una dispu-
ta social deseada (posible) que debe ser conquistada, para lo cual se
debe construir un nuevo orden temporal. En otras palabras, bajo esta
reconceptualización, la ucronía constituye el orden temporal de una
utopía social en disputa. En este marco, la ucronía tiene que ver más
con el futuro que con el pasado (historia).
Bajo la nueva perspectiva, la ucronía no sería la utopía de la
historia sino el nuevo orden temporal en disputa de una utopía so-
cial planteada en procesos históricos reales democráticos. En el caso
del Ecuador, la utopía de la sociedad del buen vivir plasmada en la
Constitución del 2008 implicaría una estructuración temporal que
gire alrededor del tiempo para la buena vida (o, tiempo relacional)
(Ramírez, 2019: 5-17) frente al “time is money” de la era de la acelera-
ción capitalista. No obstante, para el concepto de ucronía señalado, el
revisionismo histórico y sus narrativas resultan importante en tanto
sirvan para disputar la ucronía deseada (sacar a la luz los silencios o
las palabras ocultadas). Si las sociedades necesitan un nuevo orden

270
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

social, este no será posible sin un nuevo orden temporal puesto que en
la estructuración y sentido que demos al tiempo nos estamos jugando
el futuro de las mismas vidas: la de la humanidad y la de la naturaleza.
Desde esta perspectiva la ucronía no se considera un género li-
terario, sino un marco epistémico-político que genera herramientas
conceptuales, metodológicas y empíricas alrededor del análisis del or-
den (cronos) y sentido (kairos) del tiempo en un determinado territo-
rio para acompañar procesos sociales utópicos y políticos en disputa.

5 UCRONÍAS Y CRONOPOLÍTICA

“El tiempo despacha de prisa


a quien lo despacha aprisa”
(Fernando Pessoa)

“No por mucho madrugar, amanece más temprano”, dice un refrán. La


carrera contra el tiempo es la carrera más absurda que está librando
la humanidad. El tiempo de la aceleración que vivimos está colocando
a la velocidad en detrimento de la vida. Disputar otro orden temporal
es disputar el poder hegemónico. El nuevo orden social planteado en
Ecuador, por lo tanto, implica otra cronopolítica. Es decir, una polí-
tica que dispute el orden y el sentido del tiempo en el ámbito social,
económico, ecológico y cultural. Sabiendo que el tiempo de disputa
política es el tiempo en tanto potencia transformadora y emancipado-
ra y a partir de la reflexión de lo escrito en estas páginas, se plantea un
decálogo de ucronías para caminar y disputar la concreción y el senti-
do de la construcción de la sociedad del buen vivir, siendo conscientes
de la incompletud de las mismas:

Ucronía I. Una esperanza de vida (buena) no dependiente del azar: Hay que
construir temporalidades que incrementen la esperanza de vida, pero ade-
más, es necesario que los territorios tengan igual tiempo de vida (prome-
dio). La ucronía está relacionada con que el tiempo de vida no depende del
azar de dónde se nace ni del sexo, etnia, clase social o religión.

Ucronía II. Otro orden temporal implica una nueva división sexual del tra-
bajo: Las brechas de carga de trabajo entre los sexos, sobre todo en la es-
fera de la economía del cuidado, estructuran el tiempo autónomo para la
vida buena en la sociedad. Respetando la diversidad de tempos, la ucronía
radica en una igual distribución del tiempo de trabajo asalariado y, sobre
todo, no asalariado entre ambos sexos. En la esfera del mercado, eso
implica igual valoración salarial entre hombres y mujeres, y que el deno-
minado “costo laboral” reconozca al momento de la negociación salarial

271
René Ramírez Gallegos

que la condición de posibilidad material del tiempo de trabajo asalariado


es el tiempo de trabajo no asalariado. Es decir, por ejemplo, que el tiempo
de paternidad y maternidad sean los mismos (y, sus cargas, respecto a la
reproducción de la vida del infante) y que exista la oferta necesaria no
mercantil de provisión de servicios y recursos para el cuidado de niñas
y niños, discapacitados y ancianos, para las familias que lo necesiten. Si
bien el horizonte es que no existan trabajos indeseables, mientras tanto,
habría que distribuir democráticamente los trabajos no deseados en la
sociedad, sin distinción alguna. Esto implica superar la mirada liberal
de justicia redistributiva y dar pasao también a la justicia productiva y
reproductiva.

Ucronía III. Un sistema productivo en donde el tiempo no sea valorado como


recurso y los bienes relacionales no sea instrumentalizados: En esta ucronía
el tiempo deja de tener valor de cambio y la relación en sí misma se cons-
tituye como bien. Tal perspectiva implica que se rompa la escisión entre
el mundo del trabajo y el mundo de la vida. En el caso ecuatoriano, cerca
de nueve de cada diez ciudadanos no se realizan en su puesto de empleo.
La ucronía no es que se trabaje menos, sino que el ser humano florezca
en el trabajo y en el resto de la vida. Tal situación implica nuevas formas
de organización y de propiedad de la economía en las cuales no se pueda
dar apropiación/explotación del trabajo de ninguno de sus miembros hacia
otro. En el caso de Ecuador, tal sistema productivo implica construir una
economía social y solidaria.

Ucronía IV. El horizonte debe ser una ecología de ucronías: El nuevo hori-
zonte temporal en la sociedad del buen vivir debe construir una ucronía
donde quepan pluralidad de ucronías. Es decir, construir una temporali-
dad que permita la convivencia en igualdad de múltiples temporalidades
culturales y sociales. El respeto para la convivencia de la pluralidad de
temporalidades requiere el reconocimiento de la subjetividad sobre la in-
tensidad del tiempo. Pero además, la generación y el disfrute de bienes
relacionales implica el respeto irrestricto a que, en la simultaneidad de la
historia, existen ritmos temporales diferentes. En otras palabras, aceptar
que existen muchos tempos en un mismo tiempo. Acoger una convivencia
de ucronías es condición de posibilidad de la construcción de un Estado
y una sociedad plurinacionales e interculturales, así como de la construc-
ción de un cronos y un kairós verdaderamente democráticos.

Ucronía V. Un nuevo orden temporal para garantizar una justicia intertem-


poral de la vida humana en armonía con la de la naturaleza: La crono/kai-
ropolítica de la ucronía V atraviesa al menos cuatro esferas. La primera,
debido a su importancia, fue enunciada en la ucronía IV y alude a que en el

272
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

presente se necesita asegurar la convivencia en igualdad de condiciones de


diferentes temporalidades humanas. Ahora bien, en el marco de la historia
y el futuro, la justicia intergeneracional implica también (segunda esfera)
hacer justicia para los grupos históricamente excluidos ya sea por el pa-
triarcado, el colonialismo o el sistema capitalista. La tercera esfera consis-
te en que, en el marco de porvenires posibles, se busca construir un sistema
para que las generaciones venideras gocen de igual o más tiempo para la
vida buena. Finalmente, la justicia con las generaciones futuras envuelve
también la garantía del respeto de los derechos de la naturaleza, es decir,
la garantía de que pueda existir una vida armónica entre la temporalidad
humana y la de la naturaleza.

Ucronía VI. Edificación de un sistema de relaciones de intercambio ecotem-


porales iguales: La socioecología política del tiempo no solo debe ser pen-
sada en función únicamente de cada comunidad política. También debe
ser repensada en el marco de la comunidad mundial. Si la ucronía pone
en el centro a la vida, se debe buscar un sistema internacional más justo
en el intercambio de vida material (vida humana, biodiversidad y recursos
biofísicos que garantizan la reproducción de la vida) e inmaterial (educa-
ción, cultura, ideas, ciencia, saberes, innovación). Tal ucronía implica una
cronopolítica que demande el pago de la deuda ecotemporal de los países
del “centro” hacia los “periféricos”. A su vez, implica un reconocimiento
del mundo de que la mayor esperanza de vida de la naturaleza está en los
países del Sur, lo cual es garantía de que exista futuro. En el otro lado, la
cronopolítica pasa por disputar la distribución de la vida inmaterial de los
conocimientos (ciencia, saberes ancestrales, arte, tecnología, innovación)
a través de recuperar el carácter público y común de los mismos. El cono-
cimiento, al final de cuentas, es el acumulado temporal de los múltiples ge-
neral intellect de la humanidad a lo largo de su historia. En otras palabras,
la ucronía alude también a tener una distribución equitativa desde una
perspectiva de justicia intergeneracional (pasado, presente y futuro) del
acumulado que ha generado la vida material (biodiversidad) e inmaterial
(conocimientos) a lo largo de su historia.

Ucronía VII. Construcción de una espacialidad ucrónica: Espacios inse-


guros por la violencia, barrios cercados por el miedo, masificación de un
sistema de transporte privado, pocos parques públicos y vacíos son la an-
títesis de lo que implicaría una espacialidad diseñada para producir una
ucronía para la buena vida. Si no existen espacios de encuentro común
suficientes o si existen, pero nadie los usa por miedo o porque es costoso,
esa espacialidad no propicia otra temporalidad. Si se pierden más horas
en movilizarse que el tiempo para compartir el almuerzo con los amigos
o la familia, o si en tal espacialidad el acceso a la posibilidad de creación

273
René Ramírez Gallegos

y disfrute de cultura es excluyente y elitista, no se está pensando en una


ciudad o territorio acorde a la construcción de bienes relacionales. El es-
pacio debe ser pensado para facilitar el encuentro y el florecimiento de la
vida buena.

Ucronía VIII. Derecho al tiempo para la vida buena: La sociedad utilitaria


ha organizado la vida en función del trabajo y el consumo. La ucronía VIII
implica disputar una política para que el centro de las actividades humanas
sea el tiempo para la vida buena. En la transición se deben construir las
condiciones de posibilidad para que se garantice el derecho a una base de
horas al día dedicado a vivir un tiempo emancipador para la buena vida.
No obstante, el fin es que la vida en sí misma se constituya en un tiempo
emancipado y emancipador para la vida buena. La construcción ucrónica
de un tiempo autónomo para la buena vida, que incluye un trabajo emanci-
pador en el que florece la humanidad del ser humano, implica romper con
cualquier estado de necesidad. Esto nos retrotrae a un debate que debe ser
colocado en el primer plano de la esfera pública: construir un pacto social
por un sistema tributario y de seguridad social que garantice el derecho a
un ingreso, salario y dividendo o dividendo ciudadano universal (Van Parijs,
1996). La desmercantilización de las relaciones de trabajo y la emancipación
se puede conseguir si el individuo no está en estado de necesidad o de sobre-
vivencia. Asimismo, la vida inmaterial (conocimientos, saberes, ideas, inge-
nio, producción científica) debe tener como fin no la acumulación de capital,
sino la liberación de tiempo para el disfrute de la vida buena. Finalmente, la
cronopolítica de la ucronía VIII conlleva no solo buscar un trabajo no alie-
nado, sino un tiempo libre no alienado. La “ocupación” del tiempo libre y el
“aburrimiento” son señales claras de un tiempo libre alienado. Es decir, si la
sociedad o el individuo no saben qué hacer con su tiempo libre, razón por la
cual se aburren en el mismo, es símbolo de un tiempo no emancipado que
mal podría llamarse libre. En tal sentido, la vida es buena en tanto su tiempo
es genuinamente libre.

Ucronía IX. Otra subjetividad temporal para la vida buena: Con la subje-
tividad que genera el capitalismo sobre el tiempo, difícilmente se podrá
construir otra ucronía. Esta subjetividad empieza con otra distribución
del tiempo, pero no se agota en la misma. El nuevo orden temporal debe
articularse con un nuevo sentido común sobre la nueva temporalidad en
disputa. La subjetividad del tiempo debe transformarse para dejar de ser
un mecanismo instrumental de acumulación de capital, para edificar una
ucronía que recupere al tiempo como vida buena en el marco del recono-
cimiento de la pluralidad de ucronías que confluyen en un mismo tiempo.

Ucronía X. De cronos a kairós o del tiempo del reloj al tiempo de la vida

274
Capítulo 11. A manera de epílogo: ucronías para la vida buena

buen: De acuerdo a la filosofía griega (griego antiguo), mientras kairós es


de naturaleza cualitativa, cronos es cuantitativo. Cronos es el tiempo se-
cuencial, kairós es el momento de máxima plenitud. Metafóricamente, po-
demos decir que la era que vivimos es la era del cronos, la era cuantitativa,
la era donde el nanosegundo es más importante que el segundo porque lo
que importa es la exactitud del tiempo del reloj (porque el tiempo es oro)
y la precisión de la medida que ayuda a producir mayor aceleración (para
generar mayor acumulación del capital). Una de las alienaciones más pro-
fundas se produce cuando el ciudadano común vive para y por el reloj, sin
tener control sobre el tiempo de su vida. El reloj es el tiempo y la vida es el
tiempo del reloj. En este marco, la reinvención del tiempo en tanto ucronía
es también la reinvención de la apropiación del sentido del reloj (¿se podría
pensar una sociedad sin reloj o con otro reloj?). Un nuevo orden temporal
debe recuperar otros cronos. Un cronos que no sirva como instrumento de
vigilancia de nuestros cuerpos, sino que permita el disfrute de los mismos.
Un cronos que no sirva para ordenar un sistema para la acumulación del
capital, sino uno que coadyuve a desordenar el tiempo para la vida buena y
su florecimiento. Un cronos que no restrinja las opciones de ordenar nues-
tras vidas, sino uno que expanda el abanico de opciones de las mismas. Un
cronos que no se piense sin su correspondiente kairós. Un cronos que no es-
clavice, sino que potencie otras ucronías. En suma, la ucronía X busca re-
cuperar un sentido del tiempo que no sea el de la velocidad en su constante
búsqueda de la aceleración, sino que sea el del propio tiempo; es decir, el
de la vida, el del acontecimiento, el de la existencia plena, digna, buena.

¿Seremos capaces como especie humana de reinventar nuevas ucro-


nías, nuevas temporalidades, nuevas formas de organizar y dar senti-
do al tiempo, que no es otra cosa que repensar la propia existencia de
la vida? El decálogo ucrónico es planteado como tesis para repensar
otro orden temporal. Si la alienación del tiempo es la alienación de
la vida, la disputa por el tiempo emancipado es la disputa por la vida
emancipada. Si las sociedades necesitamos un nuevo orden social,
este no será posible sin un nuevo orden temporal, puesto que en la
estructuración y sentido que demos al tiempo nos estamos jugando la
misma vida. Este libro plantea retomar la discusión para disputar el
sentido del tiempo; ¡un tiempo para la vida buena, porque la urgencia
por un futuro lo exige!

275
ANEXOS
ANEXO 6.1 DISTRIBUCIÓN DEL USO DEL TIEMPO SEGÚN SEXO
    2007       2012  
Actividades Nacional Hombre Mujer   Nacional Hombre Mujer
Necesidades personales 72,24 73,81 70,88   73,73 76,45 71,38
Trabajo 26,25 35,84 17,91   25,21 34,47 17,21
Contemplación y
autoconocimiento 16,45 17,97 15,13   17,01 18,41 15,81
Tiempo comprometido 11,37 13,00 9,95   13,90 16,02 12,06
Sociabilidad 11,04 11,57 10,58   9,31 9,67 8,99
Actividades culinarias 9,10 2,31 14,99   8,91 1,98 14,90
Cuidado niños/as 5,12 2,23 7,64   4,97 1,79 7,71
Mantenimiento del hogar 4,51 2,93 5,89   4,12 2,29 5,71
Cuidado de ropa 3,71 1,23 5,87   2,95 0,91 4,71
Compras 1,65 1,44 1,84   1,42 1,20 1,61
Gerencia del hogar 1,73 1,49 1,93   2,18 1,46 2,81
Autoconsumo 1,58 1,38 1,75   1,34 1,17 1,49
Actividades de participación
Público 0,55 0,49 0,60   0,41 0,26 0,53
Construcción vivienda 0,34 0,57 0,13   0,16 0,29 0,06
Cuidado discapacitados 0,33 0,15 0,49   0,63 0,27 0,94
Enfermedad 1,48 1,15 1,77   1,15 0,96 1,31
Otras actividades 0,56 0,44 0,66   0,60 0,40 0,77
Tiempo relacional 28,04 30,03 26,31   26,73 28,34 25,34
Fuente: ENENDHUR, 2007-2012
Elaboración propia

277
René Ramírez Gallegos

ANEXO 6.2 ELASTICIDADES O EFECTOS MARGINALES DE LOS


COEFICIENTES QUE CONSTITUYEN EL TIEMPO RELACIONAL, 2007
Variables Total Hombres Mujeres
  dy/dx P>|t| dy/dx P>|t| dy/dx P>|t|
Log (ingreso pc) 0,09 *** 0,07 *** 0,06 ***
Log (horas trabajadas) -0,15 *** -0,20 *** -0,14 ***
Log (tiempo de trabajo no remunerado) 0,05 *** 0,11 *** 0,13 ***
Log (escolaridad) 0,12 *** 0,12 *** 0,16 ***
Log (número de personas) -0,01 0,01   -0,06 **
Log (edad) -0,87 *** -0,35   -1,48 ***
Log (edad ^2) 0,10 *** 0,02   0,20 ***
Indígena = 1 -0,14 *** -0,10 *** -0,23 ***
# NBI -0,06 *** -0,07 *** -0,09 ***
Empleado de Gobierno = 1 0,05 ** 0,11 *** 0,03  
Patrono = 1 0,02 0,04   -0,03  
Empleado privado = 1 0,01 0,03 * 0,01  
Trabajador sin seguro social -0,12 *** -0,11 *** -0,23 ***
Constante 4,76 *** 4,15 *** 5,53 ***
Prob > F = 0,00 0,00   0,00  
R-squared = 0,09 0,10   0,80  
Número de observaciones 22460   14144   8316  
Variable dependiente = log (tiempo relacional)
Todas las elasticidades están estimadas en el promedio de todas las variables del modelo.
* indica un nivel de significancia estadística al 10%, ** indica un nivel de significancia estadística al 5% y *** indica un
nivel de significancia estadística al 1%.
Fuente: Enemdu (2007).
Elaboración: propia.

278
Anexos

ANEXO 10.2 METODOLOGÍA DE SIMULACIÓN

Una microsimulación utiliza información a nivel individual (hogares,


personas, etc.) para establecer el impacto que tendrá o que pudo haber
tenido una decisión, asignando las características macro de un esce-
nario que considera variables que se pueden modelar para replicar las
condiciones esperadas. Estos métodos han cobrado gran importancia
por la facilidad de medir los posibles resultados de implementación de
políticas públicas dimensionando las variaciones en variables de inte-
rés (ingresos, subsidios, consumo, etc.). Esta técnica tiene gran acogi-
da por la simplicidad, la modelización a nivel micro y la oportunidad
de recoger la heterogeneidad de toda una población relevada a través
de encuestas a hogares o personas con respecto a cierta condición de
bienestar. Absalón y Urzúa mencionan que: “Generalmente, los mo-
delos de microsimulación se clasifican con base en cinco criterios: la
cobertura, el horizonte temporal, los supuestos acerca del comporta-
miento de los individuos, el espacio de aplicación y el uso específico”
(Absalón y Urzúa, 2012).
Los modelos que se fundamentan en el criterio de horizonte tem-
poral presentan una estructura simple sustentada en cálculos aritmé-
ticos establecidos en el momento en que la programación se realiza.
Ello facilita el análisis de los resultados sobre la base de una asigna-
ción aleatoria de las condiciones a nivel individual.
En nuestro caso, se “reproducen” las condiciones del 2006 en el
2016 con respecto a las horas de trabajo e ingreso laboral con las en-
cuestas de empleo de las personas que se encontraban ocupadas. Así,
se “recompone” la distribución del 2016 considerando las condiciones
del 2006 de las variables de afiliación a la seguridad social, nivel de
calificación para el trabajo, sector de la economía y la relación labo-
ral a través de asignaciones aleatorias a los individuos del 2016 en
cien réplicas generadas de forma independiente. Con las condiciones
simuladas de manera aleatoria se obtienen las horas de trabajo y de
ingreso laboral estandarizado por PPP (paridad de poder de compra)
para cada registro a través de la siguiente ecuación:
Los componentes de esta ecuación deben entenderse de la si-
guiente manera:

Es el indicador del 2016 con las condiciones del 2006 para el individuo i.
Es la medida del indicador del 2006 con las características asignadas a
través del proceso de simulación para el individuo i.
Es el valor del indicador del 2016 con las características asignadas a través
del proceso de simulación para el individuo i.
Corresponde al indicador medido en el 2016 para el individuo i.

279
René Ramírez Gallegos

Con estos resultados, la medida del indicador para cada categoría


examinada se obtiene a través del promedio simple de las cien simu-
laciones considerando la estructura poblacional subyacente a la base
analizada a través de los factores que reproducen el marco muestral.
El mismo procedimiento se realiza para el período 1993-2001.

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René Ramírez Gallegos

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SOBRE EL AUTOR

René Ramírez Gallegos es economista, Ph.D. en Sociología económica


con especialización en “Relaciones de Trabajo, Desigualdades Sociales
y Sindicalismo” por la Facultad de Economía, Centro de Estudios
Sociales, Universidad de Coimbra, Portugal; Maestro en Desarrollo
Económico por el Institute of Social Studies, Eramus University of
Rotterdam, Holanda; Maestro en Gobierno y Políticas Públicas por la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, México.
Ha sido Ministro Nacional de Planificación y Desarrollo (2008-2011)
y Ministro de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación del
Ecuador (2011-2017); Presidente del Consejo de Educación Superior
(2011-2016). Director de la Cátedra UNESCO “Libertad de expresión y
sociedades de los conocimientos” (2017- 2019). Co-editor del “diccio-
nario Alice, Centro de Estudios Sociales, Coimbra-Portugal. Director
de la Revista Tlatelolco: democracia democratizante y cambio social
(PUEDJS/UNAM, México), de la Revista Ucronía (Argentina) y del
Instituto de Producción, Economía y Trabajo, Universidad Nacional
de Lanús. Docente de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), Universidad de Buenos Aires (UBA), Universidad Nacional de
Lanús (UNLA) y Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Investigador
del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia
y Sociedad, Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM. Es
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología de México (CONACYT).

297
“Las dos premisas centrales del libro son: ‘a quien entregas tu tiempo, entregas
tu vida’ y ‘quien se queda con tu tiempo, se queda con tu vida’. A partir de ellas
construye una propuesta teórico-metodológica que constituye una contribución
muy importante para edificar una nueva economía política y una nueva filosofía
política.

(...) Este libro va ser un marco no solamente en la economía política sino tam-
bién en las ciencias sociales en su conjunto. En este vastísimo campo de es-
tudios habrá un tiempo antes y un tiempo después de La vida y el tiempo de
René Ramírez”

Del prólogo de Boaventura de Sousa Santos.

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