Ucrania. El Camino Hacia La Guerra - Descifrando La Guerra
Ucrania. El Camino Hacia La Guerra - Descifrando La Guerra
Ucrania. El Camino Hacia La Guerra - Descifrando La Guerra
Índice
Mapas
Introducción
Bibliografía
Créditos
Mapas
Introducción
«La libertad no puede ser detenida» fue una de las consignas que
durante aquel mes de noviembre de 2004 resonaban en la Plaza de
la Independencia de Kiev (Майдан Незалежності en ucraniano).
Las protestas contra lo que se consideró un fraude electoral —por
parte de las organizaciones como la OSCE y otros actores
internacionales e internos— desembocaron en la mayor movilización
social de Ucrania desde su independencia de la URSS. La
Revolución Naranja supuso un hito en la política ucraniana del
momento, y para muchos ciudadanos significaba el comienzo de
una nueva etapa para el joven país. Pero esta efervescencia inicial
se fue apagando con el paso del tiempo. Los protagonistas de esta
contienda política, Víktor Yúshchenko y Víktor Yanukóvich, habían
ostentado el cargo de primer ministro con el mismo presidente,
Leonid Kuchma. Sus destinos políticos se mantuvieron unidos
incluso tras la revolución que consiguió arrebatar la presidencia a
Yanukóvich.
La inestabilidad que experimentó Ucrania en 2004 tiene rasgos
comunes con otros países del espacio postsoviético. Las
denominadas «revoluciones de colores» se desarrollaron a través
de grandes movilizaciones contra gobiernos acusados de
autoritarismo que habrían cometido fraude electoral. La oposición
ucraniana se inspiró en procesos políticos similares a los que
consiguieron derrocar a Eduard Shevardnadze en Georgia
(Revolución de las Rosas, 2003) y Slobodan Milošević en Serbia
(2000). La similitud entre estos movimientos no es casual debido a
una serie de rasgos comunes que compartían algunos estados:
regímenes híbridos que no habían completado las transiciones hacia
la democracia liberal, división territorial vinculada a la identidad y
susceptibilidad a la influencia de actores externos.
La conformación del Estado ucraniano y su identidad nacional
es una cuestión compleja que fue usada por las élites políticas y
económicas, los denominados oligarcas, en sus luchas internas. El
gobierno semi-autoritario de Leonid Kuchma ya había sido
contestado por parte de la sociedad civil y la oposición con
importantes movilizaciones, incapaces en aquel momento de forzar
su salida del poder. Sin embargo, el camino hacia la Revolución
Naranja y la victoria de Víktor Yúshchenko comenzó precisamente
en ese periodo. El 28 de noviembre del 2000 estalló un escándalo
mayúsculo en Ucrania: el «Kuchmagate» o Escándalo del Casete. El
líder del Partido Socialista de Ucrania (SPU por sus siglas en
ucraniano), Oleksandr Moroz, mostró al público una grabación en la
que Kuchma pedía al ministro de Interior, Yuri Kravchenko, que
«tratara» con el periodista del popular medio opositor Ukrayinska
Pravda, Georgiy Gongadze. El periodista había desaparecido en
septiembre y encontraron su cuerpo decapitado el 5 de noviembre.
Tras la publicación de esta grabación se produjo una protesta. El
lema principal era «Ucrania sin Kuchma», pero solo una parte de los
partidos opositores se movilizaron y mostraron su apoyo a los
manifestantes: Yulia Timoshenko y el SPU. Yúshchenko era el
primer ministro y se posicionó a favor de Kuchma llegando a calificar
a los manifestantes como «fascistas». Pocos meses después, en
abril de 2001, fue destituido de su cargo. Ese mismo año funda la
organización «Nuestra Ucrania», con el fin de crear un bloque
común de partidos nacional-demócratas y liberales contra Kuchma.
La tensión siguió en aumento tras las elecciones parlamentarias de
2002. El partido de Yúshchenko consiguió ser la primera fuerza de
la Rada, pero la oposición, todavía desunida, obtuvo buenos
resultados. Sin embargo, gracias a la influencia de Víktor
Yanukóvich, finalmente se articula una mayoría favorable a Kuchma.
La sociedad ucraniana había mostrado su malestar ante la
situación del país, pero no estaba del todo vinculada a la actividad
política. Esta actitud iría cambiando en los dos años siguientes.
Precisamente durante el segundo aniversario de la muerte del
periodista Georgiy Gongadze tendría lugar otra gran protesta y los
manifestantes demandaban elecciones presidenciales anticipadas.
En 2004 se celebraron los comicios presidenciales. Víktor
Yúshchenko, popular en el país, consiguió unir a la oposición y se
presentó con unos postulados pro-occidentales, mientras el bloque
oficialista eligió a Víktor Yanukóvich, que tenía el respaldo de
Moscú. Yanukóvich, líder del Partido de las Regiones, era oriundo
de Donetsk, siendo el Donbás una de las zonas más pobladas del
país, y muchos oligarcas locales apoyaron a este candidato ante el
temor de la pérdida de privilegios si Yúshchenko tomaba el poder.
Pero el candidato oficialista no gozaba de la popularidad de su
adversario por sus relaciones con el oligarca Rinat Ajmétov, su mal
dominio del ucraniano y sus antecedentes penales. A esto se unía el
cambio de actitud de una parte de la sociedad ucraniana, reflejado
en varias encuestas de la época, dispuesta a movilizarse si se
cometía fraude electoral.
La primera vuelta electoral se celebró el 31 de octubre de 2004
y Yúshchenko consiguió un 39,87% frente a Víktor Yanukóvich, que
alcanzó el 39,32%. Era una ventaja mínima, pero los seguidores de
Yúshchenko consideraron que la victoria final de su candidato sería
posible en la segunda ronda. La espontaneidad no fue una de las
características de la Revolución Naranja. Tanto la oposición como el
gobierno de Kuchma ya habían dado muestras de estar
preparándose para una posible revuelta. Por un lado, Yulia
Timoshenko advirtió de que organizaría y lideraría «actos de
desobediencia civil» en caso de fraude electoral, mientras desde el
Ministerio del Interior y los Servicios Secretos (SBU) emitieron
comunicados en los que afirmaban tener «evidencias que indican
que las fuerzas políticas de la oposición están preparando
actualmente diversos y peligrosos actos destinados a desestabilizar
el país». Tres días antes de que los ucranianos votasen,
Yúshchenko pidió a sus seguidores que salieran a las calles en caso
de fraude electoral y, al día siguiente, su formación presentó varias
solicitudes para realizar protestas a partir del día 21 de noviembre.
Finalmente, Yanukóvich obtendría la victoria, pero las
irregularidades comenzaron a hacerse públicas y muchos de los
seguidores de Yúshchenko salieron a la calle. El despliegue de
carpas y demás infraestructura para posibilitar que los manifestantes
pudieran mantenerse en la plaza central de Kiev a pesar de las
bajas temperaturas sería decisivo para que el movimiento tuviera
continuidad. El color naranja se convirtió en el principal indicativo de
los partidarios del cambio de régimen. «Oriente y Occidente juntos»
era otro de los lemas que los manifestantes coreaban, aunque la
participación en las protestas fue más seguida por ciudadanos
procedentes del centro y el oeste del país, con mayor porcentaje de
gente que hablaba en ucraniano. Por otro lado, los habitantes del
este de Ucrania consideraron que la Revolución Naranja era un
golpe de Estado.
La presión en las calles, unida al apoyo internacional y el
soporte mediático hacia los manifestantes, provocó que el Tribunal
Supremo convocase una repetición de las elecciones en la que
Yúshchenko terminaría ganando. Sin embargo, días antes, el
presidente ruso, Vladímir Putin, se mostró convencido de que no se
llevaría a cabo dicha repetición. Los manifestantes de la Revolución
Naranja fueron financiados por pequeñas y medianas empresas de
Ucrania, pero también recibieron financiación internacional. Estados
Unidos, en virtud de la Ley de Apoyo a la Libertad de 1992 —
diseñada para la financiación de la promoción de la democracia en
el espacio postsoviético—, proporcionó a Ucrania 34,11 millones de
dólares en 2004. No obstante los miembros de la organización
juvenil Pora (Es hora) cooperaron con diversas ONG occidentales y
recibieron capacitación de los líderes de las protestas en Serbia.
Nadie me echó, fui obligado a dejar Ucrania por las amenazas contra mi
vida y la vida de gente cercana a mí. (Víktor Yanukóvich, presidente de
Ucrania [2010-2014], desde Rusia el 28 de febrero de 2014).
*§§§*§§§*
Todos en la OTAN son conscientes de que, por fuerte que sea la alianza,
es necesario tomar medidas políticas concretas, porque la respuesta
militar y técnico-militar de Rusia sería la única alternativa. (Konstantin
Gavrilov, líder de la delegación rusa en la negociación de Seguridad
Militar y Control de Armas de Viena).
La Ucrania moderna fue creada completamente por Rusia, o por ser más
precisos, por la Rusia comunista bolchevique. Este proceso comenzó
prácticamente al acabar la revolución de 1917. Lenin y sus socios
actuaron de manera extremadamente dura para Rusia, al separar y
cercenar la tierra histórica rusa. Nadie preguntó a los millones de
personas que vivían allí qué pensaban. Después, tanto antes como
después de la Gran Guerra Patria [Segunda Guerra Mundial], Stalin
incorporó a la URSS y transfirió a Ucrania algunos territorios que
anteriormente pertenecían a Polonia, Rumanía y Hungría. […] En 1954,
Jrushchov arrebató Crimea a Rusia por algún motivo y se la entregó a
Ucrania. Así es como el territorio de la Ucrania moderna se creó. […] Los
bolcheviques se propusieron crear un nuevo Estado. Tenían serios
desencuentros sobre esto. Stalin […] propuso crear el país bajo los
principios de la autonomía, lo que sería otorgar a las repúblicas y futuras
entidades territoriales y administrativas amplios poderes tras unirse a un
Estado unificado. Lenin criticó este plan y propuso hacer concesiones a
los nacionalistas, que él entonces llamaba «independientes». Las ideas
de Lenin de lo que en esencia equivalía a una confederación y el
derecho de las naciones a la autodeterminación y la secesión, se
establecieron en la base del Estado soviético. […] ¿Por qué era
necesario apaciguar a los nacionalistas? ¿Qué sentido tenía transferir a
las administraciones recién formadas, a menudo de forma arbitraria,
vastos territorios que no tenían que ver con ellas? […] ¿Por qué era
necesario hacer tales generosos regalos, más allá de los sueños más
salvajes de los nacionalistas y, por encima de todo, darle a las repúblicas
el derecho a la secesión del Estado unificado sin condiciones? […] No
estoy tratando de culpar a nadie. La situación del país entonces, antes y
después de la Guerra Civil, era extremadamente complicada; era crítica.
Lo único que quiero decir es que así fue como ocurrió. Es un hecho
histórico. […] La Ucrania soviética es resultado de la política de los
bolcheviques y puede ser calificada legítimamente de «la Ucrania de
Vladímir Lenin». […] Y hoy su «agradecida progenie» ha derribado los
monumentos a Lenin en Ucrania. Lo llaman descomunización. ¿Quieren
descomunización? Muy bien, esto nos viene bien. ¿Pero por qué
quedarse a medio camino? Estamos listos para mostrar qué significaría
una descomunización real para Ucrania. (Vladímir Putin, presidente de
Rusia, el 21 de febrero de 2022).
En el siglo XVIII, las tierras del litoral del mar Negro, incorporadas a Rusia
como resultado de las guerras con el Imperio Otomano, recibieron el
nombre de Novorossiya (Novorrusia o Nueva Rusia). […] Con respecto al
Donbás, vemos que las élites gobernantes de Kiev nunca cesan de dejar
clara públicamente su falta de voluntad para cumplir con el Paquete de
Medidas de Minsk para resolver el conflicto y no están interesadas en
una solución pacífica. Al contrario, están tratando de orquestar una
blitzkrieg (guerra relámpago) en el Donbás, como fue el caso en 2014 y
2015. [...] Rusia ha hecho todo lo posible para preservar la integridad
territorial de Ucrania. Todos estos años, ha presionado persistente y
pacientemente por la implementación de la Resolución 2.202 del
Consejo de Seguridad de la ONU del 17 de febrero de 2015, que
consolidó el Paquete de Medidas de Minsk del 12 de febrero de 2015,
para resolver la situación en el Donbás. Todo fue en vano. [...] En este
sentido, considero necesario tomar una decisión largamente retrasada y
reconocer de inmediato la independencia y soberanía de la República
Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk. Me gustaría
pedir a la Asamblea Federal de la Federación Rusa que apoye esta
decisión y luego ratifique el Tratado de Amistad y Asistencia Mutua con
ambas repúblicas. Estos dos documentos serán preparados y firmados
en breve. (Vladímir Putin, presidente de Rusia, el 21 de febrero de 2022).
Habrá una guerra partisana, habrá resistencia. Así que, incluso si cae
Kiev, eso no significaría el final de la guerra. (Artis Pabriks, ministro de
Defensa de Letonia).
UCRANIA VENDIDA
Quiero ser claro: defenderemos cada pulgada del territorio de la OTAN con
todo el poder de una OTAN unida y galvanizada. Pero no libraremos una
guerra contra Rusia en Ucrania. Una confrontación directa entre la OTAN y
Rusia sería la Tercera Guerra Mundial. Y es algo que debemos
esforzarnos por evitar.
JOE BIDEN, presidente de Estados Unidos, marzo de 2022.
Nos hemos quedado solos. No veo quién esté listo para luchar por
nosotros. […] Pregunté directamente a los miembros de la OTAN: «¿Nos
aceptarían en la alianza?». Nadie respondió. Todo el mundo tiene miedo.
No quieren llevarnos a la OTAN. […] ¿Quién está listo para luchar con
nosotros? Honestamente, no los veo. (Volodímir Zelenski, presidente de
Ucrania, el 25 de febrero de 2022, un día después del comienzo de la
guerra ruso-ucraniana).
Putin está solo y la mayoría del mundo está con Ucrania. Esa unidad se
tiene que demostrar desde el punto de vista de las sanciones económicas
y desde el punto de vista de la respuesta que tenemos que dar desde la
comunidad internacional aislando completamente a Putin.
PEDRO SÁNCHEZ, presidente de España.
UCRANIA A FUTURO