Falacias Lógicas y Psicológicas

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FALACIAS LÓGICAS Y PSICOLÓGICAS

La Lógica (creada por Aristóteles con el nombre de Analítica, aunque la tradición estoica se lo
cambió) es la ciencia del razonamiento (silogismo, en griego) en todas sus formas. El razonamiento es un
ARGUMENTO con premisas y conclusión, es decir, proposiciones que anteceden y se suponen que apoyan
o conducen a una proposición que se sigue o deduce necesariamente de las premisas, según el ejemplo
clásico: 1) Todos los humanos son mortales; 2) Fulanito es humano; 3) por tanto, Fulanito es mortal.
Hay una lógica formal, que estudia las leyes del razonamiento correcto, empezando por el principio
básico de identidad o no contradicción, con lo cual busca las conexiones necesarias entre ideas, aquellas que
no pueden ser de otro modo y cuyo contrario es imposible (por ejemplo, el círculo es circular, de modo que
no hay círculos cuadrados; necesariamente es una afirmación falsa, porque es imposible la compatibilidad de
circular y cuadrado). Con ello busca el razonamiento VÁLIDO, el que es correcto sólo por su forma o
sintaxis (orden, conexión de los enunciados; por ejemplo: si p, entonces q; p; luego q). Aristóteles también la
inició, aunque fue en el siglo XIX y XX cuando se formuló en forma totalmente simbólica, llamándose por
ello lógica simbólica o lógica matemática.
Pero también existe la lógica material, que tiene en cuenta la materia o contenido de los enunciados
y, por tanto, la dimensión semántica del lenguaje. Hay dos tipos de lógica material.
Una es la lógica científica, que se ocupa del razonamiento no sólo válido sino también
VERDADERO y utiliza tanto la deducción como la inducción, buscando conclusiones necesarias a partir de
premisas verdaderas. Por ello puede decirse que el silogismo científico es a la vez material y formal, puesto
que busca verdades materiales necesarias de modo deductivo.
La otra es la lógica informal, también material, que se divide, a su vez en dialéctica y retórica.
Ambas se basan y concluyen en enunciados sólo probables, como es propio de los ámbitos moral, jurídico,
político. El silogismo dialéctico busca sólo razones para defender o atacar, o sea, discutir o refutar tesis,
mientras que el silogismo retórico busca persuadir sobre sus tesis a base de lo que Aristóteles llamaba
tópicos u opiniones establecidas (éndoxa) y recurre no sólo a la dimensión sintáctica y semántica del
lenguaje, sino también a la pragmática, utilizando recursos o argumentos no sólo lógicos sino psicológicos o
emocionales, o sea, que recurre a la psicología del auditorio, a las emociones y no sólo a la razón.
La lógica o razonamiento dialéctico es complemento de la ciencia, al menos para refutar tesis falsas.
Pero en la vida cotidiana y muchos contextos de interacción comunicativa tenemos que conformarnos con
ARGUMENTAR retóricamente cuando no es posible DEMOSTRAR1 científica o dialécticamente.
Tanto la lógica formal como la informal aplican ciertas reglas argumentales o tipos de argumentos,
cuya infracción se denomina falacia. Las FALACIAS son trampas o argumentos engañosos: parecen
correctos, pero son incorrectos. Las falacias son la contrapartida de las leyes o esquemas válidos de
deducción o inferencia de la lógica científica (material o sólo formal) o los esquemas argumentativos de la
lógica retórica. Se llaman SOFISMAS si su intención es engañar2 y PARALOGISMOS cuando no hay esa
intención, pero nos precipitamos a confundir lo posible con lo necesario3.
Al estudiar las falacias típicas estamos estudiando a la vez, indirectamente, las reglas de la buena
argumentación. Por eso centraremos nuestro análisis en los tipos de falacias (sobre todo informales, que son
las que aparecen en la conversación o argumentación ordinaria: no científica).

Hay que diferenciar entre FALACIAS FORMALES Y FALACIAS INFORMALES.

Las falacias FORMALES incluyen un defecto en la forma de la argumentación: INCUMPLEN


ALGUNA LEY LÓGICA o no respetan la ligazón deductiva (muestran una evidente falta de conexión
1
La lógica científica puede ser entonces tanto meramente formal (es la contemporánea lógica simbólica o matemática,
aunque ya la inició Aristóteles) como también material. Pero la material puede ser científica, dialéctica o retórica, que buscan
respectivamente demostración, refutación, persuasión.
2
Por haber sido usados y estudiados por el movimiento de pensadores de la Grecia clásica llamado “sofistas”,
profesionales del saber retórico cuyo fin era defender una opinión, fuera o no cierta.
3
Aunque es difícil, si no imposible, además de prescindible, detectar una intención, lo cual se refleja en la propia
ambivalencia etimológica del término, pues falacia, engaño, viene del verbo fallar, de donde también proceden “fallo” y “falso”, y
significa tanto fallar como tener la intención capciosa de engañar. Por eso basta con referirse a ellos objetivamente como falacias.
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necesaria entre las premisas y la conclusión), con independencia de la verdad de los enunciados.
Las falacias in/formales son aquéllas en las que no hay un error lógico o de forma del razonamiento,
sino que la seducción del error proviene de la materia o contenido de los enunciados, sea por insuficiencia
de datos, confusiones lingüísticas o interferencia de factores psicológicos (deseos, temores o intenciones que
alteran el razonamiento lógico). Los argumentos retóricos falaces son aquéllos en los que no es tanto la
potencia razonadora o lógica la que induce persuasión sino más bien los recursos estilísticos o extralógicos
(retóricos, emocionales) que se usan para defender una idea.
En cualquier caso, se consideran todas las falacias como casos de la falacia general de NON
SEQUITUR (no se sigue, no se deduce).
En nuestra acción y razonamiento no sólo influye la pura razón, sino también nuestras emociones,
nuestra voluntad, que no siempre quiere sino que a veces rehúye la verdad (verifobia). De ahí la existencia
no sólo de falacias lógicas o argumentales, sino de falacias psicológicas, llamadas en la psicología profunda
iniciada por Freud mecanismos de defensa del “Yo” frente al “Ello” (impulsos emocionales positivos o
negativos, a menudo inconscientes) o el “Superyó” (la moral personal o social). Estudiarlas es muy útil para
conocernos y despejar con eléntica o refutación el camino de la mayéutica o definición, como enseñaba
Sócrates.

Algunas FALACIAS FORMALES son las siguientes:


FALACIA DE AFIRMACIÓN DEL CONSECUENTE. Induce a deducir el antecedente de una
afirmación condicional aun cuando no hay fundamento lógico o no se sigue necesariamente, según el
esquema argumental inválido: p→q; q; Ⱶ p, que contradice la regla llamada modus (tollendo) tollens, en
virtud de la cual la negación del consecuente en un razonamiento condicional implica la del antecedente en
un razonamiento condicional. Es falaz o inválido considerar que por afirmar el consecuente de un
condicional podemos también afirmar el antecedente.
Por ejemplo: “Si nieva, entonces hace frío. // Hace frío. // Por tanto, nieva”.
O bien esta importante falacia histórica del ateísmo decimonónico:

1) Si eres iluso, entonces crees en lo que deseas.


2) Los cristianos creen en el Dios Padre que desean.
3) Por tanto, los cristianos son ilusos (o Dios es una ilusión).

En este caso, se sostendría que, puesto que el iluso confunde su deseo con la realidad, afirmar la realidad
que se desea sería pecar (siempre) de ilusión. Pretensión ilusa que constituye el único e ineficaz argumento
del ateísmo decimonónico.

FALACIA DE NEGACIÓN DEL ANTECEDENTE: consiste en negar el consecuente de una


afirmación condicional en la que se ha negado el antecedente, eludiendo que el consecuente puede ser
consecuencia de otra causa o antecedente. Supone la contradicción de la ley lógica llamada modus
(tollendo) tollens. Por ejemplo:
“Si llueve, entonces las calles se mojan.
No llueve.
Por consiguiente, las calles no están mojadas”.
Al igual que en el caso anterior se olvidan otras alternativas, como que las calles hayan sido regadas, de
modo que la conclusión no es necesaria sino sólo posible o contingente.

“PETITIO PRINCIPII” O PETICIÓN DE PRINCIPIO, CIRCULARIDAD O CÍRCULO


VICIOSO. Cuando lo que ha de demostrarse en la conclusión se incluye explícita o implícitamente como
verdadero en las premisas se cae en argumentación circular: “La Biblia dice que Dios existe. Como la Biblia
ha sido inspirada por Dios, Dios tiene que existir”.

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El mayor ejemplo sería querer apoyar o demostrar la validez del método o principio de la inducción
científica basándose en el «principio de uniformidad de la naturaleza», ya que este principio no es sino
una generalización inductiva que se apoya, a su vez, en la cuestionable validez del principio inductivo. Lo
cual equivaldría lógicamente a la contradicción de negar o cuestionar un principio y a continuación
afirmarlo.
Como ya vimos, sólo con la Lógica trascendental kantiana se puede demostrar la validez general del
principio inductivo o de generalización, aunque no se pueda demostrar la validez de ninguna generalización
particular.

FALACIA RELATIVISTA de la igual validez teórica o moral de todas las creencias


(multiculturalismo). Es una falacia lógica porque implica la contradicción de querer hacer valer
universalmente la misma universalidad que está negando a cualquier tesis particular. Más aún que el resto de
falacias formales, constituye propiamente un absurdo: la contradicción de convertir en norma la negación de
toda norma, que, como ha mostrado Habermas, incurre en contradicción pragmática cada vez que tomamos
la palabra, porque hablar significa pretender que lo que decimos tiene validez universal. Equivale a la
contradicción teórica y pragmática de elevar a norma la derogación de toda norma; más aún: de la
normatividad en general. Se trata de la falacia que Kant delató en el escepticismo de Hume: la confusión
entre caso o norma o ley particular y principio general de legalidad. También puede llamarse falacia del
"todo vale": pero, si todo vale, nada vale, porque valdría cualquier cosa y su negación o contradicción y
entonces no podría ser reconocido y respetado este mismo principio.

Algunas FALACIAS INFORMALES:


Se dividen en falacias de IMpertinencia, de INsuficiencia de datos y Imprecisión, semánticas o de
expresión.

FALACIAS DE IMPERTINENCIA O DE ¿QUÉ TIENE QUE VER?


Se llaman así porque el argumento no es pertinente, es decir, las premisas no tienen relación o les
falta adecuación con la conclusión que se pretende o tesis que se defiende, debida a una intención que
manipula el razonamiento, distinta de la pura verdad. En consecuencia, la conexión entre razones o premisas
y conclusión es subjetiva y arbitraria.

“Ad hominem” o descalificación. Está basado en el ataque a alguna cualidad de la persona que es
oponente en la discusión y no a sus argumentos: “Su afirmación acerca de la economía española es falsa
porque usted no es economista”. “Usted me ha suspendido sólo porque me tiene manía”.

“Tu quoque” (“Tú también”). Es una variación del anterior, el argumento de descalificación
personal, porque se desentiende de la verdad o falsedad objetiva de lo que se discute y se desvía la atención
al hecho de que el adversario también ha cometido una falta semejante. Pero la generalización del error no lo
convierte en acierto, ni un error justifica otro error. Son obvios y múltiples los posibles ejemplos,
especialmente en el ámbito de la política: “Su partido se ha financiado irregularmente. / Y el suyo,
también”.

Falacia del "hombre (o monigote) de paja", que caricaturiza al adversario, ocultando lo admisible o
plausible, para facilitarse una espuria crítica. Consiste en tergiversar o atribuir al interlocutor una versión
absurda de su tesis para hacer más fácil su refutación. Por ejemplo:
No creo en Dios porque no creo en seres que viven en la nubes y hacen magia.
Los padres que no dejan a sus hijos ir solos de vacaciones lo que quieren es dejarlos sin vida social.

Pregunta capciosa. Es una expresión sin estructura argumentativa, pero que obliga al interlocutor a
asumir lo que se afirma, responda lo que responda: “¿Sigue pegándote tu pareja?” Si se contesta
afirmativamente, entonces se asume el carácter violento de la relación; si se niega, entonces se afirma que ya
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no hay violencia, pero que la hubo. Si la respuesta es el silencio, entonces se puede apelar a otra falacia: al
argumento “ad silentium”, que dice que quien no contesta es porque o ignora el tema tratado o tiene
motivos para no contestar; en este último caso se asume que la razón para tal silencio es que asume la
veracidad del hecho. Sin embargo, al igual que podría aplicarse al caso el dicho el que calla, otorga, también
se le podría aplicar otro de sentido contrario: a palabras necias, oídos sordos.

“Ad ignorantiam” o por ignorancia. Consiste en pensar que una afirmación es verdadera porque
aún se desconoce o no se ha demostrado que sea falsa: “No hay pruebas importantes de que el señor X sea
un corrupto, por tanto, el señor X no es un corrupto”, “No hay pruebas de que Dios exista, por tanto, Dios
no existe”.

“Ad baculum” o del bastón. Hace hincapié más en la razón de la fuerza que en la fuerza de la razón
y por tanto esconde en la argumentación una amenaza más o menos velada: “Todos los niños han de comer
legumbres para estar fuertes y no enfermar. Estoy seguro de que tú no quieres ponerte malito ¿verdad, mi
niño?, así que o te comes el potaje de lentejas o vas a saber lo que es ponerse malo de golpe”.

Falacia genética: el origen de una creencia (sea el deseo, la imaginación, el miedo, etc.), es decir, su
modo de descubrimiento no determina su validez objetiva. Por eso, mi deseo de Dios ni asegura ni descarta
la existencia de Dios. Es la falacia cometida también por el ateísmo decimonónico finisecular (Marx,
Nietzsche, Freud), junto a otras muchas como la ya mencionada de afirmación del consecuente.

“Ad verecundiam”, de autoridad o tradicionalista: es defender una opinión sin pruebas, sólo porque
la mantiene una autoridad o persona famosa, o se ha sostenido por una larga tradición, bajo el supuesto
implícito y falso de que el mantenimiento de debe a la confirmación reiterada de su verda. Apoyar opiniones en
la opinión de personas entendidas en un tema puede prestar fundamento o probabilidad como guía de
investigación, pero resulta insuficiente y falaz cuando pretende impedir la discusión, eludiendo el hecho de
que cualquiera puede equivocarse. Ejemplos:
“No hay nada que investigar, porque si fuera así ya lo habría dicho Aristóteles”.
“Claro que es verdad: lo han dicho en TV”.
“Nike es la mejor marca deportiva: la recomienda Rafa Nadal."

“Ad populum” o populista. Sea o no por mero eco o repetición, algo no es verdad porque llegue a
creerlo un pueblo entero. Es una variación de la ad verecundiam tomando a una pretendida mayoría social
como autoridad. Consiste en apelar a prejuicios o emociones tópicos o en hechos generalizados
confundiéndolos con una razón justificada. Es el recurso típico de la demagogia política (populismo) y la
publicidad engañosa, que buscan adular en lugar de decir la verdad o contentar el gusto en lugar de ofrecer
algo bueno: “Bebe refresco de esta marca, millones de personas no pueden equivocarse” o “El pueblo es
muy maduro porque ha votado a nuestro partido”. En ambos casos se adula el sentimiento de la vanidad del
pueblo para hacer pasar su opción (que podría ser equivocada) por la correcta en lugar de argumentarlo. Y
por confundir hecho con razón podrían juzgarse también como casos de petición de principio.

“Ad nauseam”: algo no se convierte en verdad por el hecho de repetirlo hasta la náusea. Es un
recurso típico de la propaganda comercial o política y del llamado lavado de cerebro, en que la repetición de
una afirmación, aunque sea parcial y falsa, se refuerza con su asociación a premios y castigos y la ocultación
de información u opiniones diferentes por el mismo mecanismo de presión emocional.

“Ad novitatem” o falacia modernista: consiste en creer que una idea es mejor sólo por el hecho de
que es más moderna (se plega a la moda), bajo el supuesto implícito y erróneo de que se trata de un
descubrimiento. Es la falacia opuesta al argumento por autoridad o tradicionalista.

“Ad misericordiam” o por pena. Intenta apelar a la piedad o el favor del interlocutor para conseguir
algo. “Tengo una beca que me permite seguir estudiando; para mantener esta beca he aprobar todas las
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asignaturas y si no apruebo la suya a pesar de lo mucho que he estudiado me la quitarán”. “Veo que por lo
que dice usted lo está pasando muy mal, por eso cuando me pide que le ayude debe de estar diciendo la
verdad”.

Ad consequentiam o (argumentación) por las consecuencias: Esta falacia (sería un falso modus
tollens que) confunde deseos o deberes con hechos. Se basa en alegar las posibles o hipotéticas
consecuencias, negativas o positivas, de una posición para sostenerla o rechazarla como hecho. Si A es
cierto, entonces pasa B (negativo), por lo tanto, A es falso. También funciona al revés: si A es cierto, pasa B
(positivo), por lo tanto, A es verdadero. Ejemplos:
“¿Cómo voy a haber hecho yo eso si está prohibido y podría ir a la cárcel?"
(Evidentemente, que algo no sea lógico o justo no significa que no se pueda cometer; de otro modo,
nunca habría errores ni delitos, lo cual es falso. También podría considerarse una petición de principio de
carácter moral, ya que pretende dar por supuesto lo que se está cuestionando.)
“El jugador hizo todo lo que pudo, porque si no, no hubiéramos ganado el partido”.
(Es obvio que el partido también podría haberse ganado por otras causas o méritos, sin contar con el
esfuerzo máximo de los jugadores.)

Falso dilema o falacia del tercio excluso. Consiste en presentar al interlocutor sólo dos alternativas
como si éstas fuesen las únicas: “o estás con nosotros o estás contra nosotros”, “o vota usted a este partido o
le gusta que todo vaya mal”; “o comes o te comen”. En estos casos se excluyen otras alternativas posibles.

Lenguaje tendencioso: sustituir o anteponer a los argumentos calificativos o prejuicios emocionales,


como en: “Ninguna persona honrada piensa que…”

Definición capciosa: es la que incluye un término valorativo que supone ya un prejuicio o petición
de principio de lo que se discute, como definir “conservador” como “persona con opiniones reaccionarias
en política” o, al contrario, “persona con una opinión realista de los límites humanos”.

FALACIAS DE INSUFICIENCIA DE DATOS


Generalización indebida, precipitada, infundada o sobregeneralización. Se basa en una inducción
incompleta y apresurada, que toma la parte por el todo: “En el partido político X hay algunos casos de
corrupción; en el partido político Y hay también algunos casos de corrupción. Así que todos los políticos
son corruptos”. El motivo para incurrir en este error de precipitación suele ser psicológico: el deseo o apego
a la conclusión buscada, frente a la actitud imparcial ante la verdad. Es fácil confundir el deseo con la
realidad.
Causa falsa: Admite varias posibilidades:
a) Post hoc, propter hoc (después de esto, a causa de esto): confundir coincidencia o antecedencia
con causa. Por ejemplo: amanece después del canto del gallo, pero no a causa de ese canto.
b) Señalar causa equivocada o simplificada, desconsiderando una posible causalidad múltiple o
compleja: “Si la alta mortandad de una comarca es signo de pobreza, entonces la Costa del Sol
es muy pobre” (la mortandad tiene otra causa aquí, tiene que ver con el alto número de jubilados
que residen en esta zona).
c) Confundir correlación accidental con causalidad, eludiendo causas alternativas o confundiendo
causa con mera copresencia, como en: los casados son más longevos que los solteros, luego la
soltería aminora el tiempo de vida o es perjudicial para la salud.

FALACIAS DE IMPRECISIÓN, SEMÁNTICAS O DE EXPRESIÓN:


Son las falacias de ambigüedad, también llamadas de subterfugio.

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FALACIA ATOMISTA, que confunde distinguir y separar, estableciendo entre estas dos
operaciones una inexistente conexión necesaria, un non sequitur. Por ejemplo, la que cometió Descartes al
separar cuerpo y mente como realidades distintas sólo por el hecho de que podemos prescindir de una u otra
a la hora de distinguirlas o definirlas. Así, no necesitamos del cuerpo para definir el pensamiento, pero eso
no implica necesariamente que la mente no necesite del cuerpo para pensar o que el cuerpo no pueda pensar.

FALACIA CULTURALISTA o CONSTRUCTIVISTA, una modalidad de la falacia atomista y


relativista a la vez. Atomista porque confunde la distinción de naturaleza y cultura con su separación e
independencia, con lo cual confunde lo adjetivo (la cultura) con lo sustantivo (la naturaleza), lo permanente
con su variedad de manifestaciones, lo cual conduce al relativismo de conceder igual valor a cualquier
manifestación cultural por más que se oponga a la naturaleza o a la racionalidad.
Pero naturaleza y cultura son dimensiones de nuestra esencia humana no separables, sino entretejidas
o conjugadas, presentando la naturaleza un límite infranqueable a las modalidades de su manifestación:
podemos saltar, pero no somos aves; podemos correr, pero no somos guepardos; podemos ser herbívoros,
carnívoros u omnívoros, pero si no comemos o comemos cualquier cosa nos jugamos salud y la vida;
podemos modificar los roles sexuales, pero no alterar la diferenciación básica que determina la reproducción
ni, por tanto, el rol de gestación y amamantamiento, con las consecuencias psicológicas que conlleva. La
cultura es la variable manifestación o desarrollo de nuestra forma de ser, pero su variedad no es ilimitada,
pues la naturaleza delimita el margen de condiciones básicas, posibilidades o modalidades de realización de
nuestro ser. Dicho de otro modo, teniendo en cuenta la anterior falacia relativista: no todo vale o da igual
para la salud y la vida; y, teniendo en cuenta la falacia atomista, no podemos separar la libertad que nos
distingue de su base natural y racional.
El constructivismo es un equívoco (tiene un sentido, pero delimitado) que también puede advertirse
en la definición de realidad de la llamada Filosofía Analítica del siglo XX, cuando define la realidad como
“una construcción lógica de las apariencias”, confundiendo la realidad con nuestro conocimiento, porque eso
es la definición no de la realidad sino del concepto de realidad, que puede variar, pero también equivocarse
fatalmente.
También consiste esta falacia en confundir el proceso de realización, que puede variar o sufrir
accidentes, con la realidad misma que se intenta realizar. Por ejemplo, es una falacia afirmar que la familia
es una “construcción social” por el hecho de que varíe a lo largo de la historia hasta cierto punto, porque la
verdad es todo lo contrario: la sociedad es una construcción familiar, porque sin familia no habría sociedad,
que es agregación de familias (padres e hijos que son la célula básica de la realidad humana, sin los que no
habría reproducción natural ni cultural).
En suma, la raíz de esta falacia, en sus diversas formas, consiste en eludir que toda construcción está
condicionada y debe someterse a las leyes de la realidad, que no son arbitrarias ni fruto del puro gusto.

Falacia NATURALISTA es paso ilegítimo del ser al deber, pero en el doble sentido: muchos hechos
no hacen un derecho ni anulan un deber. Es decir, un injustificado paso (un non sequitur) del es al debe: la
confusión de lo natural con lo moral o de la facticidad con la validez: el hecho de que algo sea no implica
que deba ser; no podemos convertir cualquier hecho en deber o derecho. El hecho de que el crimen sea
frecuente no lo convierte en justificado. Como tampoco vale lo contrario: del hecho de que no se cumpla un
deber no se deduce que no exista ese deber (que significa deuda). La norma estadística no implica norma
moral ni jurídica: una cosa es lo corriente y otra lo correcto. Otra cosa es que obtengamos la normal ideal
analizando la realidad fáctica: la naturaleza es un indicio de lo que debemos hacer porque muestra funciones
y finalidades que queremos y resultan necesarias o convenientes para vivir la mejor vida posible. Así, no
habría conexión lógica entre es y debe, pero sí una conexión teleológica y volitiva que hay que analizar,
evaluar y decidir en cada caso.
Equívoco: se debe a la ambigüedad léxica o semántica de una palabra, que cambia de significado en
el curso del argumento:
“Sólo el hombre es racional. Ninguna mujer es un hombre. Así pues, ninguna mujer es racional"
(donde se juega con la ambivalencia de "hombre").

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“Es cierto que ayer vi a la burra de Juanita” (donde se advierte el equívoco o ambigüedad de la
palabra “burra”.)
“Quienes provocan heridas son delincuentes, el cirujano provoca heridas, por tanto, el cirujano es
un delincuente”. Aquí la falacia tiene un doble origen: por un lado, la imprecisión inicial, que induce
erróneamente a reducir la provocación de herida con la delincuencia como una falsa definición y, por otro, la
ambigüedad de “herir”, que tiene un doble sentido porque no siempre es negativo. O, dicho más
simplemente: la provocación de una herida no siempre ni necesariamente se debe a una mala intención y un
acto delictivo, luego no toda herida entra en la clase de los actos delictivos: “herir” no tiene un significado
unívoco ni es sinónimo de delinquir.)

Anfibología: (o ambigüedad sintáctica, no léxica): se deben a la ambigüedad producida por el orden


de las palabras, que admite dos o más interpretaciones. Ejemplos:
“Todo hombre ama a una mujer. Carlo Ponti ama a Sofía Loren. Por tanto, todo hombre ama a
Sofía Loren”. (En la primera premisa, “mujer” tiene un sentido distributivo, el de cada hombre a una mujer.
Pero en la conclusión, implícitamente, por “mujer” se entiende no una o cada mujer sino el colectivo de las
mujeres.)

Falacia de composición o “pars pro toto”. Consiste en atribuir indebidamente las propiedades de las
partes a un todo. Ejemplos:
Si alguien se levanta de su asiento puede ver mejor. Por lo tanto, si todos se ponen de pie, todos
pueden ver mejor.
“Si compras una casa ahora, la podrás vender más cara después; por tanto, si todos compramos
una casa ahora, la podremos vender más cara después” (cuando esto ocurre suele originarse una burbuja
económica que deviene en crisis).

Falacia de división: consiste en atribuir confusivamente las propiedades del todo a las partes. Por
ejemplo:
“Esta mesa es negra. Por tanto, los átomos de esta mesa son negros”.

Falacia SORITES (montón, en griego), de la pendiente resbaladiza o efecto dominó. Confunde lo


posible con lo seguro en el resultado de un proceso, simplificando el proceso hacia una consecuencia sin
considerar las condiciones adversas y favorables de cada paso hacia ella. Es una falacia de imprecisión que
lo mismo puede estar provocada por el miedo que por el deseo (como en el cuento de La Lechera). Ejemplo:
Si dejo que mi hijo utilice el móvil, cada vez lo utilizará más y dedicará menos tiempo a estudiar y al
final fracasará en el estudio. (Claro que podría ocurrir, pero sólo si no se consideran medidas correctoras
que controlen la deriva negativa.)

Falsa dicotomía: como la contraposición dicotómica de lo privado y lo público (como si lo privado


fuera estrictamente individual) o la errónea confusión de lo “público” y lo “estatal”, como si lo político o
estatal no consistiera en la gestión de lo público que incluye o se refiere, a su vez, a la iniciativa privada, sea
individual o asociativa. En realidad es otra mala comprensión del concepto.
EJERCICIOS PARA IDENTIFICAR Y EXPLICAR FALACIAS
1. El señor García defiende que es bueno para la salud beber agua mineral. El señor García es el
distribuidor de las aguas minerales. Luego, será falso que el agua mineral sea buena para la salud.
2. Los seres humanos somos responsables de nuestros actos porque somos libres. Y somos libres
porque podemos responder de nuestros actos.
3. Tendréis que votar al partido XX, si no os quitaremos todas las subvenciones.
4. Nadie ha demostrado que no existan los extraterrestres, por lo tanto, existen.
5. El fútbol es el mejor deporte porque tiene muchos aficionados; la prueba está en que tiene muchos
aficionados porque es el mejor deporte.
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6. Me vas a matar si sigues trayéndome tan malas notas.
7. La ciencia pretende descubrir leyes. La existencia de leyes implica que hay alguien que las hace. Así
pues, la ciencia acepta que Dios existe.
8. Has de saber esta lección para mañana, porque si no ¿cuántas veces la vas a copiar?
9. Sólo el hombre es racional. Ninguna mujer es hombre. Así pues, ninguna mujer es racional.
10. Si no quiere una ciudad insegura, vota a José María González.
11. Los alumnos se portan mal en clase porque están muy consentidos, de hecho, están tan consentidos
que se portan fatal.
12. No se ha probado aún fisiológicamente que el fumar sea causa del cáncer de pulmón. Así que los
fumadores no deben tener miedo.
13. No pueden existir los ángeles, lo ha dicho Darwin.
14. Marx afirmó que la clase obrera estaba explotada, pero Marx era judío, luego su afirmación debe
de ser falsa.
15. El Sr. González mantiene que es peligroso que los jóvenes vuelvan a casa después de las 10 de la
noche. Pero el Sr. González es padre de familia, luego lo que dice es falso.
16. La colonia “Adidas” debe de ser refrescante y tonificadora cuando lo dice Raúl.
17. Permitir a cada hombre una ilimitada libertad de expresión debe constituir, en su carácter global,
una ventaja para el Estado; porque es altamente beneficioso para los intereses de la comunidad que cada
individuo goce de libertad perfectamente ilimitada para expresar sus sentimientos.
18. Prohibiremos la inmigración ya que no podemos consentir que los extranjeros roben el pan a
nuestros hijos.
19. Es falso que la mujer esté discriminada en la sociedad actual. Ya se sabe que las feministas son
todas unas exageradas.
20. No existen manchas solares, pues Aristóteles dice que los astros son de materia perfecta e
incorruptible.
21. Siempre que vengo sin hacer la frase de latín me pone un negativo, no tiene usted razón, porque
otros tampoco han hecho la traducción.
22. ¡Apruébeme, profesor! ¿Cómo me va a suspender con lo atento y simpático que soy?
23. ¡Siempre me pone a mí el negativo! ¿Acaso soy yo la única que habla?
24. No se ha demostrado que las antenas de teléfonos móviles produzcan cáncer. Por lo tanto no
tenemos que estar preocupados.
25. Los jóvenes van al “botellón” los fines de semana porque no tienen otras alternativas para
divertirse; por ello, al no poder realizar otras actividades se emborrachan los fines de semana.
26. El Sr. Soto dice que el sistema de calefacción por energía solar es económico y limpio. Pero el Sr.
Soto es distribuidor de este tipo de sistemas, luego, es falso lo que dice.
27. Hay que darle el título a este alumno, aunque no haya dado ni golpe en todo el curso, pues si no se
lo damos va a tener muchas dificultades para encontrar trabajo en el futuro.
28. La causa de que la porcelana se rompa tan fácilmente es que es muy frágil.
29. ¡Me va a dar un infarto!, ¿no ves que llevo razón?
30. Los chinos son numerosos. Confucio es chino. Luego, Confucio es numeroso.

Lo frustración y los mecanismos de defensa: FALACIAS PSICOLÓGICAS


Al igual que la agresión no siempre proviene de frustraciones, no siempre las frustraciones llevan a
conductas agresivas: el hecho de que la agresión destructiva sea una conducta moral y socialmente
censurada lo limita. Por eso el psiquismo humano suele recurrir a otro tipo de procedimientos para resolver
el conflicto provocado por las frustraciones (malestares por el desajuste entre nuestro deseo y la realidad).
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Se trata de estratagemas que enmascaran y vuelven inconscientes, incluso o ante todo para nosotros mismos,
los motivos en que nos empeñamos cuando no queremos afrontar una verdad que los contraría: los deseos
que la realidad obstaculiza. Por tanto, la actitud básica que los iguala es la verifobia (rechazo irracional de
la verdad), ya que sólo la verdad puede superar definitivamente un problema y liberar nuestras mejores
capacidades para resolverlo. Estas truculentas reacciones psíquicas a situaciones de ansiedad y frustración
pueden considerarse falacias psicológicas, que actúan deformando la percepción, el recuerdo, la motivación
y el pensamiento. Han sido estudiadas por el Psicoanálisis de Sigmund FREUD, que las denomina meca-
nismos de defensa de la conciencia (el “yo”) frente a la presión de la impulsividad (“ello”) y la
normatividad (“superyó”). Aunque son comprensibles, no constituyen remedios, sino atajos y trampas
para la verdadera solución de los conflictos; excepto el caso de la sublimación. He aquí algunos de estos
mecanismos:
1) REPRESIÓN: este mecanismo, que el Psicoanálisis de Freud considera el básico o subyacente en todos
los demás, consiste en la ocultación inconsciente de los impulsos o experiencias que provocan ansiedad
porque, aunque el entorno o nuestra propia conciencia no los aprueba, no renunciamos a ellos.
Muchos olvidos (olvidar lo relacionado con una experiencia pasada desagradable ouna cita que quería
evitarse) o lapsus (confusiones al hablar, por ejemplo, que no son simples errores sino que delatan una
conexión oculta) obedecen a este fenómeno. Pero la represión no puede anular por completo y para siempre
un deseo (sólo la muerte podría hacerlo). Como lo reprimido no desaparece más que de la consciencia
actual, busca su salida mediante otros mecanismos de defensa (proyección, desplazamiento, la reacción o
formación reactiva o sobrecompensación, ...) o, en algún momento, se produce una explosión violenta. De
ahí que Freud notara como una ley psicológica la del retorno de lo reprimido, que pugna por expresarse
aunque sea de modo enmascarado o descarado; lo que podría llamarse “ley del muelle”.
2) SUBLIMACIÓN (elevación): consiste en canalizar la energía correspondiente a impulsos y deseos
rechazables (sexuales o agresivos), empleándola en actividades y objetos de carácter superior, cultural,
sublime. Como Freud reconoce, éste es el mecanismo por el que se crea la cultura como refinamiento
de los impulsos primitivos que, de otro modo, resultarían destructivos. El deporte o el arte, por
ejemplo, expresarían de manera virtual e inocua sentimientos de agresividad o erotismo. Ya
Aristóteles atribuía al arte esta función catártica, de purga o desahogo inofensivo de los sentimientos
angustiosos. Es la alternativa creativa a la imposible y destructiva represión: control en lugar de represión.
Por tanto, en realidad la sublimación es el único mecanismo de defensa positivo o constructivo, que nos
defiende de nuestro primitivismo impulsivo y que no huye de la verdad sino que acerca a su nivel superior:
si Freud lo considera un mecanismo de defensa o enmascaramiento más es por su concepción pesimista y
materialista (biologicista) del hombre y del amor como mero sexo enmascarado (cuando, para E. Fromm, la
verdad es exactamente lo contrario: hasta el simple deseo sexual esconde nuestra profunda necesidad de
amor o comunión con los demás).
3) NEGACIÓN: Parecido a la represión, consiste en no reconocer hechos o argumentos evidentes negando
lo innegable, desde una leve escapatoria provisional de la culpabilidad y el castigo hasta el extremo perverso
de la desfachatez o cinismo moral: “Yo no he sido quien se ha comido la mermelada” (el niño, con el bote
vacío a su lado y los mofletes llenos de churretes), “¿Quién ha dicho que estoy deprimido por eso? No me
pasa nada, estoy tan contento”, “Yo nunca hago esas cosas” o, en un juicio, el culpable: “Yo no he sido”.
Esta bruta negación de la realidad, cuando no hay otros recursos o escapatorias, es la que expresa el dicho
medieval: “Más vale burro negando que Aristóteles probando”.
4) RACIONALIZACIÓN. Es uno de los mecanismos más frecuentes y nocivos, aunque en los casos
más leves es sencillamente irónico e hilarante (de risa): el torcimiento de la razón, su uso truculento o
tramposo. Es el abuso del razonamiento para enmascarar la verdad, para mentirla en lugar de
mentarla. El individuo busca excusas (falsas razones o autoengaños: racionalizaciones) para intentar
justificarse a sí mismo ante un fracaso o una conducta reprobable: «No merecía la pena», «No tuve más
remedio», «Todo el mundo haría lo mismo», «La han tomado conmigo» (ante fracasos), o decir, como la
zorra de la fábula de Samaniego ante las uvas inalcanzables, “están verdes” o “yo no pierdo el tiempo

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leyendo el periódico en horas de trabajo sino que me informo”. Se trata de alegar un motivo que, fuera de
contexto, de modo abstracto o en general, es justo, aplicándolo, por lo bien que suena, a un caso injusto. Sin
duda, informarse es bueno, pero no en horas de trabajo. Sin duda, de aquello de lo que no hay más remedio
no somos responsables, pero a lo peor sí había otro remedio; etc. Es el recurso del nocivo bienquedismo o
buenismo en general: cubrir lo injusto con una apariencia de bondad inaplicable al caso concreto que se
intenta defender hipócritamente por otros motivos: interés propio, cobardía, pereza...

5) PROYECCIÓN: atribuir a los demás aquellos rasgos de nuestra conducta o carácter que consideramos
indeseables. Corresponde al aviso evangélico de que “es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en
el propio”. Lo expresan también los refranes: “cree el ladrón que todo el mundo es de su condición”, “el que
se pica, ajos come”, o la denuncia infantil de “el que lo dice lo es”. Como decir «Fulano es un egoísta», por
ejemplo, cuando el otro no hace siempre lo que yo quiero (lo que delata que el egoísta es uno mismo); o
llamar “cabezón” al que no se plega a mis demandas; etc. Se trata de una desfiguración de la visión objetiva
producida subjetivamente por los propios intereses o prejuicios4.

6) Identificación: inversamente a lo que ocurre con el mecanismo anterior, el individuo se atribuye a sí


mismo cualidades valiosas de los otros o, al contrario, disculpa sus defectos en los de otros, eludiendo la
propia responsabilidad (“Mal de muchos, consuelo de tontos”). En parte o a veces expresa sencillamente la
necesidad de pertenencia y puede motivar y animar para superarse. Lo negativo proviene de apropiarse
méritos ajenos para evitar el esfuerzo de la propia superación (“Somos los mejores” los del Real Madrid,
aunque uno no juegue en él; “Es que los Pérez tenemos un pronto muy fuerte”) o asimilarse a un colectivo
victimista para procurarse ventajas aunque sean injustas. En suma, la identificación conduce a una
colectivización exagerada o falsificadora para sentirse mejor o lograr ventajas de manera espuria.
7) Fijación: el individuo se aferra a conductas impropias de su edad en algún aspecto de su personalidad,
evitando el esfuerzo de su maduración, por miedo o ansiedad ante ciertas circunstancias.
8) Regresión: ante una situación que le desborda, el individuo adopta conductas propias de etapas
evolutivas anteriores, comportándose el individuo entonces como un niño.
9) Reacción (o formación reactiva o sobrecompensación): Para evitar un sentimiento de ansiedad, el
individuo se comporta de la manera contraria, a modo de huida o fuga hacia delante; como el tímido que se
vuelve desinhibido e impertinente (los extremos se tocan). Es lo que expresa el dicho “si no puedes con tu
enemigo, únete a él”, como ocurre en el llamado síndrome de Estocolmo (adherirse a la causa de los
secuestradores para evitar la tensión de la hostilidad).
10) Desplazamiento: se trata de un mecanismo especialmente importante en el caso de la agresión. La
conducta agresiva, cuando se teme dirigirla contra el objeto apropiado (contra el padre o el superior, por
ejemplo), se desplaza hacia otros objetos y personas. Así, es un hecho conocido que el trabajador
maltratado por su jefe suele pagarla, a su vez, con sus subordinados.
11) Vuelta contra uno mismo: Es un modo especial del desplazamiento. Puesto que social o moralmente
puede rechazarse la agresividad contra los demás, la agresividad subsiguiente a la frustración se desplaza o
dirige contra uno mismo, creando sentimientos de culpabilidad y autohumillación infundados, en lugar de
afrontar el reto de superar los obstáculos o superarse uno mismo. (“No sirvo para nada”, “soy un desastre”,
4
De todos modos, la proyección es un mecanismo de conocimiento esencial e inevitable en general: interpretamos la realidad de
acuerdo con nuestros esquemas previos. Comprender o reconocer se basa en asimilar lo nuevo a lo ya conocido, aunque a veces
pueda provocar un espejismo. En realidad, conocer es reconocer, comparar algo con un criterio interno, relacionarlo con algo
conocido; es uno mismo, muchas veces, el que queda "retratado" al juzgar. Por eso también podría decirse que cree el inocentón
(o el bonachón) que todos son de su condición. Y de ahí el dicho que se usa para atribuir a quien nos halaga el mérito de su visión:
los ojos con que me miras. Como también la corriente pregunta ¿cómo lo ves?, en lugar de ¿qué ves?, deja asomar la sospecha de
que toda visión de otro sujeto es siempre subjetiva, al menos parcial o potencialmente. Lo negativo de este mecanismo consiste
en la inconsciencia acerca del carácter subjetivo de lo que uno cree objetivo: la falta de autocrítica.
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etc.)

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