La Novela de La Generación Del 98 Baroja, Unamuno y Azorín

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LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98: BAROJA, UNAMUNO Y AZORÍN

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El siglo XIX termina con una grave crisis: el final del imperio colonial español (España
pierde Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898). Este acontecimiento provocó una ola de
indignación y protesta que se manifestó en literatura a través de los escritores de la Generación
del 98, cuyos principales componentes fueron Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín,
Antonio Machado y Valle-Inclán. Todos ellos adoptaron una actitud crítica ante la situación
política y social del momento. Son precisamente algunos de estos autores los que marcan un
cambio en la narrativa a partir de 1902: Azorín con La voluntad, Baroja con Camino de
perfección, Unamuno con Amor y pedagogía y Valle-Inclán con Sonata de otoño, inician un
camino innovador, alejándose del Realismo y buscando la expresión de la realidad personal e
interior.

Principales rasgos de la novela del 98:

1. Personaje único. La trama se centra en el mundo interior de un solo personaje


protagonista y en la lucha interna que sufre (el personaje central es un ser inadaptado,
antiburgués, rebelde, amoral, fracasado, que a veces llega a la destrucción total).
2. Preocupación por España. Reflejan la inquietud por la decadencia política y social del
país.
3. La historia, lo que se cuenta, pierde importancia. Las acciones son mínimas y el
espacio y el tiempo están poco definidos, aunque se ubican en el país propio. En
ocasiones, el paisaje adquiere la importancia de un personaje más.
4. Narración fragmentada. La narración suele fragmentarse en estampas, en una
selección de momentos significativos del protagonista, mezclados con reflexiones.
5. Reaparición de la novela dialogal. El narrador cede la voz a los personajes que a
través de sus diálogos expresan sus conflictos existenciales.
6. Antirretoricismo. Las novelas se caracterizan por un lenguaje sencillo con frases
breves que transmiten el pensamiento del personaje de forma directa.

PÍO BAROJA

Sus novelas reflejan una concepción pesimista de la vida y del mundo: la vida es
incomprensible, dolorosa y cruel. Muestra su visión crítica del ser humano y su postura
hostil hacia la sociedad. Los principales rasgos de su novela son:

1. Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones.


2. Novelas centradas en un personaje: alternan protagonistas inadaptados,
insatisfechos, enfrentados con un mundo en que se abstienen de actuar porque toda
acción causa dolor, con protagonistas activos, aventureros, arrogantes, que reflejan la
aspiración ideal del autor.
3. Temas más frecuentes: el retrato de las clases más bajas de ciudades como Madrid; la
recreación de ambientes y situaciones cotidianas, como si fuera un testigo presencial;
la descripción de paisajes en los que sumerge al protagonista; la descripción de sus
propias vivencias en forma de memorias.; tema de España y los males del país.
4. Acción y diálogo abundantes.
5. Descripciones impresionistas, a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y
psicológicos.
6. Estilo claro, con frases cortas y párrafo breve.

En su obra se distinguen tres etapas:

- Primera etapa. Destacan Camino de perfección, La busca, El árbol de la ciencia,


Zalacaín el aventurero, Las inquietudes de Santi Andía. Es su etapa más prolífica y en
la que sus novelas mejor reflejan su personalidad y el espíritu del 98. Presentan a
personajes que intentan buscar el sentido de su existencia, unos en conflicto
consigo mismo y con el medio, que acaban sucumbiendo; otros son hombres de acción
que sueñan con la libertad.
- Segunda etapa. Predominan obras de temática histórica. Lo más interesante es la
serie Memorias de un hombre de acción, que cuenta las aventuras de un antepasado
del autor, Eugenio de Avinareta, conspirador y guerrillero del siglo XIX.
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- Tercera etapa. Desaparecen la fuerza crítica y los ataque a la sociedad. Destacan sus
memorias, tituladas Desde la última vuelta del camino, escritas con gran sinceridad.

MIGUEL DE UNAMUNO

Unamuno concebía la vida como una lucha, como una agonía en busca de una paz que
nunca se encuentra. Se sirvió de sus obras para dejar testimonio de su intimidad agónica y de
su reflexión sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene
en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, se dirige al lector… Acuñó
el término nivola en su afán renovador para alejarse de la novela realista. Sus novelas se
caracterizan por:

1. Ausencia de descripciones (no interesa el realismo externo)


2. Interés por los conflictos íntimos de los protagonistas
3. Importancia de los diálogos y de los monólogos interiores

En 1914 publica la que es su mejor novela: Niebla. Lo que más sorprende al lector es la
utilización del juego vida-literatura. El protagonista, Augusto Pérez, es abandonado por su
novia cuando iban a casarse. Decide suicidarse, pero antes quiere saber la opinión del propio
autor de la novela, Unamuno, quien decide matar a Augusto; este se rebela contra su autor
recordándole que él también morirá. Plantea el conflicto del hombre supeditado a las
decisiones divinas de la vida o la muerte.

El escritor también tocó otros temas, como la lucha entre hermanos, en la novela Abel
Sánchez; o las ansias de maternidad de una mujer virgen en La tía Tula. Otra de sus obras
más importantes es San Manuel Bueno, mártir, que cuenta la historia de un cura de pueblo que
ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus
creencias religiosas. Aparecen muchos de sus temas recurrentes: la lucha agónica del
individuo en el mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, la vida como sueño… Se
aprecian rasgos innovadores como la intertextualidad (un narrador que relaciona esta obra con
otras del mismo autor) o la invitación a que el lector opine o reflexione sobre la propia novela.

José Martínez Ruiz, “AZORÍN”

Sus ideas políticas y religiosas evolucionaron desde un anarquismo juvenil al conservadurismo


de su madurez. Su obra se centra cada vez más en una obsesión por el paso del tiempo, la
fugacidad de la vida. Cultivó ensayo y novela, y prácticamente borra los límites entre ambos
géneros. Las principales características de sus novelas son:

1. Carácter autobiográfico. A menudo tienen rasgos personales que le llevan incluso a


introducir en ellas un personaje llamado Antonio Azorín, quien representa la conciencia
del propio escritor y del que posteriormente tomará su seudónimo.
2. Paso del tiempo y fugacidad de la vida. La vida es para el autor un constante
caminar hacia la destrucción, por eso en su novela es un aspecto fundamental la
contemplación del paso del tiempo con nostalgia y dolor.
3. Temas: los más frecuentes son el paisaje, sobre todo el de Castilla, y la nostalgia que
provoca; el pasado de España y las preocupaciones sociales y espirituales.
4. Estilo. Destacan la precisión y la claridad en cada palabra empleada y el uso de frases
breves y sencillas. Sus descripciones son detalladas y minuciosas.

Sus novelas son de dos tipos:

1. Aquellas en que predominan los elementos autobiográficos y las impresiones


suscitadas por el paisaje. Destacan La voluntad (su protagonista, Antonio Azorín,
agobiado y pesimista, se marcha al campo en busca de una vida contemplativa),
Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo.
2. En otras, el autor abandona los elementos autobiográficos si bien continúa reflejando
sus propias inquietudes a través de personajes míticos. Una muestra de ello es
Doña Inés (cuenta la historia de una mujer enamorada de un poeta y su renuncia al
amor por la presión de una sociedad provinciana). A la misma etapa pertenece Don
Juan, basada en la conversión cristiana del mito.
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“Y esto es inevitable; mi pensamiento nada en el vacío, en un vacío que es el nihilismo, la


disgregación de la voluntad, la dispersión sigilosa y silenciosa de mi personalidad… Yo siento
que me falta la fe, no la tengo tampoco ni en la gloria literaria ni en el progreso. ¡El progreso!
¡Qué nos importan las generaciones futuras! Lo importante es nuestra vida, nuestra sensación
momentánea y actual, nuestro yo, que es un relámpago fugaz. Además, el progreso es inmoral,
es una colosal inmoralidad, porque consiste en el bienestar de unas generaciones a costa del
trabajo y sacrificio de las anteriores.”

Azorín. La voluntad

“- Pues la verdad es, querido Augusto –le dije con la más dulce de mis voces- que no puedes
matarte porque no estás vivo, y que no estás vivo, ni muerto, porque no existes…
- ¿Cómo que no existo? –exclamó.
-No, no existes más que como un ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto
de mi fantasía y de las de aquellos de mis lectores que lean el relato que te tus fingidas
venturas y malandanzas he escrito yo; tú no eres más que un personaje de novela, o de nivola,
o como quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto”.

Unamuno, Niebla

“Quise volver hacia arriba a abandonar mi disfraz; pero había tanta gente que tuve que seguir
con la marea. No sé si te habrás dado cuenta de lo solo que se encuentra uno esos días de
Carnaval entre las oleadas de la multitud. Esa soledad entre la muchedumbre es mucho mayor
que la soledad en el bosque. Esto me hizo pensar las mil torpezas que uno comete, en la
esterilidad de mi vida. “Me voy a consumir –me dije- en una actividad de ratoncillo; voy a
terminar en ser un profesor, una especie de institutriz inglesa. No, eso nunca. Hay que buscas
una ocasión y un fin para emanciparse de esta existencia mezquina, y si no, lanzarse a la vida
trágica”.

Baroja. La busca

“Y no me olvidaré jamás del día en que diciéndole yo: Pero don Manuel, la verdad, la verdad
ante todo. Él, temblando, me susurró al oído –y eso que estábamos solos en medio del campo-:
¿La verdad? La verdad, Lázaro, es algo terrible, algo intolerable, algo mortal, la gente sencilla
no podría vivir con ella. ¿Y por qué no me la deja entrever aquí como en confesión?, le dije. Y
él: Porque si no, me atormentaría tanto, tanto, que acabaría gritándola en medio de la plaza, y
eso jamás, jamás. Yo estoy para hacer vivir a las almas de mis feligreses, para hacerlos felices,
para hacer que se sueñen inmortales y no para matarlos. Lo que hace falta es que vivan
sanamente, que vivan en unanimidad de sentido, y con la verdad, con mi verdad, no vivirían”.

Unamuno. San Manuel Bueno, mártir

- Rasgos de la Generación del 98 y del propio autor en cada fragmento.

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