La Interioridad de San Agustín y El Co-Ser de Gabriel Marcel
La Interioridad de San Agustín y El Co-Ser de Gabriel Marcel
La Interioridad de San Agustín y El Co-Ser de Gabriel Marcel
Ahora bien, ¿por qué el hombre puede hacer este camino y los animales y los vegetales no? Porque
el hombre tiene, además de tener las capacidades de los vegetales y de los animales (alimentarse,
respirar conocer por los sentidos, etc.) tiene la capacidad de elegir libremente, de conocer
intelectualmente las cosas y de amarlas.
A mayor grado de vida, mayor será el grado de interioridad. Si en la escala de la vida están en la
base las plantas, le siguen los animales y en la cúspide está en el hombre, es él el que tiene mayor
grado de vida y por lo tanto, la máxima capacidad de automoción, autodeterminación, llamada
libertad, conocimiento que se desprende de lo puramente sensible y salta hacia lo inmaterial.
Decía Pieper: el hombre tiene más que un mundo sensible, tiene MUNDO. Si fuera de un grado de
vida menor, tendría sólo vínculo con lo sensible que le rodea para solamente sobrevivir, pero no: el
alma humana puede ser todas las cosas, porque accede a las cosas del mundo, de un modo
inmaterial. ¿cómo? Con la inteligencia, que conoce “lo común” de las cosas.
Es decir, cuando veo una mesa, ya tengo la “meseidad” en mi mente y por más que luego vea una
mesa de otro color, de otra forma, tamaño, peso, etc. ya sé que es una mesa. Es lo mismo si veo un
caballo, ya conozco la “caballeidad” y por lo tanto si veo un caballo en un espacio diferente, de
diferente altura, peso y color, ya sé que es un caballo y que tiene la “caballeidad”, compartida con
el primero que vi.
Ahora bien, retomando el tema de la interioridad, dijimos que tiene tres pasos y que el hombre
puede hacer este camino porque es, al mismo tiempo cuerpo y alma espiritual, siendo el alma la
que nos hace ser el grado de vida más elevado de todo lo que existe.
Sin embargo, el camino de la interioridad de San Agustín es trinitario, es decir, hay un tercer paso
que exhorta al hombre a salir de su individualidad, una vez escuchó la voz de Dios en su interior,
para salir al encuentro con los otros y llevarles a estos el bien que propicie el bien común.
Esta siguiente sentencia fue dicha por el filósofo griego, Aristóteles: el hombre es, por naturaleza
social. Es decir, naturalmente nacemos en sociedad, a causa de una sociedad primaria, que es la
familia, pero, además, no podemos concebir la vida real del hombre en completo aislamiento.
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Prof. Sol Simon- Catequesis 3° TM
No hay nada que el hombre pueda hacer plenamente solo. Pensemos muchos ejemplos de la vida:
nacer, alimentarnos, cocinar, crecer, vestirnos, aprender, estudiar, trabajar, usar tecnología, etc.:
en todo, está involucrado un otro, ya sea un proveedor de materia prima para crear un artefacto,
ya sea el escritor del libro que estoy leyendo ahora, ya sea el confeccionador de la ropa que uso,
etc.
El otro es siempre anterior al yo. Esta es una sentencia que marca la línea que estamos siguiendo
de la otredad. Es decir, cuando nacemos, hubo necesariamente otro antes que nosotros: por lo
menos nuestros dos padres: nacemos siendo vistos por otro. Y es precisamente ese otro que nos
recibe, que nos ve, que nos hospeda y nos ama, lo que nos permite hacer todo luego: comer,
vestirnos, asearnos, aprender a hacer cosas por nosotros mismos, aprender reglas de convivencia,
hábitos, etc.
Además, el ser humano tiene la capacidad del lenguaje, a diferencia que los animales y las plantas
debido a su alma espiritual. Es esta habilidad justamente la que posibilita crear una sociedad con
fines que traspasen los meramente biológicos. Es con el lenguaje que podemos dar vida a la
CULTURA: TRADICIONES, HISTORIA, IDIOMA, TRABAJO, ARTE, MÚSICA, CIENCIA, ETC. Es el
lenguaje corporal y verbal el que permite conocer al otro y formar con él, una sociedad, entre
otras cosas.
Decía Aristóteles: el hombre aislado se asemeja más a un animal o bestia, porque es intrínseco del
hombre crear vínculos con otros mediante el lenguaje: ej. familia, amistad, trabajo, arte, etc. Sin
lenguaje, no habría amor.
Ahora bien, entendida la necesidad natural de formar sociedad en el hombre, pasemos al tema
nuevo de esta unidad: el co-ser de Gabriel Marcel.
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¿Qué es el co-ser?
La respuesta la da el propio autor cuando narra la experiencia que supuso, en su caso, la I Guerra
Mundial. Con el número creciente de muertes en los campos de batalla, Cruz Roja francesa creó
un servicio en el que se llevaba un registro con los datos personales de los soldados fallecidos.
Acompañar a cientos de personas a las que había que comunicar la muerte de un ser querido
hizo que Marcel se sintiera apelado por el dolor de quien le interrogaba. En lugar de actuar de
forma mecánica, decidió sentarse con sus interlocutores e interesarse por ellos en esos
momentos tan duros.
Esta actitud haría que hablara desde una nueva coordenada de su pensamiento: la
intersubjetividad. Esta es la respuesta a lo que el mismo autor describió como mundo roto. Es
un mundo en el que la persona deja de ser para convertirse en individuo anónimo, es, asimismo:
“un mundo urbanizado, donde el sentido de lo original es cercenado cada vez más, un mundo
que por el contrario enfatiza cada vez en mayor medida y en mayor proporción, la función a
cumplir dentro de una economía al mismo tiempo tiránica y abstracta”. (Marcel, Mundo roto)
A pesar de que aparenta estar en perfecto orden, en realidad lo que late en el fondo de la
existencia es la ausencia de sentido y de comunicación. En esta situación, solo tiene cabida el
rendimiento y la productividad. Instrumentalizar a los seres humanos tiene como consecu encia
directa y extrema suprimir de forma pura y simple a…
“los enfermos y los incurables; ya no sirven para nada, y por ello ya sólo hay que ponerlos a la
cola: ¿para qué tomarse la molestia de mantener y alimentar máquinas en desuso?” (Marcel,
Homo viator. Prolegómenos para una metafísica de la esperanza).
La intersubjetividad es entonces la puerta que da acceso a la posibilidad de recomponer el
mundo, de participar en él. Permite que aquel a quien tengo delante o me cruzo en el andén
de una estación, con quien coincido en la sala de espera de un hospital o comparto parte de mi
vida deje de ser ese “alguien” anónimo, que está ahí, para poder encontrarme con él y
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también con otros, porque, en el fondo, no podría ser quien soy, sin ese otro que me mira, me
tiene en cuenta y me recibe como parte de sí.
Es por eso que, según Marcel, no somos, sino somos CON los otros.
Gracias a la intersubjetividad, en las relaciones se revela, como lo hace la imagen del papel
fotográfico, una unión específica, intrínseca y propia de los seres humanos. La conciencia de
que tengo delante a otro ser humano, con quien comparto en cierto modo destino y camino,
nos acerca al compromiso mutuo. Y también nos aleja al mismo tiempo de ser absorbidos y
anulados por la masa .
Actividad:
Ustedes ¿qué opinan? ¿Piensan que somos gracias a los otros? ¿Qué tan
presente siento al otro en mí vida? ¿Podría existir una vida en aislamiento?
La sociedad actual ¿fomenta la individualidad o la intersubjetividad?
Escribir una carilla justificando cada una de estas respuestas.