Garcilaso, El Estado y El Amor Platónico

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Una coordenada poética en la obra

de Garcilaso

W Í l f red O Ca San OV a 0.

Nos hemos habituado al tono melancó,lico que fluye de la poesía de


Garcilaso, y aun hoy nos conmueve su 'dolorido sentir', cuando, in-
mersos en la virtualidad de su íntimo cantar, percibimos una suerte
de atmósfera de serenidad de alma frente a la adversidad y a la
muerte. Difícil es también que pase inadvertida la transferencia
emocional de sus estados de alma a la naturaleua que lo circunda.
Una naturaleza que, más que tal, es un producto elaborado intelec-
tualmente -una idea más que un fenómeno natural- una creación
cultural del nuevo espíritu re:nacentista1 •
La naturaleza cumple con el papel que el poeta le ha asignado
racionalmente: ser una cósmica caja de resonancia en donde resuena
u dolorido sentir en consonancia con bosques y majadas. Ninguna
nota discordante pareciera perturbar o desgarrar la estilizada y armó-
nica urdimbre del paisaje idílico. Y sin embargo, no toda esta natu-
raleza se presenta siempre propicia ni todo este paisajismo es armó-
nico, sino que cabe ta~bién en él la nota desapacible: configuraciones
ásperas, abruptas y abismales; proyecciones sentimentales de estados
de alma de quien padece una d esarmonía esencial consigo mismo.
Esta esencial desarmonía, que enajena e.1 espíritu del poeta, es el dolor:
'El poeta renacentista, apunta Pedro Salinas, no se satisface con los árboles sino
con la idea de los árboles. Cf. "The idealization of reality". Garcilasso de la Vega,
en Reality and the poet in Spanish Poetry. Translated by Edith Fishtine Helinan
with an introduction by Jorge Guillén translated by Elias L. Rivers. The Johns
Hopkins Press (Baltimore, 1966) , p. 80. Cito por el texto inglés al no serme
asequible en español las conferencias de Pedro Salinas dadas bajo el patrocinio
de Turnbull lectures en 1937, y publicadas originalmente en 1940.
Por su parte, Dámaso Alonso concuerda esencialmente con Salinas cuando afirma
que "El hombre renacentista posee este concepto "dirigido" de la belleza natural
(dirigido por hilos ocultos del pensamiento r ector) ". Cf.: "Garcilaso y los límites
ele la estilística", en Poesía Española. Ensayos de métodos y límites estilísticos.
(Biblioteca Románica Hispánica, Madrid, Gredos, 1952), p. 51.
8 WILFREDO CA ANOVA O.

no me podrán quitar el dolorido


sentir si ya del todo
primero no me quitan el sentido 2 •

(Egloga 1, V\'. 349-351)

Estos versos, tantas veces citados por la crítica más autorizada, equi-
valen a la afirmación ele un creclo estético y senti mental al mismo
tiempo. El dolor es la temática poética del arti ta, fecunda veta que
el poeta cortesano ha ele explotar - y valga aquí la paradoja- intelec-
tual y emocionalmente, porque nadie podría, en efecto, regatearle a
Garcilaso si nceridad y autenticid ad ele _entimiento ; pero nadie tam-
poco dejaría de sentir cuán consciente e u regodeo e peculatiYo
en tomo a su dolor, cómo lo defiende como suyo ha ta la últirna
ituación límite, la muerte3. Postulamos, pues, que el poeta se crea
un mundo ideal, dominado por el dolor, en el cual halla solaz
espiritual y plenitud de goce e tético. D e él mana la corriente irre -
tañable de su quehacer poético: es u manantial de in-piración.
Pera tanto nos ha penetrado el dolorido sentir garcila iano, que
los mecanismos poéticos -llámense coordenadas o concatenaciones de
su ústema poético- se no han hecho diáfanos, transparentes, invi-
sibles a imple vista. Poco abemos, en realidad, cómo el poeta llega
a concebir una suerte de convicción o fe viva en u propio dolor,
ni de qué medios se va le para alzarlo a la categoría de formante
de su mundo poético 4 •
El propósito que persiguen estas líneas es tratar de atisbar en esos
mecanismos que Garcila o utiliza con cientemente como refinado
ºCito en lo sucesivo por Gai'Cilaso de la Vega Obras Completas. Edición de
Elias L. Rivers, Madrid, Editorial Ca ta lia, 1964) .
ºEl poeta ha de mostrar en otras ocasione esta insaciable apetencia po r ·u
dolor como cuando exclama: "¡ quién pudie e hartarse / de no e perar remedio y
de quexarsel (Canción u, vv. 37-8). O como en el Soneto xxxvn en donde el dolor
de termina lo que la lengua ha de crear, y donde el dolor es el interior hombre
del poeta, inseparable en su extravío: "Mi lengu a va por do el dolor la guía; / ya
yo con mi dolor sin guía camino".
' Margot Arce Blanco, en un intento po r reducir a esquemas los contenidos
de la poesía garcilasiana, eñala como un subtema importante el dolor, a) corno
co nflicto: toma de razón frente a pasión; b) como realidad inmutable: t ma del
hado. el destino, la astrología; c) aceptación del dolor, melancolía: " 'o me
podrán quitar el dolorido sentir", en Ga.-cilaso de la Vega. Contribución al estudio
de la lírica española del siglo xv1. Impren ta ele la li brería y Ca a ed itorial H er-
nando (Madrid, 1930), p. 36. Guü\ndono por la reconocida autoridad de este
crítico, ubicamos nuestro trabajo dentro de este segundo subterna.
El indispensable estudio de R afae l Lapesa, La tmyectoria poética de Garcilaso.
2"' edición corregida. R evista de Occidente (Madrid, 196 ) , no destaca tanto por
ser un estudio acabado de los rnotivos poéticos garcilasianos, cuanto por hace r
evidente la rica trad ición literaria que llega hasta el poeta, y en la que sobresale
la influencia de Pe trarca, Sannazaro y Virgi!io. Cf.: el capítulo IV, pp. 175- 184.
1·:,.;A COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 9

1 iomhre de su tiempo, cortesano y humanista. Intentaremos, por consi­


¡;uiente, develar una de las coordenadas poéticas más sentidas y más
intensamente expresadas por el vate toledano: la de fortuna aciaga,
, �tado desastrado y áspero camino, motivos recurrentes en su obra
del gran tema trágico, su dolor, transmutado en poesía.
La clave de la que hemos de partir en nuestro análisis ha de ser
,a noción de estado, de obvia procedencia social en cuanto hace refe­
cncia a una histórica estratificación vertical de la sociedad en estados·>.
l�sta jerarquización estamental se relaciona íntimamente con la muda­
t>le rueda de la diosa Fortuna, creadora a su vez de estados de Yentura
, > desventura, según fuere su divina veleidad6• A la noción de ven­
. ura o desventura, de dicha o desdicha, se vincula también la de
1 rágica caída de un próspero estado (alto) a un estado de infortunio
1 bajo) con un saldo de infelicidad y de impotente protesta por el bien
perdido. "Las más grandes heridas que uno puede recibir de la For-
1.una -escribe Howard Patch- casi todas consisten en la caída desde
ma eleYada posición a un estado de infortunio en general, así como
ambién de un estado honorífico. 'Desde lo alto a lo bajo' es el gran
.ema en la Edad Media como también En los tiempos clásicos. Ya
, ¡ue este cambio en la fortuna del hombre es lo que constituye real-
111ente la idea medieval de tragedia, podemos llamar a esto el 'tema
r.ígico' " 7• Este tema trágico por excelencia ha de tener muy hondas
·epercusiones en la poesía de Garcilaso, como a continuación pasamos
1 Yer 8 •

··,·éase J. Huizinga, '"La co11cepc10n jerárquica de la sociedad", en El oto,io


, le la Edad Media. 5:¡. edición (Revista de Occidente, Madrid, 1961). Traducción
, le! alemán por José Gaos, pp. 79-89. Don Juan Manuel. Libro de los estados,
·n Obras de Don Juan Manttel. (Escritores en prosa anteriores al siglo xv. BAAEE
Rirndeneyra, Madrid, 1960), pp. !103-364.
''La iconografía de la diosa Fortuna es muy reveladora para apreciar las capri­
.:l10sas alternativas de su rueda, y las caídas de un estado venturoso a uno desas-
1 rado. Yéase, por ejemplo, las ilustraciones de las siguientes obras: Dohrn, Tobías.
Die Tyche van Antiochia (Verlag Gebr. Mann, Berlín, 1960); vid., especialmente.
tafel 2, tafcl 6, tafel 7, tafel 8 (Yale University. Gallery of Fine Arts). También,
C .ousin, Jean. Le Libre de Fortune. Reproduced from the original manuscrit in
the Library of the Institute of France, with introduction and notes by Ludovic
1 alanne translated by H. Mainwaring Dunstan. Bibliothéque Internationale de
1 '.\rt (Librairie de l'Art, París et London, 1883).
'Patch, R. Howard. The Goddess Fortw1e i11 Medieval Litemture. Harvard
lfniversity Press (Cambridge, 1927), pp. 67-68. Yéase también María Rosa Lida de
\l..ilkiel. "El laberinto de Fortuna", Juan ele Mena, poeta del prerrenacimientn
npañol. Publicaciones de la NRFH (El Colegio de México, México, 1950), pp. 15-83.
':\'o es casual que Cervantes y Lope de Vega -ambos dolorosamente lastimados
r,or achaques de Fortuna- se sientan conmovidos y hagan suyo el verso clave del
poeta toledano. Así lo ensalza sin reservas Cervantes en su Viaje del Parnaso:
'Quando me paro a contemplar mi estado',
10 WILFREDO CASANOVA O.

Iniciamos nuestro análisis por el Soneto 1, encabezado justamente


por un verso que refiere a un estado de alma; y que constituye
nuestro verso clave:

Cuando me paro a contemplar mi 'stado


y a ver los passos por do m'ha traydo,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera aver llegado.

El hablante lírico se para a contemplar su estado anímico, lo cual


constituye un momento de instrospección, un volcarse hacia lo que
se fue y aun se es en un penoso 'curriculum vitae'. Se perfila nítida
la imagen de un caminante "perdido", a través de un camino incierto
que pudo conducirlo todavía a mayores males. Es un instante de

comienra la canrion que Apolo pone


en el lugar mas noble y leuantado.

(Ed. Schevill y Bonilla. Gráficas reunidas


(Madrid, 1922), pág. 9).

Y es que Cervantes era un resabiado de la mala Fortuna, que lo había privado


de uno de los más apreciados bienes, estro de poeta, "la grai;ia que no quiso darme
el cielo", como él mismo confiesa;

yo soy vn poeta desta hechura,


cisne en las canas, y en la voz im ronco
y negro cueruo, sin que el tiempo pueda
desbastar de mi ingenio el duro tronco;
y que en la cumbre de la varia rueda
iamas me pude ver solo im momento,
pue-s, quando subir quiero, se está queda.

(Viaje, cap. 1, p. 16) .

Por su parte Lope se identifica sentimentalmente con aquel "contemplar mi


estado" que, como bien advierte José Promis, es "un verdadero cuestionamiento
de la existencia anterior y, a la vez, la declaración de fe sobre el regreso al bien
perdido". La conciencia de la realidad en la Literatura Española. Siglos XII. al
XVII (Ediciones Universitarias de Valparaíso, f.) , p. 91.
Cito sólo el primer cuarteto en donde se contiene el verso clave en referencia:

Cuando me paro a contemplar mi estado


y a ver los pasos por donde he venido,
me espanto de que un hombre tan perdido
a conocer su error haya llegado.

La selección de este verso único por ambos ingenios ---5elección ciertamente


no fortuita, sino producto sensible de una afinidad en la desventura- nos ofrece
una pista muy segura conducente hacia la aprehensión de la noción poética
de estado en la poesía de Garcilaso.
UNA COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 11

meditación frente a un pasado de extravío, y un presente subordinado


a fuerzas descontroladas,
mas quando del camino 'stó oluidado,
a tanto mal no sé por dó é venido,
La coordenada del estado desastrado se asocia aquí, estrechamente,
con la imagen de un camino peli groso y del desdichado caminante
que por él hace su vía. Pero sucede que a veces el caminante olvida
-en una especie dei caída de su conciencia- los azares del camino
que le ha conducido a este punto de desventura; entonces no sabe,
o no acierta a explicarse racionalmente cómo �a llegado a tanto mal.
Y este mal implica una situación límite:

Yo acabaré, que me entregué sin arte


a quien sabrá perderme y acabarme
si quisiere, y aun sabrá querello;
que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hazello�
Esta situación límite se traduce en conciencia de postrimería e intui­
ción de su próximo fin: 'sé que me acabo', 'Yo acabaré'. Es manifiesta
una antítesis significativa básica: por una parte, conciencia de un fin
desastrado; por otra, inevitabilidad de este es�ado, toda vez que se le
busca de propia voluntad, 'mi voluntad puede matarme', actitud irra­
cional en el grado en que el 'Yo' se entrega en cuerpo y alma a su
'cuidado', y lo alza como el único valor perpurable más allá de su
aniquilamiento. En cuanto a la amada, beH� inmisericorde, no hace
sino apresurar el proceso de autoaniquilamiepto de su enamorado.
En íntima consonancia con el Soneto 1, se encuentra el VI. Aquí
la configuración del áspero camino en una geografía abismal y peli­
grosa se acentúa con sombríos tintes:
Por ásperos caminos é llegado
a parte que de miedo no me muevo,
y si a mudarme a dar un passo pruevo,
allí por los cabellos suy tornado.
En este paisaje abrupto, la presencia de J muerte, y la esencial
vacilación entre razón y sentimiento, se insinú'1n como ominosas conse­
cuencias de fuerzas adversas conjuradas en la desdicha:
mas tal estoy que con la muerte al lado
busco de mi bivir consejo nuevo,
y conozco el mejor y el peor apr'!,evo,
o por costumbre mala o por mi hado.
12 WILFREDO CASANOVA O.

El perdido caminante admite entonces que la muerte ha de ser el


fin natural de quien como él está entregado a la fuerza irreprimible
de la inclinación,

mi inclinación, con quien ya no porfío,


la cierta muerte, fin de tantos daños,
me hazen descuydar de mi remedio.

La conciencia de postrimería e reitera en la Elegía u con in istencia.


El caminante enamorado tiene plena evidencia de lo incurable y
mortal de su dolencia porque conoce u e tado:

en est e dulce error muero contento,


porque ver claro y con·ocer mi 'stado
no puede ya curar el mal que siento,
y acabo como aquel que'n un templado
baño metido, sin sentillo muere,
las venas dulcemente desatado.

(Eleg. II, vv. 139-1 44)

Ahora bien, en la configuración del estado desastrado del amante y


las variadas expresiones afines -concatenaciones del sistema poético
de la coordenada- como áspero camino, subida, caída, esperanza
incierta y conciencia de postrimería, la influencia arbitraria de la
Fortuna es un factor determinante 9 • Es concebida por el poeta bajo
igno negativo como 'mala fortuna' conjurada en su p erdición:

Mas a mí ¿quién avrá que m' assegure


que mi mala fortuna con mudanra
y olvido contra mí no se conjure?

(Eleg. 11, vv. 85-87)

ºEl reflejo en la obra de Garcilaso de es te importante tema es explicable: desde


el siglo xv se divulgaban en España las obras de los. humanistas y literatos italianos
en los ambientes universitarios y cortesanos, y con ellos un tema de tan vieja
tradición como el de la Fortuna. Garcilaso, conocedor de la obra de Petrarca, no
podía ignorar la gra·n preocupación de éste por la Fortuna en su De R emediis
utriusque Fortu.nae, como tampoco. debía desconocer la influencia que Boecio
había ejercido sobre el cantor de Laura. Y Boecio, aunque reconocía el poder
supremo de Dios no por ello negaba una realidad como la de la Fortuna, hasta
el punto que la hace intervenir en un diálogo sostenido con la Filosofía en el
Libro II de su De la consolación por la Filosofía (Emecé Editores, Buenos Aires,
1944) , p. 47. Véase también el tratamiento del tema de la Fortuna entre los hu-
manistas y poetas italianos en Erna Ruth Berndt, Amor, muerte y fortuna en
"La Celestina" (Credos, Madrid, 1963, Biblioteca Románica Hispánica) , pp. 117-156.
UNA COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCIL,\SO 13

Además su fuerza incontrastable rige su vida df un modo cruelmente


arbitrario y azaroso, "rendido a mi fortuna, / me voy por los caminos
que se ofrecen, (Canc. 11, vv. 2 y 3); assí que del estado más perdido /
i,aco algún bien. (Canc. 1v, vv. 152-153); "Mas la fortuna, de mi mal no
harta, / me aflige...". (Egl. m, vv. 17-18).
Así tenemos que, bajo el imperio de esta fuerza adversa, a la coor­
denada del estado infausto del amante se vinoula la noción de espe­
ranza incierta, dentro del marco de la image quetípica de la diosa
Fortuna y su cambiante, rueda10. El desdichad :i enamorado ve levan­
tarse un rato su esperanza sólo para ser nuev ente precipitado a un
bajo estado, dando con ello lugar a la desconfianza:

Un rato se levanta mi esperanf�,


mas tan cansada d'averse levant ' do,
torna a caer, que dexa a mal mi�grado
libre el lugar a la desconfianra.
Quién suffrird tan dspera mu¡ndanra
del bien al mal? ¡O curarón can�do,
es/uerfa con la miseria de tu 'stado.

(Soneto IV, vv. 1-7)

Una leve esperanza de un cambio favorable ttjdavía persiste ya "que


tras fortuna suele aver bonan�al". En la búsqueda de esta bonanza
-supuesto estado de ventura amorosa- el amante ha de poner
esfuerzo y perseverancia, inclusive más allá de la muerte:

muerto, prisiones no -pueden, ni e,ribarafos,


quitarme de yr a veros como quier(l,
dentudo 'spíritu o hombre en carne y huesso.

(Soneto IV, VV. 12-14)


1ºEn este tema trágico Garcilaso no es el primero ni es el áltimo poeta en

sentirse abrumado ante la tornadiza rueda de la diosa, !Y quejoso de su desdichado


estado. Mena, al exponer el asunto de su poema, escribe: '

Tus casos fala,es, Fortuna, cantamos,


estados de gentes que giras y trocas,
tus grandes discordias, tus firmezas p cas,
e los que en tu rueda quexosos fallamps.

(LABmuNro, copla 2; ed. CL. Cast. Madrid,


1951), p. !J.

El divino Herrera se duele de un amor no correspondido, y también llora lo


desdichado de su estado:
14 WILFREDO CASANOVA O.

El soneto xxxu reúne, en una configuración totalizadora, la coordenada


de estado desdichado, camino, subida, caída y esperanza. La amada
se alza como la causa única de: este estado infausto; y el dolor conte­
nido del amante se acrecienta:

Estoy cantina en lágrimas bañado,


rompiendo siempre el ayre con sospiros,
y más me duele el no osar deziros
que he llegado por vos a tal estado.

El camino recorrido es estrecho e inescapable, y el punto a que ha


llegado el caminante es terrible. Volverse, para huir de la influencia
avasalladora de la amada, significa enfrentarse de nuevo con los
peligros que se han dejado atrás,

que viéndome do estoy y en lo que he andado


por el camino estrecho de seguiros,
si me quiero tornar para hüyros,
desmayo, viendo atrás lo que he dexado.

Si el caminante intenta proseguir su camino y subir a la difícil cumbre


--estado de ventura, según la iconografía de la diosa Fortuna- el
camino ascendente se presenta espantable con los ejemplos de los que
han caído de un próspero estado a uno desastrado,

Voi siguiendo la fuer¡:a de mi hado


por este campo estéril i ascondido:
todo calla, i no cessa mi gemido,
i lloro la desdicha de mi estado.

(SONETO II, Ed. CI. Cast. Madrid, 1962), p. 17.

Aunque más artificiosamente, Herrera se ciñe también a la clave del estado


desastrado como lo prueban otros sonetos. Véase, por ejemplo, los siguientes, v,
XXIX, XL, LXXVIII.
Boscán, por tantas afinidades afiliado estéticamente a Garcilaso, explota con
fruición la coordenada poética del estado desastrado y de Fortuna aciaga:

Ha tanto ya que mi desdicha dura,


que'n esto solo tuve mi speran¡:a.
Esperé de fortuna su mudan¡:a,
que por ml no negara su natura.
(SoNETO uv, Obras poéticas de Juan Boscán,
I, edición crítica por Martín de Riquer, An­
tonio Comas y Joaquín Molas (Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Barcelona,
1957). Véanse también los sonetos Lxxvu, xc,
XCVIII.
U, A COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 15

y si quiero subir a la alta cumbre,


a cada paso espántanme en la vía
exemplos trist es de los que han caydo.

Así el caminante se enfrenta a un camino sin posible salida, a un


dilema sin posible solución. Y anda su vía como un ciego, sin orienta-
ción, porque carece de la luz de la esperanza, que antes era en la
región ingrata del olvido de su amada:

so bre todo, me falta ya la lumbre


de la esperanra, con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.

A la coordenada del estado desastrado se relaciona necesariamente la


oción de caída, conforme también con la imagen· arquetípica de la
di osa Fortuna y su inconstante rueda. Dentro de la ficción poética
p astoril se hacen repetidas alusiones a una caída física del enamorado
in feliz11 .

Después de ser rechazado por Camila --ofendida por la impropia


sugestión contenida en su imagen reflejada en la fuente- el pastor
Albania, su enamorado, yace tendido, anonadado, ante la enormidad
de lo que el rechazo significa: "Fixos los ojos en el alto cielo, /
estuve boca arriba una gran pie~a / tendido, ... (Egl., n, vv. 491-493).
Luego, ante la evidencia del perjurio de la ninfa Camila, su bien-
ada, el desventurado clama a la muerte y siente la inminencia de
una mortal caída:

Recibe tú, terreno y duro suelo,


este rebelde cuerpo que detiene
clel alma el espedido y presto buelo.

(Egl. II, VV. 874-876)

Esta caída física cobra una más honda significación al relacionarse


con una caída de la razón; esto es, a la caída corporal se conesponde
ín timamente una caída racional, trastorno espiritual de tal magnitud
que trae aparejada la locura, y por ende, una total desarmonía del
erl 2 • El definitivo rechazo de la ninfa Camila no sólo provoca una
11
Por lo que hace a la presencia del tema de la caída y el estado desdichado
dentro de la ficción poética pastoril, véase el artículo de Gustavo Correa, "El
t e 1plo de Diana en la novela de Jorge de Montemayor", Thesaurus, Boletín del
Instituto Caro y Cuervo, XVI (Bogotá, 1961), 3-20.
"'En la Canción IV, la alegorización de la caída o vencimiento de la razón
--por expresa voluntad del yo- constituye una de sus coordenadas básicas,
16 WILFREDO CASANOVA O.

caída física de Albino sino tambi én "el desvanecimiento, / el va no


im aginar de la cabei;:a'' y un serio trastorno del entimiento "verme
del todo, al fin, sin esp eran~a / me trastornaron casi el sentimiento"
(Egl. n, vv. 495-499). La desesperanza le hace perder también la co n-
ciencia del espacio y del tiempo (Egl. 11, vv. 500-505). E te trastorno
básico del pastor enamorado tiene, además, proyecciones có·smicas, y
tiende a alterar la eleme ntal armonía de bestia ·y elvas (Egl. u , vv.
506-511). Y cuando los pastores de ganado y vaquero acuden en
auxilio ele Albanio e inquieren el por qué de u lamentable estado,
é te -poseído por la ob esión de su muerte prórima- no abe si no
responder con una idea fija "Vosotros, los del Tajo, en su ribera"
(Egl. n, v. 28) . La obsesión de la muerte lo lleva a concebir la id ea
del suicidio,

en pie m'alcé por dar ya fin al duro


dolor que en vida estaba paderiendo.

(Egl. 11 V\'. 650-5 1) .

El 'duro dolor' que p adece el pa tor Albanio e.s un síntoma todavía


más revelador de la honda perturbación anímica que sufre el ena-
morado, ya que hace patente un desconcierto, un de orden inter ior
irr~media ble;

Mas ¿quién tendrá concierto


en contar el dolor,
que's de orden enemigo?
(Gane. II, VV. 32-34) .

peleando
en mi defensa, mi razón estava
cansada y en mil partes ya herida,
y sin ver yo quién dentro me incitava
ni saber cómo, eslava desseando
que allí quedasse mi razón vencida.

(CANC. IV, VV. 41-46) .

Ante la pasión avasalladora, la razón ' el juicio, antiguos guardiane de su


vida, ahora nada pueden:

Mi razón y jüizio bien creyeron


guardarme como en los passados aí'íos
d'otros graves peligros me guardaron,
mas quando los passa.dos compararon
con los que venir vieron, no sa bían
lo que hazer de sí ni dó meterse.
(CANC. IV, VV. 24-29) .
'\A COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 17

':l pastor Salicio, amigo de Albanio, advierte también este trastorno


.- le pregunta por su causa:

quisiera preguntarte
cómo tu pensamiento
se derribó tan presto en esse suelo,
o se cubrió de un velo.

(Eg[. II, VV. 684-687).

Esta caída de la razón se consolida con ocasión del perjurio de la


linfa Camila. La insania hace crisis y tiende a manifestarse a través
, le una definitiva propensión hacia la muerte, como un modo de
.�vasión de una realidad mortificante y opresiva (Egl. n, vv. 880�,882).
Esta locura evasiva cobra lufgo una forma extraordinaria: el ena­
l\i)raclo siente que ha perdido su cuerpo; o peor aún, que alguien
,e Ju ha hurtado:

¿No son ar¡uéstos pies? Con ellos ando.


Ya caygo en ello: el cuerpo se m'a ydo;
solo el espíritu es este que ora mando.
¿Alé hurtado alguno o escondido
mientras mirando eslava yo otra cosa?

(Eg[. II, VV. 889-893).

Espíritu soy, de carne ya desnudo,


que busco el cuerpo mío, que m'a hurtado
algún ladrón ...
(Egl. II, VV. 919-921).

Dejando al margen posibles implicaciones irónicas, la demencia del


rniante, que se siente desposeído de su cuerpo y sólo alienta espíritu
desnudo, tiene como causa directa de su mal un amor no corres­
¡x,ndido quintaesenciado en dolor, que va más allá del sufrimiento
foico y para el cual el cuerpo es un estorbo. Sólo el alma es capaz de
,entir y percibir este dolor que ha alcanzado un grado de inefabilidad
;>;ira los sentidos ordinarios. El desprendimiento de su cuerpo en
vicia hace que el enamorado se aproxime a la muerte de amor por
la que clama a diario. Es el loco simulacro de su propia muerte.
Porque la búsqueda de su pe.rdido cuerpo, en la que el amante se
�mpciia en vano, no es sino la búsqueda de una identidad escindida:
una armonía de cuerpo y alma hace tiempo perdida o inexistente
:n su estado deisastrado. Es una búsqueda vana, la actividad propia
de quien "cierto tiene trastornado el seso!" (Egl. 11, v. 884). Salicio
18 WILFREDO CASANOVA O.

advierte, y con razón, que "este gentil mancevo" antes "manso,


cuerdo, agradable, virtuoso, / sufrido, conversable, buen amigo, / y
con un alto ingenio, gran reposo!" (Egl. u, n. 905-7), es ahora otro
ente. La caída de su razón ha sido tan brutal que lo ha despojado de
sus cualidades más relevantes, transformándolo en otro ser.
Si por un momento abandonamos la ficcién poética y nos situamos
sólo en plano cultural, tenemos que hacer notar dos cosas; la primera,
que las resonancias platónicas del pasaje parecrn innegables, sobre
todo si se tiene en cuenta la insistencia del poeta en el carácter ine­
fable de su dolor para los ordinarios sentidos, mientras ti alma es la
única capaz de alzar el vuelo a la intelExción de su dolor. La corres­
pondencia aproximada con la cuarta forma de locura que expone
Platón en su Fedro, resulta una verificación si atendemos al 1i�uiente
fragmento: ".. .la cuarta forma de locura -esa locura qu� s� produce
cuando alguien, contemplando la belleza de este mundo. ) arord.índose
de la verdadera, adquiere alas, y ele nuevo con ellas anhela remontar
el vuelo hacia lo alto; y al no poder. mirando hacia arriba a la manera
de un pájaro, desprecia las cosas ele abajo. dando con ello lugar a
que le tachen de loco- y aquí se ha ele decir que es éste ti m;ís
excelso de todos los estados de rapto, y el causado por las cosas m;ís
excelsas, tanto para el que no tiene, como para el que paiticipa; , que
asimismo es por tenor algo de esa locura por lo que el amante de Ju,
bellos mancebos se llama enamorado·· 1 :1. Si variamos de signo algunas
premisas del razonamiento platónico, tendremo, el posible esquema
en que se vació el intelectualismo g-arcilasiano: la belleza de la amada
es la única verdadera ele e�te mundo y del otro; el amante debe alentar
sólo espíritu y no carnalidad corporal fn su anhelo por obtener una
percepción exacta de su dolor; este estado de rapto es el más excelso
e implica el desprecio por las cosas terrenas, por ejemplo. su propio
cuerpo; tal estado da lugar a que se tache de loco a quien lo padece; y
finalmente, estar poseído por esta sublime locura significa estar ena­
morado no de un hermoso efebo sino de una bella inmisericorde.
El segundo aspecto cultural digno de destacar.se es el siguiente:
todas las cualidades estoicas, la cordura, la inteligencia, la virtud y
la templanza ("cuerdo, ingenioso, reposado"), así como los atributos
del cortesano ejemplar, mansedumbre, lealtad y buena crianza ("man­
º
so, virtuoso, conversable, buen amigo ') a que hacen referencia los
versos aniba citados, han sido trastornadas en su contrario por obra
de la caída racional. Y este trastorno tiene graves consecuencias en
la conciencia del hombre renacentista. Es haberse dejado arrastrar
por los ímpetus del deseo pasional en desmedro del espíritu intelec­
tivo. En la disyuntiva planteada entre lo racional y lo instintivo, es
haber cedido al apetito de los sentidos. "El conflicto entre lo racional
'ªPlatón. Fedro. Edición bilingüe, traducción, notas y estudio preliminar por
Luis Gil Fernández (Instituto úe Estudios políticos, Madrid, 1957), p. 3í.
{ IN A COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 19

� lo espontáneo -escribe Margot Arce Blanco- inquieta profunda­


rnente la conciencia del Renacimiento. El hombre ha descubierto la
1 azón y comienza a examinar críticamente los hechos objetivos en
l ,usca de la verdad. Esa misma crítica se aplica al análisis de los
,entimientos y de las acciones humanas. En amor, se ha trazado el
Hmite que separa irreconciliablemente el amor ordenado, intelectual,
del deseo de los sentidos. Vencer los ímpetus del 'corcel bestial' será
t mpresa digna de todo hombre razonable. La razón ordenará y encau­
zará estos apetitos al servicio del ánima intelectiva. Esta, a su vez los
rncaminará a la consecusión del ideal de belleza, sabiduría y virtud.
Por ello, cuando el humanista siente el apetito sensual, la lucha
queda entablada, y a veces se reviste de trágico dramatismo" 14•
A la caída de la facultad razonadora se suman todavía la pérdida
de la armonía y el orden interiores -nociones de origen platónico­
trastrocados también en sus opuestos, desarmonía y desorden, tras­
torno que tiene amplias repercusiones en la poesía de Garcilaso que
' ... cree en la armonía del universo y en la imposibilidad de desa­
< uerdo dentro de ella; esa armonía engendra belleza y felicidad; el
< olor es en ella el símbolo de desconcierto, enemigo de orden" 15•
En un poeta pagado de ser un hombre de razón -privilegio ina­
preciable para el humanista y el cortesano, que fundan en ella su
,uperioridad respecto de las demás criaturas- esta caída de la volun­
tad y la razón por una parte, y la pérdida de la armonía y el orden
t spiritual por otra, constituye un estado vergonzoso:

Vergüenr;a é que me vea


ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora.
(EGL. I, VV. 63-66).

Entonces yo sentíme salteado


d'una vergüenr;a l ibre y generosa;
corrime gravemente que una cosa
tan sin razón uviesse assí passado;
luego siguió el dolor al corrimiento.
(CANC. IV, VV. 53-56).

La configuración de la índole de la amada ofrece también gran


interés en conexión con la coordenada poética del estado desastrado.

"Arce B lanco de Vázquez, Margot. Garcilaso de la Vega. Contribución al estu­


dio de la lírica española del siglo xn. 2� ed. (Ediciones de la Universidad de
Puerto Rico, 1961), p. 35.
"Arce Blanco, M. op. cit., p. 31.
20 WILFREDO CASANOVA O.

La amada es configw·ada con acentuados rasgos de crueldad, desdén


o soberbia, que constituyen ciertamente la causa inmediata del hun­
dimiento afectivo del enamorado no correspondido (cA:-.c. 11, vv.
J.7-26). En ocasiones el enamorado resabiado �upone en su bienama­
da la expresa voluntad de destruirlo (so:-.ETO 1. vv. 9-1 I; CANC. m,
vv. 27-29). Otras veces se torna soberbia y desdeíiosa ante la flaqueza
del amante (cANC. 1, vv. H-16). Pero la nota de uueldad acaso sea
la preferida del poeta en la config·uración de su amada, porque con­
viene a la coordenada poética de su estado desa,trado, y a la imagen
inmisericorde que de su amor se ha forjado,

os i1eo
siempre yr con 1111 dessc"
de perseguir al triste y al nr}do:
yo estoy aquí tendido,
mostrándoos de mi 111 w,,-tc las snia/l's,
y vos biviendo súlo cfr 111is males.

(CA!',;C. I, \\". 3-1-39) .

quirá tú, que'n mi vida 110 moviJt1·


el passo a corisolarme en tal estado
ni tu dureza cruda entern('( ÍSII',
viendo mi cuerpo aquí desamparado,
vernás a arrepentirte y lastimarte,
mas tu socorro tarde avrá llegado.

(EGL. 11, VV. 572-577) .

Sin embargo, el rendimiento del amante a la inmisericordia de


su amada no reconoce límites. Se: trata de un entregamiento total y
absoluto, cual ofrenda ritual de cuerpo y alma ante su altar, no
importando qué sacrificios le imponga la religión de amor que profesa:

Si a la región desierta, inhabitable


por el hervor del sol demasi"ado
y sequedad d'aquella arena ardiente,
o a la que por el yelo congelado
y rigurosa nieve es intractable,
del todo inhabitada dc la gente,
por algún accidente
o caso de fortuna desa1trada
me fuéssedes llevada,
y supiesse que allá vuestra dureza
estava en su crüeza,
1 '.\ A COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 21

allá os yria a buscar como perdido,


hasta morir a vuestros pies tendido t6 .
(CANC. I, VV. 1-13).

_.\,í, la amada idolatrada se sitúa en una posición de fuerza respecto


de su enamorado: es capaz de infligirle daño; contribuye de este modo
a su desventura, a ahondar su estado desastrado.
Después de la importante¡ obra de Jean Seznec ha quedado demos­
trado, sin sombra de duda, la supervivencia de la mitología pagana
en cuanto tradición moral durante la Edad Media, y el papel esencial
que cumple en el humanismo renacentista y en el arteP. En cuanto
artista y humanista, Garcilaso no podía permanecer ajeno al trata­
miento de la mitología clásica, menos aún tratándose de las fábulas
de Icaro y de Faetón. Ambas constituyen sendos casos de caídas desde
un estado de exultación o dicha a un estado de infortunio, sean cuales
sean las motivaciones, soberbia o desobediencia, que condujeron a sus
protagonistas a un fin trágico. Lo cierto es que en ambas concurre
un común denominador: el ansia de ascender -subida a un estado de
excelsitud- y el dolor derivado de la caída misma. No por casuali­
dad sino como una consecuencia sentimental las fábulas de !caro y
Faetón entraron en consonancia poética funcional con la coordenada
del estado desastrado, tan cara para nuestro poeta. La pintura había
t0nsagrado también el caso de estas excelsas caídas y no cabe duda
c¡ue un espíritu cultivado como el de Garcilaso no sólo conocía la
tradición legendaria sino también los lienzos en que¡ tales caídas se
<: ternizaron 18 • El soneto xn está elaborado sobre la base de esta tradi­
ción, y la referencia a una caída de funestos resultados es inequívoca
<:·n los dos tercetos,

¿qué me á de aprovechar ver la pintura


d'aquel que con las alas derretidas,
cayendo, fama y nombre al mar á dado,
y la del que su fuego y su locura
llora entre aquellas plantas conocidas,
apenas en ell agua resfri"ado?
"Me inclino por la variante MgBHTA del verso 13, según el apéndice de variante1
¡ ropuesto por la edición Rivers, en atención a que me parece más claro y ex­
¡ resivo.
t.Seznee, Jean, The suroival of the pagan gods. The mythological tradition and
i :, place in Renaissance humanism and Art. Translated from the frech by Barbara
1 . Sessions (Harper & Row, Publishers, New York, 1961), 376 pp.
18Es particularmente sugestiva a este respecto la observación de Stephen Gilman

, n el sentido de que el tema de la caída en La Celestina tenga reminiscencia del


famoso cuadro de Breughel La caída de Icaro. Según Gi!man -traduzco aquí en
lorma libre- Breughel y Rojas, que fueron más o menos contemporáneos, parecen
rnincidir en el amargo reconocimiento de un mundo más allá de los límites huma-
22 WILFREDO CASANOVA O.

El poeta admite la ninguna lección moral, dado lo incurable de su


mal, que la visión de tales pinturas pudiera reportarle. Hay un reco­
nocimiento, harto consciente de su parte, de la impo.;ibilidad de refre­
nar su dolorosa pasión, su estado desdichado, y que es vano todo
intento por presentarse él mismo, que padece el mal, como sujeto
agente de remedio alguno, porque no cree en sí mismo, no se tiene
fe, "es darme a ent�nder yo lo que no creo, / no me aprovecha verme
qual me veo." (SONETO XII, VV. 4 y 5).
El SONETO xm presenta, lo que podríamos calificar como la dimen­
sión trágica del estado desastrado, a través de una sensitiva recrea­
ción de la fábula de Dafne, convertida en laurel para librarse del
asedio amoroso de Apolo, quien, con sus lágrimas, mantiene el laurel
inmarchitable. Así el estado miserable del amante se configura enton­
c�s como un círculo sin fin del dolor, cuya causa se mantiene y se
acrecienta con la manifestación material del dolor mismo, las lágri­
mas, ofrenda pasionaria del enamorado que conserva vivo y engran­
deciéndose -a través de la notable imagen del llanto-riego- el
recuerdo de la amada ausente:

¡O miserable 'stado, o mal tamaño,


que con llorarla crezca cada dia
la causa y la razón por que llorava!
(SONETO XIII, VV. 12-14).

Desde esta perspectiva, estado sin fin del dolor, es que Garcilaso
concibe su trágico mundo poético.
El amor es esencial armonía, según la concepción platónica, y posi­
bilita un estado dichoso en la tierra justamente cuando entre los
enamorados se da esa concordia de sentimientos que la hacen posible.
El poeta advierte, con un dejo de melancolía, cómo se presenta esta
fundamental correspondencia en la vida conyugal de dos de sus más
íntimos amigos, el Duque de Alba y Juan Boscánl9.

nos que llega a ser temáticamente un determinante último de la fragilidad de la


vida. Así, las derretidas alas de Icaro en la lejana distancia. y los sesos de Calisto
esparcidos sobre los "cantos" son ambos resultados de las metamorfosis de la
fortuna". CL The art of La Celestina (The Unfrersity o( Wisconsin Press, Madison,
1956), p. 130.
Un cuadro como éste y una reminiscencia como la sefialada pudo también
operar en el caso de nuestro poeta, en conexión con la alegórica caída de la rueda
de la Fortuna.
19El Duque de Alba se presenta como una proyección sentimental del poeta

en procura siempre de una ilusión imposible, ser un esposo enamorado y corres­


pondido plenamente en su pasión, como lo es su amigo:
con solo amor s'encierra sin respeto,
y el amoroso afielo y zelo ardiente
l N >\ COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 23

El estado de felicidad conyugal que vive Boscán junto a su esposa


re aviva, por contraste, las ansias del poeta por alcanzar eso dichoso
( stado y su melancólico convencimiento de que la Fortuna le es
contraria. El contraste no puede ser más notorio. Examinémoslo:

Tú, que en la patria, entre quien bien te quiere,


la deleytosa playa estás mirando
y oyendo el son del mar que en ella hiere,
y sin impedimento contemplando
la misma a quien tú vas eterna fama
en tus bivos escritos procurando,
alégrate, que más hermosa llama
que aquella que'[ troyano encendimiento
pudo causar, el cora�ón t' inflama;
no tienes que temer el movimiento
de la fortuna con soplar contrario,
que el puro resplandor serena el viento.
(ELEG. II, VV. 145-156).

Esle encarecimiento de la vida quieta, dulce y sosegada de Boscán y


su mujer, tiene su correspondencia armónica con un paisaje idílico,
igualmente sereno y plácido que invita a la contemplación "sin im­
pedimento" de la amada. Su amor es perfecto y el resplandor de
5u llama pura tüme la virtud de desvirtuar el veleidoso movimiento
e.e la Fortuna, cuyo "soplar contrario" nada puede contra esa anno-
1 ía esencial que es felicidad.
A este ambiente de plenas armonías familiares y de paisaje natural

figurado y presente está en la cara.


Y la consorte cara, prcssurosa,
de un tal plazer dudosa, aunque lo vla,
el cuello le ceñía en nudo estrecho
de aquellos brar;os hecho delicados;
de lágrimas preñados, relumbravan
los ojos que sobravan al sol claro.
('EGL. II, VV. 1711-1719).
A su vez "la consorte cara", dispuesta a la entrega amorosa, es una proyección
s,·n1imcntal profunda de la imposible Galatea de la Egloga I. La nota de cruce
n 1dafórica con que se evidencia esta sublimación son los brazos de la amada que
c fü,n el cuello del enamorado esposo "el cuello le ceñia en nudo estrecho / de aque­
llos bra<;os hecho delicados" en la Egloga 11; y la vana interrogación retórica de la
I.gloga 1 "¿Cuál es el cuello que, como en cadena, / de tus hermosos bra<;os añudas­
t<:r" Bien sabemos que tan dolorida interrogación se justifica; el bienaventurado
cuello al cual se ciñen los delicados brazos de Galatea fue en la realidad el de D.
Antonio de Fonseca, apellidado el Gordo, hombre fuera de la condición de la bella
I,abel Freyre. Verse proyectado en otro junto a una amada asequible es, pues, un
grado de honda sublimación del que padece en un estado desdichado.
WILFREDO CASA1'0VA O.

prap100 y apacible, se opone, ~ el caso del poeta, un es tado de


desarmonía interior, de autoengaño y de falsas esperanza :

Yo, como conduzido mercenario,


voy do fortuna a mi pesar m'embía,
si no a morir, que aquéste's voluntario;
solo sostiene la esperanra mía
un tan débil engaño que de nuevo
es menester hazelle cada día,
y si no le fabrico y le renuevo,
da consigo en el suelo mi esperanra
tanto que'n vano a levantalla pruevo.
Aqueste premio m i servir alcanra,
que en sola la miseria de mi vida
negó fortuna su común mudanra.

(ELEG. II, VV. 157-168).

El predominio de la Fortuna es cruel e incontrarre table20. La ina u-


tenticidad del vivir como siervo de la tornadi za diosa se declara mu y
a lo vivo con la imagen "como condu cido mercenario" . La esperanza
de un cam bio favorable es apenas un engaño, que es nece ario renovar
a diario a menos de verla derrocada y en el suelo --de nuevo la imagen
de caída y de un derrumbe espiritual se insinúa sombríamente- por-
que en su caso la Fortuna niega su misma naturaleza in constante man-
teniéndose queda, relegando al poeta a un estado de permanente infor-
tunio. Esta caída en un estado de desdicha definitivo no es el resultado
dé la -hubris medieval, el pecado de superbia, a menos que considere-
mos como tal el que el poeta alce su yo sufriente a la categoría de una
verdadera egolatría21 • Se trata m ás bien del convencimiento que se
vive un destino aciago, y que éste es el premio que alcanza el servicio
a su dama. Y esta miseria de su vida es causa de un renovado dolor, y
éste -como hemus visto- es el símbolo platónico del desconcierto y
del desorden espiritual.
'"'Sin emba rgo, la única zona de su ser que resulta invulnerable a lo em bates de
la veleidosa diosa Fortuna es su quehacer de poeta, cuando hace el encom io de aque-
lla "illustre y h emosíssima María":

Pero por más que'n m í su fuerfa prueve,


n o tornará mi cornfon mudable;
nunca dirán jamás que me remueve
fortuna d'un estudio tan loable .
(EGL. 11!, VV. 25-28) .

"'Cf.: Robert Payne. H u bris a study of pride. Foreword by Sir H erbert Read
(Harper & Brothers, New York, 1969) . Véanse especialmente, "The med ieval monu-
ment", pp. 57-84 y "The spanish interlude", pp. 104-116.
UNA COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 25

El poeta concibe, sin embargo, un estado de bienaventuranza que


supone la suprema perfección, y que se ajusta a la moral platónica más
que a una concepción cristiana del Más Allá. Tanto la Elegía I como
la Egloga 1 -dos composiciones maestras de Garcilaso- ilustran este
estado espiritual.
Como se sabe, la Elegía I está dirigida al Duque de Alba en la
muerte de don Bernardino de Toledo, su hermano, y es un lamento de
amplia resonancia ante la inevitabilidad de la muerte del estado
humano:

¡O miserables hados, o mezquina


suerte, la del estado humano, y dura,
do por tantos trabajos se camina.
(ELEG. I, Vv'. 76-78).

Como en el resto de la obra garcilasiana, la configuración del áspero


camino se halla también presente en la Elegía 1. Es el 'curriculum vitae'
plagado de asperezas que hay que superar a costa de "trabajos", y que
conduce al más alto lugar:

Por estas asperezas se camina


de la inmortalidad al alto asiento
do nunca arriba quien d'aqu{ declina.
(ELEG. 1, VV. !200-204).

Este camino ascensional, ya trascendido, lleva a la inmortalidad -la


alta meta- estado indeclinable y seguro, no sujeto por cierto a los
casos de Fortuna desastrada. Este estado beatífico resulta reiterado e
intensificado con hondas repercusiones platánicas y estoicas,

subió por la difícil y alta v{a,


de la carne mortal purgado y puro,
en la dulce región del alegria,
do con discurso libre ya y seguro
mira la vanidad de los mortales,
ciegos, e'rrados en el ayre 'scuro,
y vien·do y contemplando nuestros males,
alégrase d'ver alrado el buelo
y gozar de las oras immortales.
(ELEG. 1, VV. 259-267).

Esta exaltación de la "dulce región del alegría" -que posibilita un


libre discurso del espíritu y un invariable. sosiego, y desde la cual se

UNIVERSIDAD DE CH
!ACIJl TAO Ilf FIWS j 'A y HU'. A
ILE
'i!DA
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AS
,26 WILFREDO CASA , OVA O.

contemplan las mezquindades humanas-, configura de un modo ine-


quívoco el eterno estado dichoso, meta última del alma que ha alzado
el vuelo -despojada de su carnal envoltura- en busca del amor tras-
cendente. A la a usencia de pasiones y conflictos humanos se sucede,
más allá de la muerte, un estado de plenitud en la armonía:

¡O bienaventurado, que sin ira,


sin odio, en paz estás, sin amor ciego,
con quien acá se muere y se sospira,
y en terna holganra y en sosiego
bives y bivirás quanto encendiere
las almas del divino amor el fuego!

(ELEG. I, VV. 289-294) .

En la lamentación de Nemoroso en lo Egloga 1 -que en el fondo es


una alegoría a la muerte de Isab 1 Freyre- el anhelo del enamorado
de compartir con su amada un se piterno estado dichoso cobra forma
definitiva:

Divina Elissa, pues agora el cielo


con inmortales pies pisas y mides,
y su mudanra ves, estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo y verme libre pueda,
y en la tercera rueda,
contigo mano a mano,
busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles flo ridos y som bríos
donde descanse y siempre pueda verte
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte?
(ELEG . I, VV. 394-407) .

El a tributo esencial d el estado de bienaventuranza eterna de que goza


la divina Elisa es su ir:imut.abilidad. L a amada inmóvil contempla el
cósmico movimiento de los astros "es tando queda" en e te supremo
estado. El amante quisiera acceder a este divino estado y compartirlo
con su amada -ele allí sus protestas de olvido y su ansia por romper
la envoltura carnal que lo ata a la tierra. Anhela ascender h a ta esa
suprema altura, aferrado como está a la esperanza de un futuro encuen-
tro en el cielo ele Venus, "la tercera rueda", el único cielo que posibi-
litará el deseado so iego, un paisaje siempre idílico, y la inacabable
U NA COORDENADA POETICA EN LA OBRA DE GARCILASO 27

presencia de la mujer amada ante sus ojos, sin que uno m otro estén
sujetos a las cambiantes contingencias terren as.
En conclusión, la noción de estado es una clave fundamental para
la comprensión de la obra garcilasiana. Integrada en una coordenada
p oética, la de fortuna aciaga, áspero .c amino y estado desastrado - y
su correspondiente imagen de caída racional, importante cuestión en
u na conciencia humanista y renacentista- informa tocia la obra del
vate toledano. Junto con las nociones afines de subida, esperanza y
muerte se configura un sistema expresivo en que el dolor es la nota
dominante. Este sistema expresivo se funda en un aspecto cultural
finalmente elaborado, la imagen arquetípica de la diosa Fortuna y su
inestable rueda. Conforme esta imagen, el amante se halla situado en
un ,estado de desventura -bajo estado-- desde cuya perspectiva le da
forma a su mundo poético dominado por el dolor y una esencial inar-
monía. Esta desarmonía es reflejo de una caída de la voluntad y de la
facultad razonadora, por obra de su pasión amorosa no correspondida.
El poeta concibe, no obstante, un estado de felicidad terrena, del
qu(1 él se siente marginado, fundado en la armonía conyugal y que
excluye el alcance ominoso de la Fortuna.
Finalmente, supone un estado de bienaventuranza extraterreno
-realidad ideal- cuyo atributo es su eterna inmutabilidad y su plena
armonía, que no está sujeto a los casos de Fortuna desastrada y que,
por tanto, excluye el dolor. Acceder a este supremo estado -el cielo
de Venus o del amor trascendente- en donde reside su amada, es la
más alta esperanza del enamorado.

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