Argumento de Dios Basado en El PRS

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RAZON SUFICIENTE Y EXISTENCIA DE DIOS Introduccién a una problemética leibniziena RESUMEN: Leibniz aborda Ia cuestlén de la comprensién -acional Gel problema de Dlos desde una peropectiva original el principio de Razin Suficiente. En primer lugar. se muestra quo. s6lo un Inter pretacién léglcoontolégica de este principle corresponde al plantes: Imiento do Leibniz (frente a interpretaciones un tanto reducconlstes como las de Couturat, Russell o Heidegger), Leibniz se pregurta radl- tcalmente por In raz6n de a totalided: zpor qué hey algo y ne nade? (por ello no plantea singin regreso Infinit al estilo de [a prucbe cosmoldgica tradicional) 'y desemboca en la necesided de unser razén de si, supuesta Ia universalidad del Principio de Razén Sulciante, 1. Interés ¥ opjerivos DEL TRABAO No cabe duda de que Ios dos temas que me propongo examinar, siquiera sea someramente, son de importancia capital para comprender adecuadamente 1a filosofia de Leibniz. Prueba de ello es que ambos temas estin presentes explicitamente a Io largo de toda la obra de nues- to autor. Ast, respecto al tema de la Raz6n suficiente, apacece ya for- mulado en su obra de juventud Theoria motus abstracti, del afio 1671, en lun contexto en el que discute cuestiones de Geometria', Encontramos esta cuestiGn hasta ef aflo 1716, en la Quinta respuesta a Clarke, 0 en luna carta escrita a la Princesa de Gales, escritos ambos algunos meses antes de su muerte En cuanto al problema de la existencia de Dios, atraviesa igualmente toda su obra filoséfica desde De arte combinatoria, del afio 1666, hasta las obras mis postieras, cou Me suisma Quinta rese puesta @ Clarke?, Pero no tiene nuestro problema un interés exclusivamente histérico, Significativo es el hecho de que autores tan dispares como Feuerbach, B. Russell 0 M, Heidegger hayan dedicado alguna de sus obras al es- tudio de la Filosofia leibniziana ‘. Hoy ambos temas siguen en boga. Sobre ¥ Lninnaz, G. Wa, Theoria motus abstract, 1671, Bd. Gerhardt, Die philoso phischen Sehtiften (=G.P), IV, 232 bischen "Schrier (=GPS), TV, 232 FLeiatsHinfies Schreiben, 1716, G.P, VII, 419 y 379. 3 De erfe combinatoria, 1966, G. P., IV, 32°33, Letbni'inftes Schreiben, 1716, GP. Vil, 48. 4 Fevimacy, L, Darstellung, Entwicklung und Kritik der teibntsichen Phi- tosophie, Ansbach, 1837; RUsseLL, By A ontioa! Exposition of the Philosophy FeNBAMINTO, WOK. 178, VOL, 49 8) re race 488. A NICOLAS azn SUFICLENTE ¥ EXISTENEIA DE DIOS el Principio de Razén Suficiente y la cuestién del fundamento, impor- tante es la polémica suscitada en Alemania entre H. Albert y K. 0. Apel®, En lo que concierne a la existencia de Dios resulta relevante el hecho de que en el debate habido al respecto entre B. Russell y F, Copleston en el afio 1948, uno de los tres argumentos que propone este siltimo para hacer inteligible la existencia de Dios es precisamente el de Ia con- tingencia de Leibniz, basado en el Principio de Razén Suficiente Tiene sentido, pues, ocuparse de la problemética que propongo, ya sea para defender una postura u otra. La discusién sobre estos dos temas ‘no estd, ni mucho menos, acabada. En el presente trabajo me limitaré a analizar cudl es exactamente el contenido del Principo de Razén Su- ficiente, segiin lo formula Leibniz, y cudles son las consecuencias que deriva respecto al argumento de la contingencia que él propone. Quede Ja valoracién del alcance actual del argumento como objetivo para futuros trabajos. 2. EL Paincirto pe RazOn SUFICIENTE Y SUS INTERPRETACIONES Lo primero que se observa respecto al Principio de Razén Suficiente ‘en Leibniz es la diversidad de formulaciones que recibe. Esto apunta po- siblemente a una paralela diversidad de contenidos, que explicaria a su ‘vez las multiples interpretaciones de que ha sido objeto. La increible prolijidad leibniziana, y el hecho de que nuestro autor no escribiera un tratado sistematico donde expusiera sus principales doc- trinas, dan lugar @ que las més diversas interpretaciones halen su justi- ficacién en los textos de Leibniz, Sin embargo, cada una de ellas resulta Of Leibniz, Cambridge, 1900 (trad, cast. Bd, Siglo Veinte, Buenos Aires); Hetnec Gen, M, Ber Satz vom Grund, G. Nes, Pfulingen, 1997 Uae, cast parcial Ed Nave Madrid 1 S Sobre esta polémica puede verse una somera exposicién,en Comria; A, Es nosble una fundameneacion losfion se Ton juctor mores? Bensamlent ol. 40, 1984, 55-76, Resin comunteatiog y responsabilidad solidarta, Sig me, Salamanca, 1989; puede lesrse drectamente la polémica en Arzty KO. Dat Problem der philosophischen Letstbegrundung i Lichte ner tracendenta len. Sprachpragmatix. Versuch einer Metakriik det ekritischen Retionaliomesy, fen Kanitscheider (ed), Sprache und Erkenninis, Tonsbeack, 1976. pp. 95-2 (a ist, ET problema de la fundamentacion [iossfion witima a la luz de wna Drag” Indtca’tracendental det lenguafe, ‘Dianoia, XX1, 1973, 140-172; y ALBtRr, 1, Transzendewale Trawmercien Hamburs, 1975 Ufa versiOn castellna: de Je" discusin (0e publicada por Rev. Teorems, De- bate sobre fa existencia de. Dios, nim. 0, Valencia 1978 PENSAMIENTO, NOM. 12, YOL. © (5) pera UCOLAS! AZ6N SUFICIENTE ¥ EXISTENCIA DE DIOS “9 pparcial comparada con la totalidad del conjunto. Leibniz es un pensador de tal envergadura que probablemente atin no se le haya hecho justicia. Especialmente en Espaia resulta asombroso comprobar lo poco que se hha escrito sobre él. Apenas hay media docena de obras dedicadas exclusi- vamente a la exposicién y/o critica de su Filosofia’. Ademés, algin articulo, alguna introduccién a sus obras, en su mayoria ain inéditas fen castellano, y alguna obra compartida con algiin otro autor. Este hecho constituye un rete. Pues bien, entre los distintos intérpretes existe un acuerdo casi unsni- ‘me en atribuir un papel decisivo al Principio de Razén Suficiente como elemento clave de toda su Filosofia, Tal es el caso de O. Saame, que intenta mostrar, en su obra Der Satz vom Grund bei Leibuiz', cémo todas las doctrinas mss importantes de Leibniz se pueden derivar de este principio; también M. Heidegger lo describe como uno de los prin- cipios supremos de Leibniz, y el que «marca nada menos que la im- pronta més profunda y, al mismo tiempo, més secreta, de la épaca de la historia que lamamos “‘modernidad”s®; en este principio se basa en lima instancia, en opinién de Heidegger, toda la técnica moderna, fen la medida en que representa una racionalidad calculadora, una lama- da a la perfeccién, al cilculo exhaustivo, a la completa fundamentacién, Asimismo, L, Couturat afirma que «Leibniz a résumé Jui-méme toute sa métaphysigue ex la déduisune du principe de raison» ®, Incluso el ‘mismo Leibniz habla en ocasfones del Principio de Razén Suficiente como principio supremo de la raz6n, y Wega a decir que su no uso ha motivado que la Metaffsica no haya avanzado histéricamente: «... ese ‘gran principio de ta necesidad de una razén suficiente para todo acon- tecimiento, cuya transgresin destruiria la mejor parte de toda la Filo- sofia... Hay que reconocer que ese gran principio, aunque haya sido reconocido, no ha sido suficientemente empleado y ésta es en buena parte la razn por Ja que hasta ahora la Filosofia primera ha sido tan poco fecunda y tan poco demostrativa» ", 7 Bstas obras son las do Xiav, J. (1921), Sonuno Gauazo, J. (1966), Onruca ¥ Gasser, J. 958), Ptzz be Lasowpa, A. (1977 9 1981), Bevievensts, 1. (1981), Munro, t (84) Para completar este aspecto puede convultarse GuiLien Vena, Ty, Pablicaclones sobre Leibniz en revista: espatolus deste 1970 @ 1984, Rev, Atafe3, ‘Salamanca, 1985, p. 377-414. WSs, O.; Der Satz vom Grund bel Lefbnis, H. Krach Verlag, Mainz, 1961, 4, Haimecarh, 8 op. ct 78 © Coururar, Ly’ Sur fa motaphysique de Leibnis, Revue de Metaphysique et ae Morale, 1903, t.%, p N"Yatinaz, G. WGP. VIL, 393 (tad. cast. E, Raps, La polémica Leibnic: Clarke, Taurus, Made, 1980, p: 104), PENSANIENT, HOM. 172, VOL 18m) pr 450 S.A. MCOLAS: RAZON SUFICIENTE ¥ EXISTENCTA DE DIOS Es evidente que nuestro principio ocupa un lugar privilegiado en el ‘contexto de la Filosofia leibniziana, sea cual sea Ia interpretacién que del mismo se haga. Pasemos a ello. Las interpretaciones que se han hecho del Principio de Rezén Suficiente van en tres lineas, a saber: A) Interpretacin I6giea Esta interpretacién se puede apoyar en un gran niimero de textos leibnizianos del tipo siguiente: «El principio fundamental del raciocinio ces: nada hay sin raz6n, es decir, explicada la cosa més prolijamente, no hhay ninguna verdad a la que no sustente una razén. La razén de una verdad consiste en el nexo del predicado con el sujeto, esto es, en que cl predicado esté incluido en el sujeto, ya sea manifiestamente... ya sea cencubiertamente» ®, ‘Textos de este tipo han dado lugar, con toda razé6n, a que se inter- pretara el Principio de Razin en términos exclusivamente Idgicos, pues ‘es el mismo Leibniz el primero en hacerlo a veces. En esta linea van las interpretaciones, principalmente de L. Couturat y B. Russell. El primero, basindose en el optisculo Primae veritates, publicado por 41 mismo, y en un esfuerzo grande por interpretar a Leibniz de modo ‘coherente, defiende que ece principe signifi, exactament, que, dans toute proposition vraie, le predicat est contenu dans le sujet; par suite, que toute verité doit pouvoir se demontrer a priori, par Ia simple analyse de ses termes; en un mot, que toute verité est analitique»®. Su igter- protacin es netamente légica Por su parte, B. Russell también intrepreta el Principio de Razin Suficiente en linea primordialmente I6gica, pues esté ligado a un deter- minado tipo de proposiciones (las contingentes) como principio sistema- tizador de las mismas, Finalmente, acaba siendo también para Russell tun principio ético, pues en Ia relacién entre fendmenos, el efecto debe ser objeto de deseo (fin psicol6gico) y pretensién al bien (fin ético) ® Ambos autores aducen textos que avalan sus interpretaciones. Pero creo que es sumamente parcial atribuir al Principio de Razén Suficiente 1 Lamuz, G, W., Consecuencias metefisioas del Principio de Razén, FA. 1. CCouturai, Opuicides ef fragments indits de Leibniz, Pars, 1903, p. 11 (trad. cast E. pe Osco, G. W. Lelbmin. Eseries Iilosoficos, Ed. ‘Charcas, Buenos Aires, 1982, p, 508). 1S "courtaar, Ly art. cit, pp. 7-8. Gtr RUSSELL, By op cy pp. 44, 49 y 58. essamieyo, Now. 72, VOL 490 aa JA. NICOLIS: RAZON SUFICIDNTE Y BXISTINCIA DE DIOS 451 tun valor exclusivamente o preferentemente Iégico, como ocurre sobre todo con L. Couturat. Leibniz mismo deja bien claro que el p cen cuestiOn no sélo tiene un valor I6gico (lo cual es totalmente cierto), sino que también tiere un valor ontolégico. Reducir el significado del Principio de Razin Suficiente a que toda verdad es analitica porque todo predicado esti contenido en el sujeto, es una parcialidad injusti- ficable desde los textos de Leibniz. B) Interpretacién ontolégica Hay otros autores que destacan la dimensién 0 el valor ontolégico del principio hasta el punto de ocultar la dimensién I6gica. Estos intér- pretes se basan en textos leibnizianos del tipo siguiente: «...es el prin- cipio de la necesidad de una raz6n suficiente, esto es, que nada ocurre sin que haya una raz6a por la que aquello haya de ser asi mis bien que de otra manera» ®, En pasajes de este tipo no se hace una referencia explicita a la ddimensiGn l6giea, y en ellos encuentran su legitima justificaciéa quienes interpretan el Principio en este sentido. Destacan en esta linea M. Hei- degger y H. H. Holz. 'M. Heidegger sostiane que el Principio de Razén significa que «algo fs ente, si y sélo si, esti asegurado para el representar como un objeto calculable... Este prinsipio decide sobre lo que puede ser considerado como objeto de una representacién y, en general, como ene». Se trata el principio supremo de los entes, pero por lo mismo supone la acepta- cin definitiva del alejamiento u olvido del ser, si se lo acepta en sentido leibniziano, Hay que entenderlo mis bien como epalabra del ser». En cualquier caso, es Heidegger quien en este contexto se olvida del nivel Idgico en el que el Principio de Razén también tiene su valor. Por su parte, H. H. Holz también se acerca a este planteamiento cuando da primacia al nivel ontolégico sobre el I6gico en la Filosofia de Leibniz; considera el Principio de Razén Suficiente una ley ontol6- gica y entiende que el principio dice algo sobre «condiciones internas dol ser». No obstante, su postura es bastante més matizada que Ia de Heidegger, pues admite que Leibniz deriva expresamente el principio Lentz, G. W., GP, VIL, 356 (trad, B. RADA, op. city 56). Hpecaes, MC on elt p77. 1 Houz, HH, Lelinis, "Teenos, 1970 (ed. slemana, 1958), 1423. Pexsanot, NOM. 172, VOL 8 57 ea 352 [Ac MCOLA¢: RAZON SUFICIENTE Y BXISTENCIA DE DIOS de la fGrmula «praedicatum inest subiecto», la cual debe ser entendida tanto en sentido Idgico como ontolégico» *. ‘A esta segunda interpretacién habria que acusarla, al igual que la primera, de parcial. Afirma algo que sin duda esté en Leibniz, y ademas ampliamente repetido, Es la interpretacién més obvia del Principio de Razin Suficiente, Pero no por ello expresa totalmente lo que Leibniz quiso decir. Este también afirmé explicitamente un valor I6gico del Prin- cipio que no se puede minusvalorar. ©) Por ello habria que proponer una tercera interpretacién que po- driamos llamar Idgico-ontoldgica, porque los dos niveles tendrfan cabida. No se trata simplemente de un intento de conciliaciGn ecléetica, sino de un esfuerzo de rigor cientifico respecto a los textos de Leibniz, Bl mismo ha expresado este doble valor del principio en repetidas ocasio: nes. No es dificil encontrar textos del siguiente tipo: «El otro es el de razin suficiente, en virtud del cual consideramos que no puede hallarse niingiin hecho verdadero o existente ni ninguna enunciacién verdadera sin que asista una razén suficiente para que sea asi y no de otro mado» ”. ©, en otro lugar: «Ese principio es el de Ia necesidad de una razin sufiviente para que algo exista, para que ocurra un acontecimiento, para aque tenga lugar una verdad», Estos textos son de la Monadologia y de la olémica con Clarke, en 1716, es decir, son escritos ya de madurez y fen Ios que Leibniz afinaba muy bien cada término utilizado, En ambos textos, Leibniz atribuye al principio un valor tanto légico (veracidad de una proposicién) como ontoldgico (acaecer de un hecho). Quisé porque para él el orden del pensamiento y el del ser som parale- los, y eso y no otra cosa expresa el principio de razén: que nada de cuanto acaece es opaco a Ia raz6n. Todo es inteligible. EI universo es racional, Todo lo real es racional En esta Iinea interpretativa cabe situar a O. Saame y a W. L. Craig. Dice el primero de ellos: «Die dargelegte Ubereinstimmung von Seins- grand und Aussagegrund ist fener bedeutsam fir die Finordnung des Sates vom zureichenden Grund. Es zeigt sich niimlich von dieser Uber- instimmung her, dass sich die beiden Hauptbedeutungen des Satzes vor zureichenden Grund, nimlich die, die sich auf die Aussage, und Hou, H, H, op. cits p, 144, Latesiz, G.' We, Monadologie, GP, Vi, 612 (trad. J. VELARDE, Monado- ogg, Ed, Penta, Oviedo, 1981, p, 103) 3 Lem, G. We, Gb, Vii, a9 ( E, Raph, op. city 134), FeNsaeNTO, NOM. 12, VOL 9 (807 vo. wr. IicoLAS: RAZON SUFICIENEE Y RXISTENCIA DE DIO 453 jene, die sich auf das Seiende bezieht, erginzen. Der Satz vom zureichen- den Grund ist also schon deshalb keineswegs lediglich ein Grundsatz der Aussagens En esta misma linea afirma W. L. Craig: «We are led, then, to a third ‘meaning of the word ‘reason’; in addition to efficient and final cause, it also means, when applied to truths, a rational basis. When we ask for the sufficient reason of a truth, we are asking for the rationally intelligible basis of that truth, and the answer is that the basis of the truth is the predicate’s being contained in the subject» ®. Ambos autores, en sus sugerentes y por otro lado relativamente re- cientes trabajos coinciden en destacar el doble valor que Leibniz da a st principio, Ademés, de no ser asi no se entender‘a 1a universalidad que Leibniz le atribuye. En esta linea, pues, debe ir la interpretacién del Principio de Raz6n Suficiente. Asi planteado, surgen numerosos problemas: Qué entiende Leibniz por racional, 0 qué modelo de racionalidad utiliza, cémo se abre esa ra- cionalidad al ambito teolégico, en el que Leibniz desemboca, qué cate- gorfa utiliza para conectar los dos niveles en los que el Principio tiene validez, etc. Dadas las limitaciones de extensién del trabajo, me voy a restringir al anilisis de dos cuestiones que son polémicas, aunque no siempre se repara en ellas, y que ademés son fundamentales a la hora de plantear el problema de la existencia de Dios, que es a donde queremos ir a parar. 3, Dos CUESTIONES FUNDAMENTALES Los dos puntos importantes a aclarar son los siguientes: cuando Leib- niz dice que todo tiene una raz6n, zquiere con ello decir, una causa? Ha habido respuestas contrapuestas. Una vez mas habremos de remitir- nos a los textos de Leibniz para dilucidar la cuestién, EL segundo problema importante es: en iltima instancia, el Princi- pio de Razén Suficiente, pretende dar respuesta a la pregunta, por qué hay esto y mo otra cosa, 0 mas bien a la pregunta, por qué hay algo y no més bien nada? De la respuesta 2 estas preguntas dependeré direc- from Plato to Leibniz, MeMillon, PENGAMEO, HOM 172, VOL. 4 (18 po uae 954 A. MCOLAS! RAZON SUFICIENTE ¥ EXISTENCIA DE DIOS tamente el planteamiento y resolucién de la euestién de Dios desde la 6ptica Jeibniziana. Ba. Causa 0 razin? Leibniz no utiliza estos términos unfvocamente, En numerosas ocasio- nes los equipara o los usa indistintamente. As{ ocurre en el siguiente texto: «... se ve que siempre ha habido alguna causa o razén que nos hha inclinado...®. © para explicar el mismo Principio de Razin Sufi ciente dice, en otro lugar: «Nihil fieri sine causa, seu nihil esse sine ratione»™, De estos textos podria concluirse que Leibniz, cuando habla de raz6n en el Principio de Razin Suficiente, quiere decit causa. Esto ‘es lo que da pie a J. Jalabert para interpretar el principio en ese sentido ‘cuando dice: «Le principe de raison suffisante oblige & se demander la cause de cette grandeur et de cette figure.» Y, mis adelante: «C'est au principe de raison suffisante qu'il fait appel pour établir Texistence de Dieu... Il est aisé de comprendre pourquoi Leibniz englobe ainsi, dans tuna méme ‘émonstration, la considération de Dieu, comme principe des ‘causes mécaniques, et celle de Dieu comme principe du changement des monades. En effect, c'est par una méme causalité que Dieu produit ce double devenir»®, J. Jalabert hace sinénimos causa y razin, al igual que hace a veces Leibniz, aunque en un momento determinado matiza un poco més, di- ciendo que causa es sinénimo de razén si se toma en un sentido general. ‘Sin embargo, en este punto discrepo completamente de Jalabert. Si bien es cierto que Leibniz a veces identifica causa y razSn, no es menos cierto que otras veces los distingue expresamente. Asi, encontramos textos del siguiente tipo que tampoco son infrecuentes: «Pues en las cosas eternas, por més que no exista causa, debe, sin embargo, conce- birse la razén, Tal razén es, en las cosas inmutables, la necesidad misma, ‘0 sea, Ia esencia, mientras que en Ia serie de las cosas cambiantes, aun- que esta serie se imagine eterna desde siempre, a raz6n consistirfa en €l predominio mismo de las inclinaciones. En este caso, pues, las razo- nes no obligan necesariamente, sino que Gnicamente inclinan» ». B Lanne, G. W, Teodieea, GP, Vi, 123 (trad. P. Azcisare, 148), Lentz, G: Wy’ Gb, Vil, 30, Tambien cfr. Gna, G, GW. Leibniz, Testes inddits, Paris, 1948, 263! y GP, V, S "yarassar, | Le Dew’ de Leibnis, PUF, Pars, 1960, pp. 96 y 99. & Lemna, G." We De. rerum originaione radiali, GP. VU, 3023 (trad, E, O1aso, op. eit, 473}, Vease tambitn GP, VI, 602, ¥ VI, 612 JA. MCOLAS: RAZiN SUPICIENTE ¥ HRISTENCTA DE DIOS 455, Para las cosas eternas dice explicitamente Leibniz que no hay causa, pero sf razén. Para las mutables, jeabe pensar en una causa que no bligue, sino que incline? Evidentemente, en este texto y semejantes, Leibniz no esté pensando en causa, sino en algo distinto. En algo bas- tante més amplio, en donde cabe causa como un tipo concreto, pues segiin hemos visto, Leibniz también lo utiliza a veces. Pero en modo alguno esté justificado reducir el significado del Principio de Razén Suli- ciente @ una pregunta por la causa. Toda causa es un modo de dar raz6n, pero no toda razén es una causa. De momento, Leibniz, a veces, quiere significar causa eficiente y, a veces, causa final, Pero ni siquiera asl se gota cuanto Leibniz quiere significar con el principio. Cuando explica mas detenidamente esto, dice: eT: Ante todo, zno me concedes que nada es sin raz6n? Fi: Esto lo concedo a tal punto que considero que puede demostrarse que nunca existe cost alguna a la que no se le pueda (al menos para quien sea omnisciente) asignar una razén suficiente de por qué existe y de por qué es més bien asi que de otro modo. El que niega esto des- truye la distincin entze el ser y el no-ser. Todo lo que existe tendra ‘en cada caso todos los requisitos para existir, pero todos los requisitos para existir, tomados a la vez, son la raz6n suficiente de existir»®, En tun texto publicado por G. Crua™, explica Leibniz que «requisitos es todo quello sin lo cual la cosa no puede existir, Difcilmente se puede redueir To que aqui se expresa a causa, Por otro lado, no hay que olvidar que el principio tiene valor tanto Idgico como ontolégico. Y asi como tiene sentido preguntar por la causa de un hecho, no lo tiene hacerlo por la de un juicio, sino mas bien por su razin o fundamento. Esto ha sido ‘muy bien visto por O. Saame y W. L. Craig>. En esta linea que venimos describiendo habrfa que interpretar el Principio de Razin Suficiente no como principio de causalidad, sino mas bien como principio del fundamento, esto es, como el principio que exige que todo debe estar justificado ante Ia razén (todo hecho y toda verdad), y no s6lo en general, sino en particular, deben concurrir todos Jos requisitos para que un hecho acaezca oun juicio sea verdadero. Ahora bien, la razén dispone de diversos procedimientos para hacer de la realidad un campo de inteligibilidad: bisqueda de causas eficientes, 0 2 Lamm, G. W., Confestio philowphi, 0, Saame (ed), Frankfurt, 1967, 38 (trad. E. OLAS0, op. cit. 100-101). » "S "Gin Lett, G. Ws, De existent, Gran ed ct, p, 267. 3 Gis Suan,’ Ov opie, esl 9’ Caste, We. de 2602 PENSAMIENTO, WOM. 172, VOL 9 (8) pp erate 456, JA. MCOLAS: RAZON SUFICIENTE Y EXISTENCIA DE D105 ccausas finales, establecimiénto de condiciones materiales, desarrollo de procedimientos de actuacién de la mente, clasificacién de datos observa- dos, preguntas por los intereses iltimos del hombre, busqueda de Ios principios primeros, coherencia de los diversos dmbitos, ete. Cada uno © varios de estos procedimientos sera suficiente en un determinado Ambit. En muchos casos, Leibniz se ve obligado a inventar nuevas categorias a redefinir las ya existentes, para hacer perfectamente transparente a la razin un problema concreto. Asi como la concurrencia de un determi- nado requisite no es necesario absolutamente, aunque si hipotéticamente (un tizo de necesidad que inclina sin obligar), lo que si es absolutamente necesirio (es decir, su contrario seria contradictorio) es que se dé algin tipo ce razén que justifique el hecho o la afirmacién. Es decir, que ef Principio de Raz6n Suficiente da lugar 2 un entramado racional, en el que nada queda suelto y que, sin embargo, deja espacio a la libertad, tanto en Dios como en e] hombre; pero ahora no vamos a entrar en este diffcil pro- blema leibniziano. Todo esta ligado, decfa, por razones, que en muchos casos son relaciones mateméticas. Se explica asi la relacidn entre las ménadas. Entramos con ello en la teoria de la sustancia, que ya he tratado més dete- nidamente en otro lugar®. Lo que me interest aqui poner de relieve es que toda ella esté elaborada sobre el Principio de Razén Suficiente, tanto fen su conjunto como en su detalle, Algo parecido sucede con la Teoria de Ta verdad. 3.2. ¢Por qué X y no ¥? 0 ePor qué X yno nada? Rara vez los interprets se detenen en este detalle, que como vere: mos es de tracendental importncia, Cuando se pone en prctca el Principio de Razin Suficiente y se pregunta no por la razén de tal 0 cial siceso, o de tal o cual verdad, sino por Is totalidad de cuanto acaece Y de su afrmacion lgica, qué es exactamente lo que pregunta Leibniz? Caben dos respuestas, con apoyo en Jos textos lebnizianos, a saber: ;por au este estado de costs 0 exte mundo y no otro? Pero tambien se puede interpretar en tn sentido més radial: por qué un mundo y no nada? Lebniz ofrece las dos versiones. Asi, encontramos textos del tipo siguiente: «.. por tanto, agut en estas costs indierenes ¢indeterminadss 3 Clr, NicoLts, J. An, La nocién de. sustancia de, Leibniz frente a la de Descares, Rev, Cuadernos de Filosofia y Ciencia, nim. 4, de. 1983, pp. 161-172. PENSAMONTO, NOM. 2, VOL 18) pense ‘no puede hallarse una razén de lo determinado, a saber, por qué el mundo existe de tal modo y no se ha desplegado bajo otra forma cualquiera no menos posible», ‘La respuesta desde la perspectiva leibniziana es bien fécil: este mundo ha sido elegido por Dios por ser el que ms cantidad de esencia contiene, fen virtud del principio de los composibles, que es un principio de selec- cidn. Esta seria su razén suficiente. Puesto que stodo posible tiende a existire®, y hay posibles incompatibles, es Dios, que actia siempre en funcién del bien. quien hace una cleccién inteligente y elige lo major: Esa es la razén suficiente de que exista este mundo y no otro, desde luna perspectiva metaiisica. Ahora bien, desde una perspectiva genético- material, este mundo se explica por el estado anterior de cosas, en una relacién fundamentalmente causal", Pero esta perspectiva es poco s2- tisfactoria porque répidamente conduce a un regreso infinito que deja todo por explicar. La perspectiva metafisiea se basa en el principio clave de toda la ontologfa leibniziana que es el de la exigencia de todo posible de existir, Se trata en ltima instancia de una tendencia enaturale, pues no puede ser explicada por otro principio anterior, y que, sin em- bargo, juega un papel importantisimo en todo el sistema de Leibniz: permite pasar del mundo de los posibles al mundo real, sin tener que apelar a un puro voluntarismo divino, Pero todo esto no es mis que algo segundo. No es lo mis radical por lo que se pregunta con el Principio de Raza Suficiente. Leibniz Pregunta en radicalidad por qué hay algo y no nada. Utiliza esta misma formula, como vemos en el siguiente texto: Asentado este principio, Ia primera pregunta que tenemos derecho a formular sera por qué hay algo mis bien que nada», O este otro, donde distingue perfectamente las ddos preguntas que estamos analizando: «Hay una razén en la naturaleza para que exista algo mas bien que nada, Esta es una consecuencia de ‘quel gran principio de que nada se hace sin razén; asi como debe haber ‘ademds una razén para que exista esto mis bien que otra cosas ®, Xen, G. W, Consecuencia metaisics det principio de rezén, Ed. Cov turns 2.1) Gad, Otaso, op cits 306) Tambien puede verse GPs Vie 1067); ‘Vi, 127, y Vi, 336. ie > Lae Geeta vist tem, GW, Todo posible evige exit, GP, Vil, 194 (E. OLaso, op eit, 31's teh ie). 2, G. We, GP Vly 302. Wz, G. W. GP. VI. 2 (ad. E. Oraso, op it, €O), 12, G. W, Ed. Couturat, 333 (tad, B. Otaso, op. cit, p. SOD), Véase 6G Me « ‘cit, p. 501), Ve revsaneo, won, 72, VoL 2 18m) on 7982 458 JA McoLss: s4Z6N SUFICIENTE ¥ EXSTENCIA DE DIOS Leibniz. es consciente de que son dos cosas diferentes. Se trata ahora de buscar Ja racionalidad no ya de este mundo, sino del hecho anterior, de que exista algo. {Por qué no la nada, si, como dice el propio Leibniz, es mis simple y més fécil que el sero? *, Hasta estos confines dtimos debe llegar ef Principio de Razin Suficiente, en virtud de su universali- dad, si ésta se entiende en sentido ldgico y ontolbgico, como hace (©. Same, y no sélo en sentido légico, como hace L. Couturat®. ;Es racional que exista algo? Este es el Principio de Razén Suficiente plan- teado en su méxima radicalidad. La pregunta no es exclusivamente leibni- ziana, En nuestro siglo sigue teniendo importantes resonancias entre los. il6sofos. Pues bien, justamente aqui es donde sitia Leibniz el problema de Dios. Se trata del lamado habitualmente argumento cosmolégico. Pasemos a su 4. PRINCIPIO DE RAZON SUFICIENTE Y EXISTENCIA DE Dios Ya tenemos el terreno perfectamente delimitado para abordar la ccuestién de Dios. En primer lugar, hay que decir que el argumento que utiliza el Principio de Razin Suficiente para acceder a Dios, no es el \inico que desarrolla Leibniz. B. Russell, por ejemplo, distingue cuatro arguments distintos, uno de los cuales es el de la contingencia 0 cosmo- ogico; y J. Jalabert analiza cinco razonamientos distintos, tres de los cuales coloca bajo el rétulo de scosmolégicoss, a saber: el del movimien- to, el de la contingencia y el de la armonia preestablecida ”, En segundo lugar es de resaltar también que Leibniz es el primero que utiliza este principio en relacién con la demostracién de la existencia de Dios. Esto confiere a dicho argumento unos caracteres especiales, De la importancia que Leibniz daba al argumento da idea el hecho de que lo formula ya en su juventud; y Io desarrolla en numerosas casiones hasta sus iiltimas obras de madurer. No todas las versiones son idénticas, Veamos alguna de ellas: «Dios es la primera razén de las, cosas, porque las que son limitadas, como todo Io que vemos’ y experi- ‘mentamos, son contingentes, y nada hay en ellas que haga necesaria su Lamuz, G.W, GP, Vi, 602, Shane, 0., op. it, 43, y Courunat, Le, art. city p. 10 Roses, By op. city p. 139. Jatasent, J op. cite pp. 93 y 58. y 223. es 1A: MCoLAS: ALON SUNIIENTE Y BXISTENCIA DE DIOS 459 existencia; siendo muy claro que el tiempo, el espacio y la materia, homegéneos y uniformes en si mismos e indiferentes a todo, podfan muy bien recibir cualesquiera otros movimientos y figuras y en un orden distirto, Por consiguiente, es preciso buscar la razén de la existencia del munéo, que es el conjunto todo de las cosas contingentes ¥ es necesario Duscerla en Ia sustancia que tenga en s{ misma la razén de su propia existencia y que sea por lo mismo necesaria y eterna... He aqui en pocas palabras la prueba de un Dios tinico con sus perfecciones, y por su medio el origen de Jas cosas ®, ‘Se trata de la versién de la Teodicea. En este argumento se parte de dys supuestos: que algo existe y que el Principio de Razén Sufi- ciente tiene validez. Respecto a lo primero, indica que se trata de una pructa @ posteriori, pues no se parte de conceptos, sino del hecho de la existencia; eso sf, tomada en su maxima generalidad, y no en un exis- tente concreto, Ya vimos més arriba que lo que Leibniz pretende hacer racional no es solamente el hecho de que exista tal cosa, sino de que exists algo. Por otto lado, Leibniz no recurre a un regreso, que por no poder ser infinito haya que acabar en un momento determinado, Este serfa el plantzamiento de Santo Tomés. Pero en este punto Leibniz presenta una de sus novedades importantes, como ha puesto claramente de manifies- to W. L. Craig en su detallado estudio, En el argumento leibniziano no se acude para nada a ningtin tipo de regresién, se pregunta ya de entrada por la totalidad. No se utiliza el principio de causalidad, sino el de razén suficiente, Esto implica que Leibniz no busca una causa eficiente del mundo, sino aquel fundamento que hace inteligible la totalidad, Mientras que el devenir es imprescindible en la prueba to- ‘mista, en Ia de Leibniz no tiene Ia menor importancia; aun de un munéo eterno cabria preguntar por su razin suficiente*. Esto sucede porque Leibniz utiliza un concepto ldgico de contingencia. Contingente es tequello cuyo contrario es posible». El mundo en su totalidad es % Lewnz, G. W., Teodicea, GP, VI, pp. 106-7 (trad, P. Azchaate, ‘Tambén se desarrolla este argumento’ en: GP., VIL, p. 289; Vil, p. 3 2 3082 Vip 497; MI, pedis: Vp, 602; Vi, 613: Couto. 33 Pout, py 13. 1” Gir. Casto, Wa, 0D. cite pp, 2823. © Cie, Yauasier, J op. ty 108. © Letantz, G. W, Confesso’Philocophi, 0. SME (24), p. 64 (trad. E. OLAs0, op. eit, p13). PeNBAMiENTO, NOM. 7, VOL. (86 aa 460 eT RETRY IO contingente, y en cada parte también, Cuél es, pues, su razén sufi. ciente? La primera respuesta posible es que el mundo en su totalidad sea razin suficiente de sii mismo. Por ello Leibniz se ocupa bien de analizar esta posibilidad. Su conclusién es negativa. ¢Por qué el mundo no puede ser razén suficiente de s{ mismo? Oigamos a Leibniz en los Principios de ta naturaleza y de la gracia: «Ahora bien, no se podria encontrar esta razén suficiente de la existencia del universo en la serie de cosas contingentes; es decir, en los cuerpos y sus representaciones en las almas. En efecto, Ia materia es en s{ misma indiferente al movi- miento y al reposo, y ante tal o cual movimiento, no podemos encontrar la razéa det movimiento y menos ain de tal movimiento determinado. Y aunque el movimiento presente, que esta en Ia materia, proviene del precedente, y éste incluso de otro precedente, no hemos avanzado mis aunque vayamos tan lejos como queramos: pues siempre queda en pie la misma pregunta, Asi, es preciso que la razn suficiente, que no nece- sita de otra razén, esté fuera de esta serie de cosas contingentes» *. EI mundo no puede ser razén suficiente de s{ mismo, porque lo con- tingente es incapaz de dar razén de si, més que causalmente, y este tipo de explicacién no explica finalmente nada. Si cada parte del universo es contingente, la totalidad también Io es. Esto en la concepcin légica de Ja contingencia de Leibniz significa que su contratio es posible. Es decir, si nada existiera, no habria en ello contradiccién alguna, Sin em- bargo, la totalidad del universo tiene razén suficiente, pues, como dice el propio Leibniz, elo que existe tiene razén suficiente de existies, Y la razén suficiente de existir ya hemos dicho que es «la totalidad de los requisitos tomados a la vez» (cfr. nota 27). No se trata, pues, de que al mundo le falte alguno de sus requisites, sino de que no se los puede dar a si mismo todos. Ante la pregunta zpor qué el ser y no la nada?, ccaben dos respuestas: el ser por s{ mismo, lo cual contradice la experien- cia de la contingencia de cada ser, 0 bien el ser por algo otro. La primera opcién, segiin la interpretacién de B. Russcll, es elimi- nada por Leibniz para evitar el pantefsmo spinosista®, Segiin Russell, ppodia haber dicho que la serie entera de existentes no esti condicio: nada por existente algun. La razn suficiente no seria un existente, y la totalidad del mundo serfa metafisicamente necesaria. Pero en este punto 1 “Letmuz, G. W., Principios de la natwaleca y de ta gracia, GP, VI, p. 602 (, 1480, op. cit, 1-2). © Che, RUSSELL, B, op. cit, 208 eNSAMIETO, HUM. 172, OL. 4 (87) ea JA, MCOLAS! RAZON SUFICIENTE ¥ ERISTENCIA DE DIOS 4a nno puedo estar de acuerdo con Russell. No hay razones para pensar que tuna suma de contingentes puede acabar siendo necesaria. Tendra razin Leibniz. en que la razén que haga inteligible 1o contingente no puede ser intramundana porque serfa contingente y precisarfa a su vez otra razén suficiente, La segunda es la nica via que Leibniz considera transitable. Por ello desemboca en la necesidad de un ser que sea razén suficiente de mismo, que reiina en si todos los requisitos de su existencia. No se trata, pues, de hacer una excepeién al Principio de Razén Suficiente, con un ser det que no haya que dar razén, sino que este ser debe ser razén suficiente de si, Esta es otra diferencia importante respecto a Santo Tomvis, que sf acaba en un ser incausado, es decir, en una excep- cin al principio de causalidad. Para que un ser pueda ser razén suficiente de si tiene que ser nece- sitio, es decir, que su contrario implique contradiccién, ;Cuindo es ccontradictoria la no-existencia de un ser? Cuando ello contradice a su propio concepto. Por tanto, el concepto de ser necesario implica su exis- tencia. Con lo cua’ el argumento cosmol6gico desemboca en el argumen- to ontol6gico, ;Signifiea esto que su validez depende de la del argumento ‘ontolégico? Leibniz. no dice nada al respecto, y éste es un punto re- levante como para que lo pase por alto, sobre todo teniendo en cuenta ‘que el argumento cosmolégico es muy importante para Leibniz, Por otro lado, zpor qué dice Leibniz, que sin el Principio de Razén Suficiente no se puede demostrar la existencia de Dios? Esto lleva a pensar que para Leibniz este argumento tenfa mayor auto- nomia y valor que la de ser mero preludio del argumento ontolégico. La lave interpretativa est en c6mo entender el ser emetafisicamente necesa- rion, Puede ser sintomético que Leibniz deja de entender enecesario» en sentido ldgico y lo usa en sentido ontoldgico. Llegado a la necesidad racio- rnal de un ser que sea fundamente do si y del mundo, Ia prueba puede darse por conciuida en estricto rigor. EI mundo se ha hecho inteligible en ese punto. Si, ademés, se quiere continuar indagando acerca de cémo cabe entender ese ser necesario, puede hacerse legitimamente, Entonces irén apareciendo determinaciones, no sélo como la del argumento ontol6gico, sino otras como la bondad, la inteligencia, la omnipotencia, etc. Pero esto ya no es estrictamente necesario, aunque Leibniz evidentemente to in- troduce. “© Puede verse GP, VIL, p. 419, 9 V, p- 164, Pexsanento, uM. 172, VOL. 6 187 ve. sce 2 JA: NICOLAS: RAZ6N SUPICIENTE ¥ BXISTENCIA DE. DIOS ‘A estas alturas ya, comienzan a aparecer las limitaciones del sistema leibniziano: su concepcién de la racionalidad segin el modelo deductivo, que él asume conscientemente®, y que hoy no se puede aceptar sin ‘mis como el modelo de racionalidad, ni menos ain como el método més cespectfico © mas apropiado de la Filosoffa. Su concepcién Tineal del fun- damento, que hoy tampoco se puede admitir sin més discusién, ete. Leibniz no tenia otras posibilidades filoséficas en su momento; por ello, los problemas que planted y los instrumentos que perfilé superaron en ‘mucho sus propias soluciones. Hoy sigue sonando como un reto la pregunta leibniziana: zpor qué el ser y no la nada? Las categorias que la razén vaya creando para dar respuesta, esto es, para dar cuenta de la racionalidad de la realidad, no serén sino diversos modos de rati- ficar la validez de una determinada comprensién del Principio de Razén Suficiente. Jwan A. Nicouis Marty LB, Gabriel Mirés, Orihuela (Alicante) 1 Jara Carillo, 16, 4° Soot Morin © Gtr. Lemnz, G, W, GP, U, 62 y Leibniz-Handsehriften, 9 (tad. E, OrAs0, op. city p. 333) exeaMyo, HOM. 172, VOL 49 (47) ara BASES PARA UNA INTERPRETACION DEL MANIQUEISMO RESUMEN: El autor, en este articulo, intents ofrecer algunos pun os nuevos para la Interpretaciin del mantquelsimo. Las’ beses’ de ta intorpretecién ‘son las nuevas fuentes, manique ‘eatas fuentes se. muestra ol orientalismo, la mezcla_ polite Feligiosa y el Intento del dominio orlental sobre Occldonte a ber manique> implica una gles de r muy diversos y con diversos significados de los Significadoe ceyo ultimo fundamento es la. misma realidad. matorial 'y sobre le cual surge toda una filosotia y no una religion. EL maniquefsmo, a pesar de su profunda influencia en Oceidente, sigue siendo un movimiento desconocido. Hasta muy avanzado el si glo xx Tos conocimientos del mismo han sido bisicamente las fuentes indirectas y antimaniqueas. El maniquefsmo habla sido falsificado a partir de presupuestos ajenos al mismo. En este sentido se destaca la figura de Agustin de Hipona, quien, desde perspectivas neoplaténicas, ha transmitido una imagen claramente extraiia al mismo maniquefsmo. Los trabajos més recientes de Puech y Widengren se aproximan mas a este movimiento. Su falta, sin embargo, de clarificacién del papel del mito —mas acusada en Puech que en Widengren— y la simple identifi- cacién del maniquefsmo con una religidn les leva a la insuficiente com- prensién de este movimiento emparentado con el gnosticismo. En este articulo pretendo, tan s6lo, mostrar algunos aspectos sobre los que creo se hen de orientar los estudios sobre el maniquefsmo. Pri- ‘meramente diré uras palabras sobre la vida de Manes y el mundo gnés- tico en el cual se concibejvive el pensamiento de Manes. En segundo. lugar, me referiré al significado genérico de los mitos maniqueos y. finalmente, anotaré cudles son las nuevas fuentes maniqueas. |. MANES ¥ EL MUNDO GNOsTiCo Yo, el unico Manes, he venido al mundo y... todos los Poderes del ‘Mundo se han tambaleado, Usa confusién ha surgido ante mi. Si hubieran ‘yenidos dos Manes al mundo, cqué lugar podria soportalos qué Naciéa

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