2.2 Bases Teoricas

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2.

2 Bases Teóricas

2.2.1.- Los cambios biopsicosociales en el desarrollo infantil.

De acuerdo a Biehler, R.F. (1980), se designa con la palabra niño a todo ser humano

entre los 0 hasta cumplir los 18 años, pero este es un período de acelerados cambios biopsico-

sociales. Un punto importante para una primera subdivisión es el proceso de transición que se

vive entre los 11 a 12 años, determinado por lo biológico y lo psicológico, identificado por la

aparición de los caracteres sexuales secundarios y sesgado por la cultura, denominado

"pubertad" (Biehler, 1980). Cabe destacar que la etapa de la niñez es un proceso de suma

importancia debido a que el niño o niña va adquiriendo las habilidades necesarias para poder

desenvolverse en la sociedad en la que se encuentre establecido, siendo el entorno escolar

uno de los primordiales acercamientos en el que se establezca, en el cual puede o no sentirse

parte de ella y partiendo de ella sea el rendimiento académico lo que valore los conocimientos y

habilidades del niño o niña.

2.2.2.- Teoría Psicosocial de Erikson

Erik Erikson (1963) planteó hace 50 años que la identidad (el Yo) de los seres humanos

se desarrolla en base a su interacción con su ambiente; pensaba que la «fisiología» del vivir, es

decir la interacción ininterrumpida de todas las partes, está gobernada por una relatividad que

hace que cada proceso dependa de los otros”. Su hipótesis se fundamenta en que las personas

son seres activos buscando adaptarse al ambiente en que viven y en base a este concepto

desarrolló su teoría acerca del desarrollo de la personalidad que denominó «Teoría

Psicosocial» (Robles, 2008).

2.2.3.- La percepción del estudiante ante el rendimiento académico

Si partimos de la definición de Jiménez (2000) la cual postula que el rendimiento escolar

es un “nivel de conocimientos demostrado en un área o materia comparado con la norma de

edad y nivel académico”, encontramos que el rendimiento del alumno debería ser entendido a

partir de sus procesos de evaluación, sin embargo, la simple medición y/o evaluación de los
rendimientos alcanzados por los alumnos no provee por sí misma todas las pautas necesarias

para la acción destinada al mejoramiento de la calidad educativa (Navarro, 2003). En la vida

académica, la palabra habilidad y esfuerzo no son sinónimos; el esfuerzo no garantiza un éxito,

y la habilidad empieza a sobresalir. Esto se debe a cierta capacidad cognitiva que le permite al

alumno identificar las implicaciones causales positivas que tiene el manejo de las

autopercepciones de habilidad y esfuerzo que perciban en ellos mismos.

Dichas autopercepciones ayudan al estudiante a percibirse como hábil (capaz) en

ciertas áreas, siendo este el elemento central y funcional para que exista un mayor rendimiento.

En este sentido, en el contexto escolar los profesores valoran más el esfuerzo que la habilidad.

En otras palabras, mientras un estudiante espera ser reconocido por su capacidad, lo cual

resulta importante para su estima, en el salón de clases se reconoce su esfuerzo. Aunado a lo

anterior se derivan tres tipos de estudiantes según Covington (1984):

“Los orientados al dominio. Sujetos que tienen éxito escolar, se consideran capaces,

presentan alta motivación de logro y muestran confianza en sí mismos.

Los que aceptan el fracaso. Sujetos derrotistas que presentan una imagen propia

deteriorada y manifiestan un sentimiento de desesperanza aprendido, es decir que han

aprendido que el control sobre el ambiente es sumamente difícil o imposible, y por lo tanto

renuncian al esfuerzo.

Los que evitan el fracaso. Aquellos estudiantes que carecen de un firme sentido de

aptitud y autoestima y ponen poco esfuerzo en su desempeño; para “proteger” su imagen ante

un posible fracaso, recurren a estrategias como la participación mínima en el salón de clases,

retraso en la realización de una tarea, trampas en los exámenes, etc.

Cuando se trata de evaluar el rendimiento académico y cómo mejorarlo, se analizan en

mayor o menor grado los factores que pueden influir en él, generalmente se consideran, entre

otros, factores socioeconómicos, la amplitud de los programas de estudio, las metodologías de


enseñanza utilizadas, la dificultad de emplear una enseñanza personalizada, los conceptos

previos que tienen los alumnos, así como el nivel de pensamiento formal de los mismos

(Benitez, Gimenez y Osicka, 2000). Del mismo modo Jiménez (2000) refiere que “se puede

tener una buena capacidad intelectual y unas buenas aptitudes y sin embargo no estar

obteniendo un rendimiento adecuado”, ante el dilema y con la perspectiva de que el

rendimiento académico es un fenómeno multifactorial.

2.2.4.- Interpretaciones del duelo

En este sentido, Hoyos (2015) afirma que “el duelo se puede definir como el conjunto de

representaciones mentales y conductas vinculadas con una pérdida afectiva, cuyo objetivo es

aceptar la realidad de la pérdida y adaptarse al nuevo entorno” (p.28), se trata de comprender

que el duelo es una experiencia estresante pero normal, porque todas las personas deberá

hacer frente a la pérdida de un objeto que represente en su totalidad o de cierta parte un valor

sentimental o económico o ya sea la muerte de un ser querido, afrontar la manera en la que

afecta el desarrollo psicosocial, que es lo que deberá hacer ante esta situación, qué es lo que

tiene que afrontar, es por eso que ninguna persona puede evolucionar sin dolor, no se puede

crecer si no han experimentado cada una de las emociones y sensaciones existentes, los

duelos terminan siendo parte del crecimiento del ser humano.

En nuestra sociedad se tiende a pensar que el duelo se refiere a la muerte de un

familiar, amigo, conocido o cualquier individuo, pero también se produce como reacción ante

una enfermedad, separaciones de los padres, bajas calificaciones, falta de empleo, perdida de

la libertad, cambiar de domicilio, viajar a otro país, perdida de amistades. Lo esencial del duelo

es que no depende de la naturaleza del objeto perdido, sino del valor que se le atribuye

(Martínez et al., 2020).


2.2.5.- Manejo de las emociones durante las etapas del duelo en estudiantes

Del mismo modo, un factor muy detonante en la actualidad son los acontecimientos de

su vida diaria y las repercusiones de estas. Muchas de las soluciones a estos problemas no

son otras que la inclusión del mundo de las emociones dentro del currículo (Gutiérrez et al.,

2015). Las emociones influyen de una forma clave en el desempeño académico, actuando

directamente sobre el aprendizaje. Cualquier intervención dentro del ámbito educativo debe

fundamentarse, sin embargo, no se pueden eliminar los estados emocionales que acompañan

a este proceso. Es por eso que el hablar de un proceso como el duelo tiende a repercutir

mayormente de manera significativa en las emociones que acompañan al proceso y del mismo

modo repercute en los diferentes ámbitos de la vida estudiantil del infante, afectando

significativamente el rendimiento académico con el que contaba antes de la perdida.

Menciona Martínez (2020) que un estudiante que pase una etapa de duelo, podría verse

afectado anímicamente, produciéndose perdidas de identidad, autoestima, siendo esto

perjudicial para su interacción con sus compañeros, así como el rendimiento académico se

vería mermado, siendo pertinente que docentes, padres, representantes, tengan conocimientos

sobre el manejo asertivo del duelo en los estudiantes, con lo cual podrían contribuir en la

aplicación de estrategias en favor de que el estudiante supere la etapa del duelo sin ver

afectado en gran proporción su calidad educativa.

Plantea Magaña(2016) que “como docentes, tenemos la obligación de subsanar y cubrir

las lagunas formativas respecto a la temática del duelo, tanto a nivel teórico (necesidad de

conocer las principales consignas y factores a aplicar), como práctico” (p. 73).

Un manejo adecuado del duelo, corresponde promover asertivamente las emociones,

tarea para la cual el sistema educativo debe aplicar estrategias configuradas en razón de

actuar en función de educar emocionalmente, siendo tarea de todos los actores educativos
(Roque Díaz, 2018), siendo esta postura apoyada por Aparicio Albelo, González Rodríguez,

Portal Denis, García Gómez, Machado Barberi y Lorente Alguacil (2017), al indicar la

importancia de educar emocionalmente a los estudiantes.

Las emociones cuando no son manejadas asertivamente por parte de los estudiantes,

puede afectar negativamente en su comportamiento, interacción y rendimiento académico

(Pulido Acosta et al., 2017), siendo el duelo una emoción propia del ser humano, es pertinente

que los docentes, padres y representantes, contribuyan en fomentar un adecuado manejo en el

estudiante del mismo, esto podrá generar un ambiente de apoyo al estudiante en función de

superar el duelo sin que este afecte profundamente sus deberes escolares, evitando la

profundización de problemas en su natural interrelación social.


Referencias
Aparicio, A. A., González Rodríguez, L., Portal Denis, N., García Gómez, N., Machado Barberi, F., &
Lorente Alguacil, L. (2017). Educar la inteligencia emocional de los estudiantes de
Logofonoaudiología en la comunidad universitaria. Obtenido de
http://www.revedumecentro.sld.cu/index.php/edumc/article/view/890

Biehler, R. (1980). Introducción al desarrollo del niño. México: Editorial Diana.

Covington, M. (1984). The motive for self-worth. New York: Academic Press.

Erikson, E. (1963). Childhood and society. New York: Norton: Nueva.

Gutiérrez, M., & Expósito, J. (2015). Autoconcepto, dificultades interpersonales, habilidades sociales y
conductas asertivas en adolescentes. Revista Española de Orientación y Psicopedagogía, págs.
42-58.

Hoyos, M. (2 de febrero de 2015). ¿Entendemos los adultos el duelo de los niños? . Obtenido de
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=576869060007

Jiménez, M. (2000). Competencia social: intervención preventiva en la escuela.Infancia y Sociedad.

Magaña, E. C. (2016). Pedagogía de la Muerte y Proceso de Duelo. Revista Iberoamericana Sobre


Calidad, Eficacia Y Cambio En Educación.

Martínez, B., Zambrano-Santos, C. J., & Olmedo, R. (2020). El duelo familiar y el desarrollo emocional en
los estudiantes. Revista Arbitrada Interdisciplinaria Koinonía, pág. 9.

Navarro, E. (2003). El rendimiento académico: concepto, investigación y desarrollo. Obtenido de REICE.


Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación:
https://www.redalyc.org/pdf/551/55110208.pdf
Pulido Acosta, F., & Herrera Clavero, F. (2017). La influencia de las emociones sobre el rendimiento
académico. Obtenido de http://dx.doi.org/10.22235/cp.v11i2.1344

Robles, B. (enero- febrero de 2008). La infancia y la niñez en el sentido de identidad. Comentarios en


torno a las etapas de la vida de Erik Erikson. Obtenido de
https://www.medigraphic.com/pdfs/pediat/sp-2008/sp081g.pdf

Roque Díaz, R. (2018). Desarrollo personal y manejo asertivo de emociones en estudiantes. Obtenido de
https://fundacionkoinonia.com.ve/ojs/index.php/epistemekoinonia/article/view/511/701

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