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Jeon Jungkook había caído en las peores manos, no habría nada que
pudiera salvarlo ahora. Kim Taehyung encontró una nueva satisfacción
en aquel chiquillo de ojos brillantes; que con suerte, duraría más que la
última.
https://youtu.be/iDRC66mXMNI
Foreword
Él solía ser una persona con unos, conmigo era otro. Aún así, yo en
ningún momento me salvaba de recibirlo de la peor manera. Por un
momento, pude estar seguro de que quería morir bajo sus garras,
consumido por su ego, derrotado por su maldad y hecho añicos por su
sadismo. Pero, cuando me di cuenta que su toque solo me ocasionaba
terror y que terminaría en lo más profundo del horror, decidí que era
mejor dejar las cosas tranquilas y ponerme una máscara que disfrazara
el dolor.8
¿Lo odio? Pues obviamente lo hago, eso me hace saber que sigo
cuerdo.
¿Lo quiero? Puede que si, solo que quizá no como debería.
Prometió matarme...
Ahora le tocaba profanar la vida del joven Jeon. Un simple muchacho con
los ojos más brillantes que había visto en su vida. Con una sonrisa cuya
luz por poco se comparaba con la estrella más grande en el firmamento.
Quien se lo había pedido conocía cómo mataba, cómo abusaba de una
manera tan vil. Tarde o temprano lo haría con ese chico, tarde o
temprano aquel ser sufriría horrible. Pobre, no sabía lo que le esperaba.
Pero primero, se divertiría un largo rato antes de enviarlo en pedazos a
unos cuantos metros bajo tierra.22
Al menos, no aún.
Lo quería con él, costara lo que costara, llevándose por el miedo a quien
fuese. Lo adoraba, era suyo después de todo.
Desde las peores, hasta las más sanas, aquello porque sintió todo lo que
jamás pensó sentir por alguien, que no solo mantuvo encerrado en cuatro
paredes de una habitación, sino también entre los muros de sus
pensamientos y la coraza de un espíritu rasgado a muerte por recuerdos
inmundos.16
''Una victima jamás será un victimario, si siempre está del lado de quien
le hace sufrir.''50
—V de Verdugo.21
Aún faltaban dos horas para que los ayudantes a los cuales él les
llamaba esclavos, llegaran con el jodido maletín repleto de una cantidad
exorbitante de efectivo sucio. El hombre estaba sentado en un viejo
banco de madera, que en su momento estuvo brillante y pulido, pero que
ahora dejaba un rastro manchado y lleno de termitas fastidiosas que
debía mover con el pie, a la vez que pasaba el cólera de desesperación
que le estaba sacando de un puto quicio. Inclinado hacia adelante, con el
ceño fruncido y los brazos apoyados en las rodillas. En la mano llevaba
su marlboro recién encendido como habitualmente, junto con tres
pesados anillos; dos de oro y uno de acero en la zurda, además de uno
de rubí y otro de esmeralda en la diestra. Disfrutaba cada calada,
saboreando el picante en la punta de su lengua, desechando el humo por
las fosas nasales con calma, tranquilo. Su mente volaba, pero se
encontraba en calma por fuera, mirando hacia la nada con sus ojos
oscuros que escondían tantos secretos imposibles de callar por su alma.6
Él, era Kim Tae Hyung. O "V, el verdugo" como todos dentro de aquel
ámbito criminal donde mandaba, lo llamaban. Un alias que provocaba
que le respetaran, le obedecieran y el miedo a fallar se instalara en los
huesos de todo aquel que tuviera la desdicha de querer incumplir lo que
les pedía. No por nada había llegado a ser tan conocido, al punto en que
la sola mención de ese seudónimo, dejaba una estela tétrica en la espina
dorsal de quien lo escuchaba.
La policía nunca había podido dar con su paradero, pues Kim era astuto,
ágil y lo suficientemente inteligente como para no dejar que lo
encontraran. Claro, pese a eso, no es como si se supiera a vox populi
quien era o lo que hacía. Ante todo, siempre el cuidado de su apariencia
siniestra y sus actos viles, era importante. Incluso sus esclavos le temían
y lo tenían más que claro. Porque Kim Taehyung era una prueba viva de
que los rostros más serenos, son aquellos cuya mente esconde los
recuerdos mas pesados, la plena gloria alcanzada de la manera mas
sádica y los secretos mas turbulentos que viajan como un caudaloso rió
llevándose todo a su paso.22
Se levantó del taburete, fue hasta el último cuarto de aquella mal oliente
cabaña, uno de los lugares donde siempre permanecía cada vez que
estaba en esa ciudad desempeñando su inmunda profesión. Se acercó a
la nevera y tomó un vaso de agua, quizás ni era potable; porque el leve
color grisáceo que tenía no era el natural. Caminó hasta el lugar y
cuando estuvo en frente, abrió la puerta. Encendió la luz que siempre
permanecía apagada desde que aquel chiquillo de ojos brillantes había
sido obligado a entrar allí desde hace casi dos meses atrás.
El trato era que V encontrara al padre del secuestrado y con sus propias
manos lo matara. No quería que ninguno de los hombres del asesino lo
hiciera, él sabía cómo asesinaba a sus presas y eso era lo que Sihyuk
quería que hiciera con el señor. Lastimosamente no se encontraba en la
ciudad, estaba fuera del país. Pero, los hombres de V dieron con el
menor de los Jeon y le informaron que él era hijo de la persona que
debía matar. V habló con el gobernador y le dio una idea de la cual
estaba completamente convencido.
—¡Hey, cabrón! —le gritó al entrar a ese cuarto—. Hidrátate que aún no
te quiero muerto —la voz de Kim resonó en todo el espacio.
Su corazón empezó a latir más fuerte que antes. Quería resistirse, quería
oponerse, pero tenía miedo. Solo calló por un segundo, olvidando así
responderle al tipo.
Kim se levantó, observándolo. Dio pasos alrededor del cuerpo del chico.
Jeon estaba tiritando del miedo, la rojez en sus tobillos y muñecas era
muy evidente, incluso si no estuviese la luz encendida, se notarían.
También las marcas en su rostro que Kim había hecho la noche anterior
cuando magulló su cuerpo a golpes porque no quiso obedecerlo en algo.
Pero no lo haría hasta que tuviera ese maletín en sus manos, no podía
arriesgarse a matarlo y luego no tener el dinero. Si bien, amaba añadir
victimas a su lista para simplemente complacerse de atrocidades, la paga
era importante. Siempre era importante. La satisfacción de hacer algo
bien y que fuese remunerado, le sentía bien.
—Bébete el maldito vaso de agua, maldito hijo de puta. Última vez que lo
digo —Kim llevó el vaso frente a Jeon, espero que lo tomara y bebiera,
aún con las muñecas atadas.14
Se le acabó la paciencia.
Dirigió su mano con más anillos hasta las mejillas de Jeon, apretó tan
fuerte que hizo que su boca se abriera por acto reflejo. Quitó el vaso que
tenía en sus manos y lo vertió entero hasta su garganta. Cuando terminó,
el secuestrado yacía en el piso tosiendo por el agua que
desgraciadamente había sido derramada dentro de sus fosas nasales. V
se levantó y tiró el vaso a lo lejos escuchando como se rompía en
fragmentos diminutos, saldría de la habitación a consumirse un puro
porque ese imbécil ya le estaba colmando la paciencia, faltaba poco para
llegar al límite, y eso era lo que quería.
El chico no dijo nada, solo cerró los ojos porque ya sabía lo que venía.
—No he... d-dicho nada —sus dientes presionaban con fuerza su labio
inferior, en un intento por tratar de parar su llanto. No trató de girar el
rostro, solo quedó con la cara de lado presionando sus ojos con fuerza.
La piel de su mejilla ardía. Mierda como ardía—. ¡D-déjame en p-paz, por
favor!6
Esa fue la gota que derramó el vaso. Se levantó y caminó hasta la puerta
para salir de ahí, no sin antes voltear su rostro para ver al secuestrado
tras él.
(⚠)46
Su lado enfermo, ese que sacaba la peor parte de sí; era egocéntrico,
eufórico, hiperactivo, peligroso y sádico en grandes cantidades. Su
sonrisa se ensanchaba cuando sus maldades hacían efecto, haciendo
que dos ligeras rayas hundidas se formaran a cada lado de su rostro. Su
risa era seca, ronca y grave como su voz. Sus pupilas se volvían
oscuramente grandes haciendo que sus orbes marrones fuesen casi
negros y la tensión le aumentaba en la sangre.
Le gustaban mucho esos ojos brillando por las lagrimas que él mismo
provocaba.6
—Detesto con toda mi maldita y condenada alma que me griten —su voz
sonaba tranquila, pero Jeon tambaleó en su sitio, al borde de un puto
infarto—. Detesto con toda mi maldita, condenada, mugrosa y
despiadada alma que me insulten —se levantó del lugar, y empezó a
caminar con calma por los alrededores—. Pero tú no pareces saberlo, no
pareces entender que tienes a un maldito maníaco frente a ti, Jeon.
—¿Sabes una cosa, muchacho? Cuando alguien está loco, tiene dos
opciones —volvió a la calma con su tono—. La primera es quedarse a
lamentar su locura y buscar ayuda, porque sabe que va a terminar
hiriendo a los demás o a sí mismo. Esa la tienen aquellos que aman a los
suyos, los que crecen con amorcito y toda esta puta mierda —hizo uno
que otro ademán y posteriormente tiró el cigarro terminado al suelo y
encendió otro, luego continuó—. La otra es vivir con ella y ayudar a que
te posea, pero también aprender a controlarla. Decidir cuándo puede ser
vista o no. Esa la tienen aquellos que no meten el culo en asuntos ajenos
y que no les importa una mierda la vida de los demás. —Mostró una leve
sonrisa que a Jeon le pareció escalofriante. —Como yo, que soy un
maldito loco infeliz que se pudrirá tarde o temprano en las llamas del
infierno, mientras le quita el trono al ángel negro.7
El maleante tiró uno de los vasos, que había dejado un par de días atrás,
de golpe al suelo provocando que el menor se quedara temblando en su
lugar..
—¡RESPONDE, JODER!
—T-tengo... veinte.8
Las manos del menor temblaban, sus ojos picaban, sus rodillas dolían. El
hombre caminó unos segundos por el estrecho cuarto y no vaciló ante la
mirada que le extendió el menor. El chico asintió de nuevo y entonces
una tétrica sonrisa surcó los labios del asesino.
El secuestrado vaciló unos segundos debido al tono que uso ese hombre
al decir aquello último, sabía inmediatamente la respuesta, pero tenía
pánico de hablar. Y, ese apodo extrañó que le dijo con voz lasciva solo le
dio un mal sabor de boca y un revoltijo de estomago.
De verdad que Jungkook solo quería morir ahí de una puta vez y no
recibir mas las manos de ese hombre encima suyo donde solo lo
golpeaba, le hacia daño, magullaba su cuerpo y quebrantaba su espíritu
poco a poco cuando le venia en gana. Taehyung se acercó al suelo,
contemplando las ganas de llorar de Jungkook, sintiendo el pánico
emanando como una fuente luminosa frente a él. Oliendo y absorbiendo
por sus poros cada uno de los espasmos de nerviosismo en su cuerpo.
Entonces acercó el cigarro a su piel; no la tocó, solo quería ver hasta qué
punto le suplicaba que le dejara, que se fuera, que se alejara. Gozaba de
escucharlo gritar y verlo llorar. Jeon no hablaba, solo tragaba duro cada
vez que las cenizas caían cerca de sus brazos. No estaban tan calientes,
podía seguir aguantando. Podía permanecer quieto mientras el hijo de
puta frente a él pasaba la silueta de la colilla por encima de su piel a
escasos centímetros. No iba a hablar, no quería hablar.11
—¡AGH, N-NO!3
Tiró la colilla y la pisó. Volvió a la caja y sacó uno nuevo. Fue la persona
más insensible cuando se acostó al lado de un miedoso Kook y le
extendió el encendedor, básicamente haciendo que el marlboro fuera
encendido por él.5
Con las manos atadas y poco móviles, Jeon lo encendió. ¿Para qué
protestar? Si ya era más que evidente que si no lo encendía, lo
golpearían. Luego visualizó como su secuestrador alzó su cuerpo frente
a él y empezó a fumárselo mientras lo veía con curiosidad. El hombre
escuchaba el llanto del miserable ser, y fue música a sus oídos. Cuatro
caladas fuertes y quedaba menos de un cuarto del pitillo de nicotina.
—Dos, Jeon —el dorso de su mano ardió como el mismo infierno—... por
haberme insultado.
Kim sonrió.
Otro cigarro fue prendido, Kim se lo entregó al chico, cuyas manos eran
un manojo de nervios desesperados y Jeon no quería saber para qué era
exactamente.
—¿Quieres que te parta la esa puta nariz inmensa que tienes o qué? —le
retó con sorna, viéndolo sin moverse mucho—. No me provoques, Jeon.
¡Húndete el maldito cigarro en el centro de la palma de la mano! ¡Es una
puta orden!18
—¡Ohg!
El fuerte golpe hizo que su cabeza doliera. El impacto logró tirarlo contra
la pared, pues previamente fue sentado a la fuerza. Sentía que
explotaría, se había roto y la sangre bajaba en líneas gruesas y espesas
de sus fosas nasales que seguro mañana estarían hinchadas, rojas,
moradas. ¿Hasta cuando debía soportar el maldito sufrimiento? Ya
quería ponerle fin a todo, casi sentía como podía irse y cerrar los ojos
hasta alejarse.3
(⚠)21
Llevó difícilmente una de sus manos a cada sitio donde sentía el peor
ardor jamás sentido alguna otra vez. Aún las quemadas estaban frescas
en cada uno de ellos, pero una pequeña costra empezaba a formarse y
agradeció internamente, porque de no ser así, las marcas dejarían un
rastro bastante pronunciado. Las demás que ese tipo que lo tenía allí
retenido contra su voluntad le había hecho, estaban cicatrizándose.
Dios.
¿Quién mierda era ese bastardo que lo había dejado tirado a un león
hambriento? No iba a ayudarlo, ya le había pedido suficiente y se negó a
darle un poco de alivio a su suplicio. No tuvo piedad y no la tendría
ahora. ¿Para qué seguir rogando, suplicando y humillándose a sí mismo
al rezar como su madre le enseñó, para alguien que ni siquiera tenía la
certeza de si existía o no, si lo escuchaba o no, si lo veía o no? Ya sus
súplicas a él no venían de su corazón, venían como un impulso para
aferrarse a algo que lo hiciese sentir mejor, pero en el fondo sabía que
todo iba a estar igual, rezara cuanto rezara.9
Si, ahora había perdido su fe, que era lo único que lo aferraba a salir de
ahí con vida; porque no diría ''sano y salvo'', no. ¿Sano? para nada; su
salud se había deteriorado por dentro cuando pisó ese asqueroso e
inmundo lugar. ¿Salvo? menos; era estúpido pensar que saldría salvo.
Quizá podía salir respirando perfectamente si en algún momento lo
sacaban, a menos que lo abrieran por dentro y vendiesen todos sus
órganos. Pero no estaba bien y sabía que no sería lo último que le iban a
hacer. En definitiva, vendría ese hombre a hacerle más daño. Jungkook
se había resignado a eso, porque solo le quedaba sacar fuerzas de lo
más profundo de su cuerpo y aguantar.7
Pero ya sentía que no podía, era una tortura solo pensar en ese tipo de
mierda.
Después de mirar un rato al techo, sus ojos se inundaron de lágrimas.
Lagrimas por lamentarse en la situación en la que se encontraba.
Lagrimas por no poder ni siquiera quejarse, porque el dolor y la injusticia
ejercida en él serían peor. Lagrimas porque ya no le veía salida a su
desespero. Incluso la muerte era una vía no factible, y es que estando
encerrado en las cuatro paredes de esa cabaña desolada, no encontraba
nada para poder acabar el dolor terminando con su vida.
Aún con la vista en el techo, empezó a recordar la extraña vez que había
recibido la furia de ese hombre por primera vez. El día que llegó, lo
encerraron en la cabaña, luego amarraron sus brazos y piernas con cinta
aislante. Su cintura fue atada con una soga y pegada a una gran
columna de madera. Ese día el cuerpo le dolió como nunca, pues lo
metieron a la fuerza a una van luego de haberle caído a golpes. Si hacía
presión en algunas partes de su cuerpo, aún le dolía.
El tipo de semblante tétrico entró luego de muchas horas a esa
habitación y lo miró de arriba a abajo con una curiosidad un tanto...
extraña. Jungkook no podía decir ni una sola palabra, debido a que
llevaba la boca cerrada con aquella tira de cinta. De pronto, el hombre
que estaba de pie frente a él, se agachó en su sitio y en un abrir y cerrar
de ojos estaba presionando la cabeza de Jungkook con un pañuelo
grueso que tenía un olor nauseabundo. Después, Jeon solo recordó
haber quedado inconsciente. Pero despertó. Lamentablemente lo hizo.
El secuestrador lo veía de mil maneras, pero cada una hacía pensar algo
malo a Jungkook, que se mostraba aturdido por toda la situación;
desnudo, amarrado y con un tipo frente a él que sostenía un grueso y
largo tubo de hierro en su diestra. El hombre se acercó a paso firme pero
tranquilo, sin quitarle la mirada de encima.
—Hola, Jeon —su gruesa voz le heló la sangre tan pronto como le
saludó—. De verdad que desde que me dijeron que tenía un trabajo
contigo, sabía que sería importante. Pero, no me dijeron que también
sería... bonito.16
El sonido del fierro rozando la punta contra el suelo era horroroso, las
pisadas firmes del mayor, que vestía de negro por completo y cargaba
una capucha, lo era aún más. Se sintió pequeño en su lugar tan pronto
como la presencia estuvo mas cerca, casi llegando a su lado.
—He estado admirando tu cuerpo por horas, Jeon —el hombre miró
hasta el techo, como buscando alguna palabra—. Hm, yo que pensaba
que los pedófilos eran detestables, ¿sabes? Pero me acabo de dar
cuenta que me convertí en uno —su vista volvió a encontrarse con la del
retenido, y el sicario esbozó una amplia sonrisa—. Y todo por tu maldita
culpa, Jeon.10
Kook quería hablar, quería gritarle algo, más no sabía qué. De todos
modos, en dado caso que supiese, su boca estaba prisionera de aquella
cinta y no podría emitir sonido que no se escuchara como un quebrado
}jadeo. En su mente se repetía un constante; ''Por dios, alguien sáqueme
de aquí. Por favor, por favor, por favor...'', el cual bien sabía no tenía
lógica.
—Ahora, Jeon —empuñó más fuerte el hierro en sus manos—, como me
acabo de dar cuenta de que aparte de un desquiciado sicario, soy un
puto pedófilo... voy a castigarte por eso.11
—¿Dijiste algo? —preguntó con ceja alzada y burla—. Creo que si, pero
no capto bien.
—¡¡Mh...!!1
''Duele, mierda... duele mucho'' lo gritaría a los cuatro vientos, pero era
imposible. Ambas miradas se conectaron, Jungkook se asustó más
cuando el hombre tomó una cuerda y se aproximó hasta él luego de
haber acechado su cuerpo dando vueltas por el sitio.
El mayor volvió a reír con sorna. La posición del chico era bastante
incómoda. Sus brazos aún reposaban a los lados de la silla, pero su
pecho y cabeza estaban pegados a los muslos.
Una mano voló hasta su mejilla y la volteó de golpe, le partió el labio tras
el brusco proceder. Genial, ahora lo habían abofeteado y su mejilla ardía
tanto que podría jurar que se había incendiado. El sicario tomó su
barbilla, le obligó a verlo y lo miró con una sonrisa lasciva. Ambos orbes
se encontraban en contacto y el adverso acarició la mejilla ajena con su
dedo pulgar y luego lo pasó por aquellos belfos ensangrentados que se
le hicieron suaves pese a la resequedad que le llenaban. Aunque esa
parte Kook no la sabía.1
De pronto, escuchó una una puerta abrirse y un par de voces fuera del
cuarto donde se encontraba. Trató de pensar en hacerse el dormido o
no, pero mejor se centraba en escuchar lo que pasaba por fuera. Cerró
los ojos y vio al suelo.
Luego habló con dos personas que estaban metidas en el mismo lúgubre
mundo que estaba metido él. Cuando se trataba de aniquilar, V trabajaba
solo la mayor parte del tiempo y únicamente repartía cierta cantidad a
quien consideraba necesario cuando se veían involucrados. Pero este
trabajo era grande, estaban metidos con el gobierno directamente. Era
Sihyuk, el mejor gobernador que había tenido el estado, al que todos
amaban y respetaban por haber disminuido la corrupción, los asesinatos
y demás mierda. Pero verga, había contratado a un sicario como V para
matar al hijo de un narco. La doble moral habita en quien menos
piensas.2
El primero que contrató fue Baek. Lo había conocido en un bar y estaba
ligado a unos hombres que trabajaban con japoneses para el tráfico de
blancas. Habían hecho amistad porque los mismos jefes de los
japoneses lo contrataban para acabar con clientes que debían o con
gente que trataba de ayudar a las chicas a escapar. Casi siempre se
veían y terminaron haciendo un estrecho contacto, aunque ninguno fiaba
del otro. Sobretodo ahora, que por una razón que venía haciéndole ruido
a Taehyung, le había dado el trabajo de buscar el dinero.
Y quien trabaja solo con él era Jun, su nombre no era ese, pero prefería
que lo llamaran así. Solo V sabía su verdadero nombre y nunca lo decía
en voz alta. Era un muchacho tres años mayor que él. Se crió con el
sicario en el antiguo barrio donde vivían, conociéndose de toda la vida.
Su madre trabajaba en lo mismo que la de él, solo que esta no se
entregaba a nadie por unos fajos de dinero sucio. Nunca había estado en
cosas grandes, pero era de confianza —de extrema confianza—, y
Taehyung necesitaba una mano derecha en quien confiar al menos 1%
más que en otros. Existía un enorme lazo entre ellos dos.
Y ahora estaban ahí reunidos los cuatro en una mesa, Taehyung viendo
quien sería el primero en terminar desmembrado si no le daban una
explicación lógica y buena sobre todo lo que habían hecho y que salió
malditamente mal; ya estaba harto.
—Jun, cállate la boca —vociferó otro de los hombres que recién se había
sentado en la mesa, Baek—. V no estaba ahí, ¿cómo se supone que
sepa? Ademas, el diner-
—¡¿Y qué puta mierda querías que hiciera?! —se quejó el tatuado—. ¡Yo
tenía que cuidar el carro, maldito cabrón de mierda! ¿O querías
devolverte y terminar caminando desde el bar hasta aquí, ah? ¡Mámate
una polla, Baek!1
—¡Siguen gritando como unos malditos críos y les voy a volar el maldito
cráneo, carajo! —escupió Kim mirando a cada uno.14
—¿Qué puta mierda fue lo que pasó en el maldito bar? —exigió saber—.
Quiero que hables tu, Wang.
—Bien —respondió el hombre al que señaló V—. A las diez en punto
salimos de aquí. Casi a las diez y media íbamos a mitad de camino y
llamamos al número que nos diste, donde nos hablaría uno de los tipos
de Sihyuk. Nos darían el dinero, repartíamos lo que acordamos, tu hacías
lo tuyo y luego cada quien por su lado, ¿no es así?
—Después, cuando eran casi las once, llegamos al bar de mala muerte
ese y nos atendió la tipa de las tetas enormes.
—Yo no pedí que hablaras, y mucho menos sobre las tetas de una
maldita puta, Baekhyun —el tono siniestro que utilizó el jefe, le hizo
replantearse toda el habla. Kim miró de nuevo al narcotraficante—.
Continúa, Wang.1
Kim le lanzó una mirada fuerte a Jun. No quería que nadie que no fuera
Wang, hablara.
—Después salimos tranquilamente del bar a hablar sobre por qué el tipo
no fue solo a entregar la plata, como acordaste con Sihyuk, y por lo
contrario llevó guardaespaldas —el chino pareció tensarse ante lo que
estaba a punto de decir—. C-como llevábamos armas que parecían de
juguete delante de las que tenían ellos, llegamos donde Vlapkof y
recogimos dos armas más grandes para cada uno y...
Y Baek sonrió.33
IV: Jun.
Jungkook no sabía qué hora era, tampoco cuánto tiempo había pasado,
pero en ese momento empezó a llover.7
V, así que ese era el apodo del tipo que lo había secuestrado hacia ya
bastante tiempo atrás junto al resto de delincuentes. Vaya mierda.4
Quizá si ese moría, los demás no tendrían nada más que hacer con Kook
que matarlo y acabarían su suplicio.
''Los seguidores hacen eso; siguen. Si el líder al que siguen se va, los
seguidores se pierden''. Lo había aprendido de su padre.1
Era un chico de tez canela, ligeramente más oscura que la del tal "V",
con brazos trabajados llenos de tatuajes y el pelo color azabache y corto.
Su mirada era serena y escaneaba todas las esquinas a su alrededor.
Kook no pronunció ninguna palabra, no había razón de hablar; el otro
sujeto tampoco lo hizo. Solo venía con un vaso de plástico y un plato en
La última vez que Kook había visto una camisa mojada, la usaron para
asfixiar a alguien, y otra vez fue para ponerla en la boca de una chica
mientras abusaban de ella en una película. Su mente estaba empezando
a tener los peores recuerdos y en el peor momento. Si bien, siempre
había pensado que las películas eran solo eso, su realidad le jugaba en
contra y lo ponía a pensar que todo era posible en ese estado de baja
índole.
—Ayudar a limpiarte.
—Si lo necesitas.
Kook mantuvo silencio. A lo que el contrario pareció perder un poco la
paciencia con la que estaba hablando.
Jungkook vaciló.
—¿Qué? —la voz del contrario lo interrumpió, mientras que en ese rostro
parecía haber algo de incertidumbre.
—Nada, olvídalo.
—¿Qué?
—Cuando supe que eras el hijo de Jaeban, te hacia como de veinte años
más o menos —detalló el maleante—. Por curiosidad quise ver el estado
en el que estabas. Al ver tu cara pensé que eras un niño y... hacer sufrir
a niños no es mi tipo. Pero sabiendo que tienes, de hecho, veintiuno...
creo que no tengo más nada que hacer aquí.30
Oh, claro que era para eso ¿para qué más si no?
Intento fallido.
Al pasar la camisa por la zona afectada, por más que intentó ser
cuidadoso y delicado, la pequeña costra fue despegada fuertemente y
quedó adherida a la camisa mientras Jeon soltaba un quejido de dolor y
un fino hilo de sangre bajaba hasta su cadera. El tipo frente a él hizo una
mueca de desagrado mezclada con algo de pena. Aunque, ni ese dolor
era tan fuerte como el que sentía en la mano, pese a no quejarse del
todo, la herida en su palma también se abrió sin querer, dejándola
sensible y temblorosa mientras pasaba por su piel.
Pero el muchacho hizo lo mismo que antes, solo que esta vez trajo una
barra pequeña de jabón, como las que dan en hoteles. Se la extendió a
Jungkook junto a la camisa y este la vio como si fuera lo más preciado
del mundo y se maldijo otras mil veces más porque a pesar de la
situación en la que se encontraba, la vergüenza estaba a tope entre sus
emociones.
Y el miedo surcó las facciones de Jungkook otra vez. ¿Qué hacía ese
tipo preocupándose por el? No le daba buena espina de nuevo.
—No, en serio.
—¿Qué?
—Sí, te amarró los pies de una forma que solo él sabe —señaló los pies
del chico, así como los demás lugares—. No sé cómo volver a hacer
esos nudos —explicó—. Y si ve que no son como él los hizo, mi madre
saldrá de prisión para ir a visitarme en mi funeral.10
—Ya...
—Ahí tienes el jabón —indicó—. Bájate los pantalones. No hay nada que
me interese ver ahí, solo lávate.
—Será.20
La primera vez, un hombre alto con capucha entró con tres baldes de
agua que parecían haber sido sacadas directamente de la Antártida.
Vertió una sobre él, luego le extendió una pastilla de jabón para ropa y
obligó a que enjabonara su cuerpo, al terminar de hacerlo vertió otro
balde aún más frío y se aproximó a decirle que el tercero era para lavar
la ropa, que tenía cinco minutos para hacerlo. Rápidamente se la quitó y
usó un poco del agua para quitar los restos de jabón que no pudo con el
balde de agua helada al principio. Mojó un poco más su ropa usando
poco jabón, ya que solo eran tres piezas, su jean oscuro, su camisa
blanca que ya no lo volvería a ser jamás y un bóxer rojo que se lo había
regalado su novia. Sus timberland habían sido historia el día que lo
raptaron igual que su chaqueta y la parte de arriba del uniforme de
taekwondo. La segunda vez fue casi igual, pero esta con otro tipo que al
menos fue un poco más compresivo y le dijo que se bañara solo y que
lavara la ropa también, solo que le dio diez minutos para hacer todo, se
había dado un mejor baño.12
Subió sus ropa interior y luego su jean cuando por fin terminó y extendió
la camisa al revés hacia el chico frente a él, el cual la tomó con algo de
cautela desde una esquina y la puso bajo el chorro de agua que salía del
lavamanos, lavándose las propias en la acción.
—Oye...
El chico enmudeció.
—¡Oye!
El muchacho suspiró, pero volteó a verlo cuando ya tenía medio cuerpo
del otro lado de la puerta.
—¿Qué?
Dicho esto, salió del cuarto y cerró la puerta con llave, dejando a un
Jungkook algo aturdido y con muchas preguntas en su cabeza.
V: Byun or Park?
Parpadeó un par de veces. Como siempre, sin saber la hora o día, pero
el repentino frio y la lluvia solo le provocaron un sueño que no quería
aceptar. Dormir no era una buena opción en la situación en la que se
encontraba, a veces era despertado de un sueño para recibir alguna
retahíla de cosas, para ser tocado extrañamente o visto de manera
lasciva, no le gustaba. Pero cuando Morfeo quiere algo, definitivamente
lo tiene.
Jungkook suspiró una última vez antes de cerrar los ojos y sumergirse en
un profundo sueño
[...]
Unos días después, V estaba sacando sus propias conclusiones acerca
de toda la maraña con Jeon Jungkook.
Él maleante vio como Jennie quitaba las vendas que puso hace pocas
horas, mientras eran reemplazadas por unas nuevas para mantener la
higiene de la herida por la operación.
Lo cierto que había pasado, era que Baekhyun había sido el responsable
de la brillante idea de matar a todos los hombres que estaban en aquel
bar donde se supone irían a buscar la paga por el joven de los Jeon.
Pese a que en definitiva, había sido una trampa para luego quizá
matarlos a los tres en una emboscada mientras regresaban; los esclavos
de V habían sido más rápidos y los mataron a todos ellos. Gracias a ese
detalle, el sicario jefe terminó perdiendo la compostura. No era para
menos, pues se habían puesto en riesgo al estar en ese lugar y acabar
con la vida de esas personas.
Pero el muy cagado se volvió loco y trató de acabar con su vida porque
sabía que hacer molestar a Kim, era de las peores cosas que podría
alguien ocasionar. Así que no fue lo suficientemente inteligente y se
intentó suicidar dándose un balazo en el abdomen, quizá para perforarse
algún órgano que lo hiciera desangrarse hasta morir pronto para así no
hacerlo a manos del sicario. Lastimosamente para él —y
afortunadamente para V—, el tiro había fallado y solo rozó el hígado,
haciendo que el hombre perdiera mucha sangre en su traslado hasta el
pent-house donde fue atendido.6
Si, morir desangrado era una armonía preciosa y dulce, un halago divino
e incluso una fantasía delante de las muertes que V provocaba. Quizá
Baek tenía una intención de morir rápido, pero fue cobarde al no pegarse
el tiro en la cabeza. Porque no era tonto para saber dónde morir
inmediatamente, solo era cobarde pensando que lo dejarían
desangrarse. Mierda, se podía dar en la frente y morir rápido, pero no lo
hizo.1
Gran error.13
Él odiaba eso.
Y otra cosa que hacía mucho ruido en su mente en ese instante, era el
chiquillo que estaba probablemente llorando en posición fetal en la
esquina del cuarto de la cabaña donde estaba rehén. Para Taehyung,
era hermoso verlo llorar pidiendo que lo dejara en paz, y eso que no le
había hecho absolutamente nada por lo que pudiera ponerse a sufrir
verdaderamente. Al menos no aún.6
Taehyung empezaba a pensar las maneras en las que podía acabar con
la vida de ese chiquillo después de hacerlo suyo. Porque si, estaba
demasiado obsesionado con follar al jovencito desde que lo vio.
Obsesionado con hacerlo suyo y tenerlo bajo su cuerpo mientras se
retorcía de dolor, mientras lloraba y pedía que parara, mientras
Taehyung embestía tan fuerte que hiciera que el muchacho se sintiera
lleno al punto de ahogarse. Que lo marcara de por vida mientras robaba
de su boca el último aliento antes de su muerte. Mierda que era
excitante.6
Primero lo haría suyo, tantas veces que ya Jeon sintiera que su cuerpo
pertenecía a alguien más. A alguien tan malo, que el dueño del infierno
parecería un Dios lleno de piedad y misericordia. Al punto en el que Jeon
fuera tan suyo que no pudiera ver ninguna parte de su cuerpo sin pensar
en Taehyung. Que cerrara los ojos al dormir y lo último que viera en su
mente fuera su cara y que al despertar la sombra de los ojos oscuros de
su captor se reflejaran en su memoria por siempre, como un maldito
recuerdo que lo comería desde adentro. Como una poesía inmunda que
no dieran ganas de volver a leer, como el hombre que lo había hecho
vivir pesadillas en carne viva hasta que le dio la gana de dejarlo
descansar en paz.3
Lo único bueno que le había ocasionado ese revuelto, era que tendría
más tiempo a Jeon Jungkook, para planear como follárselo y luego como
mierda matarlo. Aunque ya tenía varias ideas tentadoras en mente.
¿Será que soportaba? Claro que sí. Era un niño de veinte, sí podía.24
Ella se permitió soltar lágrimas, las mismas que secó con la palma de sus
manos.
Taehyung disparó.26
Una fuerte risa inundó el cuarto donde ambos estaban. Él sacó el arma
de la boca de Jennie y observó con perversión cómo la cara de esta era
un completo caos de miedo; ganas no le faltaban de hacer eso, pero
sabia controlarse perfectamente cuando sabia podría hacer las cosas
peor.14
—No hay cartucho en el cañón, nena —avisó mientras veía el arma con
admiración y esta daba vueltas entre sus manos.
—Pero la próxima vez que me llames así no voy a dudar en volarte los
sesos para después desmembrar tu cuerpo y tirarte en un rio lleno de
pirañas, asquerosa mierda inservible —Taehyung habló entre dientes
con una voz más gruesa de la normal, haciendo que Jennie solo se
pasmara en su sitio.14
Él la miró directo a los ojos. Los de él oscuros, sombríos como una noche
sin luna ni estrellas. Los de ella también oscuros, pero húmedos como
una noche de tormenta.
—Podría matarte justo ahora —habló bajo—. Pero... ¿qué gano con eso?
No es solo darte un balazo y ya. Es verte sufrir, verte llorar, ver cómo tus
ojos se van quedando sin vida segundo a segundo, ver como tu alma se
va quebrando poquito a poquito a causa de mis mierdas locas —rió—.
¿De verdad creíste que tú; un hombre inútil que juega a ser macho
follándose mujeres bonitas, pero adora que le entierren la polla hasta el
fondo del culo, podría contra mí? ¿Contra la personificación de maldad,
crueldad y belleza? —preguntó sin esperar respuesta—. ¡Qué va, Baek!
Yo soy como una sombra que hace lo que quiere cuando quiere y nadie
la voltea a ver, porque tienen miedo, porque soy un maniático y cuando
me vuelvo loco no hay quien me pare. Todos me temen, y al parecer tú
no tomaste eso como advertencia.10
VI: Policemen.
(⚠⚠)40
Después de haber bajado las escaleras del pent-house, luego de
cruzarse con una Jennie asustadiza y llorando en la sala, Taehyung se
dispuso a ir hasta el estacionamiento para así poder subir al Audi negro y
tomar camino hasta la cabaña.15
Por suerte tampoco podría hacerlo, aunque quisiera. Jeon era un precio
que Taehyung aún no cobraba y debía arreglar eso pronto. No permitiría
que lo engañaran tan ridículamente con un pago por la cabeza del hijo
menor de un mafioso, cuando quienes fueron a entregarle el pago
terminaron muertos y el saco de dizque ''billetes'' eran unas telas de
mierda. V quería su plata, no importa si tenía que desafiar al propio
gobierno para obtenerla. Nadie se iba a burlar de él así. Ya había
trabajado con matones insolentes que creían que los rumores de él eran
mentira, y les demostró cruelmente que no lo eran. Si alguien decía que
V era malo, V se encarga de hacer saber que no era malo, sino
increíblemente perverso.
Pero Sihyuk, aun conociéndolo y sabiendo cómo hacía sus mierdas, osó
de engañarlo y meterse con él. Sí, Sihyuk era el gobierno, pero él era V;
el maldito sicario con reputación diabólica y detestable. El maldito que
dejaba cadáveres irreconocibles. El hombre que provocaba escalofríos
cuando lo nombraban, que mataba a sangre fría y gozaba, que conocía
la muerte de cerca y de lejos. El que tenía contactos alrededor del mundo
porque su demencial trabajo así lo provocaba. El próximo en tomar el
trono del diablo cuando ya su vida no diera para más y acabara muerto
en algún instante por obra y gracias de la infame naturaleza humana.2
Bajó el vidrio y miró directamente al oficial frente a él. Tornó una mirada
cálida que había practicado mil veces y que siempre tenía un efecto
positivo en la gente que la veía. Engañosa, por cierto.
El oficial alzó una ceja y se retiró levemente hacia atrás echándole una
vista al deportivo negro de lado a lado. Pasó un rato escaneando la
actitud de Taehyung y este se dio cuenta, por eso actuó totalmente
despreocupado.5
—Sí —a todas éstas, Taehyung seguía viendo al frente, pero estaba más
que listo.
El otro hombre que recién había bajado del auto llegó hasta donde
ambos estaban en tensión.
El tal Eunjae se dirigió hasta la puerta del copiloto y Taehyung pudo ver
como abría la misma e ingresaba al auto revisando la guantera en un
principio. Menos mal había sacado la pistola y la tenía encima, los
papeles del auto estaban a su nombre más ninguno de ellos debía saber
quien era o por qué.
—Nombre e identificación —pidió de nuevo el oficial.
—Soy Seokjin —se maldijo por decir ese nombre—. Kim Seokjin.28
Jaló de la lengua hasta que el hombre por inercia abrió la boca inundada
de sangre y Taehyung enterró en cuchillo varias veces en la cavidad
bucal mientras jalaba reiteradas veces la lengua esperando que se
despegase del sitio. Cuando por fin cortó el frenillo, se lo trajo con
brusquedad y sacó la mano de adentro de su garganta para ver como la
lengua estaba enterrada en un puño en su mano.9
Se giró con una sonrisa satisfactoria para dirigirse hacia el otro que
estaba sentado en el asiento del copiloto y que al parecer no se había
percatado de lo que pasó; o quizá si, pero estaba demasiado ocupado
teniendo un shock repentino. Cuando estuvo frente al puesto donde el
hombre se hallaba sentado, lo encontró sudando frio, con una expresión
desencajada en el rostro y las manos sostenían el papel con los
documentos de un pago a su nombre real por unas armas.
—No diré nada... —prometió tan rápido que Taehyung a duras penas
pudo sentir la desesperación y la súplica en su tono de voz—. Lo juro por
Dios. ¡Déjame ir!
—Está bien, Eunjae —soltó de pronto—. Pero que esto sea un secreto —
asintió con la vista y el chico pareció creérselo porque empezó a asentir
ferozmente mientras sus ojos aún estaban apretados—. Bueno, ahora
márchate de aquí y no vuelvas a nombrar absolutamente nada de esto,
¿entendiste?15
—Tengo dinero —soltó con nervios a flor de piel—. ¡Mi familia tiene
mucho dinero!
—¿Un policía mediocre como tú? ¿Con dinero? —se burló—. Debería
dejarte vivo y contratarte como mi payaso personal, niñito idiota. Dinero
me sobra a mi.
—Ah bueno —asintió el perverso hombre—. Espero que hayan sido unos
buenos diecinueve años, Eunjae, porque no llegaras a los veinte.30
La sacó y rió ferozmente cuando el ojo del chico explotó, causando que
toda su cara quedara bañada en sangre. Cuando sacó la navaja, el ojo
quedó enterrado en esta y parte de los nervios que lo conectaban
quedaron guindando, a lo que Kim lo tuvo que romper con sus propias
manos, escuchando la viscosidad de la carne siendo partida, para poder
quedarse con la navaja.5
''V de victoria.'' 31
Se aproximó hasta el asiento del piloto en el auto y jaló de la manecilla
que abría la maleta y luego se dispuso a ir hasta ella. Al abrirla por
completo, sacó el pequeño galón de gasolina que estaba guardado
desde hacía bastante tiempo, fue hasta ambos cuerpos tirados en el
suelo y abrió el galón impregnándose del fuerte olor del líquido. El cuerpo
de Eunjae estaba dando espasmos no sabía si tenía los ojos —o el ojo,
en este caso—, abiertos o cerrados, pues su cara estaba cubierta de
sangre espesa y ya estaba cayendo la noche, no lo divisaba muy bien.
No tenía la menor idea, aunque pudo deducir que fueron bastantes horas
porque, en primer lugar; tenia muchísimo sueño cuando se dispuso a
dormir y, en segundo; la habitación estaba casi completamente oscura
mientras que antes de caer rendido todavía se filtraba mísera claridad
por uno de los pequeños agujeros del techo.
Limpió sus manos con una parte del pantalón y talló sus ojos que ardían
con ligereza, debido a que cuando los abrió un par de gotas del techo
cayeron en ellos. Suspiró luego que rascó ambos ojos y dejaron de arder.
Trató de acostumbrarse a la oscuridad del cuarto y miró a todos lados a
ver si encontraba la camisa. La vio a un par de centímetros a su derecha
y se estiró para agarrarla y ponérsela, pero había una mancha de sopa
seca en ella y de verdad que lo que menos quería era ensuciarse más de
lo que ya estaba, incluso si hace poco tiempo se había ''bañado''.1
Empezó a contar una a una las gotas que iban cayendo y mojando la
camisa. Gota cuatro, gota cinco, gota seis, gota siete... gota quince, gota
dieciséis, gota diecisiete... gota cincuenta, gota cincuenta y uno, gota
cincuenta y dos...7
Pero lo peor no era eso, lo peor era que ahora tenía ganas de orinar.1
Aunque fuera difícil, podía pararse para dirigirse hacia el diminuto baño
del oscuro cuarto a hacer sus necesidades ahí después de batallar con la
cerradura de la puerta, ya que tener las manos atadas impedía abrirla
con facilidad y también impedía bajar el cierre de su pantalón
rápidamente. Otra cosa con la que luchaba en ese encierro, era el hecho
de que no funcionaba el tanque del inodoro y debía llenar un mediano
envase de agua del lavamanos para limpiarlo cuando hacía algo más que
orinar.
Pero eso sí, tenía solo las manos atadas. Podía pararse y era fácil. Ahora
no, porque sus manos estaban libres, aunque adoloridas, y sus piernas
amarradas y juntas. Siempre había dicho, en medio de juegos de
preguntas tontas con su grupo de amigos que seguro jamás volvería a
ver, que prefería que le quitaran un brazo que una pierna. Ahora lo
corroboraba más que nunca. Con los brazos hacías equilibrio, te
permitían empujar cosas y conectar las manos para agarrar otras. Son
importantes, ajá, sin embargo con las piernas caminas, trotas,
corres, escapas.
Tenía casi tres días sin ir al baño. La primera razón era que no le venían
ganas, la segunda era que cuando le daban ganas debía aguantarse
porque ese baño le daba asco. Estaba completamente oscuro, no había
papel toilette —y si, debía usar agua para limpiarse y le daba asco tocar
sus propios desechos—, y la tercera era que tenía casi tres días con
tremendos dolores musculares y en todas sus coyunturas, sin contar las
manos lesionadas y los tobillos hinchados.1
Pero ahora parecía no poder aguantar ni un poco.
—No... no, no, no ¡No, coño, no! —para tratar de aguantar, llevó una
mano a su entrepierna cuando sintió el cálido liquido mojar sus
pantalones, pero le fue imposible y estando sentado, con las piernas
atadas en un nudo prácticamente imposible de desatar, la humillación y
exasperación se apoderaron de él.25
Por más que trató de hacer algo, de aguantar las ganas, de contraerse y
apretar las piernas, sintió como cada segundo que pasaba su vejiga iba
quedando más vacía. Sin más que hacer solo maldijo gran cantidad de
veces porque aunque pensó que nada podía ser peor, orinarse encima
desbloqueó un nuevo deseo de odio a sí mismo.
Nunca, ni de pequeño, ni de niño, había mojado una cama. Nunca, en
sus escasos años de vida, se había orinado encima. Ni siquiera el día
que bebió casi cuatro litros de jugo en la fiesta de su mejor amigo y
durmió esa noche sin ir al baño. Se había levantado en la madrugada y
pudo jurar que todo lo que bebió lo había dejado en el inodoro para luego
lavar sus manos y seguir durmiendo. Se sintió avergonzado consigo
mismo. Las mejillas pudo sentirlas rojas y no solo por la vergüenza de
verse en el estado en el que estaba sino también por la gran molestia y
frustración que empezaba a estar presente en cada una de sus células.1
Gritó hasta que su garganta seca empezó a picar, hasta que sus
pulmones quedaron sin aire y su pecho empezó a subir y bajar con
rapidez. Empuñó sus manos y sintió cómo las uñas se enterraban en sus
palmas lesionadas, y no le importó, porque la frustración de la situación
era más grande que el dolor físico.
Estaba eufórico.15
Entró en pánico. No había visto al tipo que lo ayudó la otra vez desde
muy temprano en la mañana, tampoco sintió algún movimiento antes de
quedarse dormido y luego de levantarse, imaginó que estaba solo porque
cualquiera que lo hubiera escuchado gritar y llorar habría ido
rápidamente a ver qué coño le pasaba.
V caminó dentro del espacio del cuarto y cerró la puerta tras de sí. El
secuestrado observó su cuerpo en lo que se volteó, detallando que en la
parte de atrás de su camisa también había sangre. El hombre se volteó
otra vez hacia él, sin quitarle la mirada de encima, volviendo aquello una
lucha a ver quién la despegaba primero.
—Buenas noches, Jeon —su tétrica voz llegó a los oídos del rehén—.
¿Me extrañaste, precioso?14
Precioso. No había un apodo más extraño que ese y un escalofrío le
recorría la espalda cuando ese degenerado lo llamaba de esa estúpida
forma solo para burlarse de él.
El menor no respondió.
Se preparó mentalmente para una paliza. Diría que física también, pero
los golpes en su cuerpo estaban bastante recientes así que no,
físicamente no lo hizo. El sicario volvió a verlo fijamente, Jungkook apartó
la mirada porque no podía soportarla, era demasiado. Por un segundo en
su mente no había ninguna otra sensación que no fuera vergüenza,
vergüenza en su más puro y significativo estado. Incluso parecía que el
miedo de ver ese tipo bañado en sangre, no era tan grande a
comparación. Aunque, el miedo volvió justamente cuando escuchó la
maldita risa que le helaba la sangre. ¿Por qué coño se ríe tanto? Todas
las malditas situaciones horribles le dan risa.
Lo necesitaba limpio.34
Volvió luego de eso con dos baldes más y estuvo a punto de echárselos
encima cuando el muchacho gritó.
—¡Ya, para! ¡P-para! —su respiración estaba entrecortada a medida que
se quejaba con miedo—. ¡Tengo frio, ya basta!
Y quizás si no fuera porque... ¡No, no, no! ¿Qué coño estaba pensando?
¿Qué mierda estaba pensando? Esos eran pensamientos retorcidos y
muy sangrientos.23
—De caminó aquí, hice algo —empezó a hablar con una voz bastante
grave, pero parsimoniosa—. Dos policías pensaron que iba a una carrera
de esas que hacen a las afueras de la ciudad. Las malditas carreras
clandestinas donde apuestan, se drogan, cogen y toda esa mierda, pero
no.9
—Jeon, te hice una pregunta —su voz sonó más grave—. ¿Sabes qué
hice con ellos?2
—¡HABLA!
—N-no sé qué les hiciste —ni siquiera tenía planeado hablar pero ese
grito lo asustó. Y en realidad sí sabía, o al menos, se lo imaginaba—. N-
no lo sé...
—Los maté —confesó Kim, con una serena sonrisa—. A uno le rajé la
garganta y le metí la mano para jalarle la puta lengua mientras
sorpresivamente aún vivía. Fue difícil pero no imposible —sus hombros
fueron hacia arriba y su boca hizo una mueca, como diciendo ''meh'' —.
Es que hablaba y preguntaba mucho y a mí no me gusta la gente que
habla y pregunta mucho, ¿sabes? —admitió, y Jungkook grabó eso en su
mente—. Al otro le di un tiro en la pierna y después le apuñalé ambas
justo en la arteria más importante. Después de eso le enterré una de mis
dagas favoritas en el pecho mientras bajaba y veía cómo sus asquerosas
entrañas se salían de lugar. El tipo estaba agonizando y seguro sintió
todo —su vista abandonó los ojos del retenido y se posaron en un punto
en el suelo, recordando a los hombres—. Luego de esa mierda, les eché
gasolina y prendí fuego cuando ya estaban muertos.31
Taehyung, por otro lado, quería causarle un terrible horror; para que
supiera de lo que era capaz, y eso era poco comparado a lo que
verdaderamente hacía cuando su mente volaba. Miedo, porque Jeon
llorando era su pasatiempo favorito y más cuando todavía no le ponía un
dedo encima como ansiaba.
—Ah no, espera —V puso una mano dentro de uno de los bolsillos
delanteros de su pantalón, que por cierto llevaba una mancha grande de
sangre—. Falta algo.13
Jungkook sintió que se desmayaba cuando vio que el tipo sacó una daga
completamente ensangrentada y que a mitad del filo tenía algo clavado;
redondo, lleno de sangre que goteaba, con unos hilos raros y viscoso.
Que no sea lo que Jungkook estaba pensando, que no fuera eso, que
no...5
V agarró la daga y la puso con el filo hacia abajo. Sus manos ahora
volvían a estar llenas de sangre. Tomó entre el pulgar e índice el nervio
pegado al ojo y jaló de este para sacar el orbe del filo. Cuando por fin lo
sacó, empezó a balancearlo de lado a lado, como si fuera un reloj de
esos con los que los magos o brujos hacen sus supuestas hipnosis. Se
acercó más a Jungkook, al punto en que el chico pudo sentir el olor a
hierro proveniente tanto del ojo como de sus pantalones. Asqueroso y
repugnante olor a sangre.
Pues claro que lo tenía, aunque ninguna palabra salió de su boca. Ahora
tener a ese hombre cerca le causaba un montón de sensaciones
extrañas y atemorizantes. Sobretodo en el momento en que este se
agachó, quedando en cuclillas frente a Kook, que sollozaba y gimoteaba.
—¡Te hice una maldita pregunta! —el grito de V hizo que Jungkook
abrazara su cuerpo mojado y aturdido—. ¿Tienes miedo?2
—Pues que bueno, pequeño Jeon —bramó sin quitar la vista del cuerpo
frente a sí—. Porque tengo ganas de hacer algo y si tú no colaboras, los
próximos ojos que quedaran incrustados en esa daga serán los tuyos.1
El prisionero volvió a asentir, pero esta vez sin mirarlo, no podía siquiera
imaginarse mirando a semejante monstruo con mente tan extraña y labia
tan filosa llena de veneno.
—¡Mírame! —exclamó en un grito alto, pero Jungkook aún tenía los ojos
cerrados—. ¡Que me mires!8
El chico abrió los ojos lentamente, con los párpados dándole espasmos
leves. Posó su vista frente al maleante y recorrió sus facciones; él tenía
una mueca de ligera burla, más estaba también escaneándolo en
totalidad, a la expectativa. Jeon volvió a conectar sus miradas y el otro
estaba demasiado cerca.
Taehyung tomó la daga y la posicionó entre ambos, con el filo apuntando
a Jeon.
—Bésame —pidió.67
¿Bésame?1
Jungkook tragó duro, ni siquiera sabía qué pensar en ese instante. Hace
días u horas, podría pedir que lo mataran, pero algo dentro de él se puso
en alerta, quizá el instinto natural que tienen los seres humanos para
sobrevivir, o quizá el hecho de que ni siquiera estaba pensando
correctamente con todo lo que le estaban obligando a hacer.
Con pavor, llevó las manos hasta el rostro de su captor, éste tenía una
media sonrisa y su vista fija en los labios ligeramente morados por el frio
—o quizá por ahorcarlo—, de Jungkook. Habría sido fácil tirársele encima
y besarlo, pero hacer que Jeon lo besara por simple miedo, era mejor
sensación. Esperaba a que él mismo lo hiciera.
Y así fue.8
Jungkook cerró los ojos y acortó la distancia entre sus propios labios y
los ajenos, mientras acunaba en rostro de Taehyung entre sus manos
para atraerlo a él debido a que por los hombros no podía. Se mantuvo un
momento en esa posición, sin saber qué coño hacer exactamente, mas
teniendo en cuenta que era una sensación increíblemente extraña. Los
labios del rehén estaban fríos, al contrario de los de su captor que
estaban bastante cálidos.6
Taehyung había obtenido lo que quería, sí, solo que ahora ansiaba más.
No lo soportó.
Se abrió pasó entre sus piernas, los tobillos de Jeon estaban fuertemente
atados y el agarre del nudo en sus rodillas igual, por lo que Kim desató
ligeramente la cuerda y abrió las extremidades del rehén con las propias,
hasta situarse encima de su cuerpo sin ponerle todo el peso encima.
Llevó ambas manos del azabache desde los costados hasta situarlas por
encima de su cabeza, sujetándolas fuertemente y lo miró directo a los
ojos.16
—Te voy a comer la boca, Jeon —avisó con una sonrisa ladina y muy
cerca del rostro contrario—. Y más vale que colabores y lo hagas bien,
precioso, o me veré en la lamentable obligación de molerte a golpes.15
—¡Basta! ¡Ya basta! —pidió a gritos cuando sintió a V aún con su mano
ahí abajo. Empezó a sentir picor en los ojos y lentamente las lágrimas
empezaron a hacerse presentes—. ¡Q-quítate de encima de mí! ¡Aléjate
de mí! ¡Auxilio! —pidió con míseras lágrimas—. ¡A-AUXILIO!11
—¿A quién le vas a pedir auxilio aquí, pequeño Jeon? —inquirió con
burla y voz profunda, acercándole los labios a su oreja—. ¿Se te olvida
que estamos en medio de la nada?
Jungkook había empezado a gimotear y ligeras gotas se acumularon en
sus lagrimales, amenazando con dejarlo de nuevo vulnerable —más de
lo que ya lo había hecho—, frente a su captor.
—¡Cállate! —el sicario soltó un grito y seguido de eso, estampó sus cinco
dígitos izquierdos en una bofetada hacia la mejilla derecha de
Jungkook.21
—Que tengas buenas noches, pequeño Jeon —Kim llevó la misma mano
con su pulgar hasta apretar su punzante entrepierna—. Espero que no te
dé hipotermia, precioso.
Si había algo que Jungkook detestaba, era no poder entender cosas que
sentía.25
¿Amenaza? Por supuesto, ese tipo era una amenaza y la sola idea de
tenerlo en el pensamiento, lograba que Jungkook sintiese escalofríos.
Ahora peor, sabiendo que tenía un interés con él, más allá de una
recompensa. Porque Jungkook estaba seguro de que estaba ahí por eso.
Recordó que una vez su mejor amigo le preguntó "¿hay algo que
repudias o algo que odies?" Jungkook respondió que no repudiaba u
odiaba nada, que no podía odiar nada, porque el odio era algo terrible de
sentir y que él no gastaba tiempo odiando a nadie. Y en cuanto a la
repulsión, simplemente no había nada que recordara repudiar. Aunque
ahora, sabía que había algo que odiaba y repudiaba en partes iguales.
Ese beso le había abierto tres preguntas que martillaban su mente con
fiereza, empezando a crearle una especie de juego mental donde por
más que trataba de ignorar la situación, ella volvía en fuertes ráfagas
hasta hacerlo jadear.1
La primera y más fuerte era ¿Por qué se sentía así? Es que estaba como
en un trance donde solo tenía en su mente la sensación de la lengua de
V dentro de su boca, las manos alrededor de su cuerpo y la sensación de
él sobre sí. Entonces, cuando trató de sentirse de algún modo respecto a
ese maldito beso, ninguna sensación estaba presente.
Lo asusta.3
Otra vez estaba ese hombre en su mente, estaba harto de eso. Estaba
harto de rememorar la escena del primer hombre con el que se había
besado, o bueno el primer hombre que lo había besado a la fuerza.
Jungkook en definitiva se había besado con algunos chicos, la mayoría
eran sus amigos —contemporáneos con él, nadie mayor—. Pero eso era
un juego, no era nada serio y aunque el beso que ese hombre le dio
tampoco lo era, Jungkook sabía que era el beso más salvaje que había
dado.1
Incluso más salvaje que los que se daba con Yuna, su bonita novia que
seguro estaría llorando por no saber qué era de su paradero.12
Otra vez pensó en el beso y cerró fuertemente los ojos, sin saber de
nuevo, qué esperar de sus sentimientos.
El carro de V.
Jungkook fue testigo de cómo todo el cuerpo se le tensaba, su lengua se
secó de repente, incluso más de lo que ya estaba, la espiración se le
entrecortó y en un segundo empezó a temblar otra vez. No quería
recordar absolutamente nada de ayer, pero otra vez su mente le hizo
caso omiso a la razón y empezaba a llenarse de ansiedad. Escuchó
cómo se apagaba el motor del carro y eso solo significaba que el tipo
entraría a la casa, lo vería y probablemente lo obligaría a hacer cualquier
otra cosa.
Jungkook negó con la cabeza. ¿Cómo pretendía ese hijo de puta llegar a
preguntarle eso, sabiendo cómo estaba? Su tortura no era solo física, le
gustaba burlarse de él.
Una caja de pizza, una botella grande de agua y dos latas de cerveza
Heineken.25
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Kim—. Es una pizza cuatro quesos
que compre esta mañana al salir de mi casa, pensando en ti, de hecho.14
Si, obvio que sí, pero igual Jungkook no iba a responder nada. Él
simplemente se quedó mirando el alimento en la caja.
Kim tomó sus cabello y los templó hacia un lado, provocando que sonara
el huesito de su cuello con ligereza y el chico soltó un jadeo de dolor.1
—Eh, eh, eh —negó Taehyung, sin dejar de verle—. Baja esa furia, Jeon.
No te pongas grosero.
Y Kook rodó los ojos, pero el tono que usó lo había asustado.
—Oh, ya sé —soltó con una risa, tomó su cabello y Jungkook pensó que
iba a jalarlo, más en realidad quitó su cabellera rubia dejando ver las
raíces negras y las puntas castañas y el rehén captó que era una peluca
lo que llevaba. V metió su dedo índice en el ojo derecho y extrajo de este
el lente de contacto, posterior a eso hizo lo mismo con el otro y cuando
terminó, miró al adverso por fin—. ¿Te gusto más al natural, no es así?4
Él esbozó una sonrisa lasciva, poniendo los lentes dentro del bolsillo de
su pantalón y Jungkook endureció la mirada con desdén.
—V, ¿te parece que tengo cara de saber por qué coño estoy secuestrado
por ti y tu grupo de matones de mierda? —la naturalidad se encontraba
en sus palabras, pero incluso a eso las dijo con miedo—. No, V... no sé.6
Taehyung solo inspeccionó su rostro. En la mirada del chico nada más
habían unas enormes ganas de que se alejara, después de todo; lo
entendía. Se sorprendió de que lo llamara por su seudónimo, pero a
Taehyung no le importó eso. Seguro cuando llamó a Jun para hacerle el
favor a Jeon, este habría pronunciado su alias, obvio el chico se lo iba a
grabar. Lo que le importaba, era el desdén que dedicaba su mirada y la
osadía de hablarle así. ¿Quién verga se creía?5
—Baja tu tono, pequeño Jeon —dijo en una voz severa—. Mira que aun
las heridas de cigarrillo no se te han curado como para hacerte otras
nuevas.
—P-perdón —balbuceó.
El asesino sonrió.
—Te ves tan lindo cuando estás asustado —su sonrisa cuadrada era
impecable y horrorosa—. Me encanta.3
—No, V —mintió.
Pero incluso si salía de ahí vivo, eso era lo que probablemente le tocara;
gritara, llorara o pataleara. Ese era su destino incluso antes de haber
nacido.
Taehyung hizo una mueca con sus labios y los levantó hacia un lado.
—Qué mal, eso no me importa —admitió con socarronería—. Lo que me
importa saber es lo que te pregunté. ¿Conoces los movimientos de tu
padre en cuanto a clientes?
—¿Qué más? —la pistola casi rozaba su frente y el menor solo sudaba
en frío.
Taehyung estudió cada una de las palabras que con nerviosismo a flor
de piel, le dijo Jeon y ahora estaba convencido de que no estaba
mintiendo. Era fácil hacerle hablar después de todo. Jungkook respiró
hondo y luego procedió a preguntar.
—Carajo...
Los ojos del prisionero fueron hasta los de Kim y le alzó una ceja con
toda la curiosidad que en tal momento le carcomía.
—Exactamente.
—Deja de provocarme.
Taehyung relajó la mirada y dio dos palmadas suaves en ese rostro justo
donde antes tenía puesta el arma, rió fingidamente y se alejó del regazo
de Jungkook para tomar lugar en el banquito cerca de él.
—Estas aquí porque Sihyuk decidió que me pagaría por matarte ya que
tu padre no se sabe dónde está —confesó, y a Jungkook de solo
recordar la razón de su secuestro se le heló la sangre—. Hace días,
cuando te hice esas bonitas marcas —señaló la parte de su abdomen—,
iba a cobrar el dinero. Mandé a mis hombres para que fueran a buscarlo,
lastimosamente uno de ellos fue un idiota impulsivo y mató a los que
entregarían el dinero y luego huyó con los demás. El bolso que les
arrancó a esos tipos, no tenía nada más que telas y piedras.
Jungkook supo que, de hecho, fue un señuelo lo que les dieron. Conocía
por experiencia que cuando entregaban dinero por tratos, recompensas o
quien sabe, lo llevaban a cabo en lugares solitarios y no en un bar con
gente de testigo. Eso le pareció extraño pero, sin embargo, no dijo nada
al respecto.
Jungkook asintió.
—O-okay.
—Ahora necesito saber otra cosa —se levantó de la silla y caminó con
parsimonia por el espacio del cuarto—. Las mujeres que contrataba
Chanyeol... ¿llegaban con moretones, marcas, rojeces, signos de
maltrato o algo parecido?
—No, de hecho no —respondió con la verdad—. E-el día que la van iba a
buscarlas, todas regresaban en perfecto estado. Ninguna llegaba
borracha o drogada, tampoco golpeada o algo así.
Taehyung negó lento, y sin decir otra cosa se acercó al menor hasta
quedar de cuclillas y rozar ambas narices, ladrando su cabeza al mismo
lado que Jungkook la ladeó cuando el hizo eso.
Taehyung se paró del banco y fue hasta donde estaba la caja de pizza
que sorpresivamente seguía tibia. La tomó entre sus manos para
aproximarse al chico y extendérsela. La puso sobre su regazo y
Jungkook por un momento se le olvidó absolutamente todo. Su estómago
empezó a rugir y creía por fin que saciaría el hambre tan horripilante que
le consumía desde hace mucho tiempo. El otro abrió la caja de la pizza
frente a él, dejando verla por completo. Jungkook sintió eso como una
experiencia celestial y reconfortante, jadeó de solo verla y se le hizo agua
a la boca.
X: Conversation.
¿Qué hacía ese tipo dándole de comer a Jungkook? Y no solo eso, sino
que también estaba comiendo junto a él, sentado en el banco cerca de la
mesa, con la botella de cerveza en una mano y las dos rebanadas de
pizza en el otro. ¿Qué hacía un secuestrador, dándole comida deliciosa,
después de haberle dicho un mierdero de cosas desagradables y
confusas? No tenía idea. Analizó al delincuente frente a él, de manera
determinada y sin tratar de perderse ni un detalle. Llevaba la camisa
arremangada hasta los codos, los pantalones perfectamente ajustados
en un cinturón negro y sus zapatos muy pulcros.3
A simple vista, cualquiera podría verlo como un hombre normal. No
parecía una amenaza, ni siquiera parecía alguien sospechoso en su
estado natural, menos con una peluca rubia y lentes de contacto azules,
los cuales dejó al final de la mesa del cuarto. Así lo dedujo Jungkook,
que estaba tirado en el suelo, con la caja de pizza vacía a un lado,
espalda pegada a la pared, rodillas flexionadas casi llegando a su pecho
y tobillos atados. V se encontraba sentado en el banco. El último pedazo
de pizza, siendo devorado decentemente. Sus manos estaban llenas de
parte de la salsa y mientras eso ocurría, Kook solo podría preguntarse
cómo es que un hombre aparentemente común y corriente tuviera una
mente tan macabra junto a una manera de actuar tan indolente y sádica.
No se parecía en nada a los que antes había visto mientras se
desenvolvía en los alrededores del negocio infame de su padre.2
Desde cierto punto, matarle sería un alivio a ese sufrimiento, matarlo era
sanarlo, darle un respiro, un último respiro. Mientras eso pasaba, la fase
de destruirlo había comenzado; poco a poco y sin que se diera cuenta,
Jeon Jungkook sería suyo, suyo por completo. Porque ya lo era en estos
momentos, estaba en el medio de la nada, amarrado como un animal
abandonado, vestido con sus ropas sucias, dominado totalmente por el
maleante y a su merced. Si aún no lo había hecho mierda, era porque
solo tendría una oportunidad, una sola.4
Jeon solo bajó la cabeza, tratando de negarse, aunque sin decirlo en voz
alta por miedo a las consecuencias.
—M-me di cuenta, V.
El nombrado le sonrió sin mostrarle los dientes, y pese a que quería que
bebiera, el chico estaba hablando aparentando estar relativamente
calmado, cosa que le pareció extraña, más en cierto modo le gustó. Kim
empezó a detallarlo de nuevo, recorriendo cada parte visible de su piel,
hasta que conectó de nuevo ambas miradas y Jeon mantenía el ceño
fruncido.
—¿Q-qué?
—¿Detener qué?
—E-eso —Jeon hizo un ademán con ambas manos, extendiéndolas
hasta señalarle el rostro—. Deja de hacer eso.
Jungkook bufó.
Era tan bonito que pudiera cosas que no pasaría. El verdugo soltó una
sonrisa sobria.
Y la realidad es que Jungkook no los tenía, aunque tampoco era algo que
iba a decir. Por experiencia, conocía que era peor que supiese que solo
era un muchachito; todo por los golpes de la otra vez.24
—Trágatelo todo —su voz había sonado demandante y quizás con otro
sentido que Jungkook prefirió ignorar.5
V había puesto una pastilla entera para dormirlo, mas eso Jungkook ni
siquiera lo sospechaba.
—V, ¿te puedo hacer una pregunta? —quiso saber el muchachito cuando
vio que el nombrado estaba viendo el dirección al suelo con las manos
cruzadas sobre su regazo.
Entonces Jungkook hizo contacto directo con sus ojos y empezó a negar
lentamente con la cabeza.
Kim siguió negando y apretó con ligereza el muslo por sobre los jeans.
—No, pequeño Jeon —refutó de una vez—. Las personas que están
locas no saben controlarse, yo si —se señaló—. Los locos de manicomio
no son conscientes de quiénes son o qué hacen, pero yo estoy
perfectamente cuerdo —tocó su sien—. ¿Sabes? Yo sé perfectamente lo
que hago, lo que digo, lo que quiero y lo que soy. No puedes llamarme
loco.
Taehyung dirigió una mano para darle un roce a los labios de Jungkook,
mientras el chico cerraba los ojos con incomodidad y desviaba su cabeza
al lado opuesto.
—Yo te puedo tocar las veces que me dé la gana, Jeon —los labios del
asesino estaban rozando el lóbulo de su oreja—. No eres nadie ni nada
para impedírmelo.
—¿Qué mierda vas a hacer cuando por fin te den el maldito dinero? —se
sorprendió a si mismo con el tono de voz que usó, pero no le importó.
—Entre la gente mafiosa con la que estoy ligado hay tipos que espían,
policías encubiertos, gente que no es de fiar, traidores que esperan el
momento justo —enumeró poco a poco—. No pretendo que me vean
como un idiota, no cuando yo voy un paso más al frente que ellos.
Kook asintió, eso sonaba creíble.
—¿Y por qué vas a decir que ya me mataste? —volvió a indagar—. ¿No
se supone que eso lo vas a hacer de una vez?
No, definitivamente.
—No, pequeño Jeon —negó V—. Cuando consiga mi dinero diré que te
maté, pero la realidad es que estarás más vivo que nunca —admitió con
socarronería—. Vivo por mi y solo para mi.
Y esa distancia dejó de existir en el momento que Kim llevó una mano
por detrás de la cabeza contraria para acercarlo a él, ambos labios
rozándose en el acto. Jungkook con ganas de alejarse, pero sin voluntad
para hacerlo, y Taehyung tratando de intimidarlo más de lo que ya
lograba.1
—¿Te doy asco, pequeño Jeon? —curioseó sobre los labios del chico, y
Kook sintió perfectamente los abultados belfos de V sobre él.1
—Tu n-no me das asco, me das miedo —dijo, porque era verdad.
El menor empezó a negar y sintió las lágrimas picar sus ojos y el miedo
arremolinándose en todo su ser.
(⚠⚠⚠)43
Miró por el retrovisor y pudo divisar al moreno alto viendo por el vidrio a
su costado. La mirada quizá un poco perdida, o simplemente vacía,
porque no portaba expresión alguna. Del otro extremo divisó a Wang,
terminando de limpiar el arma que había llevado. Luego miró el puesto
delantero. En otras circunstancias, habría estado Baek ahí, pero por los
momentos estaba recuperándose de su estúpido intento de suicidio y ese
espacio ahora quedaba para alguien a quien pasarían recogiendo.
Al cabo de casi una hora, las luces del lúgubre barrio que quedaba a las
afueras se aparecieron ante la vista de Taehyung. Pudo escuchar cómo
ambos hombres detrás de él desenfundaban sus armas y quitaban los
seguros, dejándolas así simplemente listas por si algo pasaba, siempre
en alerta. Estacionó el auto frente a un edificio oscuro y que parecía
abandonado, aunque bien por dentro estaban un montón de personas en
actividades ilegales. Como por ejemplo, grabando vídeos pornográficos y
distribuyendo drogas. Taehyung estaba ahí porque había un hombre
perfecto para el trabajo de grabación, se la pasaba ahí, aunque no vivía
en dicho sitio.
Mingu.
Mingu era un tipo de estatura baja, pelo negro y tez bastante clara, casi
nívea. Se encargaba de dos cosas importantes en ese edificio; grabar
pornografía no convencional y distribuirle droga a delincuentes como
Taehyung. Además, también solía grabar otro tipo de cosas
menos... agradables y de las cuales Kim era un experto.6
Este observó el polvo blanco con ganas. Una línea era buena antes de
trabajar, eso lo ayudaba a relajarse y bajar la intensidad de su cuerpo.
Pero incluso con eso, estaba perfectamente consciente de todo lo que
hacía. Nunca olvidaba nada, nunca le provocaba nada más allá de su
propia mente volando. La cocaína se colaba entre su sistema, pero su
cerebro era el dueño de absolutamente todas sus acciones. Tomó la
bolsita con sus dedos. Habían unos veinte gramos ahí, suficiente para
que le durara un tiempo. Abrió uno de sus bolsillos delanteros y la guardó
ahí.1
—Mingu, ellos son Wang y Jun —indicó, haciendo una seña con el pulgar
levantado hacia atrás—. Dos esclavos de confianza.1
[...]13
Giró de nuevo la vista cuando sintió que la rampa del ferry iba bajando,
encendió de nuevo el auto y cuando una luz verde se iluminó, dio marcha
para salir del náutico. El muelle se abrió paso entre la vista de Taehyung
y al final de este, un par de hombres esperaban por ellos en una
camioneta negra blindad. Él los conocía a todos, pero los demás
hombres no. Estacionó el auto en una parte cerca del muelle y subió los
vidrios, escuchó cuando las armas eran desenfundadas y el seguro se
les sacaba a todas. Abrió su puerta y seguido de eso los demás hicieron
lo mismo. Se aproximaron hasta los hombres que vestían trajes
completamente negros y lentes oscuros también. Uno de ellos se movió
hasta el sicario para entregarle la llave de una gran camioneta, ese sería
el vehículo en el cual se trasladarían para llegar a donde haría el trabajo.
—La mujer ya está allá —avisó uno de los hombres de mediana estatura,
luego de que Taehyung agarrara la llave de la camioneta—. Solo falta
que ustedes lleguen, V.7
Él asintió con el ceño fruncido e hizo seña a Wang y Jun para que se
dirigieran hasta el auto y sacaran las maletas que allí se encontraban,
además de a Jungkook. Mientras Taehyung se subía a la camioneta,
Mingu se montó en la parte del copiloto y Jun se aproximó hasta el auto.
El sicario observó que tomaba el peso muerto del chico y se lo subía al
hombro para luego cerrar la puerta detrás de sí y meterlo hasta la parte
de atrás de la camioneta. Wang llegó poniendo las maletas dentro y
montándose después. Jun dio dos palmadas a un lado del vehículo para
indicar que ya estaban listos.
Uno de los hombres de Mark se dirigió hasta la puerta del piloto, donde el
asesino estaba, y entonces este bajó el vidrio dispuesto a escuchar lo
que tenía que decir.
Kim asintió después de haber reprimido una risa y miró a los dos
hombres de atrás.
El contrario asintió.
—Entendido, jefe.
Cerró el vidrio y puso el vehículo en marcha.
[...]2
Era la primera vez que Taehyung iba acompañado a ese sitio. Había ido
otras dos veces un par de años atrás, que fue cuando conoció al mismo
hombre al que le estaba haciendo el trabajo de esa noche. El sicario
principalmente trabajaba solo, pero tenía contactos que lo volvían
prácticamente intocable. Aparte de su propia reputación, la gente que
conocía era poderosa e influyente.
La gran puerta se abrió, revelando una sala que parecía donde tenían a
los animales en cautiverio para luego darles el tiro en la cabeza.
Taehyung siguió de largo hasta que llegó a una sala donde sabía que
guindaban los cadáveres de las reses, porque habían varios ganchos
colgados en el techo. Las luces encendidas le indicaron que ya había
gente allí dentro, así que caminó por el largo pasillo y luego de cruzar
una pared, pudo encontrar a quienes buscaba.
Amarrada a una silla con pesadas cadenas de hierro, por los tobillos y las
muñecas, estaba la tal Wheein.24
Fuertes pisadas retumbaron dentro del sitio. El asesino divisó a Jun con
el cuerpo de Jungkook a su hombro otra vez, mientras uno de los
hombres traía las dos maletas a cada lado de su cuerpo, siendo
arrastradas por las ruedas. Las dejó a ambas frente a Taehyung y éste
las tomó y pegó de una pared.
Kim pensó que alguien comentaría algo relacionado con el chico, pero no
fue así. Jun se aproximó hasta la isla y sentó a Jungkook en ella. Tuvo
que volver a agarrarlo porque estaba completamente inconsciente y su
cuerpo ni siquiera podía mantenerse recto un segundo sin caerse al
frente o de lado. El sicario observó cómo le recostó de lado y pegó su
cabeza de un pequeño muro y de esta forma el cuerpo del chico pudo
por fin mantenerse firme, aunque de igual manera estuviera sedado.
—¿Qué pasa con él? —preguntó Mingu, detallando la escena, Taehyung
giró su vista hacia el emisor y entonces señaló hacia el cuerpo de
Jungkook.
—El es mío —advirtió roncamente—. No tiene nada que ver con ella —
detalló, señalando a la chica llorando—. Ahora arma todo lo que
necesites mientras yo lo despierto.1
—Deben quedar como tres horas de efecto, pero eso no impedirá que
pueda despertarlo —masculló—. Tráeme el gas y la tela que están en mi
maleta, Jun.
V le sonrió.
—Quiero que el niño vea absolutamente todo —indicó con gozo—. Wang
y Jun, desátenlo y agarren fuerte sus brazos y piernas para que no se
mueva. Ustedes dos —señaló con el índice y medio a los hombres
vestidos de negro—. Métanle un balazo en el medio de la puta frente si
llega a apartar la mirada de lo que haré a continuación.24
Wheein estaba más que llorando, las espesas lágrimas inundaban sus
ojos mojando su cuello y piernas, su nariz goteaba liquido de su
mucosidad, a penas se podía distinguir que estaba roja de tanto llanto y
el negro de su maquillaje la hacía ver como un alma en pena. Los gritos
de piedad que vociferaba eran demasiado fuertes para ser soportados
por los oídos de Jungkook, incluso cuando él gritaba creía que su voz no
sonaba así de quebrada. El hombre que portaba una cámara en el brazo
empezó a grabar alrededor. Ella miraba el lente mientras gimoteaba,
negaba y de su boca salía un hijo de saliva.
—¡N-no es cierto! —gritó ella—. ¡E-eso no es cierto! ¡Lo juro por Dios!
—¡Cállate la boca! —Taehyung alzó la voz por encima de ella,
obligándole a callar—. Esta será la última noche de nuestra linda Wheein
en este mundo, y todo porque le abría las piernas a otro —pronunció
agachado frente a ella y burlándose.
Jungkook observaba todo con miedo. Iban a matar a esa pobre mujer, y
lo peor del caso no era eso, sino que su abultada barriga era algo que no
se imaginaba ver lleno de sangre. Ni siquiera en ese estado, quedaba
absorta de recibir semejante destino.
—Pásame la dosis, Lee —le ordenó V a uno de los hombres, el cual fue
hasta la maleta y sacó una inyectadora con bastante líquido y lo
suficientemente grande como para ser intimidante.
Ella se mantuvo llorando, no dijo nada más, quizás por haber estado
demasiado asustada. Taehyung se aproximó hasta la maleta y entonces
de ella sacó un cuchillo enorme. La chica empezó a retorcerse en la silla,
al punto en el que sus muñecas, que de por sí ya estaban rojas,
obtuvieran un color más intenso y las cadenas comenzaran a rasparle la
piel.
—Uno, cortarte el cabello —informó el verdugo—. El cabello largo ya no
le gusta a Mark.14
Taehyung se puso detrás de ella. Con una de sus manos tomó su pelo y
lo templó hacia arriba, puso el cuchillo debajo del moño y empezó a
mover el filo lado a lado para cortarlo. No fue difícil en absoluto, pues
estaba afilado a la perfección. Cuando el montón de cabello quedó en su
mano, el maleante lo alzó frente a la cámara que Mingu tenía y luego de
exhibirlo lo echó a un lado.
Este hizo un ademán para que se callara y solo entonces, cuando sus
ojos dieron completamente a los de Jungkook, el chico pudo observar
que realmente Jun se encontraba a la expectativa de lo que iba a pasar.
—Lee, jala la cadena hasta que los pies de nuestra invitada no toquen el
suelo —tras eso, se puso frente a ella.
—¡Por lo que más quieras, por favor, p-por favor ,V! ¡No me hagas esto!
¡No me hagas esto, por el amor de Dios! —la chica empezaba retorcerse
y a gritar, la adrenalina ya estaba en todos sus sentidos y su expresión
cansada ya no estaba ahí. Ahora solo había una desesperada por
completo.18
Un soplete.
Se paró frente a ella, Kim era alto y si subía ambos brazos podía llegar
perfectamente a sus muñecas, porque ella tenía una baja estatura y el
techo era ligeramente bajo. Tomó la muñeca de la chica boca arriba,
pasó su dedo por encima de ella y sin previo aviso, pegó la punta
llameante con la carne expuesta.
El grito de agónico dolor que ella dio, fue como si le rasgaran un tímpano
a Jungkook.16
Sin haberle dado tiempo de volver a quejarse, Kim bajó la llama del
soplete poco a poco, creando un camino desde la zona cerca de la
muñeca hasta el brazo, la parte interna del codo y finalmente por su
cuello. Ella gritó más arduamente cuando el soplete pasó por uno de sus
senos quemándole el pezón y posteriormente instalándose debajo de
esto para quemar el loto.16
Hubo un silencio extraño, la chica solo lloraba, pero ahora no gritaba, era
como si el dolor que sentía lo hubiese drenado con eso. Jungkook miró la
herida en su pecho, era un hoyo que botaba humo, ensangrentado y
abierto, la carne se notaba caliente y quemada. Era asqueroso.
V no estaba cerca de la chica, estaba cerca de la maleta. Un cuchillo fue
sacado de allí, era plateado y brillante con un mango en un tono negro
pulido. La hojilla parecía tan filosa que quizá podría cortar un bloque de
concreto si se ejercía suficiente fuerza.
—¡P-por favor, por lo q-que más quieras! ¡Por favor n-no...! ¡No lo hagas,
por favor! —a pesar de estar guindada del techo, estaba retorciéndose,
gritando de miedo y dolor—. Por favor, no lo hagas V... por favor.1
Jungkook cerró los ojos con una fuerza tan grande que pudo sentir como
su entrecejo y su cara empezaban doler. No quería observar aquel
desastre, no quería mirar la sangre correr hasta el suelo mientras el
asesino la cortaba, no quería escuchar los gritos desgarradores de la
pobre muchacha, no quería estar presente en aquel sitio tan lúgubre
lleno de hombres tan enfermos.
—Muchacho, por tu bien, abre los ojos —escuchó que Jun le dijo.
—Y-ya basta... V, p-por favor —jadeó ella entre dientes, aguantando sin
remedio el dolor que sentía; su cabeza iba a explotar—. No he hecho
nada, por Dios juro que no he hecho nada... ¡Mátame ya! ¡Detén esto!
En ese momento el alzó los brazos y tomó el moño que ella cargaba. Lo
templó hacia atrás, exhibiendo su cuello, entonces lo echó hacia un lado
provocando que su oreja quedara perfectamente dispuesta.
—Tres, no escucharás.21
Pero lo cierto fue que cuando el sicario sacó la tijera del sitio y con una
mano abierta arrancó la oreja —que solo estaba despegada a la mitad—,
Jungkook casi se desmaya.25
Hizo lo mismo con la otra oreja; templó a la chica para ponerle el cabello
de un lado y luego hizo un corte profundo. Cuando la mitad de la oreja
quedó cortada, utilizó su mano para terminar de arrancarla, provocando
un sonido desgarrado, la tiró a un lado después. Todo su cuerpo estaba
bañado en sangre, todo V estaba repleto de sangre, el suelo era un río
de lo mismo, incluso Mingu —que solo estaba grabando—, tenía
manchas de sangre.
Jeon no supo totalmente qué significó eso, pero al cabo de unos minutos
lo descubrió; y prefirió desmayarse en ese momento, en vez de haberse
mantenido consciente por lo que vio.
Taehyung imaginó que haber tenido a la chica con una pérdida de sangre
tan grande, la habría matado en minutos, pero el chute de adrenalina
estaba dando sus frutos a la hora de rendir su vida. Debía conservar una
copia de aquel video, incluso si sabía que sería prácticamente imposible
porque era privado, igual no importaba. Daría lo que fuera por tenerlo
entre sus manos al terminar. Se puso frente a la chica bañada en sangre.
Ella respiraba con dificultad, a pesar del líquido esparcido por todo su
cuerpo, Taehyung notó que sus labios estaban morados, su piel más
pálida y sus movimientos eran más lentos.
Estaba muriéndose.5
Si quedaba algo dentro del cuerpo de esa chica, todo había quedado en
el suelo resumido en un rio asqueroso de sangre, órganos
desmembrados y una cría, mientras aun guindaba del techo y du cadáver
se balanceaba ligeramente hacia los lados.
La escena era, sin lugar a dudas; terrorífica.
Era bestial. En las películas sangrientas que Jungkook veía, jamás había
visto total horror. Jamás había presenciado una situación tan
nauseabunda y que le calara en lo más profundo de su subconsciente de
aquella manera.
Sabía que ese tipo era un monstruo, una bestia, un psicópata. Sabía que
era un asesino, un sicario sanguinario y sin embargo, ahora que vio eso,
parecía que todas las palabras le quedaban cortas a semejante atrocidad
cometida por sus propias manos.
Jungkook estaba con los ojos muy abiertos, no porque quería ver, sino
porque la impresión era tanta, que necesitaba corroborar si lo que estaba
pasando era real o era un efecto de su ilusión. Pero no, no lo era. Ni en
su más profundo ser, pudiera llegar a imaginar algo así.4
Jeon ignoró ese apodo. Lo ignoró por completo a pesar de que resonaría
en su cabeza más tarde.
Parecía tan bonito a sus ojos que simplemente no pudo reprimir una
sonrisa en su cara manchada de sangre.1
Jungkook obedeció.
Cuando el chico abrió sus ojos, pudo encontrar que V tenía dos de sus
largos dedos frente a él, mientras le miraba con cautela, esperando por
algo y Jungkook no sabia qué.
—Chúpalos.26
Casi gritó.
—¡Que chupes!2
Taehyung llevó los dedos muy cerca de sus labios y entonces el menor
volvió a sacar la lengua. Cerró los ojos con fuerza una vez más, tomó
una inspiración demasiado profunda y lo hizo.
Kim Taehyung pudo jurar ver el cielo mismo con los labios de Jeon
Jungkook alrededor de sus dedos.
—Trágatelo —ordenó.
Taehyung sonrió.
Estaba besándolo.2
Real y grotesco.1
Por acto reflejo llevó su mano a la muñeca que Taehyung tenía contra su
cuello y trató de alejarla, temiendo de la reacción que pudiera tener el
asesino. Si iba a besarlo, por lo menos trataría de ser obediente y que no
fuera a peores. Su mano tembló, pero logró llevarla hasta la contraria y
envolverle la muñeca con suavidad. En ese momento Taehyung se
separó.
—No estés llorando, bebé —le reprochó, con una voz sumamente
delicada—. Eso no te va a pasar a ti, por ahora.34
Depositó un suave beso en sus labios, beso que Jungkook dejó pasar.1
Absolutamente nada.11
Park Jimin.16
Park Jimin era de esos hombres que a simple vista parecían tranquilos,
serenos y con una actitud muy normal. Pero en realidad, el tipo tenía ojos
en todos lados. Trabajaba como espía para algunos mafiosos,
recolectando información que, Taehyung nunca sabía de dónde, pero
siempre era verídica y confiable.
Este tipo era otro nivel; además, lo conocía desde hace muchísimo
tiempo atrás. Demasiado cercano, siendo sincero.2
Su mano izquierda, que estaba esta vez adornada con el anillo de jade
oscuro en el dedo índice y el de rubí en el dedo medio, daba un
repiqueteo a la amplia mesa de roble. Cualquiera pensaría que estaba
desesperado de tanto aguardarle. Sin embargo, solo se distraía viendo
sus manos y recordando lo que había pasado con el niñito días atrás.1
Los mullidos y rojos labios de Jungkook alrededor de sus dedos mientras
chupaba la sangre, hecho un caos de miedo y lágrimas.
Se había prometido joderlo cuando estuviera todo listo, cuando las ganas
las tuviera al máximo y solo una vez. Porque sería la primera y la última
vez que tocara a Jungkook; otra víctima para el recuerdo. Pero,
últimamente parecía no poder contenerse, y no es precisamente porque
le deseara, sino que el muchachito parecía algo tan delicado, que
Taehyung solo quería quebrarlo y hacerlo añicos.6
Quizá una pequeña probada no era mal. Los juguetes deben probarse
antes de llevárselos, solo para saber si funcionan bien.6
Maldito niño y sus malditos ojos bonitos que hacían al sicario pensar
atrocidades. Atrocidades como dañarlo; dañarlo hasta hacerlo nada,
hasta que Jungkook fuese, literalmente, otro más de la corta lista.
Una de las puertas del fondo, que estaba cerca de la última parte de la
cortina, se abrió de par en par, revelando tras ella a quien el sicario
estaba esperando.
Park Jimin llevaba una camisa de vestir con mangas largas en color
negro, el chaleco del mismo color le acompañaba junto a pantalones
lisos y de vestir a juego. Los zapatos que adornaban su vestimenta eran
mate y resonaban mientras se aproximaba al azabache. Le observó el
nuevo tono de cabello. La última vez que se habían visto, Park llevaba su
cabello largo y en un tono rubio, más ahora era corto y tintado de un
fucsia bastante brillante. Detrás de él, le acompañaba un hombre alto
que probablemente era uno de sus guardaespaldas y cuando el castaño
vio su rostro le reconoció como Lee Taemin.5
El espía con su otra mano apretó la del sicario y entonces asintió con una
media sonrisa, para luego separarse y tomar asiento, Taemin
colocándose detrás de él del mismo modo que habían dos hombres
detrás de Taehyung.
—¿Whisky o vodka? —inquirió a Kim.
El sicario sonrió.
—Sé mucho sobre mucho —comentó Park—. Pero prefiero que los
demás me lo digan. No soy adivino, V, solo soy sabio.
Taemin llegó hasta ambos con dos vasos que colocó a cada extremo de
los hombres y retomó su lugar detrás de Jimin.
—Ese mismo.
Jimin frunció el ceño, notando la rabia acumularse entre las palabras del
asesino frente a él y entonces le surgió una pequeña duda.
Empezó contando lo que pasó el día que cuatro hombres de Bang Sihyuk
llegaron hasta el edificio donde Taehyung se encontraba, diciéndole que
tenía un caso pendiente y que le necesitaban.
Habría sido fácil raptarla a ella luego de una de sus clases de baile, pero
al asesino le interesó mucho más el bonito niño que practicaba
taekwondo todas las tardes en una prestigiosa academia de Seúl, el cual
lo llevaban y traían en un Mercedes Benz negro mate junto a tres
hombres armados los cuales eran sus guardaespaldas. Y no qué va,
para nada estuvo mucho tiempo observándole solo para deleitarse con
su uniforme blanco y la cinta negra que le acentuaba la cintura, en
combinación a sus bien formados brazos y piernas más la carita de niño
bonito que se gastaba y adornaba con un cabello azabache que le caía
en la frente.
La primera vez que vio una foto de Jeon Jungkook, Taehyung estaba en
uno de los edificios donde se encontraban los hombres más execrables
de todo Seúl —mismo edificio donde Byun estaba recuperándose
ahora—. No sabía su edad, no sabía qué hacía o a qué se dedicaba.
Solo estaba consciente a plenitud, de que era precioso, con una palpable
carita de niño inocente y un cuerpecito demasiado perfecto como para no
marcarle como un animal.1
Tan pronto como le informó a Sihyuk que Jaeban había huido, pero que
su hijo había quedado en la ciudad —información que dos de sus
esclavos le habían proporcionado cuando él se los ordenó—, Sihyuk
quedó en secuestrar a Jungkook, hasta que su padre volviera por su
rescate. En efecto, una idea que le pareció más que perfecta al sicario.
Cuando por fin no quiso tener encima el peso de buscar al padre del
chico, el delincuente habló con Bang y le dijo en palabras
textuales: "¿Qué puta mierda se hace con el chico? El viejo Jeon no
aparece, ni aparecerá, y quiero mi maldito dinero. Tenemos un trato y
esto se está saliendo de lo que pactamos". A lo que Bang
contestó: "Bien, busca la plata el fin de semana que viene en el bar del
barrio de Gognum. Mis hombres estarán ahí esperándote. Después de
eso... mata al muchacho y olvidemos que todo esto ocurrió". Sin lugar a
dudas, aquello era un plan perfecto y salían todos ganando; Sihyuk con
su venganza, Taehyung con su dinero y sobretodo con el bonito niñito.
—Todo eso ocurrió el mismo día que se supone iban a pagarte, ¿no es
así? —indagó Jimin, dándole la última calada al puro y luego tirando lo
restante en un cenicero.
—Correcto.
Jimin rió por eso y entonces le indicó a Taemin que fuera por otra ronda
del whisky. El otro hombre obedeció y el pelirosa le siguió con la mirada.
Taehyung esperó a que dijese a qué se estaba refiriendo exactamente,
impaciente por enterarse sobre lo que pasaba por su cabeza.
—Primero te dicen que te van a pagar, después el día que van a pagarte,
uno de tus hombres mata a quienes le fueron a entregar el dinero.
Posteriormente, él intenta matarse —detalló el espía—. Hay una cosa
que no me está cuadrando. ¿Es todo lo que sabes?2
—¿Qué cosa?
Jimin rodó los ojos con expresión hastiada, pero se pronunció a favor,
haciéndole entender al contrario que prosiguiera con el relato.
Jimin hizo una expresión confusa, pero sin embargo prestó más atención.
—Me dijeron: "Hey, ¿ya le conociste? ¿Es cierto que es tan malo como
parece, mi amor? Ten cuidado con todo, por favor.'' —contó—. Yo veo la
pantalla del teléfono y el nombre que decía era "Yeol", entonces contesté
en el mismo idioma: "¿Quién eres y por qué tengo tu número en mi
teléfono?". El tipo del otro lado pareció susurrar un "mierda" en coreano y
entonces colgó. Yo me confundí y observé el fondo de pantalla que
apareció tras colgar la llamada. Ese fondo era de color gris, cuando mi
fondo es negro. Vi el teléfono por detrás y me di cuenta que en realidad
no era el mío, era el de Baekhyun.17
—Luego que colgué, me dio igual eso y Baekhyun llegó tiempo después
—continuó—. Me miró extraño, pero yo le resté importancia. Ese día él y
yo nos conocimos porque en la mañana fui a buscar un pago donde Shin
y este me lo presentó formalmente como un nuevo recluta que había
llegado de mano de un socio, hace unos meses. Shin quería que
Baekhyun viera la mierda que hago con los deudores y gente que le falla,
como... dándole a entender que se estaba metiendo en un lugar
donde nadie tiene piedad por nadie.
Taehyung bajó la cabeza y subió la mirada hasta él, con una macabra
sonrisa que le hizo saber a Jimin la respuesta.
—Vio cómo mutilé a dos hombres hasta que quedaron peor que en las
reservas de América del Sur —confirmó con voz grave.18
—Maldición.
—¿Por qué?
—Lo sé.
—¿Por qué un hombre que tiene un jefe, se dejaría guiar por un hombre
que trabaja solo cuando ese jefe le recluta? —Jimin curioseó, haciendo
que Kim asintiera agitadamente, dándole a entender que tenía la misma
duda.
—Hay gato encerrado en todo esto, así que necesito que me sigas
diciendo absolutamente todo —ordenó—. Taemin, trae la botella, que
esta mierda es para largo.5
—Le seguí ese día, en otro auto y sin que sospechara —confesó—. Fue
hasta un edificio cerca de la universidad de Seúl y ahí esperó a que
bajara un tipo que ni idea de quién era. Llevaba una gorra y una
capucha. Pero, luego de seguir el auto tras arrancar, ambos se bajaron
en un restaurante de comida cara y en ese momento vi su rostro. Era el
mismo hombre del balcón, alto y pelo rosado —Taehyung observó por un
par de segundos el cabello contrario, analizando el color. El que
recordaba era un rosado neutro, pero el de Jimin era un fucsia chillón—.
Un poco menos chillón que el tuyo —señaló Kim.
Jimin rió.
—Prosigue, V.
—Como decía —continuó—, ese día tomé fotos del tipo y luego se las
extendí a un hombre que trabaja con Mark, para que investigara y me
dijera de una maldita vez quién coño era. No te lo pedí a ti porque
lastimosamente estabas de viaje.
Jimin se sirvió otro trago e invitó a los demás hombres a que se sienten
en unos muebles al fondo, porque parecían perros guardianes estando
detrás de ellos. Los tres captaron y fueron a sentarse mientras Taemin se
llevaba una botella de whisky solo para ellos tres. Jimin se acomodó su
camisa y suspiró, volviendo a recordar lo último que el delincuente dijo.
Jimin abrió los ojos drásticamente, tratando de unir pieza por pieza la
información que le estaban dando y sin poder creerlo del todo.
—Probablemente en coma.
—¿Qué mierda?
—¿Shin lo sabe?
El maleante sabía eso de sobra, pues en el tiempo que había estado con
Jungkook, pudo notar que el chico tenía una mínima cantidad de coraje
en su interior y eso era probablemente porque su padre estaba
metiéndole desde bien joven en todo un mundo de mierda.
—Las prostitutas con las que trabajaba Byun son de Shin y Byun tenía
algo con Chanyeol —se explica Jimin, tratando de repetir todos los datos
para sí mismo—. Chanyeol es ''hijo'' de Sihyuk y este mando a matar a
Jaeban, el cual es colega de Shin —finaliza su explicación—. El mundo
es malditamente redondo y pequeño, V.1
—Ni en la puta escuela tenia tanto trabajo, maldición —se quejó—. ¿Qué
pasará después?17
—¿Qué cosa?
—Quiero que averigües todo sobre Shin Yuna, la niñita hija de Shin —
ordenó—. Por ahora, el único dato que tengo de ella es su nombre y que
tiene catorce años.25
Jimin dio un asentimiento y esbozó una ligera sonrisa, del tipo que da la
razón aparentemente, pero que en verdad no quería saber nada más
sobre el asunto. Y es que Jimin sabía ciertas cosas sobre V que eran
preferibles mantenerlas bien lejos de su cabeza.
Tras toda la larga conversación llena de datos, hombres y dudas, Kim por
fin se levantó de su asiento, extendiéndole la mano a Jimin y este
devolviéndole el gesto. El más bajo se quedó en su asiento mientras V se
dio media vuelta. Los dos hombres que le acompañaban se levantaron a
la vez y se dirigieron a abrir la puerta, mientras que Taemin se regresaba
hacia Jimin que les observó desde el borde de su mesa.
Y, antes que el azabache saliera por completo de la oficina, Jimin le
llamó
Taehyung alzó una ceja y miró abajo para luego encararle con expresión
de repulsión aparente.
Kim le miró atento y luego le señaló con el dedo. Eso, era verdad.
Jimin, por otro lado, se quedó pensativo sobre el asunto que tenía
pendiente. Ahora tenía mucho trabajo por delante y V era un hombre que
no era de muchísima paciencia por lo que sabía. Le dio risa lo último que
dijo, recordando que la última vez que había visto a Kim Namjoon, fue
hacía casi seis meses y este no le había contactado de nuevo en todo
ese tiempo pese a que después de haber tenido sexo por cinco horas, le
prometió que lo llamaría.7
—Señor Park —la voz de Taemin hizo que Jimin girase la cabeza en su
dirección, olvidando lo que pensaba segundos atrás.
—¿Le tiene miedo? —formuló, pero Taemin sabía que eso no era
posible, incluso si era Kim Taehyung quien acababa de salir por su
puerta.
—¿Y entonces?
XIII: Quindecim.
(⚠⚠)32
"¿Qué mierda le pasó a ese tipo, para que tuviese una manera de ser tan
despiadada y maniática?" Se preguntó Jungkook en su mente, con las
manos temblorosas y comenzando a desarrollar una ligera ansiedad.8
Sin duda alguna el chico tenía algo claro: no quería terminar como aquel
hombre que mataron frente a él y muchísimo menos quería terminar
como los policías de los que ''Kim Taehyung'' le habló. Y ni pensar
terminar como la chica.
Volvió a llorar otra vez, pero ahora calmadamente; como si las lágrimas
salieran solas y él las dejara hacerse su propio camino hasta deslizarse
por su cuello. Estaba recostado en el colchón donde había estado
durmiendo desde hacía unos días. Era mejor que el suelo sucio y
Jungkook internamente se maldecía a si mismo por llegar a sentirse
ligeramente conforme de la situación actual, comparada a la maldita
cabaña donde se encontraba antes. Así que solo apretujó sus ojos,
sintiendo una presión en su cabeza hacerse más fuerte.
—Precioso...
Los pasos no tardaron en llegar hasta los oídos de Jungkook e
inmediatamente todo su cuerpo se puso en estado de alarma. Era el
verdugo que había llegado a perturbar su paz una vez más. El chico
tomó una aspiración profunda y aunque hubiera tratado de calmarse, su
cuerpo parecía ser automático con tan solo escuchar aquella gruesa voz
proveniente del contrario. La puerta se cerró con una ligera fuerza, el
prisionero lo supo porque lo oyó, mas aún se mantenía hecho un ovillo
en la esquina de la pared, acurrucando sus piernas a su pecho y
escondiendo la cabeza entre ellas.
Fue cuando escuchó algo que le hizo subir un poco la mirada y lo que
encuentra solo le hizo querer llorar. Taehyung llevaba puesta una ropa
normal, ligeramente holgada para lo que usualmente Jungkook veía. Y
no era como si le sorprendiera, pero simplemente era... raro. Aun así, lo
que le dio escalofríos fue lo que V llevaba en su mano derecha.
Un tubo.34
Jungkook casi explota ante el repentino descaro con eso último que le
preguntó. ¿Cómo se atrevía a preguntarle eso, sabiendo perfectamente
todos y cada uno de los por qué?
Jungkook gritó fuerte, y solo después de hacerlo se dio cuenta que había
sido demasiado impulsivo y de que podía recibir un golpe por eso, así
que simplemente bajo la cabeza, con miedo. Le había salido del alma,
sin pensar o analizar el contexto de la situación. Pero no era como si su
cerebro funcionara a la perfección para descifrar cuándo y cómo debía
hablar.
Tenía los ojos abiertos de golpe, pensando que sería un beso tosco y
con violencia. Aunque cuando vio que Taehyung había cerrado sus ojos
con lentitud, él también los cerró. El mayor no le besaba con fuerza, ni
tampoco le besaba con brusquedad. No le besaba de manera ansiosa, ni
tampoco con frenesí. De hecho, soltó una de las manos de Jungkook y
acunó su mejilla derecha, poniendo un pulgar sobre su pómulo y el resto
de sus dedos acariciándole ligeramente la oreja mientras giraba el
rostro.1
Había muchas cosas que podrían pasar, una más posible que la otra y
todas haciendo fila para cumplirse.
—¿Entonces? —insistió Kim—. ¿Por qué qué?
—¿Por qué yo? —inquirió con miedo, enfatizando todas las últimas
palabras—. ¿Por qué a mi? ¿Qué quieres hacerme? ¿Qué quieres
de mí? ¿Por qué me estás haciendo esto?
—¿Podrías repetir una por una, niñito? —le bramó con sorna y énfasis al
final—. Tengo tímpanos sensibles y estás gritando, pequeño Jeon.1
—¿Por qué a mí? —inquirió con decisión—. ¿Por qué me tienes aquí a
mí?
—Ya te lo dije, niño —replicó Taehyung—. Eres un pago que yo aún no
cobro y todo por culpa de tu padre —confesó—. Estás aquí por su culpa,
porque él se metió en problemas con un gobernador. Yo solo soy el
verdugo que se deshace de personas que son innecesarias para quien
me contrata.
Jungkook parpadeó por un momento, sin entender del todo. Otra vez el
puto tema del dinero, ya lo sabía y no era eso lo que quería escuchar.
Sin embargo, lo que más ruido le hizo, fue aquello que dijo.
—¿El qué?
—¿Entonces qué?
—¿Por qué coño me lo dices? —volvió a chillar con un hilo de voz, pues
no encontraba razón para que se lo dijese tan directo—. ¡¿Por qué?!
—Porque me fascina ver tu cara mientras te digo eso —confesó—. No
sabes lo bonito que te ves cuando estás asustado. Y más aún cuando sé
que es por mí, niñito.
Taehyung sabía que era verdad, él mejor que nadie estaba plenamente
consciente y que el chico se lo dijese solo le demostraba lo bastante listo
que podría llegar a ser. Pese a lo débil, dominable y bastante asustadizo
que era, Jungkook era listo.
El sicario sonrió.
El niño se tensó ante eso y justo cuando pensaba que Taehyung estaba
relativamente calmado, el hombre se levantó del colchón y agarró el tubo
de hierro que había tirado anteriormente en el piso.
El hombre tomó el tubo entre sus manos y lo extendió entre éstas, como
apreciándolo. Su cuerpo reposaba con la espalda baja pegada a un
mesón cerca de una esquina. Su mirada era severa, también serena en
todo sentido. Aparentemente relajado o reflexivo y Jungkook se llevó sus
propias rodillas al pecho, tratando inútil y débilmente de protegerse a sí
mismo.
Otra vez ese maldito apodo, Jungkook ya sabía que no vendría nada
bueno.
—¿Qué ocurre, niñito? —dijo con burla, como si le hablaba a algún bebé
pequeño—. ¿Ya no quieres seguir hablando más?
—N-no, yo no...
Taehyung soltó una carcajada y le enfrentó esta vez con el ceño fruncido
y la lengua pasándosela por los dientes. En ese momento, tomó entre su
pulgar e índice izquierdo una parte de la montura de los lentes que
llevaba puestos y los dejó a un lado, en la mesa de la que yacía
recostado. Respiró, observó hacia arriba y apretó el tubo con fuerza,
luego volvió a conectar su mirada con Jungkook, que ya volvía a tener la
expresión al borde de agonizar.
—Primero de Septiembre del 97, faltan más de dos semanas para que
cumplas tus dulces dieciséis —escupió—. Eres un puto bebé, pequeño
Jeon. Tienes apenas quince añitos.8
—¿Ah, no? —se mofó V—. ¿Entonces no es cierto que tu madre es Jeon
Saeji? ¿No es cierto que tienes una hermana mayor llamada Jeon Jihyo?
¿No es cierto que estudias en la preparatoria de Seúl? ¿No es cierto que
tienes de noviecita a Shin Yuna, la hija del socio de tu padre? —le dijo—.
¡Qué raro! Con esos besos que me das yo juré que lo tuyo no eran las
niñas.10
—V, por favor ya... —suplicó—. No con eso, por favor n-no... —rogó otra
vez cuando detalló la forma en que el sicario miraba el tubo y
posteriormente a él. Se aproximaba lentísimamente hasta Jungkook y el
chirrido de sus zapatos contra el suelo resonaba entre las paredes.1
—¿Sabes qué pasa con los niños que mienten, Jungkookie? —le inquirió
y el nombrado gimoteó—. A los niños que mienten hay que castigarlos.
—N-no...
Era un puto niño de quince años, y Jungkook se había sumado más edad
porque recordó aquella paliza que le dieron en la cabaña mientras estaba
desnudo y atado a una silla. "Ahora también soy un pedófilo" le dijo V, y
luego cuando pensó que era un niño empezó a golpearlo. Porque al
parecer... ¿le disgustaba ser un pedófilo? Por eso Jungkook no dijo su
verdadera edad aquella noche cuando le quemó, por eso mintió. Si la
hubiera dicho, se volverían a repetir los golpes, y simplemente mintió por
impulso.
Aunque nunca pensó que había dicho edades diferentes, ahora sabía
que la había cagado, y en un muy mal sentido.
Jungkook aún no cedía del todo, estaba más que claro que tenía miedo.
Y aparte de eso, la sola idea de desnudarse delante del sicario le calaba
en lo más profundo de su espina dorsal provocándole escalofríos y ganas
de seguir llorando. Lo iban a golpear, y sabía que ya se había tardado
mucho porque aunque ese tipo parecía ridículamente tranquilo, podía
desbordársele un ataque de locura en cualquier momento y sin detonante
aparente.
Aunque en este caso Jungkook sabía que era su culpa, por tratar de
salirse con la suya, mintiéndole.8
—Levántate —demandó Taehyung.
Jungkook se tensó ante eso, así que bloqueó su mente de cualquier otra
cosa que no fuera hacerle caso. Después de todo, mientras más se
resistiera, peor sería el sufrimiento. Por experiencia lo sabía.
Porque eso era él, un niño. Quizá no tan chiquito, pero niño al fin.
Jungkook suspiró.
—P-pero...
El chico tiró la camisa a sus pies, llevaba solo dos prendas más. El jean
oscuro y el par de calzoncillos rojo oscuro, solo dos prendas tan fáciles
de quitar pero tan difíciles a la misma vez, sin poder siquiera hacer un
esfuerzo. V detalló que el muchacho tardaba en llevar sus manos al
borde del pantalón y aún las tenía en su pecho así que volvió a golpear la
pared dando un ruido estruendoso que le hizo sobresaltar.
El azabache por fin sacó las manos de su pecho y las llevó al borde del
pantalón. No quería avergonzarse, empero lo estaba haciendo
demasiado en ese instante y solo yacía sin la parte superior de su ropa.
Kim miró la marca de su cintura, aquella provocada por la cadena
apretada que le sostenía de la columna en la cabaña, y que solo le
dejaba moverse hasta el baño, mientras se sostenía como un perrito a un
poste de luz en tanto su dueño entraba a alguna tienda.
El mayor llevó la vista a sus tetillas, detallando sus dos sensibles botones
que contrastaban bonito con él tono claro de su piel. Luego llevó la vista
a su abdomen y su cintura, Jungkook lo tenía marcado. No tanto como
para decir que estaba fornido, pero si lo suficiente para saber qué hacía
actividad física y cuando el sicario conecto dos, supo que eso era por su
entrenamiento en taekwondo, aunque Kook estuviese muy delgado
ahora.
Kim sonrió ladino. ¿Cómo se sentiría que ese chiquillo le estancara una
patada en la cara, con aquellas preciosas piernas que se gastaba y que
gustaría morder? Maldición, le ponía.41
El chico tomó el borde del pantalón y lo bajó hasta sus muslos, aún con
los ojos cerrados por la vergüenza e intimidación. Una vez que los tuvo
ahí, subió por inercia la vista hacia V. Él cual lo miraba con un semblante
serio y entrecejo fruncido, Jungkook sentía que estaba vigilando cada
una de sus acciones con extrema cautela —y así era—. El chico seguía
llorando y abandonó la mirada contraria solo para no intimidarse más de
lo que ya estaba. Sin embargo, con puños apretados y nudillos casi
blancos —debido a la presión—, Jungkook se deshizo de su pantalón,
sacándolo por ambas pantorrillas y tirándolo a un lado mientras se
abrazaba a su cuerpo ahora expuesto casi por completo.
—Y-ya...
De pronto sintió cómo una de las rodillas de V se posó entre las propias y
separaba sus piernas. Jungkook no estaba tratando de poner resistencia
a eso pero una de las manos de V fue hasta su cadera y jaló su ropa
interior con fuerza, haciendo que la mitad de sus nalgas quedaran
expuestas. Luego agarró el otro extremo e hizo lo mismo. Jungkook no
pronunciaba palabra alguna, ni tampoco trataba de detenerle. Entonces,
el sicario quitó la pistola de su cuello y con ambas manos deslizó su ropa
interior hacia abajo, dejándole totalmente desnudo.11
—Hace poco te dije que odiaba que me gritaran, que me alzaran la voz y
que me insultaran, pequeño Jeon —le recordó Taehyung—. ¿Pero sabes
qué odio más que eso?
—No me gusta que calles, bonito —dijo con un deje de diversión fingida
en su voz—. ¿Cuántos años tienes?
—Ajá —afirmó el sicario—. Pero ahora quiero que tú me lo digas, así que
repito... ¿Cuántos años tienes?1
—Q-quince.
El asesino estaba frente a él viéndole desde arriba y sin añadir otra cosa,
empuñó fuertemente, subió su mano con determinación y lo estampó
contra un lado de la costilla de Jungkook, provocando que el chico diera
un grito de dolor y se tambaleara hacia adelante.
—Q-quince...
—Q-quince...
Sus ojos se conectaron y ver a ese hombre desde abajo, Kook solo se
horrorizó de aquella sonrisa sádica en sus labios.
El octavo golpe fue dado cerca de su costilla otra vez, aunque un poco
más arriba, y Jungkook se tambaleó hasta casi caer, solo que el verdugo
de nuevo le sostuvo entre sus brazos, obligándole a permanecer de pie.
El noveno fierrazo fue del otro lado de las costilla y el cautivo pudo jurar
que sentiría esto por el resto de su vida, justo después de que el hierro
se estrellara de ese lado. Ambas costillas le dolían, le ardían, las sentía
entumecidas e incluso respirar calmadamente era una tortura más
grande que la que estaba viviendo, porque cada exhalación implicaba
hinchar su pecho y sentir como si le maltrataran de nuevo justo donde
Taehyung lo había hecho.1
Vivir le dolía.
El chico suspiró e hizo un esfuerzo por tratar de pararse del suelo. Afincó
una mano en la fría cerámica, empero su brazo tambaleó con una
punzada de dolor. Se vio en la obligación de volver a intentarlo, ahora
utilizando las dos manos, pero ocurrió lo mismo; perdió el equilibrio y
justo cuando estaba a punto de levantar el torso, se derrumbó.
Al menos una falsa caricia con otras intenciones, era mejor que le
cayeran a golpes hasta hacerle quedar viendo en negro.
Volvió a sentirse cansado de pronto sin saber exactamente por qué, pero
con ganas de quizás dormir o descansar. O más bien morir. Solo que si
lo hacía en ese momento sería a manos de ese maldito monstruo y eso
era lo que Jungkook en definitiva no quería, así que abre los ojos de
golpe tratando de no caer ante su estado extasiado y aspiró con dolor y
dificultad.
Antes de irse, Kim dio un golpe más ligero con su mano en aquella
cabeza, viéndole cerrar los ojos de a poquito. Abrió la puerta del cuarto y
antes de salir, le soltó una última frase con una media sonrisa que por su
puesto Jungkook no vio.
(⚠)
5
Jungkook tiene miedo, ha estado corriendo por tanto tiempo, sin rumbo
alguno. Tanto tiempo huyendo de su amenaza inminente y por fin puede
decir que está libre de ella. Las rodillas le duelen, sus brazos se sienten
cansados y su pecho sube y baja con un frenesí tan grande, que por
poco queda sin nada de aire en sus pulmones. Las piernas le tiemblan,
pero por fin puede correr libremente.1
No pensó que lo lograría, no pensó que podía hacerlo, pero cuando pudo
abrir la ventana de la cabaña, todo dentro de sí mismo se puso en alerta.
Era de noche, y había decidido hacerlo a esa hora para no ser visto.
Quizás, dentro del bosque, pudieran haber animales raros; serpientes,
alacranes, arañas o cualquier cosa con una picadura mortal, pero le vale,
porque justo en este instante, no puede encontrarse más a salvo. En ese
momento no tiene a nadie persiguiéndole, así que un par de insectos a
los que les tiene miedo, no van a frenarle por nada del mundo. Incluso
estando a la intemperie, con el cielo oscuro sobre su cabeza y nada más
que la iluminación de una media luna, Jungkook se siente a salvo.2
Cierra los ojos, intentando calmarse más, y lo consigue. Los abre, y mira
las pequeñas estrellas que andan en el cosmos, a millones de años luz
lejos de él, siendo reflejadas como chispas de pintura blanca sobre el
cielo y una mancha más grande identifica la luna que está en cuarto
menguante alumbrando su camino con rumbo a un mejor destino que
pensó nunca estaría frente a sus pardos fanales.
El suelo está frío y los brazos de su madre son cálidos. Jungkook llora
como un niño, llora desesperadamente. Sus lágrimas son calientes y
siente como Saeji llora con él. Ninguno comenta nada, ninguno dice algo,
ninguno habla. Solo se funden en un abrazo, uno que Jungkook
necesitaba desde hacía tanto tiempo, que parecía una eternidad.
—Shh —le calma—. Estás bien, Jungkook —el chico alza la vista, su
madre está calmada y por alguna razón no llora, solo lo observa y lo llena
de inconmensurable quietud.
Todo de pronto se vuelve negro, las luces del auto se apagan, empieza a
aparecer una niebla a sus pies. Jungkook toma a Yuna de los hombros y
observa su cara para preguntar qué pasa, pero se encuentra con una
imagen horrorosa.
—¡YUNA!
Jungkook grita, voltea a todos lados, no encuentra a nadie más que las
dos chicas muertas. Vuelve a gritar y ahora está asustado. Tiene miedo y
se siente en peligro, no hay nadie para ayudarlo, no hay nadie que pueda
hacer algo y lo único de lo que es testigo es de los asquerosos olores de
cadáveres siendo devorados por bichos y de los espasmos que da uno
de los cadáveres, retorciéndose.
—¡¿Mamá... mamá?! —grita, buscando a su madre con la mirada. Gira la
cabeza por todos lados pero no hay nada.
Empieza a correr, sin rumbo aparente, dejando atrás a las chicas. Corre
como si su vida dependiera de ello. Corre porque no parece haber una
salida. Jungkook grita audiblemente y comienza a llorar con demasiado
frenesí. Su dolor corporal se vuelve intenso y las profundas respiraciones
que da están casi que sacándole los pulmones. Se siente ahogado,
asustado, confundido.
Es monstruoso y caótico.
Ahí, entre los brazos de Saeji, está la cabeza de Jungkook; dos cuchillos
de plata están incrustados en sus cuencas. Su cavidad bucal hiede
asquerosamente y no tiene lengua o dientes, solo hay dentro un montón
de vidrios que empiezan a salir por sus mejillas, rajándole su rostro y
provocando más sangre saliendo de ojos, nariz, oídos y boca.1
Es sangriento e inhumano.
Kook chilla tan fuerte que puede sentir que su garganta duele y se queda
afónica. Tan alto que sus propios tímpanos retumban y sus ojos duelen
por la presión. Su llanto es desgarrador, reflejando el miedo y el
sufrimiento. No sabe qué pasa, pero es malo.
—Pequeño Jeon...
No puede verlo y con desespero gira su cabeza por todos lados sin la
imagen de Kim Taehyung a su alrededor.
Una risa hace eco a sus oídos y Jungkook no sabe de dónde viene, pero
sabe que es él. Y en ese momento siente como se va hundiendo. Su
cuerpo no se mueve y él grita. Se trata de aferrar a la tierra y levantarse,
pero no puede. La tierra se hunde más, parece tragárselo.
Dos manos jalan de sus piernas, parecen ser demasiado fuertes. Unas
uñas se clavan en su carne con fuerza y tiran de él, arañándole la carne
hasta sangrar. Jungkook siente su cuerpo demasiado hundido. Hay un
hoyo en el suelo haciéndose más grande y abriendo espacio para que su
cuerpo sea tragado. La tierra lo está engullendo con odio y hay alguien
quien le está jalando con ferocidad desde el fondo.
—¡Suéltame! —se esfuerza al saber que son esas manos las que lo
jalan—. ¡S-suéltame, suéltame! —Jungkook llora con desesperación—.
¡S-suéltame, suéltame, suéltame...! —pero la mitad de su cuerpo ya está
hundido.
Jungkook mira hacia abajo cuando casi está engullido por completo y
solo puede mirar por último unos ojos negros y una mano ahorcándole
hasta que se asfixia...
Sus manos apretaban la sábana rota que yacía bajo su cuerpo y un mal
sabor de boca le salió de pronto. En ese momento, todo su cuerpo
empezó a doler tan fuerte que debía respirar de manera mínima si quería
evitar el dolor en todo su pecho.
Fue solo una pesadilla, una asquerosa y horrible pesadilla. Una que le
recordaba tanto su estado demencial, como lo que había pasado hace
algunas noches.
Jungkook no habló, solo sollozó con un susto que le corrió por las venas
acompañando los latidos de su corazón. Entonces trató de tomar una
aspiración grande y el pecho le dolió demasiado. Él subió la vista de
nuevo y ésta vez fue capaz de observar a detalle al tipo frente a él.
Llevaba un par de pantalones oscuros al igual que camisa, una bandana
le sostenía el pelo hacia atrás y con ambos brazos agarraba el arma.1
El chico solo llevaba dos prendas puestas; una camisa y su ropa interior.
Namjoon llevó la vista hacia sus piernas y tragó duro ante lo que vio.
Jungkook tenía varios moretones y rojeces en sus muslos, en las
pantorrillas y rodillas. Había varios que estaban tan oscuros que parecían
una gran mancha, sus manos estaban sucias y su llanto era tan
profundo, que el malandro supo que le había pasado algo bastante malo.
Igual no sabía qué exactamente, y tampoco pretendía preguntar, porque
lo suponía de todos modos.
Jungkook se llevó las manos hasta sus ojos y los estrujó para tratar de
apaciguar su llanto, después de unos minutos por fin consiguió lograrlo.
Aspiró hondo, sintiendo el líquido dentro de su nariz quedando en su
garganta y amontonándolo en su boca para echarlo a un lado al escupir.
Observó a Jun, que ahora estaba recostado del marco de la puerta, con
el arma viendo al suelo, siendo sostenida por su mano derecha. Él le
miró con el ceño fruncido y expresión molesta. Parecía intimidante,
aunque por alguna razón Jungkook creía que no estaba molesto. El
contacto visual no se rompía y Kook se preguntó exactamente qué es lo
que podría estar pasando por la mente del tatuado.
—¿Por qué estás llorando? —fue lo primero que escuchó Kook, de forma
tranquila.
Maldita sea.
—Muchacho —sentenció Namjoon, viéndole—. ¿Por qué estabas
llorando? ¿Qué estab-...?
Él más que nadie conocía esa mirada, porque la había enfrentado desde
siempre.
El hombre pareció bajar la guardia y estuvo a punto de salir rápidamente
del baño, pero Jungkook habló primero, haciéndole detenerse en seco.
—¿Le tienes miedo? —su voz fue calmada y Jun se voltea de pronto
para encararle, con una expresión confundida.
Otra vez, Namjoon queda atónito por eso. El muchacho con tatuajes abre
la puerta, vigila hacia la parte de afuera, en el cuarto y cuando no
observó a nadie ahí, entra de nuevo. De todos modos, sabía que estaba
solo con el chico en ese momento. No había nadie más ahí desde
temprano. Jungkook le miró atento lo que hace Namjoon y antes de que
pronuncie algo, el muchacho habló.
—Primero que nada, niño, no sé quién coño te crees para preguntar eso
—le dijo—. Y segundo, solo para responderte... no, no le temo a Kim
Taehyung.
Jungkook observó que el hombre se tensó ante eso y llevó la vista abajo
por un momento. Posteriormente, entrelazó sus dedos y volvió a conectar
sus miradas.
—Entonces, ¿cuál de los dos casos eres tú, Kim Namjoon? —indagó,
callando sus propios pensamientos martirizantes.
Fue ahí que Jun le miró de frente, con una expresión en el rostro
bastante confusa. El muchacho sin duda no era un estúpido y el contrario
sabía exactamente a dónde quería llegar.
Otra vez, tomó el arma y jaló la corredera hacia atrás, listo para disparar.
Jungkook parpadeó por un segundo y el corazón se le aceleró en el
momento en que Namjoon se paró del suelo y le apuntó con una firmeza
demasiado temible.
—Dispárame.
—¿Q-qué?
Jungkook en ese momento abrió los ojos y Jun tenía una expresión de
completo shock en el rostro. El chico aprovechó para tratar de tomar la
pistola entre sus propias manos, pero el otro era más fuerte. Forcejeaba
demasiado, tratando de arrebatársela, mas Nam movió su mano hasta
poner el cañón con vista hacia arriba.
—No.
—Porque de todas maneras va a matarme, y no habrá nada que yo
pueda hacer al respecto.20
Y morir bajo sus manos, era algo que en definitiva no quería sentir.
—Quizá haya algo, niño —masculló, sin una idea clara en su mente—.
Quizá...
Namjoon no respondió.
[...]5
Y ahora, era capaz de jurar que estaba loco, que estaba mal. Porque la
idea de "someterse a un hombre" estaba firme en su cabeza, lista para
dar un paso que marcaría o su seguridad, o su propia muerte de una vez
por todas.
Kim Taehyung era un maldito sádico, y los sádicos disfrutaban del dolor
ajeno. Su captor disfrutaba haciendo sufrir a Jungkook, gozaba viendo
como el menor sentía miedo y lloraba por su culpa. Lo supo en el
momento en el que ese hombre le puso la primera mano encima y él
gritó, lloró, pataleó y rogó terriblemente por piedad y porque lo dejara en
paz, pero contrario a eso solo afianzó su dolor y lo prolongó, jactándose
para después estar riéndose en su cara.
Estar cerca de Kim Taehyung le daba miedo, y quería tenerle algo más,
quería estar molesto, quería sentir asco, quería ser capaz de gritarle y
golpearle, pero no podía. Primero; porque estaba débil, y segundo;
porque su miedo a morir era más fuerte que él. Quizá si lo sentía, quizá
sentía todo eso, pero solo pensar en él llevando sus torturas a otro nivel
le bloqueaban la mente.
Hablar con Kim Taehyung era normal, nada del otro mundo. Jungkook
solo quería que se alejara, porque sabía que en cualquier momento le
haría algo malo, pero él tenía una verborrea extraña. Parecía tener
ideales firmes a la hora de hablarle sobre ser un criminal, incluso
parecía... ¿astuto y culto? Alguna mierda así, y sinceramente a Jungkook
le martirizaba verlo de ese modo. Porque lo peor no era que estuviera
haciéndole eso, lo peor era que estaba plenamente consciente y no era
ningún loco que no asimilaba sus acciones. Eso debía tener un por qué,
pero Jeon no lo sabía y queria hacerlo. V siempre tenía alguna mierda
rara que decir, algún insulto o alguna estupidez subida de tono que le
hacía dar escalofríos.
Namjoon no era mala persona, y quizá le había dicho eso por algo.
Tendría que descubrir eso, pero si V creía que iba a tener el completo
control de su miedo, no se lo permitiría, no más. Jeon estaba decidido a
guardar su miedo, no sabía cómo pero si el por qué.5
Supervivencia.
Si ese hombre lo mataba, lo haría horrible porque quería verlo sufrir, pero
si el aprisionado colaboraba quizá no lo haría, lo mataría como otro más.
Se aburriría de él ¿no? Por eso Namjoon se lo dijo. Si empezaba a
acercársele poco a poco, ¿era posible que Taehyung disminuyera su
horrible trato para Jungkook? Tenía demasiadas preguntas que hacerse
y ninguna respuesta aparente, de lo que si estaba totalmente seguro, era
del hecho que tenía que probarlo o no podría aguantar un golpe más.
Quizá obedecerle no era tan difícil, sabiendo que eso le daría tiempo
para recuperarse.
Y... quizá entregarle su cuerpo no fuera tan doloroso, con tal de poder
seguir sobreviviendo en el secuestro.26
[...]1
Lo había hecho muchas veces, una tras otra, y ella simplemente no tenía
corazón para pedirle que se calmara y dejara de llorar. Incluso cuando
podían descubrirle en ese feo edificio, pero la experiencia tan traumática
que Baekhyun había pasado, le daba a Jennie un mal sabor de boca. Él
estaba calmado, ahora sí. Lloró por bastante rato desde que había
despertado, no importándole la punzada en su abdomen, producto de la
herida cicatrizándose.
Tan pronto calmó su sollozo, fue hora de hacerle varias preguntas.
—No lo digas de esa forma, explícame bien por qué mataste a todos
esos hombres. Estábamos a punto de conseguirlo, Baekhyun.
—¡Tu no entiendes!
—¡Sí! ¿No ves lo que hice? —obvió el policía—. ¿De qué mierda me
servía seguir vivo, si ya Chanyeol había muerto? Todo empezó por él. S-
si Yeol no está, ¿d-se qué sirve arr-...?
—Las niñas, Baekhyun —interrumpió Jennie—. Estamos aquí por las
niñas, estamos aquí solo por ellas. Eso era lo que Chanyeol quería,
salvarlas a todas. Él quer-...7
Él quitó la mirada de ella, porque sabía que Jennie tenía toda la razón.
Por más difícil que fuera aceptarlo.
—Mírame, Baekhyun.
Lo hizo.
Byun cerró los ojos con fuerza, quizá el dolor que tenía en su abdomen
era molesto y punzante, pero el dolor que llevaba psicológicamente se le
hacía muchísimo más pesado de acarrear.
—Si sabía lo que pasaría, pero no sabía que Sihyuk iba a mandarlos a
ellos con el dinero, te lo juro —sinceró—. Pensé que mandaría a otras
personas.
Jennie se paseó por la habitación del edificio de ST, sonando sus brazos
y negando reiteradamente.
—Exacto —le dio la razón—. Se suponía que yo debía solo estar con
Shin y desde abajo acabar con lo que le hace a esas mujeres y a las
niñas. Pero se atravesó este tipo y no pude quitármelo de encima.
¿Cómo le dices a alguien como él que no quieres ayudarlo, sin verte
sospechoso? Se supone que a todo lo que me pidieran debía decir que
sí, y así fue como empecé a ganarme su confianza.
—¿Al tanto de qué, Baek? —el miedo dominaba su voz, no podía saber.
Lo primero era que Jungkook sinceramente era hermoso. Más allá del
propio concepto de hermosura que el maleante tenía para sí mismo, el
chiquillo era realmente hermoso. Y no solo eso, sino que su personalidad
era fuerte. Se hacía una idea del por qué, Jungkook había
sido "diseñado" para aquello. Más no para soportar lo que hasta ahora
había soportado, aún así le gustaba que fuera tan insolente.
Tan solo que ninguno había soportado tanto como ese chico. Aunque
también estaba el hecho de que Jungkook ni siquiera fue elegido,
simplemente había sido una alternativa por su padre. Era por eso que
Kim estaba consciente que era fuerte y sinceramente no sabía por qué le
gustaba tanto.2
Todos los que habían sido suyos anteriormente, le tenían un miedo tan
excesivo que Taehyung tan solo con verlos ya empezaban a llorar. En
cambio, ese mocoso necesitaba de un par de acciones tortuosas para
llegar a ser intimidado, doblegado y humillado. La resistencia que
mostraba hacía que el verdugo se sintiera en cierto punto... dichoso.
Estaba tan hinchado y rojo que parecía reciente. Pese a eso, sabía que
él no le había caído a golpes ahí. Estaba totalmente seguro.
Se acercó a paso firme hasta el niño, este seguía dormido. Llevó la mano
hasta su cara para apartarle el cabello que caía en su frente y al hacerlo
notó que eso en definitiva no era un simple golpe o rasguño, mucho
menos un tubazo o algo así. Era un puñetazo, y eso significaba
solamente una cosa.
Apretó sus puños con fuerza y llevó su mano lejos del niño, dejándole
dormir ahí tirado. Salió del cuarto velozmente, bajando las escaleras tan
rápido que los pasos resonaron con brusquedad. Al estar en la primera
planta, abrió la puerta que daba con el porche donde sabía que estaban
los únicos dos hombres que pudieron haber tenido contacto con el
chiquillo.
Al empujar la puerta, ambos sujetos voltearon con el entrecejo fruncido
luego de que el sicario hubiera entrado a lo brusco. Namjoon estaba
fumando y Jackson limpiado su arma, ambos confundidos se miraron
entre sí y luego llevaron la vista al jefe, el cual tomó asiento frente a
ambos.
Taehyung alzó su mano con fuerza y tiró una silla hacia un lado. Luego,
parándose de golpe y dirigiéndose hacia Namjoon, le levantó de su
puesto tomando el cuello de su franela y con una mano le hizo tirar el
cigarro a un lado.
—Responde, Kim Namjoon —ordenó, Jun solo entrecerró los ojos porque
había pasado demasiado tiempo sin que Taehyung le llamara por su
verdadero nombre.
Taehyung se acercó a él, estando casi cerca del borde del colchón. Y
justo en ese momento, extendió su mano hacia el muchachito,
incitándole a levantarse. El chico titubeó un poco, y al llevar ligeramente
la vista a Namjoon, éste hizo un ademán con la cabeza para que
obedeciera y Jeon así hizo. Brindo su mano hasta el sicario y él le
levantó del colchón, quejándose, pero luego fue obligado a pararse recto.
Y justo cuando el rehén pensó que Namjoon iba a decir algo, sintió los
húmedos labios de Kim Taehyung sobre los suyos, empezando a besarlo
tan frenéticamente que quedó sin aire.50
Conectó la vista con Namjoon, el cual la había bajado tras haber visto al
sicario besar a su rehén con tanta vehemencia, que incluso parecía
una necesidad. La vergüenza ajena e incomodidad podía palparla justo
ahí si eso quisiera.8
—¿Nunca has salido de aquí por las tardes, Namjoon? —el tono de su
voz fue tan tétrico, que Jungkook casi comienza a castañear.
—¿Eres el único que ha tenido contacto con él en los días que salí,
cierto? —fue especifico, porque juraba que lo masacraría justo ahí, de la
rabia.
—Sí, V.
—¡Yo no sé, V!
—¿Por qué mierda hay un puñetazo en la cara del niño, hm? —escupió
con evidente molestia—. Puñetazo que yo no di.13
Y ahí cayó en cuenta lo que había estado pensando desde hace unos
días, y lo que de hecho estaba totalmente decidido a hacer.
Fue por eso que con todo el miedo —y a la vez todo el valor del mundo—
, Jungkook estiró su mano hasta la de Taehyung y apretó su muñeca,
haciéndole bajar a escasos centímetros el arma.9
—¿Qué?
—¿Y qué mierda tiene que ver eso con que tengas un maldito coñazo en
la cara, estúpido? —tomó la quijada de Kook para que le viera por
completo.
Kook no sabía si callarse o continuar, pero el arma ya no apuntaba a la
cabeza de Namjoon, así que suponía que podía seguir dándole a la
lengua a ver si conseguía algo.
Taehyung bajó el arma, Jungkook le miró con miedo. Mismo miedo que
se volvió pánico cuando él estalló en una carcajada tan sonora, que
todos sus dientes se reflejaron en una sonrisa cuadrada y debió doblar
un poco sus rodillas para aguantarse. Los vellos de Jungkook se
erizaron, porque no entendía qué mierda le causaba tanta risa a V. No
entendía por qué en cada maldito momento inesperado, él termina
riéndose como si le contaron el chiste más gracioso del mundo.8
Ahora fue el turno de Namjoon para que esa frase le cayera como balde
de agua fría.
Namjoon, por otro lado, solo quería salir corriendo de ahí. La confusión,
el desagrado hacia aquella mentalidad del sicario y el hecho de ser parte
de eso le estaba empezando a obstruir la poca cordura que se empezó a
forjar desde hacían años atrás.
—¿Qué mierda haces viéndolo tanto? ¡Maldita sea! —Taehyung subió de
nuevo su arma y apuntó a Namjoon, rozando el gatillo con sus dedos.11
—¿Y tú por qué maldita mierda le defiendes? —su voz sonaba molesta y
casi que escupía sus palabras.
—¿Si, qué?
—Sí, Seokjin.87
[...]1
Había pasado rato desde que Namjoon salió del cuarto solo para volver
por la comida, entregársela a Jungkook y luego marcharse de nuevo. El
chico comía en silencio, preguntándose un montón de cosas justo en ese
instante.
[...]2
Hay cosas que él sabe que podrían facilitarme y facilitarte a ti toda esta
mierda.
7:54 a.m
Kim caminó hasta él, las suelas de sus zapatos haciendo ruido tras sus
pasos.
—Necesito que hables con alguien —le avisó—. Más bien... él necesita
que tú le hables. No sé sobre qué, pero debo estar ahí y tú también.
Jungkook se tensó.
—Eso pensé —rió V—. Así que más te vale dejar de contestarme,
maldito niño, porque cortarte la lengua sería algo bastante triste con lo
muy bueno que se siente enredarla con la mía —y luego de decir eso,
unió sus dientes al labio de Jungkook, sacándole un jadeo cuando
ligeramente lo mordió y lamió el mísero punto de sangre. Plantó un último
beso casto y le soltó.
Al entrar al baño, Jungkook observó que había dos recipientes con agua.
No eran tan grandes, pero si con la suficiente cantidad como para darse
un baño. Sabía que la regadera no tenía nada de agua, así que venía
directamente desde el lavamanos y alguien tuvo que llenarlos en algún
momento.
Taehyung carraspeó.
Por el amor de Dios, había pasado tanto tiempo sin tomar un baño
decente y esto era la cosa más fantástica de todas. Si, estaba siendo
visto completamente desnudo por el sicario y en condiciones horribles,
pero eso no le importó en lo más mínimo cuando vertió agua sobre su
cabeza, sintiendo que se deslizaba por todo su cuerpo una y otra vez
hasta quedar empapado.
Y se sintió un poco miserable, porque había pasado por tanto, que estar
en esa situación tan horrible la sentía como un paraíso.
Sin embargo Jungkook creía estar listo, pues se empapó entero y medio
estregó su anatomía.
—N-no hay.
—Haz lo que digo y punto —Jungkook obedeció sin mucho titubeo, pero
sus piernas temblaban—. Separa las piernas —y volvió a obedecer,
demasiado magullado estaba su cuerpo como para resistirse y provocar
que lo golpeara más.1
Taehyung tomó la pastilla de jabón y la enredó con el cabello del
pelinegro, moviendo sus dedos hábilmente entre las hebras para que
hiciera espuma, la cual consiguió con rapidez. La sensación en Jungkook
fue inigualable.3
Y se odió.
—Ajá...
Kim lo estaba gozando, estaba pasando sus manos por cada rincón de
Jungkook. Por su cuello, su espalda, su cintura, su cadera, sus nalgas y
sus muslos. Por todo su cuerpo sintiendo cómo el niño se tensaba para
luego relajarse. Mentiría si dijera que no disfrutaba tocarlo de esa
manera, y también mentiría si dijese que no estaba imaginando
muchísimas otras cosas justo en el momento en que Jungkook arqueó su
espalda cuando Taehyung pasó las manos por su cintura, permitiéndole
ver cómo la espuma se deslizaba desde su columna y se perdía entre
sus nalgas seguido a pasar por sus muslos debido al agua que estaba
limpiándolo.
—Tan solo mira como me pones, pequeño Jeon —confesó, juntando sus
caderas con las del menor y tomando cada muñeca de éste hasta
ponerlas sobre su cabeza, aprisionándola—. Tantas cosas que quiero
hacerte justo aquí y ahora...
Jungkook quería reclamar, pero al sentir el pecho de Taehyung chocar
con su espalda y su entrepierna ajustarse al borde de su culo, todo
pensamiento racional o para quejarse se le olvidó. En cambio, recordó
todo lo que debía hacer si quería sobrellevar la situación.
''Solo colabora..."5
—Tienes un bonito culo, pequeño Jeon —le halagó, adosando sus belfo
detrás del lóbulo de Kook—. Tengo tantas ganas de enterrarme en él con
fuerza y tan duro, pequeño Jeon. Tantas ganas de hacerte llorar y gritar
mientras te follo.3
Ni analizó nada.
—Lo único que me queda claro es que me has dicho todo este tiempo
que quieres follarme —explicó, moviéndose contra la erección ajena y
sintiendo el cálido aliento de Taehyung en su cuello—. Pero... tú no me
has puesto un dedo encima a menos que sea para golpearme.
Se odiaba en realidad.
Jeon le tomó del cuello con ambos brazos alrededor, pegando ambos
labios y rozando los suyos de arriba abajo sobre los contrarios.
—Sé todo lo que digo y hago —sus ojos negros no abandonaron los
pardos de Kim—. Vamos, házmelo.1
Se repudiaba.
—Deja de jugar con fuego cuando tus manos son volátiles, pequeño
Jeon —advirtió, apretando más fuerte el agarre en ambas zonas—. Te
vas a quemar.
Kim Taehyung.
Taehyung.
V.
Parte de sus órganos estaban a plena vista por la cantidad de golpes que
ese hombre le había dado hasta abrirle la piel con brusquedad. Sus
entrañas manchaban la alfombra beige de tanta cantidad de aquel
líquido, su estómago y uno de sus intestinos siendo prominentes para
verse. Uno de sus senos ya no parecía algo más que una pila de carne
amorfa y uno de sus dedos tenía el hueso afuera por completo, dándole
una forma irreal. El resto de sus manos estaban rotas y con la muñeca
dislocada y llena de cardenales.
Choi Yenjin.
Su entrepierna había sido desgarrada por algo filoso que dejó toda su
vulva echa un desastre sangriento hasta que la matriz fue visible. Los
moretones adornaban su cuerpo, pareciendo tan infinitos como si se
mirara a las estrellas en el firmamento; no podías contarlos porque eran
tantos, que algunos los contarías más de una vez. La mitad de su cara
estaba desencajada y con la boca abierta por el maxilar que había sido
quebrado y de su cabeza salía un charco vinotinto y espeso tan oscuro
que se perdía entre los pedazos encefálicos y craneales que rodeaban la
putrefacta, desastrosa y aterradora escena y estaba debajo de Saeji
como un velo.1
Sus ojos, que en algún momento tuvieron un iris de color miel oscuro —
iguales que los de su hijo menor—, estaban secos y fuera de sus orbes.
Kim Seokjin.15
Jin hyung no era Jin hyung, porque Jin hyung estaba muerto.3
El único hermano por parte de ambos padres, había sido asesinado con
tan solo quince años de edad.4
—Yo no soy él, nunca seré él. ¡No soy Taehyung! —objetó molesto.
—¡No me llames así! —el niño empuñó sus dedos y gritó—. ¡Yo no le
haría eso a mi madre! ¡Y-yo no le haría eso a mi hermano mayor!
—Llámame V, V de Victoria.
Y doce años después, ese mismo demonio hoy día era un atragante y
cautivador joven con una sed de maldad inconmensurable. Hermoso por
fuera, horrible por dentro.
"Seokjin"; por su hermano que no salvó y recordaría por siempre. "V"; por
el asesino infame en el cual se había transformado. Y
"Kim Taehyung"; por el nombre que lo hacía convertirse en dicho
demonio.
ATENCIÓN:
Pido comprensión lectora y no que solo junten letras para crear sonidos
en su mente y "entender" las acciones más no los personajes que
considero he desarrollado de manera compleja, pero entendible.
—Sofía | sevensoulsoneheart5
(⚠⚠⚠⚠️)27
Era monstruoso.
Jungkook supo que lo que hizo no había sido buena idea, cuando por
primera vez entre ambos, el que tenía los ojos inundados con lágrimas —
que por alguna razón no deslizaban hasta sus mejillas y se mantenían en
sus fanales—, era V.14
Por eso mismo templó sus hebras azabaches para sacarlo del espacio
de la regadera y arrastrarlo hasta el cuarto. Taehyung tenía demasiada
fuerza y Jungkook tenía ambas manos tratando de sujetarle la muñeca
para que lo soltara, fallando en el proceso. El chico empezó un llanto
frenético, más por el miedo de saber qué haría el asesino, que por el
fuerte agarre en su cabeza que le estaba arrebatando ciertos cabellos.
Lo único que Kook buscó, fue tratar de complacerle, no importándole qué
tuviera que hacer. No le llamó por ese apodo, porque queria que sonara
serio. Así que usó su nombre, y la cagó tanto, que ahora esperaba
cualquier cosa menos salir con vida de sus garras.
Mojado, desnudo, asustado, llorando, humillado y suplicando. Así estaba
él, y en ese estado lo quería Taehyung.
El mayor abrió la puerta del cuarto, saliendo con Jungkook arrastrado por
los cabellos y cuando el rehén por fin estuvo en otro lugar de esa casa —
que no fuera esa horrible habitación—, se dio cuenta que el resto de la
casa estaba abandonada. Había una ventana enorme en el medio de un
pasillo donde se veían árboles y maleza alrededor; estaban en medio de
la nada.
No fue hasta que estuvieron frente a una puerta más grande que las
otras que había visto, la cual Taehyung abrió, que Kook pudo por fin
tirarse al suelo, soltándose de su agarre.
Y ese maldito miedo empeoró justo cuando el vil hombre frente a él,
cerró la puerta con seguro tras sí.
—Será mejor que grites, Jeon Jungkook —su mirada de odio había
provocado lágrimas en los ojos del niño, mientras este le veía
desabrochar la correa de su pantalón—. Quiero que tus cuerdas se
desgarren mientras sigues llamándome Kim Taehyung.
Jungkook supo que había llegado el momento que tan presente en su
mente había estado, cuando la correa del pantalón de Taehyung fue
soltada de su cadera, aflojando esos pantalones semi-anchos que
cargaba.
—N-no hagas que duela, por favor... —fue lo que suplicó mientras sus
orbes estaban llenos de ese líquido salado, completamente resignado
cuando el hombre le volvió a templar de los cabellos hasta ponerle de
pie—. Al menos... n-no tanto.33
—N-no tiene que ser así... —el muchachito giró la vista hacia el mayor,
encontrándose con sus ojos fundidos en ese tétrico semblante—. P-
puedes hacerlo de otro modo, yo pued-
—¡Cállate, mierda! —Taehyung le tomó de sus hebras negras y luego de
levantar su cabeza la estampó contra el mesón, ganándose un alarido de
dolor por parte de Jungkook, y este un raspón al lado de su frente que
empezó a sangrar.2
—¡V, no! ¡No, no, no! —su cadera seguía moviéndose hacia abajo para
tratar de evitar lo inevitable y una de sus manos se echó a atrás para
empujar el cuerpo de su verdugo—. ¡V, para! ¡P-para, por favor! ¡Te lo
ruego, p-para!
—¡Ah! ¡D-duele! —el chico sintió sus brazos torcer y algo inmovilizando
sus muñecas—. ¿Q-qué... que ha-haces? ¡Suéltame! ¡Suéltame, V!
—¡Ah, ah...! —La cadera de Kook fue sujetada con posesividad y el pie
izquierdo de Taehyung se metió entre sus piernas para abrirlas,
provocando que el chico temblara y sus nalgas se entreabrieran dejando
a la vista su apretado anillo de músculos—. V, n-no...
—¡Y-YA, YA, YA! ¡TAEHYUNG, YA! —No podía mover sus manos, su
cabeza menos y las piernas tampoco. No quería quejarse, pero era
imposible mantenerse callado cuando estaba sintiendo ese dolor con
cada estocada vehemente—. ¡Y-YA, D-DUELE!
Ardía, quemaba, dolía al punto de ahogarlo. Era como una punzada que
lo estaba abriendo de par en par y juraría que se iba a romper en
cualquier momento. La bestialidad del acto era tal, que justo en ese
instante prefería que el tubo impactara mil veces contra su cabeza.
Prefería que lo golpearan hasta molerlo y desangrarlo e incluso que
quedara inconsciente por años debido a los golpes. No esto, esto era la
peor tortura; el peor castigo.5
Porque si, el hombre que estaba detrás de él, violándolo por puro placer,
era un maldito degenerado. Pero Jungkook era un maldito cobarde que
no podía hacer nada, un pedazo de inútil, un bueno para nada.
El niñito ahogó un grito cuando el pie entre sus pierna las abrió más y
sintió mucho más dentro aquel falo que lo destrozaba sin decoro.
—N-no... ¡Ah, Ah! —todo era una pesadilla en carne viva—. Ya en-
entendí... ¡Ah! Q-que me quieres muerto. ¡Ya entendí que no soy nadie
ante ti! —lloró—. ¡Mh! ¡E-entendí...q-que puedes hacer conmigo lo que te
plazca, Taehyung! —las erráticas respiraciones del mayor estaban en el
borde del cuello de Kook y las sentía todas—. ¡Ya aprendí... q-que no
debo gritarte o responder! ¡No debo jugar con fuego porque me voy
quemar! Ya, ya... p-para...5
Taehyung se sentía en la gloria volviendo un desastre a ese niño bonito.
Se sentía en el cielo volviéndose una pesadilla para él, marcándolo. Se
sentía en la más alta cima que le pidiera que parara y el hacer caso
omiso, adueñándose de su ser por completo de aquella manera tan
animal y feroz. Por pura maldad lo hacía, por puro sadismo lo hacía.
Ver que su pequeño Jeon se mostraba tan dolido, ver que estaba
llorando y rehusándose, pero a la vez admitiendo que Taehyung era
quien tenía total potestad sobre él a partir de ahora; le hizo sentir
demasiado dichoso. Tan solo escucharlo admitir que podía hacer con él
lo que quisiera; le cayó como un sueño hermoso luego de una infame
pesadilla. Ver que estaba dispuesto a obedecerle por miedo a todo lo que
el asesino era capaz de cometer, mientras lo tenía acorralado sobre ese
mesón haciéndole daño con su cara ensangrentada, adueñándose de él
como un objeto valioso al cual le estaba quitando todo valor; marcó un
nuevo deseo en el sicario.2
Amaba admirar a Jungkook así, amaba demostrarle que no era más que
una pequeña y estúpida presa. Amaba adueñarse de él y oírle quejarse
con cada embestida, amaba hundirse en él con odio y ferocidad,
marcando su cuerpo a fuerza de golpes. Amaba torturarlo y volverse su
verdugo. Amaba incluso que le llamara por ese asqueroso nombre con
tal de que Taehyung siguiera torturándolo y sobretodo amaba el hecho
de que cuando se cansara, podría matarlo después de hacerlo nada si es
que todavía llegaba a quedar algo de él. Amaba eso, pero a la vez lo
torturaba tanto por dentro; porque era un lúgubre demonio que no era
feliz con nadie. No tenía piedad por nadie, nada le daba compasión ni lo
haría nunca.1
Pero por primera vez, no se adueñaría de una víctima para luego
desecharla en ese mismo momento. Por primer vez, estaba seguro que
no necesitaba nada más que el mocoso que tenia de rehén dejándose
hacer daño cada vez que quería y admitiendo estar a su disposición
mientras al sicario le diese gana. Por primera vez, a Ki. Taehyung le
importó una de sus víctimas lo suficiente para tomarla a la fuerza, pero
no acabar con su vida hasta masacrarle.3
Y es que quería matarse cada vez que le decía apodos que sonaban
bien, se asqueaba cada vez que lo necesitaba cerca para maltratarlo, se
detestaba cada vez que recordaba los ojos de Jungkook reflejados en su
mente mientras no estaba a su lado. Se repudiaba cuando pensaba en
cómo se vería su asquerosa sonrisa, se odiaba cada vez que
rememoraba sus besos frenéticos donde ambas lenguas se caían a
golpes y las veces que hubo querido tocarlo, pero no lo hizo. Hasta ahora
que lo tenía ahí haciéndole daño. Taehyung se volvía loco de solo pensar
en eso, pero lo estaba haciendo.2
Y ahí fue que cayó en cuenta de toda la situación, riendo para si mismo y
volviendo las penetraciones más rápidas.
Jungkook le gustaba.14
Porque Kim Taehyung jamás sería capaz de amar algo a menos que
fuera una propia satisfacción enferma y repulsiva que era sádica en
grandes cantidades.
La cara de horror que puso Jungkook fue más que suficiente para que la
sensación exquisita se arremolinara en su vientre.
—¡Maldito pequeño Jeon, hahg! —gimió cuando toda su semilla salió
disparada de su miembro y cayó en la cara de Kook, el cual no dijo nada,
solo cerró los ojos con fuerza ¿de qué serviría?—. Abre la boca, Kookie.2
Jungkook lo hizo.
—¡YA, YA, YA! —se removió el niño arrodillado—. ¡YA, POR FAVOR!
—¡CÁLLATE! —otra cachetada lo hizo caer y luego ser levantado por los
cabellos—. ¡No me dejas terminar mis letras, hijito de puta!26
La última letra fue trazada con un Jungkook casi que desmayado por la
infinidad de dolor en todo su ser. No había ni un solo rincón que no le
ardiera, le doliera o le picara en grandes cantidades. Era horrible sentir
su cara goteando, sin saber qué hacía ese monstruo con aquel rostro
que nunca más iba a volver a ser angelical e inocente.
Luego de eso bajó su cuerpo hasta desamarrar la correa que lograba que
Kook tuviese los brazos hacia atrás, permitiéndote al chico quitar la
cantidad de sangre que había caído en sus ojos y que ardía, aunque no
tanto como su ceño en ese momento.
Y cuando salió, Jungkook supo que aquellas letras jamás significaría eso.
Recordó todo lo de... ¿hace rato? ¿Ayer? ¿Hace una semana? ¿Cuánto
tiempo había pasado? Mierda.6
Una de sus temblorosas manos fue hasta la frente, a ver porqué sentía
algo ahí. Cuando llegó, sus falanges palparon una cosa áspera; la cual si
presionaba parecía sentirse suave y acolchada contra su frente dolorosa.
En ese instante, sus orbes estuvieron completamente despiertos y
vagamente intentó sentarse en el mullido colchón.
Fue ahí cuando jadeó; un dolor recorriéndole como rayo todo su cuerpo,
llegando a partes que ni siquiera sabía que existían hasta entonces.1
Sus rodillas tenían casi el mismo nivel de agonía que su frente, parecían
entumecidas e hinchadas. Las coyunturas de sus brazos también, e
incluso sus manos temblaban al tratar de moverse. Su espalda carcomía,
no era insoportable, aunque si extremadamente incómodo; como si
pequeñas púas se incrustaran ahí. Aún yacía acostado en ese colchón
extraño en el momento que las saladas lágrimas abandonaron sus ojos,
recordándole lo que recién había vivido, lloriqueando bajito, casi
silencioso. Trayendo a su mente las palabras, los sonidos y las acciones
más horrorosas que había podido llegar a enfrentar a lo largo de su
maldita vida podrida, pasando flashes de todas y cada una de sus
emociones incrustadas en lo más hondo de su mortal subconsciente, lo
más recóndito de su alma y lo más profundo de su corazón.1
Si pudiera gritar para que el dolor se fuera, debía desgarrarse toda la
garganta hasta que sangrara y quedara sin voz; o se le salieran los ojos
por la presión de tantos alaridos. Si tuviera que correr para comparar la
desesperanzada agonía que sentía ahí, probablemente tuviera que llegar
al nivel de una gacela salvaje siendo presa de un león hambriento; la
cual corría con tal desesperación que ya no sentía las extremidades. Si
lograse apretar sus puños para comparar la impotencia, el desasosiego y
la degradación que le calaba el ser; debía enterrarse las uñas en la
palma de la mano hasta que traspasaran el músculo entero y la carne del
dorso. Si tan solo pudiera comparar la vulnerabilidad que sentía con algo;
probablemente fuera con el nivel de miedo que brotaba de sus poros
cada vez que despertaba y el mismo condenado techo mugriento o
aquellas sabanas ásperas era lo que sus ojos veían, sumado al olor
constante de humedad y tierra siendo lo primero de lo que sus fosas
nasales se llenaban al volver a descubrir que seguía vivo y listo para
continuar aguantando quién sabe qué otra mierda más.
No había rincón de su mente, de su pensamiento, de su cuerpo, de su
ser total; que no estuviera fracturado, destrozado y maltrecho. Usado
como una baratija, apostado por algo de placer y dominación, para
finalmente ser deshecho como un viejo harapo sucio, inservible y
maloliente. Las emociones inmundas que se arremolinaban en sí, solo
eran el reflejo de lo que físicamente su cuerpo estaba pasando.1
Había moretones por todos esos lugares; entre sus muslos y en las
pantorrillas, estaba seguro. No porque los viera —extrañamente llevaba
ropa que no recordaba tener puesta cuando toda aquella pesadilla
terminó—, sino porque al llevar su mano hasta los sitios y hacer presión,
lo sentía. Se llevó las manos a su cara y no palpaba la sangre escurrida;
ni por sus brazos, ni por su cuello, ni su cara o manos; estaba limpio.
Parecía no haber rastro de una gota de sangre de la cual estaba seguro
se empapó con anterioridad.1
Estaba recordando las palabras que le fueron dadas cuando tenía ocho
años y que se repitieron justo en ese instante. Todas aquellas estando en
sus recuerdos más horrorosos, de los que, aunque lo deseara con toda
su alma, no podía escapar. Se sentía tan mal; tan usado y desgastado,
tan sucio. Su culpa, de nadie más.4
El dolor en su espalda baja, el de entre sus muslos, el de la cadera y
también el de su culo, le hicieron saber que todo lo que pensaba, sentía y
analizaba había pasado en verdad. No era una ilusión, no era una
pesadilla de la que pudiera despertar para librarse. Era real; tan real
como el aire que entraba pesado a sus pulmones y el vaho de su boca al
hablar.1
El rehén siguió sin opinar nada y aún su vista estaba intacta contra la de
V. La conexión quizá hasta podría cortarse, la tensión palparse y el
miedo aspirarse en cada inhalación dentro del lugar; a penas estaban a
unos tres metros de distancia.
—Eres un maldito, Jeon Jungkook —le insultó con recelo, apuntándolo
con el marlboro—. Un maldito niñito con suerte, uno que rapté en
bandeja de plata para succionarlo hasta drenarle, para beber hasta la
última gota de su dulce sangre y hacerle ver el mismísimo inframundo a
través de mis ojos mientras lo volvía mío —dos de sus dedos fueron a
sus ojos y luego apuntó a Jeon.
—Me presento, aunque ya sepas bien quién soy, pequeño Jeon —le
guiñó un ojo con descaro—. Soy un maldito que va a volverse la peor
escoria que hayas visto en la vida. Mi nombre es Kim Tae Hyung.10
—Kim Tae Hyung —repitió parte por parte—. Grábate ese maldito
nombre, pequeño Jeon —lo señaló con el índice—. Para ti; V ya no
existe, nunca existió y entre tú y yo jamás existirá. Soy Kim Taehyung
ahora, ya obtuve mi victoria contigo.
Por eso mismo, mientras se estaba desmoronando por dentro; secó sus
lágrimas, apretujó los ojos, sorbió por la nariz y alzó su quijada.
—¿A-a qué hora iba a hablar con ese alguien? —Jungkook levantó su
frente en alto, como si ninguno de los sentimientos previamente
mencionados estuviera ahí—. N-no sé cuánto ha pasado, Taehyung,
pero me dijiste que hablaría con alguien.
"Los hombres no lloran, hijo, los niños sí. ¿Eres un puto niño o eres un
gran hombre, Jungkook?"13
"¡No seas un maricón, abre los ojos, Jeon Jungkook! El mundo es una
maldita mierda. Si no jodes, te joden... ¿vas a dejar que te jodan o serás
más fuerte, hijo?"11
Y quería morir desde que eso había comenzado, estaba seguro, pero el
último grado de humillación lo había alcanzado y ahora solo quedaba
cambiar radicalmente su actitud y ser más fuerte. No quería, sin
embargo, aquellas palabras después de tanto tiempo volvieron a
sucumbir en su memoria y, avivando sus recuerdos, llegó a la conclusión
de que haría lo que había pensado con anterioridad.
Un juego mental del que sabía no saldría victorioso.
No.
El odio era un sentimiento que ese niño jamás había sentido hasta que
conoció el semblante de ese hombre. Y por eso mismo, alzó su rostro
para encararle y sin quitar la mirada de él, volvió a impulsarse hasta
quedar completamente de pie sobre el colchón, ninguna mueca estando
presente en su rostro más que aquella que le volvía inquebrantable en
medio de escombros.19
Y Kim Taehyung pudo jurar que disfrutaba que ese par de ojos pardos lo
desafiaran; incluso cuando sabía que aquel chico era su nueva
distracción personal favorita, incluso si se creía fuerte, aunque por dentro
estaba hecho añicos.
¿Por qué se sentía tan bien saber que lo dañaba y él seguía ahí
soportándolo?
¿Por qué se sentía tan bien con solo verlo llorar por su culpa?11
Por eso, cuando el sicario volvió a unirlos y cerró sus ojos, el menor se
dejó embriagar por el picante sabor a cigarrillo, por la lengua caliente
enredándose con la suya; llegando hasta su garganta de manera bestial,
robándole el aliento, profanando su cavidad sin decoro. Jungkook se dejó
emborrachar por los labios de Taehyung perfilando los propios, por su
ligera barba raspándole la quijada, por sus respiraciones volviéndose una
sola y por su necesidad de tenerlo así de cerca por pura conveniencia.
Aunque lo odiara.
—Del uno al diez, ¿qué tanto miedo me tienes? —fueron las palabras
que dijo a milímetros de esos belfos maltrechos sin quitar sus ojos de los
negros de Kook.
—Y del uno al diez... —su voz había salido más ronca, gutural, baja y
casi que rasposa—. ¿Qué tan malo puedo ser?
Esta vez fue Jungkook que cerró los ojos, siendo el peón débil de un
juego mortal, voraz; y adosó sus labios a los de su verdugo, robándole un
gruñido cuando sus dientes delanteros jalaron aquel belfo inferior con
brusquedad.1
[...]
Kim Taehyung; el sicario que había citado días atrás, Kim Namjoon; la
mano derecha de Taehyung —y manoseador profesional del culo de
Park—, y Wang Jackson, uno de los esclavos medio leales de Taehyung.
A ellos tres ya los había visto antes.7
"Hazlo por mí... Jimin, no pido más nada. Es solo un niño, tiene su misma
edad."17
—¿Qué tienes para mí, Park? —inquirió Taehyung, sin dejar de conectar
su mirada.
—Ya...
—De todo un poco, todas son buenas noticias y serán aún más buenas
cuando este amigo de aquí abra la boca —señaló al niño—. Un gusto,
joven Jeon. Mi nombre es Park Jimin y tengo cosas buenas y malas que
decirte.
Taehyung rió ante el tono del muchacho, sacando una media sonrisa
ladina.
—La buena es que aún sigues vivo —sin que nadie notara, el pelirosa vio
a Namjoon y guiñó un ojo.7
—El único papi de este mocoso soy yo —soltó tajante, ganándose una
risita de Jimin.36
—Ya, bueno —Jungkook se limitó a hablar y rodar los ojos—. Nunca
habrían podido matar a mi padre, de todos modos.
—Mi padre es un maldito imán para atrapar gente que quiera meterse
con él. Los aniquila antes de que den el primer paso, porque nunca
confía en nadie —comentó Jeon—. Mi padre solo confía ciegamente en
dos personas; él mismo y yo.
—Bueno, los más cercanos a él son uno que otro socio, colegas y
demás. El más relevante es Bo Jongho; un magnate de bienes raíces
que está a cargo de todas las obras en la provincia. Es dueño de varios
edificios importantes donde Sihyuk se la pasa para llevar a cabo
negocios que tienen que ver con el manejo de finanzas. Los importantes
quedan en Seúl o Gangnam, los no tan relevantes; en Busan. Todos los
lunes y viernes, a las dos y cuatro de la tarde respectivamente, visita
esos lugares y le escoltan seis hombres armados.
—Lo es, bastante. Allí Sihyuk no será presa fácil. El edificio está repleto
de escoltas, cámaras y policías —informó Jimin—. Si quieres tener un
éxito total, necesitas mínimo cien hombres.
El maleante chasqueó la lengua y repiqueteó sus dedos en la superficie
de la mesa.
—¿Algún otro lugar que visite con regularidad, o sea menos concurrido?
—Una persona no necesita matar a otra por sí misma para tener la culpa
de su muerte —dijo Taehyung—. Ni siquiera necesita tocarla para
hacerle sufrir.1
—Cómo no tienes idea, pequeño Jeon —ataja con burla—. ¿Se te olvida
quién eres y en la posición en la que estás?
Carajo.
Jimin, por más que quiso, por más que intentó; no pudo evitar jadear ante
la mención de ese nombre y abrir sus ojos por completo. Mierda, esto era
fuerte. Taehyung nunca permitía que le llamaran así. Ni el mismo
Namjoon, su hermano, le decía de esa manera.2
''No quiero seguir viendo esto, Jimin... no quiero seguir viéndolo todo y no
poder hacer absolutamente nada''. Y de nuevo aquellas palabras en su
memoria, las mismas del chico a lo lejos.5
V asintió.
—Ya, loco —Taehyung rio ante lo que Jimin dijo—. Ahora, Sihyuk le
visita de vez en cuando. No sé exactamente qué días, pero
probablemente los fines de semana. Lleva tres guardaespaldas con él y
nadie más. No es un edificio altamente seguro, tampoco muy concurrido.
No es difícil de penetrar.
—Hm, de todos modos, nada es difícil de penetrar para mí —su vista fue
directamente a los ojos de Jungkook, riendo, y el chico recibió un golpe
emocional directamente en su orgullo.9
—¿Qué coño hago yo aquí? —Jungkook entornó los ojos con fastidio,
tratando de no pensar en las insinuaciones burlescas que Kim hacía—.
Si se puede saber.
Jimin asintió.
Jungkook bufa.
—No son socios por eso; pequeño Jeon —fue Taehyung quien
interrumpió—. Shin no trabaja con Jaeban, ¿o me equivoco, Jimin?
Oh mierda.
—Si fuera así, ¿para qué te hablaría de la trata de personas, hm? —dijo
Taehyung—. Si Jaeban tiene su parte de la droga y te quiere en ella,
¿para qué mierda te hablaría de los negocios de trata?
Park dio un ligero puño en la mesa para captar la atención del más joven
y luego lo señaló.
"El fin justifica los medios, hijo. No importa a quién debas derribar o
llevarte por el medio para triunfar hasta lograr lo que quieras. Sea quien
sea, lo haces y punto."
—¿Cómo sabes eso? —su voz salió más firme de lo que creyó.
—No.
—¡Ay, qué bonito, Capitán América y Viuda Negra! —ni fingiendo ese
tono, su voz podía llegar a ser dulce—. Todos unos cabrones hijos de
puta... ¿¡cómo mierda se les ocurre semejante estupidez de decirles
a niñas lo que están haciendo!? ¡Los malditos críos tienen
una maldita bocota y todo lo repiten!3
—Lo sé, V.
—Bah, entonces mataron a Chanyeol por eso, ¿no? —Jimin asintió—.
No fue lo que me dijo Sihyuk. Él dijo que fue por una deuda, cosa que no
creo ahora. Tampoco sé si estaba al tanto de lo que su hijo hacía —
negó—. ¿Sabes algo de eso? —Jimin replicó que no, con un movimiento
de cabeza—. Tocará sacárselo a Baekhyun por la fuerza. Por cierto,
¿cómo lo mataron?
—¿Quién lo mató?
Jungkook seguía sin entender qué coño le pasaba a Namjoon y por qué
le llamaba así a V, si su nombre según era Taehyung.
—Ah pues, qué bueno —insistió el espía—. Shin ya está al tanto de que
es un topo y me mandó a decirte que puedes hacer lo que quieras con él.
Solo que le avises cuándo vas a matarlo, quiere estar ahí.
Jimin carraspeó.
Jeon se alteró.
Ni siquiera tuvo tiempo de terminar, cuando una bofetada hizo que girara
su rostro a la izquierda, escuchando su cuello crujir de golpe. Su moflete
ardiendo le hizo entrecerrar los ojos al sentir cómo volvía el dolor
punzante de su cabeza. Giró su rostro, respirando con rapidez y
frustración y vio a Taehyung con un semblante de recelo en su cara.1
—E-estamos, Taehyung.13
Él le sonrió y con abuso bebió de un sorbo el whisky que era del pelirosa.
Taehyung giró los ojos, tomó a su rehén ligeramente del cuello y le obligó
a levantarse mientras caminaban hacia la salida.
—Pides demasiado, Joonie —dijo el pelirosa, por fin pudiendo hablar con
calma—. No puedo hacer eso, te van a matar, amor. Taehyung te va a
matar.19
El moreno negó rápidamente, abrazando su cintura.
—No es tu asunto, tú no tienes nada que ver —le recordó para tratar de
apaciguar su angustia—. No es tu culpa y no puedes hacer nada.
—¡Yo soy parte de esto! ¡Yo también tengo la maldita culpa de todo! —
vociferó con calma, estaban solos después de todo—. Jimin... hazlo, no
va a saberlo. Cuando menos lo sepa, él se habrá ido. No quiero verlo
haciendo esto, Jimin —negó con su cabeza—. Es mi hermano,
el único que me queda. No quiero seguir viéndolo destruirse y volverse
peor de lo que ya es.
Namjoon era alguien tan piadoso, que era incapaz de odiar su propia
sangre, fuera como fuese e hiciera lo que hiciese. Para Namjoon,
siempre seria Taehyungie, su hermanito menor. Nunca V, el sicario a
sueldo que infundía miedo en quien lo veía. Nunca Seokjin, el que
utilizaba el nombre de su hermano muerto, porque el propio le daba
asco. Nunca Taehyung, el trastornado monstruo vengativo que mataba,
torturaba, violaba y dominaba como una bestia sin pudor o piedad.
Siempre Taehyungie.8
Así que no me llames así... el día que permita que alguien vuelva a
llamarme así, pobre de esa persona. Porque le permitiré que lo haga
mientras yo quiera, le permitiré que me llame así sin hacerle saber las
consecuencias, y le permitiré que me maldiga con ese asqueroso nombre
para que cuando se dé cuenta, sea demasiado tarde. Taehyung es peor,
recuérdalo siempre.7
Eres lo único que me recuerda que esta V de Verdugo puede ser más
fuerte que Kim Taehyung.''3
—¿Namjoon...?
—¿Lo haces por ese niño, o lo haces por Taehyung? —pidió saber.
—Namjoon...
"Te voy a decir una puta cosa, niño; como llegues a dar problemas
mientras no estoy, cuando llegue voy a despellejar a todos estos
hombres y luego haré que te los comas mientras te rompo el maldito
culo."11
Obviamente, a Jungkook no le quedó más remedio que mantenerse
callado ahí, en ese desolado cuarto, para no jugarse la vida o hacer que
mataran a aquellos dos hombres frente a él, como solo Taehyung podía
matarlos.
Jungkook quiso hablar con él la tercera vez que entró al cuarto, pero
Namjoon puso una expresión de horror y le dijo: "No me dirijas ninguna
palabra, muchacho. Ya demasiado hago con seguir viéndote, aún
sabiendo que tengo media vida en juego". Y Jungkook quería llorar al
saber que lo veía con aquella lastima tan reflejada en sus ojos
pardos. ¿Tan mal se veía? ¿Tan roto estaba?
Bueno, era obvio que sí. Namjoon le tenía una lástima horrible, lo notaba.
Sabía que ese hombre sentía lástima por él, no por nada le había
permitido lavarse rápidamente dos veces el cuerpo con un agua
extremadamente helada que salía del lavamanos de aquel baño. Una
hace tres días, y otra la mañana de hoy. Jungkook se había restregado la
piel con las uñas, Jun le dio diez minutos como máximo para sacarse las
esposas —aquellas que Taehyung había dado órdenes estrictas de
ponerle mientras no estaba con él—. Tomó el baño y posterior a eso,
pidió a Jun si podía lavar la ropa. Este, un tanto asustado, le dijo que sí;
pero debía ser únicamente con agua. El muchacho aceptó y, sin que
Namjoon supiera, lavó la ropa con el jabón que había quedado tirado en
el baño el día que Taehyung... hizo lo que hizo —y que encontró en el
suelo—. Después de eso, se puso la ropa interior medio húmeda y le
colocaron las esposas. Durmió dos noches seguidas con frío calándole
los huesos y adentrándose en todas sus fibras mientras se secaba lo
demás.5
Estaba destrozado.
Taehyung se giró, con una sonrisa ladina que se iba borrando mientras
se acercaba al chico que le miraba con un rencor terrible. ¿Cómo no? Si
su verdugo empezaba a quebrantarlo una y otra vez, y aún faltaba.
El hombre rió sin separar sus labios, había superioridad en aquella voz.
Superioridad que el cautivo detestaba, lo que daría por enterrarle una
maldita navaja en el cuello hasta verlo desangrarse frente a sí. "No,
Jungkook... ¿qué atrocidades estás pensando?''5
Taehyung sonrió.
—Voilá, pero aun así, me gusta ver tu cara cuando lo hago —bajó su
pierna flexionada y caminó por el espacio del cuarto—. Te ves tan
humillado y roto. Me fascina saber que es por mi culpa que estás hecho
mierda y sin remedio, viéndote débil —pronunció con desdén, pasando la
lengua por sus labios—. Aunque... te ves bonito también.
—Bonito, ya...
Jungkook cerró los ojos y queria tapar sus oídos, no escucharlo.
—¿Ah, no?
Y cuando Taehyung empezó a reír con sorna, el cautivo supo que
seguiría burlándose de él.
Kim calló su risa poco a poco, viendo que había conseguido la reacción
que buscaba en el niñito. Jungkook llevó su vista a un lado cuando aquel
hombre silenció su estúpida burla.
Desventaja.
Desventaja, sí.
—¿Y debería darte las gracias o qué coño? —curioseó, recordando las
palabras de su padre. Podía rememorarlas en su cabeza como un
fantasma—. ¿Debería darte algo a cambio?
Taehyung pudo ver cómo el niño tornaba una voz más suave. Pasó a su
lado, observándole tranquilo y curioso, sentado desde el medio del
colchón en el suelo. Sus ojos viajaron rápido por toda la habitación, luego
se posaron en él y supo que Jungkook le veía de pies a cabeza.
¿Qué mierda eran esas ganas de apretarlo contra sí, hasta recordarle
que era suyo por ahora, y quizá por siempre, mientras viviera?2
Le fascinaba su lindo cuerpo, aquel que cuando lo vio por primera vez
estaba bien formado, texturizado, pulcro y sin detalles; ahora tenía cada
marca y moretón provocado por él y que lo volvían su pertenencia más
grotesca, prisionero de sus propios sentires. Grotesca, mientras viviera,
porque Jeon estaba intacto comparado a otros que estaban ya comidos
por gusanos.
Le caía mal, de pensar que ese hijito de puta que tenía amarrado y
maltratado le gustaba; se ponía mal. Sin embargo, no podía evitarlo. No
podía siquiera mirar a un lado y callar sus impulsos. Y quizá si pudiera,
no era algo que haría.1
Y sus labios, sus labios que adoraba besar, adoraba morder y adoraba
volverlos uno. Su boca, que exploraba cada que quería y de donde
conocía todo rincón, importándole nada si sus labios estaban mullidos,
rotos o si no beber agua constantemente le provocara una sequía hasta
raspar. Su lengua, que se enredaba contra la suya ferozmente, rozando
cada milímetro, porque sí; el muy hijo de perra no era un mal besador,
sus besos eran tranquilos, leves comparados a los hambrientos, feroces
y muy necesitados de Taehyung, aún así; encajaban. Encajaban como
dos piezas faltantes de un rompecabezas oscuro, cruel y del cual las
mismas piezas irían siendo rotas una a una hasta que desapareciera
totalmente.2
El asesino queria que llorara por él, que gritara por él, que se retorciera
bajo él, que le suplicara a él, que le pidiera a él y que lo tocara a él. Bajo
cualquier maldito contexto donde simplemente ellos dos fueran los
protagonistas de aquel libro hecho de hojas negras.23
Y odiaba ese sentimiento de gusto que se le salía hasta por los poros
cuando estaba cerca de Jungkook.1
Ya bastaba.
Separó sus dedos, los pasó por los dientes para después sacarlos y con
el pulgar acariciarle los labios. Introdujo de nuevo ambos, ésta vez
tocando la parte interna de sus mejillas, llevándolos hasta la campanilla y
haciendo que Jungkook sintiese los ojos picarle. Esta vez si los cerró,
haciendo que toda la sangre de Taehyung se concentrara en un
lugar específico. Demasiada saliva se hallaba en su boca, y cuando Kim
presionó su lengua, el niñito abrió los labios, provocando que todo el
líquido se escurriera, cayéndole por la barbilla y deslizándose por su
cuello.7
Kim llevó su boca hasta aquel apetecible cuello y deslizó su belfo inferior
por todo el camino que había sido pavimentado por la saliva contraria,
saboreándolo en su boca. Cuando llegó al borde del maxilar, atrapó piel
entre sus dientes, y mordisqueó la carne adornada con un mínimo lunar.
Después, volvió a bajar hasta el cuello, sintiéndolo con sus labios,
raspando con sus dientes y provocando que Jungkook echara la cabeza
a un lado para brindarle más espacio y llegar hasta esas bonitas
clavículas perfectamente marcadas, donde dejó una leve mordida y lo
besó.
Jungkook alzó una ceja. ''No lo llames así...'' bien, ya lo había hecho
varias veces, y estaba consciente de que ese nombre no le gustaba.
Aunque, era consciente también de que le había obligado a llamarlo así;
y él no queria desobedecer. No obstante, la astucia era la madre de las
estrategias.
Tae.
Mierda... ''Tae'' sonaba bien. Nunca le habían llamado así, y
sinceramente no tenía inconveniente alguno, no iba a decir que no a
eso.2
Besarlo era besar el peligro, era besar un arma cargada lista para
dispararle hasta matar. Era tocar el infierno donde Kim era el diablo y
Jungkook sabía que las llamas lo iban a engullir y escupir como si fuera
una escoria. Fundir sus labios con los de ese monstruo era una
abominación, una que estaba dispuesto a asumir en el momento en que
sus ojos penetraron los de su captor y sintió las manos ajenas entre sus
muñecas. Oyó un chasquido y supo que sus extremidades fueron
liberadas de aquellos pesados aros de metal.
Pero Jungkook tenía sus párpados apretados con las cejas arrugadas y
los labios entreabiertos.
El sicario dejó de tocarlo por un segundo, Jungkook aún tenía todos sus
dedos enredados en aquellas hebras que se sentían demasiado suaves
con ese dueño tan áspero. No pronunció nada al respecto cuando abrió
los ojos de golpe, viendo a Taehyung sobre él. Se limitó a observarlo de
frente y mientras lo hacía, bajó sus manos desde el cabello hasta la
nuca, manteniendo fijo el agarre ahí.
—Voy a decirte algo, pequeño Jeon —avisó con voz tan ronca que
parecía un gruñido—. Algo por lo que me vas a llamar loco, aunque ya te
he dicho mil veces que no lo estoy, precioso...6
—Yo... ¿qué?
Otro húmedo beso fue dado al menor, que sintió sus labios ser chupados
y mordisqueados bruscamente entre los dientes contrarios hasta que Kim
dejó un cristalino hilo entre ambas bocas.
—La mente humana juega con los sentimientos de las personas y los
llega a confundir si ellos no tienen ideas claras —habló sobre su oído,
poniendo ambas manos a cada lado de la cabeza impropia y Jungkook
se erizó—. Pero mi mente no está confundiendo nada justo
ahora, pequeño Jeon —volvió a mirarlo—. Mi mente está perfectamente
bien, y ella dice que me gustas, hijo de puta. Me encantas.25
El niñito bajó sus manos con lentitud, llevando la vista gacha y respirando
pesadamente. Necesitaba respirar, necesitaba aire,
necesitaba... ¿Gustarle? ¿Gustarle a esa cosa? ¿Gustarle a alguien tan
repulsivo como Kim Taehyung? No, eso era imposible. No podía atraer a
alguien como él, no podía levantar sentimientos en alguien como él, no
queria, no...10
Taehyung llevó una mano hasta su cintura, y lo que hizo fue acercarlo
más a él, riendo bajo por la expresión en el rostro del pequeño; entre
atónita y adolorida.
—Tampoco me lo explico yo, niñito mío —le respondió, dejando besos
por su abdomen, lamiendo zonas que tenían a su pequeño Jeon
meneándose—. Sin darme puta cuenta de lo que estaba haciendo,
terminé desarrollando algo por ti —confesó con el entrecejo fruncido,
ahora viéndolo—. Aunque no eres tú, Jungkook. No me gustas por ser tú,
me gustas porque me hace sentir bien saber que te hago daño.6
—P-porque aunque son los besos de quien más odio, es lo único que
puedo disfrutar de ti.31
Por eso mismo llevó ambas piernas de Jungkook a su cadera y este las
mantuvo ahí fijamente. Volvió a besarlo de la misma manera, acorralando
ambas bocas, queriendo tenerlo cerca, perfilando su lengua y sus
dientes. Tomó su mano y hábilmente quitó la camisa, dejándolo sin nada
en la parte de arriba.
—¿Has visto las malditas estrellas, Jungkook? —el nombrado abrió los
ojos y parpadeó demasiadas veces, ofuscado hasta la mierda. Negó; no
sabiendo a qué se refería Taehyung con exactitud—. Por supuesto que
no las has visto, hijo de puta, las tienes todas dentro de tus malditos
ojos.84
—¿Qué estás-...?
—¿A-a... a dónde vas, Tae? —su pecho subía y bajaba con brusquedad.
Taehyung lo obligó a pararse, templando sus cabellos—. ¡Ah!
¡Taehyung... ¿qué haces?!
Jungkook lo supo por la inmensa cama que estaba en una esquina, nada
más con una sábana y una almohada pequeña. Frente a ella un espejo
enorme y al lado un escaparate con una oscura mesita de noche. El
menor tomó asiento rápidamente en el propio borde de la cama, y miró
todo el cuarto, escuchando como Taehyung cerraba la puerta. Jungkook
buscó con la vista algo con lo que pudiera ser golpeado. No había
absolutamente nada más que los objetos que vio anteriormente y en el
techo una lámpara rota. El cuarto tenía una ventana por la que entraba
una mínima luz.
Taehyung estaba delante de él ahora, y tomó asiento en el borde de la
cama frente al gran espejo, mientras que el muchachito yacía al costado.
Jungkook iba a decir algo, a preguntar otra vez, pero la mano del hombre
lo tomó bruscamente del cuello y le obligó a sentarse justo arriba de su
prominente entrepierna.2
—Mira al frente —le pidió, él giró la vista y cuando sus ojos vieron aquel
espejo, pudo asegurar que iba a quebrarse ahí mismo.
Patético.
Ver su cuerpo en primera persona era algo triste, pero verse por primera
vez en un espejo después de tanto tiempo simplemente era... sofocante.
Portaba ojeras, unas malditas ojeras que lo hacían parecer un puto
mapache muerto. Tenía un pequeñísimo moretón en la mejilla, no sabía
bien de qué exactamente, y alrededor de su pecho había más marcas; en
su cintura, en su abdomen su cuello y clavículas. Su abdomen, que en
algún momento estuvo marcado, ahora podía observarse las costillas.
Ese no era Jeon Jungkook, ese era una basura. Jeon Jungkook ni
siquiera existía. ¿Cuándo había muerto?8
Jungkook sonrió con una extrema malicia y echó su cabeza hacia atrás
cuando Taehyung mordisqueó una parte especifica de su cuello,
sacándole un jadeo ahogado e imposible de callar. El hombre lo tomó del
cabello y mordió su oreja, dándose cuenta de había un pequeño orificio
ahí que no había visto y jaló fuerte, siendo testigo de las manos de
Jungkook afincadas en sus muslos mientras sentía como se movía
contra su entrepierna temerosamente.
Insolente de mierda.1
La mano de Taehyung fue con dos dedos hasta su boca, ni siquiera tuvo
que pedir que la abriera porque Jungkook ya lo había hecho. Incluso con
su propia mano sacó un tercer dedo y los metió hasta el fondo, casi hasta
su campanilla. Tan pronto como hizo eso, abrió ambos y vio directamente
al espejo para encontrar sus ojos, volviendo a copiar el gesto de aquella
sonrisa que ni se le hacía tan tétrica justo en ese instante.
—¡Ah! Ah... —Taehyung había introducido dos dedos de una sola vez.
Sus largos falanges fueron presionados por las paredes de Jungkook
volviéndolo un delirio—. Taehyung... T-Taehyung...
Jungkook lo sabía. Sabía que estaba siendo vulnerable, que estaba mal,
que era un maldito loco. Pero ya habría momento de arrepentirse,
maldecirse y frustrarse. Ya habría tiempo de pensar, no ahora; ahora
nada más queria que lo tocaran toda la maldita noche y la madrugada
también.10
—Ah... y-yo sé cómo me veo... —mencionó, sintiendo sus paredes
abrirse más, la ligera presión y ardor disminuyendo demasiado poco—.
E-estoy frente al p-puto espejo, Tae...
Jungkook abrió los ojos y se vio a sí mismo en las piernas de ese tétrico
hombre, completamente desnudo y vulnerable, y le importó un coño
cuando otro dedo se introdujo en sí.
—T-Taehyung... D-Dios...
—Shh... m-muévete, ¡mhg... por favor! —y el menor besa sus labios justo
ahí, erráticamente.4
Y quería por alguna razón hacerlo gemir fuerte. Tal motivo, logró que Kim
hundiera la cabeza en su cuello y le tomara con posesión las caderas,
alzándolo con brusquedad y luego bajándolo de golpe para empezar a
menear sus caderas de lado.
Los labios de Jungkook fueron mordidos por sus dientes cuando medio
giró la vista y la conectó con él. Jeon lo escaneó de pies a cabeza, sus
facciones lúgubres, su sonrisa ladina, atrapante y malevolente, su
expresión de sádica satisfacción. El menor sabía lo que hacía, sabía que
estaba compartiendo un momento íntimo y con connotación mucho más
potente que un beso, un besuqueo, una caricia o palabras obscenas. Y
todo, con la misma persona que hace poco más de una semana abusó
de él hasta despedazarlo y dejarlo hecho trizas.
¿Por qué no estaba rehusándose? ¿Por qué no sentía asco? ¿Por qué
sentía que solo importaba el ahora y nada más?
Y lo vio ahí sobre él, con la cabeza hacia atrás mientras tenía la boca
soltando gemidos bajos. Aprovechó jalar su cabello y hacerle mirar hacia
adelante, el muchachito mantuvo contacto visual con él a través del
espejo roto y Taehyung quitó el cabello de su frente exponiendo aquella
gasa que tapaba la herida —ya cicatrizada mejor, seguramente—, y de
un tiro, la despegó, ganándose que Jungkook viera aquellas marcas en
su frente.
VDV.12
—Te marqué como mío hace mucho tiempo, y te marcaré mío ahora,
Jungkook —pronunció, lamiendo su cuello y afianzando el agarre en su
largo cabello—. Lo eres, estúpido. Eres solamente mío y jamás
pertenecerás a nadie más.
Maldito insolente.1
—N-no... ¡Ahg! ¡Ahg! ¡AHG! Yo no te teng-... Ah, ah... —su boca parecía
gritar por si sola. Taehyung estaba moviéndose tan brusco que Jungkook
sentía que iba a despedazarse desde el fondo de su ser—. Tu no
mereces respeto, Taehyung... ¡Mhg!
Entre sacudidas frenéticas, el cautivo llevó las palmas hasta las muñecas
que agarraban sus caderas y mientras más fuerte lo follaba su verdugo,
le enterraba fuertemente las uñas en la carne, para liberar algo de la
presión que estaba sintiendo. Sin embargo, esas acciones tan ridículas le
daban a Taehyung más motivos para cogérselo hasta que quedara
afónico. Mientras más sentía las uñas rasguñarlo hasta magullar en tajos
mínimos su piel, más daño sabía que le estaba haciendo al menor; y ese
era el objetivo.
Dicho objetivo culminó cuando el menor dejó de rasguñarle la piel y se
llevó el puño a la boca para morderlo con fuerza mientras de sus
apretados ojos brotaban lágrimas hasta los costados de su rostro; le
estaba doliendo, y mucho.1
Bingo.
Al escuchar cómo sorbía por la nariz, el mayor con una sonrisa victoriosa
en el rostro, le soltó las caderas y dejó caerlas sin mucho dolor en la
cama, mas la acción a Kook sí le dolió, pues tanto tiempo encorvado y
cambiar de pronto, le dio un mínimo calambre. Pero, ese mismo
calambre no duró ni treinta segundos, porque la parte de atrás de sus
rodillas fue llevada hasta su cintura y Taehyung sin haber salido aún de
su reducido orificio, comenzó un vaivén suave y parsimonioso, uno
donde Jungkook a los minutos se acostumbró entre jadeos cortos y
suspiros erráticos.
Kim yacía con las piernas entreabiertas para llegar profundo y tomarlo
con quietud. Al llevar la vista abajo pudo notar cómo la entrada estaba
reseca, así que importándole poco verse tan animal y morboso; acumuló
espesa saliva desde su garganta y escupió en el agujero de Kook —
mientras estaba metido entero ahí—. Luego lo sacó hasta dejar la mitad
de la punta dentro para volver a escupir y que tanto la entrada del menor
como el pene propio quedaran llenos del líquido. Ahí fue cuando el
vaivén se hizo más rápido, pero sin llegar a ser tan brusco como antes.
Su pequeño Jeon empezaba a gemir más alto y ya no lloraba como en
un principio. Mejor fue para Kim, cuando el chiquillo mismo se retorcía
entre espasmos cada que le rozaba el perfecto lugar allí adentro y tocaba
la zona con la cabeza de su miembro varias veces cuando se meneaba
en círculos, en ocho, de arriba abajo y dentro fuera.13
—Ta... ¡Taehyung! ¡Ah...! —la presión en su espalda era demasiado
ofuscaste, sentía que explotaría ahí mismo, pero no le dolía. Lo que
menos le dolía era la espalda. Solamente la libido era testigo de aquella
unión que estaba teniendo y lo mucho que le gustaba ser tocado justo en
el fondo, era como si sus pensamientos racionales se hubieran
convertido en una maraña de un momento a otro—. Taehyung... v-voy
a...
No lo soportó.
Taehyung le tomó del borde del cabello y lo templó hacia atrás, casi
obligándolo a quedar semi sentado. Jungkook se agarró del borde de la
cama para no caer hacia adelante y su verdugo dirigió su boca a su oído.
—Mhg...
—Mio —el sicario dio una embestida más y le tomó la cintura con
firmeza, inclinándose hasta adelante y dejar una pronunciada mordida en
la parte trasera de su hombro, para drenarse completamente dentro de
Jungkook mientras lo oía gritar por los dientes en la zona sensible—. M-
mio, solo mío...6
—Las... las m-malditas estrellas, idiota —y dicho eso, cerró los ojos,
exhausto.9
(⚠⚠)27
¿Cómo se le había ocurrido hacer eso con el mismo hombre que tanto lo
había maltratado? Mismo que lo había tomado a la fuerza días atrás y
mismo que lo tenía en unas condiciones nefastas, que había atentado
contra su vida y lo había obligado a ver cosas que no quería ver.
¿Qué has hecho, Jungkook? ¿Con qué clase de hombre te has metido?
¿A qué clase de juego macabro te entregaste?3
Se sentía tan mal de solo pensar que anoche no tuvo el valor de decir
que no. Aunque, de todos modos, no era como si iba a decirle "V, por
favor, no me folles" y él iba a responder "Esta bien, no lo haré". No, eso
jamás pasaría. Eso sería básicamente la cosa más imposible que le
pudiera llegar a pasar. Por un lado, quería llorar, no de tristeza o
angustia, sino de frustración por haber hecho eso. ¿De verdad había
pasado? ¿De verdad ayer estaba retorciéndose porque ese hombre lo
tomara así? ¿De verdad ayer estaba gritando y babeando por él de
manera grotesca? Que era un maldito niño siendo tocado en todas partes
y a la vez follado hasta que se caía la baba, lo sabía, lo recordaba.1
Y lo peor de todo es que ni siquiera tenía planeado que fuera así, cuando
pensó en eso, pensó que sería algo rápido y conciso, pensó que sería
una follada común y corriente —¿de qué hablas Jungkook? Si has follado
dos veces en tu vida antes que él y tienes quince años, no sabes ni puta
mierda—, jamás pensó que lo dejarían tan al borde, gritando, pataleando
y suplicando. Jamás pensó que terminaría pidiéndoselo como un hombre
sediento que pide agua de un manantial o busca un oasis. Jamás, nunca,
no.22
Que ese tipo era un hombre malo, era grotesco, un maleante, un sádico
sediento de maldad, que Jungkook era su presa, su juguete, su rehén y
Taehyung era el verdugo que quería matarlo porque así lo pidieron.
Estaba total y plenamente consciente de eso; y aun así no pudo decir
que no a nada, no cuando sabía que podrían lastimarlo y a la vez que lo
estaban tocando como nunca en su maldita vida lo habían tocado.
Observó la silueta que estaba al lado de aquella cama que era lo más
suave que su espalda había tocado en muchísimo tiempo. El victimario
estaba a su lado plácidamente dormido como si no fuera el mismísimo
diablo hecho persona. Y tuvo miedo, no del hombre que respiraba
acompasadamente tumbado ahí; sino de que mientras lo veía, el corazón
de Jungkook no se aceleró con miedo; temor a no temerle.4
¿Por qué estaba avergonzado? ¿Por qué el corazón le latía tan fuerte?
¿Eran nervios? Porque sinceramente, Jungkook conocía el miedo como
la palma de sus magulladas manos, y en ese preciso instante, el miedo
no estaba recorriendo sus sentidos aun sabiendo que tenía a Taehyung a
milímetros, pudiendo escuchar su respiración pausada y ver su pecho
desnudo y con arañazos subir y bajar. Aún cuando sabía de lo que era
capaz, Jungkook no estaba sintiendo miedo de él.
Y eso porque Taehyung dormido ahí no parecía un monstruo. No parecía
malo, no parecía un asesino. Tan solo parecía el hombre normal que lo
había tocado tan bien la noche anterior.
Y se veía... bien.13
—No pareces alguien que yo odiaría, maldito hijo de puta, pero lo hago.
Había decidido algo esa noche, algo crucial. Algo que definitivamente
solo necesitaba que ocurriera lo que ocurrió hace horas para por fin decir
que estaba de acuerdo. Si iba a dejarse follar por Taehyung con tal que
lo hiciera sentir así y no lo golpeara, lo haría con gusto. Estaría más que
conforme de convertirse en lo que sea que se llamara eso, con tal de no
morir en sus manos.
Podría pasar todo el día siendo follado, si eso significaba pasar todo el
día sin un golpe.10
Sus ojos pesaron, así que volvió a cerrarlos, con toda la confianza del
mundo como si no estuviera al lado de él, y se dejó caer de nuevo en los
brazos de Morfeo, solo con una última imagen de Taehyung sobre si
mientras le decía aquella estúpida frase que estaba matándole las
neuronas.
Jungkook volvió a abrir los ojos, aunque esta vez tenía el rostro hundido
en un brazo, sorprendentemente ya no llevaba los pesados aros de metal
en sus muñecas. Tanteó la cama con los ojos cerrados, haciéndose el
dormido que solo se estaba moviendo un poco y cuando no sintió a
Taehyung, dejó la mano justo donde la medio había movido solo para no
parecer tan obvio.
—Sí, V —contestó una voz un poco distante—. Solo son esos tres
hombres.
—Por eso mismo necesito que estés aquí, V —informó—. Oye, ¿estás
solo? ¿Tus esclavos dónde están?2
—¿Con el chico?
—¿Aún? —el otro tenía ligera sorpresa en la voz—. ¿No se supone que-
...?
—L-lo siento.
Sus manos permanecieron dando círculos entre los muslos del chiquillo
mientras que con una sonrisa ladina le veía, más era gracioso porque
Kook le rehuía la mirada.
—A-anoche no me decías eso —se atrevió a contestar, apoyando sus
brazos hacia atrás y haciendo que la sábana bajara, mostrando su torso
desnudo y lleno de chupetones—. A-anoche solo estabas insultándome.
—Sí, bueno —hizo una mueca mientras paseaba su mano por la sábana,
bajándola hasta que la cadera impropia quedó expuesta—. Puedo seguir
haciéndolo con tal de que te pongas así de necesitado conmigo.
Sin más, el sicario entreabrió las piernas del chiquillo y puso sus palmas
abiertas a los lados de su cabeza, mientras buscaba su boca luego de
tumbarle hacia atrás.
—M-muérete...9
[...]
—Look at this baby, Derek —pronunció uno de los gringos, haciendo que
Jungkook afianzara el oído—. He's cute, isn't he?
''Mira a este bebé, Derek. Es lindo, ¿no?''24
Una risa tosca del otro fue lo primero que Kook percibió.
—Yeah... I would let my dick cut his ass until bleeding and then I would
put it in his mouth —contestó el otro e inmediatamente Jungkook sintió
una mano posarse sutilmente en su muslo izquierdo.
''Si... dejaría que mi polla le cortara el culo hasta que sangrara y
luego se la pondría en la boca.''16
—Just wanna touch him a little bit, Andrew —pronunció el tipo, subiendo
la mano hasta un poco más abajo de la entrepierna de Jeon—. How old
is him? Fourteen? Thirteen?
''Solo quiero tocarlo un poquito, Andrew. ¿Cuántos años tiene?
¿Catorce? ¿Trece?''22
—I'm fiftteen, you fucking son of a bitch. And if you keep touching me like
that, I'll make that man cut your hands and put them inside your
motherfucking ass —escupió lentamente Jungkook, viéndolo de frente y
señalando a Taehyung que estaba de espaldas—. You get it?
''Tengo quince, maldito hijo de perra. Y si sigues tocándome así,
haré que ese hombre te corte las manos y te las meta por el maldito
culo. ¿Entiendes?''51
Jungkook sonrió.
—Uh, you're afraid? —el tipo pareció ignorarlo, pero su mandíbula estaba
tensa—. His name is Kim Tae Hyung; you should call him like that to see
what happens —tentó, con una sonrisa sarcástica y el hombre asintió
lentamente.
''Ah, ¿tienes miedo? Su nombre es Kim Tae Hyung; deberías
llamarlo así a ver qué pasa.''19
Mark asintió.
—Todos, por eso no están gritando como unos malditos hijos de puta —
obvió, señalándoles con el último pedazo de puro—. Ellos saben que me
fallaron y ninguno quiere confesar.
Si, esos eran los típicos insultos de los mafiosos gringos en Corea.4
—This rat is called 'V' and it's gonna end your life —escupió el sicario a
centímetros de su cara.
''Esta rata se llama ''V'' y va a acabar con tu vida.''
—Wake up the rest, Derek —ordenó Mark, girando la vista hacia uno de
los hombres al lado de Jungkook.
''Levanta a los demás, Derek.''
El tal Derek tomó una inyección que estaba cerca de otro mesón y
rápidamente la clavó en la yugular de los dos hombres que estaban
inconscientes. Al cabo de un par de minutos, ambos empezaron a mover
el cuerpo para tratar de zafarse de las cadenas de metal que los ataban.
El tipo que los inyectó, les quitó la camisa que cargaban en la cara y dejó
libre sus rostros, luego se alejó para dirigirse hasta donde anteriormente
estaba. Los tipos habían sido golpeados, supo Kim, tenían moretones en
la cara e hinchazones graves.
—¡J-jefe, yo no estaba ese día! —gritó uno de los tipos—. ¡Yo n-no sé
qué pasó!
Taehyung no tuvo que esperar una orden para tomar el cabello de ese
tipo y levantarle la cabeza. Le alzó una ceja, como dándole a entender
que podía hablar, pero el tipo solo negó. Entonces, su otra mano
estampó el puño en su nariz, haciendo que casi se echara hacia atrás y
entrecerrara los ojos al quedar con una mancha y moretón en el tabique.
Pero el tipo giró la cabeza sin saber qué coño estaba diciendo.
—The knife, dumbass —le tradujo Jungkook, ganándose un par de ojos
abiertos por parte de Taehyung—. Give him the damn knife, you stupid
white.
''La navaja, idiota. Dale la maldita navaja, blanco estúpido.''54
Cuando el sicario no pudo partir el hueso con una mano, metió dos
dedos de su izquierda y los pulgares, abriendo la incisión, mirando la
carne dilatarse y la sangre mancharse el cuello por la cercanía.
El grito agónico que el hombre dio cuando sonó un ''crack'' y Kim le partió
la costilla a sangre fría, hizo que Jungkook enterrara la cabeza en su
propio cuerpo, porque no podía soportar escuchar esas cuerdas vocales
desgarrarse en aquel grito.
—¡¿VAS A DECIR QUIÉN MIERDA FUE?! —gritó Taehyung fuerte,
porque los gritos al borde de la muerte de ese tipo eran más altos—.
¡VAMOS, CABRÓN! ¡HABLA YA!
—Bueno, aquí sabemos quién hará eso, porque no voy a ser yo —el tipo
se rió y Taehyung hizo lo mismo—. Derek, prepare the guillotine.
''Derek, prepara la guillotina.''
—Yes, sir.
''Si, señor.''2
—Give me that, you white shit —le dijo a Derek que tenía la cuerda de la
guillotina.
''Dame eso, mierda blanca.''
—You're a white and a shit. Gonna call you however the fuck I want —y
tras decir eso, el tipo se alejó y Taehyung dejó caer el filo de la
guillotina.6
"Eres un blanco y una mierda. Te llamo como mierda me de la
gana."
El sonido del metal cortando el hueso que unía el cuello y la cabeza del
hombre medio muerto, podía compararse a aquellas escenas
nauseabundas de películas sangrientas. Su nuca era una fuente de
sangre que brotaba hasta dejar bajo su cuerpo un río rojo y la expresión
de boca abierta que dejó la cabeza al caer, más la mancha en las
paredes y madera del arma de tortura, eran escalofriantes.
Siendo testigo de cómo la cabeza rodaba hasta sus pies, Kim la tomó
entre su zapato y la Colonia encima del empeine.
—Look! We have a new football ballon, you like it? —les dijo al resto, que
miraban al sicario con horror.
''¡Miren! Tenemos nueva pelota de futbol. ¿Les gusta?''11
Taehyung pateó la cabeza del cadáver hasta los pies de los hombres que
seguían amarrados y siguió escuchando pregunta tras pregunta de Mark,
tanto en inglés como en coreano y ellos diciendo que seguían sin saber
nada. Fue ahí cuando llevó la vista hasta Jungkook, él no estaba con una
expresión de miedo en el rostro, tampoco parecía algo específico. Solo lo
veía fijamente a los ojos con la respiración acompasada, más bien como
si estuviera preguntándole si de verdad acababa de hacer eso y el
chiquillo bajó la cara en el momento que Taehyung asintió
parsimónicamente. Diciendo ''si'' para que su rehén leyera sus labios.
Un espanto.
Fue de nuevo hasta los dos hombres sentados y amarrados, el brazo que
le había quitado al tipo se lo acercó hasta la cara al americano que no
quería decir nada e hizo que los dedos de la extremidad, que estaban
llenos de sangre, le ''acariciaran'' el rostro, mientras lo llenaban de color
rojo líquido y el otro sacaba una mueca de repulsión al oler, sentir y
llenarse del viscoso fluido ajeno.
—Don't wanna talk? —le preguntó Kim—. You still wanna keep silence
and end up like this? Or do you wanna talk? Choose correctly, 'cause with
you I'm not gonna have any fucking mercy.
''¿No quieres hablar? ¿Todavía quieres mantener silencio y terminar
así? ¿O quieres hablar? Escoge correctamente, porque contigo no
voy a tener nada de maldita piedad.''3
—How old are you, fucking Asian? —le preguntó el tipo, que parecía
como de cincuenta y tantos años—. Because you look like a damn child
in front of all of us.
''¿Cuántos años tienes tú, maldito asiático? Porque pareces un
maldito niño delante de todos nosotros.''
Taehyung se acercó al tipo a ver qué tenía para decirle. Sin embargo, lo
que recibió fue que le escupió en la cara, cayéndole la saliva en el
moflete izquierdo.16
—Todo tuyo, V.
Taehyung siguió deslizando el filo del cuchillo por el cachete del hombre,
para ese entonces toda su cara estaba hinchada y ensangrentada.
Levantó la piel que había empezado a desollar al enterrar tres dedos por
debajo de la carne y la jaló hacia un lado, despegándole el pellejo poco a
poco y poniendo a la vista todos los músculos de su cara. El tipo daba
unos fallidos espasmos, ahogándose por la sangre que le entrada por la
nariz y medio tosiendo.
—Eh, V, siento que tienes un raro fetiche con ojos —le dijo Mark, medio
ajeno a la situación.16
Kim reguló su respiración y luego lo encaró con una ceja alzada y parte
de su cara ensangrentada.
—Lo tengo —pronunció, llevando la vista hasta el chico que ahora tenía
las rodillas en el pecho y lo miraba de la misma manera que hace un
rato—, pero depende de quién sea el dueño.9
—C-cuarenta y u-uno, V.
Tomó su propia arma de detrás de su cadera y dio los últimos cinco tiros
en los testículos del hombre, dejando la sangre debajo de él en un
charco que empezó a mojarle los zapatos.
—No voy a dormir en una semana por tu culpa, infeliz —miró la escena
con cuerpos desmembrados y tiroteados—. Y si, gracias.
—Sí, bueno —Taehyung pateó la cabeza del tipo que tenía a los pies,
con la boca abierta y los ojos hacia atrás, medio salidos de los orbes—.
Me cayó sangre en la puta boca, hazle prueba de sangre a estas plastas
de mierda que no quiero que me peguen un sida o alguna mierda.
—¿Hay agua en este puto sitio? —le inquirió al otro mientras iban
caminando hacia un mesón—. Me tengo que limpiar esta mierda, no voy
a llenar el carro de sangre.
—Hay un tanque con agua allá atrás —señaló Mark a un pasillo ancho—.
Es de la lluvia de ayer. Está helada, pero bien limpia.
—Hey, white! —le gritó al tipo—. Open the back part from the black car
out there and bring me the bag.
''¡Hey, blanco! Abre la parte de atrás del carro negro allá afuera y
tráeme la bolsa.''
El sujeto hizo lo indicado y al rato volvió con una bolsa de plástico que
tenía una muda de ropa. Taehyung la tomó entre sus dedos y caminó a
la parte de atrás de aquel lugar, no sin antes girarse hasta Mark, que
había prendido un cigarro y estaba sentado en un mesón limpio.
El tipo se rió y Taehyung fue hacia atrás dejándolo solo con Jungkook,
que estaba mirando hacia abajo, porque no queria ver la escena que
tenía en frente y tampoco al raro hombre mayor fumándose un cigarro.
De pronto, se lamentó porque los tipos se habían ido —incluyendo al
asqueroso que lo había tocado y que miró con desdén en lo que salió—
. Ojalá pudiera matarlos.
—Solo quince, mierda... —el mafioso formó una mueca de asombro, muy
bien disimulada—. ¿No le tienes miedo a V?1
Él le dio una mirada diciendo algo como... ¿de verdad hará esa
pregunta?
Iba decir algo, Jungkook lo supo porque él abrió la boca, pero calló y
luego el hombre solo se fue de ahí dejando en una soledad lúgubre y
esperando para volver a irse de ahí con Kim Taehyung.
[...]
Pero, justo cuando iba a jalar la manilla, el sicario pasó los seguros.
El chico, con piernas temblorosas, pasó del asiento del copiloto hasta la
parte de atrás del auto, subiendo por encima de la guantera. Quedó
sentado en el medio del asiento trasero y está vez el corazón le estaba
dando una voltereta mortal, saltando fugazmente y bombeando sangre a
todo maldito rincón posible. Su respiración era errática, pero trataba de
calmarse poniendo sus palmas juntas dentro de sus muslos y para que
sus dientes no castañearan, los labios los tenía fruncidos hacia adentro.
—Ven acá —Taehyung palmeó sus muslos y su rehén subió en ellos, sin
rechistar y quedando a horcajadas. El mayor le tomó de la quijada y la
alzó porque estaba viendo hacia abajo—. ¿Tienes miedo?
Y los mismos sentimientos los tenía Taehyung, ¿por qué lo tocaba así?
¿Porque solo quería escucharlo gemir y llorar? ¿Por qué no podía
masacrarlo pronto? No es que no pudiera, es que al parecer no quería,
no por ahora. En algún momento si, estaba consciente de eso porque
Jungkook no iba a quedarse con él por siempre, porque Jungkook era un
pago, porque era un encargo, era mercancía como cualquier otra y no
quería ser el comprador. Solo quería alejarlo, golpearlo, masacrarlo,
quería que fuera como siempre, quería que fuera el malo de la historia...
pero esos ojos empezaban a verlo con algo más que miedo. Ese par de
orbes azabaches que empezaba a odiar, se encontraban con los suyos y
parecían no poder desconectarse fácilmente, como un imán. Se
detestaba por eso, no podía soportarse a sí mismo teniendo un gusto por
él. Era como estar constantemente quemándose el cuerpo, pero no
poder salir de las atacantes llamas porque adorabas el color y calor. Era
como tener una herida doliendo y no querer curarla porque iba a
desaparecer. Jungkook era un puto chiquillo inferior a él y sin nada de
especial, ¿entonces, por qué?
¿Por qué? Porque la mente nunca podía dejar de rememorar aquello que
te hacía sufrir. Porque lo que te atormenta, siempre estará contigo y
aunque quieras esconder algo en lo más profundo de tus pensamientos,
siguen siendo parte de ti y lo serán por siempre, hasta que por arte del
ciclo de la vida no puedas volver a abrir los ojos nunca más.
—Por favor... —jadeó suplicante, viendo sus labios, porque ver esos ojos
le daba vergüenza—. Por favor, Tae...
—¿Por favor qué, Kookie? —su voz en ese momento sonaba tan ronca
que podía asustar. Quería que lo dijera, amaba hacer que Jungkook
perdiera su orgullo cada vez más y más—. ¿Qué quieres? Si no me dices
no voy a saber, amor.30
A la mierda su orgullo.2
Sus ojos no mentían cuando Taehyung los vio, Jungkook tenía los labios
mordidos y las mejillas sonrosadas, producto del calor de su cuerpo. Ya
las manos de Taehyung estaban en todas partes y no se sentían frías,
estaban igual de tibias. Ahuecando sus nalgas, luego yendo hasta sus
pezones para acariciarlos, después jalando los pequeños vellos que
tenía, jalándole el pelo de lado para exponer su cuello y dejar cada
chupetón, mientras se hundía duramente y le sacaba quejidos altos y
prolongados a su pequeño Jeon.
—K-Kookie... —bramó al sentirse incluso más duro dentro del niñito. Sus
dedos dejarían marcas al siguiente día por lo brusco que lo aguantaba—.
E-eres mío, mio...
—¡T-Taehyung! —el chico había llevado como pudo una mano hacia su
propio miembro y no tardó muchas veces en jalarlo suave cuando se vino
encima de su mano y parte de las caderas de Taehyung—. ¡Hahg!
Jungkook movió las caderas de atrás para adelante mientras las manos
en su cintura le guiaban, sus dientes delanteros tenían atrapado su labio
inferior y sus ojos estaban empezando a ver borroso. Fue testigo de la
sonrisa de Taehyung y de cómo con sus pulgares le quitó aquellas
gotitas de los lagrimales mientras el chico seguía meneándose. Kim
pensó seriamente que tenerlo debajo de él y controlarlo era bueno, pero
tenerlo sobre él mientras lo montaba y le guiaba era mejor, sobre todo
por sus muslos a cada lado de su cadera y su cuello a la vista para
atacarlo.2
—N-no...
—¿Y por qué estás chillando mientras me tomas, hm? —gruñó con el
cabello entre sus manos y la otra en el nuevamente erecto pene de
Kook—. No mientas, bebé. En tus ojos tengo la respuesta, pero me gusta
que me la digas tú, amor. ¿Te gusta?1
Y Jungkook no supo qué decir, hasta que sintió algo filoso contra su
abdomen y luego un rasguño que ardió horrible.
—¡Me duele, Taehyung! —se quejó y para ese momento ya sus ojos
escurran saladas lágrimas pesadas de las que su verdugo se burló,
dejando la daga a su costado y tomándole las mejillas—. ¿P-por qué
haces... por qué haces esto? ¡Duele, para!
El cuarto corte fue una zona que realmente dolió. Taehyung hizo una
incisión cerca del pezón izquierdo, esa había dolido más que el resto.
Sobretodo, porque cuando lamió la herida, succionó el botón haciendo
que Jungkook enterrara las uñas en su cuello de nuevo, tratando de
separarse y un grito de dolor se escapará de su garganta.23
—¡Para, para, para! —otro corte fue hecho debajo de su nuez de Adán,
mismo que Taehyung lamió y chupó—. ¡Ya, Taehyung! ¡P-por favor... ya!
Jungkook tenía tanto llanto y la cara tan hinchada que Taehyung sonrió
abiertamente, plantando sus labios contra los contrarios y tomándolo de
ambas mejillas para presionarla y que sus labios se abultaran. Y sonrió
más, cuando pasó la navaja por el labio inferior de Jungkook dejándole
una cortada.
—J-Jungkook...
—Ta... Taehyung...
Porque para Jungkook no era fácil hacer lo que su mente quería. No era
fácil adentrarse en ese juego y subir de nivel sin morir en el intento una y
otra vez. Porque a pesar de querer mostrarse complacido, cada vez que
lo intentaba debía afrontar un reto mayor.11
Él lo miró de frente.
—Eso tenlo por seguro, pequeño Jeon —tras eso el chico cayó rendido
otra vez y Kim suspiró, dispuesto a dormir.
por sietealmasuncorazon
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Todo, hasta que un par de días después que lo tuvo ahí, notó que
Jungkook se despertó a media noche con la respiración entrecortada y
llorando, pero no vio a Taehyung debido a que no había luz. Solo al rato
volvió a dormir murmurando ''ya... ya...'' y luego que cayó dormido, Kim
salió del cuarto a conciliar el sueño propio. Desde ese día, el sicario no
podía dormir hasta saber que su pequeño Jeon no iba a despertarse en
la madrugada llorando, así que esperaba a que durmiera, se despertara
con las pesadillas y volviera a caer dormido, para entonces irse de allí.29
Se dirigió hasta el baño y abrió una llave detrás del lavamanos y que
permitía que el líquido llegara hasta ahí, se enjuagó la boca e hizo una
mueca cuando sintió el ligero ardor de su labio inferior, producto de la
cortada que él mismo se provocó. Sacó la pasta y lavó su boca,
volviendo a hacer la misma mueca por la espuma dándole en la herida y
cuando escupió se dio cuenta que había sangre brotándole del labio,
pero muy poca así que no le importó demasiado. Lavó bien sus manos,
que estaban con restos de sangre propia y de Jungkook y también su
cara. Tras cerrar la llavecita de atrás, salió del cuarto y debajo de la
cama sacó otro bolso que tenía alcohol, algodón y agua oxigenada.
También otro que tenía su ropa y tras ponerse una camisa, tomó un paño
limpio y se sentó en el suelo. Abrió el paquete de gasas, el alcohol y
sumergió una punta ahí, llevándosela al labio, ardió un momento y ya
después con la herida desinfectada tiró el algodón al suelo, luego se
levantó.20
"¿Algún día vas a matarme?" esa pregunta le caló los huesos otra vez,
dándole una corriente por la espina dorsal. "Taehyung... ¿algún día vas a
matarme?"
Quería decir que si, quería decir totalmente que si e imaginarse los
mismos escenarios agónicos de Jungkook moribundo que se imaginaba
cuando lo vio por primera vez, pero que de un momento a otro ya casi no
se le pasaban por la mente, quería imaginárselos. Quería estar
plenamente seguro de que sus manos acabarían en algún momento con
su vida, como habían hecho con cualquier otro. Necesitaba provocar que
se desgarrara las cuerdas vocales mientras sufría y él le hacía un
mierdero de cosas.
Quería hacerle todo lo que sus manos le habían hecho a ese montón de
personas por las cuales se escapaba y le dejaba solo con los otros para
ir a desquitarse, porque con Jungkook aún no podía.
¿Y ahora que era? La misma mierda, con un lazo que quería cortar de
una vez por todas, aunque no supiera dónde mierda estaban las tijeras
que le darían fin a la atadura. Jungkook se atravesó en su camino
cuando él no lo buscaba, se lo otorgaron en bandeja de plata para
destruirlo. A Jungkook lo comenzó viendo como una presa que devoraría
de a poco. Y estaba destruyéndolo, obvio que si. Pero no estaba
haciéndolo al punto de matarlo.
Y lo más importante...
Kim reprimió una risa y bajó la cabeza para luego encararlo con la ceja
izquierda arriba y echarse hacia atrás en el suelo, con los brazos a los
costados y las piernas abiertas.
—Tus ojos siempre están en mi... —asintió con voz pausada y ronca. ¿A
qué venia eso?—. Ya... ¿y eso por...?
—Por curiosidad —dio a saber—. Solo por curiosidad... y a veces por las
dos.
El aludido bufó y rodó sus orbes hasta volver a mirar a Kim de frente.
—Desde que estoy contigo, la muerte es el único miedo que perdí, entre
todos los que gané —confesó, caminando hasta la puerta del baño—. Y
en verdad no sé si eso sea bueno o malo, Tae.
—¿Cómo que qué voy a hacer, niño? —Taehyung alzó una ceja viéndolo
con el labio inferior temblando—. No te he sacado los ojos, como para
que te la des de ciego.
—N-no...
—Entonces cierra la maldita boca y colabora —pronunció, la prenda fue
puesta otra vez en el agua y luego sacada para ser exprimida—.
Enderézate, carajo, ¿hasta cuándo te lo voy a decir?
Jeon quedó medio sacado de orbita hasta que se dio cuenta que Kim
hablaba de sus perforaciones.1
—¿Ah?
—No, maldito estúpido —Kim le quitó las manos del rostro y Jungkook
solo se echó hacía atrás, cubriéndose el cuerpo, otra vez volviendo a la
misma posición—. ¿De qué estás hablando?
Y lo extraño era que esa actitud le daba más miedo, pero obvio la
prefería.3
Una hojilla.
—Tae... n-no, y-ya basta... —suplicó por lo que fuera que iba a hacer—.
A-al menos espera que se me curen estas, p-por favor...
—Alza los brazos, no voy a repetirlo —la puta voz ronca, tétrica y
demandante volvió otra vez, Jungkook sentía el corazón salírsele—. ¿Lo
hago a la fuerza?1
Taehyung volvió a tomar su rostro y apretarle los cachetes hasta que sus
labios se abultaron y el inferior sangró. Le dejó un beso ahí, haciendo
ruido tras abultar los propios.
Kook sonrió.
—No me digas...
—¿A-ahora sí?
—L-lo siento...
—No importa —hizo un ademan y luego cerró todos los frascos y los
metió de nuevo en la maleta. Jungkook escaneaba cada uno de sus
movimientos con evidente cara desencajada, hasta que el hombre lo vio
y le señaló la gaveta—. Abre esa gaveta y échate en las heridas la crema
que está ahí.11
Pero Jungkook estaba en una especie de shock extraño.4
Mismo que desde el primer dia había prometido matarlo, pero Jungkook
estaba consciente desde hacía tiempo que Taehyung no iba a ponerle un
dedo encima a menos que fuese para dañarlo. Porque, aunque no lo
admitiera, su captor quería estar más tiempo con él y buscaba motivos
para no acabar con su vida tan pronto.
—¿Por qué lo hiciste? —volvió preguntar Taehyung, esta vez con aquella
expresión que Jungkook odiaba—. Dime, sabes que odio que no me
respondas.
[...]
Días después.
—¿Estás seguro?
—No digas eso, Baekhyun —ella negó y sobó su frente—. Si tú has sido
cuidadoso, pues nada malo va a pasar. Debe llegar en cualquier
momento.
Taehyung asintió y caminó hasta una mesita donde había tres cajas de
cigarros. Agarró los marlboro y el encendedor, después de prender el
cigarro y dar una calada, se giró apuntando al medio de ambos con el
arma. Jennie estaba temblando a pesar de que lo disimulaba, pero
Baekhyun —el cual estaba seguro le diría una nueva excusa—, estaba
más tranquilo.
—Ahora hagan la charla interesante, porque si me aburro les vuelo el
cráneo.
Baekhyun suspiró.
—El día que fuimos a recoger el dinero, le dije a Jun y Wang que me
habías puesto a cargo del viaje —apenas comenzó y Taehyung ya queria
matarlo—. Era de suponerse que recogíamos el pago, te lo
entregábamos, lo contábamos, nos lo repartíamos y ya hacías lo que te
tocaba. Pero cuando llegamos al bar, encontré a esos tres hombres, que
recuerdo le debían dinero a un tipo con el que trabajé hace tiempo y que
no podía encontrarlos. Entonces ordené matarlos a los tres, en forma de
favor a aquel hombre, y luego irnos hasta el sitio —Taehyung relajó el
semblante cínicamente mientras el tipo escupía mierda—. Pero el saco
no tenía dinero, así que nos estafaron con ese pago, pero yo no tuve
nada que ver. Me disparé porque sabía que ibas a tomar cartas contra mí
por haber matado a los que te estafaron y preferí irme yo mismo al carajo
en vez de dejar que tú lo hicieras, verdugo.
Kim sabía que Baek los mató por ser los guardaespaldas de Chanyeol y
porque no lo protegieron a la hora de su muerte. Sabía que Bang Sihyuk
no estaba al tanto de que Baekhyun y Chanyeol estaban dándole caza a
Taehyung porque si no jamás lo hubiera buscado. También sabía que el
gobernador no tenía idea de la operación de salvar a las víctimas de
prostitución que su hijo y yerno llevaban juntos. Sabía que ese dia
Baekhyun y esos tipos iban a ir hasta la cabaña e iban a matar a
Namjoon, a Wang, a sí mismo y peor, a Jungkook, los primeros tres por
ser criminales —y porque Baek sabía que Taehyung sospechaba de su
identidad como policia—. Y a su pequeño Jeon por ser hijo del mafioso
dueño de la red de prostitutas y niñas que trataban de desmantelar, sin
embargo, se iba a hacer el desentendido.
Sabía todo eso no solo por lo que el mismo averiguó, sino también por
Jimin y sobre todo por el micrófono que le dijo a Bogum que pusiera
dentro de la lámpara de aquel cuarto donde Baekhyun se recuperaba y
del que nadie se había dado cuenta.
—Ese chico es como que... familiar del tipo que trabaja con nosotros —
Taehyung se tensó fingidamente, de verdad queria volarle el cráneo y
luego sacarle los ojos para metérselos en la boca—. De Shin Taogum.
—¿Y entonces...?
Taehyung sonrió con malicia y rencor, ellos creyeron que era una risa de
derrota, pero lo que no sabían era que estaba conteniendo su furia para
cuando los matara a ambos tan dolorosamente que no le iban a quedar
ganas de hacer daño en todo un mes.
—¿Cuánto tiempo?
—T-tienes dos semanas como m-máximo —en ese instante fue que la
cara empezó a dolerle más—. La próxima semana saldré de aquí y podré
caminar. Si se cumple el tiempo y no recibo noticias de nada, voy a
hablar.
Sin más que decir, el sicario salió de ahí con la cabeza echa un maldito
lio que sabía solo iba a arreglarse cuando volviera a ver a Jungkook
tumbado en su cama.
Tenía varias cosas en la cabeza desde hace días que no iba a la cabaña
y sinceramente en estos momentos su mente lo único que quería era
mandar a la mierda a Jennie y Baekhyun. Todo estaba perfectamente
hecho, a veces el propio sicario se sorprendía con lo paciente que solía
ser y con lo tremendo que le salía fingir cosas, tal cual como hizo delante
de aquellos dos. Sin duda, le constaba que ambos se habían comido el
cuento de que él no sabía quién era Jungkook, que tampoco sabía sobre
la verdadera faceta de Baekhyun y sobretodo que
estaba "preocupado" porque alguno de los dos fuese a decir alguna
mierda.
Le tocaba ahora saber quiénes eran las otras personas que sabían —o si
es que las había en verdad— para no cometer ningún error. Una de las
cosas que a Kim Taehyung le caracterizaban, era que cuando realmente
necesitaba hacer las cosas paso por paso, guardando cada detalle y
procurando ser cauteloso para que saliera victorioso; lo hacía, cosa que
era la mayoría del tiempo.
A veces se podía decir que era un hombre impulsivo, pero también era
una persona que sabía controlarse porque se venía algo muchísimo
peor.
Pudo haber fundido a golpes a Baekhyun ahí mismo hasta matarlo, pudo
haber disparado a ambos hasta que se desangraran frente a él o pudo
incluso sacarlos de aquel cuarto y llevárselos para hacerles un mierdero
de cosas; pero sabía que no era el momento. Sabía perfectamente que,
si lo hacía, de inmediato iba a arrepentirse y a pensar las cosas. Mejor
era tomarlo con calma por ahora y así poder después darse el maldito
lujo de ver la vida saliendo de los ojos de esos dos hijos de puta que se
atrevieron a amenazarlo, regañarlo, creer que estaban por encima de él y
sobretodo ponerlo en una especie de espada contra la pared al
decir "Libéralo o mátalo'' en cuanto a Jungkook.
¿De verdad Baekhyun había creído que llevaba la delantera? No, no era
una pregunta. De verdad Baekhyun creía que llevaba la delantera; era
una afirmación. Pero a diferencia de él, Taehyung tenía un as bajo la
manga, uno que por su puesto iba a usar. Porque nadie que no fuera él
mismo, iba a quitarle lo que era suyo.
Porque eso era su pequeño Jeon, suyo. Y solo Kim Taehyung tenía el
poder de elegir hasta cuándo. Cualquiera que intentara alejarlo de ese
niñito suyo o arremetiera contra él, simplemente terminaría en una fosa.7
Vaya momento.
Ya habría tiempo para hacerle algo, de eso estaba seguro. Pero por
ahora estaba de buen humor y también tratando de descubrir quienes
mierda eran las personas que según Byun, sabían de Jungkook estaba
con él. Había cosas más importantes que deleitarse viéndolo llorar y
suplicarle, aun cuando ese se había convertido en su pasatiempo
favorito, patrocinado por su nuevo juguete llamado Jungkook.2
Pero como siempre, Taehyung alejó esa clase de pensamientos y
empezó a concentrarse en lo que era primordial. Si algo lo caracterizaba
también, era la organización de sus prioridades.
Lo primero que necesitaba era saber los nombres, para eso por supuesto
que necesitaba ayuda, aunque no iba a pedírselo a Jimin porque este ya
había hecho suficiente. Mark era una buena opción, sobretodo porque
tenía también ojos en todos lados y el hecho de que básicamente
conocía a Taehyung desde que tenía trece años, le garantizaba que lo
ayudaría. Por eso mismo tomó su teléfono y tras ingresar el pin de
bloqueo, buscó el número del hombre y presionó el botón de llamada.
—Si —contestó Kim—. Llevo una semana y algunos días aquí —no pasó
desapercibido el momento en que Mark sorbió por la nariz—. ¿Qué coño
te ocurre, hijo de puta? ¿Estás llorando?
Otra vez Mark sorbió por la nariz y rió cual estúpido, Taehyung caló la
nicotina y continuó mirando hacia las luces de ese barrio de mala muerte,
donde quedaba el departamento. Con un tobillo sobre la rodilla y la mano
con el cigarro firme en esta.
—La zorra nunca me fue infiel, en realidad la violaron —habló
pausadamente y el verdugo exhaló el humo de la misma forma—. Me
enteré que ella tenía más o menos siete semanas de embarazo cuando
ese tipo la tocó. Wheein tenía seis meses de embarazo cuando él me
enseñó esa foto de ella postrada en una cama desnuda, inconsciente... y
yo pensé que me había sido infiel y que ese bebé fue producto de esa
noche, pero... no fue así.40
—Ayer el tipo que la tocó lo tuve que matar por unas deudas. No te llamé
porque te habías ido, y era Hudson —explicó el mafioso—. Entonces lo
último que dijo fue "Hubieses escuchado cómo gritaba tu puta cuando me
la follé mientras estaba medio drogada... quizá incluso el bebé tuyo que
tenía dentro me chupo el pene". Wheein nunca me engañó, el bebé si era
mío y yo solo la mandé al carajo.5
—No quiero verte en él, V —la severidad de su voz revolvió algo dentro
del receptor—. No quiero ver que la mataste tú, incluso si fui yo quien lo
pidió... no podría volver a verte sin pegarte un tiro en la frente —el
asesino chasqueó la lengua y apretó la mandíbula—. No voy a verlo
porque al final tú no eres el culpable, muchacho. El culpable soy yo, pero
ver ese video y luego verte a ti es-...7
—Mira, Mark... que sea la última vez que me amenazas y que sea la
última vez que tratas de desahogarte estúpidamente por no averiguar
cosas antes —furiosamente respondió, apretando la mandíbula—. Si
maté a esa puta, fue porque tú lo pediste. A mí me sabe a mierda lo
demás —gruñó—. Y si, gritó horrible, gritó hasta quedar malditamente
afónica, Mark. Gritó hasta que las cuerdas vocales le sangraron. ¡Gritó
porque el marido quiso que así fuera, cabrón!6
Mark suspiró y del otro lado se bebía una cerveza negra que tragó rápido
antes de continuar.
—Supongo.
—En fin, Mark —habló con severidad, yendo por el cigarro numero
¿cinco, seis?—. No hay reembolso y tampoco revivida, la maldita vida
continúa. Tienes más mujeres a tu disposición, un pene para
embarazarlas las veces que se te cante el maldito culo y dinero de a
montón. Aprovecha esa mierda y deja de llorarle a una zorra muerta que
ahora es un festín para gusanos y hormigas.25
—Soy asesino, no un puto consejero —se burló él, y Mark del otro lado
sacó una risa—. En fin, necesito un favor.
—V... ¿qué tú tienes con ese niño? —la pregunta por un segundo sacó
de orbita a Kim—. ¿Tú y él...?
—No me importa.
—Lo sé, y me sabe a mierda, Mark. Es por eso que necesito tu ayuda,
para deshacerme de aquellos que sepan que lo tengo conmigo.
—Sí.
Le brindó al cigarro una última calada y tras eso lo lanzó al suelo y lo pisó
con el borde del zapato. No le gustó para nada el tono que utilizo
Mark, ¿qué culpa tenía Taehyung de hacer su trabajo? Como si él fuese
preguntándole a la gente las razones por las que lo contrataban o el por
qué mataba o por qué esto o lo otro. Si la tipa era inocente, pues triste
por ella, ni Taehyung ni Mark podían hacer nada, además en el fondo
sabía que en un par de días iba a tener a otra mujer a su disposición y a
seguir siendo el mismo malnacido mafioso que conocía prácticamente de
toda la vida. Esto solo era un bajón emocional que le daba a las
personas cuando alguien les importaba suficiente como para no acabar
con su vida.
Y lo otro era lo último que habían hablado, y que queria ignorar, pero
sabía que no podía.
—No es la primera vez que lo hago, tú mejor que nadie sabes eso —
como si nada, siguió cortando las verduras—. No actúes como si no me
conoces de toda la vida, Bogum-ssi.
—Pero nunca fue así —contestó el mayor—. Nunca tan fuerte, n-nunca
tan... horrible. V, ¿P-por qué tantos?
En ese momento, recordó que había otra cosa que también era
importante de hablar. Y que creía era la razón de aquellas cosas que
Taehyung no estaba dispuesto a explicar. Sinceramente, no quería que
la respuesta fuera positiva.
—Jun me habló hace un par de días atrás, fue la última vez que supe de
ti y de él —comentó tranquilo, el sicario lo escuchó con calma también—.
El niño que tienen, que se supone matarías... ¿s-sigue con vida?
—Ajá.
—Me dijo que había veces donde te llamaban para hacer trabajos y te
llevabas al niño... ¿es cierto eso? —el asesino asintió con la cabeza,
entonces el castaño continuó—. También me dijo que... q-que tenías
cierto interés en ese niño —soltó, incapaz de ver a Taehyung a los ojos,
tan solo miraba al suelo—. ¿E-es... verdad?
—Ajá —Kim arrojó los fideos al agua hirviendo—. ¿Qué otra estupidez
vas a preguntar para seguir fastidiándome?
—¡ESCÚPELO YA!
—¿Qué pasa si digo que sí? —habló entre dientes, con el ceño
extremadamente fruncido, pero sonriendo—. ¿Qué pasa si sigo que lo
quiero conmigo, porque es mío? —su voz era baja y ronca—. ¿Qué pasa
si digo que obligué a todos ellos a llamarme Kim Taehyung mientras
imaginaba que era mi pequeño Jeon y que lo mataba a él?27
—¿Qué pasa si digo que tengo una tremenda obsesión por el niñito de
dieciséis años que secuestré, golpeé, torturé, besé, violé y follé hasta
dejarlo traumado por el resto de su vida, que por cierto... está
en mis manos? —siguió caminando hasta volver frente al lavaplatos y
sacó el cuchillo de la tabla, viendo su reflejo en el filo—. Maldito niñito
hijo de puta, mi pequeño Jeon.
—¿T-tu qué...?
—Me veo reflejado en sus ojos, Bogum... me gusta ese niñito, acéptalo y
vive con eso sin joderme —susurró como última advertencia—. Porque al
que le puedo pegar un tiro sin que me tiemble la mano, es a ti.
¿Estamos, Bogum-ssi?
—E-estamos.
[...]
Desde que había llegado otra vez a la cabaña, parecía que las ganas de
desaparecer, el desasosiego, los nervios y pesadillas incrementaban a
un nivel muchísimo mayor. No era como si en el otro lugar hubiese
estado mejor, o al menos eso queria creer para no sentir que se estaba
conforma donde antes lo tenían. Aunque, de todos modos, la realidad era
esa, estaba mejor en el otro sitio.
Obviamente que de los seis días que pasó en ese sitio, Taehyung se lo
folló cinco. Una contra la puerta del cuarto, donde Jungkook quedó con
las piernas temblando y lo único que no lo hacía caer era su cara pegada
de lado y las manos de Kim en su cadera. Otra fue mientras su verdugo
lo bañaba, Jungkook tenía que cuidarse de no hacer ciertos ruidos de
satisfacción cuando le enjabonaba el cabello o sino terminaría debajo de
la regadera, mientras el otro estaba totalmente vestido, incluso con los
zapatos puestos, pero nada más con los pantalones a la altura de los
muslos para joderlo a gusto.2
Admitía que eso se había sentido bien porque, en cierto modo, prefería
tener a Taehyung encima con la voz ronca en su cuello, que detrás sin
poder verlo a los ojos, quizá por lo de aquella vez. Pero del resto, no
estaba en desacuerdo.
Y eso no era bueno porque otra vez Jungkook tenía ese revoltijo en la
cabeza y esa sensación que no le gustaba y que le carcomía de miedo
cuando ese tipo se portaba así.2
La última fue cuatro días atrás, y fue la razón por la que Taehyung se fue
y por la que Jungkook estaba en ese lugar. Todo había empezado bien,
hasta que al asesino se le ocurrió la maldita idea de amarrar a Jungkook
a la cama y comenzar a golpearlo a punta de nalgadas y cachetadas,
mismas que le partieron la boca hasta hacerlo botar un fino y espeso hilo
de sangre y en un momento de frustración lo escupió en la cara tras
llamarlo ''Maldito enfermo hijo de perra'', y no se dio cuenta sino hasta
que Kim formó la misma expresión de odio de siempre y lo volteó,
torciéndole los brazos, enterrándole la cara en la almohada hasta casi
asfixiarlo y diciéndole: ''¿Que pasará primero, amor, ¿voy a venirme
dentro de tu hermoso culo o voy a asfixiarte hasta que te mueras?'' Y
prefirió la segunda opción, pero lastimosamente antes de caer
desmayado, sintió a Taehyung vaciarse totalmente dentro de él.
Parecía un animal, maltratado por otro animal; una bestia más bien.7
Jeon era un inútil y todo era su culpa, no de Taehyung. Ese hombre era
un asesino con un sadismo enfermizo, era así. Sí había alguien que
debía comportarse al margen, era el cautivo. Podía insultarlo y Taehyung
no le iba a hacer nada, pero si se resistía a algo o hacia la simple cosa
mínima contra él, debía sufrir las consecuencias.
Aun así, queria aparentar que no le temía porque estaba al tanto que a él
le gustaba eso.
Entonces ahí estaba, cuatro días después, igual de sucio que siempre,
terminando de comer —porque al menos tuvo la misericordia de dejarlo
comer, no importaba si llevaba dos días sin hacerlo, de la ansiedad no le
daba mucha hambre—, hasta que Namjoon abrió la puerta del feo cuarto
para llevarse el plato de comida.
Nuevamente, la horrorizada mirada que le brindó le hizo querer llorar,
con lo último que le había hecho Taehyung, seguro se veía cincuenta
veces peor de lo que ya estaba anteriormente. Y Jungkook no sabía lo
impotente que se sentía Namjoon por no poder ni darle una sábana para
el frio, que estaba seguro se lo comía vivo por las noches.
Horror; eso fue lo que pasó por el rostro de Namjoon al escuchar a ese
niñito hablar tan naturalmente de algo como eso.
—Lo siento, niño —pronunció con vista gacha, obvio recordaba cada
grito y cómo se salió de la casa hasta alejarse suficiente para no oír
más—. Aunque no sirve de nada, lo siento.
—¿Por qué no le gusta ese nombre, Jun? —soltó de pronto, Namjoon
jadeó—. ¿Tu hermano tiene un trauma con ese nombre?
El plato de plástico duro que tenía Nam entre sus manos, cayó al suelo
justo cuando sus manos temblaron. ¿Pero qué clase de mierda le había
hecho Taehyung a ese niño, para estarlo quebrando tanto?
—Eso me hace pensar que si, Jun —el aludido no pronunció nada—. Por
algo eligió un seudónimo que nada tiene que ver con ''Kim Tae Hyung'' —
detalló, sin saber que realmente para Taehyung significaba todo—. Por
algo entra en cólera cuando lo llaman así, yo lo vi en sus ojos ese dia,
Jun. Casi lo vi llorar, no de tristeza, sino de odio —explicó con pausa,
recordando la mirada de Taehyung la vez que lo llamó así por primera
vez—. Odia ese nombre con todo su ser. Sin embargo, a mí me deja
llamarle así y es raro; porque si no le gusta... ¿Qué hago vivo todavía, si
ni tu que tienes su misma sangre lo llamas así?
—El dia que hizo eso, me dijo ''V de Victoria, pequeño Jeon'' —Nam lo
observaba atónito—. ¿Es lo que significa para él? ¿Victoria? ¿Por qué un
asesino que parece tan frío, es tan débil con algo como su verdadero
nombre?
—No puedo tenerle miedo a la muerte cuando soy quien le gusta, cuando
me besa, me folla y me insulta —en ese instante sacó una gran
sonrisa horriblemente dulce y lo miró de frente—. La veo todos los días
en sus ojos, Namjoon. Mi Tae es la muerte.46
Jodido, muy jodido estaba Jeon Jungkook. Tan jodido que Namjoon por
un segundo no sintió lastima o culpa, sino miedo y desesperación de
saber hasta dónde estaba Taehyung adentrándose en la mente de ese
niño. Una granada sin seguro, pero que aún no explotaba. Eso parecía.
—Lo es, tú has visto y sentido lo que es capaz de hacer —advirtió con
severidad—. Pero puede llegar a ser peor que eso, así que no pises
terreno falso porque te vas a caer, niñito. Y el golpe será fuert-
Mierda.
—Haz lo que quieras —atajó él, todavía con la vista en el techo—. Igual
no es como si tuviera alguna opción.
—Te di dos.
—Bueno, yo agregaré la tres —esta vez llevó los ojos al sicario—. Tres,
haz lo que te dé la gana.9
El verdugo llenó otro recipiente de agua y lo dejó al lado del otro, luego
se movió hasta quedar sentado encima del inodoro y se recogió el pelo
con la misma liga de billetes que cargaba en la muñeca. Entonces salió
del baño para ir hasta Jungkook, al quedar frente a él lo miro un rato
desde arriba. Kook lo veía tranquilo, extremadamente tranquilo.
—¿Te vas a quedar ahí como un faro o qué? —alzó una ceja, viendo a
Taehyung cruzarse de brazos y sacar una sonrisa ladina, entonces él
mismo alzo los brazos hacia el maleante, abriendo y cerrando las
palmas—. Cárgueme, señor V.32
Hijito de puta.
Lo peor fue que el mayor, sin decir eso en voz alta, lo agarró de los
brazos y se agachó para llevarlos alrededor de su cuello, lo tomó de la
cintura y le levantó, levantándose también en el proceso. El chiquillo
enredó las piernas alrededor de su cadera y dejó la cabeza en su
hombro, mientras era depositado segundos después en el suelo del
baño, sentado en posición de indio.
—Tu hueles a sangre, sudor y llanto —señaló Kim, bajando la tapa del
inodoro y sentándose encima—. A tierra, polvo y más llanto.23
—¿Me vas a volver a dejar aquí? —soltó, jadeado por las manos bajando
por su nuca, hombros y omoplatos. No recibió respuesta inmediata—.
Tae...
—¿Qué?
—No me dejes aquí —pidió bajito, sus brazos estaban arriba y Taehyung
los estaba enjabonando, luego el niño los bajó y el contrario empezó a
enjabonar su espalda y abdomen. Miró directamente a su captor, con los
ojos apagados; una mirada triste—. Si me vas a hacer algo, si me vas a...
qué se yo... llévame arriba, no aquí.
Era cloro.24
—Te dije esa que esa boquita estaba pasada de grosera conmigo,
¿verdad, pequeño Jeon? —alzó una ceja hacia el chico y este ya tenía
los ojos aguados—. ''Asesino de mierda'' ''Asesino hijo de puta'' ''Maldito
infeliz'' Blah, blah, de esos me acuerdo por ahora, así que lávate la boca
a ver si se te quitan esos insultos.
El chico asiente, y sin decir otra cosa, llevó el frasquito al borde de sus
labios. Ardió, quemó más bien.
Jungkook negó.
Peor que una vez que comió comida muy cliente, por un segundo se
preguntó si lo cigarrillos serían más dañinos a su lengua y quiso creer
que sí. Mas en el momento que el líquido pasó por sus encías; sintió que
algo estaba casi que cortándolas, al igual que la parte interna de sus
cachetes, labios heridos. Sus manos yacían apretadas en puños, uñas
enterrándosele en las palmas.
—Escúpelo —el niñito inmediatamente, y de golpe, botó todo el ardiente
cloro contra la pared. Su boca estaba hecha llamas y empezó a toser
hasta casi ahogarse—. ¿Cuál es mi nombre completo, Kookie?
—K-Kim... Kim T-Ta... Kim Tae Hyung —apenas logró articular palabra,
la boca no podía sentirla peor—. Kim Taehyung.
—Deletréalo, Jungkook.
—M-me duelen... —se quejó, desearía pararse por sí mismo, pero sus
tobillos realmente dolían, las piernas también—. Las piernas... m-me
duelen...
Kim bufó, tras eso lo tomó del cuello y la parte de atrás de sus muslos.
Lo levantó, cargándolo de manera nupcial y procedió a llevarlo hasta el
cuarto de arriba. Jungkook se aferró a su cuello, poniendo la cabeza
entre las clavículas expuestas de Kim y paró su llanto cuando fue
depositado en una cama de otro cuarto.
Taehyung sacó debajo de esta, un bolso negro del que agarró una toalla
pequeña y dos camisas que a ojos de Jungkook eran bastante anchas.
Se puso una encima después de secarse la poca agua en su pecho y
luego le sacó el suéter mojado a Jungkook, lo secó con la toalla,
cuidando —porque si, Jungkook se dio cuenta de que eso lo estaba
haciendo con cuidado—, de no pasar tan bruscamente por las llagas en
su abdomen, clavículas, cuello y una mordida en la parte interna del
muslo.1
—¿P-por qué haces esto? —la pregunta no salió dolida, más bien salió
demandante y curiosa—. ¿P-por qué vienes, actúas mal y luego haces
esto?
—Yo no s-soy tuyo —en realidad, Jungkook sabía que muy en el fondo si
lo era, pero no quería aceptarlo. Él le pertenecía a Taehyung porque dejó
de pertenecerse a sí mismo hacía mucho tiempo—. N-no lo soy.
Taehyung chasqueó la lengua e inmediatamente plantó un beso en sus
labios, despegándose segundos después.
Kim Taehyung.
—Porque me da la gana y-
—Lo hago.
Esa misma sonrisa que tenía cuando hablaba, se convirtió en una risa
sarcástica, una que duró poco, pues volvió a chocar sus frentes y
dejarlas juntas, viéndolo.
—C-cállate...
En ocasiones, las personas creían que por fuera éramos lo mismo que
por dentro, que todos en algún punto nos volvíamos totalmente
transparentes. Transparentes en el sentido de que, mediante nuestras
acciones y palabras, podíamos reflejar lo que acarreaban nuestros
pensamientos.2
Así era Taehyung.2
Una cosa era cierta, tenía una tendencia obsesiva por dominar a cada
persona y cada situación que se le presentara. No soportaba no tener el
control y debido a la persona que era, se le hacía totalmente fácil
obtenerlo, ya fuese mediante palabras que enganchaban y manipulaban
—cuando era medio complicado—, o ya fuese mediante mentiras y
actuaciones "comunes" dentro de lo que cabía en él.
Siempre había algo que Taehyung tenía en mente, cualquier cosa que
ocupaba siempre sus pensamientos una y otra vez recordándole lo que
hacía. Y no era que le molestara o lo pusiera triste —jamás había
conocido la tristeza—, sino más bien que a veces quería tener la mente
en blanco, pero de tantas cosas que a lo largo de su joven vida había
hecho; era básicamente imposible que su cerebro no trabajara y pensara
cosas una y otra y otra vez.
Pensó que podía dejar de cavilar en las cosas que detestaba desde
pequeño, porque de hecho; los traumas de Taehyung no lo hicieron
malo, él ya era malo, solo que aquella maldad era frenada por dos
personas que lo contenían. Dos personas que su padre mató y cuando
quedó solo ya nadie podía controlarlo ni un poco. Yenjin ya no estaba
para regañarle y pelear con él, Jin hyung ya no volvería a encerrarlo en
su cuarto y regañarlo cuando peleaba con niños pequeños
porque "Taehyungie, no puedes ser malo. Los animales no se torturan y
a los niños pequeños no se les tira tierra en los ojos". Lo mantenían
tranquilo, incluso si ambos tenían problemas más grandes que controlar
a un niño rebelde de cinco años.15
El hombre llamado así, no fue quien lo volvió malo. Kim Taehyung ya era
malo y su padre mató a las únicas dos personas que frenaban esa
maldad. Su padre no fue la razón de que fuese un asesino sádico, fue el
detonante. Taehyung ya era un sádico de pequeño y llamarse Kim
Taehyung le molestaba porque creía que era así gracias a su padre.
Grave error.
El niño aspiró un cigarro barato que quizá alguno de los hombres cerca
de él, le había regalado. Posterior a eso, botó el humo por la nariz y miró
al mayor directamente a los ojos, negando.
—La escuela enseña a ser dominado, señor Mark, pero la calle enseña a
dominar —respondió totalmente confiado, seguro de cada palabra que
salía de su boca—. Yo no quiero que me dominen, quiero dominar y que
me tengan mucho miedo. Tanto, que lloren y tengan pesadillas conmigo.
Desde ese día supo que estaría con él y sería su asesino. La cosa es
que ese niño estaba consciente de que tenía jefes y no le gustaba tener
jefes y que lo mandaran, por lo tanto, procuraba ser el mejor haciendo lo
peor y así se ganaba el miedo y respeto de hombres que podían ser sus
padres y abuelos. Un niño de catorce años que donde se plantara, todos
veían sus ojos marrones con miedo y sus largos dedos agarrar un arma
perfectamente sin siquiera temblar.
Koyumi le dijo a Mark que era tan inteligente que en seis meses aprendió
a dominar el idioma solo escuchándolo y codeándose con hombres que
lo hablaban. Astuto, porque cuando había planes, y todo el mundo
parecía estar de acuerdo porque era ''perfecto'', él mostraba las fallas y
posibles fracasos, volviendo los planes diferentes, pero airosos.
Calmado; debido a que mientras todos llegaban con aires de grandeza,
presumiendo que eran criminales, él no necesitaba presumir nada,
porque todos ya lo sabían. Sabio; hablaba de cualquier cosa y
examinaba los diferentes puntos de vista sobre un tema y los amoldaba a
sus propias creencias. Educado; siempre decía ''buenos días'' y ''gracias''
a pesar de que nadie se las contestaba y se refería a los hombres
como "Señores" y "Hyungs" en realidad para no decirles ''jefe'', solo que
ellos no se daban cuenta.8
Y sobretodo, sádico como ninguno. Siempre decía que no le era
suficiente matar a alguien de un solo tiro, necesitaba que sufrieran y
agonizaran hasta que la vida se les escapara en el aliento.
De todos modos, no estaba ahí para irse sin ese muchacho y meterlo en
su escuadrón.
—¿Ha visto como dejé a Jiyong y a los otros? —Mark asintió—. Bueno,
imagínese eso, pero a mi mamá, a mi hermano mayor y peor.
—¿Por qué elegiste ese nombre? —la curiosidad era palpable en la voz
del señor— . ¿Te gusta esa letra?
El niño leía mucho, adoraba leer. Koyumi le había dicho que a veces,
cuando le pagaban, compraba muchos libros y a veces los robaba de la
biblioteca. Todos donde había cosas de asesinato y tortura; le gustaba
eso.
—Pienso en él, señor Mark. Ayer cuando maté ese hombre, mi cabeza
estaba pensando en Taehyung y me gustó hacerle eso, porque pensé
que se lo estaba haciendo a él. Vi el rostro de papá en ese señor.
—¿Y por qué de pequeño hacías cosas malas? ¿Por qué golpeabas a
los niños y matabas animales inocentes, si aún mami y Jin hyung
estaban vivos? —Koyumi le había dado ese dato.
—Yo era malo ya, señor Mark... siempre fui malo. Pero no tanto como
ahora, porque tenía a mami y a Jin hyung conmigo. Ellos me cuidaban y
me regañaban a veces, aunque yo volviera a hacerlo otra vez —contestó
tranquilo, viendo a un punto ciego en el suelo donde estaba recordando
la cara de esas personas, aunque ya se le iba olvidando un poco—
. Desde que papá se los llevó, ya no tengo a nadie que me cuide, me
tengo que cuidar yo solo. Si para cuidarme debo matar a todos, pues lo
haré. O me matan o los mató, o ganan o gano.
—No lo hago, señor Mark. ¿De qué me sirve tenerle miedo a algo que se
va a pasar y no puedo evitar? —se encogió de hombros restando
importancia—. La muerte nace con nosotros, vive con nosotros y la
tenemos presente en el día a día. Todos los días y a cada segundo
alguien muere, ya sea cerca de nosotros o al otro lado del mundo.1
—¿Y no le temes?
El mayor negó.
—¿No te gustaría volver a la escuela, tener una vida normal, tener una
profesión algún día? —el niño solo hizo una mueca de desagrado—.
Podrías ser un médico o un abogado. Podrías ser alguien mejor,
muchacho. ¿No te gustaría casarte y formar una familia?
Catorce años.
—Yo no quiero ser alguien mejor, señor Mark, yo quiero ser un asesino.
Yo no quiero gastar mi vida para salvar otras, yo quiero acabar con otros
hasta que de ellos no quede nada, porque soy libre así. Una vez que
entiende que los seres humanos venimos al mundo a desperdiciar
aproximadamente setenta y cinco años de vida, la vida en sí pierde
sentido. Solo somos sacos de huesos y carne que respiran y piensan.
Entonces nacemos para volvernos peones de un juego de ajedrez donde
soñamos ser la reina o el rey, pero somos solo eso; peones que se
sacrifican para reyes y reinas y que dejan de hacer lo que quieren, solo
porque el entorno no lo deja ser libre.9
Catorce.
—¿Por qué debemos ajustarnos a lo que otros quieren solo porque creen
que es correcto? Si yo creo firmemente que lo correcto es matar, pero
otro cree que lo correcto es salvar, ¿quién de los dos tiene realmente la
razón, si ambos estamos defendiendo nuestro punto con bases que lo
sustentan?19
Catorce años.
—Y oh, no quiero una familia, señor Mark, las chicas no me gustan. Son
lindas, pero no me gustan para mí —terminó sacando una sonrisa
cuadrada y brillante donde se achicaron sus ojos. Parecía un niño
totalmente inocente y no alguien que se había adentrando en su
subconsciente tan solo hablando un par de minutos.6
Catorce años.
—Sí, sí señor.
—Yo ya era malo antes de lo que hizo, pero cuando mató a mami y Jin
hyung y yo los vi muertos, supe que era peor que yo —le señaló al
mayor—. Y no puede haber nadie peor que yo. Entonces pienso en él por
eso, pero preferiría no hacerlo, solo que no sé cómo. Cada vez que
intento... él está ahí y yo lo detesto.
—Solo el día que lo mate a él o cuando haya otra cosa mejor en qué
pensar. Pero... si no logro matarlo, espero encontrar algo o alguien que lo
saque de mi mente algún dia.19
Pero, su obsesión con Jungkook era tan grande, que incluso si lo llamaba
así, Taehyung solo tenía cabeza para él. Solo podía tener entre sus
pensamientos a Jungkook desde hacía meses que estaba con él, desde
que lo vio por primera vez. Desde que lo encerró por primera vez. Desde
que lo golpeó la primera vez. Desde que lo besó aquella noche por
primera vez, donde iba a follarlo, pero se contuvo porque él juraba que
solo lo follaría una vez nada más, juraba que su cautivo desaparecía y se
desharía de él como había hecho con otros, pero con ellos no pasó tanto
tiempo como con su niñito. Desde la primera vez que lo tocó a la fuerza
aquella noche, la cual después de meses de no tener cabeza para
recordar esos pensamientos, la misma persona que hacía que los
olvidara fue la que los trajo de vuelta y eso lo jodió.3
Por eso luego de ir a ver a Jimin, se perdió nueve días, nueve días donde
hizo desastres. Nueve días donde se llevó a trece personas que nada
tenían que ver con él, que no tenían culpa de nada. Las dejó
destrozadas, una tras otra hasta que finalmente esas ganas se vaciaron.
No era suficiente con haberlo torturado, apoderándose de su cuerpo a la
fuerza y luego marcándolo, necesitaba más. Quiso matarlo esa noche,
pero si lo mataba, sabía que todo estaría como siempre y odiaba eso.
Entonces, no le importó matarlos a todos ellos, no le importó en lo más
mínimo que esas eran personas normales que vivían un día a día común
y corriente. No merecían morir cuando quien lo había provocado era un
niñito de quince años, su niñito.
Y lo mataba saber que después de tanto tiempo por fin encontró cómo
disipar aquellos pensamientos. Lo torturaba porque dependía de alguien
que sabía era temporal en su vida y cuando se fuera sería la misma
mierda de siempre. Lo jodía porque quería que algo se llevara los
recuerdos y no pensar en nada, pero se iban los recuerdos y terminaba
pensando en él. Lo jodía porque quería matarlo y no podía, no mientras
se sintiera bien estar con Jungkook y hacerlo sufrir.2
No mientras fuera su ancla.3
Por eso mismo mató a todos ellos y los obligó a llamarlo Kim
Taehyung para poder matarlos horrible. Y por primera vez, entre su
cabeza no estaba ese rostro, por primera vez no estaba pensando en su
padre cuando mató a todos ellos. Cada uno de sus pensamientos
mientras cortaba, mutilaba, golpeaba, amenazaba, gritaba y torturaba a
esas personas tenían nombre y apellido, ese era Jeon Jungkook.5
Pero, desde hace cinco meses eso no pasaba, nunca le daban ganas de
matar a alguien solo porque sí y no porque fuese su trabajo. Desde hace
cinco meses su cabeza estaba martirizándose por otra cosa y esa cosa
tenía dieciséis años y ahora estaba en el cuarto confundido mientras él
había salido al balcón a fumarse casi una caja entera de cigarros y beber
whisky para calmar la extraña ansiedad que lo hacía repiquetear los pies
contra el suelo de madera y chasquear la lengua cuando el licor y cigarro
le lastimaba las heridas que tenía en los labios y que, si hacía presión,
sangraban.2
Tan mal que iba a desquitarse, y lo haría con su cautivo esta vez.27
Con pies densos como una lava se adentró a la casa y fue directamente
hasta la puerta del cuarto, abrió y pasó. En la mano derecha cargaba los
anillos de siempre y en la izquierda dos de hierro. El licor era saboreado
entre sus labios y lengua lastimada, mezclándose con el cigarrillo de
picante sabor. En la diestra el vaso y en la izquierda el pitillo de nicotina.
Aquel cristal fue depositado en una pequeña mesita baja del cuarto, del
bolsillo trasero del pantalón saco una llave y le pasó seguro, agarrando el
whisky de nuevo.
Jungkook estaba tumbado boca abajo solo con una camisa y ropa interior
de él. La ropa con la que había llegado había sido historia, ni siquiera
sabiendo dónde carajo estaba ahora y a Kim le gustaba verlo con su ropa
puesta, le quedaba grande y se veía más suyo de lo que ya era, además
de bonito y follable. Se soltó el cabello, dejando que le cayera como
cortina y tiró la liga al suelo. Su niñito yacía de espaldas con una mano
debajo de la cabeza y otra debajo de su cara respirando tranquilo. No
estaba haciéndose el dormido, solo tenía los ojos cerrados. Taehyung lo
sabía, mas no iba a reclamarle por eso.1
—Levántate, pequeño Jeon... —su tono de voz fue pausado, pero
demandante.
Jungkook abrió los ojos de par en par y estaba temblando un poco, sin
embargo, se giró lentamente quejándose un poco por el dolor en su
cuerpo, estaba conteniendo la respiración para tratar de calmarse,
porque en el fondo sabía que lo que había dicho fue solo para salir del
paso, aunque la manera en que Taehyung dejó un beso en su frente, se
levantó para irse del cuarto y pasó casi tres horas afuera dejándolo solo;
lo puso nervioso.
El chico mantuvo la prenda entre sus manos un rato, sin saber si tirarla al
suelo, a la cama o mantenerla entre sus manos. Sin embargo, la
respuesta vino cuando el asesino extendió su mano.
"Te jode por dentro estar enfermamente enamorado de mí". Bueno, quizá
la idea de que le cortaran la lengua no se le hacía tan mala ahora. Morir,
no se le hacía malo ahora.3
—N-ninguno...
—S-seguro, Tae...
Jeon vio sus ojos, la luz de la luna creciente era lo único que se colaba
por una mínima ventana y daba algo de luminosidad. Pese a la casi total
oscuridad, los ojos de Kim brillaban; escaneándolo,
acechándolo. Devorándolo con la mirada.
—¿Has probado el whisky? —inquirió roncamente, Kook negó. Estaba
asustado y lo sabía—. Pruébalo, entonces.
—S-sabe feo...5
Otra vez reprimió una risa y su pequeño Jeon estaba más tenso que
antes cuando lo observó echando las últimas cenizas del cigarro dentro
del vaso de whisky y la mezcló con el dedo índice. La colilla fue hasta el
suelo y la piso con el zapato.
—P-peor...
—Taehyung...
—Pero aun así, me gustas —tras eso, otra calada fue dada—. Y te
quiero, en serio lo hago.21
Otro dedo fue empujado y esta vez el chico entreabrió la boca para soltar
un quejido, contrayendo su entrada y tomando parte de la camisa de
Taehyung entre sus dientes mientras este sentía sus dedos ser más
aprisionados por las paredes contrarias.1
El dedo anular fue ingresado y esta vez el muchachito apretó sus manos
alrededor de los brazos de su secuestrador, enterrando las uñas ahí.
—T-tae... mh... d-duele —se quejó mientras el mayor seguía adentrando
sus dedos y moviéndolos en círculos—. ¡Ah! M-me duele, Taehyung...
—¿A-ah? —Jungkook alzó la vista, tenía los labios apretados y los ojos
llorosos.
—Bésame.
—¿Q-qué?
—¿Te lo repito?
(⚠⚠⚠⚠)55
Una palabra que definiría lo que Jeon Jungkook sintió en ese instante;
nervios.
—¿No fue eso lo que quisiste decir? —alzó una ceja—. ¿Por qué las
personas usan excusas tan estúpidas cuando la cagan?9
—Taehyung...
Fue más que suficiente para que el chico suspirara, rendido. Estiró los
brazos hasta agarrar aquel tubo con el que su captor lo había golpeado
tantas veces. El simple sonido del hierro chocando contra el suelo hasta
quedar fuera de la cama, le hizo dar un escalofrío, también un choque
electrizante en cuanto su puño lo sujetó firmemente, con poca fuerza
pues estaba débil. La navaja la agarró con la otra mano y entonces se
levantó con pasos torpes, miró hacia abajo y extendió los objetos a
Taehyung, sin mirarlo.13
Kook negó.
—¡C-cállate!
—C-cállate...
—¿O es que te frustra saber que no solo te gusta meterla, sino que te la
metan hasta que chilles, ah? —perfiló los labios del chico, que aún
sangraban—. ¿Se te cayó la dignidad? Seguro está en el último piso del
infierno de tan abajo que la tienes, mi amor.7
—¿Te hiere saber que te encanta que te folle hasta que no puedes
aguantar, Jungkook? —sus labios se posaron en los de su rehén—. No
soy yo quien lo dice, eres tu cuando gritas mi nombre mientras estoy
sobre ti.
—Ya... c-cállate...
—Te hiere saber que te sientes culpable porque odias que te haga sufrir,
pero adoras que te toque, ¿verdad?
—T-tu no...
Taehyung lo calló cuando tiró el tubo al suelo y lo agarró por la parte
trasera de su nuca y con la otra mano sostuvo posesivamente su cadera,
apretándolo contra sí. Lo miró directamente a los ojos. Jungkook tardó un
momento para respirar, pero cuando lo hizo, aquellos gruesos labios de
su captor estaban moviéndose sobre los suyos de forma frenética, su
cuello estaba siendo presionado con fuerza y tenía sus largos dedos
adhiriéndose al hueso de la cadera.
Todo cristal que se aprieta con fuerza, corta a quien lo tiene entre las
manos, pero también termina rompiéndose por ser frágil.
—Dije que iba a maltratarte, Jeon Jungkook, tanto que ibas a desear no
haber nacido, y cuando eso pasara, serías completamente mío —le
recordó—. Y mira, aquí estás. Jamás olvides que todo lo que digo que
haré, lo hago. Todo lo que prometo, lo cumplo. Siempre me salgo con la
mía.
No otra vez.4
—Q-quince, Taehyung.
Otra nalgada fue dada; más fuerte. Un gemido de dolor salió de sus
labios y llevó la mano a la zona lastimada, más Kim la apartó con el tubo
rápidamente.
Lo que sí le tocó a fondo, fue saber que había pasado tanto tiempo, que
no recordaba nada. No había noción de día, hora o fecha exacta; nada.
Lo único que conocía era que el sol salía en las mañanas y la luna de
noche cuando aparecía, no estaba seguro de cuanto había pasado,
incluso si marcaba la pared con un filo, no sabía lo que significaban las
rayas.
—La última vez no estabas tan débil —aquellos ojos viajaron al tubo—.
Te derrumbaste antes de los primeros cinco golpes. Me pregunto si
aguantarás doscientos esta vez.14
—¿D-doscien-...?
—''Del uno al diez, ¿qué tal malo puedo ser?'', preguntó Kim Taehyung
—recordó—. ''Doscientos, Kim Taehyung.'' replicó Jeon Jungkook. ¿Vas
a decir que también fue un impulso, pequeño Jeon?2
Se le aguaron los ojos tras escuchar aquello.
—Taehyung...
—¿De verdad pensabas que con todo lo que has visto de mí, iba a dejar
de divertirme contigo de un momento a otro, pequeño Jeon?1
—Taeh-...
—¿Ah, sí?
—¿C-cual reto?
Se levantó tras dejar una mordida suave en la parte interna de los muslos
del niñito, donde ya había una. Jungkook gritó y se medió flexionó,
dándose cuenta que las cortadas ardían más tras el mínimo movimiento.
Taehyung quedó de pie frente a él otra vez. El rencor y miedo en los ojos
de Jeon era totalmente apetecible.
El chico estaba con la sangre hasta la mitad del pecho y las rodillas ya le
habían empapado la parte de enfrente de sus pantorrillas, los pies y el
suelo. Taehyung sonrió con la sola imagen de su pequeño Jeon asustado
y molesto. Aquellos ojos poseían lágrimas y su nariz estaba roja. Llevó el
cinturón hasta el cuello del muchachito y la hebilla la pasó por el último
hoyo. El cuello de Jungkook se apretó, apenas podía respirar y cada vez
que tragaba la herida ardía más por el roce del cinturón de cuero oscuro.
—Si quieres que sea malo, malo voy a ser, pequeño Jeon.
—Comienza, V.
El tubo estalló contra sus nalgas, que estaban ardiendo por las dos
palmadas que había recibido y Jungkook se tambaleó hacia adelante, sin
embargo, no cayó. Todo el cuerpo se le erizó y esta vez volvió a llorar
más fuerte, sus labios estaban apretados entre sus dientes y sangraron
debido a la presión de morderlos luego de gritar para no hacer el ruido y
sufrimiento más prolongado. Al menos no cayó de rodillas, que era lo que
no quería.
Taehyung carcajeó, viéndolo hacer un esfuerzo sobrehumano por
quedarse de pie, y él no iba a permitírselo, pero mientras más Jungkook
se esforzara, más cansado quedaría.
Taehyung pasó el tubo por el suelo, escuchándole sorber por la nariz, las
dos cachetadas le tenían los labios rotos, los apretaba fuerte para no
gritar, cosa que se le hacia imposible; porque el dolor de cada golpe era
agonizante y no sabía cuántos iban a ser.
—C-continua, V...
Otro golpe fue dado, quizá fue el peor; debido a que le sacó todo el aire.
Se lo dio en el estómago, sacándole todo el oxígeno que podía tener. El
niño se encorvó tosiendo audiblemente y desesperado, aspirando por la
nariz luego de carraspear una y otra vez hasta que escupió espesa saliva
mezclada con sangre. Sus rodillas fueron punzando cuando se dobló un
poco, sus brazos estaban doliendo desde los hombros hasta las
muñecas y el ardor junto al dolor del cuello deslizando el líquido carmesí
no ayudaba en nada.
—¡S-sigue! —por nada del mundo caería rodillas ante él, no iba a darle el
gusto mientras pudiese quedar de pie—. V-vamos, V... sigue.5
Maltratarlo y torturarlo.
Por eso, el tubo fue sujetado por sus grandes manos, la presión era
fuerte, Kim sentía que por poco podría marcar el pesado fierro si seguía
apretándolo con semejante atrocidad. Fue ahí cuando sus ojos quisieron
encontrar un punto débil donde lo tumbara de una vez hasta que tuviera
que caer e incluso arrastrarse. Sus rodillas no, sus brazos muchísimo
menos, en la cabeza debía desmayarlo y no. Lo miró de pies a cabeza,
hasta que una sonrisa triunfante salió cuando lo encontró.
El tobillo.1
Entonces lo hizo.
El grito que Jungkook soltó, podría haber sido capaz de quebrarle los
tímpanos a cualquiera y la sonrisa que surcó el rostro de su verdugo
personal cuando lo vio caer y la sangre brotar del tobillo hasta el suelo
por la fuerza, fue extremadamente sádica y victoriosa. Jeon estaba de las
rodillas hasta abajo sangrando, sus cortes fueron más pronunciados
pues cuando cayó dobló las rodillas, sintiendo el pellejo expuesto de las
heridas abiertas tocar el suelo bruscamente.
Grito tas grito. Gritos desgarradores. Gritos agónicos. Gritos que lo iban a
dejar sin voz. Gritos que quizá se escuchaban hasta las afueras de aquel
monte donde estaba la abandonada cabaña y ellos dos solos. Gritos de
dolor y desesperación en su grado cumbre.7
Gritaba tan alto que por poco Taehyung se cubría los oídos, de no ser
porque amaba mucho verlo así. La cabeza de Jungkook estaba
enterrada en el suelo, sus manos atadas se removían de un lado a otro,
doliente. Su tobillo punzaba y ardía, supo que había sido dislocado por la
cantidad de dolor que toleraba. La hinchazón no se hizo esperar de
ninguna manera mientras se desangraba.30
Con el tubo lo lesionó, y con el zapato le hizo una fractura que sabía no
le iba a dejar caminar en semanas.
Sacó una bolsita muy pequeña llena de aquel polvo blanquecino, había
una dosis de adrenalina también, pero si la combinaba ambas en
grandes cantidades el chiquillo o se le moría de sobredosis o no dormiría
en cinco días y terminaría muerto del desgaste corporal. Así que,
mientras se desgarraba en lamentos y súplicas, Taehyung vertió una
mínima cantidad de cocaína en el bote de adrenalina y tras mezclarlo, lo
extrajo con una inyectadora, suficiente para que aguantara un largo rato
más antes de caer desmayado, o muerto en el peor de los casos.11
Kim llevó dos dedos a la yugular de su prisionero y tras apretar para que
sobresaliera la vena —la cual de hecho ya era expuesta por los gritos y
lamentos—, enterró la aguja y vació el líquido, estando medio nervioso;
no vaya a ser que lo matara de una simple inyección y no como se le
ocurría hacerlo cuando quisiera.
—Claro que sí, pequeño Jeon —se burló viéndole—. Choi Yenjin era una
maldita puta que engendró un hijo de puta, al igual que Jeon Saeji.
Dos tiros otra vez contra la pared para volver a calentar la punta del arma
y cuando esta tuvo un olor a carne quemada vio que había un pedazo de
la primera capa de piel de Jungkook pegada al cañón, la sangre en la
espalda del chico era bastante, entonces le causó una expresión de total
dicha.14
Lo pegó contra la otra nalga de Jungkook, asegurándose que dejara una
marca totalmente imborrable, ni en cien años se quitaría.
Su captor hizo caso omiso y disparó otra vez el arma contra la pared, la
pegó en la parte de atrás de la nuca del chico, la cual sangró totalmente.
El niño se removía desesperado en el suelo, pero mientras Taehyung
hacía un camino de marcas con el cañón caliente por toda su espina
dorsal, le presionaba la cabeza contra el suelo y Jungkook tosía
buscando aire cada vez que las cuerdas vocales se le desgarraban para
aullar de la grave tortura.1
Otro grito desesperado llegó a sus oídos cuando el caliente cañón fue
presionado por dentro de las nalgas del chico, casi cerca de su entrada.
Taehyung la despegó cuando vio un hilo de sangre brotar de la zona.1
Tomó la navaja, y como si fuera un dibujo que debía ser unido por
puntos, alzó los brazos de Jungkook hasta que sonaron y conectó todas
las heridas deslizando el filo por la espalda del chico, que se removía de
lado a lado, la sangre haciéndose un espacio total en la espalda.
Taehyung pasó sus dedos por el lugar, embadurnándole el viscoso rojo
por toda la zona hasta quedar totalmente tintada y la palma de su mano
igual.9
Estampó una nalgada en cada glúteo del chico, marcando sus dedos en
ambas y tras eso volvió a llenarle con la sangre de su espalda, Jungkook
aulló terrible cuando las cortas uñas de Taehyung se deslizaron más,
lastimándole las heridas y abriéndolas. No sabía qué parte dolía mas, si
las rodillas en contacto con el suelo, la espalda, sus nalgas, su culo, los
golpes, cada cosa era peor y su secuestrador no parecía querer
detenerse hasta verlo realmente acabado.
Lo supo cuando le desató de las manos y estas cayeron sin fuerza a los
lados, pero el cinturón que Jungkook tenía en el cuello fue jalado hasta
hacerlo arrastrarse.
Como pudo, el chico llevó la vista hacia él. Taehyung lo escaneó con la
mirada hecha sufrimiento, dolor, desesperación, rencor, odio, tristeza,
agonía, toda mierda parecía a eso. Un desastre de sangre, saliva,
mucosidad y lágrimas espesas.
Jodidamente precioso.1
El chico tenía el labio temblando, pero con esfuerzo para mover la mano
lo señaló con el índice. Sus falanges tiritaban del dolor, apenas podía
levantarla.
Lo queria humillado.
—Dilo, Jungkook.
El muchachito cerró los ojos con fuerza para empezar a llorar otra vez,
pero de pronto escuchó como Taehyung se bajaba el cierre del pantalón
y encendía un cigarrillo.
—Ven acá, pequeño Jeon —bramó, consciente del bulto entre sus
piernas, ver a su niñito así de roto, dolido y humillado por él lo ponía
jodidamente de un buen humor más allá de lo sádico—. Arrástrate hasta
aquí.
—N-no p-puedo...
—Traga —no se había venido aún, pero queria que Jungkook lo apretara
más. El chico obedeció, presionando aquel falo que tenía casi hasta la
campanilla y temblaba—. Hahg..., mierda, J-Jungkookie...14
Las lágrimas se acumularon en los ojos del chico, eran tanto por la
sensación como por la situación. Su nariz picaba, Taehyung empujaba
sus caderas hacia arriba y bajaba su cabeza hasta hacerlo carraspear.
Lo sacó de golpe, viendo el hilo de saliva mezclada con sangre salir de
los labios de su pequeño Jeon. Comenzó a toser en busca de aire, hasta
que se calmó un poco, entonces Taehyung volvió a repetir la acción.
—Llénalo de sangre.
—Taehyung...
Jungkook lo odiaba.
La gota que se había escurrido fue limpiada por Taehyung y la pasó por
sus labios hasta hacerlos sangrar otra vez. Jungkook sacó la lengua
obedientemente, para mostrar que ya lo había hecho por completo.
Tic... tac... tic... tac, todos los relojes en buen estado giran hacia una sola
dirección. Jamás devuelven el tiempo, ni mucho menos las marcas que
este deja.
Tic... tac... tic... tac, todos tienen maneras distintas de actuar ante los
altibajos, algunos caen y se despedazan en el impacto, otros se quitan el
polvo de abajo y vuelven a subir.
Tic... tac... tic... tac, todos alcanzan un límite para conservar la cordura
por miedo a sí mismos o a quienes tienen alrededor, pero cuando ya el
miedo no existe; no hay nada ni nadie que les pueda parar.6
La vez que lo golpeó el primer día porque le tiró a comida. El día que
mató al hombre con el mismo tubo con que lo cayó a golpes. El momento
donde le cayó a tubazos amarrado en una silla. Los insultos a cada
segundo, los apodos de mierda también.
La vez que lo besó por primera vez a V. La vez que lo vio asesinar a esa
mujer como un carnicero. Los quince golpes cuando se enteró de su
verdadera edad. Cuando lo tomó a la fuerza y horas después lo humilló
delante de Jun y el otro tipito de cabello fantasía.
Toda gota que cae en un vaso lleno, se derrama. Todo vaso de cristal
que se aprieta con fuerza, se rompe. Toda granada que se le quita el
seguro, explota, y toda persona que se expone a un límite, también.
Jungkook explotó.11
—Jungkook...
—¡CÁLLATE!
Jungkook estalló en una risa terrible, una risa que fue tan grande como
cada lagrima derramada por culpa de las torturas de Taehyung. Una risa
que era tan llena de rencor, como burla y odio a la vez. Una risa
totalmente eufórica, complementada por la adrenalina que corría por sus
venas en cantidades inmensas.3
Taehyung tan solo apretó sus mejillas con una mano y con la otra jaló la
pierna de Jungkook exponiendo su entrepierna y también su entrada que
le ardió tremendamente cuando la quemada que tenía sangre seca. Ni
hablar de sus rodillas las cuales empezaron a sangrar de nuevo fuerte,
haciendo que el asesino se llenara de ese plasma.
La llama chocó contra el pezón del chico, el cual echó la cabeza de lado
y luego hacia atrás removiéndose agónico. Peor se sintió cuando Kim
sopló las cenizas de la quemadura y tras ver el pezón enrojecido lo
mordió hasta que sintió la sangre tocar sus labios.7
—¡¡AAGH, S-SUÉLTAME!!
El cigarrillo se estampó contra su pecho una vez, otras veces más abajo
y tres veces más haciendo una línea recta, cada una de las quemaduras
eran más profunda que cualquier otra vez, el cigarrillo se apagó en la
ultima y entonces Kim lo tiró a un lado para encender uno nuevo.
El victimario tan solo rió, sin más. Agarró el cigarrillo y lo estampó esta
vez en una línea vertical que formaba la inicial de su nombre enorme a lo
largo del pecho de Jungkook. Nueve desde el pecho hasta encima del
ombligo y seis desde la mitad de una clavícula la otra. Una última marca
se plasmó debajo de cada uno de sus ojos, ahora no solo serían las
letras en su rostro sino eso también. Taehyung estaba plasmado en él
tanto por dentro como por fuera.
Soltó una de las manos de Jungkook, pero puso la otra encima y agarró
las dos fuertemente, con su mano libre tomó la navaja con el filo
pequeño. Podría enterrarla en muchos lugares y no sería suficientemente
profunda para llegar a un órgano, aunque sí para sacar muchísima
sangre.
Su otro muslo también fue víctima de una puñalada, sin embargo, esta
fue más suave. Kim llevó la mano hasta la herida y cuando sus dedos se
llenaron del líquido los pasó por los labios de Jungkook y sin esperar a
que dijera alguna idiotez, adentró su lengua cuando el chico seguía
gritando y el clavado hasta el fondo. Se movió mucho más rápido esta
vez mientras volvía a agarrarle las manos después de soltar el objeto
filoso y seguía moviendo las caderas de arriba abajo. Jungkook apenas
podía responder el beso, entre el punzante dolor de cabeza, las cortadas,
la presión del cuerpo y el ardor de su culo no sabía dónde canalizar el
dolor. Así que solo entreabrió la boca soltando gritos de dolor y gemidos
ahogados, contrayendo su entrada y sintiendo su propio pene doler, no
pudiendo hacer nada por tener a Taehyung sujetando sus manos y
provocando que la cama se impactara contra la pared repetidas veces.
—J-jódete.
Jungkook palideció, pero sin poder decir nada más, Taehyung le agarró
el cuello vigorosamente mientras con la otra mano empuñaba el filo
contra las mismas marcas en su frente que sabía de por si dejarían una
cicatriz permanente.
Tic... tac... tic... tac, la granada había explotado, ahora tocaba saber
quiénes eran los que recibirían el impacto del fuego.30
Watch.
Quizá los golpes se adentraron tanto, que ya todos me daban igual, tan
solo porque sé que por dentro soy tan suyo; que incluso duele por fuera.
Un día era gris como la lluvia y el otro ardiente como el sol. Un día sus
ojos me veían decentes y al otro parecían un horror.
Quizá pudo haber sido todo diferente, pero si hubiese sido diferente
entonces no sería quien ahora soy.12
Alguien como él fue quien me creó a mí, tan suyo que soy igual a él. Tan
suyo que siento la muerte cuando lo veo, tan suyo que ahora no puedo
morir sin llevármelo conmigo.27
El tiempo pasa, las heridas por fuera dejan marcas que pueden ser
cubiertas por piezas de tela o por capas de base. El ardor de un alma
consumida, puede consumirte también. Rompí un cristal hasta convertirlo
en añicos, pero lo hice con las manos desnudas y yo también me corté.9
No importan los demás, no quiero saber nada de nadie que no sea él, no
voy a volver a llevarlo a un lugar tan oscuro, aunque sepa que a la
oscuridad no le tiene miedo, porque si no me teme a mí, entonces no
podría temerle a nada.4
Lo hice tan mío que jamás podrá volver a sentirse suyo de nuevo, lo hice
tan mío que mi mente se adentró en la suya, lo hice tan mío que se volvió
casi como yo, la diferencia es que a mi jamás me rompieron, pero yo no
solo lo rompí, sino que lo destruí.5
La diferencia es que mientras yo me dejo consumir por las llamas, él se
vuelve fuerte. Y aunque sé que soy preso de él y tengo las llaves para
escapar, no voy a utilizarlas nunca.1
Última vez que lo toco así, última vez que lo vuelvo nada, última vez que
juego con él. Porque ahora hice lo que siempre deseé; matarlo.19
Matar todo lo que era, matar todos sus recuerdos, matar toda su cordura,
matar todo su dolor, matar todo su sufrimiento, matar cada una de las
cosas que lo hacían débil. Maté la manera en que agonizaba, maté la
manera en que era bueno, maté todo lo que alguna vez conocí de él.5
Y lo jodí tanto que ahora no hay vuelta atrás. Lo jodí tanto que, si antes
me veía reflejado en sus ojos, ahora ellos son un espejo donde estoy
viéndome de frente. Tanto, que por dentro piensa en mí y por fuera me
necesita. Tanto que él sabe que le pertenezco a alguien, pero no sabe
que ese alguien es él.1
No habrá día de su vida que no cierre los ojos antes de dormir y mi rostro
sea lo último en lo que piense, y que los primeros rayos que le levanten
por la mañana hagan que mi cuerpo sea lo único que necesite
llenándolo.1
Y yo no me quedo atrás.
Caí tan hondo por él, que el único que puede sacarme es él mismo y sin
embargo yo soy quien no le permite hacerlo.
Él se acercó, yo lo quemé, y aun así... aun así jamás le haría daño sin
antes hacérmelo a mí mismo.
16
(⚠)1
Por esa razón, Choi Yenjin; la madre de Seokjin y Taehyung, murió. Por
esa razón, su hermana menor; Choi Yeongjin; la madre de Namjoon,
estaba en la cárcel. Ambas protegiendo a sus hijos de un abusador que
las tenía por el suelo.9
Y todo iba bien, dentro de lo que cabía, pero las cosas se pusieron
horrorosas entre ellos.
Así fue como dio a luz a su segundo y último hijo, un niño que era fruto
de su vientre, pero parecía hecho por aquel monstruo en totalidad.
Incluso le otorgó su nombre porque sabía seria igual a él, no importaba
que Yenjin le convenciera que era por su abuelo, ese niño sabía que se
llamaba así por su padre.
Sin embargo, no todo fue color de rosa, porque a medida que su niño
menor crecía, sus ojos marrones se volvían fríos y no la veían con la
típica inocencia que cualquier niño mira a su madre. Las luces de Yenjin
se iban tornando más opacas a medida que Taeyungie cumplía años.
—Mami, ¿los niños son buenos o malos? —el menor tenía cinco años
cuando preguntó eso, su madre estaba de espaldas a la cocina, cortando
una carne y algunas verduras.
Yenjin palideció.
Calló.
El niñito negó.
—No, hyung no habla conmigo porque dice que estoy pequeño, pero...
yo sé cosas que hyung no sabe, aunque sea más grande que yo.
—¿Miedo?
—¿Qué cosa?
—Prométeme que jamás en la vida vas a ser un niño malo —pidió, con
los ojos aguados—. Prométeme que... no importa lo que pase, tu siempre
tendrás tu sonrisa bonita y serás un niño bueno. Prométeme que jamás
te dejarás consumir por todo esto, Taehyungie...
Pero Yenjin no sabía que por la mente de su hijo pasó un "no seré un
niño malo, seré un hombre malo.''10
[...]
Al tiempo de eso, su marido llegó a casa tras varios días ausente y
Yenjin esa noche le reclamó sobre qué le pasaba por la cabeza, su hijo
mayor estaba en el cuarto y no le contó nada a su madre, porque tenía
miedo de ese hombre. Taehyung negó todo, y los golpeó a ambos, la
pelea duró horas, y Taehyungie estaba encerrado en su cuarto con
música, hojas de papel y marcadores, estaba dibujando. Su madre sabía
que habría una discusión ese día y entonces lo encerró tranquilo. Pese a
eso, los gritos eran demasiado fuertes y él los escuchaba en el cuarto,
aunque los ignoró porque estaba dibujando algo que quería hacer, solo
que aún no sabía cómo.1
La pelea terminó, los gritos cesaron y su padre salió de aquella casa con
un semblante más allá de lo furioso, sus manos hechas puños y dando
portazo tras portazo. Esa noche, Yenjin abrazó fuerte a Seokjin entre sus
arrullos y lloriqueos; le dijo que jamás nadie iba a volver a tocarlo hasta
hacerlo llorar, que nadie nunca podría siquiera voltear a verlo sin que su
madre lo protegiera, porque al siguiente día se iban a ir de aquel lugar
para no regresar otra vez. Esa misma noche, abrazó a su hijo mayor y lo
dejó en la cama acostado y, con un terrible dolor corporal y llena de
moretones, fue hasta el último cuarto de aquella habitación de su hijo
menor y al girar la puerta para entrar, se encontró con una imagen que
no le gustó.
Su madre quiso girar la cara, porque todos los dibujos eran una silueta
pequeña matando a una silueta más grande. Era Taehyungie matando a
su papá.
—No.
Su mamá abrió los ojos de par en par y empezó con su cabeza a decir
que no.
—¿Entonces?
—Okay, ya sé.6
Y esa noche fue la última vez que Yenjin abrazó a sus dos hijos.9
[...]
A la mañana siguiente, mientras estaba arreglando una maleta para ir en
busca de Taehyungie —el cual estaba en la escuela—. Su marido llegó,
borracho, drogado y terriblemente violento.
Yenjin murió ese día, tras ver como su marido le hacía un montón de
cosas a su hijo mayor delante de ella y le gritaba que ya se había
enterado que era una prostituta, y que seguramente ese niño ni siquiera
era de él, al contrario del menor que era su viva imagen, pero más
pequeña. Ella estaba amarrada a un mesón y no podía soltarse, la
impresión de ver aquello era tanta que solo gritaba, pero una camisa
estaba dentro de su boca y casi no se escuchaban los alaridos de dolor y
desesperación de una madre perdiendo a su hijo.
Sonrió.13
Sonrió, aún sabiendo quienes eran las víctimas, Taehyungie sonrió ante
la escena; porque se dio cuenta de que aquello que pintaba en un papel,
era totalmente real y posible de hacer.
Vivieron por tres años así, tres años donde Yeongjin se dio cuenta que
su sobrino no era un niño normal, no pensaba cosas normales y no
importaba lo mucho que se esforzara en decirle cosas buenas, el
siempre repetía frases que helaban sangre de Yeongjin.
—No trates de hablarme bonito, tía Yeong... todos sabemos que mami y
tu se acostaban con hombres por dinero y por eso papá la mató a ella y a
Jin hyung también. Y por eso yo lo voy a matar... —tras eso, Taehyung
se levantó y se fue solo a su cuarto.10
Yeongjin tomó las manos de su hijo con fuerza y le besó ambos dorsos.
Con ojos cristalizados y mirada preocupada, lo encaró.
—Namjoon, prométemelo.
[...]
—Jun es como Joon, pero sin las ''O'' —rebatió con una sonrisa
cuadrada—. ¿Puedo llamarle Jun, hyung?4
—El pájaro bajó cerca del gato sin darse cuenta, y cuando quiso volar...
las garras del gato le tenían agarrado del cuello —explicó tranquilamente
y se puso la mano propia alrededor de la nuca—. Un gato tan pequeño,
pudo atrapar un pájaro así de grande.
—Se lo va a comer...1
—¿Cómo sabes?
—Viendo, soy bueno viendo, Jun. Todos los días a las cuatro de la tarde
me siento aquí a esperar a que el pájaro llegue y ver cómo el gato trata
de alcanzarlo. Tú no te has dado cuenta si no es ahora, pero llevo
semanas así —encaró a Namjoon y entonces volvió a fijar la vista en la
escena—. ¿Ves cómo lo golpea una y otra vez para desangrarlo, pero no
lo mata de un solo golpe? Es porque quiere que sufra.
—Pobre pájaro.
—Yo conocí a Jin hyung, estudiaba en la misma escuela que yo, pero en
mayor grado. Siempre supe que era mi hermano, aunque él no sabía que
su hermano era yo, solo te conoció a ti.
Taehyung asintió.
—Lo sé, Jin hyung era como mi mitad, Jun. Él no se parecía en nada a
papá, y yo no me parezco en nada a mamá, y a la vez él era igual a
mamá.3
—Y tu-
—No, pero tampoco los odiaba —eso era totalmente cierto—. Sabía que
estaban ahí y eran mi familia, pero... solo los respetaba por eso.4
—Oh...
—Algún día, Jun, yo seré el gato y papá será el pájaro, lo voy a matar
lentamente hasta que se desangre.
El de hoyuelos miró de manera indescifrable a su dongsaeng, que
llevaba una sonrisa mientras veía aquella escena donde el gato blanco
ya tiene la boca llena de sangre y el pájaro negro el pico abierto y los
ojos sin parpadear; muerto.
—¿Venganza?
—Victoria.
—¿Qué?
—La vida es una pelea, Jun. Tú decides si la golpeas fuerte o dejas que
te golpee a ti —tras decir eso, su hermano se levantó, vio el pájaro lleno
de sangre, el gato alejándose y sonrió para luego salir de ahí.7
[...]
Pasaron meses de ese suceso, la relación entre Namjoon y Taehyung se
iba haciendo más fuerte. Pese a que el chico con hoyuelos era mayor, el
de sonrisa cuadrada le llevaba ventaja de todo.
—Papá...
—¡NO SOY TU PADRE! —otro golpe le partió la comisura del labio al
muchachito, que estaba tirado en el suelo llorando con miedo—. ¡TU
PADRE ESTÁ EN PRISIÓN POR SER UN CRIMINAL! ¡Y TU Y ESE
MALDITO NIÑO LOCO VAN A TERMINAR SIENDO UNOS
ASQUEROSOS CRIMINALES TAMBIÉN!
Tras eso, el hombre iba a golpear a Namjoon de nuevo, pero sintió algo
ardiendo y doliendo en la parte baja de su espalda.
Una puñalada.
—¡P-PAPÁ NO!
Los dos niños obedecieron, Namjoon estaba llorando y asustado por ver
a su mamá así. Aunque, Taehyung estaba totalmente tranquilo.
La ambulancia llegó tiempo después y se llevaron a Sonhee. No
obstante, antes de que subiera al auto le dijo a Yeongjin: "Te voy a enviar
a pudrirte en una maldita cárcel y pasarás mucho tiempo ahí por toda
esta mierda. De eso puedes segura, Choi Yeongjin.''
Dicho y hecho.
[...]
Cuando cumplió trece años, Taehyung cayó en manos de Koyumi, un
año después Mark se lo llevó a Jeju y la única persona que estaba
preocupada por él era Namjoon, pues a nadie más que a él parecía
importarle dónde estaba su hermanito, si estaba bien, si estaba
comiendo o si acaso seguía con vida.
—¡¿Qué?!
—No, yo quise.
—Uno que se codeaba con gente mayor y era peor que ellos, Jun —le
aseguró—. Cuando me fui de aquí conocí a un tipo llamado Koyumi y
estuve con él por año y medio. Aprendí a hablar japonés, por cierto —
señaló—. Eso sí fue obligado, porque si no lo sabía entonces me
molestaba cuando hablaban de mi "El niño que mata horrible" y yo no
entendía una mierda —otro trago y otra mueca—. Le metí un tiro a un
hijo de perra que dijo que me quería coger, pensando que no lo entendí.1
Namjoon se preocupó.
—¿Fuertes?
—Armas, drogas, prostitución, lavado de dinero, tráfico... todo eso —
explicó mientras hacía movimientos con los dedos. Luego encaró a
Namjoon, sonriendo—. Soy su verdugo.1
—¿Su qué?
—En la edad media los que ordenaban matar tenían verdugos los cuales
torturaban a sus víctimas hasta matarlas —definió el apodo—. Eso lo
hago yo, Jun... si vieras como quedan tendrías pesadi-
—Lo recuerdo.
—V de Victoria.
—¿Qué?
Esta vez fue el turno del menor para reír, llevando la cabeza hacia atrás y
suspirando. Namjoon, a pesar de todo, seguía viendo algo de aquella
sonrisa en Taehyungie.
—Yo me acuerdo.
—¿Qué pájaro? —no había necesidad de decir que si, siempre diría que
sí.
Taehyung estaba medio borracho, así que solo estaba riéndose como
usualmente hacía cuando bebía de más.
Nam seguía yendo de lado a lado con una mano en la cadera y otra
frotándose la sien a la par que bebía.
—Un día de estos te van a matar, vas a salir en un noticiero —lo acusó
con el dedo índice, parándose a su lado—. Dirá: "Joven de dieciséis años
muere por querer jugar al counter strike en la vida real."19
Y medio tosió por el líquido que se le fue por la nariz cuando quiso
echarlo en su boca y no calculó bien.3
—Iré contigo.
—¿Q-qué?
—Ninguna, pero... ¿quién te dijo que yo soy Rapunzel para que vengas a
rescatarme, idiota? —Taehyung borracho era inofensivo y seguía siendo
un adolescente de dieciséis, comprobado—. Ella tenia veintiún metros de
cabello, yo tengo veintiún armas en casa, mocoso.9
—Mocoso tu, aún botas agua por la polla, así que...3
—En realidad-
—¿C-cómo?
Otra risa gruesa y corta brotó de los labios del Kim menor.
Taehyung, dentro de lo ebrio que estaba, entendió esa frase más allá.
Namjoon carraspeó.
[...]
Fueron siete meses después de eso, que Taehyung y Namjoon por
primera vez hicieron algo juntos.
"Fue el que te conté la otra vez, pero creo que el muy cabrón se enamoró
de mi y lo siento Jun, pero no puedo confiar en la gente que me quiere."12
[...]
El sicario soltó el arma, agarró un paño húmedo que estaba cerca del
suelo y se limpió la cara para ver a su hermano, el cual aún se rehusaba
a llamarle ''Seokjin'', incluso si días antes se lo había pedido.
Dos tiros a un costado del hombre con brazos llenos de tatuajes, mas
nunca se inmutó.
—Eres un hombre mortal igual que todos, algún día te vas a morir —le
reprochó—. Algún día dejarás de estar en este plano. Tienes veintiuno,
hermano. ¿Quieres pensar que nadie te va a recordar de buena manera?
Taehyung se frotó la sien con lentitud, estaba bebiendo y quizá por eso
no estaba tan violento como siempre.
Sin otra cosa, agarró el arma del suelo y fue hasta el segundo piso del
departamento. Namjoon nunca más hubo tocado el tema y solo sufría en
silencio viendo a su hermano cada día joderse más y más.1
Así fue como se quedó con él y seguía hasta ahora, podría irse en
cualquier momento y sabía que Taehyung no le diría nada, pero se
rehusaba a dejarlo solo y no poder estar ahí por última vez si algo le
pasaba. Estaba plenamente consciente de que no era un santo, y el
propio Namjoon también habían sido arrastrado a eso, pero fue por
elección propia para no dejarlo solo y entonces sufrir si algún día algo lo
arrancaba de su lado y no pudiera volverlo a ver otra vez.6
Incluso sabiendo que era tóxico, sin escrúpulos, sin ética y moral; era su
hermano.
Incluso siendo un verdugo sádico que gozaba del sufrimiento que ejercía
en los demás; era su hermano.
Fuerzas porque estaba seguro de que lo que iba a pasar no era algo que
le gustase afrontar de una vez. No se encontraba totalmente listo para
volver a ver aquellos ojos iguales a los suyos. Fuerza, porque estar en
aquel lugar después de cinco años sin haberlo pisado; era tener los
nervios de punta, y el desespero de saber qué pasaría, a flor de piel.
Fortaleza, porque después de tanto tiempo ocultando un par de cosas
para no preocupar a la mujer que le dio la vida, que lo amaba por sobre
la propia y que estaba encerrada en aquella prisión por injusticias típicas
del mundo que a ambos les rodeaba; era simplemente doloroso volver
ahí.
Quizá para Namjoon, ese todo significaba que ella era quien más lo
amaba y se preocupaba por su bienestar; no importa si ya era un hombre
de veintinueve años y ella una convicta con una condena que aún le
quedaban varios años por cumplir. Quizá significaba que, si tuviera que
dar su vida y salir de la faz de la tierra para verla sonreír tranquila,
entonces lo haría. Quizá significaba que aquella mujer de baja estatura,
cabello corto azabache y una cicatriz en el rostro —que no le quitaba lo
hermosa que era—, también estaba dispuesta a darlo todo por él sin
dudarlo ni un segundo, y entonces Namjoon sentía que debía ser
totalmente recíproco el sentimiento.
No quería irse sin que su madre no supiera por qué, incluso si irse no
tuviese mucho significado justo ahora.
—Tengo miedo, Jimin —confesó por fin—. ¿Cómo se supone que voy a
decirle lo que he hecho?
—Pero estás aquí y estás bien —Jimin por fin lo agarró de la mano y se
adentró en la prisión, caminando lentamente por uno de los pasillos que
daban hacia el área de visitas. Namjoon, aún con ojos llorosos y pasos
pesados, se dejó guiar por él—. Tu madre te ama por sobre cualquier
cosa, Namjoon. Ella no va a reclamarte por nada, lo entenderá. Yeongjin
es una gran mujer.
—Y yo un pésimo hijo.
—Lo último que me dijo fue que Taehyung estaba con él en casa —
comentó el menor—. Llegó una noche, ni siquiera lo saludó. Metió unas
cosas en la maleta, se duchó, arregló ropa en un bolso, cocinó solo para
él y luego de que comió se quedó a dormir solo en el sofá de la sala, ni
siquiera tocó a Bogum hyung —un par de guardias los guiaron a otro
pasillo para continuar—. A la mañana siguiente, cuando Bogum lo vio
dormir en el sofá, Taehyung no cargaba camisa y tenía un montón de
marcas en el cuello, la mandíbula, aruños en la espalda y el pecho. Mi
hermano no me dijo más, y no hablo con él desde entonces.5
Namjoon abrió los ojos de par en par y entonces Jimin calló por
completo.
—Pero...
Un policía les colocó un brazalete tras darle paso hacia la sala y ahí
llegaron otros dos los cuales les registraron de pies a cabeza llevando
sus manos por los costados de ambos. Sin embargo, Jimin notó que las
manos de quien le registraba se estaban tardando un poco en hacer su
trabajo al quedarse entre sus muslos, amasándolos sutilmente.1
El policía soltó una pequeña risa sarcástica y Jimin hace una mueca de
asco.
—Pues... —Jimin rodó los ojos, alzó una ceja y cuando Namjoon lo miró,
los ojos contrarios estaban en su cadera y bajaron más—. Algunas
bombas sí entran...17
—Joder, Jimin.1
—¡ES MI HERMANO!
—Eso dices ahora —gruñó entre dientes—. Pero bien sabes que tu
hermano un día te dijo que, si le traicionabas, no tendría perdón de ti.8
Jimin cerró los ojos para no recordar la pelea que tuvo con Namjoon días
atrás, en la cual insistía en entrometerse en cosas peligrosas. El pelirosa
conocía a Taehyung no solo por el entorno en que vivían, sino también
por haber sido en algún momento el ''novio'' de su hermano mayor;
Bogum. Sin embargo, Taehyung jamás sintió nada por él, cuando para
Bogum, Taehyung era —y quizá seguía siendo— el ''primer amor'' de su
vida. Y lo que menos entendía, era cómo una persona tan depravada y
enferma como esa, podría ganarse el cariño de gente tan bondadosa
como Bogum y Namjoon.1
Yeongjin estaba frente a él; con el cabello corto, los ojos cristalizados y
una sonrisa.
—Namjoon...
—No sabes cuánto te amo mamá, te amo más que nada en el mundo
mamá... —lloró, lloró tras cada palabra y Yeongjin no pudo evitar llorar
también cuando vio a su hijo tan frágil frente a ella y saber que algo le
pasaba, pero no sabía qué—. Mamá... perdóname.1
—Shh... mi niño, todo está bien, Namjoon —calmó ella, aún con su hijo
entre brazos. Sobó su espalda y se separó para sentarse en un banco y
llevar los pies debajo de la mesa. El muchacho tomó asiento en la otra
parte, junto a Jimin. Yeongjin entrelazó sus manos con las de su hijo y
dio caricias en el dorso de ambas—. Creo que en esto años no has
cambiado mucho, Jimin... tan solo tu color de cabello.
Park sonrió.
Y Namjoon no pudo soportarlo mas, así que se llevó las manos a la cara
y continuó llorando tan desgarradoramente, que parecía que iba a
asfixiarse. Su madre lloró también, y es que ella pensaba que estaba
emocionado de verla, pero lo que no sabía era que su hijo andaba en
cosas mucho peores que una prisión de baja índole. Lo consoló, yendo
hasta su puesto y sentándose a su lado. Jimin tomó el que era asiento de
ella y la fémina le repartió caricias en la espalda y besos en la frente a su
muchacho, mientras Namjoon miraba hacia abajo incapaz de darle la
cara.
El hombre apretó su labio entre sus dientes, y pudo jurar que iba a
romperse por lo que se mostró a punto de decir.
—Kim Namjoon... por supuesto que te amo, hijo —contestó Yeong, Jimin
tragó el nudo en su garganta y apretó los ojos para no llorar—. Eres mi
hijo, no podría dejar de amarte.
—Madre, tengo algo que decirte —está decidido a confesarlo todo—. Y
antes que nada, quiero decirte que me perdones y que te amo
inmensamente, más allá de cualquier cosa, Choi Yeongjin.
—Namjoon...
El nombrado suspiró, y notó a los guardias a su lado, así que les habló
en japonés y Satoori a la vez; ninguno comprendió. Fue ahí cuando
encaró a su mamá para explicarle las cosas en dicho dialecto e idioma, y
solo ello captaran el mensaje.
—Hijo...
—Me quedé con Taehyung, mamá... —hizo saber finalmente, y los ojos
de quien le dio la vida se volvieron rojos—. Apareció después de tres
años y me dijo que ahora era un sicario y que se estaba ganando la vida
a base de eso y que le estaba yendo bien —se llevó las manos a la cara
y apretó sus ojos llenos de lágrimas—. M-mamá, Taehyungie tenía d-
dieciséis cuando me dijo eso. ¿C-cómo pretendes que le diga a mi
hermano de dieciséis años que no voy a quedarme con él, sabiendo que
corre peligro cada día exponiéndose en un trabajo así?
Inmediatamente la mujer empuñó sus manos y clavó la vista al suelo,
incapaz de decir nada.
—¡Pues que lo hagan! —soltó la mujer por fin—. ¡Que lo maten, que lo
desaparezcan, que lo desmiembren! ¡Que lo tiren a un río y que no
vuelva más! —acusó con un dedo a Namjoon—. ¡El maldito de tu
hermano no es ningún santo, y toda la vida te lo dije, siempre! ¡Aléjate de
Taehyung, no le hables a Taehyung, Taehyung es malo! —su voz se
torna culposa—. ¡Y me sales con esta patada en la cara, Namjoon!
¿Cómo coño quieres que me sienta?14
—Mamá, es mi hermano.
—¡Un criminal! ¡Un asesino! ¡Un abusador de un menor de edad!
¡Marginal y mafioso! —atacó ella—. Debería estar pudriéndose en una
maldita cárcel o que los gusanos se lo estén comiendo mientras que tú
deberías estar teniendo una carrera profesional y tener futuro asegurado.
No ser el perro fiel de alguien como él.
Namjoon no hayó qué decir, quizá en el fondo su madre tenía razón, pero
era difícil entenderlo.
—Mamá...
—¿Entonces?
Jimin sintió la tensión en el lugar, así que se vio obligado a hablar para
explicar las demás cosas que también lo aturdían.
—Fue Taehyung. Mató a ese montón de personas una noche que salió
después que nos reunimos con Jimin —el muchacho sintió vergüenza de
pronunciar aquello cuando vio a su madre llevarse ambas manos a la
boca—. Las mandó a recoger con Mark, un tipo que trabaja con él desde
que tiene catorce, y luego las mató a todas. Los cadáveres quedaron
repartidos en donde fueron tomados. H-hizo eso después de... de violar
al niño.
La mujer sintió una arcada.
—Maldito enfermo, hijo... ¿e-es que a caso no te das cuenta del asunto
de ese tipo?
Lo hacía, y le dolía.
—Ese niño le hace mal —su madre se llevó las manos a la cara y Jimin
chasqueó la lengua—. Si, sé que Taehyung le hace daño, que lo maltrata
y que lo tiene en contra de su voluntad, pero igual lo lastima —su voz se
quebró de solo comentarlo—. Se ha vuelto más violento, al parecer se le
olvida que está vivo gracias a que un montón de mafiosos le resguardan
las espaldas porque nadie trabaja como él. Pero si no fuera por Koyumi,
Shin, Mark y Kang, no sería un sicario ahogado en plata, whisky y
problemas.
—Al niño lo trata con una tremenda posesividad. Nadie puede ni siquiera
respirar a su lado, porque Taehyung le pone una pistola en la cabeza y
no le va a temblar la mano para disparar si se lo tocan —bufó, porque
incluso ni él mismo entendía—. Iría en contra de todos por un jodido niño,
y parece que se le olvida que no puede andar por la vida amenazando a
diestra y siniestra, porque un día de estos le pueden meter dos tiros en la
frente o le harán un mierdero. Todo por ese niño. ¡Hasta a Bogum! ¡A
Bogum, joder, que lleva mas de media vida conociéndolo! Le rajó el
cuello y lo amenazó.
Inmediatamente Yeongjin agarró la quijada de su hijo y, con
determinación, obligó a Nam a encararla.
—La segunda... —su madre negó con desdén—. Pero como dije, no es
fácil. Si rescato a ese niño y lo dejo con su familia así sin más, Taehyung
buscaría a Shin, y entonces a Jeon y por lo tanto volvería a dar con el
chico. Y no puede enfrentarse a alguien del nivel de Jeon. Vamos, mi
hermano no es del todo intocable.
—¿Y por qué sigue matando gente, si desde su casa puede tener dinero
de a montón?
—Poco, la última vez que hablamos fue hace como un mes y estaba
relativamente calmado para la situación en la que se encontraba. Esa
mierda me dio miedo, joder...
Yeongjin supo que había algo más, cuando su hijo bajó la cabeza en
sumisión y se aclaró la garganta para después suspirar, ver el techo y
mirarla a los ojos.
—Así que... Taehyung tiene todo bajo control y tu eres el único que
podría hundirlo —pensó la mujer en voz alta.
''Si llego a salir de aquí, te daría una fortuna solo por haber hecho
esto'' recordó las fieles palabras del chico.
—Haré qué piense que maté a Taehyung y luego me disparé, así no dirá
nada, o si lo dice dirá que estamos muertos.
[...]
Y ahora era tan suyo que Taehyung se hallaba entre sus venas.14
La hoja que yacía ahora entre sus muslos, la puso al lado del rostro del
muchachito. Bien, el dibujo se parecía, pero la versión real era mucho
mejor, porque en aquel dibujo Jungkook no tenía ninguna marca, tan solo
era su rostro con los ojos cerrados y tremendamente dormido.3
Subió hasta dejar otro en mitad del antebrazo, otro en su hombro; por la
parte que la bata de hospital dejaba ver. Uno en la clavícula, otro en el
cuello, en el maxilar. Se deslizó por la quijada; plantando uno en la
barbilla y finalmente se separó, sus manos yacían posadas a cada lado
de los hombros del niño inconsciente y los ojos de Taehyung fijos en su
rostro sereno.
—Eres tan bonito, mi cielo... y tan mio, maldita sea —dejó otro beso
sobre sus labios y levantó la cabeza—. Hermoso y mio —sus labios
volvieron a tocar los de su niñito—. Lindo y mio —más besos repetidos—
. Precioso y mio —Taehyung adosaba sus belfos repetidas veces
provocando un pequeño sonido—. Precioso —un último y profundo beso
fue adosado en aquellos labiecitos maltratados por él—. Mi niño
precioso.29
La cosa es que no sabía si alguna de las dos pudiera acabar con la otra.
—Joder, pero que putas ojeras tienes, V —Yoongi le saludó para seguido
dejarlo pasar, Taehyung tomó asiento en el mueble—. ¿Cuánto llevas sin
dormir bien?
—La maldita puta de Jennie Kim aún no me llama. Tenía que haber
matado a ese maldito cabrón hace más de una semana y ella todavía no
me ha dicho una jodida mierda.
—Agh... amo esta mierda —se relamió los labios y observó directamente
al muchacho frente a él—. ¿Hiciste bien lo que te dije, Min Yoongi? —
esta vez su voz fue seria—. Y ahora sí que voy a hablar seriamente
contigo.
—C-cálmate, V...
Yoongi tuvo que morderse el labio para no echarse a reír cuando vio la
sonrisa burlona que estaba en los labios del sicario mientras gritaba.
Taehyung le hizo una señal con el pulgar hacia arriba a Yoongi, a la vez
que sonreía y le guiñaba un ojo. El muchacho se tiró hacia el mueble,
persinándose en señal de alivio, y el sicario río cuando sarcásticamente
le hizo un corazón con los dedos.10
—¿V...?
—¿Y que mierda va a pasar ahora, Jennie? —objetó—. El diablo hace
tratos y los cumple al pie de la letra, pero no le gusta que lo engañen...
¿sabes que pasa a los que osan de engañar al diablo?
—E-el trató sigue en pie, t-todo sigue igual. Solo espera que Baek vuelva
a recuperarse y entonces-...
—Ni con todo el dinero del mundo podría haber quedado tan satisfecho
como quedé cuando lo tuve a él llorando y suplicándome para parar —
pronunció con grave voz—. Él fue el pago, Jennie.2
Y le gustaba tanto.1
—Eres muy de Kim Taehyung, bebé —su diestra se entrelazó con la del
muchachito, poniéndola debajo de la correa—. Todo tú pertenece a él,
ayer, hoy, mañana y siempre. Y nadie va a cambiar eso, mi cielo... nadie
te va a alejar de mi, pequeño Jeon.1
Dile a tu jefe que le toca hacer uno nuevo, porque este ya quedó
arruinado por mí.
10:42 p.m6
3 archivos enviados.6
[...]
Saeji usualmente miraba el atardecer todos los días desde las cuatro de
la tarde hasta las cinco treinta. Adoraba muchísimo los colores que
tomaba el cielo y adoraba también a las dos personas más importantes
de su vida las cuales cada tarde la acompañan a enaltecer las virtudes
de la naturaleza, mientras comían un dulce en la enorme terraza de su
hogar.
Pero ahora eran distinto, porque esas dos personas importantes eran sus
hijos, y uno de ellos no estaba.
¿Cómo podía mirar el atardecer todos los días, cuando recordaba los
ojos negros de su hijo volverse marrones cuando le daban la luz del sol?
¿Cómo podía sentarse y sonreírle al alba, cuando está clara que su hijo
tiene la misma sonrisa que ella? ¿Cómo puede sentarse en un banco a
escuchar el cantar de las aves si recuerda la bonita voz de Jungkook
dedicándole una canción? Saeji jamás había sentido lo que era el
verdadero dolor y desesperación hasta que le contaron que su hijo
estaba desaparecido.12
Se preguntaba si seguía viéndose al espejo cada vez que comía para ver
si no había perdido las marcas en su abdomen, si habría aprendido a
hacer un split finalmente después de tanto entrenar para ganar su primer
cinturón negro. Se mortificaba al pensar que no estuviese tomándose las
vitaminas, se mortifica al pensar que alguien le hubiese puesto la mano
encima y no pudiera defenderse. Se puso a llorar de solo pensar en lo
asustado que su pequeño, como ella solía llamarle siempre, estaba.10
''Jungkook es débil gracias a ti, porque si fuera por mí, mi hijo jamás seria
tan débil''1
Nunca fue una mujer religiosa, jamás. Porque ella perdió la esperanza
cuando cayó en manos de Jeon Jaeban, pero sus hijos se la devolvieron.
Y ahora estaba rezando, a lo que fuera, a lo que sea, si existía algo o
alguien que pudiera mantenerlo bien y que no estuviera sufriendo. Ella
rezaba todos los días y a cada segundo por su hijo, por su pequeño.1
Shin tragó fuerte, y bajó la cabeza cuando la mujer le movió el brazo para
que hablase.
—Señora Jeon, creo que las imágenes... c-creo que las imágenes son
del joven Jungkook —finalmente dijo—. P-pero, no estoy seguro p-
porque... porque son muy fuertes para identificar el cuerpo.
—Mamá... ¿qu-...
—Señora Jeon... por favor, n-necesito que conserve la calma y sepa que
está viendo algo muy... crudo.
"Mami, llévame al parque, ahí hay un perrito que tiene hambre..." nueve
años.
"Mamá, me abrí unos aretes como los tuyos..." tenía trece años y un
alfiler lleno de sangre, pero sonreía.9
"Mamá, no quiero estar metido en esta mierda, no quiero cumplir
diecinueve y que todo esto caiga en mi..." tenía catorce y era su
cumpleaños. Le regalaron un deportivo negro como incentivo de lo que le
esperaría si era como Jaeban.3
"Mamá, quiero ser un hombre fuerte y hacer que salgas de todo esto.
Eres lo único que me mantiene bien" ella estaba llorando y su hijo se le
pegó atrás y lloró con ella, sin dejar de abrazarla.
Era horrible haberlas visto y ahora era peor el dolor agónico tan inmenso
que sentía en el pecho. Los gritos que emanaban de su garganta y salían
como llanto alarmaron a todos a su alrededor, que comenzaron a llorar.
Pero no debían, no tenían derecho, porque ella era su madre y nadie que
no fuera ella podía sentir semejante dolor de saber que su hijo estuvo
sufriendo hasta que terminaron matándolo.
Jaeban carraspeó.
Jungkook no podía abrir los ojos ni moverse, tan solo era capaz de
escuchar el bip fastidioso de aquella cosa, sentir el extraño peso que lo
envolvía y también oler algo, a alguien; cigarrillos y whisky, mezclado con
un aire que le estaba dando justo en el cuello.
Hizo un intento por tratar rápido de separarse, mas sus piernas estaban
paralizadas, no lograba moverlas por nada del mundo, ni aunque
estuviera tratando de removerse con desesperación, pues pese a este
igual yacía inerte. Sus manos empezaron a ser ''movidas'' con fuerza,
pero era la misma situación; como si por dentro su cuerpo corriera y
brincara y por fuera se encontraba totalmente dormido. No poseía la
capacidad de abrir los ojos y dentro de sus cuencas los movía con fervor.
Lograba respirar normal, sin embargo, aquel peso en el torso no le
dejaba hacerlo tranquilamente. Las yemas de sus dedos se pegaban de
algo frío, pero no se movían. Sus pies estaban cubiertos por algo, al igual
que su cuerpo; pero ninguno se movía. Su cabeza se sentía cubierta por
alguna cosa; pero no se movía. Sus ojos dentro de sus cuencas sí; pero
no lograban ser abiertos, aunque luchara una y otra vez.
Por acto reflejo, giró la cabeza de golpe al sitio y supo que en realidad si
podía moverla, solo que haciendo muchísimo esfuerzo ya que lo que
rodeaba su cuello era pesado. Mas, lo que lo sorprendió no fue eso, sino
que cuando miró qué era el peso que tenía; se encontró con Taehyung
dormido a su lado, con la cabeza enterrada en su cuello, un brazo
agarrándole posesivamente la cintura, pegándolo a él, la pierna izquierda
enganchada a su cadera impidiéndole que se moviera y con el otro brazo
encima de su cabeza; manteniéndolo casi debajo de su cuerpo.19
Jeon se le quedó viendo un rato, con los ojos casi sin parpadear y
llevándolos de lado a lado, la sola imagen se le hacía extraña porque su
mente tenía ciertas escenas que se formaban a lo lejos, pero no había ni
pies ni cabeza en ellas. La laguna se hacía blanca de pronto y pocas
cosas se reflejaban con exactitud. Algo hubo ocurrido para estar en
aquella situación, pero no podía rememorar exactamente qué era
ese algo.5
Y tras el ligero grito, Kim dio un pequeño bufido y de pronto abrió los ojos
lentamente, encontrándose con los de su pequeño bebé cuando subió la
cabeza para sacarla de su cuello.
La realidad era que Taehyung luego de tres semanas y cinco días sin
dormir correctamente, cayó rendido mientras estaba curándole las
heridas y cambiándole los vendajes de todo el cuerpo a su cautivo.2
Comenzó con los de la cara; donde había costuras culpa de las letras en
su frente, debajo de los ojos y en una de las mejillas. Siguió con el cuello,
que también tenía puntos. Después el torso; debajo de las clavículas, los
pezones, la inmensa ''T'' de las quemaduras y otro par de cortes cerca de
las costillas que hizo mientras estaba inconsciente y le tomó las fotos.
Donde enterró la navaja en su muslo se expresaban costuras que
también trató, seguido de los puntos de sus rodillas. El de las manos no
fue tan profundo, por lo tanto, solo necesitaba vendajes que protegieran
la herida. Terminó por voltearlo y curar las quemaduras de la espalda
que hizo con la Beretta, las de sus nalgas y la que estaba cerca de su
entrada.3
No podía enterarse.
Justo ahora, solo Mark, Jimin, Namjoon y Bogum, y uno que otro
inservible más, sabían que su bebé estaba vivo. Pero a ninguno de ellos
le importaba, y no les convenía hacerlo.3
Nadie cambiaría eso nunca, primero los mataba antes de que le pusieran
un dedo o siquiera la vista encima. Primero los mataba antes de que
quisieran alejarlo de él. Y aunque no quisiera matar a Jungkook —justo
ahora y por mucho tiempo—, si sería capaz de matarlo si la otra opción
era no tenerlo con él.1
Kim se arrastró para salir debajo del brazo suspendido del chico y
entonces se sentó en la cama. Jungkook miró su espalda y tenía algunos
rasguños perfectamente cicatrizados, tanto que ya solo quedaban las
mínimas marcas. Por alguna razón le parecían familiares, pero no
recordaba por qué. El mayor se levantó de la cama, presionó un botón
que hizo que el espaldar de esta se alzara hasta casi quedar con la
espalda recta. El niñito se quejó ligeramente por el roce y cuando por fin
pudo tener una vista amplia del lugar; notó a su captor dirigirse hasta una
neverita arriba de una mesa de manera, de la cual sacó una botella de
agua y una pajilla. Abrió esta y le metió el plástico. Se giró hasta Kook y
agarró el borde de la pajilla, poniéndoselo cerca de los labios. El
muchachito tardó en responder, pero abrió la boca y cuando el agua le
toco los labios y lengua, empezó a bebérsela sin ni siquiera pensar en el
incómodo y punzante dolor que sentía en la garganta cada vez que
tragaba.
—Q-quiero m-más...
El sicario asintió y se volteó sin decir nada para ir hasta la nevera otra
vez y sacar otra botella. Jeon observó que había pasado tiempo desde
las lagunas de su mente; todo porque Taehyung cargaba su cabello
recogido en una cola y esta vez no había mechones cortos que le
quedaran en la cara. Cuando se volteó con la botella y quedó de nuevo
frente a su rehén, este pudo notar las pronunciadas ojeras que cargaba.
Se bebió el agua, esta vez con más calma que la anterior, no dejando de
ver las marcas en los nudillos de Kim, así como un mínimo moretón en
una las venas cerca de la parte interna del codo, donde tenía el tatuaje.4
Con esa última frase, Kook empezó a mover las manos raspando con las
uñas el plástico de los reposa-brazos.
El captor metió las manos dentro de sus bolsillos, cerró los ojos y apretó
los labios para parar la curva que se formaba en su boca. Se volteó, y los
ojos de Jungkook lo estaban escaneando de arriba a abajo, esperando
por una respuesta.
Su verdugo.
De pronto, la puerta fue abierta de par en par y dejó exhibir a una señora
de edad avanzada, quizá de al menos unos sesenta y tantos años, la
cual llevaba dos palillos recogidos en un moño alto en la cabeza y vestía
con una bata roja y negra. Su cara estaba totalmente lavada, pero una
pintura de un fuerte carmesí adornaba sus labios. Se le quedó mirando a
Jungkook con curiosidad y luego vio a Taehyung, este último la saludó
con una reverencia y ella lo repitió para después ponerse a su lado y
tomarle el brazo.
—¿El niño se despertó solo, jefe? —la mujer estaba hablando en un
idioma que Jungkook reconoció como japonés, más no entendía—. ¿O lo
despertó usted?
—¿O sea que ahora le tienes que meter una dosis más alta para que
cumpla el efecto?
El hombre soltó una risa áspera y llevó sus ojos cerrados en una mueca
hacia arriba. Tomó el puente de su nariz y aspiró profundo, Jungkook no
sabía qué era tan gracioso.
—No, pequeño Jeon, no tengo sida —le contestó, aún riéndose. Tomó
uno de los mechones negruzcos del niñito y lo puso detrás de su oreja, a
la cual acercó sus labios—. Y si tuviera estarías jodidamente contagiado
desde la primera vez que te puse en cuatro y de rodillas.7
Dejó un beso en la mejilla impropia y el chico volvió a sentir una punzada
en la cabeza.
"De rodillas..."
—¡El niño debería haber recordado, jefe! —soltó de pronto la mujer y Kim
cerró los ojos por el golpe de voz—. ¡Las lagunas mentales duran al
máximo veinte minutos!
"Arrástrate hasta aquí..." otra vez una punzada y una imagen oscura.
—¿Piensa mantenerlo sedado hasta que todas las heridas cicatricen por
completo, jefe? —la mujer se cruza de brazos y le alza una ceja. El
aludido brindó un asentimiento y entonces ella negó—. No puede, es
demasiado sedante para su cuerpo. Aún faltan tres semanas para que le
quiten el yeso y todos los puntos. Antes era una inyección al día, ahora
son dos. Pero si su sistema crea anticuerpos y lo termina sedando más
de dos veces al día, puede crearle una contusión permanente en el
cerebro.
—¿Una qué?2
—¡Estado vegetal, jefe! —le volvió a poner el palillo en la cara—. Una
lechuga tendría más vida útil que él —señaló a Jungkook, que no
entendía ni mierda.7
—¿Por qué está tan limpio, jefe? —indagó la fémina de pronto tras ver a
Jungkook que, a pesar de tener toda la anatomía llena de moretones,
rojeces y vendajes, estaba impecable—. ¿Quién lo curó, si yo no estaba
aquí?
—¿Lo hizo bien? ¿Limpió todas? ¿Les puso alcohol, agua oxigenada? —
soltó ella de pronto con un dedo al frente enumerando—. ¿Curó todo?
—Puedo darle una dosis ahorita, pero tiene que hacerlo recordar
primero —Jungkook observó como la mujer le señaló—. Después que
retome la consciencia totalmente, le daré la misma cantidad de sedante.
Eso sí, durará cada vez menos y será solo una al día.
—¿Sigue con los ataques de migraña? —se giró hasta él—. ¿Cuándo se
hizo la última radiografía?
—Jefe, son cada seis meses sin falta —recordó la mujer—. Hay que ver
cómo va la descalcificación, no importa que los estudios siempre digan
que está igual desde hace diez años. Se la tiene que seguir haciendo.7
Él asintió y tras tener lista la inyección, la mujer le hizo una seña hacia
Jungkook.
—¿Q-qué te pasa, vieja? —le medio gritó a la fémina, que aún lo veía
severamente entonces él llevó la vista a su victimario, el cual yacía
parado de brazos cruzados al pie de la camilla—. Dile a tu puta abuela
que deje de verme.8
—¿Has probado el whisky? —el mismo tono que había usado la vez que
le preguntó eso en principio, la acababa de usar justo ahora.
—Joder, la mierda sí fue fuerte —tras eso, tuvo una brillante idea—. Hm,
ya sé.1
Lo único que hizo fue herirlo, herirlo terriblemente, follarlo sin piedad y a
la fuerza como la primera vez. Lo único que hizo fue empezar a cortarlo y
marcarlo por todos lados. Recordó el ardor de su pecho, de su frente, el
dolor de su cuerpo, sus rodillas, su cuello, Recordó por qué estaba
postrado en la cama con las manos vendadas, el cuello con un collarín y
gasas en la frente. Le quemó el área de los ojos, le grabó las tres letras
hasta que le cayó sangre en los ojos, le hizo un miradero. Pero no lo
mató.
Risas en la habitación.
Y eso solo le daba unas tremendas ganas de reírse, reírse hasta que se
quedara afónico, reírse demasiado hasta que los ojos le lloraran y el
estómago le doliera.
Y así hizo.
Se empezó a reír, a reír con ganas, se estaba jodidamente riendo, tanto
que la mujer por un segundo vio a Taehyung con una expresión de horror
en el rostro, pero el sicario solamente tenía la boca entreabierta y casi la
misma mirada que ella. De todas las reacciones que pensó que tendría al
recordar, la última que se pudo haber esperado fue un ataque de risa. Lo
último que pudo pensar es que el niñito justo ahora estuviera con la boca
abierta mostrando toda su dentadura y lágrimas resbalando de sus
mejillas rojas al igual que su nariz. Lo último que pensó era escuchar su
misma risa, pero en una peor versión viniendo de Jungkook.22
¿Qué tan mal debería considerarse Kim Taehyung, si esa risa le excitó a
niveles más allá de los sexuales?20
Ella miró a Taehyung y este a Jungkook, el cual tenía los ojos llenos de
furia y una sonrisa.
—Pero mira nada más, maldito V... ¿me extrañaste, hijo de la gran puta?
—su tono era entre risa y molestia—. ¡Deberías darme besitos y abrazos
como hacías cuando estaba inconsciente, maldito sicario malnacido! ¡¿O
creías que no sentía nada, animal de mierda?!24
Eso, probablemente porque la última vez, al menor se le estaba pasando
el efecto del sedante mientras el sicario lo besaba.
—Sédalo, Yideku.
La mujer destapó la jeringa y casi la vacía en la parte que daba con la vía
en la mano de Jungkook, sin embargo, el muchacho en un ataque de
euforia total se echó hacia adelante, con todo el dolor de su cuerpo y las
vías de su mano que conectaba con el tubo se movió hasta hacer que se
quitara de cerca de la mujer. En el proceso el whisky cayó a un lado de la
cama y mojó parcialmente la esquina.
La máquina medidora del pulso cada vez era más escandalosa y rápida.
—¡SÉDALO YIDEKU!2
—¡No lo puedo sedar en ese estado, jefe! —chilló la señora, viéndolo con
las venas de la frente y parte visible del cuello totalmente expuestas—
. ¡Está demasiado alterado, le puede dar un ataque al corazón!
Las venas en el cuello del sicario empezaron a hacerse cada vez más
visibles y su diestra empuñando la pistola con fuerza más su pecho
subiendo y bajando con frenesí le hizo saber tanto a Kook como a la
señora, lo alterado que estaba. Taehyung caminó hasta la puerta, la
abrió de par el par y volvió a apuntar a la doctora.
La pistola se la colocó dentro del cinturón, el vaso y los cigarrillos los dejó
todos en la parte de arriba del estante. En el suelo había algunas gotas
de sangre producto de la herida que él mismo se rajó, así que con un
algodón presionó la palma de su mano para calmar la hemorragia y luego
vertió un polvo cicatrizante en esta para envolverlo en gasa y luego una
cinta que mantenía esta en su sitio.
No obstante, Kim solo soltó una risa y miró hacia arriba para luego
conectar la vista con su pequeño Jeon. Cuando lo vio de frente, le tomó
fuerte por detrás de la cabeza y a la fuerza plantó un profundo besos en
sus labios, sin cerrar los ojos y dejar de verlo, justo como Jungkook.
—Dispara.8
Dos tiros a la puerta del baño, dos tiros a la ventana, dos tiros a la puerta
del clóset, un tiro a la pared detrás de Taehyung —un poco más a la
derecha y le da en el esófago— y un tiro al suelo, entre las piernas del
asesino que en ningún momento cerró los ojos, movió el cuerpo o
siquiera tembló.1
Tras eso, Jungkook le tiró la pistola a los pies y lo miró con superioridad y
odio. Taehyung sonrió ladino y agarró el arma, el cañón caliente aún
quemaba, por eso la colocó arriba de la mesa.
—Es gracioso que estés actuando de esta manera conmigo justo ahora,
pequeño Jeon —el asesino se acercó a su rehén y con la punta de su
pulgar delineó sus exquisitos labios. Le miraba con reproche mientras
amarraba otra vez su mano a la cama—. Aunque sinceramente no me
sorprende ni me disgusta.
Kook rodó los ojos y apretó fuerte sus manos en puños, no importaba si
dolían poco.
—¿Y la sangre, hijo de puta? ¿Cómo coño perdí tanta sangre y no estoy
muerto, maldito de mierda?8
Esa sola pregunta tocó todo dentro de Taehyung, por lo que se acercó a
él y le tomó firme el cuello, poniendo la mano abierta sobre el collarín y
apretó ligero solo para que pudiera moverse mientras le susurraba al
oído.
—Mi sangre está en tus venas ahora, pequeño Jeon. Mis heridas
también fueron por una transfusión hacia ti —le susurró haciendo que
todo dentro de Jungkook diera un escalofrío—. Tu vida está tan en mis
manos, que soy capaz de llevarte a la muerte y sacarte de ahí yo mismo
las veces que quiera. Eres mío, pequeño Jeon.3
—Te dije que iba a adueñarme de ti, Kookie —el borde de aquella oreja
fue atrapada entre los tibios belfos rosa de Taehyung—. Que tomaría
todas tus partes y las haría mías. Te lo repetí y siempre me salgo con la
mía —comenzó a dejar besos en el área detrás de la oreja del chico—.
Tus pensamientos me tienen a mí por cada vez que te hablé o hice algo
en tu contra. Tu cuerpo me pertenece a mí por cada vez que te follé y
besé. Tus lágrimas, sufrimiento, ganas de morir y de vivir son gracias a
mi por cada vez que te hice sentir el mismo infierno —los besos bajaron
hasta el borde del collarín y lamió la zona expuesta—. Eres tan mío que
incluso si me alejara de ti, seguiría físicamente contigo. Hasta el día de tu
muerte me tendrás dentro de ti y eso nunca en la vida podrás
cambiarlo, pequeño Jeon.8
—¿Y qué puta mierda significa eso, maldito infeliz? —habló Kook, con
calma.
—Significa que yo solo soy capaz de herirte hasta casi matarte, pero no
quitarte los signos vitales al cien por ciento —sus manos daban caricias
en el pómulo de su pequeño Jeon—. No mientras te tenga yo, precioso.
El niñito se removió.
—Deja de tocarme.
—¿Q-qué dices?
—Me gano la vida matando, pero no porque me paguen por eso, sino
porque así infundo miedo en todos y abro puertas que ningún otro puede
abrir, Jungkook.
—¿Por qué? ¿te asusta que tenga más de treinta? —preguntó con
sonrisa ladina y alzando una ceja.1
Y otra vez, Kim Taehyung tenía un punto. Otra vez, Jungkook sentía que
Kim Taehyung tenía razón en algo y no le gustaba sentir eso. Otra vez,
hablaba como una persona normal y el niñito no quería pensar que podía
llegar a ser astuto e inteligente y hablar con base siendo quien era. Pero
justamente estaba haciendo eso.
—Yo pensé que ya lo tenías claro —justo ahí una de sus manos viajó al
cabello de Kook y empezó a torcerlo entre sus largos dedos—. A veces
es por quien lo pide, como la vez que viste a la m-
—No.3
Y Taehyung solo rodó los ojos, se deslizó debajo del brazo suspendido
de Jungkook para salir de la cama y apretó el botón que llevaba el
espaldar hacia atrás para que de una vez se durmiera. Finalmente se
dejó caer en el mueble, quedándose dormido a los pocos minutos debido
a todo el agotamiento y desveladas del mes.6
Y ahí, estalló en una estruendosa risa. Una risa mala, una risa que lo
estaba volviendo eufórico, una risa que detestaba ampliamente porque
estaba riéndose con el mismo tono en que Taehyung reía, pero eso nada
más le estaba causando aún más risa. Tanta, que sus ojos se llenaron de
lágrimas y por sus mejillas empezaron a rodar. Tanto que tosió un par de
veces en busca de aire porque el ataque de risa eran tal que sentía que
podía asfixiarse en algún momento. Tanto que se echó hacia atrás al
espaldar de la camilla cuando el estómago empezó a dolerme de tanto
reír. Reír como él.
XXVII: Slaboumiye.
(⚠)23
La mayoría de la luz solar, que ya no era tan incandescente, se filtraba
por la ventana y la sombra de los barrotes de hierro pintados de color
blanco daba en la cara de Jungkook.
Ahora estaba en una habitación de hospital que tenía una cama cómoda,
una sábana limpia, entraba luz solar, se escuchaba la brisa, se
escuchaban algunos ruidos de autos a lo bastante lejos, algunos pájaros
a veces se paraban en el borde de aquella ventana solo por unos
segundos, había aire acondicionado que le enfriaba los huesos y debía
usar al menos tres mantas corporales. Comía tres veces al día cuando
llegaba la vieja de mierda llamada Yideku a darle la comida, iba al baño
con ayuda de la misma vieja puta, bebía agua con ayuda de la misma
vieja y básicamente desde que despertó, ella era la única persona que
podía ponerle un dedo encima sin que Taehyung entrara en cólera y le
pusiera una Beretta en el cráneo.11
Como tres días atrás, que entró una chica joven a dejar unas sábanas y
vio que el cuello de Jungkook estaba doblado en una posición incorrecta.
Ella lo tocó para acomodarlo mejor, pero cuando Taehyung salió del
baño y miró que la muchacha tenía las manos en el cuello de Kook, le
pegó un grito que la dejó casi llorando y la mandó a salir; si volvía a verla
la iba a matar. O el muchacho que le pasó una botella de agua a
Jungkook —cuando él mismo se la pidió—, y Taehyung hizo la misma
escena, pero esta vez acercándosele al tipo y clavándole los ojos casi
que hasta traspasarlo mientras el arma se la enterraba en la sien. Y,
aunque Yideku era la única que podía tocarlo —y que tenía cierto tipo de
confianza con Kim—, también le dijo que le iba a meter un tiro el día que
le quitaron el collarín y el muchachito se quejó diciendo que le dolía la
herida del cuello, entonces Kim dijo ''¡Maldita sea, Yideku! ¡Si el niño se
vuelve a quejar de que le duele, la próxima persona que va a estar
suplicando vas a ser tú!'' cosa que la hizo pasmarse en su sitio y curar la
herida de su cuello de forma extremadamente lenta y suave.11
Mientras estuvo ahí, descubrió que el edificio era suyo, todas las
personas que vivían ahí trabajaban para él y las que no trabajaban para
él, le debían alguna cosa y estaban bajo sus órdenes. Bueno, no le
sorprendía del todo, aunque sinceramente lo que menos había esperado
era que Kim Taehyung no fuera solo un sicario malnacido y ya, sino que,
de hecho, era un tipo con contactos, dinero, influencia y poder para hacer
muchas cosas. Lo de sicariato era más como una satisfacción personal,
que porque de verdad necesitara dedicarse a eso para ganarse la vida.
El niño solo rodó los ojos con unas inmensas ganar de descabezar a la
vieja y sus preguntas innecesariamente estúpidas.6
—Felicidades, yo no.32
Ella expuso una sonrisa hipócrita. Jungkook solo formó una mueca seria
y giró de nuevo la vista hacia la ventana para no verle la cara. Todo,
hasta que escuchó cómo ella arrastraba uno de los bancos para dejarlo
al lado de la cama y la bandeja de comida la colocó en sus piernas. El
olor era agradable e inmediatamente a Jeon le despertó el apetito que
con anterioridad no tenía. Sin embargo, no quiso cuidados de ella, no
quería nada que ver con ella, cada vez que la mujer le hacía algo, podía
ver en sus ojos esa mirada que odiaba y detestaba desde lo más
profundo de su ser; la maldita lástima.
Con lentitud giró su rostro hacia la mujer que estaba despegando unos
palillos de madera y la miró con evidente semblante de "¿qué más da?",
pero ella tan solo vertió un sobre de condimento rojo en el plato hondo y
comenzó a revolverlo. Tras eso, puso el utensilio cerca de Jungkook y
sacó con los palillos algo de la comida —unas verduras con carne y
salsa— llevándosela al niño a la boca, el cual abrió ligeramente y
comenzó a masticar.
Atendió.
Oyó una ligera respiración del otro lado e inmediatamente supo de quién
se trataba.
—¿Se despertó?
—Hace rato, señor —le avisó a su jefe, girando su cuerpo para no ver a
Jungkook—. Acaba de terminar de comer.
Yideku escuchó esa voz más ronca, profunda y tétrica que otras veces.
—¿Ya le curaste? —su diestra con anillos viajó hasta la frente del chico
con cabello rubio, y tras quitar la sangre, miró las incisiones que le
quedaron perfectas, porque están en alfabeto romano y en cursiva, no en
hangul. Ocho letras en total según la escritura, decidió hacerlo así porque
era más largo, tortuoso y desesperante para la víctima, que solo tratarlas
en letras coreanas, al igual que el "VDV" la "T" y el "Kim Taehyung" que
porta Jungkook en algunas partes del cuerpo—. Yideku... ¿curaste a mi
niñito, hm?
La mujer parpadeó, sabiendo que él hacía algo, porque ahora que estaba
cerca, Zo pudo lograr escuchar perfectamente los quejidos de algunas
personas; victimas del verdugo.
—N-no señor, estaba esperando que comiera para hacerlo —los dedos
de Yideku iban tamborileando con una ligera ansiedad el mesón de
madera.
—¿Estás nada más tú, Yideku? —formuló el sicario, abriendo los ojos de
par en par hacia el chico que tenía en frente, que ya no daba más
lágrimas para llorar—. No quiero a más nadie dentro de esa mierda.
Fue ahí que Yideku se puso una mano en la frente y sobó con ligereza. A
todas estas, Jungkook estaba viendo la televisión, pero sabe que con
quien habla la mujer, es Taehyung. Algo le dice que es él.
Se rió cual maníaco de solo pensar en los gritos que pegarían cada uno
de ellos cuando los matara.
—Jefe...
Se agachó, y tomó el globo ocular entre sus dedos cubiertos por guantes
de cuero negro y grueso. Entre sus largos falanges, rodó el ojo pegajoso,
lleno de sucio por el suelo, de partes del cerebro que tienen un líquido
amarillento, grasa y uno que otro nervio de color violeta y azul.
Sería genial ver los ojos de Jungkook de esa forma, aunque también
quedan bien en sus cuencas y que lo miren mientras le hace cualquier
clase de cosas. Solo por esa razón, no se los quitaba y los metía en un
frasco de cristal con whisky hasta que se pudrieran.
—¿Perdón?
El sicario suspiró y rió un rato.
Yideku se giró para ver al niño. Bueno, sin tanta mierda encima, sin todos
los vendajes, las heridas, las ojeras, los labios rotos, las cicatrices, el
cabello desordenado, la increíble delgadez extrema y palidez; podría
decirse que era bonito. No obstante, sabía que su jefe lo veía como si
fuera el ser más precioso en la faz de la tierra. Él mismo se lo dijo
cuando vio al niño por primera vez y ella estaba en una silla de escritorio
mientras Taehyung acostado en un mueble, ahora lo estaba repitiendo.3
Ahí, Jungkook se dio cuenta que tenía unos ojos encima y cuando viró
abrió los propios en dirección a la mujer con evidente mirada
escudriñadora y molesta.
—Jefe... ¿está bien? —ella sabía que no lo está y por alguna razón
quería cortar la llamada, pero eso sería cortarse la existencia—. Jefe...
Taehyung miró sus dedos llenos de sangre y además uno que otro
pedazo de carne pegajosa, producto de algún órgano o músculo
expuesto de alguien. Quizá la lengua que le cortó a un señor y luego lo
obligó a que se la tragara. O quizá los dedos que le mutiló a la niña de
más o menos diecisiete años y que después metió dentro de la dama de
hierro hasta que todo su cuerpo cedió producto de los clavos que se
incautaron en los pezones, el abdomen, las piernas, brazos, vagina y
cabeza mientras gritaba y la sangre corría por fuera de las ranuras del
arma de tortura antigua.4
Estaba muy demente, enfermo, obsesionado. Pero tan lleno, tan eufórico
y tan... feliz.
—Señor...
—Ay, Yideku, tengo veintiséis todavía —de pronto su tono era tan, pero
tan normal, que a japonesa se horrorizó ante saber que hace algo y
actúa de esa manera—. Aun no soy un señor. ¿Sabes qué, Yideku?
Deberíamos tener más confianza —las tres personas observaban cómo
reía con sangre en su rostro y los ojos bien abiertos de par en par, como
un demente a punto de cometer una locura—. Deberías... llamarme por
mi nombre.15
—Señor... —si antes era horror, ahora era eso combinado a nervios y
presión—. No creo qu-
—Jefe...
—Dilo, Yideku.
—Completo.
—Kim Tae Hyung —repitió él, soltando una carcajada. El bate lo apoyó
contra el suelo—. Él me llama "Tae". Nunca me habían llamado Tae,
hm... jamás recuerdo que alguien me haya dicho Tae, así como tampoco
recuerdo que me hayan llamado por mi nombre sin haberlo llevado al
inferno. ¿Pero sabes? Él es diferente. Todo de él es diferente. No sé por
qué, pero lo es y punto. No me importa que me llame así, porque a él lo
quiero más de lo que lo odio y de lo que odio ese maldito nombre de
mierda.5
—V...2
—El día que me llamó así me di cuenta que quería matarlo —confesó—
. Te lo juro, estuve a punto de mandarlo a la mierda y hacerle cosas
horribles, más horribles de las que le hice —otro golpe hasta cara de la
muchacha, más fuerte esta vez y que le sacó un pedazo del pómulo por
la fuerza del impacto—. P-pero, agh... no podía, Yideku. No quería, más
bien. Porque justo cuando me llamó así, recordé por qué no me gustaba
ese nombre —otra vez sumergió el bate en el ácido para después
golpear a la chica. Ella gritó con horror tras sentir quemadas en la dermis
—. Recordé básicamente toda la mierda que vengo arrastrando y luego
cuando terminaron los recuerdos, él seguía ahí; viéndome con miedo,
temblando, mojado, llorando, a la expectativa —rememoró—. Y cuando
vi sus ojos, pff... simplemente olvidé todo, como si de pronto solo
importara él. Entonces me jodió esa mierda. Me dije "mata a ese niñito
hijo de perra, llévalo al diablo y manda todo al carajo. Tu odias ese
nombre desde que tienes como cuatro años" pero mientras lo follé a la
fuerza pensé "No, él es eso que buscabas. Es eso que necesitas,
Taehyung. Admítelo, te gusta el mocosito de quince años." Fue como un
choque de éxtasis que te hace delirar y olvidar todo por un periodo de
tiempo, así se sintió y se sigue sintiendo. La cosa es que el periodo de
tiempo que una pastilla de éxtasis te hace olvidarte de toda tu mierda, te
lo mide la pastilla —señaló con un dedo, picando la nariz de una chica
con suma delicadeza para atormentarla—. Pero el periodo de tiempo con
Jungkook, lo mido yo.6
—¿Es la ventaja que viene con ser alguien como yo? ¿Meterles miedo a
todos?
—Ya...1
Ella tragó viendo a Jungkook que la miraba con ceja alzada y cruzando
los brazos ¿cómo es que ese niño no estaba malditamente loco después
de haberse quedado encerrado con Taehyung por tanto tiempo y que le
haya hecho todo aquello, si ella llevaba un rato hablando y ya no quería
escucharlo por el resto del mes?4
—V...
—Pásamelo.
No, su jefe no estaba para nada bien y hablar con ese niño quizá lo
pondría peor de lo que estaba.1
Mierda.
—Me extrañas, ¿verdad, bebé? —Jeon solo cerró los ojos, imaginando
qué era lo que estaba haciendo Taehyung para que le hablara con esa
voz tan tétricamente dulce, si a Yideku la dejó con los pelos de punta—
. Yo a ti también, mi cielo...
Lo odiaba tanto.
—Tae... ¿p-por qué no estás aquí conmigo, hm? —usó la misma voz que
el otro—. ¿Qué estás haciendo?
—Cosas malas, amor, muy malas... —la navaja que había dejado en su
bolsillo, la usó para cortar desde el esternón hasta el pecho de una de las
chicas. Esta se removió llorando y el sicario solo carcajeó—. Justo ahora
me gustaría que estuvieses aquí y vieras lo que estoy haciendo —el
niñito tragó en seco y el secuestrador se giró; viendo la sangre en la
navaja. Suspiró profundo de solo pronunciar lo que acababa de pasar por
su mente—. Después que vieras todo este desastre, me gustaría follarte
con mucha fuerza mientras tu lindo cuerpo queda lleno de sangre,
pequeño Jeon —una de sus manos fue a su entrepierna y masajeó la
zona vagamente, entrecerrando los ojos—. Lastimosamente estás
increíblemente débil y no puedo follarte ahora. Pero en serio cuando te
recuperes te voy joder muy fuerte, amor. En serio voy a joderte hasta que
quedes afónico y no sientas las piernas, Kookie. Te necesito ver sudar y
gemir, que me supliques que pare y hacértelo más duro, bebé...28
El cautivo tragó el raro nudo de su garganta, sintiendo un revoltijo en el
vientre.
Kim sonrió.
Perfectas.
—Dime, amor.
—Tu abuela tiene cara de querer salir corriendo de aquí —le avisa tan
pronto como detalló la expresión en la cara frustrada y anonadada de
Yideku—. Se va a tirar por la ventana.32
—Es como lo que siento por ti, mi amor —respondió a lo previo dicho—
. Es horrible.7
—Taehyung...
Mientras caminaba hacia uno de los pasillos, Taehyung notó que había
un bolso en el suelo. Uno pequeño con un dibujo de un superhéroe,
quizá era del niño de cabello negro que tenía como trece años, o a lo
mejor del de cabello castaño que tenía quizá la misma edad, pero era
más bajito. ¿O del que estaba guindado? Bueno, lo cierto es que le vale,
pero justo cuando va a tirarlo a un lado, hay algunas cosas que se
mueven adentro, como pequeñas piedritas. Así que abre el bolso y
descubrió que adentro llevaba una especie de caja con hilos de colores y
varias letras, algo que parecía ser un instrumento de manualidades,
porque varias cositas brillaron. Colocó el teléfono en altavoz y se sentó
en el suelo. Abrió la caja y había varias letras de varios colores, así como
hilos y agujas.1
—¿Qué?
Taehyung observó varios hilos y agarró el que era de color negro. Buscó
entre algunos dijes y las letras de color también negro llamaron su
atención. Sin embargo, había dos montículos de letras. Unas en negro
brillante y otras en negro mate. Encontró la letra "A" y cuando quiso
tomar del otro montículo la letra "B" se dio cuenta de que ambos
montículos de dijes eran imanes opuestos.1
Perfecto.
—Jeon Jungkook.12
—Hm, no lo dudo.
Jungkook se rió ante aquello, y Taehyung carcajeó del otro lado. Metió
las cadenas en el bolsillo delantero de su pantalón y entonces se levantó
del suelo dejando manchas de sangre con las botas negras que le llegan
a las pantorrillas.2
—Ponme a Yideku, anda —se despide del niñito—. Adiós, te veo en unas
horas.1
—¿Señor?
Sin decir más, Taehyung colgó el teléfono y Yideku por fin pudo respirar
en paz. Introdujo el aparato en su bolsillo delantero y procedió a agarrar
el maletín que previamente puso en el sillón, en la mesa al lado de
Jungkook. Sus manos continuaban con ligeros espasmos y sus ojos se
movían de lado a lado poco a poco mientras abría el dicho objeto.
Dentro, Kook puede observar que hay gasas, vendas, cinta quirúrgica y
otras cosas más.
Y cuando se volteó, los ojos del niño están bien abiertos; viéndola.
—¡Pues me las cura en una semana, maldición! —ese grito provocó que
se sentara de golpe en la cama—. Es lo que el grandísimo hijo de puta
siempre hace, ¿no? —se cruzó de brazos nuevamente—. ¡Va, hace una
mierda y luego la arregla para volver a destruirla una y otra vez! ¡Es un
puto demente! ¡Es un maldito psicópata loco!4
Yideku tan solo echó su cuerpo atrás y se acomodó los palillos que
estaban en su cabello recogido en un moño alto. Mantuvo una sonrisa
extraña, y vio al suelo. Sus conocimientos en ese campo no eran para
nada básicos y entendía totalmente la actitud del muchachito, así que
simplemente optó por conservar la calma como todas las veces que lo
hubo hecho y procedió a hablar con él.2
—Son malas, pero lo hacen feliz y lo llenan a su modo, niño —atajó ella
con lentitud—. ¿Cuántas personas en el mundo hacen lo que de verdad
les provoca y son capaces de superar sus propios límites con tal de
conseguir lo que quieren?2
Ahí Jungkook tan solo mantuvo silencio por un par de minutos, sin saber
qué decir. En cierto punto ella tenía razón, pero sus palabras parecían
tener un cuchillo con doble filo y un mango resbaloso.
—No lo es, niño —negó ella—. Una cosa es ser un loco y cometer
locuras y otra muy diferente es hacer locuras y estar cuerdo. V es
claramente la segunda opción.7
—No lo justifiques.10
—Puede ser todo lo mierda que es y puede causar mucho daño cuando
quiere —advirtió Yideku—. Pero también es una persona inteligente,
astuta, determinada, perseverante —enumeró con los dedos—. Tiene
encanto, no hablo de cosas buenas, hablo de un encanto que no deja
que saques los ojos de él —en eso, Jungkook sabía que tenía toda la
razón—. Puede parecer manipulador, pero cuando se lo propone llega a
ser la persona más sincera del mundo. Tiene dualidad, es sabio, conoce
un montón de cosas. Desde que es un niño siempre destacaba, fuera
cual fuera la razón. Tiene todo eso gracias a las mismas virtudes.13
—Pues ojalá las usara para hacer otra cosa que no fuera matar gente y
aturdirme la vida.
—Lo hace —añadió la mujer con una ligera sonrisa—. Taehyung usa sus
tiempos libres cuando no tiene nada importante que hacer para hacer
cosas productivas, de hecho. Escribe sus pensamientos en un diario que
se llama Reloj. Lee una cantidad de libros enormes; ha leído más de
doscientos libros a lo largo de su vida. Dibuja cosas que le gusten o lo
hagan sentir bien, lo hace con carboncillos porque odia el color. Juega
algún juego de mesa como ajedrez, damas chinas o póker. Se pone sus
lentes y empieza a resolver crucigramas difíciles que son del tamaño de
una hoja entera de periódico y lo hace en pocos minutos. Busca la
gramática de los idiomas que sabe para perfeccionarlos a la hora de
hablar. En todos sus cumpleaños anota la cantidad de años que cumple
con cosas buenas que le pasaron y con malas también. Tiene una lista
de películas que analiza detenidamente y las frases que le gustan las
anota en su diario junto al porqué le gustan —finalmente Yideku asintió
hacia un Jungkook con la boca ligeramente abierta—. Hace cosas
extremadamente normales y hace también cosas de gente muy
trastornada. Así es él.5
—¡Cállate!
—¿Q-qué?
—Pero sabes que algún día serías tú quien tomaría el mando, aunque no
quisieras —lo señala—. No se trata de que no quisieras meterte en eso
porque no te gusta. Se trata de que no querías meterte, porque crees
que eres débil y nada podía cambiarte.2
—Cállate...
"Diría que el nivel de repulsión que sientes por mí, equivale al odio que le
tengo a ese nombre, pero sinceramente... tú no me repudias..."2
"No me digas que quieres alejarte y salir corriendo por lo que has visto y
por como sufres... tú quieres salir corriendo porque tienes un revoltijo de
emociones, porque tus pensamientos tienen nombre y apellido, y no son
Jeon Jungkook, sino Kim Taehyung..."2
—VDV.
2
Corea del Norte era popular porque las mujeres no tenían derechos,
menos las que poseían el sello de ser las ''Doncellas del dictador'' o
mejormente dicho, las prostitutas que el clan Kim tenía para su propia
satisfacción. Jaeban tenía treinta y dos años cuando visitó a su buen
amigo Kim Jongil, el dictador de Corea para aquel año de 1993. Esa
nación siempre se había involucrado en mierda de la mala; prostitución
infantil, drogas, armas, una dictadura con esclavos, gente sin derechos y
hasta mafia. Los Jeon, al ser los dueños de Kyong, eran quienes
abastecían —y al día de hoy abastecen—, las necesidades de ese clan.
Desde que Jaeban tenía memoria, su padre; Jungkyung, era amiguísimo
del dictador, por lo tanto ¿quién mejor que él para conseguir una mujer
bonita? Justo lo que necesitaba.
Jaeban era un hombre normal como cualquier otro, tenía treinta y dos
años cuando le ''obsequiaron'' a Saeji. El jefe Jeon quería una prostituta
bonita y exótica como algunas de las que tenía el clan Kim, porque las de
Kyong no le gustaban. Y ella, con una cara de muñeca de porcelana, una
actitud recatada y sumisa, un cuerpo precioso y a completa disposición,
era la mujer perfecta para pasar el rato. Sin embargo, Jeon nunca pensó
que ''pasar el rato'' con una prostituta que iba a comprar —pero se la
terminaron regalando—, terminaría dándole una familia.
Fue a finales del año 1994 que Saeji, con solo dieciocho años, quedó
embarazada. Jeon al principio no quería tener nada que ver con eso,
pero después optó porque era bueno empezar una familia. Ya tenía
treinta y cuatro años, era jefe de una mafia poderosa y no poseía ningún
heredo ni tampoco hermanos. Así que tomó a Saeji y la volvió su mujer
legalmente; se casaron en un lugar lujoso, pero con poquísimas
personas. Fue apresurado, aunque perfecto después de todo, aunque
ella tenía tres meses embarazada y nadie sabía. La mujer no estaba
enamorada de Jaeban, pero le guardaba cariño por ser un hombre que la
sacó de un infierno y se preocupaba por ella en todos los sentidos. Su
embarazo fue tranquilo los primeros cinco meses, todo hasta que el eco
dictaminó que era una niña.1
Y así fue.
Los primeros cuatro años de Jungkook fueron la cosa más tranquila del
mundo. Su tiempo se gastaba entre pasársela corriendo por la gran casa,
jugar con los cuatro cachorros que habitaban ahí, salir al parque lleno de
guardaespaldas junto a su mamá y hermana, aprenderse los colores, las
letras del alfabeto y comer mucho; sobre todo la comida de su mamá,
porque, aunque había cocineras, Saeji adoraba cocinarle a su hijo. Todo
normal para un niño de cuatro años, excepto por el hecho de que su
padre veía un ligero problema; Jungkook era demasiado dulce, bueno y
pacífico para llegar a ser el hombre que soñaba que fuera.
Entonces en la vida de Jeon Jungkook todo iba bien hasta que cumplió
cinco años. Desde ahí, jamás fue el mismo. La sangre, los golpes y gritos
se hicieron comunes.6
Sin embargo, Saeji estaba alerta a las cosas que su pequeño bebé debía
enfrentarse. Así que, mientras Jaeban se encargaba de manejar a su hijo
para volverlo una mierda, su madre se encargaba de que no fuera de
dicha forma. Le decía a su hijo que no tuviera miedo de su papá ni de lo
que hacía, que su padre era una persona ''buena'' que era un hombre
que a veces estaba de mal humor, pero era bueno después de todo. Ella
no quería que su hijo creciera creyendo que él era una bestia, al menos
que se enterara cuando fuese mayor, no cuando tan solo era un niño que
apenas sabia contar del uno al cincuenta.
Y eso fue un error, porque era de suponerse que Jeon Jungkook siguiera
los ejemplos de su padre. Pero la realidad fue que Jungkook nunca vio a
su padre como alguien malo, gracias a las cosas que decía Saeji y a las
cosas que él mismo se planteaba; no veía a ese hombre lo
suficientemente malo para seguir su ejemplo. Ni a él, ni a ninguno de los
que le rodeaban. Quizá porque de pequeño veía esas cosas y su cerebro
procesó todo extremadamente rápido. O porque los hombres de Kyong
parecían un montón de bestias brutas sin cerebro, como animales
salvajes.
''No seas como yo, Jungkook. Tienes que ser peor de lo que ves en mí y
encontrar la maldad que naturalmente todos poseemos dentro de
nosotros mismos'' dijo Jaeban. ¿Pero cómo podía un niño de solo once
años encontrar maldad, cuando todo lo malo a su alrededor ya era algo a
lo que estaba acostumbrado? No había una cosa que a Jungkook le
dijera ''Así debes ser, Jungkook'' porque su padre le pedía ser una
mierda peor que las del entorno donde se desenvolvían las cosas. No
obstante, simplemente la cabeza de Jeon Jungkook no se imaginaba qué
podía haber después de todo lo que veía.
Llegó a la conclusión, de que las cosas que le esperaban eran algo que
estaban destinados, según Jaeban, a alguien peor que Jungkook.
Admitía que no se sentía suficientemente listo para el mando de algo así.
No cuando en la noche escuchaba peleas entre su madre y su padre
donde él le decía ''Lo vuelves alguien blando'' ''Lo vuelves
débil'' ''Jungkook no podrá ser un buen hombre el día de mañana si sigue
así. ¡Por tu culpa, Saeji!'' ''¿Qué quieres? ¿Que termine como un marica,
dejándose someter por todo esto, o que resurja? La primera opción es la
que pareces querer tu''. Él solo quería alejarse de todo y no verse
obligado a seguir el camino de su padre, porque él no podía ser
suficientemente malo.
Y a todos les llega aquello que necesitan y los cambia, los destroza, los
vuelve irreconocibles, les despedaza el alma, les aruña el cuerpo y
vuelve trizas su corazón. En la vida hay leyes, una popular es el
dualismo; que consiste en que todo lo que existe tiene un lado muy
bueno y un lado muy malo. Si Jungkook siempre había sido muy
bueno ¿podía también llegar a ser muy malo? Sí, pero el camino era raro
de encontrar en una oscuridad de pensamientos propios.
Porque... ¿cómo era posible que una persona fuese capaz de caer tan
intempestivamente al fondo de lo enfermo y resurgir como un fénix hasta
la cúspide de la serenidad plena?
Era tan capaz de ganarse el odio y el rencor, como también la admiración
y el deseo. Un gusto culposo que quieres abandonar, pero no puedes.
Una droga que sabes te hace daño, pero sigues consumiéndola hasta
perderte en la adicción. Era el efecto que le causaba y estaba consciente
de eso.1
Siempre a los buenos les tocaba tener algo de malos y a los malos les
tocaba tener algo de buenos. No importaba cuál fuera el orden, lo cierto
era que se trataba de un Ying Yang de vida, donde la mayor parte de
nosotros pertenecía a la bondad o malevolencia, pero una pizca siempre
tendría lo opuesto.
Ella alzó una ceja y ladeó el rostro, Jungkook la miró con seriedad,
esperando la respuesta.
—¡¿Es tu jefe desde que tiene catorce años?! —casi chilló de solo
imaginarlo—. Esa mierda no me la como ni loco.
—Ahora soy viuda, pero hace unos años conocí a Taehyung porque mi
marido trabajaba junto a él. Taehyung tenía solo catorce años —señaló
Yideku, recordando la primera vez que vio una sonrisa cuadrada y una
Beretta negra en las manos del adolescente—. Era impresionante como
un niño tan joven estaba codeado con ese montón de adultos. Me daba
cierta sensación de ansiedad, saber que un niño de catorce años era un
asesino a sueldo, así que de pequeño le regalé varios libros que hoy día
son sus favoritos. Hablaba con él de vez en cuando en japonés, para que
lo perfeccionara y me sorprendía su manera de ver la vida siendo tan...
pequeño. Con el tiempo creció, sus acciones se volvieron peores, se
ganó el miedo y respeto de todos a su alrededor y cuando me di cuenta...
Taehyung ya era un hombre con poder, influencia, maldad y todo lo que
cosechó desde que era una cosa de este tamaño —abrió la palma de su
mano para señalar más o menos metro cincuenta del suelo a su palma—
, le rindió frutos enormes.1
Un día, Yideku estaba haciendo su trabajo y una de sus nietas —de las
que quedó a cargo tras la muerte de su marido e hija, porque ellas no
tenían padre—, la llamó. Su foto se reflejó en la pantalla del teléfono y un
hombre la vio, diciendo que era preciosa. La investigaron y dieron con
sus tres nietas; no con una, sino las tres. Kokami tenía diecisiete, era la
mayor. Sayon era la del medio y tenía trece, la menor era Yinyin y tenía
diez años. Las secuestraron, se las llevaron, abusaron de ellas hasta el
cansancio, mutilaron sus cuerpos, grabaron todo y lo subieron a una web
escondida donde monetizaron su sufrimiento.6
—Un día, recuerdo que yo estaba curándole una herida de bala a uno de
sus hombres, y él llegó y me dijo: ''Yideku, ayer fue tu cumpleaños y no te
regalé nada, pero no me olvidé de ti ¿Okay?'' —Yideku se ríe por
recordar aquel regalo, pero la risa no era de felicidad—. Me regaló una
caja grande que adentro tenía dos maletines y una cajita más pequeña.
Solo puso la caja ahí y me avisó que la abriera cuando terminara. Ah, y
que lo hiciera en su presencia —apuntó finalmente con un dedo.
—¿Puedo saber qué era lo que había ahí adentro? —curioseó en voz
baja, con las cejas fruncidas ligeramente hacia abajo. Yideku lo examinó
y Kook solo movió la boca de lado a lado, esperando—. Anda, vieja, dime
ya.
[...]1
Taehyung aparcó el auto en el estacionamiento del edificio, eran casi las
siete de la noche para ese instante. Con una liga, se amarró el cabello
hasta hacerse un moño a mitad de la cabeza y el resto de sus hebras las
puso por detrás de sus orejas. Chequeó sus manos llenas de anillos y
perfectamente impecables, así como todo su cuerpo y la ropa; un jean
negro rasgado en una rodilla, las botas negras y la camisa mangas
largas de color azul marino con los primeros botones de arriba sueltos.26
—Mi asiento es el único que no tiene sangre, del resto esta empapado.
Ya bañé a Goyong y la dejé en su lugar —Taehyung tomó las llaves del
auto y dio la vuelta hasta quedar en la parte de la maleta. Abrió al pasar
el seguro y tanto Seojoon como Hyunsik llevaron la vista a los lados al
ver una ropa y zapatos empapados de sangre con ciertos pedazos de
algo que no querían adivinar qué era—. Bueno hematofóbicos, para algo
les pago.4
Sin decir otra cosa, Taehyung dejó las llaves dentro de la cajuela para
que ellos hicieran su trabajo y procedió a pasar al lobby del edificio,
donde una de las chicas hizo una reverencia y él la repitió. Entró al
ascensor y pulsó el botón para ir hasta el penthouse. Cuando pasó el
décimo piso, las puertas de hierro se abrieron y salió del lugar caminando
por el pasillo hasta luego llegar a la gran entrada que daba a la sala de
emergencias. Se trasladó rápido a la habitación propia donde estaba
Jungkook y luego de pasar la tarjeta que antes yacía en su bolsillo,
abrió.1
Jungkook miró a la señora con los ojos entrecerrados y luego, sin que
Taehyung viese, se puso un dedo en medio de los labios y abrió los ojos
enormemente de par en par. Cuando el asesino se volteó, la vista del
menor ya estaba completamente normal y lo miraba como si nada.3
El asesino asiente, y luego de poner una mirada más tranquila. Bufó con
diversión y llevó la mano hasta el espaldar de la silla de Yideku. Luego
que la miró a ella menos nerviosa, se agachó ligeramente para no quedar
tan lejos de su oído.
—Sí, jefe...
—Salte, yo lo cuido.2
—Buenas noches, V.
Jungkook solo rodó los ojos y enterró la cabeza en el poco espacio que
quedaba de la almohada. Al menos Taehyung no estaba bañado en
sangre como desquiciado ni olía a Marlboro con Whisky tal como la
mayoría del tiempo. No obstante, recordó las cosas que le dijo en la
llamada más temprano y lo que estaba haciendo.
—¿Cuántos fueron? —preguntó el niño, pasando una de sus manos ya
cicatrizadas por la espalda contraria para sentirse menos incómodo—.
Tae...
Kim se apretó el labio inferior entre los dientes, aunque trató de mantener
una compostura seria. Kook solo esperaba la respuesta con obviedad.
El cautivo tan solo se quedó con los ojos abiertos mirando el cuello de
Taehyung mientras este seguía tirando de sus mechones negros dándole
una ''caricia'' entre brusca y lenta. Fue entonces que el chico parpadeó
un par de veces, preguntándose a sí mismo si debería continuar con
aquello, pero decidiendo que, en realidad, no es algo que le sorprendía
del todo. Cuando se calmó, notó que había un hilo negro que adorna el
cuello del sicario, un hilo grueso que se veía delicado. Cuando bajó la
vista, los dijes de aquel collar eran unas letras que formaban la
palabra ''asesino'' en inglés. La mano que Kook tenía por detrás de la
espalda impropia, viajó hasta el cuello y detalla la prenda.2
Y Kook iba a pronunciar algo, pero del bolsillo pequeño que estaba en la
camisa de Taehyung, sacó otro collar, pero esta vez, decía ''Bebé'' en el
mismo idioma, y no con la primera ''B'' alta, sino con ''V'' pequeña. No
había que ser demasiado astuto para entender que la puso por su alias.
El dije tenía unas letras negras y brillantes, el hilo con el que estaba
hecho era negro y el material con el que se había fabricado parecía como
cuero. No era un collar feo, pero no era como si quería ponérselo. Al fin y
al cabo, Jungkook sabía que era una manera de ''reclamarlo'' como
propio.
—Te lo pongo después que te cure las heridas del cuello, sino entonces
tendré que quitártelo porque si se moja el hilo se pudre y se rompe —en
ese instante acarició la venda del cuello de Kook, debajo de esa estaban
los puntos en la herida—. Después te doy uno de oro, ese dura más.24
—Había un bolso con unas mierditas para hacer esto —le explicó al niño
con mirada severa mientras se llevaba el dije al bolsillo de la camisa otra
vez—. Así que les di un buen uso porque pues... el mocoso que maté,
obviamente no las va a usar más.11
—No como estás pensando que lo hice, Jungkook —respondió con total
seriedad—. No me van los mocosos que apenas se saben las tablas de
multiplicar, hm —asintió de una vez, observando al menor mover la boca
de lado a lado, no creyéndole—. En serio, he matado mocosos así de
pequeños, sí. Les he hecho cosas horribles, sí. Le di a Goyong un brazo
de cena, sí. ¿Pero me he follado a uno así? No.12
—No te creo.
—Hm... s-suéltame...
—A ver... —apretó aún más fuerte las mejillas, comenzando a sentir los
dientes de Kook por dentro de la carne y este empezó a remover la
cabeza por la presión—. Te suelto si dices ''Hyung, suélteme, por favor.''
Viendo que era inútil y que ya podía sentir sus muelas enterrándose en la
parte interna de la carne, el cautivo empezó a asentir con lentitud.
Haciendo solo lo que dijo, subió la mano hasta posarla justo en la ingle
del menor. Empezó a mover sus dos dedos del medio en la zona,
Jungkook por reflejo arqueó un poco la columna y entreabrió los muslos.
El maleante aprovechó para pegarse más a él y rozar su vaga erección
—pues estaba controlándose para no follárlo justo ahí y que luego cayera
desmayado por el esfuerzo—, con la del chico. El retenido llevó su mano
vendada hasta el cuello y pasó la mano por detrás de la zona para
mantener a Kim fijo en el sitio y la otra la usó para desamarrar la liga que
llevaba Taehyung en el cabello y lanzarla a otro lado, provocando que
sus hebras largas y oscuras cayeran como cortina, tapando una parte de
su rostro, por lo que Jungkook tomó la otra mano y le echó el cabello
hacia atrás empuñándolo.
—S-si...
—Sí, ¿qué?
—S-si, Hyung...1
[...]1
Kim tomó una toalla para enredar el húmedo cabello de Jungkook dentro
de esta. La otra la tenía a la altura del pecho. El niñito estaba sentado en
el borde de la bañera mientras le pasaba la toalla para secar sus hebras
con cuidado de no hacer que moviera mucho el cuello o de darle en la
frente, pues las heridas, aunque no estuviesen sangrando, no podían
recibir estirones ya que corría riesgo de salirse las puntadas.
—No hay zona de tu cuerpo que no haya visto ya, pequeño Jeon —
automáticamente pasó toda su vista por cada zona que sus ojos pudieron
observar; todas llenas de moretones, puntadas, hematomas o lesiones.
Jungkook solo bajó la cabeza tras adoptar un tono carmesí en el cuerpo.
Oyó uno de los suspiros de Taehyung y luego percibió cómo pasó sus
dedos por la enorme ''T'' que yacía en su pecho y clavículas—. Eres
hermoso, mocoso hijito de perra, muy hermoso.
—Te odio.
Jungkook solo hizo caso, quedando como el sicario pidió. Por suerte, lo
único bueno de haber pasado casi un mes inconsciente, era que hubo
tiempo para que las heridas cicatrizaran bastante, aún tenía los puntos,
pero la piel ya no corría riesgo de desgarre si las flexionaba de esa
forma.1
Pasó la crema por todas las quemaduras de la espalda, las ampoas que
se hicieron las hubo curado hace tiempo ya; aunque seguían frescas y
las costras se ponían húmedas por el tiempo que Kook pasaba acostado.
Les brindó la misma atención y después de cubrirlas con las gasas y la
cinta quirúrgica para fijarla en su sitio, era hora de la mejor parte.
—Pega el pecho a la cama y sube las caderas —ordenó.2
—Pega el pecho a la puta cama y levanta ese maldito culo que tienes,
Jungkook —bramó entre dientes con la voz más gruesa, agarrándole los
muslos hasta apretarle—. Rápido, mocoso, no te lo repito más.1
Sin previo aviso, metió el largo índice hasta la mitad, deleitándose con la
forma en que al muchachito le temblaron las piernas y solamente ladeó la
cabeza comenzando a jadear con la mano recién curada apretando la
sabana. Metió más la longitud de su dedo y tan pronto como la base de
su falange entró, el chico entreabrió las rodillas y levantó más las
caderas.
Lo primero que hizo fue ponerle su ropa interior, básicamente todo lo que
el niño usaba desde hace tiempo para acá, era de Taehyung. Desde que
lo folló en el carro, su ropa había sido historia. Le colocó las medias,
dejando besos en sus muslos y pantorrillas cuando se agachó para
calzar la tela en su pie sano. Por último, le vistió con la gran camisa,
Jungkook alzó los brazos y Kim la pasó con cuidado por encima de su
cabeza hasta que le llegó a mitad de las piernas.1
—Déjame dormir.
—¿Por qué estás actuando así, hijo de puta? —su voz salió bajita,
probablemente porque estaba llegando el sueño—. Llegas, me haces un
montón de mierda, sales a matar gente porque tu estúpido cerebro es
una basura y entonces regresas a tratarme decentemente, como si con
anterioridad no me hubieses medio matado.
—¿Qué?
—¿Qué?
El niño por un minuto no tuvo nada que responder ante aquella extraña
confesión que le empezaba a causar una sensación extraña en el
estómago. Parecido a una ansiedad con impresión.
—¿Y de qué sirve que me estés tratando así? —preguntó un poco más
tranquilo luego de unos míseros instantes cavilando—. Si igual no te
quita toda la mierda que has hecho.
—Igual lo harás —''o lo haré yo'', quiso decir. Pero ahora era mejor
callar.7
—Duerme, mocoso.1
Lo peor es que son efímeras, como todo y todos en este mundo. Nada es
para siempre, ni la tierra misma, ni el espacio, ni nada. Menos una
obsesión que causa revoltijos, ansiedades, y sobretodo, que sobrepases
cualquiera de tus límites.
—V de Verdugo.11
XXIX: Panic.
Entre todas las mierdas que el ser humano puede sufrir físicamente
hasta agotarse, el insomnio tiene un puesto asegurado entre los primeros
lugares.7
La azotea del edificio donde Taehyung vivía siempre había sido un buen
lugar para pensar, ya sea mierda mala o mierda buena; pero, a fin de
cuentas, pensar. Hacía frío, un frío malditamente descomunal que se le
calaba en los huesos, no importa si cargaba un enorme suéter con el que
se cubría la cabeza, los joggers y los zapatos deportivos. El quinto
cigarrillo de la madrugada y el tercer vaso de whisky estaban en su mano
derecha, la cual portaba un anillo de rubí y uno de esmeralda. Siempre
ha sentido que los colores le valen, pero si pudiera elegir sus colores
favoritos, entonces serían el rojo rubí y el verde esmeralda.
El edificio estaba lleno de oficinas a partir del quinto piso hasta arriba y
del quinto para abajo están las personas que viven ahí y trabajan para él,
pero no es el único que tiene. Todo el cuadrante de edificios que están a
los alrededores, también le pertenecen. En uno de ellos hay un
laboratorio donde fabrican alucinógenos y demás metanfetaminas. En
otro hay unas oficinas de las que maneja el 80% y suministran cosas a
Japón y Taiwán. Algunos tienen personas viviendo que se ocupan de
arreglar cuentas en la capital o demás lugares donde Mark, Kang,
Koyumi y él siempre se reúnen para llevar las cuentas de XeoXong; la
puta mafia en la que estaba metido.3
Era extraño, porque una persona tan jodida como él podía experimentar
emociones distintas bajo el mismo contexto. Pero, no entendía porqué se
levantó rato atrás del mueble, se quitó la sábana de encima, se colocó el
suéter, se le quedó viendo un rato a su Jungkook que dormía
plácidamente y luego salió de ahí, dejando la puerta cerrada con seguro,
y subió a la terraza. Los barandales de concreto servían en este
momento para apoyar los brazos y terminar de un solo trago el amargo
whisky que, de tanto que ha ingerido, ya ni le siente sabor. Debería
emborracharse, pero de ahí a que eso pase; probablemente sean las
diez de la mañana y haya tenido que beberse al menos tres botellas él
solo para que el grado alcohólico con el que viene lidiando desde que
tiene dieciséis, surta efecto y lo dope hasta vomitar.1
Pero eso no pasó, la sensación de que había algo o de que habrá algo,
estaba intacta. Es como si toda su aura se sintiera amenazada por algo,
sin saber qué es. Como si fuese corriendo y sintiera pasos detrás de sí,
mas no veía a nadie. Como si supiera que debía que hacer algo para
evitar una cosa y no sabe que es el algo o la cosa; solo sabe que estaba
mal y punto.
—One, two, three, four, five, six... —el cigarrillo fue exhalado por su boca
mientras contaba los números en inglés. Ya lo hizo en chino y japonés a
ver si se calmaba, más no lo conseguía. Sus manos estaban tomando
fuertemente la baranda de cemento de la azotea y se inclinó con la
cabeza hacia abajo apretando los ojos fuertemente—. Forty one, forty
two, fort-... ¡Maldita sea la mierda, joder!11
Crack.1
—Ya, ya, ya... —cerró los ojos y decidió apretarlos con fuerza al igual
que sus puños—. ¡Mierda, Kim Taehyung, cálmate ya!
No lo hizo, ni siquiera cuando abrió fuerte los ojos y miró las estrellas en
el firmamento, tratando de perderse en ellas como la mayoría de veces
que se encontraba solo en el mismo lugar de su propiedad. Ni siquiera
cuando se tiró al suelo lentamente y abrió los brazos hacia los lados,
comenzando a dar un par de movimientos en círculos en este. No
cambió, la sensación continuó; se le oprimía el pecho, los latidos eran
veloces, la frente le sudaba y las manos le temblaban con lentitud.5
Y él no contestó.
—Kibun saiaku!5
Pero solo la miró con los ojos abiertos de par en par y comenzó a negar
rápido con la cabeza. La mujer corrió rápido hasta él y lo detalló desde
arriba. Taehyung estaba pálido, con los labios ligeramente morados, los
ojos aguados y parpadeando acelerado.
—Desde hm..., las dos y algo —confesó, esta vez más tranquilo, aunque
solo para hablar pues las sensaciones seguían ahí—. Y-Yideku, me
siento mal. No es un dolor corporal o de cabeza, es... otro sentimiento. N-
no sé... me pesa el cuerpo y estoy sudando frío y las manos me dan
espasmos —su mirada era firme, pero se perdía al hablar—. T-tengo...
tengo el pecho como si me hubieran dado una paliza, pero el dolor no es
por fuera, es por dentro y siento ganas de vomitar y no las arcadas.
¡Carajo, me siento de la mierda, vieja!18
Yideku lo examinó de arriba abajo solo con la vista. Kim yacía tirado en el
suelo con las piernas abiertas y los brazos también, como quien hace
ángeles de nieve. Estaba respirando rápidamente por la boca y las
pupilas se le movían de lado a lado mientras miraba arriba. Su pecho
subía y bajaba con fervor como si hubiera corrido un maratón y los
tobillos los movía de lado a lado.
—No tengo idea, Yideku —la realidad es que sí, aunque no era algo que
quería decir a Vox Populi porque no era tema que deseaba hablar en
realidad—. S-solo me paré a medianoche sintiéndome así y me traté de
calmar, pero la mierda se hizo... peor.
Mentiras. Sabia la razón, pero no la razón de por qué a estas alturas
reaccionaba así al pensarlo y recordarlo.
Taehyung maldijo unas cuantas veces hasta que por fin logró sentarse
en el suelo. Sus piernas quedaron estiradas y abiertas a cada lado y sus
brazos apoyándose hacia atrás. La cabeza la dejó gacha y seguía
negando una y otra vez con fuerza, apretando los ojos en el acto. El
pecho por un segundo se le hizo menos pesado y los revoltijos de
estómago dejaron de ser tantos cuando comenzó a tratar de respirar más
lento, no obstante; era la misma mierda, porque todavía sentía cómo
lloraba raramente y las veces que Taehyung lloraba era por estar
infinitamente molesto. Aunque en aquel momento no tenía nada de
molestia o frustración o algún sentimiento que debería considerarse malo
o violento por la persona que era. No, él solo estaba preocupado por
algo.
—Ah... uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez... —
comenzó a contar de nuevo y los putos retortijones como que
empeoraron—. Yideku... sabes que no creo en mierdas cósmicas, ni
brujos o cosas así, ¿verdad? —ella asintió, sobándose los brazos por el
frío—. Pero, ¿alguna vez has sentido como que algo pasará, aunque no
sabes qué es o cuándo? Y no algo bueno, sino malo.23
—¿Y ha ocurrido?
"Abuela, nos vemos más tarde. ¡Te amamos! ¿Nos vas a extrañar
muchísimo?" recordó la mayor. "Obvio si, mis preciosas'', también
recordó. Y cuando ellas fueron al parque, donde se supone solo tardarían
una hora para sacar a los cachorros, no volvieron jamás.15
—Touché.
—Jefe, ¿en qué piensa? —preguntó, viéndolo de una manera que sabía
estaba perdido en sus pensamientos—. ¿Es algo específico lo que le
hizo ponerse así?
—Aja y... —su niñito comenzó a delinear el tatuaje con la yema de sus
dedos—. ¿Y por qué se lo tatuaron?
—Jefe... —mencionó Yideku, que ahora lo veía más tranquilo y con una
sonrisa fina en los labios—. ¿Mejor?
—Los que saben que está vivo son Kang Jitaek, Koyumi Kitaro, Mark Yul
Choi. Dos guardaespaldas del señor Mark llamados Derek y Andrew, que
nada tienen que ver con usted —expresó la mujer, haciendo memoria de
todo lo que sabía hasta el momento—. Hm..., Lee, que fue uno de los
que Mark le mandó la otra vez y tampoco importa mucho. De los que
trabajan aquí; Min Yoongi, Park Hyunsik, Park Seojoon, Bae Joohyun,
Kang Seulgi y yo, Zo Yideku. De los que trabajan para usted más no
residen aquí, Kim Namjoon, y de los que saben, pero no trabajan para
usted; los hermanos Park; Bogum y Jimin.3
—Que creen que usted lo mató; Kim Jennie, que es policía encubierto y
está metida en Kyong ayudando a Byun Baekhyun, que también es
policía y ahorita se está recuperando de un disparo en el otro edificio de
Shin Taogum. Además, Bang Sihyuk, por tener parentesco político con
Byun por parte de Bang Chanyeol, seguro debe saber. Ellos son cero a la
izquierda justo ahora, pero saben —procedió Yideku a enumerar—.
Fuera de esa gente, los que creen que otro lo mató; Shin Taogum, el
testaferro del papá del niñito, la familia Jeon; Saeji, Jihyo y Jaeban y
todos los altos mandos de la organización de Kyong, jefe.1
—Señor...
—Señor... ¿por qué abrió una cuenta aparte y no le dijo a Namjoon para
meter los fondos en la de él y manejarlos de igual forma? —quería
saberlo, más por precaución que por otra cosa.
"¡Tócalo y dame una razón para vaciarte toda esta mierda en el cráneo,
hyung!''
—No, más nada, Yideku —Kim tomó una fuerte aspiración y procedió a
levantarse del lugar que ocupaba su cuerpo en el suelo. La sensación
seguía, pero eran casi las tres y media de la madrugada y debía ir a
dormir de una vez—. Supongo que... uno contra varios es arriesgado,
mas no imposible, ¿verdad?1
—¿Qué?
El sicario sonrió y se pasó las manos por la cara, su cabello lo echó hacia
atrás y pudo jurar que la cara de Yideku fue una completa mueca de
impresión y desagrado.
—¡Jefe!
Se volteó y miró a Yideku con las cejas alzadas esperando qué tenía
para decir.
3
[...]1
Pero algo sí supo desde aquella noche que hablaron; a Tae le tuvo que
haber pasado una mierda muy fuerte para llegar a estar donde estaba.
Tenía que ver con Namjoon, tenía que ver con ese tatuaje, tenía que ver
con el tal "Seokjin" y sobretodo con el papá de Taehyung. ¿Seokjin era el
padre de Taehyung? Quería saberlo, pero, aunque de verdad tuviera
valor para preguntarlo, el otro no iba a responder una mierda.1
"Desde que te conocí supe que estaba dividido en dos partes" recordó su
voz en su oído diciéndole eso y lo peor era que le creía porque así
estaba sintiéndose Jungkook justo ahora; dividido. Una parte odiando a
Taehyung y otra parte sintiendo un apego que le revolvía las entrañas.1
Detestaba eso.
Y esa luz tuvo explicación tan pronto como escuchó la puerta abrirse con
cuidado y luego ser cerrada con seguro. Cerró los ojos con suma
delicadeza y reguló la respiración; Taehyung había entrado al cuarto.
Lo primero que sintió fue el olor a cigarrillos inundar la habitación. No era
que odiara el olor a cigarrillos, pero prefería no tenerlo encima y por el
contrario que oliera a la colonia que a veces podía distinguir cuando no
tenía la nariz tapada de tanto llorar o de algún puto golpe. Jungkook se
mantuvo respirando lento y oyó cuando él se sentó de golpe en el
mueble y comenzó quitarse la ropa. Por un segundo abrió los ojos de par
en par, aunque al escuchar como Taehyung se acercaba volvió a
cerrarlos de la misma manera. Un par de ruidos se escucharon en el
clóset que había frente a la cama y la curiosidad del rehén pudo más que
él así que abrió ligeramente el ojo derecho para ver que hacía.
Él era alto, con seguridad pasaba el metro ochenta. Tenía los hombros y
la espalda ancha, la cintura se le marcaba levemente y sus brazos, que
tenían venas desde los antebrazos hasta el dorso de las manos, estaban
formados al igual que sus piernas largas. No tenía los músculos de un
fisicoculturista, pero bien sabia Jungkook que cuando ejercía fuerza se le
marcaban todos los brazos. Su cabello era negro y ya estaba tan largo
que cuando lo soltaba apenas le rozaba las clavículas.19
—Sht.
—No quier-
—Bueno, asfíxiate.11
Kim entreabrió las piernas del niño con sus rodillas y se posó entre ellas,
alzando su cuerpo con la otra mano para entonces sostener el peso
propio. Jungkook solo llevaba puesta otra de las grandes camisas negras
de Taehyung, que le llegaban hasta taparle poco más del principio de los
muslos. La otra mano del asesino se posó por dentro de dicha prenda,
recorriéndole suavemente con la yema de sus dedos el abdomen.
—N-no vayas... n-no vayas a- uh... —el chico se calló por completo
cuando la mano se deslizó con suavidad hasta tocar sus pezones
maltratados. Todavía había piel que estaba perdiendo en los alrededores
de la zona, pero no ardía ni dolía tan extremadamente—. Aún teng-
Taehyung soltó el agarre con brusquedad y se arrodilló en la cama,
teniendo las piernas de Jungkook abiertas y estiradas a cada lado de las
suyas. Le alzó la camisa con brusquedad hasta el cuello, exhibiendo todo
su abdomen maltrecho.
Las primeras dos costillas se notaban más que el resto, la enorme "T" en
su pecho tenía las costras cayéndose y la piel rosácea alrededor. Los
cortes de sus clavículas ya portaban la dermis menos hinchada y las
vendas que cubrían los puntos ya no estaban. Sin embargo, el cuerpo de
Jungkook seguía increíblemente débil, así que solo echó su cuerpo atrás
y sonrió ladinamente viendo el pecho del niñito subir y bajar con
nerviosismo.
—No he dicho que las cierres —regañó el mayor viéndolo a los ojos. La
quijada de Kook estaba hacia abajo y observaba las acciones del otro.
Éste tomo su mano y la dirigió hasta su muslo contrario y de golpe volvió
a abrir sus piernas—. Déjalas abiertas, pequeño Jeon.
Taehyung calló para proseguir con las caricias en el muslo del chiquillo,
de manera que arrastraba su lengua y dejaba chupetones de arriba a
abajo junto a mordeduras que Kook sentía que le recorrían todas las
esquinas de su cuerpo. Los besos se tornaron más profundos, sonoros y
desesperados cuando Taehyung le agarró sus dos piernas y las llevó
encima de sus hombros dejando que los talones del menor dieran con la
parte baja de sus omóplatos y las manos las posó en sus caderas con
firmeza para mantenerlo en el lugar.2
—Uno aquí... —bramó con bajeza Kim, succionando la piel que tenía un
mínimo lunar en el muslo izquierdo del niñito—. Otro más aquí... —con
dedicación pasó la lengua hasta uno que yacía más abajo y arrastró los
dientes dejando una marca seguramente rosa, pero que no era posible
ver—. Hm, aquí no...1
—Alza los brazos —Demandó Kim, abriendo más sus piernas que aún
yacían alrededor de su cuello. Jungkook, aunque estuvo reacio al
principio, terminó subiendo los brazos con ligereza. Taehyung bajó las
piernas del niñito y tomó con rapidez el borde de la camisa hasta
levantarla y sacarla, dejándola tirada en el suelo. Volvió a poner las
piernas de Jungkook en los hombros propios y se arrimó hacia adelante,
con las rodillas ligeramente abiertas y casi rozando su entrepierna con la
entrada de Jungkook cubierta solo por la ropa interior. Sin esperar otra
cosa, se inclinó hacia adelante y llevó la mano derecha a un lado de su
cabeza para apoyarse y la otra sacó dos dedos y los puso sobre los
labios de Kook—. Abre la boca y chúpalos.4
Otro dedo fue empujado y por reflejo el chiquillo entreabrió las piernas de
modo que casi las echa a cada lado de la espalda de Taehyung. Sin
embargo, fue imposible justo cuando Kim se echó justo hacia adelante y
comenzó a mover los dedos en forme de tijeras, sacándolos lento y
metiéndolos profundamente hasta la base. Tan solo con ese vago
movimiento Jungkook posó las manos hasta apretar uno de los brazos
contrarios y enterrar las uñas ahí, el otro estaba envolviendo la sábana
en un puño mientras sentía su entrepierna despertar con cada uno de los
toques.
Kim sacó su índice y metió el dedo anular para tocarlo con mayor
facilidad. El chico meneaba ligeramente las caderas hacia arriba cada
que Taehyung giraba los dedos, los sacaba, los volvía a introducir rápido
hasta el fondo y seguía girándolos en círculos arriba, sintiendo la total
estrechez y lo caliente de las paredes exquisitas dentro de Kook
presionarlo. Volvió a mover la lengua dentro de su boca de manera
voraz, buscando producir más saliva. Cuando lo consiguió, volvió a
escupir de la misma forma en el espacio entre los testículos y su
entradita estrecha que a duras penas se amoldaba a sus largos dedos.
—Ah... a-ah, ah —el chico abrió los ojos de par en par cuando el pulgar
de Taehyung comenzó a acariciar la piel sensible de sus testículos, a la
vez que dos dedos de la misma mano lo penetraban con rudeza
adentrando la saliva que anteriormente había esparcido—. T-Taehyung...
voy a- ah...
—Bésame.
Hijito de puta.
El sicario no soportó escucharlo así, por esa misma razón abandonó por
un segundo su miembro y se bajó el pantalón, liberando su propia
erección. Jungkook empezó a temblar de un segundo a otro, pero se
calmó cuando el miembro de Taehyung se unió al suyo y su gran mano
izquierda comenzó a masturbar a ambos a la vez.7
—¡A-AGH! —el dolor de sentir los dientes sacar poca sangre en esa
zona hizo que el chiquillo llorara suave cuando se quejó por la
brusquedad del mordisco—. N-no más... Taehyung, p-por favor...
Lo besó por última vez por sobre las cicatrices y finalmente el niñito cayó
rendido. Él, por el contrario, retomó los mismos pensamientos que lo
hicieron despertarse después de haber tenido una pesadilla terrible y que
no le contó a Yideku.
''Eres el peor de todos, pero aún así no llegarías jamás a ser peor que
yo... V. No importa lo mucho que lo intentes, tú jamás me podrás eliminar
de tu cabeza.''3
45
XXX: A reason, my reason.
.17
Lo último que sintió antes de volver a quedar dormido, fueron las manos
de su verdugo en la cabeza y un beso en la sien.10
[...]1
Yideku se señaló a sí misma y alzó una ceja cuando vio a Taehyung con
las manos en las caderas y abriendo los ojos de par en par.3
—O lo pierdo a él.
—N-no quiero, no me gusta —se quejó en voz suave, viéndolo otra vez—
. Hazlo tú, ella no.12
—Ella es la que sabe quitarlos bien —afirmó—. Así que levántate, tengo
que lavarte la cara antes.
—Me vale, no me importa —atacó, aún con los brazos arriba—. Ahora
llévame.4
El sicario solo río entre dientes y puso los brazos de su niñito alrededor
de su cuello, lo tomó de la cintura y le alzó para dirigirlo al baño, mientras
este enredaba las piernas por su cadera. Jungkook fue depositado
tiempo después sobre la madera oscura y aún tenía a Taehyung entre
los muslos, agarrándole la espalda baja con sus dos manos. El menor
estaba mirando la pared, pero sabía que tenía la vista de Kim fija en sus
ojos que lo ignoraban.1
—¿Qué mierda me ves? —curioseó al rato.16
El paño húmedo fue volteado y con la misma dedicación quitó todos los
restos del jabón, dejándole la cara totalmente limpia y las mejillas
sonrosadas.
—Abre la boca —pidió al niño. Kook hizo sin ningún titubeo aquello y
Taehyung tomó con un dedo la pasta blanca y la introdujo en su boca—.
Muévela, no la tragues.8
El rehén enredó las piernas alrededor de las caderas de Kim y pasó los
brazos por su cuello, siendo depositado unos segundos después en el
borde de la cama, del lado donde Yideku estaba. No obstante, quedó en
medio de las piernas abiertas de Taehyung, mientras este le pasó las
manos por la cintura. La señora movió unas cosas en el maletín y sacó
una pinza y un algodón.4
—Vas a dejar la cara relajada y deja que los saque —indicó Zo. Puso el
algodón cerca del rostro, pero tan pronto como iba a presionarlo, el niñito
soltó un estornudo. Ella alejó el material de curación—. ¿Te da alergia?5
Sin decir otra cosa, el sicario adosó sus labios a la primera, Jungkook
arqueó la espalda al sentir los belfos impropios en la zona afectada. Kim
prosiguió con la segunda, y mantenía las manos fijas en su cintura dando
caricias que le provocaban un escalofrío a Jungkook cuando se posaron
en su delgado abdomen. A medida que bajaba por la tercera, el niñito
escuchó como Taehyung pronunciaba un ''mío'' firme tras cada impacto
de sus labios en la magullada piel. Terminó por echarse hacia adelante
cuando se encorvó a besar la de su espalda baja. Fue colocado otra vez
a la misma posición y su camisa quedó bajada. Sin embargo, el mayor
tomó con posesión su cintura, rodeándole con un brazo y con la otra
tomó su cuello firmemente.9
De inmediato, adosó sus labios de una sola vez con los de Jungkook,
que tardó solo un par de milisegundos en corresponderlo de la misma
manera. Entreabrió la boca suavemente en el momento en que Kim
atrapó en un suspiró su belfo inferior y lo delineó con la punta de su
lengua, posteriormente arremetiendo contra la cavidad de Jungkook
hasta que tuvo que girar su rostro para que sus narices no chocaran por
la cercanía. Voraz, en un propio sentido, podría llamársele. El menor se
separó unos segundos por el aire que le faltaba y quedó viéndolo a los
ojos por unos instantes hasta que solo volvió a cerrarlos y fundirse con
los impropios.
—Tae...
Tan pronto como Jimin llamó la atención del asesino, Namjoon pudo
notar la enorme posesividad con la que envolvió el cuerpo de Jungkook
—muchísimo más hecho mierda y delgado que la última vez que lo vio—,
cubriéndolo con el propio tanto con los brazos, piernas y el pecho,
mirándolos a los tres de hito en hito con un semblante tétrico, enfurecido
casi.
—¿Qué maldita puta mierda hacen ustedes tres aquí, ah? —preguntó
Taehyung—. ¿Qué coño quieren?30
Jungkook lo pensó por unos segundos, pero quería ver algo. Así que
sacó ligeramente la mano y la movió de lado a lado hacia el hermano
mayor, para saludarlo.
—Hola, Jun.30
—Hice una maldita pregunta, Jimin, así que quiero una maldita respuesta
ya mismo —relajó la voz, sobre todo al sentir el espasmo que dio
Jungkook cuando gritó de golpe—. ¿Qué coño hacen ustedes tres en mi
puta casa sin que yo los haya llamado?5
Ninguno dijo otra cosa más, y Nam, del bolsillo trasero de su pantalón,
sacó un sobre blanco que solo tenía tres finísimas arrugas y lo extendió
hacia el menor, poniendo la vista en sus ojos y sabiendo que tenía
encima la de Jungkook.
—¿Qué carajo es eso? —la pistola la llevó a un lado y tomó el sobre que
ya estaba abierto y adentro traía un papel.
Taehyung abrió sobre el regazo del niño el dicho sobre y Kook llevó la
vista hacia abajo para ver qué decía.
El recluso Kim Tae Hyung, nacido el 21 de marzo del año 1955, teniendo
actualmente 58 años de edad, ha sido evaluado por el Departamento de
Salud Mental y Psiquiatría de la Penitenciaria Nacional de Seúl, con
motivo a reducir su estadía en prisión con términos de libertad
provisional, bajo fianza (jurídica y real), por excelente comportamiento y
cumplimiento de labores como recluso.41
Kim Tae Hyung ingresó a la cárcel el 9 de agosto del año 1996 tras ser
encontrado responsable de sus crímenes y admitir su culpabilidad por los
mismos. Debido a esto, se le condenó a permanecer 38 años y 8 meses
bajo prisión, de los cuales lleva cumpliendo correctamente 17 años y 2
meses exactos.7
—¿Por qué, hyung? —Taehyungie le pasó otro paño húmedo para que
se quitara esa cosa blanca de entre las piernas que parecía pegajosa—.
¿Por qué no le puedo decir que él te tenía contra la puerta gritando?12
—¡TAEHYUNGIE!
Seokjin tenía los ojos cristalizados así que solo tragó en seco y asintió,
recordando que a Taehyung no le gustaba que le dijeran así.
—¿Qué?
—Taehyungie...
Sin más, Taehyungie se fue a su cuarto a buscar aquella caja con lápices
y hojas de papel.
—V...
—E-ella tiene unos amigos que s-son policías... —comenzó a relatar con
ligero nerviosismo—. Uno de ellos t-también está en la de hombres, así
que le comentó eso. Yo tengo el papel porque ella pidió eso por escrito
para mí y el tipo se lo dio.
—J-jefe, c-calm-
—Y más te vale que siga siendo así, hermano —le dijo de frente,
asintiendo lento—. Sabes que de lo contrario no respondo una maldita
mierda.
—¿Victimas de...?
Yideku asintió ante aquello y entonces dobló el papel entre sus manos,
dejándolo solo en la mesa de al lado. Jeon la observó por un segundo, su
rostro estando tranquilo, hasta que giró su cabeza para ver a Taehyung
abriendo la ventana y sacando una caja de cigarros del bolsillo trasero de
la izquierda en su pantalón rasgado y un encendedor del delantero. El
humo fue expulsado de su boca justo después que la nicotina recibió la
llama, estaba en ese sitio específico porque la brisa era fría y se llevaba
el olor del cigarro rápido.
—La verdad, justo ahora tengo la mente en otro año que no es este,
Namjoon —susurró, terminando de dar una calada—. Y sinceramente tu
no harás nada, no quiero que te involucres.
—Pues no, no lo digo porque pueda hacerte daño a ti. Tienes veintinueve
años, Namjoon. Eres un hombre hecho y derecho, no tengo porqué
andar cuidándote el culo a estas alturas a menos que de verdad lo
necesites —las palabras de Taehyung eran casi un regaño—. Lo digo
porque casi toda mi vida he querido hacer esto, no quiero que nadie le
ponga un maldito dedo encima a ese cabrón a menos que sea para
matarlo hasta volverlo mierda. Adivina quién lo matará.
—Jefe, no puede hacer eso aún —advirtió Yideku—. Recuerde que por
tres mes-
Jungkook detalló la manera en que ese tipo, que jamás había visto,
estaba casi que preocupado cuando veía a Taehyung. Tenía un ligero tic
ansioso en las piernas y su mirada no dejaba de escanear cada uno de
los movimientos del asesino al punto en que lo recorría de arriba a abajo
en una forma que no le agradó, pues incluso parecía que en cualquier
momento iba a levantarse del puto asiento y abrazarlo o una mierda así
que lo hizo hacer una mueca de disgusto.10
El sicario caminó hasta el borde de la cama con suma lentitud, sus ojos
en ningún momento abandonaron los de Jungkook ni para parpadear. Se
sentó a su lado y después de aclararse la garganta soltó una sonrisa
claramente hipócrita.
—Jungkookie... —un mechón del menor fue estrujado entre los largos
dedos del asesino—. El otro Taehyung, después de mí, es la peor
persona que existe en la puta faz de la tierra —le dijo tan calmado como
quien susurra un secreto—. Y lo peor, es que es mi padre.22
—¿Porque qué? —la sola mención de eso, provocó que el menor de los
hermanos apretara sus puños con fuerza.
Namjoon tan solo asintió, no tenía miedo de eso. Tan pronto como
asintió, Taehyung le soltó y se quitó de encima de él con brusquedad,
quedando a un lado suyo mientras el más alto miraba el techo.
Kim se limitó a sacar una sonrisa burlona. Una de las mejillas de Kook
fue acariciada por sus dedos y se mantuvo viendo sus ojos por un largo
tiempo, uno donde solo se perdió en ellos sin siquiera parpadear, apenas
moviendo las pupilas a la vez que Jungkook lo hacía también. El roce
continuaba, hasta que el menor cubrió con su mano abierta la muñeca de
Kim.
Solo bastó el desacuerdo con Namjoon y ver los ojos de su niñito para
que Taehyung procediera a desahogarse como jamás había hecho.7
—Yideku... —la mano de Kim seguía en la mejilla del menor y sus ojos,
tras llamar a la mujer, se encontraron con los de ella—. Toma las llaves
que están en el segundo cajón de aquel estante —señaló con un dedo a
la derecha—. Baja a mi departamento y abre la puerta del primer cuarto,
la contraseña es 8697. Saca la maleta negra que está debajo de la cama
y por favor tráela. No muevas absolutamente nada de su sitio.10
La mujer tan solo asintió, viéndolo de frente. Tomó la llave de dicho salón
y salió de inmediato en busca de lo que pidió su jefe.
—No, pequeño Jeon —negó Kim, aunque después sacó una sonrisa y
acercó sus labios a la unión de la oreja y el cuello impropio—. ¿Por qué,
hm? ¿No quieres que me vaya?1
—Iba en busca de Jimin, pero estaba con él. Así que fui a su casa y los
traje conmigo para entregarte ese escrito —contestó por fin Namjoon—.
No sabía qué coño serías capaz de hacer, no lo sé, a lo mejor salías
corriendo por la puerta, a lo mejor entrabas en cólera, a lo mej-
—¿Tenias miedo de mí? —ese tono fue todo lo que Namjoon necesitó
para cerrar la boca.7
—Vine con ellos solo en dado caso que pasara algo. A veces eres un
maldito impulsivo de mierda y lo sabes —se quejó, utilizando el mismo
tono de Taehyung al ser altanero—. Sabes que yo a ti no te temo, V.
—Cierra esa puta jeta, Bogum. Demasiado hago con dejarte estar aquí
desde lo que pasó la otra vez.
Bogum solo calló. Y es que desde la última vez que habló con Taehyung,
solo le dijo que se fuera de su casa y que dejara de joderle la puta
existencia, que ya no lo necesitaba ni quería una mierda, que le valía
verga lo que le pasara y que le iba a rajar el puto cuello con solo
mencionar a "su pequeño Jeon" mismo que estaba viendo por la ventana
mientras sus dedos estaban repiqueteando con suma lentitud en los
hombros del sicario.3
Libros; un montón de libros que parecían bastante viejos, pues las tapas
eran de un cartón grueso, de colores opacos y sus hojas tenían un color
beige o amarillo. Había libretas de color negro, blocks que parecían de
dibujo, una caja con un pedazo de una piedra que parecía un carbón,
una caja con unos papeles pequeños tipo carnet y algunos sobres. Todos
los implementos estaban con una apariencia cuidada e impecable a
pesar de tener varios años de uso aparente.3
Y esta vez, no era por Jungkook esa sensación. Era por Kim Taehyung.5
Kim tomó de la maleta cuatro libros, dos los agarró con una mano, uno lo
tiró a Namjoon que por reflejo lo atajó de una vez entre sus dígitos y el
último lo extendió hacia atrás. Jungkook pensó que era para Yideku, no
obstante, Taehyung medio giró el rostro, lo vio de reojo y ahí fue cuando
el niñito tomó el objeto entre las suyas.
Ninguno abrió un libro, solo lo dejaron entre sus piernas y prestaron
atención a cuando Taehyung metió los otros dos y quedó viendo la
maleta sin hacer contacto visual con nadie.
—Antes de decir algo sobre esos libros, quiero hablar del año 1996 —
empezó a relatar—. Ese año cumpliría diez y Seokjin hyung dieciséis.
Los dos somos de diciembre, o bueno... —se cortó por un segundo,
rodando los ojos como si hubiese dicho una tontería—... soy yo y era él.
Jungkook quedó viendo por unos instantes a sus piernas cubiertas por la
sabana y asimiló que, de hecho, Seokjin a todas estás era el hermano
mayor de Tae.
—El día veintiocho de octubre de 1996, cuando tenía nueve años, salí de
la escuela después de haber tenido una pelea. Era la segunda escuela a
la que asistía ese año debido a que tener problemas de conducta hizo
que me expulsaran de la primera —prosiguió con el mensaje—. Peleé
con un niño que no me quería prestar el color rojo y le caí a golpes hasta
partirle la nariz y la boca. Yo sabía que iban a llamar a mamá para que
fuera a la escuela y una vez más tenía que sentarme frente a la puta
directora, al lado de mi mamá y escuchar a esa vieja decir ''Señora, su
hijo necesita ir a un psicólogo'' y Yenjin preocupada porque no tenía para
pagarme el dichoso psicólogo este y la escuela era de gobierno; esa
mierda no tenía buenos psicólogos —negó, con la vista aún en la
maleta.12
—Seokj-
—Más o menos como a las dos horas, escuché unas sirenas y vi algunas
luces. No entendía qué pasaba así que salí a la... —''mierda, ¿dónde
está hyung?'' rememoró claramente al pronunciar aquello. Y se cortó por
un segundo—. S-salí a la sala, recuerdo que cuando abrí la puerta de mi
cuarto, lo primero que vi fue un par de alfombras arrugadas y uno que
otro vidrio en el suelo. Pasé por todo el pasillo y a medida que iba
caminando, veía más cosas regadas por el suelo. Hasta que... llegué a la
sala.
Todo era color vinotinto, todo olía a hierro, todo era un caos. Yenjin tenía
las vísceras afuera, los matices de rojo y rosa iban y venían en todas sus
presentaciones. Parecía un maniquí, un maniquí catastrófico cuya carne
era real y terminó siendo desgarrada. El cuerpo de Seokjin estaba en
peor estado, puesto a que incluso no había partes completas, sino
repartidas a pocos metros. Ambos fueron abusados, luego molidos a
golpes y finalmente torturados hasta morir desangrados como en un
matadero. La brutalidad del acto dejaba un mal sabor de boca.
—El llanto recuerdo que era horrible, porque me tiré al suelo mientras
veía el cuerpo de mi mamá desmembrado y el de Jin hyung en peores
condiciones —la mano de Jungkook seguía fija con la suya y el niñito,
aunque no era visto, tenía la vista comenzando a cristalizarse—. Me
puse a llorar tan fuerte que recuerdo que el pecho se me trancó y sentí
que algo me atravesaba la garganta y no me dejaba respirar. Recuerdo
que... por un momento, pensé que iba a asfixiarme entre tantos gritos,
mocos y lágrimas.7
De no ser porque sintió una gota de sus propios ojos caer sobre el dorso
de su mano, Jungkook nunca se hubiese dado cuenta de que estaba
llorando.3
Ahí fue que comenzó la delgada línea que lo separaba, línea entre V y
Taehyung; la razón con la que nació, y la razón que se creó.
De todos los presentes ahí, solamente uno era el que estaba sintiendo
desde el fondo de su alma un dolor inexplicable, como si todo lo que se
supone debería sentir quien lo vivió, estuviera naciendo en él; ese era
Jungkook.15
Porque para él, su pequeño Jeon estaba sobrepasando todos y casa uno
de los bloques de concreto que él mismo se forjó. Y lo jodía.
—¿Y tú...? —Jungkook de por si estaba con los ojos aguados y la nariz
de un tono rojo. No obstante, eso no impidió que, con suma delicadeza y
algo de nerviosismo, arrastrara el pulgar por el borde de la camisa de
Taehyung—. ¿T-tu otro hermano?
—Es por esa razón que Namjoon y yo tenemos este cuervo en el brazo
—Kook tragó duro como por décima vez en la tarde y rozó la yema de
sus dedos con el tatuaje. De igual forma, Taehyung no lo veía, sino que
volvió a mirar la maleta mientras el secuestrado hacía lo suyo—.
Después de ahí, todo cambio. Yo me fui a vivir con mi tía, un día el
padrastro de Namjoon descubrió por mi culpa que su padre no era él,
sino el mío. Yeongjin cayó en la cárcel, Namjoon se fue con otra tía —
decía sin importancia, como si ya pasó y listo—. Yo me quedé de nuevo
en la casa vieja, por dos años. Viví totalmente solo en ese momento. Al
principio fue raro, porque por alguna razón me esperaba que mi mamá
tocara la puerta de mi cuarto para decirme ''Estás muy sudado, vamos a
bañarte'' pero eso no pasó. Así que, al contrario de eso, recibí de mí
mismo un; ''Eres un niño que está solo y ya no tienes a nadie que te
cuide. Debes aprender a cuidarte o sino nadie más lo hará''. Entonces
analicé lo que haría y llegué a la conclusión de que me independicé no al
ser un hombre. Me independicé desde niño, porque aunque mamá me
había acostumbrado a ella, jamás me hizo falta porque siempre supe
salir adelante solo. De ahí caí en manos de Koyumi, pasé a Mark, me
conoció Kang, los tres decidieron que me querían de jefe en un
departamento de su organización, me la dieron, me hice
descomunalmente rico a fuerza de mierda ilegal que me gusta hacer y el
resto es historia.
—El primer libro que leí por mi cuenta y que no tenía nada que ver con la
escuela, fue uno de una pequeña biblioteca que quedaba cerca de donde
vivía solo. El tema era de historia antigua, específicamente hablaba del
año 1486 y de los asesinos de aquella época a los que les
llamaban verdugos —la sola mención de aquello, le hizo cierta gracia—.
Los verdugos eran quienes mataban bajo órdenes de gente más
poderosa. Se tapaban con una máscara y practicaban torturas que... —
pensó un segundo, tratando de explicar con una sola
palabra ''sangrienta'' ''dolorosa'' y ''extrema''—. Bueno, torturas de la
inquisición. Se llamaba ''El Calvario de un Verdugo'' es este de aquí —
señaló en alto—. Es por esa razón que me apodan ''V el Verdugo'' no
saben qué significa la ''V'' en realidad, pero pensaron que era por eso.
Me siguen llamando así, la cosa es que el poder ahora lo tengo yo
también.21
Maldito Taehyung.
—Se supone que, un niño a los catorce años debería estar... no sé, quizá
haciendo estupideces por ahí, jugando futbol con sus amigos, teniendo
su primer amor, haciendo berrinches típicos de la jodida pubertad, ¿qué
mierda se yo? —sus manos hacían ademanes cada vez que hablaba
para expresar aquello—. Bueno eso es lo que, se supone, los niños de
catorce años en general hacen. Pero yo, Kim Taehyung, no estaba
haciendo eso. Yo me encontraba acostado en el suelo sucio de una casa
vieja, una casa donde había nacido y me había criado hasta ahora, una
casa que tenía el recuerdo que marcó un antes y después en mi. Con las
piernas cruzadas una encima de la otra y ese libro encima. Me leí unas
setecientas páginas en una sola noche, más de la mitad con imágenes
de cosas que yo no debería ver, pero vi.
—Señor Koyumi, esto es mejor que una puta Beretta, mejor que una
Glock y hace más daño que una Kalashnikov —contestó el menor con
una sonrisa, observando todo—. Son armas antiguas que usaba el clero,
más o menos en el siglo XVI o medioevo, para torturar a los herejes y
demás gente que consideraban nocivos para la sociedad. Son de la
santa inquisición europea.9
—Pues... tendré que buscar la manera de dejar un cuerpo así con otras
cosas, ¿no?
—Si, señor.
V de Victoria.
—Siempre quise quitar su rostro con algo y finalmente pude hasta hace
unos meses atrás —sinceró de golpe—. Tu lo hiciste, es tu culpa.22
Era lo único que quería tener, poseer, tocar, besar, follar, maltratar,
cuidar y atormentar por siempre. De algo estaba claro; quien mata por sí
mismo y también es capaz de matar por alguien sin sentir ningún
remordimiento y solo pura sádica satisfacción, es capaz de lograr hasta
las cosas más increíbles y cometer los más viles pecados con tal de
salirse con la suya. Así era Taehyung, y siempre lo sería.1
Le hizo una seña a Yideku para que le otorgara de nuevo el papel y esta
lo hizo. Kim volvió a leer todo lo que decía dos veces. Por último, casi
que grabándose esa nota por completo, con una furia irreparable
comenzó a rasgar el papel una y otra vez, volviéndolo trizas y
desparramándolo en el suelo, al tiempo que miró de frente a Nam con el
mismo rostro sombrío.
—Si gracias a las cosas que hizo mi padre yo soy así, no puede venir
una persona con estudios universitarios básicos a decirme que él está
sano, a decirme que se arrepiente y que es alguien nuevo —expresó,
poseyendo la razón total—. Quizá esa persona se mató cuatro, seis o
siete años leyéndose libro tras libro de psicología y moral para poder
llegar a esa conclusión, pero no es verdad. Yo lo sé, sin necesidad de
haber pasado por un pupitre, entiendo miles de cosas que aquellos no
entienden. Lo conocieron en una prisión, yo lo conocí desde mucho
antes.
—Jefe...
—La moral del ser humano es compleja y doble —un dedo índice es
alzado y Zo se calló para dejarlo hablar—. Algunos defienden estar en
contra de miles de cosas, pero las hacen, o cometen actos más viles;
que creen son distintos, solo por su perspectiva. Otros dicen que no
harían cosas malas, pero internamente quieren, mas la osadía no es lo
suyo y por ende no se atreven. Las personas mienten, temen, cambian,
evolucionan, odian, aman, lloran, ríen, fracasan, se levantan, vuelven a
fracasar y vuelven a levantarse una y otra vez, así es la mente del ser
humano por naturaleza —expresó con una sinceridad y tenacidad
increíble. Cruzó una pierna sobre la otra y se estiró hacia atrás, dejando
los brazos a los costados de las piernas de Jungkook y la cabeza cayó
entre su abdomen—. Pero eso ocurre nada más cuando los
pensamientos dentro del subconsciente de dichas personas, son simples
banalidades. No personas que llegaron a provocar cosas como las que él
provocó. No personas como yo, ni como ninguno de nosotros seis aquí
presentes. Dentro de esta habitación, todos nosotros hemos sido
víctimas de alguno de los que está aquí, o bien lo seremos —Kim
recorrió la vista por cada uno—. Y apuesto a que, si pasa el tiempo,
ninguno cambiará para bien, así que él tampoco lo hizo.3
—Podría, pero para esa fecha tengo un asunto pendiente —uno con el
que viene lidiando de meses y piensa que ya todo acabó cuando solo
comienza—. Además, ese maldito malnacido no va a durar mucho
tiempo después que salga. Tan pronto como la maldita ley le quite la
vigilancia post-salida, le voy a profanar la maldita existencia. Porque
decir matar no es suficiente para toda la puta mierda que le pienso
hacer.28
—¡Maldición, no! —un fuerte golpe que resonó en todo el cuarto fue
dando a la maleta y Taehyung después se puso de pie comenzando a
caminar hacia Namjoon, hasta que quedó cerca—. La cárcel no saca
mejores personas, Namjoon. Internamente cuando alguien es malo,
siempre lo será, la cosa es que lo reprime porque sabe que puede ser
castigado. Solo aquellos verdaderamente valientes pueden ser capaces
de mostrarse tal cual son, pero en realidad nadie cambia. ¡Pareces un
malnacido retrasado de mierda, Kim Namjoon! ¡¿Qué carajo tienes
metido en la maldita cabeza?!20
—Piensa bien qué harás —culminó por decir—. No tomes una decisión al
azar solo porque sí.
—Yo nunca tomo decisiones al azar, Namjoon —se defendió su
hermano—. A veces pienso que no me conoces como dices, ¿sabes?
Jun solo se alzó de hombros y lo miró desde abajo. El menor tenía las
manos en la cadera y lo veía de frente con un semblante que sí que
desconocía; como si estuviese reclamándole por algo, más no sabía
qué.2
—Quiero que pagues lo que sea necesario para sacarlo libre de esa
mierda, como si fuera un maldito ángel que jamás en su maldita vida
vendió armas, se metió droga y le desgració la vida a toda una puta
familia —apuntó con un dedo al suelo mientras las palabras salían de su
boca con brusquedad y asco—. Si tienes que hacer papeleo legal, busca
ayuda con Mark y hazlo. Si tiene que presentarse un juicio y están las de
perder a pesar del pago... no sé, chantajea al juez, todos tienen un
maldito precio. Dale lo que quiera, ¿dinero? dale dinero, ¿joyas? dale
joyas, ¿una mansión de diez malditos pisos con servicio incluido? Dale
esa mierda, pero sácalo intacto de ahí —ordenó de frente a Jun, que
asentía con cada palabra—. Compra un departamento a las afueras de
aquí, arréglalo y deja que viva ahí por los próximos tres meses. Quiero
verlo a los ojos después de diecisiete malditos años y decirle que al niñito
que siempre le tuvo miedo cuando no era nadie, ahora es un hombre que
lo es todo.28
—Pero sobre todo dile que no importa la cantidad de daño que haya
hecho —pronunció con una sonrisa—. Dile que no importa el pasado,
porque su hijo menor; Kim Tae Hyung, siempre lo va a amar más que a
su propia vida.32
Por último, solo se levantó y caminó sin decir una sola palabra más hasta
la puerta, abriéndola de golpe y haciendo que sonara al impactar con la
pared.
—Tae, ven...15
El asesino, tan pronto como escuchó su voz metió las manos en sus
bolsillos y se giró. Su rostro estaba serio, su semblante el mismo de
siempre. La mano del cautivo delineaba el borde de unos libros y la otra
la tenía alzada a su dirección. El maleante caminó a paso lento hasta el
borde de la cama y se sentó, viendo al techo.
Y cuando la mirada de rencor vívido, con ojos rojos y una que otra
cristalina gota brotó de los fanales de Taehyung, Jungkook entendió
miles de cosas que antes no tenían respuesta.1
—Así que, tu madre fue asesinada por su marido —el rehén se aclaró la
garganta y metió el libro en la maleta—. El nombre que te dice Jun, era
de tu otro hermano... Seokjin —Taehyung asintió con parsimonia, el niño
prosiguió—. Y no te gusta que te digan tu nombre... p-porque así se
llamaba tu padre, Kim Tae Hyung.
Jeon se alejó de un segundo a otro y fijó los ojos en Kim. Por su mente
corrían algunas míseras dudas que quería aclarar del todo, aunque no
era un trabajo fácil de averiguar. Aun así, no titubeó en preguntar.
—Taehyung, quiero saber todo —el muchachito sintió cómo sus dedos
fueron apretados con ligera fuerza después de preguntar aquello—. Q-
quiero saber... más.
—No hay nada que tengas que saber, ni mucho menos razón por la que
preguntes, Jungkook —insistió el mayor—. No es de tu inc-
—Quiero saber qué mierda te pasa por la asquerosa mente que tienes,
V. ¿Qué más podría ser, ah? —su dedo índice izquierdo señaló la frente
del mayor, sin tocarla—. No creas que no me di cuenta de que tú estás
conmigo por otra cosa que no es mi puto cuerpo. Si te gustara tanto
como dices, no me habrías dejado así... tan vuelto mierda.
—¡Dime!
El rehén quiso de verdad matarlo a golpes tan pronto como solo observó
una maldita mueca de burla. Taehyung relamió sus labios viéndolo a
ahorcajadas sobre él, creyéndose muy valiente por hablarle así o
pensando que tenía la razón con palabras que eran simplemente
estúpidas. Aunque le recordaban a las suyas, solo que esas si eran de
verdad.
—No me quieres tener para follarme y ya —sus oraciones tenían una
determinación con la cual Taehyung se iba perdiendo—. Si me quisieras
para eso, no te estuvieses preocupando por mi todo este tiempo, maldito
asesino.1
No ahora, pero iba a partirle esa boquita hasta que llorara y le pidiera que
se detuviera porque dolía.16
—Ah, maldito insolente — Jungkook quería ponerlo mal, pero él era más
astuto—. No fue es-
Taehyung sin pensarlo, soltó una gruesa risa y le tomó de los hombros,
girando rápidamente su cuerpo hasta dejarlo bajo suyo y aprisionarle las
muñecas encima de la cabeza.
El cautivo nada más giró con fuerza el cuello y se mantuvo viéndolo con
la mandíbula tensa, el ceño fruncido y la respiración vagamente agitada.
Los ojos del pequeño, con sinceridad, eran el lugar favorito de Taehyung;
los adoraba increíblemente. La forma, el color, sus parpados, sus
pestañas y la manera en que sus pupilas brillaban cuando había sol.
Unos fanales preciosos, podría decir, bajo todo el infame sentido de
pertenencia, los ojos de Kook eran algo que admiraba mucho. Y esos
mismos ojos en los que se estaba perdiendo, le hizo tomar una
decisión. ¿Qué más daba una historia retorcida para el niño que tenía
tanto tiempo bajo sus garras mortales?2
Sentó a Jungkook en la cama de nuevo, le arropó con una sábana,
arrastró la maleta en el suelo, a un lado de la camilla y él mismo se tiró
hacia atrás, quedando boca arriba y con las manos entrelazadas en el
pecho.1
[...]
Le contó todo, y con decir todo era explícitamente todo. Desde que era
un niño pequeño con pensamientos malignos para su corta edad, hasta
que se convirtió en un hombre cual mismos pensamientos los desarrolló
en verdad. El dueño de aquella infame historia, habló totalmente
calmado, Jungkook solo tenía las piernas flexionadas y la cabeza
enterrada en las rodillas mientras prestaba atención a todas y cada una
de las palabras del asesino.2
Le contó que supo que solo le gustaban las personas de su mismo sexo
cuando tenía dieciséis años y se folló al castaño que hace rato se había
ido. Ese mismo castaño no era criminal, ni nada malo; tenía una
profesión y vivía de esta. Lo único malo, es que al parecer estaba
enamorado de Taehyung, más este solo lo veía como "el instrumento que
puedo usar cuando no tengo ganas de acabarle a alguien a la fuerza
mientras lo mato" dicho tal cual. Él tenía su casa y Kim la suya —el piso
de debajo de ellos en ese instante—, sin embargo convivían la mayoría
del tiempo en el departamento que le dio Mark a Taehyung cuando
empezó a trabajar con él oficialmente. No tuvieron, tenían o tendrían una
relación. El maleante también dijo que muchísimo menos ahora, que
desde hace más de cinco meses, no tenía ojos para otro que no
fuera; "Tu, Jungkook, maldito mocoso insolente de mierda."13
Porque otra cosa eran el tema de "No follo a la misma persona dos
veces". Y era verdad, porque Kim era un maníaco que muchas veces se
saciaba manipulando víctimas inocentes. Las raptaba, las llevaba a un
sitio que Jungkook no recordaba el nombre y hacía desastres con ellas,
para luego matarlas. Más de veinte personas, le dijo; sin cifra exacta. Y
todo era por ver sufrimiento, dolor y ejercer un sadismo asesino grave;
aseguró Kook en su cabeza, porque Taehyung usó el
término "personas" y no "chicos". Eso era una satisfacción que se daba a
sí mismo.
La razón de por qué era quien era, en cierto punto era justificable, pero
solo en el sentido de ''es obvio que sea un puto delincuente, todo a su
alrededor desde que nació era así'', mas no en el punto de justificar las
propias acciones y minimizárselas.3
Kim Taehyung era un maldito hijo de puta que merecía la peor y más
desastrosa muerte; eso era algo que Jungkook tenía fielmente claro.3
—Voilá, amor.13
El menor asintió un tiempo largo, uno de sus brazos estaba por encima
de Taehyung y el otro debajo de la cabeza propia.
—Tae...
—Dime, bebé.10
—Tú lo haces.
No, nada.7
Tal vez podía decir que era cierto que no sentía por su niñito más que
todo una satisfacción propia, que mutua. Pero bajo otro contexto, bajo
una definición de posesividad y dominación; Taehyung lo quería.1
—¿Entonces a qué?
Taehyung le jaló del brazo, dejando ver el ''Kim Taehyung'' que le grabó
al menor con una daga aquella noche.
—Tu y yo, somos como una vela roja —el largo dedo de Taehyung
empezó a delinear la ''K'' del alfabeto romano, siguió con la ''I'' —. La
mecha eres tú, el fuego soy yo y la parafina todo a nuestro alrededor —
Jungkook dejó que continuara con la ''M'' y empezara con la ''T'' —. El
fuego quema la mecha hasta desaparecerla, pero una vez que está ya se
consumió, la parafina termina acabando con el fuego —finalmente
terminó con la ''G''. Los dedos de Jungkook fueron besados uno por uno
justo en la punta, así como las heridas en sus palmas—. Tú te dejas
quemar por mí y eres quien recibe el sufrimiento de una alta temperatura.
No obstante, sin ti, el fuego no tendría nada de vida. Así te necesito.28
El nombrado rió.
—Te odio.6
Kim asintió con una sonrisa y solo le jaló de ambos brazos para
rápidamente adosar sus labios con los propios en un beso que empezó
lento pero segundos después, las manos de Taehyung estaban fijas en
su cadera y las de Kook apretando sus hombros. Sus bocas eran una
sola, más cuando Taehyung comenzó a jalar de sus labios entre los
dientes y tan pronto como Jungkook abría su boca, el sicario adentraba
su lengua hasta el fondo, dejándole indefenso para mover la que portaba.
La sinhueso de Taehyung se enredaba con los mínimos movimientos de
Kook al punto que el menor solo dejó la boca abierta sin moverla,
sintiendo el musculo bucal del sicario rozar el cielo de su boca, la parte
trasera de su lengua y delinear sus labios cuando la saliva empezó a salir
del borde de la boca de Kook tras un jadeo. Mordiéndole los labios,
robando su aliento y humedeciendo su boca.1
Besó un par de veces más esa boquita que adoraba profanar y volver
suya, partiendo los belfos con sus dientes hasta sentir el dulce hierro. Se
separó, quedando con sus manos dándole caricias y por último se giró
hasta la mesa de noche, agarrando rápido el móvil. Ingresó el pin de
bloqueó y tres mensajes aparecieron rápidamente en la pantalla de
notificaciones.
Buenas noches, V.
9:23 p.m.
Mañana a las diez de la noche el jefe Jeon organizó una reunión con un
montón de hombres de Kyong, XeoXong, Dogum y demás en Mapo-gu.
Tiene un asunto importante que tratar y me pidió que llamara a los
peores, ya sabes para qué.
9:25 p.m.14
Le dije que estarías ahí, incluso sin haberte preguntado antes pero sé
que aceptarías. Es un trabajo enorme, muchacho.
9:26 p.m.
Han matado a su hijo menor, Jeon Jungkook, y está próximo a desatar el
infierno en la tierra tan pronto como encuentre a los culpables.
9:27 p.m.36
Justo ahora, Kyong está hecha un caos. Hace unas semanas me llegó un
mensaje de un numero desconocido con unas fotos del hijo del jefe que
desapareció hace más de siete meses; muerto.
9:28 p.m.1
Para: S. Taogum.
Dígale de mi parte que por supuesto a las diez estaré ahí. Llego de
Osaka mañana en la tarde, así que me dará tiempo de acudir a la hora
planteada.
9:36 p.m.
Att, KTH.
9:37 p.m.
14
—¿Qué pasó?
—¿Qué?
Shin y Jaeban habían estado a la par como uña y mugre desde hace
unos veinticinco años, cuando el padre de Jaeban; Jaekyung, cedió el
mando a su primogénito en medio de una ceremonia normal, como la
"tradición" así lo ameritaba. Kyong siempre fue la primera en toda la
mierda criminal del país, pero aún así le seguían XeoXong y Dogum, dos
organizaciones criminales que se encargaban de lo mismo, solo que en
menor cantidad. Cada quien respetaba su espacio, dentro de todo,
Kyong poseía los más altos poderes y contactos, incluido que tenían su
terreno ya pavimentado. Las otras dos, tan solo se encargaban de llegar
a los lugares a los que Kyong no iba, quizá por prestigio o por simple
estatus.7
Misma reputación que hace más de seis años llegó a los oídos de Shin
Taogum.
Fue ahí, cuando a los oídos de Taogum llegó que existía un muchacho
que le llamaban "V" y que era un sicario. Pero no cualquier sicario como
los de Kyong, sino uno que cometía calamidades en su más puro
significado infame y que no solo era eso, sino también un tipo execrable
que tenía un pasado lleno de un mierdero de cosas que todos conocían a
medias —y que no nombraban; no por respeto, sino por miedo—,
además de ser accionista principal de la segunda red de narcotráfico y
mafia más importante del país. Todo eso, a penas empezando a vivir la
vida de un adulto en sus veinte.
Lo primero que pensó Taogum, fue que ese tipo de personas era las que
Jaeban quería en su imperio, así que le diría que lo metiera en la
organización. Lastimosamente, V no era alguien de tener jefes, gente
superior o personas que lo mandaran. O estaban por debajo o a la par,
jamás por encima.4
Así fue como sin necesidad de ser parte de Kyong, El Verdugo conocía
de primera mano a Jeon Jaeban y a Shin Taogum. Por esa misma razón,
probablemente fue a él a quien contrataron para matar al padre del niño
que había dejado dormido en un encierro, después de haber repartido
besos lascivos e intenciones oscuras por todo su magullado y frágil
cuerpo torturado.
Por esa misma razón era que ahora iba manejando su Audi a más de
cien, teniendo a Mark a un lado y detrás a Namjoon, Seojoon y Hyunsik,
mientras iba rumbo a adentrarse en Kyong.11
—Esto es una locura —la voz del mayor de los hombres hizo eco ligero
entre el espacio—. Siento que en lo que pongamos las malditas patas en
esa puta reunión, nos van a arrodillar en el maldito suelo y nos quitarán
las cabezas para metérnosla en el fondo del culo.15
Choi se quitó los lentes y con ceja alzada vio al sicario, que también
cargaba puestos unos lentes oscuros junto a un moño a mitad de la
cabeza que hacía juego con el traje de mafioso millonario que odiaba
ponerse porque las etiquetas le picaban el cuello y cadera.15
—Si, cabrón —insistió Mark—. ¿Se te olvida que tu jefe está cucú? ¡Por
supuesto que sí!44
El hombre mitad coreano empezó a negar una y otra vez. ¿Cómo era
posible que, a estas alturas, aún Kim se estuviese saliendo con la
suya? Le helaba la sangre pensar en ir cara a cara con la mafia que
XeoXong tenía por encima y con la que no se metían porque sabían que
no tenían razón de hacerlo.1
—Why the fuck you're doing this? —expresó atónito—. Do you think that
everything is easy in your way? Do you think that we are gonna go there
and keep our asses alive just because you have "everything under your
control"? —inquirió con comillas.
"¿Por qué coño estás haciendo esto? ¿Tú crees que todo es fácil a
tu modo? ¿Crees que vamos a ir allá y mantener el culo con vida
solo porque tienes "todo bajo tu control"?"4
—That is what you think, V. But what if we put a foot there and they know
everything? What are we gonna say?
"Eso es lo que tú crees, V. ¿Pero qué tal si ponemos un pie ahí y
ellos saben todo? ¿Qué les vamos a decir?"10
—Okay, but let me tell you one fucking thing —Taehyung por un segundo
rodó los ojos cuando Mark se giró para encararle—. If by any reason
someone says something, all the responsibility is only yours. This is not
about XeoXong, V. This is about you and that child, you and your
complex of hangman in love or shit that i don't fucking understand. This is
real life, V. Sometimes people win, but sometimes people also lost.
"Okay, pero déjame decirte una puta cosa, V. Si por alguna razón
alguien dice algo, toda la responsabilidad es solamente tuya. Esto
no se trata de XeoXong, V. Esto es acerca de ti y el niño, de ti y tu
complejo de sicario enamorado o mierda que malditamente no
entiendo. Esta es la vida real, V. A veces la gente gana, pero a veces
la gente también pierde."14
[...]
Once de la noche, una hora más de lo pautado.4
Tenía a Seojoon, Namjoon y Hyunsik detrás de él, los tres armados con
berettas y glocks que el mismo sicario les había dado un par de horas
atrás después de haber salido del edificio para ir en busca de Mark, que
estaba de paso en Seúl y aprovecharon dicha situación para también ir
juntos al centro de la mafia Jeon.
Para ser sinceros, era estar en la boca del lobo. Primero; porque en
Kyong solamente se metía la gente de verdad mala, y segundo; porque
en la casi madrugada que era, estaba el bar abierto y este en específico
era para cosas importantes.
Como, por ejemplo, que un montón de mafiosos pensaban que el hijo de
su jefe estaba comido por gusanos cuando probablemente le estaba
diciendo a Yideku "vieja puta" o "vieja loca" y la señora se aguantaba las
ganas de darle un manotazo a Jungkook porque se iba a ganar un tiro en
la cien inmediatamente que le pusiera los dedos encima a su pequeño
Jeon para otra cosa que no fuera darle comida, cambiarte las dos gasas
que le quedaban o cualquier otra cosa que no fuese necesaria en
verdad.25
Una de las cosas que caracterizaba a ese bar —que ya parecía club
nocturno—, era que la parte de arriba yacía una planta que tenía una
sola oficina enorme en donde llevaban a cabo citas de carácter urgente.
Kim lo sabía gracias a que estuvo dos veces ahí; una hace años cuando
hubo un supuesto robo de fondos y mataron a los culpables y otra
cuando fue una reunión por una droga que no venía pura.
Y ahora, porque Jeon Jungkook estaba "muerto", tan muerto que ayer
Taehyung lo estaba mordiendo mientras le hacía cosquillas y el niñito por
poco se ahogaba.61
—¿Qué carajo te pasa? —inquirió Mark entre dientes, cerca del sicario—
. Estás actuando como un desquiciado que no le crea ni una mínima
angustia estar aquí.
Risa.
Namjoon solo tragó en seco al ver que, con el paso del tiempo, Taehyung
se estaba volviendo cada vez más posesivo y territorial con el niño. Al
punto, en que acababa de amenazar —o mas bien advertir, porque él
nunca se iba con amenazas—, a Mark. Mark, que fue uno de los
primeros tipos que le ingresó en la mafia, el de los primeros que tenía
casi leales y el que más le contrataba como verdugo. Y si seguía así, su
hermano podía ganarse una enemistad con alguien que tenía los mismos
contactos, créditos y respaldo criminal que él. Así que eso podía quedar
cincuenta y cincuenta.
Jeon Jaeban.3
¿Qué coño hacía Taeyang vivo y por qué la madre de Jungkook estaba
en una reunión, si su marido jamás la dejaba unirse a dicha?
Ese Jungkook tampoco tenía algún parecido al Jungkook que estaba con
él.29
Todos seguían en silencio, y Kim miró a la mujer vestida con una falda de
tubo que le llegaba a las rodillas y tenía color negro, junto a una camisa
azul marino mangas largas y zapatos del mismo color; ella seguía igual
de inquebrantable.4
—He trabajado para la familia Jeon desde hace mas de diez años —
informó el hombre, y el verdugo sentía el pulso cada vez más acelerado
porque ese tipo debía estar muerto—. Cuando el niño Jeon cumplió cinco
años, me contrataron a mi y a Seunghyun como sus escoltas personales.
Lo acompañamos desde esa edad, hasta hace poco más de siete meses
—Taeyang sacó de la parte de atrás de su bolsillo, una medalla de oro
con un lazo blanco—. El veintinueve de marzo de este año, íbamos con
el niño Jeon en el auto, hablando sobre esta medalla que le dio un
Sabonim como motivación para el deporte, cuando el auto derrapó de un
momento a otro al recibir dos tiros en cada llanta de atrás —tiros que
Taehyung recordó que hizo él—. Cuando frenamos de golpe, teníamos
un auto al frente y una camioneta negra sin placa atrás. Le dije a
Jungkook que tomara el arma debajo del asiento del copiloto y que
disparara a quien sea que no fuéramos Seunghyun y yo. Él la agarró,
pero tan pronto como me giré para bajarme, la puerta de mi lugar se
abrió y un tipo me tiró al suelo golpeándome la cabeza con el arma y
disparándome al hombro.
—El que disparó a Seunghyun pasó por su lado y le metió cuatro tiros en
el pecho —obviamente, porque Taehyung no quería dejar a nadie vivo—.
Pero cuando al que me disparó a mi le dijeron "asegúrate que esté
muerto"... él t-tiró cuatro balazos.
Los puños del verdugo se apretaron con una descomunal fuerza por
debajo de la mesa y sobre sus rodillas, recordando firmemente aquello y
sabiendo que le había dado estricta orden a Namjoon de que acabara
con los dos tipos de una vez. Pero nuevamente descubría una cosa;
Namjoon estaba con él solamente por ser su hermano y hasta ahora
estaba harto de aquella mierda.
—El que se supone debía matarme a mi; era alto, quizá metro ochenta y
cinco, de cabello negro, con los brazos y las piernas gruesas —piernas
que Taehyung tenía ganas de cortarle ahora—. Estaba enteramente
vestido de negro, no distinguí nada en él que pudiese ser identificado
después. El otro, que le disparó a Seunghyun, parecía ser el jefe, porque
se notaba que manejaba más armas y daba las órdenes. Lo vi vaciar una
Beretta con una sola mano para luego cargarla y dispararle a Seunghyun
los tiros en el pecho. Ambos estaban de negro de pies a cabeza, con
pasamontañas. El que parecía jefe, era como de metro ochenta y dos,
delgado y unos mechones amarillos sobresalían del pasamontaña que
cargaba.
La maldita peluca y los putos lentes de contacto que usó ese día.
Pero aún así, necesitaba sacar ventaja de la situación de ese tipo vivo.
Necesitaba darse a pasar desapercibido y actuar como uno más del
montón que no tenía nada que ver en todo eso.
—He visto gente correr con tres tiros en una pierna para salvarse el culo
—objetó Kim—. ¿Me vas a decir que tu no te pudiste levantar con uno en
el puto hombro?
—¿Y qué viste, Taeyang? —Kim alzó una ceja y se cruzó de brazos con
una sonrisa socarrona—. ¿A dos tipos altos vestidos de negro y con
armas? Cualquiera aquí puede vestirse de negro y pasar por delincuente
si es así —punteó a todos, y sonrió para sus adentros cuando vio que la
gran mayoría de maleantes asintió a su palabra—. Lo que a mi me
parece, es que te cagaste y dejaste que se lo llevaran, así como así con
tal de quedar vivo tú.27
—No estamos aquí para buscar culpables —terminó por decir Taeyang—
. Estamos aquí porque‐
Joder, señor Jeon Jaeban, si tan solo usted supiera la cantidad de cosas
de las que Taehyung era culpable.
El aludido asintió.
—No pienso matar a Taeyang, porque estoy consciente de que ese día
iban solo dos contra cuatro, terminó siendo uno solo contra cuatro y en
ningún momento Taeyang me desobedeció o traicionó —apuntó al
escolta, que seguía con la vista fija en el suelo—. Además, a mi
solamente me interesa acabar con la vida de los malditos que me
quitaron a mi Jungkook. Aquí, deben entender que un padre se preocupa
por su hijo más que por sí mismo, y para mi, Jungkook siempre será el
niño de mis ojos y como padre yo s-...21
Sin decir más nada, y consiente de que estaba empezando a desafiar las
palabras del padre de Jungkook, el captor se mantuvo rígido en su lugar
y solo daba ademanes demostrando que hablarle de tal forma al jefe de
Kyong le valía lo mismo que le preocupaba matar; nada.
Jaeban suspiró.
—Cierto, jefe Jeon —comentó otro más—. ¿Por qué usted al regresar de
China se fue a Taipéi, mientras su hijo estaba secuestrado?
—Hay una cosa que todos los hombres dicen después que se casan —
comenzó a hablar el jefe de Kyong—. Y eso es; "mi mujer está loca".
Desafortunadamente, yo no me libré de eso, porque si conozco a alguien
que me puede decir un insulto y no le voy a cortar el cuello, es a esta
leona que está aquí —automáticamente sus ojos se encontraron con los
de Saeji.19
La mayoría de hombres lamesuelas se rieron del ridículo chiste del capo,
otros solo chasquearon la lengua y nada más Kim se quedó atento a la
actitud de la mujer.
Sus ojos se encontraron con los de ella y por un segundo recordó los de
Jungkook.
—Me refiero... —la mujer tomó el control y abrió tres imágenes—. A esto.
Maldita sea.
La mujer se dejó caer su cabello ligeramente corto y giró la cabeza para
mirar a los adversos.
—Mi hijo es mi exacta viva copia, solo que varón —afirmó la mujer—. Mi
hijo tiene mis gestos, mis muecas, mis actitudes, mis palabras, mis
ademanes y preferencias. Mi niño precioso tiene mis ojos, mi cabello, mi
color de piel e incluso varios de mis malditos lunares. Incluyendo este de
aquí, que lo descubrí cuando tenía siete años y lo bañaba yo misma,
porque bajo mis brazos siempre se sintió protegido de toda la calamidad
que le arrastraba y nunca le ha gustado que nadie más lo sobreproteja
como yo.4
Taehyung justo ahí pensó "si usted tan solo supiera" mientras la
escuchaba atento.11
—Porque les volé la tapa de los sesos con una glock en la puerta de mi
maldita puta casa.19
Ah, su pequeño Jeon era una cajita de sorpresas. Sin duda, Jungkook
era niño de mamá.3
En ese momento, la mujer vio hacia arriba y sorbió por la nariz, pero
ninguna lágrima salió de sus ojos. La hija de puta era más fuerte de lo
que aparentaba.
—Fueron unos diez minutos en los que lloré, grité, maldije, me tiré contra
el suelo, peleé y me volví loca —retomó la mujer—. Pero vi en un
momento cuando la cabeza fue sacada y metida dentro de una caja de
madera. Antes de que hicieran eso, corrí al sitio y sin importarme una
mierda, metí la mano entera y jalé la cabeza de la caja. Cuando salió,
chorreó un montón de sangre y gusanos —los hombres la veían con una
mirada de asco—. Venga, unos insignificantes gusanos no son ni la
mitad de asquerosos que ustedes aquí —les dijo a los asesinos—.
Entonces, lo primero que hice al tener esa cabeza entre mis manos, fue
ver su rostro. Ese rostro era casi idéntico al rostro que había en las fotos
del teléfono de Shin, pero no se parecían en nada a mi Jungkook. Tenía
las mismas marcas, incluso peores con más cortes, pero tan pronto como
busqué el lunar para cerciorarme de si ese era mi hijo, descubrí que no lo
tenía. Ese no era Jungkook.25
Silencio.
Sin embargo, el que yacía con la mandíbula apretada, los puños tan
cerrados que los nudillos estaban casi blancos e ideándose cientos de
cosas para salir del principio de un caos, era Taehyung.
Maldita perra.
—¿A qué se refiere usted con dinero o venganza, señora Jeon? —pidió
saber Kim.
—La familia Bang nada tiene que ver con esto, así que no es por
venganza debido a Bang Chanyeol —Bingo por décima vez en la noche,
pensó Kim al escuchar a Jaeban—. Porque quienes tenían a Jungkook
pidieron un pago por el rescate, pago que mandé a dar con un hombre,
más los que tenían a mi hijo fueron más astutos y mataron al tipo, se
quedaron con dicho pago y también con él.
Bien, Kim llevaba la delantera al haber usado eso como despiste para
que no se comunicaran con Sihyuk, y en dado caso que lo hubieran
hecho, él habría negado todo porque no le convenía que saliera a la luz
pública que había contratado a mafiosos. A menos, que lo hayan
amenazado de muerte y a Jaeban no le convenía matar a un gobernador
porque se armaría un enorme problema.
Por eso todavía no había acabado él mismo con Sihyuk; pero lo haría.
Kim Taehyung abrió los ojos de par en par mirando hasta el suelo. No,
no, no.22
Los Jeon creían que su hijo estaba vivo, y por lo tanto registrarían todo,
las demás organizaciones no sabían que Taehyung lo tenía, solo
personal de XeoXong que trabajaba con él según lo que Yideku le dijo,
además de una que otra persona verdaderamente insignificante. ¿Cómo
podría salir de esta? Porque si llegaban a mandar a alguien y descubría
aquello, por más poder e influencia que Taehyung tuviese, estaban
hablando de XeoXong contra Kyong. Y aunque en un principio no tenía
una mísera cantidad de miedo al llegar al lugar, ahora que sabía que
Saeji era una maldita temeraria, inteligente y astuta, no le quedaba más
remedio que actuar a favor de Kyong para así asegurar estar actuando a
favor de sí mismo.
Risa, primeramente.
Las armas que se usan con doble filo, pueden cortar en todas las
direcciones; a menos, claro, que las agarres por encima.
Los sicarios se quedaron viendo entre ellos y todos luego vieron al jefe
de Kyong con miradas de ligero miedo o preocupación.
Jaeban asintió.
—Yo mismo iré por un lado y mandaré a Shin por otro, V.2
—Por supuesto, V.
Namjoon y Mark se vieron entre ellos y Taehyung les dio una mirada que
captaron inmediatamente, saliendo de ahí con caras preocupadas. El
sicario pasó por el borde de su puesto, agarrando el vaso de whisky
carísimo y tras atravesar una puerta, quedó en otra oficina; la de Shin.
—Señor Shin, que horrible situación está pasando Kyong justo ahora,
¿no es así?
—No lo sé, hace unas semanas hubiese jurado que estaba muerto y
descuartizado —apuntó—. Pero justo ahora, según lo que dijo su madre,
él podría estarlo.
"¡Hijo de puta!"
No había retorno.
—Le estoy diciendo que el niño por el que Jeon Jaeban ha hecho este
escándalo, está conmigo, señor Shin —volvió a informar—. Jeon
Jungkook, dieciséis años recién cumplidos, desaparecido en marzo de
este año y presuntamente muerto, todo este tiempo lo he tenido yo.7
La mirada del sicario era seria, burlona cuando se juntaba con aquella
malevolente sonrisa impecable y que se cerró justo cuando Shin se
inclinó hacia adelante y frotó su rostro entre sus manos.
Shin seguía atónito, pero confiaba en sus palabras porque el sicario dijo
cosas que nadie más dijo.
—Señor Shin, ¿cree que a ese niño lo tengo por motivos económicos?
Th, th, th, th, th —chistó, negando al frente con un dedo—. No,
sinceramente ya no es por eso. Quiero a Jungkook.
"Tu no me quieres..."
Otro trago fue dado por el sicario, y sin ningún titubeo lo bebió entero y
de la parte de adelante de su pantalón —entre el vientre y el cinturón—,
sacó una glock más pequeña que su habitual Beretta.
—Se supone que Sihyuk quería pagarme para matar a Jaeban, pero
luego quiso que fuera Jungkook, debido a que su padre se fue. Aún así,
no me pagó el día que se supone debía, y se unió a Byun para
deshacerse de mí, pero Byun no sabía que yo ya estaba consciente de
quién era —le explicó al mayor—. Cuando mate a Baekhyun y a Sihyuk,
no lo haré porque no me pagaron por la cabeza de Jungkook, lo haré
porque creyó que podía contra mi, porque quiso verme la cara de idiota y
porque ese día también quería matar a mi Jungkook.5
—V... ¿por qué tienes al niño todavía? —pidió saber—. ¿Tu no... tu no
pensarás en...?
—V...
—¡MALDITA SEA, SHIN! ¡LO ADMITO! ¡LO ADMITO CON TODAS LAS
FUERZAS DE MI MALDITA ALMA, SEÑOR SHIN! —gritó con la mayor
de las fuerzas, mientras tiraba todas las cosas de un mesón hacia el
suelo y reía hasta que sus labios quedaban llenos de saliva—. ¡SOY UN
SÁDICO SICARIO Y UN MALDITO ENFERMO MENTAL QUE SE
ENAMORÓ ASQUEROSAMENTE DE JEON JUNGKOOK! ¡LO
ADMITO!89
Sus orbes parecían tan llameantes que Shin no entendía de dónde podía
sacar tantas atrocidades.
—Así que... tu tienes al niño, t-tienes al niño para... —ni siquiera era
capaz de encontrar las palabras—. ¡ES UN NIÑO! ¡ES UN MENOR DE
EDAD!15
—¿Quién fue el que hace más de cinco años me presentó con Jaeban?
¿Quién fue el que le insistió a Jaeban en que yo entrara a Kyong, más yo
no quise? ¿Quién fue el que hace poco le informó a Jeon sobre gente
metida en Kyong y que yo fui quien se lo hizo saber por ser un tipo
"extremadamente analítico y competente"? —Taehyung supo que llevaba
la delantera cuando Taogum se llevó la mano a la frente y comenzó a
negar—. Exacto, usted. ¿Qué cree que piense Jeon si se entera que
quien tiene a su hijo es el sicario del que usted ha hablado tan bien? ¡Lo
mata, Shin! ¡Lo mata hasta dejarlo hecho mierda! Después me mataría a
mi, claro está... pero tan pronto como le diga, capaz le mete cinco tiros
en medio de la frente.14
Hijo de puta.
—V...
—¿Usted cree que es tan fácil ir y contarle todo a Jeon, señor Shin? —
metió las manos en sus bolsillos, dejando el arma sobre la silla—. Yo no
lo creo, sobretodo porque sabe que a quien usted contrata desde hace
años para matar, es a mi. De quien primero sospecharía; es de usted,
señor Shin. Todo por querer tener el poder que Jeon Jaeban tiene.
Después de todo, es del heredero de Kyong de quien estamos hablando.
Tras un respiro hondo y los puños apretados, Taogum tragó y miró a Kim
de frente.
Sin dar tiempo para titubeos, reproches, molestias o gritos. Kim tomó el
cuello del su traje y lo jaló hacia arriba, parando al tipo de golpe y
mirándolo desde arriba con superioridad, rencor y demasiada violencia.
—¿Comprendiste el mensaje bien, maldito cagón asqueroso del carajo?4
—V...
[¿Sueños? Los sueños son aquello que más anhelamos para ser felices
o sentirnos realizados. Aunque a veces, es lo que creemos estar
viviendo, porque nos parece destellante, pero resulta que bajo ojos
cuerdos es la peor de las pesadillas.]2
—V de Verdugo.25
XXXIII: Get away, comer closer.
Se supone que bajo ninguna circunstancia tenía que haber pasado esto,
pero finalmente llegó el momento en el que Taehyung desconfía de su
propia sangre; su primo-hermano y una de las tres personas en el mundo
que nunca se vio haciéndole daño; a Namjoon.58
¿Pero qué hizo el muy estúpido? Dejó toda esa mierda de libros, notas y
tareas para meterse en un mundo de sangre, armas y muerte, con un
cabrón tres años menor que él, con unas muy mínimas mechas amarillas
y una "V" hecha con la máquina de afeitar en la parte de atrás de la
cabeza. Dejó de asegurarse un futuro, teniendo padres en la cárcel, una
tía asesinada junto a su primo-hermano y otro primo-hermano metido en
una mafia con solo dieciséis años, para arrastrarse con él valiéndole
mucha mierda lo demás, valiéndole mierda su vida y su futuro como
buena persona.14
¿Lo hizo porque quería poder? No. ¿Lo hizo por necesidad? No. ¿Lo
hizo porque le gustaba la violencia? No. Lo hizo por no dejarlo solo hace
diez años, porque creía que Taehyung andaba en ese mundo porque le
obligaron, porque estaba seguro de que su hermano menor era buena
persona y podía "restaurarse". Porque no quería dejarlo solo debido a
que tenía tres años sin verlo. Diez años después, Taehyung tiene casi
veintisiete años, Namjoon veintinueve y sigue con la misma mierda de
querer seguirle la corriente en todo como si se tratara de un juego de
malandros y policías y no la vida real donde si Kim Taehyung dice "acaba
con la vida de una persona", Namjoon tiene que pegarle dos mil tiros si
es necesario con tal que la mate.6
¿Lo obligó a quedarse? No. ¿Le dijo que necesitaba una mano
derecha? No. ¿Le dijo que estaba en peligro y necesitaba que su
hermano mayor lo cuidara como si fuera su maldita madre, madre que
estaba comida por gusanos desde hacía años atrás? No. Lo hizo porque
le salió del forro del culo, porque Taehyung no era "malo" Taehyung solo
estaba en "el mal camino", según la mente totalmente llena de ese
extraño sentimiento llamado "amor" que se debería tener entre una
familia normal. Jodida mierda, jamás nació normal y no sería normal
nunca.14
Yenjin era una mujer bellísima, más allá de que él no tenía la especie de
afecto que debería tener un hijo por su madre, a Taehyung le gustaba
abrazarle las piernas cuando ella estaba cocinando. Era una forma
de "marcar territorio" porque otro cabrón con su mismo nombre, a veces
llegaba y la llamaba para dejarla llorando por unas dos horas donde el
menor no comía porque no alcanzaba la cocina y su mamá estaba muy
adolorida para volver a regresar a ella. Sorpresa, cuando el viejo Kim
llegaba a casa y la encontraba cocinando, con Taehyung agarrándole las
piernas, mirándolo con asco y odio, se iba directo a su cuarto y no tocaba
a su mamá. Así que la "sobreprotegía", aunque Yenjin muchas veces le
decía que fuera a jugar, a ver televisión o pintar, pero él constantemente
se mantenía aferrado a ella como si se la fuesen a quitar de un segundo
a otro o le fuesen a hacer daño y la única persona que podía tocarla era
él; porque él salió de ella y era su maldita madre.21
Lo miró.6
Yenjin sonrió.
—En cierto punto, es bueno que estés muerta, Yenjin —le dijo a la nada,
mirando los anillos. Anillos que en principio no eran propios—. Si
estuvieses viva, yo solamente te daría problema tras problema.
Probablemente sería un criminal de barrio y no lo que ahora soy.
Probablemente me dijeras que me parezco a él y yo te odiaría,
probablemente fuera el peor hijo del mundo y te sintieras mal. Por eso es
bueno que estés muerta, porque no existes y no puedes sentir nada ni
ver nada de lo que soy —sus ojos fueron hasta la esmeralda y el rubí que
ella solía ponerse cuando salía—. Me rogabas que no me dejara
consumir por esta mierda y que no fuera malo. Me pediste llorando que
jamás fuese un asesino. Mientras dormía, me abrazabas y me decías
que me querías, yo escuchaba aunque estuviera más dormido que
despierto, por eso no te decía que te callaras —recordó las veces que
abría la puerta del cuarto, ella entraba, le acariciaba el pelo, ponía la
quijada en su cuello y murmuraba "mamá te quiere" de manera tan
extraña que lo hacía sentir incómodo—. Pero cuando estaba consciente,
odiaba que me lo dijeras. No me gusta que me quieran, y no me gustaba
saber que me querías... m-mamá.39
¿Por qué los peores seres humanos, capaces de alcanzar la inmoralidad
más temible, deben obligatoriamente tener un trasfondo? ¿Por qué no
simplemente pueden tener ese comportamiento y ya, sin que les
recuerde a otra cosa? Fácil, porque la mente humana nace como un
lienzo en blanco, donde nosotros mismos decidimos cómo pintarlo, pero
nuestro alrededor es el que elige los colores. He ahí si usamos los que
tenemos, o decidimos mezclarlos para hacer nuevos. Más, aunque lo
hagamos, siempre recordaremos que originalmente no eran así.1
Podemos nacer sin sentimientos de querer estar vivos, pero no sin sentir
que de verdad lo estamos. Podemos querer morir, pero no querer
acechar contra nuestro calvario. Podemos querer seguir adelante con la
cabeza hecha un infierno, y aun así fracasar en el intento de conseguir la
paz.12
Haber hablado hace unos días de toda la mierda que había vivido, no le
traían buenos recuerdos, sino un asqueroso mal sabor de boca que no
podía dejar pasar. Era como probar un cigarro barato y caducado, o la
pasta asquerosa esa que le daba asco ver a otros escupir y mancharse
de negro.1
El Audi iba a más de cien y eran las ocho de la noche, ruedas con rumbo
a la casa que tenía Jimin en Seúl y donde estaba Namjoon.19
La última vez que lo vio, fue cuatro días atrás donde estaban metidos en
la boca del lobo, en la guarida del león o como coño se le llamase a
permanecer en la mafia más poderosa de Asia, siendo él la razón de
todo eso. Al salir de la oficina donde amenazó a Shin Taogum —y dijo
cosas que en cierto punto no eran ciertas, pero eran una buena arma
para hacer mierda a Shin y darle miedo; cosa que funcionó—,
permaneció viéndolos tranquilamente. Un semblante relajado, una
mirada seria, un porte tranquilo y luego una suave sonrisa fue lo que los
contrarios recibieron.
Justo ahora.1
—No q-quiero que esté aquí —ordenó—. D-dígale que se vaya y que no
haga un alboroto si no quiere quedar grabado ante esas cámaras.
Inmediatamente cortó.
—Muchacho, el joven Park dice que no quiere verlo —dio a saber, con
una mueca ahora más seria, detallándolo—. ¿Le dejo algún recado o
prefiere volver mañ-...?2
—Oh, qué cosas tan extrañas hacen las parejas por amor, ¿no cree,
señor? —preguntó al hombre, sacando su propio teléfono y haciendo una
mueca de víctima dolida—. Después de la discusión que tuvimos esta
mañana, mi novio no quiere verme. Soy orgulloso, pero quiero de verdad
arreglar lo nuestro y por eso estoy aquí un martes de noche, pero Jimin-
ssi no quiere verme ni en pintura.35
—En otro sitio, por favor —rogó Nam—. Mañana iré al edificio solo y
hablaremos allá lo que quieras hablar, estaré ahí y-
El "rubio" rió con sarcasmo. Pasó la lengua por el borde de sus labios y
se alejó un poco a la izquierda para que el vigilante de mierda no le
escuchara.
—Lo que tengas que hablar con Namjoon, háblalo en otro sitio —pidió—
. Yo no tengo nada que ver, V. Le diré que salga y así ustedes hablaran
solos sin...-
—Vaya... ¿así le pagas al que dejó un bonito coño por tu culo respingón?
—objetó, refiriéndose a Nam y Hyejin—. Incluso dejó a un mini él para
quedarse contigo, Park Jimin. ¡Qué pedazo de malagradecido!22
—Me estoy cansando, Jimin. Dile al jodido vigilante que abra la puerta.
—N-no.
Otro forcejeo del otro lado de la línea y Kim le arrebató el teléfono a Jimin
en un dos por tres, quedando con su cuerpo encima de él.
Silencio por los primeros diez segundos, luego por los siguientes cinco.
Namjoon colgó el teléfono un momento a sabiendas de que lo dejaría
pasar. Entonces puso el teléfono en la mesa, y con bastante fuerza, tomó
de las muñecas al teñido y lo levantó del sofá.
El tatuado era más alto y mucho más fuerte que Jimin, por eso no le fue
difícil pegarlo contra la pared del último cuarto y abrirla de golpe. Agarró
un manojo de llaves que estaban cerca de una mesa en el pasillo, donde
estaban todas las de esas puertas. Arrastró a su chico, y le tiró con una
descomunal fuerza contra la cama, por poco al punto de lastimarlo.3
Jimin estuvo a punto de salir corriendo hacia él, pero el tatuado fue más
rápido y tiró unas cosas en su camino, unos cojines, después dio pasos
hacia atrás y trancó la puerta, tirando de ella con suma fuerza. Insertó la
llave y la pasó una vez a la derecha, dejándola con seguro.
Su voz le erizó todos los vellos al moreno, sabía que estaba empezando
a llorar.21
Sin decir más, caminó de vuelta a la sala, oyendo los golpeteos contra la
puerta, la manilla girando con constancia para ser abierta y los gritos del
muchacho encerrado pidiendo que abriera.
El intercomunicador sonó.
—Si vas a hacer algo, hazlo rápido y sin rodeos —bramó el mayor—. Si
vienes a recla-
Y sin decir otra cosa, Namjoon fue lanzado al suelo de un solo puñetazo
y empujón, su quijada se fue de lado tan pronto como dolió un infierno el
golpe que el menor le proporcionó.10
—¡¿Qué carajo hubiera pasado si el maldito cabrón que te dije que
mataras, nos hubiese visto la puta cara, ah?! —el sicario sin ningún
titubeo, se tiró encima de su mayor, tomándolo del cabello y barrajándole
la cabeza contra el mármol—. ¡Estaríamos malditamente muertos! —un
golpe contra su rostro, la boca de Nam empezó a sangrar desde una de
las comisuras—. ¡Tendríamos el cuerpo lleno de gusanos y tirado en
alguna puta parte! —otro golpe, al contrario, y Namjoon cerró los ojos
cuando sintió el tabique magullado—. ¡Todo porque eres un maldito inútil
que no puede meterle cuatro tiros a un cabrón infeliz!13
Otro golpe, la cara del mayor tenía la nariz partida y uno de los dientes
perforó su labio inferior. Taehyung tenía fuerza, peor era cuando estaba
molesto y justo ahora ni siquiera eso era suficiente; estaba furioso.6
Los ojos del más alto se volvieron un caos, apretados fuertemente para
no llorar, pero el llanto en verdad no era porque quisiera hacerlo, los
golpes eran demasiados y el dolor y ardor de su rostro era algo que
empezaba a hacérsele insoportable. Pero el punzar de su frente y nuca,
los golpes reiterados empezaban a darle una horrible jaqueca.
Y de pronto, cuatro tiros retumbaron dentro del espacio, más los mismos
estaban controlados por un silenciador.22
Ambos escucharon cuando la puerta del último cuarto fue azotada varias
veces, al punto en que de un momento a otro, Jimin apareció con los
nudillos ensangrentados, el hombro con raspones y un arma cargada en
el pasillo. Había forzado la puerta disparándole e impactando su hombro
contra ella varias veces, logró derribarla.13
Un cabrón demente con cuatro mafias cuidándole las espaldas; eso era
nada menos Kim Taehyung.
—Dispara si eres tan valiente, Jimin-ssi... —le retó, viéndolo directo a los
ojos, y de estos a la punta del cañón—. Vamos, dispara justo ahora y
mátame si tienes tanto valor...3
Y peor fue cuando el sicario caminó a paso rápido hasta él y Jimin solo
tenía la mano temblando y los labios mordiéndoselos en señal de estar
ahogándose en un tembleque que le estaba dominando. El asesino
quedó casi tan cerca que podría rozar el arma con su pecho.1
—Ponme una maldita bala cerca y mañana mismo tendrás que ponerte
una tú también, o quedarás huyendo hasta que te encuentre gente que
no le teme a jugarse la vida por mi, Jimin —se jactó, con una sonrisa
socarrona—. Me disparas, te buscan, y te matan.16
Jimin se mantenía sosteniendo el arma de manera firme.
—¡S-suéltame, V!2
Mas Taehyung tenía muchísima más fuerza, sus ojos con el falso azul se
encontraban rojos en el área de los bordes, la furia de su ceño y la
mandíbula tensa solo hacían que en esa situación Park no supiera bien
qué hacer. Cuando el mayor flaqueó, Taehyung aprovechó de impactar la
rodilla contra su abdomen bajo y al doblarse, rápidamente le dejó el
brazo arriba y agarró su cuello entre sus piernas, dejándolo totalmente
indefenso y paralizado.11
Y sin decir más, el sicario vació el arma contra una pared, dejándola sin
una sola bala, luego tirándola a un lado. Jimin iba a tratar de levantarse,
pero eso no fue necesario, porque de una sola agarrada, Taehyung le
levantó del suelo, y poniéndolo de pie lo barrajó contra la pared,
comenzó a poner ambas manos en su cuello y haciendo presión.42
Namjoon estaba casi desmayándose del dolor y a duras penas podía
ver.1
Las manos del más joven empezaron a hacer una presión tan fuerte que
Jimin comenzó a abrir los ojos de par en par y aunque trataba de levantar
las piernas para patearlo, era inútil. Kim colocó la rodilla entre ambas y
Jimin empezó a sentir cómo iba ahogándose, cómo el aire empezaba a
faltarle de un momento a otro de manera descomunal posible con aquella
fuerza en la tráquea.
—S-suelt... S-su...
Apretó los puños fuertemente, trilló los dientes de la maldita rabia que
amenazaba con llegar al máximo de la cólera. Se volteó hasta su
hermano, cuyo cuerpo yacía a la mitad tirado en el suelo, pues logró a
duras penas levantar el torso y apoyarlo con un brazo. Namjoon escupió
sangre al suelo, viendo al otro con un terrible desdén e incluso una
horrible lástima que ni él mismo quería sentir.1
Taehyung, en un arranque, tensó su cuerpo hasta dirigirse a Nam, sin
pensarlo mucho le tomó por los cabellos hasta provocar que el mayor
jadeara, quedando sobre él. Namjoon lo miró duramente, con lágrimas en
los ojos.
—¡NO... —otro más, el tabique del más alto ardió como la mierda—...
ME... DIGAS...—a la altura de su tórax, Taehyung estampó un puño
fuerte—. ASÍ! —lo tomó por el borde de la camisa nuevamente
intentando levantarlo, lográndolo—. ¡NO TIENES EL MALDITO
DERECHO DE LLAMARME ASÍ, POR EL ÚNICO QUE PUE-5
El menor recibió otro puñetazo del otro lado del rostro, empezando a
sentir la hinchazón de inmediato. Namjoon tenía sangre que escupía a un
lado de su cara para no hacerlo a él. Taehyung se mantenía eufórico,
escuchando como dijo ''bonito''.33
''Bonito''.17
Y ahora... ''bonito''.3
El asesino, en medio del cólera, con los brazos tocando el suelo mientras
estaba de lado esperando un próximo golpe, con los labios y dientes
rojos, la sangre deslizándose por su comisura hasta el cuello, el cabello
desordenado, la mandíbula tensa y el azul cubriendo el natural pardo de
sus ojos, comenzó a reírse nuevamente como un desquiciado.20
Maníaco.1
Pero esa risa era macabra, aquella que Jun odiaba escuchar. Una risa
tosca y ronca que se compaginaba con el toser de Jimin aun sin poder
levantarse del suelo en medio del shock. Peor, porque la misma venía sin
gracia, sus ojos estaban sumergidos en un terrible odio. Namjoon se
alejó arrastrándose hacia atrás para quedar cerca de una cosa de vidrio
pesada, pero rápidamente fue tomado de las piernas y el sicario con
extrema fuerza lo arrastró hacia sí mientras subía sobre su cuerpo,
tomándole del cuello y comenzando a ahogarle.11
''Bonito''.
—T-te gusta mi Jungkook... ¿verdad, maldita mierda? —dijo entre una
risa falsa, Namjoon le miraba atónito entre el dolor, queriendo quitarle las
manos del sitio donde se posaban—. M-mi niñito bonito te gusta... p-por
eso dices que es bonito... y por eso me dices q-que no me hace bien, ja...
—sin dejar de parpadear apretaba más fuerte—. ¡¿TE GUSTA,
VERDAD?! ¡TE GUSTA MI JUNGKOOK!93
Namjoon ni lo pensó.
''Te lo prometo...''
Apuntó a Namjoon.1
—Agradécele a lo que sea que creas, si es que crees en algo, que tienes
un trabajo que hacer con Taehyung —musitó—. Porque de no ser así...
justo ahora Jimin estaría limpiando esta maldita casa de tu puta sangre
de muerto, hermano.
—Que conste que nunca dejé de saber que eras una maldita escoria.11
Sin más, dio un tiro contra el suelo, rozando el brazo del mayor con una
puntería tan grande que lo único que sintió el afectado fue el calor de la
bala rozar con su piel y quemarle poco.
Y Taehyung salió de ahí, creyendo que nunca jamás iba a volver a verlo.
Creyéndolo firmemente.35
[...]1
Los espejos son la peor mierda que puede existir. Los espejos son
horribles. Los espejos son un asco. Lo único que hacen es reflejar
mierda, cosas asquerosas, horribles, dañadas y vueltas mierdas. Cosas
marcadas, usadas, rotas y destruidas. Cosas que ya no son ''cosas'' sino
basura, basura humana nefasta y abominable.10
O tal vez el problema no era el espejo, sino que eso era lo que Jungkook
estaba pensando mientras se veía en él, llevando únicamente una toalla
blanca amarrada en la cadera, el cabello largo, mojado y destilando
gotas por su frágil cuerpo delgado, además del maldito collar, ahora de
color oro y de ese mismo material también, el cual Taehyung le dio días
atrás después de fastidiarlo haciéndole unas estúpidas cosquillas.5
Ya podía pararse sin que le doliera el cuerpo, doblar las rodillas sin correr
riesgo de un desgarre, caminar sin cojear, alzar los brazos sin dolor de
espalda, girar el cuello sin que picara la herida, rascarse los brazos sin
que se trajera una costra, vestirse y hacer cosas por sí mismo sin que la
vieja de mierda le ayudara. Odiaba que lo ayudara.3
O quizá odiaba el hecho de que ella le tenía los ojos extraños mientras lo
ayudaba.1
Y miró su expresión otra vez, lo peor que pudo haber hecho fue conectar
sus fanales negros con los que reflejaban el cristal. La mano derecha,
temblorosamente delineo la primera letra que yacía en su frente,
cautelosamente, como si al mínimo toque algo malo pudiera pasar; V.
¿Pero qué podría ser más malo que eso? Quizá miles de cosas, o quizá
ninguna considerando que en este punto le valía... mierda.
Pero era inútil, porque aunque sintiera que no valía nada y solo era algo
como una marioneta con hilos deshilachados y hoyos por doquier, aun su
mente no estaba suficientemente resquebrajada como para querer
hacerse daño a sí mismo.
Sabía que debajo de la cama de hospital había una maleta con armas y
también cartuchos. Podría agarrar una y pegarle un tiro a Yideku cuando
entrara, luego cuando se escuchara el tiro, pegarle otro a los escoltas de
Taehyung o, si nadie venía, salir corriendo y meterle un tiro a cualquiera
que cruzara su camino. Después, podría salir corriendo lejos, sin rumbo,
hasta que pasara un auto y se le parara al frente y frenara de pronto y
luego de amenazarlo, decirle que lo llevara al centro de la ciudad,
específicamente a la calle Hyuwi, en el vecindario carísimo de Seúl
donde quedaba una mansión de cuatro pisos con piscina, jacuzzi,
servicio de escoltas, sirvientas, máxima seguridad y un mafioso con un
diente de oro al que le decía ''Papá'' o cuando había reuniones
formales ''Padre''.6
O una mujer que le abría los brazos cada vez que él tenía pesadillas, que
no quería salir de casa y siempre le decía que ''todo iba a estar
bien'' cuando horas antes peleaba con Jaeban.4
Pero qué idiota era, eso jamás pasaría. Jungkook no sabía la clave del
maletín.20
Bueno, ojalá. U ojalá no, porque... ¿Qué pasaría con Jeon Jungkook si
un día Kim Taehyung ya no lo quería? Kim Taehyung, la única persona
cuya mirada era distinta a todos aunque sus acciones fueran las más
perversas.1
Ni jamás lo estaría.
Todo lo que sentía, se resumía en una sola cosa; ser un cobarde y tener
miedo. No tenía miedo a Taehyung o lo que le hiciera Taehyung, miedo a
lo que pudiera pasar después.
—Fuera de aquí.
Por un segundo, el rehén juró que era con él, hasta que Taehyung dejó
de mirarlo y vio recto al escolta.
—Ven aquí.
Okay, eso sí fue con él.
—¡VEN!22
Yideku volteó un segundo, mientras sacaba cosas del estante y las ponía
en otro lugar tras leer el nombre. El cautivo agarró con fuerza la toalla y
camino hasta él. La noche era ya pasada, quizá eran como las once o
poco más, no había demasiada luz en la habitación, solo la lámpara de la
mesa de noche. Kook encendió rápido la principal y entonces vio que el
maleante cargaba unos lentes de contacto. Mismos que alguna vez le vio
usar, tiempo atrás.
Se acercó con cautela, dejando de verle a los ojos para ver de cerca las
heridas de su rostro. Y Taehyung sabía que lo estaba haciendo, por lo
mismo solo cerró los ojos y sus párpados tenían un color lila. Finalmente
Jeon volvió a mirar sus orbes al quedar frente a él.
Y lo primero que Kim hizo, tan pronto como el niñito se acercó, fue tomar
con la diestra su cintura y con la otra mano su cuello, atrayéndolo hacia
sí para comenzar un agobiante besuqueo que dejó al menor por un
segundo perplejo.19
Los labios de su adversario se movían frenéticamente sobre los suyos,
abusando de su boca con total confianza y plenitud, dándose el lujo de
sucumbir dentro de todos sus rincones. Jungkook a duras penas
correspondió, confundido por la acción en medio de lo que había visto
segundos atrás; su apariencia magullada y su cara llena de golpes. El
delincuente afianzó el agarre en su cuello, con total posesión y aquella
mano de su cadera bajo hasta masajear uno de los glúteos del
adolescente frente a él, con total descaro e importándole muy poco si
Yideku seguía moviendo cosas para buscar la gasa y curarle.
Y a todas estas, Jungkook sintió una sola cosa con ese beso; Taehyung
estaba necesitando que lo besara.
—T-Taehy...
Taehyung se separó sin decir nada, y Jungkook miró a la señora con una
cara de fastidio, rápidamente a punto de separarse para vestirse. Sin
embargo, el sicario tomó fuertemente sus caderas y lo sentó en sus
piernas, obligándole a poner la cabeza entre su clavícula izquierda y
cuello, además de sus extremidades por encima de las propias,
aguantándole las caderas y acunándole la cabeza.2
Entonces ella bajó el rostro para ver a Kook mientras hacía su labor. El
niñito arrugó la nariz y frunció las cejas, a la par que alzaba un poco los
hombros. Ella captó el mensaje y rápidamente negó con la cabeza, no
sabiendo qué fue lo que pasó. El menor sintió las manos tomarlo con
más posesión, aunque no estaba viendo sus gestos por tener los ojos
cerrados, y entonces señaló a Kim con sus ojos, pidiéndole en silencio a
la mujer que preguntase. Ella negó, abriendo los ojos por completo, mas
Kook los abrió más fuerte y volvió a señalar, insistiendo.37
El menor vio su rostro de lado, aun con los ojos cerrados mientras la
mujer apartaba la sangre con otra toalla, más la primera se llenó de más.
Kim rió.
—¿Ah, no?
Sus labios fueron callados cuando Kim tomó su cabeza de lado y plantó
un profundo beso sobre su boca, solo presionando ambas.1
—Te gusta verme con estos moretones, ¿cierto, hijito de puta? —inquirió
Kim, ladeando el rostro y acariciando sus cabellos.
Sin embargo, Kim la sacó. Dejó varios besos por su cuello y luego lo miró
directo a los ojos.
[...]3
Desde que había despertado, hace tiempo atrás, lo único que Jungkook
conocía del lugar donde ahora estaba, era la habitación, el baño y lo que
se veía por fuera de la ventana, nada más. Pero justo ahora, iba
agarrándole la mano a Taehyung mientras iban subiendo unas escaleras
que daban con una puerta, no con otro piso después de salir de la
habitación y caminar por un extenso pasillo.
Y, lo que Jungkook jamás esperó, fue que del otro lado de esa puerta
hubiese nada menos que una amplia azotea al aire libre. Con unos
bancos de concreto a unos lados y con vista al cielo lleno de esos
luceros que parecían brillantina.
—Entra —ordenó el sicario. Kook lo hizo, y tan pronto como sus pies se
arrastraron por el piso de concreto, Kim cerró tanto la reja como la puerta
tras sí y le jaló de la muñeca—. Ven aquí.
—Con frecuencia vengo aquí cuando quiero pensar y estar solo, porque
en cierto punto me tranquiliza. No hay ruidos de autos, no hay gente
hablando, no hay ninguna persona, no hay ni siquiera cobertura
telefónica por si alguien tiene el atrevimiento de llamarme cuando estoy
aquí —pronunció suavemente viendo al cielo, y luego mirando a su
niñito, que veía arriba también—. Pero justo ahora te quiero aquí
conmigo.42
Lo que sí le pareció extraño, fue que sintió su cabeza ser colocada frente
a la barbilla del asesino y sus cabellos fueron removidos un poco,
mientras lejos de parecer que le estaba haciendo cariño, estaba
buscando alguna cosa.
—No tiene nada que ver sentir remordimiento al matar, con ser alguien
que mata —atajó el niño—. Conozco personas que odian asesinar y sin
embargo es su ocupación, igual que conozco personas que fueron
obligadas a hacerlo aunque no querían.
—Yo, Tae.28
Por primera vez desde que conoció al sicario, lo vio abrir los ojos de par
en par en sorpresa.
—No quiero hablar de eso —porfió—. Comparado a lo que haces tú, eso
es una estupidez.
—Mi padre me llevaba a reuniones en los casinos desde que tenía cinco
años, estaba ''formándome'' para cuando fuese mayor —hizo comillas—.
Al principio, las primeras tres o cuatro veces, solo era ir a casinos,
quedarme sentado mientras él estaba a mi lado contando dinero y
hablando de droga, armas o mujeres y yo asimilar todo como una
esponja. Luego íbamos a la casa y yo le decía a mi mamá que había
muchos señores con corbata. No estaba viendo más allá de las cosas.
—Un día, la reunión a la que iba era diferente, quedaba más lejos y a las
afueras de la ciudad. Al principio pensé que nos iríamos de viaje, pero al
bajarnos en una construcción desolada me di cuenta que no era así.
—¿Un matadero?
—Ajá —corroboró—. En el matadero, estaban seis hombres, todos le
habían robado dinero a mi papá. Uno de ellos se quedó con un maletín
que tenía dos millones de wons, otros robaron unas armas y los otros
tocara una mujer que tiene y es la ''puta personal'' de él. En el matadero
había varios hombres que trabajaban con él, uno de ellos era Hoseok,
ese es el sicario de mi papá. O, era, la verdad no sé si-...
No por ahora.
Sin que Jungkook viera, Kim sacó una sonrisa satisfactoria al oírle.14
—Continúa.
—Desde ahí empezaron muchos problemas familiares, mi mamá le
reclamaba a mi papá que yo era demasiado pequeño para ver eso, que
mi papá no debía ser tan monstruo y esas cosas —añadió—. Discutían
todos y cada uno de los días, jamás la agredió verbalmente o
físicamente, pero siempre le decía que mi comportamiento tranquilo era
culpa de ella y que yo debía ser como él porque si no jamás en la vida
podría ser un buen jefe de esa organización de mierda que odio.
—¿Odias Kyong?
Pero Taehyung sí, desde el primer día que lo vio después de varios años
que pasaron. Al menos, sabe que no le gustó cuando tenía nueve años.4
—Es subjetivo, las cosas que uno quiere hacer por su propio bien, a
veces terminan siendo para su propio mal —acota al relato del niñito—.
Lo peor es que la mayoría del tiempo uno mismo sabe qué les hace mal,
y de todos modos lo ignora completamente.
—Prosigue —mandó.
—Si, después de decirle a mi mamá que ella no los iba a cuidar, que
entre mi hermana y yo lo haríamos —explicó—. Accedió y me los llevé,
los cuidé por unos meses. Dos de ellos se los di a un amigo, otros dos a
una señora de limpieza y finalmente me quedé con el primero que
agarré. Me la pasaba jugando todo el día con el cachorro ese, le daba
cariño y me reía con él y blah, blah, blah. A mi papá no le gustaba, decía
que mimaba mucho al perro y que me hacía...5
Kook bufó.
—¿Por cuidar al maldito perro? —fue lo que el chico oyó, cuando Kim
bajó su rostro y lo miró con las cejas fruncidas—. ¿Qué tenía que ver una
cosa con la otra?21
—Un día me llevó al tal matadero ese y yo sabía qué pasaría esa noche.
O al menos, me hacía una idea, pero terminó siendo horrible —prosiguió
con su relato—. Iban a matar a un tipo por lavado de dinero, sin embargo
al terminar todo aquello... Hoseok venía con una cadena de tela detrás
de una puerta. La cadena estaba amarrada al cuello de YungYung, y
tenía una cosa que si la jalaban, empezaba a ahorcarlo.
Kook negó.
Viendo las cosas de manera analítica, Jungkook jamás había tenido una
niñez normal, ni siquiera remotamente cerca de ''tranquila''.
—Hoseok empezó a ahorcar s YungYung, le dije que parara, pero tenía
estrictas órdenes de hacerlo mientras mi papá me veía. Le rogué a
Jaeban llorando que se detuviera, que yo jamás volvería a jugar con
YungYung, que se lo regalaría a alguien y lo sacaría de casa, que incluso
podría dejarlo en ese matadero y que comiera ratas o algo, pero no me
hizo caso ni una sola vez. Solo dijo ''no puedes tenerle piedad a los
animales, son solo eso, Jungkook, animales inferiores a ti'' —el recuerdo
de los sonidos del cachorro ahogándose cada vez que Hoseok templaba
la tela de su cuello; era fatal. Era un ruido en su cabeza que le atormentó
escuchar por muchos años—. Estaba probándome a ver cuánto
soportaba ver al cachorro sufrir, cuando sus ojos empezaron a verse más
grande y sus garras salieron para raspar al suelo, disparé dos veces y los
gritos se acabaron.24
—No, no fueron dos tiros al animal —le explicó al mayor, que alzó una
ceja, preguntando con la vista—. Un tiro se lo di a él, en la cabeza. El
otro tiro fue hasta la pierna de un tipo que se rió de que yo maté al perro,
pero no le di para matarlo, solo lo herí.3
—¿No tienes deseos de matar a... alguna persona? —preguntó con tono
lascivo.11
Jungkook iba a decir algo, sin embargo su cuerpo fue colocado encima
de él y Kim abrazó su cintura, riendo con socarronería, como si lo que el
pequeño acababa de decir fuera nada más que una ridiculez.
Taehyung cerró los ojos cuando el niñito con la punta de sus dedos
delineó la hinchazón de su tabique, el pómulo magullado y la comisura
de sus labios, estos últimos estaban llenos de saliva propia e impropia.
—¿Por qué te caíste a golpes con Jun? —inquirió, mirándolo con un deje
de algo extraño, curiosidad tal vez—. O más bien... ¿qué hizo para que
no terminaras matándolo si de verdad no lo hiciste?
Kook se hizo la idea un rato atrás, cuando la vieja preguntó. Sin embargo
no quiso decir nada más y prefirió preguntar indirectamente.
Porque Jungkook no sabía que había ido a esa reunión y vio a su familia
y guardaespaldas.
Tampoco sabía que Shin Taogum estaba al tanto de su existencia con él,
y que si no quería morir desollado o en peores circunstancias, debía
callarse la jeta.
Jeon ni titubeó.
Kim Taehyung sería el ser más mentiroso del mundo, si dijera que
escuchar eso no le gustó más de lo que debería y removió unas
quinientas cosas dentro de sí.33
Justo como había pensado que saldrían las cosas si actuaba de manera
diferente.1
''Van a matarte...''
Y sus ojos no le gustaban a Kook, no por miedo sino porque sabía lo que
significaban esos ojos.
Esta vez sí era como la mayoría, esta vez sí le estaba robando el aliento,
a penas podía procesar la cantidad de latidos que estaba dando su
corazón cuando una de las grandes manos de Taehyung fue hasta su
pómulo izquierdo y se aferró ahí mientras la otra le tomaba de la cintura,
adosando ambos cuerpo. Giró al chico, colocándolo contra la pared y
metiéndose entre sus piernas volviendo el beso más deseoso cuando
con su boca comenzó a succionar los labios ajenos, con su lengua
comenzó a explorar la impropia y saborear su boca, provocando que un
hilo de saliva saliera de los labios de Jungkook.4
Haciendo caso omiso a todo —y sabiendo que había pasado mucho más
de dos semanas, así que su cuerpo podría considerarse
en ''perfecto'' estado—, sujetó las caderas del menor y le alzó cual pluma
sin peso alguno. Kook no tardó en tomar su cuello, rodeándolo con los
brazos y dejando que cayeran las sandalias que le quedaban unas dos o
tres tallas más grandes.17
La enorme ''T'' en todo el centro, las marcas que los cuchillos dejaron en
sus clavículas, el cigarrillo dejando las cicatrices en sus
tetillas. Macabramente hermoso, su piel marcada por Taehyung era la
cosa más hermosa que podría algún día ver.
Sin darle tiempo para responder, echó al menor hacia atrás y se inclinó,
dejando su boca bajando desde las clavículas hasta atrapar uno de los
pezones del chico en sus labios, Jungkook se agarró fuerte del borde del
mesón y arqueó su espalda cuando sintió la húmeda sinhueso dando
círculos en su tetilla derecha, suavemente succionándola mientras
dejaba besos alrededor y encima de la misma.
Se oía tan bien su nombre de los labios de Jungkook, que todo lo demás
podía irse al carajo cien veces y luego doscientas o quinientas más.3
—No sabes lo jodido que me tienes, no tienes ni idea —abrió sus piernas
tras decir eso y junto ambas erecciones, la suya más avivada,
restregándose contra el menor y ahuecando sus caderas para levantarle
del mesón y volver a ponerlo en el suelo—. Eres mío, tu sabes que lo
eres, ¿no es así?
—T-Taehyung...
Se separó por unos segundos, mirando al menor, que tenía las cejas
fruncidas, sus fanales brillantes y su boca húmeda. Se acercó hasta su
oreja, lamiendo el lóbulo y dejando besos en esa zona que sabía era
sensible, con el pulgar delineó esos belfos que se le hacían deliciosos de
maltratar, su otra mano adentró un dedo entero. Y se regocijó cuando a
su niñito le temblaron las piernas y se aferró a sus brazos.
Estaba tan jodidamente estrecho y quería partirlo entero y hacerlo suyo
una vez más.
Y siempre.75
XXXIV: Otchayaniye.
(⚠)95
No quería explotar esta noche otra vez, no tenía ganas de una mierda,
solo quería que pasara lo que tuviera que pasar y si al otro día volvía a
abrir los ojos sin dolor, entonces bien, y sino pues... ¿qué más daba ya lo
demás? Por eso, tomó el borde de la camisa y la alzó con los ojos
cerrados para quitársela por encima de su cabeza y no ver la cantidad de
tragedias hechas laceración que tomaban el atrevimiento de hacerse un
espacio en su cuerpo delgado y suave. Siguiendo con los ojos cerrados,
la enderezó y a ciegas la tiró donde debería estar el mueble. Jaló sus
pantalones mirando hacia el piso para no hacer contacto ni con sus
piernas heridas ni con el espejo, e hizo lo mismo que con la camisa.
Finalmente, se echó hacia atrás hasta trepar sobre el medio del suave
colchón, se recostó en su espalda y subió sus piernas quitándose la ropa
interior, arrugándola y dejándola en el mismo sitio que las demás.16
Solamente ahí fue que su corazón empezó a dar latidos más fuertes,
pero seguía imperturbable.
—¿Por?
El chiquillo suspiró, y sus pupilas viajaron desde abajo hasta los pies del
sicario, dándose cuenta que estaba exactamente en el lugar donde iba el
espejo y no podía verse. En ese momento conectó sus ojos con él.
—¿Se puede saber qué tiene de malo un cristal? —los ojos del maleante
fueron rectos hasta la figura del niñito, observando que seguía en la
misma posición y por nada del mundo veía abajo. Conocía perfectamente
la razón por la que no le gustaban los espejos, desde la primera vez que
estuvo con él dentro del cuarto en la cabaña, noches después de hacerlo
vivir aquel infierno—. ¿O es que no te gusta lo que el cristal refleja?8
Taehyung sonrió.
—¿Y por qué tú siempre respondes con otra pregunta cuando no quieres
admitir la realidad?
Una nueva sonrisa surcó los labios del mayor, cuando al decir eso, el
aprisionado alzó la cara y vio el reflejo de sus ojos observándole de
arriba abajo. No se miraba a sí mismo, sino a él.
¿Por qué carajo Taehyung siempre sabía cómo jugar con su mente?1
Bebió un trago del whisky helado que llevaba en el vaso y lo posó cerca
de la botella de licor que bebió solo hace un tiempo, exactamente la
noche que llegó de la maldita reunión con el montón de hijos de perra.
Tomó el cuello de su camisa y lo sacó por encima de su cabeza,
tirándola al mueble y colocándose un poco más al frente, justo en medio
de la peinadora y la cama.8
Colocó sus manos en las caderas del niñito, luego de posar el vaso en la
esquina de madera de la cama. Los fríos falanges pasearon por esa
delicada anatomía, adosándose a las marcas de las que él era el
desquiciado autor. En esa piel que siempre veía de porcelana, besó las
marcas de su nuca hasta la mitad de su espalda, a la par que exploraba
con los dedos las zonas de su vientre, en las marcas que había hecho
con el cigarrillo, marcando la inicial del nombre propio en su pecho.3
—Pero no creas que me siento mal por esa porquería, bebé... —dijo
cerca de su mejilla, rastrillándola con la punta de su lengua—. De hecho
me gusta cómo me hace sentir lo que por ti siento.19
—A-ah... —el menor sintió el frío hielo deslizándose del borde de su nuca
hasta contornear su espina dorsal. Detrás de él, Kim se regocijaba
viendo el líquido irse tras las pequeñas protuberancias que se notaban al
principio de su espalda, producto de estar tan delgado—. Taehyung...13
Kim tomó asiento finalmente detrás de él, y tan pronto como su cuerpo
chocó contra la cama, el vaso fue colocado en el otro extremo y las
caderas del menor fueron tomadas con dureza.
Los ojos del menor se abrieron más que antes y entonces su cuerpo se
tensó.
—Hablo de que la noche que llegaste aquí tomé un par de fotos y se las
mande al testaferro de tu puto padre para que pensaran de una maldita
vez que estabas muerto —confesó al otro—. Y todo habría salido
impecable, de no ser porque tu madre se volvió loca buscando tu cabeza
en un cadáver que mandé afuera de uno de los bares de Kyong, cadáver
que le faltaba un lunar en la cabeza, casualmente como el que tienen ella
y tú.5
Jungkook trató de procesar rápido la información, no queriendo pensar
en que su familia —madre y hermana, al menos—, hubiesen sufrido
algún tipo de agresión, conociendo como era Taehyung. Sin embargo,
confió en que dijo que no le hizo nada a nadie.
—¿Se te olvida que el sicario de Shin Taogum soy yo? —le alzó una ceja
y relamió sus labios—. Hace como seis años conocí a Shin y desde ahí
tu padre se quedó con Jung Hoseok y a mí me dejó con él, porque Shin
cuida la peor parte de esa organización; prostitución, agencias de videos
pornográficos y snuff, trata de blancas menores de quince años y tráfico
de personas a todo el continente. Ochenta años de cárcel por cada una.
Súmalas, y a ningún ser humano le daría la vida para cumplirlas. Es por
eso que me dejó con él, porque quien quiera meterse con esos negocios
terminaría entonces asesinado por V.2
—No podrías, yo llevaba un barbijo y una gorra hacia atrás que cubría mi
frente, solo se me veían los ojos y nada más —expuso al menor—. Y tú
estabas demasiado ocupado llorando en un rincón con miedo, como para
detallar otros rostros. Es por esa razón que cuando me dieron
información de ti, me enteré que el niñito llorón de la esquina, era en
realidad el hijo de Jaeban, y por esa misma razón es que supe desde un
principio que eran un niñito, hasta que mentiste para confundirme
diciendo que tenías-9
Si, como si por dentro no tuviese el corazón a mil latidos por segundo,
pensando en las barbaridades que estaba haciendo, y estando
plenamente consciente de que él las estaba haciendo y por qué.6
Kim Taehyung era astuto, pero todas las cosas malas que se hacen por
el bien propio, no dejan de causar maldad.3
—Siempre, Jungkookie.2
El menor le miró a los ojos un segundo, entre la distancia, pero esta dejó
de existir tan pronto como Kim arrebató sus caderas y lo subió sobre su
regazo, entreabriendo sus piernas a cada lado de las suyas y
comenzando a besarlo de manera impetuosa. La confusión inundó a
Jungkook por un segundo, arremolinándose entre su ser esa infinita
cantidad de sentimientos ruines que agonizaban desde lo más profundo
hasta adueñarse de todo de él.
Sus piernas quedaron por fuera de las de Kim y el beso que compartían
tenía el mismo nivel de éxtasis que los que le daba cada vez que
terminaban haciendo algo. Jungkook no protestó, tampoco tenía mucho
por qué protestar. Lo que sí sintió, fue la extraña lentitud con la que
estaba siendo besado, a profundidad, acaparando todos los rincones de
su boca, ofuscándolo, atontándolo, dominandolo. La parte baja de su
espalda fue ahuecada con la palma de Kim y arrimado más hacia
adelante, teniendo la erección contraria totalmente entre el espacio de
sus glúteos incluso cuando Taehyung todavía cargaba las prendas
inferiores.
—Taehyung... —su cabeza fue hacia atrás cuando Kim comenzó a lamer
y succionar las marcas de su pecho. Sus tibios labios se adosaban a las
cicatrices y luego de dejar besos succionaba la zona entre estos, luego
lamiéndolos; adorándolos, deseándolos, admirándolos casi. Jungkook
sabía que le gustaban todas esas malditas marcas de mierda—. A-ah...7
—Te ves tan hermoso, te ves tan precioso con todas esas malditas
marcas hechas por mí —susurró sobre sus labios, mirándolos y luego
sus ojos. Agarró sus glúteos, amasándolos con rudeza y palmeándolos—
. Tan follable, tan dominable, tan marcable... —sus dedos izquierdos;
anular y medio, viajaron hasta la entrada de Kook, comenzando a
estimularla en círculos—. Todas esas malditas marcas demuestran que
eres mío, niño hermoso —un casto beso fue propiciado—. Hermoso
como ninguna otra persona en la faz de esta maldita tierra asquerosa.6
Era...11
Y una vez más, Jungkook se aferró a la peor mierda que podía aferrarse,
pero el único consuelo mísero que tenía; Kim Taehyung.52
Tomó entre las manos ligeramente temblorosas el rostro de Taehyung, el
cual seguía rozando su entrada y sabía que estaba a punto de decir algo.
Kook aspiró hondo por la nariz y sin titubeo lo observó recto.
El primer dedo fue introducido entero, Jeon apretó los labios hacia
adentro y cerró los ojos al sentir los besos y su entrada siendo
mínimamente dilata. Mínimamente, porque tan pronto como Kim embistió
con su dígito unas cuatro o cinco veces, insertó el segundo,
regocijándose con los quejidos bajos de Jungkook, sabiendo que le
dolía.3
—Taehyung... —los falanges se insertaban profundamente, Kook sentía
ambos presionando su interior y estrellándose contra sus estrechas
paredes. De vez en cuando los sacaba para recorrer toda el área que
unía sus testículos con su entrada y hacia presión, dándole una
sensación medianamente satisfactoria—. A-ah...
Jeon colocó las palmas encima de sus hombros cuando los besos
arremetieron infames contra su cuello, sintiendo mordiscos profundos
que dolían, más no demasiado como para enterrarse en su carne. Sentía
la erección de Taehyung contra su propio sexo cuando comenzó a
restregarse lento contra él, y la mano que lo embestía terminó por sujetar
su cintura.
—A-ah... Hahg... —no tuvo más opción que llevar su espalda en un arco
cuando sintió las mordidas en sus clavículas y rápidamente dos manos
sujetar su cintura mientras su pezón izquierdo quedaba atrapado entre
los labios de Kim, el cual los lamió en círculos, rastrilló un poco de arriba
abajo y los dejó un par de segundos entre sus dientes para luego
estimularlos con chupetones que hacían al menor aruñar su espalda con
la diestra y la zurda enredarla en su cuello y dejarla en un puño—. M-
mierda, Taehyung...2
—Cierra la puta boca, mocoso —calló el mayor, y tan pronto como dijo
aquello, se izó en sus rodillas hasta alcanzar el primer par de esposas
que había llevado. Kook forcejeó unas veces, tratando de hacer un
berrinche, mas terminó quedándose quieto cuando una mirada dura le
fue dada. Taehyung colocó los pesados aros en las muñecas del menor y
la otra parte la colocó entre un pequeño aro que cargaba la cama—.
Ahora, deja que pruebe ese bonito culo tuyo que me pertenece.19
Besó con rudeza su cuello, desde las marcas debajo de sus clavículas
hasta lamer la línea intensa que formaba debajo de su manzana de adán.
Mordisqueó su maxilar, rastrilló sus labios y luego los propios los adosó a
su oído.
No dudó más.
—F-fóllame ya...33
Sin decir una palabra más, observó la delgada anatomía bajo su cuerpo;
marcable, tomable, follable en todos los sentidos. El suave sube y baja
de su abdomen y ese apretado interior que corrompería estaban
haciéndole estragos totales. Sin pudor, tomó ambas piernas del chiquillo
y las subió exponiendo totalmente su entrada, la cual escupió desde su
garganta.43
Mordiéndose los labios, jaló las muñecas del chiquillo hasta dejarlas en
sus rodillas. Kook entendió aquello, y por eso mismo las sujetó sin
esfuerzo, sintiendo el miembro de Taehyung unirse con el suyo por un
segundo cuando chocó ambas caderas. Con la zurda, agarró su cintura,
apretujándola hasta que quizá apretaba un poco, tomó el miembro propio
con la derecha, alineándolo con esa entradita por la que casi babeaba
esa noche, mirando al chiquillo con tonos rojizos en su cuerpo por la luz.
Restregó de arriba abajo el glande, sonriendo cuando un pequeño
gemido sus oídos escucharon en el momento que se presionó contra el
anillo de músculos.1
Había extrañado devorárselo de esa puta forma tan obscena y jugar con
sus sentidos así.6
Había pasado tanto tiempo desde que había tenido ese tipo de contacto
con Taehyung, que aunque se sentía familiar era como si jamás hubiera
pasado, probablemente porque tras todo lo que pasó desde que llegó a
ese lugar él se había completado de una manera tan... normal, que Jeon
simplemente estaba demasiado ofuscado.
—¡K-Kim Taehyung! —el pequeño Jeon gritó aquello cuando sus piernas
fueron tomadas y echadas hacia atrás para exponer más su entrada—.
¡Ah, ah, ah!9
Viendo su pene entrar y salir de ese bonito culo que amaba follar,
Taehyung subió las piernas de Kook a sus hombros y tomó el borde del
espaldar de la cama para apoyarse con una mano, la otra fija en separar
su pierna. Salió de él, volviendo a verter saliva en la zona, presionando
su glande para esparcirla por completo.6
—Taehyung...
El aludido llevó su brazo por sobre la cabeza del niñito y lo pegó más
hacia su cuerpo. Jungkook llevó la mano hacia atrás para meterlas
dentro del cabello contrario y guiar la cabeza de Kim a su cuello, para
que le besara. Este mordisqueo aquel lugar mientras el chico reposaba la
cabeza alto en el bícep de Taehyung y sentía su mano apretándole, con
el sonido de las caderas de su captor impactar contra sus glúteos tras
cada embestida.6
El asesino subió más la pierna del niñito hasta que oyó el necesario "Me
duele, Tae" y entonces la mantuvo un poco más arriba para que la frase
siguiera repitiéndose una y otra vez, los sonidos quejumbrosos de
Jungkook mezclándose con el dolor y la sensación de goce. Cada
embestida iba acompañada de besos y mordiscos detrás de su oreja y el
agarre firme dentro del cuello.3
Kim tomó dos dedos de la mano que tenía previamente en el cuello del
chico y los introdujo en la boca impropia hasta el fondo, notando cómo
por reflejo Jungkook apretaba los ojos, tragaba y su boca empezaba a
sentirse viscosa a medida que los jadeos no podían ser liberados por los
dígitos en su cavidad moviéndose en círculos por su lengua hasta que
fueron sacados y un hilo de baba cayó desde los belfos hasta su barbilla
y principio del cuello.2
—Mph...
—Pídeme que te toque, vamos... —demandó con los belfos en su oído,
manipulando aquellas sensaciones—. Me quieres haciéndotelo, no digas
que no...5
Entre suaves lloriqueos por lo invadido que se sentía, cerró los ojos
fuertemente, dejándose hacer una vez más.
—T-tócame...5
—Kim Taehyung...1
Joder, qué maldito niñito hijo de perra que lo volvía loco. Daría todo, todo
por ese niñito.12
Y antes de que Jungkook dijera alguna cosa, fue girando boca abajo en
la cama, dos palmas apretando sus glúteos y la mano izquierda dejando
dos fuertes nalgadas en las marcas, por las que jadeó.
—Sube ese jodido culo, pequeño Jeon —ordenó Kim, tomando sus
caderas—. Te quiero en cuatro.11
—Uhg, hyung...30
Jungkook estaba casi sin aliento, sus ojos escurrían suaves lágrimas,
incluso ahora estaban cristalizados, respiró hondo por la boca,
sintiéndose ahogado, relamió sus belfos y los llevó hacia adentro al sentir
dos dedos en su humedad, masajeandolo mientras Kim hundía su rostro
de nuevo, esta vez para dejar chupetones a lo largo de sus nalgas, entre
los dientes tomando piel hasta hacer una marca y lamerla a los
segundos.
Teniendo su falo entero entre las mejillas del menor, comenzó un vaivén
suave, deslizándose entre él y provocando una viscosa fricción entre su
sexo y la entrada del chiquillo. Besando uno de sus cachetes, pues
estaba con el rostro ladeado, Kim subió hasta su lóbulo, dejando lozanos
mordiscos.
—Eres mío, pequeño Jeon... eres solamente mío y de nadie más —jadeó
en su oreja, balanceándose más—. Solo yo te puedo tocar, solo yo te
puedo besar —succionó su cuello por unos instante, complaciéndose a sí
mismo con sus gemidos—. Solo yo te puedo follar y maltratar, solamente
yo te puedo acariciar y cuidar, yo... nadie más que yo —robó algunos
besos en la mitad expuesta de sus labios—. Solamente yo puedo hacer
que gimas fuerte, que supliques y llores...19
Las sábanas fueron sacadas de las esquinas superiores cuando Kook las
tomó duro entre sus manos, al igual que con sus dientes corroyendo el
borde del colchón que no pegaba contra el espaldar, mas esto último
duró un par de segundos, pues su cabello fue templado duro hacia atrás
y sus caderas tomadas entre la gran mano diestra del sicario.
Y por eso mismo fue que paró las embestidas y salió de golpe,
dirigiéndose arrodillado hasta una de las mesas de noche y tomando lo
que trajo; un par de esposas más pequeñas con unas protuberancias por
dentro, los dos cinturones de cuero, la liga para el cabello, una daga y
una bolsita con poquísimo alcaloide.56
Bien; hacerlo mierda hasta el punto de, literalmente, medio matarlo;
no. Pero si hacerlo un poco tortuoso, suficiente para que pudiera
quedarse con él y no necesitara una maldita atención médica exigente.5
—¿Taehyung...?
Esa preciosa piel marcada por él era una de las cosas más jodidamente
excitantes y preciosas que había visto.
—No te voy a hacer nada que te deje mal —susurró en su oído,
besándole la espalda en el proceso—. Al menos... no demasiado mal.26
—N-no...
Una risa ronca y apretujones en sus muslos y nalgas fue lo que el menor
escuchó como respuesta.
El sicario llevó la mano hasta los muslos del rehén, sobándolos con
ligereza. Llevó dos dedos hasta su miembro y rió para sí mismo cuando
lo sintió nuevamente duro .
Al menos no ahora.14
—Hermoso...6
Kook cayó en la cama sin fuerzas para sujetarse con los brazos
adoloridos, desplomado, pero totalmente consciente. Tan consciente que
sintió a Taehyung colocándose entre sus piernas de nuevo, sin embestir,
aunque dentro de él y oyó un chasquido de algo, para luego jadear
cuando una sensación de comezón e irritación le tocó las heridas.
La mínima dosis de cocaína fue vertida en todas las heridas del chiquillo,
tomando un color rojo suave al absorber la sangre que estas emanaban.
Relamiéndose los labios, Taehyung le agarró las caderas, hundiéndolas
en la cama para penetrarlo e inclinó su rostro hasta los hombros del
menor, comenzando a lamer tanto la linfa como la droga que había
vertido.47
Lamió con toda su lengua el otro hombro, del cual brotó más sangre que
fue succionada gustosamente por Kim. El hierro era delicioso si venía de
Jungkook, su sangre era deliciosa en ese punto, podría volverse muy
adicto a ella primero que a la verdadera sustancia dañina e
ilícita. Aunque viéndolo desde el punto enfermizo, las dos cosas eran
igual de ilegales.4
—Taehyung... me d-duele...18
Bingo.
Esa suave presión en su vientre bajo fue señal de que estaba muy cerca
de llegar a su orgasmo. Por mismo motivo enderezó al chiquillo boca
arriba y llevó sus piernas a los hombros, apoyándose de su cintura fuerte
y comenzando penetraciones más rápidas. La cara de Jungkook era,
fielmente, un maldito poema; sus ojos acuosos y manchas de lágrimas
en sus mejillas, su boquita cristalizada y escurriendo saliva de los lados,
las marcas de su frente reluciendo vivas debajo de algunos mechones,
sudado, lleno de semen, ensangrentado y tan perfecto que parecía un
ángel martirizado.1
Atacó su boca con ferocidad, inclinándose hasta sentir los talones del
niñito deslizándose por sus omoplatos y las uñas enterrándoselas en los
brazos cuando soltó su abdomen y se apoyó con las manos a los lados
de sus hombros. Dos estocadas constantes y el chico gimió duro, dos
después de aquellas y sus labios fueron mordisqueadas hasta sangrar.
Su cuello dolía, sus brazos dolían, sus caderas dolían, sus muslos
dolían, su espalda dolía, sus rodillas dolían. Pero su cabeza estaba
evadiendo ese dolor al pensar en una cosa que nada tenía que ver con lo
físico.
—M-mi espalda me du...- —se trató de quejar entra el beso, mas fue
detenido por un dedo.2
—Shh... —calló el maleante, mirándolo—. S-soporta un poco, eso no es
nada. En un rato dejarán... de sangrar.4
Se enderezó en su lugar, aún con las piernas del menor en sus hombros.
Las bajó, encogiéndolas hasta su cintura y mirando dos gotas relucir
fuera de su entrada llena. Sacó su extensión centímetro a centímetro
muy lentamente, viéndola salir llena de su semilla vaciada entera en el
menor. Cuando estuvo totalmente afuera, detalló esa entrada dilatada
con su circunferencia exacta, el blanquecino líquido chorreó hasta
manchar la cama junto a una que otra gota color rosáceo por lo poco
amable que había sido.13
Más al rato, el sicario subió su rostro y quitó los brazos del chiquillo de
ese sitio, echándolo hacia adelante hasta que quedaron sobre su cabeza.
Volvió a besar su abdomen y bajar, regocijándose al sentir como su largo
cabello quedaba enterrado entre el puño de Jungkook. Hundiendo la
cabeza entre sus piernas. Lamió, saboreó y escupió en su entrada todos
los fluidos propios e impropios que estaban ahí. Su caliente semen
brotando de ese agujero y siendo sacado con las yemas de sus dedos
medio y anular.6
—Tae, mgh... —la lengua impropia subió desde donde estaba hasta su
miembro, lamiendo y chupando todo, luego hasta su abdomen,
recogiendo parte del fluido—. Taehyung...
Kim volvió a verlo y con el pulgar derecho deslizó la saliva que brotaba
de sus labios, por acto reflejo Jungkook entreabrió su boca y en ese
instante el sicario vertió el espeso líquido dentro de su cavidad,
observando algunas gotas deslizarse por fuera, las cuales agarró con su
pulgar e hizo que el menor las lamiese.8
[...]1
Había salido del cuarto hace unos minutos entre los brazos de Taehyung,
a cuestas pues apenas podía mantenerse de pie con lo débil que se
sentía, no tenía idea de cómo todavía no le daba un maldito desmayo y
al contrario se sentía cansado corporalmente, mas no mental o con
sueño; era extraño.6
Besos en su cuello, besos en sus mejillas, en su nuca y hombros. El
ritmo de las estocadas iba normal, pero profundo. El pequeño Jeon
apretaba los labios y respiraba entre dientes a la misma vez. Unido a
Taehyung, sus uñas raspaban la pared de tono beige, arrastrando los
dedos por la superficie lisa o a veces bajándolas para sostenerse de los
brazos que a él lo sostenían.4
Percibía la respiración errática del mayor tras suyo, como mordía sus
orejas y gruñía en ellas, erizándole los vellos de su nuca, brazos y
espalda. De vez en cuando, jadeaba por el ardor de los dientes sobre las
heridas para que volvieran a sangrar, pero al pasar del tiempo ese ardor
se volvía soportable sobre su piel.
—Tu, mocoso idiota, tu eres lo que pasa —respondió, con esa misma
sonrisa tétrica ensanchándose—. Todo tú me pasa...14
—Dime una cosa, Jungkook —dijo encima de sus labios—. ¿En qué
estás pensando?
—Yo... yo no sé...
—¿No sabes? —rió roncamente—. Vamos, bebé... no voy a hacerte
absolutamente nada si lo dices.7
—Es que... d-de verdad no estoy pensando en nada, T-tae... —negó con
toda sinceridad—. Yo solo... estoy sintiendo lo que estás haciendo
conmigo.
Kim ratificó aquello, dejando algunos besos por el cuello del chiquillo.
Quizá, quizá no lo hacía. Quizá era puro estímulo. Quizá era algo más.24
Jungkook negó.
Otra negación.
Kook asintió sin pensarlo, y sin saber que para Taehyung aquel
asentimiento significa mucho más que pasar el resto de la madrugada en
su casa.47
En su corazón.50
—No lo sé... ¿qué puedes querer que sienta por alguien como tú? —Dijo
en un susurro, con los ojos empezando a cristalizárseles al momento en
que con sus ojos miró a Taehyung—. M-me confundes... tu siempre me
confundes, aseguras algo y haces lo contrario. Me dices cosas ridículas y
que deberían sonar bien, p-pero en realidad suenan enfermas saliendo
de ti —su cabeza quedó entre el pecho del sicario y sus manos agarraron
uno de sus brazos. Aspiró hondo por la nariz—. Y-yo ni siquiera sé si tú
estás... —no, Jungkook, cállate—. O-olvídalo.36
—¿Si estoy qué, Jungkook? —dos dedos pararon a la quijada del niñito y
la subió. Su mirada estaba rota y quejica—. ¿Si estoy enamorado de ti?48
Kook asintió, eso tenía absolutamente todo el sentido del mundo. Para él
y para cualquier a quien se lo dijesen.1
—Dime algo, Jungkook —aquella voz, sino distinta al tono que estaba
utilizando Kim desde hacía rato—. ¿Quieres regresar a la vida que tenías
tiempo atrás antes de que todo esto pasara?44
—¿Qué?
Cualquier cosa, cualquiera que fuese que hiciera Kim Taehyung con su
mente totalmente en blanco para pensar bien las cosas, era bien recibido
si esos mismos ojos por los que había cometido barbaridades, le había
hecho barbaridades, le haría barbaridades a él y a mil más, valdrían la
pena.
Le sonrió, tomándolo del cuello ávidamente para volver a besarlo como
venía haciendo desde hacía minutos atrás, la respiración del niñito
estaba entrecortada sobre la suya mientras danzaba su lengua junto a la
impropia. Jungkook se aferró a su cuello con ambas manos, jadeando
cuando fue tomado por las manos ajenas de la cintura y suspendido
entre su pecho y la pared. Kim sujetó la parte baja de la espalda del
menor con una palma y la otra viajó a sostener su cuello, aguantando el
peso contra la esquina de la pared.1
—Pero Tae...
—Hazlo, precioso.1
Abrazó su débil cuerpo con fuerza, las costillas del menor dando contra
sus brazos. Jungkook aún estaba consciente pero malditamente débil
después de eso. Respiró en su cuello, oyendo al menor respirar por la
boca grandes bocanadas de aire para retomar el aliento que se atrevió a
robarle. Los latidos de su corazón siendo el único sonido que se
mezclaba contra el ruido de la brisa de afuera y su aliento.1
Tomó el cojín que había tirado al suelo y restregó la mano ahí un par de
veces para deshacerse del semen impropio que tenía. Volvió a lanzarlo
al suelo y tomó el rostro de Kook entre sus manos. Estaba llorando, no
desesperadamente o hasta moquear a chorros como otras veces,
simplemente sus ojos estaban rojos como la punta de su nariz y los ojos
cristalizados hasta que las lágrimas mojaban sus mejillas y cuello.3
—T-Taehyung...
—¿Hm?
Las mentiras son buenas cuando te hacen sentir bien, pero terminan
abandonándote en un hoyo oscuro lleno de incertidumbre tan pronto
como empiezas a creerlas.2
Porque una vez que tu mente se une a tu fuerza de voluntad, te toca
manejar lo que ella piensa, a menos que ella empiece a manejarte a ti.1
Mentir es bueno cuando una persona lo hace en blanco, para no decir las
verdades a la cara por simple educación. Mentir es bueno cuando no
quieres admitirte a ti mismo los errores que cometes y, sobretodo, mentir
es bueno para crearnos una falsa ilusión de lo que es la realidad.
Todos mueren.11
''La vida es una tragedia tópica llena de drama y finales tristes, o una
fábula jocosa que te deja enseñanzas y sentimientos como montaña
rusa. Tú decides cuál de los dos caminos tomar''.10
El muchachito recordó eso justo cuando se levantó con un dolor corporal
terrible, una fatiga que lo estaba incomodando sumado a un suave ardor
de su espalda, provocando que la curvase en distintas direcciones para
poder disminuirlo, aunque era casi inútil.4
Giró la cabeza como pudo, estaba sentado con las rodillas encogidas
contra el pecho en la esquina de la cama. Observó a Taehyung, que
dormía plácidamente boca abajo, con media sábana en la cadera, los
jeans sin abotonar y el torso descubierto. Había pasado un par de
noches desde la última vez que habían hecho algo, suficientes para que
Jungkook tuviera costras en su espalda en vez de las heridas abiertas.
Desde ahí, los tres o cuatro días siguientes hasta ahora, pasaba casi
todo el tiempo encerrado en la habitación viendo por la ventana, o
leyendo un libro dramático que encontró en un gabinete y Kim le dijo que
podía verlo, o solo acostado todo el día, a veces durmiendo.6
Se veía inerme y vulnerable, dos cosas que por ningún motivo era en
realidad.4
Apretó los ojos con fuerza, incluso cuando la luz era escasa y se colaba
a través de una ventana cuya cortina yacía ligeramente entreabierta,
como dejando que pocas estelas de luz permitieran que el menor se
diese cuenta de lo que pasaba con su anatomía. Abrió los ojos de nuevo
al sentir el corazón acelerado y miró al suelo, sintiendo cómo de pronto el
aire le faltaba.
Pero Jaeban solo rodó los ojos y caminó hasta él, viéndole tirado de
rodillas al lado del columpio. Quizá si él no le hubiera hecho una seña a
Youngbae o a Seunghyun, alguno de ellos lo hubiese recogido del suelo
arenoso donde estaba llorando. Más el señor Jeon solo gritó ''déjenlo que
se levante solo'' y ninguno de sus guardaespaldas fue en su búsqueda.
Su padre le cargó del piso y lo colocó de pie, tomándolo por la mano que
sabía le dolía, apretó fuerte y escuchó a su hijo sollozar un par de veces,
poco, el menor sabía que cuando lloraba lo regañaban porque los
hombres no lloran, ellos son fuertes, ellos matan a los que quieren ser
más malos que ellos y les sacan mucha sangre del cuerpo después que
gritan.24
—No sé, c-creo que agarré mal la cuerda y cuando iba a bajarme... caí
—contó—. Podemos ir con el doctor. Él sabe qué hacer, él sabe much-...
—Mira todas esas marcas horribles que tienes en las manos y las rodillas
—calló al muchachito—. Por no haber tenido cuidado, te caíste, te
raspaste y ahora te va a quedar eso feo ahí. Se te van a poner las manos
horribles, con cicatrices que no se van a curar.6
—E-eso se cura, papá... —jadeó, porque las dos palmas estaban aún
sangrando y el niño lloriqueaba del dolor—. Mi mamá me pone una
crema que-...3
Supo que había hecho enfadar a su padre cuando este puso una mueca
extraña. Como si le molestase aquello que dijo.
—N-no, eso no... —se corrigió bajito—. N-no así... no quiero ser como
mamá así... —el dolor se intensificaba a medida que el menor sentía los
dedos presionar la carne magullada—. No quiero ser una niña, soy un
niño...6
—Pues solamente haces las mismas cosas que tu madre, Jungkook. Día
y noche actúas como ella, día y noche los gestos de tu madre, las
palabras de tu madre las actitudes de tu madre, los miedos de tu madre
—reclamó—. ¿Qué te he dicho sobre el lugar en el que has nacido?
¿Qué te he dicho de todo esto alrededor?
Lo sabía de memoria.
—Q-que debo ser como tú, no como mamá... p-porque mamá es débil y
eso... y eso solamente trae basura.1
—Ahora mira tus manos, están rotas por culpa de tu propia distracción.
Si sigues siendo un jodido distraído, un día van a meter una bala en tu
cabeza como hace Hoseok con la gente que a papá desobedece —
afirmó, asustando al niño—. ¿Quieres que te metan una bala en la
cabeza?7
—Si.
—L-lo correcto.4
Que asqueroso, que pútrido y horroroso ser.1
Su reflejo era eso, con todos y cada uno de los significados, al menos
para él, para los pocos que lo habían visto, para aquellos que no
deseaban verlo y sobretodos para todos aquellos con quien se crió o
trató toda su vida hasta hace un par de meses.
Por eso no quería que le alejaran de Taehyung, solo por eso. Ninguna
otra cosa interfería en su deseo de no querer volver.
¿Qué tanto podría estar dispuesto a hacer Taehyung por él? Eso iba a
descubrirlo a costa de cualquier cosa. Era algo que estaba haciendo ya,
de todos modos. Empezaba a ser el jugador en el juego donde inició
siendo el juguete.29
Porque sí; necesitaba a Taehyung. Para las muchas cosas que pensaba,
y que sentía, lo necesitaba en suma totalidad.
Era un apego chocante e insólito, uno que odiaba casi tanto como se
odiaba a sí mismo, uno que detestaba en cierto punto tanto como él.1
Suspiró.
Negó lento, y recogió los pies del suelo para llevarlos hasta su pecho.
Taehyung lo miró delineando el borde del colchón con los dedos, con la
cabeza gacha, sus pensamientos elaborando seguramente una laguna
en su cabeza donde estaba sumergiéndose así mismo hasta buscar
ahogarse. Algo que era con certeza, un observador que deducía las
cosas rápido.
—Ahora parece que lees mentes, ¿no es así? —su rostro estaba sereno,
demasiado.1
Una risa sin mucha gracia fue lo primero que el menor recibió.
—Pensaba en unas cosas cuando era más niño —admitió por fin—. En
mi papá y en todos los desacuerdos que siempre teníamos por cientos
de razones que a mi parecer eran... estúpidas —sus hombros subieron,
obviado—. Siempre tuvo la buena habilidad para desacreditar las
millones de cosas que no le gustaban en mí, o para recalcar las que
creía que no estaban bien. Todo, básicamente.4
—Nunca había oído una descripción tan acertada de él, aparte de las
que había elaborado yo mismo.
—No hay casi diferencia —aseveró—. En el trabajo era uno con todos y
cuando llegaba a casa era otro, aunque conmigo era exactamente la
misma mierda dentro y fuera de lo que era su oficio.1
Para Jeon Jungkook jamás existió una figura paterna donde pudiera
apoyarse como un ser humano en proceso de desarrollo. Nunca recibió
su soporte cuando era un infante, cuando empezó a ser un niño
pequeño, cuando llegó a la adolescencia. Todo el ápice de apoyo, eran
simplemente lecciones de comportamiento y vida que lo ayudarían en un
futuro cercano o medio cercano, mas no como un ser que sintiera, sino
como el títere de alguien que lo estaba formando para ser la figura que
quería y no la que el propio niño quería ser. No eran consejos de padre a
hijo, eran doctrinas de herencia y legado.
Doctrinas que jamás sintió que debía seguir, si las seguía era al menos
para la parte en donde deberían ser aplicadas y no en un día a día
común y corriente.
—¿Te cae mal? —le preguntó a Kim.9
Kim corroboró.
—La reina.6
—Si yo —se señaló—, aniquilo al rey de esa reina, el resto de las fichas
no tienen sentido, pierden —hizo un ademán—. La reina es Kyong
porque la reina está compuesta de todos los que defienden a tu padre, a
su rey. Si su rey se derroca, aunque ellas quieran pelear por él, el juego
no tiene validez.4
Taehyung terminó por asentir una sola vez, expuso sus palmas de lado a
lado y subió una pierna sobre la otra, quedando con las manos
entrelazadas en el abdomen.
—Por esa razón es que tu padre te adoctrinaba como lo hacía hasta que
caíste aquí, porque no van a obedecer simplemente por herencia, sino
por determinación e imponencia —adjuntó a todo lo que decía—. ¿Crees
que van a obedecer a un niño miedoso y llorón? ¿Crees que van a
obedecer a alguien que al ver el primer muerto corre la vista al otro lado
porque la sangre le asquea? ¿Solo porque es hijo del jefe? —negó,
haciendo un sonido chasqueante con la lengua y moviendo el índice de
lado a lado—. No lo harán, a la primera de cambio verán cómo
deshacerte de ti, de los que te importan y mandarte al olvido cinco
metros bajo tierra mientras le dan la potestad a alguien diferente y que
cumpla sus expectativas criminales.22
Toda la razón del mundo era algo que él poseía. Sus filosas palabras no
hablaban nada más y nada menos que con la verdad de pensamientos
hechos sonidos armoniosos a los oídos del menor.
—Claro, tampoco es que vas a matar a todo el que te cae mal por lo más
mínimo —dijo con dos dedos cerca de la sien del niño—. Es todo un
balance, entre soportar a los que te caen mal, pero necesitas dejar vivos,
y aniquilar a los verdaderos inservibles.8
Kim relamió sus labios, suspiró y una sonrisa ladina entre sus belfos
expuso. Le miró explícitamente, delineando su cuerpo con la inexistente
tensión de sus ojos fríos.
Jungkook bufó.
—O sea que él sí te cae mal.5
—Una pared sin cemento, son solo bloques que pueden caerse con un
ventarrón.
—Taehyung...2
—Un criminal que tiene veinte años y mata personas, si llega a los
sesenta años seguirá haciendo exactamente lo mismo que en su
juventud —explicó Kim, obvio—. Un policía que a sus veinticinco años
multa y arresta, cuando tenga cincuenta seguirá haciendo lo mismo,
porque es el patrón que eligió seguir desde que inició su carrera —hizo
una pausa, tocándole el hombro al menor—. ¿Sabes el verdadero
significado de decir ''tenía toda una vida por delante'', para referirse a
jóvenes? —su niñito negó—. Eso significa que aún no cumplía el ciclo de
la vida, ''nacer, crecer, reproducirse y morir''. ¿No te has dado cuenta que
cuando alguien dice ''le quedaba toda una vida por delante'' usualmente
se refieren a personas que aún no cumplían eso, pero cuando dicen ''era
demasiado joven'' es porque al menos la persona ya tenía una familia?32
Asintió.
—Todo esto, mocoso, la vida en sí —volvió a dirigir sus dedos por todo el
espacio—, es nada más un espejismo que la sociedad ha querido que
sea perfecto. Todos los humanos en realidad son parte de un sistema
que los adoctrina para entrar en lo que a la mayoría le
parece ''perfecto'' —hizo comillas—. Lo perfecto es cumplir el ciclo de la
vida y temerle a morir —sacó un dedo—, hacer cosas buenas para
agradarle a las personas y si eres seguidor de Dios irte al cielo para que
perdone uno que otro pecado que hayas hecho —otro dedo—, amar al
prójimo no importa que sea un maldito cabrón, y criar una descendencia,
finalmente dedicándole toda tu vida a un trabajo para terminar jubilado
con una pensión de mierda y paulatinamente morir de igual forma —sin
decir más, suspiró—. Eso es de lo que está hecho este mundo, de un
patrón heredado, pero... ¿cómo le vas a temer a la muerte, si es algo con
lo que vienes lidiando desde que das el primer respiro en tu vida? —los
ojos curiosos de Kook parpadearon unas pocas veces—. En resumen, da
lo mismo morir a una edad u otra.31
Kim bufó.
—Les dije que se salieran todos y solo me dejaran con los jefes y Yideku
—continuó el relato—. Arreglé con ellos el malentendido, me dijeron que
eran hombres de un amigo de Mark, que estaban buscando un culpable.
Lo habían hallado pero ese tipo me inculpó a mí. Me dieron el nombre de
los dos que me habían tirado el muerto a mí y del que Seojoon y Hyunsik
encerraron en una bodega, obviamente para que me lo dejaran —otra
sádica sonrisa surcó sus ojos y de pronto al recordar lo que les hizo a
esos tipos en aquel momento le regocijaba—. Los jefes se despidieron y
después le dije a Namjoon que pasara, Imagino que dio gracias al cielo
que yo tenía la cabeza retumbando, de no ser así le habría caído a
golpes cuando me dijo que estaba en casa de Jimin.1
—Creo que después de hablar tanto debería estar cansado, pero por
alguna razón no lo estoy —murmuró—. Y pensar que mi puto insomnio
empezó por recuerdos de mierda, pero... —su cabeza se movió de
derecha a izquierda y en su boca se reflejó una suave mueca—. No hay
nada más maldita mierda que tú.7
Kim se cruzó de brazos, pensando en una muy antigua leyenda del país,
de la época de los señores de la nobleza y los plebeyos que más que
eso eran esclavos. Relataba de una mujer que decía ver ''un
fantasma'' pero en realidad padecía de esquizofrenia, enfermedad que
para la época no era conocida. Dicho ''fantasma'' venía en forma de
falsos recuerdos.
Una sonrisa ladina cruzó los labios del mayor, que luego puso su rostro
recio y apretó la mandíbula tranquilamente.
—Así que paso todo el día en tu mente —y no dijo aquello con alguna
otra connotación más que lo que propiamente era—. Ya veo, cumplí lo
que te dije cuando aseguré que te atormentaría incluso sin estar contigo
—aquello si fue digno de decirlo jactado, delineando el collar brillante en
la nuca del menor—. No te dejaré ir, ni dejaré que nadie venga a ti,
incluso si eso significa no estar en paz.
La cosa es que Kim Taehyung es un dos en uno, uno malo y otro peor
que controla a su merced, como todo lo que le gusta tener. Porque
Jungkook estaba volviéndose exactamente lo que quería; un ser
confundido, hecho a partir de su propia incertidumbre de sinfonía oscura
para utilizarlo cruelmente a su antojo.
Kim sonrió más maliciosamente que como venía haciendo un rato atrás.
Y, en un movimiento habilidoso, tumbó a Jungkook hacia adelante,
dejándolo boca abajo y el sicario sobre él, aguantando su peso con una
mano.
Ese era el lugar donde muchísimas veces quiso llevar a Jungkook, y sin
mentir, aún tenía ganas de hacerlo. Unas ganas perfectamente
reprimidas de forma temporal, gracias a la desastrosa obsesión que le
consumía su persona por ese niñito y también por la cantidad de
personas cuyos gritos, si se hacía suficiente silencio, quizá se
escucharían por todo aquel lugar.
—Taehy-4
Silencio, uno que fue desapareciendo a medida que una suave risa tosca
lo opacaba.
Jeon suspiró hondo, tragó seco, humedeció los labios. Volvió a repetir la
acción un par de veces, le estaba latiendo el corazón más rápido, estaba
nervioso, no con miedo, pero los nervios le estaban jugando algo en su
contra.
—No lo sé, p-por eso quiero estar aquí... porque no tengo a donde ir y tú
eres quien se ocupa de mí sin verme con una cara de mierda —a decir
verdad, esa parte tenía mucho peso—. S-supongo que no puedo evitar
sentir cosas por ti, aparte de odio.
¿Lo odiaba por todo lo que le hizo y de ahí sus ganas de matarlo? Claro
estaba. ¿Lo necesitaba con él para que le cuidara de toda esa mierda
que le hizo y por eso quería quedarse con él? Correctamente.10
—Oh, mocoso... ¿tú qué crees? —el uso de su sarcasmo le hizo saber a
Jeon que sí.2
Pasó saliva de nuevo, dejando que sus labios se humedecieran otra vez.
Pero asintió.
A raíz de aquello, el diablo cayó por primera vez donde no pensó. Lo veía
cada día desde que lo tuvo, aprendió los detalles de su morfología
humana, se grabó en la memoria todas las miradas de soslayo y miedo
que le brindaba, los espasmos de su cuerpo al sentir su presencia y su
voz quebrada a los segundos de pedirle que hablase. Se dedicó a
asustarlo cientos de veces y jugar con él a su modo, sabiendo que poco
a poco lo destruiría.19
Quería atar pronto todos los cabos sueltos y llevarlo al rincón del infierno
donde iban las almas que aquel diablo, con una sola letra en su nombre,
tomaba por voluntad propia de la peor manera existente. Lentamente
notaba que no lo haría todo de una vez cuando tuviera tiempo, sino que
iría desde la punta del iceberg hasta sucumbir en las profundidades de
un océano oscuro de lamentos.4
Un día, el mismo niño hizo una estupidez, confundido por todo insultó al
diablo y este, cargado de ira, se desquitó con él, juró que lo mataría
aquella noche, estaba dispuesto a hacerlo porque ya de por sí estaba
molesto con el hecho de pensar tanto en él, al punto al que se metía en
su cabeza todo el día.1
Cualquier otro que insultara al diablo, recibiría los peores castigos, pero
aquellos ojos negros eran especiales para él, entonces con esos jamás
atentaría mientras fueran suyos. Aquellos ojos se volvieron su perdición
total.5
A las primeras cuatro almas las flageló hasta que su espalda, brazos,
abdomen y piernas exponían la carne de sus músculos. El látigo estaba
caliente y lleno de sangre, tenía astas de hierro en la punta, que
arrancaban pedazos de la piel si se ejercía demasiada fuerza. Cortó cada
uno de sus dedos, rebanándolos poco a poco. La sangre fluía como
caudal, manchando el piso que siempre terminaba en ese estado. Llevó
cuchillos tan largos como un brazo, dentro de sus genitales, desgarrando
sus entrañas desde adentro hasta que les abrió y cayeron todas como un
montón de coágulos putrefactos. Luego, vertió ácido en sus cuerpos,
sádicamente observando cómo se quemaban incluso después de
muertos, terminó desmembrándolos.8
A las siguientes dos, con bates que tenían clavos oxidados alrededor de
la parte más gruesa, comenzó a golpearlos. En la cara, a la altura de
pezones, los glúteos, muslos y brazos, todos tenían hoyos horribles y
despedaces de dermis. A veces, el bate era impactado tan fuerte, que si
se soltaba, no se caía por estar enterrado entre los músculos. Cuando se
cansó de golpearlos, les cosió la boca con un alambre fino, solo la mitad
de los labios, y mientras guindada del techo, con las muñecas
amoratadas, el bate los atravesó por completo una y otra vez, primero
rozando la zona para rasgar, después insertándose hasta que con
suficiencia podrían moverse. Las cadenas resonaban en el techo y
ambas almas abrieron sus bocas cosidas debido a los gritos de dolor que
quien ejercía en ellos, estaba burlándose. Murieron un par de segundos
después que grabó letras en sus rostros.2
Al primer contacto entre el ojo color miel y la lengua de una víctima, esta
se vino en vómito, ensuciando su cuerpo, el suelo y parte de los zapatos
ensangrentados del diablo. Así que él, riendo todavía, detuvo las
descargas y obligó a la persona a que se lo comiera. Si no lo hacía,
empezaría a sacarle los ojos a la otra sentada. Del susto, comenzó a
consumirlo, pero solo ganó que vomitara más. Así que le dijeron que si
volvía a hacerlo, empezaría a arrancarle los ojos.
Así que para hacerlo más rápido, los colocó contra una mesa llena de
púas, amarrados de los tobillos a cada lado de las patas y con los brazos
hacia adelante, y les atravesó terriblemente con un hierro al rojo vivo,
quemándoles y desgarrándolos repetidas veces. Finalmente
atravesándolos por el pecho, hasta que sangraron empalados por la boca
de donde salía la punta.
A los últimos dos, una madre y un hijo, los torturó fácil. Degolló al hijo
lentamente frente a ella, que era incapaz de escuchar nada,
lastimosamente solo el diablo gozó los gritos de agonía. Desmembró su
cuerpo, quitándole los brazos, que le lanzó a su mascota, dentro de su
jaula. Posteriormente metió a la mujer ahí, y ella fue asesinada a sangre
fría por el malevolente animal.13
Así fue como se consumió esa noche a todas esas almas, después de
ahí les desfiguró el rostro a cuchillos y en un lapso de tres noches, con
ayuda de algunos demonios, les repartió en los mismos lugares donde
los había robado, menos a uno, que lo metió en una bolsa aparte y lo
dejó en el sitio de muerte, esperando que los gusanos hicieran de las
suyas. A las semanas mató a todos aquellos que le habían ayudado y
pudiesen decir alguna barbaridad. Nadie se dio cuenta de eso.4
Y cuando regresó, lo hizo suyo otra vez, sin estar molesto, sin tanto
calvario y aunque él no quería igual cedió, porque al diablo le valía
mierda, porque era suyo y podía hacerle lo que quisiera y como quisiera,
dándose cuenta de que lo quería consigo costara lo que costara, incluso
si su vida se veía afectada en el proceso.9
Entonces lo observó cuando pudo retomar algo del aire que le era
arrebatado sin ton ni son. Los ojos oscuros de Taehyung viéndose
lascivos y alargados, el rosa natural de sus labios entreabiertos
manchado de sangre por besarlo y brillando por sus fluidos bucales
juntos, su nariz prominente rozando con lo alto de su pómulo, su
entrecejo fruncido lleno de recelo, con mechones de su cabello
adhiriéndose, las pupilas dilatadas sin necesidad de algo, solo él, y
algunos tonos lila casi imperceptibles por la poca luz.1
Tragó duro.
Definitivamente.
Taehyung impactó más fuerte contra él, mordisqueando sus belfos. Del
dolor, Jungkook solo dejó su boca abierta un segundo, dejando que el
asesino tragara sus gemidos e hiciera lo que quisiera con su cavidad;
hundiendo su gruesa lengua, raspando con sus dientes la propia,
succionando sus labios, perpetuando sus lamentos.4
—Agh... —las lágrimas abandonaban solas sus ojos, el dolor era intenso
en la zona afectada, debía mantener la cabeza recta para que no
ardiera—. D-duele...14
Taehyung solo ladeo una sonrisa.
Jungkook repitió su acción de apretar los ojos con fuerza, esta vez
curvando la espalda hacia atrás, temblando de pies a cabeza por la
intromisión repentina y profunda combinada con el dolor en esa zona y
también los cortes dejados en el otro lugar, donde Kim enterró la navaja
hasta desplazarla. Jungkook gimoteó y lloriqueó bajo, echando la cabeza
hacia adelante.
Una ''K''.36
Taehyung apretó el puño frente a él con fuerza, las venas de sus brazos
exhibiéndose y sus nudillos tensándose. Cayó un hilo de sangre y
cuando la abrió toda su palma, dedos, uñas y muñeca estaban rojas.
Porque jamás le haría daño sin antes hacérselo a sí mismo, y él, era
inquebrantable.8
Solo sonrió también, una mirada oscura atacando sus ojos negros, sus
labios hinchados ladeándose, su cabeza de pronto negando, suspirando,
pensando en una fracción de segundo cientos de cosas que se
arremolinaban en los pantanos oscuros de su corrompida mente.1
Jungkook era una luz de vida que se apagaba, y cuando se apaga la luz
de la vida solo queda la oscuridad de la muerte. Una oscuridad que tarde
o temprano le llega a todos.
Sin excepción.
Sin excepciones.
Rasgó piel rápidamente desde los hombros en una línea recta que
deslizó como velo y con cuidado de no maltrechar su nombre en cada
brazo del menor, cortó varias incisiones pequeñas un poco más arriba de
su codo y otras llegando casi al dorso de sus muñecas. Lo tiró a un lado
otra vez.
Le encantaba tanto.1
—B-bésame... —mandó.4
Entreabrió los belfos y los unió con los de él, apenas pudiendo
corresponder cuando Kim lo tomó de entre los muslos, apretando sus
ingles y meneando las caderas con ahínco dentro de él, reposando sus
piernas dobladas en el colchón para subir las caderas fuertemente e
impactarle. Jungkook para no abatirse, llevó los brazos por detrás de su
cuello, hundiendo las uñas hasta arañarlo.
Su boca sabía a gloria cuando la probó, a gloria manchada del odio que
le tenía, a la maldita gloria que odiaba sentir cuando lo tenía a su
merced. Taehyung hundió su sinhueso en él, dándole vueltas dentro de
su cueva para dominar su lengua, la saliva carmín surgiendo de sus
comisuras, el olor de la sangre, el sudor y la baba sintiéndose cada vez
que aspiraba por lo duro que estaba siendo, sus labios siendo
amenazados por su aliento y mordeduras.
Su lengua fue succionada hasta doler, sus labios también hasta que ya
era imposible sacar más sangre. El sicario con la lengua abierta lamió
sus mejillas, llegando hasta su pómulo para morderlo hasta sentir a
Jungkook rasgar la piel de su nuca con fuerza y ahogar un grito.
—Agh... —el rehén gruñó al sentir todo su miembro tomado por la diestra
mano, comenzando a masturbarlo lleno de sangre con velocidad. Apretó
sus piernas, contrajo su entrada, suspiró entrecortado y lloriqueó—. K-
Kim Tae... hyung...12
Era tan llenador cogérselo, tan perfecto como solo algo volátil podría
lograr ser. Oír sus lamentos contra la pieza de seda, sentir su cuerpo
lleno de espasmos, verlo sofocarse frente a sus acometidos violentos,
saborear su cuerpo y olisquear en su cuello tras morderlo.
Negó contra el colchón, sin decir nada. Apretó más las sábanas, si es
que aún podía. Llevó sus labios hacia adentro.
Un juego de mentiras.
Dolía, quemaba y ardía. Él lloraba, temblaba y gemía. Pero era así como
debían suceder las cosas, no de otro modo.10
Dos veces de nuevo, oyendo los alaridos, golpeó las nalgas del
adolescente con fuerza, apretándola. Oprimió su cadera para seguir
asaltando contra su culo, hasta que llevó la mano a su cabello,
templando hacia atrás.
Taehyung no se detenía.
Verlo así era tan agraciado como solo un catastrófico desastre podría
ser.
El rostro de Jungkook fue hacia el otro lado por reflejo y bajó su cabeza
al sentir el ardor en su mejilla cada vez haciéndose más extenso,
probablemente todos los dedos quedarían marcados ahí.
Jeon recordó que una vez le hicieron eso a sí mismo, una prostituta
extranjera mucho mayor, obligada por Jaeban al igual que él. Hacer lo
mismo que recordaba, pese a la incomodidad, era quizá la mejor
jugada.16
Sacó su lengua y lamió desde la base hasta su glande, cerró los ojos y
aspiró profundo al sentir una arcada que controló tomando aire al
sacarlo. Rastrilló su hendidura dos veces de adelante hacia atrás con su
sinhueso. Las venas del miembro fueron succionadas a los lados, con
cuidado de no usar los dientes.
—Trágalo —ordenó.
Con fuerza pegó sus labios a los del chiquillo, maltratándolo cuando el
beso se tornó tan tosco que Jungkook no lo pudo corresponder. El sabor
de la sangre, el olor de su saliva y su semen provenían de él. Chupó,
mordisqueó y templó de ellos hasta que el menor apretó sus brazos en
busca de aire.
Llevó las palmas debajo de sus axilas y lo cargó como un pequeño ser
indefenso, Jungkook se apoyó como pudo de sus brazos hasta que
Taehyung lo dejó sobre su regazo donde se dejó caer sin fuerzas.
—Estás aquí, estás aquí, estás aquí, estás... conmigo aquí, a-qui... —oyó
Jungkook de pronto, su voz era baja, tan baja que se tornó en un punto
quebrada y como si lo susurrara—. Jeon Jungkook, Jeon Jungkook, Jeon
Jungkook.51
—Uhum... —siseó.
—Sí, conmigo.
[...]
Dos toques primero, una pausa, tres toques seguidos, otra pausa y por
último un toque fuerte.
Yideku sacó la mano debajo de la mesa y optó por buscar la llave del
candado que cerraba su puerta. Dos vueltas fueron dadas cuando las
tuvo en mano y la abrió. Al encontrarse con el hombre del otro lado
simplemente jadeó.
—¡Nanite kotta! Nani ga attan da? —la mujer soltó aquello y se llevó la
mano a la boca—. ¿Qué te...? —se cortó.
''¡Mierda! ¿Qué te pasó?''3
A simple vista se notaba qué estaba haciendo, así que ella no preguntó
acerca de su estado, pero la mirada desesperada y molesta en sus ojos
le indicó que alguna mierda no estaba bien.
—En ese papel está el número de Shin Taogum, dile que quiero que
venga dentro de tres días, el viernes, a las tres de la tarde aquí mismo.
Que venga solo.10
—Él ya lo sabe todo, Yideku —expresó con una sonrisa que no se veía
satisfactoria.
La mujer abrió los ojos de par en par, curvó las cejas en un enorme
susto, él no lo vio ni oyó pero sabía que el corazón se le estaba
acelerando.
—¿Cómo se enteró...?
—Yideku —le llamó, ella solo asintió sin ver—. Dile que es de parte de
Kim Taehyung.5
La puerta se cerró.
Visualizó la cama, ahí estaba él, profundamente dormido, casi sin poder
moverse, apenas su respiración notándose por la parte de la sabana que
no le cubría el pecho, exhibiendo cada vez que subía lentamente.
—El diablo no puede dejar que el cuento se termine aún, incluso cuando
él mismo sabe cuál es el final.29
Velaría su sueño toda la noche con tal de horas después tener la dicha
de volverlos a ver.22
Dos días antes.
—¿O sino qué? —retó—. ¿Me vas a amenazar de muerte? ¿Me vas a
encerrar en la casa? —negó, burlándose de todas las acciones posibles
que pudiera llevar él en su contra—. No hay absolutamente ninguna cosa
que pueda detenerme. Ni siquiera tú mismo, Jaeban.
El hombre presionó el bolígrafo contra la libreta donde anotaba nombres
de gerentes. La observó detalladamente, su rostro desencajado en burla
hacia él y solo él. ¿Cómo era posible ser tan cínico?
—No irás con Taogum a ningún maldito lado, es mi última palabra —dijo
el capo, mirándola fijo.
—¡Y yo no saldré de esta puta oficina hasta que autorices que yo vaya
con Taogum! —objetó—. ¡No me interesa un carajo a donde tenga que ir,
con quien me deba enfrentar o donde deba meterme! ¡Ninguna persona
está más interesada en traer a Jungkook de vuelta que yo, así que iré
con él!2
El señor Jeon llevó sus brazos a su pecho, reacio a decir alguna cosa.
Ella tenía la misma mirada amenazante que en algún momento vio en
otros ojos.
—No hará diferencia que vayas con él. Quédate en la casa, es más
seguro. Yo me voy a encargar de todo.3
Ella apretó los puños con fuerza, negó una vez, otra, otra más. Sus ojos
negros temprano habían llorado, pero se había obligado a si misma a no
hacerlo más. No ganaría nada con aquello.
—Para hacer el ridículo estás hecho, mi amor —se burló ella, el asco de
su rostro lo veían los seis hombre en esa oficina—. ''Yo me encargo de
esto'' y te fuiste del país hasta que te dijeron que murió. ''Yo me encargo
de esto'' y lo ibas a dar por muerto de no ser por mí. ''Yo me encargo de
criarlo'' y lo único que hiciste fue crear una marioneta llena de sustos —
quitó los puños de la mesa y viajó por la habitación, sentándose en un
banco alto cerca de una barra, donde cruzó las piernas—. No sabes
encargarte de otra cosa que no sea tu negocio, maldito cabrón.
—Señora Jeon, por favor, cálmese —pidió Jung, con una mirada
lastimera—. Déjeme llevarla a su casa, por favor —e intentó volver a
acercarse.
—No me pongan las manos encima, Hoseok —quitó el seguro del arma y
se alejó algunos pasos hasta pudiera tener a todos en la vista—. Tu más
que nadie sabe cómo me siento, ¿no ves tú a Jungkook como tu
hermano menor, Hoseok? ¿No te la pasabas jugando con él desde que
era un niño? —le recordó, Jung era cercano por ser la mano derecha de
Jaeban—. No vengas a ponerte del lado incorrecto de la historia. Sabes
que tengo razón y sabes más que nadie que si alguna de esas personas
tiene a mi hijo vivo, un par de mierdas lamebotas no ejercerán la misma
presión que yo.
Hoseok miró a su jefe, que los veía a ambos con cautela. Sabía que si se
acercaban Saeji iba a disparar, sabía que si ella disparaba se armaría un
maldito problema.
—Ahí está la respuesta. Es bueno que ella vaya con nosotros, manda
unos cuantos guardaespaldas para que estén mientras va conmigo y mis
hombres —terminó por decir.
—No olvides de donde soy ni qué hacía antes de estar contigo, Jaeban
—le apuntó—. He visto cosas a las que no he estado dispuesta, pero
justo ahora estoy dispuesta a meterme donde sea por mi hijo, o su
cadáver.
—Por favor, Jaeban —susurró Shin—. Estoy seguro que ella será de
ayuda.1
Jaeban respiró hondo, Saeji lo miró con las cejas alzadas, esperando su
aprobación. Segundos pasaron, su marido no hablaba.
Que dios lo perdonara por lo que iba a hacer, pero ya traicionó una vez a
Kyong y sabe que no hay camino nuevo para que le volviesen a
perdonar.
Así que por su bien, Shin Taogum se uniría con Kim Taehyung.83