Lo Femenino El Lenguaje La Lalangue Dassen+Gomez
Lo Femenino El Lenguaje La Lalangue Dassen+Gomez
Lo Femenino El Lenguaje La Lalangue Dassen+Gomez
Carolina Córdoba
Marisa Chamizo
Susana Estela Epsztein
Mariana Isasi
MariaMarciani
Matias Meichtri Quintans
Laura Petrosino
Paula Rodríguez Acquarone
Gabriela Rodríguez
Ana Sol Sikic
Gisela Smania
Dalia Virgilí
“ Hacen falta orejas para escuchar lalengua”
…hacia lo que feminiza…
Para realizar su elaboración sobre “lo femenino” Lacan produce una operación que va del
significante a la letra. Al mismo tiempo introduce una disyunción radical entre el lenguaje y
su invención teórica: lalengua. Nos enseña que lalengua rebasa en mucho lo que se puede dar
cuenta con el lenguaje; nace entre las aguas del equívoco y la homofonía. Esto nos permite
considerar cómo, en un análisis, lo femenino pone en problemas al lenguaje.
Con la letra, y con el desplazamiento de su última enseñanza, Lacan plantea la feminización
de la posición del parlêtre en el análisis. En tanto lo femenino es lo que no tiene representación
significante, ni imagen. Es lo que no se dice, patrimonio de lalengua, pero se intenta atrapar en
el lenguaje. Esta operación lacaniana será la que apunta a atrapar el real del goce del síntoma.
Como lo señala Eric Laurent, la letra es perturbación lógica y la escritura es el sistema de
notación de las perturbaciones de la lengua, “del hecho de que la lengua escapa al lenguaje
y de que en lo que se dice siempre hay algo en reserva, que no llega a decirse y sin embargo
se escucha”. La escritura permite levantar acta de ello, resulta más adecuada para decir lo
íntimo y puede señalar lo indecible. Esta perspectiva rechaza de entrada la “impresión primera”
y anuncia lalengua.
1
Desde allí, se nos convocó a elucidar las operaciones producidas por el lenguaje no binario, a
nivel de lo social. Operaciones que vienen produciendo un debate en nuestras sociedades occiden-
tales, en su condición de ser una herramienta más de lucha de algunos movimientos feministas.
La intención de nuestra investigación, sin embargo, no apuntó a poner el eje del trabajo
en este tipo de expresión lingüística, el lenguaje no binario, sino en establecer algunas preci-
siones respecto de la propuesta lacaniana de lo femenino, la letra y lalengua, como dimen-
siones distintas del lenguaje para, desde allí, extraer algunas consecuencias epistémicas que
nos permitan realizar reflexiones sobre el asunto de lo no binario en el lenguaje. Cabe aclarar
que no se trata de toma de posiciones, sino de la posibilidad de sostener algunas preguntas y
cierta lectura al respecto, con la lupa lacaniana.
Dicho recorrido se enriqueció, además, reconociendo algunas otras perspectivas que nos
permitieron captar de mejor manera nuestro objeto de estudio. Así, la propuesta de Lacan de
la poética del inconsciente, del esfuerzo de poesía, como también la inclusión de la escritura
poética china, nos fueron trazando el camino y sus litorales.
“ Pronto los reglamentos saldrán, para la lengua, y asombrarán entonces sus modificaciones.
Por una antipatía que es justa o natural, odiamos cada una, pero así: mortalmente, a distintas pala-
bras, sean verbos o nombres. [...] Contra ellas habrá sentencias capitales, de modo que abriremos
nuestras reuniones doctas, condenando a destierro los vocablos distintos de los cuales purgamos las
prosas y los versos”. 6
“ Lacan, contra Moliére, estaba a favor de Las Preciosas ridículas y de las Mujeres Sabias”. 7
Un apartado especial merece el “episodio lingüístico” del movimiento de Las preciosas, el que
permite poner en perspectiva la discusión sobre el lenguaje inclusivo. Para ello retomaremos
algunas de las menciones que hiciera Lacan.
En el Seminario 3 la mención resaltará lo que este movimiento enseña respecto al poder
creacionista de la palabra y las trasformaciones de la lengua, la que “no es como se querría
una simple y directa traducción de lo real, supone en rigor, como precisa Lacan, toda una serie
de elaboraciones, de implicaciones, de reducciones (…) que al final revela la trama de una serie
de presupuestos que subtiende al uso del significante, que determinan modos de comportarse
–se dirá, en su acción performativa– pero que se mantiene, no obstante, lejos de cualquier
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idea voluntarista del uso de la lengua” , como pretende el lenguaje inclusivo. Graciela Musachi
consideró al respecto que, “por ridículas [Las preciosas] que fueran para Molière y por critica-
bles que sean algunas de sus peticiones de principio (…), no alcanzan nunca las del lenguaje
inclusivo promovido por cierto feminismo (…)”.
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“ El remo vació con su fuerza la realidad melancólica o eufórica de las determinaciones históricas. Quedé
solo con el infinito litoral que el remo continúa dibujando, en su zambullida, entre agua y aire”.
Marcus André Vieira
“ Se hallaron al fin reducidos a una suerte de alfabeto que hubiese podido servir en otro mundo”.
Henri Michaux
Lo femenino, del goce, hace objeción al lenguaje: no puede nombrarse, ni representarse por
la palabra. Esto hace necesario agregar términos que nos permitan aproximarnos a cernirlo
en eso que está de más, que escapa, y nos acerca a lo real, fuera de sentido, pero no fuera del
cuerpo. Para ello Lacan agregó un tercer término, la letra.
Freud había propuesto que lo femenino como continente negro e inaprensible no refiere al
límite fálico. Así confiesa que después de tantos años de investigación, aun no sabía qué quiere
una mujer. Las múltiples respuestas que ha planteado sostenidas en la lógica falo-castración
no alcanzan para responder esta pregunta. De allí que se lea en diversos momentos de su obra
referencias que van más allá del todo fálico, surcando una huella que luego Lacan desplegará.
Lacan irá por otras vías, como hemos adelantado en nuestra introducción. A lo largo de
su enseñanza son varias las versiones que dio sobre la letra, la escritura del goce, la función
de lo escrito, hasta alcanzar la escritura nodal. En un primer tiempo la letra es derivada
del significante, para luego adquirir otra dimensión separada del significante en tanto tal.
El significante, al representar a un sujeto para otro significante, pasa por la subjetivación, es
semblante, del orden de lo simbólico. Mientras que la letra, depende de la escritura y no repre-
senta al sujeto, es del orden de lo real.
En Lituraterra Lacan sitúa a la letra como ruptura de los semblantes. Allí la ruptura del signi-
ficante, la nube que se quiebra, produce la caída de lo que era hasta ahí, materia en suspensión,
caen las gotas que escriben esos surcos, abarrancamiento en lo real del significado, lo real
bajo el modo de una erosión. Lo fundamental es que la ruptura produce goce, y es esto lo que
importa al psicoanálisis, no expulsar ese goce, sino por el contrario, cernirlo, como aquello
que dibuja el borde del agujero en el saber. La letra deviene así instrumento de escritura que
cava un vacío, que acoge el goce, ese que no escribe el saber del S2 significante.
“Entre” saber y goce Lacan aporta también el término de “litoral”, borde entre dos órdenes
heterogéneos, el saber significante, y el otro, que supone el cuerpo. Sin cuerpo, no hay escri-
turas del goce, ni resonancias, ni ecos. J.-M. Miller destaca en La cosa japonesa que esa letra,
la que lituraterriza, no podemos escribirla ni como S1, ni como S2, tampoco como objeto a, que
designa el goce cernido por el significante, sino que es necesario otro término suplementario.
Propone la L mayúscula, inicial de Lacan también. Y aquí toma relieve lo que Lacan sitúa
de la caligrafía, la letra de la caligrafía se dibuja, pone de relieve la distancia entre el escrito
y la palabra, porque no tiene por función escribir lo que dice. La pureza de ese trazo es inal-
canzable para un occidentado, pero Lacan lo evoca para señalar que la caligrafía se propone
la recuperación en el trazo de escritura, del goce como perdido. Miller señala la utopía de la
caligrafía, y Eric Laurent, dirá que Lacan va a desarrollar su demostración como una operación
de separación, de atravesamiento de la experiencia estética, para llevarla a su núcleo real.
En esta vía Lacan hizo su inmersión en la cultura china, le interesó que no quede excluida
del psicoanálisis la consideración de su heterotopía. ¿Por qué la caligrafía china, ese trazo, se
aproxima al concepto de letra?
Ese surco que opera en el desierto y que Lacan encuentra atravesando la planicie siberiana
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trata de un trazo singular, que como dice Francois Cheng , no representa el mundo, sino que
ordena el caos interior trazando una huella, que nombra y agujerea al mismo tiempo.
La caligrafía, como arte mayor, no ofrece al espectador ni punto de vista fijo, ni punto de
fuga. Conserva ese vacío vivificante donde lo que es sin tener nombre tiende constantemente
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hacia el tener nombre. Ese trazo se añade en un gesto singular que aplasta lo universal.
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“Lo que se elide en la cursiva donde lo singular de la mano aplasta el universal”. En lo que
concierne al sentido, está fuera. Es litura, tachadura. Es decir, paradigma de la pérdida. La letra
sería como la parte de la escritura que se pierde cuando se lee el resto.
Parafraseando a Marcus André Vieira: para hacer reverberar el goce fuera de sentido, para
hacer de la letra una tierra de trazos es preciso involucrarse, entrar con el cuerpo. Solo hay
responsabilidad por lo que no tiene sentido. Él sostiene que: “las palabras que tienen sentidos en
la memoria colectiva se sostienen por sí solas. Cuando se trata del no-sentido hay un riesgo y es
Cabe señalar que en portugués risco es tanto raya (trazo) como riesgo.
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preciso responsabilizarse”.
Leer a Marcus nos permitió cernir lo que para él es lo que aproxima la sesión analítica al de
una escritura. El pasaje de fragmentos de recuerdos, tomados como objetos, a su recomposi-
ción como letras, trazos sin sentido, versiones de esta zona del goce marcada por lo litoral de
la letra, un entre-dos.
En esta línea, Laurent destaca el instante de ver del destello, chorreado, como aluvión
por entre las nubes. Hace notar que Lacan utiliza el término “ruissellement”, que según el TLF
acentúa la continuidad, la abundancia, el movimiento ondulante, el brillo resplandeciente. Sobre
todo, este “ruissellement” que surge entre las nubes, hace eco con el esquema que presentaba
Saussure, en el que otros tipos de flujos y torrentes eran representados entre las nubes. Esto
es próximo a lo que distingue como tachadura de ninguna huella que está de antemano, pura
huella que opera, esa tachadura litura: “Se trata de la traza de la experiencia de goce en la que
el sujeto fue borrado, la relación del Uno de la letra con la experiencia de goce. Es una pura
barra que designa una orilla, un litoral entre la tierra de la letra y las aguas del goce. Esta
barra, esta marca, es también el producto del inconsciente como traza y, por lo tanto, como
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saber”.
El tratamiento de la letra y sus efectos de feminización se sitúan en ese “entre” centro y
ausencia, vacío y suplemento de goce que invita a escribirse como exceso que desborda, lo
exhorbitante, el Uno en más. Como plantea Laurent: “La dit-mension de la letra según Lacan
implica cierta instancia, cierto forzamiento para incluirse en la trama significante y las signi-
ficaciones que se deducen de allí. La instancia, puesta en valor en el texto “La instancia de la
letra”, designa en la letra “esto que, por tener que insistir, no está allí de pleno derecho tanta
más razón para que eso avance” [ce qui, à devoir insister, n’est pas là de plein droit si fort de raison
que ça s’avance]”. 16
Para Lacan el lenguaje, la lengua forjada con el discurso filosófico, inevitablemente desliza
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hacia ese supuesto de una sustancia impregnada de ser. Para el discurso analítico, por el
contrario, se tratará de quebrar el ser, y allí el término forjado por Lacan, lalengua, es lo que
lo distingue del estructuralismo. Donde eso habla, eso goza. El goce es lo que quiebra el ser de
palabra, hace lugar a la falla, a la discontinuidad.
Es interesante cómo Lacan se dirige en Lovaina a los universitarios: “El psicoanálisis es una
práctica que únicamente opera en el campo del lenguaje, y en la que casi todo el tiempo habla
uno solo... En su momento dije que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Después
me vi obligado a recalcar y a señalar que ello significaba que, en esto, el lenguaje está antes.
Pero cuando dije que el inconsciente está estructurado como un lenguaje ¿acaso hablaba de
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lo mismo que… cuando dije que el lenguaje era la condición del inconsciente?”.
En “Televisión”, Miller destaca esto en las notas al margen: “la condición del inconsciente es
el lenguaje… el cual ex-siste a lalengua (…)” y “lalengua es la condición del sentido”. Lacan sitúa
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en ese texto que la batería significante de lalengua solo proporciona la cifra del sentido, “cada
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palabra toma allí, según el contexto, una gama enorme, disparatada, de sentidos” , haciendo
lugar al equívoco homofónico, entre otros. Así, esos nudos que se construyen haciendo cadenas
hechas con materia significante, “no son de sentido, sino de goce sentido, jouis-sens o jouissance…
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como ustedes quieran, conforme al equívoco que constituye la ley del significante”. De este
modo Lacan potencia lo que es inherente al significante, ser equívoco, para sustentar, en ese
hecho equívoco, la tarea analizante.
Dirá que el lenguaje está hecho de lalengua, es elucubración de saber sobre lalengua, y refor-
mulará el inconsciente de este modo: es un saber hacer con lalengua, una habilidad, un savoir-faire.
Así, lo que se sabe hacer con lalengua rebasa aquello de lo que puede darse cuenta en nombre
del lenguaje. Sus efectos van más allá de todo lo que el ser que habla es capaz de enunciar. El
inconsciente es testimonio de un saber que escapa al ser que habla.
Los efectos de lalengua permanecen enigmáticos, y por eso es la lengua de la interpreta-
ción. En cada elemento suyo, por mínimo que sea, hay un trazo de goce. De esto se trata el Uno
encarnado en ella, indeciso entre fonema, palabra, frase… Si tomamos como referencia algunos
testimonios, el yo laleo mucho, el ouir o el espasmodesollozo, son ejemplos que verifican
lo que al tirar del hilo de la lalengua ésta capta, inventa… palabras fuera de la significación,
de lo que irrumpe del goce en el cuerpo. Miller lo supo decir muy bien: “lalengua es la secreción
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de cierto cuerpo”. He allí la función de la resonancia.
Él mismo destaca en Extimidad que Lacan inventa el término lalengua al mismo tiempo que
promueve la inconsistencia del Otro. “Si nada falta a lalengua, es porque no hay todo lalengua.
Unir el artículo con el sustantivo, es otra forma de tachar el la de la lengua”. Y agrega: “en el
lenguaje como todo no hay lugar para la extimidad, por el contrario la inconsistencia de lalengua,
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no barra, no forcluye la extimidad”.
Podemos agregar que por eso mismo lalengua hace lugar a la notación del no todo feme-
nino. En la medida en que La mujer no existe, que no puede escribirse el todo de las mujeres,
el goce femenino que irrumpe, el universal fálico queda rechazado. Lo femenino del goce, se
sitúa fuera del sentido fálico, y se experimenta en el cuerpo. Es del orden de lo indecible, y a su
vez, satisfacción sin localización precisa. Lo que abre a la pregunta del límite… El único saber
que hay respecto de ese goce es porque hay un registro sensible del cuerpo. Pero que sea un
goce Otro, que se puede experimentar, no nos libra del esfuerzo de ceñirlo, allí la función del
litoral y la extracción del objeto tienen su lugar, pero también el agujero y el sinthome.
“ El poema sucede
El poema es el cuerpo
El poema es el mar
El poema es el cuerpo que sucede en el mar”
Sol Lametti
El drama del ser hablante es que la relación con su propio cuerpo está perturbada por la
experiencia del goce, que se presenta con sus modulaciones en una variedad de experiencias
subjetivas. Lacan señala algo fundamental: que “el goce sexual abre para el ser hablante la
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puerta al goce”, es decir, al goce como tal, goce a secas.
El lenguaje elucubra sentido sobre ese imposible de saber que implica la marca de goce
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inaugural. Incluso, agrega Lacan, que el lenguaje constituye una suplencia del goce sexual
debido a que en él se desliza siempre el sentido sexual que circula entre los significantes que
constituyen la cadena discursiva. Sin embargo, no todo el goce sucumbe a la mortificación
del lenguaje, no todo se reduce al sentido sexual ordenado por el falo. El goce femenino, en su
tendencia a la infinitud, no-todo subsumible a la medida fálica, no representable, imposible de
localizar e indecible, conduce a Lacan a la formulación como suplementario.
Aunque localizable en el órgano, el goce fálico es definido por Lacan como “fuera de cuerpo”.
En cambio, en lo que concierne al goce femenino –justamente al no ser localizable en un órgano
ni en una zona erógena determinada por un borde del cuerpo– dicha experiencia es vivenciada
“en el cuerpo” pero por fuera del campo del sentido y del saber.
Lacan dice que “la raíz del no-toda es que ella esconde un goce diferente del goce fálico, el
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goce llamado estrictamente femenino, que no depende en absoluto de aquél”. Y afirma que
el no-todo que caracteriza al modo de gozar femenino “no resulta de que nada lo limite, ya que
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el límite se sitúa de otro modo”. Dicho límite se constituye por la relación dual de la mujer
con la función fálica y con el Otro goce, haciendo que ni uno ni otro consistan como un todo.
Solo así se puede inscribir la posición femenina como la escribe Lacan, en relación al falo pero
no-toda allí. Se lee entonces que la experiencia femenina del goce es fundamentalmente un
acontecimiento de cuerpo que resta irreductible a la operación del lenguaje.
El “entre” de Victoria Horne:
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Victoria enseña, a partir de un diálogo con Oscar Ventura, cómo se fue construyendo para
ella la secuencia de sus testimonios. Es un trayecto que está orientado por su real femenino,
“siempre otra, inatrapable en lo que escribe entre líneas”. Tomando apoyo en ese no todo, se propone
deconstruir una y otra vez, “la interpretación como verdad y todo”. Así fue declinando lo más
singular del goce que la habita a lo largo de sus textos, lo que permite verificar la variedad
misma de lo que no se deja atrapar en una sola versión, lo que converge hacia lo Uno, en lo
múltiple de lo nuevo cada vez: “ese Uno de goce se introduce como trauma, se fija en el fantasma y
perdura en la iteración del síntoma. Algo de mí había quedado “entre” indecidido, exilado, por fuera,
extranjero, en reserva…”.
Así se pueden leer los diferentes modos del tratamiento del “entre”, del que ella alcanza a
decir que se trata de un lugar. ¿Desde dónde pudo arribar a cernirlo? No fue sin la extracción
del objeto, que permite que se escriba el litoral “murmullo”, borde, significante éxtimo, fuera de
la cadena de significantes del lenguaje, que le permitió aislar este goce en la raíz de su desdo-
blamiento en sus diferentes sintomatizaciones. “Eso que vivía como inadecuación fundamental,
se insinuaba como “perturbación en el discurso” e insistía en nombrarse, en encontrar un recorte que
permitiera hacer litoral entre la roca de la estructura y lo fluido inatrapable del goce…”. ¿No es acaso
esto mismo una forma de la irrupción de lo femenino?
En su esfuerzo por seguir circunscribiendo lo femenino de su goce, nos interesó especial-
mente lo que Victoria testimonia de lo que llama un fenómeno discreto de ese goce singular, en
el cuerpo: “Se trata de una sensación que aparecía circunstancialmente, a partir de la adolescencia, sin
que yo supiese ni cómo llegaba, ni de qué manera desaparecía. Formulaba esa sensación que me invadía
con un: “no me siento”. Esa paradoja de “sentir que no me sentía” trataba de nombrar una extrañeza
que surgía en el cuerpo, y que me desdoblaba en mí misma”. ¿No es esto un modo de decir sobre lo
hétero de lo femenino?
“Era una ausencia con respecto al exterior y una presencia de algo de mí al interior… era manifesta-
ción de un vacío, propio, pura presencia en suspensión…”. Así alcanza a nombrar un matiz del
lugar que es el entre, –un espacio no situable de manera precisa y que se escabulle al quererlo
fijar– que es vacío y presencia a la vez. Leer esta escritura en el cuerpo, como un modo de
gozoausencia que se insinúa en el cuerpo mismo, es para Victoria una lectura posible de este
fenómeno. Pero ella avanza en una lectura otra: en ella, de lo que se trata más fuertemente
es de la escritura en el cuerpo del punto de exilio que es su “entre”. Punto que deviene instru-
mento, para arreglárselas, no dejarse devorar por lo ilimitado del goce. Así alcanza a cernir
lo que es para ella, lo feminizante de su sinthome.
V. El sinthome… ¿feminiza?
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“Les mostraré en mis pequeños dibujos que el síntoma no se reduce al goce fálico” así expresa
Lacan la novedad que viene a aportar el nudo respecto del sínthoma, entendiéndolo ahora como
lo real de la estructura.
Es en el apartado que Miller denomina El goce del Otro está fuera de lenguaje donde enlaza
este Otro goce que participa del sinthoma. “Así como el goce fálico está fuera de cuerpo, el goce Otro
está fuera de lenguaje, fuera de simbólico”. En la última enseñanza ya el goce Otro no se reduce a
la sexuación femenina, sino que todo parlêtre se encuentra dividido en dos formas del goce.
El nudo es el apoyo a esta altura. Para obtener algo de él hay que escribirlo, hay que escri-
birlo para ver cómo funciona. Lacan afirma que una escritura es un hacer que da sostén al
pensamiento. “A decir verdad, el nudo bo, cambia completamente el sentido de la escritura.
Confiere a dicha escritura una autonomía, tanto más notable cuanto que hay otra escritura,
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esa que resulta de lo que se podría llamar una precipitación del significante”. Esa distin-
ción fundamental es la que Lacan rescata de Joyce, quien escribe no para contar su historia
infantil sino para sostener su ego como cuarto redondel que amarra el imaginario corporal.
La escritura como soporte, como marco, que no se contradice con lo planteado antes, sino que
da cuenta del soporte que implica el armado del nudo, y del tener un cuerpo como necesario
para la localización del objeto.
1
Laurent, E., El reverso de la biopolítica, Buenos Aires, Grama, 2016, p. 30.
2
Vasallo, B., Lenguaje inclusivo y exclusión de clase, Barcelona, Larousse Editorial, 2021, p. 17.
3
Lorde, A., en: De Lauretis, T., Diferencias, Madrid, horas y HORAS, p. 78.
4
Milner, J.-C., “La languesous controle?” / “La lengua bajo control”, Cités, 86 (2021).
5
Laurent, E., “Reflexiones sobre tres encuentros del feminismo con la no relación sexual”,
en: Acontecimientos, Buenos Aires, Grama, 2019.
6
Molière, Las mujeres sabias, Buenos Aires, Sudamericana, 1974, p. 135.
7
Miller, J.-A., Vida de Lacan, Buenos Aires, Grama, 2011, p. 32.
8
Rodríguez, G., Lacan entre las feministas, Buenos Aires, Tres Haches, 2019, p. 18.
9
Musachi, G., Lacan entre las feministas, Buenos Aires, Tres Haches, 2019, p. 14.
10
Ibídem.
11
Cheng, F, La escritura poética china, Editorial Pre-textos, España, 2007.
12
Ibíd., p 156
13
Lacan, J., “Lituratierra”, Otros Escritos, Buenos Aires, Paidós, p. 24.
14
Vieira, M. A., La escritura del silencio (la voz y letra en un análisis), Buenos Aires, Tres Haches pp. 56-57.
15
“Une vision du ruissellement de l´Un” Yad´lun, La cause du désir, revue de psychanalyse. 107 (2021),
Navarin editeur, p. 65.
16
Ibídem.
17
Lacan, J., El seminario, libro 20, Aun, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 57.
18
Lacan, J., “Conferencia de Lovaina”, Revista lacaniana de psicoanálisis, 23 (2017), pp. 21-22.
19
Lacan, J., “Televisión”, Otros escritos, op. cit., p. 542.
20
Ibídem.
21
Ibíd., p. 543.
22
Miller, J.-A., Piezas sueltas, Buenos Aires, Paidós, 2016, p. 71.
23
Miller, J.-A., Extimidad, Buenos Aires, Paidós, 2010, p. 412.
24
Lacan, J., El seminario, libro 19, …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 31.
25
Ibíd., p. 41.
26
Lacan, J., El seminario, libro 20, Aún, op. cit., p. 101.
27
Lacan, J., El seminario, libro 19, …o peor, op. cit., p. 202.
28
Victoria Horne Reinoso, “Entre”, presentación en el Espacio de enseñanzas del pase de Valencia-ELP.
Argumento: Prácticas de la letra. Escrituras del parlêtre, Oscar Ventura y Patricia Tassara.
29
Lacan, J., “La tercera”, Revista lacaniana de psicoanálisis, 18 (2015), p. 30.
30
Ibídem.
31
Lacan, J., El seminario, libro 23, El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 15.
3/4 DICIEMBRE 2021 formato virtual
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