Neurociencia y Educación Facundo Manes Ccesa007

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INFOBAE

Neurociencias y educación:
qué es importante para el
aprendizaje
Por Facundo Manes
La educación, como se sabe, involucra dos acciones fundamentales: la
de enseñar y la de aprender. Las investigaciones científicas sobre la
conducta humana y el funcionamiento cerebral brindan información
valiosa sobre cómo los seres humanos enseñamos y aprendemos que
puede ser útil para las teorías y prácticas educativas. Las neurociencias
pueden realizar importantes contribuciones al conocimiento para
facilitar la comprensión de procesos cognitivos claves para la
enseñanza-aprendizaje, tales como la memoria, la atención, el lenguaje,
la lectoescritura, las funciones ejecutivas, la toma de decisiones, la
creatividad y la emoción, entre otros. Las neurociencias modernas son
también importantes para el entendimiento de situaciones de riesgo de
aprendizaje (por ejemplo, dislexia y discalculia) y así ofrecer un
beneficio para muchísimos niños.

La metodología utilizada en el campo de las neurociencias cognitivas


humanas y la psicología experimental ofrece además la posibilidad de
probar empíricamente estrategias e intervenciones que pueden
implementarse en el área de educación como, por ejemplo, el
monitoreo y la comparación de distintas modalidades de enseñanza y
aprendizaje. Sin embargo, aunque se pueda enfatizar el potencial de las
neurociencias como una herramienta para mejorar la educación, la
transición del laboratorio al aula no es sencilla.

Desde el momento en que nacemos, nos la pasamos aprendiendo. Así,


procesamos información y construimos "esquemas mentales" del
mundo para poder reflexionar, tomar decisiones y actuar. El
aprendizaje es tan importante y tan central en la vida que por eso se
vuelve primordial tratar de comprender qué es, cómo se produce y
cómo se pueden mejorar los procesos, en lo individual y en lo
social. Gracias al avance de la ciencia, hoy sabemos que, en su
desarrollo, nuestro cerebro se va esculpiendo, es decir, va cambiando
tanto su estructura como su funcionamiento. Así, las conexiones
neuronales se van modificando a lo largo de la vida como producto del
aprendizaje y la interacción con el ambiente que nos rodea. Esta
capacidad del cerebro, denominada "plasticidad cerebral", da cuenta
de que los conocimientos y habilidades que adquirimos no son
estáticos, sino que están en constante cambio. En pocas palabras:
aprender es bueno para el cerebro.

El aprendizaje puede realizarse de distintas formas; una de ellas se da


de manera guiada, pautada y asistida. Por ejemplo, las personas
solemos aprender a leer y a escribir si otra persona nos lo enseña
explícitamente. Sobre las prácticas planificadas y mediadas se
sustentan las acciones desarrolladas por las instituciones educativas.
En este sentido, los contenidos curriculares y objetivos para cada etapa,
los modelos pedagógicos y la distribución del tiempo en la jornada
escolar se apoyan -o deberían hacerlo- en supuestos sobre cómo
aprendemos. Es así que el diálogo entre las múltiples disciplinas puede
contribuir al desarrollo de una educación de mayor calidad que provea
las bases para que todos aprendan y desarrollen plenamente el máximo
de su potencial.

Diversos estudios científicos sobre el comportamiento humano, el


funcionamiento del cerebro y la psicología experimental han mostrado
evidencia sobre factores que promueven o facilitan el aprendizaje:

* Tener una buena nutrición es esencial para el aprendizaje.


Investigaciones en poblaciones que sufren malnutrición han probado
que ciertos tipos de deficiencia nutricional impactan negativamente
en el cerebro y en el desarrollo de las funciones cognitivas. Los
programas de alimentación escolar han resultado efectivos para
mejorar la asistencia y permanencia de los niños y niñas en la escuela.
Asimismo, pueden contribuir a incrementar la equidad social,
prevenir las carencias nutricionales y promover hábitos saludables
de alimentación.
* La exposición crónica a situaciones de estrés puede generar efectos
adversos en el aprendizaje. Un niño que reacciona con ansiedad
extrema a las pequeñas tensiones diarias en la escuela es posible que
tenga dificultades para interactuar con sus compañeros y en su
rendimiento escolar. Una dosis tolerable de estrés suele aumentar la
vigilancia y mejorar el rendimiento en tareas complejas. Pero, al
convertirse en algo crónico, el estrés afecta el desarrollo cognitivo,
social y emocional, el rendimiento, el aprendizaje, la memoria de trabajo,
el autocontrol emocional y la capacidad atencional impactando en el
desempeño escolar. Los efectos del estrés crónico son frecuentes en
los niños que viven en condiciones adversas.

* El ejercicio físico beneficia la capacidad de aprender a través de una


variedad de mecanismos directos e indirectos como el aumento en la
regulación de factores neurotróficos (que favorecen la supervivencia
de las neuronas) y la neurogénesis (generación de nuevas neuronas) en
el hipocampo (área cerebral clave en la formación de la memoria).
Indirectamente, el ejercicio mejora el humor y el sueño, reduce el estrés
y la ansiedad, situaciones que afectan el rendimiento cognitivo.

* Dormir lo suficiente promueve los procesos de memoria y


aprendizaje. Luego de una jornada intensa de aprendizaje, el sueño
beneficia la consolidación, reestructuración, generalización y recuerdo
selectivo de la información adquirida. Contrariamente, la falta de sueño
se asocia con menor atención, olvidos y menor capacidad para realizar
tareas que requieren de gran esfuerzo y control mental.

* En la adolescencia, el ritmo circadiano cambia y se vuelve más


"nocturno". Este cambio se explica por factores biológicos naturales y
no por cambios de hábitos. Esto hace que el horario de alerta, en el que
estamos más dispuestos para aprender, se corra algunas horas de la
mañana. Por eso, los jóvenes suelen tener somnolencia, hecho que
impacta negativamente en el desempeño escolar. En base a estas
evidencias muchos sugieren que el horario de ingreso al colegio debería
retrasarse en la secundaria. Otra estrategia más sencilla de llevar a cabo
consiste en evitar tareas cognitivamente demandantes durante las
primeras horas de clase.
* Es importante la distribución de aprendizaje en el tiempo (evitar
estudiar todo el contenido en poco tiempo). Expandir los espacios de
descanso entre los aprendizajes afecta de manera positiva en el
aprendizaje a largo plazo. Los intervalos largos entre períodos de
estudio serían ideales para retener conceptos.

* Cuando un estudiante interactúa y participa activamente con el


conocimiento, la información puede integrarse y consolidarse más
fácilmente en los circuitos neuronales de la memoria a largo plazo.
Asimismo, las prácticas de enseñanza entre los alumnos, cuando
debaten, explican, predicen o discuten contenidos, permiten una mayor
y mejor comprensión de los conceptos o ideas.

* Las creencias acerca de la capacidad de aprendizaje influyen en la


motivación y el desempeño académico. Diversos estudios demostraron
que los estudiantes que piensan que las capacidades cognitivas y de
aprendizaje son maleables y flexibles, están más dispuestos a asumir
tareas desafiantes y a ampliar sus conocimientos. En cambio, los que
creen que son rasgos fijos y que no cambian (por ejemplo, al pensar: "yo
no soy bueno para las matemáticas") suelen centrarse más en los
objetivos de su rendimiento, son más reacios a asumir tareas muy
difíciles y son más sensibles al comentario negativo.

* La motivación intrínseca se refiere al interés genuino por participar de


una actividad, sentirse competente y autónomo. Cuando los
estudiantes están intrínsecamente motivados, tienen más
probabilidades de mejorar el aprendizaje, organizar la nueva
información de manera eficaz y relacionarla con lo que ya saben. Por el
contrario, si están motivados por cuestiones extrínsecas, se involucran
en las tareas como un medio para un fin determinado, por ejemplo, para
obtener una buena calificación, para conseguir los elogios de sus
padres o para evitar el castigo.

* La capacidad de jugar está fuertemente relacionada con el


desarrollo cognitivo y el bienestar social y emocional. El juego en los
niños es una herramienta básica para el desarrollo de la función
simbólica. Además, se ha demostrado que es un predictor de las
capacidades lingüísticas, la autorregulación y la flexibilidad cognitiva.
La calidad de la imaginación y la fantasía del juego en la infancia se
asocia a medidas de creatividad a lo largo de la vida. Por su parte, contar
con tiempo y espacios adecuados para que los padres jueguen con sus
hijos favorece el vínculo de apego. Y esto, a su vez, contribuye a que
sean emocionalmente más seguros.

* Ser capaz de autodirigirse y tomar control del propio aprendizaje es un


elemento vital para organizar y alcanzar los objetivos escolares. Estas
habilidades se sustentan en lo que se conoce como "funciones
ejecutivas", es decir, la capacidad para establecer metas, planificar y
automonitorear el propio desempeño para alcanzar un objetivo. Es
importante que los docentes apoyen su desarrollo, promoviendo, por
ejemplo, el control de los impulsos, la planificación y la organización de
las actividades.

* Existe evidencia de que la auto-evaluación (que el estudiante


reflexione sobre lo aprendido fuera de clase) mejora, en diferentes
situaciones y temas, el rendimiento y la retención a largo plazo. Por el
contrario, hay datos que demuestran que subrayar y releer
mecánicamente como mera acumulación son ineficaces y pueden
consumir mucho tiempo.

* Hacer mucho hincapié en la "inteligencia" o el "talento" -con la


creencia de que tales atributos son innatos y fijos- aumenta la
vulnerabilidad al fracaso, el miedo a los desafíos y la apatía para
aprender y mejorar. Estimular la perseverancia, la dedicación, el
esfuerzo, la tenacidad y el proceso de aprendizaje, en lugar de
focalizar en la inteligencia o talento, genera mejores logros en la
escuela y en la vida. Se ha mostrado que el refuerzo verbal o halago es
más efectivo cuando se dirige al esfuerzo y a los procesos (ej. "Debes
haber trabajado muy duro para lograr este excelente trabajo") que
cuando se dirige a atributos personales del niño o joven (ej. "Tu
excelente trabajo demuestra que sos muy inteligente"). La explicación
radicaria en que, cuando los halagos apuntan a la personalidad del niño
o joven, pueden disminuir su motivación ante nuevos desafíos que
impliquen el riesgo de poner en cuestión el auto-concepto. En cambio,
los refuerzos orientados a procesos construyen confianza en uno
mismo y persistencia para enfrentar nuevos desafíos.
Es importante remarcar, principalmente por el interés general que
despierta en la actualidad la neurociencia, que existen varias creencias
erróneas basadas en interpretaciones incorrectas de investigaciones
científicas que, a veces, incluso, tienen una repercusión mediática o
pública. Los llamados "neuromitos" o creencias sin base científica
también existen en torno a los procesos cognitivos involucrados en la
educación. Algunos de ellos son que "usamos solo el 10% del cerebro",
que "el cerebro izquierdo es el sitio de la racionalidad y el derecho de la
creatividad" o que "existe un estilo de aprendizaje visual, auditivo y
kinestésico". Estas concepciones sin sustento científico pueden llevar
a la implementación de prácticas desacertadas.

Las neurociencias, la psicología y las ciencias del comportamiento dan


cuenta sobre ciertos aspectos del aprendizaje escolar, pero de ninguna
manera pueden ofrecer recetas mágicas. Toda decisión sobre
cuestiones educativas no puede ni debe ser espasmódica ni
unidireccional. Se requiere para eso de la reflexión crítica y elaboración
interdisciplinaria, del diálogo y del consenso. Es en el encuentro entre
disciplinas (educadores, psicólogos, científicos sociales,
neurocientíficos, etc.) donde surge la interacción que podría producir
mejoras en las capacidades de enseñanza-aprendizaje. Y en todo esto
existen hombres y mujeres que, como dice Brecht sobre los luchadores
de toda la vida, son imprescindibles. Son ellos quienes verdaderamente
construyen los puentes entre las teorías y las prácticas de enseñanza y
aprendizaje, quienes conocen cabalmente la realidad de cada aula,
quienes día a día trabajan con sus alumnos, promueven el conocimiento
y les brindan factores claves para el aprendizaje -e irremplazables por
la tecnología- como el contacto humano, el ejemplo, el afecto, la
inspiración, la mirada social y la motivación: son los maestros, siempre
los maestros.

Facundo Manes es doctor en Ciencias de la Universidad de Cambridge,


neurólogo, neurocientífico, rector de la Universidad Favaloro,
investigador del CONICET y del AustralianResearch Council (ACR)
Centre of Excellence in Cognition and itsDisorders, Presidente de la
Fundación INECO y profesor de la Universidad Favaloro (Argentina),
University of California San Francisco -UCSF-, Medical University of
South Carolina (EE. UU.) y MacquarieUniversity (Australia).

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