HISTORIAS William Shakespeare Decía

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William Shakespeare decía: siempre me

siento feliz
(Compilación de Jairo Arcila Arbeláez:
https://www.eje21.com.co/2017/05/william-shakespeare-decia-
siempre-me-siento-feliz/)
«Siempre me siento feliz, ¿sábes por qué?. Porque no espero
nada de nadie; esperar siempre duele. Los problemas no son
eternos, siempre tienen solución, lo único que no se resuelve es la
muerte. No permitas que nadie te insulte, te humille o te baje la
autoestima. Los gritos son el alma de los cobardes, de los que no
tienen razón. Siempre encontraremos gente que te quiere culpar
de sus fracasos, y cada quien tiene lo que se merece. Hay que ser
fuertes y levantarse de los tropiezos que nos pone la vida, para
avisarnos que después de un túnel oscuro y lleno de soledad,
vienen cosas muy buenas. «No hay mal que por bien no venga». 
Por eso, disfruta la vida que es muy corta, por eso ámala, se feliz
y siempre sonríe. Solo vive intensamente para ti y por ti.
Recuerda: Antes de discutir.respira; antes de hablar.escucha;
antes de escribir.piensa; antes de herir.siente; antes de
rendirte.intenta; antes de morir.VIVE.  La mejor relación no es
aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada
individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y a
admirar sus cualidades. Que quien no valora lo que tiene, algún
día se lamentará por haber perdido y que quien hace mal algún
día recibirá su merecido. Si quieres ser feliz haz feliz a alguien, si
quieres recibir, da un poco de ti, rodéate de buenas personas y sé
una de ellas. Recuerda, a veces de quien menos esperas es quien
te hará vivir buenas experiencias¡. Nunca arruines tu presente por
un pasado que no tiene futuro. Una persona fuerte sabe cómo
mantener en orden su vida. Aún con lágrimas en los ojos, se las
arregla para decir   con una sonrisa «Estoy bien».
el propio Shakespeare habría compuesto el siguiente epitafio para su lápida:
Buen amigo, por Jesús, abstente
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito sea el hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva mis huesos.
Una leyenda afirma que las obras inéditas de Shakespeare yacen con él en su tumba.
Nadie se ha atrevido a comprobar la veracidad de la leyenda, tal vez por miedo a la
maldición del citado epitafio.
 “La vida es puro ruido entre dos silencios abismales. Silencio antes de nacer, silencio
después de la muerte.”

Reflexiones basadas en Alejandro Magno


Posted at — MSc. Belén Iglesias Ramírez — octubre 2nd, 2010 
http://articulos.sld.cu/histologia/2010/10/02/proverbios-y-frases-2/#:~:text=1%20%E2%80%93%20Quiero%20que%20los%20m
%C3%A1s,materiales%20aqu%C3%AD%20conquistados%2C%20aqu%C3%AD%20permanecen.

Alejandro III el Magno (356323 a.C.), rey de Macedonia (336323 a.C.), conquistador


del Imperio persa, y uno de los líderes militares más importantes del mundo antiguo.

“Al morir nada material te llevas, aunque creo que las buenas acciones son una especie de cheques de
viajero”.
“El TIEMPO” es el tesoro más valioso que tenemos porque es LIMITADO. Podemos producir más dinero,
pero no más tiempo…
“Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que
nunca podremos recuperar”.
“El mejor regalo que le puedes dar a alguien es tu tiempo y siempre se le regala a la familia ó a un buen
amigo”. 
 
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro Magno convocó a sus
generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1 – Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los  mejores médicos de la época.
2 – Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el
camino hasta su tumba, y…
3 – Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus
razones.
Alejandro le explicó:
1 – Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante
la muerte, el poder de curar.
2 – Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales
aquí conquistados, aquí permanecen.
3 – Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las
manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el
tiempo.
Mario Benedetti. 
http://articulos.sld.cu/histologia/2010/10/02/proverbios-y-frases-2/#:~:text=1%20%E2%80%93%20Quiero%20que%20los%20m
%C3%A1s,materiales%20aqu%C3%AD%20conquistados%2C%20aqu%C3%AD%20permanecen.

Imposible ganar sin saber perder.


Imposible andar sin saber caer.
Imposible acertar sin saber errar.
Imposible vivir sin saber revivir.
La gloria no consiste en no caer nunca, si no mas bien en     levantarse todas las
veces que sea necesario.
Bien aventurados aquellos que ya consiguieron recibir con la misma naturalidad
el ganar o el perder, el acierto y el error, el triunfo y la derrota…
Hablar en favor de la justicia
Fragmentos de sus discursos
1961-2008
https://www.un.org/es/events/mandeladay/legacy.shtml#:~:text=%E2%80%9CNuestros%20ni
%C3%B1os%20son%20nuestro%20mayor,nuestra%20naci%C3%B3n%E2%80%9D%2C
%20Nelson%20Mandela.

Nuestra marcha hacia la libertad es irreversible.


No debemos dejar que el temor se interponga en

nuestro camino. 
Nelson Mandela
Lucha por la libertad

No se puede esperar que los que no tienen derecho al voto vayan a seguir pagando
impuestos a un gobierno que no asume responsabilidades por ellos. No se puede esperar
que personas que viven en la pobreza y el hambre paguen alquileres exorbitantes al
gobierno y a las autoridades locales. Somos el nervio central de la agricultura y la industria.
Hacemos la labor en las minas de oro, diamantes y carbón, en las granjas y la industria a
cambio de jornales miserables. ¿Por qué tenemos que seguir enriqueciendo a quienes
roban el producto de nuestra sangre y nuestro sudor, a quienes nos explotan y nos niegan
el derecho a organizarnos en sindicatos? (...)

Me dicen que han emitido una orden de detención contra mí y que la policía me está
buscando. (...) Cualquier político serio comprenderá que en las actuales condiciones de
este país, sería ingenuo y criminal de mi parte buscar el martirio "fácil" entregándome a la
policía. Tenemos que cumplir con una importante agenda y es importante que lo hagamos
con mucha seriedad y sin demora.

He optado por esto último, que es más difícil y que conlleva más riesgos y penurias que
estar sentado en prisión. Tengo que separarme de mi querida esposa y mis hijos, de mi
madre y mis hermanas, vivir como un paria en mi propia tierra. He tenido que cerrar mi
negocio, abandonar mi profesión y vivir en la pobreza y la miseria, como lo hacen muchos
de mis compatriotas. (...) Lucharé contra el gobierno junto a ustedes, codo a codo, hasta
que logremos la victoria. ¿Qué harán ustedes? ¿Se nos sumarán o van a cooperar con el
gobierno en sus esfuerzos por reprimir las reivindicaciones y las aspiraciones de nuestro
propio pueblo? ¿Van a quedarse callados y neutrales en una cuestión de vida o muerte para
mi pueblo, para nuestro pueblo? Por mi parte, ya he hecho mi elección. No abandonaré
Sudáfrica, no me rendiré. Solo con penurias, sacrificio y acción militante se puede
conquistar la libertad. La lucha es mi vida. Seguiré luchando por la libertad hasta el fin de
mis días.

 Declaración de prensa, "La lucha es mi vida"


26 de junio de 1961 
En su sentido mismo, la igualdad ante la ley significa el derecho a participar en la
elaboración de las leyes por las que uno se rige, de una constitución que garantice los
derechos democráticos a todos los sectores de la población, del derecho a acudir ante un
tribunal para pedir protección o reparación en caso de violación de los derechos
garantizados en la constitución y del derecho a participar en la administración de justicia
como jueces, magistrados, fiscales, asesores en materia de justicia y otros cargos
análogos.

Cuando no existen estas salvaguardias, la expresión "igualdad ante la ley", en cuanto que
se trate de aplicarla a nosotros, carece de sentido y es engañosa. Todos los derechos y
prerrogativas a los que me he referido son monopolizados por los blancos y nosotros no
gozamos de ninguno de ellos. (...)

No me considero ni moral ni jurídicamente obligado a obedecer leyes hechas por un


parlamento en el que no estoy representado.

Que la voluntad del pueblo es el fundamento de la autoridad del gobierno es un principio


universalmente reconocido como sagrado en todo el mundo civilizado y constituye el
fundamento básico de la liberad y la justicia. Es comprensible que los ciudadanos que
tienen derecho al voto y el derecho a la representación directa en los órganos de gobierno
del país estén obligados moral y legalmente a cumplir las leyes que rigen el país.

De la misma manera se debe comprender por qué nosotros, los africanos, debemos
adoptar la actitud de que no estamos ni moral ni legalmente obligados a obedecer leyes
que no hemos aprobado, tampoco se puede esperar que tengamos confianza en los
tribunales que aplican esas leyes. (...)

Odio la práctica de la discriminación racial, y en mi odio me siento respaldado por el hecho


de que la inmensa mayoría de la humanidad lo odia de la misma manera. Odio que se
inculque sistemáticamente a los niños el prejuicio basado en el color y me siento apoyado
en ese odio por el hecho de que la inmensa mayoría de la humanidad, aquí y en el exterior,
coinciden con mi manera de pensar. Odio la arrogancia racial que decreta que las cosas
buenas de la vida deben seguir siendo derecho exclusivo de una minoría de la población y
que reduce a la mayoría de la población a una condición de servilismo e inferioridad y la
mantiene como borregos, sin derecho a voto y obligados a trabajar donde le mandan y
comportarse como le dice que debe hacerlo la minoría gobernante. Me siento respaldado
en ese odio por el hecho de que la inmensa mayoría de la humanidad tanto en este país
como en el exterior comparte mi manera de pensar.
Nada de lo que pueda hacer este tribunal cambiará en modo alguno ese odio que siento,
que solo podrá desaparecer cuando se eliminen la injusticia y la inhumanidad contra las
que he luchado para que erradicarlas de la vida política y social de este país. (...)

 Declaración en el juicio, Pretoria (Sudáfrica)


15 de octubre a 7 de noviembre de 1962 

La queja de los africanos (...) no es solo que son pobres y los blancos son ricos, sino que
las leyes que hacen los blancos tienen como finalidad preservar esta situación. Hay dos
maneras de salir de la pobreza. La primera es mediante la educación formal y la segunda
cuando el trabajador adquiere mayores conocimientos en su trabajo y, por ende, un salario
más alto. En lo que respecta a los africanos, ambas posibilidades se ven deliberadamente
reducidas por la legislación. (...)

Queremos, sobre todo, igualdad de derechos políticos, porque sin ellos nuestra
incapacidad será permanente. Sé que esto suena revolucionario para los blancos de este
país, porque la mayoría de los votantes serían africanos. Por eso, el hombre blanco teme la
democracia.

Pero este temor no puede ser un impedimento para hallar la única solución que garantizará
la armonía racial y la libertad para todos. No es cierto que reconocer el derecho a votar
para todos terminará en dominación racial. La división política basada en el color es
totalmente artificial y, cuando desaparezca, también desaparecerá la dominación de un
grupo de color por el otro. El Congreso Nacional Africano (ANC) ha pasado medio siglo
luchando contra el racismo. Cuando triunfe, no cambiará esa política.

Esto es por lo que lucha el ANC. Su lucha es una lucha realmente nacional. Es la lucha del
pueblo africano, inspirado por su propio sufrimiento y su propia experiencia. Es la lucha por
el derecho a la vida.

He dedicado toda mi vida a esta lucha del pueblo africano. He luchado contra la
dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. Atesoro en mi corazón el
ideal de una sociedad democrática y libre, en la que todas las personas vivan juntas en
armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir y que espero
alcanzar. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir.

 Declaración en el juicio, Pretoria (Sudáfrica)


20 de abril de 1964 

Nuestra lucha ha llegado a un momento decisivo. Llamamos a nuestro pueblo a que


aproveche este momento para que el proceso hacia la democracia sea rápido e
ininterrumpido. Hemos esperado demasiado por nuestra libertad. No podemos esperar
más. Ha llegado la hora de intensificar la lucha en todos los frentes. Cejar en nuestro
empeño ahora sería un error que las generaciones venideras no podrían perdonarnos. La
libertad que atisbamos en el horizonte debería alentarnos a redoblar nuestros esfuerzos.

Solo mediante la acción disciplinada de las masas podemos asegurar nuestra victoria.
Pedimos a nuestros compatriotas blancos que se nos unan para crear la nueva Sudáfrica.
El movimiento por la libertad es un ámbito político donde caben ustedes también. Pedimos
a la comunidad internacional que mantenga su campaña para aislar al régimen del
Apartheid. Levantar las sanciones ahora sería correr el riesgo de frustrar el proceso
encaminado a la erradicación total del apartheid.

Nuestra marcha hacia la libertad es irreversible. No debemos dejar que el temor se


interponga en nuestro camino. El sufragio universal, fundamental entre los votantes en una
Sudáfrica unida, democrática y no racial, es el único camino hacia la paz y la armonía
racial.

 A la salida de la cárcel, Ciudad del Cabo (Sudáfrica)


11 de febrero de 1990 

↥ Hablar en favor de la justicia

Discriminación racial
Quedará para siempre como una mancha indeleble en la historia de la humanidad el mero
hecho de que el crimen de apartheid tuviera lugar. Sin duda las generaciones futuras se
preguntarán: ¿qué error se cometió para que ese sistema pudiera asentarse después de
haberse aprobado una Declaración Universal de Derechos Humanos?. Quedará por
siempre como una acusación y un desafío a todos los hombres y mujeres de conciencia el
hecho de que tardáramos tanto tiempo en ponernos en pie para decir ‘ya basta.’ (...)

Convencidos de que la negación de que los derechos de uno disminuye la libertad de otros,
ya no nos queda mucha camino por recorrer. Recorramos esa distancia juntos.
Reivindiquemos, con nuestras acciones comunes, los propósitos por los que se estableció
esta Organización y creemos una situación por la cual su Carta y la Declaración Universal
de Derechos Humanos pasen a formar parte del conjunto de leyes en las que se basará el
orden político y social de una nueva Sudáfrica. Nuestra victoria común estará asegurada.

 Discurso ante el Comité Especial de las Naciones Unidas contra el Apartheid


22 de junio de 1990 

Seguramente es una de las grandes ironías de nuestra época que por primera vez en sus
49 años de historia esta Asamblea esté escuchando el discurso de un Jefe de Estado
sudafricano surgido de la mayoría africana de lo que es un país africano.

Las generaciones futuras se extrañarán por el hecho de fue ya hacía finales del siglo XX
cuando se ha hecho posible que nuestra delegación ocupara un escaño en la Asamblea y
que fuera reconocida tanto por nuestro pueblo como por las naciones del mundo como
representante legítima de nuestro país.

Es de agraceder que esta Organización pueda celebrar su quincuagésimo aniversario, el


año entrante, con el régimen del apartheid derrotado y consignado al pasado. En cierta
medida ese cambio histórico se ha producido gracias a los grandes esfuerzos que
emprendieron las Naciones Unidas para lograr la eliminación del crimen del apartheid
contra la humanidad. (...)
En todo lo que hagamos tenemos que asegurar la cicatrización de las heridas que se
infligieron a todo nuestro pueblo a través de la gran línea divisoria impuesta a nuestra
sociedad durante siglos de colonialismo y apartheid. Debemos garantizar que el color, la
raza y el género sean solo un don dado por Dios a cada uno de nosotros y no una marca o
un atributo indeleble que otorgue a algunos una condición especial.

Debemos trabajar para que llegue el día en que nosotros, como sudafricanos, nos veamos
y actuemos recíprocamente como seres humanos humanos con los mismos derechos y
como parte de una nación unida y no desgarrada por su diversidad.

El camino que tendremos que recorrer para llegar a ese destino no será fácil. Todos
sabemos con qué empecinamiento el racismo puede aferrarse a la mente y con qué
profundidad puede infectar el alma humana. Cuando esta terquedad se sostiene por el
orden racial del mundo material, como fue en nuestro país, ese empecinamiento puede
multiplicarse por cien.

Sin embargo, por dura que pueda ser esta batalla, no nos rendiremos. Sea cual fuere el
tiempo que requiera, no cejaremos en nuestro empeño. El hecho de que el racismo
degrade tanto al perpetrador como a la víctima nos exige que, para ser leales a nuestro
compromiso de proteger la dignidad humana, luchemos hasta lograr la victoria.

 Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas


3 de octubre de 1994 

↥ Hablar en favor de la justicia

Reconciliación
En Sudáfrica, estamos convencidos de que es posible y factible alcanzar nuestra meta de
lograr una vida mejor para todos en la mayor brevedad posible. Nuestra confianza nace de
saber que esta visión la comparte la inmensa mayoría de los sudafricanos sea cual sea su
color y su ideología política.

Asimismo, apreciamos enormemente la función de la comunidad internacional para que


esto ocurra, no solo en forma de apoyo material. Si podemos hoy hablar con orgullo de una
nación multirracial, unida en su diversidad de culturas, religiones, razas, idiomas y
características étnicas, es en parte gracias a que el mundo nos puso un ejemplo moral que
nos atrevimos a imitar.

Este logro seguramente perdurará porque se basa en que comprendemos que la


reconciliación y la construcción de una nación significan, entre otras cosas, que debemos
empeñarnos en conocer la verdad acerca de ese pasado horrible y cerciorarnos de que no
se vuelva a repetir. Por eso, nuestra realización no debe ser una tregua simple antes de que
la amargura del pasado vuelva a resurgir.

Reconocemos también que la reconciliación y la construcción de la nación no se deberían


quedar en meras palabras si estas no estuviesen condicionadas por un esfuerzo
concertado para eliminar las verdaderas raíces del conflicto y la injusticia del pasado.
Nuestra seguridad nacional y la supervivencia de nuestra joven democracia dependen, por
encima de todo, del programa para atender las necesidades básicas de la población. La
reconstrucción y el desarrollo garantizarán que todos los sudafricanos tengan un interés
en la vida, que compartan el interés en el bienestar del país en su conjunto.
 Nueva Delhi (India)
25 de enero de 1995 

Muchas personas se han mostrado escépticas sobre nuestra capacidad para hacer
realidad el ideal de una nación multirracial. Cierto es que Sudáfrica más de una vez estuvo
al borde de la destrucción debido a las diferencias. Pero permítannos reafirmar una vez
más que no es nuestra diversidad lo que nos divide, no son nuestras características
étnicas, la religión o la cultura lo que nos divide. Desde que logramos la libertad, solo
puede haber una división entre nosotros: ¡entre los que llevan la democracia en su corazón
y los que no!

Como pueblo amante de la paz, queremos que nuestro país prospere y preste servicios
básicos para todos. Porque nuestra libertad nunca será completa, ni nuestra democracia
estable, a menos que se atiendan las necesidades básicas de nuestro pueblo. Hemos visto
la estabilidad que viene con el desarrollo. Y a la vez sabemos que la paz es el arma más
poderosa que cualquier comunidad o nación puede tener para lograr el desarrollo.

A medida que reconstruimos el país, nos mantendremos vigilantes contra los enemigos del
desarrollo y la democracia, aunque se encuentren en nuestras propias filas. La violencia no
nos acercará a nuestros objetivos.

Todos debemos preguntarnos: ¿he hecho todo lo que está a mi alcance para lograr una
paz y una prosperidad perdurables en mi ciudad y mi país?

 Durban (Sudáfrica),
16 de abril de 1999 

↥ Hablar en favor de la justicia

Derechos humanos
A lo largo de los años, y como corresponde, este quincuagésimo tercer período de
sesiones de la Asamblea General será recordado como el momento en el que celebramos
el cincuentenario de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Concebida tras la derrota del crimen contra la humanidad perpetrado por nazis y fascistas,
esta Declaración mantuvo en alto la esperanza de que en el futuro todas nuestras
sociedades se construirían sobre los cimientos de los gloriosos ideales plasmados en
cada una de sus frases.

Para todos los que tuvieron que luchar por su emancipación, como nosotros, los que con la
ayuda de las Naciones Unidas nos tuvimos que liberar del sistema criminal del apartheid, la
Declaración Universal de Derechos Humanos vindicó la justicia de nuestra causa. Al mismo
tiempo, constituyó un desafío para nosotros que nuestra libertad, una vez lograda, debía
dedicarse a la aplicación de las perspectivas contenidas en la Declaración.
Hoy celebramos el hecho de que este histórico documento ha sobrevivido cinco decenios
turbulentos, en los que han tenido lugar algunos de los acontecimientos más
extraordinarios de la evolución de la sociedad humana. Entre ellos figura el derrumbe del
sistema colonial, el fin de un mundo bipolar, los sorprendentes adelantos en el ámbito de la
ciencia y la tecnología y el logro de un complejo proceso de mundialización.

Sin embargo, a pesar de todo, los seres humanos que son los sujetos de la Declaración
Universal de Derechos Humanos siguen siendo las víctimas de las guerras y los conflictos
violentos. Aún no han logrado ser libres del temor a la muerte que les ocasionará la
utilización tanto de las armas de destrucción en masa, como de las armas convencionales.
(...)

Probablemente, esta sea la última vez que tenga el honor de dirigirme a la Asamblea
General desde esta tribuna.

Nací cuando terminaba la primera guerra mundial y dejo la vida pública cuando el mundo
celebra el cincuentenario de la Declaración Universal de Derechos Humanos. He llegado al
punto del largo camino en que se me otorga la oportunidad —como debería ser para todos
los hombres y mujeres— de retirarme a descansar y a vivir tranquilo en la aldea donde nací.

Sentado en Qunu, mi aldea, y al hacerme viejo, como sus colinas, seguiré abrigando la
esperanza de que en mi propio país y en mi propia región, en mi continente y en el mundo,
surja un grupo de líderes que no permita que a nadie se le niegue la libertad, como a
nosotros; que a nadie se le convierta en refugiado, como a nosotros; que a nadie se le
condene a pasar hambre, como a nosotros; que a nadie se le prive de su dignidad humana,
como a nosotros.

Seguiré esperando que el renacimiento de África eche raíces profundas y florezca para
siempre, sin tener en cuenta el cambio de las estaciones.

Si todas estas esperanzas se pueden traducir en un sueño realizable y no en una pesadilla


que atormente las almas de los viejos, entonces tendré paz y tranquilidad, entonces la
historia y los miles de millones en todo el mundo proclamarán que valió la pena soñar y
esforzarse por dar vida a un sueño realizable.

 Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas


21 de septiembre de 1998 

↥ Hablar en favor de la justicia

Lucha contra la pobreza


Los sudafricanos han demostrado una enorme capacidad para solidarizarse cuando se
enfrentan a dificultades. El régimen de apartheid cayó al final gracias a la unidad de los que
vieron negados sus derechos y gracias a que todos los sectores de la sociedad
reconocieron que tenían más que ganar trabajando conjuntamente que peleando entre sí.
Esa misma cualidad nos ha ayudado, con rapidez, a sentar las bases de una vida mejor.

Cuando el apartheid llegó a su fin, nos tropezamos con la difícil tarea de reconstruir
nuestra destrozada sociedad y prestar los servicios más elementales a nuestra población.
Tuvimos que construir escuelas y hospitales, proporcionar vivienda y empleos, impulsar
nuestra economía, proteger los derechos de nuestros pueblos por medio de la Constitución
y de los tribunales, ayudar a Sudáfrica a buscar solución a la división que existió en el
pasado y comenzar el proceso de curación y búsqueda de soluciones a los abusos y al
daño que sepultaron a la mayoría de nuestras comunidades.

En lo esencial, nuestra tarea era crear las condiciones en las que cada sudafricano tuviese
la oportunidad de crear una vida mejor para sí mismo. Pero el gobierno no puede hacer
frente a esos problemas por sí solo. Hace falta que todos aunemos esfuerzos,
colectivamente, para lograr los cambios necesarios.

Para lograr esos objetivos, necesitamos también transformar al gobierno de un sistema


que servía a intereses minoritarios a otro que atienda las necesidades de todos los
sudafricanos. Y todas estas cosas se tuvo que hacer en un país donde la mayoría se vio
privada de la experiencia de gobierno o de la educación y formación profesional
adecuadas. Por esa razón, ponemos el enfásis en el fortalecimiento de las capacidades del
gobierno.

Cuando afirmamos que las mejores soluciones para estos problemas solo se pueden
encontrar trabajando conjuntamente, esto requiere un compromiso de todos y cada uno de
nosotros. Hoy deberíamos preguntarnos: ¿Qué he hecho para mejorar el entorno en el que
vivo? ¿Estoy contaminando o protegiendo mi entorno? ¿Promuevo el odio racial o la paz y
la reconciliación? ¿Compro objetos robados o ayudo a combatir el delito? ¿Pago mis
deudas o engaño con los impuestos, el pago de los servicios y los permisos? ¿Espero que
todo me venga dado o trabajo con los concejales de mi localidad para crear una vida mejor
para mí y para mi comunidad?

 Bothaville (Sudáfrica)
14 de octubre de 1998 

Mientras la pobreza, la injusticia y la evidente desigualdad persistan en nuestro mundo,


nadie podrá realmente descansar. Nunca olvidaremos como millones de personas en todo
el mundo se han unido a nosotros en solidaridad para luchar contra la injusticia de nuestra
opresión mientras estuvimos en la cárcel. Esos esfuerzos no fueron en vano, ahora
podemos estar aquí y sumarnos a millones de personas en todo el mundo que luchan por
la libertad y contra la pobreza.

La pobreza masiva y la repugnante desigualdad son terribles flagelos de nuestros tiempos,


tiempos en que el mundo alardea de adelantos impresionantes en ciencia y tecnología, en
la industria y la acumulación de riquezas.

Vivimos en un mundo en el que los conocimientos y la información han avanzado a pasos


agigantados mientras millones de niños no van a la escuela. Vivimos en un mundo en el
que la pandemia del SIDA pone en peligro el entramado mismo de nuestras vidas. Sin
embargo, gastamos más dinero en armas que en garantizar el tratamiento y el apoyo para
millones de personas infectadas con VIH. Es un mundo de grandes promesas y
esperanzas, pero también es un mundo de desesperanza, enfermedad y hambre.

La erradicación de la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Es la


protección de un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida
decente. Mientras persista la pobreza, no habrá verdadera libertad. Las medidas que deben
adoptar las naciones desarrolladas están claras.
La primera es garantizar la justicia en el intercambio comercial. He dicho anteriormente
que la justicia en el intercambio comercial es una manera verdaderamente útil en que los
países desarrollados pueden demostrar su compromiso de lograr que se ponga fin a la
pobreza en el mundo. La segunda es poner fin a la crisis de la deuda de los países pobres.
La tercera es prestar mucha más ayuda, cuanta sea posible, y velar por que esa ayuda sea
de la más alta calidad.

 Concierto en directo 8, Johannesburgo (Sudáfrica)


2 de julio de 2005 

↥ Hablar en favor de la justicia

Construcción de la paz
La paz no es simplemente la ausencia de conflicto; la paz es la creación de un entorno en
el que todos podamos prosperar, independientemente de la raza, el color, el credo, la
religión, el sexo, la clase, casta o cualquier otra característica social que nos distinga. La
religión, las características étnicas, el idioma y las prácticas sociales y culturales son
elementos que enriquecen la civilización humana, que se suman a la riqueza de nuestra
diversidad. ¿Por qué dejar que se conviertan en causa de división y de violencia?
Estaríamos degradando nuestra humanidad común, si permitimos que eso ocurra.

 Nueva Delhi (India)


31 de enero de 2004 

Todavía hay mucha discordia, odio, división, conflicto y violencia en nuestro mundo en los
albores del siglo XXI. Una preocupación fundamental por los demás en nuestra vida diaria
y en nuestra comunidad bastará para hacer del mundo ese lugar mejor con el que soñamos
con tanta vehemencia. (...) Lo más fácil es romper y destruir. Los héroes son los que
firman la paz y construyen.

Discurso íntegro de Martin Luther King ‘I have a dream’.


Estoy orgulloso de reunirme hoy con vosotros en la que pasará a la historia como la mayor manifestación por la
libertad en la historia de nuestra nación. Hace un siglo, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija
hoy, firmó la Proclamación de Emancipación. Este trascendental decreto fue un gran faro de esperanza para
millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un amanecer
dichoso para acabar con una larga noche de cautiverio. Pero cien años después, las personas negras todavía no son
libres. Cien años después, la vida de las personas negras sigue todavía tristemente atenazada por los grilletes de la
segregación y por las cadenas de la discriminación. Cien años después, las personas negras viven en una isla solitaria
de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después, las personas negras todavía
siguen languideciendo en los rincones de la sociedad americana y se sienten como exiliadas en su propia tierra. Así
que hemos venido hoy aquí a exponer una situación vergonzosa. Hemos venido a la capital de nuestra nación en
cierto sentido para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magnificientes
palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, estaban firmando un pagaré del que todo
americano iba a ser heredero. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres –sí, a los hombres negros y
también a los hombres blancos– se les garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la búsqueda
de la felicidad. Hoy es obvio que América ha defraudado en este pagaré en lo que se refiere a sus ciudadanos de
color.

En vez de cumplir con esta sagrada obligación, América ha dado al pueblo negro un cheque malo, un cheque que ha
sido devuelto marcado ‘sin fondos’. Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos
negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas bancarias de las oportunidades de esta nación.
Así que hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dé las riquezas de la libertad y la seguridad de la
justicia. También hemos venido a este santo lugar para recordar a América la impetuosa urgencia del ahora. No es
momento de darse el lujo de tomar el tranquilizante del gradualismo. Ahora es el momento de hacer que las
promesas de democracia sean reales. Ahora es el momento de subir desde el oscuro y desolado valle de la
segregación al soleado sendero de la justicia racial. Ahora es el momento de alzar a nuestra nación desde las arenas
movedizas de la injusticia racial a la sólida roca de la fraternidad. Ahora es el momento de hacer que la justicia sea
una realidad para todos los hijos de Dios. Sería desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del momento y
subestimar la determinación de las personas negras. Este asfixiante verano del legítimo descontento de las personas
negras no pasará hasta que haya un estimulante otoño de libertad e igualdad. 1963 no es un fin, sino un comienzo.
Quienes esperaban que las personas negras necesitaran soltar vapor y que ahora estarán contentos, tendrán un
brusco despertar si la nación vuelve a su actividad como si nada hubiera pasado. No habrá descanso ni tranquilidad
en América hasta que las personas negras tengan garantizados sus derechos como ciudadanos. Los torbellinos de
revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que nazca el día brillante de la justicia. Pero
hay algo que debo decir a mi pueblo, que está en el cálido umbral que lleva al interior del palacio de justicia. En el
proceso de lograr nuestro legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. No busquemos saciar
nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del encarnizamiento y del odio.

Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado nivel de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que
nuestra fecunda protesta degenere en violencia física. Una y otra vez debemos ascender a las majestuosas alturas
donde se hace frente a la fuerza física con la fuerza espiritual. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la
comunidad negra no debe llevarnos a desconfiar de todas las personas blancas, ya que muchos de nuestros
hermanos blancos, como su presencia hoy aquí evidencia, han llegado a ser conscientes de que su destino está
atado a nuestro destino. Han llegado a darse cuenta de que su libertad está unida a nuestra libertad. No podemos
caminar solos. Y mientras caminamos, debemos hacer la solemne promesa de que siempre caminaremos hacia
adelante. No podemos volver atrás. Hay quienes están preguntando a los defensores de los derechos civiles:
‘¿Cuándo estaréis satisfechos?’ No podemos estar satisfechos mientras las personas negras sean víctimas de los
indecibles horrores de la brutalidad de la policía. No podemos estar satisfechos mientras nuestros cuerpos,
cargados con la fatiga del viaje, no puedan conseguir alojamiento en los moteles de las autopistas ni en los hoteles
de las ciudades. No podemos estar satisfechos mientras la movilidad básica de las personas negras sea de un ghetto
más pequeño a otro más amplio. No podemos estar satisfechos mientras nuestros hijos sean despojados de su
personalidad y privados de su dignidad por letreros que digan ‘solo para blancos’

No podemos estar satisfechos mientras una persona negra en Mississippi no pueda votar y una persona negra en
Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no, no estamos satisfechos y no estaremos satisfechos hasta
que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente. No soy ajeno a que algunos de
vosotros habéis venido aquí después de grandes procesos y tribulaciones. Algunos de vosotros habéis salido
recientemente de estrechas celdas de una prisión. Algunos de vosotros habéis venido de zonas donde vuestra
búsqueda de la libertad os dejó golpeados por las tormentas de la persecución y tambaleantes por los vientos de la
brutalidad de la policía. Habéis sido los veteranos del sufrimiento fecundo. Continuad trabajando con la fe de que el
sufrimiento inmerecido es redención. Volved a Mississippi, volved a Alabama, volved a Carolina del Sur, volved a
Georgia, volved a Luisiana, volved a los suburbios y a los ghettos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de
un modo u otro esta situación puede y va a ser cambiada. Os digo hoy, amigos míos, que a pesar de las dificultades
del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño americano. Tengo un
sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y alcanzará el verdadero significado de su credo: ‘Afirmamos que
estas verdades son evidentes, que todos los hombres han sido creados iguales’. Tengo un sueño: que un día sobre
las colinas rojas de Georgia los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de
esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad. Tengo un sueño: que un día incluso el
estado de Mississippi, un estado sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, se
transformará en un oasis de libertad y justicia. Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en
la que no serán juzgados por el color de su piel sino por los rasgos de su personalidad. Tengo un sueño... Tengo el
sueño de que un día allá abajo en Alabama, con sus despiadados racistas, con su gobernador que tiene los labios
goteando con las palabras de interposición y anulación, que un día, justo allí en Alabama niños negros y niñas
negras podrán darse la mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanas y hermanos. Tengo el sueño que
algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y
los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano. Esta es nuestra
esperanza. Esta es la fe con la que yo vuelvo al sur. Con esta fe seremos capaces de cortar de la montaña de
desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las chirriantes disonancias de
nuestra nación en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar
juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día
seremos libres. Este será el día, este será el día en el que todos los hijos de Dios podrán cantar con un nuevo
significado: ‘Tierra mía, es a ti, dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra donde mi padre ha muerto, tierra del
orgullo del peregrino, desde cada ladera suene la libertad’. Y si América va a ser una gran nación, esto tiene que
llegar a ser verdad. Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva
Hampshire Que repique la libertad desde las prodigiosas cumbres de las colinas de New Hampshire. Que repique la
libertad desde las enormes montañas de Nueva York. Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de
Pennsylvania. Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve de Colorado. Que repique la libertad
desde las curvas vertientes de California. Pero no solo eso; que repique la libertad desde la montaña de piedra de
Georgia. Que repique la libertad desde el Monte Lookout de Tennessee. Que repique la libertad desde cada colina y
cada topera de Mississippi, desde cada ladera. Que repique la libertad. Y cuando esto ocurra y cuando permitamos
repicar a la libertad, cuando la dejemos repicar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad,
podremos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros,
judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las manos y cantar con las palabras del viejo
espiritual negro: ‘¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!’

Marianne Williamson:

Nuestro miedo más profundo Nuestro miedo más profundo no es el de ser inapropiados. Nuestro miedo más
profundo es que somos poderosos sin límite. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta. Nos
preguntamos ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso? En realidad ¿quién eres tú para no
serlo? Eres hijo del universo. El hecho de jugar a ser pequeño no le sirve al mundo. No hay nada iluminador en
encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras. Nacemos para poner de manifiesto la gloria
del universo que está dentro de nosotros. Como lo hacen los niños. No está solamente en algunos de nosotros, está
dentro de todos y cada uno. Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras
personas para hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los
demás.

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