Revista Monte Carmelo Vol 111 OK-hujjge

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1

Monte
Carmelo
revista de estudios
e información carmelitanos
Vol.-111 Burgos-2003 N.o-1

ÍNDICE
ESTUDIOS

01. MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO, María en la vida, expe-


riencia y doctrina de San Juan de la Cruz .......................... 3-20
02. EVARISTO RENEDO, Teresa de Jesús, maestra y formadora.. 21-60
03. EULOGIO PACHO, La “Llama de amor viva” revisada ......... 61-115
04. FÉLIX HERRERO SALGADO, Santa Teresa y el Greco ........... 117-145
05. SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA, Una nueva fuente del
josefinismo de Santa Teresa ................................................ 147-186
06. TOMÁS ÁLVAREZ En torno a una célebre carta de Santa
Teresa. ¿Espuria o auténtica su carta a Cristóbal R. de
Moya?................................................................................... 187-213

NOTAS

07. TOMÁS ÁLVAREZ Apuntes teresianos .................................... 215-221


08. TOMÁS ÁLVAREZ, Diccionario de Santa Teresa. Doctrina e
Historia ............................................................................... 223-225
09. PABLO CERVERA BARRANCO, La Capilla “Redemptoris
Mater” de Juan Pablo II .................................................... 227-229
2

10. JULEN URKIZA, Nueva carta autógrafa de la Beata Ana de


San Bartolomé ..................................................................... 231-237
11. PEDRO ORTEGA, Nueva carta del P. Juan Vicente de Jesús
María ................................................................................... 239-242
12. JULEN URKIZA, La nueva gran edición alemana de Edith
Stein en 24 tomos ................................................................ 243-257
13. JULEN URKIZA, Presentación del primer tomo de Edith
Stein en castellano .............................................................. 259-267

RECENSIONES ........................................................................... 269-300

NOTA. – Desde el n.º 1 del tomo 109 puede el lector disponer de todos los estudios en
formato PDF en la página web: www.montecarmelo.com/revistamc/.
La comunicación de recensiones de los libros recibidos se hará desde ahora
por ese medio electrónico.
La revista acepta libros para recensiones.
LA CARTA SELLADA 1

SIMEON DE LA SAGRADA FAMILIA


GABRIEL CASTRO

LA CARTA SELLADA
Carta de Sta. Teresa Benedicta
de la Cruz (Edith Stein)
a S.S. Pío XI
sobre la persecución de los judíos
en Alemania (12 de abril de 1933)

PUBLICADO EN LA REVISTA
«MONTE CARMELO»
BURGOS – FEBRERO 2003
2 GABRIEL CASTRO
LA CARTA SELLADA 3

1. PRESENTACIÓN

Por circunstancias históricas providenciales, que yo atribuyo a


la amistad profunda y del todo única que tengo con santa Teresa
Benedicta de la Cruz ( Edith Stein) desde la primera vez que reca-
lé en Colonia el año 1960 hasta que el 11 de octubre de 1998 la
aclamé Santa en su canonización celebrada en la Plaza de San
Pedro de Roma, he llegado a poseer una fotocopia de la carta que
la Santa escribió en 1933 al Papa Pío XI sobre la persecución que
arreciaba en Alemania contra los judíos por parte del gobierno hit-
leriano. La reciente y benigna concesión del Santo Padre de abrir a
los investigadores los fondos del Archivo Vaticano donde se guarda
esta carta, a partir del 15 de febrero del presente año, me da la
alegría y el entusiasmo de poderla ofrecer inmediatamente a los
estudiosos y a los devotos de la Santa1. La preciosa colaboración

1 Me lo acaba de conceder expresamente la Secretaría de Estado de Su


Santidad el 11 de enero del presente año en carta de Mons. Leonardo Sandri,
Sustituto: “Me complace comunicarle que no se ven obstáculos para que su propó-
sito se lleve a término siempre que dicha publicación no sea anterior al 15 de
febrero próximo”. –Aprovecho esta ocasión para recordar que en esta misma revis-
ta he publicado anteriormente dos artículos que tienen que ver con textos de Edith
Stein: “Una carta inédita de Edith Stein” escrita en francés a la M. Priora de Mons
el 27 de enero de 1937 (Monte Carmelo 88 (1980) pp. 440-441: es la carta 499 del
nuevo epistolario: OC I, pp 1199-1200); y Obras publicadas de Edith Stein, en el
Carmelo: sor Teresa Benedicta de la Cruz (Monte Carmelo 86 (1978) pp. 353-
363).
4 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

del P. Gabriel Castro, prior de mi comunidad, me ha ayudado a mí


y ayudará ciertamente a los lectores, no sólo a conocer el texto sino
a penetrar en las abundantísimas riquezas místicas que contiene
este precioso documento.
La carta que presento viene acompañada de otra del Abad
Rafael Walzer y ambas están registradas con esta misma signatura
en el fondo y a la izquierda del folio:
Arch. AA. EE. SS.
Germania 643.
1092/33
Estos documentos contienen:
Doc. 1: Una fotocopia de la carta de Edith Stein al Papa en alemán
en dos folios mecanografiados y sin fecha.
Fol. 1º: – Saludo inicial: Heilige Vater!
– Una introducción de cuatro líneas.
– Un largo párrafo de 25 líneas.
Fol. 2º: – Un párrafo de 15 líneas.
– Otro de 11 líneas.
– Despedida de 2 líneas.
– La firma manuscrita con la cualificación y residen-
cia de la autora distribuido todo en cinco líneas.
Doc. 2: Un folio con membrete con el escudo del abad de Beuron
y con el lema: “Prodesse magis quam praeesse”.
– Fecha y data: Beuron, 12. Aprilis 1933.
– Carta en latín mecanografiada y firmada a mano por
+Raphael OSB, Archiabbas. En el fondo izquierdo lleva tam-
bién el número de protocolo: 1092/33. Está dirigida segura-
mente al Cardenal Secretario de Estado Eugenio Pacelli.
Incip.: “Eminentissime Princeps!”. Expl.: ...et sacram purpu-
ram deosculans”. Contiene:
a) presentación de la carta que trasmite a Su Santidad y de su
autora... “Orator quaedam...”.
b) petición de auxilio en estas tristísimas circunstancias en
que se encuentra Alemania y la Iglesa Católica.
LA CARTA SELLADA 7

Carta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) a S.


S. Pío XI sobre la persecución de los judíos por el regimen nazi
y la necesidad de que el ‘Padre de la Cristiandad’ lo denuncie

Transcripción

Heiliger Vater!

Als ein Kind des jüdischen Volkes, das durch Gottes


Gnade seit elf Jahren ein Kind der katholischen Kirche ist, wage ich es,
vor dem Vater der Christenheit auszusprechen, was Millionen von
Deutschen bedrückt.
Seit Wochen sehen wir in Deutschland Taten geschehen,
die jeder Gerechtigkeit und Menschlichkeit -von Nächstenliebe gar
nicht zu reden - Hohn sprechen. Jahre hindurch haben die national-
sozialistischen Führer den Judenhass gepredigt. Nachdem sie jetzt
die Regierungsgewalt in ihre Hände gebracht und ihre Anhängerschaft
- darunter nachweislich verbrecherische Elemente - bewaffnet hatten,
ist diese Saat des Hasses aufgegangen. Dass Ausschreitungen vorge-
kommen sind, wurde noch vor kurzem von der Regierung zugegeben. In
welchem Umfang, davon können wir uns kein Bild machen, weil die
öffentliche Meinung geknebelt ist. Aber nach dem zu urteilen, was
mir durch persönliche Beziehungen bekannt geworden ist, handelt es
sich keineswegs um vereinzelte Ausnahmefälle. Unter dem Druck der
Auslandsstimmen ist die Regierung zu „milderen” Methoden überge-
gangen. Sie hat die Parole ausgegeben, es solle „keinem Juden ein
Haar gekrümmt werden”. Aber sie treibt durch ihre Boykotterklärung
- dadurch, dass sie den Menschen wirtschaftliche Existenz, bürger-
liche Ehre und ihr Vaterland nimmt - viele zur Verzweiflung: es
sind mir in der letzten Woche durch private Nachrichten 5 Fälle
von Selbstmord infolge dieser Anfeindungen bekannt geworden. Ich
bin überzeugt, dass es sich um eine allgemeine Erscheinung handelt,
die noch viele Opfer fordern wird. Man mag bedauern, dass die
Un-glücklichen nicht mehr inneren Halt haben, um ihr Schicksal zu
tragen. Aber die Verantwortung fällt doch zum grossen Teil auf die,
die sie so weit brachten. Und sie fällt auch auf die, die dazu
schweigen.
8 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Alles, was geschehen ist und noch täglich geschieht,


geht von einer Regierung aus, die sich „christlich” nennt. Seit
Wochen warten und hoffen nicht nur die Juden, sondern Tausende
treuer Katholiken in Deutschland - und ich denke, in der ganzen
Welt - darauf, dass die Kirche Christi ihre Stimme erhebe, um die-
sem Missbrauch des Namens Christi Einhalt zu tun. Ist nicht diese
Vergötzung der Rasse und der Staatsgewalt, die täglich durch Rund-
funk den Massen eingehämmert wird, eine offene Häresie? Ist nicht
der Vernichtungskampf gegen das jüdische Blut eine Schmähung der
allerheiligsten Menschheit unseres Erlösers, der allerseligsten
Jungfrau und der Apostel? Steht nicht dies alles im äussersten
Gegensatz zum Verhalten unseres Herrn und Heilands, der noch am
Kreuz für seine Verfolger betete? Und ist es nicht ein schwarzer
Flecken in der Chronik dieses Heiligen Jahres, das ein Jahr des
Friedens und der Versöhnung werden sollte?
Wir alle, die wir treue Kinder der Kirche sind und die
Verhältnisse in Deutschland mit offenen Augen betrachten, fürchten
das Schlimmste für das Ansehen der Kirche, wenn das Schweigen noch
länger anhält. Wir sind auch der Überzeugung, dass dieses Schweigen
nicht imstande sein wird, auf die Dauer den Frieden mit der gegen-
wärtigen deutschen Regierung zu erkaufen. Der Kampf gegen den
Katholizismus wird vorläufig noch in der Stille und in weniger
brutalen Formen geführt wie gegen das Judentum, aber nicht weniger
systematisch. Es wird nicht mehr lange dauern, dann wird in
Deutschland kein Katholik mehr ein Amt haben, wenn er sich nicht
dem neuen Kurs bedingungslos verschreibt.
Zu Füssen Eurer Heiligkeit, um den Apostolischen Segen
bittend

Dr. Editha Stein


Dozentin am Deutschen Institut
für wissenchaftliche Pädagogik

Münster / W.
Collegium Marianum
LA CARTA SELLADA 9

Traducción2

¡Santo Padre!

Como hija del pueblo judío, que, por la gracia de Dios, desde
hace once años3 es también hija de la Iglesia católica, me atrevo a
exponer ante el Padre de la Cristiandad lo que oprime a millones de
alemanes.
Desde hace semanas vemos sucederse acontecimientos en
Alemania que suenan a burla de toda justicia y humanidad, por no
hablar del amor al prójimo. Durante años los jefes (Führer) nacio-
nalsocialistas han predicado el odio a los judíos. Después de haber
tomado el poder gubernamental en sus manos4 y armado a sus alia-
dos, –entre ellos a señalados elementos criminales–, ya han apare-

2 La carta no lleva fecha ni lugar. Por las circunstancias que explicamos


más abajo deducimos que para el día 12 de abril de 1933, miércoles santo, ya esta-
ba escrita, pues la carta de presentación y acompañamiento del director espiritual
lleva esa fecha (cf. infra). Si llegó a Beuron para consultar sobre este asunto, pues
“no quería dar este paso por mi cuenta” (Cómo llegué al Carmelo de Colonia, OC,
I, p. 498), es de suponer que no la traía ya escrita y que esperaba su consejo y
aprobación: “Desde que hallé en Beuron una especie de hogar monástico, vi en el
abad Rafael a “mi abad” y le presentaba para su resolución toda cuestión impor-
tante”. La mención allí mismo de sus “santos votos privados” en el mismo contex-
to indica también que quería incluir esta materia dentro de su voto de obediencia.
Entre los días 10-12 de abril, lunes y miércoles de la Semana Santa de 1933, duran-
te sus ejercicios espirituales ha sido redactada y sellada. La gestación de la deter-
minación ha durado semanas: “En las últimas semanas había pensado continua-
mente si no podría hacer algo en la cuestión de los judíos. Al final había planeado
viajar a Roma y tener una audiencia privada con el Santo Padre para pedirle una
encíclica.”
3 Se bautizó y tomó la eucaristía el 1 de enero de 1922 en la iglesia parro-
quial de San Martín de Bergzabern.
4 Hitler fue nombrado Canciller del Reich el 30 del mes de enero y se arro-
gó plenos poderes el 23 de marzo por un decreto ley extraordinario, votado por el
católico partido del Centro que entonces cree será una medida transitoria, pero que
resultará definitiva pues se prorrogó en 1937 y 1943. El pretexto, uno de ellos, es
el incendio del Reichstag (27 de febrero) que provocado por Goebbels ha sido
atribuido a los comunistas. Comenzó entonces propiamente la dictadura, el totali-
tarismo, la destrucción de la democracia alemana y la persecución de los judíos.
10 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

cido los resultados de esa siembra de odio. Hace poco el mismo


gobierno admitió el hecho de que ha habido excesos. No nos pode-
mos hacer una idea de la amplitud de estos hechos porque la opi-
nión pública está amordazada. Pero a juzgar por lo que he venido a
saber por informaciones personales, de ningún modo se trata de
casos aislados. Bajo presión de voces del extranjero, el régimen ha
pasado a métodos “más suaves”. Ha dado la consigna de que no se
debe “tocar ni un pelo a ningun judío”. Pero con su declaración de
boicot5 lleva a muchos a la desesperación, pues con ese boicot roba
a los hombres su mera subsistencia económica, su honor de ciuda-
danos y su patria. Por noticias privadas he conocido en la última
semana cinco casos de suicidio a causa de estas persecuciones6.
Estoy convencida de que se trata solo de una muestra que traerá
muchos más sacrificios. Se pretende justificar con el lamento de
que los infelices no tienen suficiente fuerza para soportar su desti-
no. Pero la responsabilidad cae en gran medida sobre los que lo
llevaron tan lejos. Y también cae sobre aquellos que guardan silen-
cio acerca de esto.
Todo lo que ha acontecido y todavía sucede a diario viene de un
régimen que se llama “cristiano”7. Desde hace semanas, no sola-
mente los judíos, sino miles de auténticos católicos en Alemania, y

5 El día 1º de abril fue declarado como jornada de boicot a las tiendas y


negocios judíos. Pasquines como éste no son ciertamente equívocos: “Hasta las 10
del sábado por la tarde el pueblo judío tiene tiempo de reflexionar. Después ¡el
combate comenzará! Los judíos del mundo entero quieren destruir Alemania.
¡PUEBLO ALEMÁN, DEFIÉNDETE! ¡NO COMPREN NADA A LOS JUDÍOS!”
Pocas protestas se levantaron contra esta acción persecutoria que fue acompañada
con actos de extrema violencia. Este silencio les anima a seguir; la legislación
antisemita crece en número y virulencia: exclusión de los judíos de la administra-
ción y de las profesiones liberales; este mismo 7 de abril se ha dado la definición
de “ario”: “todo alemán cuyos dos padres y cuatro abuelos sean de raza blanca y de
religión cristiana”. Cf. Joachim Bouflet, Edith Stein, philosophe crucifiée, Presses
de la Renaissance, Paris 1998, p. 192-197.
6 La mención de la última semana y de los cinco casos de suicidio quizá se
refiera a noticias llegadas del entorno familiar judío semejantes a las que trasmite
a su amiga Hedwig en la reciente carta del 5 de abril (Ct 354, OC I, p. 1016), pero
que por ser tan trágicas, no ha querido allí abrumar a su amiga.
7 El régimen se asentaba en ideologías que pretendían mantenerse en con-
tacto con un sedicente cristianismo positivo liberado del negativo Antiguo
Testamento.
LA CARTA SELLADA 11

creo que en el mundo entero, esperan y confían en que la Iglesia de


Cristo levante la voz para poner término a este abuso del nombre
de Cristo8. ¿Esa idolatría de la raza y del poder del Estado, con la
que día a día se machaca por radio a las masas, acaso no es una
patente herejía? ¿No es la guerra de exterminio contra la sangre
judía un insulto a la Sacratísima Humanidad de Nuestro Redentor,
a la Santísima Virgen y a los apóstoles? ¿No está todo esto en abso-
luta contradicción con el comportamiento de Nuestro Señor y
Salvador, quien aún en la Cruz rogó por sus perseguidores? ¿Y no
es esto una negra mancha en la crónica de este Año Santo que debe-
ría ser un año de paz y de reconciliación? 9
Todos los que somos fieles hijos de la Iglesia y que considera-
mos con ojos despiertos la situación en Alemania nos tememos lo
peor para la imagen de la Iglesia si se mantiene el silencio por más
tiempo. Somos también de la convicción de que a la larga ese silen-
cio de ninguna manera podrá obtener la paz con el actual régimen

8 El pronunciamiento esperado no llegará en el modo ni en el momento que


la peticionaria espera. En esos mismos días, del 9-16 de abril, mientras ella está en
Beuron, el vicecanciller von Papen está en Roma iniciando las negociaciones de un
posible Concordato: El 10 de abril visitó al cardenal secretario de Estado, Eugenio
Pacelli, el 12 fue recibido por el Papa Pío XI y el 15 vuelve a verse con el secreta-
rio de Estado que también es prefecto de la “Congregación para los Asuntos
Eclesiásticos Extraordinarios”. Las conversaciones terminarán con la firma del
concordato en el mes de julio de ese año 1933. Será violado repetidamente por el
régimen nacionalsocialista y las protestas de las autoridades eclesiásticas de poco
servirán (cf. fliche - martin, Historia de la Iglesia, vol. XXVI, t. 2º, cap. 13, pp.
351-387).
9 El Año Santo y el jubileo extraordinario promulgado con motivo de los
diecinueve siglos de la redención, 33 años es la edad del Redentor en la Cruz, había
comenzado recientemente, el 2 de abril. Fue convocado el día 6 de enero de 1933
por la “Indictio Anni Sancti extra ordinem ac generalis maximique iubilaei undevi-
cesimo exeunte saeculo a peracta humani generis redemptione” (ASS XXV (1933)
5-10). En esta Indictio se señalan entre otros estos objetivos que parecen estar en
el trasfondo de la denuncia de contradicción que señala la carta: “Ac faxit utinam
miserentissimus Deus ut sacer, quem proxime auspicaturi sumus, Annus pacem
animis, debitam ubique libertatem Ecclesiae, atque populis omnibus concordiam
veramque prosperitatem reducat”. En este mismo documento se decide que
comience y termine el Año Santo con las fiestas de Pascua “atque itidem ut feria
sexta maioris hebdomadis Dominicam Passionem incensiore studio meditentur”.
Es lo que se adelanta a cumplir E. Stein en Colonia y ya puesta en viaje. De ahí
quizá su preocupación por encontrar ese día (noche del jueves 7 al viernes 8) un
lugar para orar (OC I, p. 498).
12 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

alemán10. La lucha contra el catolicismo se llevará por un tiempo en


silencio, y por ahora con formas menos brutales que contra el
judaísmo, pero no será menos sistemática. No falta mucho para que
pronto en Alemania ningún católico pueda tener cargo alguno si
antes no se entrega incondicionalmente al nuevo rumbo.
A los pies de Su Santidad pide la Bendición Apostólica

Dr. Edith Stein


Profesora en el Instituto Alemán
de Pedagogía científica11

Münster / W.
Collegium Marianum

10 Ver nota 4. Las actitudes conciliadoras y contemporizadoras, que pueden


simbolizarse en las rigurosamente contemporáneas negociaciones del concordato,
de poco van a servir. Su perspicacia es verdaderamente profética. Como se ve, su
petición no se concreta en reclamar una encíclica, como “había planeado” (OC, I,
p 498); quizá las conversaciones con el Abad le hayan hecho desistir de concretar
el modo. Pero lo que se reclama ante todo es la defensa de los judíos y, por el bien
de la propia Iglesia, que se rompa un silencio que podría malentenderse como
complicidad. Como dirá cinco años después recordando esta toma de postura: “Más
adelante he pensado muchas veces si no le habría pasado (al Santo Padre) por la
cabeza el contenido de mi carta, pues en los años sucesivos se ha ido cumpliendo
punto por punto lo que yo allí anunciaba para el futuro del catolicismo en
Alemania” (OC I, p. 499).
1 1 Es el último documento que firma con este cargo. A su regreso compro-
bará que no puede seguir enseñando en esta institución.
14 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Carta de Dom Raphael Walzer OSB (1888-1966), Abad Mitrado


del monasterio y de la congregación de Beuron y director espi-
ritual de la Dra. Edith Stein, presentándola a la Santa Sede
juntamente con su petición.

Transcripción del original

[Escudo abacial con mote


Prodesse magis qvam Praeesse]
Beuron, 12. Aprilis 1933.

Eminentissime Princeps!

Orator quaedam instantissime


me rogavit, ut litteras adjunctas, quas sigillatas mihi tradi-
dit, ad SSm Dominum Nostrum transmitterem. Orator mihi et ubique
in Germania catholica nota est tamquam mulier fide, morum
sanctitate et sciencia catholica ( pluribus editionibus scien-
tificis) praeclarissima.
Qua occasione felici utens
Eminentiam Vestram Reverendissimam humillime saluto simulque
rogo, ut fortiter nobis assistas omnibus, istis tristissimis
diebus. Nam si non fallor vel si non interea viri sobrii et
prudentes intercesserint, patria nostra et ideo etiam nostra
sancta Ecclesia in Germania in summo discrimine versatur.
Et periculum praesens eo terribilius mihi videtur, quia
tot homines decipiuntur verbis et factis fallacibus.
Unica spes mea terrestris est Sancta Sedes Apostolica.
Nos autem non cessabimus orare et deprecari et “praestolari
cum silentio salutare Dei”.
Humillime benedictionem
petens et sacram purpuram deosculans,
Eminentiae Vestrae
servus indignus
+Raphael OSB
Archiabbas
LA CARTA SELLADA 15

Traducción12

Beuron, 12 de abril de 1933.13

Eminentísimo Príncipe!14

Cierta persona me ha rogado insistentemente que hiciera llegar


a Nuestro Santo Padre la carta que ella me entregó sellada y que
aquí se adjunta.15 La persona que lo solicita es conocida por mi y
en toda la Alemania católica como mujer preclara por su fe, santi-
dad de costumbres y ciencia católica (con muchas publicaciones
científicas)16.

12 La tradución es mía.
1 3 El papel es una holandesa con membrete compuesto por el escudo abacial
y el mote “PRODESSE MAGIS QVAM PRAEESSE”
1 4 La carta se dirige sin duda al cardenal (“Eminen tissime Princeps!”)
Eugenio Pacelli, futuro papa Pío XII, que en la fecha es Secretario de Estado y
Prefecto de la Sagrada Congregación para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios.
Fue en esta Congregación donde se vieron y se estimaron o desestimaron las cartas,
pues en ella están archivadas con la signatura Archiv. AA. EE. SS. Germania 643.
1092/33.
1 5 “Raphael (Joseph) Walzer (1888, Ravensburg - 1966, Heidelberg), monje
de la abadía benedictina de Beuron, doctor en filosofía y teología, elegido abad el
año 1918, cuando todavía era muy joven. Desarrolló una actividad extraordinaria
mediante la creación de una escuela teológica y una gran biblioteca en Beuron,
comenzó con la edición de revistas benedictinas, a través de sus monjes tomó parte
en las fundaciones de Grüssau, Neresheim, Weingarten, Neuburg junto a Heidelberg.
También en Japón erigió un priorato. El año 1935, condicionado por las dificulta-
des del régimen nacionalsocialista, hubo de abandonar Beuron, y se fue, primero a
Suiza, después a Francia y Argelia, donde continuó con el seminario para teólogos
prisioneros, iniciado en Chartres. El año 1964 regresó a Alemania y vivió en la
abadía de Neuburg. Su sepultura se encuentra en la cripta de la abadía de Beuron.
El archiabad Walzer mantuvo una relación muy estrecha con Edith Stein, de quien
fue amigo y consejero durante años. En tiempos de Stein, la abadía de Beuron,
junto con la de Maria Laach, era un centro de renovación litúrgica” (OC, I, p. 824,
nota a la Ct 186). Es muy posible que el portador no conozca el contenido exacto
de la carta, aunque haya participado en el discernimiento de su conveniencia y
sentido general.
1 6 Elogios como éste, aunque más tardíos, pueden leerse en los testimonios
y relaciones escritas del Abad en el proceso de beatificación y canonización de
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Positio super causae introductione, pp. 186-190
y Positio super martyrio, pp. 96-106).
16 GABRIEL CASTRO

Aprovechando esta feliz ocasión saludo humildemente a


Vuestra Eminencia reverendísima y le pido que nos asista a todos
nosotros en estos tristísimos días. Porque, si no me equivoco y si
pronto no intervienen hombres sabios y prudentes, nuestra patria, y
por lo tanto nuestra Santa Iglesia en Alemania, corre un grandísimo
peligro. Y el peligro presente tanto más terrible se me hace cuantos
más hombres veo que se dejan engañar por hechos y palabras fala-
ces. Mi única esperanza en la tierra está en la Santa Sede Apostólica.
Por nuestra parte no dejaremos de orar y suplicar y de “esperar en
silencio la salvación de Dios”17.
Pide humildemente su bendición y besa su sagrada púrpura, de
Vuestra Eminencia indigno siervo

+ Raphael OSB
Abad Mitrado18

Burgos, 15 de febrero de 2003


fr. simeón de la sagrada familia

1 7 Está citando el libro de las Lamentaciones 3, 26: “Bonum est praestolari


cum silentio salutare Dei”.
18 La firma es autógrafa. El texto ha sido mecanografiado y corregido leve-
mente sobre la marcha y posteriormente a mano: línea 1ª: incluye a mano la segun-
da n, omitida involuntariamente Eminentissime; línea 4ª: n sobre b errada en
transmitterem; línea 10: la segunda t va sobre s errada en tristissimis; línea 13ª
tacha a mano una e redundante en viedetur.
LA CARTA SELLADA 17

2. COMENTARIO

La carta que presentamos de urgencia a los lectores de Monte


Carmelo revela un punto crucial de la historia de la Iglesia contem-
poránea y en la biografía interior de Santa Teresa Benedicta de la
Cruz. Se conocía la existencia de esta carta y se sabía de su sentido
general, aunque no eran públicos sus términos exactos. Como un
último hueco en el puzzle de su biografía la ausencia de esta pieza
no impedía el conocimeinto de su contorno. En el conjunto de su
epistolario era una pieza que literalmente brillaba por su ausencia.
Le correspondería el número 354b en su epistolario. (Julen urkiza
y francisco Javier sancho (directores). J. garcía roJo, e.
garcía roJo, f. J. sancho fermín y c. ruiz garrido (traducto-
res). Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein). Obras
Completas I. Escritos autobiográficos y Cartas, Coed. El Carmen,
Espiritualidad, Monte Carmelo, Burgos 2002 = OC I).

a. Antecedentes

Recordar aquí las circunstancias sociales, eclesiales y vitales


que preceden inmediatamente y acompañan a esta carta pueden
ayudar a situarla en el conjunto de su obra y a apreciarla en sus
valores históricos, biográficos y religiosos.

Son conocidas las repercusiones en el alma de Edith Stein de


los golpes “legales”, “políticos” y violentos con los que el nacional-
socialismo se va apoderando del estado, de las leyes y del poder
total en la sociedad alemana del año 1933. La vida de la Dra. Edith
Stein estaba en este momento ocupada por entero en la “contruc-
ción de una pedagogía católica” y en la difusión oral y escrita de
sus ideas y sus prácticas filosóficas, pedagógicas y religiosas.
“Vivía en el ‘Collegium Marianum’ -de la ciudad de Münster- en
medio de un gran número de estudiantes religiosas de diversas
congregaciones y de un pequeño grupo de otras estudiantes, cari-
18 GABRIEL CASTRO

ñosamente atendida por las religiosas de Nuestra Señora” (OC I,


p. 497).
Sus últimos biógrafos nos relatan así el momento y la circuns-
tacia vital de la autora: “Entonces era el momento de preparar las
lecciones de invierno, que desde noviembre de 1932 hasta marzo
de 1933 Edith debía impartir sobre antropología filosófica. Aunque
ella no lo sabía aún, este acto docente sería su última lección aca-
démica. “Todo ello son intentos que enlazan con mis trabajos ante-
riores y que tratan de ampliarlos y de dar una fundamentación a la
pedagogía”, escribe a su amiga Hedwig Conrad-Martius. Y da a
conocer al mismo tiempo las dificultades que experimenta en su
labor docente con las profesoras: “Me he preguntado ya a menudo
si con la labor filosófica no estoy soprepasando mis propias posi-
bilidades... Pero me veo situada ante tan grandes tareas, y quiero
tener ideas claras sobre aquello en lo que puedo confiar razonable-
mente”. Finalmente, Edith ruega a su amiga que la ayude a averi-
guar el “sentido de la misión de su vida” (Ct 349, de 24.2.1933. OC
I, p. 1009-1010).
“Durante la época lectiva se precipitaron ya en parte los acon-
tecimientos políticos:
– El 30 de enero Hitler logró “hacerse con el poder” (queda
nombrado Canciller de Alemania). El 1 de febrero fue disuelto de
nuevo el parlamento, ya que los partidos de derecha se prometían
obtener la mayoría absoluta en unas nuevas elecciones.
– Hasta la fecha de las elecciones, el 5 de marzo, les quedó a los
nacional-socialistas tiempo para aprovechar para sus fines el avan-
ce logrado en el poder. Comenzaba la primera fase de la actividad
demoledora realizada por la dictadura. Edith Stein participó en
estas nuevas elecciones en Münster donde entonces vivía.
– Un decreto legislativo del 4 de febrero permitía imponer rigu-
rosas limitaciones a la libertad de prensa y de opinión. Vinieron
luego las prohibiciones de periódicos y de reuniones. Las pandillas
pendencieras (de verdadero terrorismo callejero) de la SA
(Sturmabteilung) (“grupo de ataque”) y del Stahlhelm (“casco de
acero”) obtuvieron un brazalete con el letrero de “policía auxiliar”.
Las elecciones no serían limpias.
LA CARTA SELLADA 19

– El 26-27 de febrero ardió el edificio del parlamento; al día


siguiente se promulgaron los nuevos decretos de urgencia “para la
protección de la nación y del Estado”; comenzaron las persecucio-
nes policiales, sobre todo de los comunistas. Siguió una oleada de
detenciones; se abrieron los primeros campos de concentración.
Las elecciones proporcionaron una escasa mayoría absoluta al
Partido Nacionalsocialista y al Partido Popular Nacional Alemán.

Ahora sin demora comienza la segunda fase de la actividad


demoledora realizada por la dictadura:

– El día 23 de marzo se aplica la Ley de plenos poderes, con los


votos a favor del católico Partido del Centro, una ley que, según la
Constitución de Weimar, sólo podía aplicarse en casos de urgencia
y únicamente por tiempo limitado. Bajo el poder de Hitler, esa ley
se convierte en permanente. Ocho días más tarde los funcionarios
no arios que no hubieran participado en la guerra, fueron desposeí-
dos de sus puestos de trabajo y colocados en paro forzoso. Edith
Stein no era empleada del Estado. Estaba contratada por el Instituto
alemán de pedagogía científica. De momento conserva su trabajo.

– El 1 de abril algunos órganos estatales realizan su primer


intento de boicotear a los comerciantes judíos y a los profesionales
que desempeñan actividades autónomas, como son los médicos y
los abogados. Los grupos de la SA (Sturmabteilung), vestidos de
uniforme o con ropa de paisano participan principalmente en tales
acciones. Se pinta la estrella judía en los escaparates y se amenaza
a los propietarios de esos comercios y a los clientes que quieran
comprar en ellos. También el almacén de los Stein en Breslau se ve
afectado por el boicot. El día 5 de abril escribe Edith Stein a
Hedwig Conrad-Martius: “Desde hace mucho tiempo, importa
poco que nuestro almacén esté abierto o cerrado” (Ct 354, OC. I,
p. 1016).

– Mediante la “Ley para la restauración de los funcionarios


profesionales”, del 7 de abril, muchos funcionarios –entre ellos,
muchos judíos precisamente– que políticamente no eran considera-
dos dignos de confianza, pierden su cargo. El profesor Koebner,
amigo de la familia Stein, y médico jefe del departamento de der-
20 GABRIEL CASTRO

matología de un hospital municipal, es despedido. Hans Biberstein


contaba a diario con sufrir la misma suerte. Asimismo, se temían
atentados contra el consultorio de Max Gordon en Hamburgo.
Richard Courant perdió su cargo de profesor y tuvo que emigrar a
Estados Unidos. (Cf. andreas uwe müller - mª amata neyer,
Edith Stein. Vida de una mujer extraordinaria, Ed. Monte Carmelo,
Burgos 2001, pp. 211-213).

– De la cuaresma de ese año (1 de marzo a 16 de abril) es la


escena de la velada en casa de los buenos burgueses católicos de
Münster que se narra en el comienzo de “Cómo llegué al Carmelo
de Colonia” (OC I, 497-510). Evidentemente la escena desenca-
dena experiencias que el relato considera de tanto peso como para
determinarla a escribir esta carta y para descubrir algunos aspectos
de su vocación. “La impresión que tuvo aquella noche” será deter-
minante; de hecho actúa propiamente como desencadenante del
proceso y del relato que cinco años después (Cómo llegué al
Carmelo de Colonia está firmado el 18-XII-38, la “noche de los
cristales” fue la del 9 al 10 de noviembre de ese año) recordará con
la suficiente viveza como para seleccionarla como escena primor-
dial de su recuerdo. Esa conversación “de incógnito” en la casa de
aquellos hospitalarios maestros produce una abertura del tiempo y
una iluminación que está en el origen de las diversas decisiones
menores que le llevan a escribir la carta y a replantearse su voca-
ción cristiana (OC I, 497-8). Su sentido de la discreción le impide
esta vez revelar su condición de judía. Pero la conversación gira en
torno a la persecución de los judíos. “Entonces me vino de repente
una luz: que Dios había dejado caer nuevamente su mano pesada
sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el
mío”. Esta iluminación ha de discernirse y confirmarse mediante la
oración, el retiro, el consejo y el silencio. ¿Cómo participará en el
destino de su pueblo? Solo está en duda el modo concreto, no la
participación en sí. La acción educativa profesional y política, la
denuncia intraeclesial, la pasión mística se ofrecen ante sus pasos
como posibles modos complementarios de solidaridad.

– Resuelve intervenir. “En las últimas semanas –¿cuaresma?–


había pensado continuamente si no podría hacer algo en la cues-
tión de los judíos.” Le parece lo más urgente y más suyo. La per-
LA CARTA SELLADA 21

secución de la Iglesia, que la ve llegar, de momento no es tan des-


carada: “Imposible predecir cómo se presentará el futuro. De
momento no temo ataques a la Iglesia y a los conventos, ya que el
Gobierno ha de tomar en consideración los millones de sus pro-
pios electores católicos” (Ct 351 de 15.III.33. OC I, p. 1012). Con
todo “al final había planeado viajar a Roma y tener con el Santo
Padre una audiencia privada para pedirle una encíclica”. El pri-
mer paso será viajar con este “motivo especial” en el corazón.
Como otras veces su corazón se alegra con esa esperanza: “me ale-
gro mucho pensando en ello” (Ct 351. Ib.). Le inquieta, no obstan-
te, la posibilidad de no encontrar al Abad Walzer en el monasterio,
pues sabe que ha viajado a Japón para una planeada fundación y no
sabe todavía si ha regresado y si podrá consultar el caso con él (Ct
351. Ib.). “Había hecho ya hacía varios años los santos votos en
privado”. Esta mención de sus votos privados, emitidos también en
Beuron en la Semana Santa de 1928, indica que sus próximas deter-
minaciones quiere cubrirlas con este voto, tomarlas en el ámbito de
la obediencia religiosa. “Desde que hallé en Beuron una especie de
hogar monástico, vi en el abad Rafael a “mi abad”, y le presenta-
ba, para su resolución, toda cuestión importante. Sin embargo, no
era seguro que le pudiera encontrar. Había emprendido a princi-
pios de enero un viaje al Japón. Pero sabía que él haría todo lo
posible por estar allí en la Semana Santa.” (OC I, p. 498).

– El 2 de abril ha sido el día señalado en la Carta convocatoria


como inicio del Año Santo y del Jubileo Extraordinario con motivo
de cumplirse este año 1993 los XIX siglos de la Redención. La
“Indictio Anni Sancti extra ordinem ac generalis maximique iubi-
laei undevicesimo exeunte saeculo a peracta humani generis rede-
mptione” fue publicada por Pío XI el día de la Epifanía de ese año,
6 de enero de 1933 (ASS XXV (1933) 5-10).

– Tomada ya la resolución de viajar a Beuron y antes de partir,


el día 5 de abril de 1933, escribe una carta a su amiga Hedwig
Conrad-Martius (Ct 354) que testimonia a las claras su estado de
ánimo ante las noticias que le van llegando de sus familiares y ami-
gos: “Mis familiares en Breslau, como es natural, están muy alte-
rados y deprimidos”. Hace el recuento de cómo va afectando a
algunos miembros de la familia y a sus amigos el proceso de perse-
22 GABRIEL CASTRO

cución y el cerco a los judíos. “Cada carta es una nueva mala


noticia. A mí personalmente me aseguran por todas partes que no
tengo nada que temer por lo que respecta a mi puesto” (OC I, p.
1016). Al regreso podrá comprobar que no serán tan ciertas y segu-
ras las promesas y las amistades. En esta carta habla también como
si tuviese ya, más que un presentimiento, una determinación en su
espíritu. “Ahora precisamente después de haber pasado un año
aquí en el Instituto –y en el Marianum, en Münster– ahora que
puedo mirar hacia atrás y que creo ver también el camino para el
futuro inmediato, estoy persuadida de que era necesario caminar
paso a paso y de que tranquilamente puedo seguir abandonándome
en la Providencia”. Siente que con esta determinación de escribir
al Papa y de participar en el destino de su pueblo –en forma simul-
táneamente activa y mística– se abre una nueva etapa en su existen-
cia, sabe que aunque se oscurece su futuro se aclara su vocación.

– “Mañana (6 de abril) emprendo viaje a Beuron y quiero per-


manecer allí hasta después de Pascua, volveré aquí otra vez alre-
dedor del día 19” (Ib. Ct 354, desde Münster, Marianum, a Hedwig
Conrad Martius en Bergzabern, Palatinado, del día 5/IV/1933. OC
I, p. 1016). Desde hace años sus periodos de retiro en “el hogar
monástico” de Beuron no son excepcionales en su proyecto de vida.
Pero “esta vez me llevaba un motivo especial” (Ib. p. 498). El moti-
vo es es sin duda esta carta que se ha propuesto enviar a Roma, pero
también el modo íntimo y religioso de participar en la cruz del
Salvador. “Sin embargo no quería dar este paso por mi propia
cuenta” (ib.).
El jueves de la semana de Pasión, día 6 de abril, ha salido de
Münster, pero se ha detenido por la tarde en Colonia con su catecú-
mena Hedwig Hess, a quien debe dedicar algún tiempo. Se hospe-
da en su casa. Cinco años después, en el adviento del año 1938,
recordará así sus vivencias de aquel viaje: “Era la víspera del pri-
mer viernes de abril (día 7) y en aquel “Año Santo” de 1933 se
celebraba en todos los sitios más solemnemente la memoria de la
Pasión de Nuestro Señor”. En el mismo documento de convocato-
ria del Año Santo donde se decide que éste comience con las fiestas
de pascua ya se señalaba esta fecha del viernes como de especial
LA CARTA SELLADA 23

oración y meditación sobre la Pasión del Señor. Se decía allí:


“Quoniam vero Iubilaris haec celebratio adventantibus Paschatis
sollemnibus inciepietur atque paschali pariter perficietur tempore,
opportunum ducimus Episcopos adhortari gregem cuiusque suum...
ut feria sexta maioris hebdomadis Dominicam Passionem incensio-
re studio meditentur” (ASS XXV (1933) p. 7). Con esta solicitud
por encontrar un lugar de oración esa noche E. Stein parece querer
obedecer y adelantar el viernes santo con su vigilia y meditación en
el viernes de dolores, por eso no deja de asistir a estas indicaciones
eclesiales, ni se disculpa por causa de su viaje.
– “A las ocho de la tarde nos encontramos en la Hora Santa en
el Carmelo de Colonia-Lindenthal”. Es el lugar que ha elegido su
catecúmena, ni antes ni en este día ha tenido ni va a tener contacto
alguno con esta comunidad. “Un sacerdote -prosigue- (el vicario
catedralicio Wüsten, como después supe) dirigió una alocución
anunciando que en adelante se tendría aquella celebración todos
los jueves. Hablaba bien y de forma impactante, pero a mí me
ocupaba otra cosa más honda que sus palabras. Yo hablaba con
el Salvador y le decía que sabía que era su cruz la que ahora
había sido puesta sobre el pueblo judío. La mayoría no lo com-
prenderían, pero aquellos que lo supieran, deberían cargarla
libremente sobre sí en nombre de todos. Yo quería hacer esto. Él
únicamente debía mostrarme cómo. Al terminar la celebración
tuve la certeza interior de que había sido escuchada. Pero en qué
consistía el llevar la cruz, eso aún no lo sabía.” (OC I, p. 499).

Estamos ante el núcleo germinal de la vocación al martirio y de


la carta misma. Ambas son modos de testimonio cristiano. La
importancia mística de esta “distracción mientras el vicario predi-
ca” no puede ser más explícita. El surgimiento de la vocación y la
interpretación de su vocación cristiana como “cargar la cruz libre-
mente sobre sí en nombre de todos”, señala un punto cumbre de su
existencia consagrada. En su determinación de implicarse personal-
mente en la única y misma cruz de Cristo y de su pueblo, están
comprendidas tanto la solidaridad mística, como las iniciativas de
resistencia contra la injusticia que estén a su alcance, sean sociopo-
24 GABRIEL CASTRO

líticas o eclesiales. Acción política -determinación de viajar a Roma


o escribir al Papa, pidiendo que rompa el silencio- y com-pasión
mística -”aquéllos que lo comprendieran deberían cargar libremen-
te su cruz sobre sí en nombre de todos”- forman parte conjunta de
su única actitud testimonial o martirial, de su toma de posición ante
la Hora del Redentor. Va a entrar existencial y conscientemente en
la hora con el Salvador. Desde un contexto devocional y paralitúr-
gico de un “primer viernes” y de una “hora santa” se eleva a un
compromiso eclesial y místico de las más altas miras y alcances.
Sus palabras tienen tonos proféticos y místicos: ‘yo hablaba con el
Salvador’, ‘le decía’, ‘yo sabía’, ‘yo quería hacer esto...’, “La
mayoría (¿piensa en la Iglesia, en el conjunto de los católicos o
piensa en los judíos?) no lo comprenderían, pero aquellos que lo
supieran, deberían...” parecen palabras y ecos de aquello evangéli-
co, “el que tenga oídos para oir que oiga”, o “el que quiera seguir-
me que tome su cruz...”. “Él debería mostrarme cómo”, se espera
la señal para confirmar el modo, pero la determinación ya está con-
firmada: “Tuve la certeza interior de que había sido escuchada”.
Estamos ante la clave mística de comprensión válida para explicar
la génesis de esta carta y de su vocación a la vida religiosa teresia-
na.
Cabe, ciertamente, una lectura política de la carta pues se ins-
cribe tanto en la resultante de un análisis hecho “con ojos despier-
tos” y simplemente lúcidos ante las condiciones sociopolíticas
presentes y ante la consideración evangélica de las evidentes con-
secuencias que la comunidad eclesial debe sacar ineludiblemente.
Aquí la comunidad eclesial es interpelada al más alto nivel (a la
Sede Apostólica, porque la gravedad así lo pide y porque los orga-
nismos de comunión y expresión eclesial a nivel nacional aun no
existen o son precarios), pero la profetisa va a tomar la palabra
extrayéndola del silencio y de la escucha orante. Nace la carta cier-
tamente de la conciencia que resiste frente a la opresión del poder,
nace de la coherencia evangélica de la conciencia cristiana y de la
indignación ética frente a la barbarie y la opresión: ¡no hay dere-
cho! No hay derecho a la persecución, pero tampoco hay derecho
al silencio. Yo acuso...
La implicación personal no se detiene en la denuncia y la pre-
sión que están a su alcance en el momento. Alcances y posibilida-
LA CARTA SELLADA 25

des de actuar que son exploradas hasta sus límites más altos. No se
conforma con poco: “Mis indagaciones en Roma dieron por resul-
tado que a causa del gran ajetreo [por causa de las muchas pere-
grinaciones que con motivo del Año Santo se esperaban en Roma y
a las que el Papa tenía que recibir y atender] no tenía posibilidades
de una audiencia privada. Sólo para una “pequeña” audiencia (es
decir, en un grupo pequeño) se me podría ayudar en algo. Con eso
no me bastaba, por lo que desistí de mi viaje y me decidí por escri-
bir”. Estas indagaciones han de colocarse en el tiempo anterior a
su viaje a Beuron. No es facil imaginar que desde la abadía hiciera
gestiones de cara a conseguir audiencia y viajar. Su resolución de
no viajar no depende por tanto de los consejos del Abad; ya la trae
tomada. Piensa solo en escribir.

Pero junto a esta lectura en clave histórica y eclesial, cabe una


lectura en clave interior, mística, vocacional si se quiere de este
acontecimiento. La carta es parte de su compromiso vocacional,
nace en el mismo momento y de la misma fuente que su decisión
de tomar la cruz, en cierto modo es uno de los frutos de ese acto
voluntario de tomar la cruz, uno de los modos concretos de resis-
tencia interna y externa, de solidaridad y de participación en el
sufrimiento del pueblo judío y en la cruz del Salvador. En esta línea
dice E. García Rojo: “La cruz voluntariamente aceptada por Edith
Stein no tarda en aparecer en su más dolorosa realidad. Los cinco
años transcurridos en Colonia (1933-1938) fueron vividos por la
carmelita bajo el signo de la cruz, desde el claustro sigue los trági-
cos acontecimientos que de manera especial afectan a su pueblo.
Hasta el último año (1938) pudo permanecer tranquila en la comu-
nidad, mas un sombrío horizonte se cierne sobre ella y los suyos; y
ante el peligro de involucrar a las religiosas, opta por el sacrificio
personal: buscar asilo fuera de Alemania. El último día de 1938 se
despide de las hermanas y pasa la frontera holandesa hasta el car-
melo de Echt. Puede decirse que a partir de esta fecha da comienzo
su Vía Crucis personal. Abandonar una comunidad que tan maravi-
llosamente la acogió y a la que generosamente se había entregado
fue un duro golpe, un peso de cruz fatigoso de soportar. Bien es
cierto que su espíritu estaba ya entrenado para tales cargas, siendo
26 GABRIEL CASTRO

todo contemplado como exigencias de la voluntad divina que pide


todo, incluida la renuncia a lo que había calificado como su patria.
Y es que Dios la quiere vacía de todo, pero rebosante de amor
puro”. (Edith Stein. Existencia y pensamiento. EDE, Madrid 1998,
p. 94).
El apellido de su nombre religioso Teresa Benedicta a Cruce
tiene también origen en este mismo momento: “Mi nombre de reli-
gión lo traje ya conmigo cuando llegué de postulante al convento.
Conseguí exactamente lo que pedí. Bajo la cruz comprendí el des-
tino del pueblo de Dios que ya entonces (1933) comenzó a pre-
anunciarse: pensé que quienes comprendieran que esto era la
cruz de Cristo deberían tomarla sobre sí en nombre de todos.
Ciertamente hoy (9.XII.1938) sé mucho mejor lo que significa
haberse desposado con el Señor bajo el signo de la Cruz. Desde
luego nunca llegará a comprenderse, porque es un misterio” (Ct
573, OC I, p. 1292). El texto es exactamente contemporáneo y
paralelo a la redacción de “Cómo llegué al Carmelo de Colonia”
que hemos analizado. Prueba que la frase sobre la asunción de la
cruz es una acuñación muy grabada en su mente y muy central en
la explicación de su identidad cristiana. Acuñación que, como la
carta al Papa, tiene origen en esa hora santa.
Otros actos de participación y otras formas de compromiso van
a seguir a este primer movimiento hacia el martirio (Cf. E. García
Rojo, o.c., pp. 92-100 y 166-179). El estudio sobre la ciencia de la
cruz no queda fuera de este propósito, ciertamente. En todo caso
esta carta es su primer testimonio “coram ecclesia”, le seguirá la
forma carmelitana de vida religiosa como la más apropiada para su
deseo de cargar la cruz, su último y solemne testimonio será dado
“coram populo et coram mundo” en su terrible y glorioso martirio.
La carta se inscribe en este iter vital y señala el relieve de este
momento íntimo de la autora. La secuencia continúa.

– “A la mañana siguiente –estamos en la mañana del sábado de


Pasión, 8 de abril– continué mi viaje –desde Colonia– a Beuron. Al
hacer trasbordo al atardecer en Immendingen me encontré con el
P. Aloys Mager. El último trayecto lo hicimos juntos. Poco después
LA CARTA SELLADA 27

del saludo me comunicó la noticia más importante de Beuron: ‘el


P. Abad ha regresado esta mañana sano y salvo del Japón’. Así que
todo estaba en orden”. Immendingen era una estación de trasbordo
para tomar la vía que desde aquí parte en dirección a Sigmaringen,
a medio camino estaba Beuron (OC I, p. 499) .

– La llegada a Beuron es pues por la noche del día 8, viernes.


Como otras veces se hospeda en la pensión de la familia Mayer
(andreas uwe müller - mª amata neyer, Edith Stein. Vida de
una mujer extraordinaria, Ed. Monte Carmelo, Burgos 2001, p.
182). “Llegué aquí el Viernes de Pasión a las 9 de la tarde. El P.
Abad Mitrado llegó por la mañana procedente de Japón, de lo cual
me enteré en Immendingen por el P. Aloys Mager” (Ct 355 a
Agnella Stadtmüller, escrita desde el mismo Beuron el lunes de
Pascua, 17 de abril de 1933. OC I, p. 1017).

– En la mañana del Domingo de Ramos, día 10 de abril,


comienza su tiempo de Ejercicios Espirituales en silencio y las
posibles conversaciones con el Abad sobre la conveniencia de
escribir a Roma, sobre el modo, el contenido y el tono concreto del
escrito, sobre su implicación personal y vocacional en la persecu-
ción judía, sobre su modo de cargar la Cruz del Redentor que ahora
pesa sobre el pueblo hebreo... El Abad parece hacerla desistir de
reclamar concretamente una encíclica. El texto no la menciona. Es
posible que la autora traiga ya algunos apuntes desde Münster. En
esos días, Domingo de Ramos, lunes o martes santo tiene tiempo
para terminar de redactar la carta. No ha puesto fecha a su escrito.
La cierra, la sella y le pide a su padre espiritual que la entregue al
Santo Padre en el curso de su próximo viaje a Roma y que, por
favor, la haga acompañar con una breve presentación de la misma
carta, del asunto y de su persona. El P. Abad ve posible hacerlo
personalmente pues muy pronto, para la última quincena de abril,
ha de ir a Roma.

– El día 12 de abril, Martes Santo, la carta ya está escrita, sella-


da y en poder del Abad Mitrado de Beuron y padre espiritual de
Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Esa fecha figura en la carta de
presentación que el Abad dirige al cardenal Secretario de Estado,
Eugenio Pacelli, futuro Papa Pío XII.
28 GABRIEL CASTRO

– El abad mitrado Raphael Walzer, quien, como ha recordado


Edith Stein en la historia de su vocacion “Cómo llegué al Carmelo
de Colonia” acaba de regresar de un viaje al Japón para poner en
marcha allí un priorato de su congregación benedictina, marcha de
nuevo a Roma ya el 25 del mismo mes de abril para estar allí unos
pocos días, seguramente ocupado con asuntos de esta fundación.
El día 30, cuando Edith resuelve su entrada en el Carmelo y quie-
re escribirle, no envía la carta porque “todavía estaba en Roma”
(OC I, p. 501). “Creemos casi con seguridad que, con esta ocasión,
entregó en la Santa Sede la carta sellada de Edith Stein, tal como
ésta refiere en sus notas” (a. müller -a. neyer, o. c. p. 213).
Desde allí o a su vuelta el Abad le hace saber de sus gestiones. “Sé
que mi carta fue entregada sellada al Santo Padre” asegura la
autora.

b. Consecuencias

– El pronunciamiento de la Iglesia esperado por la autora de la


carta no llegará de inmediato ni de parte del “Padre de la cristian-
dad” ni en el modo ni en el momento que la peticionaria espera. En
esos mismos días, del 9-16 de abril, mientra ella está en Beuron, el
vicecanciller von Papen está en Roma iniciando las negociaciones
de cara a un posible y deseado concordato entre la Iglesia y el III
Reich. El 10 de abril visitó al cardenal secretario de Estado,
Eugenio Pacelli, el 12 fue recibido por el papa Pío XI y el 15 vuel-
ve a verse con el secretario de Estado que también es prefecto de la
“Congregación para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios”.
Las conversaciones terminarán con la firma del concordato el 20
del mes de julio de ese año 1933. Será violado repetida y grave-
mente por el régimen nacionalsocialista y las protestas de las auto-
ridades eclesiásticas de poco servirán (cf. fliche - martin,
Historia de la Iglesia, vol. XXVI, t. 2º, cap. 13, pp 351-387). La
Iglesia está ofreciendo la otra mejilla.
– Edith Stein no solicitaba en su carta una encíclica pontificia
para la protección de los judíos, sino un pronunciamiento y conde-
na de la persecucíón y de las ideologías que rompan el silencio que
puede parecer cómplice y dañar a la Iglesia. Pero su petición no es
LA CARTA SELLADA 29

solo una intercesión por los judíos, sino un aviso a la Iglesia cató-
lica misma, que corre idéntico peligro y a quien no salvarán las
transacciones y las políticas contemporizadoras y colaboradoras.
Sacrificar la representación política católica del Partido del Centro
para posibilitar el concordato, tender la mano a todos, votar con los
nazis la ley del estado de excepción creyéndola una medida transi-
toria, tratar de usar el nacionalsocialismo como parapeto frente al
comunismo, etc... no fueron medidas que sirvieran de mucho. La
autora parece ver con lucidez y con tanta antelación como la fecha
indica, los peligros que los más “avispados” políticos desconocen
en ese momento y en meses posteriores. Su análisis parte de infor-
maciones más agudas, de la detección de síntomas más profundos
en zonas más sensibles: educación, juventud, derechos humanos,
raza, ateísmo de fondo, totalitarismo evidente, abuso y vilipendio
del nombre de “cristiano”..., su diagnóstico es más certero porque
su toma de posición la ha llevado a colocarse en el lugar de y de
parte de las víctimas y porque su mirada sobre la realidad se puede
calificar de verdaderamente teologal.
– Por eso el efecto conseguido, la única reacción obtenida de
inmediato la decepciona. No era eso lo que ella esperaba. Quizá la
coincidencia en la misma oficina de Asuntos Eclesiásticos
Extraodinarios de las negociaciones sobre el Concordato y de su
petición no favoreció una lectura comprensiva de la carta. “Algún
tiempo después recibí una bendición para mi y para mis allegados.
Otra cosa no conseguí”. Y prosigue: “No sé si el papa Pío XI
habrá tenido en cuenta alguna vez lo que yo le decía en la carta.
Porque durante los años siguientes se fue cumpliendo punto por
punto lo que yo había predicho sobre el futuro de los católicos en
Alemania”. Esta predicción sobre el futuro de los católicos es el
contenido de la última parte de la denuncia steiniana. Disolución de
sindicatos de obreros, campañas de prensa, inclusión forzada de las
asociaciones católicas de jóvenes en las juventudes hitlerianas,
leyes de esterilización, persecución de algunos sacerdotes, campa-
ñas de difamación... fueron dando la razón a estos augurios de la
Carta sellada. Diversas medidas contra la Iglesia se van precipitan-
do como en cumplimiento exacto de las previsiones de la Santa.
Previsiones que no nacen de especiales revelaciones, al menos no
como se entienden ordinariamente, sino del estudio sereno, la infor-
30 GABRIEL CASTRO

mación no manipulada, la libertad interior, la indignación ética, el


sentido de solidaridad, el alto concepto de la política y del papel del
Estado, el sentido de la dignidad y el conocimiento de los derechos
de la persona.
– La reacción que respondería de forma más aproximada a los
deseos y peticiones de la carta sellada llegó con la famosa encíclica
fechada en otro Domingo de Pasión, el 14 de marzo de 1937, -¡cua-
tro años después!- que fue leída en las iglesias el Domingo de
Ramos, día 21 de marzo, de ese año. Como se sabe la carta se titu-
laba Mit brennender Sorge (“Con viva angustia”). Fue firmada en
Roma por el Papa Pío XI, trasladada al interior de Alemania por un
sacerdote y distribuida clandestina y heroicamente por sacerdotes y
jóvenes a todas las parroquias. Edith Stein seguramente no llegó a
conocer esta carta encíclica en Colonia antes de 1938. Cuando se
traslada a Echt, el Obispo de esa diócesis publica una pastoral
durante la cuaresma del año 1939 en la que alude a la encíclica, así
lo cuenta de pasada la misma Hna. Teresa Benedicta en su carta-
crónica a la Rvda. M. Johanna de la Cruz del Carmelo Regina Pacis
de Beek (Ct 630. OC I, p. 1354). En España tampoco fue difundida.

Algunos puntos de la carta encíclica papal parecen acoger los


ecos de la denuncia profética de Santa Teresa Benedicta de la Cruz
que, si los hubiese conocido, parece que tendría que haberse dado
por atendida. Los números iniciales que explican la demora y las
razones de la política concordataria, nn. 2-4, los números sobre la
herejía de la raza, sobre el valor del Antiguo Testamento, sobre la
unidad de la Iglesia: nn 8. 13-15... Ella en el adviento del año 1938
quizá no la conoce, en todo caso no la menciona al hablar de la
contestación esperada o simplemente no se da por satisfecha.
He aquí algunos puntos en los que el Papa habla de la ideología
nazi como herejía, del abuso que supone tomar y dar el nombre de
cristiana a esa ideología, del peligro de esas propaganda y esa edu-
cación:
“Las medidas de intimidación, francas o secretas –indica la
Encíclica– presionan la lealtad de cierta clase de funcionarios cató-
licos, en una forma que viola todos los derechos humanos y aún la
LA CARTA SELLADA 31

misma dignidad. Nuestra compasión paternal se extiende hacia


todos aquellos que deben pagar a un precio tan caro su lealtad para
con Cristo y la Iglesia; pero cuando están en juego los intereses más
elevados, con la alternativa de pérdidas espirituales, no queda sino
un camino único: el del heroísmo” (MBS, nº 19).
“Ejerced particular vigilancia cuando conceptos religiosos fun-
damentales son vaciados de su contenido genuino y son aplicados
a significados profanos. La Revelación, en su sentido cristiano,
significa la palabra de Dios dirigida al hombre. El empleo de esta
palabra para referirse a las “sugestiones” de la raza y de la sangre
y para la irradiación de la historia de un pueblo, constituye senci-
llamente un error. Moneda falsa de semejante clase no merece una
circulación cristiana. La Fe consiste en mantenerse fiel a lo que
Dios ha revelado y propone al hombre por medio de la Iglesia... La
orgullosa y alegre confianza en el porvenir del propio pueblo, ins-
tinto de todo corazón, es algo diametralmente distinto a la Fe en
sentido religioso. Intentar substituir una por la otra y por tal medio
pretender exigir ser contado entre los fieles servidores de Cristo,
constituye un insensato juego de palabras, si es que no esconde una
confusión de conceptos o algo todavía peor” (nº 21).
Después de hablar de la inmoralidad y del pecado original, el
Santo Padre se refiere al orden moral: “Todos los esfuerzos para
arrancar de la moralidad y del orden moral la base de granito que
constituye la Fe, substituyéndola por las arenas movedizas de los
reglamentos humanos, tarde o temprano, conducen a los individuos
o sociedades que lo intenten, a la degradación moral. Ningún poder
coercitivo del Estado, ningún ideal exclusivamente humano, por
más noble y elevado que sea, podrá reemplazar los impulsos supre-
mos y decisivos generados por la Fe en Dios y en Cristo” (nº 27).

“Entregar la ley moral a la opinión subjetiva del hombre, que


cambia con los tiempos, en lugar de anclarla con la Santa Voluntad
de Dios Eterno y sus Mandamientos, es abrir las puertas a las fuer-
zas de la destrucción. El consiguiente abandono de los principios
eternos de una moralidad objetiva que educa la conciencia y enno-
blece cada sector y organización de la vida, es un pecado contra el
destino de una nación, cuyo fruto amargo envenenará a las genera-
ciones futuras” (Ib.).
32 GABRIEL CASTRO

Refiriéndose a la ley natural, indica: “Los padres que contem-


plan en serio la educación de sus hijos, tienen el derecho primario
a la educación de los niños que Dios les ha concedido, en el espíri-
tu de su Fe y de acuerdo a sus reglamentos. Las leyes y medidas en
los asuntos escolares que no respetan esta libertad de los padres,
atentan contra la ley natural y son inmorales. La Iglesia... se ve
obligada a declarar que la reciente transformación de las escuelas,
-organizada sin ni siquiera un remoto vestigio de libertad- es el
resultado de una presión injusta y constituye una violación de todo
derecho común” (nº 31).
A la juventud, la previene: “Miles de voces resuenan en vues-
tros oídos repitiendo un Evangelio que no es el que ha sido revela-
do por el Padre que está en el Cielo. Miles de plumas escriben al
servicio de un cristianismo que no es el de Cristo... Sabemos per-
fectamente que entre vosotros hay muchos soldados de Cristo que,
con sus sentimientos lacerados, pero con el corazón firme, aceptan
sus destinos, hallando consuelo en el pensamiento de hallarse
sufriendo por el nombre de Jesús. Hoy, que os vemos amenazados
por nuevos peligros y nuevas molestias, os decimos: Si alguien os
predica un Evangelio distinto del que habéis recibido de una madre
piadosa, o de labios de un padre creyente, o de una enseñanza fiel
a Dios y su Iglesia “que caiga anatema sobre él” [...] Cantad vues-
tros himnos a la libertad, pero no olvidéis la libertad de los hijos de
Dios [...] El que canta himnos de lealtad a su país terrenal, no por
ello debe ser infiel a Dios y a su Iglesia, ni ser desertor y traidor a
su patria celestial” (nº 32). (Cf. miguel Power, La persecución
nazi contra el cristianismo, Editorial Difusión, Buenos Aires, 1941,
-la fecha es también importante- pp. 80-84)
– La encíclica se dirigía a los católicos y hablaba de ellos y para
ellos. La cuestión judía no se trataba directamente. “La encíclica
“Humani generis unitas”, que debía adoptar también una actitud
ante la persecución de los judíos, comenzó a escribirse en mayo de
1938. Su lenguaje es ambiguo: por un lado se advierte a los católi-
cos que tengan cuidado con los judíos, “mientras perdure la incre-
dulidad del pueblo judío y su hostilidad hacia el Cristianismo”; por
otro lado, el Papa condena “especialísimamente aquel odio al que
se denomina con el nombre de ‘Antisemitismo’”. La muerte del
Papa impidió la publicación de la encíclica. El borrador se conside-
LA CARTA SELLADA 33

raba perdido hasta el año 1995”. (andreas uwe müller - mª


amata neyer, Edith Stein. Vida de una mujer extarordinaria, Ed.
Monte Carmelo, Burgos 2001, p. 213. Cf. tb. http://www.holycross.
edu/departments/history/vlapomar/hiatt/popes.htm). Las ‘leyes de
Nuremberg’ contra los hebreos fueron promulgadas en septiembre
de 1935. La política de exclusión y de persecución se quita ya todas
las máscaras.

Pero volvamos a las consecuencias más personales de la carta


sellada:
– El 18 de abril Edith Stein se marcha de Beuron, de paso hace
una visita al convento de Santa Magdalena en Espira, y regresa en
la noche del 19 de abril a Münster. Al día siguiente visita los locales
del Instituto. Allí la aconsejan que de momento no anuncie todavía
que va a dar clases, sino que siga trabajando con todo silencio en
su estudio, ya comenzado, sobre la “antropología”, hasta que la
situación política se haya aclarado. La “Asociación de profesoras
alemanas católicas” promete seguir pagándole el sueldo, hasta que
pueda reemprender su labor docente, ya sea en el Instituto o en
algún lugar del extranjero. (Ib., p. 214. Cf. Ct 369). Ha comproba-
do, sin embargo, que su presencia produce miedo en la dirección
del Instituto, y que éste no querría molestar los sentimientos del
Partido. Ella sabe sin embargo que, por más que transija, ese insti-
tuto “tiene los días contados”. Quiere liberarlo de su presencia,
pero ante todo quiere seguir su camino vocacional de cruz y de
martirio. Las noticias sobre suicidios a los que alude en la carta
sellada parece que le siguen llegando. En carta de estos días, del 7
de mayo de 1933, a una joven amiga le dice: “Piensa además en
esto: que no estamos aquí para tener el cielo en la tierra. Creo que
si supieras algo más de esto, cómo miles de personas actualmente
son empujadas a la desesperación, entonces desearías aliviarles en
su mucha necesidad y sufrimiento” (Ct 356. OC I, p. 1019). Ya ha
cumplido con su responsabilidad pública como hija del pueblo
judío y como hija de la Iglesia, solo queda ya cumplir serenamente
su íntimo compromiso con el Crucificado y con los crucificados.
Más adelante, y no sin una pizca de amarga ironía, comentará: “Si
34 GABRIEL CASTRO

por otra parte los tiempos no fueran tan tristes, yo personalmente


no tendría sino que darles [a los nazis] las gracias porque son ellos
los que al fin y al cabo me han abierto este camino” (Ct 362 de
junio 1933; cf.: Ct 370).
– ”Unos diez días después de mi regreso de Beuron me vino el
pensamiento: ¿No habrá llegado por fin el momento de ir al
Carmelo?” (OC I, p. 1020). Su respuesta llega con las inmediatas
decisiones tomadas libre y conscientemente y ejecutadas lo más
resuelta y rápidamente posible (Cf.: Ct. 369, del 4.VIII.33, OC I, p.
1037).
– “Me había vuelto una extranjera en el mundo” (OC I, p. 501).
La decisión de abandonar Münster la toma el Domingo del Buen
Pastor, 30 de ese mismo denso mes de abril. Al día siguiente de la
anterior consideración, en la Iglesia de San Ludgerio y en el con-
texto de otro momento de adoración eucarística ha obtenido “el sí
del Buen Pastor” para emprender el camino del Carmelo (OC, I. p.
1020). El ‘Pastor de la Cristiandad’ no había respondido aún a su
carta sellada, el Buen Pastor, sí.

Burgos, 15 de febrero de 2003


gaBriel castro
3

MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN


JUAN DE LA CRUZ

Mauricio Martín del Blanco

Introducción

San Juan de la Cruz, abulense, carmelita, escritor, poeta, místi-


co, santo y doctor de la Iglesia Universal, como no podría ser
menos, tiene una relación, entrañable y profunda, con la Virgen
María. Más que en su doctrina mariológica, elaborada y organiza-
da, su relación se da en su vida, y en su experiencia y doctrina espi-
rituales, desprovista esta última de preocupaciones sistemáticas, y
de cualquier cosa que se le parezca, referente a María.
Aun con todo, no se puede decir que no haya una doctrina pró-
xima a una Mariología, que nace de la entraña misma de la altísima
contemplación del Santo de los misterios de Dios-Trinidad, donde
la presencia de María, en su grandeza de Madre de Dios-Hijo, Hija
predilecta de Dios-Padre y Esposa-Sagrario-Templo de Dios
Espíritu Santo, no deja de intuirse y de gozarse.
Se puede reseñar como curioso que, en los grandes poemas del
Místico de Fontiveros, no hay mención expresa de María, y sí la
hay en los romances de la Encarnación y del Nacimiento, y en la
famosa letrilla navideña. De ahí que se haga una distinción en el
Santo entre su prosa y sus poemas: escritor y poeta. En los
“Avisos”, sólo en la “oración de alma enamorada” hace alusión a la
Virgen María. En sus cartas únicamente en una habla de Nuestra
Señora. El grueso de su doctrina se encuentra en “Subida del Monte
Carmelo”, en “Cántico Espiritual” y en “Llama de Amor Viva”. Y
no precisamente en los poemas, sino en la declaración de los mis-
4 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

mos. Por eso, se puede afirmar que su doctrina mariana está


expuesta fundamentalmente en la prosa y no en las poesías. Sin
embargo, no se olvide que es, en los romances, y en la letrilla navi-
deña, donde también el Doctor Místico nos habla poéticamente de
María de Nazaret*.

I. Presencias de María en los escritos del Santo

Antes de pasar a la exposición de la presencia de María en la


vida, experiencia y doctrina sanjuanistas, conviene tener presentes
esos breves textos sobre la Virgen, con el fin de ir ya fundamenta-
dos en el camino a recorrer, sobre el conocimiento de sus afirma-
ciones marianas concretas.

Subida del Monte Carmelo:

Subida 3,2,10: “Tales eran [las obras y ruegos] las de la glorio-


sísima Virgen Nuestra Señora, la cual, estando desde el principio
levantada a este alto estado [las operaciones del alma son ya divi-
nas, pues son de Dios], nunca tuvo en su alma impresa forma de

* Siglas y abreviaturas de los escritos del Místico Doctor


Av Avisos espirituales. Dichos de luz y amor
Ca Cautelas
Ct Cartas
CE Cántico Espiritual
CA primera redacción de CE
CB segunda redacción de CE
Ll Llama de amor viva
LlA primera redacción de Ll
LlB segunda redacción de Ll
N Noche oscura
P Poesías
S Subida del Monte Carmelo

Citas de las obras de San Juan de la Cruz


Para citar los escritos de Juan de la Cruz, se usa siempre:
SAN JUAN DE LA CRUZ. Obras Completas. M.E.C. 3, editadas por EULOGIO
PACHO, Edit. Monte Carmelo, Burgos 1993.
Se sigue para las citas el modo más usual en el caso de los escritos de san Juan
de la Cruz.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 5

alguna criatura, ni por ella se movió, sino siempre su moción fue


por el Espíritu Santo”.
Subida 3,36,1: “Mucho había de decir de la rudeza que muchas
personas tienen acerca de las imágenes; porque llega la bobería a
tanto, que algunas ponen más confianza en unas imágenes que en
otras, entendiendo que les oirá Dios más por ésta que por aquélla,
representando ambas una misma cosa, como son dos de Cristo o
dos de Nuestra Señora”.
Subida 3,36,2: “Y así, si la misma devoción tuvieses tú y fe en
Nuestra Señora delante de esta su imagen que delante de aquélla,
que representa la misma, y aun sin ella, como habemos dicho, [en
el número anterior], las mismas mercedes recibirías”.
Subida 3,42,5: “Y la gloriosa Virgen escogió en Roma, con sin-
gular señal de nieve [se trata del milagro de Nuestra Señora de las
Nieves, acaecido el 5 de agosto en Roma, que es la fiesta del 5 de
agosto], lugar para el templo que quiso edificase Patricio, de su
nombre”.

Cántico Espiritual:

CA 2,8 y su paralelo CB 2,8: “Porque el que discretamente ama


no cura de pedir lo que le falta y desea, sino de representar su nece-
sidad para que el Amado haga lo que fuere servido, como cuando
la bendita Virgen dijo al amado Hijo en las bodas de Caná de
Galilea, no pidiéndole derechamente el vino sino diciéndole: no tie-
nen vino (Jn 2,3)”.
CA 29,7: “Aunque algunas veces y en algunas cosas dispensa
Dios con ella, dándoselo a sentir y dejándola padecer porque
merezca más, como hizo con la Madre Virgen y con san Pablo”.
CB 20,10: “Aunque algunas veces y en algunas sazones dis-
pensa Dios con ella, dándole a sentir cosas y a padecer en ellas, por-
que más merezca y se afervore en el amor, o por otros respetos,
como hizo con la Madre Virgen y con san Pablo y otros”1.

1 Es el texto, notablemente modificado, de CA 29,7, que dice así: “Aunque


algunas veces y en algunas cosas dispensa Dios con ella, dándoselo a sentir y deján-
dola padecer porque merezca más, como hizo con la Madre Virgen y con san Pablo,
6 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Llama de amor viva:

LlA 3,12 y su paralelo LlB 3,12: “Y por eso aquella merced que
hizo Dios a la Virgen María de la concepción del Hijo de Dios la
llamó el ángel san Gabriel (Lc 1,35) obumbración del Espíritu
Santo, diciendo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del
Altísimo te hará sombra”.

Cartas:

Carta 12: A una doncella de Narros del Castillo (Ávila), escrita


en Segovia, ¿febrero del año de 1589?: “De su negocio yo no me
olvido; mas ahora no se puede más, que harta voluntad tengo.
Encomiéndelo mucho a Dios, y tome por abogada a nuestra Señora
y San José en ello”.

Letrillas:

13: Navideña:
“Del Verbo Divino
la Virgen preñada
viene de camino:
¡si le dais posada!”

Avisos:

26: “Oración de alma enamorada”:


“Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las gentes, los
justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la
Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío
y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí”.

pero el estado de suyo no lo lleva”. El mismo Juan de la Cruz corrige el texto en


esta primera redacción añadiendo “y con san Pablo”, que colocó al final de la línea,
pero con la intención clara de que fuera añadido en el texto, tal y como se encuen-
tra ahora.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 7

Romances:
8º: Sobre la Encarnación:
“Entonces llamó a un arcángel
que san Gabriel se decía,
y enviólo a una doncella
que se llamaba María,
de cuyo consentimiento
el misterio se hacía:
........................................
y quedó el Verbo encarnado
en el vientre de María.
Y el que tenía sólo Padre,
ya también Madre tenía,
aunque no como cualquiera
que de varón concebía,
que de las entrañas de ella
él su carne recibía;
por lo cual el Hijo de Dios
y del hombre se decía”.
9º: Del Nacimiento:
“Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en un pesebre ponía,
entre unos animales
que a la sazón allí había.
..........................................
Y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía;
el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía”.
8 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Los títulos que el santo de Fontiveros da a María son los


siguientes: María, Madre, Nuestra Señora, Virgen, Virgen Nuestra
Señora, Virgen María, Madre Virgen, Abogada, Madre de Dios.
Algunas veces también usa Ella, refiriéndose con claridad a María.
Los calificativos que suele aplicar a la Virgen son gloriosa, glorio-
sísima, bendita.

II. La Virgen María en la vida de Juan de la Cruz

La presencia de María en la vida de fray Juan de la Cruz es per-


manente, y vivida con intensidad y contento. En su infancia, en su
juventud, en su vocación a la vida religiosa, en su sacerdocio, en su
decisión definitiva de seguir en la Orden del Carmen, después de
pasar por la prueba de irse a la Cartuja del Paular, de la que Teresa
de Jesús consiguió desviarle y conquistarle de nuevo para el
Carmelo, pues la Madre Fundadora le sugiere perfeccionarse en su
misma Orden2, en el hombre de responsabilidades religiosas de
gobierno, en sus pruebas entre los Hermanos Calzados –y también
entre los Descalzos– y en el lecho de su muerte, Juan de la Cruz da
pruebas constantes de su amor, y de su fervor, a la que es Madre de
Dios y Señora Nuestra. Es el sábado de la octava de la Inmaculada
cuando se va a cantar maitines con la Virgen María al cielo. Eran
las doce de la noche del día 14 de diciembre del año de 1591, en
Úbeda (Jaén).
Juan de Yepes –que así se llamaba antes de ser carmelita– quiso
entregarse a Dios por medio de María. Por eso eligió su Orden, que
era la del Carmen, para profesar en ella, y ser así hijo y hermano de
la Virgen María del Monte Carmelo, pues ése es el sentido y el
talante real de la Orden del Carmen desde sus inicios, como reza su
título oficial: “Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del
Monte Carmelo”.
Y cuando sintió hondas ansias de soledad, de recogimiento más
estricto y de silencio casi total, queriéndose ir a la Cartuja, será su

2 “Yo le dije lo que pretendía y le rogué mucho esperase hasta que el Señor
nos diese monasterio, y el gran bien que sería, si había de mejorarse, ser en su
misma Orden, y cuánto más serviría al Señor. Él me dio palabra de hacerlo, con que
no se tardase mucho”: F 3,17.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 9

amor a la Virgen el que le llevó a renunciar definitivamente a su


ingreso en la Cartuja, además del proyecto que la Madre Teresa de
Jesús le propone para los frailes carmelitas, al estilo y manera a
como ella está llevando a cabo ese plan con las monjas carmelitas.
Encarcelado por sus Hermanos los Carmelitas Calzados en
Toledo, se sintió liberado de la cárcel conventual por intercesión de
la poderosa y gloriosa Virgen María en una noche del mes de agos-
to del año de 1578.
En el Carmelo Teresiano, el sentido festivo de la vida fue siem-
pre una familiar y fraterna característica que la Madre Teresa ini-
ció, e inculcó maternalmente, en todos sus monasterios. Juan de la
Cruz celebraba con enorme alegría, con íntima devoción, con reco-
gimiento interior, y con fervor patente, las fiestas de la Virgen, en
particular las de la Navidad y la fiesta de la Purificación. En los
romances de la Encarnación y del Nacimiento queda evidenciado
su amor a María. La letrilla navideña es una prueba de que así era
y, con certidumbre, es indicio de otras muchas que compusiera el
Místico Doctor con tal motivo, aunque no hayan llegado hasta
nosotros.
Su santa muerte estuvo rodeada, en todo momento, del recuer-
do y de la presencia de María Santísima. Al alba del 14 de diciem-
bre del año de 1591, sábado, Juan de la Cruz pidió en limosna al
Prior de la Comunidad de PP. Carmelitas de Úbeda (Jaén), estando
ya a punto de morir, “el hábito de la Virgen” para ser enterrado.
Mucho, y en manera extraordinaria, estaba sufriendo fray Juan de
la Cruz la incomprensión de algunos de sus hermanos de hábito.
Hasta el hábito de sus amores, y de toda su vida religiosa, tuvo que
pedir como limosna para morir con él. Y, oyendo que estaban
tocando las campanas del convento de la Madre de Dios para mai-
tines, dijo Juan de la Cruz: “Yo también, por la bondad del Señor,
los tengo que decir con la Virgen Nuestra Señora en el cielo”. Y el
Santo entregó plácidamente su espíritu a Dios.
Sus últimas palabras son el resumen, y la mejor expresión, de
todo el amor que acumulaba su corazón para María, la Virgen,
Madre de Dios y Señora Nuestra. Lo había vivido desde niño, lo fue
acrecentando en su juventud, se intensificó profundamente en su
joven sacerdocio, en su formación camelitana en Medina del
10 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Campo y en Salamanca, lo heredó de la Madre Fundadora, Teresa


de Jesús, lo experienció con gran hondura en sus pruebas vocacio-
nales acerca de su ida o no a la Cartuja, lo participó del espíritu
enteramente mariano de la Orden del Carmen y, finalmente, caló en
él hasta los tuétanos3.

III. Experiencia espiritual mariana de fray Juan de la Cruz

Ya desde niño, Juan de Yepes recibió en el hogar, sobre todo por


parte de su madre Catalina Álvarez, una formación profundamente
religiosa en torno a María. Era lo más común por aquellos tiempos,
dentro de la piedad cristiana, la devoción a la Virgen. Esto, que
vivió y practicó desde su más tierna infancia, pasa a ser para el
Santo una experiencia de vida espiritual extraordinaria en su cami-
no hacia la perfección cristiana, como es extraordinaria la devoción
y la práctica del rosario en los hogares cristianos.
Su devoción infantil a María, sincera y profunda, desemboca en
una vivencia espiritual que, a su manera, el Místico Doctor trans-
mite en su estilo de vida, aunque no haga gala de sus experiencias
marianas en la realidad espiritual que él mismo vive, y que comu-
nicará en sus escritos. Curiosamente no nos comunica él personal-
mente nada de su amor a María, de sus devociones marianas, sino
que nos habla de la grandeza de María, de su ser, guiada en todo por
el Espíritu Santo, de su maternidad divina y espiritual de todos los
hombres, de su proyección maternal para con sus hijos, y de pocas
cosas más. No es él muy partidario de exponer sus experiencias
místicas, ni ordinarias, ni extraordinarias. Tampoco las que pudo –y
debió– tener en torno a María Santísima. Por eso, siempre elabora
la vivencia de forma teológica, y de manera doctrinal, sin hacer
hincapié, ni siquiera vislumbrar experiencia personal alguna, en lo
que puede sonar a fenómeno místico o apariencia de tal. La elabo-

3 Para todas estas cuestiones se puede consultar Biblioteca Mística


Carmelitana, volumen 14. A este respecto no vale la pena ni hacer referencia a las
afirmaciones negativas que hace Jean Baruzzi en lo referente a la devoción maria-
na del Místico Doctor, en su estudio del manuscrito autógrafo de Andújar que con-
tiene los Avisos de san Juan de la Cruz, a los que dio el título de aforismos. El títu-
lo de su investigación dice así: Aphorismes de Saint Jean de la Croix, Bordeaux-
Paris, 1924.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 11

ración teológico-espiritual que da a sus grandes escritos adolecen


de cualquier señal de personalismo, aunque sabemos que él habla
de lo que vive, experiencia, y conoce, como teólogo, pensador, y hom-
bre de una hondura espiritual que no es fácil penetrar ni descubrir.
Hay que recurrir a los testigos que declaran para los procesos
respectivos de canonización, si queremos conocer su práctica pia-
dosa mariana y su vida y experiencia marianas. De un modo muy
señalado esto lo hizo Martín de la Asunción, compañero del Santo
en muchos viajes, y que acompañó en la vida conventual a fray
Juan de la Cruz a lo largo de muchas temporadas. “Era tan devoto
de Nuestra Señora, que todos los días rezaba el oficio de Nuestra
Señora de rodillas... y todas sus pláticas y conversaciones era tratar
del Santísimo Sacramento y de la Virgen Santísima, y cantar him-
nos a Nuestra Señora”4.
El mismo Juan de la Cruz contaba confidencialmente fray
Martín, en esas pláticas fraternas que tenía con él durante los largos
y frecuentes viajes, cosas que le habían sucedido a él mismo, con
el fin de que sirvieran de ejemplo al Hermano, y aumentara de este
modo su amor y su devoción a Nuestra Señora.
Son muchos, con toda probabilidad, los favores espirituales,
que el Místico Doctor recibiera de la Virgen, haciendo posible una
fuerte y señalada experiencia mística de la presencia de la Virgen
en la vida espriritual del Santo.
Las reflexiones que él hace sobre algunos temas de la Virgen
nacen, sobre todo, de su singular vivencia espiritual, además de los
conocimientos bíblicos y teológicos que ha acumulado en sus estu-
dios salmantinos y en las posteriores investigaciones por él realiza-
das de modo personal e individual. Juan de la Cruz es un hombre
“letrado” y “espiritual” a la vez5, que saca de su corazón experi-
mentado lo nuevo y lo viejo, y alimenta su espíritu de la ciencia
humana, y todavía más de la divina; de esa “noticia de Dios amo-

4 Se puede leer en Biblioteca Mística Carmelitana 14,84-85.


5 Los “letrados”, que eran a la vez “espirituales”, como san Juan de la Cruz,
eran los que casi siempre consultaban, y con notable preferencia, las almas de una
espiritualidad de muchos quilates, como santa Teresa de Jesús, por ejemplo. Su
doctrina era más segura por aquello de estar contrastada por la ciencia, la expe-
riencia y la santidad de vida.
12 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

rosa” que es la contemplación para él, y que es fuente de una sabi-


duría no aprendida en libro alguno ni en los maestros de cátedra.

IV. Doctrina del Santo de Fontiveros sobre la Virgen

El Doctor Místico no fue demasiado fecundo escribiendo acer-


ca de la Virgen. Sus textos están recogidos en la introducción a este
estudio. No son muchos, pero son densos, significativos y de con-
tenido mariano importante. Son pinceladas substanciales respecto a
María en la obra de la santificación y salvación de los hombres.
Aunque no son suficientes para elaborar por ellos solos una verda-
dera Mariología. No obstante, algunos autores han hablado de una
Mariología sanjuanista6.
Esos temas se pueden reunir de la siguiente manera:
1. María en la Encarnación y en el Nacimiento del Verbo de
Dios, hecho carne: Romances y letrilla navideña.
2. María y el Espíritu Santo: Subida del Monte Carmelo y
Llama de Amor Viva.
3. María y su poder de intercesión, demostrado en las bodas de
Caná de Galilea: Cántico Espiritual.
4. El sufrimiento de María en los momentos cruciales de la
vida de Jesús, su Hijo: Cántico Espiritual.
5. La devoción y la presencia de las imágenes en los fieles cris-
tianos, en concreto las imágenes de María: su conveniencia y su
valor: Subida del Monte Carmelo.
6. María, Madre de Dios, Nuestra Señora: Romances, Subida
del Monte Carmelo, Cántico Espiritual, Llama, Aviso 26, Carta 12.
Estos temas marianos están tratados por el Santo de forma teo-
lógica y espiritual, y tienen una vigencia perenne en su enseñanza,
pues contienen un marcado tono trinitario, cristológico, pneumato-
lógico, bíblico, eclesial. También son de actualidad por su matiz

6 Se pueden ver, entre otros, OTILIO DEL NIÑO JESÚS, Mariología de san
Juan de la Cruz, en Estudios Marianos 2(1943)359-399. ISMAEL BENGOECHEA, La
doctrina mariana de san Juan de la Cruz y la Mariología actual, en Estudios
Marianos 57(1992)359-379.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 13

litúrgico, y por su dimensión antropológica. Por lo demás, se carac-


terizan de la misma manera por su aportación poética, ya que es en
los poemas, de modo singular, donde Juan de la Cruz transmite su
experiencia mística mariana, y su doctrina teológico-espiritual-pas-
toral.
Tres son las cuestiones especiales que se encuentran en la doc-
trina sobre la Virgen en el Místico de Fontiveros:
1. Plenitud de gracia, y experiencia-vivencia mística de
María. Fray Juan de la Cruz destaca esta realidad en la obumbra-
ción del Espíritu Santo, en la gracia de la unión habitual de María
con Dios, y en el abandono de la Virgen en Dios. Explica hermo-
samente Juan de la Cruz lo que significa la obumbración, de modo
más expreso y con mayor detenimiento en LlA 3,13: “Para enten-
der bien cómo sea este hacimiento de sombra de Dios, u obumbra-
ciones de grandes resplandores, que todo es uno, es de saber que
cada cosa tiene y hace la sombra conforme al talle y propiedad de
la misma cosa. Si la cosa es opaca y oscura, hace sombra oscura; y
si la cosa es clara y sutil, hace la sombra clara y sutil; y así la som-
bra de una tiniebla será otra tiniebla al talle de aquella tiniebla, y la
sombra de una luz será otra luz al talle de aquella luz”. Y todavía
explica más amplia y detalladamente la obumbración de la que
viene hablando en LlB 3,13, y en los números 14 y 15. María es una
mujer excepcional, la obra de verdad maestra de Dios, que vive en
trascendencia cada uno de los acontecimientos de su existencia por
la comunión en gracia con Dios.
2. María se movió siempre por el Espíritu Santo. En la ense-
ñanza de san Juan de la Cruz acerca de María, la primera presencia,
y la esencial, es la del Espíritu Santo. Así lo afirma él de manera
concluyente: “Siempre su moción [la de la gloriosísima Virgen
Nuestra Señora] fue por el Espíritu Santo”7. Para Juan de la Cruz,
siempre dócil a las luces e inspiraciones del Espíritu Santo, como
espiritual, religioso, teólogo y poeta, es el Espíritu el único y ver-
dadero guía del alma. De tal manera que la santificación se lleva a
cabo por el amor, la gracia y la labor transformante y unitiva del
Espíritu Santo.

7 S3,2,10. En la Introducción de este estudio está citado el texto completo,


para mejor comprensión de lo que el Santo quiere decir.
14 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Llama de Amor Viva es el exponente, más claro y contundente,


de su doctrina en torno a la acción santificadora, a la presencia vital,
y a la unión del hombre con Dios realizado por el Espíritu Santo.
En María, “llena de gracia”, este hecho es con mucho, más real
y radical: toda su vida está inmersa en el misterio trinitario desde el
momento en que Dios es Dios y el hombre es hombre, y en los pla-
nes de Dios entra el hombre agraciado,pecador y restaurado, reno-
vado en plenitud, hecho hombre nuevo8.
3. María tiene las perfecciones del alma divinizada. María es
esa mujer que tiene todas las perfecciones del alma divinizada por
la unión con Dios, pasando por la vivencia teologal del hombre -de
la fe, de la esperanza y de la caridad-, y por la práctica de las vir-
tudes morales tan destacadas en María, como son la humildad, la
pobreza, la sencillez, el silencio, la soledad, la entrega, el servicio.
María es la mujer llena de gracia y de la fuerza y del amor del
Espíritu Santo, que la cobijó bajo su sombra fecundante.
En san Juan de la Cruz se pueden plantear también otras cues-
tiones de carácter singular relacionadas con María, y que él no se
propuso nunca de manera explícita, pero que algunos investigado-
res de su Mariología se han propuesto, como ejercicio de racionali-
dad teológica, aplicado a la doctrina sanjuanista sobre la Virgen
María, y sacando de esas aplicaciones lógico-teológicas, determi-
nadas conclusiones, que no estarían fuera de lugar en la hipotética
Mariología del Místico Doctor.
Así lo han hecho algunos estudiosos del Santo, examinando
sobre todo, el texto base de toda la doctrina mariana de san Juan de
la Cruz, como es Subida del Monte Carmelo 3,2,10, texto ya cita-
do, y al que se ha apelado como “principio místico” de la
Mariología del Santo9.

8 Éste es el principio básico de toda la doctrina mariológica del Místico de


Fontiveros. De él arrancan el principio místico renovado de san Juan de la Cruz, y
todas las demás aplicaciones que se puedan hacer a las diferentes consideraciones
posibles en la doctrina mariana del Santo: divinización del hombre, virtudes teolo-
gales, noches del alma, las purificaciones, la noche de la fe, la humildad, la senci-
llez, la pobreza, el silencio.
9 Se pueden consultar, entre otros estudios, ILDEFONSO DE LA INMACULADA,
Nuevo principio místico de Mariología, en Miriam 15(1963)115-118, y EUGENIO
MAS LACAVE, Mística mariana en san Juan de la Cruz, en Miriam 43(1991)209-220.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 15

Entre esos temas estudiados se pueden recordar los relativos a:


Gracia y mística, como lo han hecho Gabriel de Santa María
Magdalena, y Enrique Llamas, por ejemplo. Los relativos al
Espíritu Santo, cuya presencia en la vida de María es el principio
fundamental en la doctrina mariana del Santo de Fontiveros.
¿Cuáles fueron las acciones del Espíritu Santo en el alma de la
Virgen? Y se estudian los dones del Espíritu Santo, la inhabitación
en el alma de María, la transformación obrada por esa presencia
habitual del Espíritu en la vida de María, la gracia de la “obumbra-
ción” en el misterio de la Encarnación, la visión beatífica ¿en algún
momento de la vida de María? Tampoco se ha olvidado el tema
relativo a la posible muerte de amor de la Madre de Dios. San Juan
de la Cruz no mencionó a la Virgen María al hablar de la muerte de
amor. Han sido los escritores sobre este tema quienes han estudia-
do las condiciones necesarias para que se dé esa muerte de amor, y
las han encontrado, más que en ningún otro santo, en la Virgen
Madre de Dios. Según este criterio aplicado a Ella, murió de amor,
la mujer que vivió de amor, en el amor y para el Amor con mayús-
cula, que fue el Hijo de Dios hecho Hombre10.

V. La advocación del Carmen en Juan de la Cruz

Juan de Yepes, fray Juan de Santo Matía –que ese era su nom-
bre completo durante el tiempo que perteneció a la Orden del
Carmen de la Antigua Observancia–, san Juan de la Cruz, fue siem-
pre devoto ferviente de la Virgen del Carmen. Él permaneció en “la
Orden de la Virgen”, como llama santa Teresa de Jesús a la Orden
del Carmen, después de sus inquietudes por irse a la Cartuja, por
ese amor y por esa devoción particulares a la Orden de la Virgen
del Monte Carmelo. Son muchos los testigos que así lo declaran en
los procesos de Beatificación y Canonización del santo de
Fontiveros.

10 De la muerte de amor en la Virgen María ha escrito: GREGORIO DE JESÚS


CRUCIFICADO, La muerte de amor de María a la luz de san Juan de la Cruz, en
Estudios Marianos 9(1950)239-268. También ha escrito sobre el tema, posterior-
mente: ISMAEL BENGOECHEA, El Espíritu Santo y la Virgen María, según san Juan
de la Cruz, en Ephemerides Mariologicae 31(1981)51-70. Y más cercano a noso-
tros es el artículo de: VÍCTOR LÓPEZ FERNÁNDEZ, Muerte de amor: María y Juan de
la Cruz, en Miriam 43(1991)222-236.
16 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Sin embargo, poco se puede decir de su admiración por la advo-


cación del Carmen, compartida por él en sus escritos. Ni una sola
vez encontramos en ellos: en sus poemas, en sus cartas, en los
muchos avisos que se conservan suyos, referencia alguna a la advo-
cación “Virgen del Monte Carmelo”, o “Virgen del Carmen”.
No se encuentran razones especiales para que así sucediera. Al
menos no se conocen. Él sigue en todo la tradición mariana de la
Orden. No deja de haber en su doctrina, que parte también de su
experiencia, un fuerte arraigo en el marianismo del Carmelo.
Quizá se deba a esa convicción pastoral que Juan de la Cruz
tenía: hay que evitar confusiones y apegos sin sentido a imágenes
y advocaciones diferentes; todas son iguales, y ni imágenes, ni
advocaciones, han de crear preferencias inútiles y ridículas, pues
una es Ella, y uno es Él. Todo esto, por supuesto, cuando se dan
abusos, y se confunden las imágenes y advocaciones con otras
cuestiones, que nada tienen que ver con la única realidad.
De todas formas, es una cuestión que no se ha tocado, ni se
toca, pues no se encuentran motivaciones claras, ni de color algu-
no, que expliquen este hecho en el santo de Fontiveros, enamorado
del Carmelo, entregado en cuerpo y alma a vivir su espíritu, y el
estilo de vida impreso por la Madre Teresa. Él fue el encargado,
durante todos los primeros años, de la fundación del Nuevo
Carmelo Teresiano, de la formación de tantos carmelitas que pasa-
ron por su vida como formandos, y de tantos otros carmelitas, que
libaron las mieles de su doctrina espiritual-mística, como superior
conventual, y a otros niveles más amplios, y como hermano de con-
vivencia en los diferentes conventos por los que pasó, de una o de
otra forma. Pero siempre dejando su huella y su impronta de hom-
bre de gran espíritu y de amor a la Virgen.

VI. Actualidad de la doctrina sanjuanista sobre María

No han faltado tampoco quienes se han detenido a estudiar la


Mariología sanjuanista en coordenadas actuales mariológicas.
Cotejando sus afirmaciones relativas a la Virgen con las líneas
generales de la Mariología actual, se puede, con cierto rigor cientí-
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 17

fico, afirmar que, sin descender a pormenores, sino quedándose en


la consideración más universal de lo que constituye el eje de toda
ciencia mariana, hay enseñanzas de Juan de la Cruz que la hacen
más de nuestros días, por su principio trinitario, por las razones
cristológicas que el Santo encuentra en las relaciones Madre-Hijo,
Redentor-Corredentora con Cristo, por la presencia del Espíritu
Santo, en la doctrina sanjuanista en el hecho de la maternidad divi-
na de María, por el fuerte trasfondo bíblico, que sostiene las afir-
maciones del Doctor Místico, por lo que constituye el profundo
sentido eclesial, existente en las consideraciones marianas del
Santo, por lo que es la consideración litúrgica que él hace de la pre-
sencia de María siempre junto a Jesús, por la dimensión antropoló-
gica que el Santo da a las consideraciones de María referentes a su
ayuda al ser humano en lo que es la obra de la redención, y a las
consideraciones humanas que no escapan a la vista y a la contem-
plación de san Juan de la Cruz, en María que busca posada, que no
la encuentra, y que ha de dar a luz a su Hijo en la pobreza de una
cueva fuera del pueblo de Belén.
No se ha olvidado el hecho de que Juan de la Cruz es un poeta
excepcional, que junta lo estético y lo místico, que es poeta por
esteta, y esteta por poeta. Él canta la presencia, y la realidad, histó-
rica y teológica, de María, desde el momento del anuncio del ángel
como Madre del Hijo de Dios, pasando por el silencio de aquella
noche de Navidad, hasta su elevación al cielo. Y contempla el mís-
tico poeta a Dios teniendo Madre también, que antes no la tenía, y
que, queriendo tenerla, se encarnó en el seno virginal de la
Doncella de Nazaret llamada María –“Llena de gracia”– y, ya desde
entonces, teniendo una madre, como todos los nacidos de mujer.

Conclusión

Al final de estas breves reflexiones marianas en la vida, expe-


riencia, y doctrina de san Juan de la Cruz, no es difícil concluir que
la presencia de la Virgen María, en todo lo que fue el ser y el hacer
del Santo, es viva y operante. Desde lo vivido en el hogar familiar,
hasta su lecho de muerte, María, la Virgen Madre de Dios, Madre
espiritual de los hombres, Señora Nuestra, siempre llena del
18 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Espíritu Santo, gloriosa, gloriosísima y bendita, es el regalo mejor


de Dios en el arco, no muy amplio, de la vida de Juan de Yepes, de
Fr. Juan de Santo Matía, de Juan de la Cruz, del Doctor Místico, del
Doctor de la Iglesia Universal.
En la honda y sublime experiencia mística de la transformación
del hombre en Dios, vivida, y expresada magistralmente, por san
Juan de la Cruz, no podía estar ausente la que es, desde el umbral
de la Encarnación del Hijo de Dios, mediación elegida por volun-
tad divina, la que nunca faltó, y la que, es más, siempre estuvo pre-
sente dando su ser y su vida para que los planes de Dios se realiza-
ran en conformidad con las promesas, con las profecías, y con los
eternos designios de Dios.
Ésta es la visión, global y a grandes rasgos, de san Juan de la
Cruz de la Virgen María, de la Madre de Dios, de la Madre Virgen,
de Nuestra Señora, llena del Espíritu Santo. Abogada, gloriosa, glo-
riosísima y bendita.

Breve bibliografía sanjuanista consultada

En esta ocasión es suficiente una bibliografía informativa,


breve y muy simplificada, reducida a los temas que expresamente
se han recordado aquí, sin hacer conjeturas acerca de lo que el
Santo hubiera dicho, o aplicado, a la Virgen en otros temas que él
expone en sus escritos y en sus poemas, y que se pudieran aplicar
del mismo modo a la Virgen, como puede ser, a modo de ejemplo,
la muerte de amor.
Como primeros instrumentos de trabajo, por su actualidad, por
su practicidad y por su utilidad, hay que recordar: ASTIGARRAGA, J
.L. y OTROS, Concordancias de los escritos de San Juan de la Cruz,
Teresianum, Roma 1990. MANUEL DIEGO SÁNCHEZ, San Juan de la
Cruz. Bibliografía sistemática, EDE, Madrid 2000.
Como un buen utensilio de trabajo para el estudio de María en
la vida, doctrina y poesía de san Juan de la Cruz, está: ISMAEL
BENGOECHEA, San Juan de la Cruz y la Virgen. Obra en colabora-
ción. Dirección: Ismael Bengoechea. Miriam, Sevilla 1990, 298
páginas. Se recogen en este libro todo el abanico mariano del
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 19

Místico Doctor, llevado a cabo por una nómina de diez colabora-


dores. Se encuentran reunidos aquí artículos ya clásicos en la mate-
ria, dispersos por revistas y colecciones de estudios marianos, no
siempre fáciles para acceder a ellos.
Anteriormente a este estudio-repertorio, se debe hacer constan-
cia del siguiente artículo:
BRUNO DE SAN JOSÉ, Una faceta espiritual de San Juan de la
Cruz, en Monte Carmelo 35(1931) 487-501.
Posteriores a este estudio-repertorio, se pueden consultar los
siguientes:
ISMAEL BENGOECHEA, Menudencias marianas en torno a San
Juan de la Cruz, en Miriam. Sevilla 43(1991) 24-25.
ID. Magníficat de María y Magníficat de Juan de la Cruz, en
Miriam. Sevilla 43(1991) 191-198.
JOSÉ M. FERREIRA, Una vida bajo los cuidados de la Virgen, en
Miriam. Sevilla 43(1991) 185-190.
ENRIQUE LLAMAS MARTÍNEZ, Dimensión mariana de la expe-
riencia mística de San Juan de la Cruz, en Verdad y Vida 49(1991)
425-471.
VÍCTOR LÓPEZ FERNÁNDEZ, Muerte de amor: María y Juan de
la Cruz, en Miriam 43(1991) 222-236.
EUGENIO MAS LACAVE, Mística mariana en San Juan de la
Cruz, en Miriam. Sevilla 43(1991) 209-220.
AA. VV., María y Juan de la Cruz, Edit. Miriam, Sevilla 1991,
55 páginas (María hoy 6).
ISMAEL BENGOECHEA, La doctrina mariana de san Juan de la
Cruz y la mariología actual, en Estudios Marianos 57(1992) 359-
379.
ID., El Espíritu Santo en las palabras y silencios de María a la
luz de San Juan de la Cruz, en San Juan de la Cruz 14(1998) 187-
201.
MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO, María y los santos del
Carmelo Teresiano, Edit. Monte Carmelo, Burgos 2001, páginas
49-69.
20 CAMILO MACCISE
EL CARMELO Y LAS MISIONES 21

TERESA DE JESÚS,
MAESTRA Y FORMADORA

Evaristo Renedo, OCD

Introducción*

De santa Teresa de Jesús se han dicho muchas cosas. En su


mayoría de alabanza, bastantes nacidas de la inspiración que susci-
ta su grandeza; pero unas y otras responden a una realidad. Se ha
dicho que estudió en las “Academias celestiales”; que asistió a las
clases impartidas por el Espíritu Santo; que cursó los años necesa-
rios para ser graduada como Doctora en la Universidad de la
Experiencia. Tal curriculum vitae la capacitó, sin duda, para poder
optar a profesora y dedicarse a la enseñanza de las ciencias del
Espíritu.
Edith Stein, profesora de antropología y pedagogía en el insti-
tuto de Pedagogía Científica de Münster, la califica como “maestra
en el arte de la educación” y “formadora de hombres”. Definición

* SIGLAS: Todas las citas de los escritos teresianos, insertadas en este artí-
culo, están tomadas de las Obras completas de Santa Teresa, preparadas por TOMÁS
ÁLVAREZ, séptima edic., Monte Carmelo, Burgos, 1994. Igualmente las que hacen
referencia a las Cartas, cuarta edic., preparada por TOMÁS ÁLVAREZ, Burgos, 1997.
Las siglas que se usan son:
C = Camino de Perfección; Cons = Constituciones; F = Fundaciones; Mo =
Modo de visitar los conventos; M = Moradas; R = Relaciones; V = Vida
Las siglas de los documentos de la Iglesia, cuyos textos son insertados también
en el presente artículo, son: IL = Instrumentum laboris; PC = Perfectae caritatis,
PI = Potissimum institutioni; VC = Vida consagrada, VS = Verbi sponsa. Otras
siglas aparecidas en las notas: BMC = Biblioteca Mística Carmelitana; DSTJ =
Diccionario de Santa Teresa de Jesús; EstTer = Estudios Teresianos, TOMÁS ÁLVA-
REZ, Edit. Monte Carmelo, Burgos, 1996. Los textos de EDITH STEIN, tomados de
las “Obras Selectas”, preparadas por Fco. Javier Sancho, Burgos, 1997, sólo se
citan con “Obras” y la pág. correspondiente.
22 EVARISTO RENEDO

acertada para quien pasó la mayor parte de su vida entregada a for-


mar personas por dentro. No se interesa únicamente por sus hijas
las carmelitas descalzas. Alumno o alumna suya fue quien a ella se
acercó. Su educación, su enseñanza fue un “arte”, pero fino y deli-
cado, que sólo manos expertas pueden ejercer, porque no se trata de
trabajar en madera o piedra, sino en las almas vivas de los hom-
bres1.
Teresa nunca se propuso escribir sobre educación o formación;
pero escribió para formar. Tampoco sigue un método determinado,
aunque sí precisa en la Constitución unas normas para una deter-
minada forma de vida. No existía una “Ratio Institutionis” enton-
ces. Lo suyo era educar para un objetivo concreto. Objetivo muy
apreciado por ella y del que quería hacer partícipes a otras voca-
cionadas. Pero cabe preguntarse, desde un primer momento, si las
enseñanzas de Teresa siguen siendo válidas, transcurridos más de
cuatrocientos años desde que ella puso en marcha un nuevo estilo
de vida dentro de la Iglesia.
Quizás más de uno piense que poco puede aportar a la pedago-
gía actual, que tanto ha variado por los adelantos de la psicología
humana, la influencia de la sociología y antropología. Es lícito pen-
sar que los maestros del siglo dieciséis cumplieron con su misión y
ahora poco o nada pueden aportar; pero los años no gastan algunos
principios de formación que, siendo válidos ayer, lo pueden seguir
siendo hoy. Este es el caso de Teresa de Jesús. Por eso tiene aún una
palabra que decir incluso a la vida religiosa de hoy. Su palabra no
es exclusiva para el Carmelo teresiano, sino extensiva a otros caris-
mas e incluso al simple cristiano que se deja modelar por Dios. Ella
es “educadora, maestra, formadora de hombres”2. Y su misión no
ha concluido, porque sigue hablando desde sus escritos. Quien a
ella se acerca, de ella aprende no sólo a hacer oración, sino a inter-
pretar la vida desde realidades siempre nuevas, por enfocarla desde
la perspectiva de Dios: trasciende el quehacer diario que se con-

1 Cf Obras 59. Edith Stein, siendo ya carmelita descalza, escribió para la


revista “Katholische Frauenbildung” un artículo titulado: Una Maestra en la edu-
cación y formación: Teresa de Jesús. En este tema de Teresa como formadora es
obligado hacer referencia en particular a este estudio de la que fue profesora aven-
tajada de pedagogía.
2 Ib
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 23

vierte en pesada monotonía, descubre otros valores y verdades que


elevan a la persona para que no se arrastre y consuma sin dar sen-
tido a su existencia3.
Teresa de Jesús siempre llega a tiempo para enseñar cómo ser-
vir mejor a la Iglesia, que es lo que le interesa. En tiempo de incer-
tidumbre, como el actual en el que todo se cuestiona, se hace nece-
sario, para caminar con seguridad, guiarse por quien es doctora
además de maestra consumada en los caminos de Dios. Tiene, por
otra parte, la ventaja de enseñar siempre algo nuevo. Basta leer sus
obras para que la fuerza de su enseñanza se adentre en quien acude
a ella para acertar con el camino apropiado. Desde su experiencia
de Dios, desde lo que el Espíritu le enseñó, se presenta como maes-
tra, que no sabe de teorías, porque su sabiduría brota de la expe-
riencia de Dios. Va a la vida. Su palabra escrita tiene fuerza y pare-
ce que el mismo Espíritu usa de su pluma como de un instrumento
para enseñar y deleitar y animar4.
Para ella, del siglo dieciséis y en una Iglesia postridentina, la
formación del grupo que iniciaba estilo nuevo en San José de Ávila
era determinante. Consciente que todo dependía de la formación
inicial, pone manos a la obra desde un primer momento, tarea que
proseguirá a lo largo de su vida. El éxito o fracaso dependía de
cómo comenzase a andar al principio. Estaba segura que era obra
de Dios, “que ha de ir muy adelante lo comenzado” (V 36,27), por
“lo mucho que puso Su Majestad en hacerla” (ib 29) y que seguiría
adelante por encima de las dificultades y contratiempos humanos.
Pero algo dependía también de ella: formar a cuantas estuvieran
dispuestas a hacer el camino que se había propuesto, porque Dios
se lo había señalado. Es entonces cuando comienza su período de

3 Como prueba de que sus enseñanzas formativas siguen teniendo valor,


incluso fuera de la Iglesia católica, baste recordar el encuentro que, del 22 al 30 de
septiembre del 2000, tuvo lugar en Ávila, en el Centro Internacional Teresa de
Jesús y Juan de la Cruz. Aquí se reunió un grupo de 35 presbiterianos y evangelis-
tas, entre alumnos y profesores. Pertenecían al Seminario Teológico de Columbia
(Atlanta-USA). Querían conocer más a la Santa de Ávila. Como libro de texto para
la formación espiritual de los seminaristas que se preparan para pastores o pastoras
tienen el Camino de Perfección. Este libro orienta a todos por los caminos del espí-
ritu. En el programa formativo se establece venir a Ávila cada cinco años en gru-
pos distintos.
4 Cf F. SALGADO, en el “Rótulo” preparado para el Proceso de canoniza-
ción. BMC 20, “Rótulo” n.80, p.LX.
24 EVARISTO RENEDO

madre y de maestra. Era fundadora. Y como todo fundador, tam-


bién se propone que las que estén dispuestas a compartir la misma
vida, se preparen y adiestren para conseguir un objetivo. Exige un
aprendizaje, un tiempo de ejercicio, pasar una prueba, superar un
examen, estar dispuestos a no parar hasta llegar a la meta5.
La idea formativa de Teresa y su desarrollo podría reducirse a
los siguientes puntos.

1. Teresa por naturaleza ha nacido para dirigir

1.1. El vocabulario teresiano


Antes de meternos de lleno en el tema de Teresa formadora,
como anotación curiosa hay que decir que en los escritos teresianos
ni una sola vez aparece la palabra “formación”, y sólo dos veces el
verbo “formar”, pero bajo la acepción de no atinar “a formar pala-
bra” (V 18,8) y de cómo “las potencias no lo saben después formar
como allí el Señor se lo representa” (V 40,9). Tampoco aparece en
sus obras “educar”, “adiestrar”, “instruir”. Por el contrario sí apa-
rece el concepto de formación o formar como hoy lo entendemos,
aunque expresado con la palabra “criar”, “enseñar”, “guiar”, “enca-
minar”, “informar”, “dirigir”...

1.2. Lugares referenciales sobre la formación


La Fundadora del nuevo Carmelo escribió uno de sus libros con
una intención neta y muy definida: formar a las que se habían reu-

5 Lo vivido por Teresa en cuanto a la importancia y necesidad de formar a


las candidatas al nuevo Carmelo iniciado en San José de Ávila, coincide con lo que
se viene repitiendo a lo largo de la historia de la Iglesia. Esta se ha sentido siempre
responsable de la formación del cristiano. Y en estos últimos años ha puesto espe-
cial interés en la formación dentro de la vida consagrada. De ella depende la “ade-
cuada renovación” (PC 18; VC 68c), su “futuro”, “su capacidad dinámica” en
orden a cumplir con su misión (IL 90a), “la identidad religiosa” (PI 6), “la prepa-
ración de la persona para la consagración total de sí misma a Dios en el seguimiento
de Cristo” (VC 65a). Y cuando la VC habla de completar y aplicar la PI no emplea
la palabra “conveniencia” sino “necesidad” (VC 68). Y refiriéndose a la formación
permanente, “tanto para los Institutos de vida apostólica como para los de vida con-
templativa”, dice que es “una exigencia intrínseca de la consagración religiosa”
(VC 69). La renovación se confía, en el caso de las contemplativas, “a la formación
de cada monja y de toda la comunidad” (VS 22).
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 25

nido en San José de Ávila. La obra iniciada requería un libro orien-


tador que sirviera de guía en el camino iniciado. Lo titula Camino
de Perfección. “Este libro trata de avisos y consejos que da Teresa
de Jesús a las hermanas religiosas e hijas suyas de los monasterios
que con el favor de nuestro Señor y de la gloriosa Virgen Madre de
Dios, Señora nuestra ha fundado de la Regla primera de nuestra
Señora del Carmen” (Epígrafe CV). Ella lo escribe dos veces y se
lo ofrece a sus hijas, no para leerlo como de pasada, sino para que,
leyéndolo, se adentren en la propia y única vocación a la que han
sido llamadas.
“En la intención de la autora, el Camino debería desempeñar
una función pedagógica dentro del Carmelo: serviría para formar a
las religiosas y a la vez a la comunidad contemplativa. Marcarles
los ideales, el estilo de vida, el ‘camino de la oración’ (21,6; 39,7).
Como libro de iniciación, debería preceder a la lectura del Libro de
la Vida, y completar lo que apenas quedaba apuntado en los breví-
simos textos de la Regla y las Constituciones”6.
El Castillo Interior es otro libro de referencia para la forma-
ción. Pero ya no tiene el sentido pedagógico del anterior. Se lo diri-
ge también “a sus hermanas e hijas las monjas Carmelitas
Descalzas” (Epígrafe). Mantiene sin embargo el estilo coloquial. Es
un diálogo, de mujer a mujer, entre madre e hijas, entre la autora y
las lectoras. Escribe teniendo presente lo que le dijo el P. Gracián,
“que como estas monjas de estos monasterios de nuestra Señora del
Carmen tienen necesidad de quien algunas dudas de oración las
declare, y que le parecía que mejor se entienden el lenguaje unas
mujeres de otras, y con el amor que me tienen les haría más al caso
lo que les dijese, tiene entendido que esta causa será de alguna
importancia, si se acierta a decir alguna cosa; y por esto iré hablan-
do con ellas en lo que escribiré, y porque parece desatino pensar
que puede hacer al caso a otras personas” (Pról. 4).
A éstos siguen otros: Vida, Fundaciones, Regla, Constituciones,
Cartas..., pues en todos ellos va dejando consignas formativas. Es
cierto que Camino es libro clave para la formación inicial, el punto
de partida para comenzar con pie seguro a caminar. Pero no exclu-

6 TOMÁS ÁLVAREZ, DSTJ, voz “Camino de Perfección”, 223.


26 EVARISTO RENEDO

sivo para los principiantes. Hace bien durante toda la vida. La for-
mación querida por la primera mujer Doctora de la Iglesia se
encuentra un poco en todos sus libros y abarca la vida entera.
Siempre se está en período de formación. Y peligroso es creerse ya
formado.

1.3. Nacida para ser formadora

Teresa de Jesús es una de esas personas que han nacido para


dirigir. Quien a ella se acercó en vida, acabó siempre por ser un
dirigido. Tal era su fuerza de captación. Lo mismo sigue sucedien-
do ahora en quien se aficiona a sus escritos. Imanta y cautiva.
Desde ellos sigue siendo formadora.
Edith Stein dice que “podrá llegar a ser maestro en el arte de la
educación sólo aquel que por naturaleza ha nacido para dirigir.
Tal es el caso de Teresa”. Reúne todas las condiciones para serlo:
“visión clara del espíritu, que decididamente emprende altos obje-
tivos; pasión de corazón, que vivamente se esfuerza y hace suya su
profunda interioridad; voluntad siempre dispuesta, que inmediata-
mente se empeña en algo que ha conocido como digno de aspira-
ción; espíritu de grupo, que aquello que para sí tiene como bueno
a lo que aspirar o poseer, inmediatamente desea que llegue a los
demás; y poder de encanto sobre las almas, que sin reservas a ellas
se le entregan”7.
Con estas cualidades nativas se la puede calificar de maestra
consumada, especializada en la materia que enseña. Siempre expli-
ca cómo llegar a la amistad con Dios desde encuentros de oración
entre dos que se aman.

1.4. Qué entiende por formación

Conviene aclarar, cuando de formación se trata, cuál es el


alcance y significado de esta palabra. Es fácil reducir su alcance a
lo intelectual, a adquirir nuevos conocimientos sobre temas o asig-
naturas que antes no han sido estudiadas. Esto siempre está bien y

7 Obras 60.
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 27

puede ser hasta necesario. Pero no es suficiente para los fines que
Teresa pretende o el consagrado y la carmelita teresiana en concre-
to necesita para calificarse de formada.
Edith Stein, especialista en educación y formación, queriendo
dar a conocer mejor la enseñanza teresiana, explica lo que ella
entiende por “enseñar”, “dirigir”, “educar” y “formar”. “Por ense-
ñar entiendo yo cuando el entendimiento es conducido a nuevos
contenidos, o cuando cualquiera otra facultad humana es decisiva-
mente formada mediante el ejercicio. Dirigir y educar dependen
estrechamente uno de otro, de tal manera que en ambos la voluntad
es orientada hacia un objetivo. Se trata, sin embargo, en el primer
caso, más bien de ir adelante, hacia una meta conocida; no se trata
todavía de un conocimiento y trabajo planteados de la voluntad,
para hacer posible el día a día la consecución del objeto, como
sucede en la educación. Más profundo que los otros es el significa-
do que yo quiero dar a esta palabra de formación: mientras que las
otras actividades se dirigen a las capacidades del hombre, ésta se
dirige al alma misma, a su sustancia, para formarla a ella y en con-
secuencia a toda la persona”8.
La formación, tal como Teresa la entiende, va dirigida, como
luego veremos, a hacer vibrar los resortes más íntimos de la perso-
na, para hacer de ella una música de Dios, bien entonada y armoni-
zada, hacia dentro y hacia fuera. Se trata de una “formación de toda
la persona, en cada aspecto de su individualidad, en las intenciones
y en los gestos exteriores. Precisamente por el propósito de trans-
formar toda la persona, la exigencia de la formación no acaba
nunca [...] Es necesario que a las personas consagradas se les pro-
porcione hasta el fin la oportunidad de crecer en la adhesión al
carisma y a la misión del propio Instituto” (VC 65c).
La Santa de Ávila, cuando de formar se trata, se pone ante toda
la persona: hombre o mujer. Y todo lo que sirva para ayudar a cre-
cer a la persona, lo considera válido, desde el cantar villancicos,
tocar el tamboril o las castañuelas, bailar, hasta el insistir en el olvi-
do de uno mismo, orar, estar alegres; todo se convierte en un medio
eficaz de educación9.

8 Ib 59.
9 Cf EDITH STEIN, Obras 79.
28 EVARISTO RENEDO

Puesta ante la nueva carmelita no se reduce a enseñarle sólo a


orar, a estar con Dios. La ve también como mujer, con corazón
humano, que necesita hacerse, crecer, para ser más de Dios y de las
hermanas con las que está llamada a vivir. Sabe que la mujer, habla
desde sí misma, es no sólo corazón, sino también misterio. La ve
con las características que le son propias, como es la intuición, el
aguante, la delicadeza, la ternura, la capacidad de sufrimiento y de
entrega hasta gastarse, “honrosas y temerosas” (Mo 36)... Busca
que nada se pierda y que toda esa riqueza la ponga a servicio de
Dios, y que sus flaquezas, de las que no carece, con las que a veces
hay que condescender (ib 12), y algún achaque –“que no se halla
mujer sin él– (Ct 200,8), sirva también para alabanza del Señor,
pues no son impedimento para ser mujeres fuertes y decididas. Con
satisfacción dice que entre las descalzas hay mujeres de calidad (Ct
271,5).
Teresa se acerca a la persona entera y enseña a la carmelita des-
calza a darse. Sabe que el secreto de la madurez está en “darse”, en
“entregarse” por la causa de Cristo, pues de lo contrario quedará
inmadura. Como formadora quiere llevar hasta el final a quienes
asisten a su escuela.
Por eso “la formación debe entrar profundamente en la perso-
na, tratando de ubicarla en un itinerario progresivo de conforma-
ción a Jesucristo y a su ofrenda total al Padre. El método propio
para ello debe asumir y expresar, pues, la característica de la totali-
dad, educando en la sabiduría del corazón. Está claro que esta for-
mación, precisamente porque tiende a la transformación de toda la
persona, no termina nunca [...]. La formación de las contemplativas
es ante todo formación en la fe, fundamento y primacía de una
auténtica contemplación” (VS 22).
Es en este sentido como hay que entender lo que Teresa quiere
para sus hijas y para cuantos a ella se acercan. Valora a la persona
antes por su vida teologal que por sus conocimientos humanos,
aunque sean de alta teología. Sus enseñanzas no van dirigidas a
promover la formación intelectual, ésta nunca la excluye y la apre-
cia, sino a hacer experiencia de Dios, y desde aquí ofrecer vida, no
sólo doctrina. Una persona calificada de “formada”, pero que se
redujese sólo a “saber”, a tener títulos universitarios, a “estar actua-
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 29

lizada” como hoy se dice, equivaldría a ser “letrera” en la aprecia-


ción teresiana. Reconoce que ella no es “letrera”, como lo era María
de san José, la priora de Sevilla, con la que tanto intima (cf Ct
237,4); pero a la formación intelectual se añadía una experiencia de
Dios que hacía sabias a las dos, y por eso se entendían mejor.
Teresa, fundadora, enseñada directamente por el Espíritu, llegó
a tener confianza especial en María de Jesús (Rivas), que pasó a la
historia del Carmelo teresiano como el “letradillo” de la Santa. No
duda en consultar con ella sus asuntos, muchos, graves y variados.
Y eso que María de Jesús contaba sólo con veinte años. Cuenta
María de la Ssma. Trinidad en los Procesos: “Era tanta la estima
que tenía nuestra santa madre de ella que, estando aquí en Toledo,
muchas veces la llamaba y la consultaba los graves negocios que se
le ofrecían, pidiéndola consejo”. Cuando la consultaba, solía repli-
carla: “Madre, dígame vuestra reverencia primero lo que siente de
esto... Y después le decía lo que sentía por obedecer, sin que a su
sencilla verdad retardase el afecto amoroso ni arrastrase la autori-
dad y veneración que tenía a su santa Fundadora. Decíale humilde
su parecer. Reconocíale muchas veces nuestra madre santa Teresa
por de mayor acierto que el suyo”. La acertada solución de sus
asuntos hizo exclamar en una ocasión a Teresa: “¡Mi letradillo!
¡María de Jesús es mi letradillo!” El título de “letrado” no se lo con-
cede porque veinte años eran pocos. El de “letradillo” le viene
mejor. Además de formación humana y cultural de María de Jesús,
Teresa descubre en ella: buen juicio, sentido común, ser una perso-
na reflexiva, humilde, estar enamorada de Cristo y una contempla-
tiva del misterio de Dios10.
No basta, pues, tener letras, leer, estudiar, aprender; porque si a
esto se reduce la formación, equivaldría a ser un depósito de cono-
cimientos, a disponer de un capital o a ser bibliotecas ambulantes.
Hoy día, ante el hecho de la formación, considerada necesaria e
imprescindible, la PI marca hacia dónde tiene que dirigirse para no
desviarse del camino: “La primera preocupación de estos contem-
plativos no es ni puede ser la de adquirir amplios conocimientos ni
conquistar grados académicos. Es y debe ser la de afianzar la fe,

10 VALENTÍN DE LA CRUZ, El Letradillo de santa Teresa, Edit. Monte


Carmelo, Burgos, p.112-113.
30 EVARISTO RENEDO

garantía de los bienes que se esperan y prueba de las realidades que


no se ven. En la fe se encuentra el fundamento y las primicias de
una contemplación auténtica” (PI 74)11.
Ciertamente Teresa, Doctora de la Iglesia, no quiere a sus mon-
jas “bachilleras”. En todo caso “letreras”, pero siempre que la for-
mación sea integral, es decir, de toda la persona. Para esto deben
disponer de “buenos libros” y de un tiempo de lectura diaria, que
califica de “mantenimiento necesario para el alma, como el comer
para el cuerpo”. Todo lo deja establecido en la misma Constitución
(cf Cons II,7; Ct 248,15).
Siempre fue, eso sí, “amiga de letras” (V 5,3) y muy amante de
los letrados, pues éstos nunca la engañaron (ib). “Letrado” para
Teresa es el hombre que sabe de humanidades, de teología, de escri-
tura. Y “espiritual” el que tiene la sabiduría de la experiencia y
vivencia de la vida cristiana, siendo el Espíritu quien particular-
mente lo va enseñando. Confía en uno y en otro.
No dudará en aconsejar, cuando “no se sabe qué consejo tomar,
lo más acertado será procurar hablar a alguna persona que tenga
letras; –que habiendo necesidad dase licencia para ello–, y confe-
sarse con él y hacer lo que dijere en el caso” (C 4,14). “Procure
algunas veces tratar ella [la priora] y todas y comunicar sus almas
con personas que tengan letras, en especial si los confesores no las
tienen, por buenos que sean” (C 5,2). Y por si acaso el ordinario se
interfiere, no duda en pedir “al obispo que fuere, que deje a las her-
manas esta libertad y que no se la quite, cuando las personas fueren
tales que tengan letras y bondad” (C 5,5).
Pero entre los letrados hacía distinciones: prefería las “letras
humildes y virtuosas” (V 13,18); para el gobierno elegía a quien
tuviera “muchas letras y discreción” (F 3,,5); buscaba guiarse “por
el parecer de personas de letras y santidad” (F 17,17). Y si se aña-
día experiencia, mejor aún, como fue la ayuda que recibió de

11 La misma Instrucción sobre la formación en los Institutos Religiosos pre-


cisa que hay que elaborar un plan de formación en el que entren cada persona y
cada comunidad: “Se pide a la Órdenes y Congregaciones monásticas masculinas,
a las Federaciones de monjas y a los monasterios no federados o no asociados, que
elaboren un programa de formación (Ratio) que formará parte de su derecho pro-
pio y contendrá normas concretas de aplicación, conforme a los cc. 650,1 y 659 a
661” (PI 85).
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 31

Francisco de Borja (V 24,3), Pedro de Alcántara (V 27,2;


30,2.17...) o fray Juan de la Cruz (Ct 277,2). Para ella una garantía
era el P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, “hombre de
muchas letras y entendimiento y modestia, acompañado de grandes
virtudes toda su vida” (F 23,1).

2. Objetivo que pretende: servir a la Iglesia

2.1. Objetivo y medios

Cuando la fundadora del Carmelo de San José de Ávila se


encuentra con las cuatro que inician una nueva andadura el 24 de
agosto de 1562, lo primero que hace es presentarles el objetivo que
allí las ha reunido. Lo deja consignado años después en los cc. 1 y
3 del Camino de Perfección. El reciente monasterio de San José se
convierte pronto en una escuela, cuya maestra consumada y “pro-
fesional de educación”, según la expresión de Edith Stein12, es
Teresa de Jesús. Con tal profesora, las asistentes a su escuela iban
a salir alumnas aventajadas.
Lo primero será hablarles del fin que se propone. Pretende con-
tagiarlas, transmitirles su entusiasmo por un fin que merece la pena.
Así lo deja escrito a lo largo de los 42 cc. de que consta Camino.
Lo que expone sólo se comprende y se sabe valorar, si se tiene
delante la meta a alcanzar. Si ésta se olvida o pospone, o no se la
aprecia como merece, se corre el riesgo de no llegar a captar la
importancia de los medios que señala a partir del c. cuarto. Están
pensados para lograr un objetivo. Cambiarlos o desvirtuarlos sería
exponerse a no llegar al final. Importa pues, no perder de vista el
objetivo teresiano y saber emplear los medios fijados.
Teresa Benedicta de la Cruz se para un día a pensar cómo califi-
caría la pedagogía de su tiempo las enseñanzas de Teresa para con-
seguir lo que se propone en el nuevo Carmelo. Cree que el pedago-
go moderno, sobre todo si mira las cosas desde un punto de vista
humano, acabaría por mover la cabeza y hacerse una pregunta:
“¿Dónde está aquí la autonomía, la propia actividad y la sana con-

12 Obras 63.
32 EVARISTO RENEDO

ciencia? Se ha de conceder tranquilamente que no se trata de una edu-


cación para cualquiera. Aquel que parte de un punto puramente natu-
ral, el que no ha aprendido a verse a sí mismo y al mundo a la luz de
la eternidad, para ése, ese modo de vivir sería altamente peligroso. Si
nosotros debemos seguir adelante: solamente aquel que tiene una
vocación al Carmelo, se realizará en tales circunstancias. Las medi-
das son las apropiadas para un determinado fin y no para otro”13.
La Fundadora del nuevo Carmelo, teniendo delante lo que cons-
tituye la razón de su vida, la misma que oferta a las que inauguran
una nueva forma de vida religiosa, precisa de unos medios. Los que
piensa los valora como eficaces y mantiene como evangelio a vivir,
porque evangelio son.

2.2. Servir a la Iglesia es su objetivo


Para Teresa es claro por dónde y hacia dónde tiene que guiar a
las que la acompañan. Las quiere estimular, contagiar para que se
metan de lleno en algo que estima no sólo importante, sino necesa-
rio y urgente: servir a la Iglesia. Y servirla no desde el hacer, sino
desde el ser. Pero “ser”, ¿qué? “Ser orantes”. Sólo así serán fuerza
viva, especializada en combates para mejor servir a la Iglesia.
Procura que los deseos que a ella la mueven a dar mil vidas para
remedio de un alma sola de las muchas que se pierden (cf C 1,2),
sean también de todo el grupo.
Pero sus deseos de remediar los males que tanto la afectaban
venían de atrás. La visión del infierno que expone en el c. 32 de
Vida la había impactado. Siente como una fuerte llamada a hacer
algo, hasta preguntarse: Qué podría hacer por Dios y por la Iglesia.
La visión del infierno le hace comprender mejor la fractura de ésta.
La respuesta se la da ella misma: “Pensé que lo primero era seguir
el llamamiento que Su Majestad me había hecho a religión, guar-
dando mi Regla con la mayor perfección que pudiese” (V 32,9). Su
propia vida tenía que convertirse en fuerza intercesora.
Estamos en el año 1560. Años más tarde, ya en San José de
Ávila, ante una Iglesia rota, se pregunta de nuevo por lo que ella,
mujer y monja encerrada, puede hacer. La respuesta coincide con la

13 Ib 75-76.
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 33

anterior: “Determiné hacer eso poquito que era en mí, que es seguir
los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y
procurar que éstas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, con-
fiada en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien
por él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las
pintaba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis fal-
tas, y podría yo contentar en algo al Señor, y que todas ocupadas en
oración por los que son defensores de la Iglesia y predicadores y
letrados que la defienden, ayudásemos en lo que pudiésemos a este
Señor mío, que tan apretado le traen [aquellos] a los que ha hecho
tanto bien, que parece le querían tornar ahora a la cruz estos trai-
dores y que no tuviese adonde reclinar la cabeza” (C 1,2).
En estas palabras es fácil descubrir una postura radical. Pero
además, no quiere actuar sola; necesita la ayuda de otras, formar
grupo. Acongojada por el mal que tiene delante, se dirige al de San
José para suplicarle: “¡Oh hermanas mías en Cristo! ayudadme a
suplicar esto al Señor, que para eso os juntó aquí; éste es vuestro
llamamiento, éstos vuestros negocios, éstos han de ser vuestros
deseos, aquí vuestras lágrimas, éstas vuestras peticiones [...] Estase
ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como
dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia
por el suelo, ¿y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura,
si Dios nos las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No,
hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca
importancia” (C 1,5).
Un nuevo aspecto aparece con fuerza en la llamada que Dios le
ha hecho: la Iglesia. Son las almas por una parte; pero el sentido de
Iglesia que se le ha descubierto le abre horizontes nuevos en su
camino vocacional. Desde ese momento su formación está orienta-
da a enseñar que la vida en su nuevo Carmelo sólo tiene un senti-
do: no sólo estar con, sino ser para la Iglesia. Sentir con la Iglesia,
pero desde sentir la Iglesia dentro.
Esto le exige servirla de la forma más eficaz, por encima de las
limitaciones que padece por ser mujer. Con la oración de cada una
de las del grupo serán “servidoras de amor” (cf V 11,1). La fuerza
de la oración no va a estar sujeta a restricciones humanas o antife-
minismos; tampoco la clausura será impedimento, pues saltará la
34 EVARISTO RENEDO

cerca del monasterio con el Espíritu. Ella y sus hijas podrán hacer-
se presentes, desde la oración, allí donde haya una necesidad de
Iglesia, sin verse obligadas a salir de lo que ella califica de “casti-
llo”. Cuando se está dispuesto, no se pierde el trabajo. El Señor
“reparte los oficios como ve las fuerzas” (cf C 18,3.4).
Surge en la Iglesia un nuevo apostolado, el de la oración por la
Iglesia, algo que en aquel entonces no era considerado. Hoy, sin
embargo, nos parece tan natural y reiterativo recordarlo. En 1567
comienza a ser novedad14.
Explica Tomás Alvarez, “Oración y contemplación, son en la
Santa, como es sabido, el plano del desarrollo de la vida espiritual.
Pero ella los concibe desde la base en función de servicio de Iglesia:
orar por la Iglesia, contemplar para la Iglesia. El fin para el que ha
reunido su grupo (‘De la causa que me motivó a hacer con tanta
estrechez este monasterio’ -C 1,tít.-) es cultivar la especialidad de
una vida contemplativa sabiamente dosificada y ampliamente abier-
ta a las gracias místicas; pero no cerrada sobre el horizonte de la pro-
pia alma, sino también las necesidades de la Iglesia: ‘y cuando vues-
tras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen por
esto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís el fin para que
aquí os juntó el Señor, y no permita el Señor esto se quite de vues-
tra memoria jamás’. El ‘vacare Deo’ de la teología clásica, concebi-
do como ‘rerum divinarum contemplatio et amor’, en una especie de
anticipación escatológica de la vida celeste y contrapuesto al ‘con-
templata aliis tradere’ de la vida activa y de la acción apostólica,
queda esencialmente retocado y trascendido por este programa con-
templativo de la Santa: oración y contemplación por la Iglesia en la
tierra. Es la línea de fuerza del ideal teresiano. El acierto y la reno-
vación de la Santa consistió en ponerlo a la base del nuevo Carmelo,
como espina dorsal de cada pequeña comunidad”15.

14 Por la fuerza de las expresiones que usan, merece la pena recordar dos
textos, uno de Isabel de la Trinidad y otro de Edith Stein. La primera afirma que,
poseyendo plenamente a Dios, se “hará todo-poderosa: una mirada, un deseo son
una oración irresistible que pueden obtenerlo todo”. Ct 124, 22 junio 1902. CONRAD
DE MEESTER, O.C.D., Elisabeth de la Trinité, Oeuvres Complètes. Édit. du Cerf,
Paris. 1991. Y la segunda: “Si estás esponsalmente unida a él con el auténtico cum-
plimiento de tus santos votos, es tu sangre su sangre preciosa. Unida a él eres omni-
presente como él”. Obras 224.
15 EstTer, vol. III, 275-276. Edit. Monte Carmelo, Burgos, 1996.
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 35

Desde la oración, desde una vida de soledad y silencio, “ence-


rradas”, puede el grupo de San José no sólo hacerse presente donde
las necesidades de la Iglesia lo reclamen, sino remediar los grandes
males de la Iglesia de entonces. Estos males son: “los daños de
Francia”, “el estrago que habían hecho estos luteranos” (C 1,2),
“estase ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo,
como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner a su
Iglesia por el suelo” (ib,5), “tienen en poco el santísimo sacramen-
to” (ib 3,8), “le quitan sus posadas deshaciendo sus iglesias” (ib),
“deshechas sus iglesias” (C 35,3, “perdidos los sacerdotes” (ib),
“quitados los sacramentos” (ib)... Todo esto le duele desde dentro,
porque lleva dentro metida a la Iglesia, hasta exclamar: “¿Siempre
han de ser los que más os deben los que os fatiguen?” (C 1,3). Se
le “quiebra” el corazón (ib,4), la “afligen” tanto (R 3,7).
Está convencida que no basta, para remediar tanto mal, la fuer-
za de las armas (C 3,1); tampoco las fuerzas humanas bastan para
atajar este fuego (ib). A la Iglesia la defienden los predicadores y
los letrados (ib,4), los capitanes del castillo, que son los predicado-
res y los teólogos (ib,2). Pero en nada de esto podía ella intervenir,
porque era mujer. Sin quedarse de brazos cruzados, en espera de
que otros lo remedien, pone manos a la obra con la única arma que
estaba a su alcance: la oración. Esto reclama primero tomar más en
serio la vocación a la que estaba llamada, siguiendo “los consejos
evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, y procurar que
éstas poquitas [...] hiciesen lo mismo (ib 1,2).
Hoy los males de la Iglesia son otros, aunque también se la per-
siga, pero de distinto modo. Se la ataca de forma más sofisticada
que en el siglo XVI, con resultados quizás más perjudiciales. Está
padeciendo la increencia de la cultura actual, el haber prescindido
el hombre de Dios, porque a éste se le considera una palabra vacía;
tiene de frente el materialismo, el hedonismo, la pérdida de valores
sobre todo espirituales y también humanos, aunque otros nuevos
hayan surgido. Pero además de estos males que le llegan a la Iglesia
desde fuera, padece ciertas enfermedades, más o menos graves,
dentro de ella misma. La fe ha disminuido, la esperanza no acaba
de abrirse camino, el amor está encendido, pero no acaba de encen-
der a todos (cf M7,4,14). Hay deseos de escucha de la Palabra, pero
a veces esa misma Palabra es sofocada por las informaciones que
36 EVARISTO RENEDO

llegan por los medios de comunicación, de los que cuesta prescin-


dir o no se sabe cómo seleccionar. Las vocaciones religiosas y
sacerdotales escasean en algunas zonas de la Iglesia, prueba de
envejecimiento de ésta allí donde se acusa la ausencia de jóvenes
que acepten comprometerse de por vida en un seguimiento radical
de Cristo.

3. La selección del grupo

3.1. Formar para un ideal y estilo nuevo

Los males de la Iglesia de hace cuatro siglos no dejan impasi-


ble a Teresa. Se pone en movimiento. Tampoco hoy la dejaría. Ante
el desafío que presenta a la Iglesia el mundo y cultura actual, res-
pondería, no con el ruido de armas o incluso de palabras que lleva
el viento, sino con la oración. Esta sigue siendo su fuerza para ven-
cer. A las carmelitas descalzas las colocó en un campo de batalla en
defensa de la Iglesia, en la que siempre se va a necesitar combatir.
Para luchar sólo les señaló un arma: su vida orante. Tenía claro el
objetivo: servir a la Iglesia.
Con los ojos siempre fijos en la Iglesia, le resultaba fácil ir a
tiro fijo si el orante se formaba. De esto iba a depender el vencer.
Pero necesitaba un especializado tipo de personas, expertas en ora-
ción; no valía cualquiera. Se trataba de un ideal nuevo, que exigía
forma nueva de vida, pues la oración ocupaba el centro de la tarea
diaria. “Todas ocupadas en oración” (C 1,2).
Teresa forma para “remediar tanto mal” (ib), para ayudar a los
“defensores de la Iglesia” (ib), para “contentar a Su Majestad” (ib
3,1), para ser “fuerza” especializada, que muere antes que ser ven-
cida (ib), para ser “armas” siempre certeras, que vencen sin matar
(ib), ser “gente escogida”, que puede mucho más que muchos sol-
dados cobardes (ib). Han de “ser tales” que merezcan del Señor dos
cosas: que haya muchos defensores de la Iglesia “bien dispuestos”
y que, puestos en la pelea, se vean libres de peligros y no se vuel-
van atrás (ib). “Y si en esto podemos algo con Dios, estando ence-
rradas peleamos por él, y daré por muy bien empleados los trabajos
que he pasado por hacer este rincón, adonde también pretendí se
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 37

guardase esta Regla de nuestra Señora y Emperadora con la per-


fección que se comenzó” (ib,5).

3.2. Cualidades requeridas para matricularse en la escuela de


Teresa

Para inscribirse en sus clases de formación exigía unas cualida-


des. Sólo serían aceptadas quienes estuvieran dispuestas a ser “tales
cuales yo las pintaba en mis deseos” (C 1,2). “Ser tales” para el
objetivo de una vida, exigía estar siempre en vanguardia, en prime-
ra línea, librando todos los ataques dirigidos a la Iglesia desde la
oración vivida en soledad.
Las pinceladas primeras que estampó en el cuadro para pintar a
la carmelita nueva, hablan de tres características como punto de
partida: personas de oración, que pretendan toda perfección y
menosprecio del mundo, salud y buen entendimiento y que tengan
habilidad (cf Cons VI,1). Esto para comenzar. Sin ello, las clases de
formación de poco servirían.
1º) Personas de oración será lo primero. Al Carmelo se llega
para orar, para servir a la Iglesia desde la oración; pero esto no se
consigue sólo desde “tiempo” o “tiempos” de oración, sino desde
una “vida orante”, que se alimenta a diario de encuentros vivos y
determinados para estar con el Señor. Sólo cuando la oración cala
dentro y se proyecta en la vida, se aprovecha el tiempo. Produce
unos frutos, como es crecer en virtudes y hacer las cosas por agra-
dar a Dios... Es sobre este punto sobre el que la Santa va a insistir
en su formación. La oración se ve, se palpa, no por las horas que a
ella se dedica, sino por el cambio que va dándose en la persona con
alma orante.
Su magisterio sobre la oración comienza ya en la Encarnación.
Aquí se inscriben los primeros discípulos. En San José asienta cáte-
dra de maestra consumada y salen las primeras alumnas experi-
mentadas. Quería que cada monasterio por ella fundado fuese una
escuela de oración. Son muchas las páginas que escribió sobre su
propia vida orante, para darse a conocer a los letrados, para estar
segura de que vivía en la verdad y no era engañada; pero también
para enseñar a otros. Enseñaba para hacer el camino en postura de
38 EVARISTO RENEDO

servicio a Dios, pasando por la Iglesia y los hermanos. No hay oca-


sión que se le presente que no aproveche para enseñar. Este magis-
terio lo ejerce también en las Cartas.
Baste recordar dos casos. Jerónimo Gracián le escribe y le habla
de sus experiencias de oración. Teresa conecta enseguida y le res-
ponde dialogando con la persona en la que tanto confía. No duda en
hablarle como maestra: “Acabe ya de contentarse de su oración, y
no se le dé nada en obras de entendimiento cuando Dios le hiciere
merced de otra suerte, que mucho me contenta lo que me escribe.
El caso es que en estas cosas interiores de espíritu la que más acep-
ta y acertada es, es la que deja mejores dejos; no digo luego al pre-
sente muchos deseos (que en esto, aunque es bueno, a veces no son
como los pinta nuestro amor propio); llamo dejos confirmados con
obras, y que los deseos que tiene de la honra de Dios se parezcan
en mirar por ella muy de veras y emplear su memoria y entendi-
miento en cómo le ha de agradar y mostrar más el amor que le
tiene.
¡Oh, que ésta es la verdadera oración, y no unos gustos para
nuestro gusto no más y, cuando se ofrece lo que he dicho, mucha
flojedad y temores y sentimientos de si hay falta en nuestra estima.
Yo no desearía otra oración sino la que me hiciese crecer las virtu-
des. Si es con grandes tentaciones y sequedades y tribulaciones y
esto me dejase más humilde, esto tendría por buena oración; pues
lo que más agradare a Dios tendría yo por más oración; que no se
entiende que no ora el que padece, pues lo está ofreciendo a Dios,
y muchas veces mucho más que el que está quebrando la cabeza a
sus solas y pensará, si ha estrujado algunas lágrimas, que aquello es
la oración!” (Ct 136,4.5).
La comunidad de Sevilla está pasando por una situación crítica.
La priora, María de san José, ha sido depuesta. La calumnia está
por medio. Algo le toca a la madre Teresa. Esta, como remedio a
este mal grave para la comunidad, insiste en tres puntos: “Oración,
oración, hermanas mías, y resplandezca ahora la humildad y la obe-
diencia”. Y añade: “¡Oh, qué buen tiempo para que se coja fruto de
las determinaciones que han tenido de servir a nuestro Señor!
Miren que muchas veces quiere probar si conforman las obras con
ellos y con las palabras. Saquen con honra a las hijas de la Virgen
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 39

y hermanas suyas en esta gran persecución, que si se ayudan el


buen Jesús las ayudará, que aunque duerme en el mar, cuando crece
la tormenta, hace parar los vientos. Quiere que le pidamos, y quié-
renos tanto que siempre busca en qué nos aprovechar” (Ct 284,2.3).
2º) Personas orantes que buscan la libertad. Una de las miras
en la educación es que el orante llegue a ser libre, interior y exte-
riormente. Con la libertad la vida del vocacionado al Carmelo lle-
gará a ser orante. Este necesita conocerse y liberarse de búsquedas
personales. El camino a seguir lo explica Teresa con maestría a par-
tir del c. 8º de Camino. Garantiza a quien desea orar que, si se
determina a trabajar según lo que enseña, Dios le dará la libertad.
Si el orante no se determina a jugárselo todo o bien lo orilla, no irá
muy lejos.
Las monjas de San José le han pedido que les hable de oración.
Cuando pone manos a la obra, comienza diciendo: “Antes que diga
de lo interior, que es la oración, diré algunas cosas que son necesa-
rias tener las que pretenden llevar camino de oración, y tan necesa-
rias que, sin ser muy contemplativas, podrán estar muy adelantadas
en el servicio del Señor, y es imposible si no las tienen ser muy con-
templativas, y cuando pensaren lo son, están muy engañadas [...]
No serán muchas las cosas que os encargaré [...] Solas tres me
extenderé en declarar, que son de la misma Constitución, aunque
importa mucho entendamos lo muy mucho que nos va en guardar-
las para tener la paz que tanto nos encomendó el Señor, interior y
exteriormente: la una es amor unas con otras; otra, desasimiento de
todo lo criado; la otra, verdadera humildad, que aunque la digo a la
postre, es la principal y las abraza todas” (C 4,3.4).
Un proyecto con tres consignas, de tal importancia que la auto-
ra de Camino se detiene a explicarlas del c. 4 al 17. Entre éstos,
todos de gran interés, sobresale el 14, al que puede calificarse como
de “selección vocación”. Lo tiene de nuevo presente al redactar las
Constituciones al año siguiente (1567). Mantiene el mismo tono un
tanto tajante en éstas últimas: “Y no se dé profesión, si no se enten-
diere en el año del noviciado tener condición y las demás cosas que
son menester para lo que aquí se ha de guardar. Si alguna de éstas
le faltare, no se tome. Salvo si no fuere persona tan sierva del Señor
y útil para la casa, que se entendiere por ella ni había de haber
40 EVARISTO RENEDO

inquietud ninguna, y que se servía nuestro Señor en condescender


a sus santos deseos. Si éstos no fueren grandes, que se entienda la
llama el Señor a este estado, en ninguna manera se reciba” (Cons
VI,1).
A lo largo de sus escritos va dejando pinceladas que, cuando de
la práctica reciben la luz y el colorido propio, resulta el cuadro que
ella pensó.
3º) Grupo selecto y escogido. Para un ideal concreto, como es
servir a la Iglesia, siendo fuerza viva ante los desafíos que la aco-
san y males que la aquejan, Teresa es consciente que necesita ir for-
mando grupos selectos, escogidos, no para vender imagen, sino
para ofrecer valores que, vividos, redunden en bien de la Iglesia.
Sólo podrían quedarse quienes fuesen capaces de captar los valores
en orden al ideal nuevo y estilo nuevo de vivir que había iniciado
en San José. No busca ser muchas, sino pocas y estas “cualifica-
das”. “No está nuestra ganancia en ser muchos monasterios, sino en
ser santas las que estuvieren en ellos” (Ct 451,3).
Esta fue la mejor forma de captación vocacional. Eran muchas
las que solicitaban entrar. “Comenzó el Señor a llamar a algunas
para tomar el hábito” (F 3,18). “Comenzando a poblarse estos palo-
marcitos de la Virgen, nuestra Señora, comenzó la Divina Majestad
a mostrar sus grandezas en estas mujercitas flacas, aunque fuertes
en los deseos y en el desasirse de todo lo criado” (F 4,5). Pero no
todas eran seleccionadas. Razón: no reunir las cualidades apropia-
das para tal género de vida. Otras tenían que esperar por falta de
lugar: “en Burgos hay tantas que quieren entrar, que es lástima no
haber dónde” (Ct 159,8). Cuidaba en extremo que la nueva carme-
lita llevara el sello de ser orante, de ser una enamorada de la Iglesia,
de “dar en todo un buen olor de la pobreza” (cf Cons VI,3), de estar
centrada en Dios y por encima de las miserias humanas, de preten-
der “vivir siempre en él {monasterio] las que a solas quisieren
gozar de su esposo Cristo; que esto es siempre lo que han de pre-
tender, y solas con El solo” (V 36,29)...
Sus “carmelos” comenzaron a ser puntos de referencia para las
que se sentían llamadas a la vida religiosa. “Las monjas iban ganan-
do en crédito en el pueblo y tomando con ellas mucha devoción, y,
a mi parecer, con razón; porque no entendían sino en cómo pudie-
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 41

se cada una servir más a nuestro Señor” (F 3,18). Ser carmelita des-
calza comenzó a ser algo que merecía la pena. A juzgar por algunas
expresiones de las Cartas, podría decirse, desde una expresión de
hoy, que estaban de moda. Pero porque las vocaciones encontraban
en ellos lo que andaban buscando. Era nuevo estilo de vida y nuevo
apostolado en la Iglesia, como hemos recordado. Existían modelos
de identificación que, contemplados por la maestra, la hacía sentir-
se orgullosa, porque “se va cumpliendo el deseo con que se comen-
zaron estos monasterios, que fue para pedir a Dios que a los que
tornan por su honra y servicio ayude, ya que las mujeres no somos
para nada. Cuando yo considero la perfección de estas monjas, no
me espantaré de lo que alcanzaren de Dios” (Ct 162,5). Al consta-
tar el parecido o igualdad entre lo que ella pensó que tenía que ser
la carmelita nueva y estaba siendo, no duda en presentar a algunas
como reclamo. Tal es el caso de la Hna. Beatriz de la Encarnación,
fallecida en Valladolid el 5 de mayo de 1573 (?), a la que dedica el
c. 13 de Fundaciones. O la alabanza que hace de las seis que la
acompañan a la fundación de Sevilla, atreviéndose “a ir con ellas a
tierra de turcos” (F 24,6). Sus monasterios los califica de “espejos
de España”, y pide que así se lo informen tanto al general (Ct
161,3) como al mismo Papa (Ct 162,6).
En vida, Teresa vio fundados 17 nuevos carmelos de carmelitas
descalzas. Otros 6 estaban proyectados, pero no llegaron a hacerse
realidad hasta después de su muerte. La idea, hecha ya realidad,
saltó las fronteras de España y se extendió por otras naciones:
Portugal, Francia, Italia... Y eso, aun siguiendo su mismo criterio
de selección vocacional y aplicando su programa formativo con
fidelidad.
La norma seguida por Teresa era:
a) ser pocas y escogidas. Al ser pocas –”no ser más de trece”–
(V 36,29) (luego hasta veintiuna), “de razón habían de ser escogi-
das” (Ct 41,5). La experiencia le fue confirmando que su criterio
era válido y que no admitía excepciones. Grupo pequeño para vivir
en familia, en la que todas se sientan unidas en el amor y en el
mismo ideal. “Adonde hay pocas, hay más conformidad y quietud”
(F 2,1). No se le oculta la importancia de formar para un amor que
sabe repartirse entre todas sin crear divisiones y que se prodiga sin
42 EVARISTO RENEDO

apenas darse a conocer (cf C 4,5.8; 7 passim). Huye de la comuni-


dad-masa que ha experimentado en la Encarnación. Pocas y unidas
por el amor, tal como lo explica en el c. séptimo de Camino, es la
forma de mantenerse en el ideal que se ha propuesto alcanzar. “En
esta casa [...] todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas
se han de querer, todas se han de ayudar” (C 4,7). Quiere que sean
pocas y bien avenidas; lo contrario, “no lo permita Dios” (C 7,9).
En cuanto a que sean “escogidas” lo tiene también claro.
Escribiendo a Ambrosio Mariano le dice: “Vuestra reverencia no
trate más de ello, por amor de Dios, que buen dote le dan para que
pueda entrar en otra parte, y no entre donde para ser tan pocas habí-
an de ser bien, bien escogidas. Y si hasta aquí no ha habido tanto
extremo en esto con alguna -aunque son bien contadas- hanos ido
tan mal, que le habrá de aquí adelante [...] En gracia me ha caído el
decir vuestra reverencia que en viéndola la conocerá. ¡No somos
tan fáciles de conocer las mujeres!, que muchos años las confiesan,
y después ellos mismos se espantan de lo poco que han entendido.
Y es porque aun ellas no se entienden para decir sus faltas y ellos
juzgan por lo que les dicen. Mi Padre, cuando quisiere que le sir-
vamos en estas casas, denos buenos talentos y verá cómo no nos
desconcertaremos por el dote” (Ct 135,6.7).
b) Vocaciones orantes. “Se ha de escoger personas que sean de
oración y para nuestro modo; y si no, no las tomamos (Ct 11,1).
c) Virtud antes que dote. La virtud o aptitud de la persona para
esta vida está por encima de los bienes de fortuna: “Si no tiene
alguna limosna que dar a la casa, no por eso se deje de recibir”
(Cons VI,2). “No vayan por interés, porque poco a poco podría
entrar la codicia, de manera que miren más a la limosna que a la
bondad y calidad de la persona” (Ib 3). “Ya sabe que si las monjas
son muy para nosotras, que no hemos de mirar tanto en la dote” (Ct
179,3).
d) Cualidades humanas. En la selección entran también las
cualidades humanas, tenidas en tiempo de la Santa muy en cuenta
y que no han variado mucho en la época actual, como es la salud,
el buen entendimiento y la habilidad (Cons VI,1). En cuanto a la
salud ella distinguía claramente entre la psicológica y la física. La
primera la consideraba imprescindible para el desarrollo de la voca-
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 43

ción y tanto más tratándose de una vida encerrada. La falta de salud


en este sentido repercutiría en la vida fraterna, además de incidir en
la vida espiritual personal y del grupo. Respecto a la física ha hecho
excepciones cuando se ha encontrado con vocaciones probadas y
de garantía, como fue el caso de María de Jesús (Rivas), a la que la
comunidad de Toledo se resistía a admitir y luego a darle la profe-
sión. Muy segura de lo que estaba dispuesta a hacer, escribe:
“Hijas, ya se la envío con cinco mil ducados de dote, pero hágo-
les saber que ella es tal que cincuentamil diera yo de buena gana
por recibirla. Mírenla no como a las demás, porque espero en Dios
que ha de ser un prodigio (Ct 478). “Miren, hijas mías, lo que
hacen, pues si no dan la profesión a María de Jesús, yo la traeré a
Ávila, segura de que será más dichoso que todos el convento que la
tenga; porque aun cuando sea para estar en una cama toda la vida,
la quiero tener en mi casa” (Ct 489).
En Toledo entra también Ana de la Madre de Dios, de cuarenta
años. “Tenía harto poca salud; mas, como yo vi alma tan buena y
determinada, parecióme buen principio para fundación y así la
admití. Fue Dios servido de darla mucha más salud en la aspereza
y sujeción, que la que tenía con la libertad y regalo” (F 16,1).
e) Sentido común y hábiles. Se fijaba también en que fueran,
si no superdotadas, sí al menos intuitivas y hábiles en la tarea.
“Aunque acabara de pagar la casa con ellas, era intolerable. En nin-
guna manera, si no son avisadas, tome ninguna, que es contra cons-
titución y mal incurable” (Ct 237,2). Las quería despejadas, no ton-
tas. Y las dos aspirantes de que le hablaba María de san José, prio-
ra de Sevilla, adolecían de “cortedad y falta de talento”. Las quiere
también libres de presiones externas (C 14,2) y que opten libre-
mente (Cons V,4). No duda en hacer esperar a dos aspirantes por-
que su padre no les autoriza a entrar (Ct 62).

4. Formar a la persona interiormente

4.1. Se emplea a fondo en el trabajo de la educación

La “gran Maestra del arte de la educación”, como decíamos al


principio, ha presentado un objetivo por el que merece la pena
44 EVARISTO RENEDO

hacer de la vida orante un servicio a la Iglesia. Ha establecido las


condiciones para matricularse en su escuela y contar así con un
grupo selecto y escogido. Lo necesita preparado, pues el fin que se
propone lo requiere. Nace para ayudar en lo que pudiese al Señor
(C 1,2); pelear por Él, aunque encerradas (ib 3,5); defender a los
defensores de la Iglesia (ib 1,2); fortalecerse para no ser vencidas
(ib 3,1).
Lo primero ha sido seleccionar, escoger. Luego poner manos a
la obra. Como buena pedagoga sabe que a cada vocacionada hay
que tratarla en conformidad con su forma de ser. El objetivo es para
todas el mismo; pero el camino a seguir con cada vocación varía,
pues no todas son de la misma madera. No ignora que ayudar a
cada una a formarse exige mano delicada; llegar a ser modelo de
identificación no es cosa de un momento; requiere tiempo.
Conlleva tocar fibras muy sensibles de la persona. Hacerlo exige
delicadeza, suavidad; pero al mismo tiempo decisión y carácter,
sobre todo cuando las circunstancias lo exigen. “Con su profundo
conocimiento del hombre, sabía muy bien cuál era la meta a la que
aspiraba, y lo mucho que le costaría a la naturaleza humana. Para
alcanzarlo debería emplearse a fondo en el trabajo de la educación
y no dudó en poner manos a la obra. Lo más esencial lo llevó a cabo
en medio de la convivencia personal, a través del influjo de cada
una de las almas”16.
Por medio de sus escritos sus clases siguen siendo actuales,
sobre todo en su obra predilecta, y válidas para cuantos pretendan
aprovecharse de su enseñanza. Por ellos se comunica y dialoga,
según su estilo. Como maestra consumada conoce bien que la
forma de hacerlo es determinante. Procede como si estuviera con-
versando, de tú a tú, con preguntas y respuestas. En ocasiones ella
misma pregunta, imaginando que dialoga con una o varias. Otras se
dirige directamente a las que escribe, pero conversando con ellas.
Esto se nota de modo especial en el último capítulo de las Moradas
séptimas. Va pasando al papel lo que pretende enseñar, en diálogo
confiado. Pregunta y responde. Esta forma pedagógica le da buen
resultado, porque se comunica lo mismo que hace la madre y la
hija, cuando existe entre ambas confianza y sinceridad.

16 EDITH STEIN, Obras 71.


TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 45

4.2. Formar con suavidad

Cierto que la Santa era inflexible cuando se tocaba lo que cali-


fica de “perfección”. Sin embargo ésta no está reñida con la “sua-
vidad” ni con la “blandura”. Al contrario, el alma se perfecciona
antes con suavidad y blandura que con imposiciones intransigentes.
Quiere que la perfección “se lleve con tanta suavidad, que se ve
muy bien es tolerable y se puede llevar con descanso, y el gran apa-
rejo que hay para vivir siempre en él las que a solas quieren gozar
de su esposo Cristo” (V 36,29). En ocasiones, sin embargo, “de
blandura y rigor ha de haber” (Ct 162,10).
La perfección no se consigue a fuerza de brazos (cf F 18,10).
Característica teresiana fue procurarla siempre con suavidad. Era
una norma que nunca le falló. De esta cualidad se sirvió siempre,
sobre todo cuando se trataba de llegar a lo hondo de la persona.
Entrar en el santuario ajeno hay que hacerlo como deslizándose res-
petuosamente, sin forzar la puerta. Es siempre el otro quien la abre,
hasta llegar a ser transparencia, cuando el formador se acerca con
suavidad, para ganarse la confianza y el amor. Está convencida de
que la formación no se consigue a base de imposiciones o del cum-
plimiento de lo determinado. Si así fuera, quedaría reducida a com-
portamientos externos, que pueden adquirirse en poco tiempo. La
formación tiene que calar dentro e ir cambiando a la persona pro-
gresivamente. Por eso la externa es temporal o de etapas, mientras
la interna abarca toda la vida.
A veces se corre el riesgo de exigir el cumplimiento de las deter-
minaciones olvidando el proceso interior de liberación personal.
Hasta que la persona no llega a tocar su “yo”, toda formación resba-
la, aunque en lo exterior mantenga posturas elegantes y hasta en apa-
riencia espirituales. A la carmelita descalza formada por Teresa, se la
distingue por sus posturas sencillas y humildes, afables y sinceras,
por su alegría, por la paz que trasmite, por su amor a las hermanas,
por abrazar con el alma la pobreza, por su libertad al ser mandada,
por tener el corazón vacío de cosas y lleno de Dios, porque su con-
suelo es su soledad (F 1,6), porque edifica a quien la trata (ib)...17.

17 Cf MARÍA DE SAN JOSÉ, Escritos espirituales. Soneto: “Esto es ser car-


melita reformada”, p.526. Burgos, Edit. Monte Carmelo, 1979.
46 EVARISTO RENEDO

La suavidad la recomienda sobre todo al principio, al comenzar


la persona a enfrentarse con su mundo interior rebelde. Por eso deja
escrito en la Constitución cómo tiene que proceder la maestra con
las novicias: “La maestra de novicias [...] ponga más en lo interior
que en lo exterior, tomándolas cuenta cada día de cómo aprovechan
en la oración y cómo se han en el misterio que han de meditar y qué
provecho sacan; y enseñarlas cómo se han de hacer en esto y en
tiempo de sequedades y en ir quebrando ellas mismas su voluntad,
aún en cosas menudas. Mire la que tiene este oficio que no descui-
de en nada, porque es criar almas para que more el Señor. Trátelas
con piedad y amor, no se maravillando de sus culpas, porque han
de ir poco a poco; y mortificando a cada una, según lo que viere
puede sufrir su espíritu. Haga más caso de que no haya falta en las
virtudes, que en el rigor de la penitencia” (Cons XI,16)18.
Es fácil observar que sus escritos, en particular Camino,
Fundaciones y Cartas, están como sembrados de recetas pedagógi-
cas para la buena formación de sus hijas, presentes y futuras. Son
muchas y por eso muy difícil hacer un elenco de ellas y menos en
un artículo de revista. Baste recordar que nunca fue amiga de apre-
tar en penitencias o mortificaciones extra, fuera de lo establecido.
A las prioras les dirá que es mejor que ejerciten más a sus súbditas
en contrariar la propia voluntad que en mortificarlas o en que sigan
su propio camino. Su norma es: “Lo que a nosotras se nos haría
áspero no lo hemos de mandar” (F 18,6). Lo mismo dice de rezos,

18 Ana de san Bartolomé, la fiel enfermera de Teresa, que recoge tantas


cosas directamente de la Santa, en su Formación de Novicias y Ejercicios de
Piedad, anota la misma idea de la Constitución, recalcando la importancia que tiene
la suavidad en la formación inicial: “Y otra cosa que también lo advirtió nuestra
Santa: que si acierta a ser recia de condición y las trata ásperamente, como se lo han
a solas, padecen las pobres novicias muchas tentaciones y descontentos. Yo cono-
cí una que todas las novicias se iban antes de cumplir el año, y todas muy buenas
y de buenas casas. Y mudaron la maestra, o creo enfermó; y pusieron otra que era
muy dulce y no se fueron más, antes creo que no sé si las recibieron algunas de las
idas, porque me fui yo de aquel convento; mas sé que lo pedían y con muchas veras.
Y mudaron algunas cosas antes que nuestra Santa se fuese de allí para que no tuvie-
sen las maestras tanto dominio, mas de que en su noviciado las enseñasen las cosas
de la Regla y ejercicios de las virtudes y las ceremonia del rezado y que le den
cuenta y les digan sus faltas; mas que anduviesen con las profesas en la comunidad
y en las recreaciones, y ayudasen en los oficios y en todo lo que la priora les man-
dase” (ANA DE SAN BARTOLOMÉ, Obras completas, p.709. Edición preparada por
Julián Urkiza, Edit. Monte Carmelo, Burgos, 1999).
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 47

de disciplinas, de oración... Quería “cumpliesen la Regla, que hay


harto que hacer, y lo demás fuese con suavidad [...] Es cosa muy
importante la discreción en estas cosas y conocer los talentos, y si
en esto no van muy advertidas, en lugar de aprovecharlas las harán
gran daño y traerán en desasosiego. Han de considerar que esto de
mortificación no es obligación: esto es lo primero que han de
mirar” (Ib n. 6.7.8). “Apretarlas en lo exterior y no tener quien en
lo interior las ayude, es gran trabajo” (Ct 174,2). Le va mucho en
formar para que no se haga la propia voluntad. “Libres quiere Dios
a sus esposas, asidas a sólo Él” (Ct 451, calificada de “terrible”,
dirigida a Ana de Jesús, priora de Granada).
No se retrae en “rogar mucho” a fray Juan de la Cruz y Antonio
de Jesús, primeros carmelitas descalzos en Duruelo, que “no fuesen
en las cosas de penitencia con tanto rigor, que le llevaban muy
grande [...] Temía que buscase el demonio cómo los acabar antes de
que se efectuase lo que yo esperaba” (F 14,12). Rechaza también el
modo de proceder de Ángel de san Gabriel en Pastrana, cuando
estaba de novicio Gracián de la Madre de Dios. “Era cosa excesiva
de la manera que los llevaba y las mortificaciones que les hacía
hacer; que cada vez me espanto cómo lo podían sufrir, en especial
semejantes personas, que era menester el espíritu que le daba Dios
para sufrirlo” (F 23,9). Y a don Teutonio de Braganza le aconseja:
“Procure [...], cuando se vea apretado, irse adonde vea cielo y
andarse paseando, que no se quitará la oración por eso, y es menes-
ter llevar esta nuestra flaqueza de arte que no se apriete el natural.
Todo es buscar a Dios, pues por él andamos a buscar medios, y es
menester llevar al alma con suavidad” (Ct 69,4).

4.3. Su formación se prolonga por las que siguen su misma línea


educativa

a) Interesar en la formación las de dentro y los de fuera. En


algún momento aparece Teresa como preocupada de lo que pueda
suceder cuando ella falte. Eso le lleva a dejar claro cuál es su pen-
samiento para que el ideal se mantenga siempre vivo. Lo deja escri-
to y lo dice de palabra, que recogen las que con ella convivieron.
Por eso se propone interesar a cuantos se acerquen a sus “carmelos”
para que ayuden a continuar su obra con dinamismo. Sabe que pue-
48 EVARISTO RENEDO

den influir los visitadores, los confesores, los deudos; pero también
la misma priora, las hermanas entre sí y en su relación con los de
fuera. Se trata de mantener un espíritu, un estilo. La formación está
llamada a transmitir vida, a promover el ideal. Todos tienen que
estar empeñados en lo mismo: obrar con la mirada puesta en servir
desde la oración vivida a la Iglesia.

b) Ley y teología. Con el libro de las Constituciones en la


mano puede uno fijarse sólo en la parte jurídica o normativa, que
regula hasta los pequeños detalles de la vida conventual. La idea de
la Santa no era primero atar cabos, sino formar una conciencia
sobre el modo de ser y de actuar la priora, las consejeras, la sacris-
tana, la provisora, la enfermera, las novicias o la maestra... Hay una
teología en esa parte normativa, que sería olvidada en cuanto sólo
se viera la ley que hay que cumplir. Mirar sólo la ley es privarla del
espíritu que la anima. Teología-ley eleva; ley sin teología materia-
liza. Buscaba que la carmelita descalza pasase de la realidad a la
transcendencia, para acabar interiorizando y adentrándose en la
vida teologal. Esa conciencia teologal capacita para transcender y
descubrir el espíritu de cada norma o ley; es la que sabe adaptarse
a los nuevos cambios que se han dado a raíz del Vaticano II, pero
manteniendo lozano y fresco el espíritu teresiano.

c) Para priora no vale cualquiera. Interés particular ha pues-


to en formar a la priora, pues sabe que de ella depende en gran parte
la buena marcha de la comunidad. Era consciente que para priora
de una casa no vale cualquiera. Se requiere experiencia. Lamenta
haberse equivocado una vez. “Pablo y yo tenemos harta culpa.
Dígale vuestra reverencia que lo confiese, que yo ya lo he hecho,
porque dimos mucha mano para algunas cosas, y no se había de fiar
tanto de gente moza, por santos que sean, ni nada; porque, como no
tienen experiencia, con buena intención harán gran estrago.
Menester es, mi padre, que la tomemos de aquí adelante” (Ct
316,4). Y la que vale no está para mandar o hacer cumplir lo esta-
blecido. Trata de enseñar a que proceda en todo “con amor de
madre” (Cons XI,1), a que “procure ser amada, para ser obedecida”
(ib). Está para ayudar “a cada una, según el talento les da Dios de
entendimiento, y de espíritu” (F 18,8).
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 49

d) La comunidad es también formadora. No menos importan-


cia tuvo para ella el comienzo de cada comunidad. Seleccionaba los
sujetos que iban a comenzar nueva experiencia. “Es menester no lle-
var a quien les pegue imperfecciones, que está aquella casa, adonde
ha de ser principio, para mucho bien, a lo que dicen [...] Otra se hará,
placiendo a Dios, presto; mas quien no cabe con ella, malos princi-
pios hará en fundación” (Ct 73,5.6). Era edificar nuevo edificio, al
que iban a llegar nuevas vocaciones. Y éstas iban a seguir lo que vie-
ran. La formación no es sólo tarea de la priora o maestra. Toda
comunidad, desde la vida coherente, es también formadora. “Está
claro que los que vienen no se acuerdan tanto de los que ha muchos
años que pasaron, como de los que ven presentes” (F 4,6).
No está de acuerdo cómo ha comenzado la de Granada. Le
duele y así se lo dice a Ana de Jesús. Todo porque ésta se ha deja-
do llevar de preferencias en la elección de los sujetos. “Va muy
fuera del espíritu de descalzas ningún género de asimiento” (Ct
451,8). Hasta se detiene en detalles, como el que sea maestra la
misma priora, María de san José, solucionado el caso de Sevilla (Ct
318,16). Pide que las novicias que hay en Paterna “no queden ahí,
por caridad, pues llevan tan malos principios” (Ct 162,9).
e) Fray Juan es informado del estilo nuevo de hermandad.
Cuando piensa iniciar entre los frailes una nueva vida, informa a
fray Juan de la Cruz “de toda nuestra manera de proceder, para que
llevase bien entendidas todas las cosas, así de mortificación como
de estilo de hermandad y recreación que tenemos juntas, que todo
es con tanta moderación, que sólo sirve de entender allí la faltas de
las hermanas y tomar un poco de alivio para llevar el rigor de la
Regla. Él era bueno, que al menos yo podía mucho más deprender
de él que él de mí; mas esto no era lo que yo hacía, sino el estilo de
proceder de las hermanas” (F 13,5).
Hoy día no es fácil discernir cuál es el camino a seguir en el
proyecto formativo. Se impone no cerrarse a las realidades de la
cultura actual. Pero al mismo tiempo se exige no alejarse de los
principios base del fundador que marcaron la pauta para mantener
vivo y siempre actualizado el ideal y estilo nuevo que un día
comenzó a caminar y cuya historia hoy hay que seguir construyen-
do (cf VC 109).
50 EVARISTO RENEDO

5. Puntos clave de referencia en la formación teresiana

Para comprender mejor el alcance formativo que Teresa siguió,


conviene no perder de vista lo que pretende desde un primer
momento. Los siguientes puntos son considerados como clave en
su programa, a tener en cuenta desde un primer momento y a man-
tener durante toda la vida:
– “Solas con Él solo”.
– “Ser siervas del amor”.
– Servir al Señor con toda perfección.
– Santidad y servicio a la Iglesia.

5.1. “Solas con Él solo”

Solas con Él solo (V 36,29). Esta frase la escribe Teresa estan-


do para terminar el c. 36 de Vida, después de suplicar al P. García
de Toledo que no rompa lo escrito sobre la fundación de San José
de Ávila. Le iba mucho en ello. Interesaba que las carmelitas de
entonces y de ahora conocieran cómo se había llegado a disponer
de casa nueva para estilo nuevo de vida. Así las “animará mucho
para servir a Dios” y “procurar no caiga lo comenzado”. Sería sufi-
ciente, para conseguir esto, una sola cosa: “Vivir siempre con él las
que a solas quisieren gozar de su esposo, Cristo; que esto es siem-
pre lo que han de pretender, y solas con El solo”. La casa nueva iba
a estar ambientada para vivir en soledad, con el silencio como
música de fondo, que hablase a la vez de vivencia cristológica.
Uno de los puntos que tiene de mira en su formación es favore-
cer a los contemplativos a sacar jugo de la soledad estando con el
Señor. Es tema de todos los tiempos. Por eso insiste en adentrarse
en uno mismo. Formar para vivir a “solas” y al mismo tiempo en
“compañía” que, aunque sea con Cristo no siempre resulta fácil y
menos en épocas en que el hombre está empujado a vivir hacia
fuera, escapando de Dios para refugiarse en las pequeñas satisfac-
ciones o diminutos deseos que discontinúan la soledad. Sin duda
Teresa hoy haría especial hincapié en la importancia de estar a
“solas”, no ocupados en tantas cosas, disperdigados, para que
Cristo ocupara el lugar que le corresponde dentro. “Nos hemos de
desocupar de todo para llegarnos interiormente a Dios” (C 29,5).
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 51

Parece estar empeñada en repetir y machacar, desde su clase de


formación, cómo es necesario aprender a estar “a solas”. “No se
canse de acostumbrarse [...], que es señorearse poco a poco de sí
mismo, no se perdiendo en balde; sino ganarse a sí para sí, que es
aprovecharse de sus sentidos para lo interior. Si hablare, procurar
acordarse que hay con quien hable dentro de sí mismo. Si oyere,
acordarse que ha de oír a quien más cerca le habla. En fin, traer
cuenta que puede, si quiere, nunca se apartar de tan buena compa-
ñía, y pesarle cuando mucho tiempo ha dejado solo a su Padre, que
está necesitada de él” (ib 7).
Saber estar a “solas” es el secreto de la verdadera carmelita des-
calza y prueba de haber aprendido las lecciones de su Maestra. “La
auténtica carmelita, dice Edith Stein, no tiene duda de lo que debe
acometer en estas horas de solitario diálogo con Dios: ellas son el
punto central de su vida; desde aquí se edifica a sí misma para todos
los demás; aquí encuentra ella descanso, claridad y paz; aquí se
solucionan todas las preguntas y dudas; aquí se conoce ella a sí
misma, y conoce aquello que Dios quiere de ella; aquí puede ella
presentar su situación y recibir los tesoros de su gracia, de los que
de buena gana podrá repartir para los demás”19.
“Procuró lo que sería mejor” (V 36,29 para que cada una pudie-
ra estar a “solas con Él solo”. Defensa particular la encontró en la
clausura. Esta, como espacio muy apropiado para la amistad con
Dios, la vio como medio, porque “recia cosa sería que sólo en los
rincones se pudiese traer oración” (F 5,17).
“Para Teresa, escribe Tomás Álvarez, el sentido de la clausura
no es tanto penitencial cuanto contemplativo. Si insiste en detalles
materiales, es siempre con la mira puesta en la vida contemplativa
del grupo. La clausura expresa la voluntad comunitaria de soledad,
como la celda la expresa a nivel personal. A ella, en su primera
etapa de vida religiosa, le resultó nocivo vivir la vida contemplati-
va en un convento sin clausura (“me hizo harto daño” (V 7,3). Y
está convencida de que sería idéntico el daño para cualquier comu-
nidad monástica femenina (V 7,tít). Incluso tuvo en proyecto irse a
otro monasterio carmelita “muy encerrado” (V 31,13). Una vez

19 Obras, 76-77.
52 EVARISTO RENEDO

fundado el Carmelo de San José, la clausura será el clima adecua-


do para vivir el ideal contemplativo [...] Teresa hablará alguna vez
de “apartamiento” (Cons II,7), pero no en el sentido de una mate-
rial “fuga mundi”; nunca fundará sus Carmelos en el desierto o en
las afueras, sino dentro del recinto urbano. Ahí, en el corazón de la
ciudad, deberá florecer el oasis de soledad y vida contemplativa,
“solas con Él solo”20.
Y como previendo que pueden darse personas que se sientan
vocacionadas a la vida contemplativa, pero que no acaban de tener
consuelo de verse “a solas”, no duda en decir taxativamente: “Las
monjas que vieren en sí deseo de salir fuera entre seglares y de tra-
tarlos mucho, teman que no han topado con el agua viva que dijo el
Señor a la Samaritana, y que se les ha escondido el Esposo, y con
razón, pues ellas no se contentan de estarse con Él. Miedo he que
nace de dos cosas: o que ellas no tomaron este estado por solo El,
o que después de tomado no conocen la gran merced que Dios les
ha hecho en escogerlas para Sí y librarlas de estar sujetas a un hom-
bre, que muchas veces les acaba la vida, y plega a Dios no sea tam-
bién el alma” (F 31,46). Y como idea final al terminar la clase, dice:
“Y quien le pareciere áspero, eche la culpa a su falta de espíritu y
no a lo que aquí se guarda, pues personas delicadas y no sanas, por-
que le tienen, con tanta suavidad lo pueden llevar, y váyanse a otro
monasterio, adonde se salvarán conforme a su espíritu” (V 36,29).

5.2. Tema preferido: formar a los “siervos del amor”

Si a Teresa se la conoce, en gran parte se debe a ser maestra y


doctora en oración. Esta la tiene siempre presente en todos sus
escritos. Estos hablan de oración y no puede ser por menos. 1127
veces usa la palabra. Y está siempre presente en su punto de mira.
Todo porque es el camino del que Dios se ha servido para atraerla
hacia sí y enseñarle verdades humanas y divinas. Se ha sentido
como obligada a compartir con otros sus experiencias. Y por eso ha
comenzado por escribir un libro, Vida, para dar cuenta de su “modo
de oración” (V pról). Pero, aprovechando el relato de su historia de

20 DSTJ, voz “Clausura”, 362-363.


TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 53

vocación orante, enseña a orar. A los dos años escribe otro,


Camino, para que el orante dispusiera como de un manual de peda-
gogía de la oración. Le habla del equipaje y entrenamiento que
necesita para no fracasar en el empeño de hacer un camino hacia
Dios. Moradas, como diez años más tarde, es la historia consuma-
da del alma que alcanza la meta.
Pero no se contenta con hablar de oración. Ella tiene una idea a
lo largo de sus libros principales: formar para hacer el camino de la
oración. Y a los que se lo proponen los califica de “siervos del
amor”. Esta es la bonita definición que da a los que se determinan
a “seguir por este camino de oración al que tanto nos amó” (V
11,1). En esta frase se encierra todo un programa de vida que habla
de seguimiento de Cristo. Llegar a ser “sierva del amor” es uno de
sus objetivos. Tiene vocación de servicio: servir a la Iglesia, y con
nada mejor le puede obsequiar que con amor.
Pero es interesante observar que esta maestra de oración fue
autodidacta. Careció de un maestro que la fuese formando: “Yo no
hallé maestro [...] que me entendiese, aunque lo busqué, en veinte
años después de esto que digo, que me hizo harto daño para tornar
muchas veces atrás y aun para del todo perderme” (V 4,7). Cuando
escribe este momento de su vida, afirma sentir “lo mucho que pasó
y el poco socorro que de ninguna parte tenía” (V 8,11). Quizás esto
lo permitió el Señor para que su enseñanza fuese más fruto de la
experiencia sufrida que de la ciencia aprendida de otros. No obsta
esto sin embargo para que también recibiera ayuda de personas y de
libros que le hicieron mucho bien.
“El factor “experiencia”, según indica Tomás Álvarez, es tan
importante en el magisterio teresiano de la oración, que difícilmen-
te se podrá captar su pensamiento o su pedagogía sin haberla segui-
do a ella en los altibajos del camino y en su ascensión final a la ora-
ción contemplativa y mística. Teresa misma tiene clara conciencia
de que es ya interconexión, y por ello se remite constantemente a la
experiencia como fuente de su saber”21.
El haber carecido de maestro fue una experiencia más en su
camino oracional. Todo influyó para que llegara a ser profesora

21 DSTJ, voz “Oración”, 1047.


54 EVARISTO RENEDO

consumada. Hoy, con sus libros, los orantes disponen de una doc-
tora reconocida por la Iglesia en el tema de oración. Nadie puede
decir que “no halló maestro”. Basta con acercarse a Teresa, seguir
sus consignas, o dejar que Teresa se acerque. Su pedagogía no falla,
como ella misma nos dice en los siguientes casos, que no son los
únicos. Alecciona a su padre y en pocos años “estaba muy adelan-
te, que yo alababa mucho al Señor” (V 7,10). “Procuraba que las
personas que trataban conmigo lo tuvieran [tiempo de oración]” (ib
8,3), aunque no la acababan de creer porque su vida no las conven-
cía. Lleva a la oración a “los cinco que al presente nos amamos en
Cristo” (ib 16,7). Enrola en ella a su hermano Lorenzo a su vuelta
de América, en la que hace grandes progresos (cf Ct 172, 177 y
363). Interés especial puso en la formación del grupo de San José
como “siervas del amor”. Las quería así para el fin que anhelaba
conseguir.
La oración era un bien, de gran valor, que a nadie se le negaba,
accesible a todos. Se trataba sólo de amar, porque oración es “tra-
tar de amistad con Dios, estando muchas veces tratando solas con
quien sabemos nos ama” (V 8,5). Y si es un bien, nadie debe pri-
varse de él: “Quien no la ha comenzado, por amor del Señor le
ruego yo no carezca de tanto bien” (ib). “Aunque la tornen a dejar
es gran bien usar algún tiempo de tan gran bien” (ib tít). Y aconse-
ja que “por los males que haga quien la ha comenzado, no la deje”
(ib). Y argumenta: “Si a los que no le sirven [al Señor] [...] les es
tan necesaria [...], los que sirven a Dios y le quieren servir, ¿por qué
lo han de dejar?” (ib 8).
Es un “bien” por diversas razones: porque cambia la vida de
quien ora, porque la va haciendo semejante a la de Cristo y se
aprende a amar a su estilo. Y el estilo de Cristo es “amar sirvien-
do”. Este es el estilo aprendido por Teresa y que ella enseña par-
tiendo desde la oración. No encontró mejor fórmula –sólo tres pala-
bras– para decir mucho y con tanto contenido. Todo un mensaje.
Sólo una vez la usa en sus escritos: Vida, 11,1. A los orantes los lla-
mará más bien “siervos”, “siervas”, “siervos de Dios”, “siervas de
Dios”, “estas sus siervas”... Se detiene en el c. 11 de Vida a expli-
car, y prosigue en los siguientes, en qué se distingue al “siervo del
amor”.
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 55

Por de pronto desaparece todo temor servil y procede con sen-


tido filial. La relación con Dios comienza a ser de amor de hijo
hacia el Padre bueno (V 11,1). Dejará todo para emplearse en el
amor de Dios (ib). Será generoso en el darse hasta quedarse sin
nada (ib, 2). Y determinado a hacer cualquier cosa con tal de alcan-
zar el amor (ib, 4.5). Señor de sí mismo (ib,14). No podrá ser sino
una persona de grandes deseos, con confianza probada, capaz de
determinarse por algo que merece la pena, humilde (ib 13,2)...
Tiene gran interés en enseñar a ser orantes que ofrecen amor.
Por eso señala los peligros que se encuentran en el camino y las
posturas a adoptar para sortearlas. A las carmelitas descalzas
como orantes, es decir: “siervas del amor”, se las conocerá porque
siempre quieren servir en algo (V 21,5); porque no tienen otros
deseos que servir y estar encerradas por Vos (F 31,45); dispuestas
a servir a los siervos de Dios (C 3,2); por su alegría, expresión de
estar contentas. Teme a la monja descontenta (C 13,7; Ct 372,2;
402,9).
El “siervo del amor” comienza a ser propiedad de Cristo, se une
a él en su misión salvadora. De ahí el que avise a la maestra de
novicias que está llamada a “criar almas para que more el Señor”
(Cons XI,16). Esta formación se ha de hacer poco a poco, insis-
tiendo en que no haya “falta en las virtudes” (ib). El ser de Cristo,
para servir amor, es formar para ser esposas del Crucificado.
Advierte, desde Burgos, a la Ana de Jesús, priora del nuevo monas-
terio de Granada, que “mire que cría almas para esposas del
Crucificado, que las crucifique en que no tengan voluntad ni anden
con niñerías: Mire que es principiar en nuevo reino, y que vuestra
reverencia y las demás están obligadas a ir como varones esforza-
dos y no como mujercillas” (Ct 451,9).

5.3. Servir al Señor en santidad

Con lo dicho anteriormente nos hemos acercado a lo que puede


llamarse “frontera” de la formación. Lo que el hombre puede hacer
y lo que no puede alcanzar por su propio esfuerzo. Es donde no
puede llegar la pedagogía humana y comienza la divina. Pero puede
ser posible, observa Edtih Stein, orientar y dirigir la voluntad hacia
56 EVARISTO RENEDO

lo que está más allá de la frontera humana. “Orientar cómo pueda


ascender hasta la altura y cómo quitar del camino los impedimen-
tos”22. Esto está por encima de principios de pedagógicos y de razo-
namientos humanos. Sólo quien lo ha experimentado lo puede
hacer. El resto corre por cuenta del Espíritu, formador de las almas
por dentro.
La Santa de Ávila, desde lo vivido y desde las gracias recibidas,
se convierte en guía segura. Esta misión es quizás la más impor-
tante de toda su tarea formativa. Su trabajo como educadora no
hubiera sido completo de haberse quedado en la parte humana o
incluso en los primeros pasos de la vida espiritual. Estaba llamada
a guiar y dirigir hasta la meta. El cuadro de la nueva carmelita que
ella se pintó en sus deseos, de que habla a principios de Camino, se
hubiera quedado sin terminar. Tenía que darle la última pincelada,
la definitiva. Sólo al terminar de escribir el c. 4º de las Moradas
séptimas puede descansar. Con él termina su papel de educadora.
Ha ayudado, marcado la pauta a seguir e indicado el camino segu-
ro para conseguir el objetivo que se había propuesto. Sólo le resta
entregar a sus hijas el libro, para que sirviese de orientación a las
de entonces y a las de ahora. Al ponerlo en sus manos, les dice: “Os
será consuelo deleitaros en este castillo interior, pues sin licencia de
las superioras podéis entrar y pasearos por él a cualquier hora” (M,
conclusión).

5.4. Santidad y servicio a la Iglesia

Tiene claro que tanto más podrá servir a la Iglesia cuanto más
se adentre en el Castillo interior. Todo depende de la santidad. Y
ésta Dios se la concede a quienes se dejan hacer por el Espíritu. No
es alcanzable por el esfuerzo de la propia voluntad, pero sí contri-
buye la respuesta del hombre. Teresa no lo pone difícil. Dirá que “la
perfección verdadera es amor de Dios y del prójimo, y cuanto con
más perfección guardáremos estos dos mandamientos, seremos
más perfectas” (M1,2,17). “Toda nuestra regla y Constituciones no
sirven de otra cosa sino de medios para guardar esto [amor de Dios
y del prójimo] con más perfección” (ib). “Estad muy ciertas que en

22 Obras, 79.
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 57

esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el


camino espiritual” (M2,1,8).
Necesitaba contar toda su experiencia para dejar claro que
nadie puede sentirse excluido de estar llamado a llegar a la meta de
la vida cristiana: la santidad. En el último c. de las Moradas es
donde se siente más en la Iglesia y para la Iglesia. Es decir, para ser-
virla en los hombres, hijos de Dios y hermanos entre sí. Pero sir-
viendo al estilo de Cristo, el Siervo de los siervos.
Leyendo los últimos cuatro capítulos de las Moradas produce la
impresión de estar necesitada de acercarse más a sus hijas para
hablarles en la intimidad. Es cuando más se dirige y dialoga con
ellas. Hay un tema que le interesa de modo especial y que desea que
entiendan bien: el alcance eclesiológico de la santidad. Lo deja para
el último capítulo. Yendo a lo concreto de la vida, para que todas
puedan ayudar a la Iglesia como se merece, ofrece las siguientes
consignas, concisas y apretadas, fáciles de retener.
a) Poned los ojos en el Crucificado (M7 4,8). Es como una
resonancia en su corazón el texto de los Hebreos: “Tened fijos los
ojos en Jesús, pionero y consumador de nuestra fe” (Heb 12,2). En
otros momentos las ha invitado a poner los ojos en Cristo para
aprender de él (M1,2,11); o en el esposo, como señal de confianza,
pues “él os ha de sustentar” (C 2,1); o para recorrer pronto el cami-
no y evitar caídas (ib 16,11). Ahora, como recordando que es
“esposa del Crucificado”, invita a “mirar” a Cristo, en plan con-
templativo, como para tomar de inmediato una decisión. Está en la
misma línea de lo que ha dicho en Vida al hablar de Cristo atado a
la columna: “ocupar el entendimiento en que mire que le mira, y le
acompañe y hable y pida y se humille y regale con él y acuerde que
no merecía estar allí” (V 13,22).
Desde la cruz Cristo induce a ser contemplado para aprender la
gran lección del amor. Teresa argumenta: “Si Su Majestad nos mos-
tró el amor con tan espantables obras y tormentos, ¿cómo queréis
contentarle con sólo palabras? ¿Sabéis que es ser espirituales de
veras? Hacerse esclavos de Dios, a quien, señalados con su hierro
que es la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad, los pueda
vender por esclavos de todo el mundo, como El lo fue; que no les
hace ningún agravio ni pequeña merced. Y si a esto no se determi-
58 EVARISTO RENEDO

nan, no hayan miedo que aprovechen mucho, porque todo este edi-
ficio [...] es su cimiento humildad; y si no hay ésta muy de veras,
aun por vuestro bien no querrá el Señor subirle muy alto, porque no
dé todo en el suelo” (M7,4,8).
b) Procurar virtudes (ib 9). Acaba de decir que el cimiento del
edificio espiritual es la humildad. Ahora resalta la importancia de
las virtudes para no quedarse “enanas”. No se trata de fundamentar
la vida “en rezar y contemplar”, sino de practicar virtudes y que
éstas vayan creciendo, porque “quien no crece, descrece”.
c) Desear y procurar oración (ib 12). Sin perder de vista que
se necesitan fuerzas para servir, recomienda la oración de nuevo.
Un arma que no falla.
d) Que nazcan siempre obras, obras (ib 6.15). No se trata de
querer servir, sino de aprovechar las ocasiones que se presenten
para servir (ib 7). “No hagamos torres sin fundamento, que el Señor
no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se
hacen...” (ib 15). “Obras quiere el Señor” (M5,3,9). “Sed predica-
doras de obras” (C 15,6).
e) Allegar almas a Dios (ib 14). Aquí quería llegar Teresa.
Todo su empeño en formar para la oración, para una vida fraterna
en comunidad, para que cada una de sus hijas llegase a ser tal cual
ella las pensó, estaba dirigido a “allegar almas a Dios”, porque esto
era agrandar la Iglesia y fortalecerla por dentro. Toda obra formati-
va tiene una finalidad que va comprometiendo la vida entera. La de
la carmelita descalza, lo mismo que la de cualquier cristiano, se
dirige a colaborar con Cristo en el misterio de la salvación.
“Allegar” es acercar almas a Dios, para que todas sean Iglesia. En
esto merece la pena gastar la vida.
Y la fuerza para allegar las almas está en la santidad de vida, en
la participación de Dios, no tanto en estar pendientes de las obras
de Dios. Recuerda para dar fuerza a su pensamiento el texto pauli-
no: “El que se arrima o allega a Dios, hácese un espíritu con Él”
(1Cor 6,17; M7,2,5). El hambre de Dios produce también hambre
de almas (cf M7,4,11), porque los tesoros de Dios hay que invertir-
los en bien de los hombres y servicio de la Iglesia. No son de pro-
pia cosecha o para adorno personal; sino dones gratuitos para
embellecer la obra de Cristo.
TERESA DE JESÚS, MAESTRA Y FORMADORA 59

Esta hambre quiere que la padezca también la carmelita descal-


za. “Siempre procuraba con las hermanas hiciesen lo mismo y se
aficionasen al bien de las almas y servicio de la Iglesia” (F 1,6).
Estos eran sus deseos. Pero tiene cierta duda cuando está escribien-
do el último capítulo de las Moradas séptimas. Piensa que quieren
preguntarle por la forma de allegar almas a Dios; no duda que lo
harían con mucho gusto, pero que mal lo pueden hacer si se le impi-
de enseñar y predicar. Antes de darles la respuesta, les remite a
otros lugares (Camino, 1-3 y Conceptos, 7). Su respuesta es clara y
centrada en la realidad de cada día:
“Dejado que en la oración ayudaréis mucho, no queráis aprove-
char a todo el mundo, sino a las que están en vuestra compañía, y
así será mayor la obra, porque estáis a ellas más obligada. ¿Pensáis
que es poca ganancia que sea vuestra humildad tan grande, y mor-
tificación, y el servir a todas, y una gran caridad con ellas, y un
amor del Señor, que ese fuego las encienda a todas, y con las demás
virtudes siempre las andéis despertando? No será sino mucha, y
muy agradable servicio al Señor, y con esto que ponéis por obra -
que podéis-, entenderá Su Majestad que haríais mucho más; y así
os dará premio como si le ganaseis muchas”.
De nuevo piensa que la quieren como rebatir, diciéndole que
“todas son buenas”. Su respuesta es contundente, con cierto sabor
paulino (cf 1Tes 4,9-10): “Mientras fueren mejores, más agradables
serán sus alabanzas al Señor y más aprovechará su oración a los
prójimos” (M7,4,14.15).
Para ella “allegar almas a Dios”, “servir a la Iglesia” resulta fácil:
basta con hacer bien lo que se hace, es decir, hacerlo por amor gra-
tuito a Dios y al hermano. Pero desde la vida de cada día, “en cosas
aun menudas, y no haciendo caso de unas muy grandes, que así por
junto vienen en la oración, de parecer que haremos y aconteceremos
por los prójimos y por sola un alma que se salve; porque si no vienen
después conformes las obras, no hay para qué creer que lo haremos”
(M5,3,9). “No hagamos torres sin fundamento” (M7,4,15).
Ya en el epílogo, les suplica tres cosas cuando lean Castillo
interior: “alabéis mucho a Su Majestad, y le pidáis el aumento de
la Iglesia y luz para los luteranos, y para mí, que me perdone mis
pecados, y me saque de purgatorio, que allá estaré quizá, por la
misericordia de Dios, cuando esto os diere a leer”.
60 EVARISTO RENEDO

Conclusión

Como conclusión de todo, está bien terminar con las mismas


palabras de Edith Stein ultima también su estudio: “El maravilloso
trabajo de formación de nuestra santa Madre no ha terminado con
su muerte. Su influjo llega más allá de las fronteras de su pueblo y
de su Orden; tampoco permanece encerrado en la Iglesia, sino que
influye también en los que están fuera. La fuerza de su lenguaje, la
veracidad y naturalidad de su estilo abren a los corazones y los
introducen en la vida divina. El número de aquellos que le deben y
agradecen el camino hacia la luz, se conocerá en el día final”23.

Bibliografía:
ÁLVAREZ, TOMÁS: EstTer, vol. III. Edit. Monte Carmelo, Burgos,
1996. Estudios sobre: Oración, camino hacia Dios, pp. 47-101;
Santa Teresa y la Iglesia, pp. 211-286; Santa Teresa, maestra de
vida espiritual, pp. 333-351; Renovación religiosa: ¿Ruptura o
continuidad?, pp. 405-415; Somos hijos de la Iglesia”, pp. 417-
431. Son prácticos para conocer el estilo teresiano de forma-
ción, el mismo autor, editados en Burgos, Monte Carmelo: Paso
a paso. Leyendo con Teresa su Camino de Perfección. 1995,
311 pp. Guía al castillo interior. Lectura espiritual de las
Moradas. 2000, 314 pp.
BARRENA SÁNCHEZ, JESÚS, Teresa de Jesús, una mujer educadora,
Ávila, 2000, 456 pp.
— Educar en valores. Aproximación a la pedagogía de Teresa de
Jesús. Edit. Monte Carmelo, Burgos, 2002, 222 pp.
EFRÉN DE LA MADRE DE DIOS, La presencia formadora de nuestra
madre Teresa, en Santa Teresa formadora de Carmelitas. Edit.
en Alcalá de Henares, 1996.
HERRAIZ GARCÍA, M., Santa Teresa educadora. Formación y peda-
gogía de la vida espiritual, en Vida Religiosa, 52(1982)102-
111.
MURILLO, JESÚS: DSTJ, voz “Comunidad”, pp. 366-381.

23 Ib, 86.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 61

LA “LLAMA DE AMOR VIVA”


REVISADA

Eulogio Pacho

En una entrega anterior queda ilustrado cómo la segunda escri-


tura de esta obra sanjuanista supuso una revisión más amplia y
extensa de la primera de cuanto suele creerse y escribirse1. No apor-
tó alteraciones tan perceptibles materialmente como las del segun-
do Cántico, pero, en lo que al texto global se refiere, fue más cons-
tante y meticulosa, hasta no respetar más que contadas páginas.
El trabajo continuado y regular de la revisión consistió en reto-
car gramatical y literariamente palabras, frases y periodos con
intento de aclarar, ampliar o recortar lo escrito en el texto primero.
Hasta las alteraciones más insignificantes suelen tener un sentido
concreto con respecto a las ideas expuestas. Raramente los retoques
se limitan al acicalamiento literario. Para el revisor era cuestión de
conceptos, no de palabras o de retórica. Conviene, no obstante,
reaccionar contra la opinión divulgada por Jean Baruzi y repetida
cansinamente por sus secuaces de que la primera redacción, por
más espontánea, es literariamente superior en todo a la segunda2.
Está documentada históricamente la precipitación con que Juan de
la Cruz cumplió su promesa de comentar el poema, rematando el
escrito en unos quince días y en medio de sus muchas ocupaciones
de Vicario provincial.

1 Véase el estudio anterior “Llama de amor viva”. Del “borrador” al “lim-


pio”. Proceso de integración, en Monte Carmelo 109 (2001) 685-720. Estas pági-
nas son continuación del mismo.
2 Véase el artículo citado en la nota anterior, p. 690.
62 EULOGIO PACHO

La espontaneidad y la precipitación de la primera composición


se comprueban fácilmente en párrafos oscuros, de sintaxis enreve-
sada, con incisos y paréntesis que dificultan la comprensión del
pensamiento. La labor de revisión consistió, en buena parte, en
aclarar textos redaccionalmente confusos. Lo que la LlB perdió en
espontaneidad y calor, lo ganó en claridad y lógica. Como prueba
de estas afirmaciones puede realizarse un repaso atento de los tex-
tos confrontados más adelante en estas páginas3.
El alcance doctrinal de las alteraciones tiene consistencia mate-
rial muy diversa y variada, pero en su aspecto formal pueden esta-
blecerse con notable aproximación a la realidad diversas categorí-
as de retoques y revisiones.
* El cotejo de ambas escrituras descubre diferencias o cambios
muy leves que no alteran apenas el primer texto; pueden tener su
origen en la misma trayectoria textual de la obra, por cuanto caben
dentro de los accidentes de copia, aunque tampoco se excluye una
modificación intencionada por parte del autor.
* De tipología más definida es otra serie de retoques también
ligeros y de índole más literaria que doctrinal. Pueden afectar a
párrafos enteros sin que se altere sensiblemente el contenido de los
mismos; no se modifica el pensamiento.
* No siempre es fácil establecer criterios claros de distinción
entre esas modificaciones y otras que revelan manifiesta intención
doctrinal, aunque su alcance resulte modesto en el conjunto de la
obra y en el contexto inmediato.
* En la graduatoria de los cambios ocupan el puesto más des-
tacado las modificaciones que afectan claramente al contenido del
texto primitivo, introduciendo en él matices, recortes, ampliacio-
nes, e incluso alteraciones de mayor o menor alcance.
Un recuento exhaustivo de cada una de estas categorías obliga-
ría a reproducir aquí casi integralmente ambas escrituras. Se impo-
ne por fuerza una selección suficientemente ilustrativa de los crite-
rios y procedimientos seguidos por Juan de la Cruz en la revisión

3 Aunque en el análisis comparativo de ambas redacciones no se atiende


aquí directamente al aspecto literario de la obra, los textos copiados y confrontados
permiten al lector interesado completar por su cuenta esa faceta.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 63

de su última obra. Es lo que se ofrece a continuación, presentando


las modificaciones de la LlB según el orden apuntado en la escala
de los diversos retoques4.
Antes de pasar a la comparación particularizada conviene tener
a la vista el cuadro general de las variaciones introducidas por la
segunda redacción. Las que corresponden a textos añadidos a la pri-
mera y las que afectan a textos suprimidos de la misma han sido
comentadas en la primera parte de este trabajo. Las demás se reco-
gen en los siguientes apartados:

1. Párrafos o números marginales idénticos en ambas redaccio-


nes

Canción 2ª : 15, 21, 22, 23, 32.


Canción 3ª : 18, 19, 20,21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28,51, 52, 54,
58, 72, 84 y 85.
Canción 4ª : 1, 2, 3, 5, 6, 7, 9, 11, 13.

2. Diferencias dudosas o de simple copia, textuales

Canción 2ª : 1, 17, 30, 32, 34, 35, etc.


Canción 3ª : 7, 25, 27, 29, 32, 33, 34, 51, 55, 58, 65, 72, 78, 84,
etc.
Canción 4ª : 3, 4, 5, 6, 8, 10, 11, 12, 13, etc.

3. Retoques redaccionales ligeros, sin incidencia doctrinal

Canción 2ª : 1, 4, 5, 8, 11, 12, 15, 26, 33.

4 En cada categoría se adopta el método de presentación juzgado más claro


y sencillo en consonancia con el tenor de las diferencias entre ambas escrituras
(LlA y LlB). Cualquier sistema que seleccione y aisle frases y periodos resulta ine-
vitablemente arbitrario, ya que rompe de alguna manera la continuidad de los dos
textos comparados. Se impone, no obstante, la localización material de los frag-
mentos confrontados para que el lector pueda individuarlos. Como se indicó ya en
la entrega anterior, la numeración marginal del comentario a las cuatro estrofas no
corresponde siempre con la de las ediciones más corrientes, sino a la adoptada en
la nueva edición crítica en preparación. En las tablas comparativas se señalan el
número marginal correspondiente y las líneas que ocupa cada texto confrontado.
64 EULOGIO PACHO

Canción 3ª : 6, 7, 10, 16, 17, 35, 37, 39, 40, 41, 42, 50, 55, 57,
60, 61, 65, 70, 73, 80, 81, 82, 83.
Canción 4ª : 8, 15, 16.

4. Retoques redaccionales con aclaraciones explicativas


Canción 2ª : 4, 6, 7, 9, 13, 14, 16, 17, 18, 19, 25, 27, 28, 29, 30,
31, 34, 36.
Canción 3ª : 1, 2, 3, 4, 8, 9, 11, 12, 13, 15, 29, 30, 31, 32, 34,
36, 38, 42, 43, 44, 47, 53, 56, 59, 62, 63, 64, 66, 67, 68, 69, 71,
74, 75, 76, 77, 78, 81, 82, 83.
Canción 4ª : 10, 14, 17.

5. Retoques que suponen alteración de sentido o contenido:

Canción 2ª : 2, 10, 14, 16, 20, 24, 25.


Canción 3ª : 5, 14, 45-46, 48, 68, 79.
Canción 4ª : ninguno.

1. Alteraciones dudosas o simplemente textuales

A tenor de lo indicado, se trata de diferencias tan insignifican-


tes e indefinidas entre ambas redacciones que pueden explicarse
por el proceso de transmisión textual, aunque también cabe una
intervención del autor preocupado por corregir detalles del “borra-
dor” o primera escritura. La celeridad con que se realizó ésta, según
los testimonios históricos, dejaba amplio margen a la revisión en
caso de una relectura pausada por parte fray Juan. La copia sanlu-
queña del CA ilustra la postura sanjuanista en el trance de corregir
y revisar sus páginas. Llega en ocasiones hasta la corrección mate-
rial de una letra.
La posibilidad de reducir los ejemplos que siguen a variantes
textuales, sin ulteriores implicaciones de redacción, se apoya en la
interferencia existente entre manuscritos de las dos redacciones y
en la dificultad de establecer en cada una de ellas el texto seguro o
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 65

definitivo, como demuestran las preferencias de los editores5. La


presencia aquí de tales diferencias no prejuzga su naturaleza de
cambio intencionado o de accidente de copia. Por eso mismo, no
exigen comentario alguno. Puede suplirlo fácilmente el lector inte-
resado.

CANCIÓN 1ª

– y hacer om. (1, 26)


– habrá (hecho)] había (3, 47)
– y le] que le (6, 98)
– no hay cosa / ya inv. (8, 108)
– que (hiere) om. (9, 139)
– toda add. ella (10, 146)
– tienen] tiene (11, 155)
– contrario add. y violento (11, 157)
– Dios / es inv. (12, 165)
– en (declarar)] el (18, 230)
– habremos de detenernos un poquito] habemos de detener
algún tanto (18, 230)
– glorificando, es ... purgando] glorificándola ... purgándola es
(19, 238)
– que aunque] porque aunque (19, 247)
– por] con (21, 268)
– hizo cerco de muro en derredor] cercóme en derredor (21,
270)
– a (muertos) om. (21, 272)
– en mi derredor] en derredor de mí (21, 272)
– cercóme] cerróme (21, 275)
– y (la intensión) om. (25, 341)
– y cuándo según la voluntad / y cuándo según el entendimien-
to inv. (25, 343)

5 En la lista que sigue se señala a seguido de cada ejemplo el lugar en que


se encuentra indicando el número marginal y la línea en que se localiza según los
datos de la edición crítica en preparación. Los números marginales coinciden
(incluso para la LlA) con los mantenidos en la LlB por las ediciones corrientes. En
el lema se copia el texto de la primera redacción (LlA) y a seguido se específica su
relación en la segunda (LlB) sin necesidad de repetir en cada caso ambas siglas.
66 EULOGIO PACHO

– ya (desfallecer) om. (26, 356)


– vista / beatífica inv. (27, 366)
– de hijo de Dios] de hijos de Dios (1, 373)
– por amor om. (29, 422)
– como habemos dicho arriba] que arriba hemos dicho (29,
426)
– de ésta] que ésta (29, 429)
– estar] ser (29, 430)
– otras add. dos (29, 432)
– más suave y dulce] muy suave y muy dulce (30, 433-34)
– ser (desatada)] verse (31, 450)
– llámala] llámale (32, 457)
– pide add. aquí (33, 473)
– es más breve y om. (33, 483)
– es mejor el fin de la oración que el principio] el fin de la ora-
ciones mejor que el principio (33, 489)
– la hace] la hacen (34, 504)
– fue trasladado y arrebatado] trasladado; arrebatado fue (34,
511)
– y por eso] por tanto (34, 513)
– por qué add. también (35, 517)
– Santo om. (35, 518)
– en el cual] al cual (35, 528)
– y sabrosos om. (35, 530)
– glorificarla add. presto (35, 532)
– cumplida om. (36, 537)
– cuando] porque (36, 541)
– que viviese] que aun viviese (36, 543)
– y los pasados ímpetus] y si los pasados ímpetus (36, 543)
– delante de ti om. (36, 544)
– razonables] estimadas (36, 550)

CANCIÓN 2ª

– la llama] le llama (1, 20)


– cauterio add. suave (1, 20)
– y el punto de la virtud de ello en el corazón del espíritu] que
nace de aquel punto encendido del corazón del espíritu (11,
138)
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 67

– delgadamente add. y delicadamente (17, 218)


– por lo cual ha de tener en mucho] por lo cual el alma ha de
tener en mucho (30, 378)
– La muerte no es] Porque la muerte no es (32, 406)
– amaba muertamente] amaba baja y muertamente (34, 441)
– de esta manera] de esta suerte (35, 471)
– en vida, ajenada] en vida divina, ajenada (35, 471), etc.

CANCIÓN 3ª

– viéndote] conociéndote (7, 130)


– para estar] para que esté (25, 394)
– habían add. ya (25, 398)
– que buscan] que andan buscando (27, 424)
– aun no puede ya] porque no puede ya (32, 491)
– jugo y hervor] jugo y amor y fervor (33, 496)
– y se ejercite] ni se ejercite (33, 502)
– y no de otro] y no de otra manera (34, 516).
– quedarse hía] quedaríase ya (34, 522).
– muy particular] muy en particular (51, 736)
– que así] y así (51, 748)
– en todas] de todas (51, 750)
– la florecida viña] la flor de la viña (55, 794)
– queja add. el Señor de estas (55, 794)
– quieres poner] que es poner (58, 828).
– te ruego] ruégote (58, 835)
– cuando érades] que érades (65, 957)
– hiciéredes gana] os hiciere desgana (65, 963)
– detrás add. de la catarata (72, 46)
– un entendimiento] el entendimiento (78, 110)
– principales om. (84, 206), etc.

CANCIÓN 4ª

– manso y amoroso inv. (3, 23-24)


– hubiésemos de contar] hubiésemos de ponerlos a contar (4,
32)
– más bien hace] mayor bien hacen (4, 34)
68 EULOGIO PACHO

– sus hombros] su hombro (4, 47)


– naturales] materiales (4, 51)
– y duración en él] duración y fuerza en él (5, 58)
– que add. él (5, 58)
– inmovible] inamovible (6, 70)
– se puede decir] podemos decir (6, 76)
– de Dios add. suyo (10, 133)
– partecita] estila (11, 150)
– tener] sentir (12, 160)
– corromperá] corrompería (12, 162)
– la segunda] sino que la segunda (12, 165)
– David, add. de ella (13, 195)
– mora add. el Amado (14, 212)
– entendimiento add. del hombre (14, 215), etc.

2. Retoques gramaticales o literarios

Son los que no afectan al contenido doctrinal o, si lo hacen, es


de forma muy leve. Por otra parte, van más allá de lo que cabe con-
siderar y tratar como accidentes de copia en el proceso textual que
pasa desde LlA a LlB. Para medir su alcance conviene leer el con-
texto inmediato, anterior y posterior, dado que el contenido con-
ceptual de algunos cambios, que parecen puramente gramaticales,
pueden no serlo. Se presentan gráficamente como en el caso ante-
rior en forma de aparato textual para evidenciar mejor las diferen-
cias.
Queda señalado que no existe norma alguna decisiva para cata-
logar los retoques en esta y en la lista siguiente. Se trata de una
agrupación empírica necesariamente arbitraria y fluctuante, pero
que ofrece ciertas ventajas para captar la variada gama de interven-
ciones de la LlB a la hora de revisar el texto de la primera compo-
sición.
Carece de interés la reproducción completa de todos los casos
reunidos en la lista de ligeras intervenciones que apenas alteran el
texto primitivo. Bastará un breve muestrario seleccionado entre los
números implicados de cada estrofa.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 69

CANCIÓN 1ª

– Limpias que son palabras om. (5, 66)


– Deleitable es cuanto más interior ella es; porque cuanto más
interior es, es más pura y] deleitable, cuanto más interior ella
es; porque cuanto más interior es, es más pura (9, 127)
– aunque son suyos de él, de ella lo son también] aunque son
suyos, de ella lo son (9, 139)
– decir que hiere] decir hiere (9, 140)
– sus potencias add. memoria, entendimiento y voluntad (17,
119)
– en el entendimiento ... en la voluntad] acerca del entendi-
miento ... acerca de la voluntad (20, 254-256)
– porque está el ojo del conocimiento espiritual propio muy
claro] por cuanto el ojo espiritual está muy claro en el cono-
cimiento propio (20, 256-57)
– profunda pobreza y desamparo] desamparo y suma pobreza
(20, 258)
– esquivamente] esquiva (20, 260)
– es de manera el purgatorio que todo encarecimiento se queda
corto; porque es a veces muy poco menos que el purgatorio]
verdaderamente le parece que Dios se ha hecho cruel contra
ella y desabrido. No se puede encarecer lo que el alma pade-
ce en este tiempo, es a saber, muy poco menos que el purga-
torio (20, 263-265)
– y cuándo según la voluntad / y cuándo según el entendi-
miento inv. (25, 343)
– Y por tanto, es como si dijera ... con que te puedo mirar] Esto
es lo que quiere dar a entender cuando dice el alma el pre-
sente verso: pues ya no eres esquiva, que en suma es como si
dijera: pues ya no solamente no me eres oscura como antes,
pues eres la divina luz de mi entendimiento, que te puedo ya
mirar (26, 355-356)
– vista beatífica add. porque esta es la que pide el alma (27,
366)
– estas moriría y se corrompería el natural] estas se corrompe-
ría el natural y moriría (27, 380-81)
– porque la caridad add. como dice san Pablo (27, 369)
70 EULOGIO PACHO

– dice ella om. (28, 396)


– ha pasado / ya inv. (28, 398)
– pasó y desvió] se fue y alejó (28, 399)
– echado sus higos] producido sus frutos (28, 401)
– rompió add. e hizo en el alma (29, 425)
– encuentros add. esquivos (29, 425)
– esta add. que romper (29, 439)
– unión add. de Dios (29, 431)
– de los justos] de los santos (30, 437)
– más breve y más espiritual] más espiritual (33, 483)
– se hacen add. en el alma (33, 487)
– rompa add. luego (34, 504)
– porque sabe allí muy bien] sabe muy bien aquí (34, 505)
– E. Santo llama el alma encuentro] E. le llama encuentro
(35,517)
– y sabores om. (35, 530)
– Y así la canción es como si dijera] Resumiendo, pues, ahora
toda la canción, es como si dijera (36. 534)
– (eterna) cumplida om. (36, 537)
– la flaqueza de mi sentido y espíritu por la mucha flaqueza e
impureza y poca fuerza] mi sentido por la mucha flaqueza e
impureza mía y poca fortaleza (36, 539-541).

CANCIÓN 2ª.

Se localizan en los nn. siguientes: 1, 5, 8, 11, 12, 15, 26, 33.


– la llama cauterio] le llama cauterio suave (1, 20).
– la tercera es dádiva, con que queda muy bien pagada] la ter-
cera es haberla transformado en sí, que es la deuda con que
queda bien pagada. (1, 21-22)
– no os consumiendo, inmensamente os consuma] está cierto
que no consumiéndoos, inmensamente os consuma(5, 64)
– este cauterio y esta llaga es, a mi ver, el más alto] este caute-
rio y esta llaga podemos entender que es el más alto. (8, 103:
– mas hay otras muchas maneras que ni llegan aquí] pero hay
otras muchas maneras de cauterizar Dios al alma que ni lle-
gan aquí (8, 104)
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 71

– fuego de amor y el punto de la virtud de ello en el corazón


del espíritu] fuego de amor que nace de aquel punto encen-
dido del corazón del espíritu. (11, 138)
– valor a la cabeza, según había de ser la sucesión de la casa en
las primicias del] valor a las cabezas en las primicias del
espíritu, según la mayor o menor sucesión que había de tener
su doctrina y espíritu. espíritu (12, 142.143)
– Luego, pues, que tal es la llaga y el cauterio, ¿cuál será la
mano que entiende en esta obra y cuál el toque que la causa?.
El alma lo muestra, exagerándolo y no declarándolo, en el
verso siguiente, diciendo] Del cauterio y de la llaga basta lo
dicho. Los cuales siendo tales como aquí se ha pintado, ¿cuál
creeremos que será la mano con que se da este cauterio y cuál
el toque?. El alma lo muestra en el verso siguiente, más enca-
reciéndolo que declarándolo, diciendo. (15, 184-187)
– El que no es tentado, ¿qué sabe y qué cosa puede conocer?]
el que no es tentado, ¿qué puede saber?, y el que no es expe-
rimentado pocas cosas (26, 308-309
– En la cual vida, cuando ha llegado a la perfección de unión
con Dios] En la cual vida nueva, que es cuando ha llegado a
esta perfección de unión con Dios. (33, 428-429)
– y sus potencias y las operaciones de ellas, que eran de suyo]
y sus potencias según sus inclinaciones y operaciones, que de
suyo eran. (33, 430).

CANCIÓN 3ª

Se incluyen en esta serie textos correspondientes a los siguien-


tes números: 6, 7, 10, 16, 17, 35, 37, 39, 40, 41, 42, 50, 55, 60, 61,
65, 70, 73, 80, 81, 83. De ellos se seleccionan algunos a título de
ejemplo.
– Tu vientre, que es tu voluntad, diremos que es como el mon-
tón de trigo] Tu vientre, que es tu voluntad, es, como la
Esposa, semejante al montón de trigo (7, 131-132)
– Porque estas hijas, que son estas virtudes, de la fragancia de
sus especias aromáticas] Porque éstas son las hijas del rey
que dice David que te deleitaron con la mirra y en ámbar y
las demás especias aromáticas (7, 135-136)
72 EULOGIO PACHO

– y aun de tu cuerpo, porque se cumpla también el dicho] y aun


de tu cuerpo, hecha todo un paraíso de regadío divino, por-
que se cumpla también el dicho (7, 140-141)
– Porque estos movimientos o vibramientos son los juegos y
fiestas alegres] Porque estos movimientos y llamaradas son
los juegos y fiestas alegres (10, 194-195)
– que son admirables noticias de sabiduría, y sintiendo aquel
sonido] que son las noticias divinas y resplandores de virtu-
des, y sintiendo (16, 268)
– se quede libre para lo que entonces la quieren] se quede libre
para lo que entonces la quisiere el Señor (35, 548)
– escucha espiritual, lo cual siempre viene con algún absorbi-
miento interior] escucha espiritual, lo cual, para que lo
entienda, siempre que acaece es con algún sosiego pacífico y
absorbimiento interior (35, 550-551)
– Estos bienes, pues, y estas grandes riquezas, estas subidas
unciones y matices del Espíritu Santo que, por su delicadez y
sutil pureza] Estas unciones, pues, y matices tan delicados y
subidos del Espíritu Santo, que, por su delgadez y por su sutil
pureza (41, 607-609)
– Deben, pues, estos tales dar libertad a estas almas, y están
obligados a dejarlas ir a otros y mostrarles buen rostro]
Deben, pues, los maestros espirituales dar libertad a las
almas, y están obligados a mostrarles buen rostro cuando
ellas quisieren buscar mejoría. (61, 862-863)
– Por dos cosas puede el ojo dejar de ver: o porque está a oscu-
ras, o porque está ciego: B Conviene saber, antes que Dios,
esclareciese y alumbrase, como está dicho. Para inteligencia
de lo cual es de saber que por dos cosas puede el sentido de
la vista dejar de ver: o porque está a oscuras, o porque está
ciego (70, 2-3b)
– como lo da a entender el sabio, diciendo: El hechizo de la
vanidad oscurece los bienes, y la inconstancia del apetito
trastrueca el sentido que aun no sabe de malicia] lo cual da
bien a entender el Sabio por estas palabras, diciendo: el enga-
ño de la vanidad oscurece los bienes, y la inconstancia de la
concupiscencia trastorna el sentido sin malicia, es a saber, el
buen juicio (73, 62-64b)
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 73

– ver que da a Dios más que ella en sí vale, dando con tanta
liberalidad a Dios a sí mismo como cosa suya, con aquella
luz divina y calor de amor que se lo dan] ver que da a Dios
más que ella en sí es y vale, con aquella misma luz divina y
calor divino que se lo da. (80, 162-165b)

CANCIÓN 4ª

Hasta cierto punto podrían encuadrarse en esta categoría todos


los textos revisados de la última estrofa, pero se aceptan los de reto-
ques más leves, a saber: 8, 15, 16.
– juzgamos a los demás, comenzando de nosotros mismos el
juicio y no de fuera] juzgamos a los demás, saliendo el juicio
y comenzando de nosotros mismos y no de fuera (8, 104-105)
– porque con una motica no inquiete ni remueva el seno del
Amado] porque aun con la más mínima motica o bullicio no
inquiete ni revuelva el seno del Amado (15, 224-225)
– no está, por cuanto aun no están bien dispuestas para ella,
mora secreto en su alma] no está desagradado, porque, en fin,
están en gracia, pero por cuanto aún no están bien dispuestas,
aunque mora en ellas, mora secreto para ellas (16, 232-233)

3. Aclaraciones que afectan al contenido

Se trata de modificaciones del texto introducidas con clara


intención de aclarar su sentido, de recortar su alcance o de ampliar
su temática. Literariamente aparecen como paréntesis, incisos,
explicitaciones o glosas, por lo general, de breve extensión mate-
rial, pero que aportan ideas nuevas o matizan las existentes, sin que
estén motivadas por exigencias literarias.
Para evitar malentendidos conviene no olvidar las aclaraciones
adelantadas en el apartado anterior. La gama de retoques en los que
se aprecia intención de aclarar, explicar y ampliar lo escrito en la
primera Llama es muy variada y compleja. La mayor parte de los
textos revisados pertenecen a este grupo. Se trata, por lo general, de
modificaciones que van más allá de la simple composición literaria
o redaccional; persiguen claramente hacer más comprensible la
74 EULOGIO PACHO

doctrina expuesta y razonarla mejor, sin llegar a alterar el conteni-


do de los textos afectados. También aquí se eligen algunos ejem-
plos entre los abundantes números encuadrados en esta categoría.
Para medir mejor su alcance conviene destacar en su presenta-
ción la peculiaridad de cada caso; de ese modo el lector podrá apre-
ciar fácilmente el tenor de modificaciones textuales en apariencia
insignificantes. En la mayoría de los casos, sólo puede apreciarse el
alcance de la modificación operada por la LlB con la visión en
paralelo de LlA. En otros no es necesario este recurso tipográfico;
tampoco son necesarios comentarios explicativos, por lo que se
reducen al mínimo imprescindible.

CANCIÓN 1ª

Afectan los cambios a los nn. siguientes: 12, 17, 18, 19, 25, 26,
27, 28, 29, 30, 31, 36.

– El centro del alma Dios es, * El centro del alma es Dios,


al cual habiendo ella llegado al cual cuando elle hubiere lle-
según ... de su operación, gado según ... de su operación
habrá llegado al último y más e inclinación, habrá llegado al
profundo centro del alma ... último y más profundo centro
fuerzas ame y entienda y goce suyo en Dios ... fuerzas entien-
a Dios. Y cuando no llegue a da, ame y goce a Dios. Y
tanto como esto, cuando no ha llegado a tanto
como esto, cual acaece en esta
vida mortal, en que no puede
el alma llegar a Dios según
todas sus fuerzas, aunque esté
aunque esté en Dios, que es su en este centro, que es Dios,
centro por gracia y comunica- por gracia y comunicación
ción suya, si todavía tiene suya, que con ella tiene, por
movimiento para más y fuer- cuanto todavía tiene movi-
za para más, y no está satisfe- miento y fuerza para más, no
cha, aunque está en el centro, está satisfecha, aunque esté en
no en el más profundo, pues su centro, no empero en el más
puede ir a más (12, 165-172). profundo, pues puede ir al más
profundo en Dios.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 75

Destaca este texto entre los numerosos lugares en que la LlB


trata de diferenciar y distanciar lo que se alcanza en esta vida y lo
que es propio de la bienaventuranza. La mayoría de los incisos aña-
didos tienen ese objetivo, aunque el párrafo está también redactado
con mayor claridad gramatical. No debe olvidarse que el punto
capital que separa ambas redacciones en el aspecto interpretativo
del poema es precisamente este de la confrontación entre la perfec-
ción de esta vida y la superación de la misma en la otra. Se repite,
en menor escala, lo propio de las últimas estrofas del CB.
– Oh encendido amor, que * Oh encendido amor, que con
tiernamente estás glorificán- tus amorosos movimientos
dome con tus amorosos movi- regaladamente estás glorifi-
mientos en la mayor capacidad cándome según la mayor capa-
y fuerza de mi alma, es a cidad y fuerza de mi alma, es a
saber: dándome inteligencia saber: dándome inteligencia
divina según toda la habilidad divina según toda la habilidad
de mi entendimiento, y comu- y capacidad de mi entendi-
nicándome el amor según la miento, y comunicándome el
mayor fuerza de mi voluntad, amor según la mayor fuerza de
y deleitándome en la sustancia mi voluntad, y deleitándome
del alma con la afluencia y en la sustancia de mi alma con
copiosidad de la suavidad de el torrente de tu deleite en
tu divino contacto y junta sus- divino contacto y junta sustan-
tancial, según la mayor pureza cial según la mayor pureza de
de ella y la capacidad de mi mi sustancia y la capacidad y
memoria y anchura. Y esto anchura de mi memoria. Y
acaece así, y más de lo que se esto acaece así, y más de lo
puede y alcanza a decir, al que se puede y alcanza a decir,
tiempo que se levanta esta al tiempo que se levanta en el
llama en el alma (17, 209- alma esta llama de amor.
218).
– esta llama add. de Dios (18, 227): explicitación de la refe-
rencia aludida en el demostrativo “esta”.
– esta llama add. que es el Espíritu Santo (19, 234): aclaración
introducida por el mismo motivo.
– en sí add. y esto llaman los espirituales vía purgativa (19,
243): explicación en la línea esquematizadora de LlB.
76 EULOGIO PACHO

– y a veces] que de ordinario (19, 245): aclaración que preci-


sa mejor el pensamiento del autor.
– y de la parte sensitiva y cómo ... la una y la otra] y la purga-
ción de la parte sensitiva y cómo se conoce cuándo lo es la
una y la otra y a qué tiempo y sazón del camino espiritual
comienza (25, 345-46): aclaración muy concreta para
encuadrar mejor la doctrina de la purificación.
– le es suave, le era antes esquiva] le es suave estando dentro
embestida en ella, le era antes esquiva estando fuera embis-
tiendo en ella (26, 354-56): ampliación y explicación de LlA
para su mejor compresión.
– beatífica vista add. porque esta es la que pide el alma (27,
365): aclaración muy intencionada para repetir la idea insis-
tente de LlB sobre la bienaventuranza todavía en espera y
esperanza aún en lo más alto de la perfección de aquí abajo.
En esa misma línea se colocan los otros retoques de este
párrafo.

– Y por eso, este apetito y la * Y por eso, este apetito y la


petición de él no es aquí con petición de él no es aquí con
pena, pues no está aquí el alma pena, que no está aquí el alma
capaz de ella, sino con gran capaz de tenerla, sino con
suavidad y deleite y conformi- deseo suave y deleitable,
dad racional y sensitiva lo pidiéndolo en conformidad de
pide. Que por eso dice: si quie- espíritu y de sentido, que por
res, porque la voluntad y apeti- eso dice en el verso: acaba ya
to está tan estrecho uno con si quieres, porque está la
Dios, que tiene por gloria que voluntad y apetito tan hecho
se cumpla lo que Dios quiere, uno con Dios, que tiene por su
pero son tales las asomadas de gloria cumplirse lo que Dios
gloria y el amor que se traslu- quiere.
ce quedar por entrar a la
puerta (28, 383-89).

Con los retoques y simplificación del texto, la redacción es más


correcta y la idea central queda más clara. La omisión por LlB de
la frase final de LlA está también motivada para recortar los lími-
tes de lo temporal de cara a la visión beatífica de la gloria.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 77

– Todas estas cosas siente el * Todas estas cosas siente el


alma distintísimamente que le alma y las entiende distinta-
está diciendo el Espíritu Santo mente en subido sentido de
en aquel suave y tierno llame- gloria, que le está mostrando
ar. el Espíritu Santo en aquel
suave y tierno llamear, con
gana de entrarle en aquella
gloria, y por eso, ella aquí
provocada, responde diciendo:
Acaba ya, si quieres; en lo cual
Y por eso ella aquí responde: le pide al Esposo aquellas dos
Acaba ya, si quieres. En lo peticiones que él nos enseñó
cual le pide aquellas dos peti- en el Evangelio, conviene
ciones que él mandó pedir por saber: Adveniat regnum tuum;
san Mateo: Adveniat regnum fiat voluntas tua, y es como si
tuum; fiat voluntas tua; como dijera: acaba ya, es a saber, de
si dijera: acábame de dar ese darme este reino; si quieres,
reino como tú quieres. Y para esto es, según es tu voluntad.
que así sea (28, 405-409). Y para que así sea.

Aunque no añade nuevos conceptos, mejora la redacción, a la


vez que insiste en la persistencia del deseo de la gloria cuando el
alma goza ya de la unión con el Esposo.

– que es la que impide este * la cual tela es la que impide


gran negocio. Porque es fácil este tan grande negocio.
cosa llegar a Dios, quitados Porque es fácil cosa llegar a
los impedimentos y telas que Dios, quitados los impedimen-
dividen. Las cuales se reducen tos y rompidas las telas que
a tres, que se han de romper dividen la junta entre el alma
para poseer a Dios perfecta- y Dios. Las telas que pueden
mente, impedir esta junta y que se han
de romper para que se haga y
posea perfectamente el alma a
Dios, podemos decir que son
conviene a saber: temporal, en tres, conviene a saber: tempo-
que se comprende toda criatu- ral, en que se comprenden
ra; natural, en que se compren- todas las criaturas; natural, en
den las operaciones e inclina- que se comprenden las opera-
78 EULOGIO PACHO

ciones puramente naturales; y ciones e inclinaciones pura-


sensitiva, en que sólo se com- mente naturales; la tercera
prende la unión del alma en el sensitiva, en que sólo se com-
cuerpo ... prende la unión del alma con
el cuerpo, que es vida sensiti-
va y animal ... Las dos prime-
Las dos primeras telas ... ope-
ras ... operaciones del alma de
raciones del alma hechas divi-
naturales ya hechas divinas.
nas. Todo lo cual se rompió
Todo lo cual se rompió e hizo
por los encuentros de esta
en el alma por los encuentros
llama cuando era esquiva ...
esquivos de esta llama cuando
dos telas y unirse, como aquí
era esquiva ... dos telas y de
está ... de ésta ...
ahí viene a unirse con Dios,
como aquí está ... que esta que
rigurosa y esquivamente, romper ... rigurosamente
como a las otras hacía (29, como las otras dos hacía.
412-432).

Los numerosos incisos añadidos al texto primitivo y las ligeras


alteraciones del mismo no hacen otra cosa que volverlo más claro
y comprensible. Se modifica ligeramente el sentido con las matiza-
ciones aportadas por LlB.

– más que les fue toda la vida; * más que les fue la vida espi-
porque mueren con ímpetus y ritual toda su vida, pues que
encuentros sabrosos de amor, mueren con más subidos
ímpetus y encuentros sabrosos
como el cisne, que canta más de amor, siendo ellas como el
dulcemente cuando se quiere cisne, que canta más suave-
morir y se muere (29, 434-36). mente cuando se muere.

Aunque tampoco aquí se cambian las ideas o se añaden nuevos


conceptos, se aclara el sentido de las frases y alguna expresión poco
exacta como el “quiere morir”; al mismo tiempo se introducen ple-
onasmos innecesarios como “les fue la vida ... toda su vida”.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 79

– que la muerte de los justos es * que era preciosa la muerte


preciosa, de los santos en el acatamien-
porque allí van a entrar los to de Dios, porque aquí vienen
ríos del amor del alma en la en uno a juntarse todas las
mar, y están allí tan anchos y riquezas del alma y van allí a
represados, que parecen ya entrar los ríos del amor del
mares; juntándose allí lo pri- alma en la mar, los cuales
mero y lo postrero, están allí tan anchos y represa-
dos que parecen ya mares; jun-
tándose lo primero y lo postre-
ro de sus tesoros, para acom-
para acompañar al justo que va pañar al justo que va y parte
y parte a su reino, oyéndose para su reino, oyéndose ya las
las alabanzas de los fines de la alabanzas desde los fines de la
tierra, que son gloria del justo tierra, que, como dice Isaías,
(30, 437-441). son gloria del justo.

Los reajustes textuales de LlB se limitan a clarificar algunas


ideas y a recoger mejor la letra de las citas bíblicas.

– Y sintiéndose el alma en esta * Sintiéndose, pues, el alma a


sazón en estos gloriosos la sazón de estos gloriosos
encuentros, tan al canto de encuentros tan al canto de salir
salir en abundancias a poseer a poseer acabada y perfecta-
el reino acabadamente, porque mente su reino, en las abun-
se ve pura y rica y dispuesta dancias que se ve estar enri-
para ello, porque en este esta- quecida, porque aquí se cono-
do déjales Dios ver su hermo- ce pura y rica y llena de virtu-
sura, y fíales los dones y virtu- des y dispuesta para ello; por-
des que les ha dado, que en este estado deja Dios al
porque todo se les vuelve en alma ver su hermosura y fíale
amor y alabanzas los dones y virtudes que le ha
dado, porque todo se le vuelve
en amor y alabanzas, sin toque
de presunción ni vanidad, no
no habiendo ya levadura que habiendo ya levadura de
corrompa la masa (31, 442- imperfección que corrompa la
47). masa.
80 EULOGIO PACHO

Con el cambio del sujeto plural al singular –el alma– se atenúa


la oscuridad redaccional de todo este periodo; los incisos sobre la
falta de presunción y de imperfecciones perfilan mejor el alcance
de las afirmaciones centrales.
– en que penaba la flaqueza de mi sentido y espíritu por la
mucha flaqueza e impureza y poca fuerza de amor que tenía]
en que penaba mi sentido y espíritu por la mucha flaqueza e
impureza mía y poca fortaleza de amor que tenía (36, 539-40).
– no eran bastantes delante de ti, porque no eran de tanta sus-
tancia] no eran bastantes, porque no eran de tanta calidad
para alcanzarlo (36, 543-44).
– tus ojos más válidas y razonables mis peticiones que salen de
ti y tú las quieres] ojos más válidas y estimadas mis peticio-
nes, pues salen de ti y tú me mueves a ellas (36, 550-51).

CANCIÓN 2ª

Se consideran afectados por retoques de este tenor los números:


3, 6, 7, 9, 13, 14, 17, 18, 19, 25, 27, 28, 29, 31, 34, 36. A ellos per-
tenecen las muestras que siguen.
– que el fuego de una raspa de * que el fuego de acá una
lino, no consuma y acabe los raspa de lino, no consuma y
espíritus en que arde, acabe el alma en quien arde de
esta manera, ni menos le de
sino que, a la medida de su pesadumbre alguna, sino que
fuerza y ardor, los deleite y antes a la medida de la fuerza
endiose ardiendo en ellos sua- de amor, la endiosa y deleita,
vemente (3, 45-47). abrasando y ardiendo en él
suavemente.

– Porque en este caso, el que * Y en esta manera se entien-


está más llagado está más de la llaga que aquí habla el
sano; y el que todo llagado, alma, toda llagada y toda sana.
todo sano. Y no por eso, por- Y porque, aunque está toda
que esté el alma ya toda llaga- llagada y toda sana, el cauterio
da y toda sana, deja el cauterio de amor no deja de hacer su
de hacer su oficio, que es herir oficio, que es tocar y herir de
de amor (7, 85-89). amor.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 81

– Y si tú no has querido armar * Y si tú no has querido dejar


guerra contra la paz y gusto de de conservar la paz y gusto de
tu tierra, que es tu sensualidad, tu tierra, que es tu sensuali-
sino que te quieres estar quie- dad, no queriendo armar gue-
ro y consolado en ella, ¿qué rra ni contradecirla en algu-
harás en la soberbia del na cosa, ¿cómo querrías
Jordán, esto es, cómo llevarías entrar en las impetuosas
las impetuosas aguas de tribu- aguas de tribulaciones y tra-
laciones y trabajos de espíritu, bajos de espíritu, que son de
que son de más adentro? (27, más adentro?
330-334).

– Así hace Dios a los que * De la misma manera lo hace


quiere aventajar según la ven- Dios con los que quiere aven-
taja más principal, que los tajar según la ventaja princi-
hace tentar hasta donde se pal, que los hace y deja tentar
puede llegar, para endiosarlos para levantarlos todo lo que
en todo lo que se pueden puede ser, que es llegar a la
endiosar, dándoles la unión en unión con la Sabiduría divina.
su Sabiduría, que es el más
alto estado (29, 356-359).

– De toda deuda queda muy * En lo cual no solamente


bien pagada, muertos ya sus queda pagada, mas aun que-
enemigos de los apetitos que dan muertos los judíos sus
le andaban queriendo quitar la enemigos, que son los apetitos
vida, y ya viviendo en Dios imperfectos que le andaban
(31, 403-405). quitando la vida espiritual, en
que ella vive según sus poten-
cias y apetitos.

– movida del Espíritu Santo, * movida por la fuerza del


en que vive, porque la de él y Espíritu Santo, en que ya vive
la de ella solamente es una vida de amor, porque por
voluntad (34, 443-444). medio de esta unión, la volun-
tad de él y la de ella ya sólo es
una voluntad.
82 EULOGIO PACHO

CANCIÓN 3ª

Abundan en esta estrofa los textos retocados en la línea redac-


cional con ampliación y clarificación del pensamiento formulado en
la primera escritura. De ese tenor son los números: 1, 2, 3, 4, 8, 9, 11,
12, 13, 15, 29, 30, 31, 32, 34, 36, 38, 42, 43, 47, 53, 56, 59, 62, 63,
64, 66, 67, 68, 69, 71, 74, 75, 76, 77, 78, 81, 82, 83. La secuencia
numérica tan constante identifica con bastante precisión los bloques
caracterizados por un tipo de retoques correspondientes a una recom-
posición del texto primitivo. Se proponen sólo algunas muestras.

– de aquí es que cada uno de * de aquí es que cada uno de


esos atributos (que, como estos innumerables atributos
decimos, son innumerables) y luzca y dé calor como Dios, y
virtudes suyas luzca y arda así cada uno de estos atribu-
como Dios (2, 40-41). tos es una lámpara que luce al
alma y da calor de amor.

– Y así, según estas noticias * Y por cuanto en un solo


que el alma tiene allí de Dios acto de esta unión recibe el
distintas, en un solo acto, alma las noticias de estos atri-
actualmente le es al alma el butos, juntamente le es al alma
mismo Dios muchas lámparas, el mismo Dios muchas lámpa-
que distintamente le lucen al ras, que distintamente la lucen
alma, pues de cada una tiene y dan calor, pues de cada una
noticia y le dan calor de amor tiene distinta noticia y de ella
(3, 42-45). es inflamada de amor.

– verdad y rectitud de Dios, * verdad y rectitud de Dios,


que fue altísimo conocimiento que fue altísimo conocimiento
de Dios. Y porque, según el
conocimiento, fue también el
amor que se le comunicó, fue
y subidísimo deleite de amor subidísimo el deleite de amor
(4, 87-88). y fruición que allí tuvo.

* Para entender bien cómo sea


este hacimiento de sombra de
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 83

– En lo cual es que notar Dios u obumbramiento de res-


plandores, que todo es uno, es
que cada cosa tiene y hace la de saber que cada cosa tiene y
sombra como tiene la propie- hace sombra conforme al talle
dad y el talle. Si la cosa es y propiedad de la misma cosa.
condensa y opaca, hará som- Si la cosa es opaca y oscura,
bre oscura y condensa; y si es hace sombre oscura; y si la
más rara y clara, hará sombra cosa es clara y sutil, hace la
más clara, como es de ver en sombra clara y sutil; y así, la
el madero y en el cristal que, sombra de una tiniebla será
porque el uno es opaco, la otra tiniebla al talle de aque-
hace oscura y porque el otro es lla tiniebla, y la sombra de
claro, la hace clara (13, 228- una luz será otra luz al talle de
233). aquella luz.

– haga actos interiores y se * haga actos interiores y se


aproveche del fuego y hervor aproveche del sabor y jugo
espiritual sensitivo, porque así sensitivo en las cosas espiri-
le conviene para habituar los tuales, porque, cebando el
sentidos y apetitos a cosas espíritu con sabor de las cosas
buenas y, cebándolos con este espirituales, se desarraigue
sabor, se desarraigan del siglo del sabor de las cosas sensua-
(32, 470-474). les y desfallezca a las cosas
del siglo.

– Y así no ha de estar asida a * De donde el alma no ha de


nada: ni a cosa de meditación, estar asida a nada: no a ejerci-
ni a sabor, ahora sensitivo cio de meditación, no a sabor
ahora espiritual; porque alguno, ahora sea sensitivo
requiere el espíritu tan libre y ahora espiritual, no a otras
aniquilado, que cualquier cosa cualesquier aprehensiones,
que el alma entonces quisiese porque se requiere el espíritu
hacer de pensamiento o dis- tan libre y aniquilado acerca
curso o gusto a que se quiera de todo, que cualquier cosa de
arrimar, le impediría (34, 535- pensamiento o discurso o
540). gusto a que entonces el alma
se quiera arrimar, la impediría.
84 EULOGIO PACHO

– comenzado a entrar en este comenzando a entrar en este


sencillo y ocioso estado de sencillo y ocioso estado de
contemplación, contemplación, que acaece
cuando ya no puede meditar
no ha de querer el alma traer ni acierta a hacerlo, no ha de
delante de sí meditaciones (36, querer traer delante de sí
553-554). meditaciones.

– Y aquí es grande lástima * Y aquí es grande lástima


que, no entendiéndose, por que, no entendiéndose el
comer ella un bocadillo, alma, por comer ella un boca-
dillo de noticia particular o
se quita que la coma Dios a jugo, se quita que la coma
ella toda, Dios a ella toda, porque así lo
hace Dios en aquella soledad
en que la pone, porque la
absorbe en sí por medio de
absorbiéndola en unciones de aquellas unciones espirituales
su paladar espirituales y soli- solitarias.
tarias (63, 908-911).

– Y así, cuando tú, de tuyo, * Y así, cuando tú, de tuyo,


quieres tener apetito de Dios,
no es más que apetito natural,
ni será más hasta que Dios le
quiera informar sobrenatural-
mente. De donde, cuando tú,
te quieres pegar a los gustos de tuyo, quieres apegar el ape-
espirituales y ejercitas el ape- tito a las cosas espirituales, y
tito tuyo y natural, te quieres asir al sabor de
ellas, ejercitas el apetito tuyo
natural, y entonces cataratas
cataratas pones y eres animal pones en el ojo y animal eres.
y no podrás entender ni juzgar Y así no podrás entender ni
lo espiritual, que es sobre todo juzgar de lo espiritual, que es
sentido y apetito natural (75, sobre todo sentido y apetito
84-87b). natural.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 85

– Y en esto paga todo lo que * En lo cual paga ella a Dios


debe, porque de voluntad le da todo lo que le debe, por cuan-
otro tanto con deleite y gozo to de voluntad le da otro tanto
inestimable, dando al Espíritu como de él recibe.
Santo como cosa suya con
entrega voluntaria, porque se
ame como él merece (78, 134-
137).

CANCIÓN 4ª

Estirando un tanto la indefinición de los retoques propios de


esta canción puede ejemplificarse este grupo con textos que se leen
en los números: 10, 14 17.

– suena en el alma una poten- * suena en el alma una poten-


cia inmensa en voz de multi- cia inmensa en voz de multi-
tud de excelencias de millares tud de excelencias de millares
de millares de virtudes. En de virtudes, nunca numera-
éstas el alma estancada, queda bles, de Dios. En éstas el alma
terrible como haces de ejérci- estancada, queda terrible y
tos, y suavizada y agraciada en sólidamente en ellas ordenada
todas las suavidades y gracias como haces de ejércitos, y
de las criaturas (10, 134-137). suavizada y agraciada con
todas las suavidades y gracias
de las criaturas.

– Pero a la misma alma en esta * Pero a la misma alma en esta


perfección no le está secreto, perfección no le está secreto,
que siempre le siente en sí, la cual siente en sí este íntimo
sino en estos recuerdos; que abrazo; pero, según estos
cuando los hace, le parece al recuerdos, no siempre, porque
alma que recuerda el que esta- cuando los hace el Amado, le
ba dormido antes en sueño parece al alma que recuerda él
(14, 216-219). en su seno, donde antes estaba
como dormido.

– En aquel aspirar de Dios * En la cual aspiración, llena


de bien y gloria y delicado
86 EULOGIO PACHO

yo no querría hablar, ni aun amor de Dios para el alma, yo


quiero ... Porque, siendo llena no querría hablar, ni aun quie-
de bien y gloria, la llenó de ro ... Porque, siendo la aspira-
bondad y gloria del Espíritu ción llena de bien y gloria, en
Santo, en que la enamoró de sí que la enamoró de sí sobre
sobre toda lengua y sentido en toda lengua y sentido en los
los profundos de Dios. Y por profundos de Dios. Al cual sea
eso, aquí lo dejo (17, 248- honra y gloria in saecula sae-
256). culorum. Amen.

4. Alteraciones importantes del contenido

Los cambios más representativos para definir lo propio y pecu-


liar de la LlB se localizan en los textos añadidos de sana planta; no
tienen, sin embargo, una configuración material o estructural a sim-
ple golpe de vista, como sucede en el CB. Los de mayor extensión
se encuentran casi siempre al comienzo o al fin de los números
introducidos en las ediciones para señalar la secuencia de puntos
diferentes dentro de la temática propia de cada estrofa. No corres-
ponden a indicación alguna del original o de los mejores manuscri-
tos; son, por tanto, algo convencional y arbitrario, pero práctico
para cualquier examen comparativo. En la entrega anterior se ana-
lizaron los más amplios y determinantes6.
Otros de menor extensión, generalmente dentro de los números
aludidos, se interfieren con modificaciones del mismo párrafo, for-
mando el grupo de textos ampliamente revisados en la forma y en
el contenido; constituyen la parte más sustantiva de la LlB. Son los
que se analizan a continuación apuntando las aportaciones propias
de cada caso. Para su mejor compresión se agrupan en torno a los
versos, cuyo comentario ha sufrido notables alteraciones. Dentro de
cada verso se distinguen los párrafos afectados por los retoques
doctrinales.

CANCIÓN 1ª
Los números más destacados en este apartado son lo siguientes:
11, 12, 13, 14, 15, 19, 22, 23, 24, 31, 33, 35.

6 Art. cit. p. 697-705.


LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 87

La intensa y extensa revisión al final del comentario al verso 3º,


“de mi alma en el más profundo centro”, introduce amplios párra-
fos que modifican el texto primitivo, estableciendo distinción neta
entre lo que puede alcanzar el alma en esta vida y lo que queda
reservado para la otra. Aparece evidente e insistente una atenuación
de lo primero con respecto a lo segundo. Es uno de los lugares en
que mejor reproduce la postura típica de la LlB, compartida por el
CB. Los extensos añadidos han motivado la alteración de los núme-
ros marginales de ambas escrituras en las ediciones circulantes,
rompiendo así el paralelismo textual.
Reproducidos y estudiados esos añadidos en la entrega ante-
rior7, no hace al caso volver sobre ellos. Conviene, no obstante,
advertir que en la revisión quedan afectados los números inmedia-
tamente anteriores y posteriores, es decir, 11-13 y 17. Este último
ya se ha ponderado en el apartado precedente. En los primeros se
añaden frases y se modifican expresiones que aportan ideas nuevas
sobre el amor y sus grados, sin que en algunos casos, como en el n.
13, dependan necesariamente de la tesis introducida en los núme-
ros siguientes.

– Según esto, diremos que la * Según esto, diremos que la


piedra, cuando está dentro de piedra, cuando en alguna
la tierra, está en su centro, por- manera está dentro de la tierra,
que está dentro en la esfera de aunque no sea en lo más pro-
su actividad y movimiento, fundo de ella, está en su centro
en alguna manera, porque está
dentro de la esfera de su centro
y actividad y movimiento,
pero no diremos que está en el
que es el elemento de la tierra; más profundo de ella, que es el
pero no está en lo más profun- medio de la tierra; y así siem-
do de ella, que es el medio de pre le queda virtud y fuerza e
la tierra, porque todavía le inclinación para bajar y llegar
queda virtud y fuerza para hasta este más último y profun-
bajar y llegar hasta allí si se le do centro, si se le quita el
quita el impedimento de delan- impedimento de delante.
te (11, 157-162).

7 Art. cit. 697-701.


88 EULOGIO PACHO

LlB mantiene las ideas de LlA, pero las matiza con el inciso
repetido “en alguna manera” y con las aclaraciones “siempre le
queda” y el “más último”. También explicita mejor de quién es el
centro de referencia, añadiendo al final del párrafo “centro suyo”,
es decir, del alma.

– El centro del alma Dios es, al * El centro del alma es Dios, al


cual habiendo ella llegado cual cuando elle hubiere llega-
según ... de su operación, do según ... de su operación e
habrá llegado al último y más inclinación, habrá llegado al
profundo centro del alma ... último y más profundo centro
fuerzas ame y entienda y goce suyo en Dios ... fuerzas entien-
a Dios. Y cuando no llegue a da, ame y goce a Dios. Y cuan-
tanto como esto, do no ha llegado a tanto como
esto, cual acaece en esta vida
mortal, en que no puede el
alma llegar a Dios según
todas sus fuerzas, aunque esté
en este centro, que es Dios, por
aunque esté en Dios, que es su gracia y comunicación suya,
centro por gracia y comunica- que con ella tiene, por cuanto
ción suya, si todavía tiene todavía tiene movimiento y
movimiento para más y fuerza fuerza para más, no está satis-
para más, y no está satisfecha, fecha, aunque esté en su cen-
aunque está en el centro, no en tro, no empero en el más pro-
el más profundo, pues puede ir fundo, pues puede ir al más
a más (12, 165-172). profundo en Dios.

La LlB insiste en diferenciar y distanciar, como en otros luga-


res, lo que se alcanza en esta vida y lo que es propio de la biena-
venturanza; éste es uno de los textos más claros y precisos. La
mayoría de los incisos añadidos tienen ese objetivo, aunque el
párrafo está también redactado con mayor claridad gramatical que
en LlA. La aclaración sobre la diferencia y distancia de lo experi-
mentado en esta vida y lo que espera en el cielo se reafirma y
amplía en los textos siguientes, tanto añadidos como retocados.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 89

– El amor * Es, pues, de notar que el


amor es la inclinación del
alma y fuerza y virtud que
tiene para ir a Dios, porque
une al alma con Dios, y cuan- mediante el amor se une el
tos más grados de amor tuvie- alma con Dios; y así, cuantos
re, más profundamente entra más grados de amor tuviere,
en Dios y se concentra con él; más profundamente entra en
y así podemos decir ... de Dios y se concentra con él. De
Dios, tantos centros, uno más donde podemos decir ... de
que otro, hay del alma a Dios, Dios, el alma puede tener,
que son las muchas mansiones tantos centros puede tener en
que dijo él que había en la casa Dios, uno más adentro que
de su Padre. Y así, si tiene un otro; porque el amor más fuer-
grado de amor, ya está en su te es más unitivo y de esta
centro de Dios, manera podemos entender las
muchas mansiones que dijo el
Hijo de Dios haber en la casa
de su Padre. De manera que
para que el alma esté en su
centro, que es Dios, según lo
que habemos dicho, basta que
porque un grado de amor basta tenga un grado de amor, por-
para estar en Dios por gracia que por uno solo se une con él
... concentrándose con Dios ... por gracia ... uniéndose y con-
hasta el más profundo centro centrándose con Dios ... hasta
del alma ... hasta el último y el último centro y más profun-
más profundo centro del alma do del alma).
(13, 173-183).

El comentario de LlB al mismo verso en los párrafos que siguen


introduce retoques redaccionales, que no alteran el contenido de la
primera escritura. Las aclaraciones sobre los “grados del amor”
enlazan con la temática de los números siguientes (14-16), pero
aluden explícitamente a la diferencia entre ésta y la otra vida.
Como aportaciones más destacadas en las adiciones propias de
los nn. 14-15, aparte la clarificación relativa a esta distancia o dife-
rencia, hay que recordar la amplia exposición acerca de la acción
90 EULOGIO PACHO

del Espíritu Santo en el “más profundo centro del alma”. En el texto


de LlA no existe referencia alguna a este tema. En la revisión de
LlB se pone además en relación con la doctrina sobre el acto y hábi-
to de la caridad, fruto de esa comunicación del Espíritu Santo. Estas
ideas sirven de base a la añadido en el n. 15 - totalmente ausente en
LlA - sobre la presencia y acción de la Trinidad en el alma perfec-
tamente purgada, probada y examinada en el fuego del amor.
También el comentario al verso 4ª, “pues ya no eres esquiva”,
de la primera canción ha sido sometido a prolongada revisión con
repercusiones claras en el desarrollo del pensamiento expresado en
el primer texto. La labor revisora ha dejado sus huellas en breves
textos añadidos (especialmente en los nn. 19, 22, 23), en algunos
suprimidos o abreviados (como en nn. 21 y 23) y en abundantes fra-
ses explicativas, incisos aclaratorios y en una gama variada de lige-
ras alteraciones, que afectan al pensamiento formulado inicialmen-
te. Examinados ya algunos de los añadidos más notables8, como en
el n. 23, se reseñan aquí las aportaciones más relevantes de los tex-
tos intensamente revisados a partir del n. 19, del que ya se han seña-
lado modificaciones ligeras en los apartados anteriores.

– sino oscura, * sino oscura que, si alguna


luz le da es para ver sólo y
sentir sus miserias y defectos;
ni le es suave sino penosa que, ni le es suave sino penosa,
aunque algunas veces pega porque aunque algunas veces
calor de amor, es con tormento le pega calor de amor, es con
y aprieto; y no le es deleitable tormento y aprieto; y no le es
sino seca; deleitable, sino seca, porque,
aunque alguna vez por su
benignidad le da algún gusto
para esforzarla y animarla,
antes y después que acaece, lo
lasta y paga todo con otro tra-
ni le es reficionadora ... bajo; ni le es reficionadora ...
argüidora, argüidora, haciéndola desfa-
llecer y penar en el conoci-
miento propio, y así, no le es

8 Art. cit. p. 701-702.


LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 91

ni le es gloriosa, sino antes la gloriosa, porque antes la pone


pone miserable y amarga en miserable y amarga en luz
luz espiritual ... huesos y exa- espiritual ... huesos, y ense-
minándola en fuego, como ñándola, y como también dice
dice también David (19, 247- David, examinándola en
253). fuego.

Permanece en LlB fundamentalmente idéntico el tema básico


de la purificación radical, previa a la unión transformante, pero
aporta aquí aclaraciones importantes, que recogen ideas comple-
mentarias expuestas en la Noche oscura y apenas insinuadas en
LlA. Tal es el caso del añadido sobre la finalidad de ciertas inte-
rrupciones en las pruebas purificativas; corresponden a lo bautiza-
do en Noche como “interpolaciones” (2,7,4). Las mismas ideas se
prolongan inmediatamente en los nn. 20-21.
En el n. 20, al final, equipara las penas de la purificación radi-
cal a las del purgatorio. Aunque las últimas líneas están ligeramen-
te retocadas, no cambia para nada el contenido de LlA. Tampoco lo
alteran los retoques redaccionales del n. 21, no obstante ser abun-
dantes y bien intencionados, especialmente en las últimas líneas, en
las que se abrevia el texto primitivo.
– levántanse en el alma con- * levántanse en el alma a esta
trarios contra contrarios, sazón contrarios contra con-
trarios: los del alma contra los
y unos relucen cerca de otros, de Dios, y, como dicen los
como dicen los filósofos, y filósofos, unos relucen cerca
hacen la guerra en el sujeto de los otros y hacen la guerra
del alma ... reinar en ella. en el sujeto del alma ... reinar
en ella, conviene a saber: las
virtudes y propiedades de
Dios en extremo perfectas
contra los hábitos y propieda-
des del sujeto del alma en
extremo imperfectos, pade-
Porque, como esta llama es de ciendo ella dos contrarios en
extremada luz ... y no siente la si. Porque, como esta llama es
luz sobrenatural, porque las de extremada luz ... y no sien-
92 EULOGIO PACHO

tinieblas no la comprenden te la luz sobrenatural, porque


(22, 288-296). la tiene en sí como sus tinie-
blas, que las tiene en sí, y las
tinieblas no comprehenden la
luz.
Las frecuentes alteraciones de redacción tienen su punto central
en el añadido en que se comparan las virtudes y propiedades de
Dios con las del alma, presentándolas como contrarias en sentido
de incompatibles espiritualmente. Más que de cambio radical de
contenido, se trata de incorporar aquí el principio filosófico de la
oposición de contrarios, básico en el sistema sanjuanista, y aplicar-
lo al tema desarrollado en estos números. En el siguiente (el 23),
contrapone los efectos de la llama “amorosa y tierna” a los de la
llama “esquiva”, abreviando en parte el texto primitivo y amplián-
dolo luego con un párrafo nuevo, que ya ha sido analizado en estos
apuntes9.
– grado de unión, y a las que al * grado de unión, porque a
más subido grado, más fuerte- cada una dispone con purga
mente las purga. Lo cual acae- más o menos fuerte según el
ce de esta manera: y es, que grado a que la quiere levantar
queriendo Dios sacar al alma y según también la impureza e
del estado común de vía y imperfección de ella, y así,
operación natural a la vida esta pena se parece al purgato-
espiritual, y de meditación a rio; porque así como se purgan
contemplación, que es más allí los espíritus para poder ver
estado celestial que terreno a Dios por clara visión en la
(en que él mismo se comunica otra vida, así, en su manera, se
por unión de amor), comen- purgan aquí las almas para
zándose él desde luego a poder transformarse en él por
comunicar al espíritu (el cual amor en ésta.
está todavía impuro e imper-
fecto, con malos hábitos,
padece cada uno al modo de
su imperfección, y a veces le
es tan grave en cierta manera

9 Art. cit. p. 701-703.


LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 93

esta purgación al que dispone


Dios para que le reciba acá por
perfecta unión, como es la del
purgatorio en que se purgan
para verle allá (24, 331-341).

En este caso la revisión era casi obligada para entender lo escri-


to en la primera redacción, muy oscura a causa de los extensos inci-
sos y paréntesis. Como en otros lugares, los retoques de LlB mejo-
ran literariamente el texto de LlA. Contra afirmaciones tópicas, es
obligado reconocer que la mayor espontaneidad indudable de la
LlA está acompañada frecuentemente de párrafos confusos y litera-
riamente incorrectos. No puede negarse que la LlB es aquí más
comprensible, aunque abrevia lo escrito en la primera redacción de
la obra.

Por lo que al contenido se refiere, en este breve párrafo, com-


pendiado en LlB, destacan dos novedades: la menos original es la
clarificación tantas veces repetidas respecto a la diferencia de la
vida de allá, de la gloria, y de acá, en la tierra; se aplica aquí tam-
bién a la función catártica del purgatorio. Lo más peculiar en este
caso es la eliminación de toda referencia a las diferentes vías o esta-
dos del camino espiritual, como la “vía común”, la meditación-con-
templación. Al revisor le parecieron cosas fuera de lugar, digresio-
nes que confundían al lector en lugar de ayudarle a entender la doc-
trina expuesta en este lugar.

La asidua e insistente revisión del comentario al verso 5º,


“acaba ya si quieres”, no aporta alteraciones doctrinales; los abun-
dantes retoques redaccionales aclaran y matizan detalles margina-
les del texto primitivo. Mayor alcance tienen los cambios en la
declaración del último verso, “rompe la tela de este dulce encuen-
tro”, toda ella muy alterada. Comienzan con el añadido al final del
n. 29, que se prolonga en el siguiente. Comentado ya al tratar de las
adiciones, no entra en consideración aquí10.

10 Art. cit. pp. 702-704.


94 EULOGIO PACHO

– la tela flaca de esta humana * esta flaca tela de vida natu-


condición de vida natural en ral en que se siente enredada,
que se siente enredada y presa, presa e impedida su libertad ...
impedida su libertad ... desha-
ciéndose ya esta urdimbre de
espíritu y carne, que son de
muy diferente ser, y recibien-
do cada una de por sí su suer-
te: que la carne quede en su
tierra y el espíritu vuelva a
Dios que le dio, pues la carne
no aprovecha nada, como dice
san Juan, antes estorba este
bien de espíritu: haciéndole haciéndole lástima que una
lástima que una vida tan baja vida tan baja y flaca la impida
la impida otra tan alta, pide otra tan alta y fuerte pide que
que se rompa (31, 448-451) se rompa, diciendo: rompe la
tela de este dulce encuentro.

Aunque carecen de valor las insignificantes adiciones de LlB en


este lugar, es, en cambio, muy significativa la omisión relativa a la
“urdimbre de espíritu y carne” en lo que se refiere, sobre todo, a
que la “carne quede en su tierra”, frase que podría prestarse a una
incorrecta interpretación sobre la resurrección y glorificación de la
carne. Quiso evitarse, sin duda, cualquier malentendido. Con la
reducción del primer texto, la LlB ha querido insistir de nuevo en
la diferencia entre lo de esta vida y la otra.

– en un instante se hacen; * en un instante se hacen en el


alma, porque son infusos de
Dios, pero los demás que el
alma de suyo hace, más se
lo demás son disposiciones de pueden llamar disposiciones
deseos y afectos sucesivos, de deseos y afectos sucesivos,
que muy pocos llegan a ser que nunca llegan a ser actos
actos. perfectos de amor o contem-
plación, sino algunas veces
cuando, como digo, Dios los
forma y perfecciona en el
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 95

Por lo cual dijo el Sabio que es espíritu. Por lo cual dijo el


mejor el fin de la oración que Sabio que el fin dela oración
el principio. Mas los que lle- es mejor que el principio, y lo
gan, en un punto se forman en que comúnmente se dice que
Dios, por lo cual se dice que la la oración breve penetra los
oración breve penetra los cie- cielos. De donde ... en mucho,
los. De donde ... en mucho, y aun por la gran disposición
porque a ésta todo se le va en que tiene, suele quedar harto
disponer el espíritu, y aún des- tiempo en acto de amor o con-
pués se suele quedar el fuego templación. Y a la que no está
por entrar en el madero, dispuesta todo se le va en dis-
poner el espíritu, y aún des-
pués se suele quedar el fuego
por entrar en el madero, ahora
por la mucha humedad de él,
ahora por el poco calor que
mas en la dispuesta, por dispone, ahora por lo uno y lo
momentos entra el amor, que otro; mas en el alma dispuesta,
la centella préndela primer por momentos entra el acto de
toque en la seca yesca (33, amor, porque la centella a
485-496) cada toque prende en la enjuta
yesca.
La aportación más importante de esta revisión corresponde a
dos añadidos: el que establece distinción entre los “actos infusos”
por Dios y los que el alma “hace de suyo”, y el que alude a la dura-
ción del acto de amor o contemplación. De menor entidad es la
observación relativa a la diferencia entre el alma dispuesta, y la que
no lo está, para que prenda en ella el fuego del amor. También es
importante la matización sobre la “perfección de los actos de
amor”; mientras en la LlA se dice que “muy pocos llegan”, en LlB
se excluye tal perfección tajantemente al afirmar que “nunca llegan
a ser perfectos”
No alcanzan relieve doctrinal las alteraciones del n. 34, ya que
el párrafo añadido al final para comentar la cita bíblica insiste en
aspectos lingüísticos sobre los verbos sinónimos de “romper”. Ha
sido ya comentado anteriormente11.

11 Art. cit. pp. 704-705.


96 EULOGIO PACHO

– de que se acabe la vida para * de que se acabe la vida y


consumarla e gloria, sino que, que, como no ha llegado el
como no ha llegado el tiempo, tiempo de su perfección, no se
no se hace; y así, para más hace, echa de ver que para
consumar y elevar la carne, consumarla y elevarla de la
hace él en ella unos embesti- carne, hace él en ella estos
mientos divinos y gloriosos a embestimientos divinos y glo-
manera de encuentros, que riosos a manera de encuentros,
que , como son a fin de purifi-
carla y sacarla de la carne,
verdaderamente son encuen-
verdaderamente son encuen-
tros con que siempre penetra,
tros con que siempre penetra,
endiosando la sustancia del
endiosando la sustancia del
alma (35, 520-521)
alma.

CANCIÓN 2ª

Los números destacados son: 2, 10, 14, 16, 20, 24, 25.
La revisión del comentario al primer verso, “oh cauterio
suave”, es especialmente destacada en los primeros números y tiene
como argumento central la acción del Espíritu Santa en el alma y
sus consecuencias en orden a la purificación de la misma.

– En el libro del Deutero- * Este cauterio, como habe-


nomio dice Moisés que nues- mos dicho, es aquí el Espíritu
tro Señor es fuego ... Santo, porque, como dice
Moisés en el Deuteronomio,
consumir y con grande fuerza nuestro Señor es fuego ... con-
abrasando transformar en si lo sumir y transformar en si el
que tocare. Pero a cada uno alma que tocare. Pero a cada
abrasa como le halla dispues- una la abrasa y absorbe como
to: a unos más, a otros menos; la halla dispuesta: a una más,
y también cuanto él quiere y y a otra menos; y esto cuanto
como y cuando quiere... Que él quiere y como y cuando
por eso a este toque llama cau- quiere... Que por eso en esta
terio, porque es donde el fuego junta llama ella al Espíritu
está más intenso y reconcen- Santo cauterio, porque así
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 97

trado y hace mayor efecto de como en el cauterio está el


ardor que los demás ignitos. fuego más intenso y vehemen-
te y hace mayor efecto que los
demás ignitos, así el acto de
esta unión, por ser de tan
inflamado fuego de amor más
que todos los otros, por eso le
Y como quiera que este fuego llama cauterio respecto de
divino tenga transformada en ellos. Y por cuanto este divino
si la sustancia del alma, no fuego en este caso tiene trans-
solamente siente cauterio, más formada toda el alma en si, no
toda ella está hecha un caute- solamente siente cauterio, mas
rio de vehemente fuego (1, 29- toda ella está hecha cauterio
42). de vehemente fuego.

No se produce cambio de contenido como corrección o altera-


ción de la primera escritura, pero sí algunos retoques redaccionales,
como “vehemente”, en lugar de “reconcentrado”, “y por cuanto”,
en vez de “y como quiera”, y la adición “en este caso”. Las nove-
dades destacables son dos ideas ausentes en el primer texto. La fun-
damental es la identificación del “cauterio”, entendido aquí en sen-
tido activo de instrumento, con el Espíritu Santo, identificación rea-
firmada en dos ocasiones. Vinculada a esa idea clave está el cam-
bio del sujeto indefinido del cauterio, en sentido pasivo, “unos”, en
lugar del definido “el alma”. Consecuencia doctrinal y redaccional
de estos retoques es la concordancia precisa y exacta del pronom-
bre tan repetido “él” con la persona del Espíritu Santo, mientras en
la primera escritura el sujeto casi indeterminado resultaba ser el
“cauterio-fuego”.

El comentario del verso 2º, “oh regalada llaga” corresponde a


uno de los más alterados en la revisión de la LlB, en especial en lo
que se refiere a la caracterización de la “llaga” respecto al “caute-
rio” (nn. 6-7) y a las diferentes “llagas” o gracias místicas descritas
a partir de la transverberación (nn. 9-13). Destacan entre las apor-
taciones más novedosas, las siguientes:
98 EULOGIO PACHO

– Y en este grano de mostaza * Y en este íntimo punto de la


que parece entonces quedar en herida, que parece queda en la
mitad del corazón del espíritu, mitad del corazón del espíritu,
que es el punto de la herida y que es donde se siente lo fino
lo fino del deleite, ¿quién del deleite, ¿quién podrá
podrá hablar como conviene?. hablar como conviene?.
Siente el alma allí como un Porque siente el alma allí
grano de mostaza que se como un grano de mostaza
quedó muy mínimo, vivísimo y muy íntimo, vivísimo y encen-
encendidísimo; vivo también didísimo, el cual de si envía en
y encendido en circunferencia la circunferencia vivo y encen-
enviada de la sustancia y vir- dido fuego de amor. El cual
tud de aquel punto de la heri- fuego, naciendo de la sustan-
da, donde está la sustancia y cia y virtud de aquel punto
virtud de la yerba, y difundirse vivo donde está la sustancia y
sutilmente por todas las espiri- virtud de la yerba, se siente
tuales y sustanciales venas del difundir sutilmente por todas
alma, según su potencia y las espirituales y sustanciales
fuerza y ardor. Y siente crecer venas del alma según su
tanto y convalecer y afinarse potencia y fuerza, en lo cual
el amor, que parecen en ella siente ella convalecer y crecer
mares de fuego que llegan a lo tanto el ardor, y en ese ardor
alto y bajo de las máquinas, afinarse tanto el amor, que
llenándolo todo el amor (10, parecen en ella mares de fuego
123-133). amoroso que llega a lo alto y
bajo de las máquinas, llenán-
dolo todo el amor. En lo cual
parece al alma que todo el
universo es un mar de amor en
que ella está engolfada, no
echando de ver término ni fin
donde acabe ese amor, sintien-
do en si, como habemos dicho,
el vivo punto y centro del
amor.
Más que de alteración del contenido, se trata aquí de hacer más
correcta e inteligible la redacción de este párrafo, como sucede en
tantas otras ocasiones. Contra las teorías baruzianas, tan cansina-
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 99

mente repetidas, la revisión de la LlB no se reduce a recortar el


ímpetu lírico y emocional de la primera, cuya precipitada escritura
incurrió en incorrecciones y textos oscuros o pocos claros. Este es
uno de tantos. El lector se topa sorprendido con “este grano de mos-
taza”, sin que se haya mencionado para nada con anterioridad tal
grano. Aparece de improviso aquí, lo que hace incomprensible el
uso del demostrativo “este”.
La sustitución en LlB del grano de mostaza por “íntimo punto”
enlaza perfectamente con la “punta viva” del hierro o del dardo
encendido que sirve de referencia para explicar la transverberación
en el párrafo anterior. El demostrativo establece la correcta relación
gramatical y el “íntimo punto de la herida” da sentido comprensi-
ble a todo el párrafo, que se abre comparando el efecto producido
por la herida al grano de mostaza, comparación que se prolonga en
los párrafos siguientes.
También los otros retoques, aunque no alteran el contenido,
contribuyen a aclarar el sentido de este texto un tanto enrevesado.
La supresión de algunos incisos aligera la redacción. Las líneas
finales, añadidas por la LlB, aportan una idea clarificadora de todo
el conjunto.

– Esto digo para los que * Esto digo para que entien-
dan que el que siempre se qui-
siere ir arrimando a la habili-
dad y discurso natural para ir
a Dios no será muy espiritual.
Porque hay algunos que pien-
piensan que a pura fuerza y san que a pura fuerza y opera-
operación de sentido, que es ción del sentido, que de suyo
bajo, pueden venir a llegar a es bajo y no más que natural,
las fuerzas y a la alteza del pueden venir y llegar a las
espíritu, fuerzas y alteza del espíritu
sobrenatural, al cual no se
a que no se llega sino el senti- llega sino el sentido corporal
do corporal quedándose afuera. con su operación anegado y
Porque otra cosa es cuando del dejado aparte. Pero otra cosa
espíritu se deriva efecto de es cuando del espíritu se deri-
sentimiento de sentido, porque va efecto espiritual en el senti-
100 EULOGIO PACHO

en esto puede haber mucho do, porque cuando así es,


espíritu, antes puede acaecer de mucho
espíritu, como se ha dado a
entender en lo que habemos
dicho de las llagas, que de la
como en san Pablo (14, 175- fuerza interior salen afuera, y
180). como en san Pablo.

También en este caso la revisión ha conseguido un texto redac-


cionalmente más claro y una exposición más inteligible, y no sólo
por la introducción de incisos aclaratorios o explicativos, como
espíritu “sobrenatural”, “de suyo bajo”, etc., sino también por la
mayor precisión de los conceptos.
Las novedades más destacadas se localizan al principio y al fin.
Comienza estableciendo una norma general relativa al proceso del
crecimiento espiritual, que no aparece formulada en la primera
escritura. Concluye extendiendo la aplicación de otro principio
común a las dos redacciones: la “derivación” del efecto espiritual al
sentido corporal. En LlA se aplica exclusivamente al caso de san
Pablo; en LlB se extiende a las gracias místicas (“llagas”) descritas
en los números anteriores, a los que se remite explícitamente.

– ¡0h mano blanda, que, * La cual mano, según habe-


mos dicho, es el piadoso y
omnipotente Padre. La cual
habemos de entender que,
siendo tu tan generosa cuanto pues es tan generosa y dadivo-
poderosa y rica, rica y podero- sa cuanto poderosa y rica,
samente me das las dádivas!. ricas y poderosas dádivas da al
alma, cuando se abre para
hacerla mercedes y así lláma-
la mano blanda, que es como
¡0h mano blanda, tanto más si dijera: ¡Oh mano, tanto más
blanda para esta alma, asen- blanda para esta mi alma, que
tándola blandamente, cuanto tocas asentando blandamente,
si asentases algo pesadamente cuanto si asentases algo pesa-
hundiría todo el mundo ... da hundirías todo el mundo...
blanda mano ... porque le grande mano ... tocándole tan
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 101

tocaste tan mala vez áspera- mala vez ásperamente, para


mente, asentando tú sobre mi mi eres tanto más amigable y
alma muy asiento amigable y suave que a él fuiste dura y
suave que fuiste para él dura, rigurosa, cuanto más amiga-
cuanto más de asiento me ble y graciosa y blandamente
tocas con amor dulce que a él de asiento tocas en mi alma!.
le tocaste con rigor!. Porque tú Porque tu haces morir y tú
matas y das vida, y no hay haces vivir, y no hay quien
quien huya de tu mano ... rehuya de tu mano ...
Y esto hiciste ... general gra- Y esto hiciste ... generosa gra-
cia para conmigo en el toque cia, de que usaste conmigo
con que me tocaste ... con el toque que me tocaste ...
... otro fin por su limpieza (16, otro fin. Y este Unigénito Hijo
189-206). tuyo, ¡oh mano misericordiosa
del Padre!, es el toque delica-
do con que me tocaste en la
fuerza de tu cauterio, y me lla-
gaste.

Estamos ante un caso muy similar al del número 2, ya reseña-


do. La intensa revisión del texto en LlB afecta tanto a la redacción
como al contenido. En el primer aspecto, se produce una vez más
la simplificación sintáctica de los períodos cargados de anacolutos
y frases incidentales, con lo que la secuencia gramatical se vuelve
más clara y comprensible. Algunas diferencias, como “grande”, en
lugar de “blanda”, “generosa”, en lugar de “general”, pueden atri-
buirse a fenómenos de copia.
Por lo que al contenido se refiere, todo puede reducirse al prin-
cipio y al fin del párrafo. Comienza identificando y personificando
lo que en el poema está simbolizado en la “mano blanda”. Para ello
remite explícitamente a lo indicado en la declaración sumaria inme-
diatamente después de la estrofa (n.1). La identificación con el
Padre no tiene correspondencia en la primera escritura, como tam-
poco aparece la del Hijo con el “toque”, tal como explicita la LlB
al final de este número y se desarrolla luego (n. 19). No hace otra
cosa que seguir la norma seguida con el “cauterio - Espíritu Santo”.
No modifica el contenido fundamental del comentario, pero lo acla-
ra y complementa.
102 EULOGIO PACHO

La limitada intervención revisora en el 4º verso está contrarres-


tada por las importantes y numerosas alteraciones aportadas por la
LlB a la primera redacción de la obra en el comentario del verso 5º,
“y toda deuda paga”, notablemente retocado, aunque de manera
discontinua. Los textos más afectados por la revisión son los
siguientes:

– En lo cual nos conviene aquí * Y para saber cómo y cuáles


declarar qué deudas son estas sean estas deudas de que aquí
de que él alma aquí se siente el alma se siente pagada, es de
pagada. Y es de saber notar que, de vía ordinaria,
ningún alma puede llegar a
este estado y reino del despo-
que las almas que ha este reino sorio, que no pase primero por
llegan, comúnmente han pasa- muchas tribulaciones y traba-
do por muchos trabajos y tri- jos; porque, como se dice en
bulaciones; los Actos de los Apóstoles, por
porque por muchas tribulacio- muchas tribulaciones convie-
nes conviene entrar en el reino ne entrar en el reino de los cie-
de los cielos; las cuales ya son los, las cuales ya en este esta-
pasadas en este estado, porque do son pasadas, porque de
de aquí adelante no padece aquí adelante, porque el alma
(24, 280-285). está purificada, no padece.

Para comprender el alcance de estos retoques hay que contem-


plarlos como prolongación del texto añadido en LlB inmediata-
mente después del verso 5º (correspondiente al n. 23, ausente en
LlA), según lo expuesto en la primera parte de este estudio. En el
conjunto de lo añadido y modificado se pretende ofrecer una doc-
trina general, apenas formulada en la primera escritura. Así lo
anuncian fórmulas tan estereotipadas como “es de notar”.
Dos son las precisiones aportadas por los retoques de este
número: en primer lugar, la afirmación categórica de que ningún
alma puede llegar a este estado sin pasar por los trabajos y tribula-
ciones; luego, que este “estado y reino “es el del “desposorio”, en
sentido de matrimonio espiritual, como aclara el inciso final “por-
que el alma está purificada”.
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 103

– Lo que padecen los que a la * Los trabajos, pues, que


unión de Dios han de llegar, padecen los que han de venir a
son trabajos y tentaciones de este estado, son de tres mane-
muchas maneras en el sentido, ras, conviene a saber: trabajos
y trabajos y tribulaciones y y desconsuelos, temores y ten-
tentaciones y tinieblas y aprie- taciones de parte del siglo, y
tos en el espíritu, esto de muchas maneras; ten-
taciones y sequedades y aflic-
ciones de parte del sentido;
tribulaciones, tinieblas, aprie-
tos, desamparos, tentaciones y
otros trabajos de parte del
espíritu, porque de esta mane-
para que se haga la purgación ra se purifique según las par-
de entrambas estas dos partes, tes espiritual y sensitiva, a la
según lo dijimos en la declara- manera que dijimos en la
ción del cuarto verso de la pri- declaración del cuarto verso
mera canción. de la primera canción.
Y la razón de estos trabajos es Y la razón de por qué son
porque los deleites y noticia necesarios estos trabajos para
de Dios no pueden asentar llegar a este estado es que, así
bien en el alma si no es el sen- como un subido licor no se
tido y el espíritu bien purgado pone sino en vaso fuerte, pre-
y macizado y adelgazado. Y parado y purificado, así esta
porque los trabajos y peniten- altísima unión no puede caer
cias purifican y adelgazan y en el alma que no sea fortale-
disponen el espíritu, por ello cida con trabajos y tentacio-
conviene pasar para transfor- nes, y purificada con tribula-
marse en Dios, ciones, tinieblas y aprietos;
porque por lo uno se purifica y
fortalece el sentido, y por lo
otros se adelgaza y purifica y
dispone el espíritu. Porque,
así como para unirse con Dios
en gloria los espíritus impuros
pasan por las penas del fuego
en la otra vida; así para la
unión de perfección en ésta
104 EULOGIO PACHO

han de pasar por el fuego de


estas dichas penas; el cual en
como a los que de allá le han unos obra más, en otros
de ver, por el purgatorio, unos menos, según el grado de
más intensamente, otros me- unión a que Dios los quiere
nos; levantar y conforme a lo que
unos más tiempo, otros ellos tienen que purgar.
menos, según los grados de
unión a que Dios los quiere
levantar y lo que ellos tuvieren
que purgar (25, 286-299).
Estamos ante un ejemplo típico de los textos aprovechados para
completar la primera escritura integrando en ella elementos muy
representativos de la síntesis sanjuanista. En el caso concreto, de la
“noche oscura” o purificación total del sentido y del espíritu, tal
como había hecho ya en la estrofa primera, en el comentario del
cuarto verso, según la explícita referencia.
En LlA se había limitado a indicaciones generales, no muy cla-
ras en su formulación a causa del estilo elíptico y de repetidos ana-
colutos. A la hora de la revisión, el autor sintió la necesidad de ulte-
riores aclaraciones para distinguir con claridad lo que correspondía
a la purificación del sentido y a la del espíritu. Eso explica el cui-
dado en la enumeración de “penas y trabajos”.
A no dudarlo, influyó en esta enumeración meticulosa el remi-
te realizado años antes en la revisión del CE. Poca cosa hallaba el
lector en la LlB para quedar satisfecho con lo que se le prometía en
CB (31, 7). Ahora la nueva versión de la LlB cumple holgadamen-
te con lo prometido en la citada referencia.
Las clarificaciones de esta revisión afectan también a la com-
paración establecida entre el purgatorio y la purificación exigida
para la unión perfecta. En LlA está apenas insinuada, mientras en
LlB queda perfectamente aclarada.

CANCIÓN 3ª

El cuadro de retoques arriba establecido muestra con claridad


las líneas generales seguidas en la revisión de esta estrofa en la que
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 105

se alternan largos periodos sin modificación alguna con otros inten-


samente reelaborados; puede hablase de zonas inalteradas y de
zonas reescritas. Pese a la extensión del comentario y a la diversi-
dad temática en él abordada, son muy escasos los párrafos de la
canción 3ª que sufren alteración de sentido; las variaciones tienen
siempre alcance muy limitado. Los textos más representativos de
esta categoría pueden reducirse a las siguientes: 1, 5, 14, 44, 45, 48,
79.
Buen ejemplo de la discontinuidad en las formas de revisión
dentro de la canción 3ª es el comentario al primer verso, “oh lám-
paras de fuego”. Frente a párrafos apenas retocados, aparecen otros
muy alterados en la redacción. Esta afecta a veces al contenido
como en el texto siguiente:

– De donde es de notar que el * De donde es de notar que el


deleite y arrobamiento de deleite que el alma recibe en
amor que el alma recibe en el el arrobamiento de amor,
fuego de la luz de estas lámpa- comunicado por el fuego de la
ras ... luz de estas lámparas ... así
así como la luz de la una da la como también la luz de la una
luz a la otra, da luz a la otra, porque por
cualquier atributo se conoce
el otro, y así, todas ellas están
y todas hechas una luz y hechas una luz y fuego, y cada
fuego, u cada una un fuego ... una, una luz y un fuego ... más
y más sutilmente llagada en llagada y viva en amor de vida
amor de vida, echando ella de Dios, echando ella muy
muy bien de ver que aquel bien de ver que aquel amor es
amor es de vida eterna, la cual de vida eterna, la cual es jun-
es juntura de todos los bienes, tura de todos los bienes, como
aquí en cierta manera lo sien-
conociendo bien allí el alma la te el alma, conoce bien aquí el
verdad del dicho del Esposo alma la verdad de aquel dicho
en los Cantares (5, 89-98. del Esposo en los Cantares.

Son de poca entidad los abundantes retoques de este párrafo;


solamente uno tiene verdadera alcance doctrinal, aunque de breve
extensión. En el inciso final, “como aquí en cierta manera lo sien-
106 EULOGIO PACHO

te el alma”, vuelve sobre el recorte tan insistentemente recordado


en la primera canción. Lo que el alma experimenta en la otra vida
está ya presente en ésta, como se dice en la primera redacción, pero
aquí es sólo en “cierta manera”, no en plenitud.
La “declaración” del verso 2º, “en cuyos resplandores”, es una
de las más afectadas por la revisión de la LlB. Entre los textos más
representativos de las modificaciones con incidencia doctrinal
puede apuntarse el siguiente:

– También en las cosas espiri- * Pues, como quiera que estas


tuales la muerte es privación virtudes y atributos de Dios
de todas las cosas. Será, pues, sean lámparas encendidas y
la sombra de la muerte tinie- resplandecientes, estando tan
blas que también privan en cerca del alma, como habe-
alguna manera de todas las mos dicho, no podrán dejar de
cosas (así la llama el Salmista tocarla con sus sombras, las
diciendo: Sedentes in tenebris cuales también han de ser
et in umbra mortis), ahora encendidas y resplandecientes
sean espirituales de muerte al talle de las lámparas que
espiritual, ahora corporales de las hacen, y así, estas sombras
muerte corporal. La sombra de serán resplandores. De mane-
la vida será luz: si divina, luz ra que, según esto, la sombra
divina; si humana, luz natural. que hace al alma la lámpara de
Según esto, la sombra de la la hermosura de Dios, será
hermosura ¿cuál será?. Será otra hermosura al talle y pro-
otra hermosura al talle y pro- piedad de aquella hermosura
piedad de aquella hermosura; de Dios; y la sombra que hace
y la sombra de la fortaleza la fortaleza será otra fortaleza
será otra fortaleza al talle y y talla de la de Dios; y la som-
condición de aquella fortaleza; bra que hace la sabiduría de
y la sombra de la sabiduría Dios será otra sabiduría de
será otra sabiduría o, por Dios al talle de la de Dios; y
mejor decir, será la misma her- así de las demás lámparas o,
mosura y la misma fortaleza y por mejor decir, será la misma
la misma sabiduría en sombra, sabiduría y la misma hermosu-
ra y la misma fortaleza de
Dios en sombra, porque el
alma acá perfectamente no lo
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 107

puede comprender. La cual


sombra, por ser ella tan al
en la cual se conoce el talle y talle y propiedad de Dios, que
propiedad cuya es la sombra es el mismo Dios en sombra,
(14, 234-246). conoce bien el alma la exce-
lencia de Dios.

La revisión de este texto va más allá de una mejora estilística y


de la correspondiente clarificación de ideas. Los abundantes reto-
ques, especialmente al principio y al fin, definen con mayor preci-
sión las ideas fundamentales, bastante confusas en la LlA. En con-
sonancia con el principio formulado en el número anterior, la LlB
suprime las frases iniciales relativas a la “muerte-privación” de luz
y establece que las virtudes y atributos divinos, en lugar de las
genéricas “cosas espirituales”, son las lámparas resplandecientes
que producen la luz y la sombra de Dios en el alma.
Siguiendo la pauta general de las alteraciones doctrinales de
todo el escrito, vuelve al final con la atenuación del conocimiento
de esas realidades en esta vida, si se compara con el de la otra: “el
alma acá perfectamente no lo puede comprender”.
El extenso comentario del verso 3º, “las profundas cavernas del
sentido”, con su amplísima digresión sobre los directores espiritua-
les, abunda en todo tipo de correcciones y variaciones. No son
demasiado frecuentes, en cambio, los textos que cambian de conte-
nido o alteran su sentido primero a causa de los retoques de la LlB.
Pueden ejemplificarse con los casos siguientes:

– Y así, no entendiendo estos * Y así, no entendiendo los


los grados de oración ni vías grados de oración ni vías del
del espíritu, no echan de ver espíritu, no echan de ver que
que aquellos actos que ellos aquellos actos que ellos dicen
dicen que haga el alma, y que haga el alma, y que el que-
aquel caminar con discurso rerla hacer caminar con dis-
está ya hecho, pues ya aquella curso está ya hecho, pues ya
alma ha llegado a la negación aquella alma ha llegado a la
sensitiva; negación y silencio del sentido
y del discurso, y que ha llega-
do a la vía del espíritu, que es
108 EULOGIO PACHO

la contemplación, en la cual
cesa la operación del sentido
y del discurso propio del
alma, y sólo Dios es el agente
y el que habla entonces secre-
tamente al alma solitaria,
callando ella; y que si enton-
ces el alma, habiendo llegado
al espíritu de esta manera que
decimos, la quieren hacer
caminar con el sentido, que
ha de volver atrás y distraer-
se; porque el que ha llegado al
y que, cuando ya ha llegado al término, si todavía se pone a
término y está andado el cami- caminar para llegar al térmi-
no, ya no hay caminar, porque no, demás de ser cosa ridícu-
sería volver a alejarse del tér- la, por fuerza se ha de alejar
mino (44, 635-642). del término.
Se localiza este texto en una zona tan ampliamente retocada que
da la sensación de una reescritura de sana planta. Abundan en ella
los textos totalmente nuevos, como los de los números 46 y 49. En
otros, las alteraciones de la primera redacción son también en buena
parte añadidos, como en el caso presente. Las adiciones no siempre
aportan conceptos nuevos; con frecuencia se contentan con ampliar
o explicar las ideas apenas esbozadas en la primera escritura.
La revisión de este número ha consistido en definir con mayor
precisión las diferentes “vías del espíritu” aludidas en LlA, que
ignoran los directores incompetentes. Cuando se ha superado la
etapa dominada por el “discurso” y la “negación sensitiva”,
comienza “la vía del espíritu” que corresponde a la contemplación,
en la que Dios es el agente. El revisor de la LlB no hace otra cosa
que incorporar de manera explícita y más comprensible ideas reite-
radas por Juan de la Cruz en muchos lugares, comenzando por los
capítulos 13-15 del 2º libro de la Subida. A eso se reduce la revi-
sión de este párrafo, que se explica en detalle con un con un texto
añadido por la LlB12 y una completa revisión del número siguiente.

12 Art. cit. pp. 713-714.


LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 109

– Y así, no entendiendo que * Y así, habiendo llegado por


aquella alma está ya en la vía la operación de las potencias
del espíritu, en la cual no hay al recogimiento que todo espi-
discurso, y que ya el discurso ritual pretende, en el cual cesa
cesa y es Dios el agente y el la operación de las mismas
que habla secretamente al potencias, no sólo sería cosa
alma solitaria, callando ella, vana volver a hacer actos con
las mismas potencias para lle-
gar al dicho recogimiento,
sino le sería dañoso, por
cuanto le serviría de distrac-
ción, dejando el recogimiento
que ya tenía. No entendiendo,
pues, como digo, estos maes-
tros espirituales qué cosa sea
recogimiento y soledad espiri-
tual del alma y sus propieda-
des, en la cual soledad asienta
Dios en el alma estas subidas
unciones, sobreponen ellos o
sobreponen otro ungüento en entreponen otros ungüentos de
el alma de groseras noticias y más bajo ejercicio espiritual,
jugos en que las imponen y que es hacer obrar al alma,
como habemos dicho. De lo
cual hay tanta diferencia a lo
que el alma tenía, como de
obra humana a obra divina, y
de natural a sobrenatural;
porque en la una manera obra
Dios sobrenaturalmente en el
alma, y en la otra solamente
ella hace obra no más que
natural. Y lo peor es que, por
ejercitar su operación natural,
deshácenle la soledad y reco- pierde la soledad y recogi-
gimiento, y, por el consiguien- miento interior y, por el consi-
te, la subida obra que en ella guiente, la subida obra que en
Dios pintaba. Y así, el alma ni el alma Dios pintaba. Y así,
110 EULOGIO PACHO

hace lo uno ni aprovecha en lo todo es dar golpes en la herra-


otro, y así todo es dar golpe en dura, dañando en lo uno y no
la herradura (45, 642-649). aprovechando en lo otro.

Dos son las ideas nuevas o complementarias respecto a la pri-


mera redacción. La de índole más general se centra en la definición
y descripción de lo que es el verdadero “recogimiento quieto”,
ignorado por los directores espirituales no experimentados. La
insistencia y la caracterización de la LlB podía inquietar a un anti-
quietista más que lo dicho en la primera escritura.
Mayor novedad aportan las afirmaciones relativas al carácter
natural y sobrenatural de las diferentes vías. Es un texto muy
importante para puntualizar la doctrina sanjuanista sobre el “sobre-
natural”. Lo mismo que en otros lugares, considera “obra natural”
del alma lo que antecede a la contemplación, mientras en ésta obra
Dios sobrenaturalmente. Tales afirmaciones no aparecen en el texto
de la LlA en este lugar, son exclusivas de la LlB. No hace al caso
reflexionar aquí sobre ellas, pero conviene no olvidarlas.

– ¡Oh que no entiende nada * ¡Oh, dirás, que no entiende


distintamente!. Antes, si nada distintamente, y así no
entendiese distintamente, no podrá ir adelante!. Antes te
iría adelante, digo que, si entendiese distin-
tamente, no iría adelante. La
porque Dios es incomprehen- razón es porque Dios, a quien
sible y excede al entendimien- va el entendimiento, excede al
to; entendimiento, y así es incom-
prehensible e inaccesible al
entendimiento y, por tanto,
cuando el entendimiento va
entendiendo, no se va llegan-
y así cuanto más se ha de ir do a Dios, sino antes apartan-
alejando de sí mismo cami- do. Y así, antes se ha de apar-
nando en fe, creyendo y no tar el entendimiento de sí
entendiendo que entiende. mismo y de su inteligencia
para allegarse a Dios, cami-
nando en fe, creyendo y no
entendiendo. Y de esta manera
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 111

llega el entendimiento a la
perfección, porque por la fe y
no por otro medio, se junta
con Dios; y a Dios más se
llega el alma no entendiendo
Y por tanto, no tengas de eso que entendiendo. Y por tanto,
pena, que si el entendimiento no tengas de eso pena, que si
no vuelve atrás (queriendo el entendimiento no vuelve
emplearse en noticias distintas atrás (que sería si se quisiese
y otros entenderes de por acá) emplear en noticias distintas y
otros discursos y entenderes,
sino que se quiera estar ocio-
adelante va, so), adelante va, pues que se
va vaciando de todo lo que en
él podía caer, porque nada de
ello era Dios, pues, como
habemos dicho, Dios no
porque, en este caso, el no vol- puede caber en él. Y en este
ver atrás es ir adelante, y el ir caso de perfección, el no vol-
adelante es ir más en fe, que el ver atrás es ir adelante, y el ir
entendimiento, como no sabe adelante el entendimiento es
ni puede saber cómo es Dios, irse más poniendo en fe, y así
camina a él no entendiendo. es irse más oscureciendo, por-
que la fe es tiniebla para el
entendimiento. De donde, por-
que el entendimiento no puede
saber cómo es Dios, de necesi-
dad ha de caminar a él rendi-
do, no entendiendo; y así,
para bien ser, le conviene eso
Y así antes, para bien ser, le que tú condenas, conviene
conviene eso que tú le conde- saber: que no se emplee en
nas, que no se embarace con inteligencias distintas, pues
inteligencias distintas (48, con ellas no puede llegar a
684-695). Dios, sino antes embarazarse
para ir a él.
Otro caso patente en el que las novedades aportadas por la revi-
sión de la LlB se centran en la integración de la doctrina sanjuanis-
112 EULOGIO PACHO

ta ampliamente expuesta en la Subida y en la Noche sobre el papel


de la fe como medió único para unirse con Dios, dada la incapaci-
dad del entendimiento humano para penetrar en el misterio divino.
Aunque apuntada ligeramente esta imposibilidad en la primera
escritura, no quedó suficientemente razonada como en la segunda.
La insistencia en ésta sobre la teología de negación o remoción,
según la teoría dionisiana, va emparejada en la revisión con la idea
tantas veces repetida por Juan de la Cruz sobre la incomprehensi-
bilidad e inaccesibilidad de Dios; sobre ella se fundamenta la men-
cionada doctrina del Pseudo Areopagita. El lugar sanjuanista cro-
nológicamente más próximo a este texto es el del CB 1, 11-12.
La parte más afectada por los cambios en el comentario a los
dos últimos versos de la canción 3ª es la correspondiente a los
números 78-80 y se refiere a la doctrina pneumatológica. Es una de
las más enriquecidas por la revisión de la LlB, como ha podido
comprobarse por los textos paralelos anteriores.

– Y en esto está el * Y porque en esta dádiva le


da el Espíritu Santo como
cosa suya con entrega volun-
taria, para que en él se ame
como él merece, tiene el alma
inestimable deleite del alma inestimable deleite y fruición,
de ver que ella da a Dios cosa porque ve que da ella a Dios
suya que le cuadre a Dios cosa suya propia que cuadra a
según su infinito ser. Que aun- Dios según su infinito ser. Que
que es verdad que el alma no aunque es verdad que el alma
puede dar de nuevo al mismo no puede de nuevo dar al
Dios a sí mismo, pues él en sí mismo Dios a sí mismo, pues
siempre es el mismo... como él en sí siempre es el mismo ...
cosa suya del alma que de como cosa que de suyo le da el
nuevo se le da, y en eso mismo alma, y en esa misma dádiva
la ama de nuevo se entrega al ama él de nuevo al alma, y en
alma, y en esto ama al alma. esa reentrega de Dios al alma
ama el alma también como de
Y así, están actualmente Dios nuevo. Y así, entre Dios y el
y el alma en un amor recípro- alma está actualmente forma-
co en la conformidad de la do un amor recíproco en con-
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 113

unión y entrega matrimonial ... formidad de la unión y entrega


libremente, los poseen en- matrimonial ... libremente por
trambos juntos en la entrega razón de la entrega voluntaria
voluntaria del uno al otro del uno al otro, los poseen
diciendo el uno lo que el Hijo entrambos juntos, diciendo el
de Dios ... uno al otro lo que el Hijo de
Lo cual en la otra vida es sin Dios ... Lo cual en la otra vida
intermisión en la fruición, y en es sin intermisión en la frui-
este estado de unión cuando se ción perfecta, pero en este
pone en acto y en ejercicio de estado de unión acaece cuan-
amor la comunicación del do Dios ejercita en el alma
alma y Dios. este acto de transformación,
aunque no con la perfección
Que puede hacer el alma aque- que en la otra. Y que pueda el
lla dádiva, aunque es de más alma hacer aquella dádiva,
entidad que su capacidad y su aunque es de más entidad que
ser, está claro, porque claro su capacidad y ser, está claro,
está que el que tiene muchos porque lo está que el que tiene
reinos y gentes por suyas, aun- muchas gentes y reinos por
que son de más mucha entidad suyos, que son de mucha más
que él, las puede dar muy bien entidad, los puede dar a quien
a quien quisiere (79, 138-161). él quisiere.

Acoge este párrafo, en la versión de la LlB, dos ideas ausentes


en la LlA, pero muy sanjuanistas en su contenido. Coinciden ade-
más con las dos novedades más representativas de lo aportado por
la revisión de la primera escritura.

En las líneas iniciales se introduce una idea muy precisa e


importante: se identifica la dádiva que el alma perfecta hace a Dios
con el Espíritu Santo. Gracias a esa entrega voluntaria de la tercera
persona de la Trinidad se establece una igualdad de amor entre ella
y Dios. Bastará recordar la doctrina trinitaria y su aplicación al
tema de la igualdad de amor en las estrofas finales del Cántico, para
comprobar que se incorpora aquí a la LlB un pensamiento típica-
mente sanjuanista. Una vez más la revisión de la Llama refuerza la
doctrina pneumatológica de la primera escritura. Ya se han señala-
do otros textos a este respecto.
114 EULOGIO PACHO

Intimamente vinculada con esta aportación está otra de las


novedades que alteran las afirmaciones de la LlA. Mientras en ésta
se dice que la fruición en esta vida se verifica cuando “se pone en
acto y en ejercicio de amor la comunión del alma con Dios”, en la
revisión se atribuye ese actualización al mismo Dios: “cuando Dios
ejercita en el aloma este acto de transformación”. Es la obra propia
del Espíritu Santo que actúa en el alma.
La tercera novedad aportada por la LlB reincide en la insisten-
te distinción entre la plenitud de la gloria y lo que puede alcanzar-
se en esta vida. Una vez más recorta lo de ésta para que no haya
identificación de situaciones o estados. Comienza por calificar de
“perfecta” la fruición de la otra vida y remata la idea con el inciso
“aunque no con la perfección de la otra”.

***

El campo explorado permite un balance bastante concreto para


caracterizar la labor de revisión llevada a cabo por Juan de la Cruz
sobre el texto de la redacción primitiva de la Llama. Puede sinteti-
zarse en las siguientes conclusiones.
El texto revisado adoptada una postura intencionada y manteni-
da de forma constante para dejar patente a lo largo de la LlB que,
entre las supremas experiencias místicas posibles en esta vida y la
bienaventuranza de la otra, existe una distancia más amplia de lo
que se expresa en la primera redacción de la obra. La LlB recorta
lo escrito en la LlA sobre las gracias místicas más elevadas de la
existencia terrena, presentándolas como anticipo de la bienaventu-
ranza. La revisión insiste en que media aún una distancia notable
entre ambas vertientes de la vida en Dios.
Relacionada con esa tesis general, y dependiente de ella hasta
cierto punto, aparece una aplicación concreta: la que se refiere a la
vinculación de la carne con el espíritu y la consiguiente glorifica-
ción de la primera, aquí en la tierra como purificación elevadora. La
supresión en LlB de la feliz expresión de LlA “urdimbre de espíri-
tu y carne”, para definir a la persona humana, tiene su justificación
para el revisor en la diferencia existente entre la “glorificación”
LA “LLAMA DE AMOR VIVA” REVISADA 115

catártica de la carne en esta vida y su “glorificación resucitada”. La


idea es recurrente, como ha podido comprobarse en los últimos tex-
tos confrontados.
Es relativamente modesto al alcance de la eliminación relativa
a los clásicos estados de la vida espiritual y la conexión implícita-
mente establecida entre la meditación y la contemplación. Si se
tiene en cuenta, no obstante, la permanente confrontación dialécti-
ca entre meditación-discurso y contemplación-noticia amorosa a lo
largo y ancho de toda la obra sanjuanista, y en particular en este
escrito, no deja de sorprender la voluntaria poda realizada en la
LlB.
La mayoría de las modificaciones tienen carácter de matizacio-
nes que pretenden aclarar lo escrito originariamente o atenuar algu-
nas afirmaciones muy generales. Tales recortes y precisiones sue-
len expresarse con frases tópicas: “a veces”, “en alguna manera” y
otras equivalentes.
Todo ello –correcciones menudas, retoques estilísticos, supre-
siones, ligeras modificaciones, añadidos y revisiones doctrinales–
aparece como una labor casi imperceptible de fina taracea apenas
perceptible a primera vista. Sólo una confrontación minuciosa per-
mite individuar la variada gama de recursos empleados en la “rees-
critura”. Es precisamente la interferencia o mezcla de elementos
redaccionales tan dispares y su presencia, al margen de cualquier
esquema previo, lo que lleva a pensar que fray Juan revisó su últi-
ma obra “rescribiéndola”.
116 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 117

SANTA TERESA Y EL GRECO

Félix Herrero Salgado


Profesor Jubilado de la Universidad de Salamanca

Introducción. Toledo 1576-1577

Cuando en los primeros meses del año de 1577, a sus 35 años,


llegó Doménikos Theotokópoulos, El Greco, a Toledo, la ciudad
hacía ya tres lustros que había dejado de ser la brillante Corte del
Imperio. Después de la edad de oro de la Corte del Emperador,
vivía ahora una edad de plata, nutrida de vivencias del pasado, y del
disfrute de la prosperidad lograda, con una vida religiosa, literaria
y artística floreciente que se mantendría durante todo el reinado de
Felipe II.
El Toledo, pues, que encontró Doménikos le ofrecía un clima
favorable para el desarrollo de sus actividades artísticas. Allí
encontró patronos, amigos, y el hechizo de una ciudad forjada en el
cruce y convivencia de tres razas –judía, musulmana y cristiana–, y
exponente esclarecido de la recia espiritualidad castellana. Tal vez
su pensamiento al llegar a Toledo fuera el de una estancia breve:
cumplir unos compromisos, y, después, poner proa a Madrid, la
prometedora nueva capital del Imperio; pero la interinidad se con-
virtió en una estancia de por vida. Si veintiséis años había vivido en
Creta, tres en Venecia y seis en Roma, cuando le llega la muerte, en
1614, había llenado treinta y siete largos años, más de media vida,
en Toledo. Con razón pudo escribir el buen poeta y famoso predi-
cador trinitario Fray Hortensio Félix Paravicino:
Creta le dio la vida y los pinceles;
Toledo, mejor patria, donde empieza
a lograr, con la muerte, eternidades.
118 FÉLIX HERRERO SALGADO

Cuando El Greco arriba a Toledo, la Madre Teresa de Jesús lle-


vaba ya más de medio año en su Convento carmelitano de San José,
adonde había llegado de Sevilla, con breve estancia en el convento
de Malagón. En el San José toledano gozó, por beneplácito del P.
Jerónimo Gracián, de un año de apacible descanso en una celda
muy alegre, apartada como una ermita. Allí dejó casi ultimado el
libro de las Fundaciones, y allí dio comienzo a Las Moradas. De
Toledo partió para su querido convento de San José, el primero de
la reforma, en julio del 77, justamente cuando El Greco estaba pin-
tando los retablos de Santo Domingo el Antiguo y tenía contratado
el Expolio para la Catedral.
Espiritualmente, Toledo en el año de 1577 salía del mandato de
un fraile dominico acusado de erasmista e iluminado, el Arzobispo
Fray Bartolomé Carranza, y entraba en el gobierno del influyente
Cardenal Gaspar de Quiroga, que llegaba con el propósito de llevar
a su riquísima diócesis, Primada de las Españas, el espíritu refor-
mista de Trento. Dos grandes prelados, pues, que simbolizaban las
corrientes espirituales ortodoxas de la época: una, de interioriza-
ción, sospechosa en momentos de crisis; otra, tradicional, segura
para una Iglesia Católica que tenía abiertos demasiados frentes
como para permitirse el lujo de no poner coto a cualquier desvia-
ción de su inflexible línea.

– Letras y colores: un mundo para el espíritu

Es casi seguro que la Santa y el pintor no se conocieron perso-


nalmente. El Greco era un recién llegado a Toledo, y la Madre, una
monja retirada en su convento; pero sí es posible que en las con-
versaciones que los dos mantenían con amigos comunes salieran a
relucir sus nombres y se suscitara la lógica curiosidad de saber algo
de tan extraordinarios personajes. Y también es posible que ya
antes de la publicación de los escritos de la Santa, el cretense hubie-
ra leído fragmentos de los mismos, de los que corrían copias en cír-
culos que no le eran ajenos. Y no sólo posible, sino casi seguro, que
el pintor los leyera cuando fueron publicados, pues él sobrevivió
treinta y seis años a la Santa. Esta es mi opinión, y también lo es
que no es forzosamente necesario ese conocimiento mutuo de per-
sonas y de obra para que los dos, monja y pintor, expresasen en sus
SANTA TERESA Y EL GRECO 119

obras unas inquietudes espirituales que eran sentidas por la socie-


dad del momento. Por eso creo hiperbólicos los comentarios de
quienes pretenden interpretar a El Greco a través de la escritura
teresiana, o leer a la Santa con la mirada fija en la pintura del cre-
tense. La cosa, a mi ver, como he dicho, es más sencilla: hay que
interpretarlos en el contexto histórico y religioso de su tiempo, y
más, contando con la lucidez y sensibilidad extraordinarias de que
estaban dotados escritora y pintor.
En mi modestísimo entender, ni la escritora completa al pintor,
ni el pintor tiene por qué completar a la escritora; cada uno tiene su
personalidad y su estilo; personalidad y estilo que enriquecen la
cultura y espiritualidad del siglo XVI1. Ahora bien, ya desde el
plano de oyente o espectador, podemos considerar que es muy posi-
ble que la lectura de la obra de la Santa pueda ilustrar la pintura de
El Greco, como que la contemplación de los lienzos del cretense
ayude a comprender mejor la escritura de la monja carmelita. Esta
posibilidad es, precisamente, el fundamento de este artículo.
En este sentido, me parecen interesantes las ideas que en breve
texto expone Arturo Serano Plaja: “El mismo asombro que ciertos
pasajes de Santa Teresa producen en el lector: el de hallarse ante
algo que describe lo sobrenatural valiéndose de expresiones y tra-
tando de ello como de un fenómeno sumamente natural, es el
mismo que suscitan ciertos cuadros de El Greco, en los cuales tam-
bién parece que se nos muestran “las entrañas de la divinidad”2.
En estas páginas pretendo traer a la lectura unos textos selec-
cionados de los libros de la Madre Teresa de Jesús, que didáctica-

1 Véase HELMUT HATZFELD, “Textos teresianos aplicados a la interpretación


del Greco”, en Estudios literarios sobre mística española, Madrid, Gredos, 1976,
pp. 243-276.-El erudito hispanista recoge opiniones e interpretaciones de varios
críticos y, como es lógico, después de las comparaciones de nueve cuadros con tex-
tos teresianos, expone su propia conclusión: Estas comparaciones “constituyen el
primer apoyo detallado de la tesis de que el arte del cretense fue influido por la gran
mística y visionaria de Ávila, su contemporánea” (p. 274).-El estudio contemplaba
dos de mis grandes devociones; su lectura me fue incitación a elegirlo como tema
de una charla-conferencia -ilustrada con proyección de diapositivas- que iba a dar,
y que di, en el Convento de San Juan de la Cruz de Segovia a un grupo de cursi-
llistas. Le debo, pues, la idea, y algunas sugerencias más, de aquella charla y de este
artículo.
2 El Greco, Buenos Aires, 1947, en H.HATZFELD, ob. cit., pp.246-247.
120 FÉLIX HERRERO SALGADO

mente nos acerquen a esa visión de “las entrañas de la divinidad”


en unos cuadros –seis– de El Greco.
Antes permítaseme recordar el carácter catequético que la
Iglesia ha dado siempre a las Artes plásticas. La fe se recibe y se
propaga por la palabra hablada o escrita, pero la pintura y la escul-
tura son libros abiertos permanentemente a todos, sabios e igno-
rantes.

1. Entierro del Conde de Orgaz

En 1612 escribía Francisco de Pisa refiriéndose a este cuadro:


“Los de la ciudad nunca se cansan de ver esta pintura, sino que
siempre hallan cosas nuevas que contemplar en ella”. Y así es, en
efecto; como obra del genio, el lienzo ofrece pábulo a los ojos, a la
mente, a la intuición y al sentimiento del espectador. Acotemos
algunos aspectos.
–Tema. Podríamos sintetizarlo en el prefacio de la misa de
difuntos: Tuis enim fidelibus, Domine, vita mutatur, no tollitur:
“Con la muerte, Señor, para tus fieles la vida no se acaba, sino que
se transforma”. La muerte es contemplada así como el paso nece-
sario entre las dos vidas: la terrena, temporal, y la celestial, eter-
na. La división bipartida del lienzo da la posibilidad de contem-
plar la representación simultánea de los dos mundos en su relación
de mutua dependencia: la vida terrestre en relación con la sobre-
natural.
Esto es lo que se representa en el cuadro: el oficio fúnebre del
entierro de Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de la villa de Orgaz,
asistido en el momento de la inhumación, en el año de 1323 en la
iglesia de Santo Tomé de Toledo, por los Santos de su devoción,
San Esteban y San Agustín, quienes descienden del cielo para
depositarlo en el sepulcro. Gonzalo Ruiz de Toledo, hombre limos-
nero y devoto de los Santos, fundó en 1312 el convento de San
Esteban de los Agustinos de Toledo; los Santos, agradecidos, le
asistieron en el momento de su entierro, como hicieron José de
Arimatea y los amigos de Jesús con su bendito cuerpo [Mt 27,59-
60]. Cuenta la leyenda que, al marchar, dejaron su lección moral:
“Tal galardón recibe, el que a Dios y a sus Santos sirve”.
SANTA TERESA Y EL GRECO 121

–Pequeña historia del cuadro. Don Andrés Núñez de Madrid,


párroco de Santo Tomé, queriendo realzar la figura del noble limos-
nero, construyó una capilla con cúpula en el rincón del templo
donde se hallaba su sepulcro, y en 1586 encargó a Doménico Greco
un cuadro “en que –dice textualmente el contrato–, se ha de pintar
una procesión de cómo el cura y los demás clérigos estaban hacien-
do los oficios para enterrar a don Gonzalo Ruiz de Toledo, señor de
la villa de Orgaz, y bajaron Santo Agustín y San Esteban a enterrar
el cuerpo de este caballero, el uno teniéndole la cabeza y el otro los
pies echándole en la sepultura, y fingiendo alrededor mucha gente
que estaba mirando, y encima de todo esto ha de haber un cielo
abierto de gloria”.
El pintor tomó el asunto y lo interpretó a su manera, moderni-
zando la escena de la tierra, acomodando a las costumbres del siglo
XVI la liturgia del oficio de difuntos y la vestimenta de los ofi-
ciantes, y retratando personajes de su época, algunos de ellos muy
conocidos de los toledanos.
Para enlazar esta parte terrena con la celeste, se sirvió del texto
de la oración que dice el sacerdote por el difunto en el momento de
su inhumación: “Que los ángeles te conduzcan al Paraíso y a tu lle-
gada te reciban los mártires y te guíen a la ciudad santa de
Jerusalén. Recíbate el coro de los ángeles y tengas descanso eterno
al lado de Lázaro”. “Ayudadle, Santos de Dios; socorredle, ángeles
del Señor, recibiendo su alma y ofreciéndola en presencia del
Altísimo. Recíbate Cristo, que te llamó, y los ángeles te lleven al
seno de Abraham”.
Siguiendo, pues, el texto del oficio, el pintor compuso la ascen-
sión del alma del difunto, que es llevada por un ángel hasta el trono
de Cristo Juez, ante el que interceden la Virgen y San Juan Bautista.
Testigos del Juicio son los coros de ángeles y de Santos del Antiguo
y Nuevo Testamento: Lázaro, símbolo de la resurrección –“Yo soy
la resurrección y la vida; el que en mí cree, aunque muera vivirá”–
[Jn 19,25]. Como testigos y notarios de excepción allí están pre-
sentes algunos personajes aún vivos: el Rey Felipe II, el Papa Sixto
V y el Cardenal Quiroga, Arzobispo de Toledo.
Así, pues, en el cuadro han quedado representadas la “Ciudad
terrena” –mundo de la realidad cotidiana, la vida y la muerte, frai-
les y clérigos y austeros nobles castellanos– y la “Ciudad de Dios”.
122 FÉLIX HERRERO SALGADO

El lienzo lleva firma y fecha: “Doménikos Theotokópulos


époiei [lo hizo], 1588”.
–Notas técnicas. Como en muchas composiciones bizantinas,
El Greco ha representado dos mundos: el cielo y la tierra, separa-
dos por unas nubes vaporosas y nacaradas.
El mundo inferior, la tierra, está representada mediante una
galería de personajes que asisten a una escena tan cotidiana como
es un entierro, si bien milagroso. Los personajes son figuras sere-
nas, cargados de un rico mundo interior; asisten al milagro expre-
sando reacciones diversas; sólo las elegantes y alargadas manos
que surgen sobre el fondo negro ponen un toque de animación en
una escena que está hecha de quietud. Todos ellos son contemporá-
neos de El Greco. Aunque no se tiene seguridad de quiénes son, se
cree que están retratados todos los prohombres de la ciudad, como
el alcalde, el Conde de Benavente –con la mano levantada y la Cruz
de Santiago sobre el pecho–; el caballero que está detrás de él, de
barba rubia, que mira al espectador, podría ser un autorretrato del
artista; San Agustín es el Patriarca de Valencia, San Juan de Ribera;
el caballero de la barba blanca, situado detrás del sacerdote de
sobrepelliz, don Antonio de Covarrubias –otros dicen que podrían
ser retrato del Emperador–; el niño, Jorge Manuel, hijo del pintor;
el sacerdote oficiante sería el párroco de Santo Tomé. Junto a los
caballeros, los frailes de las tres órdenes religiosas que acudían a
todos los entierros: franciscanos, agustinos y dominicos –místico el
primero, más humano el segundo, y más transcendente el tercero–.
El conjunto es una maravillosa galería de retratos tan realistas y
elegantes como los venecianos; igualmente son de raíz veneciana el
magnífico colorido de los ornamentos sagrados y las prodigiosas
calidades de sus bordados y tejidos, de la armadura del Conde y de
la veladura del alba blanca del sacerdote que está de espaldas.
La técnica empleada en esta zona terrestre es minuciosa y pre-
cisa.
El cielo está representado de una manera muy diferente. Aquí
El Greco se expresa con absoluta libertad; emplea una técnica
mucho más suelta, de pinceladas largas, incluso manchas en algu-
nas de las nubes y en algunas figuras. El colorido tiene esa gama
tan rica y personal del artista con sus tonos favoritos: grises, ama-
SANTA TERESA Y EL GRECO 123

rillo limón, verdes aceitunados, dorados, blancos, rojo púrpura y


azul lapislázuli, y, a la vez, muestra sus dotes de dibujante en la
anatomía perfecta y el acentuado movimiento de algunas figuras
desnudas.
Es una escena celeste presidida por la antigua Deisis bizantina:
Cristo resucitado representado con María y San Juan Bautista a sus
pies, que son los intercesores que ruegan por el alma del Conde,
conducida ante el Altísimo por su ángel de la guarda que traspasa
las nubes. El alma del Conde está representada, como en el arte
bizantino, por una figura de niño, aquí casi transparente, símbolo de
la pureza. Detrás de las figuras centrales aparecen, a la derecha,
Santos, entre ellos el titular del templo, Santo Tomé, con la escua-
dra de arquitecto, y a la izquierda, San Pedro con las llaves del
Reino y los Ancianos del Apocalipsis.
El conjunto es una bella composición puramente renacentista
empapada del simbolismo y la espiritualidad bizantinos.
–Interpretación religioso-moral del lienzo. La intención didác-
tica del cuadro es muy clara. De una parte, el perenne memento
–“recuerde el alma dormida”– manriqueño: la vida es un camino;
la muerte, un tránsito, y la morada eterna, el colofóm de la vida
terrenal. Esta visión conlleva valorar la vida terrena moralmente
como medida preparatoria –“buscad bienes mejores”–, y relativiza
los valores que la sociedad pretende colocar como absolutos. Pero
hay algo más: escuchemos lo que, señalando al difunto con la
mano, nos dice el niño: “Mirad a este hombre y aprended su ejem-
plo. Sus buenas obras y su devoción a los Santos serán su mejor
presente ahora ante Dios”. (Mensaje muy tridentino contra la tesis
protestante que defendía la justificación y salvación del hombre
exclusivamente por la fe, negando el valor de las buenas obras, y
que rechazaba el culto a los Santos, a quienes la Iglesia Católica
ponía como ejemplos de vida e intercesores de los hombres ante
Dios).
–Textos teresianos que nos aproximan al tema del cuadro. “El
remedio para ver a Dios es la muerte”, dice Santa Teresa en la pri-
mera Relación, afirmando así el papel protagonista de la muerte,
punto crucial de la relación de las dos vidas que le caben al hom-
bre: la terrena y la eterna. Santa Teresa parte del concepto platóni-
124 FÉLIX HERRERO SALGADO

co del cuerpo como cárcel del alma, que cristianizó San Pablo con-
traponiendo las dos vidas y proclamando la muerte como liberación
[Rm 6,26]. En el capítulo 38 del Libro de la vida, después de regre-
sar del místico goce del éxtasis, la Santa pinta también un cuadro
de división bipartita, zona terrena y zona celestial, que como el
lienzo de El Greco es una excelente catequesis que pone énfasis en
la diferencia entre la farsa de esta vida y la verdadera morada de la
eterna:

“Quedome también muy poco temor a la muerte, a quien


yo siempre temía mucho; ahora paréceme facilísima cosa para
quien sirve a Dios, porque en un momento se ve el alma libre
y puesta en descanso. Que este llevar Dios el espíritu y mos-
trarle cosas tan celestes en estos arrobamientos, paréceme a
mí conforma mucho a cuando sale el alma del cuerpo, que en
un instante se ve en todo este bien. Dejemos los dolores de
cuando se arranca, que hay poco caso que hacer de ellos; y los
que de veras amaren a Dios y hubieran dado de mano a las
cosas de esta vida, más suavemente deben morir.
También me parece me aprovechó para conocer nuestra
verdadera tierra y ver que somos acá peregrinos y saber adón-
de hemos de ir. Porque si uno ha de ir a vivir de asiento a una
tierra, esle de gran ayuda, para pasar el trabajo del camino,
haber visto que es tierra adonde ha de estar en muy gran des-
canso; y también para considerar las cosas celestiales y pro-
curar que nuestra conversación sea allá, hácese con facilidad.
Esto es mucha ganancia, porque sólo mirar el cielo recoge el
alma, porque como ha querido el Señor mostrar algo de lo que
hay allá, estase pensando; y acaéceme algunas veces ser los
que me acompañan y con los que me consuelo los que sé que
allá viven, y paréceme ser aquéllos verdaderamente los vivos,
y los que acá viven, tan muertos, que todo el mundo me pare-
ce no me hace compañía” (V 38,5-6).

Quisiera traer otro lugar en que la Madre esboza también con su


pluma el lienzo bipartito del Greco; pero ahora no es la muerte físi-
ca la que corta el hilo de la vida y libera el alma del cuerpo; es la
misma alma, que, por “algunas palabras del Señor”, conoce la vani-
SANTA TERESA Y EL GRECO 125

dad de los señoríos y de las cosas de acá y su propia miseria y ruin-


dad, y, negándose a sí misma y deshaciéndose de todo lo terreno,
levanta únicamente sus deseos hacia la pura verdad. Es entonces
cuando el Señor la llama, y la sube a su morada, donde le da a pro-
bar un poco de las riquezas y tesoros y deleites que en ella le tiene
preparados. Así lo dice la Santa:

“Pues tornando a lo que decía, como comenzó el Señor a


traerme a la memoria mi ruin vida, a vuelta de mis lágrimas
(como yo entonces no había hecho nada, a mi parecer), pensé
si me quería hacer alguna merced. Porque es muy ordinario,
cuando alguna particular merced recibo del Señor, haberme
primero deshecho a mí misma, para que vea más claro cuán
fuera de merecerlas yo son; pienso lo que debe el Señor de
hacer. Desde a un poco fue arrebatado mi espíritu, que casi
me pareció estaba del todo fuera del cuerpo; al menos, no se
entiende que se vive en él. Vi a la Humanidad sacratísima con
más excesiva gloria que jamás la había visto. Representóseme
por una noticia admirable y clara de estar metido [Cristo] en
los pechos del Padre. Esto no sabré yo decir cómo es, porque,
sin ver, me pareció me vi presente de aquella Divinidad.
Quedé tan espantada y de tal manera, que me parece pasaron
algunos días que no podía tornar en mí, y siempre me parecía
traía presente aquella majestad del Hijo de Dios” (V 38,17).

No cabe duda de que después de la lectura de estos textos de la


Santa, nuestra contemplación de “El entierro del Conde de Orgaz”
puede enriquecerse con nuevas y más profundas reflexiones.
Pintura y textos acusan aquí su carácter marcada y piadosamente
didáctico.

2. La sacratísima Humanidad de Cristo

Nos centramos en un tema concreto: la sacratísima Humanidad


de Cristo. Es lógico que la figura de Jesús ocupase buena parte de
la actividad artística de pintores y escultores. Y así fue en El Greco;
de sus pinceles salieron estampas evangélicas que contemplan la
vida de Jesús desde su Nacimiento y Adoración, los Reyes y
126 FÉLIX HERRERO SALGADO

Pastores, hasta su triunfal Ascensión a los cielos. Dentro de este


ciclo no es de extrañar que destaquen los motivos dedicados a la
Pasión del Señor. La piedad popular siempre se ha inclinado más
hacia temas propios del sentimiento que hacia conceptos abstractos
de la mente; ha sentido más cercano a sí a un Dios humanado, un
Cristo paciente, un tierno Niño que tirita en una cuna, que a un Dios
en las alturas inaccesibles de la Divinidad.
Este sentimiento del pueblo anida también en la teoría y en la
vida de muchos ascetas y místicos españoles. Así, para los que pro-
fesan un total cristocentrismo, la vida interior se debe centrar y
cebar en la consideración de los misterios de la Humanidad de
Cristo, y todo el esfuerzo debe dirigirse a imitar a este divino ejem-
plar. Los llamados recogidos, ascetas y místicos ortodoxos, siguen
la sacratísima Humanidad durante la vía iluminativa hasta llegar al
grado de contemplación; pero una vez traspasada esta puerta, el
alma, dicen, vuela libre, incluso, de la meditación imaginaria y dis-
cursiva de la Humanidad de Cristo. Para los alumbrados, rama
heterodoxa, escindida y desviada de los recogidos, que rechazan la
oración, la meditación, las buenas obras, y que profesan únicamen-
te la dejación o el dejamiento a la acción de Dios en el alma, el pen-
sar en los pasos de la vida de Jesús pone obstáculos a esta actitud
quietista.
Los dominicos, tan amigos de la Madre, fueron siempre defen-
sores de la teoría y de la práctica cristocentrista. En el pensamien-
to de Fray Luis de Granada, por ejemplo, la Humanidad de Cristo
constituye una cuádruple vía que conduce el hombre a Dios: vía de
conocimiento, camino de la reconciliación con Dios, amor en cari-
dad, escuela de imitación de Dios. Leamos estas palabras tomadas
del Discurso del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios:

“Siendo, pues, esta la condición de nuestro entendimien-


to: que no se acomoda a contemplar las cosas espirituales sino
envueltas en figuras corporales, grande beneficio de nuestro
Dios fue hacerse hombre y vestirse de carne humana; porque
si no nos aplicábamos a contemplarlo como a puro espíritu, lo
contemplásemos vestido de carne. Y así lo contemplamos en
todos los pasos y misterios de su vida santísima y de su muer-
te acerbísima y gloriosa resurrección y ascensión. Y desta
SANTA TERESA Y EL GRECO 127

manera, vistiéndose Dios de nuestra humanidad, que es cor-


poral y visible, nos levantó al conocimiento de las cosas espi-
rituales y visibles”3.

Veamos cómo Santa Teresa sigue esta línea cristocentrista,


incluso con palabras semejantes:

“Nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo.


Querernos hacer ángeles estando en la tierra -y tan en tierra
como yo estaba-, es desatino. [...] En trabajos y persecucio-
nes, cuando no se puede tener tanta quietud y en tiempo de
sequedades, es buen amigo Cristo, porque lo miramos
Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía,
y, habiendo costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí” (V
22,10).

Y dirigiéndose a su confesor, el dominico Fray García de


Toledo, le dice y aconseja:

“Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a


Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere que sea por
manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su
Majestad se deleita [Mt 3,17]. Muy, muy muchas veces lo he
visto por experiencia; hámelo dicho el Señor. He visto claro
que por esta puerta hemos de entrar, si queremos que nos
muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que vues-
tra merced, señor, no quiera otro camino, aunque esté en la
cumbre de la contemplación; por ahí va seguro. Este Señor
nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él lo ense-
ñará; mirando su vida es el mejor dechado” (V 22,6-7).

Santa Teresa sólo admite un momento en la vida interior en que


no está en el pensamiento la Humanidad de Cristo: “Cuando Dios
quiere suspender todas las potencias [...], claro está que, aunque no
queramos, se quita esta presencia. Entonces vaya en horabuena;
dichosa tal pérdida que es para gozar más de lo que nos parece se

3 FRAY LUIS DE GRANADA, Obras, edición de J. Cuervo, Barcelona, 1908,


tomo XIV, p. 180.
128 FÉLIX HERRERO SALGADO

pierde; porque entonces se emplea más el alma en amar a quien el


entendimiento ha trabajado en conocer”; mas, cuando no sea esto,
“no me parece bien, y que es nadar el alma en el aire, como dicen;
porque parece no hay arrimo. Es gran cosa, mientras vivimos, y
somos humanos, traerle humano” (V 22,9).
Y, finalmente, un último testimonio que es una confesión. Por
tener presente al Señor, “yo era tan amiga de imágenes.
¡Desventurados de los que por su culpa pierden este bien! Bien
parece que no aman al Señor, porque si le amaran, holgáranse de
ver su retrato, como acá aun da contento ver el de quien se quiere
bien” (V 9,6).
Con estas premisas, podemos volvernos a centrar ya en la pin-
tura y la escritura de nuestros dos esclarecidos personajes.

2.1. El Expolio

El lienzo fue encargado en 1577 por el Cabildo de la Catedral


de Toledo para el vestuario de la sacristía; el tema elegido fue el
momento en que el Señor es despojado de su vestiduras en el
Gólgota para iniciar el sacrificio cruento de la Cruz. Esta escena del
expolio ha sido considerada por los escritores ascéticos y predica-
dores como la escena más humillante para Cristo de las muchas que
tuvo que soportar durante su sagrada Pasión. Permítaseme traer
aquí un párrafo del “Sermón de la Pasión” predicado por el fraile
dominico Fray Alonso de Cabrera, nuestro más eximio predicador
del Siglo de Oro; lo oímos en el momento en que Cristo es despo-
jado de sus vestiduras y azotado en la columna:

“Llegan, pues, aquellos crueles carniceros y con toda des-


cortesía le quitan sus ropas al redropelo y dexan desnudo al
que viste los Cielos de nubes y a los campos de flores y a los
lirios y açucenas de mayor hermosura que tuvo Salomón en
su gloria. Apareció desnudo lleno de su virginal vergüenza
aquel noble mancebo de treinta y tres años, con tanta lindeza
de cuerpo y proporción de sus miembros, hasta entonces
nunca de otros visto que de la Virgen su Madre, que sólo ver
hombre tan lindo bastaba para atar las manos de las fieras bes-
tias, no pudiendo querer afear la belleza de toda la naturaleza
SANTA TERESA Y EL GRECO 129

humana. Pero aquellos ministros de satanás, más obstinados


que demonios, nada enternecidos con esta vista, echan mano
del cuerpo delicado y con furia diabólica le amarran a la
columna y pegan aquel santo cuerpo a la piedra dura.
Comiençan luego con fiereza inaudita a descargar sobre Él
sus látigos y disciplinas, ciñen el santo cuerpo de cardenales
y verdugos, revienta la sangre y corren arroyos della; rompen
la carne, surcan el cuerpo, añaden llagas sobre llagas. Abren
sus espaldas hasta descubrir sus entrañas, y en poco tiempo no
dexan en Él figura de hombre”4.

(Una bella página de nuestra literatura religiosa, cargada del


fuerte realismo de nuestros pasos de la Semana Santa).
Volvamos al lienzo. Decía que su tema, el expolio, tenía rela-
ción con el lugar de su emplazamiento, la sacristía, donde el sacer-
dote se reviste con las vestiduras sagradas para iniciar el sacrificio
incruento del altar.
Álvarez Lopera ofrece una ajustada descripción del cuadro que
me evita divagaciones:

“Cristo, con la túnica roja de una sola pieza, ocupa el cen-


tro de la composición, netamente destacado de la vociferante
multitud que le escarnece (un grupo que parece aislarle,
dejándole encerrado en una aureola). De este modo el Greco
marcó claramente la diferencia de espacio moral que ocupan
el uno y los otros; una diferencia lógicamente acentuada por
la contraposición entre la idealizada y serena figura de Cristo,
que vuelve los ojos al cielo en señal de aceptación, mientras
que su mano toca su pecho con un ligero gesto, casi melodio-
so, expresión de plegaria y de dolor, y el crudo naturalismo de
los sayones que, en filas superpuestas de cabezas, le oprimen.
En la parte inferior del cuadro, ocupando las esquinas y dejan-
do entre ellos un espacio triangular vacío, que permite que
veamos la figura entera y los pies de Cristo, aparecen, a la
izquierda, la Virgen María acompañada de María Magdalena

4 Segunda parte de las Consideraciones sobre los evangelios de Quaresma,


Córdoba, 1601, f. 192 r.
130 FÉLIX HERRERO SALGADO

y María Cleofás, y a la derecha, un esclavo ocupado en hora-


dar el madero de la Cruz. En la parte superior, un bosque de
picas y celadas contra el cielo, que contribuye a cerrar la
representación amortiguando la sensación de profundidad”.

Aquí está la sacratísima Humanidad de Cristo, con la serenidad


sublime en su rostro y una resignación en su mirada de infinita
esperanza y una categoría definitiva de belleza. El cuadro cautiva
al que lo contempla por su calidad de lección de dignidad, santa
paciencia y ese piadoso levantar los ojos al cielo.
–Algunas consideraciones técnicas. En esta obra excelsa El
Greco mezcla características aprendidas en Creta desde niño, cuan-
do comienza su aprendizaje como pintor dentro de la tradición
bizantina, con todo lo asimilado en la escuela veneciana.
De la pintura bizantina proceden la colocación de los persona-
jes, todos en primer plano, la falta de perspectiva y la ausencia de
paisaje, para que la atención del espectador se concentre en el tema
principal, que es le momento en que Nuestro Señor va a ser despo-
jado de su túnica para ser crucificado.
La figura serena, bella y majestuosa de Cristo preside toda la
escena, y la silueta que forma la túnica tiene forma almendrada,
manera de representar a Dios rodeado por la mandorla o almendra
mística que de Bizancio pasó al arte románico y que no dejó de
emplearse en la pintura bizantina, si bien El Greco lo hace de una
manera completamente nueva y original.
El contraste, como he dicho, entre el divino protagonista y los
sayones que le rodean, se acentúa al representarlos el artista bestia-
les y envilecidos, acentuando su bajeza moral con un repertorio de
expresiones soeces y facciones embrutecidas.
El magnífico rojo púrpura de la túnica de Cristo, los brillantes
blancos y amarillos y el azul lapislázuli del manto de la Virgen pro-
ceden del intenso cromatismo de la pintura veneciana, así como la
perfección de las calidades de los metales de las armaduras. Los
anacronismos en la indumentaria, como la armadura del centurión,
en acero toledano del siglo XVI, son también frecuentes en
Venecia.
SANTA TERESA Y EL GRECO 131

Finalmente, El Greco, emplea una técnica de extraordinaria sol-


tura, con pinceladas largas, casi manchas en algunas figuras del
fondo, influjo, sin duda, de Tiziano, y de Tintoreto, en cuyo taller
trabajó el pintor cretense durante algún tiempo.
–Textos de Santa Teresa. Es posible que nuestra Santa no con-
templara el lienzo del pintor cretense, pero, en mística visión, vio,
son sus palabras, “aquel rostro de tanta hermosura, con una ternura
y afabilidad” y majestad que le hizo exclamar: “¡Oh Rey de la glo-
ria y Señor de todos los reyes! [...] Con mirar vuestra persona, se ve
luego que sois solo el que merecéis que os llamen Señor, según la
Majestad que mostráis [...] Es imposible dejar de ver que sois gran
Emperador en Vos mismo, que espanta mirar esta majestad; mas
más espanta, Señor mío, mirar con ella vuestra humildad” (V 37,6).
Si en este fragmento del Libro de la vida pone la Santa de relie-
ve la hermosura, la humildad y majestad de Cristo, en el que trans-
cribo a continuación, tomado del capítulo 39 del mismo libro, rela-
ta una visión en que su noble alma, como Jesús en la pintura que
comentamos, se vio en soledad en medio de una brutal multitud;
fiel retrato, dice, del mundo, y saludable advertencia para saber
arrostrar los trabajos y contradicciones de la vida con esa dignidad,
santa paciencia y mirando al cielo; divina lección de Jesús en su
humillante expolio:

“Vime, estando en oración, en un campo a solas; en


derredor de mí mucha gente de diferentes maneras que me te-
nían rodeada; todas me parece tenían armas en las manos
para ofenderme: unas lanzas; otras, espadas; otras, dagas, y
otras, estoques muy largos. En fin, yo no podía salir por nin-
guna parte sin que me pusiese a peligro de muerte, y sola, sin
persona que hallase de mi parte. Estando mi espíritu en esta
aflicción, que no sabía qué me hacer, alcé los ojos al cielo y
vi a Cristo, no en el cielo sino bien alto de mí, en el aire, que
tendía la mano hacia mí, y desde allí me favorecía de mane-
ra que yo no temía toda la otra gente; ni ellos, aunque que-
rían, podían hacerme daño. Parece sin fruto esta visión, y
hame hecho grandísimo provecho; porque se me dio a enten-
der lo que significaba; y poco después me vi casi en aquella
batería y conocí ser aquella visión un retrato del mundo, que
132 FÉLIX HERRERO SALGADO

cuanto hay en él parece tiene armas para ofender a la triste


alma” (V 39,17-18).

2.2. Cristo abrazado a la Cruz

Ocupando materialmente casi el ancho del lienzo, Cristo apare-


ce en esta representación de más de medio cuerpo sosteniendo en
sus manos la cruz y levantando su rostro con la mirada dirigida a lo
alto. Viste la túnica roja y la capa azul tradicionales; ciñe su frente
una corona de espinas trenzadas que provoca numerosas heridas, de
las que brota la sangre que mancha la frente y el cuello. Cristo, en
un momento en que parece un alto en el camino al Calvario, apare-
ce sereno, con su mirada dirigida hacia el cielo. La cruz es ingrávi-
da y da la impresión de que más que agarrarla, los largos y trému-
los dedos de Jesús la acarician. Estas manos bellísimas apoyadas en
el madero, tienen tanta importancia, casi, como el rostro, tanto por
la belleza de la forma como por el cúmulo de sentimientos que sus-
citan en quien las contempla.
El mensaje simbólico que transmite esta composición se ha
interpretado como una metáfora de la salvación, y, por tanto, de
esperanza para la vida eterna, a la que lleva un consuelo renuncia-
dor y un padecer amoroso por amor de Dios. El Greco nos está
recordando el texto del Evangelio según San Mateo: “El que quie-
ra venir en pos de mí, tome su cruz y sígame” (San Mateo16,24).
El tema fue abordado por El Greco en diversas ocasiones; este
lienzo del Museo del Prado, pintado hacia 1605, como muestra de
las versiones más tardías, fue pintado con más libertad. El colorido
sumamente vivo, con sus azules y púrpuras favoritos, y el fondo
gris de diferentes tonos con algunos toques claros y anacarados. La
postura frontal y en primer plano, acerca la figura de Jesús al espec-
tador.
–Textos de Santa Teresa. El pensamiento rector de la vida de
todo cristiano -la compasión con el sufrimiento de Cristo y la obli-
gación de ayudarle a llevar la Cruz- está siempre presente en la vida
de Santa Teresa y en los consejos a sus hijas; al fin, ¿qué otra cosa
es el camino de perfección sino un camino de cruz? Y esto para las
que comienzan por él y para las que ya están tocando la cumbre.
SANTA TERESA Y EL GRECO 133

A las que comienzan, les advierte:

“Avisé yo en el primer modo de oración que es gran nego-


cio comenzar las almas oración comenzándose a desasir de
todo género de contentos y entrar determinadas a llevar la
cruz a Cristo como buenos caballeros que sin sueldo quieren
servir a su Rey, pues le tienen bien seguro” (V 15,11).
“Gran fundamento es, para librarse de los ardides y gus-
tos que da el demonio, el comenzar con determinación de lle-
var camino de cruz desde el principio y no los desear, pues el
mismo Señor mostró este camino de perfección diciendo:
“Toma tu cruz y sígueme”. Él es nuestro dechado; no hay que
temer quien por sólo contentarle siguiere sus consejos” (V
15,13).

El mismo consejo da a quienes en la travesía de ese largo cami-


no entran en continuas sequedades y aparente abandono de Dios,
que permite que esté seco el pozo, de donde el alma, seca del jugo
de la devoción, va de mala gana a sacar el agua que sustenta las flo-
res y hace crecer las virtudes. Pues ¿qué hará aquí el pobre hortela-
no?

“Alegrarse y consolarse y tener por grandísima merced de


trabajar en huerto de tan gran Emperador, y, pues sabe le con-
tenta en aquello y su intento no ha de ser contentarse a sí sino
a Él, alábele mucho [...], y ayúdele a llevar la cruz, y piense
que toda la vida vivió en ella y no quiera acá su reino ni deje
jamás la oración. Y así, determine, aunque por toda la vida le
dure esta sequedad, no dejar a Cristo caer con la cruz. Tiempo
vendrá que se le pague por junto; no haya miedo que se pier-
da su trabajo; a buen amo sirve, mirándole está” (V 11,10).

Y para las que gozan ya de las delicias de la contemplación, en


carta desde Toledo al P. Jerónimo Gracián, les aclara en qué con-
siste la verdadera oración: llevar la cruz:

“¡Oh!, que ésta es la verdadera oración, y no unos gustos


para nuestro gusto no más, y, cuando se ofrece lo que he
dicho, mucha flojedad y temores y sentimientos de si hay falta
134 FÉLIX HERRERO SALGADO

en nuestra estima. Yo no desearía otra oración sino la que me


hiciese crecer en las virtudes. Si es con grandes tentaciones y
sequedades y tribulaciones, y esto me dejase más humilde,
esto tendría yo por buena oración; pues lo que más agradare a
Dios tendría yo por más oración; que no se entiende que no
ora el que padece, pues lo está ofreciendo a Dios, y, muchas
veces, mucho más que el que se está quebrando la cabeza a
sus solas, y pensará, si ha estrujado algunas lágrimas, que
aquello es la oración” (Carta 136,5).

2.3. Crucifixión

Cristo en la Cruz es el símbolo de la Redención y la imagen de


devoción por antonomasia. El tema con representaciones esquemá-
ticas desde los primeros cristianos sufrió transformaciones a lo
largo de los siglos que afectaron al número de personajes represen-
tados en el episodio principal de la Pasión, así como a la forma y
manera de figurarlos. El Greco, fiel a las corrientes espirituales de
la época, en todos los lienzos que él pintó o que salieron de su taller
con el mismo motivo de la Crucifixión, se ciñó a las composicio-
nes que presentaban las figuras esenciales, buscando de este modo
dotar a sus representaciones de la emotividad y sencillez que reque-
rían los postulados vigentes. Y así, en este cuadro del Museo del
Prado, tres ángeles y la Virgen, San Juan y la Magdalena acompa-
ñan a un Cristo crucificado de “rostro patinado de infinitas pesa-
dumbres”.
Este Cristo abandonado, desnudo, pobre, es, en palabras de San
Pablo, “la oblación y víctima de suave aroma”, testimonio del amor
de un Padre “que no perdonó a su propio Hijo, antes bien le entre-
gó por nosotros” [Rm 8,32] a la muerte, y muerte ignominiosa de
cruz [Flp 2,8]. Amor divino, que según el Apóstol, pide reciproci-
dad del hombre. Así lo entendió el poeta coetáneo, autor del céle-
bre soneto “No me mueve, mi Dios, para quererte”, para quien el
amor está, sobre los intereses del premio o del castigo, en la con-
templación de la inocente víctima:
Tú me mueves, mi Dios; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido:
SANTA TERESA Y EL GRECO 135

muéveme ver tu cuerpo tan herido;


muéveme tus afrentas y tu muerte.

De las numerosas versiones que nos ha dejado El Greco de la


Crucifixión, ésta destaca por su exaltada espiritualidad. Pocas
veces consigue el pintor envolver el cuerpo de Cristo en una atmós-
fera tan sobrenatural. El Señor aparece en reposo con los ojos cerra-
dos, como si acabara de expirar; pero aún mana agua y sangre del
cuerpo; un ángel recoge la que gotea del costado, mientras la
Magdalena y otro ángel a los pies limpian el madero.
De nuevo la composición está inspirada en precedentes bizanti-
nos; es un Calvario con Cristo crucificado, la Virgen y San Juan;
pero el dramatismo de estas dos figuras es una creación puramente
personal, así como la estilización de sus figuras y de la figura de
Cristo. El dramatismo de esta auténtica exaltación de la Crucifixión
está acentuado por las sombrías nubes del fondo y por el colorido
algo más opaco que en las otras obras.
–Textos de Santa Teresa. La Santa, como todo fiel cristiano,
profesa particular devoción a la Santa Cruz como símbolo de la
Redención. No es, por tanto, necesario aducir muchos testimonios
sino algunos puntuales.
Al Cristo desnudo, pobre, de la Cruz se agarra la Madre en su
lucha por mantener como fundación sin renta la del primer monas-
terio de la reforma, San José de Ávila, incluso contra el parecer de
varones doctos y piadosos. Así lo relata en su Vida:

“Como yo en todo tomaba pareceres, casi a nadie hallaba


de mi parecer: ni confesor ni los letrados que trataba; traían-
me tantas razones, que no sabía qué hacer; porque, como yo
ya sabía era Regla y vía era más perfección [fundar sin renta],
no podía persuadirme a tener renta. Y ya que muchas veces
me tenían convencida, en tornando a la oración y mirando a
Cristo en la cruz tan pobre y desnudo, no podía poner a
paciencia ser rica. Suplicábale con lágrimas lo ordenase de
manera que toda me viese pobre como Él” (V 35,3).
“Estando un día mucho encomendándolo a Dios, me dijo
el Señor que en ninguna manera dejara de hacerle pobre [el
136 FÉLIX HERRERO SALGADO

convento]; que ésta era la voluntad de su Padre y suya; que Él


me ayudaría” (V 35,6).

A este Santo Cristo, oblación y ofrenda y misericordioso, acon-


sejaba a sus monjas acudir cuando se sentían atormentadas por el
peso de sus pecados, o abrumadas por las grandes mercedes que de
Dios recibían en la oración; porque entonces -les decía, contándo-
les una experiencia propia- seguro que el Señor desde la Cruz les
“responderá lo que a una persona que estaba muy afligida delante
de un crucifijo en este punto, considerando que nunca había tenido
qué dar a Dios ni qué dejar por Él; díjole el mismo Crucificado,
consolándola, que Él daba todos los dolores y trabajos que había
pasado en su Pasión; que los tuviese por propios para ofrecer a su
Padre. Quedó aquella alma tan consolada y tan rica, según de ella
lo he entendido, que nunca se le puede olvidar, antes, cada vez que
se ve tan miserable, acordándose, queda animada y consolada” (M
VI, 5,6).
Léense en la vida de los Santos, desde los solitarios ermitaños
hasta los conventuales, sus luchas con el demonio, y cómo el arma
que blandían en su defensa era la Cruz. La Cruz, confiesa repetidas
veces Santa Teresa, era su arma habitual en su lucha particular con
el maligno: “Tomaba una cruz en la mano y parecía verdaderamen-
te darme Dios ánimo que no temiera tomarme con ellos a brazos”.
Mas la Madre, siguiendo el ejemplo y doctrina del Apóstol
–“vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros”
[Ga 1,4]–, no se contentaba con hallar en el Crucificado fuente de
consuelo y arma en las tentaciones; se exigía a sí misma y exigía a
sus hijas reciprocidad. Vivir en el amor –les decía– es procurar vir-
tudes y ejercicio de ellas. Y añadía:

“Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este


matrimonio espiritual: de que nazcan obras, obras. Ésta es la
verdadera muestra de ser cosa y merced hecha de Dios [...]
Poned los ojos en el Crucificado y haráseos todo poco. Si su
Majestad nos mostró el amor con tan espantables obras y tor-
mentos, ¿cómo queréis contentarle con sólo palabras? ¿Sabéis
qué es ser espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a
quienes, señalados con el hierro, que es el de la cruz, porque
SANTA TERESA Y EL GRECO 137

ellos le han dado su libertad, los puedan vender por esclavos


de todo el mundo, como Él lo fue; que no les hace ningún
agravio ni pequeña merced” (M VII, 4,8).

2.4. Resurrección

“Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana” [1 Co 15,14], dice


San Pablo en la primera Carta a los fieles de Corinto, y añade: y “si
solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en
Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hom-
bres!” [15,19]. Este supuesto acezante, que ha inquietado a tantos y
que llevó a Unamuno a proclamarlo prefacio y síntesis de su peque-
ña y gran novela San Manuel Bueno, mártir, de ser realidad, anula-
ría la esencia misma de ser cristiano, y convertiría sus sacrificios y
penitencias en una especie absurda de masoquismo. “¡Pero no!
–continúa el Apóstol– Cristo resucitó de entre los muertos como
primicia de los que durmieron” [15,20], y reinará y pondrá a todos
“sus enemigos bajo su pies, y el último enemigo en ser destruido
será la muerte” [15,25-26].
Este Cristo, triunfador de la muerte y humillador de sus enemi-
gos, la confusión y el pecado, que yacen a sus pies, es el Cristo de
El Greco que contemplamos; Cristo de extraordinaria belleza físi-
ca, de cuerpo alargado, estilizado, y transfigurado, que surge del
sepulcro victorioso con banderola blanca, vertical, irradiante de luz
que mana del interior de la Divinidad. Y frente a su serenidad, la
convulsión de los cuerpos miguelangelescos de los guardianes, que,
no temblorosos y como muertos, como dice San Mateo 28,4, sino
con actitudes espectaculares se conturban ante el prodigio.
El Greco se muestra aquí como consumado dibujante, especial-
mente en el soberbio escorzo del soldado caído de espalda en pri-
mer término. Para la composición ha elegido la colocación triangu-
lar de los personajes, con una base compacta, en que brazos, pies,
tronco y cabeza se entrelazan dramáticamente, no sé si atraídos o
repelidos por el triunfante e ingrávido resucitado, cuya cabeza
forma el vértice del triángulo.
Este Cristo ideal para El Greco, alma y espíritu que conforman
el cuerpo, transfigurado y resucitado aun en los pasos terrenos y en
138 FÉLIX HERRERO SALGADO

las estaciones del Calvario, es el Cristo de Santa Teresa: “siempre glo-


rioso”, “carne glorificada”, como confiesa en el Libro de la vida:

“Casi siempre se me representaba el Señor así resucitado


y en la Hostia lo mismo, si no era algunas veces para esfor-
zarme si estaba en tribulación, que me mostraba las llagas,
algunas veces en la Cruz y en el Huerto, y con la corona de
espinas pocas; y llevando la Cruz algunas veces, para, como
digo, necesidades mías y de otras personas, mas siempre la
carne glorificada” (V 29,4).

El día 25 de enero, día de la Conversión de San Pablo, del año


1561, hallándose la Santa en Toledo, en casa de doña Luisa de la
Cerda, tuvo una visión que dejó profunda huella en su alma. La des-
cribe en el capítulo 28 del Libro de la vida. De esta visión, que ella
califica de visión imaginaria, o sea, que sólo se percibe por los ojos
del alma, comento tres aspectos que creo tienen relación con el
lienzo que estamos considerando. Comienza la descripción:

“Un día de San Pablo, estando en misa, se me representó


toda esta Humanidad sacratísima, como se pinta resucitado,
con tanta hermosura y majestad como particularmente escribí
a vuestra merced, cuando mucho me lo mandó [...] Sólo digo
que, cuando otra cosa no hubiese para deleitar la vista en el
cielo sino la gran hermosura de los cuerpos glorificados, es
grandísima gloria, en especial ver la Humanidad de Jesucristo
Nuestro Señor aun acá que se muestra su Majestad conforme
a lo que puede sufrir nuestra miseria. ¿Qué será adonde del
todo se goza tal bien?” (V 28,3).

En relación con este texto creo interesante destacar la expresión


“como se pinta resucitado”, que alude a la fijación en su memoria
visual de algunas estampas o cuadros con este tema, y la impresión
de la hermosura y majestad, que quedará grabada en su alma de por
vida. Con la hermosura se identifican la verdad y la bondad; con la
majestad Santa Teresa identifica la justicia, el Cristo Juez.
Seguimos el texto comenzado. La Madre deja la descripción de
la visión para dar salida a la emoción que ha acumulado la revivis-
cencia de la experiencia pasada:
SANTA TERESA Y EL GRECO 139

“¡Oh Jesús mío, quién pudiera dar a entender la majestad


con que os mostráis! Y cuán señor de todo el mundo y de los
cielos [...] entiende el alma según con la majestad que os
representáis, que no es nada para ser Vos Señor de ello. [...]
Aquí ve la razón que tuvieron los demonios de temor cuando
bajasteis al limbo y tuvieron de desear otros mil infiernos más
bajos para huir de tan grande majestad, y veo queréis dar a
entender al alma el poder que tiene esta sacratísima
Humanidad junto con la Divinidad. Aquí se representa bien
qué será el día del Juicio ver esta Majestad de este Rey y verle
con rigor para los malos. Aquí es la verdadera humildad que
deja en el alma de ver su miseria, que no la puede ignorar;
aquí la confusión y verdadero arrepentimiento de los pecados,
que aun con verle que muestra amor, no sabe adónde meterse
y así se deshace toda” (V 28,8-9).

Y voy a la tercera consideración que me sugiere el texto de la


descripción de la visión y el lienzo de El Greco. Quienes han trata-
do de relacionar la pintura de El Greco y la escritura de Santa
Teresa han enfatizado coincidencias y actitudes en interpretar lo
sobrenatural a través de formas y colores; en especial, el tratamien-
to de la luz. Incluso alguno, como Ricardo Baeza, comparando des-
cripciones de visiones de la Santa con la expresión de luz y color
en Domémico Greco plantea esta cuestión: “¿No se diría, realmen-
te, que estas pinturas [de algunas descripciones de Santa Teresa]
son las pinturas mismas de El Greco?”5 Y cita el texto clave de la
Santa que repiten también otros críticos: “Veo un blanco y rojo de
una condición como no se encuentra en parte alguna de la
Naturaleza, pues resplandece con más brillo y resplandor ... y veo
pinturas, como pintor alguno pintó jamás, cuyos modelos no se
encuentran en parte ninguna en la Naturaleza ... y la más acabada
hermosura imaginable”.
Yo, ciñéndome a la visión de Cristo resucitado que comencé,
transcribo el fragmento de la descripción en que la Santa confiesa

5 R. BAEZA, “El Greco y Berruguete”, en Centenario de Émile Zola,


Buenos Aires, Cuadernos de cultura española, 1943, en H. Hatzfeld, ob. cit., p. 243.
140 FÉLIX HERRERO SALGADO

su impotencia para figurar algo de tanta hermosura y majestad,


“porque aun sólo su blancura y resplandor no pudiera ni supiera,
porque excede a todo lo que acá se puede imaginar”. Lo comenta:

“No es un resplandor que deslumbre, sino una blancura


suave y el resplandor infuso, que da deleite grandísimo a la
vista y no cansa, ni la claridad que se ve para ver esta hermo-
sura tan divina. Es una luz tan diferente de la de acá, que pare-
ce una cosa tan deslustrada la claridad del sol que vemos, en
comparación de aquella claridad y luz que se representa a la
vista, que no se querrían abrir los ojos después. Es como ver
una agua muy clara que corre sobre el cristal y reverbera en
ello el sol, a una muy turbia y con gran nublado y corre por
encima de la tierra [...] Es luz que no tiene noche, sino que,
como siempre es luz, no la turba nada” (V 28,5).

Al leer el comentario de David Davies sobre el tratamiento que


de la luz hace el Greco en sus lienzos, me ha extrañado encontrar
en él unas palabras que parecen eco de estas otras que acabo de
citar: “Es luz que no tiene noche”, dice la Santa, y el crítico: “Hay
luz y sombra en sus cuadros, pero nunca están el día y la noche”.
Digo que me ha extrañado esta posible semejanza verbal, aunque,
de veras, se me escapa el significado del tecnicismo.
Cinco años después de esta visión, según su testimonio, aún
seguía la Santa “mirando aquella hermosura”.

2.3. La Pentecostés

En el capítulo 2, 1-4 de los Hechos de los Apóstoles cuenta San


Lucas:

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en


un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como del
de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en
que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de
fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;
quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar
en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”.
SANTA TERESA Y EL GRECO 141

Este es el argumento que el Greco ha plasmado en el lienzo: la


venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés, fiesta en que los
judíos cincuenta días después de la Pascua celebraban la renova-
ción de la Alianza de Dios con su pueblo. El cuadro según Pita
Andrade, era uno de los siete que componían el retablo mayor pin-
tado entre los años 1596-1600 para la iglesia del Colegio de los
Padres Agustinos de Madrid, conocido popularmente por Colegio
de doña María de Aragón, lo mismo que los lienzos ya considera-
dos de la Crucifixión y la Resurrección.
La escena principal se representa en la parte superior del lien-
zo. En ella se ve a la Virgen sentada, en actitud orante, con túnica
carminosa y manto azul, mirando hacia el cielo donde está la palo-
ma del Espíritu Santo. A ambos lados se distribuyen una serie de
personajes. Cinco a la izquierda, destacando uno –¿San Pedro?–,
con túnica amarilla y las manos abiertas, que se dirigen hacia
María. A la derecha, muy cerca de ésta, la cabeza de una mujer -
como extrañeza iconográfica- y tres hombres entre los que sor-
prende uno barbado que mira hacia el espectador, que debe consi-
derarse como un retrato. Algo más abajo hay un personaje de pie
(se ve uno de sus pies) y de perfil, que contempla a la Virgen. A la
derecha se ven también otros dos. Por último, de espaldas, y casi
arrodillados, con uno de los pies sobre el peldaño de una escalera,
se muestran dos figuras con volúmenes vigorosamente expresados;
una de ellas ha de apoyarse en el pasamanos para no caerse. Sobre
las cabezas de todos los personajes se ven sendas llamas.
A algunos de sus contemporáneos les pareció excesivamente
atrevido el cromatismo del lienzo, en que el pintor pretende armo-
nizar sus colores favoritos -rojo púrpura, azul lapislázuli, dorados,
verdes aceitunados- con otros tonos de azul, rojos intensos y una
gama infinita de grises y ocres; y más excesiva creyeron la coloca-
ción de los personajes en escalones superpuestos y en primer plano,
cerrando el posible lugar a la perspectiva. Todo esto es, precisa-
mente, lo que parece hoy lo más acertado en el cuadro, junto al for-
midable estudio de la luz, que viene de lo alto, de un único foco, el
Espíritu Santo. El Greco consigue un excelente efecto de contras-
tes lumínicos con esta luz cenital que él había aprendido a repre-
sentar junto al rebelde e innovador Tintoreto, pero que emplea aquí
con una libertad personalísima.
142 FÉLIX HERRERO SALGADO

Los tratadistas clásicos de la pintura sentaron la teoría de que la


mayor gracia y vivacidad que puede tener una figura se da cuando
aparece en movimiento, que es su alma o furia; y para representar
este movimiento no existe forma más apropiada que la llama del
fuego. Por tanto, cuanto la figura más tienda a esta forma, tanto más
bella será. Aplicando esta teoría a la pintura del Greco, sus estu-
diosos hallan que en pocos cuadros como en éste se da este movi-
miento ascensional, este alargamiento flamígero que se transforma
en belleza y sentimiento. “Todos estos seres, Apóstoles y santas
mujeres se lanzan en un solo movimiento, fuera de su condición
natural, a unirse con el Espíritu Santo, que baja luminosamente”,
dice Maurice Barrés6. “Un hechizo de entusiasmo los punza y
transfigura”7.
Trasladando el tema del cuadro al tema de la mística teresiana,
veremos que en pocos lienzos de El Greco podríamos hallar una
adecuación tan perfecta como ésta de Pentecostés: las llamas del
Espíritu Santo invadiendo el alma y el alma arrebatada hacia el
Espíritu. Así lo ha considerado también la crítica, que ha reconoci-
do este lienzo como una de las mejores muestras, si no la mejor, de
la pintura universal de la representación del hombre frente a la
Divinidad.
Muchos de los arrobamientos de Santa Teresa están relaciona-
dos con la fiesta de Pentecostés. El primero, en el convento de la
Encarnación de Ávila en 1558:

“Estaba un día, víspera del Espíritu Santo; después de


misa fuime a una parte bien apartada, adonde yo rezaba
muchas veces, y comencé a leer en un Cartujano esta fiesta
[...] Estando en esta consideración, diome un ímpetu grande,
sin atender yo la ocasión; parecía que el alma se me quería
salir del cuerpo, porque no cabía en ella ni se hallaba capaz de
esperar tanto bien. Era ímpetu tan excesivo, que no me podía
valer, y, a mi parecer, diferente de otras veces; ni entendía qué
había el alma, ni qué quería, que tan alterada estaba.

6 M. LEGENDRE y H. HARTMANN; Doménico Theotocópuli, dit El Greco;


París, 1937, p. 22, en H. Hatzfeld, ob. cit., p. 266.
7 F. CASES Y RUIZ DEL ÁRBOL, El Greco, Madrid, 1935, p.32, en H. Haztfel,
ob. cit., p. 266.
SANTA TERESA Y EL GRECO 143

Arrimeme, que, aun sentada, no podía estar, porque la fuerza


natural me faltaba toda. Estando en esto, veo sobre mi cabeza
una paloma bien diferente de las de acá, porque no tenía estas
plumas, sino las alas de unas conchicas que echaban de sí
gran resplandor; era grande, más que paloma. Paréceme que
oía el ruido que hacía con las alas. Estaría aleando espacio de
un avemaría. Ya el alma estaba de tal suerte, que perdiéndose
a sí de sí, la perdió la vista. Sosegose el espíritu con tan buen
huésped, que, según mi parecer, la merced tan maravillosa le
debía desasosegar y espantar; y como comenzó a gozarla, quí-
tosele el miedo y comenzó la quietud con el gozo, quedando
en arrobamiento. Fue grandísima la gloria de este arroba-
miento [...] No oía ni veía, a manera de decir, con gran gozo
interior. Desde aquel día entendí quedar con grandísimo apro-
vechamiento en más subido amor de Dios y las virtudes más
fortalecidas. Sea bendito y alabado por siempre. Amén” (V
38,9-11).

Notemos, primero, de esta visión, invasión del Espíritu y arro-


bamiento, dos efectos concretos: “quitósele el miedo” y “entendí
quedar con las virtudes más fortalecidas”. Dos efectos que experi-
mentaron tan intensamente los Apóstoles, que los que vivían ence-
rrados en una casa por miedo a los judíos, salieron de ella a predi-
car el nombre de Jesús.
Pero esta invasión del Espíritu de Dios produjo, además, otro
efecto espectacular, que, a continuación del relato anterior, cuenta
así San Lucas en los Hechos de los Apóstoles 2, 5-14:

“Había en Jerusalén hombres piadosos venidos de todas


las naciones que hay bajo el cielo [para celebrar la fiesta]. Al
producirse aquel ruido [como de ráfaga de viento impetuoso]
la gente se congregó [alrededor de la casa] y se llenó de estu-
por al oírles hablar cada uno en su propia lengua.
Estupefactos y admirados decían: ¿Es que no son galileos
estos que están hablando? Pues ¿cómo cada uno de nosotros
les oímos en nuestra propia lengua nativa? Forasteros roma-
nos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos
hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios. Entonces
144 FÉLIX HERRERO SALGADO

Pedro, presentándose con los Once, levantó la voz y les dijo:


“Judíos y habitantes todos de Jerusalén ...”.

Pedro, el cobarde que renegó por tres veces a su Maestro ante


el testimonio de unas pobres mujerucas [Mt 26,69-76], revestido
ahora con la fuerza del Espíritu Santo, pronunció el primer sermón
de la Iglesia cristiana.
Algo así como este desbordamiento de la divina gracia –santa
algarabía– y la necesidad de comunicarla a los demás que sintieron
los Apóstoles, sentía nuestra Santa en alguno de sus arrobamientos,
como el que describe en la Morada sexta, una clase de arrobamien-
to que ella llama júbilo: el alma pletórica de santa alegría y de amor
de Dios se desborda y se ve impelida a proclamarlo:

“Entre estas cosas penosas y sabrosas juntamente, da


nuestro Señor al alma algunas veces unos júbilos y oración
extraña, que no sabe entender qué es. Porque si os hiciere esta
merced, le alabéis mucho y sepáis que es cosa que pasa, la
pongo aquí. Es, a mi parecer, una unión grande de las poten-
cias, sino que las deja nuestro Señor con libertad para que
gocen de este gozo, y a los sentidos lo mismo, sin entender
qué es lo que gozan ni cómo lo gozan. Parece esto algarabía,
y cierto pasa así, que es un gozo tan excesivo del alma que no
querría gozarle a solas, sino decirlo a todos para que la ayu-
dasen a alabar a nuestro Señor, que aquí va todo su movi-
miento. ¡Oh, qué de fiestas haría y qué de muestras, si pudie-
se, para que todos entendiesen su gozo! Parece que se ha
hallado a sí y que, como el padre del hijo pródigo, querría
convidar a todos y hacer grandes fiestas, por ver su alma en
puesto que no puede dudar que está en seguridad, al menos
por entonces. Y tengo para mí que es con razón; porque tanto
gozo interior de lo muy íntimo del alma, y con tanta paz, y
que todo su contento provoca a alabanzas de Dios, no es posi-
ble darle el demonio. Es harto, estando con este gran ímpetu
de alegría, que calle y pueda disimular, y no poco penoso.
Esto debía sentir san Francisco, cuando le toparon los ladro-
nes, que andaba por el campo dando voces y les dijo que era
pregonero del gran Rey. Y otros santos que se van a los
SANTA TERESA Y EL GRECO 145

desiertos por poder pregonar lo que san Francisco estas ala-


banzas de su Dios. Yo conocí uno llamado fray Pedro de
Alcántara, que creo lo es, según fue su vida, que hacía esto
mismo, y le tenían por loco los que alguna vez le oyeron. ¡Oh,
qué buena locura, hermanas, si nos la diese Dios a todas!” (M
VI, 6, 10-11).

Creo que estas páginas demuestran con suficiencia que la


pluma de la Santa Madre Teresa de Jesús y los pinceles del eximio
griego Doménikos Theotokópoulos, El Greco, se movieron, en
algunos momentos, a impulsos de parecidos vientos del espíritu.
146 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 147

UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO


DE SANTA TERESA*

Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D.

Dada la importancia que han tenido y siguen teniendo aún hoy


día la experiencia y las enseñanzas de Santa Teresa de Jesús en el
desarrollo de la devoción y de la doctrina teológico-espiritual jose-
finas en la Iglesia, nos interesa grandemente el conocimiento de sus
fuentes. Es decir, ¿quién y cuándo inspiró a la Santa esa su excep-
cional apreciación de la persona del Padre de Jesús? ¿quién ha
podido servir de eslabón entre ella y la tradición cristiana prece-
dente?
Los estudiosos josefólogos conocen bien cuántas investigacio-
nes se han hecho para individuar, esclarecer y valorar las varias
fuentes doctrinales, ambientales, de experiencia o de magisterio
que influyeron en el josefinismo de la Santa Reformadora del
Carmelo1.

* Esta comunicación fue presentada en el VIII Simposio Internacional


sobre San José, celebrado en la ciudad de San Salvador (El Salvador, C.A.) del 16
al 23 de septiembre del 2001, y ha sido publicada con las Actas del Simposio en la
revista Vilasecanum vol. XVI (México 2001) pp. 207-230. Los organizadores del
Simposio me conceden que la pueda publicar también en nuestra revista Monte
Carmelo, en vista sobre todo de la mayor difusión del escrito y para subsanar algún
texto que ha sido trastocado u olvidado. Les quedo por ello profundamente agra-
decido.
1 Sobre el Josefinismo de Santa Teresa en general y su influjo en la Orden
del Carmelo Reformado y en la Iglesia, pueden consultarse los siguientes trabajos:
AMANCIO DE MARÍA. O.C.D., Bibliografía josefina de la Reforma teresiana, en
Estudios Josefinos 18 (Valladolid 1963-64) 807-822; – ANGEL LUIS IGLESIAS,
C.SS.R., San Alfonso María de Ligorio, tributario de Santa Teresa en la devoción
a San José, en Estudios Josefinos 37 (Valladolid 1983) 55-72; – BENITO MARÍA DE
148 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Recogiendo cuanto en numerosos libros y artículos se ha escri-


to sobre esta materia, podemos clasificar las fuentes del josefinis-
mo teresiano en dos grandes apartados: Unas que pudiéramos lla-
mar “intrínsecas” y son las que brotan de la misma vida interior,
cristiana, espiritual y mística de Teresa. Y otras que provienen de
agentes “extrínsecos” humanos, cuales el ambiente, los libros, las
personas, etc.

LA CRUZ, O.C.D., El josefismo de Santa Teresa, en Estudios Josefinos 17-18


(Valladolid 1963-64) 325-338; – BONIFACIO DE S. JOSÉ, O.C.D., La doctrina de San
José en el Carmen descalzo, en El Monte Carmelo 47 (Burgos 1946) 72-78; –
CENTRO DI STUDI GIUSEPPINI DEI PADRI CARMELITANI SCALZI, San Giuseppe fonda-
tore e padre del Carmelo teresiano, en la revista Joseph (Asti), t.66, jul.- ag. 1987,
p. 6-7; sept. 1987, p. 8-9; oct. 1987, p. 10-11; nov.1987, p.22; dic. 1987, p. 8-99; t.
67, enero 1988, p. 22-23; marzo 1988, p. 12-13; abril 1988, p. 8-9; mayo 1988, p.
8-9 (existen traducciones en otras lenguas); Documentos josefinos oficiales del cen-
tenario teresiano, en Estudios Josefinos 18 (Valladolid 1963-64) 823-838; – ELISÉE
DE LA NATIVITÉ, O.C.D., Sainte Thérèse de Jésus et le glorieux saint Joseph, en Le
Carmel 24 (1939) 201-211; – FORTUNATO DE JESÚS SACRAMENTADO, O.C.D., Santa
Teresa y su espíritu josefino, en Estudios Josefinos 7 (Valladolid 1953) 9-54; –
GABRIEL DE JESÚS, O.C.D., (1862-1949), Santa Teresa y el culto a San José en todo
el mundo. Madrid, Sucesores de Rivadeneira, 1916. 48 p.; – ISIDORO DE SAN JOSÉ,
O.C.D., El josefismo de la Reforma Teresiana, en Estudios Josefinos 17-18
(Valladolid 1963-64) 445-493; – ID., El testimonio de Santa Teresa, en Miriam 15
(Sevilla 1963) 174-179; – JOSÉ ANTONIO CARRASCO DEL NIÑO JESÚS, O.C.D., San
José, fundador de la reforma teresiana, en Estudios Josefinos 17-18 (Valladolid
1963-64) 339-353; – ID., Santa Teresa y su influjo en la devoción a San José, en
Estudios Josefinos 48 (Valladolid 1994) 235-250; – JUAN BOSCO DE JESÚS, O.C.D.
Presencia viva de San José en el primitivo Carmelo español, en Estudios Josefinos
36 (Valladolid 1982) 239-282; – JUAN JOSÉ DE LA INMACULADA, O.C.D., Id a José.
Vida josefina de Santa Teresa de Jesús. San Sebastián, La Obra Máxima, 1982; –
LUCINIO RUANO DE LA IGLESIA, Carisma josefino de Santa Teresa de Jesús, en
Estudios Josefinos 36 (Valladolid 1982) 65-112; – Notre Père saint Joseph, en
Vives Flammes, n.213 (numéro spécial) 2ème trimestre 1995, 48p. (contiene 12
breves artículos en honor de San José); – PIERRE SÉROUET, O.C.D., Notre père saint
Joseph et Thérèse d’Avila, en Carmel (Venasque) n. 52 (1989) 19-25; – RODOLFO
HORNAERT, Les sources thérésiennes, en Revue des Sciences Philosophiques et
Théologiques 14 (1924) 120-122; – ROLAND GAUTHIER, C.S.C., Bibliographie sur
Saint Joseph et la Sainte Famille, Montréal, Centre de recherche et de documenta-
tion-Oratoire Saint-Joseph du Mont-Royal, 1999. 1364 p. 23,5cms.; – SALVADOR
ROS GARCÍA, O.C.D., San José en la vivencia teresiana, en Estudios Josefinos 36
(Valladolid 1982) 25-64; San José y Santa Teresa, número especial de “Estudios
Josefinos” 18 (Valladolid 1963-64) 233-842p. ill. 24cms.; – SIMEÓN DE LA S.
FAMILIA, O.C.D., Santa Teresa “dottore” di S. Giuseppe, en Ite ad Joseph (Deserto
di Varazze), ottobre 1971, 2-6; – TEÓFANES EGIDO LÓPEZ (JOSÉ DE JESÚS MARÍA)
O.C.D., Documentos josefinos oficiales del centenario teresiano, en Estudios
Josefinos 17-18, Valladolid, (1963-64) 823-838; – TOMÁS ÁLVAREZ (TOMMASO
DELLA CROCE), O.C.D., Da santa Teresa a san Giuseppe. Devozione ed esperienza
mistica, en Rivista di vita spirituale 15 (Roma 1961) 395-412; – ID., Diccionario
de Santa Teresa de Jesús, Burgos, Monte Carmelo, 2001. 1.464 p. 18 cms.
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 149

Las fuentes “intrínsecas” del josefinismo de santa Teresa se


manifiestan sobre todo en los tres momentos cruciales de su exis-
tencia: Primero, en la curación, que bien pudiéramos llamar mila-
grosa, de su parálisis, a los 26/27 años de edad, hacia el 15422.
Segundo, en el episodio de su “conversión” total a Dios, a sus 39
años de edad y por el año 15543. Tercero, en las varias secuencias
de su vocación carismática como Fundadora del nuevo Carmelo4.
Entre las fuentes “externas” que pudieron influir en el josefi-
nismo de la grande santa de Avila, han sido señaladas como más
importantes las siguientes: a) el ambiente familiar, cultural y reli-
gioso de la España de su tiempo5; b) la religiosidad popular6; c) ya

2 La Santa la recuerda y la cuenta así. “Como me vi tan tullida y en tan poca


edad y cómo me habían parado los médicos de la tierra, determiné acudir a los del
cielo, para que me sanasen... Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y
encomendéme mucho a él... El hizo como quien es en hacer de manera que pudie-
se levantarme y andar y no estar tullida” (Vida 6, 7-8). – Citamos las Obras
Completas de Santa Teresa de Jesús por la edición del P. Tomás Álvarez, en Burgos,
Editorial Monte Carmelo 2001.
3 Teresa recapitula la intervención especial de san José en todo el entorno
de esta su “determinada determinación” de despegarse de los lazos del mundo y de
entregarse por entero al amor de Dios con las siguientes palabras: “Es cosa que
espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaven-
turado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma” (Vida
6,6). “Entendí que tenía mucha obligación de servir a nuestra Señora y a san José,
porque muchas veces yendo perdida del todo, por sus ruegos me tornaba Dios a dar
salud” (Relación 30).
4 Santa Teresa nos ha dejado el relato de dos episodios místicos que corro-
boran el hecho y el significado de esta su vocación. El primero dice así: “Habiendo
un día comulgado, mandóme mucho Su Majestad lo procurase (la fundación de su
primer convento en Avila) con todas mis fuerzas, haciéndome grandes promesas de
que no se dejaría de hacer el monasterio... y que se llamase San José, y que a la una
puerta nos guardaría él (San José) y nuestra Señora la otra...” (Vida 32, 11). Y poco
tiempo después, describiendo la maravillosa marianofanía que se le manifestó el 15
de agosto de 1561, continúa: “Parecióme... que me veía vestir una ropa de mucha
blancura y claridad... y vi a nuestra Señora hacia el lado derecho y a mi padre san
José al izquierdo, que me vestían aquella ropa... Luego me pareció asirme de las
manos nuestra Señora: díjome que le daba mucho contento en servir al glorioso san
José, que creyese que lo que pretendía del monasterio se haría y en él se serviría
mucho el Señor y ellos dos... porque ellos nos guardarían (Vida 33,14).
5 ANICETO CASTRO ALBARRÁN, Estudio de las causas que concurrieron a la
formación literaria, moral y mística de Santa Teresa y examen crítico de los libros
que manejó. Madrid, 1923; – ID., Las lecturas de Santa Teresa. Madrid, 1925; –
CARMEN CONDE ABELLÁN, La escritura de Santa Teresa y su amor a los libros, en
Boletín del Museo e Instituto “Camón Aznar” 10 (Zaragoza 1982) 5-14; – EFRÉN
DE LA MADRE DE DIOS, O.C.D., Posibles influencias josefinas ambientales de Santa
Teresa, en Estudios Josefinos 17-18 (Valladolid 1963-64) 243-258; – FRANCISCO
BRÄNDLE, Imagen bíblica de San José en Santa Teresa, en Estudios Josefinos 36
150 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

en el Carmelo, las tradiciones de su Orden, la Regla, la liturgia car-


melitana contenida en el breviario, en el misal y en otros libros de
ceremonias propios7; d) el influjo de predicadores y de directores
espirituales, sobre todo de familias religiosas8; e) algunos escrito-
res, libros y tratados espirituales o hagiográficos en particular9.

(Valladolid 1982) 283-300; – GIUSEPPE GHIBERTI, La Bibbia di Santa Teresa, en


AA.VV., Teresa d’Avila - Introduzione storica-teologica, Torino, 1982, pp. 117-144;
– J. N. FERRO, Las lecturas de Santa Teresa a través de su prosa, en Mikael 31
(Paraná 1983) 87-118; – JOEL SAUGNIEUX, Santa Teresa y los libros, en Actas del
Congreso Internacional Teresiano...II (Salamanca 1983) 747-764. – ID., Thérèse
d’Avila et la culture écrite, en Vie Spirituelle Supplément (1983) 313-340; – JOSÉ
ANTONIO CARRASCO DEL NIÑO JESÚS, O.C.D., Influencia negativa de los apócrifos
en la josefología, en Estudios Josefinos 47 (Valladolid 1993) 29-45; – JOSÉ MARÍA
CANALS-SÁNCHEZ, C.M.F. San José en los libros apócrifos del Nuevo Testamento, en
Estudios Josefinos 25 (Valladolid 1971) 123-149; – LAURENTINO Mª HERRÁN, San
José en las vidas de Cristo y de María del siglo XVI, en Estudios Josefinos
(Valladolid 1977) 447-475; – LUIS ENRIQUE RODRÍGUEZ-SAN PEDRO, Libros y lectu-
ras para el hogar de Don Alonso Sánchez de Cepeda, en Salmanticensis 34
(Salamanca 1987) 169-188; – MANUEL GARRIDO BONAÑO, O.S.B., El culto litúrgico
a San José en el siglo XVI, en Estudios Josefinos 31 (Valladolid 1977) 601-621; –
ID., San José en los calendarios y martirologios hasta el siglo XV inclusive, en
Estudios Josefinos 25 (Valladolid 1971) 600-646; – ROSA ROSSI, Per un nuovo cata-
logo delle letture di Teresa de Jesús: Rassegna di scoperte e ipotesi recenti, en Studi
Ispanici (Pisa 1986) 9-19; San José en los XV primeros siglos de la Iglesia. Actas
del simposio internacional, en Estudios Josefinos 25 (Valladolid 1971) XXIII- 838
p. y 2 p. de ilustraciones. 24 cms.; San José en el Renacimiento (1450-1600). Actas
del segundo simposio internacional, en Estudios Josefinos 31 (Valladolid 1977) XX-
882 p. y 12 p. de ilustraciones, 24 cms.; – TEÓFANES EGIDO LÓPEZ (JOSÉ DE JESÚS
MARÍA), O.C.D., Ambiente histórico de la doctrina y el culto josefinos en el renaci-
miento, en Estudios Josefinos 31 (1477) 33-53; - Id., Ambiente josefino en el tiem-
po de Santa Teresa, en Estudios Josefinos 36 (Valladolid 1982) 5-24.
6 ENRIQUE LLAMAS MARTÍNEZ, O.C.D., Santa Teresa de Jesús y la religiosi-
dad popular, en Revista de Espiritualidad 40 (Madrid 1981) 215-252.
7 BARTOLOMÉ MARÍA XIBERTA, O.Carm. (1897-1967), Flores josefinas en la
liturgia carmelitana antigua, en Estudios Josefinos 18 (Valladolid 1963-64) 301-
319; – GABRIEL DE LA ANUNCIACIÓN, O.C.D., De carmelitarum in SS. Parentes B.
Mariae V. cultu et devotione, en Analecta O.C.D. (Roma 1932) 104-151; –
LUDOVICO SAGGI, O.Carm., Santa Teresa “Carmelitana”, en Carmelus 18 (Roma
1971) 42-63; La Regola del Carmelo nel pensiero di Santa Teresa di Gesù, en
Quaderni Carmelitani 2-3 (Verona 1987) 180-193. (A cura del Segretariato pro
Monialibus Curia Generalizia, O.C.D.).
8 ALVARO HUERGA, O.P., I domenicani nella vita e nella riforma di S.
Teresa, en Rivista di vita spirituale 27 (Roma 1963) 458-474; – ATILANO RÍO SECO,
Fray Luis de Granada, maestro predilecto de Santa Teresa, en Ciencia Tomista 113
(1986) 85-107; – ESTEBAN INCIARTE, Santa Teresa y la Orden dominicana (Revisión
y glosa de los textos teresianos), en Teología espiritual 6 (Valencia 1962) 443-468;
Ignacio Iglesias, Santa Teresa de Jesús y la espiritualidad ignaciana, en Manresa
54 (Azpeitia-Guipúzcoa 1982) 291-311; – JOSÉ ANTONIO CIFUENTES, O.F.M.,
Influencias franciscanas en la devoción de Santa Teresa a San José, en Estudios
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 151

Entre estos últimos hay un libro muy especial, precisamente


porque contiene el primer texto josefino que pudo leer y con toda
probabilidad leyó santa Teresa niña. Es la Leyenda de los Santos
(que vulgarmente Flos Sanctorum llaman), en la edición hecha por
Juan Varela de Salamanca y que salió a la luz en Sevilla a princi-
pios del año 1520.
En esta edición hay una historia de la Vida de san José que no
se había publicado todavía en ninguna de las precedentes ediciones
del Flos Sanctorum.

Josefinos 18 (Valladolid 1964) 251-300; – ROMÁN LLAMAS MARTÍNEZ, O.C.D., San


José en los predicadores españoles del siglo XVI, en Estudios Josefinos 31
(Valladolid 1977) 397-434; – VICTORIANO LARRAÑAGA, S. J., La espiritualidad de
San Ignacio de Loyola; estudio comparativo con la de Santa Teresa de Jesús,
Madrid, A.C.N. de Casa de San Pablo, 1944.
9 DANIEL DE PABLO MAROTO, O.C.D., Maestros espirituales de Santa
Teresa-5: Jacobo Vorágine, en Teresa de Jesús, n. 111 (Ávila mayo-junio 2001)
125-128. (El artículo de Daniel de Pablo Maroto citado en esta nota, aunque en el
texto no menciona a S. José, trae sin embargo un grabado del santo con este título:
Grabados de una edición antigua de la Leyenda Dorada que nos muestra a S. José,
al que Teresa de Jesús tuvo por padre y protector (p.128). El grabado está tomado
de la página 962 del vol. 2º de la Leyenda Dorada-2, Santiago de la Vorágine,
Madrid. Alianza Editorial, 2000. Pero el texto sobre el santo es completamente dis-
tinto del de la edición que estamos estudiando nosotros).; – FIDÈLE DE ROS,
O.F.M.Cap., Un inspirateur de Sainte Thérèse. Le Frère Bernardin de Laredo.
París, Librairie Philosophique J. Vrin, 1948; Id., Un maître de Sainte Thérèse. Le
père François d’Osuna. Sa vie, son oeuvre, sa doctrine spirituelle. Paris, G.
Beauchesne, 1936. – ID., La première Josephine en espagnol, en Bulletin de litté-
rature écclésiastique 40 (Toulouse 1939) 3-24 y 118; – GIOVANNA DELLA CROCE,
O.C.D., La “Vita Christi” di Landolfo di Saxonia e S. Teresa d’Avila, en Carmelus
29 (Roma 1982) 87-110; – JOSÉ ANTONIO CARRASCO DEL NIÑO JESÚS, O.C.D., La
Josefina de Bernardino de Laredo ¿influyó en Santa Teresa de Jesús?, en Estudios
Josefinos 2 (Valladolid 1948) 229-237; – LAURENTINO Mª HERRÁN, San José en la
“Josefina” de Laredo, en Estudios Josefinos 48 (Valladolid 1944) 191-222. – ID.,
Las “Vitae Christi” españolas del siglo XV, en Estudios Josefinos 25 (Valladolid
1971) 456-480; – M. ANGÉLICA GONZÁLEZ PÉREZ, La “Teología Mística” de
Dionisio Areopagita y su influjo en místicos españoles del siglo XVI, en Teología y
Vida 27 (Santiago de Chile 1986) 291-311 [sobre Santa Teresa, pp. 304-311]; –
PELAYO MATEOS DE ZAMALLOA, Espiritualidad cristocéntrica de San Buenaventura
y los místicos españoles. Influencia de la espiritualidad de San Buenaventura en
las enseñanzas de Santa Teresa de Jesús, en Verdad y Vida 32 (1974) 541-566; –
ROBERT JAVELET, Sainte Thérèse mystique et les mystiques du XII siècle, en Vie
Thérésienne 24 (Lisieux 1984) 55-69; – SIMEÓN DE LA S. FAMILIA, O.C.D. Las
“Josefinas” de Bernardino de Laredo (1535) y de Andrés de Soto (1593) francis-
canos, en Estudios Josefinos 31 (Valladolid 1977) 223-254; – TOMÁS ÁLVAREZ,
O.C.D., Cartujano (Ludolfo de Sajonia), en su Diccionario de Santa Teresa de
Jesús (Burgos, Monte Carmelo, 2001) 319-320; – ID., Flos Sanctorum, en su
Diccionario de Santa Teresa (Burgos, Monte Carmelo, 2001), 687-688.
152 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Y de esta edición existe, actualmente conocido, un solo ejem-


plar, que es el que aquí presentamos, y que se conserva en el san-
tuario de Loyola (Azcoita). Un ejemplar como éste, según algunos,
fue leído por san Ignacio en su casa durante la larga convalecencia
de las heridas recibidas en la defensa de Pamplona y que le ayudó
para su conversión y más tarde para la redacción de sus Ejercicios
espirituales10. Y otro ejemplar como éste, de la misma edición, fue
el que pudieron leer Teresa y su hermano Rodrigo cuando ella con-
taba siete u ocho años de edad.

1. El volumen que estudiamos

La primera noticia que tenemos de este ejemplar nos la da Palau


y Dulcet, quien nos hace saber que en una venta de libros del
Príncipe Borghese, celebrada en Roma en 1892, se remató este

10 En la Autobiografía de S. Ignacio (F.N.1, 370) se lee: “Y así le dieron una


Vita Christi y un libro de la vida de los Santos en romance”. De entre la abundan-
te bibliografía sobre este tema, pueden consultarse los siguiente escritos: P.C.
Dalmases, Fontes documentales de sancto Ignatio de Loyola. Documenta de sanc-
ti Ignatii familia et patria, iuventute, primis sociis, en “Monumenta Ignatiana S.I.”,
Roma 1977, vol. 115; – P. LETURIA, El Gentilhombre Iñigo López de Loyola,
Barcelona, 1949. - Ricardo García Villoslada, S.I., San Ignacio de Loyola. Nueva
biografía. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1986, p. 160. – El P. Leturia
había publicado anteriormente dos artículos interesantes relacionados más directa-
mente con el mismo asunto: El influjo de San Onofre en San Ignacio a base de un
texto de Nadal, en Manresa 2, 1926, 224-238, y El “reino de Cristo” y los prólo-
gos del “Flos Sanctorum” de Loyola, en Manresa 4, 1928, 334-349. Ambos artí-
culos fueron reproducidos en Estudios Ignacianos, revisados por el P. Ignacio
Iparraguirre -I- Estudios biográficos, II- Estudios espirituales (Roma, Institutum
Historicum S.I., 1957).
Dos anotaciones que nos permitimos hacer a propósito: a) El P. Leturia en la
nota primera de su estudio: “El reino de Cristo...” considera el ejemplar de Loyola
como incunable, pero el P. Iparraguirre puntualiza: “esta obra propiamente no es
ningún incunable, pues se editó hacia 1525” (Estudios ignacianos-II. Estudios
Espirituales p. 58, nota 1). Para nosotros el ejemplar de Loyola entra en la catego-
ría de los semi-incunables, que son los libros editados entre 1500 y 1520, ya que lo
tenemos por impreso a principios de este último año. - b) En la misma nota, refi-
riéndose al ejemplar del Flos Sanctorum de Loyola, escribe que “tal vez lo trajeron
de Italia... el P. Arévalo y demás eruditos jesuitas que volvieron a Loyola al ser res-
tablecida en España la Compañía”. Pero podemos preguntarnos: ¿Cómo es posible
pensar que este ejemplar, que fue rematado en Roma en 1892 en venta pública por
105 liras, como decimos en el siguiente párrafo, sea el mismo que llevaron de Italia
a Loyola los eruditos jesuitas en 1816?
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 153

volumen por 105 liras11. En su página de guarda, puesta segura-


mente cuando fue restaurado el libro en la Biblioteca Central de
Barcelona durante el año 1943, se conserva el recorte correspon-
diente del catálogo de dicha venta, así como el ex-libris que prue-
ba su procedencia12. Ignoro por el momento cómo y cuándo llegó
el ejemplar a Loyola, pero ya en 1928 se lo conocía como el Flos
Sanctorum de Loyola13.
Acaba de aparecer, como quien dice, publicado en la revista
Analecta Sacra Tarraconensia de 1999 un estupendo artículo de
Emilia Colomer Amat donde se nos brinda la mejor historia de la
edición a que pertenece nuestro volumen y la más puntual descrip-
ción del mismo14.
Aprovechándonos de sus datos y con el estudio directo de la
fotocopia que poseemos del volumen, vamos a presentar de mane-

11 Véase A. PALAU Y DULCET, Manual del librero hispanoamericano,


Madrid, 1948-1977, nº 92887, t V, pp. 441-442.
12 Recorte del catálogo: “Leyenda de los san//tos (que vulgarmente
Flossanto//rum llaman) agora de nuevo em//premida......// y aun de las siguientes
leyendas // augmentada. Conviene a saber: // la vida de sant Joseph; la de sant //
Juan de Ortega; la Visitación de // nuestra señora a santa Elisabet; el // triunfo; o
vencimiento de la cruz; // la historia de sancta Anna. //- S.L. nè D. - In-fol. di 295
carte a due col., caratt. gotici, numerose fig. in legno, perg.” - Volume rarissimo e
molto interessante, del quale nessun bibliografo fa cenno. Esso fu impresso evi-
dentemente in Ispagna nel principio del secolo XVI, a due col., caratt. gotici. Il tito-
lo è racchiuso da una bella cornice intagl. in legno; il “verso” di esso è interamen-
te occupato da una stupenda fig. del CRISTO. Seguono 11 carte senza numerazio-
ne, 3 delle quali con un PROLOGO, ed 8 colla PASSIONE DI GESU’CRISTO, con
21 figure. Comincia quindi la LEGGENDA DEI SANTI contenuta in 283 carte
numerate sul “recto” e con 201 figure. – Esempl. generalmente bello e nitido, ma
con qualche difetto nel margine del frontisp. e in altre poche carte nel corpo del
volume. – Non soggetto a restituzione dopo venduto.
Ex libris: en un sello de forma redonda y con el escudo de la familia: Ex Libris
M.A. Principis Burghesii.
Restauración del libro: Biblioteca Central-Barcelona, Laboratorio de restaura-
ción: Fecha de ingreso: agosto de 1943 - Operaciones realizadas: lavado, encolado,
restaurado tanto el libro como la cubierta y encuadernado - Devolución a la
Biblioteca: 29-1-1944.
13 Véase el artículo citado del P. LETURIA: El “Reino de Cristo” y los
Prólogos del “Flos Sanctorum” de Loyola, en Manresa 4 (1928) 334-349 - y a pro-
pósito de la llegada del ejemplar a Loyola, recordamos lo dicho en la anterior nota
10.
14 EMILIA COLOMER AMAT, El “Flos Sanctorum” de Loyola y las distintas
ediciones de la “Leyenda de los Santos”. Contribución al catálogo de Juan Valera
de Salamanca, en Analecta Sacra Tarraconensia 72 (1999) 109-142.
154 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

ra concisa y completa las características tipográficas y bibliográfi-


cas y el contenido de este singular ejemplar.

2. Descripción del ejemplar

En la ficha del catálogo de la Venta Borghese de 1892 ya se


advertía que se trata de un volumen rarísimo y muy interesante, no
mencionado por ningún bibliógrafo hasta entonces15. Las únicas
indicaciones bibliográficas que teníamos hasta ahora nos las dio
Palau y Dulcet, como ya decíamos arriba.
Impreso con caracteres góticos, de tinta negra para el texto y
roja para los titulares, a dos columnas de 48 líneas, el ejemplar está
falto del último folio, que podría corresponder al colofón en caso
de que lo hubiera y consta de 283 folios numerados con numera-
ción romana, más la portada y 11 folios sin numerar correspon-
dientes a los preliminares (3 para el prólogo y 8 para el capítulo de
la Pasión de Cristo). Abundantemente ilustrado, cuenta con 221
grabados en madera. La portada, una de las primeras portadas
arquitectónicas utilizadas por algunos impresores de renombre,
consta de un frontispicio con pilastras y motivos decorativos rena-
centistas y culmina con un frontón semicircular flanqueado a los
dos lados por dos ángeles. En el basamento aparece un anagrama
en un escudete y el título Flossantorum en tinta roja.
De esta manera encuadrado, el título del libro es el siguiente16:
Leyenda de los san/tos (que vulgarmente Flossanto/rum
llaman) agora de nueuo em/premida: y con gran estudio y
di/ligencia extendida y declarada: y /a la perfecion de la ver-
dad trayda: / y avn de las siguientes leyendas / augmentada.

15 Véase la nota 12.- En otro papel manuscrito, se dice lo mismo:


“Sconosciuto ai bibliografi. Fu impresso evidentemente nei primi anni del sec.
XVI”.
16 En las transcripciones que haremos de textos de este volumen, tanto en el
curso de nuestro estudio como en el Apéndice del mismo, seguiremos las siguien-
tes normas: conservamos la ortografía original, aunque resolviendo las abreviatu-
ras y modernizando la puntuación y el uso de mayúsculas y minúsculas, el espa-
ciado entre palabras y la división de párrafos. Indicamos con los signos conven-
cionales la final de línea del texto y el número de los folios correspondientes.
Recordamos que el volumen está impreso a dos columnas. En las citas cortas se
transcribe el texto sin indicación de líneas.
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 155

Conuiene a saber: / la vida de sant Joseph: la de sant / Juan


de Ortega: la Visitacion de / nuestra señora a santa Elisabet:
el / Triunfo o Vencimiento de la cruz: / la hystoria de sancta
Anna.

El grabado de la contraportada es un gran Calvario con la


Virgen y san Juan a los pies de Cristo crucificado.
Siguen los 11 folios de los Preliminares, a saber: el Prólogo de
fray Gauberto Fabricio de Vagad (“Comiença el prólogo del reue-
rendo padre Gauberte..”), monje bernardo del monasterio cister-
ciense de Nuestra Señora de Santa Fe en las cercanías de
Zaragoza17; el ciclo de la Pasión y Muerte de Cristo (“Comiença la
pasión del eterno príncipe Cristo Jesús: según los quatro sanctos
euangelistas..”) basado en el Monotessaron de Juan Gerson, “que
fue trasladada del latín al común fablar de España: para la gente
común de aquella”¸ y los siguientes textos: “vna oración muy deuo-
ta al crucifixo”, “Carta [apócrifa] de Poncio Pilato al emperador
Tiberio César: sobre la muerte y resurreción de Cristo”, y una des-
cripción o retrato, también apócrifo, del Pseudo-Publio Léntulo
para los senadores de Roma.
Luego en el fol. 1-rº comienza el primitivo Flos Sanctorum pro-
piamente dicho, que contiene la serie de santos según el calendario
litúrgico, y que en tinta negra y roja lleva el siguiente título:

Comiença la leyenda de los / sanctos: la qual se llama


hystoria lombarda. / E primeramente de las festiuidades que
oc/curren después del tiempo que fue la ley reno/uada. El
qual representa la yglesia dende el / aduiento fasta la natiui-
dad, y comiença la / primera leyenda: que es del aduiento del
Señor./ Y puesto que se llame este libro según arriba / auemos
dicho hystoria lombarda, empe/ro común e vulgarmente se
llama Flos San/ctorum: porque aquí no están assi por entero

17 Identificado por el P. Leturia, que en la nota primera de su artículo El


“reino de Cristo”... escribe: “Alguno de nuestros bibliógrafos recientes puso en la
pasta del incunable varios datos sobre el P. Gauberto, de quien en seguida habla-
mos, los cuales nos han ayudado en este artículo”.- El Prólogo de Vagad se encuen-
tra ya en ediciones anteriores, excepto en la de fray Gonzalo de Ocaña de 1516.
156 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

/ las vidas e hystorias de los sanctos co/mo en el vitis patrum.


Mas está lo más es/cogido: e la flor de cada vida18.

Terminada la serie de los santos del calendario litúrgico, sigue


en el fol. cxcix-vº la serie llamada “Extrauagantes”, es decir, “algu-
nas otras vidas de santos: que comunmente no se hallan en otros
flos sanctorum”. Tras ella en el fol. cclix-rº se añade otro intere-
sante capítulo que dice así: “Síguense los milagros de nuestra seño-
ra la virgen María”. Y acabados éstos (“Fin de los milagros de
nuestra señora”), al final de la 2ª columna del fol. cclxix-rº se anun-
cia una novedad, que verdaderamente es “la novedad” de este ejem-
plar del Flos Sanctorum :

“Comiençan ciertas vidas de santos añadidas que hasta


aquí no estauan en el Flos sanctorum”.

Y son los episodios dedicados (con orden diverso al indicado en


la portada principal del libro) a santa Ana, san José, san Juan de
Ortega, el Triunfo o Vencimiento de la Cruz y la Visitación de
María a santa Isabel.
Una tabla por orden alfabético y otra por orden temático cierran
el volumen, como actualmente se encuentra, en el fol. cclxxxiii-vº.
Pudiera faltar, como dijimos anteriormente, un folio al final con la
posible indicación del impresor y de la fecha de impresión. Pero el
largo y detallado estudio llevado a cabo sobre nuestro ejemplar por
Emilia Colomer Amat la ha permitido llegar a la siguiente conclu-
sión sobre el autor de esta edición y sobre el lugar y fecha de la
misma, que nosotros aceptamos y damos como muy probable y
suficientemente segura:
“Todas estas consideraciones basadas principalmente en la cla-
sificación y datación aproximada de Norton, el análisis comparati-
vo, el estudio del frontispicio, el examen detallado de la tipografía,
cuyas características e innovaciones se circunscriben a un período

18 Entre las varias obras históricas que escribió Santiago de Varazze, la más
famosa es su Chronica Januensis, que, al incorporarse frecuentemente en muchos
manuscritos y ediciones a su Legenda aurea, o Flos Sanctorum, hizo que ésta lle-
vara como subtítulo el de Historia Lombarda.
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 157

de tiempo muy concreto, permiten formular la hipótesis fundamen-


tada de que el Flos Sanctorum de Loyola es el único ejemplar que
se conserva hoy de la Leyenda de los santos, edición impresa por
Juan Valera de Salamanca, que salió a la luz en la ciudad de Sevilla
a principios de 1520”19.

3. San José en el Flos Sanctorum de Loyola

Recordemos que el ejemplar –el único conocido actualmente–


de esta edición de Sevilla de 1520 hecha por el impresor Juan
Varela de Salamanca, está como organizado en cuatro partes:
La primera son los Preliminares que contienen el Prólogo de
fray Gauberto Fabricio de Vagad y el ciclo de la Pasión y Muerte
de Cristo.
La segunda contiene propiamente la serie de santos y festivida-
des según el calendario litúrgico del año.
La tercera son los santos o festividades llamados Extra-
vagantes, que están fuera del calendario litúrgico común.
Y la cuarta, la serie de cinco santos o conmemoraciones que no
habían aparecido nunca en las ediciones del Flos Sanctorum.

En la primera parte, o sea en los Preliminares, no se habla para


nada de san José.
Tampoco se le menciona en la tercera parte, es decir, en la sec-
ción llamada Extravagantes.
En cambio, en la segunda parte que sería el primitivo cuerpo
del Flos Sanctorum, con los santos y festividades que van siguien-
do el año litúrgico de la Iglesia, se habla de san José en algunos tex-
tos que comentaremos enseguida, mientras no se le menciona en las
festividades de la Circuncisión, de la Epifanía, de la Purificación y
de la Anunciación. Una cosa curiosa: en las festividades de “La cir-
cuncisión de nuestro señor Jesucristo” (fol. xx-vº) y “ De la fiesta
de la purificación [orig.: purificacino] de sancta María virgen ben-
dita” (fol. xlv-vº), se reproducen idénticos grabados, como fun-

19 EMILIA COLOMER AMAT, art. cit., p. 130.


158 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

diendo en uno los dos episodios evangélicos: la Virgen con aureo-


la y vestido y caballera largos, que presenta al niño Jesús desnudi-
to al sumo sacerdote (los ornamentos son claramente pontificales),
que sobre un altar a su derecha tiene ya preparado el pequeño
cuchillo para la ceremonia, y detrás de la Virgen una figura feme-
nina que trae el cesto con las dos tortolitas prescritas por la ley. De
san José, en las dos viñetas, que es la misma, ni sombra.
Pero, como decíamos, se menciona a san José en algunas festi-
vidades, como la Natividad del Señor, la fiesta de los santos
Inocentes, y la Natividad de la Virgen María.
a) La fiesta Del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo (fol.
xiij-rº - xiiij-vº) se abre con una viñeta en que aparece la Virgen, de
rodillas, las manos juntas, en actitud de adoración, con la aureola
en la cabeza; y san José a la izquierda (naturalmente del que mira),
también de rodillas, con un bastón en la mano derecha y la izquier-
da levantada (y bien levantado también el dedo índice) en actitud
de dar explicaciones, con aspecto de viejo con barba y sin aureola;
en medio de los dos, reclinado en tierra sobre un paño, el niño
Jesús, desnudo, con aureola de más categoría; a la izquierda del
grupo, asoman sobre un pesebre las cabezas del buey y del asno.
En el texto de esta fiesta se dice de San José que era “esposo e
guarda de sancta María”, y que “la guardaua sanctamente por man-
dado de los ángeles de Dios que venían a fablar e que le descobrí-
an la poridad e secreto de Dios que auia de nacer el hijo de Dios de
aquella sancta virgen”. Seguidamente el relato se enzarza con un
episodio del evangelio apócrifo de Santiago el menor, obispo de
Jerusalén, del cual resultaría, entre otras cosas, que el buey era el
que habían traído de Nazaret para venderlo y pagar así las tasas de
la inscripción y de los relativos impuestos, y el asno era... una asna,
en la que había venido montada la virgen María.
b) En este mismo folio xiiij-vº, antes del nuevo párrafo titula-
do “El euangelio Pastores loquebantur ad inuicem,” se repite de
nuevo la misma viñeta del nacimiento de Jesús que hemos visto
arriba.
c) En La leyenda de los ynnocentes se recuerda el aviso del
ángel a José que huyera a Egipto para salvar al niño y a su madre,
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 159

y san José así lo hizo “y estuuo allí siete años fasta que murió
Herodes”. (fol. xix-rº).
d) En el episodio De la natiuidad de nuestra señora la virgen
María, se intenta demostrar ante todo que “santa María virgen glo-
riosa nació del tribu de Juda e del linaje del rey Dauid” (fol. cxxx-
viij-vº) y esto se hace probando que “Joseph el esposo de santa
María por todas las razones que dichas son descendió del linaje de
Dauid... E sabed que Joseph e santa María eran parientes en este
linaje... por eso la desposaron con ella según la ley de los judíos”.
Para el desposorio se cuenta la leyenda apócrifa de la vara florida
y de la paloma sobre la vara: “...e Joseph era ya de muchos días. E
mandaron dar pregón por la cibdad que todos viniessen con sus
piértegas, e Joseph oyendo este pregón parecióle cosa sin razón que
hombre viejo como él que casase con virgen tan niña como aqué-
lla... E trayendo Joseph [después del segundo pregón] su piértega
luego floreció: e vino vna paloma del cielo e púsose [orig.: pusese]
encima della: e luego conocieron todos que este hauia de ser espo-
so de aquella niña” (fol. ccxl-rº).
(N.B.- Estos cuatro textos los daremos más por entero al final
de este artículo, en el Apéndice, II).
En la última parte del volumen, que contiene las 5 vidas o
leyendas que por primera vez aparecían en un Flos Sanctorum,
además de la Vida de san José que presentaremos enseguida, hay
dos breves alusiones al Santo, sin importancia particular: en la
Hystoria de la bienauenturada sancta Anna (fol. cclxxj-rº) y en el
relato de la Visitación de nuestra señora a sancta Elisabeth (fol.
cclxxxj-vº).
Y con esto llegamos, como se suele decir, a poner la “guinda”
en este dulce trabajo en honor de nuestro padre y señor san José.
Ahora nos toca presentar y estudiar la “Vida” o “Leyenda” de san
José contenida en el Flos Sanctorum de Loyola y exponer el influ-
jo que pudo ejercer en santa Teresa de Jesús cuando niña en casa
de sus padres allá hacia el año 1522, y luego durante su vida de
carmelita y de fundadora al revivir la memoria y la devoción del
santo.
160 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

4. La Hystoria de San José en el Flos Sanctorum de Loyola

Esta vida de san José no forma parte de la obra original de


Santiago o Giacomo de Varazze o de Vorágine, ni atravesó en
millares de ejemplares manuscritos o impresos los siglos XIII, XIV
y XV, sino que apareció por primera vez a principios de 1520 en la
edición prologada por el monje bernardo aragonés fray Gauberto
Fabricio de Vagad, antiguo alférez de su rey y de mucho prestigio
en la corte aragonesa.
Su título es el siguiente:

“Comiença la historia de / la vida del bienauenturado


sant Jose/ph esposo de la gloriosa virgen nuestra / señora
sancta María” (fol. cclxxj-rº).

Es una “Vida” breve, con cuatro folios (fol. cclxxj-rº - cclxxij-


vº), que contienen casi seis columnas de texto de 48 líneas por
columna. Se trata de un texto sobrio, serio, sin sorpresas de fantás-
ticas leyendas imaginarias o milagrosas.
La fuente principal es la sagrada Escritura, sobre todo los evan-
gelios: el de san Mateo, citado explícitamente 6 veces (capítulos 1,
2 y 5); el de san Lucas, 4 veces ( capítulos 1, 2 y 3); el evangelio o
los evangelios en general, 2 veces; otros libros de la Escritura,
como las profecías y el profeta Jeremías.
Todo ello sazonado con la “glosa” y siguiendo los comentarios
de los santos Padres, como san Juan Crisóstomo, san Ambrosio,
Orígenes, y especialmente y con gran devoción, “el bienauentura-
do nuestro padre sant Hieronymo”, 3 veces.
El autor sabe resaltar muy bien las noticias contenidas en el
evangelio y debidamente comentadas por los Padres. “Y en las
cosas que de suso son dichas se concluye todo lo que en el sancto
euangelio se halla escripto de la vida y obras del bienauenturado
sant Joseph” (fol. cclxxij-rº).
Luego vendrán otras noticias o consideraciones obtenidas a tra-
vés del conocimiento de la historia humana (“dicen las historias”,
“según las hystorias”) o de las costumbres de los pueblos (“era cos-
tumbre de los hebreos”, “según la costumbre de los hebreos”).
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 161

También se propondrán con respeto algunas opiniones o creencias


que no desentonan del contexto histórico o teológico de los hechos
que se narran (“algunos son que afirman piadosamente”, “créese
piadosamente”), y finalmente se manifiestan apreciaciones perso-
nales que van muy de acuerdo con el más sano sentido común,
como cuando, hablando de la muerte de san José antes de la pasión
de Cristo, se dice: “lo qual parece ser assí, porque, quando el señor
murió en la cruz, encomendó el servicio de su santísima madre a
sant Juan, de lo qual no hauía necessidad si él [san José] fuera biuo”
(fol. cclxxij-rº-vº).
La pequeña viñeta xilografiada impresa bajo el título de esta
vida, 6 cm. de alta y 4 de ancha, representa el episodio de la
Sagrada Familia huyendo a Egipto. En primer plano la virgen
madre y el niño, ambos con aureola, montados en la borrica (sería
la misma que en la Navidad). La Virgen sostiene con ambas manos
al niño Jesús, que lleva fajado, y el niño vuelve tiernamente la cara
hacia su madre. Detrás, y un poco a la derecha, va san José, no viejo
sino “varón perfecto e de edad complida” (fol. cclxxj-vº), cami-
nando a pie y sosteniendo algo con la mano izquierda, que pudiera
ser un bastón o un pequeño zurrón a la espalda o también parte de
las riendas de la borrica. Su posición más bien es hierática. Pero la
burra es la que marca la novedad de la escena, pues se ha parado un
momento y se ha puesto a mordisquear unas hierbas del camino.
Encima de los ilustres viajeros una palmera se inclina claramente
hacia ellos. En el fondo del grabado, y muy a lo lejos, el trazado de
una altura pudiera quizá aludir a las pirámides de Egipto.
La viñeta, por su hieratismo y frialdad -ni siquiera lleva san
José la mínima señal de aureola o de autoridad - no corresponde,
por lo que se refiere al Santo, ni al entusiasmo ni a la devoción que
se rezuman hacia él en el conjunto del texto de la Vida que sigue.
Fácilmente se comprende que la viñeta es del impresor, que la ha
puesto allí tomándola del depósito de grabados que suelen tener de
reserva para cada santo o festividad. El texto en cambio ha sido
escrito ex profeso para esta edición por un docto y fervoroso devo-
to del santo Patriarca.
¿Y cuál es el nombre del autor de esta vida de San José publi-
cada por primera vez en el Flos Sanctorum de Loyola? No lo sabe-
162 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

mos. Pero ciertamente es un fraile jerónimo, como se deduce clara-


mente de la expresión que él usa y repite tres veces en el curso del
relato: “el bienauenturado nuestro padre sant Hierónymo”. Hay que
descartar los nombres de fray Gauberto, que nada dice de san José
en su prólogo, de fray Gonzalo de Ocaña y de fray Pedro de la
Vega, que ya desde el mismo título de sus ediciones presentan tex-
tos diferentes. Por lo que se refiere a este último, consta que en la
edición de 1541 (que también fue el año de su muerte) se comien-
za a incluir la “Hystoria de la vida del bienauenturado sant Joseph”,
que es en gran parte el texto mismo de la edición de 1520 que esta-
mos comentando. Dicha “Hystoria” será corregida y aumentada por
fray Martín de Lilio, franciscano, en las posteriores ediciones de
1544, 1558 etc.20

5. Vida y misión de San José en la “Hystoria” del Flos


Sanctorum de Loyola

Y pasamos a examinar el contenido histórico y teológico de esta


“Historia”. El concepto que el autor tiene de san José y la figura del
mismo que quiere transmitir a sus lectores es grandiosa y entusias-
mante desde las primeras líneas del relato:

“Joseph quiere dezir justo e acrescentante, porque él fue


justo en todas sus obras e creció siempre de virtud en virtud”
(fol. cclxxj-rº).

El concepto de “justo” no lo toma el autor de la raíz del nom-


bre sino del evangelio de san Mateo: “Joseph autem cum esset jus-
tus” (Mt. 1,19). El autor no especifica ni hace distinción entre unas
virtudes y otras, sino que afirma rotundamente: “porque fue todo
virtuoso”. Y añade que por esta llenez o plenitud de virtudes, san
José fue dado en esposo a María, “la halladora de la gracia” (¡qué
expresión más original y bonita!). Pero el concepto de “acrescen-
tante” sí que viene de la fuerza etimológica del nombre Iehosef, que
significa “Dios acreciente”, “añádame Yahve otro hijo”, como

20 ROLAND GAUTHIER, Bibliographie sur saint Joseph..., Montréal, 1999: nn.


18828-18830.
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 163

decía Raquel al poner el nombre a su hijo José (cfr. Gn. 30, 23-24)
y como definía Jacob a su hijo antes de morir: “filius accrescens
Joseph, filius accrescens” (ib., 49, 22). San José es llamado “acres-
centante” porque “crecía de cada día en las virtudes” y así crecía
cada día en gracia, “mediante la qual nuestra ánima se ayunta e des-
posa con Jesucristo”. Un toque de auténtica experiencia mística.
Junto con las virtudes, se acrecentaron de manera generosísima
los “privilegios” o gracias con que Dios dotó a san José: “acres-
centamiento que touo de priuilegios” (fol. cclxxj-rº).
El autor de la Hystoria los enuncia y compendia de esta mane-
ra y por este orden:
1) San José fue de linaje noble de reyes – 2) mereció entre
todos los justos del mundo ser esposo de la Madre de Dios – 3) fue
virgen todo el tiempo de su vida – 4) fue escogido para guarda y
servicio de María y para ministrar al Hijo de Dios – 5) le fue reve-
lado el misterio de la encarnación – 6) fue el primero que pronun-
ció oficialmente el nombre de Jesús, en la circuncisión – 7) presen-
ció y vio muchos de los grandes misterios de nuestra fe – 8) mere-
ció ser llamado padre del Hijo de Dios nuestro Señor.
Tras esta estupenda apoteosis del nombre de José poniendo de
relieve sus virtudes y sus privilegios o gracias especialísimas de
Dios, sigue la historia de su vida, al hilo de los episodios narrados
en el evangelio.
Nacido en Belén y descendiente de David según la naturaleza y
según la ley, desde su niñez guiado “por el plan diuinal” y conser-
vado en la integridad de su carne, casto y virgen “hasta la fin de su
vida”. Llegado a ser ya “varón perfecto e de edad complida” fue
desposado con la Virgen María, “por reuelación divina”. Y esto por
tres razones: para que por medio de José constase el linaje y la
generación de María como descendiente de David, para que la
Virgen no fuera infamada, para que tuviera María quien le procura-
se los medios de sustentación para sí y para su hijo. Por esto preci-
samente san José es llamado “ayo y nutricio del Saluador” (fol.
cclxxj-vº).
La Anunciación a María y la visita de ésta a su prima Isabel tie-
nen lugar tras los desposorios de José y María. José seguía apare-
164 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

jando las cosas necesarias para su nuevo hogar, cuando empezó a


verse acuciado por la angustia y la duda tras notar en María las
señales de una próxima maternidad. El anuncio del ángel le pone al
corriente del grande misterio de la encarnación virginal del Hijo de
Dios y de su nacimiento para salvar al mundo (fol. cclxxj-vº).
El viaje a Belén para cumplir el edicto del emperador Augusto
y la llegada a la ciudad davídica se desarrollan de la manera normal
como se hacían aquellos viajes entonces. Nada de especial tampo-
co en cuanto se refiere a la gruta o a los animales que se podrían
encontrar en ella.
Pero cuando se llega a la escena del nacimiento del niño, una
verdadera explosión de poesía y de ardor místico inunda y hace
estremecer a José: “Y en este lugar parió la sancta Virgen al
Saluador (según las prophecías); y el justo Joseph lo adoró e siruió,
e vio con sus ojos la gran claridad que apareció en aquella hora, e
los ángeles que allí aparecieron, e oyó los cantares celestiales que
allí cantaron, e vido cómo los pastores lo adoraron” (fol. cclxxi-vº
-cclxxij-rº).
Y sigue de protagonista como jefe de la familia: “Y él hizo cir-
cuncidar al Saluador e recibió en su pobre posada los reyes de
Oriente. Y presentó al Señor en el templo con su santa madre y
mereció ser bendezido por el justo Simeón como padre del infante”
(fol. cclxxij-rº). Y, avisado por el ángel de la persecución de
Herodes contra el niño y de que huyera a Egipto con la Virgen y su
hijo, “luego de noche tomaron su camino para Egypto” (ib.). Y para
sustentar la casa durante los siete largos años del destierro, san José
“trabajaua en su oficio de carpentería” (ib.). Y volvió de Egipto con
María y Jesús por aviso del ángel, y con su familia “fuese a Galilea
a la cibdad de Nazareth” (ib.).
En el episodio del viaje a Jerusalén para la Pascua cuando Jesús
tenía 12 años narra el hecho con las explicaciones que suelen darse
sobre la desaparición del niño y hace resaltar la frase de María: “Tu
padre y yo con dolor te hauemos andado buscando”, con este
comentario: “E llamó aquí la Virgen gloriosa a su esposo Joseph
padre del Saluador por le honrrar e porque la gente que no sabía el
misterio de la encarnación lo tenía por padre del Señor” (ib.).
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 165

Cierra el autor el ciclo evangélico de la infancia de Jesús y de


las relaciones de san José con él refiriendo “que el Señor se tornó
con ellos a Nazareth y que estaua subjeto a ellos” (ib.). Pero no
recuerda el dato de que, al cumplir Jesús los 30 años y empezar su
ministerio evangelizador, todavía quedaba en el pueblo y especial-
mente entre los habitantes de Nazaret la opinión de que Jesús era el
hijo de José21, admirándose de que, habiéndolo sido, hablara como
hablaba e hiciera los milagros que hacía, siendo de Nazaret (de la
cual, según el dicho popular, no podía salir cosa buena) y de una
familia pobre y sólo conocida por el oficio artesanal del padre.
Sobre el tiempo y las circunstancias de la muerte de san José,
así como de su resurrección y ascensión al cielo, el autor de nues-
tra Hystoria refiere y acepta con respeto, pero sin las exageraciones
de los apócrifos ni las alharacas de algunas leyendas, la creencia de
que “murió el glorioso sant Joseph antes de la passión del Señor”,
y que “fue vno de los que resuscitaron con el Señor en el día de su
resurrección” y “que ya biue e reyna glorioso en cuerpo y en ánima
en los cielos con Jesucristo nuestro redemptor e con su santa Madre
por todos los siglos” (fol. cclxxij-rº-vº).

6. Santa Teresa y el Flos Sanctorum de Loyola

¿Pero vio y leyó realmente la niña Teresa de Cepeda y


Ahumada la “Vida” de San José contenida en el Flos Sanctorum de
1520? No hay certeza de ello. Hay posibilidades, porque la edición
está hecha cuando la hija de D. Alonso contaba ya 5 años de edad.
Para 1522 ó 1523 (a sus 7 / 8 años ), pudo ya leerla con su herma-
no Rodrigo. Y hay probabilidades y muchas. Algún autor habla del
hecho como “sumamente probable”22.

21 Cf. Mt.13,15; Luc. 3,23; Jn. 1,45. Y los oyentes del sermón sobre el pan
de vida bajado del cielo, saben que Jesús es hijo de José, “cuyo padre y madre
conocemos” (Jn 6,4).
22 Lo ha escrito el P. Tomás Álvarez en su Diccionario de Santa Teresa de
Jesús (Burgos, Monte Carmelo, 2001) p. 860. – El Dictionnaire de Spiritualité da
por normalmente admitido: “On sait que Saint Ignace de Loyola lisait l’ouvrage
lors de son cheminement vers sa conversion et que les textes de sainte Thérèse
d’Avila révèlent qu’elle l’a lu” (t. VIII, col. 62-64).
166 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

En casa de D. Alonso de Cepeda había buenos y escogidos


libros en romance “para que leyesen sus hijos” (Vida 1,1). Y sus
hijos los leían: “Tenía uno (hermano) casi de mi edad, juntábamos
entrambos a leer vidas de Santos” (Vida 1, 4). Y eso era precisa-
mente el Flos Sanctorum: “leyendas”, es decir, “lecturas” de histo-
rias sagradas y de vidas de santos, obra famosa de Jacobo
(Giacomo, Santiago) de Vorágine (da Varazze), religioso dominico
arzobispo de Génova, muerto en dicha ciudad el 13 de julio de 1298
y beatificado en 1816 por confirmación de antiguo culto23.
Escrita entre los años 1264 y 1267 con el título de “Legenda
aurea”, su conocimiento y lectura se extendió en centenares de
manuscritos latinos durante los siglos XIV y XV, alcanzó con la
invención de la imprenta a mediados del siglo XV una difusión
capilar extraordinaria. Tras su primera edición latina en Basilea el
año 1470, alcanzó más de 100 ediciones incunables hasta el 1500,
de las cuales al menos 5 en España. La traducción del texto a las
lenguas vernáculas emergentes en Occidente, su permeabilidad
para la adaptación e introducción de nuevos textos acomodados a
las exigencias devotas en las varias naciones, así como su popula-
ridad por la multitud de grabados xilografiados que lo hacían tan
agradable e inteligible en todos los medios y a todos los niveles
(niños, jóvenes, ancianos), hicieron que las ediciones se multipli-
caran inverosímilmente y que las destinadas principalmente al pue-
blo, más que a los teólogos, llegasen rápidamente a los hogares
cristianos de la época, y por lo tanto también a la casa de D. Alonso
Sánchez de Cepeda para las lecturas de sus hijos24.

23 Cf. Congregatio de Causis Sanctorum. Index ac status Causarum. Città


del Vaticano, 1999, p. 436. - Jacques de Vorágine (ou Varazze, bienheureux) domi-
nicain, 1228?-1298, en Dictionnaire de Spiritualité, t. VIII, col. 62-64.
24 De la Legenda áurea, que es nuestro Flos Sanctorum, se ha hecho el
siguiente magnífico elogio: “Nessun libro... dopo la Bibbia, fu tanto letto e diffuso
come quella veramente “aurea” raccolta di narrazioni e leggende attinte alla S.
Scrittura, ai SS. Padri, alle storie e alla tradizione orale, dove centinaia di creature
viventi nella più intima familiarità con Dio, mostrano, in forma sensibile e concre-
ta, la bellezza dell’ideale evangelico. Manuale attraente di meditazione e di lettura
spirituale, scrigno dei predicatori, codice educativo d’innumerevoli generazioni
cristiane, fonte inesauribile d’ispirazione per l’arte di almeno tre secoli, la Legenda
aurea ebbe una diffusione immensa ed esercitò per secoli il più benefico influsso”
(Umberto M. Carmarino, Bibliotheca Sanctorum, vol. VI, Roma, Città Nuova
Editrice, 1965, col. 424-425). - Y otro historiador afirmaba igualmente, aunque con
más brevedad, el mismo concepto: “C’est par sa Legenda aurea que Jacques de
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 167

D. Alonso Sánchez de Cepeda, a la muerte de su primera espo-


sa doña Catalina del Peso y Henao en 1507, hizo un inventario de
los libros que tenía en su biblioteca, en el cual no aparece ningún
ejemplar del Flos Sanctorum, pero al pasar a segundas nupcias con
doña Beatriz de Ahumada en 1509 aumentaron los hijos del matri-
monio y hubo que comprar más libros “buenos” en romance. Dice
santa Teresa: “Era mi padre aficionado a leer buenos libros y ansí
los tenía de romance para que leyesen sus hijos; esto, con el cuida-
do que mi madre tenía en hacernos rezar y ponernos en ser devotos
de nuestra Señora y de algunos Santos, comenzó a despertarme de
edad a mi parecer de 6 ó 7 años “ (Vida 1, 1). ¿No podríamos pen-
sar que San José sería el primerísimo entre esos santos cuya devo-
ción aprendió de labios de su madre?
Y aquí vendría por la afición del padre a leer “buenos libros” y
por la devoción de la madre “a algunos santos”, la ocasión estu-
penda para adquirir la novísima edición de la Leyenda de los Santos
(“que Flos Sanctorum llaman”) de 1520, que la “propaganda” de
entonces airearía con todos los medios por ser la primera que traía
una vida de San José. Y ciertamente D. Alonso podía comprarla,
cuando todavía no se habían mermado sus arcas por la sentencia
definitiva del ruidoso pleito de hidalguía zanjado en Valladolid el
año 1523. Sería por tanto el texto leído por Teresa y Rodrigo en
torno a los 7 u 8 años de edad de la niña.
En España se había hecho durante el reinado de los Reyes
Católicos una primera versión anónima en lengua romance del Flos
Sanctorum, que constituyó la llamada versión popular, mientras
que más tarde, por obra de clérigos literatos, se hicieron otras ver-
siones más cultas, como las de Gonzalo de Ocaña, Pedro de la
Vega, Martín de Lilio y Alonso de Villegas, y al final la de
Ribadeneyra. Ambas versiones, la popular y la culta, convivieron
prácticamente hasta mediados del siglo XVI, cuando sobre todo
después del Concilio de Trento se tuvieron que revisar los textos,
librándolos de las hagiografías o episodios apócrifos, verdaderas
“leyendas” en el sentido peyorativo de la palabra, que ahogaban y
desdibujaban el verdadero concepto de la santidad cristiana.

Voragine a marqué durablement l’histoire et la spiritualité occidentale” (Pierre


Raffin, Jacques de Voragine, en Dictionnaire de Spiritualité, t. VIII, col. 64).
168 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

La lectura infantil de Teresa y de Rodrigo no fue superficial,


sino que produjo en ellos un fuerte impacto, como nos lo cuenta
Teresa misma haciendo el recorrido por el recuerdo de aquellas pri-
meras emociones. Primero, el deseo de ser mártires, luego el pen-
sar que “pena y gloria eran para siempre”, levantar diminutas ermi-
tas y jugar a los antiguos ermitaños, hacer limosnas a los pobres,
buscar soledad para rezar sus devociones (“que eran hartas”, con-
fiesa Teresa), en especial el rosario, hacer monasterios “como que
éramos monjas” (Vida 1, 4-6). Todos estos tipos de santidad y de
ejercicios de vida cristiana los había encontrado Teresa en el Flos
Sanctorum de la casa de su padre, así como los nombres de tantos
santos, santas, mártires, vírgenes, monjes, ermitaños y fundadores
que aparecen en sus libros, en sus cartas y en los apuntes de sus
devociones particulares25.

25 Teresa de Jesús durante toda su vida fue muy “santera”. Traía en su bre-
viario, como la pudiera traer cualquier otra monjita devota de su tiempo, una “lista
de aquellos santos a quien tenía más particular devoción” y que eran, como perso-
nas, o como grupos, nada menos que 33. El P. Ribera nos la ha transmitido en la
vida de la santa (La Vida de la madre Teresa de Jesús, fundadora de los Descalços
y Descalças Carmelitas, en Salamanca, 1590, lib.IV, cap. 13, p. 425). Dividida en
tres columnas “según el orden que ella la tenía escrita”, nosotros hemos querido
reproducirla con toda exactitud:

Sobre esta lista nos permitimos hacer dos anotaciones: 1ª) Las tres columnas
se deben leer cada una de arriba abajo y no en sentido horizontal. Por eso la lista
comienza por “Nuestro padre S. Alberto” (no obstante el punto equivocado, pues-
to después de “padre”) y no “Nuestro padre S. Joseph” como han querido leer algu-
nos. Tomás Álvarez ya lo reconocía en su artículo Una empresa editorial de Santa
Teresa: La vida y milagros de San Alberto (1528), en Monte Carmelo vol. 101
(Burgos 1993), p. 228, nota 17: “La lista de la Santa comienza presisamente por
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 169

No importa que Teresa “escritora” no cite expresamente el Flos


Sanctorum, pero éste era el volumen donde podía leer, entre sus 7
y 8 años, las “Vidas de Santos” que nos dice ella. Esa lectura depo-
sitó en su niñez la semilla de una futura y ferviente devoción a San
José, que otras circunstancias providenciales de su vida hicieron
explosionar en frases contundentes y en encendidas exhortaciones
verdaderamente apostólicas26.
Varios son los autores o editores que mencionan el Flos
Sanctorum o la Leyenda de los Santos o Leyenda aúrea como una
de las posibles fuentes devocionales y espirituales en la vida y en
la doctrina de santa Teresa, sobre todo recordando aquel episodio
de su infancia: “Juntábamos entrambos [ella y su hermano
Rodrigo] a leer vidas de santos”27, o comentando la prescripción de
sus Constituciones que dicen: “Tenga cuenta la priora con que haya
buenos libros, en especial Cartujanos, Flos Sanctorum...”28. Pero

‘Nuestro Padre San Alberto, San Cirilo, todos los Santos de la Orden’...”, aunque
después en su Diccionario de Santa Teresa (Burgos 2001, p. 861) parece que ha
cambiado de opinión. La expresión “nuestro padre San José” no la usa nunca la
Santa escribiendo o hablando con sus religiosas o en sus obras doctrinales; la usa
una sola vez escribiendo a doña Luisa de la Cerda (carta 8, 27 mayo 1568, n. 8),
pero como apelativo devoto muy personal. En cambio usa tres veces la expresión
“Nuestro padre S. Alberto”, y una de ellas nada menos que en sus Constituciones,
anteponiéndola a la de S. José: “La comunión será cada domingo y días... de nues-
tro padre San Alberto, de San José, y los demás días que al confesor pareciere”
(Constituciones, 2,1). - 2ª) En la lista se encuentran “Los diez mil mártyres”, que
algunos editores o comentaristas han confundido a veces con “Las once mil vírge-
nes mártires de Colonia.” ¿Dónde pudo enamorarse santa Teresa de estos diez mil
caballeros mártires para ponerlos en la lista de sus santos preferidos? Pues nada
menos que en el Flos Sanctorum que estamos estudiando. Su vida y su martirio
están narrados en los folios ccxlviij-vº hasta ccl-vº con este título: “De la hystoria
de los bienauenturados Caualleros: diez mill mártyres. Acacio e sus compañeros.
La qual escriuió Anastasio, liberista del santo Padre, e la embió a don Pedro obis-
po de Sabina, cardenal de Roma”.
26 Desde ahora ya no se podrá decir que la Josephina de Bernardino de
Laredo era lo único que sobre San José podía leer la Madre Teresa en lengua ver-
nácula. Así lo había afirmado el P. José Antonio Cifuentes: Influencias francisca-
nas en la devoción de Santa Teresa a San José, en Estudios Josefinos 18 (Valladolid
1964) p. 294.
27 Vida, 1,4. La continuidad de Santa Teresa en leer vidas de Santos duró
toda su vida, aun en períodos intensos de sufrimientos místicos. Lo declara ella
misma: “Pasé también otro gran trabajo: que como todos los libros que leía que tra-
tan de oración me parecía los entendía todos y que ya me había dado aquello el
Señor, que no los había menester, y así no los leía, sino vidas de Santos, que, como
yo me hallo tan corta en lo que ellos servían a Dios, esto parece me aprovecha y
anima” (Vida, c. 30, n. 17).
28 Constituciones, 2,7.
170 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

hasta muy recientemente ninguno de ellos lo ponía en relación con


un posible influjo del libro en la devoción josefina de la Santa.
Bastante más se ha acercado al contenido josefino del Flos
Sanctorum que estamos estudiando el P. Tomás Álvarez que,
habiendo leído el artículo ya citado de Emilia Colomer Amat y dis-
poniendo de una fotocopia del ejemplar del Flos Sanctorum de
Loyola, ha podido constatar el contenido josefino del libro que pudo
leer santa Teresa niña hacia el 1522. En su Diccionario de santa
Teresa de Jesús29, hay tres voces (Flos Sanctorum, pp. 687-688;
José, San, pp. 859-871; Lecturas teresianas, pp. 891-900) en que
transcribe la portada general del volumen y reconoce que en este
ejemplar de Loyola hay una novísima vida o “leyenda” de san José,
que, juntamente con la viñeta que la ilustra, cayó bajo los ojos viva-
rachos y curiosos de Teresa y de su hermano Rodrigo. Pero el autor,
seguramente por la urgencia de la publicación del Diccionario, no
quiso ni tuvo tiempo para adentrarse más a fondo en la semblanza
de san José propuesta por la leyenda ni en el posible impacto pro-
ducido por el texto y por la viñeta en los dos niños lectores. Por eso
muy justamente concluye: “El influjo de la Leyenda aúrea en
Teresa aun no ha sido suficientemente evaluado”30.

Conclusión

Hemos descrito en las anteriores páginas el contenido histórico,


teológico y espiritual de la Vida de san José ofrecida al pueblo cris-
tiano por primera vez en lengua castellana en este Flos Sanctorum
de Loyola. Un San José surgido de la ciudad de David cuando llegó
la plenitud de los tiempos31. Es él la conclusión de la era antigua y
de la vieja alianza, con él comienza lo nuevo y lo que durará siem-
pre. Su existencia está toda empeñada en hacer penetrar por con-

29 TOMÁS ÁLVAREZ, Diccionario de Santa Teresa de Jesús, Burgos, Monte


Carmelo, 2001.
30 ID., Diccionario de Santa Teresa de Jesús, Burgos, Monte Carmelo, 2001,
p. 688.
31 La historia de nuestro ejemplar anuncia con solemnidad de calenda navi-
deña: “Acercándose pues el tiempo en el qual la diuina misericordia dispuso e orde-
nó de redemir e saluar el linaje humano, nació el santo Joseph en Bethleem de
Judea del linaje del rey Dauid” (fol. cclxxj -vº).
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 171

ductos humanos la invasión de la divinidad entre los hombres. Dios


lo ha preparado para esta misión y será su misión y su única misión,
con un linaje real, con una edad de hombre perfecto y bien “com-
plido”, con una limpieza de corazón y de carne que permanecerá
durante toda su vida, verdadero esposo y marido de la que tenía que
dar en su vientre el cuerpo humano al Dios encarnado, guardador y
protector de la madre, colaborador con el Padre y el Espíritu Santo
en los oficios de padre de Cristo, ayo, protector, educador, padre
legal de Jesús y jefe de la Sagrada Familia, tesorero y administra-
dor de las primeras etapas de la historia de la salvación y de la
nueva alianza.
En José hay crecimiento. El Espíritu Santo lo va disponiendo
para tener una visión perfecta del plan de Dios. Como los peregri-
nos que caminaban de baluarte en baluarte hasta ver a Dios en Sión.
San José oye, no presenta objeciones ni siquiera habla, acepta, con-
serva en el corazón y cumple a la letra y con prontitud todo lo que
el Señor le manda.
María en el anuncio de su maternidad divina, pronuncia su fiat;
José, al serle anunciada esa maternidad de su esposa, de su mujer,
calla, cree y vive también su fiat. No grita, ni protesta, ni maldice
como Job en los “Morales” de san Gregorio, que también leyó
Teresa, sino que está continuamente “a las órdenes” del Señor para
todo lo que se refiere a María y a su hijo Jesús.
Para Teresa adulta pudo ser preciosa esta semblanza complexi-
va de san José: misterio y servicio, aspecto contemplativo (orante)
y dedicación completa a María y a Jesús. Mucho debió impactar a
Teresa, la gran contemplativa, el leer que a san José le “fue mani-
festado el mysterio de la encarnación” (quinto privilegio) y que
“vido con sus ojos muchos de los grandes mysterios de nuestra fe”
(privilegio séptimo) y que todo esto le fue dado porque “fue esco-
gido para guarda e seruicio de la santa Virgen y para mynistrar tam-
bién al fijo de Dios nuestro Saluador” (cuarto privilegio).
Quizás repensando en aquellas lecturas de su infancia y en
aquella tierna devoción que su madre le ponía hacia algunos santos,
Teresa ha podido moverse en la pista de un San José contemplati-
vo y servidor, siempre “glorioso”, pero también “ayo”, silencioso
pero modelo y maestro de oración, en compañía siempre de María
172 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

como esposo y con autoridad de padre sobre el mismo Jesús y sobre


María. Por eso estaba tan segura del poder de san José porque “así
como (Jesús) le fue sujeto en la tierra (y José) le podía mandar, así
en el cielo hace cuanto le pide”, porque “no sé cómo se puede pen-
sar en la Reina de los ángeles en el tiempo que tanto pasó con el
Niño Jesús, que no den gracias a San José por lo bien que les ayudó
en ellos”32.
Estos serían los recuerdos y las añoranzas de infancia, que
habrían quedado grabados en el alma de Teresa, aquellas “Vidas de
Santos” que leyera a sus 7 u 8 años de edad en la casa de sus
padres33.

32 Vida 6,8: Nótense especialmente estas palabras de la Santa: “En especial,


personas de oración siempre le habían de ser aficionadas... Quien no hallare maes-
tro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el
camino” (Vida 6,8). – Véase TOMÁS ÁLVAREZ, O.C.D., San José, en su Diccionario
de Santa Teresa de Jesús, pp. 859-871.
33 Una última constatación de la multiforme devoción de santa Teresa a San
José es el uso del nombre “José” como criptónimo de “Jesucristo” en su epistola-
rio de los años 1576 y siguientes. O sea, que cuando escribe José, Teresa quiere
decir Jesucristo. ¡Qué hermosa empatía, por decirlo de alguna manera, entre
Teresa, José y Jesús! Teresa quiere que José, que fue el padre, no biológico - como
dicen ahora - pero sí todo lo demás con respecto a Jesús, sea también en la corres-
pondencia íntima de sus experiencias místicas el padre, el representante legal, el
secretario particular, el intérprete, el portavoz oficial de Jesucristo. (Véase TOMÁS
ÁLVAREZ, Diccionario de Santa Teresa de Jesús, p. 858).
Posdata. – Llegado aquí en la corrección de pruebas de este artículo, tengo el
gusto de comunicar a quienes por casualidad aún no lo supieren, que el Diccionario
de Santa Teresa de Jesús, de Tomás Álvarez, tantas veces citado en estas páginas,
acaba de tener una segunda edición dentro del nuevo Diccionario de Santa Teresa
- Doctrina e Historia (Burgos, Monte Carmelo, 2002, 1.232 p., a dos columnas,
25’5 cm.). La primera parte de este nuevo diccionario se titula: Sección temática
(pp. 13-675) y “explora el arsenal doctrinal y literario de la escritora abulense”,
conteniendo, por lo tanto, la mayor parte de las voces del primer diccionario; la
segunda, llamada Sección histórica (pp. 677-1212), se ciñe al estudio de personas,
lugares e instituciones presentes o aludidos en los escritos teresianos”, y a ella se
han trasladado voces del primer diccionario que correspondían a estos temas.
Termina el grueso volumen con dos Indices que remiten indistintamente (por orden
sistemático o alfabético) a voces de las dos partes del nuevo Diccionario. Podemos
informar a nuestros lectores que los textos teresiano-josefinos de este nuevo dic-
cionario y del primero son completamente idénticos, salvo alguna nueva ficha
bibliográfica que se ha añadido, por ejemplo en la palabra José.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 173

APÉNDICE

(Transcripción de textos)

I – “Comiença la hystoria de la vida del bienauenturado San


Joseph, esposo de la gloriosa virgen nuestra Señora Sancta
María”.

II – Otros textos sobre San José en el “Flos Sanctorum” de


Loyola.
174 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

COMIENÇA LA HYSTORIA DE / LA
//fol. cclxxj-rº//
VIDA DEL BIENAUENTURADO SANT JOSE/PH,

ESPOSO DE LA GLORIOSA
VIRGEN NUESTRA / SEÑORA SANCTA MARÍA.

J oseph quiere / dezir justo e


a/crescentante, porque / él fue justo
en todas / sus obras e creció / siem-
pre de virtud en virtud. /
E justo es di/cho de justicia. Y
es/te nombre es / tan uniuersal que
com/prehende y encierra / en sí toda
virtud. Onde sobre aquellas pala/bras
del quinto capítulo del euangelio de
san / Matheo que dize: “Sy no abun-
dare vuestra / justicia más que la de
los escriuanos e pha/riseos, no entra-
réys en el reyno de los cielos”, / dize
la glosa de san Crisóstomo. “Este nom/bre justicia es tan vniuersal
a toda buena o/bra, que por él muestra en este lugar el Señor / toda
virtud”. E Joseph es llamado en el pri/mero capítulo de sant Matheo
justo porque / fue todo virtuoso. E por esto le conuiene tam/bién la
segunda interpretación de su nombre, / que es acrescentante.
Porque, siendo justo e vir/tuoso, crecía de cada día en las virtudes.
Y / justamente fue el justo dado en esposo de la / halladora de la
gracia, que fue nuestra seño/ra sancta María. Porque la virtud es la
que me/rece hallar la gracia mediante la qual nues/tra ánima se
ayunta e desposa con Jesucri/sto. Y ella sola es la que alumbra el
coraçón / para que tema a Dios e guarde todas sus / justicias.
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 175

Y es dicho assí mesmo Joseph / acrescentante, por el grand


acrescentamien/to que touo de priuilegios. E son dicho los / priui-
legios del bienauenturado sant Joseph, / según se hallan escriptos
en el Euangelio: /
El primero es que fue de linage noble de / reyes, según lo affir-
ma el euangelista sant / Matheo en el primero capítulo, onde
escri/uiendo la generación del Saluador según la / humanidad,
viene e para en Joseph dizien/do: “Jacob engendró [orig. engendre]
a Joseph esposo de la Vir/gen María, de la qual nació Jesús, que es
lla/mado Christo”.
El segundo priuilegio es que / él mereció entre todos los justos
del mun/do ser esposo de la Madre de Dios.
El tercero / es, según lo afirma e siente el bienauentu/rado nues-
tro padre sant Hieronymo, que / fue virgen todo el tiempo de su
vida.
El quar/to priuilegio es que no solamente fue escogi/do para
guarda e seruicio de la santa Virgen, / mas para mynistrar también
al fijo de Di/os nuestro Saluador.
El quinto es que le / fue por el ángel manifiestado el mysterio /
de la encarnación del fijo de Dios, e que mu/chas vezes le apareció,
como parece en el / primero e segundo capítulos del euange/lio de
sant Matheo.
El sexto priuilegio es //fol. cclxxj-vº// que él fue el que dixo en
la circumcisión pri/meramente el nombre del Saluador.
El sé/ptimo es que estouo presente e vido con sus / ojos muchos
de los grandes mysterios de / nuestra fe.
El octauo es que mereció ser lla/mado padre del Hijo de Dios
nuestro Señor, según / lo escriue sant Lucas en el segundo capítu-
lo, / quando la Virgen dixo al Señor, quando lo falló en el / templo,
entendiendo por Joseph: “Tu padre e yo / con gran dolor te busca-
mos”.
Acercándose / pues el tiempo en el qual la diuina misericor/dia
dispuso e ordenó de redemir e saluar el / linaje humano, nació el
santo Joseph en Be/thleem de Judea del linaje del rey Dauid del /
tribu de Judá, fijo según la carne de Jacob, se/gún lo dize sant
Matheo en el primero capítu/lo, descendiente de Dauid por la línea
176 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

e gene/ración de Salomón, e hijo según la ley de Hely, de/scen-


diendo del mismo Dauid por la línea de Na/than hijo de Dauid,
según lo dize sant Lucas en el / tercero capítulo de su euangelio. Y
el bienauen/turado sant Joseph fue pariente y deudo muy / cercano
de Joachim marido de santa Anna / e padre de nuestra señora la
Virgen María. Y desde / su niñez fue así guardado por el don diui-
nal, / y conseruado en la integridad e limpieza de / su carne, que fue
casto e virgen hasta la fin de / su vida. Y como fuesse ya varón per-
fecto e de / edad complida, fue desposado con la sancta Virgen /
madre del Saluador por reuelación diuina.
Y / muchas son las razones porque el Señor quiso que / su santa
Madre fuese desposada con Joseph: /
La primera es (según dize el bienauenturado / nuestro padre
sant Hieronymo) por que la gene/ración e linaje de santa María
fuesse escripto / por Joseph que era del mismo tribu, ca no era / cos-
tumbre de escreuir el linaje de las mugeres, / saluo por los varones.
La segunda fue (según / sant Ambrosio) por que la sancta
Virgen no fues/se infamada. Porque viendo los judios que tenía /
hijo sin ser casada, no podían juzgar sino / mal, pues no tenían noti-
cia del sacramento / de la encarnación que fue por obra e virtud del
/ Espíritu Santo, y pudieran calunniar a la madre / según el manda-
miento de la ley.
La tercera fue / (según dize Orígenes) por que touiesse la santa
/ Virgen quien buscase las cosas necessarias para / la sustentación
de su vida e del hijo. E por esto / es llamado el bienauenturado sant
Joseph / ayo y nutricio del Saluador.
Y luego que / la santa Virgen fue desposada con sant Joseph, /
fue embiado a ella de Dios el ángel sant Ga/briel a le anunciar la
nueua e marauillosa / concepción del hijo del Altíssimo y a le rela-
tar / el sacramento de nuestra reparación, como lo escri/ue sant
Lucas en el capítulo primero de su euan/gelio. Y como el ángel
affirmase a la sancta / Virgen que Elisabeth su prima, muger de
Zacha/rias, auía concebido en su vejez, fuela a ver. /
Y en este tiempo el bienauenturado Joseph apa/rejaua las cosas
que le eran menester para la casa / que hauían de tomar. E como no
touiesse reue/lación de la concepción marauillosa de la Virgen, / y
por esta causa estouies/se turbado e dudas/se cómo se hauía de
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 177

regir, y la bienauentura/da Virgen no le reuelase el mysterio, dize


sant / Matheo en el primero capítulo que le apare/ció el ángel entre
sueños e le dixo: “Joseph, / hijo de Dauid, no quieras temer de
tomar en / tu casa a santa María tu esposa, porque su con/cepción
no es sino por virtud del Espíritu San/to.” Como si más claramente
le dixera: No / tengas sospecha que haya acaescido en esta con/cep-
ción a tu esposa alguna cosa humana, por/que todo lo que es en ella
obrado, ha sido por / virtud del Espíritu Sancto. E dize la glosa que
/ el ángel llamó a Joseph hijo de Dauid, por / traerle a la memoria
el prometimiento del / mysterio de la encarnación, que hauía sido
por / Dios a Dauid prometido.
Y en estos días / se diuulgó por el mundo el mandamiento del /
emperador de Roma Octauiano, en el qual man/daua que todos los
que eran subjectos a su impe/rio hiziessen cierto reconoscimiento y
se es/criuiessen e obligassen en los lugares de su / nascimiento e
linaje. E como el sancto Jo/seph quisiese obedecer a este manda-
miento e / la gloriosa Virgen estuuiesse cerca [orig.: carca] del
parto, / subió con ella de la cibdad de Nazareth de Ga/lilea onde
morauan, a Bethleem de Judea cib/dad de Dauid, porque en ella
auía David na/cido e después en ella hauía sido vngido en / rey, por
quanto era de su casa e linaje, como / ya es dicho.
Y en este lugar parió la sancta / Virgen al Saluador (según las
prophecías): y / el justo Joseph lo adoró e siruió, e vio con sus
//fol.cclxxij-rº// ojos la gran claridad que apareció en aquella ho/ra,
e los ángeles que allí aparecieron, e oyó los / cantares celestiales
que allí cantaron, e vido có/mo los pastores lo adoraron. Y él hizo
circum/cidar al Saluador, e recibió en su pobre posa/da los reyes de
Oriente. Y presentó al Señor en el / templo con su santa Madre e
mereció ser bende/zido [por] el justo Symeón como padre del
infan/te.
E como Herodes fuesse turbado con / el nascimiento del nueuo
rey e ordenasse de / matar todos los niños de Bethleem e su
co/marca por matar entre ellos al Saluador, a/pareció el ángel en
sueño al sancto Joseph e / mandóle que tomasse a la sancta Virgen
y a su fijo y se fuesse a Egypto y estuuiesse ende hasta que / él le
mandasse tornar otra vez a tierra de Ysra/el. E luego de noche
tomaron su camino pa/ra Egypto. E dizen las hystorias que, entran-
178 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

do / el Saluador en Egypto, cayeron en tierra to/dos los ydolos de


aquella prouincia, como an/tes hauía sido prophetizado por
Hieremías. /
E si alguno preguntare en qué manera el sancto / Joseph bus-
caua las cosas necessarias para / sustentar la casa que tenía todo el
tiempo que / estuuieron en Egypto, responde el bienauen/turado
nuestro padre sant Hieronymo que la Vir/gen gloriosa hilaua e cosía
y el justo Joseph / trabajaua en su officio de carpentería. Y assí /
passaron todo [orig.: toda] aquel espacio de tiempo que allí /
estuuieron, que fueron siete años.
E muer/to Herodes (ca según las hystorias el Señor / nació en el
año tricésimo del reyno de Hero/des, e murió el dicho rey en el año
tricési/mo octauo de su reynado), aparesció el án/gel a Joseph en
Egypto e mandóle que tomase / el niño e a su madre e se tornase
con ellos en / Judea, porque ya eran muertos los que busca/uan su
ánima. E assí luego se tornó a tierra / de Israel. Y como oyesse que
reynaua en Judea / Archelao en lugar de Herodes su padre, te/mió
de yr a Bethleem y por amonestación del / ángel fuese a Galilea a
la cibdad de Naza/reth.
E como cada año fuessen el sancto / Joseph e la Virgen glorio-
sa [orig.: gloriasa] a Hierusalem en la / solennidad de la pascua y
el Señor ouviesse do/ze años, subió con ellos a la fiesta. E acaba/da
la solennidad (como se tornassen todos / a sus casas), quedóse el
Señor en Hierusalem / sin lo saber su madre y el sancto Joseph, ca
era / costumbre de los hebreos que quando yuan a las / solemnida-
des fuessen apartados los hombres / de las mugeres, de manera que
los hombres / yuan por sí solos e las mugeres por sí por / causa de
mayor obseruancia, y los niños pe/queños podían yr con los padres
o con las / madres, e desta causa se quedó el Señor en / Hierusalem
sin lo saber ellos. Porque la Virgen / sancta pensaua que el Señor
venía con Joseph en / la compañía de los hombres; Joseph pensaua
/ que venía con su sancta madre en la compañía / de las mugeres. E
como llegasen a vna po/sada e no lo hallasen, fueron heridos de
gran / dolor e anduuiéronlo a buscar por las ca/sas de los parientes
e conoscidos. Y como / no lo hallassen, tornáronse con grand
angu/stia de su ánima a Hierusalem. E después / de tres días hallá-
ronlo assentado entre los / doctores en el templo, que estauan
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 179

marauillados / de su sabiduria. E la madre con gozo ineffa/ble díxo-


le: “Hijo, ¿porqué lo heziste con noso/tros assí? Tu padre e yo con
dolor te haue/mos andado buscando.” E llamó aquí la Vir/gen glo-
riosa a su esposo Joseph padre del Sal/uador por le honrrar e por-
que la gente que no / sabía el mysterio de la encarnación lo tenía /
por padre del Señor. E dize sant Lucas en el / segundo capítulo de
su euangelio que el Señor se / tornó con ellos a Nazareth e que
estaua subje/cto a ellos.
Y en las cosas que de suso son di/chas se concluye todo lo que
en el sancto euange/lio se halla escripto de la vida y obras del
bien/auenturado sant Joseph.
E como el Señor / hablasse muchas vezes de la passión que
ha/uía de padescer en Hierusalem, e cómo hauía / de ser maltrata-
do de la gente hebrea, crée/se piadosamente que el bienauenturado
Joseph / le rogaua que él no viesse en sus días tan gran / crueldad,
mas que antes gustasse la muerte, / e si a su magestad pluguisse
fuesse a repo/sar al limbo con los sanctos padres. Y el Señor / cle-
mentíssimo gelo otorgó e le manifestó el / día de su muerte y lo
consoló en la hora de su / partida y mandó a los sanctos ángeles que
lo / leuassen con gran honrra al lugar de los esco/gidos. E murió el
glorioso sant Joseph an/tes de la passión del Señor. Lo qual parece
ser //fol. cclxxij-vº// assí, porque, quando el Señor murió en la cruz,
/ encomendó el seruicio de su santíssima ma/dre a sant Juan, de lo
qual no hauía necessi/dad si él fuera biuo. Y el Señor y su gloriosa
/ Madre lo hizieron enterrar honrradamente se/gún la costumbre de
los hebreos, e hizieron to/das las otras cosas que se acostumbrauan
hazer / en las defunciones en aquel tiempo.
E algunos / son que affirman piadosamente que este biena/uen-
turado Joseph fue vno de los que resucita/ron con el Señor en el día
sancto de su resurre/ctión: que ya biue e reyna glorioso en cuerpo /
y en ánima en los cielos con Jesucristo nuestro re/demptor e con su
santa madre por todos los / siglos. Amén.
180 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

OTROS TEXTOS SOBRE SAN JOSÉ


EN EL FLOS SANCTORUM DE LOYOLA

1- //fol. xiij// Del Nascimiento de nue/stro Señor Jesuchristo.

//fol. xiij-vº// Y deste nacimiento


vos queremos de/zir cómo auino
en esta noche. Y fue assi que
se/yendo santa María virgen pre-
ñada en poder / de Joseph su
esposo, que la guardaua sancta/
mente por mandado de los ánge-
les de Dios / que venían a fablar
con él e que le descobrian la /
poridad e secreto de Dios, que auia de nacer / el Hijo de Dios de
aquella sancta virgen, según / que lo leemos en el euangelio de sant
Lucas... / E Joseph aquel esposo e guarda de / sancta María salióse
de vna cibdad de tierra / de Galilea que auía nombre Nazareth e
yuase / para tierra de Judea a otra cibdad que fue/ra de Dauid que
auia nombre Bethleem, ca //fol. xiiij-rº// él era de linaje e de las
gentes de Dauid... / Agora vos que/remos dezir otra razón deste
nacimiento que / fallamos en vn libro que fizo Santiago el me/nor
que fue obispo de [orig.: da] Jherusalem... / e dize assi: que quan/do
se yua Joseph e santa María por aquella ca/rrera que va de Nazareth
para Bethleem, leuauan / consigo vn buey para vender para aquel
pecho / e vna asna en que yua sancta María e algún otro a/uer que
Joseph auía e su moço e su moça e yen/do sancta María sobre aque-
lla asna vio vna visión / en semejança muy estraña, e dixo contra
Jo/seph: Paresceme agora como que veo dos / pueblos ante mí: y el
vno triste e llorando, y / el otro alegre e riendo. E dixo él entonces:
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 181

/ María, si tú muger sancta eres, ve queda y / assossegada en tu bes-


tia y tente bien que no cay/gas e no digas palabras sin recaudo.

Y en este mismo fol. xxxj-vº, antes del nuevo párrafo que


comienza: “El euangelio Pastores loquebantur ad iniucem etc.”,
se pone otra vez la misma viñeta del Nacimiento que hemos visto
arriba.

2- //fol. xix-rº// La leyenda de los / Innocentes.

... El ángel apa/reció a Joseph en


sueños et díxole: “Toma el ni/ño
e a su madre e fuye con ellos para
Egypto, que / Herodes manda
buscar el niño para lo ma/tar”. Y
él hízolo assi, y estuuo alli siete
años / fasta que murió Herodes..

3- //fol. cxxxviij-vº// De la Natiuidad de nue/stra señora la virgen


María.
Sancta María virgen gloriosa / nació del tribu de Judá e del
lina/ge del rey Dauid. Y sanct
Matheo / e sant Lucas no cuentan
la gene/ración de sancta María,
mas cuentan la de / Joseph, empe-
ro aquello no haze nada a la / con-
cepción de Jhesu Cristo. Ca léese
que / fue costumbre de la ley vieja
que no conta/sen la generación de
las mugeres, mas las de / los varo-
nes... / Jacob houo por fijo / a Joseph. Y este Joseph fue esposo
de san/ta María, y en algunas escripturas cuentan / a este Joseph
182 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

por fijo de otro padre, que ho/uo nombre Hely, y esto diremos
aquí por / qual razón es. Deueys saber que en la ley / vieja fue
vsado, y avn oy día lo vsan los judí/os, que si vn hombre casado
moría no aui/endo hijo en su muger, casaua otro su her/mano del
muerto con aquella muger mes/ma, ca dezían que leuantaua della
fijo e li/nage para [orig.: pera] su hermano muerto. E asi aquel /
Jacob que vos deximos ouo vn hermano //fol. cxxxix-rº// de parte
de su madre, que ouo nombre He/ly, y este Hely seyendo casado
murió sin hi/jos, e su hermano Jacob casó / con la que fuera su
muger, e fizo en ella a Joseph. E por / esto lo cuentan los vnos por
fijo de Jacob / e los otros por fijo de Hely. E Jacob y Hely / fue-
ron fijos de vna madre, mas el padre de / Hely viniera de linage
de Nathán, y el pa/dre de Jacob viniera de linage de Salomón, / y
assi Joseph el esposo de sancta María por / todas las razones que
dichas son descendió / del linage de Dauid. E ya vos contamos /
de suso cómo sancta María venía del linage / de Dauid por la
generación de Nathán. E sa/bed que Joseph e sancta María eran
parientes en / este linaje, porque Melchi padre de Hely fue / her-
mano de Panther padre de Joachin, y / de Hely vino Joseph, como
aueys oydo, e de / Joachin nació sancta María, e porque Joseph
de/cendió de aquel linage mismo de sancta Ma/ría, por esso lo
desposaron con ella según la / ley de los judíos... //fol. cxl-rº// Y
en aquellas generaciones era / Joseph de aquel linaje que era lla-
mado de / la casa de Dauid, e Joseph era ya de muchos / días. E
mandaron dar pregón por la cibdad / que todos viniessen con sus
piértegas, e Jo/seph oyendo este pregón parecíale cosa sin / razón
que hombre viejo como él que casase / con virgen tan niña como
aquella... / E trayendo Jo/seph su piértega luego floresció... / e
lue/go conocieron todos los del pueblo que este / hauia de ser
esposo de aquella niña.
UNA NUEVA FUENTE DEL JOSEFINISMO DE SANTA TERESA 183

4- //fol. cclxix-vº// Comiença la hystoria de la / bienauenturada


santa Anna, madre de nuestra / señora la gloriosa virgen María.

//fol. cclxxj-rº// ...Y [santa Ana] ouo la ter-


cera fija y / llamóla también María... /
Nuestra Señora fue / desposada con Joseph,
y parió por obra de Spi/ritu Sancto, quedan-
do siempre virgen, a Jesucristo hijo de Dios
y saluador del siglo.

5- //fol. cclxxx-rº// Comiença la historia de / cómo la reyna del


cielo nuestra señora fue / a visitar a santa Helisabeth.

//fol. ccclxxxj-vº// ...Y dize el euange-


li/sta que estuuo la gloriosa virgen
María en la ca/sa de sancta Elisabeth
quasi por espacio de tres / meses, e des-
pués que se tornó a casa a Nazareth / a
do estuuo fasta que después subió con
Joseph / a Bethleem de Judea cibdad de
Dauid, onde / parió a nuestro Saluador.
Portada del libro
Título de la Vida de San José
Contraportada
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 187

EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA


DE SANTA TERESA
¿Espuria o auténtica su carta a Cristóbal R. de Moya?

Tomás Álvarez

En las primeras páginas del epistolario teresiano sigue cuestio-


nándose la autoría de una carta atribuida recientemente a la Santa.
Es una carta alusiva a su obra de fundadora aún en ciernes y a sus
planes de iniciar casas de descalzos.
No incluida en las ediciones de los siglos XVII y XVIII. En el
siglo XIX tildada de falsificación por el insigne editor teresiano
Vicente de la Fuente. En el XX calificada de espuria en su primera
mitad por el nuevo editor Silverio de Santa Teresa. Todavía mi
reciente edición de las Cartas de la Santa (Burgos, editorial Monte
Carmelo, 1997: carta n. 11, pp.73-75) la juzga interpolada, al
menos en su primera parte (números 1-9).
Es la carta que lleva los números 6 y 7 en sendos fragmentos de
la edición de La Fuente1. Corresponde al número 9 y al apéndice
18, en la Biblioteca Mística Carmelitana de Silverio2. Al número
11, en la reciente edición de la BAC3 y en la aludida de Editorial
Monte Carmelo.
Su texto reviste interés especial por varias razones: por conte-
ner un proyecto de carmelitas descalzos anterior a la fundación de

1 VICENTE DE LA FUENTE, Escritos de Santa Teresa. En la “Bibliteca de


Autores Españoles” (=BAE), Madrid, Rivadeneyra, 1862, t.2, pp. 6-7.
2 SILVERIO DE SANTA TERESA, Obras de Santa Teresa. En la “Biblioteca
Mística Carmelitana” (=BMC), tomos VII y IX. Burgos 1922, p.28; 1924, p.272.
3 PP. EFRÉN DE LA M. D. y OTGER STEGGINK, Obras completas de Santa
Teresa, t. III, Madrid, BAC), 1959, p. 21-24. – TOMÁS ALVAREZ, Cartas de S.
Teresa. Burgos, Edit. Monte Carmelo 1997, p. 11.
188 TOMÁS ÁLVAREZ

Duruelo; por reflejar el pensamiento de la Santa sobre su carisma y


otros asuntos de importancia; y porque contiene el más alto elogio
de cuantos ella haya escrito sobre los jesuitas.
En la presente nota me propongo: 1) estudiar el contenido de
ese texto con sus síntomas de falsificación, y 2) regresar sobre la
trayectoria histórica de la carta, para alumbrar los caminos que la
introdujeron en el epistolario teresiano.
En adelante la designaré con la sigla carta 11.

1. El contenido de la carta
y sus indicios de manipulación

Comencemos por los datos más elementales. La carta se auto-


presenta así: Autora, la Madre Teresa. Destinatario, don Cristóbal
Rodríguez de Moya. Datación, Avila, 28 de junio de 1568. Lugar
de destino, Segura de la Sierra (provincia de Jaén). Envío, en pro-
pia mano, por un “mensajero” de confianza (n. 11). En sí misma, la
carta es una respuesta: contesta a otra, enviada a la Santa por don
Cristóbal, o bien a una misiva oral del mismo. Asunto, la erección
de un Carmelo teresiano en dicha villa andaluza.
La autora. – Esos datos elementales nos remiten a la agenda
teresiana de aquellas fechas. Hace poco más de dos meses que ha
fundado la Santa el Carmelo de Malagón (3ª de sus fundaciones).
De regreso a Avila ese mismo mes de junio, sigue con los ojos
puestos en Andalucía, adonde ha enviado su autógrafo del Libro de
la Vida para que lo lea y diagnostique el Maestro san Juan de Avila
(es, justamente, el tema de la carta que precede, n.10 del
Epistolario, escrita hace sólo cinco días –23 de junio– y remitida
desde Avila a Antequera, en Málaga). Le urge fundar cuanto antes
el Carmelo de Valladolid, presionada por razones de gratitud hacia
el fundador, difunto (asunto de la carta siguiente: n.12 de su epis-
tolario). Ya ha cruzado ideas y proyectos con fray Juan de la Cruz,
y con él viajará a Valladolid mes y medio después: agosto de ese
año. Antes inspeccionará personalmente la alquería de Duruelo,
destinada a convento de descalzos: 30 de junio, sólo dos días des-
pués de la carta 11. Todavía en Avila, poco antes de emprender ese
azaroso viaje al “lugarcillo” de Duruelo, recibe en San José al
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 189

amigo franciscano descalzo, fray Antonio de Segura. Es él quien le


trae el mensaje de su compaisano Cristóbal Rodríguez de Moya,
con el proyecto apetitoso de erigir un Carmelo en dicha villa.
El destinatario. – Don Cristóbal es un rico hacendado de
Segura de la Sierra. Labrador con numerosas fincas en el lugar.
Ganadero, con no menos de “treinta y seis manadas de ganado
lanar”. Buen mercader, que trafica en lanas con “Florencia y otras
partes de Italia, por mar”. Tan conocido en Segura y en Beas, que
se lo mencionará poco después en las Relaciones topográficas soli-
citadas por Felipe II. Es viudo, padre de tres hijas, Catalina Díaz,
Francisca de Avilés y María de Moya. Las dos mayores han optado
ya por la vida retirada en un improvisado beaterio de Segura. La
menor ha muerto habrá poco más de un mes, el 4 de mayo de ese
año. El y toda su familia son profundamente adictos a la Compañía
de Jesús. Con su ayuda económica se fundará pronto el colegio de
jesuitas de la villa. A él mismo le apetecerá hacerse jesuita, aunque
sin llegar a realizarlo. Fallecerá el 13.12.1575.
El asunto del carteo era fundar en Segura un monasterio de
monjas carmelitas de la Madre Teresa. Don Cristóbal destinaría a la
fundación buena parte de su hacienda. El nuevo Carmelo sería buen
puerto de arribo para sus dos hijas, ahora reclusas en el retiro del
beaterio. Pero el nuevo Carmelo habría de estar “sujeto” a los reli-
giosos de la Compañía de Jesús. Segura dista de Avila más de 400
kilómetros, que la Santa –entonces joven de 53 años!- está dis-
puesta a recorrer. Parecen no intimidarla, como la asustarán pocos
años después las muchas leguas que hay desde Salamanca a Beas
de Segura (Jaén), a no menos distancia que Segura de la Sierra.
Escribirá ella al recibir esta otra oferta de fundación: “mirando las
muchas leguas que había desde allí allá [desde Salamanca a Beas],
parecióme desatino” (Fundaciones 22,2). Nada de eso ocurre cuan-
do ahora le plantean el viaje a Segura de la Sierra.
Portador de ese paquete de noticias lisonjeras es el menciona-
do franciscano alcantarino, Antonio de Segura, que ha venido hasta
Avila “a pie y descalzo”4. Y como, probablemente, es él mismo

4 Lo anota, agradecida, la Santa: “el Padre guardián... no vino a otra cosa


algunas leguas, y como son andadas a pie y descalzo, se ha de tener en más” (carta
11, n. 13).
190 TOMÁS ÁLVAREZ

quien hace de “mensajero” entre Avila y Segura de la Sierra, la


Santa responde de prisa aceptando la oferta, elogiando al gran
mecenas que es don Cristóbal, elogiando también a los jesuitas,
pero poniendo en claro que el proyectado Carmelo no podrá estar
“sujeto” a éstos, sino a los “descalzos” que ella misma va a fundar.
Segura de la Sierra, hoy provincia y diócesis de Jaén, era
entonces jurisdicción de la Orden de Santiago, “provincia de
Castilla” de la misma Orden; por lo cual se requería permiso expre-
so del Rey para fundar. Lo sabe la Santa5. Sabe además que sus
poderes de fundadora se limitan a sola Castilla, puesto que “el reve-
rendísimo General” de la Orden se lo ha prescrito taxativamente
hace apenas un año, dándole “facultad para hacer monasterios de
monjas de nuestra sagrada Orden en cualquier lugar del reino de
Castilla”, de suerte que pueda “recibir casas, iglesias, sitios, luga-
res en cada parte de Castilla”, todo “debajo de nuestra inmediata
obediencia regular y no de otra manera”6. Condiciones a las que se
atiene estrictamente la santa Fundadora, que poco después se nega-
rá a fundar en Valencia porque el Prelado san Juan de Ribera impo-
nía su propia jurisdicción al proyectado Carmelo valenciano7. En
todo caso, Segura era una villa importante, y así la describen las
Relaciones topográficas de Felipe II8.
Los jesuitas no son los destinatarios de la carta, pero por alusión
reiterada integran el contexto argumental de la misma. Habían sido
propuestos a don Cristóbal por “el maestro Núñez de Vargas, hijo
íntimo y muy querido del P. Avila”. El mismo don Cristóbal se

5 Lo dirá expresamente ella en la carta siguiente, citada y resumida por


Arceo, a la que aludiré luego. En ella decía: “que sacase luego la licencia del Rey
para fundar...” (cf la nota 32).
6 Cf Monumenta Historica Carmeli Teresiani (= MHCT), 1, 64: patente del
16.5.1567 que le otorga licencias para fundar “en cada lugar de los reinos de
Castilla, si bien fuera de Andalucía”. La cancelación de esa restricción se la otor-
gará más tarde (6.4.1571), ib p. 111, para que pueda fundar “omnibus in locis”.
7 Cf. mis Estudios Teresianos II (Burgos 1996), p.317. Ocurrió ese episo-
dio hacia 1569.
8 Cf GENARO NAVARRO LÓPEZ, Segura de la Sierra. Notas histórico-des-
criptivas... (Segura, 1965), pp. 69-86; id , Pueblos de Jaén en las Relaciones
Topográficas de FelipeII, en el “Boletín del Instituto de Estudios Gieneneses”, 7
(1960), pp. 57-59, donde se anota: “Hará diez o doce años que Cristóbal Rodríguez
de Moya, vecino de Segura, fundó el convento de teatinos del nombre de Jesús”
(p. 59).
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 191

había trasladado a Granada y a Madrid para conocerlos. Había inti-


mado con el Visitador de la provincia de Toledo, P. Bartolomé de
Bustamante. Había hospedado en su casa a los Padres Manuel de
León y Millán García. A los jesuitas quiere quede sujeto el futuro
Carmelo de la M. Teresa.
Son datos que aporta, en gran parte, la carta 11 en la versión
que ha llegado hasta nosotros, y expuestos más ampliamente en la
Historia del P. Arceo, de que hablaré luego.
La respuesta de la Santa, pese a su carga de euforia y a los elo-
gios vertidos sobre el fundador andaluz, no tuvo éxito. Don
Cristóbal optó por fundar sólo el colegio de jesuitas. No hubo ulte-
riores trámites con la M. Teresa, ni queda eco alguno de Segura de
la Sierra en su posterior actividad de escritora o de fundadora.
Pero ahí comienza la historia chica de su carta del 28 de junio.
Cuando 35 años después se escriba la historia del colegio jesuita
fundado por don Cristóbal, reaflorará la carta de la Santa, no en su
autógrafo sino en una copia inserta en el relato fundacional del
colegio. Lo documentaremos más adelante.
Ahora nos interesa entrar en el espacio de la carta misma para
evaluar su contenido. No reproduzco aquí su texto, por retenerlo
accesible al lector en cualquier epistolario teresiano de los muchos
editados hoy. Me limito a seguir la pista de su autoría. (En las citas
textuales de la carta remitiré a la numeración de párrafos de la men-
cionada edición de “Monte Carmelo 1997”.)
Como punto de partida, me atrevo a dar por supuesta la exis-
tencia de una auténtica carta de la Santa, enmarcada en la serie de
circunstancias (personas, episodios, fechas, proyecto) que acabo
de reseñar, y cuyo original actualmente desconocemos. De hecho,
sin embargo, el texto de la carta 11, tal como ha llegado hasta
nosotros, está plagado de indicios inequívocos de manipulación.
Indicios, digo, de manipulación profunda, sustancial. Son éstos
los únicos que intento estudiar aquí, comenzando por los más evi-
dentes.

Dato 1º. La Santa cuenta ya con casas demasiadas para fun-


dar descalzos, e incluso con frailes a punto. – Dice la carta 11:
“Ahora... se hacen monasterios de nuestra primera Regla al modo
192 TOMÁS ÁLVAREZ

de estos nuestros... y hay personas y frailes harto movidos y casas


demasiadas” (n. 6).
Recordemos que la fecha de la carta es el 28 de junio de 1568.
Aún no se ha fundado Duruelo, primer convento de descalzos. En
cuanto a “casas demasiadas” de o para ellos, aún no se dispone de
ninguna. Poco antes ocurría –escribe la Santa– que “tampoco tenía
casa ni cómo la tener” (Fundaciones 2,6). Y todavía en junio de
1568, cuando ya dispone de dos voluntarios, escribe: “como yo no
tuviese remedio para tener casa, no hacía sino encomendarlo a
nuestro Señor” (ib 13,1).
En cuanto a frailes harto movidos y disponibles, en ese momen-
to contaba ella con dos: fray Juan de la Cruz y Antonio Heredia; a
lo sumo, con tres, si es que ya se les hubiera agregado el hermano
José de Cristo. La misma Santa escribe de esos comienzos: “vien-
do ya tan pocos [frailes] en esta Provincia, que aún me parecía se
iban a acabar...” (ib 2, 5).
Escribir en ese momento: que ahora se fundan monasterios (en
plural) de descalzos; que tiene casas demasiadas, y que dispone de
personas y frailes harto movidos, es un anacronismo múltiple. Pudo
ser escrito desde el espejismo de la década de los años 80/90 de
aquel siglo. Pero no en 1568. Ni por la M. Teresa.
2º Fundación de descalzos carmelitas en “Segura de la
Sierra”. – La carta formula así ese proyecto: “si yo entiendo hay
disposición en ese lugar [Segura de la Sierra], por ventura procura-
ré se haga ahí [una casa de descalzos], porque está en mi mano y
hay patentes para ello” (n. 6 de la carta).
Efectivamente, la Santa tiene patentes del P. General, Rubeo,
para fundar dos casas de descalzos en Castilla9. Aún no ha fundado
ninguna. El proyecto de Duruelo, ya en marcha, ha agotado todas
sus disponibilidades de personal, el “fraile y medio” que ella humo-
rizó. Todavía dos meses después de ese 28 de junio, recomendando
la persona de fray Juan de la Cruz, escribirá: “ánimo lleva, mas
como es solo, ha menester lo que nuestro Señor le da para que lo
tome a pechos” (carta 13,2: de septiembre de 1568).

9 Cf. MHCT 1, 70. Ver la nota 6. Para el caso, Segura es Castilla.


EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 193

En ese contexto, el proyecto teresiano de fundación en Segura


de la Sierra, sin personal disponible, es cuando menos extemporá-
neo y poco verosímil. Coherente, en cambio, con las precedentes
interpolaciones de “casas demasiadas” y “frailes harto movidos”.
Algo sorprendente es, además, la rápida oferta de fundación de
descalzos hecha en la carta, sin alusión alguna a los dos provincia-
les castellanos de quienes la Santa está obligada a solicitar permi-
so. Basta comparar ese extremo con la actitud adoptada por ella
misma al año siguiente (1569), al proyectarse la segunda fundación
de descalzos, en Pastrana. Ella agradece la oferta que se le hace, y
escribe: “de las dos licencias que me había enviado nuestro Padre
General reverendísimo para dos monasterios [de descalzos], no
estaba hecho más del uno. Y desde allí hice mensajero a los dos
Padres que quedan dichos, el que era Provincial y [el que] lo había
sido, pidiéndole mucho me diesen licencia, porque no se podía
hacer sin su consentimiento. Y escribí al obispo don Alvaro...”
(Fundaciones 17,11; cf 13,5-6 sobre el mismo asunto en la funda-
ción de Duruelo).
3º Las descalzas estarán bajo la obediencia de los futuros des-
calzos. – En la carta se dice: “a quien [a ellos: a los descalzos]
hemos de estar sujetas10, que ya ha dado licencia nuestro reveren-
dísimo Padre” (n.6).
Hace apenas un año que el General ha impartido esa licencia,
pero dejando en claro que las descalzas han de vivir “debajo de
nuestra inmediata obediencia... y Nos las daremos vicarios comisa-
rios que las gobiernen”11, y los descalzos vivirán “perpetuamente
en la obediencia de la Provincia de Castilla”12. De hecho, apenas
unos meses después (13.5.1569), el P. General, Rubeo, nombrará su
delegado especial al P. Alfonso González, provincial de Castilla,

10 Sujetas, sujeción, sujetar..., en el léxico teresiano indican obediencia y


jurisdicción. Cf. Fundaciones (=F) 16,1, o bien la Carta 162,8: “Oh, qué deseo
tengo de ver las monjas todas quitadas de la sujeción de calzados!” – En la petición
venida de Segura se idetificaba “estar sujetos” con “prestarles obediencia”: cf. la
Historia... de Arceo, que citaré luego: “deseábanle [el futuro Carmelo] sujeto a los
de la Compañía, para que aunque ellas [las hijas de D. Cristóbal] entrasen en él, les
diesen la obediencia, y gozasen de su enseñanza y doctrina en los sermones y con-
fesiones” (p.19).
11 Cf MHCT . 1, 64-65.
12 Ib, p. 70.
194 TOMÁS ÁLVAREZ

“tanto para los conventos de descalzas ya fundados como para los


que se fundarán en adelante”13.
La iniciativa de jurisdicción de los “descalzos” sobre los
Carmelos será tardía. En 1577 escribe la Santa (Ct 180,8): “es una
gran destrucción si se acabase la comisión de nuestro padre
[Gracián], que aunque estemos [en el futuro] sujetas a descalzos,
no basta si no lo declara [Gracián] siendo comisario”. De hecho,
cuando escribe la carta, su Carmelo de Avila está bajo la obedien-
cia del Obispo; los de Medina y Malagón ya han sido fundados bajo
la obediencia de la Orden.
Escribir en 1568 que los Carmelos femeninos estarán “sujetos”
a los descalzos era contravenir llanamente a la orden impartida por
el P. General y alegada por la misma Santa14.
4º Las carmelitas descalzas deberían haber estado bajo la
obediencia de los jesuitas. – La carta lo dice así: “El mismo deseo
que esas señoras [las beatas de Segura] tienen, tuve yo de sujetar
esta casa [San José de Avila] a estos padres [de la Compañía], y lo
procuré. Sé muy cierto que no admitirán monasterio, aunque sea de
la Princesa” (n 4).
Es decir que la Santa “deseó” y “procuró” poner bajo la obe-
diencia de los jesuitas su primer Carmelo de San José. Dato con-
trario a la detallada historia de la fundación abulense, referida en
Vida 32-36. El primer intento de la Santa fue poner el monasterio
normalmente bajo la obediencia de la Provincia carmelita. Al
fallarle ese intento, pasó directamente a la jurisdicción del Obispo
de Avila (“aunque la obediencia que daba –al Obispo– no fuese a
mi gusto”: Vida 33,14) . Y tal fue el tenor de la petición cursada a
Roma por ella y sus amigas en 156115. En data más reciente –febre-

13 En la patente de Rubeo al provincial A. González se le advertía intencio-


nadamente: “Hanc vero facultatem et auctoritatem tibi impartimur non ea ratione
qua provincialis existis, sed tamquam Commissarius peculiaris a nobis designatus
et deputatus. Quo officio et auctoritate fungeris usque ad aliam nostram dispositio-
nem” (ib p. 77).
14 En ese mismo n. 6 de la carta. Un primer proyecto de “sujeción” de los
Carmelos a los descalzos, siempre bajo el P.General, se debió al Visitador domini-
co Pedro Fernández, a finales de 1571. Cf MHCT 1, 115.
15 Pueden verse los Breves pontificios para la fundación de San José:
MHCT, 1,5-8.
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 195

ro de 1567–, al encontrarse personalmente con el General de la


Orden Rubeo, decide fundar únicamente bajo la obediencia de la
Orden. Lo de “desear” y “procurar” lo contrario no tiene cabida en
la historia de la Santa.
5º Las Constituciones de los Carmelos teresianos siguen el
texto de las “Reglas” de los jesuitas. – Se expresa así nuestra
carta: “si vuestra merced [Cristóbal R. de Moya] sabe sus Reglas
[de la Compañía], verá que en muchas cosas de esas nuestras
Constituciones conformamos, porque traje yo breve del Papa para
poderlas hacer...” (n. 3).
Aun teniendo en cuenta la flexibilidad semántica del término
“conformar” en la pluma de la Santa16, y la sincera admiración de
ésta por la espiritualidad de los jesuitas ya en esos mismos años de
la primera fundación17, las Constituciones que redactó para el
Carmelo de San José tienen su inspiración redaccional en las lla-
madas “Constituciones de la Encarnación”18. Resulta claramente
amañada esa insinuación de parentesco con las leyes de los jesui-
tas. Es incluso inverosímil que en aquellos tiempos la Santa llega-
se a leer algo de éstas, como no fuesen los “Avisos” de los PP.
Baltasar Alvarez y Juan de la Plaza, que contienen consejos espiri-
tuales no emparentados con las Constituciones teresianas19.
6º En los Carmelos teresianos se ha implantado el espíritu de
la Compañía. – En la carta se escribe: “hame hecho el Señor mer-

16 Cf las Concordancias de los escritos de la Santa, por J. L. ASTIGARRAGA


y A. BORRELL (Roma 2000), s. v. Ver también Vida 38,15, texto citado en la nota
17.
17 Ya en el primero de sus libros (Vida 38,15) había escrito: “... tengo esta
Orden en gran veneración, porque los he tratado mucho y veo conforma su vida con
lo que el Señor me ha dado de ellos a entender”.
18 Cf mi nota sobre el paralelismo estructural de ambas Constituciones, en
mi edición de las de la Santa (Burgos 1966), pp. 283-284. Y cf Estudios Teresianos,
2, 265.
19 Sobre el tema de los Avisos del P. Juan de la Plaza, conocidos por la Santa,
cf. Estudios Teresianos, 2, 361-471. – El primer biógrafo de la Santa, F. de Ribera,
refiere cómo ésta antes de poner por escrito sus Constituciones, observó la vida de
otras religiosas, entre ellas las Franciscanas descalzas de Valladolid: “Estuvo en el
monesterio de nuestra Señora de la Piedad en Valladolid, que es de descalzas de la
Orden de san Francisco, de gran observancia y religión, y de allí tomó la pobreza
de las mesas, la llaneza con que se tratan las religiosas, y lo que más le pare-
ció...”(L. 2, c. 2, p.132). De haberse inspirado la Santa en las leyes de la Compañía,
no lo hubiera ignorado Ribera, ni creo hubiera omitido su mención.
196 TOMÁS ÁLVAREZ

ced que en estos monasterios [los tres Carmelos ya fundados] se


haya plantado su espíritu [de los jesuitas]” (n.3).
Nueva interpolación. Coherente con el restante contexto inter-
polado. La Santa era ya entonces perfectamente consciente de que
sus Carmelos vivían el espíritu carmelitano20.
7º Todas las vocaciones de sus Carmelos vienen de mano de
los jesuitas. – Dice la carta: “No todas las personas espirituales me
contentan para nuestros monasterios, si no son las que estos Padres
confiesan, y así casi todas las que están en ellos, y no me acuerdo
ahora estar ninguna de las que he tomado, que no sea hija suya...”
(n 3).
Hubiera sido válido el “casi” del inciso tercero. Pero es clara-
mente interpolado lo del recuerdo negativo de la Santa, la cual tiene
en sus Carmelos monjas venidas de la Encarnación, o bien traídas
por san Pedro de Alcántara, por Julián de Avila, Daza, Báñez...,
vocaciones todas ellas de fecha reciente. No es verosímil que ella
ignorase o no recordase esa procedencia. Ya el P. Ribera, historian-
do la procedencia espiritual de las cuatro pioneras de San José de
Avila (L.1,c.16), comenzaba así: “Fue la primera Antonia de
Henao, que después se llamó Antonia del Espíritu Santo, y vino por
orden del santo fray Pedro de Alcántara, que la había tratado
mucho, porque era mujer de gran espíritu, y queriéndose ella ir a ser
monja a otra parte lejos, la detuvo el Padre fray Pedro para que
entrase en este nuevo monasterio, y dio de ella noticia a la Madre”.
(Aunque en el presente estudio soslayo el análisis literario del
texto, me permito apuntar la desconexión o contradicción entre el
inciso tercero –“casi todas– y el siguiente –“ninguna”–).
8º El General carmelita J. B. Rubeo deja mandado que los
jesuitas prediquen y confiesen en los Carmelos teresianos, limitan-
do las facultades de los provinciales. – Se lee en la carta: “Ahora,
cuando nuestro reverendísimo General vino por aquí [por Avila]...
dejó mandado que los Padres de la Compañía predicasen, y que
ningún prelado se lo pueda estorbar, y si ellos quieren confesar,
también...” (n. 3).

20 Cf. Vida 32-36, y Camino, subtítulo y cc. 1.3.


EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 197

Aparte de no quedar constancia alguna de tal mandato en la


copiosa documentación de Rubeo, esa limitación de poderes a los
provinciales carmelitas de Castilla es claramente contraria a su ide-
ología, a su praxis de reformador y a los documentos que de él
poseemos. Es inverosímil que él limitase tan categóricamente esas
facultades de los provinciales. La Santa, por su parte, quería expre-
samente que sus Carmelos gozasen de amplia libertad en el recur-
so a “hombres de letras y de espíritu”21.
9º La Madre Teresa debe todo el bien de su alma a los jesui-
tas. – Mejor expresado en la carta: “Ellos son mis padres y a quien,
después de nuestro Señor, debe mi alma todo el bien que tiene, si
es alguno” (n. 2).
Afirmaciones similares22 son frecuentes en los escritos auténti-
cos de la Santa. Lo que resulta distónico es el carácter exclusivista
de la afirmación. Está escrita –se afirma– a mediados de 1568,
cuando la Santa está ya bajo la dirección espiritual del dominico
Báñez, cuando aún tiene reciente la ayuda espiritual de otro gran
dominico, Pedro Ibáñez, y del franciscano San Pedro de Alcántara;
cuando tiene por “padre e hijo mío” al dominico García de Toledo,
a quien ha dirigido y entregado el Libro de la Vida..., todos ellos
muy recientes y demasiado presentes para ser compatibles con la
tácita exclusión implicada en el texto de la carta. Resulta inviable
una frase en que ella diga implícitamente que a ellos nada les debe
su alma.

* **

¿Cómo explicar ese manojo de interpolaciones, todas ellas


hiperbólicas y monocordes?

21 Sobre esa libertad y amplitud de criterios de la Santa, escribe Ribera en la


biografía de ésta (L. 2, c.2, p. 132): “Tampoco quiso imitarlas [a las franciscana
“descalzas”de Valladolid] en que las monjas estuviesen sujetas a frailes, de mane-
ra que ellos solos las hubiesen de predicar y confesar, sino que pudiesen oír y tra-
tar a todos aquellos que más les conviniese para sus almas, y con éstos tratasen las
cosas dellas sin tercera que escuchase... Y así las encargó muchas veces que siem-
pre tratasen con hombres de letras y de espíritu...”. Acerca de la distinción concre-
ta entre “hombres de letras” y “hombres de espíritu”, cf la Relación 4.
22 Cf F 3,1...; y la carta 269,10.
198 TOMÁS ÁLVAREZ

Recordemos que el destinatario de la carta, Cristóbal R. de


Moya, había propuesto a la Santa dos cosas: que fundase un
Carmelo en Segura de la Sierra, y que lo pusiese bajo la obediencia
de (“sujeto a”) los jesuitas, a los cuales él y sus hijas veneraban pro-
fundamente.
A las dos propuestas respondería la Santa: –que sí, a la prime-
ra;– que no, a la segunda.
Precisada a descartar esa subordinación del futuro Carmelo de
Segura a los jesuitas, no titubearía en hacer el doble elogio: de sus
Carmelos (“no parece[n] sino paraíso en la tierra”), y de los Padres
de la Compañía, tan sinceramente admirados por ella. Ambos argu-
mentos fueron tierra fértil para el manipulador.
A desmesurar el elogio de sus Carmelos se dedicará otra carta,
igualmente manipulada, escrita a don Cristóbal por Antonio de
Segura, probable portador de la presente. (La transcribiré luego). A
deformar e hinchar el elogio de los jesuitas se dedicará toda la pri-
mera parte de esta carta 11, de la Santa al mismo don Cristóbal.
Ha sido ese anónimo manipulador quien introdujo en la carta el
sartal de anacronismos unidireccionales. (Hay en ella también
hipérboles y repeticiones sospechosas en la loa de los Carmelos.
Omitimos aquí su estudio.)
Todo hace suponer que la inflación de hipérboles y ditirambos
se basa en un texto original teresiano, en el que los elogios estarían
presentes, pero sin anacronismos.
La manipulación de esa carta no es episodio insólito o excep-
cional en la historia del epistolario teresiano. Más bien, fue tenta-
ción relativamente frecuente en el paso del siglo XVI al XVII23. Y
esa especie de cizaña literaria reflorecerá a lo largo del siglo XVII
e incluso en el XVIII, cuando la sañuda diplomacia madrileña acu-
ñará y difundirá la malévola profecía atribuida a la Santa en contra
de la Compañía.

23 Son numerosas las cartas pseudo-teresianas, inventadas o amañadas por


esas fechas. Las más famosas fueron las que llegaron a introducirse nada menos
que en las crónicas de la Orden (Reforma de los descalzos..., I, l.3, c. 34, p. 515), o
en la primera edición del epistolario teresiano por Palafox, o la famosa carta diri-
gida a Felipe II que todavía recientemente vuelve a comparecer como auténtica en
las biografías del Rey... (cf “Monte Carmelo” 107 –1999– 257-267).
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 199

En el estado actual de la carta 11, no es posible atribuir su texto


a la pluma teresiana. Última prueba de ello es el hecho de que los
anacronismos y errores en ella contenidos son unidireccionales,
tendentes a elaborar un ditirambo con destinatario. Ese conglome-
rado o suma de anomalías es el mayor indicio de su falsificación.

2. Trayectoria histórica de la “carta 11”


hasta su ingreso en el epistolario teresiano

Aunque de interés secundario, nos interesa también la historia


de nuestra carta 11, y la transmisión manuscrita e impresa de la
misma. Intentaremos ahora una mirada retrospectiva sobre su aza-
rosa andadura plurisecular. Desde el original autógrafo, hasta su
inclusión en el epistolario teresiano.

a) ¿El autógrafo de la carta?

La pregunta por el autógrafo es el primer interrogante que plan-


tean la historia y la crítica textual ante cualquier carta de santa Teresa.
También en nuestro caso: ¿queda hoy algún resto autógrafo de nues-
tra carta 11? La respuesta es negativa. No hay noticia alguna del
autógrafo de la carta en la actualidad. Tampoco existen, que sepa-
mos, fragmentos autógrafos de la misma. Tal, su situación presente.
Para seguir el itinerario de su texto en el pasado, conviene dis-
tinguir de nuevo las dos fracciones de la carta: de un lado,los núme-
ros 1-9, que creemos sustancialmente interporlados; del otro, los
números 10-13, posiblemente auténticos.
Aunque más de una vez en el pasado se ha procedido a autenti-
car el texto de la carta en su integridad, nunca se ha localizado el
paradero del autógrafo24.
En cuanto a posibles fragmentos autógrafos del texto, no nos ha
llegado noticia alguna de retazos correspondientes a la fracción
interpolada (los números 1-9).

24 Veremos más adelante (notas 40-41) lo afirmado por Nieremberg en con-


trario.
200 TOMÁS ÁLVAREZ

Sí hay noticias, en cambio, de que existía a finales del siglo


XVIII un fragmento autógrafo de la fracción segunda de la carta, la
que hemos retenido auténtica (los números 10-13).
De este autógrafo nos han dejado noticia los críticos carmelitas
que a finales de dicho siglo trabajaron en la revisión del epistolario
teresiano, cuya edición no llegó a realizarse por avatares adversos
de aquellos años. Según ellos, ese fragmento se hallaba en Méjico,
en el convento de franciscanas de Santa Isabel. Lo anotaron así: “El
original de esta carta se halla en el convento de religiosas francis-
canas de México, nombrado s. Isabel. Según su fecha y su conteni-
do, se escribió antes de la fundación del convento de Toledo, pues
ésta se efectuó el 14 de mayo de 1569 [...] El negocio que aquí se
trata no es fácil de averiguar, pues en junio de 68 aun no se trataba
de dicha fundación”25.
De ese presunto autógrafo teresiano recabaron dichos editores
la transcripción textual de los números 10-13, que adosaron, aún
manuscrita, al tomo cuarto del epistolario teresiano, conservado
actualmente en el manuscrito 6615 de la BNM, “carta 67” (entre
las pp. 266 y 267). Y de este códice pasó el fragmento textual a las
futuras ediciones de los siglos XIX y XX, de La Fuente y Silverio
respectivamente.
He aquí la información que nos ofrece el primero de esos dos
editores: “Esta carta es inédita [alude a los números 10-12]; el ori-
ginal de ella está en el convento de religiosas franciscanas de
Méjico, llamado de Santa Isabel; por lo menos allí estaba en el siglo
pasado [s. XVIII], y allí la copiaron los padres carmelitas para
incluirla en la nueva edición del tomo VI de las Obras de Santa
Teresa, de donde se ha copiado para ésta. Trata de la fundación del
convento de carmelitas descalzas de Toledo, que proyectaba el
buen Alonso Ramírez...”26.
Como se ve, también La Fuente cree equivocadamente que el
destinatario de ese fragmento no era D. Cristóbal de Moya, sino el

25 Se trata de una de las notas manuscritas (quizá del P. Manuel de Santa


María o bien de su amanuense), incorporadas al tomo IV de la precedente edición
de las Cartas de la Santa (Madrid 1591, entre las pp. 266 y 267), utilizado para pre-
parar la siguiente edición, que de hecho no llegó a ver la luz.
26 LA FUENTE, 2, p. 6, nota 7.
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 201

toledano Alonso Ramírez. Así lo habían afirmado los autores del


manuscrito 6615 de la BNM. Tesis descartada en la actualidad.
Añadamos sólo un par de datos: –que ignoramos cuándo o
cómo el autógrafo teresiano fue a parar allende el océano; –que hoy
no quedan vestigios del autógrafo mejicano, del que tampoco hay
memoria en el convento franciscano de Santa Isabel; –que el texto
contenido en él tiene garantías de autenticidad; –que ciertamente
corresponde a la carta dirigida por la Santa a Moya y no al toleda-
no Ramírez; –que contiene sólo la fracción final de la carta 11, es
decir, la sola parte que retenemos auténtica; –pero que deja abierto
el interrogante principal: por qué y cuándo se lo separó de la fracc-
ción anterior de la carta y cuál fue el paradero de ésta.
En el presente estudio no seguiremos ocupándonos de esa frac-
ción final. Nos interesa únicamente la sección primera (números 1-
9), la que creemos interpolada y de la que no hemos rastreado hue-
llas autógrafas.

b) Primera noticia de la carta 11 y aparición de su texto.


Ocurre ya en el siglo XVII, casi cuarenta años después de
redactada la carta. Se la inserta en un hermoso relato que narra los
orígenes del colegio de jesuitas en Segura de la Sierra, y que lleva
por título:
Historia / de la fundación / deste Colegio de Sigura: y de las cos-
sas de / consideración que con el tiempo an ydo suce- / diendo:
dende antes que se fundase hasta el / el [sic] tiempo presente. /
Apoyadas y recogidas / con diligencia de muy buenos originales.
Por el / Padre Manuel de Arceo. / Anno Domini / 1606 / A más glo-
ria divina”.

Es un manuscrito de 79 folios y de hermosa caligrafía. Se con-


serva en la Biblioteca de la Facultad de Derecho de la Universidad
Central de Madrid27. Su autor, Manuel de Arceo, es un jesuitra
segoviano de mediana edad (1559-1620), que antes de bajar a tie-

27 Mss Alcalá y Madrid. Documentos varios y antiguos. T.I. legajo n. 5. –


Existe además una copia manuscrita del mismo, probablemente de comienzos del
s.XX, en el Archivo Provincial de Toledo de la Compañía de Jesús, signatura “C –
201”.
202 TOMÁS ÁLVAREZ

rras andaluzas ha trabajado en Madrid, ha sido Rector de Belmonte


(1594) y sucesivamente de Plasencia (1601-1604), de suerte que es
un recién llegado a Segura de la Sierra cuando escribe su mono-
grafía en 1606. Destinado posteriormente a América (1612), fue
insigne protector de los indios y de los esclavos negros, en colabo-
ración con el joven san Pedro Claver. Fallece en Panamá (1620),
víctima de su labor entre los esclavos recién llegados de Africa.
Antes de transcribir la carta de la Madre Teresa, Arceo cuenta
por menudo los antecedentes que la motivaron. Al destinatario de
la carta, don Cristóbal, se le había muerto, casi de improviso, la ter-
cera de sus hijas, casadera y principal heredera de sus bienes, ya
que las dos mayores hacían vida retirada en un beaterio de la villa
“con una manadica de doncellas”. La muerte de la joven ocurrió el
4 de mayo de ese mismo año 1568. Y “con esta muerte –escribe el
P. Arceo– quitó [Dios] todo el estorbo que podía haber para la fun-
dación deste colegio” de la Compañía.
Y prosigue con el relato que aquí nos interesa:

“Mas como hasta entonces no tuviesen resolución de nada, y


anduviesen tentando esta obra pía y aquélla, un Padre descalzo de
San Francisco, hombre spiritual y siervo de nuestro Señor, el qual
era superior en su religión y muy conocido de Cristóbal Rodríguez,
le dio noticia de la Madre Teresa de Jesús, la qual entonces comen-
zaba a fundar diversos monesterios de monjas carmelitas de la pri-
mera Regla con mucha edificación y aprobación de todos por la
vida tan santa y austera que profesaban.
Tenía este Padre gran conocimiento y familiaridad con la Madre
Teresa, como parece por diversas cartas de esta santa Madre y
suyas28, y pareciéndole que ninguna cosa se podía ofrecer más con-
veniente para el buen empleo de la hacienda de Cristóbal Rodríguez
que la fundación de un monesterio destos, ni más santa para sus
hijas que tomar el hábito en él, ni de mayor servicio de nuestro
Señor y provecho para esta tierra, hizo grande esfuerzo con todos

28 El religioso aludido es el franciscano alcantarino Antonio de Segura,


guardián del convento de Cadalso de los Vidrios (Madrid). De las “diversas cartas”
de la Santa dirigidas a él, sólo queda una en el epistolario teresiano (ct. 25: de
1570).
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 203

ellos para que esto tuviese efecto; y aunque padre e hijas deseaban
en primer lugar a los de la Compañía, con todo eso carearon a lo
del monesterio, pareciéndoles que había hacienda para todo.
Pero deseábanle sujeto a los de la Compañía para que, aunque
ellas entrasen en él, les diesen la obediencia y gozasen de su ense-
ñanza y doctrina y confesiones. Y con esto le dieron facultad a
aquel Padre descalzo para que lo tratase con la Madre Teresa. El
qual fue hasta Avila, donde ella estaba, para tratarlo a boca, por
el gran deseo que tenía de verlo efectuado. Trató dello con ella, y
mostró buena gana y voluntad de que se hiciese la fundación por
la buena relación que él la dio así de la mucha virtud destas dos
doncellas y de la manadica que había, de que se podía escoger
buen número de religiosas para poblarle, como también de la grue-
sa hacienda de Cristóbal Rodríguez para dotarle de buena renta, y
juntamente fundar un monasterio de frailes carmelitas que las pre-
dicasen y confesasen y fructificasen en estos pueblos; con lo qual
se conseguía el intento que acá tenían, y así no sería necesario fun-
dar casa de la Compañía.
En esta conformidad le escribieron la Madre Teresa y el Padre
descalzo a Cristóbal Rodríguez algunas cartas, y enviaron un
sacerdote que era cura de Malagón29, que de palabra lo tratase con
él, con comisión que lo que él concertase acá fuese hecho.
Y para que todo esto se entienda mejor, me pareció poner aquí
un capítulo de una de la Madre Teresa, escrita en Avila a 28 de
junio de 1568, que dice así...”30.

El manuscrito titubea por tres veces en la fecha de la carta31. La


transcribe a continuación32. Al margen del encabezamiento una

29 Era el cura párroco de Malagón, don Juan Bautista, mencionado en otras


cartas de la Santa.
30 Del capítulo 5º, 1ª parte del manuscrito (no paginado). La página que he
transcrito tiene por fuente, con toda seguridad, la carta misma, ya interpolada, que
transcribe a continuación.
31 Primero había escrito una fecha equivocada; la borró y sobrescribió otra
fecha; la borró de nuevo, y otra mano escribió bajo la línea: “a 28 de junio”. No
titubeó en el año. Pero esa oscilación en la fecha tenía su origen en el mal estado
del autógrafo, ya entonces probablemente deteriorado. Los autores del ms. 6615 de
la BNM suplieron la fecha con puntos suspensivos (cf nota 32)..
32 En la transcripción de la carta hay dos anomalías: tanto el íncipit como el
final son amañados. Empieza exabrupto, sin saludo previo: “Junta nuestro Señor
204 TOMÁS ÁLVAREZ

mano tardía, quizá la misma que ha corregido la fecha de la carta,


anota: “Carta de Santa Theresa al Fundador”33. Pero el manuscrito
nos reserva todavía otras dos aportaciones. La primera de ellas es
el texto de la carta escrita por el mencionado “mensajero”, el fran-
ciscano Antonio de Segura. Está datada tres días antes que la de la
Santa y, aunque fantasiosa, merece la pena de ser reportada aquí.
Escribe Arceo:
“El Padre descalzo le escribió a Cristóbal Rodríguez otra carta,
su fecha de 25 de junio de 1568. Y en un capítulo della dice así:

Señor, yo he entendido en el negocio que v. m. me encomendó,


y creo sin falta que es obra del Señor y que ha de resultar un gran
bien. Yo vine a esta ciudad a hablar con la señora doña Teresa de
Jesús, y por la misericordia de Dios hallé en ella voluntad muy
aparejada para el negocio que v. m. y esas señoras tratan y dese-
an; parece cosa de milagro, porque hay muchos señores que quie-
ren hacer monesterios de la Orden de estas religiosas, y muy pocos
acepta34. Digo pocos, en comparación de los que le dan. A ningu-
na cosa ha salido tan de buena gana como a lo que de parte de v.
m. he tratado. ¿Qué es esto? Que el Señor quiere vaya adelante
esta obra, y para que haya efecto es menester que v. m. la escriba
y declare su determinación, cómo y de qué manera quiere que esto
sea, y de qué hacienda podrá dotar el monesterio. Y entienda que
es ésta una particular merced que el Señor le hace, y fíese de quien

personas en estas casas...” Y termina incluyendo el año (1568) en la datación de la


carta, dato insólito en el carteo de la Santa, y sin saludo final. Este explicit rezaba
así: “Hecha en Avila en el Monesterio de s. Josef... [sic] días de junio de MDXVIII.
Indina sierva de v. m. Teresa de Jesus”. Así en el citado ms 6615. En la copia de
Arceo se omite la datación final, pero se la indicó al principio, entre titubeos. La
Fuente, que la transcribe de dicho ms casi literalmente, añade en nota: “Esta fecha
ha debido ser añadida de distinta mano, como se echa de ver en algunas cartas de
Valladolid y otros puntos. Por las cartas anteriores y siguientes se echa de ver que
Santa Teresa no ponía la fecha del año” (BAE 2, p.5). Ciertamente, se trata de una
cláusula de mano ajena. Ya el amanuense del ms 6615 anotó antes de la fecha (entre
la palabra “Guardián” y la palabra “Hecha”): “Lo que se seguía no se pudo leer por
estar rozado con el tiempo”. Y de nuevo entre la palabra “Josef” y la palabra “días”
anotó: “Y aquí por lo mismo no se lee el día de la fecha que la Santa, quando la
ponía, decía ‘Hecha’” (ib p. 266bis verso). Como se ve, en el autógrafo mexicano
faltaba todo el n. 13, transmitido por Arceo.
33 “Santa Theresa”: recuérdese que no fue canonizada hasta 1622.
Probablemente la acotación marginal es posterior a esa fecha.
34 Nótese el paralelismo con los anacronismos ya notados en la carta 11.
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 205

se confían personas de mucha calidad y spíritu. No piense, como


ya se lo tengo dicho, que esto es encarecimiento sino pura verdad,
y no se puede decir lo que Dios obra por mano de una mujer. Diole
Su Majestad don muy alto de sabiduría y prudencia para regir y
gobernar, negociar y congregar muy muchas almas al Señor, cuyos
spíritus son más angélicos que humanos.
No quiero tratar más en estas cosas porque no sé decir lo que
siento. Séle decir que lo que yo le dixe y puedo decir ahora es nada
en comparación de lo que hay. Después que hizo esta casa donde
está ella y estas bienaventuradas religiosas, está esta ciudad hecha
un relicario de gente muy endiosada. Está muy contenta esta seño-
ra por haberle dado yo a entender los buenos spíritus que esas
señoras, hijas de v. m. y las demás que con ellas se comunican tie-
nen, juntamente con la oración y lo demás que el Señor les ha
hecho merced.
Acerca de los de la Compañía de Jesús no hay que hablar en
ello. Empero, con licencia del rey y de todos los demás que lo pue-
den contradecir, se hará un monesterio de muy poca costa y peque-
ño de hasta media docena de frailes descalzos, de la misma Regla,
y el cómo será no canse su spíritu, que con mucha facilidad se
hará. Y habrá siempre en él personas de mucho spíritu y doctrina,
para que todas esas hermanas sean aprovechadas. O ya que esto
no sea, podrán estar un religioso con su compañero tal cual con-
viene para semejante cargo, y éste servirá de confesor y capellán.
Así que, pues no puede estar sujeto a los de la Compañía, lo mejor
es esto que hemos tratado y tenemos entre manos y, siendo así, pue-
den hacer cuenta que son de la Compañía, porque hay grande her-
mandad entre los unos y los otros.
Avíseme si puede meter agua en casa, o la habrá de poco, por-
que si no paréceme que sería mejor fundar en el colegio que se
hace para los de la Compañía de Jesús, aunque hay inconveniente,
y es haber cuestas que enseñorean el colegio”35.

35 La carta del P. Antonio se halla en el mismo capítulo 5º del ms. Por sus
incongruencias resulta muy emparentada con la carta de la Santa: en ésta el mani-
pulador se ocupó de ampliar el elogio de los jesuitas. En la del P. Antonio hace lo
mismo con el elogio de las carmelitas. También aquí se incurre en la suposición de
numerosos frailes descalzos disponibles, etc. En el último párrafo se hace suponer
que el futuro Carmelo podría fundarse dentro del colegio de la Compañía (!).
206 TOMÁS ÁLVAREZ

Datos importantes y novedosos. Coincidentes en gran parte con


los interpolados en nuestra carta 11. Notemos que Arceo asegura
transcribir ambos textos, el de la Santa y el del P. franciscano “a la
letra”36. Indicio de que así llegaron, ya manipulados, a sus manos
de historiador devoto.
El mismo Arceo añade todavía un dato de interés, otra carta de
la Santa al mismo don Cristóbal; no la transcribe en su Historia,
pero la resume en estos términos:

“Y así, de otra carta de la misma Madre Teresa de Jesús,


escrita a los seis de julio del mismo año, consta cómo vino aquí
el licenciado Juan Bautista, cura de Malagón, y trató el negocio
con Cristóbal Rodríguez y, aunque traía comisión della, no
pudieron concertar nada más que llevarla muy buenas nuevas y
relación de lo mucho bueno que por acá había, con lo qual le cre-
ció a esta sierva del Señor el deseo de ver el monesterio fundado
y a las doncellas en él, y así escribió más apretadamente: lo pri-
mero, que se sacase luego la licencia del rey para fundar; lo
segundo, que se fundase en primer lugar el monesterio de mon-
jas, y en segundo el de los frailes; lo tercero, que ella enviaría su
comisión al doctor Carleval, uno de los principales discípulos del
Padre Avila, que residía y leía Theología en Baeza, para que él lo
concluyese. Y esto último tengo por cierto que fue la causa [de]
desbaratarlo”37.

Según Arceo, con la entrada en acción del doctor Carleval y de


su maestro san Juan de Avila se pone fin al intento de fundaciones
teresianas en Segura, y se pasa a la fundación del colegio de la
Compañía38.

36 Escribe Arceo: “Estos son los capítulos de estas cartas, los quales me
pareció poner aquí a la letra...” (hacia el final del c. 5).
37 Si esa segunda carta de la Santa estaba fechada “a los seis de julio del
mismo año”, la escribiría ya desde Medina del Campo, donde está con fray Juan de
la Cruz, que se deja aleccionar para iniciar “estilo de vida” en Duruelo.
38 El doctor Carleval es Bernardino Carleval, profesor en la universidad de
Baeza. Había tratado con la Santa recientemente en Malagón. Su hermano Tomás
Carleval será más tarde carmelita descalzo (carta 8,5). Y por esas mismas fechas
(julio de 1568) san Juan de Avila leía el autógrafo teresiano del Libro de la Vida.
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 207

c) Ingreso de la “carta 11” en la historiografía ignaciana.

El manuscrito de Arceo no llegó a publicarse, pero el texto tere-


siano en él contenido pasó a engrosar, como era normal, la histo-
riografía de san Ignacio de Loyola y de la Compañía. En ellas ten-
drá el refrendo de la letra de molde, si bien se lo publique sólo frag-
mentariamente.
Lo encontramos ya incorporado a la Vida del glorioso Patriarca
san Ignacio, escrita por Eusebio Nieremberg y publicada en Madrid
el año 1631. El célebre autor, antes de alegar un largo pasaje de la
carta 11, pone énfasis especial en garantizar su autenticidad.
Escribe: “Sea el primer testimonio [en loor de san Ignacio] un capí-
tulo de una carta39 desta Santa que yo he visto de su misma letra, y
mostraré autenticado con fee y testimonio de escribano”40. Por des-
gracia no conocemos ese refrendo notarial, que nos habría facilita-
do pistas para localizar y verificar la autoría o la falsía del origi-
nal41. Ni estamos muy seguros de la competencia de Nieremberg
para diagnosticar sobre la letra autógrafa de la Santa.
En adelante, la carta teresiana ingresará frecuentemente en las
biografías de San Ignacio. Así en la de Andrés Lucas (Zaragoza,
1633)42. Traducida al latín en la apología del polaco Nicolás
Lancitius 43. Y los más notables, entre sus sucesores, Bartolomé de
Alcázar y J. Hoyomán (pseudónimo de Montoya)44...: todos ellos
alegarán sólo textos fragmentarios de la carta 11.
De esa serie de alegaciones destacamos dos datos: negativo el
uno, positivo el otro. El primero, que nunca aparece el texto de la
carta 11 en su integridad, sino sólo en fragmentos, y que nunca se

39 “Un capítulo de una carta desta Santa”: fiel eco del texto de Arceo: “poner
aquí un capítulo de una [carta] de la Madre Teresa”. Y después de la segunda carta:
“estos capítulos de estas cartas...me pareció poner aquí...”.
40 E. NIEREMBERG, l.c. p.200.
41 Queda la duda de que Nieremberg se esté refiriendo al manuscrito de
Arceo, que asegura transcribir “a la letra” el texto de la Santa, como hemos visto.
42 ANDRÉS LUCAS, Vida de San Ignacio... (Zaragoza 1633).....
43 N. LANCITIUS, De praestantia Instituti Societatis Iesu ....Libro 2º, c.3, p.
217:“Extat quoque S. Teresiae epistola scripta Abulae anno 1568, 28 iunii ad
Christophorum R. de Moya...” Prosigue con un breve resumen de los datos sumi-
nistrado por Arceo.
44 Remito a la amplia enumeración bibliográfica hecha por los Bolandos:
texto alegado en la nota 46.
208 TOMÁS ÁLVAREZ

indica de ella el original de que se toman esos extractos. El segun-


do es la categórica afirmación de transcribirlo “de su misma letra”
(de la autora), y de poder autenticarlo notarialmente. Afirmaciones
que serían decisivas, si no fueran tan reiterados –incluso en los pro-
cesos jurados de la Santa– testimonios idénticos y ciertamente equi-
vocados, por confundir los textos auténticos (o supuestos tales) con
los autógrafos, o por no conocer en absoluto la grafía de la Santa.
De hecho, no tenemos garantía seria de que los notarios de turno (o
Nieremberg mismo) estuviesen capacitados para identificar la letra
de la Santa o para dintinguirla de las numerosas imitaciones y falsi-
ficaciones a que fue sometida desde finales del siglo XVI. Está en
lo cierto el P. Silverio de Santa Teresa cuando desautoriza la afir-
mación de Nieremberg45, y no se explica por qué tras tan numero-
sas alegaciones del texto atribuido a la Santa, a veces en tono polé-
mico, nunca se dan pistas para localizarlo o comprobarlo.
Todavía en el siglo XVII, un fragmento de la carta pasa ya a
contexto teresiano en la obra del célebre Roque A. Faci (O.Carm.),
Días y obras admirables de N. S. Madre Teresa de Jesús...
(Pamplona 1764, p.179), que lo toma de Alcázar. En cambio, de E.
Nieremberg pasa, ya en clave polémica, a la gran obra del bolan-
dista J. Vandermoere, quien denuncia acremente la omisión en que
incurren hasta finales del siglo XVIII los editores del epistolario
teresiano, pese a que desde antes de la primera edición del mismo
ya la carta de la Santa había sido reiteradamente publicada: “typis
pluries jam seorsim in pluribus operibus fuerat vulgata”. (El “seor-
sim” ¿querrá insinuar que sólo fragmentariamente?). Y a renglón
seguido Vandermoere propone una copiosa nota bibliográfica de
esas publicaciones, que por su interés transcribo en nota46.

45 Cf BMC, 7, p. CII.
46 “Epistola illa [se refiere a nuestra carta 11] magnam partem jam inserta
fuerat Vitae S. Ignatii quam P. Andreas Lucas anno 1633 latine vulgavit Granatae
(lib. V, cap. XXVI). Reperitur item in Imagine primi saeculi Societatis Jesu (p.
675), in Lancicii opere de Praestantia Instituti Societatis Jesu (lib II, ca.III), in
Gomezii Elogiis S.J. (part. I, class.VII), in Fastis S.J. auctore P. Joanne Drews (ad
diem XXVIII Julii). Totam quoque exhibent Nierembergius tomo III de Viris illus-
tribus S.J., in Vita S. Ignatii (cap XL), P. Andreas Mendo in Crisi de Societatis Jesu
pietate, et. (num. 160), Montoya (diss. I, cap.2 # II, n. 11) et verisimiliter plures alii
qui me fugiunt...” Como aval de tantos testigos, alega la declaración de Nieremberg
que ya conocemos y termina identificando al destinatario con Rodrigo de Moya,
futuro co-fundador del Carmelo de Caravaca: “Sat probabile est hunc eumdem esse
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 209

Uno de los fallos del célebre bolandista fue no plantearse el pro-


blema de la autenticidad teresiana, en vista del contenido anacróni-
co de la carta. Fiado en el testimonio de Nieremberg, no parece lle-
gase a indagar la única fuente textual de la misma, contenida en el
manuscrito de Arceo. Tampoco estuvo acertado en su dura crítica a
los editores teresianos del epistolario, quienes, en definitiva, tenían
razones suficientes para desechar un texto claramente manipulado
e interpolado.
Sin embargo, la requisitoria de Vandermoere actuó de revulsi-
vo. Fue decisiva para la posterior editoría de nuestra carta 11.

d) Ingreso de la carta 11 en las ediciones del epistolario teresiano.

Como ya ha notado Vandermoere, la carta no ingresó en el epis-


tolario teresiano de los siglos XVII y XVIII47. Obviamente, tampo-
co en las versiones del mismo. Se incorporará por primera vez en
dicho epistolario, precisamente a raíz de la denuncia del bolandista,
al que nuestros editores del XIX rindieron entero crédito. Crédito,
por otra parte, justamente ganado a base de la inmensa labor reali-
zada en su Acta S. Teresiae. Publicada esta su obra en 1845, siete
años después ya la carta aparecía en uno de los apéndices del epis-
tolario teresiano editado por Palomino (=Nicolás de Castro
Palomino): Obras de la Santa, tomo 6º, Madrid 1852, pp. 354-355.
Pero aún así, Palomino ofrecía sólo la mitad de la carta, núme-
ros 1-8, tomando de Nieremberg una parte del texto, y de Alcázar
la otra, como lealmente advierte en nota (p. 355) el editor madrile-
ño. Ya desde la portada del tomo informaba al lector que, además
de una carta inédita, el volumen contenía “otra IMPORTANTE
[sic] que no ha sido incluida en ninguna de las ediciones hechas
hasta ahora”48.

Moyam qui postmodum Caravacae monasterium fundavit”, dando fe al acérrimo


Montoya, y no al relato de la Santa en F. 27,1, o a la carta de la misma a Rodrigo
de Moya, presente ya en el epistolario teresiano que Vandermoere conoce bien.
Todo ello en: Acta S. Teresiae a Jesu... Bruselas 1845, pp. 366-367.
47 Vandermoere aludió expresamente a la última edición española del siglo
XVIII (Madrid 1793), ib p.366.
48 Después de subrayarlo así en la portada del volumen, lo reitera en la
extensa presentación de la carta (firmada por M. de N.: “esta es la [carta] que hemos
210 TOMÁS ÁLVAREZ

A la edición de Palomino sucede pronto la del primer editor crí-


tico de la Santa, don Vicente de la Fuente en el volumen segundo
de su edición de la BAE (Madrid, Rivadeneyra, 1862)49. Es un paso
más. Aparece ya la carta casi entera, aunque dividida en dos mita-
des y dos destinatarios, y con la omisión de un pequeño fragmento,
el n.9. A la fracción primera de la carta (números 1-8) le asigna el
número VII del epistolario y por destinatario le propone a Cristóbal
R. De Moya. A la fracción segunda de la carta (nn. 10-13) le dedi-
ca el n. VI del epistolario, y le da por destinatario a “Alonso
Rodríguez, vecino de Toledo”. Ya sabe que existió el autógrafo
teresiano de Méjico50, pero desconoce el manuscrito de Arceo.
Nos interesa, sobre todo, su opinión acerca de los párrafos pro-
blemáticos de la carta (los nn. 1-8). La Fuente comienza dando cré-
dito a sus predecesores, Palomino y Nieremberg, de los que toma el
texto. Pero cuando llega a uno de los graves anacronismos de la
carta, anota:

“O este trozo [n.6 de la carta] es apócrifo, o la fecha que pone


el P. Alcázar está equivocada. El 28 de junio de 1568 no se había
fundado ni siquiera el convento de Duruelo. El 28 de junio de 1569
se estaba fundando el de Pastrana, que fue el segundo. Si la carta
es auténtica, lo más pronto que pudo escribirla Santa Teresa fue en
1572. Mas en tal caso es problemático que todas las monjas que
admitió Santa Teresa en los diez primeros años de la reforma y en
sus ocho primeros conventos fueran confesadas de los jesuitas. Yo
creo que si esta carta es auténtica no se ha publicado tal cual Santa
Teresa la escribió. Los carmelitas descalzos la debían suponer apó-
crifa, pues no la incluyeron nunca en el Epistolario de Santa
Teresa”51.

denominado importante, y la cual no ha sido publicada en ninguna de las ediciones


hasta el día” (p. 353, nota). “Es la importante”, notará en el índice del volumen
(p.374). En la p. 354 nota, se remite a “los Bolandos”, que son obviamente quienes
han motivado la inclusión de esa carta IMPORTANTE en un apéndice tardío del
volumen. Índice todo ello del impacto producido por la protesta de Vandermoere.
49 Cf nota 1.
50 Ib, p. 6, nota 7. La Fuente invierte el orden de las dos fracciones, prime-
ra y segunda, de la carta. La falsa asignación del destinatario la toma del citado ms
6615.
51 Ib, p- 7, nota 4.
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 211

El, sin embargo, rendido al peso decisivo de la autoridad bolan-


dista, incluye el texto de la carta en el epistolario de la Santa.
La duda formulada por La Fuente se convierte en certeza cuan-
do llega el nuevo editor de las Cartas teresianas, P. Silverio de
Santa Teresa, ya en el siglo XX. También él designa, erróneamen-
te, como destinatario de la fracción auténtica de la carta (nn. 10-13)
al toledano Alonso Ramírez. Pero descarta por espuria la otra frac-
ción de la carta (nn. 1-9), la que hemos tildado de interpolada, remi-
tiendo su texto a un apéndice documental52. Basa su dictamen en
dos razones fundamentales: el estilo no teresiano del texto, y los
anacronismos históricos que contiene53.
Tampoco el P. Silverio conoció el manuscrito de Arceo, única
fuente que ofrece completo y unificado el texto de la carta 11. El
sigue dándolo en dos fragmentos y dos destinatarios, como había
hecho La Fuente.
El hallazgo de Arceo lo hizo, dos décadas más tarde, Ramón
Ceñal, S. J., en su “Contribución al Epistolario de Santa Teresa”
(en la revista “Razón y Fe” 132 –1945– pp. 163-174). Fue él quien
localizó “en la Biblioteca de la Facultad de Derecho, de Madrid” el
manuscrito de la “Historia” del Colegio de Segura, publicando por
primera vez el texto íntegro de la carta 11. Con ello corregía defi-
nitivamente la atribución parcial de la carta al destinatario toleda-
no, y a la vez afirmaba la autoría teresiana de todo el texto, sin dete-
nerse a cuestionar su contenido histórico. Concluía así su estudio:
“Lo que a nuestro humilde parecer más favorece la autenticidad de
esta carta es la última parte que de ella nos transmite el P. Arceo,
que, como hemos visto, coincide sustancialmente con el fragmento
copiado, que el P. Silverio da por auténtico”54.
Volverá sobre el tema, en la misma revista y con las mismas
conclusiones, E. Espert, S. J., con un estudio “Para el Epistolario
de Santa Teresa” (“Razón y Fe”, 155 –1957– pp. 388-397), dedica-
do expresamente a refutar las tesis del editor, P. Silverio. Espert,

52 Cf nota 2. – Silverio toma posiciones ya en la introducción del epistola-


rio (BMC 7, pp. ci-cii); y el texto retenido espurio lo reproduce en el apéndice
XVIII del tomo IX, pp. 272-273.
53 Cf especialmente la introducción, pp. ci-civ.
54 Razón y Fe, 132 (1945), p. 174.
212 TOMÁS ÁLVAREZ

por tanto, reafirma la autenticidad de la carta 11 en su integridad, y


reedita el texto de la misma, ya publicado en la revista por el P.
Ceñal, repitiendo la argumentación de éste: si la parte final de la
carta es auténtica, y lo es, también lo será el fragmento que la pre-
cede55. Los anacronismos históricos alegados por el P. Silverio ape-
nas si merecen atención. Así, por ejemplo, “en cuanto a los deseos
de la Santa de sujetar la posible fundación de Segura a la obedien-
cia de la Compañía, pueden ser simplemente otro recurso para cap-
tarse la benevolencia de la jesuítica familia Moya, sabiendo, como
sabía, lo impracticable de la hipótesis”56. Es decir, que la Madre
Teresa no titubearía en mentir, para conseguir su objetivo.

Balance final

a) Parece indudable que la Santa escribió en junio de 1568 una


carta a Cristóbal R. de Moya: sería el antecedente, hoy perdido, de
la carta 11.
b) Es indudable también que la carta en su fracción primera
contenía, entre otras cosas, el doble elogio de los Carmelos y de los
jesuitas.
c) La serie de errores históricos diseminados en esa primera
parte del texto evidencia que ha sido interpolado sustancialmente
para inflacionar el elogio.
d) Tal manipulación existía ya cuando Arceo copió para su
Historia el texto de la carta teresiana. Por tanto, la tergiversación es
anterior a 1606.
e) Al mismo Arceo le debemos la noticia de una segunda carta
de la Madre Teresa a Cristóbal de Moya, hoy perdida, de la cual nos

55 Ceñal había escrito en las conclusiones de su estudio: “si la última parte


de la carta se da por auténtica, todo lo anterior, en tan perfecto acuerdo con ese
final..., no nos parece que haya motivo sólido para rechazar como apócrifo”: ib ,
p.174. E. Espert coincide: “puesto que la carta [en su parte final] es indiscutida-
mente auténtica, también el fragmento lo es”: l.c., p. 394. – O sea, no se cree posi-
ble la anexión de un texto espurio a otro auténtico, siempre que el acoplamiento
esté bien ajustado.
56 Ib, p.397.
EN TORNO A UNA CÉLEBRE CARTA DE SANTA TERESA 213

ofrece un breve resumen, pero no su texto, si bien éste adolecería


de la misma problemática que nuestra carta 11.
f) No poseemos autógrafo alguno de esa fracción manipulada
de la carta 11. Ni hay huellas serias de que existiese a principios del
siglo XVII cuando la copia Arceo, a pesar de afirmar él que la
transcribe “a la letra”, obviamente “a la letra” del texto que posee,
ya manipulado.
g) El texto de la carta 11 suministrado por Arceo fue desco-
nocido por los editores del epistolario teresiano hasta fecha recien-
te (artículo del P. Ceñal en 1945), y por eso no incluido “unitaria-
mente” en las ediciones críticas de la Santa, hasta la publicada por
los PP. Efrén y Otger Steggink en su edición de la BAC, 1959.
h) Posteriormente, en mi edición de Monte Carmelo (Burgos,
1979, pp.1062-1065) indiqué ya el carácter espurio de esa primera
fracción de la carta, basado en la documentación que publico en el
presente estudio. Posición crítica que he mantenido hasta la 4ª edi-
ción del epistolario teresiano (Burgos, 1997: carta 11, pp. 93-95).
i) El hecho concreto de la manipulación y corrupción de esta
carta de la Santa no es un fenómeno único ni extraño: pertenece al
grupo de cartas falsificadas en los años que median entre el
comienzo del proceso de beatificación de la santa Fundadora, en
1591, y la fecha de su canonización, en 1622.
214 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 215

APUNTES TERESIANOS

Tomás Álvarez

1. UNA CITA AGUSTINIANA DE LA SANTA


(CARTA 177,10)

No se trata de alumbrar nuevas “fuentes” del pensamiento tere-


siano, sino de aclarar simples empalmes de la Santa con la patrísti-
ca, ya que en su formación influyeron decisivamente tres Padres de
Occidente: Jerónimo, Agustín y Gregorio. El presente apunte se
refiere al segundo de los tres.
Desde hace tiempo los editores y estudiosos de la Santa segui-
mos la pista de dos referencias agustinianas presentes en su episto-
lario. Helas aquí:
La primera: “...no sé si lo dice san Agustín, que pasa el espíri-
tu de Dios sin dejar señal, como la saeta, que no la deja en el
aire...” (carta 177, 10: a Lorenzo de Cepeda, el 17.1.1577)
La segunda: “... alaben mucho al Señor, que no permitió [que]
el demonio tentase tan reciamente a ninguna de ellas, que, como
dice san Agustín, que pensemos hiciéramos cosas peores. No quie-
ran, hijas mías, perder lo que han ganado este tiempo, acuérdense
de santa Catalina de Sena lo que hizo con la que le había levanta-
do que era mala mujer...” (carta 294,7, a las carmelitas de Sevilla
tras el penoso episodio de “la negra vicaria”: 3.5.1579).
216 TOMÁS ÁLVAREZ

De ambas citas agustinianas, en este momento nos ocuparemos


únicamente de la primera: la imagen de la saeta que rasga el aire sin
dejar huella en pos de sí.
Como resulta del texto y contexto de la carta de la Santa, el
recuerdo de san Agustín aflora a su pluma no sólo con espontanei-
dad, sino con la incertidumbre aproximativa típica de sus citas de
autores o de textos ajenos: “no sé si lo dice san Agustín...” (equi-
valente a : “no sé si es san Agustín quien lo dice”). Ni nos deja vis-
lumbrar si el símil de la flecha lo ha leído o ha llegado a su noticia
por vía oral. Lo único que parece cierto es que el símil de la saeta
no es original suyo, sino que le ha llegado de caudal ajeno, y que es
ella quien titubea si atribuir su autoría al santo de Hipona.
Más interesante, quizá, es el contexto dialogal (epistolar) en
que surge la cita. Ha sido su hermano Lorenzo, ahora gran confi-
dente espiritual, quien la ha obligado a glosar experiencia y poemas
místicos de antaño (“sin herir dolor hacéis / y sin dolor desha-
céis...”: ib n.5), y le pregunta, extrañado, por qué tras intensos
momentos de oración, él regresa a la vida de cada día con la pro-
blemática de siempre, es decir, no transfigurado en hombre de Dios
sino tentado y obligado a la rutinaria brega cotidiana: y “queda,
después [después de intensos momentos de oración], como si no
hubiese pasado nada”.
Teresa ya le ha respondido a ese problema: “ya creo he respon-
dido...”; “ya me acuerdo que he respondido a esto...” Pero vuelve a
aclarárselo, esta vez sintetizando la respuesta en las dos líneas que
contienen el símil de la saeta, y añadiendo enseguida otro símil de
propio cuño: “Otras veces queda el alma que no puede tornar en sí
en muchos días, sino que parece como el sol, que los rayos dan
calor y no se ve el sol; así parece [que] el alma tiene el asiento en
otro cabo y anima el cuerpo no estando en él...” (ib n. 11).
Así, al símil de la saeta se ha sobrepuesto la imagen del sol
que envía rayos de luz y calor sobre el alma, y termina con la vin-
culación del alma al amor y con la tácita evocación del viejo pro-
verbio según el cual el alma está más donde ama que donde
anima. Teresa lo afirma como un hecho de experiencia vivido por
ella. Pero el viejo lema latino -“anima verius est ubi amat quam
APUNTES TERESIANOS 217

ubi animat”- pudo haberle llegado por diversos conductos. Más


tarde lo repetirá a la letra fray Juan de la Cruz. De momento, ella
se limita a confiarlo a Lorenzo como simple vivencia, no como un
dato de oídas1.
Confesemos que vale más el mini-episodio epistolar en sí
mismo, que cualquier excursus sobre el texto patrístico de que la
carta se hace eco. Sobre todo, porque tras largas pesquisas no
hemos logrado localizar en los escritos agustinianos la página fuen-
te de esa cita teresiana.
En cambio, gracias a la indicación de un gran especialista del
Santo, el profesor Jaime García (de la Facultad de Teología del
Norte de España, en Burgos), hemos localizado en las cartas de otro
Padre medieval –San Pedro Damiano- el famoso símil de la flecha
que rasga el aire sin dejar rastro de su paso. San Pedro Damiano rei-
tera por tres veces el ejemplo de la saeta, siempre con idénticas
palabras. Ninguna de esas tres veces para ilustrar “el paso del espí-
ritu de Dios” a que alude Teresa, sino para glosar otros temas doc-
trinales. He aquí esos tres pasajes:
“... aut tamquam sagitta emissa in locum destinatum divisus aer
continuo in se reclusus est et ignoratur transitus illius, sic et nos
nati continuo desivimus esse, et virtutis quidem signum nullum
valuimus ostendere...”2. El Santo viene hablando de la soberbia y
de la “divitiarum jactantia”, que pasa “tamquam umbra”, o “tam-
quam nuntius praecurrens” o “tamquam navis quae pertransit” o
“tamquam avis, quae pertransit in aerem , nullum invenitur argu-
mentum itineris illius”..., y ahí sobreviene como postrer ejemplo la
“sagitta emissa in locum destinatum”.

1 Es conocida la formulación de san Bernardo: “neque enim praesentior


spiritus noster est ubi animat quam ubi amat” (De praecepto et dispensatone 20,60:
ML 182, 892). En el Soliloquium atribuido a san Buenaventura: “Puto, anima mea,
quod verius es ubi amas quam ubi animas” (2, 12: ed. Quaracchi VIII, 28). Fray
Juan de la Cruz escribiría a su vez: “... es de saber que el alma más vive donde ama
que en el cuerpo donde anima” (Cántico B, 8, 3), y poco más adelante: “... más vive
el alma adonde ama que adonde anima” (ib 11,10). También él lo recordará en carta
a una de sus dirigidas (Juan de Pedraza): carta 11,2.
2 Die Briefe der Petrus Damiani. Herausgegeben von Kurt Reindel.
München 1983-1993. En la colección “Die elektronischen Monumenta Germaniae
Historica auf CD-ROM. Lief. 3, 2002”: Epp. Kaiserzeit IV, 1, epist. 21, p. 210.
218 TOMÁS ÁLVAREZ

El segundo texto se halla en la carta 223, y reitera literalmente


el anterior. El pasaje tercero se halla en la carta 1194: es más breve,
pero sustancialmente idéntico: “tertium quoque non dissimile his
rursum apponit: aut tamquam sagitta emissa in locum destinatum ,
divisus aer continuo in se reclusus est, et ignoratur transitus
illius...”, y prosiguen los símiles de la nave y del ave..., sin la
expresa aplicación al “virtutis signum” del primer texto.
Surge la pregunta: ¿por qué cauces pudo la Santa llegar a cap-
tar el símil de la flecha que hiende el aire? La respuesta se pierde
en meras conjeturas. Es posible que le llegase por conducto oral, de
boca de algún predicador que alegara de memoria la autoría de san
Agustín. O bien a través de alguno de los repertorios de sentencias
patrísticas, o de florilegos pseudoagustinianos aún no explorados.
Sigue siendo digno de nota que la Santa retuviese en su memo-
ria la imagen de la saeta, y que su recuerdo aflorase espontánea-
mente en el diálogo espiritual con su hermano Lorenzo, sin que la
haya utilizado en sus obras mayores. Si acaso, baste recordar el
pasaje de Vida (30,19) en que reúne las imágenes de la nave y el
aire: “Paréceme ahora a mí como un navegar con un aire muy sose-
gado, que se anda mucho sin entender cómo...” Y prosigue: “es
como unas fontecicas que yo he visto manar, que nunca cesa de
hacer movimiento la arena hacia arriba”.
Teresa “ha visto” las fontecicas que manan entre arena. Ella “no
ha visto” –creemos– la nave que boga “con un aire muy sosegado”.
Probablemente tampoco ha visto la saeta que hiende el aire... Pero
el símil le ha servido para empalmar –no sabemos cuándo ni cómo-
con el pensamiento patrístico.

3 Ib., epist. 22, p. 216.


4 Ib. Epp. Kaiserzeit IV, 3, epist 119, p. 363.
APUNTES TERESIANOS 219

2. ¿UN LEMA AGUSTINIANO


EN LAS CONSTITUCIONES TERESIANAS?

Esta vez no se trata de una cita del Santo de Hipona, sino de un


eco de su pensamiento. Se halla en las primitivas Constituciones de
la Santa. En el artículo preciso que traza el perfil religioso de la
priora.
He aquí el texto teresiano: “El oficio de la Madre Priora es tener
cuenta grande con que en todo se guarde la Regla y
Constituciones..., y también que se provean las necesidades, así en
lo espiritual como en lo temporal, con el amor de madre. Procure
ser amada, para que sea obedecida”2.
Quizás esas consignas “de amor” en el ejercicio de la autoridad
–las que hemos subrayado al transcribir– remitan a lo más elemen-
tal de la tradición monástica, e incluso patrística, hasta adquirir
abolengo de tópico carente de originalidad. Pero no parece ocurrir
así en el texto de la Santa. Parece, más bien, aportar un matiz espe-
cial a su bosquejo de la priora en cuanto animadora de la comuni-
dad. De ahí que “el amor” como rasgo primordial en el ejercicio de
la autoridad dentro del Carmelo quede consignado con trazo lapi-
dario en el número primero de los dedicados a la priora.
Pues bien, esa consigna teresiana –“procure ser amada para que
sea obedecida”– es, como mínimo, un eco agustiniano, con reso-
nancia benedictina, desde la Regla del primero –san Agustín–, a
través de la Regla del segundo –san Benito–. Baste alegar el texto
gemelo de las dos Reglas, y confrontarlo con el respectivo pasaje
de las Constituciones teresianas.
En la Regla de san Agustín (“Regula ad servos Dei”), en el
artículo dedicado al superior (“De obedientia praeposito exhiben-
da”) se lee:

1 Constituciones, 11,1. – Reproducido íntegramente, con mínimas varian-


tes, en las Constituciones de Alcalá (1581), c. 14,1).
220 TOMÁS ÁLVAREZ

“Praeposito tanquam patri obediatur... Corripiat inquietis, con-


soletur pusillanimes, suscipiat infirmos, patiens sit ad omnes; dis-
ciplinam libens habeat, metuens imponat. Et quamvis utrumque sit
necessarium, tamen plus a vobis amari appetat quam timeri...”2
He subrayado los dos trazos más cercanos al texto teresiano.
Como es sabido, esa última consigna agustiniana fue recuperada y
remodelada por la gran Regla de san Benito, en términos que la
aproximan un punto más a la formulación teresiana. El texto de san
Benito se halla en el capítulo 64 de la Regla, al perfilar la figura del
abad (“de ordinando abbate”. Dice así:
“In ipsa correptione prudenter agat... studeat plus amari quam
timeri. Non sit turbulentus et anxius...” 3
En las Constituciones de la Encarnación, que indudablemente
estuvieron presentes en la mente de la Santa al redactar las de su
primer Carmelo, no podía faltar igualmente la alusión al amor en el
ejercicio de la autoridad prioral, si bien con matiz diverso. Al “ofi-
cio de la priora” se les dedicaba en dichas constituciones la “rúbri-
ca tercera” de la parte segunda. Y en el número sexto de aquélla se
prescribía:
“Amará la comunidad, para que con su exemplo edifique a las
otras, coartando a sí misma y a las otras a la observancia de estas
constituciones”4.
Obviamente la consigna del “amor de madre” de las
Constituciones teresianas está más emparentada con la formulación
agustiniano-benedictina. Baste yuxtaponer la terna de textos:
San Agustín: “plus a vobis amari appetat quam timeri”.
San Benito: “studeat plus amari quam timeri”.
Santa Teresa: “procure ser amada para que sea obedecida”.

***

2 PL 32, 1384.
3 PL 66, 882.
4 BMC 9, p. 502.
APUNTES TERESIANOS 221

¿Se trata de mero parentesco ideológico, o bien la Santa se ins-


piró en sus predecesores? – No es fácil responder. Sabemos que a
la hora de organizar la vida comunitaria del primer carmelo tere-
siano, la santa fundadora se informó a fondo de otros ensayos y
reformas de la vida religiosa. Su primer biógrafo, Francisco de
Ribera, cuenta: “En fin ella anduvo mirando con gran prudencia lo
que había en las demás religiones, y de allí tomaba lo que le pare-
cía venía bien para su religión , y lo demás lo dejaba. Estuvo en el
monesterio de nuestra Señora de la piedad de Valladolid, que es de
descalzas de la orden de san Francisco, de gran observancia y reli-
gión...”5. No es inverosímil que en ese contexto leyera la Regla de
san Agustín, informada por sus amigas de Santa María de Gracia,
o la de san Benito, presente en otras comunidades de la ciudad.
De sí misma en cuanto responsable del grupo nos dejó la Santa
un autorretato prioral: “Pues... en dejar las hijas y hermanas mías
cuando me iba de una parte a otra, yo os digo que como yo las amo
tanto, que no ha sido la más pequeña cruz en especial cuando pen-
saba que no las había de tornar a ver y veía su gran sentimiento y
lágrimas..., que es grande el amor que me tienen y bien se ve en
muchas cosas ser verdadero”6.

5 Vida de la Madre Teresa... (Salamanca 1590), 2, 2, p. 132.


6 Fundaciones 27, 18. En alguna de sus cartas, se sorprenderá cuando la
informen de que en alguno de sus carmelos, las monjas temen a la priora (cf. carta
390,8).
222 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 223

DICCIONARIO DE SANTA TERESA


DOCTRINA E HISTORIA

Tomás Álvarez

El año 2001, en la colección “Diccionarios MC”, publicaba la


editorial Monte Carmelo de Burgos el “Diccionario de santa Teresa
de Jesús”, que hacía el número 6º de la colección, con un volumen
de 1470 páginas en formato menor. De contenido preferentemente
doctrinal, debía sucederle un segundo volumen de contenido histó-
rico dedicado exclusivamente a la galería de personas que se alis-
taron en la caravana de la Fundadora. Pero dada la rápida difusión
de dicho volumen primero, la editorial ha preferido elevar de rango
el Diccionario de la Santa, unificando las dos secciones, doctrinal e
histórica, y publicándolas en un único volumen de formato mayor,
en la serie de diccionarios dedicados a “Jesús de Nazaret”, a “San
Agustín”, a “Pastoral y Evangelización” etc. Es este diccionario
unificado el que ahora presentamos a los lectores.
Publicado este mismo año 2002, consta de las dos secciones
mencionadas: doctrinal la primera (pp. 13-675), histórica la segun-
da (pp. 677-1332). En él colaboran 30 especialistas teresianos,
sobre la base de un índice temático de entradas, elaborado por
Tomás Alvarez y Evaristo Renedo. La sección doctrinal cubre la
casi totalidad de los temas seleccionados, de suerte que el
Diccionario ofrece un muestreo, abundante y sumamente útil, del
pensamiento y de la actividad literaria de la Santa. A los “temas
mayores” de su magisterio se les concede un espacio generalmente
superior a las diez columnas, que permiten una exposición adecua-
da y suficientemente documentada. A escala menor se elaboran las
voces de menor envergadura doctrinal, si bien típicamente teresia-
224 TOMÁS ÁLVAREZ

nas (como alegría, celda, profesión, recreación, tentaciones,


rapto, levitación...). Atención y espacio mayores se ha concedido a
los temas bíblicos (Evangelio, san Pablo, Salmos, Cantar de los
Cantares..., simbología bíblica, tipología bíblica...). Igualmente, a
los temas litúrgicos (voces como liturgia, maitines, laudes..., músi-
ca, canto litúrgico, breviario...) y paralitúrgicos (religiosidad popu-
lar de Teresa, santoral de su devoción...). Se reserva también espe-
cial atención a las fuentes y lecturas teresianas (san Jerónimo, san
Gregorio, san Agustín..., Flos Sanctorum, Cartujanos, Kempis,
Laredo...). Se dedica un apartado a cada uno de los escritos de la
Santa, incluida la leyenda teresiana, a sus autógrafos (con detalles
sobre su grafía y grafología), al léxico teresiano, al delicado pro-
blema de su estilo literario. Amplio espectro temático, como se ve.
Lo cual no quiere decir que el rimero de temas y voces no quede
abierto a más y más, dada la densidad y complejidad del pensa-
miento de la Santa y su imbricación en el pensamiento religioso de
hoy.
La sección histórica está integrada por unidades referentes a
personas, lugares, instituciones, sociedad..., coetáneos de la Santa.
Norma precisa en la elección de entradas ha sido fichar únicamen-
te las unidades presentes en los escritos teresianos. Obviamente,
fichando también los grandes temas de su historia póstuma (beati-
ficación, canonización, reliquias, doctorado, cinematografía, fila-
telia...), pero soslayando el inmenso cuadrante del arte, la icono-
grafía y bibliografía posteriores. Del filón institucional se fichan los
grandes grupos eclesiales (dominicos, jesuitas, franciscanos, Orden
del Carmen y Fundaciones de Teresa..., obispos, inquisición...), las
clases sociales de su tiempo, las corrientes de espiritualidad, o los
grupos menores, como mercaderes y correos regios, arrieros, ven-
teros y carreteros, viajes y caminos, cabildos, escribanos y minis-
triles..., Corte de Madrid, ciudades y localidades expresamente
mencionadas por la Santa. También aquí la galería de nombres e
instituciones queda abierta a una cascada sin fin, desde los títulos
mayores y sus ramificaciones (como América –familia de Teresa en
las Indias, Roma y Curia romana...) hasta las rotulaciones más
modestas, pero también representativas (como La Serna, Fuente-
piedra, Guadalquivir, Venta de Albino, Hospital de la Concep-
ción..., Polonia!), teniendo en cuenta que el espacio concedido a
cada unidad temática no corresponde a la importancia de ésta, sino
DICCIONARIO DE SANTA TERESA. DOCTRINA E HISTORIA 225

al puesto que ocupa en la gesta o en los escritos teresianos. Así, por


ejemplo, de cada amigo o colaborador de la Santa se traza, a ser
posible, un breve perfil biográfico, que luego se espacia en el
aspecto específicamente teresiano.
En la secuencia de temas doctrinales se intenta sobre todo ofre-
cer al lector una síntesis del pensamiento teresiano, pero a base de
un esquema lo más abierto posible a nuevas exploraciones y
ampliaciones a cargo del lector o del estudioso especialista. Así,
por ejemplo, ocurre en voces tan centrales como Dios, Jesucristo,
Espíritu Santo, Iglesia, Mística Teología, gracia santificante, caris-
ma teresiano. En cambio en el tratamiento de las voces históricas,
aparte la síntesis correspondiente, se ha pretendido abrir pistas para
ulteriores evaluaciones o para posibles enclaves con otros planos de
interés histórico. En una y otra sección se ha cuidado la referencia
expresa a los textos fontales de la Santa. Dada la existencia de
repertorios bibliográficos actualizados y la inmensa bibliografía
específicamente teresiana, se ha optado por la sobriedad en el com-
plemento bibliográfico de cada voz. La obra concluye con un
Indice sistemático, que agrupa en ocho secciones representativas
(perfil biográfico de T / historia y ambiente / aspecto literario /
fuentes / temas teológicos / espiritualidad / vida religiosa / temas
pastorales) las voces correspondientes del Diccionario.
En la Introducción de éste se lo presenta como una herramien-
ta más, simple utensilio de trabajo en el acercamiento a la persona
de la Santa o en el estudio de su espiritualidad. Se suma así a otros
recientes y excelentes instrumentos de trabajo –cuales las Concor-
dancias de J. L. Astigarraga, o el Léxico de S. Teresa, de A. Fortes–,
tan indispensables hoy en el estudio de la espiritualidad teresiana.
Ojalá, una vez publicados los facsímiles de los autógrafos mayores
de la Santa, nos sea posible disponer de un vocabulario teresiano
estrictamente filológico, para servicio de lingüistas, filólogos e his-
toriadores del idioma. Con este objetivo, la misma editorial Monte
Carmelo sigue el proyecto de ediciones facsimilares de los grandes
autógrafos de la Santa, añadiendo a cada uno el listado alfabético
de vocablos en su grafía y fonética originales. En ese concierto de
utensilios de trabajo, el presente Diccionario ocupa, sin duda, un
puesto de relieve.
226 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 227

LA CAPILLA «REDEMPTORIS MATER»


DE JUAN PABLO II

Pablo Cervera Barranco


Director de Pastoral de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU.
Encargado de la edición española

Septiembre de 2001. Eran las 3 de la tarde. Segunda Logia del


Palacio Apostólico Vaticano. Acompañado de una persona, paso,
casi fortuitamente, junto a la puerta entreabierta de la capilla
Redemptoris Mater. Sabía de su existencia sólo de nombre por ser
la que usa el Papa en algunas misas «privadas» con grupos que
superan la capacidad de la capilla habitual.
Quedo sorprendido, fascinado por tanta luz, por tanta fuerza
narrativa del mosaico, por la potencia «espiritual» que encarna la
materialidad de este mosaico. Inmerso en un ámbito celebrativo y
festivo que irradia belleza y eleva fuertemente a la persona, cauti-
vada por figuras que la miran personalmente al contemplar esas
paredes estupendas.
Reconocí en seguida la autoría de la capilla. Un año antes, había
recibido en mi Universidad el icono «Sedes Sapientiae», del mismo
autor. El Papa había regalado a todo el mundo universitario ese
icono en el jubileo de las Universidades celebrado en septiembre
del 2000 y durante los meses sucesivos recorrió universidades de
los cinco continentes.
El estilo del mosaico de la capilla me cautivó y me hice en
seguida con la edición italiana publicada al efecto. Era la misma
obra que hoy vemos ya en lengua española, cumplimiento también
228 PABLO CERVERA BARRANCO

de un anhelo expresado privadamente por el Papa: la edición espa-


ñola de la obra «La Capilla Redemptoris Mater de Juan Pablo II».
¿De dónde, por qué, con qué finalidad esta Capilla?
El año 1996 Juan Pablo II celebró su 50 aniversario de ordena-
ción sacerdotal. Entonces nos regaló los recuerdos de su vida en su
precioso libro Don y misterio. En el 50 aniversario de mi sacer-
docio (Madrid, BAC, 1996). Por dicha efemérides el Colegio
Cardenalicio quiso ofrecer al Papa como regalo una suma de dine-
ro para que la empleara en lo que él considerara adecuado. El 10 de
noviembre de 1996, al terminar la celebración jubilar, el Papa
dando las gracias expresó su deseo al respecto: «Agradezco de
corazón la suma que habéis querido ofrecerme, a través del
Cardenal Decano, como regalo vuestro en esta circunstancia. Creo
hacer algo grato al destinarla a una obra que permanezca en el
Vaticano. Pensaría por eso en las obras de reestructuración y deco-
ración de la Capilla Redemptoris Mater en el Palacio Apostólico».
Y añadió: «Ella se convertirá en un signo de la unión de todas las
Iglesias que vosotros representáis con la Sede de Pedro. Además,
revestirá un particular valor ecuménico y constituirá una presencia
significativa de la tradición oriental en el Vaticano».
Después de diversas consultas el encargo se encomendó al
Taller de arte espiritual del Centro Aletti, dependiente del
Pontificio Instituto Oriental, y que, dirigido por el P. Marko Ivan
Rupnik S.I., tiene como alma teológica y espiritual al P. Tomá
Spidlik S.I., experto mundialmente reconocido en la espiritualidad
cristiana oriental. El Papa quería que la Capilla fuera la expresión,
que permaneciera en el Vaticano, de la Europa cristiana a dos pul-
mones (expresión del poeta ruso V. Ivanov y que el Papa ha hecho
suya tantas veces): el de Oriente y el de Occidente.
La Capilla ofrece lo mejor de la tradición dogmático-espiritual
de Oriente y la apertura propia de Occidente a un diálogo valiente
con las culturas y la contemporaneidad. De este fecundo encuentro
creativo (arte, teología, liturgia) brota un nuevo estímulo para la
nueva evangelización en el tercer milenio.
La Capilla, lugar de celebración litúrgica, consta de cuatro pare-
des, una bóveda y un impresionante mobiliario (baptisterio) pila de
agua bendita, cátedra papal, ambón central y altar) obra de un bron-
LA CAPILLA “REDEMPTORIS MATER” DE JUAN PABLO II 229

cista checo, Otmar Oliva, que recoge en sus esculturas las angus-
tias y anhelos del hombre del siglo XX.
En definitiva, una obra de arte en piedra y esmalte, materia
dura, de la que emerge energía, vida, dinamismo, vitalidad no
desordenada o instintiva sino ritmada, orientada, con sentido,
«sonora». Orientada hacia la convergencia de las personas, del
cielo y de la tierra, en un encuentro que se transforma en espacio de
amor, de comunión. Y todo converge en Cristo, cada pared, cada
figura, cada rostro (excepto el pecador obstinado). Con palabras de
Rupnik: «Para conseguir que surgiera este espacio litúrgico de la
transfiguración del mundo y de la historia en la convergencia hacia
Cristo de todos los personajes representados, las figuras se concen-
tran en la mirada. Y la mirada es el rostro, y el rostro es la expre-
sión personal, es la victoria de la comunión». Por tanto, una obra de
arte teológico-litúrgica sobre el trasfondo del fecundo y vivo pon-
tificado de Juan Pablo ll, destinada a ser insignia para el Tercer
Milenio.
La Editorial Monte Carmelo, de Burgos, nos ofrece ahora en un
precioso libro, toda esta fabulosa teoría de arte, de luz y de color en
piedra y esmalte. Impactantes cada reproducción de sus cuatro
paredes, impresionantes los fragmentos ampliados de figuras y
símbolos. Sin olvidar la amplísima explicación teórica que nos
llega de todo a través de la pluma de los mismos artistas y de reco-
nocidos críticos de este arte oriental.
230 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 231

NUEVA CARTA AUTÓGRAFA


DE LA BEATA ANA DE SAN BARTOLOMÉ

Julen Urkiza, OCD

Desde que en 1985 se publicaron las cartas de la beata Ana de


San Bartolomé en edición crítica dentro de la colección
Monumenta Historica Carmeli Teresiani de Roma, han ido apare-
ciendo poco a poco nuevas cartas, de las que se ha dado cuenta en
diferentes revistas.
A última hora, cuando el dicho volumen de cartas estaba impri-
miéndose pudieron ser incluidas las tres últimas cartas descubier-
tas, que en la colección llevan los números 59ª, 117ª y 603ª.
Al año siguiente, como apéndice al artículo Personalidad y
doctrina espiritual de Ana de San Bartolomé. Hacia una nueva
valoración, Teresianum 37 (1986) 125-127, publiqué dos cartas,
una autógrafa existente en las Carmelitas de Maluenda (Zaragoza),
y la otra copia, conservada en el archivo provincial de los
Carmelitas Descalzos de Czerna, en Polonia. Estas cartas llevan
dentro de la colección de cartas los números 182ª y 610ª.
En 1990 publiqué otras tres nuevas cartas: Nuevos textos autó-
grafos de la beata Ana de San Bartolomé, Monte Carmelo 98
(1990) 111-117. Una carta autógrafa era de las Carmelitas de
Calatayud y las otras dos autógrafas de las Carmelitas de
Moncalieri (Italia). Estas cartas llevan los números 343ª, 361ª y
560ª. Además, en esa ocasión pude presentar también el texto de
otras dos cartas autógrafas, que ya estaban publicadas en la edición
crítica de 1985, pero que en aquella ocasión el texto correspondía a
simples copias.
232 JULEN URKIZA

Y poco después el P. Tomás Álvarez publicaba otra: Nueva


carta de Ana de S. Bartolomé. Amberes, 3 de mayo de 1926, Monte
Carmelo 99 (1991) 99-104. En la colección de cartas le correspon-
dería el número 657ª. Se trata de una copia, que se halla en el archi-
vo de José María Cáraves en Soto la Marina (Cantabria).
Todas estas cartas han sido recogidas en la edición manual de
Ana de San Bartolomé: Obras completas, Burgos, 1999, 1642 pp.
(Maestros espirituales cristianos, 16).
El hallazgo de una nueva carta autógrafa de la Beata se debe a
las grandes entusiastas de santa Teresa de Jesús y de la beata Ana
de San Bartolomé, Belén Yuste y Sonia L. Rivas Caballero. Ellas se
pusieron en contacto con Don Luis Crespi de Valldaura, hijo de los
condes de Orgaz, quien les dijo que él en su archivo familiar creía
tener una carta autógrafa de la Beata; ellas lo comprobaron y efec-
tivamente era así; después invitado por los tres pude controlar el
autógrafo personalmente. Tanto al señor Luis por su amabilidad en
enseñarnos el autógrafo y poderlo publicar, como a las buenas ami-
gas Belén y Sonia mi más sincero agradecimiento.

1. Destinataria de la carta

Para determinar la destinataria de esta carta hay dos datos


importantes, teniendo en cuenta que la Beata escribe a una priora
Carmelita, y que era de su confianza. Además habría que tener en
cuenta que en 1625 la Madre Beatriz de la Concepción estaba de
priora en las Carmelitas de Bruselas, y que el P. Beda del SS.
Sacramento era suprior en el convento de la misma ciudad.
– Es curioso observar que las tres únicas referencias al P. Beda
del SS. Sacramento del epistolario de la Beata en los tres últimos
años (1624-1626) se hallan precisamente en las cartas escritas a
Beatriz de la Concepción (Cartas 582, 600, 653).
– El estilo de la carta, en la que muestra gran confianza, hasta
el punto de que puede encargarle recados, esto es, puede contar con
ella para sus necesidades (esta misma idea también aparece en la
Carta 600)... etc., aparece también en otras cartas escritas a Beatriz.
Casi dos meses antes le había dado parecido encargo de entregar
NUEVA CARTA AUTÓGRAFA DE LA BEATA ANA DE SAN BARTOLOMÉ 233

una cartita al P. Beda (cf. Carta 600). Entre las cartas escritas por la
Beata, las dirigidas a Beatriz ocupan el tercer lugar respecto a la
cantidad, esto es, 49 cartas1, y con la presente que estamos estu-
diando son ya 50. Y es precisamente en este año 1625 cuando más
cartas le escribe, esto es, 24 cartas, claro está respecto a las cartas
que se han conservado.
– Hay otro dato que avala la posibilidad de que la destinataria
de la carta sea la dicha Madre: El P. Beda se hallaba de conventual
en el convento de Amberes cuando en 1624, a causa de unos cam-
bios en la provincia carmelitana de Flandes, fue nombrado suprior
del convento de Bruselas, y en el capítulo provincial de abril de
1625 aparece como socio de la misma comunidad. Por lo tanto el P.
Beda estaba en Bruselas cuando la Beata escribe a la Madre
Beatriz.

2. Fecha de la carta

En primer lugar, desde el aspecto gráfico mi primera impresión


era de que la carta correspondía al año 1625, con la duda de que
podría ser también del año anterior. Efectivamente los datos histó-
ricos confirmaron la primera impresión. Los rasgos de las letras
coinciden con los de las cartas de ese año de 1625: trazos menos
redondos, los rasgos son más zigzagueantes, de arriba abajo y en
forma oblicua; letras algo mayores, más separadas y a veces con
algún tembleque, los errores típicos suyos al escribir la n se aumen-
tan, el rasgo de la v indica fecha tardía, etc.
Por otra parte, Beatriz de la Concepción fue priora de Bruselas
desde 1621 hasta la muerte de la Beata en 1626, y siguió siéndolo
los años siguientes.
Mayor ayuda para datar la carta nos resulta la conventualidad
del P. Beda del SS. Sacramento, pues estando en Amberes, en 1624
fue nombrado suprior del convento de Bruselas; a las pocas sema-

1 Cartas 400, 403, 410, 483, 489, 507, 514, 515, 522, 523, 525, 528, 544,
547, 555, 556, 561, 572, 573, 577, 582, 591, 600, 602, 603, 606, 608, 610, 613,
619, 621, 622, 624, 626, 627, 628, 630, 631, 632, 633, 634, 635, 636, 640, 648,
651, 653, 658, 662.
234 JULEN URKIZA

nas de esta carta el P. Beda se hallaba ya en Londres, pues de allí


escribe al P. General, Paulo Simón de Jesús María el 29 de agosto
de 16252. En la carta de 20 de enero de 1626 la Beata enviaba a la
Madre Beatriz de la Concepción una carta del P. Beda, quien se
hallaba en difícil situación en Londres, sufriendo prisión (cf. Carta
653), pues los católicos eran perseguidos. Efectivamente el P. Beda
narra en sus cartas al P. General esta situación; las cartas de 6 y 9
de enero de 1626 las escribía al P. General desde la cárcel3.

3. Temas de la carta

– El primer tema tratado es el más común de sus cartas: la pre-


ocupación por la salud ajena. De cerca de 680 cartas conservadas
180 expresan explícitamente su preocupación por la salud ajena. La
Beata incansable enfermera de santa Teresa de Jesús, continuó con
sus cuidados con las personas conocidas, aconsejando remedios
para curarse, tanto con frailes como monjas y otras personas. Ella
sentía como propia la enfermedad ajena, y no descansaba hasta ali-
viarla con sus remedios o dando ánimos. En el caso de la presente
carta se trata de algún achaque de la priora de Bruselas, por lo que
la Beata estaba preocupada.
– El segundo tema es el envío de una carta por parte de la Beata
para el P. Beda. Otra misiva le había enviado también por medio de
la Madre Beatriz el 30 de marzo de 1625. Pero esta vez el asunto
podría ser más delicado, pues dice que le dé la carta “en su mano”.
Esta expresión es poco frecuente en ella, sólo aparece en otras tres
cartas, y lo emplea por algún motivo importante o porque quiere
asegurar que llegue la carta, ante la posible pérdida de otras (cf.
Cartas 12, de 30-XII-1599, a una Carmelita Descalza de Zaragoza;
74, de 15-II-1610, a Pierre de Bérulle; y 120, de 21-XII-1613 al P.
Bernard de Saint-Joseph). En esta carta probablemente se trataba el
asunto de la posible ida del P. Beda a Londres. Pero también sería
posible que se tratara del espinoso asunto de las Carmelitas ingle-
sas de Amberes, que ya estaban separadas de la Orden.

2 Cf. Archivo General, OCD, A, plút. 271, h.


3 Cf. Archivo General, OCD, A, plút. 271, h; véanse también las interesan-
tes cartas de 10 y 24 de octubre de 1625.
NUEVA CARTA AUTÓGRAFA DE LA BEATA ANA DE SAN BARTOLOMÉ 235

– El tercer tema se halla en la postdata. Se refiere a la “malto-


ta”; esta palabra que emplea la Beata es la francesa maltôte,
impuesto. Esta misma palabra “maltota” había empleado en la carta
del 12 de junio de 1624, escrita a la misma Beatriz: “Yo he recibi-
do la carta de la maltota”, y se refería al documento del 30-V-1624
que acababa de recibir, por el que la comunidad de la Beata se libra-
ba del impuesto sobre “la cerveza, víveres y otras cosas necesa-
rias”. La misma expresión aparece en carta escrita al P. Clemente
de Santa Catalina por los años 1624-1626, y habla de “la maltota
del trigo”.
En esta postdata habla también de “tonel”. En dos cartas ante-
riores habla también de tonel. En la carta 147, de enero-febrero de
1615, escrita a Diego de Tejeda, haba de “un tonel de vino” que
espera recibir. Y en la carta 259, de mayo posiblemente de 1619,
escrita a la madre Leonor de San Bernardo manda “hacer los tone-
les”, y este asunto estaba en relación con la cerveza de Amberes
que ella creía que no hacía bien a las hermanas, y por eso pensaba
cambiar.

4. Algunos aspectos del texto autógrafo

En este autógrafo, escrito un año anterior a su muerte, se obser-


van errores a la hora de escribir algunas letras, especialmente la n,
que con frecuencia tiene a convertirla en m; así escribe tienmen por
tienen, perdome por perdone, oraciomes por oraciones, tomerl por
tonel. Y en la última palabra plata, se le olvidó el rasgo trasversal
de la t, sin ese rasgo trasversal la t y la c apenas se distinguen en la
Beata, y así aparece en el autógrafo placa.

Ahora presento el texto de la carta al estilo en que se hizo la edi-


ción crítica de las cartas en 1985; daremos también el número
correspondiente dentro de la colección, y empleamos también las
siglas y abreviaturas allí usadas y explicadas.
236 JULEN URKIZA

[CARTA 608ª]

A BEATRIZ DE LA CONCEPCIÓN

AMBERES, 22 DE MAYO [1625]

TEXTO: Orig. aut. en colección particular de los Condes de


Orgaz, Avila*.

Preocupada por la salud de la M. Beatriz. Le envía una carta


para el P. Beda. También le envía el billete sobre el impuesto.

+
Chs

Sea en el alma de V.Rr., carísima Madre4.


Ésta escribo con deseo de saber de la salud de V.Rr., que me an
dicho estava enferma y me pesaría mucho; consolaréme de saber lo
que es y de su casa si tienena salud; acá la tenemos aora asta que
Dios nos dé otra cosa.
Esta cartita me dará V.Rr. al padre suprior Fray Veda5 en su
mano y perdoneb V.Rr., que siempre la ynportuno. En sus buenas
oracionesc me encomiendo y de sus yjas, yo lo ago por V.Rr. que
deseo que la aga Dios santa.
De Anveres y ventidós de mayo6.
Sierva de V.Rr. yndina
Ana de San Bartolomé.

Aquí va un villete para lo de la maltota7 en que V.Rr. verá lo que


es, que cada toneld pagamos media platae.

a b c d e
Aut. tienmen Aut. perdome Aut. oraciomes Aut. tomerl Aut. placa

* El texto autógrafo se transmite en una cara del folio (290 x 195 mm); en
el verso escribió otra mano: “Carta de la Ve Mª Ana de Sn Bmé compañera de Nª St
Me Teresa de Jesús”. La carta se halla en un marco dorado, relicario del siglo XVIII.
NUEVA CARTA AUTÓGRAFA DE LA BEATA ANA DE SAN BARTOLOMÉ 237

Beatriz, hija de Pedro de Zúñiga y Antonia Palomeque, había profesado en


Salamanca el 14-IX-1593. Amiga íntima y secretaria de Ana de Jesús, acompañó a
ésta a las fundaciones de Francia (1604) y Flandes (1607), y le sucedió en el prio-
rato de Bruselas (1621-1630). Tuvo mucha amistad con Ana de San Bartolomé. En
1630 volvió a Salamanca, donde murió el 12-V-1646: cf. AMS, LP-Salamanca, n.
32; Libros oficiales de la comunidad I, 4; Memoria de religiosas... Salamanca, ff.
[50r-[63r]; AMBRU, Carpeta B, Biographies: Relación de la vida y virtudes de N.
M. Beatriz de la Concepción, 12 ff.; y otro cuaderno de [86] pp.; BRB, ms. 20634b,
ff. 68-263; AMC, Fondations de Carmélites 2 (Vies), pp. 1-41; Chroniques de
l’Ordre 1, 417-439. Existen abundantes cartas de ella en diversos archivos; una
buena parte de ellas las publicó Pierre SÉROUET, Lettres choisies de Béatriz de la
Conception, Bruges, 1967.
5 P. Beda del Santísimo Sacramento (John Hiccocks), nació en Londres en
1587; profesó en el Carmelo de Bruselas el 15-VIII-1613; unos meses después, el
22-II-1614, fue ordenado sacerdote. Más tarde fue a misionar a su tierra, muriendo
en Londres el 20-VII-1647: cf. AMA, LP-de Flandes, f. [2v]; APG, A/II/1º: Liber
professionum et necrologium..., p. 1; A/II/1/2º: Catalogus ordinationum.
6 En los parrafos que anteceden al texto de esta carta hemos explicados que
la el año de esta carta es 1625.
7 “Maltota”, de la palabra francesa maltôte, impuesto.
238 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 239

NUEVA CARTA
DEL P. JUAN VICENTE DE JESÚS MARÍA

Pedro Ortega, OCD

Contexto de la Carta

El P. Juan Vicente está de prior en el convento carmelitano de


Burgos desde abril de 1889, lleva seis año y en este tiempo ha reco-
rrido en su apostolado de la predicación varios pueblos burgaleses.
Uno al que ha ido, con alguna frecuencia, es la Villa de Lerma,
–aquí hay un convento de Carmelitas Descalzas fundado, en 1608,
por el Duque de Lerma–, y el P. Juan Vicente va a atender a sus her-
manas de hábito, de las que es confesor, y a predicar en dicha Villa.
Nos consta por los libros de Actas de su Ayuntamiento1 que estuvo
predicando en ella la Semana Santa de 1894. Aprovecha la buena
disposición de su Corporación municipal para hacer trámites en
vistas a recuperar el antiguo convento de los frailes, fundado por el
mismo Duque en 1617 y del que fueron despojados por las leyes
desamortizadoras de Mendizábal en 1835, desde entonces conver-
tido en Ayuntamiento y Audiencia de la Villa. Parece, según los
libros de Actas del Ayuntamiento, que dicho padre hace una solici-
tud en vistas a la cual se reúne la Ilustre corporación lermeña en
sesión extraordinaria el día 23 de marzo a las once de la mañana,
día de Viernes Santo.
En dicha sesión se acepta entregar el convento al P. Juan
Vicente y por medio de él a la Orden de los Carmelitas Descalzos
previa indemnización de 50.000 ptas. Una vez que él tiene noticia

1 Cfr. PEDRO FERNÁNDEZ ABAJO, Sobre un acuerdo municipal del año 1894,
Diario de Burgos, 8 de septiembre de 1993. La carta se encuentra en el Archivo
Municipal de Lerma.
240 PEDRO ORTEGA

de esta decisión y desde su convento de Burgos escribe la carta


siguiente:

J.M.J.
Escudo
Carmelitas Descalzos Señor Alcalde de Lerma
Misioneros de Ultramar La paz de N.S.J.C.

BURGOS, 29 de marzo de 1894


Muy respetable y estimado Señor mío: La prisa que llevaba me
impidió el lunes saludar a Vd. y a los dignísimos concejales que
preside, falta que les suplico me dispensen, puesto que nada tuvo de
voluntaria. A la vez, me cabe la satisfacción de manifestarle mi cor-
dial gratitud hacia ese religiosos Ayuntamiento por su generosidad
en remunerar colmadamente mi pequeño trabajo de predicación.
Respecto del asunto, objeto de la sesión celebrada el Viernes
Santo, por más que nada pueda hoy decirle definitivamente, pues
habrá de ser discutido en el próximo Capítulo de Abril2, puedo ade-
lantarles desde luego y sin temor a equivocarme la nota de que el
capital por Vds. pedido es para nosotros por demás exhorbitante, y
además, a mi parecer, excesivo atendidas las circunstancias de ese
pueblo.
Nosotros no necesitamos por ahora ese convento. Si queremos
adquirirle, es, en primer lugar, porque fue nuestro y nos fue arreba-
tado, lo cual no es ciertamente motivo de exigirnos más, y sí para
pedirnos menos. Hay cierta repugnancia en que uno compre lo
suyo, y nosotros tenemos derecho en el tribunal de la conciencia a
considerar como nuestro un edificio debido a los desvelos y sacri-
ficios de nuestros antepasados y fabricado exclusivamente para sí y
sus sucesores. Sólo un abuso de poder nos le arrebató, pero un acto
injusto no puede prestar base de una nueva exigencia, sólo razona-
ble en una venta-compra de cosa enteramente ajena, cual no es ese

2 En el Capítulo Provincial de abril de 1894, al que hace alusión el P. Juan


Vicente, no se trató este tema, o si se trató no se recogió en las actas, ya que no hay
ninguna referencia.
NUEVA CARTA DEL P. JUAN VICENTE DE JESÚS MARÍA 241

convento para nosotros. Queremos adquirirle, en segundo lugar,


por beneficiar a ese pueblo, no sólo con el consumo y ventajas
materiales que supone una comunidad de hombres en un pueblo
como ése, sino principalmente con nuestro ministerio espiritual
desempeñado en bien de sus almas, pues no hay que olvidar lo que
dijo Jesucristo que no vive el hombre de sólo pan. Mirado bien
todo, lo temporal y lo espiritual, ese pueblo saldría ganando aún
cuando nos diesen el convento gratis.
Aparte de esto, debe tenerse presente, que en el precio prefija-
do se incluyen los gastos hechos al transformar el convento en
audiencia, de los cuales intenta reintegrarse ahora el Ayuntamiento
al venderlo. Pero Vds. mismos confesaron y es notorio en el pue-
blo, que aquellos gastos se hicieron sin conciencia ni equidad, y
cualquiera comprende que ponérnoslos en cuenta equivale a querer
que paguemos nosotros la incuria ajena: cosa inadmisible en con-
trato justo. Además, el Ayuntamiento y el pueblo han reportado ya
grandes utilidades del uso del convento, por tanto, los gastos allí
hechos están, quizá sobradamente, cubiertos.
El convento ha sido más útil que gravoso a ese vecindario, y
éste debe estar agradecido a sus fundadores y propietarios primiti-
vos, y cuando para su bien se lo piden los sucesores de aquéllos, no
es razón que exija tanto dinero a quienes deben tantas gracias.
Cuanto más pienso este asunto, señor Alcalde, tanto más me
repugna pagar tan caro un convento que la justicia en su inflexible
pureza dice ser nuestro, y que, aun considerados los hechos consu-
mados, y supuestos los servicios prestados a ese pueblo, ya por
nuestros antiguos Padres de ese convento, ya por el convento
mismo después, la conciencia imparcial y agradecida lo reclama
para sus primitivos dueños, que, finalmente, atendidas las ventajas
que una comunidad de religiosos reporta a cualquier pueblo donde
se halle instalada, el interés mismo material y espiritual de ese
vecindario aconseja poderosamente condonárnoslo sin requisito
alguno. Apelo al juicio sereno e imparcial de Vd. y de sus colegas
en el Ayuntamiento, en la seguridad de que coincidirán con el mío.
Manifestándole con religiosa lealtad mi desinteresado parecer,
le diré a Vd. sin menguar en lo más mínimo el respeto debido a esa
dignísima corporación, que yo creo, que si se atiende fielmente la
242 PEDRO ORTEGA

voz de la equidad, de la religión y de la utilidad de ese pueblo, es


justo que, ya que no se nos dé gratis ese nuestro convento, se nos
ceda por la cantidad misma dada por el Ayuntamiento al comprarlo.
Tal es mi opinión, emitida con leal veracidad, que tengo el
honor de anticipar a esa respetable corporación municipal, como
nota se tendrá presente en nuestra próxima deliberación y se la tras-
mito de antemano para su gobierno.
Con tal motivo, y sin prejuicio de ulteriores inteligencias, se
repite de Vds. humilde capellán y respetuoso amigo q.b.s.m.

Fr. Juan Vicente de Jesús María [rubricado]


Prior

El tema se volvió a tratar en sesión ordinaria del Ayuntamiento,


celebrada el 31 de marzo del mismo año, se opuso a la cesión uno
de los concejales y sin más se pasó a otro tema, quedando este
asunto en el olvido.
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 243

LA NUEVA GRAN EDICIÓN ALEMANA


DE EDITH STEIN EN 24 TOMOS

Julen Urkiza, OCD

1.
ESCRITOS AUTOBIOGRÁFICOS

I. Una nueva edición de la autobiografía de Edith Stein

Edith STEIN, Aus dem Leben einer jüdischen Familie und wei-
tere autobiographische Beiträge. Freiburg-Basel-Wien, 2002, XIX-
393 pp. (Editorial Herder). La edición se debe a la laboriosidad y
esfuerzo de la Carmelita de Colonia, Maria Amata Neyer.
Es el primer tomo de la gran nueva colección ESGA (Edith
Stein Gesamtausgabe), que ha aparecido en septiembre de 2002.
Anteriormente en los años 2000-2001 aparecieron tres tomos de
cartas de Edith (en la colección son los tomos 2, 3 y 4), también han
aparecido los tomos 13, 16 y 22 en los años 2000-2002.
En el presente comentario me refiero al último volumen en
salir, al primero de la colección, esto es, al de los escritos autobio-
gráficos de Santa Teresa Benedicta de la Cruz. El volumen trae en
primer lugar la autobiografía de Edith, esto es, escenas de la vida
de una familia judía, su propia familia (pp. 1-343). Como comple-
mento aparece el breve escrito autobiográfico de “Cómo llegué al
Carmelo de Colonia” (pp. 345-362). Y a continuación se presenta
un apéndice con siete textos de ella y sobre ella; y termina la obra
con el índice de nombres de personas.
Estos textos autobiográficos merecen un interés especial, que
queremos resaltar en este artículo. Nuestra intención es hacer al
244 JULEN URKIZA

comienzo un comentario en general, para después adentrarnos en


un examen minucioso de la autobiografía. El sentido o la finalidad
de esta breve exposición crítica es complementar y mejorar la últi-
ma edición alemana, para que en el futuro se nos presente un texto
más seguro, fiel y sin errores. Es conveniente ser crítico con esta
edición alemana, en primer lugar por la importancia y dignidad de
la santa Autora, y en segundo lugar por su trascendencia, pues se
trata de una obra que será traducida a muchas otras lenguas del
mundo como ocurrió con la edición anterior1.

II. Intención de la Edición ESGA

En los papeles de propaganda llevada a cabo por la editorial


Herder sobre la nueva publicación de todos los escritos de Edith en
24 se dice: “El terreno está ya maduro para una edición científica
completa de sus escritos”, y así su intención es presentar un texto
muy cuidado y científicamente bien presentado.
Sin embargo no pudo tener peor comienzo; pues en 2000-2001
aparecieron los tres tomos de cartas de una forma bastante desas-
trosa: textos incompletos, con muchísimos errores, lecturas defec-
tuosas. En unas 600 cartas de Edith aparecían unas 1700 diferen-
cias, pequeñas y grandes, respecto al texto autógrafo. Ante esta rea-
lidad, se avisó a los responsables de la edición, especialmente para
que se tuviera más cuidado con la inminente publicación de la
Autobiografía; quizás por esto mismo se atrasó esta publicación
casi un año, precisamente para esforzarse en presentar un texto
correcto, pues el texto autobiográfico de la edición anterior era bas-
tante mala, ya que tenía más de 430 diferencias con el texto autó-
grafo de la Filósofa. Ese texto tan defectuoso había sido ya tradu-
cido a diversas lenguas del mundo.
Yo estaba personalmente muy preocupado por esta nueva edi-
ción de la Autobiografía, y cuando la tuve en mis manos, pude res-
pirar, pues unas 360 “errores”, pequeños y grandes, de la edición

1 Vaya aquí expresado mi agradecimiento a la doctora Gerlinde Follrich, a


quien he consuktado algunas dudas respectto a la comprensión gramatical de algu-
nos textos steinianos.
LA NUEVA GRAN EDICIÓN ALEMANA DE EDITH STEINZ 245

anterior se habían subsanado, especialmente los más graves. Sin


embargo se les han escapado otros, en su mayoría de menor impor-
tancia, que podían y debían haber sido evitados como veremos des-
pués. Sigo pensando en la necesidad de una edición crítica de esta
autobiografía, a la que deberían acudir con toda confianza y tran-
quilidad todos los traductores de las diversas lenguas del mundo.
Resulta irresponsable presentar textos defectuosos, tratándose de
personajes tan importantes y estudiados en el mundo entero como
es santa Teresa Benedicta de la Cruz.

III. Aspectos más generales

Conviene resaltar como algo positivo o un paso adelante, aun-


que no suficiente, el mayor esfuerzo realizado en corregir muchos
de los errores de la edición anterior, cotejando con el escrito autó-
grafo de Edith Stein. Y en especial digno de resaltar es el empeño
de enriquecer el texto con numerosas notas, que ha sido la princi-
pal labor, lo mismo que en las cartas, de la benemérita hermana
Mari Amata Neyer, que es también archivera del convento, donde
se halla bien ordenado todo el material de Edith y el referente a ella.

1) Contenido del tomo

El libro tiene una introducción y dos partes claras: escritos


autobiográficos y un apéndice de varios textos.
En la introducción apreciamos una historia viva y cercana del
manuscrito de Edith respecto al convento Colonia y a sus familia-
res. Sin embargo, en esta nueva edición echo en falta algo de lo que
tan detalladamente se dio cuenta en la introducción de la edición
anterior, esto es, la descripción más completa del manuscrito
mismo.
Acertadamente se han colocado entre los signos < > los núme-
ros o las divisiones de capítulos, etc. que son del editor y no de la
misma Edith. Era exactamente la división en capítulos que aparecía
en la edición anterior, fuera del apartado <5> del capítulo VII que
se les escapó en la página 249, probablemente se trate de un error,
246 JULEN URKIZA

y el mismo error pasó con el apartado <5> del escrito “Cómo lle-
gué al Carmelo de Colonia”, p. 340.
Después de la Autobigrafía (pp. 1-343), como parte o comple-
mento de aquella viene el breve escrito: “Ein Beitrag zur Chronik
des Kölner Karmel. I. Wie ich in den Kölner Karmel kam” (“Una
aportación a las crónicas del Carmelo de Colonia. I. Cómo llegué
al Carmelo de Colonia”).
A continuación viene el apéndice, algunos de cuyos textos y
títulos nos han extrañado por diversos motivos.
a. Primero se presenta el Curriculum vitae que acompañaba a
su tesis doctoral; este texto podría haber ido no como apéndice sino
como texto integrante de la escritos autobiográficos.
b. Después aparece una poesía o versos jocosos con motivo de
la boda de su hermana Erna y Hans (pp. 366-372). Nos ha extraña-
do que se incluyan dichos versos en este primer tomo, pues habrá,
supongo, un tomo en el que se recojan todas las poesías originales
de Edith, que son más de 30, la mayoría inéditas.
c. En la página 373 se presenta “Weihetext” (“Texto de consa-
gración”). Nos llama la atención que este texto se coloque en este
tomo, pues se trata de una carta. Quizás al no incluirla en los tomos
de las cartas, la han incluido aquí. Pero más extraño es el título
“Texto de consagración”, pues sólo se trata de una carta o billete
para la Priora pidiendo permiso para consagrarse al corazón de
Jesús como expiación, con fecha 26 de marzo de 1939.
d. Después, en las páginas 374-375 del apéndice, se halla el
testamento de Edith; este texto estaría mejor, no en apéndice, sino
entre sus textos autobiográficos.
e. En la página 376 encontramos otro brevísimo texto con el
título de “Gebet” (“Oración”). Como acabamos de decir, también
este texto estaría mejor, no en apéndice, sino entre sus textos auto-
biográficos. No parece acertado el título “Oración”, pues en el caso
que fuera oración habría que colocarlo en uno de los dos tomos (19
y 20) en los que aparecerán los textos espirituales. Pero no es ora-
ción, sino una promesa de aprovechar las ocasiones para agradar a
Jesús, o como nosotros hemos titulado “Voto de hacer lo más per-
fecto”.
LA NUEVA GRAN EDICIÓN ALEMANA DE EDITH STEIN 247

f. Después se presentan dos textos que no son de Edith, y que


parecen apropiados como apéndices a los escritos autobiográficos
de Edith: 1. Un relato de Erna Biberstein (pp. 377-381). 2.
Genealogía de la parte materna y paterna de Edith (pp. 382-384).
Y al final del libro encontramos el índice de nombres (385-
393), que, al ser solo de personas, resulta incompleto.

2) Respecto a algunos aspectos técnicos y signos

Nos parece bien que en la edición se hayan determinado a con-


servar el modo de escribir y puntuación de Edith (p. XIV). Sin
embargo tanto en la introducción (p. XIV) como entre las adver-
tencias de la editorial (p. XVII), aparece un principio que se presta
a encubrir algo arbitrariamente diversos errores y no dar la sufi-
ciente claridad al texto: el principio de eliminar o pasar en silencio
(esto es, sin dar cuenta al lector) algunos signos y “fallos de
imprenta” o claros errores de escritura de parte de Edith.
– En la edición se ha decidido emplear el signo < > para inter-
calar de parte del editor algunas palabras complementarias. Echo en
falta el que los editores no hayan tenido de ninguna forma en cuen-
ta el signo de paréntesis cuadrado que emplea expresamente Edith
misma, y explica su significado en la carta de 12 de septiembre de
1935, escrita a Ruth Kantorowicz, quien estaba mecanografiando el
escrito autobiográfico de Edith: “Lo que está entre corchetes, por
favor, dejarlo”, esto es, Edith por diversos motivos pensaba elimi-
nar los textos que había puesto entre los paréntesis cuadrados.
Parece lógico que el editor quisiera publicar todo el escrito de
Edith, desatendiendo a la misma autora. Sin embargo, el editor ha
impreso esos textos entre paréntesis normales, ( ), como si se trata-
ra de uno más de tantos paréntesis que Edith emplea... Para más
claridad hubiera estado mejor conservar el paréntesis cuadrado, [ ],
indicando en la introducción su significado. Y estos paréntesis cua-
drados quedarían bien y como propios de Edith, ya que el editor
emplea el signo < > para introducir textos que son del editor.
– Parece discutible ir añadiendo al texto steiniano entre los signos
< > fechas y nombres intentando completar el texto; éste quedaría
más limpio poniendo esas añadiduras en las correspondientes notas.
248 JULEN URKIZA

– Respecto a unas menudencias generales, constato que el


modo desigual de poner el punto al final de las frases que terminan
con paréntesis. Pues unas veces el punto va antes y otras después
del paréntesis: .) y ).
– Un pequeño, aunque general, cambio respecto a la edición
anterior corresponde a la utilización de cursivas. Esto es, Edith
tiene subrayados muchos nombres propios, especialmente de per-
sonas, que en la primera edición iban en cursiva, y en la nueva van
normalmente en redonda.
– Otro signo que presenta alguna dificultad de interpretación es
el empleado por Edith: con frecuencia después de largos textos sin
punto y aparte, aparece punto y guión: “. –” En la presente edición
se conserva ese punto y guión continuando el texto en el mismo
renglón. Más correcto sería interpretar ese punto y guión en punto
y aparte; además creo que éste era el sentido de ese signo. Pues los
textos steinianos se componen de largos párrafos, y esa incorrecta
interpretación del editor hace que el texto aparezca todavía más
plomizo y pesado, cuando para una mejor presentación tenían que
haber jugado a la inversa, al menos concretamente en los lugares
que se encuentran ese signo de punto y guión.
– También sobre el título se podría discrepar: “Aus dem Leben
einer jüdischen Familie und weitere autobiographische Beiträge”.
La primera parte está clara (“Aus dem Leben einer jüdischen
Familie”), pero la segunda no tanto (“und weitere autobiographis-
che Beiträge” = “Y otras aportaciones autobiográficas”); pues no
sabemos a qué se refiere con “Otras aportaciones”, pues sólo apa-
rece un escrito autobiográfico (“Cómo llegué al Carmelo de
Colonia”), ya que los demás textos se hallan en el apéndice donde
hay textos de Edith sobre ella y sobre su hermana (versos) y textos
de otras personas sobre ella y su familia. El título estaría adecuado
si tres textos de Edith pasaran del apéndice al cuerpo de sus escri-
tos autobiográficos.

IV. Examen detallado del texto de la autobiografía

En este examen detallado tendremos muy en cuenta el principio


adoptado por Maria Amata Neyer en su Introducción, de asumir la
LA NUEVA GRAN EDICIÓN ALEMANA DE EDITH STEIN 249

manera de escribir y la puntuación de Edith (p. XIV). Y al ir con-


cretando las pequeñas diferencias de esta última edición alemana
respecto al autógrafo de Edith, desharemos la ambigüedad o subje-
tividad de hacer pequeños cambios sin dar cuenta de ello al lector,
pues podría pasarse de alto errores del editor o de la misma Edith.
Así pues, la razón que apuntar también pequeñeces, clarificar lo
más o menos importante, es la de presentar un texto fiel y limpio,
sin añadiduras y manipulaciones...
Antes de comenzar con el repaso detallado de la autobiografía,
quiero advertir que los fallos o diferencias respecto al autógrafo
que aquí quedarán apuntadas, es el resultado del control realizado
respecto a la edición anterior, en la que existen unas 430 diferen-
cias; quiero decir que no he buscado ni apuntado los nuevos errores
que hayan podido cometer en la nueva edición, aunque supongo
que serán muy pocos, uno de ellos encontré fortuitamente en la
página 233, en la que se les escaparon dos palabras, sin las cuales
el texto pierde parte de su sentido.
En esta lista detallada, pondré primero la página correspon-
diente al autógrafo de Edith, para que sirva de comparación al texto
ofrecido por la edición ESGA, de 2002; a veces se compara tam-
bién con la edición de 1985 (ESW).

ms. p. V, ESGA, p. 3: en la nota 3 las citaciones de Edith se hallan


corregidas y completadas, sin indicar cómo escribió Edith: Edith
escribió Veilchenfeld en vez de Feilchenfeld como correspondería;
y en la cita del libro de Wengeroff se completa el título incompleto
de Edith añadiendo “im 19. Jahrhundert”, este correcto añadido
debía haberse indicado como añadido.
ms. p. 3, ESGA, p. 6: según el sentido convendría añadir mit delan-
te de so: “[mit] so”: “In einem Tafellied, das ihr Sohn Emmanuel
zu einer solchen Gelegenheit dichtete, hieß es: ‚Selten gab’s wohl
einen Vater, der seiner Kinder so bedacht, anscheinend rauh und
doch [mit] so zarter Sorge über sie gewacht’ “.
ms. p. 22, ESGA, p. 12, pone größeren, convendría grö[ße]ren.
ms. p. 52ª; ESGA, p. 20, el párrafo de 6 renglores que está entre
paréntesis, mejor irían en paréntesis cuadrados, respetando a Edith
250 JULEN URKIZA

ms. p. 75, ESGA, p. 26: el editor pone una nota diciendo que lo
puesto en entre los signos * no se publicó en la edición anterior. La
nota está bien puesta, pero ¿por qué no se indica lo mismo en otros
muchos textos en que en la edición anterior faltan numeroso párra-
fos?
ms. p. 86; ESGA, p. 29, la edición pone unehrerbietiger, conven-
dría poner une[h]rerbietiger.
ms. p. 101; ESGA, p.33, pone wahr, convendría wa[h]r.
ms. p. 114; ESGA, p. 38, pone es wurde, pero hay que respetar el
texto de Edith y la edición anterior alemana: er wurde. “Als sie in
der I. Klasse der höheren Mädchenschule war, äußerte sie den
Wunsch, danach in das Mädchenrealgymnasium überzugehen, das
seit einigen Jahren darauf aufgebaut war; er wurde ihr ohne weite-
res gewährt. Sie war damals noch nicht für ein bestimmtes Studium
entschieden“.
ms. p. 120; ESGA, p. 41, pone älteren, convendría älter[e]n.
ms. p. 131; ESGA, p. 43, pone Ungesäuerte (no fermentado), como
en el ms. aut., en la edición anterior se lee Gesäuerte (fermentado),
que es como debería ir en el texto, indicando en la nota el desliz de
Edith.
ms. p. 139; ESGA, p. 45, pone Abends, convendría Abend[s].
ms. p. 139; ESGA, p. 45, el renglón entre paréntesis “(Das Gesetz
rechnet mit der frühen Reife des Orientes.)”, siguiendo las normas
de Edith habría que poner como nota, como se había hecho en la
edición anterior; pues Edith puso al margen el número 1 antes de
este breve texto, y los números corresponden a notas. Cuando Edith
quiere insertar alguna frase en el texto suele hacer poniendo en el
margen el signo de + y la correspondiente frase.(En nuestra edición
castellana se cometió el error de no poner esta breve nota de Edith).
ms. p. 150; ESGA, p. 49, pone in Kostümen (en trajes), repidiendo
lo de la edición anterior; pero Edith escribió im Kostüm (en traje).
ms. p. 156; ESGA, p. 50, pone Mittags, convendría Mittag[s].
ms. p. 159; ESGA, p. 51, pone Tüte, como en la edición anterior,
sin embargo en otras ocasiones suele poner como Edith, esto es,
Düte.
LA NUEVA GRAN EDICIÓN ALEMANA DE EDITH STEIN 251

ESGA, p. 52: el primer párrafo explicatorio de cuatro renglones


entre < >, estaría mejor en nota y no al comienzo del texto steinia-
no. Además habla de 30 páginas que faltan en el manuscrito; la edi-
ción anterior decía 28 hojas o páginas (no olvidemos que Edith
escribía con frecuencia, como en este caso, sólo por una cara).
Existen las hojas o páginas 161 y 191, faltan desde 162 hasta 190,
por lo tanto faltan 29 páginas u hojas.
ms. p. 204; ESGA, p. 56, pone Externer, como en la edición ante-
rior; sin embargo el autógrafo de Edith pone Extraneer.
ms. p. 210; ESGA, p. 58, pone Tüte, como en la edición anterior,
sin embargo en otras ocasiones suele corregir y poner como Edith,
esto es, Düte.
ESGA, p. 61: Se añade un párrafo de dos renglones en cursiva el y
entre < >, estaría mejor en nota. Además habla de 5 hojas que fal-
tan en el manuscrito; la edición anterior decía 4 hojas o páginas, y
la correspondiente aclaración daba como corresponde en una nota.
Existen las hojas o páginas 219 y 225, por lo tanto faltan 5 páginas
u hojas.
ms. p. 240; ESGA, p. 65, pone versorgt, repitiendo el descuido de
la edición anterior, sin embargo Edith escribió besorgt.
ms. p. 255; ESGA, p. 70, en la renglón 16, entre übernahm y doch,
se les escapó como en la edición anterior nun.
ms. p. 270; ESGA, p. 74, pone zu hören, convendría poner
zu[zu]hören.
ms. p. 287; ESGA, p. 79, pone en singular Ansicht (punto de vista
u opinión), como en la edición anterior, en vez de poner en plural
como hace Edith: Ansichten.
ms. p. 309; ESGA, p. 86, el párrafo de “-die Stammrolle der
Universität, in die jeder Student seine Personalien eigenhändig ein-
tragen muß-” corresponder quitar del texto y poner en nota, pues así
indica la misma Edith. El mismo error se había cometido en la edi-
ción anterior.
ms. p. 343; ESGA, p. 97, frase entre comillas, que no las puso Edith
en su autógrafo.
ms. p. 366; ESGA, p. 104, en la línea 9 aparece wurden, convendría
wur[den]
252 JULEN URKIZA

ms. p. 368; ESGA, p. 368, pone Luft, z. B., mientras que en la edi-
ción anterior y en el autógrafo pone Luft. Z. B.
ms. p. 395; ESGA, p. 112, pone Photographen, convendría
Photo[graphen].
ms. p. 471; ESGA, p. 134, después de zu dienen hay un guión, algo
parecido aparece en el autógrafo, pero claramente corresponde a un
punto. Y después de Also hay tres guiones en vez de tres puntos
suspensivos como aparece en la edición anterior y en el ms. de
Edith.:
ms. p. 478; ESGA, p. 136, pone Galizien, pero el autógrafo pone
Galicien.
ms. p. 506a; ESGA, p. 148, pone en plural como en la edición ante-
rior Blindenanstalten, mientras que Edith puso en singular
Blindenanstalt.
ms. p. 512; ESGA, p. 512, pone como en la edición anterior ver-
trauliches en vez de vertraulicheres, como escribió Edith.
ms. p. 515; ESGA, p. 152, pone Don Quichote, en la edición ante-
rior Don Quijote, pero Edith escribió Don Quixote.
ms. p. 569; ESGA, p. 169, pone zu lernen, quizás mejor [da]zu ler-
nen.
ms. p. 583; ESGA, p. 176, pone como en la edición anterior
Hannoverisch, mientras que Edith escribió Hannöverisch.
ms. p. 600; ESGA, p. 182: tanto en el manuscrito como en ESGA
y en la edición anterior aparece una frase de difícil lectura y com-
prensión: “aber um der Verwandten willen, denen sie als behan-
delnder Arzt nicht gut genug war”... Esta frase quedaría más clara
y correcta completando con “[er für]”: “aber um der Verwandten
willen, denen [er für] sie als behandelnder Arzt nicht gut genug
war”...
ms. p. 609; ESGA, p. 185, pone erróneamente como en la edición
anterior empfindlichen, cuando habría que poner como Edith: emp-
findlichsten, en superlativo.
ms. p. 615; ESGA, p. 187, pone obgleich, pero convendría
obgl[e]ich.
LA NUEVA GRAN EDICIÓN ALEMANA DE EDITH STEIN 253

ms. p. 622; ESGA, p. 190, pone Fassade, como en la edición ante-


rior, mientras que Edith escribió Façade, en su forma francesa.
ms. p. 635; ESGA, p. 195, pone endlich ein, cuando en la edición
anterior siguiendo a Edith leía endlich in ein... Después la edición
anterior para dar sentido a ese in cambió el verbo erreichten por
kamen. Sin embargo, la edición ESGA ha hecho bien en eliminar in
y respetar el verbo erreichten; sin embargo no parece correcto
hacer semejante cambio sin dar cuenta al lector de la situación del
texto autógrafo.
ms. p. 638; ESGA, p. 197, pone como en la edición anterior entre
paréntesis cuatro renglones, cuando Edith esos renglones los puso
entre paréntesis cuadrados, con la intención explicada en el tercer
apartado de este artículo (Aspectos más generales).
ms. p. 645; ESGA, p. 200, quitó del texto nueve renglones que apa-
recían en la edición anterior entre paréntesis. Sin embargo se les
olvidó pasar este texto autógrafo de Edith a la nota correspondien-
te como indicaba la autora misma. Así ESGA cometió el error de
eliminar el siguiente texto autógrafo de Edith, que debía ir en nota:
Der I. Bande der “Logischen Untersuchungen” erschien 1900 und
wurde durch seine radikale Kritik an dem herrschenden
Psychologismus und allen andern Relativismen epochemachend.
Der II. Band folgte im nächsten Jahr. Er übertraf den I. Band an
Umfang und Bedeutung bei weitem. Denn hier war zum erstenmal
zur Behandlung logischer Probleme die Methode angewandt, die
Husserl später als “phänomenologische Methode” systematisch
ausgearbeitet und auf das gesamte Gebiet der Philosophie ausge-
dehnt hat.
ms. p. 649; ESGA, p. 201, pone Malvine, mientras que en la edi-
ción anterior y en el mismo texto autógrafo de Edith aparece escri-
to Malwine, que era la mujer de E. Husserl. Edith en su autobio-
grafía escribió siempre Malwine, esto es, cinco veces: ms. pp. 649,
651, 1015, 1029, 1030.
ms. p. 650; ESGA, p. 201, la frase “Die schönsten Gespräche wur-
den so plötzlich durchgeschnitten”, según el estilo de la edición
misma debía ir entre paréntesis; nos parece que convendría poner
entre paréntesis cuadrados siguiendo las razones indicadas antes
(III. Aspectos más generales).
254 JULEN URKIZA

ms. p. 651; ESGA, p. 202, pone Malvine, mientras Edith escribió


Malwine.
ms. p. 659; ESGA, p. 206, pone Mecklenburg, convendría
Me[c]klenburg.
ms. p. 679; ESGA, p. 212, línea 38, pone gekommen, como en la
edición anterior, sin embargo convendría poner [ge]kommen.
ms. p. 679; ESGA, p. 212, en la línea 39, pone, como en la edición
anterior, hier (aquí), sin embargo es lectura dudosa; parece que
Edith escribió nur (solamente, o simplemente), pero hay un punti-
to encima de la u, de forma que dificulta su interpretación.
ms. p.727c ; ESGA, p. 228, línea 32, pone Sie wollen, como en la
edición anterior, sin embargo se podría dejar como escribió Edith
en su forma dialectal, además la frase viva está entrecomillada. “Sie
wolle...”
ms. p. 727b; ESGA, p. 228, línea 36, pone Adole, como en la edi-
ción anterior, sin embargo Edith puso Abole.
ms. p. 727b; ESGA, p. 228, línea 36, ha errado como la edición
anterior, poniendo Büble, en vez de Buble, como escribió Edith.
ms. p. 744; ESGA, p. 233, línea 36, se comete el error nuevo, esto
es, elimina o se le escapan dos palabras que ya estaban correcta-
mente transcritas en la edición anterior, tal coma aprecen en el autó-
grafo de Edith: entre Militäruniformen – y mit hay que introducir
übernommen und.
ms. p. 744; ESGA, p. 233, línea 36, hubiera convenido advertir
cómo se ha eliminado es, que a Edith se le olvidó tachar, como lo
había hecho con la palabra anterior cambiando el verbo.
ms. p. 761; ESGA, p. 238, pone, como en la edición anterior, auf-
faßte, cuando Edith escribio anfaßte.
ms. p. 761; ESGA, p. 238, pone, como en la edición anterior, Ado,
cuando Edith escribió Abo.
ms. p. 764; ESGA, p. 239, línea 4, pone tapferen, convendría poner
tapfer[e]n.
ms. p. 768; ESGA, p. 240, pone Tüte, como en la edición anterior,
sin embargo en otras ocasiones suele corregir y poner como Edith,
esto es, Düte.
LA NUEVA GRAN EDICIÓN ALEMANA DE EDITH STEIN 255

ESGA, p. 249, se le olvidó pone el apartado o capítulo <5>.


ms. p. 803; ESGA, p. 250, línea 35, pone correctamente, como en
la edición anterior, als sie, sin embargo Edith había escrito erróne-
amente als sich, de lo cual hubiera estado bien llamar la atención
en la nota correspondiente.
ms. p. 856; ESGA, p. 269, pone Karpatenwinter, mientras que
Edith puso Karpathenwinter.
ms. p. 869; ESGA, p. 272, pone correctamente como en la edición
anterior entreißen, sin embargo Edith había escrito zerreißen, por lo
que hubiera convenido explicar en nota la razón de este cambio o
corrección hecha a Edith.
ms. p. 889; ESGA, p. 278, línea 5, pone abends, pero convendría
dejar como escribió Edith misma, esto es, abend; y si no, abend[s].
ms. p. 957; ESGA, p. 295, pone Lungenemphysem, Edith había
escrito, corrección incluída, Lungenemphyäm, hubiera convenido
advertir en nota al lector, o transcribir Lungenemphy[s]em.
ms. p. 971; ESGA, p. 299, línea 19, pone, como en la edición ante-
rior, mittags, y convendría dejar como escribió Edith: mittag.
ms. p. 971; ESGA, p. 299, 27, pone, como en la edición anterior,
hielt, pero habría que dejar como escribió Edith: hielte: “Ich bat sie,
mich zu rufen, sobald sie meine Hilfe für notwendig hielte”.
ms. p. 975; ESGA, p. 300, pone equivocadamente el nombre
Weskam, (en la edición anterior apareción como Westrum), pero
habría que escribir como Edith: Westram.
ms. p. 978; ESGA, p. 301, línea 26, pone “Phaidon”, mientras que
la edición anterior, siguiendo a Edith había transcrito “Phädon”.
ms. p. 978; ESGA, p. 301, los cuatro renglones que en la edición
anterior aparecían entre paréntesis, y ahora sin ellos, pero tendrían
que ir en nota según indicación de la misma Edith; es el siguiente
texto: “Es wird im Anfang des Dialogs erwähnt, daß man auf die
Rückker des Schiffes wartete, das von Athen nach Delos entsandt
war. Diese Fahrt nach Delos war eine staatlich-liturgische
Handlung; während ihrer Dauer durfte keine Hinrichtung stattfin-
den”.
256 JULEN URKIZA

ms. p. 1018; ESGA, p. 314, línea 15, pone como en la edición ante-
rior, auf, cuando habría que dejar como escribió Edith: an, porque
Edith misma había escrito auf, pero corregió, quedando al final an.
ms. p. 1027; ESGA, p. 316, líneas 28-29, pone heimischer, y con-
vendría dejar como escribió Edith: heimlicher.
ms. p. 1036; ESGA, p. 319, línea 23, pone correctamente como en
la edición anterior einmal, pero convendría anotar en una nota el
cambio, pues Edith escribió einmals.
ms. p.1041 ; ESGA, p. 321, línea 9, pone hatten, convendría
hat[ten].
ms. p. 1047; ESGA, p. 323, pone Hermann, mientras que Edith
escribió Herrmann.
ms. p. 1056; ESGA, p. 326, línea 1, pone Studienzeit, convendría
poner Studien[zeit].
ms. p. 1; ESGA, p. 331, línea 8, pone tres signos de más (+), cuan-
do los tres signos de Edith se parecen mas a x queriendo imitar a
tres estrellitas (*)
ms. p. 2; ESGA, p. 332, pone, como en la edición anterior,
Flämischen, mientras que Edith escribió Vlämischen.
ms. p. 6; ESGA, p. 334, pone correctamente, como en la edición
anterior, erzählt, corrigiendo a Edith que había puesto erzählten, sin
embargo tenían que haber dado cuenta en una nota la razón de este
cambio del texto steiniano.
ms. p. 7; ESGA, p. 335, línea 10, pone, así como el autógrafo de
Edith, gaben; quizás convendría poner, como lo hizo la edición
anterior, geben, pero indicando en una nota la razón de este cam-
bio.
ms. p. 9; ESGA, p. 336, pone nachmittags, se podría dejar como
escribió Edith escribió nachmittag.
ms. p. 9; ESGA, p. 337, pone aufsteigen <sahen>, pero ese com-
plemento no resulta necesario, y habría que dejar el texto como lo
hizo Edith: sólo aufsteigen.
ms. p. 12; ESGA, p. 369, pone nachmittags, se podría dejar como
escribió Edith escribió nachmittag.
ms. p. 19; ESGA, p. 343, línea 12, pone, como en la edición ante-
rior, konnte, pero se podría dejar como escribió Edith: könnte.
LA NUEVA GRAN EDICIÓN ALEMANA DE EDITH STEIN 257

Después del repaso detallado que hemos hecho a la última edi-


ción alemana (2002) de la autobiografía de Edith se palpa la nece-
sidad que existe de una edición crítica, la necesidad de dar cuenta
no sólo de todos estos cambios que los editores han llevado a cabo
en el texto steiniano, unas veces con acierto y otras desacertada-
mente, pero en todo caso sin dar ninguna explicación, sino también
de dar cuenta del desarrollo del manuscrito de Edith, esto es, de las
muchas correcciones que iba introduciendo la misma Edith, cosa
que no aparece en la presente edición alemana. Para que nos haga-
mos una idea de lo que significaría una edición crítica, esto es, para
seguir minuciosamente el desarrollo del manuscrito y ver así el
estilo de Edith, conviene constatar que la misma Edith hizo más de
1100 correcciones en su manuscrito, en la mayoría de los casos se
trata de correcciones pequeñas, pero que muestra el estado de su
escrito autobiográfico.
258 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 259

PRESENTACIÓN DEL PRIMER TOMO


DE EDITH STEIN EN CASTELLANO

Julen Urkiza, OCD

El 12 de noviembre de 2002 tuvo lugar el acto de presentación


del primer tomo de las obras completas de Santa Teresa Benedicta
(Edith Stein) en castellano; según estaba programado se comenzó a
las ocho de la tarde en el salón de Grados de la Universidad San
Pablo-CEU de Madrid.
El acto estaba preparado por el Director de Pastoral de la
Universidad de San Pablo-CEU, Pablo Cervera, y el director de la
Editorial Monte Carmelo, Domingo Fernando. Con asistencia de
unas 70 personas interesadas en la persona y obra de Edith Stein.
Allí estaban presentes los responsables de las tres editoriales
del libro, lo mismo que los directores y traductores de la obra.
Abrió el acto Don Pablo Cervera, que como anfitrión daba a
todos la bienvenida y explicaba el motivo del acto: la presentación
del primer tomo en castellano de las obras de la copatrona de
Europa, Edith Stein. A continuación, también brevemente, el P.
Fernando Domingo explicó en nombre de las tres editoriales
(Espiritualidad, El Carmen y Monte Carmelo) los esfuerzos reali-
zados en la presente edición.
Después vinieron las dos participaciones centrales del acto: una
conferencia sobre Edith Stein y la propiamente presentación de la
edición española.

La conferencia

La conferencia de media hora estuvo a cargo del codirector de


la obra, Francisco Javier Sancho, director del Centro I. de Estudios
260 JULEN URKIZA

Teresiano-Sanjuanistas (Ávila). Al realizarse este acto en un centro


universitario nada más apropiado que el tema escogido: “Una
mujer universitaria en busca de la Verdad”.
Nos recordaba el conferenciante que Edith después de conver-
tirse al catolicismo, pensando sobre su historia pasada, llegó a afir-
mar, -refiriéndose fundamentalmente a sus años como universita-
ria-, “la búsqueda de la Verdad fue mi única oración”. Por eso
mismo la conferencia estaba concentrada en este aspecto: Edith
“buscadora de la verdad”.
Dividía la exposición en dos partes: la primera, sirviendo de
introducción, nos situaba en su contexto biográfico para entender
su camino; y en la segunda parte se presentaban sus años como uni-
versitaria, tanto desde el punto de vista histórico, como desde el
punto de vista de ascenso a la Verdad. “Y, -nos decía- no estamos
frente a la biografía de un personaje más. Apenas se han cumplido
60 años de su muerte y ya se han escrito más de 200 biografías, 40
de ellas en español o traducidas al español. Pocos personajes de la
modernidad han suscitado tanto interés y en campos tan diversos:
historia, filosofía, teología, feminismo, pedagogía, antropología,
ecumenismo, espiritualidad y mística”.
En la primera parte situando el tema nos clarificaba tres ele-
mentos que constituían el objeto de la exposición: 1. El lugar que
ocupa la etapa universitaria en la vida de Edith Stein. 2. La presen-
cia de la mujer en la Universidad. 3. Cuál es el contenido de esa
verdad que decimos buscaba Edith Stein.
Hablando sobre la trayectoria de su vida y especialmente la
vida de estudiante y de intelectual, el P. Sancho distinguía cuatro
etapas: 1º etapa: infancia y juventud (1891-1911), caracterizada por
el ambiente familiar judío, burgués y hasta cierto punto, liberal y
abierto a los cambios de mentalidad. 2º etapa: buscadora de la ver-
dad (1911-1921); serán años de una búsqueda de sentido de la exis-
tencia del ser humano que la llevarán hasta su opción por Cristo en
la Iglesia católica. 3º etapa: una mujer intelectual católica (1922-
1933); una mujer no sólo convertida a la fe católica, sino dedicada
de lleno -desde su especialidad y preparación- al servicio de su fe:
como maestra, traductora, filósofa que busca el diálogo entre el
tomismo y la filosofía moderna, conferenciante (feminismo cristia-
PRESENTACIÓN DEL PRIMER TOMO DE EDITH STEIN EN CASTELLANO 261

no, pedagogía y educación, vida cristiana), profesora de antropolo-


gía teológica... 4º etapa: carmelita descalza (1933-1942): su ascen-
so hacia la plena configuración con Cristo y entrega de su vida en
el martirio.
En la segunda parte, núcleo de la conferencia, presentó a Edith
como universitaria y en búsqueda de la verdad. En este camino
Edith se muestra como humanista preocupada por servir en el
mundo a la humanidad. Ve urgente encontrar respuestas y aportar
su granito de arena en esta conquista de la humanidad por clarificar
su sentido. Por sus venas circula la sangre de la filósofa auténtica,
llamada a descubrir la verdad. Se pregunta cómo servir mejor a esa
humanidad. La respuesta: desde la capacidad de cada uno. Ella se
sentía fuertemente orientada hacia las ciencias que tratan del hom-
bre. El programa de estudios que se configuró Edith abarcaba las
siguientes materias: psicología, filosofía, historia y germanística.
Edith Stein va a conocer al filósofo que iba a cambiar su méto-
do de acercamiento a la realidad del hombre: Husserl y su recien-
temente fundada escuela fenomenológica. Lo poco que va captan-
do de esta nueva corriente de pensamiento, va impactando su espí-
ritu, hasta que se decide a leer las Investigaciones lógicas, obra que
produjo un fuerte impacto: “Todos mis estudios de psicología me
habían llevado al convencimiento de que esta ciencia estaba toda-
vía en mantillas. Le faltaba el necesario fundamento de ideas bási-
cas claras y que la misma ciencia era incapaz de elaborar esos pre-
supuestos. En cambio, lo que hasta aquel momento conocía de la
fenomenología me había entusiasmado, porque consistía funda-
mental y esencialmente en un trabajo de clarificación y porque
desde el principio ella misma había forjado los instrumentos inte-
lectuales que necesitaba.”
Edith quería mirar la realidad sin prejuicios. Primero se entrega
a la fenomenología. Era una forma diferente de enfrentarse con la
realidad: desde la observación directa y a través de la experiencia,
dejar que la “esencia” de lo contemplado aparezca, el ser mismo
que sólo se deja captar a través de una mirada espiritual pura. Lo
que Edmund Husserl bautizó con el nombre de “intuición”.
El contacto y las relaciones con Husserl van a ser de gran fruto
para Edith Stein. A través de Husserl encuentra el camino para
262 JULEN URKIZA

desarrollar sus propios conceptos. Husserl definía así la fenomeno-


logía en sus lecciones: “Fenomenología” designa una ciencia, un
nexo de disciplinas científicas. Pero, a un tiempo, y ante todo,
“fenomenología” designa un método y una actitud intelectual: la
actitud intelectual específicamente filosófica; el método específica-
mente filosófico”. Se puede ir claramente intuyendo cómo la pri-
mera fenomenología diseñada por Husserl, es una preparación ine-
vitable para una posterior confrontación con la actitud mística de
apertura al misterio, de su “comprensión” desde la contemplación.
Edith Stein se sintió integrada plenamente en la escuela fenome-
nológica. Y por eso decide hacer en este ámbito su tesis doctoral.
Tratando el asunto con Husserl se ajustan en que ella trabajaría sobre
el tema de la “empatía”, ese acto del conocer del que Husserl hacía
mención en sus clases y que aún estaba por definirse claramente.
Edith sentía una mayor urgencia por conocer al hombre.
Atendiendo a las inquietudes personales de Edith, se puede afirmar
que el problema que le interesa resolver en su tesis es el de la per-
sona como sujeto espiritual. Es una de las principales conclusiones
a las que llega con este estudio, y que será la base de todas sus
investigaciones posteriores en las que el interés antropológico cen-
tra su preocupación primordial.
Interiormente seguía buscando una respuesta aún insatisfecha.
Diversos “fenómenos” observados y experimentados en estos años,
le indicaban una nueva dirección de contemplación filosófica. En el
estudio del ser humano reconoce los límites, ya no sólo de las cien-
cias o de la filosofía, sino de la propia capacidad de reflexión, sobre
todo cuando se trata de clarificar la realidad o el sentido último de
las cosas. Esta “confesión” pudo conducirla fácilmente hacia el
relativismo, termina por convencerla de que sus ansias de conocer
pueden ser completadas por otros caminos: a través de una adhe-
sión de fe a la revelación, o a través del “conocimiento místico”.

Presentación del libro

El P. Julen Urkiza tuvo la tarea de presentar el libro, lo mismo


que el plan general de la edición castellana de las Obras completas
de Edith Stein. Y lo hizo con las siguientes palabras:
PRESENTACIÓN DEL PRIMER TOMO DE EDITH STEIN EN CASTELLANO 263

Al presentar en lengua castellana el primer tomo de las Obras


completas Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), es con-
veniente tener presente la personalidad de esta mujer, tan enraizada
en su tiempo y cultura; recordemos que sufrió las dos guerras mun-
diales y escribió sus obras entre ambas guerras, esto es, en un perí-
odo de movimientos sociales y religiosos llenos de trascendencia,
muy en especial para el pueblo judío.
La primera de las cartas que se presentan en este primer volu-
men es la de Edith, escrita a su amigo y compañero filósofo Fritz
Kaufmann (1891-1958) en 1916 (Carta 1). Y es precisamente una
carta de éste la que cierra la colección de cartas: ante la noticia de
la muerte de Edith contestaba al profesor Marvin Farber el 9 de sep-
tiembre de 1945: “Estoy desolado por la muerte de Edith Stein...
Con Hans Lipps y con ella se han ido mis mejores amigos de
Gotinga, y mi vida se ha empobrecido mucho... Difícilmente se
podrá imaginar lo que Edith Stein significó para mí durante la
Primera Guerra Mundial, cuando ella hizo todo lo posible por man-
tener vivo mi espíritu y por tenerme al corriente de los aconteci-
mientos intelectuales que se producían dentro de nuestro movi-
miento y al exterior. Ella era aquella clase de genio de todo nuestro
círculo que se preocupaba de todo y que atendía a todos con verda-
dero amor de hermana (y que cuidó también de Husserl, cuando
estuvo gravemente enfermo en 1918). Fue como un ángel de la
guarda para Lipps durante los años de su aflicción” (Carta 60**).
Hoy presentamos, pues, el primer tomo del genio o alma de
aquel círculo filosófico de Gotinga.
Durante 49 años (1950-1998) se ha ido editando en alemán las
obras completas de Edith: Han aparecido 18 tomos (ESW: Edith
Steins Werke); y sin terminar con la publicación de todos los escri-
tos, los mismos responsables comenzaron el año 2000 otra gran
edición alemana, con intención de presentar en 24 tomos una edi-
ción más perfecta (ESGA: Edith Stein Gesamtausgabe): en tres
años ya han aparecido 7 volúmenes, y hacia 2006 se piensa estarán
ya todos publicados.
De la primera colección alemana se hicieron las traducciones
castellanas de la Autobiografía y gran parte de las cartas.
264 JULEN URKIZA

El plan de las tres editoriales Carmelitanas (“Espiritualidad” de


Madrid, “Monte Carmelo” de Burgos y “El Carmen” de Vitoria)
consiste en publicar en castellano todos los escritos originales de
Edith (por lo tanto no sus traducciones) en cinco grandes tomos: en
ellos “se ofrece a los lectores en forma lógica la experiencia y el
pensamiento de esta mujer extraordinaria. El primer volumen nos
presenta la persona de Edith Stein en su contexto existencial a tra-
vés de los Escritos autobiográficos y las cartas. Este es el punto de
partida para contextualizar y comprender mejor cuanto ella escri-
bió. Los tomos 2-3 se centran en los escritos filosóficos. Los dos
últimos tomos, 4 y 5, nos ofrecerán sus escritos antropológico-
pedagógicos, y Escritos espirituales”. Volumen tras volumen se
nos va “introduciendo en la vida y doctrina de Edith Stein, nos va
llevando gradualmente a descubrirla, ante todo, como una persona
en búsqueda continua de la verdad. Recordemos que ella abandona
en un primer momento la fe judía y se sumerge en la filosofía para
tratar de comprender el sentido de la existencia humana. Del ateis-
mo pasará a la fe católica, y en su seguimiento a Jesús, irá adqui-
riendo experiencialmente la ‘ciencia de la cruz’. Experiencia que le
dará, al final, la capacidad para entrar en el Carmelo, y, más ade-
lante, para morir por la fe y por su pueblo” (Camilo Maccise,
Presentación, p. 37). Esperamos publicar los tomos 4º y 5º el año
próximo y el 2º y 3º el año 2004.

Pero ustedes desearán saber algo sobre el origen de este plan, y


en especial sobre el desarrollo y contenido de este primer tomo que
tenemos ante nosotros.
Ante la necesidad de ofrecer al mundo de la cultura castellana
la riqueza de la personalidad de Edith Stein, tan actual hoy en este
mundo de increencia, un religioso Carmelita, amante de la cultura,
me pidió que emprendiera el proyecto de la traducción y publica-
ción de las obras de Edith. Y así se dio el comienzo elaborando un
plan.
Contacté con el especialista en Edith Stein, Fco. Javier Sancho,
y se le expuso en Avila el plan para que se animara y lleváramos
juntos este proyecto adelante. Después vino el acuerdo de las tres
editoriales carmelitanas, ya citadas.
PRESENTACIÓN DEL PRIMER TOMO DE EDITH STEIN EN CASTELLANO 265

El siguiente paso fue buscar los colaboradores o traductores


para toda la obra y más urgentemente para el primer tomo. Para éste
aceptaron colaborar como traductores los hermanos y Carmelitas
Jesús García Rojo (doctor en teología por la universidad de
Salamanca y profesor de antropología teológica en la misma) y
Ezequiel García Rojo (licenciado en teología y filosofía, y profesor
en la facultad de los Dominicos de Salamanca), y también el señor
Constantino Ruiz-Garrido (licenciado en filosofía en la universidad
pontificia de Comillas, que ha sido traductor numerario de las
Naciones Unidas en Viena).
Ezequiel García Rojo ha sido responsable del texto de la
Autobiografía; antes él mismo había publicado dicha obra con el
título de “Estrellas amarillas”, completando la traducción hecha,
muy defectuosa, por D. Carlos Castro Cubells.
Jesús García Rojo ha sido el traductor de las Cartas. El mismo
había publicado con anterioridad dos tomos de cartas en castellano
correspondientes a la edición alemana de ESW (Edith Steins
Werke) VIII, IX y XIV.
Al señor Constantino Ruiz-Garrido le correspondió la traduc-
ción de las cartas escritas a Edith Stein, lo mismo que otras cartas
y documentos que tratan sobre ella.
Y el P. Julen Urkiza tuvo la tarea de revisar minuciosamente
todas las traducciones de los textos steinianos, según los textos
publicados en alemán, pero se llevó la sorpresa desagradable de que
el texto alemán publicado era muy deficiente; entonces recurrió a
los autógrafos de Edith y fue corrigiendo detalladamente tanto los
textos alemanes publicados como las traducciones castellanas.
Además en las cartas apareció otro escollo, esto es, en la novísima
edición alemana (ESGA) no se daba cuenta de la procedencia de las
cartas; ante esta grave deficiencia, se hizo un esfuerzo de investi-
gación por Polonia y Alemania, de forma que se pudieron contro-
lar cerca de 90 % de las cartas autógrafas, y el resto se hizo según
las fotocopias existentes en las Carmelitas de Colonia.
Esto nos lleva a poder decir que la presente edición castellana
es técnica y metodológicamente superior a la misma última edición
alemana, y también respecto al contenido, pues se publican más
cartas y más completas que en la edición alemana. Con todo, lo
266 JULEN URKIZA

nuestro no deja de ser más que una simple traducción, y como tal
difícilmente equiparable al original alemán. Por otra parte, hay que
decir también que sí nos hemos servido muchísimo de la edición
alemana de las cartas respecto a sus abundantes notas.
Este primer tomo de 1766 páginas, como pueden ver ustedes,
lleva un prólogo escrito por el P. General de la Orden del Carmelo
teresiano, P. Camilo Maccise, y a continuación una introducción
general del P. Francisco Javier Sancho. A cada escrito de Edith
antecede una introducción, que facilita la comprensión del corres-
pondiente texto. Y al final aparece un minucioso índice de nombres,
esto es, la llave que abre este gran tesoro histórico de la primera
mitad del siglo XX.

Hagamos una breve mención a cada escrito de este volumen:


1. [Autobiografía]. Vida de una familia judía. La misma Edith
da el motivo por el que escribió esta autobiografía: “Los últimos
meses han arrancado a los judíos alemanes de su tranquila y natu-
ral existencia. Esto les ha obligado a reflexionar sobre sí mismos,
sobre su ser y sobre su destino..... El problema lo ha tomado como
propio, muy en serio y con gran conciencia de responsabilidad, por
ejemplo, la juventud católica. En estos meses he pensado constan-
temente en una conversación que tuve hace años con un sacerdote
y religioso. En aquella conversación se me sugirió el escribir lo que
yo, como hija de una familia judía, había conocido de la dimensión
humana judaica, porque los que están fuera de ella saben muy poco.
Otras muchas ocupaciones me impidieron entonces el abordar con
seriedad lo que se me propuso. Cuando en marzo último se organi-
zó, con la revolución nacional, la lucha contra el judaísmo en
Alemania, vino de nuevo a mi mente la propuesta” (p. 159).
Edith describe las vicisitudes de su familia, comenzando por los
bisabuelos y su madre, hasta narrar su propia vida, de la que sólo
abarca los primeros 25 años. La escribió en 1933-1934; las últimas
hojas corresponden a los primeros días de 1939.

2. Esta Autobiografía quedó algo más completa con la breve


narración de “Cómo llegué al Carmelo de Colonia” (42 páginas
manuscritas).
PRESENTACIÓN DEL PRIMER TOMO DE EDITH STEIN EN CASTELLANO 267

3. A continuación aparecen dos escritos brevísimos, pero de


gran significado personal: el Testamento y el Voto de hacer lo más
perfecto. En el testamento (de junio de 1939) sobresale su aspecto
espiritual: ofrece su vida y la muerte que se le tiene reservada, en
favor de la Iglesia, la Orden del Carmen y el pueblo judío. A este
respecto es importante recordar que dos meses y medio antes había
pedido a la Priora permiso de ofrecerse a Cristo “como víctima pro-
piciatoria por la paz verdadera: que el poder del Anticristo [=el
nacismo], si es posible, se derrumbe sin una nueva guerra mundial”
(Cta. 589).

4. Cartas. El volumen contiene 678 cartas de Edith Stein, can-


tidad muy considerable y no alcanzada por ningún santo de la
Orden, solamente igualada por la secretaria, amiga íntima y enfer-
mera de Santa Teresa, la beata Ana de San Bartolomé. Edith se
retrata en sus cartas: en ellas vemos su inteligencia, sus intereses y
preocupaciones, su alma de mujer abierta y sensata... Las Cartas
son un buen complemento a su Autobiografía: aparece el mundo
externo (familia, filosofía, cuestiones escolares, religiosas y socia-
les...) y también su mundo interior. Trata y se escribe con amigos
filósofos como Edmund Husserl, Adolf Reinach, Fritz Kaufmann,
Hedwig Conrad-Martius y su marido Theodor, Roman Ingarden
(quien conservó 162 cartas), Martin Heidegger, Max Scheler,
Jacques Maritain, Erich Przywara, (la benedictina Adelgundis
Jaegerschmid, la dominica Agnella Stadtmüller), etc.; hay otros cír-
culos con los que se cartea, familiares, religiosos y religiosas, ami-
gos y amigas, etc. Respecto al contenido de sus cartas, éstos son los
temas que resaltan: la filosofía como tarea, el cristianismo como
vida, el Carmelo como deseado ideal, el aspecto de su pertenencia
a una familia judía, y la cuestión de la mujer.
En los apéndices se presentan 273 cartas dirigidas a Edith, y
otras 60 cartas y documentos referentes a ella... Y termino con un
dato curioso: ¿saben por qué se conservan tantas cartas dirigidas a
Edith? Sencillamente porque ella, especialmente en la última época
de su vida, aprovechaba el reverso de las cartas para escribir sus
notas y apuntes de temas filosóficos o espirituales.
268 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
MARÍA EN LA VIDA, EXPERIENCIA Y DOCTRINA DE SAN JUAN DE LA CRUZ 269

RECENSIONES DE LIBROS

ALBERTO J. GONZÁLEZ CHAVES, largo y ancho del libro, comunican


Madre Maravillas de Jesús. la frescura de lo reciente a los
Destellos de su vida. Prólogo diversos episodios que aquí se
del cardenal Marcelo González. narran. Si no hubiera sido por estas
[Madrid], San Pablo - [Car- cartas, un elevado número de anéc-
melitas descalzas de La Al- dotas –mínimas y quizá triviales
dehuela, 2002]. 303 pp . 21 cm. para algunos– hubieran quedado
para siempre en el olvido. Pero en
un santo nada es trivial. Todo inte-
“Invito al lector a que lea ínte-
resa, desde sus más insignificantes
gramente el libro que tiene en sus gestos o palabras hasta su actuación
manos. Es ameno, breve, muy bien en los momentos más trascendenta-
escrito, nos da una imagen de la les de su vida.
Beata Madre Maravillas llena de
humanidad, totalmente entregada a Aunque independientes entre sí
Dios, viviendo las grandes decisio- y desconectados unos de otros estos
nes de los santos que ella había episodios, es una única persona, la
Madre Maravillas, que da unidad a
hecho suyas, completamente
todo el conjunto. Es la misma pro-
suyas”. Con estas palabras inicia el
tagonista la que de jovencita monta
cardenal emérito de Toledo,
en los carros de labriegos de Bullas
Marcelo González Martín, el “pró-
para ir a “dar la doctrina”, o la que
logo” del presente libro escrito por
ingresa en el Carmelo de El
el joven sacerdote Alberto José
Escorial con toda determinación,
González Chaves.
“sin billete de ida y vuelta”, o la
Estas páginas han podido salir a que se preocupa de proporcionar un
la luz gracias al rico epistolario que flamante traje de primera comunión
se conserva de la Madre Mara- al hijo de los demandaderos de su
villas. De hecho, buena parte de las convento. El ambiente de sus fun-
133 anécdotas deliciosas que for- daciones y la vida del Carmelo que-
man la obra - la mayoría inéditas - dan aquí bien reflejados y sirven
están contadas por ella misma en para dar una idea al lector de cómo
cartas diversas. De ahí que las vivió la Madre las distintas encruci-
varias epístolas que aparecen a lo jadas por las que el Señor la llevó.
270 RECENSIONES

En estas páginas descubrimos a Maravillas de Jesús, una grande


la Madre Maravillas rebosante de carmelita descalza de nuestros días
felicidad de ser carmelita, respiran- que será próximamente canoniza-
do y transmitiendo la alegría, sere- da. Sin embargo el presente libro
na y exultante, de ser de Dios, pre- no es una biografía más de la
ocupada hasta el extremo por los Madre, ni siquiera una biografía
pobres y necesitados, trazando con espiritual de su vida interior. Sim-
mano firme las nuevas fundacio- plemente es una aproximación a las
nes, fiada hasta el heroísmo de la cartas de conciencia que ella dirigió
Providencia divina y abrasada en a sus sucesivos directores espiritua-
amor de Dios y de la salvación de les. La Madre no escribió ningún
las almas. Elementos éstos que, diario espiritual, y estas cartas son
unidos en admirable consorcio, los únicos documentos que posee-
hicieron de ella una mujer suma- mos para conocer su alma. Nadie,
mente atrayente –muy humana y excepto sus directores, recibió de
muy sobrenatural, como son siem- ella ninguna confidencia en ese
pre los santos–, que irradiaba un sentido. Ni siquiera sus hijas más
“no sé qué indefinible” que hacía cercanas, aunque se podía sospe-
desear ser mejores a quienes a ella char que su vida interior era muy
se acercaban. rica, dadas las virtudes que la veían
practicar. Este silencio de la Madre,
Simeón de la S. Familia mantenido a lo largo de casi 60
años, es un dato impresionante si se
tienen en cuenta la terrible y pro-
longada “noche del espíritu” que
BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE, Vida padeció y la paz, serenidad y equi-
mística de la M. Maravillas de librio que manifestó siempre al
Jesús, carmelita descalza: Su exterior.
alma. Madrid, Edibesa, 2002.
La mayor parte de los textos son
270 pp. 20 cm. (Grandes firmas
totalmente inéditos y nos revelan,
Edibesa, 72).
según palabras del prestigioso
maestro espiritual Antonio Royo
El mismo título de este libro es Marín en la Presentación del volu-
por sí mismo sugestivo. A medida men, “su altísima vida interior,
que nos vamos adentrando en sus enteramente dominada por los
páginas, tenemos la sorpresa de dones del Espíritu Santo que la
encontrarnos con líneas llenas de constituían en estado místico en
una sinceridad abrumadora, que toda la extensión de la palabra”,
nos revelan lo más íntimo del alma, tanto que - afirma el mismo autor -
profundamente mística, de la Beata “el nombre de la Madre Maravillas
RECENSIONES 271

no desentona al lado de las grandes 1- BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE,


santas místicas de la Iglesia, tales Vida de la Madre Maravillas.
como santa Catalina de Siena, santa Madrid, San Pablo, 1998. 130
Ángela de Foligno, santa María pp. 17 cm. (Col. “Vidas
Magdalena de Pazzi y santa Teresa Breves”, 32).
de Jesús” (p. 10).
2- BEATA MARAVILLAS DE JESÚS,
El autor de este libro, don
Ráfagas de luz y amor. Nueva
Baldomero Jiménez Duque, no
edición. Madrid, Carmelitas
necesita presentación. Además de
Descalzas de La Aldehuela,
ser experto y conocido teresianista
2001. 42 pp. 12 cm.
y maestro en teología espiritual,
conoce profundamente y admira la 3- Era así: Madre Maravillas de
vida y obra de la Beata Maravillas Jesús, carmelita descalza. Pre-
de Jesús. Por eso este escrito de sentación por Francisco J.
madurez es un verdadero acierto. Fernández-Golfín, obispo de
Don Baldomero domina plenamen- Getafe. Madrid. Carmelitas
te los temas que va tratando, y en el Descalzas de La Aldehuela,
último capítulo (“Madre Mara- Impr. Gráficas Don Bosco,
villas, testigo de la experiencia mís- 1993. 265 pp. 15,5 cm.
tica”, pp. 243-270) compendia su
juicio sobre la santidad mística de 4- Así pensaba y vivía La Madre
la Beata explicándola magnífica- Maravillas de Jesús, carmelita
mente a la luz de las enseñanzas de descalza. Madrid, Carmelitas
san Juan de la Cruz. de La Aldehuela, 1975. 128 pp.
No queda más que invitar al lec- 12 cm.
tor a saborear despacio estas pági- 5- BEATA MADRE MARAVILLAS DE
nas. Como señala el citado padre JESÚS, Pensamientos. La Alde-
Royo Marín, “¿hay acaso algún huela, Carmelitas Descalzas,
inconveniente en saborear repetidas 1998 (3ª ed.). 135 p. 8,5 cm.
veces un mismo exquisito manjar? (Trad. italiana: Pensieri. Ma-
Pues éste es el caso de este libro. drid, Carmelitas Descalzas,
Sus repeticiones llevan casi siem- 2001. 139 pp. 10 cm.).
pre nuevos matices que nos dan a
conocer cada vez más perfectamen-
te la fisonomía espiritual, profun- 1. “Esta pequeña biografía de
damente mística, de la gran santa urgencia, con motivo de la beatifi-
de nuestros días, Madre Maravillas cación de la Madre Maravillas de
de Jesús” (p. 12). Jesús, quiere ser humilde homenaje
a esta mujer extraordinaria; es
Simeón de la S. Familia decir, a la gloria de Dios, porque
272 RECENSIONES

todo es gracia”. Estas palabras del Los cien breves pensamientos


conocido y prestigioso autor de la de la Beata contenidos en este libri-
presente obra, Baldomero Jiménez to, constituyen un primer acerca-
Duque, sintetizan bien el contenido miento a los sentimientos y viven-
de este libro. cias de la protagonista. Aunque
El autor conoció personalmente posteriormente a esta primera edi-
a la beata Maravillas, admiró su ción han sido varios los libros
vida y su obra, y por ello sabe des- publicados con pensamientos y
cribir en estas líneas el amor a Dios otros aspectos de su espiritualidad
de la Madre, su espiritualidad, pro- y de su vida, la presente obrita no
fundamente carmelitana, su celo ha perdido su actualidad para quie-
nes se acercan por vez primera a
apostólico. En especial, merecen
esta carmelita descalza.
resaltarse los capítulos en los que
D. Baldomero, experto conocedor 3. Este pequeño librito contie-
de los escritos espirituales de la ne 1.041 textos brevísimos de la
Madre Maravillas, traza con mano Madre Maravillas de Jesús, extrac-
maestra el perfil de la extraordina- tos de entre las más de 6.900 cartas
ria vida interior de la Beata. y billetes que dirigió a sus monjas y
Acercarse a esta insigne carme- a personas de la más variada condi-
lita descalza no sólo es acercarse a ción.
un magnífico testigo de Dios en Estos pensamientos han sido
nuestro mundo de hoy, sino tam- recogidos por las Carmelitas
bién acercarse hasta la fuente Descalzas de La Aldehuela, que
misma del Carmelo Descalzo. han tenido particular empeño en
plasmar las expresiones más carac-
2. Desde que este librito salió a terísticas de la Madre, para que sea
la luz por vez primera, en 1981, ella misma quien nos muestre su
editado por la Postulación de la auténtica semblanza, humana y
Causa de la Madre Maravillas, han espiritual.
sido varias las ediciones que se han No pretende ser un tratado de
hecho de él, y miles los ejemplares espiritualidad este librito, que fue
que se han repartido por todo el editado por primera vez en 1993.
mundo. Prueba de la gran acepta- Es más modesta su intención. Pero
ción con que ha sido acogido por quien lea estas páginas la oirá a
los lectores. ella, en momentos y vivencias
La presente edición contiene diversas; conocerá su gran corazón
algunas necesarias modificaciones, para amar apasionadamente a Dios,
porque la Madre Maravillas ha sido y a los hombres por él. Y, sin duda,
ya elevada al honor de los altares. sentirá un auténtico contagio espiri-
RECENSIONES 273

tual y una ayuda cercanísima en el PIERRE ESTRATE, Il piccolo nulla:


caminar diario y en las más varia- Vita della Beata Maria di Gesù
das circunstancias de la vida. Crocifisso (1846-1878). [Ma-
donna dell’Olmo-Cuneo], Edi-
4. A los pocos meses de la zioni Agami, [2001]. 281, [4]
muerte de la Madre Maravillas de pp., 87 láminas también a color
Jesús, las Carmelitas Descalzas de (fot., facs., retrat., etc.), ilustra-
La Aldehuela, ante la creciente
ciones (facs.). 24x15,5 cm.
demanda de numerosas personas
que desean conocer algo más sobre
la vida de la Madre, tuvieron que Se trata de la primera traducción
editar este pequeño libro de bolsi- italiana de la Vida de la Beata
llo, con algunos apuntes biográfi- María de Jesús Crucificado
cos, anécdotas y pensamientos de (Baouardy), escrita en francés por
su santa priora. Tuvo buena acogi- el P. Pierre Estrate, sacerdote del
da esta obrita, que salió a la luz en Sagrado Corazón de Bétharram, y
junio de 1975, y desde entonces publicada en 1913, a los tres años
han sido varias las ediciones, en de su muerte, por las Carmelitas de
castellano y en francés, que de ella Belén y luego en 1916 en su segun-
se han hecho. da edición, que es la que aquí se
A partir de una selección de los sigue. La versión ha sido realizada
pensamientos contenidos en el libro por Tina Rizzone, mientras la
“Era así”, se ha llevado a cabo este publicación ha sido llevada a cabo
pequeño libro de bolsillo, editado con la colaboración de Antonino
por primera vez en 1995. A través Terzo y de la revista Messaggero di
de él, podemos descubrir el interior Gesù Bambino di Praga (Aren-
de esta gran carmelita descalza. zano-Génova). La documentación
Prologado por el señor Obispo de fotográfica, abundantísima y en
Palencia, D. Rafael Palmero, estos gran parte inédita hasta ahora, se
259 pensamientos, agrupados por debe al carisma peculiar del P.
temas, servirán para la interioriza- Girolamo Salvatico quien, con su
ción de cuantos se acerquen a estas arte, paciencia, meticulosidad e
páginas. Recientemente ha sido tra- ingeniosa agudeza por las cosas y
ducido al italiano por las Madres por la historia, ha sabido darnos
Carmelitas Descalzas de Villar de imágenes primorosas, emocionan-
Quart. tes y a veces rarísimas de hechos,
personas, circunstancias muy
Simeón de la S. Familia importantes de esta figura eminente
del Carmelo, gloria de la Iglesia
Católica de Tierra Santa. La colec-
274 RECENSIONES

ción de facsímiles de autógrafos de sí misma durante su noviciado en


la Beata María que el P. Girolamo las Carmelitas Descalzas de Pau el
nos ofrece, sacándolos de los más día 5 de septiembre de 1868, movi-
recónditos armarios del archivo de da por el ángel o “espíritu celeste”,
las Carmelitas Descalzas de Belén, al terminar sobre ella la posesión
es una riqueza hagiográfica de alto diabólica que había sufrido desde el
valor. 26 de julio hasta el 4 de septiembre
Llama un poco la atención el de dicho año. Una serie de estudios
título del libro. La edición francesa sobre nuestra Beata, publicada por
de 1916 decía así: Vie de Soeur los Carmelitas Descalzos de
Marie de Jésus Crucifié (1846- Toulouse en su revista Carmel (pri-
1878), religieuse carmélite conver- mer trimestre de 1999), ha adopta-
se, morte en odeur de sainteté au do también ese curioso título:
Carmel de Bethléem, et enseig- Mariam, le petit rien de Jésus
ments recueillis pendant ses exta- Crucifié. Hasta ahora se la conocía
ses, par le R.P. Estrate, prêtre du con el cariñoso apodo de “la picco-
Sacré-Coeur de Bétharram, son la araba”, “la petite arabe” y, con
directeur. Igual título llevaba (París buena traducción en nuestra len-
1919, 21 ed. 1927) la segunda bio- gua, “la arabita” (ed. por Bernardo
grafía de nuestra Beata escrita por Mª de S. José, Vitoria, Ed. El
otro betharramita, la del P. Denis Carmen, 1983). Desde ahora habrá
Buzy, biblista fecundo y de esclare- que empezar a llamarla también “la
cida fama, Superior General de su pequeña nada”.
Instituto durante 24 años y que Se abre esta edición con las dos
pasó 35 años de su vida en Belén, Presentaciones que hacen del libro
teniendo así tiempo y medios para el Patriarca latino de Jerusalén,
estudiar a fondo todos los docu- Mons. Michel Sabbah, y el Pre-
mentos relativos a la vida de Sor pósito General de los Carmelitas
María. Pero, como digo, por eso Descalzos, P. Camilo Maccise,
llama la atención lo del “piccolo seguidas por las Introducciones que
nulla” (“la pequeña nada”) de la se pusieron en la primera (1913) y
presente biografía. Hace pocos en la segunda edición francesa
años había salido a luz en alemán (1916). Desde la p. 19 a la 226, en
un libro de Karl-Heinz Fleckens- 19 capítulos se narran la vida, las
tein, gran devoto de nuestra Beata, virtudes, los dones, carismas y
que se intitulaba así: Mirjam fenómenos extraordinarios de la
Baouardy, das “Kleine Nichts” aus Beata. Sigue un Apéndice (pp, 227-
Bethlehem. Ese apelativo de “la 272) con los juicios dados por per-
pequeña nada” es un nombre que sonas importantes sobre la Beata, el
María de Jesús Crucificado se dio a texto de varias cartas, avisos espiri-
RECENSIONES 275

tuales, poesías y cantos místicos Después de su comunión solemne


compuestos por María de Jesús en 1857 parte con su tío para
Crucificado en diversas circunstan- Alejandría de Egipto. En 1858
cias. Y con noticias históricas sobre rehúsa el matrimonio que le había
algunos personajes relacionados propuesto su familia, y seguramen-
con ella, una bibliografía selecta y te en venganza por ello un turco la
una tabla analítica de temas, se cie- hiere gravemente con un corte de
rra este interesante volumen. cimitarra en la garganta y la arroja
La Beata María de Jesús en una cueva, donde la joven es
Crucificado fue dotada, como curada milagrosamente por “una
pocos, de las gracias y carismas religiosa vestida de azul”. Desde
1859 a 1865, varias peripecias la
más extraordinarios: éxtasis, levita-
llevan al servicio de diversas fami-
ciones, estigmas, transverberación
lias en Alejandría, Jerusalén, Beirut
del corazón, apariciones, profecías,
y Marsella. Allí entra en 1865 entre
conocimiento de cosas lejanas y
las Religiosas de San José de la
ocultas, bilocaciones, posesiones
Aparición. A la vista de la magni-
diabólicas y también angélicas.
tud y de la continuidad de sus caris-
Pero enseñada por San Pablo y por
mas extraordinarios, es enviada al
San Juan de la Cruz sabía que todo
Carmelo de Pau, en la diócesis de
eso es nada si no lleva al amor de Bayonne.
Dios y del prójimo. “La fe nos
El 27 de julio de 1867 toma el
basta –decía la Beata–, en ella no
hábito de Carmelita Descalza.
hay orgullo; estimo más ser pobre e
Durante su noviciado, que durará
ignorante, eso me hace comprender
cuatro años, tiene la gran gracia
la bondad y misericordia de Dios
mística de la transverberación del
que, siendo lo que es, se digna ocu-
corazón y la prueba terrible de la
parse de mí, siendo la que soy”. Sus
posesión diabólica y más tarde la
virtudes más características fueron
presencia especial en ella de un
la caridad, la obediencia y la humil- espíritu celeste. En agosto de 1870,
dad. todavía novicia, parte con otras
La vida de María de Jesús cinco religiosas para fundar un
Crucificado fue breve (32 años y Carmelo en la India: el convento de
medio), pero vivida en clave de Mangalore. Allí hace su profesión
movimiento y de sorpresas. Nacida solemne el 21 de noviembre de
el 1846 en Ibillin en la alta Galilea, 1871. En 1872 casi un año después
casi entre Nazaret y el Monte es devuelta por los Superiores a su
Carmelo, a los tres años queda primera comunidad de Pau, en
huérfana de padre y madre y es Francia. El 20 de agosto de 1875
adoptada por un tío paterno. forma parte del grupo de diez mon-
276 RECENSIONES

jas que salen de Marsella para fun- selo, como habían pedido, a las
dar el nuevo Carmelo de Belén en Carmelitas de su primera comuni-
Palestina. La que va como encarga- dad de Pau.
da de escoger el lugar, de hacer Esta maravillosa criatura, cuya
construir el edificio y de mantener vida coincide por entero con los
contacto con los arquitectos, maes- años de Pontificado del Beato Pío
tros de obras y trabajadores es IX, constituye en su vida y en su
nuestra Beata. Ella es la verdadera espiritualidad una de las glorias
fundadora de este convento. El 24 más puras y fúlgidas de la Iglesia
de marzo de 1876 tuvo lugar la Oriental y hace florecer en los
colocación de la primera piedra del tiempos contemporáneos la santi-
nuevo Monasterio. Durante ese año dad que había brotado exuberante
la Beata recibió la elevadísima gra- en los primeros siglos de la Iglesia
cia mística del matrimonio espiri- cristiana en Palestina. María de
tual. Jesús Crucificado fue solemnemen-
El 1878 fue el último año de su te beatificada por Juan Pablo II el
vida; en el mes de abril, con objeto 13 de noviembre de 1983.
de llegar a Nazaret para encontrar
terrenos para un nuevo Carmelo en Simeón de la Sagrada Familia
esta ciudad, viaja por tierra hacia el
puerto de Jaffa, descubriendo antes
el que se cree auténtico Emaús del
JESÚS BARRENA SÁNCHEZ, Educar
Evangelio, y sigue por mar hasta el
en valores. Aproximación a la
Monte Carmelo, en el puerto de
pedagogía de Teresa de Jesús.
Haifa, y de allí de nuevo por tierra
Burgos, edit. Monte Carmelo,
a su pueblo natal Ibillin, a Nazaret
2002. 220 pp.
para los asuntos del futuro Monas-
terio, y, pasando por el Monte
Tabor, camino hacia Belén. El 21 Nos encontramos ante un libro
de agosto, mientras llevaba un cán- que desborda los habituales moldes
taro de agua para aliviar el calor de de la bibliografía teresiana. Su
los obreros que trabajaban, tuvo autor, el Dr. Barrena, defendió en
una caída en el huerto de su con- 1999 su tesis doctoral sobre “La
vento, con fractura del brazo y libertad en el proceso educativo de
sucesiva imparable gangrena. Y así Teresa de Jesús”, en la Universidad
el 26 de agosto, a las primeras luces Nacional de Educación a Distancia.
del alba, rodeada de toda la comu- Al año siguiente publicaba su obra
nidad, entregó su espíritu al Señor. maestra “Teresa de Jesús, una
En la misma mañana le extrajeron mujer educadora” (Diputación
los médicos el corazón para llevár- Provincial de Avila e Institución
RECENSIONES 277

Gran Duque de Alba): un volumen loga desde las necesidades y espe-


de 456 páginas, con tratamiento del ranzas del otro. Que orienta los pro-
tema no sólo de alto nivel técnico, cesos educativos de cuantos toman
sino exquisito y sugeridor. contacto con ella, y todo con la
De ese voluminoso estudio habilidad de una extraordinaria
nacen ahora las 220 páginas del educadora” (p. 216).
presente libro, con el propósito de El autor mantiene (y demuestra)
acercar a los lectores –estudiosos, a lo largo del libro la convicción a
pedagogos, teresianos– las líneas que llegaron ya sus estudios ante-
de fuerza de la pedagogía “no-for- riores: que el nombre de Teresa,
mal” de Teresa. Vale el subtítulo de “anotado ya en las páginas de la
su obra: “Aproximación a la peda- literatura universal y paradigmático
gogía de la Santa”, a su pedagogía en la teología mística, encuentre un
práctica e integral. lugar en la nómina de quienes por
En el libro se analiza el progra- su saber o por su buen hacer, prota-
ma educativo y el gesto pedagógico gonizaron las Historia de la Edu-
cación española”.
contenidos en los escritos teresia-
nos, destacando aspectos funda- T. Álvarez
mentales: la educación del hombre
cabal, la pedagogía de la libertad
humana, cómo dinamizar la peda-
gogía del amor, cómo educar en JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER,
valores, posiciones precursoras de Obras Completas. Camino.
Teresa en la formación de la mujer, Edcición crítico-histórica prepa-
etc. A lo largo de su exposición, el rada por Pedro Rodríguez.
autor nos acerca al pensamiento y a –Ediciones Rialp, Madrid 2002.
las maneras educativas de la Santa, 25xi7 cm, XXXVI– 1196 pp.
pero enfrentándonos a la vez con
los avances científicos y técnicos Sólo unos meses antes de la
de la pedagogía de hoy, y encarán- canonización de san Josemaría
donos con “el núcleo” de la crisis Escrivá de Balaguer ha visto la luz
que padece nuestra sociedad. Entre este volumen, que contiene el más
sus conclusiones, merece la pena célebre de sus escritos –Camino–, y
destacar que en Teresa “nos encon- que es un verdadero monumento
tramos ante una mujer que propone erigido al autor y a su libro.
ideales enriquecedores de la perso- Preparado y publicado por el
na, del ciudadano y del creyente. “Instituto Histórico Josemaría
Que despierta pasiones nuevas. Escrivá”, el presente volumen es el
Que escucha sin tiempo y que dia- primero de una copiosa serie consa-
278 RECENSIONES

grada a la edición crítica de las 1939 (pp. 17-122); b/ análisis de los


Obras Completas del Santo, que materiales disponibles para la edi-
constará de cinco series, a saber: la ción crítica de la obra (pp. 123-
serie primera recogerá todas las 151); c/ género literario y estructu-
obras ya publicadas de san ra interna del libro (pp. 153-190);
Josemaría; las segunda, sus obras d/ criterios seguidos en la presente
anteriormente no publicadas; la ter- edición de Camino (pp. 191-212:
cera, su Epistolario; la serie cuarta, con sendas ilustraciones fotográfi-
sus autógrafos; y la quinta abarcará cas, del autógrafo y del texto meca-
el legado de su predicación oral. nografiado por el Santo).
El presente volumen hace el Interesante todo ello, pero sin
número uno de la primera serie, y duda lo es mucho más el apartado
contiene, como hemos notado ya, la siguiente, que contiene el texto de
edición crítico-histórica de Camino, en edición histórico-críti-
Camino, preparada por Pedro ca. Es decir, en cuanto “crítica”,
Rodríguez, profesor en la Facultad documenta en nota las fuentes,
de Teología de la Universidad de variantes y modulaciones de cada
Navarra. (Desde esta revista es uno de los 999 números de que
obligado recordar su colaboración consta el libro. En cuanto “históri-
en la Biblioteca Mística Carme- ca”, el texto de cada sentencia de
litana de nuestra Editorial Monte
Camino va seguido de un amplio
Carmelo, con el tomo 28 de la
comentario, que a primera vista
colección, dedicado a la Venerable
parece sumergir en la floresta de la
Catalina de Cristo y a su preciosa
glosa la flor de cada aforismo o
biografía, debida a la pluma de
cada pensamiento de Camino, pero
Leonor e la Misericordia, coetáneas
que en realidad sirve para centrar la
y discípulas una y otra de Santa
atención en él y contextualizar o
Teresa). Las 1230 páginas de este
realzar su contenido. Así, los 999
primer volumen de las “Obras
Completas” de san Josemaría, tras puntos temáticos de la obra pasan a
una tabla crono-biográfica del ocupar algo más de 800 páginas en
Santo (pp. xxxi-xxxvi), continúan el volumen (pp. 213-1017).
con una copiosa introducción gene- Sigue todavía una serie de apén-
ral sobre el “autor y su obra escrita” dices complementarios (pp. 1019-
(pp. 1-16), seguida de una serie de 1195). El más interesante de todos,
preámbulos históricos, redacciona- el apéndice primero, con las notas
les y analíticos de Camino: a/ his- del mismo san Josemaría a diversas
toria de su redacción, concluida en ediciones castellanas de su obra,
Burgos 1938 en plena guerra civil desde la edición 5ª (1948) hasta la
española, y publicada en Valencia 15ª en 1958 (pp. 1027-1029), pri-
RECENSIONES 279

micias de los centenares de miles habría que decir de los Avisos que
de ejemplares del libro, que habían nos dejó santa Teresa de Jesús” (p.
de expandirse por todo el mundo en 157). Notemos que en este último
decenas de versiones a tantos otros caso (los Avisos), Camino se
idiomas. emparentaría no ya con santa
Ante volumen tan denso y, por Teresa sino con la inicial espiritua-
tantos motivos, difícil de reseñar, lidad ignaciana de Castilla. Con
me permito destacar dos detalles todo, notemos que san Josemaría
minúsculos. El primero sobre la “dedicó especial atención a santa
puntualización del género literario Teresa de Jesús, hacia la que siem-
de Camino. El segundo sobre el pre manifestó gran devoción, tanto
por su empresa apostólica en servi-
comentario a uno cualquiera de sus
cio de la Iglesia, como por su iti-
números.
nerario de entrega y trato con
Al problema del género litera- Dios” (p. 4).
rio de Camino le dedica el editor
Precisamente entre las varias
las pp. 153-167. Según él, aunque
citas de santa Teresa en Camino
el libro no es fácilmente reducible
hay una –algo desconcertante– que
a un único género literario, en él
puede servirnos de botón de mues-
prevalece el género aforístico “en
tra para calibrar la seriedad y
la línea de las obras de la espiritua- exhaustividad con que el editor
lidad”, es decir, no en la categoría bucea las posibles fuentes del libro.
de “ocurrencias” o “pensamientos Ocurre en el n. 761, que reza así:
sueltos” a la manera de Pascal o de “Hombre libre, sujétate a volunta-
Kierkegaard, sino en la marcada ria servidumbre para que Jesús no
por la tradición espiritual cristiana tenga que decir por ti aquello que
desde La Imitación hasta los coetá- cuentan que dijo por otros a la
neos, Beatos Pedro Poveda o Don Madre Teresa: ‘Teresa, yo quise...
Manuel González. “Dentro de las Pero los hombres no han queri-
letras españolas hay también mani- do’...” Episodio que, obviamente,
festaciones ilustres de este género no pertence a los escritos sino a la
de literatura aforística: san Juan de leyenda teresiana. El comentario
la Cruz escribió sus Dichos de luz (pp. 843-845) indaga, ante todo, el
y amor, que son ideas sintéticas, de posible cauce por el que fluyó ese
poderosa fuerza espiritual, escritas presunta anécdota teresiana hasta
para ayudarse en la dirección espi- las octavillas preparatorias de
ritual. En el mismo autor encontra- Camino. Nota luego las reservas
mos las Cautelas o Consejos, reco- adoptadas por el autor respecto de
gidos al final de sus obras, de la autenticidad de ese dicho (“...que
intención parecida. Otro tanto cuentan que dijo [el Señor] a la
280 RECENSIONES

Madre Teresa”). Y por fin se inda- CIRO GARCÍA, La mística del


ga la historia chica de esa leyenda Carmelo, (Estudios MC). Edi-
(por cierto, no recordada en la torial Monte Carmelo, Burgos
Leyenda áurea teresiana de Otilio 2002, 198 pp.
Rodríguez): “El más antiguo testi-
monio literal que ha aparecido en Es un estudio de la corriente
esta investigación, identificado por mística de la escuela carmelitana,
una carmelita de Teruel, es tardío: que mayor influencia ha tenido en
del P. Luis Coloma, S.J., que cierra la historia de la espiritualidad cris-
su conocida obra Jeromín precisa- tiana hasta nuestros días. Arrancan-
mente con estas palabras de Cristo do del pasado, se proyecta sobre el
a la Santa” (p. 844. - Extrañamente futuro como una aportación a la
a Jeromín tampoco lo recuerda espiritualidad del siglo XXI, carac-
Emeterio G. Setién en Mística y terizada por su tendencia mística.
Novela, en el capítulo dedicado a la
Hablar de “la mística del
presencia de Teresa en las novelas
Carmelo” es tocar la fibra más ínti-
de L. Coloma: pp. 13-21). Y el
ma de la espiritualidad teresiano-
comentario sigue todavía indicando
sanjuanista, que más hondamente
el posible nexo de ese dicho tere-
ha influenciado la corriente mística
siano (o más bien las palabras de
que cruza la historia. Bajo este hilo
Cristo a la Santa) con su remota
conductor, trato de reconstruir la
fuente evangélica, Lc 19,42-44; Jn
historia de la “escuela mística car-
5,7.
melitana”. Estas son las principales
De todo ello resulta obvia una preocupaciones que me han guiado:
doble conclusión: que estamos ante En primer lugar, quiero estable-
una obra clásica y, como tal, peren- cer desde el punto de vista histórico
ne de la espiritualidad cristiana, el la periodización de la escuela, con
Camino; y ante una edición docu- sus figuras más relevantes y las
mental, que no sólo enmarca y líneas principales de su pensamien-
engasta la joya de ese libro, sino to, dentro de un desarrollo progresi-
que nos acerca a la espiritualidad vo de la experiencia mística y de
española del reciente siglo XXI y los estudios doctrinales sobre ella.
desde ella a sus enclaves en la espi- En esta periodización histórica
ritualidad cristiana de siglos ante- trato de seguir el desarrollo general
riores. de la historia de la espiritualidad,
apartándome así de los criterios
T. Álvarez seguidos anteriormente, que estu-
diaban las figuras de la escuela por
nacionalidades o procedencias.
RECENSIONES 281

En segundo lugar, trato de hacer experiencia: mística, contempla-


una actualización de la escuela car- ción, purificación, unión, misión.
melitana de espiritualidad, cuyo Se cierra esta parte con un estudio
punto de referencia fundamental ha sobre la aportación de la escuela
sido hasta ahora la obra de carmelitana a la “cuestión mística”,
Crisógono de Jesús Sacramentado tan debatida en la primera mitad del
(1930) y la posterior puesta al día siglo XX.
de Simeón de la Sgda. Familia El estudio se centra en la espiri-
(1970). No hago una presentación tualidad teresiano-sanjuanista y en
exhaustiva de las figuras ni de los su rica herencia. Esta concentra-
temas; estudio las más representati- ción no nos ha permitido abrir el
vas y siempre desde la óptica pri- panorama a otras figuras de la mís-
mordialmente mística. tica del Carmelo calzado. De haber-
En tercer lugar, recojo amplia- lo hecho, lo que se ganaba en con-
mente la producción mística del centración, se perdía en dispersión.
siglo XX: revistas, congresos, san- Hubiese sido un libro de otras
tos, maestros, doctores, teólogos, características y de otra envergadu-
que representan un fuerte movi- ra, que no se excluyen pero que
miento de floración mística del requieren unos planteamientos más
Carmelo con hondas repercusiones amplios de los que aquí se hacen.
eclesiales. Este movimiento ha sido Otra limitación, libremente
denominado como “mística de ser- impuesta, es la representatividad
vicio”. casi exclusiva de la mística euro-
El libro tiene dos partes. La pri- pea. Es éste el condicionamiento
mera es histórica: estudia en un histórico fundamental que, sin
primer período el nacimiento de la embargo, está llamado a abrirse a
escuela, a partir de la extraordinaria otros condicionamientos, teniendo
experiencia de los maestros funda- en cuenta la apertura de la mística
dores del Carmelo y de sus admira- del Carmelo a otros horizontes cul-
bles escritos, y el florecimiento turales. Sería como una nueva
místico del siglo XVII; en un relectura, a la luz de los nuevos
segundo período, se aborda el contextos culturales y de las nuevas
resurgimiento y apertura teológica sensibilidades religiosas, que bien
de los siglos XIX y XX. justificarían un nuevo capítulo,
La segunda parte es teológica: relativamente fácil de perfilar.
trata de hacer una síntesis y valora- Una de mis preocupaciones
ción doctrinal de la mística carme- actuales –y así lo he reflejado en el
litana, destacando la articulación libro– es el diálogo entre mística y
interna de los temas centrales de su teología, y destacar más concreta-
282 RECENSIONES

mente la dimensión teológica, obje- La teología espiritual contem-


tiva, mistérica de la mística del poránea queda profundamente
Carmelo, participando así en el marcada por esta problemática,
movimiento actual de una recupe- que gira sucesivamente en torno a
ración de la mística objetiva, que va los movimientos que alumbran el
más allá de la mística subjetiva en Concilio: místico, bíblico, patrísti-
que están empeñadas la teología y co, monástico, litúrgico, y poste-
la espiritualidad contemporáneas. riormente en torno a las corrientes
de espiritualidad postconciliares.
Ciro García De ahí los dos capítulos centrales
de la obra: uno sobre el “retorno a
las fuentes” y “la apertura al
CIRO GARCÍA, Teología Espiritual mundo moderno”, proclamada por
Contemporánea. Corrientes y el Vaticano II (cap. 5); otro sobre
perspectivas, Estudios MC, Ed. “la espiritualidad del concilio
Monte Carmelo, Burgos 2002, Vaticano II: conciliar y postconci-
384 pp. liar” (cap. 6).
Esta obra de Teología Espiritual El primero va precedido de un
Contemporánea es refundición y estudio de la “cuestión mística” y
actualización de otra anterior que de la problemática de la teología
apareció en los años inmediatos al espiritual en la primera mitad del
Vaticano II bajo el título Corrientes siglo (naturaleza, fuentes y méto-
nuevas de teología espiritual do), que culmina en los movimien-
(1971). Ambas obras tienen como tos mencionados, los cuales reciben
punto de referencia fundamental el el espaldarazo definitivo del
Concilio Vaticano II: la primera, Vaticano II.
como punto de llegada; la segunda, El segundo capítulo es una
como punto de partida. exposición de la espiritualidad con-
Su exposición abarca la proble- ciliar y posconciliar que compren-
mática de la teología espiritual a lo de: el perfil espiritual del Concilio,
largo de todo el siglo XX, hasta los los núcleos de su espiritualidad y
albores del mismo siglo XXI. Su las líneas emergentes de una espiri-
criterio expositivo viene marcado tualidad renovada. El estudio se
por el mismo Concilio, teniendo en completa con un capítulo ulterior
cuenta la conciencia eclesial, la sobre las nuevas orientaciones de
renovación espiritual y el diálogo la teología espiritual en los últimos
con el mundo contemporáneo; cri- años.
terio expuesto por Pablo VI e La amplitud de la panorámica y
impulsado por Juan Pablo II. la riqueza bibliográfica quieren
RECENSIONES 283

hacer de este estudio un servicio de A través de la acción del


orientación y de guía en la temática Espíritu Santo María se presenta
espiritual contemporánea, tanto como la expresión más perfecta de
desde su perspectiva histórica una vida-vocación, llamada a la
como teológica. La preocupación libertad, que asume la propia res-
fundamental que guía al autor es el ponsabilidad y la de los demás.
diálogo entre la teología espiritual A lo largo de sus páginas, el
y las corrientes de espiritualidad; autor, nos presenta a María como la
diálogo que se desdobla en otro de expresión máxima de la redención
suma trascendencia entre la teolo- realizada y actual, que invita y
gía contemporánea y la espirituali- empuja a la Iglesia y al mundo a
dad cristiana, tratando de buscar su mirar al futuro con esperanza.
mutuo enriquecimiento, con el Además María se presenta como la
alumbramiento de un nuevo “pro- garantía de que la salvación es posi-
yecto de teología mística”. ble y real en la acción de la iglesia y
Ciro García en la colaboración creyente, que
actúa mediante la caridad. María se
presenta como la mujer ‘vestida del
ÁLVAREZ-SUÁREZ, A., Con María... sol’ que guía hacia la luz.
Retos evangélicos-eclesiales de En cinco capítulo nos va pre-
la espiritualidad mariana, sentando a la Virgen como: María:
Editorial Monte Carmelo, Luz que ilumina; María: Memoria
Burgos, 2002, 13x21, 175 pp. de los misterios de Cristo; María
en el corazón de la Iglesia;
El autor, conocido ya por otras Retablos Marianos; Estampas
varias obras impresas en esta Marianas; concluyendo con un
misma Editorial sobre temas tere- Epílogo donde se responde maravi-
siano-sanjuanistas, profesor en el llosamente a la pregunta ¿quién es
Teresianum de Roma durante María?: María es la sierva ‘que
varios años, nos presenta a la manifiesta su sincera disponibili-
Virgen como el ‘místico libro’, dad ante la voluntad de Dios, y que
libro abierto en el que la iglesia ha afirma y confirma su real y concre-
leído las antiguas profecías evoca- ta colaboración con los designios
doras de Cristo y que en Él se cum- divinos’. ‘María es presentada y
plen de manera plena. contemplada en la vida de la
María bajo la acción del Espíritu Iglesia -y a lo largo de este libro-a
Santo, es, a la vez, el modelo de partir de una auténtica experiencia
lectura y de interpretación del men- interior del misterio cristiano.
saje de la Palabra que salva. María, oyente de la Palabra, descu-
284 RECENSIONES

bre y señala para la vida de la hitoriografía en general, se abre con


Iglesia la hora de Dios en la histo- este volumen a un sector documen-
ria de la humanidad, acogiéndola tal hasta hora no tocado por los
mediante el “consenso” y “asenso” estudiosos de la orden. Sí se había
de la voluntad de Dios’. llevado a cabo trabajos de esta
Así la ha ido viendo y presen- índole, pero siempre referente a los
tando el autor a un grupo de estu- Capítulos generales de la Congre-
diantes con los que ha ido reflexio- gación italiana (1605-1872) y de
nando y meditando estos temas toda la Orden (1881-1961), no así
marianos que ahora nos presenta. de los Capítulos provinciales. Se
No debemos olvidar que el P. trata de una fuente imprescindible
Aniano impartió, entre otras mate- para conocer la vida de las provin-
rias, esta de Mariología en la cias, en este caso de la provincia
Facultad del Teresiaum de Roma. más antigua de la Congregación
española (1589-1832), provincia
Este libro nos ayudará a conocer
que abarcaba un amplio territorio
en mayor profundidad, a vivir
que comprendía Castilla la Vieja y
mejor y a imitar las virtudes de la
Galicia, y hasta el siglo XVIII tam-
Virgen en el nuevo año mariano
bién Navarra y el País Vasco.
2002-2003.
El presente texto reproduce en
Fr. Pedro Ortega, ocd su integridad el ms. conservado en
el archivo provincial OCD de
Madrid, pero va acompañado de
una cantidad considerable de notas
ACTAS de los Capítulos provincia-
de carácter histórico y jurídico. En
les de la Provincia de San Elías
los Apéndices nos encntramos ade-
de Castilla la Vieja (1589-
más con documentos y subsidios
1832). Edición y notas: Teodoro
que son un gran complemento: los
SIERRA OCD y Manuel DIEGO
Catálogos más antiguos de religio-
SÁNCHEZ OCD, Roma, Teresia-
sos de la provincia (1589 y 1592);
num, 2002, xxxvii-954 pp., 24
actas de algunos definitorios anti-
cm. (Monumenta Historica guos; la carta del último provincial
Carmeli Teresiani). antes de la nefasta exclaustración
(12-9-1835); situación jurídica en
La prestigiosa colección “Mo- los años de la exclaustración (1835
numenta Historica Carmeli Tere- y ss.); lista de superiores provin-
siani” que ha llevado a cabo aporta- ciales etc. En el ídice analítico se
ciones de un gran valor histórico hace una biográfica ficha esencial
para la Orden del Carmelo de cada religioso citado en el libro.
Teresiano y para el mundo de la Estamos ante el primer catálogo de
RECENSIONES 285

la historia de la provincia y ante Concluyo opinando que libros


una ingente labor de los editores. como éste del I.H.C.T. que se sue-
El editor que concluyó el traba- len publicar poco, llaman la aten-
jo no deja de llamar la atención ción de los lectores, a la vez que
sobre la imposibilidad de llevar a prestan un importante servicio a la
cabo una labor como la presente sin historiografía carmelitana.
la previa organización de los archi- Francisco Vega Santoveña
vos conventuales tanto de frailes
como de monjas. La provincia de
Castilla arremetió esta labor a par- ANASTASIO BALLESTRERO, Autori-
tir de 1977 y ello ha hecho posible tratto di una vita. Padre Anas-
un trabajo de esta envergadura, tan tasio si racconta. Roma, Edizioni
rico en notas y noticias. OCD, 2002, 445 p., 19 cm.
El texto en cuestión nos parece El P. Anastasio Ballestrero,
de importancia no sólo para la his- como era conocido en gran parte
toria de Castilla la Vieja, cuatro del mundo eclesiástico, tiene
veces centenaria, hasta la exclaus- muchos libros de espiritualidad
tración, sino para toda la Orden del escritos, si bien él no se propuso
Carmelo Teresiano, pues en sus escribir y publicar ninguno. Han
páginas van desfilando problemas sido otros quienes por amor filial y
de carácter disciplinar y jurídico, fraterno los han dado a la prensa, y
costumbres y mentalidades que de ellos han bebido espiritualmente
tocan la vida toda de la antigua muchos fieles –frailes, monjas, lai-
Congregación española. Aquí cos– que encotraron en sus páginas
encontrará el lector asuntos tales llenas de unción, de amor a la
como la organización de los estu- Iglesia, razones para crecer espiri-
dios, tareas apostólicas y modo de tualmente gastando la vida por el
coordinarlas, el ejercicio práctico Reino.
de la autoridad etc., sin dejar de Algún prolífero escritor contem-
lado la ideología que regía entonces poráneo ha dicho “ahora hablo de
en la vivencia de la vida consagra- mí” y ha ofrecido al público algu-
da. Y algo tan importante como nas pinceladas de su vida. El P.
palpar el influjo doctrinal de la Anastasio no lo hizo así; pero no
Madre Teresa y de San Juan de la han faltado otros que lo han hecho
Cruz, fundadores de la nueva fami- por él. Así el fiel colaborador P.
lia del Carmelo, que se va dibujan- Giuseppe Caviglia y el periodista
do en la celebración a lo largo de Marco Bonetti han recogido y orde-
los años y centenarios, en las actas nado conversaciones sobre todo
de estas reuniones capitulares. con las carmelitas descalzas, escri-
286 RECENSIONES

tos y discursos del cardenal en su radas y ansiadas. Faltaba algo que


larga trayectoria, y nos ofrecen este nos mostrara al P. Anastasio
testamento tan especial del mismo. Ballestrero en su intimidad. Y en
Por estas páginas discurren los este libro lo tenemos reflejado muy
acontecimientos y vida de un hom- cumplidamente.
bre de Iglesia desde su infancia
hasta los momentos de la prueba de Francisco Vega Santoveña
su enfermedad y vejez. Todo ello
en un lenguaje llano y sencillo,
VARIOS, La Meditación Tere-
claro y natural. Aquí vienen refleja-
siana, Ávila, CITeS, 2002, 177
dos para nosotros aspectos de su
pp., 22 x 13 cm.
vida y pensamiento espiritual, de su
amor a la Iglesia y a la orden del
La Fundación CITeS (Centro
Carmelo Teresiano, de su paso por
Internacional Teresiano-Sanjua-
el generalato de la misma, donde
nista), Ávila, dirigida por Fco.
será recordado como uno de los
Javier Sancho Fermín, a su
más amados generales del siglo
Colección “Claves”, que lleva ya
XX. Y también está aquí reflejado
publicados varios libros, añade
su amor por Teresa de Jesús, la
ahora una nueva sobre “Estudios
madre, la maestra. Y como cantor
Teresiano-Sanjuanistas”. Escoger
de sus obras y su espiritualidad: “El
el tema de La Meditación Teresiana
Castillo de Teresa es una obra
- Características fundamentales y
inmortal de la humanidad, es el
sus prácticas, es sin duda un acier-
fruto de un genio y de una santidad
to. Preparado en colaboración, res-
incomparable. Es un libro que no
ponde a la idea, plasmada ahora en
muere. De esto estamos todos segu-
papel, surgida en las Semanas
ros y felices”.
Teresiano-Sanjuanistas que desde
Aquí quedan reflejadas sus hace dos años organiza el CITeS en
andanzas pastorales por Bari y el mes de mayo, con la colabora-
Milán, sus desvelos en el oficio de ción del Excmo. Ayuntamiento de
pastor, sus preocupaciones por los Ávila. El deseo de que la doctrina
sacerdotes, por los jovenes, los expuesta no quede sólo reservada a
obreros. Su actuación siempre los semanistas, sino que otros pue-
clara, transparente y valiente al dan también enriquecerse, se con-
frente de la Conferencia episcopal cretiza en esta nueva Colección,
italiana. que promete ser fecunda. Se propo-
Concluyendo: un gran hombre, ne ofrecer temas de actualidad. La
carmelita, obispo, queda reflejado meditación teresiana siempre lo ha
en estas páginas, que ya eran espe- sido y parece que estas últimas
RECENSIONES 287

décadas lo es en particular. El hom- Ávila anda por medio. Conocerse,


bre, en su comprensión antropológi- viene a decir el autor de estas pági-
co-teológica, es visto como un ser nas, no es buscar a un Dios que
en camino hacia su plenitud en anda por las nubes, sino encarnado
Dios. Teresa quiere echarle una y presente en el mismo hombre.
mano para conseguirlo. Con su ora- El tercer capítulo tiene un senti-
ción lo pone en la senda segura para do de practicidad. Aquí radica su
que alcance la madurez en Cristo. actualidad. Su autor, Pedro Tomás
Cuatro son los temas expuestos Navajas, lo titula: “Técnicas y ayu-
en el presente volumen. El primero, das para la práctica de la medita-
“De la Dirpersión al Recogi- ción teresiana”. Es Teresa la que
miento”, lo presenta Rómulo habla, aunque no sea exclusiva. En
Cuadras Londoño. Trata de expo- la exposición ha prevalecido el pro-
ner la manera de entrar en uno fundo conocimiento que Teresa
mismo para crear clima y el espacio tiene de la psicología humana, mas-
apropiado para la meditación culina y femenina, y de su indivi-
auténtica. Hoy el hombre necesita dualidad.
aprender a recogerse, por encon- El último tema, “La meditación
trarse volcado hacia fuera. Se des- teresiana en diálogo con el protes-
conoce por dentro. Y ya se sabe, tantismo”, pertenece a Santiago
según la idea muy teresiana: quien Guerra Sancho, especialista en la
no sabe pasearse por dentro de sí materia, que honra a cualquier libro
mismo, es fácil que camine a la donde aparece su firma, como suce-
deriva. Este tema siempre ha sido de en este caso. Con todo, no deja
de mucha actualidad. de sorprender, que haya sido inser-
Como lo es el segundo: “El tado en este volumen, pues no está
conocimiento de sí en la medita- en la línea seguida por los anterio-
ción teresiana”, expuesto por Fco. res. Sin dejar de ser un tema intere-
Javier Sancho Fermín. Comienza sante, parece tiene la misión de lle-
por afirmar que quizás se trate de nar unas páginas para las que no
uno los elementos que pasa más fue escrito, aunque formase parte
desapercibido en el ámbito de la de las exposiciones de alguna de las
oración teresiana. Sin negar lo que semanas celebradas.
afirma, quizás convenga no genera- El volumen se cierra ofreciendo
lizar, pues difícilmente se acerca una breve bibliografía sobre la ora-
uno a Teresa de Jesús sin acabar ción teresiana, por si alguno necesi-
conociéndose un poco mejor. ta mayor profundización.
Obligado resulta hacerse nuevos
planteamientos, cuando la Santa de Evaristo Renedo
288 RECENSIONES

MARTÍN DEL BLANCO, MAURICIO, Lo que queda subrayado, desde


María y los santos del Carmelo la primera página hasta la última, es
(col. Karmel), Ed. Monte la gran importancia que tiene María
Carmelo, Burgos 2001, 207 pp. para todos estos autores.
La metodología seguida por el
El libro que nos ocupa es pre- autor difiere un poco entre la pri-
sentado por el autor con un objeti- mera parte y la segunda. Los gran-
vo claro: subrayar de manera senci- des Doctores místicos son analiza-
lla y didáctica la importancia que dos desde un punto de vista que une
tiene la presencia de la Virgen experiencia y doctrina; vida y
María en toda la espiritualidad car- devoción. La segunda parte intenta
melitana. De manera especial se seguir el mismo esquema pero de
detiene en la doctrina de los tres manera más sucinta, centrándose
grandes doctores de la Iglesia car- en aquellos aspectos más importan-
melitanos: Sta. Teresa de Jesús, San tes de sus respectivos mensajes
Juan de la Cruz y Sta. Teresa del espirituales.
Niño Jesús. A ellos dedica la pri- Logra, por consiguiente, una
mera parte del libro, articulado en presentación del tema mariano ágil
tres capítulos. y atractivo. Huye de las complica-
La segunda parte del libro, arti- ciones y de los discursos teológi-
culada en siete capítulos, se detie- cos, haciendo que el libro adquiera
ne en el análisis de la doctrina de un tono divulgativo muy peculiar.
una serie escogida de autores perte- Como si se tratase de buscar el
necientes a la rica tradición espiri- “engolosinamiento” del lector que
tual carmelitano-teresiana. Son los se acerca por primera vez a estos
siguientes: Santa María Magdalena temas. Lógico, es decir, que es un
de Pazzi, Santa Teresa Margarita libro que va dirigido a un público
del Sagrado Corazón de Jesús numeroso y variado.
(Redi), Santa Teresa Benedicta de No obstante lo dicho, no pode-
la Cruz (Edith Stein), Santa Teresa mos pasar por alto la bibliografía
de Jesús “de los Andes”, Beato que presenta el autor al final de
Francisco de Jesús, María y José cada capítulo, con la intención de
(Palau y Quer), Beata Isabel de la abrir al lector sus posibilidades de
Trinidad. Si nos detenemos en su profundizar en el tema. Pero el
datación cronológica, nos damos autor no contento con esto, pone los
cuenta que este estudio recorre toda instrumentos necesario para moti-
la historia de la espiritualidad tere- var la curiosidad del lector. Así,
siano-sanjuanista (siglos XVI- cada capítulo concluye con un
XX). breve cuestionario que sirve de
RECENSIONES 289

reflexión (e incluso de oración). ordinaria diaria” cap. III); posterior-


Además, el libro concluye con un mente analizará la presencia de
epílogo y unos apéndices que nos María en el misterio de Dios Trino:
informan de lo viva que está aún “la Santísima Trinidad y la Virgen
hoy en día María del Carmen. María” (cap. IV), “el misterio pas-
En resumen, y concluyendo, cual y María de Nazaret” (cap. V) y
podemos decir que es un libro sen- “el Espíritu Santo y la Madre de
cillo, de fácil manejo, con múltiples Dios” (cap. VI); seguirá con el tema
posibilidades de lectura; recomen- de María y su participación en el
dable para todo el “pueblo cristia- misterio de la Iglesia: “María forma
no”, pero de manera especial para parte del misterio de la Iglesia”
los miembros de las cofradías del (cap. VII), “María, modelo y anima-
Carmen y del Carmelo Seglar. dora de nuestra fe” (cap. VIII) y
Siendo útil, incluso, para la lectura “María, modelo de nuestra vida
en común y la subsiguiente discu- cristiana” (cap. IX); y concluirá con
sión. la cristalización de María como
Angel Gutiérrez modelo para la vida consagrada
(“María de Nazaret, modelo de la
Vida Consagrada” (cap. X), “la
Virgen María, Madre especial de
MARTÍN DEL BLANCO, M., “Llena los consagrados” (cap. XI) y “María
de Gracia”. Es su nombre, discípula de Jesús, virgen orante,
(Col. Karmel), Ed. Monte modelo de virtudes” (cap. XII).
Carmelo, Burgos 2001, 173 pp.
De lo dicho, podemos concluir
que el estudio se centra en conteni-
En este libro su autor, de mane- dos básicos de la Mariología, aten-
ra sencilla y divulgativa, pretende diendo de manera especial a aque-
presentarnos la imagen de María, llos puntos prácticos que pueden
atendiendo a su identidad como ayudar al lector en su vida ordina-
mujer humana elegida por Dios y ria. No conviene, tampoco olvidar
como modelo de santidad y perfec- la óptica espiritual y pastoral con la
ción cristiana. que están tratados todos los temas,
Es por ello que se centrará en su como nos indica el mismo autor en
realidad histórica. Por ello articula- la introducción: “se intenta, pues,
rá todo su estudio en base a cuatro que sirva de ayuda para la refle-
puntos: en primer lugar, se dedicará xión personal, para la meditación-
a analizar quién es María (“la mujer oración comunitaria, para retiros
amada de Dios” cap. I, “la mujer de espirituales, e incluso, para cual-
la fe” cap. II y “la mujer de la vida quier plática-charla de ejercicios
290 RECENSIONES

espirituales en torno a la Virgen” estos últimos siglos. La perspectiva


(p. 17). se acerca a la de la teología actual;
La metodología seguida en la parte del análisis de los datos que
exposición de los temas, como es nos presenta la Sagrada Escritura
lógico, se ordena a tal finalidad. –tanto en el Antiguo Testamento
Predomina la sencillez, tanto en el como en el Nuevo– acerca de la
lenguaje como en las ideas; lo que figura de María. Los textos utiliza-
hace que tengamos que resaltar la dos son Gn 2, 4b-3,24; Mt 1-2; Mc
claridad de las exposiciones, favo- 3, 20-21 y 31-35; Mc 6, 1-6; Lc 1-
recidas por la presencia de párrafos 2; Lc 8, 19-21; Lc 11, 27-28; Gal 4,
cortos que encierran la idea y por la 4-5; Hch 1, 14 y 2, 1; Apocalipsis.
utilización de una terminología Como vemos, son abundantes los
que escapa de lo docto. textos que utiliza el autor; si bien el
autor no se engaña, y pronto nos
La reflexión de cada tema viene dice que no es mucho lo que cono-
ayudada por el cuestionario con el cemos de María, “pero sí son sufi-
que concluye cada capítulo. Lo que cientes para dibujar y plasmar la
también puede ayudar en la actuali- historia de la persona de María
zación y en la concreción personal
como una mujer excepcional y sin-
de esos temas. Sirven como llama-
gular, aunque no sea eso precisa-
da de atención al “lector avisado”.
mente – sus privilegios y sus obras
En resumen, es un libro abierto personales– lo que cuenta esencial-
a todo tipo de lector y puerta de mente” (p. 21).
entrada para todo aquel que quiera
profundizar en la persona de María. En un segundo momento el
autor hace un rápido recorrido por
Angel Gutiérrez el lugar que ha ocupado María en la
teología; y lo hace siguiendo el pre-
sente esquema articulado en tres
MARTÍN DEL BLANCO, M., Dichosa niveles complementarios: 1. María
Tú… que has creído (col. a nivel de los privilegios, 2. María a
Karmel), Ed. Monte Carmelo, nivel de la fe y 3. María a nivel de
Burgos 2002, 198 pp. la vida ordinaria. Y será precisa-
mente en este momento donde el
En este libro el autor nos pre- autor se parará a reflexionar sobre
senta una pequeña guía de mariolo- las virtudes y los dogmas marianos,
gía. eso sí, María alcanza toda su pleni-
Martín del Blanco, ya desde la tud junto a su Hijo
introducción, nos plantea cuál ha En un tercer apartado, se centra
sido el devenir de la Mariología en en el estudio de una teología espiri-
RECENSIONES 291

tual mariana; y, para ello, parte de Como en el resto de los libros el


una triple pregunta: “¿Se puede autor huye de un lenguaje compli-
hablar hoy de una espiritualidad cado. Prima en él la claridad y la
mariana? ¿Sería mejor hablar de sencillez en la exposición.
una teología espiritual mariana? Concluiremos diciendo que nos
¿Cuál es el centro de esta espiri- parece que el libro lo podríamos
tualidad mariana: María o la espi- clasificar como un “estado de la
ritualidad?” (p. 97). Una vez acla- cuestión” de la Mariología a día de
rado este punto, nos da las notas hoy.
esenciales para desarrollar esa espi- Angel Gutiérrez
ritualidad mariana. Así, debe ser
bíblica, abierta al Espíritu Santo,
con una presencia fuerte de la ora-
ción, en clave de la presencia y de DÍEZ SIMÓN, Mª DEL CARMEN -
la experiencia de Dios en su vida; MARTÍN DEL BLANCO, M.,
ha de ser una espiritualidad encar- Miriam, la mujer virgen, esposa
nada y constantemente actualizada. y madre (col. Lo eterno y el
Analiza también el Prof. Martín tiempo, 30), Edicep, Valencia
del Blanco, de manera sucinta, las 2002, 186 pp.
distintas perspectivas con las que
puede enfocarse esa espiritualidad El libro que nos ocupa es un
(trinitaria, cristológica, pneumato- libro que reconstruye la vida de
lógica, eclesiológica, antropológi- Miriam, la mujer de Nazaret. Es la
ca, liberadora, feminista) y plantea biografía de María, es su historia.
a modo de interrogantes algunas Una historia construida a partir de
cuestiones acerca de la figura de los retazos que de ella se contienen
María, que pueden incluso servir de en la Sagrada Escritura. Por ello los
ambientación para la oración. autores nos avisan ya en la intro-
Concluye el libro con un aparta- ducción del libro de su objetivo:
do que difiere totalmente del resto “Miriam, la mujer, quiere ser un
del libro y que tiene como título retablo sobre la doncella de
“jornadas de reflexión y oración Nazaret, que es la predilecta de
con María” y que es una novena en Dios-Padre, virgen, madre, esposa,
honor de la Virgen (pp. 131-192). discípula, amiga; la que es amor,
Las conclusiones a las que llega verdad, belleza, llena de gracia y
el autor aparecen recogidas en las de toda hermosura”(p. 11).
páginas finales del libro. Son pun- Y como retablo está dividido en
tos claros que abren el trabajo a un treinta y tres cuadros que nos pre-
futuro estudio de profundización. sentan los distintos estadios de la
292 RECENSIONES

evolución humana de Miriam; su JUAN ARANDA DONCEL - JUAN


realidad de esposa, madre y discí- DOBADO FERNÁNDEZ, El Car-
pula de Jesús. La primera de los men de San Fernando. CajaSur
cristianos. Publicaciones, Córdoba, 1999,
456 pp. mayor. Profusamente
El enfoque de esta biografía
ilustrado.
está centrado en aquellos puntos
que son esenciales para cualquier
tratado básico de Mariología (bíbli- El Carmen de San Fernando es
co, eclesiológico, etc). Se tienen en un libro presentado con magnifi-
cuenta, pero como hemos dicho el cencia y alta calidad en todos los
objetivo del libro es distinto. Tiene, aspectos de la bibliofilia. No son
a mi modo de ver, una finalidad muchos los conventos del Carmen
literaria y popular clara. Por ello, españoles que hayan cuajado en
aparece en lugar preeminente la páginas publicadas su historia y su
narración, quedando en un segundo vida y, entre los que lo han hecho,
lugar la exposición. El lenguaje es ninguno con la generosidad del pre-
ameno, el ritmo de la narración no sente libro. Quizá sea un milagro
se hace pesado; lo que hace que su más de los operados en el conven-
lectura sea agradable y que sea un to de San Joaquín y Santa Teresa,
libro que se lee sin caerse de las de la antigua Villa de La Real Isla
manos. Además, contiene trazos de de León, Ciudad de san Fernando,
erudición muy interesantes que desde el 27 de noviembre de 1813.
recorren la tradición poética popu- Pero todo el excelente aparato exte-
lar, clásica y de nuestros días en rior carecería de sentido sin el
torno a María de Nazaret.. aliento y esmero que han añadido
los Autores, a lo largo del exacto
Otra característica de esta bio- esquema que se propusieron.
grafía bíblica mariana es el trata- JUAN ARANDA, doctor en His-
miento especial y acertado de la toria, experimentado enseñante y
persona de José, esposo de María, escribiente de la misma, Cronista
que no se suele tener presente en Oficial ha encarado la parte históri-
casos parecidos. Bien conseguido y ca del Carmen desde el mes de
realizado su enfoque. agosto de 1680 hasta nuestros días.
Por todo ello recomendamos la Treinta y dos décadas han desfilado
lectura de este libro. bajo la aguda mirada de ARANDA
analizando y contando los trabajos
y los días de una comunidad de
Angel Gutiérrez
Carmelitas bajo el sol de Anda-
lucía. Días de ilusiones en la siem-
RECENSIONES 293

bra del Evangelio, del espíritu car- de enriquecidos de estética los


melitano-teresiano; días de alegre Cármenes de España. Pero el
recogida de cosechas emocionales Carmen de San Fernando tuvo dos
de respuestas de los isleños a la voz buenas venturas: Una el conservar
de la plegaria y de la devoción a la gran parte del patrimonio y otra
Virgen del Carmen. Días de amar- encontrar a un JUAN DOBADO que
gura ante el desarrollo y afección en este libro se encara con todas,
de las tragedias de invasiones y de una a una, las piezas de ese Museo
asedios de holandeses, de ingleses admirable.
y, principalmente, de franceses; El presentador felicita cordial-
días de exclaustraciones y de desa- mente y desde su propia experien-
mortizaciones (1820 y 1835) y días cia a entrambos Autores y les
de sosiego y paz bajo el manto anima a continuar unidos en esta
blanco de la Virgen del Carmen. bienaventurada andanza de estudiar
JUAN ARANDA extrae de una abun- exhaustivamente los muchos con-
dante y densa documentación el ventos de Madres y Padres Car-
jugo vital que transfiere al lector melitas que existen en la imponde-
con una comunicación fluida y sen- rable Andalucía. Ya lo han hecho
cilla. con Montoro y San Fernando. No
Lidia el segundo de esta hermo- les faltarán mecenas y hasta la
sa tarde JUAN DOBADO FERNÁNDEZ, misma Armada participará en la
pluma y corazón dedicados a pre- empresa en lo que a ella afecte,
sentar las realidades artísticas que como protegida de la Virgen del
alberga el Carmen de San Fer- Carmen, como ya lo ha hecho con
nando. Siendo tan joven como es su proverbial elegancia.
hoy JUAN DOBADO, en 1965, el pre- Muchos conventos carmelitanos
sentador que suscribe predicó en alzan sus ojos hacia el Sur y con-
ese Carmen la novena de la templan con envidia al Carmen de
Santísima Virgen del Carmen, y en San Fernando.
sus notas de Cronista Oficial escri-
bió varias observaciones: Se refería Fray Valentín de la Cruz
a una riqueza artística de este
Convento en tallas, en telas, en la MARÍN-PORGUERES, FRANCISCO JA-
arquitectura de su iglesia barroca VIER, La Moral autónoma: Un
de mendicantes, en mosaicos, en acercamiento desde Franz
orfebrería, etc. El Carmen de San Böckle. Ed. EUNSA, Pamplona
Fernando es un índice lastimoso 2002, 291 pp. 24 x 15’5 cm.
del inmenso patrimonio artístico
desbaratado por la timba liberal del Verdad divina revelada plena-
siglo XIX. Como éste, así estaban mente a los hombres es Cristo, el
294 RECENSIONES

único que resuelve el enigma cual nada tiene de estridente si


humano dándole sentido de salva- repasamos las fuentes bíblicas y la
ción redentora (GS 21.22) y el experiencia de los santos más
único que hace “cristiana” su vida explícitos (p.20).
moral en la aceptación del amor Nuestro a. presenta al protago-
gracioso y en la “agraciada” res- nista de su estudio en unas páginas
puesta personal y social de los mis- introductorias de tipo biográfico y
teriosos talentos. En todo caso de contexto histórico teológico (11-
conducta humana hay que salvar la 20). Luego nos ofrece en dos partes
“transcendecia-gratuita” de Dios y el resultado de su estudio sobre F.
la “inmanencia-relativa” del hom- Böckle: –la génesis y dearrollo de
bre, con su individualidad y cultura
su pensamiento sobre el personalis-
asumidas por Cristo.
mo, el existencialismo, derecho
La “moral autónoma”, dentro natural, lo propio de la moral cris-
de una teología católica, es incom- tiana, opción fundamental y peca-
prensible sin sus bases cristológi- do, moral natural, relación entre
cas y eclesiológicas. Nuestro a. en ciencias y etos (pp. 23-172), –y el
esta investigación monográfica, eco que tuvo su pensamiento entre
bien compaginada y expuesta, ana- unos y otros aa. (M. Rhonheimer),
liza cómo entendió el teólogo suizo así como la valoración final que le
Franz Böckle (1921-1991) las
merece a nuestro a. (pp. 173-285).
coordenadas de la trascendencia-
Su conclusión es que nos hallamos
autonomía, de la fe-razón práctica
ante “un intento legítimo de reno-
y de la especificidad cristiana del
vación de la teología moral”
etos fundamental-concreto. Esto
(p. 259).
último no llegó a desarrollarlo en
vida como fautor de la moral Una de tantas propuestas positi-
“autónoma” (con otros fautores de vas presentadas por muchos mora-
la misma: A. Auer, J. Fuchs, etc.). listas a quienes agradece sus
Bien formado en la doctrina tomis- esfuerzos la encíclica Veritatis
ta y rahneriana, salva con creces la splendor (1993, n. 29) y que ya
transcendencia de la moral “teóno- puntualiza muchos matices de la
ma”. Antes y después del Concilio doctrina de H. Böckle sobre la
Vat. II expuso su pensamiento moral autónoma. Desgraciadamen-
sobre el misterio que conjuga gra- te H. Böckle no conoció este
cia y obras humanas sin caer en un correctivo, como tampoco llegó a
antropocentrismo cerrado y confe- conocer la “moral concreta” des-
sando antes de morir que todo plegada en el CIC (1993-1997) ni
éxito humano ha de inclinarse al la encíclica Ratio et fides (1998).
fin en “la confianza en Dios”, lo Su pensamiento queda bien refleja-
RECENSIONES 295

da en las cátedras de Chur-Bonn Prologado por Xavier Pikaza, el


(1963-1990) y en sus obras filósofo filipino nos presenta este
Gundfragen evangelischer Ethik estudio que subtitula “Claves para
Catholica (1966), Gundbegriffe der un acercamiento filosófico a San
Moral (1968) y Fundamentalmoral Juan de la Cruz”. Ya había publica-
(1977). Los apuntes póstumos do en esta misma revista MC algu-
sobre la “Konkrete Moral” legados nos ensayos sanjuanistas así como
a su discípulo G. Höver son incom- en otras publicaciones periódicas
pletos, y es aquí donde se deslinda europeas y filipinas.
la opción fundamental o las actitu- En la presente recoge, “con
des y comportamientos del sujeto algunas modificaciones”, su tesis
bien formado en su conciencia para el doctorado en filosofía
recta. La docilidad creativa al (Salamanca 1996). Bien armado de
Magisterio y a las constantes bíbli- categorías, intenta desplegar los
cas son esenciales para no caer ni puntos que ensamblan al Doctor
en una moral autónoma cerrada ni Místico con su “consolación”,
en discordancias teológicas de gra- como lo hicieran antes desde otros
ves secuelas que llevan a un indefi- postulados J. Baruzi y G. Morel. Se
nido consecuencialismo. nos ha dicho muchas veces que la
Felicitamos a nuestro a. por su antropología sanjuanista es “esen-
trabajo, avalado con una bibliogra- cialmente tomista” o “ecléctica-
fía selecta de fuentes y estudios mente aristotélica”. Y en el fondo
(287-291). Tal vez las citas textua- nuestro a. tampoco disiente de estos
les a pie de página -no bibliográfi- calificativos, aunque cree que la
cas- pudieran haberse dado en reflexión filosófica sobre San Juan
español. Observación disculpada de la Cruz está todavía en pañales
por el destino de estas páginas para (pp. 66-67). Él se ciñe a fontanales
especialistas, pero válida para quie- más cercanos y fija bien los límites
nes creen que no hay más teología de su investigación (pp. 27-70).
que la alemana. Pretende tan sólo “recoger los
[matices] ya estudiados por nues-
Miguel Ángel Díez tros predecesores con la finalidad
de derivar, de recalcar algunos
aspectos de carácter fundamental
OFILADA MINA, MACARIO, San Juan todavía no estudiados con la parsi-
de la Cruz: El sentido experien- monia debida” (p. 377).
cial del conocimiento de Dios. Imposible adentrarnos en su
Ed. Monte Carmelo, Burgos análisis con lealtad. Baste decir que
2002, 431 pp. 31 x 13 cm. parte de la experiencia fontal en su
296 RECENSIONES

contexto y hermenéutica fenome- herencia residual y cultivada entre


nológica (71-101), derivando hacia minorías filipinas. En la bibliogra-
la gnoseología evolutiva sanjuanis- fía selecta (385-428) echo en falta a
ta (103-244), interpretando la vali- P. Laín Entralgo, en parte suplido
dez y fronteras de este enfoque por los estudios de A. Bord. Mi
cognoscitivo (245-317) para enla- enhorabuena de amigo.
zar su último capítulo con la “expe-
riencia como fruto del conocimien- Miguel Ángel Díez
to” (320-372).
Nuestro a. no desconoce que la
experiencia sanjuanista consiste en SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico
“saber a Dios” (CB 26,13). Y que espiritual y Poesía completa.
ante ella tanto en andamiaje mental Edición de PAOLA ELIA y MARÍA
del propio Santo como todo logos JESÚS MANCHO. Ed. “Crítica”,
racional no son más que un preám- Barcelona 2002 (col. Biblioteca
bulo de la “scientia amoris” canta- Clásica, vol. 44). 864 pp. 19’5 x
da o intentada declarar. Por eso en 12 cm.
sus páginas conclusivas se distan-
cia claramente del puro racionalis- Aunque regalado, cuesta aden-
mo y reafirma lo que la “mística” trarse en este grueso volumen de
tiene de experiencia de fe teologal letra más que diminuta. Francisco
inefable, imposible de ser encorse- Rico lo ha acogido en su sección
tada con razones y hermenéuticas “Crítica” de la Biblioteca Clásica y
humanas (pp. 375-384). él tendrá sus motivos. Sólo recuer-
Nos hallamos ante una aproxi- do otra ocasión en que R. Duvivier
mación respetuosa y válida del pen- me dedicó amablemente su grueso
samiento filosófico al de san Juan tomo sobre el mismo Cántico espi-
de la Cruz. A veces los linderos ritual sanjuanista y no lo presenté
entre las categorías humanas y las por aquello del “magis amica veri-
trascendentes no quedan del todo tas”. Pero si hay que saber cómo
claros. Quizás porque el mismo piensan todos, resumo crudamente
silencio impone ciertas nieblas al de entrada mi parecer, desagradable
subir a la montaña. En todo caso el para muchos: estamos ante un tra-
lector puede apreciar que este bajo inmenso de crítica sanjuanista
“acercamiento filosófico” de M. que llega tarde y está ya un tanto
Ofilada es un intento serio de fuera de tiesto. Esa es mi impresión
conectarnos con San Juan de la general, sintiendo mucho que tanto
Cruz desde esta ladera. Y lo hace esmero signifique tan poco avance
con un estilo literario bien claro, crítico a estas alturas del s. XXI.
RECENSIONES 297

Abre el estudio un preliminar de mas, dejando plena libertad para


Domingo Ynduráin, a quien conoz- una lectura puramente erótica (p.
co de congresos sanjuanistas, lo XV), se nos escapará el “Amor que
mismo que a Paola Elia y a Mª tiene razón de fin” y por el que San
Jesús Mancho Duque. Tres eminen- Juan de la Cruz escribió poemas y
tes estudiosos de aspectos literarios glosas literarias. Verdad es que
en San Juan de la Cruz, como cons- cada uno halla en sus páginas lo
ta en la bibliografía de esta obra. El que busca. Y esto lo digo con todo
primer nominado es tesonero en respeto.
buscar raíces patrísticas y extrañas Rebobinando mis impresiones
de los símbolos y metáforas sanjua- generales sobre el presente trabajo:
nistas. La segunda, reacia siempre a
1/ Me resulta de una disposi-
admitir la autenticidad de la 2ª
ción extraña y complicada, en la
redacción del Cántico espiritual,
que se mezclan de manera poco
nos ha proporcionado entre otros
trabajos la edición crítica de práctica textos y estudios sanjua-
“parte” de las poesías sanjuanistas, nistas. Esto no es usual en ninguna
según el ms. de Barrameda (1999). edición crítica. El criterio seguido
A la tercera catedrática Mancho por nuestros editores nos remite
Duque oí decir en 1991 que había constantemente de unos lugares a
llegado la hora de “dar unas vaca- otros, repitiendo los mismos temas
ciones” a los estudios sobre el en apartados diferentes y olvidando
Doctor Místico. algunos que no aparecen para nada.
Basta abrir el índice final del vol.
No es este el camino para una
para comprobar que la distribución
verdad que buscamos entre todos.
Se da por supuesto que con buena del material carece de orden ade-
fe, pero sin máscaras que oculten el cuado para una consulta de la obra
destino integral de la obra sanjua- y localización de puntos concretos.
nista. Lo que se precisa es que res- La tabla se limita a señalar los tres
petemos nuestra autonomía y nos cuerpos en que se presentan los tra-
ensamblemos sin ignorancias mu- bajos: estudio preliminar, edición
tuas. Entre los carmelitas no hay del Cántico y de las poesías y Notas
sólo grandes especialistas en la complementarias.
espiritualidad del Santo. Tenemos 2/ El extenso y documentado
muy buenos buceadores críticos y “estudio preliminar” de D. Yndu-
estudiosos literatos, que han culmi- ráin y las notas aclaratorias de Mª.
nado sus trabajos con éxito recono- J. Mancho siguen idéntico método.
cido internacionalmente. Si comen- No recogen estudios nuevos u ori-
zamos por despreciar los mismos ginales sino que ofrecen una espe-
comentarios del autor a sus poe- cie de “boletines bibliográficos”
298 RECENSIONES

apoyados en la bibliografía final de disertaciones complementarias de


la obra. La necesidad de espacio, las poesías por Elia (pp. 405-419).
pese a letra tan menuda, y lo amplio 4/ En vano se buscarán aquí los
de la información que se quiere antecedentes o fuentes inspiradoras
ofrecer obliga a los aa. a reducir las del patrimonio sanjuanista. Por
referencias a meros nombres o ape- ejemplo no se halla ni una sola lla-
llidos con la fecha de su publica- mada a mis trabajos sobre los apó-
ción. crifos medievales -fuentes contras-
Hay una distonía entre estas refe- tadas de influjo doctrinal- y que se
rencias y la bibliografía final. Ésta se quiera o no hay que tener presentes
da en secuencia alfabética, sin divi- en los aspectos críticos y del pensa-
siones temáticas ni más aplicación miento teológico en Cántico (cf.
práctica que la de servir como sopor- pp. XLV-XLIX). Nada del caso de
te al estudio y notas de su trabajo. Se “Aminabad”, ni referencia histórica
podría haber sistematizado mejor, alguna sobre la destinataria de la
con numeración continua y divisio- obra sanjuanista, Ana de Jesús-
nes temáticas. Pero creo que después Lobera, cuyas Obras completas
de la Bibliografía de M. Diego están ya publicadas (BMC, 29).
Sánchez (Madrid 2000), mucho más Sería fácil multiplicar ejemplos.
completa, holgaba ya tanto estudio 5/ Más desconcertante es la dis-
reseñado sin criterio. Se brindan en posición de la ed. del Cántico espi-
el mismo plano publicaciones serias ritual y de las Poesías del Santo. Se
y competentes con otras divulgativas reproducen las ediciones publica-
o de oportunidad. Parece que todo das ya por separado de Paola Elia.
tiene el mismo valor, por peregrinas Algunas observaciones a este res-
que sean las propuestas. Ni siquiera pecto:
un lector competente sabe dónde hay No se especifica en la portada
progreso real en la investigación ni otros lugares que CE se edita,
sanjuanista. como si fuera una refundición de
3/ Estudios, notas complemen- todas las redacciones. Al presentar
tarias y explicativas se ciñen a los en concreto la edición presente, se
aspectos lingüísticos y literarios. Se dice que está fundada en el ms. de
dejan al margen los diversos aspec- Sanlúcar, por tanto en CA y las poe-
tos doctrinales de la obra, como son sías que copia este manuscrito (pp.
los antropológicos, teológicos y CXLVIII-IX). Añadiendo que al
místicos. Aun en el primer aspecto mismo tiempo se brindan al lector
se repiten temas y respectivas refe- las diferencias más importantes de
rencias bibliográficas en el “estudio la versión alargada o CB en el apa-
preliminar” de Ynduráin y en las rato crítico. Y se hace así por la
RECENSIONES 299

sencilla razón de que esta segunda pese al tono inapelable con que se
redacción sanjuanista no se consi- presentan. Pero algunos ejemplos
dera auténtica (!). Es inútil buscar aclaran nuestro disenso: a) El texto
argumentos en pro o en contra den- ofrecido no es ni más ni menos
tro del presente volumen. Es un “limpio” por reproducir las correc-
engrudo que nos remite hasta 1930. ciones o notas autógrafas sanluque-
A propósito de la ed. de Poesías ñas dentro del cuerpo, en notas o en
quiero explicarle a Paola que cuan- el aparato crítico: basta distinguir
do, un tanto temperamentalmente, con claridad cada cosa. b) Tal como
pidió al director del Archivo está presentado no se percibe la
Silveriano fotocopias de los códi- relación entre las anotaciones y el
ces en que aparecen, me resultó proceso de elaboración desde el
imposible complacerle en buena texto prinitivo hasta el CB de 1587-
parte, porque los trabajos críticos 88. c) No se aborda para nada la
del P. Silverio compulsan a este res- relación-dependencia del CB res-
pecto las variantes críticas sobre pecto a a las anotaciones del ms. de
dos vols. de la ed. del P. Gerardo. Sanlúcar.
Era un estudio a hacer personal- – Se dan por asentados los dife-
mente, no por correo, para no que- rentes momentos de las notas autó-
darse en los trabajos del P. Ledrus o grafas del Santo, pero sin remitir a
Di Gennaro. los estudios críticos que los han
– Son posibles diversas opcio- aclarado. Así, con cierta tacañería,
nes en la presentación del texto en otros asuntos. Y el sistema de
sanjuanista, pero no todas acepta- alegación bíblica marginal, seguido
bles desde el punto de vista crítico. por algunas ediciones anteriores,
Colocar el aparato textual todo no corresponde a la tradición ms.
junto al fin del texto no parece muy del códice de Sanlúcar y convierten
recomendable, pudiendo presentar- los números arábigos en romanos.
se al pie de página en lugar de las – La ya aludida disposición del
notas sumarias que remiten en texto, del aparato textual y de las
buena parte a las complementarias. notas ilustrativas deja en olvido la
Y para mayor fatiga del lector, identificación de fuentes, remites o
desde el mismo aparato se le autocitas tan frecuentes en el Santo.
remanda al “apéndice” o CB. Los paralelismos redaccionales ya
Hubiera bastado una disposición habían sido muy cuidados por otros
más lógica del material. editores.
– No queremos prolongar discu- – Lo menos aceptable, sin duda,
siones sobre los criterios adoptados es el tratamiento que dan al CB,
tanto en el texto como en las notas, ofreciendo únicamente los textos
300 RECENSIONES

retocados o añadidos con respecto Para terminar esta larga presen-


al CA y como diferencias textuales tación no queremos añadir más jui-
de éste. Se toman las variantes de la cios de valor sobre este volumen.
ed. crítica de E. Pacho (Burgos Interesará a un número muy reduci-
1998), reproduciendo su sistema de do de lectores, sobre todo los preo-
cambios y añadidos pero moderni- cupados por algunas variantes
zando totalmente el texto. Es una ligüísticas o concordancias litera-
solución arbitraria y carente de sen- rias. Pero desde el punto de vista
tido, pues el CB no puede reducirse “crítico”, el trabajo denodado de
a meras diferencias textuales. Es
este equipo, es un paso atrás res-
una obra nueva, un trabajo repensa-
pecto de las ediciones hechas por
do por el Santo en que se fusionan
Eulogio Pacho para las dos redac-
los cambios y añadidos con el texto
ciones del Cántico espiritual. El
primitivo pero en una perspetiva
más clarificada y más en consonan- resto de usuarios hará mejor olvi-
cia con el esquema escatológico darse de la presente y seguir leyen-
alumbrado en sus nueve Romances do los escritos auténticos de San
y en Llama. Teniendo en cuenta el Juan de la Cruz por las buenas edi-
diverso orden estrófico de los ciones manuales de EDE, MC,
comentarios de CB, las piezas aquí BAC, etc.
reproducidas no permiten seguir el
ritmo ascendente ni la estructura de Miguel Ángel Díez
la obra.
Monte
Carmelo
revista de estudios
e información carmelitanos
Vol. 111  Burgos 2003  N.os 2-3

ÍNDICE
ESTUDIOS

01. Mauricio Martín del Blanco, Perfil biográfico de Santa


Maravillas de Jesús ............................................................. 305-321
02. † Evaristo Renedo Vega, Madre Maravillas o la fideli-
dad a la llamada de Dios. Vocación y destino .................... 323-356
03. Mauricio Martín del Blanco, La Madre Maravillas, Hija
de Teresa de Jesús. Humanismo y coherencia religiosa ..... 357-385
04. Alberto Pacho Polvorinos, La Madre Maravillas:
Fundadora de Carmelos Teresianos .................................... 387-425
05. Mauricio Martín del Blanco, Madre Maravillas, ani-
madora de las comunidades religiosas y formadora. Su
estilo ..................................................................................... 427-456
06. Mauricio Martín del Blanco y † Evaristo Renedo
Vega, Sus preferencias por los santos del Carmelo ........... 457-476
07. Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, El Epistolario
de Santa Maravillas de Jesús .............................................. 477-523
08. Baldomero Jiménez Duque, “Dolor y Cielo”. Aproxi­-
ximación a la experiencia mística de Santa Maravillas de
Jesús ..................................................................................... 525-582
302

09. Ramón María de la Cruz, Madre Maravillas de Jesús.


Acercamiento a su experiencia mística ............................... 583-598
10. Miguel Angel Velasco Puente, Una contemplativa del
siglo XX al servicio de la Iglesia y de los pobres ............... 599-621
11. Alberto José González Chaves, Madre Maravillas de
Jesús. Anecdotario ............................................................... 623-646
12. Alberto Royo Mejía, Parecer de los teólogos sobre las
virtudes heroicas de la Madre Maravillas de Jesús ............ 647-676
13. Simeón de la Sagrada Familia, Historia de la causa de
Canonización de Santa Maravillas de Jesús ....................... 677-718
14. Simeón de la Sagrada Familia, Bibliografía general
sobre Santa Maravillas de Jesús ......................................... 719-810

NOTA. – Desde el n.º 1 del tomo 109 puede el lector disponer de todos los estudios en
formato PDF en la página web: www.montecarmelo.com/revistamc/.
La comunicación de recensiones de los libros recibidos se hará desde ahora
por ese medio electrónico.
La revista acepta libros para recensiones.
303

MUY IMPORTANTE

1.   Estos dos números de 2003 de la Revista “Monte


Carmelo” están dedicados, única y exclusivamente, a la
Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza, nacida en
Madrid, el 4 de noviembre del año de 1891, y muerta en el
Carmelo de La Aldehuela-Getafe (Madrid), el 11 de diciem-
bre del año de 1974, a los 83 años de edad. Son la vida y las
obras de estos 83 años las que se contemplan en los estu-
dios que aquí se publican, y nada más.
2.   Un agradecimiento muy particular a las Carmelitas
Descalzas de La Aldehuela, quienes pusieron, desde el ini-
cio de la elaboración del esquema de la Revista “Monte
Carmelo”, gran ilusión, lo tomaron como algo muy suyo,
buscaron colaboradores y aportaron documentos a los que
los necesitaron y se los pidieron. Siempre con gozo, gran
esfuerzo y prontitud. Ni estos dos números de la Revista
“Monte Carmelo”, ni el libro que saldrá a la luz inmediata-
mente después, hubieran sido posibles sin la colaboración
de la comunidad con el artículo sobre las cartas de la Madre
Maravillas de Jesús, fuente imprescindible para cualquier
estudio sobre ella, ni sin sus aportaciones a muchos de los
otros artículos que conforman el contenido total de estos
dos números.
“IN MEMORIAM”

El día 24 de febrero de 2003 concluía su peregrinación en la fe por este


mundo el P. Evaristo Renedo Vega. Tenía 72 años. Había sido un ejemplo
de religioso para muchos carmelitas desde los primeros pasos dados en el
Seminario hasta la ordenación sacerdotal y, claro está, también después.
Fue profesor, educador y responsable de la formación de filósofos y teólogos
durante muchos años. Fue también un buen consejero espiritual y para el
trabajo pastoral. Lo fue igualmente para dar ánimo en el esfuerzo y en la
constancia necesarios para el trabajo de investigación. Colaboró siempre
que se lo pidieron, y pudo, en la Revista “Monte Carmelo”, a la que siem-
pre apoyó y alentó con frecuencia a sus directores en la tarea de cumplir
con los objetivos propuestos por la misma. En estos últimos años, sobre todo,
se dedicó, con gran ilusión y entusiasmo, a escribir para la misma. Hasta
tal punto que en este mismo número hay colaboraciones suyas, que terminó
de escribir, con la ayuda secundaria mía, pocos días antes de pasar a la
Casa del Padre, cuando ya casi ni se tenía en pie. Esto le dio ánimo, y
fuerza sacada de flaqueza, para llevar los quince últimos días de su exis-
tencia en la tierra con un determinado estímulo, y sintiéndose útil, también
en este campo, además del sentido profundamente cristiano y ejemplar con
que llevó todos y cada uno de los días de su enfermedad, con pleno conoci-
miento y con entera conciencia de lo que tenía.
Él estará presente en nuestra Revista con varias aportaciones más, que
dejó a medio terminar, y que yo me encargué, por voluntad suya, de termi-
nar y remachar. El material adecuado prácticamente ya lo había recogido
él, e incluso, en algunos casos, con una cierta redacción inicial.
La dirección de esta Revista le agradece, fraterna y entrañablemente,
sus trabajos, sus testimonios, sus consejos, que siempre fueron positivos y
eficaces, para una mejora en las realizaciones concretas.
Que Dios, bueno, misericordioso y lleno de amor, le haya premiado con
el gozo eterno, sus muchos trabajos, su entrega y su vida de generosidad y
amor.
Descansa en paz eternamente, P. Evaristo.
Mauricio Martín del Blanco, OCD
PERFIL BIOGRÁFICO
DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS

Mauricio Martín del Blanco, OCD

1891 4 de noviembre: Nace María Maravillas Pidal y Chico de


Guzmán en Madrid. Es miércoles. Era hija de D. Luis
Pidal y Mon, en aquel entonces, embajador de España
ante la Santa Sede, y de D.ª Cristina Chico de Guzmán,
marqueses de Pidal.
12 de noviembre: Es bautizada en la parroquia de San
Sebastián de Madrid.
1896 11 de julio: Es confirmada en Madrid, por el Sr. Obispo
de Sión, D. Jaime Cardona. En este mismo año hace
voto de castidad, a su manera.
1902 7 de mayo: Hace la Primera Comunión, en las Religiosas
de la Asunción, de Madrid.
1913 30 de mayo: Hace voto perpetuo de castidad.
19 de diciembre: Muere su padre, el Marqués de Pidal,
en Madrid.
1914 27 de enero: Muere su abuela materna, Dª Patricia
Muñoz Domínguez, en Madrid.
1918 1 de diciembre: Su madre, Dª Cristina Chico de
Guzmán, le da permiso para entrar en el Carmelo.
1919 30 de mayo: Consagración de España al Sagrado
Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles (Madrid).
12 de octubre: Entra carmelita descalza en el Carmelo
de El Escorial (Madrid).
306 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

1920 21 de abril: Recibe el Hábito en el Carmelo de El


Escorial (Madrid).
1921 7 de mayo: Hace la Profesión simple [temporal], por tres
años.
1923 En junio: El Sagrado Corazón de Jesús le inspira que
funde un Carmelo en el Cerro de los Ángeles (Madrid).
1924 22 de febrero: El Sr. Obispo de Madrid-Alcalá, D.
Leopoldo Eijo y Garay, aprueba y acepta la fundación del
Carmelo del Cerro de los Ángeles.
22 de abril: La Santa Sede aprueba la fundación del
Carmelo del Cerro de los Ángeles.
7 de mayo: Renueva su Profesión simple [temporal].
19 de mayo: Sale del convento de El Escorial, con tres
monjas, con el fin de fundar un Carmelo en el Cerro de
los Ángeles.
23 de mayo: El Padre General de la Orden del Carmen,
Lucas de María Santísima, bendice la nueva fundación.
30 de mayo: Hace la Profesión solemne [perpetua], en la
casita de Getafe (Madrid).
31 de diciembre: La Junta del obispado y la del Cerro
aprueban el emplazamiento del nuevo convento.
1925 12 de abril: Se pone la primera piedra del Carmelo del
Cerro de los Ángeles. Es Domingo de Resurrección.
17 de agosto: El nuevo General de la Orden del Carmen,
P. Guillermo de San Alberto, bendice la fundación del
Carmelo del Cerro de los Ángeles.
8 de octubre: El Sr. Obispo de Madrid-Alcalá, D.
Leopoldo Eijo y Garay, manda a la Hna. Maravillas de
Jesús que se ocupe de las novicias.
PERFIL BIOGRÁFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 307

En noviembre: Primeros Ejercicios Espirituales con el P.


Alfonso Torres, S. J. Le da cuenta por escrito de toda su
vida.
1926 24 de junio: La M. María Josefa del Corazón de Jesús,
presidenta del Carmelo del Cerro de los Ángeles, pre-
senta la renuncia de su cargo.
28 de junio: El Sr. Obispo de Madrid-Alcalá, D.
Leopoldo Eijo y Garay, nombra a la Hna. Maravillas de
Jesús, priora del Carmelo del Cerro de los Ángeles. Ella
tiene que aceptar en virtud de santa obediencia.
31 de octubre: Es la Fiesta de Cristo Rey. Se han termi-
nado las obras del convento del Cerro. Se trasladan las
once religiosas desde el Carmelo de Getafe, y se inaugu-
ra el convento del Cerro de los Ángeles.
1931 14 de abril: Se declara la Segunda República en España.
11 de mayo: Quema de conventos. El Sr. Obispo acon-
seja a la M. Maravillas que salgan del convento y se dis-
persen. La Madre se queda en el Cerro, en la casa de los
capellanes, con tres hermanas. Ante su petición, el Sr.
Obispo revoca la orden, y al día siguiente vuelven todas
al convento.
12 de mayo: La M. Maravillas pide al Sr. Nuncio de Su
Santidad salir la comunidad a defender el monumento
del Corazón de Jesús, en caso de ataque.
En octubre: La M. Maravillas escribe al General de la
Orden del Carmen solicitando permiso para, en caso de
ser profanado el monumento del Corazón de Jesús, salir
la comunidad a defenderlo.
25 de octubre: Fiesta de Cristo Rey. El P. General de los
Carmelitas Des­calzos, P. Guillermo de San Alberto,
concede permiso a la M. Maravillas y a la comunidad del
308 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Cerro de los Ángeles para salir a defender el monumen-


to, en caso de ataque.
20 de diciembre: Recibe el Viático la madre de la M.
Maravillas.
1932 13 de enero: Muere su madre, la Marquesa viuda de
Pidal, Dª Cristina Chico de Guzmán, en Madrid.
25 de enero: Su director espiritual, el P. Alfonso Torres,
S.J., va desterrado a Italia.
15 de septiembre: Mons. Buena­ventura Arana, .O.C.D.,
Obispo de Vijayapuram (India), visita a la comunidad
del Cerro, y solicita la fundación de un Carmelo en su
Diócesis.
1 de octubre: La M. Maravillas escribe a Mons.
Buenaventura ofreciéndole varias Hermanas para la fun-
dación.
15 de diciembre: Escribe al Sr. Obispo, D. Leopoldo
Eijo y Garay, pidiendo permiso para la fundación de un
Carmelo en la India.
1933 16 de enero: El Sr. Obispo de Vijayapuram, en carta
oficial, otorga el permiso para la fundación.
11 de septiembre: Fundación de Kottayam (India). Van
ocho monjas del Carmelo del Cerro de los Ángeles.
1934 12 de enero: Rescripto de la Sagrada Congregación de
Religiosos autorizando la fundación del Carmelo de
Kottayam.
21-30 de mayo: Ejercicios Espirituales particulares. El
último día recibe la gracia del desposorio espiritual.
1935 4 de noviembre: Es elegida por unanimidad priora de la
comunidad del Cerro de los Ángeles.
PERFIL BIOGRÁFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 309

1936 2 de julio: Muere la M. María Josefa del Corazón de


Jesús, una de las cuatro fundadoras del Carmelo del
Cerro de los Ángeles.
18 de julio: Se declara la Guerra Civil en España.
22 de julio: Son expulsadas del Carmelo del Cerro de los
Ángeles. Son llevadas detenidas a las Religiosas Ursulinas
de Getafe (Madrid).
7 de agosto: Derriban la imagen del Corazón de Jesús del
monumento, en el Cerro de los Ángeles.
14 de agosto: La M. Maravillas se refugia, con su comu-
nidad, en un piso de la calle Claudio Coello, 33, de
Madrid.
28 de noviembre: Llega el P. Florencio del Niño Jesús,
O.C.D., a pedir asilo a la M. Maravillas en el piso de la
calle Claudio Coello, 33. Desde entonces hace de cape-
llán a la comunidad. La M. Maravillas se dirige con él
durante este tiempo.
1937 13 de septiembre: La comunidad del Cerro de los
Ángeles sale de Madrid, hacia zona nacional.
14 de septiembre: La comunidad llega a Barcelona. Por
la tarde salen para Francia.
18 de septiembre: Estancia en Lour­des, y salida de la
comunidad hacia Salamanca.
27 de septiembre: En el Carmelo de Salamanca, el P.
Florencio, O.C.D., les vuelve a imponer el Hábito.
28 de septiembre: Llegan al antiguo desierto de Batuecas
(Salamanca), donde se instala la comunidad.
29 de septiembre: Se celebra la primera Misa, y queda
reservado el Santí­simo.
310 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

1938 19 de marzo: La M. Maravillas hace el voto de lo más


perfecto. Se prepara con un retiro espiritual de tres días.
28 de marzo: Pide al P. Florencio, O.C.D., sujetarse a
una Hermana con voto de obediencia.
14-23 de septiembre: Hace Ejercicios Espirituales sola
en una ermita.
10 de noviembre: Es nombrada presidenta de la comu-
nidad de Batuecas.
1939 21 de febrero: Vuelve a Madrid el P. Florencio, O.C.D.
27 de febrero: Recibe carta del Sr. Obispo de Madrid
diciéndole que debe ir a Getafe, y de ahí al Cerro.
1 de marzo: Erección del Carmelo de Batuecas en la casa
de huéspedes, mientras se hace el nuevo convento, y elec-
ción de nueva priora para esta casa.
4 de marzo: Sale la M. Maravillas para el Cerro de los
Ángeles, dejando en Batuecas una nueva fundación con
la mitad de la comunidad del Cerro.
29 de marzo: Recupera el Carmelo del Cerro.
4 de abril: Se instalan definitivamente en el Cerro de los
Ángeles.
27 de abril: Muere el P. Florencio del Niño Jesús,
O.C.D., en Madrid.
1940 10-19 de noviembre: Ejercicios Espirituales de comuni-
dad, dados por el P. Alfonso Torres, S.J. Uno de los
últimos días se encuentra la santa reliquia: la piedra del
corazón de la imagen del Corazón de Jesús, del monu-
mento del Cerro profanado; se la lleva a la clausura.
1941 En el mes de marzo: Se comienza a tratar la fundación
de Duruelo o Man­cera.
PERFIL BIOGRÁFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 311

7 de agosto: La M. Maravillas establece que este día se


ayune a pan y agua en el Cerro de los Ángeles, en repa-
ración de la profanación de la imagen del Corazón de
Jesús, en el monumento del Cerro de los Ángeles.
12 de noviembre: Se celebran elecciones. Es elegida
priora de la comunidad del Cerro de los Ángeles.
1942 30 de mayo: Traslado de la comunidad de la casa de los
capellanes al Carmelo del Cerro, ya restaurado.
1943 Diciembre: Se pone la primera piedra y comienzan las
obras del Carmelo de Mancera de Abajo (Salamanca).
1944 12 de abril: Permiso para la fundación del monasterio
de Mancera de Abajo.
27 de abril: La M. Maravillas sale del Carmelo del Cerro
para la fundación de Mancera.
30 de abril: Fundación del Carmelo de Mancera.
23 de mayo: El Sr. Obispo de Ávila, D. Santos Moro
Briz, nombra presidenta de la comunidad de Mancera a
la Madre Maravillas de Jesús.
12 de octubre: Bodas de plata de entrada en el Carmelo
de El Escorial de la M. Maravillas.
1 de diciembre: Inauguración e instalación de la clausu-
ra del Carmelo de Mancera. El P. Anselmo de Santa
Teresa, O.C.D., informa a la M. Maravillas de la venta de
Duruelo.
1945 21 de abril: Bodas de plata de la Toma de Hábito de la
M. Maravillas.
15 de agosto: Se coloca la primera piedra del Carmelo de
Duruelo.
12 de septiembre: Inauguración del nuevo Carmelo de
Batuecas.
312 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

1946 7 de mayo: Bodas de plata de la Profesión simple [tem-


poral], de la Madre Maravillas.
29 de septiembre: Muere su director espiritual el P.
Alfonso Torres, S.J., en Granada.
1947 20 de julio: Fundación del Carmelo de Duruelo (Ávila).
El día anterior la M. Maravillas, y siete religiosas más,
salen a pie desde Mancera con el P. Silverio de Santa
Teresa, Prepósito General de la Orden de los Carme­
litas Descalzos.
En este mismo año, el P. General le pide el desierto de
Batuecas para los PP. Carmelitas Descalzos.
1949 En marzo: Recibe carta del Sr. Obispo de Salamanca
ofreciendo la ermita del Santo Cristo de Cabrera
(Salamanca) para una fundación.
3 de abril: Recibe carta del Prepósito General de los
Carmelitas Descalzos pidiendo monjas para New Port,
USA. Se ofrece para ir la M. Maravillas.
30 de mayo: Bodas de plata de su Profesión solemne
[perpetua]. Hace Ejercicios Espirituales sola en una
ermita que se construye para esta ocasión.
1950 13 de abril: El P. Silverio de Santa Teresa desiste de la
proyectada ayuda al Carmelo de New Port, USA, ante el
consejo médico de que no convenía este viaje a la M.
Maravillas.
2 de junio: Recibe carta del P. Silverio de Santa Teresa,
General de la Orden de los Carmelitas Descalzos,
diciéndole que pensaba fuese la M. Maravillas a América,
no sólo para el Carmelo de New Port, sino para muchos
Carmelos más.
PERFIL BIOGRÁFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 313

4 de octubre: Cede a los PP. Carmeli­tas Descalzos para


desierto el convento de las Batuecas, y se traslada la
comunidad a Cabrera (Salamanca).
1951 11 de abril: Inauguración del Carmelo de Cabrera
(Salamanca).
1953 22 de agosto: Fiesta del Corazón de María. Se compran
los terrenos para la fundación del Carmelo de Arenas de
san Pedro (Ávila).
1954 10 de marzo: Muere el P. Silverio de Santa Teresa,
Prepósito General de los Carmelitas Descalzos, en
México.
13 de julio: Muere el hermano de la M. Maravillas,
Alfonso, Marqués de Pidal, en Torrelavega (Cantabria).
8 de diciembre: Es Año Mariano. Fundación del Carmelo
de Arenas de san Pedro (Ávila).
10 de diciembre: La M. Maravillas envía tres monjas
para ayudar al Carmelo de Cuenca (Ecuador).
1956 30 de mayo: Fundación del Carmelo de San Calixto
(Córdoba).
13 de octubre: La M. Maravillas es elegida para priora
del Carmelo de Arenas de San Pedro (Ávila).
1958 21 de junio: Fundación del Carmelo de Aravaca (Madrid).
1959 3 de octubre: Es la Fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús.
Se coloca la primera piedra del Carmelo de La Aldehuela
(Madrid).
1960 15 de octubre: La M. Maravillas funda iglesia y conven-
to en Talavera de la Reina (Toledo), para los PP. Carme­
litas Descalzos.
314 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

1961 8 de enero: Fundación del Carmelo de La Aldehuela


(Madrid).
16 de enero: Se nombra a la M. Maravillas presidenta
del Carmelo de La Aldehuela.
19 de marzo: Se establece la clausura papal.
28 de marzo: M. Maravillas es elegida priora del
Carmelo de La Aldehuela (Madrid).
12 de agosto: Muere su hermana Concepción (Niní),
Marquesa de Bondad Real, en San Sebastián.
1962 7 de noviembre: La M. Maravillas sufre el primer tras-
torno circulatorio, y empieza a tratarle el Dr. Francisco
Vega Díaz. Se repone por completo de este primer episo-
dio.
1963 11 de noviembre: D. José María García Lahiguera,
Obispo Auxiliar de Madrid, escribe a la M. Maravillas
exponiéndole la situación de la comunidad del Carmelo
de El Escorial, y le pide ayuda.
1964 13 de abril: La M. Maravillas es reelegida priora del
Carmelo de La Aldehuela (Madrid).
7 de mayo: Fundación del Carmelo de Montemar-
Torremolinos (Málaga).
6 de julio: Va al Carmelo de El Escorial (Madrid), con el
fin de tratar de su restauración material y espiritual. Pasa
allí quince días.
24 de agosto: Envía varias monjas al Carmelo de El
Escorial.
1965 25 de junio: Renovación de la consagración de España al
Sagrado Corazón de Jesús, e inauguración del nuevo
monumento.
PERFIL BIOGRÁFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 315

1966 8 de enero: D. Santos Moro Briz, Obispo de Ávila,


escribe a la M. Maravillas pidiéndole siete monjas para el
Carmelo de La Encarnación de Ávila, necesitado de
ayuda espiritual y material.
24 de septiembre: Según la petición de D. Santos Moro
Briz, envía ocho monjas al Carmelo de La Encarnación
de Ávila.
1967 15 de abril: La M. Maravillas es reelegida priora del
Carmelo de La Aldehuela (Madrid).
15 de octubre: Inauguración de la escuelita de los
Ventorros (Madrid), donde reciben formación cultural y
religiosa cuatrocientos niños de estos barrios.
1969 30 de mayo: Cincuenta aniversario de la consagración
de España al Sagrado Corazón de Jesús. El Jefe del
Estado, Francisco Franco, y el Gobierno en pleno,
renuevan dicha consagración.
12 de octubre: Bodas de oro de la entrada en el Carmelo
de la M. Maravillas.
8 de diciembre: La M. Maravillas entrega dieciséis
viviendas prefabricadas a otras tantas familias del
Ventorro, que vivían en chabolas.
1970 28 de marzo: Muere en el Carmelo de Tiruvalla (India),
la M. Rosario de Jesús, una de las cuatro fundadoras del
Cerro de los Ángeles.
16 de abril: El Sr. Obispo de Madrid-Alcalá nombra a
la M. Maravillas presidenta de la comunidad de La
Aldehuela por tiempo indefinido.
21 de abril: Bodas de oro de la Toma de Hábito de M.
Maravillas de Jesús.
316 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

1971 17 de marzo: Adquiere la M. Mara­villas una casa, Casa


de Santa Teresa, para alojar a religiosas enfermas,
especialmente carmelitas, que están de paso en Madrid
para consulta médica.
19 de marzo: Hace la fundación benéfica Monte
Carmelo, para ayuda de monjas de clausura enfermas,
especialmente carmelitas.
7 de mayo: Bodas de oro de su Profesión simple [tempo-
ral].
1972 Fomenta y ayuda a la construcción de una barriada de
doscientas viviendas, que está construyendo el párroco
de Perales del Río, capellán del convento, para familias
necesitadas.
27 de octubre: Sufre un paro cardíaco, del que se recu-
pera. Recibe la Unción de enfermos.
14 de diciembre: La Congregación de Religiosos aprue-
ba la Asociación de Santa Teresa, solicitada por M.
Maravillas de Jesús.

1973 12 de marzo: La M. Maravillas es elegida presidenta de


la Asociación de Santa Teresa por unanimidad de los
dieciocho Carmelos que entonces la constituyen.
7 de mayo: Es confirmada priora del Carmelo de La
Aldehuela (Madrid).

1974 Mes de febrero: Dª María Victoria Gandarias, hermana


de la M. Dolores de Jesús, dona un terreno a la M.
Maravillas que, a su vez, regala al Instituto “Claune”,
para la edificación de una clínica para monjas de clausu-
ra enfermas.
19 de mayo: Bodas de oro de la fundación del Carmelo
del Cerro de los Ángeles (Madrid).
PERFIL BIOGRÁFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 317

24 de noviembre: Fiesta de Cristo Rey. Se celebra la


primera Misa en la iglesia del complejo parroquial (club
de ancianos, salón de conferencias, iglesia, club para
muchachos, etc.) que ha hecho construir en la Colonia
del Carmen, en Perales del Río, y que se inaugurará des-
pués de su muerte.
8 de diciembre: Recibe, con plena lucidez y gran fervor,
la Unción de enfermos, y el Viático.
11 de diciembre: Es miércoles. A las 4,20 horas de la
tarde, rodeada de su comunidad, muere la M. Maravillas
en olor de santidad, en el Carmelo de La Aldehuela
(Madrid).
1975 24 de enero: Poder otorgado por la comunidad de La
Aldehuela a la M. Dolores de Jesús, supriora y presiden-
ta de la comunidad, para que comenzase las diligencias
necesarias para incoar la Causa de Canonización de la
M. Maravillas de Jesús.
16 de junio: La M. Dolores de Jesús, priora del Carmelo
de La Aldehuela, nombra al P. Simeón de la Sagrada
Familia, O.C.D., como Postulador de la Causa de
Canonización de la M. Maravillas.
19 de septiembre: El Definitorio General de los PP.
Carmelitas Des­calzos da el consentimiento para iniciar
la Causa.
13 de noviembre: D. Hermenegildo López Gonzalo,
sacerdote, es nombrado Vicepostulador de la Causa de
Canonización de M. Maravillas.
1976 1 de marzo: Se envía a la Congre­gación para las Causas
de los Santos el elenco pedido por dicha Congrega­ción,
para estudiar si la vida de la M. Maravillas ofrece una
318 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

base sólida para que se inicie su Proceso de Cano­


nización.
19 de junio: La Congregación para las Causas de los
Santos concede el Nihil obstat para la introducción de
la Causa de Canonización de la M. Maravillas de Jesús.
11 de septiembre: Curación milagrosa de Alfonsa García
Blázquez, de Macotera (Salamanca), por intercesión de
M. Maravillas.
1980 8 de julio: El Cardenal Arzobispo de Madrid-Alcalá, D.
Vicente Enrique y Tarancón, da el “Decreto de introduc-
ción de la Causa” de la M. Maravillas de Jesús, desde ese
momento “Sierva de Dios”.
1981 22 de enero: Sesión de apertura del Proceso Cognicional
sobre la vida y virtudes de la M. Maravillas, en el
Carmelo de Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, por
el Cardenal-Arzobispo de Madrid-Alcalá, y Edicto del
mismo Sr. Cardenal para la recogida de los escritos de la
Sierva de Dios.
14 de noviembre: Exhumación y traslado de los restos
de la Sierva de Dios desde el cementerio conventual, en
la huerta del Carmelo de La Aldehuela, hasta el coro
bajo de dicho convento.
1983 18 de marzo: Clausura del Proceso Cognicional sobre la
vida y virtudes de la Sierva de Dios, en la capilla del
Arzobispado de Madrid.
24 de marzo: El Postulador entrega a la Congregación
para las Causas de los Santos la copia, cerrada y sellada,
del Proceso Cognicional.
1984 Del 15 de febrero al 13 de abril: Se celebra en la Curia
Diocesana de Salamanca el Proceso sobre el presunto
PERFIL BIOGRÁFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 319

milagro de Alfonsa García Blázquez, atribuido a la


intercesión de la Sierva de Dios.
26 de abril: El Postulador entrega a la Congregación
para las Causas de los Santos la copia, cerrada y sellada,
del Proceso sobre el presunto milagro.
1991 4 de noviembre: Primer centenario del nacimiento de la
Sierva de Dios. Inauguración del museo de la M.
Maravillas, en el Carmelo de La Aldehuela (Madrid).
1996 17 de diciembre: En presencia de S.S. Juan Pablo II,
promulgación del Decreto de las Virtudes Heroicas de la
Sierva de Dios. Recibe el título de “Venerable”.
1997 11 de abril: Muere la M. Dolores de Jesús, en el Carmelo
de La Aldehuela (Madrid).
18 de diciembre: En presencia del Santo Padre fue pro-
mulgado el decreto del milagro.
1998 16 de febrero: En el Carmelo de La Aldehuela, exhuma-
ción y reconocimiento de los restos mortales de la
Venerable M. Maravillas de Jesús, ante su inminente
Beatificación, en presencia del Sr. Obispo de Getafe, D.
Francisco José Pérez y Fernández-Golfín, y el Postulador
de la Causa, el P. Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D.
Los restos fueron depositados en una urna, y provisio-
nalmente trasladados a una celda, mientras se reformaba
la sepultura, situada entre las dos rejas del coro bajo de
la iglesia de las carmelitas descalzas de La Aldehuela.
27 de abril: Solemne traslado de la urna, que contiene
los restos de la Venerable Madre Maravillas, a la nueva
sepultura.
320 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

10 de mayo: Solemne Beatificación de la Venerable M.


Maravillas de Jesús, en Roma por S.S. Juan Pablo II.
19-20 de julio: En la ciudad de Nogoyá (Argentina)
tiene lugar un milagro atribuido a la intercesión de la
Beata Maravillas. Se trata del pequeño Manuel Vilar, de
dieciocho meses, que sufrió asfixia por inmersión en una
piscina de agua estancada y fangosa, paro cardiorrespira-
torio y coma profundo.
1999 22 de julio: Nombramiento de Mons. Luis Zanitti como
Vicepostulador para el Proceso en Paraná de un presun-
to milagro.
Del 17 de agosto al 6 de noviembre: Tiene lugar el
Proceso diocesano en la diócesis de Paraná (Entre Ríos,
República Argentina), sobre el presunto milagro atribui-
do a la intercesión de la Beata Maravillas de Jesús: cura-
ción rápida, completa y duradera, del niño Manuel Vilar,
de dieciocho meses de edad.
13 de noviembre: El Postulador entrega a la Congregación
para las Causas de los Santos la copia, cerrada y sellada,
del Proceso sobre el presunto milagro.
2000 21 de enero: Decreto de validez jurídica del Proceso
sobre el presunto milagro.
2001 13 de marzo: Colocación de la primera piedra de la
parroquia dedicada a la Beata Maravillas de Jesús, en
Getafe (Madrid).
10 de mayo: Tiene lugar en Roma la Consulta Médica
sobre el presunto milagro. Los médicos de la Consulta
votaron a favor unánimemente.
27 de noviembre: Congreso Peculiar de los Teólogos
Consultores para estudiar el caso. Dieron su voto afir-
mativo.
PERFIL BIOGRÁFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 321

2002 5 de febrero: Congregación Ordinaria de Cardenales y


Obispos, en el Palacio Apostólico Vaticano, para exami-
nar el posible milagro de Manuel Vilar. Votaron afirma-
tivamente por unanimidad. El ponente de la Causa:
Mons. Piergorgio Silvano Nesti, C.P.
23 de abril: Promulgación del Decreto del milagro.
2003 7 de marzo: Consistorio Ordinario público para la cano-
nización.
4 de mayo: Solemne canonización, por S.S. Juan Pablo
II, en Madrid
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 323

MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA


LLAMADA DE DIOS. VOCACIÓN Y DESTINO

† Evaristo Renedo Vega, OCD.

LLAMADA A SER UNA “MARAVILLA” DE DIOS*

Peculiar vocación

El primer Censor de los escritos de la M. Maravillas de Jesús


califica de “peculiar vocación” la vivida por esta carmelita descal-
za. La ve, desde un primer momento, no sólo como quien vive la
llamada de Dios a tope, “en plenitud”, sino además “proyectada
hacia su entorno”. Por eso se “convierte en un testigo excepcional,
de particular importancia de la vida contemplativa en la Iglesia de
nuestro siglo” (ITC, 2). Es ella misma la que va a permitirnos aso-

* Siglas para todos los artículos:


cf. o cfr. = compárese, véase.
VC = Vida consagrada.
      De la Madre Maravillas de Jesús:
Cta. = Cartas. Se cita sólo el número progresivo con el que aparecen en los
volúmenes presentados en la Congregación para las Causas de los
Santos.
ITC = Iudicium Theologi Censoris. Vol.I de la Positio. Se cita sólo la página.
PSumm = Positio Summarium. El número corresponde a los marginales.
Vida = Se trata de la Vida de la Madre Maravillas que aparece en la Positio,
Vol. I, añadiendo la página que corresponde.

De Santa Teresa de Jesús se han utilizado las Obras Completas publicadas en la


Editorial Monte Carmelo, Burgos, 1999:
C =
Camino de perfección. Se refiere siempre al Camino de perfección en su
redacción definitiva (Autógrafo de Valladolid).
R =
Relaciones.
V =
Vida.
324 EVARISTO RENEDO VEGA

marnos a su interior sobre todo a través de sus cartas1. Disponemos


también de las declaraciones de testigos cualificados, que la cono-
cieron personalmente y que luego han entrado a formar parte del
Summarium para el proceso de Beatificación y Canonización.
No será posible, sin embargo, ofertar en estas cortas páginas la
profundidad de su vocación; se necesitarían bastantes más. Lo
mejor, por otra parte, siempre quedaría en el interior de la persona,
como gracia especial de Dios y como secreto de esta hija de Teresa
de Jesús, que no siempre consiguió manifestar a sus confesores
todo cuanto sentía sobre la llamada del Señor. Escribe al P. Torres:
“Yo necesitaría un vocabulario especial para mí, pues para dar a
entender lo que siento, a veces, tendría que emplear palabras que no
me gustan nada, que no me van, que no es aquello seguramente, y
sin embargo, no sé otras, pues aquellas que no querría decir, que no
son seguramente, son las únicas con las que puedo explicarme...”
(Cta 338). Ciertamente su vida interior era un secreto incluso para
quienes vivían a su lado; ni lo podían sospechar. Sólo ahora, a tra-
vés de sus cartas a los confesores se ha podido saber.

De San Juan de la Cruz utilizamos las Obras Completas de la Editorial Monte


Carmelo, Burgos, 1998.
CB =
Cántico espiritual. Se refiere siempre al Cántico espiritual, en su versión
definitiva (B).
Ll =
Llama de amor viva. Se refiere siempre a la Llama, en su versión definitiva
(B).
N = Noche oscura.
D = Dichos de luz y amor.
P = Poesías.
No se han utilizado, para las citas de la presente obra, las ediciones que Madre
Maravillas tuvo a su uso. Fueron las siguientes:
Obras de Santa Teresa de Jesús, edición preparada por el padre Silverio de Santa
Teresa, ocd, Tipografía de «El Monte Carmelo», Burgos, 1922. Más adelante utilizó tam-
bién la edición preparada por el mismo padre, de 1949.
Obras de San Juan de la Cruz, edición popular, preparada por el padre Eduardo de
Santa Teresa, ocd, Tipografía de «El Monte Carmelo», Burgos, 1925. Se desconoce qué
ediciones utilizó hasta esos años.
1 Para conocer su interior se hace imprescindible acercarse a la correspon-
dencia que tuvo con sus directores espirituales los PP. Alfonso Torres, SJ.,
Florencio del Niño Jesús y Valentín de san José, carmelitas descalzos, y recogidas
hoy en su amplio epistolario. En ellas aparece no sólo cómo vivió la vocación al
Carmelo; se refleja además el misterio de Dios que prueba a esta alma para hacerla
a su antojo. Los textos de las Cartas alusivos a estos Padres sólo se citará por P.
Torres, P. Florencio y P. Valentín. Interesante lo que se dice sobre las Cartas que se
conservan de estos Padres en ITC, p.2-3.
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 325

Maravillas: el nombre que mejor la define como vocacionada

Sus vivencias interiores fueron un “secreto” guardado por ella,


pero al mismo tiempo un misterio, misterio de gracia. En él entra
de lleno la historia de su vocación. Este nombre, “Maravillas”,
habla de las que Dios hizo en ella desde que nace. Su nombre de
pila fue María de las Maravillas, que le hubiera gustado cambiar al
entrar en el Carmelo, suprimiendo lo de “Maravillas”. Cuando “le
preguntaron las superioras qué nombre quería llevar, dijo que que-
ría llamarse Teresa María de Jesús; pero las superioras le dejaron el
nombre de María Maravillas de Jesús. Era un nombre que ni a ella
ni a su padre le gustaba; pero que se lo habían puesto en el bautismo
por ser la patrona de Cehegín, el pueblo de su madre, y era una
advocación de la Santísima Virgen, a la que toda la familia le tenía
una gran devoción” (PSumm § 768). “Prefería llamarse solamente
María, porque pasaba más desapercibida” (PSumm § 663. cfr. Cta.
1368, 2588, 3303).§
Con el tiempo se la conoce prácticamente y llama “Madre
Maravillas”. Este nombre responde con más exactitud a lo que Dios
quería de ella: convertirla en una “maravilla” para la Iglesia de
nuestro tiempo. “Maravilla de las maravillas” la califica una testigo
que la conoció personalmente (PSumm § 4180). Es uno de esos
nombres que, antes de servir para diferenciar a una persona de otra
en su carnet de identidad o en el trato ordinario, expresa una fun-
ción o misión que le ha sido encomendada. Se trata de una mujer,
carmelita descalza, enviada por Dios para transmitir un mensaje o
recordar verdades y valores que conviene poner más de relieve.
Este nombre es ya inseparable de su vida, de su vocación, en el
ambiente de la Iglesia y de la misma sociedad que la conoce aunque
sea sólo por referencias.
Dios la quiso preparar para que dijese una palabra al hombre
que acaba de estrenar un nuevo milenio. La Iglesia la presenta
como miembro muy cualificado. Su enseñanza no es fruto de sus
razonamientos, sino de la experiencia de Dios. Si algo actual ofre-
ce, lo hace desde la vocación vivida; no es cosecha suya o verdad
a la que ha llegado razonando, sino palabra que ha recibido de Dios
para que la reparta. Ofrece, desde la experiencia de Dios a través de
su historia vocacional, un mensaje de contemplativa, de mística que
326 EVARISTO RENEDO VEGA

aprende la teología del Dios que ama y se vuelca sobre el hombre


cuando éste se deja hacer.
Tiene también una palabra que decir a la vida consagrada en
general y más en concreto al Carmelo Teresiano en el momento
presente, para que siga siendo en la Iglesia lo que Teresa de Jesús
pensó al iniciar un nuevo estilo de vida en San José de Ávila. Es
interesante y significativo reparar, cómo los Teólogos Consultores,
reunidos el 24-V-1996, para deliberar sobre las virtudes de la
Madre Maravillas, coinciden en la misma idea: que observando los
consejos evangélicos, practicados según el espíritu de su gran
maes­tra Teresa de Ávila, se convierte en auténtico modelo en clave
moderna; que fue un fidelísimo espejo de Teresa de Jesús; que su
fidelidad al espíritu teresiano sea tal vez la característica de mayor
relieve en la vida de la Madre Maravillas; que encarna el carisma
de Teresa y Juan de la Cruz... “Maravillas” es el nombre que Dios
le puso. Responde a este nombre con la vida. Por eso puede decir
una palabra sobre las obras de Dios, que sigue haciendo maravillas.
La llama y la destina. Ella se deja hacer por Dios; Éste la va labran-
do por dentro. Solía decir: “Si tú te dejas, ¡qué bien lo hará!”
(Summ § 4367). Dios hizo bien todas las cosas. Todo lo que hizo
“estaba muy bien” (Gén 1,31). Sigue haciendo maravillas en los
humildes, en los pobres, en los que se dejan hacer por él, aunque
pasen desapercibidas. En ocasiones, como en este caso, la Iglesia
presenta oficialmente la santidad de Dios encarnada en esta carme-
lita descalza. Hay vocaciones que es difícil precisar cuál sea su
nombre más apropiado. Conociendo el nombre que la define es más
fácil comprender el alcance y sentido de la misma.

Etapas de su historia vocacional

Tres son las etapas que recorre hasta alcanzar la meta: primero
se siente llamada a ser religiosa, luego vive unos años como de
prueba y de lucha por entrar en el Carmelo, esperando que llegue la
hora de Dios; la vive a tope desde que se encuentra en el ambiente
en que Dios la quería, porque el ambiente tiene su influencia en
cualquier historia vocacional. El hecho de que se lo propusiera,
desde que conoce cuál es la voluntad de Dios sobre ella, abre su
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 327

vida a nuevos horizontes, pues la vocación, cuando se la vive pro-


gresivamente, disfruta de la novedad de cada día. A éstas hay que
añadir una cuarta: la de su proyección después de la muerte2.

1ª ETAPA: LLAMADA A SER RELIGIOSA

Dios nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo


(Ef,1,4)

1.   Dios llama y pone en camino

a)   Dios siempre va por delante. La Escritura enseña cómo


Dios fue llamando al hombre a lo largo de la historia para sus fines.
Llama a los que quiere; pero siempre para cumplir con una misión.
Cada uno, según como acepte los planes de Dios, va tejiendo y
entrelazando la propia existencia. Las historias vocacionales, por
parte de Dios todas han comenzado a su hora. Por lo que al hombre
atañe depende el que la respuesta haya sido inmediata e incondicio-
nal, o con retraso por miedo al compromiso y al riesgo. Sucede
también que en ocasiones la respuesta es inmediata y generosa;
pero luego se afloja rebajando el listón del compromiso, viviendo
la vocación a medias, escribiendo una historia vocacional condicio-
nada, a base de rebajas de temporada. A estas vocaciones Dios les
sigue diciendo lo del Apocalipsis: Conozco tus obras, tu esfuerzo y
tu entereza [...], pero tengo en contra tuya que has dejado el amor
primero (Ap 2,2-3).

2 Tres fueron también las etapas espirituales de su vida:


“La primera –yo no puedo recordarla sin un inmenso dolor– duró desde antes
de los 7 años hasta los 13 ó 14.
La segunda, en la que las muchas alabanzas que recibía y la opinión en que
todo el mundo me tenía, aun cuando yo bien comprendía que era equivocada y
falsa, me hacía hacerlo todo, aun lo más santo, mezclado con ese deseo de ser
estimada [...] A pesar de desearlo y procurarlo tanto, no había podido salir, no dán-
doseme ya nada de los juicios de los hombres, es decir, sí, pena de ver que siendo
yo la que era delante de Dios, me creyeran muy otra pues este trabajo me lo ha
dejado el Señor aún hasta ahora mismo [...].
La tercera parte es desde entonces hasta ahora. No hay un solo día en mi vida
del que pueda estar contenta, ninguna temporada que recuerde con añoranza.
Siempre infidelidad, negligencia y tibieza, compañeras inseparables de las diversas
situaciones de mi vida” Cta. 508, a P. Valentín, noviembre 1939.
328 EVARISTO RENEDO VEGA

El libro de Jeremías comienza diciendo que Yahveh le dirigió la


palabra en estos términos: Antes de haberte formado yo en el seno
materno te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo
profeta de las naciones te constituí (Jer 1,4-5). Este hecho bíblico
vuelve a repetirse, como en otros casos, en la historia de la Madre
Maravillas. Ejemplo similar, dentro de la hagiografía, lo tenemos
en Teresa de Lisieux3. Esta dice expresamente: “Deseé hacerme
religiosa desde el primer despertar de mi razón” (Ms A, 54v).
Aquella, escribiendo al P. Torres (Cta. 396), con fecha 9 de febrero
de 1933: “¡A mí todo, todo me lo dio hecho mi Dios! No me dio a
escoger. Con infinita misericordia, al mismo tiempo que el uso de
la razón me puso en el corazón, en el entendimiento y en la volun-
tad el atractivo, el deseo y la seguridad de la vida religiosa. No
había para mí más camino, ni me atraía tampoco”.

b)   Todo me lo dio hecho mi Dios. No me dio a escoger. De la


noche a la mañana, aunque niña aún que se está abriendo a la vida
y al margen de cómo lo interpretan los que están a su lado, se sien-
te impactada por lo que Dios le ha dado a conocer. Con cuatro o
cinco años sólo, se encuentra con que el camino de su existencia lo
tiene fijado, trazado. Por él tiene que discurrir el resto de su vida.
No le cabe la posibilidad de soñar, de idealizar la vida, de dejarse
llevar por su imaginación lo que puede ser o será el día de mañana.
Se le pone delante un plano en el que sólo está señalado un camino.
Dios mismo lo ha trazado, contando con los altos y bajos de la
geografía humana. Y cuando Dios lo diseña, lo hace siempre como
el mejor ingeniero de caminos.
Con todo, al tratarse del hombre, nunca impone su plan, lo pro-
pone; lo presenta sólo para que acepte o rechace, entablando con la
persona un diálogo que se intuye interesante. Maravillas no conoce
desde el principio todos los pormenores. A su tiempo se los irá
descubriendo el Señor. Le basta saber que la quiere para sí. De esto
está muy segura.
Así se deduce de los textos que nos dejó alusivos al desarrollo
de su vocación desde el momento que Dios le hace ver que la quie-

3. Secundino Jiménez Rodrigo, Semejanza de dos vidas, p. 43-48. Edit.


MC, Burgos, 2001.
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 329

re en propiedad. Descubre un amor primero. Y al amor sólo podía


responder con amor. Si quería responder a la llamada que Dios le
hacía, siendo aún niña, sólo le sería posible haciendo de su existen-
cia una entrega al amor primero.

Textos clave

1.º   Dirigiéndose al P. Torres (Cta. 28), noviembre de 1925, le


dice: El Señor desde el principio me escogió, a pesar de mi miseria,
me rodeó de medios exteriores e interiores, me habló al corazón
desde el primer momento y, aun cuando no podía todavía compren-
der lo que era el estado religioso, me lo hizo desear; así que en mí
no tuvo lugar la elección de estado: sabía que sería, que tenía que
ser monja, que no podía partir mi corazón, que Dios lo quería todo
para Él, y esto por un conocimiento interior, por un sentimiento
secreto, sin que nada ni nadie me indujese a ello.
2.º   Y al mismo P. Torres (Cta. 363): No pido el sentimiento del
amor, pero sí la realidad de él... Cuando pienso cómo desde el
principio, mucho antes de siete años, el Señor me previno con sus
gracias y me hacía comprender me quería sólo para Él, etc., etc., y
que haya llegado a los 40 sin haberme entregado de veras, sino
sólo en apariencia... Esto es dolorosísimo...
3.º   Años más tarde, le manifiesta al P. Valentín (Cta. 508),
noviembre 1939, que: “La [gracia] de la vocación la recibí al
mismo tiempo que el uso de la razón, y con tanta claridad sentía el
llamamiento del Señor que tan decidida estaba entonces a ser
monja como ahora, y sin la más pequeña sombra de duda en toda
mi vida. A pesar de esto, y de que el mundo que me vi obligada
algún tiempo a frecuentar, no tenía ningún atractivo para mí, y
deseaba ardientemente el convento para consagrarme a Dios...”.
Tres son los puntos a resaltar en la vocación de Maravillas
desde que se siente llamada: certeza de haber sido elegida por Dios
para sus fines; cómo el Señor quiere ser el propietario de su corazón
que con nadie más puede ya compartir; que todo era un gesto del
amor de Dios y que ella estaba también llamada a responder a este
gesto con amor. Para ella la vocación comienza a ser una llamada
al amor, a ser propiedad de “Otro”, a vivir para el Otro, a no reser-
330 EVARISTO RENEDO VEGA

varse nada y dejarse amar siempre por el Otro, sin ofrecer resisten-
cia. Se da cuenta que la tacañería no encaja en lo que está llamado
a crecer, como es el amor.

2.   Maravillas responde de inmediato

a)   Aceptar el plan de Dios compromete a toda la persona. Por


parte de Dios siempre fue así: hay una elección desde la eternidad,
que Dios la da a conocer a su debido tiempo al interesado, al que
ha mirado detenidamente. Pero no está ahí todo. La mirada de Dios
es de amor y pretende que a la llamada siga una respuesta de amor
que englobe toda la vida del vocacionado. En el tema vocacional no
es infrecuente pasar un poco por encima este elemento básico y
primordial o no percibir con suficiente claridad que se trata de algo
determinante, como si la llamada que Dios hace al amor pudiera
retrasarse o valiera una respuesta cualquiera, remisa o a medias, sin
compromiso total de toda la persona.
Jesús en su Evangelio es tajante: El hombre tiene que decidirse
por estar a favor o en contra de Él. Tras formular el principio gene-
ral: Nadie puede estar al servicio de dos amos, porque aborrecerá
a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al
otro y no podéis servir a Dios y al dinero (Mt 6,24; 12,30; Mc
9,40). La indiferencia, cierta tibieza, el alargar la respuesta incon-
dicional y concreta nunca son buena compañía en la historia voca-
cional.

b)   Hace voto de castidad a los cinco años. Prueba de haber


entendido, contando siempre con su corta edad, lo que englobaba
creer que Dios la tenía destinada a ser una consagrada exclusiva-
mente a su servicio, es el voto de castidad que hace cuando sólo
cuenta cinco años de edad. Influyeron sin duda en este gesto tan
prematuro las narraciones del “Flos Sanctorum”, que leía con su
abuela. Le llamaba la atención el que algunas santas se esforzasen
tanto por conservar la virtud de la pureza virginal. No entendía muy
bien el significado y alcance de esta virtud.
Es su abuela quien se la explica diciéndole que era una “virtud
angélica, virtud maravillosa por excelencia”. “Acababa de leerle la
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 331

vida de santa Inés, que había hecho voto de castidad a los cinco
años. Y ella se hallaba precisamente por esa misma edad. Tenía,
pues, que “imitar” a santa Inés. Supo que el voto de castidad, en la
Iglesia, había que hacerlo de manera pública, en el sentido de que
quedara sellado el compromiso. Como no lo entendía, doña
Patricia, su abuela, le vino a decir que debía haber testigos del
hecho, como en los contratos, según había oído a su padre en más
de una ocasión. Tampoco alcanzó a comprender ahora, por lo que
su abuela le dijo: “Las cosas grandes y transcendentes en la vida se
prueban y justifican por medio de testigos” (Vida, 21).
Esta niña de cinco años se ha sentido también llamada a hacer
lo mismo que hiciera santa Inés. Y si la dificultad está en buscar un
testigo, eso para ella tiene fácil solución, aunque se lo piensa dos
veces. Dice Mª. Dolores de Jesús: “En esta época de su vida
[1896], cuando tenía cinco años, quiso hacer voto de castidad. Esto
lo sé porque me lo contó la Sierva de Dios personalmente. Como
quería ser solamente del Señor, quería manifestarle de alguna
manera que era toda suya. Y, recordando sin duda la vida de las
santas que su abuela le leía, decidió hacer voto de castidad, para ser
más del Señor. Ella había oído que las cosas con voto tenían una
fuerza especial. Y entonces decidió un día que hacían falta testigos
para el voto, y estaba muy complicada de quién iba a ser testigo.
Nieves lo contaría a todo el mundo, su hermana Niní, de ninguna
manera lo entendería; las muchachas lo contarían también. Y se lo
dijo a una muchacha, que se llamaba Mariquita, que era un poco
retrasada, figurándose que si a ella le decía que no se lo dijese a
nadie, no lo iba a decir. Puso un altar en el desván con dos velas y
unas flores a la Virgen, y allí hizo su voto. Y cuando nos contaba
esto, y le preguntábamos que qué es lo que hizo, que qué dijo, nos
decía que nada, que decirle al Señor que era toda suya” (PSumm §
728).
Y Mª Reyes del Corazón de Jesús precisa que esto tuvo lugar en
Carrascalejo, poniendo un altarcito a la Virgen, ante una doncella
de la casa, “un poco tontona” y que “pensaba que no lo diría a
nadie. Pero, como no fue así, sino que lo divulgó en seguida, ya que
todo el mundo lo supo, la Sierva de Dios nos lo contaba a insisten-
tes preguntas nuestras” (PSumm § 1505).
332 EVARISTO RENEDO VEGA

Lo que ella había hecho reservadamente, con la promesa de


guardar secreto por parte de la testigo, pronto se divulgó. La “ton-
tona” de Mariquita, tirándole de la lengua las otras sirvientas, le
faltó tiempo para soltarlo todo. El gesto tan significativo por el
espíritu con que pronunció la fórmula de pertenecer para siempre a
Cristo, al estilo de las santas vírgenes, fue calificado como de
“cosas chocantes que hace esta Maravillinas”. “Sólo más adelante
comprenderá que la imitación consiste en copiar el espíritu, no los
hechos. Pero ahora, como después, le moverá la misma intención:
el amor a Dios, haciéndose santa” (Vida, 23).
El voto de castidad lo renovaría en diversas ocasiones, hasta
que el P. López le autoriza hacerlo perpetuamente. Tiene lugar el 30
de mayo de 1913. “Entonces se puso un brazalete, que se le ve en
alguna fotografía” (PSumm § 1526).

3.   En su primera comunión comparte con Cristo sus deseos

a)   Sólo trató con el Señor de sus ansias de que llegara el día


de ser religiosa. El día de su primera comunión habla al Señor de
lo que más estaba deseando: ser religiosa. La recibe el 7 de mayo
de 1902. “Tenía deseos ardentísimos de recibir al Señor. Se había
preparado durante un mes, estando interna en el colegio de Santa
Isabel. Recuerdo que una vez, estando la Sierva de Dios en la capi-
lla del colegio haciendo la visita al Santísimo, cuando sintió que se
abría la puerta, volvió la cabeza con mucha alegría, pensando que
era la madre Elísabeth. E instintivamente sintió un reproche del
Señor desde el sagrario, diciéndole que Él estaba allí por ella, y que
ella prefería la conversación con una criatura” (PSumm § 2373 y
además § 716, 1216, 1513, 2017, 3441-3442).
Años más tarde, 11-3-1938, escribiendo al P. Florencio, recuer-
da lo vivido para la primera comunión: “Yo, al confesarme, siempre
quería explicar más, y el confesor no me dejaba, y cuando le pre-
guntaba si bastaba lo que decía, me contestaba que sí. La víspera de
mi Primera Comunión, después de la confesión, pensé todo eso,
que estaba reprobada, que mis compañeras agradarían tanto a Dios
y yo haría una mala comunión, etc., y sufrí mucho. El día de mi
Primera Comunión se me olvidó todo esto, fui felicísima. Sólo
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 333

hablé con el Señor de mis ansias porque llegara el día de poder ser
toda suya en la vida religiosa, y siempre es para mí una fecha dul-
císima y memorable”.

b)   “Llegar el día de ser religiosa”. El que sólo tratase con el


Señor de sus deseos de ser religiosa, es sin duda un pormenor de
interés especial para su historia vocacional. El que tratase expresa-
mente en el primer encuentro con Cristo Eucaristía, indica que en
aquella época lo que más la absorbía era ser religiosa, pertenecer
más y mejor a Cristo. Pensaba que para responder a la llamada que
Dios le había dado a conocer desde que tuvo uso de razón, sólo era
posible entrando en un convento, es decir, siendo una consagrada.
Creía que para responder como es debido a Dios, necesita alejarse
de algo, y no porque fuese malo lo que hacía, sino porque la urgía
liberarse de cuanto pudiera envolverla y condicionarla. Tenía que
ingresar en un convento, donde se hace una vida distinta que en el
mundo. “Ser religiosa” comienza a significar para ella algo más que
vivir fuera de la casa paterna. Simbolizaba comenzar a vivir la
vocación con sentido de pertenecer a otro, de no poder ella misma
disponer, como Cristo, que vino para hacer la voluntad del Padre;
quería seguirlo con todas las consecuencias.

2ª ETAPA: TIEMPO DE LUCHA Y ESPERANZA

1.   Ser monja a los quince años

a)    Cuándo podría ser monja. Esta es la pregunta que con fre-
cuencia hacía a su confesor, según la testigo Dolores de Jesús: “En
esta época, cuando la Sierva de Dios tenía quince años, decide
entrar religiosa; y entonces plantea la cuestión al padre López, ale-
gando que a santa Teresita le habían dado permiso para entrar en
religión a los quince años. El padre López le dijo que no podía ser,
porque ella era necesaria a su padre, que había dado y estaba dando
tanto a la Iglesia. En una carta que la Sierva de Dios escribió al
padre Torres [...] hacía referencia a este hecho de su vida en esta
época. A partir de entonces, la Sierva de Dios se decidió a atender
334 EVARISTO RENEDO VEGA

a sus padres, como le había indicado el padre López, a la abuela,


que entonces era muy anciana, a las obras de caridad, y a su vida
de piedad, siendo además muy asidua del Real Colegio de Santa
Isabel, donde iba casi todos los días a visitar a la madre Elísabeth,
haciéndoles muchos recados” (PSumm § 745).
“La Sierva de Dios sintió desde pequeña la vocación religiosa.
Y le repetía todas las veces a su confesor que cuándo podría ser
monja. Y el Director le decía constantemente que cuando fuera
mayor. Y tanto le insistía, que el padre López le mandó que duran-
te un año no le volviera a hablar de vocación. Y la Sierva de Dios
tomó nota de la fecha, y el día que se cumplía el año, que estaba en
Covadonga, con sus hermanos, a la medianoche, tomó la pluma, y
le escribió al Padre diciendo que seguía pensando lo mismo
(PSumm § 1219).

b)   Sería religiosa cuando sonase la hora de Dios. El P. López,


aunque no dudaba de esta vocación auténtica, la retiene. Quería
entrar a los quince años, pero tuvo que esperar a que marcase la
hora el reloj de Dios. Primero fue el padre y luego la madre en lo
que se apoyaba su director espiritual para retrasar su entrada en un
convento. Son varios años los que la esperan de lucha por una parte
y de esperanza por otra. Fueron años para cimentar mejor la voca-
ción y descubrir el lugar donde Dios la quería. Aprendería lo que
era mantenerse en la idea de que Dios se la había reservado, a pesar
de las dificultades con las que se iba encontrando. Era voluntad de
Dios y saldría adelante. Ni un momento de duda pasó por su mente.
La llamada a ser religiosa es para ella como una verdad en la que
no puede dejar de creer. Ha entrado a formar parte de su vida y de
su “credo”, como cristiana y como consagrada. Tiene que superar
obstáculos; el último, difícil, obtener permiso de su madre. Sabe
esperar abandonada, por una parte, a la voluntad de Dios que así lo
está disponiendo y, por otra, se ejercita en la virtud de la obedien-
cia, siguiendo cuanto su director espiritual le decía.
No fue meramente un tiempo de espera. Le sirvió para enrique-
cerse y madurar la vocación; para descubrir el lugar donde Dios la
quería, el Carmelo Teresiano. Las llamadas de Dios conllevan, a
veces muy claramente, cuál es el ambiente más apropiado para su
desarrollo. El carisma fundacional siempre va por delante, que ade-
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 335

más presenta un espíritu y estilo de vida en los que el vocacionado


tiene que adentrarse.

2.   Descubrimiento del Carmelo Teresiano

a)    Dios se vale de las mediaciones humanas. También en el


tema vocacional Dios se sirve de las mediaciones humanas para dar
a conocer sus planes. Años más tarde, Dios mismo usa el medio de
la Madre Maravillas para que otras siguieran su camino vocacional.
En este caso fue de su prima Dolores Pidal de quien Dios se vale
para que Maravillas descubra hacia dónde tiene que dirigir sus
pasos. La prima le habla de lo vivido por ella en San José de Ávila,
donde estuvo una temporada; le facilita conocer a la comunidad de
este monasterio; la pone en comunicación con las obras de Teresa
de Jesús y Juan de la Cruz, que leían juntas, ahondando en su ense-
ñanza. Maravillas, “desde entonces profundizó enormemente esa
doctrina: fueron sus verdaderos directores de espíritu, y en su lec-
tura encontraba respuesta a todo lo que su alma necesitaba”
(PSumm § 2397).

b)    Ni dominica ni clarisa. Maravillas había descartado de los


conventos posibles para ser religiosa a los monasterios contempla-
tivos tanto de dominicas como clarisas, que conocía por las visitas
que hacía con su abuela. La razón era muy significativa: “La ves-
tían con plumas ajenas” (PSumm § 1944). Los versos que le dedi-
caban siempre decían lo mismo: “La vida en el convento siempre
es un cielo. ¡Faltas, tú, Maravillinas!” (PSumm § 3701). “No se le
pasó por la imaginación ‘contemplar aquel cielo’ con su presencia.
No le iba un convento donde recibía alabanzas inmerecidas y le
mostraban agradecimiento y afecto que no le correspondía. También
de esas realidades humanas se valió la providencia para indicarle
dónde debía realizar su vocación al estado religioso, porque se par-
tía de algo que no era real” (Vida, 18).

c)   La llamada de Dios es a ser contemplativa. Tampoco entró


en sus cálculos entrar en el colegio de Santa Isabel, con harta pena
y desilusión de la madre Elísabeth, con la que siguió manteniendo
una estrecha relación. La esperaba como religiosa de la Asunción.
336 EVARISTO RENEDO VEGA

“Como sabía que la Sierva de Dios no quería ser superiora, le decía


que aquello allí era prácticamente imposible que lo fuera, entre
tantas monjas y tan cultas, y con títulos; en cambio, si entraba en
un convento de clausura, en los que suele haber muy pocas religio-
sas, era muy fácil que ella, con la cultura que tenía fuera la priora.
Sin embargo, esta razón no convencía nada a la Sierva de Dios”.
Decía que, aunque hubiese sólo dos religiosas en un convento de
clausura, “ella nunca sería superiora” (PSumm § 750).
Años más tarde, ante la realidad de su vida, seguramente que no
pensaba lo mismo, pues en el desarrollo de la propia vocación se
van dando circunstancias que exigen al consagrado aceptar, con
sentido de obediencia, aquello que la persona en modo alguno
desea.

d)   ¿Fundadora ella? Pero quizás la propuesta que le hace el P.


López sea la que más le sorprenda: “Tenía para ella la idea de que
fuera fundadora de un convento cerca de Madrid”, según declara
Mª Reyes del Corazón de Jesús (PSumm § 1535). “Se sentía inca-
paz de ser fundadora de ninguna Orden” (PSumm § 2650). De una
cosa estaba muy segura: Dios la quería para sí; pero no le había
concedido vocación de fundadora.

e)   Su corazón tiene ya propietario. Y, por supuesto, mucho


menos entraba en sus cálculos aceptar proposiciones matrimoniales
que no la faltaron durante estos años de espera para ingresar en un
convento. Estaba muy convencida que el mismo Cristo se había
posesionado de su corazón y que con nadie podría compartirlo (cf.
PSumm § 759, 1536...).

f)   Teresa y Juan de la Cruz la clarifican dónde la quiere Dios.


El encuentro con Teresa y Juan de la Cruz habían clarificado hacia
dónde dirigir sus pasos en el momento que su madre le autorizase
a seguir los caminos de Dios. Por eso, cuando su madre, paseando
con la hija por el Retiro, accede a que haga realidad sus sueños,
advirtiéndole “que otro día no contara con que tuviera valor para
darle permiso”, Maravillas le hace saber que quería entrar en el
Carmelo, y en concreto en San Lorenzo de El Escorial. Su madre
se sintió desilusionada, porque había pensado que se iba a la
Asunción” (PSumm § 1534). Los dos fundadores del Carmen
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 337

Descalzo la han fascinado. En sus obras y en particular en sus vidas


ha encontrado lo que Dios quería que ella hiciera propio, encarnán-
dolo. Ahora tenía clara su vocación: religiosa, pero con “marca”
teresiana. Esta era la voluntad de Dios. Veía claro que todos los
caminos se dirigían hacia el mismo lugar: al Carmelo Teresiano. Y
dentro del Carmelo, al de El Escorial.

g)   ¿Por qué El Escorial? Creyó que allí iba a encontrar lo


que mejor respondía a la llamada interior para que la vocación
creciera y se desarrollara. Elige este lugar, no por motivación
alguna humana, sino espiritual. En éste había oído lo que no se
dio en otros monasterios. Estaba convencida que la que entraba
no era Maravillas PIDAL, sino una elegida por Dios. Lo que la
movía a “hacerse carmelita” no podía tener sabor de búsqueda
personal y mantener el aprecio humano. Lo que la lleva al con-
vento fue “imitar la vida de Cristo nuestro Bien”, según le dice en
carta al obispo de Ávila. Estaba convencida, sin embargo, que “en
todas partes se puede uno santificar, y lo principal y sólo necesa-
rio es cumplir la voluntad del Señor; pero yo no puedo por menos
de darle infinitas gracias porque para mí haya sido ésta su volun-
tad”, le dirá a Adelaida Fernández-Hontoria, 10 de octubre de
1919 (Cta. 5543).
Para imitar a Cristo, viviendo la vocación con coherencia,
necesitaba pasar desapercibida, ser una más, no ser considerada
por sus valores humanos y espirituales. Se había dado cuenta, que
los monasterios que la conocían, la cotizaban sin estar a la venta y
querían ganársela. La vocación que ella manifestaba atraía a cuan-
tos la conocían sólo un poco. Podía rendir mucho en comunidad.
No estaba para este o aquel postor, sino para el Mejor Postor,
Cristo, que era su propietario. Además a esta vocación le repelían
las alabanzas. No quería entrar en donde contase el apellido Pidal
ni sus cualidades humanas e intelectuales. Se contentaba con ser y
llamarse “María de Jesús”. Una más entre las que formaban la
comunidad.
Escogió El Escorial porque, habiendo visitado anteriormente
otros Carmelos, en todos se la estimaba. Huía de todo lo que fuera
meras valoraciones humanas. En una visita ocasional a la comuni-
dad de El Escorial, la madre Mª Josefa, “en la conversación empe-
338 EVARISTO RENEDO VEGA

zó a decir que había personas en el mundo que parecían santas, pero


que luego en el convento aquello se venía abajo. Y la Sierva de
Dios comprendió que era la única que le había dicho la verdad, y
que, si entraba en El Escorial, allí la iban a humillar” (PSumm §
1539).

h)   También la Virgen María tiene su parte para entrar en el


Carmelo. Su prima Dolores, que la inició en la lectura de las obras
de Teresa y Juan de la Cruz, le habló también del Carmelo como de
la Orden de la Virgen María. En el origen de toda vocación siempre
se da una presencia de María.
Ella misma nos dirá: “Lo primero que recordé fue: He aquí la
esclava del Señor, etc. Seguí haciendo la meditación ¡que es de una
hermosura!, y bueno, no sé, pero sentí o pensé estas cosas. Cómo
debía ser en mí la devoción a la Santísima Virgen (uno de los moti-
vos que me inclinaron al Carmelo fue el ser por excelencia la Orden
de la Virgen)”, escribe al P. Torres en octubre (?) de 1928 (Cta.
101). Estaba también convencida que la Virgen intervino para hacer
realidad su entrada en el Carmelo: “En la visita que hice a
Covandonga no dudo que la Santísima Virgen fue quien me conce-
dió entonces entrar al fin en el Carmelo”, confidencia que tiene en
otra carta a Adelaida Fernández-Hontoria, 14 de septiembre de
1942 (Cta. 5553). Su vocación está ligada, como toda vocación al
Carmelo, a la Virgen María. Además con matices particulares que
merecía la pena exponer en un estudio aparte sobre su “vocación
mariana”4. Es característica imprescindible en la vocación al
Carmelo de Teresa, a lo que luego haremos alusión, desde lo vivido
por la Madre Maravillas.

4 Este estudio por lo que se refiere a recogida de textos, ya está realizado


por Rafael Mª López Melús, un gran mariólogo, en: Nuestra dulcísima Madre. La
Virgen María en la vida y escritos de la Beata Maravillas. Edibesa, Madrid, 2001,
323 pp.
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 339

3ª ETAPA: EN EL CARMELO ENCUENTRA EL LUGAR


QUE DIOS LE TENÍA RESERVADO PARA COMPLETAR
SU HISTORIA VOCACIONAL

1. Su vocación fue una respuesta de fidelidad al amor de Dios

“Me encuentro muy feliz y llenas todas las aspiraciones de mi


alma”

Con la entrada en El Escorial (12 octubre 1919) no hace sino


proseguir un camino iniciado desde que se sintió llamada a la vida
religiosa. Las luchas por conseguir ingresar quedan atrás, y la espe-
ranza de que un día se convirtiera en realidad, el Señor se lo ha
concedido. Lo que cuesta vale. “Vale demasiado la vida del
Carmelo para que no cueste el conseguirla”, escribe a Amparo Grau
(Cta. 6693). Y “lo que mucho vale mucho cuesta, y es tan inmensa
la gracia de la vocación al Carmelo, que bien se puede decir que
todo es poco, por mucho que sea, para corresponder a ella” (Cta.
4950). Lo que cuenta para Maravillas Pidal es el presente.
Comienza una nueva etapa vocacional, sin duda la más rica de su
vida. Se trata de un nuevo estilo de vida, tan distinto del que hacía
en el mundo. En el convento ha de familiarizarse con costumbres
distintas, calificadas quizás por los que se quedan en superficie, de
trasnochadas, y con personas que tratan también de encarnar una
vocación, desde la misma forma de proceder.
La vida repetida produce monotonía y es pesada e insulsa. Sin
embargo, cuando lo que se pretende es agradar al Señor y ser en la
Iglesia lo que Teresa de Jesús pensó había de ser quien se decidiese
a aceptar y vivir aquello para lo que ella juntó a las primeras en San
José de Ávila, las cosas cambian. La vocación no se realiza en la
repetición de actos; exige el amor, que nunca es monótono, porque
en cada acto se renueva y rejuvenece. Es un mismo espíritu el punto
de arranque y el que pone en movimiento la vida de cada día. Sólo
así será posible vivir la vocación y ayudarse las unas a las otras.
Dios no llama para vivir en solitario, sino en soledad interior. En
comunidad, cuando se trata de responder a la llamada como una
verdad en la que se cree, el mismo ambiente que se crea favorece
la vivencia de la vocación personal.
340 EVARISTO RENEDO VEGA

Maravillas, dirá a los pocos días de ingresar a su cuñada


Adelaida Fernández-Hontoria, llena de satisfacción: “Me encuentro
muy feliz y llenas todas las aspiraciones de mi alma” (Cta. 5544).
Y si le preguntamos cuáles eran esas “aspiraciones”, se las mani-
fiesta a la misma persona (Cta. 5545), el 19 de octubre de 1919: a)
estar a solas con Dios en la celda, que le parece el cielo; b) saber
que, por insignificantes que sean sus acciones, puede agradar a
Dios, pues las hace por obediencia; c) sentirse llamada a ser santa,
o mejor, a dejarse hacer; d) ha entrado para amar, y ocasiones para
ejercitarse en esto, no le van a faltar, pues las tendrá servidas en
bandeja de plata u oro a diario.
La felicidad que siente desde el primer momento de ingresar
“no era en la hermana Maravillas el fruto de un fervor pasajero,
sino algo mucho más hondo. Había comprendido toda la grandeza
de la vocación al Carmelo, y el tesoro de su espiritualidad, que ya
había empezado a atisbar y pregustar en el mundo, se presentaba
ahora ante ella como horizontes dilatados”5.
En lo externo, su vida ha dado un giro de noventa grados. Desde
el principio se encuentra como en su ambiente, en la atmósfera
apropiada para respirar, en lo que ella había soñado y no poco
deseado. No cree, sin embargo, haber hecho nada especial. Siente,
sí, el dolor que pueda originar a su madre. “No penséis por un
momento que os olvido, ni olvidaré a ninguno; como os decía, el
sacrificio que tengo que hacer es el de la separación” (Cta. 5544).
Cada uno define su vida desde lo que más le llena y satisface.
Su determinación ha sido libre y se siente feliz porque cree haber
hecho lo que tenía que hacer. Otros podían verlo de distinto modo,
sobre todo quienes consideran la vida religiosa como un consagrar-
se, sí, al Señor, pero manteniendo lo que da categoría humana o
relieve social. Ella, Maravillas de Jesús, como se la llamará desde
entonces, piensa que no hace nada singular o extraordinario. Se
considera una sierva del Señor que ha hecho lo que tenía que hacer,
según la enseñanza evangélica.
Entrar en un monasterio de clausura de estilo teresiano, dejando
fuera en el mundo tantas posibilidades humanas como tenía al

5 Si tú le dejas..., c.7, p.91, 3ª edición, Edibesa, Madrid, 2001.


MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 341

alcance de la mano, no lo considera mérito alguno. Ingresa allí,


“porque sentía una fuerza interior tal, que era irresistible” (PSumm
§ 757). Lo hizo “movida por una luz e instinto sobrenatural”
(PSumm § 2398). Y desde luego “no le movió razón alguna huma-
na” (PSumm § 757).
En toda vocación, para que crezca y se viva con elegancia, se
hace imprescindible tener ideas claras acerca de para qué se entra.
Sólo así el llamado puede sentirse encajado y como en casa propia,
que, siendo de todas, es de cada una. La vocación no puede vivirse
desahogadamente, cuando la casa se convierte en residencia.
Maravillas tiene claro que tanto a ella como a cualquier carme-
lita que siga las huellas de Teresa de Jesús, “de nada, excepto de
Dios, necesita, y es tanto más feliz cuanto más puede entregarse a
Él y menos tiene de todo lo demás”, dirá al P. Torres el 5 de junio
de 1924 (Cta. 15). Encontró una forma de vida que respondía a unas
exigencias interiores. Pensó que la vocación la tenía que vivir al
estilo teresiano y que éste le ofrecía todo lo que andaba buscando
para servir a la Iglesia de una manera que el mundo no siempre
alcanza a comprender.
“No entra para pasarlo bien, sino a imitar a nuestro Cristo y
pasar por Él todo cuanto se digne enviarnos” (Cta. 1390). Tampoco
entra para dedicarse a las obras de Dios, sino a Dios. Sólo desde Él
su vida tendrá una repercusión especial en la Iglesia. A veces se
contabilizan las obras, de las que se hacen encuestas, para probar
cómo el consagrado dedica su vida a remediar tantos males como
hoy aquejan a la sociedad. En este sentido Maravillas de Jesús rea-
liza también obras sociales y es muy sensible a las necesidades que
existen a su alrededor donde van surgiendo nuevas fundaciones.
Pero todo eso nacía de sus encuentros con Dios y de la oración que
estaba viviendo. La carmelita descalza sólo presenta su oración,
una vida gastada o entregada, sin obras externas que tanto el mundo
alaba y aplaude. No es la que aparece. Por eso no se pueden filmar
sus obras reales para proyectar luego en una pantalla. Sólo ofrece
amor al Señor para que el Espíritu lo distribuya allí donde la Iglesia
lo necesita y la sociedad lo requiera. Y no le importa que el benefi-
ciado ignore de dónde procede.
342 EVARISTO RENEDO VEGA

Enamorada de la propia vocación. Pero además de tener claro


para qué se ingresa en la vida consagrada, se hace también indis-
pensable estar enamorados de la propia vocación. Es una caracte-
rística que sobresale en Maravillas Pidal. Primero se fue “enamo-
rando del Carmelo” (PSumm § 1225). Luego, y en la medida que
fue profundizando en la propia vocación, se enamoró también de
ésta. Habla de ella con lenguaje propio de enamorados, que sólo
entienden quienes padecen esa dolencia. Cristo la ha seducido pri-
mero y luego le ha ofrecido algo de gran valor: la vocación de
carmelita para seguir los pasos de Teresa de Jesús para servicio de
la Iglesia .
La vocación ha sido cosa de Dios. Ella se va adentrando y cuan-
to más la saborea, más entusiasmo siente. La califica de “hermosa”
(Cta. 44); “para mí nada hay más hermoso que el Carmelo” (Cta.
71); de “tesoro” (Cta. 396); “tesoro inapreciable” (Cta. 2902); de
“gracia grande” (Cta. 3210); “mayor gracia” (Cta. 4968); “muy
grande” (Cta. 4994); hasta llega a decir: “No hay nada mejor sobre
la tierra que ser carmelita descalza” (Cta. 483); la considera como
gracia “inmensa” (Cta. 4729); “para volverse loca” (Cta. 4870);
“dulcísima” (Cta. 4998). Y como resumen de todo, dejando otras
expresiones: “Lo que mucho vale mucho cuesta, y no hay en el
mundo cosa de más valor que la vocación, y... la vocación de car-
melita” (Cta. 4548).
Agradecida. No se queda sólo en alabanzas a la vocación que
ha recibido. Se siente profundamente agradecida. “No puedo por
menos de darle infinitas gracias, escribirá a los siete días de haber
ingresado en El Escorial, porque para mí haya sido ésta su volun-
tad”, según dice en carta citada ya anteriormente (Cta. 5545).
“Cada vez siento más agradecimiento al Señor por haberme llama-
do al Carmelo, y se descubren en mi alma, en la vida oculta, senci-
lla y austera que en él debe llevarse, nuevos tesoros” (Cta. 391). A
las nuevas vocacionadas aconseja que sean agracedidas por haber-
las llamado (Cta. 2036 y 4019). Pero ante el cúmulo de mercedes
recibidas, no quiere contentarse con decir ¡gracias, Señor! Quisiera
pagarlo con amor. Pero reconoce que está muy lejos de ello.
El marianismo caracteriza su vocación. No hay duda que en la
vocación de Maravillas de Jesús sobresale de modo especial, des-
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 343

pués del aspecto cristológico, el hecho mariano. Y no podía ser de


otra manera. Siempre estuvo presente, desde el comienzo hasta el
final de sus días, la figura de María. A los conventos de carmelitas
descalzas los considera como “Casa de la Virgen”, “Casa de
María”, “Palomarcitos o Casa de la Virgen”, “Casas de la Madre”,
siguiendo los calificativos usados ya por Teresa de Jesús. Estima
como gracia excepcional y de predilección especialísima el esco-
gernos para la Orden de su Madre Santísima (Cta. 5307).
En la “Casa de María” es donde la vocación crece y se ahonda
en ella, teniendo siempre a la Virgen por Madre y Maestra. Como
Madre acompaña, consuela, anima y lleva al Hijo, Cristo. La llama
“dulcísima” (Cta. 910). Si mucho encontró su Hijo en casa de su
Madre, no menos debe encontrar en el Carmelo, siendo además
cada carmelita “una imagen de su Madre” (Cta. 4923). El mismo
Cristo cuida las “Casas de su Madre” (Cta. 2895). La toma por
Madre para que la prepare y ampare en aquello que no acaba de
conseguir con el paso del tiempo (Cta. 3193). Como Maestra ense-
ña. Enseña a ir al Hijo, a estar para Él, a escucharle. Importa com-
placerle. Llega a preguntarse: “¿Cómo podremos vivir en su Casa,
agradar con ella al Señor sin imitarla, como la santa Madre lo
deseaba?” (Cta. 101). Enseña también a ser pobres, sacrificadas,
humildes, nada... (Ib.).
Completando el aspecto mariano de su vocación al Carmelo,
uno de los testimonios más cualificados es de Mª Reyes del C.J.,
que declara en los Procesos: “Nos decía la Sierva de Dios que le dio
una gran devoción enterarse del lema de los Carmelitas: ‘El
Carmelo es todo de María’, y lo escribió en sus conventos, ponién-
dolo encima del torno, al menos en los Carmelos que yo conozco.
A las pretendientas, en todas las cartas les hablaba del conven-
to como de la casa de la Virgen, y eso lo sé yo, por las cartas que
recibí yo misma, y por las que he podido leer de otras Hermanas. Y
en una carta dirigida a la Hna. Rosa, que ya ha fallecido, y que
ahora la tengo yo, dice: ‘Casa de la Virgen, que así se llaman los
Carmelos, ya que en ellos se procura imitar la vida de la casita de
Nazaret, de oración, silencio, trabajo, obediencia: todo envuelto en
amor... pensar que esta fue la vida de nuestra dulcísima Madre y de
Cristo nuestro bien’.
344 EVARISTO RENEDO VEGA

También cuando hablábamos de las vocaciones de cada una,


nos hacía ver cómo en la vocación de todas había tenido parte la
Virgen. Y nos añadía que, si había tenido tanta parte, cómo no nos
iba a enseñar a amar a su Hijo. A mí en una estampa de la Virgen,
me escribió: ‘Si quieres contentarle, ame a su Hijo divino con toda
el alma’. Y cuando íbamos a contarle nuestras tentaciones, nos
decía mucho que acudiéramos a la Santísima Virgen” (PSumm §
1807).

2.  No presume de apariencias, sino de lo que hay dentro


(2Cor 5,12)

Enamoramiento de Cristo

a)    El enamorado sólo se rige por el amor. El estar enamorados


de la propia vocación o el que María se haya hecho presente desde
un primer momento no es todo. Sólo comienza a hacerse realidad
cuando se procede y parte del enamoramiento de Cristo. Es éste el
punto de partida en toda historia vocacional; sin que obste el que en
cada consagrado existan matices diferentes; pero siempre será el
punto de partida y el final de una meta. El estar enamorados de
Cristo es la línea maestra que explica la vida de todo vocacionado.
Y de esto depende el que la vocación se enraíce más en el llamado
o que se quede en superficie. Si Cristo no es la causa primera y
única, se puede estar oscilando, en continuo balanceo, sin que el
enamoramiento sea el que lo mueve todo. Observando, por otra
parte, en la realidad concreta de la vida de la persona, que es fácil
dejarse llevar más por las obras de Cristo que del mismo Cristo.
Cuando el enamoramiento a éste prevalece, el interés por sus obras
no disminuye, al contrario, aumenta porque todo se hace partir del
amor al Otro. Tanto el amor a Dios como a su Hijo está llamado a
ser exclusivo. Siempre por delante la persona amada.
En el caso de la Madre Maravillas es el amor a Cristo lo que
conduce su vida. Se convierte además en la clave de interpretación
de su vocación. Sin esta clave por delante no se la acabará de com-
prender ni en su vida en general ni en sus deseos de responder a la
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 345

llamada que siente desde niña. Había comprendido que Dios se le


presenta ofreciendo amor, que es una predilecta, una reservada por
el amor y para el amor de forma exclusiva. Y también cómo ella no
debía responder sino en la línea del amor. Al amor se corresponde
con amor. Estar enamorada significa para ella no pertenecerse ya,
sino estar disponible para el Otro. No se pertenece porque el Otro
se ha convertido en propietario de su corazón. Su historia vocacio-
nal no podrá ser otra que una fidelidad al amor, escribiendo cada
día el capítulo apropiado. Ha sido llamada a hacer de la vida un
relato completo de amistad con el Otro.

b)   “Que se cumpla en mí su divina voluntad”. Desde hace unos


años se ha hablado bastante de fidelidad creativa; pero no siempre
se ha dicho lo que esto significa. Por de pronto no está alimentada
por la imaginación, sino que es efecto del amor, capaz de inventar
formas nuevas. Por eso exige tener presente la voluntad de Dios.
A la vocación se la pudo hacer consistir en tantas cosas. La teo-
logía de hoy la fundamenta en una respuesta de fidelidad al Amor.
Por eso enseña que “la llamada se forma y guía mediante las leyes
del amor; y no es posible entenderla sin la mentalidad del amor [..]
Es imposible trazar una frontera clara entre mandamiento y consejo,
entre lo que un cristiano debe hacer y lo que él puede obrar. El man-
damiento del amor va, sin trazar fronteras, desde la prohibición del
pecado grave, pasando por evitar el leve y la imperfección, hasta las
formas supremas de la perfección, inalcanzables por medios pura-
mente humanos, cuando exige amar a Dios con todo el corazón, con
toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas.
Este mandamiento es para todos los cristianos, pero obliga de
una forma cualitativamente singular a aquellos que están elegidos
para un seguimiento especial del Señor en un estado de vida parti-
cular. Porque el objeto al que se guía mediante la llamada al elegido
para la vida de los consejos son no tanto los consejos en su mate-
rialidad e instrumentalidad cuanto al amor mayor que se le exige,
único medio con el que se llama la atención sobre la posibilidad de
comprometerse con un voto”6. Esta carmelita descalza descubre

6 Hans Urs von Balthasar, Estados de vida del cristiano, Encuentro


Edic., 1977, p.321.
346 EVARISTO RENEDO VEGA

desde un primer momento el amor de Dios al vocacionarla. Desde


el camino que va haciendo se da cuenta que su vida ha sido pura
misericordia de Dios. La ha colmado de amor; que ha sido una
mimada de Dios. La elige para el amor. Dios va por delante repar-
tiendo amor, cuya prueba palpable es haber enviado a su propio
Hijo para remedio del hombre. La misericordia de Dios la sorpren-
de y confunde hasta sentirse como anonadada. Le hablaba de amor
del Creador por la criatura, por ella, que se califica como “miseria”
y se tiene por “infiel”.
Al P. Torres escribe el 9 de febrero de 1933: “Estos días de
ejercicios se me han pasado en un vuelo, viendo en ellos el abismo
sin fondo de mi propia miseria e infidelidades y el amor y miseri-
cordia de mi Dios. Me parece que necesito, por una parte, vencer
con la ayuda del Señor, pidiéndole su gracia, mi interior negligen-
cia esforzándome en hacer y cumplir todas y cada una de mis accio-
nes y ocupaciones con mayor vida y perfección, esfuerzo que bien
veo ser incapaz de hacer, pero que pediré al Señor, y ocuparme
luego sólo en que en lo grande y en lo chico se cumpla en mí su
divina voluntad. Me parece ahora, como con más claridad que
nunca, que sólo esto tiene importancia, que no hay nada, ni grande,
ni importante, ni bueno, sino sólo esto... ¡Ay, padre, cuántos bene-
ficios me ha hecho el Señor y cómo he correspondido a ellos...!
Nada, nada bueno veo en mí; ni siquiera en mi vocación la acción
tal vez meritoria de otras almas... ¡A mí todo, todo me lo dio hecho
mi Dios! No me dio a escoger” (Cta. 396).

c)    El amor de Cristo no nos deja escapatoria (2Cor 5,14). Esta
expresión paulina puede hacérsela propia y debe serlo de cualquier
vocacionado. No es el hombre quien busca a Dios primero; éste
siempre lo precede, porque el amor siempre va por delante. “Si el
alma busca a Dios, mucho más la busca su Amado a ella”, según la
enseñanza sanjuanista (Ll,3,28). Y la busca no para pedir, sino para
darle, y no cualquier cosa, sino Él mismo, su amor. La respuesta
que espera está siempre en la línea del amor. No se trata de contes-
tar con un sí a medias, sino con un sí que comprometa a la persona
entera. Esto lo entendió pronto Maravillas. Él sí se prueba sobre
todo en dificultades. Enseña, como luego veremos, que cuando
llega el momento de sufrir, de pasar por la noche oscura, de no
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 347

entender, lo mejor es ponerse a escuchar al Amor que habla cuando


está clavado en la cruz.
Aceptar la vocación le exigía responder estando para el Amor y
sólo para el amor. Todo ha sido gratuidad. La verdad de su vida que
habla de elección no es para quedarse contemplándola, sino para ir
entregando la vida a causa del amor recibido. No era para entrar en
un convento, para cumplir u observar una determinada forma de
vida, sino para encarnar la misma vocación, para hacer de la vida
una historia en la que el actor principal fuera Cristo y ella se com-
prometiera a vivir un espíritu y asumir un estilo pensado y puesto
en marcha por Teresa de Jesús para mejor servir a la Iglesia.
Al amor sólo se puede responder con amor. Son ciertamente
interesantes sus confidencias vocacionales, porque se convierten en
testimonio de lo que fue la razón de tantas de sus actuaciones en la
vida religiosa y que sólo pueden explicarse desde el sentirse llama-
da a responder al amor. Este nunca se contenta con obras a medio
plazo. Se siente tocada por el amor; convierte en axioma de su vida
que todo es bueno, cuando sirve para amar; amar al estilo de Cristo
que se entrega sin reservas, hasta entregar la propia vida por salvar
al hombre y responder a la misión que el Padre le había encomen-
dado.
Pero si a Cristo le costó la cruz, también a sus amadores les
espera como parte inseparable de la llamada que Dios les ha hecho.
“La teología y la espiritualidad de la vida consagrada se sitúa en
esta doble línea: quiere ser signo del amor kenótico de Dios, tal y
como lo fue la vida de Jesús. Y lo quiere ser según el mismo estilo
de Jesús. Su vocación radica, por lo tanto, en la identificación
máxima con este estilo kenótico de Jesús. Esta es la locura del amor
que sólo desde el amor se entiende y se desea, como ocurría en la
Iglesia antigua, donde todo cristiano deseaba la corona del marti-
rio”7.

d)    Se rige por la ley del amor. Por esto, Maravillas, “enamo-
rada del Hijo de María”, no puede sino aceptar desde el principio,
y más en concreto desde que ingresa en el Carmelo Teresiano, el

7 G. Uribarri, Portar las marcas de Cristo. 2ª edic., p.154. Comillas,


Madrid, 2001.
348 EVARISTO RENEDO VEGA

camino de la kénosis de Cristo, es decir, olvidarse de sí misma,


darse, gastarse cada día por agradar al Otro. Cuando Dios la reserva
para sí, la invita a hacer el mismo camino del amor que su Hijo.
Esto siempre le está permitido. Sólo quiere crecer en el amor; tiene
que ser nuevo cada día. En este sentido hay que entender la expre-
sión de hoy: la vocación siempre es nueva.
Maravillas es detallista en sus expresiones de amor. No se para
a pensar, en su proceder, si puede hacer esto o aquello, si es correc-
to o esté permitido moralmente. Llega un momento en el que pasa
de la ley de lo establecido a la ley del amor. Le basta comprender
que agrada a Dios o que ésta es su voluntad.
Sólo así Maravillas de Jesús podía vivir la vocación de carme-
lita descalza. Descubre que vivir la vocación no puede centrarlo en
estar en el convento, en cumplir con lo establecido, en no descuidar
la más pequeña de las costumbres. Vivir la vocación es algo más
que permanecer en un monasterio de clausura. Se puede hacer todo
esto sin haber llegado aún a regirse por la ley del amor. No basta
ser presencia estática. Dios llama a ser presencias vivas de su pro-
pio Hijo; llegar a ser, no sólo de Cristo, sino “Cristo mismo”, según
la expresión agustiniana, usada en la VC 109. Y “ser Cristo mismo”,
en el caso del religioso, es imitarlo como casto, pobre y obediente,
dispuesto siempre a hacer la voluntad de Dios, al servicio del hom-
bre, aun a costa de pasar primero por la muerte y resurrección. “Ser
presencia viva” es recibir amor de Dios, para repartirlo luego “dán-
dose”, sin reservas, todo para seguir los pasos de Cristo. Es gastar
la vida para crecer en el amor; es buscar a Cristo por encima de
todo, entablar un diálogo con Él, y mantenerlo actualizado desde la
vivencia de la oración.

e)   Amor kenótico. Descubre también que la ley del amor supo-


ne hacer un camino de “kénosis”, que sólo los que se deciden a
caminar por él, aprenden lo que es amar en todos los momentos.
Puede ser que, diversas interpretaciones o visiones que a veces se
hacen de cómo vive la vocación de carmelita descalza con estilo
teresiano, proceda de no tener en cuenta la ley por la que se rige.
No es sino practicar lo que hoy se llama “amor kenótico”. Este sólo
se da en figuras humildes, obedientes, entregadas, siempre disponi-
bles para el servicio.
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 349

Este amor “kenótico”, “para ser fiel a sí mismo, sólo se puede


presentar en figuras de humildad, de entrega, de donación, de ser-
vicio, de vaciamiento, de despojo. El amor no puede ser coactivo,
pues la coacción no respeta a la otra persona. No se puede obligar
a amar: simplemente se puede amar a la otra persona y desear su
respuesta, invitarla a que responda con una donación a la donación
recibida. Si la respuesta no fuera libre, nunca se establecería una
auténtica relación amorosa. El verdadero amante no quedaría satis-
fecho; es más, al amante le repugnará radicalmente toda forma de
sujeción que no sea libre. Curiosamente, nada esclaviza y libera
más, a la vez, que el amor. Por eso el amor se expresa en figuras de
servicio y en la asunción de cargas por las personas amadas. Quien
ama es capaz de cargar con pesos pesados y hacer grandes sacrifi-
cios por la persona amada. Es la expresión del amor: asumir pesos
y cargas, para descargar o aliviar de las mismas, en lo que se pueda,
a los amados. Desde la mera carga física de una madre con su hijo
pequeño ésta es lógica elemental del amor”8.
Este texto de Gabino Uríbarri, uno de los teólogos más cualifi-
cados hoy en teología y espiritualidad sobre la vida consagrada,
parece haberlo escrito teniendo delante la historia vocacional de
Maravillas de Jesús. Ciertamente en esta vocación aparece con
fuerza desde un primer momento la virtud de la humildad, expresa-
da en buscar cómo estar siempre en segunda línea, aunque las cir-
cunstancias la llevan a luchar en vanguardia en contra de lo que
sentía. Con frecuencia le habla de esta virtud al P. Torres: “Quisiera
el Señor que me transforme yo en verdadera carmelita, que el ser
como soy es lo peor de todo” (Cta. 31). “Si instrumento inútil bus-
caba el Señor, indudablemente tenía que escogerme a mí [...] Tengo
tantos motivos para desconfiar de mi nada, que es una nada peca-
dora...!” (Cta. 39). “A mí nunca me ha concedido el Señor esta
gracia de las humillaciones, y claro, se comprende por qué. Yo veo
que para humillarme a mí se necesita más que para humillar a otra
persona, porque cuando se es tan de veras, nada y mucho peor que
nada, no resulta fácil la humillación” (Cta. 242).
La obediencia fue una virtud en la que se ejercitó siempre.
Obediente en casa, en su vida personal y cristiana, aceptando la

8 l.c. p.153.
350 EVARISTO RENEDO VEGA

palabra de su director espiritual. Por obediencia retrasa su entrada


en El Escorial y por obediencia acepta a los treinta y cuatro años de
edad y dos de profesión ser priora del Cerro de los Ángeles. “Este
fue el mayor sacrificio de toda la vida de la Sierva de Dios y lo
aceptó sólo por obedecer, cruz que tuvo que abrazar hasta su muer-
te, durante cuarenta y ocho años, por ser la voluntad de Dios [...] El
sentimiento que ella tiene, no es tanto por cuanto a ella respecta,
sino por sentirse del todo incapaz, y responsable del daño que va a
causar a la comunidad” (PSumm § 2438). Siente verdadera “repug-
nancia” por ser priora. Repugnancia que califica de “invencible”,
que le hace perder la “felicidad” de la que siempre ha gozado”,
haciéndole pensar que “estaba perdiendo la vocación de carmelita”,
como le dice también al P. Torres (Cta. 44). “Lo único malo que a
mi modo de ver le puede pasar a una carmelita es ser priora” (Cta.
61). Pero también el ser “priora” entra en la historia vocacional de
algunas personas.
Hasta en la última carta que se conserva, del 23 de abril de
1973, expresa su deseo de quedar libre de cargos. Sin embargo, sus
hijas la vuelven a reelegir (7 de mayo de 1973). Y ella acepta, como
siempre, por obediencia, a pesar de su “repugnancia”, de la que
estaban muy ajenas las mismas electoras, porque ella lo guardaba
en secreto. Estaba llamada a asumir pesos y cargas. Su historia
vocacional está tejida de contrastes entre lo que vive interiormente
y lo que luego tiene que aparentar. Sólo conocen su secreto los
directores espirituales y algunos obispos que imponían la obedien-
cia para que sirviera a las demás.

Creer en el amor

a)   “Prisioneras del amor”. Vista su vocación en este sentido


y favorecida por Dios, de manera especial, hasta poder calificarla
de “mimada”, pudiera sacarse la conclusión de que así es sencillo
vivirla, y que esta carmelita descalza es poco imitable y cercana. La
que acaba de ser proclamada SANTA por la Iglesia, nos aclararía
que la vocación no es asunto fácil o difícil, que a ella se le dio todo
hecho. Es cuestión de amor. Aceptar ser “prisioneras del amor”
(Cta. 4384); tocadas por el amor de Dios. Y el “tocado”, afirma
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 351

H.U.V. Balthasar “no quiere tener reposo hasta haber hecho lo


extremo que él pueda a fin de ayudar a que el amor triunfe. Toda la
ética del tocado por el amor se compendia en el siguiente axioma:
es bueno y permitido para él lo que es compatible con la llamada
de Dios a más amor; es malo lo que no concuerda con esa medida”9.

b)   Su vida de fe como enamorada de Cristo. El vocacionado


está llamado a llegar a ser un “enamorado” de Cristo, como se ha
dicho anteriormente. Esto no significa sin embargo que el amor a
Cristo no vaya a experimentar la purificación por una parte, y por
otra, que la respuesta al amor que se ofrece a todo vocacionado esté
cimentada en la virtud de la fe. Es aquí donde la palabra de Madre
Maravillas tiene una fuerza excepcional, porque experimentó la
purificación, la noche más densa y la necesidad de agarrarse a la fe
sobre todo en ciertas etapas de su vida. Saboreó en profundidad lo
que era jugarse todo, el sí definitivo al amor, agarrada a la única
tabla de salvación: la fe en que todo ha sido cosa de Dios. Y “creer
en la llamada significa renunciar a querer configurar uno mismo el
plan, contenido o curso de su propia vida. Creer en la llamada sig-
nifica entregar y sacrificar la totalidad del yo en sus deseos y afanes
a un envío jamás al alcance de la vista. La fe prohíbe toda seguridad
frente a la llamada para el caso de que ésta fracasara y el hombre
necesitara de su propia providencia. Creer significa crear un vacío
en el centro más íntimo del yo y reservarlo para la palabra de Dios
que debe reinar en nosotros y configurar el camino”10.

c)   La fe en el amor de Dios la saca a flote. El creer está por


encima del sentir, aunque se sienta totalmente lo contrario de lo que
en el fondo se cree. Esto lo vivió con mucha dureza nuestra nueva
Santa. La fe en el amor fue lo que la salvó. Basada en la fe puede
decirse que nunca dudó de haber sido llamada a la vida religiosa.
Pero fue una fe purificada, por los secretos caminos de Dios en un
proceso místico intenso. Al final se encontró con un amor de garan-
tía, porque supuso salir de todo su amor propio, de su querer e
intereses. El centro de uno mismo hay que ponerlo en las manos de
Dios. Cuando la respuesta a la llamada es incondicional, se hace

9 H.U.V. Balthasar, l.c. p.322.


10 l.c. p.347.
352 EVARISTO RENEDO VEGA

posible vivir la vocación como “enamorados” o “tocados” por el


amor.
Con esto por delante, puede comprenderse mejor alguna de sus
manifestaciones sobre su misma vocación, que nos pueden sorpren-
der. Por ejemplo, los siguientes textos dirigidos al P. Torres:
“No sabe, padre, por dicha suya, lo que es en estos momentos
no tener amor de Dios... Cuando pienso que exteriormente parece
que se ha hecho por amor del Señor lo que se puede hacer, de dejar
el mundo, vivir en el Carmelo, etc., y que dentro no hay nada ver-
dadero, que le he consagrado la vida tan superficialmente, sin
amor...” (Cta. 329).
“¿Qué voy a enseñarles [a las novicias], si no tengo de monja
más que el hábito? [...] No he empezado a servir al Señor, lo peor
es que no tengo remedio” (Cta. 415).
Y al P. Valentín, ya en 1969 y 1972: “No sé ni si tengo vocación
o fue una idea que se me metió en la cabeza, un atractivo hacia la
vida religiosa, pero sin amor de Dios... No quiero decir que no le
amo, lo deseo con toda el alma, pero ¿le amaré? Padre, con grandí-
sima amargura tengo que decirle que llevo cincuenta años en el
Carmelo, de priora creo que cuarenta y tres y todo ellos sin ser
monja, sin cumplir con mi vocación, ni con mis deberes, ni ocupar-
me casi de las monjas... Todo sin espíritu, sin oración, sin rezar el
Oficio divino con devoción; y ahora, como sabe, ¡¡sin cumplir con
esta grave obligación!!...” (Cta. 787).
“Quisiera confesarme otra vez de todo lo que ya creo sabe han
sido mis cincuenta años de, en apariencia, vida religiosa, que está
muy lejos de ser lo que debía” (Cta. 828).

d)   Los secretos caminos de Dios. En toda historia vocacional


no es infrecuente que el llamado padezca, en algún momento,
dudas sobre la vocación, se interrogue a sí mismo sobre ella o pien-
se que ha equivocado el camino, que todo fue una ilusión y que a
cierta altura de la vida ya no es posible echar marcha atrás. Pueden
ser épocas de purificación, de madurez, para seguir creciendo en
ella o bien para mejor responder a las exigencias de la misma, que
no se viven coherentemente.
MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 353

Estos textos de la Madre Maravillas no hablan, es evidente, de


una crisis cualquiera. Son períodos que fue pasando progresiva-
mente en un proceso místico11, misterios de Dios, en el que entraba
también el tema de su vida de carmelita y en concreto de su voca-
ción. No es del caso tratar este tema aquí; pero sí importa resaltar
cómo experimenta
– que en su vida no hay nada verdadero y que ha llevado una
vida superficial,
– que de la vida religiosa sólo tiene el hábito que la encubre y
tapa tantas cosas, es decir, que ha sido apariencia y engaño,
– que está perdiendo la vocación,
– que cinco años antes de su muerte sienta no saber si tiene
vocación o que dos antes de morir piense que está muy lejos de lo
que debía ser.

Nunca se conocen todos los caminos que el vocacionado está


llamado a recorrer hasta que Dios se los va poniendo delante. Nadie
dispone desde un primer momento de todo el plano de carreteras
por donde tiene que caminar. Y desde luego nunca va a ser un paseo
o viaje que uno puede programar. En la vocación no entra la pro-
gramación personal. El llamado vive cada día o cada época de
sorpresas e incluso sobresaltos. Porque Dios siempre desconcierta
y sorprende para ir completando su historia de amor iniciada con la
llamada para ser destinada la persona a una misión.
La M. Maravillas de Jesús no está fuera de lo que es común a
todo vocacionado al Carmelo. Tiene sus particularidades sin
embargo, que no es del caso detenerse en ellas. Es más práctico
centrar la atención en la palabra o mensaje que esta carmelita está
llamada a decir a la vida consagrada sobre cómo vivir hoy la
vocación. Es, sin duda, uno de los aspectos de su destino en los
planes de Dios.

11 Sobre su proceso místico escribe Baldomero Jiménez Duque, Vida mís-


tica de la Madre Maravillas de Jesús - Su alma. Edibesa, Madrid, 2002, 270 pp.
354 EVARISTO RENEDO VEGA

4ª ETAPA: SU VOCACIÓN DE PLENITUD DESPUÉS DE LA


MUERTE

Palabra y mensaje sobre cómo vivir hoy la vocación

Cuando el vocacionado completa su historia y se convierte en


“presencia viva” del amor de Dios al que fue llamado, no termina su
historia con la muerte. Se prolonga en el tiempo. Es el caso de quie-
nes se dejaron hacer de Dios, porque Éste quería decir una palabra y
transmitir un mensaje a través de ellos. Lo hace en casos particula-
res, como es el de los fundadores o bien de los santos. Estos tienen
siempre algo que transmitir a la Iglesia y al hombre de cada época.
Es el caso también de la nueva Santa. Tiene una palabra que
decir, un mensaje que ofrecer para mejor responder a la vocación
personal del seguimiento de Cristo casto, pobre y obediente.
Palabra dirigida a todos, que puede alentar y orientar a cuantos se
encuentran o sienten desorientados ante el camino a seguir. No
existe una ideología uniforme o una visión clara y precisa sobre qué
hay que hacer hoy en la vida religiosa. Esta no está exenta de un
liberalismo y relativismo que suscitan no pocos interrogantes. ¿Es
por aquí por donde hay que ir?12 Dada la confusión de ideas, no
pocas veces, el mismo fundamento de la vocación puede ser soca-
vado, dejándola en el aire y al vaivén de las circunstancias.
Difícilmente así podrá crecer la vocación y ofrecer garantía.
La palabra y mensaje de Maravillas de Jesús sobre este tema
puede ser muy oportuno, además de acertado. Lo que enseña puede
calificarse de actual, pues se trata de principios básicos, estables y
duraderos, aprendidos primero de los encuentros con Cristo y luego
hechos experiencia en la tarea diaria de un convento de clausura con
estilo teresiano. Lo que le llevó a profundizar su historia vocacio-
nal en la parte que a ella le correspondía, puede servir y ayudar a
muchos, no sólo a los monjes y monjas, sino a todo voca­cionado.
Éste está llamado también a ser un contemplativo. De hecho,
como se recuerda en Caminar desde Cristo, “toda vocación a la
vida consagrada ha nacido de la contemplación, de momentos de

12 G. Uribarri, l.c, p.79-107.


MARAVILLAS DE JESÚS... O LA FIDELIDAD A LA LLAMADA DE DIOS 355

intensa comunión y de una profunda amistad con Cristo, de la


belleza y de la luz que se ha visto resplandecer en su rostro. Allí ha
madurado el deseo de estar siempre con el Señor –¡qué hermoso es
estar aquí! (Mt 7,4)– y de seguirlo. Toda vocación debe madurar
constantemente en esta intimidad con Cristo. ‘Vuestro primer cui-
dado, por tanto -recuerda Juan Pablo II a las personas consagradas-,
no puede estar más que en la línea de la contemplación. Toda rea­
lidad de vida consagrada nace cada día y se regenera en la incesan-
te contemplación del Rostro de Cristo”13.
En los planes de Dios, a principios del tercer milenio, dejando
de lado el mensaje a la Iglesia de esta carmelita descalza como
contemplativa, sí merece la pena fijarse en la fuerza de su palabra
sobre cómo vivir la vocación de servicio a la Iglesia de hoy y en
medio de la sociedad actual. En síntesis, éstos podrían ser los pun-
tos clave a tener en cuenta, partiendo siempre de que la vocación
sea verdadera, no mera ilusión, y con cualidades apropiadas:

1.   Creer en la llamada de Dios como arranque de la historia


vocacional. Toda vocación, antes que nada, es historia de fe. Seguir
creyendo en ella, aun en medio de las mayores dificultades, es vital.
No fue Maravillas la que eligió una vida; creyó que Dios se la puso
delante. “En mí no tuvo lugar la elección de estado: sabía que sería,
que tenía que ser monja, que no podía partir mi corazón, que Dios
lo quería todo para Él” (Cta. 28).
2.   Dios no vocaciona primero para hacer cosas, sino para el
amor. Es Él quien cuenta por encima de todo. Le interesa la perso-
na. Se sentía llamada “para amar, amar y salvar almas” (Cta. 3011).
3.   Enamorarse de Cristo y crecer en el amor se hace impres-
cindible para no cambiar de senda en los momentos de dificultad
especial. “Me enamoré del Hijo de María / le entregué para siempre
mi corazón”, cantaba ella antes de entrar en el convento (PSumm §
2018). Y además de esto,
4.   Enamorarse también de la propia vocación. Esta nunca es
algo añadido en la vida, que se puede coger o dejar cuando se quie-
re. La vocación al amor es para siempre, como lo es la respuesta al

13 Caminar desde Cristo, 25


356 EVARISTO RENEDO VEGA

seguimiento de Cristo casto, pobre y obediente. Si falla el enamo-


ramiento de Cristo, la vocación comienza a cojear.
5.   Tener claro para qué se entra en la vida religiosa. Esto lo
condiciona todo posteriormente. Maravillas de Jesús lo centra en
estas breves frases, que sirven para todo vocacionado: “No hemos
venido a pasarlo bien, sino a imitar a nuestro Cristo y pasar por El
todo cuanto se digne enviarnos” (Cta. 1390). “Para emplear la vida
toda en darle gusto, agradarle, gozar y sufrir también nosotras por
Él, que de todo hay en la viña del Señor” (Cta. 4670). “Es nuestra
vocación ofrecer al Señor sacrificios y amores, para que los tenga
a punto cuando los necesita para salvar almas” (Cta. 1773). Y por
último, una síntesis que hace a Inés Villacorta, 20 de septiembre de
1949. Sus ideas pueden aprovechar a todo vocacionado; no son
exclusivas o sólo para el Carmelo Teresiano. “Vendrá con una
determinada determinación de hacerse santa, o mejor, dejarse hacer
santa, que, si no opone resistencia sino que coopera con la gracia,
el Señor lo hará; procure, como le digo, ofrecerle su sacrificio con
el mejor amor de que sea capaz, ya que tan inmenso e infinito se lo
tiene Cristo nuestro Bien; venga dispuesta a olvidarse de sí misma
desde el primer momento para no ocuparse sino de Él solo, y en la
nada del Carmelo lo encontrará todo”.
Y como conclusión de todo, y de mucha actualidad, la alegría.
El amor en las comunidades, “está llamado a convertirse en lógica
de vida y fuente de alegría” (VC 51). Sin ésta la vocación no puede
funcionar. Se trata de una característica muy teresiana, que quiere
para todos sus Carmelos, pero que exigiría en cualquier comunidad
de consagrados. De Teresa lo aprendió Maravillas de Jesús. “Vivir
con alegría la vocación sería para la futura maestra y formadora de
muchas carmelitas uno de sus primeros presupuestos. Como termó-
metro de autenticidad y de identidad vocacional, desde luego nunca
falla. Lo que más inculcaba a sus novicias es esa nota y esa bande-
ra de lo que llevan en su interior. Es la misma alegría que la misma
santa madre Teresa repite: ‘No quiero monjas a la fuerza’14. Esta
virtud humana será siempre prueba de que la vocación se está
viviendo con elegancia, entusiasmo, y en particular con amor.

14 Lucinio Ruano, En tu amor florecidas - La alegría de ser monja, hoy.


Editan “Carmelitas Descalzas”, La Aldehuela (Madrid), 2000. 2ª edic., p.153.
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 357

LA MADRE MARAVILLAS,
HIJA DE TERESA DE JESÚS.
Humanismo cristiano y coherencia religiosa

Mauricio Martín del Blanco, OCD

En un estudio biográfico serio de la vida, vocación y obras de


la Madre Maravillas de Jesús, no podían faltar unas reflexiones
mínimamente históricas de la presencia fundamental de santa
Teresa de Jesús, Fundadora, Madre y Maestra del Carmelo. Ella
será santo y seña en el ser y hacer de esta carmelita descalza del
siglo XX, llamada por Dios a la Orden del Carmen para algo más
que ser una de tantas vocacionadas al recogimiento, silencio, sole-
dad, retiro, del Carmelo, en un ambiente de oración y contempla-
ción como medio para la santificación de la Iglesia y la santifica-
ción personal.
La M. Maravillas de Jesús está convencida desde su primer
despertar a la vida cristiana que la forma más esencial de agradar a
Dios es siendo santos, porque esa, y es la primera motivación, es la
voluntad de Dios. De ahí, la importancia que tiene sentir el anhelo
de ser santos. Para lo cual hay dos cosas imprescindibles: buscar,
conocer y cumplir la voluntad de Dios, y amar, como respuesta
permanente al amor que Dios tiene a sus criaturas, a Dios; pero este
amor conlleva siempre las dos vertientes de la caridad: a Dios y al
prójimo.
Son muchas las veces que la M. Maravillas repite estos concep-
tos en sus cartas a toda clase de personas. Se trata, pues, pensaba la
M. Maravillas, de cumplir el deseo que Dios tiene de hacernos
santos, ya que Él es el primero que quiere que seamos santos, y nos
invita, efectivamente, a que lo seamos. Para lo cual presta constan-
temente su ayuda paterno-materna y providencial.
358 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Y esta santidad en el Carmelo tiene un estilo: el de la Madre


Teresa de Jesús, santa, mística, mujer muy mujer, enamorada de
Cristo y de la Iglesia, y con ansias verdaderamente evangélicas de
llevar todas las criaturas a Dios.
La fidelidad “creativa”, de la que tanto se habla hoy día, es una
realidad propia de cada uno de los creyentes que viven su fe en
condiciones vitales y de eficacia real en el progreso de su vida espi-
ritual. Dios no se repite jamás. Y en cada creyente en Él esa acep-
tación existencial conlleva siempre la fidelidad a su creencia que, a
su vez, crea actitudes nuevas a lo largo del recorrido del camino
espiritual. Por eso, ningún santo repite a Jesús de Nazaret, ningún
santo repite a su modelo de santidad, ningún santo repite a sus
padres espirituales, aunque sean estos santos seguidores de sus
carismas institucionalizados y aprobados por la Iglesia.
La M. Maravillas de Jesús es fiel hija de santa Teresa de Jesús,
su Madre y su Fundadora, a quien ama de corazón y con la intensi-
dad y la entrega posibles, pero aporta sus vivencias y experiencias
personales en la práctica del carisma teresiano, al que, por otra
parte, quiere seguir lo más literalmente posible y, al mismo tiempo,
no hace ascos al adaptarlo en lo que sea no sustancial a los tiempos
en que ella vivía y el Concilio Vaticano II proponía. No obstante,
años atrás había dejado clara su postura respecto a determinados
cambios propuestos por la Iglesia referente a la vida contemplativa,
y más en concreto, en lo que atañía a la vida del Carmelo Teresiano
femenino. Siempre dispuesta, a la postre, a aceptar las decisiones
últimas de la Iglesia.

LA MADRE MARAVILLAS, HIJA DE TERESA DE JESúS

Cuando uno bucea levemente siquiera en las cartas de M.


Maravillas, y los pocos billetes espirituales que de ella se conser-
van, una de las impresiones primeras es que se encuentra uno con
una carmelita descalza enamorada de Cristo, pero no menos del
modelo de seguimiento de Cristo que, para ella, fue Teresa de
Jesús, como Madre y Fundadora de una nueva Familia: la Teresiana.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 359

No hay carta de la M. Maravillas en la que no se apele, por fas o


por nefas, a santa Teresa de Jesús; y en muchas de ellas por dos y
más veces. Es tal la presencia de la Madre Teresa en la mente y en
el corazón de la que va a ser una buena imitadora en muchas cosas
de la Madre Teresa de Jesús, que no se puede menos de concluir
que la conocía, la amaba y la quería imitar, como modelo perfecto
de seguimiento e imitación del Maestro.
La M. Maravillas siente una felicidad inmensa cada vez que
piensa y recuerda que es hija de la santa Madre Teresa. Se pueden
ver, a modo de ejemplo, las cartas 4574, 5309 y 5426, entre tantas
y tantas veces que alude a santa Teresa, como lo hará en otras oca-
siones aludiendo a san Juan de la Cruz. El amor a los santos Padres
del Carmelo, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, está fuera de toda
duda, y es de un fervor contagiante. Es un testimonio ejemplarizan-
te para otras muchas hijas del Carmelo.
Por otra parte, los testimonios de quienes convivieron con ella
son tantos, que sería prolijo traer a colación, siquiera algunos, como
prueba de lo dicho. Simplemente recordar que, a lo largo de toda su
existencia, en los momentos de actuar como maestra de postulantes
y novicias, como priora, como fundadora, y para transmitir sus
convicciones, que eran entrañablemente teresianas, acudía a santa
Teresa de Jesús, sin tardanza y con el mayor convencimiento de que
la doctrina de la Madre Fundadora convencería, y respaldaba al
mismo tiempo sus afirmaciones, sus actitudes, su amor al Carmelo,
y la verdad del carisma que ella quería trasmitir. Es más, en todos
los conflictos que vivió, de una clase o de otra, personales, comu-
nitarios o eclesiales, sus razonamientos basados en el espíritu de
Teresa de Jesús, salieron siempre airosos y adelante. Basta abrir las
páginas del Proceso de canonización y leer. E incluso todavía se
pueden escuchar y atender, los testimnios orales.

1.   En lo humano

Temperamento abierto y comunicativo.


Carácter alegre, festivo, y hecho para la amistad, la fraternidad
y la convivencia.
360 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Mujer de enormes dotes de fortaleza y decisión, aun para las


empresas que más repugnaban a sus deseos. En todo, y siempre,
tuvo la “determinada determinación” teresiana.
Encaminada y adoctrinada en la verdad, desde joven hasta su
muerte, deseó pasar desapercibida. Tampoco se creía capacitada
para sobrellevar responsabilidades. Repugnancia intrínseca, por
ejemplo, a ser priora, así como jamás pasó por su mente el hecho
de llegar a ser fundadora. Aunque luego comprendió que un nuevo
convento de carmelitas descalzas era siempre un motivo de gloria
a Dios y de gozo para la Iglesia y el mismo Carmelo, como ella
misma confiesa en diversas ocasiones y situaciones.
Religiosa carmelita de un sentido claro y serio de ser fiel a sus
compromisos. La fidelidad era una actitud permanente en su vida
de carmelita. La vigilancia personal en lo que constituía el espíritu
y estilo teresianos fueron una buena y permanente prueba de ello.
Tenía, de la misma manera, como mujer, gran capacidad para
negarse a sí misma, para el sacrificio, la disponibilidad y la entrega;
siempre por amor, en el amor y desde el amor.

2.   En la vocación

Su compromiso con la llamada a la vida de especial consagra-


ción, largamente probado y madurado, exigió de ella desarraigo de
muchas cosas, y abandono de todo lo que tan generosa y placente-
ramente la rodeaba1.
Su decisión, clara y contundente, que le duraría toda su existen-
cia, fue vivir con la mayor perfección posible los Consejos
Evangélicos, como medios de seguir e imitar a Cristo. El espíritu de
Teresa de Jesús caló hasta los tuétanos en su vida espiritual y eclesial:
ser buenos amigos suyos, ya que tiene tan pocos, y tantos enemigos:
“Que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen
buenos, determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir
los Consejos Evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y

1 En este mismo número tiene el lector un largo artículo sobre todo el pro-
ceso de la vocación, y su fidelidad a la misma, de Evaristo Renedo.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 361

procurar que esas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo, confia-
da en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por
él se determina a dejarlo todo; y que siendo tales cuales yo las pinta-
ba en mis deseos, entre sus virtudes no tendrían fuerza mis faltas, y
podría yo contentar en algo al Señor” (C 1,2); y de ayudar a la Iglesia,
siempre necesitada de oración, de sacrificio y de miembros que rea-
licen la misión, como son los defensores, predicadores y teólogos en
ella: “Y que todas ocupadas en oración por los que son defendedores
de la Iglesia y predicadores y letrados que la defienden, ayudásemos
en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado le traen
[aquellos] a los que ha hecho tanto bien” (C 1,2).

3.   En la grandeza de espíritu

Grandes ideales de perfección, desde el amor, la vida de ora-


ción, la sencillez, la pobreza, la humildad, el desasimiento de todo
lo criado y, sobre todo, del amor fraterno, hasta llegar a la unión
consumada con el Señor (cfr. C 2,9 y 4,4), fueron santo y seña de
la Mística Doctora y Fundadora del Nuevo Carmelo. Teresa de
Jesús hará grandes y evangélicos elogios de la pobreza: “El bien
que hay en la pobreza” (C 2,título), y “los bienes que hay en la
santa pobreza” (C 2,5), por ejemplo. La M. Maravillas se enamora-
rá de esa pobreza, y no permitirá en ninguno de los monasterios
fundados por ella la más mínima apariencia de riqueza ni nada
parecido: “Desde luego, ya saben, me gustan los conventos cuanto
más sencillos, pobres y pequeños, dentro de lo necesario”2. La
humildad y la pobreza han de conformar completamente la vida de
los conventos. De lo contrario, poco o ningún sentido tiene entrar
religiosa o monja: “Quiera el Señor que ese espíritu de verdadera
humildad y pobreza informe por completo este Carmelo. De lo
contrario, ¿para qué venir al convento?”3.
Es Madre Maravillas de Jesús una mujer de magnánimos idea-
les, y de un corazón tan amplio, generoso y enamoradizo de lo

2 Carta 918, a la M. Mercedes del Sagrado Corazón, desde El Cerro de los


Angeles, 10 de diciembre del año de 1941.
3 Carta 368, al P. Alfonso Torres, S.J., desde el Cerro de los Ángeles, 23 de
marzo de 1932.
362 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

grande y sublime, que no aspira a más que a ser toda de Dios. Con
esa finalidad funda ella los nuevos conventos. La rígida y serena
exclusividad del amor a Dios es, en realidad, la norma básica y
elemental del programa de vida carmelitana. Si no es para dejarse
hacer santas, no vale la pena venir al Carmelo.
La llamada a la santidad, recordar la obligación primera y pri-
mordial de llegar a ser santas, o mejor dicho, de dejarse hacer san-
tas, es constante en la M. Maravillas a todas su hijas; a eso han sido
llamadas, y esta es la voluntad de Dios, manifestada de muchas
maneras y tantas veces.
Los santos no se hicieron santos, sino que fue Dios quien los
santificó. La santidad es siempre obra de la gracia, y la gracia es
siempre un don gratuito de Dios; por eso es gracia, algo que se da
gratuitamente, y que se recibe todavía más gratuitamente. Los
dones de Dios son siempre, y por esencia, pura gratuidad, pues
Dios a nadie debe nada, y quienes los reciben aún más gratuitamen-
te los reciben. ¿Quién merece algo ante Dios? ¿No son dones del
Señor los que nosotros calificamos como méritos de las cria­turas?
Pero la santidad no es un don físico, sino vivencia, participa-
ción divina; ni la gracia es una realidad material, sino que es vida,
comunión, transformación divinizante. Es siempre, por parte de la
persona humana, una aceptación positiva, una recepción activa,
responsable, compartida y existencial.
Por eso, la tarea histórica del hombre no es hacerse santo, sino
dejarse hacer santo, por quien es el Santo, el Santificador, y el
Dador de todo don: “Que todas se den prisa en hacerse, o mejor,
dejarse hacer santas, que son tiempos muy buenos para ganarle
almas al Señor de las muchas que se le pierden”4.
Y así lo han entendido, vivido y experienciado todos los santos,
los canonizados y los que sin haberlo sido, sabemos que supieron
dejarse hacer santos, porque así se lo propusieron a lo largo de toda
su vida terrenal. Y a quien quiere, se lo propone, y se deja, Dios no
tiene más gozo, ni mayor ilusión, como Padre y Creador y

4 Carta 900, a la M. Mercedes del Sagrado Corazón, desde el Cerro de los


Angeles, febrero de 1941.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 363

Finalizador de todo lo creado, pues es para la felicidad para lo que


el Señor del universo ha hecho el cosmos, tan bello y tan ordenado
en su mismo ser y existir, que hacerle santo.
La M. Maravillas de Jesús lo entendió perfectamente, como
entendió a las mil maravillas que el hecho de querer ser santo es
una correspondencia al amor de predilección que Dios nos tiene, y
esa voluntad de ser santo se realiza en el abandono permanente en
el Señor para que haga lo que Él quiera: “Los santos fueron santos,
porque quisieron con inmenso querer, ser fieles. Séalo amorosa-
mente V[uestra]. C[aridad]. para corresponder al amor de predilec-
ción que el Señor le tiene y abandonándose siempre a Él, para que
haga de V.C. cuanto quiera”5.
Anhelar ser santo, no conlleva como primera condición hacerse
uno santo, sino aceptar, y cumplir, la voluntad de Dios, que quiere
que seamos santos, y que nos dejemos santificar, caminando por la
senda real del amor, de la caridad, de la verdad y del bien, que es
lo mismo que vivir en plenitud en la justicia divina. La aportación
concreta de la criatura a la santificación de cada uno, querida por
Dios, consiste en aceptar su voluntad, y colaborar con sus gracias y
las exigencias correspondientes.

4.   En el estilo

Es un estilo fraterno, desprendido, humilde, sencillo, magnáni-


mo, pobre y verdaderamente orante, fruto de una vida de gracia y
de amistad con el Señor. Esa entrega a la amistad con Dios genera
el bello jardín de virtudes, tan queridas y exigidas por la Madre
Teresa de Jesús, y que la M. Maravillas tanto hincapié hizo en que
se pusieran en práctica, según la vivencia y doctrina de la Santa
Madre. Dice el Cardenal-Arzobispo de Madrid, Antonio María
Rouco Varela: “En las páginas que ahora se publican, puede seguir-
se el camino real y cotidiano por el que anduvo la Madre en pos del
Señor y de la santidad que sólo Él concede. Es el camino de las
virtudes. La virtud es la forma humilde y patente de vivir la santi-
dad. Es la verdad de quien camina en la imitación del Verbo de Dios

5 Billete 749, a la Hna. Isabel de Jesús. Sin fecha.


364 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

humanado. La “Positio super scriptis” desgrana la experiencia de


cada virtud en la vida de la nueva beata, tal como ha quedado plas-
mada en su magisterio epistolar. Y revela, sobre todo, que la santi-
dad tiene como punto de partida el vivir en la verdad, que es regla
de oro en el Carmelo Teresiano. Quien vive en la verdad se hace
humilde y se dispone así a recibir de Dios todas las gracias que
necesita para identificarse con Cristo”6.

5.   En el carisma contemplativo-místico

La oración no es simplemente considerar, pensar, reflexionar,


meditar, sino que está hecha de amor, de escucha y respuesta, de
compromisos reales, de vivencia y experiencia de la gracia y del
arraigo de las virtudes. Siempre con perspectivas claras de una
oración contemplativa, que es, a su vez, una oración evangelizado-
ra y misionera, encarnada en las realidades eclesiales, y de los
hombres más necesitados, con un sentido cristocéntrico y de repa-
ración de los pecados: los de la misma Iglesia, y los de quienes son
enemigos y perseguidores de la misma.
Vida contemplativa, amor y defensa de la Iglesia, servicio a los
hombres, serán los componentes esenciales en la estructuración de
la vida de cualquier Carmelo, amasado de amor a Dios, a la Iglesia
y al prójimo.
La vida de oración-contemplación es el alma de toda comuni-
dad carmelitano-teresiano-sanjuanista. Siempre fue entendido así el
carisma teresiano. Y la historia del Carmelo, especialmente el
femenino, así lo ha vivido y expresado históricamente.
Una oración siempre cargada de experiencia mística, la que
conlleva la fe cristiana en la vida ordinaria de la celebración de la
fe, que se puede llamar normal, ordinaria, y la experiencia extraor-
dinaria, que Dios da a quien quiere, porque quiere, cuando quiere y
en la medida y grado que entra en sus planes y proyectos comunes
y personales.

6 Presentación del libro “Del corazón a la pluma”, Edit. Monte Carmelo,


Burgos 1999, página 14.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 365

Baldomero Jiménez Duque, gran conocedor de la M. Mara­


villas y de la espiritualidad teresiano-sanjuanista, concluye su libro
“Vida mística de la Madre Maravillas de Jesús. Su alma”: “Bien
considerado, para nosotros es claro y luminoso que Madre
Maravillas de Jesús es una mística auténtica cien por cien, virtuosa
y apostólicamente heroica, mujer providencial, profética, regalo
precioso del Señor a su Iglesia, y en concreto al Carmelo, en la hora
magnífica y difícil de la renovación y empinación que el Concilio
Vaticano II ha querido promover”7.
Se puede afirmar, sin duda alguna, que la M. Maravillas de
Jesús es una de las excepcionales místicas de la Iglesia Católica.
Pero vivió su experiencia mística, ordinaria y extraordinaria, así
como su martirio espiritual por medio de la noche oscura del espí-
ritu, en el más sonoro silencio. De la misma manera que padeció
sus enfermedades, que casi siempre ocultó, y casi nunca comunicó,
en el más sagrado y misterioso gozo. Y lo mismo hay que decir de
sus tremendas y durísimas penitencias, llevadas a cabo con la nor-
malidad de quien se siente partícipe de verdad de los sufrimientos
de Cristo. Todo lo quiso vivir en el más amplio y hondo silencio.
Sus directores espirituales fueron los únicos que conocieron su
vida más personal e íntima, y que ahora se puede conocer mediante
las muchas cartas que de ella (verdaderas cuentas de conciencia
muchas de ellas) se conservan y se citan en los diversos escritos que
sobre la M. Maravillas se publican.
Se la compara, de hecho, por no desentonar, a las grandes santas
místicas de la Iglesia, como pueden ser santa Catalina de Siena y
santa Teresa de Jesús. Todo ello trasladado al siglo XX, en circuns-
tancias y vivencias experienciales muy personales y sin duda algu-
na distintas y muy diferenciadas.

6.   En las obras como signo de eficacia

“Obras quiere el Señor” (M V,3,11). Y hasta en las M VII, cima


de la vida y experiencia místicas de santa Teresa de Jesús, resulta

7 Página 270.
366 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

que son las obras lo que prueba si la oración es verdadera y el


matrimonio espiritual auténtico: “Para esto es la oración, hijas
mías; de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siem-
pre obras, obras” (M VII,4,6). Y la Santa lo repetía con frecuencia,
ya que son el argumento más convincente, para Dios, y para los
demás semejantes, de lo que se dice, si es o si no es, si van de
acuerdo o no, si las palabras y las obras concuerdan.
M. Maravillas de Jesús entendió todo esto muy bien: de intensa
experiencia mística como era, fundadora, mujer de raíces aristócra-
tas, al mismo tiempo es muy sensible a la realidad de la pobreza
social, y no echa en olvido las obras de misericordia, de beneficen-
cia. Realiza de este modo, en definitiva, la labor evangelizadora,
misionera, de todo cristiano, y de todo miembro de la vida de espe-
cial consagración de manera singular, pero haciendo siempre un
buen maridaje entre lo místico, lo humano y las obras externas de
caridad para con el prójimo. Ninguna persona es más sensible a los
problemas de los hombres que quien está embebida en los asuntos
de Dios.
Unas obras, que en todo momento son fruto de la intensa vida
espiritual, y que tanto en la Madre Teresa de Jesús como en la
Madre Maravillas de Jesús, tienen unos ecos concretos. Pero que,
sin duda alguna, las circunstancias históricas, los momentos con-
cretos de sensibilización de la misma pastoral de la Iglesia, las
posibilidades sociales y el entorno familiar condicionan de alguna
manera, más o menos clara, y que tienen sus expresiones en reali-
dades externas, sociales y de caridad, diversas. Pero siempre, en el
fondo, son exigencias de una vida de amor, de caridad, intensa y
eficaz.

7.   En el amor a la Iglesia

“¡Qué hermosísimo es todo en el Carmelo y cómo se vive el


espíritu de la Iglesia! Cada vez parece que llega más adentro y se
saborea más todo”8.

8 Carta 924, a la M. Mercedes del Sagrado Corazón, desde El Cerro de los


Angeles, el año de 1942.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 367

Dentro de lo que M. Maravillas de Jesús pudo percibir de pro-


blemático y de cuestiones vibrantes de la Iglesia, fue una hija
amante de lo más esencial y misterioso de la Iglesia de su tiempo,
en la época del Concilio Vaticano II, y después del mismo.
Guardadas las debidas distancias y singularidades, jamás trans-
feribles de una persona a otra, pues Dios no se repite nunca no
obstante los parecidos y símiles posibles en sus obras, no va del
todo desencaminado afirmar que M. Maravillas tiene ciertas carac-
terísticas no muy lejanas a las de santa Teresa de Jesús, su adorada
Madre, como pueden ser: su carácter y temperamento, su espíritu
de sacrificio y de abnegación, su capacidad para la tolerancia y la
amistad; se parece también en parte en su obra de fundadora, en su
intuición histórica; igualmente su itinerario de vida espiritual, que
desemboca en la gran experiencia mística, pasa por circunstancias
y experiencias hondamente teresianas, llegando a las más altas
cumbres de la viviencia de la gracia y de la unión con Dios. En el
gran amor a la Iglesia, a su misterio y a su responsabilidad evange-
lizadora, no desentona para nada la M. Maravillas con los senti-
mientos, la entrega y la dedicación amorosísimos y sacrificados de
santa Teresa de Jesús.
Ella, no obstante, nunca se sintió ni reformadora, ni fundadora,
sino que pretendió mantener, simple y llanamente, y dentro de lo
posible, el espíritu, y la letra, de lo que fue el ideal teresiano-sanjua-
nista. Siendo Teresa de Jesús, la Santa Fundadora, Madre y Maestra
del Carmelo Teresiano-Sanjuanista, y Maravillas de Jesús, la carme-
lita descalza de nuestros días que quiso imitar y seguir en todo los
pasos de aquella mujer extraordinaria, que fue también para M.
Maravillas la Santa, su Madre, Fundadora, y Maestra en todo.
La M. Maravillas de Jesús sintió el gozo de ser hija de la Iglesia
muy entrañablemente, desde su ser de carmelita descalza. Por lo
que pide al Señor, y a la Virgen Santísima, que ensanchen su cora-
zón, con el fin de que quepa en él todo el agradecimiento posible:
“¡Qué felicidad ser hijas de la Iglesia! ¡Qué felicidad ser carmeli-
tas! Que el Señor y su Santísima Madre me ensanchen el corazón
para que quepa toda la gratitud, todo el amor que tan misericordio-
samente infunden en él”9. ¡Y cómo gozaba la Madre Maravillas de

9 Carta 5426, al P. Evaristo de la Virgen del Carmen, OCD., desde Mancera,


1 de diciembre del año de 1946.
368 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Jesús compartiendo su felicidad con las demás monjas y con quie-


nes se acercaban a hablar con ella fuera de lo que fuera y cuando
fuese! Era una buena propuesta que ella presentaba a quienes se
sentían atraídas a ingresar en el Carmelo.

MÁS HUMANA CUANTO MÁS DIVINA

1.   Lo humano se hace divino

Dios abrazó lo humano al encarnarse, y lo divinizó. Los santos


han tenido la suerte de experienciar abundantemente esta hermosa
realidad: su transformación progresiva y lenta en el Dios que se
encarna, para realizar este intercambio insospechado por parte del
ser humano. La espiritualidad es la ciencia que trata y expone el
proceso de la espiritualización-divinización del hombre, y la que es
conclusión de la misma experiencia mística de tantos llamados a
esas cimas tan elevadas de la unión transformante con Dios. M.
Maravillas tuvo unos padres-maestros excepcionales en la vida,
experiencia y doctrina de los místicos, padres y maestros del
Carmelo, de los que ella, tan pronto como los conoció, se enamoró
y siguió en la vida y en la doctrina.

2.   Lo divino se humaniza

Es lo que Dios participó al hombre cuando se encarnó, y desde


ese momento quedó humanizado lo divino. Por eso mismo M.
Maravillas, como tantos otros santos de su estilo, supo hacer una
simbiosis de humano y divino y de divino y humano en toda su
vida: criterios, comportamientos, expresiones de trato, tolerancia y
comprensión. Su mística no oscureció su humanismo, y su huma-
nismo fue la mejor base para su experiencia y vivencia místicas de
Dios. Son tantos los testimonios acerca de su vida profunda de
oración y de un trato tan humano y exquisito, que huelgan los tex-
tos probatorios en este caso10. Este esencial binomio humanidad-di-

10 Pueden consultarse las muchas declaraciones que se hallan en su Proceso


de canonización y en los miles de cartas suyas que se conservan.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 369

vinidad en el hombre es un descubrimiento primordialmente rico en


los místicos, que llegan a lo más hondo de su realidad existencial.
La criatura humana es una fórmula esencial de humano y divino, de
material y espiritual.
El privilegio de los santos ha sido entenderlo, experienciarlo,
vivirlo inteligentemente, y con gran pasión amorosa. La Madre
Maravillas de Jesús es un alma privilegiada. Ella hizo de los bienes,
tanto materiales, como morales, como espirituales, una síntesis
perfecta en su vida, y se esforzó por comunicarla a sus semejantes
desde lo más temporal y material, pasando por el ejemplo y el
anuncio de Dios, hasta llegar a evangelizar en profundidad. Por los
bienes materiales, llegaba a los bienes morales, y desde éstos salta-
ba, con gozo y eficacia, a los más espirituales y trascendentales.
Todo lo que en su vida hizo, con los bienes materiales, con su fuer-
za y ejemplo morales, con su experiencia contemplativo-mística,
fue para que la salvación llegara a todos, comenzando por los más
pobres, necesitados, y olvidados de este mundo.

3.   “Si tú le dejas...”

Dios es, en todo y siempre, grande. Y su grandeza la ha partici-


pado a sus criaturas, porque todas son huellas de su grandeza, como
lo son de su hermosura, tan intensamente esta hermosura vivida y
cantada por san Juan de la Cruz11.
“Si tú le dejas, ¡qué bien lo hará!”12. Él hará cosas grandes en
ti. Y lo llevará a término de la forma más perfecta y graciosa. Para
ello es imprescindible dejarse en sus manos, abandonarse en sus
brazos y fiarse de su providencia amantísima y salvadora.
La M. Maravillas heredó de santa Teresa de Jesús, su madre,
maestra y modelo en todo, la consigna que ella tantas veces se repe-
tía a sí misma, y repetía a su hijas y hermanas: “Tenga paciencia y
se deje en las manos de Dios, y que cumpla en él su voluntad, que
dejarnos en ellas es lo más acertado en todo” (C 19,12). “Dejarse el
alma en las manos de Dios, haga lo que quisiere de ella” (M IV,3,6).

11 Cántico Espiritual, canción 5ª.


12 PSumm, § 4367: declaración de Dª Carmen García-Valcárcel.
370 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

La buena M. Maravillas de Jesús hizo honor a su apellido reli-


gioso: siempre fue de Él, y siempre dejó al Señor que hiciera en ella
lo que quisiera. Así lo vivía ella y así lo aconsejaba. Un texto único
como prueba de lo dicho: “Aquí me tiene hoy, más convencida cada
vez, de que su santificación, como Carmelita Descalza, que es lo
único que nos importa, está en aceptar con toda su alma, con alegría
y paz, la voluntad de Dios siempre amorosísima ... ¿Para qué vini-
mos al convento? para entregarle nuestra voluntad por entero, para
no ser nada, para que Él haga de nosotros lo que quiera siempre
felices de ello ... Vaya, hija, a N. M. (Nuestra Madre), dígale que
quiere empezar de nuevo, deje todo lo que no sea sólo ocuparse en
adquirir virtudes, si el Señor quiere ocuparla en cosas, muy bien, si
no quiere ¡qué importa! nunca pensando más que en Él, que es
quien con amor inmenso se lo manda ... Ay, hija, ¡qué feliz, pero
qué feliz podía ser y va a ser en el Carmelo donde Él la ha llevado
viviendo sólo para Él, haciendo cada día, cada momento, lo que Él
quiera...!”13.

4.   Un no sé qué

En efecto, en todos y en cada uno de los santos y santas, hay un


no sé qué que singulariza el amor de predilección por parte de Dios
a cada uno, y el amor de cada uno a Dios, y su unión con Él. Dios
jamás se repite en sus santos; cada uno es lo que ha dejado que el
Señor haga en ellos. Y en cada uno refleja su amor, sus maravillas,
pero a modo y manera de cada uno; nunca Él revienta los odres en
los que derrama abundantemente su gracia y su santidad.
Y el tiempo, las circunstancias, y las peculiaridades de cada
época van siempre de acuerdo con los santos, pues Dios también es
oportuno en sus santos, en su presencia, enseñanza y testimonio.
No faltó esta característica en la vida y santidad de la M.
Maravillas: su oportunidad, social, eclesial y para el Carmelo, ahí
está, aunque con valoraciones distintas, y hasta muy contradicto-
rias. Pero ningún santo hubiera sido tal si no hubiera sido objeto de

13 Carta a la Hna. Mª Paz de San José (Duruelo), desde La Aldehuela, 15 de


febrero del año de 1963.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 371

contradicciones, de cruces no fáciles de llevar, y hasta de cierto


rechazo. La cruz no falta jamás en cualquier obra que sea realmen-
te de Dios.

5.   Siendo uno mismo

Pues así Dios te quiere, y no de otro signo, o manera, de santi-


dad. Si es cierto que Dios no se repite en sus santos, que cada uno
vive a Dios, y vive en Dios, y vive de Dios, de manera diferente,
tampoco los santos se repiten en la vivencia de Dios, en el testimo-
nio de la experiencia de Dios, y en las obras que han dejado como
huellas y pruebas de esa santificación llevada a cabo por Dios en
ellos.
M. Maravillas evidenció, con luminosidad y transparencia, que
era esto lo que Dios estaba obrando en su vida. El Señor la quiso
así, y de este modo la hizo. Ella quiso siempre ser ella misma,
siguiendo la herencia teresiana en la Iglesia de Dios. Y quiso serlo
desde el comienzo de su vida como carmelita hasta el final de su
existencia; coherencia con su compromiso y ajuste real a su deseo
de cumplir los Consejos Evangélicos con la mayor perfección que
pudiera, como se propuso santa Teresa de Jesús, ya desde el inicio
de la fundación del convento de san José en Ávila, hasta el término,
totalmente eclesial al estilo teresiano, de sus días en este mundo.
La mismidad es signo de reciedumbre, de constancia, de fideli-
dad creativa, a lo que se ha heredado vocacional y espiritualmente.
“Lo que Dios quiera” sería una de las consignas más espirituales,
filiales y providencialistas de la M. Maravillas de Jesús.

6.   Santidad y experiencia mística

Madre Maravillas de Jesús ya gozaba en vida, incluso ya antes


de entrar en el Carmelo, de fama de santidad que, por otra parte,
nada es de extrañar, pues es deber de todo cristiano ser santo, por-
que esa es la voluntad explícita de Dios. A este propósito se encuen-
tran numerosas afirmaciones en los testigos de la Causa de
372 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Canonización, como se puede ver en la PSumm, vol. I, parte sexta:


fama de santidad, pp. 619-626.
La santidad con que fue agraciada la M. Maravillas se funda-
mentó en dos pilares esenciales: la acogida de la gracia de Dios sin
condición alguna, pues desde muy niña se sintió llamada y escogi-
da por Él, y el cumplimiento, fiel y sincero, de la voluntad de Dios.
Ella no ha hecho otra cosa que “dejarle hacer”, y ser fiel, muy fiel,
enteramente fiel, a la voluntad de Dios, expresado en su lema: “¡Lo
que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera!” Consigna
que vivió desde su más tierna infancia, cuando ya sentía ella algo
muy especial respecto a su vocación religiosa, como medio de su
total entrega al Señor.
Una santidad colmada en diversos momentos de su vida de
muchas gracias místicas extraordinarias, siempre calladas y conser-
vadas en lo más íntimo de su alma y de su corazón, y que única-
mente sus confesores y directores espirituales conocían.
Es un hito más en la escuela mística teresiana, que se ha con-
servado siempre -y se conservará- como señuelo de la abundancia
de amor y predilección del Señor para con quienes se consagran por
completo a la vida contemplativa en el silencio, retiro, y soledad,
hasta las últimas consecuencias, expresión del amor a Dios y del
servicio a la Iglesia y al prójimo, mediante la actitud, no siempre
comprendida y valorada, de María, la hermana de Marta y de
Lázaro, amigos de Jesús de Nazaret.
Y esta es la vocación al Carmelo, pero engalanada con las mer-
cedes inherentes a la contemplación llevada hasta las últimas con-
secuencias: a la vivencia profunda y a la experiencia, gozosa y
fortalecedora, en medio de la noche y de la purificación en el largo
camino hacia el Padre.
Llegar a la santidad es fruto de la gracia divina y de la coheren-
cia en el llamado a tal meta. La llamada a la vida de especial con-
sagración, y en este caso a la vida religiosa en el Carmelo en con-
creto, es una llamada a cumplir la voluntad de Dios a través de unas
propuestas determinadas, que conforman el estilo, el espíritu de esa
llamada a la santidad. Por consiguiente, la coherencia a la vida a la
que se ha sido llamado es necesaria, vital, para responder a la voca-
ción a la santidad. Pasa, pues, por una fundamental coherencia con
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 373

la vocación a la vida de especial consagración en el caso del voca-


cionado.
La M. Maravillas se lo propuso exactamente así. Por eso lo
intentó siempre, y puso los medios necesarios para no cesar en el
intento, y ser coherente con su vocación al Carmelo. Ella quiso ser
carmelita ante todo y sobre todo. Los pasos a dar eran la herencia
dejada por santa Teresa de Jesús, en sus mismas hijas, en sus escri-
tos, y en el testimonio de su propia vida sobre todo.
Todo esto en ningún caso suprime la aportación de la experien-
cia personal e intransferible de cada individuo agraciado por Dios
con esa rica experiencia mística extraordinaria. Llamada así porque
supera lo que se puede denominar la experiencia a la que está con-
vocado cada uno de los cristianos.
Y la Madre Maravillas de Jesús, aun afirmando ser una verda-
dera y convencida hija de santa Teresa de Jesús, recorre su propio
camino de experiencia mística con manifestaciones diferentes a las
que se dieron en la vida de la Madre Fundadora, Teresa de Jesús.

LA COHERENCIA RELIGIOSA COMO CARMELITA

1.   La vocación cristiana

En la coherencia religiosa la M. Maravillas fue intachable, pues


partió siempre de que somos del Señor, de modo singular como
religiosos, comprometidos por una especial llamada y una consa-
gración nueva, completando así la del bautismo, y dando al amor
de Dios una respuesta más radical.
La M. Maravillas jamás dejó de tener muy claro que su voca-
ción era esencialmente cristiana: seguimiento e imitación de Cristo;
es decir, dejarse santificar por quien es la expresión máxima de la
santidad de Dios, que es Cristo, el Ungido de Dios, Jesús de
Nazaret. Y esa santidad había de vivirla y experienciarla según el
espíritu y el estilo de santa Teresa de Jesús, pues el Señor la llamó
a vivir de ese modo después de una larga carrera de discernimiento
y de decisiones personales que tuvo que realizar antes de su ingreso
374 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

en la Orden del Carmen, y concretamente en el monasterio de car-


melitas descalzas de El Escorial.
Su itinerario espiritual es una plasmación de su coherencia con
los compromisos de la vida de especial consagración; en concreto
como monja carmelita descalza, que tanta alegría le causaba, y
tantas gracias daba al Señor por esta elección, viviendo hasta las
últimas consecuencias la herencia y el espíritu de la que fue la
Madre Fundadora, santa Teresa de Jesús, y el modelo a imitar. En
efecto, la Madre Maravillas de Jesús, al igual que Teresa de Jesús
lo estuvo a lo largo de toda su vida, estaba totalmente convencida
de que somos del Señor. Así lo certificaba la Doctora Mística:
“Suyas somos, hermanas; haga lo que quisiere de nosotras; llévenos
por donde fuere servido” (M IV,2,10). Cuántas veces repetiría la M.
Maravillas esta misma doctrina a sus hermanas en cartas, en
reflexiones comunitarias, y a través de tantos consejos como ella
dio a las aspirantes a ser carmelitas descalzas, a las postulantes, a
las novicias y a todas las religiosas en cada oportunidad que tuvo.

2.   La vocación religiosa es fruto de la predilección divina

Así lo entiende ella. Es una llamada de predilección siempre. Y


en su caso, de la Virgen María, nuestra dulcísima Madre. Así es de
coherente durante toda su vida: en el amor a Dios y en el amor a
María de Nazaret. Y lo es también en el amor fraterno, en el aprecio
justo de las cosas y en el desprendimiento correspondiente, y en la
humildad, como lo es de igual modo en la pobreza y en la sencillez.
La predilección de Dios en la vida de especial consagración
pide, de la misma manera, una predilección en la respuesta por
parte del elegido, para que haya un mínimo de correlación.

3.   La voluntad de Dios es la voluntad de la M. Maravillas

“Lo que Él quiera” es el lema más preciado, y recordado, de su


vida. La obediencia, en la práctica diaria a esa voluntad de Dios,
buscada en todo, es la mejor prueba. No se hace la voluntad de Dios
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 375

en plenitud si no es aceptando, libre, voluntaria, generosa y sacrifi-


cadamente, las exigencias de la obediencia en la vida real y de cada
día.
La fuerza de la obediencia es seguridad para el cumplimiento
de la voluntad de Dios. Y las mediaciones nunca son obstáculo para
quienes se confían enteramente del Señor, que tantas cosas ha deja-
do en manos de los hombres. Hasta la aplicación de la misma sal-
vación, y los mismos medios de santificación.
A pesar de la poca recepción de la que hoy goza el valor teoló-
gico de las mediaciones -y toda la obra de la salvación, aplicada a
cada persona, se lleva a cabo a través de las mediaciones-, M.
Maravillas de Jesús creyó firmemente en las mediaciones humanas,
y las aceptó con amor, sin complicaciones de ningún tipo.

4.   Fundadora de nuevos conventos al estilo de Teresa

Andariega e inquieta, y siempre con el Señor, sería probable-


mente un título que también podría cuadrar a la Madre Maravillas
de Jesús, pues supo, y siempre lo quiso así, hacer un binomio per-
fecto entre la oración y la acción, la acción y la oración.
Recíprocamente se alimentan, y se exigen.
En los caminos, y en los negocios temporales, como en el sufri-
miento físico, moral y espiritual, como en los muchos dones jubi-
losos de Dios, como en la oración y hasta en los más altos grados
de la experiencia mística cristiana, la M. Maravillas de Jesús se
encontró en todo momento con quien la amaba y la esperaba. Quien
quiere, y se lo propone, encuentra en todas partes al Señor. Y Él sale
en todo momento al encuentro de los que ha creado, y quiere que
sean felices.
Las semillas de herencia teresiana, que ella siempre fue reco-
giendo y guardando, procuró sembrarlas en los lugares más peque-
ños y pobres, más propicios para la oración teresiana a su manera.
Y de la misma forma, quiso llevar la presencia del Dios del amor
allí donde el amor era menos correspondido y más desacralizado.
Curiosamente, y una vez más, los planes de Dios, sus proyec-
tos, no coinciden con los de sus criaturas. Seguramente que María
376 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Maravillas Pidal estaba totalmente ajena a la posibilidad de un día


fundar conventos de la Orden del Carmen. Sus ideales eran bien
claros y explícitamente confesados: pasar desapercibida, entregada
para siempre a la soledad, al silencio, al recogimiento carmelitano,
a vivir en humildad, que es lo mismo que decir en verdad, y a la
oración contemplativa como la habían dicho que era la vida de un
monasterio de carmelitas descalzas, que ella encajó gozosamente
en su espíritu y en su ánimo, y que quería vivir hondamente. Sabía
ella que en el silencio, la soledad, amasados de auténtico amor
divino, y con el menor ruido posible en lo humano, es como apro-
vecha, y responde como es debido, el alma devota al amor de Dios.
Los designios de Dios eran muy diversos. Y ella los aceptó y los
llevó adelante con entrega, y no sin contrariedades y muchos sufri-
mientos.
Pero ha de quedar muy claro que ella no fundó nada nuevo, ni
espíritu nuevo, ni estilo nuevo, sino conventos teresianos dentro del
Carmelo de Santa Teresa de Jesús. Una de las características típicas
de la M. Maravillas es su fidelidad, por todos los medios, al ideal
teresiano.
Había entrado de carmelita descalza en El Escorial el día 12 de
octubre del año de 1919. Y ya en el año de 1923 el Corazón de
Jesús le inspira que funde un convento de carmelitas descalzas en
el Cerro de los Ángeles. La M. Rosario, cofundadora del monaste-
rio de carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles escribió una
relación de la génesis y desarrollo de los hechos, cuyo comienzo
dice así: “Por junio de 1923, el Corazón de Jesús inspiró a una
religiosa, la Hermana Maravillas de Jesús, carmelita descalza en el
convento de El Escorial, la idea de fundar un convento en el Cerro
de los Ángeles, con el fin de acompañar al Corazón Divino en su
soledad y de pedir e inmolarse por la salvación de las almas, espe-
cialmente por la salvación de nuestra España querida”14. Hubo
posteriormente otras llamadas del Señor a hacer la fundación, a la
que siguieron otras. Son las siguientes:

14 cfr. Relación de la Fundación del monasterio de Carmelitas Descalzas-


Cerro de los Angeles, en PSumm., § 1991, pp. 997-1007; 1555, p. 765; 1556-1557,
pp. 765-766).
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 377

01. El Cerro de los Ángeles (Madrid): 19 de mayo de 1924. El


31 de octubre de 1926 sube la comunidad al Cerro y se
inaugura el monasterio.
02. Kottayam (India): 11 de septiembre de 1933.
03. Las Batuecas (Salamanca): 1 de marzo de 1939.
04. Mancera de Abajo (Salamanca): 27 de abril de 1944.
05. Duruelo (Ávila): 20 de julio de 1947.
06. Cabrera (Salamanca): 4 de octubre de 1950.
07. Arenas de San Pedro (Ávila): 8 de diciembre de 1954.
08. San Calixto (Córdoba): 30 de mayo de 1956.
09. Aravaca (Madrid): 21 de junio de 1958.
10. La Aldehuela en Perales del Río (Madrid): 8 de enero de
1961.
11. Montemar-Torremolinos (Málaga): 7 de mayo de 1964.

Por otro lado, la M. Maravillas hizo otras obras en los siguien-


tes monasterios de carmelitas descalzas, que se pueden llamar cua-
sifundacionales:
01. El monasterio de El Escorial (Madrid): 24 de agosto de
1965. Se trató de una verdadera restauración espiritual y
material del monasterio.
02. El monasterio de La Encarnación de Ávila: 24 de septiem-
bre de 1966. Igualmente hubo de hacerse una auténtica y
radical restauración espiritual y material del monasterio
abulense.

Además de estos conventos teresianos fundados por la M.


Maravillas, entregó también a los PP. Carmelitas Descalzos un con-
vento en Talavera de la Reina (Toledo): 15 de octubre de 1960.
En todas estas fundaciones, y cuasifundaciones, poco importa-
ron a la M. Maravillas los muchos trabajos y desvelos. Lo que de
verdad, como siempre, le preocupó fue cumplir la voluntad de
Dios, aunque no hubiera contentos personales. Ella misma lo
expresaría de esta forma, tan propia de la M. Maravillas: “Cuando
entra, que es casi siempre esa pereza de las fundaciones, si se pien-
378 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

sa en lo que será para el Señor tener una casa más de su Madre,


donde se le ame con locura, con alma, vida y corazón, con todas las
fuerzas, con todo el ser, se quita de cuajo, ¿verdad? Por eso, Él es
quien tiene que hacerlo todo, y lo hace, no cabe duda”15.
Estaba muy claro en la voluntad de M. Maravillas que, para
Dios era la honra y la gloria, y para ella los trabajos. Decía la
misma M. Maravillas de Jesús: “Yo no me puedo pasar así la vida
sin hacer nada por el Señor”16.

5.   Para con todos tuvo entrañas de madre

Y no fue solamente una mujer, monja, fundadora de algunos


conventos de carmelitas descalzas, y cuasifundadora de otros, con-
templativa y mística, sino que sus entrañas de madre se hicieron
presentes en las necesidades materiales, temporales y humanas, que
el hombre puede padecer, y padece. No pudo soportar el dolor, la
marginación, el pecado social de la injusticia, y, desde su clausura,
puso manos a la obra para remediarlo en la medida de sus posibili-
dades. Y ahí quedan sus obras benéficas para bien de tantas gentes
necesitadas, y a las que solucionó en parte su modo menos digno de
vida humana, y para la historia, que ha de hacer justicia a esta
monja carmelita descalza, enamorada de su vocación al Carmelo,
madre espiritual, contemplativa y mística.

6.   Preocupada por la pobreza de los más necesitados

Casas, trabajo, socorrer el hambre y las necesidades de las gen-


tes menos afortunadas de los bienes imprescindibles, fue otra preo-
cupación de la M. Maravillas de Jesús durante toda su existencia:
el alma se salva por la cruz y la resurrección, y el cuerpo sobrevive
por la Providencia divina y el pan de los hombres. Se preocupó del
bienestar de cualquier hombre o mujer, niño o mayor, de todos los
necesitados.

15 Carta 3961, a la M. Magdalena de Jesús, desde Arenas de San Pedro,


agosto de 1959.
16 Carta 1529, a la M. Magdalena de la Eucaristía, desde Duruelo, 20 de
enero de 1948.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 379

Y no menos se preocupó por los monasterios pobres, y por las


religiosas enfermas, tanto de las comunidades en las que vivió,
como de todas las monjas que pudo.
La contemplación de Dios, y de sus misterios infinitos e inabar-
cables, se hace realidad en la vida de quienes peregrinan en este
mundo, ligeros, muy ligeros, de equipaje, y hasta sin las mínimas
condiciones humanas para vivir; siempre se puede amar y servir a
Dios.
Las palabras ya no sirven, y mucho menos todavía salvan; los
ejemplos, las ayudas concretas y reales, la entrega sin límite y
generosa, convencen, y sí llevan a la salvación.
Los asuntos de Dios y los de los hombres siempre caminan
juntos en la inteligencia amorosa de los verdaderos místicos, y en
el corazón inteligente de quienes conocen de verdad a Dios, y sus
caminos de santificación y de salvación, que son el amor, el bien y
la justicia.
En su corazón de madre espiritual había un hueco muy grande
para ser madre de los pobres.

7.   La noche oscura del espíritu

Gran misterio de reserva personal fue el acontecimiento, tre-


mendo y purificador, de la noche oscura sanjuanista vivida por la
M. Maravillas durante la mayor parte del camino de su vida espiri-
tual. Purificación martirial de calado y consecuencias purificativas,
hondas y transformantes, a lo largo de su vida espiritual. Fue el
premio de Dios a esta mujer, entregada en cuepo y alma al Señor, y
a quienes son hijos del Señor más pobres y excluidos.
Un martirio prolongado, vivido en la mayor intimidad posible y
con el silencio más absoluto en el día a día, y solamente conocido
por sus confesores. Nadie sospechó absolutamente nada de las
horribles purificaciones pasivas del espíritu sufridas durante tanto
tiempo, y tan sin transparentarse nada de nada en su trato cotidiano
con las muchas religiosas con quienes convivió, y con otras muchas
personas del siglo. La alegría más limpia y sana era su único refle-
jo en todo y para con todos.
380 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

En todo quiso pasar desapercibida. En sus luchas y duras puri-


ficaciones interiores fue realmente donde ella pasó del todo de
puntillas y sin ruido de ninguna clase para sus hijas y hermanas en
el Carmelo.

8.   La alegría como el espejo de su noche oscura espiritual

Y nadie sospechaba lo que la M. Maravillas de Jesús sufría en


su interior, en la oración, en la contemplación y en el misterioso
vivir su mística particular. Serenidad pacificadora, equilibrio en
palabras, modos y maneras de tratar a las demás religiosas, y a toda
clase de gentes y personas, eran las actitudes y las expresiones de
esta maravilla de mujer.
Es la realidad vital del silencio, del escondimiento, del hacer de
una existencia cual tenue brisa o susurro delicado, ahí está el Señor.
Son las obras calladas del amor, aun hechas en medio de una mul-
titud ingente que contempla. Es la verdad de la humildad, y la
humildad de la verdad.

9. ¿Es la M. Maravillas de Jesús la Teresa de Jesús de los tiem-


pos modernos?

Así la califican sus mejores conocedores. Y los testimonios de


quienes convivieron con ella no tienen reparo en afirmar que su
presencia arrastraba y que su vida embelesaba. Claro que no falta-
rán quienes no estaban, ni están, ni estarán, de acuerdo con su
manera de ser y sus formas de actuar. Algunos que no lo estuvieron
en un principio, cuando se han acercado a la realidad de su existen-
cia como tal, sin influencias, y sin modos apriorísticos de proceder
y juzgar, han descubierto algo excepcional en la vida de esta mujer,
y se confiesan hasta de ser personas “convertidas” en sus criterios
y afirmaciones hechas sin mayor fundamento, con un mucho de
desconocimiento y con una carga inmensa de inercia de lo que se
dice y se oye. Así se confiesa a este respecto el P. Lucinio Ruano:
“Quien esto escribe no conoció a fondo a la Madre Maravillas ni la
trató suficientemente como para poder justificar este estudio con
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 381

datos personales ni experiencia propia. Sinceramente, la admiró... a


distancia; pero no tuvo mayores ni particulares motivos para entu-
siasmarse. Peor. Aun a costa de esta petulancia que siempre es el
enjuiciar lo que no se conoce de cerca y con criterios fundados y
serios, formuló reservas y hasta escuchó con agrado ciertas críticas
negativas a propósito de esta Madre y de sus obras. El calor, por
tanto, que aquí pueda alguien apreciar, parecido al entusiasmo,
piense que lo es. Mas sepa que es el de un “convertido”. Me debo
exclusivamente al calor del puro “testimonio”. Con un poco que
sabía de bueno (aunque debilitado), y con lo mucho bueno que se
dice en los tres escritos biográficos que han publicado sus monjas
hasta ahora, me bastó. Por lo que voy advirtiendo, le ha sucedido
igual a muchísima gente”17. Su obra ahí está. Su santidad la Iglesia
la ha reconocido. Su doctrina nada tiene de vulgar, sino más bien,
es sublime y clara profesión de su enamoramiento de Cristo, y de
su entrega a los hermanos y a la Iglesia. Su vida mística ha alcan-
zado cotas altísimas, y de verdadero signo extraordinario, testigo
fiel del amor, de la misericordia de Dios, y de su inmensa compa-
sión para con la flaqueza humana.
Las experiencias místicas, y hasta la misma vida espiritual
como tal y en su conjunto, aun siguiendo un mismo itinerario, es
siempre muy personal; en cada místico se realiza, y se vive, con
matices y ribetes singulares, y nunca identificables con ninguna
otra experiencia. No hay duda de que la M. Maravillas tiene gran-
des líneas de parentesco, y de semejanza, con santa Teresa de Jesús,
y en muchas cosas todavía más con san Juan de la Cruz. Por algo
son sus padres y maestros espirituales, de lo que la misma M.
Maravillas se siente santamente orgullosa, y agradecida al Señor,
que la llamó a la Familia del Carmelo Teresiano.
A este respecto, nada mejor para probarlo, como testimonios
imparciales y seguros, que algunos de los juicios emitidos por los
Consultores Teólogos en el Congreso peculiar sobre las virtudes de
la Madre Maravillas, el 24 de mayo del año de 1996: Voto I: “...en

17 “En tu amor florecidas. La alegría de ser monja, hoy”, Desclée de


Brouwer, S.A., Bilbao 2001, página 13. Esta confesión la hacía Lucinio Ruano en
la Navidad de 1976, en esa página que él encabezaba así: “confesión y dedicato-
ria”.
382 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

la observancia de los consejos evangélicos, practicados según el


espíritu de su gran maestra Santa Teresa de Ávila, del que aparece
como un auténtico modelo en clave moderna”. Voto II: “Y muchos
han dicho que era la Santa Teresa del siglo XX. Era un rumor que
se decía ya antes de la muerte de la Sierva de Dios, y después de la
muerte es un rumor general”. Voto IV: “Fidelísimo espejo de Santa
Teresa de Jesús [...] no faltan en el presente Proceso testimonios
que comparan a las dos carmelitas; la fidelidad a Santa Teresa y a
su espíritu es tal vez la característica de mayor relieve en la vida de
la Madre Maravillas”. Voto V: “La Sierva de Dios fue una verdade-
ra encarnación del carisma de Santa Teresa y de San Juan de la
Cruz”. Voto VI: “En todas estas fundaciones vemos muchos rasgos
de la Santa Madre andariega, Teresa de Jesús”. Voto VII: “La
Madre Maravillas de Jesús es una figura que ha encarnado plena-
mente el espíritu de la gran Santa Teresa de Jesús –¡no de Ávila!– y
de San Juan de la Cruz”. Voto IX: “Son muchos los paralelismos
entre su vida y la de Santa Teresa de Jesús, la Santa andariega”18.
No quisiera dar por terminado este artículo sin hacer una simple
referencia a su excepcional equilibrio psíquico, moral, espiritual y
místico. Leyendo atentamente sus muchas cartas a personas de
diferente categoría social, religiosa, familiares y no familiares, y de
asuntos tan variados como en ellas se tratan, se capta con prontitud
la serenidad, el equilibrio, la inteligencia, el cariño y la preocupa-
ción espiritual, en definitiva, que rezumaba su ser y su hacer.
Quienes trataron con ella de tantas cosas, y convivieron con ella
durante largos años, así lo testifican. Un testimonio nos basta para
prueba de lo dicho; es de la Hna. Mª Reyes del Corazón de Jesús:
“Psíquicamente era una persona equilibradísima, se le notaba un
equilibrio enorme, sin ninguna clase de anomalía psíquica, ni pade-
cimiento neurótico ninguno. La serenidad personificada, el equili-
brio perfecto, con dominio de todas sus pasiones de una manera
impresionante. Jamás la vi fuera de sí, como llevada de movimien-
to de ira. Durante su enfermedad decía que sentía de nervios, pero

18 Se puede consultar también el libro titulado: “Del corazón a la pluma.


Juicio de los dos Teólogos Censores sobre los escritos de Beata Maravillas de Jesús
en su Proceso de Canonización”, Estudios MC, número 24, Edit. Monte Carmelo,
Burgos 1999, 288 páginas. Encontrará aquí el lector un arsenal precioso de datos
de lo que fue su vida y virtudes.
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 383

a lo exterior no se le notaba nada. Y nos decía que comprendía


cómo sufrían las personas que padecían de nervios.
La Sierva de Dios se condujo con entera naturalidad en su devo-
ción a Dios Nuestro Señor, a Jesucristo Crucificado y a la Santísima
Virgen, sin que fuera debida ninguna de estas devociones, ni ningu-
na de las otras que tuvo, a alucinaciones, histerismos o arrebatos
momentáneos”19.
A modo de colofón de estas sencillas reflexiones se puede decir
que la M. Maravillas de Jesús hace en todo honor a su nombre, pues
es una verdadera maravilla de la gracia de Dios. Son las obras
maravillosas de Jesús, realizadas en ella durante su larga y fecunda
existencia. Obras de santificación personal, siempre reflejo de la
santidad eclesial, y obras de signo externo, social, fruto maduro de
las exigencias, claras y determinantes, de la misma acción de la
gracia.
Por otra parte, su correspondencia al amor de Dios, en Cristo
Jesús y María de Nazaret, su Madre y “Nuestra Dulcísima Madre”,
fue desbordante, muy verdadera y auténtica, probada y sometida a
todas las pruebas, humanas, morales, espirituales, y místicas, a las
que el Señor puede someter un alma, con el fin de purificarla, como
el oro en el crisol, para entrar en el Banquete de su Señor. Ella, en
efecto, fue fiel en lo mucho y en lo poco, en lo grande y en lo
pequeño, e hizo generar buenos intereses para el Reino a los talen-
tos recibidos, que no fueron pocos, sino abundantes, y hasta excep-
cionales.
Mujer de muchos contrastes, en lo espiritual-místico sobre
todo, supo hacer en su vida una verdadera ósmosis de lo humano en
lo divino, y de lo divino en lo humano, tanto en el plan personal,
como en el cristiano y carmelitano, que el Señor proyectó respecto
a su vida. Años de gran tempestad, tiempos apacibles y de mucha
serenidad, y tiempos de tempestades desgarrantes acompañados de
serenidad, paz y sosiego, que el Señor permitió de vez en cuando
para santificación, y mayor purificación de su alma. Porque este fue
el estilo de Dios para con ella, y el camino que Él le trazó. Siempre
el infinito amor de Dios, misericordioso y lleno de ternura, estuvo

19 PSumm, § 1716 y § 1716.


384 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

en el fondo de su alma, y fue su salvación, engarzado por un amor


constante, probado y fiel, por parte de ella, aun en medio de los
momentos terribles de desilusión, desesperanza y fatal vivencia y
experiencia de la ausencia de Dios. Estos hechos, que generan ese
espantoso vacío psicológico en la persona, y llena al ser humano de
Dios, por parte de la fuerte y hacendosa M. Maravillas de Jesús
fueron el enlace vital con el amor misericordioso de Dios, perdona-
dor y salvador de todas las miserias y flaquezas humanas, sentidas
como losas pesadísimas en su conciencia.
Es más, fue también una mujer, una monja, de fuertes contrastes
a nivel de vida externa: sus largas horas de oración, de vida de
ermitaña (contemplativo-mística), y sus afanes y preocupaciones
en las muchas fundaciones llevadas a cabo, y en tantas obras de
caridad, de amor, de beneficencia que realizó siempre que pudo y
donde veía mayor necesidad (contemplativo-mística y apóstol).
Y, cuanto más ella se esconde y se recoge en la oración, más el
Señor se le entrega. Es la ascensión a los grados más altos de amor
y de unión transformante en Dios. Un camino espiritual, que cada
vez conoce más, y se va acercando al desenlace final, que es la
entrada definitiva en el Reino a participar del Banquete eterno.
Pero el Señor va llevando siempre a las cumbres de la vida
espiritual por caminos que Él solo conoce, y que son, de igual
modo, el fruto de la colaboración incondicional de las almas. Y la
M. Maravillas jamás puso condición alguna al Señor, sea padecien-
do, sea gozando, sea en el fracaso y la incomprensión, sea en el
éxito y el aplauso. Dios, a pesar de todo, llena al alma de gracias
siempre gozosas, y hasta extraordinarias.
En definitiva, todo es consecuencia de ese deseo, ardiente y
consolador, de querer amar siempre al Señor. Es la sed, que abrasa
y consume al alma, de querer amar intensamente a Dios: “Yo lo que
quisiera, padre, es amar al Señor y hacerle amar ¡si viese cómo lo
deseo!; es una sed que abrasa ¿qué haré, padre?” (Así escribe al
padre Alfonso Torres, S.J., el 15 de julio del año de 1926).
Amor, humildad, pobreza, y deseo de salvar almas, son como
las cuatro piedras de apoyo de la mesa, segura y firme, del banque-
te que M. Maravillas ofrece a Dios, y a los más necesitados, por ser
los preferidos del Señor, a lo largo de toda su existencia. En ese
LA MADRE MARAVILLAS HIJA DE TERESA DE JESÚS 385

banquete del amor entre M. Maravillas y el Señor, nunca pueden


faltar como invitados sus semejantes.
Amor, humildad, pobreza, y deseo, como fuego ardiente, de
salvar almas, que a su vez son sendero luminoso que conduce a la
experiencia mística de Dios, y fruto en sazón de la misma.
Era así esta M. Maravillas de Jesús, hija fiel y buena imitadora
de Teresa de Jesús, su madre, maestra y fundadora, a quien ella
intentó prolongar en la historia presente de la Iglesia y de la Familia
del Carmelo, retornando a su más prístina originalidad, siempre
consideradas las circunstancias determinantes de cada época, y las
realidades a contemplar tanto social como eclesialmente.
Humanidad por humanidad, imitación de Jesús como eje de
toda su vida y de su gran obra de fundadora, amor y entrega a la
Iglesia, sentido evangelizador, misionero y social, fueron caracte-
rísticas comunes en las dos carmelitas, una madre y otra hija, una
maestra y otra discípula, una santa y la otra también, aunque irre-
petibles, pues Dios jamás se repite, ni en sus santos, ni en cualquie-
ra de sus obras.
La coherencia religiosa desde los primeros pasos dados en la
búsqueda de la vocación, hasta el descubrimiento de la misma,
pasando por las purificaciones y la vivencia gozosa de la llamada
hasta el final de sus vidas, fueron también coordenadas vitales en la
vida de Teresa de Jesús y en la de M. Maravillas de Jesús. Una
vocación, una experiencia gozosa de la misma y una prolongación
en la historia, las unió en el júbilo y en la transmisión carismática
a Teresa de Jesús y a Maravillas de Jesús.
Una prueba más de que Dios es grande en sus santos, y de que
la oportunidad histórica de los santos, social y religiosamente con-
siderados, no es una casualidad, sino fruto de la providencia divina.
386 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 387

LA MADRE MARAVILLAS:
FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS

Alberto Pacho Polvorinos, OCD

El día 14 de enero de 1957 escribe la M. Maravillas desde


Arenas de San Pedro a la M. Magdalena de Jesús, priora de
Duruelo: “¿No podría dar una ocupación a la Madre Teresa, que
escribe tan bien, por ejemplo escribir algo de nuestras fundaciones
o así?, que a mí casi me da escrúpulo no escribir nada, para que
vean nuestras sucesoras las misericordias tan grandes que el Señor
ha derramado sobre nosotros, para que sepan apreciar andando
los tiempos cuánto agrada al Señor la santa pobreza. Como la
Hna. Josefina sabe todo lo de esas fundaciones de Mancera y
Duruelo, podía darle muchos datos. Yo es que es cosa que tengo
deseos de hacer. Claro que esto cuando no estuviese cansada, y que
no sintiese demasiado frío...
Si lo hacen, ya sabe que nada de encomios personales, sino
hacer brillar la verdad, lo que el Señor ha sido y es con nosotros”.1
Habían pasado treinta y tres años desde la primera fundación en
el Cerro de los Ángeles en mayo de 1924. Otros cinco conventos
habían sido fundados en esos tres decenios. Teniendo en cuenta los
avatares de la historia de esos años bien se había superado lo que
pudiera considerarse como una anécdota; era un proceso, una tarea
en marcha, que entraba en un momento prometedor. En los siete
años siguientes fundó otros tres, aparte del convento de Talavera
para los Carmelitas Descalzos, 1960.

1 Carta 3855, a la M. Magdalena de Jesús. Las copias del epistolario de la


M. Maravillas, numerosísimo e imprescindible, se conservan en La Aldehuela.
Está catalogado según la numeración presentada en su Proceso de Canonización en
la Congregación para las Causas de los Santos. Y prevista su total ordenación y una
necesaria y urgente edición. Con amabilidad, prontitud y delicadeza me han envia-
do fotocopia de todas las cartas de más interés para este capítulo de la actividad de
fundadora de la M. Maravillas. Doy fe aquí de mi agradecimiento sincero.
388 ALBERTO PACHO POLVORINOS

Aparte el sentido histórico que puede derivarse de esa tarea y


de su ritmo, lo que en esas palabras expresó su autora es otra expe-
riencia: la conciencia de que era obra de Dios. Hacer su historia de
esos conventos que han ido surgiendo era fijar su verdad profunda,
y el sentido de “una misión” que el Señor había abierto para ella.
Por otra parte, eran la historia de la fidelidad de Dios a su palabra,
y a lo que le había pedido y señalado.

1. Un nuevo horizonte en la vocación


de la M. Maravillas: Fundadora

Maravillas de Jesús llegó al Carmelo de El Escorial el 12 de


octubre de 1919. Tenía veintisiete años. Una vocación plenamente
definida y acogida. Vivida y probada en la escuela de los meses de
preparación y durante el noviciado, 1919-1920; y los años previos
a la Profesión Solemne, desde 1920 a 1924. Desde el comienzo
tuvo ideas precisas sobre su vocación y sus exigencias. Vivió con
fidelidad y con alegría su llamada a la soledad, al retiro, al silencio,
a la vida oculta y abnegada, signos de plena garantía para una voca-
ción cuya univocidad teóricamente es de relativa y fácil individua-
ción. Prácticamente la propia andadura y experiencia también la
confirmaban en ella. Ésa sería su vida.
Cuando menos lo esperaba se descorre un velo que la compro-
metía. La serena y pacífica existencia de que, quien está haciendo
la vida que ha buscado, era sometida a una prueba inesperada.
Precisamente en vísperas de hacer la consagración definitiva por la
Profesión Solemne.
En el ambiente de la vida religiosa y de las específicas expre-
siones durante aquellos años, la reciente Consagración de España
al Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, 30 de mayo de
1919, exigía otra presencia, la de una comunidad de religiosas con-
templativas que realizara constantemente el culto de la oración y de
la reparación al Corazón de Cristo, allí mismo en el cerro pelado y
polvoriento, donde emergía la belleza del monumento recién levan-
tado. En junio de 1923, el Corazón de Jesús inspiró a una carmelita
descalza del convento de El Escorial, la Hna. Maravillas de Jesús,
que fundase en aquel lugar un carmelo.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 389

Convertirse en fundadora de un convento no entraba ni podía


entrar en el horizonte de una carmelita descalza. Teresa de Jesús,
andariega y fundadora de conventos, quedaba lejos en la realidad,
como una enviada única y sin sucesión en ese encargo sobreañadi-
do a su vocación contemplativa y de clausura. Maravillas de Jesús
tuvo que andar el camino para hacer coherente la aceptación de la
nueva llamada, superando la contradicción, al menos aparente entre
su vida profesada y esa nueva dimensión. La prueba fue larga:
horas de ansiedad, de agobio interior cada vez más fuerte, de dis-
cernimiento y de consultas. Al fin la imposibilidad u oposición se
disolvieron en la ensenada del verdadero sentido de su ofrenda: la
entrega total a Cristo para cumplir su voluntad. Y la voluntad de
Cristo quedó clarificada por los consejeros que la leyeron y la
transmitieron a la interesada sin dudas ni vacilaciones.2
No se necesita ningún esfuerzo para evocar a Santa Teresa. Lo
mismo que para ella, se trata de una actitud interior, una exigencia
de verdad y seguridad. La voluntad del Señor, requerida y buscada,
fueron una exigencia para las dos en sus tareas de fundadoras.

2.   La saga fundacional de la M. Maravillas

Aparte de Santa Teresa, durante los cuatro siglos de la Reforma


no encontramos a otra carmelita que haya llenado una página de tan
intensa actividad como fundadora de conventos semejante a la M.

2 Este momento de la situación interior de la M. Maravillas ha sido tradu-


cido, como título de una de sus biografías y de uno de sus capítulos, Si tú le dejas...,
cuya lectura no resulta comprometida. Fue la que ella misma hizo y oró insistente-
mente y ratificaron sus confesores y consejeros. La profesión es la entrega radical
y la aceptación de la voluntad de Dios. Si Dios le pedía ese nuevo despliegue de
fundadora, es que es su voluntad, que no altera la llamada previa de la profesión;
no había ni podía haber antinomia. La nueva llamada no comprometía su percep-
ción clara de las exigencias de la misma en el Carmelo. Este momento crucial de
la M. Maravillas ha sido descrito con suficientes detalles en la biografía menciona-
da, cuyo título completo es, Si tú le dejas... Vida de la Madre Maravillas de Jesús,
escrita por las Carmelitas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela, p. 117-123.
La primera edición apareció en 1976, dos años después de su muerte. El año 2000,
antes de veintiséis del fallecimiento y dos después de la beatificación, apareció la
tercera edición con abundantes mejoras propiciadas por el paso del tiempo y los
acontecimientos. Esta biografía, preparada con veneración y afecto, es testimonial,
ya que sus autoras fueron privilegiadas testigos y convivieron con ella.
390 ALBERTO PACHO POLVORINOS

Maravillas. La evocación y el paralelismo están ahí a flor del pri-


mer encuentro y de la actividad de la M. Maravillas. Muchas situa-
ciones, circunstancias, similitudes en gestos, determinaciones,
medidas, acciones, recursos de vario signo, especialmente humanos
–los de otro carácter no entran en la historia como tal elemento
específico de documento histórico–, pueden enumerarse y hasta
apoyan una posible yuxtaposición para el mutuo encuentro de las
dos en la realidad y en la memoria de todos. Las convergencias en
todos los aspectos no nos pueden llevar a entender a la M.
Maravillas desde el simple mimetismo. La personalidad y el estilo
son lo que acredita la singularidad de cada una de ellas, y la fideli-
dad de la M. Maravillas a la Fundadora.
También puede entenderse como carismática la llamada que
sintió la M. Maravillas en un determinado momento de empeñarse
en una serie imprevisible de fundaciones, que ni en su momento ni
en otro cualquiera, puede entenderse como resultado de ninguna
suma de condiciones y circunstancias humanas.
La actividad como fundadora de la M. Maravillas es la más
singular y la que se asocia como privilegiada dentro de una biogra-
fía tan intensa en otros muchos aspectos. Tampoco esto resulta
sorprendente. El hecho mismo de la presencia de sus palomarcitos,
que han alcanzado la duración cronológica de más del medio siglo,
aunque sea convencionalmente, recaban para ella y para su obra, el
carácter de históricos, e historia viva.
A estas páginas no se les ha permitido la ambición de ser más
extensas; tienen que contenerse en los límites de una presentación
esquemática, de sumario. Pese a las reiterativas alusiones a esta
parte de vida, y a las también repetidas listas de sus fundaciones, no
se ha escrito aún la historia de las mismas. Hay, sin embargo, una
primicia, la recordada biografía, Si tú le dejas..., preparada por las
Carmelitas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela. Pero antes
la misma M. Maravillas escribió otra historia en sus cartas y que es
fuente primordial de sus fundaciones. Desde aquí debe comenzarse
la historia posible y necesaria de la M. Maravillas como fundadora.
Aunque la presentación que hacemos de este capítulo de la acti-
vidad como fundadora de la M. Maravillas no sea pretenciosa,
queremos distinguir tres apartados: Conventos nuevos, conventos
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 391

restaurados; conventos de Carmelitas Descalzos. Fundaciones


proyectadas y otras obras. En un segundo apartado intentamos un
acercamiento a la realidad concreta de sus fundaciones, a sus cola-
boradores, problemas, medios y recursos.3

2.1.   Fundaciones nuevas

1924 Cerro de los Ángeles


Es la primera de las fundaciones de la M. Maravillas. Dos años
después de la profesión temporal se siente llamada por un impulso
interior, fuerte e insistente, a realizar un Carmelo en el Cerro de los
Ángeles. Menos de un año de intensa oración y de repetidas con-
sultas para verificar la verdad de la llamada del Señor. El camino se
abre contra todas las dificultades. El día 19 de mayo de 1924 sale
con otras tres compañeras del Carmelo de El Escorial, y se instalan
provisionalmente en una casa de Getafe, mientras se edifica el
monasterio en el Cerro. En esta casa hace la Profesión solemne el
día 30 del mismo mes. Dos años de trabajo en el nuevo convento y
de vigilante y atento seguimiento de las obras, desde la colocación
de la primera piedra, Domingo de Resurrección, 12 de abril de
1925 hasta el 31 de octubre de 1926. En esta fecha señalada, Fiesta
de Cristo Rey, se inaugura en el Cerro el nuevo convento, con once
religiosas, presididas, por la Madre Maravillas como Priora, nom-
brada para el cargo, con solo treinta y cuatro años, por el Obispo de
Madrid-Alcalá, Leopoldo Eijo y Garay, el día 28 de junio anterior.
La M. Maravillas resumía en sobrias y verdaderas palabras la
historia que quedaba detrás, en una carta escrita a su consejero y

3 La bibliografía sobre la M. Maravillas es tan extensa como puede verse


en el trabajo sobre el tema que aparece en este mismo número de la revista. En él
puede apreciarse el progresivo aumento de estudios sobre otros tantos aspectos de
la vida y obra de Maravillas de Jesús. Sobre sus fundaciones, como hemos señala-
do, el soporte documental básico de la historia de todas fundaciones, se sigue
acrecentando por la recuperación de cartas desde innumerables lugares. Existen
además otros documentos de primera mano, como las memorias o relaciones de
todas las fundaciones, conservadas en sus respectivos archivos conventuales con la
sigla de cada casa de la siguiente forma CDC = Carmelitas Descalzas Cerro (de los
Ángeles). Han sido escritas por las propias fundadoras y con materiales y docu-
mentación producida en el momento. Cambia en cada caso la mayúscula de cada
fundación.
392 ALBERTO PACHO POLVORINOS

director espiritual, P. Alfonso Torres, el 5 de junio de 1931:


“Cuando está uno cierto de hacer lo que Dios quiere, da mucha
fortaleza para sufrir lo que venga”.4

1933 Kottayam (India)


Es la segunda fundación de la M. Maravillas, aunque no fue
personalmente ni vivió nunca en el conventito de Kottayam en la
India, dentro de la misión carmelitana de Malabar. Ella recibió y
acogió la petición de monseñor Buenaventura Arana. Y llevó ade-
lante la empresa, como se puede seguir en el carteo de correspon-
dencia cruzada entre España, la India y Roma. El espíritu misione-
ro en los Carmelos era intenso, lo mismo que en toda la Orden,
especialmente en España que había recuperado esa llamada teresia-
na después de la restauración de la Reforma en la segunda mitad del
siglo XIX.
Esa llama prendió en el monasterio del Cerro, animada con
ardor por la M. Maravillas. Aunque es parte interesada, su testimo-
nio es fehaciente y lleno de verdad. En carta dirigida a Mons.
Arana, sin fecha, pero en los meses de preparación, entre 1932-
1933, le decía: “Estas sus hijas del Cerro de los Ángeles se le
ofrecen de todo corazón, para ir en cuanto V.E.I. lo desee, a comen-
zar nuestra hermosa vida en aquella su amada diócesis de la India,
orando y sacrificándose por aquellas almas y ayudando así, a
pesar de su indignidad, a la labor de sus amados padres”.
Textos parecidos, idénticos en el fondo, pueden verificarse rei-
teradamente en la correspondencia de esos meses.
La tarea de la M. Maravillas fue la de escoger entre las religio-
sas de la comunidad, ya que todas eran ilusionadas candidatas para
volar a las misiones. Las ocho escogidas salieron para la India el 11
de septiembre de 1933. El 14 de octubre iniciaban la vida carmeli-
tana en una casita provisional. En junio de 1934 se trasladaron al
nuevo convento. Toda fundación es una aventura; pero mucho más

4 Carta 309. La historia de esta fundación está ampliamente documentada


en el archivo de las Carmelitas del Cerro (=CDC). Pieza clave es la Relación sobre
la fundación del Cerro de los Ángeles, cuya autora fue la Hna. Rosario de Jesús,
una de las cuatro fundadoras. La memoria de la fundación del Cerro está viva y
continuada en todo el epistolario de la M. Maravillas. Son infinitas las alusiones,
recuerdos, evocaciones, siempre llenas de una singular emoción y cariño.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 393

ésta, por las circunstancias que se adivinan incluso más allá de lo


que ha quedado escrito sobre ella.5

1939 Las Batuecas


El vía crucis de la guerra civil comenzó para el convento del
Cerro apenas iniciada la gran sacudida. El día 22 de julio de 1936
fueron expulsadas de su convento las religiosas, y llevadas deteni-
das a las Ursulinas de Getafe. El 14 de agosto nuevo albergue en un
piso de la calle Claudio Coello, 33, de Madrid. Durante un año
largo, agosto del 36 a septiembre del 37, la M. Maravillas encuentra
en ella misma como una nueva persona, o descubre que la de siem-
pre, se ha agrandado. Lleva a su comunidad con firmeza, con valen-
tía y la conduce, por caminos impensables fuera de la vía dolorosa.
El destino: la soledad de un nombre cargado de evocaciones en la
historia de la Orden, el venerable desierto de San José de las
Batuecas.
Desde el comienzo del mismo, 1602, había sido lugar de recla-
mo para los que sentían la llamada de la soledad. En él la comuni-
dad del Cerro podía encontrar la paz y la calma, aunque no un lugar
sin trabajo ni fatigas. Allí llegaron, a favor del asilo político, recur-
so que no misericordia, el día 28 de septiembre siguiendo un itine-
rario que había supuesto una circunvalación completa de la
Península, con paso por lugares como Lourdes. La recuperación de
los lugares “santos” de la tradición carmelitana era entonces una
reverdecida preocupación. Especialmente en ese momento y para el
desierto, ante el riesgo de perderlo definitivamente.
Con los esfuerzos y sacrificios inevitables se restauró la vieja
edificación y se construyó un convento para las monjas en plena
armonía con lo que allí es un singular imperativo, la pobreza. En
1950 las Batuecas fue cedido a la Orden.6

5 En el archivo del de La Aldehuela (= CDA) se conservan las copias de los


documentos de la fundación; entre ellos Relación de las carmelitas descalzas de
Kottayam; Diario del viaje y fundación del Carmelo de Kottayam. Y copias de la
serie de cartas de la M. Maravillas sobre la misma, anteriores y posteriores a la
fundación.
6 La estancia de la M. Maravillas en las Batuecas fue corta; regresó al Cerro
el 4 de marzo de 1939. Pero ese breve espacio cronológico marca la llegada a su
plena madurez humana y de plenitud espiritual. Dejaba una nueva comunidad,
devolviendo la otra parte a su origen, el Cerro. Una fecha significativa fue el 19 de
marzo de 1938: Hizo el voto de hacer lo más perfecto.
394 ALBERTO PACHO POLVORINOS

1944 Mancera
Los años posteriores al conflicto de 1936-1939 sucedió lo que
el paso del tiempo y elementales comparaciones, ha sido reconoci-
do como fenómeno o tiempo de gracia para las vocaciones religio-
sas. Los Carmelos de la M. Maravillas son polos de atracción para
muchas jóvenes: El Cerro, Las Batuecas. No es sorprendente que lo
leyera como “signo” para ella, como llamada y exigencia para
reemprender la tarea de nuevas fundaciones. Apenas en el primer
año de la presencia en Batuecas, la comunidad que había regresado
al Cerro en 1939, compuesta de catorce religiosas, ha llegado hasta
veintiuna: el número límite en la tradición teresiana. En esos meses
las novicias llegan a quince. Pero no era solución ni siquiera el
permiso del obispo para recibir mayor número.7
En esa situación, teniendo en cuenta la llamada de los orígenes
-se leían asiduamente las crónicas antiguas, la famosa Reforma de
los Descalzos, en la nueva historia monumental, Historia del
Carmen Descalzo, del P. Silverio-, se inicia una nueva etapa en la
actividad fundacional de la M. Maravillas. Algunos nombres de la
venerable tradición, como Duruelo, Mancera, se convierten en
insignia de sus pensamientos y urgencias en el momento. Las difi-
cultades que surgen al poner manos a la obra alteran el orden de
prioridad. Primero será Mancera en 1944; tres años más tarde,
Duruelo.
En la fundación de Mancera se fija una forma o metodología
que se conservará fielmente en las siguientes fundaciones, sin otros
cambios que los que se deriven de la situación, de los lugares y los
imponderables en cada caso. Los primeros pasos se dan en 1943:
Visitas previas por un mensajero de confianza, probada amistad y
“hombre prudente y de buen juicio”, Timoteo Alonso.8 El 29 de

7 A Batuecas llegaron algunas vocaciones que se convirtieron en leyenda


llena de fragancia en la comunidad y que han ganado un puesto con ese rótulo en
las páginas de algunos libros, Si tú le dejas, p. 237.
8 En la larga serie de fieles y leales colaboradores de la Santa, hay que
colocar a éste, empleado del Ayuntamiento de Getafe, y de probada eficacia en la
gestión de numerosos asuntos encomendados por la M. Maravillas. En este caso él
allanó el camino y superó las dificultades para la fundación de Mancera. En
Mancera se encuentra con otro de los colaboradores de su obra, que será quien
levante la obra material de la mayoría de sus palomarcitos: Manuel Martín Mulas.
Pueden encontrarse apuntes sobre este benemérito colaborador en la biografía, Si
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 395

septiembre de 1943 ya está el camino preparado. La M. Maravillas


visita Mancera en compañía de las que en adelante serán insepara-
bles compañeras y colaboradoras en los caminos fundacionales,
hermanas Dolores e Isabel, de las que ella misma testificó con
gratitud: “Las hermanas Dolores e Isabel lo hacen todo, y yo luego
salgo a saludar”.
Las obras comienzan en diciembre de 1943. La primera misa
se dice en privado a finales de abril de 1944; la inauguración tiene
lugar el día 1 de diciembre de 1944.
Mancera es un “rinconcito” donde se encuentra con ella misma.
Hasta tal punto que piensa puede ser para toda la vida, y para pre-
pararse a bien morir. Lo escribe en una carta a la Hna. Inés del Niño
Jesús, apenas unos días después de llegar, mayo de 1944: “Crea
que mayor gozo no existe para mí en la tierra como el de saber que,
olvidándose de sí mismas, abren de par en par el corazón al amor
de su Dios. Ahora por Vuestras Caridades vive ahí el Carmelo, y
yo puedo en este humilde rinconcito prepararme a la llegada del
Esposo”.9
Este convento y el de Duruelo constituyeron una especie de
paradigma para las siguientes fundaciones. Son pequeños, casi a
escala de miniatura, sobre todo en las iglesias. De una gran belleza,
precisamente por su sencillez.
La Madre Maravillas poseyó entre otras muchas cualidades
naturales una fuerte sensibilidad para la belleza; sobre todo para la
belleza de los paisajes. Por eso quiso escoger siempre dónde debían
situarse sus casitas. Percibía sabrosamente la belleza del campo, de
las faenas y rumores campesinos. Con todo eso se encontró en
Mancera y lo dejó descrito en una bella página: “Aunque esta natu-
raleza no es ni con mucho como la de Batuecas, tampoco deja de

tú le dejas... p. 267. Y en la relación correspondiente de esta casa escrita por la


hermana Isabel de Jesús, del archivo CDA. En la monografía de Duruelo escrita
por las monjas del mismo convento, 1995, se puede leer lo siguiente sobre este
fidelísimo colaborador de la M. Maravillas: “Ella enseguida descubrió sus grandes
cualidades, y él, por su parte se puso incondicionalmente a disposición de la madre.
Prácticamente trabajó en todas sus fundaciones, solucionando problemas y allanan-
do dificultades. Nunca podremos ya separar a Manolo Martín Mulas de la madre
Maravillas. La madre, hablando de él, solía decir: “Manolo es un hombre grande”,
El lugarcilllo de Duruelo, p. 84.
9 Carta 2679, a la Hna. Inés del Niño Jesús, de comienzos de mayo de 1944.
396 ALBERTO PACHO POLVORINOS

tener su encanto esta paz y soledad de Castilla, este cedro que se


levanta majestuoso en medio de la huerta diciendo tantas cosas al
alma, y el tintineo lejano de los rebaños paciendo por estos cam-
pos. Es lo único que se oye. El cielo de Mancera tiene también un
encanto especial; sobre todo las puestas de sol son ideales”.10

1947 Duruelo
Duruelo fue en la intención el primer convento en la segunda
etapa de fundadora de la M. Maravillas. En la realización no fue
posible. Se antepuso Mancera. Los motivos que animaron este
momento, la llamada de numerosas vocaciones en un apremio y la
veneración por este nombre. Valedor y padrino de las nuevas fun-
daciones lo era el obispo de Ávila, que era como persona, lo que
proclamaba su propio, nombre, D. Santos... Los que animaban las
fundaciones, apuntaron a Duruelo, primer hito en la memoria de los
orígenes. También coincidieron en este deseo de Duruelo, repitien-
do la sintonía espiritual que les unió desde los años del Cerro, la
Madre Maravillas y su colaboradora, casi su alter ego de entonces
y para toda su vida, la hermana Dolores de Jesús.
La primera historia de Duruelo, animaba y encendía a las her-
manas que la leían y escuchaban como páginas de la leyenda dora-
da de la Orden. Cuando la M. Maravillas se remitía a su conciencia
y leía en ella lo que era la voluntad de Dios, entraba en trance, y
seguidamente manos a la obra. En el tiempo la fundación de
Duruelo será un capítulo extenso cronológicamente, no menos que
la concurrencia de dificultades de todo orden que lo alargaron. La
M. Maravillas después de la primera visita, que tuvo lugar el 25 de
junio de 1941, escribía a las Batuecas el 15 de julio siguiente: “De
Duruelo sólo les diré que hay muchas dificultades, porque los due-
ños piden el oro y el moro”.11
La M. Maravillas no tenía entonces ni una blanca. El 22 de
junio de 1945 se cierra la compraventa de los terrenos. El 15 de

10 Carta 980, a la comunidad de Batuecas, 12 de mayo de 1945. En la corres-


pondencia la M. Maravillas escribió esa otra historia de sus fundaciones, que es la
suya: su visión de las mismas desde su sensibilidad y desde sus motivos personalí-
simos, espirituales y humanos.
11 Carta 910, a la M. Mercedes del Sagrado Corazón.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 397

agosto se pone la primera piedra. El capítulo de dificultades seguía


abierto.
Los obstáculos que se atravesaron en el camino de la fundación,
además de los de orden económico, llegaron desde todos los fren-
tes, hasta de la mismísima situación de Duruelo y sus caminos. La
M. Maravillas seguía las obras desde Mancera, siete leguas distan-
te. Los atajos, más bien fatales caminos carreteros eran imposibles,
sobre todo en invierno. Fue necesario “conseguir” hacerlos transi-
tables. Pero mientras llegó ese momento, las dificultades, hasta el
riesgo de “naufragio” eran posibles. Haciendo viaje a Duruelo el 7
de abril de 1946, mes de lluvias, en la mismísima meseta abulense
un charco se convirtió en lago y “faltó el canto de un duro para
volver a naufragar”.12
Por fin, el día 20 de julio de l947 se inauguró la fundación
duruelense. El día anterior llegaron “en procesión memorable”: la
M. Maravillas y las religiosas destinadas a la nueva fundación. El
P. Silverio de Santa Teresa, que las acompañaba, fue un guía de
excepción. En la mañana del memorable día fue trasladado el
Santísimo desde Bercimuelle, tres kilómetros hasta Duruelo. La
mejor historia de esta fundación son las cartas de la M. Maravillas
de estos meses, escritas con un realismo fresco y cargadas de emo-
ción. Estaba entusiasmada con el conventito, con un entusiasmo
decantado, como revelan sus palabras: “...Yo ya me voy entusias-
mando ‘con su fundación’, que realmente está encantadora, y en
una soledad que no cabe más, y el conventico, un encanto”.13

1954 Arenas de San Pedro


La idea de fundar en Arenas de San Pedro fue del obispo de
Ávila. Habían pasado apenas seis años de la fundación de Duruelo.

12 Carta 1406, a la comunidad del Cerro. Leyéndola es inevitable recordar a


Santa Teresa y la aventura de los puentes del Arlanzón en Buniel en el viaje a
Burgos.
13 Carta 1519, a la M. Magdalena de la Eucaristía, a primeros de diciembre
de 1947. Esta fundación de Duruelo ha merecido una hermosa monografía, prepa-
rada por las propias Carmelitas, y patrocinada por la Excma. Diputación Provincial
de Ávila. El lugarcillo de Duruelo, Ediciones 1995, 1996 y 2002, 200 pp. Las
cartas escritas desde Duruelo los días inmediatos a la inauguración del convento a
diversos destinatarios, son imprescindibles documentos para conocer detalles,
sobre todo para encontrarnos con el alma de la fundadora en esos momentos.
398 ALBERTO PACHO POLVORINOS

Y las vocaciones seguían llegando, son por esos meses más de


treinta entre novicias y profesas, en Duruelo. Ha sido desechada
por la Madre la fórmula de alargar el número veintiuno de la tra-
dición teresiana. La solución es hacer nuevas fundaciones. La que
se proyecta hacer en Japón, ante las dificultades insalvables,
queda sustituida por ésta que ofrece D. Santos Moro. Arenas es un
lugar de fuerte evocación en el Carmelo por San Pedro de
Alcántara. El área de la geografía fundacional de la M. Maravillas,
se abre a nuevos horizontes. El lugar es privilegiado, no solo por
la memoria de su gran santo; también por su singularidad geográ-
fica y climática.
La generosidad del obispo de Ávila ofreciendo una capillita de
Lourdes, con una casa y huerta, era de agradecer; pero el instinto
de fundadora de la M. Maravillas debía pronunciarse sobre esa
localización. Fueron necesarios tres viajes de meticuloso reconoci-
miento y valoración de todos los detalles. En el último intento va
con ella su inapreciable colaborador, Manuel Martín Mulas. Es el
ángel bueno de este momento. El enviado de la Providencia en la
lectura de los acontecimientos que hacen las monjas. Reconoce que
en la fundación de Arenas el Señor “les está ayudando de modo tan
maravilloso... al que les tiene acostumbradas”. Las dificultades que
han continuado desde los comienzos, se resuelven en unas horas
por los buenos oficios de Martín Mulas.14 El día 22 de agosto de
1953 se compran los terrenos. Se puso la primera piedra el día 8 de
diciembre del mismo año; el día 8 de diciembre de 1954 fue inau-
gurado.
Los primeros momentos, como siempre son difíciles. El lugar
es espléndido de paisajes. La M. Maravillas lo comunica en el
mismo momento de la fundación: “Aunque a mí ya sabe me gusta
más Duruelo, no se puede negar que esto es precioso. Están los
montes con una cantidad de nieve, que anoche era tan fantástico
con la luna, que llamé a las hermanas a nuestra celda para que lo
viesen”.15

14 El texto transcrito en la carta 1919, de 7 de mayo de 1953. La gestión de


Martín Mulas en la carta 1123, de mayo del mismo año. Es larga, detallada y ame-
nísima.
15 Carta 3735, a la M. Magdalena de Jesús, 12 de diciembre de 1954.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 399

La pobreza es grande, pero eso mismo es motivo de alegría.


“Estamos encantadas, porque estamos en la indigencia por amor
de Cristo”.16 Tienen deudas: 19 mil pesetas...
Esta fundación tiene una nota que añade más alegría además; es
más “palomarcito” que los otros, si cabe: “Esto está muy bien, gra-
cias a Dios, y es una fundación tan de la Virgen que se la siente por
todas partes. Miren, el terreno se compró el día del Corazón de
María –22 de agosto–, se puso la primera piedra el día 8 de
diciembre y ha dado principio la fundación el día 8 también”.17

1950 Cabrera
La memoria de los antiguos desiertos de la Reforma se recupe-
ró en su restauración del siglo XIX, aunque no con la misma inten-
sidad de la primera historia. Tuvo buenos padrinos en un momento
de tan significativa intensidad como los decenios posteriores a la
confrontación civil de España. Entre otros el P. Silverio de Santa
Teresa, el ilustre historiador tan conocido. Batuecas era puntual e
inevitable referencia al acordarse de los desiertos. Por otra parte
estaba unido en teresiana amistad con la M. Maravillas, cuyos idea-
les alentaba y compartía. Y en ellos participa una hermana suya,
Josefina, también carmelita en el mismo convento de la Madre.
La neofundadora de “palomarcitos” no conocía dificultades de
ningún signo, cuando a su conciencia llegaba la certeza de que era
voluntad de Dios. Así sucedió ahora. Escribía en ese momento:
“Mire –a la M. Mercedes del Sagrado Corazón, priora de Batuecas–,
yo creo que es cosa, eso sí, de muchísima gloria de Dios y bien de
la Orden. Yo lo encuentro de una importancia enorme, y realmente
parece una cosa de Dios, por cómo lo pone todo”.18 La oposición
estaba también dentro. A las monjas de Batuecas “no les gusta
nada lo de Cabrera...”,19 constataba ella misma en carta del 13 de
septiembre de 1949. La correspondencia de estos meses, especial-
mente a la priora de Batuecas, permite leer entre líneas la habilidad
para animar a todas a la generosidad.

16 Carta 1991, a la M. Magdalena de la Eucaristía, 21 de enero de 1955.


17 Carta 1147 a la M. Mercedes del Sagrado Corazón, diciembre de 1954.
18 Carta 1042, agosto de 1947.
19 Carta 1616, a la M. Magdalena de la Eucaristía.
400 ALBERTO PACHO POLVORINOS

Todo se pone en marcha cuando las dificultades se han disuelto.


Hasta las que provoca el enemigo en la sombra, “el patillas”, según
la evocación teresiana en esa misma carta.
Lo primero, encontrar el lugar. Más de una docena de lugares
visitados hasta encontrar el que se deseaba la hicieron peregrinar
por media España, desde el norte de Palencia hasta la Mancha tole-
dana. Fue siempre fiel a la norma que se había fijado, “sin verlo no
se puede decidir”. El obispo de Salamanca ofreció, por fin, el que
entre tantos, mejor pareció a la M. Maravillas, la ermita del
Santísimo Cristo de Cabrera, cerca de Veguillas a treinta kilómetros
de Salamanca. La primera visita tiene lugar a finales de marzo de
1949. En carta del 28 del mismo mes, fecha tan evocadora para
todo carmelita, hace una descripción del lugar sobre todo. Sus
impresiones son favorables y confirman su certeza interior de que
es obra de Dios.20
Duran las obras dos años. Aunque, como siempre, es suya la
responsabilidad, consulta y cambia impresiones con todos. Esta
vez, el mismo obispo de Salamanca quiere que no se haga nada sin
contar con ella. La carrera de obstáculos dura dos años, 1948-1950.
Teniendo en cuenta el lugar, tierra de ganadería brava, no sorpren-
den las anécdotas de éste género... que viven las fundadoras.21
La comunidad de Batuecas sale de su convento el 1 de octubre
de 1950. El 11 de abril de 1951 se inaugura la nueva fundación. Las
Batuecas se convierte en un recuerdo perfumado, donde han estado
las Carmelitas durante trece años. Dejan un convento recién cons-
truido, y la venerable iglesia de los ermitaños restaurada.
Pero el lugar donde ahora se instalan “es una idealidad y unas
vistas que son una preciosidad”. Ya antes de terminar las obras
señalaba “Cabrera está quedando de sueño”.22

1956 San Calixto


Entre todas las fundaciones de la M. Maravillas ésta es de
récord:

20 Dirigida a la M. Magdalena de la Eucaristía.


21 Puede seguirse en la abundante correspondencia de esta fundación; ver
en, Si Tú le dejas..., p. 356 s.
22 Carta 3137, a la M. Teresa Constanza de Jesús, noviembre de 1949, carta
n. 1727, a la M. Magdalena de la Eucaristía, 25 de septiembre de 1950.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 401

En la que menos dificultades encontró, aunque no menos fati-


gas: Hasta 2.000 kilómetros en uno de sus viajes a finales de abril
de 1955: “Hemos andado dos mil kilómetros en dos días...”.23 Es
una fundación con monjas de Cabrera; se la ha puesto literalmente
en las manos otro de sus grandes amigos y bienhechores.24
Éste es el comienzo de San Calixto, dos años después del de
Arenas: “Ayer recibí una carta de Julio Muñoz, que es una verda-
dera preciosidad, con un espíritu que es para alabar a Dios. ¡Qué
consuelo tendría la Santa si se hubiese topado con él! Nos pide una
fundación en San Calixto, haciendo él todo absolutamente, tapias,
convento y dando terreno y la iglesia, que es la de los solitarios del
Tardón y nos ofrece el coche para ir a verlo”.25
El Tardón era también un lugar evocador de los tiempos prime-
ros de la Reforma y de algunos solitarios a los que Santa Teresa (F
17, 8) orientó hacia el noviciado de Pastrana, el P. Ambrosio
Mariano de San Benito, el hermano Juan de la Miseria, el que hizo
el famoso retrato de la Santa. El propio señor del lugar había escri-
to, La leyenda de San Calixto. Tenía gran veneración por los anti-
guos solitarios. En la velada de la tarde-noche en casa del 23 de
abril de 1955, don Julio obtiene con su arte de narrar, con su entu-
siasmo por los solitarios del Tardón, lo que parece un milagro, y
otro record de esta fundación. La M. Maravillas no iba con idea de
fundar; lo había pensado poco todavía. La respuesta la daría cuando
el Señor hiciera luz en su alma. Esto fue lo inesperado: esa misma
noche les avisa y les dice: “El Señor nos ha dado luz y aceptamos
la fundación”. Unos días más tarde hace memoria de su estado de
ánimo y de lo sucedido: “Ha sido cosa de Dios, desde luego, pues
yo no iba nada animada a que se hiciese, y aun allí no pensaba de
ningún modo dejarlo decidido y no pude menos de hacerlo. Es
preciosísimo aquello, y sobre todo el recuerdo de aquellos tan san-
tos solitarios del Tardón. Es precioso”.26

23 Carta 3765, a la M. Magdalena de Jesús.


24 Don Julio Muñoz, murió el 21 de julio de 1983. Fue testigo en el proceso
de beatificación.
25 Carta 1994, a la M. Magdalena de la Eucaristía, 2 de febrero de 1955.
26 Carta 2892, a la M. Inés de Jesús, mayo de 1955. En otra de 26 de abril
anterior, n. 3.765 contaba las impresiones sobre la fundación y la generosidad de
los conventos. En ella anticipa que es el de Cabrera el que “hace la fundación”.
402 ALBERTO PACHO POLVORINOS

Por eso es casi lógico el corto tiempo para la construcción del


convento, trece meses; es otro récord. El 30 de mayo de 1956, tie-
nen lugar la inauguración del convento y primera misa, que celebró
el P. Valentín de San José, o.c.d., otra figura inseparable de la M.
Maravillas. Las bendiciones de Dios sobre este convento no cesa-
ron después de fundado. Otra más, y en tiempo récord, fue la
afluencia de vocaciones. En tres años se completó la comunidad.
Las religiosas verificaban la presencia bondadosa de Dios en todos
los detalles de su vida cotidiana.27

1958 Aravaca
Se repiten una vez más los motivos de siempre, la llegada de
vocaciones a los conventos de la M. Maravillas. Está embarcada en
la fundación de San Calixto. Pero abundan ofertas en muchas par-
tes, sobre todo de Ávila. No contaba con una circunstancia: la
oferta de otros amigos, admiradores y entusiastas que le preparan
el camino. Es lo que ahora sucede. Esto no se debe olvidar nunca
en la vida e historia de la M. Maravillas. Muchos de sus bienhecho-
res pertenecen a elevada escala social, con la correspondiente tra-
ducción en el plano económico.
En esta ocasión la oferta llega de dos apellidos ilustres: Oriol-
Ibarra. Hermana de D. José Mª Oriol era Catalina de Cristo, religio-
sa en el Cerro. Lo que ofrecen es una posesión en Aravaca, once
kilómetros del Madrid de entonces. La respuesta de la M. Maravillas
fue afirmativa desde el primer encuentro con los promotores que
tuvo lugar el 7 de diciembre de l955 en el Cerro de los Ángeles.
Después de un retraso intencionado llegó la aceptación.
Luego comenzaron las obras y terminaron según un ritmo ace-
lerado: desde mediados de 1957 hasta el 21 de junio de 1958. En
este día celebra la primera misa el P. Valentín de San José. Es de

27 Así la cronista de la fundación dejaba constancia de las distintas formas


de esa asistencia: “Encerradas aquí, entre tapias y rejas, en medio de Sierra Morena,
jamás nos ha faltado lo necesario, y, sobre todo, el Señor se las arregla de manera
que siempre tenemos mas trabajo del que podemos, nos llueven los encargos, y lo
más prodigioso es que, a la distancia en que estamos, viene la gente aquí para
adquirirlos”, Relación escrita de la fundación de San Calixto, en el Archivo del
convento.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 403

una gran simplicidad y pobreza el convento de Aravaca. En carta de


6 de julio, quince días después de inaugurado, la M. Maravillas
resume sus impresiones: “Todo el mundo está chiflado con
Aravaquita y edificado por la pobreza. Bendito sea Dios”.28 Siete
monjas de Mancera y siete del Cerro constituyeron la primera
comunidad de Aravaca.

1961 La Aldehuela
La fundación en la Aldehuela (Madrid), junto al caserío de
Perales del Río, fue una “corazonada” de la M. Maravillas. En ese
momento de plenitud de vocaciones al Carmelo, que estaba suce-
diendo en los últimos años del decenio de los cincuenta, el de
Arenas tenía sobrenúmero. Había que pensar en otra fundación. Lo
manifestaba a las hermanas de múltiples formas, sobre todo cuando
el tema se hacía presente en las conversaciones. “¿Por qué no en
Perales?”.29 Otras razones se las guardaba...
El momento no era muy favorable, al menos para las arcas la
M. Maravillas, siempre precarias o invertidas, o sea deudas, ya que
por ese momento lo que sucede es: “No sólo no tenemos un cénti-
mo, sino que debemos, como saben, a VV.RR., a Cabrera, a la
comunidad, muchísimo”.30
También ahora tuvo valedores que resolvieron esas dificultades.
El agente de la Providencia es en este caso la familia Mac-Crohon,
Dña. Asunción Jarava y su hijo Antonio. Escribe la M. Maravillas
el 15 de noviembre de 1958: “Ya tenemos el sitio para la nueva
fundación. Nos lo regalan (el terreno), que es muchísima caridad,
figúrense cerca de Madrid que vale tanto todo. Nos dan hectárea y
media, que es lo que tenemos en todos estos conventicos, y está muy
bien. Nos dan a escoger en toda la finca. Da devoción cómo es esta
gente, al preguntar el precio nos dijo el dueño, Antonio Mac-
Crohon, que en oraciones era el más seguro...”.31 Siguen las obli-
gadas visitas al lugar. Todavía no tienen idea de la ubicación, según

28 Carta 3909, dirigida a la M. Magdalena de Jesús, 6 de julio 1958.


29 Si tú le dejas..., p. 473. Las referencias expresas al lugar eran insistentes
en esos años, p. 474.
30 Carta 2245. Lo dice en varias cartas, sobre todo de abril de 1959, en espe-
cial a las prioras del Cerro y Duruelo.
31 Carta 3925, a la M. Magdalena de Jesús, del 15 de noviembre de 1958.
404 ALBERTO PACHO POLVORINOS

confiesa en carta a las monjas de Duruelo el día que hace la prime-


ra visita, 3 de noviembre de 1958, aunque sí está seguro el propó-
sito de hacer la fundación.
La primera piedra se coloca el día 3 de octubre de 1959, fiesta
entonces de Santa Teresa de Lisieux. Se había resuelto otro obstá-
culo para que se acortara el tiempo del comienzo. Quien solía cons-
truir el convento, Manuel Martín Mulas, estaba entonces empeñado
en otra obra que la Madre estaba realizando, el convento para los
Carmelitas Descalzos en Talavera de la Reina. La M. Maravillas no
duda que la solución llegaba también ahora de manos de la
Providencia. Un hermano de una carmelita que ha entrado en
Arenas se encarga de la obra. Y lo hace con entusiasmo, aunque a
pesar de ello, no en tan corto plazo como todos querían. El momen-
to llegó el día 8 de enero de 1961.
En una carta de 3 de junio de 1960 cuenta las peripecias que
suceden en el viaje para ver cómo van las obras.32
También este convento le parece bello, “ha quedado muy bien,
gracias a Dios, está monísimo”,33 asegura en carta de enero de
1961. Ayudaron todos los conventos, pero singularmente el del
Cerro: “Nos dieron de todo... No nos faltó detalle”,34 reconocía en
la carta de febrero del 61 a la Priora de San Calixto. Los meses pos-
teriores a la inauguración del convento son de una particular inten-
sidad epistolar, más de cuarenta cartas escritas desde la Aldehuela.
Van dirigidas a todos sus conventos. En sus misivas cuenta la histo-
ria de esa fundación. Es un meticuloso seguimiento de los primeros
pasos de la misma y la mejor muestra de que todo quede bien termi-
nado, desde las plantas de la huerta, que llegan de las demás casas,
la belleza de la “cruz”, un lugar algo elevado de la huerta, donde se
alza una gran cruz, desde donde contempla el monumento del
Cerro..., las ermitas de la huerta, y la vida de las dieciséis religiosas
que comenzaron la andadura carmelitana. Habían llegado trece de
Arenas de San Pedro, dos de Duruelo y una del Cerro.

32 Carta 2318, a la M. Magdalena del Cerro. Una avería en el coche en que


viajaba y una letanía de peripecias son descritas con gracia incomparable. Aunque
se da la fecha del 8 de enero de 61 para esta fundación, ella prefería el 9, porque en
este día se dijo la primera misa, ver carta 3493.
33 Carta 4433, a la M. Carmen de Santa Teresa.
34 Carta 1236.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 405

1964 Montemar-Torremolinos (Málaga)


En 1961 recibe ofertas para fundar un Carmelo en Andalucía,
en Torremolinos. A la Madre Maravillas la geografía se le abre en
una dirección impensada. Además sus setenta años comienzan a
exigir devengos a su salud, además de la fatiga de una vida bien
trabajada. Las condiciones de la oferta son espléndidas, “lo dan
todo”,35 dice en septiembre de 1961. La sorpresa puede abrirse a la
ilusión; pero de momento únicamente “se puede hablar de ello”,
ya que “por ahora imposible”,36 aseguraba meses después. Pero el
lugar y sus circunstancias, –un sitio malísimo– “le habían hecho
tilín”. Más adelante, en junio repetirá: “Gustarnos no nos gusta
nada aquello”.37 Mientras tanto hay que tenerlo en silencio.
Los antecedentes de la petición son ya de por sí una bella pre-
historia del nuevo Carmelo. También una señora de alta posición,
Carlota Alessandri, con posesiones en el reciente paraíso del turismo
de la Costa del Sol, que también se quiere dedicar a promover otras
instituciones, que no sean chalets. Un inspirado intermediario es un
jesuita, P. Borja Medina, también de noble familia, marqueses de
Esquibel. Habla a la señora Carlota de un posible Carmelo... algo
sobre lo que ésta no tiene ideas claras, aunque conoce a Santa
Teresa. Pero acepta la sugerencia, y pronto se entusiasmará con ella,
y con quien pueda hacerlo realidad, que es la M. Maravillas. Ésta ha
confesado paladinamente: “Me da vergüenza que me dé tantísima
pereza esta fundación”.38 Lo contrario de la señora Carlota, cuya
más apremiante condición es que se haga pronto.
Una entrevista en La Aldehuela, y por iniciativa de la señora,
pone las cosas en marcha. La M. Maravillas acepta la fundación.
Aunque deben cumplir las condiciones de siempre: conocer bien el
lugar y todos los detalles. Torremolinos, y la propiedad de doña
Carlota, en el lugar de Montemar, está en un altozano de privilegio.
Hay que garantizar previamente para el futuro la discreción que
necesita un Carmelo.39

35 Carta 3451.
36 Carta 2984, a la M. Inés del Niño Jesús.
37 Carta 4024, a la M. Magdalena de Jesús, 15 de junio de 1962.
38 Carta 2990, a la M. Inés del Niño Jesús, julio 1962.
39 cf. Carta 4449, a la M. Carmen de Santa Teresa, junio de 1962.
406 ALBERTO PACHO POLVORINOS

Como la M. Maravillas tiene menos fuerzas para viajes como el


que debería hacer, se vale de la M. Dolores de Jesús y la M. Mª
Josefa, priora del Cerro. En el primer viaje a Torremolinos, se
encuentran que Mª Rosa, la hija de doña Carlota, fue compañera de
colegio de la M. Dolores. Todos los obstáculos se superan. Sobre
todo, la M. Maravillas acaba percibiendo que algunas circunstan-
cias, presencia de protestantes, la silenciosa invitación de un
Carmelo, las oraciones y la expiación de sus hijas en tierra de
“pecado”, son para ella “palabra del Señor”.40
En el mes de julio siguiente escribía: “Lo de la fundación de
Torremolinos va muy bien, gracias a Dios”,41 mucho más deprisa
de lo que ella quiere, lo contrario de doña Carlota que lo quiere ver
terminado cuanto antes, en su vida, ya avanzada de 87 años. Repite
los viajes a Torremolinos, pues todos los implicados quieren que lo
verifique todo personalmente. Y en ello está; por ejemplo, en que
se agrande la iglesia, que no se toquen los planos, ya aprobados...42
Esta fundación ha exigido bastantes viajes. De otras monjas y
de ella misma, pese a sus achaques. Por todos los medios; el avión
cuando es necesario, el tren, coches. Ella misma va en el “Taf” en
uno de los viajes, a primeros de julio de 1963. El ambiente de
Torremolinos, la forma de vivir, le ha “parecido horrorosas...”.43
En otra carta del 5 de mayo44 cuenta el viaje de las que van a
comenzar la vida en el nuevo convento, dos días más tarde, el 7.
La impresión final sobre el nuevo palomarcito la había resumi-
do ya en carta de mayo anterior: “Montemar para alabar a Dios.
Es una hermosura cómo lo han hecho y cómo están. Bendito sea
Dios”.45
Desde La Aldehuela sigue estando presente en la nueva funda-
ción. Como siempre hace un seguimiento entrañable y está atenta a
todos los detalles. Las monjas están igualmente en sintonía, sobre

40 cf. Carta 4024 a la M. Magdalena de Jesús, de 16 de junio de 1962.


41 Carta 4450, a la M. Carmen de Santa Teresa, julio de 1962.
42 cf. Carta 2421, a la M. Magdalena de la Eucaristía, 18 octubre de 1962.
43 cf. Carta 4055, a la M. Magdalena de Jesús, 4 de julio de 1963.
44 cf. Carta 3010, a la M. Inés del Niño Jesús.
45 Carta 4073, a la M. Magdalena de Jesús, mayo de 1964.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 407

todo por medio de una correspondencia muy frecuente. Ése ha sido


el gran medio de la M. Maravillas. Lo ha sido siempre y con todas
las fundaciones. Ahora lo siente más, y hace esta confesión que nos
permite comprender su vida y su obra: “Pidan por todo y por mí;
Dios les pague las cartas, que ya saben que es lo que más me gusta
de todo, después de las oraciones, que son donde yo me acojo; pero
es que ver por las cartas cómo están todas nuestras hijas, me entu-
siasma de verdad”.46.

2.2.   Fundaciones restauradas

Es en cierta manera un capítulo distinto de la tarea de fundado-


ra de la M. Maravillas de palomarcitos de sana planta. Pero no se
puede exagerar la diferencia, ya que las motivaciones profundas
sólo se pueden entender en la clave de univocidad plena, la que se
deriva de la misma llamada a realizar lo que Dios le pide cuando se
lo pide y como se lo pide. La diferencia es material y externa por-
que se trata de conventos ya fundados que se encontraban en una
situación material y humana de la que, en el pensar de muchos,
únicamente podía sacarlas la M. Maravillas.
Tampoco supone mayor esfuerzo, al menos para una primera
lectura y desde la ladera de la realidad humana, entender que
muchas veces es más comprometido rehacer una ruina que hacer la
casa nueva. Cuando llegan los momentos de afrontar este empeño,
la M. Maravillas posee una experiencia enriquecida por su edad, no
tanto madura de años, sino de la sabiduría que viene de un quehacer
tan calificado y repetido y su forma de hacer las cosas han conver-
tido en fórmula, activa especialmente por este tiempo. La resume
así su primera biografía: “Si los conventos se sacrifican unos por
otros, sin calcular ni medir, Dios los bendecirá con todo género de
bendiciones”.47
Los dos conventos a los que se entregó para su plena restaura-
ción fueron los de El Escorial y la Encarnación de Ávila.

46 Carta 4484, a la M. Carmen de Santa Teresa.


47 Si tú le dejas... p. 446. La correspondencia sobre el convento del Escorial
y la obra en el mismo de la M. Maravillas es frecuente en los años 1963, 1964,
antes de comenzar la restauración, y después en 1965, 1966.
408 ALBERTO PACHO POLVORINOS

El mejor guión para seguir también este capítulo de la vida de


la M. Maravillas son sus cartas, las del momento. No son los hilos
de la trama; es la trama entera de cuanto hace y siente con ternura,
con amor y con fatiga, visto todo con la luz que llega desde el inte-
rior. Dejamos todavía más breve esta referencia a las dos tan queri-
das restauraciones por motivos generales y concretos en cada uno
de ellos.

1964 El Escorial
Desde hace años el convento y la comunidad de El Escorial han
entrado en una situación apreciada justamente como crítica. Lo ha
verificado con pena el obispo auxiliar de Madrid, D. José Mª García
Lahiguera. Expone la situación a las interesadas en un encuentro
con la comunidad. Todas tienen muchas cosas oscuras y una sola
clara: “¡Que venga la Madre Maravillas! ¡Que vuelva la Madre!”.
No era únicamente el recuerdo de su paso por la comunidad –en este
carmelo entró en la ya distante fecha de 1919–. Era toda su obra la
que la había convertido en ángel tutelar de los conventos. Era tam-
bién el suyo: “¿Cómo no podría tener ese carmelo por mío, si
nunca ha dejado de serlo?”, escribía la Madre en noviembre de
1963.48 En junio del año siguiente, el día 30, cuando las cosas se
estaban poniendo a punto para el servicio que le pedían Dios y los
hombres, “Crea, Madre mía –es la priora del Escorial, M. Dolores
del Corazón de Jesús– que voy con mucho gusto y cariño a esa casa
que tanto quiero; aunque yo no puedo nada, le pido al Señor con
todo el corazón que Él nos haga a todos amarle y más cada día”.49
Los meses inmediatamente anteriores la M. Maravillas, como
sucedía en todas las fundaciones, hace un verdadero test de genero-
sidad a sus carmelos: Duruelo ofrece la que va a ser priora y dos
monjas más; Mancera la que será subpriora. La respuesta de la M.
Maravillas en otras tantas cartas, descubre a la par que la generosi-
dad de las comunidades su sincero agradecimiento. Todavía tienen
que demostrar hasta dónde llega su amor fraterno. Es cuando las de
la comunidad escurialense tienen que distribuirse en los otros car-
melos, mientras duren las obras: Son acogidas en Aravaca, La

48 Carta no registrada en el Proceso de Canonización.


49 Carta 5120.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 409

Aldehuela, Montemar, Cerro de los Ángeles. Es en el mes de octu-


bre de 1964. Comienzan las obras que la Madre ha confiado a su
colaborador insustituible, Manolo Martín Mulas.
Antes, el día 6 de julio del 64, había ido ella misma al Escorial.
Es un momento de fuertes emociones para ella y para quienes la
reciben, que no sorprende al lector, cuando escribe: “¡Qué bueno,
pero qué bueno es...! Pida también por mí, madre mía –es la M.
Magdalena de la Eucaristía, priora de Montemar–. ¡Es una impre-
sión volver a donde se me abrieron las puertas de su casa!”.50
El convento de El Escorial ha renacido de sus ruinas materiales
en uno tan renovado que parece nuevo; también en su realidad
humana y espiritual.

1966 La Encarnación de Ávila


La M. Maravillas tiene una memoria muy personal sobre la
Encarnación de Ávila que llega de muchos años atrás, desde los
años previos a su entrada en el Carmelo. Una visita intencionada
que hizo al lugar teresiano el 24 de abril de 1919, dejó en ella hue-
lla para siempre. Tuvo un guía de excepción, el P. Silverio. También
él conservó para siempre el recuerdo, lleno de admiración, por ella
hasta el fin. En 1943 volvió a pasar por La Encarnación. Ella al
recordarlo en 1966, mueve un poco las fechas. No fue ni el año
1944, ni el 1945, como ella dice. Pero mantiene viva la impresión
recibida, “nunca nos hemos olvidado de aquello”.51
Pero el venerable monasterio sigue aguantando siglos, cuatro
y medio desde su fundación. No puede con las heridas del tiem-
po. En ese decenio está claro que la ruina generalizada no se
remedia con cuidados sobre la marcha. Es la realidad que duele
a quienes la conocen y quieren evitar. Especialmente al obispo de
Ávila, D. Santos. Piensa desde el principio y con acierto que es
también en esta ocasión la M. Maravillas quien puede llevar a
cabo esta obra.

50 Carta 2483, del 16 de julio de 1964.


51 Carta 5203, a la M. Priora de La Encarnación, de 11 de marzo de 1966,
en la que, a punto de repetir el encuentro, pide hospedaje para tres monjas: ella,
Dolores de Jesús e Isabel de Jesús, sus inseparables colaboradoras en las fundacio-
nes con quienes repite viaje una vez más.
410 ALBERTO PACHO POLVORINOS

El 3 de marzo de 1966 tienen un encuentro en La Aldehuela. Es


mal momento; sobre todo, por los setenta y cuatro años de la Madre
y los achaques que ha encontrado en el largo camino de sus afanes
y trabajos. En estos momentos piensa que puede repetir la queja
dolorida de Santa Teresa, “Señor mío, y ¿cómo me mandáis cosas
que parecen imposibles?”52. Pero, a pesar de sentirse “vieja y can-
sada”, apenas curada de una pulmonía, recuerda también lo que el
Señor dijo a Santa Teresa: “Hermanas mías son éstas de la
Encarnación y ¿te detienes?”.53 Como en otras ocasiones y no tan
difíciles, la primera reacción es serena, pero firme. No puede acep-
tar. El obispo insiste, y ella se remite a su confidente interior en la
plegaria. Y llega a la conclusión que siempre le ha abierto los cami-
nos: Dios sí lo quiere. Luego, manos a la obra. Una carta suya, la
del 16 de junio de 1966 es una historia breve y viva de las alterna-
tivas por las que pasa interiormente hasta aceptarlo sin reservas ni
miedos, convencida de que Dios allanará todos los obstáculos, “Él
lo puede todo y hace milagros cuando hace falta”.54
En esos meses de 1966 su actividad ha sido intensa en todos los
aspectos: tres veces ha ido a La Encarnación, 25 de abril, 25 de
junio, 18 de agosto. Ha movilizado sus recursos, tiene el informe
de su contratista; sobre todo tiene el ofrecimiento de las hermanas
de cinco conventos que irán a Ávila. Las ocho escogidas llegaron
el día 24 de septiembre del mismo año.
Lo que encontraron al llegar era para abrumar a quienes no
tuvieran la firmeza y confianza en Dios de la M. Maravillas. Lo que
entraba por sus ojos era una verdadera ruina “que se sostenía en pie
de verdadero milagro”. La reparación era urgentísima, sobre todo
de los tejados y de algunos muros. Era imposible fijar plazo. Pero
la verdad es que todo se realizó en menos tiempo de lo previsible.
La M. Maravillas hizo un seguimiento meticuloso, aparte haber
puesto al frente a una religiosa a su medida, Isabel de Jesús. En
septiembre de 1967 escribe a modo de pequeña historia y balance:

52 El texto teresiano en Vida, 33, 11.


53 El texto de la Santa en Cuentas de conciencia, 17, lo recuerda en dos
cartas, nn 4.075, 4.816, con dos años largos de diferencia, 15 de julio del 64, 16
junio 66.
54 Carta 4816, a la M. Concepción del Santísimo Sacramento, priora de
Mancera.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 411

“La Encarnación, un encanto como siempre. A mí cada vez me da


más devoción aquello, y realmente lo han dejado ideal. La herma-
na Isabel descubrió una puerta de la Santa Madre y una ventana
en su celda, otras ventanas antiguas en otros sitios, y lo han dejado
todo que no cabe más”.55
Las obras han traído sorpresas impredecibles, como la cocina
de la Santa, la puerta por donde entró en la clausura cuando fue
impuesta como priora, el comulgatorio.
La realidad física de La Encarnación ha sido renovada entera-
mente. Pero, sobre todo, la vida de la comunidad ha entrado en otra
etapa. Los devotos de este lugar teresiano por excelencia, tienen
acceso a la parte más evocadora; la comunidad queda aislada y
puede seguir su vida y su ritmo sin interferencias ni molestias.
Su misión en La Encarnación ha terminado. Pero no su servicio
–en abril de 1967 es elegida priora de La Aldehuela–, ni tampoco
sus inagotables afanes de promotora de construcciones y obras
benéficas.

3.   Fundaciones previstas no realizadas

Aunque se trata de algunas fundaciones que no llegaron a cris-


talizar, son un sumando más, no tanto para una realidad no cuajada
que sí se debe sumar a su aspecto de incansable fundadora. No
tienen más historia que las de unos proyectos que aunque no proce-
dieran de ella, tampoco fue responsable de que no llegaran a su fin.
Únicamente dejamos constancia de esos frustrados proyectos. Una
historia que se quedó en posible y a mitad de camino de su realiza-
ción.
Apenas terminada la fundación de Duruelo recibe insistente-
mente petición del P. Silverio para ir a Estados Unidos, a ayudar al
Carmelo de New Port, en la diócesis de Nueva York. La petición
era una relativa sorpresa, al menos inesperada. La Madre se ofreció
para ir. Le produce impresiones contrapuestas: “Yo encantada de
hacerle siquiera al Señor este sacrificio”; pero tiene reservas,

55 Carta 2562, a la comunidad de Aravaca, 5 de septiembre de 1967.


412 ALBERTO PACHO POLVORINOS

“porque todo aquello me da cien patadas”. La estancia sería por


tiempo fijo, dos años. Estaba convencida de que “allí se cansarán
enseguida de las españolas y una vez fuera de España ya será más
fácil vivir en pobreza en cualquier lado”.56 No se llegó a nada.
En Japón hubo también otro destino para fundar. Ella misma se
ofreció y pidió permiso al obispo de Ávila, don Santos Moro. El
proyecto por dificultades múltiples no se realizó.57
La ayuda a los conventos que acudían a ella, sobre todo pidien-
do presencia de monjas de sus conventos era la ocasión para reali-
zar su generosidad y su amor a la Orden, en fiel línea teresiana. El
10 de diciembre de 1954 envía tres monjas para que ayuden a sus
hermanas en el Carmelo de Cuenca (Ecuador).

4.   Algunas obras benéficas de la M. Maravillas

En 1966 la M. Maravillas se embarcó en la última tarea fun-


dacional de conventos, la restauración de La Encarnación de
Ávila. Los setenta y cinco años de su vida podían entenderse
como plazo suficiente de trabajo para que la pudiera entender
como bien realizada. No pensaba ella así. Le quedaban todavía
otros ocho años hasta agotar el crédito de longevidad que le con-
cedió la Providencia. Es decir para añadir a la lista anterior, que
las previsiones humanas no podían entender, habida cuenta de su
estado de salud. Es un capítulo impresionante. Nos descubren,
aparte de su capacidad de trabajo, la inmensa apertura de su cora-
zón al bien de los demás, especialmente de los más necesitados,
que la ayudaban a encontrar sabiamente recursos. Un capítulo
conocido, pero que exige la monografía que se merece. Ahora lo
dejamos en un simple catálogo, porque las costuras de este apun-
te no soportan más extensión.
En 1967, el día 15 de octubre se inaugura la escuelita de los
Ventorros, cerca de La Aldehuela, regentada por las Carmelitas
Misioneras. El 8 de diciembre de 1969 entrega dieciséis viviendas

56 Carta n. 1624, escrita en Duruelo el 12 de marzo de 1949, dirigida a la M.


Magdalena de la Eucaristía, Priora del Cerro.
57 Sobre este proyecto ver algunas indicaciones en Si tú le dejas... p. 456.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 413

para los barraqueros del mismo lugar. El 17 de marzo de 1971


adquiere una casa para alojar a religiosas enfermas, Casa de Santa
Teresa, que están de paso en Madrid para consultas médicas; y el
19 de marzo siguiente crea la fundación benéfica Monte Carmelo
para ayudar a religiosas de clausura enfermas, especialmente car-
melitas. Del año 1964 es la pequeña escuela para que las mismas
Carmelitas Misioneras atendieran a las gentes del entorno del
Carmelo de Montemar. A la vez se convertían en el adecuado
fondo, excluyendo otros que no favorecían el recato y el silencio
del Carmelo.

5.   Cómo era la M. Maravillas fundadora

Desde fuera todos podemos observar en los llamados a una


misión especial, un carisma, o sea, una gracia especial de servicio
a los demás en la Iglesia, los rasgos físicos. Sobre todo, podemos
verificar esas otras “circunstancias”, que son la trama en la que se
teje toda la realidad de la persona: talante, carácter, reacciones. No
es posible llegar más allá; pero desde ese sobrehaz alcanzamos una
cierta comprensión de cómo son por dentro y darnos cuenta de que
hacen lo que hacen y cómo y por qué lo hacen, desde otra fuente
más profunda, la “que mana y corre...”, desde el interior.
La M. Maravillas se ha revelado a sí misma y sus secretos con
plena sencillez, sin reservas ni ocultaciones, como si se confesase
ante sí misma y ante los hombres, para que Dios fuera glorificado
en su propia verdad de la misión recibida, aceptada y realizada. Es
tal la reiteración de sus motivos profundos que están en sus confi-
dencias, en sus conversaciones, sobre todo, en sus cartas, con una
profusión imprevisible, pero real, como puede verificar quien se
acerque a ellas. No tiene otra verdad.
Éstas fueron sus razones, sus secretos y su estilo en la tarea de
fundadora de carmelos. Pueden apuntarse más; pueden individuar-
se otros matices y detalles. Recordamos los que nos acercan más a
su obra, la que fue y cómo fue. Nos parecen igualmente, vistos en
una perspectiva de hombres, como una especial dotación concedida
por Dios, que aceptamos como la que de hecho debía poseer quien
fuera llamado a una obra como la suya.
414 ALBERTO PACHO POLVORINOS

5.1.   Cumplir la voluntad de Dios

Lo primero: Cumplir la voluntad de Dios. La repetición de tex-


tos explícitos, paralelos, en todo caso convergentes en su sentido
literal, son innumerables. Por eso recordamos algunos, que es como
si se recogieran todos, por la identidad de todos ellos, siempre de
sus cartas o billetes, es decir, desde fuentes directas y veraces: “Lo
único que importa es agradarle y cumplir su voluntad”.58 Este
encuentro con la voluntad de Dios es la meta y el sentido de su
vida, y lo que quiere para sus carmelos: “Lo que buscamos es la
voluntad amorosísima de Dios, que una vez conocida ésta, por
mucho que cueste, es siempre dulce el abrazarse con ella”.59
Este pensamiento se repite en otros términos o equivalencias, lo
que, al igual que en otros temas o conceptos, ratifica la continuidad
del pensamiento y de la actitud de la M. Maravillas. Así, pueden
entenderse como sinónimos el agradar a Dios y trabajar por su glo-
ria: “¿Qué me importa a mí todo sino agradar al Señor?”60; “Lo
único importante es procurar agradar al Señor y el juicio suyo...”61;
“¡Qué importa todo más que el que Él sea glorificado!”.62 En el
seguimiento de los motivos más fuertes de su vida y de su acción
está una consecuencia para su propia vida, el contento interior que
nace de la certeza de seguir la voluntad de Dios. Lo repite como si
se tratara de una autoprotección ante quien no la entienda, cosa que,
por otra parte, no le importa “que la gente se entere”.63
De esa seguridad interior y de sus fundamentos extrae otra con-
secuencia, la fuerza para encararse con las dificultades, es decir,
pagar el precio de la causa: “La verdad es que con tal de que el
Señor esté contento ¿qué importa todo lo que nos pueda costar?”.64

58 Carta 968, a la M. Mercedes del Sagrado Corazón, de finales de noviem-


bre de 1944. La referencia de estos testimonios es de sus cartas; otras veces de una
selección preparada por las Carmelitas de la Aldehuela, Era así. M. Maravillas de
Jesús, 1993. Es un texto muy interesante. Recoge en trece apartados los rasgos más
significativos y esenciales de su biografía interior, es decir, de su espiritualidad. El
transcrito es el texto n 40.
59 Carta 5074, a Dª Mª Ignacia Michel de Alemán, 2 de diciembre de 1951.
60 Carta 86, al P. Alfonso Torres, s.j., antes del 22 de enero de 1928.
61 Carta 4898, a Gloria Zurdo, 19 de junio de 1953.
62 Carta 3876, a la M. Magdalena de Jesús, 9 de julio de 1957.
63 Carta 2657, a la M. Magdalena de la Eucaristía, 10 de mayo de 1951.
64 Carta 1005, a la M. Mercedes del Sagrado Corazón, 16 de abril de 1946.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 415

Dicho de otra manera, lo que cuenta es el amor de Dios y la


entrega a Él. Es la doctrina que no solamente vive ella, es la que
transmite a sus hijas, con reiteración paulina, sin fatiga y sin fati-
garlas a ellas, porque sabe bien que el “amor ni cansa ni se cansa”:
“Que cumplamos su voluntad santísima y que ni haga, ni piense, ni
diga nada que pueda disgustar al Señor”.65 Que estaba enamorada
de Cristo lo saben todos cuantos han leído alguno de sus escritos,
es decir, de sus cartas, de una sola... Pero hay declaraciones conmo-
vedoras, como la siguiente: “¿No sabe que me enamoré del Hijo de
María y cada día y cada segundo me gusta más, le quiero más y
más y más?”.66 Por eso la invitación a sus hijas a que se enamora-
ran de Cristo, es la consecuencia de su propia experiencia. Estaba
segura de que su obra era hacer que otras almas se entregaran total-
mente. Así podrían realizar la vida como ella quería se viviera en
sus conventos. Y el amor de Cristo como la única fórmula que lo
hace posible.

5.2. Los signos de identidad de las obras de Dios:


Las dificultades

Los signos de Dios para su obra fueron las dificultades. Como


siempre; pero con la presentación que adquieren en cada momento,
en cada situación y en cada enviado, ya que son siempre los signos
de identidad de la presencia del Señor cuando llama a sus tareas,
como si fueran una invitación y un estímulo o entrenamiento para
extraer misteriosas potencialidades de asistencia y ayuda en su
quehacer.
Fueron de muy variado espectro las que acompañaron a la M.
Maravillas. Dejando al margen lo que siempre implica el discernir
la voluntad de Dios en cada una de las fundaciones, porque está
fuera del ángulo de visión humana, y que resolvía en la oración,
recordamos las demás que salen al paso, como inevitable concurso.
Llegaron de todos los frentes: de parte de los hombres, de los luga-
res, sobre todo de la colocación y la micro topografía, del dinero...,

65 Carta 523, al P. Valentín de San José, o.c.d., 13 de febrero de 1942.


66 Carta 2193, a la M. Magdalena de la Eucaristía, 12 de agosto de 1958.
416 ALBERTO PACHO POLVORINOS

del mismísimo diablo, recordado con el criptograma “patillas” de


Santa Teresa.67
No tardó mucho tiempo en encontrar una personal ecuación que
la iluminaba en las dificultades: “Cuando está uno cierto de hacer
lo que Dios quiere da muy distinta fortaleza para sufrir lo que
venga”.68 En otra carta de la última etapa fundacional recordaba
“que las dificultades aumentaban su confianza”.69
De los hombres llegaron las dificultades de siempre. Ellos esta-
ban en su terreno, los negocios, los terrenos, el precio, con su tira y
afloja. Pero la verdad es que no fueron las más importantes y de
peor solución. Podemos asegurar que tuvo mucho “éxito” con los
hombres; algo especial, que otra vez más nos hace recordar a la
Santa, a quien todos se le rindieron, comenzando por los teólogos.
Lo podríamos resumir en esto: Tuvo la sabiduría, iluminada por su
sensibilidad de mujer, de saber ganarlos para su causa, para que la
asistieran en sus trabajos de fundadora. Muchos sintieron por ella
una veneración que trasladaban a su obra, a la que sirvieron fiel-
mente. Tuvo igualmente el instinto de cada uno de ellos y de su
estrato social. Esto como derivación de su misma colocación en la
sociedad. Y con los sencillos y del pueblo porque los ganaba con su
misma accesibilidad y sencillez.
La galería de los hombres con quienes tuvo que tratar es muy
numerosa, sin más norma ni pauta que la de encontrarse con ellos
y con quienes fueran, en el momento oportuno: Cuando la vida, el
trabajo, la eficacia y la conveniencia los ponía ante ella, ella misma
supo encontrarlos, y atraerlos y hacer eficaz su colaboración.
Fueron obispos, teólogos, consejeros, ilustrados, técnicos, gentes
de letras y de negocios.
Éstos, también otras muchas personas, también muchas muje-
res, son esa parte colateral de su propia historia, que la biografía
completa de la M. Maravillas, ha de colocar en su propio recuadro,
para que sean iluminados por ella, y obtengan el puesto que mere-
cen a su lado. En otro apartado recordamos algunos.

67 Ver, por ejemplo, Carta 3116, a la M. Teresa Constanza de Jesús, de 3 de


abril de 1949; Carta 3122, a la misma, 10 de mayo de 1949, etc.
68 Carta 309, al P. Alfonso Torres, s.j., 5 de junio de 1931, recordada en Si
tú le dejas..., p. 122.
69 cf. Carta 6818, a la M. Mª Josefa del Corazón de Jesús, julio de 1964.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 417

Al recordar algunas fundaciones una de las sorpresas es que son


los otros, hombres o mujeres, quienes sienten la prisa, y urgen que
se haga cuanto antes. Cierto que los apremios de nadie, consiguie-
ron modificar la postura en que estaba, antes de que el Señor le
diera la luz. Entonces cambiaba, aunque fuera en el corto plazo de
unas horas. Es el caso de la fundación de San Calixto... por no
recordar otras situaciones.
Fundar conventos no es una empresa económica, ni cuando se
piensa en ello, ni cuando se aceptan los compromisos que llegan, ni
cuando se construyen. No tener recursos es la situación habitual de
la M. Maravillas; situación que se convierte en la deseada prepara-
ción para quien se ha cruzado en el camino con la M. Teresa: “estar
sin una blanca”, o dicho de otra manera por ella misma, “con
muchos apuros” como escribe a la M. Carmen de Santa Teresa
cuando estaba empeñada en la fundación de La Aldehuela. No tenía
un céntimo, pero sí muchas deudas.70
Es posible, sin embargo, recuperar la historia de lo que consta-
ron sus conventos; se trata de un capítulo sin escribir, que nos ayu-
dará a encontrarnos con uno de los aspectos sugestivos de su estilo
y de su arte de allegar recursos. Se edificaron con pobreza, pero sin
que faltara detalle para que cumplieran su misión. En alguna oca-
sión, ella misma lo expresó así hablando de Duruelo y Mancera:
“Realmente para carmelo, ya no puede ser menos. No seríamos
entonces carmelitas descalzas”.71
También de ella misma llegaban las dificultades, sobre todo en
los últimos años. La edad, como siempre, iba amortizando los cré-
ditos de salud, que se traducían, aparte concretas enfermedades, en
el cansancio, la desgana y la pereza.72 Pero sigue conservando acti-
va y eficaz la regla de siempre para superarlo todo, incluso en los
años crepusculares: “Todo esto que sólo por amor de Cristo nues-
tro Bien hacemos, y que Él hace sentir que le agrada”.73

70 Carta 2245, a la M. Magdalena de la Eucaristía, del 4 de abril de 1959; y


carta 4422, a la M. Carmen de Santa Teresa, del 22 de octubre del mismo año, Si
tú le dejas... p. 478.
71 Ver Alberto J. González Chaves, “Madre Maravillas de Jesús. Destellos
de su vida”. Editorial San Pablo, 2002, p. 135.
72 Carta 2990, a la M. Inés del Niño Jesús, 9 de julio de 1962; Carta 4807,
a la M. Concepción del Santísimo Sacramento, 13 de agosto de 1964, etc...
73 Carta 4077, a la M. Magdalena de Jesús, 11 de agosto de 1964; ver por
ejemplo, carta 6818, etc.
418 ALBERTO PACHO POLVORINOS

5.3.   Colaboradores de la M. Maravillas

En toda empresa, aunque haya sido inspirada y sea de Dios, está


también la historia de los hombres. Ésta es la manera de realizarla,
o sea, la parte que está entre el fin y los medios, a cargo de los que
han sido llamados a llevarla a cabo. Estos deben tener muy presen-
te la correcta coordenación entre los dos términos. Con frecuencia
la desproporción entre los medios humanos y la obra en sí es apa-
rentemente insalvable. Es lo que paladinamente confiesan y procla-
man al terminarla los que se han empleado en ella: Dios lo ha hecho
posible, es obra suya. También los hombres. La verdad con que lo
asegura la M. Maravillas es una declaración paladina y agradecida.
Ha acudido a todos los que estaban a su alcance y también más
lejos, tanto los medios materiales como las personas. Los sobrena-
turales estaban antes de comenzar, a la mitad de la obra y en el fin
de todos sus proyectos, garantizados por su fe y confianza en Dios.
Pero son la parte oculta de esa historia de realizaciones que pode-
mos verificar nosotros en la referencia o el rastro de la obra termi-
nada.
Su recurso a quienes podían ayudarla nos da la medida de su
conocimiento de las personas y su sabiduría para encontrarlas y
embarcarlas eficazmente en su empresa. Recordamos algunas que
son parte de su vida y de su obra.
Religiosos colaboradores de la M. Maravillas. La cualidad que
suelen tener los hombres grandes, y hasta cierto punto, lo que acre-
dita esa categoría, es escoger y rodearse de quienes pueden ayudar
a empujar la propia tarea. También en esto la M. Maravillas nos
hace recordar a Santa Teresa. Algunos nombres que no pueden fal-
tar son, entre las religiosas, Hnas. Dolores de Jesús e Isabel de
Jesús, compañeras de viajes y colaboradoras inseparables en las
fundaciones.74 La Hna. Isabel fue la que diseñó los planos y dirigió
las obras de los conventos, como inspiraba y quería la M.
Maravillas. La M. Dolores, además de otros cargos, sucedió a la
fundadora como priora de La Aldehuela. Fue confidente e “insusti-
tuible” consejera y colaboradora en todo. Alcanzó larga vida en el

74 Carta 5120, 30 de junio de 1964; carta 5202, septiembre de 1966.


LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 419

Carmelo, desde 1935 hasta la muerte el 11 de abril de 1997. Ella


promovió la iniciación del proceso de beatificación y fue testigo
excepcional en el mismo.75
Junto a ellas, en la vida de la M. Maravillas, desde los primeros
tiempos, otras monjas fueron también colaboradoras excepcionales.
Repetidas veces prioras en distintos conventos. Pero sobre todo,
discípulas suyas y a su medida. La correspondencia con ellas es tan
intensa, cuantitativa y cualitativamente, que se convierte en conta-
giosa de su propia vida interior, la pura y simple experiencia espi-
ritual de la M. Maravillas transmitida por ella y recibida por sus
hijas con una especie de empatía irresistible. Un hecho, por ejem-
plo, que es la prueba más fehaciente de la mayor confianza con la
M. Magdalena de la Eucaristía, es la carta recibida de la M.
Maravillas, con la exigencia de destruirla, en la que por un instante,
veladamente, le descubre el deseo más profundo de imitar a Cristo.
La M. Magdalena lo ejecutó, pero dejando una copia... Y por eso es
testimonio de la desnuda y humilde exigencia de la vida interior de
aquélla,76 y de una inusual confidencialidad: “Un reservado muy
reservado”.
Una de las tareas más comprometidas y delicadas de la M.
Maravillas como fundadora llegaba en el momento de constituir las
nuevas comunidades. Cada nuevo carmelo era único e irrepetible.
Conllevaba la elección de las que habían de ponerlo en marcha, de
iniciar la andadura, de repetir la vida y el espíritu de todos ellos, en
la intocable fidelidad a los ideales de la vida teresiana. La elección
de las “fundadoras” la hizo siempre con total esmero. Busca prime-
ro la luz de Dios. Un compendio de la atención a las personas está,
por ejemplo, en la carta 948 de 25 de octubre de 1943. Conoce bien
a sus hijas; hasta se da cuenta de que a alguna “le ha entrado tal
deseo de sacrificarse por el Señor, que yo creo que si no llegase a
ir [a una fundación], lo sentiría”.77
Tres momentos cuidaba de manera especial, entregada y sin
desfallecimiento: encontrar las personas adecuadas para la nueva

75 Breves apuntes sobre las dos en Si tú le dejas... p. 265.


76 Carta 2647. No tiene fecha por haber sido destruido el original. Una selec-
ción de textos en Si tú le dejas... p. 425-426.
77 Carta 948, a la M. Mercedes del Sagrado Corazón.
420 ALBERTO PACHO POLVORINOS

fundación, en las comunidades ya estabilizadas; ayudar a la nueva


fundación en su primera andadura, material y espiritualmente;
luego continuaba la relación con la nueva fundación con una repe-
tida correspondencia.
La metodología utilizada fue la de constituir comunidades prác-
ticamente completas con monjas de sus conventos, favoreciendo la
homogeneidad, la armonía y la eficacia. A la Madre le gustaba que
como punto de encuentro, si era posible, se reunieran en el Cerro
para desde ahí partir juntas a la nueva fundación. El Cerro, de
hecho, fue como la nodriza de todas sus fundaciones, la “lámpara
donde irían a encenderse todas las demás”.78
Así comenzaron algunas fundaciones: La de Aravaca con siete
monjas de Mancera y siete del Cerro. La de Montemar: cuatro del
Cerro, dos de Mancera, cuatro de Aravaca, dos de San Calixto, una
de Arenas de San Pedro, una de La Aldehuela. La Encarnación
recibió la ayuda de ocho religiosas procedentes de cinco conventos
de la M. Maravillas. El significado de este hecho no necesita apun-
tarse.
Pero hay un dato que nos abre a una de las más bellas conse-
cuencias: La unión fraternal, la solidaridad entre todos los conven-
tos, y una disponibilidad para ayudarse, compartiéndolo todo: las
personas y los recursos materiales en una infinita cascada de deta-
lles hasta llegar a lo inverosímil. El reconocimiento de este hecho
es recordado con la misma cadencia con que se produce. El episto-
lario está lleno de apuntes, al menos en el sentido de que es el que
más aparece; entendido siempre como consecuencia de la unidad y
caridad que hay entre todos. En algunas cartas hasta puede leerse
que de hecho existe una auténtica comunidad de bienes entre ellos.
Los otros colaboradores. La M. Maravillas es también esa
constelación de cuantos han llegado a su vida y a su obra. Los que
se hicieron presentes para compartirla y ayudarla. Son incontables.
La enumeración se queda en los que ocupan un lugar de preferencia
por títulos obvios. En cada una de las fundaciones se realiza un
especial fenómeno: Todos los que trabajan, en lo que sea, quedan
unificados en una especie de familia nueva, que es fruto de la espe-

78 Si tú le dejas... p. 415.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 421

cial emanación de simpatía y sensibilidad de la M. Maravillas. Los


obreros saben por experiencia cómo ella se acerca y entra en sus
vidas y en su propia familia y cómo los envuelve en una suprema
delicadeza y ternura.
La continuidad de algunos en las obras de la Madre, desde que
entraron en su círculo, es acreditación expresa de su propia forma
de colaborar y hacer suya cada fundación. Por eso, aunque sólo
sea para abrir la lista deben quedar aquí algunos nombres: Manuel
Martín Mulas, muy pronto ganado para la empresa en los comien-
zos de la fundación de Mancera, 1943. Fue un encuentro provi-
dencial, reconocen los biógrafos de la M. Maravillas.79 Desde el
convento de Mancera, hasta el final estará en casi todas las cons-
trucciones de los conventos. Trabajó siempre con competencia y
sacrificio; sobre todo con afecto e interés. Alcanzó una prolonga-
da vida, siendo testigo en el proceso de beatificación. Murió en
1989.
También contó la M. Maravillas con otro fiel y entregado pro-
fesional, Juan “el carpintero”, peregrino para sus propias tareas en
todos los conventos.80 Colaboradores los encontró la Madre en
todas partes. Como a Timoteo Alonso, funcionario del Ayuntamiento
de Getafe, también de la primera hora cuando la fundación de
Mancera, que prestó valiosa colaboración desde su oficio.
No es posible enumerar, por ejemplo, los médicos, Carmelitas
Misioneras, familiares de las monjas, y un largo etcétera que ayu-
daron a la Madre desinteresadamente. Todo ello merecería un largo
capítulo.

5.4.   Los medios materiales

La M. Maravillas tuvo sentido realista de los bienes materiales


y de su uso. También se encontró como la M. Teresa ante esta rea-
lidad. No siempre es fácil colocarse correctamente. Es decir, tener
justa apreciación del significado de medios, partiendo de su consi-

79 Si tú le dejas... p. 268. Ver entre otras la carta 5120. Es de 30 de junio de


1964. Una referencia elogiosa de su persona y de su obra puede verse en la mono-
grafía sobre la fundación de Duruelo, El lugarcillo de Duruelo, pp. 83-84.
80 Carta 5120, 30 de junio de 1964; carta 4331, 8 de octubre de 1964.
422 ALBERTO PACHO POLVORINOS

deración de tales, no tomándolos como fines. Una nota que apunta


ella es la siguiente. No tiene medios materiales a partir del uso y
aplicación de su herencia –que no fue grande y se gastó íntegra-
mente en parte de la construcción del Carmelo del Cerro–. Ella
trabajaba por Dios y a Él remitía que hiciera llegar lo que necesita-
ba; a veces para salir de las deudas. Algunas fundaciones fueron
generosamente financiadas por sus promotores. Al fin descubría el
fruto de su confianza en Dios en el rostro de personas convencidas
y generosas. Es ésa otra dimensión de la historia de las fundaciones
de la M. Maravillas, que siendo de Dios, tiene también nombres y
datos puntuales de los hombres.
Los recursos humanos también son necesarios. La M. Maravillas
estuvo altamente enriquecida en este aspecto, es decir, cómo podía
obtenerlo. Sabía llegar a todos con arte, delicadeza y decisión.
También las instituciones públicas, a las que tuvo que acudir cuan-
do tenía que acudir, le resultaron accesibles y favorables. Sobre uno
de los momentos comprometidos, la restauración de La Encarnación
de Ávila, han escrito en su biografía: “Donde pone la mano todo se
allana. Con todo interés, arquitectos, contratistas, encargados, obre-
ros ponen su esfuerzo, su talento y su arte en esta restauración de
lo que consideran no sólo un monumento artístico, sino un verda-
dero relicario de Santa Teresa, del que han sabido comprender su
significado”.81
La M. Maravillas es mujer de su tiempo y está colocada en él
con todas las consecuencias. Ha realizado su misión a su hora y no
en otra. Así pudo contar con medios materiales que no existían en
el siglo XVI. Utiliza y acude a todos los que tiene a su alcance
cuando puede y cuando los necesita, teniendo en cuenta su mayor
eficacia. Por ejemplo, puede resultarnos sugerente y estimulante
imaginarla escribiendo a máquina, lo que trasladado a su gran
modelo Santa Teresa sería anacrónico. Y teclea con mucha rapidez;
además lo hace con gusto porque le ahorra tiempo. Convaleciente
de una de las fuertes pulmonías que la aquejaron, escribía. “No me
querían dejar aún escribir a máquina, pero me he sublevado [¡!],
que por lo demás estoy hecha un manso cordero, pero es que escri-

81 Si tú le dejas... p. 459.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 423

bir un poco a mi madre [Magdalena de la Eucaristía] no me puede


hacer daño”.82 También en la máquina encuentra a veces gafe; se
enreda la cinta y causa el fastidio correspondiente, que acepta y
lleva con humor.83
La actividad fundacional es trazar un mapa tirando las líneas
por los caminos. Eso mereció para Santa Teresa aquello del Nuncio
Sega de “inquieta y andariega”. Lo que el enviado de Roma dijo de
peor talante, lo podemos leer como si hubiera fijado una condición
para el siglo XVI, y para el XX. Hacer caminos, eso fue lo que tuvo
que hacer la M. Maravillas. Su norma fue visitar, verificar sobre el
terreno los lugares de sus fundaciones por ella misma.
Los caminos en buena parte seguían pareciéndose a los de cua-
tro siglos antes. Así sucedía en las dos primeras fundaciones en
tierras de Ávila. Pero también habían mejorado otros; y en particu-
lar los nuevos medios para redimir las distancias y aliviarlas.
La M. Maravillas utilizó casi todos los medios de transporte,
desde los vagones de tercera de los trenes de la postguerra, las
socorridas y ruidosas tartanas –tuvo una a su uso–, hasta los trenes
de lujo –viajó una vez en el Taf, en un viaje a Montemar– y los
automóviles. Se hizo a todo. Entre asombrada y contenta reconocía
que en un viaje a Andalucía mientras se preparaba la fundación de
San Calixto, había hecho dos mil kilómetros en coche en dos días.84
En los caminos y en los viajes vivió sucesos y anécdotas según
el medio. Estuvo a punto de naufragio en el vuelco de la tartana
cuando iba de Mancera a Duruelo85 y las nubes improvisaron un
charco peligroso. Conoció también los “duendes” de la carretera y
el susto de las averías.86
En otras páginas de este mismo número de Monte Carmelo hay
espacio para este capítulo de un largo anecdotario, al que remitimos
al lector, que así puede verificar otro punto de encuentro con la M.
Teresa.

82 Carta 1943, del 9 de enero de 1954.


83 cf. Carta 3236, 12 de enero de 1961.
84 Carta 3765, a la M. Magdalena de Jesús, 26 de abril de 1955.
85 Carta 1335, a la M. Magdalena de la Eucaristía, 7 de abril de 1946.
86 Carta 3848, a la M. Magdalena de Jesús, 17 de noviembre de 1956.
424 ALBERTO PACHO POLVORINOS

Los conventicos, los “palomarcitos”, las “casas de la Virgen”,


fundados por la M. Maravillas, son así porque los pensó y los que-
ría así, procurando seguir fielmente lo expresado por la Madre
Teresa en el Camino de Perfección. Los términos usados por ella,
son su propia definición de los mismos. Éste era el ideal, que debía
también expresarse en la misma realidad física de las casas. Y fue
la razón de escoger los medios, que debían ser los adecuados a los
fines.
La vida de sus carmelos está definida y fijada en todos los
aspectos. Fue en sentido pleno y en la entrega total la maestra y
pedagoga de sus hijas. Con un secreto evangelizado incansable-
mente en todo: con su propio testimonio, con sus obras, con sus
palabras –instrucciones, consejos privados, exhortaciones, cartas,
confidencias–. Todo esto se puede seguir en otras entregas de este
número de Monte Carmelo.
El secreto para vivir en el Carmelo tiene una palabra: amar a
Jesús, cuya consecuencia es abrazarse a la cruz, hacer su voluntad,
complacerle en todo.
Los conventos debían ser pequeños y pobres, aptos para poder
llevar un ritmo que ayudara a hacer posible esa vida respetando a
las personas. Por eso se preocupó tanto de escoger los lugares apro-
piados.87 Debían tener espacio suficiente –al menos hectárea y
media–, huerta, paisaje de belleza natural, si era posible. La M.
Maravillas tuvo un alto sentido de la belleza natural, los montes
nevados, los campos abiertos, los árboles, las flores.88 En el interior
de los conventos, la simplicidad; la limpieza y el orden en las ofi-
cinas.
Inteligente ella y preparada quería que sus hijas se cultivaran: En
todos los conventos era espacio privilegiado una pequeña biblioteca.
La selección de los libros era inteligente y bien cuidada.89

87 Carta 3114, a la M. Teresa Constanza de Jesús, marzo de 1949.


88 Carta 1123, carta 1618, carta 3137, carta 3375.
89 Un apunte de lo que entraba en las bibliotecas en Si tú le dejas..., p. 483.
El breve guión de sus fondos apunta a los criterios y las preocupaciones de la
Madre. Está en relación con esa pauta y refrenda cómo ha sido preparado con inte-
ligencia.
LA MADRE MARAVILLAS: FUNDADORA DE CARMELOS TERESIANOS 425

Conclusión

Los conventos de la M. Maravillas tienen un sello: la sencillez


y la pobreza.
Pueden contemplarse, sobre todo las iglesias, como modelos de
que en lo pequeño y sencillo también es posible realizar una obra
de arte, es el arte y la gracia de lo bien hecho con el mínimo sopor-
te material. No son monumentales en ningún aspecto; pero son
bellos, “lindos”. También desde este ángulo podemos entender el
espíritu de quien los ha inspirado. La belleza no es una magnitud,
es una cualidad que se busca y encuentra a sí misma. Por eso se
revela siempre en las obras marcadas por ese aliento, que es aliento
del espíritu.
Las obras son otra imagen de quien las ha hecho. Otra dimen-
sión de quien las ha inspirado. La obra fundacional de la M.
Maravillas es ella misma hecha imagen en sus conventos, mínimos
y graciosos como están todavía. Sobre todo son quienes los habitan,
un espejo de ella misma repetido en cada una de sus hijas...
426 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 427

MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS


COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA.
SU ESTILO

Mauricio Martín del Blanco, OCD

Una cuestión, que siempre tuvo una presencia fuerte en la


Iglesia desde sus orígenes, fue la animación de las comunidades
cristianas. San Pablo se dedicó, en alma y cuerpo, como lo hicieron
san Pedro, Santiago y todos los demás apóstoles, a animar y a for-
mar aquellas comunidades cristianas que se iban conformando a la
luz de la Palabra de Dios y del don vitalizador de la gracia, de la fe
y de la caridad, y alentadas en todo por la luz y el vigor del Espíritu
Santo.

1.   En la vida religiosa

La animación pasó luego, juntamente con la formación, a ser


indispensable en todos los grupos cristianos que fueron aglutinán-
dose, siguiendo la inspiración divina, según formas diversas y
diferentes de vivir el seguimiento de Cristo: el grupo de las vírge-
nes, de los anacoretas, de los que buscan nuevas formas de vida
fraterna en comunidad para seguir e imitar a Cristo.
Así lo hizo santa Teresa de Jesús, de una manera muy peculiar,
creando un estilo fraterno de vida de comunidad, y así lo llevaron
a cabo todos los fundadores y fundadoras de Órdenes y de Congre­
gaciones religiosas, antiguas, nuevas y modernas.
La M. Maravillas, siguiendo la estela de la Madre Fundadora,
santa Teresa de Jesús, tomará muy buena nota de este aspecto fun-
428 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

damental de la vida del Carmelo. Ella misma será un modelo exce-


lente como animadora y formadora, y siempre que tenga ocasión la
aprovechará para inculcar este aspecto imprescindible, e incuestio-
nable, en la buena marcha, espiritual y material, de la vida del
Carmelo Teresiano-Sanjuanista.

2.   Como anillo al dedo

La oportunidad y la inoportunidad tienen un rostro muy pareci-


do; todo depende de quien lo contemple. Pablo de Tarso aconsejaba
a su discípulo y sucesor Timoteo así: “Predica la palabra, insiste a
tiempo y a destiempo, corrige, reprende y exhorta usando la pacien-
cia y la doctrina. Porque vendrá el tiempo en que los hombres no
soportarán la sana doctrina, sino que, llevados de sus propias con-
cupiscencias, se rodearán de multitud de maestros que les dirán
palabras halagadoras, apartarán los oídos de la verdad y se volverán
a las fábulas. Tú, sin embargo, procura ser prudente, soporta el
sufrimiento, predica el evangelio y conságrate a tu ministerio”
(2Tim 4,1-5).
De estos predicadores y evangelizadores también nuestro tiem-
po está necesitado. Y son los santos quienes desarrollan este papel
con las mejores garantías paulinas. Aunque de la misma manera es
cierto que los halagadores y los que no quieren oír, los que crean
confusión y los que son ignorantes de muchas cuestiones, existen,
son luchadores y engañadores.
M. Maravillas, sin proponerse nada nuevo, sino queriendo ser
coherente con su vocación teresiana, y queriendo responder fiel-
mente a las inspiraciones y propuestas divinas, comenzó una obra,
aprobada y bendecida por la Jerarquía Eclesiástica, concretamente
con la fundación del Cerro de los Ángeles, y tuvo, y sigue teniendo,
las consecuencias, resonancias y realidades que actualmente se
conocen, y que han sido solemnemente confirmadas con su canoni-
zación.
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 429

ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS

No es tarea fácil sintetizar la obra de la M. Maravillas como


animadora y formadora de sus hijas en las comunidades en que ella
tuvo responsabilidades institucionales. Y digo institucionales, por-
que M. Maravillas de Jesús siempre y donde estuvo fue tenida
como responsable por parte de sus hijas espirituales en la anima-
ción y en la formación, pues como tal la querían y la tenían de
hecho. Desde que tuvo la primera inspiración de comenzar a fundar
casas de la Virgen, como medio de renovación y de afianzación del
espíritu teresiano en la época de cambios y de renovaciones, las que
convivieron con la madre y quienes la conocieron en los conventos
que fue creando, siempre fue considerada como verdadera madre
espiritual y de fidelidad inquebrantable al espíritu y estilo teresia-
nos.
Hoy diríamos que era un carisma muy singular con el que el
Señor la enriqueció, y quienes la conocieron y vivieron con ella así
nos lo cuentan.
Breves trazos, y testimonios concretos, nos servirán de prueba,
tanto como animadora de las comunidades y de cada una de sus
hijas, como formadora de postulantes, novicias y de comunidades.
Animar equivale a dar ánimo, vida, ilusión, fortaleza, determi-
nación, sentido, a quienes se proponen conseguir algo, y tienen que
recorrer un largo camino, en el que el cansancio, la fatiga, la des-
ilusión, pueden hacerse presentes, y hasta la falta de sentido ace-
char en determinados momentos; entonces se necesita quien recuer-
de el fin, la meta, y posibilite los medios para alimentar al peregri-
no en su caminar, largo y cansino, no falto de dificultades, pruebas
y angustias vitales; ese alguien es el animador, el que motiva y
devuelve la primera ilusión y la alegría inicial con que comenzó la
peregrinación.

1.   Animar la comunidad religiosa

M. Maravillas asumió su papel de animadora con plena respon-


sabilidad, y con total entrega, siempre que se lo encomendaron y,
430 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

sobre todo, desde el momento que comenzó su obra de fundadora


de nuevos, pobres, pequeños y sencillos, monasterios teresianos.
Aunque declinó en varias ocasiones su tarea de priora, que quería
pasar a otras que creía podrían llevarlo a cabo mejor que ella
misma.
Y lo llevó a cabo tanto siendo maestra de postulantes y novi-
cias, como siendo priora, y en todo lo que supuso su quehacer y su
preocupación como fundadoras en bien de la Iglesia y del servicio
concreto al Carmelo Teresiano-Sanjuanista.
Esta monja carmelita, llamada Maravillas de Jesús, bajo tantos
conceptos, y desde dimensiones tan complementarias como la ascé-
tica, la mística y la misionera, fue una verdadera y auténtica anima-
dora de todas las comunidades por ella fundadas, y de cada una de
sus monjas, fuera en el postulantado, en el noviciado o en la vida
fraterna en comunidad como tal. Para todas y cada una tuvo su
palabra oportuna de aliento, de empuje, de animación vocacional,
conventual, espiritual, de santificación, de puesta a punto de su ser
y hacer misionero.
Se puede muy bien decir que la M. Maravillas de Jesús, como
animadora y formadora de sus comunidades religiosas, es prolon-
gación de todo aquello que deseaba, se propuso e intentó, Santa
Teresa de Jesús, como servicio a la Iglesia, desde un estilo fraterno,
orante y misional.

2.   La fraternidad en comunidad de la vida teresiana

Es una norma de oro en la comunidad teresiana la vivencia y


expresividad de la vida de comunidad como una vida entre herma-
nos, de auténtica y verdadera fraternidad.
M. Maravillas se esforzará con todo su ser para que esto sea una
gozosa realidad en cada uno de los “palomarcicos” de la Orden de
la Virgen. La fraternidad es signo de comunión en la vocación, en
los ideales, los objetivos comunes, y de las mediaciones que se
observan para alcanzarlos. Además, son la expresión del verdadero
amor al Señor y de la mejor gloria de Dios, como también del más
intenso, y denso a la vez, celo por la evangelización de todos los
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 431

hombres y mujeres. Hacer el bien, llevar a Dios allí donde su Reino


no brilla, es la tarea de sus conventos y de sus oraciones, sacrificios
y renuncias de cualquier tipo.

3.   Virtudes de una comunidad religiosa

Siempre preocupó a la M. Maravillas lo que era la vida religio-


sa y carmelitana. Su amor al Carmelo, y su entrega por vivir la vida
de carmelita con la mayor perfección posible, fue como el broche
de oro que clausuró su existencia terrenal, y que la llenó de júbilo
día a día.
Y la preocupó de una manera muy singular y teresiana la prác-
tica de las tres virtudes esenciales para la vida espiritual y para la
vida de comunidad, que dejó tan claramente expuestas la Madre
Teresa de Jesús en Camino de Perfección a partir del capítulo 4º
hasta el 18º: amor fraterno, desasimiento de todo y humildad, que
es abrazo de todas ellas.
A lo largo de la enseñanza de la M. Maravillas se puede percibir
con nitidez la importancia que tienen, además, la obediencia, la
pobreza y la sencillez, resonancias evidentes de las actitudes funda-
mentales de la vida cristiana y de las virtudes puestas de realce por
santa Teresa de Jesús, madre, maestra y animadora, juntamente con
Cristo, de la vida entera de Madre Maravillas de Jesús. Son las
virtudes que recuerda tantas veces y que, por eso mismo, no es
necesario transcribir los abundantes y preciosos testimonios de
cartas escritas especialmente a las prioras, en diversas situaciones
y ocasiones. Por otra parte, quienes convivieron con ella, como
maes­tra de postulantes y novicias, como priora y como madre fun-
dadora son verdaderas transmisoras de esas virtudes inculcadas
también en las pláticas de las reuniones comunitarias y en las con-
versaciones privadas: el amor fraterno, la pobreza, el desapego de
todo, la humildad, la sencillez, la obediencia y, por encima de todo,
la gran actitud del cumplimiento de la voluntad de Dios, siempre y
en todo, ya que es la síntesis de la perfección cristiana. Bueno es,
no obstante, transcribir un texto del año 1968, en el que escribe así:
“Claro que obedeciendo (en lo de las penitencias), es como agrada-
rá más a este ‘Señor nuestro del alma’. Está muy bien que pida lo
432 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

que desee hacer por Él y por ganarle las almas, pero una vez hecho,
lo que más le agrada, no cabe duda, que es la entrega amorosa de
nuestra voluntad en la suya ... ¿Qué vale todo sin esto, verdad? No
pierda la paz que Él le da; es muy grande verdad que somos nada,
miseria por todos lados ..., pero Él lo sabe mucho mejor que noso-
tros y, sin embargo, nos ama ¡de qué manera!, pero quiere que
vivamos sólo para Él, arrojando todo lo nuestro en el horno de su
amor para que lo purifique...”1.

FORMADORA AL ESTILO TERESIANO

Y, si fue una perfecta animadora de sus hijas y hermanas en


cualquiera de las etapas de su vida de probación, y en la vida de
cada una como profesa religiosa para siempre, no fue menos per-
fecta como formadora de las hijas espirituales de sus nuevos,
pobres, sencillos y teresianos “palomarcicos”.
Era, sin embargo, muy consciente la M. Maravillas de que la cues-
tión de la formación, es decir, ser formadora, es algo fundamental-
mente de Dios, pues ¿quién sabe formar?: “Lo de saber formar,
Madre mía... ¡quién sabe eso! Las almas son ... de Dios que sólo
pidiéndole a Él, que por lo demás, no haremos todas sino tonterías...”2.
También la M. Maravillas sintió fuertemente el peso del cargo
-¿una carga?- de priora, especialmente cuando la hicieron priora
por primera vez, pues se creía incapaz de serlo: “Cuando a mí me
hicieron Priora al principio de la fundación se me vino el mundo
encima, porque de verdad soy la persona que menos sirvo para ello,
pero viendo que yo no tenía la culpa, le dije al Señor que era su
Casa, que Él la sacara adelante y me quedé tranquila, y en efecto la
sacó. Él lo hace todo y lo hará. ¡Qué felices somos, Madre mía,
nada nos puede quitar esa felicidad...!”3.

1 Carta 4809, a la M. Concepción del Stmo. Sacramento (Priora de


Cabrera), desde La Aldehuela, 11 de abril del año de 1968.
2 Carta a la M. Magdalena de la Eucaristía, priora del Cerro de los Ángeles.
Esta carta no está registrada en el Proceso de canonización de la M. Maravillas de
Jesús.
3 Carta 5171, a la M. Carmen Teresa de la Cruz (Priora de El Escorial),
desde La Aldehuela, 10 de septiembre del año de 1970.
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 433

En otra ocasión escribía a una priora: “Nada me extraña lo que


la pasa con el priorato, pues algo así fue lo que a mí me pasó en
Getafe, si no, no hubiera podido vivir y por eso les decía siempre
que por el cargo no tuve nunca ninguna distracción en la oración.
Es tan grande las cosas de las almas que sólo Él es quien puede
hacerlo, y como no sólo las almas sino la casa entera es suya, pues
allá Él, ¿verdad?”4.
La gran repugnancia que sentía hacia cargo alguno, y el rechazo
que tantas veces mostró a esos cargos de formación, de animación
y de responsabilidad, recibieron cierto día la siguiente respuesta,
que tanto parece apaciguó el alma de Santa Maravillas: “Con que
enseñe a las novicias a sentir como ella siente, ya las ha enseñado
bien”5.
Los consejos que el Sr. Obispo le daba, echándose en brazos del
Señor y de su Santísima Madre, empujó a la M. Maravillas a tomar
la tarea con ánimo y acierto.
Y, en efecto, los testimonios que se conservan de su buen hacer
como formadora en todos los estadios progresivos de la vida reli-
giosa, son todos de admiración y agradecimiento. Basta que deje-
mos constancia de uno: “Nos formaba muy bien, y con suavidad y
dulzura no nos pasaba nada”6.
En los testimonios transmitidos se destaca siempre la humildad
como virtud sobresaliente, fuera como maestra de novicias o fuera
como priora: “La humildad es como el sello de nuestra Madre. En
todos los años que he tratado con nuestra M. Maravillas, teniéndo-
la de maestra de novicias y priora, nunca la he visto una falta de
mansedumbre: nunca se alteraba al hablar lo más mínimo, aunque
nos reprendiera con claridad nuestras faltas, y a veces con energía.
Pero nunca se la oía subir siquiera el tono de voz, siempre igual, ni
perder la paz, ni acalorarse. No era autoritaria, a pesar de haber sido

4 Carta 1289, a la M. Magdalena de la Eucaristía (priora del Cerro), desde


Mancera, 16 de mayo de 1944.
5 Carta del Obispo de Madrid-Alcalá, D. Leopoldo Eijo y Garay, a la Hna.
Maravillas el día 11 de octubre del año de 1925, cuyo original se encuentra en las
carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles, en contestación a la carta escrita por
M. Maravillas, donde le pedía que no le diese la responsabilidad de ser la maestra
de las novicias, por sentirse incapaz para dicho cargo y oficio.
6 Testimonios conservados en las carmelitas descalzas de La Aldehuela.
434 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

priora tantos años, 48 años, casi toda su vida religiosa. Ni se impo-


nía, apelando a su autoridad que jamás nombraba. Tenía un don
especial para borrarse, para desaparecer y no sólo ante las demás
personas, sino ante sí misma, llegando a creerse de corazón que no
era ella la que había hecho ninguna cosa de estas fundaciones”7.

1.   Formar es transmitir un modo de ser y de vivir

Se trata precisamente de eso, de inculcar una vida, un estilo, unas


formas de entender y programar el hecho existencial. Es evidente que
en la vida religiosa no se trata de vivir por vivir, y sin sentido ni
objetivos, sino de darle unos contenidos, unos valores, unas finalida-
des, que comportan un modo, un estilo de ser y de vivir.
La formación conlleva unos valores aceptados, asumidos y
vividos, que se quieren comunicar a quienes han elegido la misma
forma de vida del formador o formadora. Por consiguiente, es la
manera de educar, conducir por el mismo camino, a alguien, y
transmitirle un modo de vivir. Es compartir ideales, fines, objeti-
vos, medios y estilo de vida, a lo largo de una existencia; en este
caso, en una vida de especial consagración y, en concreto, carmeli-
tano-teresiano-sanjuanista. Y la formación conlleva siempre, si es
verdadera y abarca a toda la persona, educar, enseñar, conducir o
guiar, que es lo mismo. Es la formación integral, de la que tanto se
ha hablado, y se habla, y se ha de seguir hablando por imprescindi-
ble y totalmente necesaria, en la vida de especial consagración. Y,
además, no se agota en la formación inicial o institucional, si no
que ha de extenderse a todo el arco de la existencia de la persona.

2.   Pedagogía teresiana: desde el amor

El espíritu y el estilo teresianos quedarán señeramente plasma-


dos en su modo y manera de vivir, platicar y enseñar. Tal cual era
su vida, transmitía doctrina y formas concretas de vivirla. Por todo
ello, lo que ella transmitía como enseñanza, vida y vivencia, era la

7 Testimonios conservados en las carmelitas descalzas de La Aldehuela.


MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 435

herencia recibida de santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz.


Lo enseñaba tal cual lo había aprendido, y ella misma intentaba,
con honradez, vivir. Por eso quiso transmitir las cosas de la M.
Teresa de Jesús tal y como ella las dejó: “En estos Ejercicios, en la
meditación de la Anunciación, se me ha dado a entender, confir-
mándose hoy con lo de la vida oculta, que lo que hay que hacer es
que esto sea del todo la ‘casa de la Virgen’. Hoy veo que el Señor
quiere algo, una transformación según el espíritu de nuestra Santa
Madre”8. Y, como Dios es siempre rico en sus dones y en sus exi-
gencias siempre va por delante dando lo que exige, ella se sintió
agraciada con esos dones que Dios da para conseguir cada uno de
los fines que se propone. La M. Maravillas se sintió especialmente
enriquecida por el Señor para poder cumplir con su encargo de
formadora: “Los primeros días todo fue recibir gracias y luces del
Señor en tal abundancia, que no sabía lo que me pasaba”9.
Era también consciente de que esos dones no eran únicamente
para ella, sino que los recibía para poder ser maestra de sus
Hermanas: “Me parecía también entender que muchas de estas
luces, no me las daba sólo para mí, sino para poder guiar a mis
Hermanas”10.
La Madre Teresa de Jesús dejó escrito un primer libro de su
quehacer como formadora, en el que significa esencialmente sus
dotes pedagógicas; es Camino de Perfección. En él la Madre
Fundadora deja escrita su enseñanza, su pedagogía, su estilo y
modo de ser de quienes la quieran seguir en el servicio, que se ha
propuesto como primer objetivo, a la Iglesia, mediante la oración,
el sacrificio, la abnegación evangélica y la soledad silenciosa. Y no
sólo enseña, sino que educa y forma a sus “hermanas” e “hijas” de
manera integral, como personas, como creyentes, como cristianas,
como carmelitas y como llamadas a ser “esposas” predilectas del
“Esposo”, que es Cristo.
El punto referencial en toda su tarea, empeñativa y primordial,
en la M. Maravillas será constantemente la Madre Teresa de Jesús,

8 Carta 158, al P. Alfonso Torres, SJ., del 23 de agosto del año de 1929.
9 Carta 458 bis, al P. Florencio del Niño Jesús, OCD., del 6 de febrero del
año de 1938.
10 Ib.
436 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

y concretamente la formación que da a sus “hijas” y “hermanas” las


carmelitas descalzas, fieles seguidoras de sus ideales, en Camino de
Perfección: “En él está todo dicho ¡y tan bien dicho!”11.
De hecho, fue una gran pedagoga en estos trabajos de la forma-
ción, conducida siempre por los principios teresianos y la experien-
cia personal, que fue rica y muy exigente. Se entiende siempre
desde el lado religioso, pero sin excluir para nada el lado pedagó-
gico en otros niveles que conlleva la pedagogía formativa, como
medio práctico de una formación integral de la persona: conoci-
miento de la persona, necesidades, modos de ser, cualidades perso-
nales, deseos primordiales, modos de entender la vocación y el
desarrollo de la misma, lo que se quiere y pretende, y lo que se debe
conquistar con el fin de adecuar lo que uno piensa, y se imagina, a
la realidad en la que se quiere uno integrar, y los modos concretos
de integración. Las máximas “fuerte y suave” a la vez, y “con
mucho amor-amistad y con gran exigencia”, fueron puestas en
práctica por M. Maravillas con exquisito equilibrio y grandes dotes
de pedagoga. Ambas máximas son extremadamente necesarias en
la formación de unas personas que han de tener una entrega total a
Dios y a los hermanos, y una suavidad y dulzura sin parangón en la
vida de fraternidad en comunidad, que tiene pocos cauces de nove-
dad, si no es la que genera la misma vida fraterna, la celebración
cotidiana de la fe, la oración, la mortificación y el trabajo.
Siempre formó y educó desde el amor, por amor y con amor. El
lema teresiano de “procure ser amada para que sea obedecida”
(Constituciones 11,1) fue una constante en la M. Maravillas, quien
tuvo la ventaja, del todo excepcional, de ser entrañablemente amada
por todas su hijas, y por eso mismo siempre obedecida con prontitud
de espíritu y recta conciencia. Basta simplemente recordar los des-

11 Con mucha frecuencia acudía la M. Maravillas a la Madre Teresa de Jesús


para fundamentar su experiencia y sus enseñanzas y consejos. Y lo hacía muy
particularmente recurriendo al Camino de Perfección de la Santa. Entendió a la
perfección M. Maravillas que era como la primera constitución, y la primera expre-
sión de vida, de los Carmelos teresianos. Y así lo fue en el principio de la fundación
del convento de San José de Ávila, pues esta fue la intención de la Madre
Fundadora cuando escribió Camino de Perfección. La M. Maravillas no quería ni
suprimir ni añadir nada a lo hecho y dicho por la Mística Doctora, como se puede
constatar a lo largo y ancho de lo que se ha dicho en los diversos artículos que
conforman nuestro escrito.
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 437

garrones que suponía para sus hijas el hecho de que la M. Maravillas


tuviera que ir de una comunidad a otra, o cuando tenía que ausentar-
se con motivo de una nueva fundación. Por el contrario, cuando
llegaba la Madre de nuevo a las comunidades, se abría el cielo, se
rasgaban las nubes y destilaban luz, paz, consuelo y alegría.
Ella amó siempre, y siempre fue obedecida. El amor es el mejor
pedagogo, y la mejor manera de formar, educar y animar. Es, sin
duda alguna, la mejor -quizá la única- forma de conseguir, gozosa-
mente por ambas partes, la adhesión de los súbditos. Y esto no es
cuestión de seres místicos por excelencia, sino de cualquier forma-
dor, maestro y padre o madre, que quiera serlo con acierto y estilo
cristianos.
M. Maravillas comprendió muy bien que el amor es un buen
generador de actitudes obedientes en los súbditos. Porque así lo
experimentó ella misma a lo largo de casi toda su vida, y singular-
mente mediante la experiencia amorosa que Dios le dispensó en los
tristes, amargos y dolorosísimos, momentos que ella pasó en la
terrible noche oscura, oscurísima, del espíritu, y que sus confesores
y acompañantes espirituales entendieron y condujeron tan sabia y
eficazmente. Y, del mismo modo, lo experimentó ella en su larga, y
responsable, tarea de ser animadora y formadora de postulantes,
novicias y comunidades enteras que fundó y acompañó en todo lo
que pudo, y a las que no dejó jamás de animar con su ejemplo y con
su consejo materno y alentador.
Desde el amor y desde la libertad cristiana. Esa libertad que es
la que la carmelita descalza siente desde el primer momento que se
encuentra en el convento, a pesar de las cosas que ha tenido que
dejar, de las que ha tenido que aceptar y del permiso exigido hasta
para las acciones más mínimas a realizar. Se siente libre, porque la
deja libre el espíritu de libertad recibido y participado del mismo
Jesús a quien se ha entregado enamoradamente.
Por eso mismo, la M. Maravillas deja desde un principio, a la
postulante en libertad, la deja vivir en el ambiente y la invita a
vivenciar el ambiente del Carmelo. Pero se preocupa de todo lo que
a la recién venida le puede preocupar y ocupar, haciéndole partícipe
de lo que a ella le pasaba también en aquellos primeros momentos
de su entrada en el Carmelo.
438 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Y lo mismo hace con las novicias: las habla, las pregunta, las
anima, las hace ver la realidad gozosa de la vida de especial consa-
gración en el Carmelo, donde las exigencias de la cruz y las aspe-
rezas de la abnegación son radicales. Pero “¡Qué felicidad ser car-
melitas!”12. O esta otra admiración maravillosa: “¡Es tanta la felici-
dad de ser carmelita!”13.
Tuvo claro desde un principio la M. Maravillas que la carmelita
ha de ser una persona magnánima, de grandes ideales y de metas las
más altas y sublimes que se pueden plantear en este mundo; siempre
relativas a la gloria de Dios y a la santidad, o mejor dicho, a la per-
fección en la caridad, ya que el meollo de la santidad es la caridad.
La carmelita ha de ser santa, porque para eso la eligió el Señor, y es
lo que Él hará de ella, si ella se dispone generosa y enteramente. El
camino de la fe, de la caridad, del amor fraterno, del desprendimien-
to, del sacrificio, de la servicialidad, y de la humildad será la dispo-
sición más acertada y eficaz para que el Señor la santifique. En
definitiva, el estilo y la finalidad del Carmelo no son otros que
seguir e imitar a Jesús en obediencia y gozosa felicidad, siguiendo
el ejemplo de san Juan de la Cruz: “EL espíritu del Carmelo no es
otro que el de buscarle a Él solo y verle en los superiores, negando
por entero el propio juicio y siendo felices procurando imitar a
Cristo, como dice nuestro Padre San Juan de la Cruz”14.

12 Carta 5426, al P. Evaristo de la Virgen del Carmen, OCD., desde Mancera,


1 de diciembre del año de 1946.
13 Ser feliz en el Carmelo es una de las grandes realidades que M. Maravillas
experimentó desde el primer momento que ingresara en el convento de El Escorial.
Una experiencia que vive, gozosa y extrovertidamente, a lo largo de su existencia.
Una felicidad que contagia, y que siempre recuerda, a quienes se acercan a pedir
entrada en sus monasterios, de la misma manera que lo hace con todas las monjas
con quienes comparte su vida de carmelita descalza, no obstante la gran purificación
interior, mediante una noche oscura tremenda, que la acompaña durante casi toda su
vida. La felicidad es un don de Dios que ella pregona siempre que puede como un
hecho fehaciente en los monasterios de carmelitas descalzas, y que propone como
realización temporal en la convivencia monacal. Se pueden consultar, entre otras
muchas cartas, las siguientes: 3435, 5309, 3525, 4692, 4605. Hasta la misma muer-
te es hermosa y feliz en el Carmelo (cfr. Carta 4070). Ella resumirá su constante
recuerdo de la felicidad existente en el Carmelo en el dicho de santa Teresa de Jesús:
“Es esta casa un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta de sólo
contentar a Dios, y no hace caso de contento suyo” (C 13,7). En el artículo de
Evaristo Renedo se trata brevemente el tema de la felicidad.
14 Carta 5145, a la Madre Carmen de Santa Teresa, antes del 26 de febrero
del año de 1968.
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 439

Siempre es lo que la M. Maravillas vive, lo enseña y lo quiere


compartir, pues lo lleva dentro: vivir es para contentar a Cristo; es
esa la gran libertad que quiere el alma enamorada.
Pero siempre con suavidad. Nada quita la fortaleza de ánimo
para formar en el “camino de la perfección”, al buen talante, a la
suavidad, a la amabilidad, a la disposición sin límites, al buen
humor, a la comprensión, para con el que hay que formar. Como
muy bien aprendió la Madre Maravillas de su santa Madre Teresa
de Jesús, se ayuda a la perfección de la persona, humana y espiri-
tual, más y mejor con suavidad y buen tacto, que con intransigen-
cias y dureza en los métodos. Lo que no escatima dureza y exigen-
cia, exigidas por la misma suavidad equitativa y justa, en determi-
nadas ocasiones y con personas muy concretas.
Todo esto lleva a la solicitud por el hermano, pobre y necesitado
en el camino de la perfección, que pretende recorrer, y a la atención
a las diversas y plurales circunstancias, tan diferentes en las perso-
nas con quienes se convive, y a las que hay que amar y demostrar el
amor fraterno, siempre reflejo del amor a Dios, y camino cierto para
el amor a Dios. Si esto es así para con todos, en todos, y siempre, lo
ha de ser en quienes se tienen que esforzar por ser formadores aptos
y adecuados a los métodos de Jesús de Nazaret.
Su pedagogía, muy al estilo de santa Teresa de Jesús, por lo que
se puede comprobar y deducir, para educar, enseñar, guiar y, sobre
todo, para formar, en la vida religiosa, estaba amasada y conforma-
da por el más auténtico, por inteligente y santo, amor de madre, con
entrañas de esperanza, de la que daba razones, y de fe segura en lo
que ella misma era, hacía, y planeaba en sus fundaciones, y quería
infundir en sus hijas y hermanas.
Es la madre, que intuye, y sabe adivinar casi siempre, las parti-
culares realidades de cada una en las diferentes situaciones de sus
vidas, tanto de cara a Dios como de cara a la vida en comunidad,
aportando luz a las dificultades de todas y cada una.
Y todo, sin mayor preocupación por los métodos, ya que todo
nace de su propia vida y de su larga experiencia, además de que es
brote de amor que salta de su corazón, tierno y comprensivo, de
madre. Ella no hace lecciones o conferencias solemnes, sino sim-
plemente comunica vida y procede desde la misma vida.
440 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

No estaba lejos la M. Maravillas del estilo, y de la pedagogía de


Dios, para con todas sus criaturas.

3.   El modelo teresiano heredado por la M. Maravillas

Para santa Teresa de Jesús el modelo a seguir en todo fue Jesús,


su Maestro y el Esposo de su alma. Desde el encauzamiento de sus
sentimientos más íntimos hasta su consagración especial en la vida
religiosa, todo pasa por el enamoramiento, exigente y creativo, de
Cristo. Por eso, la madre Teresa puede transmitir su experiencia de
amor y de entrega absolutas, sin condición alguna, al que es su
Señor, Esposo y Maestro.
No es tan difícil constatar que la M. Maravillas siguió en todo
momento el modelo teresiano, tal y como llegó a ella; y, a través de
su Madre y Maestra en su espíritu y vocación, llegar a Jesús. Jamás
quiso, ni pretendió, separarse en un ápice de lo que su queridísima
y admiradísima Madre Teresa de Jesús vivió, enseñó y pretendió
transmitir en todo su magisterio, tanto de palabra, como escrito,
como fundacional y muy en especial, en las tareas de la formación.
Los valores teresianos, en una escala humana, social y religiosa,
que asume M. Maravillas con entusiasmo, y que ella misma pone
en práctica, son: A. La bondad de corazón, mostrar contento a los
demás, ser bondadosos. B. El amor a la verdad: vivir en verdad, y
ser verdaderos con Dios y con los demás. Ella siempre respondía
con llaneza, y era amiga de toda verdad, nada de hipocresía y vana-
gloria. C. El amor a la libertad. Gozaba con el dicho, inspirado,
profundo y teológico de san Pablo “la verdad os hará libres”. D. La
alegría. Ella acuña el dicho clásico de que “un santo triste es un
triste santo”, como síntesis real de lo que es la alegría en la vida del
cristiano. Ella reñía a sus monjas si andaban tristes, y les decía que
mientras les durase la alegría les duraría el espíritu. E. La soledad,
el silencio, y el recogimiento, apoyaturas necesarias, e insustitui-
bles, para la oración contemplativa. F. El diálogo; el testimonio de
quienes convivieron con ella nos asegura que era muy amiga de
tomar parecer siempre, y hasta lo hacía con la menor de la casa,
según las categorías conventuales de aquel entonces. Solía pedir en
todo opinión a las monjas, y con frecuencia la seguía. Norma que
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 441

ponía especialmente en práctica cuando pasaba, con motivo de


alguna fundación, o por consulta médica, por los distintos conven-
tos. Respetó siempre los criterios ajenos, y era, en su opinión, recia
cosa hacer fuerza a nadie. Esta capacidad para el diálogo se debe a
su madurez como persona, como religiosa y, además, es fruto de su
mucha experiencia. G. El deseo de complacer y el agradecimiento.
¡Cómo gozaba la M. Maravillas haciendo las cosas bien y con agra-
do para sus hijas, y cómo sabía agradecer todo lo que para con ella,
y para con los demás se hacía! H. El amor da seguridad y ánimo en
todo, pues es la mejor señal de que la voluntad de Dios se está cum-
pliendo. Nada que comporte amor, y sea expresión del amor que
viene de Dios y va a Dios, puede ser malo. I. El optimismo, fruto de
la confianza en el Señor. J. El sentido de la fraternidad, vivida y
testimoniada. K. La solidaridad, que es fruto del amor universal a
todos los semejantes, en particular a los más necesitados.

A.   En el gobierno
a.   Como madre y maestra de postulantes y novicias
No sólo cuando entraban en el Postulantado, sino ya cuando
insinuaban cualquier atisbo de vocación, y andaban inquietas por
elegir estado de vida, y se acercaban al torno como pretendientas al
Carmelo, demostraba la M. Maravillas unas excelentes dotes de
consejera y de captadora de corazones para la vida de especial con-
sagración y, más en concreto, para el Carmelo. Presentaba a la
Orden como la “Orden de la Virgen”, y sus monasterios como
“Casas de la Virgen”, “Casas de María”, “Casas de la Madre”,
“Casas de su Madre” refiriéndose a Jesús, o como “Palomarcitos”
de la Virgen, donde se era plenamente feliz buscando y haciendo en
todo la voluntad de Dios.
Ya monja carmelita descalza, jamás perdió de vista el quehacer
primordial de la formación de las postulantes y novicias, aun en
medio de las arduas y complicadas tareas de las fundaciones, y de
otras muchas cosas, de carácter social y benéfico, que llevó a cabo
a lo largo y ancho de su prolongada vida. Todo ello llevado a cabo
desde su clausura, que tanto amó, y procuró que se guardara. Era
consciente de que por el ejemplo testimoniante, por las obras, se
conocen las personas, los ideales y las metas propuestas.
442 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Desde el principio quiere que sus hijas se sientan como en su


casa. El Carmelo es su casa. Pero siempre unida a todas las demás.
Igualmente pretende la M. Maravillas que se dé gran importan-
cia a la virtud y al voto de la obediencia, pues “el no tenerla es no
ser monja”15. Una obediencia, espiritual, sobrenatural, nacida del
amor, pues de lo que se trata es de cumplir la voluntad divina, y no
la de sus mediaciones. Carga ligera y suave, incluso dulce, cuando
se hace por amor y con amor. “No hay camino que lleve más pres-
to a Dios que el de la obediencia”16.
El olvido de sí misma es otra virtud necesaria para evitar los
peo­res males y poder unirse a Dios. Por eso, ella persigue ese cen-
trarse en sí mismo como un mal muy peligroso al que hay que
desechar en cualquier forma que se presente: “Si se olvida de sí se
llenará de Él, y si esto consigue, ya está hecho”17.
No se puede olvidar que M. Maravillas siempre gozó de una
buena salud espiritual, a pesar de sus largas y terribles noches oscu-
ras del espíritu, porque siempre tuvo presente la virtud de la humil-
dad, como centro de convergencia de los dones de Dios, de la
aceptación de los mismos y de su puesta a disposición de Dios y de
los semejantes. Sabe andar en verdad, quiere servir y está siempre
disponible para reconocer su “nada” y sentirse fuerte para aceptar
cargos, que no le van. Pero ponía toda el alma para exhortar a sus
hijas: “Cuando dicen que meterse en un convento es desperdiciar
las dotes que Dios ha dado, yo me digo: ‘¿El Señor no tendría más
dotes que para ser un pobre carpintero?’ Él vio que lo mejor era
renunciarlo todo, porque su sabiduría divina vio que esto era lo que
más nos costaba a nuestra naturaleza”18. Por eso mismo ella estará
muy capacitada para comprender las flaquezas, e incluso vilezas,
de los demás, y para animar, consolar y levantar el ánimo a todos,
cuando sabe que sus faltas se deben únicamente a la flaqueza
humana y no a mala voluntad.

15 Camino de Perfección 18,7.


16 Fundaciones 5,10.
17 Carta 5031, a la Hermana Mª Paz de San José, 20 de septiembre del año
de 1950.
18 Exhortación hecha el día 12 de junio del año de 1961, en un Capítulo de
comunidad en La Aldehuela.
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 443

Pero ni postulantes ni novicias eran para la M. Maravillas per-


sonas que se meten en un molde y salen todas iguales. Sabe la
Madre que cada una es distinta, y con su personalidad, siempre
dentro de esa unidad, viva y enriquecedora, que las hace a todas
carmelitas descalzas al estilo de santa Teresa de Jesús, de quienes
se han de sentir verdaderas hijas, y a quien han de imitar. Aun con
todo distinguía muy bien entre lo que es la “personalidad propia” y
lo que ella llamaba “personita”.
A este respecto escribía a la M. Priora de Carmelitas Descalzas
de Cabrera: “Lo que yo le decía [de las novicias], de que no fuesen
personitas, teniendo demasiado en cuenta sus opiniones, su juicio,
que por bien de ellas y del convento deben tener tan mortificado y
tan flexible que pueda cambiárseles cuando sea necesario, sin que
se duelan de ello nunca ni que nosotros lo tengamos en cuenta. Al
fin y al cabo, la santidad no es otra cosa que nuestra voluntad unida
a la de Dios sin que tengan que meterse a juzgar nada nunca”19.
La M. Maravillas en esta cuestión de tener cada uno su propia
personalidad es dura y tajante, y no tendrá reparo en decirlo clara-
mente incluso a una M. Priora, como es el caso siguiente: “Lo que
no me ha gustado nada es su copia de la Madre Carmen ... Cada uno
es cada uno y tiene que reaccionar y obrar como quien es y lo que
en uno es de alabar, tal vez no lo sea en el otro; así que a obrar con
sencillez, a imitar a Cristo y a tener confianza con su Madre ... Mire
que no decirme lo que era. Claro que a veces se necesita y conviene
desahogo...”20.

b.   Como priora
Con qué espíritu de madre y hermana, con qué actitud sobrena-
tural, sabe reprender, animar, infundir aliento e ilusión, sembrar
alegría, generar sinceros deseos de perfección, y esperar esperanza-
damente los frutos deseados; lo que implica siempre un generoso
sacrificio, una abnegación plena, y una fe entregada y optimista.
Todo lo cual resulta llevadero, porque la carga del Señor es ligera y
su yugo suave. Y, en definitiva, porque todo es suave, y hasta apare-

19 Carta 4403, a la M. Carmen de santa Teresa, 17 de junio del año de 1958.


20 Carta 4021, a la M. Magdalena de Jesús (Priora de Duruelo), desde La
Aldehuela, 29 de abril del año de 1962.
444 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

ce como dulcificado, por el amor total a quien las ha llamado para


que sean todo para Él, en la vida, en la muerte y en la eternidad.
Cualidad humana y virtud espiritual, además de norma ejem-
plar para la convivencia, fue en la M. Maravillas aquel amor gene-
ralizado a todas, y hecho singular, y más incisivo, en cada una de
sus hijas y hermanas. Sin jamás mostrar predilecciones y singulari-
dades, sabía proveer a todas según su temperamento, edad, proble-
mática, circunstancias y necesidades. Era la femenina y maternal
intuición de una mujer excepcional, sufrida, amorosa, y capacitada
de verdad, para ser madre, formadora y animadora de unos grupos
tan diferentes como eran los grupos de postulantes y novicias que
fueron creándose en torno a ella.
Una admirable prudencia y un envidiable equilibrio aparecen a
cada paso en la tarea de maestra, priora, fundadora que habría de
desempeñar durante casi toda su vida. Amor, perdón, dulzura, sua-
vidad, energía, exigencia sin paliativos, entereza, confianza, son
virtudes que sabe usar con exactitud, cuando conviene y como
conviene. Tiene siempre presente los menores y más pequeños
detalles, y sabe que todo eso es necesario para sobrellevar, con paz
y alegría, la austeridad del Carmelo. Todas saben en las comunida-
des por las que ha pasado que su vida es austera, y que no han de
buscar, ni regalos, ni descanso en lo que es el amor y el servicio al
Señor y a las Hermanas. Son abundantes los testimonios que se
pueden leer en los Procesos de canonización a este respecto.
La práctica de las virtudes diarias, y que son las que mejor
retratan la persona en su valía real, y en su peso humano moral,
espiritual, religioso, e incluso místico, la M. Maravillas las vivió en
grado heroico, sin duda alguna. Por lo demás, así lo ha declarado la
santa Madre Iglesia Católica.

c.   Como fundadora de nuevos conventos teresianos


Y tampoco descuidó, antes bien cultivó con esfuerzo cristiano
y con entrega sin par, la formación de todas las comunidades que
iba fundando. Para ser una buena monja contemplativa, es necesa-
rio una búsqueda en exclusiva de Dios y de su voluntad, pero tam-
bién de un conocimiento de los medios de seguimiento e imitación
de Cristo, además de una buena dosis de abnegación evangélica, y
de entrega a los hermanos.
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 445

Este mismo estilo de formación, de animación y de amor, este


mismo modo de proceder ha de entenderse igualmente en las comu-
nidades que ella fue fundando, y en las que había vivido con ante-
rioridad. Así era ella para con todas sus hijas. Los testimonios de
algunas de ellas que están todavía entre nosotros, y que vivieron
largos años con la M. Maravillas, son unánimes.
Jamás dejará ella de poner delante de los ojos de sus hijas y
hermanas el amor que Dios las tiene, la predilección de María de
Nazaret eligiéndolas para ser miembros de la Orden de la Virgen,
como llamaba también ella, igual que lo hacía su Madre y Modelo
en todo santa Teresa de Jesús. Pero de igual manera no dejará de
poner delante de sus ojos las exigencias de su llamada a una entre-
ga generosa y plena, sin condiciones de ningún tipo, a Jesús.
Tampoco les ocultará sus fallos, deficiencias e infidelidades,
haciendo una auténtica y evangélica labor de corrección, con el fin
de hacerlas más agradables al Señor.

B.   Por medio de sus consejos

En todo esto fue dejando su impronta teresiana, y plasmando su


estilo personal, nacido de su amor a la “Orden de la Virgen” a santa
Teresa de Jesús, y no menos a san Juan de la Cruz, y de su personal
vivencia y experiencia.
La M. Maravillas conocía muy bien por experiencia que no
apremiar, y dejar libertad para actuar, y hacerlo todo por amor,
mueve más, y es el mejor modo de enseñar, mandar y ejercer la
autoridad. Es el modo de saber mandar que no hace costosa la obe-
diencia, sino que, al contrario, la facilita y la hace más libre y enri-
quecedora en el que obedece. Santa Teresa de Jesús lo expresaba
así: “Todo lo hacía, porque parecíame que me lo mandaba el Señor,
y dábale gracia [a su confesor, P. Diego de Cetina, jesuita] para que
me lo mandase de manera que yo le obedeciese” (V 24,2). La
manera que le pedía al Señor era que la mandase con amor, y por
amor, dejándole libertad y no apremiándola. Es de este modo como
se somete uno siempre por amor y con amor, y no porque no hay
más remedio, y no hay otra forma de actuar.
446 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Quiero cerrar esta reflexión sobre la M. Maravillas de Jesús


como formadora a todos los niveles, y desde las diversas perspec-
tivas, con el siguiente testimonio: “No dedicaba largos ratos a ocu-
parse de las novicias y de sus monjas. Decía que temía hacernos
daño. Y que era mejor dejar a Dios y hacernos poco caso. Dios puso
en ella un don especial, y con pocas palabras, pero sobre todo con
su ejemplo, dejaba en el alma una anchura de corazón, libertad y
alegría muy de Dios, y que no se puede decir con palabras. Siendo
novicias, nos decía que la que no estuviese contenta, se podía ir con
toda libertad a su casa, que para entrar hacían falta muchos permi-
sos y papeles, pero para salir ninguno, solamente abrir la puerta.
Daba mucha importancia, desde el noviciado, a que no nos ocupá-
ramos de nosotras mismas. A los dos o tres días de entrar en
Mancera, (junio de 1945) me llevó a pasear por la huerta, mientras
las otras hermanas regaban y hablaban alegremente, pues era la
hora de la recreación de la noche, y me dijo: ‘¿Ve qué contentas
están todas? Cuanto mejor se guarda el silencio, más alegres son las
recreaciones. Ésta es la mejor señal de que se guarda el silencio’.
Decía también que en las obras de los santos Padres teníamos escri-
to todo lo que nos podía venir bien durante toda nuestra vida. Pero
sobre todo en el noviciado nos decía que leyéramos todos los días
el Camino de Perfección”21.

4.   No descuidó la formación permanente entre sus hijas

Otro dato a tener presente en la M. Maravillas es la urgencia


que ella hace a sus hijas y hermanas de la necesidad de la formación
continuada; es decir, de lo que hoy llamamos la formación perma-
nente. Tienen que saber que la formación no es cuestión sólo del
postulantado, del noviciado, ni del tiempo de los Votos Temporales,
sino que es una tarea de toda la vida: el revestimiento de Cristo, el
desarrollo de la vida espiritual, el tener los mismos sentimientos de
Jesús de Nazaret, no es un quehacer de la formación institucional,
inicial, sino tarea, primordial e insustituible, de toda la vida. Ni
todo el tiempo de nuestra existencia temporal es suficiente para

21 Testimonios conservados en las carmelitas descalzas de La Aldehuela.


MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 447

llegar a alcanzar la sabiduría de las cosas de Dios, ni para la perfec-


ción en la santidad, además del testimonio adecuado y comprensi-
ble que hay que llevar a los hombres y mujeres del tiempo que nos
toca vivir.
Sabía muy bien M. Maravillas que esto de la formación perma-
nente no es un hallazgo de nuestros días, sino que es algo necesario,
y siempre urgente, durante toda la vida. La vida religiosa es, en
gran manera, búsqueda y encuentro. Ya la santa Madre Teresa de
Jesús había implantado un plan de formación concreta, aconsejan-
do determinadas lecturas que a ella tanto bien le habían hecho, y
llevando a la práctica las reuniones conventuales oportunas, y los
certámenes espirituales con otros conventos. Y esas tareas y reali-
dades fundamentales del hombre y de la mujer que quieren dar
sentido pleno a su existencia, no son únicamente de un tiempo
limitado y concreto; son de siempre.

5.   Conservadora y renovadora

A nadie resulta sencillo encontrar el equilibrio perfecto entre lo


que se debe conservar como esencial e importante en una obra tan
singularmente compleja como es la vida de especial consagración,
y aquello que se ha de renovar como medio adaptado y adecuado
para una vivencia más coherente y perfecta de lo que son la obser-
vancia y el testimonio correspondiente de un espíritu y de un estilo
de vida aprobado y bendecido por la Iglesia, en tiempos pasados,
históricamente marcados con sus características y con su problemá-
tica, y los tiempos actuales a los que quiere adaptar lo anterior, y
ponerlo al día, para que sea entendido ese estilo de vida y sea ejem-
plarizante.
M. Maravillas distinguió oportunamente lo que era una renova-
ción institucional, litúrgica y espiritual, que siempre aceptó como
hija ejemplar de la Iglesia, lo que era una renovación en lo norma-
tivo y disciplinal, ayuda necesaria para ser entendido su testimonio
de vida en las diferentes y cambiantes situaciones de la historia, y
que, cuando creía que era necesaria y coherente para la formación
y la información pertinentes de la comunidad ella misma fue la
primera que las introdujo en sus comunidades. Recordamos a este
448 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

respecto, dos hechos simples y concretos como botón de muestra:


el primero de ellos fue el uso de la televisión en la coronación de
Pablo VI: “En este período hizo un viaje a Montemar, para acabar
de decidir el lugar del convento, y lo que quería comprar enfrente,
para las Misioneras, para que no nos dominaran la clausura. Y
recuerdo que en este viaje nos hospedábamos en casa de su sobrina
Cristina Beltrán de Lis, señora de Domecq, y al momento de llegar,
nos dijeron que empezaban a televisar la coronación del Papa Pablo
VI. Y alguien de la familia se lo dijo a la sierva de Dios, y le pre-
guntaron si aquello no lo podíamos ver las monjas. Porque la sierva
de Dios siempre había pensado que la televisión no era apropiada
para las religiosas. Y se detuvo a pensar un momento, nos dijo que
no tenía allí a quién consultar y, por fin, decidió que sí, que la vería-
mos. Y fue muy edificante para toda la familia. Y a nosotras nos
hizo mucho bien, tanto a la Hermana Isabel como a mí, y a la
misma sierva de Dios, que después comentó muchas veces que
debió ser una providencia de Dios, porque tenía mucho que rezar
por el Santo Padre Pablo VI”22.
Ciertamente que este hecho fue único y excepcional en su vida,
del todo puntual y aislado, dado en unas circunstancias muy parti-
culares, como se puede ver. “Si la M. Maravillas hubiera estado en
su clausura, ni se le hubiera ocurrido. Hemos vivido con ella acon-
tecimientos eclesiales tan grandes como el narrado. Por ejemplo:
apertura y clausura del Concilio Vaticano II, entierro de Juan XXIII
(a quien quería muchísimo), elección de Pablo VI, con la emoción
de la “fumata”, etc... Y, aunque algunas familias insistían en traer-
nos la T.V., N. Madre nunca accedió. Estos acontecimientos se
seguían por la prensa que nos pasaban de fuera, y se comentaban
con todo interés en comunidad, sobre todo encomendándolo de
manera particular23.
El segundo fue respecto a la aceptación del uso de los medios
mecánicos modernos: “En cuanto a los utensilios y enseres electro-
domésticos, como eran la nevera, la lavadora, y la olla exprés, la
sierva de Dios no consintió que se usaran en el convento, hasta que
se enteró que no eran artículos de lujo y de personas adineradas,

22 PSumm § 4953, p. 486: declaración de la M. Dolores de Jesús).


23 Testimonios de monjas que convivieron con M. Maravillas.
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 449

sino que los pobres también las tenían; pero nos advirtió que esto
no era para nuestro regalo, sino que eran necesarios o para conser-
var los alimentos o para economizar trabajo a las Hermanas, y que
se pudieran dedicar a otras cosas, que no podían hacer por medios
mecánicos, como ocurría con la lavadora”24.
Pero es que, ya en el año 1931, pone el teléfono en el Carmelo
del Cerro, por mandato de D. Leopoldo Eijo y Garay. La Hna. Mª
Reyes del Corazón de Jesús lo cuenta de este modo: “Y entonces
me dijo la Sierva de Dios que, cuando empezaron a ponerse las
cosas mal el año mil novecientos treinta y uno, le mandó el Sr.
Obispo, Don Leopoldo, que pusieran teléfono en el Cerro ... Ya
anteriormente, el Padre Torres le había indicado a la Madre Dolores
que debía hablar con la Sierva de Dios, porque decía que eran dos
personas muy parecidas, y que se iba a entender con ella como con
nadie. Y entonces, la Sierva de Dios me dijo que, desde el primer
momento, la Madre Dolores le encantó. Y la Madre Dolores recu-
rrió a su tío Don Estanislao, y así instaló el teféfono en el Cerro de
los Ángeles. La Sierva de Dios, anteriormente, no había querido, a
pesar de cómo lo había querido la Madre María Josefa, como ya he
declarado anteriormente. Pero en estas circunstancias se impuso la
obediencia al Sr. Obispo, que la había mandado ponerlo”25.
Bien distinto era su parecer, y su actuar, respecto a lo que era
una renovación en lo esencial e importante, entendido esto como
un cambiar lo que supondría tocar, en claro perjuicio del mismo, el
estilo y el espíritu, discernido y aprobado por santa Teresa de Jesús.
En eso ni un punto, pues lo veía como una pérdida de los conteni-
dos espirituales y propios de la Madre Fundadora, y de lo que ella
interpretaba era su aportación peculiar y característica, y como tal
había sido aprobado y bendecido por la Jerarquía de la Iglesia.
Bien distinguía M. Maravillas lo que son las renovaciones ade-
cuadas en lo exterior y en lo interior. Tenía una conciencia clara de
que la renovación interior adecuada es la que ha de soportar la
renovación exterior adaptada, y que ésta es la que ha de ayudar a
una renovación interior, válida y eficaz. La renovación en lo que es

24 PSumm § 1921, p. 955: declaración de la M. Mª Reyes del Corazón de


Jesús).
25 PSumm § 1718).
450 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

externo ha de ser sin más un medio para ayudar a la renovación


interna, del espíritu.
Decía, por ejemplo, en el año 1971, respecto a las novicias: “En
cuanto a las novicias, nosotras seguimos como siempre, la misma
vida y las mismas enseñanzas: su vida de oración, de mortificación
y silencio, lo que Ntra. Sta. Madre nos enseña en el Camino de
Perfección”26.
Pero será recurrente transcribir algunos textos respecto a la
renovación conciliar, expresión de su criterio, todos ellos posterio-
res a la clausura del Concilio Vaticano II, y que los quiero proponer
cronológicamente: “En Roma, tanto nuestro Padre General como
nuestro Definitorio, se ve desean ardientemente conservar este
tesoro de vida que por inspiración del Señor y con luz del cielo
instituyó nuestra Santa Madre; no lo estropeemos sus hijas ... Para
renovarnos, como quiere el Concilio, ¿qué mejor que vivir cada día
más a fondo lo que nuestros Santos e incomparables Padres nos
enseñaron?”27. “¡Qué felicidad es ser hijas de nuestra Santa Madre
y qué pena tan inmensa pensar que podamos cambiar algo de lo que
ella nos puso con tanta luz del cielo, con aquel horno de amor de
Dios, con aquella inteligencia, con aquel corazón que Él le había
dado!”28. “Nos parece muy importante que no nos quiten las cosas
que nuestra Santa Madre nos dejó. ¡Qué bien pega aquello de la
coplilla. ‘Cuiden sus hijas, con tenacidad y esmero, ese legado pre-
cioso de la Madre incomparable que Dios nuestro Señor les dio
hace siglos y del que les pedirá cuenta muy estrecha’”29. “El nom-
bre de carmelitas descalzas, en labios de nuestra Santa Madre
Teresa, era como la expresión de todo lo que llevaba dentro sobre
la Reforma del Carmelo, la expresión del espíritu que ella quiso
renovar en el Carmelo de mayor austeridad, de vuelta a la Regla
primitiva, de silencio, de soledad, de oración, de pobreza, de retiro
del mundo. Todo eso que ella llevaba dentro, se ve muy claro en

26 Carta 5315, a la M. Esperanza de la Cruz (CD. La Purísima Concepción.


Alcalá de Henares), desde La Aldehuela, 1 de noviembre del año de 1971.
27 Carta 5303, a la priora de Talavera de la Reina, desde La Aldehuela, 4 de
mayo del año de 1966.
28 Carta 4574, a la M. Ana de Jesús, desde La Aldehuela, el año 1966.
29 Carta 761, al P. Valentín de San José, desde La Aldehuela, 11 de mayo del
año de 1968.
MADRE MARAVILLAS, ANIMADORA DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS Y FORMADORA 451

todas sus obras, que ella lo resume y lo expresa con una sola pala-
bra: la descalcez”30. “No queremos cambiar nada de lo que nuestra
Santa Madre nos dejó tan admirablemente dispuesto, procurando
mucho, desde luego, la reforma interior, para vivir cada día más
nuestra vida de verdaderas carmelitas descalzas, como lo desea y
nos pide el Concilio”31. “Renovarse para servir al Señor más pen-
dientes de su compañía, es como debe vivir una carmelita siempre,
y aún más en estos tiempos que los suyos abandonan así al Señor.
Ésa es la renovación que hay que hacer y que el Papa desea”32.
“¡Qué bueno ha sido el Señor con sus carmelitas, que en estos tiem-
pos de tanta confusión nos ha dejado una doctrina segura y verda-
dera, para seguir adelante nuestra misión en la Iglesia y nuestra
vida escondida que tan felices nos hace! Estemos muy firmes y
unidas en nuestros deseos de conservar lo que nuestra Santa Madre
nos dejó, y muy unidas en la oración de unas por las otras, para que
lleguemos a ser lo que ella esperaba de sus hijas”33. “Todo ello
pasará como una sombra, pero tendremos la alegría de haber pues-
to nuestro pobre granito de arena para sostener el inmenso edificio
que nuestra Santa Madre levantó con tanta luz de Dios y con tantos
trabajos suyos”34.

6.   Formadora de las comunidades que ella fundó

Puso la M. Maravillas de Jesús un singular empeño en la forma-


ción integral de las monjas en las comunidades que iba fundando,
donde acuñaba con solicitud las huellas teresianas, su seguimiento,
imitación y conservación, contra todo aquello que se vislumbrara
como decadencia y falta de espíritu e ilusión en la vida teresiana de
sus “palomarcicos”.

30 Carta 6907, al P. Miguel Angel de San José, OCD., desde La Aldehuela,


12 de mayo del año de 1968.
31 Carta 6766, al P. Segundo de Jesús, OCD., desde La Aldehuela, 23 de
febrero del año de 1969.
32 Carta 4866, a la M. Supriora de Duruelo, desde La Aldehuela, 11 de sep-
tiembre del año de 1970.
33 Carta 5315, a la M. Esperanza de la Cruz, desde La Aldehuela, 1 de
noviembre del año de 1971.
34 Carta 6909, al P. Miguel Angel de San José, OCD., desde La Aldehuela,
11 de enero del año de 1973.
452 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

Base indispensable de la buena marcha de una comunidad reli-


giosa es la adecuada formación humana, cristiana, espiritual, y
carmelitana, según el estilo de la que fuera su santa Madre y
Fundadora.
Estuvo aquí su huella más patente, y que arraigó hondamente en
todas esas comunidades. Pero, en definitiva, no era otra cosa más
que lo que había enseñado, siempre y en todo, a cada una de las
carmelitas descalzas que ingresaban en esos conventos por ella
fundados y en los que aceptaron las ayudas de reforma solicitadas,
y por ella misma aportadas.

7.   Tres cartas de M. Maravillas de gran interés

Quiero terminar estas breves reflexiones sobre la M. Maravillas


de Jesús, como animadora y formadora de comunidades de carme-
litas descalzas, según su modo de entender y de vivir el espíritu y
el estilo de santa Teresa de Jesús, con la propuesta de tres cartas
suyas, dos de ellas escritas al P. Alfonso Torres, SJ, y otra a una
monja tentada. Las dirigidas al P. Torres están escritas en el Cerro
de los Ángeles, y la otra está escrita en La Aldehuela. Hacen el
número 101 y 158, y 4790 respectivamente.
Son unas cartas realmente significativas, y expresión patente,
de lo que era la M. Maravillas de Jesús, de cómo pensaba, de
cómo vivía la vocación carmelitano-teresiano-sanjuanista y de
cómo aconsejaba, desde el amor, la experiencia y la humildad, a
quienes acudían a ella, abriendo su corazón y planteando sus difi-
cultades.
456 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO

De todo lo que se ha recordado en este artículo, tres son las


conclusiones a destacar:
1.ª   La M. Maravillas de Jesús fue un verdadero don de Dios a
la Familia del Carmelo Teresiano del siglo XX. Aportó a la Iglesia
frescura y vida interior, y al Carmelo vuelta exigente a los orígenes
teresianos, tal y como ella lo entendió, y así se lo aprobaron. Hizo
de contrapunto a lo que pudiera ser una renovación menos adecua-
da, por quedarse excesivamente en lo exterior, y no ahondar en el
profundo calado de una renovación conciliar, que dibuja una Iglesia
modelo para un mundo en cambio, especialmente en lo espiritual,
y testimonio profético de un estilo, que jamás se ha de perder.

2.ª   Fue la M. Maravillas una mujer de intereses esencialmente


cristianos, empapados de teresianismo para el Carmelo, y de accio-
nes evangelizadoras para con el mundo de los pobres y marginados.
Contemplación, mística y obras apostólicas encajaron perfectamen-
te en el espíritu y estilo de la M. Maravillas de Jesús, realizando de
esta manera el modelo perfecto de María y Marta, que siempre han
de andar juntas. De esto se preocupó admirablemente M. Maravillas
a lo largo de su existencia.
3.ª   En todo demostró, como maestra de postulantes y novicias,
como priora y, sobre todo, como fundadora de nuevos conventos,
con aire y frescura nuevos, una admirable capacidad de animadora
y formadora en la transmisión de sus ideales, con intuiciones since-
ramente maravillosas, y con actitudes que nada tienen que envidiar
a las de los mejores pedagogos y educadores, que sean, a la vez,
verdaderos animadores de los grupos aspirantes a realidades y
metas humanizadoras y cristianas, por ser plenamente integradoras
de los valores de la criatura humana.
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 457

SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS


DEL CARMELO

Mauricio Martín del Blanco, OCD


† Evaristo Renedo Vega, OCD

“La Madre Maravillas de Jesús es una figura que ha encarnado


plenamente el espíritu de la gran Santa Teresa de Jesús y de San
Juan de la Cruz”1.
Con este texto, de evidente autoridad eclesial, se pueden respal-
dar muchos aspectos esenciales de la vida de Santa Maravillas de
Jesús, carmelita descalza de nuestros días, y modelo de vida cristia-
na bajo muchos aspectos para los hombres y mujeres de nuestro
hoy, acerca de sus relaciones filiales, siempre de verdadera hija,
con la Madre Fundadora, Teresa de Jesús.
En este caso nos sirve para dar inicio a unas reflexiones sobre
las preferencias evidentes que tuvo M. Maravillas por los santos del
Carmelo.
Al hablar de los santos del Carmelo, el primer lugar lo ocupan
quienes para toda la Familia del Carmelo Teresiano son, desde un
principio, tenidos y llamados “los Santos Padres” o “nuestros
Santos Padres”, entendiendo siempre bajo esta denominación fami-
liar a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz, iniciadores de
un nuevo estilo de vida en el Carmelo primitivo.
Pero no se podrían entender esas preferencias, si no partiéramos
de un hecho vital en la M. Maravillas de Jesús: su enamoramiento
de Jesús de Nazaret, Cristo, centro, y única razón, de toda su exis-
tencia. Quizá dos aspectos del Cristo –Dios y Hombre– sean desta-
cables en la contemplación y admiración de la M. Maravillas,

1 Relatio et Vota Congressus Peculiaris super virtutibus, 24 de mayo del


año de 1996, Voto VII, p. 76.
458 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

Cristo-Eucaristía, y Cristo-Crucificado. Es decir, la Eucaristía y la


Cruz.
A la Madre Maravillas le gustaba que el Sagrario lo presidiera
todo en el templo, llamando a todos y encontrando sus delicias con
sus criaturas. Jesús Sacramentado es el centro de la vida de todos
los Carmelos. Muchas fueron las horas que M. Maravillas pasó
acompañándole junto al Sagrario.
Lo mismo se puede decir de la Cruz: fue para ella siempre un
punto de referencia en sus muchos sufrimientos, y en las no escasas
cruces que tuvo que llevar sobre sus hombros.
Al lado de la Cruz y del Santísimo Sacramento de la Eucaristía,
se ha de colocar su amor y devoción al Sagrado Corazón de Cristo,
fuente de amor y de esperanza sin igual, en la que sólo quiso vivir
para Él, desde los fuertes sentimientos de pequeñez y de nada, que
acompañaron durante toda su existencia a la M. Maravillas de
Jesús.
En ella Jesús prevaleció, siempre, y en todo el hacer de su vida;
el amor y la entrega radical a Cristo, en total olvido de sí misma
fueron una realidad sin fisuras. No podía pasar un momento sin
vivir la presencia de su amado y único Bien, afirmación tantas
veces repetida por la M. Maravillas al hablar, o escribir en sus car-
tas, de Cristo.
La M. Maravillas fue una enamorada del carisma contemplativo
de la Orden del Carmen. El entusiasmo por nuestros santos Padres,
de su vida y doctrina, fue de un calado hondo y sincero. De ellos
nace, al mismo tiempo, su amor y respeto enormes a la Jerarquía de
la Iglesia, así como a los superiores de la Orden. Es herencia tere-
siana sin duda alguna.
Fue una carmelita descalza que buscó lo esencial en todo, sin
detenerse, en exceso, en lo accidental e insignificante.
Y su vida espiritual-mística, y todo lo que hacía en favor de los
demás, quiso vivirlo y hacerlo en escondido silencio, en una paz
inalterable, en atención providente hacia los más pobres y abando-
nados, y con una misericordia maternal envidiable hacia los mis-
mos que la defraudaban.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 459

Sus devociones más fundamentales y primeras

Sobre las devociones que Santa Maravillas de Jesús tuvo, y que


fueron, y son, fundamentales para todo buen cristiano, y más para
una mujer perteneciente a la vida de especial consagración, se ha
escrito algo, al menos como un esbozo, donde queda claro: su
devoción a la Eucaristía y a la Virgen 2.
Con independencia de su preferencia por los santos fundadores
del Carmelo Teresiano, la M. Maravillas de Jesús tomó desde sus
primeros años de vida cristiana, y más todavía en el Carmelo, como
modelo de entrega, seguimiento e imitación de Cristo, a María
Santísima. En María encontraba todo lo necesario para seguir a
Jesús de Nazaret; y en María halló toda la gracia necesaria para
recorrer el camino de la santificación, y la verdad y la esperanza
para ser la humilde, pobre y sencilla sierva del Señor.
De la ternura de la Madre, de la intercesión de la Madre, del
amparo materno, esperaba Madre Maravillas todo. ¡Cuántas veces
la oyeron sus hijas repetir: “Madre mía, ¡qué buena has sido siem-
pre conmigo!”3.
Así lo entendió Santa Teresa de Jesús, así lo entendió San Juan
de la Cruz, y así lo vivieron, con intensidad profunda, y con amor
incansable, los dos fundadores, padres y maestros, del Carmelo
Teresiano.
Del mismo modo lo entendió y lo vivió Santa Maravillas de
Jesús, que no duda en decir: “¿Cómo podremos agradar con Ella al
Señor sin imitarla como la Santa Madre lo deseaba?”4. Lo entendió
en el silencio contemplativo de la oración, en la mirada fija en
María. Y llegó a una conclusión práctica y vital: “Cómo este [el del
sacrificio, la humillación, la nada] es el camino de la carmelita a
ejemplo de María”5.

2 Así se puede ver en: Carmelitas Descalzas de La Aldehuela-El Cerro de


los Ángeles, Dios vivo, muy amante y muy amado. Vida eucarística de la M.
Maravillas de Jesús, Carmelita Descalza, Salamanca 1993. Rafael Mª López
Melús, Nuestra dulcísima Madre. La Virgen María en la vida y escritos de la Beata
Maravillas de Jesús, Madrid, Edibesa, 2001.
3 cfr. los testimonios abundantes que se encuentran en PSumm a lo largo de
toda ella.
4 Carta 101.
5 Ib.
460 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

Se puede muy bien decir que el mensaje de Santa Maravillas de


Jesús es el de enseñar a todos a cumplir con gozo la voluntad de
Dios, cuando Él quiera, como Él quiera y lo que Él quiera, por
medio, y a imitación, de María de Nazaret, sierva del Señor, Hija de
Dios-Padre, Madre de Dios-Hijo, Esposa de Dios-Espíritu Santo.
Entre esas devociones más generales de la vida cristiana, está
también la de San José, Esposo de la Virgen, y fiel guardián de
Jesús. Devoción, por otra parte, tan de Santa Teresa de Jesús, que
tampoco faltó en la vida de la M. Maravillas6. En efecto, ella vivió
muy teresianamente su amor y devoción a San José, y procuró que
así vivieran ese amor y esa devoción los demás. En sus cartas nos
ha dejado unas muestras claras de su vivencia del josefinismo, y sus
conocimientos de diferentes temas sobre el justo San José. Él es un
perfecto modelo de de vida sencilla y escondida, de oración y tra-
bajo, maestro del vivir con gozo en el Señor.
Nos proponemos exponer, aunque no sea más que brevemente,
sus preferencias por los santos del Carmelo y, en concreto, en el
Carmelo Teresiano.
Aun con todo, no podemos menos de recordar aquí, a modo de
preámbulo espiritual en la vida de la M. Maravillas, algunos deta-
lles mínimos en torno a su amor y devoción a la Virgen del Monte
Carmelo, “Nuestra dulcísima Madre”, como ella repetirá en muchas
de sus cartas.

Los orígenes de su amor y devoción a la Virgen del Carmen

María de las Maravillas tiene vocación de vida religiosa desde


niña; es más, tiene vocación de vida contemplativa, pero en princi-
pio sin pensar en nada en concreto, como es normal. Sin embargo,
el Carmelo no lo conocerá hasta muchos años más tarde. Es
Dolores Pidal, prima suya, que conocía bien el Carmelo, y deseaba
ser carmelita, quien le habla por primera vez de esta Orden. A tra-
vés de su prima conoció María de las Maravillas el Carmelo; y
desde que lo comenzó a conocer, por designios inescrutables de
Dios, lo amó de corazón.

6 Se puede consultar: Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, San José en


la vida y espiritualidad de la Madre Maravillas de Jesús, 1997. Es la 2ª edición.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 461

Habrá que remontarse a sus primeros contactos con los escritos


de los santos fundadores del Carmelo Teresiano, cuya doctrina la
entusiasmó, para entender mejor su amor a la Virgen del Carmen,
que fraguará en una vocación sin condiciones de ninguna clase.
Subirá de tono cuando va conociendo la vida de las carmelitas
descalzas, y se va informando del espíritu y del estilo de esta vida
contemplativo-carmelitano-teresiano-sanjuanista, que son los com-
ponentes esenciales de la espiritualidad del Carmelo de Teresa de
Jesús y de Juan de la Cruz. Y, por supuesto, cuando se va introdu-
ciendo en la vida de oración y de modo de vivir la presencia de
María, bajo la advocación del Monte Carmelo, en la espiritualidad
del Carmelo Teresiano.
Se enriquecerá en profundidad y en enamoramiento creciente
cuando, después de una larga espera, que lleva con absoluta sereni-
dad, ingrese en el Carmelo de El Escorial.
Su amor a la Virgen, bajo la advocación del Monte Carmelo
prevaleció, no obstante el conocimiento que tenía de otras advoca-
ciones, y que habían motivado a su familia para ponerle el nombre
de María de las Maravillas, por nuestra Señora de las Maravillas,
Patrona de Cehegín (Murcia), de donde era su madre, Dª Cristina
Chico de Guzmán y Muñoz.
Comenzó el noviciado poniéndose bajo la protección y el
amparo de la Santísima Virgen, que sería siempre su modelo en
todo: en la contemplación, en el recogimiento, en el silencio, en la
pobreza, en la humildad, en la sencillez, en el sufrimiento, en dar la
vida por Cristo, en definitiva.
Tres devociones marianas destacaron, según los testigos de la
Causa de Canonización, en Santa Maravillas de Jesús: el santo
Rosario, el santo Escapulario y el mes de mayo.

¿Manifestó especial devoción al escapulario del Carmen?

Indudablemente que sí. Su deseo era que todos llevaran el


Escapulario del Carmen, como prenda de salvación por mediación
de la Virgen: “Que pongan todos el santo Escapulario, prenda de
462 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

salvación, para que no se le pierdan tantas almas a Cristo, que las


quiere salvar por medio de su Madre”7.
Ella recordará, además, que los teólogos han dicho que las pro-
mesas de la Virgen se cumplirán: la de la liberación de la muerte
eterna, hecha a San Simón Stock, y la de la liberación del purgato-
rio, hecha al Papa Juan XXII8.
Por otra parte, también el santo Escapulario es prenda de la
protección de María Santísima en el dolor y en las enfermedades:
“Sé que está V. enfermo, que está sufriendo, y no necesito decirle
lo mucho que le recuerdo al Señor y le pido su salud; pero quisiera
servirle de algo, de alguna ayuda, aliviarle en lo que pudiera; y
como no puedo visitarle, pues soy una monja de clausura, he pen-
sado enviarle ese Escapulario de la Virgen nuestra Madre, rogándo-
le dos cosas: que se lo ponga V. de mi parte, y que vea en ello el
deseo de que la Virgen le cure de todas sus dolencias físicas y
morales, pues Ella es Madre y lo comprende todo, atiende a todo,
lo suaviza todo”9.
La Hermana Mª Reyes del Corazón de Jesús nos dice: “Era
devotísima, como buena carmelita, del santo Escapulario. A noso-
tras, las novicias, nos dijo en Arenas, que si nos gustaría pasarnos
el sábado entero haciendo escapularios”10.
Como manera especial y singular de celebrar el año que se
cumplía el 7º centenario del Escapulario del Carmen, se le ocurrió
la siguiente buena idea: “Y el año mil novecientos cincuenta y
dos, que era el centenario del escapulario de la Virgen del Carmen,
quiso la Sierva de Dios que todas sus religiosas el trabajo del
sábado lo dedicáramos únicamente a hacer escapularios para
regalarlos”11.
Y, como remate de su devoción al santo Escapulario, y de su
confianza en las promesas a él concedidas, en el lecho de muerte
pregunta si lleva puesto el Escapulario. Así lo testifica Hermana Mª
Reyes del Corazón de Jesús: “Y hasta la hora de la muerte, una de

7 Carta 1701.
8 cfr. Carta 5625.
9 Carta 6750.
10 PSumm., § 1807.
11 M. Magdalena de Jesús, en PSumm, § 2762.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 463

las cosas que nos preguntó era si tenía el Escapulario puesto. Decía
que el Escapulario era la librea de la Santísima Virgen”12. Signo
claro de que su amor y su devoción en el largo camino de su vida
de carmelita descalza los había vivido con fervor y esperanza.
Hay muchas más presencias autobiográficas, y muchos más
testimonios de personas que convivieron con ella, referentes al
santo Escapulario del Carmen. Pero no es este el primer objetivo de
nuestro estudio.

Los santos padres, o nuestros santos padres

Siguiendo el espíritu y el estilo del Santo y de la Santa, M.


Maravillas de Jesús es una continuadora de su obra de fundadores
y de maestros en los caminos del Espíritu, pues ellos fueron sus
verdaderos maestros espirituales durante toda su vida.
Queda muy claro que, en Santa Maravillas de Jesús, nuestros
Santos Padres –Teresa de Jesús y Juan de la Cruz– ocupan el primer
puesto en el amor y en la devoción. Ellos son quienes han guiado
la vida espiritual de M. Maravillas, como la de todos los que han
sido llamados a ser miembros de su Familia Carmelitano-Teresiano-
Sanjuanista. Ella también los llamaba así, y tenía sus escritos como
verdaderos tesoros de luz y amor al Señor: “¡Que tesoros tenemos
en los libros de nuestros Santos Padres tan llenos de luz y de amor
al Señor!”13.
La M. Maravillas es, con seguridad, una extraordinaria excep-
ción en hondura e intensidad en este aspecto. La Hna. Mª Reyes del
Corazón de Jesús afirma lo siguiente: “A nuestros Santos Padres,
Santa Teresa y San Juan de la Cruz, les tenía una devoción especial.
Se sabía casi de memoria sus obras, y nos hablaba constantemente
de ellos en los Capítulos y en el Noviciado”14. Quien lea algo de sus
escritos –cartas y billetes espirituales– se percatará inmediatamente
de este hecho que es vital en toda su formación, en su espirituali-
dad, y en sus modos de actuar como maestra de postulantes y novi-

12 PSumm., § 1808.
13 Carta 4749.
14 PSumm., § 1813.
464 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

cias, como priora, y en toda su labor de fundadora de nuevos con-


ventos teresianos. Ella los leyó, los interpretó, y vivió su espiritua-
lidad de una manera personal, pero con una fidelidad realmente
filial y creativa, como lo hace cualquier hijo, o cualquier discípulo,
de un padre, de una madre, de un maestro, de una maestra, en el
orden natural y en el espiritual. Lo que sí es cierto es que su since-
ridad y su verdad la dice y proclama a los cuatro vientos; jamás se
avergonzará de hacerlo.
Por otra parte, no es, ni como mujer, ni como monja, ni como
espiritual, ni como mística, que desprecie la experiencia de los
demás, o que reniegue de las consultas pertinentes, y de pedir con-
sejo y parecer, siempre que tenga dudas, o que lo crea necesario y
conveniente. Lo hizo así, como mujer cristiana que está recorriendo
el camino de la santidad, lo hizo como monja carmelita que recorría
esa subida del Monte Carmelo con ilusión, admiración, abnegación
evangélico-teresiano-sanjuanista, lo hizo como priora siempre, y lo
llevó a cabo como formadora de postulantes y novicias.
Normalmente compartía y pedía información y parecer en las
decisiones que debió tomar –que no fueron pocas, ni escasas, ni de
poca importancia– a lo largo de su fecunda vida.
Para el estudio de estas preferencias de la M. Maravillas de
Jesús por los santos del Carmelo, tenemos ya una base primera en
los estudios que se han llevado a cabo en estos años15.
Ciertamente, no es menos real el amor que M. Maravillas tuvo
a la Iglesia, al estilo y modo de la Madre Fundadora Teresa de
Jesús. Por eso, junto a su preferencia por la Santa, se verá también
reflejada su preferencia por la Iglesia.

15 Como son: J.F.M., Por las sendas de la caridad. La Madre Maravillas, hija
de la Iglesia y de Santa Teresa de Jesús, Madrid 1984. Baldomero Jiménez Duque,
San Juan de la Cruz y la Madre Maravillas de Jesús, Ávila, colección TAU, 1990.
El autor del libro “Por las sendas de la caridad”, citado en esta misma nota, con
acertado criterio ha unido su investigación sobre la presencia y la preferencia de M.
Maravillas acerca de Santa Teresa de Jesús, con el tema de la Iglesia. Son dos
amores inseparables al contemplar la presencia de Teresa de Jesús en la vida y
enseñanza de la M. Maravillas, porque la Iglesia y Teresa, Teresa y la Iglesia, fue-
ron dos realidades estrechamente unidas, por estar, tan viva y espiritualmente, y
hasta misioneramente, cohesionadas. Con dificultad se podría conocer, e interpretar
adecuada y correctamente, a la Doctora Mística del Carmelo separada de su amor
y entrega a la santa Madre Iglesia Católica.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 465

Respecto a sus preferencias sobre San Juan de la Cruz, sí se


puede afirmar que, en las cartas a sus directores espirituales, las
citas del Doctor Místico son más abundantes que las de la Santa. Lo
que, de algún modo, significa que su presencia en la vida espiri-
tual-mística es abrumadora y eficaz. Incluso se puede decir que, en
el fondo, su espiritualidad se conduce por derroteros personales
más parecidos a los del Santo que a los de la Santa.
De hecho, la gama enorme de fenómenos místicos extraordina-
rios, que se dan en la Doctora Mística, no está reflejada en la vida
y espiritualidad de M. Maravillas. En la vida de San Juan de la Cruz
prevalece su experiencia escondida de Dios, y no hay apariencias
extraordinarias de su honda y personal experienca mística, con
seguridad también muy extraordinaria en sí misma, aunque sin
epifenómenos místicos extraordinarios.
De todas formas, no es esta la cuestión, pues no se trata de
encasillar la experiencia de la vida espiritual-mística de M. Mara­
villas, ni en la del santo de Fontiveros ni en la de la Madre
Fundadora Santa Teresa de Jesús. La impronta personal es intrans-
ferible, y la relación con Dios tiene en cada uno un sello singular.
Santa Maravillas de Jesús bebió en las fuentes teresiano-sanjuanis-
tas evidentemente, porque ambos fueron los que robaron su cora-
zón materno-paterno, y quienes guiaron, con el Espíritu Santo, su
vida entera, sobre todo la espiritual-mística, e incluso también la
monacal y humano-social.
La M. Maravillas ha vivido una intensa unión espiritual con
Dios, sin duda alguna equivalente a la graduación teresiana de las
Moradas, y se acerca, acaso más a la graduación sanjuanista, aun-
que su itinerario no es, con exactitud, ni el de la Mística Doctora ni
el del Doctor Místico. En el fondo, M. Maravillas bebe en la peda-
gogía de ambos y se nutre de la vivencia, fuerte y transformante de
la gracia, que la va uniendo paulatinamente a Dios, con quien tra-
baja para hacer en todo su voluntad, y agradar así al Señor, practi-
cando las virtudes, sustentadas en la gracia y en la caridad. Ella
quiere endiosarse al máximo posible, en esa tarea sublime de cola-
borar con Él, dejándose purificar y santificar. Realidad que se lleva
a cabo esencialmente en la vivencia de la gracia y en el ejercicio de
las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Jesucristo es el eje
466 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

en torno al cual gira toda la obra de la transformación del hombre


en Dios, con la ayuda y presencia del Espíritu Santo.
Y todo culmina en la fuerte y sublime experiencia del misterio
trinitario. La Trinidad Santísima es la cima de la experiencia místi-
ca cristiana: lo fue en la de Santa Teresa de Jesús (Moradas VII), lo
fue en la de San Juan de la Cruz (Llama de amor viva), y lo fue en
la de la M. Maravillas, como queda palmariamente reflejado en el
itinerario espiritual-místico, tal y como se conoce mediante las car-
tas dirigidas a sus directores espirituales.

San Juan de la Cruz, padre y maestro espiritual

Es San Juan de la Cruz, a quien conoce en hondura, sigue con


entusiasmo, y ama con filial afecto, verdadero padre y maestro
espiritual de M. Maravillas de Jesús.
El panorama sanjuanista subyace en toda la trayectoria de la
vida espiritual-mística de Santa Maravillas de Jesús. No digamos
nada en lo referente a la cuestión de las purificaciones activas y
pasivas del sentido y del espíritu, en la tremenda y dolorosa noche
del espíritu, en la vivencia profunda de la fe, esperanza y caridad,
espina dorsal del sistema de vida espiritual del místico de
Fontiveros.
Particular incidencia tiene en la M. Maravillas el camino san-
juanista de las “nadas”, como afirmación total del “todo” y de la
grandeza de Dios en contraste con la pequeñez de la criatura. El
sentirse nada, pecadora, incapaz para casi todo, fue una constante
en la vida de M. Maravillas; eso sí, siempre con una confianza al
estilo de Teresa del Niño Jesús (de Lisieux) y una entereza moral y
psíquica en la conformidad con la voluntad de Dios (“cuando Dios
quiera, como Dios quiera, lo que Dios quiera”), que le valía para
emprender lo que fuera y como fuera, para gloria de Dios, bien de
la Iglesia, honor y honra de la Orden del Carmen, y salvación de las
almas.
Tenía M. Maravillas ideas centrales, ideas madres, muy claras;
y su dedicación a vivirlas personalmente, y a inculcarlas en los
demás, fue sin descanso.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 467

De su vida de penitencia, de abnegación y de renuncia en todo,


así como de su amor a la pobreza, poco hay que añadir, pues es
proverbial su afán por hacer las cosas con todo el rigor de la pobre-
za cristiana, y con la sencillez más grande posible, siempre que
todo fuera conforme al estilo teresiano-sanjuanista. Estrechez
material en sus conventos, vivir del trabajo, con lo mínimo necesa-
rio y sin nada que huela a supérfluo, sin comodidad alguna, son
realidades ejemplares para sus Hermanas en el Carmelo, y tienen
una máxima actualidad para poner en práctica la tan ansiada viven-
cia de la pobreza en la evangelización y entrega, preferencial y
evangélica, a los pobres.
“Obras son amores, y no buenas razones”, dice el eslogan popu-
lar; acertada sentencia, por buena, y por los excelentes frutos que
daría, si se pusiera en práctica.
Su vida de oración, contemplación y mística, es plenamente
sanjuanista, pues fue a lo largo de toda su vida una oración de fe,
dolorosa y gozosa a la vez, siempre purificadora, de esperanza con-
fiada y abandonada en el Señor, de amor que quema todos los ape-
gos y adherencias negativas, que son siempre impedimentos para la
unión transformante con Dios.
Es la contemplación altísima y extraordinaria, de la que dice
San Juan de la Cruz: “No es otra cosa que infusión secreta, pacífica
y amorosa de Dios, que, si la dan lugar, inflama al alma en espíritu
de amor”16.
M. Maravillas fue una hija fiel de San Juan de la Cruz, a quien
admiró, siguió y confió amorosamente toda su vida espiritual.
Partiendo siempre de un conocimiento profundo de su vida, expe-
riencia y doctrina.
Y, porque lo amó y admiró como padre espiritual y como maes­
tro de toda su vida de oración y de camino hacia la santidad, tuvo
por él sus preferencias siempre, y a él acudió como intérprete acre-
ditado, y de sublime experiencia y doctrina, en lo referente a los
caminos del Espíritu. De ahí que su autoridad fuera invocada en
muchas ocasiones, para reafirmar sus consejos y sus enseñanzas.

16 NI,10,6.
468 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

Santa Teresa de Jesús, su madre, maestra y fundadora

Junto con San Juan de la Cruz, compartió especialmente sus


preferencias Santa Teresa de Jesús, su santa Madre Fundadora,
maes­tra y guía, como lo fuera San Juan de la Cruz, en su vida espi-
ritual-mística.
Se pueden considerar tres aspectos: la semejanza de vida y acti-
tudes entre la Santa y Santa Maravillas de Jesús; Madre Maravillas
acepta y asume en totalidad la doctrina experiencial de Santa Teresa
de Jesús como medio de santificación; y las preferencias teresianas
concretas que M. Maravillas demuestra a lo largo de toda su vida,
testificadas por muchas de las monjas con quienes convivió.
Las dos dimensiones primeras resultarán ser una prueba, evi-
dente y contundente, de las preferencias teresianas en la vida y
enseñanzas de Santa Maravillas de Jesús.
En cuanto a las semejanzas, se pueden encontrar bajo bastantes
aspectos personales, de ideales, de quehaceres, en el camino espiri-
tual recorrido, y también en las gracias extraordinarias recibidas
por las dos, aunque M. Maravillas siempre guardó silencio, y úni-
camente se las transmitía a los directores espirituales; realidad que
ahora podemos saber que se dio por las muchas cartas que se con-
servan al respecto.
Respecto a la aceptación de la vida y doctrina experiencial de
Santa Teresa por parte de la M. Maravillas es un punto referencial
constante, y por eso recurrirá en muchas ocasiones a su vida, expe-
riencia y doctrina, con el fin de refrendar su enseñanza, sus conse-
jos y sus puntos de vista, tanto en el orden espiritual, como en el de
la observancia en la vida religiosa, como en los modos de proceder
en la práctica de las virtudes más cotidianas17.
Que M. Maravillas sentía preferencias teresianas en su vida, en
la doctrina que ella daba en todas sus tareas y responsabilidades, se
puede ver en estos pocos textos: “¡Qué felicidad es ser hijas de
nuestra Santa Madre, y qué pena tan inmensa pensar que podamos
cambiar algo de lo que ella nos puso con tanta luz del cielo, con

17 Se pueden ver a este respecto, entre otras muchas, las siguientes cartas:
71, 265, 340, 384, 531, 6702, 4632, 4400, 4904, 4861, 4019, 3170, 3089, 1509
1300, 1021.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 469

aquel horno de amor de Dios, con aquella inteligencia, con aquel


corazón que Él le había dado!”18.
Para la M. Maravillas era la misma felicidad que sentía sabién-
dose hija de la Iglesia o siendo carmelita19.
Un texto-síntesis de las preferencias de la santa Madre Fundadora
sobre cualquier otro santo o santa es el siguiente: “¡Qué bueno ha
sido el Señor con sus carmelitas, que en estos tiempos de tanta
confusión, nos ha dejado una doctrina segura y verdadera, para
seguir adelante nuestra misión en la Iglesia y nuestra vida escondi-
da que tan felices nos hace! Estemos muy firmes y unidas en nues-
tros deseos de conservar lo que nuestra Santa Madre nos dejó, y
muy unidas en la oración de unas por las otras, para que lleguemos
a ser lo que ella esperaba de sus hijas”20.

Otros santos del Carmelo presentes en la vida de M. Maravillas

Se sabe, por ejemplo, que en la biblioteca preparada en el recién


fundado Carmelo de La Aldehuela, para la lectura de las monjas
había, además de las obras de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la
Cruz y Santa Teresa del Niño Jesús, libros de la Beata Isabel de la
Trinidad y de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
Ninguna de las dos todavía beatificadas. Posteriormente sería cano-
nizada, y proclamada Copatrona de Europa, Santa Teresa Benedicta
de la Cruz.
Una buena prueba de particular preferencia en la M. Maravillas
sobre estos modelos de carmelita, maestros espirituales, y discípu-
los aventajadísimos de los santos Padres Teresa de Jesús y Juan de
la Cruz, Padres y Fundadores del Carmelo Teresiano.
Nada se conoce –al menos ni la misma M. Maravillas nos lo ha
contado, ni las monjas con quienes convivió tampoco– acerca de
sus preferencias, y ni siquiera respecto a una especial devoción,
referente a la Beata Isabel de la Trinidad y a Santa Teresa Benedicta
de la Cruz. No estaban aún beatificadas y, aunque en la biblioteca

18 Carta 4574.
19 cfr. Cartas 6909, 6907, 6766, 5426, 5309, 5303, 2499, 2420, 761.
20 Carta 5315.
470 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

de La Aldehuela estaban sus obras, por entonces no se hablaba en


los ambientes eclesiales tan profusamente como sucedería pocos
años después. En efecto, Sor Isabel de la Trinidad fue beatificada,
por Juan Pablo II, el 25 de noviembre del año de 1984, y Santa
Teresa Benedicta de la Cruz, fue beatificada, por Juan Pablo II, el
1 de mayo del año de 1987, y canonizada, también por Juan Pablo
II, el día 11 de octubre del año de 1998.

Santa Teresa del Niño Jesús

Entre las devociones preferidas por M. Maravillas, la mayoría


de los que han dado su testimonio para la Causa de la Canonización
ponen a Santa Teresa del Niño Jesús, entre los santos del Carmelo
a quienes profesó mucha, o especial, devoción: “A Santa Teresita
del Niño Jesús le tenía también una devoción especial. Y por la
misma Sierva de Dios sé que el Padre Crawley les dijo que enco-
mendasen a la Beata Teresita todo lo del Cerro. La Sierva de Dios
vio mucho la intervención de Santa Teresita en todas sus cosas.
Fomentó muchísimo los ‘bautizos de Santa Teresita’ instituidos por
el P. Juan Vicente, fundador de la Obra Máxima”21.
Ya existe un estudio, bastante detenido, y en el que se desme-
nuzan comparativamente las semejanzas de tipo familiar y de tipo
espiritual (en una primera parte), y la devoción de la M. Maravillas
de Jesús a Santa Teresa del Niño Jesús (en la segunda parte)22.
Por eso no es necesario detenernos prolijamente en probar lo
que ya está probado, sino que bastará simplemente destacar que esa
devoción fue muy entrañable para la M. Maravillas, que acudió a
su intercesión en determinados momentos de su vida, que su
Caminito la encantaba, que la tuvo por maestra y modelo de vida
espiritual, y que aludía a ella con frecuencia. Pongamos por caso,
debido el amor que Dios tiene a sus criaturas, y la no corresponden-
cia a tal amor divino, a pesar de que su Corazón está deseando

21 Hna. Mª Reyes del Corazón de Jesús, en PSumm., & 1813.


22 Se trata del libro de Secundino Jiménez Rodrigo, Semejanza de dos
vidas: Santa Teresa del Niño Jesús y la Beata Maravillas de Jesús, Burgos, Edit.
Monte Carmelo, 2002. Es la 2ª edición.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 471

derramar su amor en quien lo quiera recibir, el hecho de que Teresa


del Niño Jesús hace su ofrenda famosa al Amor misericordioso23.
Recuerda, de igual modo, la M. Maravillas cómo la santa de
Lisieux supo hacerse niña durante toda su vida -aun siendo muy
corta su existencia terrena-, y por eso le encantó al Señor: “A ver si
nos hacemos niños para agradarle. ¡Cómo se comprende que al
Señor le encantase Santa Teresita!”24.

Otras devociones no carmelitanas

Al lado, prácticamente, de las devociones generales de la


Iglesia Católica, como son: la Eucaristía, el Sagrado Corazón de
Jesús, la Santísima Virgen, San José, y de las devociones más pro-
pias y específicas de la Orden del Carmen, como son los santos
Padres Juan de la Cruz y Teresa de Jesús, se dan otras devociones
de singular presencia en la vida espiritual de Santa Maravillas de
Jesús. “Tenía una grandísima devoción a todos los Santos en gene-
ral. Muchas veces nos decía esta frase: ‘Los Santos fueron Santos
porque lo quisieron con un inmenso querer’”25. Aun con todo, pro-
curaba solemnizar, de modo especial, las fiestas de nuestro Señor y
de la Santísima Virgen, nuestra Madre y Señora.
Entre esas devociones, se cuentan: el Niño Jesús en el misterio
de la Navidad, los ángeles y arcángeles, San Miguel especialmente.
Lo afirman por unanimidad todos los testigos que aparecen en la
Causa de Canonización.
En la devoción a San Miguel también Santa Teresa de Jesús,
como ella misma nos cuenta en Vida 27,1, tuvo sus momentos fuer-
tes de fervor.
Se singularizó, de alguna manera, por una devoción muy bien
dibujada a las benditas almas del purgatorio: “Era devotísima de las
almas del purgatorio, y aplicaba por ellas sufragios, especialmente
Misas”26. Lo mismo, incluso con más detalles, afirma la M.

23 cfr. Carta 3110.


24 Carta 4532.
25 Hna. Mª Josefa del Corazón de Jesús, en PSumm., § 2541.
26 Así lo afirma la M. Dolores de Jesús, como se puede leer en PSumm., §
1042.
472 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

Magdalena de Jesús: “Era devotísima la Sierva de Dios de las


almas del purgatorio. Y así, teníamos costumbre que, cuando se
morían los padres de alguna religiosa, y los hermanos, se oficiaba
un funeral y una Misa. Ella también solía encargar Misas por los
difuntos que morían, y nos pedía oraciones también”27.
Tenía, al decir de la M. Isabel de Jesús, “muchísima devoción a
la Santísima Trinidad, a quien rezaba en muchas ocasiones el
Trisagio, aunque no era asidua”28.
“Recitaba muchísimo el “Veni Creator”, por la devoción que
tenía al Espíritu Santo”, como nos dice igualmente la M. Isabel de
Jesús29.
La Hna. Mª Josefa del Corazón de Jesús, además, afirma: “Sé
que tenía mucha devoción a Santa María Magdalena, a Santa Rosa
y a Santa Inés, desde pequeña, y esto lo sé por habérselo oído decir
a la Sierva de Dios. Y a Santa Catalina. También a San Miguel, de
quien tenemos una estatua en el convento, y a quien rezamos, por
recomendación de ella, la oración que antes se rezaba al final de la
Misa. También recuerdo a la beata Rafaela del Sagrado Corazón”30.

San Pablo

Se puede consultar PSumm, § 1004, donde la M. Dolores de


Jesús enumera también como santos de su devoción: San Pablo, la
Magdalena, Angela de Foligno, Mª Magdalena de Pazzis, un santo
de la Orden llamado San Franco: “De pequeñita había tenido
mucha devoción a los santos de la Orden de Santo Domingo, por lo
que contaba su abuela: Santa Rosa de Lima, Santa Catalina de
Siena”.
San Pablo entraba en el número amplio de los santos y santas a
los que ella tuvo devoción, por su vida privilegiada bajo tantos
puntos de vista, por su conversión, por su enamoramiento de Cristo,
y por su entrega apasionada hasta el martirio a su adorado Maestro.

27 PSumm., § 2790.
28 PSumm., § 1384.
29 PSumm., § 1385.
30 PSumm., § 2544. Se puede ver igualmente PSumm., § 2973.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 473

Comparaba con frecuencia a la Santa Madre con San Pablo, y


celebraba con entusiasmo, y con un fervoroso recuerdo y encanto,
la conversión de San Pablo. Unos pocos textos al respecto nos lo
hacen ver con claridad. “¡Sin duda, San Pablo quiere pagarle el
amor que le tiene con hacerle ser semejante a él en todo absoluta-
mente! Cuánto le envidiamos; tener que sufrir de este modo por
amor del Señor, añadir tantas cosas a lo del 1131, cuando ya parecía
le había dado entonces todo ...”32. “Es hoy festividad de Nuestra
Santa Madre, y ha venido el Padre Torres a pasar un ratico con
nosotras y a hacernos una plática, que no saben lo que ha sido.
¡Dios mío!, ¿cuándo nos daremos así tan por completo? y qué pena
es no hacerlo y enseguida. Parecía enteramente que estaba fuera de
sí hablando. Comparó a la Santa Madre con San Pablo diciendo
aquello: ‘Quiero asirme del que me ha asido’, y hablando de las
virtudes verdaderas, de cómo nada es bastante para dárselo al
Señor, y cómo no hay que preguntarse adonde no puedo llegar sin
faltar, sino adonde puedo llegar como el límite posible de la gene-
rosidad para Quien así se nos entrega”33. “No crea que me olvido
de la conversión de San Pablo. Tiene V. todo lo que me gusta: la
Magdalena, la conversión de San Pablo y el amor a Cristo”34.
“Bueno, y he aquí que acababa la carta sin decirle lo que principal-
mente constituye el objeto de ella (Dª Juana), que es decirle cuánto
la vamos a recordar en su conversión de San Pablo, etc., etc. Es un
día que me encanta y estar muy con V.R., en el Corazón de nuestro
Cristo”35. “No quería que no nos supieran muy unidas en día tan
grande para todos, empezando por San Pablo. ¿Sabe que lo estoy
tomando mucho cariño al Santo Apóstol? Es encantador”36. “El día
que a mí no se me olvida es el 25 [de enero], de mi conversión de
San Pablo, que es un día que me entusiasma”37. “Adiós, madre mía

31 Se refiere al 11 de mayo de 1931: el P. Torres, S.J., prepósito de la casa


profesa de la calle de la Flor, tuvo que huir por los tejados para salvarse. El 25 de
enero del año de 1932 fue al Cerro de los Ángeles a despedirse, porque se iba exi-
liado a Italia.
32 Carta 332.
33 Carta 946.
34 Escribe de este modo a la M. Magdalena de la Eucaristía, que, por devo-
ción a santa Teresa de Jesús, tomó el hábito el día de la Conversión de san Pablo.
35 Carta 1611.
36 Carta 1612.
37 Carta 1754. En este mismo tono escribe en torno a San Pablo en las Cartas
1945, 1992, 2155, 2658, 3119.
474 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

queridísima. Pidan por mí (a) San Pablo que siempre he sido muy
devota de su conversión”38.

La Magdalena

Madre Maravillas tuvo a lo largo de su existencia, y ya desde


muy temprana edad, una sensación profunda de su pequeñez, de sus
miserias, de su nada. Y, a medida que iba adentrándose en la espe-
sura misteriosa de la unión transformante con Dios, esos sentimien-
tos se acrecentaban. Es un hecho probado que así es la realidad
espiritual de todos los santos, y muy particularmente, de los místi-
cos, que han recibido muchas gracias por parte de Dios; en concre-
to, la gracia de la experiencia sin fondo de la grandeza, del amor,
de la hermosura, de Dios. La M. Maravillas de Jesús es uno de esos
maravillosos exponentes, testigo fiel de la gozosa relación espiri-
tual, y tremendamente anonadadora, que produce en el alma. En
efecto, su pequeñez, su nada, gustada tan profundamente, con tanta
frecuencia, y con tal intensidad, se agranda ya al final de su vida.
Pero siempre con paz y con una esperanza, ilusionante y reconfor-
tante, de salir de ella, por la gracia de Dios.
Por eso, como le sucedió a la Madre Fundadora, Santa Teresa
de Jesús, fue devota de la Magdalena: “Siempre, desde muy peque-
ña, como ya entonces era tan pecadora, he tenido un especial amor
a Santa María Magdalena; pero no sé, siempre cuando pensaba en
ella era acompañándola a los pies del Señor, donde obtuvo el per-
dón de sus pecados”39.
La Hna. Mª Reyes del Corazón de Jesús nos cuenta lo siguiente:
“Era devotísima de Santa María Magdalena, porque había sido
también una gran pecadora; como ella se creía tan pecadora”40. Es
la misma M. Maravillas quien nos lo dice en muchas ocasiones.
Veamos algunas. “Es hoy día 21, víspera de mi Santa María
Magdalena, la pecadora, como por desgracia servidora de V.”41.

38 Carta 3503.
39 Carta al P. Torres, S.J., del 7 de junio del año de 1931. cfr., además,
PSumm., 1003.
40 cfr. PSumm., § 1813.
41 Carta 1710.
SUS PREFERENCIAS POR LOS SANTOS DEL CARMELO 475

“Me parece ha vuelto el Señor a la cruz ... y yo me quedo allí con


la Santísima Virgen y Santa María Magdalena, sufriendo con
ellas...”42. “Mañana es día grande para V.R. y para mí, por ser el
santo de mi hija, hija, y por ser mi amadísima Santa María
Magdalena. A ella le pediré me la acabe de volver loca por su
Cristo, como ella lo estaba, y que, al mirarla su Rey, pueda decir de
esta Magdalena como de la otra: ‘ha amado mucho’. Yo nunca
hubiese creído que se pudiera amar tanto”43. “Mire, madre mía,
creo que el día 22 de este mes es Santa María Magdalena, santa
muy de mi cariño ...”44.
Al final de este recuento de las devociones, y de las preferen-
cias de M. Maravillas de Jesús por los santos del Carmelo Teresiano,
se pueden proponer algunas conclusiones.
Vivió y demostró Santa Maravillas de Jesús una fe profunda en
los misterios de la fe: Encarnación, Pasión, Resurrección,
Pentecostés, Santísima Trinidad.
Esta fe se prolongó en el misterio, gozoso, doloroso, luminoso
y glorioso, de la vida de la Virgen María, Madre de Dios, y Señora
nuestra, modelo perfecto, en todo, y para todos. Junto a los miste-
rios de Jesús y de María, está unido, íntima y teológicamente, San
José, hombre justo y piadoso, que aguardó con plena fe, confianza
esperanzada y fidelidad constante, el cumplimiento de los misterios
de Jesús de Nazaret, y la redención de Israel.
El Corazón de Jesús, la Cruz, la Crucifixión, serán devociones
entrañables de la M. Maravillas durante toda su vida, sin echar en
el olvido su amor, su devoción y su entusiamo por la Navidad, tra-
dicionalmente tiempo litúrgico muy celebrado por santa Teresa de
Jesús, y que transmitió con tanta intensidad a todo el Carmelo
Teresiano. De hecho, se cuenta de ella que, cuando se le preguntaba
por cuál de los dos tiempos, el de Cuaresma o el de Navidad, ella
contestaba invariablemente: “Yo, casi, me quedo con la Navidad”.
Continúa la M. Reyes del Corazón de Jesús comunicándonos por
escrito: “Y es que en ese tiempo recibió grandes y abundantes gra-
cias de Dios”.

42 Carta 520.
43 Carta 1416.
44 Carta 1635. De igual modo expresa su cariño por santa María Magdalena
en las cartas siguientes: 1703, 1711, 1779, 1928, 2270, 2384, 3774.
476 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO - EVARISTO RENEDO VEGA

La Eucaristía, el santo Rosario, el santo Escapulario del


Carmen, serán también devociones destacadas en la vida espiritual
de M. Maravillas, dentro de las prácticas de piedad más comunes,
tanto en la vida cristiana en general, como en el Carmelo de Teresa
de Jesús y Juan de la Cruz, en el tiempo en que vivió.
Los santos ángeles y arcángeles, San Miguel en concreto, como
ángeles custodios, ángeles de la guarda, acompañarán a la M.
Maravillas en sus rezos y devociones, y en sus idas y venidas.
San Pablo de Tarso, María Magdalena, y otros santos y santas,
estarán también presentes en las devociones de M. Maravillas de
Jesús. Siempre, dentro de las devociones que suele haber en quie-
nes gustan de continuo la presencia de Dios, a quien acompañan sus
ángeles y santos.
Los santos Padres del Carmelo Teresiano, Juan de la Cruz y
Teresa de Jesús, ocuparán el primer puesto de su corazón: por ellos,
sin lugar a duda, tiene sus preferencias más entrañables y hondas.
En un segundo lugar, aunque preferente, está Santa Teresa del Niño
Jesús y de la Santa Faz.
Otras devociones, y otros santos no carmelitas, forman parte
importante de la presencia espiritual en su vida de piedad.

Lo aquí afirmado, está bien atestiguado por multitud de cartas


de la misma M. Maravillas, por muchos de los Billetes espirituales
que dejó escritos, y por todos los que declararon, bajo juramento
eclesiástico, en su Causa de Canonización.
Algunas de esas pruebas han sido aducidas a lo largo de esta
presentación, breve y fidedigna.
Y todo esto lo vivió, enseñó y, en parte compartió, con gran
equilibrio psicológico, espiritual y místico, guiada, entre gozos y
lágrimas, por la luz del Espíritu y de sus, experimentados, sabios,
prudentes, discretos, y santos, confesores y directores espirituales.
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 477

EL EPISTOLARIO
DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS

Carmelitas Descalzas
La Aldehuela

Introducción

Un padre carmelita descalzo escribía en una ocasión a la Madre


Maravillas, animándola a que, así como santa Teresa de Jesús había
hecho un comentario sobre el padrenuestro y el «modo de visitar
los conventos», ella lo hiciera al avemaría y escribiera sobre el
«modo de ordenar los conventos». A la Madre, que se encontraba
en el carmelo de La Aldehuela, ya en sus últimos años, le hizo gra-
cia la carta, y riéndose dijo que no había nada que añadir a la obra
de la santa Madre. Y comentó: «¡Qué ocurrencia! ¡Eso quisiera yo,
ordenar mi convento, que todavía no lo he conseguido!»1
Y es que Maravillas de Jesús no fue escritora. El Señor no se lo
pidió. No escribió ninguna obra que sirviera de pauta para los diez
carmelos que fundó, diseminados por la geografía española y uno
en la India; ni siquiera un diario espiritual que consignara sus pro-
pias vivencias, altísimas y llenas de riqueza. Sólo cartas. Miles de
cartas, redactadas, en su mayoría, por la necesidad, por la obedien-
cia y por el entrañable y profundo amor a las monjas que fueron
poblando sus palomarcicos.
Conociendo la ajetreada existencia de la Madre –aunque bien a
su pesar–, con los problemas de las nuevas fundaciones, las varia-

1 Así lo declararon varios testigos en el Proceso de canonización de la


Madre Maravillas. Positio super virtutibus de la Sierva de Dios, véase por ejemplo,
Summarium, p. 844, vol. II, declaración de la hermana Mª Reyes del Corazón de
Jesús; Summarium, p. 1491, vol. III, declaración de la madre Magdalena de Jesús,
etc...
478 CARMELITAS DESCALZAS

das y difíciles circunstancias por las que pasó, las más de 200 hijas
de sus carmelos, y un largo etcétera –pensemos además en que en
Mancera, Duruelo, Arenas, La Aldehuela no tuvieron teléfono en
los primeros años–, es fácil suponer que hubo de mantener una
larga y fecunda correspondencia.
Un número elevado de cartas autógrafas y originales fue regis-
trado y presentado en 1983 en la Congregación para las Causas de
los Santos durante el Proceso de canonización de la Madre: 6908
cartas, y varios miles de billetes, que hacen un total de 12.983
folios, recogidos en 34 gruesos volúmenes.
Desde entonces hasta hoy, nuevos hallazgos de escritos consti-
tuyen agradables sorpresas para los que se interesan por la figura
de esta santa carmelita descalza de nuestros días. Pueden contarse
más de doscientos, y es de esperar que sigan apareciendo, por los
muchos destinatarios, y la proximidad en el tiempo de estas perso-
nas. Al repasar estos volúmenes, causa admiración el hecho de que
se conserven tantos escritos de la Madre, mayormente por parte de
sus hijas. Pero esto era lógico, por la veneración de todas sus mon-
jas hacia ella, y el convencimiento de que vivían con una santa. No
se necesitó ninguna organización intelectual. No sólo innumera-
bles objetos personales de la Madre fueron conservados como
reliquias, sino también cualquier palabra suya, hablada o escrita,
que venían a prolongar sus enseñanzas y su presencia espiritual
entre sus monjas. Esto podría haberse debido simplemente a una
razón afectiva, de unas hijas que deseaban conservar los recuerdos
de una Madre entrañable. Pero, al constatar que también muchos
otros destinatarios guardaron como un tesoro estos escritos –entre
ellos se encuentran insignes prelados y teólogos, científicos,
empresarios, profesores de universidad, etc., etc...–, hay que pen-
sar que no fueron sólo motivos afectivos, sino algo más lo que
movió a estas personas a conservar los escritos de la Madre. La
razón es la fama de santidad de que ella gozaba en vida, incluso
antes de entrar en el Carmelo.2

2 cf. Positio super virtutibus..., véase Informatio, vol. I, pp. 619-624.


EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 479

Una verdadera autobiografía

Estos 34 volúmenes forman un riquísimo epistolario y constitu-


yen una auténtica autobiografía en lo que va desde los años 1919
hasta 1973, es decir, prácticamente su entera vida religiosa. El pen-
samiento de la Madre Maravillas está aquí plasmado con toda sin-
ceridad en lo que le tocó vivir: los recuerdos de su infancia y
juventud, su familia, su vocación al Carmelo, el amor a Dios, sus
virtudes, sus fundaciones y sus monjas, el priorato, el amor a la
Iglesia y a la Orden del Carmen...
Sólo se conservan dos cartas autógrafas escritas antes de ingresar
en el carmelo de El Escorial. Una, de septiembre de 1919, dirigida a
su cuñada, doña Adelaida Fernández-Hontoria, marquesa de Pidal,
en la que le comenta algunas noticias sobre su próxima entrada en el
Carmelo, y le expresa su deseo de poder despedirse de ella antes de
ingresar.3 La otra está dirigida al carmelo de El Escorial. Sabemos
que por esta época, Maravillas Pidal se dedicó a socorrer con sus
bienes a esta comunidad, mediante limosnas, imágenes y otras ayu-
das. En un principio, la generosa bienhechora se mantuvo en el más
riguroso anonimato, pero más tarde, por el descuido de un vendedor,
fue descubierta. A estas alturas –enero de 1919–, las carmelitas des-
calzas de El Escorial ya conocían bien la esplendidez de su futura
postulante. La carta a la que aludimos acompañaba a un magnífico
copón de oro que Maravillas regaló a las monjas. No deja de tener
interés el ingenio y la delicadeza con los que la donante hace llegar
el regalo a las carmelitas. Son los tres Magos de Oriente, que estam-
pan su firma al pie de la carta: «Gaspar, Melchor, Baltasar», quienes
ofrecen el presente: «Entréguese a la madre sacristana».4
A medida que transcurrían los años, el volumen de estas cartas
y el número de destinatarios se fueron ampliando progresivamente.
Entre los años 1919-1931 sólo encontramos a su cuñada Adelaida
Fernández-Hontoria, una al padre Pedro Poveda, al padre Alfonso
Torres, s.j., a doña Catalina Urquijo y a alguna que otra aspirante.

3 cf. Cta. 5543. Citaremos siempre en este trabajo las cartas de la Madre
Maravillas (C) o los billetes (B) con el número progresivo que llevan en los volú-
menes presentados a la Congregación para las Causas de los Santos.
4 cf. Cta. 5201, 6 enero 1919. El autógrafo se conserva en el carmelo del
Cerro de los Ángeles.
480 CARMELITAS DESCALZAS

No sabemos cuántas cartas ni a quiénes escribió la Madre


durante el período de la guerra civil. Muy posiblemente, más que
las que se conservan, pues la contienda favorecería la pérdida de
piezas. De todas formas, las que han llegado a nosotros son de
mucho valor:
Escribió al menos dos en clave a sus hijas del carmelo de
Kottayam, en la India. Una, desde las religiosas ursulinas de
Getafe, en el mes de agosto de 1936. Con un extraordinario ingenio
les cuenta, por ejemplo, su estancia entre estas religiosas: «Desde
el 22 por la mañana estamos en casa de Úrsula...»; el derribo del
Monumento al Sagrado Corazón: «Murió el Esposo de Josefina»;
expresa sus ansias del martirio: «Allí –en Madrid– dicen es mucho
más fácil conseguir nuestros deseos. Si nos vamos, ya sabéis que
no os olvidaremos».5 En otra carta, escrita ya en Madrid en el piso
de la calle Claudio Coello, que también dirigió al mismo carmelo,
cuenta con todo lujo de detalles el tremendo registro que sufrieron
el 6 de septiembre de 1936, y que estuvo a punto de conseguirles el
martirio.
Recientemente, las carmelitas descalzas de Lisieux, han envia-
do a la comunidad del Cerro de los Ángeles la fotocopia de un
valioso autógrafo de la Madre Maravillas, del año 1940, que ellas
conservan. Se trata de una carta muy interesante, escrita en francés
y dirigida a la hermana Francisca Teresa del Niño Jesús,6 que narra
los avatares de la comunidad del Cerro durante la guerra, desde su
expulsión del convento hasta su establecimiento en el desierto de
Batuecas.
Después de la guerra civil, hay abundante correspondencia con
las monjas de sus fundaciones y sus familias, y otros carmelos,
prelados, carmelitas descalzos, sacerdotes y religiosos, seglares,
con quienes hubo de tratar los más variados asuntos.
Desde 1960, las cartas fueron disminuyendo, dada la avanzada
edad de la Madre. El teléfono, que se instaló en La Aldehuela en

5 Cta. 5241. Esta carta ha sido publicada en su totalidad en la obra de


Alberto J. González Chaves. Madre Maravillas de Jesús, editorial San Pablo,
Madrid 2002, pp. 64-65.
6 Esta hermana del carmelo de Lisieux había sido encargada por la madre
Inés de Jesús de la correspondencia en lengua española.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 481

1968, vino también a suplantar buena parte de la correspondencia.


El paro cardíaco que sufrió en octubre de 1972, marca en gran parte
el final de este epistolario, salvo contadas excepciones: algunas
cartas al padre Valentín de San José, o.c.d., otras a los carmelos de
la Asociación de Santa Teresa, con motivo de su aprobación y elec-
ción como Presidenta, y una emotiva carta que luego citaremos, al
Visitador de Religiosas de Madrid, poco antes de su última elección
como priora de La Aldehuela, en 1973.

El estilo de la madre

Ya hemos dicho que la Madre Maravillas no fue escritora. Sin


embargo, sabe expresar certeramente su pensamiento con toda sen-
cillez, sin amaneramiento ni adornos literarios. A veces, para no dar
la impresión de «letrada», al escribir una palabra poco corriente,
suele añadir graciosamente: «o como se diga»:

«Ha venido Begoñita, una verdadera monada de criatura,


guapa, lista, simpática, con Adelaida, la Shuester o como se
diga, y la cocinera»;7 «cómo ha quedado la cruz ya con su
pedestal o escalones, como se llame»;8 «la santa Madre está
ideal, colocada en su... no sé cómo se dice; bueno, en su sitio
hundido...».9

Ella escribía por necesidad, no por lucimiento, y menos por


gusto. No es infrecuente que se disculpe ante sus destinatarios de la
tardanza en contestarles, o de lo deprisa que va: «Soy una calami-
dad en muchísimas cosas; aún más lo soy en cuestión de escritura
a mano, con pluma, con bolígrafo, a máquina, como sea...»;10 «per-
dóneme, madre mía, por no haber contestado antes a su carta [...],
pero soy una calamidad para muchas cosas, y entre ellas para es­cri-
bir».11

7 Cta. 3457, a la madre Mª Josefa del Corazón de Jesús, octubre 1961.


8 Cta. 3367, a la madre Mª Josefa del Corazón de Jesús, 12 junio 1961.
9 Cta.1978, a la madre Magdalena de la Eucaristía, aproximadamente 8
octubre 1954.
10 Cta. 4576, a la madre Ana de Jesús, sin fecha.
11 Cta. 5131, a la madre Carmen Teresa de la Cruz, febrero 1966.
482 CARMELITAS DESCALZAS

Sin duda, lo podría haber hecho mejor –las puntuaciones, acen-


tuaciones, por ejemplo, son totalmente descuidadas–. Ella misma
es consciente de esto. «No sé, padre, si podrá V.R. entender estos
garabatos. Va a decir que hago bien en no escribir...».12 Pero la
belleza en su redacción, en realidad, nada le interesaba. «Posdata:
importantísimo. Si “ustedes” conservan las cartas que les escribe su
Madre, ¡pues hijo!, no les voy a poder volver a escribir, o si lo hago,
copiaré las de Madame de Sevigné, porque no tengo tanta humildad
para que pasen a la posteridad, tan divinamente escritas... Bueno,
en serio, que no me hagan tonterías, ¿estamos?».13
Sólo para sus monjas –y más particularmente a las prioras de
sus fundaciones, a quienes dirigía muy largas cartas–, solía em­plear
la máquina, por mayor rapidez. «Perdone la máquina –escribía
excepcionalmente a una futura carmelita–, que ya le digo no uso
más que para mis hijas».14 Ellas aseguran que corría muchísimo.
Por cierto, que sólo utilizaba los dedos índice y corazón de ambas
manos. Las confusiones de letras o errores de máquina que apare-
cen en estas cartas vienen a confirmar esto: «Como corro tanto, no
sé si me va a poder entender, que me equivoco de continuo...».15 Es
simpático, por ejemplo, lo que dice a la madre Magdalena de la
Eucaristía, a propósito de una máquina estropeada:

«Como V.R. es muy lista, supongo podrá leer esta misiva,


aunque en ella falten las ii, y pienso poner un punto en lugar
de dicha letra, “ansí” que donde digo punto, digo i. ¿Estamos?
Donde digo a, digo e, que ésta se engancha también. Pienso
que va a ser mejor trastocar la e por el 6».16

En 1970, cuatro años antes de su muerte, le regalaron una


máquina eléctrica, que utilizó hasta 1973: «Lo de correr es horrible
–escribió el día que estrenaba la máquina–, y se da uno cada
susto..., porque se toca en cualquier sitio y se dispara todo. Ahora

12 Cta. 5425, al padre Evaristo de la Virgen del Carmen, o.c.d., 25 noviem-


bre 1946
13 Cta. 1406, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 7 abril 1946.
14 Cta. 5086, a Mª Ignacia Michel de Alemán, 8 junio 1952.
15 Cta. 3132, a la madre Teresa Constanza de Jesús, 13 septiembre 1949.
16 Cta. 1507, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 8 octubre 1947.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 483

ha sido horrible: para dejar margen libre y poner la e al lado de la


d, se me ha corrido el aparato a la izquierda; toqué otra cosa, y se
me fue a la derecha...».17
Al resto de sus destinatarios –salvo contadas excepciones–
escribía a mano, con plumilla, que era lo que comúnmente se utili-
zaba entonces en el Carmelo. Alguna rara vez usaba la pluma esti-
lográfica. Un detalle curioso que nos habla de su amor a la pobreza:
«¿Qué les parece esta tinta hecha con moras? Yo creo está muy bien
y se puede lograr aún mejor, pues éstas no estaban del todo madu-
ras, pero se escribe muy bien».18 A partir de principios de los años
60, cuando su uso se generalizó, la Madre adoptó el bolígrafo. Con
mucha ilusión recibió este regalo para ella y sus monjas, de una
persona que lo había traído de América.
Por otra parte, hemos de mencionar algo sobre los papeles
empleados. Por su educación exquisita utilizaba papeles decorosos
–casi siempre rayados y con sello del Carmelo en la parte supe-
rior–, pero bastante pobres en cuanto a su calidad. A veces, cuando
tenía confianza con la persona, y para no faltar a la pobreza o a la
observancia, utiliza otros peores: «Perdóneme este papel pero no
tenía aquí otro, y es hora en que no podíamos salir de la celda»19.
Otra vez se equivoca al poner el nombre de Jesús en el encabeza-
miento de una carta y escribe: «Casi no se entiende el nombre de
Cristo nuestro Bien, pero... la santa pobreza no me permite poner
otro papel».20
Siempre correctamente escritas, con una caligrafía elegante y
muy rápida, pero ordenada, y sin tachaduras ni enmiendas, suele
finalizar las cartas con su firma clara y de trazo firme: «Maravillas
de Jesús» –o «M. de Jesús», si no tiene espacio–. En las de sus
sobrinos, que siempre la llamaban «Tití», firma muchas veces de
esa manera: «Tití», o alguna rara vez «Tití de Jesús».21
Pero para con sus monjas ya era otro cantar. Cualquier pedazo
de papel a mano le sirve para hablar con ellas del amor de Dios, o

17 Cta. 4678, a las hermanas Isabel de Jesús y Blanca de Jesús, 10 marzo


1970.
18 Cta. 1297, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 6 junio 1944.
19 Cta. 6228, a la marquesa de Esquibel, 26 septiembre 1947.
20 Cta. 6163, a D. Ricardo Fernández-Hontoria, 5 diciembre 1957.
21 cf. Cta. 5676, 5677, 5679, 5716, etc...
484 CARMELITAS DESCALZAS

para aclarar las dudas, o para contar cualquier episodio chispeante


de sus carmelos: esquelas de difuntos, tarjetones de invitación de
boda, reversos de facturas, alguna carta recibida que tuviera algún
espacio amplio en blanco, o incluso sobres abiertos –de los que
aprovecha todos los ángulos, hasta la exageración–.
Para los billetes con recados ocasionales utiliza pequeños pape-
les informes de todo tipo, hojas de almanaques, y una larga variedad
que nos es imposible enumerar. Y aquí sí suele escribir a mano –
pero con una letra absolutamente descuidada, y bastante diferente a
la de las cartas–, con lo primero que encuentra: plumilla, bolígrafo,
lápiz o lápiz de color. Es verdad que en la España de la postguerra
todo escaseaba –también el papel–. Pero esta manera de conducirse
de la santa no podemos achacarla sólo a esto, sino principalmente a
su amor por la virtud de la pobreza, y a su gran sencillez.
En su correspondencia con diversos seglares, religiosos y sacer-
dotes –en el Proceso se han registrado hasta 300 destinatarios–, se
percibe, a pesar de la variedad de temas tratados, un mismo tono,
sencillísimo, pero a la vez sobrenatural. Surge espontáneamente la
referencia al amor de Dios, a su voluntad, a la vida del cielo, el
amor a la cruz..., como una especie de «música de fondo», en
medio de las circunstancias más triviales, que acompaña todo este
largo y rico epistolario. Una de sus monjas, que convivió con ella
más de quince años, testimonia: «Decimos siempre que era muy
humana; y es verdad, muy humana, muy comprensiva, descendía a
las menores cosas de todos, monjas o no, se ponía a la altura de
todos, todos estaban a gusto a su lado; pero tenía dentro como un
resorte de sobrenaturalizarlo todo, de llevarlo todo enseguida a
Dios, tan sencillamente, tan sin importancia, que su interlocutor
apenas se daba cuenta, pero ya estaba en otro terreno [...]. Se le
notaba que tenía que tener una gran intimidad con Dios; [...] esto se
nota, ¡qué sé yo!, porque aunque digan lo que todos, aquello tiene
sabor de Dios».22
Hay que destacar además, aunque sólo sea de paso, el profundo
estilo y espíritu teresiano de la Madre Maravillas, que aflora a cada
momento en estos escritos. Para ella «no hay nada mejor en la tierra

22 Testimonio de la madre Carmen de la Cruz, CC.DD. La Aldehuela.


EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 485

que ser carmelita descalza, pero quisiera serlo de veras»,23 y siente


una felicidad inmensa de ser hija de la santa Madre Teresa.24 Rara
es la carta en que no aluda a sus santos Padres, Teresa de Jesús y
Juan de la Cruz, o que no traiga a colación alguna cita de ellos. Pero
lamentablemente no podemos detenernos más en ello, pues habría
que volcar aquí cientos de párrafos y cartas para dar una idea del
grande amor de Santa Maravillas por el Carmelo Teresiano y sus
santos Fundadores.

Las cartas íntimas a sus directores espirituales

Las cartas autógrafas dirigidas a sus directores espirituales nos


abren las puertas del santuario interior de su alma. Son de una sin-
ceridad asombrosa, y en ocasiones abrumadora. Expresan una y
otra vez –a veces con líneas desgarradoras–, la búsqueda de ayuda
en el camino difícil y doloroso de las «nadas» por el que Dios la
condujo a lo largo de su vida, y las intensísimas purificaciones por
las que pasó su espíritu.
Desde los 12 años hasta su ingreso en la Orden, Maravillas tuvo
como director espiritual al padre jesuita Juan Francisco López. No
se conserva ninguna carta dirigida a él, aunque sabemos que existió
correspondencia entre ambos, hasta la muerte del padre en 1928.
Vamos a detenernos brevemente en las dirigidas a los sucesivos
directores espirituales que la Madre tuvo en el Carmelo: los padres
Alfonso Torres, s.j., Florencio del Niño Jesús, o.c.d., y Valentín de
San José, o.c.d.

1.– El padre Alfonso Torres, s.j.

Las cartas al padre Torres suman un total de 445.25 Son en su


conjunto las más interesantes. En ocasiones ella incluía pequeños

23 Cta. 483, al padre Florencio del Niño Jesús, o.c.d., 23 septiembre 1938.
24 Ver por ejemplo: Cta. 4574 a la madre Ana de Jesús, 1966; Cta. 5426, al
padre Evaristo de la Virgen del Carmen, o.c.d, 1 diciembre 1946; Cta. 5309, a la
priora de Lerma, 18 mayo 1972, etc., etc.
25 Se conservan todas ellas en el carmelo de La Aldehuela. Las guardaba el
padre José Antonio Aldama, s.j., a cuyas manos pasaron a la muerte del padre
486 CARMELITAS DESCALZAS

billetes y notas a las cartas: unas veces, listas de penitencias para


que el padre se las autorizase; otras, recados que necesitan alguna
contestación urgente, etc...
No es éste el lugar apropiado para hacer una semblanza del
padre Torres (Zurgena, Almería 1879 - Granada 1946). Sólo decir
que fue gran teólogo, famoso predicador y experto director espiri-
tual. Desempeñó muchos cargos de gobierno en la Compañía de
Jesús. En 1923, con motivo de la fundación del carmelo del Cerro
de los Ángeles, comenzó el trato de la santa con el padre Torres. Sin
embargo, las primeras cartas que la entonces Hermana Maravillas
le escribe en 1923, no tratan de su vida interior, sino de los avatares
de la fundación del carmelo. La carta del 19 de septiembre de 1924
parece recoger la primera confidencia que ella hace de sí: «Padre,
por caridad, pida mucho por mí. Quisiera ser santa, tengo que serlo,
y soy cuanto de más miserable puede imaginarse... Esto no es por
decir, es la realidad, desgraciadamente; pero no sé, esta misma
impotencia que veo en mí para todo lo bueno, lejos de desanimar-
me, me da más confianza».26
Estas confidencias de la carmelita se irán acrecentando progre-
sivamente hasta dar como resultado una dirección espiritual muy
intensa, verdaderamente providencial. Él fue su guía más importan-
te, el que más influyó en su espíritu y el instrumento elegido por
Dios para sostener y alentar a esta alma tan probada, durante lo más
recio de la horrible tormenta interior que padeció, sobre todo de
1927 a 1932. Pensemos, además, en la necesidad que ella tenía de
buscar consejo en los asuntos relacionados con la fundación del
carmelo del Cerro y los complejos problemas que de ella se deriva-
ron; en sus repugnancias y temores por el priorato con el que hubo
de cargar como una pesada cruz desde junio de 1926 –con sólo 34
años y medio–; y en los difíciles años de la política española –la
proclamación de la segunda República y la guerra civil–.
Casi con absoluta seguridad podemos afirmar que la santa
escribió más cartas al padre. Debieron de desaparecer entre 1931-

Torres. En 1975, poco después de la muerte de la Madre Maravillas, entregó al


carmelo de La Aldehuela un fajo de autógrafos, del año 1931. En 1979, al trasla-
darse la biblioteca de la Cartuja de Granada, apareció otro grupo, de los años 1923
a 1936.
26 Cta. 8, 19 septiembre 1924.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 487

1939, en los años tumultuosos de la República y la guerra. Por otro


lado, el padre hubo de exiliarse a Roma en 1932, hecho que favo-
recería la pérdida de algunos de estos autógrafos. En 1939, el padre
Torres fue destinado como superior de la casa de los jesuitas de
Sevilla. Tuvo que haber correspondencia entonces entre ambos,
pero no se conserva más que una breve nota de ella, del 29 de agos-
to de 1944, de muy escasa importancia. Sin embargo, el padre
siguió en estrecho contacto con la santa y sus fundaciones –Cerro
de los Ángeles, Kottayam (India), Batuecas y Mancera–, visitándo-
las siempre que podía y predicando ejercicios espirituales. Los
últimos, en el carmelo de Mancera, donde se encontraba ella de
priora, mes y medio antes de su muerte, que acaeció en Granada el
29 de septiembre de 1946.
De junio de 1936 es la última carta de conciencia que se con-
serva dirigida al jesuita, que recoge un aleccionador recuerdo del
postulantado de la Hermana Maravillas sobre la poca consistencia
de los juicios humanos:

«Cuando el médico accedió a operar a madre María Josefa


en el convento, le pedí me dejase asistir, y al decirme él: “Por
mí, sí, siempre que usted pueda soportarlo”, le dije que sí,
poniendo, claro, mi confianza sólo en Dios [...]. Luego, cuan-
do los médicos decían que qué valiente era, me acordaba de
mi gallo –la Hermana Maravillas había sufrido un desmayo
siendo postulante, cuando vio la operación de la pata de un
gallo–, y veía cómo juzgan las criaturas por las apariencias».27

El 18 de julio de 1936 estalló la guerra civil española, y cuatro


días después, la comunidad del Cerro fue expulsada de su convento
por los milicianos. A partir de entonces, la dirección espiritual de la
Madre con el padre Torres quedó interrumpida.

2.– El padre Florencio del Niño Jesús, o.c.d.

En este contexto surge, providencial, el padre Florencio del


Niño Jesús, carmelita descalzo. Destacado estudioso del Monte

27 Cta. 444.
488 CARMELITAS DESCALZAS

Carmelo, escritor fecundo, fue una de las primeras figuras intelec-


tuales de la Orden. Desempeñó, además, el cargo de prior de
Madrid varias veces, y el de Provincial. En noviembre de 1936,
puesto en libertad después de algunos meses de cárcel, fue acogido
por la Madre Maravillas y su comunidad en el piso de Claudio
Coello. Durante este tiempo, y los meses siguientes en el desierto
de las Batuecas, hasta 1939, en que finalizó la guerra, el padre fue
director espiritual de la santa e hizo de capellán de la comunidad
del Cerro.
Las notas que la Madre Maravillas escribió al padre Florencio,
en estos meses pasados en el piso de Madrid, no han llegado hasta
nosotros, aunque sabemos que las hubo por algunas alusiones que
ella misma hace más tarde.28 Durante la estancia en Batuecas, el
padre tuvo el acierto de mandarle que le diera cuenta de conciencia
por escrito. Ella, a pesar de la repugnancia que sentía, lo hizo siem-
pre con grande fidelidad y espíritu de fe. Este año largo que la
comunidad del Cerro pasó en las Batuecas –29 septiembre 1937 – 4
marzo 1939– fue un año muy intenso para la vida espiritual de la
santa, con desbordamiento de gracias divinas muy gozosas.
La «noche pasiva del espíritu», «noche oscura de fuego amoro-
so, que así como a oscuras va purgando, así a oscuras va al alma
inflamando»,29 se agudiza en este año. De las 89 preciosas cartas
autógrafas dirigidas al padre Florencio, todas, excepto una, están
escritas en Batuecas.30 La dirección con el padre Florencio terminó
a la muerte de éste, el 27 de abril de 1939.

3.– El padre Valentín de San José, o.c.d.

A la muerte del padre Florencio, entra en escena el padre


Valentín de San José, también carmelita descalzo, sabio director de
almas. Entre otros cargos, fue prior varios años, definidor provin-
cial y Provincial de Castilla once años. Se encontró por primera vez
con la Madre en el Cerro de los Ángeles, en 1929. Tuvo con ella

28 cf. Cta. 455, 19 enero 1938.


29 cf. San Juan de la Cruz, Noche oscura, Lib. 2, 12, 1.
30 Los autógrafos dirigidos al padre Florencio los guardaba un padre carme-
lita que los entregó al carmelo de Cabrera a la muerte de la Madre.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 489

otros encuentros ocasionales en años posteriores. En noviembre de


1939 el padre predicó ejercicios espirituales a la comunidad del
Cerro. En una larga y bellísima carta escrita en estos ejercicios por
la Madre, en que le expone lo que ella llama «el tristísimo estado
de su alma», y algunas gracias de su infancia y juventud, le pide
además que sea su director espiritual:

«¡Dios mío, y qué rodeos estoy dando para entrar en mate-


ria y es que me cuesta mucho decirle a V.R. lo que le voy a
decir!... Allá va de una vez... Si querría V.R. dirigirme, por lo
menos mientras esté en el oficio, que luego no tendría esta
necesidad tan grande que ahora tengo [...]. Véalo V.R. delante
de Dios y contésteme; si es una negación, no le cueste, padre,
el dármela; creo que no quiero hacerle perder el tiempo ni
entretenerme yo, sino sólo buscar una ayuda, y si el Señor no
se lo hace ver a V.R. es que no será necesario y yo tampoco
lo querría».31

El padre Valentín le contestó por carta con una negativa.32 La


Madre, recibida la carta, vuelve a escribirle en ese mismo mes con
un tono de verdadera humildad y sumisión:

«Él se lo pague todo, incluso su “suave negación”. He


leído su carta, y tan conforme estoy con ella, que cuanto me
dice ha sido siempre mi modo de pensar, y en nuestro carme-
lo nadie ha tenido director, ni lo ha pretendido siquiera, a lo
que yo recuerde. Siempre nuestras conversaciones, cuando de
eso se trata, es que siendo religiosas, para nada se necesita, y
que puede uno buscarse a sí mismo y tratar de huir de la obe-
diencia verdadera, de la que crucifica [...]. A pesar de eso, yo
creía que mi caso era distinto mientras tuviese el cargo, y
como me ha ido tan mal sola, pensé buscar un remedio, pero

31 Cta. 508, entre el 12 y el 21 noviembre 1939.


32 La carta del padre Valentín, entre otras cosas, decía: «...yo no quiero ser
estorbo para que lo sea –santa–. Tengo ya hace bastante tiempo el propósito de no
ser director de ninguna religiosa [...]. ¡Qué largo y pesado para decirla que no,
¿verdad? En cualquiera dificultad me tiene a su disposición, sea del orden que sea
y la diré lo que sepa o que no sé; pero director ni lo seré ni lo aconsejo». Carta del
15 noviembre 1939. Archivo de las carmelitas descalzas de La Aldehuela.
490 CARMELITAS DESCALZAS

ya veo que ha sido una idea disparatada [...]. De todos modos


como no me cierra la puerta, y Dios se lo pague, cuando algo
necesite o si veo que sigo siendo la misma, le escribiré con-
tándoselo».33

Aunque el padre Valentín no quiso ser su director espiritual, de


hecho actuó como tal desde el año 1939 hasta 1974, en que murió
la Madre.
De las 344 cartas autógrafas que se conservan dirigidas a él –
que jalonan los años que van de 1939 a 1973–, la inmensa mayoría
tratan de los más variados asuntos, sobre todo relacionados con las
fundaciones, que en estos años se multiplican. Mezcladas en ellas,
sólo a veces aparecen levísimas alusiones al estado de su alma.34
Las cartas que más largamente hablan de ella son, aparte de la que
acabamos de mencionar de noviembre de 1939, algunas confesio-
nes sacramentales escritas.35 La Madre, a pesar de que el padre
Valentín le había dicho que le escribiera siempre que lo necesitara,
prefería consultarle de palabra lo relacionado con su alma.36 Sin
duda, se fue «acostumbrando» a esa alternancia de gozos y sufri-
mientos, de amor abrasante de Dios y de terrible oscuridad... De
esta manera no han podido llegar hasta nosotros, hasta el final de
su vida, más que contadas alusiones de su vida espiritual –y en su
mayoría de estados dolorosos–. Si en los primeros años de carme-
lita, Dios le concedió muchas luces y gracias altísimas, es lógico
pensar que en los años siguientes continuó haciéndolo hasta llegar
a la transformación total: «Amada en el Amado transformada».
Pero nunca sabremos a qué alturas llegó. Él, en su Providencia
infinita, ha permitido que esta vida espiritual de sus últimos años

33 Cta. 509, 22 noviembre 1939.


34 Por ejemplo, en esta carta del 10 de julio de 1947, pocos días antes de
marchar a la fundación de Duruelo, tratando de otras cuestiones del nuevo car-
melo, alude a sí misma sólo con estas palabras: «Por unos días me sentí otra, no
sé cómo, pero qué ansias de Dios... Ésas las tengo, pero qué distinto era. Me he
quedado otra vez a oscuras, pero con más ánimo para seguir y esperar a ciegas
hasta que Dios quiera. No sé decirle más» (Cta. 581, al padre Valentín de San
José, o.c.d.).
35 cf. Cta. 586, 16 mayo 1948; Cta. 745, 7 enero 1967; Cta. 787, 26 septiem-
bre 1969; Cta. 833, octubre 1973, etc.
36 Testimonio de las CC.DD. de Gijón, conservado en el archivo de La
Aldehuela.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 491

forme parte para siempre «del secreto del Rey»,37 como tantas
veces ella repetía a sus monjas.
De sus directores a ella conservamos pocas cartas. Esto nos
hubiera facilitado conocer el juicio que ellos hacían de su espíritu.
Pero es un dato revelador el hecho de que todos guardaron cuida-
dosamente los autógrafos de la Madre.38 Muchos no están fechados
por ella. Pero el padre Torres con todo cuidado puso casi todas las
fechas que faltaban, y las guardaba ordenadamente; y lo mismo
hizo el padre Florencio. Y los tres las encomendaron a otros religio-
sos para que las hicieran llegar, una vez muerta la Madre, a sus
monjas.39
Ella nunca pensó que sus directores conservarían sus cartas.
Sintiéndose como se sentía: «Nada y miseria»;40 «un guiñapo, y de
lo más asqueroso que pueda concebirse»,41 «a mí misma me causo
repugnancia»,42 ni lo sospechó siquiera. Lo que les escribía era su
intimidad más absoluta. Lo hizo por pura necesidad, y otras veces
por obediencia. Pero nunca, a nadie más, manifestó nada de lo que
pasaba por su alma. Ni siquiera a sus hijas más cercanas. Casi la
única alusión a ello la hace en una carta a la madre Magdalena de
la Eucaristía –a quien pidió que la rompiera después de leída–, del
año 1949.43

37 cf. Tb 12, 7.
38 Aunque del padre Valentín sí se conservan muchas cartas dirigidas a la
Madre (más de 200), no se tratan en ellas más que asuntos externos de todo tipo y
sólo alguna vez aparecen breves respuestas a las consultas espirituales que ella le
hacía.
39 Ver notas de este trabajo. Las cartas dirigidas al padre Valentín las entregó
él mismo al carmelo del Cerro de los Ángeles.
40 Cta. 220, al padre Alfonso Torres, s.j., 21 junio 1930.
41 Cta. 225, al padre Alfonso Torres, s.j., 12 julio 1930.
42 Cta. 73, al padre Alfonso Torres, s.j., 14 septiembre 1927.
43 «Como a mí me pasó aquello cuando era postulante, de que “a Él le tuvie-
ron por loco”... Bueno, no fue nada, pero nunca se me pudo olvidar, y siempre, al
leer ese pasaje, parece que hace tilín, tilín, allá adentro, en el cuore. Pues, figúrese
“V.” que hoy lo han leído en el refectorio, en Remigio, que a mí me gusta muchí-
simo, y al llegar a lo de Herodes, pues que me ha entrado una perra horrible, de que
mi camino no es el de mi Cristo y que yo lo quiero seguir, y que Él también lo
quiere, y que si sí, y que si no... El caso es que estoy que no puedo más de deseos
de imitarle. Y ¿qué hago yo?» (Cta. 2647). De esta carta no se conserva el original.
La madre Magdalena, después de copiarla, la rompió, como se lo había pedido la
Madre Maravillas.
492 CARMELITAS DESCALZAS

Otras ligeras menciones están dichas en tono de broma: «Yo,


hecha una zapatilla vieja...; ahora ya estoy de angustias, tedios y
“toda la pesca”»;44 «yo estoy de un aburrimiento de la vida...»;45
«he pasado unos días de rechupete y estoy de “mala humor”»;46 o
«un abrazo muy fuerte que le lleva “este Niño de mis amores que
está inmolado, ofrecido por los pobres pecadores”, y (Reservado)
que está en una “noche oscura horripilante” su pobre madre que lo
es. Madre mía, si pudiese pedir un poquito por esta pobre........»47.
Nada más. A pesar de las terribles noches por las que pasó y por
los hondísimos sufrimientos de su espíritu, al exterior nunca se le
notó ni una impaciencia, ni un mal gesto; siempre bondad, manse-
dumbre, serenidad, equilibrio. Así lo han manifestado decenas y
decenas de monjas que vivieron con ella largos años y en estrecha
intimidad. A no ser por estas cartas a sus directores, nunca se hubie-
ra sabido nada de la vida espiritual de la santa, aunque, a juzgar por
sus virtudes y por lo que se veía por fuera, se intuyese que aquella
era muy rica y profunda.
Con motivo de su canonización, acaba de salir al público una
primera aproximación a las cartas a sus directores espirituales.48
Ella se hubiera espantado de ver publicadas estas cartas íntimas,
sobre todo las gracias místicas que Dios le concedió. Pero al mismo
tiempo, parece como si a través de estas páginas, se diese cumpli-
miento a un vehemente deseo que la Madre tenía, y que tantas
veces expresó: «Cómo quisiera poder reparar todo esto, publicán-
dolos [sus pecados] al mundo entero, llena de confusión y dolor»;49
«...pensé decir estos pecados graves de mi vida [a un padre carme-
lita], porque, ya que no pueda ser a todo el mundo, como tanto me
gustaría...»50.

44 Cta. 1463, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 25 abril 1947.


45 Cta. 1866, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 10 mayo 1952.
46 Cta. 3466, a la madre Mª Josefa del Corazón de Jesús, noviembre 1961.
47 Cta. 2393, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 25 noviembre 1959.
48 B. Jiménez Duque, Vida Mística de la Madre Maravillas de Jesús. Su
alma, editorial Edibesa, Madrid, 2002, 270 pp.
49 Cta. 60, al padre Alfonso Torres, s.j., 5 junio 1927.
50 Cta. 462 bis, al padre Florencio del Niño Jesús, o.c.d., 1938.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 493

Cartas a sus familiares

Desgraciadamente, no se han encontrado ninguna de las cartas


que la santa escribió a sus padres ni a su hermana mayor, Niní.
Sentimos especialmente no tener las escritas desde el Carmelo a su
madre, la marquesa viuda de Pidal, porque, a juzgar por las que se
conservan dirigidas a su cuñada y a su hermano Alfonso y a algunas
de sus sobrinas, debieron de ser muchas. Esto nos ha privado de
conocer más a fondo las relaciones entrañables que existían entre
ella y su anciana madre, que había quedado sola y deshecha a causa
de su entrada en el carmelo de El Escorial. No dudamos que la hija
le escribiría líneas llenas de consuelo y de aceptación del sacrificio
de la separación, que serían un verdadero bálsamo para la madre.
Doña Adelaida Fernández-Hontoria y Uhagón, esposa de don
Alfonso Pidal y Chico de Guzmán, hermano de Maravillas, guardó
cuidadosamente las cartas que desde septiembre de 1919 –pocos
días antes de entrar en El Escorial– le escribió su cuñada. Estos
autógrafos hacen un total de 88. Dos de ellos son pruebas únicas e
inestimables para conocer las primeras impresiones de Maravillas
al entrar en el Carmelo: «El único sacrificio que tengo que hacer es
el de la separación; por lo demás, me encuentro muy feliz y llenas
todas las aspiraciones de mi corazón».51 A la semana de su ingreso
había escrito: «Es una felicidad tan grande que no te la puedo expli-
car; la celda, donde está uno solo con Dios, parece el cielo [...]. Yo
no puedo por menos de darle infinitas gracias porque para mí haya
sido ésta su voluntad. Ayúdame tú a dárselas y pídele que, olvidán-
dome de mí, sepa corresponder a tantos beneficios».52
Al ir corriendo los años, los más variados asuntos, el interés por
la familia que iba creciendo, por la salud de los suyos, recuerdos de
su infancia y juventud, etc., van aflorando en estas cartas, llenas de
un cariño muy verdadero. A propósito de esto, nos encontramos con
líneas entrañables: «A María –hija de Adelaida y Alfonso– también
quiero escribirle, para decirle la ilusión que me hicieron los retratos
de los niños, que estaban de lo más salados y monos. Me hacen
muchísima ilusión mis sobrinos nietos».53 «Cuánto siento que estos

51 Cta. 5544, 17 octubre 1919.


52 Cta. 5545, 19 octubre 1919.
53 Cta. 5570, junio 1948.
494 CARMELITAS DESCALZAS

recuerditos que con tanto cariño me han hecho las hermanas para
las niñas –para la Primera Comunión de las nietas gemelas de doña
Adelaida–, no les hayan llegado para ayer».54 «Cómo te agradeceré
me sigas dando noticias de cómo está Alfonso, que aunque seamos
monjas (gracias a Dios), el corazón sigue queriendo a los nuestros
igual, o tal vez más que cuando estábamos con ellos».55
A veces, con encantadora confianza, hace también sus encargos
–algunos de lo más pintoresco–, a la marquesa de Pidal: «No te
olvides de los sombreros de todos los años y trapos o cosas viejas
que tengáis, que nos vienen admirablemente [...]. Si tienes guantes
viejos tuyos o de Alfonso, también los aprecian mucho»;56 «te que-
ría pedir dos cosas, pero sólo si las tienes [...]. Una es un paraguas,
que lo mismo da de hombre o no; es porque me ha prohibido el
médico tomar nada de sol en la cabeza, y teniendo uno (viejo, claro
está), me vendrá muy bien»;57 «lo que más falta nos hace es que,
como ahora vamos descalzas, el día de lavado nos mojamos todas
los pies, y con el frío es un poco duro, y querría irles comprando a
las hermanas, como ya han hecho en otros conventos, albarcas o
almadreñas, no sé bien cómo se llaman».58
En otras ocasiones, con mirada siempre sobrenatural, sabe con-
solar a los suyos ante los sufrimientos: «¡Qué nada es todo lo de
esta vida –escribe a su cuñada, después de la muerte de su esposo–,
y cómo pasa todo, haciéndonos ver que la vida verdadera es la de
arriba, la que a todos nos espera, y donde volveremos a reunirnos
con nuestros seres queridos, para con ellos gozar de Dios, para
siempre, siempre, siempre!»;59 «tienes que hacer cuanto puedas
para cobrar ánimos, y ahora poner tu felicidad en sufrir por el
Señor, ya que Él tantos años te dio de gozar. Que Él vea que llevas
la bendita cruz con mucha paz, resignación y amor, ya que con
tanto te la ha enviado Él, y dentro de nada te reunirás con Alfonso,
para vivir para siempre, siempre en el cielo».60

54 Cta. 5591, 9 junio 1950.


55 Cta. 5606, 1 julio 1952.
56 Cta. 5570, junio 1948.
57 Cta. 5590, 25 mayo 1950.
58 Cta. 5599, 18 diciembre 1951.
59 Cta. 5618, 14 julio 1954.
60 Cta. 5621, 12 octubre 1954.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 495

La correspondencia con su cuñada finalizó a la muerte de ésta,


en 1959. La Madre Maravillas, en recuerdo agradecido, escribía de
ella: «Yo quería a Adelaida como a una verdadera hermana... Fue
siempre tan buena y cariñosa con todos nosotros; con mis padres,
como una hija verdadera... El Señor habrá recompensado todas sus
virtudes y lo bien que le ha servido en la tierra».61
Otros familiares de la Madre conservaron también como un
tesoro sus cartas. Por ejemplo, varias de sus sobrinas: María Pidal
Fernández-Hontoria, 42 cartas más 28 billetes, notas y estampas;
Patricia Bertrán de Lis y Pidal, 37 cartas; y Cristina Bertrán de Lis
y Pidal, 20 cartas.

Cartas a otros seglares

1.– Doña Catalina Urquijo Vitórica

Merece mención particular, por el volumen de autógrafos con-


servados: 450 cartas, entre 1931-1955.62
Doña Catalina Urquijo Vitórica fundó la revista Voluntad en
1919, y Maravillas Pidal fue una de las más activas colaboradoras,
aunque ambas se conocían desde años atrás. Mujer de intensa vida
espiritual y muy amante de santa Teresa de Jesús y del Carmelo, era
dirigida del padre Alfonso Torres. A través de ella, Maravillas cono-
ció al padre, detalle que la carmelita le recordará años después en
algunas cartas: «Siempre pienso que, si mucho te debemos por
tantas y tantas cosas, la que supera a todas es que por ti conocimos
y tuvimos la inmensa gracia de tener al padre, que tanto nos ha
ayudado».63 «Muchísimo te debemos, pero sobre todos esos bene-
ficios está el de habernos puesto en contacto con ese santo que
tantísimo bien nos hizo y nos hace».64 Cuando Maravillas entró en
el Carmelo, esta señora y su marido, José Luis Oriol, siguieron en
estrecho contacto con la Madre, y después con sus fundaciones.

61 Cta. 6174, a D. Ricardo Fernández-Hontoria, 19 junio 1959.


62 La familia Oriol guarda esta valiosa colección de cartas autógrafas.
63 Cta. 5975, 27 diciembre 1946.
64 Cta. 5973, 24 octubre 1946.
496 CARMELITAS DESCALZAS

Con sus bienes de fortuna fueron grandes bienhechores de los


que se valió la Providencia divina para ayudar en innumerables
problemas derivados de los nuevos carmelos. En la construcción
del convento del Cerro y en otros posteriores, como Mancera o
Duruelo, don José Luis prestó una valiosísima ayuda como arqui-
tecto. En las cartas que la Madre dirige a su amiga, rara es la vez
que no le agradezca alguna limosna en favor de algún convento,
medicinas, telas, utensilios para el trabajo, etc.... «¡Del Cerro me
han enviado muchísimas medicinas, y hasta los limones y té buení-
simo! No sé cómo decirte que Dios te lo pague todo, todo, que es
muy grande caridad y delicadeza, que agradezco, si no en lo que
vale, sí muy mucho [...]. Hay que ver lo que supone, además, acor-
darte y ocuparte de estos detalles»;65 «Dios te pague también tu
grande y delicada caridad, enviándome fruta y verdura».66
En fin, si pretendiésemos hablar detenidamente de esto, sería no
acabar. Dios premió tanta generosidad, y una de las hijas de estos
señores ingresó en el carmelo de Batuecas en 1938, donde era prio-
ra la Madre Maravillas, trasladándose luego al del Cerro de los
Ángeles.
La Madre en esta correspondencia frecuentemente deja esca-
par de su pluma líneas que expresan la felicidad de ser de Dios, la
vaciedad de todo lo que no es Él, y, dada la precaria salud de doña
Catalina, le suele hablar del amor a la cruz: «[El Señor y la
Virgen] te han ido llevando entre cruces y dolores, sí, pero ése es
el camino de Cristo, el que Él nos enseñó con su ejemplo a reco-
rrer; y con razón puedes decir ahora que se va despegando el
corazón de todo lo que no sea Él... Y ¡qué grande libertad siente
el alma con esto!».67
Otras veces trae oportunamente expresiones y citas de la santa
Madre Teresa, tan querida también para su interlocutora, con las
que ilustra su pensamiento,68 aunque después, temiendo tal vez
darle «una lección», concluye: «Perdona, que se me ha ido la

65 Cta. 5953, 9 diciembre 1944.


66 Cta. 5591, 18 junio 1948.
67 Cta. 5946, 4 mayo 1945.
68 Entre varias otras, la carta del 2 de diciembre de 1950 (Cta. 6043) es
prácticamente toda ella una continua referencia a santa Teresa, tanto en las citas
como en la doctrina sobre los trabajos y la cruz.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 497

pluma, y es tontería decir cosas que tan bien tú sabes, pero es que
como toca una materia que a mí tanto me gusta»;69 «te digo cosas
que tú sabes mucho mejor que yo, pero que se me escapan de la
pluma y del corazón».70
Y es que la Madre consideraba que «por algo somos hermanas,
hijas las dos de nuestra santa Madre. Yo nunca puedo verte más que
así, y al querer el Señor, a pesar de ser tú hija verdadera de santa
Teresa, tenerte en el mundo para su gloria, te ha dado en tu hija el
estar también dentro de esta “casa de la Virgen”».71

2.– Doña Narcisa Rojas, marquesa de Esquibel

Doña Narcisa Rojas, en la declaración que prestó en el Proceso


de canonización de la Madre Maravillas, explica detalladamente el
inicio de la relación con ella.72 La marquesa de Esquibel era tam-
bién dirigida del padre Alfonso Torres, superior en aquel tiempo de
los jesuitas de Sevilla. La amistad espiritual que se inició en el año
1941 entre ambas, se intensificó a partir de la muerte del padre, en
1946. La Madre, a quien dolió profundamente esta ausencia, se
sentía bien comprendida por esta señora. Era el padre quien las
había unido, y por eso, en las cartas dirigidas a doña Narcisa, podía
dar rienda suelta a sus sentimientos, a sus recuerdos sobre el jesui-
ta, a la doctrina que él tantas veces les había enseñado. En todos
estos autógrafos hay constantes alusiones a él: «El día 29... un año
que nuestro padre, cada vez más amado y venerado, se nos fue al
cielo... ¡Qué bien estará allí, lleno ese corazón tan grande que tanto
tuvo que sufrir en la tierra!...»;73 «¡ya él está en la vida verdadera,

69 Cta. 5781, 10 agosto 1939.


70 Cta. 5991, 18 junio 1948.
71 Cta. 5781, 10 agosto 1939.
72 «Conocí a la Sierva de Dios en la casa de capellanes del Cerro de los
Ángeles, en el año 41 [...]. Y el padre Alfonso Torres, que residía en Sevilla, me
dijo que tenía interés en que yo conociera a la Sierva de Dios. Anteriormente había
conocido yo a la madre de la Sierva de Dios en San Sebastián, con motivo de que
veraneaba al lado de mí, y me había dicho que tenía una hija santa. Y yo ya desde
entonces tenía muchas ganas de conocerla [...]. El padre Torres me dio una carta
para ella, y éste fue el motivo de conocerla. Desde entonces la visité en el Cerro y
en todas sus fundaciones, unas tres veces al año, aparte de las cartas que le escribía,
y a las que ella me contestaba».
73 Cta. 6228, 26 septiembre 1947.
498 CARMELITAS DESCALZAS

y cómo bendecirá sus sufrimientos, esa cruz que tanto amó!»,74 etc.,
etc.
Y, olvidando su propia tristeza, se esfuerza por levantar al cielo
el corazón de su amiga, animándola con palabras llenas de consue-
lo: «Muy sola la ha dejado, pero no dude un momento de su protec-
ción desde el cielo, él, que tanto la quería y tanto se ocupaba de su
bien [...]. Los tesoros que el Señor nos ha dado con su doctrina, con
sus escritos, con sus cartas, tienen que seguir su obra de santifica-
ción de nuestras almas en pobreza, en soledad, en dolor, como Él
quiera...»;75 «bien comprendo lo que sentirá su corazón, pero todos
estos desprendimientos tan dolorosos la unirán más al Señor, no lo
dude, aunque de momento no lo vea».76
La marquesa de Esquibel no pudo sustraerse a la «irradiación»
espiritual de la Madre Maravillas, como les ocurrió a tantas otras
personas. Comprendía que bajo ese natural sencillísimo, se oculta-
ba un alma privilegiada, con verdadera luz de Dios. Por eso, poco
después de conocerla, llevada de una profunda veneración, comen-
zó a hacerle sus confidencias y consultas espirituales, que se acre-
centaron enormemente con la desaparición del padre Torres. En las
cartas de la Madre hay referencias continuas a ello: «Mucho deseo
saber cómo se encuentra por dentro y por fuera, si su vida ha tenido
algún cambio al exterior, quiero decir aumento de cruz, mayores o
menores ocupaciones. Ya sabe cuánto me interesa todo, y que, aun-
que nada pueda ni para nada le sirva, esta pobre descalza se intere-
sa muy de corazón por todo lo suyo. Su carta de enero me consoló
mucho, pues veo cuánto la ayuda el Señor y que el fruto de los
ejercicios lo ha conservado Él en su corazón».77
Así, nos encontramos en estos autógrafos acertados consejos
sobre la santidad en medio del mundo: «¡Qué duda cabe que en la
soledad habla Él más al corazón! Claro que la soledad verdadera, la
del corazón, es la que Él busca, y ésa, por su misericordia, podemos
tenerla aun en medio del mundo [...]. Vamos a amarle cada día más
y a dejar en sus manos todo lo nuestro exterior e interior, para ocu-

74 Cta. 6241, 17 junio 1950.


75 Cta. 6228, 26 septiembre 1947.
76 Cta. 6236, 27 marzo 1949.
77 Cta. 6236, 27 marzo 1949.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 499

parnos sólo de amarle más y más, para que en nuestros pobres


corazones pueda tener consuelo y descanso»;78 «nada me extraña lo
que le sucede. Por dicha suya se entregó al Señor; deje que la lleve
por donde quiera y haga de usted lo que quiera, pero esté siempre
segura de su amor. Yo creo que al Señor no le importa en absoluto
nuestra nada y miseria; de arreglar, limpiar y cambiar se encarga Él;
la cosa es que le amemos y hagamos tan nuestra su voluntad divi-
na»;79 «¡qué importa que no tenga usted el sentimiento de la fe, si
está viviendo de ella a cada momento!».80
En 1952 ingresaba una de las hijas de doña Narcisa en el car-
melo de Duruelo, y cuatro años después, otra en el de Arenas de
San Pedro. La Madre Maravillas entonces sabe alentar y suavizar
el sacrificio de una madre que, aun plenamente conforme con la
voluntad de Dios, siente hondamente la separación: «Ofrezca al
Señor con toda el alma su sacrificio, que le será muy agradable, y
a Él no le disgusta que le cueste, créalo, y así le agradará aún más.
Pero procure, eso sí, que la tristeza no entre, que ya sabe, al Señor
le gusta le demos con alegría»;81 «¿la hubiera usted querido entre-
gar a alguien que no fuese Cristo? Él hace vacíos en su corazón
para llenarlos de Él».82
La entrada de sus dos hijas en el Carmelo consolidó aún más la
relación entre la marquesa de Esquibel y santa Maravillas. Las 114
hermosas cartas autógrafas y numerosas notas y billetes, con sus
sobres respectivos, dirigidas a la marquesa de Esquibel, las regaló
ella misma al carmelo de La Aldehuela.

3.– Don Gregorio Marañón Posadillo

De todos es bien conocida esta extraordinaria figura española


de las ciencias y letras contemporáneas. Su relación con la familia
Pidal se inició antes de que Maravillas ingresara en el Carmelo. La
trató médicamente a ella de una neuritis en la rodilla, contraída por

78 Cta. 6238, 3 septiembre 1949.


79 Cta. 6241, 17 junio 1950.
80 Cta. 6248, 14 junio 1951.
81 Cta. 6267, 27 enero 1953.
82 Cta. 6286, 15 mayo 1956.
500 CARMELITAS DESCALZAS

las largas horas que pasó arrodillada a la cabecera de la cama de su


padre, don Luis Pidal, durante su última enfermedad, y también era
médico de la marquesa viuda de Pidal. Estas relaciones se estrecha-
ron más cuando en 1941 Gregorio, hijo del doctor, contrajo matri-
monio con Patricia Bertrán de Lis y Pidal, sobrina carnal de la
Madre.
Conocemos el aprecio extraordinario que el doctor Marañón
tuvo a la santa. Patricia y otros familiares de la Madre le oyeron
decir en muchas ocasiones que ésta era una de las personas más
inteligentes y equilibradas que había conocido. Tenemos, además,
el testimonio de otro eminente médico, el cardiólogo Francisco
Vega Díaz, gran amigo del doctor Marañón, que manifestaba: «La
primera [dificultad para escribir sobre la Madre] radicaba en la
impresión anonadante en que me dejaron la asistencia que le presté
durante bastantes años (a requerimiento del profesor Gregorio
Marañón, que la quería y admiraba extraordinariamente)...».83
Prueba de esta estima del doctor son las varias decenas de autó-
grafos de la Madre que él guardó, y que actualmente se conservan
en la fundación Gregorio Marañón, de Madrid. Son 37 cartas que
abarcan los años 1949-1959.84 La Madre Maravillas, que corres-
pondía en su aprecio al doctor Marañón, –«mi buenísimo doctor»
suele llamarle casi siempre–, conociendo bien su caridad, solía
acudir a él a menudo en las enfermedades, no sólo de sus monjas,
sino de los demandaderos de sus conventos, aspirantes al Carmelo,
familias de las hermanas, etc... Él nunca dejó de atender a todas las

83 Francisco Vega Díaz, La Madre Maravillas, el milagro y la psicoterapia


religiosa, Madrid 1978, p. 1. Este libro recoge y amplía dos conferencias que el
doctor Vega pronunció sobre la Madre Maravillas en el Colegio de Médicos de
Madrid, en noviembre de 1977.
En una carta escrita por la Madre Maravillas a la madre Magdalena de la
Eucaristía, el 18 de abril de 1960, poco después de la muerte del doctor Marañón,
cuenta medio en broma: «Ha estado Gregorio Marañón [hijo del doctor] y Patricia
[...]. Gregorio venía, decía, a traerme la devoción, admiración, cariño y veneración
de su padre por nosotros; de verdad dijo: “por nosotros, por mí en particular”, –y
añade para quitarle importancia– ¡no se vaya usted a creer!, pero por todas, que
bien lo sé». Cta. 2313.
84 Estos autógrafos no han sido registrados en el Proceso de canonización de
la Madre. Muy pocas cartas conservadas por doña Patricia Bertrán de Lis, sí fueron
presentadas en el Proceso.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 501

consultas que ella le hacía, y siempre recibió con mucha atención a


cuantas personas la Madre le envió.
Es otra faceta la que nos ofrecen estas interesantes cartas: la
extremada caridad de la Madre y su preocupación por todo el que
pasaba por su lado.85 Y hasta a veces le descubre un poco sus deseos
de entregárselo todo al Señor: «Me piden ahora una fundación en
África (Mozambique). No sé si se llevará a efecto, pero quieren
saber si en principio la aceptaríamos. Para contestar quisiera saber
si usted cree podría yo hacer este viaje. No tengo ningún interés en
vivir más o menos años, y muy grande en hacer algo por el Señor,
aunque sea tan poco».86
Ella, siempre tan agradecida como su santa Madre Teresa, pro-
curó corresponder al doctor con las oraciones de su comunidad y
obsequiándole con las sencillas labores carmelitanas: «Van también
esas pequeñeces, producto de casa. No valen nada, pero sí es gran-
de el afecto con que van enviadas, y con el mismo han pintado las
hermanas ese Niño divino, al que pedimos siempre le pague con sus
gracias, la mucha caridad que con nosotras tiene».87
Y en otra escrita a la madre Magdalena de la Eucaristía le dice:
«No sabe qué carta hemos recibido de Marañón [...]. Fue mi Niño,
como le decía, preciosísimo, y arreglado de sueño, y ofrecimos a
santa Teresita un bautizo para que llegase bien; y le ha hecho tal
ilusión, que me ha escrito como no tiene idea. Yo creo que es que

85 Una pequeña muestra: «Crea que, a pesar de tener bien conocida su


mucha caridad para con nosotras, me cuesta molestarle tanto», carta del 22 de
febrero de 1950; «recibí su carta, y agradecidísima como siempre. Nuestro
demandadero irá el viernes 13 al hospital [...]. Realmente, parece quiere el Señor
tenga que estar siempre poniendo en juego su caridad, y crea me daría mucho
apuro si no supiera cuán de corazón la tiene con nosotros. Sin embargo, ¡es ya
tanto! En fin, el Señor, que es buen pagador, como decía nuestra Madre santa
Teresa, no dejará nada sin recompensa, y ella, que era tan agradecida, se encarga-
rá también de la deuda de sus hijas...», carta del 11 de julio de 1951; «D. Manuel
Martín Mulas [...] no acaba de estar bien y me daría mucha tranquilidad que usted
le viera, pues es un hombre joven que está en plena actividad de trabajo, con el
que se está creando un porvenir, y tiene aún los hijos pequeños», carta del 22 de
febrero de 1950; «muy de veras le agradecí también todo cuanto ha hecho por
nuestra hermana de la India. Todas al llegar tuvieron esas molestias, pero en ésta
ha debido ser cosa mucho más fuerte. Al Señor pedimos siempre se lo pague todo,
todo», carta del 29 de junio de 1951.
86 Carta del 6 febrero 1951.
87 Carta del 6 enero 1950.
502 CARMELITAS DESCALZAS

el Niño le ha debido de hacer sentir algo especial, porque, si no,


tanto no se comprende; y además no dice que estaba bonito, como
por ejemplo el año pasado el portalico que le mandamos con los
nietos, sino sólo a lo interior, así que estoy entusiasmada de haber-
me desprendido de él».88 Y cuando un año no puede enviarle su
regalo, lo siente de verdad: «¡Qué sacrificio es para nosotras no
poderle enviar este año nuestro pequeñísimo recuerdo, que, aunque
sin valor ninguno, era para nosotras una satisfacción demostrarles
nuestro afecto! Aún no tenemos acabada la obra y no hemos podido
empezar nuestros trabajos».89
La Madre siguió con indecible interés los últimos años de este
insigne doctor, sobre todo desde 1957, en que él sufrió una trombo-
sis cerebral, hasta 1960, en que murió. «Por Marañón pidan muchí-
simo. El pobre está malísimo y se ha acordado de nosotros, sin duda
acudiendo al Señor y comprendiendo que sólo de Él le puede venir
el remedio [...]. Hemos estado varias noches con rosarios [...].
Estamos con un interés, como pueden figurarse».90 Y poco después:
«Hemos rezado muchos días los rosarios, y hoy de nuevo para pedir
luz para los médicos. Tenemos mucha esperanza, a pesar de todo,
pero el caso es casi, sin casi, un milagro desesperado. Le enviamos
la capa de la Santa Madre [...]. No podemos pedir más de lo que lo
hacemos. Ha sido siempre tan buenísimo con nosotros».91
Y poco después de la muerte de don Gregorio, acaecida en abril
de 1960, comenta en una larga carta a la madre Magdalena de la
Eucaristía, sus últimos momentos, que fueron muy consoladores.92

4.– Otros seglares

Además de estos destinatarios, otros guardaron también unas


interesantes colecciones de cartas autógrafas de la santa. Así, por
ejemplo, señalamos a la marquesa del Salobral, 89 cartas; don
Ricardo Fernández-Hontoria y Uhagón, hermano de doña Adelaida

88 Cta. 1903, 28 diciembre 1952.


89 Carta del 4 de enero de 1955. No habían concluido aún las obras de la
reciente fundación de Arenas.
90 Cta. 2133, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 29 octubre 1957.
91 Cta. 3888, a la madre Magdalena de Jesús, 28 noviembre 1957.
92 cf. Cta. 2313.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 503

Fernández-Hontoria, 79 cartas; los señores de Valcárcel, 77 cartas;


Concepción Hergueta Vidal, 30 cartas; los señores de Benjumea,
28 cartas; la infanta Isabel Alfonsa de Borbón, 25 cartas; don
Antonio Mª Oriol y Urquijo, 25 cartas; don Antonio Sáez
Montagut, 25 cartas; doña Belén Moreno de la Sota, 24 cartas;
doña María Mancisidor de Trillo, 22 cartas; los señores de
Villacorta, 11 cartas.93
Ya indicamos al principio cómo la fama de santidad que gozaba
en vida la Madre Maravillas no se refiere sólo a partir de su entrada
en el Carmelo. Era un rumor extendido por Madrid que Maravillas
Pidal era una verdadera santa. Así lo aseguraban también los cria-
dos de su casa. Por ejemplo, su doncella María Sagredo, y su inse-
parable amiga de la infancia en Carrascalejo Nieves Piñero presta-
ron a este respecto una valiosísima declaración en el Proceso de
canonización.94 Otros nombres como Juan Mancebo, carpintero y
demandadero de muchos conventos de la Madre, a lo largo de más
de 30 años, o Manuel Martín Mulas,95 esa persona providencial que
Dios colocó a su lado para levantar los edificios materiales de sus
carmelos; familiares de sus monjas, bienhechores y un larguísimo
etcétera en el que no es posible detenernos en estas líneas, consti-
tuyen un interesantísimo grupo de destinatarios, y sus cartas vienen
a formar un espléndido epistolario en el que quedan plasmadas las
diversas vivencias de la santa desde los más variados puntos de
vista. Este voluminoso epistolario está aún sin publicar, pero es
lógico, dada la proximidad en el tiempo de la Madre Maravillas y

93 Los autógrafos los poseen actualmente los mismos destinatarios, o fueron


donados por ellos a diversos carmelos fundados por la Madre. Así, por ejemplo, en
el carmelo de La Aldehuela se encuentran las cartas dirigidas a la marquesa del
Salobral, a don Ricardo Fernández-Hontoria, a la infanta Isabel Alfonsa de Borbón,
a los señores de Benjumea, a los señores de Valcárcel, a Concepción Hergueta y a
doña María Mancisidor de Trillo. En Duruelo se encuentran los autógrafos de los
señores de Villacorta.
94 María Sagredo, que entró en la casa de los marqueses de Pidal cuando
Maravillas tenía quince años, después del ingreso de ésta en el Carmelo, siguió
prestando gran ayuda a las fundaciones de la Madre, hasta su muerte, ocurrida el
20 de febrero de 1978. Ella también guardó como un tesoro 28 cartas autógrafas y
44 notas breves que entregó a los carmelos de El Escorial y La Aldehuela. Dirigida
a Nieves Piñero se ha encontrado hasta el momento una carta.
95 Juan Mancebo conservó 7 autógrafos, que entregó al carmelo de La
Aldehuela; y Manuel Martín Mulas, 9, que posee en la actualidad su familia.
504 CARMELITAS DESCALZAS

la rapidez con la que ha subido a los altares.96 Muchas de estas


personas aún viven, y no parece prudente todavía sacarlo completo
a la luz.

Cartas a Obispos, sacerdotes y religiosos

Por lo que se refiere a las cartas autógrafas dirigidas a los obis-


pos de las diócesis donde ella se encontraba, vamos a detenernos
principalmente en dos cartas escritas a don Leopoldo Eijo y Garay,
obispo de Madrid-Alcalá. Estas cartas, escritas en un tono de
humildad impresionante, ponen de relieve, sobre todo, la postura de
la Madre Maravillas ante el priorato. Así nos encontramos que ella,
una y otra vez, manifestó sus ardientes deseos de verse liberada de
esta carga, no porque supusiera sacrificio, sino porque, en su humil-
dad, verdaderamente se sentía incapacitada para ser priora. Desde
1926, en que fue elegida por primera vez, dos años después de
haber hecho su profesión solemne, hasta 1974, hubo de cargar con
esa abrumadora cruz, aunque siempre acatando sumisamente la
voluntad de Dios. A sus directores espirituales les hablaba con cier-
ta frecuencia de su repugnancia, en especial al padre Torres, con
expresiones sobrecogedoras.
Es particularmente emotiva la carta del 20 de agosto de 1939,
dirigida a don Leopoldo:

«Quiera el Señor abrir los ojos de estas hermanas, que tan


cerrados los tienen para ver lo que yo soy y que así puedan
elegir quien sepa hacerles bien con sus consejos y ejemplos,
que yo, señor obispo, sufro realmente cuando las veo tan bue-
nas, tan abnegadas, tan fervorosas y llenas de virtudes, y que
no tengan una madre que las ayudase a correr, aún más, por
estos caminos... Créame, señor obispo, se lo digo con todo el
corazón, y desgraciadamente es la pura verdad: aquí no hay
malo más que la priora [...]. Siempre contentas, alegres, dóci-
les, dispuestas a cuanto sea más del agrado del Señor, y que
yo, con lo que soy, tenga, o más bien, haya tenido que estar

96 Fue canonizada el 4 de mayo de 2003, a sólo veintiocho años y cuatro


meses de su muerte.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 505

tantos años al frente, cuando no merecía ocupar ni el último


lugar de esta santa comunidad».97

Su principal temor fue el de «imprimir su sello» al estar tantos


años constituida en autoridad: «Temo, con tantos años, imprimir sin
querer aquí algo personal, que no puede ser sino malo, y que aun
cuando no fuese así, sería deplorable hacerlo».98 Estaba convencida
de que hacía daño a sus hijas, y que cualquier otra haría más bien a
sus almas, y por eso, cada vez que se acercaba una elección, procu-
raba por todos los medios que no la reeligieran.99 Pero nunca lo
consiguió. En los diversos «palomares» en que vivió100 fue elegida
madre y maestra, con el voto y el amor unánime de sus hijas. Así
hasta la muerte. La última elección de su vida fue la del año 1973.
En carta al Visitador de Religiosas de la diócesis de Madrid-Alcalá
escribió con gran trabajo estas líneas a máquina, que rezuman
humildad y rendida obediencia, y que emocionan por su sinceridad:

«Por lo que a mí toca, además de mi inutilidad de siempre


se une ahora [...] mi total falta de salud [...]; me he decidido a
escribirle (aunque sea con tantas faltas), es para decirle,
padre, si no sería mejor esperar un poquito, porque no dudo
que será cosa de dos o tres meses lo que me falta para ir con
el Señor [...]. Perdone, padre, esta carta, que apenas puedo
escribir, y no necesito decirle que con mucho gusto diré fiat a
cuanto disponga».101

Don Santos Moro Briz, obispo de Ávila, en cuya diócesis están


los carmelos de Mancera de Abajo, Duruelo, Arenas de San Pedro
y el Monasterio de La Encarnación de Ávila, admiraba y veneraba

97 Cta. 5344. La otra carta dirigida a don Leopoldo Eijo y Garay es de este
mismo tenor.
98 Cta. 408, al padre Alfonso Torres, s.j., agosto 1933.
99 «De mi falta de virtud se resienten todas. ¡Si viera, padre, lo que soy! No
me apuro, porque quiero cerrar los ojos y arrojarlo todo en el horno de amor que
todo lo consume, pero es algo verdaderamente terrible. Y que esto tenga aquí el
lugar de Dios; que esto, tenga que enseñarles lo que no practica...», Cta. 406, al
padre Alfonso Torres, agosto 1933.
100 Concretamente en los carmelos del Cerro de los Ángeles, Mancera,
Duruelo, Arenas de San Pedro y La Aldehuela.
101 Cta. 5522, 23 abril 1973.
506 CARMELITAS DESCALZAS

a la Madre. Ella y sus monjas, a su vez, le tenían por santo:102 «...


viendo la verdadera santidad de este obispo de Dios»;103 «hoy ha
venido nuestro Señor obispo a despedirse monísimo, cariñosísimo,
tristísimo de que nos fuéramos [a la fundación de La Aldehuela],
pero hecho un santazo como siempre».104
Las 59 cartas conservadas por don Santos –que abarcan los
años 1945 a 1970–, son más que las consultas de una súbdita a un
superior para solicitar determinados permisos. Reflejan, junto al
respeto más rendido, una confianza y un cariño entrañables hacia
su «padre y prelado», como ella muchas veces le llama. Interés por
la salud de don Santos, limosnas enviadas para el seminario de
Ávila, ofrecimiento de hospitalidad... y hasta le habla sincerísima-
mente de sus deseos «desaparecer, de conformar mucho más en
todo mi pobre vida con lo que fue la suya, en la pobreza, en la
humildad»,105 de fundar en mayor pobreza aún que en Mancera y
Duruelo, sabiendo que será bien comprendida por él.106
A otros obispos, sacerdotes y religiosos se conservan más de
100 cartas autógrafas y algunos borradores. Mencionamos, entre
otros destinatarios, a don Casimiro Morcillo, arzobispo de Madrid-
Alcalá, don Francisco Barbado Viejo, obispo de Salamanca, don
José Mª García Lahiguera, arzobispo de Valencia –de quien habla-
remos más adelante–; a los padres jesuitas José Antonio Aldama y
Nemesio Otaño; a varios capellanes de sus carmelos, como don
José Bermejo o don Daniel Martín; a sacerdotes diocesanos, como
don Baldomero Jiménez Duque, don Hermenegildo López; a los
religiosos padre Manuel Tuya, o.p., o la madre Juana Irízar,
Provincial de las carmelitas misioneras, etc., etc.

Cartas a los Carmelitas Descalzos

Fue extraordinario el amor que la Madre sintió por su Orden del


Carmelo. Un testigo cualificado, el padre carmelita descalzo Matías

102 En las cartas a sus hijas, hablando de él, frecuentemente le llama gracio-
samente «Bispín» –diminutivo de obispo– por la pequeña estatura de don Santos.
103 Cta. 1568, a la madre Magdalena de la Eucaristía, junio 1948.
104 Cta. 2352, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 1 diciembre 1960.
105 Cta. 5367, septiembre 1952.
106 cf. Cta. 1568, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 1948.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 507

del Niño Jesús, escribió un artículo para uno de los boletines que se
editan periódicamente sobre la Madre. Dice así: «Después de nues-
tra Madre santa Teresa de Jesús no se ha distinguido otra hija de la
gran Madre que haya demostrado tanto amor y realizado tantas
obras a favor de sus hermanos, los hijos de san Juan de la Cruz. Los
lugares históricos del Carmen Descalzo fueron los primeros objetos
de su estima y beneficio. Ella y sus monjas vivían muy pobremen-
te, ayudándose del trabajo, pero Dios les proporcionaba medios, no
buscados, para realizar maravillas, haciendo honor a su nombre.
Comenzó por adquirir el Desierto íntegro de San José de Batuecas,
tomando en cuenta una leve indicación del Provincial de Castilla
ante el peligro de que tan santo lugar se destinara a fines totalmen-
te profanos. Fue esto a primeros del año 1936, hecho providencial,
porque al año siguiente sirvió de acogida a toda la comunidad del
Cerro de los Ángeles, de la que era priora la Madre Maravillas, al
salir del Madrid rojo en plena guerra.
«Más tarde intentó, en primer lugar, adquirir el sitio del primiti-
vo convento de Duruelo. Había sido fundado por san Juan de la Cruz
en aquella alquería que le proporcionó santa Teresa, y del que aún
quedaban restos. Pero no consiguiéndolo entonces, adquirió el solar
de Mancera, segundo convento de carmelitas descalzos, sin desistir
de Duruelo, que poco después pudo conseguir. En estos tres históri-
cos conventos: Batuecas, Mancera y Duruelo construyó monasterio
y estableció comunidad de monjas carmelitas, ya que los frailes no
podían hacerlo y a ella acudían abundantes vocaciones.
«Por entonces, siendo yo jovencito capellán diario y confesor
semanal de la familia Oriol-Urquijo, estos fervientes católicos, por
amistad íntima y a propuesta de la Madre Maravillas, que era prio-
ra en Mancera, costearon la construcción del Colegio Teológico de
Salamanca de padres carmelitas. Ella seguía fundando carmelos,
porque las vocaciones copiosas continuaban y se le ofrecían medios
económicos. Así fundó en Arenas de San Pedro, y queriendo que
las atendieran los padres carmelitas, hizo construir en Talavera de
la Reina, lugar cercano a Arenas, una iglesia grande y convento
para sus muy amados padres.
«Cuando el General de la Orden, padre Silverio de Santa
Teresa, manifestó su acariciado deseo de restaurar la vida eremítica
508 CARMELITAS DESCALZAS

en Batuecas, la Madre Maravillas y sus monjas, allí tan felices, no


dudaron en entregar su convento de reciente estreno, con toda la
finca a la Orden, teniendo que trasladarse ellas y hacer nuevo con-
vento en Cabrera.
«Todavía tuvo otro rasgo: ofrecerse a reparar el lamentable
estado del convento sepulcro de san Juan de la Cruz en Segovia. No
llegaron a ponerse de acuerdo, pero al menos por mi intervención,
entregó una gran cantidad para su actual reestructuración como
centro de espiritualidad.
«En todas sus fundaciones puso todo empeño en que los padres
carmelitas fueran sus confesores ordinarios, por mucha que fuera la
distancia. Por lo dicho queda patente la afirmación hecha al comen-
zar estas líneas: que los frailes descalzos no han tenido otra bienhe-
chora semejante».107
Son tantos y tan complejos a veces los asuntos que trata en las
cartas a los carmelitas descalzos, que es casi imposible ni siquiera
enumerarlos. Sólo decir que el pensamiento de la Madre sobre vida
de la carmelita, el asunto de las Federaciones en la década de los
años 50, la aplicación de las reformas conciliares, su profundísimo
amor por la obra y la herencia de la santa Madre Teresa, está en
ellas recogido detalladamente. La Madre no tiene más que un
deseo: «Es nuestro deseo continuar nuestra vida de carmelitas des-
calzas como nos la dejó nuestra Santa Madre y venimos viviendo,
con la gracia de Dios, hasta ahora. Esta preciosa vida que, como
sabe V.R., llena por completo tal como está, nuestros deseos y es
nuestra vocación. Confiamos mucho, padre nuestro, en V.R., que ha
de ayudarnos a guardar en toda su pureza esta herencia que nuestra
santa Madre nos dejó»;108 «no queremos cambiar nada de lo que
nuestra santa Madre nos dejó tan admirablemente dispuesto, procu-
rando mucho, desde luego, la reforma interior, para vivir cada día
más nuestra vida de verdaderas carmelitas descalzas, como lo desea
y nos pide el Concilio».109

107 Venerable Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza, nº 107, año


1997, pp. 1-2.
108 Cta. 6906, al padre Miguel Ángel de San José, o.c.d., 23 enero 1968.
109 Cta. 6766, al padre Segundo de Jesús, o.c.d., 23 febrero 1969.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 509

Además, se puede seguir, paso a paso, en estas cartas autógrafas


la preparación inmediata de varias fundaciones y sus generosas
disposiciones y las de sus monjas. De todo ello va dando cuenta
estrecha a los padres Generales y a otros padres de la Orden: «Al
visitar Monseñor Buenaventura Arana este Cerro bendito [...], y
comunicarnos los deseos de Su Santidad de llevar monjas a su dió-
cesis de Vijayapuram, excuso decirle, padre, que la idea cayó como
venida de Dios, y estas hermanas se ofrecieron con todo su cora-
zón. Monseñor ya ha aceptado la fundación»,110 escribía, por ejem-
plo, en 1933. Y en 1966, comunica en una interesante carta al padre
General Anastasio del Santísimo Rosario, su aceptación para
comenzar la ingente tarea de restauración del Monasterio de La
Encarnación de Ávila: «Le pedimos, padre nuestro, sus santas ora-
ciones y que le diga a nuestra incomparable santa Madre, que ella
le pida al Señor que nos ayude, que sólo Él puede hacerlo... Irá,
Dios mediante, de priora la madre Magdalena de Jesús, de Duruelo,
a quien V.R. tanto conoce, y que precisamente ahora ha cumplido
el tiempo de su estancia en El Escorial, donde, gracias a Dios, ha
hecho el Señor quede una comunidad fervorosísima. Se han porta-
do con una humildad y docilidad que nos han dejado edificadas. Yo
en todo esto no he tenido más parte que decir a las hermanas lo
encontraba muy necesario y muy hermoso, y... ver cómo ellas se
sacrifican, quedándome yo en tierra...».111
La sumisión y espíritu sobrenatural con que acogió, por ejem-
plo, los deseos del padre Silverio de Santa Teresa de que las carme-
litas adoptaran el modelo de alpargata abierta, por considerar que
era así como lo ideó la santa Madre; el eco que este deseo del padre
General tuvo en los diversos carmelos: «Es grande consuelo siendo
esto así, tener este detalle de mayor austeridad en estos tiempos que
tanto se ofende al Señor. Dios se lo pague, padre nuestro...»;112 o la
llegada de una capa auténtica de santa Teresa de Jesús al carmelo
del Cerro, por señalar algunos aspectos marcadamente carmelita-
nos, están descritos en estos autógrafos de una manera sencilla y
encantadora, con todo lujo de detalles. Hasta habla de «una mari-

110 Cta. 6862, al padre Herman de San Norberto, o.c.d., 31 mayo 1933.
111 Cta. 6896, 17 julio 1966.
112 Cta. 6874, 20 septiembre 1947.
510 CARMELITAS DESCALZAS

posica blanca, muy graciosa, que se cogió de allí [de la capa] y


conservamos de recuerdo».113
En 1948 trataba con el padre Silverio la cesión del desierto de
Batuecas a los padres carmelitas, y en 1949 la posibilidad de ayudar
a sus hermanas del carmelo de New Port, en Estados Unidos. En las
cartas de estos años se pueden seguir las diversas gestiones en estos
asuntos, que dieron como resultado la marcha de las carmelitas
descalzas de Batuecas al nuevo convento de Cabrera (Salamanca),
en 1950, y el fallido intento de ayuda a las carmelitas norteameri-
canas. Cuando se deshizo el proyecto, ella sólo tuvo una preocupa-
ción: «¿Estará contento mi Cristo? Espero que sí, que si no... “No
quiero contento, mi Jesús ausente”....».114
Aparte de las cartas autógrafas bellísimas conservadas por los
carmelitas Valentín de San José y Florencio del Niño Jesús, que
vimos detenidamente, son interesantes las dirigidas, entre otros
padres, a varios Generales de la Orden, que abarcan un período de
1931 a 1973: Guillermo de San Alberto, Silverio de Santa Teresa,
Anastasio del Santísimo Rosario, Miguel Ángel de San José.115 De
los tres últimos nos consta que sintieron gran estima por la Madre
Maravillas.116 Además de éstos, destacan los padres: Evaristo de la
Virgen del Carmen, 44 autógrafos repartidos en varios carmelos;
Matías del Niño Jesús, 26 autógrafos; Víctor de Jesús María, 14

113 Cta. 6871, al padre Silverio de Santa Teresa, o.c.d., 8 marzo 1940.
114 Cta. 1695, 17 abril 1950, a la madre Magdalena de la Eucaristía.
115 Estos autógrafos se encuentran en el Archivo General de los carmelitas
descalzos, en Roma. Dirigidos al padre Guillermo de San Alberto hay 7, más un
interesante borrador de 1931 guardado en el carmelo del Cerro, en que le pide
permiso para salir a defender el monumento al Sagrado Corazón con toda la comu-
nidad, en caso de ser atacado; al padre Silverio, 22; al padre Anastasio, 4; y al padre
Miguel Ángel, 11. En el Archivo Silveriano de Burgos se encuentran 4 autógrafos
más de la santa al padre Silverio, de los años 1941, 1942 y 1946, no registrados en
el Proceso de canonización.
116 El padre Silverio de Santa Teresa manifestaba a sus monjas que entre los
más altos valores de la Reforma contaba a la querida priora de Duruelo (cf. Positio
super virtutibus..., vol. III, Summarium, p. 1168); el padre Anastasio Ballestrero, en
un magnífico artículo publicado el 10 de mayo de 1998, en el diario italiano
Avvenire, titulado: «Una “maravilla” de nuestro tiempo», hace una hermosa sem-
blanza de la Madre, recién beatificada; por su parte, el padre Miguel Ángel de San
José comentaba a la comunidad de La Aldehuela: «Si ustedes la quieren, no crean
que yo me quedo atrás en la estima y afecto que tengo por la Madre». Positio super
virtutibus..., véase Informatio, vol. I, p. 622.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 511

autógrafos, que se encuentran en el carmelo de La Aldehuela;


Eufrasio de la Virgen del Carmen, 14 autógrafos, en los carmelitas
descalzos de La Santa, de Ávila. El archivo Provincial de la provin-
cia de Castilla guarda varias cartas dirigidas a los padres Pedro
Tomás de la Sagrada Familia, José Antonio del Niño Jesús y
Heliodoro del Niño Jesús. Sin incluir a los mencionados en este
epígrafe, la Madre trató a lo largo de su vida con numerosos carme-
litas descalzos. Sólo en sus cartas nombra a más de 132 padres y
hermanos de la Orden, de distintas provincias.

Cartas a las Carmelitas Descalzas. A sus monjas

Pero donde la Madre Maravillas vuelca lo mejor de sí misma y


su entrañable amor de madre es en el epistolario dirigido a sus
monjas. A ellas escribe el mayor número de las cartas, no sólo en
cantidad, sino también en extensión.
Si en los primeros años, como ya señalamos, el círculo de des-
tinatarios es bastante restringido, a medida que el tiempo fue pasan-
do y ella fundando carmelos, la mayor parte de su correspondencia
se dirigió a sus monjas, primero a las de Kottayam (India), después
a las que quedaron en Batuecas al finalizar la guerra, y más tarde a
las del resto de las fundaciones. Así, nos encontramos que más de
165 monjas de sus conventos conservaron estos escritos, que hacen
un total de 4433 cartas y más de 1700 billetes, notas breves y
estampas.
Cuando la Madre va marchándose de cada fundación, sus hijas
no están dispuestas a prescindir de sus excepcionales consejos, tan
llenos de sabiduría humana y divina. Y por eso –en especial las
prioras–, le consultan prácticamente todo. No es la imposición de
una superiora acaparadora que quiere tener todo bajo su dominio,
sino la necesidad de sus corazones agradecidos. Las cartas que
dirige a sus monjas no las escribe sólo para contestar las innumera-
bles cuestiones que éstas le plantean. No es difícil entender que,
sobre todo en las primeras fundaciones de Kottayam, Batuecas,
Mancera, Duruelo, la mayor parte de las monjas habían salido del
carmelo del Cerro de los Ángeles. Por eso, se sienten como una sola
comunidad, prolongada por tierras de Castilla o más allá de los
512 CARMELITAS DESCALZAS

mares, con unos mismos ideales y sentimientos. A propósito de esta


firme unión, escribe, por ejemplo a Kottayam: «Que estos dos
carmelos –el Cerro y Kottayam–, que siempre serán tan uno, sean
como Él los quiere y vea en ellos un renuevo del amor que ardía en
el pecho de nuestra santa Madre».117
En larguísimas cartas les describe multitud de detalles que sabe
que interesan a éstas que también son sus hijas. Todos sus carmelos
participan de las penas y alegrías de cada uno de ellos, y hasta de
sus bienes materiales. Está plagado este epistolario de regalos que
se intercambian en determinadas fechas; de productos de la huerta,
que van y vienen; de libros interesantes que se pasan de unos a
otros, etc., etc. En sus carmelos era una verdadera fiesta recibir
carta suya. Se leía y se releía en comunidad, y muchas veces la
priora la rifaba entre las monjas, ante el regocijo de todas.
La mayoría de las veces, la Madre sólo puede escribir robando
tiempo a su sueño –ya de por sí tan escaso–, y en ocasiones, alum-
brada por un débil candil: «Le estoy escribiendo a las 3 de la maña-
na. Razón: que me he acostado, y harta de estar ahí sin dormir, me
he puesto a hacerlo».118 No es extraño que lo haga en el mismo
coro, junto a «su Cristo»: «Estoy en el coro, para que no me oigan
las monjinas, y así le escribimos a una mi Cristo y yo a nuestra
Magdalenica, a quien tanto queremos los dos, diferencia aparte».119
También, cuando arrecia el frío en los duros inviernos de
Castilla, por complacer a la hermana enfermera, la encontramos
haciéndolo en la cocina: «¿Sabe dónde le estoy escribiendo hoy?
Pues, qué vergüenza, ¡en la cocina! Es que hemos estado todo el día
en el archivo, que también es fresquito, y la hermana Dolores me
ha dicho que no me dejaba quedarme esta noche si no era aquí.
“¡Habráse visto cañamón semejante!” Pero el caso es que, indigna-
da y todo, estoy muy calentica y muy a gusto».120 Y también en la
cocina improvisa este simpático verso:

«Cesto de sor Juana,- papel de cristal,


guita de Dolores, - amor fraternal

117 Cta. 5234, a la madre Rosario de Jesús, 18 julio 1934.


118 Cta. 5240, a la madre Rosario de Jesús, 30 agosto 1935.
119 Cta. 1602, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 20 diciembre 1948.
120 Cta. 1607, a la madre Magdalena de la Eucaristía, enero 1949.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 513

de aquestas monjitas, - hechas hornos ya,


pues en la cocina - escribiendo están.
Mimbres de Mancera, - cedro de San Juan,
rosas de mi Madre. - ¡¡Niño sin igual!!
¡Autora O [sic]!».121
A sus hijas escribe cartas llenas de cariño. A todas responde
para disipar sus dudas, alentarlas en sus luchas, animarlas en el
camino del servicio de Dios. Y a las prioras, además, aconseja
cómo han de conducirse con las monjas, y sobre los mil detalles de
la buena marcha del convento. Así, sin pretenderlo ella, han llegado
hasta nosotros páginas inspiradas, que podrían formar un verdadero
tratado espiritual –sobre todo en lo que a formación carmelitana se
refiere–.
Con ellas escribe como habla, con toda confianza y con absolu-
ta llaneza, naturalidad y muchas veces con un humor realmente
delicioso. Estas epístolas, sabrosísimas, aparecen salpicadas de
expresiones populares de Mancera o Duruelo, y a veces remeda los
dichos de los labriegos o de las gentes sencillas. De una aspirante,
por ejemplo, dice: «Le dijimos muchas cosas para que se hiciere un
poco cargo de lo que es la vida religiosa y cómo había que repren-
derlas, y decía: “¡Tó, yo no quisiera, pero igual contesto!”».122 De
otra: «Escribía dando las señas para que la encontrasen, que era
“rebajuela”, y sí que lo es... Ahora, que de lista... qué barbaridad...
Llegó en taxi acompañada de su hermano, y parecían unos señores
elegantes. Entró y me dijo: “Eche usted ‘palante’, que yo no sé el
camino”».123 «No pude seguir porque me “omocioné” como una
tonta...».124 «También me decía algo que no me acuerdo. “Repetim”,
please, en honor de mis flores del cementerio (así se llaman las
canas en Mancera)».125 «Estoy negrita de no tener noticias de V.R.
y no saber qué ha dicho Marañón de su vista, como llaman en mi
pueblo lo que V.R. tiene malo: “Se me puso una de las vistas
mala”».126 «Que duerman y descansen y se alimenten por su amor,

121 Billete 48, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 1945-1946.


122 Cta. 1319, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 7 octubre 1944.
123 Cta. 1947, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 3 febrero 1954.
124 Cta. 2888, a la madre Inés del Niño Jesús, 4 diciembre 1953.
125 Cta. 2112, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 26 junio 1957.
126 Cta. 2165, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 11 marzo de 1958.
514 CARMELITAS DESCALZAS

que Él les pudo hacer “Gil Robles”, como decía la hermana


Francisca, que ella estaba hecha un “Gil Robles”, y no ha queri-
do».127
Otras veces, hasta traza graciosos dibujos de «Panderete», el
cerdito de Mancera, o de un pollito, o del gato White, acompañando
graciosos versos. En una ocasión, agradeciendo unos bollos a las
madres del Cerro, dice que sus «hijas se han “relamido”», y lo hace
pintando un pentagrama con las notas musicales Re, La, Mi, Do.128
El ambiente que ella va dejando en sus carmelos, tan fervoroso,
cálido y entrañable, queda reflejado perfectamente en estas cartas,
con los miles de detalles de la vida ordinaria que la Madre sabe
describir con verdadera chispa. Es prácticamente imposible dar una
idea de los temas tratados por ella, porque trata de todo: desde la
salud de sus hijas, hasta sabios consejos sobre la vida espiritual,
pasando por los acontecimientos de la Iglesia y la Orden, los
empleados de sus conventos, las familias de las monjas, la
Providencia que con ellas tiene Dios, o las visitas que llegan a su
carmelo. Leyendo muchas de estas páginas, parece estar revivién-
dose algún episodio de las Fundaciones de santa Teresa:

«Nos avisaron que no había más remedio que ir a Duruelo,


porque no tenían tajo, y, como los caminos están malísimos,
los coches, ni pensar. Fuimos en tartana con “Rodi”, la her-
mana Teresa, Isabel y yo. El pobre bicho muy bien; se puede
ir cuando el camino está bien, en media hora [...]. Al pasar por
una de las innumerables lagunas que hay, se nos puso la tar-
tana del todo inclinada del lado de la hermana Teresa e Isabel.
El caballo hizo el Señor que parase, sin duda al notar algo raro
en su carga. Se tiró Francisco, se tiró Isabel, y, cogido el
bicho, y yo creo que sujetada la tartana, salimos airosas del
caso, pero faltó el canto de un duro para volver a naufragar.
¡Mire que si morimos ahogadas! Había trozos que nos tenía-
mos que bajar, de malísimo que estaba, pero Él, que vela por
nosotras...».129

127 Cta. 5368, a la madre Mª Josefa del Corazón de Jesús, 1962.


128 Cta. 1919, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 7 mayo 1953.
129 Cta. 1406, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 7 abril 1946.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 515

Si describe la pobreza en que viven sus carmelos, lo hace de


una forma sugestiva: «¡Cómo no he de desear este carecer de todo
tan encantador! Ayer me dieron cinco céntimos de limosna, y ¡me
dio una devoción cogerlos!».130«El conventico, para comérselo. Da
gusto, porque se nota la estrechura y se acuerda uno de Nazaret,
aunque ya va diferencia»;131 y cuando aconseja a sus monjas, sólo
desea que agraden a Dios: «¡Claro que es “Patillas”! No le haga
ningún caso y esté muy tranquila, oyendo al Señor, en la soledad,
hablarle al corazón».132 «Me parece rarísimo que enamorándose del
Señor no se desee lo más humilde como Él lo hizo».133 «Reaccionar
y empezar de nuevo con más brío y más amor, ése es el efecto que
han de dar las caídas. ¿Dónde está la humildad? Acostúmbrese a
verse como es, pura miseria y nada, pero esta miseria y esta nada
no le impedirá, si acude al Señor y sin cansarse, empiece de nuevo
confiando en Él. No ha pasado nada, que quiere el Señor que sea
humilde, perseverante, fiel y valiente. La virtud hay que verla en las
ocasiones y no a los rincones».134 Si alguna monja se «tuerce» un
poco: «Me muero cuando no las veo como quiero para el Señor;
claro que si yo fuese otra...».135 Y como ocurre con la santa de
Ávila, no puede dejar de percibirse en estas cartas de la hija carme-
lita un profundo deje de Dios en medio de los asuntos más corrien-
tes.
Cuando se acerca la separación, ante una nueva fundación,
escribe: «Estoy tan perezosuca que me da pereza irme y me da
pereza quedarme..., pero no me da pereza quererle [al Señor] con
toda el alma, y todo el corazón, con todas las fuerzas, con todo el
entendimiento...».136 Es habitual que, después de describir con todo
detalle algún episodio, concluya con expresiones parecidas a ésta:
«¡Qué bueno es Dios, y no sé por qué nos apuramos por nada, que
si Él está contento, vengan penas!»137 Y si la providencia de Dios
le regala, justo en el momento que más lo necesitan, concluye,

130 Cta. 1300, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 12 junio 1944.


131 Cta. 1518, a la madre Magdalena de la Eucaristía, noviembre 1947.
132 Billete 895, a la hermana Mª Reyes del Corazón de Jesús, octubre 1957.
133 Cta. 2047, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 1 junio 1956.
134 Billete 6, a la madre Mercedes del Sagrado Corazón, septiembre 1928.
135 Cta. 1381, a la madre Magdalena de la Eucaristía, noviembre 1945.
136 Cta. 2356, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 19 diciembre 1960.
137 Cta. 1951, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 24 febrero 1954.
516 CARMELITAS DESCALZAS

agradecida: «Cómo es el Señor; es para morirse, si se tuviera cora-


zón».138
Al abandonar en el año 1954 el carmelo de Duruelo para trasla-
darse a su nueva fundación de Arenas de San Pedro, la Madre
Maravillas dejó olvidado, entre los papeles del archivo, lo que ha
venido a llamarse «su testamento». No se sabe cuándo lo escribió;
pero parece deducirse de su lectura que en algún momento en que
notó en ella algunos síntomas que le hicieron pensar en su próxima
muerte. Estas líneas, llenas de una sincera y profunda humildad,
bien pueden ser el resumen de lo que ella se consideraba a sí
misma, «no tomando en nada ejemplo de lo que, por desgracia, han
visto en mí, que no soy sino una mala monja», y de lo que deseaba
que fueran sus hijas: «Procuren vivir como merece el amor de nues-
tro Dios, con esa humildad y caridad que a Él tanto le complacen,
olvidadas del todo de sí».139
La Madre comprende bien que la obra de la santificación de un
alma es exclusivamente de Dios: «A los primeros años le parece a
uno que puede algo, que va a lograr algo, y luego qué bien se ve que
lo que uno puede únicamente es echarse en esos brazos divinos y
amorosísimos y esperarlo todo de Él».140 Nada tiene de extraño, por
lo mismo, que un tono de bondad, mansedumbre, comprensión para
con las flaquezas ajenas, aparezca en la correspondencia con las
monjas. Ya señalamos anteriormente cómo a ellas no manifestó el
terrible sufrimiento moral que padecía, ni el abismo de maldad y
miseria que se sentía. Siempre irradiaba serenidad, alegría, dulzura.
La misma que, por ejemplo, escribiendo a sus hijas de Batuecas,
poco antes de marchar a la fundación de Mancera, les dice: «Estamos
contentísimas todas y sin más deseo que el de que todas estas “casas
de la Virgen” lo sean de verdad y el Señor pueda encontrar en ellas
su consuelo y mandarlo y regirlo todo, según su voluntad. La verdad
es que somos felices»,141 escribía por el contrario al padre Valentín,
en esta misma época: «Ayer no pude ni hablar con V.R., en tal esta-
do estaba por dentro... El Señor lo remedie y Él haga lo que quiera,

138 Cta. 1929, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 27 julio 1953.


139 Cta. 4915. Este valioso autógrafo se encuentra en el carmelo de La
Aldehuela.
140 Cta. 1925, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 15 julio 1953.
141 Cta. 952, a la madre Mercedes del Sagrado Corazón, 31 marzo 1944.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 517

con tal de que yo no le ofenda ya más, pero es que a veces ¡se cierra
todo tanto!».142 Y así hasta su muerte...
Las cartas a sus monjas suelen ir firmadas: «Su pobre Madre,
que tanto la ama, Maravillas de Jesús», aunque no es infrecuente
que finalice con otras simpáticas expresiones como: «Maravillicas
(como dicen en mi pueblo) de Jesús»;143 «Maravillas, Carlota,
Luisa, Cristina, Caralampia»;144 «Mervelles de Jesús»;145 «para
V.R. todo el inmenso amor de su pobre atufada hija, a quien ponen
todos los días un brasero, y hoy, que era el último, me han atufado...
No sé si intentarían mi muerte. Adiós, adiós».146
Los diversos carmelos que ella fundó guardan estas cartas y
billetes como el más preciado tesoro. El trabajo de investigación de
estos escritos está aún por emprender, y se desconoce dónde se
encuentran actualmente muchas de las piezas, ya que los traslados
de las monjas a las diversas fundaciones facilitaron la dispersión de
estos autógrafos. De entre estos escritos destacan los dirigidos a la
madre Magdalena de la Eucaristía, unos 2.500 entre cartas y bille-
tes, que se conservan en los carmelos del Cerro de los Ángeles y
Aravaca; los dirigidos a la madre Mercedes del Sagrado Corazón,
unos 412, entre cartas y billetes, que se conservan en el carmelo de
San Calixto; a la madre Inés del Niño Jesús, unas 215 cartas y bille-
tes, conservados en los carmelos de Mancera y Aravaca; a la madre
Mª Josefa del Corazón de Jesús, unas 520 cartas y cientos de bille-
tes breves, conservados en el carmelo del Cerro de los Ángeles; y
a la madre Magdalena de Jesús, unas 620 cartas y billetes, conser-
vados en el Monasterio de La Encarnación de Ávila. Cada una de
estas colecciones de cartas y sus destinatarias merecería un largo y
detenido estudio, y constituyen pruebas inestimables de primerísi-
ma mano para conocer la vida y pensamiento de la Madre
Maravillas.
Alrededor de una veintena de carmelos españoles, sin contar los
fundados por ella, –que sepamos hasta ahora– conservan autógra-

142 Cta. 555, al padre Valentín de San José, o.c.d., 20 abril 1944.
143 Cta. 2585, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 1968.
144 Cta. 2588, a la madre Magdalena de la Eucaristía, enero 1969.
145 Cta. 2545, a la madre Magdalena de la Eucaristía, aproximadamente
1969.
146 Cta. 1944, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 15 enero 1954.
518 CARMELITAS DESCALZAS

fos de la santa (Burgo de Osma, La Granja, Soria, Vic, Echevacoiz,


Malagón, Málaga, Ronda, Santa Ana y San José, de Madrid, Iriépal,
Talavera de la Reina, Lerma, Navahermosa, San Clemente, Alcalá
de Henares, Santa Teresa, de Madrid...) Son 70 las cartas registra-
das en el Proceso de canonización, aunque nos consta que algunos
otros carmelos poseen cartas suyas que no han sido presentadas en
el Proceso.

La Madre Maravillas y algunas figuras de la iglesia contempo-


ránea en proceso de canonización

Repasando el epistolario de la Madre, encontramos numerosas


alusiones a figuras contemporáneas, hoy ya elevadas a los altares o
en Proceso de canonización. Con frecuencia, comentaba: «La ver-
dad es que, cuando el Señor tiene algún santo, nos lo manda»,147
recordando a varias de estas personas excepcionales con las que
ella y sus monjas se relacionaron. Algunos de estos conocimientos
datan de antes incluso de entrar en el Carmelo, pues Maravillas
Pidal, desde su juventud, ayudó en numerosas obras de caridad, y
colaboró activamente con varias congregaciones e institutos reli-
giosos.
En las cartas de la Madre Maravillas aparecen referencias a
varios santos, beatos y siervos de Dios. Entre ellos, por señalar
alguno, el Venerable padre Juan Vicente, o.c.d.: «... una religiosa de
gran virtud y valer, hermana del padre Juan Vicente, carmelita muy
santo».148 En 1937, al pasar por San Sebastián, hacia la zona nacio-
nal, quiso la Madre parar en la Obra Máxima, para saludar al padre:
«Al pasar por San Sebastián, vimos al padre Juan Vicente, que
estuvo cariñosísimo».149
El Venerable padre Balbino del Carmelo predicó varias veces
ejercicios espirituales a la comunidad del Cerro cuando la Madre
Maravillas era allí priora. Sobre él nos encontramos, entre otras,
estas simpáticas líneas en una carta de la santa: «A mí, la hermana

147 Testimonio de las carmelitas descalzas de La Aldehuela.


148 Cta. 16, al padre Alfonso Torres, s.j., 2 febrero 1925. cf. Cta. 18, 393,
1496, etc...
149 Cta. 5244, a la madre Rosario de Jesús, 19 junio 1939.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 519

Mª Jesús me tiene cosida en el hábito una reliquia del padre


Balbino».150
Del Siervo de Dios padre Eufrasio del Niño Jesús, o.c.d., escri-
bía en 1934: «Estamos muy entusiasmadas con el mártir que el
Señor ha querido elegirse en nuestra sagrada Orden, eso sí, pero es
muy triste que así se persiga al Señor en la católica España».151
De la Venerable niña Mª del Carmen González Valerio, escribía
a la madre de ésta, el 30 de junio de 1953: «Queríamos empezar una
novena a Mari Carmen, para lo cual nos gustaría nos prestase las
florecitas de que nos habló [...]. No sabe cuánto hablamos de Mari
Carmen [...]. Tiene todo lo referente a ese ángel algo de cielo».152
San Pío X, santa María Goretti, santa Rafaela Mª del Sagrado
Corazón, los beatos Juan XXIII, Dom Columba Marmión, Dolores
Sopeña, Francisco y Jacinta, los Siervos de Dios Luz Casanova,
padre Tarín, s.j., Tomás Morales, s.j., entre otros, aparecen repeti-
das veces en los escritos de Santa Maravillas.
En su Proceso de canonización afirman varios testigos que, ade-
más, conoció personalmente al beato Rafael Arnáiz, trapense, a las
beatas Mª de los Ángeles, carmelita de Guadalajara mártir, Laura
Cavestany, mártir salesa del Primer Monasterio de la Visitación de
Madrid, al Venerable Aureliano del Santísimo Sacramento, o.c.d.; a
los Siervos de Dios Zacarías de Santa Teresa, o.c.d., y a la madre
Cristina de Arteaga, de las Jerónimas de Santa Paula de Sevilla.
Son interesantes tres cartas dirigidas al Siervo de Dios don José
María García Lahiguera, que fue arzobispo de Valencia y funda-
dor de las Oblatas de Cristo Sacerdote.
Don José Mª conoció entonces a la hermana Maravillas en el
carmelo de El Escorial, siendo él joven seminarista. Tuvo ocasión de
tratar con ella más tarde, en el Cerro de los Ángeles, y sobre todo en
la fundación de La Aldehuela, en los años 60. Por entonces era obis-
po auxiliar de Madrid y Vicario de Religiosas. En 1964 pidió a la
Madre su ayuda para revitalizar material y espiritualmente el carme-

150 Cta. 2794, a la madre Inés del Niño Jesús, 4 abril 1952; cf. Ctas. 191, 192,
193, 331, 333, al padre Alfonso Torres, s.j.; Cta. 2179, a la madre Magdalena de la
Eucaristía; Cta. 1005, a la madre Mercedes del Sagrado Corazón.
151 Cta. 6866, al P. Guillermo de San Alberto, Prepósito General o.c.d.
152 Carta no registrada en el Proceso de canonización.
520 CARMELITAS DESCALZAS

lo de El Escorial, donde ella había ingresado. Sabemos que hubo


correspondencia entre ambos sobre este asunto, pero desgraciada-
mente no se ha encontrado hasta hoy. Sí han llegado por el contrario
tres cartas originales de la Madre, de sumo interés, de los años 1970
y 1973 sobre el asunto de la Asociación de Santa Teresa.153
Monseñor Lahiguera consideraba a la Madre como una verda-
dera santa. Así lo declaró en su Proceso de canonización. Es más,
había enviado a las dos fundadoras de su congregación a La
Aldehuela, para que pasaran la tarde en la clausura, hablando con
ella y empapándose del ambiente, «porque –decía el prelado– allí
todo era santidad».154
A tres de los santos que acaban de ser canonizados con la Madre
Maravillas en la inolvidable ceremonia del pasado 4 de mayo, los
encontramos en su epistolario.
Recientemente ha sido publicada por la Institución Teresiana
parte de una carta autógrafa de la hermana Maravillas, aún postu-
lante en el carmelo de El Escorial, dirigida al padre Pedro Poveda.
Ésta es una de las tres cartas que conservamos de su tiempo de
postulantado, y nos da a conocer su vinculación con dicha
Institución, de la que fue bienhechora y consejera antes de ingresar
en religión: «Puede tener la seguridad que siempre recuerdo con
muchísimo afecto e interés nuestra querida Institución y que no
pasa día que no le dedique parte de mis pobres oraciones para que
siga creciendo y dando mucha gloria a Dios. Es una obra tan her-
mosa y necesaria, y que, como usted sabe y era natural, tan viva-
mente me interesó, que no podría dejar de hacerlo así».155
Sabemos que Maravillas visitaba muchas veces la residencia de
esta Institución, en la calle Serrano 16, –ella vivía en Serrano, 14–, y
les entregó, al marcharse al Carmelo, un donativo de 25.000 pesetas
¡de las de entonces! Además se conserva parte de la correspondencia

153 Estos originales se conservan en las Oblatas de Cristo Sacerdote de


Madrid. A la muerte de la Madre, don José Mª prestó una valiosa declaración en su
Proceso de canonización, sobre todo en lo referente a la restauración del carmelo
de El Escorial y a la creación de la Asociación de Santa Teresa.
154 cf. Positio super virtutibus... Informatio, p. 622.
155 cf. Flavia Paz Velázquez, “Sal de tu tierra”, en Cuadernos biográficos
Pedro Poveda, nº 7, Narcea, Madrid, 2002, pp. 93-94. El autógrafo de la hermana
Maravillas se conserva en Madrid, en la Institución Teresiana.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 521

entre la Madre y Josefa Segovia, cofundadora de esta Obra, hoy en


también Proceso de canonización,156 aunque la mayoría de estas car-
tas se reducen simplemente a felicitaciones navideñas y de Año
nuevo y al envío de «capellanas», siguiendo una tradicional costum-
bre carmelitana. Se estimaban mucho, y la santa, en algunos de sus
viajes fundacionales, se hospedó en las residencias de la Institución.
Al jesuita padre José Mª Rubio lo conoció personalmente la
Madre, y sabemos cuánto le apreciaba. El padre Rubio estaba des-
tinado en Madrid, en la casa profesa de los padres jesuitas de la
calle de la Flor, en la misma comunidad del padre Torres. La fama
del llamado «apóstol de Madrid» era bien conocida en la capital de
España. El 30 de mayo de 1924, día de la profesión solemne de la
hermana Maravillas, lo encontramos visitando a la comunidad del
Cerro en la casita provisional de Getafe; dos días después, el primer
viernes de junio, predicándoles en su diminuta capilla, y al mes
siguiente, en la función de la tarde de la solemnidad del 16 de julio.
A propósito de esta última visita, el padre tuvo un gesto que podría
llamarse «profético». Aseguró a la reducida comunidad que «no
obstante la pequeñez nuestra –escribe la madre Mª Josefa del
Corazón de Jesús, una de las cuatro fundadoras– esta obra llegaría
a ser lo que Jesús espera de ella: obra grande en el sentido espiritual
y oculto... También nos dijo, al vernos solas cuatro en el locutorio,
y que no había más...: “No importa, dijo con un acento especial,
con cuatro columnas se levanta un edificio”».157 Sin duda, visitó el
carmelo del Cerro en más ocasiones, ya que con frecuencia organi-
zaba peregrinaciones a aquel santo lugar.
En tres cartas habla la Madre Maravillas del santo jesuita. En
una de ellas, escrita pocos días antes de la muerte de éste, dice al
padre Torres: «Pedimos mucho por el padre Rubio, que hace mucha
falta [...]; ¡tanto como nos alegrábamos de su ida a Aranjuez, tan
necesaria!»158

156 De la Madre se conservan 9 cartas a Josefa Segovia en la Institución


Teresiana, en Madrid.
157 Carta de la madre Mª Josefa del Corazón de Jesús al padre Alfonso Torres,
s.j., Getafe, 21 junio 1924. Conservada en el archivo de las carmelitas descalzas de
La Aldehuela.
158 Cta. 120, al padre Alfonso Torres, s.j., 24 abril 1929; cf. también Cta. 113,
al mismo, y Cta. 6014, a Catalina Urquijo.
522 CARMELITAS DESCALZAS

De sor Ángela de la Cruz, fundadora de la «Compañía de las


Hermanas de la Cruz» en Sevilla, la Madre tuvo conocimiento por
medio de la marquesa del Nervión y del padre Torres. Éste tenía
estrecha relación con la reciente congregación y veneraba a sor
Ángela. Por lo que se deduce de alguna carta de la Madre
Maravillas, parece que el padre Torres les hablaba de esta congre-
gación y de su santa fundadora, y de las dificultades por las que
aquélla atravesaba, como toda obra de Dios. La Madre Maravillas
quería mucho a «madre Angelita», como popular y cariñosamente
se la conocía. Poco después de la muerte de ésta, escribió al padre
Torres: «Lo de madre Angelita es también un gran consuelo, que
haya almas que sean tan agradables a Dios. Me han enviado una
fotografía de ella después de muerta...»159
Por las cartas de la Madre Maravillas, sabemos que la primera
biografía que se publicó de sor Ángela de la Cruz, Madre, «circu-
laba» por varios de sus carmelos, con mucho provecho espiritual.
Hasta nos encontramos que, imitando a la santa sevillana –que se
llamaba a sí misma «la negra zapaterita»–, nuestra santa se autode-
fine en alguna carta: «Esta alpargaterita, negrita y tontita».160 Y,
para terminar, otras líneas más de profunda simpatía por las
«Hermanas de la Cruz»: «Me gusta muchísimo el espíritu de las
hermanas de la Cruz –escribe en 1961–. Por algo el padre Torres las
quería tanto; y además, su fundadora es encantadora. Yo les tengo
mucho cariño».161
Con lo dicho hasta aquí, bien se puede concluir que en la Madre
Maravillas se cumplen al pie de la letra estas palabras de su santa
Madre Teresa, en el Camino de Perfección: «Los que de veras
aman a Dios todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo
bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan
siempre, y los favorecen y defienden».162
Al llegar al final de estas páginas, casi con toda seguridad
habremos dejado sin resaltar bastantes aspectos importantes de la

159 Cta. 368, 23 marzo 1932.


160 Cta. 1461, a la madre Magdalena de la Eucaristía, 22 abril 1947. La
Madre en las recreaciones y los ratos que sus obligaciones le permitían, se dedica-
ba a tejer las alpargatas carmelitanas, labor en la que tenía mucha destreza.
161 Cta. 1245, a la madre Teresa Mª de Jesús, 18 diciembre 1961.
162 40, 2.
EL EPISTOLARIO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 523

rica personalidad de la Madre Maravillas de Jesús. O incluso


habrán quedado matices fundamentales sin recoger. Sabemos que
las pocas líneas que hemos espigado sobre algunos temas y viven-
cias de la Madre son insuficientes para iluminar facetas que sólo
podrían ilustrarse adecuadamente con decenas de sus cartas. Pero
los límites de este trabajo no permiten más. Este tesoro del episto-
lario de la nueva santa carmelita es algo más que un «simple com-
plemento» para la historia de su vida, y sólo nos ha sido posible
hacer una mínima aproximación a él y señalar algunas pistas para
estudios ulteriores. Es un campo vasto y apasionante el que nos
ofrece la investigación de estos escritos, que está aún sin empren-
der. Aunque será tarea de largos años, estamos seguras que quienes
profundicen en el conocimiento de esta insigne hija del Carmelo
Teresiano de nuestros días se sentirán cautivados por su virtud atra-
yente, por su sencillez y su naturalidad, por su alegría desbordante
y por su mirada siempre sobrenatural, que parece descubrirnos el
secreto de la santidad, invitándonos a buscar, como ella lo hizo, las
«cosas de allá arriba»: «Hay que aprovechar este corto tiempo de la
vida presente para crecer en el amor de quien tanto nos ama y así
amarle eternamente para siempre, siempre, siempre, como decía
nuestra santa Madre, cuanto quepa en el humano corazón. Qué
pequeño parece y es todo lo de esta vida, a esta verdadera luz, y
cómo lo único que importa es que dejemos se cumpla en nosotros
plenamente esa adorabilísima voluntad de nuestro Dios».163

163 Cta. 4905, a Gloria Zurdo, 25 marzo 1955.


524 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 525

«DOLOR Y CIELO»
Aproximación a la experiencia mística de Santa
Maravillas de Jesús1

Baldomero Jiménez Duque

“Es enteramente así, según me dice: dolor y Cielo”.


(Sta. Maravillas de Jesús).

A MODO DE INTRODUCCIÓN2

1.   Sobre el sentido del término “Mística”

Al hablar de “mística” no entramos a discutir el concepto del


término según diversas escuelas teológicas o espirituales, según
autores, etc. De manera sencilla podemos decir que “la vida mística
es la experiencia de la vida divina en el creyente en su grado máxi-
mo según es posible aquí en la Tierra”. En el caso de M. Maravillas,
una vida mística, en su conjunto, verdaderamente simple, sin com-

1 Quien desee profundizar en el contenido de este artículo cf. mis trabajos


Teología de la Mística. BAC, Madrid 1963; Madre Maravillas. Rev. Manresa.
Madrid, 1975. Vol.47, II, nº 183, pp 99-120; Madre Maravillas: Alma y Misión.
F.U.E. Madrid, 1977; San Juan de la Cruz y Madre Maravillas de Jesús. Col. TAU.
Ávila, 1990; Mística: Experiencia del Misterio. EDICEP. Valencia, 1995; Vida
Mística de la Madre Maravillas de Jesús. Su alma. EDIBESA. Madrid, 2002.
2 Conscientemente nos limitamos en este trabajo a exponer las grandes
líneas –de modo sintético– del proceso de la unión de M. Maravillas con Dios en
este mundo. No podemos abordar en las páginas necesariamente reducidas de este
artículo problemas como el tema de las virtudes heroicas que adornaron su vida en
conformidad con todo su proceso místico, el cómo se identifica con la experiencia
narrada por san Juan de la Cruz más que con la expuesta por Santa Teresa etc. Esos
son aspectos complementarios del trabajo que presentamos pero que es imposible
presentar aquí, sobre todo por limitación espacial.
526 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

plicaciones, aunque altísima. Su Padre y Maestro San Juan de la


Cruz estará bien contento de cómo vivió la Madre el encuentro con
Cristo. Una vida mística, me refiero, sin apenas manifestaciones
externas, y en el caso en que las ha habido, han sido como muy
suaves, muy serenas.
Su vida mística se ha visto avalada por su obra y por la misión
que el Cielo la ha encomendado. Y dentro de la simplicidad externa
de las manifestaciones de su altísima vida mística no desentona al
lado de las grandes místicas de la Iglesia como Santa Catalina de
Siena o de Génova, Santa Ángela de Foligno o Santa María
Magdalena de Pazzis y Santa Teresa de Jesús. A esta última se pare-
ce además, como fundadora de muchos conventos y restauradora de
otros. La M. Maravillas como vemos en las palabras de los censo-
res de sus escritos en el Vaticano es una nueva Teresa del siglo XX,3
que lo mismo escribe cartas sobre las cosas ordinarias de sus fun-
daciones, como vive la experiencia mística sublime de su Madre
Santa Teresa y narrada por ésta en las inigualables páginas de su
Castillo Interior.
Una última palabra en este apartado ambientador. La M.
Maravillas, jamás quiso ser Reformadora del Carmelo ni lo fue de
hecho. Tan sólo quiso contribuir en la medida en que se lo permitió
la Iglesia, a conservar el espíritu y la letra de la Obra Teresiana. Y
para esto ciertamente, Dios la adornó con gracias y virtudes espe-
ciales para ello, sintiéndose por otra parte totalmente indigna e

3 Véanse algunas afirmaciones de los Consultores Teólogos en el Congreso


Peculiar sobre las virtudes de la Madre Maravillas, el 24 de mayo de 1996: Voto I:
“...en la observancia de los consejos evangélicos, practicados según el espíritu de
su gran maestra Santa Teresa de Ávila, del que aparece como un auténtico modelo
en clave moderna”. Voto II: “Y muchos han dicho que era la Santa Teresa del siglo
XX. Era un rumor que se decía ya antes de la muerte de la Sierva de Dios, y des-
pués de la muerte es un rumor general”. Voto IV: “Fidelísimo espejo de Santa
Teresa de Jesús [...] no faltan en el presente Proceso testimonios que comparan a
las dos carmelitas; la fidelidad a Santa Teresa y a su espíritu es tal vez la caracte-
rística de mayor relieve en la vida de Madre Maravillas”. Voto V: “La Sierva de
Dios fue una verdadera encarnación del carisma de Santa Teresa y de San Juan de
la Cruz”. Voto VI: “En todas estas fundaciones vemos muchos rasgos de la Santa
Madre andariega, Teresa de Jesús”. Voto VII: “La Madre Maravillas de Jesús es una
figura que ha encarnado plenamente el espíritu de la gran Santa Teresa de Jesús
–¡no de Ávila!– y de San Juan de la Cruz”. Voto IX: “Son muchos los paralelismos
entre su vida y la de Santa Teresa de Jesús, la Santa andariega.”
«DOLOR Y CIELO» 527

incapaz para ello.4 Pero el Señor sabe actuar con barro pobre y
logra una obra de arte.

2. “¡Bendigo al Señor porque la tiene en él!” (P. Torres a M.


Maravillas). Las cartas a sus directores

Este estudio no es una biografía de Madre Maravillas. Ni


siquiera una biografía espiritual de su vida interior. Esto sería extre-
madamente difícil y exigiría mucha más documentación y reflexio-
nes. No quiere ser más que una aproximación a las cartas de la
Madre a sus directores espirituales, con el fin de comprenderlas y
valorarlas. Buscar algunas pistas que ayuden a situarlas en el con-
texto de su vida, para que no resulten extrañas y hasta se desfigure
su sentido. Eso es todo. Poco o mucho. Algo, sin embargo, en honor
de esta mujer admirable que el Señor regaló providencialmente al
Carmelo en esta hora crítica que nos toca atravesar.
Las cartas de que hablamos son exclusivamente las dirigidas a
sus directores espirituales: padre Alfonso Torres, sj, padre Florencio
del Niño Jesús, ocd, y padre Valentín de San José, ocd. Son cartas
en forma de tales a veces; otras muchas, se trata de notas breves
enviadas a los mismos. Las dirigidas al padre Torres suman un total
de 445. Al padre Florencio son 89. Y al padre Valentín, 344.
Del padre Valentín de San José a ella se conservan muchas car-
tas, 203. Pero en éstas sólo a veces aparecen ligerísimas respuestas
a las consultas espirituales que la Madre le hace. No conservamos
cartas del padre Florencio a ella. Del padre Torres, prácticamente
tampoco. Esto es particularmente lamentable en el caso de este

4 Madre Maravillas ha tenido una misión: conservar ese espíritu de contem-


plación amorosa y misionera al máximo, en ese formato de autenticidad, de pobre-
za, de trabajo manual, de silencio, de alegría, clásicos del Carmelo. Conservar y
multiplicar estos «palomarcitos de la Virgen» como oasis de paz, de oración, de
amor, en medio de este mundo amargado, conflictivo y triste. Ha revalidado en
pleno siglo XX la vida contemplativa, y en concreto la carmelitana, con todo el
prestigio de su necesidad y de su valor eclesial, cuando la crisis acerca de la misma
se sentía más. Bajo esta perspectiva, Madre Maravillas puede ser considerada una
Santa Teresa de hoy, como muchos la han llamado, entre ellos, varios de los
Consultores Teólogos que en Roma, en 1996, estudiaron la heroicidad de sus virtu-
des como acabamos de leer en la nota anterior.
528 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

último. Ella las guardaba todas, y como un tesoro. Las alababa,


según testimonio de sus monjas, como cartas de doctrina admira-
ble, dignas de un doctor de la Iglesia. Pero al llegar los tiempos
aciagos del año 1936 se las entregó para su custodia a una persona
de su confianza, la cual, ante los temores de registros y represalias,
las destruyó. A través de las mismas hubiéramos conocido perfecta
y detalladamente el juicio que de cada momento de su vida espiri-
tual hacía aquel insigne varón, tan espiritual y competente, y los
consejos de tan sabio director. La Madre, por otra parte, se alegró
de esto, porque según propia confesión, la mayoría de estas cartas
trataban de intimidades de su propia alma. Del padre Torres a la
Madre sólo se han conservado unas 50, entre copias y autógrafos,
que van desde los años 1932 a 1945. Casi en su totalidad hablan de
asuntos exteriores del Cerro, de varias monjas o de las fundaciones.
Una de las excepciones es la carta que ponemos a continuación,
dada su importancia, pues a ella hace la Madre referencia más ade-
lante. La carta es de Julio de 1932. En ella el P. Torres describe a la
Madre la situación por la que ésta atraviesa, y le confirma que es el
Señor quien está obrando:
«La situación suya la veo clarísima, a lo que creo, por la mise-
ricordia de Dios. Es poco más o menos así: una oscuridad muy
grande, en medio de la cual se ve con toda claridad la propia mise-
ria, se presiente la grandeza del Señor, y el alma, aunque con un
dolor vivísimo, se siente como arrastrada hacia Dios, a estar con
Él y a sufrir en una cosa que la misma alma no sabe si es oración.
La fe, por una parte, parece que falta y por otra ve uno que es la
única verdad y hasta parece que le ponen a uno dentro lo que el
Señor ha querido enseñarnos y nos hacen sentir que todo lo demás
es como sombra. No comprende el alma cómo el Señor la puede
amar y parece que se le cierran las puertas que llevan a ese amor,
y por otro lado sólo en ese amor podría encontrar descanso, y
entiende que si pudiera abandonarse a Él ahí, en ese amor encon-
traría su cielo. Ve que hay un amor muy puro y ése quisiera tener.
Como no cree que lo tiene, sufre en lo más íntimo. Comprende que
si pudiera tener un arranque y dejarse en su Dios, así oscuramente,
ahí lo encontraría todo; pero se siente como impedida y atada sin
saber a qué, pues no hay nada fuera de Dios que la atraiga y pueda
contentar. No tiene descanso el alma ni encuentra salida. Sólo en
«DOLOR Y CIELO» 529

momentos en que el Señor misericordiosamente lo hace, reposa y


se sacia algo. Ni ella sabe de qué. Y las mismas oscuridades en que
vive son tales, que si le dieran al alma el salir de ellas por su gusto,
no querría salir. Y eso que ve su verdad, mejor dicho su mentira,
de una manera desgarradora. Todo se lo quitan, lo que antes creía
tener y lo de ahora. Y todas estas cosas penetran tanto que ni la
misma alma sabe adónde llegan en lo hondo de su ser. No digo que
sea exactamente todo esto lo que le pasa, pero me parece que es
poco más o menos así.
Ahora le digo una vez más que todo ello es pura misericordia
del Señor. Porque Él la ama le envía todas esas cosas que son dones
de su amor, para mucho bien de usted. Y aquí es donde se pierde el
seso. ¿Cómo el Señor ama así a las almas que no merecen ni estar
en su divina presencia? Cuando se piensa en esto es para enloque-
cer. Además le digo que ese camino que ahora recorre, tan oscuro
y doloroso, lleva muy derechamente al Señor. Por nada de este
mundo la sacaría yo de él, aunque estuviese en mi mano. ¡Bendigo
al Señor porque la tiene en él! Nada tiene usted que hacer, sino
abandonarse ciegamente en manos del Señor, contentándose con
saber que así quiere Él ser glorificado. Dios es la verdad misma, y
en esa verdad se apoyan nuestra fe y nuestra esperanza. No nos
puede faltar. Dios nos ama con amor infinito, aunque seamos indig-
nísimos de ese amor, y nadie nos lo puede quitar. Sobre esa roca
inconmovible apoyamos nuestra entrega y nuestro abandono.
¿Adónde iremos si no vamos a Él? ¿No es eso lo único que pode-
mos hacer en tal situación para glorificarle? Pues glorifiquémosle y
dejemos nuestro cuidado en esas azucenas olvidado. Ofrézcale su
miseria, arrojándola en su Corazón divino, y permanezca mansa y
humilde en esa cruz de los propios pecados en que el misericordio-
sísimo Jesús la pone ahora. Si Él se los hace ver es porque la ama
y para enseñarle a que le ame, viendo que ni tantas culpas han
podido apagar las llamas de su amor. Ofrézcale también los deseos
que Él le da o le pone ahí en el corazón. Él los saciará. Pero vuelvo
a repetirle mil veces: no tema, que es el Señor, y el Señor amorosí-
simo y misericordiosísimo. Una estrella tras otra la irán iluminando
en esas tinieblas, hasta que llegue el día sin sombras en que su
oficio sea amar a Dios como Él quiere ser amado. Ese día llegará,
por misericordia del Señor».
530 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

La Madre responde a la carta del padre Torres el día 21-7-1932,


pues a ella le consuela que la conozca hasta el fondo. Es una carta
que es paradigmática de la experiencia de noche y de claridad en
Dios que la Madre experimentó durante su vida con mayor o menor
intensidad en el aspecto de oscuridad o de luz. Dice así:
“Leo lo que me dice en la primera parte de su carta, y pienso,
o más bien siento, que es enteramente lo que experimento /.../ Me
dan ganas de olvidar de una vez todo el cúmulo de mis propias
miserias, arrojándolas todas, las pasadas, las presentes y las veni-
deras, según se vayan presentando a cada instante, en ese fuego
consumidor del Corazón divino. ¡Arrojarlas! Ni esto puedo.
Presentárselas, y así poderle decir a mi propósito, aunque tan dis-
tinto, aquello de “si color moreno en mí hallaste ya bien puedes
mirarme después que me miraste, que gracia y hermosura en mí
dejaste”. (CB,33)
Y ahora podemos preguntarnos ¿hasta qué punto podemos
nosotros entrar en el conocimiento de esos documentos? Porque
evidentemente se trata de su intimidad más secreta. Una intimidad
compartida con su Dios, y de la que ella hacía partícipes a sus
directores por pura obediencia y también por necesidad de su alma.
Jamás sospechó ella que éstos hubieran guardado esos papeles, que
en exclusiva absoluta ella les entregaba. ¿Hasta dónde nosotros nos
podemos asomar a los mismos? Es lícito pensar que cuando aque-
llos directores los conservaron, suponían que su secreto podía, una
vez muerta ella, revelarse, y que hasta sería de utilidad para otras
muchas almas.
Desde luego, si no hubiera sido por estos documentos, práctica-
mente no hubiéramos sabido nada de la vida interior de la Madre,
tan fuerte y tan rica, ya que ella supo guardar un silencio casi total
sobre su intimidad. Cabía sospechar de su riqueza, dadas sus virtu-
des, su recogimiento, su fuerza espiritual. Quizá algunas rápidas
alusiones dejaron escapar algo de sus intensas actividades y pasio-
nes íntimas. Pero ni de lejos se podía detectar tanta vida, ni tampo-
co sospechar las terribles y dolorosas «noches» que padeció hasta
morir. Las monjas que vivieron más en su cercanía y confianza no
recibieron confidencias de ella sobre esto. Al contrario; en el resto
de su voluminoso epistolario aparece siempre serena, rebosando
«DOLOR Y CIELO» 531

felicidad, abandonada hasta el heroísmo en las manos divinas, y


contagiando el amor de Dios que la consume. Ese silencio es un
dato impresionante, muy de tener en cuenta a la hora de juzgar esta
vida.

3. “El alma que anda en amor ni cansa ni se cansa” (San Juan


de la Cruz)

Antes de seguir adelante, para mejor entender el proceso de su


unión con Dios, conviene que tengamos en cuenta el testimonio que
sigue. La Madre pasaba un verdadero Calvario, “noches hórridas y
espantosas” y todo ello en el máximo equilibrio que ya es un mila-
gro. Otros se habrían vuelto locos. Pero el Señor sostiene...
Esta monja «andariega» fue siempre un prodigio de serenidad,
sensatez, prudencia, equilibrio y bondad impresionantes, a pesar de
tanto sufrimiento interior, como veremos. De esa paz, que irradiaba
siempre, y de sus virtudes todas, dan testimonio unánime cuantos
la trataron, en particular sus hijas, que convivían con ella a todas
horas. He interrogado a varias de las que pasaron años a su lado,
algunas desde los años mismos del Cerro de los Ángeles, y su res-
puesta es unánime: siempre inalterable, siempre sencilla, siempre
igual. De su tragedia interior nada se traslucía hacia fuera: ni un
mal humor, ni una impaciencia, ni un nerviosismo...
Piénsese después en las circunstancias tan complejas en que le
tocó vivir y actuar: la fundación del Cerro cuando ella era una
recién profesa: los trabajos anejos de las fundaciones llevados con
tanto acierto; el temple heroico que demostró durante los años
1931-1939, tiempos de la república y de la guerra, a un milímetro
del martirio de toda su comunidad; sus extraordinarias cualidades
de superiora y formadora: los efectos están aún a la vista, y el sen-
tir de sus monjas es también unánime a este respecto; el apoyo y
consejo a todos sus conventos que, espontánea y cordialmente acu-
dían a ella, formando una unión de corazones. Aunque ella muchas
veces confesaba a sus directores que se sentía incapaz de atender
espiritualmente a sus hijas; le parecía que no podría hacerles bien
siendo ella como era... Pero siempre irradiaba paz, ¡careciendo ella
tantas veces de la misma!
532 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

A pesar de todo ello, y del martirio de su intensísima vida inte-


rior, de sus “noches” terribles, su longevidad fue notable –83 años
cumplidos–, y su actividad incluso social en favor de los más
pobres de manera extraordinaria. Añádanse, además de lo dicho, las
miles de cartas que escribió a sus hijas y a otras personas –se han
conservado cerca de 7.000–. Recordemos además su benéfica
influencia en otras personas de fuera de sus conventos, personas de
toda condición social y cultural, por ejemplo, los pareceres de los
doctores don Gregorio Marañón5 y don Francisco Vega Díaz6 –emi-
nencias de fama mundial–, son definitivos.

5 Gregorio Marañón y Posadillo nació en Madrid el 19 de mayo de 1887.


Contrajo matrimonio con Dolores Moya Gastón de Iriarte. Tuvieron cuatro hijos.
Doctor en Medicina por la Universidad de Madrid, 1910. Prosiguió estudios en
Alemania. En España inicia estudios en Endocrinología. En 1922 ingresa en la Real
Academia de Medicina. En 1924 funda el Instituto de Patología Médica, del que
fue director desde 1931. Este año obtiene la cátedra de Endocrinología en la
Universidad Central. En 1933 ingresa en la Real Academia Española. Obtuvo el
premio March de Ciencias en 1956 y cedió su importe al Instituto de Endocrinología
Experimental del CSIC, del cual fue Presidente. Ese mismo año de 1956 fue nom-
brado miembro numerario de la Academia Francesa de Ciencias Morales y
Políticas. En 1960 el gobierno de Argentina le otorgó, a título póstumo, la Gran
Cruz de la Orden del Libertador. Escribió numerosas obras literarias y científicas,
algunas de las cuales aparecieron después de su muerte, que acaeció el 17 de marzo
de 1960.
Era médico de la Marquesa de Pidal, madre de Maravillas. Antes de que ésta
entrara en el Carmelo también la trató médicamente, debido a una neuritis en la
rodilla. Gregorio, hijo del doctor, contrajo matrimonio en 1941 con Patricia Bertrán
de Lis y Pidal, sobrina carnal de la Madre. Ésta acudía a él con gran confianza en
cualquier problema de enfermedades de sus monjas e incluso de otras personas –
demandaderos, familiares de las hermanas, aspirantes, etc...–. El doctor siempre las
atendió desinteresadamente. Según testimonio de varias personas cualificadas, el
doctor Marañón afirmaba que Madre Maravillas era una de las personas más inte-
ligentes y equilibradas que había conocido. Se conservan 41 cartas de la Madre
dirigidas a él.
6 Nació en Sevilla en 1908. Doctor en Medicina y Cirugía, profesor de la
Facultad de Medicina de Madrid, ex-Presidente y Presidente de honor de la
“Sociedad Española de Cardiología”, y Vicepresidente de la “Sociedad Internacional
de Cardiología”. Asistió médicamente a Madre Maravillas desde noviembre de
1962, después que ésta sufrió un serio ataque circulatorio. Siguió tratándola médi-
camente y visitándola con mucha frecuencia en La Aldehuela, hasta la muerte de
la Madre. Fue uno de los médicos que reconoció el cadáver de la Madre a las pocas
horas de su fallecimiento, y testigo de las anomalías que presentaba el cuerpo.
Escribió en 1975 un elogioso artículo sobre la Madre en el diario ABC, de Madrid,
titulado: «Madera de santidad». En noviembre de 1977, dio dos conferencias sobre
ella en el Colegio de Médicos de Madrid, y ampliando el texto de las conferencias,
publicó en 1978 el libro La Madre Maravillas, el milagro y la psicoterapia religio-
sa. Fue también testigo en su Proceso de Canonización. Murió en Madrid, el 4 de
agosto de 1995.
«DOLOR Y CIELO» 533

Su virtud, su bondad, su fuerza comunicativa y contagiosa, tan


sencilla en sus maneras a la vez, consiguieron el éxito, no frecuen-
te, de una aceptación plena y cordial de todas las carmelitas de sus
conventos, que formaban una verdadera y cálida familia en torno a
ella. Su talento, su virtud, su suavidad en todo, conseguían el mila-
gro de prácticamente no tener que mandar; bastaba que indicase,
que pidiese algo, para encontrar enseguida la amorosa respuesta de
sus monjas.
Valga como prueba de lo que aquí venimos diciendo el testimo-
nio siguiente, que me escribió una de sus hijas, especialmente
valioso dadas las circunstancias personales de la misma y de los
avatares de su vida religiosa –mujer de estudios, convivió con la
Madre durante dieciséis años–. He aquí el retrato que la M. Carmen
de la Cruz, cd, nos presenta de la Madre. Dice así:
«¿Puede darse el caso de que una persona así, con sufrimientos
tan intensos y prolongados, no refleje jamás nada de esto en su
larguísima vida? De su trato con los seglares, con las monjas –todas
lo pueden decir–, con personas de toda clase, obispos, sacerdotes,
religiosos, no hay un solo momento en que se vea nada de esto, sino
una serenidad y equilibrio extraordinarios.
Las hermanas mayores que fueron sus primeras novicias, cuán-
tas veces recuerdan aquellos primeros años del Cerro en que nues-
tra Madre Maravillas pasó por circunstancias nada fáciles, pues ella
pasó a ser Priora casi desde la Profesión solemne, y esto habiendo
otras madres mayores, en fin, cosas siempre difíciles; y recuerdan
estas ancianitas con qué tacto llevaba ella aquella situación, cum-
pliendo su cargo con la energía necesaria, y al mismo tiempo con
aquella igualdad y serenidad, que hacía de aquella vida “un cielo
verdadero”, son sus palabras...

“Conocí a la Madre Maravillas –escribió el doctor Vega–, a la que tuve el


honor y la fortuna de atender profesionalmente, a través de la cual pude compren-
der algo que antes de conocerla no hubiera podido: eso tan difícil que es transfor-
mar la tierra que se pisa en cielo que se intuye». Véase el artículo completo:
“Madera de santidad”, diario ABC, Madrid, 18 de mayo de 1975. Y en el libro La
Madre Maravillas, el milagro y la psicoterapia religiosa, el doctor Vega afirma en
la página 1: “...[Me causó una] impresión anonadante la asistencia que le presté [a
la Madre Maravillas] durante bastantes años, a requerimiento del profesor Gregorio
Marañón, que la quería y admiraba extraordinariamente”.
534 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

En los casi dos años de noviciado en Mancera la recuerdo como


una monja excepcional. Muy inteligente, sin la menor pedantería,
entendida en todo... menos de cosas malas del mundo, que se veía
no había vivido nunca, pero con la cosa curiosa de que aconsejaba
y resolvía cuestiones de esta clase, con una luz especial, con más
seguridad que si las hubiera vivido. Sin tener una cultura de estu-
dios mayores, era cultísima y con la mayor sencillez seguía cual-
quier tema que se tratase. Hablaba francés perfectamente, con
buenísimo acento; su letra, su ortografía, usted la conoce y por ella
sin duda puede verse algo de su carácter y demás. Una enorme
energía de voluntad, pero sin dar la impresión de ello, sino con tal
suavidad todo, con tal... equilibrio, no hay otra palabra mejor para
decir lo que ella era. Su juicio era sereno siempre; no la recuerdo
jamás irritada o nerviosa, aunque tampoco era una persona de esas
que se dice que se les pasea el alma por el cuerpo, porque todo les
es igual. Nunca la vi obrar por impulso o por pasión; no hablaba
mal de nadie, y si alguna rara vez decía algo en confianza que le
parecía a ella falta de caridad con alguna persona, en la primera
ocasión nos pedía perdón, con aquella humildad tan suya, llena de
naturalidad y sencillez; lo mismo cuando decía alguna cosa que
luego pensaba no haber estado muy segura de ello, pues era muy
verdadera. Pero jamás vi en ella nada que pudiese hacer pensar era
escrupulosa, pues al contrario, tenía gran amplitud y sé que a algu-
nas monjas que no se atrevían a comulgar algún día, les quitaba con
una palabra toda preocupación y escrúpulo, y de tal manera, que
aquello terminaba para siempre.
Nunca la vi triste; preocupada, sí la vi, y mucho, cuando las
Federaciones, y le oí decir con grandísima pena que aquello podía
deshacer el Carmelo de nuestra Santa Madre. Pero si me pregunta-
sen si era una persona triste o alegre, no dudaría un momento en
decir que alegre, muy alegre. Pero, ¡qué alegría la suya! Sí, se reía
y mucho con las bromas de las monjas, hasta con nuestras tonterías,
pero no había en ella estridencia ni ruido. Era una alegría de otra
tierra, que contagiaba, que daban ganas de ser mejores, que hacía
amar a Dios, sin saber por qué. Cuando estábamos esperándola en
el noviciado y llegaba ella con un libro de la Santa Madre o con la
Instrucción de Novicias –que luego muchas veces no abría, porque
contestaba a nuestras cosas–, parecía que entraba la luz con ella.
«DOLOR Y CIELO» 535

¡Cómo sabía escuchar y con qué interés seguía todo lo que se le


decía! Se le notaba que tenía que tener una gran intimidad con
Dios; usted sabe mejor que yo que esto se nota, ¡qué sé yo!, porque
aunque digan lo que todos, aquello tiene sabor de Dios, distinto de
los que Él lleva por otros caminos. Años después, estando aquí en
La Aldehuela, recuerdo las veces que me hablaba, no muchas, por
cierto, pero no es posible olvidarlo. Recuerdo una vez que me mira-
ba, me miraba, mientras le estaba hablando de mis cosas, y luego
sólo me dijo eso que tanto le gustaba a ella: “¿Qué otra cosa tienes
tú que hacer en la tierra, sino tratar de amores con el Rey del
Cielo?”. Se lo había oído decir muchas veces, pero lo que ella puso
en aquello no se me puede olvidar nunca. Otras veces le escribía
unos papeles largos contándole mis cosas, no tanto por que me
contestara, pues sabía que no lo haría, como porque me daba gran-
dísima seguridad que ella lo supiera. Luego, muchas, muchas
veces, me contestaban las mismas palabras que nos decía a todas en
el capítulo, sin que nadie pudiera darse cuenta de ello, dejando una
paz inmensa en el alma.
Decimos siempre que era muy humana; y es verdad, muy
humana, muy comprensiva, descendía a las menores cosas de
todos, monjas o no, se ponía a la altura de todos, todos estaban a
gusto a su lado; pero tenía dentro como un resorte de sobrenatura-
lizarlo todo, de llevarlo todo enseguida a Dios, tan sencillamente,
tan sin importancia, que su interlocutor apenas se daba cuenta, pero
ya estaba en otro terreno.
No era insensible al amor o desamor de los demás hacia ella. Ella
misma lo dice en una carta al padre Florencio en aquellos años de
Batuecas, como si fuera un gran defecto de su “poca humildad”,
diciéndole lo sensible que era a la menor cosa de desatención o menos
aprecio hacia ella. Sin embargo, le pide en otras cartas precisamente
esto para ella, y lo más posible, con verdadera sed de desprecios.
No era nada pesimista, aun en los años en que había tantos
motivos para ello; eso sí, lo veía todo en su realidad, sin hacerse
ilusiones humanamente, pero se levantaba siempre sobre todo esto.
Pero su optimismo no se apoyaba en cosa de la tierra, sino que era
verdadera esperanza cristiana, por encima de todos los aconteci-
mientos. Claro, le procedía de una fe firmísima, no corriente; tanto
536 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

más impresionante, después de leer en sus cartas la “noche” de la


fe que sufría, tan tremenda. Así le podía escribir a una señora, como
hemos leído en una carta suya: “¿Qué le importa a usted no tener
el sentimiento de la fe, si tiene usted sus obras?”.
Era muy activa de natural, y ante cualquier circunstancia difícil,
no se contentaba sólo con sus horas de oración y pedir al Señor,
sino que, además de esto, enseguida se ponía en plan de combate,
viendo qué se podría hacer por aquello. Recuerdo mucho cuánto
nos decía al oír que comentábamos en recreación, con pena, tantas
cosas dolorosas de estos años: “Miren, hijas, no es tiempo de
lamentaciones, sino de que seamos cada vez más carmelitas des-
calzas, que vivamos del todo nuestra vocación”.
Yo le hablo a usted, como ve, del año 45 en adelante, pero las
madres anteriores a esta época no le vieron al exterior nunca más
que ese dominio, esa serenidad y esa igualdad de carácter. Hoy,
hablando con nuestra madre Dolores, me decía que recordando esos
años de Mancera, y después, no cabe duda de que fueron muy dis-
tintos para ella. ¡Qué pena no tener las cartas de esos años! ¡Si
usted la hubiera visto entonces, con aquella alegría tan serena,
aquella como transparencia de Dios!
Me ha hablado nuestra Madre Dolores de un detalle que, no sé,
a mí me dice mucho también de su prudencia, de su equilibrio. En
esos años de las fundaciones de Mancera y Duruelo, estaba ella con
verdadera hambre de pobreza, por imitar más al Señor. Su Obispo,
don Santos, le hubiera dejado hacer cuanto ella quisiera en este
terreno; el padre Torres se lo apoyaba a fondo... Un día, hablando
con la madre Dolores y el padre, les decía nuestra Madre Maravillas
que aquello aún no era bastante pobreza, dejando salir aquellos
grandes deseos de imitar al Señor. Ya nuestra madre Dolores le
dice: “Bueno, Madre, vámonos donde quiera V. R.7, a una choza, a
una cueva, donde quiera...” Ella contestó: “No, eso no; no seríamos
entonces carmelitas descalzas”.

7 V. R. y V. C. (=Vuestra Reverencia y Vuestra Caridad) trato religioso que


se emplea en el Carmelo, establecido por Santa Teresa de Jesús en sus
Constituciones, nº 64; determina que “A la priora y supriora, o a la que ha sido
priora, llamen madre y reverencia; y a las demás, hermana y caridad”. También se
daba este tratamiento de V. R. en el Carmelo a los padres carmelitas y a los religio-
sos de otras Órdenes.
«DOLOR Y CIELO» 537

Para mí, la palabra que lo dice todo de ella es ésa: equilibrio.


Un equilibrio extraordinario en todo, en las cosas más contradicto-
rias o de más contraste; es una monja de clausura, que goza pensan-
do que la olviden y no la conozcan, y se da a todos en una proyec-
ción –como dicen ahora– hacia los demás, que no sé dónde hubiera
llegado de seguir viviendo. Se interesa por las cosas más pequeñas
y sin importancia del convento, y luego aquellas alturas de contem-
plación que se transparentaban, eso sí, a través de sus palabras, las
más sencillas, las más corrientes, en los capítulos, en las mismas
conversaciones de recreación. Se reía con todas, bromeaba con
mucho ingenio, y luego ya sabemos cómo disfrutaba con sus retiros
de “ermitaña”, agradeciendo cuando se los alargaban un día más...
Lo mismo hablaba con hombres cultos, intelectuales, que con el
hortelano, el albañil y con todo el mundo. Todos la querían y
decían: “Esa monja no es como todas”, pero su santidad no les
imponía, ni veían en ella nada sorprendente. Sólo notaban un enor-
me atractivo hacia ella. Todo en ella tan bien trabado, tan suave, tan
normal, tan sin estridencias. Sin cambios bruscos, jamás la vi agi-
tada, ni nerviosa, ni descompuesta por nada. Todo en ella era sere-
nidad, paz, sencillez, naturalidad, agrado para todos; una dulzura
sin melosidad para nadie, un demostrar el amor sin el menor extre-
mo, ¡qué sé yo!, había que haberla visto”.8

HACIA LA UNIÓN CON DIOS

A modo de pórtico: “Puedo dividir mi vida en tres partes”


(M. Maravillas)

Quizá nos extrañe al leer las cartas de la Madre el encontrarnos


con la confesión que ella hace de sus pecados. Con sus tentaciones.
Con sus sentimientos, absurdos a veces, de una manera reiterativa
en ocasiones. Ahora, hemos de decir desde el principio para poder
comprender el proceso de unión de su alma con Dios, que ella todo

8 Testimonio de la M. Carmen de la Cruz, cd, en copia conservada en el


Archivo de las CC. DD. de La Aldehuela.
538 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

esto lo proclama sincerísimamente a todas horas, fruto de su humil-


dad, de su real conocimiento y de la luz divina que en ella se des-
borda. Esto les ocurre a todos los santos. Tratamos con esta intro-
ducción a la segunda parte del artículo de aclarar y prevenir para
evitar malas interpretaciones en los textos y confesiones de la
Santa.
Dios es el único que ha podido medir la responsabilidad que en
ello hubiera. Para ella misma nunca estuvo claro, no obstante cali-
ficar los pecados con frecuencia de «gravísimos», especialmente
los referidos a la castidad.9
En una carta al padre Valentín, de noviembre de 1939, ella divi-
de su vida en tres períodos bien definidos. El de su adolescencia,
con lo que ella llama «sus grandes pecados»; después, unos años
de vanidad ante los elogios que recibe, y de lo cual se libera defini-
tivamente por la gracia de la locución interior que acaba ella de
explicar, estando ya de postulante en El Escorial: «Y Yo fui tenido
por loco...»; finalmente los años de religiosa, llenos de negligencia,
tibieza, miserias... Así, según ella.
Al padre Florencio, a 11 de marzo de 1938 le insiste en sus
gravísimos pecados. Él pone una nota en esa carta de su puño y
letra: “Son temores de conciencia recta y timorata en la época de
que habla.”

9 “Me parece que la explicación de ese sentimiento de culpabilidad pudiera


ser ésta: en los años de su adolescencia ella no recibiría suficiente información
esclarecedora en torno al sexto mandamiento, según las costumbres de la época.
Además, puede darnos luz este testimonio de madre Dolores de Jesús, que convivió
con Madre Maravillas durante cuarenta años, y fue su más íntima confidente: “En
este hogar felicísimo no podían faltar las espinas. A Maravillas le vinieron de donde
más le podían doler. Era su hermana mayor. Le llevaba seis años [...] Le hablaba de
cosas que a la niña le turbaban mucho”. Ella en sus confesiones hacía lo que podía.
Pero debió de dejar esa situación en ella una huella de inquietud, que de cuando en
cuando tenía su revival. Son varias las confesiones generales que hizo a lo largo de
su vida –las cartas hablan de tres o cuatro al menos, y sabemos que con el padre
Eduardo Rodríguez, sj, hizo una más en otra ocasión–. Pero la herida no debió de
cicatrizarse nunca. Y ello es también la raíz de muchos de esos sentimientos de
pecado que la alarman y hacen sufrir a lo largo de toda su vida. La sensibilidad de
su conciencia quedó afectada para siempre. Dios lo permitió o quiso así ya desde
su infancia para mejor santificar a su sierva y llevarla a Él por el camino de la cruz,
haciendo de ella una obra maravillosa.” (Recuerdos de la Madre Dolores de Jesús
sobre la vida de la Sierva de Dios Madre Maravillas de Jesús, conservados en el
archivo de las CC. DD. de La Aldehuela.
«DOLOR Y CIELO» 539

Habría que leer también casi toda la carta al padre Valentín del
año 1939 antes aludida:10
“/.../ Ahora, padre nuestro, sin esperar su contestación, que
será lo que Dios quiera, voy a exponerle el tristísimo estado de mi
alma, que esto ya no me cuesta sino que es un alivio –ya que des-
graciadamente he sido y soy así para el Señor–, poder descubrirlo,
que bien quisiera lo supiese el mundo entero. Gracias de Dios creo
puedo decir que he recibido muchas, siendo así mucho mayor mi
maldad e ingratitud. La de la vocación la recibí al mismo tiempo
que el uso de la razón, y con tanta claridad sentía el llamamiento
del Señor que tan decidida estaba entonces a ser monja como
ahora, y sin la más pequeña sombra de duda en toda mi vida. A
pesar de esto y de que el mundo que me vi obligada algún tiempo
a frecuentar no tenía ningún atractivo para mí, y que deseaba
ardientemente el convento para consagrarme a Dios, puedo dividir
mi vida en tres partes, a cual más dolorosa para el Señor. La de los
grandes pecados, la de la vanagloria y falta de pureza de intención
en todas mis obras, y la de la negligencia y tibieza en el servicio de
Dios.
La primera, y yo no puedo recordarla sin un inmenso dolor,
duró desde antes de los siete años hasta los trece o catorce.
La segunda, en la que las muchas alabanzas que recibía y la
opinión en que todo el mundo me tenía, aun cuando yo bien com-
prendía que era equivocada y falsa, me hacía hacerlo todo, aun lo
más santo, mezclado con ese deseo de ser estimada; hasta que un
día a los veintitantos años, estando gozándome interiormente de un
juicio que unas personas cuya opinión tenía yo en mucho, habían
emitido sobre mí, me pareció oír en el fondo del alma: “Y Yo fui
tenido por loco”. Y desde aquel momento me vi completamente
libre de aquella esclavitud y miseria, de la que, a pesar de desear-
lo y procurarlo tanto, no había podido salir, no dándoseme ya nada
de los juicios de los hombres; es decir, sí, pena de ver que siendo
yo la que era delante de Dios, me creyesen muy otra, pues este
trabajo me lo ha dejado el Señor aún hasta ahora mismo; y aunque
no me cuesta como entonces, pues comprendo la poca importancia

10 cf. Cta. 508 al padre Valentín de San José, ocd.


540 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

que tiene, siempre da pena el ver que están tan fuera de la verdad,
cuando es tan hermoso andar en ella.
La tercera parte es desde entonces hasta ahora. /.../ Que el
Señor me ha dado algunas cosas que antes no tenía, no puedo
negarlo: deseos de sufrir, etc., etc., pero es dado sólo de Él. Deseos
inmensos de darme a Él, pero ¿de qué me sirven? No cumplo tam-
poco las obligaciones de mi cargo, los votos, nada... Y el caso es
que tengo paz, y esa paz no quiero hacerla con mis innumerables
pecados y miserias...
/.../ Estas pobres hermanas, tan buenas, que tan de veras buscan
a Dios, me creen santa. Claro, al exterior no se ve. Mi mayor deseo
es el que se santifiquen. ¡Si yo hiciera lo que les pido que hagan! 11
Y como final, la carta siguiente que es una confesión sacramen-
tal escrita el 23 de mayo de 1962, que viene acompañada de esta
nota del padre Valentín de San José:
«Nunca, nunca me ha comunicado pecados mortales, ni en otra
carta que decía exponía toda su maldad. Sus pecados graves todos
son éstos: algunas tentaciones, flaquecillas».
Por lo que se refiere a los otros dos períodos de su vida, la cosa
es más sencilla todavía. Las notas de los padres Florencio y
Valentín lo dicen todo. Los sentimientos de vanidad ante los elogios
que recibe se desvanecen para siempre, ante la frase misteriosa que
la marcó para toda su vida. Lo cuenta al padre Torres en noviembre
de 1925 y el 6 de diciembre de 193012 al padre Florencio, en 6 de
febrero de 193813; y al padre Valentín en la carta antes citada del
comienzo de su dirección. El tercer período se confunde con las
penas terribles de sus años de priora y fundadora, de las cuales
hablaremos despacio enseguida.
El Señor no ahorró a la Madre el que padeciese grandes y peno-
sas tentaciones. Ellas tuvieron mucha parte, sin duda, de su purifi-
cación y contribuyeron a su santificación. No aducimos ahora tex-
tos reveladores de las mismas, pues forman parte del cuadro de
pruebas que pronto veremos. Las padeció contra la fe, de desespe-

11 Cta. 508, al padre Valentín de San José, ocd, noviembre de 1939.


12 cf. Cta. 28 y Cta. 271, al P. Torres, sj.
13 Cta. 458.
«DOLOR Y CIELO» 541

ración, contra la castidad –a veces las padece al grabarse el anagra-


ma de Cristo–, y un largo etcétera... Todo ello debió de serle extre-
madamente doloroso. Dígase otro tanto de los sentimientos terri-
bles que la atormentaron, a veces sentimientos contra Dios, que la
dejaban deshecha, porque su voluntad estaba amorosamente iman-
tada hacia Él, a pesar de todos los pesares. Pero veamos ya en
conjunto toda la pasión de amor y de dolor de su alma abrasada.

1. “A mi alma le parece sentir sobre ella la mirada amorosísi-


ma de Dios, de la que recibe vida, luz y calor”. (M.
Maravillas). Los comienzos

La vida mística de M. Maravillas de Jesús, como toda vida, es


un proceso no exento de alternativas. Y en el proceso místico, más
aún. Dios va purificando y a la vez uniendo. Une y purifica. Este
proceso vital es un ir y venir, pero en este caso “in crescendo” aun
dentro de los aparentes retrocesos debida esa apariencia a los
momentos o etapas de oscuridad. Por eso hemos de tener en cuenta
a lo largo del camino hacia la unión con Dios que el retroceso ver-
dadero se da cuando fallan las virtudes. Si tenemos en cuenta esta
sencilla reflexión, elemental por otra parte en cualquier historia de
amor de Dios con el hombre, entenderemos sin dificultad el camino
y las etapas recorridas por M. Maravillas.
Las cartas que conservamos dirigidas al padre Torres desde
1923 a 1927 parecen delatar una situación espiritual pacífica y sere-
na. Sufre por los avatares de la fundación del Cerro –el convento
no es lo pobre y pequeño que ella quisiera, etc...–, y sobre todo por
su cargo de priora desde 1926, que, sin quererlo, al contrario, con
repugnancia casi invencible, se le vino encima. Pero no parece que
los sentimientos íntimos sean de noche oscura. En noviembre de
1925, durante los ejercicios espirituales, en la primera larga cuenta
de conciencia que dirige al padre Torres, le habla de un recogimien-
to profundo y de toques que no sabe explicar:
«Viene en la oración, que a veces estoy haciendo trabajosa-
mente, sin sacar nada, de repente un recogimiento profundo, y en
él parece que el alma siente como un toque, que no sé explicar, que
la mueve y deja inflamada en el amor de Dios./.../ Las palabras
542 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

interiores que percibe el alma son frecuentes. Serán fabricadas por


ella misma sin darse cuenta, pero a mí me hacen bien. Por ejemplo,
el otro día llegó en la oración la amargura un poco más adentro
que de costumbre, y ésta se reducía a ofrecérsele, pues no podía
hacer otra cosa, sin sentir consuelo alguno, cuando estando bien
descuidada me pareció oír allá adentro con un amor y suavidad
inmensos: “Yo soy”, y hacer tal moción estas palabras en mi alma,
como si se me descubriese la presencia de Dios y me uniese a Sí,
sin poder yo explicar nada de lo que allí mi alma sintió. Cuando
esto pasó, quedé no pudiendo soportar... (me da vergüenza), con un
deseo vivísimo de sufrir, porque me parecía que el sufrimiento, era
el que había hecho que encontrase a Dios de esa manera. /.../ Otras
veces, permanece mi alma sencillamente como delante de Dios, y
en recogimiento dentro de sí misma le parece sentir sobre ella la
mirada amorosísima de Dios, de la que recibe vida, luz y calor, y
esta mirada es a veces de...”14
Lo mismo esta otra de mayo de 1927. “Hay dentro de mí como
una soledad donde, aunque exteriormente esté ocupándome de
otras cosas, vivimos Él y yo. En ella, aun en los ratos de mayor
recogimiento, no se habla, yo no sé, se compenetra uno (no sé si
diré algún disparate), se siente una paz inmensa, se ama y se ve
uno amado. Yo no puedo explicar esto cómo es... No hay más que
un sufrimiento, eso sí, muy grande: la sed de amar y el pensar que
el Señor es ofendido, que no van a Él las almas”.15
Pero por entonces comienza la borrasca hórrida, que, con algu-
nas breves alternativas de paz y de gozo, va a durar álgidamente
hasta 1932. De ahí en adelante remite poco a poco. Pero con insis-
tencia repetida vuelve y vuelve hasta morir, al menos hasta el tiem-
po al que llegan las cartas que poseemos. Durante esos años de
después de la guerra, da impresión de que ella tiene en el fondo más
paz; que, aunque la marejada la envuelva, ya tiene más aguante, y
las repetidas actuaciones de unos y otros directores han producido
su efecto tranquilizador. Pero en conjunto el sufrimiento ha debido
de ser horroroso, enloquecedor, como de infierno. Si sólo el sufri-
miento padecido habría sido bastante para considerar un milagro el

14 No acaba la frase. Cta. 28, al padre Torres, sj.


15 Cta. 54, al mismo, principios de mayo de 1927.
«DOLOR Y CIELO» 543

que no muriese a consecuencia del mismo, ¡cuánto más su externo


y sereno sosiego!...
Habría que volcar aquí la mayor parte de las páginas del epis-
tolario. Resultaría fastidioso, por lo reiterativo del estado nocturno
de su alma. Pero algunos textos y algunas citas hay que hacer.
Haremos resaltar al mismo tiempo las horas de claridad que aparez-
can. Así podremos seguir mejor el itinerario de su vida espiritual y
hacer después alguna reflexión crítica sobre el mismo.
«Quiero esperar en su misericordia, aun cuando me parezca
que todo lo he perdido... V. R. me dice que es clarísimo que Él está
por medio, y creo más lo que me dice que lo que yo siento, que es
una ausencia de Dios tan, tan grande que no la puedo explicar. Es
muy distinto y mucho peor que aquellos años de sequedad, con un
tedio, una amargura... Esto cien veces digo al Señor que lo acepto
y lo quiero para toda mi vida, si en ello pudiera ayudarle, pero esto
es lo que me hace agonizar: parecerme, al verme por dentro como
me veo, que le ofendo, que estoy apartada de Él para siempre”.16
Ya ella misma registra desde entonces «esa alternativa de gozos
y dolores que tanto experimento ahora”.17 Es típico de toda su vida
esa alternancia de estados de alma, que tanto le hizo sufrir y mere-
cer a lo largo de toda ella.
Seguía en el mismo estado que escribe al padre Torres:
«Padre, es un sufrimiento y agonía inexplicable, no sé lo que me
pasa; sólo puedo sufrir, y al parecer sin ninguna esperanza. Me
parece que todo cuanto pudiera sostenerme se desploma, sólo veo
como el abismo delante de mí al cual me voy acercando/.../ el otro
día, estando en el coro rezando Maitines ante el Santísimo
Sacramento, como lo hacemos en esta octava –del Corpus
Christi–, empecé a tener no sé qué sentimiento de Dios, por una
parte dulcísimo, aunque por otra me hacía sufrir. Me parecía se
imprimía en el alma un sentimiento muy grande de la grandeza
del Señor, gozándome de ello y, al mismo tiempo del abismo de
miseria; y como había ansias de unirme a Él y veía mi total inca-
pacidad y pequeñez, también me hacía sufrir. Así fui al refectorio,

16 Cta. 56, al mismo, antes del 15 de junio de 1927.


17 Cta. 59, al mismo, principio de mayo de 1927.
544 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

y apenas nos sentamos, se prendió tal llama de no sé qué en mi


corazón, que no pudiéndola soportar mi flaqueza, la fuerza de lo
que allí había me llevaba toda tras sí. No sé cómo, pedí al Señor
que lo contuviese y no pasó adelante”.18
Es muy frecuente en ella sentir unos fuertes deseos de amar al
Señor, pero que le parece se pierden en el vacío, porque no le
encuentra.19 Y este otro texto con sabor a transverberación teresia-
na: «Yo no sé lo que me pasa, y estos cambios son los que me dan
que pensar si todo serán imaginaciones. Me viene a veces a desho-
ra como un fuego que me abrasa, en el que me parece que yo no
tengo parte, como si lo metiesen en mi corazón; mi alma se siente
atraída, lanzada hacia Dios con una fuerza irresistible, y luego se
queda como imposibilitada, separada del objeto que tan fuerte-
mente la atraía. Esto es un sufrimiento horrible, y al mismo tiempo
no es sufrimiento; este fuego la enamora, hay en ello como algo
delicioso, escondido, que no puede percibir. Después se mira a sí
misma y se ve tan miserable, tan repugnante, que no comprende
cómo pudo pretender unirse con el objeto de su amor”.20
Por entonces trata de explicar su estado con textos de San Juan
de la Cruz, que ella cita un poco a su manera. Apenas tenemos
espacio para aducirlos. En esos textos se ve incapaz como ya hemos
señalado, de llevar adelante su misión de fundadora y formadora.
Oración y experiencia mística que podríamos llamar contradic-
toria humanamente hablando. Pero el final manifiesta ser una expe-
riencia verdadera, auténtica: es el deseo como su santa madre
Teresa de “aprovechar almas” para Dios. “Padre, mi oración no sé
si llega al cielo, pero me abraso en deseos de que las almas vayan
a Dios”.
A todo lo largo de 1928 siguen esos sentimientos encontrados
de amargo desamparo y de ansias de amar y no poder. El grito de
su alma es incesante: “Estoy todos estos días con una angustia y
agonía en el alma inexplicable. ¡Ay, padre, si esto fuera la mirra de
Jesús, ya lo creo que la cultivaría y la aceptaría con amor, querien-
do estrecharla sobre mi pecho toda la vida! ¡Qué me importa a mí

18 Cta. 62, al mismo, 23 de junio de 1927.


19 Cta. 66, al mismo, 6 de julio de 1927.
20 Cta. 67, al mismo, 14 de septiembre de 1927.
«DOLOR Y CIELO» 545

todo, sino agradar al Señor! Pero aquí está lo terriblemente dolo-


roso: que por más que quiero, no puedo creer esto; que me veo
lejos de Dios, justísimamente rechazada por Él, pero de una mane-
ra que no tiene remedio”.21

2. “Ayer seguía en mi agonía” (M. Maravillas). En el núcleo


del sufrimiento

En los años 1929 y 1930, quizá tenga la Madre lo más fuerte de


sufrimientos íntimos, desgarradores. La mano divina hiere y pulve-
riza, y la Madre se siente abandonada del cielo: angustia, agonía,
tristeza, amargura. He aquí algunos textos, entre otros muchos:
“Ayer seguía en mi agonía, pero las pocas palabras que me dijo
–y aun solamente yo creo el verle–, me infundieron paz y seguri-
dad. Hoy, padre, todo ha arreciado de nuevo, no puedo decirle los
horrores que tengo dentro, la desesperación, el deseo de alejarme
de Dios. Siento mi alma toda hecha contraria a Él... No sé decir
más, aunque mucho más siento; no acierto a explicarlo, algo así
deben sentir los condenados”.22
Son notas trágicas, impresionantes de dolor... Pero aún es más
fuerte lo siguiente. Se trata evidentemente de un sentimiento diabó-
lico que se le impone. Su voluntad de no ofender a Dios, bien
conocida, lo padece sin querer: «Desde que me he levantado, en la
oración, en la comunión, en todo ha sido una cosa terrible, pare-
ciéndome todo, todo mentira, sintiendo en mi alma un querer huir
de Dios, eso que es contrario al amor, un deseo de ofenderle y que
los demás también lo hiciesen, no por sentir atractivo ninguno
hacia el pecado, sino solamente por ese diabólico sentimiento. Es
espantoso, ahora sí que le digo que nunca he sufrido tanto...” 23
Luego, tranquilizada, habla en las cartas siguientes de su ora-
ción oscura, silenciosa, dolorosa, con ansias de amarle... “No
puedo decirle lo que son estas ansias de Dios en un alma tan mise-
rable como la mía, que, encontrándose en el vacío, se desespera

21 Cta. 86, al mismo. Antes del 22 de Enero de 1928.


22 Cta. 114, al mismo, 20 de marzo de 1929.
23 Cta. 121, al mismo, 30 de abril de 1929.
546 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

[...]. El abismo de miserias que tengo dentro, de día en día me


parece más inmenso”.24 Y otras dos notas durísimas de una semana
después: “No puedo describirle lo que tengo dentro, es un desga-
rramiento, una agonía, una desesperación... No puedo creer en
nada ni amar nada...; no sé lo que tengo, pero es algo horroroso, y
tampoco quiero hablar de ello... Lo que me pasa es que no puedo
disimular al exterior, y tengo continua tentación de encerrarme en
la celda y decir que no puedo ocuparme de nada, ni asistir a nin-
gún acto de comunidad, ni Misa, ni comunión. Es espantoso, pero
no debo ocultarle que me tengo que vencer mucho para decirle
esto, sólo deseo encerrarme dentro de mí, sin dar a nadie cuenta de
nada”.25 “Aparte de los temores, confusiones y tinieblas de que me
veo llena, hay no sé dónde un no puedo decir especie de amor, un
no sé lo que es, hacia Dios que hace intolerable el verme así para
Él...” 26
Lo que la pobrecita Madre experimenta es un verdadero “pur-
gatorio místico”, mejor aún, un “infierno místico” “Para que vea,
padre, que en mí todo es engaño y mentira, y que tampoco son
verdaderos los deseos de amar a Dios de que le hablo, me encuen-
tro con falta total de caridad. Nada me cuesta más que atender a
mis hermanas me parece sólo puedo hacerles daño... Pido al
Señor que Él lo remedie por amor de ellas”.27 Y esta nota de con-
formidad divina con el plan de Dios: “Lo único que quisiera es
que el Señor me dé la fuerza necesaria para poder pasar lo que Él
quiera y no desagradarle... Estoy procurando acogerme a las dos
cosas que V. R. me dice: la voluntad de Dios y la obediencia,
pero... no puedo nada y hay momentos que del todo parece no voy
a poder más...”.28
A 22 de agosto de 1929 nos encontramos con estas líneas con-
soladoras, durante los ejercicios espirituales: “Entonces, sin darme
tiempo a nada, empecé a sentir una consolación tan intensa como
nunca la he sentido; no fue ese formarse palabras en el alma, como

24 Cta. 124,. al mismo, 13 de mayo de 1929.


25 Cta. 126, al mismo, 20 de mayo de 1929.
26 Cta. 127, al P. Torres, Mayo de 1929.
27 Cta. 144, al mismo, 6 de julio de 1929. La Madre equivoca la fecha, es
agosto.
28 Cta. 145, al mismo. 12 de agosto de 1929.
«DOLOR Y CIELO» 547

al mediodía, sino un entender cosas que me hacía gozar muchísi-


mo. Después de un rato en que no pude nada, como no sé por
dónde, estaba la cosa en la oración del huerto, dije al Señor sin
palabras que yo quería aquella noche acompañarle y sufrir allí con
Él; pero entendí que entonces no, que Él con sus sufrimientos me
había merecido a mí este gozo, y sentí o entendí, que no sé nada, la
fuerza de su amor a mi alma, de una manera, con una grandísima
ternura, y cómo todo esto era por pura misericordia suya, con que
me había mirado desde el principio. Sentía que esta misericordia
lo invadía todo y que me vencía, que triunfaba de mí”.29
Y luego: “En la última meditación se encendió de nuevo el
vehementísimo deseo de entregarme toda por la salvación de las
almas; es un ver lo que el Señor desea esto, y como una obligación
sacratísima...”30 Pero a finales de mes le vienen angustias sobre lo
anterior: “Siento como si hubiera perdido al Señor para siem-
pre”.31
Para seguir amando y sufriendo: “Me vi de repente hecha un
objeto de horror para el Señor, abandonada de Él, sintiendo el
peso de su justa indignación, segura de que me condenaría, y
despertándose al mismo tiempo un amor tan grande hacia Él, que
es lo que más me hace sufrir, el verme para siempre lejos de Él...
No puedo explicarle, padre, lo que sintió mi alma en ese momento
y el dolor que me ha quedado, ni la vehemencia del deseo y el
amor”.32
A finales de año, una amargura profunda continua, aunque con
algún respiro. El Señor la mira compadecido y la invita a descansar:
“Fui a comulgar sin luchas, pero sin fervor, como una máquina, y
al volver a mi sitio me imaginé como si el Señor me mirase compa-
decido diciéndome: ‘¡Descansa!’; e imaginándome que apoyaba
allí la cabeza, no me di cuenta de más hasta que acabó la Misa;
quizá me durmiese”.33

29 Cta. 152, al mismo, 22 de agosto de 1929.


30 Cta. 156, al mismo.
31 Cta. 163, al mismo, 4 de septiembre de 1929.
32 Ibídem.
33 Cta. 177, al mismo, finales de 1929.
548 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

3. “Sentí que mi alma quería huir del Señor” (M. Maravillas).


En plena tempestad

El año 1930 es abundoso en correspondencia. Ella se lamenta


de lo pesada que se pone escribiendo tanto al padre, pero él le ha
mandado que lo haga, y además evidentemente lo necesitaba. La
tónica es siempre la misma: esa amalgama de sentimientos y deseos
encontrados, pero por encima de todo y en el fondo de todo, no
ofenderle y amarle y sufrir por Él... En febrero de ese año se pre-
gunta angustiada: “¿No estaré mal de la cabeza? ¿No me forjaré
yo todos estos intensísimos dolores?”.34 De cuando en cuando el
amor se hace sentir y hay un respiro; así en unas breves notas de
este tiempo: “ Cómo me pareció se desbordaba el torrente de amor
del Señor, pero esta vez fue principalmente el amor de Él a mí”.
“Cómo sentí el sufrimiento del Señor por la falta de amor y cómo
quería reparásemos amándole de veras, desde nuestra miseria y
sufriendo por ello con Él”.35
“Esta mañana me desperté con un sufrimiento intensísimo. Así
fui a la oración, y no sé cómo, pero de una manera distinta de otras
veces, pues no suelen ser cosas concretas, en cuanto me arrodillé,
sin dar lugar a nada, sintió mi alma como si delante del Señor se
ofreciese (me da vergüenza esta vez y me cuesta emplear estas
palabras, pero no sé con qué otras darme a entender) como blanco
a las saetas de su amor y le pidiese que la traspasase con ellas
según su agrado y beneplácito”.36
Y estas líneas suaves y preciosas: “Después de ella (se refiere
a la oración mental) y de las Horas, al levantarme para ir a comul-
gar, de repente se iluminó todo en globo en el alma/.../ se avivó la
fe, sentía algo de la grandeza de Dios y de la propia bajeza de tal
modo, que no sé cómo comulgué, sin casi saber lo que hacía. Sin
hacer nada, sentía que en el alma pasaba algo; el Señor me decía
sin decirme –haciéndome sentir mi miseria, mi falta total de
correspondencia–, que a pesar de esto era suya, y suya cuanto de
su parte se puede ser: me redimió con su sangre, me unió a Él con

34 Cta. 182 al P. Torres, sj, ¿17 de febrero de 1930?


35 Cta. 304 al mismo.
36 Cta. 183, al mismo.¿18 de febrero de 1930?
«DOLOR Y CIELO» 549

el vínculo sagrado de los votos solemnes; quería que me entregase


del todo a su amor, ciego, loco, qué sé yo/.../ que lo arroje todo en
el fuego de su amor, que lo único que he de hacer es dejarle obrar
en mí, para mí y para los demás. Hace muy bien el Señor en encu-
brirse, si quiere que vivamos en este mundo... ¡Esto no se podría
resistir...!”.37
Por la Semana Santa de ese año 1930 nos encontramos con
choques violentos. Por una parte y una vez más su experiencia con-
tradictoria.38 “No son sentimientos contra Él, pero sí una falta
completa de amor, una dolorosísima evidencia de que nunca le he
amado, de que no le amo, ni jamás le amaré.../.../Si de algo pudie-
ran servir estos sufrimientos, con toda el alma los ofrecería para
que, ya que yo no, otras almas pudieran amar al Señor. Pero ésos
son sueños....”39
Adrede hemos copiado los argumentos epistolares más hirien-
tes, para que podamos sospechar la amargura de su purificación y
su martirio.
De nuevo nos estremecemos con estas líneas desoladas: “Pero
esta mañana ha sido algo espantoso. /.../ Sentí que todo me faltaba,
que mi alma quería alejarse, huir del Señor. Encontré en mí los
sentimientos más horribles de odio, de desesperación; pensé, y no
sé si llegué hasta a decirlo con los labios, que era injusto y
cruel...”40 “Ay, padre, solamente nombrar estas cosas para dar
cuenta horrorizan, pero también, ¿cómo no hacerlo?”
Y ¿cómo no sentirse abandonada, triste hasta la muerte en medio
de estas dudas que atañen a lo más íntimo de su ser y de su voca-
ción? Así dice: “Tengo una tristeza tan inmensa que quisiera procu-
rar desecharla, pues temo no sea buena. Desde anoche estoy con
(no sé si serán tentaciones o qué) sobre la vocación muy fuertes. Me
parece ver muy claramente que no debía haber dejado a mi pobre
madre en las circunstancias en que la dejé, que no seguí la voluntad

37 Cta. 185, al mismo, 20 de febrero de 1930.


38 cf. Cta. 202, al mismo, 14 de abril de 1930.
39 Cta. 203, al mismo, 16 de abril de 1930.
40 Se dan en la vida espiritual muy avanzada todo tipo de tentaciones, inclui-
da ésta. Son ocurrencias que el alma siente como algo real, pero que no tienen
fundamento y que el Señor permite para una mayor purificación y para salir de ese
trance con mayor capacidad de amar a Dios.
550 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

de Dios sino la mía, y por esto al fin en el convento en lugar de


encontrarle a Él, le he perdido... Además, tengo tal confusión dentro
de mí, que no sé discernir las cosas, y en todo me parece hay peca-
do y ofendo al Señor”.41 Y este otro: “Temo voy a perder la cabeza
[...] Temo voy a acabar por ofender al Señor gravemente, si es que
no lo estoy haciendo ya”,42 dice a 10 de junio de 1930.
A 14 de agosto de 1930 escribe totalmente desesperanzada. Es
una de sus cartas más humillantes y dolorosas...: “Ayer tuve unas
tentaciones muy violentas contra el sexto mandamiento; esto,
padre, no puedo decirle la pena que me da, no por lo que humilla,
pues del lodazal de mi corazón no me extraña salga todo lo más
repugnante que pueda haber en la tierra, pero... es horrible. Nunca
sé si debo o no darle cuenta de cómo ha sido esto, me quedo más
tranquila haciéndolo, pero por otra parte es tan... no sé si debo.
Pero ahora es que veo claramente que no sirvo al Señor, mi vida es
y ha sido siempre una pura hipocresía, no ha habido nunca amor
de Dios, ni cuando vine al convento siquiera. Lo hice, eso sí, por-
que se me metió en la cabeza desde el principio, sin la menor duda,
que tenía que ser monja y nada más, pero veo muy claro que para
mí no hay remedio y tengo que renunciar para siempre a poseer a
Dios. Hoy no siento rebeldías, y por eso más tranquila, aunque
llena de dolor, quería decirle estas cosas”.43
Y siguen estas notas durísimas que resultan tan actuales en
estos tiempos de ateísmo: “Padre, apenas he salido del locutorio,
donde me quedé sosegada después de hablar con V. R., me ha veni-
do una espantosa. Yo ya, padre, lo dejo todo, todo lo que pueda. Es
inútil me diga nada, no vuelvo a comulgar, ni a manifestar a V. R.
nada; todo es mentira: ni tengo luchas, ni tentaciones, ni nada más
que deseo de que se ocupen de mí, y como no tengo remedio, ni
quiero recibir al Señor, no lo vuelvo a hacer. No le extrañe, padre,
que no le escriba, pase lo que pase, y, por Dios, no lo haga V. R. ni
se ocupe más de mí. Por caridad hacia estas almas,44 hay que solu-
cionar esto. Voy a escribir al señor Obispo esta tarde. Perdóneme,
padre, pero no puedo obrar de otro modo”.45 Y, “Perdóneme,

41 Cta. 217, al mismo, 8 de junio de 1930.


42 Cta. 218, al mismo.
43 Cta. 236, al P. Torres.
44 Se refiere a sus hijas, su comunidad.
«DOLOR Y CIELO» 551

padre, lo de este papelito, que le envío para que vea... Ya no tengo


esa furia, pero sí un tedio y un desaliento que no puedo más.
Cuando tenga ánimos para ir a V. R. (hoy no), ya le diré otras cosas
malas”.46 Y con estas líneas, le envía la siguiente nota, desgarrado-
ra, escrita días atrás:
“Padre, salgo en este momento del coro; he estado todos los
Maitines con una desesperación tan completa, que nunca la he
tenido semejante. Ahora están en Laudes, y yo no puedo más. No
siento nada estar así, tengo ‘o’ contra el Señor y contra V. R. Claro
que no pienso comulgar, no tengo duda ninguna y le pido no me
llame porque no estoy para hablarle, le faltaría al respeto, y ni
puedo ni quiero obedecer. Me alegro mucho que se hayan puesto
las cosas claras. Tengo los sentimientos que tendrán mis compañe-
ros en el infierno”.47
El final de septiembre y el mes octubre son un oasis de amor
sentido: «Me pareció enteramente sentir la presencia del Señor, y
con un amor grandísimo decirme: “Hija mía”, y no necesito decir-
le lo que sentí”.48 “Me sentí recogida, de esas veces que se borra
todo de tal manera que no sé si me dormiría, y me imaginé al pie
de la cruz, yo no lo sé explicar. El Señor estaba allí. No sufría
entonces, porque yo sentí mucho consuelo, y si me lo hubiera ima-
ginado así no hubiera sido esto, pero me hacía entender lo que
había sufrido por las almas, su inmenso amor, su misericordia para
todos (este amor y misericordia parecía me envolvía), y cómo sólo
había que entregarse y dejarse crucificar por el amor, a pesar de
la propia miseria, y dejar que Él haga lo que quiera. No lo sé expli-
car, sólo sé que sentía una paz y una dulzura muy grande; que me
parecía que todos mis pecados y miserias se abismaban en ese
amor y en su misericordia, que se lavaban con esa sangre, y que
comprendía no podía comprender nada de la inmensidad de todo
esto”.49 O esta otra frase: “Pasaba parte del día sintiendo la pre-

45 Cta. 238, al mismo,. 1930.


46 Cta. 246, al mismo, 1930.
47 Cta. 245, al mismo, octubre de 1930.
48 Cta. 242 , al mismo, en ejercicios espirituales en septiembre-octubre de
1930.
49 Cta. 247, al P. Torres, 2 de octubre de 1930.
552 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

sencia del Señor de una manera que me era más segura que si viese
una persona a mi lado”.50
Lo que resta del año sigue con esa ondulación de tristezas y
alegrías, de paz, dolorosa generalmente. Siente otras veces la fuer-
za del amor y su miseria y su nada. Y quiere darle obras y ejercicios
de virtudes, que es lo verdadero.51 Le quiere a Él, no sus gracias
sensibles, –esto repetidas veces lo apunta–. Y pedir morir por Él...
Las gracias íntimas gozosas son ahora más vivas.
En esta carta tan bella, siente en oscuro la presencia de la
Santísima Virgen y de la Madre Teresa; seguridad, paz callada y
amor pacífico, sentimientos de adoración... El Señor le hace enten-
der que no todo es trabajar y la invita a descansar en Él: “Me pare-
cía sentir como si el Señor quisiese le dejase obrar en mi alma, y
no sé, como muy en oscuro, me parecía sentir a la Santísima Virgen
en una ocasión y en otra a la Santa Madre. /.../ Un día al salir de
la oración, pensando que lo que necesitaba eran obras, me pareció
entender que sí, que sin ellas no hay verdadero amor, pero que
también quería el Señor a veces descansar en el alma y que ella
descanse en Él, que el sosiego de la contemplación de amor le era
muy agradable. Que no todo era trabajar”.52
Y en ésta de finales de diciembre experimenta de nuevo cómo
el Señor la invita a descansar: «Desde el locutorio fui al refectorio,
pero no había medio de poder pasar la colación, y allí me imaginé
sentir al Señor, que con infinita misericordia y ternura me invitaba
a descansar en Él”.53
Termina esta antología de textos de la Madre Maravillas en este
capítulo con este bello párrafo: “En la comunión sentí intensísimo
el amor, algo no sensible, sino muy dentro. Me cogió toda con
mucha fuerza y me causaba un tormento que no sé explicar. No sé
cómo fue, pero era tal la intensidad, que me parecía no iba a poder
resistirlo”.54

50 Cta. 251, al mismo, 13 de octubre de 1930.


51 cf. Cta. 271, al mismo, 6 de diciembre de 1930.
52 Cta. 273, al mismo, 1930.
53 Cta. 275, al mismo, 20 de diciembre de 1930.
54 Cta. 279, al mismo, 1930.
«DOLOR Y CIELO» 553

4. “Te has dado a Mí toda entera”. (El Señor a la M.


Maravillas). 1931

En conjunto se va serenando más su alma en los años que


siguen: 1931, 1932, etc... Pero de cuando en cuando surge la tem-
pestad desgarrante. Fue su camino, fue el estilo de Dios con ella, fue
su carisma, si queremos hablar así. Una vida de contrastes, engarza-
dos sin embargo por un amor misericordioso de Dios y un amor
radical de ella. Aunque larga esta cita de 4 de febrero de 1931, inte-
resa transcribirla, porque es muy significativa: “Desde este abismo
en el que me encuentro, en que todo es oscuridad y no hay más que
pensamientos de tristeza y tormento, quiero rogarle, padre, que pida
al Señor, a pesar de lo que soy, que no se pierda en mí su preciosí-
sima sangre... Al escribir este nombre –el Señor–, he sentido de
nuevo estremecerse todo mi ser... A V. R. puedo decírselo todo.
Quisiera tanto amarle. Se lanza hacia Él, en donde no ve pero sien-
te se encierran todos los bienes, todos los tesoros de misericordia y
amor, con tanta fuerza este miserable corazón... No trato de escri-
birle lo que experimento, es algo horroroso donde parece no queda
esperanza alguna ni remedio, donde parece se ha perdido al Señor
para siempre y se vive sólo de mentira y pecado. Todo esto y mucho
más es lo que siento con evidencia, y sólo la bendita carta55 que el
Señor le inspiró a V. R. me escribiese, es la que me sostiene en
medio de todo ello; procuro a ciegas hacer lo que en ella me dice,
y a ciegas también creerlo todo, aun cuando a mí me parezca veo
claro que es todo lo contrario. /.../ No pido al Señor me dé a mí luz;
sólo le pido no permita me aparte de la obediencia”.56
Densos nubarrones se ciernen sobre la Iglesia de España. La
Madre también sufre intensamente por ello: “Me suceden /.../ cosas
que no sé si serán verdad, pero V. R. lo verá. Una es muy grande
dolor por las ofensas que se están cometiendo contra Dios y las
que se avecinan; éste es tan grande que absorbe todo otro temor o
preocupación; quisiera a cualquier costa encubrirlo todo a sus
divinos ojos, que nada llegara hasta Él.”57

55 Se refiere la Madre a la carta que le escribió el P. Torres sosteniéndola y


confirmándola en su experiencia y que tanto bien le hizo. Es la famosa carta de
julio de 1932 que ya ha sido copiada en este trabajo. cf. pp. 2-3.
56 Cta. Julio 1932
57 Cta. 284, Padre Torres, sj, 16-02-1931.
554 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

“Otra es que, sin poder decir cómo es esto, noto que en esta
oscuridad, y sin dejar de estar en ella, se enciende en el alma como
un fuego de amor, yo no sé si es sensible o no, pero algo que con
gran fuerza lo invade todo, y sin pensamientos, sin nada, no se
puede más que dejarse abrasar de este fuego”.58 Para seguirse a 25
de febrero una carta angustiadísima.59 Pero vuelve el amor con un
papel adjunto que refleja preciosamente las alternancias dolorosas
y de cielo: «Hoy, no sé, no hacía más que amar, sentía el amor con
tanta fuerza, me parecía sentir al Señor a mi lado. Esto fue después
de los deseos de sufrir por Él. A veces empezaba a pensar: ‘¿Para
qué sirve al Señor este amor estéril? Es necesario que produzca
sacrificios’; pero otra vez volvía a engolfarme en ese amar al
Señor, sin pensar en nada más. De pronto cesó todo y empecé a
sentir como el otro día que estaba totalmente engañada y engañan-
do. La evidencia con que esto se me pone delante y el vivísimo
dolor que me causa, es algo horroroso y ¡me da tanta pena también
desobedecer! Procuré no hacer caso de mi propio juicio, pero seguí
sufriendo mucho, con grandísimo temor y pena de estar en desgra-
cia de Dios. Así fui a la oración, y al empezarla, no sé bien, porque
no es así cosa muy formada, pero me pareció como si el Señor, con
una mirada de amor tiernísimo, me dijera: ‘Descansa’. Yo le dije:
“No puedo tener descanso sino en Vos, ni le quiero”, y cesó todo,
quedándome allí con Él en un dulcísimo silencio... Esto era gozar,
y yo no sé qué pasa, que a mi alma parece que no le va el gozo
mucho tiempo, y en cuanto goza, echa de menos el sufrimiento.
Esto por un lado, y por otro, que el mismo gozo al poco tiempo le
despierta como más necesidad de Dios de otro modo, le da más sed
de Él...”60
La larga carta de 9 de marzo es bellísima, cargada de amores y
de humildad profunda.61 Lo mismo se repite en la del día 13 de ese
mes: Presencia quemante, desbordante y que se traduce, como que-
ría su Santa Madre en servicio y entrega amorosa a las Hermanas:
“Padre, no sé qué hacer de mí, estoy como tonta, ni pienso, ni
recuerdo nada, sólo sintiendo allá muy dentro un fuego de amor

58 Cta. 284, al P. Torres, 16 de febrero de 1931.


59 cf. Cta. 286, al mismo.
60 Cta. 289, al P. Torres, 25 de marzo de 1931.
61 Cta. 292, al mismo.
«DOLOR Y CIELO» 555

hacia el Señor que deshace; pero lejos de saciar, esto que se siente
tan fuerte no sé donde, enciende en deseos de amarle más y más.
/.../ ¿Qué haré, padre, de este amor estéril?;/.../ lo único que se me
ocurre es darme a mis hermanas cuanto puedo”.62 Es el sanjuanis-
ta “Quedeme y olvideme...”
Para sufrir enseguida otra racha de oscuridad: “Si el Señor qui-
siera que se me acabase la vida, porque estar así ofendiéndole es
mucho peor que el infierno...” -Noche corredentora, victi-
mal...-“Con todo esto, debo estar loca, pues viéndome en este
estado, me pongo a sufrir intensamente también, pensando en las
ofensas que el mundo hace al Señor, y quisiera pasar todos los
tormentos por evitarlas...” 63
Pero a 21 de marzo de 1931, una fuerza de amor irresistible le
hace casi desfallecer, y siente cómo el Señor se agrada en que
comunique su alma con el padre Torres. Es la humildad de raíz, que
no es apocamiento sino santa temeridad y que es fruto del Amor:
“Después, estando en la Misa cantada, empecé a sentir allá dentro
una como fuerza muy grande de amor, yo creo que más fuerte que
nunca; no hacía nada, ni pensaba nada, más que amar; y como
esto crecía, crecía, no sabía qué hacer, pues notaba que me iba
como penetrando tanto de ese amor que se me borraba lo demás y
temía caerme. El amor en esos momentos es como algo concreto...
Bueno, no me sé explicar. Y luego lo inflamaba un como ‘no enten-
der entendiendo’, que dice en un verso el Santo Padre.64 Cuando
pasó esta intensidad, pude decir al Señor que no era eso lo que me
importaba sino el obrar las virtudes por su amor, pero me alarma-
ba notar que, sin embargo, tenía yo en mucho la gracia de parecer-
me que me había dado el Señor entonces, a pesar de lo que soy, un
poco de verdadero amor suyo.” 65
A estos sufrimientos intensos se unen otros por esta época muy
intensos también, causados por la persecución religiosa desatada en
España a raíz de la segunda República. Se proclamó el 14 de abril
de 1931. El 11 de mayo, fecha dolorosa y trágica para la Iglesia

62 Cta. 293, al padre Torres.


63 Cta. 294, al mismo, 16 de marzo de 1931.
64 Se refiere al santo Padre San Juan de la Cruz.
65 Cta. 296, al P. Torres, sj.
556 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

española, será recordada como el día de la “quema de los conven-


tos”. El sufrimiento de la Madre se suaviza a veces con la esperan-
za de alcanzar la gracia del martirio:
“Es de noche. Nos dijeron había amenazas para estas horas en
el Cerro; puso don Jesús el Santísimo en el comulgatorio para, en
caso de peligro y de no poder llegar él por fuera, cogerlo nosotras
por dentro, y me pareció quedar en vela, pero hasta ahora transcu-
rre la noche en completa calma. Quiera el Señor impedir que pue-
dan tocar el Monumento, aunque destruyan el convento.
¿Sabe que el señor Nuncio me negó, por fin, el permiso que
deseábamos? Figúrese, padre, qué horrible sería ver que le atacaban
y no poderle defender...66 ¡Ay padre! Como soy tan nada, a veces
me parece no puedo soportar el amor que siento allá adentro...
Esta mañana después de comulgar me vino al pensamiento que tal
vez estas hermanas puedan ofrecer su vida al Señor y yo no, porque
me veía tan, tan indigna de una gracia tan grande... Sufrí mucho,
pero dije al Señor lo aceptaba todo, aun esto; ahora que luego
cobré esperanzas, porque por eso mismo de ser tan miserable, el
Señor sabe cómo necesito de esa gracia, tal vez la única manera de
no perderle a Él para siempre”.67
Algún tiempo después hay otra borrasca desatada.68 Pero la
obediencia, como siempre, la salva. Luego casi se hace como una
fórmula estereotipada el “verme como rechazada de Dios, sintien-
do que le había perdido sin remedio y para siempre...”,69 pero con
un amor intenso, a la vez.
Entre los muchísimos textos que manifiestan el miedo a no ser
sincera, a no saberse expresar, -no olvidemos que la experiencia

66 La Madre Maravillas había solicitado del Sr. Nuncio permiso para salir
con su comunidad de clausura si la imagen del Sagrado Corazón de Jesús era ata-
cada para ellas defenderla aunque tuvieran que dar la vida entregándosela al Señor
como mártires. Meses más tarde recurrió al General de la Orden del Carmelo
Descalzo, que remitió la petición a S.S. Pío XI. Éste, en octubre de 1931, otorgó el
permiso, con las siguientes palabras: “Su Santidad se ha dignado conceder con
sumo gusto el favor pedido, colmando de bendiciones a toda la piadosa
Comunidad”. cf. Si tú le dejas. Vida de la Madre Maravillas de Jesús, Carmelita
Descalza. EDIBESA. Madrid 2001, pp. 166-167.
67 Cta. 306, al P. Torres, 23 de Mayo de 1931.
68 cf. Cta. 308, al mismo.
69 Cta. 314, al mismo.
«DOLOR Y CIELO» 557

mística es inefable-, encontramos este texto precioso de Santa


Maravillas que a continuación ofrecemos en el que manifiesta su
ardentísima experiencia de encuentro con el Señor. Dice así: “El
último día que escribí, por amor propio, no acabé de decirle la
tonte... (bueno, se me olvidaba que no quiere que califique). Es que,
no sé, aunque en globo, parece se graba en el alma el recuerdo del
Calvario. Me parece ha vuelto el Señor a la cruz... y yo me quedo
allí con la Santísima Virgen y Santa María Magdalena, sufriendo
con ellas... ¿No serán todo imaginaciones?”70
El padre le insiste en que ella cuente con sencillez lo que recibe
de Dios. Crecen el amor y las ansias martiriales: “¿Ve, padre?, no
le amo, no le sé amar, ni lo sabré nunca; ¿para qué quiero la
vida?... Hoy, locamente, lo comprendo, suplicaba al Señor me con-
cediese esa gracia de poder darla por Él. Se lo he pedido con más
insistencia, con más deseo que nunca”.71
El año 1931 se cierra con cartas espléndidas de gracias místicas
gozosas. La del 25 de diciembre es la carta célebre que nos cuenta
la gracia mística de la noche de Navidad:
“Voy a tratar de empezar ya a ser sencilla. Al ir a comulgar
anoche, estando sin nada en todo el Oficio, sentí de repente avivar-
se la fe, y me pareció (no sé cómo) como si la Santísima Virgen me
entregase en aquel momento al Niño, pero tan claro y tan fuerte fue
esto, que instintivamente descrucé las manos, y como si realmente
le tuviera en los brazos, volví a mi sitio con trabajo. Allí no sé bien
lo que fue, esta vez mucha dulzura y como mucho amor;/.../ y en ese
amor me parecía quería quedarse conmigo siempre, no sé decirlo,
como si también me pidiese mi pobre corazón como un lugar de
refugio, de descanso en estos tiempos. Yo, padre, no sé cómo, pues
estaba deshecha y no hacía más que entregarme a Él y sin palabras
pedirle sufrir, dárselo todo, aun mi madre y mi padre,72 si Él lo
quisiera. Al tener este recuerdo de mi madre me pareció como si
también, sin palabras de esas que se oyen, pero muy distintamente

70 Cta. 322, al P. Torres, hacia el 26 de julio de 1931.


71 Cta. 329, al mismo, junio de 1931.
72 Su madre, ya por entonces muy enferma, muere el 13 de enero siguiente.
El P. Torres saldrá exiliado el 25 de enero de 1932.
558 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

por dentro y con mucha dulzura, me dijese que se la confiase, que


qué no haría por ella siendo mi madre”.73
Léanse también las dos cartas del 27 de diciembre: amor, pre-
sencia viva de Dios. Se enciende un amor tan grande, así “a lo
tonto”, que parece no se puede soportar, un replegarse al centro del
alma, como dice su Santa Madre Teresa: /.../ “La otra tarde, al salir
del coro y estando con ese habitual recuerdo de Dios, pero sin pen-
sar nada en particular, sentí de improviso muy claramente como si
el Señor imprimiese en mi alma que ahora ya no quiere que me
ocupe de nadie más que de Él. No sé, me vino esto como con mucha
fuerza, y enseguida me acordé de lo de la Santa Madre: ‘Ya no
quiero que tengas conversaciones con hombres, sino con ánge-
les’.74 Me pareció que esto nada tenía que ver con las ocupaciones
exteriores, pero que era otra cosa que ese constante recuerdo de
Dios que se tiene sin esfuerzo ninguno...”75 En la última de este año
nos confidenciará que le pareció sentir esta palabra del Señor: “Te
has dado a Mí toda entera”.76

5. “Es enteramente así, como me dice: dolor y cielo”.


(M. Maravillas)”. 1932-1933

Vamos más deprisa. Los textos citados lo dicen ya todo. Los


que podrían citarse de después no harán más que repetir lo mismo.
Pero la línea va estabilizándose más con el tiempo. Su sufrir y su
amar están más en sus manos, más firmes y serenas. Por otra parte,
el padre Torres falta de Madrid y el recurso a él se hace más difícil.
Ella tendrá que vivir de sus rentas, de lo que tantas veces le ha
enseñado y le ha mandado él.
En enero de ese año muere su madre, y ese mismo mes el padre
Torres, superior de la casa profesa de los Jesuitas de Madrid, tiene
que huir y se refugia en Roma. Ella acusa sensiblemente esos gol-
pes, pero con disposiciones admirables de aceptación y de abando-

73 Cta. 338, al P. Torres.


74 V. 24,5
75 Cta. 339 y cf. Cta. 341, al padre Torres, sj.
76 Cta. 343, al mismo, 31 de diciembre de 1931.
«DOLOR Y CIELO» 559

no. Las cartas que ella envía a Roma, ahora son mucho más exten-
sas. Además de dar cuenta de su alma al padre, como éste se lo ha
pedido, se añaden consultas y noticias de los más variados asuntos.
Esto último no nos interesa para nuestro estudio. He aquí algunas
palabras que manifiestan la situación de la Madre: “En medio de
sentir tanto, como le digo, esa falta de todo y sangrar el corazón,
se comprende también cada vez más que “sólo Dios basta”... No
son consuelos sensibles, pero se nota como al Señor tan cerca, en
escondido. No puede dudarse que está allí, pero ¿cuándo será sin
esconderse?”77
A pesar de días de tedio profundo, su alma navega más tranqui-
la y serena.78 Y preciosa la carta de 10 de marzo. Las llamas del
amor divino abrasan el corazón de la Madre:
“Es enteramente así, según me dice: ‘dolor y cielo’... Estos
días parecía que no se podía más.... Es, durante el día, una como
presencia de Dios tan oscura, pero tan cierta, y el sentir así tan
claramente, pero entre velos, el amor del alma, es algo terrible,
porque la atrae, la enamora y no puede poseerle, ni aun siquiera
dejarlo todo para ocuparse sólo de Él [...] El amor al Señor, como
me dice, es “dolor y cielo”... Yo quisiera que este divino amor cre-
ciese en mi corazón hasta consumirlo de veras, y por otro lado ¡es
tan pobre y miserable lo que de él puede brotar!... /.../¿Cómo puedo
decir que mi amor es verdadero cuando sé, palpo, que si Él me
dejase yo volvería a ofenderle y tantas otras cosas que V. R. sabe?
Cómo comprendo lo de aquel santo: ‘El Amor no es amado...’.”.79
Así la del 20 del mismo mes: “El Señor va a llevar a cabo en este
abismo de miseria la obra de su amor”. Pero después de meses más
pacíficos vuelven las tempestades: La del 8 de mayo es desoladora,
como otras de tiempos anteriores. Y se produce el choque de siem-
pre.
Pero la unión altísima se va más y más realizando en la noche.
Escribe a 26 de Mayo: “Me pareció clarísimamente pero sin ver
nada, que el Señor estrechaba mi alma, diciéndole descansase allí,
sobre su Corazón... Y para continuar con el ansia de ganarle almas

77 Cta. 356, al mismo, 10 de febrero de 1932.


78 Cta. 363, al mismo, 5 de marzo de 1932.
79 Cta. 365, al mismo.
560 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

para el Señor: “Cuando el Señor, en ese silencio profundo, parece


hace sentir fuertemente algo del amor que nos tiene, se inflama el
alma en unas ansias vehementes de que todos le conozcan, le
amen...”80
Pero después de meses más pacíficos vuelven las tempestades.
A 21 de julio la Madre tiene un respiro. La carta recibida del padre
confirma una vez más que es de Dios lo que ella experimenta. A la
Madre le consuela que la conozca hasta el fondo:
“Leo lo que me dice en la primera parte de su carta,81 y pienso,
o más bien siento, que es enteramente lo que experimento, no sabe,
padre, hasta qué punto. Siento deseos que abrasan, que deshacen
a esta ‘nada pecadora’, pero que la llevan al Corazón del Señor y
al amor a las Hermanas, al agradecimiento por el don del Carmelo.
Deseos que abrasan, que deshacen a esta ‘nada pecadora’. Sí,
padre, tiene razón, en el cumplimiento de la adorabilísima volun-
tad del Señor está todo [...] El otro día, estando en esa oración de
nada, de pronto me vino un instante rapidísimo algo sobre el
Corazón divino que me ha dejado muy distinta, pues yo, padre, es
vergonzoso pero nunca he tenido muy particularizada esa devo-
ción, sino a toda la sagrada Persona de Jesucristo; y cuando estas
cosas, aunque así tan rápidas, llegan al alma, se quedan grabadas
para siempre. Otra fue sobre cómo quería cultivase para Él, a
pesar de mi incapacidad, las almas de estas hijas”.82 “Cada vez
siento más agradecimiento al Señor por haberme llamado al
Carmelo, y se descubren en mi alma en la vida oculta, sencilla y
austera que en él debe llevarse, nuevos tesoros. ¡Qué misericordia
habérmela dado!”.83
Y este párrafo final del año 1932, grito de amor puro y desola-
do, magnífico: “Sólo yo, padre mío, soy la que dará aquí pena al
Señor; las demás estoy segura que le agradan mucho y que se
consuela con ellas, pero yo, padre, de veras que me encuentro
como Judas entre los apóstoles, todo en mí mentira, y de carmelita

80 Cta. 366, al padre Alfonso Torres, sj.


81 Véase la carta del padre Torres que aparece citada en la nota 2 de la
Introducción.
82 Cta. 386, al mismo, 5 de septiembre de 1932.
83 Cta. 391, al mismo, 17 de diciembre de 1932.
«DOLOR Y CIELO» 561

sólo el hábito. Es seguro que al Señor le he perdido para siempre,


pero en esta vida por lo menos le quiero amar con todo mi corazón.
Como no le amo con las obras, no sé qué clase de amor será éste,
seguramente falso, pero yo siento que se abrasa el corazón y que
este fuego que se enciende tan a oscuras, que atormenta, pero que
sostiene al mismo tiempo la vida, no se puede explicar ni entender.
¿Cómo será posible tanto dolor y tanto gozo junto?...”84
El año 1933 comienza gozoso: “Los días de Navidad fueron
unos gozos tan grandes en la sagrada comunión, que entonces sí
que no podía más. No sé decirle lo que fue, nada particular, pero sí
que un solo instante de ello deja más que pagado todo lo que se
pueda sufrir en la vida. ¡Ay, padre, qué tormento es también ver la
nada de todo lo que no es Dios, y por otro lado tantas multitudes
que ciegamente se van tras ello en el mundo, en la vida religiosa,
en todo, y uno mismo seguir una vida tan lejos en todo de imitar la
del Señor! ¡Qué pena me da no poder implantar aquí, que tan bue-
nas disposiciones hay para ello, la verdadera pobreza! ¡Que nues-
tro convento no me recuerda la estrechura de la casita de
Nazaret!”.85
Pero con alternancias de sufrimiento una vez más: “Comprendo
que toda clase de sufrimiento es un tesoro y no deseo que dejase de
venir sobre mí, sosteniéndome el Señor. Tengo paz, pero son tantas
las cosas que se clavan en el corazón y en el alma, tanta la soledad
en que me encuentro, tanta la amargura, la duda y el tedio, que a
veces me parece que no puedo más... En nada encuentro remedio,
y parece que nada espero, ni nada deseo”.86
La larga carta escrita entre los días 6 y 9 de febrero, durante
unos ejercicios, habría que leerla íntegra. Ella se encuentra con “las
manos vacías” –como Santa Teresita, sin ser copia–, todo se lo ha
hecho Dios. Deseos intensos de amar y de salvar almas... Extractamos
algunos fragmentos:
“Ahora me encuentro con las manos totalmente vacías, pero
(no sé si será ilusión) parece que el Señor ha querido prender en
este miserable corazón una chispita de su amor, que a veces, padre,

84 Cta. 392, al padre Alfonso Torres, sj, 27 de diciembre de 1932.


85 Cta. 393, al mismo, 9 de enero de 1933.
86 Cta. 394, al mismo, 13 de enero de 1933.
562 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

creo crece de tal forma, que no puedo más que dejarle que así a
ciegas me abrase y me consuma, con un dolor que produce mi
impotencia o no sé que, pero que al mismo tiempo deseo que crezca
más y más.
Ayer domingo, al subir la escalera para ir al coro alto a la Misa
cantada, recogida, sí, pero sin ningún pensamiento particular, oí
claramente dentro de mí: ‘Mis delicias son estar con los hijos de
los hombres’. Estas palabras, que me impresionaron fuertemente,
entendí no eran en este caso para mí, sino como una especie de
petición que el Señor me hacía para que me ofreciera toda entera
por darle esas almas que Él tanto desea. Vi claramente, no sé
cómo, la fecundidad para atraer las almas a Dios de un alma que
se santifica, y tan hondamente me conmovió todo esto que con toda
el alma me ofrecí al Señor, a pesar de mi pobreza, a todos los sufri-
mientos de cuerpo y de alma con este fin. Me pareció entonces que
ese ofrecimiento estaba bien, pero que lo importante únicamente
era abandonarme a la divina voluntad entera y completamente
para que hiciese en mí cuanto quisiera, y aceptase del mismo modo
el dolor que el gozo. ¡Ay, padre, yo no puedo decir lo que experi-
menté...!
[...] ¡Quisiera tanto su santificación –de sus hijas– para que
ellas así le den al Señor ‘sus delicias’ salvándole almas! El día que
entendí esas palabras me ofrecía al Señor de tal modo que nada
exceptuaba, ni siquiera el infierno, si allí se pudiese estar amando
al Señor”.87
Del 23 de junio es una más de sus clásicas cartas: “enteramen-
te perdida”, pero gracias de amor, de apoyar su cruz en ella, etc.
“/.../ No me entiendo, padre. Me parece oscura, pero certísima-
mente, entender como nunca –aunque ya sé que no es que entien-
da–, esa íntima unión que el Señor desea con las almas, cómo en
Él está todo, sólo Él tiene importancia y su amor, que todo lo llena,
tan fuerte, tan tierno, y... no vivir todo esto, estando viéndolo... El
único remedio que veo es que el Señor me concediese la gracia de
poder dar mi vida por Él, puesto que dice es señal de verdadero
amor. Lo deseo vivamente, si es que algo deseo. Ahí tendría Él que

87 Cta. 396, al mismo.


«DOLOR Y CIELO» 563

hacerlo todo... Qué bueno sería ¿verdad, padre? ¡Si mientras tanto
yo pudiese amarle!”.88
Preciosa vivencia trinitaria nos revela la carta del 22 de agosto
de 1933:
“Esta mañana me olvidé por completo de mí misma. ¡Qué
cosa! En estos momentos ni aun de la propia miseria hay memoria;
pero en cambio esta tarde me ha estado haciendo ver el Señor este
abismo y cómo yo debía ser muy otra para que pudiera consolar su
divino Corazón... Qué confusión tan grande tengo, padre; con paz,
sí, pero cuánto quisiera ser como el Señor me quiere, como tanto
derecho tiene a que lo sea... En esas operaciones secretas que
ahora ya no sé decir, es un recuerdo ahora de las tres Divinas
Personas y un ‘entender no entendiendo’, como dice el Santo
Padre, y se enciende el fuego del amor de tal forma pacífico, pero
tan intenso, que parece abrasa de veras y que ya quisiera cesar de
toda obra para no hacer más que amar. Y esa llama, aunque así
parece que abrasa, despierta tales deseos de amar más y más, que
sin perder la paz es un tormento profundo”.89
A continuación, en otra de agosto insiste sobre esas gracias,
ímpetus irresistibles de amor:
“¡Qué bien comprendo ahora lo que dice la Santa Madre al
explicar las gracias que el Señor le concedía, que la fuerza del
espíritu llevaba el cuerpo tras sí y se levantaba de la tierra! Esto
poquito que a mí me da en oscuro, viene con una fuerza o ímpetu
tan grande, aunque sin alboroto, que parece todo lo quiere llevar
hacia arriba. Porque esto también, padre, ahora no es como antes
(este antes es un antes de muchos años, pues ya sabe V.R. cuántos
hace que no tengo nada), que aparte de esa diferencia, que enton-
ces gozaba y descansaba en aquello que sentía de Dios, también
cuando sentía algo era dentro de mí; ahora también es dentro, pero
no sé explicarme, tiende a subir. Tengo deseos un día, si supiese
que V. R. tenía tiempo, de buscar unos pasajes en la Santa Madre
que hace tiempo no he leído y no recuerdo bien, pero que creo me
servirían para explicarle algo/.../ Ay, padre, pida al Señor que me

88 Cta. 403, al P. Torres.


89 Cta. 407, al mismo.
564 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

‘ensanche el corazón’ en el sentido que V. R. me lo dice y en el de


que tenga más capacidad para amarle! Antes, reconociendo mi
completa pobreza en todo lo demás, creía de verdad que me había
dado el Señor bastante de esto, pero ahora, padre, yo me ahogo, no
me cabe, y ¿sabe el tormento que es esto? Qué bien comprendo lo
de aquel santo, que daba voces diciendo: “el Amor no es amado,
el Amor no es amado”, porque este sentir también que no le cono-
cen ni le aman sus criaturas es cosa que desatina y no se puede
más...”.90
Hay sin embargo un sos el 26 de octubre de 1933,91 y otra nota
fuerte a 3 de noviembre: “Hay momentos que hasta con gusto me
despojaría del hábito...; como le decía, me parece una profanación
el llevarlo...”.92
Para cerrar el año en noche oscura: “¡Si yo pudiera decir a V. R.
lo que tengo dentro! No trato de sufrir o dejar de sufrir, que, apar-
te de que debe ser la mayor dicha que tiene esta vida, nada tengo
yo que merezca la pena de darle ese nombre, pero sí, como decimos
nosotras, para que “no se pierda en mí su preciosísima sangre”.
¿No le da pena que un alma, aunque sea como la mía, al fin y al
cabo un alma y consagrada al Señor, esté de esta manera perdida?
No sé en absoluto por dónde voy, ni dónde estoy, ni qué hago; sien-
to una sed, un inmenso deseo de algo que es todo para mí y que no
puedo poseer”.93

6. “¿Cómo será posible tanto dolor y tanto gozo junto...?”


(M. Maravillas). 1934

La correspondencia con el padre Torres se va haciendo cada vez


menos frecuente. Por otra parte, todo es más igual y el camino más
conocido. Recojo algunas frases de comienzos de 1934: “Si V. R.
pudiera verlo –su interior– como es, yo creo que se asustaría”.94

90 Cta. 408, al mismo.


91 cf. Cta. 411, al mismo.
92 Cta. 412, al mismo.
93 Cta. 414, al padre Alfonso Torres, sj, finales de 1933.
94 Cta. 418, al mismo, 20 de febrero de 1934.
«DOLOR Y CIELO» 565

“A veces parece que este pobre y miserable corazón no puede más


y necesitaría desahogar, con quien únicamente lo podría hacer, lo
que parece lo abrasa; pero luego pienso: ‘¿para qué?, si esto no es
más que fuego de pajas. ¿Cómo va a ser nada de esto verdadero, si
luego con las obras no sirvo al Señor?’ ¿Qué hay que hacer, padre
mío, para que el amor sea verdadero? ¿Sufrir? Creo puedo decirle
que es uno de mis mayores deseos, pero yo ya no sé ni si sufro ni si
he sufrido nunca”. -¡A qué llamaría ella sufrir!- Y de nuevo, mani-
fiesta sus ansias del martirio: “Dicen que están las cosas muy
serias. ¡Mire, padre, que si al fin nos concediera el Señor la gracia
del martirio! A mí por lo que más me entusiasma es por aquello que
dijo el Señor de que ninguno tiene amor más grande que aquel que
da la vida por sus amigos... Yo comprendo cuánto he desmerecido
una gracia tan grande, pero tampoco he merecido ninguna otra y
me las ha hecho el Señor.”95
A 6 de febrero de 1938, cuenta al padre Florencio del Niño
Jesús una gracia especial que recibió en el año 1934. Como crono-
lógicamente lo que cuenta pertenece a este momento, por eso pare-
ce mejor insertarla aquí. El Señor quería hacerla verdadera esposa
suya. Recibió aquellos días grandes gracias y luces. Y hasta una
señal sencilla externa que le aseguraba de la autenticidad de ellas.
¿Desposorios o matrimonio espiritual? Eso parece: “Fue el año
1935,96 cuando estando en la Misa cantada y totalmente ajena de
ello, sentí de repente un recogimiento interior grande, y entendí
quería el Señor que me retirase a la soledad porque quería hacer-
me verdadera esposa suya. Le contesté que ya lo era por la profe-
sión religiosa, y entendí claramente que esta manera de serlo que
Él ahora quería concederme era una cosa muy distinta. Faltaban
justo diez días para el 30 de mayo, aniversario de mi profesión
solemne y fecha además de esto muy memorable para mí, pues en
ella hice en el mundo el voto perpetuo de castidad con circunstan-
cias muy consoladoras para una pobre alma tan pecadora como yo
lo había sido. Aunque hacía ya un año que no había hecho ejerci-
cios, me parecía muy difícil, con el cargo de prelada, decir que iba
a entrar aquella misma noche sin haber tomado las providencias

95 Cta. 421, al P. Torres, 8 de marzo de 1934.


96 La Madre, a varios años de distancia, pone equivocadamente 1935.
566 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

que suelen tomarse, cuando me lo propuso y facilitó todo la madre


Mª Josefa”.
Los primeros días todo fue recibir gracias y luces del Señor en
tal abundancia que no sabía lo que me pasaba. Me parecía también
entender que muchas de estas luces no me las daba sólo para mí,
sino para poder guiar a mis hermanas, y recuerdo especialmente
sobre aquello de ‘mis delicias son estar con los hijos de los hom-
bres’, como si quisiera yo le procurase estas delicias ocupándome
de las almas y ofreciéndome por ellas. En esto entendí también
otras cosas.
Yo estaba muy impresionada con todo lo que me estaba suce-
diendo, pero aquella gracia tan grande que se me había anunciado
se me hacía imposible de creer pudiese ser a mí siendo la que era,
por parecerme, como me lo parece ahora, que sólo lo puede el
Señor conceder cuando el alma está en otro grado de perfección
muy distinto; y como por otra parte, yo estaba tan segura que me
había pasado todo aquello y no era imaginación, pedí al Señor, por
primera vez en mi vida, me diese una prueba y sería me viniese por
algún lado una estampa de la Santísima Virgen dando su divino
Hijo al alma.
/.../ El día que salí de ejercicios me encontré que la madre Mª
Josefa, lo que nunca había hecho, pensando era el último año que
pasaba conmigo,97 me había hecho hacer una estampa de la
Santísima Virgen con el Niño, en los desposorios de Santa Catalina,
a quien habían quitado la aureola y vestido de carmelita. ¿Qué fue
todo esto: un engaño del demonio o una inmensa infidelidad mía?
Mucho me ha costado decírselo, padre mío, pero ahora me alegro
mucho, pues si es lo primero no creo pudo hacerme ningún daño;
pero si lo segundo, no creo debía estar así sin manifestarlo a
V.R.”.98
A finales de agosto confiesa “considero una gracia de Dios la
paz y serenidad que tengo”.99 Pero el 27 de agosto100 y a principios

97 En 1934 se estaba proyectando una posible fundación en Inglaterra, que


finalmente se deshizo, a la que iría la madre Mª Josefa.
98 Cta. 458 bis, al padre Florencio del Niño Jesús, ocd, 6 de febrero de 1938.
99 Cta. 423, al padre Alfonso Torres, sj.
100 cf. Cta. 425, al mismo.
«DOLOR Y CIELO» 567

de septiembre ya hay una nueva borrasca: “Estoy pasando algo


horroroso de todos los minutos; es interior, y en esta agonía, des-
conocida hasta ahora, a pesar de todo lo pasado, no tengo dónde
volver los ojos”.101 “Es un sufrimiento hondísimo y desgarra-
dor.”/.../ “Cuando siente el alma esta angustia inexplicable, no sé
qué hacer de mí, como le digo; parece que instintivamente quiere
ir al Señor, meterse, guarecerse muy dentro de su Corazón y se
encuentra como todos los caminos para comunicarse con Él corta-
dos, como si ese mismo movimiento instintivo del corazón la arro-
jara muy lejos de Él, y entonces, no sé decirlo, pero son agonías de
muerte”.
A 19 de septiembre encontramos lo de siempre: todo perdido, y
a la vez ansias locas de amar y de sufrir:
“[...] Me parece imposible salir de este abismo donde estoy
metida, y al lado de esto se inflama a veces (es decir, me lo parece
a mí), con tal fuerza en ímpetus de amor el alma, que es como un
fuego abrasador que sale de lo más íntimo de ella, y, al ver que no
encuentra a su Dios, es el mayor de los martirios/.../. Estas dos
cosas, amarle y hacerle amar, están vehementísimamente, no sé
decirlo, como clavadas en este pobre corazón”.102
A 21, dos días después, el Señor quiere hacerle partícipe de los
sentimientos de su Pasión:
“Sigo, padre mío, con un tedio y amargura grandes, pero con
la confianza que el Señor me dio por medio de sus palabras, y a
veces como con un fuego interior que abrasa y hace sentir de un
modo el vacío... Esta noche me desperté un momento, y al ir a
levantarme para el ofrecimiento, como me costaba poderlo hacer
por el entumecimiento –que V. R. sabe mucho mejor que yo da a
veces el suelo–, medio dormida como estaba, me cogió por comple-
to el recuerdo de lo que sufriría el Señor al levantarse después de
la flagelación... Fue una cosa especial, y hace una temporada
(algo le dije aquí a V. R.) me ha pasado varias veces parecerme
quiere el Señor viva ahora como en ese ambiente de su Pasión
santísima”.103

101 Cta. 427, al mismo.


102 Cta. 434, al mismo.
103 Cta. 435, al mismo, 6 de septiembre de 1934.
568 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

Vive en agonía, el sufrimiento por la pasión del Señor le engol-


fa el alma, pero confía: “Se me levantó en el alma una tempestad
tremenda, con un desaliento, un tedio, una desesperación y falta de
fe, todo cuanto de este estilo pudiera decirle y una agonía muy
grande. A pesar de esto he confiado y quiero confiar, ayudándome
de cuanto me decía en su carta (y ahora en ésta), y parece que estas
olas tan inmensas se estrellan contra esta confianza. Lo que más
me hace sufrir es la falta de fe..., dudar de la palabra del Señor...,
ocurrírseme con esa fuerza e insistencia que no hay otra vida...,
que Él no ha sufrido por nosotros lo que ha sufrido... En fin, padre,
no sigo porque me duele decir estas cosas, aun para darle cuenta.
Si el Señor quiere que pase todo esto, yo también lo quiero de cora-
zón, pero que no le desagrade ni me aparten de Él...”104
Estos años revueltos de España durante la segunda República,
la Madre y sus carmelitas del Cerro viven con deseos y en la espe-
ranza del martirio. Han firmado todas su ofrenda para el mismo.
Y casi a la mano lo tuvieron en 1936 y 1937, en la Guerra Civil.
Pero Dios se glorificó con sus deseos. De haberse realizado
hubiéramos tenido una réplica sublime del caso de sus hermanas
de Compiègne.105
Termina el 1934 con esta nota triste y amarga: «Yo nada puedo
decirle, padre mío;/.../ Lo que no tiene remedio más vale pasarlo a
solas, sin amargar a nadie; y además, que no puede ser...».106
Las pocas cartas que nos quedan de 1935 son casi todas doloro-
sas. Estamos de nuevo como en los peores tiempos. Pero en el
fondo no deja de haber paz. Por ejemplo la de 20 de enero: “Todo
está perdido [...] Tengo la muerte en el alma”.107
Igual a 29 de enero.108 El 23 de febrero109 hay algún consuelo.
Pero el 15 de abril dice: “En este vacío dolorosísimo, oscuridad o

104 Cta. 436, al mismo, 25 de septiembre de 1934.


105 Las carmelitas descalzas mártires de Compiègne (Francia), durante la
Revolución Francesa se ofrecieron a Dios para implorar la paz en favor de la
Iglesia. Detenidas y condenadas a muerte por su inquebrantable fidelidad a Dios,
fueron ejecutadas en la guillotina, en París, el 17 de julio de 1794.
106 Cta. 437, al padre Alfonso Torres, sj, 27 de diciembre de 1934.
107 Cta. 438, al mismo.
108 Cf. Cta. 439, al mismo.
109 Cf. Cta. 440, al mismo.
«DOLOR Y CIELO» 569

no sé cómo llamarlo, en que me encuentro, siendo infiel en todo al


Señor, pareciéndome imposible el trato con Él por hallarme lejos,
lejos, pero en un lugar donde toda comunicación es imposible,
pareciéndome a veces que ya ni esto me importa y que este acerbo
sufrir no es por eso, sino no sé el porqué..., se enciende a veces
como una llama de amor vehementísima, que sale de estas cenizas
que no sé explicar /.../ yo soy un abismo de maldad y de miserias,
pero Él puede, ¿por qué no lo hace? Si es verdad, como parece, que
desde el principio, sin yo saber ni desearlo, me robó el corazón, si
Él bien sabía lo que encerraba este corazón, ¿por qué no lo toma
ahora. /.../ A veces también se me viene un como recuerdo o luz de
alguna perfección o atributo de Dios, también muy rápido, pero
que enciende más este fuego y agonía del alma...?”.110
Y por agosto nos encontramos con esta carta conmovedora, la
última que se conserva acerca de su vida espiritual dirigida al padre
Torres. En ella apela al Juicio universal, donde se verá la realidad
de su vida:
“No es la salud corporal la que me preocupa, padre mío; en
cambio de lo otro, todo cuanto quisiera decirle es poco. Parece
tengo el alma como muerta para Dios –yo no sé cómo es esto–, y
ya no tengo ni movimiento hacia Él. Alguna vez me aterro de este
estado de espantosa dureza, y sufro siempre. Desde luego, padre,
creo que esto no tiene remedio; ya verá en el día del Juicio cómo
era verdad lo que le decía, y todo pálido para la realidad... Estoy
segura de estar en desgracia de Dios, y creo debería, con achaque
del estómago y aunque me costase la vida, dejar de comulgar por
no aumentar las ofensas del Señor cada día. Le digo todo esto con
indiferencia; no es como antes, no doy vueltas, ni me preocupo, no
intento deshacer lo que veo que no puedo, lo que no tiene remedio.
¿Quiere V. R. mayor tristeza...?”.111
De 1936 sólo queda una carta al padre Torres, sin importancia
para nuestro estudio.112

110 Cta. 442, al padre Alfonso Torres, sj.


111 Cta. 443, al mismo.
112 cf. Cta. 444.
570 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

7.   “Y volé tan alto tan alto...” (San Juan de la Cruz)

Del período de guerra que pasa en Madrid no poseemos docu-


mentación sobre su alma. No había posibilidad de comunicación
con el padre Torres. Quizá también las mismas preocupaciones
externas la distrajeran un poco de su tragedia íntima de amor y de
dolor.
Luego, durante el año 1938 y comienzos de 1939, le ayuda el
padre Florencio del Niño Jesús, carmelita descalzo, que les acom-
paña en Las Batuecas como capellán y confesor. Las cartas y notas
al mismo son numerosas. Ya dijimos que el padre le mandó que le
diera cuenta de conciencia por escrito. La Madre manifestó su
repugnancia de hablar del estado de su alma. El padre entonces le
contestó con severidad que obrando así, el Señor la dejaría en
“manos de su propio consejo...”.113
El año 1938 fue un año muy intenso para su vida espiritual. Los
comienzos son dolorosos y nocturnos, pero luego habrá un desbor-
damiento de gracias gozosas. Damos unos cuantos textos cronoló-
gicamente ordenados. “Lo que sólo quiero y deseo es a Él; pero ahí
está, padre, que le he perdido de veras y yo así no puedo vivir.
Justísimamente me rechaza y desampara... Yo no puedo explicarle
lo que sufro, y sin esperanza de remedio”.114
Y de nuevo, como en la carta del 13 de enero de 1933, repite
que hasta acepta el infierno si allí pudiera amar a Dios: “Acepto
todo, padre, para mí, hasta el infierno si allí pudiera amar a Dios,
pero no hacer esta nueva ofensa al Señor”.115
Desde el día 19 de enero se inicia un cambio. Su oración es con-
templativa, no puede meditar. Ve las gracias divinas y su miseria
vivamente. “Me pasa estos días que, en cuanto cesan las ocupacio-
nes exteriores, sin poder remediarlo, con grandísima paz, parece se
emplea el alma toda en estarse amando al Señor sin nada distinto ni
particular, pero en esa como dulcísima y fuerte comunicación de
amor. Bien echa de ver el alma que no hace sino recibir”.116

113 cf. Cta. 468 bis, al padre Florencio del Niño Jesús, ocd, 28 de abril de
1938.
114 Cta. 449, al mismo, 12 de enero de 1938.
115 Cta. 474, al mismo, sin fecha.
116 Cta. 472, mismo, sin fecha.
«DOLOR Y CIELO» 571

Y nos hace sonreír lo que ella llama su «distracción». Un


momento de altísima unión con Dios: “Padre nuestro: He hecho
una muy gorda. Después de confesar, entré en el coro, y como soy
tan distraída, perdí la noción del tiempo y allí me quedé más de una
hora. Alguna vez me daba un poco cuenta y me iba a marchar, pero
otra vez me distraía, y nada.”117
El 7 de febrero, un ramalazo de angustia, que expresa con frases
impresionantes: “Padre nuestro: En la oración he creído que me
moría... Estoy segura que el Señor justísimamente me ha abando-
nado para siempre... No puedo comulgar mañana. ¡Cuánto siento
molestarle tanto!, pero es que no puedo. Estoy segura”.118 Que se
serena enseguida por la intervención del padre.
Los deseos de abyección, de ser despreciada, brotan inconteni-
bles y devoradores: “El escribirle hoy, padre nuestro, es para
pedirle con toda mi alma, por amor de Dios, que es lo más que se
puede decir, que use la mayor severidad que sea posible conmigo,
que no me dé nunca lo que quiera, que me humille, que me despre-
cie delante y detrás de las hermanas, que me dé todo lo que sea
amargo, padre nuestro, que Dios se lo pagará. ¡Si paga un vaso de
agua que se dé en su nombre, y yo tengo una sed que me abrasa de
todo esto!... Mucho le agradezco lo poquitín que me da, pero... es
tan poco una gota de agua para quien tiene tanta sed...” 119
Viene luego un tiempo de paz y mucho amor sentido. Y así, en
adelante, con sus más y sus menos: “Padre nuestro, si el Señor me
quiere llevar ahora por este camino, tendrá que ensanchar mi
capacidad, pues no la tengo suficiente para tanto gozar”.120
Cuando se llega a esas alturas, la cercanía de Dios pone viva-
mente de relieve la finitud y la pobreza humanas, frente a la infini-
tud y pureza divinas, y hace necesariamente fundarse en la verdad,
en la humildad: “Padre nuestro: Me está haciendo ver el Señor mi
miseria de una manera distinta de la de antes, pues es como en su
presencia y con paz, pero algo que me metería en las entrañas de
la tierra, y aun delante de mis hermanas no levantaría los ojos de

117 Cta. 457, al mismo, 1 de febrero de 1938.


118 Cta. 459, al mismo, 7 de febrero de 1938.
119 Cta. 461, al mismo, 27 de febrero de 1938.
120 Cta. 464 bis, al padre Florencio del Niño Jesús, ocd, 22 de marzo de 1938.
572 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

pura vergüenza. Y ¿cómo puede ir con esto la sed de amar al Señor


y de unirme a Él que tengo? Comprendo, eso sí, los deseos de
humillación, que cada vez son mayores, pero nada me da el Señor
para satisfacerlos. Algunas veces pienso si no serán verdaderos,
pues nunca he podido probarlos en la práctica”.121
Y de nuevo alternancias de amor y dolor. La «noche pasiva» del
espíritu, que purifica hasta las raíces mismas del ser, se agudiza en
este año 1938: “Padre nuestro. Perdóneme, no quería molestarle
más por ahora, pero estoy horrorizada, no sé lo que me pasa.
Después de dos días de cielo, que no sé explicar, ni de los que le
hubiera dicho nada, me ha venido en Maitines una cosa espantosa,
que parecía del mismo infierno. De repente, una falta de fe, una
completa desconfianza, casi desesperación con (me horroriza
decirlo, pero lo he sentido) un odio hacia Dios, y al mismo tiempo
una impresión tan rara, un terror en el alma. Y esto, al pasarse, me
ha dejado un tedio y una tristeza que, como el Señor no lo remedie,
yo mañana no puedo de ningún modo hablar con las hermanas de
sus almas..., les haría daño”.122
Más tarde, habla el Señor a su corazón palabras inefables: “Me
llamó la hermana Inés a la capilla, para que le decidiese unas
cosas, y al hacer la genuflexión y mirar al sagrario, no sé lo que
fue, pero sentí que el Señor me llamaba allí junto a Él, que quería
decir algo a mi corazón. Con grande esfuerzo pude disimular y
ocuparme de lo que quería de mí. Por esto le pedí a V. R. la licencia
para la hora de la siesta. Como no me la dio, dije al Señor que
tenía que obedecer y que me dejase y ayudase para descansar, y lo
logré, lo que tengo que confesarle que no me suele pasar. La ora-
ción de la tarde se me pasó en un momento, pero sin nada particu-
lar. Por la noche, al bajar al coro y arrodillarme, como siempre,
delante de la reja, volví a sentir lo mismo que por la mañana, y
entonces, sin reflexionarlo, me fui a la capilla, y al arrodillarme
delante del sagrario sentí muy grande recogimiento, y habló el
Señor a mi corazón. Lo que me dijo no me atrevo a decirlo, ni
puedo; fueron palabras de mucho amor, aunque algunas de repren-
sión. Desde el sagrario le sentía vivo y hablando sin duda ninguna

121 Cta. 469, al mismo, 30 de abril de 1938.


122 Cta. 451, al mismo, 1938.
«DOLOR Y CIELO» 573

a mi corazón. Ahora que no eran palabras formadas como otras


veces, que sin oírlas al exterior se pueden decir justamente las que
son, sino como dándolo a entender con precisión en el fondo del
alma”.123
Alguna nota de este tiempo en que arde el amor: “Es que desde
el otro día es un tormento –dulcísimo, eso sí, y que no quisiera
cesara–, pero que si dura, yo no sé cómo se puede vivir, sobre todo
así, teniendo que disimular y atender a tantas cosas que no son
Dios. Bien sé que todo es por Él, que con todo se le puede agradar,
pero si no deja de atizar esta llama de su amor y del deseo de
poseerle, ¡qué felicidad, padre; de veras creo que no se podrá
resistir mucho! Ya ve lo que yo soy de pecadora, de ingratitud, de
pura miseria, pues lo tengo grabado en el fondo del alma, y a pesar
de ello, como si no estorbara para que la fuerza del amor la lleva-
ra a unirse con Dios”.124
M. María Josefa había muerto y ella, la Madre, tan humana no
puede remediar su soledad. Primero fue su madre, después la
ausencia del padre Torres, ahora muere madre Mª Josefa. Y el
Señor que le roba el corazón... “Ayer todo el día, sin poderlo reme-
diar, estuve triste, haciéndome sufrir más que de ordinario la sole-
dad interior que quiere el Señor tenga. Me acordaba mucho tam-
bién de la madre Mª Josefa, que era para mí una madre, y en quien
tanto apoyo encontraba para todo. En fin, que el sentirme tan sola
me apretó el corazón, y anoche, al ir a la oración, no teniendo ya
que disimular, rompí a llorar como una tonta, y en el mismo
momento sentí dentro de mí estas palabras: ‘¿No te basto Yo?’,
dichas con tanto amor, que se trocó en felicidad mi amargura, y
desde entonces no puedo pensar en otra cosa, ni hacer más oración
que recordarlas”.125
Por septiembre de este año, hace ejercicios espirituales a solas
en una ermita del desierto, con los libros de los Santos Padres del
Carmelo. A 23 de septiembre hace un resumen de esos días de ora-
ción y de paz:

123 Cta. 470, al mismo, 8 de mayo de 1938.


124 Cta. 473, al mismo, sin fecha, 1938.
125 Cta. 473 bis al mismo ¿9? de julio de 1938.
574 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

“¡Qué bien se hacen con los Santos Padres! Cada vez se agra-
dece más al Señor este tesoro de las obras de ellos que nos ha
dado, y desde sus lecciones, padre nuestro, nos hacen mucho más
bien todavía... No hay nada mejor sobre la tierra que ser carmelita
descalza, pero quisiera serlo de veras”.126 De poco tiempo después
es esta bella nota: “Entonces no hago más que, en un profundo
silencio interior, estar junto al Señor y amarle”.127
Se acerca el momento de poder dejar las Batuecas y de volver
al Cerro. En esta “noche pasiva del espíritu” se llega al sublime
abandono en las manos de Dios. He aquí sus sentimientos:
“Hace mucho tiempo que no he tenido deseo de nada exterior,
sino de que se cumpla en todo solamente la voluntad de Dios. ¡Éste
era mi único deseo desde hace muchos años, y ahora me encuentro
hoy deseando quedarme aquí, que esta soledad me encanta, este
sitio de tan santos recuerdos, tan de nuestra sagrada Orden!...
Padre, yo no quiero desear nada más que el hacer en todo la volun-
tad del Señor, y me da mucha pena notar en mí deseo de nada.
Todavía, padre, más miserias, que es un poco de consuelo el reve-
larlas para que vea más y más lo que soy y la verdad de lo que ayer
me decía. Me da el Señor habitualmente deseo de padecer. Aquello
de la Santa Madre lo digo yo con toda verdad: ‘Ya que no soy para
aprovechar, quisiera ser para sufrir’128 es lo que más me gustaba
de todo, porque me parecía me acercaba a Dios, etc. etc.
Hoy estoy sin ánimos, y temiendo el sacrificio de la separación
de estas hijas, de por vida, que, aunque nunca se lo digo a ellas,
me las tiene el Señor puestas muy en el corazón. ¡Cuándo estare-
mos en el cielo, donde no sea ya posible desagradar al Señor!”.129
En los últimos tiempos de su estancia en Batuecas, le parece
que se ha quedado como «muda» para hablar de su alma: “Como
no sé qué me pasa, que me he quedado completamente muda para
las cosas de mi alma, que por ahora ni puedo, ni tengo el menor
deseo de decirlas, ni de interrumpir este como gran silencio que
parece se ha hecho dentro de ella, quiero sí manifestarle lo muy

126 Cta. 483, al mismo, 23 de septiembre de 1938.


127 Cta. 476, al mismo.
128 Santa Teresa de Jesús, R, 3, 10.
129 Cta. 487 bis, al padre Florencio del Niño Jesús, ocd.
«DOLOR Y CIELO» 575

agradecida que le estoy por el grande bien que hace a mi alma la


manera que tiene de llevarla V. R. ¡Si viese cómo a veces me hace
sufrir, pero muchísimo más gozar...!”130

8.   Una larga etapa hasta su muerte

El padre Torres ha sido destinado a Sevilla y muere en 1946. El


padre Florencio ha muerto en 1939. Aparece entonces el padre
Valentín de San José, al que tampoco es fácil recurrir por sus
muchas ausencias. Son los años de las fundaciones. La correspon-
dencia con éste, desde 1939 hasta el final casi de su vida, es del
mismo tono. Pero cada vez más esa situación contradictoria de
noches y de días, de pena y de gozo, de sabor amargo de sentirse
apartada de Dios y de amor abrasante del mismo..., se hace reitera-
tiva. Fue su camino. Fue su experiencia total. Pero insistimos. El
padre Valentín no quiso ser su director, aunque de hecho, actuara
como tal, y la pobre Madre sólo le escribía de su alma cuando no
podía más. Por eso, las pocas cartas al padre en que le habla de su
alma, –a veces sólo son ligerísimas pinceladas– en general, reflejan
más las noches, ¡tantas veces hórridas y espantosas, milagrosamen-
te sufribles! que los estados gozosos. Las notas largas que envía al
P. Valentín, cd, son casi en su totalidad confesiones sacramentales.
Véase alguna muestra: “¡Cómo tendrá el Señor tanta misericordia
con un ser tan repugnante! A pesar de todo, tengo mucha confianza
en el amor del Señor, y quisiera amarlo tanto, tanto”.131
Es en plena «noche del espíritu» como va a la fundación de
Mancera. En estas dos cartas del 20 y 24 de abril de 1944 respecti-
vamente, entre los más variados asuntos de la nueva fundación,
escribe: “Sea lo que Dios quiera, y estoy procurando seguir sus
consejos, aunque me parezca que no es mi caso éste, sino que el
Señor justísimamente me aparta de Él para siempre. ¡Tantas cosas
le diría, pero ni esto puedo!”.

130 El alma que es purificada por Dios no queda como un corcho en sus afec-
tos. Los sigue teniendo, pero “en Dios”. Así es como ama la Madre a sus hijas, los
lugares etc. Dios, al endiosarnos, no nos hace piedras, insensibles, sino que aviva
en las personas el amor a las almas, más cuanto más vive el alma en Dios.
131 Cta. 542, al P. Valentín de San José, ocd, 27 de septiembre de 1942.
576 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

[...] Rogándole nos bendiga a todas, y que pida por su pobre y


miserabilísima hija, para que no pierda al Señor eternamente, y
para que si he de vivir apartada y tan lejos de Él no siga tampoco
viviendo. Padre, estas ansias de amar al Señor deben ser falsas,
cuando son tan estériles”.132
Todo lo que conservamos del año 1947 y comienzos de 1948
son líneas dolorosas. ¡Costaban las fundaciones, no sólo en sus
avatares externos, sino también con sangre del corazón! ¡Costaban
las numerosas vocaciones que las poblaban! Y toda ésta, ¡desgarra-
dora!:
“Padre nuestro: /.../ Hoy, oyendo a V. R., parecía por un
momento que el alma recobraba la vida... Bueno, padre nuestro, yo
le fío mi alma, pero no olvide que soy la mayor pecadora del
mundo, la criatura más infiel al Señor toda la vida, la más ingrata
a sus beneficios, que han sido tantos; que, a pesar de comprender
esto en unos momentos, en otros no tengo fe en absoluto, y en otros
(me horroriza decirlo) pienso de Dios las cosas más horrorosas,
desconociendo su amor, su justicia, su verdad, y no en cuanto a mí
se refiere, sino como si fuese así...”.133
Y en ésta, nos deja con la «miel en los labios»: “Yo hice mis
ejercicios, pareciéndome renacía a nueva vida. ¡Qué misericordia
la del Señor! ¡Qué será poseerle en el cielo, cuando sólo el parecer
que se le encuentra un poco en la tierra es así! Pida, padre nuestro,
por caridad para que no me ocupe más ya de mí, sino sólo de
Él”.134
Las cartas del 23 y 24 de mayo de 1949 en los ejercicios de ese
año, son una relación acusadora de su pobreza durante su vida reli-
giosa. Son de una humildad impresionante hasta el polvo... En ellas
se manifiesta su noche, que no es sólo al estilo de San Juan de la
Cruz, sino al estilo lexoviense. Como Teresa de Lisieux es una
noche corredentora. También M. Maravillas está como Teresita
“sentada a la mesa de los pecadores”: “En cambio, padre nuestro,
lo que no parece tenerla –solución– por ahora es mi pobre alma.
Cada día está todo más cerrado. Las dudas, mejor dicho, la falta

132 Cta. 556, al mismo, 24 de abril de 1944.


133 Cta. 586, al mismo, 16 de mayo de 1948.
134 Cta. 592, al mismo, 13 de febrero de 1949.
«DOLOR Y CIELO» 577

de fe es completa. Hablo por costumbre de lo que he creído toda mi


vida, de todo saco esta triste consecuencia: que nada. Yo quiero
creer, padre nuestro, pero tengo que confesar la verdad. No tengo
los terremotos de antes, me hace el efecto que tengo paz, pero sin
duda esa paz falsa, pues ¿cómo podría tenerla estando así, y no
teniendo la menor comunicación ni trato con el Señor? Dentro del
corazón es esa misma nada que en el entendimiento... Padre nues-
tro, si hay, si ve algún remedio, dígamelo, por caridad, y pida para
que, aunque sea de mí lo que sea, no ofenda así al Señor”. “[Pida]
por esta pobre que va perdida, y no quiero creer que sin remedio,
pero así me lo parece”.135
Y pocos meses antes de dejar Duruelo para marchar a la funda-
ción de Arenas de San Pedro (Ávila), exclama, gozándose en sus
hijas: “Desde luego, este abismo de miseria y de maldad que soy
yo tiene mucha menos capacidad para gozar que para sufrir. No es
que haya sufrido mucho nunca, pero es que ver cómo está esta
“Casa de la Virgen” en estos momentos, es un gozo tan grande, tan
grande, tan grande”.136
Nótese, como antes señalábamos: “¡no es que haya sufrido
mucho nunca!” ¿A qué llamaría ella sufrir? “Hoy me ha parecido
encontrar al Señor unos momentos... ¡Qué felicidad, Dios mío!”.137
En octubre de 1958 hay una temporada de oscuridad.

9.   “Me siento amada del Señor” (M. Maravillas)

Luego los últimos años, su lámpara se consume en La Aldehuela.


Ella ha caminado en gran soledad interior valiéndose como ha podi-
do. El padre Valentín, hasta ahora en Madrid, por esta época es
destinado al Desierto de Las Batuecas. Da pena ver cómo la pobre-
cita siente a veces esa soledad, y sufre. Porque, aunque se ha ido
haciendo a vivir en la paz, de cuando en cuando la tempestad agita
su alma, y se ve como perdida en ella. Es impresionante leer estas
cartas y oír el testimonio unánime de sus hijas que la veían siempre,

135 Cta. 617, al mismo, 3 de junio de 1951.


136 Cta. 631, al mismo, 2 de agosto de 1954.
137 Cta. 654, al mismo, 12 de junio de 1956.
578 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

por el contrario, serena, segura y equilibrada, comunicando paz y


alegría. La visión de sus miserias la acompaña siempre.
“El Señor tenga misericordia de esta pobre pecadora. No sé si
muchas de estas cosas se las habré dicho ya a V. R., es decir, se las
habré confesado, espero que sí, pero le agradezco mucho, padre,
me permita escribirle todo, puesto que no estoy segura, y cada día
veo más claramente lo que ha sido mi vida, mi miseria... Padre, es
verdad que generalmente tengo paz, pero a veces pienso si será por
mi modo de ser, por no tomarme el trabajo de examinarme, y dudo
hasta si me salvaré. No sé ni si tengo vocación o fue una idea que
se me metió en la cabeza, un atractivo hacia la vida religiosa, pero
sin amor de Dios... No quiero decir que no le amo, lo deseo con
toda el alma, pero ¿le amaré? Padre, con grandísima amargura
tengo que decirle que llevo cincuenta años en el Carmelo, de
Priora creo que cuarenta y tres, y todos ellos sin ser monja, sin
cumplir con mi vocación, ni con mis deberes, ni ocuparme casi de
las monjas... Todo sin espíritu, sin oración, sin rezar el Oficio divi-
no con devoción; y ahora, como sabe, ¡¡sin casi cumplir con esta
grave obligación!!...”.138
El demonio intenta turbar su paz: “Al día siguiente de la confe-
sión me entró una paz muy grande, y un gozo especial en el Señor.
Por ello claro está que no le escribiría, pero es que esta mañana
me desperté, como siempre, antes de tablillas,139 sobresaltada, y me
pareció ver muy cerca de mí, como inclinada sobre mí o arrodilla-
da, no sé, una figura horrenda, dándome la impresión de ser el
demonio. Se borró enseguida, y después del susto del momento me
quedé en paz completa, pero se lo he querido decir para que haga
caridad de decirme qué tengo que hacer si esto se repitiese, que no
sé por qué se me ocurre que va a ser así”.140
Y terminan sus cartas íntimas con este párrafo significativo y
exponencial de sus penas y de su amor recibido y dado. Es del mes
de octubre de 1972. Emocionante y suave apagamiento, expresión
total de su alma, humildísima y entregada hasta el supremo anhelo:

138 Cta. 787, al mismo, 26 de septiembre de 1969.


139 En el Carmelo, con el sonido de las tablillas –un sencillo instrumento de
madera, conocido popularmente como «las tablillas de San Lázaro»– se despierta
por la mañana a la comunidad.
140 Cta. 788, al mismo, 5 de octubre de 1969.
«DOLOR Y CIELO» 579

“En cuanto a esta pobre, tengo que decirle que en realidad,


por la misericordia de Dios, también lo estoy [admirablemente],
aunque a días desgraciadamente vuelvo a lo de antes. Para la
oración me ayuda mucho pensar en algún verso de los Santos
Padres, por ejemplo: “De tal suerte pudo amor en mí te retratar”,
y me hace mucho bien, y por el día, aunque no como comprendo
debe ser, ni como lo deseo, es de muy distinta manera. Otros días,
desgraciadamente, son unos pensamientos contra la fe que hacía
mucho tiempo que no me molestaban. Padre, ¡qué inmensa es mi
miseria!... Cuánto siento haya sido mi vida para el Señor como ha
sido, después de tantas gracias... Pida, padre, para que el bien que
me han hecho los ejercicios no se pierda. Algunos otros días me
siento, a pesar de todo, amada del Señor... Con qué vergüenza
escribo esto... Cuánto quisiera amarle de verdad; aunque por las
obras podría decir que no le he amado, esto no lo puedo decir
nunca...”141
El día 27 de octubre de 1972 sufre un paro cardíaco, del que se
recupera, que la introduce ya en la recta final.
Una experiencia de Dios fortísima, como pocas conocemos. Un
testimonio. Una misión... Ciertamente la visión de conjunto de esta
vida interior es un camino penoso, un martirio a la vez de dolor y
de amor a su Amado; todo esto conjugado con la vida exterior de
esta mujer, tan serena y equilibrada, tan eficazmente activa..., dice
hasta la evidencia que estamos ante un milagro de Dios.
Un recorrido largo y penoso en gran medida, pero cargado a la
vez de amor resignado, entregado, puro. Lo comenzábamos con-
templando cómo la mirada amorosísima de Dios la envolvía en
1925 –“a mi alma le parece sentir sobre ella la mirada amorosísi-
ma de Dios, de la que recibe vida, luz y calor”–.142 Y lo concluimos
con esta humilde y bellísima confesión: “Me siento amada del
Señor”.143

141 Cta. 829, al mismo, recibida por el Padre el 27 de octubre de 1972, fecha
en que la Madre sufrió el paro cardíaco.
142 Cta. 28, al P. Alfonso Torres, sj, noviembre de 1925.
143 Cta. 829, al P. Valentín de San José, 27 de octubre de 1972.
580 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

A MODO DE CONCLUSIÓN:
MADRE MARAVILLAS, TESTIGO DE LA EXPERIENCIA MÍSTICA

Todo esto supuesto, ¿qué pensamos del espíritu de Madre


Maravillas? Quienes la conocimos testificamos que era una mujer
inteligente, de entendimiento agudo y práctico, prudente, muy culta
(lecturas, conversaciones con su padre, –solía además estar presen-
te en las tertulias que tenían lugar en su casa con importantes per-
sonalidades políticas y religiosas–, hablaba francés perfectamente
y pasablemente el inglés), de voluntad firme, de una afectividad
honda y ardiente, pero con gran dominio de sí misma, su actuación
era de un equilibrio, serenidad y dulzura extraordinarios. Era muy
receptiva –“eres como una esponja”, solía decirle su primer director
espiritual, el padre López. Trabajadora –los trabajos manuales se le
daban muy bien–, decidida en sus empresas desde el momento en
que tenía luz acerca de ellas, constante, sacrificada sin límites,
poseía también una gran magnanimidad y liberalidad.
Ya hemos hablado antes de su irradiación e influencia maravi-
llosas sobre los demás, a pesar de sus recursos tan sencillos y sua-
ves. Breve de palabras. Pero en todo eficaz.
Su vida interior, reconozcámoslo, fue, sin embargo, muy difícil,
rica y compleja. ¿Cómo explicarlo? Procuremos para ello contem-
plar la tomografía de la misma que resulta de todo el conjunto de
sus confidencias, conjugado con su comportamiento virtuoso y
fecundo hacia afuera. Insistimos que serían necesarios varios libros
para tratar sus virtudes, su quehacer apostólico y social desde su
misma clausura.
¿Leyendo sus cartas podríamos calificarla de escrupulosa,
entendida esta palabra en el sentido corriente de la misma en el
mundo religioso? Por lo que ella nos dice, se trasluce que no veía
pecados concretos donde no los había, ni hacía pecados graves las
cosas leves. Su angustia es de tipo general, y únicamente se fija en
ese fuerte sentimiento de rechazo que padece con frecuencia, en los
fallos que hubo en su adolescencia, y en las faltas que pudiera haber
a lo largo de su vida religiosa. Todo ello quemante, dado el amor
apasionado por el Señor que ella vive. Fijémonos que, al contrario
«DOLOR Y CIELO» 581

de lo que suele ocurrir con los escrúpulos clásicos, ella no proyecta


su luz actual sobre su vida pasada, para juzgarla peyorativamente
al resplandor de esa luz y según su sensibilidad actual, sino que la
juzga ahora exacta en su manera de comportarse entonces en las
confesiones, pero recuerda que por falta de luz entonces, no ahora,
le parecían esas confesiones no bastante bien hechas. Por otro lado,
la inseguridad que le queda siempre, y de la que ella quiere liberar-
se con repetidas confesiones generales..., son como sombras que se
esconden en una zona de su subconsciente, sin que su rica psicolo-
gía de conjunto las pudiese superar. Dios utilizó todo esto como
instrumento purificador en sus manos divinas. Lo quiso así para la
realización de sus planes misteriosos.
Por su psicología de fondo era a la vez muy sensible. Aquellas
dudas no aclaradas a tiempo, y las turbaciones producidas por su
hermana, como dijimos, quizá se unieran a su viva sensibilidad y
pudieron ser causa de muchas de sus tentaciones contra la pureza,
que tanto la hicieron sufrir.
También es cierto que ella sabía aconsejar y liberar estupenda-
mente cualquier situación escrupulosa de sus hijas. Pero este dato
no es demasiado importante en orden a no calificarla de tal, pues es
frecuente que el que es escrupuloso para sí, no lo sea para orientar
a los demás. El problema del escrupuloso no suele estar en lo que
se dice –el logos–, sino en lo que se siente –el patos–, en lo que se
sufre. Aquél puede estar claro y seguro; lo difícil es hacer pasar su
luz a ese otro nivel del patos, aplicarle esa luz, y entonces, al no
lograrlo, surge la angustia. Pero, insisto, Madre Maravillas no fue
escrupulosa, ni tampoco una mujer anormal, obsesiva, morbosa,
aunque su historial y los planes divinos fijasen su mente vivamente
en algunas materias que se clavaron con ahínco especial en la ima-
gen de sí misma.
Todo esto sirvió al Señor para su obra de purificación y de cru-
cifixión santificadora. No olvidemos que Él trabaja nuestra pobre
arcilla humana como ella sea: con sus limitaciones y posibilidades
–que unas y otras todos tenemos–. Cuenta con nuestro código gené-
tico, con nuestro temperamento y carácter, con nuestra psicología
en una palabra, para hacer esa obra de arte divino que es el santo,
el “Cristo vivo” en su Cristo, crucificado y resucitado luego.
582 BALDOMERO JIMÉNEZ DUQUE

Todo esto explica tanto dolor y tanto amor. Bien considerado,


para nosotros es claro y luminoso que Madre Maravillas de Jesús
es una mística auténtica cien por cien, (sería magnífico tener el
espacio necesario para confirmar la experiencia mística de M.
Maravillas a la luz de los textos sanjuanistas que rezuman sus escri-
tos, pero aquí no nos es posible), virtuosamente y apostólicamente
heroica, mujer providencial, profética, regalo precioso del Señor a
su Iglesia, y en concreto al Carmelo, en la hora magnífica y difícil
de la renovación y empinación que el Concilio Vaticano II ha que-
rido promover.
MADRE MARAVILLAS DE JESÚS
Acercamiento a su experiencia mística

Fr. Ramón María de la Cruz, OCD


Desierto de Batuecas. Salamanca

María de las Maravillas Pidal abandonó las seguridades de una


familia de alcurnia y las sustituyó por la pobreza del Carmelo
Descalzo. Un salto de este tipo nos sitúa ya, de principio, ante una
vida interesante, marcada por el riesgo. Para ella misma, los acon-
tecimientos de su vida fueron algo inesperado, no planeado. En
María de las Maravillas todo fue madurando en secreto, sin que
ella se diera cuenta; un plan oculto se fue forjando en su interior y
fue saliendo a la luz, sin premeditación y sin cálculo. Ella fue
aprendiendo a lo largo de su vida, y ya desde temprano, que no
había nacido para realizar su plan, sino el de Otro: Sal de tu tie-
rra...1. La obediencia a esta voz íntima, sin comprender, sin ver el
fin, como a tientas, fue configurando la espiritualidad de la que
sería Madre Maravillas de Jesús. Todo su camino de olvido de sí
misma y abandono en Dios se puede resumir en una frase repetida
constantemente por ella: Lo que Él quiera, como Él quiera, cuan-
do Él quiera.
Este será el lema que resuma su andadura terrena. Sin embargo,
una cosa es una frase atractiva para ponerla en títulos y tarjetas
religiosas, y otra es la vida que la sustenta. El descubrimiento de
esta voluntad divina será el gran reto de esta monja descalza. Si la
cumplió o no, ella no tuvo la dicha de saberlo claramente. Es ahora
cuando la Iglesia ratifica su trayectoria y su acierto. Los Santos,
como todos los hombres y mujeres que han vivido una vida plena,
no están destinados a conocer desde el principio cuál ha de ser su
camino y su meta, pues ellos son demasiado grandes como para que

1 Gn 12,1
584 FR. RAMÓN MARÍA DE LA CRUZ

alguien los conozca. Tampoco Abrahám conoció en su vida el cum-


plimiento pleno de las promesas divinas. Y por eso, unos y otros,
tantean a oscuras, en pura fe y sin seguridades, un trayecto que van
creando mientras caminan.
En su aspecto más externo, la vida de Madre Maravillas adquie-
re un cierto aire de aventura hilvanada de muchos y diversos acon-
tecimientos que hacen de ella una figura singular y atractiva. Su
recorrido vital tiene lugar en momentos difíciles y de grandes cam-
bios sociales y religiosos. No deja de ser llamativo que una mujer,
en un período difícil de España –guerra civil de 1936 y postguerra–
y de la Iglesia –Concilio Vaticano II–, emprendiera y llevara a cabo
una enorme labor fundacional, con todos los riesgos e imprevistos
que esto supone. Destaca en ella su capacidad para moverse con
soltura y serenidad en medio de las más diversas e, incluso, peligro-
sas circunstancias; para asumir con total naturalidad los muchos
trabajos fundacionales y escribir miles de cartas a sus monjas, bien-
hechores, directores espirituales. Se puede decir que en medio de
estas circunstancias, Madre Maravillas nadó contracorriente hasta
el fin de sus días.
Y, sin embargo, las empresas mayores y las muchas dificultades
que le salieron al camino, no la impidieron prestar atención a los
más pequeños detalles. O se puede decir aún mejor: las obras
importantes que realizó nacieron de la dedicación total a las obras
más pequeñas, desde la fidelidad a los trabajos más simples de sus
conventos, o a las necesidades de sus monjas, de los bienhechores
e, incluso, de los obreros que trabajaron junto a ella.
Pues bien, cualquier persona que se asome a estos hechos, gran-
des o pequeños, queda convencida del éxito de esta monja
Carmelita que, al estilo de su Madre fundadora, Teresa de Jesús,
recorrió los caminos de España abriendo conventos dedicados a la
contemplación. Además, este éxito se ve corroborado por el amor
universal de las personas que trataron con ella. Su trabajo fundacio-
nal, de dirección y de priorato constante no llegaron a crearle ene-
mistades entre sus hijas, algo que ni le pasó a la misma Santa
Teresa, que sufrió en el último período de su vida algunos desplan-
tes de sus monjas.
M. MARAVILLAS DE JESÚS. ACERCAMIENTO A SU EXPERIENCIA MÍSTICA 585

Vista, pues, desde fuera, su biografía es impecable; a nivel


humano todo un éxito. Nada en ella nos hace sospechar el mundo
tempestuoso, triste e inseguro que esta mujer vivió. Hacia fuera se
manifestaba una personalidad luminosa, mientras en su interior
estaba atenazada por grandes tinieblas que nunca nadie vislumbró,
ni las más cercanas de sus hijas que convivieron con ella tantos
años. La gran verdad de su vida se encontró siempre encerrada en
su alma; sin conocer este interior, nadie puede saber en verdad
quién fue Madre Maravillas de Jesús. El testimonio de esta vida
íntima lo expresó ella misma en las muchas cartas que dirigió a sus
directores espirituales, los únicos a los que confió su intimidad con
el fin de buscar guía en medio de un valle oscuro y tenebroso. Sólo
después de su muerte, una vez que se conocieron sus cartas, se
descubrió la verdad de esta mujer admirable y valiente.
La prueba interior por la que Madre Maravillas de Jesús pasó
fue dura como pocas. La oscuridad la va envolviendo hasta que la
Madre llega a desaparecer para sí misma, a olvidarse de sí, a ano-
nadarse. Este estado de su ser es la causa de que ella poco a poco
vaya perdiendo la conciencia de la importancia de la obra fundacio-
nal que tiene entre manos. Por eso, ese mundo que la ensalzó tanto
y que aplaudía sus éxitos, no sabía cuán lejos se hallaba ella de esas
valoraciones, absorbida como estaba por la purificación de la noche
del espíritu. Era imposible, pues, que ninguna alabanza lograra
sacarla de ese pozo profundo de su humildad, del que nacía una
abnegación sin límites, siempre al servicio de los demás.
Fue este olvido de sí misma y su presencia oportuna en tantas
menudencias, lo que permitió que los retos más difíciles se fueran
solucionando desde una profunda e inquebrantable fe en Dios.
Alguien pudiera pensar que la Madre –priora casi toda su vida reli-
giosa– salía adelante con todo por su capacidad de mando y su
autoridad. Pero ella no gobernó desde una atalaya, sino que fue el
hacerse a cada persona, su sensibilidad para descender a las míni-
mas necesidades de cada cual, lo que movía los resortes de todas
las iniciativas; sus hijas son unánimes en esto: no necesitaba man-
dar. Era la mansedumbre la que se abría paso en medio de la difi-
cultad y de las relaciones humanas no siempre fáciles. Dice el P.
Efrén a este respecto hablando de la Madre: Nosotros admiramos
586 FR. RAMÓN MARÍA DE LA CRUZ

ingenuamente la admiración con que todas se le rendían, y tende-


mos a olvidar que estamos ante la victoria de la mansedumbre2.
La experiencia mística de la Madre se refleja también dentro de
un dinamismo muy simple de presencia. Todas las testigos hablan
de lo mismo: su sola presencia, una sencilla palabra o sugerencia,
el simple hecho de estar; todo ello era especial. Esta forma de ser
ante el mundo, ante los demás, tiene que ver con el plano de la
irradiación, de la transparencia de un alma transformada en Cristo.
No hay mejor forma de expresar la verdad Divina que aquella que
no es resultado del propio deseo y discurso, sino de algo que se
manifiesta en la persona más allá de toda palabra y pretensión.
La irradiación de la experiencia íntima que tenía Madre
Maravillas comunicaba más a los que le rodeaban que miles de
pláticas y ejercicios espirituales. Así lo cuenta la Madre Carmen de
la Cruz: Cuando estábamos esperándola en el noviciado y llegaba
ella con un libro de la Santa Madre o con la Instrucción de
Novicias –que luego muchas veces no abría, porque contestaba a
nuestras cosas–, parecía que entraba la luz con ella3. Era de esta
presencia luminosa de donde surgía su autoridad, una autoridad que
jamás buscó imponer, ni aplastó, pues no venía de ella sino de su
comunión con el Espíritu. En este sentido, cuentan que cuando
hubo que decidir el traslado de una novicia a otro convento, la
Madre, antes de tomar una determinación, llamó a la novicia para
preguntarle si ella aceptaría eso de buen grado, pues estaban dis-
puestas a no trasladarla si no se iba a encontrar bien. Esta delicade-
za, cuando perfectamente pudiera hacer traslados sin más contem-
placiones, llevaba a las monjas a aceptar cualquier cosa venida de
ella.
Este estilo bondadoso, y la paz y seguridad que su presencia
transmitía en medio de sus monjas, no respondía la mayor parte de
las veces a un estado de ánimo gozoso. Es cierto que su comunión
con Dios le llevó de vez en cuando, o de tarde en tarde, a experi-
mentar una alegría radiante, pero ante todo se impuso en su viven-

2 Francisco Vega Díaz, La Madre Maravillas, el milagro y la psicoterapia


religiosa, Madrid 1978, p.10.
3 Madre Carmen de la Cruz, en Baldomero Jiménez Duque, Vida mís-
tica de la Madre Maravillas de Jesús. Su alma, Ed. EDIBESA, Madrid 2002, p.32.
M. MARAVILLAS DE JESÚS. ACERCAMIENTO A SU EXPERIENCIA MÍSTICA 587

cia íntima una noche oscura que invadió lo más profundo de su


espíritu durante larguísimas temporadas, a veces hasta años. Leer
las cartas a sus directores espirituales resulta en este sentido sobre-
cogedor. En ellas vemos que su vida, como todas las vidas verda-
deras, se fraguó en la prueba de la oscuridad. Fue en esta noche
donde se manifestaban las dudas que desde fuera nadie podía ima-
ginar. Dice ella misma: Con esto, unas dudas contra la fe, unos
como deseos de todo lo que halaga a los sentidos y al amor propio4.
Vemos cómo la dura experiencia interior, al dejarla vacía y seca, le
pone ante el abismo de la tentación, del deseo de satisfacerse en
algo; es una forma de buscar un respiro en medio de la prueba, pero
un respiro que la Madre, a la larga, nunca se concedió.
En otra carta expresa sin ambages su gran desamparo: Es una
agonía tan amarga [...], un verme sumergida en tinieblas sin vislum-
brar la más pequeña claridad, sintiendo un gran desamparo de Dios
y absolutamente de todo, un sentir también en mí misma todo
derrumbado [...] esta angustia me parece me ahoga, al mismo tiempo
una sed, sin esperanza de satisfacerla nunca, de amar inmensamen-
te al Señor5. Era la noche oscura de la fe que con tanta profundidad
nos comenta nuestra Santo Padre Juan de la Cruz. Dentro de este
ambiente espiritual de incertidumbre y oscuridad, le asaltan también
grandes dudas sobre su vocación: Me parece ver muy claramente que
no debía haber dejado a mi pobre madre en las circunstancias en que
la dejé, que no seguí la voluntad de Dios sino la mía, y por esto al
fin en el convento, en lugar de encontrarle a Él, le he perdido. Ya
muy mayor, en 1969, sigue teniendo dudas en este sentido: No sé si
tengo vocación o fue una idea que se me metió en la cabeza, un
atractivo hacia la vida religiosa, pero sin amor de Dios6.
En medio de estas tinieblas no hay consuelo para ella, ni tan
siquiera lo es la comunión: Comulgué con una sequedad espantosa,
pero al recibir al Señor se me abrieron los ojos para ver lo que
estaba haciendo; lo vi así de golpe, y sentí horror de mí misma, una
muy grande desolación7. Ya desde que se levanta al amanecer, la

4 Cta. 90. 27.2.1928.


5 Cta. 115. 23.3.1929.
6 Cta. 787. 26.9.1969.
7 Cta. 247. 2.10.1930.
588 FR. RAMÓN MARÍA DE LA CRUZ

oscuridad se le hace presente como anticipo de lo que será todo el


día: Esta mañana, al despertar, me sentí llena de una fortísima
amargura, sin poder hacer nada. Me arrodillé en la celda, procu-
rando aceptarla con toda el alma, si tal era la voluntad del Señor,
y en esto se me pasó un buen rato8. También la oración silenciosa
se convierte para ella en una dificultad a veces insalvable: A pesar
de esto, hoy pasé toda la oración distraída con tonterías; luego en
unas pequeñísimas ocasiones se despertó todo el mal genio antiguo
con una violencia vergonzosa...9 Humilde testimonio de su vida
orante, un aliciente para tantas personas que viven una oración
llena de limitaciones personales; que no piensen que los santos
estuvieron libres de ellas.
Esta y muchas otras situaciones de una dureza difícil de enten-
der, estuvieron presentes a lo largo de su vida, unas veces más de
continuo y otras de forma intermitente, y todo hasta que murió ya
anciana. Sin embargo, ni un atisbo de pesimismo, de impaciencia,
de tristeza vio nadie en ella. Por el contrario, lo que se percibía era
una gran serenidad, un equilibrio y seguridad poco común, y todo
acompañado de un humor espontáneo que siempre tuvo y del que
están salpicadas muchas de sus cartas. Así, pues, lo que era oscuri-
dad dentro de sí misma se manifestaba hacia fuera como luz. Ya
San Juan de la Cruz dice que la experiencia purificadora y oscura
por la que pasa el alma, responde a un exceso de luz al intensificar-
se la presencia divina, que es Luz sobre toda luz10.
Esta oscuridad luminosa le fue asentando en la tierra de su pro-
pia pobreza, así, su humildad, que según los testigos fue mucha,
llegó a ser más auténtica, y sus «éxitos» fundacionales y de todo tipo
no lograron sacarla del último lugar en el que espiritualmente había
sido colocada por Dios. Por eso, en sus proyectos había una ausen-
cia total de protagonismo, de pretensiones personales, de deseos de
estar por encima de nadie, todo lo cual lo expresaba de forma
machacona en su negativa constante y decidida a no ser priora, cosa
que nunca logró. De esta manera, como nada deseaba para sí, todo
se le dio, y sus hijas la amaron sin fisuras hasta el fin de sus días.

8 Cta. 260. 1-2 de nov. 1930.


9 Cta. 265. 20.11.1930.
10 cfr. 2N5,3.
M. MARAVILLAS DE JESÚS. ACERCAMIENTO A SU EXPERIENCIA MÍSTICA 589

Pero en medio de su proceso espiritual oscuro, Madre Maravillas


tuvo momentos especialmente gozosos. En algunas ocasiones se
hace evidente que el camino recorrido durante su noche ha sido
enorme, aunque ella sólo lo perciba de tarde en tarde. Dios la lleva
por una senda que ella no ve, que no conoce, por eso es incapaz de
darse cuenta que está siendo arrastrada a un mundo cada vez más
luminoso. Sin embargo, hay momentos especiales de su vida donde
se le permite vislumbrar en qué nivel de «cercanía» se encuentra de
la Fuente: Después de una comunión fría y sin ningún pensamiento
que me moviera, me vino de pronto un como ímpetu tan fuerte de
amor al Señor, que no sabía lo que me pasaba. No duró mucho,
pero me dejó con una sed de amarle más y más11. Y también: Me
pareció clarísimamente, pero sin ver nada, que el Señor estrechaba
mi alma, diciéndole descansase allí, sobre su Corazón. Y fue esto
con tanta compasión y amor y como tan de pronto, que sin poder
pensar nada, sentí una felicidad inmensa, una paz y una dulzura
que llenaba el alma y el cuerpo... Lo que sí experimenté de verdad
es aquello que dice la Santa Madre que de sobra quedan pagados
[...] todos los trabajos y dolores de la vida12.
Como en todos los místicos, estas experiencias fulgurantes no
acontecen necesariamente dentro de un ámbito expresamente reli-
gioso, como puede ser el momento de la oración, de la celebración
eucarística o en un espacio considerado sagrado. Como la persona
está constantemente absorbida, sea de forma oscura o luminosa, o
ambas a la vez, en cualquier lugar y tiempo puede percibir la
Presencia amorosa que le llena por completo: Así fui al refectorio,
y apenas nos sentamos, se prendió tal llama de no se qué en mi
corazón, que no pudiéndola soportar mi flaqueza, la fuerza de lo
que allí había me llevaba toda tras sí13.
Hemos visto, pues, de qué manera Maravillas de Jesús experi-
menta estados oscuros y llenos de luz. Son como extremos de una
experiencia íntima donde lo oscuro en el fondo es luminoso y
donde lo luminoso se percibe a la mente como oscuro. Estos esta-
dos íntimos ella los vivió con gran intensidad, de tal manera que la

11 Cta.366. 1932.
12 Cta.377. 1932.
13 Cta.64, 26.6.1927.
590 FR. RAMÓN MARÍA DE LA CRUZ

oscuridad se le traducía con frecuencia en grandes sufrimientos y


las experiencias de presencia divina más evidente, como una llama
viva. Pero la experiencia de la Madre no siempre se debatió entre
estas vivencias extremas. Hubo momentos de una preciosa simpli-
cidad, en los que la serenidad y la sutileza de la experiencia no le
permiten definir apenas lo que está sucediendo. En estos estados
ella no entendía lo que pasaba; la mente estaba absorbida por una
intensidad que le llevaba hacia dentro, pero sí percibía que amaba
y era amada. Es una experiencia esta sin extremos de dolor o gozo,
es como una contemplación serena en la que hay una Presencia,
pero sin saber en qué consiste. Así lo cuenta ella misma: Mi vida
espiritual ahora es sencillísima. Es solamente amar, pero no sensi-
blemente, como antes me pasaba a veces, sino como una cosa que
parece tan profunda, tan fuerte. Hay dentro de mí como una sole-
dad donde, aunque exteriormente esté ocupándome de otras cosas,
vivimos Él y yo. En ella, aun en los ratos de mayor recogimiento,
no se habla; yo no sé, se compenetra uno, se siente una paz inmen-
sa, se ama y se ve uno amado. Yo no puedo explicar esto cómo es14.
Estas vivencias íntimas están más allá de una mera experiencia
psicológica. Su profundidad rebasa lo que el pensamiento puede
captar, por ello no son experiencias propiamente de la mente que se
mueve en el espacio y en el tiempo. De cualquier manera, ni aun
estas vivencias profundas agotan la mística de Madre Maravillas. Y
esto es así, porque no es una mística la suya de sólo experiencias
interiores. Ella, como su Santa Madre Teresa de Jesús, animada por
una espiritualidad integradora, se abre desde ellas a las obras del
amor; es una mística encarnada: ...quedándome luego como mucho
amor, ternura y gozo, con un sentimiento de caridad hacia mis
hermanas y como viendo con gusto la verdad de mi nada y mise-
ria15. Este realismo y concreción de su vida mística es lo que per-
mite indicar la madurez y equilibrio de su experiencia religiosa,
nada alejada de la realidad, sino sumergida en ella.
Refiriéndonos a sus estados de ánimo, es llamativa la libertad
con la que los vivió. Aunque por dentro bullera un volcán de sufri-
miento e incertidumbre, esto no afectaba nada su vida cotidiana y

14 Cta. 54.
15 Cta. 64.
M. MARAVILLAS DE JESÚS. ACERCAMIENTO A SU EXPERIENCIA MÍSTICA 591

la relación con las personas. Madre Maravillas hace las cosas por-
que es adecuado hacerlas, independiente de su humor, de su atrac-
tivo. Este talante de abnegación y de olvido de sí en cuanto a los
estados de ánimo, se encuentra presente en la mística cristiana más
seria, ya desde los Padres del Desierto. Lo expresa muy bien Alois
M. Haas, quien considera esta actitud como un pilar de la espiritua-
lidad cristiana: En la vida espiritual es preciso trascender desde el
comienzo el campo de los estados de humor del alma hacia el nivel
anímico de la indiferencia, que cumple la voluntad de Dios con o
sin consuelo16. Esta es la idea que también expresa san Ignacio
cuando habla de “indiferencia”. San Juan de la Cruz, en su forma
tajante de presentar la experiencia espiritual dice: En lo cual se ha
de entender que, si el alma sintiere gran comunicación o sentimien-
to o noticia espiritual, no por eso se ha de persuadir a que aquello
que siente es poseer o ver clara y esencialmente a Dios, o que
aquello sea tener más a Dios o estar más en Dios, aunque más ello
sea17. Esta actitud independiente del oleaje caprichoso de lo aními-
co, tan bien comprendida por la Madre, asegura en ella una religio-
sidad fuerte y profunda, nada sujeta a los avatares de las circunstan-
cias personales o al medio que le rodeaba.
A esta “indiferencia” sobre sus sentimientos espirituales, hay
que añadir que su mística no es de evidencias. Aunque a veces
experimente un gozo radiante, a la larga siempre se le impone una
presencia escondida. No es tanto la imaginación la que funciona en
Maravillas, como sí estuvo muy presente en la vida de Santa
Teresa. Mientras que en el proceso místico teresiano, la imagina-
ción y la visión se hacen muy patentes –por lo menos durante gran
parte de su vida–, en Madre Maravillas ésta queda relegada de tal
manera, que nunca ve nada: ... no pienso nada, no hago nada; sin
ver tampoco nada ni exterior ni interiormente, siente el alma como
si se le mostrara un “algo” de Dios, que la hace abrasarse18. Lo
único evidente es que se le esconde: Cada vez me llena más aquello
de buscar al Señor por lo que no es...; cada vez le siento más ocul-
to, más escondido, más incomprensible...19 Esta mística es más

16 Alois María Haas, Maestro Eckhart, Herder, Barcelona 2002, p.44.


17 CB 1,4.
18 Cta. 341, 27.12.1931.
19 Cta.384. 1932.
592 FR. RAMÓN MARÍA DE LA CRUZ

limpia que la otra, pues no está sujeta a fenómenos extraordinarios


que, al fin y al cabo, distorsionan la vivencia más profunda y pue-
den llevar a engaño, como tanto advirtió San Juan de la Cruz20.
También su oración carece de evidencias y visiones; está más
en la línea de la advertencia y noticia amorosa de la que nos habla
San Juan de la Cruz21. Dice la Madre: De la oración también quería
decirle, pues temo que sea pereza, que nunca puedo hacer medita-
ción, ni ayudarme con la imaginación. Unas veces es, sencillamen-
te, al ponerme en presencia de Dios, ver así, en conjunto, sin cosa
particular, y otras (no sé decirlo) esto mismo, pero sintiéndome
como alejada de todo y rodeada de esa presencia de Dios. Cuando
me siento así, como abandonada de Él, tampoco puedo meditar22.
Vemos en este párrafo de una de sus cartas una oración desprovista,
simple, que no pasa por la imaginación ni por el pensamiento; todo
es oculto y escondido, o como dice ella: siempre en oscuro23. Es
interesante ver el paralelismo con la descripción hecha por San
Juan de la Cruz de este estado de oración íntima: El estilo que han
de tener en ésta del sentido es que no se den nada por el discurso
y meditación, pues ya no es tiempo de eso, sino que dejen estar el
alma en sosiego y quietud, aunque les parezca claro que no hacen
nada y que pierden tiempo, y aunque les parezca que por su floje-
dad no tienen gana de pensar allí nada; que harto harán en tener
paciencia en perseverar en la oración sin hacer ellos nada. Sólo lo
que aquí han de hacer es dejar el alma libre y desembarazada y
descansada de todas las noticias y pensamientos, no teniendo cui-
dado allí de qué pensarán y meditarán, contentándose sólo con una
advertencia amorosa y sosegada en Dios24.
Todo este proceso espiritual simplificador y los permanente
contrastes entre luz y tinieblas a que se ve sometida, la mantendrán
siempre en una ignorancia sobre su trayectoria espiritual. En su
proceso místico nunca sabrá a ciencia cierta si adelanta o atrasa.
Tras sus vivencias luminosas vuelve a entrar en las más profundas
tinieblas; en ellas se borra cualquier conciencia –al fin y al cabo

20 2S16,6-7.
21 2S14.
22 Cta. 455. 19.1.1938.
23 Cta. 336, 12.1931.
24 1N10,4.
M. MARAVILLAS DE JESÚS. ACERCAMIENTO A SU EXPERIENCIA MÍSTICA 593

egocéntrica– de sentir que se acerca a la meta, y esto, de tal mane-


ra, que una y otra vez se convence que son mentira; nunca llegará
a una estabilidad espiritual que le certifique que el camino de la
prueba ha terminado; ni tan siquiera al final de su vida le será con-
cedido ese gusto.
Por otra parte, si queremos conocer adecuadamente el desarro-
llo de su proceso místico en cuanto a su forma de manifestarse
hacia fuera, recabamos en el ámbito de la naturalidad. Acostumbrados
a la idea de que estas vivencias extraordinarias están rodeadas de
un alo llamativo, de que la persona que las vive tiene un “aire”
especial, hemos convertido al místico en alguien diferente y, a la
larga, distante. Qué lejos de la mística de Teresita del Niño Jesús,
de Isabel de la Trinidad o de Maravillas de Jesús. El Carmelo ha
dado pruebas evidentes de que su espiritualidad transita por un
camino limpio de añadiduras extraordinarias25. Dice el P. Víctor de
Jesús en su testimonio sobre la Madre: ... su comportamiento exte-
rior a los ojos de todos, tan sencillo y ordinario...26. En ella no
había pose, nada que hiciera ver a los ojos de los demás algo
extraordinario, ningún exceso en la expresión de sus sentimientos.
Su mundo íntimo y profundo se expresaba, sin más, a través de
formas y palabras simples y espontáneas. La Madre Carmen de la
Cruz, novicia suya, dice algo también en este sentido: Una enorme
energía de voluntad, pero sin dar la impresión de ello27. Por
supuesto, la naturalidad sólo es tal cuando no se procura; toda pre-
tensión de ser sencillos acaba siendo una complicación. Las virtud
verdadera lo es porque nace de una personalidad limpia de su ego.
Este aspecto de la mística de la Madre expresa, pues, que lo que
vivía se asentaba sobre roca firme.

25 El mayor exponente en el Carmelo Descalzo de una reflexión mística


limpia de elementos extraordinarios es San Juan de la Cruz. Su mensaje siempre
está encaminado al desasimiento de todos los modos y maneras, aunque se refieran
a lo sobrenatural. En cuanto a Santa Teresa, los múltiples testimonios que da de
experiencias extraordinarias, sobre todo en el libro de la Vida, pretenden ser, ante
todo, una confesión escrita para ser discernida y, también, una constatación de
situaciones que pueden presentarse en el camino místico, cuando aún el alma no
está del todo purificada. Pero nunca constituyen la esencia de su mística. No hay
nadie en el Carmelo que haya vivido como ella la unión entre mística y naturalidad.
26 Testimonio del P. Víctor de Jesús María, O.C.D., que se conserva en el
archivo de las Carmelitas Descalzas de La Aldehuela.
27 Madre Carmen de la Cruz, en Baldomero Jiménez Duque, Vida mís-
tica de la Madre Maravillas de Jesús. Su alma, Ed. EDIBESA, Madrid 2002, p.31.
594 FR. RAMÓN MARÍA DE LA CRUZ

Además, su progresiva madurez interior no le alejó nunca de la


realidad. A veces se ha relacionado la vida religiosa contemplativa,
o la experiencia mística, con una actitud de alejamiento del mundo
o de aislamiento de la realidad. Afirmaciones como esta, o se refie-
ren a una seudomística, o parten de la ignorancia. De hecho, los
grandes y auténticos contemplativos son los que mejor se relacio-
nan con su entorno, precisamente porque son libres de él. Uno de
los modelos más significativos es el de Santa Teresa, que supo
vivir con un equilibrio fuera de lo normal su relación con Dios y
con su mundo. Madre Maravillas tiene, al igual que su Madre fun-
dadora, dotes que la capacitan para integrar equilibradamente su
mundo íntimo con el exterior. El mundo de la tierra que ella pisa-
ba, remitía al del cielo, y su experiencia con Dios la arraigaba a los
lodos de esta vida. En este sentido es precioso el testimonio del Dr.
Francisco Vega Díaz, que la atendió durante muchos años como
médico: Conocí a Madre Maravillas, a la que tuve el honor y la
fortuna de atender profesionalmente, a través de la cual pude
comprender algo que antes de conocerla no hubiera podido: eso
tan difícil que es transformar la tierra que se pisa en cielo que se
intuye28.
Es precisamente esta relación entre el ámbito del misterio ínti-
mo y de las cosas concretas de la cotidianeidad, lo que permite
refrendar el valor de su experiencia, lo que manifiesta que no es la
suya una mística de evasión. Por el contrario, su maduración espi-
ritual le dará la fuerza necesaria, aunque ella no siempre la perciba,
para afrontar los grandes retos de sus fundaciones. Su santidad se
va forjando en el difícil equilibrio entre dos mundos que para el no
místico aparecen como contradictorios a nivel vital: el mundo del
cielo y el de la tierra. Sólo cuando una persona es capaz de vivir
con todo el corazón ese ámbito espiritual, como lo hizo la Madre,
y al mismo tiempo dar la vida en las labores concretas del día a día,
en los mil detalles de delicadeza y caridad, es cuando se corrobora
que la experiencia mística ha llegado a un gran equilibrio y madu-
rez. Esta es la impresión que tiene una de sus monjas: Se interesa

28 Francisco Vega Díaz, Madera de santidad, diario ABC, Madrid 18 de


mayo de 1975.
M. MARAVILLAS DE JESÚS. ACERCAMIENTO A SU EXPERIENCIA MÍSTICA 595

por las cosas más pequeñas y sin importancia del convento, y luego
aquellas alturas de contemplación que se transparentaban29.
Esta interrelación entre la experiencia mística oscura de Madre
Maravillas y las actividades que realizó hacia fuera, nos llena de
admiración, pues parece imposible entender cómo un mundo inte-
rior tan lleno de sufrimiento pudo coexistir con una actividad hacia
fuera llena de vitalidad. De hecho, mientras en su alma todo se
derrumbaba, en su mundo exterior se dedicaba a construir y fundar
conventos; mientras que padecía dentro una soledad sin límites, sus
hijas y muchos que la conocieron la veneraban y amaban con el
más sincero de los afectos; mientras la ensalzaban y la querían por
priora, en lo íntimo había una convicción de ser nadie. Esta especie
de contradicción entre su mundo interno y externo refleja la guerra
a la que fue sometida y hace patente en la Madre la verdad cristiana
fundamental: En la cruz está la vida. Son dos mundos, pues, apa-
rentemente opuestos y, sin embargo, realmente entrelazados. De ahí
que de su pobreza naciera tanta riqueza; de experimentar su limita-
ción surgiera esa luz ilimitada que tantos percibían; en medio de su
gran soledad se manifestara la relación amorosa de todos; de su
vacío naciera la sobreabundancia del Espíritu que todo lo recrea.
El hecho de que la vida de Madre Maravillas integre de forma
tan equilibrada la vida de relación hacia dentro y hacia fuera, nos
ayuda a alejar de nosotros la tentación de reducir la mística a los
estados íntimos del alma, de los que hablamos más arriba. Si bien
una visión quietista o espiritualista ha reducido la experiencia de
Dios a sentimientos interiores, la Madre se sitúa, por el contrario,
en la mejor línea de la reforma carmelitana, tan equilibrada en este
sentido. Además, esta visión integradora pertenece a lo más nuclear
del cristianismo, pues éste exige que el amor a Dios se haga eviden-
te en la virtud, en el amor al hermano30, lo que significa, ante todo,
capacidad para abrirse al otro, diferente de mí. Este es el gran reto
con el que se ha de enfrentar la mística si no quiere quedarse redu-
cida a meros estados, oscuros o gozosos, del alma. Madre
Maravillas sabía esto: Yo sé que nada de lo que experimenta mi

29 Madre Carmen de la Cruz, en Baldomero Jiménez Duque, Vida mís-


tica de la Madre Maravillas de Jesús. Su alma, Ed. EDIBESA, Madrid 2002, p.35.
30 cfr.1Jn 4,20.
596 FR. RAMÓN MARÍA DE LA CRUZ

alma es suyo [del alma], que lo sólido son las virtudes31. Ante sus
estados íntimos dice: Estos días en general han sido de luz y deso-
lación, hasta ayer, que todo ha desaparecido y me veo envuelta en
una desolación terrible: falta de fe, desaliento, tedio, etc. Con la
ayuda de Dios voy a procurar hacer de esto el menor caso posi-
ble32. De hecho, esto es expresión clara de la visión teresiana sobre
la vida de oración de la que nos habla en el Camino de Perfección.
Son las virtudes del amor, del desprendimiento y de la humildad las
que certifican que la persona tiene una experiencia religiosa autén-
tica; todo lo que no pase por aquí es una mística desencarnada y
evasiva.
Ahora bien, aunque Santa Teresa no lo aclara en su Camino de
Perfección, estas virtudes sólo pueden hacerse profundas desde
dentro. No es posible crear un mundo virtuoso fundado en la pro-
pia voluntad, pues quedaría reducido a mera ascesis; sería la virtud
del ego. Para que la virtud realmente lo sea, ha de ser el resultado
de un desbordamiento hacia fuera de la vida íntima de relación con
Dios. Es entonces cuando la caridad es parte de la vida mística,
consustancial a ella. En este sentido, el P. Finiano, General de la
Orden del Carmelo Descalzo, en la carta de postulación que pre-
sentó para el proceso de Madre Maravillas, se refiere a esta inte-
rrelación al hablar de la Madre: ... la perenne y fiel atención amo-
rosa a Jesús, más bien que extrañar del mundo y de hacerse
insensible a los sufrimientos y a las necesidades de los hermanos,
crea en el corazón que se da a Dios nuevas posibilidades y mucho
mayores, de comprensión, de compasión, de participación, de
ayuda generosa33.
En Madre Maravillas es incuestionable esta integración entre su
vida íntima y la relación con el mundo en que le tocó vivir. Puede
resultar extraño que una monja descalza con hábito de estameña,
tras unas rejas medievales, amparada por costumbres del s.XVI que
quiso mantener aun después de las reformas del Concilio Vaticano
II, sea capaz de entrar en diálogo con el mundo moderno. Pero esta

31 Cta. 49.
32 Cta. 156.
33 P. Finiano de la Reina del Carmelo, Carta Postulatoria, 15 de octubre
de 1975.
M. MARAVILLAS DE JESÚS. ACERCAMIENTO A SU EXPERIENCIA MÍSTICA 597

extrañeza suele ser fruto de prejuicios que consideran que la rela-


ción con el mundo actual sólo es posible cuanto más nos adaptamos
y parecemos a él. En el caso de Madre Maravillas es claro que sus
formas clásicas no han sido un impedimento para esto. Al fin y al
cabo, la verdadera comunicación, no es patrimonio de formas con-
sideradas más o menos actuales, sino de coherencia de vida y san-
tidad. Fue precisamente su experiencia mística, además de sus
dotes naturales, la que abrió estos caminos de auténtica comunión,
más allá de las mismas formas tradicionales.
Pero su capacidad de diálogo no quedó encerrada en los muros
de sus conventos; fue una mujer de amplias relaciones sociales;
nada en ella sonaba a encapotamiento o encerramiento en sí misma.
Tuvo una gran capacidad de adaptación a las personas y una com-
presión infinita de cada situación, lo que nos permite recordar
aquellas palabras tan llenas de humanismo de nuestra Santa Madre
Teresa: Cuanto más santas, más conversables34.
En sus relaciones estuvieron presentes personas de todo tipo:
milicianos, hortelanos, doctores, obispos, albañiles, arquitectos;
todos se hicieron amigos suyos. Ella regalaba su tiempo a manos
llenas. Durante la guerra, estando escondidas en una casa de la calle
Claudio Coello, su generosidad le lleva a abrir las puertas a todos.
Dice una testigo: La Madre recibe a todos, escucha a todos, se
interesa por todos35. El atractivo que ella tenía, sus delicadezas, su
entrega a cada persona y su caridad abrieron todas las puertas de la
amistad y del afecto.
Su experiencia interior, como ya vimos, le lleva a olvidarse
totalmente de sí misma. Su caridad sin límites, pues, nace de den-
tro; ella ha muerto para sí, por eso los demás cobran tanta impor-
tancia. Su caridad no es un producto de una visión filantrópica, sino
de una purificación interior, de una comunión con el Espíritu. Este
es el móvil que le lleva a entregarse a los demás incansablemente y
sin excepción: ayuda a seminaristas, familias pobres, conventos
necesitados de otras órdenes religiosas, da casa a gente que vive en
chabolas, funda escuelas en los suburbios, ayuda a niños y a muje-
res jóvenes, abre una clínica para las monjas de clausura. También

34 CV 41,7.
35 Si tú le dejas..., Madrid 1977, p.215.
598 FR. RAMÓN MARÍA DE LA CRUZ

a los PP. Carmelitas Descalzos, a los que les cedió el Desierto de


Batuecas, les construyó el convento de Talavera de la Reina y les
pagó el de Salamanca36. Y ella entra en relación con ese mundo que
le rodea, asumiéndolo, haciéndolo formar parte de su ámbito espi-
ritual. Esta capacidad de atracción nace de su bondad y sencillez.
El caso es que lo bueno, siempre, no se sabe cómo, se abre camino
y entra en relación con todos sin excepción, buenos o malos, pues
esta es la condición de Dios que hace salir el sol sobre justos y
pecadores37.
Esta es la mística de Madre Maravillas: una experiencia asenta-
da en la noche purificadora que le abre al amor y a la entrega gene-
rosa, desde un humanismo típicamente teresiano. Es un mística de
gran sobriedad: sin luces que brillan, ni ángeles que se le aparecen.
Su lenguaje religioso nunca fue ñoño, meloso ni romántico. Ella
pertenece a una estirpe espiritual poco común: la que nace de las
nadas sanjuanistas, de las frías y secas tierras castellanas. Más allá
de sus devociones personales, tan vinculadas a las prácticas piado-
sas propias del Carmelo, o de su particular mentalidad religiosa, la
espiritualidad íntima que se le impone desde dentro a la Madre es
una espiritualidad desprovista, sin nada a lo que aferrarse, afianza-
da en la noche luminosa de Dios. Su mística, en fin, está basada,
ante todo, en una experiencia de absorbimiento en su propia nada.
Y este es su testimonio en medio de tantas vanas pretensiones y
proyectos de nuestro mundo actual y de nuestra propia vida religio-
sa: desaparecer y ser nadie.

36 cfr. Carmelitas Descalzas, Madre Maravillas de Jesús. Semblanza.


Madrid 1994, pp.220-222. Cfr. Baldomero Jiménez Duque, Vida mística de la
Madre Maravillas de Jesús. Su alma, Ed. EDIBESA, Madrid 2002, p.25.
37 Mt 5,45.
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 599

UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX,


AL SERVICIO DE LA IGLESIA Y DE LOS POBRES

Miguel Ángel Velasco Puente

Una santidad «sin perifollos» y de amor al prójimo

«Se puede uno santificar con una vida sencilla y humilde, “sin
perifollos”».1 «Si de veras le servimos y le amamos, eso es la san-
tidad».2 «¡Cómo complicamos nosotros la santidad! Y es muy sen-
cilla: nada más que dejarse, confiada y amorosamente, en brazos de
Dios, queriendo y haciendo a cada momento lo que creemos que Él
quiere. Claro que cuesta, pero eso es una cosa muy buena para que
podamos probarle nuestro pobrecico amor».3 «La caridad para con
Dios se mide por la caridad que se tiene con el prójimo, y ésta roba
el Corazón del Señor... y el de las criaturas también».4 «Me costaba
empezar a ocuparme de las cosas de la vida, pero, por otra parte,
sentía como necesidad de ejercitar la caridad, aunque sea en peque-
ñeces, para probarle a Él el amor, y en hacer, en estas cosas exte-
riores que tanto cansan...».5
Estoy por asegurar que si, sin decir nada ni apuntar siquiera una
pista, diésemos estos dos párrafos al análisis concienzudo y hondo
de los «expertos» que tanto abundan, no dudarían en atribuir el
primero a un alma exquisitamente mística, a una persona, dirían los
sabihondos, «de alta vida contemplativa», mientras que el segundo
sería atribuido probablemente, también sin duda, a lo que llama­rían
«una persona de vida activa, a un espíritu comprometido social-

1 Madre Maravillas de Jesús, Carta 1266, a la madre Teresa Mª de Jesús.


2 Carta 4902, a Gloria Zurdo.
3 Carta 2843, a la madre Inés del Niño Jesús.
4 Carta 6065, a Catalina Urquijo de Oriol.
5 Carta 273, al padre Alfonso Torres, s.j.
600 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

mente». Y, miren ustedes por dónde, resulta, sin embargo, que tanto
el primer párrafo como el segundo pertenecen a la misma y única
santa persona: la Madre Maravillas de Jesús, que, sin miedo a equi-
vocarse, uno puede definir perfectamente como «una santa contem-
plativa del siglo XX, al servicio de la Iglesia y de los pobres».
Ciertamente no sabe uno ante qué sentir más estupor, si ante la
desarmante sencillez realista del primer párrafo, o ante el sencillo
realismo desarmante del segundo. El peligro y el riesgo de creerse
el centro del mundo –que no es algo de lo que los santos carezcan,
sino una tentación que los santos consiguen dominar y evitar–, está
en no saber salir de la mediocridad del propio egoísmo ramplón y
rastrero y, por consiguiente, en no acertar a ver, con plena nitidez
espiritual, eso que los santos, desde la perspectiva de su altura espi-
ritual, consideran de cajón.
Escribo esta reflexión a bordo de un avión: acabamos de despe-
gar de un aeropuerto envuelto en la más cerrada niebla; el aguacero
que caía abajo creaba auténticas cortinas de agua que un viento
racheado llevaba de acá para allá. En prácticamente dos minutos el
avión, poderoso, ha salido de los nubarrones negros y, arriba, luce
el sol. Eso me ha hecho establecer inmediatamente el fácil parale-
lismo con lo que yo imagino que debe de suceder en la vida espiri-
tual: los que vivimos abajo, entre la niebla, no nos damos cuenta,
pero todo debe de ser cuestión de subir poderosamente, de salir de
ella... y la luz estalla, como estalla, irreprimible, el aroma contagio-
so de la libertad, o el esplendor inocultable de la verdad. Digo yo
que será algo así...

La niebla nuestra de cada día

Ocurre que, medio a tientas espirituales, entre la niebla nuestra


de cada día, nos empeñamos en creer –a pesar de que, una y otra
vez, con su vida y con su palabra, los santos nos digan lo contra-
rio–, que eso de la santidad es algo para cuatro privilegiados fuera
de serie; somos mediocres comodones en serie, y hacemos como
que nos engañamos a nosotros mismos pensando que eso de la san-
tidad tal vez sea cuestión de visiones místicas y de músicas celes-
tiales con los ojos en blanco, éxtasis, levitaciones y aureolas en
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 601

torno a la cabeza: cosas, en resumidas cuentas, que no tengan que


ver con cada uno de nosotros. No queremos, no nos interesa, no nos
da la gana rendirnos a la evidencia de que los santos son gente que
vive como nosotros, a nuestro lado, en el Metro, en la oficina, en
casa, en el avión, en la cocina, en el Juzgado, gente de nuestra pro-
pia carne y sangre, de nuestra misma paupérrima pasta humana y, a
la vez, de nuestra misma maravillosa madera; sólo que –no lo
puede decir mejor la Madre Maravillas– se saben «dejar, confiada
y amorosamente, en brazos de Dios, haciendo lo que creemos que
Él quiere». El problema es que no nos dejamos.
Para quienes enseguida quieran recurrir a la excusa de que «lo
fácil es retirarse del mundanal ruido», y lo difícil «mancharse las
manos en las cosas de la vida, un día, y otro, y otro», el deslum-
brante realismo de la santa Madre Maravillas confiesa, a renglón
seguido, que «claro que cuesta, pero es cosa buena para probar
nuestro pobrecico amor». Ya estamos: cuestión de amor, no de
excusas ni pretextos; de ese amor del que seremos examinados al
atardecer de la vida... Claro, que cuesta; y, por si no hubiera queda-
do suficientemente explicado, la Madre precisa, en el párrafo
siguiente, que lo que mide, lo que da la medida del amor a Dios no
son delicuescentes y melifluos requiebros ni altísimas palabras de
amor, sino «la caridad que se tiene con el prójimo». Y todavía insis-
te, por si a alguien no le bastara: «Me costaba empezar a ocuparme
de las cosas de la vida, hacer esas cosas exteriores que tanto can-
san...» Se dice pronto eso de amar al prójimo; pero es, con mucho,
lo más difícil para nuestro «pobrecico amor». Si no se hace como
hay que hacerlo, cansa tanto...
No he resistido la tentación de titular este puñado de páginas
uniendo las dos ideas: «Una santa contemplativa del siglo XX, al
servicio de la Iglesia y de los pobres». Es lo que supo ser –ense-
guida lo vamos a comprobar– la Madre Maravillas de Jesús, y
por eso acaba de ser declarada santa por la Iglesia; es decir, por
eso la Iglesia nos la ha propuesto como cabal ejemplo a seguir, si
queremos aprobar, al atardecer de la vida, esa dificilísima asig-
natura de amar al prójimo, y dar así la medida de nuestro amor a
Dios, «que eso, y no otra cosa, es la santidad», por lo visto, según
ella dice.
602 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

La ternura del corazón de Dios

Si la Madre Maravillas viviera hoy físicamente -que en espíritu


vive, y ¡de qué manera!, en el Carmelo de La Aldehuela, a un largo
tiro de piedra del Cerro de los Ángeles, en pleno corazón geográfi-
co de España, y en tantos otros carmelos del mundo-, seguro que
agradecería estas palabras escritas por quien hoy sería su obispo,
monseñor Francisco J. Pérez y Fernández-Golfín, obispo de Getafe,
en el prólogo al librito Era así, que recoge los pensamientos y
reflexiones más sugestivos de la Madre:
«La Madre Maravillas fue una carmelita fidelísima a la separa-
ción del mundo que exige el claustro, pero su celo apostólico inva-
dió, de manera manifiesta, el exterior y se hizo visible y concreto
en obras de apostolado.
Queda patente la fecundidad para el mundo de la vida monásti-
ca: el creciente ardor por la salvación de todos los hombres y su
progreso continuo, la compasión por los pecadores, la solicitud
cristiana con los pobres y necesitados, el deseo vivo de que todos
los hombres conozcan la ternura del corazón de Dios, manifestado
en Jesucristo. La Madre Maravillas irradió en la Iglesia de su tiem-
po una lozana manifestación del amor de Dios».6
Hablemos un poco de esa su «solicitud cristiana con los pobres
y con los necesitados». Un espíritu enamorado de la Madre
Maravillas ha escrito un precioso folleto, titulado La obra social de
la Madre Maravillas de Jesús, Carmelita Descalza. Firma, sin más,
guardando un anonimato que le honra, Francisco Javier; y más de
cuatro, sólo con leer el título del folleto, ya se habrán rasgado las
vestiduras: «¡Pero ¿cómo va a hacer una obra social una carmelita
descalza?!». Pues la hizo. ¡Vaya si la hizo! Hasta tal punto, que
corría por las calles y mentideros de la Villa y Corte, en aquel
Madrid retrechero de los años jóvenes de Maravillas Pidal, esta
elocuente coplilla: «Como la flor del jardín / es Maravillas Pidal /
que va sembrando alegrías / por dondequiera que va».
Quien piense que, por ejemplo, la fundación de once carmelos
y la restauración de otros dos no es, además de tantas otras cosas

6 Era así. Madre Maravillas de Jesús, Madrid 1993, prólogo, pp. XII.XIII.
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 603

primordiales realizadas al estilo de la santa Doctora andariega, una


«obra social», o está en Babia, o no sabe por dónde le da el aire, o
no se le ha ocurrido pararse a pensar aunque no sea más que en lo
benéficos que son los pararrayos. Pero es que, además, la Madre
Maravillas tuvo en su vida, desde muy pronto, una específica, cons-
tante, concretísima preocupación social por los más pobres, una
permanente dedicación a los más necesitados, a los marginados y
olvidados de una sociedad que mejor que «del bienestar» podría ser
calificada, en justicia, del «malestar», o, mejor dicho, del «malser»:
los niños sin escuela, los padres de familia en paro, las mujeres
analfabetas, las familias sin vivienda fueron objetivo prioritario del
bien hacer social de Maravillas de Jesús. Con obras; no de boquilla,
que ya hemos visto cómo de exigente y comprometidamente enten-
día ella la medida del amor a Dios.

Obras son amores

Con ocasión de la beatificación de la Madre Maravillas, tuve el


gozo de ver publicado en L’Osservatore Romano, diario de la Santa
Sede, un breve artículo que titulé «Obras son amores», y que fue
titulado «La meravigliosa catena delle opere de carita». He aquí su
texto íntegro:
«Pocas cosas llaman más la atención de quien, libre de prejui-
cios y de clichés estereotipados, se adentra en el hontanar luminoso
de las obras completas de santa Teresa de Ávila, Doctora de la
Iglesia, que encontrarse con el hecho, sorprendente y llamativo, de
la acción, donde uno piensa que “solamente” va a encontrar con-
templación. En alguno de sus pasajes más recordados, santa Teresa
recomienda reiteradamente a sus hijas: “Obras, hijas, obras...”.7 Es
una especie de aplicación práctica -luego cae uno en la cuenta de
que hay en el mundo muy pocas personas más prácticas que los
contemplativos- del evangélico “por sus frutos los conoceréis”....
La vieja sabiduría popular castellana, de la que la santa abulense
estaba tan empapada, lo suele resumir en el certero refrán “Obras
son amores, que no buenas razones”. Cabría añadir: Y lo demás es
cuento...

7 cf. Santa Teresa de Jesús, Moradas V, 3,11.


604 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

«Como buena hija de la santa Madre Teresa, la nueva Beata


Maravillas de Jesús hizo de esta lección vida de cada día, y aprobó
esta asignatura de las obras con la máxima calificación. Hay una
constante en toda la clara y admirable existencia de la Madre
Maravillas que, a pesar de todo, sigue sorprendiendo en una monja
contemplativa, y más si se tiene en cuenta la época que le tocó
vivir: su preocupación por los más necesitados, su dedicación total
y su entrega plena a los más olvidados de una sociedad como la de
su tiempo –ni que decir tiene que hoy sigue siendo igualmente váli-
do, o más válido todavía– que pensaba que es más importante tener,
y tener mucho, que ser, y ser plenamente; que era más conveniente
y se realizaba más la persona –en este caso, la mujer– acaparando
y derrochando bienes y lujos innecesarios y superfluos, que vivien-
do la propia identidad esencial y ayudando a los demás a vivirla en
dignidad, como corresponde a los hijos de Dios.

Nada de teorías

«No se quedó en meras preocupaciones la Madre Maravillas.


Desde la fe hecha oración, silencio y sacrificio en clausura, se
ocupó de convertir sus preocupaciones por los más pobres en luga-
res privilegiados para el encuentro pleno con Dios, en dispensarios,
en ladrillos y cemento, en capazos de garbanzos y de alubias, en
chaquetas, pantalones y ajuares para matrimonios sin recursos, en
roperos, en ayuda a monasterios necesitados, en construcción de
templos, en residencias para enfermos y jubilados, para jóvenes
empleadas, en escuelas y colegios, en viviendas, en sanatorios y en
clínica para monjas de clausura.... Todo ello, sin contar con las once
fundaciones de once carmelos por todos los rincones de la geogra-
fía de España, y con ramificaciones que llegan, con plena y crecien-
te vitalidad, hasta la India.
«Ha sido y sigue siendo una larga retahíla de obras. Larga, pero
muy concreta, concretísima. Quizás merece la pena detenerse a
releerla otra vez, porque se dice pronto, se escribe en unas cuantas
líneas, pero en esas pocas líneas hay mucho, pero que mucho amor
–“Obras son amores”–; hay muchas cavilaciones y sudores durante
horas de silencio, mucho pensar en los demás, mucho olvidarse de
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 605

sí misma, mucho insomnio, mucho mover hilos para conseguir un


dinero sin el cual las obras no se hacen; mucho afán de servicio,
mucho servicio real, mucha renuncia y austeridad, mucha fe,
mucha esperanza y mucha caridad.
«Todo eso se traduce en realizaciones con nombre y apellido:
ayudas a las Madres Cistercienses de Brihuega (Guadalajara), a las
Madres Concepcionistas de Candeleda (Ávila); restauración del
convento de las carmelitas descalzas de Alcalá de Henares
(Madrid); generosas ayudas económicas a los Carmelos de Ruiloba
(Santander), Malagón (Ciudad Real), Kottayam (India), Écija,
Úbeda, Carrión, Consuegra, Linares, Jaén...; sagrarios y ornamen-
tos para las iglesias de Malpartida, Mirueña, Carbajosa, Tejeda;
recuperación del monasterio del Desierto de Las Batuecas, en Las
Hurdes, y del Carmelo de Duruelo (Ávila); residencia para señoras,
escuela y residencia para jóvenes empleadas en Torremolinos
(Málaga); guardería “Madre Maravillas” y colegio “Santa Teresa”,
y dieciséis viviendas prefabricadas, en Perales del Río (Madrid);
restauración del monasterio de La Encarnación y colegio de la
Sagrada Familia en Ávila; “Casa de Santa Teresa”, para religiosas
enfermas, en la calle General Asensio, de Madrid; “Asociación
Santa Teresa” para conservar el legado teresiano; Clínica “Claune”
para religiosas de clausura en Pozuelo de Alarcón (Madrid)... Lo
dicho: ahí queda con su nombre, y apellido, y ubicación.
«A la Madre Maravillas no la beatifica el Papa Juan Pablo II sólo
por su fidelidad a una vocación contemplativa, sólo por su mística
unión con Jesucristo, sólo por su ternura filial con la Madre del
Carmelo, sólo por su obediencia ejemplar a la santa Regla
Carmelitana, sólo por su virginidad fecundísima. La beatifica tam-
bién, quizás sobre todo, porque supo convertir su fe en obras, en
vida, y porque entendió, desde muy pequeña, y a la largo de toda su
existencia, aquello tan definitivo de san Juan de la Cruz: “Al atarde-
cer de la vida nos examinarán de amor”.8 A ella ya la han examinado
y, en la Plaza de San Pedro, el Vicario de Cristo, ante el pueblo santo
de Dios, le ha dado en esta ardua asignatura de la vida y de la fe
hecha obras, una bien ganada y merecida matrícula de honor».

8 cf. Dichos de luz y amor, 60. La cita exacta es: “A la tarde te examinarán
en el amor”.
606 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

Hasta aquí lo escrito entonces. Cámbiese hoy la palabra «beati-


ficación» por la todavía más gozosa de «canonización», y vale tal
cual, y de pe a pa.

Testimonios elocuentes

«En aquellos tiempos conocí algunas familias que si no hubiera


sido por nuestra Madre Maravillas, no sé lo que les hubiera ocurri-
do...»
Lo cuenta, con lenguaje muy llano, de sumo realismo y senci-
llez, Juan Mancebo Hoyos, de 73 años, casado, residente en
Cáceres, en unas denominadas «Relaciones de Juan Mancebo».
Son sus declaraciones juradas, para el proceso de canonización de
la Santa Madre, que naturalmente las Madres del Carmelo de La
Aldehuela guardan celosamente en sus archivos, y vale más un
testimonio vivido que todas las disquisiciones retóricas:
«A principios de octubre de 1937, en Batuecas fue donde pri-
mero conocí a la Madre Maravillas de Jesús. Yo, poco acostumbra-
do a tratar con monjas y ver con el cariño y amabilidad con que nos
trataban a todos los obreros que estábamos allí, que a mí me hizo
una impresión grandísima [...]. En aquellas Navidades sin saber
nuestras necesidades, a cada uno nos dio cosas que nos hacían falta.
Yo estaba en obra en mi casa, pequeña pero de necesidad, y bajé a
Batuecas por una semana; ya un día me atreví a decirle a la Madre
Maravillas que no podía bajar en unos días para terminar en casa, y
me dijo: “Busque usted un carpintero que le termine, nosotras se lo
pagamos, y usted no deje de venir [...]”.
«En el Cerro [...], la celda de nuestra Madre y el archivo caían
encima de nuestras habitaciones; no sabíamos cuándo dormía, a
pesar de todo el cuidado que tenía para que no la sintiéramos,
muchas noches la sentíamos a altas horas de la noche y madrugada,
y comprendimos que pasaba las noches sin dormir. Esto lo comen-
tábamos mi esposa y yo. En el Cerro, por lo que nosotros les oímos
a los que iban a visitarlas, era mucho lo que hacía a los acomodados
y a los pobres, a unos con sus consejos, y a otros con sus limosnas
[...]. Un día la Mercedes (su esposa) vio que salía del locutorio la
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 607

mujer de Avelino Cabrejas, el de la Checa de Madrid, que le tenían


que fusilar en aquellos días, y le oyó decir, por nuestra Madre:
“¡Qué monja ésta, es una santa!” Lo que el Cerro de los Ángeles
fue aquellos seis años, hasta que empezó a fundar, sólo Dios lo sabe
[...].
«En el Cerro, ella se preocupaba de que no nos faltara todo lo
necesario, tanto de comer como de vestir, y ¡hay que ver lo que eran
aquellos años que se pasaba hasta hambre, cuántos alimentos esca-
searían en el convento, ¡y nosotros y nuestros hijos no pasamos
escasez! [...]. Donde ella estaba, tenía que haber siempre unos
cuantos obreros trabajando; era tanto lo que amaba a los pobres que
todos decían que era una santa; quizás algunos no hubieran pronun-
ciado esa palabra en su vida [...]».

Parecía que lo adivinaba todo

«Somos, concluye, familia humilde [...]. Hemos criado ocho


hijos, que Dios nos ha dado; no hemos escaseado nunca lo más
necesario [...]. De los ocho hijos, siete han estudiado Magisterio
gracias a las ayudas de nuestra Madre. Hoy están todos casados y
colocados [...]. ¡Cuántas cosas que yo no le encontraba solución, les
dio ella buen fin, como fue la casa donde hoy vivimos, en Cáceres,
que gracias a ella pudimos comprar! Algunos días yo no sabía qué
hacer ni tenía a quién recurrir, y nuestra Madre, con ese instinto que
parece me lo adivinaba todo, o quizá yo un poco triste, enseguida
me preguntaba, y yo, que a ella no sabía mentirle, se lo decía, y al
momento me lo solucionaba como yo ni lo soñaba».9
En Relación escrita por Juan Pérez Batres, mecánico de La
Aldehuela desde 1961 a 1992, se lee:
«Nos vino el tercer hijo, el cuarto, y así hasta el séptimo; pues
siempre lo mismo. Ella se preocupaba de subsanar todos los gastos
de maternidad, bautizos, primeras comuniones, de la educación y
enseñanza; hasta que, a los pocos años de la fundación de este con-
vento, mandó construir unas escuelas muy próximas para todos los

9 Declaración jurada que se conserva en el archivo de las carmelitas descal-


zas de La Aldehuela.
608 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

niños de esta zona, dirigidas por carmelitas misioneras. Era un


desvelo constante lo que ella sentía por mis niños, “los pajarillos”,
como ella los llamaba [...]. Tantas veces me ha dicho, con ese tono
de voz tan cariñoso: “Juanito, siempre que necesite algo, dígalo”. Y
es que lo decía de tal forma que quedaba uno convencido de que lo
decía de todo corazón [...]. Pero es que el 90 por ciento no me ha
hecho falta decirlo; nuestra Madre se lo barruntaba; yo no sé...,
tenía algo especial, parecía como si tuviese algo oculto en mi casa
que le transmitiese los problemas que en casa se aproximaran (sic.)
y, antes que llegaran, ella me los resolvía. Siempre ha tenido el
remedio en sus manos [...].
«Cuando estaba de cuerpo presente en el coro, y el Sr. Visitador
autorizó la entrada en clausura, yo estaba en la puerta ordenando la
entrada y la salida, y pude comprobar cómo la gente empujaba para
ser los primeros, desde las clases más altas a las más humildes;
todos hacían lo mismo, y allí no se repartían caramelos ni entradas
de fútbol; era para ver a la Madre Maravillas muerta. A muchas
personas hubo que obligarlas a salir, y todos salían impresionados;
todos decían: “Parece está dormida”. Algunas personas percibieron
un olor que no supieron identificar, cuando se acercaron a ella».10
En el Proceso de la Madre declara el padre Efrén de Santa
Teresita, carmelita descalzo, que antes había sido sacerdote secular
–don Félix Gómez, párroco en Las Hurdes–:
«Se la notaba preocupadísima por los grandes problemas del
Papa, de los obispos, sacerdotes y religiosos, la paganización rei-
nante, la indiferencia religiosa de tantos católicos, la pérdida de
tantas almas, la relajación en la observancia de la vida religiosa
[...]; en una palabra, la cada vez más urgente necesidad del Reinado
del Sagrado Corazón (como a ella le gustaba tanto repetir), y espe-
cialmente en España, por cuyo fin lo hacía todo y transmitía de tal
modo a todas sus comunidades e hijas, que no asignaba otro objeto
a sus fundaciones e innumerables obras de apostolado y beneficen-
cia, junto con la conversión de los pecadores, reparación y expia-
ción por los pecados...»

10 Relación escrita de Juan Pérez Batres, archivo de las carmelitas descalzas


de La Aldehuela.
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 609

Hasta el último rincón... y «con un ánimo más que de mujer»

El padre Efrén subraya la permanente «preocupación de la


Madre Maravillas por la Iglesia universal, por las otras Órdenes o
Congregaciones Religiosas –como lo prueba, incluso materialmen-
te, en las grandes ayudas y limosnas incesantes que recibía y con
que acudió frecuentemente hasta dieciocho conventos extraños que
lo necesitaban– [...]. Era –como su Madre santa Teresa– muy huma-
na y comprensiva “con un ánimo más que de mujer”,11 pero con un
corazón de muy madre para los apuros y solución de todo lo ajeno,
siempre muy en y por Dios, reservándose para sí toda pobreza y
privaciones, precisamente para así mejor socorrer a los demás [...].
Era verdaderamente admirable la diligencia y prontitud con que, sin
distinción de personas, atendía hasta el último detalle, con aquella
exquisita caridad y sencillez tan propia suya [...]: preocupándose
especialmente de los más pobres, ignorantes y humildes, sin esca-
timar tiempo ni facilidades [...].
Para todas las iglesias de Las Hurdes logró reunir las suficientes
limosnas, con el fin de poder adecentarlas y restaurarlas [...]. Por
las [carmelitas descalzas] de Batuecas nos proveía semanalmente
hasta del aceite preciso para la lámpara del Santísimo [...], alparga-
tas y prendas de vestir nuevas confeccionadas por sus hijas de
Mancera y demás comunidades. Igualmente proveyó a algún párro-
co de suficiente material escolar y docente para los niños de las
catequesis (a loa que recibían y atendían con todo celo y cariño
extraordinarios siempre que acudían o en las fiestas y primeras
comuniones), sin descuidar las clases nocturnas parroquiales de
jóvenes y adultos. Asimismo eran continuas y espléndidas las
limosnas que hacía llegar a los párrocos para sus necesitados y
obras de evangelización, catequesis, etc [...].
«Estos apuntes ligerísimos y breves dan testimonio de su gran-
de caridad, de su amor hacia los más pobres, del sumo interés por
la formación espiritual de ellos y de todos, para llevarlos al Señor,
de su celo ejemplarísimo para la salvación y santificación de las
almas, de su verdadero espíritu teresiano, de su heroica vida de

11 cf. Santa Teresa de Jesús, Vida, 8,7.


610 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

recogimiento, soledad y abnegación carmelitana..., pues todo lo


hacía sin salir para nada de su clausura ni descuidando cuanto había
profesado; sin el más mínimo menoscabo ni de su misma vida mís-
tica tan sublime que nuestro Señor se deleitaba en concederle
durante su estancia en Batuecas, y que solamente ha salido al exte-
rior después de muerta ella, por sus más íntimos apuntes o manus-
critos de conciencia aparecidos últimamente. Se veía clarísimo que
tantas atenciones y caridad con todos no era otra cosa que un des-
bordamiento de su vida interior, de su más grande amor a Dios. Y
solamente así se explica que, en la misma medida en que se van
agotando sus fuerzas, en que la actividad física va siendo menor, en
esa misma medida despliega una actividad aún mayor que de cos-
tumbre hacia los demás, y su proyección hacia la Iglesia y hacia el
prójimo es increíble en esos años: cuando parece que ya no puede
nada, cuando está cada vez más agotada, va llegando su caridad
prácticamente al último rincón donde se entera que haya un dolor,
un sufrimiento, una necesidad [...].
«Y así es como en la zona suburbial de La Aldehuela se han
remediado multitud de necesidades perentorias de todas clases:
colegios donde esos niños se formen con religiosas carmelitas
misioneras; viviendas para las familias; un complejo parroquial en
esa nueva barriada con iglesia y salones adyacentes, club de ancia-
nos y de jóvenes, guardería infantil...; costea a seminaristas su carre-
ra valiéndose de lo que rinde el continuo trabajo de comunidad [...].
«Tampoco dejaba de descender en cada asunto a todos los deta-
lles con gran admiración de los que hablábamos o estábamos con
ella, haciéndolo también así con los que trabajaban en sus conven-
tos, singularmente hortelanos, demandaderos, obreros. Sin dar lugar
a que se lo pidieran, se anticipaba como si se lo adivinase, en todas
sus necesidades y atenciones; también les proveía para sus excursio-
nes y su solaz. Estaba pendiente de todo y de todos, llegaba al fondo
de sus problemas, todos la consideraban como “gran Madre”. Hasta
los mismos milicianos y anarquistas lo reconocieron [...].
«No se terminarían de referir las obras de caridad y beneficen-
cia a que atendió, sin límite de tiempo ni lugares. Ejemplo: en
ocasión de tener conocimiento de la apremiante urgencia que tenían
unas religiosas misioneras salesianas en el sur de la India, de hacer
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 611

un pozo de agua potable, careciendo de medios económicos para


ello, y logró que les llegasen desde una de sus fundaciones».12
Durante unos 35 años, desde 1943 aproximadamente, la trató
don Manuel Martín Mulas, constructor de los conventos y de otras
obras de la Madre Maravillas. Él declara en el Proceso:
«Las Madres Carmelitas de Ruiloba (Santander) necesitaban
hacer una reforma interiormente del convento. Estuve en el mismo,
se las dejé contratadas a un constructor de Cabezón de la Sal, tam-
bién por cuenta de la Sierva de Dios, y hoy se encuentran totalmen-
te terminadas. Las Carmelitas de Malagón: reparación total de toda
la iglesia y fachadas exteriores, así como del convento. Obras
pagadas totalmente por la Sierva de Dios».13
Y en Loeches, en Alcalá de Henares, en Caravaca de la Cruz
(Murcia): «”En cuanto puedas –le dijo la Madre, a propósito de
Caravaca–, vete a ver qué pasa. Y si ves que lo que piden es nece-
sario, ya tienes mi autorización para mandar hacerlo”[...]. Al venir-
me, ya dejé las obras ajustadas en dos millones de pesetas [...].
«Hubo una época en que la Sierva de Dios me ordenó que no
dejase de visitar iglesias que necesitaran sagrarios, principalmente
las que lo tenían de madera, y que ofreciera sagrarios de latón
metal. Fueron muchos y numerosos, muchos pueblos de la geogra-
fía española. Se da el caso de que algún sacerdote tardó dos días en
recogerlo en Teruel con una caballería. Todos estos sagrarios y la
reforma de varias iglesias, como son Bularro (Ávila), Mancera de
Abajo (Salamanca), y algunos más que no recuerdo, la Sierva de
Dios me tenía prohibido dijera la procedencia de estos sagrarios,
armarios para ropas de la sacristía y ropas para las iglesias, porque
quería estar en el anonimato. Y en algunos casos, con consenti-
miento de ella, tuve que ponerme como delante, habiendo sido
objeto de nombrarme hijo adoptivo de un pueblo, como San Juan
del Olmo (Ávila), y haber recibido el homenaje de algunos sacer-
dotes por la colocación de algunos sagrarios. No se puede pedir
más desprendimiento ni más humildad».14

12 Positio super virtutibus de la Sierva de Dios Madre Maravillas de Jesús,


Summarium, pp. 126-131.
13 Ibíd., Summarium, p. 2143.
14 Ibíd., Summarium, p. 2144.
612 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

Un chalet en El Plantío

«Se había enterado, por don Ángel Morta, obispo auxiliar de


Madrid-Alcalá, de lo mal que vivían unas religiosas cistercienses
en Brihuega (Guadalajara). Me acerqué al convento a verlas; me
encontré con un convento en estado ruinoso, y carecían de lo más
necesario [...]. Al enterarse la Sierva de Dios, me ordenó comprar-
les alimentos para que no pasaran hambre, y, al mismo tiempo,
que les comunicara el abandono de aquellas ruinas para pensar en
un convento nuevo. De momento les habilitamos un gallinero que
nos cedió un señor de una finca [...]. A partir de este momento, la
Sierva de Dios, cuando supo que estaban instaladas ya en el galli-
nero, ya se preocupó de proporcionarles dinero para compras de
terreno y para las obras del nuevo convento –hasta ocho millones
de pesetas de entonces se gastaron en él– [...]. Todo cuanto he
dicho [...], lo sé por haberlo vivido yo personalmente con la
Sierva de Dios [...].
«Un día me dijo: “Vete a Barajas y entérate de unas monjitas de
la Divina Providencia que viven en unas condiciones infrahuma-
nas, con unas ancianitas”. Efectivamente, estas religiosas atendían
a veintitantas ancianas incapacitadas físicamente [...]. No sólo care-
cían de lo más necesario para su manutención, sino que las desahu-
ciaban de la casa, por no tener dinero para la renta. Todo esto, al
contárselo a la Sierva de Dios, su reacción fue la siguiente:
“Cómprales alimentos, y las das el dinero necesario para ponerse al
día de sus deudas. Y, en adelante, te sigues preocupando de que no
carezcan de nada”. Pero ¡cuál no sería mi asombro! que, a los pocos
días, me llama y me da la orden de que las compre ¡un chalet por
El Plantío!, y que se lo pusiera en condiciones de habitabilidad,
incluida la calefacción, y se hiciera el traslado de la comunidad y
de las ancianas a la nueva casa».15
No faltan, por supuesto, testimonios de personalidades muy
altamente cualificadas. El cardenal Rouco Varela, arzobispo de
Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha
dicho de ella:

15 Ibíd., Summarium, pp. 2143.2144.


UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 613

«La Madre Maravillas vive en el recuerdo de la Iglesia y,


sobre todo, de la Iglesia de Madrid, como una de sus hijas más
preclaras del siglo XX que finaliza [...]. Ha sembrado ese “sí”
absoluto a Dios en todas las carmelitas y comunidades de carme-
litas y en toda la Iglesia, en todos aquellos hijos e hijas de la
Iglesia que tuvieron contacto con ella durante su vida, y en los
que lo tenemos ahora, cuando está y vive en la plenitud de la
comunión de los santos».16
El cardenal don Marcelo González Martín, arzobispo emérito
de Toledo y ex-Primado de España, escribe:
«¡Gracias, Madre Maravillas! Hace muchos años que usted nos
da lecciones de amor a la Iglesia en lo más puro que ella tiene».17
Y el cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, ha dicho de ella:
«¡Grande carmelita de nuestro tiempo! Pido al Señor que man-
tenga ardiendo en los corazones de cada una de ustedes el ideal de
santidad evangélica que la Madre Maravillas supo, tan radicalmen-
te, vivir y tan dulcemente inculcar a sus hijas».18
El cardenal Ballestrero, arzobispo emérito de Turín y ex-Gene-
ral de la Orden de los Carmelitas Descalzos, manifestó:
«Yo tuve ocasión de conocerla personalmente durante mi
Generalato de la Orden del Carmelo. La recuerdo como una criatu-
ra sencilla, espontánea, modesta, diferente de Teresa de Ávila, pero
particularmente empeñada en revitalizar el Carmelo de nuestro
tiempo. También la Asociación de monasterios que había fundado
fue querida por ella para garantizar la fidelidad del espíritu y de la
libertad de la vida religiosa».19

16 Homilía pronunciada en la Catedral de la Almudena de Madrid, el 11 de


diciembre de 1999, con motivo de la fiesta de la Beata Madre Maravillas.
17 Carta dirigida a la Madre Maravillas, febrero de 1973. Original en el
archivo de las carmelitas descalzas de La Aldehuela.
18 Carta a las carmelitas descalzas de La Aldehuela, 21 de noviembre de
1998. Archivo de las carmelitas descalzas de La Aldehuela.
19 Anastasio Ballestrero, “Una ‘meraviglia’ del nostro tempo”, diario
Avvenire, Roma, 11 de mayo de 1998, p. 16.
614 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

«Sólo por amor lo hago, y amor con amor se paga»

Urge añadir –porque conviene que quede claro y que no haya


malentendidos ni confusiones ambiguas al respecto–, un pensa-
miento sumamente elocuente de la Madre Maravillas, pura esencia
del cristianismo. Éste:
«Menos mal que hasta ahora, no me parece me aparta de Dios,
pues, como me cuesta todo tanto, tengo que recurrir sin cesar al
pensamiento de que sólo por su amor lo hago... Es que, claro, la
vida de la carmelita, de oración, de soledad, de sacrificio oculto es
tan hermosa. Y para las que somos para poco, este algo exterior
agobia».20
Es importante y oportuno recordar este pensamiento suyo, por-
que, a la vista de las páginas anteriores y de cuanto en ellas queda
reflejado, alguien, sin malevolencia alguna, puede sentir la tenta-
ción de creer que la Madre Maravillas, en resumidas cuentas, tuvo
más de vida activa que de vida contemplativa, de vida social, «sin
perifollos», que de mística sin ellos, para entendernos, y hablando
en plata. Sería un grave error el de quien pensara así. Todo tiene su
más lógica explicación, si volvemos a los dos pensamientos inicia-
les.
Los releo en la tarde del domingo en el que la Iglesia nos pro-
pone como lectura litúrgica el santo Evangelio que narra cómo se
acercaron a Jesús para tenderle una trampa, y le preguntaron cuál
es el principal de los preceptos de la ley. La ley judaica tenía no
menos de seiscientos preceptos de lo más diverso, la mitad de «no
harás esto», y la otra mitad de «harás esto otro». Y bien: Cristo, el
Señor, con puro sentido común, con extraordinaria sencillez y des-
armante libertad interior reduce toda la ley a dos mandamientos: el
primero, «amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con todas
tus fuerzas; «sobre todas las cosas» dice el texto con toda precisión.
Y, tal vez, no hemos caído suficientemente en la cuenta, pendientes
de lo de «amarás al Señor», de esa segunda parte «¡sobre todas las
cosas!». Y enseguida, inmediatamente, el Señor añade: «Y el
segundo, igual al primero, es amarás a tu prójimo como a ti
mismo».

20 Madre Maravillas de Jesús, Carta 44, al padre Alfonso Torres, s.j.


UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 615

La Madre Maravillas hablaba de amar a Dios, de dejarse senci-


llamente, confiadamente en sus brazos de Padre y, a renglón segui-
do, añadía -¿recuerdan?- que la medida de ese nuestro amor a Dios,
no es otra, no puede ser otra, que la caridad que tengamos con el
prójimo. De modo que no valen medias verdades ni medias tintas;
no vale, no cuela lo de querer engañarnos a nosotros mismos. No
hay ambigüedad posible, ni doble juego, por decirlo así, en la pro-
fundísima, inmensa coherencia cristiana de la vida de la Madre
Maravillas. Ama a Dios ¡sobre todas las cosas! y, porque le ama así,
da la medida exacta de ese amor amando al prójimo, con hechos,
con obras muy concretas y muy tangibles: tiempo, dinero, alparga-
tas, pan, leche, sueldos, trabajo para padres de familia, viviendas
para quienes no las pueden pagar, sagrarios para las iglesias aban-
donadas, clínicas que atiendan específicamente a las religiosas de
clausura enfermas...
Amor con amor se paga, y la Madre Maravillas de Jesús, Santa
Maravillas de Jesús, entiende a las mil maravillas –y no hay que
pedir perdón por la redundancia, porque nunca mejor dicho– la
eterna sabiduría del viejo refrán castellano. Desde muy niña; desde
antes quizás del día gozoso de su Primera Comunión, pero sobre
todo desde aquella fecha inolvidable para ella. Lo han contado así
de bien, en el número 128 del boletín que editan las carmelitas de
La Aldehuela, conmemorativo del centenario de la Primera
Comunión de la Madre:

«Eso me descansa más que el dormir»

«Una fecha dulcísima y memorable». Con estas palabras califi-


caba la Madre Maravillas, muchos años después, el día de su
Primera Comunión. Así se lo escribió a su padre espiritual, fray
Florencio del Niño Jesús, carmelita descalzo, en 1938:
«El día de la Primera Comunión [...] fui felicísima. Sólo traté
con el Señor de mis ansias por que llegase el día de ser toda suya
en la vida religiosa, y siempre es para mí una fecha dulcísima y
memorable».21

21 Carta 462 bis, al padre Florencio del Niño Jesús, o.c.d.


616 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

Cuenta el mismo boletín que las niñas que hicieron la Primera


Comunión con ella estaban impresionadas por su recogimiento
interior; y, según testimonio de una de ellas, ese día, Maravillas
repartió, sin hacerse notar, los regalos que le hicieron. Así que,
como se ve, la cosa viene de lejos... Todos los niños reciben regalos
ese día, pero no todos reparten esos regalos, y muchísimo menos
«sin hacerse notar». Se ve que desde muy pequeñita, sus padres y
educadores habían inculcado a Maravillas Pidal eso tan sustancial
de la medida del amor verdadero a Dios...
Y, al conmemorar tan precioso centenario, sus hijas de La
Aldehuela desean recordar, a los cien años del primer gran encuen-
tro de Santa Maravillas con Jesús Sacramentado, aunque sea muy
ligeramente, dicen, «qué honduras alcanzó, a lo largo de su vida, el
amor de Dios en su alma, al contacto diario con la Eucaristía». En
el sagrario descubrió el modelo perfecto de su vida humilde, sacri-
ficada, ofrecida. Escribió:
«En la sagrada Comunión me parece que hace ver el Señor su
amor de un modo que deshace el alma. Me parecía que me daba a
entender un poco la grandeza y ternura de ese amor de locura, y
cómo tenía que corresponder de ese mismo modo, con este pobre y
miserable amor mío».22
Más tarde conseguirá de su director espiritual permiso para
pasar gran parte de la noche en oración ante el sagrario, y confesa-
rá con absoluta franqueza:
«Eso me descansa más que el dormir...»23
Cuando, en la «guerra incivil» de 1936, fue expulsada de su
convento y hubo de refugiarse con su comunidad en un pequeño
piso de Madrid, no cejó hasta tener allí al Santísimo, rodeándolo de
todas las delicadezas que su amor le inspiraba y que podía permi-
tirse. Con el Señor lo tenía todo, y en Él encontraba la fuerza nece-
saria, la coherencia integral de vida, y la confianza desbordante y
plena: «Lo que Dios quiera, como Dios quiera, y cuando Dios
quiera», exclamaba.

22 Carta 285, al padre Alfonso Torres, s.j.


23 Carta 350, al padre Alfonso Torres, s.j.
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 617

La historia de una medalla

La comunidad de carmelitas descalzas de El Escorial ha dado a


conocer recientemente esta preciosa y también significativa anéc-
dota:
«Es una medalla grande, redonda, de plata, preciosa. En una de
las caras tiene el rostro del Señor, con estas letras: “Salvat Mundi”,
y el Alfa y la Omega. Y, en la otra cara, tiene grabada, en relieve,
una azucena preciosa, y la fecha de su Primera Comunión: 7 mayo
de 1902. ¿Cuál es la historia de esta medalla?
La cosa es muy sencilla. Una Hija de la Caridad, que se llama
sor Pilar García, era la depositaria de este tesoro de tanto valor para
nosotras. Cuando esta [hermana] iba a hacer la Primera Comunión,
falleció su madre, y su familia quería que la niña hiciera la Primera
Comunión de negro –por el luto–. Se enteró de esto doña Cristina
Chico de Guzmán, madre de Maravillas, y les dijo que de ninguna
manera, que no podía hacer [la niña] la Primera Comunión de
negro, y que la haría con el traje de su hija Maravillas, que ella tenía
guardado. Y así fue. Le dejó también la medalla Maravillas, que
ésta había llevado siempre hasta que entró en el Carmelo. En algu-
na de sus fotografías se distingue claramente.
Terminado el día, la familia fue a devolver todo a doña Cristina,
pero ésta dijo que la medalla se la regalaba a la niña como recuerdo.
Sor Pilar la conservó siempre, con muchísimo cariño, y, ya muy
mayor, pensando que era una reliquia muy grande, se desprendió de
ella y la regaló a nuestra Comunidad».24
El día más feliz de su vida, el de su primer encuentro con su
Señor, «fecha dulcísima y memorable», sirve, años más tarde, para
que hasta el vestido de Primera Comunión y la querida medalla
sean regalo y testimonio de amor al prójimo. Cuando tantos hom-
bres y mujeres de hoy se preguntan dónde está el secreto de la
prodigiosa caridad de los santos y santas de Dios, es una constante,
un leit motiv, mil veces repetido y no por ello menos real ni menos
revelador, que está en el Sagrario. Ocurre con la Madre Maravillas

24 Carta de las carmelitas descalzas de El Escorial, conservada en el archivo


de las carmelitas descalzas de La Aldehuela.
618 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

y con la madre Teresa de Calcuta, con Maximiliano Kolbe y con


Edith Stein, y con Juan Pablo II, como ocurría, en el pasado, con
Teresa de Jesús, Francisco Javier, Íñigo de Loyola, y antes con
Ignacio de Antioquía y con Francisco de Asís, y con Pablo y Pedro
y Santiago y Juan desde los comienzos, con Agustín de Hipona y
con todos y cada uno de los hijos de Dios que, a lo largo de los
siglos, han sabido dejarse acoger confiadamente por los misericor-
diosos brazos de Dios, nuestro Señor y nuestro Padre.

¡...pues la señorita Maravillas!, ¿quién iba a ser?

Era una niña. En Bullas (Murcia), sus padres tenían una finca
llamada «El Carrascalejo». En ella Maravillas se ganó el corazón
de la gente más humilde, con la que, en sus carros de labranza, iba
desde la finca hasta el pueblo. A quien, asombrado, preguntaba:
«pero ¿qué hace usted aquí?», ella le contestaba: «¿No vas tú?;
pues yo, igual...» No sólo les enseñaba el catecismo –la doctrina,
como se decía entonces–, sino que organizó ya una miniescuela
para niñas que no sabían leer ni escribir, y ella les enseñaba y les
daba premios y regalos. Cuando, pasado el tiempo y ya mayores,
muchos de ellos rememoraban aquellos días, comentaban: «Pues
¿quién lo podía hacer más que la señorita Maravillas? Ya se veía lo
que iba a ser...».25
Hubo un menester, de los que interiormente rigen la vida de un
convento de clausura, por el que la Madre Maravillas sentía predi-
lección: el de sacristana, porque era «cuidar directamente las cosas
del Señor, cuidarle a Él». En Duruelo, llevaba el capellán al conven-
to ornamentos litúrgicos para que las monjas los arreglasen, y
comentaba ella: «El pobre más andrajoso no viste como está mi
Jesús en estos pueblos. Es que no se puede concebir, y con un olor
a mugre que anda por todos lados, que se puede raspar con cuchillo
en los ornamentos. Yo una noche no pude dormir. ¡Mire que es
humildad y amor de nuestro Dios tener que mendigar así para Él!»26.

25 Ver también la obra de Alberto J. González Chaves, Madre Maravillas


de Jesús. Destellos de su vida, Editorial San Pablo, Madrid 2002, pp. 31-33.
26 Madre Maravillas de Jesús, Carta 1599, a la madre Magdalena de la
Eucaristía.
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 619

A su cuñada Adelaida se lo cuenta la Madre así: «Están las her-


manas –¡están las hermanas!, dice– haciendo ornamentos para las
iglesias pobres de estos pueblos, pues yo no tenía idea que pudiesen
celebrar la santa Misa con casullas hechas jirones, que parecen
rodillas de cocina. Es tremendo; y mayor aún el amor del Señor,
que todo lo sufre por estar con sus criaturas; así que hacemos los
que podemos –aquí ya no puede evitar el “hacemos”– para reme-
diarlo un poco».27 Pero ella no era mujer de lamentaciones inútiles.
¡Manos a la obra inmediatamente!: acude a sus amistades y recoge
trajes de novia, de noche, valiosas telas que sirvieran para hacer
ornamentos: casullas, manteles, albas, purificadores. Otras veces
dedicaba algunas de sus colmenas en Duruelo «para que ese chico
que quiere ser cura pueda ir al Seminario...».28

Todo lo explica el amor

«Hermanas, quisiéramos abarcar el mundo entero, pero como


esto no es posible, que no quede sin atender nada de lo que pase a
nuestro lado...».29
Sus mejores biógrafos han acertado al calificar la caridad de la
Madre Maravillas como «una caridad ardiente, viva, de todo cora-
zón, al mismo tiempo que enteramente sobrenatural, pues veía en
todos a Dios, a quien amaba sobre todas las cosas».30 Han acertado
al hablar de ella como una mujer muy de su tiempo, ni conservadora
ni progresista, sin etiquetas, que entendió perfectamente aquellas
palabras de Pablo VI a las monjas de clausura, sobre el Concilio: «No
habéis de pensar, hijas carísimas, que el Concilio sea una especie de
huracán demoledor, a modo de revolución que acaba con ideas y
costumbres y que da paso a novedades no pensadas y temerarias. No.
El Concilio es una renovación, de ningún modo una revolución».31

27 Carta 5570, a Dª Adelaida Fernández-Hontoria.


28 cf. Carta 1588, a la madre Magdalena de la Eucaristía.
29 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de la Aldehuela,
Si tú le dejas, cap. 34, Edibesa, Madrid 2000, p. 497.
30 Madre Maravillas de Jesús, Carmelita Descalza. Semblanza, Madrid
1994, p. 222.
31 Pablo VI, Discurso a las superioras de varios monasterios benedictinos
de mujeres italianas en Roma, 28 de octubre de 1966, AAS, 58 (1966), nº 16, 29
de diciembre, pp. 1155 ss.
620 MIGUEL ÁNGEL VELASCO PUENTE

Querer mantener el tesoro de vida que santa Teresa había deja-


do para sus hijas bien trazado y detallado era cosa muy distinta de
querer aferrarse a lo «suyo», con una mirada estrecha. Todo lo
contrario: fue la suya una mirada amplia, abierta, clara, movida por
un sentido y un instinto sumamente prácticos. Con reciedumbre
evangélica, fue maestra moderna de renovación espiritual verdade-
ra. Es momento de concluir, y, para ello, nada mejor, quizás, que
volver a dos textos, como los que han abierto estas páginas. Los dos
están tomados de la primera semblanza biográfica que, a los pocos
días de morir la Madre Maravillas, escribieron sus hijas de La
Aldehuela, que habían compartido años de clausura con ella. El
primero dice así:
«La Madre Maravillas no veía que se pudieran cambiar ciertas
cosas exteriores sin cambiar la sustancia misma del Carmelo. No
veía que se pudiese quitar la austeridad de su vida, que se pudiesen
limar las asperezas de la cruz, cuando se trataba precisamente de
dar la vida alegremente, dichosamente, pero totalmente por la
Iglesia, por los sacerdotes, por todos los hermanos».32
En el segundo, unas páginas más adelante, se lee:
«Desde la parada cardíaca, la Madre ya no ha vuelto al locuto-
rio; no la deja el médico ir; tampoco podría. Pero la madre supriora,
que va en su lugar, le trae las noticias del colegio del Ventorro, de
la «casita» de las enfermas, le lee las cartas de sus monjas, de tantos
sitios. También le trae la noticia de que el capellán, don Luis, lleno
de verdadera caridad, está construyendo la barriada de doscientas
viviendas para esas familias necesitadas que viven en condiciones
insospechadas; y las obras ya están muy adelantadas. Él no tiene un
céntimo, pero cuenta con Dios, que lo quiere [...]. La Madre se llena
de alegría y piensa que en ese barrio nuevo haría falta una iglesia,
como el alma al cuerpo. Le llega en ese momento la herencia del
hermano de una monja –siempre a punto el Señor cuando se trata
de los suyos–, y ya no es sólo la iglesia lo que hace construir, sino
todo un complejo parroquial, con su club de ancianos, salón de
conferencias, club deportivo para los muchachos, guardería infan-
til, todo ello muy cerca de los colegios».33

32 Madre Maravillas de Jesús, Carmelita Descalza. Semblanza, Madrid


1994, pp. 185-186.
33 Ibíd., pp. 188-189.
UNA SANTA CONTEMPLATIVA DEL SIGLO XX 621

Es el 30 de septiembre de 1974 cuando se entregan las vivien-


das de la colonia de Nuestra Señora del Carmen y de san Antonio,
y el 24 de noviembre, día de Cristo Rey, cuando se celebra la pri-
mera Misa en la nueva parroquia de esta Colonia.
Como desde el principio y siempre, oración y caridad, contem-
plación y acción, expiación, sacrificio, penitencia –obras del cuer-
po y del espíritu–, y ladrillos, viviendas, atención a seres humanos
–obras materiales para el cuerpo y para el alma–. La Madre
Maravillas de Jesús es «una contemplativa social, sin perifollos».
Como una Teresa de Ávila del siglo XX –«un dejarse coger del
todo por Dios»– y una Teresa de Calcuta –«un darse todo por
Dios»– juntas. No engañadoras, sino verdaderísimas ambas en una
sola. La finura analítica de don Baldomero Jiménez Duque, al escu-
driñar preciosamente la influencia de san Juan de la Cruz en la
Madre Maravillas, le hace escribir:
«Su camino fue en conjunto el del Calvario, como el de su
Amado, con intervalos de amor llameante sentido, que hacían posi-
ble la abrupta escalada».34 Y concluye tan lapidariamente que está
de más cualquier comentario:
«El amor es la llama de todo. Dios hace con sus gracias lo que
quiere. Todo lo explica el amor».35

34 Baldomero Jiménez Duque, Vida Mística de la Madre Maravillas de


Jesús. Su alma, cap. 14, Edibesa, Madrid 2002, p. 255.
35 cf. ibíd.
622 MAURICIO MARTÍN DEL BLANCO
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 623

MADRE MARAVILLAS DE JESÚS.


ANECDOTARIO

Alberto José González Chaves

«Relato breve de un hecho curioso que se hace como ilustra-


ción, ejemplo o entretenimiento». Así define el diccionario de la
Real Academia el significado de la palabra «anécdota». Y ofrece
como segunda acepción: «Suceso curioso y poco conocido, que se
cuenta en dicho relato».
En la dilatada y llenísima existencia de Santa Maravillas de
Jesús podemos encontrar, por docenas, exponentes de esos chis­
peantes episodios que, no menos que las sonoras y espectaculares
actividades –en todo caso, no tan frecuentes– van configurando
poco a poco una biografía, y endulzando con el aliciente de lo no
previsto la crucificante vida común que el Papa Pío XI dio en cali-
ficar de «monótono y terrible cotidiano»...
Ochenta y tres años, en el caso de esta mujer singular, dan
mucho de sí, no sólo por lo que, día a día, ocupan en el tiempo,
constituyendo una vida larga, ciertamente; sino porque en el caso
de Maravillas Pidal cada uno de esos años, desde los primeros, fue
vivido en plenitud, a la medida de Cristo, el Hombre perfecto. En
este sentido, la suma de los días y las horas no constituye, como
para tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo, un devenir ano-
dino, cansado y falto de esperanza, sino una existencia empapada
de sobrenatural gozo, incluso cuando en ocasiones se trate de aque-
lla «alegría no gustada» de la que hablaba santa Teresita.
Así, para nuestra protagonista la convivencia familiar, el con-
tacto con su piadosa abuela, el descubrimiento ¡tan precoz! de su
vocación y el empeñoso anhelo de fidelidad esponsal desde su
primerísima infancia, los apostolados juveniles, el ingreso en el
Carmelo, la vida comunitaria en él, los imponderables de las fun-
624 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

daciones, los avatares de su permanente priorato en diversos con-


ventos, los últimos años de feliz aceptación de su progresiva inca-
pacidad..., conforman un tapiz de preciosos aconteceres, aun en el
caso de aquellos que revisten una apariencia más trivial y que no
consideramos menos importantes cuando, unidos a los otros, son
manifestativos de la riquísima personalidad de esta gran mujer.
En ella, como en Teresa de Jesús, lo sublime y lo prosaico se
dan la mano con elegancia tan desafeitada, que lo segundo no nos
cautiva menos que lo primero. Porque Maravillas de Jesús, la con-
templativa de altos vuelos, cuya imponente vida interior es un
espejo diáfano de la doctrina sanjuanista y cuyo nombre no desen-
tona al lado de las grandes místicas de la Iglesia1 es, también como
Teresa, más humana cuanto más divina, y más divina cuanto más
humana. Tal vez por eso no necesitemos decir de ella que era
«humana»: resulta innecesario el calificativo que, tantas veces,
em­plea­mos gratuitamente.
«Era muy humano», solemos decir de un santo cuando quere-
mos presentar su figura teñida de cercanía y amabilidad. Pero, si
bien lo miramos, es una tautología. No hay santo que no haya sido
«muy humano», lo cual es condición necesaria para ser «muy divi-
no» porque, según la conocida sentencia teológica: «La gracia no
destruye la naturaleza, sino que la perfecciona», la eleva, la cristi-
fica, la diviniza, sin deshumanizarla.
En el fondo, cuando nos referimos así a un santo –«era muy
humano»– tal vez estamos pretendiendo, de un modo más o menos
consciente, contrapesar un poco la antipática herencia de la que
somos tributarios: la de la rancia hagiografía clásica, encorsetada
en unos cánones tan incómodos que hacen repelente, por «antihu-
mana», la santidad. Y no porque los hombres y mujeres que la
vivieron lo fueran, sino porque sus biógrafos, en la mayoría de los
casos, se encargaron de presentárnoslos como seres inaccesibles,
distantísimos, encumbrados, primero, sobre el pedestal de una
perfección espartana, y después en la peana dorada de un retablo
barroco. Así, no se presentaba la santidad como un camino hace-
dero.

1 cfr. A. Royo Marín, en el Prólogo a Vida Mística de la Madre Maravillas


de Jesús. Su alma, de B. Jiménez Duque, Edibesa, Madrid 2002, p. 10.
MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 625

Un tópico muy recurrente venía a subsanar un poco la cuestión,


hablando de santos «más admirables que imitables». Lo cual es dis-
cutible. Porque ambas posturas –admiración e imitación– no están
reñidas o contrapuestas. Más bien, la primera conduce a la segunda
y viceversa. Pensémoslo en el caso de Jesucristo, el Santo de los
santos. Al conocerle, lo admiramos, nos sentimos irresistiblemente
cautivados por Él, no podemos ni queremos sustraernos a la fascina-
ción que su Persona ejerce sobre nosotros. Le amamos profunda,
intensa, ardientemente. Y en fuerza de esa admiración y ese amor,
deseamos vivamente imitarle, hasta exclamar, con toda verdad: «Yo
no quiero la vida, sino para imitar lo más posible la de Cristo».2
Si esto decimos refiriéndonos a Jesús, el Verbo encarnado, la
segunda Persona de la Trinidad Beatísima, ¿por qué no habremos
de sentirnos movidos a experimentar el mismo deseo de imitar a
sus amigos, los santos? Para lo cual éstos han de «caernos simpáti-
cos»; debe establecerse entre ellos y nosotros una tal comunidad de
sentimientos que suponga una espontánea y mutua inclinación
afectiva y cree entre los ciudadanos del cielo y nosotros, peregrinos
del destierro, una sintonía tan real como mística, tan reconfortante
como inefable. Sentiremos entonces, no sólo para con Jesús, la
Virgen, san José o el ángel custodio, sino también hacia aquellos
bienaventurados cuyas vidas hacen que nos identifiquemos con
ellos o deseemos emularles, un cariño nada político, una amistad
exenta de la fría etiqueta con que a veces encubrimos educadamen-
te la falta de confianza. Será la nuestra con ellos una familiaridad
tan desinhibida como respetuosa, junto a la cual las amistades del
mundo llegarán a parecer juego de niños.3
Y ¿quién que se haya acercado con el corazón limpio a la figu-
ra de la Madre Maravillas, sobrecogedoramente humilde, ha dejado
de sentir esa misteriosa corriente de amistad?
A esta humilde carmelita descalza, contemporánea nuestra, se la
ha llamado autorizadamente: «Honor y espejo de mujeres, de los
cristianos y de los religiosos».4 Para alguien cuyo criterio es tan

2 Madre Maravillas de Jesús, Carta 458, al padre Florencio del Niño


Jesús, o.c.d.
3 cfr. Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección, 20, 4.
4 Positio super scriptis, p. 144.
626 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

digno de ser tenido en cuenta como don Baldomero Jiménez Duque,


la Madre fue «una mujer profética que Dios ha suscitado para man-
tener y valorar la vida contemplativa pura en la Iglesia y, en concre-
to, en el Carmelo Teresiano».5 Y una de sus hijas, en el Proceso de
canonización, no dudó en afirmar, sin rebozo: «Muchos han dicho
que era la santa Teresa del siglo XX. Era un rumor que se decía ya
antes de la muerte de la Sierva de Dios, y después de la muerte es
un rumor general».6 Y el mismo don Baldomero corrobora:
«¿Qué hubiera hecho hoy santa Teresa...? Si la obra que Dios le
pidió en el siglo XVI es de la misma vigencia y de la misma nece-
sidad en el siglo XX, seguramente hubiera hecho lo mismo. En
cuanto a la respuesta práctica o existencial [...] una de ellas es lo
que ha hecho Madre Maravillas».7
Pues bien, con ser estos elogios impresionantes, creemos que lo
que ellos constatan no es el principal motivo de que la Madre
Maravillas tenga una legión de devotos, o sea, de amigos. En nume-
rosísimas ocasiones hemos podido comprobar que muchas de esas
almas tal vez no conocen gran cosa de la existencia terrena de la
Madre, pero quedaron un día cautivados por su talante de sencillez,
por su caridad delicadísima, por la placidez imperturbable de su
mirada, tan profunda, por su carencia innata de toda artificiosa
afectación, por su naturalidad abrumadora, sin dejar de ser jamás
una aristócrata del espíritu.
También nosotros vemos así a la Madre Maravillas, y a ella
aplicamos sus mismas palabras: «¡Qué naturalidad en lo sobrenatu-
ral!»8 Porque no pierde ella la identidad –¡tan difícil!– entre la
«labriega del campo castellano, y la aristócrata que puede tratar con
la más alta clase social española, dentro de la sencillez y grandeza
que le corresponden».9 Y así se pudo decir de ella: «Es una gran
señora y una gran santa».

5 Baldomero Jiménez Duque, Vida mística de la Madre Maravillas de


Jesús. Su alma, Madrid, Edibesa, 2002, p. 270.
6 Summarium, § 1780, p. 873.
7 Baldomero Jiménez Duque, Vida de la Madre Maravillas, Editorial San
Pablo, Madrid 1998, pp. 126-127.
8 Madre Maravillas de Jesús, Carta 913, a la M. Mercedes del Sagrado
Corazón.
9 Marcelo González Martín, Prólogo de la obra de Alberto J. González
Chaves, Madre Maravillas de Jesús. Destellos de su vida, Editorial San Pablo,
Madrid 2002, p. 10.
MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 627

Espigando entre las mil anécdotas de su vida, en cada una de las


cuales se pone de relieve su profunda humildad, ofrecemos, por vía
de ejemplo, algunas de las narradas en nuestra obra: Madre
Maravillas de Jesús. Destellos de su vida.
Veámosla, pues, en algunas de sus fundaciones:
Un prestigioso padre carmelita descalzo, avispado observador
que asistió a la inauguración del Carmelo de Duruelo, supo descu-
brir con aguda mirada que, bajo el hábito zurcido y remendado, y
bajo la apariencia llena de humildad y sencillez de la fundadora de
aquel palomar, la Madre Maravillas de Jesús, se ocultaba una mujer
de valía excepcional. Después de no haberle quitado ojo en toda
aquella inolvidable jornada, el padre pudo dar su veredicto con
estas certeras palabras: «La Madre Maravillas es una gran señora y
una gran santa».
El padre Vidal del Niño Jesús –que así se llamaba nuestro aten-
to «escudriñador»– tenía toda la razón. Pero ella –dejémoslo bien
claro– nunca pretendió dar semejante imagen.
Unas monjitas llegaron al locutorio del Carmelo de Arenas de
San Pedro. A la Madre, con aquella llaneza y afabilidad tan suyas,
cuando hablaba con las gentes sencillas le gustaba nombrar lo que
ella llamaba «su pueblo» –es decir, Bullas, cercano a Carrascalejo–.
Como aborrecía, por otra parte, la menor afectación en su trato, y
jamás daba a entender la nobleza de su linaje, su cultura –que por
cierto era vastísima– o aquello que pudiera enaltecerla a los ojos de
los demás, se comprende el «patinazo» de las visitantes. Cuando la
Madre, en el curso de la conversación, dijo algo como que «así
también se hacía en mi pueblo», una de las monjitas le dijo a la
otra, muy satisfecha: «Hermana, ¡la Madre también es de pueblo!».
Otra vez fue un chiquillo, hijo de un demandadero, quien se
quedó con la boca abierta. El chavalín se montó en el mismo carro
donde iba la Madre en uno de aquellos incómodos viajes fundacio-
nales, y charló entretenidamente con aquella monja tan simpática.
Cuando después le dijeron al niño: «¡Qué barbaridad, con quién has
venido!», éste, asombradísimo y con el mayor desparpajo, contes-
tó: «¡Andá! ¿Ésa es la fundadora? ¿Y con tantos cosidos?».
Basten estas muestras para confirmar lo dicho por el padre
Vidal. Desde quienes se sentían bien comprendidos por ella –por-
628 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

que la Madre, decían, era como ellos–, hasta la gente menuda,


pasando por personas de la más diversa clase y condición, todos los
que se relacionaron con la Madre Maravillas se sintieron, de una u
otra manera, prendidos en su encanto, tan lleno de naturalidad, en
sus virtudes y en ese «no sé qué» que irradiaba por doquier: «¿Qué
tendrá esta Madre –concluían–, que así roba el corazón, y tanto
acerca a Dios?».
Es, por eso, apasionante adentrarse en el paisaje de su vida y
descubrirla como una mujer cautivadora, precisamente porque no
hizo nada para querer serlo; aún más, porque vivió íntimamente
convencida de su total incapacidad.
Porque era humildísima la Madre, era también muy amiga de la
verdad. Alguien la definió de esta acertada manera: «La Madre
Maravillas es verdaderísima». Por eso mismo, jamás decía con
advertencia una cosa por otra, ni adornaba sus palabras para que
pareciesen mejor, ni para ganar el cariño de nadie. Hemos de dejar
bien claro, en este sentido, que la verdad que le gustaba usar consi-
go misma, la usaba para con sus monjas. Aunque siempre les habla-
ba con una bondad y mansedumbre exquisitas, las corregía con
firmeza y no les pasaba las faltas, si éstas desagradaban al Señor,
aunque fuera lo más mínimo. Y es que le dolía profundamente que
anduviesen deslumbradas con falsas santidades.
Es fácil suponer cómo huía también la Madre de atribuirse
como propios los dichos o hechos que no fuesen de su cosecha,
cosa, por otra parte, que con tanta ligereza hacemos el común de los
mortales. No lo podía sufrir, porque, sencillamente, le parecía un
engaño. Para confirmarlo, valgan estas líneas. La Madre, lo que
está viviendo con toda naturalidad, lo escribe. Cuando la madre
Paloma de Jesús le agradece, emocionada, una carta en la que la
felicita por una de sus fechas, recibe esta humilde respuesta:
«No quiero vestirme con plumas ajenas, que no fui yo quien me
acordé, que no me acuerdo de ninguna fecha, por importante que sea.
Pero hubo quien se acordó, y sentimos en el alma no haberla podido
felicitar y regalar alguna cosilla, ya que tanto la queremos y debemos
en esta su fundación, que el Señor y nosotros lo sabemos...».10

10 Madre Maravillas de Jesús, Carta 4743, a la madre Paloma de Jesús.


MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 629

Porque la Madre no quiere «vestirse con plumas ajenas».


Cuántas veces sus hijas quedaban asombradas y edificadas de ver
en qué profundidades de humildad estaba sumergida la Madre que
Dios les había dado.
Al final de sus días, en La Aldehuela, aún tuvieron ocasión de
apreciar estos tesoros de virtudes y el vacío propio que se encerra-
ban en aquella ancianita de cuerpo tan maltrecho, gastado ya total-
mente en el servicio de su Señor. Viéndola en aquel estado de
agotamiento, recordaban aquellas palabras de san Pablo: «Este
tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una
fuerza tan extraordinaria es de Dios» (2 Cor 4, 7).
Año y medio antes de su muerte, sacando fuerzas de su extre-
mada flaqueza, y ayudada por la madre Dolores de Jesús, supriora
de La Aldehuela, se ha empezado a construir a sus expensas, en la
cercana «colonia del Carmen», un moderno complejo parroquial
con salones, club de ancianos, campos de juegos y guardería para
los más pequeños... El jesuita padre Eduardo Rodríguez ha dicho a
la Madre que no se puede morir hasta que esté acabada la iglesia.
Era el 24 de noviembre de 1974, día de Cristo Rey, y la Madre
Maravillas, sentada en la butaca de su celdita, ve pasar en este «san-
tuario» el lento discurrir de los minutos y las horas. Faltaban esca-
samente veinte días para su muerte... Ese día se celebró en la iglesia
del complejo la primera Misa. Ha sido apoteósica, con la presencia
de innumerables personas. De boca en boca, corre un rumor entre
los asistentes: «¡La Madre Maravillas! ¡A ella debemos este rega-
lo!» La iglesia, pues, ya está acabada. Sin poderlo remediar, a las
monjas se les vienen a la memoria las palabras del santo padre
Rodríguez... Al terminar aquella inolvidable ceremonia, la madre
Dolores de Jesús corrió a contarle los detalles.
–«¡Madre, no sabe cómo ha resultado todo! ¡Nos dicen que la
Misa, preciosa; la gente, agradecidísima a V.R...! ¡Realmente, es de
las mejores obras que ha hecho!».
Ella, con una expresión mezcla de perplejidad y resignación,
contestó:
–«¡Como todo me lo cuelgan! ¿Qué habré hecho yo en el
barrio?».
630 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

La madre supriora, siguiéndole la corriente, y recordando esa


expresión que tantas veces le ha oído, le replica con cariño:
–«Es verdad, Madre; siempre la están vistiendo con plumas
ajenas».
La Madre Maravillas se quedó pensativa unos instantes...
Recordaría, seguramente, el día –ya cercano para ella– en el que
todo se vería a la luz de la Verdad. De nada servirían entonces las
alabanzas que había recibido en su vida, ni la estima de los hom-
bres, ni las obras que le habían atribuido... Después de un breve
silencio sólo respondió, con acento indecible de humildad:
–«Sí, pero cuando llegue al cielo y empiecen a quitarme las
plumas...».
¡Qué extraordinaria sorpresa se llevará en el cielo la Madre!
Allí se verá, con absoluta claridad, qué cortos se quedaron los que
durante su vida terrena la llamaron «santa» a boca llena. Porque si
tantas virtudes y actos heroicos la vieron practicar, más, mucho más
fue lo que no vieron, y que sin embargo está apuntado eternamente
en el «Libro de la Vida». Y por ello, envuelta en la luz de la
Trinidad, la Madre Maravillas reina con Cristo para siempre.
Sigamos espigando en el anecdotario de su larga vida para verla
convencida hasta la médula de su radical pobreza y gozándose en
manifestarlo, sin alharacas ni humildad de garabato, siempre que se
le ofrecía una ocasión propicia.
Las monjas que tuvieron la inmensa dicha y gracia de Dios de
vivir algún tiempo con tan santa priora como era la Madre
Maravillas, disimuladamente acechaban sus acciones, sus palabras
y hasta sus menores gestos. Y después de haber visto y oído, todas
llegaban a la misma conclusión: «Nuestra Madre es una santa».
Como era de esperar, a la muerte de la Madre, rápidamente, como
un torrente que se desborda, cientos y cientos de recuerdos fueron
recogidos con veneración por sus hijas, como temerosas de que el
paso del tiempo pudiera borrar la nitidez de estas vivencias, que
prolongaban todavía un poco la presencia de aquella Madre tan
querida.
«La humildad era como el sello inconfundible de Nuestra
Madre». Esta afirmación de sus monjas, como una espiga, viene a
MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 631

engrosar esta preciosa gavilla de testimonios diáfanos. Es verdad...


La Madre Maravillas era humilde como la tierra, con una humildad
impresionante que nacía del conocimiento de la grandeza de Dios
y del suyo propio. Admira y conmueve la sinceridad que emplea,
ya desde sus primeros años de carmelita, al hablar de su miseria, de
su incapacidad. Por ejemplo, en estas líneas dirigidas al padre
Torres, en octubre de 1926. Están escritas pocos meses después de
ser elegida priora del Cerro, y ni siquiera esto le ha hecho pensar
que tiene algún talento: «La santa Madre decía que quería en sus
hijas buenos entendimientos, no para hablar, sino para obrar, y no
sé, porque enseguida pienso qué hubiera sido de mí si para quedar-
me en el Carmelo se hubieran fijado en tantas cosas...»11.
Años más tarde, llegó así a confesar, a una de sus hijas que
pedía al Señor la gracia del conocimiento propio, estas estremece-
doras palabras: «No lo pida, hija, que se moriría de asco». La
Madre, iluminada por la gracia, afinaba hasta en los más mínimos
detalles y comprendía bien el valor de las humillaciones, sean las
que fueren, para crecer en esta rara –por lo desacostumbrada– y
hermosísima virtud de la humildad.
En una ocasión –refieren algunas de sus monjas–, ella y dos
hermanas tenían que ir desde Mancera a Duruelo, para ver las obras
del nuevo convento. Las acompañarían el padre Torres y los fami-
liares de otra monja. Ella ideó el plan de salir más temprano en la
desvencijada tartanita, para que los demás fuesen más cómodos en
el coche. El padre Torres, al enterarse de que se había marchado, se
disgustó mucho. Cerca ya de Duruelo, el coche dio alcance a la
tartana. El padre, conociendo bien la extraordinaria virtud de su
dirigida, la mandó bajar y la recriminó duramente por haber salido
antes sin haberle consultado. Ella, delante de todos y de muchos
obreros, se postró en tierra un buen rato, hasta que el padre la
mandó levantar. La humilde carmelita le pidió perdón y con una
sonrisa en los labios le dijo que ya no lo volvería hacer. Ni siquiera
intentó justificarse, ¡con lo fácil que le hubiera sido decir que salió
antes en la tartana porque ésta era mucho más incómoda que el
coche!

11 Madre Maravillas de Jesús, Carta 49, al padre Alfonso Torres, s.j.


632 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

Muchos de los presentes sufrieron pensando en la humillación


de la Madre. Pero ella no se sintió humillada. La razón se la había
escrito muchos años antes al mismo padre Torres:
«A mí nunca me ha concedido el Señor esta gracia de las humi-
llaciones, y claro, se comprende por qué. Yo veo que para humillar-
me a mí se necesita más que para humillar a otra persona, porque
cuando se es tan de veras nada, y mucho peor que nada, no resulta
fácil la humillación; muchas veces lo he pensado: ¿qué desacato se
podría hacer a una hormiga?».12
Le horrorizaba a ella pensar en una imagen falsa de la santidad,
en una virtud aparente, de relumbrón. Con gusto hubiera suscrito lo
del poeta:

«Que, entre verdad y falsía


apenas hay una tilde...
y el ufanarse de humilde
modo es también de ufanía.
....La salud
no se siente, se recrea,
sin sentirse, en su quietud.
Virtud que se paladea
apenas si es ya virtud».13

Dice nuestro premio Nobel don Jacinto Benavente, que el que


nos crean mejores de lo que somos nos obliga a serlo. La Madre
Maravillas está obsesionada con la idea de corresponder al excesi-
vo amor de su Señor. Para consolar al Corazón de Jesús, ella y sus
hijas deben ser santas. Pero al mismo tiempo, le da miedo que la
gente las crea tales, si ellas se quedan por debajo de su vocación.
Una escena de los inicios de su fundación de Mancera le sirve para
ofrecer a la madre Magdalena de la Eucaristía, con su manera de
decir, llena de simpatía y gracia, esta reflexión: «Quiera el Señor
que seamos como nos creen, pues nos dicen santas a boca llena. Yo
no sé qué se figuran. El otro día vinieron unas pobres mujeres con
sus hijas a visitar a las monjitas. Envié a las hermanas Josefina y

12 Madre Maravillas de Jesús, Carta 242.


13 José Mª Pemán, El Divino Impaciente, prólogo. Obras Completas, anto-
logía primera, IV. Madrid, 1997, pp. 66-67.
MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 633

Dolores, pero como nuestra celda está de paso para el locutorio y


sin puerta, porque las maderas están verdes y no las pueden ni que-
remos las hagan, no me dejaban con sus gritos..., y les preguntaban
que de dónde era yo, y al decirles que de Madrid, no saben el asom-
bro: “¡Y se deja aquello siendo de allí, teniendo allí a su familia!; y
diga usted, ¿la han obligado a venir o ha ‘venío’ de suyo?...
Entonces será una santa...” La conclusión es lógica, ¿verdad?».14
La Madre estaba de acuerdo con las mujerinas de Mancera,
porque como escribía en otra ocasión: «Lo demás es una birria, y
carmelitas que no sean santas, una verdadera majadería. Por mí lo
digo, sobre todo, es la pura verdad; que dejarlo todo para decir al
dulcísimo Jesús que sí, que queremos seguirle de verdad y que sea
Él quien viva en nosotros, y luego ocuparnos de nosotros sin cesar,
es un contrasentido».15
Los Procesos de Canonización de la Madre están cuajados de
testimonios sobre su vivencia heroica de la humildad, hondamente
arraigada en su ser no como algo postizo, sino como una firmísima
convicción, con las siguientes consecuencias: «Se consideraba la
última de todas y la peor». «Se tenía como la más inútil». «Nunca
hacía ostentación de su vastísima cultura».16 Recibió a este propó-
sito una gracia eficacísima a poco de su ingreso en el Carmelo de
El Escorial:
«La opinión en que todo el mundo me tenía, aun cuando yo bien
comprendía que era equivocada y falsa, me hacía hacerlo todo, aun
lo más santo, mezclado con ese deseo de ser estimada. Hasta que
un día, a los veintitantos años, estando gozándome interiormente de
un juicio que unas personas, cuya opinión tenía yo en mucho,
habían emitido sobre mí, me pareció oír en el fondo del alma: “Y
Yo fui tenido por loco”. Y desde aquel momento me vi completa-
mente libre de aquella esclavitud y miseria de la que, a pesar de
de­searlo y procurarlo tanto, no había podido salir, no dándoseme ya
nada de los juicios de los hombres...».17

14 Madre Maravillas de Jesús, Carta 1286, a la Madre Magdalena de la


Eucaristía.
15 Carta 1740, a la madre Magdalena de la Eucaristía.
16 Positio super virtutibus, en múltiples testimonios.
17 Madre Maravillas de Jesús, Carta 508, al padre Valentín de san José,
o.c.d.
634 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

«Desde entonces se trocaron todos esos tan vanos deseos en el


muy grande que tengo de ser despreciada. Al recordar esta gracia,
se avivan estos deseos: yo no quiero la vida más que para imitar lo
más posible la de Cristo».18
Sobrecogen estas líneas escritas por la Madre Maravillas en
noviembre de 1939. Casi, casi nos vemos tentados a dejar estas
cartas sin comentario alguno... El padre Valentín de San José, car-
melita descalzo, a quien va dirigido el primer párrafo, que la cono-
cía muy bien, pudo apreciar, cuando ella le abrió su alma, los qui-
lates de su heroica virtud y los destellos de amor de Dios que se le
escapaban, muchas veces sin darse cuenta. Por eso, este carmelita
–también muerto en olor de santidad–, estaba en inmejorables con-
diciones para poder afirmar que la Madre Maravillas era la persona
más humilde que jamás había conocido. Aquella gracia recibida en
su postulantado vino a grabar en ella, de manera indeleble, este
convencimiento de su nada delante de Dios, y arrancó definitiva-
mente de su alma ese primer movimiento de complacencia, inhe-
rente a nuestra naturaleza caída.
No, a partir de entonces, para la Madre Maravillas las cosas no
fueron lo mismo. No podía seguir caminos tan distintos por los que
fue Cristo. Se encendió en ella una verdadera sed, que podríamos
llamar abrasadora, de parecerse a su Señor y de ser despreciada.
Escribe a la madre Magdalena de la Eucaristía: «A veces pienso
que es por mis pecados, pero no tiene idea qué cartas...: que si ya
han oído de la Madre Maravillas... que si sí, que si no... Pero que
no me “da la gana” de ir por esos caminos tan distintos de mi
Cristo. ¡Que no, y que no, que requete no! Que Él tampoco quiere,
porque si quisiera no me daría estas “embestidas”... ¡Conque si le
tuvieron por loco en casa de Herodes, etc., etc...!, ¿vamos a dejar
pasar los pocos años, u días, u meses que le quedan a esta anciana
de cincuenta y ocho años?».19
Estos anhelos han sido ya vividos por los santos de todos los
tiempos. Lo escribió también –¡cómo no!– su santa Madre, en el
Camino de Perfección: «O somos esposas de tan gran Rey, o no. Si
lo somos, ¿qué mujer honrada hay que no participe de las deshonras

18 Carta 458, al padre Florencio del Niño Jesús, o.c.d.


19 Carta 2647, a la madre Magdalena de la Eucaristía.
MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 635

que a su esposo hacen...? En fin, de honra o deshonra participan


entrambos». Así es fácil comprender la tristeza que producían las
alabanzas en la Madre Maravillas. Aún más. El padre Torres, que la
conocía como nadie, comentó a sus monjas: «Nunca le digan a la
Madre cosa que suene a alabanza, porque es lo que más le puede
hacer sufrir». Y es que a ella, que se sentía de corazón la última de
todas, las lisonjas le parecían como una burla. Las hermanas tuvie-
ron buen cuidado de obedecer en esto al padre Torres. Ya habían
notado también que semejantes muestras de admiración la herían
profundamente. Y aunque siempre manifestaron un cariño entraña-
ble a su santa priora, en este cariño nunca hubo nada que sonara a
adulación o halagos mundanos. Tampoco la Madre lo consentía.
Alguna que otra vez tuvo que cortar a sus hijas, como en aquella
ocasión que salieron con una graciosa copla que podía empañar un
poco su humildad:

«No hay en el mundo, ¡leré!,


ni puede haberla, ¡leré!
Madre como ésta, ¡leré!
que Dios nos dio.
Dios, que la hizo, ¡leré!,
después de hacerla, ¡leré!,
cogió su molde, ¡leré!,
y lo rompió».

La Madre, siempre oportuna, tarareando la música a voz en


cuello, concluyó: «¡¡Porque no le gustó!!».
Para ella una de las cosas más perniciosas para la vida espiritual
y para la humildad de una carmelita es el humo de las alabanzas. Si
son dirigidas a una monja mediocre, porque fomentan su vanidad y
la complacencia en ser estimada. Y si lo son a una santa –aunque
no lo dijese por ella–, porque con esa manera de «echar incienso»
le causan un verdadero sufrimiento. Es, justamente, lo que escribía
la santa de Ávila, de una manera magistral: «El alma que Dios llega
a Sí en oración tan subida no le llegan [las injurias], ni se le da más
ser estimada que no. No dije bien, que sí da: que mucha más pena
le da la honra que la deshonra».
636 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

Tenía un «no sé qué» la Madre, todos convienen en decirlo.


Algo indefinible, por sobrenatural; algo que captaba, sin pretender-
lo, y para llevarlos a Dios, el ánimo y el ánima de sus interlocuto-
res.
En los ojos de esta mujer se traslucía el mirar de Dios, que,
según San Juan de la Cruz, «es amar y hacer mercedes».20 De esta-
tura mediana, no gruesa ni delgada, sus facciones irradiaban simpa-
tía y bondad. Sin ser guapa, tenía muchísimo atractivo. Todos
cuantos la conocieron convienen en este dato: la profundidad de su
mirada era sencillamente sobrecogedora. Y sus ojos, ¡sus ojos!...
¿Cómo definirlos? Es eso: que penetraban el corazón. No había
quien se le resistiera si la miraba. ¡Tenía un algo tan intenso, tan
inefable! ¿Qué se escondía detrás de esos ojos, por los que se trans-
parentaba el cielo? La sencillez de la Madre y la santa audacia de
una de sus más queridas hijas, la madre Dolores de Jesús, nos des-
cubrieron este «misterio».
Fue un día en que la familia de la Madre llevó al convento algu-
nas fotografías suyas. En ellas –así lo vieron las monjas entonces,
y así lo puede ver cualquiera, hoy también–, Maravillas aparecía
con una mirada profunda, profundísima, como ajena al mundo
halagador que le rodeaba y en el que, de haberlo querido ella,
hubiera triunfado. No le importaban las fugaces baratijas de la tie-
rra, tras de las cuales corren las multitudes, deslumbradas, en busca
de una felicidad que ella sabía muy bien que el mundo no puede
dar.
–«Pero Madre, ¿en qué pensaba en aquellos momentos?» –le
preguntó la madre Dolores.
«Madre, ¿en qué pensaba?» O mejor habría que preguntarlo de
otra manera: «¿En quién pensaba?».
Y ella, que vivía siempre con su Cristo, porque era lo más natu-
ral estar con quien se ama, como asombrándose de que se pudiera
pensar en otra cosa, contestó:
–«Hija mía, ¿en quién iba a pensar, sino en el Señor?».
Y es que, como había escrito en una ocasión:

20 San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 19, 6.


MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 637

«Olvidarme, en el fondo del alma, del Señor, yo creo que hace


años que no me olvido, porque, haga lo que haga, siempre hay allí
algo que tiende a Él para desear amarle».21
Y luego... ¡era un deleite hablar con ella! Tenía grandísimo don
para escuchar. Parecía no tener nada más que hacer, ni otra persona
en el mundo a quien atender. Oía siempre al interlocutor sin inte-
rrumpirle. Todo lo más, decía alguna vez, como en un susurro
suave y admirativo:
–«¡Qué cosa!».
Pues eso decimos nosotros, Madre, de sus ojos, mansos y pro-
fundos, por los que se le sale a borbotones el alma, tan llena de
Dios, de su luz y de su paz:
–«¡Qué cosa!».
Podríamos aplicarle al cabal lo que su santa Madre Teresa dice
de san Pedro de Alcántara:
«Con toda esta santidad era muy afable, aunque de pocas pala-
bras, si no era con preguntarle; en éstas era muy sabroso, porque
tenía muy lindo entendimiento».22 Y es que «estas santas almas»,
como la Madre Maravillas, aunque no hablen, sólo estando presen-
tes «traen en sí un no sé qué de grandeza y dignidad que causa
detenimiento y respeto».23
Pero no debemos suponerla por esto como revestida de hieratis-
mo o infundiendo en los otros un temor reverencial provocativo de
distancias incómodas. Era la Madre hija fidelísima y discípula
aventajada de la Doctora mística, y habían resonado muchas veces
en sus oídos, con la delectación de quien ha sabido hacerlas suyas,
aquellas palabras con que Teresa adoctrinaba a sus primeras descal-
zas:
«Ansí que, hermanas, todo lo que pudiéredes sin ofensa de
Dios, procurad ser afables, y entender de manera con todas las per-
sonas que os trataren, que amen vuestra conversación, y deseen
vuestra manera de vivir y tratar, y no se atemoricen y amedrenten
de la virtud. A religiosas importa mucho esto, mientras más santas,

21 Madre Maravillas de Jesús, Carta 255, al padre Alfonso Torres, s.j.


22 Santa Teresa de Jesús, Vida, 27, 18.
23 San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, 17, 7.
638 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

más conversables con sus hermanas; que aunque sintáis mucha


pena (si no van sus pláticas todas como vos las querríades hablar)
nunca os extrañéis dellas, y ansí aprovecharéis y seréis amadas.
Que mucho hemos de procurar ser afables, y agradar, y contentar a
las personas que tratamos, en especial a nuestras hermanas».24
Forma parte del cortejo de la humildad una virtud muy de andar
por casa: el humorismo espiritual, exponente característico del
humanismo teresiano, tan bien asimilado por Santa Maravillas, que
supo legarlo como herencia preciosa a sus hijas y marcar con ese
sello, desenfadado y jovial, el estilo de sus conventos. Bien pudiera
decirse de Maravillas lo que de Teresa dijo Ana de San Bartolomé,
su enfermera y compañera de viajes, hablando de su manera de
viajar:
«No era amiga de gentes tristes, ni lo era ella, ni quería que los
que iban en su compañía lo fuesen. Decía: “Dios me libre de santos
encapotados”».25
Así, nos encanta ver a la Madre alegrando siempre la vida de
sus monjas.
Es una priora excepcional que se desvive por sus monjas como
lo haría la mejor de las madres. Sus hijas saben bien –¡lo han com-
probado tantas veces!– que ella las ama con un amor muy verdade-
ro, y, sobre todo, muy puesto en Dios. No está reñida una cosa con
otra. Y como son tan certeras aquellas palabras de «amor con amor
se paga», ellas también la quieren inmensamente y se sienten, siem-
pre y en todo, sus hijas.
El amor es capaz de inspirar mil detalles para darse a entender
a quien se ama. Y este amor aumenta sus quilates cuando la caridad
le presta su brillo: cuando se ama al prójimo por Dios, uno es capaz
de llegar a unos extremos verdaderamente heroicos hacia los
demás, sean de la condición y talante que sean... Así ocurrió con la
priora del Cerro de los Ángeles.
En medio de muchos avatares y trances que le tocó vivir –algu-
nos realmente dramáticos–, siempre dio «la talla», siendo la prime-

24 Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección, 41, 7.


25 Ana de San Bartolomé, Obras completas, Editorial Monte Carmelo.
Burgos, 1999, p. 52.
MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 639

ra en los trabajos, la primera en animar y consolar, la primera en no


perdonar fatigas y cansancios en favor de sus monjas.
Nos sorprende, a propósito de esto que apuntábamos, un simpá-
tico poemita hallado entre sus autógrafos, que bajo su apariencia de
simplicidad y gracia, esconde un verdadero «cargamento» de virtu-
des practicadas por la autora de tales versos. Se trata de una misiva
«escrita» por los Reyes Magos, que firma en nombre de los tres «El
Decano, Melchor El Kader». La Madre compuso estos deliciosos
ripios, tomando pie de uno de Espronceda, para anunciar a sus
monjas las próximas fiestas navideñas que se acercaban, y que en
el Carmelo se celebran entrañablemente:

«La luna en el mar riela.


La noche transcurre en calma,
y aquí, a la luz de una vela,
os escribo, hijas del alma.
Estoy en mi palacio de Oriente,
del mundo la primera maravilla,
que dora con su luz el sol poniente,
y en reflejos de luna también brilla.
Prontos tengo mis pajes y camellos
con brocados y piedras de fulgores.
Cargados de regalos, los más bellos,
esperan mis corceles corredores.
Yo mismo os llevo presentes
de pasmosa utilidad.
Voy a iluminar las mentes,
por que andéis siempre en verdad.
Como crecen los horrores
de guerra internacional,
preparad vuestros honores,
iré antes de lo habitual.
Y pues voy a visitaros,
ya no me quiero alargar.
Mis hijas, santificaos,
que yo os lo pueda notar».26

26 Carta 1278, a la comunidad del Cerro de la Ángeles.


640 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

Con los demandaderos y empleados de sus conventos, gentes


sencillas y buenas, fidelísimos a la que llaman invariablemente
«Nuestra Madre», a la Madre Maravillas le sucedieron en su vida
auténticos «sainetes», que luego ella cuenta a sus monjas con su
estilo narrativo único y con todo lujo de detalles. Aquí se trata de
una distracción colosal de la propia Madre, siendo priora en el
Cerro de los Ángeles. Inadvertidamente respondió algo que podría
haber parecido una ofensa:
«Ayer, día de Cristo Rey, hubo muchísima gente. Predicó en el
monumento don Ángel. Nos acordamos mucho de la pobre
Cayetana, lo que hubiera gozado. Ya les contó la hermana Inés
cómo fue todo..., puede figurarse cómo la sentimos. El pobre Pablo
sigue por fin de santero, y su cuñada, nuestra Josefa, le ayuda.
Estos demandaderos, como creo sabe, es hermana ella de
Cayetana, son buenísimos. Un día nos trajeron para arar la huerta
dos mulas de su propiedad, estupendas, y fue horrible, porque al
hacerle yo el cumplido de cómo eran, me decía ella: “Madre, he
tenido la alegría de que mis mulas entren en el convento”, y yo,
distraída, le digo: “Sí, sí, qué bien, ya va entrando toda su fami-
lia...”».27
¡Sin comentarios...!
Repasando las cartas de la Madre Maravillas, uno se lleva la
agradabilísima sorpresa de comprobar que respiran por los cuatro
costados una naturalidad que hace gozar a quien las lee. El ambien-
te casero de sus carmelos queda reflejado en ellas, y miles de deta-
lles de la vida ordinaria salpican aquí y allá estas epístolas, que
vienen a ser un modelo de sencillez y de encanto.
En este sentido, hay innumerables párrafos deliciosos en
muchas de ellas. Leemos, por ejemplo, el encabezamiento de una,
lleno de humor:
«Es hoy día de san Tito.
“Glorioso san Pantaleón, – santazo de cuerpo entero,
y no como otros ‘san Titos’ – que no se ven por el suelo”.

El dulcísimo Jesús, madre mía, sea siempre con V.R. Amén.

27 Madre Maravillas de Jesús, Carta 5236, a la madre Rosario de Jesús.


MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 641

Acabo de gastar mucho tiempo en buscar una carta que ha días


tenía empezada y bastante adelantada para mi madre de mi Cerrico,
y en vista de que no la encuentro, debido a lo maravilloso de mi
memoria y al orden perfecto que guardo en todos mis papeles, me
decido por repetir...».28
Una vida tan larga y tan azarosa como la de la Madre Maravillas
da para mucho. De todo hubo: momentos tristes y alegres, asuntos
difíciles y angustiosos...
Pero, en los caminos y encrucijadas en que la Providencia de su
Señor la colocó, se descubre en la Madre sobre todo amor, muchí-
simo amor a Dios, a su Cristo, como le gustaba llamarle, y una
fecunda e inagotable caridad y solicitud por sus hermanos, los
hombres.
Precisamente en el ejercicio de esta hermosísima virtud le suce-
dió esta anécdota genial:
En el año 1947 las monjas de Batuecas acaban de ceder este
paradisíaco rincón a los padres carmelitas para que volviera a recu-
perar su condición de desierto de la Orden del Carmen, como lo
había sido durante tantos siglos. Por lo tanto, había que buscar un
nuevo lugar para la comunidad de Batuecas. Sus hijas le han pedido
que las ayude, y llevada de su caridad y de un inmenso olvido pro-
pio, comenzó la Madre la búsqueda de un sitio apropiado. No aho-
rró fatigas, ni esfuerzos, ni trabajos..., ni preocupaciones por «no
tener blanca», que también las hubo...
Muchos fueron los lugares visitados, en particular ermitas dedi-
cadas a la Virgen. Pero ninguno reunía las condiciones necesarias
para establecer un carmelo, es decir, soledad y recogimiento. En
este recorrido, un frío día de febrero del año 1949, se presentó la
Madre, en compañía de varias hermanas, en «Las Peñitas», en el
término municipal de Oropesa (Toledo), donde había una ermita
dedicada a la Virgen del Rosario. Nuestras carmelitas se apearon
del coche –que les habían dejado los familiares de una de ellas–, y
fueron en busca de los santeros, que las recibieron con cierta des-
confianza. La Madre, con su encanto habitual, empezó a preguntar-
les por la ermita, por la imagen de la Virgen... Los santeros se

28 Carta 1826, a la madre Magdalena de la Eucaristía.


642 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

miraban a hurtadillas, y a cada pregunta de las monjas, se confir-


maba su sospecha...
Pero cuando las carmelitas les preguntaron por las joyas de la
Virgen, sus dudas se desvanecieron: ¡era la cuadrilla de ladrones
que rondaba por aquellos lugares, disfrazados de monjas! ¿No era
muy extraño que llevaran unos hábitos tan remendados y zurcidos?
¿No era más extraño aún ver a unas religiosas con las tocas sin
almidonar y que viajaran, por el contrario, en un buen coche? ¡Y
encima les preguntan también por el camino de la finca «El
Alcornocal»! ¡Y los dueños están ausentes! Claro, eso es porque
van a dar allí, después de la ermita, su segundo «golpe».
Los santeros, en el colmo de la angustia, no veían el momento
de que las «supuestas monjas» se marcharan; y en cuanto lo hicie-
ron, tomaron medidas radicales: dar parte a la Guardia Civil.
En el cuartel, los encargados del orden público no dudaron de
la veracidad de la denuncia, y varios guardias se apostaron en el
camino que iba de la ermita al «Alcornocal», hasta que, cansados
de prestar servicio en esas altas horas de la noche, sin que aparecie-
ran los «cacos», se retiraron a su cuartel. Y es que la Madre
Maravillas y sus hijas cambiaron después de opinión, y, aunque era
tarde, regresaron al convento por otro camino, desistiendo de pasar
la noche en «El Alcornocal», que era la finca de una familia cono-
cida.
Cuando a la Madre le contaron cómo aquellas buenas gentes se
habían «pasado de listas», se reía con toda su alma, y escribió estas
sabrosas líneas: «No cabe duda que yo debo de tener toda la pinta
de ladrona, pues ya es la segunda vez. Avisaron a la Guardia Civil
para que nos detuviesen en el pueblo siguiente... El motivo princi-
pal es que íbamos remendadas, y las tocas sin planchar».29
No imaginaron aquellos sencillos santeros que aquellas
«supuestas monjas» eran unas verdaderas descalzas, de las de
santa Teresa... Y menos aún que, en vez de ladrones, como habían
creído, con quien habían hablado era con una santaza. Y que aquel
hábito remendado y su toca sin planchar, servirían, con el correr

29 Madre Maravillas de Jesús, Carta 1927, a la madre Magdalena de la


Eucaristía.
MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 643

de los años, para hacer miles y miles de reliquias, con las que
innumerables personas alcanzarían multitud de gracias de cuerpo
y alma.
Quien haya llegado a este punto en la lectura de estas páginas,
es muy posible que haya sacado la siguiente conclusión: la Madre
Maravillas no es una santa encopetada –o «encapotada», según
expresión teresiana–, sino una mujer equilibrada, sencilla, llena de
dulzura, caridad y compasión, y poseedora, en grado sumo, del
encanto que viene de Dios. Entregada al Amor, todo lo que hace lo
transforma en amor.
Tal vez, alguno pudiera imaginarla sentada siempre en su archi-
vo, puestas las gafas –que no las tenía–, enfrascada en solucionar
difíciles asuntos, o trazando con mano inflexible el destino de sus
fundaciones o de sus monjas. Pues se equivoca de medio a medio.
Cuando tenía que ejercer su cargo de priora con fortaleza, cierta-
mente lo ejercía, aunque nunca con dureza. Pero era también la
primera en reír de buena gana cualquier ocurrencia simpática de sus
hijas, o cualquier sucedido chispeante. Ayudaba de mil amores a
echar de comer a los conejos, a sujetar la vaca, a matar una rata...
Veamos algunos de estos episodios, narrados por ella misma.
«Que se escape la vaca no es ningún problema. Va la hermana
Virginia diciendo: “Mon, mon”, la vaca la espera, y ella le echa la
cuerda. Este año la ha tenido pastando todo el tiempo, llevándola
del dogal como si fuese un perro. Si le cogía una ramita que no
debía, le daba en el hocico; y ella, como si fuese un corderito. El
otro día estaba pastando y se tuvo que ir la hermana. Yo le dije que
yo la tendría; pero como vio que no era Virginia, no sabe qué mira-
das me echaba, como diciendo: “Ahora mando yo”. Yo veía sus
intenciones de apretar a correr, por lo que empecé a chillar:
“¡¡Venga, venga, que no la domino!!”; y en cuanto ella llegó, pues
nada. ¡Y eso que somos bastante amigas!».
Y vamos ahora a la caza de la rata, cosa bien desagradable, por
cierto:
«Estoy malamente herida en las manos, de resultas de una lucha
a brazo partido que tuve ayer con una rata. Entramos en el palomar
la hermana Dolores y yo, y nos salió de un nidal, saltando al suelo,
una rata fenomenal. En el suelo, con los ladrillos que han puesto de
644 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

canto, no podía el animalito subir; llegaba hasta ellos y volvía a


caer en el piso. Yo no sé quién estaría más asustada, si ella o noso-
tras. Como la hermana Virginia estaba en la huerta, la hermana
Dolores se fue a llamarla, y yo me quedé encerrada con ella en el
palomar, para vigilarla.
En mi mano tenía el paraguas, pero con él no podía darle, por-
que le hubiese roto, o por lo menos la hubiese herido levemente, y
como el animal estaba empeñado en venirse conmigo, a mí todo se
me volvía abrirle y cerrarle el paraguas, con lo que se asustaba y se
iba de mi lado; volvía, y yo, ídem. Cuando por fin llegó la hermana
Virginia, ante mis gritos lastimeros de que viniesen pronto, yo salí
del palomar para que ella entrase, llevando tras de mí el paraguas
arrastrando. Y subida en él salió conmigo la rata, encantada del
nuevo medio de locomoción.
La hermana Virginia le dio un golpe certero. Se metió el bicho
otra vez en el palomar; ya allí con un hacha que llevaba en la mano
la degolló en el acto. Era una rata que abultaba como nunca he
visto. Así acabó la tragedia, pero en esto me veo las manos llenitas
de sangre, que goteaba sin exageración hasta el suelo, y era que al
abrir y cerrar el paraguas, se conoce que en el apuro, me hice varias
cortadas con el varillaje, y aquí me tiene con la mano en alcohol
todo el día, para que se me cicatrice, cosa ya casi lograda».30
¡Gracias, hermana Virginia, que evitó estas catástrofes!
¿Hay alguna cosa más intrascendente en la vida que sostener el
dogal de una vaca o quitar de en medio a una rata? ¡Dos párrafos
tan largos para hablar de unos asuntos tan vulgares! Pues sí, porque
la Madre no se desdeña de contar a sus hijas estas menudencias.
Incluso les confiesa con sencillez que no dominaba a la vaca y
que la rata le daba mucho susto. Chilló pidiendo ayuda en el episo-
dio del rumiante..., y gritó lastimeramente en el del roedor... ¿Cómo
iba a hacer esto una santa encapotada?
Qué oportunas resultan para la Madre aquellas palabras de las
descalzas reales, de Madrid, referidas a santa Teresa de Jesús, des-
pués que la santa vivió con ellas unos días: «¡Bendito sea Dios!

30 Carta 1935, a la madre Magdalena de la Eucaristía.


MADRE MARAVILLAS DE JESÚS. ANECDOTARIO 645

Hemos visto a una santa a la que todas podemos imitar. Habla,


duerme y come igual que nosotras, y conversa sin ceremonias».
Y llegados aquí, retomamos la idea matriz de esta sencilla con-
versación, que debía responder al epígrafe «Anecdotario de la
Madre Maravillas». Por un regalo espléndido de Dios –¡bendito
sea!– también nosotros «hemos visto» a una santa a la que todos
podemos imitar.
Quédense para otros los estudios –que presumimos interesantí-
simos y resultado incluso de tesis doctorales– sobre su profundísi-
ma vida mística, su ingente obra fundacional o su asombroso caris-
ma como fundadora de monjas descalzas; a nosotros, sin embargo,
en la exposición de su figura, nos ha cabido un lote que nos encan-
ta: presentar el lado más amable de su rostro, incidiendo en el
hecho de que todos podemos imitarla en su permanente y jamás
enturbiado buen humor, que aparece en la Madre Maravillas casi,
casi como un octavo don del Espíritu Santo.
Sobre el incomparable donaire y el gracejo personalísimo de la
santa Madre Teresa, publicó el padre Alberto Faci en 1757 un libro
titulado Gracias de la gracia. Tratando del imbatible optimismo
transido de sobrenaturalidad que, como una brisa perfumada, atra-
viesa la larga existencia de nuestra santa, podría hoy escribirse algo
que se intitulase: Maravillas de Maravillas.
Teresa de Jesús, apareciéndose a poco de morir en visión inte-
rior a la beata María de Jesús, su «letradillo» de Toledo, le dijo,
para que lo transmitiese al padre Gracián, a la sazón provincial,
«que los priores y prelados pusiesen mucho en procurar que las
religiosas anden siempre muy alegres, que mientras esta alegría
durase, durará lo que se ha comenzado de esta Orden y el espíritu
que se lleva».31
Nos hemos acercado muchas veces a los locutorios de los con-
ventos de la Madre Maravillas, por verla y escucharla a ella –a
quien no conocimos en la tierra– en los rostros risueños y en los
espontáneos estallidos de alegría de sus hijas. No se ven entre ellas
(como en su Libro de recreaciones dice la madre María de San

31 Gracián de la Madre de Dios, Diálogos sobre la muerte de Santa


Teresa, Burgos 1913, p. 121.
646 ALBERTO JOSÉ GONZÁLEZ CHAVES

José, la insigne priora de Sevilla y Lisboa, tan querida de santa


Teresa) religiosas «encapotadas y tristes»: si súbditas, «se escanda-
lizan del aire», y, si superioras, «se muestran rigurosas aun con las
moscas que vuelan».32 Nos atrevemos a asegurar que, mientras en
las monjas descalzas dure lo que aprendieron de su santa Madre
Teresa de Jesús, como lo hizo entre tantas hijas suyas, la Madre
Maravillas, durará en la Iglesia lo que la santa Doctora «ha comen-
zado de esta Orden» y el espíritu que se lleva.

32 cfr. María de San José, Escritos espirituales, consejos que da a una


priora, n. 28. Roma, Postulación General de la Causa, 1979, p. 241.
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 647

EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE


LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES
DE LA MADRE MARAVILLAS DE JESÚS

Alberto Royo Mejía


Catholic Institute for Evangelization
Philadelphia (USA)

Con Decreto del 17 de diciembre del 1996, el Santo Padre Juan


Pablo II declaró la heroicidad de las virtudes de la Madre Mara­
villas de Jesús, como paso previo para la Beatificación que, tras la
aprobación del milagro correspondiente, fue celebrada solemne-
mente en la Plaza de San Pedro el 10 de mayo del 1998. Un segun-
do milagro, acaecido en Argentina en el mismo año de su glorifica-
ción en los altares, apenas dos meses después, ha abierto después
las puertas a la Canonización de la Beata.
El Decreto sobre la heroicidad, que convertía a la hasta enton-
ces Sierva de Dios en Venerable, suponía la culminación de un
largo proceso que comenzó poco después de la muerte de la Madre
–por cuanto se refiere a la recogida de las pruebas por parte del
Postulador– y que conllevó mucho tiempo y esfuerzo, como es
normal en las Causas de los Santos. Se trataba de un procedimiento
canónico que, si bien lleva el nombre de “proceso”, en realidad no
es tal, en cuanto que no se trata de una serie de acciones que llevan
como fin de hacer justicia, sino algo totalmente diferente. Para un
Siervo de Dios, el ser beatificado o canonizado no es un acto de
justicia, sino un privilegio que el Papa concede libremente, pues
nadie tiene el derecho de ser elevado a la gloria de los altares. Por
lo tanto, no es un proceso en sentido estricto, aunque es verdad que
a lo largo de la historia este procedimiento ha adquirido una forma
jurídica que lo asemeja a los demás procesos, por lo que ha conser-
vado el nombre. En realidad sería más apropiado el de “Causa” de
648 ALBERTO ROYO MEJÍA

Beatificación o Canonización, que en general se usa para designar


la totalidad del procedimiento, no sólo la parte “procesal” sino el
conjunto de pasos que hay que dar hasta llegar a la conclusión final
con la glorificación del Siervo de Dios.
En este artículo nos centraremos en dos momentos concretos
del Proceso, uno que se realiza en la fase diocesana, esto es, cuando
se está recogiendo la documentación necesaria sobre el Siervo de
Dios en la diócesis de origen. Entre esa documentación se incluyen
los escritos del candidato a los altares, que son examinados por dos
teólogos. El otro momento es cuando esa documentación prove-
niente de la diócesis y organizada por la Postulación con la ayuda
de un oficial de la Congregación de los Santos, el Relator, es exa-
minada por una comisión de teólogos y por el Promotor de la Fe.
Tendremos que ver en detalle el significado de ambos momentos,
pero baste por ahora recordar que estos dos momentos, como todos
los demás que componen estas largas Causas, son el fruto de siglos
de reflexión y praxis eclesial.

1.   Breve recorrido histórico

De hecho, hay que recordar que los antecedentes del proceso


actual en el que se debe probar el ejercicio heroico de las virtudes
de un fiel cristiano, los encontramos ya en la alta edad media, cuan-
do todavía ni se había delimitado bien la competencia sobre este
tipo de Causas. Es el período llamado por los historiadores de la
Canonización episcopal, por ser habitual que dicho rito lo celebra-
se el Obispo local, sin tener que recurrir siempre al Papa1. Es en el
siglo X cuando encontramos por primera vez que un hombre de
confianza era encargado de escribir la vida de quien se deseaba
canonizar y tenía entre el pueblo fama de santo, con un elenco de
milagros2. Dicha obra era examinada por el Obispo o por el Sínodo,
y después de su aprobación se hacía la translatio o elevatio corpo-
ris del cuerpo, último elemento de la Canonización, que consistía

1 cfr. Amore, A., La canonizzazione vescovile, en Antonianum 53 (1977),


232-244.
2 cfr. Veraja, F., La beatificazione. Storia, problemi, prospetive, Roma,
1983, p. 9.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 649

en la nueva colocación delante o junto a un altar, o incluso debajo


de él. El altar tomaba el nombre del santo allí colocado, e incluso a
veces la misma iglesia era ampliada o reconstruida y dedicada al
santo que había sido trasladada a ella3. En este tipo de obras reali-
zadas con vistas a la Canonización está el origen de una gran parte
de las “vitae sanctorum” del alto medievo.
Y así, el proceso informativo que se realizó para la Canonización
de San Ulrico de Ausburgo (31 de enero de 933) fue precisamente
el examen del “libellus de vita et miraculis” elaborado por el
Sínodo lateranense, durante el cual se celebró la Canonización, y
leído por el mismo Obispo de Ausburgo ante el Papa y los demás
Prelados presentes: La Canonización de Ulrico es la primera de la
que ya se conserva documento pontificio, por lo que se la conside-
ra la primera Canonización papal “formal” de la historia. Fue reali-
zada por el Papa Juan XV durante el Sínodo celebrado en el
Laterano en enero del 9934.
Comenzó así una evolución procesal que se fue perfeccionando
con los siglos, en la que poco a poco las Causas de los Santos se
van centralizando en la Santa Sede, que se considera la única com-
petente para valorar el material llegado desde las diócesis, con el
fin de informar al Papa sobre la conveniencia o menos de una
Canonización concreta5. La explicación detallada de esta evolución
nos llevaría lejos del objetivo de este artículo, pero no podemos
dejar de recordar la importancia que en ella tuvieron algunos pon-
tífices, como fueron Sixto V –que creó la Sagrada Congregación de

3 Ambos nombres translatio y elevatio hacen referencia a la nueva sepul-


tura donde era colocado el difunto, pero mientras que elevatio nos recuerda quizás
más bien la apertura de la primera tumba, translatio acentúa al hecho de la nueva
sepultura y la solemne procesión que se hacía con los restos del difunto. cfr.
Delehaye, H., Sanctus, essai sur le culte des saints dans l´antiquité, Bruxelles
1927, pp. 162-189.
4 Ver al respecto el amplio artículo de Kuttner, S., La réserve papale du
droit de canonization, en Revue de droit français et étranger 17 (1938), 172-228;
5 Ver Toynbee, M.R., S. Louis of Toulouse and the Process of Canonisation
in the fourteenth century, Manchester, 1929; Porsi, L. (director), Collectio legum
Eclesiae de Beatificatione et Canonizatione a seculo decimo usque ad praesens, en
Monitor Ecclesiasticus 110 (1985), 550ss; 111 (1986), 225-240; 345-366; 521-544.
Hertling, L., Materiali per la Storia del processo di Canonizzazione, en
Gregorianum 16 (1935) 170-195; Vauchez, A., La sainteté en Occident aux der-
niers siècles du Moyen Age, Roma, 1981. LOW G., La canonizzazione nella Storia,
en Enciclopedia Cattolica, III, 571-607.
650 ALBERTO ROYO MEJÍA

Ritos, predecesora de la actual Congregación para las Causas de los


Santos–, Urbano VIII y el gran Benedicto XIV, cuya obra de inves-
tigación sobre estas Causas es considerada todavía monumental.
En la ordenación general de la Curia realizada por Sixto V en
1588, en la que fueron instituidas y organizadas 15 Congregaciones
cardenalicias como instrumento de colaboración en el gobierno de
la Iglesia6, la encargada de ritos ocupaba el quinto puesto. A ésta
confió el Papa, por un lado, “praecipue”, la definición de todas las
cuestiones litúrgicas y la vigilancia de las antiguas usanzas de la
Iglesia, además de la observancia de todo lo referente a los ceremo-
niales sagrados y profanos, y por otro lado “diligentem quoque
curam adhibeant Cardinales circa sanctorum canonizationem”7,
esto es ocuparse de las Causas de los santos: “Con esta simple frase
se le confió oficialmente y de modo estable a la nueva Congre­
gación toda la preparación de las Causas de los santos hasta su
plena maduración, esto es, cuando podían ser presentadas al Papa
en los ya conocidos consistorios, para el último examen formal”8.
A pesar de la importancia de las cuestiones litúrgicas, en cuanto
éstas se debieron ir adaptando a las recientes prescripciones del
Concilio Tridentino, el procedimiento para las Causas de los santos
se fue convirtiendo en el trabajo más consistente de esta
Congregación:

“Aunque, según los términos de la Constitución Apos­


tólica, la función de las causas de Canonización pueda

6 “All´inizio del secolo XVI, La Curia Romana, oltre che con i Concistori,
funzionava con la Cancelleria, la Rev. Camera apostólica, La Sacra Romana Rota
e la S. Penitenzieria, i più antichi organismi curiali, a cui si aggiunsero la Dataria
apostolica, la Segnatura (divisa in seguito in Segnatura di giustizia e Segnatura di
grazia), la Segreteria (di Stato), sorta sotto il pontificato di Martino V (1417-31),
con il compito di attendere alla corrispondenza diplomatica della Sede apostolica.
Questa organizzazione si protrasse sino alla riforma attuata da Sisto V. Egli
non fu un innovatore in senso assoluto, ma ebbe il merito di aver dato forma stabi-
le all´organizzazione della Curia con l´aumentare il numero delle Congregazioni
(alcune delle quali -ma assai poche- preesistenti) e di averle fatte entrare in un
disegno generale”. Palazzini, P., Prefazione, en AA.VV,. Miscellanea in occasione
del IV centenario della Congregazione per le Cause dei Santi (1588-1988), p. 4.
Ver Del Re, N., Sisto V e la sua opera di riorganizzazione del governo centrale
della Chiesa e dello Stato, Roma, 980, pp. 45s.
7 Sixto V, Const. Immensa Aeterni Dei omnium Opifex (22 de junio de
1587), en Bullarium Romanum, VIII, 985-999.
8 Low, G., art. cit., 591.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 651

parecer secundario y de hecho fuese así considerado jurídi-


camente, es curioso observar cómo enseguida la situación se
hizo tal que se vio imposible el continuar con el método
tradicional, que se había polarizado de modo preponderante
en el estudio por parte de los Auditores de la Rota y en las
relaciones de los cardenales en los consistorios ante el Santo
Padre, pero sin que hubiese un órgano que coordinase
todo”9.

Esta Congregación, por tanto, vendrá a sustituir a aquellos audi-


tores de la Rota que, de modo independiente unos de otros, hasta
entonces solían ser encargados de elaborar y estudiar los procesos
que eran enviados a Roma, si bien en la reforma de Sixto V se prevé
que sigan colaborando un buen número de auditores en el recién
constituido Dicasterio10. Con esta nueva figura quiso el Papa crear
un órgano colegial que se ocupara de dichas Causas, pues el traba-
jo aislado de los auditores trajo como consecuencia que a veces se
elaborasen los procesos con criterios dispares. Así, Sixto V puso las
bases del proceso que durante muchos siglos ha estado vigente en
la Iglesia, con más o menos retoques.
La experiencia en este campo que había ido madurando en
períodos anteriores, y la nueva circunstancia de la creación de la
Congregación dieron lugar a una intensa obra legislativa: El exa-
men de la vida y milagros de los Siervos de Dios llevó a la
Congregación un número cualificado de juristas y de teólogos que
realizaron una profundización notable de la teología espiritual y
crearon una jurisprudencia especializada en esta materia. Prevaleció
el aspecto jurídico sobre el teológico, especialmente por la estrecha
colaboración que hubo durante los primeros tiempos entre la
Congregación y los Prelados de la Rota Romana11.

9 Papa, G., La Sacra Congregazione dei Riti nel primo periodo di attività
(1588-1634), en AA.VV., Miscellanea in occasione del IV centenario della
Congregazione per le Cause dei Santi (1588-1988), p. 19.
10 Sobre la competencia de estos auditores de Rota que actuarán en la nueva
Congregación ver Cerchiari, E., Capellani S. Palatii Apostolici des Auditores
Rotae, Romae, 1928, I, pp. 425-445.
11 cfr. Lefebvre, CH., Relationes inter Sacram Rituum Congregationem et
Sacram Romanam Rotam, p. 53-54.
652 ALBERTO ROYO MEJÍA

El Papa que dio mayor impulso a esta Congregación, con lo


que esto conlleva para el tema que nos interesa, fue Urbano
VIII12, cuyos documentos han pasado a la historia como un corpus
de leyes unitario nacido para cortar abusos extendidos acerca del
culto de los candidatos a los altares y para fijar la forma jurídica
de estos procesos, sentando así las bases del proceso actual de
Canonización:

“Es conocida la doble intención del Papa Barberini con


respecto al culto de los santos: por aquí y por allá pululaban
formas incontroladas de veneración, sin algún pronuncia-
miento de la Sede apostólica (...) Además, Urbano VIII se
daba cuenta de la exigencia de dar una completa forma jurí-
dica a los procedimientos canónicos, necesarios para el estu-
dio y la definición de las causas de Canonización. De hecho,
faltaba un código que sirviese de guía en el tratamiento de
estos procesos, pues existían leyes dispersas, que cada Papa
actualizaba y completaba en los pasajes que con el paso del
tiempo se hacían menos claros”13.

Tanto en los decretos generales de 162514, como en el breve


“Caelestis Jerusalem cives”15 y en los decretos promulgados en
164216, trató estos dos temas fundamentales. No se pretende direc-
tamente legislar acerca del modo cómo se ha de probar la santidad
de un siervo de Dios, pero los temas que se tratan en dichos docu-
mentos influyen indirectamente en dicha prueba. En los decretos de
1625 se intentaba eliminar una serie de abusos que poco a poco se
habían introducido entre el pueblo fiel, sobre la veneración de los
difuntos con fama de santidad o de martirio, y todavía no canoniza-

12 Sobre este Papa y su ingente obra legislativa se puede consultar Pastor,


L., Storia dei Papi, Roma, 1925-1963, XIII/II; Ranke, L., Storia dei Papi, Firenze,
1965, VII/IV. Sobre su influencia en la historia de los procesos de Canonización ver
de Matta, C.F., Novissimus de sanctorum Canonizationes tractatus, V, cap. 2;
Veraja, F., La beatificazione..., pp. 69-70; Leone, F., La prova documentale degli
scritti nei processi di Beatificazione e canonizzazione, Roma, 1989, pp. 25-42;
Low, G., La canonizzazione nella storia, 591-594.
13 Leone, F., o.c., PP. 26-27.
14 cfr. Urbani VIII, Decreta Sanctissimae Inquisitionis, en Benedicto XIV,
Opus de Servorum Dei... I, Appendix Prima, 475-476.
15 cfr. ibid., 477-479.
16 cfr. ibid., 480-493.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 653

dos. En efecto, los grandes santos de la Reforma católica, como San


Ignacio de Loyola, San Felipe Neri, San Francisco Javier o Santa
Teresa de Jesús, entre otros, suscitaron rápidamente una espontánea
veneración popular que pronto se transformó en verdadero culto,
incluso en algunos casos un culto muy extendido ya antes de que la
Iglesia se pronunciara sobre el tema. Urbano VIII atajó de raíz esta
práctica, vetando de modo absoluto todo culto eclesiástico nuevo
que no estuviese reconocido por la autoridad, y poniendo la exis-
tencia de un culto no reconocido como impedimento para el proce-
so de Canonización.
Urbano VIII confió el tema del procedimiento a seguir en estas
causas a una comisión elegida entre los miembros de la Congre­
gación de Ritos, cuyos resultados fueron presentados en 164217. El
motivo de la creación de dicha comisión fue la firme decisión del
Papa de promulgar un conjunto de leyes bien claras y coherentes
acerca del procedimiento a seguir en las diversas etapas de estas
causas, y así poner punto final a las acumulaciones de leyes,
muchas veces no concordantes entre sí acerca de este importante
tema18. Las normas emanadas en 1642 tomando los resultados de
dicha comisión, además de volver a tratar el tema de la ausencia de
culto y crear al respecto las llamadas protestationes obligatorias en
las biografías de los siervos de Dios, dio importantes normas acer-
ca de los procedimientos a seguir en estas causas.
Entre ellas podemos destacar el establecimiento del orden pro-
gresivo a seguir en los actos del proceso: Tres veces al año se ten-
drán congregaciones “coram Sanctitate Sua”, en presencia de los
Cardenales de la Congregación de Ritos, el protonotario de dicha
Congregación, el promotor de la Fe, el secretario y los auditores de
la Rota de turno para la discusión de la causa. Reunida la congre-
gación, se discute la validez del proceso, las virtudes y los milagros
atribuidos al siervo de Dios, según toda la documentación recogida
en las investigaciones anteriores19. Se prohíbe la discusión de las

17 cfr. Veraja, La beatificazione..., p. 70.


18 “Ad evitare alcune ambiguità e contraddizioni rilevate nei molteplici
precedenti decreti della Congregazione, bisognosi ogni volta di spiegazioni e chia-
rificazioni, fu necessario mettere tutto il lavoro fatto nelle mani dei definitivi siste-
matori. Con ciò si volle ancora dissipare ogni forma di dubbiio circa la stretta
obbligatorietà di dette leggi”. Leone, F., o.c., p. 34.
19 cfr. Urbani VIII Decreta..., 480.
654 ALBERTO ROYO MEJÍA

virtudes o del martirio antes de que pasen 50 años desde la muerte


del siervo de Dios, si bien se prevé que los procesos fueran cons-
truidos antes y sellados hasta el momento de proceder a su estudio.
Esta medida, que causó muchos retrasos en el desarrollo de las
causas, y no fue siempre bien interpretada, tenía como fin que la
fama de santidad, nacida en torno a un personaje muerto reciente-
mente pasase por la prueba del tiempo para mostrar si era auténtica
o no20. Se concreta la figura y funciones del promotor de la Fe,
dándosele facultades para votar en las congregaciones y la posibi-
lidad de presentar las objeciones que crea oportunas. Además tiene
el derecho de intervenir en el examen de los testigos, en la revisión
de los escritos, así como en la visita al sepulcro y en otras formali-
dades21. Se confía la confección de los llamados procesos informa-
tivos, esto es, la investigación in genere e in specie de la fama de
santidad, los escritos, las virtudes y los milagros, a algunos Obispos
compatriotas del siervo de Dios, a los cuales se le envía la “Formula
Littererum Remissorialium et Compulsorialium”, junto a los artícu-
los sobre la vida, las virtudes y los milagros del siervo de Dios.
Tras un breve período de titubeos causados por la puesta en
práctica de la nueva legislación22, los Papas que sucedieron a
Urbano VIII se preocuparon por fijar las bases de la aplicación de
estas normas, concretando algunas de ellas que aparecían más
generales y desarrollando algunas correspondientes a las institucio-
nes nuevas. Así se preparaba el camino para la investigación y la

20 cfr. Urbani VIII Decreta, l.c., 484. “Un altro punto che causò molti ritar-
di e non fu sempre ben interpretato, fu la prescizione di Urbano VIII secondo cui
non si poteva in alcun modo procedere ‘ad effectum Canonizationis seu
Beatificationis, aut declarationis martyrii, nisi lapsis 50 annis ab obitu illius’, e
anche dopo i 50 anni soltanto con un espresso permesso del Papa. Si permetteva
però la costruzione dei processi ordinari, sia di quelli ‘in genere’, come di quelli ‘in
specie, ne pereant testes’, anche prima del cinquantennio, ma i detti processi dove-
vano essere igillati e conservati chiusi. Misura questa molto severa, ma sapientissi-
ma; la fama di santità, nata attorno ad un personaggio morto da poco, doveva
subire, per dire così, la prova della sua consistenza reale” LOW G., art. cit., 593.
21 “...et examinibus testium, et compulsationibus jurium, et scripturarum
quarumcumque, confectionibus plantarum, visitationibus sepulchrorum, et aliis
quibuscumque...” Urbani VIII, Decreta, 486.
22 “Todas las causas de los Siervos de Dios se paran a causa del tema del
culto”, en una carta de Pedro Quintanilla O.F.M. Cfr. Toletana, Canonizationis
Beatae Beatricis de Silva, fundatricis Monialium Francescalium a sanctissima
Conceptione (+1492). Positio super vita et virtutibus ex officio compilata, Roma,
1970, pp. 187-196.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 655

labor legislativa de Benedicto XIV, que sistematizará, tanto desde


el punto de vista teórico como normativo, las adquisiciones de la
doctrina y la disciplina a lo largo de los siglos.

2.   Benedicto XIV y la heroicidad de las virtudes

Del gran Magister Benedicto XIV, Próspero Lambertini, nos


interesa recordar no tanto su labor legislativa, que fue una continua-
ción de la evolución de los siglos anteriores, que hemos apenas
esbozado, sino su contribución al estudio del tema de la heroicidad
de las virtudes, núcleo de todo proceso de Canonización y de nues-
tro artículo. En su obra De Servorum Dei Beatificatione et
Beatorum Canonizatione23 quiso tratar en profundidad toda la
materia, recogiendo los numerosos documentos pontificios que con
el transcurso de los siglos se habían ido acumulando, junto con la
doctrina de los principales autores. Es ciertamente la más importan-
te de sus obras, aquella que le ha dado mayor fama, y un tratado
imprescindible para todos los que quieran investigar en el tema de
los procesos de canonización.
De los siete libros que componen esta obra, dedica casi por
completo el libro III a tratar sobre la virtud heroica, ya sea en gene-
ral, ya en particular, comenzando por las virtudes teologales y
siguiendo por las virtudes morales. En el mismo libro trata otros
dos temas: la cualidad y cantidad de los testigos que se presentan
para testificar en el proceso de canonización y cuáles son los requi-

23 Todas las citas que haremos de esta obra serán según la edición realizada
en Prati en 1839-1842, Opus de Servorum Dei Beatificatione et Beatorum
Canonizatione (Opera Omnia in Tomos XVII distributa), Prati 1839. (Aunque se
habla de 17 tomos, en realidad son 18, pues el tomo 17 está compuesto de dos).
Anteriores a ésta hay otras ediciones importantes: la primera es la de Bolonia 1734,
y después vinieron Padua 1743, Roma 1747, Venecia 1767, Nápoles 1773 y Roma
1783. El mejor resumen sobre la doctrina de Benedicto XIV en esta obra es E. de
Azevedo, Sanctissimi Domini Benedicti Papae XIV doctrina de Servorum Dei
Beatificatione et Beatorum Canonizatione in Synopsim redacta, Napoles 1853-
1854. Otros estudios interesantes sobre la doctrina de Benedicto XIV en este tema
son: A. Casieri, La perfezione cristiana in Benedetto XIV con particolare riferi-
mento all’etá giovanile, cit.; M. Ciappi, II concetto cattolico della santità in S.
Tommaso e Benedetto XIV, en La figura e l’opera di Benedetto XIV, Bologna 1959;
A. Rossi, Il concetto di virtù eroica in Benedetto XIV, en Revista di Ascética e
Mistica, 4, 1961, 608-614.
656 ALBERTO ROYO MEJÍA

sitos del martirio, con los signos por los que éste puede ser recono-
cido.
Después de haber tratado extensamente sobre el martirio como
criterio de santidad, Benedicto XIV habla sobre “las causas de con-
fesores, ya sean pontífices o no pontífices, e igualmente sean vírge-
nes o no vírgenes, y viudas (...) para los cuales la cuestión de la
excelencia de las virtudes equivale a la cuestión del martirio para
los mártires”, pues a ellos “pro laboribus multis, pro moribus cas-
tis, pro actis strenuis celsioris loci praemium deberetur”24, con lo
que ya al principio del capítulo delimita el alcance de este tema:
con esta enumeración incluye de modo implícito a todos los fieles,
pues así como no todos son llamados al martirio, sí todos son invi-
tados a la santidad de las virtudes.
Después, Benedicto XIV analiza las principales definiciones
que han dado los autores de la virtud heroica en relación a las cau-
sas de los santos. De ellas sacará algunos puntos en común:
Constituye un grado de virtud que no proviene totalmente del
esfuerzo humano, si bien lo requiere. Su origen está en la actuación
del Espíritu en el alma, y en este sentido se asemeja a los dones,
aunque en el caso de la virtud heroica hay un gran margen conce-
dido a la acción humana. Por otro lado, capacita para actuar con
respecto a cualquier virtud concreta de un modo superior al común
(excedunt operandi modum, quem viri, etsi probi, sectantur), supe-
rando sin duda lo que es propio de la naturaleza, pero también lo
que es habitual en la naturaleza auxiliada por la gracia de Dios.
Como consecuencia, permite actuar con especial alegría, con per-
severancia y abnegación en la lucha contra el pecado y en el ejerci-
cio del bien. Sus manifestaciones externas no consisten en uno u
otro acto heroico aislado, como podría ocurrir con el sacrificio de
los mártires, sino una serie continuada de actos, sin que haya inte-
rrupción en toda la vida o desde un momento determinado de la
vida cuando se comienzan a dar. El fruto en el alma es que aseme-
jan a aquel que las practica a Dios, culmen de toda perfección (ad
Dei similitudinem accedentem), de un modo superior al resto de los
hombres.

24 Opus de Servorum Dei, III, c. 21, n. 1, p. 207-208.


EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 657

Estos elementos de definición se pueden aplicar a los procesos


de canonización, teniendo en cuenta la que en este tiempo era pra-
xis común al respecto de la Sagrada Congregación de Ritos, y la
doctrina de los canonistas25:
– Cuando se juzga la santidad de un siervo de Dios se indagan
tanto las llamadas virtudes naturales como las virtudes sobrenatu-
rales26.
– De dichas virtudes no se indaga su existencia sino, conforme
a la naturaleza del proceso, su heroicidad, pues su mera existencia
–que se presupone, como paso previo a la apertura del proceso– no
prueba en ningún modo la santidad.
– La heroicidad se puede definir como la excelencia de una
acción, que tiene su origen y causa en la dificultad de dicha acción,
ya que las cosas comunes y ordinarias no son excelentes (commu-
nia et ordinaria non sunt excellentia).
– En la valoración de la excelencia de la acción tienen un papel
fundamental las circunstancias de dicha acción (habita ratione cir-
cumstantiarum): una misma acción puede ser heroica o no serlo
dependiendo de quién la realice.
– Para estos procesos no basta probar la existencia de unos
cuantos actos heroicos, sino la excelencia de toda una vida (multi-
plex excellentia vitae, perpetuus usus et excercitatio). Con lo cual
no se podrá demostrar la heroicidad de una virtud si se encuentran
muchos actos contrarios a esa virtud, ya que en el camino de la
virtud, el que no avanza retrocede (in virtutis curriculo qui non
pergit, regreditur).
– Al probar tanto las virtudes teologales como las cardinales no
basta haber ejercitado alguna de ellas heroicamente pero de modo
aislado, pero se establece una diferencia: mientras que las teologa-
les han de ser probadas todas y cada una, en lo que respecta a las
cardinales y las morales hay que distinguir ya que no a todos los
fieles se les pide el heroísmo en el ejercicio de todas y cada una de

25 Ibid., c. 21, n. 11, 21G-219.


26 cf. ibid., p. 216. Sobre la distinción entre virtutes politicae y virtutes
christianae, ver Santo Tomás, Summa Theologiae, 1-2, q. 61, a. 5, donde recoge la
distinción de Macrobio.
658 ALBERTO ROYO MEJÍA

las virtudes, sino que depende mucho de las circunstancias perso-


nales:

“Una vez probadas según lo dicho anteriormente las vir-


tudes teologales en grado heroico, se debe probar también la
existencia de las virtudes cardinales o morales, no siempre
por actos heroicos, sino a veces por actos heroicos y a veces
por actos comunes, pues la necesidad de los actos heroicos se
restringe a aquellas virtudes que el siervo de Dios, mientras
vivía, pudo ejercer de acuerdo a su estado y condición”27,

pues por su estado podrían no ejercer algunas en concreto. De


hecho, como dice después Benedicto XIV, si se exigieran todas las
virtudes en grado heroico en todos los siervos de Dios, fracasarían
algunas causas, como las de los anacoretas, pobres, algunos tipos
de religiosos...; pero del ejercicio de las virtudes teologales no se
puede eximir a ningún cristiano, puesto que son la base sobre la que
las demás adquieren su fuerza: “Los que con eximia perfección de
las virtudes teologales se entregan totalmente a Dios como fin
sobrenatural, y ejercen dichas virtudes teológicas como siervos
fidelísimos e hijos queridísimos, con la fuerza de dichas virtudes
realizarán sus acciones llevados por las virtudes morales”28. Y
entre estas virtudes la que principalmente (praecipue) debe ser pro-
bada es la caridad como cumbre de todas las virtudes.
– Para probar la excelencia de una virtud hay que demostrar que
los actos heroicos se realizaron, según la descripción de Brancati de
Lauria, prompte, facile y cum delectatione. La facilitas, que se
puede definir como la prontitud de las potencias para producir un
acto de virtud, es signo de que se ha adquirido un determinado
hábito, y la delectatio muestra además que ese acto es intenso:

“Por tanto, si al deleite juntamos la suavidad en el reali-


zar un acto de virtud, ordenándolo además al fin sobrenatural
y provocado por la caridad, de ese modo el deleite y la sua-
vidad son notas y signos de la heroicidad, que por su misma

27 Opus de Servorum Dei..., III, c. 21, n. 11, pp. 217-218. cf. Santo Tomás,
Summa Theologiae, 2-2, q. 152, a. 3, ad 2.
28 Ibid.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 659

naturaleza proporciona y genera en las potencias de los que


realizan dichos actos cierta prontitud y deleite con suavi-
dad”29.

– El modo de probar las virtudes heroicas es a través de los


actos externos, obras y palabras, pues no hay otro modo de demos-
trar realidades que son internas, como las virtudes (dignosticatur
per affecta, sive opera, aut actiones externas, et verba). Por tanto,
se requieren actos visibles del avance en la virtud, de la abnegación
y prontitud para rechazar el mal y obrar el bien, y estos actos visi-
bles deben provocar la admiración de los demás de manera que
puedan considerarse superiores a lo normal, heroicos.
Continúa después el Papa Lambertini analizando diversos
aspectos de la virtud heroica. De todos ellos, algunos más teológi-
cos, otros más estrictamente canónicos, son los siguientes los que
merecen mayor atención: En primer lugar, estudia la diferencia
entre la virtud ordinaria y la heroica. Se plantea después la cuestión
de si la heroica difiere o no en la especie de la ordinaria, a lo cual
responde negativamente, siguiendo la opinión más común: la virtud
cristiana, sea heroica o no, tiende al sumo Bien sobrenatural, y la
heroicidad es solamente una perfección de la virtud que no puede
hacer que se diferencien en la especie. De un modo claro lo explica
el teólogo salmantino Suárez:

“La virtud heroica no difiere esencialmente de la virtud


común porque se refieren a la misma materia y bajo la misma
razón formal o motivo; y la perfección que añade la virtud
heroica consiste en que no haya mezcla con el vicio contrario
y el acto de la virtud se realice de modo ferviente y perfecto,
con mayor facilidad, pero esa perfección está claro que es
accidental”30.

Por último, estudia la relación entre los preceptos y los consejos


para alcanzar la heroicidad, esto es si para que una acción se pueda
considerar heroica debe responder a un consejo o basta con que se
refiera a un precepto. El precepto es un mandato que impone la

29 F. Scacchi, De signis sanctitatis, sect. 2, c. 4, 150-151.


30 F. Suárez, Comentario a Santo Tomás, 1, q. 7, art. 2.
660 ALBERTO ROYO MEJÍA

obligación y, por tanto, comporta la necesidad moral de actuar en


un modo determinado. A diferencia de éste, el consejo es una invi-
tación que propone una elección por parte del sujeto sin que nadie
se la imponga. En esta esfera se encuadran los consejos evangéli-
cos, a los cuales se refiere Benedicto XIV en este apartado.
El origen del problema está en que de cuando en cuando los
Promotores de la Fe planteaban la cuestión aplicada a los procesos
de beatificación y canonización: Si el religioso observa lo que está
establecido en la Regla o el obispo cumple lo que le está mandado
en los sagrados cánones, sin duda realizan acciones buenas y lau-
dables, meritorias para la vida eterna, pero no parece que por eso
lleguen a la altura de la heroicidad, según lo que dice el Evangelio:
“Cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
‘Somos siervos inútiles y hemos hecho lo que teníamos que hacer’”
(Lc. 17, 10).
Lo que había que delimitar, para poder solucionar esta cuestión,
es cuál sea la esencia de la perfección, para después poder aplicarlo
a la virtud heroica canonizable: Santo Tomás dedica un artículo a
esta cuestión en la Summa31, en el cual parte de una cita del
Deuteronomio: “Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma, con todas tus fuerzas” (Deut. 6, 5), añadiendo
otra del Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lv. 19,
18). Y en estos dos mandamientos se encierra toda la Ley de Dios.
Por tanto, concluye Santo Tomás, la caridad, en la que consiste
la perfección cristiana, se nos manda bajo precepto. El Aquinate
analiza la expresión “con todo tu corazón”, diciendo que todo y
perfecto son una misma cosa según el Filósofo, de donde se con-
cluye que el amor de Dios y el prójimo no caen bajo precepto en
determinada medida, de manera que lo que de ella exceda quede en
simple consejo, sino que cae universalmente bajo precepto el amor
de Dios en toda su extensión, en el cual consiste la perfección. Pero
después prueba que la perfección consiste secundaria e instrumen-
talmente en los consejos. Todos ellos, dice, se ordenan, como los
preceptos, a la caridad; pero de manera muy distinta, porque los

31 Santo Tomás, Summa Theologiae, 2-2, q. 184, a. 3: “Utrum perfectio


christiana consistat in praeceptis, an in consiliis”. Ver también su breve exposición
en el opúsculo De perfectione vitae spiritualis, op. 18.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 661

preceptos se ordenan a remover las cosas contrarias a la caridad, en


unión con las cuales no podría existir, y los consejos se limitan a
remover los obstáculos que impiden el ejercicio fácil y expedito de
la caridad, aunque sin contrariarla totalmente.
Con lo cual aparece claro que los consejos no son esenciales
para la perfección cristiana, sino tan sólo instrumentos excelentes
para llegar a ella. De la doctrina de Santo Tomás deduce Benedicto
XIV lo siguiente:

“Por tanto, de la doctrina del Santo Doctor se ve que el


hábito heroico y divino no difiere de la virtud llamada común,
si no es en el modo más perfecto, en cuanto le es posible al
hombre. Y de todo esto se puede deducir que para constituir
un acto heroico no es necesario que su materia se refiera a un
consejo, y, por tanto, la heroicidad no excluye los actos que
se hacen por un precepto, o por unas reglas, o por un voto, si
verdaderamente tienen esos actos lo necesario para ser
heroicos”32.

Efectivamente, en el cumplimiento de los deberes del propio


estado se puede alcanzar la perfección cristiana sin necesidad de
compromisos distintos a dichos deberes. Ya el cardenal Belarmino,
comentando el pasaje antes citado de San Mateo, dice, refiriéndose
al valor de las palabras de Cristo: “Date cuenta que Jesús no dice
‘sois siervos inútiles’, sino vosotros decid: ‘Somos siervos inútiles’.
Quiere que seamos humildes, que no nos jactemos de nuestros
méritos”33.
Concluimos así nuestra brevísima exposición de la doctrina de
Benedicto XIV sobre el concepto teológico de santidad, aplicado a
las Causas de los Santos, como paso previo en el presente estudio
sobre la heroicidad de las virtudes de la Madre Maravillas de Jesús.
Se tenga en cuenta que en su sustancia, la doctrina que acabamos
de exponer no ha variado desde los tiempos del Papa Lambertini.
Ciertamente ha habido en los siglos posteriores un desarrollo pro-

32 Opus de Servorum Dei..., l.c., p. 229.


33 San Roberto Bellarmino, De Monachis, en Disputationes de controver-
siis christianae fidei adversus huius temporis haereticos, Ingolstadt 1856-93, 2,
cap. 13, n. 36.
662 ALBERTO ROYO MEJÍA

cesal sobre el modo de la prueba de la heroicidad –no nos alargare-


mos más sobre el tema– y una profundización doctrinal, en la que
el Concilio Vaticano II ha jugado una baza grande, que han llevado
a la legislación actual, pero las bases fueron puestas por los Papas
que hemos citado, especialmente por Benedicto XIV.

3.   La heroicidad de la Madre Maravillas, vista por los teólogos

El estudio que de las virtudes de la Madre Maravillas de Jesús


hicieron los teólogos, se insiere en la fase final de su Proceso de
Canonización por cuanto se refiere a la prueba de la heroicidad,
culminación de una serie de pasos previos dados en la diócesis –en
este caso, lo que fue la Archidiócesis de Madrid, que hoy incluiría
también la diócesis de Getafe– y en la Congregación de los Santos.
El procedimiento que se siguió correspondía a lo establecido en la
Constitución Apostólica Divinus Perfectionis Magister, documento
promulgado por Juan Pablo II como fruto de la reforma de estos
Procesos34.
En la Constitución se describe el estudio en la Congregación de
los Santos del material recogido en la diócesis, tanto documental
como testifical, que podemos resumir en los siguientes puntos:
Comienza con el congreso Ordinario, en el que intervienen el
Cardenal Prefecto, el Secretario, el Subsecretario, el Promotor de la
fe y el Relator General. Dicho congreso, tras oír el parecer del
Relator General, decidirá a cuál relator confiar el estudio de la
causa. La figura de los Relatores es una de las novedades que intro-
dujo la normativa actual, y que componen un colegio35. A ellos
compete: 1) estudiar, junto con los colaboradores externos al cole-
gio, las causas que se les han encomendado, y preparar las ponen-
cias sobre las virtudes o sobre el martirio; 2) redactar por escrito las
disquisiciones históricas que hayan pedido los consultores; asistir

34 Juan Pablo II, Const. Ap. Divinus perfectionis Magister, 25-I-1983, ASS
75 (1983), 349-355.
35 cfr. Gumpel, P., Il Collegio dei Relatori in seno alla Congregazione per
le Cause dei Santi. Alcuni commenti e osservazioni di un Relatore, en AA.VV.,
Miscellanea in occasione del IV centenario della Congregazione Per le Cause dei
Santi (1588-1988), 299-237.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 663

como expertos a la reunión de teólogos, pero sin poder emitir


voto36.
Tras este congreso se procede a la preparación de una exhausti-
va Positio super vita et virtutibus o super martyrio, la primera de
las cuales, que es la que nos interesa para este trabajo, “deve con-
tenere l’esposizione documentata, in ordine cronologico, della vita
e attività del Servo di Dio, nonché le testimonianze sulla santità”37.
A ésta seguirá otra positio super miraculis, todas ellas elaboradas
entre el relator y la postulación, que tiene derecho a presentar un
colaborador para este trabajo.
Con la actual legislación, la posición del antiguo Promotor
general de la Fe ha sido fuertemente cambiada. Se llama Promotor
general de la Fe o Prelado teólogo de la Congregación, pero ya no
escribe las animadversiones sobre los resultados de las investiga-
ciones, como hacía antes (según el citado antagonismo procesal),
alargando mucho las discusiones y muchas veces retrasando de
modo interminable las causas, sino que estudia las ponencias y
formula su dictamen (votum), además de presidir el congreso
Particular y participar en el último congreso de Cardenales y
Obispos, aunque sólo como experto y sin voto38. Por fin se procede
a la discusión teo­lógica, de las positiones, tanto por los Consultores
(expertos en historia o teología, sobre todo espiritual, provenientes
de diversas partes del mundo) como por los Cardenales y Obispos
miembros del Dicasterio, reunidos en dos congresos distintos39:
– El congreso Particular, reunión de la Congregación en la que
participan los ocho consultores teólogos de la causa presididos por
el Promotor general de la Fe o Prelado teólogo, el cual dirigirá la

36 cfr. Olivares d’Angelo, E., Relator en las Causas de los Santos, en


Corral, C.(dir.)-Urteaga, J.M., Diccionario de derecho canónico Madrid, 1989,
p. 544.
37 Regolamento, n. 16 § 1. “Il titolo di ‘de vita et virtutibus’ è stato fortemen-
te criticato e, con la dispensa dei Superiori, di fatto caduto in disuso. La ragione è
che nella Positio devono apparire quei fatti della vita del Servo di Dio che servono
ad finem de quo agitur, vale a dire alla prova delle virtù eroiche e della fama di
santittà, non però quelli che non hanno nulla a che fare con la perfezione cristiana,
anche se per altre ragioni possano essere di un certo interesse storico”. ESZER A.,
La Congregazione delle Cause dei Santi, p. 322.
38 Regolamento della Congregazione, n. 7 § 2.
39 cfr. Olivares d’Angelo, E., Congresos en las Causas de los santos, en
Corral, C.(dir.)-Urteaga, J.M., Diccionario de derecho canónico, p. 158.
664 ALBERTO ROYO MEJÍA

discusión y hará la relación de todo lo sucedido; en ella los consul-


tores responden a la duda propuesta sobre el ejercicio heroico de las
virtudes o sobre el martirio y su causa “in casu”, con las fórmulas
affirmative, negative, suspensive, con las razones de dicha respues-
ta, siendo necesarios dos tercios afirmativos de los votos emitidos
para que la causa pase al juicio del siguiente congreso.
– El congreso de Cardenales y Obispos miembros del dicaste-
rio, al cual acuden también el Secretario, el Subsecretario y el
Promotor de la Fe, éste sin voto. Dictamina sobre las virtudes del
Siervo de Dios o el martirio y con su votum el Secretario prepara la
relación para el Santo Padre, y si éste lo aprueba, viene preparado
el relativo decreto super heroicitate virtutum o super martyrium,
que es promulgado por él mismo.
En el contexto del congreso Particular que acabamos de men-
cionar, los teólogos examinaron la heroicidad de la Madre
Maravillas. En efecto, el 24 de mayo de 1996 se reunieron en la
Congregación los Consultores Teólogos. Leemos en la Relatio et
Vota que se publicó posteriormente sobre dicho congreso que el
Promotor General de la Fe abrió la sesión recordando que todos los
votos40, que habían llegado ya al dicasterio semanas antes eran
positivos y, por tanto, invitó a los Consultores a resaltar los aspec-
tos principales de esta religiosa carmelita41.
En primer lugar habló el cuarto Consultor, el cual comenzó
diciendo que encontraba en la Madre Maravillas un espejo fidelísi-
mo de santa Teresa y se consideró afortunado de haber podido
estudiar su Causa, en la cual encontró elementos

“sean históricos, sean doctrinales, ascéticos y místicos,


vividos por la Sierva de Dios, que considero fidelísimo espejo
de santa Teresa de Jesús, también en su garbo humano y en
el ‘buen sentido’, dos de los trazos sobresalientes de su per-
sonalidad. No faltan en el presente Proceso testimonios que
comparan a las dos carmelitas; la fidelidad a santa Teresa y

40 Los votos son los pareceres escritos de los Consultores, auténticos traba-
jos de estudio y valoración de la santidad del Siervo de Dios de cuya Causa se trate.
Su extensión puede variar según las características de la Causa.
41 Ver Relatio et Vota Congressi Peculiaris Super Virtutibus (edición espa-
ñola), pp. 162-167.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 665

a su espíritu es tal vez la característica de mayor relieve en


la vida de Madre Maravillas. Más de un testigo, al subrayar
esta fidelidad, indica como aspecto en el cual Madre
Maravillas supera a la misma santa de Ávila, el amor que
logró despertar en sus hijas hacia su persona. De hecho, el
afecto con el cual todas las monjas de los conventos fundados
por la Sierva de Dios hablan de ella, es algo sorprendente:
tal unanimidad indica por sí misma lo extraordinario de la
figura de la Sierva de Dios”42.

Dijo no haber encontrado ninguna voz contraria a su fama de


santidad, y la base de esta fama es su fidelidad al carisma teresiano
en la heroicidad de las virtudes. Y como demostración de esto, los
Autores de la Positio recogieron una ingente cantidad de material
documental. Teniendo en cuenta que se trata de una religiosa con-
templativa, sorprende cómo la fama de santidad se haya difundido
tan rápidamente.
Joven de la nobleza española, dio desde pequeña signos de vir-
tud. Entró en un monasterio donde podía ser humillada, y fue cons-
tantemente una ejemplar novicia. Llamada por Dios a fundar un
nuevo monasterio, pasó el resto de su vida fundando y consolidan-
do nuevos monasterios. Entre sus virtudes destacan la responsabi-
lidad y la fidelidad al carisma teresiano, y su bondad, que fascinaba
incluso a los propios enemigos de la religión. Según este Consultor,
la única dificultad que se hubiera podido suscitar era el sufrimiento
que experimentó al aceptar la Constitución Apostólica Sponsa
Christi, pero se tranquilizó cuando supo que era libre de adherirse
a la solución propuesta por el documento, preocupada como estaba
por el bien del Carmelo.
Después tomó la palabra el segundo Consultor, que se manifes-
tó sorprendido por la voluminosidad de la Positio presentada por la
Postulación. Pero reconoció que ésta corresponde a una figura tan
grande, ante la cual uno parece fascinado por su profunda espiritua-
lidad. De hecho, había comenzado su voto afirmando que
“la Sierva de Dios Madre Maravillas de Jesús, carmelita
descalza, sobre cuyas virtudes discutimos hoy, sobresale en

42 Ibid., p. 57.
666 ALBERTO ROYO MEJÍA

nuestro siglo en el firmamento de la reforma carmelitano-te-


resiana con una personalidad muy notable, por sus dones y
por sus virtudes, así como por sus obras, que la han llevado
a ser considerada por algunos como una ‘nueva santa Teresa
de Ávila’. No hay duda que frente a la Madre Maravillas, a
su vida y a su actividad de fundadora de monasterios, uno se
queda (¡permítaseme el juego de palabras!) ‘verdaderamente
maravillado’, reconociendo que es imponente la acción de la
gracia en una monja que supo responder generosamente a la
vocación de auténtica carmelita descalza. Ciertamente, se
deberá averiguar si las virtudes de la Sierva de Dios han
alcanzado aquella”43.

Maravillas no fue para nada una noble que llevó a la religión el


deseo de estar en el primer lugar, sino al contrario, quiso siempre
ser considerada como la última. En todo fiel a los ejemplos de santa
Teresa y de san Juan de la Cruz, el padre Silverio, ya General de la
Orden, consideró que la unánime opinión de estima y de amor, por
parte de todas las religiosas, fue en grado superior a cuanto obtuvo
santa Teresa de Ávila a su muerte. El Consultor consideró que sin
duda sobresale entre sus virtudes la caridad, que podría ser definida
más que heroica, y el signo más claro de ellas fueron todas las fun-
daciones que hizo. Según él, en la cuestión de las Fede­raciones, la
Sierva de Dios supo ver por delante, y el tiempo le dio la razón.
El tercer Consultor subrayó en la Madre Maravillas la virtud de
la fe, su extremada pobreza y la alegre adhesión a la divina volun-
tad. Habría podido escoger otras Órdenes o Congregaciones más
elegantes, y, en cambio, escogió la pobreza del Carmelo, en un
convento donde la pobreza reinaba soberana, y donde la Sierva de
Dios, como apareció después de la muerte, disponía de una celda
sin ningún objeto personal. El Consultor destacó también el carác-
ter alegre y afable de la Madre, que sin duda imprimió un sello
especial en su vida espiritual.
El quinto Consultor consideró la figura de la Sierva de Dios
desde tres puntos de vista: el punto de vista extrínseco, procesal,
resaltando que la Positio parecía un poco voluminosa y exagerada;

43 Ibid., p. 23.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 667

desde el punto de vista intrínseco, en cambio, admitió que se trata-


ba de una gigante de la vida espiritual, dotada de todas las virtudes
heroicas. Así lo había expresado en su voto escrito:

“La Sierva de Dios, desde su juventud hasta su santa


muerte, puso en práctica las virtudes cristianas, sobre todo
las teologales, heroicamente y de forma ‘destacadísima’. Lo
característico de su espiritualidad radicó en el peculiar
carisma carmelitano, que se conoce en su lengua como tere-
siano-sanjuanista. Así se desprende de lo actuado y probado.
Toda la abundante prueba, testifical y documental, deja cons-
tancia de la heroicidad de las virtudes cristianas de la Sierva
de Dios”44.

Para el sexto Consultor en la Madre Maravillas debería subra-


yarse su fecundidad eclesial, la capacidad de renovar la vida con-
templativa, y las dificultades que encontró en su actividad son las
típicas, empezando por la “Madre”. Impresiona el modo como
ejerció la autoridad, con prudencia y ecuanimidad, con tacto y con
gran sentido de la justicia. Es conmovedor cómo durante la guerra
consiguió obrar una verdadera transformación en aquellos que eran
los responsables de los encarcelamientos de muchos religiosos,
animados de un profundo respeto hacia la Sierva de Dios. Era algo
más que el simple buen carácter; en ella brillaba la fuerza del mis-
terio divino. Además, su lucha por defender el carisma del Carmelo,
permaneciendo siempre obediente, según las órdenes de Roma, fue
verdaderamente heroica. Para el Consultor, una figura que honra a
la Iglesia universal:

“Su modo de actuar a lo largo de su vida, ya desde su


juventud en el mundo, pero especialmente desde su entrada
en la vida religiosa, durante sus prioratos, durante los azaro-
sos años de la República española y los aún más duros de la
Guerra Civil, en sus fundaciones tras aquella guerra, en los
momentos discutidos y difíciles de la aplicación de algunas
disposiciones de la Santa Sede y del Vaticano II para la reno-
vación de la vida contemplativa, en la fundación de la

44 Ibid., pp. 84.


668 ALBERTO ROYO MEJÍA

Asociación de Santa Teresa, en sus fundaciones, durante las


polémicas que ellas provocaron en el seno de la Orden y el
modo de aplicar las directivas de la Santa Sede y del Vaticano
II sobre la vida religiosa, el hecho de su libertad en el escoger
confesores o directores no carmelitas (¿no lo hacía también
así la santa reformadora de Ávila?), fueron actuaciones siem-
pre guiadas por el deseo de la mayor gloria de Dios, de la
obediencia a la Iglesia y de la fidelidad al carisma carmeli-
tano-teresiano”45.

Para el séptimo Consultor la Sierva de Dios aceptó las prescrip-


ciones de Roma de modo ejemplar. Para sus fundaciones no falta-
ron ayudas; proveniendo de la nobleza española, tenía en ella
muchos amigos, pero igualmente debió sufrir diversas dificultades
económicas. Escogió ser pobre, es más, pobrísima, siempre gene-
rosa y pronta para ayudar a aquellos que se encontraban en necesi-
dad. No se puede considerar una santa de vida ordinaria, porque el
Señor tuvo designios totalmente particulares para ella, y ella res-
pondió con fidelidad a esta llamada de predilección:

“...estoy convencido de la heroicidad esplendorosa y


plena de carisma de su vida santa. Es una figura humana y
espiritual que, aun permaneciendo monja de clausura, estaba
en contacto vivo con las personas que han trazado las vías de
la política y de la vida eclesial en los tiempos más tristes y
más exaltados de la España del siglo XX.
La Sierva de Dios es una grandísima ‘santa’, porque ha
sido escogida por Dios para una obra importante en la
Iglesia: confirmar y hacer vivir el valor perenne e imprescin-
dible para la Iglesia de siempre, de la vida contemplativa,
tomada verdaderamente en serio, ‘sin mitigación’”46.

El octavo Consultor subrayó que la personalidad de la Sierva de


Dios deja asombrados a todos, incluso a los más duros enemigos de
la Iglesia. También aquellos que eran contrarios a su modo de
actuar no osaron declarar nada en contra de su heroicidad. El celo

45 Ibid., p. 120.
46 Ibid., p. 144.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 669

apostólico, en el sentido típico querido por santa Teresa de Ávila,


fue vivido en profundidad por Madre Maravillas, que, sin abando-
nar la clausura, tuvo una grandísima actividad de fundaciones. Este
celo fue apreciado también por las familias acomodadas que la
ayudaron generosamente en las diversas fundaciones monásticas.
Sobresale su devoción al Sagrado Corazón de Jesús, móvil princi-
pal de su primera fundación del Cerro de los Ángeles, y después
presente en toda su vida: quería poner a Cristo en el centro de
España (el Cerro es el centro geográfico de esta nación) y de cada
corazón. De ahí la profundidad de su vida espiritual:

“La vida espiritual por la que la conducirá el Señor ten-


drá sus matices específicos, dentro de un seguimiento y ana-
logía (semejanza aun temperamental) con santa Teresa. Su
mística no abunda en hechos extraordinarios, aunque se
muestra verdadera mística, con pruebas pasivas de profunda
desolación o abandonos, que purifican su fe y van fijando su
confianza en solo Dios, alternadas con altas comunicaciones
divinas de su amor, luz y consolación, fuera de lo común entre
los cristianos fervientes. Pero su celo intensísimo por la pure-
za de la fe y vida cristiana le lleva también a vivir en sintonía
con las necesidades de su tiempo. Es enorme la cantidad de
iniciativas apostólicas que fomentará desde su clausura; la
inagotable fuente de recursos económicos de que dispondrá,
aun sin tener nada, con la ayuda de la oración y de los pró-
jimos a quienes mueve: para ayudar a los necesitados, para
cumplir toda justicia, para fomentar obras sociales y carita-
tivas y, sobre todo, obras en favor directamente de su Orden
y de la Iglesia en general, y en particular de las vocaciones
sacerdotales o religiosas”47.

El primer Consultor, que no pudo estar presente en el Congreso,


había dejado su parecer bien claro en el voto escrito, en el que con-
cluyó con estas palabras:

“Jesús le había inspirado el ofrecerse generosamente en


reparación de las ofensas que Él recibe de los pecadores, y

47 Ibid., p. 148.
670 ALBERTO ROYO MEJÍA

ella no se reservó nada. Su aspiración suprema fue que Jesús


tuviera siempre un sagrario más y que el mayor número posi-
ble de pecadores se convirtiese a su Sagrado Corazón. Éste
un día preguntó a Madre María de las Maravillas: ‘¿No te
basto Yo?’ Pues bien, de un profundo examen de su larga
experiencia ascética, parece que se puede concluir, con fun-
dada certeza moral, que Jesús fue realmente ‘Todo’ para
nuestra Sierva de Dios, y que en el tender a Él con prontitud,
constancia y alegría por toda la vida, ella alcanzó los más
altos grados del heroísmo en el ejercicio de todas las virtudes
cristianas y en la observancia de los consejos evangélicos,
practicados según el espíritu de su gran maestra santa Teresa
de Ávila, del que aparece como un auténtico modelo en clave
moderna”48.

Como conclusión del Congreso, el Promotor General de la Fe


subrayó la centralidad de su devoción al Corazón de Jesús, hoy tan
olvidada, y el admirable modo con el cual la Sierva de Dios supo
conciliar la contemplación con el apostolado externo. Además, fue
una mujer que se dejó siempre guiar, pronta a la voz del Señor, a
través de sus superiores, una figura grande, no fácil de compendiar
en pocas líneas. Y así, todos los Consultores confirmaron sus votos
con un Affirmative unánime a la pregunta sobre la heroicidad de las
virtudes de la Madre Maravillas, con el deseo de que la Causa
pudiera expeditamente proseguir su itinerario, como realmente
ocurrió.

4. Aplicación de la Doctrina de Benedicto XIV a la Madre


Maravillas

Encontramos un hecho de gran interés en los votos de los


Consultores teólogos que estudiaron la Causa de la Madre
Maravillas y es que en el voto IX49 el autor cita específicamente

48 Ibid., pp. 22-23.


49 Quien conoce la praxis actual de la Congregación sabe que normalmente
este voto corresponde al del Promotor General de la Fe, aunque se pueden dar
excepciones.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 671

a Benedicto XIV en una de sus definiciones clásicas, que después


aplica a la heroicidad de las virtudes de la Madre. Con la exposi-
ción de esta aplicación de la doctrina perenne del Papa Lambertini
a nuestra Santa, concluimos este artículo. El Consultor explica
cómo el Papa Benedicto XIV, al inicio del capítulo 21 del volu-
men III de su obra maestra sobre las Causas de Canonización, se
centra en el estudio de cuáles son las características del concepto
de confesor, al cual intenta referirse al hablar de las virtudes
heroicas. Con la siguiente fórmula, que nosotros ya hemos citado
antes en artículo, Benedicto XIV definía los requisitos que deben
reunir los fieles para ser considerados confesores: “His pro labo-
ribus multis, pro moribus castis, pro actis strenuis celsioris loci
praemium deberentur”. Tomando apoyo en estas palabras, el
Consultor explicaba la santidad de la Madre Maravillas del
siguiente modo:
– Pro laboribus multis: lo primero que llama la atención es la
intensa actividad que desarrolló esta carmelita descalza, sin querer-
lo. De hecho, como se señala en la Informatio de la Positio, cuando
la Sierva de Dios entró en las carmelitas, no podía ni imaginar toda
aquella serie de conventos que habría de fundar:

“Pretendía santificarse, pasando desapercibida, entrega-


da para siempre al recogimiento, la humildad y la contempla-
ción, propias del carisma carmelitano. Y todo ello sin llamar
la atención, haciendo el menor ruido posible en lo humano.
Pronto, sin embargo, sus propósitos quedaron desbaratados
por la acción de Dios, cuyos designios eran muy diversos y a
los que se sometió haciendo lo que el Señor quería de ella”50.

Por si fuera poco, había elegido el monasterio en el cual podía


ser más humillada y donde su noble procedencia sería menos con-
siderada51, pero el Señor tenía otros designios para ella y se lo
manifestó cuando todavía no había hecho la profesión solemne.
Desde ese momento en adelante, toda su vida fue una continua
respuesta a las sucesivas inspiraciones divinas, que se concretiza-

50 Matriten. Beatificationis et Canonizationis Servae Dei Mariae a


Mirabilibus Iesu, Informatio., p. 233.
51 cfr. Summarium., pp. 756-757.
672 ALBERTO ROYO MEJÍA

ron en otras once fundaciones. En este sentido, son muchos los


paralelismos entre su vida y la de santa Teresa de Jesús, la “Santa
Andariega”. La Sierva de Dios no se mostró nunca perezosa ante
una nueva fundación, aunque alguna vez manifestó tener pocas
ganas, como en el caso de los Estados Unidos, adonde finalmente
no fue por otras razones, pero nunca se dejó influir por los deseos
personales de tranquilidad o contemplación, que habrían sido com-
prensibles en una religiosa de clausura, porque como ella decía,
explicando su estado de ánimo, en lo referente a lo que el Señor le
pedía:

“Hace mucho tiempo que no he tenido deseo de nada


exterior, sino de que se cumpla en todo la voluntad de
Dios”52.

Todas estas fundaciones, con los preparativos que comporta-


ban, dieron a la Sierva de Dios muchas oportunidades de demostrar
su fortaleza que ya antes se había demostrado durante la guerra, y
que después se mostrará en el gobierno de los monasterios53, y en
su firme posición ante las propuestas de cambiar algunos elementos
de la Regla carmelitana54. La fuente de esta fortaleza era el amor de
Dios, como explica una religiosa que la conoció en profundidad:

“La razón de su vida fue el referir todas las cosas en


orden a Dios y al fin sobrenatural. Y esto, por muy difíciles,
dolorosas y costosas que fueran, y siempre: tanto si eran
mandadas como si eran de consejo. En ella era el denomina-
dor común Dios, su gloria y las almas. Recibió con gusto,
alegría, prontitud y constancia las cosas que Dios le enviaba,
fueran difíciles o fueran fáciles, fueran dulces o fueran amar-
gas”55.

Y sobre la razón que la empujó de modo especial a defender


con tanta fuerza el espíritu de santa Teresa, debiendo además con-
tradecir a algunos superiores carmelitas y usar todo tipo de conoci-

52 Carta 487, citada en la Informatio, p. 277.


53 cfr. Informatio, pp. 533-540.
54 cfr. Informatio, pp. 177-205.
55 Summarium, p. 947.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 673

mientos para llegar a Roma y poder salvar la peculiaridad de su


carisma, explica uno de los padres:

“Si veía que podía venir algún quebranto del espíritu de


la Orden y de la Santa, procuró siempre sostenerlo y perma-
necer fuerte, aun cuando tuviera que enfrentarse con otros.
Pero siempre sin discusión y con equilibrio y serenidad. Lo
hacía puramente porque veía que ésa era la voluntad de Dios,
pasase lo que pasase. Y Dios le había dado una inteligencia
clara para verlo”56.

No hay duda sobre la inteligencia que tuvo para ver lo que


podía poner en peligro el espíritu teresiano. En este sentido, el
mismo Cardenal Larraona, en una visita a las carmelitas, reconoció,
años después, que la propuesta de la Sponsa Christi estaba pensada
especialmente para ellas, pero que Madre Maravillas demostró a
todos que la elección era equivocada.
Todos los testigos, especialmente los que la conocieron más de
cerca, concuerdan en el decir que en defender el carisma de la
Orden Carmelitana siempre se comportó con prudencia y no faltó
nunca a la caridad. También cuando en el contraste de opiniones
con los otros se podía enfadar (se puede recordar a este propósito
la famosa reunión de las religiosas en Ávila) ella no perdía jamás
la calma y decía las cosas con toda humildad.
– Pro moribus castis: pero la actividad de la Sierva de Dios fue
siempre acompañada por una profunda virtud, que demostró siem-
pre en las cosas pequeñas de cada día. La Positio afirma que no
perdió nunca la gracia bautismal, basándose en las palabras de
diversos confesores suyos y del segundo Censor Teólogo57. Esta
conclusión no parece demasiado exagerada si uno lee los testimo-
nios del inicio de su vida interior en la infancia y de cómo ésta fue
creciendo sin saltos, con una progresión clara. Desde pequeña se
dedicó a las cosas del Señor; aun antes de cumplir los siete años
hizo voto de castidad, aunque no sabía muy bien qué significaba58.
Y esta actitud suya no cambió jamás; no tenemos un solo testimo-

56 Summarium, p. 80.
57 cfr. Informatio, pp. 455-456.
58 cfr. carta 28.
674 ALBERTO ROYO MEJÍA

nio de afectos mundanos o de atracción por las cosas materiales.


Así, cuando en el lecho de muerte le preguntaron cuándo se había
dado al Señor, ella respondió que desde siempre, y no exageraba.
Esta virtud fue alimentada por la vida de oración, que en ella se
convirtió en una continua presencia de Dios que la llevó a juzgar
todo y a todos a la luz de la fe. La presencia de Dios era percibida
por aquellos que la rodeaban. De hecho, cuenta su más estrecha
colaboradora:
“He visto muchas veces a la Sierva de Dios con la vista
perdida, con una mirada contemplando las cosas creadas y la
naturaleza. Y cuando yo le preguntaba que en qué pensaba,
me decía que en qué quería que pensara, más que en el
Señor”59.

En ella la oración tenía un profundo sentido de reparación por


los pecados de los hombres; por ello en su espiritualidad uno de los
puestos centrales era la penitencia. Por consiguiente, la primera
fundación fue muy querida para la Sierva de Dios, porque el monu-
mento del Cerro de los Ángeles estaba precisamente dedicado a la
reparación por los pecados. En este sentido resumía sus deseos de
reparar con su amor las faltas y pecados de los hombres:

“Las ofensas que en el mundo se cometen, quisiera yo


poder, a costa de cuanto fuera necesario, transformarlas
todas en gloria, amor y consuelo para el Corazón de mi dul-
císimo Jesús”60.

A este deseo suyo de reparación se unía una profunda humildad


que la llevaba a verse llena de defectos y a tratar a las otras como
superiores a ella. Según lo que aparece en la Positio, podemos pen-
sar que en ella la virtud de la humildad fue una de las virtudes
principales, si no la principal61. Se sentía nada, se consideraba
inútil, siempre quería desaparecer, pensaba que todos se equivoca-
ban cuando la consideraban buena62; es más, quería ser humillada

59 Summarium, p. 503.
60 Carta 66.
61 cfr. Summarium, pp. 83-84.
62 cfr. Informatio, pp. 578 ss.
EL PARECER DE LOS TEÓLOGOS SOBRE LA HEROICIDAD DE LAS VIRTUDES... 675

por las otras, a pesar de ser superiora. Buscaba sólo la gloria de


Dios y por ello no se preocupó jamás de la opinión de la gente, sino
solamente quería contentar al Señor, y cuando tenía la razón, sabía
defenderla sin ofender a nadie.
Cierto que en este punto no es fácil distinguir en ella aquello
que era humildad de lo que era escrúpulo, sobre todo en el juzgar
sus pecados y en el juzgarse siempre no apta en absoluto para la
carga de superiora, como resaltan los Censores Teólogos de los
escritos, pero ellos dos encuentran la personalidad de la Sierva de
Dios muy equilibrada, aunque profundamente afectiva. No son los
escrúpulos los que la llevaban a cada momento a la reparación por
los pecados, es el amor fortísimo a Dios que tenía en su alma lo que
la llevaba a ver todo, sea las cosas positivas como las negativas, en
referencia al Señor y a su gloria.
– Pro actis strenuis: toda su vida cotidiana estuvo llena de actos
heroicos. Basta recordar las penitencias que voluntariamente hacía:
dormía tres horas al día sentada en el suelo, con permiso del direc-
tor espiritual, y, cuando la salud no se lo permitió, aceptó dormir
sentada en una poltrona; pidió permiso para comer la mitad de lo
que comían las hermanas, y nunca supieron cuáles eran sus gustos
en la comida; es más, comía aquello que las otras no querían. Pero
en todo esto fue siempre muy prudente, no hacía ninguna peniten-
cia sin permiso del director espiritual y no se paró en las peniten-
cias, sino que las usó como instrumentos para unirse a Jesús
Crucificado63.
Pero también en la caridad sus actos superaron lo que es común
de las buenas religiosas y llegaron a la heroicidad. Además de aque-
llos actos de caridad propios de la vida cotidiana de comunidad y
que demuestran el nivel espiritual de una religiosa, en ella hubo un
verdadero espíritu maternal hacia sus religiosas, preocupada por su
felicidad y por su progreso espiritual y especialmente cercana a las
enfermas. Todas las hermanas la recordaban con afecto, no como
normalmente se recuerda a una buena superiora, sino más bien
como se recuerda a una madre.

63 cfr. Summarium, p. 95.


676 ALBERTO ROYO MEJÍA

Concluyendo, diremos que, como se ha podido ver a lo largo de


este trabajo, la Madre Maravillas, según el juicio de los teólogos,
fue una mujer ejemplar y religiosa abnegada. Su santidad fue pro-
clamada de modo oficial cuando fue reconocida la heroicidad de
sus virtudes, en 1996, en el Decreto con el que se le concedía el
título de Venerable.
En 1998 su culto fue permitido, aunque de modo restringido,
con la solemne Beatificación. Ahora, llegado el momento de su
Canonización, sus virtudes heroicas serán presentadas como ejem-
plo para todo el pueblo de Dios, para mayor gloria de Dios y bien
de las almas.
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 677

HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN


DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS

Simeón de la Sagrada Familia, OCD


Postulador

AÑOS 1974-1975
DESTELLOS DE UNA SANTIDAD QUE NO MUERE

El día 11 de diciembre de 1974, miércoles, a las 4,20 de la tarde, moría


con grande fama de santidad la Madre Maravillas de Jesús en su Carmelo de
La Aldehuela. Fueron trece largos años los pasados en este lugar, en el que,
de manera más extraordinaria aún, brillaron su amor a Dios y al prójimo.
Ahora, con su partida al cielo, dejaba embalsamados los carmelos fundados
por ella con el aroma de su vida y sus virtudes. Sus monjas, que la veneraban
y amaban profundamente, estaban seguras de que habían vivido con una
santa, ya que en todo momento la habían visto practicar todas las virtudes con
la mayor naturalidad y constancia. Pero no fueron sólo sus hijas.
Durante la tarde del día 11 y la mañana del 12 de diciembre, mucha gente
pasó por delante de la reja del coro bajo de las monjas que da a la iglesia,
rezando con gran fervor. El doctor Manuel Núñez Magro, médico de la comu-
nidad, certificó la defunción de la Madre, pero notando ya entonces ciertas
anomalías en el cadáver. El doctor Francisco Vega Díaz, a mediodía del 12,
comprobando que persistían en el cadáver las anomalías del día anterior, pidió
que fuese examinado por un médico forense.
A las 4,30 de la tarde de este día 12 tuvo lugar el funeral, presidido por el
señor Vicario de Religiosas de la diócesis de Madrid-Alcalá, don Herme­
negildo López, con el que concelebraron el padre provincial de los carmelitas
descalzos de Castilla, fray Román de la Inmaculada, que hizo una muy senti-
da homilía, el prior de los carmelitas descalzos de Madrid, Gaudencio del
Niño Jesús, otros padres carmelitas y los capellanes de los conventos funda-
dos por la Madre Maravillas.
El entierro debía haberse efectuado a continuación, pero hubo de suspen-
derse, esperando la llegada del médico forense, que se había solicitado a la
678 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Jefatura de Madrid. Poco después llegaba el doctor Eduardo Méndez Morillo,


que reconoció el cadáver ante varios testigos, y de acuerdo con los otros doc-
tores decidió que no se procediese al entierro hasta el día siguiente, pues antes
de dar su opinión quería comprobar el estado del cuerpo pasadas más horas.
El señor Visitador levantó momentáneamente la clausura para que pudie-
sen entrar a rezar ante el cadáver los familiares y demandaderos de todos los
conventos de la Madre que con los capellanes habían venido al entierro. Se
llevaron las flores que había en la caja y alrededor.
Reunidos de nuevo al día siguiente, 13 de diciembre, los médicos pudie-
ron comprobar, después de un reconocimiento detenido, que la flexibilidad
del cadáver era mayor que la víspera y que no tenía el olor característico. El
cuerpo de la Madre Maravillas era ciertamente cadáver, pero estaba en unas
condiciones fuera de lo común. El doctor forense dio entonces permiso para
el entierro, y el señor Visitador celebró la santa Misa con los mismos sacer-
dotes que el día anterior. Después, con visible emoción, pronunció unas pala-
bras alabando a Dios admirable en sus santos. Dijo entre otras cosas: «Pero
donde aparece Dios más grande y admirable es en las obras maestras de sus
manos, que son los santos. Los santos son fruto de esa gigantesca obra nacida
del Corazón y amor de Dios, que es la santa Iglesia, y que vienen a dar testi-
monio con su vida del camino que hemos de recorrer para llegar seguros a
nuestro Padre Dios. Por eso, en estos tiempos en los que se ensalzan exagera-
damente los valores humanos con marginamiento de los valores sobrenatura-
les y divinos, la muerte de la Madre Maravillas y las señales que acompañan
a su cadáver son como la voz de Dios que viene a decirnos lo que es y lo que
significa en la Iglesia la vida contemplativa, esta vida contemplativa tan poco
estimada por la corriente humanista que nos rodea, y que es como el riego
sanguíneo sobrenatural en el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, que lo
fecunda. Pero esta vida contemplativa tal como la entendió, vivió y enseñó la
Madre Maravillas, con su austeridad y su recogimiento, con su generosa y
amable entrega a todos y por todos..., pero calladamente, anónimamente,
como trabaja y da vida el corazón en el cuerpo humano».1
Y dispensando en nombre del señor cardenal, por breve tiempo, de la ley
de la clausura, permitió a los presentes que pasaran al coro del convento. Casi
tres cuartos de hora duró el desfile, en el que los fieles, con profundo fervor
y emoción, pudieron besar el cadáver y comprobar las señales extraordinarias
que habían certificado los médicos. La Madre parecía acoger a todos con la
misma bondad con que siempre lo había hecho en vida; parecía dormida y no

1 Archivo de las CC.DD. de La Aldehuela.


HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 679

inspiraba ningún temor, sino amor y veneración. Fue una fila larguísima de
personas de todas las clases sociales, hombres, mujeres y niños, que se abra-
zaban a sus manos y la besaban. Todos entraban en absoluto silencio, tocaban
a su cuerpo pañuelos, rosarios, trozos de tela... Ya desde la tarde del día 11,
las monjas habían estado pasando continuamente por el cuerpo de la Madre
los objetos que la gente les daba por el torno para este fin.
Días después, con fecha 30 de diciembre de 1974, el doctor forense hizo
un estudio detallado del caso, sacando la conclusión de que «hemos observa-
do signos suficientes que permiten afirmar la muerte real de la Madre
Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán, presentando la evolución de
los fenómenos cadavéricos y la marcha de los fenómenos putrefactivos unas
anomalías sin base científica para explicarlas en el estado actual de nuestros
conocimientos».2
Al extenderse la noticia de la muerte de la Madre, comenzaron a llegar al
carmelo de La Aldehuela innumerables testimonios sobre su santidad, así
como sobre favores obtenidos por su intercesión. Se escribió en enero de 1975
la Carta de edificación, con el título La Madre Maravillas de Jesús, carmelita
descalza, una sencilla circular con una breve semblanza, como suele hacerse
siempre en el Carmelo a la muerte de una monja, para enviar a otros conven-
tos y a personas allegadas. Al recibir esta Carta, fue tal la explosión de gozo,
que comenzaron a pedirla insistentemente no sólo religiosos y sacerdotes,
sino seglares de todas las clases sociales. Fue necesario hacer más de 30.000
ejemplares. Al convento de La Aldehuela sobrevino un auténtico aluvión de
cartas y testimonios, en los que se recogía la impresión generalizada de que
la Madre Maravillas era una santa. Además solicitaban con urgencia reliquias
y más información sobre ella.

AÑOS 1975-1980
SE INICIA EL CAMINO PARA LA GLORIFICACIÓN DE LA MADRE

1.   Desde el Carmelo de La Aldehuela

Ante estos hechos y los fenómenos extraordinarios ocurridos en torno a


su muerte, el día 24 de enero de 1975 la comunidad de carmelitas descalzas
de La Aldehuela dio su voto afirmativo para que la madre Dolores de Jesús,

2 Acta notarial del médico forense y testigos después de la muerte de Madre


Maravillas de Jesús, C.D., copia conservada en el archivo de las CC.DD. de La Aldehuela.
680 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

supriora en aquel momento, comenzase las diligencias necesarias para que se


pudiese iniciar la Causa de beatificación y canonización de la Madre
Maravillas. He aquí el texto del acta conventual conservada en el archivo del
carmelo de La Aldehuela, y que merece ser reproducida porque marca el
mojón fundamental de esta grande epopeya gloriosa: «Poder otorgado a nues-
tra reverenda madre supriora Dolores de Jesús: El día 24 de enero de 1975,
convocada la comunidad, propuso nuestra reverenda madre supriora en fun-
ciones de presidente, por no haber tenido aún elección de priora, si quería la
comunidad que fuese incoado el Proceso para la Causa de beatificación de
nuestra reverenda Madre Maravillas de Jesús, dadas las circunstancias
extraordinarias que se habían presentado, las grandes virtudes que durante
toda su vida hemos visto en ella, sus fundaciones, la obra que ha llevado a
cabo por conservar el espíritu y la vida carmelitana que nos dejó nuestra
santa Madre Teresa de Jesús, la fama unánime de santidad; y todo esto con
el consejo y opinión de los superiores. La comunidad votó afirmativamente
por unanimidad. Asimismo, la comunidad votó también dar a la madre
supriora, reverenda madre Dolores de Jesús, todas las facultades para elegir,
en su derecho, al Postulador de la Causa, según crea conveniente para este
fin. En fe de lo cual lo firmamos: María de San José, 2ª clavaria; Isabel de
Jesús, 3ª clavaria».
El 16 de junio de 1975, la madre Dolores de Jesús, ya elegida nueva
priora de la comunidad, por medio de un acta notarial del Tribunal Eclesiástico
número 1 del Arzobispado de Madrid–Alcalá me designó como Postulador de
esta Causa. Por entonces yo desempeñaba el cargo de Postulador General de
los Carmelitas Descalzos.3
Según las normas vigentes aún en 1975, las Cartas postulatorias eran un
elemento importante para conocer la fama de santidad de una determinada
persona y el interés que había en el pueblo cristiano por promover el camino
de su glorificación en la Iglesia. En el caso de la Madre Maravillas fueron
unas 2.665 las cartas postulatorias dirigidas a Su Santidad el Papa Pablo VI y
presentadas a la Congregación para las Causas de los Santos. Son cartas y

3 Reproducimos también estas palabras del Acta, porque en los designios de Dios
señalaron al Postulador que ha llevado la Causa desde sus mismos principios hasta su cul-
minación gozosa con la canonización de la Madre: «En virtud de las presentes, designamos
y constituimos Postulador de la referida Causa de beatificación al reverendo padre Simeón
de la Sagrada Familia, con todas las facultades necesarias y oportunas en derecho, para
disponer y ocuparse en nuestro nombre de todo aquello que estime necesario para una
diligente tramitación de la Causa». Y firman más adelante: «Dolores de Jesús Gandarias
Urquijo, priora. Ante mí: Eduardo López Pérez. V° B°: el Juez Eclesiástico: Juan
Fernández». Archivo de las CC.DD. de La Aldehuela.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 681

peticiones que provienen de todo tipo de personas: cardenales y obispos,


superiores y superioras de familias religiosas, abades y provinciales de dife-
rentes órdenes y congregaciones, sacerdotes y misioneros, seminarios dioce-
sanos, parroquias, instituciones, comunidades religiosas, movimientos ecle-
siales, familias y seglares de diversa condición. Todos proclamaban la santi-
dad y virtudes de la Madre Maravillas y expresaban al Santo Padre sus deseos
de que se iniciara la Causa de canonización de tan extraordinaria carmelita
descalza, con la esperanza de que pudiese un día llegar al honor y al culto de
los altares.
El 13 de septiembre de este año 1975, nombré Vicepostulador de la Causa
al sacerdote don Hermenegildo López Gonzalo, de la diócesis de Madrid.

2.   Desde los Superiores del Carmelo Teresiano

El 15 de este mismo mes, en mi calidad de Postulador General de la


Orden y Postulador elegido también para esta Causa, dirigí una petición a
nuestro Definitorio General para que aceptase esta nueva Causa entre las que
ya existían en el catálogo de la Postulación de la Orden y yo pudiese ocupar-
me de ella. A los cuatro días, el 19 del mismo mes de septiembre de 1975, el
Definitorio General de los Carmelitas Descalzos dio su consentimiento para
el inicio de la Causa y para que yo como Postulador la siguiese en su camino.
El día 25 escribí al señor arzobispo de Madrid, cardenal Vicente Enrique y
Tarancón, enviándole el Supplex libellus o petición para empezar los trámites
necesarios en orden a la introducción de la Causa y al Proceso canónico de la
Madre. Por su parte, el Prepósito General de los Carmelitas Descalzos, P.
Finian Monahan de la Reina del Carmelo, irlandés, con fecha 15 de octubre,
solemnidad de nuestra Madre santa Teresa de Jesús, dirigió una emocionada
Carta Postulatoria a Su Santidad el Papa Pablo VI, en que presentaba un her-
moso y elocuente retrato de la Madre Maravillas y pedía en nombre de la
Orden la pronta Introducción de su Causa. La daremos en Apéndice, al final
de este artículo, por tratarse de la primera valoración oficial del Carmelo
Teresiano sobre la vida, santidad y figura espiritual de la Madre Maravillas.

3.   Fonte que mana y corre

Como pequeña señal del gigantesco incendio en que se iba convirtiendo


la fama de santidad de la Madre y la devoción de los fieles hacia ella, puedo
apuntar el caso de que el 4 de enero de 1976 me telefonearon las madres car-
melitas de Siracusa pidiéndome reliquias de la Madre y que las enviase tam-
682 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

bién a Mons. Anastasio Ballestrero (entonces arzobispo de Bari, que había


sido General de la Orden, luego arzobispo de Turín y más tarde elevado a la
dignidad cardenalicia por Juan Pablo II), porque estaba sufriendo aquellos
días una otitis terrible que le hacía perder el equilibrio.
Hasta el mismísimo cardenal de Cracovia, hoy el Papa Juan Pablo II, en
mayo de 1976 recibía unas reliquias y otros recuerdos de la Madre Maravillas,
a través de las carmelitas descalzas de Cracovia, a las que él correspondió con
unas cariñosas palabras.4
Para atender a sus cada vez más numerosos devotos, se habilitaron en los
conventos del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela unas oficinas. Las
gracias conseguidas por su mediación fueron cuidadosamente conservadas, y
hoy en día son miles las archivadas. Siguiendo el consejo de algunos padres
carmelitas, se pensó en la realización de una hoja que satisficiera los deseos
de tantas personas, y a la vez diera a conocer estos innumerables favores. A
partir de febrero de 1975, se inició la publicación trimestral de un sencillísimo
boletín con el título de Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza, que se
imprimía al principio en el Carmelo del Cerro. Tuvo una primera tirada de
25.000 ejemplares.
En 1977, ante la imposibilidad de dar a conocer todos los favores recibi-
dos, al boletín se le añadió el suplemento Sembrando alegrías, que contenía
entre dieciocho y veinticuatro páginas, y que comenzó publicándose cada seis
meses. No obstante, en 1994, para poder incluir mayor número de gracias, se
vio la necesidad de incorporar este suplemento al boletín, de manera que, sin
disminuir su número de páginas, fue publicado no dos, sino cuatro veces al
año, formando un único bloque con el mencionado boletín. El número de
boletines fue aumentando, hasta la cifra de 65.000 ejemplares por cada tirada.
Se distribuye actualmente por las cincuenta provincias de España y los cinco
continentes:
En Europa: Alemania, Andorra, Austria, Bélgica, Bielorrusia, Francia,
Gibraltar, Gran Bretaña, Grecia, Holanda, Hrvatska, Irlanda, Italia,
Liechtenstein, Lituania, Magyarorszag, Malta, Mónaco, Polonia, Portugal,
Slovenija, Suecia, Suiza, Ucrania y Yugoslavia.

4 He aquí la traducción del texto que envió el cardenal Wojtyla a la priora de aquel
carmelo, agradeciéndole su obsequio: «Agradezco cordialmente sus oraciones tan valiosas
y su felicitación, con motivo de mis aniversarios y de la fiesta del Espíritu Santo. Dios se
lo pague todo, su carta y los recuerdos de Madre Maravillas, que falleció en olor de santi-
dad. La santa Iglesia se alegra siempre de aquellos hijos e hijas que, por su vida, dan gloria
a Dios. Karol card. Wojtyla, 17 mayo 1976». Carta original conservada en las CC.DD. de
La Aldehuela.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 683

En Asia: Corea, Filipinas, la India, Indonesia, Iraq, Israel, Japón, Kuwait,


Líbano, Malasia, Pakistán, Singapur y Taiwán.
En América: Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa
Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Uruguay, Estados
Unidos y Venezuela.
En África: Benin, Burundi, Camerún, Centroáfrica, Guinea Ecuatorial,
Kenia, Madagascar, Malawi, Marruecos, Nigeria, Senegal, Tanzania y el
Zaire.
En Oceanía: Australia y Nueva Zelanda.

4.   Documentación para la «Introducción de la Causa»

Pero volvamos un poco hacia atrás en la historia, para comprender el


momento jurídico en que se encontraban los trabajos previos de la Causa de
la Madre Maravillas.
El 19 de marzo de 1969, con el «Motu proprio» Sanctitas clarior, Pablo
VI había introducido en el campo de las Causas de los santos una reforma
importante que aligeraría notablemente la fase instructoria de los Procesos de
beatificación y canonización. Cuando desde finales de 1975 se piensa y se
desea el comienzo de un Proceso canónico para la glorificación de la Madre
Maravillas, ya hay que hacerlo bajo las normas de la Sanctitas clarior del
Papa Pablo VI. El obispo de cada diócesis, previa autorización de la Santa
Sede, ya puede dar el Decreto de Introducción de una Causa y celebrar, con
autoridad propia y apostólica delegada, un solo Proceso, llamado «Cogni­
cional» (en latín Cognitionalis) que sustituye a los antiguos Procesos
Ordinario y Apostólico prescritos en el Código de derecho canónico de 1917.
Si bien la aplicación de la Sanctitas clarior agilizaba y aligeraba, como hemos
dicho, los trabajos iniciales de los procesos de las Causas, tuvo el inconve-
niente de que la Congregación de las Causas de los Santos en Roma se vio
aplastada por una mole enorme de trabajo, ya que, antes de conceder el «Nihil
obstat» para que los obispos pudieran iniciar un Proceso Cognicional, tenían
que examinar y estudiar a fondo toda la documentación, preparada por los
actores, que ellos habían enviado. Y esto para cada Causa. Y, con las facilida-
des dadas, llegaban a Roma decenas y decenas de nuevas Causas. Y la
Congre­gación tenía que investigar y asegurarse de si cada una de ellas, desde
los puntos de vista histórico, jurídico y teologal, se basaba realmente en sóli-
dos fundamentos. Por eso había que esperar hasta varios años desde la presen-
684 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

tación de la documentación necesaria para una Causa hasta poder obtener el


«Nihil obstat» para la Introducción canónica de la misma y el subsiguiente
Proceso jurídico.
Desde los años 1974 y 1975 (y seguramente ya antes, pues no es difícil
pensar que las carmelitas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela no lo
hicieran aún en vida de la Madre), las hijas de la Madre Maravillas, con la
ayuda de beneméritos colaboradores y la guía no menos entusiasta del
Postulador de la Causa, se metieron de lleno en la recogida, reproducción en
millares de fotocopias, estudio y organización armónica de toda la inmensa
documentación que ya existía o que se iba ulteriormente descubriendo sobre
ella: Biografía documentada, Artículos propuestos para interrogar a los testi-
gos, Lista nominal y breve historial de cada uno de los testigos que podrían
ser interrogados en el futuro Proceso, Escritos de la Madre (se pudieron
encontrar casi siete mil cartas), una muestra selecta de los mismos, publica-
ciones sobre ella (libros, artículos en revistas y periódicos), y los centenares
y centenares de cartas postulatorias pidiendo la pronta Introducción de su
Causa.
Todo este imponente material, reunido, bien organizado y colocado en sus
respectivos contenedores, ya estaba listo a primeros de 1976, de modo que el
14 de febrero de ese año pudo ya el arzobispo de Madrid–Alcalá, cardenal
Vicente Enrique y Tarancón, escribir a la Congregación para las Causas de los
Santos pidiendo la autorización para introducir la Causa de la Madre
Maravillas e instruir el Proceso Cognicional sobre su vida, fama de santidad
y virtudes. Con la carta de petición del señor cardenal arzobispo se envió a
Roma toda la voluminosa documentación previa que acabamos de enumerar.
Todo ello fue entregado a la Congregación por el Postulador de la Causa el
día 1 de marzo de 1976. El sucesivo día 6, Mons. Trajan Crisan, Secretario de
la misma Congregación, acusaba recibo de todo el material enviado y mani-
festaba su satisfacción por ello con estas palabras que tengo recogidas en mis
apuntes: «Estamos óptimamente impresionados por la presentación».
El estudio previo de la documentación enviada fue llevado a cabo por un
miembro de la Congregación a quien se lo encomendaron de oficio. Las sema-
nas y los meses pasaban, pero el trabajo no se terminaba. A la otra orilla, las
monjas carmelitas y los devotos de la Madre Maravillas esperaban y aguanta-
ban con tranquilidad y abundancia de oraciones y de sacrificios propiciato-
rios. Pero de vez en cuando, sobre la superficie de aquel que parecía un
sereno lago, se notaba algún ligero rizo de impaciencia y de nerviosa insisten-
cia. Recuerdo a este propósito que el 6 de junio de 1977, el Secretario de la
Congregación me dijo sonriendo: «¡Hay que calmar un poco a las monjitas!»
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 685

El 21 de septiembre de este mismo año 1977, el oficial encargado del


estudio de la documentación me pidió que le escribiera una sucinta pero com-
pleta «presentación de la figura espiritual de la Madre Maravillas», cosa que
hice con mucho gusto. Se la entregué en mano el 28 del mismo mes. El 4 de
octubre siguiente dicho oficial dio por terminada su tarea del examen previo
de la documentación y entregó todo el expediente a sus superiores competen-
tes para que lo sometieran más tarde al necesario examen y aprobación defi-
nitiva en niveles más altos de autoridad.

5.   La «Introducción de la Causa»

Finalmente, después de muchas esperas y oraciones llegó el día, que fue


el 19 de abril de 1980, en que se celebró el llamado «Congreso Ordinario» de
la Congregación. Todos los participantes, no reconociendo obstáculo alguno
de ningún tipo, dieron su voto unánimemente favorable para que se pudiera
introducir en el foro eclesiástico competente la Causa de beatificación y cano-
nización de la Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza. Y el 19 de junio
sucesivo, en audiencia concedida al Prefecto de la Congregación, cardenal
Corrado Bafile, Su Santidad Juan Pablo II, ratificando y confirmando la sen-
tencia de la Congregación, concedió al arzobispo de Madrid-Alcalá el nece-
sario permiso para proceder a la Introducción canónica de la Causa de la
Madre Maravillas y a la celebración del Proceso Cognicional sobre su vida y
virtudes. Desde este momento ya se podía dar a la Madre oficialmente el
título o apelativo de «Sierva de Dios».
El 8 de julio siguiente, el señor arzobispo de Madrid-Alcalá, cardenal
Vicente Enrique y Tarancón, firmaba el tan deseado «Decreto de Introducción
de la Causa», del cual se dio lectura pública el 4 de octubre del mismo año en
la iglesia de las carmelitas descalzas de La Aldehuela, en presencia del mismo
señor cardenal arzobispo, de varios padres carmelitas descalzos, de otros
sacerdotes y religiosos, de numerosos fieles y de la comunidad de las carme-
litas descalzas que, alborozadas pero escondidas tras sus rejas en el coro,
daban gracias a Dios por este primer punto ganado en la larga y difícil carre-
ra de la Causa.
Este Decreto significaba que, tras el estudio previo y detenido de los
muchos documentos presentados a la Santa Sede por la diócesis de Madrid-
Alcalá a petición de la Orden Carmelitana, sobre la vida, escritos, fama de
santidad y virtudes de la Sierva de Dios, la misma Santa Sede, por medio de
la Congregación de los Santos, asumía esta Causa de manera oficial y con
686 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

específica consideración, y concedía que se abriera un Proceso, es decir, una


investigación histórica y teológica con objeto de conocer más a fondo su vida,
sus virtudes en general y una por una cada virtud en particular, su fama de
santidad, su muerte y las gracias y favores que se venían atribuyendo a su
intercesión. Todo, con miras a la glorificación eclesial de la Madre por medio
de su beatificación y canonización. En una palabra, este Decreto permitía
comenzar oficialmente dentro de la Iglesia el largo camino que conduciría,
siendo voluntad de Dios, al reconocimiento solemne de la santidad de la
Madre Maravillas, proponiéndola como modelo de vida cristiana, especial-
mente de almas consagradas en la vida religiosa, y como potente intercesora
nuestra ante el Señor.

AÑOS 1981-1983
PROCESO COGNICIONAL EN MADRID - EXHUMACIÓN

El 22 de enero de 1981 dio comienzo en Madrid el Proceso llamado


«Cognicional» sobre la vida, fama de santidad, virtudes en particular y mila-
gros en general de la Sierva de Dios, y con Edicto del mismo día, el cardenal
arzobispo mandaba que se llevase a cabo la búsqueda y recogida de cuantos
Escritos tuviesen por autora a la Madre Maravillas.
En este Proceso, el Tribunal fue constituido por los siguientes miembros:
El Ilmo. Sr. don Juan Fernández Rodríguez, viceoficial de la Curia de Justicia
y canónigo de la catedral de Madrid, como juez presidente; los Ilmos. Sres.
don José Gálvez Díaz y don Domingo Crespo Rosales, canónigos de dicha
catedral, como jueces adjuntos; el R.P. Patrocinio García Barriuso, francisca-
no, como Promotor de la Fe, y don Francisco J. Guijarro García, como nota-
rio. Todos ellos realizaron su labor con entusiasmo, y pudieron concluirla
felizmente.
Cincuenta y nueve testigos prestaron declaración. El elenco de estos tes-
tigos es de lo más variado: entre ellos encontramos a altas jerarquías eclesiás-
ticas, como el arzobispo dimisionario de Valencia, don José Mª García
Lahiguera, el obispo dimisionario de Ávila, don Santos Moro Briz, o el
ex-General de los carmelitas descalzos, padre Miguel Ángel de San José;
definidores, provinciales y priores de la Orden, un Consultor de la Congregación
de Religiosos, maestros de novicios, canónigos, párrocos y directores espiri-
tuales de seminarios, etc. Mención especial merece la declaración del padre
Valentín de San José, o.c.d., que fue el consejero y director espiritual de la
Madre desde 1939 hasta 1974. Este profundo conocimiento da a su declara-
ción un valor único e insustituible.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 687

Entre las religiosas destacan varias carmelitas descalzas que vivieron


largos años con la Madre, en particular la madre Dolores de Jesús, que convi-
vió con ella con gran intimidad por más de cuarenta años y prestó una excep-
cional declaración; la hermana Mª Reyes del Corazón de Jesús, enfermera de
la comunidad de La Aldehuela durante los últimos años de la Madre
Maravillas, que aportó, además de una preciosa y muy interesante declara-
ción, documentos de gran valor para conocer la figura de la Sierva de Dios; la
hermana Isabel de Jesús, que trazó la construcción de la mayoría de los car-
melos por ella fundados; la madre Mª Josefa del Corazón de Jesús, priora del
Cerro de los Ángeles, la madre Paloma de Jesús, supriora de ese mismo car-
melo, que prestaron interesantes declaraciones, y un largo etcétera que haría
interminable esta enumeración. El 14 de mayo de 1982, se concedió que las
testigos carmelitas descalzas pudieran ser oídas en sus monasterios respecti-
vos, por un tribunal reducido.
En cuanto a los seglares, encontramos aristócratas y hortelanos, carpinte-
ros y demandaderos de sus conventos –algunos, como Juan Mancebo Hoyos,
la trataron desde 1939–, catedráticos, eminentes médicos, familiares de la
Madre, etc., etc.
Todos ellos proclaman la santidad y virtudes heroicas de esta carmelita
descalza. Si exceptuamos a uno de los testigos que no la conoció, y a otro que
sólo la vio, los demás trataron con ella en mayor o menor intimidad. En sus
declaraciones hicieron hincapié en los pormenores que sabían de ciencia pro-
pia, lo que hace que estos testimonios sean de indudable valor y fiabilidad.
El Proceso se clausuró en Madrid en la capilla del arzobispado, el 18 de
marzo de 1983. Las Actas del mismo ocupan doce gruesos volúmenes, con un
total de 3.847 páginas, mientras los escritos de la Madre quedaron recogidos
en treinta y cuatro tomos en folio, con un total de 12.983 páginas. Todo este
inmenso material fue llevado a Roma y entregado por el Postulador a la
Congregación para las Causas de los Santos, y el día 24 de marzo de aquel
mismo año 1983, obtenido el necesario rescripto, se pudieron abrir las copias
del Proceso, que se guardaban en cajas precintadas con la bandera española y
lacradas, para ser encuadernadas y empezar el estudio.
Anteriormente, en el curso de este Proceso, el 20 de octubre 1981, ante el
deseo de numerosas personas, la Congregación para las Causas de los Santos,
mediante rescripto, concedió el permiso para la exhumación, reconocimiento
canónico y traslado de los restos de la Sierva de Dios. Tuvo lugar el 14 de
noviembre de 1981. Los restos mortales fueron trasladados desde el cemen-
terio en la huerta del convento de La Aldehuela a la iglesia de dicho carmelo,
y colocados entre las dos rejas del coro bajo, lugar en el que actualmente se
688 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

encuentran. Presidió el acto el cardenal arzobispo de Madrid-Alcalá, don


Vicente Enrique y Tarancón, estando también presentes, entre otros, el que
esto escribe, como Postulador de la Causa, la comunidad de carmelitas des-
calzas de La Aldehuela, varios sacerdotes, religiosos y médicos.

AÑO 1984
PROCESO SOBRE UN MILAGRO EN SALAMANCA

Entre los días 15 de febrero y 13 de abril de 1984, se celebró en la Curia


diocesana de Salamanca el Proceso sobre un presunto milagro ocurrido en
1976 y atribuido a la intercesión de la entonces Sierva de Dios: la curación
instantánea, completa y duradera de la señorita Alfonsa García Blázquez, de
«agranulocitosis aguda con complicación hepatorrenal, peritonitis y shock
séptico».
Fue la propia interesada, Alfonsa García, quien el 26 de agosto de 1997,
en el Carmelo de La Aldehuela, relató emocionada lo acaecido entre los días
1 de julio y 11 de septiembre de 1976:
«El 5 de julio de 1976 (yo tenía veintidós años), empecé a sentirme mal,
con fiebre alta de 39º y 40º y muchos dolores. Nuestro médico de cabecera
diagnosticó cuadro gripal, pero a pesar de los tratamientos de antibióticos y
antitérmicos, etc., la fiebre persistía. Al octavo o noveno día apareció ictericia,
muchas úlceras en la boca y garganta. Ingresé así en el “Hospital de la
Santísima Trinidad”, de Salamanca, el 15 de julio. Fui atendida por varios
médicos que, con un diagnóstico no del todo firme, proponían o volver a casa
a morir o una intervención quirúrgica abdominal inmediata a vida o muerte.
Mis padres, desesperados, se resistían, y querían consultar con otros médicos.
En este hospital estaba una religiosa hija de la caridad, sor Mónica, de nuestro
pueblo, que les comentó: “¿Por qué no consultáis al doctor Sánchez
Rodríguez, un médico joven que acaba de llegar a Salamanca del hospital de
Puerta de Hierro, de Madrid? Casualmente está hoy aquí”. Entonces este doc-
tor comenzó a tratarme.5 Tras hacerme análisis de sangre y médula ósea,
diagnosticó “agranulocitosis primaria con shock séptico y afección hepática y
renal”. Me dijo que era gravísimo, y que un 99’9% de estos enfermos no se
salvaban. Sor Mónica se hizo con una reliquia y novena de la Madre
Maravillas de Jesús, y me dijo: “Vamos a hacer esta novena para que, por su

5 Este joven doctor había conocido y tratado a la Madre Maravillas por medio del
Carmelo de Cabrera, y durante sus años de estudios de medicina en Madrid la visitó algunas
veces en La Aldehuela.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 689

intercesión, te devuelva la salud si te conviene”. Me pusieron la reliquia pega-


da en la cabecera de la cama. Mis padres y yo y las hermanas del hospital
empezamos la novena ininterrumpidamente desde el 17 de julio. La hacíamos
varias veces al día. Sor Mónica, cuando yo no podía por mi estado, me decía:
“Si no puedes hablar, hazla con el corazón”.
«A pesar del tratamiento, la fiebre no desapareció nunca, y poco tiempo
después se produjo una septicemia, y, en su evolución no controlada, un shock
séptico y un fracaso multiorgánico de riñón, pulmón, aparato digestivo, alte-
raciones en la coagulación... En Macotera, mi pueblo, se portaron de maravi-
lla. Salían por las calles con micrófonos, pidiendo para mí donantes de sangre,
pues además de que mi sangre es cero negativo, el doctor quería que fuese
sangre directa. Me llegaron a poner veintiuna trasfusiones. Don Ángel me
recordaba después que hubo un día en que había quince personas en cola,
dispuestas a donar.
«Así pasé, luchando entre la vida y la muerte, hasta el día 4 de septiem-
bre, en que, a causa de un dolor intenso de abdomen y de que la fiebre persis-
tía, me llevaron de urgencia a quirófano. Allí me hicieron una laparotomía,
pensando en una infección que no se encontró. El 7 de septiembre se produjo
una nueva crisis, y mi estado se fue agravando aceleradamente. Uno de estos
días tuve un nuevo shock séptico, y aparecieron más aftas bucales. Estaba en
un estado semicomatoso.
«El día 10 de septiembre me hicieron nuevos análisis, que confirmaron mi
estado crítico. Yo ya no podía más. Por la tarde me encontraba tan mal que a un
vecino que me visitaba diariamente y llevaba noticias frescas al pueblo, recuer-
do que le dije: “Reza por mí, que esta noche me muero”. Sobre las 8 de la tarde,
yo continuaba con fiebre muy alta y delirio, y percibía una sensación especial
de gravedad, temiendo morir por momentos. En mi habitación seguíamos
haciendo la novena a la Madre Maravillas todos los días. Yo esa misma noche
participé en la novena, con mucha más devoción y con una especial necesidad
y anhelo, aunque lo hice parcialmente, pues a veces perdía el conocimiento. En
mi interior repetía: “Madre Maravillas, ¿no me vas a curar?” Tenía un gran
temor a dormirme, porque pensaba que no iba a despertar más, y de hecho
recuerdan mis padres que estuve toda la noche con gran inquietud.
«Ante mi situación, considerada por los médicos como irreversible, uno
de los doctores dijo a mis padres que no había nada que hacer, que la medi-
cación era ya inútil, y que mi muerte era inminente. Les sugirió que, si que­
rían, me llevaran al pueblo a morir en mi casa. Pero ellos decidieron dejar-
me en el hospital. Por fin me dormí. Sobre las 8’30 de la mañana del día 11,
el doctor les dijo de nuevo que duraría muy pocas horas. Mis padres y
690 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

familiares, ¡a pedir con más insistencia a la Madre Maravillas! Sobre las


9’30 me desperté, sintiendo un gran bienestar. Comprobaron que la fiebre
había desaparecido súbitamente, así como las aftas de la boca y faringe. Me
practicaron entonces un nuevo análisis de sangre. ¡Totalmente normal!
¿Estaba curada? Al conocerse la noticia de este cambio espectacular, se
produjo un gran revuelo, y empezaron a acudir a mi habitación los médicos,
las enfermeras, las religiosas del hospital, etc., etc. Uno de los doctores,
admirado, comentó: “Aunque yo no soy muy propenso a creer en milagros,
para mí esto es un milagro”. Seguí en el hospital algunos días, en observa-
ción, y poco tiempo después fui dada de alta. Y desde aquella mañana del
11 de septiembre de 1976 hasta el día de hoy, gozo de una excelente salud,
¡gracias a mi querida Madre Maravillas!»6
En el Proceso de este milagro atribuido a la intercesión de la Madre
Maravillas, prestó una valiosa ayuda como Vicepostulador don Juan Sánchez
Sánchez, sacerdote operario diocesano de la diócesis de Salamanca. Fueron
llamados a declarar quince testigos, seis de ellos médicos. Las afirmaciones
de estos últimos, durante sus declaraciones, fueron unánimes: «En tales cir-
cunstancias, lo normal hubiera sido su muerte»; «Me parece extraordinario el
cambio brusco de su pésimo estado general en tan pocas horas»; «En el caso
que nos trata, la mortalidad es de un 99’9%. No considero probable la evolu-
ción por medios naturales hacia la curación tan rápida»; «Teniendo en cuenta
las circunstancias vividas en cada episodio de esta paciente, en un hospital
con pocos medios, y haciendo una terapéutica “empírica”, corroboran tam-
bién que el porcentaje de mortalidad debe alcanzar el 100%».
El 26 de abril, el Postulador entregaba a la Congregación para las Causas
de los Santos la copia, cerrada y sellada, del Proceso sobre este presunto
milagro.
El 5 de octubre de 1984, la Congregación emanaba el Decreto de validez
jurídica de los dos Procesos, el de Madrid sobre la vida y virtudes de la Sierva
de Dios, y el de Salamanca sobre el presunto milagro.

1985-1993
PREPARACIÓN Y ENTREGA DE LA POSITIO SUPER VIRTUTIBUS

El año 1985, la Congregación para las Causas de los Santos nombraba al


Rvdo. don Francisco Moccia, palotino, como Relator de la Causa de la Madre

6 Testimonio conservado en el archivo de las CC.DD. de La Aldehuela.


HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 691

Maravillas. Don Francisco, desde el principio, mostró enorme interés por esta
Causa y por la figura de la Madre, desempeñando con grande competencia y
entusiasmo su cargo.7
A partir del nombramiento del Relator y bajo su dirección, en Roma se
fue preparando la Positio super virtutibus de la Sierva de Dios, es decir, el
informe amplio y la documentación correspondiente sobre la vida y virtudes
de la Madre, en orden a probar su santidad y a obtener del Santo Padre –y en
definitiva de la Iglesia–, los honores de la declaración de virtudes heroicas, de
beatificación, y más tarde de canonización. Esta Positio habría de recoger,
ordenar y estudiar científicamente todo el material presentado en el Proceso
cognicional y las declaraciones de los testigos. Fue una labor ingente, de
mucho trabajo, muchos viajes, muchas investigaciones y también muchos
sufrimientos, si consideramos la voluminosidad de la Positio y el deseo de
satisfacer cuanto antes a tantas personas que continuamente preguntaban por
el final de la Causa.
En 1987, la preparación de la Positio estaba ya muy adelantada. Es enton-
ces cuando se solicitó del nuevo cardenal arzobispo de Madrid-Alcalá, don
Ángel Suquía, el nombramiento de dos censores de esta diócesis que dieran
su parecer acerca de los escritos de la Madre Maravillas recogidos durante el
Proceso. En sus respectivos Informes, cada uno de los censores tendría que
poner de relieve el contenido fundamental de dichos escritos, su conformidad
con los principios morales y dogmáticos de la Iglesia –lo mismo si hubiera
que anotar alguna cosa en contra–, su riqueza espiritual, su valor de ejempla-
ridad cristiana, religiosa, contemplativa, carmelitana... Estos informes debe-
rían ser después unidos a las demás piezas de la Positio.
Los dos censores teólogos realizaron unos informes espléndidos, amplios
y profundos, después de haber examinado los escritos con competencia y
detenimiento, y el 25 de octubre de 1988 el cardenal Suquía envió a la
Congregación de los Santos el Processiculus Diligentiarum, con los votos de
dichos censores sobre los escritos de la Madre.
El trabajo de la Positio super virtutibus quedaba concluido el 16 de julio
de 1993, día de «nuestra Madre Santísima», según expresión carmelitana, con
la firma del Relator, que daba su «visto bueno». El día 3 de diciembre de este

7 Dios, en sus designios misericordiosos, tenía dispuesto que don Francisco no


viera el coronamiento de estos trabajos, ya que el 18 de diciembre de 1997, cuando se dis-
ponía a asistir a la sesión de lectura de Decretos, en que iba a ser proclamado el milagro de
la Madre para la beatificación, enfermó gravemente, muriendo dos meses después, el 17 de
febrero de 1998.
692 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

mismo año, se entregaba en Roma, en la Congregación de los Santos, la volu-


minosa Positio super virtutibus de la Sierva de Dios Madre Maravillas de
Jesús, impresa y encuadernada. La Positio super virtutibus consta de tres
gruesos volúmenes, con un total de 3369 páginas en diversas paginaciones,
que ahora brevemente describimos.
El primer volumen se abre con una presentación del Relator de la Causa,
don Francisco Moccia, en la que hace un pequeño resumen del contenido de
la Positio de la Sierva de Dios, y del camino por la Causa hasta aquel momen-
to. Finalmente, después de resaltar la constante y afectuosa colaboración
conmigo como Postulador en este trabajo, señala la necesidad de tan volumi-
nosa Positio ante la figura tan imponente de la Madre Maravillas. Tras esta
presentación, un apéndice muy interesante y útil, de 135 páginas, contiene un
breve perfil biográfico de todas las personas que tuvieron alguna relación con
la Madre y que son nombradas en alguna parte de la Positio.
La parte principal de este primer volumen está ocupada por la amplia
Informatio an constet de virtutibus in gradu heroico, que ocupa 653 páginas.
Está firmada por el colaborador externo don Secundino Jiménez Rodrigo,
canónigo penitenciario de la catedral de Madrid, con fecha 29 de junio de
1993, y en fechas sucesivas por mí, como Postulador, y por el Relator.
La Informatio es la exposición detallada de la vida, hechos, virtudes de
un determinado Siervo de Dios, presentándolo a base de las declaraciones de
los testigos y de todos los documentos obtenidos para el caso. Por lo que se
refiere a nuestra Causa, debo destacar que la Informatio sobre la Madre
Maravillas es muy brillante. En ella se van explicando todas las etapas de la
vida de la Sierva de Dios, desde su nacimiento hasta su muerte, con multitud
de detalles, y además de forma muy amena (cosa no común en esta clase de
trabajos), lo que hace su lectura muy agradable. Ello no impide la veracidad
de esta Informatio, puesto que las abundantísimas citas de los testigos y docu-
mentos a pie de página se encargan de confirmar todo lo que aquí se dice.
Sobre todo, se demuestra claramente en estas páginas el ejercicio heroico de
sus virtudes: las teologales, las cardinales y anejas; la práctica de los votos
religiosos; se describen detenidamente su muerte y los fenómenos que la
acompañaron, su fama de santidad, su amor al Carmelo, sus obras sociales,
etc., etc.
Tras la Informatio encontramos el Decretum super validitate Processus,
con fecha 5 de octubre de 1984, con las firmas del entonces Prefecto, cardenal
Pietro Palazzini, y del Secretario de la Congregación, Mons. Trajan Crisan,
con las expresiones de convalidación habituales.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 693

La Positio super scriptis, a continuación, ocupa un total de 148 páginas.


Contiene los informes y juicios de los dos censores teólogos que revisaron los
treinta y cuatro volúmenes en folio presentados por la Postulación con los
escritos de la Madre.
Este primer volumen se cierra con una serie de láminas fotográficas (XIX
páginas), de la vida y obras de la Sierva de Dios.
Todo el segundo volumen (1142 páginas) y la mayor parte del tercero
(1282 páginas), contienen las declaraciones de los testigos, en los que ya nos
detuvimos brevemente más arriba. Después, una serie de 143 documentos
(131 páginas) que jalonan la vida de la Sierva de Dios, desde su nacimiento
hasta su muerte, pasando por los principales acontecimientos de su larga exis-
tencia: partida de bautismo, primera comunión, ingreso en el Carmelo, profe-
siones, nombramientos de priora, permisos para las fundaciones, otros docu-
mentos relacionados con la Asociación de Santa Teresa, su partida de defun-
ción... Completa la documentación un hermoso estudio que el conocido tere-
sianista don Baldomero Jiménez Duque realizó en 1975 sobre la espiritualidad
de la Madre Maravillas y que había sido publicado en la revista Manresa
(abril-junio de 1975), con el título: Madre Maravillas.
Y finalmente, la carta postulatoria del General de los Carmelitas
Descalzos, P. Finian Monahan de la Reina del Carmelo, que aparece como
Apéndice al final de nuestro estudio.

AÑOS 1994-1996
ESTUDIO Y DISCUSIÓN DE LA POSITIO SUPER VIRTUTIBUS - DECRETO
SOBRE LAS VIRTUDES HEROICAS

Desde 1993, en que fue entregada en Roma, la Positio sobre la Sierva de


Dios Madre Maravillas de Jesús permanecía en la Congregación de los
Santos, aguardando su turno para ser estudiada. Pero, «como todo llega en
esta vida», muy pronto llegó también el 1996, año fundamental y decisivo
para nuestra Causa.
Se abría el 24 de mayo con la celebración en Roma, en la Congregación
de los Santos, del «Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos», com-
puesto por el Promotor General de la Fe y ocho consultores. En este
«Congreso Peculiar» los consultores debían exponer sus puntos de vista y
discutir si la Sierva de Dios había practicado las virtudes teologales de la fe,
esperanza y caridad hacia Dios y el prójimo, y las virtudes cardinales: pruden-
cia, justicia, templanza y fortaleza y sus anejas, en grado heroico, y votar en
consecuencia. Al final de la sesión, todos, nueve en total, dieron su voto afir-
694 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

mativo, elogiando unánimemente la figura de la Madre y su actualidad para


la vida contemplativa de la Iglesia de hoy. Las conclusiones y los votos de los
teólogos se recogen en un pequeño fascículo que recibe el nombre de Relatio
et Vota. El de la Sierva de Dios contiene 106 páginas.
He aquí algunas de las afirmaciones de los consultores teólogos: «Se
puede concluir, con fundada certeza moral, que Jesús fue realmente “Todo”
para nuestra Sierva de Dios, y que en el tender a Él con prontitud, constancia
y alegría por toda la vida, ella alcanzó los más altos grados del heroísmo en el
ejercicio de todas las virtudes cristianas y en la observancia de los consejos
evangélicos, practicados según el espíritu de su gran maestra santa Teresa de
Ávila, del que aparece como un auténtico modelo en clave moderna».8 «Los
testigos nos la muestran profundamente afectiva, muy femenina en sus mani-
festaciones, delicada y agradecida, alegre, llena de gracejo y con sentido del
humor con ella misma y con los demás. Sin duda estas cualidades humanas han
influido también en los momentos dramáticos de su vida».9 «La Madre
Maravillas de Jesús es una figura que ha encarnado plenamente el espíritu de
la gran santa Teresa de Jesús y de san Juan de la Cruz. Ha sido una religiosa
que ha vivido intensamente el preconcilio, el Concilio Vaticano II y el postcon-
cilio, siendo una espléndida intérprete del mismo. Jugando con su nombre,
como ya otros lo han hecho antes, se puede afirmar que la Madre Maravillas
es una auténtica maravilla, admirable como persona y como santa, llena de un
grandísimo carisma desde ambas perspectivas, es decir, llena de gracia y de la
bendición de Dios, al cual se debe dar gracias por darnos en estos tiempos un
ejemplo de vida tan admirable [...]. La Sierva de Dios es una grandísima
“santa”, porque ha sido escogida por Dios para una obra importante en la
Iglesia: confirmar y hacer vivir el valor perenne e imprescindible para la
Iglesia de siempre, de la vida contemplativa, tomada verdaderamente en serio,
“sin mitigación”».10 «Pienso que estamos ante un caso extraordinario de santi-
dad en nuestros tiempos, emblemático para vivir santamente la vida de clausu-
ra en fidelidad al carisma teresiano, muy oportuno para ser revalorizado hoy y
propuesto como ejemplo excelso de virtudes cristianas a toda la Iglesia, a todo
el Carmelo».11 «Se trata de una gigante de la vida espiritual dotada de todas las
virtudes heroicas».12 «Es una figura que honra a la Iglesia universal».13

8 Relatio et Vota Congressus peculiaris super virtutibus, 24 mayo 1996, Voto I,


p. 13.
9 Ibid., Voto VI, p. 70.
10 Ibid., Voto VII, pp. 76-77.
11 Ibid., Voto VIII, p. 94.
12 Discusión y Conclusión del Congressus peculiaris super virtutibus, p. 104.
13 Ibid., p. 105.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 695

El día 1 de octubre de este mismo año 1996, fiesta de santa Teresa del
Niño Jesús y comienzo del primer centenario de su muerte, tuvo lugar el últi-
mo paso previo al reconocimiento pontificio de las virtudes heroicas de la
Madre: la «Congregación Ordinaria» de los señores cardenales, arzobispos y
obispos de la Congregación de los Santos. En el Palacio Apostólico Vaticano,
a las 10 de la mañana, comenzaba la sesión en la que deberían tratar de nuevo
sobre las virtudes heroicas de la Sierva de Dios, y ofrecer al Santo Padre un
juicio definitivo para obtener de él la promulgación del «Decreto» aprobatorio
de las mismas. Hizo de «Ponente» en la Asamblea el Excmo. señor don
Piergiorgio Silvano Nesti, c.p., arzobispo de Camerino-San Severino Marche.
Aunque el resultado de estas reuniones no se hace público por medio de un
documento escrito (al contrario de cuanto se hace con los «Congresos
Peculiares de los Consultores Teólogos»), sabemos con certeza, por informa-
ciones autorizadas y del todo fidedignas, que el éxito de esta «Congregación
Ordinaria» de cardenales y obispos fue afirmativo y favorable, por unanimi-
dad y con grande emoción y entusiasmo. Toda la discusión transcurrió no sólo
«bene» (bien) sino «benissimo», como dicen en italiano, es decir, óptimamen-
te. Y añado «con emoción y entusiasmo», porque descubrieron en la Sierva de
Dios Madre Maravillas de Jesús, en su vida, en sus fundaciones y en sus
escritos, «una figura gigantesca de santidad», una de las mayores «santas» que
han pasado por la Congregación en nuestros tiempos, un «perfecto modelo de
vida contemplativa y carmelitana para la Iglesia», como hija preclara de la
grande santa Teresa de Jesús, a la cual algunos han querido compararla hon-
rándola con el apelativo de «la santa Teresa de Jesús del siglo XX».
Como conclusión de todos estos trabajos y discusiones, el 17 de diciem-
bre de 1996, en presencia de Su Santidad Juan Pablo II, fue proclamado el
«Decreto de Virtudes heroicas» de la Madre Maravillas, junto a otros trece
decretos más, referentes al milagro de tres venerables, al martirio de dos
Siervos de Dios y a las virtudes heroicas de otros ocho Siervos de Dios.
Estaban presentes en el acto, entre otros, varios cardenales ponentes de
estas Causas; el Proprefecto del dicasterio de las Causas de los Santos, Mons.
Alberto Bovone; el Secretario Mons. Edward Nowak; el Subsecretario Mons.
Michele di Ruberto; el Promotor General de la Fe, Mons. Sandro Corradini;
los Postuladores generales de las Causas, entre ellos el que esto escribe.
En el «Decreto de Virtudes heroicas», después de haberse repasado los
hechos más importantes de la vida de la Sierva de Dios, entre ellos su activi-
dad como fundadora de monasterios, se van enumerando sus virtudes y las
manifestaciones más evidentes de las mismas, y se termina con el breve his-
torial de su Causa de beatificación y canonización y con la solemne declara-
696 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

ción del Papa Juan Pablo II, allí presente, de que constaba de la heroicidad de
las virtudes teologales, cardinales y anejas practicadas por la Madre. En una
palabra, que su vida de cristiana y de carmelita descalza había sido verdade-
ramente heroica. A partir de este momento, la Madre recibía el apelativo de
«Venerable». Con la declaración de las virtudes heroicas de la Madre, se abría
la posibilidad de estudiar el presunto milagro atribuido a su intercesión, cuyo
Proceso, según vimos, se llevó a cabo en la diócesis de Salamanca en 1984.

AÑO 1997
APROBACIÓN DEL MILAGRO PARA LA BEATIFICACIÓN

El 24 de abril de 1997, a las 10,30 de la mañana, en la sala de Congresos


de la Congregación de los Santos, se reunían los cinco médicos de la
«Consulta Médica» del dicasterio para el examen de la supuesta curación
milagrosa de la señorita Alfonsa García Blázquez.
Los doctores señalaron que: «El hecho extraordinario y el rapidísimo
cambio de la situación tuvo lugar entre el 10 y el 11 de septiembre [de 1976].
La situación se juzgaba irreversible, con pronóstico nefasto, y sin embargo se
verificó de improviso una inversión tendente a una curación definitiva. Ésta
es, por consiguiente, de difícil explicación según los actuales conocimien-
tos».14
Tras una breve discusión, dada la unanimidad de los pareceres médicos,
se procedió a la definición conclusiva del caso:
«Diagnóstico: agranulocitosis aguda con compromiso hepatorrenal, peri-
tonitis, shock séptico.
Pronóstico: extremadamente reservado quoad vitam.
Terapia: adecuada para los tiempos; hoy considerada insuficiente.
Modalidad de curación: rápida, completa y duradera; inexplicable según
nuestros conocimientos.
Aprobado por unanimidad».15
Pocos meses después, en concreto el 30 de septiembre de ese mismo año,
se celebró el «Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos» sobre el mila-
gro, para proceder a un nuevo examen del caso, esta vez estudiándolo princi-

14 Positio super miraculo, relazione della seduta della C.M. della Congregazione
delle Cause dei Santi del 24 aprile 1997, p. 2.
15 Ibid., pp. 3-4.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 697

palmente desde el punto de vista de la invocación: es decir, debían determinar


si la curación extraordinaria se debía claramente a la intercesión de la venera-
ble Madre Maravillas.
El Promotor General de la Fe invitó a los consultores a manifestar su
opinión. Todos ellos confirmaron su propio voto afirmativo, declarando que
no existía ninguna seria dificultad en la evaluación jurídica y teológica del
milagro. «Bajo el aspecto teológico –señalaron también–, clara y probativa es
la oración dirigida a la Sierva de Dios, tanto con la aplicación de una reliquia
suya sobre el cuerpo de la enferma, como con la participación en la invoca-
ción de otros hermanos suyos, y de las hijas de la caridad, presentes en el
hospital [...]. El Promotor General de la Fe ha resumido los aspectos princi-
pales de la Causa, destacando la claridad del caso con el cambio absolutamen-
te inesperado de la situación crítica de la enferma, cuando ya se estaba espe-
rando la prevista muerte inminente. La prontitud de las oraciones y la unici-
dad de la invocación no deja espacio a ninguna duda».16
Restaba una última reunión antes de la aprobación de este milagro: la
«Congregación Ordinaria» de los señores cardenales y obispos. Ésta tuvo
lugar el 16 de diciembre de 1997, con óptimo resultado. Y sólo dos días des-
pués, el día 18, en presencia de S.S. Juan Pablo II, era promulgado el «Decreto
del Milagro» de la venerable Maravillas de Jesús, carmelita descalza. Ahora
sí el milagro para su beatificación estaba definitivamente aprobado.

ENERO-MAYO 1998
HACIA LA BEATIFICACIÓN

Durante los primeros meses del año 1998 había mucho que trabajar en la
Postulación de la Causa de la Madre Maravillas. La Santa Sede había fijado
la fecha de su beatificación para el día 10 de mayo, V domingo de Pascua, y
no había tiempo que perder. Primero, debía efectuarse un reconocimiento de
los restos mortales de la venerable Madre, según se suele hacer antes de pro-
ceder a la beatificación de un Siervo de Dios.
El día 16 de febrero, en el Carmelo de La Aldehuela, donde se encuentra
el sepulcro de la Madre, tuvo lugar este acto sencillo y a la vez solemne y
lleno de emoción. Estábamos presentes el señor Obispo de Getafe, don
Francisco José Pérez y Fernández-Golfín, el tribunal por él constituido, varios
médicos, entre ellos dos que también habían asistido a la primera exhumación

16 Relatio et vota Congressus peculiaris super miro, 30 septiembre 1997, p. 40.


698 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

de la Madre en 1981: don Manuel Núñez y don Ángel Sánchez; la señorita


Alfonsa García Blázquez, la «milagrada» de la Madre Maravillas, la comuni-
dad de carmelitas descalzas de La Aldehuela, y el Postulador de la Causa. Una
vez examinados los restos mortales, éstos fueron depositados en un arca de
madera de cedro, que fue precintada, lacrada y custodiada en la clausura de
este carmelo, mientras se llevaba a cabo una reforma del sepulcro de la
Madre, antes de su beatificación. El día 27 de abril, el arca fue colocada en el
nuevo sepulcro, obra del arquitecto madrileño José Ramón Duralde, en el
mismo lugar que ocupara el antiguo, entre las dos rejas del coro bajo, en la
iglesia de La Aldehuela.
Mientras tanto, la Postulación, las carmelitas descalzas y el «Centro de
Coordinación para la Beatificación», creado durante estos meses para colabo-
rar en la preparación del gran acontecimiento, con sede en las «Cruzadas de
Santa María» –que nos prestaron también una gran ayuda–, se multiplicaban
para atender a todos los detalles: confección y envío de boletines de la Madre
Maravillas, de miles de reliquias y estampas que se nos pedían, reparto de
publicaciones sobre la futura Beata por todo el mundo, redacción de artículos
y reseñas para diversos periódicos y revistas, preparación de regalos para el
Santo Padre y de medallas conmemorativas, organización de viajes y peregri-
naciones a Roma, etc., etc... Como dato curioso sobre esto último, el tren
«Madre Maravillas» con unos 500 peregrinos partió de la madrileña estación
de Chamartín el día 8 de mayo, con dirección a la Ciudad Eterna. En el viaje
se llevó a cabo una verdadera preparación espiritual para la beatificación:
cantos, ratos de oración, predicaciones, Eucaristías, alegres veladas, etc... se
fueron alternando durante el trayecto, con gran aprovechamiento espiritual de
los viajeros.

10 DE MAYO DE 1998
SOLEMNE BEATIFICACIÓN

La víspera de esta gran fiesta, el día 9 de mayo, en la Basílica de Santa


María la Mayor, abarrotada de peregrinos españoles, tuvo lugar una vigilia
de oración y acción de gracias organizada por el seminario de Getafe y pre-
sidida por el cardenal arzobispo de Madrid-Alcalá, don Antonio Mª Rouco
Varela.
A lo largo de la celebración se fueron ofreciendo los testimonios de san-
tidad de las diez mártires españolas de la guerra civil y de la Madre Maravillas,
que iban a ser beatificadas al día siguiente, y el señor cardenal señaló en su
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 699

homilía que «las nuevas beatas [...] significan un don de Dios a su Iglesia ante
las puertas del tercer milenio; ellas son fruto de santidad, es decir, de la huma-
nidad nueva en la que brilla la Humanidad de Cristo. Las once nos enseñan
que la santidad consiste en clavarse con Cristo en la cruz, de donde brota el
agua que salta hasta la vida eterna».
La plaza de San Pedro, flanqueada por la imponente columnata de
Bernini y la grandiosa Basílica renacentista, cuya fachada estaba por enton-
ces totalmente cubierta con andamios, acogía el 10 de mayo a los más de
20.000 españoles y libaneses que habían llegado desde todos los rincones de
la península, con sus obispos, para asistir a la beatificación de la Madre, de
otras diez religiosas españolas mártires de la guerra civil de 1936, entre ellas
otra carmelita descalza, la Madre Mª Sagrario de San Luis Gonzaga, que
también pertenecía a la Postulación de la Orden, y del monje maronita liba-
nés Nimatullah Kassab Al-Hardini. La mañana era espléndida, y el sol
radiante parecía resaltar aún más la desbordante alegría de los peregrinos.
Miles de banderas españolas y libanesas y de pañuelos agitados, y un clamor
de vivas y aplausos acogió a S.S. Juan Pablo II cuando éste apareció en la
plaza a las 10 de la mañana.
Tomamos parte de la crónica del L’Osservatore Romano, en su edición
española del 15 de mayo de 1998: «Juan Pablo II beatificó a doce siervos de
Dios: once religiosas españolas, diez de ellas mártires de la guerra civil espa-
ñola, y un monje libanés. Fueron los siguientes: Rita Dolores Pujalte Sánchez
y Francisca del Corazón de Jesús Aldea Araujo, vírgenes y mártires, de la
Congregación de las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús;
María Gabriela de Hinojosa y seis compañeras, vírgenes y mártires, de la
Orden de la Visitación de Santa María; María del Sagrario de San Luis
Gonzaga, virgen y mártir, de la Orden de Carmelitas Descalzos; Nimatullah
Al-Hardini Youssef Kassab, presbítero, monje de la Orden Maronita libanesa;
y Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán, virgen, de la Orden de
Carmelitas Descalzos [...]. Después del rito de Introducción, se acercaron al
altar para pedir la beatificación los Cardenales Antonio María Rouco Varela,
Arzobispo de Madrid, Nasrallah Pierre Sfeir, Patriarca de Antioquía de los
Maronitas, y Monseñor Francisco José Pérez y Fernández-Golfín, Obispo de
Getafe (España), con los Postuladores de las Causas: los padres Romualdo
Rodrigo, o.a.r., Simeón de la Sagrada Familia, o.c.d., y Paul Azzi. Correspondió
al Cardenal Rouco postular la beatificación de los doce siervos de Dios; a
continuación leyó una breve biografía de cada una de las religiosas mártires;
el Cardenal Sfeir leyó la del monje libanés, y Monseñor Fernández-Golfín la
de la Madre Maravillas de Jesús».
700 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

En la homilía de la ceremonia, el Santo Padre, entre otras cosas, afirmó:


«La Madre Maravillas de Jesús, también ella carmelita descalza, es otro ejem-
plo luminoso de santidad que la Iglesia propone hoy a la veneración de los
fieles, proclamándola Beata. Esta insigne madrileña buscó a Dios durante
toda su vida y se consagró enteramente a Él en la vida recoleta del Carmelo.
Fundó un monasterio en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de
España, junto al monumento al Sagrado Corazón, al cual se había consagrado
la nación. Debiendo salir del convento a causa de la guerra civil, puso todo su
empeño en asegurar la pervivencia de la Orden, lo que la llevó a realizar
numerosas fundaciones, que ella quiso estuvieran presididas por el espíritu de
penitencia, de oblación y recogimiento, característicos de la reforma teresia-
na. Persona muy conocida en su época, supo aprovechar esa circunstancia
para llevar muchas almas a Dios. Las ayudas que recibía, las empleó todas en
socorrer monasterios, sacerdotes, seminarios y obras religiosas en necesidad.
Por ello, son tantos los que le están agradecidos. Fue priora durante casi toda
su vida religiosa, siendo como una verdadera madre para sus hermanas. Vivió
animada por una fe heroica, plasmada en la respuesta a una vocación austera,
poniendo a Dios como centro de su existencia. Tras haber sufrido no pocas
pruebas, murió repitiendo: “¡Qué felicidad morir carmelita!” Su vida y su
muerte son un elocuente mensaje de esperanza para el mundo, tan necesitado
de valores y, en ocasiones, tan tentado por el hedonismo, el hacer fácil y el
vivir sin Dios».
Tras la ceremonia se ofreció un espléndido almuerzo en el Hotel
Michelangelo, al que asistieron numerosas personalidades civiles y religiosas
y familiares y allegados a las nuevas beatas. Las Carmelitas Descalzas de La
Aldehuela contribuyeron generosamente a este «ágape fraterno» invitando a
los comensales asistentes por parte de la Madre Maravillas.
La celebración de este día se cerró por la tarde con una magna recepción
en la Embajada de España ante la Santa Sede, a la que asistieron varios cen-
tenares de invitados. Por parte de la Madre se encontraban, entre otros, algu-
nos de sus sobrinos carnales. Un detalle interesante a resaltar es la vinculación
que tuvo nuestra Beata a esta Embajada. Cuando ella nació en 1891, su padre,
Luis Pidal y Mon, desempeñaba el cargo de Embajador de España ante la
Santa Sede. Anteriormente también lo habían sido su abuelo paterno, Pedro
José Pidal Carniado, y un tío abuelo materno, Alejandro Mon y Menéndez (en
cuyo tiempo el beato Pío IX inauguró solemnemente un monumento a la
Inmaculada en la Plaza de España). Posteriormente, entre 1901 y 1902, lo fue
su tío Alejandro Pidal y Mon, hermano de su padre. La niña Maravillas pasó
los dos primeros años de su infancia, hasta 1893, viviendo alternativamente
en esta Embajada y en Madrid.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 701

El lunes, 11 de mayo, en el altar de la Cátedra de San Pedro, en la Basílica


Vaticana, se celebró una solemne misa de acción de gracias por las nuevas
beatas, presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, y concelebrada por
numerosos obispos españoles y más de un centenar de sacerdotes que asistie-
ron a las beatificaciones. Después, en el aula Pablo VI, tuvo lugar la audiencia
papal a los miles de peregrinos españoles y libaneses. En su discurso, el Santo
Padre, refiriéndose a la Beata Maravillas, señaló: «Muchos de los que hoy
están presentes aquí conocieron también a la Madre Maravillas de Jesús, otra
preclara hija de la Orden del Carmelo en nuestro siglo, que con gran decisión
puso a Dios en el centro de su vida y por encima de cualquier otra preocupa-
ción. Eso la llevó a consagrarse al Señor por entero en el recogimiento de la
vida claustral, con gran espíritu de penitencia y oración. Su vida es modelo de
consagración religiosa y ejemplo a seguir por todos los cristianos, llamados a
reconocer la primacía de Dios, en el que todas las cosas encuentran su verda-
dero fundamento y significado. Frente a la tentación de una vida fácil y super-
ficial, la Madre Maravillas supo mostrar el profundo atractivo de lo esencial,
dando testimonio, una vez más, de que la vida contemplativa, permaneciendo
fiel al propio carisma, “tiene también una extraordinaria eficacia apostólica y
misionera” (Vita consecrata, 59)».
Al final de la audiencia fue presentada al Santo Padre una pequeña expo-
sición con parte de los regalos ofrecidos con motivo de estas beatificaciones.
El Carmelo descalzo femenino y en particular las hijas de la Beata Maravillas,
confeccionaron, para ser entregados a iglesias necesitadas, albas, manteles y
ornamentos; además contribuyeron con limosnas y con objetos sagrados.
Entre éstos se ofrecieron unos 50 juegos de copones y cálices, 135 casullas,
una preciosa custodia de plata con esmaltes, y cientos de corporales con sus
purificadores para el servicio del altar; también 500 rosarios de pétalos de
rosas, fabricados en el carmelo de La Aldehuela. Además, las carmelitas han
querido ofrecer al Santo Padre 26 sagrarios, conociendo el amor de la Beata
Maravillas de Jesús al misterio de la Eucaristía. Ella, durante su vida, propor-
cionó a las iglesias pobres de los pueblecitos castellanos, muchos sagrarios y
ornamentos para que el Señor fuese dignamente reverenciado en estos luga-
res. Para ello no dudó en vender valiosos objetos sagrados de su carmelo del
Cerro de los Ángeles.
La Beatificación de la Madre Maravillas de Jesús, que es la primera gran
etapa de su glorificación por la Iglesia, fue coronada por la publicación del
llamado «Breve de Beatificación» o «Letras Apostólicas». En este documen-
to, después de una hermosa semblanza de la vida y obra de la Madre
Maravillas, el Santo Padre fija su fiesta litúrgica para el 11 de diciembre de
702 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

cada año, aniversario de su muerte, su dies natalis según la Iglesia. Termina,


en una conclusión que nos parece específica para este caso, exhortando a «que
la vida, obras y ejemplos de esta celestial Beata atraigan e impulsen cada vez
más fuertemente a los fieles cristianos a seguir audazmente el camino del
Evangelio de Cristo». El «Breve» lo firma «por mandato del Sumo Pontífice»,
el cardenal Ángel Sodano, Secretario de Estado.
Grande eco en la Orden del Carmelo y en la prensa española tuvo la ele-
vación a los altares de la Madre. En los carmelos fundados por ella y en
numerosos carmelos del mundo entero, se celebraron solemnes misas en
acción de gracias y diversos actos conmemorativos del acontecimiento.
El centro de organización de Roma se encontraba en la Casa Generalicia
de los Carmelitas Descalzos, donde está radicada la Postulación General de la
Orden, que cedió varios de sus locales para los trabajos de las personas que
dirigían y organizaban los diversos actos de estos días.
En la basílica de Santa Teresa, contigua a la Casa Generalicia, se celebró
tras las beatificaciones un solemne triduo dedicado a las dos beatas carmelitas
descalzas de aquel día: la Madre Sagrario de San Luis Gonzaga y la Madre
Maravillas de Jesús. Los dos cuadros que estuvieron expuestos a los dos lados
del altar mayor de la basílica durante este triduo, pintados por el famoso artis-
ta Fray Serafino, carmelita descalzo, una vez terminado el triduo se colocaron
en el refectorio de la Casa Generalicia, donde hasta hoy se han mantenido en
sus puestos de honor.
El P. Camilo Maccise, prepósito greneral de los carmelitas descalzos, con
ocasión de la beatificación de la M. Maravillas de Jesús, junto con la M.
María Sagrario de san Luis Gonzaga, dirigió a la Orden una Carta circular
titulada Por caminos diversos (Roma, 1998, traducida a varias lenguas), en
que describía los distintos caminos que condujeron a la glorificación eclesial
a estas dos religiosas carmelitas: el del martirio para la M. Sagrario y el de la
vida normal de observancia regular, oración y mortificación en el caso de la
M. Maravillas. De esta última afirma el padre general: “Se distinguió por su
espíritu de pobreza y desprendimiento que la llevó a vivir con austeridad y a
compartir con los pobres los bienes materiales que recibía. Fue de una gran
caridad y subrayaba su importancia en la vida del Carmelo contemplativo. Era
entusiasta del carisma del Carmelo y de las enseñanzas de nuestros Santos
Padres. Se entregó radicalmente a Cristo en total olvido de sí, con una gran
paz y confianza en Él”.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 703

AÑOS 1998-2002
EL MILAGRO PARA LA CANONIZACIÓN

La Causa de la Madre Maravillas prosiguió con entusiasmo y serenidad


hacia la canonización por los cauces canónicos marcados por la Iglesia.
Numerosas gracias y beneficios obtenidos por los fieles y atribuidos a su
intercesión seguían «sembrando alegrías» a la vera del severo camino jurídico
que nos había llevado hasta la beatificación. El creciente número de personas
de todo el mundo que seguían implorando su intercesión y los muchos favores
conseguidos, parecían ser indicios de que el Señor quería glorificar pronto a
esta su sierva con la canonización, para su mayor gloria, gozo de la Orden del
Carmen y de toda la santa Iglesia.

1.   El hecho

Sólo dos meses habían transcurrido desde la beatificación, cuando en el


mes de julio de 1998 ocurrió un suceso extraordinario, supuestamente mila-
groso, en la pequeña ciudad de Nogoyá (Argentina), atribuido a la intercesión
de la Beata Maravillas. El caso saltó inmediatamente a la prensa, radio y
televisión de aquel país.
He aquí, a grandes rasgos, el hecho ocurrido entre el 19 y 20 de julio de
1998:17

Ese domingo, 19 de julio, muy cálido y soleado, alrededor de las 15.00


horas, el niño Manuel Vilar Silio, de dieciocho meses de edad, se encontraba
con varios familiares en una casita de campo en Nogoyá. Sin que nadie lo
advirtiera, mientras su madre Alicia Silio hacía una torta dentro de la casa, el
niño cayó en la piscina del jardín. El agua de la piscina, por ser invierno en
Argentina, estaba totalmente fangosa y estancada. Cuando Alicia terminó,
preguntó por el pequeño y nadie lo había visto; comienzan a buscarle y lo
encuentran, después de un rato, flotando boca abajo en la piscina. «¡Manuel!»,
gritaron. El agua estaba tranquila. Serían alrededor de las 15,45 horas. Se
calcula que el pequeño llevaba en el agua al menos 25 minutos.
Su madre se tiró al agua y lo sacó. Estaba frío, morado, totalmente rígido
y muy pesado, con los ojos fuera de las órbitas, vidriosos, y el vientre muy
hinchado. «Estaba muerto. Fue la desesperación más grande. No se lo deseo

17 Los sucesos que a continuación se narran están sacados de los Actos del Proceso
y de testimonios de los interesados, que se conservan en el archivo de las CC.DD. de La
Aldehuela.
704 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

a nadie. Fue el dolor más grande que se puede sentir», dijo días después
Alicia. Con el nerviosismo y la desesperación del momento, tardaron varios
minutos en subir al coche de la familia y arrancar en dirección al pequeño
hospital del pueblo.
A las 16.00 horas aproximadamente, llegaron al «Hospital de San Blas»,
de Nogoyá. Les atendieron el médico de guardia, doctor Edgardo La Barba, y
dos enfermeras. El doctor constató ausencia de latido cardíaco y respiración
debido a asfixia por inmersión, midriasis bilateral pupilar, y el cuerpo com-
pletamente helado como un mármol, rígido como una piedra, totalmente
pálido, sin control de esfínteres.
En el pasillo del hospital quedaron Alicia la madre del niño, y una herma-
na de ésta. Alicia estaba totalmente enajenada, fuera de sí. Una vecina, amiga
suya, que las acompañaba, le dijo con energía: «Alicia, rezad, vos, que sois
tan creyente». Inmediatamente Alicia se acordó de la Beata Madre Maravillas,
a quien tenía una profunda devoción desde el año 1991, cuando su esposo, que
llevaba en paro laboral largo tiempo, obtuvo un puesto de trabajo por interce-
sión de la Madre. Así pues, comenzó a invocarla con inmensa confianza. «Ahí
empecé la oración a la Madre Maravillas –comentó Alicia–. La sé de memo-
ria, porque la rezo siempre. Luego de comenzar a rezar a la Madre Maravillas
tuve la seguridad de que nada malo le ocurriría a Manuel. Desde que ella
estaba conmigo, yo no volví a llorar. Sólo me desesperé de la piscina al hos-
pital». Algunas personas, al ver su tranquilidad, pensaron que había perdido
el juicio.
El doctor La Barba, cuando le entregaron el cuerpo del niño, tuvo la
impresión como de recibir el cadáver de un bebé ahogado desde hacía tiempo.
Pero pensó: «¿Cómo le digo a la madre que está muerto?», acordándose de su
propia hijita que, precisamente, era de la misma edad que el pequeño Manuel.
Por eso comenzó inmediatamente a hacerle los ejercicios de resucitación,
después de haber expulsado el agua sucia y fangosa de los pulmones. Y a los
30 ó 35 minutos se obtiene una frecuencia respiratoria propia baja, pero acep-
table. El niño seguía «sin cianosis, pálido, frío como el mármol, fláccido, no
se le encontraron signos vitales al revisarlo, pupilas dilatadas, lo que es signo
de un coma profundo o de muerte cerebral [...]. Se trató de un paro cardio-res-
piratorio, como consecuencia de asfixia por submersión [...]. Se trató de un
coma profundo. Al evaluarlo se utilizó la escala de Glasgow, y tenía cinco
puntos, es decir el mínimo en todo».
No teniendo este hospital medios adecuados, se organiza inmediatamente
el traslado al «Hospital Materno Infantil de San Roque», en Paraná, capital de
la provincia de Entre Ríos, a 102 kilómetros de distancia. Antes de salir hacia
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 705

Paraná, el doctor La Barba informa a la familia de Manuelito del estado del


niño: «Primero que nada, el chiquito entró en paro; entró muerto, pero, afor-
tunadamente, ha salido. Mira, respira, nada más. Yo creo que las secuelas
neurológicas son muy, muy importantes». El doctor también suponía, por la
cantidad y estado del agua que había sacado de los pulmones, que las compli-
caciones respiratorias iban a ser muy graves. Desde que se encontró el cuerpo
exánime del niño, hasta que dio los primeros signos vitales recuperados en el
«Hospital de San Blas», se calcula que pasaría cerca de una hora. Por eso, el
doctor La Barba añadió a los familiares de Manuel que el cuadro neurológico
era muy comprometido, y que su opinión personal era que el niño, si no
moría, podía quedar en estado vegetativo o con una lesión muy severa.
El niño sale en ambulancia, acompañado de la doctora pediatra Lory
Vanegas y una enfermera. El traslado fue muy penoso, por el mal estado de
la carretera y la urgencia del caso. La madre, en la cabina de la ambulancia,
seguía invocando a la Beata Madre Maravillas, y conservaba una gran sere-
nidad.
Sobre las 17.55 horas llegan al «Hospital Materno Infantil de San
Roque», en Paraná. El niño presenta signos de decorticación y grave estado,
según el informe de la doctora Vanegas: tenía inclusión del pulgar del lado
izquierdo y convulsiones del lado derecho. Pasa directamente a terapia inten-
siva, al sospecharse que las secuelas neurológicas y pulmonares iban a ser
muy grandes. Los doctores informan a su madre (el padre, Manuel Vilar, aún
no había llegado) que está muy grave, que no hay ninguna esperanza, y que si
sale adelante quedaría, con toda seguridad, como «una plantita». Alicia les
contestó con una tranquilidad impresionante: «Ustedes no saben qué va a
pasar», y los médicos la miraron compadecidos, pensando: «Pobrecita, se ha
vuelto loca».
Manuel Vilar, el padre del bebé, había ido de caza y no se enteró del
accidente de su hijo hasta varias horas más tarde. Aproximadamente a las
20.30 horas llegó al hospital de Paraná, y se extrañó de la actitud de su espo-
sa, que le decía: «Quédate tranquilo, todo va a salir bien». Él, excitado, la
empujaba mientras le decía: «Mira, sabelotodo..., vos, ¿qué sabés?» Sobre las
6.40 horas de la mañana del día 20 de julio, lunes, Manuelito es retirado del
respirador artificial, al no producirse la complicación respiratoria que los
médicos esperaban. Y poco después, antes de las 8 de la mañana, el niño
reconoció a su madre, que se encontraba junto a él: «Mamá», le dijo. La doc-
tora y las enfermeras que estaban presentes comentan, asombradas: «¡Esto es
un milagro!» A esa misma hora, aproximadamente, la doctora Vanegas telefo-
neó desde Nogoyá al «Hospital de San Roque» para interesarse por el peque-
706 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

ño. Suponía que seguramente ya habría muerto. Cuando le informaron de que


Manuelito había reconocido a su madre, la doctora Vanegas dijo: «Disculpen,
debe de ser una equivocación, no puede ser el niño al que yo me refiero...». Y
no salía de su asombro al cerciorarse de que el Manuelito por el que pregun-
taba era el mismo que acababa de llamar a su madre.
Sobre las 9.30 de la mañana, Manuelito se arrancó con fuerza el catéter
que tenía puesto. Luego se durmió tranquilamente. A las 11.30 de la mañana
lo bañaron y lo trasladaron a una sala común del hospital, donde quedó en
observación. La doctora de terapia intensiva informó que el niño estaba abso-
lutamente normal. Inmediatamente este caso insólito se propagó por todo el
hospital.
«Ahí ya no podía estar de alegría –decía Alicia–. Lo mirábamos, lo tocá-
bamos. No sé cómo agradecer lo que se siente. Quiero decirles a los demás
chicos con cáncer, neumonía, otras enfermedades, decirles a los padres que
recen [...]. Después de ahí, yo sentía que la Madre Maravillas se había desocu-
pado conmigo, yo le di mucho trabajo. No sé decir lo que siento con ella [...].
Y ahora le agradezco todos los días».
Alicia tuvo que escribir a varias personas la oración de la novena de la
Beata Maravillas, y llevar a su hijito por las salas del hospital. Todos querían
tocarlo.
Al día siguiente, martes, 21 de julio, se le hacen más pruebas y no se
observa ningún tipo de anomalías o secuelas, ni siquiera motoras. En una de
estas pruebas, cuando el médico le dijo: «¡Vaya con mamá!», el niño salió
corriendo, como si no hubiera pasado nada. Es lo que llaman «la prueba del
papelito». Después de haber permanecido en observación hasta el miércoles,
22 de julio, es dado de alta, regresando a su casa. Dice el doctor La Barba:
«Podría haber quedado como una plantita y respirar normalmente. El que
Manuelito haya salido es explicable. Pero el que haya quedado sin ninguna
secuela neurológica no tiene ninguna explicación».
La doctora Vanegas y las enfermeras que recibieron al niño en urgencias
declararon que ellas también pensaban que el niño, si vivía, iba a quedar como
una planta. Según la misma doctora, no tiene explicación que un niño en
coma, con respirador, en menos de 24 horas empiece a respirar voluntaria-
mente, que reconozca a su madre y le hable.
Cuando se escriben estas líneas, Manuel Vilar ha cumplido ya seis años y
es un niño completamente normal, que asiste a la escuela y tiene ocurrencias
y travesuras propias de un niño de inteligencia muy despierta y una vitalidad
increíble. Los dos médicos que, encargados por el Tribunal del Proceso, en
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 707

noviembre de 1999 habían realizado una profunda revisión médica a Manuel,


no encontraron secuela alguna del evento. Alicia Silio, poco después de este
hecho, dio este precioso testimonio: «Siento la necesidad de decir que la
Madre Maravillas existe, y que está ahí siempre, a disposición nuestra. No
tengo otra forma de agradecerle, que es haciéndole saber a la gente que tienen
que confiar en ella, que ella siempre va a estar. Para Dios no hay nada impo-
sible: resucitó a mi hijo, por medio de la Madre Maravillas de Jesús, mi
amiga, mi mamá... mi todo».
La noticia saltó a todos los medios de comunicación de la Argentina, y
fueron muchos los diarios y programas de radio y televisión que consideraron
el caso como noticia de primera página. La fama de la Beata Maravillas se ha
extendido rápidamente por aquel país. Actualmente son miles y miles las
personas que en aquellas tierras sienten la protección y reciben gracias de esta
santa carmelita, y muchas las asociaciones y obras de caridad que se han
puesto bajo su protección.

2.   El Proceso sobre el milagro

A los pocos días de producirse esta curación, las carmelitas descalzas del
monasterio del Corpus Christi y San Juan de la Cruz, de Buenos Aires, se
apresuraron a recoger un gran número de pruebas, documentos médicos y
testimonios de primera mano entre los familiares, doctores, enfermeros, que
me entregaron personalmente.
Entre el 17 de agosto y el 6 de noviembre de 1999 se llevó a cabo en la
diócesis de Paraná–Entre Ríos, (Argentina), diócesis a la que pertenece la
ciudad de Nogoyá, el Proceso sobre este presunto milagro. En él declararon
25 testigos (3 de ellos de oficio): 5 médicos, 6 enfermeros y enfermeras, los
padres del niño y otros parientes, dos carmelitas descalzas de Nogoyá y otros
testigos laicos. Se presentaron varios documentos médicos (cuadro clínico del
«Hospital de San Roque» de Paraná sobre Manuel Vilar, y varios certificados
médicos del doctor La Barba y de la doctora Vanegas), testimonios escritos,
interesantes documentos fotográficos, etc...
Pude asistir a la clausura del Proceso, que tuvo lugar el día 6 de noviem-
bre en el palacio arzobispal de Paraná. Fue presidida por Mons. Estanislao
Esteban Karlic, arzobispo de Paraná y Presidente de la Conferencia Episcopal
de Argentina. Quiero hacer también mención especial de la señora Elsa
Filomatori y de la señorita María Martínez-Fresno Pavía, que me acompaña-
ron en esta ceremonia de la clausura y me prestaron una muy valiosa ayuda
en los días precedentes. Todo el material del Proceso fue cuidadosamente
708 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

precintado con una cinta de la bandera de Argentina, lacrado y sellado. Lo


entregué a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma, el 18 del
mismo mes de noviembre. El 21 de enero de 2000, la Congregación para las
Causas de los Santos daba el «Decreto de Validez jurídica» de dicho Proceso.

3.   Estudio y discusión del presunto milagro

Convocada la «Consulta Médica» de la Congregación el 10 de mayo de


2001 para examinar el caso, todos sus componentes estuvieron de acuerdo en
afirmar «lo asombroso de la rápida recuperación de la función cardíaca y de
la respiración después de un prolongado paro de las funciones vitales, tenien-
do en cuenta la tardía aplicación de la terapia reanimatoria, y de la ausencia
de secuelas neurológicas».18 Ante el ahogamiento que sufrió en agua dulce,
con prolongado paro cardio–respiratorio y coma profundo, la curación del
pequeño Manuel fue rápida, completa y duradera, sin secuelas neurológicas.
Los cinco médicos de la Consulta concluyeron por unanimidad que la cura-
ción del niño era científicamente inexplicable. «Diagnóstico: ahogamiento en
agua dulce, con prolongado paro cardio-respiratorio y coma profundo (5 sobre
5). Pronóstico: extremadamente reservado (5 sobre 5). Terapia: terapia reani-
matoria retardada en el primer período; sucesivamente adecuada, pero sólo en
ambiente hospitalario (5 sobre 5). Modalidad de curación: muy rápida, com-
pleta y duradera, sin secuelas neurológicas; científicamente inexplicable (5
sobre 5)».19
El «Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos» tuvo lugar el 27 de
noviembre de 2001, para discutir este milagro atribuido a la intercesión de la
Madre. Los consultores, por unanimidad, votaron afirmativamente un “con-
vencido afirmativo”, como señaló el Promotor General de la Fe, Mons.
Sandro Corradini.
Cabe destacar que los consultores señalaron que aparece muy clara la
invocación a la Beata Maravillas de Jesús, especialmente por parte de la
madre del pequeño, que mostraba una extraordinaria serenidad en aquellos
momentos, frente a la desesperación del resto de los familiares. La tranquili-
dad de la señora Alicia era consecuencia de su gran fe en la Madre, que le dio
la certeza de que a su hijo no le pasaría nada malo. Reconocida la inexplica-
bilidad del caso y la única y sola invocación a la Beata, no es difícil ver la

18 Positio super miraculo, Relazione sulla seduta della Consulta Medica del 10
maggio 2001, p. 5.
19 Ibid., pp. 5-6.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 709

conexión entre dicha invocación y la curación del niño, que empezó a mejorar
cuando todo hacía esperar lo peor. Hay una innegable concomitancia crono-
lógica, tras la invocación de la Madre y la respuesta de las funciones cardio–
respiratorias del niño. Por tanto, se trata de un milagro concedido por el Señor
gracias a la intercesión de la Beata Maravillas de Jesús, e impetrado por la
oración llena de fe de la señora Alicia, que supo esperar contra toda esperanza,
y en los momentos más duros sintió la presencia benéfica de la Madre.
El 5 de febrero de 2002, a las 10 de la mañana, en el palacio Apostólico
Vaticano, se reunió la «Congregación Ordinaria» de cardenales y obispos de
la Congregación de los Santos, que por su parte volvieron a examinar este
milagro propuesto para la canonización de la Madre. Asistieron trece miem-
bros de dicha Congregación, entre cardenales y obispos. Hizo la presentación
y defensa del caso, como Ponente de la Causa, Mons. Piergiorgio Silvano
Nesti, Secretario de la Congregación de Religiosos. El resultado de la vota-
ción fue también unánimemente favorable.

4.   Se promulga el Decreto de aprobación del milagro

Y llegamos al martes, 23 de abril de 2002. Son las 10,30 horas de la


mañana, en la Sala Clementina del palacio Apostólico Vaticano. Numerosos
cardenales, arzobispos y obispos, Generales de varias Congregaciones religio-
sas, Postuladores, y algunos fieles aguardamos la llegada del Santo Padre. En
representación de la Orden del Carmen Descalzo nos encontramos el
Procurador General de los Carmelitas Descalzos, padre Rafael Mendoza; el
Postulador General de la Orden, padre Ildefonso Moriones, y el que suscribe,
como Postulador de la Causa de Canonización de la Beata Maravillas de
Jesús.
En presencia de Juan Pablo II van a ser promulgados algunos Decretos de
la Congregación de las Causas de los Santos.
A las 11, la blanca figura del Papa sobre la pequeña plataforma, ya fami-
liar para los fieles, ha hecho su entrada en la sala. Con un clamoroso y pro-
longado aplauso y los corazones llenos de gozo, los asistentes, en pie, recibi-
mos al Santo Padre.
El cardenal Prefecto de la Congregación, Mons. José Saraiva Martins,
inicia la sesión de la lectura de los Decretos, con el discurso dirigido al Papa.
Son 19 Decretos, y en el cuarto lugar el «Decreto sobre el Milagro» atribuido
a la Beata Maravillas. En esta misma sesión van a ser también promulgados
los decretos de los beatos José Mª Rubio Peralta, S.J., y la madre Genoveva
710 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Torres Morales, compañeros de canonización de la Madre Maravillas, en la


inolvidable ceremonia en Madrid de este 4 de mayo de 20003.
He aquí el fragmento del discurso del cardenal Saraiva Martins referido
a nuestra Beata:

«En España tuvo también su nacimiento la Beata María Maravillas de


Jesús Pidal y Chico de Guzmán (muerta en 1974), carmelita descalza, hija del
Embajador de España ante la Santa Sede. Bajo el signo de la fidelidad a santa
Teresa de Jesús fundó numerosos carmelos, de los cuales fue madre y maestra,
sobre todo con el ejemplo de sus virtudes. Desarrolló una significativa activi-
dad caritativa y social. Pocas semanas después de su beatificación, que tuvo
lugar en 1998, con su intercesión obtiene de Dios la milagrosa curación de un
niño argentino».

El «Decreto del Milagro» de la Madre fue proclamado a las 11.13 horas,


por boca de Mons. Edward Nowak, con la profunda alegría que se reflejaba
en los ojos de quienes tanto habíamos trabajado por llegar a escucharlo...
Al terminar este acto de la proclamación, el Santo Padre, superando las
dificultades de su enfermedad y su cansancio, pronunció la exclamación que
suele hacer en semejantes ocasiones: «¡Deo gratias!» Así, confirmaba y rati-
ficaba todos los decretos que acababan de leer.

AÑO 2003
CONSISTORIO

El Sumo Pontífice Juan Pablo II tuvo el día 7 de marzo del presente año
2003, viernes, a las 11 de la mañana, en la Sala Clementina del Palacio
Apostólico Vaticano, el Consistorio Ordinario Público sobre 12 Causas de
canonización, cinco de las cuales de Beatos españoles, pidiendo el parecer
y voto de los casi 70 entre cardenales, arzobispos y obispos que habían sido
llamados para ello como componentes del “Senado de la Iglesia”. El acto
se desarrolló en el contexto de la celebración de la “Hora sexta” del oficio
divino.
Ya desde el principio, aún antes de entonar el comienzo del rezo, Su
Santidad manifestó la finalidad de la ceremonia que se iba a celebrar.
Terminado el canto del himno, de los tres salmos y de la “lectio brevis”, el
cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas
de los Santos, expuso brevemente la vida y el camino de la Causa de cada uno
de los 12 Beatos propuestos para la canonización. Entre los españoles, la
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 711

última de la lista, por ser la de fecha más reciente en su vida y en el curso de


su proceso de canonización, estaba la Beata Madre Maravillas de Jesús, car-
melita descalza. La peroración del cardenal Saraiva Martins terminó con esta
solemne petición dirigida directamente al Papa: “Te igitur, Beatissime Pater,
enixe rogo ut, ad Dei gloriam totiusque Ecclesiae bonum, Apostolica
Auctoritate, caelestes honores [siguen los nombres de los Beatos hasta el
último que es ] et Beatae Mariae a Mirabilitus Iesu decernas et, si Tibi placue-
rit, dies statuas quibus illi in Sanctorum albo sollemniter inscribantur”, que en
nuestra lengua quiere decir: “Te pido pues insistentemente, Beatísimo Padre,
que, para gloria de Dios y bien de toda la Iglesia, con Autoridad Apostólica
concedas los celestiales honores a los Beatos [...] y a la Beata María
Maravillas de Jesús y, si fuese de tu agrado, fijes la fecha en que serán inscri-
tos solemnemente en el catálogo de los Santos”.
A este punto el Santo Padre dirigió a los presentes la pregunta de rito:
“Tratándose de un asunto de la máxima importancia, antes de tomar una
decisión cierta y definitiva y de fijar los días en que dichos Beatos serán
inscritos en el catálogo de los Santos, si alguno de vosotros estimare opor-
tuno añadir alguna cosa, manifiéstelo con toda confianza”. Tras unos
momentos de silencio, el Santo Padre dio su sentencia definitiva, declarando
su voluntad de inscribir en el catálogo de los Santos a los 12 Beatos pro-
puestos y la fecha en que serán canonizados. En el domingo 4 de mayo, lo
serán el Beato Pedro Poveda Castroverde, el Beato José María Rubio y
Peralta, la Beata Genoveva Torres Morales, la Beata Angela de la Cruz, la
Beata María Maravillas de Jesús. Su Santidad guió a continuación la ora-
ción por la Iglesia que se concluyó con el canto del “Pater noster”, y dio su
bendición apostólica a la asamblea.
Finalmente, el Maestro de las ceremonias litúrgicas pontificias invitó al
Protonotario apostólico presente a que redactara el documento público de
todo lo realizado “ad perpetuam rei memoriam”, a lo cual él contestó:
“Conficiemus, vobis testibus”, o sea, “Lo redactaremos, vosotros sois testi-
gos”. Eran las 11,45 del día 7 de marzo de 2003. Por parte de la Causa de la
Madre Maravillas habíamos estado presentes en la celebración del Consistorio
cinco Padres carmelitas descalzos, de la Casa generalicia, del Teresianum y el
infrascrito postulador, juntamente con varios familiares y devotos de la Madre
venidos de España.
712 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

4 DE MAYO DE 2003
SOLEMNE CANONIZACIÓN

Este día 4 de mayo de 2003, domingo tercero de Pascua, de 10 a 12 horas


bien pasadas de la mañana, en la Plaza de Colón de la ciudad de Madrid, se
ha celebrado la solemne Celebración Eucarística presidida por Juan Pablo II
en la canonización de los Beatos Pedro Poveda Castroverde, presbítero, már-
tir, fundador de la Institución Teresiana; José María Rubio y Peralta, presbíte-
ro, de la Compañía de Jesús; Genoveva Torres Morales, virgen, fundadora de
la Congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los
Santos Ángeles; Ángela de la Cruz, virgen, fundadora de las Hermanas de la
Compañía de la Cruz; Maravillas de Jesús, virgen, carmelita descalza.
Los Ritos de introducción comienzan con el ingreso del Santo Padre, de
los concelebrantes y de los ministrantes en el área de la celebración eucarísti-
ca, concluyéndose con el saludo de Su Santidad a toda la asamblea y con el
acto penitencial.
Sigue inmediatamente, con la emoción reprimida de la inmensa asam-
blea, el Rito de la canonización, que se ha concretado en los siguientes actos.
El Cardenal Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, acom-
pañado por los Postuladores, se dirige al Santo Padre y pide que se proceda a
la Canonización: Beatísimo Padre, la Santa Madre Iglesia pide que Vuestra
Santidad inscriba a los Beatos Pedro Poveda Castroverde, José María Rubio,
Genoveva Torres Morales, Ángela de la Cruz y María Maravillas de Jesús en
el catálogo de los Santos, y que como tales sean invocados por todos los
fieles cristianos. Acto seguido el Cardenal Prefecto presenta brevemente las
biografías de los futuros Santos. Y el Santo Padre exhorta a la oración común
con las siguientes palabras: Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre
Omnipotente, en comunión con la Virgen María y todos los Santos y Santas,
para que nos conceda la luz y la sabiduría del Espíritu y podamos hacer
brillar la luz de Cristo en el rostro de la Iglesia con la proclamación de la
santidad de cinco de sus hijos. Se cantan a continuación las Letanías de los
Santos, introduciéndose en ellas la invocación de algunos Santos carmelitas,
en honor de la futura santa carmelita descalza, Maravillas de Jesús. El Santo
Padre concluye la súplica de la asamblea con la siguiente oración: Acoge
benignamente, Señor, las oraciones de tu pueblo e ilumina nuestras mentes
con la luz de tu Espíritu, para que te sea agradable nuestro devoto servicio y
ayude al progreso de tu Iglesia. Por Cristo nuestro Señor.
El pueblo responde Amén, y el Santo Padre pronuncia solemnemente la
Fórmula de Canonización, que tiene valor de verdadera definición “ex cá­
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 713

thedra”: En honor de la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica


y crecimiento de la vida cristiana, con la Autoridad de nuestro Señor
Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de
haber reflexioinado largamente, invocado muchas veces la ayuda divina y
oído el parecer de numerosos Hermanos en el Episcopado, declaramos y
definimos Santos a los Beatos Pedro Poveda Castroverde, José María Rubio,
Genoveva Torres Morales, Ángela de la Cruz y María Maravillas de Jesús y
los inscribimos en el catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la
Iglesia sean devotamente honrados entre los Santos. En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Después de que el pueblo ha respondido Amén,
un grupo de fieles hace un homenaje a los nuevos Santos delante de sus reli-
quias, mientras la asamblea canta estas aclamaciones: Christus vincit,
Christus regnat, Christus imperat. Aleluya, aleluya, aleluya... Gloria, honor
a ti, Señor Jesús. El Señor Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la
Congregación de las Causas de los Santos, acompañado de los Postuladores
de las Causas, agradece al Santo Padre: Beatísimo Padre, en nombre de la
Santa Iglesia y especialmente de la Iglesia en España agradezco a Vuestra
Santidad la proclamación hecha y pido humildemente disponga que sea
publicada la Carta Apostólica de la Canonización. Y el Santo Padre respon-
de: Lo ordenamos. El Cardenal Prefecto de la Congregación de las Causas de
los Santos y los Postuladores de las Causas intercambian un abrazo de paz con
el Santo Padre.
Con el canto del Gloria prosigue el curso normal de la Celebración
Eucarística. El Santo Padre pronuncia su homilía después del Evangelio y en
el Canon de la misa son invocados oficialmente por primera vez los nombres
de los nuevos cinco Santos españoles. Al final de la ceremonia, después del
Ángelus, el Papa se refiere todavía una vez más, aunque brevemente, a los
Santos que acaba de canonizar, y saluda muy cariñosamente a los devotos y
peregrinos de cada una de las Causas.

*  *  *

Con esta apretada, descarnada y apresurada síntesis, he querido darte,


querido lector, en este mismo día 4 de mayo de 2003, que será siempre glo-
rioso para la Iglesia Española y para la Historia del Carmen Descalzo, lo
esencial, lo inefable, lo eterno de la gran Noticia que todos esperábamos: LA
CANONIZACIÓN DE LA MADRE MARAVILLAS DE JESÚS POR
BOCA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II, VICARIO DE CRISTO.
714 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

(Los detalles, las circunstancias, el ambiente, el número y la diversidad


de los asistentes, y mil otros particulares que suelen interesar en semejantes
ocasiones, lo podrás encontrar en los medios ordinarios de comunicación
social y en otras publicaciones a propósito, que se irán haciendo con el correr
del tiempo).
CONCLUSIÓN

He insinuado arriba que no faltaron sufrimientos, y algunos muy prolon-


gados e íntimos, para quienes llevábamos la responsabilidad de la tramitación
de esta Causa. Pudiera levantar un poco el velo de la historia y apuntar con el
dedo para lamentarmey pedir explicaciones. Pero no lo haré, prefiero recrear-
me más bien, al final de esta larga travesía, con el aura serena de aquel divino
espíritu que, soplando “suaviter et fortiter”, como es su estilo, ha hecho
avanzar la frágil barquilla de esta Causa, a través de mares revueltos y de
insidiosos arrecifes, hasta el glorioso y pacífico puerto que nos depara hoy Su
Santidad Juan Pablo II, Vicario de Jesucristo.

APÉNDICE

CARTA POSTULATORIA DEL PREPÓSITO GENERAL


DE LOS CARMELITAS DESCALZOS,
PADRE FINIANO MONAHAN DE LA REINA DEL CARMELO
Roma, 15 de octubre de 1975

BEATÍSIMO PADRE:

La humilde persona que suscribe, Prepósito General de los Carmelitas


Descalzos, se siente feliz de unir la propia voz a la de tantos que desean la
introducción de la Causa de Beatificación y Canonización de la Sierva de
Dios, Madre María Maravillas de Jesús, religiosa profesa de nuestra Orden.
Aunque ha muerto hace pocos meses, es tal la fama de santidad, unida al
número impresionante de gracias y de favores atribuidos a su intercesión, que
hace pensar que está en los designios de Dios querer glorificar a esta humilde
religiosa, que en nuestros días pareció, con su actividad prodigiosa, encarnar
muchas cualidades de la Madre de Ávila, santa Teresa de Jesús, como una
llamada a los hombres a la primacía de lo sobrenatural y al valor de la oración
y de la inmolación, y demostrando cómo la perenne y fiel atención amorosa a
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 715

Jesús, en vez de hacernos extraños e insensibles a los sufrimientos y a las


necesidades de los hermanos, crea en el corazón que se da exclusivamente a
Dios nuevas posibilidades, y mucho mayores, de comprensión, de compasión,
de participación, de ayuda generosa y activa a la Iglesia y a todos los hombres.
La Madre Maravillas de Jesús, conocidísima por su coherencia sincera, sin
fisuras y sin compromisos, al ideal contemplativo del Carmelo Teresiano,
tenía un espíritu universal como el de la Reformadora de la Orden.
Verdaderamente se sentía, como Vuestra Santidad ha dicho de las claustrales,
«en el corazón de la Iglesia». Pues para ella la Iglesia lo era todo. Misterio de
gracia que continúa la misericordia de la Encarnación en el mundo, y Esposa
de Cristo, la Madre Maravillas la veía también como la sociedad de los hom-
bres que, unidos en Cristo, movidos por su Espíritu, bajo la guía de Pedro y
de los apóstoles, viven en la peregrinación terrena su aventura de la búsqueda
de la verdad y del amor. Verdad y amor cuya fuente auténtica la Sierva de
Dios sabía encontrar en la comunión con la Sede Apostólica, con el Papa y
con todos los obispos.
Como santa Teresa, en efecto, gozaba de ser «hija de la Iglesia», recono-
ciendo en esta realidad uno de los títulos más valiosos de su vida. En conse-
cuencia, amaba al Papa, acogía sus palabras como don del cielo y secundaba
sus directrices con diligencia y presteza.
Y si algo la hacía sufrir hasta repercutir en su misma salud, era asistir a
la ola de contestación destructiva y de crítica que de muchos estratos de la
Iglesia se alzaba contra aquel que ella, con santa Catalina de Siena, se com-
placía en llamar «el dulce Cristo en la tierra». ¡Cómo sufría, haciendo peni-
tencia, alzando gritos al cielo, por las traiciones y las apostasías de los discí-
pulos más íntimos de Cristo! Fue el gran martirio de sus últimos años, la
dolorosa realidad que aumentaba el fervor de su entrega. Para ella, ante tan
gran dolor, importaba, sobre todo, darse. ¿Lamentarse..., juzgar..., condenar?
Ni siquiera le pasaba por la cabeza. Lo que valía y había que hacer a toda
costa era vivir aún con mayor empeño y fidelidad la propia vocación de ora-
ción y de sacrificio con Cristo, a gloria del Padre y para gozo de la Iglesia y
del Papa. Y en tal empeño y fidelidad fue tenaz sin hacer caso a la salud, al
cansancio, al dolor, sino a su fin. Sabía que la virgen evangélica debe estar
siempre vigilante, en la espera del Esposo. Y sabía también que tal vigilancia
es tanto más auténtica cuanto se encarna en un realismo de servicio que hace
vivir en todo instante disponible a la Iglesia, viviendo plena y coherentemen-
te, sin relajación y sin mitigación la vocación a que ha sido llamada.
Era éste uno de sus grandes principios. Y verdaderamente fue una carme-
lita, hija de santa Teresa, de cuerpo entero. Hija del Embajador de España ante
la Santa Sede, despreció la nobleza de su nacimiento por el humilde segui-
716 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

miento del Señor en el Carmelo. Y, enamorada de su ideal de manera extraor-


dinaria, procuró vivirlo con toda la perfección posible. Y, en el ardor de una
caridad que no podía contener más en su corazón, experimentó, todavía joven
religiosa, la acción del Espíritu que la impulsaba a fundar otros «palomares
de la Virgen» en los que, en fidelidad incondicional a Cristo, virgen, pobre y
obediente, en unión con Él, «en contemplación en el monte» (L.G., 46), en
perenne oración, las religiosas se dieran de verdad, para consolar a Jesús y a
la Iglesia. Y así, en medio de dificultades de todo género, rica sólo de su
pobreza y de una inmensa confianza en la Providencia, pudo realizar nada
menos que la fundación de once monasterios, llegando al mismo tiempo a
ayudar también a otros a recobrar nueva vida. En 1924 salía de su monasterio
de El Escorial para fundar en el Cerro de los Ángeles. Después se siguieron
los de Kottayam, en India del Sur (1933), Batuecas (1939), Mancera (1944),
Duruelo (1947), Cabrera (1950), Arenas de San Pedro (1954), San Calixto
(1956), Aravaca (1958), La Aldehuela (1961), Montemar-Torremolinos
(1964). Edificaba pequeños monasterios, pobres y despojados, no permitien-
do nada de lo que, aun de lejos, pareciera lujo o simplemente comodidad.
Ocupaba a sus monjas, como quería santa Teresa, en un trabajo serio y cons-
tante. Exigía que las religiosas, verdaderamente libres de todo y de todos,
fuesen contemplativas de nombre y de hecho, encarnando en sí, con humildad
y fortaleza, la doctrina de la Madre de Ávila y de san Juan de la Cruz, de la
cual ella vivía desde los primeros años de su juventud. Y en todo era ella el
ejemplo. Amada y buscada por todos, ella se escondía, tratando de desapare-
cer. Al verla con el hábito más pobre y remendado, en el más humilde com-
portamiento, siempre atenta a no perder un minuto de tiempo, se la hubiera
creído la última de todas. Esto es lo que ella creía y quería ser, pero siendo al
mismo tiempo la primera en la fidelidad a su vida de oración y de inmolación,
en la pobreza y en el trabajo y –por encima de todo– en el amor alegre y ser-
vicial, en la dulzura y en la mansedumbre, en la prontitud en decir que sí
cuando se trataba de dar, o mejor aún, cuando se trataba de darse.
En esta realidad, tan sobrenatural y tan humana, Madre Maravillas de
Jesús ha servido extraordinariamente a la Orden. La amó con todo su corazón
desde el primer momento que la conoció. La hizo conocer y amar con el
ejemplo y la palabra. En su fidelidad al ideal teresiano, vivido sin medianías,
fue una llama que iluminó, atrayendo con su luz una verdadera estela de voca-
ciones. No olvidemos tampoco que, gracias a su comprensión, a su interés, a
su ayuda, ha podido recobrar vida el monasterio más venerable por los recuer-
dos de santa Teresa, la Encarnación de Ávila. Allí la Madre envió, en 1966,
nueve religiosas que infundieron nueva sangre a la comunidad; y gracias a sus
conocimientos, pudo realizar una obra de restauración arquitectónica notable.
HISTORIA DE LA CAUSA DE CANONIZACIÓN DE M. MARAVILLAS 717

Pero la arquitectura que más le apremiaba era la de las personas vivas,


que debían ser edificadas como templo del Espíritu Santo. Tenía verdadera
pasión y celo por las almas. También en esto, teresiana perfecta, cuanto más
se estrechaba -con una fidelidad que no admitía excepciones- a su Señor,
sumamente amado, en una vida de soledad, de silencio, de inmolación, por
una oración siempre más verdadera, tanto más se despertaba en ella el ansia
santa por los hermanos. Parecía realmente encarnado en ella, al máximo,
cuanto se lee al principio de la Constitución pastoral de la Iglesia en el mundo
actual: «Los gozos y los dolores, las tristezas y las angustias de los hombres
de hoy, sobre todo de los pobres y de todos los que sufren, son igualmente el
gozo y la esperanza, las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo, y
no hay nada verdaderamente humano que no encuentre eco en sus corazones»
(G. S., 1). Parecía que cuanto más, bajo la acción del Espíritu Santo, iba per-
feccionándose en ella el sentido de Dios y el gusto sapiencial de Él y de su
amor, tanto más se agudizaba en su corazón el sentido del hombre, de sus
necesidades, de sus cuidados, con un ardor de caridad que del pensamiento
debía pasar inmediatamente a la obra, del proyecto a la realización.
Siempre había amado a los pobres y a los pequeños. Ya desde su adoles-
cencia se privaba de todo por ellos. Religiosa y priora, se preocupaba de las
personas dedicadas al servicio de sus conventos y de sus familias; de la misma
manera, cuánto y cómo se interesaba por sus monjas, -y se sabe de qué mane-
ra lo hacía-. En sus últimos años parecía que una llama incontenible la devo-
raba. Escuchó verdaderamente «el grito de los pobres» del que habla la
Evangelica testificatio (n. 17) a los religiosos, y con el fin de salir al encuen-
tro de sus necesidades, realizó obras verdaderamente prodigiosas. Espe­
cialmente si se tiene en cuenta que fue animadora dinámica una monja ancia-
na y enferma, fidelísima a su clausura, que amó y veneró como una respuesta
real a un especial carisma vocacional de Dios. Y desde su mesa de trabajo, en
su humilde celdita, sin adornos e incómoda, desde su tarima o butaquita, con
el corazón ya descompensado, hace proyectos y sueños. Que inmediatamente
se realizan. Así como en 1960 había construido iglesia y convento para sus
hermanos, los carmelitas descalzos, en Talavera de la Reina, donde se dio
cuenta con realismo de la necesidad de asistencia religiosa en una zona en la
que la población iba en aumento, así ahora piensa en la educación y formación
de una juventud que crece sin asistencia. En la zona suburbana del Ventorro
(Madrid) hace surgir un complejo moderno con colegio, campo de juegos y
obras de asistencia para niños y ancianos. En 1969, en la fiesta de la
Inmaculada, tiene la alegría de poder entregar dieciséis viviendas prefabrica-
das a otras tantas familias que vivían en chabolas. Entre 1972 y 1974 sostiene
y ayuda generosamente la construcción de un barrio entero de doscientas
718 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

viviendas que, en Perales del Río, el párroco quiere edificar para todas las
familias sin techo. Pocos meses antes de su muerte, mientras se suceden los
ataques cardíacos, se preocupa de la construcción de un complejo parroquial,
ideado hasta en sus mínimos detalles religiosos, culturales, deportivos, asis-
tenciales; complejo que será inaugurado solamente después de su muerte. Y
piensa también en las monjas que por necesidad de salud deben abandonar su
clausura para ir a la capital, no descansando hasta que por medio de la dona-
ción de una señora, puede disponer de unos terrenos en Pozuelo de Alarcón,
donde está surgiendo una gran clínica para las religiosas de clausura. Se diría
–y es el testimonio unánime de cuantos la han conocido– que la caridad de
Cristo, su grande y único amor, la empuja a una donación sin término.
Quisiera aliviar todos los sufrimientos, confortar todos los dolores, ofrecer a
todos el don de sí misma, para comunicarles un rayo de esperanza en Cristo.
Y así, en la brecha, se apagó la vida de la Sierva de Dios el 11 de diciem-
bre de 1974, en el monasterio de La Aldehuela. Nacida el 4 de noviembre de
1891 y profesa en el Carmelo en 1921, tenía ochenta y tres años de edad y
cincuenta y tres de consagración religiosa. Pero ni la edad, ni la enfermedad,
ni las preocupaciones o contradicciones parecían pesar sobre ella, siempre en
ese frescor juvenil que es solamente posible a quienes se abandonan comple-
tamente al amor de Dios, diciéndole siempre a todo que sí.
De esta humilde religiosa se habla hoy más que antes. Parece como si
ahora empezase su verdadera vida. Una vida que parece destinada a traer el
fruto del que Jesús habla en el Evangelio, en la parábola del grano de trigo
sepultado en la tierra. Creo que su glorificación será un gran bien en nuestros
días. Será una llamada al amor generoso, fiel y efectivo a la Iglesia; y un
ejemplo de generosidad en la vivencia de la propia vocación, sin compromi-
sos, al seguimiento de Cristo; un modelo de donación a los hermanos, espe-
cialmente a los más pobres y abandonados. Por estos motivos pido a Vuestra
Santidad que se pueda introducir su Causa de Beatificación.
A la vez que presento mi súplica, imploro la bendición apostólica para mí
y para todos los Carmelitas Descalzos y las Carmelitas Descalzas.20

Finiano Monahan de la Reina del Carmelo


Prepósito General, O.C.D.

20 Traducción del texto original italiano publicado en la Positio super virtutibus,


vol. III, documento nº 144, pp. 164-169.
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 719

BIBLIOGRAFÍA GENERAL
SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS

Simeón de la Sagrada Familia, OCD

Nota preliminar

La presente bibliografía es un devoto homenaje a la que, desde el 4 de


mayo de este año, Dios mediante, llamaremos Santa y que en los últimos 70
años era conocida sencillamente como Madre Maravillas de Jesús. Y preten-
de ser igualmente una ayuda para quienes deseen o necesiten informarse sobre
ediciones de sus escritos o sobre estudios y opiniones acerca de su vida, de su
obra y de su espiritualidad en el marco de la Iglesia y de la Orden de carme-
litas descalzas en el siglo XX. La bibliografía se ajusta a las normas común-
mente admitidas, especialmente a las enseñadas y seguidas en la Biblioteca
Apostólica Vaticana. La falta de ciertos detalles bibliográficos en algunas
fichas se debe al ejemplar que ha sido usado y que aparecía falto de ellos. La
urgencia de este trabajo no ha permitido tener a mano otros ejemplares. Desde
ahora quedo muy agradecido a quien me pueda suministrar esos detalles y
señalar también otros títulos que no aparezcan en mi bibliografía. Sé por
experiencia que difícilmente se puede llamar una bibliografía verdaderamente
“completa”, pues cuando menos se piensa, aparecen obras o títulos que no se
habían tenido en cuenta. La mayor parte, por no decir la casi totalidad, de las
publicaciones registradas en esta bibliografía se encuentran en el archivo o
biblioteca de las carmelitas descalzas de La Aldehuela-Getafe (Madrid). A
ellas mi agradecimiento más cordial y sincero, sin cuya abnegada y paciente
colaboración no se hubiera podido completar este trabajo en el período de
menos de dos meses en que se ha llevado a cabo.

1920
001 Albricias para “Volvntad”, Voluntad año II, n. 12 (Madrid, 1º mayo
1920).
“Cubierta: Retrato de la señorita Maravillas Pidal, seguido de unas palabras de
Volvntad”. Con motivo de la entrada de Maravillas Pidal, antigua colaborado-
720 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

ra y amiga de Volvntad, en el monasterio de carmelitas descalzas de El


Escorial. “Suplemento de Volvntad”.
002 Cuesta del Muro, Carmen, Maravillas Pidal, Boletín de las Academias
Teresianas 5, n. 66 (Jaén, 21 abril 1920) 30-31.
“Por deber, por amor, por gratitud, por satisfacer un ardiente deseo del corazón,
estampamos este nombre en las páginas de nuestro Boletín. Hoy, Maravillas,
que por primera vez vistes el mismo hábito de la mujer de todos los tiempos, la
excelsa Patrona de nuestra Institución Teresiana, la mística doctora Teresa de
Jesús, desearíamos saber arrancar notas de armonía a nuestra pobre inspiración
para glosar [...] las grandezas de Dios que las derramó a torrentes en tu alma
[...]. La Institución Teresiana, que te tiene escrita en la historia de su vida y
grabado tu nombre en los corazones de todos sus miembros, eleva al cielo...”.
003 Menéndez Reigada, Albino, O.P., Transfiguración. (Toma de hábito
en El Escorial), Revista del Santísimo Rosario (Madrid, 1920) 342-347.
Crónica poética de la toma de hábito de Maravillas Pidal en el carmelo de El
Escorial, el día 21 de abril de 1920.
004 Monte-Cristo, seud., Ceremonia religiosa. Toma de hábito de
Maravillas Pidal, El Imparcial (Madrid, 22 abril 1920) 1.
Una enorme columna de 129 líneas.
005 Sor Maravillas de Jesús, El Universo (Madrid, 22 abril 1920) 4.
Crónica de la toma de hábito de Maravillas Pidal en el carmelo de El Escorial.
Una columna con 147 líneas.

1924
006 Herrera Oria, Ángel, Santa Teresa en el Cerro de los Ángeles, Ecos
del Carmelo y Praga (Burgos, mayo 1924) 180-182.
“De El Debate”. Detallada crónica del 19 de mayo de 1924, día de la fundación
del carmelo del Cerro de los Ángeles. “Una ceremonia sencilla y profunda en
su divina sencillez deja establecidas en el Cerro de los Ángeles a las palomas
del Carmelo. Desde El Escorial las acompañaron...”.

1925
007 Hugo de San Víctor, Diálogo de las arras del alma. Traducción del
siglo XIV, códice de Santo Domingo el Real de Madrid. Edición, prólo-
go y anotaciones del M.R.P. Fr. Luis Getino, O.P., Provincial de
España. Salamanca, Editorial Fides-Convento de San Esteban, [1925].
[iv], 36 p. 17,5 cm., (Biblioteca Clásica Dominica, vol. XVI).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 721

“De la Vida sobrenatural”. “Dedicatoria. A Sor Maravillas de Jesús Pidal, reli-


giosa profesa del Carmelo del Cerro de los Ángeles”. Firmada por “Fr. Luis G.
Alonso Getino, Provincial de los Dominicos”, pp. i-iv.

1936
008 Maravillas de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del Sagrado
Corazón de Jesús y Nuestra Señora de los Ángeles: Madre Mª Josefa
del Corazón de Jesús, O.C.D. (1885-1936). [Cerro de los Ángeles,
Carmelitas Descalzas, 1936]. 3 p. 21,5 cm.
La Madre Maravillas, priora del carmelo del Cerro de los Ángeles, escribe la
“Carta de edificación” de esta madre, que fue una de las cuatro fundadoras de
dicho carmelo.

1939
009 Maravillas de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de San José del
Monte de las Batuecas: Hermana Carolina de la Madre de Dios,
O.C.D. (1885-1938). [San José del Monte de las Batuecas, Carmelitas
Descalzas, 1939]. 3 p. 21,5 cm.
La Madre Maravillas era presidenta del monasterio de San José de las Batuecas
cuando murió esta hermana. Y escribió la presente “Carta de edificación”.

1946
010 Maravillas de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de Nuestra
Señora del Carmen y San Juan de la Cruz. Mancera (Salamanca):
Hermana Ana Mª del Espíritu Santo, O.C.D. (1903-1946). [Mancera,
Carmelitas Descalzas, 1946]. 3 p. 21,5 cm.
La Madre Maravillas, priora del carmelo de Mancera, escribe la presente “Carta
de edificación” tras la muerte de esta hermana.

011 Matías del Niño Jesús, O.C.D., Carmelitas en Duruelo, Carmelo


Teresiano 3, n. 24 (Madrid, agosto-septiembre 1947) 198-200.
Breve relación de la presencia de los carmelitas en Duruelo hasta 1947, año en
que “del Cerro de los Ángeles, Batuecas y Mancera (ramas de un mismo tron-
co), han salido las blancas palomas que han anidado en la cuna de la Reforma”.

012 Silverio de Santa Teresa, Prepósito General O.C.D., Historia del


Carmen Descalzo en España, Portugal y América, por el Padre
722 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Silverio de Santa Teresa, O.C.D. Tomo XIII. Se suprime la Orden en


España. Su restauración (1812-1926). Burgos, Monte Carmelo, 1946.
935, [1] p., ilustr. (retr.) 25 cm.
Sobre la Madre Maravillas, especialmente, cfr. capítulo XXXI, pp. 851-857.

1952
013 Silverio de Santa Teresa, Prepósito General O.C.D., Historia del
Carmen Descalzo en España, Portugal y América, por el Padre
Silverio de Santa Teresa, O.C.D. Tomo XV. Restauración de la Orden
en Portugal. La guerra de liberación en España. Fundaciones y bio-
grafías (1927-1951). Burgos, Monte Carmelo, 1952. 852 p., ilustr.
(retr.) 25 cm.
Sobre la Madre Maravillas, cfr. cap. X: “Las carmelitas del Cerro de los
Ángeles...”, pp. 222-233; cap. XXXIV: “Últimas fundaciones realizadas hasta
ahora”, pp. 781-787, 791-792, 797-801, 806-809.

1956
014 Amalio de San Luis Gonzaga, O.C.D., Contemplativo y apóstol. Vida
del Siervo de Dios P. Juan Vicente de Jesús María, carmelita descalzo,
misionero apostólico (1862-1943). Vitoria, Ediciones “El Carmen”,
1956. 739 p., lám. (retr., fot.) 22 cm.
Sobre el carmelo de Kottayam, fundado por la Madre Maravillas, cfr. pp. 645,
687-688: “Cuando miro la comunidad del Cerro [de los Ángeles] dividida entre
Kottayam y Batuecas, veo cuán perfectamente han sabido las hijas de la Santa
Madre juntar las dos vidas, contemplativa y misionera, en sus espíritus”.

1962
015 Valentín de la Cruz, O.C.D., Fray Silverio de Sta. Teresa. Su vida, su
obra y su gobierno, por Fr. Valentín de la Cruz. Burgos, “El Monte
Carmelo”, 1962. [xxiv], 1-406, [1] p. 25,5 cm.
Al final: “Biografía gráfica”, con 32 láminas (retr., fot., facs). Cfr. “Carmelitarum
dux”, p. 192, en que habla de la audiencia que en 1947 tuvo el P. Silverio,
Vicario General de la Orden, con S.S. Pío XII: “El Papa demuestra conocer
muy bien las cosas de España. Recuerda la guerra de liberación y, ante el asom-
bro de nuestro Padre, el Papa se refiere detalladamente a los sufrimientos de las
carmelitas del Cerro de los Ángeles y a los crímenes de Cabrejas”. Véase tam-
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 723

bién: “Duruelo otra vez...”, pp. 208-210. “El P. Silverio no disimula la satisfac-
ción que ha de producirle su intervención en el acto [la fundación del carmelo
de Duruelo, el 20 de julio de 1947] ni los plácemes a la Madre, Maravillas de
nombre y de hechos, de quien se sirvió Nuestro Señor para tal obra”.

1968
016 Maravillas de Jesús, O.C.D., Algunos capítulos dados por Ntra. M.
Maravillas de Jesús en La Aldehuela. s.n.t. 27 p. 21 cm.
Edición ciclostilada. Son de los años 1961 y 1968.

017 Maravillas de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del Corazón de


Jesús y San José. La Aldehuela (Madrid): Hermana Rosa del Niño
Jesús, O.C.D. (1936-1967). [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas,
1968]. 4 p. 29,5 cm.
La Madre Maravillas, priora del monasterio de La Aldehuela cuando murió esta
hermana, escribió la presente “Carta de edificación”.

1969
018 Posteguillo, Aniceto J., F.S.C., Heroísmo en el Cerro. [Madrid, 1969].
128 p., lám. (retr., fot., facs.) 21 cm., (Colección “Héroes y mártires”.
Serie 3ª, n. 83).
Cfr. pp. 61-63. En estas páginas habla de la expulsión de la comunidad de car-
melitas descalzas del Cerro de los Ángeles, cuya priora era la Madre Maravillas,
en los primeros días de la guerra civil de 1936.

1970
019 Teresa de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de San José. Tiruvalla
(India): Madre Mª Rosario de Jesús, O.C.D. (1893-1970). [Tiruvalla,
Carmelitas Descalzas, 1970]. 4 p. 42 cm.
La presente “Carta de edificación” habla de la relación de esta religiosa con la
Madre Maravillas. La madre Rosario fue una de las cuatro fundadoras del car-
melo del Cerro de los Ángeles, y en 1933 marchó a la India, también como
fundadora y priora.
724 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

1974
020 Después de fallecida no alcanza rigidez cadavérica, ARRIBA (Madrid,
diciembre 1974).
Sobre las circunstancias extraordinarias que acompañaron la muerte de la
Madre Maravillas.

021 El cadáver de la Madre Maravillas conservó la total flexibilidad hasta


su entierro, YA (Madrid, diciembre 1974).
022 Fallece la Madre Maravillas del Carmelo, YA (Madrid, 13 diciembre
1974).
023 Fallecimiento de una monja carmelita. Fundó doce conventos de su
Orden, ARRIBA (Madrid, 17 diciembre 1974).
024 Fundadora de varios conventos de Carmelitas Descalzas. Ha muerto
la Madre Maravillas de Jesús, Nuevo Diario (Madrid, 14 diciembre
1974).
Artículo publicado también en Nuestros Venerables (Toledo, febrero-marzo
1975), cfr. n. 49.

025 Ha muerto la Madre Maravillas de Jesús, Ecclesia (Madrid, diciembre


1974).
026 Ha muerto la Madre Maravillas, Claune. Boletín de la Asociación Pro
Orantibus n. 17 (Madrid, diciembre 1974) 3.
027 Ha muerto la Madre Maravillas, Diario de Ávila (Ávila, 13 diciembre
1974).
028 Ha muerto la Madre Maravillas, fundadora de doce conventos de
Carmelitas Descalzas, tres de ellos en la India, Iglesia Mundo (Madrid,
diciembre 1974) 45.
La Madre fundó directamente un solo convento en la India, en Kottayam, del
cual salieron al poco tiempo dos nuevas fundaciones.

029 Llamas, Román, O.C.D., Impresiones de unas horas, Boletín de la


Provincia de Castilla de los Padres Carmelitas Descalzos (Madrid,
diciembre 1974).
El Provincial de los Carmelitas Descalzos de Castilla, padre Román Llamas,
presidió el funeral de “corpore insepulto” de la Madre Maravillas, el día 12 de
diciembre de 1974. “Si la muerte es el reflejo y la auténtica expresión de una
vida, la de la Madre Maravillas fue una vida santa y admirable”.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 725

030 Menéndez, Oswaldo, Tras la muerte de la Madre Maravillas de Jesús,


la “Santa Teresa” del siglo XX, ARRIBA (Madrid, 26 diciembre 1974).
Artículo publicado en Nuestros Venerables (Toledo, febrero-marzo 1975), cfr.
n. 49.

031 Misa por la fundadora del monasterio de carmelitas del Cerro de los
Ángeles, YA (Madrid, 21 diciembre 1974).
032 Soledad de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de la Inmaculada y
San José. Arenas de San Pedro (Ávila): Madre Teresa Constanza de
Jesús, O.C.D. (1897-1974). [Arenas de San Pedro, Carmelitas
Descalzas, 1974]. 4 p. 31,5 cm.
La presente “Carta de edificación” habla de la relación de esta religiosa con la
Madre Maravillas.

033 Urrutia, José Luis, S.J., Ha muerto la Madre Maravillas del Niño
Jesús (sic!). Era una incansable fundadora, Patronato Banca de la
Providencia y San Ignacio (Madrid, diciembre 1974) 22-24.

1975
034 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Ainsi pensait et vivait... la
Mère Maravillas de Jésus, carmélite déchaussée. [Madrid, 1975]. 133,
[1] p., ilustr. (retr.) 11,5 cm.
Contiene pensamientos escogidos de la Madre. Traducción de las Carmelitas
Descalzas de Alençon. Para el original y otras ediciones, cfr. nn. 35, 76, 239,
353.

035 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Así pensaba y vivía... la


Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza. Madrid, 1975. 128 p.,
ilustr. (retr.) 12 cm.
Contiene pensamientos escogidos de la Madre. Para otras ediciones y traduc-
ciones, cfr. nn. 34, 76, 239, 353.

036 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Madre Maravillas de Jesús,


carmelita descalza. [Madrid, 1975]. 302 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 21
cm.
037 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Mother Maravillas de Jesus,
O.C.D. (1891-1974). Alwaye-India, J.M. Press., 1975. 32 p. 22,5 cm.
“Translated from the spanish original by Anastasio Gomes, O.C.D.”. Otra tra-
ducción inglesa del n. 41.
726 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

038 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Boletín informativo de la Madre Maravillas de Jesús, carmelita descal-
za. [Cerro de los Ángeles–Alcalá de Henares, Imp. Carmelitas
Descalzas de la Imagen, 1975- ]. Paginación varia, ilustr. a color.
Se inició esta publicación trimestral a partir de febrero de 1975, con una tirada
inicial de 25.000 ejemplares. El número de boletines fue aumentando, hasta la
cifra de 65.000 ejemplares por tirada. Hasta febrero de 2003 se han publicado
130 boletines de la Madre Maravillas.

039 Cristina de la Cruz de Arteaga, O.S.H., En la muerte de Madre


Maravillas, Nuestros Venerables (Toledo, mayo-junio 1975).
040 Cristina de la Cruz de Arteaga, O.S.H., En la muerte de Madre
Maravillas, SPES. Cuaderno de diálogo entre contemplativas (Sevilla,
abril 1975).
041 Dolores de Jesús, O.C.D., La Madre Maravillas de Jesús, carmelita
descalza. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1975]. 24 p. 21 cm.
Es la llamada “Carta de edificación” que se envía a los conventos de la Orden
tras la muerte de una religiosa.

042 Dolores de Jesús, O.C.D., La Madre Maravillas di Gesù, carmelitana


scalza. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1975]. 24 p. 21 cm.
Traducción italiana del n. 41.

043 Dolores de Jesús, O.C.D., La Mère Maravillas de Jésus, carmélite


déchaussée. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1975]. 24 p. 21 cm.
Traducción francesa del n. 41.

044 Dolores de Jesús, O.C.D., The Mother Maravillas of Jesus, Discalced


Carmelite. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1975]. 24 p. 21 cm.
Traducción inglesa del n. 41.

045 Efrén de la Madre de Dios, O.C.D., Primer aniversario. Más de cien


mil cartas han llegado al convento de la Madre Maravillas, YA (Madrid,
11 diciembre 1975).
Firmado: “Efrén J.M. Montalva”.

046 Finian Monahan de la Reina del Carmelo, Prepósito General


O.C.D.,Testimonios, Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza n.
4 (Madrid, diciembre 1975) 4.
De la carta postulatoria. “La fama de santidad de la sierva de Dios, Madre
Maravillas, religiosa profesa de nuestra Orden, y el número impresionante de
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 727

gracias y favores atribuidos a su intercesión es tal, que hace pensar que está en
los designios de Dios querer glorificar a esta humilde religiosa que en nuestros
días pareció, con su actividad prodigiosa, encarnar en gran manera el espíritu
de la Santa Madre Teresa de Jesús”.

047 Ha muerto la Madre Maravillas de Jesús, Sol de Fátima (Madrid,


febrero 1975).
048 Ha muerto la Madre Maravillas, Lúceat. Boletín de la Parroquia de la
Magdalena (Getafe, 26 enero 1975).
049 Habla la prensa a la muerte de la Madre Maravillas de Jesús, Carmelita
Descalza, Nuestros Venerables (Toledo, febrero-marzo 1975).
050 Heliodoro del Niño Jesús, O.C.D., Ha muerto la Madre Maravillas,
Nuestros Venerables (Toledo, marzo-abril 1975).
051 Jiménez Duque, Baldomero, Madre Maravillas, Manresa n. 47
(Madrid, 1975) 99-120.
Artículo publicado de nuevo, como separata, cfr. nn. 52, 106, y en francés, cfr.
n. 123.

052 Jiménez Duque, Baldomero, Madre Maravillas. [Madrid, 1975]. 22 p.


23 cm.
Separata del n. 51.

053 La fundadora del carmelo del Cerro de los Ángeles, Reinaré. Boletín
mensual del Secretariado del Sagrado Corazón n. 339 (Madrid, abril
1975).
054 La hora actual de España necesita santos, Iglesia-Mundo (Madrid,
1975).
“...Los santos, como la Madre Maravillas de Jesús, la carmelita excepcional y
fundadora, que en olor de santidad subió al cielo desde su conventico de
Aldehuela. Curaciones que no tienen explicación científica y humana ya se le
han atribuido. Falta el juicio de la Santa Madre Iglesia, y se ha pedido a S.S. el
Papa que acelere los trámites para incoar su proceso de beatificación. Ella decía
con frecuencia que, en la hora actual de la Iglesia, eran muy necesarios los
santos...”.

055 Lahoz, Víctor, La Madre Maravillas, El Noticiero Universal (Barcelona,


7 marzo 1975) 30.
056 Madre Maravillas de Jesús, Miriam n. 162 (Sevilla, noviembre-diciem-
bre 1975).
728 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

057 Madre Maravillas de Jesús, Servitium Informativum Carmelitanum


(Roma, 1975).

058 Madre Maravillas, Revista del Santuario de San Pedro de Alcántara n.


21 (Arenas de San Pedro, mayo-junio 1975).

059 Matías del Niño Jesús, O.C.D., La Madre Maravillas de Jesús, El


Diario de Ávila (Ávila, 28 abril 1975).

060 Matías del Niño Jesús, O.C.D., La Madre Maravillas, fundadora de


carmelos en Salamanca, El Adelanto (Salamanca, 12 febrero 1975).

061 Mère Maravillas de Jésus, 1891-1974, Bulletin de Belgique-Sud n. 29


(novembre 1975).

062 Miguel Ángel de San José, ex-Prepósito General O.C.D., Testimonios,


Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza n. 3 (Madrid, septiem-
bre 1975) 4.
“Testimonio” sobre la Madre Maravillas del que fue Prepósito General O.C.D.
de 1967 a 1975: “…abarcó en sus afanes apostólicos el bien de la Orden y su
fidelidad a lo que la Santa Madre quiso en su Reforma, y sus afanes abarcaron
las necesidades urgentes de las almas, sobre todo en estos momentos tan difíci-
les en que vivimos [...]. La considero don de Dios a toda la Orden de Teresa y
a toda la Iglesia”.

063 Moro Briz, Santos, obispo, Testimonios, Madre Maravillas de Jesús,


carmelita descalza n. 2 (Madrid, mayo 1975) 4.
“Ella desde el cielo les obtendrá gracias sobreabundantes para seguir sus hue-
llas de santidad”.

064 Mother Maravillas of Jesus, C.D., nn. 1–8. [Jefferson City, Discalced
Carmelite Nuns, 1975-1976]. Paginación varia.
Pequeño boletín en inglés para la difusión de la devoción a la Madre Maravillas.
No conozco actualmente más que estos ocho fascículos de la revista.

065 Nuestra tarea, Fe Católica. Boletín del Secretariado del Sagrado


Corazón (Madrid, invierno 1975-1976).
“La Madre Maravillas de Jesús –santa Teresa rediviva, heroína del Cerro de los
Ángeles– nos dio la fórmula, recibida de Cristo: España se salvará por la ora-
ción”.

066 Oriol y Urquijo, Lucas, Hay otra actualidad, Nuevo Diario (Madrid,
21 diciembre 1975).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 729

“Hay otra actualidad que da testimonio de lo permanente [...]. En esta actuali-


dad, es oportuno hablar de la Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza”.

067 Oriol y Urquijo, Lucas, La Madre Maravillas de Jesús, C.D., YA


(Madrid, 11 febrero 1975).
068 Pascual, José, Teresa de Jesús del siglo XX, La Familia Cristiana
(Madrid, enero 1975) 62.
“Teresa de Jesús del siglo XX ha sido llamada una monja carmelita que acaba
de morir en Aldehuela...”.

069 Rey, José Ignacio, O.C.D., Tras la muerte de la Madre Maravillas de


Jesús. Saldando una deuda, La Voz de Talavera (Talavera de la Reina,
20 marzo 1975).
“Vivió el carisma teresiano en esta hora de tensiones y renovaciones, con el
estilo de un espíritu selecto. Heredó el pulso y el tino de la ‘fémina inquieta y
andariega’ del siglo XVI [...]. La Iglesia toledana, la Orden y la ciudad tienen
una deuda de gratitud para con esta mujer”.

070 Ricart Torrens, José, De la España santa, la Madre Maravillas,


Pensamiento Navarro (Pamplona, 9 febrero 1975) 3-4.
071 Soledad de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de la Inmaculada y
San José. Arenas de San Pedro (Ávila): Hermana Teresa Mª de los
Dolores, O.C.D. (1902-1975). [Arenas de San Pedro, Carmelitas
Descalzas, 1975]. 5 p. 22 cm.
En la presente “Carta de edificación” se habla de la relación de esta hermana
con la Madre Maravillas.

072 Valentín de San José, O.C.D., ¿Otra venerable?... ¿Otra santa?...


Madre Maravillas de Jesús, c.d., Nuestros Venerables. Hoja oficial
informativa de las Causas de los Padres Carmelitas Descalzos de
Castilla n. 79 (Toledo, enero-febrero 1975).
073 Vega Díaz, Francisco, Madera de santidad, ABC (Madrid, 18 mayo
1975).
“Una madre carmelita descalza a la que tuve el honor y la fortuna de atender
profesionalmente, y a través de la cual pude entender algo que antes de cono-
cerla no hubiera podido: eso tan difícil que es transformar la tierra que se pisa
en cielo que se intuye”.

074 Yubero, Laureano, Madre Maravillas de Jesús, Estar (Madrid, marzo


1975) 27.
730 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

1976
075 Brugarola, Martín, S.J., Dios vive hoy. Testigos del siglo XX. Madrid,
Stvdivm Ediciones, [1976]. 296 p. 21 cm.
Cfr. Madre Maravillas, pp. 159-160.

076 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Ainsi pensait et vivait... la


Mère Maravillas de Jésus, carmélite déchaussée. [Madrid, 1976]. 133,
[1] p., ilustr. (retr.) 11,5 cm.
Contiene pensamientos escogidos de la Madre. Traducción de las Carmelitas
Descalzas de Alençon. Nueva reimpresión del n. 34.

077 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Si tú le dejas... Vida de la Madre Maravillas de Jesús, carmelita des-
calza. [Madrid, Gráficas Halar, 1976]. 630 p., ilustr. (retr., fot., facs.)
22,5 cm.
Para la segunda edición cfr. n. 99; para la 3ª, cfr. n. 500. Para algunas traduc-
ciones de la misma, cfr. nn. 98, 130, 131, 166, 257.

078 En el Cerro de los Ángeles, la fiesta de la realeza de Cristo, ABC


(Madrid, 1976) 19.
Se reproduce un artículo del 31 de octubre de 1926, día de Cristo Rey, en que
se recuerda “una brillantísima procesión y una conmovedora ceremonia de la
toma de posesión por la comunidad de madres Carmelitas Descalzas”; en ella
estaba presente la promotora de esta fundación, la Hermana Maravillas de
Jesús.

079 Gaspar de San José, O.C.D., Recuerdo, ejemplo, gratitud. Madre


Maravillas de Jesús, Carmelo Seglar (Valladolid, febrero 1976) 6.
080 Gutiérrez García, José Luis, La M. Maravillas de Jesús, YA (Madrid,
11 diciembre 1976).
En el “Segundo aniversario” de su muerte.

081 J.G.A., La Madre Maravillas de Jesús, Lluvia de Rosas (Lérida,


julio-agosto 1976) 105.
Añade también el testimonio del padre Finian Monahan de la Reina del
Carmelo, Prepósito General O.C.D., en su “Carta Postulatoria” para la Causa
de la Madre Maravillas.

082 La Madre Maravillas de Jesús (I), Lúceat. Boletín de la Parroquia de


la Magdalena (Getafe, 25 enero 1976) 4.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 731

083 La Madre Maravillas de Jesús (II), Lúceat. Boletín de la Parroquia de


la Magdalena (Getafe, 29 febrero 1976).

084 La Madre Maravillas de Jesús (III), Lúceat. Boletín de la Parroquia de


la Magdalena (Getafe, 2 mayo 1976).

085 La Madre Maravillas de Jesús (IV), Lúceat. Boletín de la Parroquia de


la Magdalena (Getafe, 30 mayo 1976).

086 La Madre Maravillas de Jesús (V), Lúceat. Boletín de la Parroquia de


la Magdalena (Getafe, 5 diciembre 1976).

087 La Madre Maravillas de Jesús (VI), Lúceat. Boletín de la Parroquia de


la Magdalena (Getafe, 19 diciembre 1976).

088 La Madre Maravillas de Jesús, C.D., Bajo tu manto. Congregaciones


marianas femeninas (La Coruña, 1976) 10, 11-13.

089 La nueva clínica de Claune, Claune. Boletín de la Asociación Pro


Orantibus n. 25 (Madrid, septiembre-octubre 1976) 4.

090 Madre Maravillas de Jesús, Reino de Cristo (Madrid, enero 1976)


22-27.

091 Posiciones y artículos para el Proceso sobre la fama de santidad, vir-


tudes y milagros de la Sierva de Dios M. Maravillas de Jesús, carmeli-
ta descalza. Madrid, 1976. [1], 125 p., lám. (retr., facs.) 20,5 cm.
En la cubierta exterior: Matritensis. Beatificationis et Canonizationis Servae
Dei M. Maravillas a Jesu (in saeculo: Maravillas Pidal y Chico de Guzmán),
monialis professae Ordinis Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974).
Articuli.

092 Una Carmelita Descalza, Visita providencial en el Cerro de los


Ángeles, Nuestros Venerables (Toledo, mayo-junio 1976).
Sobre el encuentro que tuvo lugar, probablemente en 1929, en el carmelo del
Cerro de los Ángeles de la señorita Marciana Valtierra Tordesillas –más tarde
la Beata mártir Mª Ángeles de San José en Guadalajara– con la Madre
Maravillas, priora de la comunidad del Cerro desde 1926.

093 [Valentín de San José, O.C.D.], Madre Maravillas de Jesús, O.C.D.,


La Vida Sobrenatural (Salamanca, septiembre-octubre 1976) 372-381.
Firma con el seudónimo de “Oytis”.
732 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

1977
094 Bengoechea, Ismael, O.C.D., Contemplativa mariana en acción:
Madre Maravillas, Miriam (Sevilla, enero-febrero 1977) 11.
095 Bermejo, J.M., Defendió el Cerro de los Ángeles en la guerra, YA
(Madrid, 22 julio 1977).
Sobre la vida y fundaciones de la Madre Maravillas.

096 Caballero, José, S.J., Corazón de España. Historia del Monumento


del Cerro de los Ángeles (1900-1976). Madrid, Fe Católica, [1977].
209, [3] p., ilustr. (retr., fot., facs.) 19 cm.
De la Madre Maravillas y del carmelo fundado por ella en el Cerro, cfr. pp.
26-27: “Como lámpara votiva ante el Monumento”, y p. 112: “Un carmelo
junto al Monumento”.

097 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Moeder Maravillas van


Jezus, O.C.D. (1891-1974). La Aldehuela (Madrid), Ongeschoeide
karmelietessen, [s.a., pero probablemente 1977]. 64 p., ilustr. (retr., fot.,
facs.) 16,5 cm.
Traducción del “P. Samuel Josef Serreyn, karmeliet, vice-postulator”. Noticia
abreviada en flamenco, inspirada en el n. 98.

098 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Vie de Mère Maravillas de


Jésus, carmélite déchaussée, 1891-1974. Traduction française,
[Dourgne, 1977]. 227, [2] p., ilustr. (retr., fot., facs.) 21,5 cm.
Traducción abreviada del n. 77, hecha por las Carmelitas Descalzas de Alençon.
Subtítulo: Sur les pas de Thérèse d’Avila.

099 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Si tú le dejas... Vida de la Madre Maravillas de Jesús, carmelita des-
calza. Segunda edición, Madrid, 1977. 630 p., ilustr. (retr., fot., facs.)
22,5 cm.
Para la primera edición, cfr. n. 77.

100 Cebrián, José Luis, Exactamente, el día de la Virgen de Lourdes. Un


dato curioso, ABC (Madrid, 12 febrero 1977).
Se trata de la liberación del secuestro del señor D. Antonio Mª Oriol y Urquijo,
el 11 de febrero de 1977, atribuida a la intercesión de la Madre Maravillas. Cfr.
n. 156.

101 Echevarría, Lamberto de, Monasterios de clausura, riqueza de


España. Actualidad contemplativa, YA (Madrid, 24 julio 1977).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 733

Menciona, entre otras cosas, “el florecer de carmelos de la Madre Maravillas”.

102 España se salvará por la oración, Sponsa Christi. Asociación de sacer-


dotes y religiosos de San Antonio Mª Claret n. 2 (Barcelona, 15 agosto
1977) 1.
Comenta la frase del título, que es de la Madre Maravillas.

103 Gitanilla del Carmelo, Madre Maravillas es..., Sembrando alegrías n.


4 (Madrid, 1977).
Acróstico dedicado a la Madre Maravillas, de Adela Medina Cuesta, terciaria
carmelita descalza, que firma sus escritos con el seudónimo de la “Gitanilla del
Carmelo”.

104 González y González, Nicolás, El monasterio de La Encarnación de


Ávila, tomo II. Ávila, 1977. 450 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 21,5 cm.
Sobre la Madre Maravillas, véase cap. V: “De calzadas a carmelitas descalzas”,
pp. 141-148. Es sabido cómo la Madre Maravillas fue quien llevó a cabo la
restauración material y espiritual de este monasterio.

105 Heliodoro del Niño Jesús, O.C.D., Si tú le dejas... Presentación,


Nuestros Venerables n. 92 (Toledo, marzo-abril 1977) 1.
Se refiere al n. 77.

106 Jiménez Duque, Baldomero, Madre Maravillas: alma y misión.


Conferencia pronunciada en la Fundación Universitaria Española el
día 30 de enero de 1976. Madrid, Fundación Universitaria Española,
1977. 29 p. 20,5 cm.
Existe también una traducción al francés, cfr. n. 123.

107 Jiménez Duque, Baldomero, Si tú le dejas..., El Diario de Ávila


(Ávila, 19 abril 1977) 5, 8.
Consideraciones sobre el n. 77.

108 La Madre Maravillas de Jesús (VII), Lúceat. Boletín de la Parroquia


de la Magdalena (Getafe, 23 enero 1977).
109 La Madre Maravillas de Jesús (VIII), Lúceat. Boletín de la Parroquia
de la Magdalena (Getafe, 26 febrero 1977).
110 Martín Sánchez, Benjamín, La liberación del señor Oriol, El Correo
de Zamora (Zamora, 15 febrero 1977).
Se trata de la liberación del secuestro de D. Antonio Mª Oriol y Urquijo, ocu-
rrida el 11 de febrero de 1977, y atribuida a la intercesión de la Madre
Maravillas. Cfr. n. 156.
734 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

111 Oriol y Urquijo, Lucas, Una vida para meditar, ABC (Madrid, 17
febrero 1977) 11.
Sobre el n. 77.

112 Si tú le dejas... Vida de la Madre Maravillas de Jesús, Estar. Revista de


experiencias apostólicas n. 18 (Madrid, octubre 1977).
En memoria del tercer aniversario de la muerte de la Madre Maravillas.

113 Una vida para meditar, Claune. Boletín de la Asociación Pro Orantibus
n. 28 (Madrid, marzo-abril 1977) 45.
Sobre el n. 111.

114 [Valentín de San José, O.C.D.], En agradecimiento, Nuestros


Venerables n. 95 (Toledo, septiembre-octubre 1977) 4.
Firma con el seudónimo de “Oytis”. Habla de la obra de reconstrucción y res-
tauración del monasterio de la Encarnación de Ávila, por medio de la Madre
Maravillas.

115 [Valentín de San José, O.C.D.], Mis conversaciones, por un carmelita


descalzo. Las Batuecas, [PP. Carmelitas Descalzos], 1977. [vii-xvi],
274, [1] p. 19 cm.
En las pp. ix-x, dedicatoria: “A la M. María Maravillas de Jesús”.

116 Varios artículos en malayalam sobre la Madre Maravillas, en algunos


boletines de la India (abril 1977).

1978
117 Aradillas, Antonio, Santa Teresa de Ávila, precursora de la autonomía
castellana, El Imparcial (Madrid, 30 agosto 1978) 8.
Algunas infundadas opiniones adversas a la Madre Maravillas y a algunas
monjas de sus conventos. Se rebaten estas opiniones en los nn. 121, 122, 124,
128.

118 Aradillas, Antonio, Santa Teresa y las autonomías. Reforma pendien-


te, El Imparcial (Madrid, 13 octubre 1978).
Reafirmándose en su opinión, ver n. 117.

119 Egidi, Silvana, Profili sulle orme della grande Teresa, la serva di Dio
Madre Maravillas di Gesù, carmelitana scalza (1891-1974), Il Piccolo
Fiore di Gesù e il suo tempio di Anzio n. 24 (Roma, luglio-agosto 1978,
76-77; settembre-ottobre 1978, 92-93).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 735

120 Escudero, Gerardo, C.M.F., El caso Madre Maravillas, Madre


Maravillas de Jesús, carmelita descalza n. 19 (Madrid, septiembre
1978) 4.
“Creo que ha sido ella la mejor, la más valiente y sabia intérprete del Concilio
Vaticano II”.

121 Fuentes Elola-Olaso, José Antonio, Santa Teresa y el padre Aradillas,


El Imparcial (Madrid, 8 septiembre 1978).
Responde al n. 117.

122 Gutiérrez García, José Luis, Meandros movedizos, El Imparcial


(Madrid, 10 septiembre 1978).
Responde al n. 117.

123 Jiménez Duque, Baldomero, Mère Maravillas de Jésus: son secret -


sa mission, par le Père Baldomero Jiménez Duque. [Madrid, Imprenta
Sáez, 1978]. 32 p. 21 cm.
Traducción al francés del n. 106. El título y las notas bibliográficas están saca-
dos de la primera y de la última página de la cubierta. “Article paru dans la
‘revista Manresa’ 1975 numéro 183”. Véanse también en castellano, nn. 51, 52.

124 López Gonzalo, Hermenegildo, La Asociación de Santa Teresa, El


Imparcial (Madrid, 17 octubre 1978) 8.
Responde al n. 118.

125 Mª Asunción de la Eucaristía, O.C.D., Carmelitas Descalzas de la


Sagrada Familia y San Juan de la Cruz. San Ildefonso (Segovia):
Madre Margarita Mª del Divino Corazón, O.C.D. (1897-1978). [San
Ildefonso, Carmelitas Descalzas, 1978]. 16 p. 21 cm.
Esta “Carta de edificación” habla de la relación que tuvo esta religiosa con la
Madre Maravillas.

126 Madre Maravillas de Jesús, Gazet van Antwerpen (Bélgica, 8 novem-


bre 1978).

127 U.M. de G., O.C.D., La Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza,


Nuestros Venerables (Toledo, julio-agosto 1978) 12.

128 Valentín de San José, O.C.D., Carmelitas Descalzas. (Cartas al direc-


tor), YA (Madrid, 29 septiembre 1978) 4.
Responde al n. 117.
736 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

129 Vega Díaz, Francisco, La Madre Maravillas, el milagro y la psicote-


rapia religiosa, con una carta introductoria del padre Efrén de la
Madre de Dios, O.C.D. Madrid, [Talleres tipográficos Accasor], 1978.
[6], 122, [1] p., lám. (retr.), ilustr. (facs.) 19 cm.

1979
130 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,
Let him do it. Life of Maravillas de Jesús, o.c.d., Cerro de los Angeles
and La Aldehuela Carmels Spain. [Brooklyn, N.Y., Carmelite
Monastery, 1979]. 558 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 20 cm.
“Translated from the original Spanish edition... by Dr. Jose L. Morales and Mrs.
Jennifer Bermejo... Printed in Hong Kong”. Para la edición original, véase n.
77; para otras ediciones y traducciones: nn. 98, 99, 131, 166, 257, 500.

131 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Se tu lo lasci... Vita della Madre Maravillas di Gesù, carmelitana scal-
za. Città del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, [1979]. 622 p., lám.
(retr.) 21 cm.
Edición italiana del n. 77.

132 Con motivo del IV aniversario de la Madre Maravillas el Cardenal


Primado celebró en el Cerro de los Ángeles, El Alcázar (Toledo, 30
mayo 1979).

133 Granero, Jesús Mª, S.J., La Madre Maravillas de Jesús, YA (Madrid,


11 diciembre 1979).
En el quinto aniversario de la muerte de la Madre.

134 Granero, Jesús Mª, S.J., Madre Maravillas de Jesús. Biografía espi-
ritual, por Jesús M. Granero. Madrid, 1979. [4], [xi-xv], 229, [1] p.,
ilustr. (retr., fot.) 19 cm.

135 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., S[erva] D[ei] Maravillas a


Iesu, in saec. María de las Maravillas Pidal y Chico de Guzmán, monia-
lis professa Ordinis nostri (Madrid 4 nov. 1891–La Aldehuela 11 dec.
1974). – Matriten. Numerus Protocolli in S. Congreg.: 1288, Acta
Postulationis Generalis O.C.D. (1973-1975), vol. unic. (Romae,
Postulatio Generalis O.C.D., 1979) 220-221.
“Acta in favorem huius Causae inter annos 1975-1979”.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 737

136 Solano, Jesús, S.J., El Monumento espiritual del Cerro de los Ángeles.
[Madrid, 1979]. 14 p. 21,5 cm.
Habla de la fundación del convento de carmelitas descalzas en este lugar, por
medio de la Madre Maravillas de Jesús.

1980
137 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,
Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza, número extraordina-
rio, septiembre 1980. [8] p., ilustr. (retr., facs.) 22 cm.
Con motivo de la Introducción de la Causa de la Madre. Se da el texto del
Decreto de Introducción, firmado por el cardenal D. Enrique Vicente y
Tarancón, arzobispo de Madrid-Alcalá, el 8 de julio de 1980.

138 Causa de Beatificación y Canonización, La Voz del Tajo (Talavera de


la Reina, 10 diciembre 1980).
De la Madre Maravillas de Jesús.

139 Como lámpara viviente ante el Monumento, Reinaré. Boletín mensual


del Secretariado del Sagrado Corazón n. 401 (Madrid, mayo 1980).
Sobre el significado espiritual del monasterio del Cerro de los Ángeles, funda-
do por la Madre Maravillas.

140 Como lámpara votiva del Monumento, Reinaré. Boletín mensual del
Secretariado del Sagrado Corazón n. 407 (Madrid, diciembre 1980) 4.
Sobre el Proceso de beatificación de la Madre Maravillas de Jesús y el Cerro
de los Ángeles.

141 Díaz Villasante, Justo, El doctor Vega Díaz y el estilo de la santidad,


YA (Madrid, 22 julio 1980).
Algunas reflexiones sobre el n. 129. “El análisis hondo y elevado que el doctor
Vega Díaz, médico del corazón, hace de la madre Maravillas, a la que ya por su
sola existencia califica de milagro, como una santa del siglo XX...”.

142 El día 8 de julio último..., YA (Madrid, 2 octubre 1980).


En este día el cardenal de Madrid-Alcalá firmó el Decreto de Introducción de
la Causa de la Madre Maravillas.

143 Enrique y Tarancón, Vicente, cardenal, Decreto de Introducción de la


Causa de Beatificación y Canonización de la S. de D. M. María
Maravillas de Jesús (en el siglo: Maravillas Pidal y Chico de Guzmán),
monja profesa de la Orden de Carmelitas Descalzos, Boletín Oficial de
738 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

la Archidiócesis de Madrid-Alcalá 94 (Madrid, julio-septiembre 1980)


951-953.

144 Enrique y Tarancón, Vicente, cardenal, Decreto de Introducción de la


Causa de Beatificación y Canonización de la S. de D. M. María
Maravillas de Jesús (en el siglo: Maravillas Pidal y Chico de Guzmán),
monja profesa de la Orden de Carmelitas Descalzos, Sol de Fátima n.
74 (Madrid, noviembre-diciembre 1980) 14.
145 Fernández, Ursicino, O.C.D., Fundadora de una obra talaverana,
camino de los altares, La Voz del Tajo (Talavera de la Reina, 10 diciem-
bre 1980).
“Era el año 1956 cuando la Madre Maravillas pasó por Talavera, camino de su
reciente fundación de Arenas de San Pedro, y después de saludar a la Virgen del
Prado se dirige a la calle del Charcón para visitar a las carmelitas. Es en esa
visita donde nace la feliz idea de hacer una iglesia y residencia para los padres
carmelitas en esta progresista ciudad, necesitada de atención espiritual”.

146 Granero, Jesús Mª, S.J., Madre Maravillas de Jesús, Reino de Cristo
n. 238 (Madrid, diciembre 1980) 24-25.
147 Granero, Jesús Mª, S.J., Madre Maravillas de Jesús. Biografía espi-
ritual, por Jesús M. Granero. [Segunda edición], Madrid, 1980. [4],
[xi-xv], 229, [1] p., ilustr. (retr., fot.) 19 cm.
Para la primera edición, véase n. 134.

148 La Madre Maravillas de Jesús, camino de los altares, Boletín Oficial


del Arzobispado de Toledo (Toledo, noviembre 1980) 499-504.
149 La Madre Maravillas, monja madrileña camino de los altares, Iglesia
en Madrid. Hoja semanal de la diócesis de Madrid-Alcalá n. 216
(Madrid, 19 octubre 1980) 2.
150 La “Santa Teresa del siglo XX”, Ávila de Santa Teresa. Suplemento del
Boletín Oficial del Obispado en el IV Centenario de la muerte de la
Santa, 1582-1982 n. 4 (Ávila, julio 1980) última página.
Sobre la Madre Maravillas de Jesús.

151 M. Maravillas de Jesús, Semanario de la Iglesia diocesana en


Salamanca n. 471 (Salamanca, 16 noviembre 1980).
152 Matías del Niño Jesús, O.C.D., M. Maravillas: apoteosis de su fama
póstuma, Claune. Boletín de la Asociación Pro Orantibus n. 49
(Madrid, septiembre-octubre 1980) 131-132.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 739

153 Matías del Niño Jesús, O.C.D., Proceso de Beatificación de la Madre


Maravillas en Salamanca, El Adelanto (Salamanca, 15 noviembre
1980) 7.
154 [Muñoz, Julián], La santa Teresa del siglo XX. De Batuecas al Cristo
de Cabrera, La Gaceta Regional (Salamanca, 7 noviembre 1980) 10.
Firma con el seudónimo de “Carrefour”.

155 [Muñoz, Julián], Las “consignas” de Juan Pablo II, La Gaceta


Regional (Salamanca, 25 julio 1980).
Firma con el seudónimo de “Carrefour”. Habla de algunos conventos fundados
por la Madre Maravillas.

156 Oriol y Urquijo, Antonio Mª, Cartas desde el secuestro. Madrid,


1980. [3], v-xxiv, 1-66, [1] p. 18,5 cm.
Cfr. pp. 65-66: “Sólo quiero recordar que el 11 de diciembre de 1976 era el
segundo aniversario del fallecimiento de la Madre Maravillas de Jesús y el 11
de febrero era la festividad de la Virgen de Lourdes, devoción por excelencia
que tenía esta Madre, a cuya intercesión me encomendé y me encomendaron
con extraordinario fervor las comunidades de madres carmelitas de sus funda-
ciones, a quienes nunca agradeceré bastante sus oraciones y penitencias, que
tan esforzada y perseverantemente ofrecieron por mí”. El señor Oriol fue
secuestrado por un comando terrorista el 11 de diciembre de 1976, cuando se
disponía a salir de su casa para asistir en La Aldehuela a la misa en el segundo
aniversario de la Madre Maravillas. Las carmelitas de La Aldehuela y de otras
comunidades son las que pidieron por él durante todo el secuestro.
“Edición privada de 300 ejemplares numerados del 1 al 300”. El ejemplar que
describimos lleva el Nº 000067. Relativos a este secuestro, véanse también los
nn. 100 y 110.

157 P. de J., Introducción de la Causa de Beatificación y Canonización de


la Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza, El Alcázar (Toledo,
11 diciembre 1980).
158 Palmero Ramos, Rafael, Hoy, sexto aniversario de la muerte de Madre
Maravillas, YA (Toledo, 11 diciembre 1980).
159 Proceso de Beatificación y Canonización de la Madre Maravillas de
Jesús, C.D., El Alcázar (Toledo, 3 octubre 1980).
160 Ramírez, Eulogio, Maravillas, El Alcázar (Toledo, 19 marzo 1980) 8.
Algunas consideraciones sobre el n. 134: “...leyendo este libro del padre
Granero percibe uno sensiblemente la santidad de Dios, capaz de hacer prodi-
gios a través de la madre Maravillas, que ha vivido oscuramente entre nosotros
740 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

en los años más turbulentos de España y también en los de más bonanza, como
uno de esos justos que impiden descargarse por completo la ira de Dios...”.

161 Se inicia la Causa de Beatificación de la Madre Maravillas, ABC


(Madrid, 4 octubre 1980) 37.
162 Soledad de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de la Inmaculada y
San José. Arenas de San Pedro (Ávila): Madre Luisa del Espíritu Santo,
O.C.D. (1896-1980). [Arenas de San Pedro, Carmelitas Descalzas,
1980]. 22 p. 21 cm.
La presente “Carta de edificación” habla de la relación de esta religiosa con la
Madre Maravillas.

163 Urtiaga, Matilde, Madre Maravillas de Jesús, C.D., hacia la canoniza-


ción, Iglesia-Mundo, (Madrid, primera quincena noviembre 1980) 24.

1981
164 Apertura del Proceso de Beatificación de la Madre Maravillas, Vida
Religiosa n. 51 (Madrid, 15 abril 1981) 183.
165 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Mutter Maravillas von Jesus,
unbeschuhte Karmelitin. La Aldehuela (Madrid), [1981]. 48 p., ilustr.
(retr., facs.) 16,5 cm.
Traducción alemana del n. 183.

166 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Zycie Matki Maravillas od


Jezusa, karmelitanki bosej, 1891-1974. [Città del Vaticano], Libreria
Editrice Vaticana, [1981]. 216, [1] p. 21 cm.
Traducción abreviada al polaco del n. 77. “Przedmowa”: pp. 3-4 (Hermenegildo
López Gonzalo).

167 Dolores de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del Corazón de Jesús


y San José. La Aldehuela (Madrid): Hermana Mª Jesús de San Ignacio,
O.C.D. (1894-1981). [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1981]. 4 p.
29,5 cm.
“Carta de edificación” a la muerte de esta hermana, en la cual habla de su rela-
ción con la Madre Maravillas.

168 Enrique y Tarancón, Vicente, cardenal, Causa de Beatificación y


Canonización de la Sierva de Dios Madre Maravillas de Jesús (en el
siglo, Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monja profesa de la Orden
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 741

del Carmen Descalzo. Edicto, Boletín Oficial de la Archidiócesis de


Madrid-Alcalá 95 (Madrid, abril 1981) 187-189.
Decreto para la recogida de los escritos de la Sierva de Dios.

169 Enrique y Tarancón, Vicente, cardenal, Causa de Beatificación y


Canonización de la Sierva de Dios Madre Maravillas de Jesús (en el
siglo, Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monja profesa de la Orden
del Carmen Descalzo. Edicto, Madre Maravillas de Jesús, carmelita
descalza, número extraordinario (Madrid, abril 1981).

170 Heliodoro del Niño Jesús, O.C.D., Un nuevo proceso de Beatificación


en la Provincia de PP. Carmelitas Descalzos de Castilla, Nuestros
Venerables (Toledo, marzo-abril 1981).

171 J.M.A., Introducción de la Causa de Beatificación y Canonización de


la Sierva de Dios Madre Maravillas de Jesús, Ave María n. 441
(Barcelona, enero 1981).
“J.M.A.”, probablemente José Mª Alba, S.J.

172 Madre Maravillas de Jesús, Carmelita Descalza, fundadora del con-


vento del Cerro de los Ángeles y de otros nueve; la santa Teresa del
siglo XX, Sol de Fátima n. 77 (Madrid, mayo-junio 1981) 14-19.
173 Madre Maravillas de Jesús, Iris de paz nn. 3-4 (Madrid, marzo-abril
1981) 10-15.

174 Madre Maravillas de Jesús. Sembrando palomarcicos (IV), Iris de paz


nn. 9-10 (Madrid, septiembre-octubre 1981) 10-15.

175 Madre Maravillas de Jesús. Sembrando palomarcicos (V), Iris de paz


nn. 11-12 (Madrid, noviembre-diciembre 1981) 8-12.

176 Madre Maravillas de Jesús. Solemne apertura de su Proceso apostóli-


co, La Obra Máxima (San Sebastián, marzo 1981) 28-29.

177 Maravillas de Jesús, O.C.D., Ráfagas de luz y amor. Roma, El pájaro


solitario, 1981. 32 p., lám. (retr.) 12 cm.
Colección de pensamientos de la Madre Maravillas. Para otras ediciones, véan-
se nn. 178, 179, 285, 521.

178 Maravillas de Jesús, O.C.D., Ráfagas de luz y amor. Segunda edición,


Roma, El pájaro solitario, 1981. 32 p., lám. (retr.) 12 cm.
Colección de pensamientos de la Madre Maravillas.
742 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

179 Maravillas de Jesús, O.C.D., Ráfagas de luz y amor. [Nueva reimpre-


sión]. Roma, El pájaro solitario, 1981. 32 p., lám. (retr.) 12 cm.
Colección de pensamientos de la Madre Maravillas. Para otras ediciones, véan-
se nn. 177, 178, 285, 521.

180 Matías del Niño Jesús, O.C.D., La Madre Maravillas en la India, La


Obra Máxima (San Sebastián, mayo 1981) 17-18.
181 Oriol y Urquijo, Lucas, ¿Qué dice la Madre Maravillas de Jesús? a
nuestro mundo cansado, atribulado, escéptico, Iglesia-Mundo (Madrid,
primera quincena febrero 1981) 26.
182 Séptimo aniversario de la muerte de la Madre Maravillas, El Alcázar
(Toledo, 10 diciembre 1981).
183 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., La Madre Maravillas de
Jesús, carmelita descalza (1891-1974). Un reguero de santidad en la
Iglesia. Roma, Postulación de la Causa, 1981. 48 p., ilustr. (retr., facs.)
16,5 cm.
En la p. 2: “De la ‘Carta de edificación’ escrita por las carmelitas descalzas de
La Aldehuela (Getafe-Madrid, España), a raíz de la muerte de la M. Maravillas
y divulgada en diversas lenguas a lo largo de 1975, la Postulación de la Causa
de beatificación y canonización de la Sierva de Dios ha compuesto, arreglado
y completado la presente breve biografía de la Madre, con objeto de satisfacer
a los numerosos devotos que tiene esparcidos por el mundo y que desean un
compendio sobrio y sustancioso de su vida y de sus principales virtudes”. Para
otras ediciones en castellano, cfr. nn. 254 y 437; en alemán, cfr. nn. 165 y 546;
en italiano, cfr. nn. 436 y 547.
184 Solemne apertura del Proceso de Beatificación y Canonización de la
Sierva de Dios Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza, Lluvia
de Rosas (Lérida, marzo-abril 1981).
185 [Valentín de San José, O.C.D.], Mi despedida. (La alabanza a Dios),
por un carmelita descalzo. [Madrid, 1981]. 258, [1] p. 16,5 cm.
Cfr. 13-25: “Actual panorama en el Cerro”, sobre la Madre Maravillas y el
carmelo del Cerro de los Ángeles.

1982
186 Dolores de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del Corazón de Jesús
y San José. La Aldehuela (Madrid): Hermana Mª Cruz del Salvador,
O.C.D. (1895-1982). [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1982]. 5 p.
21 cm.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 743

“Carta de edificación” a la muerte de esta hermana, en la cual se da noticia de


su relación con la Madre Maravillas.

187 Dolores de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del Corazón de Jesús


y San José. La Aldehuela (Madrid): Hermana María de San José,
O.C.D. (1903-1982). [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1982]. 18 p.
21 cm.
“Carta de edificación” en la muerte de esta hermana, en la cual habla de su
relación con la Madre Maravillas.

188 Galmés, Lorenzo, O.P., Testigos de la fe en la Iglesia de España, por


Lorenzo Galmés. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1982. [xiii],
208, [1] p. 19 cm., (BAC Popular, 46).
Cfr. “María de las Maravillas de Jesús”, pp. 185-187.

189 Madre Maravillas de Jesús. Sembrando palomarcicos (VI), Iris de paz


nn. 1-2 (Madrid, enero-febrero 1982) 9-14.
190 Palisses-Save, Père de Bétharram, Sur le pas de Thérèse d’Avila. La
Mère Maravillas, carmélite déchaussée, 1891-1974, Revue du Rosaire
62, n. 2 (Saint-Maximin, février 1982) 46-47, 50-59.
191 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., La Madre Maravillas di
Gesù, carmelitana scalza. Vita e pensieri. Firenze, Edizioni O.C.D.,
[1982]. 72 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 15 cm., (Collana “Carmelo”).
192 Soledad de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de la Inmaculada y
San José. Arenas de San Pedro (Ávila): Hermana Mª Josefa del
Corazón de Jesús, O.C.D. (1927-1982). [Arenas de San Pedro,
Carmelitas Descalzas, 1982]. 4 p. 33 cm.
La presente “Carta de edificación” habla de la relación de esta hermana con la
Madre Maravillas.

193 Tuya, Manuel de, O.P., Tras los caminos de Teresa. M. Maravillas de
Jesús, cuatro siglos después, Teresa de Jesús n. 1 (Sigüenza, Seminario
Conciliar, marzo 1982) 8-9.
Edición ciclostilada.

194 [Valentín de San José, O.C.D.], Yo así les conocí, Nuestros Venerables
(Toledo, enero-febrero 1982).
“Yo conocí y traté al P. Balbino y a la M. Maravillas...”. Firma con el seudóni-
mo de “Oytis”.
744 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

1983
195 Carmen Teresa de la Cruz, O.C.D., Carmelitas Descalzas del
Sagrado Corazón de Jesús y Nuestra Señora del Carmen. San Lorenzo
de El Escorial (Madrid): Hermana Josefina de Santa Teresa, O.C.D.
(1902-1983). [El Escorial, Carmelitas Descalzas, 1983]. 14 p. 21 cm.
“Carta de edificación” que habla de la relación de esta hermana con la Madre
Maravillas. Era hermana carnal del padre Silverio de Santa Teresa, y fue con-
novicia de la Hermana Maravillas en el convento de El Escorial. Además fue
una de las cuatro fundadoras del carmelo del Cerro de los Ángeles.

196 Clausura del Proceso Cognicional de la Madre Maravillas de Jesús, El


Alcázar (Toledo, 17 marzo 1983).
197 Clausura del Proceso de la Madre Maravillas de Jesús, El Alcázar
(Toledo, 18 marzo 1983).
Precisando la fecha de la clausura del Proceso de la Madre Maravillas.

198 Clausura del Proceso de Madre Maravillas de Jesús, La Obra Máxima


(San Sebastián, junio 1983) 28-29.
199 Manuel, Los padres de la Madre Maravillas de Jesús, El Mensajero
Seráfico 95, n. 1303 (Madrid, diciembre 1983) 346-347.
Revista editada por la Provincia Capuchina de Castilla.

200 Maravillas de Jesús, El Alcázar (Toledo, 20 marzo 1983).


Sobre la clausura del Proceso de la Madre Maravillas.

201 Matías del Niño Jesús, O.C.D., Due grandi per l’India, Il Carmelo e
le missioni 82, n. 4 (Roma, aprile 1983) 13-15.
“In forme diverse la Madre Maria Maravillas e il Padre Giovanni Vicenzo
hanno collaborato alla diffusione del Vangelo nella popolosa India”.

202 Tuya, Manuel de, O.P., Madre Maravillas de Jesús, una mística en
nuestro tiempo, Iglesia-Mundo n. 256 (Madrid, primera quincena junio
1983) 19.

1984
203 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles, Dans les voies de la
charité. Mère Maravillas C.D. Fille de l’Eglise et de Sainte Thérèse de
Jésus. [s.n.t. pero después de 1984]. 285, [2] p. 30 cm.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 745

Traducción del n. 204, hecha por las carmelitas descalzas de Ars. Edición
ciclostilada.
204 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles, Por las sendas de la
caridad. La Madre Maravillas, hija de la Iglesia y de Santa Teresa de
Jesús, por J.F.M. [Madrid, 1984]. 405, [3] p., lám. (retr.), ilustr. (retr.)
21 cm.
Prólogo de D. Marcelo González Martín, Cardenal Arzobispo de Toledo,
Primado de España: “...puso su inteligencia preclara y las grandes dotes de su
voluntad recta y enérgica al servicio del ideal que llenó su vida: fidelidad a
Dios, a la Iglesia, al Carmelo, a santa Teresa”.
205 Causas de beatificación y canonización de carmelitas descalzas.
Maravillas de Jesús, S.I.C. Pro monialibus 2 (Roma, noviembre 1984)
7.
En el mismo número, p. 13, hay una noticia sobre Kottayam, en la India, una
de las fundaciones de la Madre Maravillas.
206 El carmelo de Montemar Alto en el veinte aniversario de su fundación,
La Gaceta de Montemar (Torremolinos, enero 1984) 7.

1985
207 Cristina de la Cruz de Arteaga, O.S.H., El carmelo de San José de
Guadalajara y sus tres azucenas. Madrid, Editorial de Espiritualidad,
[1985]. 127 p. lám. también a color (retr., fot.), ilustr. (retr., fot., facs.)
23 cm.
Sobre la presencia de un carmelo en Arenas de San Pedro fundado por la Madre
Maravillas, cfr. p. 31; sobre el encuentro que la señorita Marciana Valtierra
Tordesillas –más tarde la Beata mártir Mª Ángeles de San José en Guadalajara–
tuvo con la Madre Maravillas, cfr. p. 97. “Nunca olvidaría [Marciana] esa
entrevista. Se la refirió a una connovicia suya que la reprodujo con estas pala-
bras: ‘¡Ay! ¡Qué Madre aquélla!... Era una verdadera santa. Ella me dijo: En
cualquier carmelo donde entre, échese siempre a lo más humilde, a lo más
costoso, al verdadero sacrificio... Todo ello me lo dijo en un tono de voz, con
un no sé qué, que convencía. Siempre la recordaré mientras viva’”. Y en la p.
101, las coplas del martirio, que compusieron la Madre Maravillas y su comu-
nidad, pidiendo esta gracia.

208 Lobo Iglesias, Efrén, Por las sendas de la caridad. Madre Maravillas
C.D., hija de la Iglesia y de santa Teresa de Jesús, Palabra n. 238
(Madrid, mayo 1985).
Cfr. n. 204.
746 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

209 Los carmelitas en Málaga, cuatro siglos de historia. Sevilla, Editorial


Miriam, [1985]. [3], 7-123, [1] p., ilustr. (fot.) 21,5 cm.
En las pp. 79-84, habla de la fundación del carmelo de Montemar, realizada por
la Madre Maravillas.

210 Teresa Mª de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de Nuestra Señora


de la Sierra. San Calixto (Córdoba): Madre Mercedes del Sagrado
Corazón, O.C.D. (1897-1985). [San Calixto, Carmelitas Descalzas,
1985]. 19 p. 22 cm.
En la presente “Carta de edificación” se da noticia de la relación de esta reli-
giosa con la Madre Maravillas.

1986
211 Aniversario de la muerte de la Madre Carmelita Maravillas, Diario de
Tarragona (Tarragona, 10 diciembre 1986).
La noticia dada aquí de que la Madre se trasladó a la India para fundar un
monasterio no responde a la verdad. La Madre fundó ese monasterio, pero
desde España.

212 Bengoechea, Ismael, O.C.D., San Juan de la Cruz y la mujer.


Coedición Burgos, Editorial Monte Carmelo; Cádiz, Carmelitas
Descalzos, 1986. 316, [1] p. 21 cm.
Cfr. Maravillas de Jesús, p. 184. “Carmelita descalza, que siguiendo las huellas
de la Santa Madre ha añadido muchos capítulos al libro de las Fundaciones”.

213 Juan Bosco de Jesús, O.C.D., Nueva recuperación de un autógrafo


teresiano “sumergible”, Monte Carmelo, vol. 94, n. 3 (Burgos, 1986)
437-452.
Cfr. p. 449: “Lo cierto es que, propiedad actual del carmelo del Cerro de los
Ángeles, [este autógrafo teresiano] lo es por lo mismo de toda la Orden de
Santa Teresa, y que el mérito y la gracia de esta posesión se deben a dos almas
teresianas y españolas insignes: al padre Silverio de Santa Teresa y a la hoy
Sierva de Dios M. Maravillas de Jesús. Existe junto al autógrafo una trascrip-
ción manuscrita de su texto, fielmente realizada por el que fue durante largos
años confesor y confidente espiritual de la Madre: el padre Valentín de San
José”.

214 Maravillas de Jesús, S.I.C. Pro monialibus 5 (Roma, mayo 1986).


Noticias sobre la Causa de la Madre Maravillas de Jesús, y anuncio de
las bodas de plata del carmelo de La Aldehuela (Madrid).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 747

215 Menéndez, Rosa Mª, Escucha lector, Iglesia-Mundo n. 321 (Madrid,


primera quincena junio 1986) 2.
Algunas alusiones a la Madre Maravillas y a su obra en el Cerro de los Ángeles.

216 Molina, Andrés, M. Maravillas de Jesús, El granito de arena 80, n.


1355 (Madrid, abril 1986) 18-22.
217 Pripalmar, seud., Recuerdo inédito: la M. Maravillas y D. Marcelo, La
Vida Sobrenatural n. 528 (Salamanca, noviembre-diciembre 1986)
436-440.
Bajo este seudónimo se refiere a dos carmelitas del Cerro de los Ángeles.

218 Romero Amez, Ricardo, Maravillas de Jesús, La Industria (Trujillo-


Perú, 24 junio 1986).

1987
219 La Madre Maravillas de Jesús: un ejemplo de heroísmo ante la perse-
cución socialocomunista [sic!], Covadonga nn. 115-116 (Madrid,
julio-agosto 1987) 9-11.
220 Macca, Valentino, O.C.D., Pidal y Chico de Guzmán, Maria delle
Meraviglie (Maria delle Meraviglie di Gesù), serva di Dio, Bibliotheca
Sanctorum. Prima appendice, vol. I (Roma, Città Nuova Editrice,
1987) col. 1046-1048.
Con bibliografía especializada.

221 Pino Roldán, Francisco del, El otro Torremolinos, Sur (Málaga, 5


agosto 1987) 5.
Habla del carmelo de Montemar-Torremolinos, fundado por la Madre
Maravillas.

1988
222 Beata Mª Ángeles de San José, Tres Carmelitas ejemplares. Boletín del
carmelo de San José de Guadalajara, n. 24 (Guadalajara, diciembre
1988) 2.
Sobre el encuentro, probablemente en 1929, en el carmelo del Cerro de los
Ángeles de la señorita Marciana Valtierra Tordesillas –más tarde la Beata már-
tir Mª Ángeles de San José en Guadalajara– con la Madre Maravillas. Véanse
también los nn. 92 y 207.
748 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

223 España, anestesiada sin percibirlo, amordazada sin quererlo, extravia-


da sin saberlo. La obra del PSOE. [Madrid, Sociedad Española de
Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad-Covadonga, 1988]. 573,
[11] p., ilustr. (retr., fot.) formato irregular 22,5 x 28,5 cm.
En la p. 94: “Madre Maravillas de Jesús (1891-1974). Carta al Prepósito
General pidiendo autorización para morir junto al Sagrado Corazón de Jesús,
en el Cerro de los Ángeles”; en la p. 412, habla de la profanación del Cerro de
los Ángeles.

224 La esposa de Emiliano Revilla, secuestrado por ETA, visitó el conven-


to de las Carmelitas en La Aldehuela, Acción Getafense n. 205 (Getafe,
27 abril 1988) 30.
225 Liso, Miguel Ángel; Luque, Carlos, La policía vigiló a la familia de
Emiliano Revilla en el convento de las Carmelitas de Getafe, Diario 16
(Madrid, 18 abril 1988).
La liberación del secuestro de Emiliano Revilla fue encomendada a la Madre
Maravillas. Cfr. n. 224.

226 Mª Reyes del Corazón de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del


Corazón de Jesús y San José. La Aldehuela (Madrid): Hermana Isabel
de Jesús, O.C.D. (1910-1988). [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas,
1988]. 22, [1] p. 21 cm.
La presente “Carta de edificación” habla de la relación de esta hermana con la
Madre Maravillas.

1989
227 Granero, Jesús Mª, S.J., La Madre Cristina de la Cruz. Ensayo de
biografía espiritual. [Sevilla, Jerónimas del Monasterio de Santa Paula,
1989]. 125 p., lám. (retr., fot.) 17,5 cm.
Sobre la Madre Maravillas, cfr. pp. 47-48.

228 Sánchez González, Martín, De Alarnes a Getafe. [Getafe,


Ayuntamiento de Getafe, 1989]. 207, [3] p., ilustr. (retr., fot., planos)
formato irregular: 22 x 31,5 cm.
El título, tomado de la cubierta. En la segunda página de portada: “Bienvenidos
a Getafe, cuna de la aviación española”. Cfr. p. 59: “Personas ilustres: Madre
Maravillas de Jesús”; pp. 74-75: “El Cerro de los Ángeles”.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 749

1990

229 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles, comp., Cantemos al


Amor de los amores. Libro de cantos de las Carmelitas Descalzas del
Cerro de los Ángeles. [Madrid, Gráficas Álamo], 1990. 589 p. 17,5 cm.
Dedicatoria: “A nuestra venerada Madre Maravillas de Jesús, que tanto gozó
oyendo cantar en sus carmelos las misericordias del Señor. En el primer cente-
nario de su nacimiento”. Contiene 304 cantos, la mayoría de los cuales se
cantaban en tiempos de la Madre Maravillas o se compusieron para ella en
alguno de sus aniversarios.

230 Gloria de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de Santa Teresa y San


Juan de la Cruz. Duruelo (Ávila): Hermana Ángeles del Sagrado
Corazón (1902-1990). [Duruelo, Carmelitas Descalzas, 1990]. 8 p. 29,5
cm.
“Carta de edificación” en que habla de la relación de esta hermana con la Madre
Maravillas. Edición ciclostilada.

231 Jiménez Duque, Baldomero, San Juan de la Cruz y la Madre


Maravillas de Jesús. Ávila, TAU, 1990. 79 p., ilustr. (retr., facs.) 17
cm., (Sección Teresiano-Sanjuanista, 14).
“Prólogo” de D. Rafael Palmero Ramos, obispo auxiliar de Toledo, pp. 5-10.
Para la segunda edición, ver n. 241.

232 Mère Maravillas de Jésus, carmélite déchaussée, 1891-1974. “Semeuse


d’amour et de joie”. Témoignages. [Alençon, 1990]. 31 p. 21,5 cm.
Sobre la Madre Maravillas y casos de favores atribuidos a ella, traducidos en
francés por Mª Verónica del Corazón de Jesús, O.C.D., del carmelo de Alençon.
Edición ciclostilada.

233 Peregrino, Celso, El Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles,


Tibidabo n. 391 (Barcelona, julio-agosto 1990) 18-23.
234 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., La Postulazione Generale dei
Carmelitani Scalzi. Sguardo panoramico dal 1979 al 1990. Roma,
[Postulazione Generale O.C.D.], 1990. 73, [2] p. 17 cm.
Sobre el “iter” de la Causa de la Madre Maravillas, véanse las pp. 18, 19, 22,
23, 44-45, 56, 57, 59, 61, 62.

235 Valentín de San José, O.C.D., La divina Eucaristía, su comunión y sus


prodigios, por un carmelita descalzo de Batuecas. Obra póstuma del P.
Valentín de San José (14-VI-1989). Edición preparada y reducida por
750 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

su discípulo Fr. Matías del Niño Jesús. Sevilla, Apostolado Mariano,


1990. 255, [8] p. 15 cm.
Cfr. pp. 146-147: “Madre Maravillas de Jesús (1891-1974)”.

1991
236 Abad León, Felipe, El carmelo de Ruiloba, remanso de oración y de
belleza. Homenaje del carmelo de Ruiloba a San Juan de la Cruz en su
cuarto centenario. [Logroño, Gráficas Ochoa, S.A., 1991]. 693 p., ilus-
tr. (retr., fot., facs.) 23,5 cm.
En el cap. VI (“Visitas ilustres”), pp. 206-210, se habla de Maravillas Pidal, en
1919, y se publica en facsímil una carta original de la Madre, del 10 de mayo
de 1959, a la priora del carmelo de Ruiloba.

237 Camino a los altares, El Comercio (Lima-Perú, 10 noviembre 1991).


Habla de la Madre Maravillas y cita palabras de D. Manuel Abol-Brason en una
carta publicada el 27 de junio de 1990, que desgraciadamente no hemos podido
encontrar.

238 Carmelitas Descalzas de Iriépal, Breve reseña histórica del monaste-


rio de carmelitas descalzas de Nuestra Señora de las Vírgenes, 1591-
1991. [Iriépal, Carmelitas Descalzas, 1991]. 26 p., ilustr. (fot.) 21,5 cm.
Cfr. en la página 23: 1971. Asociación de Santa Teresa, fundada por la Madre
Maravillas, a la cual pertenece la comunidad de Iriépal.

239 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Así pensaba y vivía... la


Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza. 2ª edición, [Alcalá de
Henares, Imp. C.D. de la Imagen, 1991]. 128 p., ilustr. (retr.) 12 cm.
Para la primera edición y otras traducciones, cfr. nn. 34, 35, 76, 353.

240 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Vida gráfica. Madre Maravillas de Jesús: 1-37. [Madrid, Gráficas Don
Bosco, 1991-2001]. 12 p., ilustr. a color (retr., fot., facs.) 26 cm.
Colección de 37 fascículos, de 12 páginas cada uno, con dibujos a mano la
mayor parte y reproducciones fotográficas. Abarca toda la vida de la Madre
Maravillas, desde su nacimiento hasta la beatificación. Los cuadernillos se
encuadernaron posteriormente para formar un solo volumen. Véase el n. 499.

241 Jiménez Duque, Baldomero, San Juan de la Cruz y la Madre


Maravillas de Jesús. [Alcalá de Henares, Imp. C.D. de la Imagen,
1991]. 75 p., ilustr. (retr., facs.) 17 cm. (Colección TAU, Sección
Teresiano-Sanjuanista, 14).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 751

Para la primera edición, ver n. 231.

242 Maravillas de Jesús, O.C.D., [Pensamientos y frases de la] Madre


Maravillas, Meridiano católico n. 147 (Barcelona, enero 1991) pp. 10,
20, 24.
Con ilustraciones y frases de la Madre en otras páginas.

243 Martín Gómez, Pedro, Las maravillosas monjas de la tenaja, La


Gaceta del Coliseo 13, n. 135 (San Lorenzo de El Escorial, marzo
1991) 7-11.
Se refiere al monasterio de las carmelitas descalzas de El Escorial, donde, en
los trabajos de restauración del edificio en 1964, se decidió el derribo de la
cúpula-cimborrio “tenaja” –o tinaja, por su forma característica–, dañada por
un rayo. (“El culto remate del crucero de la iglesia es a lo que se llamaba tena-
ja”). La Madre Maravillas estaba encargada de dirigir estos trabajos de restau-
ración del convento y de la iglesia.

244 Matías del Niño Jesús, O.C.D., P. Valentín de San José, O.C.D.
Último ermitaño de Batuecas (1896-1989). Batuecas, [Padres
Carmelitas Descalzos], 1991. 37 p. 15,5 cm.
Sobre la relación que tuvo el padre Valentín con la Madre Maravillas, “de la
que fue consejero principal durante treinta años”, cfr. pp. 15-16, 31-32.

245 Muñoz Iglesias, Salvador, José María García Lahiguera, un carisma,


una vida. [Madrid, 1991]. 190 p., ilustr. también a color (retr., fot.,
facs.) 19 cm.
Cap. XIII: Constelación. Sierva de Dios M. Maravillas de Jesús, carmelita
descalza (+ 11 diciembre 1974), pp. 167-169.

246 [Museo o exposición de recuerdos de la Madre Maravillas de Jesús. La


Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1991]. Fascículo plegado de 8 p.,
ilustr. a color. 21 cm.
247 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., Indice delle Cause di canoni-
zzazione della Postulazione Generale dei Carmelitani Scalzi. Roma,
[Postulazione Generale O.C.D.], 1991. 161, [2] p. 21 cm.
La página 99 está dedicada a la Causa de la Madre Maravillas.

1992
248 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles, Por las sendas de la
caridad. La Madre Maravillas, hija de la Iglesia y de Santa Teresa de
752 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Jesús, por J.F.M. [Segunda edición]. [Arganda del Rey, Gráficas Don
Bosco, 1992]. 405, [3] p., lám. (retr.), ilustr. (retr.) 21 cm.
Es reimpresión del n. 204.

249 Chiron, Aliette, Mère Maravillas de Jésus (1891-1974), Sedes


Sapientiœ 40 (Société Saint-Thomas-d’Aquin, Chémeré-le-Roi, prin-
temps 1992) 18-34.
250 García Segura, Vicente, S.J., El carmelo de El Escorial. Primer car-
melo español dedicado al Corazón de Jesús, Reino de Cristo n. 361
(Madrid, febrero 1992) 12-13.
Sobre el carmelo de El Escorial, la estancia de la Madre Maravillas en dicho
carmelo y su salida para la fundación del Cerro de los Ángeles.

251 Hervás Poveda, Félix, Apóstoles con el desierto en el alma.


[L’Hospitalet de Llobregat, APSSA, 1992]. 224 p. 17 cm.
Cfr. pp. 143 ss., 154, 157, 161-179. Habla de la Madre Maravillas en varias
páginas, por ejemplo: Desierto carmelitano de las Batuecas – Sosteniendo y
propagando el Carmelo.

252 Mª Amor de la Santísima Trinidad, O.C.D., Monasterio de Nuestra


Señora de la Encarnación. Lerma (Burgos): Madre María de la Madre
de Dios, O.C.D. (1909-1991). [Lerma, Carmelitas Descalzas, 1992]. 8
p. 21,5 cm.
“Carta de edificación” en la que, entre otras cosas, da cuenta de la relación que
esta religiosa tuvo con la Madre Maravillas.

253 María Magdalena de Jesús, O.C.D., La Madre Maravillas.


Admiración, amor y dolor. Testimonio directo acerca de su vida solici-
tado por los Carmelos de Holanda y Alemania, por Magdalena de
Jesús, O.C.D. [Burgos, Imprenta Monte Carmelo, 1992]. [2], 5-153, [2]
p., 19 cm., (Colección Testigos directos).
En el archivo de la Postulación de la Causa de la Madre Maravillas se encuen-
tra un “Estudio y valoración crítica del libro Madre Maravillas de Jesús con
amor y dolor, de la hermana María Magdalena de Jesús, O.C.D., realizado por
don Secundino Jiménez Rodrigo, colaborador externo de la Informatio de la
Sierva de Dios”. Véase el n. 259 de esta bibliografía. Consta de 31 folios, y
rebate punto por punto, y casi una por una, las 153 páginas del librito de la
hermana Magdalena. Por respeto a la hermana, ahora ya difunta, no se lo ha
querido dar a la publicidad. Sin embargo, por poner en guardia a los posibles
lectores, transcribimos las conclusiones del autor crítico a las dos partes en que
se puede dividir el opúsculo. Con respecto a la primera parte del librito, que
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 753

abarca hasta la página 109, escribe don Secundino: “Nada de lo que antecede
pudo ser conocido directamente por la que asegura que el folleto es un ‘testi-
monio directo de la vida de la Madre Maravillas’. La multitud de tergiversacio-
nes, desconocimientos y aun falsedades descalifican, en gran parte, lo que se
dice en el opúsculo, y llevan a la conclusión de su falta de fiabilidad”. En
cuanto a la segunda parte del folleto, que se refiere a la posición de la Madre
con respecto al Concilio Vaticano II, concluye el mismo don Secundino: “Hay
que rechazar, por no responder a los hechos, cuanto manifiesta la hermana
María Magdalena de Jesús en su libro [...], acerca de la Sierva de Dios con
respecto al Concilio. La Madre Maravillas es ‘una santa del Vaticano II, cuyas
orientaciones y normas conoció, practicó y vivió en plenitud’”. Sobre este últi-
mo asunto, véase el n. 120 de esta bibliografía.

254 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., La Madre Maravillas de


Jesús, carmelita descalza (1891-1974). Un reguero de santidad en la
Iglesia. Roma, Postulación de la Causa, [1992]. 48 p., ilustr. (retr.) 16,5
cm.
Para la primera edición, véase el n. 183.

255 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., San José en la vida y espiri-


tualidad de la Sierva de Dios Madre Maravillas de Jesús, carmelita
descalza (1891-1974). Datos recogidos por el P. Simeón de la S.
Familia, O.C.D., Postulador de la Causa. La Aldehuela, Carmelitas
Descalzas, 1992. 22, [2] p. 17 cm.
“Pro manuscripto”.

1993
256 Carmelitas Descalzas de Duruelo, Historia de Duruelo (1568).
[Duruelo, Carmelitas Descalzas, 1993]. 3 p. 21 cm.
Hoja plegada, de cuatro páginas, publicada con ocasión del cuatrocientos vein-
ticinco aniversario de la fundación de Duruelo. Se hace una breve historia de
este lugar, donde la Madre Maravillas fundó un convento de carmelitas descal-
zas en 1947.

257 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Si tu le laisses faire... Mère Maravillas de Jésus, carmélite déchaussée,
1891-1974. Montsurs, Éditions Résiac, [1993]. [2], 1-486 p., lám., tam-
bién a color (retr., fot., facs.) 22,5 cm.
Traducción francesa del n. 77. Aunque no consta en el libro, la traducción ha
sido hecha por las carmelitas descalzas de Ars y de Créteil.
754 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

258 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Dios vivo, muy amante y muy amado. Vida eucarística de la M.
Maravillas de Jesús, carmelita descalza. [Salamanca, Imprenta
Kadmos, S.C.I., 1993]. 262, [1] p., ilustr. (retr., facs.) 23,5 cm.,
(Colección “Lámpara Viva”, 2).
“Cristo nuestro Bien” (presentación de D. Rafael Palmero Ramos, obispo auxi-
liar de Toledo), pp. 37-51.

259 Congregatio de Causis Sanctorum. P.N. 1288, Matriten. Beati­fi­


cationis et Canonizationis Servae Dei Mariae a Mirabilibus Iesu (in
saec.: Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis professae
Ordinis Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974). Positio super vir-
tutibus. Roma, Tipografia Guerra, s.r.l., 1993. 3 vol. 30 cm.
Vol. I:  Presentazione di Don Francesco Moccia, S.A.C., Relatore della Causa:
pp. 1-5. – Appendice I: Elenco alfabetico dei testimoni del Processo Cognizionale
Madrileno, 1981-1983: pp. 6-7. – Apendice II: Índice de los nombres de las
personas que aparecen en las diversas piezas de la “Positio”: pp. 8-142. –
Informatio: An constet de virtutibus...: pp. 1-653 (autor: D. Secundino Jiménez
Rodrigo, colaborador externo). – Decretum super validitate Processus: p. 1. –
Positio super scriptis: pp. 1-148. – Tabulae: pp. i-xix (retr., fot., facs.).
Vol. II:  Tabella Index-Testium: pp. i-xxi. – Summarium: a) Decretum
super validitate Processus: p. 3, b) Depositiones testium Proc. Cogn.
Matriten.: pp. 4-1121.
Vol. III:  Summarium: Depositiones testium Proc. Cogn. Matriten.: pp.
1122-2233. – Summarium documentorum: pp. 1-169.
260 Jiménez Duque, Baldomero, Don Santos Moro Briz. [Ávila, Imprenta
Comercial Diario de Ávila, S.A., 1993]. 145 p., ilustr. (retr.) 21 cm.,
(Institución Gran Duque de Alba. Colección Telar de Yepes, 9).
De su relación con la Madre Maravillas y sus conventos, cfr. pp. 83, 90, 106.

261 Juan Pablo II, del temor a la esperanza, [vol.] **... [Madrid, Ediciones
Solviga, S.L., 1993]. 256 p., ilustr. a color (retr., fot.) 30 cm.
Vol. **: autores Mercedes Gordon y Miguel Castellví. Cfr. Tensiones en el
Carmelo, p. 125, y fotografía y pie de fotografía de la p. 124: “Dos modos
diversos de entender el carisma del Carmelo llevaron a una larga disidencia
interna entre la familia carmelitana: Juan Pablo II hubo de buscar la solución
más positiva y equilibrada”.

262 Maravillas de Jesús, O.C.D., Era así. Presentación por Francisco J.


Pérez Fernández-Golfín, Obispo de Getafe. Madrid, [Carmelitas
Descalzas La Aldehuela, 1993]. [xiv], 1-263, [1] p. 15,5 cm.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 755

Son 1041 pensamientos escogidos de los escritos de la Madre Maravillas. Para


la segunda edición, cfr. n. 271.

263 Una vida santa (I parte). (M. Maravillas de Jesús, carmelita descalza,
digna hija de Santa Teresa), Sol de Fátima n. 152 (Madrid, noviem-
bre-diciembre 1993) 27-30.
La última página contiene “Pensamientos de espiritualidad” de la Madre. Cfr.
nn. 276 y 277.

1994
264 Alvarado, María de, seud., Lámpara viva. La Madre Maravillas de
Jesús y el Cerro de los Ángeles. Prólogo de Mons. Ángel Suquía
Goicoechea, Cardenal Arzobispo de Madrid, [por] María de Alvarado.
Madrid, [Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles], 1994. 323 p.,
ilustr. también a color (retr., fot.) 21,5 cm.
María de Alvarado corresponde al nombre de Paloma Aguirre de Cárcer y
Alvarado, carmelita descalza.

265 Antolín, Fortunato, O.C.D., La Madre Maravillas de Jesús (I), El


Diario de Ávila (Ávila, 11 diciembre 1994) 19.
También del mismo autor y periódico: “Recordando un alma teresiana: la
Madre Maravillas de Jesús (II)” (Ávila, 12 diciembre 1994) 9.

266 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Madre Maravillas de Jesús,


carmelita descalza. Semblanza. Prólogo de don Baldomero Jiménez
Duque. Madrid, [Carmelitas Descalzas La Aldehuela], 1994. 286, [1]
p., lám. también a color (retr., fot., facs.) 21,5 cm.
Nueva edición del n. 36, corregida y aumentada con documentos fotográficos.

267 Cerro de los Ángeles (Getafe). Año jubilar: 28 de mayo de 1994-23 de


junio de 1995. Getafe, Obra Nacional del Cerro de los Ángeles, 1994.
fascículo plegado de 6 p.
Sobre el convento de carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles y la Madre
Maravillas, su fundadora.

268 Cerro de los Ángeles, setenta y cinco años en el corazón de España,


Tibidabo (Barcelona, julio-agosto 1994) 4-6.
“El complejo del Cerro de los Ángeles comprende tres edificaciones: la ermita
de Nuestra Señora de los Ángeles, el monumento y el convento de las carmeli-
tas descalzas”.
756 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

269 Don Rafael [Palmero] presidió la santa misa, en el veinte aniversario


de la muerte de la Madre Maravillas de Jesús, Padre Nuestro (Toledo,
25 diciembre 1994) 5.
270 Madre Maravillas de Jesús, El Benjamín, edición americana n. 11
(Barcelona, noviembre-diciembre 1994) 6-7.
“Revista infantil y juvenil de cultura científico religiosa”. Algunos episodios de
la infancia y juventud de Maravillas Pidal.
271 Maravillas de Jesús, O.C.D., Era así. Presentación por Francisco J.
Pérez Fernández-Golfín, Obispo de Getafe. Segunda edición. Madrid,
[Carmelitas Descalzas La Aldehuela, 1994]. [xiv], 1-268, [1] p. 15,5 cm.
Son 1041 pensamientos escogidos de los escritos de la Madre Maravillas. Para
la primera edición, véase el n. 262.
272 Maravillas de Jesús, O.C.D., Pensamientos, Aldehuela, MM.
Carmelitas, [1994]. 115 p. 8,5 cm.
Para ediciones posteriores, cfr. nn. 284 y 411; traducción italiana, cfr. n. 520.
273 Monseñor Tagliaferri presidió los actos del 50 aniversario del Carmelo,
La Gaceta de Salamanca (Salamanca, 1 mayo 1994).
“El convento de Mancera es una de las fundaciones de Madre Maravillas de
Jesús, la cual se impuso recuperar para la Orden Carmelitana todas sus antiguas
fundaciones”.
274 Onrubia, Francisco Javier, La obra social de la Madre Maravillas de
Jesús, carmelita descalza. La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1994.
66 p., ilustr. (retr., fot.) 16,5 cm.
275 Pérez y Fernández-Golfín, Francisco José, obispo, El Cerro de los
Ángeles, símbolo del amor de Cristo, Reino de Cristo n. 385 (Madrid,
abril 1994) 13-15.
“Carta pastoral del primer Obispo de Getafe”. Habla de las carmelitas del Cerro
de los Ángeles, convento fundado por la Madre Maravillas de Jesús.
276 Una vida santa (II), (M. Maravillas de Jesús, carmelita descalza, digna
hija de Santa Teresa), Sol de Fátima n. 153 (Madrid, enero-febrero
1994) 24-26.
Cfr. n. 263.
277 Una vida santa (III), (M. Maravillas de Jesús, carmelita descalza, digna
hija de Santa Teresa), Sol de Fátima n. 154 (Madrid, marzo-abril 1994)
23-24.
Cfr. nn. 263 y 276.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 757

1995
278 Antolín, Fortunato, O.C.D., Grandes devotos de San José: La Madre
Maravillas de Jesús, El Mensajero de San José (Valladolid, enero-fe-
brero 1995) 6-7, 12.
279 Carmelitas Descalzas de Duruelo, El lugarcillo de Duruelo. Duruelo
(Ávila), Carmelitas Descalzas, [1995]. 199 p., lám. también a color
(retr., fot.) 21,5 cm., (Institución Gran Duque de Alba. Serie Minor, 1).
“Prólogo” firmado por D. Antonio Cañizares, obispo de Ávila, pp. 7-9. Del cap.
VI al cap. XII habla del carmelo fundado allí por la Madre Maravillas.
“Apéndice fotográfico” con ocho láminas a color.

280 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, La Madre Maravillas. Vida y


mensaje de la “santa Teresa” del siglo XX. [Madrid], Edibesa, [1995].
Audilibro en cinta.
Una hora de duración.

281 Carmelitas Descalzas de Talavera de la Reina, Grande eres, Señor.


IV Centenario de la fundación del monasterio de San José de
Carmelitas Descalzas. Talavera de la Reina (Toledo). 1595-3 de mayo-
1995. [Zamora, Ediciones Monte Casino, 1995]. 79 p., lám. (fot.) 21
cm.
En la p. 26, da noticia de cómo en una visita de la Madre Maravillas a la comu-
nidad “se le sugirió la idea de hacer de nuevo una fundación de padres carme-
litas descalzos, idea que la Sierva de Dios realizó enseguida”.

282 Fernández García, Matías, Parroquia madrileña de San Sebastián.


Algunos personajes de su archivo. [Madrid], Caparrós Editores, [1995].
619, [1] p. 24 cm.
Cfr. “En olor de santidad. La Madre Maravillas”, p. 604.

283 González de Vega, Javier, Yo, María de Borbón. [Madrid, El País,


S.A.–Aguilar, S.A., 1995]. 231, [2] p., ilustr. (retr., fot., árbol geneal.
plegado) 28,5 cm.
En la página 89 habla de su relación con la Madre Maravillas y con el carmelo
de La Aldehuela, a través de una sobrina suya, que se hizo carmelita en este
convento.

284 Maravillas de Jesús, O.C.D., Pensamientos. La Aldehuela, Carmelitas


Descalzas, [Segunda edición, 1995]. 135 p. 8,5 cm.
Para la primera edición, véase el n. 272.
758 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

285 Maravillas de Jesús, O.C.D., Ráfagas de luz y amor. Roma, El pája-


ro solitario, 1981, es decir: 1995. 32 p., lám. (retr.) 12 cm.
Nueva reimpresión hecha en 1995. Para otras ediciones, cfr. nn. 177, 178, 179,
521.

1996
286 Beatificación de la Madre Maravillas y tres religiosas españolas más,
Fiesta. Semanario de las Iglesias de Granada y Guadix-Baza n. 218
(Granada, 29 diciembre 1996).
287 Bru Alonso, Manuel Mª, Cerro de los Ángeles. El corazón humano de
Dios, Alfa y Omega n. 28 (Madrid, 15 junio 1996) 12-13.
A pie de la página 13 hay una breve noticia sobre “Madre Maravillas, más cerca
de los altares”.

288 Carmelitas Descalzas de Duruelo, El lugarcillo de Duruelo. [Ávila],


Institución “Gran Duque de Alba” de la Excma. Diputación provincial
de Ávila, [Segunda edición, 1996]. 199 p., lám. también a color (retr.,
fot.) 21,5 cm., (Serie Minor, 1).
Para otras ediciones, véanse los nn. 279 y 542. “Prólogo” firmado por D.
Antonio Cañizares, obispo de Ávila, pp. 7-9. Del cap. VI al cap. XII habla del
carmelo fundado allí por la Madre Maravillas. “Apéndice fotográfico” con
ocho láminas a color.

289 Congregación para las Causas de los Santos, Archidiócesis de


Madrid. Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios María de
las Maravillas de Jesús (en el siglo: Maravillas Pidal y Chico de
Guzmán), monja profesa de la Orden de los Carmelitas Descalzos
(1891-1974). Decretode las Virtudes. [Alcalá de Henares, Imp. C.D. de la
Imagen, 1996]. 11 p., ilustr. (retr., facs.) 21,5cm.
“Traducción del Decreto original en latín, aprobada por la Postulación General
de la Causa”, cfr. n. 292. “Pro manuscripto”.

290 Congregación para las Causas de los Santos, Promulgación de


Decretos en presencia del Papa. Hacia la beatificación de catorce sier-
vos de Dios, L’Osservatore Romano (edición semanal española),
(Ciudad del Vaticano, 20 diciembre 1996) p. 4.
“El día 17 de diciembre de 1996 en presencia del Santo Padre...”. Cfr. “...las
virtudes heroicas de la Sierva de Dios María de las Maravillas de Jesús...”.
Véase el n. 294.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 759

291 Congregación para las Causas de los Santos. P.N. 1288, Archidiócesis
de Madrid. Beatificación y Canonización de la Sierva de Dios María
Maravillas de Jesús (en el siglo: Maravillas Pidal y Chico de Guzmán),
monja profesa de la Orden de Carmelitas Descalzos (1891-1974).
Informe y Votos del Congreso peculiar sobre las virtudes, que tuvo
lugar el día 24 de mayo de 1996. [Alcalá de Henares, Imp. C.D. de la
Imagen, 1996]. 167 p., ilustr. (retr., facs.) 23 cm.
“Traducción y edición aprobadas por la Postulación General de la Causa”, cfr.
n. 293. “Pro manuscripto”.

292 Congregatio de Causis Sanctorum, Matriten. Beatificationis et


Canonizationis Servae Dei Mariae a Mirabilibus Iesu (in saec.:
Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis professae Ordinis
Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974). Decretum super Virtutibus.
[Roma, Tipografia Guerra, 1996]. 5 p. 26,5 cm.
293 Congregatio de Causis Sanctorum. P.N. 1288, Matriten. Beatificationis
et Canonizationis Servae Dei Mariae a Mirabilibus Iesu (in saec.:
Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis professae Ordinis
Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974). Relatio et Vota Congressus
Peculiaris super virtutibus die 24 maii an. 1996 habiti. Roma,
Tipografia Guerra, 1996. 106 p. 30,5 cm.
294 Congregazione per le Cause dei Santi, Promulgazione di Decreti,
L’Osservatore Romano (Città del Vaticano, 19 dicembre 1996) p. 1.
Entre los Decretos promulgados está el de “le virtù eroiche della Serva di Dio
Maria De Las Maravillas de Jesús (al secolo: Maravillas Pidal y Chico de
Guzmán), monaca professa dell’Ordine dei Carmelitani Scalzi”.

295 Corral, Pedro, El gitano “El Pelé” y la Madre Maravillas, hacia los
altares, ABC (Madrid, 18 diciembre 1996) 58.
296 Corral, Pedro, El gitano “El Pelé” y la Madre Maravillas, hacia los
altares, ABC (Sevilla, 18 diciembre 1996) 69.
297 Fiallegas, Mª Sonsoles, Maravillas de Jesús: la santa Teresa del siglo
XX, El Adelanto (Salamanca, 9 diciembre 1996) 16-17.
298 Lamet, Pedro Miguel, S.J., Hombre y Papa. [Madrid], España
Calpe, [1996]. 539 p., lám. a color (retr., fot.) 23 cm.
Biografía de Juan Pablo II. Sobre la Madre Maravillas y sus conventos, cfr. El
conflicto de “las maravillosas”, pp. 436-442.
760 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

299 Mª Elena de la Madre de Dios, O.C.D., Carmelitas Descalzas de


Cristo Crucificado. Cabrera (Salamanca): Hermana Visitación del
Sagrado Corazón (1909-1996). [Cabrera, Carmelitas Descalzas, 1996].
5 p. 29,5 cm.
“Carta de edificación” en que se habla de la relación de esta hermana con la
Madre Maravillas. Edición ciclostilada.
300 Mª Josefa del Corazón de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del
Sagrado Corazón y Nuestra Señora de los Ángeles. Cerro de los
Ángeles (Madrid): Hermana Mª Catalina de Cristo (1917-1996).
[Cerro de los Ángeles, Carmelitas Descalzas, 1996]. 12 p. 29,5 cm.
“Carta de edificación” en la que se habla de la relación de esta hermana con la
Madre Maravillas. Edición ciclostilada.
301 Mª Reyes de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del Corazón de
Jesús y la Virgen del Carmen. Montemar (Torremolinos-Málaga):
Madre Carmen de Santa Teresa (1908-1996). [Montemar, Carmelitas
Descalzas, 1996]. 11 p. 30 cm.
“Carta de edificación” en la que se habla de la relación de esta religiosa con la
Madre Maravillas. Edición ciclostilada.
302 Mª Reyes del Corazón de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del
Corazón de Jesús y San José, La Aldehuela (Madrid): Madre Carmen
de la Cruz, O.C.D. (1912-1996). [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas,
1996]. 31 p. 21 cm.
La presente “Carta de edificación” habla de la relación de esta religiosa con la
Madre Maravillas.
303 Madre Maravillas, más cerca de los altares, Luz de Redención n. 578
(Alcuéscar-Cáceres, octubre 1996).
304 Martín, Santiago, Una aristócrata del espíritu, ABC (Madrid, 31
diciembre 1996) 72.
305 Noticias de la Postulación General O.C.D., Communicationes O.C.D.
n. 68 (Roma, nov.-dic. 1996) 1081-1083.
“24 mayo 1996”, discusión y examen de las virtudes heroicas de la Madre
Maravillas en el Congreso especial de los Consultores Teólogos.

306 Palmero Ramos, Rafael, obispo, Homilía en el XXII aniversario de la


muerte de la M. Maravillas de Jesús, Boletín Oficial del Obispado de
Palencia (Palencia, octubre-diciembre 1996) 385-390.
Homilía de la Misa celebrada en las carmelitas descalzas de La Aldehuela
(Getafe), el 11 de diciembre de 1996.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 761

307 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., Hacia el reconocimiento pon-


tificio de las virtudes heroicas de la Madre Maravillas, Madre
Maravillas de Jesús, carmelita descalza n. 105 (Madrid, diciembre
1996) 1.

1997
308 A.E.G., El Vaticano estudia un presunto milagro ocurrido en Salamanca,
La Gaceta Regional de Salamanca (Salamanca, 30 mayo 1997) 45.
En la misma página y del mismo autor: La Madre Maravillas en Salamanca,
Cabrera, Batuecas y Mancera.

309 Cárcel Ortí, Vicente, Pasión por el sacerdocio. Biografía del Siervo
de Dios José María García Lahiguera, Arzobispo de Valencia, por
Vicente Cárcel Ortí. Prólogo de Mons. Agustín García-Gasco,
Arzobispo de Valencia. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997.
[xxxvii], 1-424, [1] p., lám. (retr., fot., facs.) 20 cm.
Cfr. “Los amigos del ‘Siervo de Dios’. La Sierva de Dios M. Maravillas de
Jesús, carmelita descalza (1891-1974)”, pp. 412-414.

310 Carmelitas Descalzas del Santísimo Corpus Christi y San Juan de


la Cruz de Buenos Aires, Madre Maravillas de Jesús, carmelita des-
calza, n. 1- . [Buenos Aires, Carmelitas Descalzas, 1997- ]. Paginación
varia, ilustr. a color.
Boletín informativo sobre la Madre Maravillas. Se inició esta publicación cua-
trimestral en 1997, con una tirada inicial de 1.000 boletines. Actualmente se
editan 40.000 ejemplares por tirada. Hasta febrero de 2003 se han publicado 16
boletines.

311 Congregación para las Causas de los Santos, Decretos, L’Osservatore


Romano (edición semanal española), (Ciudad del Vaticano, 19 diciem-
bre 1997) p. 4.
“El jueves 18 de diciembre de 1997 en presencia del Santo Padre...”. Cfr. “...un
milagro atribuido a la intercesión de la Venerable Sierva de Dios María
Maravillas de Jesús...”. Véase el n. 361.

312 Congregación para las Causas de los Santos, Promulgación de


Decretos, Venerable Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza n.
106 (Madrid, febrero 1997) 1-2.
“Declaración de las Virtudes heroicas de la Madre Maravillas de Jesús”.
762 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

313 Congregatio de Causis Sanctorum, Matriten. Beatificationis et


Canonizationis Servae Dei Mariae a Mirabilibus Iesu (in saec.:
Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis professae Ordinis
Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974): Decretum super Virtutibus,
Acta Apostolicae Sedis 89 (Città del Vaticano, 1997) 500-503.
Subscribunt: + Albertus Bovone... Pro-Praefectus; + Eduardus Nowak... a
Secretis.

314 Congregatio de Causis Sanctorum, Matriten. seu Xetafen.


Beatificationis et Canonizationis Ven. Servae Dei Mariae a Mirabilibus
Iesu (in saec.: Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis profes-
sae Ordinis Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974). Decretum
super Miraculo. [Roma, Tipografia Guerra, 1997]. 3 p. 26 cm.
Sobre la curación de Alfonsa García Blázquez por intercesión de la Madre
Maravillas.

315 Congregatio de Causis Sanctorum. P.N. 1288, Matriten. Beatificationis


et Canonizationis Ven. Servae Dei Mariae a Mirabilibus Iesu (in saec.:
Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis professae Ordinis
Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974). Relatio et Vota Congressus
Peculiaris super miro die 30 septembris an. 1997 habiti. Roma,
Tipografía Guerra, 1997. 41 p. 30,5 cm.
316 Congregazione delle Cause dei Santi, Promulgazione di Decreti,
L’Osservatore Romano (Città del Vaticano, 19 dicembre 1997) p. 1.
Entre los Decretos promulgados está “un miracolo attribuito all’intercessione
della Venerabile Serva di Dio Maria Maravillas di Gesù”.

317 Corral, Pedro, Juan Pablo II beatificará a la fundadora de las


Concepcionistas y a la Madre Maravillas, ABC (Madrid, 19 diciembre
1997) 59.
318 Corral, Pedro, Juan Pablo II beatificará a la fundadora de las
Concepcionistas y a la Madre Maravillas, ABC (Sevilla, 19 diciembre
1997) 59.
319 Fiallegas, Mª Sonsoles, Quinientas personas acudieron a Duruelo para
celebrar las bodas de oro del convento, El Adelanto (Salamanca, julio
1997).
320 Figuerola, Francisco José, Mi reconversión, La Nación (Buenos
Aires, 16 enero 1997).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 763

Atribuye su curación a la intercesión de la Madre Maravillas de Jesús.


Posteriormente, se publicó una carta de Ana Mª de San José, priora de las car-
melitas descalzas del monasterio del Smo. Corpus Christi, al director del diario,
titulada “Madre Maravillas”, comentando el hecho de esta curación.

321 Gutiérrez García, José Luis, Acaba de ser declarada Venerable la


Madre Maravillas de Jesús. Maestra del espíritu, herencia de Teresa de
Jesús, Alfa y Omega n. 52 (Madrid, 4 enero 1997) 22-23.
322 Gutiérrez García, José Luis, Maestra del espíritu, herencia de Teresa
de Jesús, Venerable Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza n.
106 (Madrid, febrero 1997) 2-3.
“Para quienes la conocieron en vida y supieron algo o mucho de cómo vivía la
Madre Maravillas, esta sanción oficial [la declaración de las virtudes heroicas]
ha venido a confirmar lo que ellos habían comprobado: era una santa de cuerpo
entero”.

323 Hacia el reconocimiento pontificio de las virtudes heroicas de la Madre


Maravillas de Jesús, Ave María n. 617 (Barcelona, febrero 1997) 24.
324 La Madre Maravillas y tres religiosas españolas más serán beatifica-
das, Diario de Ávila (Ávila, enero 1997) 28.
325 Mª Reyes del Corazón de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas del
Corazón de Jesús y San José. La Aldehuela (Madrid): Madre Dolores
de Jesús, O.C.D. (1906-1997). [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas,
1997]. 34 p. 21 cm.
En la presente “Carta de edificación” se habla de la relación de esta madre con
la Madre Maravillas. Era supriora cuando la Madre Maravillas, priora, murió
en 1974. Dio comienzo a su Causa de Beatificación, y la siguió en el oficio de
priora del carmelo de La Aldehuela.

326 Martín, Santiago, Dos españolas, un gitano y una carmelita descalza,


camino de los altares, Luz de Redención n. 584 (Alcuéscar-Cáceres,
abril 1997) 10-11.
Cfr. también: Una aristócrata del espíritu, Madre Maravillas, p. 11.

327 Martín, Santiago, Dos españolas, un gitano y una carmelita descalza,


camino de los altares, Sol de Fátima n. 171 (Madrid, enero-febrero
1997) 16-17.
Cfr. también: Una aristócrata del espíritu, Madre Maravillas, p. 17.

328 Matías del Niño Jesús, O.C.D., La Madre Maravillas, amantísima de


la Orden del Carmen y de los padres carmelitas, Venerable Madre
764 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Maravillas de Jesús, carmelita descalza n. 107 (Madrid, mayo 1997)


1-2.
“Después de nuestra madre santa Teresa de Jesús no se ha distinguido otra hija
de la gran Madre que haya demostrado tanto amor y realizado tantas obras a
favor de sus hermanos, los hijos de san Juan de la Cruz”.

329 Palmero Ramos, Rafael, obispo, Aniversario de la M. Maravillas,


Boletín Oficial del Obispado de Palencia (Palencia, octubre-diciembre
1997) 493-497.
Homilía de la Misa celebrada en las carmelitas descalzas de La Aldehuela
(Getafe), el 11 de diciembre de 1997.

330 Peña Rodríguez Martín, Manuel de la; Rojas, Moisés, Getafe vive.
[Getafe, Ayuntamiento de Getafe, 1997]. 31, [1] p., ilustr. (cuadros) 22
cm.
Cfr. p. 16: La Madre Maravillas, cuadro de esta colección “Getafe vive”, pin-
tado por Moisés Rojas.

331 Peña Rodríguez Martín, Manuel de la, Las calles tienen su historia.
Siglo XIX. Tomo I. Getafe, Ilustrísimo Ayuntamiento, [1997]. 177 p.,
ilustr. (fot., planos) 23,5 cm.
Cfr. p. 149: “En la casa que [la calle Marqués] hace esquina con la calle de la
Magdalena, en la acera de los pares, vivió la Madre Maravillas con otras mon-
jas mientras se construía el convento carmelitano del Cerro de los Ángeles”.

332 Pérez, Maribel; Toldos, Raquel, Savia carmelitana-Venerable Madre


Maravillas de Jesús: Decreto sobre sus virtudes heroicas, Llares n. 44
(Madrid, julio 1997) 4-8.
333 Ruiz y Ruiz, Lolita, Los Santos. Complacencia de Dios y guía de los
hombres. [Madrid, Gráficas Pedraza, 1997]. 164 p. 21,5 cm.
Cfr. Venerable Madre Maravillas, pp. 151-153.

334 Sánchez Pérez, Juan, La Copa de Bullas. [Mula-Murcia, Gráfica El


Niño, 1997]. 263 p., ilustr. también a color (retr., fot.) 24 cm.
Cfr. Madre Maravillas Pidal, pp. 223-231, 263. “Documentos fotográficos”,
pp. 233-263.

335 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., San José en la vida y espiri-


tualidad de la Madre Maravillas de Jesús. Datos recogidos por el P.
Simeón de la S. Familia, O.C.D., Postulador de la Causa. Segunda
edición. La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1997. 23, [1] p. 17 cm.
Para la primera edición, véase el n. 255.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 765

336 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., Un quarto di secolo tra i


no­stri santi. Resoconto della Postulazione Generale dei Carmelitani
Scalzi (1973-1997). Roma, Postulazione Generale O.C.D., 1997. 555
p., ilustr. (retr.) 24 cm.
Cfr. pp. 359-368: Venerabile Maria Maravillas di Gesù (al secolo: María de las
Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monaca professa O.C.D., vergine, 1891-
1974.

1998
337 A modern St. Teresa of Avila. Beatified May 10, 1998, Immaculate
Heart Messenger (Waite Park, MN, july-september 1998) 10-12.
338 Abol-Brasón y Álvarez Tamargo, Manuel, Dos carmelitas beatifica-
das por Juan Pablo II, El Comercio (Gijón, 11 mayo 1998) 86.
339 Agea, Miguel Ángel, La Madre Maravillas y otras diez monjas espa-
ñolas, en los altares, Diario de Cádiz (Cádiz, 11 mayo 1998) 44.
340 Alberto de la Virgen del Carmen, O.C.D., Historia de la restaurada
provincia de Carmelitas Descalzos de Castilla la Vieja (1889-1989).
Edición del texto y notas por Manuel Diego Sánchez, O.C.D. Suplemento
al Boletín Informativo de la Provincia. Madrid, 1998. 517 p., ilustr.
(retr., facs.) 29,5 cm.
Sobre la Madre Maravillas y sus fundaciones, en los siguientes apartados: El
Carmelo de San Lorenzo del Escorial, pp. 70-72; el Carmelo del Cerro de los
Ángeles, Madrid (1924), pp. 72-77; el Carmelo de Mancera de Abajo,
Salamanca (1944), pp. 80-82; el Carmelo de Duruelo, Ávila (1947), pp. 85-87;
La Encarnación de Ávila (1949), p. 90; Florencio del Niño Jesús, p. 157;
Restauración del desierto de las Batuecas (1950), pp. 213-216; Restauración
de Talavera de la Reina (1960), pp. 237-241; Santo Cristo de Cabrera,
Salamanca (1951), pp. 272-274; Arenas de San Pedro, Ávila (1954), pp. 277-
280; Aravaca, Madrid (1958), pp. 282-284; Fundación de La Aldehuela,
Madrid (1961), pp. 284-286; Revisión legal entre las religiosas, pp. 470-478.

341 Álvarez Martínez, Francisco, arzobispo, Madre Maravillas de Jesús,


Padre Nuestro (Toledo, 10 mayo 1998) 3.
342 Ballestrero, Anastasio, cardenal y ex-Prepósito General O.C.D.,
Madre Maravillas y Hna. Teresa Benedicta de la Cruz, Vida Sobrenatural
78, n. 600 (Salamanca, noviembre-diciembre 1998) 456-458.
766 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Artículo publicado en Avvenire (Roma, 10 maggio 1998), pp. 1 y 16. Ver n.


343.

343 Ballestrero, Anastasio, cardenal y ex-Prepósito General O.C.D., Una


“meraviglia” del nostro tempo, Avvenire (Roma, 10 maggio 1998) 1,
16.
344 Beatificación de dos carmelitas, Ave María n. 629 (Barcelona, marzo
1998) 13.
345 Beatificación de dos carmelitas, B. María Sagrario de S. Luis Gonzaga
y B. María Maravillas de Jesús, Communicationes O.C.D., n. 77
(Roma, 1998) 73-79.
346 Beatificación de N.M. Maravillas, Venerable Mª Carmen. La niña que
se entregó a Dios (Madrid, mayo 1998) 2.
Boletín de la Venerable niña Mª Carmen González Valerio y Sáenz de Heredia.

347 Beatificación de once religiosas madrileñas. Vigilia de oración y


acción de gracias. Basílica de Santa María la Mayor [en Roma]. s.n.t.,
pero Madrid, 1998. 12 p. 21 cm.
Título, de la portada. Cfr. “Madre Maravillas de Jesús, C.D.”, pp. 11-12.

348 Bengoechea, Ismael, O.C.D., El Papa beatificará hoy a dos religiosas


carmelitas. Madre Maravillas y Madre Sagrario a los altares, El Diario
de Cádiz (Cádiz, 10 mayo 1998) 38.
En el mismo número y página: “La ministra Esperanza Aguirre elogia la labor
de las Carmelitas. La titular de Cultura se encuentra en Italia para asistir a la
Beatificación”.

349 Bochini, A.M., San Giuseppe e Madre Maravillas de Jesús, Santa


Crociata in onore di San Giuseppe, 85, nn. 5-6 (Roma, maggio-giugno
1998) 26-28.
350 Cano de Santayana, Antonio, La Madre Maravillas de Jesús, la gran-
deza de un santo, Padre de todos n. 38 (Getafe, junio-julio 1998) 8-9.
351 Cappella papale per la Beatificazione di 12 Servi di Dio, Bollettino
sala stampa della Santa Sede, n. 192 (Città del Vaticano, 10 maggio
1998) 1-2, 4-5.
352 Cappella papale presieduta dal Santo Padre Giovanni Paolo II per la
Beatificazione dei Servi di Dio... Maria Maravillas de Jesús Pidal y
Chico de Guzmán, vergine, dell’Ordine dei Carmelitani Scalzi. Piazza
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 767

S. Pietro, 10 maggio 1998. V Domenica di Pasqua. [Città del Vaticano,


Tipografia Vaticana, 1998]. 177 p., ilustr. a color (retr., fot.) 17 cm.
“A cura dell’Ufficio delle celebrazioni liturgiche del Sommo Pontefice”. Cfr.
“Profilo biografico dei Servi di Dio” – María Maravillas de Jesús Pidal y
Chico de Guzmán (1891-1974), pp. 65-87 (con texto en español, italiano, fran-
cés, inglés y portugués).

353 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Ainsi pensait et vivait... la


Bienheureuse Maravillas de Jésus. carmélite déchaussée. [Alcalá de
Henares, Impr. C.D. de la Imagen, 1998]. 133 p., ilustr. (retr.) 11 cm.
Contiene una serie de pensamientos escogidos de la Madre. Para otras edicio-
nes y traducciones, cfr. nn. 34, 35, 76, 239.

354 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Beatificación de la Madre


Maravillas de Jesús (carmelita descalza). [Madrid, 1998]. Duración: 2
h. 20 m.
Vídeo realizado por Agustín Alberti (Consejeros Europeos de Difusión e
Imagen). Contiene: Vigilia de oración en Santa María la Mayor. – Tren Madre
Maravillas. – Solemne Beatificación. – Recepción en la Embajada española.
– Misa de acción de gracias en San Pedro. – Audiencia con el Papa en el aula
Nervi.

355 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles, La Beata Maravillas


de Jesús, carmelita descalza, Miriam nn. 297-298 (Sevilla, mayo-agos-
to 1998) 115-119.
356 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles, Santidad en el
Carmelo. Estudio sobre la Beata Maravillas de Jesús, C.D., publicado
en la revista “Monte Carmelo”. Burgos, mayo 1998. [Cerro de los
Ángeles, Carmelitas Descalzas, 1998]. [1], 1-69 p. 21 cm.
Para la primera edición, aparecida en la revista Monte Carmelo, véase el n. 358.

357 Carmelo de Jesús, O.C.D., Beatificación de la Madre Maravillas de


Jesús, El Visitante de Puerto Rico (Puerto Rico, 2 mayo 1998) 6.
358 Carmelo del Cerro de los Ángeles, Santidad en el Carmelo. Estudio
sobre la Beata Maravillas de Jesús, O.C.D., Monte Carmelo 106
(Burgos, 1998) 221-274.
Para edición separada, véase el n. 356.

359 Carvajal Gallego, José, La Madre Maravillas de Jesús, a los altares,


El Pilar n. 5083 (Zaragoza, 29 marzo 1998) 6-7.
768 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

360 Centro Televisivo Vaticano, Beatificazione 10-5-1998. VHS PAL.


[Città del Vaticano, 1998]. Duración: 2 h. 34 m.
Vídeo de la beatificación de la Madre Maravillas de Jesús.

361 Congregatio de Causis Sanctorum, Matriten. seu Xetafensis.


Beatificationis et Canonizationis Ven. Servae Dei Mariae a Mirabilibus
Iesu (in saec.: Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis profes-
sae Ordinis Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974): Decretum
super Miraculo, Acta Apostolicae Sedis XC (Città del Vaticano, 1998)
446-447.
Subscribunt: + Albertus Bovone... Pro-Praefectus; + Eduardus Nowak... a
Secretis.

362 Corral, Pedro, La beatificación de la Madre Maravillas congrega en


Roma a miles de españoles, ABC (Madrid, 9 mayo 1998) 75.
363 Crónica de la Beatificación, Beata Madre Maravillas de Jesús, carme-
lita descalza n. 112 (Madrid, septiembre 1998) 2-8.
364 De Madrid, al cielo, Alfa y Omega n. 117 (Madrid, 9 mayo 1998)
24-25.
Sobre las beatificaciones del 10 de mayo.

365 10 de mayo. Beatificación de la Madre Maravillas, Loiola n. 29 (San


Sebastián, mayo-junio 1998) 15-17.
366 Discorso del Santo Padre ai pellegrini convenuti a Roma per la
Beatificazione di 12 Servi di Dio, Bollettino sala stampa della Santa
Sede n. 193 (Città Vaticano, 11 maggio 1998) 2-4.
367 Dos estrellas en el firmamento carmelitano. María Sagrario, Maravillas
de Jesús. [Messaggero di Gesù Bambino di Praga. Arenzano, abril
1998]. 32 p., ilustr. a color (retr., fot., facs.) 30 cm.
Contiene: Simeón de la Sagrada Familia, o.c.d.: El “onus” y el “honor”
de un postulador, p. 2. – José Vicente Rodríguez, o.c.d.: María Sagrario, pp.
3-14. – José Vicente Rodríguez, o.c.d.: Maravillas de Jesús, pp. 15-28. –
Girolamo Salvatico, o.c.d.: Madre Maravillas y Teresa de Jesús, pp. 29-30
(transcribe un amplio texto del cardenal Ángel Suquía Goicoechea, sobre la
Madre Maravillas). Traducción española del texto italiano del n. 368.

368 Due stelle nel firmamento carmelitano. Maria Sagrario, Maravillas di


Gesù. [Messaggero di Gesù Bambino di Praga. Arenzano, aprile 1998].
32 p., ilustr. a color (retr., fot., facs.) 30 cm.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 769

Contiene: Simeone della Sacra Famiglia, o.c.d.: Oneri e onori di un postulato-


re, p. 2. – José Vicente Rodríguez, o.c.d.: María Sagrario, pp. 3-14. – José
Vicente Rodríguez, o.c.d.: Maravillas di Gesù, pp. 15-28. – Girolamo Salvatico,
o.c.d.: Madre Maravillas e Teresa di Gesù, pp. 29-30 (transcribe un amplio
texto del cardenal Ángel Suquía Goicoechea, sobre la Madre Maravillas). Para
el texto español, ver el n. 367.

369 El alcalde asistió a la beatificación de la Madre Maravillas, Mercado


Getafe (Getafe, 12-18 mayo 1998) 2.
370 El martirio por la fe o el silencio del Carmelo, ABC (Madrid, 9 mayo
1998) 77.
“Gil de Muro: ‘La Madre Maravillas es sin duda una santa’”, y continúa
comentando varias afirmaciones a este respecto.

371 El Papa beatifica a diez religiosas españolas mártires y a la madre


Maravillas de Jesús, L’Osservatore Romano (edición semanal españo-
la), (Ciudad del Vaticano, 15 mayo 1998) 1, 5-6.
En la p. 5: Homilía del Santo Padre; en la p. 6: Crónica de la ceremonia de
Beatificación. – Discurso del Papa a los peregrinos.

372 El Papa beatificará a la Madre Maravillas, restauradora de monasterios


teresianos, La Vanguardia (Barcelona, 12 abril 1998).
373 El Papa elevó a los altares a la Madre Maravillas de Jesús y a diez
monjas españolas fusiladas durante la Guerra Civil, ABC (Madrid, 11
mayo 1998) 6-7, 57.
Diversos comentarios sobre las beatificaciones.

374 El Papa Juan Pablo II beatifica a once religiosas españolas, Diario de


Burgos (Burgos, 11 mayo 1998) 48.
En el mismo número: ¡Otra carmelita a los altares!

375 Esposas de Cristo, Padre Nuestro n. 572 (Toledo, 17 mayo 1998) 3.


Sobre las dos nuevas Beatas carmelitas, Madre Mª Sagrario de San Luis
Gonzaga y Madre Maravillas de Jesús.

376 Fernández de Mendiola, Domingo, O.C.D., La obra misionera de la


Madre Maravillas. La fundación de Kottayam, India, La Obra Máxima
n. 888 (San Sebastián, mayo 1998) 6-7.
377 Fiallegas, Mª Sonsoles, Madre Maravillas, nueva Beata, El Adelanto
(Salamanca, 10 mayo 1998) 20.
770 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

378 Fiallegas, Mª Sonsoles, Madre Maravillas, santa en mayo, El Adelanto


(Salamanca, 8 febrero 1998) 25.
379 Frutos de santidad en los claustros españoles, Boletín del Instituto
Pontificio “CLAUNE” n. 141 (Madrid, abril-junio 1998) 314- 315.
Sobre la Madre Maravillas, en la p. 315: “No tuvo más móvil en su vida que el
amor a Dios y su gloria, ni más deseo que imitar a Jesucristo, a Quien amó
sobre todas las cosas”.

380 García Fraile, P.M., María Maravillas de Jesús, 1891-1974, carmelita


descalza y fundadora, beatificada el 10 de mayo de 1998, fiesta: 11 de
diciembre: Diccionario de los Santos, dirigido por C. Leornardi, A.
Riccardi, G. Zarri, volumen II: J-Z. [Madrid], San Pablo, [1998], pp.
1627-1630.
La Beata Madre Maravillas fue “fundadora” de once monasterios de carmelitas
descalzas (diez en España y uno en la India), pero ella no fundó nada nuevo ni
reformó ninguna Orden religiosa, ni enseñó una manera de vida propia, sino la
recibida de sus santos padres, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, que
ella había asimilado tan perfectamente.

381 Giovanni Paolo II proclama Beati un monaco libanese e undici religio-


se spagnole, dieci delle quali martiri nel 1936 durante la guerra civile,
L’Osservatore Romano (Città del Vaticano, 11-12 maggio 1998) 4-5.
382 González Vegas, María, Once monjas que alcanzaron el cielo desde el
martirio por la fe o el silencio del Carmelo, ABC (Madrid, 9 mayo
1998) 76.
383 González, Damián, “Le dije al Papa que era de Mula”, La Verdad
(Murcia, 13 mayo 1998).
“Mara, la sobrina biznieta de la ya Beata Madre Maravillas...”.

384 González, Damián, 20.000 personas arroparon la beatificación de la


Madre Maravillas, de origen murciano, La Verdad (Murcia, 11 mayo
1998) 12.
385 González y González, Nicolás, Camino al altar. La Madre Maravillas
de Jesús, muy vinculada a Ávila, será beatificada en Roma el próximo
10 de mayo, La Revista (Ávila, 22 marzo 1998) 6-7.
386 Gutiérrez García, José Luis, La contemplazione, fonte di rinnova-
mento, L’Osservatore Romano (Città del Vaticano, 10 maggio 1998)
11.
Con motivo de la beatificación de la Madre Maravillas de Jesús.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 771

387 Gutiérrez García, José Luis, Unidas hasta la muerte. Biografía de las
siete Beatas mártires del Primer Monasterio de la Visitación de Santa
María en Madrid. Prólogo: Mons. Antonio Montero, arzobispo de
Mérida-Badajoz. Madrid, Edibesa, [1998]. 303 p., lám. (retr., fot.) 20,5
cm.
Cfr. pp. 194 y 223: Sobre la relación que durante la guerra civil española tuvie-
ron la Madre Maravillas y su comunidad del Cerro de los Ángeles, refugiadas
en un piso de la calle Claudio Coello, de Madrid, con la comunidad del Primer
Monasterio de la Visitación de Madrid, alojadas en un semisótano de la calle
González Longoria, y más tarde martirizadas.

388 Himno a la Beata Maravillas de Jesús, carmelita descalza. 10 de mayo


de 1998. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1998]. cubierta, 3
folios, ilustr. music. 30 cm.
Autor: Alberto J. González Chaves. Compuesto con motivo de la beatificación
de la Madre Maravillas. Cfr. también n. 574, compuesto para su canonización.

389 Hoyo, Javier del, De Madrid al cielo, Estar n. 142 (Madrid, junio
1998) 21-27.
“El pasado 10 de mayo el Papa Juan Pablo II beatificó en la Plaza de San Pedro
de Roma a once nuevas beatas españolas...”.

390 Ibáñez, Leonardo; Lastreto, Rodrigo, Los chicos de los milagros,


Gente (Buenos Aires, segunda quincena julio 1998) 96-99.
Además, habla de la curación milagrosa del niño Manuel Vilar, atribuida a la
intercesión de la Beata Maravillas.

391 Il discorso di Giovanni Paolo II ai pellegrini giunti a Roma per parte-


cipare alle Beatificazioni. I nuovi Beati ci incoraggiano a proseguire
con rinnovato slancio nel cammino di santità che è amore a Cristo ed ai
fratelli, L’Osservatore Romano (Città del Vaticano, 11-12 maggio
1998) 6.
392 Jiménez Duque, Baldomero, Beata Maria Maravillas. “Cristo unica
ragione di vivere”. [Postulazione Generale O.C.D., 1998]. 128 p., ilus-
tr. (retr., fot., facs.) 18 cm.
“Traduzione di P. Vincenzo Prandoni a cura della Postulazione Generalizia
O.C.D.”. Para la edición original española, véase n. 395.
393 Jiménez Duque, Baldomero, Los frutos de la siembra de Madre
Maravillas. Catorce hijas de la Beata Maravillas de Jesús. Madrid,
Edibesa, 1998. 116 p., ilustr. (retr., fot.) 20,5 cm., (Colección Palabra,
Vida, Oración).
772 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

394 Jiménez Duque, Baldomero, Madre Maravillas. [Madrid, 1998]. 22 p.


23 cm.
Nueva reimpresión del n. 51.

395 Jiménez Duque, Baldomero, Vida de la Madre Maravillas. [Madrid],


San Pablo, [1998]. 130 p., ilustr. (retr., fot.) 17,5 cm.
Para la segunda edición, cfr. n. 486. Para otras traducciones, cfr. nn. 392, 606,
607, 608, 609.

396 La Madre Maravillas de Jesús, beatificada por el Papa, El Noroeste n.


24 (Murcia, 16-29 mayo 1998) 1, 6.
397 Ladone, Piergiorgio, O.C.D., In questo numero..., Messaggero di
Gesù Bambino di Praga n. 4 (Arenzano, aprile 1998) 3.
En este número habla y presenta el fascículo correspondiente al n. 368.

398 Londero, Óscar, Milagro en Nogoyá. Salvan la vida de un nene que


estaba clínicamente muerto, Clarín (Nogoyá-Argentina, 23 julio 1998)
46.
Curación prodigiosa del niño Manuel Vilar, atribuida a la intercesión de la
Beata Maravillas.

399 Los nuevos beatos, una llamada a los valores del espíritu, Ecclesia n.
2894 (Madrid, 23 mayo 1998) 28-31.
Sobre las beatificaciones del 10 de mayo.

400 Lucinio Ruano del Santísimo Sacramento, O.C.D., Madre Maravillas


de Jesús, carmelita descalza (1891-1974). En tu amor florecidas. La
alegría de ser monja, hoy, por Fr. Lucinio Ruano del Santísimo
Sacramento, O.C.D. [s.n.t., pero La Aldehuela, Carmelitas Descalzas,
1998]. 330 p. 21 cm.
Para ediciones posteriores, véanse los nn. 487 y 518.

401 Maccise, Camilo, Prepósito General O.C.D., Las carmelitas Mª del


Sagrario y Mª Maravillas, por caminos diversos, Ecclesia n. 2892
(Madrid, 9 mayo 1998) 26-28.
Véase el n. 405.

402 Maccise, Camilo, Prepósito General O.C.D., By different paths.


Circular letter for the beatification of the Servants of God Maria del
Sagrario of St. Aloysius Gonzaga and Maria Maravillas of Jesus, dis-
calced carmelite nuns. Roma, 10thmay 1998. Rome, [Casa Generalizia],
1998. 15 p. 21 cm.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 773

Traducción inglesa del n. 405.

403 Maccise, Camilo, Prepósito General O.C.D., Par des chemins diffé-
rents. Lettre circulaire à l’occasion de la béatification des Servantes de
Dieu Maria del Sagrario de San Luis Gonzaga et Maria Maravillas de
Jésus, carmélites déchaussées. Roma, 10 mai 1998. Rome, [Casa
Generalizia], 1998. 16 p. 21 cm.
Traducción francesa del n. 405.

404 Maccise, Camilo, Prepósito General O.C.D., Per strade diverse.


Lettera circolare in occasione della beatificazione delle Serve di Dio
Maria del Sagrario di S. Luigi Gonzaga e Maria Maravillas di Gesù,
carmelitane scalze. Roma, 10 maggio 1998. Roma, [Casa Generalizia],
1998. 15 p. 21 cm.
Traducción italiana del n. 405.

405 Maccise, Camilo, Prepósito General O.C.D., Por caminos diversos.


Carta Circular con ocasión de la beatificación de las Siervas de Dios
María del Sagrario de San Luis Gonzaga y María Maravillas de Jesús,
carmelitas descalzas. Roma, 10 de mayo de 1998. Roma, [Casa
Generalizia], 1998. 15 p. 21 cm.
Para diversas traducciones, ver los nn. 402, 403, 404; cfr. también n. 401.

406 Madre Maravillas de Jesús, Carmelita Descalza, y diez mártires. ¡A los


altares!, Sol de Fátima n. 178 (Madrid, marzo-abril 1998) 16-17.
407 Madre Maravillas de Jesús, El Benjamín n. 617 (Barcelona, agos-
to-septiembre 1998) 8-9.
408 Madre Maravillas de Jesús, Monasterio de MM. Carmelitas Descalzas.
Archicofradía de Nª Sª del Carmen de San Clemente (San Clemente,
julio 1998).
Los artículos no están paginados. Sobre la beatificación y peregrinación a
Roma: Recuerdos de un viaje maravilloso – Viaje peregrinación a Roma
“Madre Maravillas” – Crónica sobre el viaje a la beatificación de la M.
Maravillas.

409 Mallol, José Mª, El Cristo de Carrascalejo, Meridiano Católico n. 225


(Barcelona, febrero 1998) 11.
“Son muchas las vivencias que se cuentan de Madre Maravillas en el
Carrascalejo cuando era niña [...]. En un pequeño altollano de la finca está
situado el Cristo de Carrascalejo...”.
774 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

410 Marañón Bertrán de Lis, Álvaro, La Madre Maravillas: semblanza


de una santa, ABC (Madrid, 8 mayo 1998) 40.
411 Maravillas de Jesús, O.C.D., Pensamientos. [La Aldehuela, Carmelitas
Descalzas, 1998]. 135, [1] p. 8,5 cm.
“Tercera edición: abril 1998”. Para las anteriores, véanse los nn. 272 y 284.

412 Martín Rubio, Ángel David, La Madre Maravillas de Jesús, beatifica-


da en mayo, Luz de Redención n. 596 (Alcuéscar-Cáceres, antes del 10
mayo 1998) 7.
413 Más de 20.000 españoles asistieron en el Vaticano a la beatificación de
once religiosas, El Comercio (Gijón, 11 mayo 1998) 85.
414 Matías del Niño Jesús, O.C.D., Grandes devotos de san José: La V.M.
Maravillas de Jesús, El Mensajero de San José n. 350 (Valladolid, mar-
zo-abril 1998) 7-8.
Sobre esto mismo, véase también el n. 278.

415 Melgar García-Inés, Ladislao, A los altares la Madre Maravillas,


Palabra n. 401 (Madrid, febrero 1998) 68-72.
416 Mena, Ricardo, Una luz sobrenatural. El Papa beatifica a la Madre
Maravillas, fundadora del carmelo de Montemar, Torremolinos
(Torremolinos, 9 mayo 1998) 20.
417 Milagro de Madre Maravillas, Meridiano Católico n. 225 (Barcelona,
febrero 1998) 12-13.
“En la noche del 20 al 21 de junio [en realidad sucedió en la noche del 10 al 11
de septiembre] de 1976, una joven de un pueblo de Salamanca, A.G., atendida
en el Hospital de la Santísima Trinidad, había pasado de sufrir un gravísimo
‘fracaso multiorgánico’, a una recuperación sorprendente. Poco antes, los res-
ponsables habían reconocido a la familia que la medicina no podía hacer más.
Si tenían fe, sólo quedaba rezar. Lo hicieron a la Madre Maravillas de Jesús,
carmelita descalza”. Cfr. n. 361.

418 Nieto, Teresa, Madre Maravillas: ¿fue un milagro?, La Gaceta


(Salamanca, 8 marzo 1998) 26.
Se refiere al hecho consignado en el n. 361. Ver también n. 417.

419 Once nuevas Beatas madrileñas, frutos de santidad, frutos de nueva


humanidad. Carta Pastoral de los Obispos de la Provincia Eclesiástica
de Madrid. [Madrid, Arzobispado de Madrid, 1998]. 9 p. 21 cm.
Beatificadas el 10 de mayo de 1998; entre ellas está la Madre Maravillas.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 775

420 11 de diciembre. Beata María Maravillas de Jesús, virgen de nuestra


Orden. Fiesta. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 1998]. [1], 29 p.
Contiene el Oficio propio de la Beata para el monasterio de La Aldehuela,
donde se conserva su cuerpo.

421 Pérez y Fernández-Golfín, Francisco José, obispo, La passione per la


Croce alimentata dalla preghiera, L’Osservatore Romano (Città del
Vaticano, 10 maggio 1998) 11.
Con ocasión de la beatificación de la Madre Maravillas de Jesús.

422 Pidal Allendesalazar, Ignacio, Maravillas de Jesús, Boletín de


Cehegín (Cehegín, septiembre 1998) 48-49.
423 Provincia Eclesiástica de Madrid. Once nuevas Beatas madrileñas.
Frutos de santidad, frutos de nueva humanidad, Boletín Oficial de las
Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid n. 5 (Madrid, mayo
1998) 325-331.
424 Provincia Eclesiástica de Madrid. Once nuevas beatas madrileñas.
Frutos de santidad, frutos de nueva humanidad. Carta Pastoral de los
Obispos de la Provincia Eclesiástica de Madrid. [Arzobispado de
Madrid, 1998]. 11 p. 21 cm.
Cfr. también nn. 419, 423, 431.

425 Quién fue la Madre Maravillas, Mercado Getafe n. 164 (Getafe, 19-25
mayo 1998) 4.
426 Redondo, Mª Lourdes, De Madrid al cielo, Llares n. 48 (Madrid, julio
1998) 22-23.
Sobre la peregrinación y beatificación de la Madre Maravillas. En este mismo
número, cfr. Cristina Martínez Moras: Sembrando alegrías. La obra social de
la Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza, pp. 38-39.

427 Rodríguez, José Vicente, O.C.D., Beatificación de la Madre Maravillas


y diez religiosas más, Boletín informativo Provincial. Padres Carmelitas
de Castilla n. 107 (Madrid, junio 1998) 26-33.
428 Romo, Josefa, Madre Maravillas, El Adelanto de Segovia (Segovia,
después del 10 mayo 1998).
429 Rouco Varela, Antonio Mª, cardenal, Desde Roma: en el día de la
elevación a los altares de las once nuevas beatas madrileñas, Boletín
Oficial de las Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid n. 6
(Madrid, junio 1998) 385-387.
776 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Además, en las pp. 418-419, (por Alfonso Simón): “Once madrileñas en la


gloria de Bernini”; en las pp. 437-438 (por D. Francisco José Pérez y
Fernández-Golfín): “Beatificación de la Madre Maravillas de Jesús”.

430 Rouco Varela, Antonio Mª, cardenal, Un día de Madrid en Roma, Alfa
y Omega n. 118 (Madrid, 16 mayo 1998) 11.
Cfr. n. 429.

431 Rouco Varela, Antonio Mª, cardenal, Once modelos de humanidad.


Alfa y Omega n. 115 (Madrid, 25 abril 1998) 11.
Sobre la Carta pastoral escrita por la Provincia Eclesiástica de Madrid, con
ocasión de las beatificaciones. Véase el n. 424.

432 Rouco Varela, Antonio Mª, cardenal, La próxima beatificación de


once religiosas, hijas de la archidiócesis de Madrid: un don del Señor
resucitado para nuestra Iglesia, Boletín Oficial de las Diócesis de la
Provincia Eclesiástica de Madrid n. 5 (Madrid, antes del 10 mayo
1998) 349-351.
433 Rouco Varela, Antonio Mª, cardenal, Un don, Alfa y Omega n. 117
(Madrid, 9 mayo 1998) 11.
Consideraciones sobre las beatificaciones del 10 de mayo de 1998.

434 Sáez, Antonio, Las Carmelitas Descalzas de Tiana nos hablan de la


Madre Maravillas de Jesús, nueva Beata desde el 10 de este mes de
mayo, Ave María n. 631 (Barcelona, mayo 1998) 9-11.
435 Salvatico, Girolamo, O.C.D., Una giornata piena di sole, Messaggero
di Gesù Bambino di Praga n. 7 (Arenzano, agosto-settembre 1998)
22-23.
Sobre las beatificaciones de las carmelitas descalzas Mª Sagrario y Maravillas
de Jesús.

436 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., “Usare bene la vita”. Beata


Maria Maravillas di Gesù, carmelitana scalza. [Roma, Postulación
General O.C.D., 1998]. .. 69, [2] p., ilustr. (retr., fot., facs.) 19 cm.
Edición realizada por la Postulación General de la Orden, del n. 183, actualiza-
da y ampliada con una selección de cien “Pensieri” de la Beata. Traducción
hecha por la doctora Silvana Egidi. Para la segunda edición italiana, cfr. n. 547;
para otras ediciones en castellano y alemán, cfr. nn. 254, 437, y 165, 546, res-
pectivamente.

437 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., Beata Maravillas de Jesús,


carmelita descalza (1891-1974). Un reguero de santidad en la Iglesia.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 777

Tercera edición. Roma, Postulación de la Causa, 1998. 50 p., ilustr.


(retr., facs.) 16,5 cm.
Para otras ediciones en castellano, véanse los nn. 183 y 254.

438 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., Il miracolo dovuto alla sua


intercessione, L’Osservatore Romano (Città del Vaticano, 10 maggio
1998) 11.
Sobre el milagro que ha llevado a los altares a la Madre Maravillas de Jesús.
Véase el n. 361.

439 Simón, Alfonso, El atractivo de lo esencial, Alfa y Omega n. 118


(Madrid, 16 mayo 1998) 7.
A propósito de las beatificaciones del 10 de mayo. En “la audiencia papal a los
peregrinos españoles y libaneses [el 11 de mayo], y refiriéndose a la madre
Maravillas, el Santo Padre dijo: ‘Vivió animada por una fe heroica, plasmada
en la respuesta a una vocación austera, poniendo a Dios como centro de su
existencia. Su vida es modelo a seguir por todos los cristianos, llamados a
reconocer la primacía de Dios, en quien todas las cosas encuentran su verdade-
ro fundamento y significado. Frente a la tentación de una vida fácil y superfi-
cial, la Madre Maravillas supo mostrar el profundo atractivo de lo esencial’”.

440 Solano, Jesús, S.J., El monumento espiritual del Cerro de los Ángeles.
[Segunda edición]. [Alcalá de Henares, Imp. C.D. de la Imagen, 1998].
16 p. 21,5 cm.
Para la primera edición, véase el n. 136.

441 Soledad de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de la Inmaculada y


San José. Arenas de San Pedro (Ávila): Hermana Catalina Mª de San
Juan de la Cruz, O.C.D. (1929-1998). [Arenas de San Pedro, Carmelitas
Descalzas, 1998]. 5 p. 29,5 cm.
En la presente “Carta de edificación” se da noticia de la relación de esta herma-
na con la Madre Maravillas.

442 Solemne beatificación de doce Siervos de Dios, el domingo 10 de


mayo. Madre María Maravillas de Jesús Pidal, L’Osservatore Romano
(edición semanal española), (Ciudad del Vaticano, 8 mayo 1998) 24.
443 Solemne beatificación de la Madre Maravillas de Jesús, Acción
Getafense n. 444 (Getafe, 14 mayo 1998) 16.
444 Solemne beatificación de once religiosas españolas y un libanés,
Santidad en el Carmelo. Nuestros Venerables n. 201 (Toledo, agos-
to-octubre 1998) 9-11.
778 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

445 Spagna, due nuove beate, Il Carmelo e le Missioni n. 3 (Roma, marzo


1998) 30-31.
446 Velasco, Miguel Ángel, Crónica de un largo amor. (Madre Maravillas
de Jesús). [Burgos], Monte Carmelo, [1998]. 197 p., ilustr. a color
(retr., fot., facs.) 22 cm.
447 Velasco, Miguel Ángel, La meravigliosoa catena delle opere di carità,
L’Osservatore Romano (Città del Vaticano, 10 maggio 1998) 11.
Sobre la obra social de la Madre Maravillas.

1999
448 Ballestrero, Anastasio, cardenal y ex-Prepósito General O.C.D., Una
“maravilla” de nuestro tiempo, Beata Maravillas de Jesús, carmelita
descalza n. 114 (Madrid, febrero 1999) 3-4.
Cfr. n. 343.

449 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Amarle y hacerle amar. M.


Maravillas de Jesús. Burgos, Esclavas de Cristo Rey, [1999]. 8 cintas
de una hora de duración.
Vida y mensaje de la Madre Maravillas de Jesús.

450 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Beata Maravillas de Jesús,


carmelita descalza. [Alcalá de Henares, Imp. C.D. de la Imagen, 1999].
8 p. plegadas, ilustr., a color (retr., fot.) 17 cm.
Existe una segunda edición en español, de 2002, con la inclusión del relato
sobre la curación milagrosa del niño Manuel Vilar. Del texto de este fascículo
hay además traducciones en las siguientes lenguas: inglés: Blessed Maravillas
of Jesus, discalced carmelite. – Portugués: Beata Maravillas de Jesus, carme-
lita descalça. – Francés: Bienheureuse Maravillas de Jésus, carmélite déchaus-
sée. – Italiano: Beata Maravillas di Gesù, carmelitana scalza – Alemán: Selige
Maravillas von Jesus, unbeschuhte Karmelitin. – Todas estas traducciones son
de 1999 y han tenido también otra edición en 2002, al estilo de la edición del
original español. Existe una reciente traducción en coreano, por Ediciones
Paulinas.

451 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, La Beata Maravillas de Jesús


a los XXV años de su muerte (1974-1999). [Alcalá de Henares, Imp.
C.D. de la Imagen, 1999]. [xix], 133, [1] p., ilustr. a color (retr., fot.,
facs.) 23 cm.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 779

“Prólogo” (Francisco José Pérez Fernández-Golfín, primer obispo de Getafe),


pp. ix-xi – “Presentación” (P. Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., Postulador
de la Causa), pp. xv-xix. Cfr. “Texto original del Breve de Beatificación”, en
facsímil, pp. 91-101. Entre otras cosas, se publican los siguientes textos: Carta
postulatoria del padre General de los Carmelitas Descalzos Finian Monahan de
la Reina del Carmelo, 15 octubre 1975; Decreto de Introducción de la Causa, 8
julio 1980; Decreto de Virtudes heroicas, 17 diciembre 1996; Decreto sobre el
milagro, 18 diciembre 1997; Letras apostólicas o Breve de Beatificación, 10
mayo 1998.

452 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Ratio Formationis destinada a las Carmelitas Descalzas de la
Asociación de Santa Teresa. Aprobada por la Congregación para los
Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica el día
24 de septiembre de 1999. [Alcalá de Henares, Impr. C.D. de la Imagen,
1999]. 68, [1] p. 17 cm.
Sobre la Madre Maravillas, cfr. p. 41: “La Priora, además, tendrá a disposición
de las monjas obras del magisterio espiritual de los santos y beatos de la Orden,
especialmente de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Santa Teresa de Jesús (de
los Andes), Beata Isabel de la Trinidad, Beata Maravillas de Jesús y de otros
maestros de la espiritualidad carmelitana”.

453 Clarisas Capuchinas, Vivir el momento presente. Biografía de la


Madre Rafaela Mª de Jesús Hostia (1915-1991). Chauchina-Granada,
Clarisas Capuchinas, [1999]. 207 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 21,5 cm.
Sobre el encuentro en el locutorio del carmelo del Cerro de los Ángeles de la
señorita Rafaela Martínez-Cañavate con la Madre Maravillas, cfr. pp. 33-34:
“...pudo hablar con la Madre, que la dejó encantada. Ésta le dijo que en el Cerro
estaban completas, pero que podía ingresar en las Batuecas. Ella le expuso la
dificultad que tenía, el ser hija única, y que tan lejos su madre no podría visi-
tarla y acrecentaría su dolor, por lo que la Madre Maravillas, inspirada por
Dios, le dijo: ‘¿Por qué no es usted capuchina? Tienen buen espíritu y en
Granada las hay’”. Véase también p. 82.

454 Del corazón a la pluma. Juicio de los dos Teólogos Censores sobre los
escritos de la Beata Maravillas de Jesús en su Proceso de Canonización.
[Burgos], Monte Carmelo, [1999]. 288 p., ilustr. a color (retr., fot.,
facs.) 21,5 cm. (Estudios MC, 24).
Cfr. “Presentación por su Em. el Cardenal-Arzobispo de Madrid, D. Antonio
Mª Rouco Varela”, pp. 13-15. “Breve nota introductoria por el P. Postulador de
la Causa”, pp. 17-18. Contiene el juicio de los dos censores teólogos de los
escritos de la Madre, cuya edición oficial original está en el n. 259 de esta
bibliografía.
780 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

455 19 de mayo. 1924-1999. Carmelitas Descalzas del Sagrado Corazón de


Jesús y Nuestra Señora de los Ángeles. [Cerro de los Ángeles,
Carmelitas Descalzas, 1999]. 20p.,ilustr.(retr.,fot.)21cm.
Al cumplirse los 75 años de la fundación del carmelo del Cerro de los Ángeles,
hecha por la Madre Maravillas. Sobre esto mismo, cfr. n. 6 de esta bibliografía.

456 Gaitán, José Damián, O.C.D., Maravillas de Jesús, Folleto de la


Conferencia Episcopal Española. Día pro Orantibus. Testimonios
(Madrid, 30 mayo 1999) 7-8.
457 Garrido Bonaño, Manuel, O.S.B., El Corazón de Jesús en la Beata
Maravillas de Jesús, Reino de Cristo (Madrid, junio 1999) 11-13.
458 Getafe, veinte años de ayuntamientos democráticos. [Getafe,
Ayuntamiento de Getafe, 1999]. 77 p., ilustr. (retr., fot.) 30 cm.
En la p. 47: “Con gran emoción, los vecinos de Getafe, desplazados a Roma
para las beatificaciones de la Madre Maravillas y el Padre Faustino Mínguez,
pudimos escuchar al Papa, en la Plaza de San Pedro, haciendo continuas refe-
rencias a esta nueva diócesis”. Véase también la p. 70.

459 Humarán, Pedro; Pérez, Laura, Investigan si un niño sobrevivió a la


muerte por un milagro de la Madre Maravillas, Paralelo 32 n. 494
(Nogoyá-Argentina, 13 marzo 1999) 1.
En la misma página: ¿Ciencia o milagro?

460 Ioannes Paulus PP. II, Homilia. In beatificatione duodecim servorum


Dei (die 10 Maii 1998), Acta Apostolicae Sedis XCI (Città del Vaticano,
1999) 179-183.
Entre los doce Siervos de Dios, se encontraba la Madre Maravillas de Jesús.

461 Ioannes Paulus PP. II, Litterae Apostolicae “Qui enim Deum”.
Venerabili Servae Dei Mariae Maravillas a Iesu caelitum Beatarum
adduntur honores, Acta Apostolicae Sedis XCI (Città del Vaticano,
1999) 342-344.
Breve de beatificación: 10 de mayo de 1998. Subscribit: De mandato Summi
Pontificis: + Angelus card. Sodano. Loco + Sigilli - In Secret. Status tab., n.
434.586.

462 Juan de Jesús María, O.Carm., Letanías a Nuestra Señora del


Carmen. [Montilla-Córdoba, Imprenta San Francisco Solano, 1999].
142 p. 22 cm.
Cfr. Letanías de la Beata Maravillas de Jesús (1891-1974), pp. 134-135.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 781

463 La Beata Maravillas de Jesús, Avanzadilla n. 34 (Alba de Tormes,


marzo 1999) 2-3.
Folio plegado sin paginar. Cfr. [p. 4]: El milagro de la Madre Maravillas.

464 Llamas, Román, O.C.D., La Beata M. Maravillas de Jesús, devota de


San José, El Mensajero de San José (Valladolid, mayo-junio 1999) 14.
Sobre la devoción de la Madre a San José, véanse también los nn. 278 y 414.

465 Mª Josefa del Corazón de Jesús, O.C.D., 75 aniversario del Cerro de


los Ángeles. Foco de espiritualidad, Alfa y Omega n. 166 (Madrid, 20
mayo 1999) 19.

466 Mª Teresa del Sagrado Corazón, O.C.D., Carmelitas Descalzas de


Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Duruelo (Ávila):
Hermana Antonia de los Ángeles (1926-1999). [Duruelo, Carmelitas
Descalzas, 1999]. 5 p. 29,5 cm.
“Carta de edificación”, en la que se da noticia de la relación de esta hermana
con la Madre Maravillas. Edición ciclostilada.

467 Maravillas de Jesús, un capítulo más, Cristo hoy (Buenos Aires, 2-8
diciembre 1999) 18.
Entrevista al Postulador de la Causa, padre Simeón de la Sagrada Familia,
O.C.D., sobre la curación prodigiosa del niño Manuel Vilar.

468 Marín, Coro, 75 aniversario del Cerro de los Ángeles. Historia de un


monte santo, Alfa y Omega n. 167 (Madrid, 27 mayo 1999) contrapor-
tada.

469 Milagro de la Madre Maravillas, Meridiano católico n. 235 (Sentmenat-


Barcelona, enero 1999) 15-16.

470 Oficios propios del Carmelo Teresiano. Versión española. Quinta edi-
ción. Vitoria, [Ediciones El Carmen], 1999. 428 p. 16 cm.
Cfr. pp. 313-316: 11 de diciembre. Beata María Maravillas de Jesús, virgen de
nuestra Orden.

471 Primera parroquia del mundo que llevará el nombre de la Beata María
Maravillas de Jesús en Getafe, Beata Madre Maravillas de Jesús, car-
melita descalza n. 116 (Madrid, septiembre 1999) 2-5.
Incluye en la p. 5 la reproducción del “Decreto de erección de la nueva parro-
quia en Getafe, con el nombre Beata María Maravillas de Jesús”.
782 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

472 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., Veinticinco años sembrando


alegrías, Beata Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza n. 117
(Madrid, diciembre 1999) 2.
“La fecha del 11 de diciembre de este año 1999, que conmemora los veinticin-
co años de la santa muerte de la Beata Madre Maravillas de Jesús, no puede ser
olvidada por quienes la admiran por sus recias hazañas de fundadora de con-
ventos, por quienes la veneran por sus virtudes y santidad de vida, por quienes
la invocan por su fama de taumaturga y ayudadora en toda clase de dificulta-
des”.

2000
473 A la caza de vocaciones - El oscuro huerto de Getsemaní (por Joaquina
Prades) – Vida y milagros de la beata Maravillas, El País (Madrid, 21
mayo 2000) 1, 30-31.
En respuesta a este artículo, cfr. nn. 476, 484, 491, 492 y 498.

474 Armenteros Montiel, Francisco, Santos y Beatos de la Diócesis.


Beata Maravillas de Jesús (1891-1974), carmelita descalza (II), Padre
de todos n. 64 (Getafe, noviembre-diciembre 2000) 11.
Cfr. n. 482.

475 Bengoechea, Ismael, O.C.D., Lo mejor del Carmelo en el siglo XX,


La Obra Máxima (San Sebastián, febrero 2000) 8-9.
“Es mucho y bueno lo que en el Carmelo ha significado el siglo XX, y es rele-
vante lo que el Carmelo ha significado para esa centuria. Se nos ha ocurrido
hacer un repertorio de lo más característico que desde lo carmelitano ha desta-
cado en este lapso de tiempo, ciñendo cada faceta a un solo nombre [...]. Una
fundadora: Beata Madre Maravillas de Jesús”. Véase el n. 380 de esta biblio-
grafía.

476 Berceo, Gonzalo de, seud., No es verdad, Alfa y Omega n. 215


(Madrid, 1 junio 2000) 31.
“Lamentablemente...”. En respuesta al n. 473.

477 Carlos Pérez-Herce. [Madrid, Pixel Pan, S.L., 2000]. 168 p. ilustr.
(retr., fot.) 29 cm.
Sobre el cuadro de la Madre Maravillas, pintado por Carlos Pérez-Herce, con
ocasión de la beatificación de la Madre, cfr. pp. 38-41. “Una gran fotografía de
dicho retrato fue mostrada a la inmensa multitud que llenaba la Plaza de San
Pedro del Vaticano, en Roma. El retrato hoy se encuentra en la Catedral de
Madrid”.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 783

478 Carmelitas Descalzas del Santísimo Corpus Christi y San Juan de


la Cruz de Buenos Aires, La Beata Madre Maravillas de Jesús, misio-
nera en Argentina, Beata Madre Maravillas de Jesús, carmelita descal-
za n. 120 (Madrid, septiembre 2000) 3-8.
“Crónica sobre la devoción a la Beata Madre Maravillas de Jesús en aquellas
tierras”.
479 Caviglia, Giuseppe, O.C.D., Radiografia di un’anima, Messaggero di
Gesù Bambino di Praga (Arenzano, marzo 2000) 29.
“La pubblicazione di un nuovo libro sulla Beata Maravillas di Gesù, in vista del
suo processo di canonizzazione, è l’occasione per riscoprire alcuni aspetti della
ricchezza del carisma carmelitano”. Cfr. n. 454.
480 Encinas, Inma, El Papa bendice los cincuenta años del convento car-
melita de Cabrera, La Gaceta (Salamanca, 15 octubre 2000) 28.
Véase n. 481.

481 Encinas, Inma, Medio siglo apartadas del mundo, La Gaceta


(Salamanca, 12 octubre 2000) 27.
“Las madres carmelitas de Cabrera celebran este sábado [14 de octubre] la
conmemoración de la fundación del convento en 1950” por la Madre
Maravillas.

482 Fernández Valdés, Amparo, Santos y Beatos de la Diócesis. Beata


Maravillas de Jesús (I), Padre de todos n. 63 (Getafe, noviembre 2000)
11.
Para la segunda parte de este artículo, véase el n. 474

483 Ferrer, Eusebio, Pregonero de la verdad. Biografía de Juan Pablo II.


[Bilbao], Desclée de Brouwer, [2000]. 764 p., ilustr. (retr., facs., fot.)
23,5 cm.
Sobre la Madre Maravillas, cfr. Las singladuras de la barca de Pedro. 1984:
pp. 387-388.

484 Fray Angélico, seud., Calumnias contra la Iglesia, La Razón (Madrid,


29 mayo 2000).
Responde al n. 473. Cfr. también n. 498 sobre este mismo tema.

485 García Agüero, Arturo, comp., Cantate Deo cum jubilo. Cantoral I -
Cantoral II. [Abancay, Seminario Mayor Nuestra Señora de Cocharcas,
2000]. 2099 p., ilustr., la mayor parte musicales. 27,5 cm.
Cantoral I: pp. 1-1074, i-xxxi. Cantoral II: pp. 1075-2099 (en nuestro ejemplar
faltan las páginas 1076-1152). “Introducción” (Demetrio Molloy, Obispo de
784 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Huancavelica), pp. 5-6 – “Introducción” (Padre Arturo García Agüero), p. 7.


Cfr. el canto n. 800 (pp. 1852-1853): Himno a la Beata Maravillas de Jesús
(Carmelitas Descalzas de Aldehuela).

486 Jiménez Duque, Baldomero, Vida de la Madre Maravillas. 2ª edición.


[Madrid], San Pablo, [2000]. 130 p. 17,5 cm., (Colección Vidas Breves,
32).
Para la primera edición en castellano, véase n. 395. Para otras traducciones,
véanse nn. 392, 576, 577, 578 y 579.

487 Lucinio Ruano del Santísimo Sacramento, O.C.D., Madre Maravillas


de Jesús, carmelita descalza (1891-1974). En tu amor florecidas. La
alegría de ser monja, hoy, por Fr. Lucinio Ruano del Santísimo
Sacramento, O.C.D. [Segunda edición, La Aldehuela, Carmelitas
Descalzas, 2000]. 330 p., lám. (retr., fot., facs.) 21 cm.
Para la primera edición, véase el n. 400.

488 Marina de Cristo, O.C.D., Carmelitas Descalzas de Nuestra Señora


de la Sierra. San Calixto (Córdoba): Madre Teresa Mª de Jesús, O.C.D.
(1913-2000). [San Calixto, Carmelitas Descalzas, 2000]. 24 p. 20,5 cm.
En esta “Carta de edificación” se da cuenta de la relación de esta religiosa con
la Madre Maravillas de Jesús.

489 Martín, Marifé, El convento de Cabrera celebra su 50 aniversario,


Tribuna de Salamanca (Salamanca, 15 octubre 2000) 25.
Véase el n. 481.

490 Matías del Niño Jesús, O.C.D., Beata Maravillas y su confesor y con-
sultor P. Valentín, por Fr. Matías del Niño Jesús. Desierto de San José
de Batuecas, PP. Carmelitas Descalzos, 2000.. 153 p., ilustr. (retr., fot.)
17 cm.
491 Merino, Arantxa, Algo que vale mucho más, Alfa y Omega n. 215
(Madrid, 1 junio 2000) 10.
Respuesta a las erróneas afirmaciones del artículo de El País, en el n. 473. En
la misma página y con la misma finalidad: “Mi hija es feliz” (por Cristina
Thomas de Antonio).

492 Merino, Arantxa, Carta al director, El País (Madrid, 25 mayo 2000).


En respuesta al n. 473. Cfr. también el n. 498.

493 Monasterio de Cabrera: 50 aniversario. Testigos del amor y del cariño,


Comunidad (Salamanca, noviembre 2000).
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 785

494 11 de Diciembre: Beata Madre Maravillas, Alfa y Omega (Madrid, 7


diciembre 2000) 23.
495 Palmero Ramos, Rafael, obispo, Pasión y celo por la gloria de Dios
y la salvación de las almas, Boletín Oficial del Obispado de Palencia
(Palencia, enero-febrero 2000) 22-25.
Homilía de la Misa celebrada en las carmelitas descalzas de La Aldehuela
(Getafe), el 11 de diciembre de 1999.

496 Personas: Madre Maravillas, Amigos de Jesús (Sevilla, abril- mayo


2000) 1.
497 Rouco Varela, Antonio Mª, cardenal, [Homilía en la] Misa solemne en
honor de la Beata Maravillas, Beata Madre Maravillas de Jesús, car-
melita descalza n. 118 (Madrid, febrero 2000) 2-5.
498 Sanz Montes, Jesús, O.F.M., Cartas al director. Puntualización, El
País (Madrid, 1 junio 2000).
Respuesta al artículo El oscuro huerto de Getsemaní (por Joaquina Prades),
véase n. 473. Existe también otra respuesta al mencionado artículo, de tres
folios ciclostilados: “... para todos los amigos y personas a las que conviene
alertar sobre el mal hacer de ese periódico [El País] que tantas otras veces ha
mostrado un interés cizañero por cuanto representa y es la Iglesia católica”
(s.n.t., pero 23 mayo 2000).

2001
499 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,
Vida gráfica de la Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza:
Madrid 1891- Aldehuela 1974. L.D.V.M.M. [Madrid, Gráficas Don
Bosco, 2001]. 443, [3] p., ilustr. a color (retr., fot., facs.) 27 cm.
Cfr. n. 240.

500 Carmelitas Descalzas del Cerro de los Ángeles y de La Aldehuela,


Si tú le dejas... Vida de la Madre Maravillas de Jesús, carmelita des-
calza. Tercera edición. Madrid, Edibesa, 2001. 549 p., ilustr. a color
(retr., fot., facs.) 20,5 cm. (Colección Grandes Firmas Edibesa, 43).
Para la primera y segunda edición, véanse nn. 77 y 99.

501 Congregatio de Causis Sanctorum. P.N. 1288, Matriten. seu Xetafen.


Canonizationis Beatae Mariae a Mirabilibus Iesu (in saec.: Mariae
Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis professae Ordinis
786 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974). Relatio et Vota Congressus


peculiaris super miro die 27 novembris an. 2001 habiti. Roma,
Tipografía Guerra, 2001. 34 p. 30,5 cm.
502 Dom Antonio María, O.S.B., Beata Maravillas de Jesús, carmelita
descalza, fundadora del convento del Cerro de los Ángeles y de otros
nueve: “la santa Teresa del siglo XX” (1891-1974), Ave María n. 670
(Barcelona, diciembre 2001) 5-10.
503 Domínguez, Altagracia, El Vaticano reconoce el milagro de un niño
que vuelve a la vida, El Periódico Católico (Seul, 24 junio 2001) 5.
Traducción al coreano del n. 504, hecha por Mª Esperanza del Corazón de
Jesús, O.C.D. En la misma página: “Para compartir nuestra alegría con la
amada Iglesia de Corea, por el reconocimiento de un milagro atribuido a la
intercesión de nuestra Madre Maravillas” (Mª Esperanza del Corazón de Jesús,
O.C.D.).

504 Domínguez, Altagracia, Hacia la canonización. El Vaticano reconoce


un milagro atribuido a la intercesión de la Madre Maravillas, La Razón
(Madrid, 16 mayo 2001) 33.
El n. 503 es la traducción al coreano de este artículo.

505 El milagro de la monja Maravillas, Flash (Buenos Aires, 18 mayo


2001).
506 El milagro de Manuel, Foco de la semana (Buenos Aires, 18 mayo
2001) 4-7.
En el mismo número, p. 5, sobre el mismo asunto: “Lo que sucedió en este
chico quiebra las leyes de la naturaleza”; y en la p. 6: “Otra carmelita que será
santa”.

507 En 1998 Manuel Vilar fue declarado clínicamente muerto, pero volvió
a la vida después de que su mamá le implorara a la Madre Maravillas,
que será declarada santa, Semanario (Buenos Aires, mayo 2001) 8-9.
508 Fernández, Paloma, Ceremonia de bendición de la primera piedra de
la parroquia de la Beata María Maravillas de Jesús, Padre de todos n.
68 (Getafe, marzo-abril 2001) 4.
509 Giubellino, Gabriel, Los médicos habían dicho que estaba clínicamen-
te muerto. La historia del chico que, según el Vaticano, se salvó por un
milagro, Clarín (Buenos Aires, 15 mayo 2001) 34.
En el mismo número: “Veintidós monjas de clausura testigos privilegiados”, p.
34.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 787

510 Jiménez Rodrigo, Secundino, Semejanza de dos vidas. Santa Teresa


del Niño Jesús y la Beata Maravillas de Jesús. [Burgos], Monte
Carmelo, [2001]. 241 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 21,5 cm., (Colección
Estudios M.C.).
Para la segunda edición, cfr. n. 563.

511 La Madre Maravillas de Jesús, Nueva Lectura n. 91 (Buenos Aires,


septiembre 2001) 50-61.
512 La Maravilla de una madre. Manuelito había muerto, Cristo hoy n. 366
(Buenos Aires, 31 mayo-16 junio 2001) portada.
En el mismo número, sobre la curación de Manuel Vilar, p. 3: “Éxito en todo el
país” de la devoción a la Beata Maravillas; en la p. 4: “¡Qué felicidad morir
carmelita!”, sobre la Madre.
513 Llorente, Segundo, S.J., Cartas desde Alaska. El misionero Segundo
Llorente escribe a las carmelitas descalzas. Prólogo: Cardenal
Marcelo González Martín, Arzobispo Emérito de Toledo. Madrid,
Edibesa, 2001. 270 p., ilustr. (retr., fot.) 20,5 cm.
Cuenta en diversas cartas su relación con la Madre Maravillas, y su admiración
por ella y su obra. Cfr. A las carmelitas de La Aldehuela, pp. 125-129; A las
carmelitas de La Encarnación, pp. 130-133; A las carmelitas de Cabrera, pp.
194-198; A la Hª Isabel de Jesús, pp. 213-214.
514 López de Lama, Inmaculada, O.I.C., Concepcionistas que dejaron
huella. Seducidas por el amor. [Torrijos-Toledo, Monjas Concep­
cionistas, 2001]. 472 p., ilustr. a color (retr., fot.) 22 cm.
De la relación que tuvieron las Concepcionistas de Torrijos con la Madre
Maravillas, durante la guerra civil de 1936, véanse las páginas 364-366.
515 López Melús, Rafael Mª, O.Carm., “Nuestra dulcísima Madre”. La
Virgen María en la vida y escritos de la Beata Maravillas. Madrid,
Edibesa, 2001. 323, [1] p., lám. a color (retr., fot., facs.) 20,5 cm.,
(Colección Grandes Firmas Edibesa, 57).
516 López Melús, Rafael Mª, O.Carm., Santas que amaron a la Virgen del
Carmen (III). Onda, Amacar, Apostolado-mariano Carmelita, [2001].
271 p., ilustr. (retr.) 21,5 cm.
Cfr. pp. 105-111: Beata Maravillas de Jesús.
517 Los milagros sí existen, Sol de Fátima (Madrid, noviembre-diciembre
2001) 4-6.
Cfr. en la p. 4: “El pasado 10 de mayo de 2001, cuando se cumplía el tercer
aniversario de la beatificación de la Madre Maravillas de Jesús, la Consulta de
788 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Médicos de la Congregación para las Causas de los Santos se reunió en Roma


para discutir, después de haber sido estudiado, un presunto milagro atribuido a
la Beata Madre Maravillas. Los cinco médicos votaron afirmativamente la
inexplicable recuperación del pequeño Manuel Vilar”.

518 Lucinio Ruano del Santísimo Sacramento, O.C.D., En tu amor flo-


recidas. La alegría de ser monja, hoy. Madre Maravillas de Jesús,
carmelita descalza (1891-1974). [Bilbao], Desclée de Brouwer, [2001].
304 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 22 cm., (Colección Testigos, 20).
Para la primera y segunda edición, véanse nn. 400 y 487.
519 Madre Maravillas, la “santa” que a todos ayuda, Predicciones n. 231
(Buenos Aires, segunda quincena junio 2001) 6-12.
520 Maravillas de Jesús, O.C.D., Pensieri. [La Aldehuela], Carmelitas
Descalzas, [2001]... 139 p. 10 cm.
Traducción italiana del n. 272. Aunque no consta, la traducción ha sido realiza-
da por las Carmelitas Descalzas de Villair de Quart (Italia).

521 Maravillas de Jesús, O.C.D., Ráfagas de luz y amor. Nueva edición.


Madrid, CC.DD. La Aldehuela, 2001. 42 p., ilustr. (retr.) 12 cm.
Para otras ediciones, cfr. nn. 177, 178, 179, 285.

522 Martínez Puche, José Antonio, O.P., Nuevo año cristiano. Vol. 12.
Madrid, Edibesa, 2001. 550 p. 20,5 cm.
Cfr. Bta. Maravillas de Jesús. Virgen carmelita descalza, pp. 190-198.

523 Martirologium Romanun, ex decreto sacrosancti oecumenici Concilii


Vaticani II instauratum, auctoritate Ioannis Pauli PP. II promulgatum.
Editio typica. [Città de Vaticano], Typis Vaticanis, MMI. 773, [1] p.
24,5 cm.
Cfr. “Die 11 decembris. 12. In óppido La Aldehuela...”, p. 631.

524 Matías del Niño Jesús, O.C.D., Monasterio de Batuecas. (Breve com-
pendio histórico), por Fr. Matías del Niño Jesús, O.C.D. (Cuarta edi-
ción abreviada). Desierto de San José de Batuecas (Salamanca), PP.
Carmelitas Descalzos, 2001. 62 p., ilustr, (retr., fot.) 15,5 cm.
Sobre la Madre Maravillas, en las siguientes páginas: “Restauración”, pp.
14-15; “Beata Maravillas de Jesús”, pp. 30-32; “Valentín de San José, O.C.D.”,
pp. 35-38.

525 Mayoral Guiu, Miguel, Salmantinos del siglo XX. Maravillas de


Jesús, El Adelanto (Salamanca, 18 marzo 2001) 5.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 789

526 Mes del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de


María. Liga de Madres de familia. [La Plata, junio 2001- ]. 4 p., ilus-
tr. (retr., fot.) 22 cm.
Boletín de carácter religioso, en el que se incluyen pensamientos y extractos de
la biografía de la Beata Maravillas. Hasta febrero de 2003 se han editado 18
boletines. Edición ciclostilada. “Estamos compartiendo desde nuestro primer
boletín la vida de esta mujer contemporánea, la Beata Madre Maravillas de
Jesús, quien nos demuestra que la santidad es posible”.

527 Milagro por la intercesión de la Madre Maravillas, Meridiano católico


n. 264 (Barcelona, agosto-septiembre 2001) 24.
Cfr. n. 550.

528 Monastero Carmelitane Scalze–Concenedo, Un nome e una vita:


Madre Meraviglia di Gesù. [Monza], Mimep-Carmelitani Scalzi,
[2001]. 304 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 17,5 cm., (Collana Biografie –
Centro Carmelitano Vocazioni).
“Questa biografia è stata realizzata dal Carmelo di Concenedo di Barzio
(Lecco), che ringraziamo unitamente alla Signorina Anna Lazzarotto”.

529 Monteiro de Castro, Manuel, arzobispo y nuncio, La Beata Maravillas


de Jesús, una gran figura de España y de la Iglesia, Beata Maravillas
de Jesús, carmelita descalza n. 122 (Madrid, febrero 2001) 2-5.
Homilía de la Misa celebrada en la catedral de La Almudena (Madrid), el 11 de
diciembre de 2000.

530 Pablo Maroto, Daniel de, O.C.D., Batuecas, tierra mítica y desierto
carmelitano. Madrid, Editorial de Espiritualidad, [2001]. 248 p. ilustr.
(fot., facs.) lám. también a color (retr., fot.) 21 cm.
Sobre la compra del desierto de Batuecas, en 1936, por la Madre Maravillas, y
el establecimiento de una comunidad de carmelitas descalzas en este lugar, cfr.
Las carmelitas descalzas del Cerro de los Ángeles, pp. 191-192; sobre la res-
tauración material del convento y sus alrededores, y la cesión “gratuita y en
usufructo perpetuo” a los padres carmelitas descalzos, cfr. Restauración de la
vida carmelitana y eremítica (1915-2000), pp. 193-195.

531 Pérez y Fernández-Golfín, Francisco José, obispo, Homilía en el


XXVII aniversario de la muerte de la Beata Madre Maravillas, Boletín
Oficial de las Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid n. 11
(Madrid, diciembre 2001) 1077-1084.
“Iglesia de las carmelitas descalzas de La Aldehuela. 11 de diciembre de 2001”.
790 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

532 Pérez y Fernández-Golfín, Francisco José, obispo, Homilía en la


Fiesta de la Beata Maravillas de Jesús, Boletín Oficial de las Diócesis
de la Provincia Eclesiástica de Madrid n. 1 (Madrid, enero 2001)
53-56.
“Misa presidida por el Sr. Obispo de Getafe, Excmo. Sr. D. Francisco José
Pérez y Fernández-Golfín. La Aldehuela, 11 diciembre 2000”.

533 Primera piedra del templo dedicado a la Beata Maravillas de Jesús,


Beata Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza n. 123 (Madrid,
mayo 2001) 2-5.
Subtítulo: “Un reconocimiento a su gran labor”.

534 Sánchez Pérez, Juan, Bullas en sus personajes. Bullas, [Excmo.


Ayuntamiento], 2001. 477 p., ilustr. (retr., fot.) 24 cm.
Cfr. Beata Madre Maravillas Pidal, Carmelita Descalza, pp. 25-60, 150-151.

535 Sánchez Vaquero, José, Las mujeres espirituales en la basílica de


Santa Teresa de Jesús, Amigos de Santa Teresa de Jesús n. 59
(Salamanca, enero 2001) 1-3.
En las pp. 2-3: “Vidrieras de color en la basílica de Santa Teresa” de Alba de
Tormes. Entre ellas, una de la “Beata María Maravillas de Jesús”.

536 Toller, Verónica, El Vaticano dice que hubo un milagro en Entre Ríos,
Clarín (Buenos Aires, 14 mayo 2001) 28.
En el mismo número, otro artículo: “El rezo de la mamá del chico a la Madre
Maravillas. Le pedí que me devolviera a mi hijo”, p. 29.

2002
537 Association Notre-Dame de la Rencontre (Montgardin, Lettre 12, octo-
bre 2002) 6-13.
“Nous vous proposons de découvrir la Bienheureuse Mère Maravillas de Jésus,
moniale carmélite déchaussée... Nous apprenons que la canonisation de Madre
Maravillas est en bonne voie”. De la Madre Maravillas: pp. 6-13: “Si tu le
laisses faire (première partie)”, (publicación abreviada del n. 257).

538 Bastante, Jesús, El Episcopado confirma la visita del Papa a España


los primeros días de mayo, ABC (Madrid, 19 noviembre 2002) 53.
“Monteiro de Castro declaró que el viaje de Juan Pablo II a España ‘tendrá por
objeto confirmar a sus hermanos en la fe y señalarles que la santidad de los
mejores hijos de esta tierra sigue siendo el referente inexcusable de todo pro-
grama pastoral y de toda la vida cristiana’, en clara referencia a las cuatro
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 791

canonizaciones previstas: las de la madre Maravillas de Jesús, el jesuita padre


José María Rubio, sor Ángela de la Cruz y Genoveva Torres”.

539 Bastante, Jesús, El viaje de Juan Pablo II a España el próximo año se


producirá en mayo. Cuatro canonizaciones, ABC (Madrid, 23 octubre
2002) 46.
Sobre las canonizaciones en Madrid, entre ellas la de la Madre Maravillas,
véase también ABC del 19 y 21 de noviembre, respectivamente: “El episcopa-
do confirma la visita del Papa a España los primeros días de mayo” (Jesús
Bastante); “El Papa celebrará en Madrid el 4 de mayo la canonización de los
cuatro nuevos santos españoles”.

540 Boo, J.V., Aprobados los milagros que permitirán canonizar a la Madre
Maravillas, ABC (Madrid, 24 abril 2002) 36.
“El milagro que permitirá canonizarla consistió en la curación extraordinaria de
un niño argentino. Según el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la
Congregación para las Causas de los Santos, la Madre Maravillas ‘fundó nume-
rosos carmelos, de los cuales fue madre y maestra, sobre todo por el ejemplo
de sus virtudes’”.

541 Calleja, Pedro, La Catedral de La Almudena. Guía práctica e ilustra-


da. [Madrid], Ediciones La Librería, [2002]. 142, [1] p. ilustr. (retr.,
fot.) 24 cm.
Cfr. Capilla de la Madre Maravillas de Jesús, pp. 83-84: “Una de las [capillas]
más veneradas por Madrid, ciudad en la que nació un 4 de noviembre de 1891”.
Véase también p. 75.

542 Carmelitas Descalzas de Duruelo, El lugarcillo de Duruelo. [Ávila],


Institución “Gran Duque de Alba” de la Excma. Diputación provincial
de Ávila, [3ª edición, 2002]. 199 p., ilustr. (retr., fot.) 21,5 cm., (Serie
Minor, 1).
Para otras ediciones, cfr. nn. 279, 288. “Primera edición: octubre 1995 –
Segunda edición: agosto 1996 – Tercera edición: marzo 2002”.

543 Carmelitas Descalzas de El Escorial, Historia de una medalla, Beata


Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza n. 128 (Madrid, sep-
tiembre 2002) 3.
Historia de la “medalla de Primera Comunión de la Beata Maravillas”.

544 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Beata Madre Maravillas de


Jesús, carmelita descalza. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas;
Strasbourg, Éditions du Signe, 2002]. cubierta [2], 1-16, contracubier-
ta [2] p., ilustr. a color. 21 cm.
792 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Notas tipográficas tomadas de la contracubierta, p. 2. Traducción inglesa:


Blessed Mother Maravillas of Jesus, discalced carmelite. – Traducción france-
sa: Mère Maravillas de Jésus, carmélite déchaussée. – Traducción alemana:
Die Selige Mutter Maravillas von Jesus, unbeschuhte Karmelitin. – Traducción
italiana: Beata Madre Maravillas di Gesù, carmelitana scalza. – Traducción
portuguesa: Beata Madre Maravilhas de Jesus, carmelita descalça. – Traducción
polaca: Blogoslawiona Matka Maravillas od Jezusa, karmelitanka bosa.
545 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Hacia la canonización.
[Alcalá de Henares, Imp. C.D. de la Imagen, 2002]. 24 p., ilustr. a color
(fot., facs.) 23 cm.
Traducción inglesa: Towards the canonization. – Traducción francesa: Vers la
canonisation.
546 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, Selige Maravillas von Jesus,
unbeschuhte Karmelitin, (1891-1974). Ein Bächlein der Heiligkeit in
der Kirche. [München], 2002. 40 p. 17 cm.
Nueva edición del n. 165.
547 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, “Usare bene la vita”. Beata
Maria Maravillas di Gesù, carmelitana scalza. [Alcalá de Henares,
Imp. C.D. de la Imagen, 2002]... 68, [2] p., ilustr. (retr., fot., facs.) 19
cm.
Para la primera edición, cfr. n. 436.
548 Centro Televisivo Vaticano, Promulgazione Decreti Cause Santi 23-4-
2002. VHS PAL. [Cittá del Vaticano, 2002]. Duración 32 m.
Vídeo de la Promulgación del Decreto sobre el milagro de la Madre Maravillas
para la canonización.
549 Congregación para las Causas de los Santos, Promulgación de dieci-
nueve decretos de la Congregación para las causas de los santos,
L’Osservatore Romano (edición semanal española), (Ciudad del
Vaticano, 26 abril 2002) 3.
“El martes 23 de abril de 2002, en presencia del Santo Padre Juan Pablo II,
fueron promulgados diecinueve decretos: [...] un milagro atribuido a la interce-
sión de la beata María Maravillas de Jesús...”.
550 Congregatio de Causis Sanctorum, Matritensis seu Xetafensis.
Canonizationis beatae Mariae a Mirabilibus Iesu (in saec.: Mariae
Maravillas Pidal y Chico de Guzmán), monialis professae Ordinis
Carmelitarum Discalceatorum (1891-1974): Decretum super Miraculo,
Acta Apostolicae Sedis XCIV (Città del Vaticano, 2002) 758-760.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 793

Subscribunt: Iosephus card. Saraiva Martins... Praefectus; + Eduardus


Nowak... a Secretis.
551 Congregatio de Causis Sanctorum, Compendium vitae, virtutum ac
miraculorum necnon Actorum in Causa Canonizationis Beatae Mariae
a Mirabilibus Iesu (in saec.: María Maravillas Pidal y Chico de
Guzmán), monialis professae Ordinis Carmelitarum Discalceatorum
(1891-1974), e Tabulario Congregationis de Causis Sanctorum.
Romae, in Typographia Nova Res, s.r.l., MMII. 17 p. 26 cm.
Documentos que se presentan para el próximo Consistorio del 7 de marzo de
2003.
552 Congregazione delle Cause dei Santi. Promulgazione di Decreti,
L’Osservatore Romano (Città del Vaticano, 24 aprile 2002) p. 1, 4.
Entre los Decretos promulgados se encuentra el de “un miracolo attribuito
all’intercessione della Beata Maria Maravillas di Gesù...”. Véase además, en la
p. 4: “Il discorso rivolto al Papa dal Cardinale José Saraiva Martins”, Prefecto
de la Congregación para las Causas de los Santos.
553 [Cristina María de la Divina Gracia, O.C.D.], María Carmen
Aguilera Sabau. María Magdalena de Jesús, carmelita descalza.
Carmel de Mataró, [2002]. 70 p. 20,5 cm.
“Carta de edificación” de la hermana Mª Magdalena de Jesús (1910-2001).
Sobre esta hermana y sus relaciones con la Madre Maravillas, véase el n. 253
de esta bibliografía.
554 El martes 23 de abril, Boletín informativo de la Causa de Beatificación
del Siervo de Dios P. Eufrasio del Niño Jesús n. 17 (Oviedo, mayo-agos-
to 2002) 5.
Da noticia de la promulgación del Decreto del Milagro de la Madre Maravillas,
el día 23 de abril de 2002, y reproduce un párrafo de una carta de ésta, con
fecha 3 de diciembre de 1934, en la que alude al mártir carmelita padre
Eufrasio: “Estamos muy entusiasmadas con el mártir que el Señor ha querido
elegirse en nuestra sagrada Orden, eso sí, pero es muy triste que así se persiga
al Señor en la católica España”.
555 El Nuncio confirma que Juan Pablo II realizará un viaje a España en
primavera, La Razón (Madrid, 23 octubre 2002).
“Casi con toda probabilidad serán Madrid y Sevilla las diócesis elegidas a las
que asistirá el Papa de cara a la canonización de la Madre Maravillas, el padre
Rubio o Sor Ángela de la Cruz”.
556 El Papa proclama la santidad de tres beatos españoles. Madre
Maravillas, padre Rubio y sor Genoveva, Católicos del siglo XXI n.
121 (Madrid, 29 abril 2002) 7.
794 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

“En presencia de Juan Pablo II se promulgaron este martes los Decretos que
abren el camino de la proclamación de cuatro santos y doce beatos [...]. Entre
los futuros nuevos santos está la beata María Maravillas de Jesús (1891-1974),
quien tuvo un papel decisivo en la Orden de las Carmelitas Descalzas el siglo
XX, fundando el convento del Cerro de los Ángeles, en España, al que le
siguieron otras nueve fundaciones en ese país y una en la India. El milagro que
le abre las puertas de la santidad es el caso del niño Manuel Vilar...”

557 Franco Martínez, César Augusto, obispo, El amor a Jesucristo, el


secreto de la Beata Maravillas, Beata Madre Maravillas de Jesús, car-
melita descalza n. 126 (Madrid, febrero 2002) 2-4.
Homilía de la Misa celebrada en la catedral de La Almudena (Madrid), el 11 de
diciembre de 2001.

558 Fray Angélico, El Papa aprueba el milagro de la beata española Madre


Maravillas, paso previo a la santidad, La Razón (Madrid, 24 abril 2002)
37.
559 González Chaves, Alberto José, Madre Maravillas de Jesús. Destellos
de su vida. Prólogo del Cardenal Marcelo González. [Madrid], San
Pablo, [2002]. 303 p., ilustr. (retr., fot.) 21 cm. (Colección Testigos,
36).
Contiene una serie de “pequeños episodios o anécdotas más amplias, desconec-
tadas unas de otras”.

560 Hacia la canonización de la Beata Maravillas de Jesús, Alfa y Omega


(Madrid, 25 abril 2002) 23.
561 Jiménez, Roger, El Papa viajará a España en primavera a canonizar a
tres beatos, La Vanguardia (Barcelona, 17 octubre 2002) 35.
“Juan Pablo II canonizará en Madrid a tres beatos: la madre Maravillas de
Jesús, la madre Genoveva Torres y el padre Rubio”.

562 Jiménez Duque, Baldomero, Vida mística de la Madre Maravillas de


Jesús, carmelita descalza. Su alma. Madrid, Edibesa, 2002. 270 p.,
ilustr. (retr., facs.) 20,5 cm., (Colección Grandes Firmas Edibesa, 72).
“Presentación (Fr. Antonio Royo Marín, O.P.)”, pp. 9-12.

563 Jiménez Rodrigo, Secundino, Semejanza de dos vidas. Santa Teresa


del Niño Jesús y la Beata Maravillas de Jesús. Segunda edición.
[Burgos], Monte Carmelo, [2002]. 241 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 21,5
cm., (Colección Estudios M.C.).
Para la primera edición, cfr. n. 510.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 795

564 Las oraciones de una madre, Hogar de la Madre n. 104 (Santander,


febrero 2002) 6-7.
Sobre la curación del niño Manuel Vilar.

565 Maravillas de Jesús, O.C.D., Pensamientos. [La Aldehuela, Carmelitas


Descalzas; Strasbourg, Éditions du Signe, 2002]. 29, [3] p., ilustr.
(retr., fot.) 15 cm.
La paginación comprende la portada y la contraportada. El título, de la portada.
Traducción inglesa: Thoughts. – Traducción francesa: Pensées. – Traducción
alemana: Gedanken. – Traducción italiana: Pensieri. – Traducción portuguesa:
Pensamentos. – Traducción polaca: Mysli. Existe también una traducción en
coreano.

566 Martínez Puche, José Antonio, O.P., El Año Mariano. Cada día con
María. Apéndice: el Rosario y el Escapulario del Carmen, con la cola-
boración de Rafael del Olmo, O.S.A., y Tomás Rodríguez Carbajo,
Pbro. Madrid, Edibesa, [2002]. 687 p. 21,5 cm., (Biblioteca Mariana,
7).
Para lo referente a la Madre Maravillas, véanse las páginas 517-518: Beata
Maravillas de Jesús. El año de la muerte está equivocado: no es 1984, sino
1974. “Diecinueve días antes de su muerte, dictó a su hermana estos versos...”,
no es a “su” hermana, sino a “una” hermana de la comunidad de La Aldehuela.

567 Misa mensual por la Madre Maravillas, Aica. Boletín de la Agencia


Informativa Católica Argentina (Buenos Aires, 8 mayo 2002) 227-228.
“...En el monasterio del Santísimo Corpus Christi y San Juan de la Cruz, de
Buenos Aires, se celebra la misa por las intenciones y acciones de gracias de
los devotos de la beata María Maravillas de Jesús, de quien se acaba de aprobar
el segundo milagro que la habilita para ser canonizada [...]. La Madre
Maravillas adquirió después de su muerte una gran resonancia en el Carmelo y
en toda la Iglesia. Es la carmelita que menos tardó en subir a los altares: apenas
24 años”. Véase también p. 252: El Papa proclamará nuevos santos y beatos.

568 Navajas, Alex, El Papa estudia venir a España en la primavera de 2003,


La Razón (Madrid, 6 octubre 2002) 53.
Con objeto de celebrar en Madrid algunas canonizaciones, entre ellas la de la
Madre Maravillas de Jesús. Sobre este mismo tema, véase también: “Los otros
nueve milagrados”, El Mundo (Madrid, 20 octubre 2002).

569 Oriol Muñoz, Juan Pedro, L.C., El segundo milagro, Mural


(Guadalajara-México, 8 diciembre 2002) 9 A.
796 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Sobre la curación de leucemia, por intercesión de la Madre Maravillas, en 1975,


de un niño de cuatro años, actualmente sacerdote Legionario de Cristo.
570 Pazos, Josefina Alicia, Madre Maravillas de Jesús. Nacida para morir
de amor. [Buenos Aires, 2002]. 48 p., ilustr. (retr., fot., facs.) 17 cm.
571 Pérez y Fernández-Golfín, Francisco, obispo, Homilía con motivo de
la fiesta de la Beata Maravillas de Jesús, Boletín Oficial de las Diócesis
de la Provincia Eclesiástica de Madrid n. 11 (Madrid, diciembre 2002)
1155-1158.
Homilía de la Misa celebrada en las carmelitas descalzas de La Aldehuela
(Getafe), el 11 de diciembre de 2002.
572 Reconocen un milagro de la Madre Maravillas, La Crónica de
Peñaranda n. 19 (Peñaranda de Bracamonte, mayo 2002) 14.
573 Ritual de la Profesión religiosa de las monjas descalzas de la Orden de
la Beatísima Virgen María del Monte Carmelo. Adaptado a los
Decretos del Concilio Vaticano II. Para los monasterios de la
“Asociación de Santa Teresa” y los que deseen adoptarlo. [Alcalá de
Henares, Imp. C.D. de la Imagen, 2002]. 142 p. ilustr. music. 21 cm.
Sobre la Madre Maravillas, p. 54: Oración litánica. [...] Beata Maravillas de
Jesús, ruega por nosotros.
574 Soledad de Jesús, O.C.D., Carmelitas Descalzas de la Inmaculada y
San José. Arenas de San Pedro (Ávila): Hermana Mª Josefa del
Corazón de Jesús, O.C.D. (1908-2002). [Arenas de San Pedro,
Carmelitas Descalzas, 2002]. 7 p. 29,5 cm.
La presente “Carta de edificación” habla de la relación de esta hermana con la
Madre Maravillas.
575 Valentín de San José, O.C.D., San Juan de la Cruz, amabilísimo
Maestro de las almas con Dios, por Fr. Valentín de San José, confesor
de Santa Maravillas (escritos coleccionados por el editor Fr. Matías
del Niño Jesús). [Salamanca], Editorial Apostolado Mariano, 2002. 175
p., ilustr. (retr.) 17 cm.
Cfr. pp. 158-173: “Apéndice: Beata Maravillas perfecta y eminente discípula de
San Juan de la Cruz”.

576 Vázquez, Gerardo, Las campanas de todos los cadalseños, Semana


Santa 2002 (Cadalso de los Vidrios-Madrid, 2002) 7.
“A ella [a la Beata María Maravillas de Jesús] se ha encomendado toda la cues-
tión de las campanas, por lo que era de justicia otorgarle al menos el nombre de
uno de los seis nuevos metales. Su peso es de 569 kg.”.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 797

577 Veintitrés de abril de 2002. Promulgación de Decretos, Beata Madre


Maravillas, carmelita descalza n. 127 (Madrid, mayo 2002) 2-11.
“Aprobación del milagro para la canonización de la Madre Maravillas de
Jesús”. Ver n. 552.
578 Velázquez, Flavia Paz, Sal de tu tierra. [Madrid], Narcea S.A. de
Ediciones, [2002]. 146, [3] p., ilustr. (retr., fot.) 27 cm., (Cuadernos
biográficos Pedro Poveda, nº 7).
Cfr. pp. 93-94, donde se da noticia de la relación del padre Poveda con la seño-
rita Maravillas Pidal, colaboradora de la Institución Teresiana, antes y después
de ingresar ella en el carmelo de El Escorial. Se publica una carta de Poveda a
Maravillas, de diciembre de 1919, y la respuesta de la Hermana Maravillas, de
25 de enero de 1920. Sobre la relación de la Madre con la Institución Teresiana,
véase también el n. 2.

2003
579 Asenjo Pelegrina, Juan José, obispo, Cinco nuevos santos españoles,
ABC (Madrid, 22 marzo 2003) 57.
“El próximo día 4 de mayo el Santo Padre canonizará en Madrid a cinco espa-
ñoles contemporáneos nuestros: Pedro Poveda, José Mª Rubio, Genoveva
Torres, Sor Ángela de la Cruz y la madrileña Maravillas de Jesús, monja con-
templativa y fundadora de una quincena de carmelos”.
580 Bastante, Jesús, El Papa canonizará a cinco beatos españoles el 4 de
mayo en Madrid, ABC (Madrid, 14 febrero 2003) 46.
581 Bastante, Jesús, El Papa se encontrará con los Reyes, Aznar y Zapatero
durante su próxima visita a España, ABC (Madrid, 26 marzo 2003) 53.
“La Santa Sede y la Oficina de Información Diplomática oficializaron ayer las
fechas de la que supondrá la quinta visita de Juan Pablo II a España [...], para
la canonización, en Madrid, de los beatos Pedro Poveda Castroverde [...] y
María Maravillas de Jesús, virgen, de la Orden de las Carmelitas Descalzas”.
582 Bastante, Jesús, Juan Pablo II canonizará a cinco beatos españoles
durante su visita a España el próximo mes de mayo, ABC (Madrid, 8
marzo 2003) 50.
“Juan Pablo II canonizará el próximo 4 de mayo en Madrid a los beatos Pedro
Poveda, Madre Maravillas de Jesús, sor Ángela de la Cruz, Genoneva Torres y
José Mª Rubio, en la que será su quinta visita a España. La Santa Sede hizo
públicas las fechas de las canonizaciones en el transcurso del Consistorio de
cardenales para las causas de canonización que tuvo lugar ayer en Roma”.
798 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

583 Carmelitas Descalzas de Harissa, Icono de Santa Maravillas de


Jesús. “Transparencia en la transmisión”. [Jounieh-Líbano, Imp. Saint
Paul, 2003]. 26, [2] p. lám. (icono) 16,5 cm.
Lectura e interpretación del icono de la Madre Maravillas de Jesús, realizado
por las Carmelitas Descalzas de la Théotokos, Harissa (Líbano), con ocasión de
su canonización. Traducción del texto al inglés: Icon of Saint Maravillas of
Jesus. “Transparency in transmission”. – Traducción del texto al francés: Icône
de Sainte Maravillas de Jésus. “Transparence dans la transmission”.

584 Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, ¡Qué felicidad ser carmelita!,


Alfa y Omega n. 350 (Madrid, 17 abril 2003) 4-5.
Testimonio de las carmelitas descalzas de La Aldehuela sobre la Madre
Maravillas.

585 Celebración del Consistorio Ordinario Público para la canonización de


la Madre Maravillas, Beata Madre Maravillas de Jesús, carmelita des-
calza n. 130 (Madrid, marzo 2003) 2-3.
Véase también, pp. 4-7: Unidos en la tierra, unidos en el cielo, sobre la relación
que la Madre Maravillas tuvo con los beatos que serán canonizados el 4 de
mayo.

586 Centro Televisivo Vaticano, Concistoro per Cause Canonizzazione


7.3.2003. VHS PAL. [Città del Vaticano, 2003]. Duración 45 m.
Vídeo del Consistorio Ordinario Público del 7 de marzo de 2003, para la cano-
nización de doce beatos, entre ellos, la Madre Maravillas de Jesús.

587 Cinco beatos españoles, a los altares, Sol de Fátima n. 208 (Madrid,
marzo-abril 2003) 22-27.
Cfr. Madre Maravillas de Jesús. La Santa Teresa del siglo XX, pp. 22-23.

588 Cinco nuevos santos españoles, Mundo Cristiano (Madrid, marzo


2003) 72.
589 Colina, Jesús, Doce nuevos santos para el mundo, Alfa y Omega n. 345
(Madrid, 13 marzo 2003) 21.
“El anuncio fue dado el pasado viernes, 7 de marzo, después de que se celebra-
ra, en presencia de Juan Pablo II, un Consistorio Ordinario Público para el voto
de esas Causas”, entre ellas, la de la Beata Maravillas de Jesús.

590 Comienza la cuenta atrás para preparar la visita del Papa a España,
Iglesia en Palencia n. 373 (Palencia, 1-15 marzo 2003) 1.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 799

“El Papa canonizará a cinco miembros de nuestra Iglesia que vivieron la cari-
dad de forma heroica en el siglo XX y serán propuestos como testigos del Señor
y modelos para nuestro tiempo y para las generaciones venideras [...],” una de
ellos “María Maravillas de Jesús, carmelita descalza y fundadora de numerosos
carmelos”.

591 Conferencia Episcopal Española, Visita Apostólica del Papa Juan


Pablo II a España. Madrid, 3-4 mayo 2003. Guía para la preparación
espiritual. [Madrid, Edice, 2003]. 127 p., ilustr. (retr.) 21 cm.
Cfr: Mensaje de los Obispos españoles con ocasión de la visita apostólica del
Papa Juan Pablo II a España. Madrid, 3-4 mayo 2003. “Seréis mis testigos”,
pp. 13-19. Sobre la Madre Maravillas de Jesús, cfr. pp. 7, 15, 117-122.

592 El Papa celebrará un encuentro con jóvenes el 3 de mayo en Madrid,


La Vanguardia (Barcelona, 15 enero 2003) 21.
“Al día siguiente canonizará a varios beatos hispanos en una ceremonia que se
prevé multitudinaria en el centro de Madrid. Se trata de las canonizaciones de
la carmelita descalza Madre Maravillas, etc.”

593 El Papa en España el 3 y 4 de mayo, Alfa y Omega (Madrid, 23 enero


2003) 23.
Sobre las canonizaciones del 4 de mayo, en Madrid.

594 El Papa podría encontrarse en España con más de 200.000 jóvenes,


Padre nuestro (Toledo, 23 febrero 2003) 4.
“Al día siguiente, domingo 4, tendrá lugar la Misa de canonización de cinco
beatos españoles: la Madre Maravillas de Jesús, la Madre Genoveva Torres,
etc.”

595 El Papa viene a verte: Juan Pablo II canonizará a 5 españoles, Padre


de todos n. 91 (Getafe, marzo-abril 2003) 6-7.
Cfr. 7: Maravillas de Jesús, virgen, carmelita descalza. Véase también, sobre
la Madre Maravillas, p. 2: Cristianos... santos.

596 El Papa vuelve a España, El Promotor de la devoción a la Sagrada


Familia (Palencia, abril 2003) 108-109.
Con una reseña biográfica de “La Madre Maravillas de Jesús”.

597 El Presidente de la Conferencia Episcopal presentó la visita del Papa,


Padre nuestro (Toledo, 6 abril 2003) 4.
“Los beatos españoles que serán canonizados en una ceremonia en la plaza de
Colón el 4 de mayo son: Pedro Poveda, José María Rubio, Genoveva Torres,
Ángela de la Cruz y Maravillas de Jesús”.
800 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

598 Fernández, Emilio, A las puertas de la santidad, Getafe Capital n. 12


(Getafe, 10 abril 2003) 12.
Sobre la vida y presencia de la Madre Maravillas en Getafe.

599 Fiallegas, Mª Sonsoles, El Papa canonizará el 4 de mayo en Madrid a


la madre Maravillas, El Adelanto (Salamanca, 14 febrero 2003).
600 Galán, Lola, El Papa confirma que visitará Madrid el 3 y 4 de mayo
“con mucho gusto y mucho amor”, El País (Madrid, 15 enero 2003) 30.
601 Galán, Lola, La mejora de la salud del Papa permite al Vaticano con-
firmar el viaje a España, El País (Madrid, 26 marzo 2003) 35.
“La ceremonia principal de su visita será la Misa de canonización de cinco
beatos”. Cfr. en el número del 8 de marzo, p. 28: “Además, canonizará a otros
cuatro españoles: [...] y María Maravillas de Jesús (1891-1974), de la Orden de
las Carmelitas Descalzas, la famosa fundadora del convento del Cerro de los
Ángeles”, por Juan Bedoya.

602 Gil, Miguel, Madre Maravillas: Confianza en Dios, Época n. 946


(Madrid, 4-10 abril 2003) 42-43.
“La nueva santa, carmelita descalza, destaca por su fidelidad y confianza en
Dios. Esta fundadora de numerosos carmelos dedicó toda su vida a la oración,
al bien de las almas y al cumplimiento de la voluntad divina”. Cfr. p. 43: ¿Por
qué fue realmente santa la Madre Maravillas?, por Evaristo de Vicente.

603 Himno a Santa Maravillas de Jesús, carmelita descalza. 4 de mayo de


2003. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas, 2003]. cubierta, 3 p. ilus-
tr. music. 30 cm.
Autoras: Carmelitas Descalzas de La Aldehuela.

604 Il Santo Padre ha tenuto Concistoro Ordinario Pubblico per il voto su


alcune Cause di Canonizzazione, L’Osservatore Romano (Città del
Vaticano, 8 marzo 2003) 5.
Una de las Causas de canonización, cuya fecha se ha fijado para el 4 de mayo,
es la de “María Maravillas de Jesús (Pidal y Chico de Guzmán), vergine,
dell’Ordine dei Carmelitani Scalzi”.

605 Iraburu Larreta, José Mª, Maravillas de Jesús, carmelita descalza


santa. Pamplona, Fundación Gratis Date, 2003. 95 p., ilustr. (retr.) 21
cm. (Cuadernos A5).
606 Jiménez Duque, Baldomero, Madre Maravillas. [Seoul-Korea], Paolo
Tal, [2003]. 120 p. ilustr. (retr., fot.) 19 cm.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 801

Subtítulo: “Jinri nun gotong oul badodo sarajiji ansubnida”. [Madre


Maravillas. La verdad padece, pero no perece]. Aunque no consta, la traduc-
ción al coreano ha sido realizada por Mª Esperanza del Corazón de Jesús, C.D.
Para el original castellano, ver n. 395. Para otras traducciones, cfr. nn. 392, 486,
607, 608, 609.

607 Jiménez Duque, Baldomero, Saint Maravillas de Jésus. [La Aldehuela,


Carmelitas Descalzas]; Strasbourg, Éditions du Signe, [2003]. 142 p.,
ilustr. (retr., fot.) 16,5 cm.
Para la edición original castellana, cfr. n. 395. Para otras traducciones, cfr. nn.
392, 486, 605, 608, 609.

608 Jiménez Duque, Baldomero, Saint Maravillas of Jesus: Jesus Christ:


The sole reason of my life. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas];
Strasbourg, Éditions du Signe, [2003]. 142, [2] p., ilustr. (retr., fot.) 17
cm.
“Translation: Oliver Todd”. Para la edición original castellana, cfr. n. 395.
Otras traducciones, cfr. nn. 392, 486, 605, 606, 607.

609 Jiménez Duque, Baldomero, Santa Maravillas di Gesù. Cristo, unica


ragione di vivere. [La Aldehuela, Carmelitas Descalzas]; Strasbourg,
Éditions du Signe, [2003]. 142, [2] p., ilustr. (retr., fot., facs.) 16,5 cm.
Para la edición original castellana, cfr. n. 395; para la primera edición italiana,
cfr. n. 392.

610 Jiménez Duque, Baldomero, Una obra especial de Dios, Alfa y Omega
n. 350 (Madrid, 17 abril 2003) 3.
Vida y experiencia mística de la Madre Maravillas de Jesús.

611 La madre Maravillas de Jesús tendrá su capilla en Las Breñas,


Resistencia (Argentina, 3 febrero 2003) 26.
“La beata madre Maravillas de Jesús, que el próximo 4 de mayo será canoniza-
da en Madrid por el Santo Padre Juan Pablo II, tendrá su capilla en esta ciudad
y será la primera consagrada a ella en la República Argentina”.

612 Lara, Juan, “Con mucho amor viajaré a España entre el 3 y 4 de


mayo”, confirma el Papa, La Razón (Madrid, 15 enero 2003) 32.
“...según las mismas fuentes, están ‘confirmadas’ las canonizaciones de la car-
melita descalza Madre Maravillas”, etc.

613 López Melús, Rafael Mª, O.Carm., Santa Maravillas de Jesús, [por]
Rafael Mª López Melús, carmelita. Ilustraciones: Tomadas de la “Vida
802 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Gráfica de la Madre Maravillas de Jesús”. Sevilla, Apostolado


Mariano, 2003. [24] p. lám. a color (retr., fot.) 17,5 cm.
Con once láminas a color, tomadas del n. 499.

614 Madre Maravillas de Jesús. “Lo que Dios quiera, como Dios quiera,
cuando Dios quiera”, Primer día n. 37 (Córdoba, abril 2003) 28-29.
Reseña biográfica de la Madre Maravillas y una selección de pensamientos
extraídos de sus cartas.

615 Marañón y Bertrán de Lis, Gregorio, Al aire de la almena, El País


(Madrid, 3 de mayo 2003), p. 28.
“Desde la más absoluta pobreza, su vida entera [de la Madre Maravillas] estará
inspirada por el amor, un amor solidario hacia sus semejantes, y un amor entre-
gado a su Dios [...]. Al margen de su dimensión religiosa, estaríamos ciegos si
no pudiéramos ver en su ejemplo una llama de verdadero humanismo, que
viene de muy lejos, y que puede proyectar su luz y su calor sobre muchos tre-
chos y recodos de nuestra propia existencia”.

616 Maravillas de Jesús, O.C.D., Las páginas más bellas de Madre


Maravillas de Jesús. Seleccionadas por Mª del Carmen Díez Simón [y]
Mauricio Martín del Blanco. [Burgos], Monte Carmelo, [2003]. 230 p.
ilustr. (retr., fot.) 20 cm., (Colección “Las páginas más bellas”, 9).
“Introducción: En la colección ‘Las páginas más bellas’ de la Editorial Monte
Carmelo, no podía faltar la presencia de la Madre Maravillas de Jesús, carme-
lita descalza, mujer de nuestros días y maestra en los caminos del espíritu,
preconizada su canonización por la Iglesia para el día 4 de mayo de 2003”.

617 [Maravillas de Jesús, O.C.D.], Vía Crucis. De los escritos de la


Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza. Cuaresma 2003. Año
de su canonización. [s.n.t., pero La Aldehuela, Imp. C.D. de la Imagen,
2003]. 15 p. 13,5 cm.
Edición preparada por las carmelitas descalzas de Cristo Rey, de Santiago de
Chile.

618 Menéndez Carrillo, Rosa Mª, Maravillas de Jesús: seducida por el


amor, Alfa y Omega n. 350 (Madrid, 17 abril 2003) 29.
619 Moyano, Noemí, “La [catedral de la] Magdalena está de brazos caídos,
atravesando un momento difícil y de desilusión”, Getafe Capital
(Getafe, 2 enero 2003) 6-7.
Entrevista al obispo de Getafe, D. Francisco José Pérez y Fernández-Golfín.
Tras hablar de la catedral de Getafe, se refiere a la parroquia dedicada a la
Madre Maravillas: “...se ha hecho también la iglesia de la Madre Maravillas en
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 803

Getafe Norte, a punto de acabar, de una dimensión más grande [...]. La Madre
es un personaje famoso, avalado últimamente por las gracias que se han recibi-
do”.

620 Moyano, Noemí, La visita del Papa entra en la cuenta atrás, Getafe
Capital n. 13 (Getafe, 24 abril 2003) 14-15.
“La sede de la diócesis del sur, cuenta además con un aliciente añadido a la
visita papal: la canonización de la Madre Maravillas de Jesús, beata muy vin-
culada a la localidad”.

621 Ordine dei Carmelitani Scalzi. Curia Generalicia, El Carmelo


Teresiano al principio del Tercer Milenio. [Roma, Edizioni OCD,
2003]. 96 p. ilustr. (retr., fot.) 26,5 cm.
“Nuestras Constituciones indican que ‘antes de proceder a la elección del
nuevo Prepósito General, el Presidente del Capítulo presentará un Informe
aprobado por el Definitorio sobre la vida de la Orden durante el sexenio’”.
Sobre la Madre Maravillas, cfr. p. 28: Acontecimientos particulares del sexe-
nio: [...] Beatificación de María Maravillas de Jesús (1998); p. 40: Cartas
Circulares [del Prepósito General de la Orden, Camilo Maccise]. Por caminos
diversos. Con ocasión de la beatificación de María del Sagrario de san Luis
Gonzaga y María Maravillas de Jesús, 1998.

622 Palmero Ramos, Rafael, obispo, Algo que hay que sentir, más que
comprender, Boletín Oficial del Obispado de Palencia (Palencia, ene-
ro-febrero 2003) 32-35.
Homilía de la Misa celebrada en las carmelitas descalzas de La Aldehuela
(Getafe), el 11 de diciembre de 2002.

623 Palmero Ramos, Rafael, obispo: Una vida centrada en la voluntad de


Dios. Santa Maravillas de Jesús (1891-1974). [Burgos, Monte Carmelo,
2003]. 95 p. ilustr. (retr., fot.) formato irregular 14 x 12 cm.,
(Colección “MC-Bolsillo”).
624 Pérez Arangüena, José Ramón, Los nuevos santos españoles,
Palabra n. 468-469 (Madrid, abril 2003) 86-91.
Cfr. especialmente: Maravillas de Jesús, una Teresa del siglo XX, p. 91; sobre
las canonizaciones: Intensos preparativos de la visita de Juan Pablo II, pp.
80-81.

625 [Pérez y Fernández-Golfín, Francisco], obispo: Lo que Dios quiera,


como Dios quiera, cuando Dios quiera. Carta pastoral a la comunidad
diocesana de Getafe con ocasión de la canonización de la Beata Madre
Maravillas de Jesús, carmelita descalza, el día 4 de mayo de 2003, por
804 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Su Santidad Juan Pablo II. [Alcalá de Henares, Imp. C.D. de la Imagen,


2003]. 10 p. 21 cm.
626 R.M.J., Maria Meravelles de Jesús, una vida fidel al carisma del
Carmel, Catalunya Cristiana (Barcelona, 17 abril 2003) 14-15.
627 S.C., Madre Maravillas de Jesús tras las huellas de una Santa, El Taller
del Orfebre n. 40 (Talavera de la Reina-Toledo, abril 2003) 6-7.
Sobre las canonizaciones del 4 de mayo, véanse también las p. 3 y 11: Un vien-
to que hinchará las velas, por José Luis Restán.

628 Sánchez Pérez, Juan, La Madre Maravillas y Bullas, La Opinión


(Murcia, 16 marzo 2003) 27.
Sobre la relación de Maravillas Pidal con el pueblo de Bullas y sus contornos,
y algunos testimonios de personas que la conocieron en su juventud.

629 Seréis mis testigos, Alfa y Omega (Madrid, 27 febrero 2003) 18-19.
“Del mensaje de los obispos españoles con ocasión del próximo viaje del Papa
a España: [...] ‘Comprenderéis nuestro gozo, y el de toda la comunidad cristia-
na en España, al anunciaros que el Papa canonizará a cinco miembros de nues-
tra Iglesia que vivieron la caridad de forma heroica en el siglo XX, y serán
propuestos como testigos del Señor y modelos para nuestro tiempo y para las
generaciones venideras: Pedro Poveda [...] y la madrileña María Maravillas de
Jesús, virgen, carmelita descalza y fundadora de numerosos carmelos’”.

630 “Seréis mis testigos”. Mensaje de los obispos españoles con ocasión
del viaje apostólico de Juan Pablo II a España, Padre nuestro (Toledo,
9 marzo 2003) 4-6.
631 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., La Beata Maravillas de Jesús,
mujer profética del Carmelo Teresiano, Testigos del siglo XX, maestros
del siglo XXI. Actas del XIII Simposio de la Academia de Historia
Eclesiástica, editado por Manuel Cociña. Sevilla, 8 de abril de 2002
(Córdoba, 2003) 139-170.
Este artículo (original de 26 páginas), que será publicado durante este año, está
en imprenta, por lo que no se pueden ofrecer todavía más datos bibliográficos
del mismo.

632 Simeón de la Sagrada Familia, O.C.D., La hora de Dios, Alfa y


Omega n. 350 (Madrid, 17 abril 2003) 6-7.
Historia de la Causa de Beatificación y Canonización de la Madre Maravillas
de Jesús. En este mismo número, véase también: España espera al Papa, p. 18.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 805

633 Testigos del amor de Dios, Llares n. 67 (Madrid, abril 2003) 22-24.
Del mensaje de los Obispos españoles con ocasión de la visita apostólica del
Papa Juan Pablo II a España el 3 y 4 de mayo de 2003.

634 Tocar con la mano a Dios, Alfa y Omega n. 346 (Madrid, 20 marzo
2003) 12.
De la “Carta pastoral de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Madrid,
ante la visita del Papa”. “El Papa viene a inscribir en el catálogo de los santos
a cinco miembros de la Iglesia que peregrina en España, y que se enriquece así
con la frescura de una santidad de la que muchos de nosotros hemos sido testi-
gos [...]. Demos gracias a Dios, finalmente, por la madre Maravillas de Jesús
(Pidal y Chico de Guzmán), virgen carmelita descalza y fundadora de monas-
terios donde la oración, el sacrificio y la gozosa soledad alimentan la caridad
heroica con la que las hijas de santa Teresa de Jesús aman a Cristo y se entregan
con Él por la salvación de los hombres”.

635 Velasco, Miguel Ángel, Obras son amores, Alfa y Omega n. 350
(Madrid, 17 abril 2003) 7.
Sobre las obras sociales llevadas a cabo por la Madre Maravillas.

636 Visita Apostólica del Papa Juan Pablo II a España, Semana Santa 2003
en Madrid (Madrid, abril 2003).
Extractos de la carta pastoral de los Obispos de la Provincia Eclesiástica de
Madrid con ocasión de las canonizaciones del 4 de mayo, y breve biografía de
cada uno de los santos.

637 “Un acontecimiento de gracia para la Iglesia”. V visita apostólica de


Juan Pablo II a España, Primer día n. 37 (Córdoba, abril 2003) 12-14.
Sobre la visita del Santo Padre y las canonizaciones del 4 de mayo. Cfr. también
Un viento que hinchará las velas, por José Luis Restán, p. 15.

638 Una Iglesia creíble, Alfa y Omega n. 346 (Madrid, 20 marzo 2003) 8.
“En la carta pastoral que los obispos de la Provincia Eclesiástica de Madrid han
hecho pública recientemente con este motivo, se lee: ‘Los santos hacen creíble
a la Iglesia, hacen que ella pueda reconocerse en su identidad propia, que es la
santidad de Cristo. Encontrarse con un santo es tocar casi con la mano la pre-
sencia de Dios. Nuestro mundo necesita personas así: como el mártir fundador
padre Pedro Poveda, como el jesuita apóstol y confesor padre Rubio’ y como
las fundadoras y vírgenes Genoveva Torres, Ángela de la Cruz y Maravillas de
Jesús”.
806 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

INDICE DE AUTORES

Nota: Los números que van a continuación de cada autor se refieren al


número de ficha correspondiente de esta bibliografía.

A.E.G., 308. Cano de Santayana, Antonio, 350.


Abad León, Felipe, 236. Cárcel Ortí, Vicente, 309.
Abol-Brasón y Álvarez Tamargo, Carlos Pérez-Herce, cfr. Pérez-
Manuel, 338. Herce, Carlos.
Agea, Miguel Ángel, 339. Carmelitas Descalzas de Duruelo,
Alberto de la Virgen del Carmen, 256, 279, 288, 542.
O.C.D., 340. Carmelitas Descalzas de El
Alvarado, María de, seud.. Ver n. Escorial, 543.
264 de esta bibliografía. Carmelitas Descalzas de Harissa,
Álvarez Martínez, Francisco, 583.
arzob., 341. Carmelitas Descalzas de Iriépal,
Amalio de San Luis Gonzaga, 238.
O.C.D., 14. Carmelitas Descalzas de La
Antolín, Fortunato, O.C.D., 265, Aldehuela, 34, 35, 36, 37, 38,
278. 76, 77, 97, 98, 99, 130, 131,
Aradillas, Antonio, 117, 118. 137, 165, 166, 239, 240, 257,
Armenteros Montiel, Francisco, 258, 266, 280, 353, 354, 449,
474. 450, 451, 452, 499, 500, 544,
Asenjo Pelegrina, Juan José, ob., 545, 546, 547, 584.
579. Carmelitas Descalzas de Talavera
Ballestrero, Anastasio, O.C.D., de la Reina, 281.
card. y ex-Prep. Gen. O.C.D., Carmelitas Descalzas del Cerro de
342, 343, 448. los Ángeles, 38, 77, 99, 130,
Bastante, Jesús, 538, 539, 580, 581, 131, 137, 203, 204, 229, 240,
582. 248, 257, 258, 355, 356, 358,
Bengoechea, Ismael, O.C.D., 94, 452, 499, 500.
212, 348, 475. Carmelitas Descalzas del Santísimo
Berceo, Gonzalo de, seud., 476. Corpus Christi y San Juan de la
Bermejo, J.M., 95. Cruz de Buenos Aires, 310,
Bochini, A.M., 349. 478.
Boo, J.V., 540. Carmelo de Jesús, O.C.D., 357.
Bru Alonso, Manuel Mª, 287. Carmen Teresa de la Cruz, O.C.D.,
Brugarola, Martín, S.J., 75. 195.
Caballero, José, S.J., 96. Carrefour, seud., cfr. Muñoz,
Calleja, Pedro, 541. Julián.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 807

Carvajal Gallego, José, 359. Fernández, Paloma, 508.


Caviglia, Giuseppe, O.C.D., 479. Fernández, Ursicino, O.C.D., 145.
Cebrián, José Luis, 100. Ferrer, Eusebio, 483.
Centro Televisivo Vaticano, 360, Fiallegas, Mª Sonsoles, 297, 319,
548, 586. 377, 378, 599.
Chiron, Aliette, 249. Figuerola, Francisco José, 320.
Clarisas Capuchinas, 453. Finian Monahan de la Reina del
Colina, Jesús, 589. Carmelo, Prep. Gen. O.C.D.,
Conferencia Episcopal Española, 46.
591. Franco Martínez, César Augusto,
Congregatio de Causis Sanctorum, ob., 557.
259, 289, 290, 291, 292, 293, Fray Angélico, seud., 484, 558.
294, 311, 312, 313, 314, 315, Fuentes Elola-Olaso, José Antonio,
316, 361, 501, 549, 550, 551, 121.
552. Gaitán, José Damián, O.C.D., 456.
Corral, Pedro, 295, 296, 317, 318, Galán, Lola, 600, 601.
362.
Galmés, Lorenzo, O.P., 188.
Cristina de la Cruz de Arteaga,
García Agüero, Arturo, 485.
O.S.H., 39, 40, 207.
García Fraile, P.M., 380.
Cristina María de la Divina Gracia,
García Segura, Vicente, S.J., 250.
O.C.D., 553.
Garrido Bonaño, Manuel, O.S.B.,
Cuesta del Muro, Carmen, 2.
457.
Díaz Villasante, Justo, 141.
Gaspar de San José, O.C.D., 79.
Dolores de Jesús, O.C.D., 41, 42,
43, 44, 167, 186, 187. Gil, Miguel, 602.
Dom Antonio María, O.S.B., 502. Gitanilla del Carmelo, seud., cfr.
Domínguez, Altagracia, 503, 504. Medina Cuesta, Adela.
Echevarría, Lamberto de, 101. Giubellino, Gabriel, 509.
Efrén de la Madre de Dios, O.C.D., Gloria de Jesús, O.C.D., 230.
45. González Chaves, Alberto José,
Egidi, Silvana, 119. 559.
Encinas, Inma, 480, 481. González de Vega, Javier, 283.
Enrique y Tarancón, Vicente, card., González Vegas, María, 382.
143, 144, 168, 169. González y González, Nicolás,
Escudero, Gerardo, C.M.F., 120. 104, 385.
Fernández de Mendiola, Domingo, González, Damián, 383, 384.
O.C.D., 376. Granero, Jesús Mª, S.J., 133,
Fernández García, Matías, 282. 134,146, 147, 227.
Fernández Valdés, Amparo, 482. Gutiérrez García, José Luis, 80,122,
Fernández, Emilio, 598. 321, 322, 386, 387.
808 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Heliodoro del Niño Jesús, O.C.D., Luque, Carlos, 225.


50, 105, 170. Mª Amor de la Santísima Trinidad,
Herrera Oria, Ángel, 6. O.C.D., 252.
Hervás Poveda, Félix, 251. Mª Asunción de la Eucaristía,
Hoyo, Javier del, 389. O.C.D., 125.
Hugo de San Víctor, 7. Mª Elena de la Madre de Dios,
Humarán, Pedro, 459. O.C.D., 299.
Ibáñez, Leonardo, 390. Mª Josefa del Corazón de Jesús,
Ioannes Paulus PP. II, 460, 461. O.C.D., 300, 465.
Iraburu Larreta, José Mª, 605. Mª Reyes de Jesús, O.C.D., 301.
J.G.A., 81. Mª Reyes del Corazón de Jesús,
J.M.A., 171. O.C.D., 226, 302, 325.
Jiménez, Roger, 561. Mª Teresa del Sagrado Corazón,
Jiménez Duque, Baldomero, 51, O.C.D., 466.
52, 106, 107, 123, 231, 241, Macca, Valentino, O.C.D., 220.
260, 392, 393, 394, 395, 486, Maccise, Camilo, Prep. Gen.
562, 606, 607, 608, 609, 610. O.C.D., 401, 402, 403, 404,
Jiménez Rodrigo, Secundino, 510,
405.
563.
Mallol, José Mª, 409.
Juan Bosco de Jesús, O.C.D., 213.
Manuel, 199.
Juan de Jesús María, O.Carm., 462.
Marañón Bertrán de Lis, Álvaro,
Ladone, Piergiorgio, O.C.D., 397.
410.
Lahoz, Víctor, 55.
Marañón Bertrán de Lis, Gregorio,
Lamet, Pedro Miguel, S.J., 298.
Lara, Juan, 612. 615.
Lastreto, Rodrigo, 390. Maravillas de Jesús, O.C.D., 8, 9,
Liso, Miguel Ángel, 225. 10, 16, 17, 177, 178, 179, 242,
Llamas, Román, O.C.D., 29, 464. 262, 271, 272, 284, 285, 411,
Llorente, Segundo, S.J., 513. 520, 521, 565, 616, 617.
Lobo Iglesias, Efrén, 208. María Magdalena de Jesús, O.C.D.,
Londero, Óscar, 398. 253.
López de Lama, Inmaculada, Marín, Coro, 468.
O.I.C., 514. Marina de Cristo, O.C.D., 488.
López Gonzalo, Hermenegildo, Martín Gómez, Pedro, 243.
124. Martín Rubio, Ángel David, 412.
López Melús, Rafael Mª, O.Carm., Martín Sánchez, Benjamín, 110.
515, 516, 613. Martín, Marifé, 489.
Lucinio Ruano del Santísimo Martín, Santiago, 304, 326, 327.
Sacramento, O.C.D., 400, 487, Martínez Puche, José A., O.P., 522,
518. 566.
BIBLIOGRAFÍA GENERAL SOBRE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 809

Matías del Niño Jesús, O.C.D., 11, Pablo Maroto, Daniel de, O.C.D.,
59, 60, 152, 153, 180, 201, 244, 530.
328, 414, 490, 524. Palisses-Save, Père de Bétharram,
Mayoral Guiu, Miguel, 525. 190.
Medina Cuesta, Adela, 103. Cfr. Palmero Ramos, Rafael, ob., 158,
Gitanilla del Carmelo. 306, 329, 495, 622, 623.
Melgar García-Inés, Ladislao, 415. Pascual, José, 68.
Mena, Ricardo, 416. Pazos, Josefina Alicia, 570.
Menéndez Reigada, Albino, O.P., 3. Peña Rodríguez Martín, Manuel de
Menéndez, Oswaldo, 30. la, 330, 331.
Menéndez Carrillo, Rosa Mª, 215, Peregrino, Celso, 233.
618. Pérez Arangüena, José Ramón,
Merino, Arantxa, 491, 492. 624.
Miguel Ángel de San José, ex-Prep. Pérez y Fernández-Golfín,
Gen. O.C.D., 62. Francisco José, ob., 275, 421,
Molina, Andrés, 216. 531, 532, 571, 625.
Pérez, Laura, 459.
Monastero Carmelitane Scalze-
Pérez, Maribel, 332.
Concenedo, 528.
Pérez-Herce, Carlos, 477.
Monte-Cristo, seud., 4.
Pidal Allendesalazar, Ignacio, 422.
Monteiro de Castro, Manuel, arzob.
Pino Roldán, Francisco del, 221.
y nuncio, 529.
Posteguillo, Aniceto J., F.S.C., 18.
Moro Briz, Santos, ob., 63.
Pripalmar, seud., cfr. n. 217.
Moyano, Noemí, 619, 620.
R.M.J., 626.
Muñoz Iglesias, Salvador, 245. Ramírez, Eulogio, 160.
Muñoz, Julián, 154, 155. cfr. Redondo, Mª Lourdes, 426.
Carrefour. Rey, José Ignacio, O.C.D., 69.
Navajas, Alex, 568. Ricart Torrens, José, 70.
Nieto, Teresa, 418. Rodríguez, José Vicente, O.C.D.,
Onrubia, Francisco Javier, 274. 427.
Ordine Carmelitani Scalzi. Curia Rojas, Moisés, 330.
Generalizia, 621. Romero Amez, Ricardo, 218.
Oriol Muñoz, Juan Pedro, L.C., Romo, Josefa, 428.
569. Rouco Varela, Antonio Mª, card.,
Oriol y Urquijo, Antonio Mª, 156. 429, 430, 431, 432, 433, 497.
Oriol y Urquijo, Lucas, 66, 67, 111, Ruiz y Ruiz, Lolita, 333.
181. S.C., 627.
Oytis, seud., cfr. Valentín de San Sáez, Antonio, 434.
José, O.C.D. Salvatico, Girolamo, O.C.D., 435.
P. de J., 157. Sánchez González, Martín, 228.
810 SIMEÓN DE LA SAGRADA FAMILIA

Sánchez Pérez, Juan, 334, 534, 628. Toller, Verónica, 536.


Sánchez Vaquero, José, 535. Tuya, Manuel de, O.P., 193, 202.
Sanz Montes, Jesús, O.F.M., 498. U.M. de G., O.C.D., 127.
Silverio de Santa Teresa, Prep. Una Carmelita Descalza, 92.
Gen. O.C.D., 12, 13. Urrutia, José Luis, S.J., 33.
Simeón de la Sagrada Familia, Urtiaga, Matilde, 163.
O.C.D., 135, 183, 191, 234, Valentín de la Cruz, O.C.D., 15.
247, 254, 255, 307, 335, 336, Valentín de San José, O.C.D., 72,
436, 437, 438, 472, 631, 632. 93, 114, 115, 128, 185, 194,
Simón, Alfonso, 439. 235, 575. Cfr. Oytis.
Solano, Jesús, S.J., 136, 440. Vázquez, Gerardo, 576.
Soledad de Jesús, O.C.D. 32, 71, Vega Díaz, Francisco, 73, 129.
162, 192, 441, 574. Velasco, Miguel Ángel, 446, 447,
Teresa de Jesús, O.C.D., 19. 635.
Teresa Mª de Jesús, O.C.D., 210. Velázquez, Flavia Paz, 578.
Toldos, Raquel, 332. Yubero, Laureano, 74.

NOTA FINAL

Este primer intento de una bibliografía suficientemente interesante y


completa sobre la Madre Maravillas de Jesús, carmelita descalza, se detiene
aquí hoy 30 de abril de este año 2003. Dentro de unos días, y precisamente
el 4 de mayo próximo, la Madre Maravillas será canonizada solemnemente
en Madrid por Su Santidad Juan Pablo II, y desde esa fecha ya tendremos que
hablar de Santa Maravillas de Jesús. La corriente bibliográfica en torno a
ella crecerá de manera impetuosa y continua. Pero otras manos y otros bu­
ceadores se encargarán a su debido tiempo de recogerla y de enmendar
igualmente las posibles omisiones y deficiencias de la presente bibliografía.
¡Buen trabajo y buena suerte!
PERFIL BIOGRÁSFICO DE SANTA MARAVILLAS DE JESÚS 811

ÍNDICE GENERAL

ESTUDIOS Y NOTAS

Álvarez, Tomás, En torno a una célebre carta de Santa Teresa.


¿Espuria o auténtica su carta a Cristóbal R. de Moya? .... 187-213
— Apuntes teresianos ............................................................... 215-221
— Diccionario de Santa Teresa. Doctrina e Historia .............. 223-225
Carmelitas Descalzas de La Aldehuela, El Epistolario de
Santa Maravillas de Jesús ................................................... 477-523
Cervera Barranco, Pablo, La Capilla “Redemptoris Mater”
de Juan Pablo II .................................................................. 227-229
De la Cruz, Ramón María, Madre Maravillas de Jesús.
Acercamiento a su experiencia mística ............................... 583-598
De la Sagrada Familia, Simeón, Una nueva fuente del josefi-
nismo de Santa Teresa ......................................................... 147-186
— Historia de la causa de Canonización de Santa Maravillas
de Jesús ................................................................................ 677-718
— Bibliografía general sobre Santa Maravillas de Jesús ....... 719-810
De la Sagrada Familia, Simeón y Castro, Gabriel, Carta
sellada de Edith Stein .......................................................... *1-*32
González Chaves, Alberto José, Madre Maravillas de Jesús.
Anecdotario .......................................................................... 623-646
812 ÍNDICE GENERAL

Herrero Salgado, Félix, Santa Teresa y el Greco .................... 117-145


Jiménez Duque, Baldomero, “Dolor y Cielo”. Aproximación a
la experiencia mística de Santa Maravillas de Jesús ......... 525-582
Martín del Blanco, Mauricio, María en la vida, experiencia
y doctrina de San Juan de la Cruz ............................................... 3-20
— Perfil biográfico de Santa Maravillas de Jesús .................. 305-321
— La Madre Maravillas, Hija de Teresa de Jesús. Huma-
nismo y coherencia religiosa ............................................... 357-385
— Madre Maravillas, animadora de las comunidades religio-
sas y formadora. Su estilo ................................................... 427-456
Martín del Blanco, Mauricio y Renedo, Evaristo, Sus pre-
ferencias por los santos del Carmelo .................................. 457-476
Ortega, Pedro, Nueva carta del P. Juan Vicente de Jesús María 239-242
Pacho, Alberto, La Madre Maravillas: Fundadora de Car-
melos Teresianos .................................................................. 387-425
Pacho, Eulogio, La “Llama de amor viva” revisada ................. 61-115
Renedo, Evaristo, Teresa de Jesús, maestra y formadora ......... 21-60
— Madre Maravillas o la fidelidad a la llamada de Dios.
Vocación y destino ............................................................... 323-356
Royo Mejía, Alberto, Parecer de los teólogos sobre las virtu-
des heroicas de la Madre Maravillas de Jesús ................... 647-676
Urkiza, Julen, Nueva carta autógrafa de la Beata Ana de San
Bartolomé ............................................................................ 231-237
— La nueva gran edición alemana de Edith Stein en 24 tomos 243-257
— Presentación del primer tomo de Edith Stein en castellano 269-300
Velasco Puente, Miguel Ángel Una contemplativa del siglo
XX al servicio de la Iglesia y de los pobres ........................ 599-621

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