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El documento describe la situación económica de México en la primera mitad del siglo XIX. A pesar de que se creía que México era extremadamente rico en recursos naturales, la guerra de independencia destruyó la prosperidad económica. La agricultura, la industria y la minería estaban poco desarrolladas y el país enfrentaba una gran deuda y dependencia exterior. La mayoría de la población vivía en la pobreza mientras que una pequeña élite controlaba la mayor parte de la riqueza.

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El documento describe la situación económica de México en la primera mitad del siglo XIX. A pesar de que se creía que México era extremadamente rico en recursos naturales, la guerra de independencia destruyó la prosperidad económica. La agricultura, la industria y la minería estaban poco desarrolladas y el país enfrentaba una gran deuda y dependencia exterior. La mayoría de la población vivía en la pobreza mientras que una pequeña élite controlaba la mayor parte de la riqueza.

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En la primera mitad del siglo XIX se creyó firmemente que México era un

país inmensamente rico. Esta idea había sido difundida por diversos estudiosos de
este territorio, encabezados por el científico alemán Alejandro Von Humboldt, que
visitó la Nueva España en los inicios del siglo y estudió durante un año sus riquezas
naturales. Sin embargo, la larga guerra de independencia acabó con la prosperidad
económica del antiguo virreinato y la riqueza mexicana se convirtió en una leyenda.
Alejandro Von Humboldt (1769-1859). Ilustre
alemán que viajó a la Nueva España en los
principios del siglo XIX y estudió durante un
año sus riquezas naturales. Autor del Ensayo
Político sobre el reino de la Nueva España.
Benito Juárez en decreto de 1859 le declaró
Benemérito de la Patria y mando hacer una
escultura a Italia de tamaño natural que
finalmente fue obsequiada a México por el
Emperador de Alemania, Guillermo II, e
inaugurada en las fiestas del Centenario de
1910, se encuentra en los jardines de San
Agustín en Biblioteca Nacional.
Alejandro Von Humboldt (1769-1859). Ilustre
alemán que viajó a la Nueva España en los
principios del siglo XIX y estudió durante un
año sus riquezas naturales. Autor del Ensayo
Político sobre el reino de la Nueva España.
Benito Juárez en decreto de 1859 le declaró
Benemérito de la Patria y mando hacer una
escultura a Italia de tamaño natural que
finalmente fue obsequiada a México por el
Emperador de Alemania, Guillermo II, e
inaugurada en las fiestas del Centenario de
1910, se encuentra en los jardines de San
Agustín en Biblioteca Nacional.

El abandono de las tierras de labranza y de las minas en producción, los


nuevos obstáculos al desarrollo comercial y la descapitalización de que fue objeto el
país desde la expulsión de españoles, llevó al México naciente a un endeudamiento
paulatino con la consiguiente dependencia del exterior. México surgió endeudado y
en bancarrota, pero con fe en la riqueza potencial con que la naturaleza dotó a su
territorio.

Los mexicanos tenían fe ciega en la riqueza


con que la naturaleza había dotado a su
territorio con forma de cuerno de la
abundancia. Carta general de la República
Mexicana del primer geógrafo mexicano.
Antonio García Cubas (1832-1912), Litografía
de Decaen, impreso por J. M. Lara.

Durante todo el siglo XIX el erario nacional se encontró exhausto. Al no


lograrse estabilidad política durante más de medio siglo de vida independiente, con
el cambio alternativo de personas y programas de gobierno opuestos entre sí, y sin
que se tuviera oportunidad de desarrollar cabalmente ninguno de ellos, la situación
del país fue agravándose hasta llegar, en 1861, al extremo de no poder pagar
siquiera los intereses de la deuda exterior.

En los difíciles años en que México luchaba por la formación de su Estado, su


soberanía se encontró amenazada por la codicia de las potencias extranjeras que
consideraban a la nación presa fácil para el desarrollo de sus ambiciones
económicas y territoriales.

La crisis económica que vivió el país desde la Independencia, se atribuyó no


tanto a la limitación de los medios para aprovechar la riqueza del suelo mexicano
como a la incapacidad de los mexicanos para organizar su gobierno y su economía.

En 1855 la población nacional se estimaba entre 7 y 8 millones de habitantes.


Unicamente seis estados de la República (Guanajuato, Jalisco, México, Oaxaca,
Puebla y Yucatán) rebasaban el medio millón, y sólo el de México se acercaba al
millón. En el Distrito Federal vivían alrededor de 200 mil personas. -Se estima que
los extranjeros oscilaban entre 30 y 40 mil individuos. La población económicamente
activa se ha calculado en 2'965,032 ciudadanos. La estructura piramidal de la
sociedad colonial subsistía con ligeros cambios: clero, milicia y terratenientes
estaban en la cúspide de la pirámide social, sostenida principalmente por la masa de
trabajadores del campo y de las minas.
La economía mexicana en general y en particular la agricultura ponían en
duda la riqueza del suelo mexicano. El agua era escasa y estaba mal distribuida. Si
bien en las zonas más fértiles la producción era abundante, como en el caso de
Veracruz y Tabasco, en otras había grandes extensiones de tierra donde nada se
cultivaba. Los sistemas de trabajo agrícola estaban muy atrasados.

La carencia de vías adecuadas de comunicación limitaba a la agricultura a un


mercado regional necesariamente restringido, y el ferrocarril, que después de 1867
representaría el mejor instrumento para estimular la producción interna, propició
desde sus orígenes una significativa tendencia centralizadora.

Los productos agrícolas más comunes eran maíz, frijol y chile; se cultivaban
granos en Nuevo León e ixtle en San Luis Potosí. En Yucatán se producía algodón,
tabaco, madera de tinte y henequén. El algodón se cultivaba en Veracruz, Guerrero,
Colima, Sinaloa y Coahuila. Un renglón importante en la producción nacional, dado
su consumo, era el pulque; en 1866 solamente en la ciudad de México se
consumieron 2 millones de arrobas.

La situación industrial presentaba un panorama más precario que la agrícola.


En vez de industrias propiamente dichas encontramos talleres artesanales. Las
fábricas de hilados de Guanajuato en su mayoría eran movidas a mano, algunas por
el impulso de caídas de agua y sólo dos a vapor.

La producción de la industria mexicana en 1855 ascendía a 100 millones de


pesos. Lo correspondiente a los textiles era el renglón fundamental, en particular la
rama algodonera. Solamente en rebozos se estima una producción cercana al medio
millón de piezas anuales, y una cifra semejante se considera por lo que se refiere a
cobertores y Jorongos.

La minería, sin duda el área más importante de la economía mexicana, se


encontraba en manos de extranjeros (ingleses, franceses y alemanes), la legislación
atrasada y una tecnología desactualizada no permitían su expansión.
La pirámide social no sufrió cambios
substanciales en el siglo pasado. Las clases
marginadas obtuvieron la igualdad frente a la
ley con las leyes de Reforma, pero siguieron
siendo el sostén de una escasa minoría.
Carbonero, del pintor francés Eduardo
Pingret (1788-1875) que trabajó en México a
mediados del siglo pasado.
La pirámide social no sufrió cambios
substanciales en el siglo pasado. Las clases
marginadas obtuvieron la igualdad frente a la
ley con las leyes de Reforma, pero siguieron
siendo el sostén de una escasa minoría.
Carbonero, del pintor francés Eduardo
Pingret (1788-1875) que trabajó en México a
mediados del siglo pasado.

El comercio era la actividad que procuraría un progreso lento y la formación


de capitales. En consecuencia, los comerciantes fueron la clase más adinerada del
país, no obstante que el mal transporte y la inseguridad en los caminos
entorpecieron el desarrollo mercantil en vista del aislamiento de los centros de
población.

La actividad comercial permitiría una cierta


recuperación económica en la primera mitad
del siglo XIX. Plaza de Santo Domingo, uno de
los principales centros de comercio de la
ciudad de México. Litografía de Iriarte.

Los únicos recursos del Estado procedían de los impuestos y como


solamente la quinta parte de los propietarios pagaba, el gobierno federal se veía
forzado a variar constantemente las tarifas aduanales en detrimento del tránsito
comercial.
Había tres clases de aduanas: las marítimas, las fronterizas y las interiores.
Las mercancías que venían por mar tenían que pagar gravámenes por tonelaje,
derechos de ancla, de pilotaje, para obras públicas y para amortización de la deuda;
por tierra se cumplía con el derecho de peaje, tributo de seguridad (escolta
imaginaria que generalmente no se daba), impuesto al municipio, de fortificación, de
control y varios más.

En 1850 las importaciones generaron derechos aduanales por un monto


superior a 81 millones de pesos. El 43% de los derechos correspondía a productos
de origen inglés, el 16% provenía de Francia, el 13% era de procedencia alemana y
el 10% de Estados Unidos. De Francia venían vinos, encajes y telas, porcelanas,
muebles y artículos personales de lujo; de Alemania relojes y bisutería. Se calcula
que en 1855 los ingresos de las aduanas sumaban 7 millones 398 mil pesos y en
1865 Maximiliano los llegó a estimar en 10 millones.
Los artículos suntuarios eran importados de
Europa. Los vinos y los encajes venían de
Francia y los relojes de Alemania. Castillo de
Chapultepec.

El 90% de las exportaciones se remitía a Inglaterra, Estados Unidos y


Francia. El producto principal era el peso acuñado y los metales preciosos que
representaron, en 1856, el 80% del monto de las exportaciones. Se exportaban
también: vainilla, cochinilla, tabaco de hojas, madera de tinte y trabajos de
ebanistería.
Casa de Moneda y Apartado de Oro. El peso
acuñado constituyó el renglón principal en
las exportaciones de México; a mediados del
siglo pasado circuló por todo el mundo. La
casa de Moneda fue concluida en marzo de
1850. Litografía de Murguía.
Casa de Moneda y Apartado de Oro. El peso
acuñado constituyó el renglón principal en
las exportaciones de México; a mediados del
siglo pasado circuló por todo el mundo. La
casa de Moneda fue concluida en marzo de
1850. Litografía de Murguía.

Se estima que hacia 1856 México exportaba productos por un total de 28


millones de pesos y el monto de las importaciones alcanzaba los 26 millones.

Debido a la quiebra el gobierno recurría constantemente a exigir préstamos


forzosos, multiplicando la deuda interna. La situación económica se fue agravando
con cada guerra, la crisis llegó a ser permanente y en 1851 la deuda interior
ascendió a 53 millones y la exterior a 76 millones. En la guerra de Reforma se llego
incluso a confiscar bienes, y Miramón en 1860 asaltó la legación británica.

Dada la descapitalización que sufrió el país a raíz del movimiento de


Independencia y la inestabilidad política subsecuente, la usura fue importante fuente
de capitales. Llegó a considerarse que el 24% de interés era moderado. El principal
agiotista era el clero, que prestaba con intereses que oscilaban del 12 al 24%.

Frente a un Estado pobre existía una Iglesia rica. En 1833, José María Luis
Mora calculó que los bienes de esta institución ascendían a 179 millones de pesos,
que bastaría para superar la bancarrota nacional. Se llegó a afirmar que la Iglesia
era la propietaria de las tres cuartas partes de las tierras de cultivo, y no faltó quien
atribuyera a ello la crisis económica del Estado.
La iglesia como institución política
obstaculizó el Estado Nacional. Catedral de
México.

Es difícil cuantificar con exactitud los caudales del clero, debido a que la
corporación gozaba de fuero y sus propiedades escapaban al control del gobierno;
sin embargo, la riqueza de la Iglesia era ostensible, y su contraste con la pobreza del
erario resultaba notable.

Con la independencia nacional, la Iglesia había logrado su propia


emancipación del Regio Patronato. Además, al alimentar de caudillos a la
insurgencia e intervenir directamente en la consumación del movimiento, su fuerza
política se vio agigantada. Por otra parte, era la única institución organizada que
existía en medio de la anarquía del país, y para mantener su influencia limitó la de
los Estados Unidos, por temor a una invasión protestante.

El nada halagüeño panorama económico se agravó por la inestabilidad


política, que dio lugar a un ciclo de permanente retroalimentación: las carencias
económicas empujaban a la crisis política, y ésta condicionaba el atraso económico.
No obstante las privaciones sufridas por el pueblo mexicano, éste no cesó en su
lucha por las ideas a cambio de un bienestar económico, ni se sometió al extranjero
con el señuelo de un quimérico progreso.

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