Paisaje Cultural

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Sumario N.

º 12
Editorial

P a isa je c u lt u ra l
Artículos de análisis
Desarrollo y balance del Plan Nacional de Paisaje Cultural.
De la Carta de Sevilla al Convenio de Florencia.
El Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa:
su impacto en la política europea en materia de paisaje.
Los paisajes como seña de identidad.
El paisaje a riesgo de la democracia.
Instrumentos para la política del paisaje: resumen de la
12 12
experiencia francesa. 2020

2020
La política del paisaje en Francia: elementos de balance.
Caracterización del paisaje inglés, incluida la influencia
de estrategias políticas e intervenciones públicas y sus
percepciones del paisaje.
La protección paisajística en el derecho español y comparado
en el 25 aniversario de la aprobación de la Carta del Paisaje
Mediterráneo.
Proyectos y actuaciones del Instituto Andaluz del
Patrimonio Histórico para la implementación del
Convenio Europeo del Paisaje.
Conservación viva o el momento de la arquitectura de paisaje.
Los retos paisajísticos en el diseño y construcción de obras.
El desarrollo de la protección urbanística del litoral español:

Patri moni o C u lt u r al de E s pañ a


el caso asturiano.
Despoblación y demotanasia.
El paisaje cultural como una pieza clave del sistema turístico
territorial.
Trabajar los límites.
Sensibilización y concienciación sobre paisajes culturales
urbanos.
El paisaje cultural de Risco Caído y las montañas sagradas
de Gran Canaria: un territorio conectado con el cielo.

Pa trim onio Cultural d e Espa ña P ai s aje cul tur al


¿Conflictiva relación entre Espacio natural Protegido
y Paisaje Rural Cultural?
¿El paisaje del cine o el cine del paisaje? una nueva
significación cultural en el Desierto de Tabernas.
Evolución en la actualidad de los jardines históricos de España.
Hacia un hiperatlas para el conocimiento y difusión
de los paisajes culturales españoles.
Tecnologías geoespaciales aplicadas a la documentación
de paisajes culturales.
Donamaría (Navarra).
Patrimonio Cultural de España N.º 12 – 2020

Paisaje cultural
Catálogo de publicaciones del Ministerio: www.libreria.culturaydeporte.gob.es
Catálogo general de publicaciones oficiales: https://cpage.mpr.gob.es

Edición: Los artículos incluidos en esta publicación se entregaron en 2019


pero debido a la Covid 19 su edición no ha concluido hasta 2021.

Fotografía de la cubierta:
Carmen Caro. Málaga, ciudad y hoya habitada desde la Antigüedad
por distintos pueblos configurando un complejo y activo paisaje cultural.

MINISTERIO DE CULTURA
Y DEPORTE

Edita:
© SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA
Subdirección General
de Documentación y Publicaciones

© De los textos e imágenes: sus autores

NIPO: 822-20-048-5
ISSN: 2386-6586

Las opiniones y puntos de vista expresados en los artículos que forman


parte de este número son de exclusiva responsabilidad de sus autores.
Patrimonio Cultural de España.
N.º 12. 2020

COORDINACIÓN CIENTÍFICA DEL N.º 12


Carmen Caro Jaurielguizo
Coordinadora del Plan Nacional
de Paisaje Cultural

COORDINACIÓN DE LA PUBLICACIÓN
Asunción Guerrero García

DISEÑO GRÁFICO ORIGINAL


Leona

TRADUCCIÓN
Ubiqus.com

WEB
https://ipce.culturaydeporte.gob.es/difusion/
publicaciones/revistas/revista-patrimonio-cultu-
ral-de-espana.html

DISTRIBUCIÓN Y VENTA DE PUBLICACIONES


Abdón Terradas, 7. 28015 Madrid
Tel. 915 439 333. Fax. 915 493 418

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9 Editorial
Carmen Caro Jaurelguizo

Artículos de análisis
Introducción
17 Desarrollo y balance del Plan Nacional de Paisaje Cultural
Carmen Caro Jaurelguizo

39 De la Carta de Sevilla al Convenio de Florencia


Florencio Zoido Naranjo

Las políticas
57 El Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa: su impacto en la política
europea en materia de paisaje
Maguelonne Dejeant-Pons

77 Los paisajes como seña de identidad


Linarejos Cruz

93 El paisaje a riesgo de la democracia


Yves Luginbühl

109 Instrumentos para la política del paisaje: resumen de la experiencia francesa


Julien Transy

123 La política del paisaje en Francia: elementos de balance


Jean-Luc Cabrit

129 Influencia de las estrategias políticas e intervenciones públicas en la


caracterización y percepción del paisaje inglés
Merrick Denton-Thompson

143 La protección paisajística en el derecho español y comparado, en el


25º aniversario de la aprobación de la Carta del Paisaje Mediterráneo
Carmen Fernández Rodríguez

159 Proyectos y actuaciones del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico


para la implementación del Convenio Europeo del Paisaje
Silvia Fernández Cacho

La transformación del paisaje


177 Conservación viva o el momento de la arquitectura de paisaje
Manuel Rodrigo de la O Cabrera

189 Los retos paisajísticos en el diseño y construcción de obras


Ana B. Berrocal-Menárguez y Pedro Molina-Holgado

205 El desarrollo de la protección urbanística del litoral español: el caso asturiano


Ramón Fernández-Rañada

233 Despoblación y demotanasia


Pilar Burillo Cuadrado y Francisco Burillo Mozota
7
251 El paisaje cultural como una pieza clave del sistema turístico territorial
Libertad Troitiño Torralba

269 Trabajar los límites


María A. Leboreiro Amaro

La percepción e interpretación del paisaje


283 Sensibilización y concienciación sobre paisajes culturales urbanos
Werner Durrer

299 El paisaje cultural de Risco Caído y las montañas sagradas de Gran Canaria:
un territorio conectado con el cielo
Cipriano Marín, José de León Hernández, Juan Antonio Belmonte y José Guillen Medina

317 ¿Conflictiva relación entre Espacio Natural Protegido y Paisaje Rural Cultural?
Patricio Sarmiento-Mateos, Cecilia Arnáiz-Schmitz, Cristina Herrero-Jáuregui,
Francisco D. Pineda y María F. Schmitz

333 ¿El paisaje del cine o el cine del paisaje? Una nueva significación cultural
en el Desierto de Tabernas
David Escudero

347 Evolución y situación actual de los jardines históricos de España


Consuelo Martínez-Correcher y Gil

Nuevas técnicas documentales al servicio del paisaje


373 Hacia un hiperatlas para el conocimiento y difusión
de los paisajes culturales españoles
Francisco Arques y Nicolás Mariné

385 Tecnologías geoespaciales aplicadas a la documentación de paisajes culturales


Tomas Ramón Herrero Tejedor

8
Editorial

En el año 1992, un grupo de expertos de las regiones de Rosillon-Languedoc (Francia), la Toscana


(Italia) y Andalucía (España) se reunieron en Sevilla para debatir sobre la evolución del paisaje me-
diterráneo que, desde la década de los años 60, venía experimentando una acelerada y dramática
transformación. El marco para la celebración de esta reunión no podía ser más oportuno; España era
centro de atención mundial por dos eventos de gran repercusión mediática que, sin duda, marcaron su
devenir hacia su definitiva inclusión como país plenamente desarrollado y en progresivo crecimiento;
Sevilla acogía la Exposición Universal y Barcelona, los Juegos de la XXV Olimpiada, seguida de los IX
Juegos Paralímpicos. Ciertamente, estos eventos constituyeron el espaldarazo definitivo para el posicio-
namiento de España como país moderno dentro del contexto europeo y mundial.

En 1986, con una democracia sólidamente consolidada y con fuertes vínculos internacionales, Espa-
ña ingresó en la Comunidad Económica Europea iniciando el camino hacia un paulatino y creciente
progreso que transformaría el panorama de España y de los españoles. Cambios coyunturales y es-
tructurales de carácter económico y social, pero también cambios paisajísticos propiamente dichos;
baste mencionar como ejemplo, el ambicioso proyecto de la puesta en marcha del primer tren de alta
velocidad en nuestro país que unía Madrid con Sevilla y que permitía llegar a la capital del Betis en dos
horas y media de viaje. Todo un hito de la moderna ingeniería que transformó el paisaje mejorando las
redes de comunicación y transportes.

Exceptuando el País Vasco y Cataluña que habían vivido su industrialización en el siglo XIX, esa trans-
formación en la mayor parte del país es resultado de los Planes de estabilidad y desarrollo de la década
de los años 60. La consecuencia: un éxodo del campo a la ciudad, la creación de nuevas industrias con
sus correspondientes ciudades dormitorio, el desarrollo del turismo de masas, tanto extranjero como
nacional, la aparición de la segunda residencia en la costa, los grandes hoteles, y desde luego a par-
tir de la llegada de la democracia y el ingreso en la Comunidad Económica Europea, el desarrollo de
las grandes infraestructuras: ampliación y creación de aeropuertos, mejora y creación de carreteras, y
adaptación de los puertos a los nuevos megabarcos.

Con ese panorama de fondo, estos expertos en paisaje, conscientes del riesgo de ese desarrollismo
para la transformación del paisaje, redactaron durante la Exposición Universal, la Carta del Paisaje Me-
diterráneo, o Carta de Sevilla, como es conocida. Un documento que, además sirvió de guión para una
exposición de contenido artístico y científico sobre el paisaje mediterráneo que se exhibió en el pabe-
llón de Andalucía.

Esta Carta, junto a los resultados de otros seminarios fue remitida al Consejo de Europa con el objetivo
de introducir el paisaje en el mapa político. La idea fue aprobada y asumida. El resultado es el Conve-
nio del paisaje del Consejo de Europa firmado en Florencia en el año 2000. En él, se aborda el paisaje
entendido como hábitat en el sentido más amplio y como parte consustancial de nuestro entorno: pue-
blos, ciudades, polígonos, campos, playas, bienes culturales, etc.

9
PLAN
NACIONAL DE

PAISAJE CULTURAL
Ministerio
de Educación, Cultura
y Deporte

Plan Nacional de Paisaje Cultural. Madrid: IPCE, 2016. Cubierta de la publicación.

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En ese cambio de milenio fue fundamental la estrecha colaboración entre el Ministerio de Medio Am-
biente y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que inmediatamente pusieron en marcha las
herramientas necesarias para actuar conforme a las pautas marcadas en el Convenio del paisaje.

Desde el Ministerio de Cultura, la Dirección General de Bellas Artes abordó la tarea de desarrollar un
Plan nacional relativo a los paisajes otorgando un gran protagonismo al actual Instituto de Patrimo-
nio Cultural de España entre cuyas competencias se encuentra la elaboración y ejecución de planes
nacionales relativos al patrimonio cultural. Estos Planes nacionales son herramientas estratégicas que
establecen unas pautas sobre cómo abordar metodológicamente el estudio, preservación, conservación
e intervención de determinados tipos de patrimonio, así como la cooperación con otras Administra-
ciones públicas y entidades públicas o privadas para el desarrollo de dichos planes y su seguimiento.

El Plan Nacional de Paisaje Cultural cuenta por tanto con una larga y muy activa vida con fructíferos
resultados, tanto en el establecimiento e implementación de metodologías, como en el desarrollo de
proyectos de investigación y difusión.

En estos momentos, la sociedad en general siente la necesidad de preservar el paisaje y quiere apren-
der a entenderlo mejor. Y en esta línea de actuación y de pensamiento debemos valorarlo como el
medio en el que vivimos y asumirlo, como la mayor infraestructura con la que contamos; en la que
debemos invertir prioritariamente, pues de ella derivan todas las demás.

En este contexto, no podemos olvidar tampoco que, en sintonía con el propio paisaje, también nos
dedicamos a interactuar con él, transformarlo e interpretarlo. El resultado de esta actuación ha dado
como resultado elementos tan dispares y fundamentales como los planes de ordenación del territorio,
urbanísticos, u obras de arte en el sentido convencional: música, películas, cuadros, o novelas que se
desarrollan en un paisaje concreto. En la actualidad, el paisaje se ha convertido en un elemento cuyo
significado y valores afirman conscientemente nuestra identidad. De hecho, es uno de los grandes re-
cursos contemporáneos: de cohesión territorial, educativo, científico, económico, etc., lo que implica
que, su papel en el territorio y en la ciudad lo convierten en el gran protagonista.

Por añadidura, y desde la perspectiva de la política cultural, conforme a las nuevas formas de estudiar,
interpretar e intervenir el patrimonio, cada vez más integradoras y holísticas, estas tareas se deben rea-
lizar vinculándolas con su entorno; no podemos estudiar una abadía sin analizar cómo influye o define
un territorio, y viceversa; los naturalistas, ya se han dado cuenta de que tampoco se puede estudiar
la naturaleza o el medio ambiente prescindiendo de la intervención humana, no sólo porque no son
compartimentos estancos, sino porque además proporciona una visión parcial y su conocimiento se
empobrece. ¿Se puede estudiar un parque nacional o un ámbito de la alta montaña sin conocer el pa-
trimonio inmaterial de esta?, ¿Sin sus formas de pastoreo, o explotación de determinados bosques?...

El IPCE, a través del Plan nacional de paisaje cultural, ha querido dedicar este número de la revista Pa-
trimonio Cultural de España, a estudiar de manera global cómo ha cambiado el paisaje de España en los
últimos 25 años. El lector tiene entre sus manos un número monográfico en el que se analizan todos
estos cambios a través de las políticas y los elementos transformadores propiamente dichos; pero, tam-
bién se abordan otras cuestiones relacionadas con la evolución de la percepción del paisaje o el papel
relevante que tienen las nuevas técnicas documentales al servicio del mismo.

11
Paisaje cultural de Antequera, Málaga con el conjunto arqueológico Dólmenes de Antequera, Patrimonio Mundial de la
UNESCO. Fotografía: Jesús Herrero

12
Artículos de análisis

13
Cartel del Taller del paisaje del Consejo de Europa celebrado en Sevilla para conmemorar el 25 aniversario de la
Carta de Sevilla.

14
Introducción

15
Bahía de Málaga. Fotografía: Carmen Caro.

16
Desarrollo y balance del Plan Nacional
de Paisaje Cultural
Carmen Caro Jaurelguizo
Coordinadora de los Planes Nacionales de Conservación del Patrimonio Cultural
Instituto del Patrimonio Cultural de España
[email protected]

Resumen
Se hace balance del Plan Nacional de Paisaje Cultural desde su aprobación por el Consejo de Patrimonio Histórico Español,
en 2012, hasta el 2020, ante la posibilidad de que se replanteen los planes nacionales de patrimonio cultural en una futura
ley de patrimonio, que incluya las nuevas formas patrimoniales, no recogidas en la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico
Español.

El balance se basa en cuatro herramientas: 1) el presentado ante el Consejo de Patrimonio en 2017; 2) la encuesta de
evaluación realizada en las comunidades autónomas; 3) las estadísticas de uso del micrositio de planes nacionales, y 4) un
análisis DAFO que evalúa el Plan Nacional de Paisaje Cultural. También intenta evaluar su impacto en el conjunto de la so-
ciedad española.

Palabras clave
Evaluación Plan Nacional de Paisaje Cultural, Plan Nacional de Paisaje Cultural, Convenio del Paisaje del Consejo de Europa,
Observatorio Nacional del Paisaje.

Abstract
This article takes stock of the National Plan for Cultural Landscape between its approval by the Spanish Historical Heritage
Council in 2012 and 2020, given the possibility that national cultural heritage plans could be reconsidered in a future herita-
ge law that would include new forms of heritage not covered under Spanish Historical Heritage Act 16/1985.

The analysis is posited on four tools: 1) the submission to the Heritage Council of 2017; 2) the evaluation survey conducted
in the Autonomous Communities; 3) the statistics on the use of the national plans micro-site and 4) a SWOT analysis eva-
luating the National Plan for Cultural Landscape. It also seeks to assess the Plan’s impact on Spanish society as a whole.

Keywords
Evaluation National Plan for Cultural Landscape, Cultural Landscape National Plan, Landscape Convention of the Council of
Europe, National Landscape Observatory.

Una introducción muy personal: «hay que mirar mucho, recorrer mucho
y todo se va quedando ahí»

Responder a la tarea de exponer el desarrollo y balance del Plan Nacional de Paisaje Cultural precisa-
mente por mí, y en estas fechas, no deja de ser ciertamente osado. No se trata de extenderse sobre la
propia persona, desde luego, pero en este caso creo que es necesaria cierta explicación de tipo huma-
no. A comienzos de 2016, Linarejos Cruz, después de toda una vida laboral en el Instituto de Patrimo-
nio Cultural de España (IPCE) enfocada hacia la arqueología, y una de las personas responsables del
traslado y desarrollo práctico en España del Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa, deci-
dió jubilarse. Su intención era dedicarse al estudio, eludiendo así las áridas tareas burocráticas propias
de la Administración, razón que todos comprendimos. En ese año, después de ocho de profunda crisis
y enflaquecimiento progresivo del Estado, tanto presupuestariamente como de personal, el IPCE había
quedado también progresiva y proporcionalmente reducido.

17
Un par de años antes, y en esas particulares circunstancias –y otras aun más particulares mías–, llegué
al Instituto. Pertenezco al Cuerpo de Bibliotecarios del Estado, y prácticamente toda mi vida funciona-
rial se había desarrollado en bibliotecas, de modo que las competencias relativas a la preservación y
conservación del patrimonio asignadas al IPCE no eran, precisamente, a lo que yo me había dedicado.
Por esas fechas también coincidió con que Concha Cirujano, coordinadora de los planes nacionales de
patrimonio cultural, renunció a la tarea y, por mostrar yo auténtico interés, entre una cosa y la otra la
tarea me la asignaron a mí. Esto me obligaba a acudir a las reuniones de las comisiones de seguimien-
to de los planes nacionales de patrimonio cultural. Gracias a ello tuve la fortuna de ponerme al día, con
una visión general de lo que se estaba desarrollando en el campo del patrimonio cultural en su sentido
más amplio; esto se refiere a todo el territorio nacional, de boca de los máximos responsables de las
comunidades autónomas y de los mejores expertos en cada campo.

En este contexto, es evidente que algunas áreas nos resultan más interesantes que otras, siendo para
mí el paisaje el que, de alguna manera, soporta y da coherencia a los demás. Debí de mostrar suficien-
te interés y, en estas circunstancias de raquitismo administrativo, también asumí la coordinación del
Plan Nacional de Paisaje Cultural. En esos momentos, Alfonso Muñoz Cosme era el máximo responsa-
ble del IPCE.

Ahora se me pide que, de alguna manera, haga balance de lo que otras personas han desarrollado en
el campo del paisaje desde los comienzos en el año 2000 hasta la actualidad, cuando yo soy la recién
llegada y no quisiera ser crítica, porque solo puedo ser generosa.

Obviamente, la mayor osadía radica en hacer balance de un plan en el que se manejan conceptos com-
plejos –¿hay diferencia entre paisaje o paisaje cultural en Europa? ¿Cómo de extenso o reducido puede
ser un paisaje?–, pero debo decir que he tenido a los mejores maestros, a los que he tenido la fortuna
de escuchar en conferencias y reuniones profesionales, pero quiero mencionar especialmente a mi tío
Julio Caro Baroja, sin cuyas explicaciones –cuando yo no sabía que me iba a dedicar al paisaje– no ha-
bría sido capaz de asumir esta tarea.

Desde jovencita he podido escuchar sus comentarios sobre avances en los trabajos que iba realizando
relacionados con el paisaje, desde una perspectiva antropológica, histórica, de la morfología cultural o
de pintor. También he tenido el privilegio de acompañarlo en numerosos viajes, y ahora cobran sentido
muchos de sus comentarios
que entonces no entendía o,
más bien, a los que no pres-
taba demasiada atención. En
una ocasión, yendo de Cádiz
a Málaga, quiso recorrer algu-
nos de los pueblos que había
visitado en sus trabajos de
campo con George M. Foster,
en los años 1949-1950: Conil
de la Frontera, Tarifa, un día
de temporal de levante que,
aun con las ventanas cerra-
das, entraba la arena dentro
del coche... y en Zahara, pue-
blo de la sierra de Grazalema,
bello donde los haya, des-
Figura 1. Croquis y explicación de Julio Caro Baroja (Caro, 1982: 3-55):
pués de recorrer muchos pai- Constitución de las distintas politeias de Platón. La cantidad de elementos
sajes dramáticos, humildes significativos que se le dan en un espacio determinado y en una época dada
y encantadores, monumen- son variadísimos. En realidad, en cada espacio de estos, el ojo del hombre
tales, con ermitas, castillos, destaca un elemento fundamental para vivir. Esta es una clave para la
huertos, ganaderías, bosques interpretación del paisaje.
y riscos y variados como son

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los de esa zona de Andalucía, me lo explicó clarísimamente: «hay que mirar mucho, recorrer mucho y
todo se va quedando ahí».

También debería mencionar las excursiones por las diversas merindades de Navarra, en las que nos
mostraba sobre el terreno a los vecinos de Vera de Bidasoa que nos apuntaban, en los veranos de la
década de los ochenta, la relación entre el paisaje, las construcciones, las fiestas, la tecnología popular
y la relación hombre-paisaje. Podría extenderme contando muchas experiencias que en su momento
no aprecié, pero ahora me sirve de consuelo poder leer sus estudios sobre el paisaje reunidos en dos
volúmenes: Paisajes y ciudades y Arte visoria, que me sirven de textos de cabecera. En ellos no hay una
sola línea divergente con los planteamientos del Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa y,
por tanto, con los que propone el Plan Nacional de Paisaje Cultural. A veces creo que sus planteamien-
tos están recogidos en el Convenio Europeo del Paisaje, y no debo de ir del todo desencaminada, pues,
a finales de los setenta y comienzos de los ochenta del siglo pasado, tuve ocasión de conocer a algu-
nos de los estudiosos que han sido clave en la introducción del paisaje en el mapa político (Florencio
Zoido, Yves Luginbühl –que colaboran en este número de la revista–, entre otros) a través del entonces
director de la Casa de Velázquez, François Chevalier, por quien sentía gran aprecio y admiración. En
esa época, Chevalier dirigía un grupo de trabajo sobre varios tipos de paisajes de Andalucía Occidental.

El otro motivo por el que considero que quizá sea un poco simbólico, como de fin de ciclo, este balance
en 2019 es porque, en estos momentos, se está estudiando la posibilidad de revisar la Ley 16/1985 de
Patrimonio Histórico Español, introduciendo nuevas formas patrimoniales que en esos años no se con-
templaban –el propio paisaje, el patrimonio industrial, etc.– y otorgando una nueva orientación más
actual e integradora a los planes nacionales de Patrimonio Cultural.

¿Qué son los planes nacionales de patrimonio cultural?1

Pero, ¿qué son los planes nacionales de patrimonio cultural que venimos mencionando sin más deta-
lle? Según se recoge en los propios documentos que les dan vida y por los que se rigen:

[…] son instrumentos de gestión del patrimonio, compartidos por las diversas administra-
ciones y con participación de otras entidades públicas y privadas. Su objetivo es el desa-
rrollo de criterios y métodos compartidos y una programación coordinada de actividades,
en función de las necesidades del patrimonio, que incluye actuaciones de protección,
conservación, restauración, investigación, documentación, formación y difusión. Los pla-
nes nacionales constituyen una base informativa para tomar decisiones, establecen una
metodología compartida de actuación y fijan prioridades en función de las necesidades
del patrimonio, con el objetivo último de proteger y conservar los bienes culturales.

El fundamento legal de la existencia de los planes nacionales se encuentra en la Ley 16/1985 de Patri-
monio Histórico Español, que declara en su artículo segundo que «la Administración del Estado adopta-
rá las medidas necesarias para facilitar la colaboración con los restantes poderes públicos y la de estos
entre sí, así como para recabar y proporcionar cuanta información fuera precisa». También declara en
su artículo 35 que:

[…] para la protección de los bienes integrantes del Patrimonio Histórico Español y al objeto
de facilitar el acceso de los ciudadanos a los mismos, fomentar la comunicación entre los di-
ferentes servicios y promover la información necesaria para el desarrollo de la investigación
científica y técnica se formularán periódicamente planes nacionales de Información sobre
el Patrimonio Histórico Español,

y atribuye al Consejo de Patrimonio Histórico Español la competencia para elaborar y aprobar dichos
planes.

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Los planes nacionales nacieron una vez que las competencias sobre patrimonio habían sido transferi-
das a las comunidades autónomas. El primer plan nacional fue el de catedrales, elaborado a partir de
1987 y aprobado en 1990, al que siguieron los de patrimonio industrial, arquitectura defensiva, paisaje
cultural y abadías, monasterios y conventos en la primera década del siglo xxi. En el año 2010 se pro-
puso al Consejo de Patrimonio la revisión y actualización de los planes nacionales existentes y la for-
mulación de nuevos planes que, con un carácter más transversal, dieran respuesta a los nuevos campos
patrimoniales y las nuevas facetas de la conservación de los bienes culturales. Así, como planes nacio-
nales de carácter transversal, se han aprobado el de conservación preventiva, el de investigación en
conservación y el de educación y patrimonio. Los tres últimos en ser aprobados han sido: salvaguardia
del patrimonio inmaterial, conservación del patrimonio fotográfico y arquitectura tradicional. También
conviene indicar, a la hora de establecer nuevos planes nacionales, un origen especial; es el caso del de
protección del patrimonio arqueológico subacuático, que se plantea ante el conflicto creado por el in-
tento de expolio del pecio de Nuestra Señora de las Mercedes, o el de emergencias y gestión de riesgos,
surgido a raíz del terremoto de Lorca. En el seísmo de 2011 se pudo constatar que –ante una situación
de emergencia– está perfectamente pautado cómo se debe actuar en relación con el salvamento de
personas, pero no así con los bienes patrimoniales.

El resultado, a fecha de hoy, son catorce planes nacionales de patrimonio cultural2. Es evidente que es-
tos catorce planes no cubren todo el espectro de las manifestaciones culturales y, con frecuencia, se ha
planteado la necesidad de crear nuevos planes para cubrir estas lagunas3.

Redacción de los planes nacionales4

Cada plan nacional es redactado por una comisión integrada por técnicos de la Administración Gene-
ral del Estado, de las comunidades autónomas y expertos independientes, que elabora el documento
para su posterior aprobación por parte del Consejo de Patrimonio Histórico Español. Esta comisión
parte del análisis de necesidades del patrimonio cultural, su estado de conservación, la protección
sobre él ejercida, así como los problemas que su gestión y su utilización plantean. Tras fijar los obje-
tivos y el alcance del plan, se elabora una metodología, estableciendo procedimientos de actuación,
y se aplican esos procedimientos mediante una programación en el tiempo, teniendo en cuenta la
participación de todas las Administraciones y de otras entidades.

Se debe insistir en el aspecto metodológico de los planes, pues el patrimonio es como un organismo
vivo, en el que todos sus órganos están interrelacionados y son vitales para su supervivencia y, aunque
inicialmente puede parecer que son compartimentos estancos, son todo lo contrario, están absoluta-
mente interrelacionados y la colaboración entre expertos es clave para el desarrollo en cualquier plan-
teamiento o actuación.

El Plan Nacional de Paisaje Cultural

La necesidad de establecer una estrategia nacional sobre paisaje posteriormente recogida en el plan se
plantea como consecuencia directa de la firma del Convenio Europeo del Paisaje, en Florencia, en el
año 2000. Desde que el Consejo de Europa adoptó el Convenio y España lo firmara, en nuestro país se
puso en marcha una estrategia para trabajar en la línea de paisaje cultural.

Los comienzos no fueron fáciles, pues se trataba de que desde el Ministerio de Medio Ambiente y el
Ministerio de Educación y Cultura calara el concepto de paisaje cultural y se asumieran competencias.
Linarejos Cruz, coordinadora de los trabajos iniciales, lo expone así:

En noviembre de 2002 se acomete la redacción del borrador del documento base del
plan, se contacta con las comunidades autónomas para la elaboración de algunos estu-
dios y, ya desde el año 2003, el IPCE cuenta con un Programa de Paisajes Culturales con
una asignación presupuestaria plurianual plasmada en los Presupuestos Generales del
Estado desde 2004 bajo el epígrafe Superproyecto Estudios y Planes Directores de Paisajes
Culturales (Cruz, 2005: 227).

20
Sin embargo, el plan, como lo conocemos en la actualidad, no arranca con el cambio de milenio; pri-
mero el Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa fue ratificado por España en 2007 y entró
en vigor en 2008. En paralelo a la negociación diplomática, en 2006, como consecuencia de la reali-
zación de los primeros proyectos y la redacción del Programa de Paisajes Culturales, surge la primera
versión del Plan Nacional de Paisajes Culturales. En 2011 el Plan se revisa en profundidad y conceptual-
mente para presentarse en el Consejo de Patrimonio Histórico Español que lo aprobó en 2012. Es decir,
el texto acordado que manejamos en la actualidad tiene ya una larga andadura.

Quizá convenga introducir una pequeña reflexión sobre dos puntos: en primer lugar, conviene desta-
car que la definición de paisaje adoptada por el Plan Nacional de Paisaje Cultural es: «Paisaje cultural
es el resultado de la interacción en el tiempo de las personas y el medio natural, cuya expresión es un
territorio percibido y valorado por sus cualidades culturales, producto de un proceso y soporte de la
identidad de una comunidad».

A diferencia del Convenio Europeo del Paisaje, que define paisaje como: «Cualquier parte del territorio
tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores
naturales y humanos».

A continuación, en el punto sobre el ámbito de aplicación específica: «se aplicará a todo el territorio de
las partes y abarcará las áreas naturales, rurales, urbanas y periurbanas. Comprenderá, asimismo, las
zonas terrestre, marítima y las aguas interiores. Se refiere tanto a los paisajes que puedan considerarse
excepcionales como a los paisajes cotidianos o degradados».

En Europa se puede decir que todo paisaje es cultural. Viene a ser una redundancia decir paisaje cul-
tural, pues en todo el territorio se produce esa interacción entre el hombre y el medio natural; incluso
aquellos espacios que aparentemente no están intervenidos por el hombre se conservan vírgenes por-
que hemos decidido conservarlos así o puede haber una manifestación inmaterial que ya implica una
percepción humana. Como el texto del plan utiliza el término paisaje cultural, ese es el que vamos a
utilizar, siendo indistinto su uso. El término paisaje cultural quizá podría implicar una gran intervención
humana de tipo patrimonial...

En cualquier caso, España, al ratificar el convenio, asume la responsabilidad de velar por las áreas natu-
rales, rurales, urbanas y periurbanas, las zonas terrestres, marítimas y las aguas interiores, referido tan-
to a los paisajes que puedan considerarse excepcionales como a los paisajes cotidianos o degradados.

En segundo lugar, hay que constatar que la Ley de Patrimonio Histórico Español de 1985, que da res-
paldo legal a la existencia de los planes nacionales de patrimonio cultural, no incluye tipos o manifesta-
ciones de patrimonio que hoy forman parte de nuestro ideario, como sería el paisaje y, en relación con
este, solo recoge espacios protegidos relacionados con bienes inmuebles, sitios y jardines históricos o
zonas arqueológicas. Es decir, que ambos textos, ley y convenio, se están interpretando en la práctica
de manera que se alimentan el uno al otro.

El documento del plan, como otros planes que lo preceden y lo suceden en el tiempo, es bastante sen-
cillo en su exposición y forma. Se estructura en cinco capítulos y tres anexos.

1. Una introducción con los antecedentes que lo justifican o dan razón5.

2. Aspectos básicos del plan, como el marco normativo de referencia, los objetivos del plan –identifi-
cación, caracterización y salvaguardia; sensibilización social y reconocimiento político; cooperación
internacional, nacional y autonómica–, definición y categorías de paisaje.

3. Aspectos metodológicos, como los criterios para la identificación, valoración y selección de los pai-
sajes culturales. También incluye métodos de actuación en paisajes relevantes por su significación
cultural, para lo cual es necesario: a) la identificación de paisajes de interés cultural e inventario;

21
b) la elaboración de estudios con metodología clara, marcando pautas que sirvan de referencia para
otros proyectos y estudios; c) la elaboración de planes directores, en donde se indica, incluso, el
contenido mínimo; d) proyectos concretos de intervención, con objetivos claros de calidad paisajís-
tica y, por último, e) plan de gestión elaborado desde una perspectiva de desarrollo sostenible. Este
capítulo también incluye un punto dedicado a la identificación de riesgos, donde se señalan factores
ambientales, así como factores antrópicos. Por último, se menciona la Comisión de Seguimiento
del Plan Nacional de Paisaje Cultural como «mesa» desde la que se coordinan las actuaciones y se
validan las líneas básicas de trabajo y estudios. La comisión estará compuesta por técnicos repre-
sentantes de las comunidades autónomas y expertos externos.

4. La implementación del plan tiene, a su vez, cuatro apartados dedicados a describir los pilares sobre
los que se debe asentar: a) la conservación preventiva; b) la interrelación entre paisaje y sociedad,
destacando la capacidad para contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, como inte-
grador de diferentes políticas con implicaciones de carácter cultural y territorial y como elemento
que contribuye a reforzar la cohesión social, entre otros aspectos; c) la accesibilidad de los ciuda-
danos a los paisajes.

Finalmente, propone, en el apartado d, las líneas de actuación concretas, que serían las siguientes:

A. Documentación e investigación:

1. Elaboración de un inventario o registro de paisajes de interés cultural

2. Elaboración de catálogos: uno significativo de los paisajes culturales de España y otra serie o
colección sobre paisajes según sus tipologías o características –significación cultural, social,
económica, geográfica, etc.–.

3. Fomento de estudios de caracterización de paisajes culturales.

4. Proyectos de investigación desde una óptica integral.

B. Formación y difusión:

5. Acciones de formación, encaminadas a fomentar el conocimiento de los paisajes culturales.

6. Acciones de difusión.

C. Intervenciones:

7. Elaboración de los planes directores.

8. Proyectos de intervención.

9. Fomento del turismo cultural.

5. El último capítulo del plan está dedicado a la ejecución y seguimiento, donde se prevé la realización
de un estudio económico y financiero. Se menciona expresamente que el plan se nutre de las asig-
naciones previstas en los presupuestos del Ministerio de Cultura, a través del Instituto de Patrimonio
Cultural de España, el Ministerio de Fomento como inversión directa o a través del 1,5% cultural, el
Ministerio de Medio Ambiente, las comunidades autónomas, la Administración local, diputaciones,
fundaciones, asociaciones y particulares.

22
A continuación, hace una referencia a la Comisión de Seguimiento, que deberá realizar un análisis me-
diante indicadores y una consideración final sobre la validez del plan, que tendrá una vigencia de diez
años, con una revisión de los objetivos alcanzados a los cinco años.

Los anexos del plan incluyen: i. Normativa en materia de paisaje; ii. Organismos e instituciones rela-
cionadas con el paisaje cultural; iii. Bibliografía básica.

En relación con lo expuesto hasta el momento, se debería destacar la amplitud y, al mismo tiempo, la
sencillez del documento, todo ello recogido en 44 páginas, y la evidencia de que es un texto que sir-
ve de soporte a cualquier iniciativa o actuación, tanto de las Administraciones públicas como desde el
sector privado.

Balance general del plan hasta hoy

Esta detallada exposición previa nos puede servir a la hora de realizar el balance de manera ordenada.
Para empezar, no contamos con excesivas herramientas de evaluación como tales para realizar ese balan-
ce, a pesar de que en el plan está prevista la recogida de indicadores –capítulo 5–. No obstante, contamos
con cuatro herramientas de evaluación:

1. El balance de los planes nacionales 2012-2016

En 2017, la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural consideró oportuno realizar un
balance de los planes nacionales y, en función del resultado, considerar la posibilidad de reformularlos.

Para ello, primero se realiza una presentación en el Consejo de Patrimonio Histórico celebrado en
Las Palmas de Gran Canaria, en la primavera de 2017. Ese balance es bastante sintético e incluye las
realizaciones de los catorce planes nacionales.

Las actuaciones realizadas en los años 2012-2017, al amparo del Plan de Paisaje, fueron positivamente
valoradas por el Consejo de Patrimonio. Si a esa presentación incorporamos las realizaciones anteriores
y posteriores a esos años, y seguimos el orden del documento base del plan, podemos completar las
actuaciones. De este modo, se podría destacar o reseñar lo siguiente:

En la actualidad, y desde que el Convenio Europeo del Paisaje se firmó en el año 2000, el panorama
sobre el paisaje ha cambiado de manera considerable al ratificarse hasta la fecha por 39 países y
abrirse a la firma de terceros, entre ellos países de Asia y África. Por añadidura, ya existe la Carta
Iberoamericana del Paisaje Cultural, planteada en el Encuentro de Paisajes Culturales, celebrado en
Cartagena de Indias en 2012, al amparo o como consecuencia de la Carta Argentina de Compromiso
del Paisaje, de 2010, de la costarricense y de la mexicana del mismo año, y el propio Plan Nacional de
Paisaje Cultural de España. En ese continente existe también la Iniciativa Latinoamericana del Paisaje
LALI. Es decir, que en este momento el espíritu del Convenio Europeo de Paisaje se ha extendido por
una parte importante del planeta.

Del segundo punto, quizá la cooperación requiera un comentario, por el gran esfuerzo que se ha
realizado, lo cual no quiere decir que, una vez establecida una red sólida y fluida de colaboración y
buen entendimiento, no sea complicada mantenerla, y requiera un trabajo constante. Este comentario
se refiere tanto a la relación con los otros ministerios como entre las comunidades autónomas. En el
caso de los ministerios, la iniciativa para la firma del convenio partió de la estrecha colaboración entre
los ministerios de Medio Ambiente y Cultura, pero los numerosos cambios de estructura ministerial
y de competencias, introducidos desde el inicio del milenio, con las modificaciones que esto implica
también en el organigrama y sus responsables, no facilita la continuidad. El caso de las comunidades
autónomas no es muy distinto, pues las consejerías se suelen reorganizar también en función de las
áreas de competencia que se quieren impulsar, al tiempo que se han reducido las plantillas, por lo que
un mismo funcionario, con frecuencia, se ocupa de tareas muy diversas de la gestión del patrimonio

23
Figura 2. Balance del Plan nacional de paisaje cultural 2012-2016 presentado en el Consejo de Patrimonio de Las
Palmas de Gran Canaria en 2017.

cultural. También se debe destacar que algunas comunidades autónomas han hecho del paisaje un eje
político fundamental, con resultados muy visibles.

En lo que a cooperación internacional se refiere, la firma del Convenio Europeo del Paisaje y el
constante contacto y colaboración con la Secretaría Ejecutiva del Convenio ha supuesto el gran motor
del paisaje para el conjunto de España.

En concreto, desde el plan, España ha participado en todas las ediciones de los talleres temáticos del
convenio, que ya son veintidós, a los que han acudido numerosos expertos a lo largo de todos estos
años6. Por añadidura, España ha sido anfitriona y organizadora de tres talleres: en Gerona el tema
fue «Objetivos de calidad del paisaje: de la teoría a la práctica» (2006); el de Córdoba: «Paisajes e
infraestructuras para la sociedad» (2010), y el de Sevilla: «Agua, paisaje y ciudadanía ante el cambio
global» (2019).

Ha participado activamente en las cuatro conferencias del paisaje realizadas en Estrasburgo y en la


organización y jurado de las seis ediciones del Premio del paisaje del COE, convocatorias a las que
España ha enviado siempre una candidatura y, como resultado, ha recibido tres menciones espe-
ciales por los proyectos del «Parque de Cristina Enea» en San Sebastián (2010), presentado por el
Ayuntamiento de esa ciudad, el proyecto de la Generalidad de Cataluña a través del Observatori del
Paisatge de Catalunya: «Educación y sensibilización sobre el paisaje: villa territorio y paisaje» (2012),

24
Figura 3. Preparativos y clausura del taller del Consejo de Europa «Agua, paisaje y ciudadanía ante el cambio
global», celebrado en Sevilla en 2019.

y el Paisaje de los olivos milenarios del territorio del Sénia» (2016), presentado por la mancomunidad
de la Taula del Sénia.

En el año 2017, y al amparo del Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa, se acordó
celebrar, cada 20 de octubre, el día internacional del paisaje. Con este motivo, se invita a participar a
quien lo desee y se sienta comprometido con un paisaje, enviando cualquier manifestación creativa
recogida en formato de fotografía, asignándola a una de las cuatro tipologías de paisajes establecidas7.

También se tiene debidamente actualizado el sistema de información sobre el paisaje denominado L6,
donde se reúne la información proporcionada por cada Estado miembro8.

Por último, con fecha de 20 de marzo de 2017, durante la celebración de la «19ª reunión del Taller
para la implementación del Convenio del Paisaje del Consejo de Europa», que tuvo lugar en Brno
(República Checa), se decidió que sería conveniente crear una red europea de observatorios nacionales
del paisaje. A finales de ese año, se escribió a la secretaria ejecutiva del Convenio Europeo del Paisaje
del Consejo de Europa y el Plan Nacional de Paisaje Cultural, y su Comisión de Seguimiento ha sido
reconocida como Observatorio Español.

Del punto tercero del plan sobre proyectos del intervención se debe mencionar que la metodología
recogida ha marcado la pauta y se ha seguido fielmente en el desarrollo e implementación de los
proyectos y actuaciones. Es cierto que se ha desarrollado más trabajo en unos campos que en otros, o,
matizando, que se han abierto ya varias líneas de trabajo sobre las que se deberá continuar, digamos
que ad eternum, dado que una de las características del paisaje es que es cambiante, fenómeno que
hay que añadir a la grandísima variedad de tipologías de paisaje y temas relacionados que hay en
España y a las nuevas perspectivas y formas conceptuales de análisis que se van introduciendo, por no
hablar de la evolución de la técnica. Otras líneas de trabajo están por explorar. En este sentido, se ha
trabajado en los apartados sobre: a) identificación de paisajes, b) estudios metodológicamente claros,
c) planes directores, y d) proyectos de intervención, pero la carencia se puede encontrar en el hecho
de no contar aún más que con un modelo o plan de gestión previsto en este apartado metodológico.

El punto cuarto del plan se centra en la implementación del propio plan y en estas actuaciones es
donde se ha volcado lo expuesto sobre metodología en el apartado anterior.

En cuanto a documentación e investigación, en la primera etapa se debe destacar el esfuerzo monu-


mental y posterior publicación del Atlas de los paisajes de España, bajo la dirección de Rafael Mata Olmo
y Concepción Sanz Herráiz9 (Mata y Sanz, 2003) en el que ya se incluyen más de 1300 tipos y paisajes
de España. Este Atlas ha servido de referencia para muchos estudios posteriores de ámbitos espaciales
y tipologías diferentes.

25
Figura 4. Imagen para redes sociales de la convocatoria 2018 para compartir las fotografías de un paisaje el 20
de octubre, Día Internacional del Paisaje.

A continuación, se abordó la tarea, que pa-


recía prioritaria, de elaborar un inventario
o registro de paisajes de interés cultural.
El resultado con el que contamos por el
momento es Cien paisajes culturales en Es-
paña10. Se trata de un ejercicio de reflexión
sobre el concepto de paisaje cultural y de
identificación de aquellos paisajes que,
por sus características particulares, son re-
presentativos de las actividades que lo han
generado.

Es la consecuencia de una metodología


previa establecida en un estudio, para el
cual se fijó un modelo de ficha, un modo
de tratar la información. Posteriormente,
se realizó una selección de las propuestas
recibidas y, finalmente, se estableció el
repertorio objeto de esta publicación con
unas conclusiones finales. Esta metodo-
logía de trabajo se ha realizado en cola-
boración con expertos representantes de Figura 5. Cubierta de 100 paisajes culturales de España.
las comunidades autónomas y expertos

26
independientes. El resultado
final es una ficha consensua-
da, que en su momento se
podrá ampliar si se conside-
ra oportuno.

Los paisajes se han dividido


en: 1. Agrícolas, ganaderos y
forestales; 2. Industriales, in-
fraestructuras y actividades
comerciales; 3. Urbanos, his-
tóricos y defensivos y 4. Sim-
bólicos. Cada paisaje cultural
incluye su ubicación, descrip-
ción, fotografías, bibliografía
y autoría. Constituyen una Figura 6. Narrando paisajes. Contiene 100 paisajes culturales de España,
muestra representativa de Espacios naturales protegidos y sistemas lineales (calzadas, caminos y vías).
los paisajes de interés cultu-
ral españoles, atendiendo a
criterios de representatividad tipológica y diversidad geográfica. El objetivo de esta publicación es ob-
tener un panorama aproximado de los paisajes culturales españoles, que no pretende ser exhaustivo,
sino representativo de una realidad compleja y diversa.

Como continuación de este proyecto, se ha desarrollado Narrando paisajes: 100 paisajes culturales de
España11, que, además de mostrar los elementos culturales de los paisajes seleccionados en el libro, se
enriquecen a través de películas, fotos, textos o música relacionados con ellos.

Ambos proyectos son el germen de la plataforma de paisajes de interés cultural, pues Narrando paisa-
jes: 100 paisajes culturales de España incluye en su apartado de navegación la relación de los espacios
naturales protegidos, los lugares de interés cultural, parques nacionales, reservas de la biosfera, cal-
zadas romanas, Camino de Santiago, ríos y vías pecuarias. Se trata de ir alimentando este repositorio
poco a poco, de manera colaborativa, como se ha realizado hasta el presente.

En cuanto a la elaboración de catálogos según sus tipologías o características culturales, sociales, eco-
nómicas, geográficas, etc., se han finalizado varios proyectos, entre los que se puede mencionar el Es-
tudio de los paisajes culturales de Navapalos en Burgo de Osma (Soria), en 2004. En él, se abordan los
sistemas constructivos tradicionales en la idea de rehabilitar el pueblo; el valle del Alto Lozoya o valle
de El Paular, muy definido por la cartuja de Santa María de El Paular, en Rascafría, Madrid (2011-2012),
en donde se ha puesto en marcha, desde esa primera intervención, un proyecto piloto en el que partici-
pan y trabajan de manera interrelacionada los planes nacionales de abadías, monasterios y conventos;
paisaje cultural, patrimonio inmaterial, investigación y patrimonio, conservación preventiva, educa-
ción y patrimonio, patrimonio fotográfico y emergencia y gestión de riesgos. Se trata de un modelo
integral de gestión de los proyectos de patrimonio cultural.

En La Vera de Cáceres se iniciaron una serie de estudios sobre paisajes desaparecidos, en este caso re-
lativos al tabaco, cultivo que iba a desaparecer por cuestiones de la Política Agraria Común (PAC) de la
UE, que está siendo definitiva y definitoria de los paisajes de España. Ese trabajo se abordó en 2006,
y a él lo seguirán otros sobre cultivos desaparecidos por unos u otros motivos, como el propio cambio
global, y que es importante documentar.

Este es el caso de los paisajes del esparto, que se está reduciendo en extensión y, por tanto, en los
productos manufacturados y de uso, precisamente por la evolución de la sociedad española de los
años sesenta del siglo pasado hasta hoy. Hemos pasado de un mundo rural y agrario a una sociedad
urbana basada en el sector servicios y automatizada, en donde elementos de uso cotidiano como los
capazos, alforjas, persianas y esteras han pasado a ser elementos decorativos en segundas residencias.

27
Si añadimos el cambio de uso de las escayolas en la construcción por otros materiales industriales,
la agonía de este cultivo es natural. Se ha documentado esa evolución del uso del esparto de la mano
del Plan de Salvaguardia de la Cultura del Esparto, y ha dado como resultado otra publicación recien-
te (2019), también disponible en versión electrónica12.
Distinto planteamiento es el estudio del paisaje cultural del valle del Ricote en Murcia, de 2007, por las
particularidades tanto físicas como climáticas y culturales del mismo en el que perduran huellas de la
influencia de los moriscos en la huerta, sus herramientas, sistemas de regadío y otras manifestaciones
culturales particulares.
En el apartado de paisajes tipológicos de superficies menores, por llamarlos de alguna manera, se debe
mencionar, por último, el estudio de los hayedos primigenios de España –Montejo y Tejera Negra en
Madrid, Lizardoya y Aztaparreta, en Navarra y Cuesta Fría y Canal de Asotín, en Picos de Europa–, de-
clarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y su zona de amortiguamiento. El objetivo final
era saber si realmente existen paisajes primigenios en España y, en caso de que no fuera así, conocer
cuáles son las primeras manifestaciones culturales que se encuentran en esos recónditos parajes.
Otra de las grandes líneas de estudio es la relativa a los paisajes predominantes de España. En este sen-
tido, el primer trabajo que se abordó es el establecimiento de las Bases metodológicas para la elaboración
de un atlas del cultivo del viñedo y de sus paisajes singulares, 2008. Una vez establecidas dichas bases, a
continuación, se fueron estudiando las distintas zonas vitivinícolas y los paisajes de la vid. Se inició por
Asturias, Castilla y León, Madrid y País Vasco, en los años 2009-2010. Se continuó trabajando por toda
la geografía hasta completar el panorama en 2014. El resultado está recogido en el Atlas del cultivo tradi-
cional del viñedo y de sus paisajes singulares, libro que solo está disponible en versión electrónica13. Este
exhaustivo trabajo se hizo con la inestimable colaboración del Plan Nacional del Salvaguardia del Patri-
monio Inmaterial, al recoger todo tipo de manifestaciones culturales tangibles e intangibles.
Otro de los paisajes predominantes desde la perspectiva agrícola es el paisaje cultural del olivo, estudio
realizado en 2012. Con posterioridad a ese año se han realizado estudios parciales muy importantes y
proyectos con resultados magníficos, con los nuevos planteamientos integradores, en los que se desta-
ca su parte cultural y social. Cabe mencionar la nueva formulación planteada con éxito internacional
por la mancomunidad del Sénia, en relación con sus olivos milenarios.
En estos momentos se está elaborando el estudio sobre el paisaje que más extensión ocupa en España,
la dehesa. Es un estudio de investigación científica sobre la dehesa como paisaje cultural en España,
que ha salido publicado en 2020.
Por lo que a paisajes industriales se refiere, y en colaboración con el Plan Nacional de Patrimonio In-
dustrial, que también coordinaba Linarejos Cruz, se elaboraron estudios sobre los paisajes mineros:
Estudio del paisaje industrial de Ojos Negros en Teruel y su caracterización, en 2004, el Plan Director del
paisaje industrial de la sierra minera de Cartagena-La Unión en Murcia (2004-2006), sobre el que ahora
se está trabajando desde el Plan Nacional de Conservación Preventiva en alguno de sus elementos más
característicos.
En el subcapítulo sobre formación y difusión del plan, prácticamente todos los años se han incluido
en la programación anual de formación del IPCE, cursos sobre paisaje, entre ellos: «Arqueología y pai-
saje» (2011) «Paisaje e industrialización» (2012), «Paisajes industriales de la energía» (2013), «Cultura y
patrimonio de los pueblos de España: seminario conmemorativo del centenario de don Julio Caro Ba-
roja» (2014); «El viñedo: paisaje y patrimonio» (2015); «Miradas sobre el paisaje» (2016), al margen de
las conferencias, ciclos o cursos que se organizan por instituciones diversas interesadas en la materia.
Contabilizando solamente los que se comunican a la Comisión de Seguimiento del plan, en toda Espa-
ña se podrían reseñar más de cincuenta en los últimos dos años. A veces son temáticos, como paisajes
del agua o paisajes mineros, pero da idea del interés creciente.

Como acción de difusión general, se debe mencionar el ya referido micrositio de planes nacionales,
disponible en la red y presentado en noviembre de 2015, así como las noticias que difunde el IPCE a
través de las redes sociales.

28
Figura 7. Dehesa en el valle de Alcudia (Ciudad Real).

De las intervenciones previstas en el plan, se nombrarán tan solo dos. La primera es de reconocida
repercusión, pues fue un proyecto pionero, «Proyecto de adecuación paisajística de la ensenada de Bo-
lonia en Cádiz», que se puso en marcha en 2010-2013 y en donde el Instituto Andaluz de Patrimonio
Histórico y la Junta de Andalucía han continuado trabajando hasta la fecha. Es pionero en relación con
las intervenciones en el paisaje en nuestro país y fue elegido por España como candidato al Premio del
Paisaje del Consejo de Europa en 2018.

La segunda es en la isla de Sálvora (Riveira, A Coruña). Se puede mencionar también en el apartado de


redacción de planes directores (2015) como referencia para la intervención en un paisaje cultural y su
arquitectura tradicional. Próximamente se pondrá en marcha la intervención propuesta.

En el plano teórico, también hay que mencionar el Plan de Calidad del Paisaje Urbano de Lorca (Mur-
cia), elaborado en 2015 como solución paisajística a los estragos del terremoto.

Por último, en este punto relativo a la implementación del plan, mencionaremos el único plan de ges-
tión con que se cuenta en la actualidad, elaborado en colaboración con el Plan de Arquitectura Tradicio-
nal: el Plan de gestión para el desarrollo de estrategias de actuación para compatibilizar el impacto del
turismo con la arquitectura tradicional a través de un estudio piloto en la isla de Formentera, de 2017.

Del punto quinto del plan, sobre ejecución y seguimiento, merece la pena reseñar algo en general so-
bre la asignación presupuestaria. Se debe destacar una asignación presupuestaria simbólica que conti-
núa desde los comienzos, destinada expresamente en los Presupuestos Generales del Estado a Paisajes
culturales y planes directores. Pero el Plan de Paisaje, lo mismo que los otros planes de Patrimonio
Cultural, se incrementan presupuestariamente con la asignación del IPCE. Se dispone de esa partida
presupuestaria al poner en marcha otras actuaciones como intervenciones, formación, difusión, etc.
En el Balance de Planes Nacionales de 2017 se especifica que, desde 2010 a 2016, se invirtieron por el
IPCE 362 688 euros al Plan de Paisaje, pero se debe recordar que esos años han coincidido con la pro-
funda crisis económica y el recorte del gasto. Desde ese año hasta la fecha, el presupuesto se ha visto
muy reducido por el control del gasto.

29
Figura 8. Proyecto de adecuación paisajística de la ensenada de Bolonia y Baelo Claudia, en Cádiz.

30
Pero el plan no se debe reducir solo a las ejecuciones presupuestarias del IPCE, sino a las del conjun-
to de las Administraciones e instituciones con competencias o intereses en paisaje y, en ese sentido,
existe una mayor dificultad en conocer esas cantidades y cuál es su plasmación práctica. Desde la Co-
misión de Seguimiento es difícil conocer el presupuesto del Ministerio de Fomento asignado a paisaje
como inversión directa, no así la aplicación del 1,5% cultural, puesto que, desde el IPCE, se realizan los
informes pertinentes al respecto. En el caso del Ministerio de Medio Ambiente, en estos momentos el
paisaje no está asignado a ninguna unidad. No es tampoco fácil determinar este epígrafe en el Ministe-
rio de Transición Ecológica. Además, habría que tener en consideración otros ministerios, como el de
Defensa, que tiene una responsabilidad grandísima en términos paisajísticos, al gestionar grandes ex-
tensiones territoriales tanto urbanas como rurales y costeras, con importante patrimonio natural y cul-
tural. El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo desde la Secretaría de Estado de Turismo, invierte
en el turismo cultural e, incluso, llegó a desarrollar un Plan Nacional e Integral de Turismo, y hace ya
años desarrolló un portal muy atractivo de contenidos culturales junto con el Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte denominado España es cultura. Tampoco se debe olvidar el importante papel que
desempeña en el paisaje cultural Patrimonio Nacional.

Se debe añadir la práctica imposibilidad de recabar la información sobre los presupuestos asignados a
paisaje en las comunidades autónomas, diputaciones, Administración local, fundaciones, asociaciones
y particulares. La suma de todo ello sería el presupuesto real destinado en España de manera directa
o indirecta a paisaje. Quizá esta tarea podría encomendarse al INE –ampliando culturabase–, a algún
centro de investigación o contratarse. En cualquier caso, sería una cifra importante que debería llegar
al Observatorio Nacional del Paisaje.

Como la cuestión presupuestaria va relacionada con la de personal, se debe reseñar que el IPCE, des-
de los comienzos del plan, solo tiene asignada una persona –y a tiempo parcial–, que compagina esta
función con otras tareas. El estudio y análisis del personal asignado por las otras Administraciones, di-
putaciones, fundaciones, asociaciones y particulares es tan dificultoso como el referido a la asignación
presupuestaria global.

No obstante, se debe reseñar que, por la influencia del plan y también por el desarrollo de másteres en
gestión de patrimonio cultural y variantes, los alumnos de universidades de toda España muestran un
gran interés por realizar prácticas en el Plan Nacional de Paisaje Cultural y ha habido ya numerosas es-
tancias de alumnos en prácticas procedentes de las universidades Carlos III, Complutense, Salamanca,
País Vasco y Valladolid. Esto quiere decir que existe interés en el ámbito académico y, cabe destacar,
entre la generación de los alumnos.

Sobre la validez y revisiones del propio texto, hay que añadir que el plan tiene una vigencia de diez
años, con una revisión de los objetivos alcanzados a los cinco años. Pues bien, la Comisión de Segui-
miento consideró, en 2017, que el plan estaba perfectamente vigente, con muchos objetivos alcanza-
dos, y largo camino por andar.

2. La encuesta de evaluación realizada en las comunidades autónomas

También en 2017, y como complemento al balance del desarrollo de los planes nacionales, se planteó
una sencilla encuesta entre las consejerías de Cultura de las comunidades autónomas14, cuyos respon-
sables acuden al Consejo de Patrimonio, para conocer su valoración sobre seis puntos clave: validez del
documento, composición de la Comisión de Seguimiento, comunicación entre los miembros de dicha
comisión –sobre todo la comunicación entre el Estado y las comunidades autónomas y viceversa y la
comunicación entre las comunidades autónomas–; importancia de las actuaciones realizadas, difusión
del plan, conveniencia de la continuidad del plan y, por último, como consecuencia final, si se conside-
raba útil. Los términos de evaluación eran: satisfactorio, aceptable y mejorable.

Los resultados fueron presentados en el Consejo de Patrimonio, celebrado en el otoño de 2017, en San-
to Domingo de la Calzada.

31
SATISFACTORIO ACEPTABLE MEJORABLE

SATISFACTORIO ACEPTABLE MEJORABLE SÍ SÍ CON MEJORAS NO SÍ NO

Figura 9. Evaluación del Plan nacional de paisaje cultural para el Consejo de patrimonio histórico español de
octubre de 2017.

Por lo que se refiere al Plan de Paisaje, la evaluación sobre estos puntos dio como resultado que el do-
cumento rector del plan se consideraba mayoritariamente satisfactorio; la composición de la Comisión
de Seguimiento, mayoritariamente satisfactoria; la comunicación interna, mejorable, sobre todo en lo
que se refiere a la comunicación entre las comunidades autónomas, las actuaciones se consideraban
mejorables por la mayoría, así como la difusión. Tres cuartas partes de los encuestados consideraron
conveniente la continuidad del plan y la totalidad lo consideró útil.

Evidentemente, todos los aspectos mencionados son susceptibles de mejora y desde esa fecha se han
hecho algunos esfuerzos, no siempre con óptimos resultados. En cuanto a la composición de la Comi-
sión de Seguimiento se refiere, lo ideal sería que estuvieran representados los ministerios con mayor
vinculación y responsabilidad con el paisaje. Sin duda, al menos serían los de Fomento, Agricultura,
Alimentación y Medio Ambiente, Transición Ecológica, Defensa y Educación. Pues bien, se debe indi-
car que los cambios de estructura del Gobierno de España y los cambios de competencia no siempre
facilitan la tarea y tampoco es sencillo identificar la unidad específica ministerial con competencias en
paisaje. Por lo que se refiere a la presencia de las comunidades autónomas, de las diecisiete existentes
más las dos ciudades autónomas, en la actualidad forman parte de la Comisión de Seguimiento repre-
sentantes de dieciséis comunidades autónomas, y se tiene informadas a todas en caso de que sus re-
presentantes no hayan podido acudir a las reuniones.

La comunicación entre los miembros de la Comisión de Seguimiento se ha intentado mejorar. En la


encuesta quedaba reflejado que sí existía una relación fluida entre la Administración General del Esta-
do y la mayoría de las comunidades autónomas, no así entre las comunidades autónomas. Para ello, el
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte puso a disposición de las comisiones de seguimiento de los
planes una sede colaborativa virtual, adoptada y puesta en funcionamiento a principios de 2018, que
permite compartir documentos, abrir foros de debate, etc. Dado el escaso tiempo de funcionamien-
to, todavía es pronto para comprobar si ha mejorado la comunicación e intercambio de información.

Las actuaciones no fueron evaluadas por su número, contenido o planteamiento, sino por la falta de
comunicación sobre la gestión administrativa de los pliegos, etc. Este punto sirve para introducir un

32
comentario sobre la gestión del presupuesto; en los Presupuestos Generales del Estado, ya se ha dicho,
hay una partida destinada a los Planes Nacionales que administra el IPCE, con la que se encargan
estudios y planes directores. Los temas de esos estudios y trabajos se han podido plantear para debatir
sobre ellos en las comisiones de seguimiento, pero deben ser de ámbito nacional o servir de modelo
para futuros trabajos, actuaciones, etc., de cualquier ámbito del territorio nacional, es decir, que no
son para estudios locales o específicos de una comunidad autónoma. Tampoco es un presupuesto
destinado a la presentación a la Comisión de Seguimiento –en concurrencia o no– de proyectos, como,
al parecer, se debió de interpretar en algún momento, lo cual creó cierta confusión.

Por lo que a difusión se refiere, el gran avance se produjo gracias al desarrollo del micrositio de
planes nacionales de Patrimonio Cultural, presentado en otoño de 2015. En la actualidad, es la
mayor fuente de información sobre los planes y actuaciones relacionadas, tanto nacionales como
internacionales, pues hay una sección de mediateca, con multitud de documentales referidos a toda
España, bibliografía, normativa, vínculos a instituciones activas en el paisaje, etc. Todavía queda por
incorporar la documentación relativa a las actuaciones anteriores a 2015, que se realizará poco a poco.

También se consideró oportuno, para dar a conocer entre el público general el patrimonio cultural,
crear un perfil propio de los planes nacionales en las redes sociales y así proporcionar información
sobre las actuaciones tanto de las Administraciones públicas como de otros organismos, pero este
proyecto, considerado muy necesario por el Consejo de Patrimonio, por cuestiones administrativas no
se ha podido poner en marcha, lo mismo que la publicación de un boletín informativo o la creación de
un sello de calidad de reconocimiento de una actuación en el paisaje, conforme a los criterios del plan.

Este punto relativo a la difusión está estrechamente relacionado con la formación y la participación
en seminarios, conferencias, jornadas, etc. y, en este sentido, ya se ha indicado que se pueden
reseñar más de cincuenta intervenciones en cursos, comités científicos y asesores, ponencias en foros
nacionales e internacionales, etc.

3. Las estadísticas de uso del micrositio web de planes nacionales

Otro indicador válido lo proporciona el buscador Google: ofrece las estadísticas de uso del micrositio
de planes nacionales, de las que habría que sacar conclusiones tras un análisis pormenorizado, como
puede ser los temas de consulta. Se debe mencionar que el micrositio se puso en marcha en noviembre
de 2015 y, desde entonces, ha sufrido dos migraciones15. Por este motivo, se debe indicar que solo
se dispone de estadísticas de consulta de dos años completos: 2017 y 2018, y los datos son positivos.

El Plan Nacional de Paisaje Cultural16 recibió, en 2017, un total de 752 visitas, mientras que, en 2018,
la cifra ascendió a 12 289. Hay que destacar que es, con mucho, el Plan Nacional de Patrimonio
Cultural más consultado, suponiendo en la actualidad una quinta parte del total de visitas del micrositio
de planes nacionales –visitas: 22 536 en 2017 y 57 023 en 2018; páginas vistas: 91 466 en 2017 y
180 493 en 2018–.

Llama especialmente la atención que la pregunta más frecuente sea: «¿Qué es paisaje cultural?».
También el alto porcentaje de consultas que vienen de Iberoamérica –Argentina, México, Colombia,
Perú, etc., por orden de uso–, pero también de Estados Unidos. En este último país, quizá ayude a su
difusión la existencia de la versión en inglés del texto del plan.

4. Un análisis DAFO evaluando el Plan nacional de paisaje cultural (Jiménez, 2019)

En el curso 2018, en el máster interuniversitario «El patrimonio cultural en el siglo xxi: gestión e inves-
tigación», de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Politécnica, se ha planteado a sus
alumnos la posibilidad de realizar las prácticas en el IPCE y evaluar los planes nacionales de patrimo-
nio cultural.

33
El alumno que realizó sus prácticas en el Plan de Paisajes tuvo acceso a toda la documentación relativa
al plan, conoció a las personas e instituciones con las que se tiene mayor contacto y realizó un análisis
DAFO. Entre las fortalezas destaca la estrecha relación y colaboración con las comunidades autónomas
y la movilización de toda España en relación con el paisaje. También destaca la existencia de las herra-
mientas ya disponibles como inventarios, estudios, cartografía, etc., la elaboración de planes directo-
res, actuaciones directas, planes de gestión completos, etc.

Entre las debilidades internas, el DAFO recoge la falta de personal dedicado específicamente al plan
y, en estos momentos, la compleja cooperación interministerial. También la necesidad de mejorar el
micrositio web, incorporando la información sobre planes nacionales en general que aún no está dis-
ponible en línea.

Como oportunidades externas, destacan las relacionadas con el desarrollo de nuevos proyectos de cola-
boración con otros países miembros del Consejo de Europa, derivadas del reconocimiento del plan como
Observatorio Nacional del Paisaje. Asimismo, ve Narrando paisajes como plataforma para poder incorpo-
rar gradualmente, y a medida que se realice el trabajo de identificación, más paisajes de España.

Por último, entre las amenazas externas, destaca el tergiversado cumplimiento de la legalidad vigente en
contra de las consideraciones de salvaguardia del paisaje que promueve y sobre las que actúa el plan y la
necesidad de presupuesto adecuado. Las otras amenazas recogidas requerirían una matización.

Impacto de difícil evaluación

Más allá del desarrollo y balance directo del Plan de Paisaje, hay otra parte muy difícil de evaluar, a
pesar de ser la más importante y que, sin duda, es consecuencia tanto de la ratificación del Convenio
Europeo del Paisaje como del propio plan.

En este apartado se debe destacar la aprobación de una normativa específica sobre paisaje en las co-
munidades autónomas, cuando el propio Estado no cuenta con una ley específica de paisaje –aunque
sí, obviamente, otras muchas con seria implicación en el conjunto del paisaje, como la del agua, cos-
tas, calidad, del medio ambiente, etc.–. Ese sería el caso de Andalucía (2004), Galicia (2008), Cantabria
(2014) y Valencia (2019).

A falta de una normativa específica o como complemento, se cuenta con Estrategias del Paisaje de An-
dalucía (2012), Galicia (2017), Murcia (2019) y Mallorca (2019). También existen estrategias del paisaje
local, como la de Trujillo, pero sería imposible mencionarlas todas.

Otra de las consecuencias de la ratificación del Convenio Europeo del Paisaje y la sensibilización a tra-
vés del plan es la creación de observatorios del paisaje, como el Observatori del paisatge de Catalunya,
el Observatorio del paisaje de Canarias, el Laboratorio de paisaje cultural del Instituto Andaluz de Patri-
monio Histórico o el Centro de estudios territorio y paisaje, vinculado a la Universidad de Sevilla, cuyo
trabajo es reconocido internacionalmente.

Asimismo, contamos con grupos de investigación sobre paisaje, vinculados en su mayor parte a cen-
tros universitarios, de los que se pueden mencionar unos diez como muy activos y otros tantos con
una vida, quizá, más lánguida.

Lo que sí se debe tener en consideración es la nueva percepción de las personas relacionadas con el
ámbito medioambiental o de la naturaleza. Su percepción se ha visto enriquecida al contemplarla des-
de la perspectiva del patrimonio cultural y, así, Europarc España ha creado el portal web Patrimonio
cultural de nuestros espacios naturales protegidos17, al comprobar que la visión desde la perspectiva de
la naturaleza es muy parcial sin la ocupación y la acción e interacción del ser humano.

34
Claramente hay una nueva percepción del paisaje en las escuelas de ingeniería y arquitectura, aunque
todavía, a tenor de algunas grandes obras de infraestructuras, urbanísticas e industriales, queda por
hacer una gran tarea de sensibilización y percepción sobre el paisaje.

También se deben mencionar la cantidad de secciones de la prensa de todo tipo –blogs, prensa digital,
perfiles de redes sociales, etc.– dedicadas a los paisajes más bonitos, o a los pueblos más bellos de Es-
paña, así como la participación activa de los ciudadanos aportando fotos a programas de la televisión,
como la previsión del tiempo, donde colaboran gentes de todos los puntos de España y a diario.

Por último, también es difícil medir el reconocimiento de los planes nacionales de Patrimonio Cultural
como Marca España en 2014.

Para concluir

En palabras de José María Ballester:

Ese proyecto de sociedad humanista que el Consejo de Europa ha propuesto desde su fun-
dación, lo ha fundamentado en cuatro grandes pilares, que son el Estado de derecho, las
democracias parlamentarias, la indivisibilidad y la universalidad de los derechos huma-
nos y […] la conciencia de un patrimonio cultural común enriquecido por su diversidad.
Es decir, que pone el patrimonio cultural al mismo nivel que el Estado de derecho, la de-
mocracia y los derechos humanos (Caro, 1984: 11).

Para volver al principio, y en palabras de Julio Caro Baroja:

Se dice que se planifica más que nunca y que lo social y lo popular priman… en teoría.
Porque en la práctica actuamos con arreglo al egoísmo más salvaje, al personalismo más
patológico. Lo mismo el negociante de terrenos, que el director de una inmobiliaria, que
el arquitecto. Lo mismo el hombre que la mujer que el niño, que usan de los espacios pú-
blicos atronando, ensuciando, dejando huellas de consumo allá por donde pasan: la pla-
za, la calle, o el bosque… si es que queda alguno. Los abusos más repelentes se realizan
en nombre de derechos colectivos y sagrados. Nunca se ha hablado tanto de cosas que
no existen y se ha vulnerado tanto el pensamiento racional en nombre de razones pere-
grinas (1984: 11).

En este difícil equilibrio nos encontramos...

Bibliografía

Ballester, J. M.ª (2005): «El concepto de paisaje cultural», en Jornadas sobre paisajes culturales [celebradas en Ronda en 2003].
Colección Ciencias, humanidades e ingeniería, 77. Madrid: Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Madrid.
Caro Baroja, J. (1982): «La interpretación histórico-cultural del paisaje», en Revista de dialectología y tradiciones populares, tomo
XXXVII: 3-55.
– (1984): Paisajes y ciudades. Madrid: Taurus.
– (1990): Arte visoria y otras lucubraciones pictóricas. Barcelona: Tusquets.
Cruz, M. L. (2005): «El Plan nacional de paisajes culturales», en Jornadas sobre paisajes culturales [celebradas en Ronda en 2003].
Colección Ciencias, humanidades e ingeniería, n.º 77. Madrid: Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos: 227.
Instituto del Patrimonio Cultural de España (2018): Informes y trabajos, 16, octubre.
Janin, P. (2019): La Cultura y Los Paisajes del Esparto en España. Madrid: Ministerio de Cultura y Deporte.
Jiménez López, D. (2019): Análisis del Plan nacional de paisaje cultural: instrumento de gestión y debate. Trabajo Fin de Máster
interuniversitario «El patrimonio cultural en el siglo xxi: gestión e investigación», de la Universidad Complutense de Madrid y la
Universidad Politécnica.
Mata Olmos, R. y Sanz Herráiz, C. (dirs.) (2003): Atlas de los paisajes de España. Madrid: Ministerio de Medio Ambiente.
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2015): Cien paisajes culturales en España. Madrid.

35
Notas
1
Esta información se ha recogido literalmente del micrositio de planes nacionales de patrimonio cultural: http://www.culturay-
deporte.gob.es/planes-nacionales/textos.html
2
1) Catedrales, aprobado en 1990 y revisado en 2012; 2) Abadías, Monasterios y Conventos, aprobado en 2004 y revisado
en 2011; 3) Patrimonio Industrial, aprobado en 2001, revisado en 2011 y actualizado en 2016; 4) Protección del Patrimonio
Arqueológico Subacuático, aprobado en 2007; 5) Paisaje Cultural, proyecto de Plan en 2001, aprobado en 2012 y actualizado
en 2017; 6) Arquitectura Defensiva, aprobado en 2012 y revisado en 2017; 7) Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial, aproba-
do en 2011, revisado en 2016 y aprobado en Consejo de Ministros en 2017; 8) Investigación en Conservación del Patrimonio
Cultural, aprobado en 2011, en revisión; 9) Conservación Preventiva, aprobado en 2011 y revisado en 2016; 10) Educación
y Patrimonio, aprobado en 2012 y actualizado en 2017; 11) Conservación del Patrimonio Cultural del siglo xx, aprobado en
2014; 12) Arquitectura Tradicional, aprobado en 2014; 13) Emergencias y Gestión de Riesgos, aprobado en abril de 2015; 14)
Conservación del Patrimonio Fotográfico, aprobado en 2015.
3
No se ha dado respuesta en el Consejo de Patrimonio a la sugerencia de nuevos planes nacionales por dos problemas funda-
mentales: el primero ha sido la crisis económica, con la reducción de presupuestos y el disminución del número de personal de
las Administraciones públicas. Por otro, la necesidad de analizar la idoneidad de los planes nacionales ya existente en su plan-
teamiento, composición de la comisión de seguimiento, realizaciones de todo tipo –actuaciones, difusión, etc.–. Esto ha llevado
a pensar en la posibilidad de configurarlos con planteamientos más comprehensivos.
4
http://www.culturaydeporte.gob.es/planes-nacionales/que-son.html
5
De manera muy resumida, las organizaciones internacionales que se han ocupado del paisaje desde su dimensión cultural,
con distinto enfoque y alcance, son: UNESCO, International Union for Conservation of Nature (IUCN) y el Consejo de Europa.
Por otra parte, la Estrategia Territorial Europea (ETE), adoptada por los ministros responsables de ordenación del territorio de la
UE (Potsdam, 1999), plantea la «gestión creativa de los paisajes culturales» como uno de los ejes de la ordenación y gestión del
territorio de la Unión.
La cuestión del paisaje está planteada en la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Natural y Cultural de la
UNESCO de Santa Fe (1992), donde se introdujo una nueva categoría de patrimonio mundial: el término paisajes culturales. El
primer paisaje inscrito como tal en la Lista del Patrimonio Mundial, en 1993, fue el Tongariro National Park, en Nueva Zelanda.
La IUCN, en 1994, introduce la figura de paisaje protegido como: «Área de terreno, incluyendo las costas y el mar, donde la inte-
racción de gentes y naturaleza a lo largo del tiempo ha producido un espacio de carácter distintivo con unos valores estéticos,
ecológicos y/o culturales específicos, y a menudo con una rica diversidad biológica. Salvaguardar la integridad de esta tradicional
interacción es vital para la protección, el mantenimiento y la evolución del área mencionada».
La ETE incluye los paisajes culturales dentro del patrimonio cultural de la UE, los considera un factor económico de importancia
creciente para el desarrollo sostenible y establece una serie de opciones políticas para lo que denomina la «gestión creativa de los
paisajes culturales». En esta línea, los Principios para el Desarrollo Territorial Sostenible del Continente Europeo, del Consejo de
Europa (Hannover, 2000), reconocen también los paisajes culturales como parte significativa del patrimonio europeo, incorporan
los objetivos del CEP y añaden la consideración del paisaje en los programas internacionales y en la cooperación transfronteriza,
trasnacional e interregional en materia de paisaje.
Por su parte, el Consejo de Europa ha vinculado determinados elementos culturales al paisaje a través de dos importantes re-
comendaciones: la número R(89)6 del Comité de Ministros, relativa a la protección y promoción del patrimonio arquitectónico
rural asociado a sus respectivos paisajes, y la R(95)9, también del Comité de Ministros, sobre la conservación de sitios cultura-
les integrados en el paisaje. Asimismo, otros convenios del Consejo, además del de paisaje, tienen vínculos manifiestos con la
cuestión paisajística: el Convenio para la Protección del Patrimonio Arquitectónico de Europa (Convenio de Granada, 1985), el
de Protección del Patrimonio Arqueológico Rev. (Convenio de Malta, 1992) y el Convenio-marco sobre el valor del patrimonio
cultural para la sociedad (Convenio de Faro, 2005).
6
El primer taller se celebró en Estrasburgo en 2002. Se debe destacar el formato abierto de los talleres, a los que cualquier per-
sona puede inscribirse, al margen de los representantes oficiales de cada Estado miembro.
7
Las bases y los resultados están en el micrositio de planes nacionales: http://www.mecd.gob.es/dam/jcr:14b2cefc-5a31-40bd-9c21-bc-
494fced4c8/toda-convocatoria.pdf
8
https://elcl6.coe.int/WebForms/Public_List.aspx
9
El proyecto muestra el paisaje como elemento identificador del territorio y la cultura.
10
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2015): Cien paisajes culturales de España.
11
http://www.100paisajes.es
12
Janin, P. (2019): La Cultura y Los Paisajes del Esparto en España. Madrid: Ministerio de Cultura y Deporte.
13
https://sede.educacion.gob.es/publiventa/descarga.action?f_codigo_agc=15233C
14
El informe se puede consultar en la publicación del IPCE Informes y trabajos, 16, octubre 2018.
15
Dos migraciones entre versiones de Magnolia, que es el editor de páginas del ministerio, con sus consecuentes altas y bajas
de contenido. Se debe añadir el cambio de URL por la separación del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en dos minis-
terios distintos en el verano de 2018.
16
El micrositio aún no contiene las actuaciones del Plan de Paisaje anteriores a la fecha de su creación, en 2015, que son la
mayoría, lo que redundará en su número de consultas cuando se introduzca.
17
Patrimonio cultural de nuestros espacios naturales protegidos, http://www.redeuroparc.org/proyectos/geoportal

36
Olivo milenario del territorio del Sénia junto a Ulldecona (Tarragona).

37
Florencio Zoido en el Taller del paisaje, aniversario de la Carta de Sevilla.

38
De la Carta de Sevilla al Convenio de Florencia
Florencio Zoido Naranjo
Director honorario del Centro de Estudios Paisaje y Territorio
[email protected]

Resumen
El escrito plantea las relaciones entre la Carta del Paisaje Mediterráneo (Carta de Sevilla, 1992) y el Convenio Europeo
del Paisaje (Florencia, 2000), tanto desde el punto de vista circunstancial –personas, entidades participantes, sucesión
de iniciativas y encuentros– como de aparición de conceptos o evolución de las principales ideas contenidas en ambos ins-
trumentos. Valora las similitudes y diferencias para señalar, finalmente, la influencia decisiva de la primera en el segundo.

Palabras clave
Carta del Paisaje Mediterráneo, Carta de Sevilla 1992, Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa.

Abstract
The paper discusses the relationship between the Mediterranean Landscape Chart (Seville Chart, 1992) and the European
Landscape Convention (Florence, 2000), both from the circumstantial point of view -persons, participating entities, succes-
sion of initiatives and meetings- and from the perspective of the emergence of concepts or evolution of the main ideas con-
tained in both instruments. The paper assesses the similarities and differences, to point out, finally, the decisive influence of
the first instrument on the second.

Keywords
Mediterranean Landscape Chart, Seville Chart 1992, European Landscape Convention of the Council of Europe.

Preámbulo

Como es conocido, la Carta del Paisaje Mediterráneo (Carta de Sevilla, 1992) –en adelante CPM– es el
antecedente principal del Convenio Europeo del Paisaje (Florencia, 2000) –en adelante CEP–. En 1994,
la Conferencia Permanente de Poderes Locales y Regionales de Europa (CPLRE) del Consejo de Europa la
adoptó mediante la Resolución 256 (1994) sobre la 3ª Conferencia de Regiones Mediterráneas, celebra-
das en Taormina (Italia), en abril de 1993. El punto 6 de dicha resolución indica que «hace suya la Carta
sobre el paisaje mediterráneo preparada por las regiones de Andalucía, Languedoc-Rosellón y Toscana»,
incluyéndola íntegra y literalmente en el documento como su anexo n.º 2.

Aunque me he ocupado anteriormente de esta iniciativa (Zoido, 1998), lo entonces escrito fue
muy breve y en pleno proceso de elaboración del CEP. Ahora, con más perspectiva, puedo afirmar
que, efectivamente, en el prestigioso mosaico paisajístico europeo, los paisajes mediterráneos
fueron los desencadenantes de una iniciativa política actualmente extendida a buena parte del
planeta, pues el CEP ha sido ratificado como compromiso de actuación por 39 Estados europeos y
está teniendo una importante repercusión en otros territorios extracontinentales. Si se analizan en
categorías supraestatales los principales paisajes europeos, tales como los correspondientes al elenco
extraordinario de ciudades históricas, los alpinos y de alta montaña, las muy apreciadas plantaciones
de viñas y olivares, la riqueza y variedad de formas litorales, diferentes formaciones boscosas, las llanas
o alomadas y feraces campiñas agrícolas, etc., a ninguno de ellos le corresponde una denominación
tan ampliamente reconocida, a la vez general y específica. La idea de paisaje mediterráneo contiene

39
Figura 1. Gustav Courbet, 1854, A orillas del mar en Palavas. Símbolo de la admiración por el Mediterráneo.
Museo Fabre, Montpellier.

los elementos necesarios para hacer posible el proceso intelectual sobre el paisaje con mayor alcance
político, efectuado principalmente en los años de transición entre los siglos xx y xxi (figura 1).

El paisaje mediterráneo

Sin duda, el paisaje mediterráneo, como idea de conjunto, es uno de los grandes arquetipos paisajís-
ticos; un tópico cultural universal, con un amplio, aunque no demasiado lejano, reconocimiento; los
libros de viaje y la literatura en general, la pintura, la fotografía y, finalmente, el cine y la publicidad
han configurado una poderosa imagen de conjunto, aunque de componentes variables e imprecisos.

En este proceso ha intervenido, en primer lugar, la existencia de un nombre propio referido a un gran
espacio regional a escala terrestre: el ámbito mediterráneo no es solo el mar así llamado desde que en
el siglo vii Isidoro de Sevilla propusiera una denominación alternativa al mare nostrum romano (Matve-
jevic, 1987), sino también un área geográfica, terrestre y marítima, con una configuración geológica
singular; una gran cubeta o cuenca orográfica parcialmente ocupada por las aguas y favorecida con un
clima de características poco frecuentes en el conjunto planetario: bonancible en general para el ser
humano y favorable para la producción de especies vegetales muy apreciadas por su potencial alimen-
ticio en largas trayectorias históricas. El mediterráneo es una gran región biogeográfica con peculiares
equilibrios ecológicos, compuesta por ecosistemas propios, bien diferenciados a escala planetaria, pero

40
frágiles e inestables y con gran variedad intra e interanual. Un amplio espacio transcontinental delimi-
tado por un óvalo montañoso que rodea un mar transitable, aunque peligroso en ocasiones, un amplio
espacio terrestre que, en determinadas etapas históricas, ha tenido una funcionalidad unitaria y, en
otras, como la actual, en las que sus orillas se convierten en fronteras de separación nítida, de oposi-
ción radical entre culturas y niveles económicos, aunque percibidos mayoritariamente como enfrenta-
mientos o desigualdades inaceptables.

Los paisajes mediterráneos gozan, por tanto, de una base natural e histórica unitaria singular y propicia
para la transformación humana. Como hace casi ya un siglo subrayó el filósofo japonés Tetsuro Watsuji
(1935), en el ámbito mediterráneo, la peculiaridad de las relaciones entre el medio físico y sus ocupan-
tes propició, desde tiempos remotos, el desarrollo de unas mentalidades de «dominio de la naturaleza»
y de convicción en las capacidades humanas para sobreponerse a las adversidades del medio, de
domesticar a los otros seres vivos y de ordenar la tierra y las aguas. Frente a otras cosmovisiones
antiguas y con amplio desarrollo histórico que se pliegan a las fuerzas naturales, integrándose en
ellas, las civilizaciones y culturas surgidas en el Mediterráneo sitúan al ser humano como antagonista
y dominador, por mandato divino, de un medio hostil, parco en recursos y de extrema variabilidad.

Con distinta intensidad, según el grado de poblamiento y su continuidad, en todo el ámbito mediterráneo
existen numerosas muestras arqueológicas de lejanas transformaciones del espacio vital, consistentes
en la ocupación de emplazamientos singulares y la construcción de grandes asentamientos humanos
aislados y defendidos de un entorno hostil; en deforestar, allanar o abancalar amplias extensiones de
tierras, llanuras y laderas montañosas; en manejar superficies, depósitos y cursos de agua –desecando
deltas, lagunas y llanuras encharcables, desviando cursos fluviales, extrayendo y movilizando aguas
subterráneas, construyendo embalses–; en seleccionar especies animales y vegetales, reproduciéndolas
sistemáticamente e ideando sistemas de movilidad ganadera y alternancias de cultivo o formando
plantaciones muy singulares: la «frutalización del bosque mediterráneo» llamó el ecólogo González
Bernáldez (1992) a este penúltimo acto del proceso humanizador de la prehistoria (figura 2).

Figura 2. Dehesa en Sierra Morena (Constantina, provincia de Sevilla). Paisaje mediterráneo identificado por
el Informe Dobris que combina sabiamente funciones forestales, ganaderas y agrarias. Fotografía: A. Ramírez,
Centro de Estudios Paisaje y Territorio.

41
Sobre estas bases reales, distintas culturas protohis-
tóricas, antiguas y medievales desarrollaron no sola-
mente diferentes espacios y hábitats característicos,
sino también complejas y singulares idealizacio-
nes propias: «paisajes alegóricos» (Imbet y Maupeau,
2011) correspondientes a sus mitos, divinidades y
héroes, espacios ideales, jardines reales o imaginarios
y paraísos «prometidos o perdidos» (Corredor, 1992);
todas estas configuraciones imaginadas combinan
elementos propios del ámbito mediterráneo –roquedos,
aguas, vegetación, construcciones– y conducen a la
elaboración de un denominador común: el arquetípico
paisaje mediterráneo, quizás más precisamente
definido por sus atribuciones y valores –luminosidad,
sensualidad, capacidad evocadora– que por formas
invariables.

Se ha escrito mucho y se siguen sumando conocimien-


tos en la actualidad sobre las muy variadas aportacio-
nes que, en distintos momentos históricos y desde
diferentes bases culturales, han ido construyendo esta Figura 3. Portada del catálogo de la exposición
peculiar relación entre naturaleza y acción humana «Paisaje Mediterráneo». Sevilla, 1992.
que son los paisajes mediterráneos. Por su expresa re-
lación con el principal hecho aquí abordado (la CPM),
remito al lector al catálogo de la exposición «Paisaje Mediterráneo», que se celebró en 1992 en el mo-
nasterio de Santa María de las Cuevas (Sevilla), en coincidencia temporal con la Exposición Universal
(figura 3).

Dicho documento contiene valiosos estudios aún vigentes sobre las peculiaridades de la naturaleza
mediterránea, los principales procesos de transformación y realización de paisajes agrarios y urbanos
y muestras muy significativas de las percepciones y representaciones individuales y sociales, que han
dado lugar al muy difundido arquetipo paisajístico. Esta muestra reunió más de 200 objetos –piezas ar-
queológicas, esculturas, textos literarios, fotografías, carteles, maquetas, documentos de planificación,
proyectos y, sobre todo, pinturas de los siglos xviii al xx– con los que se evocaba la extraordinaria rique-
za y variedad de los componentes paisajísticos, sus atributos culturales, su capacidad inspiradora –filo-
sófica, artística y política–, así como sus problemas actuales más acuciantes: desequilibrios y conflictos
funcionales, ecológicos y patrimoniales.

Una primera versión de la CPM fue presentada públicamente el 4 de junio –víspera del día mundial
del medio ambiente– de 1992 en la apertura de esta muestra, pocos días después de la inauguración
oficial de la Exposición Universal, en el compás de acceso al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.

Como se trata a continuación, la elección del paisaje mediterráneo y la ubicación de la iniciativa polí-
tica en el nivel regional tuvieron repercusiones significativas en el ulterior desarrollo de esta iniciativa
pública en el amplio conjunto paneuropeo.

Antecedentes y origen de la CPM

Como indicaron hace años Hildenbrand (1995) y Prieur (1996), la inclusión del paisaje en normas y
leyes europeas tiene ya un recorrido superior a dos siglos. En ese largo plazo, los propósitos por los
que se recurre al concepto y los contenidos atribuidos al mismo han evolucionado, principalmente,
ampliándolo, tanto semántica como espacialmente.

42
Más reciente es la idea de que distintas instancias y niveles políticos compartan una iniciativa normati-
va y de acción referida al paisaje en sí mismo. Como se expone seguidamente en el desarrollo de esta
última intención, la CPM ha tenido una influencia decisiva.

Diferentes acuerdos políticos de Naciones Unidas (UNESCO y UICN, principalmente) y del Consejo de
Europa –recomendaciones, resoluciones y convenciones– muestran cómo, a nivel internacional, al
menos desde la década de los sesenta, la noción de paisaje atrae a los responsables y funcionarios de
los organismos recién mencionados y empiezan a incluirla en sus propuestas –puede hacerse un aná-
lisis más detallado de esta cuestión a partir de los repertorios normativos publicados por Añón (2001)
y el Consejo de Europa (2003)–.

En 1931, la Carta de Atenas recomienda «que se respete en la construcción de los edificios el carácter
y la fisonomía de las ciudades, sobre todo en la vecindad de los monumentos antiguos; los alrededores
de los cuales deben ser objeto de cuidados especiales, debiendo ser preservados incluso conjuntos y
perspectivas particularmente pintorescas»; puede deducirse, por tanto, que este importante instrumento
opta por insinuar el concepto de paisaje, pero lo elude; por el contrario, en 1962, la «Recomendación
relativa a la protección de la belleza y del carácter de los lugares y paisajes» se inclina ya claramente
por el concepto desde su título, aunque utilizándolo como acompañante de otros hechos; posición
que será largamente sostenida, si bien de modo intercambiable –con ecosistema, patrimonio, lugar,
territorio, etc.–. En sus «principios generales» establece que «los estudios que se han de efectuar y las
medidas que se han de aplicar para la protección de los lugares y paisajes se han de extender a todo el
territorio» (apdo. ii.3), señalando más adelante que «la protección no se limitará a los lugares y paisajes
naturales, sino que se ha de extender también a lugares y paisajes cuya formación se deba total o
parcialmente a la mano del hombre» (apdo. ii.5).

Con los énfasis anteriores intento mostrar también cómo en las iniciativas internacionales se va abriendo
paso el amplio concepto de paisaje que será recogido por la CPM y el CEP, pero que, en estos primeros
intentos, queda limitado en su aplicación a las medidas de protección, inclinándose claramente en sus
desarrollos por los lugares excepcionales y de especiales valores naturales o culturales.

También en los documentos normativos emanados del Consejo de Europa puede apreciarse una evo-
lución conceptual y de propósitos semejante. Así la «Resolución 43 (1964) relativa a la ordenación del
territorio y la protección de la naturaleza y del paisaje» es una temprana muestra de interés por el con-
cepto y de su vinculación a las políticas de ordenación del territorio en los diferentes niveles políticos
–estatal, regional y local–; pero en ella la noción de paisaje sigue siendo de acompañamiento y no se
desarrolla, solo complementa a aquellas otras que son objeto de mayor dedicación, como la ordena-
ción del territorio y la protección de la naturaleza.

Años después, la «Recomendación (79) 9 del Comité de Ministros relativa a la identificación y evalua-
ción de los paisajes naturales» utiliza el concepto en sí mismo, aunque lo adjetiva y lo vincula a la rea-
lización de un «inventario de los paisajes naturales y próximos al estado natural de interés europeo» y
a su protección para establecer en el futuro «una red europea de reservas biogenéticas»; es decir, un
propósito parcial por su contenido semántico y geográfico. Otro ejemplo sobre las dudas y vacilaciones
conceptuales del Consejo de Europa respecto a la noción de paisaje se muestra en la Carta Europea
de Ordenación del Territorio (Torremolinos, 1983), documento considerado con justicia el instrumen-
to fundamental de una política con amplios desarrollos ulteriores; en el apartado correspondiente a la
«gestión responsable de los recursos naturales y la protección del medio ambiente» se incluye «acordar
una particular atención a las bellezas naturales y al patrimonio cultural y arquitectónico» y entre los «ob-
jetivos particulares» para las «regiones rurales», se demandan «medidas de conservación y ordenación
del paisaje».

Creo que los ejemplos anteriores son suficientes para mostrar las ambigüedades y derivas, tanto con-
ceptuales como de acción, con las que se abordaba la noción de paisaje antes de que el CEP las resol-
viera, hecho que se produjo, en gran medida, por las aportaciones clarificadoras que corresponden a la
CPM. Aunque se pueden encontrar otras apelaciones diferentes a los paisajes mediterráneos en iniciativas

43
previas, los antecedentes inmediatos de la CPM hay que situarlos en cinco hechos principales: un pro-
grama de investigación presentado en 1980, un seminario o debate y una conferencia internacional
–ambos producidos en 1987–, una exposición realizada en 1992 y un congreso científico internacional
en 1993. A resumirlos y relacionarlos se dedican los apartados que siguen.

El programa de investigación

El origen de la CPM hay que situarlo en el programa de estudios denominado «Evolución de los paisajes
andaluces y ordenación del territorio en Andalucía Occidental» que, en 1980, presentó la institución
francesa Casa de Velázquez, radicada en Madrid. Este programa fue apoyado por el Centro de Estudios
de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente (CEOTMA) del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo
y por la Consejería de Obras Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía. La investigación fue
realizada por un amplio equipo pluridisciplinar hispano-francés del que formé parte.

Con la coordinación científica del geógrafo Francis Fourneau, proveniente de la Escuela de Altos
Estudios Hispánicos (Universidad Burdeos iii), el equipo planteó un programa cuatrienal (1981-1984),
cuyo propósito principal era analizar las transformaciones geográficas experimentadas en cuatro
áreas andaluzas: Campiña de Carmona (valle y terrazas del Guadalquivir), también llamada «zona
test», pues en ella se experimentaron las hipótesis, conceptos y métodos planteados; Viñedo de Jerez;
Sierra Norte de Sevilla y Bahía de Cádiz; un amplio y variado elenco de paisajes andaluces forestales,
ganaderos, agrícolas, urbanos y periurbanos. Junto a Francis Fourneau, el impulso científico sostenido
del programa correspondió a Yves Luginbühl, entonces recién incorporado a la institución francesa y
más tarde miembro del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS).

Esta propuesta de investigación continuaba una labor que, desde hacía una década, había mantenido
en Andalucía la Casa de Velázquez, entonces dirigida por el historiador François Chevalier. Durante
su mandato, los enfoques más clásicos del hispanismo galo dedicados a estudios arqueológicos,
históricos, literarios y artísticos giraron, incluyendo una nueva orientación, hacia la realidad económica
y social de la España presente, principalmente en sus regiones más atrasadas; enfoque que en aquella
etapa compartieron otros estudiosos europeos. Este giro de la institución francesa en los años finales
de la dictadura tuvo no solo propósitos científicos, sino también diplomáticos (Chevalier, 2002); la
formación del llamado «Equipo de Andalucía» ERA 360 consiguió no solo buenos resultados científicos
como acreditan varias publicaciones de gran valor (Drain, Lhénaff y Vanney, 1971; Roux, 1975; Drain,
1977; Haubert, 1979; Fourneau, 1983; Humbert, 1988), sino también una influencia positiva en los
ámbitos universitarios de Sevilla y Granada (véase Zoido, 2013, y entrevista a Bosque Maurel, en
García Ramón et al., 1992).

El enfoque conceptual de la propuesta de investigación de la Casa de Velázquez sobre los paisajes


andaluces contenía los elementos principales que años después precisarían la CPM y el CEP. A los
planteamientos geográficos previos realizados por Bertrand y Dolfuss (1975), asociando el paisaje
a cuestiones medioambientales y de ordenación territorial, se añade «la hipótesis, de que frente a
un paisaje concreto, resultante de acciones humanas en el medio ecológico y que posee su propia
evolución, existe un paisaje mental, interpretación sociocultural de esta realidad»; además, siguiendo
a Roger Brunet (1974), se opta por entender el paisaje como «lo que se ve» y «es vivido y sentido»
para, finalmente, establecer con propósito definitorio que el estudio del paisaje se extiende al «soporte
geomorfológico y biológico; los procesos de evolución provocados por agentes económicos, políticos
y sociales; la percepción del paisaje, su simbolismo y los comportamientos de los usuarios y agentes»
(Fourneau y Luginbühl [coords.], 1985).

Todos los trabajos de esta investigación fueron publicados en años sucesivos (Carmona, 1985; Sierra
Norte, 1986; Viñedo de Jerez, 1986 y Bahía de Cádiz, 1987), incluida una síntesis final del conjunto
del programa (1991), de manera que algunos de los integrantes del amplio equipo de investigación
que se mantuvo activo durante una década continuaron desarrollando otras iniciativas que también
representan pasos significativos hacia la CPM.

44
El seminario sobre el paisaje

Dando continuidad al referido programa de inves-


tigación, en junio de 1987 el Centro de Estudios
Territoriales y Urbanos –dirección general de mi res-
ponsabilidad, integrante de la Consejería de Obras
Públicas y Transportes de la Junta de Andalucía– y la
Casa de Velázquez plantearon la realización en Madrid
del «Seminario sobre el paisaje. Debate y alternativas
sobre su ordenación y gestión» (figura 4).

El encuentro tuvo tres sesiones: 1. Aspectos concep-


tuales; 2. El paisaje mediterráneo y 3. Ordenación del
paisaje; al mismo fueron invitados una treintena de re-
conocidos especialistas en paisaje –Fernando González
Bernáldez, Eduardo Martínez de Pisón, Ángel Ramos
Fernández, entre otros estudiosos españoles–, así como
funcionarios y responsables técnicos de diferente pro-
cedencia: Félix Arias Goytre, Lucienne Chabasson, Ja-
vier García Bellido, Franco Posocco, Juan Zumárraga,
etc. La publicación de este seminario (1989) permite
apreciar determinados avances conceptuales y de pro-
pósito en relación al hecho que ahora se trata.

De las diferentes aportaciones escritas y de los debates


–también publicados– se deduce, en primer lugar, el in- Figura 4. Portada del folleto divulgador del
tento por hacer converger los planteamientos concep- Seminario sobre el paisaje, Madrid, 1987.
tuales sobre el paisaje, entonces divergentes (véanse las
intervenciones de González Bernáldez, López Ontive-
ros, Martínez de Pisón o Posocco). También es destacable la insistencia en convertir la consideración del
paisaje en instrumento útil para la mejora de la acción pública en el territorio, así como la opción explícita
por algunos planteamientos que serán incorporados por la CPM y el CEP, convirtiéndose en sus pautas
diferenciales principales. Las conclusiones del encuentro las presentamos Lucien Chabason y yo. De mi
aportación quiero resaltar aquí tres afirmaciones:

• el amplio entendimiento del concepto, tanto semántica como espacialmente;

• la apelación al paisaje sin adjetivos;

• la vinculación de la noción de paisaje a la totalidad del territorio.

Quizá la aportación más influyente en la cuestión ahora tratada la realizó Lucien Chabason, entonces
alto funcionario en el Ministerio de Medio Ambiente francés y, poco después, uno de los impulsores
principales de la Loi paysage (1993). En sus conclusiones, Chabason se refiere a un fallido intento inter-
nacional previo franco-británico, en el que se propuso a la UNESCO el reforzamiento de las medidas de
protección de paisajes excepcionales universales y, posteriormente, añadió su convencimiento de que
una nueva acción conjunta de España, Francia e Italia podría tener resultados positivos para conseguir
la declaración de una «muestra representativa de los paisajes europeos». Esta idea, como se verá más
adelante, iluminó los pasos posteriores hacia la CPM y el CEP.

La Conferencia de Regiones

Un nuevo paso importante en esa dirección fue la celebración, en septiembre de 1987, de la 2.ª
Conferencia de Regiones Mediterráneas, auspiciada por la Asamblea Parlamentaria y la Conferencia

45
Permanente de Poderes Locales y Regionales de Europa (CPLRE) y coorganizada por el Consejo de
Europa y la Junta de Andalucía; su lema general fue «Turismo en la cuenca mediterránea. Impacto del
turismo sobre el medio ambiente y la ordenación del territorio»; en ella presenté una comunicación
titulada «Incidencia del turismo en el paisaje litoral mediterráneo» y, para la ocasión, el Centro de Estu-
dios Territoriales y Urbanos preparó un dosier sobre las transformaciones del paisaje litoral en la Costa
del Sol, documento que se utilizó para realizar la visita técnica de la Conferencia –una travesía en barco
frente a dicha costa– y cuya síntesis se proporcionó a los asistentes.

En mi comunicación (Zoido, 1987) recogí algunas de las ideas expresadas en el «Seminario sobre el
paisaje» anteriormente mencionado, añadiendo un énfasis especial en dos cuestiones: la fragilidad y
el reconocimiento social de los paisajes litorales mediterráneos y la necesidad de cooperación entre
diferentes regiones y países para su salvaguarda, solicitando a la CPLRE, que anteriormente había de-
sarrollado iniciativas semejantes –Carta Europea del Litoral, Creta, 1981; Carta Europea de Ordenación
del Territorio, Torremolinos, 1983, y Declaración de Marsella, 1985–, que «tome en consideración y
desarrolle en sus actuaciones las directivas, resoluciones, recomendaciones o estudios necesarios» para
abordar la ordenación «de todo el territorio» de las regiones participantes.

Quizá el hecho decisivo, respecto a la cuestión aquí tratada, fue que en esta reunión Ferdinando Alba-
nese, director de Medio Ambiente y Poderes Locales del Consejo de Europa, acogió favorablemente mi
propuesta de coordinar alguna acción internacional sobre el paisaje mediterráneo. Albanese propuso
continuar desarrollándola y llevó este propósito a la 3ª Conferencia de Regiones Mediterráneas, en la
que se adoptó la CPM como base para «elaborar una convención marco sobre la gestión y la protección
del paisaje natural y cultural de toda Europa» (Resolución 256/1994). Antes fueron necesarias otras ac-
tuaciones para elaborar y acordar la Carta de Sevilla.

La exposición «Paisaje Mediterráneo»

Como ya indiqué, en el «Seminario sobre el paisaje» se produjo el encuentro de científicos, técnicos y


responsables públicos de España, Francia e Italia interesados en precisar el concepto y en utilizarlo en
políticas de medio ambiente y ordenación del territorio y surgió la idea de realizar una acción de coo-
peración internacional. El siguiente paso lo propició la Exposición Universal de Sevilla de 1992. Tenien-
do en cuenta la previsible repercusión internacional de dicho evento, el Centro de Estudios Territoriales
y Urbanos y la Casa de Velázquez propusieron, como continuación al seminario, la realización de una
exposición de contenido artístico y científico sobre el paisaje mediterráneo, buscando para ello la coo-
peración con otras dos regiones europeas –francesa e italiana– con alto reconocimiento paisajístico y
cultural. Desde el primer momento, se intentó asociar a la iniciativa las poderosas imágenes sociocul-
turales de Andalucía, Venecia y Costa Azul. Tras diversas gestiones, se consiguió la implicación de las
Administraciones regionales del Véneto y Languedoc-Rosellón.

Se crearon una comisión ejecutiva de responsables públicos y tres grupos científico-técnicos regionales
que durante el trienio 1989-1991 programaron la exposición, establecieron su enfoque y realizaron la
selección de los materiales y objetos que compondrían la exposición, así como la elaboración del ca-
tálogo antes mencionado, publicado en 1992 en español, francés, inglés e italiano. Por último, aunque
principal para la cuestión aquí tratada, entre los trabajos compartidos figuró la elaboración de un do-
cumento político de cooperación para «difundir y proteger el valor universal del paisaje mediterráneo»,
como expresión de una «combinación relativamente equilibrada de desarrollo cultural, bienestar social
y preservación natural que se plasma en el territorio con formas propias» –del prólogo del catálogo sus-
crito por los presidentes regionales (figura 5)–.

Se celebraron numerosas reuniones de trabajo –Sevilla, Montpellier, Venecia, Carmona, Arcos de la


Frontera, Séte y Siena–. En 1992 la Región del Véneto dejó de formar parte de esta iniciativa de coo-
peración internacional y fue sustituida por Toscana (provincia de Siena). Tanto en el catálogo de la
exposición como en los diferentes documentos tramitados ante varias instituciones para afianzar la
cooperación internacional pueden verse los avances teóricos, conceptuales y de aplicación que condu-
cen a la CPM.

46
Figura 5. Joan Miró: Montroig, La iglesia y el pueblo, 1919. Utilizado como cartel en español de la exposición Paisaje
Mediterráneo.

47
Quiero destacar aquí las aportaciones de Arsenio Moreno Mendoza, comisario de la exposición, Yves
Luginbühl, director científico, y Arrigo Rudi, arquitecto realizador, así como las colaboraciones a la
preparación científica de la exposición y al catálogo de personalidades científicas como Fernando
González Bernáldez, Enrique Valdivieso, Louis Malassis, Marcel Oms, Margherita Azzi Visentini o Italo
Zannier, entre otros. Del catálogo forma también parte un texto conclusivo de sentido principalmente
político escrito por Franco Posocco, responsable entonces de la Secretaría Regional del Territorio en la
Región del Véneto, y por mí, como director del Centro de Estudios Territoriales y Urbanos de la Junta
de Andalucía; de dicho texto deseo traer aquí y recalcar las siguientes afirmaciones:

1. «Proponer a la acción política el tema del paisaje significa sentar una cuestión revolucionaria, no
solo con respecto a los modos tradicionales de administrar el espacio, sino también con respecto a
los objetivos del gobierno público.»

2. «El tema del paisaje puede convertirse, en una sociedad dispersa y sectorial, contradictoria y des-
prevenida, en el tema unificador de un nuevo contrato social que hará compatible el desarrollo con
el ambiente y la eficiencia con la historia.»

3. «Un modo adecuado de iniciar una política europea del paisaje puede ser la elaboración de una
Carta Europea de esta materia. Las tres regiones que han realizado la exposición “Paisaje medite-
rráneo” pretenden que su colaboración inicie e impulse una política europea sobre el paisaje, con
especial referencia al paisaje mediterráneo.»

El Congreso internacional

Del 14 al 16 de junio de 1993 se celebró en Montpellier –capital regional de Languedoc-Rosellón–


el «Congreso Internacional sobre el Paisaje Mediterráneo», coorganizado, además de por la región
anfitriona, por Andalucía y Toscana (provincia de Siena), con la colaboración de las universidades de
Granada y Montpellier. Al mismo asistieron 150 especialistas, algunos de ellos con gran reconocimiento
científico en la materia –George Bertrand, Bernard Lassus, Pedro Monserrat, Josefina Gómez Mendoza,
María de Bolós, José Vicente de Lucio, entre otros–, funcionarios y responsables públicos. Este
encuentro propició también la participación de algunos países de la orilla meridional, como Argelia,
Egipto y Túnez.

Además de insistir en planteamientos anteriores, como la búsqueda de una mayor convergencia


teórica, se abordaron las relaciones entre paisaje, riesgos, agricultura y turismo. En sus conclusiones
se subrayaron tres necesidades principales: aumentar el conocimiento de los paisajes mediterráneos,
potenciar la formación de especialistas y fortalecer los contenidos paisajísticos de los proyectos
técnicos.

En el aspecto que ahora nos interesa, el congreso de Montpellier sirvió para dar a conocer a la comuni-
dad científica y a los funcionarios participantes la CPM que pocos días después, el 2 de julio de 1993,
sería políticamente asumida por los máximos responsables de las regiones que la impulsaron y que
fue distribuida a los participantes en su versión española, francesa e italiana e incluida en las actas del
congreso publicadas por la Universidad de Granada (Abellán y Fourneau, 1998).

Durante el período de elaboración y aprobación de la CPM, Yves Luginbühl, Franco Posocco y yo visi-
tamos en Estrasburgo, en varias ocasiones, a Ferdinando Albanese para mostrarle y debatir los plan-
teamientos iniciales y las primeras propuestas de la Carta de Sevilla. Los trámites internos aún se
prolongarían durante casi dos años, plazo en el que la Administración de Toscana sustituyó al Véneto.
En abril de 1993, la CPM fue presentada por Juan Manuel Suárez Japón, consejero de Cultura y Me-
dio Ambiente de la Junta de Andalucía, en la 3ª Conferencia de Regiones Mediterráneas, celebrada en
Taormina; y el 15 de octubre del mismo año fue refrendada en Saint-Maló (Francia) por la Asamblea
General de las Regiones Periféricas y Marítimas. En marzo del siguiente año, en la vigésimo octava se-
sión de la CPLRE, celebrada en Estrasburgo, se aprueba la Resolución 256 (1994) por la que el Consejo
de Europa «hace suya» la CPM y se compromete a elaborar el CEP (figura 6).

48
Figura 6. Estrasburgo, sede del Consejo de Europa y lugar de acogida de la mayor parte de las reuniones de
elaboración y debate del CEP. Fotografía: Carmen Caro.

Contenidos significativos de la Carta de Sevilla

Redactada en su versión inicial por Yves Luginbühl, la CPM fue debatida y matizada en las reuniones de
los equipos científico-técnicos y por los responsables políticos antes mencionados. También fue objeto
de aportaciones y correcciones en las dos reuniones mantenidas con la dirección de Medio Ambiente
y Poderes Locales del Consejo de Europa; quienes hayan conocido a Ferdinando Albanese detectarán
en ella la utilización de un inusual término de su preferencia: «perecuación».

En los años de transición entre las décadas de los ochenta y los noventa, el Consejo de Europa, concre-
tamente la dirección general recién mencionada, ya tenía planteado abordar el paisaje como noción útil
para desarrollar políticas relativas al patrimonio natural y cultural, si bien con enfoques más parciales. Es-
critos de dos funcionarios pertenecientes a la misma así lo indican (Bauer, 1998; Priore, 2009). Además
de las referencias documentales ya mencionadas en el inicio del apartado 3 de este escrito, en 1997 el
Consejo de Europa lanzó la «Campaña paneuropea por el mundo rural», y en octubre de 1992 organizó el
«Seminario paneuropeo sobre los paisajes rurales», en el que identificó el abandono y la sobreexplotación
como las principales causas de degradación de los paisajes agrarios y se formuló la necesidad de redactar
una «carta de los paisajes rurales» (Bauer, 1998); estos propósitos fueron coetáneos con la toma en consi-
deración de la CPM y con el conocimiento de las iniciativas británicas dedicadas a los paisajes rurales sus-
tentadas en los trabajos del Landscape Research Group (Priore, 2009); también en esos años la Agencia
Europea de Medio Ambiente preparaba el Informe Dobris (1995), que incluyó un capítulo dedicado a los
paisajes. No obstante, entre todas estas actuaciones e influjos, la referencia decisiva fue la CPM, «tomada
como base» para elaborar el CEP, según expresó la Resolución 256 (1994) (figura 7).

La CPM es un texto corto –tres páginas–, estructurado en cinco apartados con la disposición habitual
en este tipo de documentos: preámbulo, definiciones y campo de actuación, diagnóstico, objetivos y

49
Figura 7. Portada del n.º 86 de la revista Naturopa; monográfico dedicado a «El paisaje marco vital de
mañana». Consejo de Europa.

50
propuestas de actuación. Más interesante que describir con detalle su contenido me parece establecer
las que considero principales innovaciones –siempre relativas, pues de todos los aspectos que se co-
mentan se pueden encontrar antecedentes– y, sobre todo, aquellas aportaciones sustanciales que va-
rios años después incorporará el CEP.

En la CPM, el primer hecho significativo es su dedicación exclusiva al paisaje; aunque se refiera a un


área geográfica determinada, el ámbito mediterráneo, opta por una noción de paisaje considerada en
sí misma, no acompañada ni adjetivada, superando con ello las orientaciones hasta entonces predo-
minantes en otros acuerdos internacionales en los que el paisaje no está solo o su entendimiento es
parcial, al tener un enfoque prevalente –natural o cultural– y estar referido a lugares excepcionales.

Las definiciones incluidas en la CPM fueron superadas claramente por las que contiene el CEP. En la
Carta de Sevilla tampoco se afirma con claridad que «todo el territorio es paisaje». Se opta claramente
por la doble dimensión objetiva y perceptiva del paisaje, si bien este último aspecto queda algo oscure-
cido por la expresión «relación sensible» entre las «sociedades y el territorio», aspecto, en mi opinión,
también claramente superado en el CEP con la referencia a «la percepción».

En el diagnóstico o evaluación de los paisajes mediterráneos se pone de manifiesto, en primer lugar, el


carácter muy dinámico de algunos de ellos a causa de determinados procesos «económicos, demográfi-
cos o ecológicos» –densificación litoral, urbanización, industrialización, turismo, intensificación agríco-
la, etc.– y la pérdida de valores de otros paisajes mediterráneos por abandono y/o gestión insuficiente
–incendios, contaminación–. Se identifican, asimismo, como factores negativos la escasez de medios
públicos dedicados al paisaje y las actitudes contradictorias al respecto en la sociedad.

Entre los objetivos señalados puede destacarse, en primer lugar, la referencia a la necesidad de «con-
servación y gestión», superándose planteamientos anteriores meramente proteccionistas. Si bien no se
incorpora la idea de «ordenación», más tarde incluida en el CEP y referida principalmente a los paisajes
nuevos y degradados. De este apartado del documento merecen destacarse igualmente las referencias
al libre acceso a los paisajes, especialmente en los espacios de dominio público, así como la supera-
ción del punto de vista restrictivo, al apelar a la necesidad de una «justa perecuación entre limitaciones
y beneficios».

En el apartado vinculado a las actuaciones destaca, en primer lugar, la opción nítida por un enten-
dimiento transversal y multidisciplinar del paisaje. Igualmente, se encuentran en él las referencias
a «medidas de identificación, formación y sensibilización social» desarrolladas ulteriormente por el
CEP. Finalmente, la CPM propone la creación de un ente internacional, el Instituto del Paisaje Medi-
terráneo que, si bien nunca fue hecho realidad como entidad diferenciada, sí pueden considerarse
como efectos derivados la existencia de organismos regionales como el Observatori del Paisatge o el
Centro de Estudios Paisaje y Territorio, ambos operativos en Cataluña y Andalucía, respectivamente,
desde 2005.

***

Apoyándose en los antecedentes y argumentos hasta aquí considerados, el Consejo de Europa decidió,
en septiembre de 1994, formar un grupo de trabajo compuesto por representantes políticos pertene-
cientes a sus Cámaras de Poderes locales y regionales y seis científicos de diferentes países: Regis Am-
broise (Francia), Michel Dower (Reino Unido), Bengt Johanson (Suecia), Yves Luginbühl, Michel Prieur
(Francia) y Florencio Zoido (España), al que se unió, procedente del sector político inicial, Christiana
Storelli (Suiza) y en el que participó activa y dialécticamente Riccardo Priore (Italia), funcionario del
Consejo de Europa, mucho más allá de su condición de secretario del mismo. Este equipo fue el redac-
tor de la versión no jurídica del CEP. Lo que ahora interesa subrayar, como puede verse por la compo-
sición de dicho grupo de trabajo, es que hubo continuidad personal de algunos de los participantes y
de sus planteamientos entre la elaboración de la CPM y la del CEP.

51
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53
Evolución del puerto de Sagunto entre 1956 y 2017.

54
Las políticas

55
Jardines de los Reales Alcázares de Sevilla.

56
El Convenio Europeo del Paisaje del Consejo
de Europa: su impacto en la política europea
en materia de paisaje
Maguelonne Dejeant-Pons
Secretaria ejecutiva del Convenio del Paisaje del Consejo de Europa
[email protected]

Resumen
El Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa (ETS n. 176) representa la continuidad de pensamiento de los redac-
tores del Convenio Europeo de Derechos Humanos, teniendo en cuenta los nuevos retos que se ciernen sobre el desarrollo
sostenible. Los Estados firmantes del Convenio Europeo del Paisaje han declarado estar «preocupados por lograr un desa-
rrollo sostenible basado en una relación equilibrada y armónica entre las necesidades sociales, la actividad económica y el
medio ambiente», considerando la dimensión cultural del paisaje. Aunque cada ciudadano debe contribuir a preservar la cali-
dad del paisaje, las autoridades son las responsables de establecer el marco general que permite asegurar esa calidad. Por
consiguiente, el Convenio establece los principios jurídicos generales que deben guiar la adopción de políticas nacionales en
materia de paisaje y el establecimiento de una cooperación internacional en este ámbito. www.coe.int/en/web/landscape;
Council of Europe Landscape Convention: Contribution to human rights, democracy and sustainable development, Council
of Europe Publishing, 2018

Palabras clave
Derechos humanos, naturaleza, cultura, paisajismo, economía, democracia, social.

Abstract
The European Landscape Convention of the Council of Europe (ETS No. 176) is part of the continuity of thought of the draf-
ters of the European Convention on Human Rights, considering the new challenges that lie ahead regarding sustainable
development. The signatory States to the European Landscape Convention have declared themselves “concerned to achieve
sustainable development based on a balanced and harmonious relationship between social needs, economic activity and the en-
vironment”, considering the cultural dimension of the landscape. Although each citizen must contribute to preserving the quality
of the landscape, it is the authorities that are responsible for establishing the general framework that enables that quality to be
assured. The Convention accordingly lays down the general legal principles that must guide the adoption of national landscape po-
licies and the establishment of international co-operation in this area. www.coe.int/en/web/landscape; Council of Europe Lands-
cape Convention: Contribution to human rights, democracy and sustainable development, Council of Europe Publishing, 2018.

Keywords
Human Rights, nature, culture, landscaping, economy, democracy, social.

El paisaje…
... desempeña un papel importante de interés general en los campos cultural, ecológico,
medioambiental y social, y... constituye un recurso favorable para la actividad económica
y... su protección, gestión y ordenación pueden contribuir a la creación del empleo;
... contribuye a la formación de las culturas locales... es un componente fundamental del
patrimonio natural y cultural europeo, que contribuye al bienestar de los seres humanos...;
... es un elemento importante de la calidad de vida de las poblaciones en todas partes: en
los medios urbanos y rurales, en las zonas degradadas y de gran calidad, en los espacios
de reconocida belleza excepcional y en los más cotidianos;
... es un elemento clave del bienestar individual y social y... su protección, gestión y orde-
nación implican derechos y responsabilidades para todos.
Preámbulo del Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa1.

57
Figura 1. La flor del paisaje. Consejo de Europa. Diseño de Adrien D.

Aprobado por el Comité de Ministros del Consejo de Europa en Estrasburgo el 19 de julio de 2000, el Con-
venio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa (ETS n. 176)2 se abrió a la firma de los Estados europeos
en Florencia el 20 de octubre de 2000. Hasta la fecha, 39 Estados miembros del Consejo de Europa han
ratificado el Convenio: Andorra, Antigua República Yugoslava de Macedonia, Armenia, Azerbaiyán, Bélgi-
ca, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia,
Finlandia, Francia, Georgia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Moldavia, Mon-
tenegro, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumanía, San Marino,
Serbia, Suecia, Suiza, Turquía y Ucrania. También lo han firmado dos Estados: Islandia y Malta3.

Como primer tratado internacional dedicado exclusivamente a todas las dimensiones del paisaje, el
Convenio aborda los principales retos de la organización en el ámbito de los derechos humanos, la de-
mocracia y el Estado de derecho con vistas al desarrollo sostenible. Los Estados miembros del Consejo
de Europa firmantes del Convenio Europeo del Paisaje han declarado estar «preocupados por lograr un
desarrollo sostenible basado en una relación equilibrada y armónica entre las necesidades sociales, la
actividad económica y el medio ambiente», considerando la dimensión cultural del paisaje.

Aunque, por supuesto, cada ciudadano debe contribuir a preservar la calidad del paisaje, las autoridades
son las responsables de establecer el marco general que permite asegurar esa calidad. Por consiguiente, el
Convenio establece los principios jurídicos generales que deben guiar la adopción de políticas nacionales
en materia de paisaje y el establecimiento de una cooperación internacional en este ámbito.

58
El Convenio establece que los Comités de Expertos competentes existentes del Consejo de Europa, es-
tablecidos en virtud de su Estatuto, son designados por el Comité de Ministros de la Organización como
responsables del seguimiento de su aplicación. Así, la secretaría general del Consejo de Europa aplica el
Programa de Trabajo del Convenio, adoptado por las Conferencias del Consejo de Europa sobre el Conve-
nio y el Comité Director de Cultura, Patrimonio y Paisaje (CDCPP) y transmite informes sobre el trabajo
realizado y sobre el funcionamiento del Convenio al Comité de Ministros.

En el marco del Programa de Trabajo del


Convenio se ha llevado a cabo un impor-
tante trabajo sobre desarrollo sostenible,
destacando el lugar del paisaje en la vida
de los seres humanos y las sociedades. El
Convenio y los textos básicos sobre su apli-
cación ayudan a promover: 1, la definición
y el reconocimiento jurídico del paisaje;
2, la consideración de la dimensión paisa-
jística en las políticas nacionales e interna-
cionales; 3, el desarrollo de la cooperación
internacional; 4, el reconocimiento de pro-
yectos ejemplares.

1. Definición y reconocimiento jurídico


de los paisajes

El Convenio define el paisaje como una


«parte del territorio tal como la percibe la
población, cuyo carácter sea el resultado
de la acción y la interacción de factores
naturales y/o humanos». Asimismo, es-
tablece que cada parte se compromete-
rá a «reconocer jurídicamente los paisajes
como elemento fundamental del entor-
no humano, expresión de la diversidad
de su patrimonio común cultural y natu-
ral y como fundamento de su identidad».
El paisaje se reconoce con independencia
de que sea de una belleza excepcional, ya
que todas las formas de paisaje influyen
en la calidad de vida de los ciudadanos Figura 2. Convenio del Paisaje del Consejo de Europa.
y deberían ser tenidos en cuenta en las Contribución a los derechos humanos, la democracia y el
políticas en materia de paisaje. El ámbito desarrollo sostenible. 2018.
de aplicación del Convenio es amplio: se
aplica a todo el territorio de las partes y
se refiere a zonas naturales, urbanas y periurbanas, incluidas las zonas terrestres, marítimas y las aguas
interiores. Por lo tanto, no se trata solo de paisajes notables, sino también de paisajes «ordinarios», co-
tidianos y zonas degradadas.

La Recomendación formula un «texto sugerido» que puede utilizarse como orientación para las autori-
dades públicas en la aplicación del Convenio. Establece que un ministerio nacional específico debería
ser responsable de la aplicación de la política en materia de paisaje y de la coordinación interministe-
rial en esta área; que debería organizar la consulta a la sociedad civil y la evaluación de las políticas en
materia de paisaje por un organismo ad hoc; que, en colaboración con el resto de ministerios y con la
participación pública, debería desarrollar y revisar periódicamente una estrategia paisajística nacional,
estableciendo los principios rectores de la política en materia de paisaje, describiendo las vías seguidas
y los objetivos perseguidos, con el fin de proteger, gestionar o planificar paisajes.

59
La Recomendación establece que esta estrategia paisajística debería hacerse pública y que los ministe-
rios cuyas actividades influyen en los paisajes deberían colaborar con los departamentos responsables
de aplicar la política en materia de paisaje en el curso de sus actividades, e informar regularmente de
su política en materia de paisaje. También establece que las autoridades regionales y locales deberían
disponer de personal familiarizado con las cuestiones paisajísticas para aplicar la política en materia
de paisaje en sus ámbitos de competencia, teniendo en cuenta los paisajes en sus respectivos niveles
territoriales. El texto reitera que la política en materia de paisaje es una responsabilidad compartida en-
tre las autoridades nacionales, regionales y locales, en consonancia con el principio de subsidiariedad.

La Recomendación CM/Rec(2017)7 del Comité de Ministros a los Estados miembros sobre la contribu-
ción del Convenio Europeo del Paisaje al ejercicio de los derechos humanos y la democracia con vistas
al desarrollo sostenible recomienda que los gobiernos de los Estados Partes del Convenio consideren
la importancia que la calidad y la diversidad de los paisajes tienen para las mentes y los cuerpos de los
seres humanos, así como para las sociedades, en las reflexiones y el trabajo dedicados a los derechos
humanos y la democracia, con vistas al desarrollo sostenible4.

Referencias

Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:

– Políticas en materia de paisaje: contribución al bienestar de los ciudadanos europeos y al desarrollo sostenible (enfoques sociales,
económicos, culturales y ecológicos), I Reunión del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio Europeo del
Paisaje (Estrasburgo, Francia, 23-24 de mayo de 2002).

– Paisajes y bienestar individual y social, Estrasburgo (Francia), 27-28 de noviembre de 2003.

– Paisaje y sociedad, Liubliana (Eslovenia), 11-12 de mayo de 2006.

– Paisaje multifuncional, Evora (Portugal), 20-21 de octubre de 2011.

– Políticas nacionales para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje: retos y oportunidades, Ereván (Armenia), 5-6 de octubre
de 2016.

– Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje a escala local: democracia local, Brno (República Checa), 5-6 de septiembre de 2017.

Publicaciones:

– Consejo de Europa (2006): Landscape and sustainable development: challenges of the European Landscape Convention, Council of
Europe Publishing, 2006.

- Landscape and social, economic, cultural and ecological approaches.

- Paisaje y bienestar individual y social.

– Consejo de Europa (2012): Landscape facets: reflections and proposals for the implementation of the European Landscape Conven-
tion, Council of Europe Publishing.

- Paisaje y ética.

– Consejo de Europa (2017): Landscape dimensions: reflections and proposals for the implementation of the European Landscape
Convention, Council of Europe Publishing.

- Riqueza y variedad de términos, instrumentos y enfoques del paisaje en Europa.

- Paisaje y democracia.

– Consejo de Europa (2018): Council of Europe Landscape Convention: Contribution to human rights, democracy and sustainable
development, Council of Europe Publishing.

Revistas:

– «Landscapes: the setting for our future lives», Naturopa, 1998, 86.

– «European Landscape Convention», Naturopa, 2002, 98.

– «Landscape through literature», Naturopa/Culturopa, 2005, 103.

– «Landscape and public space », Futuropa, for a new vision of landscape and territory, 2014, 3.

60
2. Consideración de la dimensión paisajística en políticas nacionales e internacionales

El Convenio establece que cada Parte se comprometerá, a escala nacional, a establecer y aplicar polí-
ticas en materia de paisaje, por una parte, e integrar el paisaje en el resto de sus políticas que puedan
tener un impacto directo o indirecto en el paisaje, por otra parte. También se comprometen a cooperar
en el estudio de la dimensión paisajística de las políticas y programas internacionales y a recomendar,
en caso necesario, que se incluyan en ellos consideraciones relativas al paisaje.

Establecimiento y aplicación de políticas en materia de paisaje

El Convenio establece que «política en materia de paisaje» significa la formulación, por parte de las au-
toridades públicas competentes, de los principios generales, estrategias y directrices que permitan la
adopción de medidas específicas con vistas a la protección, gestión y ordenación del paisaje. Entre sus
«medidas generales», también establece que cada Parte se comprometerá a establecer procedimientos
para la participación pública, así como las autoridades locales y regionales y otras partes interesadas
en la formulación y aplicación de las políticas en materia de paisaje. En particular, la Recomendación
CM/Rec(2008)3 del Comité de Ministros a los Estados miembros sobre las directrices para la aplicación
del Convenio Europeo del Paisaje contiene una serie de directrices teóricas, metodológicas y prácticas
dirigidas a las Partes del Convenio que quieran elaborar y aplicar políticas en materia de paisaje sobre
la base del Convenio.

El Convenio establece una definición de los términos protección, gestión y ordenación de los paisajes:

• protección significa las acciones encaminadas a conservar y mantener los aspectos significativos o
característicos de un paisaje, justificados por su valor patrimonial derivado de su configuración na-
tural y/o la acción del hombre;

• gestión significa las acciones encaminadas, desde una perspectiva de desarrollo sostenible, a garan-
tizar el mantenimiento regular de un paisaje, con el fin de guiar y armonizar las transformaciones
inducidas por los procesos sociales, económicos y medioambientales;

• ordenación significa las acciones que presenten un carácter prospectivo particularmente acentuado
con vistas a mejorar, restaurar o crear paisajes.

La citada recomendación señala que el concepto de paisaje está atravesando un período de cambio rápi-
do y profundo, acompañado de importantes avances. Señala que el Convenio y los documentos relativos
a su aplicación han permitido avances en numerosos Estados, no solo en su legislación nacional y re-
gional, sino también en diversos niveles administrativos y en documentos metodológicos y experimen-
tos con políticas participativas activas en materia de paisaje. Señala asimismo que esta situación se ha
producido tanto en los Estados que llevan mucho tiempo actuando en este ámbito y que han puesto a
prueba políticas e instrumentos en materia de paisaje como en Estados que aún no se encuentran en esa
fase. Por último, señala que el Convenio sirve como referencia a algunos países para iniciar un proceso
de cambio profundo en sus políticas en materia de paisaje; para otros constituye una oportunidad para
definir su política.

La Recomendación CM/Rec(2017)7 del Comité de Ministros a los Estados miembros sobre la contribu-
ción del Convenio Europeo del Paisaje al ejercicio de los derechos humanos y la democracia con vistas
al desarrollo sostenible recomienda que los gobiernos de los Estados Partes del Convenio definan políti-
cas en materia de paisaje a largo plazo, de manera que tengan en cuenta el entorno común para las
generaciones presentes y futuras, y desarrollen políticas en materia de paisaje en el conjunto del terri-
torio, de manera que las personas puedan disfrutar de su entorno con dignidad y sin discriminación.

La XVIII Reunión del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio Europeo del
Paisaje, «Políticas nacionales para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje: retos y oportunidades»

61
(Ereván, Armenia, 5-7 de octubre de 2016) se dedicó a
la presentación de estrategias y documentos políticos,
instrumentos jurídicos y financieros y sistemas que
promueven la integración y la coordinación horizontal
y vertical:

Estrategias y documentos políticos

Andorra: Actuaciones 2016-2020 de la Estrategia


Nacional del Paisaje de Andorra; Irlanda: Estrate-
gia Nacional del Paisaje de Irlanda 2015-2025;
Finlandia: Estrategia en materia de medio ambiente
cultural como herramienta para la sensibilización y
las actividades en materia de paisaje; Países Bajos:
Planificación del patrimonio y desarrollo espacial:
las perspectivas de Belvedere; Portugal: La política
nacional en materia de arquitectura y paisaje; Armenia:
Convenio Europeo del Paisaje en documentos
estratégicos de ordenación del espacio; Protección
de los criterios arquitectónicos de la identidad de
los paisajes de los asentamientos; Medidas para la
aplicación de la normativa europea; principios de
ordenación del paisaje en regiones montañosas; el
Convenio Europeo del Paisaje define la introducción
de principios en relación con la formación y la
educación en los sistemas de educación superior; Figura 3. Paisaje y desarrollo sostenible:
Letonia: La estrategia política de paisaje... retos del Convenio Europeo del Paisaje.
Consejo de Europa, 2006.
Instrumento jurídico y financiero

Francia: Políticas en materia de paisaje e instrumentos jurídicos; Polonia: Instrumentos para la aplica-
ción de la política nacional en materia de paisaje: Auditoría de paisajes, Día del Paisaje; España: Plan
Nacional del Paisaje Cultural: «100 Paisajes Culturales en España»; Italia: Observatorio Nacional del Pai-
saje; Suiza: El Fondo Suizo del Paisaje.

Sistemas que promuevan la integración y la coordinación horizontal y vertical

República Checa: Cooperación horizontal con mesas redondas interministeriales; Grecia: La política en
materia de paisaje a través de los planes espaciales regionales; Serbia: Mejora del desarrollo de capaci-
dad de las regiones para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje...

La XIX Reunión del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio Europeo del Pai-
saje «Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje a escala local: democracia local» (Brno, República
Checa, 5-6 de septiembre de 2017), se dedicó a la presentación de experiencias de políticas nacionales
adoptadas a escala local por los Estados Partes del Convenio y Japón.

República Checa: La política nacional en materia de paisaje para el medio ambiente, la agricultura,
la ordenación del espacio, la cultura, la educación, la conservación del suelo; El papel del alcalde
como promotor y coordinador en la gestión del paisaje; Asociación de municipios locales y apoyo
a la Agenda 21 local en municipios pequeños; Proyectos de cooperación del Grupo de Acción Local;
Hungría: Instrumentos para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje a escala local; Francia:
Planes paisajísticos; Serbia: Planes de gestión para el desarrollo y la promoción de paisajes cultura-
les; Portugal: Paisaje en la revisión de los planes directores municipales: Directrices para la aplicación
del Convenio Europeo del Paisaje a escala municipal; Lituania: La contribución de los municipios a
la gestión del paisaje: el mecanismo para informar sobre la aplicación de la política en materia de

62
paisaje; Armenia: Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje a escala local; Bosnia y Herzegovina:
Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje a escala local; Irlanda: Aplicación del Convenio Europeo
del Paisaje a escala local; República de Moldavia: Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje a esca-
la local; Bélgica: (Valonia) Asociaciones para el paisaje: el ejemplo del grupo de acción local; (Flandes)
El Plan Director del Patrimonio como instrumento de planificación participativa para el patrimonio
y el paisaje en Flandes; Croacia: Paisaje como función del desarrollo local; Italia: Futuros escenarios
de desarrollo local orientados a la innovación, la creatividad y el bienestar en relación con el pai-
saje; Programa de educación paisajística; Finlandia: Valorizar los paisajes; Georgia: La dimensión
del paisaje a escala local; España: Colaboración del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a
escala local; Eslovenia: La dimensión del paisaje a escala local; Ucrania: La dimensión del paisa-
je a escala local; Chipre: Consideración del paisaje desde la base; Noruega: Guía noruega sobre la
participación pública en la ordenación; Letonia: Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje en los
municipios locales; Países Bajos: Ejemplos de democracia local en los parques nacionales; Grecia:
Democracia local para el paisaje: participación y compromiso; República Eslovaca: Democracia local
para el paisaje: participación y compromiso; Reino Unido: Democracia local para el paisaje: partici-
pación y compromiso; Japón: Planes paisajísticos locales en Japón.

Más recientemente se han adoptado otras políticas nacionales y el Convenio se ha tenido en cuenta en
informes y actos nacionales e internacionales (la siguiente lista no es exhaustiva):

Hungría: Estrategia Nacional del Paisaje para el período 2017-2026, adoptada por Resolución del Go-
bierno de 20 de marzo de 2017, 1128/2017 (http://rm.coe.int/168089fc00, http://rm.coe.int/168089fb-
ff); Italia: Estado general del paisaje, Ministerio de Patrimonio, Actividades Culturales y Turismo, Roma,
25 de octubre de 2017 (www.beniculturali.it/mibac/export/MiBAC/sito-MiBAC/Contenuti/visualizza_as-
set.html_441641492.html); Universidad de verano sobre paisaje: «Paisaje y economía circular», Bér-
gamo, 8 de septiembre de 2017; Foro Futuro, «La economía de la belleza: el paisaje como economía
social y nuevas formas de desarrollo sostenible», Municipios de Forni di Sopra y Tolmezzo, 12-13 de
abril de 2018; Francia: Jornadas del paisaje sobre paisajes nocturnos, Ministerio de Transición Ecoló-
gica y Solidaria, París, 16 de enero de 2018; Informe «Démarches paysagères en Europe – Eléments
de parangonnage pour les politiques publiques françaises», Ministerio de Transición Ecológica y So-
lidaria (www.cgedd.development-durable.gouv.fr/IMG/pdf/010731-01_rapport_cle22f995.pdf); España:
Publicación «El paisaje como objetivo», Cabildo de Gran Canaria y Laboratorio del Paisaje, Publicación
de la Región Metropolitana de Barcelona, Generalitat de Cataluña y Observatorio del Paisaje, Rehabili-
tación del Patrimonio Contemporáneo y Paisaje, Junta de Andalucía; Suiza: Informe «Transformación
del paisaje», Oficina Federal de Medio Ambiente (FOEN): Resultados del Programa de Vigilancia del
Paisaje Suizo, OPS (www.bafu.admin.ch/bafu/en/home/topics/landscape/publications-studies/publica-
tions/wandel-der-landschaft.html); Simposio «Debate sobre el paisaje: cuestiones didácticas, procesos
de aprendizaje, formación», Universidad de Ginebra, 25-27 de octubre de 2017; Federación Rusa: «He-
rramientas y recursos de aplicación», XVI Foro de Planificación Estratégica en Rusia, San Petersburgo,
23 de octubre de 2017 (forumstrategov.ru; www.stratplan.ru/UserFiles/Image/materials/files/block_24.
pdf); Bielorrusia: Conferencia sobre el Marco Convencional del Consejo de Europa, organizada por la
Dirección de Asuntos Políticos del Consejo de Europa, con la participación del Ministerio de Asuntos
Exteriores de la República y el Ministerio de Recursos Naturales y Protección del Medio Ambiente,
Minsk, 14 de diciembre de 2017; Colombia: Simposio Internacional del Paisaje, organizado por la Ini-
ciativa Latinoamericana del Paisaje (LALI), en el marco del Año Internacional de las Naciones Unidas
del Turismo Sostenible para el Desarrollo 2017, Armenia, 16 de noviembre de 2017 (paisajeculturalca-
fetero.org.co/en/noticias/primer-simposio-internacional-pensar-y-sentir-el-paisaje).

Referencias

Actas de la Reunión del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:
– Políticas nacionales para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje: retos y oportunidades, Ereván (Armenia), 5-6 de octubre
de 2016.
– Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje a escala local: democracia local, Brno (República Checa), 5-6 de septiembre de 2017.

63
Procedimientos para la participación

El Convenio establece que cada Parte se comprometerá a establecer procedimientos para la participa-
ción pública, así como las autoridades locales y regionales y otras partes interesadas en la formulación
y aplicación de las políticas en materia de paisaje. Por consiguiente, exige una actitud responsable,
prospectiva por parte de todos los agentes cuyas decisiones influyen en la calidad del paisaje y, por
tanto, tiene consecuencias en muchos ámbitos en términos de políticas y de actuación, tanto públicas
como privadas.

La Recomendación CM/Rec(2017)7 del Comité de Ministros a los Estados miembros sobre la contribu-
ción del Convenio Europeo del Paisaje al ejercicio de los derechos humanos y la democracia con vistas
al desarrollo sostenible recomienda que los gobiernos de los Estados Partes del Convenio garanticen el
derecho a la participación pública de las autoridades locales y regionales, y otras partes pertinentes, in-
cluidas organizaciones no gubernamentales, interesadas en la definición, la aplicación y el seguimiento
de las políticas en materia de paisaje5.

Referencias

Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:
– Herramientas innovadoras para la protección, la gestión y la ordenación del paisaje, Estrasburgo (Francia), 23-24 de mayo de
2002.
– Paisaje y sociedad, Liubliana (Eslovenia), 11-12 de mayo de 2006.
Visiones para el futuro de Europa en materia de democracia territorial: el paisaje como nueva estrategia de ordenación del espacio,
Tesalónica (Grecia), 1-2 de octubre de 2012.
Identificación y evaluación del paisaje: un ejercicio de democracia, Cetiña (Montenegro), 2-3 de octubre de 2013.
Publicaciones:
– Consejo de Europa (2006): Landscape and sustainable development: challenges of the European Landscape Convention, Council
of Europe Publishing.
- Paisaje e instrumentos innovadores.
- Objetivos de identificación, evaluación y calidad del paisaje.
- Paisaje y participación pública.
– Consejo de Europa (2018): Council of Europe Landscape Convention: Contribution to human rights, democracy and sustainable
development, Council of Europe Publishing.

Sensibilización, formación, educación, identificación y evaluación del paisaje, establecimiento


de objetivos de calidad del paisaje y aplicación de políticas en materia de paisaje

El Convenio establece que cada Parte se comprometerá a formular y aplicar políticas en materia de paisa-
je encaminadas a la protección, la gestión y la ordenación del paisaje mediante la adopción de medidas
específicas, como la sensibilización, la formación y la educación.

La Recomendación CM/Rec(2017)7 del Comité de Ministros a los Estados miembros sobre la contribu-
ción del Convenio Europeo del Paisaje al ejercicio de los derechos humanos y la democracia con vistas
al desarrollo sostenible recomienda que los gobiernos de los Estados Partes del Convenio tengan en
cuenta la cuestión del paisaje en las acciones emprendidas para promover el buen gobierno y la ciuda-
danía democrática, especialmente mediante la sensibilización, la formación y la educación6.

Sensibilización

Se trata de aumentar la sensibilización respecto del valor de los paisajes, su papel y sus cambios, entre
la sociedad civil, las organizaciones privadas y las autoridades públicas.

64
Con motivo del Primer Día Internacional del Pai-
saje del Consejo de Europa, que se celebró el 20
de octubre de 20177, se invitó a las autoridades
locales a celebrar el paisaje como «un elemento
fundamental del entorno humano, expresión de
la diversidad de su patrimonio común cultural
y natural y como fundamento de su identidad»
(artículo 5, letra a), del Convenio).

Referencias

Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres


para la aplicación del Convenio:

– Sensibilización, formación y educación, Estrasburgo (Fran-


cia), 23-24 de mayo de 2002.

Publicaciones:

– Consejo de Europa (2006): Landscape and sustainable de-


velopment: challenges of the European Landscape Convention,
Council of Europe Publishing.

- Paisaje y sensibilización, formación y educación.

Formación

Es importante promover la formación de los


especialistas en evaluación y operaciones pai-
sajísticas, así como programas de formación
multidisciplinares sobre política, protección,
gestión y ordenación del paisaje para los profe-
sionales del sector privado y público y para las Figura 4. Facetas de paisaje. Reflexiones y
asociaciones afectadas. propuestas para la aplicación del Convenio del
Paisaje. Consejo de Europa, 2012.
Referencias

Publicaciones:

– Consejo de Europa (2012): Landscape facets: reflections and proposals for the implementation of the European Landscape Conven-
tion, Council of Europe Publishing.

- Paisaje y formación de arquitectos paisajistas.

Relación:

- Consejo de Europa, Informe presentado a la VIII Conferencia del Consejo de Europa sobre el Convenio Europeo del Paisaje
Paisajismo y formación de ingenieros civiles8.

Educación

Es importante promover cursos escolares y universitarios que, en las disciplinas correspondientes,


aborden los valores relacionados con los paisajes y las cuestiones relativas a su protección, gestión y
ordenación.

El Comité de Ministros del Consejo de Europa ha adoptado los siguientes textos básicos para la apli-
cación del Convenio: Recomendación CM/Rec(2008)3 sobre las directrices para la aplicación del Con-
venio Europeo del Paisaje; Recomendación CM/Rec(2014)8 sobre la promoción de la sensibilización
paisajística a través de la educación; Recomendación CM/Rec(2015)7 sobre material pedagógico para
la educación paisajística en educación primaria9.

65
Referencias

Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talle-


res para la aplicación del Convenio:
– Sensibilización, formación y educación, Estrasburgo
(Francia), 23-24 de mayo de 2002.
– Paisaje y educación, Tropea, Calabria (Italia), 3-5 de oc-
tubre de 2018.
Publicaciones:
– Consejo de Europa (2006): Landscape and sustainable
development: challenges of the European Landscape Conven-
tion, Council of Europe Publishing.
- Paisaje y sensibilización, formación y educación.
– Consejo de Europa (2012): Landscape facets: reflec-
tions and proposals for the implementation of the European
Landscape Convention, Council of Europe Publishing.
- Paisaje y educación de los niños.
– Consejo de Europa (2017): Landscape dimensions: re-
flections and proposals for the implementation of the Euro-
pean Landscape Convention, Council of Europe Publishing.
- Paisaje y educación primaria y secundaria.

Identificación y evaluación

Es necesario recabar la ayuda de todos los


agentes interesados para mejorar el conoci-
miento de los paisajes y garantizar que los
Figura 5. Dimensiones del paisaje: reflexiones y procedimientos de identificación y evaluación
propuestas para la aplicación del Convenio Europeo del del paisaje se guíen por el intercambio de ex-
Paisaje. Consejo de Europa, 2017. periencias y metodologías entre las Partes a
escala internacional.

Referencias

Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:
– Identificación del paisaje, evaluación y objetivos de calidad, utilizando recursos culturales y naturales; Sensibilización, formación y
educación, Estrasburgo (Francia), 23-24 de mayo de 2002.
– Identificación y evaluación del paisaje: un ejercicio de democracia, Cetiña (Montenegro), 2-3 de octubre de 2013.
Publicaciones:
– Consejo de Europa (2006): Landscape and sustainable development: challenges of the European Landscape Convention, Council
of Europe Publishing.
- Objetivos de identificación, evaluación y calidad del paisaje.
– Consejo de Europa (2012): Landscape facets: reflections and proposals for the implementation of the European Landscape Conven-
tion, Council of Europe Publishing.
- Estudios del círculo paisajístico local europeo.

Definición de los objetivos de calidad del paisaje

El objetivo es definir objetivos de calidad paisajística para los paisajes identificados y calificados, previa
consulta al público. El término «objetivo de calidad paisajística» significa, para un paisaje específico, la
formulación, por parte de las autoridades públicas y competentes, de las aspiraciones de las poblacio-
nes en lo que concierne a las características paisajísticas de su entorno.

66
Referencias

Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:
– Identificación del paisaje, evaluación y objetivos de calidad, utilizando recursos culturales y naturales, Estrasburgo (Francia), 23-24
de mayo de 2002.
– Objetivos de calidad paisajística: de la teoría a la práctica, Girona (España), 28-29 de septiembre de 2006.
Publicación:
– Consejo de Europa (2006): Landscape and sustainable development: challenges of the European Landscape Convention, Council
of Europe Publishing.
- Objetivos de identificación, evaluación y calidad del paisaje.

Aplicación de políticas en materia de paisaje

Es necesario introducir instrumentos destinados a proteger, gestionar u ordenar el paisaje.

Según la Recomendación CM/Rec(2008)3


del Comité de Ministros a los Estados
miembros sobre las directrices para la
aplicación del Convenio Europeo del
Paisaje, con el fin de aplicar políticas
en materia de paisaje, debe introducir-
se un proceso general de ordenación
y desarrollo. Para ello deben utilizarse
instrumentos específicos y contemplar
la inclusión de la dimensión paisajísti-
ca en instrumentos sectoriales. Señala
que ya se están utilizando instrumen-
tos en varios países y cada uno pue-
de ser un modelo para crear nuevos
instrumentos o mejorar los existen-
tes. Las principales categorías son: la
ordenación del paisaje –planes de es-
tudios paisajísticos incluidos en la or-
denación del espacio–; la inclusión del
paisaje en las políticas e instrumentos
sectoriales; cartas, contratos y planes
estratégicos compartidos; estudios de
impacto y de paisaje; evaluaciones de
los efectos sobre el paisaje de las ope-
raciones no sujetas a un estudio de
impacto; parajes y paisajes protegi-
dos; relación entre el paisaje y la nor-
mativa relativa al patrimonio cultural
e histórico; recursos y financiación;
premios del paisaje; observatorios del
paisaje, centros e institutos; informes
sobre el estado del paisaje y de las po-
líticas en materia de paisaje, y gestión
de paisajes transfronterizos.
Figura 6. Convenio Europeo del Paisaje. La alianza de premios
del paisaje del Consejo de Europa. European spatial planning and
Se está elaborando un Proyecto de Re- landscape n.º 105.
comendación del Comité de Ministros

67
sobre la contribución a la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa: creación
de fondos públicos para el paisaje.

Referencias

Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:
– Herramientas innovadoras para la protección, la gestión y la ordenación del paisaje, Estrasburgo (Francia), 23-24 de mayo de
2002.
– El paisaje en las políticas de ordenación y gobernanza: hacia una gestión espacial integrada, Pieštany (Eslovaquia), 24-25 de abril
de 2008.
– Políticas nacionales para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje: retos y oportunidades, Ereván (Armenia), 5-6 de octubre
de 2016.
– Aplicación del Convenio Europeo del Paisaje a escala local: democracia local, Brno (República Checa), 5-6 de septiembre de 2017.
Actas de los simposios nacionales y regionales del Consejo de Europa sobre la aplicación del Convenio:
– Ordenación espacial y paisaje en Armenia, Ereván, Armenia, 23-24 de octubre de 2003.
– Ordenación espacial y paisaje, Moscú, Rusia, 26-27 de abril de 2004.
– Paisaje y ordenación el espacio, Tulcea, Rumanía, 6-8 de mayo de 2004.
– Contribución de Albania a la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje, Tirana, Albania, 15-16 de diciembre de 2005.
– Seminario nacional sobre el paisaje de Andorra, Andorra La Vella, Andorra, 4-5 de junio de 2007.
– Simposio nacional sobre la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje en Bosnia y Herzegovina: formulación de políticas en ma-
teria de paisaje para el futuro, Trebinje, Bosnia y Herzegovina, 25-26 de enero de 2018.
– Simposio nacional sobre la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje en Georgia.
– Mesa Redonda Interministerial: integración del paisaje en las políticas, Tiflis, Georgia, 9-10 de marzo de 2018.
– Conferencia nacional sobre el enfoque integrado de la protección, la ordenación y la gestión del paisaje en Croacia, Zagreb, Croa-
cia, 19-20 de octubre de 2018, organizado durante la presidencia de Croacia del Comité de Ministros del Consejo de Europa con
motivo del Día Internacional del Paisaje del Consejo de Europa, Zagreb, Croacia, 19-20 de octubre de 2018.
Informes:
- Informe sobre la financiación del paisaje público; Oportunidades de financiación seleccionadas para apoyar la aplicación del Con-
venio Europeo del Paisaje10.
- Informe exploratorio sobre las experiencias de los fondos públicos del paisaje, CDCPP(2018)6 (Apéndice).

Integración del paisaje con otras políticas que puedan tener un impacto directo o indirecto
en el paisaje

Según el Convenio, la evolución de las técnicas de producción agrícola, forestal, industrial y minera,
así como en materia de ordenación del territorio y urbanística, transporte, infraestructura, turismo y
ocio y, a nivel más general, los cambios en la economía mundial están acelerando en muchos casos la
transformación de los paisajes. Señala que muchas áreas rurales y periurbanas, en particular, han expe-
rimentado y siguen experimentando cambios profundos y merecen especial atención tanto por parte
de las autoridades como de la población.

Por consiguiente, el Convenio establece que cada una de las Partes se comprometerá a integrar el
paisaje en las políticas de ordenación territorial y urbanísticas, en sus políticas en materia cultural,
medioambiental, agrícola, social y económica, así como en cualesquiera otras políticas que puedan te-
ner un impacto directo o indirecto sobre el paisaje.

Referencias

Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:
– Paisaje y ordenación del espacio, Estrasburgo (Francia), 27-28 de noviembre de 2003.
– Paisajes para áreas urbanas, suburbanas y periurbanas, Cork (Irlanda), 16-17 de junio de 2005.
– Paisaje y patrimonio rural, Sibiu (Rumanía), 20-21 de septiembre de 2007.

68
– Paisaje en las políticas de ordenación y gobernanza: hacia una gestión del espacio integrada, Pieštany (Eslovaquia), 24-25 de abril
de 2008.
– Paisaje y fuerzas motrices (cambio climático y el nuevo paradigma energético, «Globalscape», transformación paisajística y social,
sistemas de producción y patrones de consumo), Malmö/Alnarp (Suecia), 8-9 de octubre de 2009.
– Paisaje, infraestructuras y sociedad, Córdoba (España), 15-16 de abril de 2010.
– Paisaje multifuncional, Evora (Portugal), 20-21 de octubre de 2011.
– Visiones para el futuro de Europa en materia de democracia territorial: el paisaje como nueva estrategia de ordenación del espacio,
Tesalónica (Grecia), 1-2 de octubre de 2012.
– Paisajes y economía sostenibles: sobre el inestimable valor natural y humano del paisaje, Urgup (Turquía), 30 de septiembre, 1-2
de octubre de 2014.
Publicaciones:
– Consejo de Europa (2006): Landscape and sustainable development: challenges of the European Landscape Convention, Council
of Europe Publishing.
- Paisaje y ordenación del espacio.
– Consejo de Europa (2012): Landscape facets: reflections and proposals for the implementation of the European Landscape Conven-
tion, Council of Europe Publishing.
- Paisaje, ciudades y áreas periurbanas y suburbanas.
- Infraestructura paisajística y de transporte: carreteras.
- Infraestructuras viarias: avenidas arbóreas en el paisaje.
– Consejo de Europa (2017): Landscape dimensions: reflections and proposals for the implementation of the European Landscape
Convention», Council of Europe Publishing.
- Paisaje y aerogeneradores.
- Paisaje y ocio.
- Paisaje y economía.
- Paisaje y publicidad.
Informes:
– Dibujar paisajes agrícolas para el desarrollo sostenible y armonioso de los territorios.
– Hacia una gramática para los paisajes europeos.
Revista:
– «Landscape through literature», Naturopa/Culturopa, 2005, 103.
– «Vernacular rural habitat, a heritage in our landscape», Futuropa, for a new vision of landscape and territory, 2008, 1.

3. Desarrollo de la cooperación internacional

Las Partes Contratantes se comprometen a cooperar en el estudio de la dimensión paisajística de las


políticas y programas internacionales y a recomendar, en caso necesario, que se incluyan en los mis-
mos consideraciones relativas al paisaje. En este sentido, se comprometen a cooperar en materia de
asistencia técnica y científica e intercambio de especialistas paisajistas para la formación e informa-
ción, así como a intercambiar información respecto de todas las cuestiones contempladas en las dis-
posiciones del Convenio.

Reuniones del Consejo de Europa para la aplicación del Convenio

Conferencias del Consejo de Europa sobre el Convenio Europeo del Paisaje

Organizadas por la secretaría general del Consejo de Europa en el Palacio de Europa, el objetivo de las
Conferencias del Consejo de Europa sobre el Convenio Europeo del Paisaje es presentar los progresos
realizados en la aplicación del Convenio y tratar las cuestiones prácticas relativas a su aplicación, de
conformidad con lo dispuesto en su artículo 1011. Las conclusiones de la Conferencia se comunican al
Comité de Expertos mencionado en este artículo –el Comité Director para la Cultura, el Patrimonio y el
Paisaje (CDCPP), de acuerdo con la decisión del Comité de Ministros– que se las traslada posteriormen-
te al Comité de Ministros. En estas conferencias participan representantes de las Partes del Convenio
y de los Estados firmantes, así como representantes de los principales órganos del Consejo de Europa:
el Comité de Ministros, la Asamblea Parlamentaria, el Congreso de Poderes Locales y Regionales y la

69
Conferencia de Organizaciones no Gubernamentales con estatus participativo en el Consejo de Euro-
pa. También están presentes, en calidad de observadores, representantes de los Estados miembros del
Consejo de Europa que todavía no son partes o firmantes, Estados observadores, así como organizacio-
nes internacionales gubernamentales y no gubernamentales interesadas en el tema.

En estas Conferencias se presentan los resultados de los trabajos de las reuniones del Consejo de Eu-
ropa para la aplicación del Convenio, los grupos de trabajo encargados de la formulación de recomen-
daciones, los informes temáticos elaborados por expertos del Consejo de Europa y la formulación de
propuestas de acción, así como las propuestas del Jurado Internacional de los Premios del Paisaje del
Consejo de Europa, con el objetivo de preparar los proyectos de decisión presentados al Comité Direc-
tor encargado del Convenio.

La IX Conferencia del Consejo de Europa sobre la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje se or-
ganizó bajo los auspicios de la presidencia de Chipre del Comité de Ministros en el Palacio de Europa,
en Estrasburgo, los días 23 y 24 de marzo de 201712. La X Conferencia del Consejo de Europa sobre la
aplicación del Convenio se celebró bajo los auspicios de la presidencia finlandesa del Comité de Minis-
tros en el Palacio de Europa, en Estrasburgo, los días 6 y 7 de mayo de 2019.

Referencias

www.coe.int/en/web/landscape/conferences.

Reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio

Organizadas periódicamente por el Consejo de Europa, las reuniones del taller para la aplicación del
Convenio tienen por objeto presentar nuevos conceptos y logros. Representan un verdadero foro de
intercambio de prácticas e ideas. Se hace especial hincapié en las experiencias del Estado anfitrión
de la reunión13.

Referencias

www.coe.int/en/web/landscape/workshops.

Simposios nacionales y regionales del Consejo de Europa sobre la aplicación del Convenio

El Consejo de Europa organiza simposios nacionales o regionales, o reuniones informativas, en colabo-


ración con el Estado anfitrión, con el fin de fomentar el debate sobre el paisaje y la adopción de polí-
ticas para la aplicación del Convenio. Constituyen un foro de debate sobre el paisaje y las políticas en
materia de paisaje, en el que participan representantes de la Administración, profesionales, represen-
tantes de la población y del sector privado14.

Referencias

https://www.coe.int/fr/web/landscape/national-regional-symposiums.

Día Internacional del Paisaje del Consejo de Europa

El 20 de octubre, fecha en la que se abrió el Convenio para su firma, se celebra el Día Internacional del
Paisaje del Consejo de Europa.

Primer Día Internacional del Paisaje del Consejo de Europa, 20 de octubre de 2017

La secretaría del Consejo de Europa difundió el «Mensaje desde Brno», sobre el tema de la XIX Reunión
del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje «Aplicación del

70
Convenio Europeo del Paisaje a escala local: democracia local» (Brno, República Checa, 5-6 de septiembre
de 2017). En él se invitaba a las autoridades locales a celebrar el paisaje como «elemento fundamental
del entorno humano, expresión de la diversidad de su patrimonio común cultural y natural y como fun-
damento de su identidad» (artículo 5, letra a, del Convenio Europeo del Paisaje)15.

En esta ocasión se adoptaron declaraciones políticas y se organizaron actos: Finlandia: Declaración del
ministro de Vivienda, Energía y Medio Ambiente, www.ym.fi/fi-FI/Ajankohtaista/Uutiset/Tanaan_vie-
tetaan_ensimmaista_kansainvali(44827); Hungría: Los parques naturales húngaros celebraron el Día
Internacional del Paisaje con paseos por el paisaje; Serbia: Primer Día Internacional del Paisaje: 20 de
octubre de 2017. Acto en Kragujevac…

Segundo Día Internacional del Paisaje del Consejo de Europa, 20 de octubre de 2018

El segundo Día Internacional del Paisaje del Consejo de Europa se celebró el 20 de octubre de 2018. Un
mensaje, formulado sobre el tema de la XXI Reunión de los talleres del Consejo de Europa para la apli-
cación del Convenio Europeo del Paisaje y Educación se difundió en el marco de la presidencia croata
del Comité de Ministros del Consejo de Europa.

Asistencia mutua e intercambio de información

Para garantizar intercambios de información y el seguimiento de la aplicación del Convenio en la diver-


sos Estados miembros Partes, se viene elaborando periódicamente un documento en el que se recogen
las políticas en materia de paisaje aplicadas en los Estados miembros, que se presenta con motivo de
las Conferencias del Consejo de Europa sobre el Convenio16.

El uso del Sistema de Información del Convenio del Paisaje del Consejo de Europa, establecido de con-
formidad con la Recomendación CM/Rec(2013)4 del Comité de Ministros, proporciona acceso en línea
a la información relativa a las políticas nacionales17. Dirigido a autoridades, organizaciones o ciudada-
nos que buscan información útil sobre políticas en materia de paisaje, se ha elaborado un glosario para
explicar determinados términos empleados.

Se invita a las Partes del Convenio a hacer uso de este Sistema de Información en el contexto de su coo-
peración, a colaborar en su desarrollo ulterior y a seguir intercambiando información sobre los asuntos
contemplados en las disposiciones del Convenio, con el fin de promover la sensibilización respecto de
los paisajes y las políticas relacionadas con estos.

Referencias

Observatorio Internacional del Paisaje del Consejo de Europa.


Sistema de Información del Convenio Europeo del Paisaje: Políticas nacionales/regionales en materia de paisaje.
Publicaciones:
– Glosario del Sistema de Información del Convenio del Paisaje del Consejo de Europa, Spatial planning and Landscape Series, 2018, 106.

Cooperación transfronteriza

Los paisajes transfronterizos son objeto de una disposición específica: «Las Partes se comprometen a
favorecer la cooperación transfronteriza a nivel local y regional y, en caso necesario, a elaborar y rea-
lizar programas comunes en materia de paisajes». La Recomendación CM/Rec(2008)3 del Comité de
Ministros a los Estados miembros sobre las directrices para la aplicación del Convenio Europeo del Pai-
saje también presta especial atención a la gestión de paisajes transfronterizos.

La Recomendación CM/Rec(2015)8 del Comité de Ministros a los Estados miembros sobre la aplicación
del artículo 9 del Convenio Europeo del Paisaje sobre los Paisajes Transfronterizos considera que es
importante que se tenga en cuenta adecuadamente el paisaje y sus valores medioambientales, cultu-
rales, sociales y económicos como factor de desarrollo para las sociedades locales, y recomienda que
los Estados Partes del Convenio promuevan una cooperación centrada en los paisajes transfronterizos

71
alentando a las autoridades locales y regionales a colaborar para elaborar, en caso necesario, progra-
mas conjuntos de mejora del paisaje para la aplicación del Convenio a los paisajes transfronterizos, e
insta a las Partes interesadas a informar a las otras Partes del Convenio, en el marco del Sistema de
Información del Consejo de Europa sobre el Convenio, de los programas de cooperación elaborados y
establecidos, con el fin de fomentar el intercambio de experiencias.
Referencias
Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:
– Integración de paisajes en políticas y programas internacionales y paisajes transfronterizos, Estrasburgo (Francia), 27-28 de no-
viembre de 2003.
– Cooperación en materia de paisaje y transfronteriza: el paisaje no conoce límites, Andorra la Vella (Andorra), 1-2 de octubre de 2015.
Publicaciones:
– Consejo de Europa (2006): Landscape and sustainable development: challenges of the European Landscape Convention, Council
of Europe Publishing.
- Paisaje y políticas, programas internacionales y paisajes transfronterizos.
Informes:
– Enfoques regionales en materia de paisajes sostenibles y crecimiento económico ecológico, que abarca las actividades del Centro
Regional de Medio Ambiente (CRM) Cáucaso para Armenia, Azerbaiyán y Georgia.
Revistas:
– «Landscape and transfrontier co-operation», Futuropa, for a new vision of landscape and territory, 2010, n.º 2

4. Reconocimiento de proyectos ejemplares


El Convenio Europeo del Paisaje establece un Premio del Paisaje del Consejo de Europa que reconoce las
políticas o medidas adoptadas por las autoridades locales o regionales o por organizaciones no guberna-
mentales para proteger, gestionar u ordenar su paisaje que han demostrado su eficacia y pueden servir de
ejemplo a otras autoridades territoriales. El 20 de febrero de 2008, el Comité de Ministros del Consejo de
Europa adoptó la Resolución CM/Res(2008)3 sobre las normas que rigen el Premio del Paisaje del Consejo
de Europa. El Premio y las menciones especiales se conceden cada dos años sobre la base de una deci-
sión del Comité de Ministros, tras una propuesta de un jurado y del comité director del Consejo de Europa
encargado del seguimiento de la aplicación del Convenio. Se han establecido cuatro criterios para la con-
cesión del Premio: desarrollo territorial sostenible, ejemplaridad, participación pública y sensibilización.
Sesiones del Premio del Paisaje del Consejo de Europa
Los Premios, menciones especiales y reconocimientos se han concedido sobre la base de decisiones
del Comité de Ministros, de acuerdo con las propuestas del Jurado Internacional del Premio del Paisa-
je del Consejo de Europa y del Comité Director del Consejo de Europa encargado del seguimiento de
la aplicación del Convenio. De conformidad con el Reglamento, el secretario general del Consejo de
Europa o su representante hace entrega de los Premios en una ceremonia pública. Se han celebrado
seis sesiones del Premio del Paisaje del Consejo de Europa: Sesión 1 (2008-2009), Sesión 2 (2010-
2011), Sesión 3 (2012-2013), Sesión 4 (2014-2015), Sesión 5 (2016-2017) y Sesión 6 (2018-2019). La
Sesión 7 (2020-2021) ya está en marcha.
Referencias
www.coe.int/en/web/landscape/sessions-of-the-landscape-award.

Foro de selecciones nacionales del Premio del Paisaje del Consejo de Europa
Organizados por el Consejo de Europa en cooperación con un Estado anfitrión, los Foros del Premio
del Paisaje del Consejo de Europa tienen por objeto destacar las selecciones realizadas a escala na-
cional en el marco del Premio del Paisaje, como fuentes de inspiración.
Referencias
Actas de las reuniones del Consejo de Europa de los talleres para la aplicación del Convenio:

72
– Foro de selecciones nacionales - 1.ª sesión del Premio del Paisaje del Consejo de Europa 2008-2010 y 2.ª Sesión 2010-2011, Carbo-
nia (Italia), 4-5 de junio de 2012.
– Foro de selecciones nacionales del Premio del Paisaje del Consejo de Europa - 3.ª sesión 2012-2013, Breslavia (Polonia), 11-12 de
junio de 2014.
– Foro de selecciones nacionales del Premio del Paisaje del Consejo de Europa – 4.ª sesión 2014-2015, Budapest (Hungría), 9-10 de
junio de 2016.
– Foro de selecciones nacionales del Premio del Paisaje del Consejo de Europa – 5.ª sesión 2016-2017, Daugavpils (Letonia), 19-20
de junio de 2018.

Alianza para el Premio del Paisaje del Consejo de Europa


El Comité de Ministros adoptó la Resolución CM/Res(2017)18 sobre la Alianza para los Premios del
Paisaje del Consejo de Europa. Recoge los logros ejemplares presentados por los Estados Partes del
Convenio Europeo del Paisaje, demostrando que es posible promover la dimensión territorial de los
derechos humanos y la democracia mediante la mejora de las características paisajísticas del entorno
de las personas.
Dependiendo del caso, estos logros promueven la protección del paisaje a través de medidas para pre-
servar los rasgos significativos y característicos del paisaje; la gestión del paisaje mediante la acción
desde una perspectiva de desarrollo sostenible para garantizar el mantenimiento periódico de un pai-
saje con el fin de orientar y armonizar el cambio, o la ordenación del paisaje mediante acciones que
presenten un carácter prospectivo con vistas a mejorar, restaurar o crear paisajes. Fomentan paisajes
para vivir, en zonas urbanas y periurbanas; paisajes para descubrir, mediante carreteras o caminos
rurales; paisajes tanto históricos como vivos, entre naturaleza y cultura, o paisajes que permiten a las
personas conocer el campo y actuar para apoyarlo, estableciendo metodologías y otras herramientas
de promoción del paisaje.
Referencias

Publicaciones:
– Convenio Europeo del Paisaje: The Landscape Award Alliance of the Council of Europe, Territory and Landscape Series, 2018, 105.
Presentación en línea de los logros de la Alianza para el Premio del Paisaje del Consejo de Europa:
– Alianza para el Premio del Paisaje del Consejo de Europa.
– Exposición sobre la Alianza para el Premio del Paisaje del Consejo de Europa.
– Cartel de la Alianza para el Premio del Paisaje del Consejo de Europa.

Conclusión

Desde la adopción del Convenio Europeo del Paisaje se han realizado importantes progresos en el estable-
cimiento de políticas en materia de paisaje a escala nacional, regional y local. Sobre la base de objetivos
compartidos, estas políticas fomentan la calidad de un entorno de vida común. Así, el concepto de paisaje
se ha ido introduciendo poco a poco en la agenda política de los gobiernos; se ha desarrollado una amplia
red de cooperación internacional para apoyar la aplicación del Convenio; las autoridades y los ciudadanos
reconocen cada vez más el concepto de paisaje definido por el Convenio; están surgiendo nuevas formas
de cooperación entre los distintos niveles de la Administración –nacional, regional y local– y entre los mi-
nisterios o departamentos del mismo Estado o región; se están creando estructuras de trabajo específicas en
materia de paisaje (observatorios, centros o institutos del paisaje); se están adoptando leyes y reglamentos
específicos en materia de paisaje; los Estados y las regiones están cooperando más allá de sus fronteras en
el caso de paisajes fronterizos; se han instaurado premios nacionales de paisaje tomando como referencia
el Premio del Paisaje del Consejo de Europa; se han desarrollado programas universitarios tomando como
referencia el Convenio y se están organizando universidades de verano sobre el paisaje; se están celebrando
bienales, festivales paisajísticos y exposiciones basadas en los principios del Convenio, y las comunidades
y las organizaciones no gubernamentales están cada vez más implicadas y activas.
Concepto importante, de gran relevancia, el paisaje representa un mosaico de las cuatro dimensiones
del desarrollo sostenible: natural, cultural, social y económico. Los gobiernos comprometidos con la
aplicación de los principios de buen gobierno deben tener en cuenta el valor incalculable del paisaje

73
para el ser humano e incluir la dimensión paisajística en sus políticas nacionales, regionales y locales.
También depende de todos respetar el paisaje y cuidarlo, tanto en apariencia como en sustancia, para
las generaciones presentes y futuras.

La apertura del Convenio Europeo del Paisaje a los Estados no europeos será una oportunidad para
reafirmar la universalidad de la dimensión paisajística de los derechos humanos y la democracia. Re-
presenta una contribución del Consejo de Europa a la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible de las Naciones Unidas y, en particular, sus Objetivos 3 (Buena salud y bienestar), 11 (Ciuda-
des y comunidades sostenibles) y 15 (Vida de ecosistemas terrestres).

Referencias en homenaje al paisaje mediterráneo...


Déjeant-Pons, M.:
– (1987): Protection et développement du bassin méditerranéen – Textes et document internationaux, Ed. Economica, París.
– (1990): La Méditerranée en droit international de l’environnement, Ed. Economica, París.
– (2002): Les droits de l’homme et l’environnement, Editions du Conseil de l’Europe.
– (2002): Humans Rights and the Environment, Council of Europe Publishing.

Notas
1
Las referencias de los documentos mencionados a continuación están disponibles en el sitio web del Convenio del Paisaje del
Consejo de Europa: www.coe.int/LandscapeConvention. Actas de los talleres y otros simposios nacionales para la aplicación del
Convenio del Paisaje del Consejo de Europa (serie «Ordenación territorial y paisaje europeos» del Consejo de Europa) en: www.
coe.int/en/web/landscape/publications; www.coe.int/en/web/landscape/workshops; www.coe.int/en/web/landscape/national-re-
gional-symposiums. Libros editados en Council of Europe Publishing: www.coe.int/en/web/landscape/publications. Revista del
Consejo de Europa Futuropa, for a new vision of landscape and territory en: www.coe.int/en/web/landscape/futuropa-magazines.
2
www.coe.int/fr/web/conventions/full-list/-/conventions/treaty/176.
3
Cuadro de firmas y ratificaciones del Tratado 176. Véase también el documento del Consejo de Europa, «Textos de ratificación
del Convenio Europeo del Paisaje» CEP-CDCPP (2015) 4. Tras la entrada en vigor de su protocolo de modificación (CETS n.º 219),
el Convenio se abrirá para su adhesión a Estados no europeos y, posteriormente, se denominará «Convenio del Paisaje del Con-
sejo de Europa». El Protocolo de modificación entrará en vigor tras su ratificación por Portugal. www.coe.int/fr/web/conventions/
full-list/-/conventions/treaty/219.
4
http://rm.coe.int/16807bffda.
5
http://rm.coe.int/16807bffda.
6
http://rm.coe.int/16807bffda.
7
www.coe.int/en/web/landscape/-/20-october-2017-first-international-landscape-day-of-the-council-of-europe.
8
Documento del Consejo de Europa CEP-CDCPP (2015) 15.
9
www.coe.int/en/web/landscape/reference-texts.
10
Documentos del Convenio Europeo del Paisaje, Consejo de Europa. En la X Conferencia del Consejo de Europa sobre el Con-
venio (Estrasburgo, 6-7 de mayo de 2019) se presentarán otros informes, preparados sobre los temas mencionados en el progra-
ma de trabajo: «Paisaje en los territorios rurales en transición energética, agrícola y demográfica», «Seguimiento del paisaje en el
sentido del Convenio», «El papel de los urbanistas en la consideración de la calidad del paisaje», «Paisaje y arquitectura», «Piedra
seca en el paisaje», «Paseo por el paisaje» y «Acuerdos medioambientales y paisaje».
11
Se han celebrado conferencias del Consejo de Europa sobre el Convenio Europeo del Paisaje los días 22-23 de noviembre de
2001, 28-29 de noviembre de 2002, 17-18 de junio de 2004, 22-23 de marzo de 2007, 30-31 de marzo de 2009, 3-4 de mayo
de 2011, 26-27 de marzo de 2013, 19-20 de marzo de 2015 y 23-24 de marzo de 2017. www.coe.int/en/web/landscape/confe-
rences. La «Celebración del 10.º aniversario del Convenio Europeo del Paisaje 2000-2010: nuevos retos, nuevas oportunidades»
tuvo lugar en Florencia, Italia, los días 19 y 20 de octubre de 2010. www.coe.int/en/web/landscape/publications.
12
Informe | Contribuciones: Estados-Añadir. 1 - ONG-Añadir. 2 | Documentos de trabajo | https://rm.coe.int/1680703256.
13
www.coe.int/en/web/landscape/workshops.
14
www.coe.int/en/web/landscape/national-regional-symposiums.
15
www.coe.int/en/web/landscape/-/20-october-2017-first-international-landscape-day-of-the-council-of-europe.
16
Documentos del Convenio Europeo del Paisaje, Consejo de Europa: CEP-CDPATEP (2009) 3; CEP-CDPATEP (2011) 7; CEP-CD-
CPP (2013) 5; CEP-CDCPP (2015) 5.
17
www.coe.int/en/web/landscape/lanscape-observatory; https://elcl6.coe.int/WebForms/Public_List.aspx.

74
La Geria, Lanzarote. Fotografía: Linarejos Cruz.

75
Viñedos La Geria, Lanzarote. Fotografía: Linarejos Cruz.

76
Los paisajes como seña de identidad
Linarejos Cruz
Experta en paisaje
[email protected]

Resumen
Es imposible hacer una aproximación al paisaje, por somera que sea, sin entenderlo en relación con el ser humano. Los
procesos de formación de los paisajes culturales y de las personas corren en paralelo, convergen y se retroalimentan hasta
formar un todo indisociable. Así, las propiedades específicas de cada lugar influyen decisivamente en el carácter del paisaje
y de sus habitantes, del mismo modo que el proceder humano y sus actuaciones en el territorio determinan la fisonomía y
la esencia del paisaje. De esta mutua colaboración nace el carácter identitario, de las gentes y de los lugares, del paisaje
cultural en definitiva.

A través de testimonios escritos, reales o ficticios, y de la experiencia propia intentaremos aproximarnos a esa realidad
identitaria de los paisajes.

Palabras clave
Paisaje, espacio, tiempo, percepción, identidad.

Abstract
It is impossible to approach landscape and understand it without relating it with the human being. The construction of cultural
landscapes and the individual grow up together in parallel and converge in an indissoluble unity. The specific characteristics
of each single place define the characteristics of the place and its inhabitants, in the same way that human activities
determine the appearance and personality of the landscape. Of this interrelation emerges the identity of the landscape, of
its peoples and of the places, brief, cultural landscape.

Through written testimonies, fiction and non-fiction, and of our own experience, we will try to approach this identity of the
landscapes.

Keywords
Landscape, space, time, perception, identity.

Es en el entramado de interacciones entre naturaleza y cultura donde se forjan los caracteres


ambientales y humanos, en una simbiosis que puede resultar más o menos perfecta, según los casos
y las circunstancias pero que, de cualquier forma, es el resultado de un proceso compartido. Surge así
una identidad modelada por el tiempo en el espacio.

Quizá lo apresurado de la vida contemporánea y el afán por consumir espacios en el menor tiempo
posible hace que las apreciaciones personales de identificación con entornos, contextos y paisajes sean
menos frecuentes que las referencias de orden práctico o meramente descriptivo de las experiencias,
que es lo más habitual en la actualidad, donde impera la inmediatez. Si nos retrotraemos en el tiempo,
hasta finales del siglo xix o comienzos del xx, encontramos que el alma de los escritores se vuelca en
vivencias, tanto sensoriales como intelectuales, y en la fusión que experimentan con los paisajes, con
los que se sienten identificados.

Manejaremos aquí algunos conceptos sobre el paisaje que nos irán remitiendo a experiencias concretas
de lugares y tiempos diferentes.

77
Las dimensiones del paisaje

Si el paisaje tiene dos dimensiones indisociables: espacio y tiempo, y por tanto es producto de un
proceso, las personas también sufren un proceso de evolución a lo largo de su vida. El paisaje se trans-
forma y las personas también. Pero siempre hay un punto de encuentro entre ambos, una suerte de
sentimiento que vincula al ser humano con el lugar donde han sucedido aquellas vivencias que han
forjado su carácter, estableciéndose así un vínculo identitario.

En este proceso de transcurrir del tiempo en el espacio, hay una tercera dimensión intrínseca al ser
humano: la percepción.

La dimensión espacial del paisaje nos remite directamente a lo tangible, lo que se ve en cada momen-
to, el suelo que pisamos. Es la forma más recurrente de identificar un paisaje, pero también la más
superficial, porque la verdadera cualidad espacial del paisaje no es unidimensional, ni aséptica, sino
compleja y repleta de significados estructuradores, que aportan los valores de carácter territorial. Aun-
que la visión directa puede aparecer como suficiente para el espectador, en realidad la sensación que
obtiene es artificiosa, pues induce a un entendimiento equívoco del paisaje, que está más relacionado
con su aspecto escenográfico que con su verdadera dimensión territorial.

La dimensión espacial del paisaje se ha de entender como el resultado de la confluencia y


superposición de una serie de estructuras territoriales de distintas escalas, que aparecen
asociadas unas a otras en una productiva interacción. La gran base espacial fisiográfica
que proporciona el relieve es la que organiza la dimensión espacial en sus estructuras de
gran escala. La retícula de unidades ecológicas básicas conforma una escala espacial que
se podría considerar intermedia. A partir de ella, los procesos culturales la aprovechan
y modifican, discriminando el territorio en un detalle aún mayor. Por su parte, los
aprovechamientos culturales del espacio se organizan a una escala más discreta: la del
ser humano, que actúa selectivamente adaptando y transformando el paisaje a la medida
de sus necesidades (Cruz, 2015: 13)

Todas las huellas que ha dejado el paso del tiempo –tanto debidas a procesos de la naturaleza como
a la acción antrópica– pueden ser leídas e interpretadas, con más o menos esfuerzo, en el espacio.
Son los testimonios de la dimensión temporal del paisaje que unas veces explícitos, otras implícitos o
simplemente ocultos, aportan los componentes necesarios al proceso diacrónico en la formación de
cualquier paisaje.

Sin duda, la apreciación temporal es más difícil de identificar que la espacial, pero sin ella el paisaje
quedaría reducido a una fotografía instantánea, un aquí y ahora de un lugar inerte, por el que no ha
pasado, ni pasa, ni pasará el tiempo. Sin esta dimensión esencial, un mismo paisaje sería un paisaje
diferente en cada momento, bajo el influjo que ejercen en su fisonomía las estaciones, en función de
las condiciones climatológicas de cada momento –por mencionar solo algunos aspectos evidentes–,
pero, sobre todo, en cada momento de su devenir histórico. El espacio, con todos los condicionantes
que lleva implícitos, proporciona el marco en que se conjuga un entramado de relaciones humanas
que, a través de sus actividades, determinan la configuración de cualquier paisaje. Por la misma razón
que esas actividades que configuran los paisajes son dinámicas, los paisajes también lo son, incluso
algún paisaje cultural que ha sido calificado como «fósil» no lo es en absoluto, pues el paso del tiempo
es inexorable y tiene su propia capacidad modeladora, aunque no exista una intervención humana
decidida sobre él.

La clave para desentrañar la esencia y el carácter del paisaje se debería buscar en los
procesos de toda índole que se han operado en el territorio, que han ido modelando
su estructura hasta configurarlo tal y como se nos presenta en la actualidad. Siempre
teniendo en cuenta que esa realidad actual no es definitiva, pues solo se trata de un
estadio en la evolución de ese proceso.

78
El análisis histórico de muchos paisajes acaba por sintetizar esos complejos procesos
que los han conformado, identificando entre sus rasgos aquellos que son dominantes,
los que han determinado sus dinámicas de evolución, los esenciales. Este procedimiento
de análisis es selectivo y se centra en identificar los valores más significativos en esa
evolución, relegando otros de menor alcance a un segundo plano (Cruz, 2015: 14-15).

En la percepción del paisaje influyen diferentes factores; los más evidentes tienen carácter material,
tangible, se pueden apreciar a simple vista, pero esta apreciación a través de los sentidos puede
resultar superficial y llegar hasta su banalización. En efecto, no es lo mismo ver que mirar; una mirada
atenta y comprensiva requiere la participación del intelecto, de forma que el entendimiento juegue un
papel esencial en la vivencia del paisaje. La percepción visual siempre es incompleta y, en la mayoría
de las ocasiones, parcial: no es lo mismo ver un paisaje a ras de suelo, desde donde a veces solo se
accede a un primer plano, que observarlo a una cierta distancia, que permita un campo de visión más
amplio o desde la altura, donde la vista abarca una extensión infinitamente mayor cuanto mayor sea la
distancia. A veces, y debido a condicionantes de diversa índole, solo se puede obtener un único punto
de vista; pensemos en un paisaje de orografía intrincada al que solo se puede acceder a través de un
mirador habilitado para su contemplación, que ofrece un panorama unidireccional. Pero ¿no se trata
de un mismo y único paisaje, sea cual sea el ángulo de visión y la orientación?

Figura 1. Paisaje urbano de Nápoles desde la altura. Esta panorámica permite apreciar la organización espacial
de la ciudad, que conserva el trazado urbano romano articulado en torno al eje principal del cardo, que en la
imagen aparece como una línea negra que atraviesa la ciudad de sur a norte. También ofrece información sobre
otros elementos del paisaje, como espacios verdes o tipología de edificaciones. Fotografía: Linarejos Cruz.

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La percepción intelectual añade los
componentes esenciales para que el ejercicio
de aproximación al paisaje sea completo
y, sin duda, más enriquecedor que la mera
contemplación. Stefan Zweig expresa de
forma tan clara como magistral esta idea en El
misterio de la creación artística, que, aunque
referida a las obras de arte, es perfectamente
extrapolable a la idea de paisaje cuando
asevera que «ningún deleite artístico puede
ser perfecto mientras sea pasivo. Nunca
comprenderemos una obra con solo mirarla.
Donde no preguntamos, nada aprendemos, y
donde no buscamos, no encontramos nada.
Ninguna obra de arte se manifiesta a primera
vista en toda su grandeza y profundidad. No
solo quieren ser admiradas, sino también
comprendidas».

La percepción nos aproxima al sentimiento


identitario del paisaje, a las vivencias, a la
forma de sentirlo como propio, como ese
lugar reconocible y en el que el individuo
se reconoce como parte integrante. En esta
forma de apreciación se complementa la
doble acepción de este término: percibir
algo a través de los sentidos o de la mente
y sentir afecto o estima, pues además de las
sensaciones intervienen los sentimientos.
Figura 2. Paisaje urbano de Nápoles a pie de calle.
Se trata del mismo paisaje urbano de la figura 1,
pero en esta toma no se pueden apreciar sino La identidad se construye desde el
detalles de la calle. La angostura de la calzada y la sentimiento y en ella participan vivencias o
altura de los edificios impiden tener un punto de vista experiencias y sensaciones tan diversas, y a
suficientemente amplio para permitir hacer una lectura veces contradictorias, como la añoranza, la
integral de este paisaje. Fotografía: Linarejos Cruz. memoria, la evocación, el realismo práctico,
el determinismo o la personalidad.

Añoranza. En busca del tiempo perdido

En Por el camino de Swann, publicado en 1913, Proust inicia la búsqueda de un tiempo perdido, que no
extraviado, cargado de sensaciones y recuerdos profundamente interiorizados.

El relato transcurre entre dos paisajes muy diferentes, uno rural y otro urbano, que forjan la identidad
del narrador, asociada a intensos sentimientos. Por una parte Combray, con sus dos caminos: el
de Guermantes y el de Méséglise, y por otra París, con el Bois de Boulogne. Ambos imprimen una
marca que, con el transcurso de los años, se va desfigurando y se convierte en algo no reconocible e
imposible de recuperar. El espacio sigue estando allí, pero ha ido cambiando con el paso del tiempo,
percibido como el tiempo perdido.

Pasaba las vacaciones de Pascua en Combray1, un pueblecito al sur de París, del que hace una
descripción sintética e integral. Aplica una doble óptica para establecer la diferencia entre su visión
desde la lejanía y la observación cercana, poniendo de manifiesto cómo la verdadera esencia del
paisaje no se puede captar a través de una mirada unidireccional, sino desde todos los puntos de vista
posibles.

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Combray, de lejos, en diez leguas a la redonda, visto desde el tren… no era más que
una iglesia que resumía la ciudad, la representaba hablando de ella y por ella a las
lejanías, y que ya vista más de cerca mantenía bien apretadas, al abrigo de su gran
manto sombrío, en medio del campo y contra los vientos, como una pastora a sus ovejas,
los lomos lanosos y grises de las casas, ceñidas aquí y allá por un lienzo de muralla tan
perfectamente circular como un pueblecito de un cuadro antiguo. Para vivir, Combray
era un poco triste, triste como sus calles, cuyas casas, construidas con la piedra negruzca
del país, con unos escalones a la entrada y con tejados acabados en punta, que con sus
aleros hacían gran sombra, eran tan oscuras que cuando el día empezaba a declinar era
necesario correr las cortinas.

Asociados a la ciudad, dos caminos, lugares de paseo, introducen el componente rural en relación con
núcleo urbano:

Porque alrededor de Combray había dos «lados» para ir de paseo, y tan opuestos, que
teníamos que salir de casa por distinta puerta, según quisiéramos ir por uno u otro: el lado
de Méséglise la Vineuse, que llamábamos también el camino de Swann, porque yendo
por allí se pasaba por la posesión del señor Swann, y el lado de Guermantes […]. Como
mi padre siempre hablaba del lado de Méséglise como el más hermoso panorama de
llanura que conocía, y del lado de Guermantes como del típico paisaje de río, dábales yo,
al concebirlos como dos entidades, esa cohesión y unidad propias solo de las creaciones
de nuestra mente; la mínima parcela de ellos me parecía preciosa y expresiva de su
particular excelencia […]. Pero, sobre todo, interponía yo entre uno y otro algo más que
sus distancias kilométricas: la distancia existente entre las dos partes de mi cerebro con
que pensaba en ellos.

Figura 3. Combray (Francia). Ilustración: Jesús Herrero.

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Figura 4. Bois de Boulogne (París). Ilustración: Jesús Herrero.

Sin embargo, la mayoría de sus sentimientos íntimos estaban ligados al Bois de Boulogne de París,
en el barrio de Auteuil, donde nació y vivió las más intensas experiencias sensoriales y anímicas. Allí
interiorizó el significado de los cambios estacionales, la incidencia de la luz, de los colores, de los
sonidos, de las gentes… pero, sobre todo, ese lugar le proporcionaba momentos de anhelo por ver
satisfechos sus deseos.

Pasado el tiempo, el parque ya no era igual, ni los paseos ni las gentes eran como antes. Pero ¿acaso
él mismo no había cambiado también?

He vuelto a encontrar esa complejidad del Bois de Boulogne, que lo convierte en un


sitio artificial, un jardín, en el sentido zoológico o mitológico de la palabra… presentaba
el aspecto provisional y artificial de unos viveros donde se acabaran de plantar, entre
los árboles de especies comunes que aún quedaban por arrancar, dos o tres clases de
arbustos de precioso género…

Y ahora, impulsado por un deseo de volver a ver lo que había amado, tan ardiente como
el que me empujaba años atrás por esos mismos caminos, quisiera tener ante mis ojos
aquellas bestias, en el momento en que el enorme cochero de la señora Swann, guardado
por un menudo groom, intentaba dominar sus alas de acero, que se debatían asustadas
y palpitantes. Pero ¡ay! ahora ya no se veían más que automóviles, conducidos por
mecánicos bigotudos.

La realidad que yo conocí ya no existía […]. Los sitios que hemos conocido solo
pertenecen al mundo del espacio donde los situamos para mayor facilidad. No eran
más que una delgada capa en medio de impresiones contiguas que formaban nuestra
vida de entonces, el recuerdo de una determinada imagen no es sino echar de menos
un determinado instante; y las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son
fugitivos como los años.

82
Memoria. El Berlín de Hessel

Si una de las cualidades distintivas del paisaje es su dinamismo, el paisaje urbano da fiel testimonio de
ello y el caso de Berlín puede ser uno de sus máximos exponentes.

La mayoría de las ciudades crecen a partir de un núcleo urbano o centro histórico que se va ampliando
y al que se van sumando nuevos barrios de forma más o menos conexa. En esta operación de
crecimiento, las condiciones geográficas y las características topográficas, a las que se suman las
voluntades políticas, son determinantes para su configuración.

No se puede decir que todas las ciudades crecen y se transforman de manera ordenada o con arreglo
a unos patrones establecidos, pero, en la mayoría de los casos, al menos sí es posible hacer una
lectura de su proceso de formación. No es el caso del paisaje urbano de Berlín, una ciudad que no
tiene un centro, sino muchos centros, todos y cada uno de ellos con su propia personalidad. Pero es
precisamente este entramado de barrios, que no ha cesado de reorganizarse, el que conforma un todo
identitario que resume su esencia, la esencia de una ciudad que ha sabido reinventarse a lo largo del
tiempo a pesar de los avatares históricos.

A finales de los años veinte del siglo xx, Hessel nos ofrece un retrato de esta ciudad desde la observación
detenida, en la que pone de manifiesto cómo el fundamento del carácter alemán se puede respirar en
una metrópoli en la que nada sucede porque sí: «en este país es obligado estar obligado, porque de lo
contrario uno carece de autorización. Aquí no se va sin más, se va hacia tal o cual sitio. Nosotros lo
tenemos difícil».

Reivindica el disfrute por el disfrute, la observación como único objetivo de un paseo por la ciudad;
y es así como, a modo de paseante, nos va descubriendo los lugares y sus significados. Es capaz de
desentrañar la belleza oculta en cualquier rincón, incluso en aquellos lugares donde el común de los
mortales solo vería grisura, suciedad y ruido: los «templos» del trabajo, que son el motor de la vida
urbana y el rasgo que mejor caracteriza a este pueblo.

El placer de vivir, el ocio y las distracciones resultan seguramente más atractivos en otras
ciudades. Puede que en ellas la gente sepa entretenerse más genuina, más refinadamente,
y que su felicidad sea más visible, más bonita. Pero Berlín tiene a cambio su belleza
propia, especial y visible, que está presente cuando y donde se trabaja.

Hay que ir a buscarlo a sus templos de las máquinas, a sus iglesias de la precisión. No hay
edificio más hermoso que la monumental nave de vidrio y hormigón armado creada por
Peter Behrens en la Huttenstrasse para albergar la fábrica de turbinas. Y la visión que se
pueda tener desde la balconada del coro de una catedral se queda corta comparada con
la que se tiene desde la galería lateral de esta nave, a la altura de los ojos del gruista…

Mientras que en esta nave entendemos poco y nos maravillamos mucho, en los talleres
más pequeños encontramos en cambio ciertas cosas situadas más a nuestro alcance […].
Visitamos la herrería, donde los trabajadores ponen piezas de hierro al rojo debajo del
martillo hidráulico, que les practica entalladuras y las cepilla como si estuviesen hechas
de cera.

Estamos junto al Spree, ante la fábrica de transformadores, y vemos cómo la cinta


transportadora saca el carbón de la barcaza fluvial y lo echa en una suerte de martillo de
hierro, donde es convertido, sin intervención de la mano del hombre, en polvo de carbón
[…].

En la fábrica de contadores la máquina convierte con un solo gesto una plancha de


hojalata en un cuenco de bordes muy curvados, y con un segundo gesto la taladra…

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Figura 5. Edificio industrial en la Huttenstrasse de Berlín creado por Peter Behrens. Ilustración: Jesús Herrero.

Todo el edificio es una cadena de producción de trabajo, este pasa ininterrumpidamente


de banco en banco, de piso en piso, transportado por bandejas…

No es necesario entenderlo todo, basta con usar los ojos para mirar cómo siempre hay
algo que está yendo de aquí para allá y en proceso de transformación.

En uno de estos santuarios de entregado afán… son las máquinas las que hacen todo, los
seres humanos se limitan a montar, a extraer, a empujar hacia el paso siguiente.

Todo esto ocurre sin descanso en el complejo industrial de Siemens, en Charlottenburg,


Moabit y Gesundbrunnen, tras el Warschauer Brücke y junto al cauce alto del Spree.

Es interesante comprobar cómo incide en la importancia de la mirada, en el acto de mirar más allá
de ver. Así, de la forma más natural, capta el espíritu industrial y el culto al trabajo que subyace en la
identidad de este pueblo y de esta ciudad.

Evocación. La sensibilidad de García Lorca

Federico García Lorca aborda el paisaje desde la raíz, desde lo más profundo del sentimiento:

Cuando yo era niño vivía en un pueblecito muy callado y oloroso de la vega de Granada.
Todo lo que en él ocurría y todos sus sentires pasan hoy por mí velados por la nostalgia de
la niñez y por el tiempo […]. En ese pueblo yo seré tierra y flores… sus calles, sus gentes,
sus costumbres, su poesía y su maldad serán como el andamio donde anidarán mis ideas
de niño fundidas en el crisol de la pubertad.

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Expresa lo que significa, como persona sensible, sentirse parte integrante de un todo, con todos sus
ingredientes: tierra, agua, luz, color, sonido, música… Estos son rasgos comunes a toda su obra,
magníficamente enunciados ya en su primera creación literaria, Impresiones y paisajes, una obra
temprana, casi de adolescencia, publicada en 1918, cuando tenía 20 años. Lo que en principio puede
considerarse un relato de viajes, en el fondo es una declaración de sentimiento, una clase magistral de
percepción y enraizamiento en el paisaje. Aquí pone los cimientos de una trayectoria literaria, donde
poesía, vivencias y creencias configuran su espacio vital y creativo.

Este espacio está impregnado de la esencia de su Granada natal, con referentes invariables como la
Alhambra o el Albayzín hondamente lírico […].

Figura 6. La Alhambra. Ilustración: Jesús Herrero.

Están las casas colocadas como si un viento huracanado las hubiera arremolinado así. Se
montan unas sobre otras con raros ritmos de líneas […], calles que sienten las melodías
plateadas del Dauro y las romanzas de hojas que cantan los bosques lejanos de la
Alhambra […]. Al deambular por sus callejas surgen escenarios de leyenda […], covachas
abandonadas, declives de tierra roja en donde viven los pulpos petrificados de las pitas.
Cavernas negras de la gente nómada y oriental.

Siempre con la presencia de ese referente que le confiere alma al paisaje: las personas que lo habitan
y que le dan forma y sentido.

Hay una tragedia de contrastes. Por una calle solitaria se oye el órgano dulcemente tocado
en un convento… y la salutación divina de Ave María Stella dicha con voces suavemente
femeninas… Enfrente del convento, un hombre con blusa azul maldice espantosamente
dando de comer a unas cabras. Más allá unas prostitutas de ojos grandes, negrísimos,
con ojeras moradas, con los cuerpos desgarbados y contrahechos por la lujuria […], junto
a ellas una niña delicada y harapienta canta una canción piadosa y monjil… Todo lo que
tienen de tranquilo y majestuoso la vega y la ciudad, lo tiene de angustia y de tragedia
este barrio morisco.

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En ese recorrido anímico por los paisajes, reivindica la conservación del rastro del paso del tiempo como
valor identitario, la conservación de los elementos que son intrínsecos al carácter del lugar, como:

[…] esa plaza, formidable expresión romántica donde la antigüedad nos enseña su abolengo
de melancolías, lugar de retiro, de paz […] que se proyectaba profanarla. El alcalde había
propuesto al consejo urbanizarla (tremenda palabrota), arrancando el divino yerbazal,
cercando la fuente de jardinillos ingleses… y quién sabe si pensando levantar en ella un
monumento […], es verdaderamente angustioso lo que pasa en España con estas reliquias
arquitectónicas… Todo trastornado… pero con qué visión artística tan deplorable.

Realismo práctico. La ciudad del carbón

A mediados del siglo xix, en pleno auge de la industrialización inglesa, Charles Dickens describe
en Tiempos difíciles cómo es una típica ciudad que vive de la explotación del carbón y cómo sus
habitantes, aun en contra de sus deseos, acaban mimetizándose y formando parte integrante de este
panorama. Coketown es una típica ciudad inglesa que, aunque ficticia, responde fielmente a la realidad
de cualquier ciudad de la época cimentada sobre los patrones del imperativo industrial.

Era una ciudad de ladrillo rojo, es decir, de ladrillo que habría sido rojo si el humo y
la ceniza se lo hubiesen consentido; como no era así, la ciudad tenía un extraño color
rojinegro, parecido al que usan los salvajes para embadurnarse la cara. Era una ciudad de
máquinas y de altas chimeneas, por las que salían interminables serpientes de humo que
no acababan nunca de desenroscarse, a pesar de salir y salir sin interrupción. Pasaba por
la ciudad un negro canal y un río de aguas teñidas de púrpura maloliente; tenía también
grandes bloques de edificios llenos de ventanas y en cuyo interior resonaba todo el día
un continuo traqueteo y temblor y en el que el émbolo de la máquina subía y bajaba con
monotonía, lo mismo que la cabeza de un elefante enloquecido de melancolía. Contenía
la ciudad varias calles anchas, todas muy parecidas, además de muchas calles estrechas
que se parecían entre sí más que las grandes; estaban habitadas por gentes que también
se parecían entre sí, que entraban y salían de sus casas a idénticas horas, levantando en
el suelo idénticos ruidos de pasos, que se encaminaban hacia idéntica ocupación y para
las que cada día era idéntico al de ayer y al de mañana y cada año era una repetición del
anterior y del siguiente.

En Coketown no se veía por ninguna parte cosa que no fuese rigurosamente productiva
[…] Es de suponer que una ciudad consagrada a lo práctico y que en lo práctico había
labrado su personalidad viviría sin dificultades, ¿no es cierto? ¡Pues no, señor¡ ¡Ni
muchísimo menos¡ ¿Que no? ¡Válgame Dios!

La industrialización trajo consigo muchas novedades que, bajo el símbolo del progreso, habrían
de cambiar la vida de las personas y generarían nuevos paisajes. Paisajes caracterizados por la
introducción de elementos desconocidos hasta ese momento, que modelarían la fisonomía de las
ciudades y los campos –ahora sembrados de grandes explotaciones mineras de carbón–, las formas
de vida y las relaciones sociales. La máquina de vapor, y su aplicación a los procesos industriales,
consiguió cambios insospechados que hicieron variar muchos conceptos establecidos. El espacio
se ocupaba de forma diferente y las actividades adquirían mayor complejidad. El tiempo ya no se
mediría de la misma forma: la velocidad hacía más cortos los tiempos, los de producción y los de
desplazamiento, la percepción varió sustancialmente. Un viaje en tren impulsado por una máquina de
vapor proporcionaba una experiencia visual única, pues permitía abarcar una perspectiva más amplia
en menos tiempo, en contraposición a la visión parcial y estática del entorno próximo a la que se
estaba acostumbrado.

También hace su aparición el ruido. No porque no existiera con anterioridad, sino porque había tomado
unos matices e intensidad inquietantes, llegando a ser ensordecedor. Ese ruido, que ya se escucharía
para siempre y que quedaría integrado en la vida cotidiana, se convertiría en el sonido del progreso.

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Figura 7. Coketown, ciudad ficticia de Dickens situada en el norte de Inglaterra. Ilustración: Jesús Herrero.

Este ambiente es el caldo de cultivo para la aparición de una clase social emergente: el proletariado, en
contraposición a la alta burguesía, la clase dominante, ambas con sus particulares señas de identidad.

Deducíase claramente que esos trabajadores eran, en conjunto, unas malas personas, sí,
señor; que se hiciese lo que se hiciese por ellos, jamás lo agradecerían, no, señor; que eran
unos seres inquietos, sí, señor; que jamás sabían ellos mismos lo que querían, que comían
de lo mejor […] y que, a pesar de todo esto, se mostraban eternamente descontentos e
ingobernables.

Hasta entonces, el sistema de trabajo era puramente artesanal y tenía un carácter más humanizado.
Los trabajadores se servían de herramientas que, en muchos casos, eran prolongación de su propio
cuerpo; tenían control absoluto sobre la totalidad del proceso de producción y organizaban su tiempo
en función de las necesidades de cada momento; las relaciones laborales se reducían prácticamente
al ámbito familiar; el trabajo y los días eran variados. La mecanización cambia radicalmente este
horizonte: las máquinas funcionan por sí mismas y parecen tener vida propia; los obreros intervienen
en aspectos muy concretos de la producción y, generalmente, desconocen el proceso en su conjunto.
La vida cotidiana se reducía a una rutina; las relaciones laborales, familiares y sociales se estandarizan,
del mismo modo que los centros de trabajo, las viviendas y las ciudades.

La prisión se parecía al hospital; el hospital pudiera tomarse por prisión; la casa consistorial
podría ser lo mismo prisión que hospital, o las dos cosas a un tiempo, o cualquier otra
cosa, porque no había en su fachada rasgo alguno que se opusiese a ello. Realismo
práctico, realismo práctico, realismo práctico; no se advertía otra cosa en la apariencia
externa de la población, y tampoco se advertía otra cosa que realismo práctico en todo lo
que no era puramente material.

Determinismo. La Araña

Un gigante, Goliat, engulle un pequeño pueblo y somete a sus habitantes sin que un solo David pueda
hacerle frente para remediarlo.

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Si la ciudad del carbón, Coketown, estaba teñida de negro, el pueblo de la Araña aparece cubierto por
un manto de polvo blanco procedente del cemento de su fábrica. En este caso, blanco y negro no son
opuestos, sino dos caras de una misma moneda que encierra tintes de insalubridad, sea cual sea su color.

Era una ciudad cruel pero llena de vida, una ciudad salvaje pero tierna: una catacumba
amarga, tosca y violenta de piedra, acero y roca, recorrida por túneles, acuchillada
salvajemente por la luz, rugiente, inmersa en una guerra incesante entre hombres y
máquinas.

Garriga Vela sitúa la acción de El cuarto de las estrellas en el que hoy es un barrio costero en la periferia
de Málaga: la Araña. Aunque se trata de un relato de ficción, está ambientado en un lugar real, que ha
existido desde 1915 y que continúa existiendo al amparo de una gran fábrica de cemento, Goliat, en
referencia al nombre de la araña más grande del mundo, nombre al que hace justicia la magnitud de
su presencia física. Este escenario le ha servido para captar la atmósfera real de un pequeño reducto
que permanece al margen del ambiente de recreo que lo circunda.

La niebla que viene del mar invade la playa, se cuela por las callejuelas y rodea las casas como
si fuera un ejército de fantasmas encargado de conquistar la Araña y hacerla desaparecer.
Se mezcla y confunde con el humo de la fábrica que expulsa una nube de polvo, carbón y
cemento. La niebla separa la Araña de la tierra firme, la convierte en una isla que navega a
la deriva con los habitantes encerrados en su propio mundo que se desplaza flotando en el
vacío. Me fijo en la transformación misteriosa que sufre el paisaje…

Por encima de todos los que aquí vivimos y de la niebla, la fábrica continúa su incansable
proceso de producción. Oigo el ruido sobre mis pensamientos. Veinticuatro horas al día,
trescientos sesenta y cinco días al año extrayendo la materia prima de la montaña: caliza,
arcilla, arena, mineral de hierro, huesos y fósiles; todo reducido a un tamaño que pueda
ser procesado por los molinos de crudo. La mezcla de materia prima es bombeada a
bolsas de homogeneización y de allí se lleva a los hornos donde se produce el clínker a
temperaturas superiores a los mil cuatrocientos grados centígrados. Así, constantemente,
sin parar ni un solo segundo, día tras día, hasta el instante en que sale una rosa. Una

Figura 8. Fábrica de cemento en la Araña (Málaga). Ilustración: Jesús Herrero.

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bella rosa roja: un ladrillo refractario que se desprende de la pared del horno y detiene la
estricta maquinaria… Entonces, durante dos días, la Araña respira tranquila y hasta puede
oírse el mar en el interior de las casas con las puertas y las ventanas abiertas… Cuando
sale una rosa, los vecinos de la Araña tienen la sensación de haber robado cuarenta y
ocho horas a la vida.

Personalidad. Un pueblo rural

Pasamos de un entorno industrial a un ámbito rural, del humo de las chimeneas al polvo que levantan
los arados, de paisajes pasados por el tamiz de la literatura a un paisaje rural real.

En cualquier pueblo de La Mancha conquense saben desde antiguo que la tierra es la base de su
sustento y el lugar donde crecen sus raíces. Tomando como ejemplo uno de ellos y paseando por
sus tierras con una mirada atenta, se puede percibir su esencia e identificar sus rasgos mediante las
formas, los colores, los olores, etc., pero, sobre todo, a través del saber hacer de sus paisanos.

Uno de esos pueblos en la actualidad puede contar con no más de seiscientos habitantes censados,
distribuidos en una superficie de unos cien kilómetros cuadrados. Pero no siempre fue así. Hubo un
tiempo en que, tras haber sido islámico, pasó a ser cristiano y formaba parte del señorío de Villena,
hasta que pasara a depender directamente de la Corona, adquiriendo la categoría de villa. La economía,
basada en la ganadería y en la agricultura cerealística, era próspera y, en consecuencia, la población
fue creciendo hasta superar los mil habitantes en el siglo xvi –cifra considerable, si se tiene en cuenta
que el total del censo, en los reinos de Castilla y Aragón, era de unos cuatro millones de personas–. La
demografía mantuvo su tendencia creciente y, a comienzos del siglo xx, ya contaba con más de dos mil
personas censadas. A partir de los años setenta, comenzó el proceso de despoblación que se mantiene
en la actualidad. Lo que sí continúa inamovible es su carácter rural, definido por un paisaje de llanura con
suaves ondulaciones en las que se extienden parcelas de cultivos, principalmente de cereal, que conviven
en armonía con los pastos ganaderos. Se completa este panorama con pinares y con otros cultivos de
mayor rentabilidad, como son los viñedos y los olivares, cuya implantación tiende a incrementarse.

En cualquier caso, hombres y mujeres han tenido que aplicar su ingenio a lo largo del tiempo para
sacar el mayor rendimiento a su trabajo y mejorar sus condiciones de vida, aprovechando los recursos
que brinda la naturaleza.

En unas tierras con suelos de base caliza, la piedra ha sido y es un obstáculo y un recurso al mismo
tiempo. Un obstáculo, sobre todo, por las dificultades que entraña labrar un terreno pedregoso.
Pero también constituye un valioso nutriente para las plantas por su cualidad fertilizante y, además,
ha servido como materia prima no solo para construir viviendas o chozos donde resguardarse en
el campo, sino que, además, la piedra ha cumplido una función en la organización del territorio,
tomando forma de vallas de delimitación o como muretes de abancalamiento que favorecen el
mejor aprovechamiento de superficies abruptas para el cultivo.

Así surge un saber hacer, una maestría que ha sido reconocida por la UNESCO en 2018 como Patrimonio
de la Humanidad: se trata del trabajo de la piedra seca o piedra en seco, una técnica consistente en
construir apilando piedras exclusivamente sin utilizar ningún otro material para trabarlas, salvo tierra
seca en algunos casos. Se ha empleado para construir muros y cercas que sirven tanto al propósito
de las labores agrícolas como ganaderas, pero quizá el elemento más significativo sean los chozos de
pastor, conocidos en esta zona como «cubos».

Los cubos son construcciones circulares cubiertas por una cúpula realizada con la técnica de
aproximación de hiladas. Cuentan con una puerta rectangular, rematada por un dintel, y con dos
pequeños vanos que sirven como ventilación y para favorecer la salida de humos cuando el frío
obligaba a encender una hoguera en el interior.

Aunque su función primordial era la de servir como refugio a los pastores que cuidaban el ganado
lejos de su lugar de residencia habitual, también se empleaban como apoyo para labores agrícolas,

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Figura 9. «Cubo» de pastor con restos de la cerca adosada. Contrasta con los aerogeneradores que emergen al
fondo en el paisaje. Fotografía: Linarejos Cruz.

un lugar donde guardar aperos o donde guarecerse en caso de mal tiempo. Se completa esta singular
construcción con una cerca adosada, a modo de corral, que permite estabular el ganado o servir para
las diversas tareas del campo.

En la actualidad conviven con otros elementos introducidos en este siglo: los aerogeneradores. Los
campos eólicos están presentes por doquier, pero ¿este nuevo paisaje, sembrado de «gigantes» con
grandes aspas, puede considerarse identitario? Yo diría que no, por una razón fundamental: los cubos
de pastor están fuertemente enraizados en la tierra y en los paisanos, forman parte de su experiencia
vital y son su escenario reconocido, han sido levantados con sus propias manos, dan testimonio de
un saber hacer, les han proporcionado refugio y son de su propiedad; en definitiva, se identifican con
ellos. La otra cara de este paisaje son los campos eólicos, que pueden llegar a convertirse con el tiempo
en elementos integrados territorial y perceptivamente, pero en ningún caso serán reconocidos como
algo propio, pues no pertenecen a los habitantes, no han sido construidos con sus propias manos, sino
que responden a iniciativas de carácter empresarial, regidas por rostros ajenos y movidas por intereses
económicos y no por necesidades de subsistencia, como es el caso de los cubos.

Muchas de estas construcciones, aunque lamentablemente no todas, han sobrevivido al paso del
tiempo y se pueden ver diseminadas por los campos. A pesar de que ya no tienen el carácter práctico
para el que fueron concebidas, han pasado a formar parte del imaginario colectivo como símbolos que
caracterizan el paisaje y con los que se identifica el paisanaje.

En definitiva, el carácter de un paisaje, es decir, el entramado de relaciones y valores que lo constituyen,


adquiere su condición identitaria cuando la comunidad que lo habita se ve reflejada en él.

90
Figura 10. Interior de la cubierta cónica de un «cubo»,
donde se aprecia la técnica de construcción en piedra seca.
Fotografía: Linarejos Cruz.

Bibliografía

Cruz Pérez, L. (coord.) (2015): 100 Paisajes culturales en España. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Dickens, C. (2001): Tiempos difíciles. Madrid: Cátedra [1ª edición, Hard Times for These Times, 1854].
Español Echániz, I. (2009): El paisaje. De la percepción a la gestión. Madrid: Ediciones Liteam.
García Lorca, F. (1994): Impresiones y paisajes. Madrid: Cátedra (1ª edición, 1918).
García Sanz, B. (2008): Vara de Rey: semblanza histórica de un pueblo rural. Diputación de Cuenca.
Garriga Vela, J. A. (2014): El cuarto de las estrellas. Madrid: Siruela.
Hessel, F. (2015): Paseos por Berlín. Madrid: Errata naturae [1ª edición, Spazieren in Berlin, 1929].
Noailles, A. de (2008): Le livre de ma vie. Paris: Bartillat (1ª edición, 1932).
Proust, M. (1992): À la recherche du temps perdu: Du côté de Chez Swann. Librairie Générale Française (1ª edición, 1913).

Notas
1
Combray es un nombre ficticio que, en realidad, corresponde a la localidad de Illiers, pueblo tan marcado por el relato de
Proust que asumió una nueva identidad asociada al autor, de forma que, a partir de 1971, cambió su nombre por el de Illiers-
Combray.

91
Yves Luginbühl durante la entrega del Premio del Paisaje del Consejo de Europa en Daugavpils. Fotografía: Carmen Caro.

92
El paisaje a riesgo de la democracia
Yves Luginbühl
Director de investigación emérito del CNRS, ingeniero agrónomo, doctor en Geografía. UMR LADYSS, CNRS
y Universités de Paris 1, 7, 8 y 10
[email protected]

Resumen
A priori, la relación entre paisaje y democracia no es evidente. Si consideramos el paisaje como un objeto estético, esta re-
lación no es en absoluto obvia: solo significa que una determinada concepción del paisaje impone su visión estetizante del
territorio y se pone en tela de juicio la democracia. Pero si el paisaje se considera tal y como preconiza el Convenio Europeo
del Paisaje, es decir, como el paisaje cotidiano, o más exactamente como el marco de vida de las poblaciones europeas,
ocurre lo contrario. Cada agente del territorio se ve afectado, ya sean los habitantes, los cargos electos, los responsables de
las Administraciones afectadas o los miembros de las asociaciones que luchan por la calidad de vida o por la protección del
paisaje y de la naturaleza. Lo que quiere decir que el futuro del paisaje de estos actores depende de las medidas adoptadas
por los Estados, las regiones, las provincias o los municipios: lo que se debate es, por tanto, la negociación.

Palabras clave
Paisaje y democracia, paisaje cotidiano, Convenio del Paisaje del Consejo de Europa, futuro del paisaje, actores del paisaje,
decisiones de los Estados, decisiones de las Administraciones.

Abstract
The relationship between landscape and democracy is not immediately clear. If we consider landscape as an aesthetic ob-
ject, the relationship is not obvious: it simply means a certain conception of the landscape imposing its aesthetic vision on the
territory and challenging democracy. But if landscape is approached in line with what the European Landscape Convention
advocates, i.e., the everyday environment, or more precisely the living framework of the European population, the issue chan-
ges completely. Every stakeholder in the territory is then involved, whether inhabitants or elected representatives: the heads
of the competent authorities or members of the associations that fight for quality of life or the protection of landscapes and
nature. In other words, the future of these stakeholders’ landscape depends on the measures taken by the States, regions,
provinces and municipalities: it is negotiation that is therefore up for debate.

Palabras clave
Landscape and democracy, Everyday environment, Landscape Convention of the Council of Europe, Future of Landscape,
Stakeholders and Landscape, Measures and States, Measures and regions, provinces and municipalities.

Ahora bien, el debate público no es una evidencia; los cargos electos temen el debate público porque
puede poner en tela de juicio sus decisiones y requiere tiempo; y los cargos electos no siempre tienen
tiempo para debatir con sus administrados, quieren que las medidas que adoptan a favor del territo-
rio que deben gestionar se apliquen rápidamente para permitirles, eventualmente, ser reelegidos. El
debate público es, sin embargo, una manera de llegar a un acuerdo entre todos los participantes y de
consensuar medidas compartidas; es preferible perder un poco de tiempo discutiendo entre los diver-
sos agentes del paisaje, y llegar a medidas aceptadas por todos, en lugar de tomar decisiones que no
todos compartirán y desembocarán en un conflicto social y local.

Hasta hace poco, el paisaje dependía de decisiones políticas tomadas en el marco de la democracia
representativa, pero casi siempre basadas en opiniones de expertos. Sin embargo, al reflexionar sobre
ello, surgen enseguida numerosas cuestiones que se refieren al modo de gobernanza de los territorios,
al lugar del conocimiento científico, en relación con los conocimientos empíricos, al interés que sus-
citan entre los ciudadanos, a las relaciones entre el mundo político y la sociedad civil, al desarrollo de

93
las experiencias de participación en la toma de decisiones políticas, etc. En realidad, se trata de un in-
menso ámbito, que hace resurgir facetas de la historia política europea e incluso planetaria. Si bien es
esencial plantear la cuestión del ejercicio democrático, como han podido hacer muchos autores desde
la Antigüedad, es evidentemente más complicado analizar las relaciones que existen entre este y el
paisaje, aunque hayan sido objeto de diversos trabajos y publicaciones.

Dimensión histórica de la democracia y el paisaje

La primera pregunta que hay que plantearse es de orden histórico: se sabe que la democracia fue un
invento de las civilizaciones sumerias y, posteriormente, de Grecia, donde el foro permitía debatir el
futuro de la ciudad. Pero quedaban excluidos los metecos, los esclavos y las mujeres, lo que no era
buen augurio de un ejercicio igualitario de la democracia, o más simplemente de la política. También
en Roma, el foro permitía la discusión entre los ciudadanos y los responsables políticos, en particular
durante los regímenes republicanos, pero en la antigua Roma se podían esgrimir los mismos defectos
que en Grecia. Bajo los imperios romanos, la democracia daba paso a la autoridad de los emperadores,
que eran todopoderosos y decidían las reglas sin la opinión de los pueblos.

Durante la Edad Media, los señores y el clero reinaban sin contrapesos y tomaban las decisiones sin
consultar a los habitantes, que eran explotados sin límites. El «Ban» constituía la regla común para ges-
tionar los equipamientos de los territorios, como los molinos, los caminos, los hornos (horno banal)
y las vendimias (banvin). No era cuestión de que la población, que ni siquiera tenía derecho a poseer
tierras, protestara; las tierras estaban reservadas a las dos clases dominantes de la sociedad, solo los
baldíos1, tierras colectivas, podían ser explotados por los campesinos, en la mayoría de los casos mise-
rables, y los señores no cejaban en su intento por apropiárselos en su propio beneficio para convertirlos
en territorios de caza. De ahí los innumerables procesos entre las comunidades campesinas y los seño-
res o incluso las órdenes monásticas sobre las tierras de caza y todo lo que pudieran explotar los cam-
pesinos de manera colectiva. Las praderas también eran objeto de la codicia de todos los agentes de
los territorios, porque la ganadería era muy deficitaria, la mayor parte de las tierras se cultivaban con
cereales y la alimentación era pobre en proteínas o lípidos. La alimentación cárnica estaba reservada a
los ricos y los campesinos solo consumían carne una vez a la semana, carne de cerdo en la mayoría de
los casos, reservándose los bovinos a la tracción animal para arados o carros y carretas. Por otra parte,
no se sabía conservar la carne, salvo salándola, como la de cerdo.

Por ello, los conflictos relativos a la caza, fuente de proteínas, o sobre los espacios de pastoreo eran
muy numerosos, y expresaban así una deficiencia de gobernanza territorial igualitaria. Se trataba de un
reto considerable que llevó a los agrónomos de todos los países de Europa a buscar soluciones para evi-
tar el raquitismo frecuente en los niños, con una media de edad muy baja: todos los agrónomos, desde
la Edad Media hasta la Revolución francesa, intentaron empujar a las autoridades políticas a desarro-
llar la ganadería para remediar esta situación tan perjudicial para la supervivencia de las poblaciones
pobres. Ya durante la Antigüedad, agrónomos como Virgilio o Columela preconizan el desarrollo de la
ganadería y, posteriormente, Pietro de Crescens, en 1347, escribe una obra ilustrada donde el lugar del
animal doméstico de consumo es importante con la producción de forraje. Pero es sobre todo en Ingla-
terra donde el movimiento cobra fuerza con el desarrollo de los enclosures a partir del siglo xiii. ¿Por qué
hablar de ello a propósito de la relación entre paisaje y democracia? Precisamente porque este ejemplo
se opone radicalmente al ejercicio de esta, ya que los lores, deseando apropiarse de los commons para
convertirlos en tierras de ganadería, expulsaron a los pequeños campesinos de estas tierras colectivas,
a veces violentamente, incendiando sus chozas. No es hasta mucho después, en el siglo xviii cuando el
Parlamento inglés tomó la decisión de extender los enclosures a todo el país y en particular a los Mid-
lands, la parte más pobre del territorio del Reino Unido.

Sin embargo, no se puede decir que la decisión del Parlamento inglés fuera democrática; provocó el
éxodo de los campesinos hacia las ciudades a las que llegaron para sumarse a la mano de obra de
las grandes fábricas de siderurgia y las minas de carbón (Hoskins, 1955), alojados en slones, es de-
cir, barriadas marginales que Dickens describe en su novela Oliver Twist. El desarrollo agrícola, con
la revolución forrajera, que permite el cultivo de leguminosas como la alfalfa, el trébol y la esparceta,

94
Figura 1. Ambrogio Lorenzetti: Alegoría del buen y el mal gobierno, 1338. Palacio Ducal de Siena.

transformó totalmente la agricultura inglesa, convirtiéndola en la más competitiva de Europa, con una
ganadería muy productiva, la instauración de las praderas artificiales y de la propiedad individual del
suelo. Este desarrollo agrícola se produjo en paralelo a la Revolución Industrial, la primera de Europa.
Todos los demás países de Europa siguieron más o menos rápidamente el ejemplo inglés, en particular
Francia, que en su Revolución de 1789 instauró también la propiedad individual del suelo y la supre-
sión de los communaux (ley de la Convención de junio de 1791).

Pero es en el Renacimiento cuando se produce una experiencia que merece la pena destacar: se trata
de lo que ocurrió en el siglo xiv en Siena, cuando Italia era un país dividido en territorios comunales,
sin unidad nacional. Las dos ciudades de Siena y Florencia libran batallas incesantes, los ejércitos de
una invaden el territorio de su vecina y viceversa; los ejércitos se entregan al saqueo de los recursos,
incendian los pueblos, violan a las mujeres, masacran a las poblaciones. En ese momento, un artista,

95
Figura 2. Ambrogio Lorenzetti: Alegoría del buen y el mal gobierno, 1338 (detalle). Palacio Ducal de Siena.

Ambrogio Lorenzetti, pintó en 1338, en los muros de la sala de la Pace (Paz) del Palacio Ducal, situado
en la plaza principal de Siena, una pintura mural que representa la Alegoría del buen y el mal gobierno.
Para el pintor, se trata de una lección de gobernanza política: la pintura representa en el muro lateral de
la derecha el campo y la ciudad del buen gobierno, en el muro del fondo, los buenos y malos gobiernos
y en el muro lateral de la izquierda, el campo y la ciudad del mal gobierno.

En este fresco, la ciudad y el campo tienen dimensiones estrictamente iguales, el pintor representa a
los campesinos trabajando en el campo, las viñas, la trilla de trigo, etc. En la ciudad se ven artesanos y
comerciantes, un campesino conduce un rebaño de ovejas hacia la tienda del comerciante, y en medio
de la escena, unos jóvenes bailan tranquilamente. Es lo que el historiador Georges Duby (1982) deno-
minará el enjambre de las señoritas en la primera representación de un paisaje occidental, cuando la
palabra paisaje no existe todavía en la lengua italiana (paesaggio aparece en 1552). En el muro del fon-
do se encuentra la representación del buen gobierno: el buen gobierno representa en realidad las figu-
ras simbólicas de un buen gobierno: el poder, la paz, la justicia, la fortuna; el pintor escribió en letras
de oro las cualidades de los personajes: justicia, paz, templanza, magnanimidad, prudencia, fe, coraje;
debajo asistimos, de hecho, a un juicio: unos justiciables van a ser juzgados por sus fechorías ante un
jurado y un hombre con manto de justicia, el juez.

Lo más interesante de este fresco es su contexto histórico, en una época en la que la democracia no es
realmente la regla unánime; ahora bien, en Siena se sucedieron varios gobiernos, pasando de un poder
representado por 24 notables, que incluía tanto a los aristócratas como a los comerciantes y artesanos,
a otro más restringido formado por 9 representantes de las familias de la aristocracia. Se puede decir,
por tanto, que el gobierno de los 24 constituía una forma de democracia, ya que daba voz a los habitan-
tes que trabajaban en la ciudad, y como la aristocracia no lo soportaba, al cabo de unos años recuperó
el poder únicamente para su casta2.

A la izquierda del buen gobierno, en el muro del fondo, Ambrogio Lorenzetti representó el mal gobier-
no: como se puede observar, el mal gobierno representa al diablo con sus figuras satánicas, la justicia
está obstaculizada. El pintor escribió también en letras de oro los vicios del mal gobierno: orgullo, ava-
ricia, tiranía, lujuria, etc., justo al lado. En la pared lateral se encuentran las representaciones del campo
y de la ciudad del mal gobierno: la pintura mural está deteriorada, ya que el muro da al exterior y, pre-
sumiblemente, la humedad ha traspasado; pero se ve, sin embargo, bien el campo devastado por los
saqueadores que bajan por las colinas, incendiando los pueblos, saqueando los bienes de la comuna;

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Figura 3. Ambrogio Lorenzetti: Alegoría del buen gobierno, 1338 (detalle) Palacio Ducal de Siena. A la izquierda,
la justicia y su balanza, a la derecha, el juez.

la ciudad es una ciudad de asesinato, demoliciones


e inactividad.

Este fresco es sin duda una enseñanza del buen go-


bierno y del mal gobierno de los paisajes. Expresa
lo que hay que hacer o no hacer gracias a la justicia,
que castiga a quienes infringen la ley. Por supuesto,
está claro que el régimen político todavía no es una
democracia plena. En realidad, la democracia apa-
rece a finales del siglo xviii en Francia y en Estados
Unidos. Antes, sin embargo, Inglaterra había ins-
taurado un régimen parlamentario: el Parlamento
inglés aparece restringiendo el poder real según los
principios de la Carta Magna. El primer parlamento
elegido es el Parlamento de Montfort en Inglaterra
en 1265. Solo una pequeña minoría tiene voto: el
Parlamento es elegido por un reducido porcentaje
de la población3. La convocatoria del Parlamento
depende de la buena voluntad del rey o de la reina
(la mayoría de las veces cuando la realeza necesi-
ta dinero). No obstante, el poder del Parlamento se
desarrolló con el tiempo y, en particular, durante la
Revolución Gloriosa de 1688, con la Bill of Rights
establecida en 1689, que le atribuye más influen-
Figura 4. Ambrogio Lorenzetti: Alegoría del buen
cia; el electorado crece lentamente y el Parlamento
y el mal gobierno, 1338 (detalle). Palacio Ducal
adquiere cada vez más poder hasta que la monar-
de Siena.
quía solo cumpla un papel emblemático.

97
Figura 5. Ambrogio
Lorenzetti: Alegoría del
buen y el mal gobierno,
1338 (detalle). Palacio
Ducal de Siena.

En efecto, las dos primeras democracias modernas nacieron en este momento clave de la historia po-
lítica del mundo: la democracia estadounidense (1788) se adelantó a la francesa y sus modelos fueron
imitados en todo el mundo. La primera, sin embargo, no era considerada por sus padres fundadores
como una democracia, pero los historiadores la contemplan como la primera democracia liberal, en
la medida en que el compromiso constitucional (1788) funda los principios naturales de libertad, de
igualdad ante la ley, y se opone a los regímenes aristocráticos4.

Sin embargo, la relación entre estas democracias y la cuestión del paisaje no es inmediata. Y por otra
parte, las democracias han evolucionado y no han conocido los mismos principios a lo largo de la his-
toria: en Francia el sufragio universal se instauró en 1848 y el voto de las mujeres se instituyó en 1947.
Los ejemplos anteriores demuestran, en todo caso, que esta forma de gobernanza política podía desa-
rrollarse en diversas escalas y hay innumerables casos y muy diversos en todo el mundo, más o menos
abiertos a la participación de determinados grupos de la sociedad. El ejemplo africano del árbol de las

98
palabras es, en efecto, uno; pero ¿se puede hablar de ello en términos de democracia? Nelson Mandela
considera, efectivamente, que el árbol de las palabras, al que denomina la «Gran Morada»5 constituye
un sistema democrático de ejercicio del poder, que permite a todos expresarse por encima de las je-
rarquías sociales que forzosamente existen (Mandela, 1995). Si el lugar de las mujeres es menor y se
aspira al fortalecimiento de su participación, el árbol de las palabras es una forma de discutir los pro-
blemas de la sociedad local, los conflictos que la mueven, los posibles castigos que hay que infligir a
una persona que ha infringido la regla común.

Democracia y paisaje: un largo camino hacia una relación más estrecha

No resulta evidente establecer con exactitud el momento en el que la relación entre democracia y pai-
saje se instauró de manera más clara. Se puede afirmar que esta relación se ha instituido a escala local,
sin filtrarse a escala nacional. Todos los regímenes políticos funcionan más bien de manera vertical,
de arriba abajo (top down) y no de abajo arriba (bottom up). Las primeras experiencias de democracia
participativa tuvieron lugar en Estados Unidos en el campo de la educación, con el filósofo John Dewey.

En el ámbito de la ordenación territorial y del medio ambiente, en Europa surgen algunas experiencias
en los años noventa del pasado siglo. De hecho, el Convenio de Aarhus es el que abre la participación
en relación con los problemas medioambientales en 1998. En el caso del paisaje, sin embargo, todavía
no se aclara nada.

En Francia, la primera experiencia de democracia participativa en relación con el paisaje se produce


en 1993, en un municipio de Vendée, Sainte Hermine, donde un equipo de geógrafos pertenecientes a
la célula Ayuntamiento Consejos de la Caisse des Dépôts et Consignations puso en marcha un opera-
tivo de participación con los habitantes, los cargos electos y los responsables de las administraciones
afectadas. La experiencia comenzó con un paseo por los paisajes del municipio en el que todos los
participantes podían tomar la palabra y opinar sobre los equipamientos, las construcciones, las infraes-
tructuras, la agricultura, etc. Después, todos los participantes se reunieron en una sala del ayuntamien-
to para debatir los problemas que habían identificado en el paseo colectivo. Unos y otros plantearon
propuestas; tras su debate, el alcalde elaboró un programa de acciones operativas a favor del paisaje.
Lamentablemente, no es posible precisar cuáles fueron los efectos de estas propuestas. Pero, en todo
caso, era la primera vez que los habitantes se expresaban respecto a sus reivindicaciones por la calidad
de su marco de vida.

Otra experiencia tuvo lugar en el valle del Dordoña, en Francia, también en 1993; después de una
encuesta entre los 284 municipios ribereños del río, que consistía en que los secretarios de los ayun-
tamientos cartografiaran, sobre fondos cartográficos preparados con antelación, los lugares más
apreciados y los rechazados por los habitantes, las transformaciones percibidas y los proyectos de
acondicionamientos previstos –nueva construcción, nueva infraestructura, cambio de cultivos, etc.–.
De esta forma, se realizó una lectura colectiva del paisaje en siete municipios con sus cargos elec-
tos, habitantes voluntarios, responsables de las administraciones y miembros de asociaciones de
protección de la naturaleza o del paisaje. Esta fue la ocasión para que los participantes intercambia-
ran puntos de vista sobre muchas cuestiones relativas a los elementos del paisaje que planteaban
problemas, como nuevas construcciones en las laderas del valle. Por ejemplo, un alcalde criticaba a
su vecino por haber permitido que se construyeran casas en la ladera, pero este vecino le señalaba
que lo mismo ocurría en el caso del primero; una observación de un habitante se refería a las plan-
taciones de álamos en el fondo del valle que ocultan la vista sobre el paisaje, otro observó que los
nogales típicos del valle desaparecían en beneficio de campos de maíz, y al volver a un municipio,
un alcalde declaró que lamentaba haber dado una licencia de construcción para una casa que con-
sideraba poco estética.

Algo después, se celebró una reunión con los participantes en la lectura colectiva del paisaje. El
equipo de investigación mostró los mapas realizados con los datos de la encuesta anterior, en un
formato muy ampliado, y se invitó a los participantes a indicar en los mapas sus comentarios,
complementos que consideraban que faltaban, etc. En ese momento se puso de manifiesto uno de

99
los desafíos de la participación: algunos participantes, que solían tomar la palabra en público, no
dudaban en indicar sus observaciones en los mapas, mientras que otros, más tímidos, dudaban,
pero al final señalaron, por ejemplo, que faltaba una licencia de construcción en el mapa. Tras esa
reunión, en la que los participantes debatieron los problemas que se plantean en el territorio en
cuestión, el equipo pasó a limpio los mapas que se presentarían en la siguiente reunión. La prime-
ra solicitud del equipo fue que las personas presentes validaran los mapas, para disponer de un
documento definitivo y aceptado por todos. Una nueva etapa consistió en proseguir con otros ma-
pas, los de las transformaciones de los paisajes, y después proyectos, siempre con una validación
de los mapas pasados a limpio.

En la última reunión, en forma de taller, se pasó a la etapa de propuestas de ordenación: por ejemplo,
un alcalde propuso renovar viviendas de núcleos urbanos abandonados para alojar a jóvenes pare-
jas con niños, lo que permitió consolidar la presencia de la escuela. Otro señaló que los problemas
de calidad del agua del río provocaban dificultades para el turismo y la práctica del baño en el río o
el piragüismo; la presencia de una bacteria en el agua había provocado que se cerraran campings
con prohibición de bañarse o de practicar piragüismo. Era necesario asegurar el saneamiento de
las redes de evacuación de aguas residuales construyendo una estación depuradora; pero los cargos
electos se dieron cuenta de que las redes de agua eran muy costosas debido a las numerosas casas
construidas de manera dispersa en los territorios municipales, de ahí el interés por controlar la urba-
nización mediante reglamentos más restrictivos. Por otra parte, puesto que estos municipios tienen
una población relativamente mayor, había que llevarles comida cuando ya no podían desplazarse
por sí mismos. Se trataba de un argumento más a favor de la concentración de las viviendas en un
perímetro restringido alrededor del centro del núcleo urbano.

Asimismo, la necesidad de una buena calidad del agua impuso controlar mejor la agricultura que uti-
lizaba plaguicidas o abonos nitrogenados que podían encontrarse en el agua del Dordoña. Esta expe-
riencia fue una de las primeras en Francia, pero también en muchos países de Europa precedió a un
sinfín de operaciones de participación ciudadana.

En Italia, en la región de Véneto, se han constituido comités locales para protestar, en primer lugar,
contra proyectos de infraestructuras o de canteras, en particular. Luego se transformaron en comités
de proyectos participativos. La Universidad de Padua estudió estos dispositivos de los Comitati loca-
li que pasaron en una década de la protesta a la propuesta y su número alcanzó entonces los 253,
cuando veinte años antes eran 108. Por otra parte, han aumentado su proyección espacial, pasando
a organizarse a escala regional mediante contactos a través de las redes sociales, conformando así
agrupaciones más potentes frente a las Administraciones locales y regionales. El cambio de esca-
la también originó un cambio de orientación hacia fines cívicos o de defensa de la democracia de
proximidad.

Podrían mencionarse muchos otros ejemplos, como en Alemania, en Bremen, donde un barrio desfavo-
recido de edificios de viviendas sociales ha sido objeto de una operación de debate con los habitantes, a
menudo inmigrantes turcos, y posteriormente de propuestas de ordenaciones diversas con un objetivo
cultural para las mujeres, los niños y jardines compartidos. Este dispositivo también ha sido objeto de una
película de una hora que repasa toda la operación desde su génesis hasta sus resultados6.

En Francia, otra operación de participación ciudadana tuvo lugar en Mont-de-Marsan, en el barrio


San Médard, que ha sido objeto de numerosas propuestas de reordenación por parte de sus ha-
bitantes. En este barrio se cristalizan diferentes problemáticas que, no obstante, tienen un gran
potencial paisajístico. Para responder a ello, el área metropolitana de Marsan designó al colectivo
Passeurs para poner en marcha un proceso de participación ciudadana con el fin de concebir un
proyecto de ordenación urbana que se ajustara a las demandas de los usuarios. En torno a una
reflexión compartida sobre el paisaje, se ha abierto un diálogo sobre las transformaciones del te-
rritorio, los cambios en los modos de vida, las representaciones, prácticas y expectativas de los
ciudadanos. El proceso se ha construido conjuntamente entre habitantes, cargos electos, técnicos

100
y paisajistas desde el conocerse –fase de movilización y de producción de conocimientos– hasta el
diseño de las ordenaciones paisajísticas7.

En Estonia y Suecia se han puesto en marcha otros dispositivos de participación, en los municipios de
Otepää y de Konnumaa8, en el caso de la primera, y en Vellinge, en el caso de Suecia9.

En Alemania, en Berlín, el antiguo aeropuerto de Tempelhof: diseño y acondicionamiento de un parque


colectivo en un islote de 220 viviendas (operación Columbiadam, 2012-2014).

Sería posible multiplicar los ejemplos, incluso fuera de Europa, como en China, donde se desarrolló un
proyecto de jardines compartidos participativos en Shanghái.

Los países de América del Sur no se quedan atrás: existen muchas experiencias de ordenamiento pai-
sajístico con las comunidades locales en casi todo el continente.

En todo caso, se ha demostrado ya que la relación entre paisaje y democracia puede ser pertinente en
condiciones particulares, que se van a examinar en lo sucesivo.

Las condiciones del ejercicio de la democracia a través del paisaje y sus desafíos

La primera cuestión que se plantea es la representatividad de los ciudadanos; la mayoría de los países
europeos se encuentran en situación de democracia representativa, ya sea en forma de república o de
monarquía constitucional. Los cargos electos del pueblo son los que representan a las poblaciones en
todas las escalas: nacional, regional y local, a través de los parlamentos, los consejos regionales o los
parlamentos regionales o de las comunidades autónomas, y los consejos municipales. Si el país está
organizado según el modelo de una federación, como ocurre en Alemania o España, los parlamentos
de los Länder en el caso de Alemania votan leyes regionales, así como los de las comunidades autóno-
mas también en el caso de España.

Por lo que respecta a la protección, la gestión o la ordenación de los paisajes, son más bien los par-
lamentos nacionales o regionales los que toman las decisiones legislativas: por ejemplo, en Francia
existe una ley del «Paisaje» votada en 1993, otra de «reconquista de la naturaleza, de la biodiversidad
y de los paisajes» votada el 20 de julio de 2016. Otras leyes anteriores permiten proteger los parajes y
monumentos naturales (1906, derogada y sustituida en 1930), o los monumentos históricos (1913) o
también otros documentos que permiten preservar los sectores protegidos urbanos (Ley Malraux del 4
de agosto de 1962; Ley 62-903), etc.

En los demás países europeos las leyes también permiten proteger los paisajes, como la Ley Galasso
en Italia (nº. 431, de 8 de agosto de 1985) que sustituye a la Ley 1947/49, que era menos completa10.
En España existe una ley de 1989 (4/1989) sobre las áreas protegidas, como las reservas naturales, los
parques nacionales, los monumentos naturales y los paisajes protegidos; existe también una ley sobre
el patrimonio histórico español (denominada LPHE, Ley del Patrimonio Histórico Español), de 25 de
junio de 1985, que rige la declaración de un bien como bien de interés cultural, así reconocido por su
interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o técnico. Describe las
distintas categorías de bienes de interés cultural que pueden ser inmobiliarios o bienes muebles. Cada
comunidad autónoma tiene su propia política y puede proceder, según sus propios métodos, a realizar
atlas de paisajes u operaciones de protección, gestión u ordenación del paisaje. El caso de Bélgica es
diferente, ya que el país tiene un estatuto singular, federal, que asocia a las regiones de Flandes, Valonia
y Bruselas; las reservas naturales, por ejemplo, se rigen por la Directiva europea Hábitats, transpuesta
al derecho regional.

101
En el Reino Unido, la protección de los monumentos históricos y de los paisajes está garantizada, en
particular, por la ley de planificación –edificios inscritos y parajes objeto de protección– de 1990 (Plan-
ning –Listed buildings and conservation areas– Act 1990). La institución English Heritage (antes National
Trust) es la encargada de la protección de los parajes; más de 400 monumentos y parajes son así objeto
de protección. También existe un inventario de paisajes ingleses, el Landscape Character Assesment,
que enumera las unidades de paisaje por condado. Permite identificar los paisajes y facilita sus carac-
terísticas, sus dinámicas y los riesgos de degradación.

En Alemania, país federal, en virtud del artículo 30 de la Ley fundamental alemana (Grundgesetz – GG),
toda competencia que no esté expresamente conferida por este texto a la Federación corresponde a
los Länder. Ocurre así con la política de protección del patrimonio. Las autoridades competentes en
materia de protección del patrimonio cultural pueden ser los municipios o los distritos (Bezirk), «au-
toridades intermedias», cuya denominación varía en función de los Länder (Obere Denkmalbehörden,
Höhere Denkmalschutzbehörden), como los presidentes de las divisiones territoriales administrativas
(Regierungsbezirk), o también «las autoridades superiores» (Oberste Denkmalbehörden), a saber, los mi-
nistros competentes en materia de protección del patrimonio. Por ejemplo, la ley del 11 de marzo
de 1980 relativa a la protección y conservación de los monumentos en el Land de Renania del Norte-
Westfalia permite proteger los paisajes urbanos11.

Este panorama dista mucho de ser exhaustivo, ya que existen muchas medidas específicas de cada
país. Por ejemplo, en Italia existen Piani paesaggistici prácticamente en todas las regiones; en Francia,
los atlas de paisajes permiten identificar los paisajes a escala de un departamento o de una región; los
planes de paisaje constituyen operaciones de ordenamiento que pueden conciliar protección, gestión
u ordenamiento. Podríamos multiplicar los ejemplos sobre la protección del paisaje, pero es esencial
plantearse la cuestión del lugar que ocupa el ciudadano en esta protección; la mayoría de las veces es
competencia de las autoridades nacionales, regionales y locales, sin que el ciudadano pueda formular
una opinión. Las medidas de protección se basan por lo general en evaluaciones de expertos, con la
contribución de asociaciones específicas que tienen un concepto más bien estetizante del paisaje y que
no tienen en cuenta las opiniones de los habitantes del lugar en cuestión.

La gran mayoría de las experiencias de democracia participativa se llevan a cabo a escala local; aunque
los habitantes participan en los debates y en la toma de decisiones, como último recurso, siempre son
los representantes electos los que deciden las medidas que deben adoptarse a favor de la protección,
la gestión o la ordenación de los paisajes. Se aplica la regla de la representatividad. Los ciudadanos no
deciden. Uno de los problemas que se plantea entonces es la pertinencia de la representatividad de
las personas que participan en una operación de democracia local: la mayoría de las veces son poco
numerosas, en todo caso en relación con la población local total; si el dispositivo de participación se
desarrolla en un municipio de 2 500 habitantes, por ejemplo, como máximo entre 20 y 50 personas
contribuyen a la experiencia.

¿Qué valor tiene este número de habitantes, que oscila entre el 0,8% y el 2%, y que es realmente
reducido? Según Pierre Rosanvallon (2008), especialista en temas de legitimidad política, lo que
cuenta no es tanto el porcentaje, sino los intercambios informales entre los habitantes de un
municipio, ya sea en conversaciones privadas en el café, en una reunión de amigos o a través
de las redes sociales. Subraya que: «En los años 1960 y 1970, la referencia a la democracia
participativa correspondía a movimientos sociales que reivindicaban un nuevo reparto de
poderes. […] El reto ya no es el mismo al inicio del siglo xxi» (op. cit. 323). Observa que los
gobiernos necesitan estos movimientos alternativos que desempeñan un papel de transmisión
de información o de desbloqueo de situaciones controvertidas. Si afirma que «casi siempre los
implantan los propios gobiernos» (ibid.), no olvida, sin embargo, los movimientos espontáneos
que, por tanto, no proceden ni del mundo político ni del mundo científico y, en particular, de
las ciencias sociales, sino que surgen con motivo de una situación de conflicto o de un problema
planteado a la sociedad a una escala determinada, como los Comitati locali que se implantaron en
el Véneto, mencionados anteriormente.

102
Aquí se plantea la segunda pregunta: la del origen de los dispositivos participativos. Si, en efecto,
la experiencia se pone en marcha por iniciativa de algunos cargos electos, es muy probable que los
habitantes del lugar desconfíen y se pregunten por la razón que ha llevado a estos cargos electos a
poner en marcha una acción de este tipo; siempre se preguntan si no hay motivos electorales detrás
de su intención. Si, por el contrario, se trata de una iniciativa que surge de un colectivo de habitantes
o de una asociación local, las cosas son muy diferentes. Sin duda, quienes no forman parte de estas
agrupaciones también pueden desconfiar y pensar que la experiencia está al servicio de intereses
particulares. Pero, en la mayoría de los casos, este origen no suscita tanta desconfianza. El conjunto
de la población la acepta mejor; algunos habitantes siempre tendrán una actitud crítica, pero, al fin
y al cabo, es el juego de la democracia y la controversia le resulta útil. Sin controversia, la situación
desemboca en un consenso blando, sin asperezas, sin innovación. El consenso es la peor de las
situaciones, porque supone que todos los ciudadanos comparten la misma opinión. En francés, la
palabra «consenso» es una traducción errónea del término inglés consensus, que debería traducirse
como «compromiso», mucho más pertinente porque expresa una forma de acuerdo entre los actores
que no elimina la controversia. Se trata, pues, de un compromiso al que deberían llegar quienes
contribuyen a una operación de democracia participativa.

Pero para alcanzar este objetivo, al margen de la cuestión de la representatividad de los participantes,
se plantea la tercera cuestión, la de la dinamización del dispositivo participativo: el dinamizador
debe ser independiente de los grupos reunidos para la operación. Puede ser paisajista, mediador
o investigador, pero no deberá tomar partido en los debates y deberá únicamente ayudar a los
participantes a evaluar, en primer lugar, las dinámicas de los paisajes en cuestión, sus singularidades,
y después los efectos de las medidas que pretenden aplicar. Lo que lleva a preguntarse sobre la
composición del grupo participativo: evidentemente, los ciudadanos son prioritarios, pero el
grupo puede incluir también a cargos electos, responsables de asociaciones locales y técnicos de
las Administraciones afectadas. Todos los especialistas tienen opiniones encontradas sobre esta
composición: algunos consideran que solo los habitantes pueden participar en una operación
participativa; otros replicarán que es indispensable que los cargos electos estén presentes porque
son los que tomarán las decisiones finales. Lo mismo ocurre con el resto de los agentes, como los
técnicos de las Administraciones, que sabrán valorar los efectos de las medidas contempladas sobre
los paisajes y emitir dictámenes sobre su integración en los documentos de urbanismo. En cuanto
a los representantes de las asociaciones locales, siempre pueden opinar sobre la singularidad de
algunos paisajes notables, sobre paisajes amenazados por una urbanización demasiado intensa o
por una infraestructura de transporte que puede modificar un paraje interesante para el municipio
al que los habitantes estén apegados.

Esta cuestión de la composición del grupo de participantes lleva a preguntarse cuál puede ser el lugar
de la investigación en estos dispositivos. Siempre ha existido una tensión entre investigadores y
paisajistas, quienes consideran que hacen su propia investigación. Ahora bien, no se trata de la misma
investigación, hecha en el caso de los investigadores con una problemática, hipótesis y un protocolo
metodológico preciso. Los paisajistas no tienen el mismo rigor científico. Los conocimientos que
producen los investigadores quedan demostrados por los métodos; incluso si dan lugar a polémica,
están garantizados por una relativa objetividad. No ocurre lo mismo con lo que los profesionales del
paisaje denominan su investigación: a menudo poco basada en protocolos rigurosos, los conocimientos
establecidos suelen depender de su sensibilidad. La acción operativa paisajística requiere conocimientos
fiables que puedan ser útiles para alimentar los proyectos de ordenación.

Sin embargo, las jóvenes generaciones de paisajistas han cambiado, aunque solo sea por la
pedagogía de sus escuelas y universidades –sobre todo en otros países y no en Francia–. La
enseñanza se ha abierto a la investigación, es incluso una condición impuesta por los acuerdos
de Bolonia con la creación de los títulos de posgrado. Pero no siempre todas las escuelas están
convencidas de la utilidad de la investigación: ocurre así en particular con la École Nationale
Supérieure du Paysage de Versalles, donde los profesores de proyecto refutan la aportación del
conocimiento científico, aunque esta escuela ha tenido que crear un máster de investigación.
En las demás escuelas las cosas son diferentes y los estudiantes se forman en los métodos de

103
investigación, aceptan los conocimientos producidos por los investigadores, los utilizan y colaboran
en sus operaciones con científicos.

En los dispositivos de participación ciudadana, en lo sucesivo, los investigadores tienen un espacio


junto a los paisajistas. Aportan sus propios conocimientos, que son compartidos por el equipo de
la operación. Dicho esto, es esencial preguntarse sobre la naturaleza de los conocimientos que
deben aportarse en estos dispositivos. Ahora bien, el paisaje es un objeto complejo que pertenece,
por una parte, a la materialidad del territorio –el suelo, el agua, la vegetación, la roca, etc.– y
a la inmaterialidad –las representaciones sociales de los paisajes, los valores que la sociedad les
atribuye, etc.–. Por otra parte, sabemos que el motor de la acción se basa en las representaciones
sociales de los paisajes y no en la realidad material: al actuar en las representaciones que los
grupos sociales se hacen del paisaje, la acción operativa es más eficaz. Por tanto, es primordial
recogerlas a través de encuestas y analizarlas para compararlas con la evolución de los paisajes. Es
aquí donde la misión de la investigación es fundamental, junto con los geógrafos, los antropólogos
y los sociólogos, para realizar entrevistas con las poblaciones y analizarlas, facilitar al equipo del
dispositivo participativo material para alimentar la reflexión colectiva y aportar los elementos que
podrán alimentar el proyecto. Lo que no significa que los demás conocimientos no sean útiles; los
paisajistas aportan conocimientos propios, como los habitantes del territorio en cuestión: se trata,
sin duda, de conocimientos empíricos, pero son estos en los que se apoyan los investigadores para
constituir su corpus de conocimientos.

Merece la pena destacar una experiencia participativa llevada a cabo con investigadores y paisajistas
en el valle del Loira. Un equipo formado por geógrafos, agrónomos, economistas y paisajistas trató
de identificar los lugares de bienestar o malestar mediante entrevistas semidirectivas con mapas
presentados a los encuestados para que ubicaran los lugares donde se sentían bien o, a la inversa,
donde experimentaban malestar. La premisa inicial se basaba en la idea de que el paisaje es un
producto de la economía y que las actividades económicas como la agricultura, el transporte, la
construcción de viviendas, la artesanía y la industria modifican los paisajes y que, en función de las
evoluciones, los habitantes del valle experimentan bienestar o malestar. Se han realizado recorridos
de lectura colectiva de los paisajes afectados con los habitantes, cargos electos, técnicos de las
Administraciones y miembros de asociaciones locales y han permitido un debate contradictorio.
Posteriormente, en un taller con las mismas personas, se han identificado criterios de bienestar o
malestar; de este modo, se han catalogado 52 criterios, correspondientes a numerosos ámbitos como
la educación, la salud, las vistas sobre el paisaje, las infraestructuras, las viviendas, los comercios,
los arenales, etc.

El éxito de esta experiencia, sobre todo entre las instituciones regionales, se debe no solo a la moviliza-
ción de los agentes locales, sino también al método colectivo que permite la colaboración entre inves-
tigadores y profesionales del paisaje, así como al trabajo realizado sobre los cambios de los paisajes,
que han permitido realizar numerosos mapas que revelan la evolución de los paisajes agrarios –por
ejemplo, la desaparición de la ganadería en beneficio de los cultivos de cereales–, urbanos –nume-
rosas urbanizaciones y conjuntos inmobiliarios, etc.– o espacios denominados «naturales», como los
meandros del río colonizados por la vegetación espontánea y, en particular, por especies invasivas. El
método se ha inspirado en la economía de las amenidades, es decir, en los bienes no comerciales o no
monetarios12.

Esta experiencia no es evidentemente la única en Europa; los dispositivos participativos en torno al


paisaje son cada vez más numerosos y es ahora cuando hay que hacer referencia al Convenio Euro-
peo del Paisaje, adoptado en octubre de 2000 en Florencia y ratificado por 39 Estados del Consejo
de Europa13. Este convenio no solo define el paisaje, las políticas de protección, gestión u ordenación
y el ámbito de aplicación, que no está reservado a los paisajes notables, sino sobre todo al paisaje
cotidiano, es decir, al marco de vida de las poblaciones. El convenio menciona el bienestar en su
preámbulo: [convencidos de que] el paisaje es un elemento clave del bienestar individual y social y
de que su protección, gestión y ordenación implican derechos y responsabilidades para todos; por
otra parte, en su artículo 5, «Medidas generales», estipula que cada parte se compromete a establecer

104
procedimientos para la participación pública, así como para la participación de las autoridades loca-
les y regionales y otras partes interesadas en la formulación y aplicación de las políticas en materia
de paisaje, y en su artículo 6, «Medidas específicas, identificación y calificación», hace un llamamien-
to a calificar los paisajes así definidos, teniendo en cuenta los valores particulares que les atribuyen
los Estados y las poblaciones interesadas. Por tanto, este Convenio está decididamente a favor de la
democracia participativa.

No obstante, en este texto hay que recordar un término que debe llamar la atención: responsabilidad.
Será la conclusión de este artículo, ya que la responsabilidad conlleva muchos factores o reflexiones
que van bastante lejos en el ejercicio de la democracia.

Conclusión

Toda persona es responsable de sus actos cuando se trata de su marco vital: si planta un seto
en su parcela, si construye una casa, si tala un árbol, es responsable ante sus vecinos y ante la
colectividad a la que pertenece. Pero se trata de una responsabilidad individual a la que se suma una
responsabilidad colectiva, del grupo al que pertenece la persona. El concepto de responsabilidad
fue analizado por primera vez por Baruch Spinoza, filósofo del siglo xvii que consagró una parte de
su obra La Ética al concepto de responsabilidad (1677)14. Spinoza analiza la composición del ser
humano, ya que su objetivo es mostrar de qué forma el ser humano es parte de la naturaleza, a
diferencia de quienes conciben al hombre como un imperio dentro de un imperio. Este postulado
tiene consecuencias importantes sobre la ética: en primer lugar, implica que el ser humano no
está dotado de libertad, porque el espíritu humano y los acontecimientos en el espíritu son ideas
que preexisten dentro de la serie causal de las ideas que se derivan de Dios; las acciones y
las voluntades humanas están necesariamente determinadas, como los demás acontecimientos
naturales: «El espíritu tiene la determinación de querer esto o aquello por una causa que también
viene determinada por otro, y lo es de nuevo por otra, y así hasta el infinito»15. Las reflexiones
del filósofo holandés –huyó de Portugal, perseguido por la Inquisición por ser judío– conducen
a conceptos como la virtud, el mal y el bien, etc. Más tarde, otro filósofo, Hans Jonas, publicaría
en 1993 una obra dedicada a la responsabilidad: El principio de responsabilidad: ensayo de una
ética para la civilización tecnológica. Las aportaciones de Hans Jonas son innegables y, sobre todo,
aborda la cuestión de la ética. Este es el motivo por el que esta cuestión es interesante para el
paisaje y su relación con la democracia: no procede desarrollar aquí todas las reflexiones del
filósofo, sino remitir a su obra o al informe realizado por el autor de este artículo para el Consejo
de Europa, «Paisaje y responsabilidad», que puede consultarse fácilmente en la web del organismo
europeo (véase la nota 13). Lo que hay que recordar, en todo caso, es que la responsabilidad de los
ciudadanos con respecto al paisaje, considerado como el marco de vida cotidiana, los compromete
a respetar a sus vecinos en sus aspiraciones de vivir bien y de construirse una ética del paisaje.
Se trata, sin duda, de una perspectiva de futuro que se inscribe en el desarrollo sostenible y en los
retos contemporáneos del cambio climático y de la erosión de la biodiversidad; si bien estos dos
objetivos fundamentales para el futuro de la humanidad están, ciertamente, más mediatizados
que el paisaje, existen interacciones entre ellos y sería esencial llegar a una reflexión global que
permita articular estos retos primordiales para el planeta.

Bibliografía

Duby, G. (1982): Le temps des cathédrales. Paris: NRF Gallimard.

Frugoni, C. (1988): Pietro y Ambrogio Lorenzetti. Florencia: Editions SCALA.

Hoskins, W. G. (1955): The making of the English landscape. Londres: Hodder and Stoughton.

Jonas, H. (1993): El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: Herder.

Mandela, N. (1995): El largo camino hacia la libertad, la autobiografía de Nelson Mandela, Madrid: Aguilar.

Rosanvallon, P. (2008): La légitimité démocratique, Impartialité, Réflexivité, proximité. Paris: Seuil Editions.

105
Notas
1
Communaux en Francia, commons en Inglaterra, baldíos en España, beni inculto en Italia.
2
A este respecto, Chiara Frugoni (1988: 68) escribe una frase significativa: «La procesión de los Veinticuatro se detiene ante un
imponente anciano, aparentemente un juez (lleva el cetro, el blasón y la corona), al que ofrece las cuerdas. Se trata de la ciudad
de Siena, cuyos colores, el blanco y el negro, también lleva el anciano. Alrededor de su cabeza se leen las letras CSCV […], que
significan Commune Senarum Civitas Virginis. Se trata del ‘Bien común’ según la ambivalencia que en esta época tenía el térmi-
no, a la vez ‘Bien de la Comuna‘ y ‘Bien común’, es decir el Bien de todos: la inscripción que leemos al borde del fresco desarrolla
este concepto: Ahí donde esta santa virtud [la justicia] reina / crea la unión de todas las almas / Estas están unidas, harán el bien
común».
3
Menos del 3% en 1780.
4
Fuente: artículo Democracia, Wikipedia.
5
«La idea que más tarde me haría del concepto de mando, […] quedó profundamente influida por el espectáculo del regente y
su corte. Observé las reuniones tribales que se celebraban regularmente en la Gran Morada y aprendí mucho de ellas (...) Todos
los que querían hablar lo hacían. Era la democracia en su forma más pura. Podía haber diferencias jerárquicas entre los que ha-
blaban, pero se escuchaba a todos […] Como responsable siempre he seguido los principios que he visto aplicar al regente en la
Gran Morada» (Mandela, 1995).
6
Proyecto de Tenever, Bremen. Foro social y numerosas acciones decididas en el barrio de Tenever, ciudad degradada por el
desempleo, la delincuencia y el vandalismo, en la que viven varias comunidades extranjeras poco integradas. La acción duró 17
años, permitió rehabilitar edificios degradados, instalar porteros inexistentes, crear centros culturales mezclando diferentes na-
cionalidades, reunir a las mujeres, etc. El proyecto dio lugar a una película a la que se puede acceder en: http://www.telequartiers.
com/01-participation/Tenever-du-veto-au-consensus
7
Patrocinadores: Communauté d’agglomération de Mont de Marsan – Ville de Mont de Marsan. Presupuesto total de los estu-
dios: 27 000 euros. Encargo realizado por el colectivo Passeurs; www.passeurs.eu
8
Preselección y designación de los parajes Natura 2000. Agentes responsables: Ministerio de Medio Ambiente, administración
local del Parque Nacional y Consejo Medioambiental del Condado. Consta de dos fases, la primera, informativa, basada en un
flujo top-down, deja poco espacio al conocimiento local, información sobre todo ecológica, poco socioeconómica; la segunda, de
consulta deja al margen las preocupaciones socioeconómicas y se ha considerado unilateral.
9
Regional Landscape Strategies and Public Participation: el Gobierno sueco decidió desarrollar la aplicación de 16 objetivos
medioambientales y el Convenio Europeo del Paisaje y las Estrategias Regionales Paisajísticas fueron probadas en siete condados
en 2006 y 2007 a través de diversos estudios piloto. En el municipio de Vellinge, en el condado de Scania, fue voluntario.
10
Decreto legislativo 42 de 22 de enero de 2004 relativo al código de los bienes culturales y del paisaje. En Italia, el patrimonio
cultural (patrimonio culturale) se compone de bienes culturales y bienes paisajísticos.
11
La conservación de los monumentos es competencia exclusiva de los municipios y de las asociaciones de municipios. Las aso-
ciaciones del paisaje (Landschaftverbände) asesoran y apoyan a los municipios y distritos en esta materia. Ejercen determinadas
misiones, como la conservación y restauración de los monumentos, la supervisión de estas medidas o el asesoramiento técnico,
y formulan dictámenes, sobre todo lo relativo a la protección y conservación del patrimonio (artículo 22).
12
Véase a este respecto el informe de la Comisión sobre la medición de los resultados económicos y del progreso social, presi-
dida por Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean-Paul Fitoussi, reunida en 2008.
13
http://www.coe.int/Conventioneuropeennedupaysage
14
http://spinozaetnous.org/ethiq/expl.htm
15
Los afectos humanos, el amor, la ira, el odio, los deseos o el orgullo se rigen por la misma necesidad. Los afectos se dividen
en acciones y pasiones. Cuando la causa de un hecho radica en la propia naturaleza humana, más concretamente en los cono-
cimientos o ideas adecuados, se trata de una acción; sin embargo, cuando algo sucede, pero la causa es inadecuada –es decir,
ajena a la naturaleza humana–, el ser humano es pasivo. La libertad, según Spinoza, consiste así en rechazar las malas pasiones,
las que hacen al hombre pasivo, en beneficio de las pasiones alegres, que hacen al hombre activo y, por tanto, autónomo. Las
pasiones buenas están relacionadas con el conocimiento, suma de ideas adecuadas almacenadas por el hombre: lo que significa
que es necesario liberarse de la dependencia de los sentidos y de la imaginación, de lo que afecta al ser humano y apoyarse en
la medida de lo posible en las facultades racionales. Por eso la alegría aumenta el poder humano de actuar. Todas las emociones
humanas, en la medida en que son pasiones, se dirigen hacia el exterior. El ser humano busca o huye de las cosas externas cuya
causa atribuye a la alegría o a la tristeza. El sujeto está, según Spinoza, abierto al mundo, afectado por los objetos y aconteci-
miento externos, lejos del sabio estoico encerrado en su torre de marfil.

106
Hendaya (Francia). Fotografía: Pío Caro Baroja

107
San Juan de Luz (Francia). Fotografía: Carmen Caro.

108
Instrumentos para la política del paisaje:
resumen de la experiencia francesa
Julien Transy
Representante nacional del Convenio Europeo del Paisaje, Dirección de Vivienda, Urbanismo y Paisaje,
Oficina de Paisajes y Publicidad. Ministerio de Transición Ecológica y Solidaria (Francia)
[email protected]

Resumen
Para que nuestros paisajes no sean resultado de evoluciones sufridas, sino de opciones reflexivas y concertadas con los
ciudadanos, la política llevada a cabo por el Ministerio de Transición Ecológica y Solidaria (MTES) en materia de paisaje, di-
rectamente inspirada en el Convenio Europeo del Paisaje, tiene por objeto preservar y promover la calidad y la diversidad de
los paisajes a escala nacional y convertir al paisaje en un componente operativo de los procesos de ordenación del espacio.
Esta política se articula en torno a tres ejes:

- desarrollar el conocimiento de los paisajes;


- formular objetivos de calidad paisajística;
- promover una cultura del paisaje y valorizar las competencias.

Este artículo tiene por objeto presentar los principales instrumentos asociados a estos tres ejes.

Palabras clave
Parajes clasificados, atlas, observatorios fotográficos, planes de paisaje, sensibilización.

Abstract
To ensure that our landscapes are not the result of undergones evolutions, but of thoughtful and collaborative choices with
citizens, the policy led on landscape issues by the Ministry for the Ecological and Inclusive Transition on the landscape, direct-
ly inspired by the European Landscape Convention, aims at preserving and promoting the quality and diversity of landscapes
at the national level, and at considering landscape as an operational component of spatial planning and development approa-
ches. This policy is organised around three axes:

- improving knowledge on landscapes;


- defining landscape quality objectives;
- fostering a landscape culture and helping develop competence in the field of landscape development.

This article aims at presenting the main instruments associated with these different axes.

Keywords
Classified sites, atlases, photos observatories, landscape plans, awareness-raising.

El presente número, dedicado al 25 aniversario de la firma de la Carta del Paisaje Mediterráneo, nos
invita a observar de manera retrospectiva la diversidad de los instrumentos empleados a lo largo de
este período en materia de paisaje. No obstante, es importante en primer lugar recordar cómo se con-
sideraba el paisaje en Francia antes de esa fecha.

109
1. Una base histórica siempre activa: las leyes de 1906 y 1930 sobre la protección de los parajes
y monumentos naturales

1.1. Una primera ley en 1906

Los paisajes son objeto de reconocimiento jurídico en Francia a partir de 1906, a través de la protección
de los parajes y monumentos naturales. La Ley del 2 de mayo de 1930 dio a esta política su forma definiti-
va. Todavía en vigor hoy en día, está integrada en el Código de Medio Ambiente. Esta legislación se centra
en los monumentos naturales y en los parajes «cuya conservación o preservación presenta, desde el pun-
to de vista artístico, histórico, científico, legendario o pintoresco, un interés general». El objetivo es con-
servar las características del paraje, el espíritu de los lugares y preservarlos de cualquier atentado grave.

1.2. Una política de Estado al servicio del interés general

Al igual que ocurre con los monumentos históricos, la legislación relativa a la protección de los parajes
prevé dos niveles de protección: la inscripción y la clasificación. Su puesta en práctica es responsabili-
dad del Estado, y forma parte de los cometidos del ministerio encargado de la política del paisaje (Mi-
nisterio de Transición Ecológica y Solidaria, MTES).

Las decisiones de clasificación o de inscripción constituyen una declaración de reconocimiento del va-
lor patrimonial del espacio en cuestión. Las decisiones no incluyen reglamento alguno, pero sí activan

Figura 1. Pierre Bécherelle (Maine-et-Loire), Figura 2. Cascada del Ray Pic, clasificada el 17 de
clasificada el 8 de julio de 1912. Fotografía: Olivier octubre de 1931. Fotografía: Bouvrain collection C
Brosseau MTES. Antige Fils.

110
procedimientos de control específico en relación con las actividades que pueden afectar al bien. En un
paraje clasificado, toda modificación del estado o del aspecto del lugar estará sujeta a una autorización
especial del Estado (prefecto de departamento o ministro responsable de los parajes) antes de la expe-
dición de las autorizaciones de derecho común.

2. Una doble ampliación

2.1. Del elemento puntual al conjunto paisajístico

El reconocimiento, mediante la clasificación, del valor patrimonial de los paisajes nacionales se vincu-
ló en primer lugar a elementos notables, pero puntuales (rocas, cascadas, fuentes, árboles aislados), y
después a marcos o panorámicas, a castillos y sus parques.

Poco a poco se extendió a espacios mucho más amplios que constituyen conjuntos geológicos, geo-
gráficos o paisajísticos (macizos, bosques, gargantas, valles, marismas, cabos, islas, etc.), que abarcan
varios miles o incluso varias decenas de miles de hectáreas.

2.2. De los parajes al gran paisaje

Aunque su perímetro se ha ampliado progresivamente, los aproximadamente 2 700 parajes clasifica-


dos y los cerca de 4 000 parajes inscritos representan cerca del 4% del territorio nacional, es decir,
aproximadamente 1,1 millones de hectáreas. Por ello es importante no circunscribir la reflexión y la
acción únicamente a estos espacios, que por otra parte forman parte casi siempre de conjuntos paisa-
jísticos más amplios, que también es necesario comprender y tener en cuenta.

Así, los denominados Grands Sites (Grandes Parajes), que incluyen en una parte significativa de su te-
rritorio parajes clasificados, son objeto de un voluntariado y de un consenso local para llevar a cabo
un proceso ambicioso de gestión y de valorización que supera el perímetro clasificado. El Estado inició
esta política en 1976 para responder a las dificultades planteadas por la importante afluencia a los pa-
rajes más emblemáticos. Se trata de restaurar las cualidades que han dado fama al lugar y dotarlo de
un proyecto de preservación y gestión que permite acoger a los visitantes respetando las características
del paraje, el espíritu de los lugares y la vida local.

Otras políticas contribuyen también, indirectamente, a la protección y revalorización de algunos pai-


sajes. En 1975, por ejemplo, el Estado francés decidió crear el Conservatorio del litoral, un organismo
público que tiene como cometido adquirir parcelas del litoral amenazadas por la urbanización

Figura 3. Entrada a la Combe d’Arc desde la orilla Figura 4. Solutré. Fotografía: Arnaud Bouissou
derecha. Fotografía: Jean-Christophe Ballot. MTES.

111
o degradadas para convertirlas en parajes restaurados, acondicionados y acogedores respetando los
equilibrios naturales.

A mayor escala aún, otros espacios protegidos en el marco del Código de Medio Ambiente, como los
parques nacionales o los parques naturales regionales, llevan a cabo acciones relacionadas con los pai-
sajes. Pero la suma total de estos distintos tipos de espacios no abarca más de la quinta parte del terri-
torio nacional.

3. Una evolución consagrada en el plano jurídico

3.1. La Ley de 1993, denominada Ley del paisaje, y la ratificación del Convenio de Florencia

La Ley del 8 de enero de 1993 de protección y valorización de los paisajes es la primera ley totalmente
dedicada a los paisajes considerados en su diversidad, en la totalidad del territorio. Establece asimismo
el principio de responsabilidad compartida entre los poderes públicos: «Los paisajes franceses constitu-
yen un patrimonio común [...]. El Estado, los municipios y el conjunto de las colectividades territoriales
deben participar en la protección y la valorización de los paisajes».

Este aspecto es importante y tiene su origen en el movimiento de descentralización emprendido en


Francia a partir de 1982. Desde esa fecha, la definición y la aplicación de determinadas políticas públi-
cas que tienen un efecto directo en los paisajes (urbanismo, ordenación territorial, carreteras, etc.) se
transfirieron del Estado a las colectividades territoriales.

Figura 5. Salinas clasificadas en l’île de Ré. Fotografía: Marcel Jouve.

112
Pero incluso en los parajes en los que el Estado mantiene su misión y su responsabilidad soberana, el
trabajo de concertación con las partes interesadas y el público en general resulta hoy ineludible habida
cuenta de los cambios sociales. El hecho de tener en cuenta conjuntos paisajísticos, en lugar de ele-
mentos aislados del paisaje, lleva también a tener en cuenta actividades humanas y agentes cada vez
más numerosos y variados.

Toda la evolución descrita muestra la progresiva consideración de los paisajes, en escalas más amplias,
por una parte, y según lógicas que ya no dependen únicamente de su protección o conservación, por
otra. Esta tendencia se vio reforzada mediante la firma, en Florencia en el año 2000, del Convenio Eu-
ropeo del Paisaje que Francia ratificó en 2006.

3.2. La denominada Ley ALUR de 2014

Con la Ley del 24 de marzo de 2014 de acceso a la vivienda y un urbanismo renovado, el paisaje apare-
ce entre las orientaciones generales que debe definir el Plan Local de Urbanismo Intermunicipal (PLU o
PLUi)1. Esta misma ley introduce el principio de formulación de «objetivos de calidad paisajística» en los
Planes de Coherencia Territoriales (SCoT), que permiten orientar la definición y la posterior ejecución
de los proyectos territoriales, teniendo en cuenta los rasgos característicos de los paisajes considerados
y los valores que se les atribuye.

3.3. La Ley de 2016 para la Reconquista de la Biodiversidad, la Naturaleza y los Paisajes

Si la ley de 1993 marcó una etapa importante, es necesario esperar a la Ley del 8 de agosto de 2016
(denominada Ley RBNP) para que la legislación francesa integre la definición de paisaje consagrada
por el Convenio de Florencia. Entre otros elementos notables, esta ley confiere un fundamento jurídico
a los atlas de paisajes como documentos de referencia, propone una definición común a los códigos
de medio ambiente y de urbanismo a propósito de los objetivos de calidad paisajística, y crea una titu-
lación de paisajista-diseñador que consolida el reconocimiento de la profesión de paisajista y su valor
añadido.

En Francia se hace alusión, por tanto, al paisaje en los códigos de medio ambiente y urbanismo, lo que
pone de manifiesto su dimensión transversal. Este reconocimiento jurídico supone encontrar traslacio-
nes concretas a través de la puesta en práctica de un conjunto de herramientas y procesos que el resto
del artículo se propone describir.

4. Más allá de los instrumentos jurídicos. Un panorama de las herramientas y los procesos de la
política del paisaje en Francia

4.1. Desarrollar el conocimiento de todos los paisajes

Preservar y promover la calidad y la diversidad de los paisajes a escala nacional supone un requisito
previo: desarrollar una amplia política de conocimiento extendida a todo el territorio y que se aparte
de una lógica selectiva para interesarse por todos los tipos de paisajes. Para ello se dispone de dos he-
rramientas principales: los atlas de paisajes y los observatorios fotográficos.

Los atlas de paisajes

En Francia, el objetivo de identificación y caracterización de los paisajes se refleja principalmente en


la realización de atlas de paisajes, que pretenden dar cuenta de la singularidad de cada uno de los pai-
sajes que componen un territorio, en función de tres modalidades: identificar –delimitar una unidad
paisajística y nombrarla–, caracterizar –describir las estructuras paisajísticas– y calificar –introducir las
representaciones sociales asociadas a una unidad paisajística–. Por otra parte, estas unidades paisajís-
ticas están asociadas a dinámicas y retos.

113
Cada departamento debe estar cubierto por un
atlas de paisajes –aunque su elaboración pue-
de llevarse a cabo a escala regional–. Esta am-
bición se ve reforzada por la actualización en
2015 del método nacional de elaboración de los
atlas2 y por la Ley de 2016 denominada RBNP
(ver más arriba).

Antes de la actualización del método en 2015 se


habían publicado cerca de 70 atlas que abarcan
más del 90% del territorio nacional. En 2016 y
2017 se publicaron cuatro nuevos atlas y hay
varias iniciativas en marcha, también en territo-
rios donde aún no se había llevado a cabo nin-
gún proceso de esta naturaleza. No obstante, en
la mayoría de los casos, el reto no radica tanto
en la elaboración de un atlas como en su actua-
lización, prevista de hecho por la ley: «El atlas
se revisará periódicamente para dar cuenta de
la evolución de los paisajes».

Casi la mitad de los atlas publicados antes de


la adopción de la Ley RBNP se publicó bajo la
responsabilidad exclusiva del Estado. De con-
formidad con las disposiciones de la Ley RBNP,
que los posiciona como un documento de cono-
cimiento compartido, la realización de un atlas
supone en lo sucesivo una operación realizada
«conjuntamente por el Estado y las colectivida-
des territoriales».

Figura 6. Portada de la publicación dedicada a los A modo de resumen, se pueden extraer dos
atlas de paisajes. Fotografía: MTES constataciones y enseñanzas tras 25 años de
experiencia francesa en esta materia:

1. La atención prestada al conocimiento de los paisajes de un territorio determinado permite cambiar


la mirada sobre dicho territorio. El hecho de trabajar para definir «unidades paisajísticas» permite
en ocasiones superar los límites administrativos, anteponiendo lo que une territorios en términos
de geología, ocupación de los suelos o en el plano de las percepciones y de los valores que las po-
blaciones asocian a estas. En los últimos años Francia ha experimentado importantes reorganiza-
ciones territoriales y administrativas, como la fusión de las intermunicipalidades –agrupaciones de
municipios– o de las regiones. Estos cambios han llevado a algunos agentes locales a reflexionar en
talleres a lo largo de las antiguas fronteras administrativas para que surjan continuidades paisajísti-
cas, sobre la base de los atlas identificados a un lado y otro.
2. Los atlas proporcionan a menudo información valiosa para caracterizar las estructuras paisajísticas
de un territorio, describir los fundamentos y las grandes líneas maestras, pero un análisis crítico
puede consistir en decir que todavía hacen poco hincapié en las dinámicas y las presiones asocia-
das a estos paisajes –por lo que el método actualizado en 2015 recomienda trabajar especialmente
esta dimensión–.

Una ilustración metafórica de esta constatación consistiría en afirmar que los atlas tuvieron el mérito de
que el conocimiento de los paisajes se apartara de una visión de «postal», prestando también atención a
paisajes menos representados –porque a menudo se consideran menos emblemáticos–, demostrando
que también eran dignos de interés, portadores de una historia y de una identidad singulares, pero esta
demostración se ha realizado todavía con demasiada frecuencia sobre la base de una visión estática.

114
Figura 7. Un ejemplo de restitución de las dinámicas paisajísticas destacado por el método. Ilustración extraída de
la carta 2013-2025 del PNR des Monts d’Ardèche.

Los observatorios fotográficos del paisaje (OPP)

En paralelo a los atlas de paisajes, Francia ha alentado la implantación de un Observatorio Fotográfico


Nacional del Paisaje (OPNP). El marco se estableció en 1989: «constituir un fondo de series fotográfi-
cas que permita analizar los mecanismos y los factores de transformación de los espacios, así como
las funciones de los diferentes agentes que son la causa de los mismos con el fin de orientar favorable-
mente la evolución del paisaje»3. El principio consiste así en elegir, en un territorio determinado, pano-
rámicas que serán objeto de una refotografía idéntica en diferentes momentos a lo largo del tiempo.

El OPNP consta actualmente de veinte rutas fotográficas, cada una de ellas es fruto de un encuentro
entre el ministerio responsable del paisaje, el proyecto de territorio dirigido por un socio local y la mi-
rada singular de un fotógrafo. A partir de 2014, la fototeca Terra4 alberga el fondo fotográfico de los di-
ferentes itinerarios que componen el OPNP, al que el público puede acceder.

Muchos territorios han puesto en marcha desde entonces la iniciativa, de forma autónoma y sin solici-
tar necesariamente el apoyo del Estado. Un inventario realizado por iniciativa del Ministerio en 2015
ha permitido de este modo censar la existencia de casi un centenar de OPP, aunque no todos están

Figura 8. Bullion - Les Valentins - D149 a la entrada del pueblo en 1997, 1999, 2000 y 2002 - Itinerario 13 -
Parque natural regional del Alto Valle de Chevreuse. Fotografías: Gérard Dufresne, Observatoire Photographique
National du Paysage.

115
Figura 9. Weinbourg en 1999, 2004, 2009 y 2012 - Itinerario 11 - Parque natural regional de los Vosgos del
Norte. Fotografía: Thierry Girard, Observatoire Photographique National du Paysage.

necesariamente activos. El reto consiste actualmente en facilitar el intercambio de experiencias entre


estos OPP, más allá de su diversidad de enfoque, de objeto, de condición, de perímetro, etc.

De nuevo, se pueden extraer dos conclusiones de la experiencia francesa:

1. Este procedimiento permite visualizar fácilmente las permanencias y transformaciones de los pai-
sajes a lo largo del tiempo. Todo el mundo puede opinar sobre una fotografía o una serie fotográfica
que muestra la evolución de un lugar, y esta herramienta puede aprovecharse para facilitar la impli-
cación de las poblaciones y permitir cruzar miradas entre expertos y no expertos, cargos electos y
ciudadanos. La participación de los habitantes puede realizarse en diferentes fases: en el momento
de la toma de las fotografías iniciales, en el momento de la nueva toma idéntica de esas fotografías
o del análisis de series así producidas a lo largo del tiempo. Esta herramienta también resulta inte-
resante para sensibilizar al público en general, con el fin de apartarse de una visión estática y con-
servadora de los paisajes, mostrando su evolución con el tiempo.

2. El hecho de visualizar dinámicas paisajísticas, a partir de una serie de fotografías, no permite ne-
cesariamente comprender y analizar los mecanismos que dan lugar a estas transformaciones.
También es posible que los cambios más significativos en un territorio se desarrollen «fuera de en-
cuadre», y que los que aparecen en las fotografías no sean representativos a mayor escala. Por eso
es importante no detenerse en la descripción de las transformaciones y tratar de comprender los
factores, para identificar las palancas disponibles o no (principio de realidad) y tratar de actuar so-
bre los factores, gracias al «proyecto de paisaje».

4.2. Desarrollar la cultura del proyecto de paisaje: apoyo a la elaboración de planes de paisaje

Para que sea pertinente, todo proceso de proyecto supone anclarse en la realidad geográfica, econó-
mica, social, cultural y paisajística del territorio. Es el objetivo de los planes de paisaje, un proceso vo-
luntario y no reglamentario que posiciona el paisaje como una herramienta de acompañamiento del
cambio y de experimentación, capaz de movilizar la iniciativa y la creatividad de los territorios al ser-
vicio de su propia transformación.

El plan de paisaje es una herramienta contextualizada, cuyo objetivo es identificar las potencialidades
propias de cada paisaje y aprovecharlas para reforzar el atractivo y la vitalidad de los territorios. Per-
mite evitar que se dupliquen estrategias de ordenación banales e inadecuadas. Se trata también de un
proceso global: el plan del paisaje se diferencia del enfoque sectorial, intentando tratar las diferentes
dimensiones que componen un territorio sin considerarlas una superposición de estratos independien-
tes unos de otros –geología, topografía, hidrología, climatología, botánica, por una parte; ocupación y
actividades humanas, formas e implantaciones de la edificación, organización social y sistema de valo-
res, por otro–, para intentar comprender, por el contrario, sus interrelaciones. Por último, se trata de un
proceso de concertación que permite reforzar la aceptabilidad de las políticas de transición mediante
un dispositivo de construcción conjunta.

116
Figura 10. Un extracto del plan de paisaje de Labastide-Murat
Communauté Labastide-Murat, octubre de 2015.

El Ministerio apoya a las colectividades interesadas en implicarse en este proceso, voluntario y no


reglamentario, a través de la puesta en marcha de convocatorias de proyectos. Las 92 colectivi-
dades ganadoras de las convocatorias de proyectos de 2013, 2015, 2017 y 2018 han recibido un
apoyo económico del Estado por importe de 30 000 euros, así como un apoyo metodológico dis-
pensado por el Club Planes de paisaje, del que se han convertido en miembros.

Este club apoya a las colectividades galardonadas en la construcción y puesta en marcha operativa de
su proyecto de territorio. Al incorporarse al club, estas colectividades tienen acceso a:

• un apoyo personalizado del Estado para ayudarlas a formular un proyecto de territorio, aprovechar
las herramientas reglamentarias y las redes de expertos necesarias para su realización;

• una red de territorios miembros del club, ya comprometidos con los planes de paisaje, que favorece
los intercambios de prácticas y la puesta en común de experiencias;

• un escaparate para valorizar a escala nacional las acciones ejemplares emprendidas a escala local.

117
Figura 11. Mapa de los galardonados de la convocatoria de proyecto planes de paisaje. MTES.

Esta convocatoria de proyectos, que se celebraba en su origen cada dos años, pasó a ser anual en 2018.
Asimismo se trata de no convertir esta convocatoria de proyectos en el único vector de integración en
el Club Planes de paisaje, sino de abrirlo a cualquier otra experiencia pertinente en materia de cons-
trucción de proyectos de territorio a través del paisaje.

El carácter reciente de esta convocatoria de proyectos no permite todavía tomar la distancia necesaria
para medir todos sus efectos. Un balance realizado en 2006, a propósito de la primera generación de
planes de paisaje emprendidos a raíz de la ley de 1993, demuestra, no obstante, que el principal reto
sigue siendo el de la continuidad en el tiempo, con el fin de garantizar que el programa de acción defi-
nido durante la fase de elaboración del plan, en la que se centra por el momento el apoyo metodológico
y económico del Estado, desemboque en realizaciones concretas.

4.3. Sensibilizar mediante el ejemplo: el Gran Premio Nacional del Paisaje (GPNP)

El objetivo del Gran Premio Nacional del Paisaje, que concede cada dos años el Ministerio, es promover
la pertinencia del enfoque y el pensamiento paisajístico en el proceso de transformación de los terri-
torios. A través de este premio, el Ministerio valora un «enfoque paisajístico innovador a escala de un
territorio». Debe haber dado lugar a realizaciones concretas en Francia o en una zona transfronteriza.
La iniciativa recompensada debe ser fruto de una estrecha colaboración entre una dirección de obra
que transmita una voluntad territorial ambiciosa y un equipo de dirección de obra creativo e innovador
en el que el papel del paisajista-diseñador sea fundamental.

118
Cada ganador del GPNP5 representa a Francia en las sesiones del Premio del Paisaje del Consejo de
Europa.

4.4. Formar a los profesionales del futuro: promover una escuela francesa del paisaje

Se calcula que en Francia hay unos 2800 graduados que ejercen una actividad de paisajista-diseñador.
La formación de estos paisajistas reviste una importancia capital en la aplicación de una política ambi-
ciosa en materia de protección, gestión y ordenación del paisaje. El ministerio responsable de medio
ambiente y los ministerios de los que dependen las escuelas de paisajes son los garantes de la calidad
de su formación y del reconocimiento de sus competencias.

Para promover una escuela francesa del paisaje, el ministerio apoya diferentes actividades, encuentros
y actos organizados cada año alternativamente por las escuelas superiores del paisaje (Agroacampus
Ouest – Campus d’Angers, École de la nature et du paysage de Blois del INSA Centre Val de Loire, École
supérieure d’architecture et de paysage de Lille y de Burdeos, École nationale supérieure de paysage
de Versalles-Marsella):

• taller de estudiantes, que reúne a estudiantes y docentes de cada una de las escuelas en torno a una
temática en una región seleccionada;

• jornadas de las escuelas, que asocian a directores, representantes de los equipos docentes y de los
alumnos, ministerios de los que dependen las escuelas y organizaciones profesionales con el fin de
reflexionar sobre la evolución del oficio y de las formaciones;

• doctorados en paisaje, que permiten a los doctorandos en el ámbito del paisaje intercambiar y co-
municar el estado de su trabajo;

Figura 12. Estudiantes paisajistas-diseñadores. Fotografía: Sylvain Duffard.

119
• grupo de trabajo sobre la investigación paisajística, que reúne a los investigadores de los laborato-
rios de las escuelas de paisaje, los ministerios de los que dependen estas y a los profesionales para
reflexionar sobre las trayectorias doctorales y su atractivo, las relaciones de la investigación con las
prácticas profesionales, etc.;

• la revista electrónica Projet de paysage, codirigida por los laboratorios de investigación de las cinco
escuelas de paisaje, se publica cada semestre y dedica cada número a una temática elegida colecti-
vamente. En breve se podrá consultar en Open Editions, una plataforma de revistas científicas que
le dará mayor visibilidad a escala nacional, pero también internacional.

Como se indica en la primera parte del presente artículo, la Ley RBNP de 2016 creó una titulación de
paisajista-diseñador que permite identificar mejor a estos entre los profesionales de la ordenación y
del diseño, y que garantiza a los patrocinadores un elevado nivel de cualificación y de competencia.
Es importante señalar que esta reglamentación no conlleva ninguna reserva de actividad: la actividad
de diseño paisajístico sigue siendo de libre acceso y no es objeto de ninguna limitación ni de ningún
monopolio.

Por último, en 1993 se puso en marcha una red de arquitectos y paisajistas que realizan misiones de
asesoramiento y de peritaje, aportando a los proyectos su experiencia práctica.

4.5. Sensibilizar al público en general

Más allá de la intervención pública del Estado o de las colectividades, cada acción, incluso individual y
privada, puede influir en los paisajes y en el marco de vida. Esta constatación da lugar a la aplicación
de una política de divulgación y de sensibilización entre el público en general, como complemento de
las acciones descritas anteriormente.

Figura 13. Sensibilización in situ entre escolares. MTES.

120
La oficina de paisajes del ministerio puso en marcha en 2018 dos colaboraciones en este sentido, en
ámbitos voluntariamente distantes para llegar a un público variado: la Primavera de los Paisajes6 tiene
como objetivo cruzar las intervenciones de poetas, profesionales del paisaje y agentes del territorio con
el fin de cambiar de mirada sobre los paisajes que nos rodean. El Tour de Francia de los parajes y pai-
sajes7 tiene por objeto ofrecer al público información sobre los parajes y paisajes de las zonas por las
que discurre cada una de las etapas del Tour de Francia ciclista, al haberse constatado a través de algu-
nos estudios, que muchos telespectadores siguen la prueba tanto por la carrera como por los paisajes.

Por otra parte, muchos agentes –parques naturales regionales, Grands Sites de Francia, Consejos de
Arquitectura, de Urbanismo y de Medio Ambiente, etc.– participan diariamente en iniciativas locales
que contribuyen a este objetivo de sensibilización: lecturas de paisajes, conferencias, talleres públicos,
intervenciones en colegios, etc.

Conclusión

El objetivo del presente artículo era presentar un abanico de políticas francesas en materia de paisaje,
aclarando sus finalidades y los retos a los que se enfrentan. El artículo de Jean-Luc Cabrit, «La política
del paisaje en Francia: elementos de balance», completa este panorama, aportando un punto de vista
sobre los resultados de este conjunto de acciones y formulando algunas sugerencias para las políticas
futuras.

Notas
1
El plan local de urbanismo es un documento que fija las normas de planificación del urbanismo para un municipio (PLU) o una
agrupación de municipios (PLUi). El SCoT mencionado en la frase siguiente es la herramienta de diseño y de puesta en práctica
de una planificación estratégica intermunicipal, a escala de una amplia cuenca vital o de un área urbana.
2
Les Atlas de paysages: Méthode pour l’identification, la caractérisation et la qualification des paysages, 111 páginas, 2015, dis-
ponible en línea en francés o en inglés en la página del Ministerio de Transición Ecológica y Solidaria dedicada a la política de
los paisajes: https://www.ecologique-solidaire.gouv.fr/politique-des-paysages#e1.
3
Extracto de una comunicación del Consejo de Ministros de 22 de noviembre de 1989.
4
https://terra.developpement-durable.gouv.fr/observatoire-photo-paysage/categories /.
5
Los proyectos de los galardonados consagrados desde 2005 pueden consultarse en el sitio web del Ministerio: https://www.
ecologique-solidaire.gouv.fr/politique-des-paysages#e5.
6
La primera edición tuvo lugar los días 29 y 30 de junio y 1 de julio de 2018 en Aiguillon, Fumel y Cabrerets (departamentos
de Lot y de Lot y Garona). Un folleto, que se puede consultar en línea, detalla el programa y los grandes principios del mismo:
https://www.ecologique-solidaire.gouv.fr/sites/default/files/brochure_le_printemps_des_paysages.pdf.
7
Véase la página de la edición de 2018: https://www.ecologique-solidaire.gouv.fr/tour-france-des-sites-et-paysages.

121
Sara (Francia). Fotografía: Carmen Caro.

122
La política del paisaje en Francia:
elementos de balance
Jean-Luc Cabrit
Ministerio de Transición Ecológica y Solidaria / Consejo General
de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (CGEDD)
[email protected]

Resumen
Aunque Francia posee un capital paisajístico de primer nivel y puso en marcha muy pronto políticas de protección en los
parajes de excepción, la degradación actual de los paisajes pone de manifiesto un déficit cultural de los responsables de
la toma de decisiones y de las tecnoestructuras. Desde los años sesenta se han realizado importantes esfuerzos para im-
plantar herramientas de conocimiento, asesoramiento, gestión, proyectos de desarrollo sostenible, algunas de las cuales
incluso han servido como modelo a otros países: de este modo se han cumplido muchos objetivos del Convenio Europeo del
Paisaje. No obstante, tras haber incorporado muy recientemente la definición europea de paisaje en el derecho nacional,
es necesario ir más lejos, hacer balance de los resultados de esta política y aplicar nuevas medidas, siendo sin duda la pri-
mera definir claramente una estrategia de conjunto, que permita un debate nacional compartido por todos los ciudadanos.

Palabras clave
Protección del paisaje, incorporación de la definición europea del paisaje al derecho nacional, herramientas del conocimien-
to del paisaje, estrategia nacional del paisaje.

Abstract
While France has a first-rate landscape capital and has implemented early protection policies on exceptional sites, the cu-
rrent degradation of landscapes reveals a cultural deficit of decision-makers and technostructures. Since the 1960s, great
efforts have been made to put in place tools of knowledge, advice, management, sustainable development projects, some of
which have even served as a model for other countries: many objectives of the European Landscape Convention have thus
been achieved. But, while it recently came to integrate the European definition of landscape into national law, we must now go
further, check-up the results of this policy, and implement new measures, the first being certainly to clearly define an overall
strategy, allowing a national debate shared by all citizens.

Keywords
Protection policies on landscape, european definition of landscape in national law, tools for knowledge of landscape, national
strategy in landscape.

Introducción

Para poner en práctica el Convenio Europeo del Paisaje (CEP), Francia se apoya en numerosas he-
rramientas, procedimientos y organismos. Se presentan de manera detallada en el artículo de Julien
Transy sobre los instrumentos para la política del paisaje en Francia. No obstante, hasta la fecha no
existe un balance exhaustivo de los resultados de esta política, ni del estado de los paisajes en Fran-
cia. Este artículo se propone hacer un inventario rápido y abrir algunas vías de reflexión para el futuro.

Se basa en las reflexiones del Consejo General de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (CGEDD).
El CGEDD es un organismo de asesoramiento y evaluación, adscrito al ministro responsable de las po-
líticas de protección y gestión del paisaje. Reflexiona sobre la evolución de las políticas nacionales en
numerosos ámbitos –transportes, energía, urbanismo, etc.– y emite recomendaciones a los diferentes
servicios encargados de aplicarlas.

123
Ha publicado varios documentos sobre las políticas del paisaje, incluido un informe de 2014 (Cabrit et
al., 2014) que daba constancia, a pesar de algunos progresos, de cierta falta de control paisajístico en
los proyectos de ordenación del territorio. Posteriormente procedió a observar y a analizar, en un infor-
me de 2017, las políticas paisajísticas de ocho países vecinos: Irlanda, Reino Unido, Países Bajos, Bélgi-
ca, Alemania, Suiza, Italia y España, cuyas experiencias podrían transponerse de manera conveniente
a nuestro país (Cabrit et al., 2017).

1. Estado de los paisajes cotidianos en Francia: un déficit cultural

Los paisajes de Francia constituyen un capital excepcional por su diversidad y contribuyen en gran me-
dida a la imagen de nuestro país y a la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, junto a paisajes
notables, a menudo protegidos y valorizados, la degradación de los paisajes «ordinarios» se ha acelera-
do, bajo el efecto de los cambios económicos y sociales de los últimos sesenta años.

Si las zonas periurbanas y las entradas a las ciudades son ciertamente los lugares donde se observa un
mayor número de ordenaciones mal controladas, también son sensibles otros sectores: infraestructu-
ras lineales –carreteras y autopistas, vías de ferrocarril, etc.–, equipamientos relacionados con la ener-
gía –eólica, fotovoltaica, líneas de alta tensión–, espacios agrícolas o forestales. En estos ámbitos, el
paisaje se considera a menudo un acompañamiento «decorativo» de los proyectos.

Existen, no obstante, muchas actuaciones ejemplares que sitúan al paisaje en el centro de los proyec-
tos, tanto en el medio rural como en el medio urbano: realización de espacios públicos, políticas de
desarrollo sostenible de los parques naturales regionales, proyectos de territorios en torno a lugares
protegidos o terroirs agrícolas, planes de paisaje participativos. Estos proyectos se derivan a menudo
de la concertación local.

Los retos sociales, culturales y económicos son considerables. Francia tiene una gran riqueza en térmi-
nos de paisaje y de patrimonio construido: es un factor de identidad y de atractivo de los territorios,
que también desempeña un papel económico capital para nuestro país, primer destino turístico mun-
dial.

Hasta hace poco, la política francesa, puesta en práctica desde finales del siglo xix, se centraba en la
protección de parajes y paisajes notables. Sin embargo, esta política no se ha ampliado hasta hace
poco, sobre todo a partir de la ley de 1993, primer texto que se ocupa de los paisajes cotidianos.

El asunto todavía suscita escaso interés a los responsables públicos electos y a los agentes del ordena-
miento territorial. Muy poco formados en estos conceptos, no saben cómo abordar la cuestión del pai-
saje, que es percibida en mayor medida como una limitación más que como una ventaja, y la asimilan
a menudo a los espacios naturales, que responden más fácilmente a preocupaciones científicas cuan-
tificables en términos de biodiversidad. Otras razones culturales pueden explicar esta falta de interés:
un pensamiento técnico dominante, que rechaza el ámbito de lo sensible y que va paradójicamente a
la par de una ausencia de visión global en materia de organización del territorio, en un país de grandes
dimensiones si se compara con la mayoría de los países de Europa, relativamente poco denso y don-
de, por lo tanto, no hay costumbre de ahorrar espacio. Por último, a pesar de un considerable esfuerzo
de descentralización territorial, Francia sigue siendo un país de tradición centralizada en comparación
con los países vecinos y, por ello, reticente a una política paisajística que por definición es territorial y
compartida.

En este contexto, el informe de 2014 recomendaba elaborar una política nacional, en colaboración con
los representantes electos de las colectividades territoriales, y proponía un conjunto de setenta medi-
das, de carácter puntual o general, para contribuir a este trabajo. Se distribuían en cuatro ejes estraté-
gicos:

124
1. Entender que el paisaje es una herramienta al servicio del ordenamiento que integra las percepcio-
nes sociales.

2. Desarrollar una cultura del paisaje, en particular entre los agentes públicos.

3. Integrar mejor el paisaje en la ordenación –urbanismo, construcción, planificación espacial, desa-


rrollo de las energías renovables, estudios de impacto, publicidad, etc.–.

4. Reafirmar el lugar del paisaje en las grandes políticas nacionales, asociándolo a las colectividades
territoriales; aclarar mejor el lugar del paisaje en los textos reglamentarios; aplicar una gobernanza
nacional del paisaje; lanzar un plan nacional del paisaje.

No obstante, quedaba organizar este catálogo completo de medidas en forma de un verdadero plan de
acción interministerial. Algunas acciones se pusieron en marcha a raíz de este informe, pero las priori-
dades políticas cambiaron rápidamente hacia otros ámbitos y se toparon con los hábitos de funciona-
miento de las Administraciones, especializadas en la aplicación de políticas sectoriales en el territorio
y poco propensas a la transversalidad que implica el enfoque paisajístico.

2. Grandes esfuerzos para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje (CEP)

A pesar de las resistencias mencionadas anteriormente, a nuestro país le preocupa desde hace tiem-
po la calidad de sus paisajes. Desde el siglo xix ha implantado muchos conceptos y herramientas
para la protección de los monumentos históricos, y a principios del siglo xx para la protección de
los parajes y paisajes. Ha concebido políticas e instituciones innovadoras que algunos de nuestros
interlocutores europeos consideran modelos: los parques naturales regionales (1967), el Conserva-
torio del litoral (1975), los Grands Sites (1976) o los Consejos de Arquitectura, Urbanismo y Medio
Ambiente (CAUE) (1977).

El artículo de Julien Transy hace alusión a algunas etapas más recientes que han caracterizado la polí-
tica a favor de los paisajes, incluida la ley de 1993 o la ratificación en 2006 del CEP del Consejo de Eu-
ropa, comprometiéndose con un objetivo de calidad en el conjunto de su espacio. No obstante, ha sido
necesario esperar a la ley de 2014, denominada ALUR (Ley para el Acceso a la Vivienda y un Urbanis-
mo Renovado), para incorporar el paisaje en las orientaciones generales de los documentos de urba-
nismo. Y no es hasta 2016 cuando la ley «de reconquista de la biodiversidad, de la naturaleza y de los
paisajes» integra por fin la definición de paisaje del CEP en el derecho francés. Esta ley crea además la
titulación de paisajista-diseñador, importante para la profesión, ya que en Francia el término paisajista
puede también designar a una empresa de obras de acondicionamiento de espacios verdes.

Los objetivos del CEP están en buen camino de realización en términos de definiciones jurídicas, de
protección del patrimonio, de conocimiento y evaluación cualitativa –atlas de paisaje y observatorios
fotográficos–, de formación y de reconocimiento de los especialistas. En particular, la formación de pai-
sajistas de nivel de posgrado, de conformidad con las normas de la Federación Internacional de Arqui-
tectos Paisajistas (IFLA), se ofrece en cinco escuelas, cuatro de las cuales expiden un título del Estado.
Pero podría haber más paisajistas en Francia, en comparación con algunos países vecinos. Recordemos
también la institución en 1993 de los paisajistas-Consejos de Estado, paisajistas liberales encargados
de asesorar y ayudar a los servicios del Estado: esta red merecería desarrollarse a nivel de las colecti-
vidades territoriales, en particular en las regiones.

En cambio, la aplicación del CEP sigue siendo una prerrogativa del Estado y no está delegada de manera
explícita a las regiones o metrópolis que, sin embargo, serían los principales beneficiarios. La implanta-
ción de los procedimientos de participación del público todavía es imperfecta, salvo en algunos atlas y
en los planes de paisaje. Por lo que respecta a la integración del paisaje en las políticas sectoriales, las

125
leyes relativas a la agricultura, la vivienda o la energía solo abordan esta cuestión desde su protección.
Por último, una política coordinada de formación de los profesionales de la ordenación, de sensibiliza-
ción y de educación sobre el paisaje sigue siendo un proyecto que debe llevarse a cabo, a pesar de una
proliferación de iniciativas locales.

3. Inspirarse en los países europeos para ir más lejos en nuestras políticas de paisaje

El informe del CGEDD de 2017 sirvió para estudiar las políticas de algunos países de Europa, firmantes
o no del CEP. Este trabajo se basó en investigaciones documentales, pero sobre todo en intercambios
particularmente enriquecedores y cálidos con motivo de viajes in situ. El objeto del estudio era adaptar
en Francia prácticas interesantes de estos países. Estas políticas han resultado muy difíciles de trans-
poner, debido a las diferencias en términos de dimensiones de organizaciones jurídicas y territoriales
o culturas de los diferentes países. No obstante, se propusieron algunas vías de reflexión:

a. La necesidad de una estrategia nacional del paisaje

Francia carece de una verdadera estrategia nacional, transversal, compartida entre todos los ministe-
rios. La política francesa se apoya actualmente en herramientas operativas o de los operadores públi-
cos o privados, pero falta el enunciado de los retos prioritarios y objetivos globales que permitan, en
particular, la articulación de los diferentes agentes y la afirmación de una dimensión cualitativa de las
políticas sectoriales.

Este eje de trabajo podría ser el único. Pero es necesario explorar otras vías de reflexión.

b. Una escala regional para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje

En Europa, la escala regional o equivalente parece la más coherente para la aplicación del CEP. Ahora
bien, en Francia es el Estado el que gestiona la política del paisaje y la ley no atribuye responsabilidad
alguna en esta cuestión a escala regional. Por lo que respecta al conocimiento, la dinamización, la edu-
cación, la sensibilización o el apoyo técnico a los proyectos, son necesarias redes regionales de agentes
que combinen capacidad de reflexión, conocimiento del territorio y conocimientos técnicos.

c. La organización de los profesionales del diseño paisajístico

En Francia, la formación de los profesionales del paisaje está adecuadamente organizada. Por el con-
trario, la profesión no está lo suficientemente estructurada y activa en la definición de las políticas na-
cionales: la Federación Francesa del Paisaje (FFP), que solo agrupa a uno de cada tres profesionales, no
tiene suficientes medios en materia de prospectiva o de promoción del enfoque paisajístico. Es necesario
encontrar los medios para potenciar progresivamente organizaciones representativas de los paisajistas.

d. Sistematizar la educación y la sensibilización en materia de paisaje

Asociaciones, docentes y profesionales ponen en marcha muchas iniciativas educativas y de sensibili-


zación a escala local. Pero son dispersas, están poco estructuradas y no están censadas. Por lo menos
hay que empezar por elaborar, con el Ministerio de Educación Nacional, un análisis de la situación que
permitiría poner en marcha una política de sensibilización sobre el paisaje dirigida a escolares, pobla-
ciones, constructores y profesionales del ordenamiento.

e. El desarrollo de políticas agropaisajísticas

Actualmente, el Ministerio de Agricultura solo se dedica de forma muy marginal a las políticas agropai-
sajísticas. Sería necesaria una visión de conjunto, un impulso político y una verdadera coordinación.
A raíz del informe, los dos ministerios afectados han abierto recientemente una reflexión común para
iniciar un plan de acción plurianual.

126
f. Ir más allá de la trama verde y azul: usos múltiples para los espacios abiertos

Francia ha optado por una concepción restringida de la infraestructura verde, la denominada trama
verde y azul (TVB), centrada exclusivamente en la protección de la biodiversidad, mientras que podría
permitir un diseño y una gestión coordinada del ordenamiento del espacio. Es necesario ampliarla a
un verdadero enfoque multifuncional del paisaje, destinado a tener en cuenta la artificialización del es-
pacio, el cambio climático y el entorno de vida.

g. Hacia un enfoque paisajístico de la planificación urbana

La continuidad entre el conocimiento del paisaje y las acciones de planificación parece más consolida-
da entre nuestros vecinos. En Francia, el Atlas de paisaje se define como un documento de puro cono-
cimiento, por lo general a escala departamental. Ahora bien, las políticas de planificación se elaboran
a nivel municipal. Como nuestra Constitución excluye cualquier tutela de una colectividad territorial
sobre otra, dificulta el enunciado a este nivel de objetivos de calidad paisajística. Por otra parte, el enfo-
que paisajístico como hilo conductor de la planificación debería concretarse, en las zonificaciones, los
reglamentos o, más concretamente, en forma de guías para las operaciones de ordenación.

h. Afianzar la participación del público: el paisaje «percibido por la población»

El Convenio fomenta el establecimiento de procedimientos de participación del público en materia de


políticas del paisaje. En Francia esta demanda choca a veces con la resistencia de los cargos electos o
expertos. El enfoque participativo forma parte de nuestra reglamentación, pero de manera indirecta
–encuesta pública, evaluación medioambiental, planes regionales o planes locales de urbanismo, etc.–.
Deberían garantizarse jurídicamente procesos participativos como el Plan de paisaje, que invita a re-
considerar la concepción y la puesta en práctica del proyecto territorial en torno al paisaje.

Conclusión

Por lo que respecta a Francia, ha desarrollado desde hace tiempo la protección de sus paisajes más
prestigiosos. Aún queda camino por recorrer hacia una política paisajística más orientada a los espacios
cotidianos y la participación ciudadana. Existe en la sociedad una conciencia difusa sobre la degrada-
ción de los paisajes, que se mantiene todavía hoy en día debido a culturas administrativas sectoriza-
das, técnicas y poco sensibles al espacio vivido. Éstas siguen demostrando una falta de comprensión
del interés de un enfoque paisajístico unificador, que podría, por ejemplo, regular, en una fase previa,
conflictos entre energía y biodiversidad o entre prevención de riesgos y construcción de viviendas. La
pérdida insidiosa de nuestro capital paisajístico es perjudicial para la calidad de vida, pero también
para el turismo y el atractivo de nuestros territorios.

Ha llegado el momento de definir una verdadera estrategia de conjunto para integrar las herramientas
y las acciones actuales, desde una perspectiva más general, estableciendo prioridades en función de
los agentes y de los territorios afectados. Al mismo tiempo, será necesario desarrollar esta estrategia a
escala de las nuevas regiones, conferir una dimensión paisajística a las políticas sectoriales y hacer pro-
gresar la cultura paisajística de todos nuestros conciudadanos. Para ello será imprescindible desarrollar
los conocimientos y aumentar el número de especialistas de calidad que deberán ser tanto diseñadores
como mediadores de la participación ciudadana.

Bibliografía

Cabrit, J. L.; Clément, D. y Doizelet, M.P. (2014): Paysage et aménagement: propositions pour un plan d’action national, Informe n.º
008333-01. Paris: Ministère de la Transition Écologique et Solidaire.
–; Soulié, M. C. y Thibault, J. P. (2017): Démarches paysagères en Europe, Informe n.º 010731-01. Paris: Ministère de la Transition
Écologique et Solidaire.

127
Campiña inglesa. Fotografía: Ricardo de la Rosa.

128
Influencia de las estrategias políticas e
intervenciones públicas en la caracterización
y percepción del paisaje inglés
Merrick Denton-Thompson
Arquitecto paisajista1
OBE FLI
[email protected]

Resumen
Los paisajes que atesoramos en Inglaterra son un subproducto funcional: la forma en la que hemos optado por cultivar y
asentarnos en el paisaje durante miles de años. La diversidad de caracteres se explica por la importante variación de la
geología, los tipos de suelo, el clima, la topografía y los ecosistemas en todo el país. Los vestigios de los sistemas agrícolas
prehistóricos aún pueden verse, pero hoy en día las fuerzas del cambio siguen ocultas en gran medida para una población
cada vez más urbana. En los últimos cincuenta años, la sociedad no ha entendido las consecuencias de venerar el mantra
agrícola de «producción, producción, producción», sea cual sea su coste; nos han cegado los avances en tecnología agrícola
y la «quimización» de nuestros paisajes. En un contexto caracterizado por la reducción de las cosechas mundiales debido
al cambio climático y al aumento previsto de la población, debemos cuestionar la sostenibilidad de las prácticas agrícolas
actuales en todo el mundo.

Palabras clave
Tecnología agrícola, agroquímica, sostenibilidad, prácticas agrícolas actuales.

Abstract
The landscapes we cherish in England are a bi-product of function – the way we have chosen to farm and settle in the lands-
cape over thousands of years. The diversity in character originates from the great variation in geology, soil types, climate,
topography and ecosystems across the country. The residue of pre-historic farming systems are still there to be seen, but
today the forces of change remain largely hidden from an increasingly urban centred population. Over the last 50 years so-
ciety has failed to understand the consequences of pandering to the farming mantra of ‘production, production, production’
no matter what the cost, we have been blinded by advances in agricultural technology and ‘chemicalisation’ of our lands-
capes. With a background of failing world crops because of climate change and the projected rises in population we must
question the sustainability of current farming practice everywhere.

Keywords
Agricultural technology, ‘chemicalisation’ of landscapes, sustainability, current farming practice.

Los orígenes de la cartografía del carácter del paisaje en Inglaterra

La historia de la caracterización del paisaje inglés comenzó a principios de la década de los ochenta,
durante un período de cambio radical en la forma en que se cultivaba la tierra. Inicialmente no se trató
de una iniciativa del Gobierno, el trabajo pionero lo emprendieron de manera bastante independiente
dos Consejos de los condados de Hampshire y Warwickshire, desconocidos entre sí. El catalizador para
llevar a cabo la cartografía de caracteres fue el mismo: la intervención pública en la forma de cultivar
la tierra estaba empezando a tener un impacto real en el paisaje, pero sin una visión clara de cuál de-
bería ser el resultado deseable.

En Hampshire hubo un fuerte apoyo político para proteger el medio ambiente tanto de la ciudad como
del campo. El Consejo del condado aceptó la invitación de la Comisión del Medio Rural (Countryside

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Commission) de distribuir fondos a escala local para restaurar las características paisajísticas mientras,
al mismo tiempo, se estaban concediendo subvenciones financiadas por la Política Agrícola Común
a los agricultores para eliminar setos y bosques, drenar humedales y arar pastos permanentes ricos
en flores. También se estaba perdiendo la agricultura mixta de Hampshire como consecuencia directa
de las políticas de mercado y del precio garantizado de la época. Se estaba eliminando el riesgo en la
agricultura; antes de ese período se favorecía la agricultura mixta porque los riesgos se podían repartir,
con precios altos de la leche y precios bajos de los cereales un año y lo contrario al año siguiente. Por
consiguiente, los trabajadores cualificados también se perdieron y la pérdida de animales tuvo un pro-
fundo impacto en la salud del paisaje.

Tuve la suerte de ser nombrado arquitecto paisajista del Condado de Hampshire y como agente de la
Comisión del Medio Rural una de mis responsabilidades consistía en decidir inversiones públicas re-
lacionadas con el paisaje. Uno de los miembros de mi equipo me llevó a ver la finalización de un gran
proyecto de restauración paisajística en terrenos propiedad de la compañía de seguros Eagle Star. Ho-
rrorizado, vi ante mis ojos grandes plantaciones de árboles y arbustos totalmente inapropiados para
un paisaje dominado por antiguos bosques seminaturales de roble con bosquecillos de avellanos. Las
nuevas plantaciones de sauces y álamos se erguían sobre los áridos paisajes calizos. La culpa era to-
talmente mía, yo dirigía la unidad y no había dado las instrucciones adecuadas a mi personal. Fue en-
tonces cuando decidí embarcarme en la cartografía del carácter del paisaje para establecer el marco
para la futura inversión pública en este campo. No me atribuyo el mérito del sobresaliente trabajo que
realizó uno de mis empleados, Ray Smith, con un intelecto oculto y brillante fotógrafo, que contó con
el apoyo de Linda Tartaglia-Kershaw. El trabajo se realizó en la oficina y fueron necesarios seis años
para completarlo. A continuación, se ratificó in situ la zonificación inicial a partir de fotografías aéreas
y trabajos cartográficos para determinar los límites de las variaciones de carácter paisajístico. Fue un
proceso objetivo que recopiló tipos de paisaje conformados por características paisajísticas; por ejem-
plo, los paisajes cercados de la Ley de Cercados (Enclosure Act) corresponderían al tipo compuesto por
setos de espino con árboles de roble estándar.

No se asignaron valores a las áreas de carácter, sino una simple descripción del paisaje y de su tipo de
suelo, hábitats relacionados, geología y tipos genéricos de explotación agrícola. Pudimos determinar
las oportunidades de gestión e inversión de capital necesarias para mantener las variaciones distinti-
vas de carácter en cada área. No obstante, en aquel momento no existía un plan nacional integral que
fomentara que el sector agrícola invirtiera en un campo polivalente.

El «nuevo» mapa de Hampshire se publicó tres años antes de que la Comisión del Medio Rural e English
Nature publicaran el nuevo mapa de Inglaterra. Los trabajos de Ray Smith y de Stephen Warnock, de
Warwickshire, consiguieron que la Comisión del Medio Rural designara a consultores para que empren-
dieran el trabajo a escala nacional.

Hampshire, en la costa del sur de Inglaterra, tenía una población de 1,6 millones de habitantes
e incluía en ese momento las dos ciudades costeras de Portsmouth y Southampton. Debido a la
reorganización del gobierno local, estas dos ciudades se convirtieron en autoridades unitarias
reduciendo la población del Hampshire rural a 1,2 millones. A lo largo de este período hubo un
fuerte apoyo político al medio ambiente de los tres principales partidos políticos, lo que permitió
los recursos necesarios para llevar a cabo amplios estudios, como el Nuevo Mapa de Carácter de
Hampshire. No obstante, este nuevo mapa abarcaba tanto el medio urbano como el medio rural.
La caracterización de las zonas urbanas creó una nueva y sólida disciplina en el urbanismo y, espe-
cialmente, para la inversión en el ámbito público. Por ejemplo, la caracterización de Gosport, una
localidad naval cercana a Portsmouth, cartografió los pueblos urbanos, cada uno con un marcado
carácter histórico que sirvió de base al Plan Local, el marco para el nuevo desarrollo y la inversión
en el ámbito público.

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Figura 1. Paisajes de la Ley de Cercados.

Paisajes culturales

Debido a la estructuración en forma de departamentos del Gobierno británico, nuestro entorno his-
tórico está separado de nuestros sistemas agrícolas. Actualmente, contamos con el Departamento de
Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales que delega áreas específicas de trabajo a agentes del
Gobierno que no tienen una conexión formal con Historic England (antes conocida como English Heri-
tage), que forma parte del Departamento de Cultura, Medios de Comunicación y Deporte. Uno de esos
agentes, Natural England, es responsable del mapa de Áreas de Carácter Nacional (NCA, por sus siglas
en inglés). Por consiguiente, la sociedad conoce más el mapa NCA que el mapa de carácter histórico
de Historic England. No obstante, el NCA es un mapa cultural y la separación se debe a un fallo de la
Administración.

Mapa de Áreas de Carácter Nacional

A finales de la década de los ochenta la Comisión del Medio Rural, encabezada por Adrian Phillips, e
English Nature se unieron para contratar consultores encargados de realizar el nuevo mapa de carácter
conjunto de Inglaterra, que se publicó a principios de la década de los noventa. El trabajo terminado
en los mapas de carácter del Condado de Hampshire y Warwickshire sirvió como base para el proceso
que condujo a que todo el país se cartografiara de este modo. Se tomó la importante decisión de dar
a cada una de las 159 áreas de carácter nombres de lugares específicos para garantizar que el público
pudiera identificarlos con su área. No obstante, en aquel momento no se realizó realmente un esfuerzo
para implicar al público y todavía hoy estas áreas permanecen, en gran medida, ocultas porque has-
ta hace poco no se percibía ninguna razón para que el público se interesara por ello. Actualmente las
cosas han cambiado y el Mapa Nacional de Carácter tiene un importante papel que desempeñar en el
futuro del paisaje inglés, como explico más adelante en este artículo.

La Comisión del Medio Rural animó activamente a las autoridades locales a llevar a cabo detalladas
evaluaciones de caracteres para emplearlas en la elaboración del Plan Local.

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Figura 2. Mapa de áreas de carácter nacionales de Inglaterra.

Agroambiente en Inglaterra

La introducción de subvenciones de capital de la Política Agraria Común para eliminar elementos paisa-
jísticos de gran valor, como setos y bosques, estimuló una contramedida que ha adquirido importancia
desde entonces. En 1985 no existía un programa agroambiental para su aplicación al conjunto del país.
No obstante, el concepto de Planes de Gestión para la conservación de los vestigios culturales, hábitats
y paisajes con valor se estableció en 1976 en el marco de la Ley de Hacienda que contemplaba una
exención condicionada del impuesto de sucesiones a través de la denominación de Heritage Land. De
esta forma se han podido realizar transmisiones familiares de fincas exentas del impuesto de sucesio-
nes con dos condiciones principales. La primera exigía un Plan de Gestión para determinar las caracte-
rísticas y áreas de interés nacional, comprometiéndose el propietario a gestionar el activo. En segundo

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lugar, cuando no había acceso público, debían establecerse nuevos mecanismos de acceso que permi-
tieran al público disfrutar de las características y las áreas. El acceso adoptó diferentes formas.

En 1983 me invitaron a instar al Gobierno para que estableciera un plan agroambiental nacional y tra-
bajé con la Unidad de Política de la oficina del primer ministro, encabezada por Hartley Booth y los
dos ministros con competencias en ese momento, John Gummer, del Ministerio de Agricultura, Pesca
y Alimentación, y William Waldergrave, del Departamento de Medio Ambiente. La propuesta que plan-
teé consistía en que se aplicara un sistema nacional de gestión de tierras a todas las tierras agrícolas,
fomentando la elaboración de planes de gestión agrícola para integrar la producción de alimentos
con un paisaje saludable. El objetivo de la propuesta era canalizar parte de las aportaciones de la PAC
a un pago «por hectárea» y conceder una exención condicionada de los impuestos sobre el capital. Este
trabajo convenció al Gobierno, que acometió la primera versión del Régimen de Administración Rural
(Countryside Stewardship Scheme) con numerosas opciones para conservar el paisaje, la biodiversidad
y el entorno histórico. Se incorporó al pilar 2 de la PAC. El Reino Unido tomó la decisión de invertir el
80% del pilar 2 en el ámbito agroambiental a expensas de los otros dos ejes: el desarrollo económico
y social del medio rural.

Intervención política

En 1992, el entonces Gobierno conservador decidió conceder una desgravación del 100% del impuesto
de sucesiones a las tierras de cultivo, lo que no solo socavaba el sistema de Heritage Land, sino que re-
presentaba claramente una oportunidad perdida, ya que podría haber ampliado fácilmente el aspecto
condicional del programa de 1976, adquiriendo, en aras del interés público, un compromiso de gestión
para cuidar todos los aspectos valorados del campo.

El siguiente Gobierno laborista llevó a cabo una revisión de la política rural y en 2006 creó una nueva
organización: Natural England. Natural England englobaba a la Comisión del Medio Rural –que en ese
momento pasó a denominarse Agencia de los Espacios Naturales–, English Nature y el Servicio de De-
sarrollo Rural. La Agencia de Espacios Naturales era responsable del paisaje y el disfrute público, Engli-
sh Nature era responsable de la biodiversidad y de designaciones asociadas como Parajes de Interés
Científico Especial y designaciones Natura. El Servicio de Desarrollo Rural debía apoyar la agricultura y
la economía rural en general. Natural England asumió las responsabilidades de paisaje y biodiversidad.
Mantuvo la caracterización del paisaje en revisión e invirtió en actualizar el «nuevo» mapa y proporcio-
nar el tan necesario texto de apoyo.

El Gobierno laborista pidió a Don Curry (ahora, Lord Curry) que examinara con detenimiento las for-
talezas y debilidades del Régimen de Administración Rural, llegando a la conclusión de que, aunque
beneficioso, el régimen presentaba limitaciones tanto en términos de recursos como en incluir menos
del 30% de la superficie rural. Recomendó mantener los aspectos del Régimen de Administración e
introducir un régimen amplio, diseñado para duplicar con creces la superficie de tierras objeto de ad-
ministración hasta alcanzar el 70% de la superficie rural dentro del nuevo Régimen de Administración
Medioambiental, diferenciando dos niveles de administración: superior (HLS, por sus siglas en inglés)
y básico (ELS, por sus siglas en inglés). El nuevo nivel básico correspondía a un valor bajo, pero supuso
el primer paso para incorporar al programa muchas explotaciones agrícolas que no habían participa-
do anteriormente. El Gobierno me invitó a contribuir al diseño del régimen y me incorporé al Grupo
de Revisión Agroambiental encabezado por la directora del departamento, Jane Brown. En el formula-
rio de solicitud, tanto para ELS como para HLS, se pedía al solicitante que estableciera en qué Área de
Carácter se encontraba la explotación agrícola y se animaba al solicitante a perseguir las estrategias
medioambientales recomendadas en cada área, según lo registrado por Natural England.

Medio rural en crisis

A pesar de los intentos por perfeccionar nuestros sistemas reguladores y fomentar la adopción del pro-
grama de Administración Medioambiental, la calidad global del medio rural en Inglaterra siguió degra-
dándose. Y ello a pesar del enorme esfuerzo realizado por personas y organizaciones para alertar a la

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sociedad de la pérdida de hábitats y especies, la erosión y la pérdida del entorno histórico, la contami-
nación de nuestras aguas y atmósfera, la destrucción de la vida en nuestros suelos y la degradación de
las variaciones de carácter paisajístico en todo el país. En mi opinión, los sucesivos Gobiernos han de-
legado en Europa la responsabilidad del estado de nuestro medio rural, y es una crítica a mi Gobierno,
no a Europa. Aunque también refleja la incapacidad del director general de Medio Ambiente para ga-
rantizar un compromiso de las empresas con las normas medioambientales en el conjunto de la Unión
Europea, en particular el hecho de no intervenir para evitar la destrucción generalizada de ecosistemas,
cultura, suelos y las variaciones distintivas de carácter paisajístico en el conjunto de la comunidad. Solo
ahora empezamos a entender el calado de la crisis creada al llevar a la agricultura hacia un callejón sin
salida, impulsándola a depender de sistemas insostenibles.

Con el Gobierno conservador de 2010 la situación no mejoró. Owen Paterson, Secretario de Estado
del Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales, dio por terminada la parte de
nivel básico del Régimen de Administración Medioambiental, aduciendo que el rendimiento de la in-
versión pública era deficiente. No entendió que el régimen estaba diseñado para tener un coste bajo
con beneficios públicos meramente marginales; se trataba de desarrollar un período de transición, de
avanzar para que cada explotación agrícola se implicara en sintonizar la producción de alimentos con
mejoras medioambientales. El resultado de esta decisión no solo fue el despilfarro de millones de li-
bras, sino también la pérdida de confianza de la comunidad agrícola en los sistemas de intervención
del Gobierno.

La preocupación de la sociedad del Reino Unido por la calidad del medio ambiente había llegado a un
punto de inflexión ; tanto es así que el Manifiesto del Partido Conservador adquirió un compromiso
exigente que marcó un hito importante en el desarrollo de la política medioambiental. El Gobierno aco-
metió el desarrollo del Plan Medioambiental a 25 años que puso en marcha el primer ministro en 2018.

Brexit

Este no es el lugar para hablar de si fue o no una decisión acertada del país. No obstante, esta decisión
ha estimulado que la sociedad examine, por primera vez en cincuenta años, si la intervención pública
en la agricultura es adecuada para su propósito. Así pues, actualmente hay dos iniciativas paralelas en
el Reino Unido: el Plan Medioambiental y la sustitución de la Política Agrícola Común.

Capital natural

El Gobierno nombró al economista Dieter Helm para presidir el Comité de Capital Natural, que inició la
difícil tarea de valorar financieramente y cuantificar los activos medioambientales. Si tuviera éxito, este
planteamiento conduciría a reconstruir nuestra economía desde cero, un cambio cultural que no se ha
logrado antes para lograr una economía basada en el medio ambiente. Por poner un ejemplo, a todos
nos preocupa el estado de la calidad y la disponibilidad del agua. El enfoque del Capital Natural consiste
esencialmente en tomar elementos individuales que sustentan la vida y empezar a atribuirles un valor.
Es decir, la forma en la que valoramos el agua limpia, independientemente de que las personas vayan a
consumirla o no. El agua limpia es un requisito para la vida, es fundamental que la forma en la que ges-
tionamos nuestras tierras permita que nuestros acuíferos, ríos, estuarios y nuestros mares tengan agua
limpia. No obstante, el enfoque de Capital Natural cuantifica el valor sobre la base de los costes de lim-
pieza, aunque eso no es suficiente, de manera que se trata de un recorrido para llegar al verdadero valor
del agua limpia disponible.

Permítanme repasar el tema de «Un medio rural en crisis» y examinar de qué manera el enfoque de Capi-
tal Natural podría cambiar nuestra perspectiva sobre cómo los sistemas agrícolas nos afectan a todos. So-
bre la base de las estadísticas de 2017, el sector agrícola utiliza aproximadamente un millón de toneladas
de fertilizante nitrogenado inorgánico en Inglaterra y Gales. A pesar de disponer de una tecnología más
perfeccionada, un 50% va a parar al medio ambiente, terminando la mitad en nuestras aguas y la otra
mitad, dependiendo de la humedad, en nuestra atmósfera en forma de óxido nitroso. En algunas partes
de nuestro país tenemos que importar agua para diluir el contenido de nitratos de nuestra agua potable

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y reducirlo a niveles aceptables, lo que la agencia de Medio Ambiente denomina mezcla. En otras par-
tes del país tenemos que pagar importantes sumas de dinero para eliminar nitratos del agua potable. Se
afirma que, actualmente, la lluvia descarga más nitrógeno del que nuestra comunidad agrícola empleaba
en la década de los cincuenta. Por supuesto, el impacto no se limita a la calidad del agua. El aumento del
nitrógeno móvil está afectando directamente a la biodiversidad debido a una mayor fertilidad de la tie-
rra que termina favoreciendo a las plantas pioneras más agresivas a costa de una capa herbácea diversa.

El óxido nitroso es un gas con efectos en el cambio climático y trescientas veces más pernicioso que el
dióxido de carbono; de acuerdo con la estadística sobre nitratos aplicados, en efecto, estamos aportando
el equivalente a 75 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera como consecuencia de
prácticas agrícolas insostenibles. El aumento de fertilizantes en nuestros ríos está teniendo un profundo
impacto en las plantas acuáticas, pero la difusión de nitratos no es lo único que afecta a nuestros ríos.
Los fosfatos afectan directamente a la viscosidad del agua, impidiendo que los huevos de invertebrados
se adhieran a las plantas acuáticas.

Presumiblemente, el impacto más dramático de los sistemas agrícolas actuales afecta a la propia infraes-
tructura que sustenta la producción de alimentos: nuestros suelos. La Universidad de Cranfield, una de las
instituciones más competentes del Reino Unido, ha llegado a la conclusión de que el 80% de los suelos
del Reino Unido están muertos. La Política Agrícola Común ha tolerado –de hecho, ha apoyado– la des-
trucción de la fertilidad natural de nuestros suelos. Los suelos se han convertido en un medio de cultivo
saturado de fertilizantes inorgánicos y una serie de plaguicidas. Las ciencias basadas en la agricultura han
sido muy inteligentes, pero no lo suficiente como para cartografiar las consecuencias no deseadas de los
plaguicidas utilizados. En el Reino Unido, el científico jefe del Departamento de Medio Ambiente, Alimen-
tación y Asuntos Rurales ya acepta esta afirmación. De hecho, en una reciente reunión con el secretario
de Estado, Michael Gove admitió que solo quedaban cincuenta cosechas en los suelos del Reino Unido.
La cuestión es que cada suelo tiene una capacidad de producción natural, en la que los niveles de fertili-
dad se desarrollan naturalmente a través del contenido microbiano saludable de los suelos. Como saben
ustedes, los suelos microbianos sanos contienen una amplia gama de especies de hongos que movilizan
elementos de fertilidad natural. El deficiente estado de nuestros suelos es una desgracia nacional y un
factor que afecta a la calidad de nuestro campo. La estructura de los suelos es deficiente, el contenido de
carbono de los mismos y su salud biológica también lo son. De hecho, gran parte de nuestra intervención
pública está destinada a revertir el declive de especies y hábitats: estamos gastando millones de libras en
«jardinería» para especies individuales, nos han seducido las «pieles y plumas». Pero hemos hecho la vista
gorda a nuestros suelos y eso tiene que cambiar.

Todos estamos observando con interés las discusiones que se están produciendo en los Estados Unidos
en torno al glifosato. Por supuesto, el glifosato es un plaguicida muy eficaz, al fin y al cabo mata las plan-
tas de alimentos de nuestros invertebrados y eso por sí solo es suficientemente malo. Lo que aún no he-
mos confirmado es el impacto que la sustancia química tiene en la flora intestinal de los invertebrados,
que posiblemente debilita la inmunidad de especies como las abejas. En toda Europa estamos asistiendo
el exterminio de invertebrados y habrá una reacción en cadena en otras especies, incluida la humana.

Cambio climático

Al mismo tiempo, todos experimentamos los efectos del cambio climático y, en el caso de la agricultu-
ra, las consecuencias son tanto a corto como a largo plazo. Un cambio climático implica un período de
transición, así que la primera pregunta debe ser: ¿volveremos a tener de nuevo un clima estable que
genere patrones climáticos predecibles en los que basar nuestro sistema agrícola? Por consiguiente,
hoy en día el medio urbano y el medio rural se enfrentan a un verdadero desafío: desarrollar resilien-
cia en el paisaje. Este desafío es todavía más difícil, habida cuenta de que el resultado final, si es que
lo hay, podría ser muy diferente de las proyecciones actuales. Asegurar un paisaje más resiliente en
las proyecciones actuales puede hacerse de muy diversas formas. Con una población mayoritaria-
mente urbana (80% urbana), se está prestando mucha atención a la gestión del agua, ralentizando
el movimiento, desde la caída de la lluvia hasta el drenaje de nuestros estuarios, para evitar la inunda-
ción de viviendas y negocios. Tenemos que admitir que durante demasiado tiempo las autoridades de

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planificación local no han prestado suficiente atención a restringir la construcción en la planicie alu-
vial. Pero también tenemos que reconocer que, debido a fenómenos meteorológicos más extremos,
estamos viendo asentamientos medievales que nunca antes se habían inundado sucumbiendo bajo las
aguas. No se trata solo de escorrentías, hay muchos lugares en la geología caliza donde la crecida de
acuíferos inunda bienes desde el subsuelo.

Así que se espera ahora que muchas explotaciones agrícolas participen en la protección de la in-
fraestructura urbana reduciendo el flujo, tolerando la inundación de tierras de cultivo, desmantelando
sistemas de drenaje, construyendo presas blandas y empujando a algunos lugares a abandonar por
completo la agricultura, permitiendo que los paisajes vuelvan a su estado agreste. Por otra parte, duran-
te el verano seco de 2018, una importante proporción de explotaciones agrícolas mixtas tuvieron que
utilizar heno, reservado para el siguiente invierno, porque la alternancia de cultivos dominada por la
hierba no sustentaba a los animales de pasto. Las excepciones fueron las explotaciones agrícolas que
habían adoptado una alternancia de cultivos rica en pastos en los que se pudo pastar durante la larga
sequía.

El cambio climático también ha dado un nuevo énfasis a la bioseguridad. La apertura de los mercados
mundiales, con la consiguiente importación de especies vegetales y animales, ha llegado en un mo-
mento en el que el calentamiento del clima también está dando lugar a un movimiento de especies
que migran para seguir el ritmo de los cambios. Nuestro Gobierno está especialmente alarmado por
la magnitud del fenómeno de robles ingleses moribundos y enfermos y la pérdida prevista de fresnos
debido a la acronecrosis, entre otros. La pérdida generalizada de biodiversidad en todo el país no hace
sino agravar la fragilidad de hábitats y especies de todo tipo. La importancia de reestructurar los paisa-
jes utilizando la propagación de procedencia local aún no se ha valorado en toda su dimensión, pero
se ve socavada por el cambio climático, lo que plantea dudas sobre la validez de la expresión nativo de.

El único índice del que podemos estar seguros es aquel en el que los paisajes ricos en diversidad de es-
pecies aparecen como más robustos y capaces de adaptarse más fácilmente a estos tiempos inciertos.
Procesos como los sistemas de agricultura intensiva, que actúan directamente contra esta diversidad,
crean los paisajes más vulnerables.

Cholderton Estate: ejemplo de buenas prácticas en agricultura sostenible

Dentro de la Unión Europea o fuera de ella, la agricultura en el Reino Unido va a tener que cambiar de-
bido a las consecuencias no deseadas que solo ahora empiezan a entenderse plenamente. En las 159
Áreas de Carácter, la rica diversidad garantizará que no se pueda aplicar una única solución al enfoque
insostenible de la agricultura y la producción de alimentos. Existen ejemplos de buenas prácticas en
todos los tipos de suelo a los que la comunidad agrícola puede recurrir en busca de ayuda. La trans-
formación de los sistemas agrícolas tiene tanto que ver con un cambio cultural como con los avances
científicos y tecnológicos. Por consiguiente, el motor más probable del cambio procederá del sector.
En este artículo no hay espacio para celebrar las mejores prácticas de todo el país, por lo que analizaré
un tipo de suelo infértil y cómo un agricultor en particular está haciendo frente a los desafíos que se
plantean en el sector.

Cholderton Estate es una finca de 1 000 hectáreas en suelo calizo llano, tierra agrícola de grado 3, ubi-
cado en el sur de Inglaterra, entre dos condados: Hampshire y Wiltshire. Una importante carretera
nacional, la A303, discurre por la finca. Tiene dos rebaños lecheros, un rebaño de ovejas Hampshire
Downs y la mitad de la explotación es cultivable. La finca se encuentra dentro del Área de Carácter de
Salisbury Plain y West Wiltshire Downs: las partes de la finca de Salisbury Plain corresponden a pai-
sajes ondulantes elevados, en contraste con los paisajes más confinados, íntimos y arbolados de West
Wiltshire Downs. La finca explota una pequeña empresa que suministra agua a 2 000 personas. El pro-
pietario es Henry Edmunds, un agricultor que basa su plan de producción de alimentos en aprovechar
el potencial de los sistemas naturales. La solución agrícola para producir alimentos en tierras tan
infértiles consiste en utilizar fertilizante nitrogenado inorgánico, pero Henry no utiliza ni un gramo de
nitratos, fija el nitrógeno del aire a través de un sistema integrado de gestión de cultivos. Utiliza plantas

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Figura 3. Henry Edmunds en un campo de esparceta en Cholderton Estate, Hampshire. [La esparceta fija el
nitrógeno transportado en la atmósfera, secuestra el carbono, estimula la actividad microbiana y sustenta a 18
especies de abejorros de las 23 registradas en el Reino Unido).

como alfalfa y esparceta de Hampshire para fijar el nitrógeno y lo libera lentamente en el suelo. Es muy
consciente del contenido de carbono de sus suelos y hace veinticinco años que dejó de utilizar plaguici-
das de cualquier tipo. La salud microbiana de sus suelos proporciona un nivel de fertilidad natural que
garantiza que su explotación agrícola prospere. La finca tiene amplias zonas de pastos permanentes y
en rotación, pero en ambos casos el contenido de hierbas en el pasto es alto, lo que da lugar a una gran
variación en la profundidad de las raíces en todo el perfil del suelo. Con este sistema su explotación
agrícola obtiene una serie de beneficios: amplia actividad microbiana, el secuestro de carbono, rica sa-
lud biológica, capacidad de retención de agua y una enorme resistencia a la sequía. También fomenta
activamente la diversidad de cultivos herbáceos como parte esencial de su enfoque agrícola. Sus setos
se manejan mediante rotación, cada uno con una amplia base y una «falda» rica en hierbas. Gracias
a la salud del paisaje no tiene problemas de babosas; el equilibrio que logra garantiza la presencia de
muchos de los escarabajos y erizos que comen babosas.

La finca está literalmente rebosante de vida silvestre: 1 500 especies diferentes de fauna y flora, inclui-
das 480 plantas vasculares, 137 aves diferentes, 752 tipos de polillas, 28 especies de mamíferos y 18
de las 23 especies de abejorros que existen en el Reino Unido. La experiencia paisajística es excepcional
frente a la mayoría de las explotaciones agrícolas, que son, por el contrario, estériles y poco saludables.
La finca es fiel a su carácter paisajístico.

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A pesar de no utilizar nitratos, el agua extraída del acuífero de la finca sufría una contaminación di-
fusa a 100 metros corriente abajo. La contaminación desde las fincas vecinas le obligó a adquirir
una planta de extracción de nitrato con un coste de 500 000 libras y gastos de explotación anuales
de 35 000 libras para llevar el contenido de nitrato del agua a niveles aceptables. Este es un ejemplo
de normas fallidas y de cómo las actividades en las explotaciones agrícolas rebasan los límites de la
explotación y afectan a la sociedad de muchas maneras. La contaminación del agua y de la atmós-
fera no se puede contener.

Acabamos de completar un informe de capital natural de Cholderton Estate comparándolo con una
unidad intensiva del mismo tamaño, tipo de suelo y tipo de producción. El informe incluye resultados
que rara vez se han medido antes, como las emisiones de gases que tienen un efecto en el cambio cli-
mático, la valoración del agua limpia y la biodiversidad. Combinando estos resultados con el valor de la
producción de alimentos, Cholderton Estate obtuvo un pequeño beneficio a lo largo de cincuenta años
de 1,2 millones de libras frente a una pérdida de 8,8 millones de libras. Este informe puede ponerse a
disposición de los lectores.

El dilema político

El enfoque del informe de capital natural ha centrado la atención en el coste real para la sociedad del
planteamiento insostenible de la agricultura. Esto cobra aún más relevancia cuando las propias estadís-
ticas del Gobierno demuestran que el 57% de los beneficios agrícolas en Inglaterra y Gales proceden
de la inversión pública. Nuestros sistemas reguladores han fracasado y el dilema al que se enfrenta el
Gobierno actual es que a todo el mundo le resulta fácil ver que los sistemas superficiales impulsados
por el mercado ya no son aceptables. Los sucesivos Gobiernos han tolerado la destrucción de nuestros
suelos, la contaminación de la atmósfera y del agua, la destrucción de ecosistemas y la extinción de
especies, la erosión de los paisajes culturales. Por otra parte, en una isla pequeña y muy poblada, tene-
mos que exigir resultados multifuncionales a la agricultura y al campo. Puede que no nos guste, pero
no podemos tratar la agricultura como cualquier otro negocio. Por consiguiente, el sector público tiene
que mantener el nivel actual de inversión en el sector agrícola, pero centrando los recursos a lo largo
del tiempo para cumplir la nueva agenda de producción sostenible de alimentos.

Dinero público para bienes públicos

El nuevo Plan Medioambiental en Inglaterra está abriendo nuevas vías, pero sigue evolucionando y se
encuentra bajo escrutinio. El Plan está introduciendo un Sistema de Gestión Medioambiental de Tierras
(ELM, por sus siglas en inglés), dirigido por primera vez a todas las tierras. En mi opinión, de la lista
de bienes públicos prioritariamente tiene que figurar la producción de alimentos de manera segura y
sostenible, pero esto es algo que aún tienen que asumir el sector agrario y el Gobierno. Tenemos que
aceptar que, con la adopción de una capacidad de producción natural de la tierra, se reducirán los nive-
les de producción y que esto ha de gestionarse con la reducción radical de los niveles de residuos entre
«la granja y la mesa». Las negociaciones comerciales deberían garantizar estos estándares revisados por
todas partes para que cualquier nación que nos suministre alimentos también se beneficie de la gama
de bienes públicos que figuran a continuación.

La restauración de los suelos de la nación para las generaciones futuras debería convertirse en un le-
gado del Brexit. El nuevo sistema no puede permitir que se gaste dinero público en sistemas que con-
taminan el agua y la atmósfera, destruyan ecosistemas y especies y erosionen paisajes culturales e
históricos. Un nuevo enfoque del desarrollo de resiliencia en la forma en la que gestionamos la tierra y
repoblamos el micropaisaje, creando un contenido microbiano saludable para los paisajes cultivados.
Por ejemplo, deberíamos prestar tanta atención a repoblar el paisaje con hormigas como a la reintro-
ducción de aves y mamíferos.

La reestructuración del paisaje para que recupere su buena salud es un reto enorme, que todos compar-
timos. Debemos explorar mecanismos que permitan una relación más proactiva con un público más

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amplio. Una relación que actúe como catalizador de la ciencia ciudadana, facilitando un acceso activo
para mejorar la salud y el bienestar como subproducto de las actividades de reestructuración.

El Gobierno ha aceptado la necesidad de un período de transición para que el sector se reposicione


y sea más sostenible. Lo que aún no está claro es el punto de corte entre el control a través de la re-
gulación y los niveles adecuados de financiación pública a largo plazo. Es esencial que se mantenga
el nivel actual de inversión pública en el sector (3 500 millones de libras durante el período del plan a
veinticinco años). Al mismo tiempo, la forma en la que se administra debe transformarse. El proceso
de desestimación adoptado por la UE ha dado lugar a un dominio por parte de los contables, y a que
se trate al conjunto del sector agrícola como potenciales estafadores y delincuentes. Debemos acep-
tar el nuevo concepto de distribución de la financiación a través de contratos individuales. Deben ser
contratos de doble dirección, de manera que retener dinero suponga un incumplimiento del contrato
por parte del Gobierno (tenemos un problema enorme en el Reino Unido debido a deficiencias de la
Agencia de Pago Rural). Los contratos deben ser contratos temporales no competitivos, con beneficios
declarados públicamente.

Estos nuevos contratos deberían basarse en planes agrícolas integrados, en los que el agricultor sinto-
nice sus necesidades de negocio agrícola, con la gama completa de bienes públicos. Es esencial que el
Gobierno articule la agenda pública en una escala que permita que el agricultor pueda ver con facilidad
cómo se relaciona esa agenda con las características específicas de su explotación: su tipo de suelo, su
microclima, su topografía, etc.

Revisión de paisajes protegidos

En el marco del nuevo Plan Medioambiental a veinticinco años, el Gobierno ha encargado una revisión
de los paisajes protegidos: Parques Nacionales (NP, por sus siglas en inglés) y Áreas de Belleza Natu-
ral Excepcional (AONB, por sus siglas en inglés). Estas denominaciones abarcan el 23% de Inglaterra.
Ambas denominaciones son iguales en términos de calidad, la diferencia radica en que, en el caso de
los Parques Nacionales, la Autoridad de Parques debe proteger y mejorar el paisaje y promoverlo para
recreo informal. En el caso de las administraciones de la AONB, su obligación es proteger y mejorar,
pero no promover el recreo informal. Las Autoridades NP tienen más poder, ya que son la Autoridad de
Planificación de la zona del Parque, mientras que en las AONB la función de planificación la asumen
las autoridades locales que cubren el área protegida. No obstante, ambas autoridades de paisajes pro-
tegidos son responsables de formular planes de gestión de tierras en sus respectivos paisajes protegi-
dos. Nosotros –el Instituto del Paisaje– hemos hecho un llamamiento para que se revisen los paisajes
protegidos por una muy buena razón: las dos Administraciones tienen la obligación legal de formular
planes de gestión, pero nadie está obligado legalmente a hacer nada respecto a los planes. Esto es muy
pertinente porque todos los recursos para realizar la principal tarea de protección y mejora del paisaje
está en manos de diversos agentes de la Administración y no de las autoridades responsables. Cada
uno de estos agentes tiene su propia agenda y no tiene obligación alguna de hacer nada en relación
con los planes de gestión reglamentarios.

La revisión ha brindado al país la oportunidad de modernizar la Administración de los paisajes prote-


gidos y de planificar las necesidades futuras de la sociedad, especialmente intentando desarrollar nue-
vos Parques Nacionales cerca del lugar donde viven las personas. El cambio individual más eficaz que
podría producirse como resultado de la revisión es elevar el estatus de los planes de gestión, exigiendo
que estos constituyan el marco para toda intervención pública en la gestión del suelo y los recursos na-
turales. Antes del Plan Medioambiental no había una agenda pública clara para el medio rural inglés, lo
que dio lugar a que planes de gestión anteriores no integraran la política nacional con las necesidades
locales. Esto ha cambiado y los nuevos planes deben cumplir una agenda pública nacional clara. Así,
en el caso de los paisajes protegidos, los agricultores podrán ver claramente la agenda pública estable-
cida para ellos a una escala que se relaciona con las explotaciones agrícolas individuales, pero ¿cómo
conseguimos esa claridad en el resto del país?

139
Áreas de Carácter Nacional: marco para la formulación, la ejecución y la rendición de cuentas
de la agenda

La nueva política nacional de gestión medioambiental del suelo debe establecerse a escala paisajística,
para satisfacer tanto las necesidades del sector agrícola como las de las comunidades locales, inclui-
do el público en general. La introducción del concepto de dinero público para bienes públicos debe
garantizar que el público comprenda plenamente el beneficio de invertir dinero público, por lo que la
inversión pública en la gestión de tierras debería ser mucho más responsable en el futuro. Si no se in-
culca un nivel de responsabilidad pública, desaparecerán los presupuestos existentes, porque existe la
percepción entre el público de que los agricultores son propietarios de tierras ricas y no deberían bene-
ficiarse de inversiones públicas. Por lo tanto, es necesario establecer claramente para el sector agrícola
cuál es la agenda pública y cómo se relaciona con las explotaciones individuales. También es necesario
que el público en general valore la agenda, exponiendo claramente lo que se está realizando para ellos.

La tercera cuestión es que la magnitud de la transformación que se está planteando es considerable y


no puede limitarse a mejorar las funciones del sector público. La transformación de la salud, tanto del
medio urbano como del medio rural, solo se logrará mediante la colaboración y la asociación entre los
sectores público, privado y del voluntariado. En el caso de nuestros pueblos y ciudades hemos puesto
a prueba la forma de Administración, pero en el caso de nuestro medio rural la Administración está
completamente fragmentada. Entonces, ¿cuáles son las opciones para establecer la agenda en térmi-
nos espaciales y cómo se debe administrar?

Ha habido presión para adoptar la cuenca hidrográfica, pero este planteamiento supone centrarse en
una única cuestión y la población no tiene conexión alguna con los límites de las cuencas hidrográficas
y no los entiende. Sin embargo, la gestión de las cuencas hidrográficas es un ejercicio crítico y tiene
que ser una de las actividades clave para obtener resultados. No tenemos una Administración regional
en el país, pero sí toda una gama de consejos de condado, autoridades unitarias y consejos de distrito.
Cada uno de ellos tiene la obligación legal de llevar a cabo la planificación del desarrollo, pero tiene
escasas competencias en la gestión de los recursos naturales; estas competencias corresponden a las
Administraciones centrales, como se ha expuesto anteriormente en este artículo. Los recursos de las
entidades locales se han limitado a las funciones estatutarias y, dada la presión sobre el gasto público,
es poco probable que se asignen nuevos fondos para incluir nuevas funciones.

Otra opción es utilizar el mapa de Áreas de Carácter Nacionales (NCA) como marco para la formulación
de la agenda, su ejecución y el trabajo en asociación. Existen razones económicas sólidas para utilizar
las NCA de este modo: se trata de áreas territoriales definidas por el modo en que han «respondido» a
la intervención humana. Este hecho permite que la sociedad sepa que la intervención futura en estas
áreas también responderá de manera coherente, siendo los resultados más predecibles. Están defini-
das científicamente por tipo de suelo, microclima, topografía, geología y ecosistemas. Por consiguien-
te, existen sólidas razones para adoptar este enfoque y, a medida que la sociedad comienza a otorgar
una nueva importancia a que la humanidad esté en sintonía con los sistemas naturales, adquiere aún
más pertinencia.

Cartografiar el carácter e implicar al público en general en la comprensión de sus paisajes debería con-
tar con mayor reconocimiento como inicio de un cambio en nuestra cultura, reconectando a la socie-
dad con los sistemas naturales y garantizando una gestión sostenible de los recursos naturales.

Reflexiones para concluir

La caracterización del paisaje inglés no solo ha cartografiado las ricas y singulares variaciones del campo,
sino que ha sentado las bases para perfeccionar las políticas de gestión, implicando al público en general
y estimulando la colaboración para transformar el aspecto multifuncional de todas las tierras. La produc-
ción de alimentos ha sido central en nuestros paisajes excepcionales y en una isla muy poblada, la pro-
ducción de alimentos debe seguir siendo la influencia más importante. Somos muy afortunados de tener
un clima y unos suelos que nos permiten ser autosuficientes en la producción de alimentos, pero no lo

140
somos. Importamos casi la mitad de lo que comemos y exportamos muchos alimentos. Reducir el des-
perdicio de alimentos, transformar nuestras dietas para ser más saludables y adoptar estándares sosteni-
bles, en particular aprovechando el potencial de los suelos naturalmente fértiles –que también mejorarán
el valor nutritivo de nuestros alimentos–, es el futuro.

Somos muy afortunados de no haber sufrido todavía los peores efectos del cambio climático, pero
nuestro reto consiste en incorporar la resiliencia a nuestro paisaje a través de su gestión, para benefi-
ciar tanto al sector agrícola como a las poblaciones urbanas. Esta agenda es una agenda compartida
para el resto del mundo y hay que perseguirla. Como consumidores de alimentos de otros países, tam-
bién debemos asegurarnos de no presionar a otros países para que adopten sistemas insostenibles a
través de nuestros estándares comerciales.

Por fin tenemos una visión para la gestión de todas las tierras en Inglaterra, esperemos que madure y
asegure un paisaje saludable que satisfaga todas nuestras necesidades.

Notas
1
Merrick Denton-Thompson es miembro del Instituto del Paisaje, del que fue presidente de 2016 a 2018. Ha trabajado tanto en
planificación local como estratégica. Ha sido miembro del Consejo fundador de Natural England, del Consejo de Cumplimiento
Transversal y del Grupo de Revisión Agroambiental, y ha dirigido el Rural Pathfinder para el sudeste de Inglaterra. En 2018, la
Universidad de Gloucestershire le otorgó el Doctorado Honorario en Filosofía. La Reina le concedió en 2001 la Orden del Imperio
Británico (OBE) por sus servicios a la educación por la creación de Learning Through Landscapes Trust.

141
Las Lomas del Marbella Club. Fotografía: José María Llano.

142
La protección paisajística en el derecho español
y comparado, en el 25º aniversario de la
aprobación de la Carta del Paisaje Mediterráneo
Carmen Fernández Rodríguez
Carmen Fernández Rodríguez, catedrática de Derecho Administrativo
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
[email protected]

Resumen
Desde que se aprobara la Carta del Paisaje Mediterráneo en 1993, en nuestro ordenamiento y en algunos otros sistemas
de derecho europeo, se han hecho intentos por proteger el paisaje ordinario. Los esfuerzos de integración normativa siguen
siendo el verdadero reto para la eficacia de la protección jurídica del paisaje.

Palabras clave
Paisaje ordinario, integración normativa, armonización.

Abstract
Since the approval of The Mediterranean Landscape Letter on 1993th, our Law and in other European Laws, there are at-
temps to protect the ordinary landscape. The efforts to integrate the landscapes normatives continue being the true handi-
cap to the effectiveness to the legal protection of the landscapes.

Keywords
Ordinary landscapes, legal integration, harmonization.

La Carta del Paisaje Mediterráneo y su influjo en la legislación paisajística española

La Carta del Paisaje Mediterráneo (Carta de Sevilla), firmada el 9 de junio de 1993 entre las regiones de
Sevilla, Languedoc-Rosellón y Toscana, constituye una declaración pionera en la protección del paisaje.

La carta ubica el paisaje mediterráneo entre los elementos identitarios de la cultura de Europa, partien-
do del hecho de que el paisaje es elemento favorecedor de una mayor calidad de vida. Su fin principal
implica una mayor concienciación y protección de los paisajes mediterráneos y prevé la adopción de
medidas específicas relativas a la identificación de los paisajes; el acercamiento de los ordenamientos
relativos al territorio, urbanístico, medioambiental; el estudio científico del paisaje o la formación de
especialistas, con el compromiso de las partes de realizar experiencias piloto conjuntas para la conse-
cución de estos objetivos.

Desde que, en el año 1993, se firmara esta Carta, el compromiso político por la protección del paisaje
se ha ampliado territorialmente en el seno del Consejo de Europa con la Convención Europea del Pai-
saje, firmada en el año 2000.

Trasunto de esos compromisos, el ordenamiento jurídico español y, especialmente, el autonómico,


vino a dar respuesta, en un primer momento, a las necesidades de protección de nuestros paisajes.
Expresión de ello fue la aprobación de leyes como la catalana, valenciana o gallega. Posteriormente,

143
Cantabria también afrontó la protección paisajística como un cuerpo legislativo distinto y diferenciado
de la legislación urbanística o medioambiental.

Del examen de aquellos primeros intentos de protección desde la Carta del Paisaje Mediterráneo se
deriva una línea de evolución en la que se advierte el gran esfuerzo de nuestros legisladores porque las
meras declaraciones de principios se convirtieran en mandatos imperativos para todos los agentes que
pudieran llegar a afectar a nuestros paisajes. Pero no es tarea sencilla, ya que la sensibilidad paisajísti-
ca requiere de educación y esta no es labor rápida, sino trabajada a lo largo del tiempo. De hecho, la
educación paisajística que fomenta la sensibilidad por nuestros paisajes y todo aquello que evocan es
uno de los primeros ejes de la política paisajística actual en nuestro país.

La tensión hacia un carácter más prescriptivo que


declarativo de las previsiones paisajísticas, a su
vez, se une al esfuerzo porque la protección jurídi-
ca del paisaje sea algo perfectamente integrado y,
a su vez, singular con el resto de legislaciones sec-
toriales, como la urbanística o la medioambiental.
La consideración anterior a la carta, según la cual
el paisaje se integra en los exclusivos parámetros
urbanísticos o medioambientales, estrecha la am-
plia e intangible definición que iniciaría la propia
Carta del Paisaje Mediterráneo, según la cual el
Figura 1. Paisaje mediterráneo, vista del pueblo y paisaje, su identificación y protección van más
la costa. Costa Azul, Francia. allá de sus valores culturales o medioambientales
(figura 1).

La propia carta, en su amplitud de concepto, constituye sin duda un hito en una amplia protección del
paisaje, de la cual luego dará cumplida cuenta nuestra legislación paisajística:

El paisaje puede ser considerado como la manifestación formal de la relación sensible de


los individuos y de las sociedades en el espacio y el tiempo con un territorio más o me-
nos intensamente modelado por los factores sociales, económicos y culturales. El paisaje
es así el resultado de la combinación de los aspectos naturales, culturales, históricos, fun-
cionales y visuales. Esta relación puede ser de orden afectivo, identitario, estético, simbó-
lico, espiritual o económico e implica la atribución a los paisajes por los individuos o las
sociedades de los valores de reconocimiento social a diferentes escalas, local, regional,
nacional o internacional. En mayor medida que cualquier otro, el paisaje mediterráneo
está profundamente marcado por la huella del hombre. Es producto de una cultura y de
una vida urbana refinadas. 2) Las definiciones precedentes hacen del paisaje un concepto
esencial en lo que se refiere al medioambiente, a la ordenación del territorio y la protec-
ción y la gestión del patrimonio cultural o natural (art. 1).

El paisaje, definido por sus dos elementos esenciales: territorio y percepción de la población, exige, por
su carácter ordinario y no especialmente sobresaliente, una ordenación, una protección y una gestión
específica. Sin embargo, el que el paisaje sea un bien jurídico distinto al territorio no obsta para que
sea necesaria su integración en el conjunto de la ordenación territorial, pues el territorio es, al fin y a la
postre, el elemento común al ejercicio de la competencia administrativa (figura 2).

Los modelos de derecho comparado de protección paisajística, mucho más maduros en su evolución
que el nuestro, nos demuestran haber abordado la principal tarea y hándicap de integrar el paisaje en
el conjunto de la ordenación territorial, pues tanto un modelo exclusivamente urbanístico como exclu-
sivamente paisajístico, en el caso del paisaje urbano, impide que el diseño de la estructura tenga en
cuenta elementos esenciales para el conjunto del paisaje, con lo que se termina añadiendo ficticiamen-
te a la ordenación urbanística y territorial (figura 3).

144
Figura 2. Paisaje mediterráneo: Málaga con montañas. Fotografía: Carmen Caro.

Figura 3. Paisaje mediterráneo: Corfú (Grecia).

145
Figura 4. Paisaje mediterráneo: Dubrovnik
Figura 5. Paisaje mediterráneo: Toscana (Italia).
(Croacia).

Los instrumentos urbanísticos singularizan exclusivamente los aspectos más territoriales del paisaje,
dejando al margen el elemento esencial de la percepción. De ahí que los modelos paisajísticos de dere-
cho comparado utilicen la integración normativa como eslabón imprescindible para unir lo puramente
territorial o urbanístico con lo sensorial que aporta la percepción del paisaje, sobre todo cuando son
exclusivamente motivos estéticos los que le destacan. Alemania es el paradigma de modelo de protec-
ción paisajística integrada en el urbanismo con cobertura legal (figura 4).

Los sistemas de integración normativa son, a este respecto, prácticamente desconocidos en el ordena-
miento paisajístico español, pues no existe una verdadera adaptación de los instrumentos existentes, ya
que cuando se ha pretendido llevar a cabo en un nivel legislativo, la misma no es completa. Las leyes de
desarrollo territorial1, las medioambientales2, las turísticas o urbanísticas planifican a veces el eje a partir
del cual gira todo el desarrollo sostenible de la región3. De modo que a ese eje se supedita una concreta
estética. En otras ocasiones, por el contrario, la falta de una planificación previa de los objetivos priorita-
rios de desarrollo da lugar, además de al contrafomento de inversiones anteriores realizadas con objetivos
diferentes, a un movimiento zigzagueante que impide un verdadero desarrollo sostenible del territorio,
porque atiende a objetivos dispares y, la mayoría de las veces, contradictorios entre sí (figura 5).

En todo caso, a partir de los programas y planes de desarrollo territorial, cualquiera que sea el ámbito
sectorial de la competencia o ámbito que se considere prioritario, la Administración pública va a actuar
siempre con claras consecuencias estéticas para la ciudad y su paisaje.

Y es que el ejercicio de la competencia con consecuencias estéticas es desigual, dependiendo de las


prioridades territoriales que se establezcan. No estamos hablando de la misma estética en el caso de
que esas prioridades sean industriales, mineras o económicas, en lugar de ser turísticas, culturales o
históricas. Incluso podría hablarse de una realidad imperante del sentido no estético en el ejercicio de
determinadas competencias. En todo caso, esas prioridades deberían siempre responder a una plani-
ficación previa de los objetivos, a partir de los cuales cualquier decisión administrativa y, en particular,
las de fomento de determinadas acciones, no deberían ser intervenciones aisladas que respondieran a
objetivos a corto plazo, sino que fueran intervenciones-eslabón de una acción permanentemente diri-
gida al logro de objetivos territoriales sostenibles a largo plazo en los que la estética del paisaje debería
jugar un papel fundamental, como ya sucede en algunas regiones (figura 6).

La falta de una ley que regule a nivel estatal los aspectos más estratégicos y de desarrollo global del
paisaje, hace que la ordenación sea territorialmente muy desigual cuando el interés y el derecho a
la percepción del paisaje debería, sin embargo, ser igual en todo el territorio. Esa desigualdad genera la
circunstancia –común, de otro lado sucede en el derecho comparado– de que los niveles de protección
son ciertamente diferentes de unos municipios a otros, según su sensibilidad paisajística. Si a ello se

146
Figura 6. Paisaje mediterráneo: Languedoc (Francia).

añade que la procedencia de la disposición sobre el paisaje puede ser muy diferente, estamos ante un
verdadero problema de integración normativa.

Los instrumentos propiamente paisajísticos –leyes, reglamentos de paisaje y ordenanzas del paisaje ur-
bano, denominados de esta forma– como herramientas omnicomprensivas de un concepto de paisaje
amplio, inclusivo de cualquier tipo de paisaje y de cualquier tipo de acción humana, pública o privada,
que pueda afectarle son tan recientes y singulares en nuestro país que, en la práctica, la eficacia de al-
gunas de las herramientas integradoras previstas en las recientes leyes autonómicas se ha de poner en
cuestión (figura 7).

El papel del Estado español en relación a la específica competencia paisajística no queda definido sino
cuando se produce el acto de ratificación del Convenio Europeo del Paisaje, de 26 de noviembre de
2007 –entrada en vigor 1 de marzo de 2008– :

[…] asume la responsabilidad del seguimiento internacional del Convenio, así como ta-
reas de información sobre el estado de la materia en España, difusión de los principios y
objetivos del Convenio, cooperación con las comunidades autónomas competentes para
la aplicación del mismo en sus territorios, e introducción en las políticas propias del Mi-
nisterio de la filosofía y los criterios relativos a los paisajes.

Por primera vez, pues, en nuestro país y como una política sectorial más, se asume la política del pai-
saje mediante un instrumento de ratificación (Fernández, op. cit.), aunque lo que es cuestionable es si
dichos términos resultan suficientes para la aplicación efectiva y la exigencia del ejercicio de compe-
tencias paisajísticas concretas derivadas del convenio en aquellas comunidades autónomas carentes
de una protección del paisaje ordinario por carecer de una ley específica.

La Convención Europea del Paisaje exige la adopción de muy diversas medidas, en particular la decla-
ración de zonas para la protección de las imágenes exteriores de los núcleos, de la escena urbana

147
Figura 7. Paisaje mediterráneo: Santorini (Grecia).

interior y de las vistas desde los núcleos consideradas de extraordinario valor; la adopción de medidas
de protección de los entornos paisajísticos y de las perspectivas de los monumentos ubicados dentro y
fuera de los núcleos; la protección de puntos de observación del paisaje –miradores–; la delimitación
de zonas de servidumbre escénica a lo largo de las carreteras, especialmente las que atraviesan par-
ques naturales u otros espacios protegidos; la garantía jurídica del acceso del público al paisaje urba-
no; la incorporación vía compra en el patrimonio
público de terrenos con valores paisajísticos dig-
nos de protección y el establecimiento de medi-
das para que los propietarios o usufructuarios de
terrenos con valores paisajísticos estén obligados
a llevar a cabo medidas de protección y gestión
del paisaje.

Sin perjuicio de la adhesión estatal a la Conven-


ción Europea del Paisaje, la competencia sobre la
ordenación del territorio en el que se integra jurí-
dicamente el paisaje, en cuanto territorio que se
percibe, es, en nuestro país, autonómica, lo que
se ha traducido en la aprobación de las únicas le-
yes de paisaje que han sido aprobadas en nuestro Figura 8. Paisaje mediterráneo: Positano (Italia).
territorio nacional: la valenciana, la catalana, la Fotografía: Pío Caro-Baroja.
gallega y la cántabra (figura 9).

148
El estado actual de la legislación paisajística en el derecho español y comparado

Constitución y Estatutos de Autonomía

En la lógica territorial de nuestro texto constitucional, el artículo 149.1.23ª señala que el Estado tie-
ne competencia exclusiva sobre las siguientes materias: «Legislación básica sobre protección del
medio ambiente, sin perjuicio de las facultades de las comunidades autónomas de establecer normas
adicionales de protección. La legislación básica sobre montes, aprovechamientos forestales y vías
pecuarias».

En el desarrollo de esta legislación básica de carácter medioambiental, pero también forestal, de


montes y demás legislaciones sectoriales, las comunidades autónomas, reflejan de forma ciertamente
tímida en sus Estatutos de Autonomía la competencia sobre el paisaje. En concreto, Baleares, en el
artículo 10.21 de su Estatuto de Autonomía, se refiere a su patrimonio paisajístico como competencia
exclusiva. Asimismo, La Rioja, en su artículo 9, se refiere a la competencia autonómica para legislar,
dentro de la legislación básica del Estado, «normas adicionales de protección del medio ambiente y
del paisaje». De forma muy similar, Galicia, en el artículo 27 de su Estatuto, se refiere a la competencia
exclusiva y, en los términos del artículo 149.1.23ª del texto constitucional, para establecer «normas
adicionales sobre protección del medio ambiente y del paisaje».

El resto de comunidades autónomas no hacen referencia al paisaje como título competencial que
frecuentemente integran o bien en el patrimonio o bien en el medio ambiente y normas complementarias
de ecología o, finalmente, en la ordenación del territorio o urbanismo: Cantabria –art. 25–; Castilla-La
Mancha –art. 32–; Castilla y León –art. 34–; Cataluña –art. 10–; Murcia –art. 11–; Andalucía –art. 15–;
Extremadura –art. 8–. Lo mismo sucede con Madrid, Canarias, País Vasco y Navarra, que se refieren
a la competencia para dictar medidas adicionales, ecología, vertidos y residuos.

La nueva generación de Estatutos de Autonomía da un mayor protagonismo al paisaje, no ya de forma


conjunta con la propia competencia medioambiental, sino en el reconocimiento del derecho a gozar
del paisaje y en el deber de su uso responsable. Es el caso del Estatuto catalán, en el que se prevé
explícitamente que «todas las personas tienen derecho a vivir en un medio equilibrado, sostenible y
respetuoso hacia la salud, de acuerdo con los estándares y los niveles de protección que determinan
las leyes. Tienen también derecho a gozar de los recursos naturales y del paisaje en condiciones de
igualdad, y tienen el deber de hacer un uso responsable de los mismos y evitar su despilfarro». El
nuevo Estatuto valenciano lo contempla de forma más vinculada a la tradición agrícola de la huerta
valenciana.

Por ello la Carta del Paisaje Mediterráneo, firmada en 1993 por Andalucía, Toscana y Languedoc-
Rosellón fue ciertamente pionera en el intento de la protección del paisaje a nivel local, como también
lo fue, con alcance más parcial ceñido al paisaje de montaña, la Carta Española de las Montañas del
20024, que declararía como objetivo principal:

[…] establecer principios, directrices y recomendaciones para el diseño de políticas inte-


grales capaces de garantizar la protección de las montañas (preservar sus valores natura-
les, paisajísticos y culturales) como única vía para garantizar la equidad, el bienestar y el
desarrollo equilibrado de sus habitantes, satisfaciendo, a la vez, las aspiraciones, intereses
y expectativas espirituales, recreativas, éticas, científicas, intelectuales y vitales del con-
junto de la sociedad.

En todo caso, con estas previsiones constitucionales, estatutarias autonómicas e internacionales no po-
demos afirmar la existencia de un sistema jurídico de protección del paisaje que aún necesita un im-
pulso legislativo y de integración importante.

149
Los escarceos normativos en torno a la protección
del paisaje siguen siendo muy parciales, locales
y poco integrados para la consecución del objeti-
vo más ambicioso de proteger un paisaje que no
sea especial o singular, sino cotidiano. Ejemplo de
ello –y, al margen de la protección de paisajes es-
pecíficos por sus cualidades medioambientales–,
en relación con el paisaje urbano, es la Ordenan-
za de los usos del paisaje urbano de la ciudad de
Barcelona de 26 de marzo de 1999 (Boletín Ofi-
cial de la provincia de Barcelona) o la Ordenanza
madrileña de protección del paisaje, de 5 de julio
de 2001 (BOCAM). De forma más parcial, la Ley
vasca de Desarrollo Rural 10/1998, de 8 de abril,
concreta la protección en el medio rural, sin ex-
Figura 9. Paisaje mediterráneo: Torre del Oro, presión de una protección específica del paisaje.
Sevilla (España). Asimismo, constituyen un intento parcial de pro-
tección del paisaje urbano en torno a la calidad de
la edificación, leyes como la madrileña –2/1999,
de 17 de marzo (BOCM)– y, desde luego, la más reciente Ley valenciana –3/2004, de 30 de junio (BOE
n.º 174)– y catalana –8/2005, de 8 de junio (BOE n.º 162)–.

Las leyes autonómicas del paisaje y su esfuerzo integrador

Disposiciones sobre el paisaje en nuestro ordenamiento las hay muy diversas, pero nos vamos a refe-
rir aquí exclusivamente a las expresiones de ley paisajística como un medio de individualizar la pro-
tección jurídica del paisaje ordinario, y no tanto a expresiones en leyes o disposiciones normativas de
carácter inferior a la ley, de paisajes especiales por su relevancia, bien sea medioambiental o patrimo-
nial cultural.

En nuestro ordenamiento, es la comunidad autónoma de Valencia la que hizo un primer esfuerzo legis-
lativo por integrar las exigencias paisajísticas en el conjunto de la ordenación territorial. No solo porque
ya a nivel de ordenación se conjugaran en la Ley 4/2004, de 30 de junio, la ordenación del territorio
y del paisaje, sino porque el Decreto 120/2006, de 11 de agosto, por el que se aprobó el Reglamen-
to de Paisaje para esta comunidad, abordaba los instrumentos concretos para esa integración, con la
previsión de normas de aplicación directa relativas a construcciones; situación o dimensiones de los
edificios; prohibición de colocación de determinados anuncios, carteles o vallas publicitarias o armoni-
zación de las nuevas edificaciones con las construcciones tradicionales. Las leyes de paisaje catalana y
gallega –mucho más sencillas y menos ambiciosas en cuanto a materia integradora se refiere– apenas
expresan los medios de integración normativa.

En la ley catalana –Ley 8/2005, de 8 de junio– se vincula el paisaje a la idea de constituir patrimonio
ambiental, cultural, social e histórico en la medida en que influye en la calidad de vida y que devie-
ne a menudo en recurso de desarrollo económico, en particular para las actividades turísticas, pero
también para las agrícolas, ganaderas y forestales. De otro lado, pero con un valor más vinculado al
medio ambiente, el paisaje contribuye a la preservación de la biodiversidad y constituye un factor
positivo en la prevención de los incendios forestales, la erosión del suelo e inundaciones –Preámbu-
lo– (figura 10).

Asimismo, la ley parte del contenido del Convenio Europeo del Paisaje, al que se adhirió el Parlamen-
to de Cataluña –a falta de ratificación por el Estado español– en diciembre del año 20005. Y, dando un
paso más, la ley catalana acepta la imposibilidad de que la misma pueda ser omnicomprensiva de todo
lo que pudiera afectar al paisaje. De modo que, aceptado uno de los problemas menos resueltos para la
efectiva protección del paisaje, la ley exige –y esto resulta fundamental– que las legislaciones sectoria-
les regulen el impacto paisajístico de las actuaciones urbanísticas y de las infraestructuras productivas

150
Figura 10. Paisaje urbano mediterráneo. Sevilla. Fototeca IPCE.

y extractivas, entre otras. Para lo cual, se entiende, deberá ordenarse el contenido y características de
esa declaración de impacto paisajístico, a nivel general y sectorial.

De modo que son los planes territoriales parciales o directores los que van a conceder uno u otro valor
a las directrices del paisaje y no es la propia Ley del paisaje la que, al margen de calificar estas directri-
ces como normativas, determine la eficacia y fuerza prescriptiva de las mismas. Según los casos, serán
estos planes territoriales los que indiquen si dichas directrices son de aplicación directa, de incorpora-
ción obligatoria; si se trata de exigir informe preceptivo del órgano competente o son una mera reco-
mendación.

El legislador gallego hace un doble retorno normativo también de dudoso valor prescriptivo en cuan-
to a la eficacia real de las disposiciones del paisaje se refiere, ya que en el artículo 10.4 de su Ley de
Paisaje exige en primer lugar que la directriz sea congruente con las determinaciones que en materia
de paisaje puedan derivarse de otros instrumentos normativos y, a su vez, cuando dichas directrices
ya han sido aprobadas, tengan carácter vinculante para los instrumentos de planificación sectorial y
urbanística. El problema, sin duda, es que dichos instrumentos normativos sectoriales o más amplios,
de ordenación territorial, la mayoría de las veces desconocen el paisaje como elemento limitador de la
acción pública o privada que puede afectar al territorio y su contemplación.

Y donde no existe limitación, cualquier directriz que limite en este sentido puede no resultar congruen-
te y, por tanto, difícilmente vinculante en los instrumentos de planificación derivados del ordenamien-
to paisajístico. Y es que el paisaje no se asume aún en esta legislación como un recurso u objeto que

151
pueda paralizar o impedir una determinada acción pública o privada que le afecte, sino como un ele-
mento que se debe tener en cuenta en la forma de ejecutar dicha acción.

De este modo, uno de los instrumentos previstos en la ley gallega (los Estudios de Impacto e Integra-
ción Paisajística) exige que todos los proyectos que deban someterse al procedimiento de Declaración
de impacto ambiental, según se establece en la legislación sectorial vigente, deben incorporar un estu-
dio de este tipo en el que se evalúen los efectos e impactos que el proyecto pueda provocar en el paisa-
je y las medidas de integración paisajística propuestas por dichas entidades. Se trata de una previsión
paisajística, no prohibitiva, sino correctiva o de menor impacto, que se integra dentro de la legislación
sectorial medioambiental y conforme a los criterios de esta otra normativa.

La ley cántabra 14/2014, de 22 de diciembre (BOC), responde al esfuerzo integrador y al objetivo de


que cualquier actuación administrativa que afecte al territorio cántabro tenga en cuenta el criterio pai-
sajístico –Preámbulo–.

Como instrumentos de ordenación se establecen con rango de decreto las Directrices y los Estudios
del Paisaje, que se suman a los ya existentes Planes Especiales y vienen a configurarse como piezas
básicas con vínculos directos con otros instrumentos de planificación territorial. Las directrices tienen
un carácter más estratégico y se conciben de forma que puedan ser desarrollados por los ulteriores
instrumentos de planificación a los que vincula. Los Estudios del Paisaje, por su parte, responden más
claramente a una técnica de planificación que, partiendo de los ámbitos paisajísticos, descompone y
caracteriza el territorio en atención a sus unidades, valores y objetivos de calidad. El vínculo directo en-
tre el paisaje y la ordenación del territorio se refuerza permitiendo a los instrumentos de planificación
territorial proponer directrices específicas.

Entre los instrumentos de aplicación, la ley propone los Proyectos de Actuación Paisajística, los Proyec-
tos de Restauración de Paisajes Degradados y los instrumentos de Análisis de Impacto e Integración
Paisajística. Los dos primeros, que pueden ser elaborados y ejecutados por el gobierno regional o los
ayuntamientos, tienen la finalidad de abordar la mejora y recuperación de paisajes de interés, estable-
ciendo unos contenidos y procedimientos mínimos. En el caso de los Análisis de Impacto e Integración
Paisajística, la ley viene a concretar y sistematizar un tipo de trabajo de tanta tradición como heteroge-
neidad metodológica –Preámbulo–.

Fuera de estos supuestos, seguimos ante un problema de integración en cuanto a que no se prevé
cómo hacer vinculante, en un instrumento de planificación no paisajístico, una directriz paisajística.
Sin perjuicio de ello, a veinticinco años de la Carta del Paisaje Mediterráneo, nuestra legislación
paisajística sigue adoleciendo de falta de eficacia de la directriz paisajística, por lo que difícilmente
se va a poder aprobarse disposición paisajística alguna que sea congruente con «las determinaciones
que en materia de paisaje puedan derivarse de otros instrumentos normativos», cuando las mismas ni
siquiera existen.

En aquellas comunidades autónomas carentes de leyes de paisaje específicas, las diferentes leyes
sectoriales estatales o autonómicas acogen, en su caso, una protección accidental del paisaje que
resulta ser la única aplicable, junto con la Convención Europea del Paisaje, sin perjuicio de la
normativa local que pueda tener en cuenta aspectos estéticos del paisaje urbano. El problema en
estos casos, que, de otro lado, constituyen la gran parte del territorio de nuestro país, es que no se
contempla la protección del paisaje en su integridad, como paisaje ordinario, sino que exclusivamente
protege el paisaje sobresaliente por razones medioambientales, culturales o históricas. De otro lado,
en ellos no se contemplan tampoco herramientas específicas de protección, ordenación o gestión
de los paisajes, ni un derecho sancionador específico; lagunas todas ellas que han provocado y
siguen provocando estragos, como se puede comprobar con echar una simple mirada al horizonte
(figura 11).

152
Figura 11. Paisaje mediterráneo. El Picacho, en Alcalá de los Gazules, Cádiz (España). Fotografía: José Sánchez
Rodríguez y Rafael Palomo López.

Lo local y lo internacional en la protección del paisaje: algunas reflexiones

Dentro del nivel local, el actual artículo 25.2 d) de la Ley 7/1985, de 2 de abril, de bases de régimen
local, se refiere a la competencia municipal de: «Ordenación, gestión, ejecución y disciplina urbanística:
promoción y gestión de viviendas; parques y jardines, pavimentación de vías públicas urbanas y
conservación de caminos y vías rurales» y, asimismo, en el número 25.2 e) acoge la referida al patrimonio
histórico-artístico y a la protección del medio ambiente –art. 25.2 f)–. Todas ellas, y, en especial, la
primera habilitan al municipio para acoger competencias específicas de gestión de las políticas de
paisaje, siempre que las mismas estén previstas por su comunidad autónoma respectiva, sin perjuicio
de la normativa básica estatal. Desgraciadamente, la falta de normas imperativas de aplicación directa
en relación con la preservación de los paisajes es lo que, mediante este título competencial, ha llevado
a muchos municipios a optar por un desarrollo urbanístico que en demasiados casos ni siquiera ha
contemplado la posibilidad de que el recurso paisaje pudiera constituir un límite de ese desarrollo
(figura 12).

Parece claro que el municipio ha de integrar al paisaje en la propia gestión urbanística, medioambiental
y de su patrimonio histórico-artístico, pero mientras no exista una competencia específica autonómica
que, de forma individual o integrada en otra ley sectorial, acoja las diferentes políticas sobre el paisaje,
este, de acuerdo a estos otros títulos competenciales, no protege el paisaje más allá de lo que prevean
las leyes sectoriales existentes que lo circunscriben a paisajes (figura 13).

153
Figura 12. Estribación norte sierra de Mariola. Paisaje mediterráneo, frutales en flor. Fotografía: Juan José
Ibáñez.

La competencia municipal relativa a parques y jardines, prevista en el artículo 25.2 d) de la Ley de


bases, sin más expresión normativa, no obstante, habilita al municipio a crear paisajes: jardines y
parques urbanos. Y ello, en cierto modo, permite afirmar una cierta cultura del paisaje en algunos
municipios, ya que uno de sus elementos es, precisamente, la creación de paisajes por puro placer.

Dentro del entorno nivel europeo, la legislación paisajística, según los casos, aparece más o menos
integrada en la legislación ambiental o de ordenación territorial más amplia y esto es algo que el
propio título de la ley, como título habilitante, nos demuestra. Es el caso de Alemania, con la Ley de
Protección de la naturaleza y conservación del Paisaje de 29 de junio de 2009; de Francia, con la Ley
24/1993, de 8 de enero de 1993, sobre la protección y la puesta en valor de los paisajes aprobada
por el Gobierno, o Italia, con el Código 42/2004 de los bienes culturales y del paisaje, con varias
modificaciones posteriores6; en Suiza nos encontramos con la Ley Federal, de 1 de julio de 1966, de
protección de la naturaleza y el paisaje, aprobada por la Asamblea Federal de la Confederación Suiza,
así como con la Ordenanza, de 16 de enero de 1991, sobre la protección de la naturaleza y el paisaje .

Sin lugar a dudas, pues, tras este somero análisis de la evolución que tras el primer intento de protección
paisajística local constituyó en su día la Carta del Paisaje Mediterráneo, el gran reto para la eficacia en
la protección jurídica de nuestros paisajes sigue siendo no solo o exclusivamente de sensibilización
educativa –que también–, sino de armonización e integración de la norma de protección del paisaje
ordinario, en la legislación sectorial, priorizando en las tensiones interpretativas, a favor del paisaje.

154
Figura 13. Hoya de Castalla. Paisaje mediterráneo. Fotografía: Juan José Ibáñez.

La consideración del valor del paisaje más allá del territorio, como constructo que incorpora historia,
cultura y estética, todavía sigue requiriendo de una labor técnica legislativa que no sea meramente de-
clarativa y que supere los embates de los intereses económicos que justifican el desarrollo y la prefe-
rencia de otros sectores de nuestro ordenamiento, como son el urbanístico o el energético.

En este sentido, declaraciones como las que fueron objeto de aquella Carta de 1993, siguen siendo ne-
cesarias, y probablemente más que nunca, para poner límites en la sensibilidad por nuestros paisajes.

Bibliografía

BOC, n.º 67, de 29 de diciembre.

BOCAM, n.º 164, de 12 de julio de 2001.

BOCM, n.º 74, de 29 de marzo de 1999.

BOE, n.º 162, de 8 de julio de 2005.

BOE, n.º 174, de 20 de julio de 2004.

Boletín Oficial de la provincia de Barcelona, n.º 146, de 19 de junio de 1999.

Fernández Rodríguez, C. (2008): «El paisaje, el medio rural y el patrimonio natural en las recientes iniciativas legislativas estata-
les», REDA, n.º 140.

155
Notas
1
La Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural, 45/2007, de 13 de diciembre, por ejemplo, prevé para el ámbito rural los
diferentes instrumentos de programación y planificación: los programas de desarrollo rural sostenible (PDRS): las directrices es-
tratégicas territoriales de ordenación rural (DETOR) y los planes por zonas rurales. Y en el ámbito urbano son las leyes de orde-
nación territorial y del suelo las que prevén las diferentes herramientas de planificación del desarrollo territorial en sus aspectos
más estructurales.
2
Del mismo modo, parte de la planificación medioambiental tiene como herramienta el Plan Estratégico Estatal del Patrimo-
nio Natural y de la Biodiversidad que se regula en los artículos 12 y siguientes de la Ley 42/2007 y se elabora por: «El Ministe-
rio de Medio Ambiente, en colaboración con el resto de los Ministerios y, en especial, con el Ministerio de Agricultura, Pesca y
Alimentación en lo que atañe a las áreas marinas y a los recursos pesqueros, y con el Ministerio de Fomento en lo que respecta
a la marina mercante». De tal forma que concreta la colaboración de estos otros ministerios solo en lo que a sus competencias
se refiere, a diferencia de lo que refiere la propia Ley para el desarrollo sostenible del medio rural que generaliza esta consulta y
colaboración en relación con previsiones de muy distinta naturaleza.
3
Véase C. Fernández Rodríguez (2008): «El paisaje, el medio rural y el patrimonio natural en las recientes iniciativas legislativas
estatales». (A propósito de la ratificación por España de la Convención europea del Paisaje, la Ley 45/2007, de 13 de diciembre,
para el desarrollo sostenible del medio rural, y la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.)
REDA, n.º 140.
4
La Asamblea de Naciones Unidas declaró el año 2002 como Año Internacional de las Montañas y, en este contexto, se elabora
la Carta Española de las Montañas, que hace una propuesta de coordinación de competencias destinadas a proteger los territo-
rios españoles de montaña, con la creación del observatorio o red de soporte para las áreas de montaña.
5
Resolución 364/vi, de 14 de diciembre.
6
Ley 2/2003 de la Asamblea Legislativa de la región italiana de Abruzzo, aprobada el 13 de febrero de 2003, en materia de
bienes paisajísticos y ambientales; Texto legislativo 107/2009 de la Asamblea Legislativa de la región italiana de Emilia-Romag-
na, aprobado el 30 de noviembre de 2009, en materia de protección o mejora del paisaje; Ley regional de 23 de abril de 2004
de la Región del Veneto en materia de paisaje; Ley regional, de 7 de octubre de 2009, relativa a la competencia regional y local
sobre paisaje; Ley 14/2008 del Consejo regional de la región italiana de Piamonte, aprobada el 16 de junio de 2008, en materia
de mejora del paisaje.

156
Caminito del Rey (Málaga). Fotografía: Carmen Caro.

157
Ronda. Fotografía: Carmen Caro.

158
Proyectos y actuaciones del Instituto Andaluz del
Patrimonio Histórico para la implementación
del Convenio Europeo del Paisaje
Silvia Fernández Cacho
Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico
Consejería de Cultura. Junta de Andalucía
[email protected]

Resumen
Desde que en el año 2000 el Consejo de Europa promulgara el Convenio Europeo del Paisaje, son muchas las acciones que
se han llevado a cabo desde los Gobiernos nacionales, regionales y locales para su aplicación. En España entró en vigor en
marzo de 2008 tras su ratificación y, desde entonces, se han multiplicado estas acciones a través de normas, estrategias,
catálogos y proyectos de diverso contenido y alcance. Desde la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía se han pro-
movido también numerosas iniciativas en esa dirección, muchas de las cuales han sido impulsadas por el Instituto Andaluz
del Patrimonio Histórico, a través de su Laboratorio de Paisaje Cultural.

Palabras clave
Convenio Europeo del Paisaje, Laboratorio del Paisaje Cultural, Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico.

Abstract
Since the promulgation of the European Landscape Convention by the European Council in 2000, several actions have been
taken by local, regional and national authorities in order to ensure its implementation. In Spain, the European Landscape
Convention was enacted in 2008, and since then multiple actions have been undertaken for its applications through rules,
strategies, catalogues and projects of varying scope and content. From the Culture Ministry of the Andalusian Government
several initiatives have been promoted to this end, including many supported by the Andalusian Institute for Historical Heri-
tage, through its Cultural Landscape Laboratory.

Keywords
European Landscape Convention, Cultural Landscape Laboratory, Andalusian Institute for Historical Heritage.

Introducción

El Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) es una agencia pública empresarial de la Conseje-
ría de Cultura de la Junta de Andalucía, reconocida como Instituto de Investigación en el Sistema Anda-
luz del Conocimiento, Unidad de Cultura Científica y de la Innovación por la Fundación Española para
la Ciencia y Tecnología y Laboratorio Abierto de Patrimonio de Europa (figura 1).

Desde su creación en 1989, el IAPH ha desarrollado su labor a través de proyectos y actuaciones para
la investigación e innovación, documentación, intervención, valorización y transferencia del conoci-
miento del patrimonio cultural, así como el establecimiento de pautas para su tutela. En este marco ha
ido incorporando los avances que, tanto desde el ámbito conceptual como operativo, se han ido produ-
ciendo en los últimos treinta años, desde la aplicación de las tecnologías de la información y la comu-
nicación para la gestión de la información patrimonial a la definición del proyecto de conservación de
bienes culturales o la documentación y estudio de los patrimonios emergentes, como el subacuático,
contemporáneo, inmaterial y paisajístico.

159
Figura 1. Entrada principal del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Fondo Gráfico IAPH. Fotografía: Juan
Carlos Cazalla.

Ya en 1993 se inició un primer proyecto de vocación territorial (Tejedor, Martínez Montiel y Fernández
Cacho, 1994) que se extendería al propio diseño conceptual del Sistema de Información del Patrimonio
Histórico de Andalucía, en el que la dimensión territorial del patrimonio cultural quedó muy tempra-
namente expresada a través de la elaboración de su primera cartografía digital de patrimonio cultural
también a mediados de la década de los noventa (Amores et al., 1997).

Será en 2000 cuando se inicien sus actuaciones en materia de paisaje cultural, a través de la ejecución
del proyecto europeo «Laboratorio del paisaje y los recursos culturales y económicos en sitios arqueoló-
gicos», dentro del programa europeo Cultura 2000, liderado por el IAPH. En este proyecto se establecie-
ron criterios de actuación en el paisaje de grandes sitios arqueológicos de España (Baelo Claudia), Italia
(Cortona), Portugal (Miróbriga) y Grecia (Tesalónica). En el caso español, este proyecto culminó con la
Guía del Paisaje Cultural de la Ensenada de Bolonia, que se reseñará más adelante (Salmerón et al., 2004).

Desde este momento, el IAPH ha desarrollado numerosos proyectos y actuaciones multidisciplinares


en colaboración con otras instituciones regionales, nacionales e internacionales, que han avanzado en
la aplicación de las medidas específicas del Convenio Europeo del Paisaje –en adelante convenio– aso-
ciadas a su implementación, a la identificación, evaluación de los paisajes, la definición de objetivos de
calidad paisajística y a la sensibilización, formación y educación en esta materia (Consejo de Europa,
2000).

Implementación del Convenio Europeo del Paisaje

Para aplicar las políticas paisajísticas, el convenio establece que cada Estado parte ha de comprometer-
se a desarrollar instrumentos destinados a su protección, gestión y/u ordenación –artículo 6.2.E–. En
la Recomendación CM/Rec (2008)3 del Comité de Ministros a los Estados miembros sobre las orienta-
ciones para la aplicación del Convenio Europeo del Paisaje se identifican las principales categorías de
estos instrumentos, entre las que se cita la creación de observatorios de paisaje, centros e institutos
(Consejo de Europa, 2008: ii.3.3). El IAPH creó, en 2005, su Laboratorio del Paisaje Cultural1 –en ade-
lante laboratorio–, fijado oficialmente en su estructura orgánica en 2008 dentro del Centro de Docu-
mentación y Estudios. A través del laboratorio, el IAPH aplica las demás medidas del convenio en el
marco de sus funciones estatutarias:

• Análisis, desarrollo y difusión de teorías, métodos y técnicas aplicadas a la protección, gestión y or-
denación de los paisajes culturales.

160
• Realización de informes, diagnósticos, proyectos y actuaciones en materia de documentación y es-
tudio de los paisajes culturales.

• Identificación y caracterización de los paisajes culturales andaluces para contribuir a su estudio y


conocimiento.

• Sensibilización, formación y educación en materia de paisajes culturales.

Además del conjunto de proyectos y actuaciones que desarrolla, algunas de las cuales se presentarán
más adelante, el laboratorio forma parte del acompañamiento científico de los instrumentos estratégi-
cos de coordinación de las políticas sectoriales a nivel nacional y autonómico, mediante su integración
permanente en las comisiones de redacción y seguimiento del Plan Nacional de Paisaje Cultural y de
la Estrategia del Paisaje de Andalucía.

• El Plan Nacional de Paisaje Cultural es impulsado por el Instituto de Patrimonio Cultural de España
(IPCE) del Ministerio de Cultura y Deporte en colaboración con las comunidades autónomas y en su
marco se definen metodologías y prioridades de actuación a la vez que se establecen las bases para
la salvaguarda de paisajes relevantes por su significación cultural (Ministerio de Educación, Cultura
y Deporte, 2015: 4).

• Por su parte, la Estrategia del Paisaje de Andalucía es un marco de referencia interdepartamental


en el que confluyen las diversas políticas sectoriales con competencias en la protección, gestión y
ordenación del paisaje a escala regional. Se trata de coordinar acciones para la cualificación y pre-
servación del paisaje mediante la definición de objetivos comunes (Junta de Andalucía, 2012). Uno
de estos objetivos es impulsar la recuperación y mejora paisajística del patrimonio cultural, pero su
presencia percola de forma transversal por el resto de objetivos (Acosta, Fernández y Fernández-
Baca, 2017).

De este modo, el IAPH participa de las acciones de integración del paisaje en las políticas e instrumen-
tos sectoriales, también señaladas por el convenio como instrumentos necesarios para su aplicación, a
la vez que, como se expondrá más adelante, aporta directrices y recomendaciones para la gestión de
lugares y paisajes protegidos y para la integración del paisaje en la normativa del patrimonio cultural
e histórico, a la vez que elabora informes sobre el estado de los paisajes culturales y las políticas que
les afecta.

Identificación, evaluación y objetivos de calidad paisajística

En su labor de documentación y estudio de los paisajes culturales de Andalucía, el laboratorio ha lide-


rado o colaborado en numerosos proyectos a distintas escalas espaciales y contextos territoriales orien-
tados a la identificación, evaluación y definición de objetivos de calidad paisajística. A continuación, se
exponen la metodología general de aproximación a este tipo de estudios en el IAPH y los principales
proyectos en los que se ha aplicado, desde la escala regional a la local.

Metodología

La metodología aplicada en los proyectos de estudio de paisajes ejecutados por el laboratorio es común
a todos ellos, con las particularidades derivadas de sus objetivos, su escala de aplicación y la experien-
cia acumulada por el IAPH a lo largo del tiempo. Con carácter general, destaca su vocación interdisci-
plinar y el empleo de un esquema de organización de la información que puede resumirse en (figura 2):

a. Identificación y localización: incorpora datos básicos para reconocer de forma preliminar el paisaje
objeto de estudio. Entre estos datos pueden incluirse la denominación, la provincia, el municipio o
la demarcación paisajística a la que pertenece, su clasificación funcional, cartografía contextual e
imágenes identificativas.

161
Figura 2. Esquema metodológico de los estudios de paisaje en el IAPH.

b. Caracterización: ofrece la descripción completa de los paisajes analizados a partir de cuatro bloques
de información, la referida al territorio, los procesos históricos, las actividades socioeconómicas y
las percepciones paisajísticas (figura 3).

− La información territorial incluye la relativa a sus características geológicas, geomorfológicas,


hidrológicas, climáticas, edafológicas, de ecosistemas, usos del suelo y articulación territorial,
entre otras.

− Entre los procesos históricos, se suelen seleccionar aquellos en los que se han producido cam-
bios sustanciales en el paisaje que son reconocibles en la actualidad, ya se trate de procesos es-
tructurales, coyunturales o acontecimientos históricos.

− Las actividades socioeconómicas explican, también, muchas de las características de los paisa-
jes culturales y suelen estar directamente relacionadas con su clasificación funcional. Las que
producen mayores transformaciones temporales o permanentes en el paisaje son, entre otras,
las mineras, agropecuarias, defensivas, industriales, festivo-ceremoniales, turísticas, residencia-
les, etc.

− El análisis de las percepciones sociales ha sido diverso en función de la escala de aproximación


y de los recursos disponibles, desde la imagen proyectada elaborada a partir del empleo de la et-
nografía virtual de forma poco formalizada a la realización de talleres participativos, entrevistas
o análisis de fuentes secundarias.

162
Figura 3. Esquema de caracterización paisajística.

c. Diagnóstico: supone un análisis de los datos obtenidos en la caracterización para identificar los
principales problemas que pueden afectar al paisaje objeto de estudio. El diagnóstico va frecuente-
mente asociado a una matriz que muestra sus debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades
(DAFO) que, en el caso de los proyectos del IAPH, se ha simplificado para resaltar las tendencias o
aspectos negativos y positivos más relevantes que se han de tener en cuenta para la definición de
los objetivos de calidad paisajística.

d. Objetivos de calidad paisajística: el convenio establece que los objetivos de calidad paisajística de-
ben recoger las aspiraciones de las poblaciones en lo que concierne a las características paisajísti-
cas de su entorno, y ello no es viable sin impulsar procesos de participación con esa finalidad. Así
pues, aunque se han definido de acuerdo a la caracterización y el diagnóstico previos, en los que la
percepción social juega un papel importante, hasta el momento los objetivos de calidad paisajística
definidos en los proyectos del IAPH tienen un carácter propositivo, ya que no han implicado de una
manera activa a la población concernida.

e. Medidas: a partir de la definición de los objetivos, se plantean las medidas necesarias para alcan-
zarlos. Estas medidas pueden ser genéricas o específicas, estas últimas más ensayadas en los pro-
yectos de escala local en los que se han llegado a definir los agentes implicados en su ejecución,
los antecedentes, resultados esperados y otros datos que facilitan su dimensionamiento y alcance.

De esta manera, se analizan los componentes del paisaje recogidos en la definición del convenio: el
territorio, la acción humana y la percepción social, incluyendo una dimensión fundamental desde
el punto de vista cultural, el tiempo. La vertiente propositiva permite, asimismo, facilitar acciones ope-
rativas para su ejecución por parte de los organismos e instituciones competentes en cada caso.

163
Todos los proyectos que se presentan a continuación han sido liderados por el IAPH, pero han colabo-
rado otras instituciones y profesionales, formando equipos de trabajo interdisciplinares. Ello ha permi-
tido integrar las aportaciones de diferentes disciplinas científicas como la arqueología, historia del arte,
arquitectura, biología, geografía, economía, antropología o la historia en el resultado final, que puede
consultarse en diferentes monografías y en su repositorio de activos digitales2.

Caracterización patrimonial de los paisajes andaluces

El objetivo principal de este proyecto fue incorporar al Mapa de Paisajes de Andalucía (Junta de Andalu-
cía, 2005) los factores históricos, culturales y patrimoniales que los caracterizan, así como recomenda-
ciones para su gestión, especialmente a través del planeamiento urbano y territorial. Del mismo modo,
se perseguía la definición de metodologías de análisis y evaluación paisajística partiendo de los valores
culturales del territorio a escala subregional.

La zonificación propuesta por el Mapa de Paisajes de Andalucía parte de una subdivisión del territorio
en seis categorías, veintiuna áreas, ochenta y cinco ámbitos y cuatrocientos veintidós tipos de paisajes.
Para la delimitación de los ámbitos se tenían en cuenta, entre otros, aspectos culturales, pero se planteó
la necesidad de profundizar en ellos a través de la construcción de un nuevo mapa de demarcaciones
paisajísticas.

Este mapa partía de la delimitación de los ámbitos para obtener, de acuerdo a sus características his-
tóricas y culturales, treinta y dos demarcaciones, que compartían sus principales rasgos ambientales,
sociales, históricos, patrimoniales y perceptivos a partir de una ficha que incluía la información relativa
a cada uno de los aspectos expuestos anteriormente en el apartado de metodología.

Tras su análisis multidisciplinar, en el que colaboraron las universidades de Sevilla, Pablo de Olavide y
Alcalá de Henares, se elaboró un diagnóstico que incluía una primera selección de paisajes de interés
cultural por cada demarcación y una serie de recomendaciones para orientar el planeamiento urbano
y territorial en el conjunto del territorio (Fernández et al., 2010; 2013).

La principal aportación de este proyecto ha sido trascender al estudio individualizado de los bienes cul-
turales para contextualizarlos como parte del sistema territorial en el que se integran (figura 4). De este
modo, el estudio aborda el análisis de los valores culturales de todos los paisajes, no exclusivamente de
aquellos destacados y singulares, sino también de los cotidianos y degradados, tal y como recomienda
el convenio.

Registro de Paisajes de Interés Cultural de Andalucía

A partir de los resultados del proyecto anterior se han identificado aquellos paisajes que, a una escala
local, son representativos de los valores culturales y naturales de cada demarcación paisajística, con-
feccionando el Registro de Paisajes de Interés Cultural de Andalucía.

Este registro está compuesto en la actualidad por un total de 116 paisajes distribuidos por el conjun-
to del territorio andaluz y clasificados en cinco categorías o sistemas de los que son representativos:
asentamiento, comunicaciones y transportes, seguridad y defensa, obtención y transformación de los
recursos y sistemas ideológicos y asociativos. A partir de estas categorías, se despliegan 12 tipos y 41
subtipos de paisajes culturales que, de forma principal o secundaria, permiten clasificar cada uno de
ellos (Rodrigo et al., 2012; Fernández et al., 2015; 2017).

Además de su clasificación, se ha procedido a la caracterización de cada paisaje a partir de una ficha


documental en la que se incluyen, como en el proyecto anterior, las características del medio físico,
procesos históricos, actividades socioeconómicas y percepciones sociales sobre cada uno de ellos. En

164
Figura 4. Ejemplo de cartografía de síntesis (Fernández et al., 2010: 302).

esta ocasión, la ficha integra también información relativa a distintos aspectos de su gestión, como
su posible protección, o la de algunos de los elementos del patrimonio territorial que lo integran, así
como las normas, directrices y recomendaciones del planeamiento urbano y/o territorial vigente que
pudieran afectarle. Para terminar, se realizan un conjunto de recomendaciones para promover el man-
tenimiento de sus valores.

Como ya se ha apuntado con anterioridad, este proyecto abarca la totalidad del territorio andaluz y,
aunque los paisajes de interés cultural identificados se analizan a escala local, el alcance del proyecto
no permite una aproximación detallada. Es por ello que la información producida es de carácter gene-
ral, exploratoria, un primer acercamiento que permite disponer de una visión global de sus principales
claves interpretativas sin profundizar en el diagnóstico o las medidas.

El Registro de Paisajes de Interés Cultural fue presentado en el Consejo de Gobierno de la Junta de An-
dalucía el 9 de febrero de 20163 y su difusión tuvo una amplia cobertura por parte de medios de comu-
nicación de ámbito nacional, regional y local (figura 5).

165
Figura 5. El Registro de Paisajes de Interés Cultural de Andalucía en prensa.

166
Guía del Paisaje Cultural de la ensenada de Bolonia

La Guía del Paisaje Cultural de la Ensenada de Bolonia centra su atención en un territorio en el que el
Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia (Tarifa, Cádiz) adquiere especial protagonismo (figura 6).

Figura 6. Paisaje cultural de la ensenada de Bolonia. Fondo Gráfico IAPH. Fotografía: Silvia Fernández.

El proyecto de esta guía se inició en el año 2000 y, durante los cuatro años siguientes hasta su publica-
ción (Salmerón et al., 2004), un equipo compuesto por profesionales de arqueología, historia, arquitectu-
ra, antropología, economía, geografía e historia del arte trabajó intensamente en su elaboración, con el
fin de esbozar por primera vez la metodología de trabajo que sería aplicada en los proyectos posteriores.

Cabría destacar de este trabajo tres aspectos fundamentales:

• La justificación del ámbito. La ensenada de Bolonia se presenta como una cuenca visual cerrada
por un cinturón de sierras al norte y abierta al mar por el sur. Esta configuración física proporcio-
naba una clara delimitación geográfica que fue acompañada de estudios arqueológicos y encuestas
a visitantes que complementaron esta justificación con factores de carácter cultural y patrimonial.

• Se realizaron extensos análisis de percepción social, tanto en relación con la percepción local como
del público visitante, de las instituciones, el arte, el consumo o las puramente sensoriales.

• Al considerar como patrimonio todo el paisaje de la ensenada, la guía propone un conjunto de pro-
yectos y actuaciones para su mejor conocimiento, gestión, protección y disfrute social, implicando
a todos los agentes sociales concernidos. Las propuestas proyectuales trascienden así el ámbito de
las acciones en los bienes inmuebles construidos y, además de los proyectos relacionados directa-
mente con estos, también se plantean otros para mejorar los puntos de observación paisajística, la
mejora de los ecosistemas en riesgo, la modernización de las infraestructuras, la reordenación ur-
banística y la mejora del medio rural, o la adecuación de las actividades económicas a los valores
culturales y naturales del paisaje.

Posteriormente, el IAPH tuvo la oportunidad de ejecutar un proyecto de intervención que integraba ac-
tuaciones que formaban parte de tres proyectos originales propuestos por la guía:

• Plan de acciones en el conjunto arqueológico de Baelo Claudia.

• Red de itinerarios culturales.

• Proyecto de paisaje para el borde costero de la ensenada.

167
En la intervención, financiada por el Ministerio de Cultura y Deporte, se planteó la adecuación del con-
junto arqueológico de Baelo Claudia a un nuevo proyecto museístico que mejoraba su recorrido interno
a la vez que lograba conectarlo visualmente con el mar e incorporaba dos sitios arqueológicos a itine-
rarios ya existentes en el parque natural del Estrecho mediante la mejora de sus accesos y recorridos:
la necrópolis prehistórica de los Algarbes y las tumbas antropomorfas de Betis (Fernández-Baca et al.,
2007; 2012; 2014). Esta intervención, finalmente ejecutada entre 2010 y 2013, recibió el premio Hispa-
nia Nostra en 2014 en la tipología «Premio a la intervención en el territorio o en el paisaje»4 (figura 7).

Figura 7. Intervención en Bolonia. Fondo Gráfico IAPH. Fotografía: Jesús Granada.

Guía del Paisaje Histórico Urbano de Sevilla

También a escala local, pero en un contexto urbano, se elaboró la Guía del Paisaje Histórico Urbano
de Sevilla, en la que se aplicó la misma estructura metodológica, pero orientada esta vez a un paisaje
urbano de alto valor patrimonial (figura 8).

Figura 8. Paisaje histórico urbano de Sevilla. Fondo Gráfico IAPH. Fotografía: Isabel Dugo.

168
Este trabajo es el producto de una colaboración entre el Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO
y el IAPH, iniciada en 1998 a través de reuniones multilaterales celebradas en Uruguay, España, Mal-
ta, Cuba y México. En ellas se avanzó en la definición de indicadores de conservación en ciudades del
Patrimonio Mundial, dadas las dificultades para equilibrar el ritmo y dirección de los cambios en estas
ciudades con la preservación de su valor universal excepcional. Como resultado de estas reuniones,
se publicaron dos monografías que reflexionaban sobre los principales problemas que se detectaban
en estos contextos urbanos. Finalmente, por parte del IAPH se realizó un estudio de caso aplicado a
la ciudad de Sevilla que, al incorporar el concepto de paisaje histórico urbano, permitía trascender el
de ciudad histórica para abarcarla junto con el entorno que la dota de coherencia territorial (Fernán-
dez-Baca et al., 2017).

En este proyecto, los valores culturales y naturales del paisaje histórico urbano de Sevilla se conciben
como el eje sobre el que pivotan el resto de políticas sectoriales involucradas en su gestión sostenible.
En apoyo a esta gestión, tras la caracterización y diagnóstico paisajístico, la guía despliega cuarenta y
dos medidas articuladas a través de cuatro objetivos generales:

• Regenerar el medio ambiente urbano y periurbano.

• Adecuar las infraestructuras territoriales.

• Fomentar las actividades socioeconómicas sostenibles.

• Cualificar la integración del patrimonio cultural en el paisaje contemporáneo.

Dado el alcance del proyecto, se realizaron diversos estudios de detalle sobre temas específicos de es-
pecial interés que fueron desarrollados tanto por parte del personal del IAPH como de profesionales
con una reconocida especialización sobre ellos. En el repositorio de activos digitales del IAPH pueden
consultarse estos estudios en su totalidad, así como los dos volúmenes de la memoria final y la publi-
cación divulgativa que resume sus contenidos5.

Sensibilización, formación y educación en materia de paisaje

Las actividades de sensibilización sobre los valores de los paisajes culturales andaluces se integran en
las actividades generales de difusión y divulgación científica del IAPH. Estas actividades se orientan
especialmente a tres grupos de destinatarios: población local, profesionales del patrimonio y ciudada-
nía en general.

a. Población local: se realizan visitas guiadas a paisajes de interés cultural especialmente dirigidas a las
poblaciones locales. De forma habitual, estas visitas se hacen coincidir con distintos eventos como
el Día Europeo del Patrimonio, el Día Internacional del Paisaje o la Noche de los Investigadores (fi-
guras 9.1 y 9.2).

b. Profesionales del patrimonio: la documentación técnica de los proyectos y actuaciones del Labora-
torio se difunden a través de la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía y de su repositorio
de activos digitales. Para potenciar esta difusión, se elabora mensualmente un boletín electrónico
en el que se incluye información de un paisaje del mes y noticias destacadas en materia de paisaje
–edición de libros, noticias en los medios de comunicación, eventos científicos o divulgativos, etc.–.
Este boletín se difunde tanto a través de envíos directos como de las redes sociales.

c. Ciudadanía en general: aunque cualquier persona puede beneficiarse de las acciones anteriores, se
desarrollan otras de manera sistemática con un público más amplio. Es el caso de las orientadas
hacia los medios de comunicación, las redes sociales y las propias visitas al IAPH, que incluyen a
personas y grupos de perfiles diversos como asociaciones ciudadanas, escolares, estudiantes uni-
versitarios, grupos de la tercera edad, etc. (figura 10).

169
Figuras 9.1 y 9.2. Jornadas Europeas del Patrimonio. Visita a los Jardines de Santa María del Buen Aire
(Castilleja de Guzmán, Sevilla). Fondo Gráfico IAPH.

Figura 10. Visitas de escolares al IAPH. Fondo Figura 11. Dinámica participativa en el curso
Gráfico IAPH. Fotografía: Candela González. «Metodología para la elaboración de una guía de
paisaje cultural» (Porto Alegre, Brasil). Fondo
Gráfico IAPH.

En cuanto a la formación y educación, el IAPH desarrolla una amplia agenda formativa, ya sea median-
te iniciativas propias como en colaboración con otras instituciones. Estas acciones formativas se han
orientado fundamentalmente a la impartición de cursos y talleres monográficos, así como a la forma-
ción individualizada a través de programas de becas y estancias de formación e investigación. A través
de ellas se promueve la transferencia de conocimiento, ya que, con carácter general, son diseñadas e
impartidas por el personal técnico propio que también imparte docencia en cursos y másteres promo-
vidos por otros organismos.

170
En materia de paisaje, es oportuno señalar que el IAPH también impulsa su propia agenda de acciones
formativas, pero algunas se desarrollan en colaboración con otras instituciones de ámbito regional, na-
cional e internacional, ya sea en formato presencial como participativo o de teleformación. Siempre
que ha sido posible, se ha tratado de organizar sesiones participativas, de modo que se propiciara el
trabajo en equipo de profesionales procedentes de diversas disciplinas para alcanzar resultados con-
juntos y promover la interdisciplinariedad. Entre ellas, pueden destacarse las acciones desarrolladas
en el ámbito iberoamericano y los propios cursos y talleres integrados en la oferta formativa del IAPH
(figura 11).

Principales acciones formativas del Laboratorio de Paisaje Cultural del IAPH (2008-2018)
Curso/taller Lugar Año Tipo Colaboración
Paisaje cultural, rutas e Ministerio Coordinador de
Quito 2009 Taller partipativo
itinerarios culturales Patrimoio de Ecuador
La gestión del paisaje Ministerio Coordinador
cultural. Metodología Seminario/taller de Patrimonio / Instituto
Quito-Urcuquí 2011
general y aplicación al participativo Nacional de Patrimonio
caso de Urcuquí Cultural de Ecuador
Lectura patrimonial
del paisaje. Concepto y Sevilla 2013 Taller participativo Programa formativo IAPH
caracterización
Conjunto Arqueológico
Paisaje y patrimonio Antequera 2013 Curso presencial
Dólmenes de Antequera
Conjunto Arqueológico
Paisajes de la Dólmentes de Antequera
prehistoria. Antequera 2014 Curso presencial y Real Academia
Investigación y gestión de Nobles Artes de
Antequera
Paisaje y patrimonio Instituto de Patrimonio
cultural. Introducción a Seminario Histórico-Artístico
Porto Alegre 2015
la lectura patrimonial presencial Nacional de Brasil /
del paisaje UNESCO
Instituto de Patrimonio
Metodología para la Porto Alegre/
Histórico-Artístico
elaboración de una Guía San Miguel de 2015 Taller participativo
Nacional de Brasil /
de Paisaje Cultural las Misiones
UNESCO
2015
Documentación de Módulo de
— Programa formativo IAPH
paisajes culturales teleformación
2017

Por otra parte, las becas y estancias formativas o de investigación promueven una formación más es-
pecífica, orientada a la consolidación de la trayectoria profesional o preferencias de la persona que las
solicita. Además de desarrollar alguna actividad específica propia, se organizan sesiones explicativas de
los distintos proyectos y actuaciones del IAPH, con especial atención a aquellos más conectados con la
temática concreta que van a desarrollar.

Las becas y estancias de formación o investigación son promovidas por el IAPH o por otros organis-
mos, frecuentemente a través de programas de prácticas curriculares de másteres universitarios o con-
venios de colaboración.

171
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culturales y ambientales», Boletín Informativo, Año ii, n.º 8. Sevilla: Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. 38-41.

172
Notas
1
Desde estas páginas expreso mi agradecimiento al personal técnico del laboratorio que durante estos años han desarrollado
los proyectos y actuaciones que aquí se presentan: Jesús Cuevas García, José Manuel Díaz Iglesias, Isabel Durán Salado, José Ma-
ría Rodrigo Cámara e Isabel Santana Falcón.
2
https://repositorio.iaph.es [consultado el 9/12/2018].
3
En: https://www.juntadeandalucia.es/organismos/consejo/sesion/detalle/75128.html [consultado el 9/12/2018].
4
https://premios.hispanianostra.org/portfolio/actuacion-paisajistica-en-la-ensenada-de-bolonia/ [consultado el 6/12/2018].
5
https://repositorio.iaph.es/handle/11532/324479 [consultado el 8/12/2018].

173
Alcántara en 1956, antes de la construcción de la presa.

174
La transformación del paisaje

175
Añana tridimensional. Fotografía: Landa-Ochandiano.

176
Conservación viva o el momento
de la arquitectura de paisaje
Manuel Rodrigo de la O Cabrera
Departamento de Composición Arquitectónica,
Grupo de Investigación Paisaje Cultural. ETS de Arquitectura,
Universidad Politécnica de Madrid
[email protected]

Resumen
El paisaje, en tanto patrimonio natural-cultural, trae consigo el reto de conservar áreas territoriales extensas cuya reali-
dad material y significado son dependientes de procesos dinámicos y complejos. La arquitectura de paisaje contribuye a
enfrentar este desafío aportando conceptos que enriquecen la teoría y la práctica de la conservación, al prestar atención
a la interacción entre los procesos ecológicos, sociales y económicos y no solo a la restauración de productos tangibles o
intangibles. Este artículo examina una selección de intervenciones paisajísticas en España que han considerado el paisaje
de especial interés cultural como patrimonio vivo: como un lugar que puede traer el pasado al presente y simultáneamente
mirar hacia el futuro.

Palabras clave
Arquitectura de paisaje, conservación viva, intervención, significado cultural.

Abstract
Landscape, as natural-cultural heritage, presents the challenge of conserving large territorial areas whose material reality
and cultural significance depend on dynamic and complex processes. Landscape architecture contributes to facing this cha-
llenge by providing concepts that enrich the theory and practice of conservation, paying attention to the interaction between
ecological, social and economic processes and not just restoring tangible or intangible products. This article studies a selec-
tion of landscape interventions in Spain that have considered a landscape of special cultural interest as a living heritage: a
place that can bring the past into the present and simultaneously look to the future.

Keywords
Landscape architecture, living conservation, landscape intervention, cultural significance.

En 2017 se otorgó por vez primera el Premio de Urbanismo Español, un reconocimiento a trabajos so-
bresalientes de planeamiento o diseño de espacios públicos en el ámbito nacional. El jurado adjudicó
el premio ex aequo al «Plan territorial especial del suelo no urbanizable de costas de Asturias», trabajo
de Ramón Fernández-Rañada, y al «Plan especial de protección y rehabilitación del conjunto histórico
artístico de Liérganes y su entorno municipal», desarrollado, entre otros, por Carlos de Riaño y Carlos
Ferrán. A pesar de que ninguno de los trabajos premiados lo hace explícito en el título, ambos com-
parten la actualidad de su objetivo: son instrumentos de ordenación del territorio para salvaguardar
paisajes a los que se reconoce un especial interés cultural.

Quizás se trate de una cuestión meramente circunstancial, pero hay quien puede ver en el fallo del ju-
rado un deseo por celebrar no tanto la innovación en el método –pues en ambos trabajos se señaló su
metodología clásica y convencional– como un cambio de prioridades en los asuntos objeto de ordena-
ción. Los trabajos premiados ilustran cómo los paisajes pueden ser ordenados y protegidos mediante
instrumentos específicos que enfatizan simultáneamente valores culturales y naturales. Planes integra-
dos de este tipo han supuesto un reto para las Administraciones, pues ya no es suficiente con delimitar
un área y establecer limitaciones a los usos del suelo y prohibiciones a las actividades humanas. Por
el contrario, en estos casos la ordenación y protección de los paisajes exigió propuestas de gestión

177
Figura 1. Liérganes y su entorno: vista del puente sobre el río Miera; al fondo, los Picos de Busampiro.
Fotografía: Javier Cotera.

creativa que incorporan una amplia gama de usos compatibles y aprovechan y cuidan los recursos pa-
trimoniales y ambientales.

La protección del conjunto histórico de Liérganes se podría haber enfrentado desde un enfoque tra-
dicional centrado en el valor histórico de los bienes inmuebles y su relación morfológica. Pero, en su
lugar, se reformuló la hipótesis de trabajo y se consideró el patrimonio natural como parte indisociable
de lo construido por el hombre: ambos se entrelazan en un paisaje que es la expresión morfológica,
funcional, percibida y simbólica de las relaciones históricas y actuales entre la sociedad local y la natu-
raleza1. La figura de conjunto histórico se expande, así, hacia la noción de paisaje cultural. Algo similar
sucede con el plan para la salvaguarda de la costa asturiana: si hasta ahora los instrumentos para la
protección de un paisaje costero provenían, fundamentalmente, del mundo de la conservación de la
naturaleza, el nuevo plan rompe con esa inercia al poner en valor la cultura, el sistema socioeconómi-
co y la dinamicidad del territorio (figura 1). En este sentido, ambos planes reflejan el cambio de actitud
hacia la conservación del paisaje inducido por el Convenio Europeo del Paisaje.

La salvaguarda del paisaje cultural requiere una gestión creativa, lo que a su vez exige explorar nuevas
hipótesis, estrategias e instrumentos de trabajo. Intervenir en un paisaje cultural es hacerlo en un bien
cuyo problema de autenticidad ya no recae únicamente en la veracidad material, sino en una amal-
gama de rasgos de espacio, tiempo, percepción e interpretación social o, dicho de otro modo, en su
significado cultural (Hernández, 2013: 174). ¿A qué paisajes se reconoce ahora un valor patrimonial?
¿Qué herramientas tiene a su disposición el especialista para intervenir y conservar de modo creativo
procesos y productos natural-culturales? Y, en definitiva, ¿cómo tratar el significado cultural? Estos inte-
rrogantes sobrevuelan hoy las intervenciones en paisajes culturales. El presente ensayo ilustra algunos

178
de los desafíos tomando como fuente de reflexión cinco ejemplos de actuaciones realizadas en España
en los últimos años.

Espacialidad

«Haría es un pueblo bellamente situado, rodeado de colinas cultivadas; numerosas palmeras e higueras
se alzan entre casas acomodadas.» Así lo describió la británica Olivia M. Stone (1887: 273) en Tenerife
and its six satellites, un diario de viaje en el que se relata, jornada a jornada, su experiencia de varios
meses recorriendo las Islas Canarias. Stone llegó a Haría el 24 de enero de 1884, durante su visita a la
isla de Lanzarote. «Luego fuimos a dar un paseo por el pueblo», continúa, «al otro lado del cual hay una
hermosa y extensa vista». «Un valle ancho y ondulado; una cuenca oblonga, salpicada de algunas casas
y bien cultivada se halla debajo y se adentra hacia una montaña, la Corona, que realmente la corona
en el lado más lejano.» «El sinuoso serpenteo del terreno y su contorno general, con las nobles líneas
de la montaña más allá, hacen que esta escena merezca el nombre de espléndida», valora la viajera
(Stone, 1887: 273).

Stone sintetiza en su descripción el valor que todavía hoy se reconoce al singular paisaje del valle de
Haría: una armoniosa relación entre el medio natural volcánico, la arquitectura vernácula, el palmeral
histórico y el aterrazamiento de las laderas para la producción agrícola tradicional (figura 2). En con-
junto, la expresión del modo en que el hombre se asentó durante siglos en este particular enclave del
norte de Lanzarote junto al Malpaís de la Corona. Los elementos hoy protegidos, en esencia el conjunto
histórico de Haría y el palmeral, están ligados en un Plan Especial de Protección, decisión que revela
una problemática similar a la advertida por el equipo redactor en Liérganes, al vincular la conservación
del conjunto histórico y el ámbito natural. Así, aunque el valle no está designado por las Administraciones
como paisaje cultural, la lógica de conservación llevó, en la práctica, a reconocer esta condición. El Plan
Especial dirigido por Walter Beltrán identifica amenazas para el valle en la mengua de la agricultura tra-
dicional, la pérdida de biodiversidad y el demérito del carácter de las construcciones locales (Beltrán,
2016). Para frenarlas propone, entre otras medidas, rehabilitar el patrimonio construido, reordenar la
circulación territorial y mejorar el estado ambiental de los ecosistemas rurales, urbanos y de borde. La
hipótesis de trabajo, por tanto, es aquella de la ecología, en la que «cultura» y «naturaleza» ni se confun-
den ni se separan, sino que se entretejen por todo el paisaje.

Pero el relato de Stone introduce otra realidad del valle de Haría que progresa desde hace más de un
siglo: el turismo. Hoy, los operadores ofrecen excursiones breves al lugar como complemento a la ofer-
ta de actividades para el turismo de sol y playa. Beltrán vio en este formato de visita una amenaza
adicional que podía desvirtuar la naturaleza del plan de protección del valle y, como en tantos otros
paisajes o sitios de interés cultural, terminar creando «un decorado a partir de la preservación» (Beltrán,
2016). Para enfrentarlo propone un nuevo aprovechamiento turístico del patrimonio cultural y natural
dotando al sistema territorial de «contenido funcional disperso»: una especie de «hotel difuso» para el
turismo cultural ligado al paisaje (ibid.). Este «conjunto integrado de intervenciones» podría contribuir
a gestionar mejor el lugar como conjunto, generar dinámicas territoriales para mantener la identidad
del entorno y proveer al turista de una experiencia que incite interpretaciones más profundas de los
valores asociados al paisaje.

El Plan Especial de Protección del valle de Haría deja ver cómo la salvaguarda de un paisaje cultu-
ral, por su escala espacial, desplaza frecuentemente los problemas de conservación del patrimonio
cultural a la ordenación del territorio. Hasta hace escasas décadas, solo la conservación de la natura-
leza manejaba cifras semejantes en términos de superficie. Se trata de un incremento de extensión
que necesariamente pone en crisis la pertinencia y eficacia de los criterios y los métodos clásicos de
intervención en el patrimonio cultural. En este sentido, la salvaguarda del valle de Haría ha exigido con-
siderar una variedad de procesos de interacción biofísicos y culturales: desde lidiar con la erosión del
terreno a proveer objetivos de desarrollo socioeconómico; desde rehabilitar el carácter de la arquitectu-
ra vernácula a buscar un nuevo impulso para determinadas actividades tradicionales; desde poner en
valor la belleza de las formas del paisaje a garantizar una experiencia estética de calidad para el turista.

179
Temporalidad

Caldes de Montbui fue fundado en época romana y, desde entonces, es conocido por sus aguas ter-
males. Desde la antigüedad este pueblo barcelonés empleaba el excedente de agua de los balnearios
para abastecer los lavaderos públicos y, en época de sequía, para regar las conocidas como Hortes de
Baix: un área de regadío anexo al centro histórico que desciende por la ladera en varias terrazas y está
profundamente ligado al sentido del lugar (Ehrmann, 2016). El desarrollo urbano del siglo xx llevó a
cubrir los cursos de agua, deterioró las acequias y unió las redes de saneamiento y de evacuación de
aguas termales. Se rompió así el tradicional sistema de gestión del agua y los habitantes abandonaron
las huertas, con el consiguiente deterioro de los bordes del centro histórico y el desarraigo cultural del
emplazamiento.

En una reciente actuación, los equipos de Cíclica y Cavaa Arquitectes han rehabilitado el sistema de
irrigación y han diseñado un exitoso plan de gestión basado en la participación de la comunidad (figu-
ra 3). El diseño considera la autogestión del agua como la «imagen de la identidad local» y como «parte
de su imaginario colectivo» (Albareda y Serra, 2014). El trabajo requirió el diagnóstico socioeconómico
del territorio, una cuidada representación cartográfica de las huertas, las infraestructuras y los recur-
sos ambientales y el estudio de las demandas y las prioridades de los habitantes (figura 4). De esta
manera, el resultado de la intervención no ha sido tan solo la recuperación de las huertas, esto es, de
las estructuras materiales que enraízan el asentamiento histórico en su contexto geográfico, sino una
actualización del compromiso de la comunidad con su patrimonio inmaterial (Albareda y Serra, 2014).

Formalizando también un singular uso del ciclo del agua, se explota la marisma del interior del valle
salado de Añana, al sur de la provincia de Álava. Desde el siglo ix, el agua salada de los manantiales se
canalizó para anegar un sistema de eras o terrazas donde producir sal por evaporación y precipitación

Figura 2. Vista del conjunto histórico y palmeral de Haría. Autor desconocido.

180
Figura 3. Vista de las Huertas Termales en Caldes de Montbui tras la recuperación del sistema de riego.
Fotografía: Adrià Goula.

Figura 4. Huertas Termales en Caldes de Montbui: axonometría del área de actuación y sociograma del proyecto.
Cortesía de CICLICA (space, community and ecology) y CAVAA.

181
Figura 5. Vista general del Valle Salado con la villa de Salinas de Añana al fondo. Fotografía: Alberto Calderón.

natural. El diseño y crecimiento del sistema original estuvo determinado por los límites ecológicos que
los productores de sal aprendieron empíricamente (Plata, 2008, 2003). Condiciones que se hicieron
evidentes cuando su deseo de aumentar la producción los llevó a extender el área de producción. Al
instalar dispositivos de bombeo para inundar las terrazas que estaban en niveles por encima del ma-
nantial, el sistema colapsó y, durante un tiempo, su funcionamiento fue deficiente. Ya en el siglo xx
la actividad de las salinas, en línea con la transformación industrial del país, cesó casi por completo.

Tras décadas de abandono, un proyecto liderado por Landa-Ochandiano Arquitectos ha permitido recu-
perar gradualmente la actividad de producción y guiar la reconstrucción de las eras y la infraestructura
de conducción de agua (Landa y Lasagabaster, 2003) (figura 5). El diseño reconoce los límites del sis-
tema ecológico de producción, combina la actividad tradicional con la actividad turística y el ocio e
implica decisivamente a la población local. El plan emplea un sistema de documentación espacial tridi-
mensional, con posibilidad de integrar información de origen diverso, plantear las etapas de gestión y
tomar decisiones estratégicas (Landa, 2003) (figura 6). Entre sus principales objetivos se encuentran la
documentación exhaustiva de las características del paisaje, establecer los límites de la actuación y su
área de amortiguación, desarrollar el protocolo de restauración y determinar las condiciones de gestión
y actividad «para fomentar su uso, disfrute y rentabilidad» (Lasagabaster, 2006: 141).

Los ejemplos citados dejan ver cómo el incremento de extensión de los bienes culturales ha traído con-
sigo un cambio en la filosofía de la intervención. Al actuar sobre ellos no procedía limitar la actuación
a la mera estabilidad material, es decir, a rehabilitar estructuras y formas físicas, tampoco a la recupe-
ración ambiental. El valle de Añana y las Hortes de Baix han requerido diseños basados en la ecología
y estrategias de gestión para lograr paisajes multifuncionales capaces de integrar innovación social y
cultural. Esto ha permitido aspirar a entornos sostenibles desde los enfoques ambiental, social y eco-
nómico. Para ello los diseños se han apoyado en sistemas de información espacial y de visualización

182
Figura 6. Modelo tridimensional de restauración de las eras. Plan Director del
Valle Salado de Añana, 2008. Cortesía de Landa-Ochandiano Arquitectos.

183
Figura 7. Vista del Club Mediterranée, probablemente en los años sesenta. Annals de l’Institut d’estudis
empordanesos, vol. 32: 318.

y simulación digital, junto a herramientas y modelos integrados provenientes de disciplinas como la


ecología, la antropología o la sociología.

Los instrumentos de planificación del Valle Salado y de las Hortes de Baix identifican una compleji-
dad de componentes y procesos en el paisaje cultural y actúan bajo un enfoque holístico en diferentes
escalas: desde construcciones individuales a áreas geográficas amplias. Pero, igual de importante, su
conservación también opera a través del tiempo, para lo que han requerido documentar información
del pasado y el presente y proponer, desde ahí, actuaciones de planificación y diseño para el futuro
(Chusid y Minner, 2016). Las herramientas utilizadas por los profesionales de la conservación, por lo
tanto, no solo incorporan la capacidad de visualizar y analizar paisajes en varias escalas, sino tam-
bién proporcionar «una ventana adicional a la dimensión del tiempo» (Chusid y Minner, 2016). La
intervención se ve obligada a comprender la evolución de los paisajes culturales a través de su lectura
diacrónica, es decir, como resultado de un proceso de construcción no finalista que reconoce su natu-
raleza evolutiva. Desde ese punto de vista, los proyectos para Caldes de Montbui y Añana proponen un
modo de conservación viva.

Percepción, memoria y significado cultural

En el Parque Natural del Cap de Creus se emplaza el paraje de Tudela, un «paraje mitológico» que es «geo-
logía pura… sublime Atlántida geológica», según la descripción de Salvador Dalí, quien halló inspiración
en la singularidad plástica de sus rocas. Este enclave costero fue perturbado en los años sesenta por el
crecimiento del turismo en la Costa Brava y la construcción de un centro vacacional, el Club Mediterranée
(Musquera, 2004; García y Tenez, 2017). Si bien el complejo se había proyectado con una arquitectu-
ra celosamente integrada en el paisaje (figura 7), ampliaciones posteriores y el incremento del flujo de
visitantes terminaron por convertirse en una amenaza para los valores geológicos y ambientales del
lugar (Puiguriguer, 2011). Con la protección del Cap de Creus a finales de los años noventa, el Ministerio
de Medio Ambiente impulsó su derribo y, entre 2005 y 2010, el equipo de EMF paisatge abordó la restau-

184
Figura 8. Vista de la vía principal a través del rehabilitado paraje de Tudela, con floraciones de pegmatita en el
sendero y elementos que indican el recorrido al fondo. Fotografía: Pau Ardèvol.

ración ambiental del paraje de Tudela. El proyecto comprendió la demolición selectiva de edificaciones,
la extracción de plantas invasoras, la actuación sobre la orografía y los drenajes para restablecer las diná-
micas de erosión y sedimentación y la creación de una infraestructura para el uso público. En este último
aspecto, el diseño define una red jerarquizada de senderos y miradores para la contemplación de las ro-
cas con formas animales y otras vistas singulares, consiguiendo, en conjunto, «destilar» los valores del
paisaje y «coreografiar» la experiencia del recorrido (Franch, 2017) (figura 8).

Junto a otra roca que trae a la mente la forma de un animal, A Pedra da Rá –piedra de la rana–, el arquitecto
Carlos Seoane proyectó, en 2016, la recuperación de un mirador sobre el parque natural de las dunas de Co-
rrubedo y el horizonte del océano Atlántico. La actuación se ha de contextualizar junto a un plan territorial
del municipio coruñés de Riveira, en el extremo de la península de Barbanza, para facilitar la apreciación del
patrimonio natural y cultural y su instrumentalización en el desarrollo local. Seoane resta protagonismo a la
arquitectura, eliminando los excesos de la construcción que se alzaba anteriormente sobre la mole megalíti-
ca, recicla materiales e incorpora texturas y colores que se diluyen en el lugar; cediendo así el protagonismo
al paisaje circundante (figura 9). El autor ha señalado que los recorridos propuestos por el nuevo diseño tra-
tan de alejar al visitante de la visión estática y única para, en su lugar, generar recorridos que lo inciten a la
contemplación activa, a la visión en movimiento y a descubrir «otras dimensiones sensoriales más allá de
la meramente visual» (Seoane, 2017).

Al hablar de rasgos de espacio y tiempo en un paisaje cultural no solo se hace referencia a su dimen-
sión funcional, es decir, a los procesos que le dan forma. Junto a ellos coexiste, sin posibilidad de
disolución, una realidad sensible que se experimenta y constituye el núcleo del significado cultural:
los paisajes culturales tienen una compleja temporalidad que se manifiesta en los valores asociados al
lugar (Malpas, 2003; Buggey, 2000; Ingold, 1993). Las actuaciones en el paraje de Tudela y A Pedra da
Rá se sitúan en torno a parques naturales y reconocen explícitamente la importancia de la dimensión
funcional del paisaje en las decisiones de diseño. Incorporan sus procesos, incluidas las actividades
humanas, las estructuras socio-históricas y las funciones ecológicas. Pero, aún más, han considerado la

185
Figura 9. Vista del parcial del mirador de la Pedra da Ra tras la intervención de Carlos Seoane. Fotografía: Ana
Amado.

relación experiencial con la fisicidad del paisaje, con su forma, visión y estructura. Es decir, reconocen
los componentes del paisaje que son percibidos por los sentidos y dotados de significado por el enten-
dimiento (Español, 2010; Siemmel, 2013 [1913]).

Corolario

En las proyectos de Haría, Caldes de Montbui y Añana se ha hecho referencia aquí, fundamentalmen-
te, al tratamiento de la materialidad y funcionalidad del paisaje. Sin embargo, en estas tres actuaciones
también podría ponerse el foco en la búsqueda de una experiencia sensible, tal como se ha apuntado
sobre los proyectos del paraje de Tudela y Pedra de Rá, y viceversa. A propósito de esta corresponden-
cia, el célebre ecólogo español González Bernáldez conceptualizaba el paisaje como la dialéctica entre
un «criptosistema», algo así como su arquitectura interna de relaciones funcionales y formales, y un «fe-
nosistema», que incluye su apreciación fenomenológica o sensible (González, 1985). Desde este punto
de vista, la salvaguarda del paisaje patrimonial requiere intervenir sobre productos y procesos –y de ahí
la relevancia de avanzar hacia una integración efectiva de las ciencias naturales y sociales en el diseño,
como se ha visto–, pero también evocar el conjunto intangible de imágenes, mitos, símbolos y aspira-
ciones que intervienen en la construcción de la memoria y de la identidad colectiva (Schama, 1995).
Y en última instancia, la memoria emerge con la percepción, de modo que la experiencia estética del
sujeto en el lugar se convierte en asunto central para que se manifieste el sentido del lugar. ¿No es pre-
cisamente esto lo que ocurre en los proyectos revisados cuando brindan como experiencia el placer
ligado al reconocimiento desatento del valor patrimonial –ecológico, ético, cultural, social– del paisaje?

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Notas
1
Parafraseando el Plan Nacional de Paisaje Cultural.

187
Puente del AVE sobre el arroyo Valdesaelices en Miraflores de la Sierra, Madrid visto desde el cerro de San Pedro
(1426 mts.). Fotografía: Ana Berrocal Menárguez y Pedro Molina Holgado.

188
Los retos paisajísticos en el diseño
y construcción de obras
Ana B. Berrocal-Menárguez
Departamento de Ingeniería Civil: Transporte y Territorio.
Universidad Politécnica de Madrid
[email protected]

Pedro Molina-Holgado
Departamento de Geografía. Facultad de Filosofía y Letras.
Universidad Autónoma de Madrid
[email protected]

Resumen
Las obras públicas se encuentran entre los elementos generados por la actividad humana de mayor relevancia paisajística.
Como componentes materiales concretos del paisaje son realidades visibles, fruto del proceso histórico y, por tanto, inte-
gradas en los ámbitos donde se ubican, parte esencial de la memoria del paisaje. Pueden poseer, además, un alto poder
transformador del territorio por su relevancia en la dinamización de los procesos económicos y, por ello, contribuir inten-
samente en el modelado y en la dinámica del paisaje. En este trabajo se revisa la importancia de las obras públicas en el
paisaje como elementos caracterizadores y, en su caso, articuladores del mismo. Se proponen además diversos criterios
para contribuir a incrementar su valor paisajístico porque se considera que una obra bien integrada en un paisaje es un
elemento que, además de incrementar su valor, lo carga de contenidos y significados valiosos. Pueden adquirir así las obras
un valor patrimonial singular, imposible de disociar y sustraer de los contextos territoriales donde se han ubicado y de los
paisajes que han contribuido a crear.

Palabras clave
Obra pública, paisaje, integración, patrimonio.

Abstract
Civil engineering is amongst the elements generated by human activity with the greatest landscape relevance. As concrete
material components of the landscape, they are visible realities, the fruit of the historical process and, therefore, integrated
into the areas where they are located, an essential part of the memory of the landscape. They can also have a high trans-
forming power of the territory due to their relevance in the dynamization of economic processes and, therefore, contribute
intensely to the modeling and dynamics of the landscape. This work reviews the importance of public works in the landscape
as characterizing elements and, where appropriate, as its articulators. Various criteria are also proposed to contribute to
increasing its landscape value because it is considered that a work well integrated into a landscape is an element that, in
addition to increasing its value, loads it with valuable content and meanings. In this way, the works can acquire a unique he-
ritage value, impossible to dissociate and subtract from the territorial contexts where they have been located and from the
landscapes that they have contributed to creating.

Keywords
Civil engineering, Landscape, Integration, Heritage.

Introducción

El paisaje es el marco de vida de cualquier comunidad humana y manifiesta, en gran medida, los ras-
gos y singularidades de las culturas que los han creado porque, en mayor o menor medida, todos los
paisajes son construcciones culturales formadas sobre territorios con rasgos físicos propios. Expresan
y reflejan, además, características específicas de las sociedades que los han originado y la manera en
la que comunidades e individuos se relacionan con el territorio. El paisaje acumula tramas, configura-
ciones y elementos característicos de cada proceso histórico y cultural, que van dotando de formas y

189
contenidos al territorio, el marco espacial sobre el que siempre se desarrolla cualquier paisaje. El pai-
saje, en efecto, siempre muestra la manera en la que una comunidad se relaciona con el territorio por
ser su faz, su aspecto visible y más tangible.

La integración de la obra pública en el paisaje, como la integración de la urbanización, ha dependido


del voluntarismo, sensibilidad y buen criterio del proyectista más que de la existencia de normas y cri-
terios previamente establecidos, asimilados e incorporados a la práctica profesional cotidiana. Existen
excelentes ejemplos de obras públicas bien integradas en el territorio, que contribuyen a incremen-
tar los contenidos y calidades del paisaje en el que se inscriben, pero también existen otras muchas
muestras de intervenciones en el sentido contrario, con daño agravado si las citadas obras, además, no
resuelven la necesidad que motivó su ejecución, como en algunos casos sucede.

La biodiversidad de España es elevada, sensible y extremadamente valiosa. Exactamente igual la diver-


sidad paisajística: por su complejidad y por sus elevados contrastes y valores naturales y culturales no
existe en Europa ningún país que mantenga la diversidad de paisajes que existen en España. Sería de-
seable, por tanto, que los criterios paisajísticos, como en cierta medida ya sucede con los ambientales,
se incorporasen en el diseño de los proyectos, siendo pautas de peso como son los criterios técnicos
o económicos. Es una exigencia propia de cualquier sociedad desarrollada y sensible que piensa en
el futuro, en el beneficio de la comunidad y en la sostenibilidad como una necesidad y no como una
etiqueta banal.

Paisaje y patrimonio de la obra pública

La huella humana sobre el territorio ha sido tan intensa y prolongada que no puede hablarse de paisa-
jes naturales en sentido estricto. El paisaje se configura más bien como una combinación de elementos
naturales y construidos aunque lo natural siempre subyace. Paisajes que, sin embargo, pueden ofrecer
un carácter más natural –montaña, costa, riberas, etc.– o de dominante marcadamente humana –ciu-
dades, explotaciones agrícolas o mineras, etc.–. Esta mezcla de espontaneidad natural y voluntarismo
humano, siempre en estrecha relación, crea paisajes con dominantes naturales o culturales, formali-
zaciones espaciales, cuya interpretación exige el entendimiento profundo de las relaciones existentes
entre cultura y naturaleza (Berrocal y Molina, 2012). «Cada civilización ha construido sus propios paisa-
jes a través de una acumulación histórica de aportes identificables, cargados de significados culturales,
bajo los que subyace la trama persistente de la naturaleza» (Martínez de Pisón, 2001). El paisaje es, por
tanto, la expresión compleja, holística, concreta y tangible de la relación que el hombre ha mantenido
con la naturaleza en el espacio y en el tiempo (Martínez de Pisón, 2009); (Antrop, 1997); (Carapinha,
2009) y en su visión participan ciencia y sentimiento; (Ortega, 2008). Es también una clara experiencia
sensorial, perceptual, estética o artística (Mata, 2006); (Saulè-Sorbe, 2006); (Renes, 2009) y se encuen-
tra, además, profundamente conectado con los procesos que conforman la memoria histórica y la
identidad nacional de los pueblos; (Ortega Cantero, 2005).

En efecto, el paisaje es mucho más que una realidad física, por la importancia en su concreción de as-
pectos mentales, sociales y culturales (Palang, Helmfrid, Antrop y Alumäe, 2005).

En este proceso de construcción del paisaje, tanto en sus aspectos físicos como en los culturales y afec-
tivos, la obra pública es un elemento clave. No solo por sus implicaciones territoriales a gran escala
y su capacidad transformadora, también por la posibilidad que muchas obras públicas ofrecen como
miradores del paisaje desde perspectivas y lugares insólitos hasta su construcción. Así, el ferrocarril
introdujo puntos de vista nuevos en paisajes inexplorados; las carreteras permitieron una percepción
en movimiento de paisajes que hasta entonces eran vividos prácticamente en estático. Además, estas
obras, por su dimensión territorial, tienen profundas implicaciones paisajísticas, no son solo parte del
paisaje, sino que, a menudo, funcionan como elemento organizador del mismo.

Si el paisaje, como realidad cultural de los pueblos, es asumido como patrimonio parece lógico pen-
sar que también deben beneficiarse de esa consideración los elementos que articulan los paisajes. Sin
embargo, como indican algunos autores (Rodríguez y Coronado, 2010); (Berrocal y Bernabéu, 2011) la

190
Figura 1. Ampliación de la presa de Yesa. Fotografía: Carmen Caro.

consideración patrimonial de las obras públicas sigue siendo, aún hoy, un concepto restringido a sus
elementos de carácter más monumental y singular, descartando de esta categoría al resto de obras
ordinarias, aunque sean estas las más comunes y las que en esencia dotan de algunos significados al
paisaje, a veces muy importantes. Su vinculación a la naturaleza y su sentido territorial las convierten
en un patrimonio que, aunque disperso, contribuye decisivamente a la construcción del paisaje cultural
del lugar (Bernabeu y Berrocal, 2011). En este sentido, las obras públicas urbanas, singularmente sus
puentes, han gozado, y todavía gozan hoy día, de un trato de favor porque como toda obra urbana está
más presente en las gentes que las obras situadas en el medio rural. De hecho, ya Alberti, en el siglo
xvi, al establecer sus reglas sobre las dimensiones de arcos y pilas, distingue entre los puentes urbanos
y los demás (Millán, 2004), admitiendo en los primeros mayores esbelteces.

Esta falta de consideración patrimonial de la obra pública no solo se ha producido por parte de la socie-
dad, sino también por parte del propio colectivo de ingenieros. Es probable que esta circunstancia se
explique, en parte, por esa ya conocida dicotomía de la ingeniería, entre la utilidad y la belleza, como
si una anulase a la otra o, más bien, como si la segunda fuese una cualidad residual o como mucho
derivada de la primera. La falta de consideración de la estética en la concepción y análisis de la obra
pública en términos generales es el germen de su falta de apreciación patrimonial por parte de los pro-
pios ingenieros. Esta realidad ha calado como por ósmosis en el grueso de la sociedad, acentuando ese
alejamiento entre el arte y la arquitectura, el utilitarismo y la ingeniería. El origen de esta dicotomía, y
por tanto de esa falta de consideración patrimonial, hunde sus raíces en la historia. Tras el nacimiento
de la Ingeniería de Caminos, en el siglo xviii, los nuevos ingenieros optan por el modelo francés de tra-
bajar al servicio del Estado, a diferencia del modelo inglés, basado en la libre asociación de profesionales

191
Figura 2. Puente histórico, conocido como el «Pontarrón», vinculado a la actividad trashumante en la localidad
extremeña de San Pedro de Alcántara, actualmente abandonado por su pérdida de utilidad.

(Sáenz, 1993). De este modo, se consolida su carácter utilitarista en la manera de hacer las cosas: la ac-
ción del ingeniero queda legitimada por la utilidad, mientras que la estética, así como otras cuestiones
de calado social o patrimonial, quedan relegadas a un segundo plano. Las obras públicas responden a
un claro objetivo funcional, que durante siglos ha dominado en el proceso de concepción de la obra y
que se ha transmitido al subconsciente colectivo, de tal manera que el valor atribuido a puentes, presas
y caminos ha sido el de su propia funcionalidad, en detrimento de consideraciones históricas, estéticas
o simbólicas.

Valores paisajísticos de la obra pública

La presencia de obras públicas es un hecho común en casi todo el territorio. Carreteras, puentes, pre-
sas, canales, puertos, etc. constituyen una malla que se integra y a menudo vertebra y caracteriza los
paisajes en los que se ubica. En este contexto, como indicábamos hace unos años (Berrocal y Molina,
2012), la obra singular sin duda es un referente, un punto de recepción de vistas, que puede llegar a
dominar el paisaje. Sin embargo, son las obras ordinarias, las anónimas, las necesarias, las que consti-
tuyen parte del engranaje del complejo sistema paisajístico.

En sentido inverso, la comprensión profunda del patrimonio rural de la obra pública no es completa
sin el entendimiento del paisaje en el que se localiza. La obra pública adquiere toda su dimensión con
su consideración como elemento que se integra y modela el paisaje, entendido este, de acuerdo con

192
el Convenio Europeo del Paisaje, como el resultado de la acción de factores naturales y humanos y de
sus interrelaciones. Resulta, por tanto, insuficiente para comprender en su globalidad la obra pública
la mirada a escala humana, como sí se hace habitualmente con elementos característicos de la arqui-
tectura. La obra pública precisa de un contexto territorial amplio para adquirir significado completo,
del mismo modo que el territorio no puede ser entendido sin la consideración de la obra pública como
elemento vertebrador del paisaje y soporte de procesos culturales e históricos. En este sentido, el Comi-
té Español del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS, 2008) define unos principios
básicos para facilitar al público una comprensión profunda de los lugares con valor patrimonial funda-
mentados en la evocación al visitante de emociones y hechos, favoreciendo un análisis introspectivo.
De alguna manera, se reconoce la necesidad de un contexto más amplio que el de la propia obra para
entender todos los significados de la misma. Esto resulta aún más necesario en construcciones como
las obras públicas, cuya escala es enorme grande y cuyas implicaciones sociales, económicas, cultura-
les, etc. son tan notorias.

Muchos paisajes no se pueden entender sin las obras públicas porque son, precisamente estas, parte
esencial de su existencia. La dependencia de la singularidad y el valor del paisaje de estas intervencio-
nes es, en algunos casos, absoluta. El paisaje de la vega del Tajo, en torno a Aranjuez, es fruto de un
amplio conjunto de intervenciones de ingeniería hidráulica de diversa naturaleza desarrolladas desde
el siglo xv, especialmente en los siglos xvi y xviii (Molina y Berrocal, 2013). Sin ese prolijo número de
obras desarrolladas en la vega y en el propio río, que generaron un complejo sistema hidráulico de azu-
des, canales y acequias para el beneficio de huertas y jardines, la vega del Tajo –y en menor medida la
del Jarama– sería otro paisaje, con otras características, otra función y otros valores, sin duda con me-
nos elementos construidos y con un valor cultural, histórico o patrimonial considerablemente menor.

En otros casos, las obras no son elementos generadores de paisajes, pero sí componentes que los mati-
zan e introducen en ellos valores y rasgos específicos que los diferencian de otros próximos y los dotan
de contenidos. Cuanto más integrados estén estos elementos y mayor sea su calidad, mayor será el
valor del paisaje. Y es precisamente en este punto donde conviene señalar que una obra pública, en
función de su integración en el medio y calidad, puede ser o bien un elemento que dota de valores y
significados al paisaje o bien un elemento que lo degrada y banaliza. El puente de Castilla-La Mancha
sobre el río Tajo, en Talavera de la Reina, paradigma de obra mal integrada en el paisaje, es un triste
ejemplo de lo aludido. La presa del Pontón de la Oliva y los puentes históricos de la citada ciudad de
Talavera de la Reina son intervenciones que, como otras muchas, dotan de valor e identidad a los te-
rritorios donde se sitúan, generando unos paisajes que sin estas obras serían otra cosa, posiblemente
menos valiosa y con un carácter bien diferente.

Retos paisajísticos en el diseño y construcción de las obras públicas

Admitir, como se ha venido sosteniendo en estas líneas, que en la obra pública puede reconocerse un
valor patrimonial y que en ese sentido funciona, a menudo, como elemento articulador de paisajes
con dominantes culturales es, en suma, reconocer la riqueza y valor de este patrimonio, en el sentido
indicado en el informe del Observatorio de la Sostenibilidad en España relativo al patrimonio natural,
cultural y paisajístico (Jiménez, 2009).

Pero este reconocimiento de los valores de la obra pública también exige un proceso reflexivo, en el
que preguntarse por las cualidades que hacen que estas obras, efectivamente, puedan funcionar como
vectores en la configuración de paisajes culturales de calidad. O, trasladado a un plano más práctico,
qué retos paisajísticos debe asumir la obra pública en sus fases de diseño y construcción para poder
reconocer en ellas y en los paisajes que generan configuraciones que aportan calidad.

En un trabajo previo de los autores (Berrocal y Molina, 2012), se proponía una metodología para valorar
la calidad paisajística de las obras públicas. Si bien esa propuesta trataba de evaluar obras ya construi-
das, en buena parte de su planteamiento resulta pertinente al caso que nos ocupa. En este sentido, y
sin pretensión de hacer una propuesta excluyente de otros criterios que puedan determinar la calidad
paisajística de las obras públicas, consideramos relevantes los siguientes:

193
A.1. La obra atiende a necesidades reales de la población que
A. UTILIDAD
la percibe
B.1. Utilización de materiales locales
B.2.1. Respeto a hitos naturales
B.2. Respeto al
B. INTEGRACIÓN B.2.2. Respeto a hitos históricos
territorio
B.2.3. Adaptación al terreno
B.3. Escala coherente con el territorio

C. COHERENCIA C.1. Escala coherente para satisfacer su función


TÉCNICA-ESTÉTICA C.2. Ingenio estético en la resolución de problemas técnicos
D. VALOR SIMBÓLICO D.1. Valor simbólico

Tabla 1. Criterios de diseño y construcción para la mejora del valor paisajístico de las obras públicas.

A. Utilidad

A.1. La obra atiende a necesidades reales de la población que la percibe

La apreciación estética de una obra puede verse condicionada por la satisfacción de las necesidades
sociales que dicha obra proporciona a la población que la percibe. El ciudadano acepta e incluso integra
con más facilidad los paisajes modificados por la incorporación de una obra pública si reconoce que
esta mejora algún aspecto fundamental de su bienestar –movilidad, acceso a agua de calidad, etc.–.
Este fenómeno opera del mismo modo que el descrito por varios autores (Tindall, 2001); (López-Ro-
dríguez, 2018) en relación con la percepción estética de las intervenciones forestales: el ciudadano las
acepta mejor si reconoce que son la evidencia de una intención de gestión sostenible. En este caso, la
sostenibilidad es el mecanismo que desencadena una aceptación social de actuaciones de fuerte huella
paisajística, mientras que, por la esencia de la propia obra pública, el mecanismo de apreciación social
fundamental es la utilidad.

En este sentido pueden destacarse numerosas obras que avalan este planteamiento, bien como ejem-
plos de apreciación social positiva por su utilidad o por todo lo contrario. De entre ellas, destacamos
el puente de Castilla-La Mancha, construido en 2008 sobre el río Tajo en la localidad toledana de Tala-
vera de la Reina. Este puente, que fue el más alto de España a fecha de su inauguración, costó casi 74
millones de euros, y a día de hoy no comunica ninguna vía principal de circunvalación al municipio,
apenas soporta tráfico y su coste de mantenimiento supone un lastre para las arcas municipales. El re-
chazo social de la obra es notorio, como se recoge en diversas publicaciones de ámbito incluso estatal
(Simón, 2014) y las críticas pronto se han extendido a otros aspectos relativos a su integración estética.

B. Integración

B.1. Utilización de materiales

La incorporación de un material extraño al contexto geológico y cromático de la obra que se proyecta


siempre implica un esfuerzo intelectual de conciliación de esta con su entorno, en ocasiones, impo-
sible de realizar satisfactoriamente. En este sentido, la elección de materiales con texturas y colores
relacionados con el entorno favorece la integración estética de la obra. No obstante, existen numerosos
ejemplos de obras con colores y materiales absolutamente diferentes al contexto cromático en el que

194
Figuras 3 y 4. Mapa del Instituto Geográfico Nacional que representa la situación previa a la construcción del puente
de Castilla-La Mancha en Talavera de la Reina. Puede identificarse en el sector norte un PAU en incipiente desarrollo
al que, en principio, podría atender el ramal viario proyectado que, sin embargo, como muestra la imagen posterior,
no conecta arterias principales de la ciudad. El desarrollo del PAU es inferior al 30 % proyectado.

se integran que, sin embargo, han funcionado bien desde el punto de vista de la aceptación social y de
su consideración estética. En este sentido, parece relevante reflexionar sobre la «fuerza» de los paisajes
(Pérez-Fadón, 2008), por ejemplo, entornos de marcada naturalidad, de formas suaves y redondeadas,
con poca evidencia humana, etc., en los que la incorporación de un elemento nuevo puede distorsionar
la armonía del paisaje, frente a otros entornos más dinámicos, como ciudades o espacios naturales o
periurbanos de fuertes contrastes, con multiplicidad de volúmenes, texturas y variaciones cromáticas,
que permitirían más grados de libertad en el proceso de diseño de la obra.

195
B.2. Respeto al territorio

El respeto al territorio se refiere a la adaptación de la obra a su entorno físico; la sensibilidad con la que
el constructor, ingeniero o arquitecto condiciona el trazado y la fisonomía de la infraestructura a las pe-
culiaridades del ámbito en el que se ubica, poniendo la técnica y el ingenio al servicio de la belleza y la
armonía del territorio. Este respeto al «paisaje construido» puede dividirse en tres aspectos:

B.2.1. Respeto a hitos naturales

Se refiere a la consideración de elementos de carácter natural en la elección de tipos constructivos o


en el trazado de la obra, aunque dicha consideración no se haya realizado de acuerdo a criterios esté-
ticos. Así, por ejemplo, la ubicación de las pilas de un puente salvando el cauce principal de un río o
apoyándose sobre una isla intermedia responde a menudo a una cuestión estrictamente técnica. Sin
embargo, acompañando o no a esta decisión una motivación estética, el resultado de tal configuración
es armónico con el paisaje fluvial y, por tanto, un ejemplo de buena práctica.

B.2.2. Respeto a hitos históricos

La valoración de las construcciones históricas es un fenómeno relativamente reciente en nuestra cul-


tura. Por ello, han sido frecuentes las agresiones de diversa naturaleza a obras clásicas, bien durante
restauraciones que han hecho desaparecer elementos arquitectónicos valiosos, bien por el saqueo de
piedra para la construcción de nuevos proyectos, incluso de carácter secundario y particular –vivien-
das, cobertizos, etc.–. Por otro lado, algunas obras vinculadas a los medios ribereños, presas y azudes
principalmente, inundan superficies más o menos considerables aguas arriba de sus paramentos. En
ocasiones, bajo las aguas remansadas, se sumergen construcciones de valor. Finalmente, otra clase
de desconsideración hacia obras históricas preexistentes a la que se proyecta son los modelos arqui-
tectónicos excluyentes, es decir, los mecanismos arquitectónicos que capturan las vistas, impidiendo
la contemplación de las obras históricas próximas por ocultación física de estas o por dominio de la
cuenca visual. Estas prácticas son siempre indeseables, siendo uno de los retos del proyectista alcanzar
la integración de su obra en relación con otras existentes, más aún si son de especial valor histórico.

B.2.3. Adaptación al terreno

Este ítem considera la función del territorio como soporte y guía de la obra pública. Históricamente, las
obras se trazaban atendiendo a las características topográficas del entorno; eran estas el contexto en el
que se desarrollaba la obra y también las que condicionaban las tipologías constructivas. El avance de
la tecnología supuso, además de mejoras incuestionables, la ruptura de la asociación entre territorio y
obra. Esta deja de estar al servicio del territorio para ser aquel el que se adapta a trazados, tipologías y
velocidades específicas. Túneles, desmontes y terraplenes, viaductos, dragados y rellenos desconectan
la obra del territorio. Aparecen, así, puentes estándar, carreteras estándar y un sinfín de obras estándar
desvinculadas del entorno donde se integran. El concepto de lugar pierde trascendencia y el paisaje
se banaliza.

B.3. Escala coherente con el territorio

En estrecha relación con el epígrafe previo, este apartado ahonda en la cuestión de la escala de la obra
en su contexto físico. Paisajes magníficos por la potencia de sus volúmenes admiten obras con dimen-
siones generosas; sin embargo, paisajes planos o de formas suavemente ondulantes demandan obras
menos aparatosas. En ocasiones, el contraste de formas y volúmenes da como resultado estéticas su-
gerentes. En este sentido, las presas que remansan grandes masas de agua son a menudo ejemplos de
volúmenes colosales; sin embargo, la magnificencia de sus dimensiones no se traduce siempre en la
desconexión de la obra a la escala local, como veremos a continuación.

196
Figuras 5, 6 y 7. Presa de Canelles (Huesca). La primera imagen muestra un plano de la planta de la presa y
sus elementos auxiliares. La segunda figura ofrece una imagen general de la presa desde aguas abajo. Puede
apreciarse el ajuste de la estructura principal y sus auxiliares a las características morfológicas de la cerrada. La
última fotografía muestra un detalle del paramento de aguas abajo.

197
Como reflexión de este segundo bloque, relativo a la integración de la obra en su entorno, se exponen
dos casos. El primero concerniente a la presa de Canelles (Huesca, 1960), obra del ingeniero Eduardo
Torroja. Esta presa presenta la singularidad de haber sido construida mediante modelos a escala en
laboratorio, partiendo de un diseño cuidado, en el que los diferentes elementos de la presa se ajus-
tan meticulosamente a las características topográficas de la cerrada –véase plano de la obra–. Esta
obra, tras su construcción, tuvo problemas de filtraciones que fueron solucionados con inyecciones y
de inestabilidad en el estribo derecho, lo que motivó la prolongación y refuerzo de la presa mediante
la incorporación de un gran cuerpo monolítico de hormigón. El diseño de este volumen, sin embar-
go, se realiza con tal cuidado que genera una interesante superficie alabeada en sentido inverso al del
paramento de la presa, lo que establece un diálogo entre ambas superficies y dota al conjunto de un
dinamismo muy sugerente.

Además, la coloración del hormigón, vertido en tongadas bien definidas, con los posteriores chorreto-
nes de humedad y las eflorescencias, le da un atractivo plástico especial, que se asemeja a la geología
de su cerrada, en que las líneas estratigráficas de la caliza están muy marcadas y la propia litología de
la roca favorece oquedades y humedades similares a las de la presa. Por tanto, en este caso, no solo
existe un diseño proyectual respetuoso con su entorno, sino que las posteriores incorporaciones para
atajar las patologías detectadas en la presa y el envejecimiento natural de la misma han producido en
su conjunto un efecto notablemente más atractivo, con más carácter y más fuerza que la propia presa
bóveda calculada desde la pulcritud y la exactitud del laboratorio.

Para ilustrar el segundo ejemplo se retoma el caso del viaducto de Castilla-La Mancha, en Talavera de
la Reina, por mostrar un claro ejemplo de desproporción respecto a su entorno. Un mástil inclinado
de 192 m, visible incluso desde la A-5 –que discurre a más de 5 km al norte– se eleva sobre un pai-
saje predominantemente llano, rebasando por decenas de metros las cubiertas más altas del caserío
talaverano. La desconexión conceptual que las dimensiones del viaducto imponen en relación con

Figura 8. Perspectiva de la ribera del río Tajo desde el puente de hierro de Talavera de la Reina. Se aprecia la
diferencia de proporción y escala de este puente y el de piedra respecto al viaducto de Castilla-La Mancha –al
fondo de la imagen–. Fuente: Street view, Google.

198
su entorno se hace más evidente al compararlo con los otros dos puentes que cruzan el río Tajo en el
municipio. No existe conversación posible entre el viaducto y ambas obras: una, la más antigua, un
puente de piedra medieval, con tramos identificables de reparaciones posteriores y planta quebrada,
y otro, de principios del siglo xx, de pilas de fábrica y estructura metálica de arcos parabólicos por en-
cima del tablero, conectados con este mediante un sistema de celosías y riostras dos a dos. Ambos de
tablero horizontal y cota coherente con las márgenes del río y, por tanto, con la trama edificatoria del
municipio.

El paisaje de Talavera posee unas características y valores específicos que le confieren un carácter pro-
pio y singular. Esta «fuerza» del paisaje está relacionada con valores específicos vinculados al agua,
concretamente al río, como condensador histórico y corredor ambiental. Su carga histórica, simbólica,
estética y ambiental sugiere intervenciones respetuosas, integradas y coherentes con el medio, aleja-
das, por tanto, de concepciones pretendidamente ostentosas.

C. Coherencia técnica-estética

Las obras públicas tienen su razón de ser en la satisfacción de una necesidad humana, son construc-
ciones eminentemente prácticas. Sin embargo, y aunque en todas las épocas no haya sido así, los
criterios de diseño han atendido generalmente a unas pautas estéticas determinadas. Por otro lado, la
técnica ha estado supeditada durante siglos a los materiales que se conocían, principalmente madera,
piedra y, en otras latitudes, fibras vegetales. A partir de la Revolución Industrial, con la aparición del
cemento y el hierro, las posibilidades constructivas se multiplicaron. Además, el fulgurante incremen-
to de la población demandaba infraestructuras urgentes. La necesidad de una rápida y fácil ejecución
relegó la estética a un segundo plano (Molada, 1996). Es a partir de este momento cuando se produce
la escisión definitiva entre ingeniería y arquitectura, acaparando aquella la mayor parte de las obras
de servicios públicos y, en el medio fluvial, puentes, canales, presas, azudes, etc. A partir de entonces,
será la ingeniería, con más intensidad que la arquitectura, la actividad humana con más implicaciones
paisajísticas.

Durante los siglos xviii y xix, de forma paulatina, la técnica deja de estar al servicio de los materiales
para establecerse una relación de dependencia inversa, sobre todo a lo largo del siglo xx. En este sen-
tido, Elices Calafat inauguraba el curso 2004 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con
un discurso titulado Los gozos y las formas (Elices, 2004), en el que afirmaba: «Antes, el material dictaba
la forma, a partir de ahora la forma dictará el material». Esta libertad constructiva, lejos de facilitar la
labor de quien diseña, hace que «el camino hacia la solución formal sea más oscuro, precisamente por
ser más sencillo. Es como el agua que, al faltarle el cauce hendido, se extiende sin rumbo por el llano
y todo lo inunda sin destino» (Fernández, 1990).

C.1. Escala coherente para satisfacer su función

En ocasiones, las ansias por crear una gran obra alejaban al proyectista de la realidad funcional a la
que debía satisfacer su trabajo. La altura, la esbeltez, la luz y la distancia han sido siempre retos para
constructores, incentivados a menudo por los promotores de la obra –realezas, señoríos, órdenes mili-
tares, Estados, ayuntamientos, particulares…–. Si, además, la técnica permitía alcanzar sus objetivos,
se corría el riesgo de construir obras sobredimensionadas, exageradas y pretenciosas; ignorando «la
forma adecuada al material», es decir, «la lógica de la forma» (Torroja y Miret, 1960) e incorporando
elementos accesorios, que empastan la estructura, recargándola innecesariamente. Aunque bajo otras
aspiraciones, probablemente distintas a las de ostentación, el sistema hidráulico Entrepeñas-Buendía
es buen ejemplo de obra pública de escala incoherente para su función y, sobre todo, para su realidad
hídrica (Díaz, 1969); (Molina y Berrocal, 2006).

C.2. Ingenio estético en la resolución de problemas técnicos

La historia de la construcción ha dejado asombrosos ejemplos de superación de problemas técnicos


con ingeniosas soluciones cargadas de calidad estética. Los primeros puentes romanos llegaron a

199
construirse con pilas tan anchas como las luces de los arcos contiguos. La resistencia al flujo de estas
estructuras provocó su colapso durante crecidas importantes de los ríos. Este problema se resolvió con
la incorporación de arquillos de aligeramiento abiertos en los tímpanos, que disminuían el empuje del
agua al favorecer su evacuación. Este ingenio, además de resolver un grave problema, aligeró la com-
posición estética de la obra. Otro ejemplo lo constituyen los grandes viaductos de ferrocarril de finales
del siglo xix. El menor peso propio del acero respecto a la piedra tradicionalmente usada hacía que los
pilares fuesen más vulnerables a la acción del viento, comportándose como ménsulas; las primeras
soluciones optaron por las pilas mixtas: de fábrica en la parte inferior y metálica en el resto. Sucesivas
realizaciones fueron disminuyendo la fábrica hasta que, finalmente, el ingeniero Eiffel logró una pila
completamente metálica y resistente a la acción del viento. La culminación de este proceso evolutivo
es la torre que lleva su nombre (Fernández, 1997). La colocación, forma y curvatura de cada una de
sus barras responde a una razón estructural concreta y su composición global es de una calidad esté-
tica excepcional.

Todo este apartado sirve, por tanto, como reflexión sobre las aportaciones que la técnica puede y debe
hacer en el campo de la estética y de sus implicaciones paisajísticas.

D. Valor simbólico

En el imaginario colectivo de las obras públicas quizá sean las vinculadas a los entornos fluviales las
que de una forma más habitual han trascendido su función hasta alcanzar una dimensión simbólica.
En efecto, el subconsciente colectivo, especialmente en las sociedades rurales tradicionales, alberga
multitud de imágenes en las que el agua posee un especial valor simbólico (Arroyo, 1998). De ellas, las
más interesantes para este estudio son las que reflejan el agua como recurso natural, porque es esta
perspectiva la que incorpora las obras fluviales como elementos simbólicos. También la visión tradi-
cional del agua como riesgo vincula los ingenios hidráulicos a una interesante cultura popular que les
otorga carácter casi mágico, de manera especial a los puentes, que eran considerados auténticos desa-
fíos a las fuerzas de la naturaleza.

Figuras 9, 10 y 11. De izquierda a derecha, escudos de las ciudades de Bilbao, Puente Viesgo y Andújar,
respectivamente. Todos ellos tienen en común la incorporación de un puente, emblemático de la ciudad en cada caso.

200
La cultura popular oral recoge un buen número de dichos, refranes y canciones relativos a las obras
públicas vinculadas a los ríos. La poesía también ha incorporado las obras públicas como parte de su
repertorio y el valor iconográfico de las obras públicas, en este caso vinculadas a paisajes fluviales, se
pone de manifiesto en numerosas ocasiones. La imagen del puente, del molino o de la presa es utiliza-
da a menudo como seña de identidad de un colectivo. Es habitual encontrar la imagen del puente local
en los escudos del municipio como referente del mismo.

Incluso en la actualidad, con sociedades más avanzadas y, por tanto, más alejadas de un mundo de su-
persticiones y mitos, el efecto cautivador de obras que vencen obstáculos casi imposibles es evidente.
Por tanto, no se puede negar la potencialidad de la obra pública, y concretamente los puentes, como
referentes simbólicos para las sociedades. Este potencial es, en algunos casos, aprovechado de forma
intencionada para provocar un efecto de símbolo desde la propia concepción de la obra. Tal es el caso
de la reciente pasarela inaugurada en Vietnam, «un puente dorado […] colgado del abismo y sosteni-
do por enormes manos abiertas hacia el cielo que parecen brotar de la montaña» (San Juan, 2018). Un
puente-escultura, con profundas connotaciones míticas y religiosas, concebido para situarse como uno
de los puntos de peregrinaje turístico del país asiático.

Conclusiones

Todo el territorio es paisaje y su valor depende, en gran medida, de la armonía de este en su conjunto
y del interés de cada uno de los elementos que lo constituyen. Las intervenciones humanas modelan,
dotan de contenidos y, según su naturaleza, valores al paisaje. Una carretera, en función de su trazado,
puede crear una excelente oportunidad para acceder al paisaje y así vivir este acercamiento desde el
punto de vista del observador interesado y respetuoso o, por el contrario, generar una herida de difí-
cil cicatrización, sumidero de biodiversidad y fosa de armonías perdidas. Lo señalado en este ejemplo
es aplicable a prácticamente cualquier obra pública: por su capacidad para transformar el territorio y
para modelar el paisaje, las obras públicas pueden otorgar valores y dotar de calidad y significados al
paisaje o, por el contrario, generar impactos negativos que lo banalizan y degradan. La interiorización
de la importancia y el valor del paisaje, tanto por ser nuestro marco de vida como por albergar valores
concretos y objetivos, estéticos, naturales y culturales, debería ser un principio integrado en cualquier
intervención humana que afecte al territorio. Parece por ello adecuado asumir, en primer lugar, el valor
de cualquier paisaje y entender por ello que la integración y el respeto paisajístico de cualquier inter-
vención debe ser un objetivo básico, equiparable a la superación de cualquier reto técnico.

Quizá habría que redefinir el sentido de esta expresión en el ámbito de la ingeniería. Entender que solo
de verdad se habrá superado el desafío técnico planteado en la ejecución de una obra pública cuando
su implantación no haya causado una pérdida objetiva de valores paisajísticos y ambientales. Enten-
der, por el contrario, que ese reto solo se habrá solventado satisfactoriamente cuando la implantación
de una obra haya sumado calidad al paisaje preexistente sin haber causado una pérdida de los valores
previos.

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202
Costa asturiana. Vista desde la Ruta de los Miradores en Muros de Nalón. Fotografía: Werner Durrer.

203
Zonificación del Plan Territorial Especial del Suelo no Urbanizable de Costas de Asturias. Cortesía del CSCAE.

204
El desarrollo de la protección urbanística
del litoral español: el caso asturiano
Ramón Fernández-Rañada
Arquitecto y urbanista. Coordinador de los planes de ordenación de la costa asturiana,
de la ría de Villaviciosa y de Siero, Gijón y Avilés.
[email protected]

Resumen
Conviene abordar la consideración de la protección del litoral en España haciendo notar que la Constitución española de-
signa la ordenación del territorio, el urbanismo y la vivienda como una de las competencias que podrán asumir las comuni-
dades autónomas, y así lo avala el Tribunal Constitucional, respondiendo a los recursos presentados a la Ley de Costas de
1988.
Consecuentemente, la mayor parte de las comunidades autónomas, en ejercicio de su competencia, han legislado en orde-
nación del territorio e igualmente respecto a la protección del litoral. Ello ha conducido a una elevada heterogeneidad en la
protección del mismo, pero, si nos fijamos en la fecha de aprobación de esa normativa, la práctica totalidad ha entrado en
vigor con posterioridad al año 2000 y varias normas después de 2007, cuando ya había comenzado la implosión de la bur-
buja inmobiliaria, es decir, cuando ya se habían producido deterioros del litoral de cierta importancia.
Asturias es la primera región que ha abordado seriamente la ordenación de su litoral y continúa haciéndolo.

Abstract
Consideration of coastal protection in Spain should be addressed noting that the Spanish Constitution designates land plan-
ning, urban planning and housing as one of the powers that may be assumed by the Autonomous Communities, as confirmed
by the Constitutional Court in response to the appeals lodged against the Coastal Act in 1988.
Consequently, most Autonomous Communities, in exercise of their powers, have legislated on land planning and in this fra-
mework have done so with regards coastal protection. This has led to a high degree of heterogeneity in coastal protection,
but if we look at the date of approval of this regulation, practically all coastal protection policies entered into force after
2000, and several after 2007, when the implosion of the property bubble had already begun, i.e., when coastal deterioration
of some importance had already occurred.
Asturias is the first region to seriously consider coastal management to date.

El desarrollo teórico de la protección del litoral en España

La Constitución española designa la Ordenación del Territorio, el Urbanismo y la Vivienda como una
de las competencias que podrán asumir las comunidades autónomas (CE, artículo 148. apartado 3).

Por su parte, el Tribunal Constitucional, en la STC 149/91, de 4 de julio, respondiendo a todos los re-
cursos presentados a la Ley de Costas estatal de 1988, declaraba literalmente que:

[…] todas las comunidades costeras competentes para la ordenación del territorio lo
son también para el litoral, como sin duda han entendido también los autores de la Ley
de Costas, en cuyo art. 117 se hace una referencia genérica a todo planeamiento territorial
y urbanístico «que ordene el litoral».

Consecuentemente, la mayor parte de las comunidades autónomas, en ejercicio de su competencia exclu-


siva, han promulgado legislación de ordenación del territorio y, en ese marco, han legislado de una u otra
forma con respecto a la protección litoral.

205
Figura 1. Puerto de Gijón. Fotografía: Jesús Herrero.

Ello, necesariamente, ha conducido a una elevada heterogeneidad en la protección litoral. Así, por poner
solo un ejemplo, en ocasiones, las comunidades proponen documentos específicamente destinados
a la protección litoral apoyados en instrumentos de superior jerarquía –véase Cantabria, en que el
POL se tramita como ley–, mientras que en otras se puede aprobar con carácter autónomo –caso de
Galicia– y en alguna, como Murcia, se han concentrado en un documento único las Directrices y el
Plan de Protección. En cada caso habrá que atenerse a lo dispuesto en la legislación respectiva de
la comunidad.

En los párrafos que siguen haremos unas breves consideraciones sobre los enfoques jurídicos emplea-
dos por las distintas autonomías, siguiendo un orden de izquierda a derecha, comenzando por el País
Vasco y acabando en Cataluña:

− En el País Vasco, partiendo de un documento genérico denominado Directrices de Ordenación


Territorial de la Comunidad Autónoma del País Vasco, aprobado en 1997, que preveía su poste-
rior desarrollo mediante planes territoriales parciales y planes territoriales sectoriales, se desa-
rrolló, con respecto al litoral, el llamado Plan Territorial Sectorial de Protección y Ordenación
del Litoral de la CCAPV, que entró en vigor en marzo de 2007.

− En Cantabria, la base de partida fue la Ley 2/2001, de 25 de junio de Ordenación territorial y Ré-
gimen urbanístico del suelo de Cantabria, que proponían la realización de un plan de ordenación
del litoral. Este plan de Cantabria–denominado con el acrónimo POL– fue aprobado como ley el 27 de
septiembre de 2004.

− A Asturias nos referiremos posteriormente por las razones que expondremos más adelante.

206
− En el caso de Galicia, la primera base de partida está constituida por la Ley 10/1995, de Orde-
nación del Territorio de Galicia (LOTGA), a la que siguió la Ley 9/2002 de Ordenación
Urbanística y protección del medio rural de Galicia (LOUGA). Por su parte, la ordenación litoral
se desarrolló mediante un plan especial de Protección del Litoral (POLG) aprobado por decreto
20/2011 de 10 de febrero de 2011.

− En Andalucía, la Ley 1/1994 de Ordenación del Territorio establecía un sistema de pla-


nificación territorial articulado en dos niveles: con respecto al litoral, el documento era
totalmente ambiguo y se remitía a proponer la realización de un denominado Plan de
Protección del Litoral Andaluz. Aprobado en mayo de 2015, fue anulado por el TSJA en
septiembre de 2017, encontrándose el litoral andaluz actualmente en una situación de
cierta indefinición.

− En Murcia, la Ley 1/2001 del Suelo de la Región de Murcia establecía como instrumentos de or-
denación del territorio: las Directrices de Ordenación Territorial y los Planes de Ordenación Te-
rritorial. En el caso del litoral, ambos documentos se han fundido en uno de doble carácter: las
Directrices y Plan de Ordenación Territorial del Litoral de la Región de Murcia, en vigor desde el
25 de junio de 2004.

− En la Comunidad Valenciana, la Ley 4/2004 de 30 de junio de Ordenación del Territorio y Pro-


tección del Paisaje se limita a disponer que el litoral, «por sus especiales valores ambientales y
económicos, deberá ser objeto de una ordenación específica». Finalmente, se ha desarrollado a
ese respecto el Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral de la Comunitat
Valenciana, aprobado el 11 de mayo de 2018.

− En Cataluña, los instrumentos de protección de la costa están más relacionados con el ámbito urbanístico
que con el del planeamiento regional y se concentran en los llamados Planes Directores Urbanísticos
del Sistema Costero. Se han aprobado dos: el PDUSC-1, aprobado definitivamente el 25 de mayo
de 2005 y que tiene por objeto la ordenación de los suelos no urbanizables y urbanizables no de-
limitados. El segundo, PDUSC-2, aprobado el 16 de diciembre de 2005, se refiere a los sectores de
suelo urbanizable delimitado sin plan parcial aprobado. El ámbito de estos planes es, en principio,
una franja de 500 m, aunque en ciertas condiciones puede llegar hasta 2 km. Los dos planes subdivi-
den el suelo costero en diversas categorías, en función de su estado de gestión y configuración urbanística
de un lado y la protección propuesta o existente de otro. Debe hacerse notar que, en el momento de la
entrada en vigor de estos dos PDUSC, más del 50% de la superficie litoral catalana estaba ya constituida
por suelo categorizado como urbano o urbanizable.

La singularidad de Asturias

Si fijamos nuestra atención en la fecha de realización de los documentos destinados específicamente


a la protección litoral, veremos que la práctica totalidad ha entrado en vigor con posterioridad al año
2000 y varios de ellos después de 2007, cuando ya había comenzado la implosión de la burbuja inmo-
biliaria.

Independientemente de su calidad intrínseca, los planeamientos de protección litoral han llegado con
frecuencia demasiado tarde, cuando ya se habían producido deterioros litorales de cierta importancia.

Considerada en ese contexto, Asturias presenta la peculiaridad de ser la primera región que conside-
ró seriamente la ordenación de su litoral, incluso antes de la llegada de la democracia (1972), siendo
asimismo la comunidad autónoma que ha desarrollado una malla de protección coordinada y una or-
denación detallada de su litoral desde los años ochenta hasta nuestros días.

En 1972 se redactaron y tramitaron –aunque sin llegar a entrar en vigor– las Normas Complementa-
rias y Subsidiarias de Planeamiento de la Costa Asturiana, que introducían en la práctica urbanística

207
española la noción del suelo inedificable de protección litoral, que, además, se extendía a la largo de
todo el suelo rústico costero.

En 1984, las llamadas Normas Urbanísticas Regionales en el Medio Rural de Asturias (NURMUR) impu-
sieron que todos los planeamientos municipales costeros que se tramitaran desde esa fecha tuvieran una
franja de una profundidad de, como mínimo, 100 m de suelo –aunque en la práctica llegaba en ocasiones
hasta más de 2000 m–, denominado Suelo No Urbanizable de Costas, inedificable.

En 1993 entraron en vigor las Directrices Subregionales de Ordenación del Territorio para la Franja Coste-
ra que, entre otras decisiones, prescribían como profundidad mínima del Suelo No Urbanizable de Costas
para los nuevos planeamientos municipales 500 m, a contar desde el borde litoral.

En 1998-1999, cuando se procedió a redactar el llamado Plan de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA),
la mayor parte del suelo no urbanizable costero tenía importantes áreas de protección, incluidas en los
diferentes planeamientos municipales en desarrollo de las NURMUR y Directrices. El POLA, que dio un tra-
tamiento comprehensivo del litoral, no entró en vigor hasta 20051 y fue posteriormente desarrollado por
el PESC, un plan destinado específicamente al suelo de costas, que intentó desarrollar todas las medidas
urbanísticas de protección costera al máximo detalle2.

Enfoque general de la protección litoral por parte del Principado

El Principado de Asturias, a lo largo de cuarenta y cinco años, ha mantenido una trayectoria de actua-
ción en la preservación y potenciación de los valores litorales, elaborando una red de protección activa
y pasiva, constituida progresivamente mediante el diseño y la puesta en vigor de diversos instrumentos
legales a los que se han adaptado paralelamente los planeamientos urbanísticos de sus veinte conce-
jos costeros.

Con ello se ha constituido una banda de suelo litoral protegido con una longitud de más de 250 km y profun-
didad, por lo general, de 500 a 1800 m, categorizada como Suelo de Protección de Costas (véase la figura
5, en la que se reproduce la delimitación de su parte oriental). Como luego veremos, en el tratamiento ur-
banístico de esta área se han considerado desde aspectos más generales hasta otros tan concretos como la
calificación urbanística de todas las entidades edificatorias comprendidas en su ámbito.

Este proceso puede dividirse en tres etapas sucesivas: una primera, de carácter virtual y teórico, que
se inició en 1972 bajo el dominio de la Ley del Suelo de 1956; una segunda, de rápido avance prác-
tico, bajo la Ley del Suelo de 1975 y, en su fase final, de la Ley de Costas de 1988; y una tercera, de
maduración y perfeccionamiento progresivo, que llega hasta la actualidad y en la que se utilizaron
dos instrumentos jurídicos: los planes coordinadores POLA y PESC, creados bajo la Ley Urbanística
Regional de Asturias (TROTUA) de 2004 y sus desarrollos posteriores. En lo que sigue describiremos
brevemente los aspectos fundamentales del proceso.

Primera etapa (1972-1980)

Esta fase consistió en la realización, por primera vez en España, de un documento de ordenación total
del litoral asturiano, denominado Normas de Ordenación Complementarias y Subsidiarias de la Costa
Asturiana, finalizado en junio de 1972, promovido por la Diputación Provincial de Oviedo, redactado
bajo la dirección de don Efrén García con la participación del autor de estas líneas.

Este documento adoptaba la forma de Normas Complementarias y Subsidiarias, que era la única eficaz
bajo la legislación urbanística entonces vigente –Ley del Suelo de 1956– y contenía una zonifica-
ción concreta del litoral asturiano, incluyendo una faja irregular de suelo protegido no urbanizable,
así como una normativa urbanística de protección, que prohibía, en general, la edificación en las
partes no urbanizadas del borde litoral (véase la figura 2b, en la que aparece reproducida la correspon-
diente a las proximidades del cabo Vidío).

208
Figuras 2a y 2b. Carátula y fragmento de la zonificación de las Normas de Ordenación
Complementarias y Subsidiarias de la Costa Asturiana de 1972, en los aledaños del cabo Vidío,
según su reproducción en el n.º 135 de la revista Arquitectura, en 1973. Las áreas propuestas
como no edificables aparecen señaladas con una letra C en color amarillo.

209
Para hacerse una idea de la dificultad técnica y la originalidad que esta propuesta presentaba en aque-
llas fechas, debe tenerse en cuenta que, por entonces, se encontraba vigente, como decimos, la primera
Ley del Suelo de carácter general creada en España, la Ley de Suelo de 1956, que garantizaba en su
artículo 69 en todo el suelo «rústico» español –el que pasaría a ser denominado Suelo No Urbanizable
en la legislación posterior– una edificabilidad específica de un metro cúbico por cada cinco metros
cuadrados de parcela, por lo que puede suponerse las reacciones que de inmediato se producirían ante
las normas y se comprende que, pese a haber sido presentadas solemnemente por el presidente de la
Diputación a todos los alcaldes de los ayuntamientos afectados, no llegaron a ver culminada su trami-
tación.

En todo caso, en las figuras 2a y 2b, reproducidas del número 171 de la revista Arquitectura del COA de
Madrid –monográfico dedicado a estas normas–, se puede observar la dimensión que dicha delimita-
ción del suelo protegido alcanzaba y suponer el impacto que tuvo en algunos medios técnicos.

Segunda etapa o de maduración y generalización de la aplicación práctica (1980-1993)

En todo caso, la polémica pública suscitada tras la presentación de la ordenación de las Normas Sub-
sidiarias de la Costa contribuyó a crear una atmósfera que permaneció en el tiempo, favoreciendo la
realización de un segundo intento, bastante diferente, mediante dos acciones conexas que tuvieron
lugar en los años 1983 y 1984 y que, a su vez, actuarían como catalizadores de otras posteriores hasta
1994.

La primera de ellas estuvo constituida por el proceso de revisión del PGO de Gijón, desarrollado en-
tre 1980 y 1985 y cuyo Documento de Aprobación Inicial, que salió a información pública en 1983,
presentaba un buen número de innovaciones urbanísticas de las que aquí nos interesa la realización
de un estudio muy particularizado del suelo no urbanizable, con creación de numerosas calificaciones

Figura 3. Zonificación de la costa de Somió, con el suelo de costas señalado por los acrónimos PC (Protección de
Costas) y PE (Protección Ecológica) en color azul. Hoja a escala 1/5000 del Documento de Aprobación Inicial del
PGO de Gijón (1983).

210
urbanísticas de nueva concepción,
entre ellas la de Suelo de Protección
de Costas, no edificable con carácter
general y cuya distancia máxima al
mar alcanzaba en ciertos lugares3 has-
ta los 500 m.

En la figura 3 aparece representado


un fragmento de la costa del concejo
gijonés correspondiente al barrio de
Somió, en que el Suelo de Protección
de Costas es designado con las siglas
PC (Protección de Costas) y PE (Pro-
tección Ecológica).

El Documento de Aprobación Defi-


nitiva del PGO de Gijón no entró en
vigor hasta enero de 1986, pero, ya
en 1984, el Principado de Asturias
publicaba las Normas Urbanísticas Re-
gionales en el Medio Rural de Asturias
(NURMUR) con la vocación de actuar
como guía para la zonificación del
suelo rural en todos los planeamien-
tos municipales que se redactaran en
Asturias a partir del momento de su
aprobación.

Pues bien, las NURMUR se basaron


en la transcripción casi literal de las
categorías urbanísticas comprendi- Figura 4. Portada de la publicación de las Normas Urbanísticas
das en el Documento de Aprobación Regionales en el Medio Rural de Asturias (NURMUR).
Inicial gijonés, entre ellas la del Suelo
de Protección de Costas, denominado
por las NURMUR Suelo No Urbanizable de Costas, por lo que todos los planes generales de municipios
costeros asturianos que se redactaron a partir de 1984 estuvieron dotados de extensiones variables
–en algunos casos con profundidades de hasta 2000 m medidos desde la línea costera– de suelo de
costas, generalmente inedificable. Ello tuvo una importancia capital en la protección de la costa astu-
riana frente a agresiones edificatorias indeseadas, al imponer en todos los casos la construcción de una
retícula defensiva de suelo de costas.

Poco después, el 28 de julio de 1988, entraba en vigor en España la primera ley de costas que, entre
otras determinaciones, establecía para todo el litoral español varios tipos de áreas de servidumbre, en-
tre ellas, muy fundamentalmente, la notoria reserva de protección de 100 m de profundidad en suelo
no urbanizable, medida a partir del límite del demanio marítimo-terrestre.

En Asturias, de manera casi coetánea, se comienza en 1991 la redacción de las Directrices Subregio-
nales de Ordenación del Territorio para la Franja Costera de Asturias, que recibirían su aprobación
definitiva en diciembre de 1993, sentando, como su nombre indica, diversos principios generales para
la protección de la costa, con catalogación de layas, etc. De estos principios generales indicaremos dos
de gran importancia práctica de cara al desarrollo de la tercera fase de protección, a saber:

211
− La introducción en la práctica urbanística española del parámetro de 500 m de distancia mínima
desde el borde interior del suelo de costas hasta el límite del demanio, yendo, por tanto, mucho
más allá de los 100 m que, cinco años antes, había prescrito la Ley de Costas de 1988 para la
servidumbre de protección.

− La proposición, como resultado del reconocimiento de la limitación que un documento de la


generalidad de las directrices presentaba enfrentado al fraccionamiento y falta de perspectiva de
los planeamientos municipales, de un documento denominado Plan Especial de Protección
de Costas, que afectaba a toda la costa asturiana. Con la entrada en vigor de este documento,
conocido como POLA, se produce un cambio cualitativo en la protección costera.

Tercera etapa o de madurez

La fase de madurez, que se prolonga hasta el momento presente, se concreta en la redacción y entra-
da en vigor de dos documentos sucesivos coordinados entre sí y que tratan con el máximo detalle la
ordenación de la costa asturiana.

Jurídicamente, los dos documentos toman provecho de una nueva especificación de planeamiento crea-
da por la Ley Urbanística Asturiana, que entró en vigor el 27 de abril de 2004: la del Plan Coordinador,
concebido como un documento de desarrollo de las directrices regionales a las que puede completar y
detallar hasta el nivel adecuado en cada caso, con un mayor rango jurídico que el de cualquier planea-
miento urbanístico municipal, comarcal o especial, sobre los que predomina en todos los casos.

El primero, cronológicamente, estuvo constituido por el denominado Plan Territorial de Ordenación


del Litoral Asturiano (POLA), que trazó en considerable detalle los principios básicos de ordenación
mediante la introducción de ciertos conceptos nuevos, oscilando entre acciones físicas –propuesta de
parques-playa, actuaciones sobre las redes de caminos, carreteras o aparcamientos, medidas de protec-
ción, etc.– o recomendaciones de planeamiento –modificaciones de normas municipales, propuestas
de planes especiales de muy diverso tipo, expropiaciones, etc.–. El POLA comenzó su realización en
1998 y, tras una complicada tramitación, fue aprobado el 25 de agosto de 2005, año desde el que se
encuentra en vigor.

El segundo documento fue el Plan Territorial Especial del Suelo de Costas o PESC, como lo denomina-
remos a partir de este punto. Mediante el diseño del PESC se pretende constituir simultáneamente la
revisión, el detallado y el complemento del POLA en el suelo definido por este como Suelo de Costas,
corrigiéndolo y precisándolo a un nivel en que se llegan a catalogar y gobernar urbanísticamente, des-
de los aspectos agrarios o ecológicos hasta el fichado caso por caso de 3651 edificaciones existentes en
el suelo de costas de Asturias. El PESC entró en vigor el 16 de diciembre de 2016, superponiéndose a
partir de ese momento al POLA y actuando coordinadamente con él.

La relación entre el POLA y el PESC

El POLA, en sus propuestas de ordenación de la costa, delimitaba una categoría de suelo denominada
suelo de costas, suelo protegido urbanísticamente y considerado inedificable, de una profundidad con
respecto a la costa muy variable, oscilando, por lo general, entre los 500 y los 1500 m (véase la figura
5) y proponía la elaboración de un plan especial para su tratamiento urbanístico en términos más con-
cretos. Este plan está constituido por el PESC, que desarrolla, detalla y corrige las iniciales propuestas
del POLA, adicionando otras nuevas e intentando que el conjunto así formado constituya un todo arti-
culado y útil con respecto a la gestión del suelo de costas.

a) Principales propuestas del POLA mantenidas o retocadas solo ligeramente por el PESC

Las principales propuestas del POLA que no fueron modificadas, o lo fueron mínimamente por el PESC,
son, principalmente, la delimitación del suelo de costas, la proposición de los parques-playa, etc.

212
La delimitación definitiva del suelo de costas

El suelo de costas alcanzó, con la entrada en vigor del POLA, su configuración definitiva. En la figura 5
aparece, como ejemplo de esta, su ordenación en la parte oriental de la costa asturiana.

En contra de lo que muy habitualmente se supone, el límite de 500 m de distancia al demanio es uti-
lizado muy minoritariamente y en la mayor parte de las situaciones predomina sobre ese criterio la
adaptación a las condiciones fisiográficas del terreno, aunque en lo posible utilizando distancias supe-
riores a los 500 m.

Figura 5. Fragmento del suelo de costas en la parte oriental de Asturias entre la isla a la izquierda y el límite
con Cantabria a la derecha. La parte en color blanco marca el suelo de costas. La línea azul que la bordea por
el inferior delimita el suelo así protegido. Las líneas color fucsia de la parte superior delimitan la servidumbre de
protección según la Ley de Costas. Las líneas naranjas y rojas marcan, respectivamente, las distancias de 500 y
1000 m al límite del demanio marítimo-terrestre.

Criterios generales utilizados en la delimitación del suelo de protección de costas

Partiendo de lo dicho, pueden citarse cuatro criterios preponderantes utilizados más o menos frecuen-
temente:

1. El primero de los criterios, que parecería en principio el más obvio, pero que en la actualidad no es
con mucho el más utilizado, consiste, simplemente, en la aplicación literal de la distancia de 500 m al
borde litoral. La principal limitación de este criterio en la práctica estriba en que, frecuentemente, las
características geográficas de los terrenos no guardan relación alguna con esta distancia.

213
Figura 6. Delimitación del suelo de costas en la ría del Sella, según un plano del POLA. Se utiliza como criterio de
diferenciación el borde entre monte y vega.

214
Por lo demás, la aplicación de la regla de los 500 m al límite de la ribera del mar conduce a situaciones
absurdas en algunas rías o desembocaduras de ríos, tales como la del Nalón, en que forzaría a zonificar
suelo de protección de costas muy al interior de Asturias, o la del Sella, que representamos en la figura 6.

2. El segundo de los criterios, el más utilizado, se apoya en el hecho de que en extensas áreas de As-
turias, y exceptuando la relativamente pequeña parte del litoral ocupada por villas marinas o puertos
pesqueros, el poblamiento litoral está formado por un mosaico de pueblos, lugares y barrios de los que
los más próximos a la costa se encuentran a distancias del borde costero no demasiado diferentes de
los 500 m. De aquí surge directamente una segunda manera de organizar el diseño de la línea delimi-
tadora del suelo de protección de costas, constituyéndolo como una traza que une entre sí los núcleos
rurales más próximos al borde costero, generalmente siguiendo líneas adaptadas a los caminos y lími-
tes parcelarios. En algunos casos, la malla así formada mantendrá una distancia al borde costero no
muy alejada de los 500 m, mientras que en otros, en función de la distribución de los poblamientos,
será considerablemente superior.

3. Un tercer criterio para la delimitación consiste en la utilización de barreras de infraestructuras, gene-


ralmente carreteras o ferrocarriles, combinadas o no con la formada por los núcleos rurales apoyados
sobre aquellas. Este criterio es frecuentemente utilizado cuando las barreras circulan a una distancia
no muy elevada de la costa y, simultáneamente, producen un cambio radical en el nivel de antropiza-
ción de los terrenos.

Un caso extremo de aplicación de este tercer criterio se da en fragmentos de la línea costera de Riba-
desella y Llanes –por ejemplo, entre Ribadesella y Cuerres o entre Puertas y Vidiago–, en que la zona
costera despoblada incluida en Suelo de Protección de Costas hasta llegar a la traza de la vía férrea de
FEVE llega a los 1300 m, tal como aparece en la ortofoto de la misma (figura 7).

4. El último criterio es el de la introducción como suelo de costas de áreas geográficas homogéneas


en sí mismas y dotadas de un interés propio vinculado a la costa de una manera evidente, aun cuan-

Figura 7. Barrera de FFCC y carreteras utilizada como límite del suelo de costas.

215
Figura 8. Ortofoto del suelo de costas en los alrededores del cabo Peñas.

do como resultado aparezcan superficies de suelo de protección de costas sensiblemente más amplias
de lo que serían de otra manera. Ejemplos de esta situación podrían encontrarse en el tratamiento de
los cabos Negro o Peñas, en que el suelo de protección de costas pasa a dominar el tratamiento de las
entidades en sí. Asimismo, el suelo costero karstificado del borde oriental del concejo de Ribadesella
o la extensa área ocupada por acebuchales al este y sudeste de Andrín (véase la figura 8, en la que se
representa una ortofoto del cabo Peñas).

b) Principales tipos de actuación recreativa propuestos en el POLA: los parques-playa

El principal instrumento para desviar el acceso humano hacia lugares dotados de capacidad receptora
adecuada está constituido por la teorización y aplicación práctica de la noción de parques-playa, de los
cuales el POLA propone 23, distribuidos a lo largo de toda la costa.

Estos parques-playa estarían emplazados en áreas adecuadas, en contacto con playas ya muy presio-
nadas por el hombre y se diseñarían para desviar el acceso hacia puntos menos sensibles mediante el
empleo de diferentes recursos de diseño según cada caso.

Estarían generalmente constituidos por dos tipos de áreas: un parque permanente adaptado al fuerte
carácter estacional que comprendería no más del 15% de la superficie total, obtenido mediante expro-
piación, y un parque de temporada, arrendado a sus propietarios, por lo general ganaderos, entre el 15
de junio y el 15 de septiembre, y que el resto del tiempo volvería a su uso agroganadero –generalmente
pastizal– (véanse las figuras 9.1 a 9.4).

216
Figura 9.1. Cabo Peñas. Figura 9.2. Playa de La Griega.

Figura 9.3. San Martín de Laspra. Figura 9.4. Los Quebrantos.

217
Los parques-playa estarían comunicados entre sí y con los 232 núcleos rurales existentes en los ale-
daños de la costa, mediante una red ad hoc de caminos peatonales –el Sistema de Sendas Costero–,
construida reaprovechando y peatonalizando unos 450 km de caminos ya existentes complementados
con 150 kilómetros de tramos nuevos, generalmente de unión entre aquellos.

El principio del parque-playa se aplicaría de diferente manera según las características de cada empla-
zamiento (véanse las figuras 9.1 a 9.4 que reproducen fragmentos de los planos del POLA):

− Así, el cabo Peñas (figura 9.1) actuaría como contraimán del área de valor botánico situada al
oeste del faro, en una zona sin playas fácilmente accesibles.

− En la playa de La Griega (figura 9.2) tomaría la forma de un parque lineal transversal circulando
de sur a norte entre la villa de Colunga y la playa de La Griega, intentando desviar el uso huma-
no de las partes más sensibles.

− En San Martín de Laspra (figura 9.3), el parque propuesto supondría una alternativa inocua y do-
tada de extraordinarias vistas panorámicas al presente uso del arenal del Espartal.

− Finalmente, los Quebrantos (figura 9.4) convive con la propia regeneración del parque dunar.

c) El tratamiento del sistema de sendas peatonales del suelo de costas

Durante los trabajos de elaboración del PESC se ha realizado una revisión de la red de sendas pro-
puestas en su día por el POLA, incrementando sensiblemente el número y longitud de los trayectos
sugeridos.

El sistema de sendas propuesto por ambos documentos está formado por unos tramos formando
motivos ligados a cada área costera concreta, entendiendo por áreas costeras los fragmentos en que
es subdividida la costa a los efectos de su descripción unitaria en este trabajo, por lo general, porque
presentan características específicas fisiográficas, paisajísticas o de otra índole similares que lo hacen
funcionalmente conveniente.

Cada una de estas áreas tendrá un tratamiento diferente desde el punto de vista de la red de sendas.
Por lo general, cada tratamiento puede describirse como sistema de vinculación mediante recorridos
peatonales entre uno o más pueblos con los bordes costeros, playas y otros lugares paisajísticamente
significativos.

El tipo de vinculación será diferente en cada situación concreta. En general, siempre que sea posible se
utilizará la trama de caminos ya existente sometida a las menores modificaciones posibles. Idealmente,
se limitaría a una adecuada señalización y, ocasionalmente, a un drenaje que mejore sus posibilidades de
utilización invernal. En muchos casos, el sistema de sendas puede considerarse dotado de una especie de
argumento que va descubriéndose al recorrerlo y en el que son difícilmente distinguibles los tramos nue-
vos y los caminos preexistentes.

Un somero análisis de las sendas realizadas desde la entrada en vigor del POLA podría indicar que en
un buen número de casos, los estándares utilizados son excesivos, de forma que las sendas realizadas
acaban con un sobrediseño agresivo con el medio en que se insertan, algo que el POLA pretendía evi-
tar al máximo posible.

Vinculación para potenciar los asentamientos existentes

En la mayor parte de la costa asturiana existe una densa red de caminos que oscilan desde la senda de
pescadores a la carreterilla, pasando por la caleya. Estos caminos son productos de la geografía y de la
historia y producen generalmente un efecto paisajístico muy superior al de un camino nuevo «de diseño».

218
Por otro lado, la marina está también llena de lugares, aldeas, barrios y villas de muy diverso tipo, con
las cuales el sistema de sendas costeras deberá relacionarse de una manera diferente en cada caso.

Así, siempre que sea posible, la red peatonal propuesta por el POLA estará formada por tramos de caminos
ya existentes que salen de un pueblo costero determinado formando una especie de malla complemen-
tando la retícula existente mediante la adición de un número reducido de tramos nuevos –frecuentemente
tramos de unión entre aquellos– que permiten llegar desde el pueblo a la costa, visitar sus puntos esen-
ciales y volver a él.

Una vez revisado el sistema en su conjunto, se obtiene un esquema cuya superficie total se representa
en la tabla 1.

Caminos Caminos
Caminos Tramos de
Municipio reaprovechados Tentativ. fuera
reaprovechados senda nuevos
fuera del PESC del PESC
Vegadeo 209,60 209,18 268,81 24,16
Castropol 26.006,06 6.752,00 6.997,10 1.253,96
Tapia de Casariego 28.216,03 10.360,97 968,30 233,43
El Franco 19.994,39 4.513,56 2.136,41 266,42
Coaña 20.945,53 6.453,74 3.117,44
Navia 29.175,28 4.952,72 5.018,39 120,76
Valdés 63.691,41 24.980,55 12.989,33 185,11
Cuideiro 51.625,16 20.457,04 8.538,03 1.576,07
Muros de Nalón 4.765,34 791,63 2.550,95 566,55
S. del Barco 10.879,77 2.258,51 2.328,61
Castrillón CW 7.165,22
Castrillón CC 9.083,61 2.692,60 4.413,70 1.438,85
Avilés 646,14
Gozón 61.617,14 14.893,10 16.978,40 690,48
Carreño 10.857,61 2.282,67 1.318,37 134,27
Gijón 11.356,94 1.298,74 114,63 130,06
Villaviciosa 47.592,77 17.726,52 10.967,00 967,56
Llastres 17.604,49 8.640,68 8.898,89 1.174,57
Caravia 5.757,82 1.711,67
Ribadesella 24.672,41 8.891,24 2.603,00 517,85
Llanes 83.752,77 28.572,90 19.004,63 4.244,94
Ribadedeva 15.365,12 7.175,72 9.258,21 359,42
TOTAL 550.980,60 175.615,74 118.470,19 13.884,46

Tabla 1. Caminos y sendas reaprovechados y nuevos, según las propuestas del PESC y su longitud, en metros
lineales.

219
Figura 10. Red de caminos en las proximidades de Coaña. La línea azul representa el límite del suelo de costas.
Las líneas amarillas representan caminos agrarios ya existentes; las líneas verdes tramos nuevos a realizar,
preferiblemente de estándar equivalente al de los existentes, de forma que puedan percibirse como parte de la red
agraria preexistente.

Principales propuestas del PESC que constituyen desarrollos o modificaciones sustanciales


del POLA

Los estudios, medidas y propuestas urbanísticas que constituyen desarrollos o particularizaciones son
muy amplios. Como ya hemos indicado, hay instituciones del POLA que se mantienen con escasísi-
mas modificaciones, mientras que una buena parte de las propuestas del PESC son desarrollos nuevos
o muy modificados con respecto al anterior documento. En su exposición seguiremos el siguiente orden.

En el PESC el suelo de costas se ha delimitado en 29 áreas, generalmente humedales, playas dotadas


de campos dunares o formaciones geológicas de interés excepcional, para las que la protección propor-
cionada con carácter general por el POLA resulta insuficiente, por lo que les otorga una protección más
alta –Zonas de Protección Estricta, según el PESC– (véanse los epígrafes 30 y 31).

Se revisó la delimitación de vegetación protegible contenida en el POLA, reestudiándola de forma muy


particularizada, basándose en un estudio del Medio Físico y el Plano de Vegetación y Usos del Suelo,
con clasificación de la vegetación a proteger según cinco grados de interés señalados con las letras A- E,
que sustituirá con una gran ganancia de precisión a la delimitación de áreas de interés botánico conte-
nida en el POLA (véase el epígrafe 32).

220
Figura 11a-11c. Ejemplos de Área de Protección Estricta: PE Campo dunar y humedales de Barayu (PE-07). Playa
interior de Gulpiyuri (PE-25) y bufones y playa interior del Cobijeru (PE-27).

Con ello se pretende mejorar la conservación medioambiental del suelo de costas, categorizando unas
zonas como Suelo No Urbanizable de Costas de Comunidades Vegetales Inventariadas.

Se introduce una tercera zonificación de los terrenos, Suelo No Urbanizable de Protección Agraria, ba-
sada en su valor agrario, con la doble finalidad de mejorar su protección y actuar en el futuro como
acicate para la creación, por los organismos competentes, de una política de adecuación agroganadera
(véanse los epígrafes 33 a 35).

Se representa una cuarta zonificación, consistente en la delimitación de un cierto número de áreas su-
geridas para actuar en un futuro, ahora indeterminado, como áreas piloto de repoblación forestal con
especies autóctonas y sustitución, en su caso, de especies alóctonas (véanse los epígrafes 36 y 37).

221
Figura 12. Fragmento de mapa de medio físico de Barayu a Outur (Valdés), obtenido del Plan Territorial Especial
del Suelo de Costas. Los cuatro colores con que están rellenas determinadas áreas corresponden a los cuatro
tipos de áreas de protección propuestos por el PESC para las comunidades de interés. La línea azul claro marca el
límite del suelo de costas.

Se incluye una quinta zonificación, que comprende la delimitación de una serie de áreas discontinuas,
en general de escasa dimensión, a las que el PESC denomina Áreas de Consideración Específica, para
casos en los que se estima conveniente efectuar alguna consideración particular, más allá de las pro-
puestas generales del PESC, que puede oscilar entre la proposición, un tratamiento particularizado o la
simple indicación de ciertas consideraciones particulares (véanse los epígrafes 38 a 40).

Sobre las áreas afectadas por conjuntos edificatorios inadecuados, el PESC delimita el PEADE o Plan
Especial de Áreas Degradadas por la Edificación, correspondiente al tratamiento de una serie de áreas
degradadas por la materialización en el pasado de manchas de edificación incontrolada, cuya adecua-
da corrección requeriría un tratamiento con características de PERI que exigen ir más allá del grado
de estudio que ha sido definido con carácter general en la normativa del PESC (véanse los epígrafes
41 a 44).

En cierto modo, como culminación de todo lo anterior, el PESC comprende en su parte propositiva una
propuesta de tratamiento particularizado de todas las entidades edificatorias existentes en el suelo de
costas que son inventariadas, catalogadas y representadas en los planos y a todas las cuales es asigna-
da una ficha en formato A4.

El resultado total queda recogido en 20 tomos formados por 3651 fichas distribuidas entre los 21 con-
cejos que tienen en su ámbito suelo de protección de costas. Estas fichas clasifican las entidades en
numerosas subcategorías agrupadas en las categorías de Entidad Protegida, Integrada, Compatible y
de Impacto Elevado. A partir de la entrada en vigor del PESC, cada una de ellas actúa como auxiliar en
la gestión del suelo y en la aplicación de la disciplina urbanística (véanse los epígrafes 45 a 47).

222
Figura 13. Fragmento del plano de valor agronómico
en el Cabu Peñes. Las letras mayúsculas representan
la calidad agraria y las minúsculas el tipo de limitación
que presentan, por ejemplo, q indica limitaciones de Figura 14. La línea amarilla delimita el
composición química y x de profundidad de suelos. La área piloto ZP-03 en la Punta del Cuerno,
línea discontinua fucsia marca el límite de 100 m de la concejo de Valdés y el límite de 100 m de la
servidumbre de protección. servidumbre de protección.

Figura 15. Representación de las edificaciones existentes en un fragmento de El Puntal. Las numeradas en azul están
categorizadas como Protegidas, en verde las Integradas, en negro las Compatibles y en rojo las de Impacto Elevado.

223
En lo que sigue los describiremos brevemente siguiendo este orden.

La creación de las 29 zonas de protección estricta

El PESC denomina así a una categoría constituida por suelos de características que, de un lado, im-
ponen la necesidad de una protección más estricta que la garantizada con carácter general por la
normativa del Suelo de Costas y, de otro, presentan características que permiten aplicar tal protección
sin imponer limitaciones inasumibles a la actividad humana que está –o debería estar– por lo general
ausente de ellas o presenta niveles muy reducidos de actividad. Generalmente estas zonas están cons-
tituidas por:

− Campos dunares o playas dotadas de ellos, por ejemplo, la playa de Xagón.


− Humedales dotados de vegetación de interés, por ejemplo, el Charcu en Sotu’l Barcu.
− Lugares con vegetación de interés, por ejemplo, parte del Cabu Peñes.
− Formaciones geológicas de interés especial, por ejemplo, la playa de Guipiyuri.

Una parte de las áreas seleccionadas –13 sobre un total de 29– se encontraban ya categorizadas por el
PORNA –Monumentos Naturales en 11 de los casos y Reserva Natural Parcial en los casos concretos de
la ensenada de Barayu y la Ría de Villaviciosa–, incluso en estos casos los límites han sido reestudiados
mediante información recogida sobre el terreno y mediante análisis ortofotográfico y se ha diseñado
un tratamiento normativo nuevo.

Categoriza-
Superficie
Acrónimo Nombre Concejo ción según el Valores naturales
M2
PORNA
PE-01 Vega del Eo Vegadeo Humedales 497.451
PE-02 Ensenada de Fabal Castropol Humedales 441.225
Monumento
PE-03 Playa de Penarronda Castropol Playa con dunas 141.197
Natural
PE-04 Playa de Serantes Tapia de Casariego Playa con dunas y humedales 109.596
PE-05 Ría de Navia Navia Humedales 673.129
Monumento
PE-06 Playa de Frexulfe Navia Playa con dunas y humedal 261.300
Natural
Reserva Natu- Playa vegetación de dunas y
PE-07 Ensenada de Barayu Navia/Valdés 313.891
ral Parcial acantilados
Monumento
PE-08 Turbera de Dueñas Cuideiro Turbera 238.479
Natural
PE-09 Ría del Nalón Muros de Nalón Humedales 633.132
PE-10 Ría del Nalón Sotu’l Barcu Humedales 726.130
PE-11 El Charcu Sotu’l Barcu Humedales 117.403
Monumento
PE-12 Playón de Bayas Castrillón Playa con dunas 541.852
Natural
Monumento
PE-13 Isla de Deva Castrillón Isla 77.264
Natural
Monumento
PE-14 Arenal de L´Espartal Castrillón Campo Dunar 479.581
Natural
PE-15 Playa de Samalandrán Avilés Playa y humedal 231.751
PE-16 Playa de Xagó Gozón Playa con dunas 446.631
PE-17 Playa de Verdicio Gozón Playa con dunas 70.642
PE-18 Cabu de Peñes Gozón Vegetación de interés, turbera 572.583
Reserva Natu-
PE-19 Ría de Villaviciosa Villaviciosa Humedales 2.984.540
ral Parcial
Monumento
PE-20 Playa de Vega Ribadesella Parque dunar 262.917
natural

224
Categoriza-
Superficie
Acrónimo Nombre Concejo ción según el Valores naturales
M2
PORNA
Desfiladeru Monumento
PE-21 Ribadesella Formación geológica 108.822
d’Entrepeñes natural
PE-22 Ría del Sella Ribadesella Humedal 440.723
PE-23 Castru Arenes Ribadesella Formación geológica 129.688
PE-24 Punta Aguamia Llanes Formación geológica 311.329
Monumento
PE-25 Gulpiyuri Llanes Playa 27.757
natural
Monumento
PE-26 Bufones de Arenillas Llanes Formación geológica 208.523
natural
Monumento
PE-27 Complejo del Cobijeru Llanes Formación geológica 153.019
natural
Monumento
PE-28 Bufones de Santiuste Llanes Formación geológica 57.091
natural
PE-29 Ría del Tinamayor Ribadedeva Humedal 322.014
Superficie Total 11.579.660
% Superficie Suelo de Costas 195.126.846 Porcentaje sobre total SC 5,93%

Tabla 2. Entidades de Protección Estricta propuestas por el PESC.

El tratamiento de las comunidades botánicas


Durante el desarrollo del PESC se realizó ex novo un análisis muy detallado de las comunidades vege-
tales costeras que fueron clasificadas según 168 tipos distintos diferentes (véase la cartela del plano de
la figura final) que en la práctica lleva a la delimitación de más de 2000 áreas diferentes. A partir de
este análisis se han seleccionado las siguientes cuatro categorías de especies que se han de proteger,
expuestas seguidamente de mayor a menor interés.
a. Aquellas que contienen hábitats clasificados como de Interés Prioritario, Hábitats naturales priorita-
rios o especie CREA (Catálogo Regional de Especies Amenazadas).
b. Aquellas que contienen hábitats clasificados como Naturales de Interés Comunitario.
c. Aquellas que contienen comunidades de Interés Paisajístico.
d. Aquellas que contienen comunidades protegidas por Criterio Experto, es decir, por presentar parti-
cularidades que, aunque no entrando necesariamente en las anteriores categorías, presentan algún
tipo de interés peculiar tras haber sido examinadas por un experto.
La institución del suelo de protección agraria

1º) El PESC aspira a actuar como fuente de información para facilitar las condiciones para una even-
tual creación, en el futuro, por parte de los organismos competentes del Principado de políticas
sectoriales de potenciación de las zonas de valor agrario sitas el suelo de costas.
En tal sentido, categoriza los tipos de suelo sobre los que en el futuro podrían diseñarse políticas
de interés, pero reduce su tratamiento normativo a unas cuantas medidas que garanticen la con-
servación en condiciones adecuadas de dos clases de terrenos interesantes por diferentes motivos
para una actuación agrológica útil.
2º) A tal efecto, el PESC concentra su actuación en dos categorías de suelo según orden de interés:
2a. El Suelo de Costas de Protección Agraria (PAgr), que comprende zonas homogéneas centradas
en terrenos de calidades A y B, aunque con límites ligeramente diferentes, buscando el utili-
zar límites lógicos que, ocasionalmente, producen la integración en las mismas de fragmentos

225
menores categorizados de calidad C según el estudio agrológico. El estudio se realizó por
especialistas mediante una combinación de análisis de muestras de suelo, análisis ortofoto-
gráfico y comprobación sobre el terreno. Finalmente, se llegó a delimitar como suelo agrario
de interés una superficie del 11,56 % de los terrenos de suelo de costas.

2b. Los datos obtenidos en el proceso anterior actuaron como base para la delimitación de la catego-
ría de suelo reservado para Área Piloto de Repoblación mediante especies autóctonas, categoría
normativa propuesta para experimentar en ella la repoblación con arbolado autóctono.

3º) En cuanto a su tratamiento normativo, las principales condiciones diferenciales del Suelo de Cos-
tas de Protección Agraria respecto a las que rigen en el Suelo de Costas Común son, entre otras,
las siguientes: la prescripción de una parcela mínima, a efectos de segregación, de 25 000 m2, la
prohibición de repoblación con especies alóctonas en aquellos terrenos que no estuvieran planta-
dos con ellas a fecha del 1 de enero de 2009, la no afección por campos de golf y la prohibición
de instalaciones de acuicultura con modificaciones permanentes de terreno o construcción de in-
fraestructuras permanentes.

La proposición de las áreas piloto de tratamiento forestal

Esta categoría de suelo la constituyen dos clases de entidades: las tres áreas piloto categorizadas como
desarboladas por el POLA y trece nuevas áreas piloto seleccionadas en función de sus características
topográficas, parcelarias y edáficas en que podría plantearse la sustitución por arbolado autóctono de
bosque actualmente repoblado con especies alóctonas. Se están seleccionando terrenos que simultá-
neamente tengan las siguientes características:

− Calidad agrológica baja o muy baja.

− Relieve suficientemente movido como para impedir una utilización agraria razonable.

− Distribución parcelaria con parcelas de dimensión comparativamente grande.

− Ausencia de preexistencias edificatorias.

Las nuevas áreas piloto de tratamiento forestal están representadas en los planos de zonificación desig-
nadas con las siglas ZP-* donde * representa una cifra comprendida entre 01 y 13.

La creación de esta categoría conlleva adicionalmente unas limitaciones normativas específicas, por
ejemplo:

1. La prescripción de la parcela mínima a efectos de segregación en 100 000 m2.

2. La prohibición de repoblación con especies alóctonas en las áreas no destinadas a tal uso a la fecha
de entrada en vigor de este plan.

3. La prohibición de roturación de terrenos ya ocupados por especies autóctonas.

4. La prohibición de creación de instalaciones agrícolas o ganaderas, áreas de descanso o parques,


instalaciones desmontables provisionales en las playas, campos de golf, realización de infraestruc-
turas, etc.

La creación de las áreas de consideración específica

Las denominadas por el PESC Áreas de Consideración Específica constituyen fragmentos de terreno,
en general de media o reducida dimensión, que por una u otra razón el PESC considera conveniente
singularizar para efectuar, más allá del tipo de tratamiento que plantea para los terrenos vecinos, algu-
na consideración específica, que puede oscilar entre la proposición, en ciertos casos, de un tratamiento

226
particularizado más o menos concreto a la simple indicación de ciertas consideraciones particulares
que afectan a los terrenos en ellas incluidos.

Las áreas de consideración específica son designadas en los planos de ordenación mediante acróni-
mos, comenzando por la A mayúscula seguida por un guión y dos cifras comprendidas entre 01 y 31 y
ordenadas en orden creciente de occidente a oriente y, eventualmente, un nombre, por ejemplo: a-09
área de ampliación del PEADE (Plan Especial de Áreas Degradadas por la Edificación) de l’Aguilera.
Cada una de estas unidades lleva aparejado un texto particular que puede oscilar, como decimos, entre
una mera explicación de algún factor que de algún modo afecta a los terrenos en ella incluidos o bien
alguna consideración con consecuencias normativas o alguna recomendación.
Si bien existen por su propia naturaleza Áreas de Consideración Específica muy diversas, pueden sin-
gularizarse dentro de ellas varios tipos, a saber:
− Áreas en que se tratan cuestiones de planeamiento específicas afectándolas particularizadamen-
te, de las que son ejemplo: A-03 (Castropol Sur), A-04 (Castropol) y A-30 (Cerámica de Llovio).
− Áreas que se refieren específicamente a modificaciones del PEADE propuestas con respecto a las
contenidas en el POLA o a nuevos PEADE propuestos directamente por el PESC, de las que son
ejemplo: A-09 (L’Aguilera), A-12 (la Mina), A-23 (Careñes), A-24 (L’Escañón) y A-28 (la Güelga).
− Áreas que se refieren a propuestas, por lo general, aunque no en todos los casos, en el sentido
de modificar el alcance del previsto en el POLA en zonas de expropiación de entidades edificato-
rias propuestas por el POLA. Esta es la naturaleza de la A-05 (Punta de L’Atalaya), A-08A (Outur),
A-10 (Bayas-Deva) y A-17a a c (cabo Negro).
− Áreas que definen ex novo recomendaciones de planeamiento no contenidas en el POLA. A este
tipo corresponden la A-22 (cabo San Lorenzo) y la A-26 (túnel de la Ría de Villaviciosa).
El tratamiento de las áreas degradadas por la edificación
En el suelo no protegible de costas existe una serie de áreas degradadas por la materialización en el
pasado de manchas de edificación incontrolada, cuya corrección requeriría un tratamiento que exige
ir más allá del grado de estudio que ha sido definido con carácter general en la normativa del PESC.
En esencia, el tratamiento que sería necesario arbitrar para ellas sería el equivalente al que en suelo
urbano proponen algunos Planes Especiales de Reforma Interior, a los que ese documento sería asimi-
lable, con las lógicas peculiaridades, y consistiría aproximadamente en lo siguiente:
1. E
n un primer momento, comenzaría categorizándose provisionalmente el total de los terrenos ob-
jeto de acciones edificatorias incontroladas como suelo de costas y declarando todas las viviendas
e instalaciones también provisionalmente fuera de ordenación. De entre ellas, las instalaciones no
adaptadas a la Ley de Costas quedarían categorizadas como Suelo Fuera de Ordenación con carác-
ter definitivo.
2. S
eguidamente, se procedería a realizar una evaluación de los impactos existentes –fundamental-
mente visuales, pero también el medioambiental, el de saneamiento y otros– y se realizaría una
preevaluación económica sobre la forma más eficiente de conseguir minimizar el impacto total a un
costo razonable.
Esto llevaría a la propuesta final de un catálogo ordenado de acciones que se deberían adoptar sobre
cada uno de los focos emisores de impacto, que oscilaría desde la mera corrección con medidas tales
como la eliminación o sustitución de cerramientos productores de impacto por cierres vegetales o –en
el caso de los muros de contención– tapado de los mismos mediante taludes de tierra revegetados,
pintado o estucado de las construcciones productoras de impactos a la sustitución o eliminación de
determinados elementos, por ejemplo, sustitución de construcciones generadoras de impactos por
otras de igual o menor volumen y de mejor adaptación al medio o expropiación de instalaciones o
fincas. El tratamiento de estas áreas podría ser ejecutado conjuntamente mediante un único Plan de
Tratamiento de Áreas Degradadas o PEADE.

227
Sup. según el Sup. según el
Nombre Emplazamiento
POLA (m2) PESC (m2)
Porcía Proximidades playa de Porcía 145.000 112.518
Friera Proximidades playa de la Ribeirona 60.000 40.038
L’Aguila Acantilados sobre la playa de Salencia 43.100 60.293
Foxo Proximidades Concha de Arnedo (fuera casi) 40.000 4.613
Campofrío Proximidades Playa de Aguilar 26.000 19.786
Monielles Proximidades Playa de Monielles 60.000 25.735
La Mina-Arnao Proximidades Playa de Arnao 7.342
Punta Vidriera Junto al Faro de Nieva 83.000 36.607
Puerto Llampero Puerto Llampero 252.000 220.941
Bañugues Proximidades Playa de Bañugues 136.000 127.574
Antromero Península de Antromero 125.000 43.913
Xivares Inmediata a las playas de Xivares 3.500 26.572
Careñes Proximidades playa de Merón 32.472
Merón Inmediata a la playa de Merón 19.000
L’Escañón Entre la Riega Tueru y río Los Molinos 26.490
Rodiles-Misiego Aledaños ría de Villaviciosa 934.000 937.970
La Güelga Proximidades de la isla 15.361
TOTAL 1.926.600 1.738.225

Tabla 3. Áreas Degradadas por la Edificación (PEADE).

El POLA contenía ya una prefiguración de áreas que se debían tratar mediante este método. El PESC
revisa los límites de las áreas delimitadas por el POLA, efectuando las modificaciones que ha considera-
do oportunas en función de la nueva información existente y que se traducen, por lo general, en cierta
reducción de su dimensión. Asimismo, incluye cuatro nuevas áreas ocupadas por edificación inade-
cuada que no figuraban entre las seleccionadas por el POLA hasta llegar a las señaladas en la tabla 3.
El tratamiento urbanístico de las 3651 entidades edificatorias existentes en suelo de costas
En cuanto a la clasificación de la situación individual de cada entidad edificatoria emplazada en el sue-
lo de costas, expondremos las características de la categorización realizada por el PESC, a partir de los
resultados obtenidos en la recogida de datos, en la que se localizaron y catalogaron todas las entidades
existentes y se definió el tratamiento arquitectónico urbanístico adecuado. Esta categorización es repre-
sentada individualizadamente, caso por caso, tanto mediante la asignación de una cifra en los 70 planos
de ordenación a escala 1/5000 del PESC como en elaboración de fichas individualizadas de las entidades
en formato A4 y organizadas en 20 tomos ordenados por concejos costeros de occidente a oriente.
En cuanto a su tratamiento urbanístico, el PESC clasifica las entidades en cuatro categorías principa-
les, subdivididas en numerosas subcategorías y asigna, en el tomo 2 de Normativa Urbanística, las
condiciones de tratamiento de cada una de ellas; las categorías son, respectivamente, de: Entidades
Protegidas, Integradas, Compatibles y de Impacto Elevado, con estas características diferenciales:
− Las entidades designadas por el PESC como Protegidas son aquellas que, según su criterio, po-
seen un valor singular que hace que el planeamiento deba coadyuvar a su preservación.
Son a su vez subdivididas en dos grupos: entidades etnográficas del tipo hórreo, panera o
cabazo, que presenten unos valores suficientes según criterio del PESC, y el resto de las enti-
dades edificatorias protegidas que son, a su vez, clasificadas en tres grados, señalados por los

228
acrónimos Prtg-A, Prtg-B y Prtg-C, asimilables a las categorías de Protección Integral, Protección
Parcial y Protección Ambiental previstas en el Reglamento Urbanístico Regional de Asturias.
− Las entidades consideradas como integradas y designadas con el acrónimo Int son aquellas que,
a juicio del PESC, se encuentran insertas armónicamente en el medio en que están enclavadas,
de forma tal que, en caso de que fuera posible la elección ceteris paribus, resultaría preferible la
continuación de la existencia del edificio a su desaparición. Por lo general, son construcciones
tradicionales.
− Las entidades categorizadas como compatibles (Cmp) son aquellas para las que el PESC con-
cluye que, una vez consideradas todas las circunstancias de cada caso, pueden ser tenidas en
cuenta como de mantenimiento aceptable, por resultar el impacto desfavorable, aunque even-
tual y suficientemente asumible en función de las circunstancias que rodean al elemento y a su
emplazamiento.
− El PESC denomina Entidades de Impacto Elevado a aquellas cuyo impacto, bien sea visual o de
cualquier otra clase, sobre el entorno en que están enclavadas es suficientemente elevado como
para que su mantenimiento deba ser considerado incompatible con la conservación de los va-
lores del área en que se enclava. Según se pasa de ID1 a ID3 aumenta la gravedad del impacto
producido, lo que debería incrementar las posibilidades de su expropiación futura. En la tabla 4
se representa el número de entidades, clasificadas por categorías y subcategorías, y en las figu-
ras 18 y 19 se representan dos ejemplos de ficha urbanística espigadas en el concejo de Valdés,
en un caso de Impacto Elevado y en otro Protegida.
A su vez, en los planos de zonificación puede apreciarse la cifra correspondiente a cada ficha en dife-
rentes colores: azul (Protegidas), verde (Integradas), Negro (Compatibles) y rojo (Impacto Elevado), todos
ellos rodeados de un círculo de diferente color por categoría. Hacemos notar que el área representada en
esta hoja es a la vez una de las más degradadas y de mayor valor ecológico de la costa asturiana.

Categoría Acrón. Núm. Categoría Acrón. Núm.


Protegido Prtg 98 Integrado Intg 342
Integrado con condicio-
Protegido Grado A Prtg-A 35 Intg+ 3
nantes
Protegido Grado B Prtg-B 55 Integrado B Intg-B 6
Protegido Grado C Prtg-C 63
TOTAL 251 TOTAL 351
Categoría Acrón. Núm. Subcategoría Acrón. Núm.
Compatible Cmp 852 Impacto Elevado ID1 443
Compatible subcategoría X Cmp-x 522 ID2 110
Compatible con condicio-
Cmp+ 190 ID3 74
nantes
Compatible B CmpB 624
Compatible B con condi-
CmpB+ 18 Impacto Elevado U IDU 80
cionantes
Compatible B subcatego-
CmpB-x 54 Impacto Elevado corregible IDC 78
ría x
TOTAL 2.260 TOTAL 785

Tabla 4. Resumen de las 3651 entidades edificatorias existentes en el Suelo de Costas de Asturias.

Notas
1
El POLA alcanzó el Premio Europeo de Planeamiento Urbano y Regional 2006 concedido ex aequo y en la categoría de Pla-
neamiento Regional por la Asociación Europea de Técnicos urbanistas.
2
El PESC alcanzó el Premio de Urbanismo Español de 2017 ex aequo con otro documento.
3
Revisión del PGO de Gijón 1980-1985, Ramón Fernández-Rañada, C. Loch, J. Ramón Menéndez de Luarca, Carlota Navarro.

229
Figura 16. Ejemplo de ficha de Entidad Edificatoria Protegida.

230
Figura 16. Ejemplo de ficha de Entidad Edificatoria de Impacto Alto.

231
Cueva de Ágreda (Soria). Fotografía: Carmen Caro.

232
Despoblación y demotanasia
Pilar Burillo Cuadrado
Instituto de Investigación Serranía Celtibérica
[email protected]

Francisco Burillo Mozota


Universidad de Zaragoza, campus de Teruel
[email protected]

Resumen
La despoblación es uno de los grandes problemas que tiene España, dado que en el 54,84 % de su territorio vive el 5,43 %
de su población. Dar solución a esta grave situación debe realizarse en el marco de los artículos 174 y 175 del Tratado de
Funcionamiento de la Unión Europea, que establecen las acciones que se deben seguir para reforzar la cohesión económi-
ca, social y territorial de las regiones menos favorecidas, entre las que se encuentran las áreas escasamente pobladas. En
este trabajo se presenta una nueva metodología para la delimitación de dichas áreas, método que ya ha sido aprobada por
el Parlamento Europeo.

Se ha acuñado la palabra «demotanasia» para definir el proceso que ha llevado a la desaparición lenta y silenciosa de la po-
blación de un territorio, de su cultura, tradiciones y formas de vida. Se presenta como ejemplo la Serranía Celtibérica, que,
con una extensión que duplica Bélgica, ha llegado a convertirse en el mayor desierto demográfico por despoblación del sur
de Europa.

Palabras clave
Despoblación, artículos 174 y 175 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, Parlamento Europeo, demotanasia,
desierto demográfico.

Abstract
Depopulation is one of the great problems facing Spain, given that 5.43 % of its population lives in 54.84 % of its territory.
The solution to this serious situation must be implemented within the framework of Articles 174 and 175 of the Treaty on
the Functioning of the European Union, which establish the actions to be taken to strengthen the economic, social and terri-
torial cohesion of the least favoured regions, including sparsely populated areas. This paper presents a new methodology for
the delimitation of these areas, a method which has already been approved by the European Parliament.

The word “demotanasia” has been coined to define the process that has led to the slow and silent disappearance of the popu-
lation from a territory, its culture, traditions and ways of life. It offers Serranía Celtibérica as an example, a place which, cove-
ring an area twice the size of Belgium, has become the largest demographic desert due to depopulation in southern Europe.

Keywords
Depopulation, Articles 174 and 175 of the Treaty on the Functioning of the European Union, European Parliament, demo-
tanasia, demographic desert.

La despoblación. ¿Un problema de Estado?

2017 pasará a la historia como el año en el que la despoblación se convirtió en uno de los temas más
preocupantes para la sociedad española. Uno de los detonantes fue, sin duda alguna, el libro de Sergio
de Molino (2016), La España vacía. Viaje por un país que nunca fue. Pero fue la Serranía Celtibérica la
única interregión española que mereció una especial atención mediática. El escritor y periodista Paco
Cerdá (2017) publicó la monografía Los últimos. Voces de la Laponia española. El carismático periodista
Jordi Évole le dedicó un monográfico de Salvados en La Sexta bajo el título Tierra de nadie e, incluso,
Coca-Cola difundió en Youtube un anuncio bajo el lema «El bar, el alma del pueblo».

233
También la despoblación entró ese año en la agenda gubernamental. En enero de 2017, el Gobierno
de España tomó la decisión de aprobar la Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico. Con ella se
encauzó la demanda del Foro de Comunidades Autónomas por el Cambio Demográfico, cuyo objetivo
es cambiar el sistema de financiación autonómica y local, donde el 97% de la inversión se otorga en
función de la población.

El Gobierno de España creó la figura del Comisionado frente al Reto Demográfico con la misión de
coordinar un grupo de trabajo interinstitucional del máximo nivel, formado por representantes de
nueve ministerios, de todas las comunidades autónomas y de la Federación Española de Municipios
y Provincias. Paralelamente, el Senado nombró una comisión especial sobre evolución demográfica
de España, a la que se invitó a una serie de expertos, entre ellos uno de los firmantes de este artículo
(Burillo-Mozota, 2017).

El cambio de Gobierno, en junio de 2018, llevó al nombramiento de una nueva responsable del Co-
misionado frente al Reto Demográfico. El 29 de marzo de 2019, el Consejo de Ministros anuncia la
aprobación de «un acuerdo sobre las directrices generales de la Estrategia Nacional frente al Reto De-
mográfico», centrado en «las tres cuestiones demográficas acordadas en la Conferencia de Presidentes:
despoblación, envejecimiento y efectos de la población flotante». Para su desarrollo se propusieron más
de 80 medidas «referidas a jóvenes, mujeres, atención a la población rural, emprendedores, turismo,
implantación de la administración en el territorio o actividad económica». Medidas concretas que no
han podido ser ejecutadas dada la disolución del Gobierno y que, en cualquier caso, no pueden paliar la
lacra de la despoblación, dado que no existen programas de desarrollo para los territorios despoblados,
ni aplicación de la discriminación positiva que la Unión Europea pregona en el artículo 174 del Tratado
de Funcionamiento de la Unión Europea para las áreas desfavorecidas.

Las plataformas ciudadanas Teruel Existe y Soria Ya convocaron en Madrid el 31 de marzo de 2019 una
manifestación bajo el lema de la «España Vaciada» (figura 1). Fue una protesta masiva de la sociedad

Figura 1. Serranía Celtibérica en la manifestación de la «España Vaciada» Madrid, 31 de marzo de 2019.

234
civil, con participación de unas 100 000 personas. Se denunció que se había llegado a la despoblación
por el abandono del medio rural y se reivindicó la urgente necesidad de tomar decisiones para revertir
la lacra de la despoblación. Se pudo ver a representantes de los partidos políticos sumándose a la de-
manda ciudadana. Dado el éxito de la manifestación, Teruel Existe pidió que se firmara en Teruel un
pacto de Estado contra la despoblación. Pero ni en las elecciones a las Cortes Generales del 28 de abril,
ni en las municipales y europeas del 26 de mayo, la despoblación ha sido objeto de debate político,
indicio de que no figura, ni mucho menos, entre sus prioridades.

Los máximos representantes institucionales no han dejado de pregonar que la «despoblación es una
cuestión de Estado». Pero no nos engañemos, no se ha tomado medida alguna para revertir la lacra de
la despoblación. Y ello es debido a que una de las máximas preocupaciones del Gobierno es el proble-
ma de las pensiones, agravado por el envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional,
sin que se vea una solución que revise el ya caduco Pacto de Toledo. Y, en el caso de las comunidades
autónomas que forman el Foro de Comunidades Autónomas por el Cambio Demográfico, que la finan-
ciación que reciben anualmente prime el territorio sobre la población.

Criterios y metodología para delimitar las áreas escasamente pobladas

La primera delimitación de territorio escasamente poblado aparece en el tratado de adhesión de Fin-


landia y Suecia a la Unión Europea de 2004, donde se establece el destino de Fondos Estructurales
a los territorios de estos países con una densidad igual e inferior a 8 hab/km2, que corresponde a la
interregión de Laponia. Surge en el marco europeo el concepto de áreas escasamente pobladas (SPA,
Sparsely Populated Areas).

En el 2006, la Unión Europea aprobó unas Directrices (2006/C 54/08) sobre las ayudas de finalidad
regional para el período 2007-2013. Se propusieron dos índices diferenciados: «las regiones con baja
densidad de población: se trata, fundamentalmente, de las regiones geográficas del nivel II de las NUTS
con una densidad de población inferior a 8 habitantes por km2 o de las regiones geográficas del nivel
III de la NUTS con una densidad de población inferior a 12,5 habitantes por km2». La aplicación de es-
tos criterios dan lugar a un mapa bajo el título: «Sparsely populated NUTS3 regions, 2007» (Dijkstra y
Poelman, 2011: 13), donde se puede observar cómo las áreas europeas escasamente pobladas se con-
centran en la zona ártica y en las provincias españolas de Teruel, Soria y Cuenca.

En 2012, Alexandre Dubois y Johanna Roto, dentro del programa ESPON (European Observation Ne-
twork for Territorial Development and Cohesion), publican un estudio monográfico con el significativo
título Sacando el mayor provecho de las Áreas Escasamente Pobladas de Europa. Haciendo la especificidad
geográfica un motor para el desarrollo territorial en Europa. Señalan que las delimitaciones NUTs3 con
densidades inferiores a 12,5 hab/km2 no reflejaban la situación real de los territorios con problemas de-
mográficos, por lo que proponen utilizar como unidad de análisis las LAUs2 o unidades administrativas
locales o municipios. A partir de los datos proporcionados por el proyecto GEOSPECS (Geographic Spe-
cificities and Development Potentials), delimitan los territorios con baja densidad de población usando
la accesibilidad como estrategia. Los nuevos territorios aparecen definidos a partir de la distancia de
más de 45 minutos o 50 km de un núcleo de población superior a los 50000 habitantes.

Al aplicar los criterios de ESPON a la Serranía Celtibérica, se pudo comprobar que no incluía un núme-
ro significativo de municipios con baja densidad de población (figura 2), por lo que se generó una nueva
metodología, agrupando, por medio del Sistema de Información Geográfica, los municipios, de baja
densidad de población en continuidad territorial, situados por encima de la cota de 700 metros (Buri-
llo-Cuadrado, 2012). De esta manera, quedó definida la Serranía Celtibérica como una interregión por
debajo de 8 hab/km2, compartiendo con Laponia este indicador extremo, pues, en geografía humana,
una densidad inferior a 10 hab/km2 se considera desierto demográfico (figura 3). La diferencia sustan-
cial entre las dos interregiones es que, en el caso de la Serranía Celtibérica, ha llegado a esta situación
por un proceso de pérdida de población, mientras que Laponia es un territorio con baja densidad de
población desde siempre, debido a sus circunstancias climáticas extremas.

235
Figura 3. Portada de la publicación sobre
Figura 2. Accesibilidad de la Serranía Celtibérica.
Serranía Celtibérica (Burillo et al., 2012).

Las áreas escasamente pobladas como regiones desfavorecidas

El 13 de diciembre de 2007 se firmó el Tratado de Lisboa, conocido como el Tratado de Funcionamien-


to de la Unión Europea (TFUE). Dedica su art. 174 a las acciones que se han de seguir para reforzar la
cohesión económica, social y territorial de las regiones menos favorecidas, entre las que se encuentran
las de «escasa densidad de población»:

A fin de promover un desarrollo armonioso del conjunto de la Unión, esta desarrollará y


perseguirá su acción encaminada a reforzar su cohesión económica, social y territorial.
La Unión se propondrá, en particular, reducir las diferencias entre los niveles de desarro-
llo de las diversas regiones y el retraso de las regiones menos favorecidas. Entre regiones
afectadas se prestará especial atención a las zonas rurales, a las zonas afectadas por una
transición industrial y a las regiones que padecen desventajas naturales o demográficas
graves y permanentes como, por ejemplo, las regiones más septentrionales con una esca-
sa densidad de población y las regiones insulares, transfronterizas y de montaña.

Y, en su artículo 175, se insta a los Estados miembros a que desarrollen el artículo 174 y se coordinen
con la Unión para la consecución de estos objetivos a través de la actuación sobre los diferentes fondos:

Los Estados miembros conducirán su política económica y la coordinarán con miras a al-
canzar también los objetivos enunciados en el artículo 174. Al formular y desarrollar las
políticas y acciones de la Unión y a desarrollar el mercado interior, se tendrán en cuen-
ta los objetivos enunciados en el artículo 174, participando en su consecución. La Unión

236
apoyará asimismo dicha consecución a través de la actuación que realiza mediante los
fondos con finalidad estructural (Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola, sec-
ción «Orientación»: Fondo Social Europeo; Fondo Europeo de Desarrollo Regional) el Ban-
co Europeo de Inversiones y los otros instrumentos financieros existentes.

Los artículos 174 y 175 encabezan y dan la base jurídica al Reglamento n.o 1303/2013 del Parlamento
y el Consejo, que regula los criterios de reparto de los distintos fondos estructurales y de inversión eu-
ropeos –FEDER, FSE, Fondo de Cohesión, Feader y FEMP– para el período 2014-2020. En concreto, de
un total de 351800 millones de euros, que representan el 32,5% del presupuesto de la UE (Margaras,
2017). Sin embargo, en lo que respecta a las zonas desfavorecidas, solo se identifican como tales las
regiones más septentrionales con escasa densidad de población, Laponia, y las insulares en situación
ultraperiférica, caso de las Islas Canarias. A ellas se les destina el 0,44% de los fondos de cohesión,
1386 millones de euros, el 99,56% restante va a las regiones o NUTS 2. Y de ellas son las regiones me-
nos desarrolladas, aquellas cuyo PIB por habitante se encuentra por debajo de la media europea, las
que reciben el mayor porcentaje, el 52,45%: 164279 millones de euros. En el caso de España, solo Ex-
tremadura cumple estas condiciones, y por este concepto recibe 500 millones de los 2000 asignados
para el período 2014-2020.

Las nuevas tipologías territoriales

Vemos, pues, que existe un incumplimiento del objetivo marcado en el Reglamento n.o 1303/2013,
pues no se tienen en cuenta las zonas desfavorecidas rurales, las de baja densidad de población y las
de montaña. Ello es debido a que no ha existido un interés en su delimitación. Por ello es tan impor-
tante el Acuerdo de la Comisión Europea n.º 0393/2016, cuyo objetivo es incorporar a las tipologías
tradicionales NUTs 2 y NUTs 3, tres nuevas tipologías territoriales: las densamente pobladas o zonas
urbanas, las de densidad intermedia y las escasamente pobladas o zonas rurales. El objetivo: «estable-
cerlas como tipologías estadísticas reconocidas, imparciales y transparentes», de forma que Eurostat
pueda proporcionar los datos demográficos y económicos de estas nuevas unidades territoriales.

Con estas nuevas tipologías se pretende «abordar las relaciones entre la ciudad y el campo, e investigar
las diferencias entre las zonas urbanas y rurales, en temas como el PIB y el empleo». Se pretende tener
información fidedigna «para reducir las disparidades entre las regiones europeas y fomentar el creci-
miento, el empleo y el desarrollo sostenible en las regiones y zonas desfavorecidas, en el marco de las
política de cohesión y desarrollo territorial».

Solo las áreas urbanas han sido, por el momento, objeto de estudio, debido a la concentración en estos
territorios de la población y la economía. De hecho, el Gobierno de España viene publicando, desde el
año 2001, diferentes Atlas Estadísticos de las Áreas Urbanas. Para la delimitación de las áreas urbanas
(AU) se parte de los municipios de al menos 50 000 habitantes y se incluyen los municipios inmediatos
que tengan como mínimo 1 000 habitantes (Miramontes y Vieira, 2016).

Distinto es el concepto de áreas urbanas funcionales (AUF), desarrollado por la Unión Europea a finales
de los noventa para demarcar las zonas urbanas y las franjas periurbanas colindantes (Delgado, 2018).
Desde 2010, Eurostat proporciona información de estas AUF, con un total de 171 variables y 62 indica-
dores de demografía, economía, sociedad, educación, medio ambiente, transporte, comunicaciones,
información, cultura y ocio, adelantándose, por lo tanto, a lo establecido en el Acuerdo de la Comisión
Europea n.º 0393/2016.

La dirección general de Política Regional y Urbana de la Comisión Europea considera que una localidad
pertenece al AUF cuando al menos el 15% de sus habitantes en edad activa se desplaza a trabajar a la
ciudad que lidera dicha área. Esto da lugar a que la extensión que presentan las AUF sea superior a las de
las AU. Si analizamos el caso de Madrid, con datos de 2016, la ciudad contaba con 3 165 883 personas,
su área urbana con 6 018 681 y su área urbana funcional con 6 717 713 (Nafría, 2018). Pero lo interesante
de esta nueva delimitación es que supera en 267  724 habitantes a los de toda la Comunidad de Madrid,

237
esto es, rompe los límites de la NUT2 y se extiende por los municipios colindantes de Castilla-La Man-
cha, como es el caso de la zona del Corredor del Henares de Guadalajara.

La delimitación de las áreas escasamente pobladas

A diferencia de las áreas urbanas, las áreas escasamente pobladas se encuentran todavía a la espera
de delimitación y ello a pesar de que en 1999 se aprobó el Reglamento para el Desarrollo Rural, CE
n.º 1257, que dedica todo un capítulo a las «zonas desfavorecidas y zonas con limitaciones medioam-
bientales específicas», con el objetivo de compensar a «las zonas con desventajas naturales», para
«asegurar un uso continuado de las tierras agrarias y contribuir así al mantenimiento de una comuni-
dad rural viable, conservar el campo y mantener y fomentar sistemas agrarios sostenibles con especial
consideración a las exigencias medioambientales».

El método para delimitar las áreas urbanas funcionales no ha revestido mayor problema, pues se ha
realizado a partir de la información proporcionada por una malla de 1 km2. Pero la continuidad pobla-
cional que proporcionan estas mallas en el ámbito urbano no existe en el rural, dados los vacíos de
población existentes entre los núcleos habitados. De hecho, un estudio realizado en el 2012 por Fran-
cisco J. Goerlich e Isidro Cantarino demuestra los errores existentes al aplicar la malla de 1 km2 a las
áreas rurales, recomendando que las densidades de población se realicen por municipios. Este criterio
es el que ya hemos seguido para definir la Serranía Celtibérica (Burillo-Cuadrado, 2012) y empleado
para delimitar las áreas escasamente pobladas de España (figura 4), agrupando con criterios topográfi-
cos y de densidad de población los municipios con menos 12,5 hab/km2 (Burillo y Burillo, 2018).

Figura 4. Áreas escasamente pobladas o SESPAs de España.

238
Figura 5. Evolución de la población de las áreas escasamente pobladas de España de 2012 a 2018.

Figura 6. Pirámides de edades de las áreas escasamente pobladas de España.

239
Figura 7. Áreas escasamente pobladas o SESPAs de Europa meridional.

La información global de la situación demográfica de España no puede ser más preocupante. Según el
estudio que hemos realizado a partir de los datos del INE de 2018, se observa que 10 áreas escasamen-
te pobladas de España agrupan a un total de 4423 municipios, ocupan un área de 277526, 21 km2, esto
es, el 54,84% del territorio español, en donde solo viven 2 440 869 personas, el 5,43% de la población
española, con una densidad media de 8,69 hab/km2. Pero, desgraciadamente, no estamos ante una
foto fija, dado que la población de 2012 era de 2 649 061 habitantes y la pérdida de 208192 personas
en estos seis años se incrementará notablemente dentro de quince años, cuando la generación del baby
boom llegue a la jubilación (figura 7). Esta situación se potenciará por la alta tasa de envejecimiento y la
falta de relevo generacional, lo que dará lugar a una pirámide de población invertida (figura 8).

El hecho de que en este estudio de España apareciera, además de la Serranía Celtibérica, otro área por
debajo de 8 hab/km2, la franja con Portugal, llevó a analizar la situación demográfica de Portugal, en
la creencia de que habría una continuidad del territorio despoblado. La sorpresa fue evidenciar que no
existía esa continuidad, que el territorio de muy baja densidad de población detectado en España se
detenía en la frontera. Además, el país vecino tenía un 24% de su territorio con baja densidad de po-
blación, muy por debajo del índice español.

Surgió el interrogante respecto a cuál de las dos naciones se encontraba en situación anómala con res-
pecto a su densidad de población, España o Portugal. Para resolver el dilema, se procedió a analizar
la situación demográfica de toda Europa meridional (figura 5). Los resultados muestran que es España
la nación que con creces lidera la despoblación (figura 6). Pero lo más importante es que al aplicar la
metodología de agrupación de entidades locales, ya aprobada por el Parlamento, se han podido visibi-
lizar amplios territorios europeos que se encuentran con problemas demográficos. Por ejemplo, es el
caso de Francia, que presenta el 20% de su territorio con densidades por debajo de los 12,5 hab/km2,

240
Figura 8. Porcentajes de las áreas escasamente pobladas o SESPAs de Europa meridional.

mientras que con el método de accesibilidad a los centros de 50 000 habitantes de ESPON era un país
sin problemas demográficos.

Demotanasia

En el año 2015, los firmantes de este trabajo fueron invitados al IV Congreso Latinoamericano de
Antropología, celebrado en la ciudad de México, para presentar la situación demográfica en que se en-
contraba la Serranía Celtibérica (figura 9). Los asistentes no daban crédito a que existiera un territorio
que ocupa el 13% de España con una densidad de población inferior a 8 hab/km2, máxime cuando
esta interregión pertenece a un país desarrollado, que se encuentra entre las 13 mayores economías
del mundo.

Discutíamos sobre cómo denominar las acciones que habían conducido a la despoblación extrema de
esta interregión. Francisco Burillo planteó calificarlas como un «etnocidio silencioso». Pilar Burillo se-
ñaló que esta expresión tenía una connotación de violencia, lo cual no se cumplía en el proceso que
había llevado a la despoblación, y propuso acuñar la palabra «demotanasia» para reflejar lo que estaba
sucediendo en la Serranía Celtibérica: este término se construye a partir de las palabras griegas demo,
que significa pueblo, y tanasia, del dios griego Thánatos, personificación de la muerte sin violencia en
la mitología griega, que ya ha sido empleada en la construcción de la terminología eutanasia. Se defini-
ría «como el proceso de acciones directas e indirectas, así como las omisiones de las mismas, que han
dado lugar a la desaparición lenta y silenciosa de la población de un territorio, de su cultura, tradiciones
y formas de vida» (Cerdá, 2017: 35).

241
Figura 9. Presentación de «Serranía Celtibérica. Ejemplo de Demotanasia» en el IV Congreso Latinoamericano de
Antropología, México, 7 al 10 de octubre de 2015. (De izquierda a derecha, Cristina Pineda, Javier Bonati, Juan
Gregorio Rejas, Francisco Burillo y Pilar Burillo).

Cuando se presentó en el Congreso de México la palabra «demotanasia», los antropólogos asistentes


confirmaron la existencia de situaciones similares en países latinoamericanos, por lo que «se aceptó
que el término demotanasia formara parte del ámbito de las ciencias sociales». Explicaron que, al igual
que estaba ocurriendo con la Serranía Celtibérica, no se daba apoyo alguno a las poblaciones indígenas
por lo que, poco a poco, se veían obligadas a emigrar y desertizar su territorio originario.

La Serranía Celtibérica, el mayor desierto demográfico por despoblación de la Unión Europea.

El proyecto Serranía Celtibérica surge cuando el entonces alcalde de Calatayud, Víctor Ruiz, con motivo
de la presentación en esta localidad de la Ley de Desarrollo Rural Sostenible, en diciembre del 2007, en-
cargó al Centro de Estudios Celtibéricos de Segeda la elaboración de la Ruta Celtibérica (figura 10), para
que el patrimonio arqueológico fuera un marco de aplicación de dicha ley. La elaboración del proyecto
llevó a identificar un amplio territorio situado en el Sistema Ibérico que presentaba como denominador
común la baja densidad (Burillo-Mozota, 2011), pero cuya situación demográfica había pasado desa-
percibida por estar compartimentado entre diez provincias y cinco comunidades autónomas: Aragón,
Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana y La Rioja (figura 11).

Serranía Celtibérica se configuró como la suma de dos palabras: serranía, término con el que se
denomina a comarcas naturales de las provincias de Valencia, Cuenca y Guadalajara, y celtibérica, cali-
ficativo que algunos autores (Lozte, 1929) daban a finales del siglo xix y principios del xx a las cadenas
celtibéricas, término que será abandonado, imperando el de Sistema Ibérico.

242
Figura 11. Delimitación de la Serranía Celtibérica.

Figura 10. Ruta Celtibérica.

Inicialmente se desconocía la situación demográ-


fica exacta de la Serranía Celtibérica en el marco
de la Unión Europea. Para resolverlo, se delimitó
el territorio tomando la cota de 700 metros y se
aplicaron los parámetros europeos establecidos
para las regiones desfavorecidas por medio del
programa GIS (Burillo-Cuadrado, 2012). De esta
manera, se pudo identificar esta región como un
territorio de montaña, rural remoto y muy esca-
samente poblado, con una densidad inferior a 8
hab/km2. Esto es, de los seis criterios que la Unión
Europea identifica como regiones desfavorecidas
en su artículo 174 del Tratado de Funcionamiento
de la Unión Europea, Serranía Celtibérica cumplía
tres.

La Serranía Celtibérica es una interregión que


ocupa una extensión de 65 825 km2, tiene una
población censada, con datos del INE de 2018,
de 467 308 habitantes, lo que supone 74 378 ha-
bitantes menos que el área urbana funcional de
Vigo, y una densidad de 7,09 hab/km2 (figura
12). Los municipios de la Serranía Celtibérica con
densidad inferior a 12,5 hab/km2 son 1206, el
87% del total. Presentan una densidad media de
3,67 hab/km2, siendo su tasa de envejecimiento
del 409 %, la mayor de toda Europa. Desgra- Figura 12. Serranía Celtibérica, densidades por
ciadamente, la situación extrema de la Serranía kilómetro cuadrado.
Celtibérica va más allá de los datos demográficos,

243
como lo demuestra la total desarticulación territorial a que ha llegado. Si España tiene 1 319 municipios
con menos de 100 habitantes, 669 de ellos están en la Serranía Celtibérica. Pero de los 1 299 munici-
pios españoles con más de 5 000 habitantes, en la Serranía Celtibérica solo hay cinco: Teruel, Soria,
Cuenca, Calatayud y Almazán. Cifras que identifican la Serranía Celtibérica como el mayor desierto de-
mográfico de la Unión Europea, por despoblación.

El Señorío de Molina de Aragón, la zona cero de la despoblación de España

Pero no toda la Serranía Celtibérica se encuentra en similar situación. Los últimos datos propor-
cionados por el INE señalan que Guadalajara es una provincia con cierto crecimiento poblacional
y económico. Nada más lejos de la realidad. Esta provincia se divide en dos territorios. El corredor
del Henares, que forma parte del área urbana funcional de Madrid y donde se concentra la rique-
za, el desarrollo y la población de toda la provincia. En solo 863 km2 habitan 205075 habitantes, lo
que arroja una densidad de 237,63 hab/km2. El resto del territorio lidera los indicadores de la des-
población de toda España, pues solo 48611 habitantes residen en 11303 km2, de lo que resulta una
densidad de 4,30 hab/km2. Además, las altas tasas de envejecimiento de este territorio auguran un
acusado descenso poblacional y la desaparición de la mayor parte de sus municipios que, conver-
tidos en segundas residencias, quedarán habitados solamente en fines de semana y en períodos
vacacionales.

En el territorio de Guadalajara correspondiente a Serranía Celtibérica destaca el Señorío de Molina de


Aragón. Sus 7 944 habitantes, según el censo –la población que reside todo el año es mucho menor–,
ocupan un área de 3466 km2, lo que arroja una densidad de 2,3 hab/km2. Además de ser el territorio
comarcal con más baja densidad de toda España, lidera también los valores negativos de la despobla-
ción, dado que en 1 900 contaba con 41 525 habitantes, lo que implica una pérdida del 80,9% de su
población. Estas circunstancias han llevado a proponer, desde la Asociación Instituto de Investigación
y Desarrollo Rural Serranía Celtibérica, el Señorío de Molina de Aragón como la «zona cero de la des-
población de España».

Los datos históricos alejan cualquier duda sobre si la extrema situación demográfica en la que se en-
cuentra el Señorío de Molina se debe a causas estructurales. Al respecto existe una referencia histórica,
significativa y clarificadora. El rey de España, Felipe VI, sigue ostentando el título de Señor de Vizcaya
y de Molina, distinción esta última que se remonta al año 1293, con el reinado de Sancho IV. Este tí-
tulo compartido es indicio de que ambos territorios tenían en la Edad Media una importancia similar.
Pues bien, en la actualidad, en la provincia de Vizcaya viven 1 148 000 personas sobre 2 217 km2, y su
densidad es de 517,95 hab/km2.

Apoyos, incumplidos, al Proyecto Serranía Celtibérica

La solidez del Proyecto Serranía Celtibérica dio lugar a que las Cortes de Aragón aprobaran en marzo
del 2015 una Proposición no de Ley «sobre la inversión territorial integral del Proyecto Serranía Celti-
bérica contra la despoblación», instando al Gobierno de Aragón a dirigirse al Gobierno del Estado para
que:

1. Reconozca la identidad interregional de la Serranía Celtibérica, en el marco de la Europa de las


Regiones, como Región Escasamente Poblada, Región Montañosa y Zona Rural Remota, y proce-
da a la creación del marco jurídico interregional en colaboración con las comunidades autóno-
mas del territorio que abarca el proyecto Serranía Celtibérica para desarrollar políticas contra la
despoblación.

2. Aplique el artículo 174 del Tratado de Lisboa.

244
3. Considere a la Serranía Celtibérica como la quinta Inversión Territorial Integrada.

4. Reconozca el trabajo realizado por el Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural, y firme
un convenio de colaboración para continuar desarrollando la transferencia de I+D+i al Proyecto
Serranía Celtibérica, en la mayor brevedad posible, incluyendo dotación económica.

En un sentido muy similar se pronunciaron las Cortes de España en octubre de 2015, aprobando una
Proposición no de Ley sobre el Proyecto Serranía Celtibérica contra la despoblación. Sin embargo, a fe-
cha de mayo de 2019 no se ha cumplido ninguna de estas propuestas, a pesar del envío de documentos
y requerimientos desde el Proyecto Serranía Celtibérica a las instituciones, especialmente al Gobierno
de Aragón, instándolo a cumplir sus compromisos. Ni siquiera se ha tenido acuse de recibo de los do-
cumentos enviados. Es el mejor ejemplo de una acción continuada de demotanasia.

Contra la demotanasia. La política de cohesión europea 2021-2027

La lucha contra la demotanasia de la Serranía Celtibérica se viene realizando desde el 2012 en el marco
de dos proyectos continuados de I+D+i1. Para desarrollar el Proyecto Serranía Celtibérica, se han crea-
do dos asociaciones. Una en octubre de 2014 de carácter ciudadano, la Asociación para el Desarrollo
de la Serranía Celtibérica, y otra en junio de 2015 de ámbito investigador, el Instituto de Investigación
y Desarrollo Rural Serranía Celtibérica. Asimismo, se ha logrado que diez universidades –Zaragoza con
campus en Teruel, Alcalá de Henares con campus en Guadalajara, Burgos, Castilla-La Mancha con cam-
pus en Cuenca, Jaume I de Castellón, Politécnica de Valencia, La Rioja, Valencia, Valladolid con campus
en Soria y la UNED con centros asociados en Calatayud, Cuenca, Guadalajara, Molina de Aragón, Hue-
te, Soria, Sigüenza y Teruel– hayan firmado en octubre de 2015 un convenio constituyendo la Red de
Universidades de la Serranía Celtibérica.

Detener la demotanasia institucional solo puede hacerse desde el estricto cumplimiento de los artículos
174 y 175 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Pero para ello debe existir, en primer
lugar, un desarrollo de estos artículos con los criterios que han de seguirse para delimitar, en nuestro
caso, las áreas de baja densidad de población. En segundo lugar, realizar el mapa que visibilice las
áreas con densidades por debajo de 8 y 12,5 hab/km2 por agrupación de municipios.

La Unión Europea ha anunciado importantes cambios financieros para el período 2021-2027, tanto
por la disminución de los fondos disponibles debidos al brexit como por el desarrollo de una nueva
política presupuestaria centrada en los problemas que más acucian a Europa, como es el fenómeno
migratorio. Se ha propuesto (Porteiro, 2018) «la creación de una auténtica guardia europea de costas y
fronteras que podría costar 150 000 millones de euros». Lo que va a dar lugar a importantes recortes
presupuestarios. La partida destinada a agricultura, 400 000 millones de euros en los últimos presu-
puestos comunitarios, se plantea que tenga un recorte entre el 15%, 60 000 millones de euros, y el
30%, 120 000 millones de euros.

Las primeras estimaciones de la UE para España en el ámbito de la PAC contemplan una reducción de
unos 2 500 millones de euros, algo más del 5% del presupuesto actual (Agrodigital, 2019). La partida
para el desarrollo rural sufrirá un recorte más fuerte, del 15%, lo que supondrá unos 1 200 millones
de euros para el septenio. Las comunidades autónomas tendrán también importantes reducciones.
La alarma la han dado los presidentes de Galicia y Asturias, que han anunciado que sus comunidades
perderán entre el 46% y el 37%, respectivamente, de los actuales fondos europeos, que en el caso de
Galicia se estiman en 1 141 millones de euros (Capeáns, 2018).

Lo más importante es que, a lo largo del año 2019, se encuentra en discusión el Reglamento del Par-
lamento Europeo (COM/2018/375) sobre las disposiciones comunes relativas a los Fondos Europeos
para el período 2021-2027. Lo destacado del mismo es que lo encabeza con la base jurídica que debe
regular estos fondos, esto es, los artículos 174 y 175 del TFUE. Por lo tanto, nos encontramos en un
momento crucial, como es que en el nuevo reglamento se tengan en cuenta las regiones desfavoreci-
das correspondientes a las Áreas Escasamente Pobladas, de forma que se les designe buena parte de

245
los fondos que se vienen destinando a las regiones NUTS 2 y no el 0,44% de los mismos como se ha
realizado para el período 2014-2020 en el Reglamento n.o 1303/2013.

El 27 de septiembre de 2018 pudimos presentar al vicepresidente del Parlamento Europeo,


Ramón Luis Valcárcel Siso, el Mapa de las Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa (figu-
ra 13). El criterio empleado para su elaboración ha consistido en la «agrupación de entidades
locales con una densidad de población inferior a 12,5 habitantes por km2 para las áreas esca-
samente pobladas y menos de 8 habitantes por km2 para las áreas muy escasamente pobladas»
que aparece en la enmienda n.o 768 (2018/0197COD), presentada por Valcárcel y otros sie-
te eurodiputados, al reglamento de disposiciones comunes de los Fondos Estructurales para el
próximo período 2012-2027. Su aprobación, como «áreas con desventajas naturales o demográ-
ficas severas o permanentes, como se menciona en el artículo 174 del TFUE» ha supuesto ya el
destino del 5% de los fondos FEDER –15 000 millones para toda UE y unos 1 200 millones de
euros para España–. Lo importante de esta disposición es que se recoge literalmente en las Di-
rectrices Generales de la Estrategia General al Reto Demográfico (Comisionado, 2019: 25) lo que
supone que deberá ser ejecutado por el futuro Gobierno de España.

Por otra parte, varios representantes de la Serranía Celtibérica y del Grupo Viriato de Zamora nos reuni-
mos con el defensor del pueblo, Francisco M. Fernández Marugán, el 27 de noviembre de 2018 (figura
14). Se le expuso la situación extrema a la que había llegado España con el 53% de su territorio por
debajo de 12,5 hab/km2 y, de forma especial, la Serranía Celtibérica y la franja con Portugal por en-
contrarse con una densidad inferior a 8 hab/km2. Como consecuencia, el informe sobre «La situación
demográfica en España» que el Defensor del Pueblo (2019: 87) entregó el 15 de junio de 2019 a la pre-
sidenta de las Cortes de España señala:

Figura 13. Presentación al vicepresidente del Parlamento Europeo, Ramón Valcárcel Siso, del estudio de las
Southern Europe Sparsely Populated Areas (SESPAs), Bruselas, 27 de septiembre de 2018.

246
Figura 14. Presentación al Defensor del Pueblo, Francisco M. Fernández Marugán, del informe «Serranía
Celtibérica y la Franja con Portugal. El mayor desierto demográfico por despoblación de Europa», Madrid, 27 de
noviembre de 2018.

Por lo que respecta a la llamada «España vacía», es de interés destacar lo expresado por
Pilar Burillo-Cuadrado, investigadora de la Universidad de Zaragoza, que ha elaborado un
mapa en el que destaca que solo el 5% de la población española vive en el 54% del terri-
torio. Este territorio corresponde a 4 375 municipios, que son, igualmente, el 54% de los
8 131 municipios que existen en nuestro país.

El cuadro y el mapa que se incluyen a continuación, elaborados por la citada investigado-


ra, recogen con meridiana claridad los datos demográficos y las zonas de lo que se viene
llamando áreas españolas escasamente pobladas.

Es de suponer que, siguiendo las indicaciones del defensor del pueblo, el mapa que hemos realizado
de las 10 Áreas Escasamente Pobladas sea seguido por el futuro Gobierno de España para marcar el
destino prioritario de los fondos europeos del período 2021-2027. Sin embargo, en el caso de la Se-
rranía Celtibérica se debe ejecutar de forma inmediata lo propuesto por las Cortes de Aragón y de
España en el año 2015: que se le aplique la quinta Inversión Territorial Integrada y el artículo 174 del
Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que implica el mismo trato discriminatorio del que
ya gozan las Islas Canarias –un IVA del 7%, un impuesto de sociedades del 4%, fondos superiores en
la PAC, mayores sueldos para personal sanitario, etc.–. Recuérdese que en las Islas Canarias se benefi-
cian de estas medidas un total de 2 207 225 personas, que ocupan una extensión de 7 447 km2, lo que
da una densidad de 296,39 hab/km2. Y «reconozcan el trabajo realizado por el Instituto Celtiberia de
Investigación y Desarrollo Rural, y firmar un convenio de colaboración para continuar desarrollando
la transferencia de I+D+i al Proyecto Serranía Celtibérica, en la mayor brevedad posible, incluyendo
dotación económica».

247
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sajeyterritorio.es/assets/el-convenio-europeo-del-paisaje.-por-zoido-naranjo%2C-f.pdf.

Notas
1
Los proyectos I+D+i: HAR2012-36549 «Segeda y la Serranía Celtibérica: de la investigación interdisciplinar al desarrollo de
un territorio» y HAR2015-68032-P «La Serranía Celtibérica y Segeda, el Patrimonio Histórico como motor de desarrollo rural» han
sido dirigidos por Francisco Burillo Mozota, han contado con la participación de treinta investigadores pertenecientes a diferen-
tes universidades e instituciones. Han sido financiados por el Ministerio de Economía y Competitividad y el Programa FEDER.

249
Cuenca. Fototeca IPCE.

250
El paisaje cultural como una pieza clave
del sistema turístico territorial
Libertad Troitiño Torralba
Universidad Complutense de Madrid
[email protected]

Resumen
La interpretación del paisaje responde a un dinamismo propio del momento histórico, social, cultural y económico vivido.
El Convenio Europeo del Paisaje supuso un punto de inflexión en el debate surgido en torno al paisaje. Este artículo plantea
una visión del paisaje cultural como pieza clave del sistema turístico territorial, evidenciando una serie de dificultades en el
proceso de valorización turística que, desde la planificación territorial, patrimonial y turística, no se están manejando co-
rrectamente. El paisaje cultural como atractivo turístico supone una oportunidad para diversificar y cualificar los territorios.
El turismo introduce y demanda cambios en los modelos de gestión. A pesar de la relevancia de esta actividad, desde la
legislación y los instrumentos de planificación y gestión patrimonial se aborda de una manera tangencial. Se requiere de
una estrategia de acción que se materialice en planes de gestión que integren el turismo en aras de la conservación y que
garanticen la sostenibilidad del uso turístico, pudiendo ponerse en práctica en los paisajes identificados en el Plan Nacional
de Paisaje Cultural.

Palabras clave
Territorio, paisaje, patrimonio, turismo, gestión.

Abstract
The interpretation of the landscape responds to a dynamism characteristic of the historical, social, cultural and economic
moment lived. The European Landscape Convention marked a turning point in the debate surrounding the landscape. This
article presents a vision of the cultural landscape as a key part of the territorial tourism system, evidencing a series of diffi-
culties in the process of tourist valorization, which, from the territorial, patrimonial and tourist planning are not being hand-
led correctly. The cultural landscape as a tourist attraction is an opportunity to diversify and qualify the territories. Tourism
introduces and demands changes in management models. In spite of the relevance of this activity, from the legislation and
instruments of planning and patrimonial management it is approached in a tangential way. An action strategy is required
that materializes in management plans that integrate tourism in the interest of conservation and that guarantee the sustai-
nability of tourist use, being able to be put into practice in the landscapes identified in the National Plan of Cultural Landscape.

Keywords
Territory, Landscape, Heritage, Tourism, Management

Introducción

La dinámica económica y los cambios estructurales de los territorios han perfilado a lo largo de la histo-
ria diferentes unidades de paisaje. Cada una de ellas responde a unos valores y criterios de autenticidad
y singularidad específicos, reflejo de la huella de actividades económicas tradicionales, que a día de hoy
están actuando como referentes simbólicos y culturales para las sociedades locales actuales (Convenio
Europeo del Paisaje, 2000). El paisaje siempre ha tenido presencia en el discurso turístico, pues era en-
tendido como la base y soporte de los recursos naturales y culturales, que una vez transformados en
producto turístico contribuían a conformar los destinos. Sin embargo, en las últimas décadas, el paisaje
ha adquirido un especial protagonismo, convirtiéndose en el elemento diferenciador incorporado en
la promoción, difusión y planificación turística. Ahora bien, adquirido el rol/condición de recurso, ¿son
adecuados los procesos de valorización turística implementados? ¿Es el turismo una actividad adecua-
da para la conservación y preservación de los paisajes culturales? ¿Se están llevando a cabo medidas

251
de acción acordes con la fragilidad y vulnerabi-
lidad de los paisajes y atendiendo a criterios de
sostenibilidad?

Los paisajes de interés cultural acumulan no solo


valores históricos, también de otras magnitudes,
tales como estéticos, ambientales, sociales, así
como económicos. Por lo tanto, al hablar de Pai-
saje Cultural lo hacemos refiriéndonos a aquella
unidad territorial, de singular relevancia, acorde a
sus valores patrimoniales materiales o inmateria-
les, ya sean de índole histórica, estética, religiosa
y simbólica, sociocultural, económica o producti-
va, resultado de la interrelación del hombre y la
naturaleza. Es también la materialización objeti-
va de la relación de la espacialidad y del tiempo
(Martínez de Pisón, 1998) (figura 1).

En el marco de esta valoración económica, y des- Figura 1. Componentes del Sistema Turístico
de el entendimiento del paisaje como recurso, Territorial. Elaboración propia.
es cuando se establecen, si bien de una manera
poco explícita, las relaciones directas o indirectas
con la actividad turística. La dimensión transversal del turismo y la naturaleza heterogénea de sus prác-
ticas desborda la esfera de lo económico. Así, las razones que justifican la inscripción de un paisaje en
un registro o catálogo de protección, su valor excepcional, representatividad, singularidad y autentici-
dad, suelen ser las mismas por las cuales ese lugar se incluye en los mapas turísticos y se convierten
en espacios que desean ser visitados, en unos casos por un reducido número de personas y, en otros,
por millones, casos de Venecia, Chichen Itzá, la Alhambra de Granada o Machu-Pichu (Troitiño, 2015:
261-278). Finalmente, las declaraciones o reconocimientos actúan como reclamos o marcas turísticas
en sí mismas, ahora bien, ¿los paisajes reconocidos por su valor cultural se hallan acondicionados para
recibir visitantes?

El paisaje como categoría patrimonial y su conversión en atractivo turístico

El territorio a lo largo de la historia ha ido experimentando una serie de transformaciones, cuyas claves
nos las brinda el paisaje. Las huellas de actividades económicas tradicionales asociadas a la agricultura,
la ganadería, actividades extractivas, explotaciones madereras, han modelado estos escenarios físicos,
que hoy en día actúan como referentes simbólicos y culturales para las sociedades locales. El paisaje
está constituido principalmente por componentes y complejos formados bajo la influencia de proce-
sos naturales (Rigol, 2010). Sauer, en 1925, ya señalaba que «el paisaje cultural» se creaba a partir de
un paisaje natural por un grupo cultural: «La cultura es el agente, la naturaleza es el medio, el paisaje
cultural es el resultado».

El interés y la preocupación por la conservación de los paisajes, en general, y los culturales en concre-
to, no es algo reciente. Los paisajes han sido una pieza clave en varias disciplinas desde principios del
pasado siglo xx, tales como geografía, ecología, historia, arte, antropología, sociología, etc. En el ámbito
institucional, sin embargo, aun existiendo la necesidad de profundizar en la identificación de las reali-
dades vinculadas a los paisajes, la preocupación no se materializa hasta entrada la década los noventa.
Ciertamente la Convención del Patrimonio Mundial de 1972 supone un significativo avance en mate-
ria de reconocimiento y protección de los sitios singulares, si bien hay que esperar hasta 1992, en la
16ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial, para que se considere una nueva categoría, los paisajes
culturales, tipificados como sitios mixtos dado que las interacciones entre naturaleza y hombre eran
significativas y de evidente excepcionalidad (Van Hooff, 1999:6-11).

252
También en 1992, bajo el marco del Consejo de Europa, se redactó en Sevilla el borrador de la Carta del
Paisaje Mediterráneo, precursora del posterior Convenio Europeo del Paisaje. Dicho documento tenía
entre sus objetivos la conservación de los paisajes con valor histórico o natural representativos de las ci-
vilizaciones mediterráneas. Alcanzar estos objetivos requería de la introducción de una serie de cambios
a nivel institucional y también social, evitando así caer, por un lado, en la lectura simplista del paisaje,
y de otro, en la implementación de medidas poco acordes con las necesidades propias de cada ámbito.
Por ello, este documento sentaba las bases para plantear a las Administraciones, especialmente a nivel
local/regional, la necesidad de hacer grandes esfuerzos en la mejora de los aspectos relacionados con la
ordenación y gestión del territorio, con cuestiones medioambientales, así como con la conservación y
protección del patrimonio natural y cultural (material e inmaterial), piezas sobre las que se vertebran los
paisajes (Nogué, 1992: 45-54; Sabaté, Benito, 2010: 2-21; Santos, Fernández y Muñoz, 2016: 175-202).

El Convenio Europeo del Paisaje (CEP) es el resultado final de las preocupaciones planteadas en la Car-
ta del Paisaje Mediterráneo. El patrimonio cultural y el natural, por primera vez, se unen en una visión
integral que se materializa en el concepto paisaje, entendido «como cualquier parte del territorio tal y
como lo percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores
naturales y/o humanos». Supuso el impulso definitivo para promover la protección, gestión y ordena-
ción de los paisajes europeos. Para ahondar en las realidades paisajísticas más allá de preocupaciones
estéticas, se requiere de la realización de inventarios y catálogos, que quizá hasta el momento han sido
escasos, con el fin de elaborar adecuados análisis y obtener diagnósticos que permitan perfilar estra-
tegias de acción de índole diversa, acordes con las especificidades del paisaje estudiado, evitando de
este modo caer en medidas genéricas, poco efectivas en aras de la preservación.

Desde la firma de la Carta de Sevilla hasta la actualidad, hemos asistido a una revalorización cultural y
simbólica de los paisajes, esta circunstancia ha tenido también repercusión en el ámbito turístico (Viñals
et al., 2017:193). La búsqueda y apuesta por parte de los destinos turísticos de elementos que permitan
su diferenciación respecto a posibles competidores ha contribuido a que los paisajes pasen de conside-
rarse como un recurso más a entenderse como un elemento clave en el entramado del sistema turístico
territorial. Por tanto, se ha trascendido la dimensión cultural o estética, para dar paso a un entendimiento
como recurso productivo (Nogué, 2010: 415-448; Greffe, 2010: 1-24); contar con un paisaje singular atrae
a un importante flujo de visitantes y, por tanto, se plantea la opción de rentabilizar esa excepcionalidad.

Si bien el desarrollo del turismo puede contribuir a la revitalización funcional de los paisajes, un excesivo
incremento del número de visitantes, la transformación excesiva del entorno, la urbanización desmedida,
las nuevas infraestructuras y equipamientos, etc., pueden ser una amenaza, exigiendo la puesta a punto
de una planificación más precisa y de una gestión acorde con su capacidad de acogida (García y Calle,
2012: 253-274). Por tanto, desde los territorios se debe trabajar por mantener la autenticidad paisajísti-
ca frente a la estandarización, tematización y banalización que se está generalizando entre los destinos
turísticos (Picazo, 2012: 4), sin que ello conlleve una fosilización social, funcional y económica del lugar.
Señalaba Nogué, en su reflexión sobre paisaje y turismo, que «el paisaje es algo dinámico. Se trata de
intentar conservar la especificidad y originalidad de sus elementos constituyentes sin cuestionar su dina-
mismo. Solo así se puede preservar el carácter del lugar sin convertirlo en un museo sin vida».

Ciertamente, la inserción de la función turística en nuestros paisajes plantea nuevos problemas, pero
también retos y oportunidades, acercando a los ciudadanos (visitantes) lugares hasta el momento des-
conocidos, facilitando la posibilidad de vivir experiencias enriquecedoras que contribuyan a la difusión
y valorización social, tal y como planteaba la Carta de Turismo Cultural de ICOMOS (1999). Esto será
viable si la función turística se integra plenamente en las prácticas técnicas y administrativas de pro-
tección, conservación y gestión del paisaje.

El Convenio Europeo del Paisaje (CEP) señalaba que «el paisaje desempeña un papel importante de in-
terés general en los campos cultural, ecológico, medioambiental y social, y que constituye un recurso
favorable para la actividad económica», además, «es un elemento importante de la calidad de vida de
las poblaciones en todas partes: en los medios urbanos y rurales, en las zonas degradadas y de gran
calidad, en los espacios de reconocida belleza excepcional y en los más cotidianos». En este sentido, la

253
alianza entre paisaje y turismo parece justificada. El CEP supuso un punto de inflexión en la interpreta-
ción de la dimensión paisajística del territorio y en su consideración como recurso. Sin embargo, este
paso requiere por parte de las Administraciones de herramientas e instrumentos que contribuyan a la
planificación y gestión con el objetivo estratégico de la salvaguarda de los valores paisajísticos.

Los cambios funcionales, sociales y culturales se manifiestan en el paisaje con intervenciones de signo
diverso. Su interpretación requiere de una visión dinámica y global, pero sin olvidar las especificidades
de cada tipología de paisaje (urbano, paisaje rural, industrial), pues ahí radica uno de los pilares de su
valor excepcional y una de las claves de la autenticidad, así como también de su atractivo turístico. La
singularidad y el atractivo son cuestiones fundamentales a la hora de integrar los paisajes en el marco
de destinos o proyectos turísticos. Se trata de recursos frágiles, no fáciles de administrar y difíciles de
recuperar una vez degradados (Nogué, 1989: 35-45).

En los planes de ordenación y en los programas de intervención en los paisajes, además de las cuestiones
relacionadas con su protección, conservación y gestión, deberían integrarse los aspectos relacionados
con su potencial dimensión y valorización turística. Las intervenciones en el paisaje deberían consi-
derar, de forma interrelacionada, estudios previos de funcionalidad y de integración paisajística. La
intervención, en el caso de ser necesaria, nunca puede olvidar que se desarrolla en lugares cuyos valo-
res e identidades están relacionados con modelos históricos de configuración y evolución creativos. Tal
como se resalta en la Estrategia Territorial Europea (1999), tan importante es proteger como controlar
o guiar de manera inteligente los procesos de cambio; es más, sin este control realmente es imposible
una conservación realmente efectiva. Idea que tiene continuidad en la Agenda Territorial de la Unión
Europea 2020 (2011), que contempla entre sus retos y potenciales para el desarrollo territorial, minimi-
zar la pérdida de biodiversidad y de patrimonio natural, paisajístico y cultural vulnerable, estableciendo
entre sus ejes prioritarios, la gestión y conexión de los valores ecológicos, paisajísticos y culturales de
las regiones, apostando por el desarrollo de funciones recreativas, entre las que se encuentra la turísti-
ca, que contribuyan y complementen las acciones y medidas orientadas a la conservación.

En el proceso de reconocimiento de paisajes patrimoniales se ha producido un significativo avance; se


ha pasado de una lectura estética y conservacionista a integrar las cuestiones propias del desarrollo terri-
torial, lo que explica un reforzamiento de las facetas económicas y sociales del paisaje, que lo conciben
como el marco de vida, espacio para el disfrute ciudadano y activo para el desarrollo socioeconómico
(Fernández y Silva, 2015: 253-278). El consumo masivo de territorio por parte de los mercados turísti-
cos, así como un incremento del interés en la valorización y reinterpretación de activos intangibles como
la cultura, la calidad de vida o la estética de los territorios, han derivado en la creación de unos destinos
cuya seña de identidad va incuestionablemente ligada a su entidad o relevancia patrimonial (Martínez,
2003). En este sentido, la identificación de paisajes patrimoniales con atractivo turístico constituirá, a
priori, una oportunidad para la reactivación de las potencialidades locales de los territorios.

Es innegable que, en la realidad del siglo xxi, los paisajes, con independencia de sus características y
valores, se están enfrentando a profundos cambios sociales y funcionales, que están derivando a su vez
en procesos de conformación de realidades territoriales complejas y heterogéneas, donde funciones
tradicionales han dejado paso a otras nuevas (Troitiño y Troitiño, 2010: 89-108), o bien donde se está
produciendo una situación de «tensa» convivencia entre las viejas y nuevas actividades (Olmo, 2006:
17-39). Señalaba Sauer que entender el paisaje implica considerar la interacción de las variables tiem-
po y espacio, lo que contribuiría a entender la secuencia evolutiva por la que atraviesan los territorios.
Los paisajes se hallan en un continuo proceso de desarrollo, de disolución o reemplazo, en estos dos
últimos casos, la actividad turística, mal planificada o gestionada, podría resultar un factor acelerador
(Sauer, 1925: 19-53).

Para hacer frente a los riesgos de la turistización, hay que apostar por la multifuncionalidad y el impul-
so de medidas orientadas a impedir los monocultivos, ya sean turísticos o culturales, así como a frenar
intervenciones urbanísticas o infraestructurales que, impulsadas por intereses económicos, puedan
poner en marcha desajustes funcionales, sociales y paisajísticos. Desde las instituciones y organismos
internacionales, tales como la UNESCO, ICOMOS, OMT, OCPM... se pone de manifiesto la importancia
y la necesidad de cuestionar los modelos de desarrollo turístico y de gestión patrimonial vigentes, sur-
giendo así un debate sobre las líneas de acción futuras (Troitiño, 2015: 261-278).

254
La visión del turismo en el marco normativo y los instrumentos de planificación
y gestión de los paisajes en España

La consideración del paisaje como una categoría de reconocimiento específica por parte de la UNESCO,
así como la firma del Convenio Europeo del Paisaje, supuso el inicio de un cambio en el entendimien-
to y comprensión de este por parte de los Estados y de las Administraciones. El paisaje es patrimonio
y, como tal, requiere de medidas que garanticen su preservación y conservación. Para ello, es preciso
identificar y analizar cuáles son los múltiples elementos que lo integran, así como la interacción e inte-
rrelación existente entre ellos, que contribuyen a entender el paisaje, no como piezas individuales del
territorio, sino como rostro cualitativo de un complejo sistema patrimonial territorial.

En España, la razón paisajística también ha calado en las políticas de patrimonio cultural, pasando de
la protección del monumento individualizado a la consideración del territorio, si bien es cierto que
esta realidad es dispar. Si hacemos un rápido repaso de la legislación vigente conforme a los niveles
administrativos, nos encontramos que, a nivel estatal, la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio
Histórico Español, no contempla la figura de paisaje entre sus categorías de protección, pudiéndose
asimilar con las de Sitio Histórico y Zona Arqueológica1. A nivel autonómico también encontramos dis-
paridad. De las 17 comunidades autónomas, tan solo 5, Cantabria, Navarra, La Rioja, Región de Murcia
y Comunidad de Madrid, consideran Paisaje Cultural en su legislación patrimonial.

CC. AA. DEFINICIÓN CATEGORÍA DE PROTECCIÓN


Paisaje Cultural: partes específicas del territorio, formadas por la combi-
nación del trabajo del hombre y de la naturaleza, que ilustran la evolu-
ción de la sociedad humana y sus asentamientos en el espacio y en el
Cantabria tiempo y que han adquirido valores reconocidos socialmente a distintos
niveles territoriales, gracias a la tradición, la técnica o a su descripción en
la literatura y obras de arte. Tendrán consideración especial los paisajes
de cercas y las estructuras de mosaico en las áreas rurales de Cantabria.
Paisaje Cultural: paraje natural, lugar de interés etnológico, conjunto de
Navarra construcciones o instalaciones vinculadas a formas de vida, cultura y ac-
tividades tradicionales del pueblo navarro.
Paisaje Cultural: extensión de terreno representativa de la interacción
del trabajo humano con la naturaleza. Su régimen como Bien de Interés
La Rioja Cultural se aplicará sin perjuicio de su protección específica mediante la
legislación ambiental. Especial consideración merecerá el «Paisaje Cultu-
ral del Viñedo».
Paisaje Cultural: porción de territorio rural, urbano o costero donde exis-
tan bienes integrantes del patrimonio cultural que por su valor histórico,
Región de Murcia artístico, estético, etnográfico, antropológico, técnico o industrial e inte-
gración con los recursos naturales o culturales merezca una planificación
especial.
Paisaje Cultural: los lugares que, como resultado de la acción del hombre
Comunidad de Madrid sobre la naturaleza, ilustran la evolución histórica de los asentamientos
humanos y de la ocupación y uso del territorio.

Tabla 1. CC. AA. que cuentan con la figura de protección Paisaje Cultural. Fuente: Ley 11/1998, de 13 de
octubre, de Patrimonio Cultural de Cantabria; Ley Foral 14/2005, de 22 de noviembre, del Patrimonio Cultural de
Navarra; Ley 7/2004, de 18 de octubre, de Patrimonio Cultural, Histórico y Artístico de La Rioja; Ley 4/2007,
de 16 de marzo, de Patrimonio Cultural de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia; Ley 3/2013, de 18
de junio, de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid.

255
Existen otras figuras, tales como Parque Cultural, existente en las leyes de patrimonio de Andalucía o
la Comunidad Valenciana, o la categoría de Lugares de Interés Etnográfico, vigente en Cataluña, Gali-
cia, Islas Baleares, Región de Murcia o Aragón, o Zona Patrimonial, que, en cierta manera, asumen el
concepto de paisaje.

La tradicional tendencia de asociar paisaje y medio natural ha supuesto que un amplio número de
normas ambientales integren los paisajes entre sus categorías de protección. Entre ellas, la Ley esta-
tal 42/2007, de 13 de diciembre del Patrimonio Natural y Biodiversidad, donde se reconocen lugares
del medio natural, que, dados sus valores estéticos y culturales, requieren de una protección y reco-
nocimiento especial2. A nivel autonómico recogen esta figura las leyes de Andalucía, Aragón, Asturias,
Canarias3, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Navarra, Comunidad Valenciana, Extremadu-
ra, Galicia, Islas Baleares, La Rioja, País Vasco y Región de Murcia.

Además de la legislación directamente relacionada con la cuestión patrimonial, nos encontramos con
una serie de comunidades autónomas que abordan la realidad paisajística desde una perspectiva te-
rritorial, pero con un marco normativo específico4, es el caso de Cataluña, Comunidad Valenciana,
Galicia, Cantabria y País Vasco5. En este conjunto de leyes específicas, también podría incluirse la Ley
12/1997, de 3 de diciembre, de Parques Culturales de Aragón, pues integra a los paisajes desde una
lectura no solo territorial, sino también patrimonial.

Denominador común de todas ellas, se recoge como una de las finalidades «la atribución de valor al
paisaje como recurso turístico». Sin embargo, más allá de dicho reconocimiento genérico y de indicar
que las políticas de protección, gestión y ordenación del paisaje deben integrar políticas sectoriales,
como podrían ser las relacionadas con las actividades turísticas, no se refieren medidas expresas ante
una actividad que, mal planificada y gestionada, podría derivar en la destrucción de dicho recurso.

Las normativas, explícitas en algunos casos, e implícitas en la mayoría de las CC. AA., indican que
es preciso definir qué instrumentos permitirán la ordenación y gestión de los paisajes. Por tanto, es
fundamental implementar diversas herramientas (atlas, inventarios, trabajos de campo, cartografía,
entrevistas...) que permitan la identificación de los valores actuales y potenciales, siempre de acuerdo
con unos criterios de calidad paisajística, con el fin de perfilar unidades que contribuyan a concretar
una clasificación de paisajes sobre la que asentar las bases de una posterior estrategia de acción. En
este sentido, nos encontramos los Catálogos y Cartas de Paisaje de Cataluña, Andalucía, Castilla y León,
Cantabria, Galicia, País Vasco, Comunidad Valenciana, entre otros que, sin embargo, no responden a
lógicas ni criterios turísticos, sino a cuestiones vinculadas al planeamiento territorial.

Derivadas de esta necesidad subyacen documentos e iniciativas como el Programa de Paisaje Cultural
de Andalucía (2005), que supuso la creación del Laboratorio del Paisaje Cultural y el inicio de un Regis-
tro de los Paisajes de Interés Cultural andaluces en 2008, que darán lugar a la posterior Estrategia de
Paisaje de Andalucía (2012); los Planes de protección del medio ambiente natural y del paisaje de Cata-
luña y los trabajos desarrollados por el Observatori del Paisatge6 (2004); los Estudios de Paisaje o Guías
Metodológicas como las editadas por la Consellería de Infraestructura, Territorio y Medio Ambiente de
la Comunidad Valenciana (2012); la Estratexia da Paisaxe Galega 2017-2020 de la Xunta de Galicia; la
Estrategia de Paisaje de la Región de Murcia (2011); la Estrategia de Paisaje de Mallorca (2009); las Di-
rectrices de Paisaje de Cantabria (2016) y los Planes de acción de Paisajes del País Vasco.

La adecuada contextualización de las intervenciones en el paisaje requiere que en el proceso de pla-


nificación se elaboren estudios que evalúen sus impactos, no solo culturales y visuales, sino también
funcionales, paisajísticos y sociales. En el campo del paisaje hay que impulsar estudios de capacidad de
acogida que, mediante medidas directas o indirectas, puedan poner límites al desarrollo turístico si este
pone en riesgo los valores, equilibrios y la autenticidad del paisaje. A partir de la fijación de umbrales
de presión turística, variables en el tiempo y en los paisajes, es posible evaluar cuándo los costes de la
conservación pueden ser superiores a los beneficios que el turismo pueda aportar.

Es clave, por tanto, una integración activa del turismo en las políticas de conservación y gestión del
paisaje, ya sea en catálogos, directrices, cartas, estrategias y planes de gestión. Ello permitirá enrique-
cerlas y cualificarlas. Se abre la oportunidad de plantear con perspectivas más amplias y complejas la

256
cuestión de las interdependencias, tanto funcionales como paisajísticas, entre las distintas piezas de
los sistemas patrimoniales, sean de cariz urbano o territorial. En cualquier caso, será necesario, en el
marco de una perspectiva dinámica, considerar no solo las características definidoras (valores, auten-
ticidad, etc.) de las diversas tipologías de paisajes, sino también identificar sus atractivos y niveles de
funcionalidad turística.

La lectura cultural/patrimonial del paisaje es la que hoy en día se aborda en los instrumentos de planifi-
cación y gestión. Señala Rafael Mata que, a través del paisaje, entendido este «como huella de civilización
en el espacio geográfico, la gestión del patrimonio natural y cultural mira también al territorio hasta
considerarse que el futuro del patrimonio está en el territorio» (Mata, 2006: 199-240; Padró, 2002). Esta
afirmación podría concretizarse en el concepto de patrimonio territorial que acuñara Ortega Valcárcel
(1998) y sobre el que profundiza Feria (2015), «se trata de abordar el patrimonio como un sistema terri-
torial en el que cada recurso tiene sentido en su conjunto, como producto de la relación histórica entre
medio natural y acción humana». Solo de este modo se puede entender el porqué de los paisajes.

Plan Nacional de Paisajes Culturales: compromiso de una política activa en materia


de conservación

El Plan Nacional de Paisajes Culturales elaborado por el Instituto de Patrimonio Cultural de España es
una herramienta cuyo objetivo prioritario es la salvaguarda de los paisajes de interés cultural, perfilan-
do las medidas y directrices orientadas a alcanzar la viabilidad del paisaje cultural como recurso. Para
ello, es preciso el diseño de una estrategia innovadora en materia de conservación y gestión activa del
paisaje, donde se tengan muy presentes los aspectos funcionales, pues el buen uso del patrimonio es
clave para su preservación.

La elaboración y puesta en marcha del Plan Nacional de Paisajes Culturales responde al compromiso de
una política activa en materia de paisaje, acometiéndose diversas actuaciones en Andalucía, Principado
de Asturias, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Madrid, Región de Murcia, La Rioja
y País Vasco, y se sigue trabajando en aras de «una mejor y mayor consideración de los valores naturales,
ecológicos, ambientales, culturales y económicos de los paisajes españoles», así como para lograr mayor
«sensibilización de la población y la participación pública en relación con los valores colectivos del terri-
torio y del paisaje cultural; así como la concertación social y económica. Todo ello desde la oportunidad
para una mejor gestión del territorio más integrada y con mayor participación social».

Es evidente la preocupación por la pervivencia de nuestros paisajes, sin embargo, asumido el rol cul-
tural o patrimonial, es necesario ahondar en cuáles son los valores que los hacen singulares o únicos,
dado que la identificación de estos puede derivar, a posteriori, en su reconocimiento, sea a nivel nacio-
nal o internacional, como es el caso de los citados Paisajes Culturales inscritos en la Lista de Patrimonio
Mundial de la UNESCO7.

Esta lógica es la que se plasma en la publicación 100 Paisajes Culturales en España (2015). Se trata de
«un ejercicio de reflexión sobre el concepto de paisaje cultural y de identificación de aquellos paisajes
que, por sus características particulares, son representativos de las actividades que los han generado»
y un interesante instrumento que, tras la implementación de una metodología de identificación, docu-
mentación, categorización y clasificación de los paisajes más relevantes en nuestro país, obtiene como
resultado una lista indicativa de Paisajes Culturales que responden a «criterios de representatividad ti-
pológica y diversidad geográfica» (figura 2).

Si bien la dimensión turística, a pesar de señalar esta actividad como un revulsivo para zonas degra-
dadas funcional, social y poblacionalmente, queda prácticamente al margen de los análisis. Quizá
este registro de paisajes culturales (PIC) sea un óptimo punto de partida para plantear el desarrollo de
proyectos específicos que evalúen su función turística, dado que nos encontramos realidades muy he-
terogéneas y contribuya a perfilar una estrategia paisajístico-territorial que se vertebre atendiendo a
las siguientes líneas de acción:

• Trabajar en el marco de planteamientos de complementariedad y articulación de los diversos recur-


sos patrimoniales, superando enfoques en exceso temáticos.

257
Figura 2. Paisajes Culturales por tipologías. Elaboración propia a partir de Cien paisajes culturales en España.
Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2015.

• Perfilar un programa que defina las diferentes unidades paisajístico-territoriales de interés turístico,
dado que, como ocurre con los recursos patrimoniales, no todos ellos son susceptibles de convertir-
se en atractivos turísticos, esta misma lectura ha de trasladarse al paisaje.

• Definir estrategias de actuación turística conforme a las unidades paisajístico-territoriales identifica-


das, donde se actúe de manera integrada para activar las posibilidades turísticas de todas las tipolo-
gías de recursos, tanto culturales, materiales e inmateriales como naturales. Trabajar en esta clave,
tomando de referencia un área piloto o estudio de caso, que permita validar este planteamiento.

• Contextualizar en términos funcionales y dinámicos el entorno territorial en el que se localiza el


paisaje cultural. De este modo, se podrán identificar y diferenciar los procesos y agentes que inter-
vienen en los paisajes de manera singular, distinguiendo las circunstancias de los paisajes culturales
en entornos urbanos, de los ubicados en áreas rurales o en ámbitos de presión turística como pue-
den ser los paisajes de litoral.

Teniendo en cuenta estos aspectos, y tomando como referencia la selección elaborada en el marco del
Plan Nacional de Paisaje Cultural, como estudio de caso se podrían considerar una serie de paisajes
que ya actúan como referentes turísticos o principales atractivos del territorio en el que se localizan,
tales como La Geria, Riberia Sacra8, Paisaje del vino y viñedo de La Rioja, Arribes del Duero, Minería de
Riotinto, Monte de Santa Tecla y Bajo Miño, Las Médulas, Alhambra y Generalife, Ciudad histórica de
Cuenca y sus hoces, Covadonga, Valle del Lozoya (El Paular) o Aranjuez (figura 3).

258
Figura 3. Paisajes de valor cultural. 3.1. Las
Médulas. 3.2. La Geria. 3.3. Ciudad Alta de
Cuenca. 3.4. Ribeira Sacra. 3.5. Monte Santa
Tecla. 3.6. Bajo Miño. 3.7. El Paular-Valle del
Lozoya. 3.8. Arribes del Duero. 3.9. Lagos de
Covadonga.

259
El paisaje, además de referente simbólico e identitario de una sociedad, es una pieza relevante de la ca-
lidad y del atractivo de un territorio, de ahí que patrimonio y turismo tengan que manejarse de forma
complementaria a la hora de perfilar proyectos de desarrollo territorial. El patrimonio tiene dimensio-
nes de diversa índole, paisajísticas, culturales, sociales, simbólicas, etc., siendo la turística una de las
que mejor evidencia la de naturaleza económica. Hay que asumir, por tanto, la necesidad de adecuar
los recursos y sus entornos y hacerlo en un nuevo contexto, el turístico, pues, afortunadamente, aun-
que esto implique problemas de gestión, los elementos patrimoniales, sean monumentos o espacios
naturales, han incrementado el número de visitantes.

Problemáticas de la valorización turística de los paisajes culturales

En el proceso de selección de destinos turísticos por los visitantes, son muchos los factores que se tie-
nen en cuenta, desde sus principales atractivos, sean de la tipología que sean, a sus infraestructuras,
oferta complementaria, conectividad, equipamientos, condiciones climáticas, etc. En esta sucesión de
criterios no podemos olvidarnos de la imagen.

No se puede cuestionar que el turismo se ha convertido en una de las actividades más relevantes en
el marco del cambio socioeconómico y territorial. Sin embargo, este proceso, como hemos señalado
con anterioridad, conlleva una serie de transformaciones que afectan a su vez a nuestros paisajes. Los
efectos de la actividad turística son cíclicos y, por tanto, el planteamiento de partida no debe ser el fin
último de convertir el paisaje en producto turístico sin más, sino que la consideración de la dimensión
turística del paisaje debe partir de un modelo territorial integral e integrador, cuyo propósito sea la re-
orientación de la economía a escala local, evitando modelos de sobreexplotación turística y residencial
que derivan en la alteración y pérdida de los valores originarios del paisaje (usos y actividades), así
como la expulsión de la población, como está ocurriendo, por ejemplo, en las Islas Baleares (Murray,
2012) (figura 4). Por tanto, la consideración del paisaje en los debates y reflexiones políticas y acadé-
micas debe hacerse desde la oportunidad de definir nuevos modelos turísticos, que no caigan en la
banalización y que aboguen por un uso más sostenible de los recursos (Mateu, 2016: 127-140), dise-
ñando iniciativas que apuesten por potenciar el valor añadido del paisaje y minimicen su explotación
masiva.

Silva (2009) señala que el valor patrimonial del paisaje se fomenta en la forma, en la función, en el di-
namismo y en la valoración cultural e identitaria de todos aquellos elementos que forman la estructura
del paisaje, una superposición de activos que, en materia turística, permite definir imágenes, donde la
lectura estética de los primeros viajeros románticos ha dado paso a criterios de comercialización, y es
en este punto donde las herramientas de planificación y gestión multidisciplinares son claves para evi-
tar la devastación de los paisajes de valor patrimonial, en suma, los paisajes culturales.

En la actualidad, dado el volumen de información visual que manejamos gracias a las tecnologías, es
muy sencillo encontrar imágenes de todo tipo de lugares, desde los de mayor reconocimiento turístico,
parques nacionales, grandes yacimientos arqueológicos, ciudades históricas o sitios simbólicos, gran-
des metrópolis... a aquellos prácticamente inaccesibles. Esta circunstancia contribuye a generar en el
individuo expectativas previas al desarrollo del futuro viaje. Si a esto le añadimos algún tipo de reco-
nocimiento de ese lugar, el resultado final será la elección definitiva de ese espacio para la realización
del desplazamiento.

Podríamos afirmar que gran parte de los visitantes escogen sus destinos impulsados, además de por
intereses y motivaciones individuales, por las imágenes que poseen de ellos o bien por la marca que
se asocia a los mismos. Y, en este sentido, contar con algún tipo de distinción, sea a nivel regional,
nacional o internacional, contribuye a ese proceso de creación de marca. Esta se utiliza como elemen-
to diferenciador de la identidad de lugar y pone de manifiesto el carácter excepcional y singular del
sitio (Folgado, Oliveira y Hernández, 2011). De este modo, el «sello» UNESCO, además de convertir a
sus bienes en un referente de protección y gestión, se está convirtiendo en marca turística en los si-
tios declarados (Fernández; Silva, 2015), a pesar de que el turismo apenas tuvo presencia en el texto
de la Convención del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de 1972. Sin embargo, el incremento de

260
Figura 4. Heterogeneidad de paisajes. Isla de Mallorca. Fotografía: Libertad Troitiño Torralba.

interés y afluencia de visitantes a estos lugares ha derivado en la necesidad de que los órganos ges-
tores de la CPM hayan ido incluyendo el análisis del desarrollo turístico en las ediciones posteriores de
las Directrices Prácticas para la Aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial (Troitiño, García
y Calle, 2011: 907-929).

No solo desde la UNESCO se ha hecho evidente la preocupación por los efectos que genera el descon-
trol de la actividad turística, otros organismos como ICOMOS, con la Carta Internacional sobre turismo
cultural (1999), hace una clara llamada de atención hacia un óptimo y responsable uso turístico de los
sitios con patrimonio significativo, para lo cual es preciso que las políticas de protección y recuperación
se doten de instrumentos no solo orientados hacia la conservación, sino también consideren las nue-
vas funciones que el patrimonio ha asumido, como es el caso de la turística, que requiere de gestión
individualizada, pero a su vez transversal. Surge aquí una de las principales dificultades, y es que, con
cierta frecuencia, las políticas de protección patrimonial dejan al margen las cuestiones que abordan
las dimensiones sociales y funcionales de los recursos. Al abordar la realidad de los paisajes culturales
es clave que se haga partiendo de una visión dinámica que integre aspectos en clave territorial, natu-
ral, urbanística, arquitectónica, cultural, pero sin dejar al margen la óptica social y funcional, pues es
la idiosincrasia de los paisajes.

261
Es indudable, por tanto, que este tipo de reconocimientos ha contribuido a la incorporación en el mapa
turístico de lugares que años atrás quedaban al margen de los circuitos. Sin embargo, esta circunstancia
tiene sus pros y contras, especialmente, teniendo en cuenta que los sitios reconocidos, entre los que se
incluyen los paisajes culturales, son ámbitos de cierta fragilidad patrimonial y si, inicialmente, este re-
conocimiento se hacía en aras de potenciar la conservación y preservación del patrimonio a través de
un uso sostenible, donde la valorización de los mismos en clave turística se planteaba como un aspecto
potencial, actualmente este objetivo prioritario se ha desvirtuado. Señala Lynn Meskell9 que actual-
mente los países compiten por poseer sitios con el sello UNESCO, logros que utilizan en clave política
dejando al margen lo fundamental, su planificación y gestión acorde a las necesidades de cada lugar.
Precisamente, esta banalización está derivando en evidentes problemas no solo de conservación, sino
también de presión y saturación turística. No son pocos los casos en los que se están superando los
límites de capacidad de carga y, ante una situación crítica y de notable preocupación, ha sido preciso,
desde órganos gestores, y no siempre con facilidad, diseñar e implementar instrumentos, tales como
Planes Directores, Planes de Manejo o Planes de Gestión que establezcan medidas restrictivas con el
fin de controlar, entre otros aspectos, los flujos de visitantes y poder así reorganizar y minimizar el im-
pacto que esta actividad descontrolada está infiriendo en estos territorios patrimoniales.

Algunos ejemplos pioneros pueden tomarse de referencia con vistas a la potencial valorización turística
de nuestros paisajes culturales. La heterogeneidad de los ejemplos como el de Islas Galápagos (Ecua-
dor), el Sitio Maya de Copán (Honduras), el Santuario Histórico de Machu Pichu (Perú), Venecia y su
Laguna (Italia), la Alhambra y Generalife de Granada, el Paisaje Cultural de Aranjuez (España), la Zona
Arqueológica de Monte Albán (Oaxaca, México), permiten identificar no solo los aspectos positivos,
sino también detectar y determinar cuáles han sido las problemáticas, amenazas y debilidades que en
estos recursos han aparecido con la llegada masiva del turismo (figura 5), con el fin de evitarlos, siendo
preciso para ello elaborar un proyecto o estrategia cuyo modelo de valorización responda a una lectura
integrada del territorio, y no atendiendo únicamente a los elementos aislados existentes.

Figura 5. Medidas de acción y problemática de la actividad turística.

262
Figura 6. Paisaje característico del Valle de Orcia. Italia.

En este sentido, un caso de buenas prácticas que podría extrapolarse a algunos de los paisajes cultu-
rales considerados en el Plan Nacional de Paisaje Cultural es el del Valle de Orcia, en la Toscana (Italia)
(figura 6). Declarado paisaje cultural por la UNESCO en 2004, de valor universal, resultado del rediseño
del paisaje natural en el Renacimiento y reflejo de los ideales del buen gobierno (siglos xiv y xv), donde
su particular morfología natural –montañas volcánicas, barrancos y biancane (afloramientos salinos)–
se intercala con elementos históricos, urbanos, culturales y rurales (Guido, 2016: 343-356). El «parque
artístico natural cultural del Valle de Orcia» tiene su origen en la década de los ochenta del pasado siglo
xx, donde los cinco municipios que lo integran decidieron poner en marcha un proceso conjunto de
conservación y desarrollo partiendo del reconocimiento del valor de su patrimonio territorial, aunando
los recursos naturales, culturales y paisajísticos. De este proyecto de desarrollo socio-económico-patri-
monial subyacía, tal y como señala Manuel Roberto Guido, el promover «un turismo respetuoso con
la integridad del ambiente, del paisaje y la autenticidad de la cultura y de las tradiciones locales, re-
cualificar y revalorizar la agricultura y sus productos a través de una política de reconocimiento de las
marcas, sosteniendo y promoviendo la calidad certificada a través de reglas específicas de protección y
desarrollo de pequeñas empresas, del comercio y la artesanía, con particular atención a los productos
artísticos, tradicionales, y reforzar los equipamientos de acogida y alojamiento».

Una de las claves del éxito de este proyecto es que las estrategias y medidas implementadas son pro-
movidas por las autoridades locales utilizando una estructura de gestión de tipo privado, Sociedad
Valle de Orcia, que, desde 1996, trabaja en la integración de la acción institucional de cada una de las
cinco corporaciones municipales y la implicación de la población local, bajo las directrices y pautas
determinadas por un Plan de Gestión que se estructura en cinco bloques: 1. Planificación territorial e
instrumentos de protección; 2. Turismo cultural; 3. Senderismo y tren de la Naturaleza; 4. Agricultura;
5. Comercio. Este proyecto, desde sus inicios hasta la actualidad, no solo ha permitido la conservación,
protección y valorización del paisaje, sino que ha permitido fijar a la población local y el mantenimien-
to de actividades tradicionales, frente al escepticismo inicial.

Conclusiones

La revalorización y utilización turística del paisaje raramente se ha insertado en el marco de un proyecto


patrimonial/turístico de naturaleza integrada. La búsqueda de una relación armónica entre patrimonio
y turismo es una tarea compleja, pues se suelen enfrentar dos racionalidades, la del mercado, que per-
sigue la rentabilidad a corto plazo, y la patrimonial/ambiental, preocupada por la defensa de valores
colectivos de dimensión pública. En cualquier caso, con voluntad política y adecuados mecanismos de
concertación y gestión, es posible perfilar estrategias de desarrollo, insertadas en los diferentes contex-
tos socioterritoriales, donde la dimensión turística se integre razonablemente en los planes de gestión
patrimonial y la dimensión patrimonial en los de desarrollo turístico para garantizar, así, la preserva-
ción de sus valores y la sostenibilidad del uso turístico.

263
Es indudable que los paisajes culturales se han convertido en atractivos turísticos de los territorios, sin
embargo, parece haber caído en el olvido la necesidad de evaluar cómo adecuar estos espacios para
la visita turística. La ausencia de estudios o proyectos previos que analicen la dimensión turística del
paisaje lleva implícita una valorización sesgada y limitada a una serie de elementos, frente a la idea de
conjunto que es la que debe primar.

Para hacer frente a las problemáticas y limitaciones identificadas con el uso turístico de los paisajes
culturales parece necesario trabajar en torno a tres principios operativos:

1. Planificación y gestión a nivel de ámbitos territoriales. La estructura y vertebración turística de un


territorio no se logra solo a partir de la yuxtaposición de las decisiones y los instrumentos de pla-
neamiento existentes. Resulta evidente que se necesitan planes de conjunto donde estén bien defi-
nidas las funciones asignadas a las piezas del sistema turístico, fijando prioridades e identificando
los proyectos más urgentes.

2. Coordinación interadministrativa. Orientada a configurar un nuevo marco que permita superar la


débil coordinación entre conservación del patrimonio (natural, cultural y paisajístico) y el desarrollo
turístico, apoyándose en nuevas fórmulas de valorización y utilización de los recursos disponibles
(espacios protegidos, servicios ambientales, productos de calidad, turismo sostenible, etc.).

3. Cooperación, participación y convergencia. Se trata de lograr convergencias básicas entre agentes


políticos y sociales, consolidando canales eficaces de participación de los agentes públicos y priva-
dos.

4. La conservación activa de los paisajes culturales requiere de su plena incorporación al desarrollo


territorial, dado que las razones que justifican su protección –su valor, singularidad y autenticidad–
son las mismas por las cuales quieren ser visitados. De ahí que nos enfrentemos al desafío, nada
fácil por otro lado, de incorporar el turismo a la causa de la conservación, siendo conscientes, al
mismo tiempo, de la necesidad de poner a punto una planificación y una gestión patrimonial adap-
tadas a la capacidad de acogida de los diferentes recursos y destinos.

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Notas
1
Sitio Histórico es el lugar o paraje natural vinculado a acontecimientos o recuerdos del pasado, a tradiciones populares, crea-
ciones culturales o de la naturaleza y a obras del hombre, que posean valor histórico, etnológico, paleontológico o antropológico.
Zona Arqueológica es el lugar o paraje natural donde existen bienes muebles o inmuebles susceptibles de ser estudiados con
metodología arqueológica, hayan sido o no extraídos y tanto si se encuentran en la superficie, en el subsuelo o bajo las aguas
territoriales españolas.
2
Paisajes Protegidos: Paisajes Protegidos son partes del territorio que las Administraciones competentes, a través del planea-
miento aplicable, por sus valores naturales, estéticos y culturales, y de acuerdo con el Convenio del paisaje del Consejo de Euro-
pa, consideren merecedores de una protección especial. Los objetivos principales de la gestión de los Paisajes Protegidos son los
siguientes: a) La conservación de los valores singulares que los caracterizan. b) La preservación de la interacción armoniosa entre
la naturaleza y la cultura en una zona determinada. 3. En los Paisajes Protegidos se procurará el mantenimiento de las prácticas
de carácter tradicional que contribuyan a la preservación de sus valores y recursos naturales.
3
En Canarias, aparece la figura Parques Rurales, que responde a la tipología de paisajes culturales rurales como aquellos Espa-
cios Naturales amplios en los que coexisten actividades agrícolas, ganaderas o pesqueras, con otras de especial interés natural
y ecológico, conformando un paisaje de gran interés ecocultural que precise su conservación. Su declaración tiene por objeto la
conservación de todo el conjunto y promover a su vez el desarrollo armónico de las poblaciones locales y mejoras en sus condi-
ciones de vida, no siendo compatibles los nuevos usos ajenos a esta finalidad.
4
Ley 8/2005, de 8 de junio de Protección, Gestión y Ordenación del Paisaje de Cataluña; la Ley 4/2004 de 30 de junio de la
Generalitat Valenciana de Ordenación del Territorio y Protección del Paisaje; la Ley 7/2008 de 7 de julio de Protección de Paisaje
de Galicia; la Ley de Cantabria 4/2014, de 22 de diciembre, del Paisaje; y el Decreto 90/2014, de 3 de junio, sobre protección,
gestión y ordenación del paisaje en la ordenación del territorio de la Comunidad Autónoma del País Vasco.
5
La Ley de Paisaje del País Vasco se encuentra en proyecto de ley.
6
Ente encargado del asesoramiento a la Administración catalana y de concienciación de la sociedad en materia de paisaje.
7
España cuenta con tres declaraciones: dos de ellas plenamente en territorio español, el Paisaje Cultural de Aranjuez (2001) y
el Paisaje de la Serra de Tramuntana (2011), y uno transfronterizo hispano-francés, Pirineos-Monte Perdido (1997).
8
Declarada Bien de Interés Cultural en diciembre de 2018, una vez iniciado su expediente de incoación en Resolución de 21
de diciembre de 2017, de la Dirección General del Patrimonio Cultural, de la Consejería de Cultura, Educación y Ordenación Uni-
versitaria [https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2018-1740].
9
Entrevista elaborada en el medio digital Stanford News. «UNESCO´S World Heritage program has lost its way». Consultado en
noviembre de 2018 [http://newa.standford.edu/]

266
Alcalá de Henares en 1956.

267
Alcalá de Henares en 2017.

268
Trabajar los límites
María A. Leboreiro Amaro
Profesora titular en la ETS de Arquitectura de Madrid
[email protected]

Resumen
Con el paso del tiempo se ha aceptado, según reflejan los estudios de la ONU, que el 70 % de la población del planeta será
urbana en el año 2050. Entonces, se trata de estudiar cómo será esa urbanidad; si se asemejará a nuestras ciudades his-
tóricas ya consolidadas a día de hoy, a Blade Runner y su oscuridad, a grandes periferias desorganizadas y caóticas o a un
mundo urbanizado con todos sus servicios, donde todos querríamos vivir. Se trata de una reflexión necesaria y para la que,
a día de hoy, solo contamos con las pistas que nos da la formación de las extensiones de nuestras ciudades –muy diversas
desde la visión del mundo occidental a la de los países emergentes o la de aquellos que resuelven el día a día desde la po-
breza– y arriesgarnos a hacer una proyección, lo cual no deja de parecer aventurado, pese a las herramientas de las que
ya disponemos y sin duda dispondremos.

Palabras clave
Población urbana en 2050, desconocimiento de las claves de la ciudad del futuro.

Abstract
Over time we have become used to accepting, mantra-like, the UN claim that 70 % of the world’s population will be living in
cities by 2050, but what we may not have stopped to think through is what type of city this will entail. The type our historical
cities have already consolidated today? A dark, Blade-Runner style? Disorganised and chaotic large peripheries? Or an urba-
nised world with all of its services where we would all like to live? This is a necessary reflection and one for which we currently
have just the clues given by the formation of the sizes of our cities, highly diverse from the Western perspective to that of the
emerging countries, or that of those which resolve day-to-day problems in poverty and where we risk making a projection,
something which doesn’t cease to be daring even with the tools we have and will undoubtedly have going forwards.

Keywords
Urban population by year 2050, Unknown clues for cities in the future.

La relación entre la ciudad y el campo es cada vez más intermedia, menos nítida. Las periferias urbanas
avanzan hacia los espacios antes productivos, alimento de la ciudad, hoy convertidos en expectantes,
abandonados y degradados, una vez perdida su función original. Así, los bordes de nuestros lugares
habitados constituyen límites poco definidos y deficientemente conectados, lo que acentúa la degrada-
ción estética y funcional del entorno construido.

La ciudad sigue siendo vista como lugar de oportunidades, la periferia ha sido y viene a ser «la ciudad
de llegada» (Saunders, 2014). La emigración, ya imparable, vacía el mundo rural, al tiempo que crea
nuevas oportunidades para los que permanecen, derivadas de la red de relaciones tejidas entre los que
se van y los que se quedan. Se crea una situación compleja con una gran riqueza de posibilidades. El
paso de la vida en el campo a la vida en la ciudad supone la creación de un nuevo paisaje.

La configuración de las periferias en el límite de la ciudad, y más allá de su borde, ha sido diversa, como
lo ha sido la historia de la propia ciudad. Durante siglos, su crecimiento lento permitió configurar un
paisaje urbano que fue fijando imágenes reconocibles hasta la Revolución Industrial. Aun en aquellas
ciudades o países en que ésta tuvo menor incidencia, se alteró la relación entre sus bordes y el conti-
nuo urbano. Aparecen tres procesos básicos: una alta densificación de la ciudad existente, crecimientos
a saltos por parcelación de grandes propiedades de manera informal o incluso planificada y un terce-
ro, itinerante, aprovechando los caminos existentes (Domingues, 2009). A estos procesos habría que

269
Figura 1. Alrededor del aeropuerto de Pemba. Figura 2. Borde de Aranda de Duero. Fotografía:
Mozambique. Fotografía: María Leboreiro. Llanos Masía.

añadir aquello que podríamos llamar periferias transferidas, las que nacen buscando, más allá incluso
de los límites municipales o regionales, un menor control urbanístico y un menor coste de suelo y las
urbanizaciones, crecimientos autónomos, que ocupan los terrenos de mejor calidad medioambiental y
paisajística apoyadas en la infraestructura viaria, negando la continuidad de la ciudad.

Las periferias fueron apareciendo como espacios de transición, de paso del ámbito urbano al rural,
con unas características muy distintas en función del momento y modo en que se producen, ya sea de
manera planificada o espontánea y de las características del poblamiento del lugar y su relación con
el territorio.

Hoy asistimos a un movimiento de personas como nunca lo ha habido en la historia de la humanidad,


pero también a una confluencia de intereses en la que la mano de obra que llega es necesaria para el
progreso del conjunto. La situación lleva a que la formación de periferia o la consolidación de las exis-
tentes sean positivas para la movilidad social, económica y cultural ascendente. Así pues, es necesario
mirar en dos direcciones: una, a la urbanización y mejora de las periferias existentes, incorporándolas
a la ciudad en beneficio mutuo y, otra, hacia la preparación de la llegada para los que la formarán es-
pontáneamente.

En nuestro mundo occidental, y, en concreto, en el variado territorio español, nos encontramos ante
dos situaciones claramente diferenciadas: por una parte, la España atlántica y su hábitat disperso y, por
otro, la zona meseta en la que la ciudad y el campo siempre se diferenciaron con claridad; si emplea-
mos la voz de Octavio Paz, se podrían poner puertas al campo, había un aquí y un allí, una situación
que hoy se ha vuelto difusa y, por qué no, confusa. Se dan así dos casos, dos situaciones de partida,
en las que, sin embargo, las soluciones de cara al futuro y su tratamiento se perfilan de una manera
semejante.

La ciudad cerrada

Asumido que la formación de las periferias no es un fenómeno nuevo, Madrid puede ser nuestro primer
caso, una ciudad cerrada, fácilmente perceptible e identificable desde la forma urbana. A mediados del
siglo xix, decide crecer con un modelo de casi una ciudad ideal, de nuevo cerrada: el ensanche, que no
solo no se verá construido rápidamente, sino que pronto verá sobrepasados sus límites. La especula-
ción genera, más allá del foso, la réplica del modelo; no dejarán de crecer los asentamientos itinerantes
como Tetuán o de aparecer propuestas como Ciudad Lineal. Ya en los años veinte del siglo xx, las leyes
de casas baratas dan lugar a nuevas estructuras urbanas, las colonias de hoteles, Prensa, El Viso, Cruz
del Rayo, serán ejemplos. Situaciones que tienen como consecuencia que, en los años que preceden a
la guerra, la imagen de la ciudad refleje claramente cómo los crecimientos, esencialmente espontáneos

270
Figura 4. Madrid, 1939. Museo de Historia de
Madrid.

Figura 3. Ensanche de Madrid. Carlos Mª de


Castro. 1857.

y fragmentarios del extrarradio, superan ampliamente a los que se producen en la ciudad ordenada
del ensanche. Se constituye una dualidad en el crecimiento de Madrid hasta los años sesenta en el que,
por una parte, la ciudad planificada continúa con la construcción sistemática del ensanche y, por otra,
se consolida de manera espontánea, irregular y fragmentada.

En esas fechas, la necesidad de vivienda en Madrid, derivada de la emigración campo-ciudad exigida


por la rápida industrialización, va a generar una explosión de asentamientos autoconstruidos de vivien-
da unifamiliar, en suelos marginales, alejados y de escasa calidad para la construcción, como el Pozo
del Tío Raimundo u Orcasitas, donde la urbanización y las dotaciones están ausentes. Situación que se
repetirá en las grandes operaciones de vivienda social promovidas por la Obra Sindical del Hogar o el
Instituto Nacional de la Vivienda, como San Blas o Caño Roto, fragmentos de ciudad con una buena
calidad arquitectónica y de trazado urbano, pero a los que la urgencia negaba urbanización y equipa-
mientos. Estas actuaciones convivirán con promociones privadas de carácter especulativo y de nueva
ciudad por sus dimensiones que han dejado su impronta como periferias densas, ya sean el Barrio de
la Concepción o del Pilar, a título de ejemplo, sin olvidar que, a todo ello, se incorporó el proceso de
absorción de los municipios de la primera corona metropolitana.

Privada la ciudad de un plan territorial de la entidad del Plan Cerdá para Barcelona, el territorio se ocu-
pará de forma desordenada y caótica, ajena a la valoración de los recursos geográficos y paisajísticos
creando una ciudad a retazos que, posteriormente, habrá que coser, completar y rematar, en un con-
tinuo work in progress que llega hasta nuestros días. Situación derivada de una clara incapacidad de
aprender del pasado.

Los años ochenta suponen la llegada de los planes remediales y de la contención del crecimiento, de
la incorporación del orden y de la transformación, reurbanización y dotación de equipamientos de
muchas de las zonas periféricas de Madrid. La ciudad recupera su ritmo hasta que, de nuevo, los cre-
cimientos desmesurados de principios de siglo nos dejarán fragmentos de ciudad banales, anodinos y
repetitivos, archipiélagos urbanos en los que el diseño urbano se empeña en los trazados reticulares,
sin una reflexión cultural acerca del espacio público ni de la tipología de vivienda, generando espacios
vacíos de actividad y ajenos a la complejidad y riqueza de interacciones de la vida urbana. La etapa
concluye en la crisis inmobiliaria conocida por todos, que dejará un rastro de abandono y degradación
del paisaje, de arquitectura y urbanización inconclusas. Surgen ocupaciones singulares en un desplaza-
miento de la actividad económica hacia la periferia, sin un engarce con la ciudad, generando nuevos

271
vacíos: Telefónica, Ciudad del Santander, BBVA, piezas cerradas y aisladas en su entorno y que no apor-
tan nada a su valoración, arquitecturas, en muchos casos de valor, en medio de la nada, a las que se
añaden actuaciones como la Ciudad de la Justicia, con un único edificio en tierra de nadie.

Figura 5. Los PAU del norte de Madrid. Figura 6. Sede de Telefónica en Madrid.

La ciudad abierta

El otro caso se centra en una situación muy distinta, en el noroeste español, con unas características
singulares de organización espacial, consecuencia de su situación periférica en la península ibérica y
el resto de Europa, que hace que, aun cuando se inserte en el arco europeo, desde el punto de vista
geográfico y de desarrollo económico, su situación no se puede comparar con otras regiones del norte
español o de la costa atlántica francesa, sus referentes más inmediatos, por geografía, clima y actividad
económica histórica, vinculados ambos territorios a la fuerte presencia del litoral y su carácter urbano
y un interior agrícola.

Trabajamos en el marco de un territorio fragmentado, propiciada esta fragmentación por una topogra-
fía difícil, unas cuencas fluviales muy numerosas y de escasas dimensiones, un parcelario menudo y
la vinculación a la actividad agraria, que dio lugar en su día a que los asentamientos rurales fueran de
pequeñas dimensiones y aparecieran en gran número, reunidos en torno a la parroquia que los agrupa
en un número variable, siendo la parroquia el escalón intermedio de jerarquía territorial en relación
con el municipio, que aparece como una agrupación artificial de parroquias, que no tienen la conside-
ración de una entidad administrativa.

Este territorio se mantuvo equilibrado hasta tiempos recientes, donde la casa acompañada de una
huerta se agrupaba con mayor o menor densidad en función de las condiciones climáticas y quedaba
rodeada del labradío exterior dedicado al cultivo del maíz, el centeno, las patatas o el lino, todo ello
rodeado por los montes en «mano común», propiedad de todos aquellos que tenían fuego abierto en la
parroquia. Se trataba de núcleos autónomos, bien comunicados entre sí y con unos servicios comunes.
En ocasiones aparece una villa, un núcleo de mayor dimensión, con unas características más urbanas
y una población de mayor nivel educativo, donde viven el médico, el veterinario y el farmacéutico y
una clase comerciante: esta es la sede del ayuntamiento.

La urgencia de los problemas urbanos genera un interés creciente por la población a la que afectan y
ha ido en contra de la dedicación a los problemas de las áreas rurales, abandonadas, en nuestro caso, a
partir de los años cincuenta del pasado siglo, al carecer de oferta de un empleo cualificado y esperanza
económica en relación con la ciudad. La pérdida de la actividad agrícola, poco competitiva, supuso el
abandono del campo, las casas en ruina y la población envejecida.

272
Al primer movimiento migratorio del campo a la ciudad sigue, posteriormente, una migración inversa
de fin de semana y veraneo para, en una segunda fase, ir a la recuperación de la vida en el medio rural;
la vivienda ya no es de segunda residencia, se inicia un movimiento pendular, apoyado en la mejora
de la movilidad, por motivo trabajo o desplazamientos relacionados con el consumo o el ocio. Pero el
retorno, cuando se produce, no es hacia el antiguo hogar, sino a la construcción de una nueva vivienda
levantada conforme a patrones urbanos en su concepción y servicios y ajena al lugar, lo que ha altera-
do la percepción del paisaje, cuando no es un impacto visual que contribuye más a la degradación del
ambiente. Se empieza a hablar así de feísmo, la fealdad de lo extraño, de lo mal construido e inaca-
bado que destruye los valores de una ruralidad periclitada, pero con potencial para su regeneración y
revitalización.

En los primeros años del siglo xxi es el momento en el que un mayor nivel cultural y de renta hacen
volver la mirada hacia el magnífico patrimonio abandonado, lo que, unido a la calidad medioambiental
de los núcleos, tiene un efecto de llamada, no solo para los antiguos habitantes, sino para población
nueva. Conduce a la rehabilitación de lo edificado, con el componente –muy a la moda– de recuperar
una casa antigua, se produce un crecimiento sobre lo existente o en extensión, pero no con el carácter
de urbanización suburbana, lo que crea nuevos paisajes «urbanos». Esto puede considerarse un indica-
dor de que el cambio es posible.

Nos encontramos, así, con un territorio disperso en origen y que poco o nada tiene que ver con los
fenómenos que, a partir de la Segunda Guerra Mundial, aparecen en Europa y América y que, en un
primer momento, pudieron ser un fenómeno de dispersión, vinculados a la aceptación del modelo de
la ciudad jardín de Howard, sin su grado de autonomía, urbanizaciones residenciales, dependientes
del automóvil y de la ciudad para el empleo y los servicios, situación que sí se dará en Madrid, como
retorno a la tierra y conquista de espacio vital con una mayor calidad de vida, la vuelta a la naturaleza
como ideal de vida perdida. Hay, sin embargo, un aspecto sustancial: «cerca de la naturaleza» cambia
por «en la naturaleza».

En estas zonas de asentamiento disperso, con una fuerte caracterización del territorio, la creación de
periferias se tradujo en una primera etapa en la absorción de los asentamientos en los bordes de la
ciudad para, después, siguiendo las pautas del desarrollo contemporáneo, convertirse estos en núcleos
de crecimiento, sin la dotación de equipamientos y servicios que habían dado vida a los lugares tradi-
cionales, limitados, pero que cumplían una función. Esta presión urbana sobre el entorno más próximo
ha producido la aparición de elementos discordantes que alteran la imagen urbana, hasta tiempos re-
cientes bien integrada en el paisaje, y la definición de una periferia sin límites.

La concentración de la pobla-
ción en las zona costeras, que
en el caso de Galicia repre-
senta el 80%, conduce a la
configuración de una gran co-
nurbación Conjunto de varios
núcleos urbanos inicialmente
independientes y contiguos
por sus márgenes, que al cre-
cer acaban formando una
unidad funcional, vinculada
a una autopista que actúa de
espina dorsal del territorio y
vertebra el aglomerado urba-
no, recogiendo cinco de las
siete grandes ciudades de la
región, prolongándose la si-
tuación hasta Oporto, en el
norte de Portugal, la mayor Figura 7. Vista panorámica de Vigo. Fotografía: Ayuntamiento de Vigo.
de las áreas metropolitanas

273
Figura 8. Núcleos tradicionales. Sárdoma en borde urbano acoge usos industriales sin alterar su estructura
originaria. Zamáns, en el interior, permanece sin alterar. Fuente: Cartografía municipal y Google. Elaboración
propia.

274
Figura 9. Bembrive: núcleo rural tradicional bien comunicado con el borde urbano. Su mayor vinculación con el
mundo agrario evita su transformación. Se inicia la aparición de la vivienda unifamiliar urbana. Fragoselo: núcleo
rural tradicional. Su ubicación en la zona costera turística propicia el cambio generalizado de tipología de vivienda.
Fuente: Cartografía municipal y Google. Elaboración propia.

275
Figura 10. Lavadores, núcleo tradicional absorbido donde conviven tipologías de vivienda colectiva urbana,
equipamientos de nivel ciudad y naves industriales. Fuente: Cartografía municipal y Google. Elaboración propia.

que se cuelgan del eje y que, en Galicia, son las de Vigo y A Coruña. Vigo será nuestro estudio de caso
en esa –cada vez más leve– distinción entre la ciudad y el campo, donde la frontera entre el mundo
rural y el urbano se ha difuminado, generando lo que Indovina describe como la ciudad difusa y que
no es tal por el hábitat de partida. Se puede hablar de una ciudad difusa tradicional.

Vigo se sitúa en la costa, en un marco geográfico singular y con un paisaje excepcional; una ciudad de
apenas 16 000 habitantes a principios del siglo xx, alcanza los 300 000 en los últimos años, primero
por absorción de los municipios limítrofes para seguir creciendo sobre sí misma en altura y extensión,
apoyada en una fuerte industrialización en los sectores naval, automovilístico y pesquero. Este fue el
origen del fenómeno que atrajo a la población de las zonas rurales, con el subsiguiente vaciamiento de
la región y la demanda de nueva vivienda y suelo para la actividad económica. Con el paso del tiem-
po, la ciudad se ha convertido en la cabecera de un área metropolitana que reúne catorce municipios
en un radio de 50 km, un área funcional extensa de 500 000 habitantes, con una fuerte dependencia
de la ciudad central.

En ese crecimiento a saltos se producen movimientos en paralelo; por una parte, la absorción de los
núcleos más próximos a la ciudad y aquellos que se mueven en torno a los 30 km que permanecen
como núcleos rurales, eso sí, con hábitos urbanos y desvinculados del sector primario, y que recuperan
poco a poco su vitalidad, derivada de los beneficios de la ciudad. Se produce así la fragmentación de un
territorio antes integrado en un mundo agrario, jerarquizado y bien relacionado por una fina malla de
caminos y sólidamente implantado en unas relaciones comunales firmes que garantizaban la cohesión
social y sentaban las bases de la convivencia.

276
Convergencias

El planteamiento sería: ¿qué posible significado puede tener el crecimiento de una ciudad y la gene-
ración de un área metropolitana continua sobre el territorio rural próximo en un claro conflicto entre
espacio urbano versus espacio rural transformado y ocupado?

Observamos que, como reseña Ascher, tanto en Vigo como en Madrid esta situación y la ausencia de
un planeamiento territorial han explosionado con el incremento del nivel de renta y las mejoras
de movilidad, derivadas de la generalización del automóvil y el incremento y mejora de la infraes-
tructura viaria ha facilitado la expansión a saltos en el territorio con grandes vacíos urbanos que
generan una periferia espontánea desbordada sobre un barbecho expectante, tal como lo define
Secchi al hablar de aquellos suelos que, una vez perdido su valor como agrarios, permanecen a la
espera de la urbanización.

Nos encontramos ante territorios heterogéneos tanto por su geografía como por las disparidades
económicas, regiones fragmentadas en las que se alternan las áreas urbanas y las zonas rurales deser-
tificadas en un territorio en absoluto equilibrado.

No nos engañemos, estos espacios físicos, y siguiendo el discurso de Bruegmann, son vistos a menudo
por los observadores casuales como espacios rurales, aunque, en realidad, la gran mayoría forma par-
te de la cotidianeidad urbana de la ciudad más cercana y mantienen vínculos económicos y sociales
con la misma: «casi todos estos residentes están más vinculados al mundo urbano que al rural» (Brueg-
mann, 2011).

En esta alteración ha influido no solo la ocupación de la vivienda, sino también por otros usos –espon-
táneos o no–, como industriales, comerciales o grandes equipamientos. Se beneficia de la presencia
de suelos de menor valor económico, no solo modificando su escala, sino que también requieren nue-
vas infraestructuras, de las que las viarias son las más visibles y que alteran pautas de conexión más
blandas, generando circulaciones y conexiones confusas y peligrosas, además de ser potentes barreras
físicas en el territorio, «con bastante naturalidad los puntos principales de intercambio, de accesibilidad
y visibilidad han servido en la periferia de anclaje a las funciones logísticas y comerciales, así como a
la dispersión residencial» (Mangin, 2004).

Se produce la transformación de los espacios baldíos, la difusión más o menos controlada y la «redis-
tribución y segregación acentuada de las funciones» (Mangin, 2004). Los motivos del cambio aparecen
como derivados de la movilidad y de patrones culturales, pero también de la necesidad de suelos que
la ciudad demanda y que por falta de ordenación esta fagocita de manera incansable, creando una pe-
riferia banal y sin referencias, que más tarde exigirá una intervención, «el desarrollo opera cada vez

Figuras 11 y 12. Periferia urbana. Convivencia de usos: hospital, parque tecnológico. Fotografías: Ayuntamiento de Vigo.

277
más en la periferia de las aglomeraciones con una total anarquía en la ocupación del suelo con unas
consecuencias devastadoras para el medio ambiente» (Laborde, 1996).

El resultado son los fenómenos, ya aceptados, como dispersión urbana –sinónimo de desarrollo perifé-
rico urbano espontáneo–, por tanto, sin urbanización, difuso, de baja densidad y aspecto improvisado.
Dispersión que «acaba con los espacios naturales, invade los campos agrícolas, dispara los gastos de
equipamientos, socava la vida social urbana, agudiza las desigualdades, agota los recursos naturales
y daña al medio ambiente» (Bruegmann, 2011), sin que se tomen medidas desde la planificación o la
conciencia ciudadana.

El avance imparable de ocupación del suelo, previamente ocupado y organizado en razón de un equi-
librio histórico, genera periferias desestructuradas que absorben centros sin generar nueva centralidad
con sus connotaciones. Se trata de una periferia compleja y, en su desorden, aparecen multiplicidad de
formas y modos de vida urbana. Koolhas, al hablar de esa nueva ciudad en la que por todas partes hay
campo y ciudad, la denomina ciudad genérica, perdida la personalidad que la caracterizó anteriormen-
te y en la que la distinción entre centro y periferia debe ser abandonada, ya no hay límites.

Hoy la ciudad está en todas partes –no es centro, no es lugar y ya no es campo–, Corboz constata que
hoy estamos reducidos a «trabajar por una ciudad del discontinuo, de lo heterogéneo, de la transfor-
mación ininterrumpida; a pensar simultáneamente en orden y desorden». Estamos en la situación de
reconocer la evidencia recogida por Mangin y expresada por Pier Paolo Pasolini: «Allí donde se piensa
que la ciudad acaba es donde de hecho recomienza».

Aparecen bordes indefinidos de los que hay que ser conscientes, estamos ante una situación que se
reproduce universalmente en los países desarrollados y con más virulencia en los considerados como
emergentes. Pero lo que se quiere destacar aquí es la superposición de un modelo difuso sobre otro
disperso tradicional, en un caso y, en el otro, la ocupación de terrenos históricamente vacíos, un cintu-
rón verde que no se conservó.

Se trataba de espacios preservados a lo largo de la historia del territorio, con una capacidad de acogi-
da innegable y que se vieron desbordados por un proceso incontrolado en un tiempo muy corto, en
aras del crecimiento económico. Interesa ahora aprovechar el conocimiento de la realidad a partir de
su evolución reciente para plantear criterios que ayuden en su evolución futura hacia la clase de lugar
en que gustaría vivir.

Ha llegado el momento de encontrar soluciones y estas parece que podrán venir de la mano de un cri-
terio ya asentado: la sostenibilidad, entendida esta en sentido amplio y sobre la que ha de apoyarse la
regeneración de la periferia. En lugar de construir, pararse a cuestionar qué hacer para revertir el dete-
rioro realizado, con intervenciones no necesariamente potentes, que permitan estabilizar o recuperar
la riqueza medioambiental de manera integrada, planteada como una mejora de calidad de vida de
los ciudadanos; reconocer que pequeñas intervenciones podrían generar entornos atractivos con una
economía estable. Se trata de aprender de lo sucedido en otras latitudes, en las múltiples ciudades de
llegada de las que Saunders ha analizado su evolución y en las que observa cómo la urbanización su-
pone un factor de cambio y contribuye a disminuir las desigualdades.

La crisis ha planteado con claridad los límites al crecimiento que, desde pautas de sostenibilidad, se
venían planteando inútilmente para entrar en una etapa que debe llevar a construir la ciudad sobre la
ciudad y a la recuperación de sus antiguos valores.

A modo de conclusión

Los bordes del entorno construido representan la posibilidad de recuperar la relación entre el lugar
habitado a cualquier escala y su entorno inmediato, reinventando las relaciones. Las periferias cons-
tituyen espacios de excelencia –hoy sin visibilidad o con una percepción negativa– para ubicar zonas

278
verdes e introducir nuevos equipamientos, como conectores en áreas urbanas sin estructura, ámbitos
que ayuden a dar continuidad a la imagen urbana, disminuyendo el volumen y la altura de la edifica-
ción e integrando nuevos usos, así como incorporando criterios funcionales y visuales que favorezcan
la conexión entre la ciudad y el espacio natural y agrario adyacente que, en el caso de Madrid, es ne-
cesario buscar más allá de sus límites.

Ello conllevaría la puesta en común de las lógicas territoriales y los intereses particulares, lo que signi-
fica la integración de la población y la vivienda en las antiguas estructuras territoriales, apropiándolas
y redefiniéndolas frente a la falsa idea de progreso que lleva a consumir más suelo, sin un sentido cla-
ro de necesidad, básicamente en infraestructura viaria, que tampoco garantiza una mejor movilidad
y accesibilidad y produce un consumo de energía inviable y, lo que es más grave, destruye un paisaje
singular sin aportar valores nuevos. En ambos casos se hablaría de un territorio ampliado más que en
el sentido tradicional de ciudad. Estaríamos ante la necesidad de incorporar de manera sensible pautas
de sostenibilidad en su sentido más amplio, que propicien la cohesión social, el desarrollo económico
y la mejora y protección del medio ambiente y del patrimonio construido.

En definitiva, se trataría de plantear los criterios que permitan una nueva transformación del territo-
rio más equilibrada, desde planteamientos aceptados universalmente de rehabilitación, regeneración
y renovación, incorporados al concepto de regeneración urbana integral, en proceso de construcción
y debate. Lo que deberá acompañarse de otros conceptos emergentes en el tratamiento del espacio
construido: densidad, diseño y diversidad, que contribuirán, desde la lentitud y el sosiego, frente a la
aceleración de los tiempos recientes, a la recuperación del equilibrio anterior entre el campo y la ciu-
dad y a la sinergia mutua que ha permitido desde antiguo la vida urbana.

Los espacios de borde son hoy una oportunidad. Se trata de ordenar y gestionar la nueva complejidad
de los límites urbanos, reconsiderando su tipología de transición ciudad-campo, mejorando la accesi-
bilidad y conectividad en el territorio que permite la integración de las nuevas demandas urbanas, así
como establecer las condiciones que permitan encauzar la situación, reforzando el sistema polinuclear
previo y contribuyendo al establecimiento de nuevas centralidades que generen empleo, fijen pobla-
ción, mejoren la calidad medioambiental y paisajística y eviten los impactos negativos de la movilidad
excesiva en el territorio y de las personas.

Bibliografía

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Domingues, Á. (2009): A Rúa da Estrada. Oporto: Dafne Editora.
Indovina, R. (coord.) (2007): La ciudad de baja densidad. Barcelona: Diputación de Barcelona.
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Mangin, D. (2004): La ville franchisée. Formes et structures de la ville contemporaine. París: Éditions de La Villete.
Saunders, D. (2014): Ciudad de llegada. La última migración y el mundo del futuro. Barcelona: Debate.

279
Bardenas Reales. Fotografía: Jesús Herrero.

280
La percepción e interpretación del paisaje

281
Mercado en el centro de Hong-Kong. Fotografía: Werner Durrer.

282
Sensibilización y concienciación
sobre paisajes culturales urbanos
Werner Durrer
Arquitecto
[email protected]

Resumen
Según el Convenio Europeo, nuestras ciudades, tanto sus centros históricos como sus barrios periféricos, son paisajes cul-
turales urbanos. Evidentemente, son los más complejos y dinámicos: bajo la influencia simultánea de múltiples factores, a
veces divergentes, están inmersos en un proceso de crecimiento y transformación continua. Si el resultado de esta evolu-
ción supone una regeneración y revalorización, o bien una degeneración de nuestro entorno físico, depende de las personas
que la dirigen: políticos, técnicos y científicos están emplazados a innovar instrumentos y procedimientos de planificación
urbana; entre ellos, la participación ciudadana está ganando cada vez más protagonismo. Parece la receta mágica para
crear entornos más armónicos, más útiles y saludables. Intentaremos dar respuesta a una pregunta importante: ¿están los
ciudadanos preparados para participar en la transformación de nuestras ciudades?

Palabras clave
La ciudad como paisaje cultural, responsabilidad de evolución de políticos, técnicos, participación ciudadana, preparación
de los ciudadanos para participar.

Abstract
According to the definition of the European Convention, our cities, with their historic town centres and their suburbs, are Ur-
ban Cultural Landscapes; obviously they are the most complex and dynamic ones: Under the constant influence of multiple
and sometimes diverging factors, they are immersed in a continuous process of growth and transformation. Whether the
result of this evolution means a regeneration and revalorization or a degeneration of our physical environment, depends on
those who lead it: Politicians, technicians and scientists are urged to define new planning instruments and procedures; one
of these, citizen-participation, is playing an increasing role: It seems to be a magic solution for the design of more harmonic,
more useful and more healthy environments. But there is an important question: Are the citizens really prepared to partici-
pate in the transformation of our cities?

Keywords
Urban cultural landscapes, evolution depending on politicians, technicians and citizenzs, preparation to participate.

Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje;
son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero es-
tos trueques no lo son solo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos,
de recuerdo (Calvino, 1983).

Introducción

Permítanme que comparta en esta prestigiosa revista científica algunos pensamientos desde mi
condición de arquitecto que entiende su profesión como un gran privilegio a la vez que una gran res-
ponsabilidad, ya que intervenimos de forma directa en la transformación de nuestro medio ambiente.
Está demostrado que el entorno construido, en el que vivimos, influye de forma decisiva en nuestro
bienestar y en nuestra salud, tanto física como psíquica; empezando por el aire que respiramos o la luz
que ilumina nuestras actividades hasta los espacios que nos permiten pasear, socializar o hacer depor-
te. Según un estudio reciente, la esperanza de vida de los habitantes de Hong Kong difiere en 10 años
según el barrio donde viven (Zabalbeascos, 2019). Sabemos también que, para crear paisajes culturales

283
urbanos más útiles, más humanos y saludables es importantísimo que no solo los profesionales, sino
también los habitantes de nuestras ciudades, sepan leer en el entorno físico que habitan, interpretarlo
y valorarlo; es una condición previa indispensable para participar respetuosamente en su transforma-
ción.

Los cambios en la percepción de nuestro entorno

Antes que nada, resumiremos brevemente los cambios que se han producido en los últimos ciento cin-
cuenta años en la percepción y valoración de nuestro entorno físico.

El primer gran paso es la concienciación sobre el valor de nuestro patrimonio histórico y natural a fi-
nales del siglo xix. Paralelamente a la protección de los primeros parques nacionales del mundo, en su
mayoría paisajes naturales de gran impacto, testigos de procesos tectónicos, geológicos, climatológicos
o biológicos, comienza la protección de los vestigios que ha dejado la presencia humana en el paisaje:
restos arqueológicos, monumentos históricos y ciudades antiguas, junto a artefactos y otras expresio-
nes culturales como obras de arte, etc. La protección de los paisajes singulares y de los bienes culturales
históricos fue un paso decisivo para poder preservarlos para la contemplación y el disfrute de las futu-
ras generaciones, una de las metas declaradas de la protección del patrimonio en general.

Cien años más tarde se produce otro gran avance en la concienciación sobre el medio ambiente, que
tiene su origen en la convención de la UNESCO sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y
natural de 1972, en París. En el artículo 1, párrafo 3, de los Textos Básicos de la Convención sobre la Pro-
tección del Patrimonio Mundial alude a «los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y

Figura 1. Cubos de la Memoria de Agustín Ibarrola, Llanes. Fotografía: Beatriz Estrada Álvarez.

284
Figura 2. Central eléctrica de Joaquín Vaquero Palacios, Proaza. Fotografía: Beatriz Estrada Álvarez.

la naturaleza así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal ex-
cepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico» (UNESCO, 1972: 12).

La idea de obra conjunta entre el hombre y la naturaleza es después la base de una investigación so-
bre los paisajes de la cuenca del Mediterráneo, cuna de las grandes culturas antiguas de Occidente. El
resultado de este estudio se presenta en la Carta de Sevilla (1992) y pone en valor la interacción entre
la naturaleza y el ser humano, la transformación del paisaje por el hombre, resumido en el concepto
«paisaje mediterráneo», un concepto y una dimensión bien distinta en comparación con los bienes pro-
tegidos con anterioridad.

Finalmente, la Convención del Patrimonio Mundial incorporó, en 1992, el concepto de «paisaje cultu-
ral» en las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial:

285
Los paisajes culturales son bienes culturales y representan las obras conjuntas del hombre
y la naturaleza citadas en el artículo 1 de la convención. Ilustran la evolución de la socie-
dad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo, condicionados por las limitacio-
nes y/o oportunidades físicas que presenta su entorno natural y por las sucesivas fuerzas
sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas (UNESCO, 2005: 25).

Estas directrices están a su vez en el origen del Convenio Europeo del Paisaje, firmado en el año 2000
y ratificado por España en 2008. Se trata del primer tratado internacional para la protección del paisa-
je cultural. El Convenio Europeo del Paisaje va aún más allá que la UNESCO en su definición: no limita
la definición de paisaje cultural a los paisajes históricos, sino que defiende como paisaje cultural «cual-
quier parte del territorio, tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción
de los factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones causales» (BOE, 2008: 6260). En resu-
men, el Convenio Europeo del Paisaje incluye todo tipo de paisajes: rurales, urbanos y periurbanos,
terrestres y marítimos, sin excepción, y amplía el término paisaje cultural «tanto a los paisajes que pue-
dan considerarse excepcionales como a los paisajes cotidianos o degradados» (ibid.).

El enfoque del Convenio Europeo del Paisaje

Es obvio que la definición del Convenio Europeo del Paisaje ha cambiado radicalmente la puesta en
valor de nuestro entorno físico: a los paisajes culturales de un valor universal excepcional se suman pai-
sajes agrícolas, paisajes industriales y paisajes urbanos, entre otros, extendiendo el término de paisaje
cultural a todo el territorio. Para entender el verdadero alcance de este cambio conceptual, queremos
exponer a continuación tres puntos clave:

• En primer lugar, al extender la definición de los paisajes culturales a cualquier parte del territorio,
protegidos o no, el convenio incluye cualquier paisaje que resulte de la interacción entre la natu-
raleza y el ser humano, y por lo tanto incluye el entorno en el que vivimos: los pueblos, las aldeas,
las villas, las ciudades y los suburbios son declarados paisajes culturales, sin importar su belleza.

• En segundo lugar, la definición del Convenio Europeo sugiere que los paisajes culturales no son está-
ticos, sino que están en continua transformación –incluyendo los que tuvieron un proceso evolutivo
importante en el pasado y que se considera concluido, dejando rasgos característicos de la época,
ya que la conservación interviene activamente en los procesos naturales, evitando su deterioro y
desaparición con el tiempo–. Esto significa que nada está perdido: los paisajes «cotidianos o dete-
riorados» siguen evolucionando en el presente y lo seguirán haciendo en el futuro por la transfor-
mación del ser humano y, por lo tanto, pueden ser embellecidos o regenerados, sin descartar que
algún día pudieran alcanzar un valor universal excepcional.

• En tercer lugar, concluimos que –con excepción de intervenciones en la naturaleza virgen– cual-
quier actividad humana se ha desarrollado y se desarrolla en un paisaje cultural con rasgos natu-
rales y humanos del pasado, lo cual nos convierte a todos en participantes activos o pasivos en el
proceso de transformación y evolución continua de nuestro entorno físico. Ello nos hace correspon-
sables de su evolución hacia un paisaje cultural de calidad o bien hacia su deterioro.

Paisajes urbanos, entre protección y regeneración

¿Qué significa esta ampliación del concepto de los paisajes culturales para los paisajes culturales urba-
nos? Para simplificar, los llamaremos a continuación paisajes urbanos, ya que la definición de «urbano»
incluye de forma intrínseca el carácter cultural de estos paisajes.

Evidentemente, hay un amplio consenso social en cuanto a los paisajes urbanos de «valor universal
excepcional» (UNESCO, 2005: 25) y de gran belleza, muchos de ellos actualmente catalogados y prote-
gidos, como pueden ser, sin ir más lejos, Toledo, Ronda, Cuenca, etc. Suelen combinar tramas urbanas
históricas de gran valor con entornos naturales excepcionales. Son paisajes urbanos cuyo desarrollo se

286
Figura 3. Toledo. Fotografía: Renate Prewein.

considera concluido hace tiempo. Su protección está enfocada a evitar su deterioro natural y su pérdida
parcial o total por actuaciones urbanísticas –lo que pasó, por ejemplo, en Segovia, donde la construc-
ción de un nuevo hotel amenazó el entorno físico del acueducto, de modo que la obra fue parada–,
además de velar por su autenticidad, actualmente en entredicho por un turismo de masas a punto de
convertirlos en puros escenarios. Gracias a su protección, estos paisajes urbanos perdurarán como tes-
tigos imprescindibles de nuestra historia.

Consideramos importante incluir entre los paisajes culturales urbanos de «valor universal excepcional»
(UNESCO, idem) aquellos cuya calidad singular no radica ni en la gran belleza de sus edificaciones ni
en su entorno natural excepcional, sino en la combinación de una estructura urbana singular con una
cultura cotidiana, un tejido social y una forma de vivir única. Hablo, como ejemplo, del centro históri-
co de Madrid: su «valor universal excepcional» se encuentra en la magia de su espacio urbano, forjada
durante siglos por una vida tan intensa como teatral de sus habitantes, venidos de todas partes, en su
afán colectivo de insuflar dignidad e identidad a una villa en medio de la nada, convertida en capital
imperial por una decisión puramente intelectual de Felipe II.

Luis Moyá Blanco lo describe en su ensayo Madrid, Escenario de España:

Los tiempos de Felipe II, Felipe III y Felipe IV se caracterizan por un Madrid lujoso y caro,
divertido, violento, vicioso y espectacular. Esta era la normalidad de la vida madrileña.
Pero de ella se salía, además, a cada paso con fiestas deslumbrantes de bodas reales, bau-
tizos de Príncipes, exequias, entradas de Reyes y embajadores, recepciones de reliquias,
canonizaciones y otras muchas causas que servían de pretexto para desfiles, representa-
ciones teatrales, iluminaciones y fiestas de todas clases (Moya, 1952: 9).

287
Figura 4. Extracto en blanco y negro del plano de Teixeira. Museo de Historia de Madrid.

Más adelante, en el mismo ensayo, continúa:

[…] siempre fue una villa, la «villa y corte». Nada, por tanto, de los conceptos de la polis
griega o de la urbe romana. Esto fue, simplemente, un escenario para representar el dra-
ma de la vida de una capital imperial; ¡pero no fue, desde el punto de vista de la arquitec-
tura, una verdadera capital imperial! (ibid. 11).

Si no ponemos en valor esta faceta tan singular de Madrid, que nada tiene que ver con arquitectura
monumental o con edificios y espacios de gran valor –estos últimos ya están protegidos–, sino que con-
siste en la combinación de la cultura inmaterial madrileña con el entorno físico de la «villa y corte», esta
corre peligro de desaparecer como consecuencia de un turismo que amenaza con vaciar los edificios
de sus habitantes autóctonos y despojar los espacios urbanos de sus usos originales.

Pero, ¿qué pasa con los paisajes urbanos cotidianos o degradados de nuestras ciudades? ¿No es en
estos barrios «cotidianos o degradados», construidos en los últimos cien años alrededor de nuestros
centros históricos y en las periferias, bajo la influencia de diversos factores como la industrialización,
la migración del campo a la ciudad o la presión especulativa de un mercado inmobiliario en extensión,
donde viven cientos de miles o millones de ciudadanos?

¿No son justamente los paisajes urbanos cotidianos o degradados los más vulnerables ante la evolu-
ción descontrolada por una presión demográfica, económica e inmobiliaria más fuerte que nunca –en
2007 la población mundial que vivía en ciudades, en su conjunto, ocupaba un 0,5% de la superficie
de la Tierra, superando por primera vez a la población que vivía en el campo (Zabalbeascoa, 2019)

288
Figura 5. Ornatos en la calle Platerías con motivo de la entrada de Carlos III en Madrid, Lorenzo Quirós, 1763.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

en España son ya cerca del 80%1? ¿No son


justamente los paisajes urbanos «cotidianos
o degradados», con espacios urbanos des-
estructurados y edificios envejecidos y de
mala calidad constructiva, los barrios que
más posibilidades de regeneración tienen
y por lo tanto más necesidad de ser ana-
lizados, repensados, replanteados por los
mejores científicos, profesionales y políti-
cos? ¿No son, justamente, los problemas de
estos barrios la gran oportunidad para re-
valorizarlos, mejorando su fisionomía y sus
servicios, más allá de las necesidades bási-
cas de sus ciudadanos?

Hacia un urbanismo holístico, dinámico


y participativo

Entre los científicos y profesionales impli-


cados en el proceso de analizar los retos
actuales y de repensar el futuro enfoque
Figura 6. Barrio de San Blas, Madrid.
de nuestras ciudades, existe un amplio Fotografía: Kepacha.
consenso sobre los puntos de partida más

289
importantes, recomendaciones para la innovación de un urbanismo capaz de guiar y acompañar la
evolución de nuestras urbes en el siglo xxi.

• Los paisajes urbanos son los paisajes culturales más evolucionados y, al mismo tiempo, más com-
plejos. Desde su creación interactuaron en su desarrollo continuamente una gran variedad de facto-
res inherentes a su localización: tectónicos, geográficos, topográficos, climáticos y otros culturales,
que han ido cambiando con el tiempo: históricos, filosóficos, psicológicos, sociales, económicos,
jurídicos, políticos y, en muchos casos, artísticos.

• Si el urbanismo pretende guiar el desarrollo vertiginoso y complejo de los paisajes urbanos del siglo
xxi, es imprescindible trabajar en equipos pluridisciplinares, donde colaboran geógrafos, historia-
dores, biólogos, sociólogos, filósofos, arquitectos, urbanistas, economistas, abogados y politólogos.
Conjuntamente deben ensayar nuevos modelos para planificar y guiar el desarrollo urbano, innovar
nuevos instrumentos de planificación urbana más ágiles, capaces de dar respuestas técnicas y polí-
ticas a una realidad en continua evolución, sin perder de vista las metas a largo plazo.

• La necesidad de dar respuesta a los nuevos retos, como el crecimiento, la movilidad, la gentrifica-
ción, la inseguridad, el uso del patrimonio público al servicio de unos pocos o la especulación inmo-
biliaria y la velocidad de las transformaciones en curso ha agotado la utilidad de los instrumentos
tradicionales de planificación urbana. Cuando los planos generales de ordenación urbana entran
finalmente en vigor, después de un largo proceso administrativo, se encuentran con una ciudad
transformada, cuyos problemas, oportunidades, retos y necesidades de regulación poco tienen que
ver con la realidad en la cual han sido elaborados.

• Una de las metas más importantes en respuesta al nefasto crecimiento urbano de los años cincuen-
ta, sesenta y setenta, que, basado en la utilización especulativa y vulgar de los principios de la «ciu-
dad moderna», planteado por Le Corbusier en la Ville Radieuse, y que ha desconfigurado los barrios
periféricos de muchas de nuestras ciudades, consiste en la planificación y construcción de ciudades
más humanas, más habitables y, por ende, más saludables, creando barrios más armónicos y úti-
les, que resuelvan los problemas vitales de sus habitantes y respondan a sus necesidades físicas y
psíquicas. Para lograrlo, es necesario que los ciudadanos participen activamente en la transforma-
ción de su entorno físico, para convertir, como decía Tierno Galván, «la ciudad es el hogar público»,
extensión del hogar privado.

Parece obvio que el éxito de cualquier ensayo de nuevas estrategias para el desarrollo y la regenera-
ción de nuestras ciudades debería basarse en el conjunto del listado precedente –que no pretende ser
exhaustivo–, incluir una hoja de ruta para su implantación y prever un sistema de evaluación fiable
para medir su impacto en el entorno construido en tiempo real, igual que cualquier estrategia empre-
sarial.

Participación ciudadana y urbanismo desde abajo

Sin entrar en contradicción con lo dicho, nos parece muy importante reflexionar más detenidamen-
te sobre la necesidad de incluir a los ciudadanos en los procesos de evolución y transformación del
entorno construido. Los términos de moda «participación ciudadana» y «urbanismo desde abajo» han
levantado una enorme expectación entre sus defensores, que ven en ellos la «democratización de los
procesos de desarrollo urbano», al mismo tiempo que han alimentado una agria reacción entre sus de-
tractores, que los consideran una medida populista destinada a obstaculizar el papel de un mercado
inmobiliario como actor en el escenario del desarrollo urbano.

Polémica aparte: ¿qué significa urbanismo participativo? ¿Cómo se puede incluir a los ciudadanos en
el proceso de planificación de nuestras ciudades y en qué medida su opinión debería influir en la toma
de decisiones?

290
«Debemos escuchar. Pero escuchar no es lo mismo que dejar de pensar. Si hiciéramos lo que la gen-
te quiere, acabaríamos construyendo urbanizaciones valladas», cita Anatxu Zabalbeasco al sociólogo
americano Richard Sennett en un artículo publicado recientemente en El País Semanal (Zabalbeascoa,
2019).

La cuestión sobre el peso que debería de tener el urbanismo participativo en la toma de decisiones y
cómo se debería de articular esta participación en la realidad no tiene una respuesta única, más bien pa-
rece variar, dependiendo de si se trata de participación en decisiones políticas que afectan a la ciudad en
sí y a proyectos urbanísticos de grandes dimensiones, o en la participación de decisiones de índole téc-
nica o administrativa, cuya influencia real se circunscribe a un barrio o a una vecindad. A continuación,
intentaremos reflexionar sobre los distintos ámbitos y formas de participación ciudadana.

Lo primero que queremos destacar es que ya existe una forma de participación ciudadana consoli-
dada a través de las elecciones municipales periódicas para decidir sobre cuestiones generales que
afectarán a nuestro entorno vital: ¿qué ciudad queremos? ¿Cómo queremos gestionar su desarrollo?
¿Cuáles son los aspectos a los que daremos preferencia y a cuáles no? Como evidencian los resulta-
dos de legislaturas pasadas de forma mucho más clara que los programas electorales, las distintas
opciones políticas representan distintos modelos de desarrollo urbano que configuran de forma de-
cisiva el desarrollo de nuestras ciudades. Evidentemente, en este caso la participación ciudadana es
de carácter político y se materializa a través del sufragio. La opción que logre una mayoría de votos
marcará el rumbo del desarrollo de nuestras ciudades durante un período de tiempo establecido. No
debemos subestimar la importancia de ese tipo de participación ciudadana a través de los cauces
democráticos establecidos, ya que asientan las bases que influyen de forma determinante en la evo-
lución de nuestro entorno.

Muy parecido es el punto de partida de los proyectos urbanísticos de grandes dimensiones, cuyo im-
pacto normalmente afecta a toda la ciudad o a gran parte de ella. Las decisiones sobre su ejecución
también son políticas, pero, en este caso, generalmente no existe ningún mecanismo legal que obli-
gue a las Administraciones a contar con la opinión de los ciudadanos –salvo en países como Suiza,

Figura 7. Infografía del distrito Castellana Norte. Área de Gobierno de Desarrollo Urbano Sostenible de Madrid.

291
donde existe la posibilidad de que un número determinado de ciudadanos pueda obligar a la Admi-
nistración a organizar un referéndum vinculante–. Si estos proyectos no han formado parte de las
propuestas del programa electoral de algún partido para las elecciones municipales, los ciudadanos
están excluidos de participar en la toma de decisión. Es más, no hemos encontrado ningún ejem-
plo cercano en el que la participación ciudadana impulsada desde las Administraciones municipales
haya tenido una influencia decisiva, salvo en el concurso para la remodelación de la plaza de España,
en Madrid en 2017. En votación por internet los ciudadanos decidían el sentido de un voto del jurado,
que luego eligió el proyecto ganador.

Sin embargo, existen dos ejemplos muy importantes de una participación ciudadana espontánea,
«desde abajo»: la presión ejercida sobre las Administraciones municipales mediante campañas de sen-
sibilización a manos de profesionales y movilizaciones ciudadanas que han logrado ser decisivas para
modificar los proyectos inicialmente previstos, con resultados de gran valor para las ciudades y los ciu-
dadanos.

Es el caso de Valencia, donde el desvío del río Turia, como consecuencia de las inundaciones del año
1957, liberó el viejo cauce del río. El Plan Sur, aprobado en 1961, contemplaba el trazado a todo lo
largo del cauce de la autopista de Madrid, así como otros usos en diferentes tramos: residencial, comer-
cial, instalaciones industriales y también la nueva estación central de ferrocarril. Continuas campañas
cívicas bajo el lema «El llit del Túria és nostre i el volem verd», iniciadas por algunos profesionales y
apoyadas poco a poco por instituciones locales, obligó a las Administraciones implicadas a renunciar
al proyecto inicial y a aceptar a regañadientes la recalificación del antiguo cauce del río Turia como
zona verde. Transcurridos 29 años desde las inundaciones, en 1986 se inauguró finalmente el jardín del

Figura 8. Jardín del Turia de Valencia. Fotografía: Joan Banjo.

292
Figura 9. Puente del Rey antes y después de Madrid Río. Imágenes cedidas por Burgos y Garrido, Porras la Casta,
Rubio Álvarez-Sala.

Turia, un parque de 110 hectáreas, diseñado por Ricardo Bofill, cambiando la fisionomía de la ciudad y
la calidad de vida de sus habitantes para siempre.

El segundo ejemplo lo encontramos en Madrid, donde el soterramiento de la autopista M30 entre los
años 2003 y 2007 liberó la superficie de ambas orillas del río Manzanares. A pesar de tener un impac-
to enorme para la ciudad, este proyecto urbanístico nunca había figurado en ningún planteamiento
urbano, sino que fue una iniciativa personal del futuro alcalde de Madrid, presentado como propuesta
estrella de su programa electoral. Este hecho, junto al misterioso silencio informativo que rodeaba los
planes del gobierno municipal para el futuro de las 110 hectáreas de superficie recuperada, ahondó
la suspicacia y el rechazo de profesionales y ciudadanos e hizo saltar todas las alarmas. Fue entonces
cuando el Colegio de Arquitectos de Madrid, la Escuela de Arquitectura y el Club de Debates Urbanos
comenzaron a promover conjuntamente una campaña de sensibilización intensa en periódicos, radios
y televisiones con el fin de ejercer presión sobre el gobierno municipal y obligarlo a sentarse a negociar
el uso futuro de la superficie liberada por el soterramiento de la autopista.

El acuerdo alcanzado fijaba que el espacio fluvial del río Manzanares se convertiría en un parque ur-
bano público y verde, cuyo diseño se elegiría a través de un concurso internacional en dos fases,
organizado y vigilado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Solo ocho años después de la
primera idea del alcalde se inauguró el parque Madrid Río, diseñado por tres estudios de arquitectura
madrileños: Burgos y Garrido, Porras la Casta y Rubio Álvarez Sala, en colaboración con el estudio de
arquitectura y paisajismo holandés West 8. Supuso la regeneración total y una importante revaloriza-
ción de toda la zona sur de Madrid, olvidada por las diferentes administraciones municipales durante
décadas, y un cambio radical en la calidad de vida y los hábitos de cientos de miles de ciudadanos.

293
Figura 10. La Playa de Madrid, Madrid Río. Imágenes cedidas por Burgos y Garrido, Porras La Casta, Rubio
Álvarez-Sala.

Ambos casos se podrían considerar de alguna forma «urbanismo desde abajo», ya que son los resul-
tados de las campañas de sensibilización de la opinión pública y de las constantes movilizaciones y
protestas contra las decisiones tomadas por las distintas Administraciones sin contar con ningún tipo
de participación ciudadana. El resultado en ambos casos es espectacular: se crearon dos nuevos pai-
sajes urbanos verdes de una belleza excepcional, muy apreciados e intensamente utilizados por los
vecinos y cuyo valor universal excepcional los hace susceptibles de ser incluidos en un futuro en el ca-
tálogo de paisajes culturales protegidos.

Se llega, finalmente, a los proyectos de carácter más local, donde la participación ciudadana y el urba-
nismo desde abajo son indispensables para la regeneración del entorno físico más cercano, creando
barrios más armónicos, más humanos, más acordes a las necesidades de sus vecinos y más saludables. El
margen de influencia de la participación ciudadana en la transformación del entorno y en la toma de de-
cisiones es mucho más amplio que en los ejemplos anteriores. Por supuesto que no se trata solamente de
escuchar a los vecinos, sino de sensibilizarlos mediante debates y talleres y crear procesos participativos
que los convierta en actores implicados en los procesos de regeneración de su espacio vital. Por ejemplo,
el plan Mad-Re (Madrid Regenera), como proyecto piloto de un urbanismo participativo, cuyo fin es la re-
generación de los barrios construidos en los años cincuenta, sesenta y setenta, muchos de ellos paisajes
urbanos «cotidianos o degradados», incluye la participación ciudadana tanto a nivel de asociaciones y fo-
ros locales como a nivel individual, a través de Internet. Se trata de implicar a los vecinos en la detección
y el estudio de las problemáticas del barrio y en las propuestas para resolverlas. Lograr su identificación
con las soluciones puntuales propuestas es una condición clave para el éxito.

294
Figura 11. Plan Madrid-Re, zonas de intervención. Área de Gobierno de Desarrollo Urbano Sostenible de Madrid.

Nuestro entorno físico en los planes de educación

Dándole importancia a la participación ciudadana en los procesos de diseño y decisión para la evolu-
ción futura de nuestras ciudades y conociendo la gran influencia que tiene la calidad del entorno físico
para el bienestar del ser humano, nos encontramos con un hecho muy llamativo: una gran parte de los
ciudadanos usan a la hora de describir su casa, su barrio o la ciudad, de forma recurrente, argumentos
puramente subjetivos –a mí no me gusta– o criterios simples basados en antónimos genéricos –este
edificio es bonito/feo o este material es frío/cálido–, un indicio de la falta de criterios más específicos o
precisos para expresarse sobre su entorno construido. Posiblemente sea esa también una de las claves
del éxito popular de la arquitectura-espectáculo, ya que ofrece al consumidor elementos distintivos fá-
cilmente identificables, que no requieren una lectura más detallada.

Surge entonces una pregunta importantísima: ¿figura en los planes de educación actuales una forma-
ción básica enfocada a la sensibilización y la concienciación sobre el medio ambiente construido, que
fomente los conocimientos necesarios para la participación ciudadana en los procesos de transforma-
ción de nuestros paisajes urbanos?

Indagando en esta cuestión nos encontramos con una realidad asombrosa: aparte de las carreras
universitarias directamente implicadas en la construcción, arquitectura, ingeniería o urbanismo y de al-
gunas carreras científicas relacionadas con la política territorial, no existe programa alguno en ninguno
de los niveles educativos que tenga como fin declarado el conocimiento y la comprensión del entorno

295
construido de nuestro hábitat. Es más, la educación medioambiental que se imparte en los colegios no
va, generalmente, más allá de una mera sensibilización sobre factores relacionados con la contamina-
ción, el uso de los recursos y el reciclaje –que no es poco–.

Concluimos que la educación sobre el medio ambiente construido es una asignatura pendiente que
urge abordar. Para ello es imprescindible incluir en la enseñanza actividades educativas que pongan en
manos de los ciudadanos los criterios necesarios para poder leer e interpretar el entorno donde viven,
sus barrios y ciudades. El símil con la lectura no es casual: igual que el conjunto de palabras forma una
frase y la secuencia de frases un libro, el conjunto de edificios forma un espacio y la secuencia de espa-
cios, una ciudad. Son los edificios y los espacios los que conjuntamente cuentan la historia de nuestros
paisajes urbanos. Una cita atribuida a Max Aub y que aparece en una canción del cantautor uruguayo
Quintín Cabrera (2008) reza: «la ciudad es un libro que se lee con los pies».

La reivindicación de una educación para la competencia ambiental no es nueva; en el año 1992, M.ª
Teresa Romañá Baly publicó su tesis, titulada Entorno físico y educación, hacia una pedagogía del espacio
construido por el hombre, en cuya introducción escribe:

[…] defendemos una perspectiva de la educación ambiental que considere el entorno fí-
sico construido como baza fundamental. Hace escasamente tres meses que se celebró la
Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Entonces la preocupación básica eran las relacio-
nes del ser humano con el ambiente natural, con la naturaleza. En una línea igualmente
ecológica reivindicamos también la reflexión y las acciones educativas respecto a las re-
laciones del ser humano con su ambiente construido, de naturaleza sociocultural. En este
sentido, creemos que «educación ambiental» equivale a «educación para la competencia
ambiental», y que incluye aspectos no solo cognoscitivos, sino también afectivos, axio-
lógicos y estéticos. Por ello se revela la necesidad de una pedagogía acerca del entorno
construido (Romañá, 1992: 3-4).

Desde entonces han pasado 27 años y, lamentablemente, esta reivindicación sigue igual de vigente.

¡Sin embargo, el desarrollo de una educación ambiental, que incluya el entorno construido por el ser
humano dentro de nuestros planes educativos, no es ninguna utopía! Como profesionales que inter-
venimos de forma directa en la transformación de nuestras ciudades, nos corresponde elaborar los
contenidos didácticos enfocados a sensibilizar y concienciar a la sociedad sobre el entorno construido,
además de convencer a los políticos de la urgencia de poner a disposición de la sociedad una educa-
ción ambiental que permita a los ciudadanos participar mano a mano con los arquitectos, ingenieros,
paisajistas, urbanistas y científicos en los procesos de transformación y (re)generación de nuestros pai-
sajes urbanos futuros.

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Notas
1
UN World urbanization Prospects: 2018.

297
Risco Caído (Gran Canaria). Fotografía: Carmen Caro.

298
El paisaje cultural de Risco Caído
y las montañas sagradas de Gran Canaria:
un territorio conectado con el cielo
Cipriano Marín
Punto Focal de la Iniciativa Astronomía y Patrimonio Mundial de la UNESCO
[email protected]

José de León Hernández


Director de la Candidatura. Inspector de Patrimonio Histórico-Cabildo de Gran Canaria
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Juan Antonio Belmonte


Instituto de Astrofísica de Canarias, Universidad de La Laguna
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José Guillen Medina


Inspector de Patrimonio Histórico. Cabildo de Gran Canaria
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Resumen
Hace cerca de dos mil años unos pueblos de origen amazige arribaron a las costas de las Islas Canarias alumbrando en
cada isla una serie de culturas únicas que evolucionaron en aislamiento al menos durante mil quinientos años. El paisaje
cultural de Risco Caído y las montañas sagradas de Gran Canaria expresan la odisea de este excepcional fenómeno cultu-
ral y su posterior evolución tras la conquista a través de la historia. En un escenario natural extraordinario se despliega un
complejo hábitat troglodita y multitud de almogarenes o espacios sagrados que nos informan acerca de la singular cosmo-
visión de aquellas poblaciones y que, junto con otras expresiones arqueológicas y etnográficas, conforman un complejo pai-
saje interconectado con el cielo. Este paisaje cultural está inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde
julio de 2019.

Palabras clave
Paisaje cultural, astronomía cultural, patrimonio mundial, montañas sagradas, Gran Canaria.

Abstract
Almost two thousand years ago, peoples of Amazigh origin arrived on the coasts of the Canary Islands, giving birth to a
series of unique cultures on each island that evolved in isolation for at least one thousand five hundred years. The Cultural
Landscape of Risco Caído and the Sacred Mountains of Gran Canaria is an expression of the odyssey of this extraordinary
cultural phenomenon in Gran Canaria and its subsequent evolution through history after the Conquest. A complex cave-dwe-
lling habitat and a large number of «almogarénes» or sacred spaces that talk to us about the amazing view of the cosmos of
those people unfolds in an extraordinary natural setting. Along with other archaeological and ethnographic manifestations,
it comprises a complex landscape that interconnects with the sky. This cultural landscape has obtained the inscription on
the UNESCO World Heritage List.

Keywords
Cultural landscape, cultural astronomy, World Heritage, sacred mountains, Gran Canaria.

Un paisaje excepcional confinado entre el cielo y la tierra

El paisaje cultural de Risco Caído y las montañas sagradas de Gran Canaria ocupa una extensa zona
montañosa del centro de la isla que acoge un conjunto de expresiones únicas en el seno de la colosal

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caldera de Tejeda, una «tempestad petrificada», como la denominó Miguel de Unamuno. Se trata de
un extenso conjunto de enclaves arqueológicos –poblados trogloditas, santuarios, necrópolis, graneros
fortificados, cuevas pintadas y estaciones de grabados– que representan la odisea de las antiguas cul-
turas insulares del planeta y que muestran las huellas de un proceso cultural único que evolucionó en
aislamiento durante casi mil quinientos años a partir de sus raíces bereberes o amaziges, en el norte
de África, y que aspira ahora a convertirse en nuevo paradigma de la evolución histórica y cultural de
la humanidad (figura 1).

Figura 1. Vista parcial del paisaje cultural de Risco Caído y las montañas sagradas de Gran Canaria; una
tempestad petrificada, como Unamuno definió estos parajes. En primer término, el Roque Palmés.
Fotografía: Nacho González.

Hablamos de unos parajes donde la antigua población canaria fue capaz de crear su propia visión de
las montañas sagradas: uniendo el cielo y la tierra, integrando el celaje en su cosmología, como así lo
demuestran los almogarenes o santuarios de Risco Caído y el Roque Bentayga, ejemplos de espacios
rituales con connotaciones astronómicas de aquella cultura. Un paisaje en el que este pueblo grabó en
las rocas su percepción espiritual y creó asentamientos trogloditas espectaculares y complejos, colga-
dos de riscos y farallones, dando luz a una tradición que sigue viva y que ha convertido la casa cueva
en un símbolo de orgullo e identidad para sus habitantes. A ello se le suma la pervivencia de tradicio-
nes, formas de gestión y usos ancestrales del territorio como la trashumancia, el cultivo en bancales
o el manejo del agua, haciendo de este paisaje un libro abierto que versa sobre formas inteligentes y
respetuosas del uso sostenible del territorio y del valor que hoy posee su extraordinario patrimonio
natural y cultural.

Una de las características más singulares y originales de este paisaje cultural se sustenta en la indiso-
luble relación de muchos de sus atributos y valores con el celaje. Por «celaje» entendemos aquí esa voz
tan arraigada en Canarias que hace referencia a la observación de los acontecimientos y eventos que

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ocurren en la bóveda celeste, desde una puesta de sol, la salida de una estrella o de una constelación, la
visión del cielo estrellado o, incluso, la observación de elementos meteorológicos singulares, como nu-
bes de formas llamativas que hubiesen podido llamar la atención de nuestros antepasados. El ámbito
presenta un escenario en el que hitos emblemáticos del paisaje terrestre, se entremezclan, simbólica-
mente, con acontecimientos y eventos que ocurren en la bóveda celeste.

Determinados atributos y manifestaciones materiales e inmateriales excepcionales de este paisa-


je, como algunos santuarios y cuevas sagradas con relaciones astronómicas o el propio calendario
aborigen, solo pueden ser interpretados incluyendo la dimensión del celaje, como parte integral del
entorno percibido por las antiguas poblaciones y soporte originario del paisaje cultural y de sus va-
lores asociados.

El paisaje de las montañas sagradas de Gran Canaria alberga también otros elementos que incremen-
tan su excepcionalidad, como algunos de los puntos calientes de la biodiversidad macaronésica, el
lugar en el que se manifiestan acontecimientos geológicos de gran importancia para la ciencia y la co-
marca en la que se desenvuelven paisajes rurales singulares, como los cultivos en terrazas, a veces en
situaciones límite (figura 2).

Figura 2. Montaña de Altavista en el entorno del bosque de Tamadaba, lugar sagrado de los antiguos canarios y
uno de los puntos calientes de la biodiversidad en la Macaronesia. Fotografía: Orlando Torres.

Las raíces amaziges

La llegada de las primeras poblaciones amaziges o bereberes continentales a las Islas Canarias pare-
ce haberse producido a caballo del cambio de la era cristiana; es decir, hace poco más o menos 2000
años. Ignoramos muchos aspectos acerca de la manera concreta en que se produjo esta colonización:
¿qué o quién los impulsó a cruzar el brazo de mar que separa las islas del continente? ¿Lo hicieron de
una vez o necesitaron varios viajes? ¿Por qué medios llegaron?

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Sin embargo, conocemos bastante acerca de su procedencia. Las evidencias arqueológicas y los recien-
tes estudios de los restos de la población indígena indican sin lugar a dudas su origen norteafricano. El
análisis paleogenético de la población indígena ha permitido a los investigadores detectar la presencia
de ADN mitocondrial y linajes de cromosomas, con una clara ascendencia del norte de África (Fregel
et al., 2018). Otra forma de obtener información sobre el origen geográfico de esta antigua población,
en particular la de Gran Canaria, ha sido analizando sus plantas y animales domésticos. Es bien sabi-
do que los primeros habitantes de las islas llegaron con todos los medios necesarios para sobrevivir
(Morales et al., 2009), incluidos los animales domésticos y las plantas de cultivo: cabra (Capra hircus),
oveja (Ovis aries), cerdo (Sus domesticus), gato (Felis catus), perro (Canis familiaris), cebada (Hordeum
vulgare), trigo (Triticum durum), lentejas (Lens culinaris), frijoles (Vicia faba), guisantes (Pisum sativum)
e higos (Ficus carica). Los datos de ADN antiguo disponibles a partir de muestras arqueológicas cana-
rias de cabras, cerdos, trigo y cebada avalan claramente su procedencia norteafricana (Ferrando et al.,
2015; Olalde et al., 2015; Oliveira et al., 2012; Hagenblad et al., 2017).

Las evidencias arqueológicas también aportan vínculos incontestables con los primeros pobladores
procedentes del Magreb bereber. En el ámbito del paisaje cultural destaca la presencia de varias esta-
ciones de grabados alfabéticos de tipo líbico-bereber. Se trata de las inscripciones más occidentales de
la Tamazgha, entendiendo por Tamazgha el territorio del norte de África en el cual han habitado y se
han desarrollado las distintas culturas bereberes. Abarca el área comprendida entre las Islas Canarias,
único enclave bereber insular además de la isla de Djerba, y el oasis de Siwa, en Egipto, como puntos
extremos occidental y oriental, respectivamente; y desde el Mediterráneo hasta el Sahel.

Las inscripciones líbico-bereberes halladas en estos parajes, en particular en los yacimientos del Roque
de Cuevas del Rey y en el Roque Bentayga, centro simbólico de la cuenca de Tejeda, así como en la

Figura 3. Estación de grabados alfabéticos líbicos-bereberes en el Roque de Cuevas del Rey. Estas expresiones nos
hablan por sí solas de las raíces amaziges de esta cultura, hoy desaparecida. Fotografía: Julio Cuenca.

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montaña de Visvique, en el entorno del poblado troglodita situado sobre el valle de Agaete, constituyen
manifestaciones concluyentes que nos hablan por sí solas de las raíces amaziges de esta cultura, hoy
desaparecida. Estamos, por lo tanto, ante expresiones excepcionales que muestran el empleo de esta
grafía entre los aborígenes (figura 3). Fuentes documentales, como el relato del viaje de Nicolosso da
Recco en el siglo xiv, uno de los primeros navegantes europeos de cuya llegada a las Islas Canarias se
tiene constancia documental, aporta otras importantes evidencias. El relato recoge el testimonio direc-
to de los prisioneros indígenas capturados en Gran Canaria, en el que destaca, ante su sorpresa, que se
expresaban en una legua bereber.

Otro de los rasgos más significativos que se deducen de las evidencias arqueológicas y paleogenéticas
es el hecho de que cada isla evolucionara en aislamiento en relación a las otras. Por lo tanto, podemos
hablar de procesos evolutivos culturales diferenciados que, en el caso de Gran Canaria, nos abren la
ventana a una cultura única con una cosmovisión realmente singular, donde algunas de sus expresio-
nes más significativas se encuentran en el ámbito de las montañas sagradas.

Cuevas colgadas de los riscos

Las poblaciones aborígenes canarias poseían una singular cultura troglodita, como así lo atestigua el
patrimonio arqueológico existente y el relato de los primeros cronistas tras la conquista. Todos los in-
dicios apuntan a que este hábito de vivir en cuevas tiene como origen común el norte del continente
africano, de la mano de las comunidades bereberes o amaziges. Sin embargo, solo fue en Gran Canaria
donde se llegaron a construir grandes asentamientos en cuevas artificiales, creando en ocasiones un
urbanismo que podríamos denominar como vertical (figura 4).

Figura 4. El Roque de las Cuevas del Rey alberga uno de los espacios trogloditas más espectaculares de la zona,
incluyendo una gran profusión de cuevas artificiales destinadas a graneros, vivienda y espacios ceremoniales.
Fotografía: Julio Cuenca.

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Figura 5. Vista parcial del poblado troglodita de Acusa, donde se despliega toda una secuencia de cuevas
aborígenes con distintas funcionalidades y cuevas reutilizadas a través del tiempo. En la imagen, visita guiada al
conjunto organizada por el cabildo de Gran Canaria. Fotografía: Julio Cuenca.

Precisamente es en el interior de las montañas de Gran Canaria donde estas manifestaciones alcanzan
su máxima expresión, impregnando claramente su paisaje. Nos encontramos ante un territorio emi-
nentemente troglodita que, en conjunto, alberga una obra de ingeniería colosal que perforó montañas
enteras, que fabricó pasadizos, galerías, puertas, escaleras, graneros y ventanas colgadas en impresio-
nantes precipicios. Lo que acrecienta su valor excepcional es que este tipo de poblamiento pervivió a
lo largo del tiempo, llegando hasta nuestros días, constituyéndose así en una seña de identidad (figura
5). Más de dos siglos después de la conquista, Viera y Clavijo relataba asombrado cómo aquellos po-
bladores de las montañas vivían en «agujeros a manera de nidos de aves» (Viera y Clavijo, 1978: 395).
Del mismo modo, la viajera y escritora inglesa Olivia Stone, a finales del siglo xix, describió con detalle
estos poblados de cuevas en su visita a Artenara y no ocultaba su asombro al ver sentados, en sus pu-
pitres, a los niños en el interior de una cueva que servía de escuela (Stone, 1887).

Otros autores y viajeros ilustrados, como Grau Bassas o Unamuno, se sorprendían del interior mon-
tañoso de la isla, observando la importante cantidad de asentamientos en cuevas, destacando sus
características térmicas, su extrema localización en riscos y las buenas condiciones de habitación, a las
que también hacía referencia Madoz a mediados del xix, «son esas moradas frescas en verano, abriga-
das en invierno, dentro de las que no se oyen ni las aguas de la lluvia ni el bramido de los vientos más
impetuosos: se creen ser obra de los antiguos canarios» (Madoz, 1986:45).

Existen muy pocos espacios arqueológicos trogloditas en el mundo que posean tal diversidad de fun-
ciones y expresiones como las que se muestran en el ámbito del paisaje cultural de Risco Caído. En
estas montañas encontramos poblados de cuevas naturales y artificiales, graneros fortificados, cuevas
santuario, necrópolis y otros elementos de funcionalidad muy variada, como los relacionados con la
cultura del agua, con sus singulares estanques-cueva (figura 6).

Labrados en la toba volcánica, en estos parajes sobresalen antiguos conjuntos trogloditas tan especta-
culares como los del complejo arqueológico de la sierra del Bentayga, que incluye el Roque Bentayga

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Figura 6. Estanque cueva –aljibe subterráneo– en la finca de La Laja, Artenara. Una de las pervivencias más
singulares de la cultura troglodita aborigen. Fotografía: Orlando Torres.

y el Roque de las Cuevas del Rey, en el centro de la cuenca de Tejeda, así como las cuevas sagradas que
conforman el santuario de Risco Chapín, o el gran asentamiento troglodita que se desenvuelve bajo los
escarpes de la Mesa de Acusa. En el borde norte de la caldera de Tejeda se despliegan, a lo largo de Ba-
rranco Hondo, las innumerables cuevas que dan testimonio del legendario asentamiento de Artevirgo,
un espacio en el que hoy en día podemos contemplar una sucesión evolutiva de cuevas aborígenes,
entre las que emergen con luz propia los conjuntos de Risco Caído y La Paja, además de cuevas reutili-
zadas y adaptadas a lo largo de los siglos, caso de Barranco Hondo de Abajo, y nuevas cuevas labradas
durante generaciones hasta nuestros días, haciendo del hábitat en cuevas una de las señas de identidad
actual de este territorio. A todo ello hay que añadir otros antiguos asentamientos de cuevas artificiales
importantes, como los de Visvique, El Hornillo, Mesa del Junquillo, Cuevas de la Mesa, Solana del Pini-
llo, Andén de Tasarte, Montaña del Humo, Ronda, El Toscón o El Chirimique (figura 7).

Entre todas estas expresiones, destaca la gran profusión de cuevas santuario –almogarenes– que, en
gran medida, evidencian el carácter sagrado que este territorio tenía para la antigua población cana-
ria. Además, algunas de estas cuevas santuario se caracterizan por mostrar singulares grabados con
formas de triángulos con el vértice superior invertido, que constituyen representaciones del triángulo
púbico femenino, el símbolo de la fertilidad por excelencia, que ya representaron los grupos humanos
del Auriñaciense hace 30 000 años. De hecho, el análisis comparativo llevado a cabo en el proceso de
nominación constata que nos encontramos en el lugar del planeta en el que se registra la mayor den-
sidad de este tipo de grabados, solo comparable en número con los hallados en el valle del Mahanadi,
situado en la región de Orissa de la India, o en la garganta de Carnarvon en Australia.

También existe algo en común entre todas estas cuevas sagradas, y es que presentan complejos siste-
mas de cazoletas excavadas en los suelos, así como numerosas cúpulas y hornacinas en las paredes,

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Figura 7. La combinación de terrazas agrícolas amuralladas y el hábitat en cuevas alumbra mosaicos paisajísticos
excepcionales en muchas zonas de estas cumbres de Gran Canaria. Fotografía: Fundación para la Etnografía y el
Desarrollo de la Artesanía Canaria (FEDAC).

cuya función queda aún por interpretar. La cueva de los Candiles y el almogarén de Risco Caído son
extraordinarios ejemplos de aquellos ancestrales santuarios de montaña donde se rendía culto a la fer-
tilidad de la madre tierra, de los ganados y de las personas.

En este contexto, los graneros colectivos que utilizaba la antigua población canaria constituyen otro
de los tesoros patrimoniales del espacio. Estas estructuras de almacenamiento, frecuentemente fortifi-
cadas y situadas normalmente en lugares imposibles, nos hablan de las costumbres y de la economía
colectiva de los insulares de las montañas de la isla (figura 8). Esto llamó poderosamente la atención
de los primeros cronistas, como Sedeño, cuando relataba que «encerraban estos frutos en las cuebas
de risco más altas para que se viese allí estar más bien guardada i más durables» (Sedeño, en Morales
Padrón, [1500/1525] 1993: 373). Ha de considerarse que el almacenamiento en graneros fortificados
es también una práctica muy característica de los antiguos habitantes del norte de África, y se asocia
estrechamente a la población bereber.

Sin embargo, los estudios recientes del contenido de los graneros han alumbrado otras sorpresas que
ensalzan aún más las cualidades únicas de este espacio. El estudio del ADN arqueológico de semillas
de cebada recuperadas en los graneros de Acusa, concretamente en El Álamo, concluye que se corres-
ponde con la misma variedad de las que se encuentran en la zona. Se trata de un caso único, por el
cual se tiene constancia genética de una planta que se ha seguido cultivando en un mismo territorio
por más de mil años y que se corresponde con las variedades prehistóricas del Magreb. La pervivencia
de semillas prehistóricas en el mundo solo se ha documentado en unos pocos sitios remotos de Sudán,
Israel y China (Hagenblad et al., 2017).

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Figura 8. Vista del espectacular granero de El Álamo, recinto prácticamente inaccesible colgado en los farallones
de la Mesa de Acusa. Fotografía: Javier Gil León.

Espacio sagrado y lugar de refugio

Los valores simbólicos y religiosos de las montañas eran ciertamente excepcionales para los amaziges
insulares; consideradas como el punto de unión del cielo y la tierra y, por tanto, como el axis mundi, la
concepción de que la bóveda celeste se hallaba sostenida por un pilar como soporte de las dos realida-
des físicas –el cielo y la tierra– y, por extensión, de los dos mundos, el superior y el inferior, en los que
se ubicaban los espíritus benefactores y también los seres malignos (Tejera, 1992). En una visión más
general, resulta sugerente la existencia de estrechas analogías entre las costumbres canarias y las del
mundo religioso de los antiguos habitantes del noroeste de África. El carácter sagrado de ciertas mon-
tañas fue, de hecho, recogido por Herodoto en su obra Historias, pues, según este autor, el monte Atlas
tenía el significado de Columna del Cielo para los antiguos libios.

La caldera de Tejeda constituía en sí un paisaje sagrado, dado que allí estaban situados los principales
santuarios o almogarénes y era hasta estos parajes a donde se dirigía la población de la isla para rea-
lizar sus ritos (Cuenca, 2008). Estas manifestaciones guardan relación con los rituales agrarios que las
poblaciones bereberes celebraban en determinadas épocas del año en sus cuevas santuario. Se trata
de lugares destinados a la celebración de ceremonias consistentes en derramar ofrendas, como leche
y, seguramente, sangre de animales sacrificados destinados a sus divinidades, el Sol, la Luna y otros
cuerpos celestes. Así lo explica el cronista Gómez Escudero, cuando relata que: «Allí invocaban i sa-
crificaban regándola con leche todos los días, i que en lo alto viuía su Dios i tenían ganado para esto
diputados».

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Las crónicas de la conquista hacen referencia a los lugares vinculados a sus creencias religiosas y a una
cierta especialización en los cultos y en los usos y control de esos espacios, tanto masculina –el Fay-
cán– como femenina –las Harimaguadas–. Además de los citados almogarénes en cuevas, las crónicas
hacen referencia a otros almogarénes o lugares sagrados como montañas relevantes, donde se hacían
peregrinaciones y ofrendas, o a las casas de oración, también llamadas Tamogante en Acorán –casa de
dios–. Estas estaban en manos de ciertas mujeres con importantes prerrogativas religiosas y sociales.

Entre todas estas expresiones destacan por su singularidad las cuevas sagradas en las que, como ya
se ha mencionado, el triángulo púbico, símbolo de la fertilidad, aparece como un elemento recurrente
asociado a estos espacios sagrados conocidos como almogarenes, término recogido por los cronistas
(figura 9). El nombre «al-mo-ga-ren», lugar de reunión o santuario, posee el mismo valor que le han
atribuido algunos lingüistas, como D. J. Wölfel, comparándolo con palabras similares de la lengua be-
reber (Wölfel, 1992). Las cuevas con grabados de triángulos púbicos adquieren en el ámbito del paisaje
cultural una importancia inusitada. De las diez estaciones de grabados de este tipo que actualmente se
conocen en la isla de Gran Canaria, únicas en el contexto del Archipiélago Canario, siete se localizan en
el ámbito del paisaje cultural, lo que representa un 70% de las mismas. Pero si observamos el número
de motivos grabados y su recurrencia, la importancia del paisaje cultural es excepcional. De los 531
motivos por ahora documentados, 473 se concentran en su ámbito, es decir cerca del 90%.

Figura 9. Vista del interior de Cueva Candiles, donde se observan múltiples grabados de triángulos púbicos. Los
santuarios en cuevas en este territorio albergan una de las mayores concentraciones mundiales de este símbolo
de la fertilidad, solo comparable a lugares como Orissa en la India. Fotografía: Tarek Ode.

La sacralidad de las montañas de Gran Canaria, circunscritas al ámbito de la caldera de Tejeda, no estu-
vo reñida o en contradicción con otra de sus funciones destacadas. Su naturaleza abrupta, accidentada
y escarpada motivó su elección como refugio por quienes se replegaron a estos parajes antes, durante y
después de la conquista. Esta cualidad, física y simbólica, de las montañas como refugio no le fue otor-
gada exclusivamente durante la etapa de asedio y lucha contra las huestes europeas, donde la agreste
orografía de la caldera de Tejeda dio amparo a la resistencia canaria, sino también durante buena parte
de la etapa aborigen. Algunos de los roques, macizos, riscos o montañas ejercieron no solo el papel de
fortaleza frente a los invasores, sino de asilo a quienes quebrantaban las leyes o normas establecidas
antes de la colonización, así como de cobijo y protección del alimento frente a la rapiña, la escasez o
las plagas de aquellas épocas (figura 10).

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Así lo recogen las cró-
nicas de la conquista,
donde se describe que
«aquel malhechor que
hauía cometido delicto
recogiéndose en estos
cerros era libre y çigu-
ro y no le podían sacar
de ally si el no quería
salir, guardándolos y re-
verenciándolos como a
yglesias y cosas sagra-
das» (Morales, 1978). De
esta manera, y según ci-
tan algunos cronistas,
pudo existir entre la an-
tigua población canaria
el derecho a quienes
transgredían las normas
o leyes, al refugio o asilo
Figura 10. La Mesa de Acusa, que en sí mismo constituye un impresionante
en los lugares sagrados,
monumento geológico, acoge uno de los mayores y más espectaculares enclaves
que se correspondían
trogloditas desplegado en torno a sus verticales paredes. Fotografía: Julio
con estos espacios de Cuenca.
montaña. La condición
de refugio se puede
apreciar también en las características que presentan algunos poblados trogloditas, localizados en es-
carpes montañosos y zonas inaccesibles y en alguno de los elementos que forman parte de los mismos.

No obstante, el aspecto más destacado, o al menos el que más ha calado en la memoria colectiva,
como referente simbólico de la resistencia de las comunidades grancanarias a la conquista y coloniza-
ción por parte de la Corona de Castilla, fue el papel jugado por este territorio como fortaleza y refugio
frente a la penetración militar de las tropas de los Reyes Católicos, destacando el asedio al Roque Ben-
tayga.

Un paisaje interconectado con el cielo

La concepción de determinados atributos y manifestaciones materiales e inmateriales excepcionales


del paisaje cultural, así como algunos santuarios y cuevas sagradas con relaciones astronómicas o el
propio calendario aborigen, solo pueden ser interpretados incluyendo la dimensión del celaje como
parte integral del entorno percibido por las antiguas poblaciones y soporte originario del paisaje y sus
valores asociados.

Algunos de los atributos más singulares y excepcionales de este paisaje cultural se corresponden con
yacimientos arqueológicos representativos de la cultura y el conocimiento astronómico de la población
aborigen canaria, aportando evidencias que permiten considerar este espacio como un paraje sagrado
que guardaba una íntima relación con los acontecimientos celestes, el celaje, ya sea para la medición
del tiempo, para marcar fechas conmemorativas o celebrar rituales. Constituyen atributos excepcio-
nales por su significado astronómico singular, creados en el contexto de una cultura que evolucionó
en aislamiento a partir de los antiguos conocimientos importados del Magreb bereber y que, anclada
en este nuevo medio insular, desarrolló expresiones tan genuinas como estas, llegando incluso a ma-
nejar conceptos tan complejos como los equinoccios, tal y como relatan las crónicas y lo atestigua la
arqueología.

309
Entre las diversas manifestaciones relacionadas con la cultura astronómica, sobresalen de manera es-
pecial dos hitos extraordinarios. Estos son los almogarenes o espacios sagrados de Risco Caído y del
Roque Bentayga.

El santuario de Risco Caído es, a todas luces, un excepcional y complejo almogarén de carácter astro-
nómico y religioso que fue descubierto en 1996 por el arqueólogo Julio Cuenca. El hallazgo de este
«templo perdido» representó el redescubrimiento de un espacio de excepcional importancia simbólica
para los aborígenes, cuyo estudio ha permitido replantearse el alcance y profundidad de aquella cultu-
ra (Cuenca et al., 2018).

El templo de Risco Caído, y en particular la denominada cueva 6, funcionaba al mismo tiempo como
un ingenioso artefacto astronómico que señalaba, con la entrada de la luz al amanecer en el interior
del templo, los momentos de la llegada de los equinoccios y la transición por el solsticio de verano. En
contrapartida, la entrada de la luz de la Luna llena se produce a partir del equinoccio de otoño y marca
el paso de los meses invernales hasta el próximo equinoccio de primavera. La función de este almoga-
rén como calendario astronómico lunisolar les permitiría, además, llevar el control sobre el vital ciclo
agrario anual. Sus constructores, así como los de otros santuarios en cuevas de los antiguos canarios,
buscaban coordinar las celebraciones estacionales, con la posición del Sol y la Luna en momentos cla-
ve del ciclo astronómico –como los solsticios y equinoccios–, asociándolas a la luz que penetraba en
la cueva santuario (figura 11).

Figura 11. Vista del interior de la cueva 6 del almogarén de Risco Caído, donde un ingenioso artefacto óptico
permite crear el efecto luminoso que señala, con la entrada de luz al amanecer en su interior, la llegada de los
equinoccios y la transición por el solsticio de verano. Fotografía: Tarek Ode.

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Figura 12. Serie de fotografías superpuestas que muestran el recorrido de la luz del Sol por la pared de grabados,
en un día entre el equinoccio y el solsticio de verano. La imagen inicial, similar a un obelisco, va adquiriendo formas
más redondeadas y comienza a interactuar con los grabados en la pared, hasta desaparecer por completo al
introducirse en una cúpula esculpida en la toba volcánica, creando un lenguaje visual simbólico cuyo significado aún
se desconoce. Fotografía: Julio Cuenca y José Carlos Gil.

El juego de la luz proyectada a través de un ingenioso dispositivo óptico es lo que aporta otro excep-
cional significado a este sorprendente conjunto. Aquí asistimos a la representación de una hierofanía
solar y lunar de sugerentes imágenes proyectadas que, a medida que pasan los días y los meses, van
cambiando de forma. Igualmente cambia su recorrido por la pared donde están representados, a modo
de retablo, los grabados triangulares y hornacinas, que eventualmente podrían ser elementos de re-
ferencia calendárica y ritual. El espectáculo empieza dos días antes del equinoccio de primavera, con
la proyección de imágenes solares, hasta el equinoccio de otoño. A partir de ese momento y hasta el
próximo equinoccio de primavera, es la luz de las lunas llenas, entre los meses de septiembre y marzo,
la que ilumina los grabados del interior del templo (figura 12).

Como obra arquitectónica, el templo de Risco Caído alcanza la mayor complejidad y perfección cons-
tructiva de este conjunto de manifestaciones en toda la isla. En una cultura aislada, que no conocía el
metal, la ejecución de este ingenio constituye un auténtico paradigma de conocimiento tecnológico,
arquitectónico y de mecánica celeste. Se trata de un recinto excavado, de planta circular, muy poco fre-
cuente en este tipo de construcciones. Además, el trazado paraboloide de la cúpula, el patrón uniforme
de medidas y proporciones, así como la manera de trabajar los materiales, denotan una originalidad
formal y una génesis constructiva insólita en una cultura con recursos tan limitados.

Junto a Risco Caído, es necesario señalar otro excepcional yacimiento arqueológico al aire libre que
igualmente da fe de la singular cultura astronómica de los antiguos canarios. Se trata del almogarén
del Bentayga, situado en el epicentro de la cuenca de Tejeda, casi en la cúspide del mismo Roque

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Bentayga; un lugar hacia el que convergen los alineamientos de destacadas cuevas santuario del entor-
no, realzando el carácter simbólico y emblemático de este portentoso referente, así como la singular
interacción espacial entre los hitos sagrados y los lugares con conexiones astronómicas.

El almogarén del Roque Bentayga destaca como uno de los mejores ejemplos de un lugar sagrado en
un ámbito montañoso donde se ha encontrado una fenomenología astronómica sofisticada relacio-
nada con el control del tiempo (figura 13). En este caso, el marcador equinoccial, el orto de Sirio y la
conexión lunar con el Roque Nublo, habrían funcionado como excelentes dispositivos de control del
tiempo que servirían tanto a un propósito religioso y sagrado –festivales– como a un carácter profano
–tiempo adecuado para la cosecha– y que habrían contribuido a poner de acuerdo las fases de la luna
y el ciclo de las estaciones dentro del marco de un calendario lunisolar (Esteban et al., 1996/1997; Bel-
monte, 2015).

Figura 13. En primer plano el almogarén del Roque Bentayga, uno de los mejores ejemplos de lugar sagrado en un
ámbito montañoso donde se ha encontrado una fenomenología astronómica sofisticada relacionada con el control
del tiempo. Al fondo de la imagen, puede verse el Roque Nublo. Fotografía: Tarek Ode.

Ambos santuarios constituyen muestras excepcionales de lugares sagrados donde se ha constatado


una fenomenología astronómica singular para este tipo de culturas antiguas. Pero no son los únicos,
ya que otras manifestaciones y evidencias apuntan a su relación astronómica. Este sería el caso de la
cueva de las Estrellas o la orientación hacia el norte de la cueva del Guayre y su visión centrada en su
acceso hacia el Roque Palmero, un elemento destacable del paisaje del borde norte de la caldera de Te-
jeda, de cuya importancia como referente para marcar los tiempos según la posición de Venus tenemos
constancia por fuentes etnográficas. También puede serlo la relación entre el propio Roque Bentayga
y la existencia de restos de construcciones prehispánicas en la cima de la montaña de Altavista, que
pondría de relieve la alineación Bentayga-Altavista-Teide.

312
Figura 14. La luna llena sobre el Roque Nublo vista desde la Mesa de Acusa, destacando a la izquierda el Roque
Bentayga. Nuestro satélite fue un referente de primer orden del celaje de los antiguos canarios. Fotografía: Nacho
González.

Todos estos valores deberían considerarse en un contexto cultural más amplio que nos habla de la re-
lación con el celaje (figura 14). No puede obviarse, a la hora de contextualizar estas manifestaciones,
que nos encontramos en el escenario de una antigua cultura con claras relaciones astrales, entre cuyas
divinidades principales figuraban el Sol y la Luna. Las crónicas de la conquista y otras fuentes docu-
mentales ilustran esta relación en múltiples ocasiones: «Los canarios son idólatras, venerando al Sol, a
la Luna y a otros Planetas» (Cadamosto, siglo xv d. C.), o «adoraban al fuego, a el sol y a la luna, y a la
estrella de los caniculares por donde empezaban el año con grandes fiestas» (Marín, 1694). Resultaría,
pues, muy difícil deslindar el ámbito de lo sagrado y los ritos de la fertilidad de su contexto general de
creencias y relación con las divinidades principales que, no olvidemos, son celestes. Además, se trata
de un sistema de creencias que los pone en clara relación con sus orígenes amaziges, pues: «El Sol y la
Luna son las únicas divinidades que son veneradas por todos los libios» (Herodoto, siglo v a. C.).

Por lo tanto, aspectos como la relación entre divinidades astrales, los ciclos estacionales, la necesidad
del control del tiempo o los cultos a la fertilidad, con su simbología rupestre, quedan enfatizados en
las diferentes evidencias que ilustran la cosmovisión de los antiguos canarios, aunque bien es cierto
que una relación intrínseca no puede ser probada en su totalidad. En cualquier caso, es manifiesto que
aunque no se debe tratar de interpretar todo un contexto cultural y un paisaje en función del cielo, de
la misma manera sería un grave error olvidarnos de él (Ruggles y Cotte, 2010).

Finamente, es importante reseñar que los valores asociados con la cultura astronómica y las singulari-
dades de este espacio han propiciado su inclusión como caso de estudio en el Portal del Patrimonio de
la Astronomía del Centro del Patrimonio Mundial y la Unión Astronómica Internacional (IAU) (Portal to
the Heritage of Astronomy, 2015), y su inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial, constituyendo el
primer paisaje cultural propuesto en sintonía con la línea trazada por la Iniciativa Temática Astronomía
y Patrimonio Mundial de la UNESCO.

313
La pervivencia del celaje y el paisaje a través del tiempo

Aunque la conquista castellana supuso en las Islas Canarias una ruptura profunda con la cultura origi-
naria, un hecho que caracteriza a este paisaje cultural es que en él no solamente sobrevivió parte de
aquella población originaria, sino también algunos de sus modos de vida y muchas de sus costumbres.
Las líneas de investigación abiertas en el proceso de nominación de este paisaje a la Lista del Patrimo-
nio Mundial han logrado identificar pervivencias culturales que han quedado inmersas, aunque con
nuevos códigos y denominaciones, en el nuevo paradigma de valores y creencias tras la conquista.
Esto se ha podido observar en algunas prácticas religiosas y en el conocimiento del cielo y sus in-
terpretaciones en los usos y costumbres tradicionales. Los trabajos etnoastronómicos realizados por
investigadores como Sarai Cruz Ventura y Yeray Rodríguez, de la Universidad de Las Palmas de Gran
Canaria, han aportado una información sorprendente sobre la pervivencia de una íntima relación con
el celaje por parte de los habitantes de esta comarca. Hitos como la Cruz de María ejemplifican el dis-
currir del conocimiento astronómico y sagrado antiguo al mundo del sincretismo religioso que emerge
con las nuevas creencias introducidas tras la conquista, como es la presencia de la cruz, las prácticas
de brujería y la observación de Venus al atardecer.

La toponimia también se ha convertido en un excelente aliado a la hora de reconocer estos rasgos cul-
turales en el territorio, aunque muchas veces de forma indirecta. Es de destacar que en esta línea se
está desarrollando un ambicioso e innovador proyecto de investigación participativa, cuyos primeros
resultados son realmente esperanzadores.

La apreciación del celaje, y en particular del cielo nocturno, también se ha visto incrementada en los
últimos años tras la certificación de la zona como reserva y destino turístico Starlight. Las excelentes
condiciones de calidad del cielo permiten disponer de un paisaje donde aún se puede disfrutar del es-
cenario de la bóveda celeste y descubrir en él los elementos simbólicos, materiales e inmateriales, que
unen este espacio con los astros. El eslogan de la iniciativa explicita bien sus objetivos: «Recuperar el
cielo de los antiguos canarios» (figura 15).

Figura 15. Sobrecogedora imagen de la Vía Láctea sobre el Bentayga. Recuperar en toda su integridad la calidad
del cielo como componente fundamental del paisaje cultural y preservar los valores culturales y estéticos asociados
al celaje constituyen objetivos prioritarios de la Iniciativa Starlight y de la inclusión de este bien en la Lista del
Patrimonio Mundial. Fotografía: Nacho González.

314
A la continuidad de una cultura asociada al celaje y al mundo de lo sagrado en estas montañas se suma
el mantenimiento de tradiciones vernáculas que enraízan en su pasado aborigen y que cincelan los
rasgos humanos del paisaje. En estas cumbres ha sobrevivido sin solución de continuidad la práctica
ancestral de la trashumancia, que se plasma en sus zonas de pasto, caminos y refugios. Aquí se ha
mantenido fuertemente arraigada la costumbre de vivir en casas cuevas, concebida como una forma
lógica y natural de vivir. Estas montañas también albergan un extraordinario banco de conocimiento
etnobotánico, sustentado en su riqueza florística endémica y transmitido fundamentalmente a través
de sus mujeres durante generaciones, al igual que tradiciones aborígenes, como la alfarería sin torno
que aún subsiste. Todos estos factores, y muchos otros, logran tejer un paisaje cultural excepcional atra-
pado entre el cielo y las montañas sagradas de esta isla en medio del océano.

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315
Cartuja de Valdemosa en Mallorca. Fotografía: Carmen Caro.

316
¿Conflictiva relación entre Espacio Natural
Protegido y Paisaje Rural Cultural?
Patricio Sarmiento-Mateos
Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución (BEE), Universidad Complutense de Madrid (UCM)
[email protected]

Cecilia Arnáiz-Schmitz
Laboratorio de Sistemas socioecológicos, Departamento de Ecología, Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

Cristina Herrero-Jáuregui
Departamento BEE, Universidad Complutense de Madrid

Francisco D. Pineda
Departamento BEE, Universidad Complutense de Madrid

María F. Schmitz
Departamento BEE, Universidad Complutense de Madrid

Resumen
Los paisajes rurales culturales son el fenosistema de un conjunto de procesos socioecológicos (criptosistema) que han
coevolucionado a lo largo de la historia. Esto es muy patente en la región mediterránea, donde los paradigmas de la conser-
vación de la naturaleza valoran, sin embargo, estos paisajes de forma desigual. Estudios del área de influencia de la sierra de
Guadarrama y sus Espacios Naturales Protegidos permiten afirmar que las políticas de conservación estrictas, centradas
en la idea de preservar la naturalidad y la biodiversidad, son contraproducentes para conservar paisajes que, precisamente,
son decisivos para mantener estos valores. Conflictos entre diferentes perspectivas de la conservación permiten, además,
detectar incoherencias en los esquemas de regulación de los propios espacios naturales protegidos, como la promoción y
prohibición de una misma actividad en el mismo territorio. Es urgente llevar a cabo políticas de protección claras que consi-
deren las relaciones socioecológicas, especialmente relevantes en la mayor parte del territorio mediterráneo.

Palabras clave
Conocimiento ecológico tradicional, gestión de Espacios Naturales Protegidos, paisaje cultural, patrimonio biocultural, sis-
tema socioecológico.

Abstract
Mediterranean cultural landscapes are the phenosystem of social-ecological processes (cryptosystem) that have coevol-
ved throughout history. However, not all conservation paradigms assign the same value to cultural landscapes. Based on a
longstanding research in the area of influence of the Guadarrama Mountain Range and its Protected Areas, we can see that
strict conservation policies, focused on the idea of preserving biodiversity and naturalness, are counterproductive to preser-
ve the landscapes that have originated those natural values. Furthermore, due to conflicts between different conservation
paradigms, there are incoherencies in Protected Areas regulation schemes, such as the promotion and prohibition of the
same activity in the same territory. We claim the need of clear protection measures based on a change in protection para-
digms founded in social-ecological relationships, particularly relevant in the cultural landscapes of the Mediterranean basin.

Keywords
Biocultural heritage, Cultural landscapes, Protected Area management, Social-ecological systems, Traditional ecological
knowledge.

Introducción

Los rápidos cambios ambientales de las últimas décadas se reflejan en una creciente preocupación
por la conservación de especies biológicas y ecosistemas, apoyan nuevas declaraciones de Espacios
Naturales Protegidos (ENP) y promueven la expansión de los existentes en todo el mundo. Desde la

317
declaración del Parque Nacional de Yellowstone, en 1872, hasta hoy, buena parte de las estrategias de
conservación se han basado en el mantenimiento de paisajes icónicos reconocidos por su «naturali-
dad» y el carácter silvestre propio de los «ecosistemas prístinos» (Watson et al., 2009, 2014), donde
los denominados esquemas de conservación proactiva tratan de focalizar sus esfuerzos. Este interés
se centra en «áreas de alta prioridad», así definidas por considerar que todavía albergan valores muy
altos de biodiversidad (Mittermeier et al., 2003). Casi todas las categorías de ENP tienen en común el
objetivo de conservar la naturaleza y la vida salvaje en lugares específicos, fuera de los territorios trans-
formados por el hombre (Beumer y Martens, 2013). Conservar la biodiversidad supone, sin embargo,
mucho más que proteger especies carismáticas, emblemáticas o amenazadas dentro de estos espacios,
pues muchos focos mundiales de biodiversidad se han reconocido en regiones con una larga historia
de integración entre naturaleza y sociedad humana (Pineda et al., 2002; Agnoletti y Rotherham, 2015).

Las culturas rurales milenarias han generado y mantenido, en efecto, una amplia variedad de paisajes
–«fenosistemas» o sistemas perceptibles– (González Bernáldez, 1981) de manera sostenible, mediante
la eficiente conservación y protección de procesos ecológicos subyacentes –«criptosistemas» o sistemas
poco perceptibles por el observador–. En consecuencia, han mantenido también los recursos naturales
–energéticos, materiales y espaciales–, entre ellos la biodiversidad silvestre y cultural (Forman, 1990;
Bunce et al., 2001; Pacini et al., 2004; Antrop, 2005, 2006). La integración en el entorno local y la re-
siliencia, o capacidad de acomodación, socioecológica de los paisajes culturales se ha basado en una
recurrente transmisión generacional del conocimiento empírico del uso de esos recursos, desarrollándo-
se así un conocimiento ecológico tradicional (Berkes et al., 2000, 2011). La conservación biológica y la
conservación cultural son estrategias que deben considerarse, pues, juntas e integradas en el patrimonio
biocultural, algo que requiere su protección y gestión sensatas (COE, 2000; Mitchell y Barrett, 2015).

Para preservar paisajes rurales culturales se han establecido categorías de ENP con formas de gestión
o administración adecuadas e instrumentos que sean también referencias para un desarrollo regional
sostenible (Munasinghe y McNeely, 1994; Mose, 2007; Schmitz et al., 2012). Hoy importa cada vez más
conocer la medida en que los ENP contribuyen a mantener esos paisajes y a fomentar y mejorar el
modo de vida y la economía de las poblaciones locales. Estas circunstancias resultan ser componentes
centrales de estos ecosistemas y paisajes (Ashley et al., 2006). En el contexto, y en el propio objeto de
los ENP, la eficacia del mantenimiento de los paisajes culturales depende en primera y última instancia
de la Administración, de las propias instituciones, de las políticas aplicadas y del acierto de las leyes
ambientales dirigidas a proteger el territorio y la sociedad rural. Hoy en día llama la atención el proba-
blemente excesivo número de categorías de protección. En la práctica, esto llega a suponer conflictos
de conceptos y también de solapamientos de zonas protegidas en áreas vecinas e inconsistencias de
gestión que parecieran irresolubles. Se trata de una situación que dificulta el desarrollo de políticas in-
tegrales de conservación, impide la eficacia de la gestión, revela la incomprensión de todo esto, sobre
todo por parte de la sociedad local y su consiguiente rechazo del papel de los ENP.

Normas de conservación de los ENP

Las leyes sobre patrimonio natural y biodiversidad y sobre parques nacionales contemplan en Espa-
ña diferentes categorías de protección del territorio. Las de rango superior son los Parques Nacionales
–categoría de gestión II de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) (Day
et al., 2012)– y los Parques Naturales, denominados Parques Regionales en algunas zonas del Estado
(EUROPARC-España, 2017), equivalentes a la categoría V de la UICN –«paisajes protegidos»–. Hoy exis-
ten 1 773 espacios protegidos en el Estado. Incluyen 15 parques nacionales y 151 parques naturales
(MAPAMA, 2017).

De acuerdo con estas leyes, los parques españoles se definen como:

[…] espacios naturales poco transformados por la explotación o la actividad humana que,
por la belleza de sus paisajes, la representatividad de sus ecosistemas o la singularidad
de su flora, fauna y diversidad geológica y de formaciones geomorfológicas, cuentan con
destacados valores ecológicos, estéticos, culturales, educativos y científicos, cuya conser-
vación merece especial atención.

318
La definición de Parque Nacional refiere específicamente su «alto valor ecológico y cultural» y el «in-
terés general de su conservación para el país». Los criterios esenciales de identificación, selección y
establecimiento de ENP se basan en su «identidad, singularidad, amenaza y fragilidad, madurez, re-
presentatividad, riqueza y diversidad de especies biológicas, importancia ecológica y científica, interés
para los visitantes y cualidades estéticas, valores recreativos, educativos y sociales, así como de im-
portancia histórica y cultural» (Mose, 2007). Los ENP disponen de herramientas de planificación, uso
y gestión de recursos naturales. Las más importantes se contienen en su Plan de Ordenación de los
Recursos Naturales (PORN) y en su Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG). Ambos incluyen normas
y pautas para la planificación, delimitación y zonificación de áreas con diferentes usos, así como la
identificación de los usos compatibles e incompatibles con los objetivos del ENP designando, en con-
secuencia, las actividades específicas que deben promoverse o prohibirse en cada zona.

Estudio de casos en la Comunidad de Madrid

Casi el 40% de la superficie de esta


comunidad está ocupada por su
red de ENP. En el presente artícu-
lo se ha contemplado un territorio
del área de influencia de la sierra
de Guadarrama –región central
de la península ibérica–, donde
convergen características socioe-
cológicas condicionadas también,
desde hace casi un siglo, por su
buena comunicación vial con
una metrópoli como Madrid (Ar-
naiz-Schmitz et al., 2018a, b). Para
el estudio se consideraron dos ENP
vecinos con diferentes categorías
de gestión, grado de protección
(Parque Nacional y Parque Regio-
nal; figura 1) y antigüedad de su
declaración y establecimiento. El
marco regulatorio de ambos es-
pacios sirve para identificar los
compromisos de conservación de
las Administraciones estatal y au-
tonómica y la convergencia de sus
respectivos objetivos. El artículo se
basa en experiencias del equipo
que suscribe, obtenidas principal-
mente en la cuenca mediterránea,
algunos de cuyos resultados y con-
clusiones más recientes, basados
en modelos numéricos de análi-
sis de sistemas socioecológicos, se
encuentran en fase de publicación.
Entre ellos, las correspondientes al
territorio ahora contemplado.

Características del área de


estudio

El área contemplada está condicio- Figura 1. Situación de los ENP considerados para el estudio de casos
nada por un clima mediterráneo desarrollado en la región de Madrid.
continental, con suelos desarrollados

319
sobre sustrato granítico y neísico o sobre una leve franja de afloramientos calizos. La vegetación predo-
minante responde a la variación altitudinal secuencial propia de las laderas de la sierra de Guadarrama
–encinares, enebrales, robledales, pinares, piornales y céspedes alpinoides–. Esta vegetación revela
hoy paisajes montaraces y montañosos de apariencia silvestre, aunque secularmente han sido mo-
delados como territorios agro-silvo-pastorales. Se trata de bosques seminaturales, dehesas de encina,
fresno, roble y pino, así como matorrales de ladera y cumbre, pastos de diente y siega, cultivos de
fondo de valle y pastos de altura que mantienen viva la cultura trasterminante, hoy principalmente
vacuna, así como la cinegética, con varias décadas de problemática reintroducción de la cabra mon-
tés y, tras un siglo de ausencia, el reciente regreso del lobo. En general puede percibirse un sistema
silvo-pastoral multifuncional donde hoy se reconocen «servicios ecosistémicos» de aprovisionamiento,
regulación hídrica-mesoclimática, cultura-rural ancestral y oferta turístico-cultural de cierto abolengo
(Ruiz-Labourdette et al., 2010; Schmitz et al., 2017; Arnaiz-Schmitz et al., 2018a, b; Herrero-Jáuregui et
al., 2018).

La conectividad con Madrid es un claro factor condicionante del paisaje y supone un notable impulso al
cambio desde sistemas silvo-pastorales hacia un tipo de paisaje de nuevo carácter y personalidad, con
recientes estructuras socioeconómicas ligadas al alojamiento, proliferación de segundas residencias,
pueblos dormitorio de tamaño creciente y los citados servicios turístico-culturales en continuo cambio
(Herrero-Jáuregui et al., 2018).

Esta circunstancia, que refleja una importante presión de la sociedad urbana, influyó en la creación de
varios ENP en las últimas cuatro décadas, considerándose un «reconocido valor en la naturalidad y la
biodiversidad de este territorio», así como, recientemente, los renombrados servicios de sus ecosiste-
mas.

En 1985 fueron designadas 52 800 ha de este territorio como Parque Regional de la Cuenca Alta del río
Manzanares (PR; figura 1), una categoría similar a la UICN VI (IUCN, 1994), vínculo esencial para dina-
mizar una región en su relación entre campo y ciudad que debería involucrar a las Administraciones
públicas y la sociedad local en su «desarrollo ambiental sostenible». El PR tiene siete zonas con dife-
rente grado de protección (tabla 1) y depende del Gobierno de Madrid. Por su parte, el Parque Nacional
de la sierra de Guadarrama (PN; figura 1) fue designado y declarado de interés general para España en
2013 (BOE n.º 152 de 26 de junio de 2013; véase también a propósito, Defries et al., 2005). Tiene casi
34 000 ha zonificadas en nueve áreas con diferente grado de protección (tabla 1). El control de los PN
correspondería al Estado.

Los dos ENP pretenden proteger biodiversidad y procesos ecológicos propios de un paisaje tradicional
altamente amenazado, apreciándose cierta dificultad para lograr enteramente sus objetivos (Schmitz et
al., 2017, 2018; Arnaiz-Schmitz et al., 2018a, b; Herrero-Jáuregui et al., 2018), entre otras causas por-
que una considerable superficie del PN coincide con la del PR, estando por tanto regulada en ambiguo
acuerdo con las dos categorías, correspondientes a las Administraciones estatal y autonómica.

Análisis de tipos de usos y actividades regulados

La zonificación de estos ENP está condicionada por usos y actividades promovidos o prohibidos. La
compatibilidad de usos y actividades humanas con la conservación de los valores naturales recono-
cidos varía a lo largo de un gradiente que facilitaría relacionar las características de los usos con la
estructura y el funcionamiento general del ecosistema. Un uso compatible en una zona de un ENP pue-
de ser incompatible en otra (Groom et al., 1999). Se consideran usos compatibles los que no afectan
procesos socioecológicos esenciales e incompatibles o pueden causar cambios irreversibles por afectar
a la «integridad» del ecosistema y a la resiliencia o capacidad de amortiguación de los sistemas socio-
ecológicos tradicionales.

Un simple análisis de la legislación que ampara a ambos parques permite conocer, mediante des-
criptores sencillos, los usos y actividades considerados compatibles (tabla 2) e incompatibles (tabla
3), así como las consiguientes promociones y prohibiciones que constan en las normas de gestión,

320
PN A Parque Nacional Sierra de Guadarrama Zonas de Reserva
PN B Parque Nacional Sierra de Guadarrama Zona de Máxima Protección
Parque Nacional Sierra de Guadarrama Zonas de Conservación y Mantenimiento de Usos
PN C
Tradicionales
Parque Nacional Sierra de Guadarrama Zonas de Aprovechamiento Ordenado de los Recur-
PN D
sos Naturales
PN E Parque Nacional Sierra de Guadarrama Zona de Asentamientos Tradicionales
PN F Parque Nacional Sierra de Guadarrama Áreas de Planeamiento Urbanístico
PN G Parque Nacional Sierra de Guadarrama Paisaje Protegido
PN H Parque Nacional Sierra de Guadarrama Zonas Especiales
PN I Parque Nacional Sierra de Guadarrama Zonas de Transición
PR A1 Parque Regional Cuenca Alta del Manzanares Reserva Natural Integral (A1)
PR A2 Parque Regional Cuenca Alta del Manzanares Reserva Natural Educativa (A2)
PR B1 Parque Regional Cuenca Alta del Manzanares Parque Comarcal Agropecuario Protector (B1)
PR B2 Parque Regional Cuenca Alta del Manzanares Parque Comarcal Agropecuario Productor (B2)
PR B3 Parque Regional Cuenca Alta del Manzanares Parque Comarcal Agropecuario a regenerar (B3)
PR P Parque Regional Cuenca Alta del Manzanares Áreas a ordenar por planteamiento (P)
PR T Parque Regional Cuenca Alta del Manzanares Área de Transición (T)

Tabla 1. Zonificación de las superficies de los Parques Nacional (PN) y Regional (PR) estudiados en la región de
Madrid.

según las características reconocidas en la administración de cada parque. Se ha hecho una com-
paración entre la relación de usos y actividades compatibles e incompatibles y los objetivos de
conservación de las zonas delimitadas en los dos parques. Este análisis se ha llevado a cabo cuanti-
ficando de 0 a 1 la frecuencia absoluta de cada variable, identificada por su presencia o ausencia en
las diferentes áreas delimitadas en la zonificación. Luego se han reunido esas variables en diferentes
clases teniendo en cuenta su objetivo en la gestión. Los tipos de actividad son: i) gestión del fuego
–prevención y protección frente a incendios–; ii) investigación y formación –actividades científicas y
educativas–; iii) protección de la fauna y la flora –conservación de la biodiversidad–; iv) gestión am-
biental –conservación de procesos ligados a suelos, agua y aire, entre algunos otros–; v) planificación
y gestión del territorio –delimitación de usos del suelo, viabilidad de construcciones, modificación
del paisaje dentro del ENP–; vi) usos tradicionales –ganadería, agricultura y otras– y vii) uso público
y desarrollo local –turismo y sostenibilidad local–.

La identificación de tipos de usos y actividades permite analizar un conjunto considerable de varia-


bles. De este modo pudieron compararse los tipos mencionados de usos y actividades dentro de cada
parque y también entre ambos espacios protegidos. La frecuencia relativa de los tipos de usos y activi-
dades promovidos y prohibidos en cada ENP, Fj, se calculó de acuerdo con:

donde fi es la frecuencia de las variables correspondientes a cada tipo de uso regulado de actividades
y ft es la frecuencia de las variables de todos los tipos.

321
Descriptores cualitativos de usos Descriptores
y actividades promocionadas sintéticos
Quema controlada
GESTIÓN
Prevención de incendios rurales
DEL FUEGO
Prevención de incendios forestales
Establecer un banco de datos de los recursos naturales
Promocionar la investigación
Catalogar las especies cinegéticas
Catalogar las especies piscícolas
Difundir publicaciones divulgativas
Catalogar puntos de interés geológico
Evaluación del estado de conservación de especies protegidas y hábitats INVESTIGACIÓN Y
Formación técnica y científica FORMACIÓN
Recolección de especímenes con fines científicos
Catalogar y proteger el patrimonio cultural y la memoria histórica
Catalogar y conservar las configuraciones paisajísticas más valiosas
Publicaciones sobre la conservación e interpretación del paisaje
Iniciativas culturales para mantener recursos naturales, culturales y turísti-
cos
Reintroducir especies desaparecidas
Evitar la desaparición de especies autóctonas
Programas de rescate genético
Control de especies «que puedan quedar fuera del equilibrio»
Protección de aves rapaces, especialmente en período de cría
Erradicación de especies animales alóctonas
Protección adicional de especies de alto riesgo
Velar por el estado sanitario de la fauna
Conservación de los hábitats de especies de aves silvestres de especial
protección PROTECCIÓN DE LA
FAUNA Y LA FLORA
Delimitar perímetros de protección en periodo de cría de especies amena-
zadas
Prevenir y corregir infraestructuras peligrosas para la fauna
Repoblar para tender a la vegetación potencial
Eliminación especies forestales alóctonas
Tratamientos selvícolas y fitosanitarios de especies protegidas
Realizar un seguimiento de los taxones vegetales endémicos, raros o ame-
nazados
Fomentar la conservación y la regeneración natural de las especies arbóreas
protegidas
Control de procesos erosivos
Intervención ante catástrofes naturales cualquiera sea su causa GESTIÓN
Restaurar áreas afectadas por actividades extractivas abandonadas AMBIENTAL
Monitoring ecológico

322
Descriptores cualitativos de usos Descriptores
y actividades promocionadas sintéticos
Restaurar áreas o recursos dañados por actividades humanas
Regeneración ecológico-cultural
Conservación geológica
Limitar accesos a zonas de especial conservación
Evaluar y limitar la contaminación
Preservar la calidad y singularidad edáficas
GESTIÓN
Garantizar el abastecimiento de agua potable y el saneamiento
AMBIENTAL
Restaurar los recursos hídricos
Mantener los ecosistemas acuáticos
Gestión de residuos
Favorecer la sucesión ecológica de los sistemas menos alterados
Gestión para la conservación del paisaje
Uso eficiente de las energías renovables
Deslindar y amojonar los Montes de Utilidad Pública
Incrementar los terrenos de propiedad pública ORDENACIÓN
Apoyar la ordenación, mejora y restauración de las fincas forestales de TERRITORIAL
titularidad privada
Los usos tradicionales conservativos y sus infraestructuras
Adecuar la carga ganadera potencial a la real
Las razas agropecuarias autóctonas
Aprovechar los recursos infrautilizados del ganado caprino y equino
La apicultura
Recuperar y conservar las vías pecuarias
Apoyar a los agricultores jóvenes
Potenciar los alcornoques y las actividades de descorche
Mejoramiento de pastizales, pastos y matorrales
Planes sanitarios de manejo y mejora de la productividad agropecuaria
USOS
Actividades de formación para aumentar el rendimiento de las explotacio- TRADICIONALES
nes agrarias
El mantenimiento de tapiales de piedra, abrevaderos y elementos tradicio-
nales
Limitación del pastoreo
Incentivar el uso ganadero en áreas abandonadas
La agricultura ecológica
Las experiencias demostrativas de sistemas de manejo sostenible
Control de población de ciertas especies mediante caza selectiva si fuera
necesario
Limitar o prohibir la caza y la pesca si la protección de los recursos de la
fauna lo hiciera necesario

323
Descriptores cualitativos de usos Descriptores
y actividades promocionadas sintéticos
Ecoetiquetas
Censar a los visitantes
Valorar la potencialidad recreativa y capacidad de carga
Apoyar a la Educación ambiental escolar
Actividades informativas para la población local
La información para los visitantes
Los centros de investigación e interpretación y los sistemas de información USO PÚBLICO Y
para usuarios DESARROLLO LOCAL
Las medidas de desarrollo local sostenible
Atraer la inversión privada para actividades compatibles con la conserva-
ción
Invertir en infraestructuras y equipamientos básicos municipales
Impulsar el turismo rural y las concesiones a la población local
Impulsar el voluntariado

Tabla 2. Relación de los descriptores de promoción identificados a partir de los documentos normativos de áreas
protegidas y su clasificación en tipos (descriptores sintéticos).

Descriptores cualitativos de usos Descriptores


y actividades promocionadas sintéticos
La quema de rastrojos GESTIÓN
Hacer o provocar fuego al aire libre DEL FUEGO
INVESTIGACIÓN Y
Trabajos no autorización de prospección arqueológica y paleontológica
FORMACIÓN
Alteración de hábitats de especies protegidas
La repoblación forestal por aterrazamiento
La repoblación forestal con especies alóctonas
Extraer, recolectar, cortar o podar especies vegetales protegidas PROTECCIÓN DE LA
La corta a hecho de masas forestales FAUNA Y LA FLORA
La introducción de especies animales alóctonas
Los cerramientos en suelo no urbano o no urbanizable que impidan o limi-
ten el movimiento de la fauna o que pueda electrificarla
Actividades que afecten a los sistemas acuáticos
La producción de ruidos o emisión de luces y destellos de origen no agrario
Capturar, dañar o recolectar material biológico o geológico sin autorización
La modificación del régimen y composición de las aguas y sus cauces
El abandono de desperdicios y la generación de vertederos o depósitos de
materiales desechados o dispersos GESTIÓN AMBIENTAL
Realizar inscripciones, señales, signos y dibujos de cualquier elemento del
medio natural o cultural
El relleno, drenaje o desecación de charcas y humedales naturales
La extracción de áridos en los márgenes y cauces fluviales
La instalación de nuevos tendidos eléctricos aéreos, salvo autorización

324
Descriptores cualitativos de usos Descriptores
y actividades promocionadas sintéticos
La realización de edificaciones y construcciones, ya sean de carácter provi-
sional o permanente
La realización de nuevas edificaciones con carácter permanente
La construcción de parques eólicos u otras centrales de producción energéti-
ca, salvo las relativas a la energía solar
Las implantaciones industriales
Restauraciones o reformas no autorizadas en cualquier lugar de valor
ORDENACIÓN
cultural
TERRITORIAL
La construcción de nuevos núcleos urbanos, poblados o urbanizaciones
separados de los núcleos preexistentes
Construcción de edificios o infraestructuras que alteren significativamente el
paisaje tradicional
La construcción o ampliación de estaciones de esquí
La sustitución, ni siquiera parcial, de los tapiales de piedra tradicionales por
otro tipo de cerramientos
La recogida libre de setas
Comercialización de setas y recogida de setas protegidas
El empleo cinegético de hurones y aves de cetrería salvo autorización
Cepos, lazos, liga y venenos
La caza excepto para control poblacional
Caza de especies susceptibles de especial conservación
La caza y la pesca sin autorización
La pesca no tradicional
USOS
La pesca salvo por razones científicas o de control poblacional TRADICIONALES
Los aprovechamientos maderables
El aprovechamiento pastoral
Nuevas explotaciones agrarias intensivas o aquellas que supongan deterioro
grave de la vegetación o el suelo
El cultivo forrajero
La implantación pastizales artificiales
Las actividades extractivas y de cantería, areneros, graveras y similares
La transformación de terreno forestal para uso agropecuario
El baño cuando las necesidades de conservación así lo aconsejen, salvo en
zonas autorizadas
Las actividades comerciales de cinematografía y vídeo sin autorización
Sobrevolar la zona a una altura inferior a 3000 m por cada cota
Sobrevolar la zona a una altura inferior a 2000 m por cada cota USO PÚBLICO Y
Sobrevolar la zona a una altura inferior a 500 m por cada cota DESARROLLO LOCAL
Uso de megáfonos o instrumentos de alto volumen
Actividades y pruebas deportivas con medios mecánicos y motorizados
Perforación con taladradoras, para colocar chapas y clavos de expansión,
para abrir vías nuevas de escalada

325
Descriptores cualitativos de usos Descriptores
y actividades promocionadas sintéticos
Uso de magnesio o materiales corrosivos para la roca en la práctica de la
escalada
La práctica de deportes con infraestructura o equipamientos sin autoriza-
ción
La práctica de parapente, ala delta y paracaidismo
Las actividades y recorridos ecuestres de ocio
La circulación de bicicletas de montaña y velocípedos
El snowboard, el trineo y el tiro de trineo con perros
El esquí de montaña o travesía
El esquí de pista o alpino
La práctica del senderismo
La práctica del montañismo
El tránsito y estacionamiento de vehículos a motor, salvo autorización, fuera
USO PÚBLICO Y
de las vías autorizadas
DESARROLLO LOCAL
La circulación y estacionamiento de vehículos no agropecuarios
La publicidad exterior, excepto para uso público
Transitar fuera de los senderos e itinerarios establecidos para el uso público
sin autorización
La práctica de tiro olímpico con arco, el uso de escopetas de aire comprimi-
do y todo tipo de armas que no sean las de caza, cuando esta esté autoriza-
da, o las que porten los agentes de la autoridad
La liberación de globos de gas o de fuego
El uso de cometas
La práctica de aeromodelismo
Los fuegos artificiales
El vivac o pernocta “al raso”
La acampada sin autorización

Tabla 3. Descriptores de prohibición identificados a partir de los documentos normativos de áreas protegidas y su
clasificación en tipos (descriptores sintéticos).

Categorías de gestión: compatibilidades e incompatibilidades con objetivos de conservación

La figura 2 muestra la frecuencia de promociones y prohibiciones de los tipos de usos y actividades


identificados en las regulaciones de los dos espacios considerados: PN (a) y PR (b), pudiendo revelar
aciertos y carencias o posibles contradicciones de las normas.

i) Gestión del fuego. No parece especialmente relevante la promoción de la gestión de incendios en los
documentos que sirven a la planificación en ambos parques. Son, aproximadamente, apenas el 4%
de las actividades promovidas en cada uno de ellos, siendo escasa la diferencia entre las dos cate-
gorías de gestión contempladas. Lo mismo ocurre con las prohibiciones. Las pautas prescritas en las
restricciones de manejo de incendios son escasas y muy similares en los dos parques –entre el 2 y el
4% de las prohibiciones–. La gestión de incendios es clave en el manejo sostenible y la conservación
de la biodiversidad (Lindenmayer et al., 2006) y desempeña además un papel clave en regio-
nes de clima mediterráneo (Moreno y Oechel, 1994), especialmente ante las previsiones del

326
Cambio Climático Global (Fer-
nandes, 2013). La recurrencia
de incendios en este territorio
no destaca, sin embargo, como
incidencia relevante comparada
con el problema que este factor
representa en otros numero-
sos territorios del Estado. Las
características socio-económi-
cas y culturales de la comarca
contemplada aportan datos e
información referentes para la
gestión del fuego en unas cir-
cunstancias relativamente poco
alarmantes (Moreno y Oechel,
1994; Fernandes, 2013).

ii) Investigación y formación. Com-


prenden aproximadamente el
15% de las acciones promo-
vidas en ambos ENP. Las in-
compatibilidades reguladas en
la normativa del PN son mí-
nimas (2,25%) y este tipo de
prohibiciones está ausente en
el PR. La promoción de la inves-
tigación aplicada a la protección
ambiental en los ENP con-
templados no alcanza valores
relevantes. Sin duda la actividad
debería ser promovida, previén-
dose que la aplicación de sus
resultados pueda suponer una
ayuda decisiva en las políticas
de gestión y logro de objetivos Figura 2. Frecuencia de promociones y prohibiciones de los tipos
propios de concepciones sensa- de usos regulados y actividades identificadas en el Parque Nacional
tas de la idea de conservación (PN) y el Parque Regional (PR) de la cuenca alta del río Manzanares
(Díaz-Pineda, en prensa; Velas- analizados en la región de Madrid.
co et al., 2015). La protección y
gestión son tareas que resultan
bastante complejas y requieren información fundamentada sobre los factores involucrados más im-
portantes, tanto ecológicos –abióticos, bióticos y culturales– como propiamente socio-económicos.
Por su parte, constituye un reto en esta región el uso de herramientas que faciliten el apoyo científi-
co-técnico, pragmático y no meramente descriptivo-contemplativo de la naturaleza que puede ser útil
para la toma de decisiones de gestión (Múgica et al., 2002). La interacción entre avance del conoci-
miento, su aplicación a la gestión ambiental –infrecuente en determinados lobbies científicos ligados
al «medioambiente»– y la gestión socio-ecológica deben tener en los ENP una relevancia especial.

iii) Protección de la fauna y la flora. Esta actividad sí muestra un alto porcentaje de representación, tan-
to en el PN como en el PR, con una frecuencia superior al 21%. Hay, sin embargo, una diferencia
notable entre los dos parques en relación con las prohibiciones reguladas. El PR presenta un 4,76%
de frecuencia relativa en términos de conservación de especies de fauna y flora y en el PN hay
restricciones mucho más altas (15,73%). Los ENP parecen ser la piedra angular de la protección
de la naturaleza, según el análisis de Chape et al. (2005). En su mayoría fueron diseñados princi-
palmente para la salvaguarda de hábitats de la fauna y la flora silvestres. En España, los requisitos
para asignar el estatus de Parque Nacional parecen estrictos y dirigidos principalmente a preservar
la «naturalidad», singularmente la flora y la fauna (Ruiz-Labourdette et al., 2010), lo que refleja una

327
preocupación muy centrada en la naturaleza salvaje, basada en ciertas interpretaciones de los PN
muy extendidas (Barker y Stockdale, 2008), pero necesitadas de análisis del tipo ya comentado.

iv) Actividades de gestión ambiental. Este conjunto de actividades representa el tipo de acción con ma-
yor porcentaje en el PN (21,38%) y con menor importancia en el PR (<14%). La información
señala, en efecto, cierto desacuerdo en los criterios ambientales de los dos espacios. Puede deberse
al estatus de conservación de las categorías comparadas, establecido según los valores ambientales
reconocidos en cada caso. Hay una notable promoción de estas medidas en el PN frente al PR. La
explicación parece difícil, dada la importante superposición del territorio delimitado en ambos par-
ques: las Administraciones ambientales parecen reconocer méritos diferentes y toma de decisiones
opuestas en un mismo territorio. La gestión ambiental relativa a actividades incompatibles tiene
valores muy similares en ambos parques (alrededor del 17%) y parece incoherente que los dos par-
ques, definidos por criterios dirigidos a diferentes objetivos de conservación, tengan restricciones
análogas en gestión ambiental. Puede apreciarse, pues, cierta arbitrariedad e imprecisión en el di-
seño y consecuente gestión de estos espacios. El mismo problema ha sido destacado en diferentes
países y ENP (Defries et al., 2005; Mose y Weixlbaumer, 2007; Mackey et al., 2008; Ruiz-Labourde-
tte et al., 2010; Day et al., 2012).

v) Planificación y gestión de usos del suelo. Los ENP deben desempeñar un papel de referencia crucial
en la ordenación territorial. Tal vez a semejanza de los nudos de una red diseñada con un propósito
concreto. En este caso, el propósito sería una ordenación socioecológica de territorios muy extensos
que contienen sistemas rurales y organizaciones más o menos urbanas. Las variables identificadas al
respecto son, sin embargo, escasas y de contenido poco específico. El marco legal español atribuye
en este asunto a los gobiernos regionales un protagonismo singular respecto al espacio, sus valores
ambientales y la consecuente y particular toma de decisiones. La consideración de este tipo de varia-
bles en los parques aquí analizados apenas ronda un 3%. Hay además notable diferencia entre los
dos parques contemplados respecto a las prohibiciones –frecuencias del 3,17% en el PR y del 13,93%
en el PN–. Merece considerar que el enfoque restrictivo regula la demanda de los usuarios dentro de
un espacio protegido y genera el desarrollo de oportunidades fuera de sus límites, en un proceso tí-
pico de planificación de parques «de dentro a fuera» (Wallsten, 2003). Ocurre, sin embargo, que la
conservación basada en la declaración de espacios aislados es insuficiente. La conservación no solo
requiere establecer áreas protegidas motivadas por la conservación de la biodiversidad/geodiversidad,
sino también integrar tales espacios en la planificación territorial y en políticas de usos del suelo y
recursos naturales con referencia en redes ecológicas que los conecten funcionalmente –no solo bioló-
gicamente–, focalizándose la gestión de recursos naturales –el recurso espacio entre ellos– y sistemas
socioecológicos dentro y fuera de los ENP (EUROPARC-España, 2019).

vi) Usos tradicionales. Las actividades compatibles relacionadas con estos usos presentan los valores
de mayor frecuencia en el PR (21,71%). En el PN son significativamente más bajos –17,29%; el
tercer lugar entre las clases de actividad promocionadas–. Esto parece congruente, considerando
que los principales objetivos del PR incluyen recuperación e implementación de actividades tradi-
cionales como medio de protección y conservación de los sistemas rurales (Madrid, 1997; Schmitz
et al., 2012; Arnaiz-Schmitz et al., 2018a, b). Considerando actividades incompatibles, es, sin em-
bargo, sorprendente que ambos parques presten mucha atención a las prohibiciones o limitaciones
de usos tradicionales –frecuencia del 20,22% en el PN y del 14,28% en el PR–. Las estrategias de
conservación deberían cambiar de manera eficaz desde la mera protección de áreas silvestres ha-
cia la inclusión del mantenimiento de paisajes estrechamente ligados a la gestión humana (Schmitz
et al., 2012). Los territorios designados como ENP deben mantenerse por sus valores naturales y
culturales (Day et al., 2012). Hasta hoy, ha sido frecuente que los paisajes culturales hayan sido olvi-
dados o mal interpretados en los ENP (Grove y Rackham, 2003; Vlami et al., 2017) y, en la práctica,
la gestión relacionada en estas áreas no resulta efectiva (Wrbka et al., 2004). Este es el caso del
PR estudiado, que revela inconsistencias en las regulaciones para cumplir, con objetivos relevantes
de conservación con estas perspectivas, necesariamente complementarias (Hannah et al., 2007;
Schmitz et al., 2012, 2017). La protección de los usos tradicionales compromete, en todo caso, a
la transmisión generacional de la enseñanza de los aciertos en la gestión de los recursos naturales
de una comarca dada, considerando también la enseñanza de los errores (Díaz-Pineda, en prensa),
algo que resulta complejo en un espacio rural que está siendo objeto de un progresivo abandono.

328
vii) Uso público y desarrollo local. Como usos y actividades compatibles, este tipo es el tercero en im-
portancia en ambos parques. Ocurre algo muy diferente con los citados usos tradicionales. El PN
destaca en términos de uso público y actividades de desarrollo local. Parece contradictorio que
el PR dedique esa teórica atención a la promoción de los usos tradicionales y una frecuencia de
solo el 13,85% de actividades orientadas al desarrollo local. Los ENP imponen restricciones al
uso de los recursos naturales y determinadas opciones de uso del suelo. También, por lo tanto,
a determinadas fuentes de ingresos locales (Sims, 2010). Numerosas iniciativas tratan de vincu-
lar hoy los ENP con el desarrollo socioeconómico local. Integrar conservación de la naturaleza
y desarrollo rural supone conciliar la gestión de estos espacios con la calidad y el nivel de vida
de la población local (Wells y Bradon, 1992; Furze et al., 1996; Wells y McShane, 2004; Naugh-
ton-Treves et al., 2005). Actividades como la planificación y gestión del turismo cultural y de la
naturaleza suponen generar nuevos y adicionales ingresos a las comunidades locales, aumentar
la producción local de alimentos con valor añadido (Denominaciones de Origen Protegida, DOP;
Indicación Geográfica Protegida, IGP; eco-etiquetado), inducir la inversión y desarrollo de infraes-
tructuras adecuadas y aumentar los flujos de servicios ambientales de importancia económica.
Esta concepción de la naturaleza y la cultura como sistemas interdependientes parece la única
adecuada. La planificación ambiental debe incorporar la participación pública como componen-
te fundamental y continuo. La revisión de las prohibiciones llevada a cabo ahora señala que este
tipo de variables muestra, sin embargo, la frecuencia relativa más alta en ambos parques, siendo
en el caso de la PR superior al 50%.

Consideraciones finales

Se ha analizado la aplicación de medidas de protección propias de los ENP con la perspectiva de la


gestión del paisaje rural cultural. La coherencia de las medidas reguladoras ha sido cuestionada en
el área de influencia de la sierra de Guadarrama, relativamente cercana a la metrópoli de Madrid y
condicionada por su fácil comunicación vial con esta. Los autores de este sencillo y laborioso análisis
consideran imperativo estudiar, con la decisión de su aplicación a la gestión ambiental, la interacción
«legislación, directrices y herramientas de planificación de ENP». Aquí se ha hecho mediante análisis
de la normativa en variables que se pueden examinar y cuantificar con detalle. Establecer prioridades
para la protección de la naturaleza es un tema clave en la ciencia de la conservación y sus crecientes
demandas y aplicaciones (Freudenberger et al., 2013). Priorizar diferentes esquemas de conservación
de la naturaleza puede interpretarse como una consecuencia de objetivos de conservación «inadecua-
damente definidos» (Margules y Pressey, 2000), especialmente en territorios con valores naturales y
culturales muy similares, como el caso estudiado.

La planificación exitosa del territorio necesita un cambio de paradigma basado en la mejora del pro-
ceso tradicional «de dentro afuera» –restricciones sensatas dentro de los límites de los parques y
oportunidades prudentes fuera de estos–. Esto supone un enfoque de la planificación territorial y la
conservación de la naturaleza que implica la participación de la comunidad local. En todo caso, en
la toma de decisiones deben considerarse como referencia esencial, las características y valores me-
dibles en el paisaje rural cultural (Schmitz et al., 2017; Arnaiz-Schmitz et al., 2018a, b). Análisis del
tipo presentado aquí ayudan a entender el territorio y sirven para redirigir las fuerzas motrices que,
casualmente o no, generan ineficiencias en la regulación de ENP. Relacionadas con estas aparecen
serios costes en el paisaje rural cultural e incoherencias con la sociedad que puede mantener y pro-
mocionar este patrimonio.

Agradecimientos

El estudio en que se basa este artículo se llevó a cabo gracias al proyecto CULTURESCAPES (H2015 /
HUH-3383; UPM-UCM), financiado por el Fondo Social Europeo y el Gobierno Regional de Madrid, y la
ayuda de ECOGRADIENTS (GL2014-53782-P; UAM-UCM), financiado por el Ministerio de Economía y
Competitividad. Los autores agradecen a Three Dimensions (www.thethreedimensions.com) su valiosa
ayuda para revisar y editar el manuscrito.

329
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331
Escenario para un western de Sergio Leone. Fotografía: Miguel Frías y May Peralta.

332
¿El paisaje del cine o el cine del paisaje?
Una nueva significación cultural en el
Desierto de Tabernas
David Escudero
Departamento de Composición Arquitectónica. Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Universidad
Politécnica de Madrid. ETSAM-UPM
[email protected]

Resumen
Esta contribución explora la relación cine-paisaje considerando la cinematografía como generador, como elemento activo y
no solo como medio pasivo de registro visual. Sostiene que la representación cinematográfica puede modificar, configurar
e, incluso, crear por sí misma contextos espaciales. O, en otras palabras, que la imagen en movimiento actúa como vehículo
para la significación de un espacio físico al que se asocian imágenes, sentimientos, recuerdos o deseos.

Como ejemplo de este fenómeno se explora el caso del desierto de Tabernas, en Almería. Este paisaje había permanecido
hasta mediados del pasado siglo como un territorio local, casi anónimo y apreciado, en gran medida, por sus atributos na-
turales. Sin embargo, la cinematografía ha venido conformando durante las últimas décadas un imaginario visual inevitable-
mente ligado a este paisaje. El artículo presenta las huellas materiales e inmateriales que el cine ha generado y que, a día
de hoy, son testigo de una intensa acción antrópica. Además, a través del concepto de lugar, analiza cómo este fenómeno
ha afectado a su significación cultural.

Para ello, se plantean algunas cuestiones en relación a la experiencia y significación patrimonial del desierto de Tabernas,
con el objetivo de entender qué rol juega la representación cinematográfica como factor cultural propio y ya indisociable de
ese paisaje: ¿conviene reconocer algún tipo de fisicidad a un interés originado por la cinematografía? ¿Qué caracteriza la
vinculación afectiva de una comunidad con el territorio que habita cuando un elemento inmaterial, como la cinematografía,
lo significa? ¿Qué rol juegan los vestigios que ha dejado el cine sobre los espacios físicos que alguna vez representó?

Palabras clave
Patrimonio, cinematografía, paisaje cultural, desierto de Tabernas.

Abstract
This contribution explores the film-landscape relationship by considering the role of cinematography as a generator, as an
active element and not only as a passive visual register. It argues that cinematographic representation can modify, configure
and even create spatial contexts by itself. Or, in other words, that the moving image acts as a vehicle for the signification of
a physical space to which images, feelings, memories or desires are associated.

As an example of this phenomenon, the case of the Tabernas desert in Almeria is explored. Until the middle of the last cen-
tury, this landscape had remained a local territory, almost anonymous and appreciated, to a large extent, because of its
natural attributes. However, over the last few decades, cinematography has been shaping a visual imagery inevitably linked
to this landscape. The article presents material and immaterial traces that cinema has generated and which, to this day,
bear witness to an intense anthropic action. Furthermore, through the concept of place, it analyses how this phenomenon
has affected its cultural significance.

To this end, some questions are posed in relation to the experience and heritage significance of the Tabernas desert, with
the aim of understanding the role played by cinematographic representation as a cultural factor that has become insepara-
ble from this landscape: Is it convenient to recognise some kind of physicality to an interest originated by cinematography?
What characterises a community’s affective attachment to territory when an intangible element, such as film, adds meaning
to it? What role do the vestiges left by cinematography play on the physical spaces it once represented?

Keywords
Heritage, cinematography, cultural landscape, Tabernas desert.

333
La imagen sale de la pantalla

En La rosa púrpura de El Cairo [The Purple Rose of Cairo] (1985), la protagonista se encuentra en una sala
de cine cuando, de repente, el actor de la película proyectada sale de la pantalla para conocerla física-
mente. La escena representa una interacción entre la imagen cinematográfica y la realidad, en tanto
que el actor se hace físico. ¿No es esto mismo lo que sucede con algunos espacios y acciones que, en
ocasiones, brotan de la pantalla trasladándose a lo físico?

Dos ejemplos de conocidas series televisivas sirven para introducir el fenómeno: Sexo en Nueva York
[Sex and the City] (1998-2004) y Breaking Bad (2008-2013). En una escena de Breaking Bad, el prota-
gonista, enfadado, lanza repentinamente una pizza al aire que cae en el tejado de su propia casa en
Albuquerque. Durante la emisión de la serie, se había popularizado el peregrinaje a la casa en cuestión,
pero tras la escena de la pizza los visitantes comenzaron, además, a imitarla. «Hemos tenido pizzas en
nuestro tejado; hemos tenido pizzas en nuestra entrada del garaje; pizzas hasta que estamos hartos
de ver pizzas»1, afirmaban los propietarios. Esta familia, que habita la casa desde hace cuatro décadas,
últimamente cuenta por cientos las pizzas que han retirado de su tejado. Un lustro después del fin de
la serie, seguían lanzando pizzas sobre la casa. Finalmente, el aparentemente divertido fenómeno ha
traído consecuencias que han transformado el espacio, como atestigua la valla perimetral que los pro-
pietarios han erigido para zanjar el tema de una vez por todas.

Sexo en Nueva York captura las vicisitudes de cuatro amigas solteras que navegan en la escena cultural
de esta ciudad. El eco de sus experiencias urbanas es tal, que hoy en día varias compañías organizan
tours diarios de hasta tres horas y media por localizaciones de su rodaje. Aparte del tour general, uno
de los barrios residenciales se ha convertido en centro de peregrinación: el vecindario de Perry Street,
anónimo hasta que se rodó la serie y que ahora resulta un punto de interés de la ciudad (AlSayyad,
2006: 237). Cansados de la avalancha de visitantes, sus vecinos acordaron con las agencias cobrar una
tasa para ayudar al mantenimiento del vecindario y la mejora de su infraestructura. Esta financiación
ha servido para ampliar el equipamiento urbano con elementos idénticos a los mostrados en la serie
(ibid.).

La representación no solo ha añadido a este lugar un interés cultural, sino que también ha ejercido
un poder sobre el criterio de diseño del espacio, en tanto que el nuevo mobiliario urbano, como por
ejemplo las farolas, se elige con el fin de que siga recordando a la serie. En este interesante cambio de
sentido se manifiesta una inversión de roles en la relación imagen-realidad, en tanto que es ahora la
realidad la que intenta parecerse a su representación. Ambos casos han condicionado la transforma-
ción espacial de estos lugares: el diseño de los nuevos elementos urbanos en un caso y la construcción
de la valla en el otro.

Una amplia variedad de trabajos académicos ha estudiado la significación espacial del cine y su
indudable capacidad para representar condiciones del paisaje2. Por el contrario, la significación cine-
matográfica de ciertos lugares es un campo de investigación que permanece relativamente inexplorado
(Koeck, 2012: 4). Este artículo se incorpora a esta aproximación, innovadora en considerar al cine
como generador, como elemento activo y no solo como un medio pasivo de registro visual3. En este
sentido, Richard Koeck sostiene que el entorno construido, puede tomar las cualidades de espacios
vistos en películas u otras formas de imagen en movimiento (ibid.). La representación cinematográfica
posee la capacidad de modificar, configurar e, incluso, crear por sí misma contextos espaciales, actuan-
do ocasionalmente como vehículo para la significación cultural de un espacio físico al que se asocian
imágenes, sentimientos, recuerdos o deseos.

Este artículo presenta un ejemplo donde la relación cine-paisaje se ha consolidado hasta construir un
significado cultural: el desierto de Tabernas, en Almería. En este paraje la cinematografía ha generado
una serie de huellas materiales e inmateriales durante las últimas décadas que, a día de hoy, informan
de una intensa acción antrópica. En consecuencia, tanto el propio desierto de Tabernas como su inte-
rés cultural se han venido transformando a raíz de su representación cinematográfica. En torno a este
fenómeno surgen algunas cuestiones: ¿qué caracteriza la vinculación afectiva de una comunidad con

334
el territorio que habita cuando un elemento inmaterial, como la cinematografía, lo significa? ¿Qué rol
juegan los vestigios que ha dejado el cine sobre los espacios físicos que alguna vez representó? ¿Con-
viene reconocer algún tipo de fisicidad a un interés originado desde la cinematografía?

Un reciente interés cultural

El desierto de Tabernas se ubica en la provincia de Almería, a unos treinta kilómetros al norte de la ca-
pital. Es uno de los pocos desiertos de Europa, situado en la depresión bordeada al norte y al sur por
la sierra de Filabres y por la sierra Alhamilla, respectivamente, y al oeste por el tramo final de Sierra
Nevada. Sus ramblas y barrancos le confieren un importante valor natural. También la fauna allí pre-
sente, especialmente aves, como el camachuelo trompetero o la curruca cabecinegra (Almería, 2008:
11), únicas en Europa y protegidas por la designación de una Zona Especial de Protección de Aves
(ZEPA). En extensión, el desierto engloba quince municipios en sus 1 500 kilómetros cuadrados, donde
habitan más de 13 000 personas (idem). Su clima ofrece más de 3 000 horas de sol al año con una am-
plia oscilación térmica –máximas de 48 ºC y mínimas de -5 ºC–, y escasísimas precipitaciones (idem).
Por toda su extensión predominan las estepas con vegetación almohadillada y formaciones espinosas
adaptadas a las temperaturas extremas (idem). El conjunto de atributos naturales resulta en una estéti-
ca singular: un paisaje de aspecto lunar al sur de la península ibérica (figura1).

En el ámbito cultural, las orillas del Mediterráneo han sido y son enclaves de continuo e intenso in-
tercambio. En los aledaños de Tabernas, todavía se conservan importantes vestigios de comunidades
que habitaron allí tanto antes como después de la presencia romana en la península. En ese lugar per-
manecen restos de un importante interés patrimonial, como el castillo de Tabernas, de estilo nazarí,
construido en el siglo xi durante la ocupación árabe (García, 2010: 73). Con todo, hasta mediados del

Figura 1. Desierto de Tabernas. Cañón de la media luna. Fotografía: Sergio Lucas López.

335
pasado siglo, este paisaje había permanecido como un territorio local, casi anónimo y apreciado en
gran medida por sus atributos naturales. En ese momento, el fenómeno cinematográfico irrumpió y,
hasta hoy, ha ido creando un imaginario visual inevitablemente ligado al paisaje del desierto de Taber-
nas.

El cine llegó a Almería en 1943 a través de una filmación de carácter documental, La alcazaba de Al-
mería, de apenas 10 minutos de duración, bajo el guion y dirección de Vicente Zaragoza.4 No fue hasta
1951 cuando se rodó el primer largometraje: La llamada de África5. A partir de esta película, en 1953, la
industria nacional se interesó por la zona y se rodaron películas como El beso de Judas y Sierra maldita
(González, 2009: 6). Durante la década de los años cincuenta, se rodaron diez películas: cuatro nacio-
nales, cinco extranjeras y una coproducción, todas ellas modestas (Márquez, 1999: 21). Sin embargo,
una de ellas fue determinante para la eclosión del paisaje de Tabernas como escenario de rodaje a ni-
vel internacional: Ojo por ojo [Oeil pour oeil] (1957). Su buena distribución llevó a varias productoras a
interesarse por este plató al aire libre. Para su director, André Cayatte, la singularidad del desierto alme-
riense radicaba en su dramatismo y monotonía (Zoido y Zoido, 2010: 10).

Pronto se intensificó la actividad de la industria del cine y, en la siguiente década, varios directores
italianos eligieron el desierto para rodar películas del oeste –hoy conocidas como spaghetti western–.
Allí Sergio Leone rodó varias de sus películas más celebradas, como la trilogía Por un puñado de dólares
[Per un pugno di dollari] (1964), La muerte tenía un precio [Per qualche dollaro in più] (1965) o El bueno,
el feo y el malo [Il buono, il brutto, il cattivo] (1966). Además, Leone rodó dos películas más en Almería:
Hasta que llegó su hora [C’era una volta il west] (1968) y ¡Agáchate, maldito! [Giù la testa] (1971). Los años
sesenta fueron la época dorada del cine en Almería, con 159 producciones datadas, aunque es posible
que se rodasen más (Márquez, 1999: 43). También en esta década varias películas de impacto interna-
cional encontraron en Almería su lugar de rodaje, como Lawrence de Arabia [Lawrence of Arabia] (1962)
o Cleopatra (1963), lo que supuso el impulso definitivo de este paisaje como escenario cinematográfico.

A mitad de los años setenta, la producción cinematográfica se redujo drásticamente, debido esencial-
mente a tres factores: la inversión estatal descendió, las películas del oeste dejaron paulatinamente
de realizarse, y la crisis internacional redujo el número de películas, favoreciendo rodajes en entornos
locales6. Con todo, después de este descenso, el desierto de Tabernas ha continuado siendo escenario
de notables películas: Conan el bárbaro [Conan the Barbarian] (1982) o Indiana jones y la última cruzada
[Indiana Jones and the Last Crusade] (1989). En las siguientes décadas el descenso continuó: 47 pelícu-
las en los años ochenta y 39 en los noventa. En los 2000 la situación repuntó con 50 rodajes, debido
especialmente a un interés a nivel nacional. Como apunta Manuel Hidalgo (2005), el desierto de Taber-
nas ha sido durante varias décadas, y todavía es, «una página en blanco: la ideal sábana blanca en la
que impresionar o proyectar figuras en movimiento».

Debido a la intensidad cinematográfica, hoy el desierto de Tabernas se alinea con el concepto de pai-
saje cultural, en tanto que manifiesta una particular interacción entre la sociedad contemporánea y el
medio natural, cuya expresión es un territorio percibido y valorado por las cualidades culturales otorga-
das por el cine, un factor que ya forma parte de la identidad de la comunidad (Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte, 2015: 25). Para entender cómo ese singular paraje natural hoy se entiende como un
paisaje de relevancia cultural conviene detenerse en la década de los sesenta y los determinantes ves-
tigios materiales que se produjeron esa década.

Huellas de lo inmaterial en el paisaje

Es en 1961, con el rodaje del primer wéstern latino, Tierra brutal [The Savage Guns] (1962), cuando el
desierto de Tabernas abre la puerta a la industria europea del género. Tras esta película se ruedan al-
gunas más, como El sabor de la venganza (1963) o Antes llega la muerte (1964). Finalmente, en 1964,
aparece la figura del mayor impulsor del desierto de Tabernas como lugar de rodaje: Sergio Leone.

El equipo de rodaje de Las pistolas no discuten [Le pistole non discutono] (1964), dirigida por Mario Caia-
no, tenía planeado rodar en Colmenar Viejo (Madrid), y estaba planificado que el equipo de Leone les

336
siguiera a finales de abril de 1964 (Frayling, 2000: 14-22). Sin embargo, para rodar escenas que iban a
tener lugar en zonas de maleza, el equipo de Leone se dirigió finalmente a «una parte de desierto que
había encontrado en Almería… sin postes telegráficos, sin cables eléctricos, un lugar donde también
puedes pivotar la cámara 360 grados si quieres. Con pequeñas casas de adobe que parecen pertenecer
a una época anterior»7 (ibid.). Rodó en la provincia de Almería Por un puñado de dólares (figura 2) y La
muerte tenía un precio, en 1964 y 1965 respectivamente, desatando una fiebre por el wéstern europeo
y muchos otros rodajes.

Figura 2. Clint Eastwood de espaldas sobre su caballo en Por un puñado de dólares, Sergio Leone.

Gracias a las películas de Leone, la relación cine-paisaje en el desierto de Tabernas, hasta ese momento
aún inmaterial, sale de la pantalla: comienzan a construirse poblados para rodar las películas. Como
toda actividad antrópica sobre el territorio durante un período prolongado, la actividad cinematográfi-
ca comenzaba a dejar sus propias huellas físicas. Tan pronto llegó a Tabernas, Leone ordenó construir
un poblado que simulase el oeste americano para La muerte tenía un precio, conocido originalmente
como poblado El Fraile (Almería, 2008: 59). Fue proyectado por Carlo Simi, arquitecto y escenógrafo
de gran parte de las películas de Leone (Frayling, 2006: 9) y decorado por Rafael Ferri Jordá (Caparrós,
Fernández y Soler, 1997: 61). Nombrado así por el productor ejecutivo de la película, Alberto Fraile, el
poblado se construyó en el cortijo de Genaro, en las inmediaciones del puente de los Callejones y con
el monte Alfaro en el fondo de la calle principal (Pérez y Gabriel, 2016: 67). El poblado recreaba la ciu-
dad de El Paso y comprendía una superficie de alrededor de 40 000 m² (Fernández-Mañas, 2010: 70).
Tras el rodaje de El bueno, el feo y el malo (1966), varios extras de la película compraron el poblado El
Fraile para explotarlo a nivel turístico bajo el nombre de Yucca City. No obstante, los rodajes no cesaron
y, por ejemplo, para Conan el bárbaro también se filmaron escenas allí. En ese momento, ya había sido
renombrado como MiniHollywood y hoy se conoce como Oasys MiniHollywood (Almería, 2008: 59).

Con un fin similar, poco después del poblado del Fraile se construyeron otros dos estudios cine-
matográficos: Fort Bravo, en 1966, y Western Leone, en 1968. Fort Bravo, también conocido como
Texas-Hollywood, se construyó con el fin de llamar la atención de Leone y sus productores para rodar
El bueno, el feo y el malo, aunque él finalmente eligió el poblado del Fraile. Fort Bravo destaca por su

337
configuración espacial, que combina dos tipos de arquitectura, construidos uno en la espalda del
otro: una zona que se utilizaba para representar el salvaje oeste, con varias construcciones de madera
–herrería, prisión u hotel– y la parte latina, con una plaza alrededor de la que se ubican casas típicas
mexicanas y una iglesia de piedra (Campbell, 2008: 114). Western Leone, conocido también como Ran-
cho Leone, se construyó bajo sus órdenes, esta vez para rodar Hasta que llegó su hora (1968). Para su
ubicación se eligió el municipio de Gérgal, concretamente, el entorno de Hazas Blancas y el Llano del
Duque (Caparrós, Fernández y Soler, 1997: 73). Consiste en un rancho de dos plantas, con paredes de
troncos y un gran tejado, un cobertizo anexo y un tramo de vía férrea, de aproximadamente un kiló-
metro. En este caso, también Carlo Simi realizó el proyecto y diseñó el complejo, de tal manera que al
fondo se viese un paisaje montañoso, en este caso, las cumbres de la Rambla de Verdelecho (Pérez y
Gabriel, 2016: 95-99).

Estos tres poblados, Oasys MiniHollywood, Fort Bravo y Western Leone, hoy se han visto transforma-
dos en parques temáticos que, además de funcionar como expositores de lo que alguna vez fueron
estudios de cine, ofrecen una amplia carta de servicios para el visitante: rutas por el desierto, aloja-
mientos, restaurantes, espacios para eventos y celebraciones e, incluso, reservas zoológicas y parques
acuáticos (figura 3). En ellos el visitante experimenta espacios característicos del género wéstern, tras-
ladando la experiencia cinematográfica a una dimensión física. Oasys MiniHollywood se promociona
como el «paraíso cinematográfico de Hollywood durante dos intensas décadas», y capitaliza en su fa-
vor el paso por el poblado de actores como Clint Eastwood, Brigitte Bardot, Anthony Quinn, Claudia
Cardinale, Sean Connery u Orson Welles8. Fort Bravo se presenta como «los decorados de cine más
importantes de toda Europa, donde más películas de temática wéstern se han rodado», e intenta añadir

Figura 3. Turistas paseando por uno de los decorados de Oasys MiniHollywood. Fotografía: María Cuevas.

338
Figura 4. Espectáculo en Oasys MiniHollywood. Fotografía: Manuel Ocaña, colaborador especial de Oasys
MiniHollywood.

un punto de autenticidad argumentando que los decorados están conservados al 100% como eran ori-
ginalmente9. Western Leone, por su parte, apuesta por la figura de Sergio Leone e incita a visitar uno de
sus decorados más auténticos, donde el visitante «se sentirá como un cowboy»10. La magnificencia de sus
descripciones sirve para comprender la escala del ambiente construido en torno al fenómeno cinema-
tográfico. Estos poblados manifiestan la profunda hibridación de un factor inmaterial, el generado por
el cine, y su traslación a la realidad física en las arquitecturas que dejó su huella (figura 4).

Aunque el legado del cine hoy en día se presenta primordialmente en los antiguos estudios cinema-
tográficos –los citados poblados–, es también extensible a otras localizaciones en diferentes lugares
abiertos del desierto donde se filmaron escenas clave de algunas películas. Por ejemplo, las zonas de
paisaje virgen, escarpado y rocoso que evoca el suelo de la Luna de 2001: odisea en el espacio o los acan-
tilados escarpados de ciertas escenas de Indiana Jones y la última cruzada, se han convertido también
en puntos de interés tanto para quien visita como para quien habita el paisaje almeriense. En los alre-
dedores se rodaban escenas sueltas, como en el poblado Albaricoques, ya en el cabo de Gata, donde se
rodaron escenas sueltas de La muerte tenía un precio e incluso su celebrado duelo final (figura 5). Ade-
más, en un proceso participativo, los más significativos han sido identificados y registrados por quienes
comparten sus fotografías en distintas plataformas online que geolocalizan sus imágenes (Escudero,
2017: 460). La acumulación de fotografías configura un mapa de elementos de interés autoelaborado
por los propios usuarios de estos enclaves (figura 6). En paralelo, la propia Diputación de Almería se-
leccionó más de 20 puntos del desierto, identificando las películas en las que aparecen. Algunos de
ellos son Llanos del duque, El Cortijo de genoveses, la Rambla Indalecio, la Venta de los Callejones o la
Rambla de Trujillo (Almería, 2008).

Todo este frenético movimiento a raíz de las películas de Sergio Leone desató importantes decisiones
para la región. A escala territorial, fueron necesarias algunas infraestructuras básicas para el desarro-
llo de la región y en la segunda mitad de los años sesenta se inauguró el aeropuerto de El Alquián y
se fundó la primera red hotelera (Pérez y Gabriel, 2016: 41). A nivel político, hubo cierto interés desde
Madrid por sustentar el desarrollo de esa zona sobre la producción cinematográfica. Así, en 1969, el
Estado declaró la provincia de Almería como zona de preferente localización de la industria cinemato-
gráfica11. El texto argumenta que:

339
Figura 5. Los Albaricoques, Almería. Escenario del duelo final de La muerte tenía un precio. Fotografía: María del
Mar Reyes.

Determinadas zonas de la provincia de Almería han venido atrayendo, especialmente en


estos últimos años, la atención de productores cinematográficos nacionales y extranjeros
que, cada vez con mayor frecuencia, escogen sus variados y antes poco conocidos parajes
como escenarios naturales para el rodaje de los exteriores de sus películas cinematográfi-
cas. Ello ha traído consigo el desarrollo de una creciente producción cinematográfica que
opera, todavía de modo irregular, por la carencia de una base permanente, que debería
consistir en estudios cinematográficos dotados de una adecuada organización empresa-
rial, con toda la gama de servicios auxiliares que esta industria trae consigo12.

El decreto proponía ayudas financieras y beneficios fiscales para desarrollar las actividades cinema-
tográficas en la provincia de Almería, dando así soporte a la actividad. Poco después, el Ministerio de
Industria convocó sendos concursos públicos para la construcción de unos estudios cinematográfi-
cos en la provincia, aunque ambos quedaron inexplicablemente desiertos13. Esto causó una falta de
inversión pública en infraestructura durante los años de mayor intensidad. Dicha inversión, según el
Decreto de 1969, debió haber constado de espacios para la edición y postproducción de las películas,
así como de personal cualificado que residiese en Almería y no tuviese que acudir desde Madrid para
cada película. Fue en ese momento cuando se evaporó la oportunidad de conseguir las instalaciones
necesarias para garantizar la continuidad de los rodajes de películas. Aun así, y aunque en menor
número, las películas se siguieron rodando y todavía hoy es un destino frecuente para cineastas que
buscan un escenario de paisajes áridos bajo un intenso sol.

Cine y lugar

Una consecuencia de la sobreexposición cinematográfica es el «turismo cinematográfico» –film tou-


rism–, un concepto surgido en las últimas décadas para referirse a la forma de turismo que practican
quienes visitan elementos, ciudades o paisajes porque los han visto en la pantalla. Alrededor del mundo
existen varios casos cuya relevancia es indudablemente deudora de la representación cinematográfica.
La Plataforma 9 ¾ en la estación de King’s Cross de Harry Potter, el barrio de Notting Hill en Londres,
los paisajes de El señor de los anillos en Nueva Zelanda, o los de Star Wars en la Capadocia turca, por
citar solo algunos, son ejemplos capitales, en tanto su interés cultural ha sido conformado o transfor-
mado por el cine14. En los últimos años, este fenómeno ha sido tan intenso que algunas ciudades han
estudiado y cuantificado qué porcentaje de su turismo se debe a las películas y cómo afecta a su econo-
mía15. Es por ello que conviene profundizar en algunas particularidades de la experiencia del desierto
de Tabernas, con el objetivo de entender qué rol juega la representación cinematográfica como factor

340
Figura 6. Mapa del desierto de Tabernas en Google Earth, donde se aprecian las fotografías subidas por los
usuarios. © Google.

cultural propio y ya indisociable de ese paisaje: ¿sienten los turistas un lugar real? ¿Aceptan los locales
el desarrollo turístico del desierto?

El turismo cinematográfico en el desierto de Tabernas refleja el impacto de los significados que se aso-
cian a un determinado entorno y modelan las vinculaciones afectivas de la comunidad –no solo de
aquella que lo habita, sino también de la que temporalmente lo visita–. Con la particularidad, además,
de que esta significación que convierte el espacio físico en lugar no es fija, eterna ni inmóvil. Según el
geógrafo Edward Relph, algunos lugares han muerto: Stonehenge y Carnac o las ruinas de las ciuda-
des incas y aztecas han sido despojados de sus significados originales, convirtiéndose en objetos de
mera observación para turistas, transeúntes y otros forasteros (Relph, 1976: 32). La comunidad no ha
otorgado atribuciones nuevas a estos lugares, convirtiéndolos hoy en día en lugares sin vinculación. En
esta línea, Relph desarrolló el concepto de deslocalización –placelessness– y lo aplicó tanto a aquellos
entornos sin lugares significantes como a la actitud subyacente que no reconoce la significación en los
lugares (ibid.: 143). Sin embargo, aunque algunos lugares mueran, también otros nacen. La prolonga-
ción en el tiempo de actividades antrópicas –agrícolas, industriales, comerciales, militares o festivas,
entre otras– genera afecciones colectivas con el territorio en el que se desarrolla y establece un poso
sobre el que la comunidad se reconoce. Se trata de entornos en los que la significación cultural emerge
como elemento de cohesión e identidad de determinadas poblaciones.

Entonces, el desierto de Tabernas, como lugar, ¿está naciendo o muriendo? ¿Es el interés turístico su-
ficiente como para asumir que no puede seguir evolucionando y congelarlo? ¿O, en cambio, el cine le
ha conferido una significación de impacto global que antes no tenía y que se debe reconocer y perpe-
tuar? Por un lado, la actividad generatriz del interés sigue en funcionamiento; pero, simultáneamente,
el desierto de Tabernas se ha convertido en un elemento que es observado por los miles de turistas que
pasan por allí cada año con el fin de experimentar aquello que un día fue un plató y presenciar duelos
actuados sobre la arena. La coexistencia de ambas dinámicas requiere una gestión que las reconozca
como positivas y las integre en la experiencia, tanto del visitante como del habitante. El objetivo debe
ser, por tanto, no agotar el paisaje como recurso, pero tampoco congelar los vestigios como si de un
museo al aire libre se tratara.

341
Estos y otros aspectos en relación con la experiencia en el espacio físico fueron ampliamente estudia-
dos desde la conocida como «geografía fenomenológica» a través del concepto de lugar16. Este campo
académico considera que las nociones de lugar son creadas desde la propia experiencia personal y
emocional del individuo ante una combinación de trama, historia, personajes y escenario, desarro-
llando un «marco afectivo entre personas y lugar a través de significados compartidos, creando lo que
[Yi-Fu] Tuan denomina topofilia»17 (Connell, 2012: 1013). Según Relph, los lugares son esencialmente
«centros de experiencia en el contexto del espacio vivido del mundo social cotidiano» que, a través del
tiempo, son percibidos como significantes para las vidas de las personas18. (Relph, 1976: 22). El popu-
lar esquema de Canter ilustra esta corriente al colocar el concepto de lugar en la intersección de tres
círculos iguales y equidistantes que representan actividades, atributos físicos y concepciones, respecti-
vamente (Canter, 1977: 158).

Las contribuciones de la geografía fenomenológica surgieron como respuesta a otras aproximaciones al


concepto de lugar desde atributos geométricos –distancia, dirección, tamaño, forma, volumen– sepa-
rados de cualquier factor inmaterial o interpretación cultural. La confrontación podría resumirse entre
quienes priorizan en el concepto de lugar una cualidad escalar, y por tanto medible, y para quienes, por
el contrario, prevalece un concepto más amplio de carácter a-escalar. En este sentido, en la reedición
de 2008 del celebrado Place and Placelessness, Relph redefinió la fenomenología como «un acerca-
miento que reconoce y trató de clarificar la complejidad de la experiencia sin reducirla a un modelo o
porcentaje»19 (2008). Es de subrayar que esta corriente fenomenológica pone el foco en el entorno y el
carácter; en el espacio y las personas. Es decir, en el nexo, en el vínculo, en el enlace. No en el indivi-
duo ni en el paisaje, sino en su relación.

En este marco, la experiencia del lugar en el desierto de Tabernas se plantea como cambiante y forma-
da como producto de las atribuciones culturales de la colectividad. No emerge como un acto individual,
sino que más bien depende de cómo se imagina y experimenta por sus habitantes, reales y virtuales
(Bruno, 2014: 191). Es por eso que la actividad generatriz del interés debe seguir desarrollándose, por-
que la pérdida de vinculaciones a un lugar resulta en la incapacidad de seguir sintiendo, practicando y
recordando experiencias en él. Para que la relación entre habitantes y paisaje no se congele, los impul-
sos, en este caso cinematográficos, deben renovarse (figura 7). Varios ejemplos sobre gestión activa del

Figura 7. Campaña promocional de MINI Paceman 2013 en Western Leone, Almería. MINI España.

342
patrimonio paisajístico indican el camino a seguir. Casos como las salinas de Añana en Álava, el paisaje
de la Geria en Lanzarote o las palomeras de Etxalar en Navarra muestran cómo mantener viva esa no-
ción de lugar en paralelo al desarrollo de la actividad originaria del interés cultural. Aceptando la tesis
de Anthony P. Cohen, un lugar es una manifestación de la cultura humana, de un proceso social donde
la población crea significados para darse a sí misma una sensación de identidad (Cohen, 1994: 49-61).
Entonces, y desde el entendimiento del lugar como el dónde y también todo aquello que engloba esa
localización como fenómeno integrado y significante, ¿qué ha hecho el cine sino fortalecer el concepto
de lugar en el desierto de Tabernas?

Por último, sobre el concepto de lugar no es posible hacer distinciones entre quien hace y quien
significa: los lugares también son interpretados, narrados, percibidos, sentidos, entendidos e imagi-
nados (Soja, 1997). El espacio se convierte en lugar en el momento en que las características físicas
y culturales de un escenario se mezclan con las percepciones afectivas individuales y las necesidades
funcionales (Bott, Cantrill y Myers, 2003: 101). Los tres poblados construidos, los distintos puntos na-
turales identificados por los usuarios, las infraestructuras que los conectan y abastecen, los hoteles que
albergan a los visitantes y, en suma, el espacio construido, no es únicamente producto de sus hacedo-
res, sino también de sus usuarios, los consumidores de espacio. Y son estos usuarios quienes tienen el
poder de activarlo: el espacio no se mueve, sino aquellos que lo usan.

Paisaje, mediación, representación

Especialmente desde la aparición de Internet, todo visitante establece un nexo con su destino antes
de conocerlo físicamente. En ocasiones, incluso quizá termine por no realizar el viaje, pero de alguna
manera ya habrá ido; recordará en mayor o menor medida las imágenes que ha visto de ese lugar, así
como las impresiones que estas le han causado. La mencionada significación de un lugar posee la ca-
pacidad de alcanzar a personas que carecen de una experiencia física previa que los vincule a él. No
obstante, la existencia de ideas preconcebidas de un lugar no es algo novedoso. Medios vetustos, como
la pintura, la literatura, el teatro o la vía oral han nutrido los imaginarios de la población durante siglos.
La representación cinematográfica, y ahora Internet, solo han convertido este fenómeno en algo ma-
sivo e inevitable.

En un enfoque contemporáneo que ya considera la presencia de un torrente masivo de imágenes, Giu-


liana Bruno ha dado un paso más y ha afirmado que las representaciones cinematográficas de un lugar
se convierten en parte de su geografía (Bruno, 2014: 27). Y quizá sea una manera acertada de aproxi-
marse al caso del desierto de Tabernas: ¿acaso no es el acantilado por el que se despeña el tanque de
Indiana Jones un elemento propio de la geografía del desierto, como atestiguan las fotografías subidas
a las plataformas online? ¿Acaso ese acantilado no despierta hoy más interés a raíz de esa escena que
como elemento natural de cierta singularidad?

El cine en el desierto de Tabernas resulta, entonces, un recurso mediador entre el espacio físico y su
imagen representada, siendo a la vez esa imagen representada la que le confiere atributos y caracte-
riza al espacio físico: la transferencia se vuelve bidireccional. Las virtudes de considerar al cine dentro
de este acercamiento radican en relegar la mirada técnica para dar mayor protagonismo a aspectos
cualitativos que afectan directamente a su significación. Además, la condición estética y el poder visual
de medios de representación como el cine no deben difuminar la profundidad de acercamientos en
torno a un fenómeno que, indudablemente, ha condicionado y sigue condicionando la evolución de
determinados paisajes.

Por último, para los estudios de paisaje, casos como el del desierto de Tabernas sirven también para
visibilizar lo cambiante de sus dinámicas. En un período relativamente corto de tiempo –apenas
medio siglo–, una actividad antrópica e inmaterial ha emergido con la intensidad suficiente como
para convertirse en soporte identitario de la colectividad que allí habita. Como es sabido, la continua
transformación es una cualidad intrínseca del paisaje y como tal debe ser gestionado: tomando en
consideración su evolución pasada, presente y futura. El valor cultural del desierto de Tabernas se verá
enriquecido mediante estrategias creativas y proactivas que renueven y actualicen el interés, más que

343
desde la mera observación de aquello que alguna vez lo generó. En otras palabras, los espacios asocia-
dos al cine deben dar soporte a nuevas actividades en el ámbito de la imagen en movimiento y no solo
permanecer como ruinas inertes de un pasado mejor.

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Notas
1
«We’ve had pizzas on our roof. We’ve had pizzas on our driveway; pizzas until we’re sick of looking at pizzas». Fran Padilla, pro-
pietaria de la casa, entrevista a NPR 12 de marzo de 2015. Consultado el 13/01/2019. https://www.npr.org/2015/03/12/392590057/
breaking-bad-homeowner-tired-of-pizzas-on-the-roof. Traducido por el autor.
2
Véanse Neumann, 1999; Clarke (ed.), 1997; Penz (ed.), 1997; Lamster, 2000; Shiel y Fitzmaurice, 2001; Barber, 2002; Dimen-
dberg, 2004.
3
Tan solo unos pocos trabajos consideran el cine como emisor, véanse Aitken, y Zonn, 1994; Clarke (ed.), 1997; Pallasmaa,
2001; AlSayyad, 2006; Koeck, 2012; Bruno, 2002.
4
Sobre la historia del cine en Almería antes de esta fecha, véase Ortega, 2005.
5
Para saber más sobre los motivos que propiciaron la llegada del cine a Almería, véase Márquez, 1999.
6
Para profundizar en el descenso de las películas véase Márquez, 1999: 341-343 y 545-546.
7
«A piece of desert I’d found in Almeria, much further south. No telegraph poles, no electricity wires, a place where you could
pivot the camera 360 degrees if you wanted too. With small adobe houses which seemed to belong to an earlier age». G. Lam-
bert, citado en Frayling, 2000.Traducido por el autor.
8
Ver página web de Oasys MiniHollywood: www.oasysparquetematico.com
9
Ver página web de Fort Bravo: fortbravooficial.com
10
Ver página web de Western Leone: western-leone.es
11
Decreto 1629 del 24 de julio de 1969.
12
Ibid.
13
Uno el 11 de octubre de 1969 y otro el 21 de abril de 1971
14
Sobre la creciente ola de estudios que profundizan en la relación entre cine y turismo véase Connell, 2012: 1007-1029.
15
Véase, por ejemplo, el estudio económico del impacto de Vicky Cristina Barcelona sobre la ciudad de Barcelona, en Campo,
Brea, y Toubes, 2011: 137-154.
16
En varios campos de conocimiento que incluyen la arquitectura, la psicología, la geografía humana y la sociología, entre otros,
el concepto de lugar ha venido siendo enfocado desde la relación entre el hombre y su ambiente. A finales de los sesenta, estos
estudios se vieron reforzados por una crítica humanística en la geografía y el concepto ganó importancia en los setenta desde la
fenomenología en arquitectura y geografía con publicaciones como el citado Place and placelessness. Otras destacables contribu-
ciones fueron: Tuan, 1974; 1977; Canter, 1977; Norberg-Schulz, 1979; Buttimer y Seamon, 1980; Seamon, 1979. Estos trabajos
se difundieron lentamente por la prevalencia de filosofías cuantitativas y positivistas en los trabajos académicos sobre ambiente
y comportamiento.
17
«Affective bond between people and place through shared meanings, creating what Tuan terms as Topophilia». Traducido por
el autor.
18
«Centres of experience within the context of the lived-space of the everyday social world». Traducido por el autor.
19
«An approach that acknowledges and aims to clarify the complexity of this experience without reducing it to some model or
an average». Traducido por el autor.

345
Jardines de la Isla en Aranjuez, Madrid. Fotografía: Carmen Caro.

346
Evolución y situación actual de los jardines
históricos de España
Consuelo Martínez-Correcher y Gil
Arquitecto paisajista

Resumen
Se ofrece un repaso por las características, titularidad y modos de gestión de un abanico de jardines históricos de Espa-
ña, desde los más famosos y reconocidos hasta los más olvidados y amenazados. Se abordan, a su vez, ejemplos de bue-
nas y malas prácticas, pretendiendo, por un lado, denunciar el estado de conservación de algunos de ellos, la dejadez de
las instituciones y la banalización debido a la conquista del uso deportivo o lúdico irrespetuoso. Por otro lado, se pretende
concienciar sobre la necesidad de formación específica para actuar en estos jardines, profesionalizando su intervención y
mantenimiento.

Palabras clave
Jardines históricos de España, amenazas de jardines, usos inadecuados de jardines históricos, profesionalización en inter-
venciones y mantenimiento.

Abstract
This article goes over the characteristics, ownership and management methods of a variety of historic gardens in Spain,
from the most famous and well-known to the most forgotten and threatened. Examples of good and bad practices are also
addressed, with the aim on the one hand of reporting the state some of them are in, neglect by institutions and trivialisation
due to being used for sports and recreational purposes. It further aims to raise awareness of the need for specific education
to act in these gardens, professionalising the work and maintenance done to them.

Keywords
Historical gardens in Spain, threats for historical gardens, inadequate uses of historical gardens, professionalisation in in-
terventions and maintenance.

Si bien es creencia general, especialmente fuera de nuestras fronteras peninsulares e insulares, de ser
España un país con escasa participación en la historia del arte de los jardines –equívoco del que, en
parte, somos responsables– y, por ello, con una no muy numerosa existencia de ejemplos; un correcto,
profundo e imparcial estudio confirma una nueva visión, más exacta y realista.

¿Cómo van a ser denominados «italianos» –refiriéndose al Renacimiento– jardines situados geo-
gráficamente en una península que no se constituyó territorial y políticamente, como nación y
estado, hasta 1870? Península e islas antes pertenecientes y gobernadas por el reino de Aragón,
que dominaba el Mediterráneo, luego reino de España. ¿Qué otro país, sino España, tuvo en ese
territorio durante siglos virreyes, representantes alter ego de los reyes sucesivos? Amén de una
mayor extensión del Estado Vaticano, varios ducados, etc. y una república. Solo «italianos» desde
finales del xix, antes etruscos, griegos, romanos, aragoneses, españoles, venecianos, florentinos,
etc.

Se diría lo mismo de los superficialmente llamados «franceses» –los del período barroco–, afir-
mando en escritos que son los primeros jardines regulares, con manipulador olvido de los jardines
toscanos y, sobre todo, de los egipcios, por no remitirnos a los sumerios.

347
Durante milenios, esta península geográficamente situada más al oeste, límite del mundo conocido, con
el mar ignoto como cierre fronterizo, líquida barrera infranqueable, fue un fondo de saco que recibió y
asimiló las culturas occidentales, medio orientales y hasta las más lejanas en el tiempo y en el espacio.

Toda la península era un territorio de atracción centrípeta, de sedimentación, recreación y renovación,


hasta su inversión, para llegar a ser un foco centrífugo, de esparcimiento, de expansión creativa. Am-
bas circunstancias exclusivas de España.

España es madre de jardines dispersos por el mundo. Una madre agotada de hijos escindidos.

Tenemos los que podrían ser conocidos como jardines ultramarinos, ¿paisajes culturales ultramarinos?,
los que España crea en las Américas y en los continentes africano y asiático, en una impregnación de
profundo mestizaje, revelador del origen patrio. Esto solo lo hizo España. Así como los jardines trans-
pirenaicos, por su influencia durante siglos en los territorios pertenecientes a España, más tarde en las
cortes europeas, con la directa comunicación entre el mar al sur y el mar al norte, a través de miles de
hombres. Esto solo lo pudo hacer España. Una España infinita.

Lejos de ser este escrito un tratado de historia, la idiosincrasia de su distintivo devenir, mundialmente
único, reclama una clara y firme alusión a su diferenciadora composición, determinante para su per-
cepción, más que de dominio descentralizado, de impregnación creadora de lo propio.

En el reiterado rechazo a la simplista clasificación de «jardines italianos, franceses o ingleses», se


produce la ventaja de que, según ese criterio, no figuren «jardines españoles».

España, territorialmente pequeña, desarrolló un imperio inmenso de espacio, tiempo e impreg-


nación, sin necesidad de aludir a su poder. Afirmación ineludible para la interpretación acertada
de nuestra creatividad.

El país de las tres culturas ya tenía un viejo tejido compuesto de pretéritas creencias y mitologías,
aportadas por lazos de sangre de etnias de lejanas procedencias, que se hunden en tiempos de
memoria no escrita.

La mitología, transmitida oralmente, sitúa el único jardín de una diosa, la reina del Olimpo, en las
proximidades de Gades (Cádiz), el jardín de las Hespérides. ¿Dónde iba a estar el jardín guardado
por las ninfas del Ocaso, sino en las tierras más al oeste del mundo conocido? Con «manzanas de
oro», es decir, naranjas.

Escuchar a Falla, leer a Verdaguer. Llegar a Platón. Son los poetas los mejores narradores de la
historia. Los artistas.

El jardín más antiguo de Europa está en España, con más de mil doscientos años de existencia inin-
terrumpida, día a día abierto al público, el Patio de los Naranjos de la mezquita de Córdoba. Para
purificación de los islámicos, contemplación de los cristianos, asombro de los agnósticos, antaño todos
hispanos, hogaño admiradores de lo español, si no se les tergiversa la verdadera enjundia de lo que
ven. Es un jardín de España, hecho en nuestro suelo por hispano-islámicos, con aportes hispanorro-
manos, visigodos, etc.

Los jardines rehundidos más bellos y más antiguos del mundo son hispano-islámicos e hispano-cris-
tianos –cuyas raíces se hunden no en lo árabe, sino en lo fenicio, púnico o tartésico y en lo romano–,
realizados en Al Ándalus, que es el nombre de toda la España islamizada –su último reducto dará
nombre a una provincia de España–,el jardín de la antigua Casa de la Contratación de Sevilla –desente-
rrado, restaurado y ahora en absoluto abandono, utilizado como parking de bicicletas de los empleados
de la Junta de Andalucía–. El jardín de Pedro I, rey de Castilla, en el patio de las Doncellas del Real Al-
cázar, obra de cristianos: Alfonso X, Alfonso XI y Pedro I, reyes de Castilla (figuras 1 y 2).

348
Figura 1. Patio de las Doncellas, Real Alcázar de Sevilla. Fotografía: Jesús Herrero.

Figura 2. Jardines, Real Alcázar de Sevilla. Fotografía: Jesús Herrero.

349
Figura 3. Patio de los Leones, Alhambra de Granada. Fotografía: Diego Ramos.

Su jardín rehundido, felizmente recuperado y restaurado, pasmo de los visitantes; aunque la Junta del
momento quería que se volviese a cubrir para seguir celebrando allí reuniones oficiales. Ambos jardi-
nes en el mismo conjunto histórico, en Sevilla, son anteriores al Patio de los Leones de Muhammad V,
en la Alhambra de Granada (figura 3).

Tan hispanos como otros más antiguos, el Patio de los Arrayanes (figura 4) o el Generalife (figura 5). La
Huerta del Hacedor debería estar rodeada de huertos de hortalizas y frutales, como lo estuvo en la Edad
Media, extramuros, para alimentar a los habitantes del conjunto cortesano, cívico, militar y religioso,
y no como está, con un equívoco remedo del jardín hispano islámico, que se describirá más adelante,
perdiendo la ocasión de la autenticidad y de deslumbrar al mundo, con unos huertos de primor origi-
nales, al menos, desde el siglo xiv.

En años recientes, el Patio de los Leones no solamente no ha sido restaurado como jardín rehundido y
provisto de una plantación floral, a voleo, de altura sin rebasar el nivel de pisada del crucero ni la del
deambulatorio de su patio columnado, a modo de un extendido tapiz de inspiración persa sasánida,
como jardín de crucero centrado por su fuente, sino que ha sido solado en su totalidad con mármol
blanco, para facilitar el acceso de los visitantes, en homenaje al turismo puro y duro.

Al aumentar el número de turistas, ahora se les conduce en fila india sin detenerse, como una cadena
de presos, por un lateral del deambulatorio, entrando por un extremo y saliendo por el opuesto. Desde
antiguo los monumentos de Granada siempre fueron lo más visitado de España, ahora, con los medios
electrónicos, la lista de reserva para obtener entradas es de varios meses de dilación.

Otro jardín de época hispano islámica, restaurado y abierto a la visita pública, es el jardín rehundido
del castillo de la Aljafería, en Zaragoza (figura 6).

Tenemos jardines hispanorromanos de carácter arqueológico, que deberían volver a recuperar


su complementaria plantación y apariencia de «vivos», como fueron creados, con agua en los

350
estanques y en los cana-
les, alegorías del Nilo o el
Eúfrates. El agua, tratada
con pericia, es el alma y la
voz del jardín, canta, ruge,
susurra, gime; y, callada,
brilla, destella, refleja, pu-
rifica, simboliza, salpica y
sorprende. Como el hispa-
no-romano de Conimbriga,
ayer en la Hispania Ulterior
(Lusitania), capital Emerita
Augusta, hoy Mérida, aho-
ra en fronteras políticas de
Portugal, a quien se debe
su ejemplar restauración
como jardín, no como rui-
na arqueológica. Todos los
hasta aquí nombrados es- Figura 4. Patio de los Arrayanes, Alhambra de Granada. Fotografía: Jesús
tán bajo titularidad oficial. Herrero.

La villa romana de La Ol-


meda, en Pedrosa de la
Vega (Palencia), fue des-
cubierta por un particular,
Javier Cortés de Miranda,
y está constituida como
patronato. Pertenece a la
Diputación y ha sido ejem-
plarmente recuperada; sus
mosaicos son los más gran-
des de Europa.

En este primer tercio del siglo


xxi, algunos de los jardines
históricos de España están
sometidos a una legislación
estatal. Son considerados
históricos los reconocidos
por la Ley 16/1985, de 25 de
junio, del Patrimonio Históri- Figura 5. Jardines del Generalife, Granada. Fotografía: Jesús Herrero.
co Español, título II, 15. 1.

Quedan tutelados por el Estado, aunque a expensas de sus titulares. Dura ley, que concierne tanto al
Estado como a los propietarios. En general, incumplida por ambas partes. La tutela del Estado no ha
sido transferida.

Entran en la consideración de jardín histórico los que han alcanzado determinado tiempo de existen-
cia. 1º) a partir de cincuenta años; 2º) cuando han sobrepasado los cien; 3º) aquellos que transmitan
un legado del pasado; 4º) cuando son obra de una personalidad –propietario, impulsor–, de un artista
consagrado –tracista–; 5º) como espacio de hechos memorables; 6º) si, finalmente, han sido declara-
dos por el Estado, por cualquier mérito de los enunciados, antiguamente como Monumento Histórico
Artístico, actualmente como Bien de Interés Cultural (BIC).

351
Figura 6. Patio de Santa Isabel, Palacio de la Aljafería de Zaragoza. Fotografía: Diego Ramos.

En su catalogación, los jardines deberían quedar diferenciados del monumento arquitectónico


que pueda acompañarlos y, así, figurar en un catálogo específico de jardines BIC. Existen casos de
gran renombre en que los jardines superan en importancia artística, en antigüedad, en fama, a las
obras arquitectónicas a las que han dado una valoración superior a lo largo de los siglos. Recien-
temente son nombrados en conjunto, como un valor añadido, nominados como acompañantes,
«... y los jardines», cuando el jardín ha podido ser la razón de la existencia de la edificación o esta
es un elemento complementario del mismo. A la inversa, hay edificios BIC que contagian esa cate-
goría a espacios con plantación, carentes de sentido como jardines, en una simbiosis inmerecida
que induce a confusión, casos que deberían ser corregidos. Deberían entrar en la consideración
de protección de entorno. La declaración de Protección de Entorno de un BIC, caso de existir, no
es el bien cultural en sí.

Situación grave es la de una villa de recreo única en su existencia histórica y en su trazado artís-
tico, que legalmente tiene catalogada como Monumento Histórico Artístico una zona aterrazada
y su estanque, desde 1946, pasando automáticamente la misma parte a ser BIC. Su evolución
actual, al pasar de propiedad privada a pública, está siendo seriamente dañada de manera reite-
rada. La pretensión por parte de dos asociaciones culturales de salvaguardarlo legalmente se vio
claramente limitada al conseguir únicamente una declaración, solicitada en 1993 por Hispania
Nostra, de protección de entorno del resto del espacio, murado desde 1527 y con una extensión
de 27 ha que conforman su específica calidad de «villa de recreo», donde todos sus elementos son
partes de un todo, por tanto indivisibles e inalienables. La villa de recreo de El Bosque, en Béjar
(Salamanca) (figura 7).

Concepto que ha costado más de un cuarto de siglo explicar sucesivamente a cada uno de los mandata-
rios –temporales–, sin realmente llegar a que captasen esa característica propia, en la que entran tanto

352
los prados o el bosque como las
fuentes, el estanque o las escale-
ras. Para comprender qué es una
villa renacentista hay que cono-
cer qué era una villa romana,
y saber qué había en Hispania,
etc. Su concepto dio paso a cor-
tijos, alquerías, almunias, pazos,
canes, sones, mansiones... Si
el mandatario político no está
obligado a saberlo, sí lo está a es-
cucharlo y respetarlo.

Existen jardines pertenecientes:

a. Al Patrimonio Nacional-Real
Casa, en general, declara- Figura 7. El Bosque, Béjar. Fotografía: Jesús Herrero.
dos históricos, con horario
de visita pública determina-
do por su patronato y gratuitos de acceso. Es importante resaltar que ahora se los considera
históricos por estar integrados en los palacios de la Corona, cuando su superioridad histórica
–tiempo– y estética –arte– son superiores a los edificios a los que esos jardines han dado fama
desde antiguo. Esos jardines no deben quedar en segundo plano, como parecen situarlos algu-
nos historiadores o legisladores. Cuando, en tiempos, se habló del jardín de la Isla de la Reina,
en Aranjuez (figura 8), como «modelo de los jardines del mundo», que decía Ambrosio de Mo-
rales en el siglo xvi.

Figura 8. Jardín de la Isla, Aranjuez. Fotografía: Jesús Herrero.

353
b. De origen real, cedidos a la Administración, gratuitos y con horario fijo.

c. Declarados históricos, en manos privadas, con visita obligada un día a la semana y horario mínimo
restringido a dos horas, parámetros a elección de la propiedad. Visita de pago o gratuita. Llamados
actualmente BIC.

d. De creación privada y hoy gestionados por una fundación, un patronato, etc., con horario a su de-
cisión. Igualmente BIC.

e. Jardines de origen privado que han pasado a distintas Administraciones locales, con horario especí-
fico de acceso y entrada de pago o no.

f. De origen real con finalidad científica, actualmente pertenecientes a la Administración, con horario
y entrada de pago variables.

g. De origen y titularidad de la Iglesia.

h. De creación, titularidad y gestión privadas.

La evolución de los jardines históricos de España –península y archipiélagos–, considerada en


cuanto al cambio de uso, es consecuencia inmediata del cambio de titularidad. El primer caso se
refiere al Retiro de Madrid (figura 9).

Figura 9. Parque del Retiro de Madrid. Fotografía: Diego Ramos.

354
La primera declaración como Monumento Histórico Artístico –anterior a BIC– fue la del Buen Re-
tiro (Madrid), fundado por Felipe IV, que incluía el deteriorado jardín y los restos de su palacio.
Cuando la I República se lo adjudicó a la ciudad en propiedad para uso público, lo denominó Par-
que de Madrid. El siguiente caso es el de la Alhambra y sus jardines (Granada). Ambos hechos
acaecidos en el siglo xix. Durante ese mismo siglo xix, se crearon ex profeso jardines públicos, que
adoptaron en general la denominación de «parques», tomada del extranjero.

En el siglo xx proliferaron, a partir de la segunda mitad y en adelante, parques de actividades predomi-


nantemente físicas, al aire libre, con plantaciones arbóreas y superficies encespedadas –innecesarias,
inadecuadas y perjudiciales–, los que nunca se deberán confundir con jardines. ¿Su calidad antrópica
les incluye en la denominación de paisajes culturales?

Si constituyen una demanda social, llámenseles como lo que son: áreas de servicios, áreas deportivas,
espacios recreativos, etc. Los jardines son otra cosa, los históricos, especialmente: ¿o todo al mismo
saco, el de paisaje cultural?

Servirán, además, para esponjar la ciudad si no solo se proyectan en situaciones alejadas y de gran-
des superficies. Estos son inservibles, por difícil acceso y dificultad para recorrerlos. No deben hacerse
paisajes culturales, ciudades para atletas. Es un hecho incontrovertible, la reducción de población a la
par del aumento de la esperanza de vida, el crecimiento de seres de edad avanzada, en mejor o peor
estado general y con medios reducidos por dejar de ser productivos. Con frecuencia están encargados
de cuidar a sus nietos, ni unos ni otros pueden servirse de medios de transporte propios, ni pueden re-
correr distancias agotadoras de ida y vuelta a sus casas.

Las ciudades deberían estar trufadas de espacios, con cerramiento, arbolado, bancos de madera con
respaldo y la mayor parte del suelo sin enlosar, de tierra compactada que absorba el agua y se empape.
Chiringuitos y servicios en la acera de enfrente. Nunca en jardines históricos, no invadidos por sillas de
plástico ni por sombrillas. No se puede banalizar los espacios de arte.

Los jardines históricos, liberados de esa demanda o de esas necesidades, dejándolos ser un remanso
de paz, un espejo del pasado, donde sumergirse en la belleza plena, renovada incesantemente sin pér-
dida de su identidad, fragante, luminosa o sombría, estricta o lujuriante, íntima o inabarcable, donde
reconocerse o recordar lo olvidado. Donde el ser humano imprime su genio.

Confundir un paseo arbolado, un recinto con bordura recortada en seto, unos metros cuadrados con
césped, un bosquete, un arboreto, un vivero, una colección botánica, un campo de golf con un jardín,
denota una situación de la sociedad grave, en detrimento del concepto de jardín, de la incomprensión
del arte, ofuscados por la simple presencia de elementos vegetales.

La existencia de elementos del reino vegetal, de organismos vivos, no confiere al espacio donde
se encuentren la prerrogativa de llamarse jardín, aunque el vulgo lo haga, como otras personas
que por su situación creen conocer qué es un jardín y en todo caso sería su obligación estar
informados. Los dirigentes, incluso los actuantes, en todo el nivel de la escala, deben ser pro-
fesionales específicamente preparados, muy especialmente cuando se llegue a la necesidad de
restauración, esta actividad, bien entendida, no es barrer, podar, abonar, regar; se trata de re-
cuperar el mensaje del jardín deteriorado, debido al repetido y no atendido dicho de «la acción
del tiempo y la acción del hombre». La capacitación para restaurar jardines históricos requiere una
larga preparación específica. Casi es una vocación. No se puede recurrir a otras carreras simila-
res, lo cual no es ni cierto ni conveniente y facilita el intrusismo. Han transcurrido cincuenta años
trasladando la formación –incompleta– de una institución a otra. Cincuenta años perdidos. Sabio
es el refrán de «a río revuelto ganancia de pescadores». Los no ganadores han sido los jardines.

Si la consideración social de fruición del jardín histórico es incuestionable, el aporte del siglo xx, de una
accesibilidad masiva, llámese turística o no, constituye un peligro que no puede obviarse bajo ningún
concepto. Esta actual evolución de uso del jardín histórico debe ser modulada, en atención primordial

355
a su fragilidad y a su calidad testimonial, esta queda disfrazada, evaporada, compactada por masas,
convertidas en muros, que deben ser invalidados, por impedir la visión de una perspectiva, convertir-
se en cercos de estanques cuando corren sus surtidores, atravesar setos, arrasándolos, para acceder
en primera fila a la siguiente fuente. Hechos que vienen produciéndose una, dos, tres veces al año, de
manera progresiva, en el jardín del Palacio de La Granja de San Ildefonso, una situación negativa. ¿Pro-
ductiva? Sopésense los hechos, lo que ven es inútil, lo que dejan, lamentable. La tercera consecuencia,
el beneficio económico a la entidad propietaria y al pueblo circundante, debe ser regulada, el aforo
controlado –horas, días, número–.

La ceguera que se ha mantenido durante más de medio siglo ante este hecho aplicado a ciudades y pai-
sajes ha contribuido a su destrucción irrecuperable. Los humanos, creadores del lenguaje y el arte, son
los comunicadores más sublimes, pero su ceguera está impidiendo que una de sus obras, los jardines,
no existentes en la naturaleza, y de ellos los sobresalientes, los singulares, llámense jardines, parques
o con la última propuesta de paisajes culturales, evolucionen negativamente.

La despoblación de los pueblos ha masificado las ciudades: centro, barrios periféricos, suburbios, polí-
gonos industriales... a veces con la misma secuencia, a la inversa, hasta llegar a la ciudad siguiente. La
masificación arquitectónica de las costas ha transformado su paisaje hasta enmascararlas; donde ter-
minaba la tierra y empezaba el agua, por definición costa, ahora hay una calle con edificación a cada
lado a lo largo de kilómetros, y a lo ancho de centenares de metros, con pérdida de jardines, pérdida de
un esponjoso urbanismo entreverado del paisaje autóctono y España es el peor ejemplo de ello. ¡Tam-
bién habrá quien los defienda como paisajes culturales!

Haber conocido la isla de Ibiza en los primeros años cincuenta; la isla de Lanzarote y la de la Graciosa
a finales de esa década, y tantos otros paisajes de la costa levantina, de norte a sur, consiste en la triste
contradicción de un recuerdo imborrable e inexistente. Ya no tenemos Ibiza, ya no tenemos Lanzaro-
te. Tenemos la globalización mimética de Miami, o de mini Las Vegas. Llegará un momento en que lo
manido, lo ya visto, impondrá el cese de un vaivén inútil, cuando ya sea tarde. Los jardines históricos
y tantos no declarados que merecen ese reconocimiento podrían quedar a salvo si se actúa en su sal-
vaguarda. Es urgente.

Los operadores de turismo con el concurso de la Administración, o viceversa, unos primero y otros
después, no embellecen ni renuevan sus paisajes elegidos, los vulgarizan, llegando hasta el punto de
hacerlos desaparecer, tornándolos irreconocibles de aquello que hizo desearlos conocer a hordas
de viajeros, que ahora llegan con gran rapidez, de lugares tan insustanciales como los que van a
encontrar, para permanecer poco tiempo en ellos y volver a contar lo que han visto: rascacielos, apar-
camientos, piscinas, hamburgueserías, puertos de atraque, mesas de plástico, sillas de plástico, vasos
de plástico. Todo lo inventado para hacer caja. ¿Será esto cambiar calidad por cantidad? Los jardines
históricos asumen, en algún caso, solapamiento de usos, cuando esto no ocurre de manera esta-
ble. El distrito municipal donde se encuentra el Parque de Madrid, antiguo Buen Retiro, lo destina
a la obligatoria zona verde de x hectáreas para esparcimiento, descanso y salubridad, en razón del
número de sus habitantes, en detrimento de la finalidad de todo jardín de contemplación y solaz
espiritual, máxime si ha sido catalogado histórico; de ejemplaridad y respeto al pasado mediante
su conocimiento, gracias a la autenticidad del mensaje o relato que expresa; de conocimiento a
los que nos precedieron, una lección de historia, una lección de modos.

Es un hecho privativo de España, una situación que se debe reconvertir.

Aunque recientemente se quiere imponer la denominación de paisajes culturales, es una globalización


inadecuada que induce a confusión. Un cambio de denominación no cambia el sitio. Desde hace dos
siglos existe la disyuntiva de si jardín o si parque, ahora se añade paisaje cultural. Para los profesiona-
les atentos a la naturaleza, existen dos diferenciaciones respecto al paisaje: el natural, donde no hay la
más mínima intervención humana, y el cultural, antropizado con menor o mayor intensidad. Del pri-
mero es difícil encontrar alguna porción en el globo terráqueo y el segundo es el resto.

356
Desde milenios, todos, parques, jardines, patios, claustros, huertos, bosques sagrados, etc., son paisajes
culturales, al ser obra del ser humano, no de la naturaleza. No existen jardines en la naturaleza. Son
arte. Únicamente un logro humano. Si adquieren la clasificación reconocida estatalmente de históricos,
en su actual denominación de BIC, lo son a manera de obras maestras del arte de la arquitectura del
paisaje, esa intensa diferenciación no puede perder ninguno de sus méritos ni de sus derechos adquiri-
dos per se. Esa es la evolución que su tutor, el Estado, debe conservar, y, en su caso, aspirar todo jardín.

Primero ser jardín. Un espacio creado por el ser humano para comunicar ideas a otros a través del
tiempo, expuestas en un espacio delimitado, siempre abierto al firmamento, mediante un trazado,
verdadera estructura expresiva de la fundamental idea generadora, más elementos de composición
determinados voluntariamente, vegetales, minerales, líquidos o aéreos, con la colaboración sabiamen-
te dispuesta de la luz que todo lo transforma. Un espacio delimitado y diferenciado, cuyo techo es el
firmamento en comunicación con los astros, la luz, la oscuridad, la lluvia, el viento, todos los agentes
atmosféricos que entran y pertenecen a la composición humana, con la complicidad de lo innato y lo
trascendente. Es obra de arte por intención y realización humana de propósito espiritual, de mensaje
refinado, poético, riente o amenazador, que sorprende u ofusca mediante lo tangible y lo intangible, en-
tre la inconstancia del tiempo y la infinitud de la eternidad, que se dirige a la mente y habla al corazón.

Como obras de arte son una res sacra; en ellas no se actúa por el procedimiento del quita y pon, del
capricho. A las Meninas de Velázquez no se les pintan vestidos según la moda del año. Verdaderos ad-
miradores crean otras meninas, no destruyen el icono. El jardín debería ser defendido, físicamente, por
cerramientos y preservado por el saber.

¿Por qué grandes espacios públicos sin techumbre, que permanecen cerrados durante semanas o me-
ses, no son accesibles para pasear, correr, sentarse en sus graderíos, tanto al sol como a la sombra y
tomar bebidas o alimentos, niños, adultos y mayores de la tercera edad? ¿Por qué su césped o su al-
bero, mantenidos con gran presupuesto y por especialistas, deben estar incólumes para el siguiente
evento? ¿Y por qué no se protegen, respetan y cuidan de manera similar los jardines históricos de ti-
tularidad oficial?

Diversifíquense los espacios y créense aparte los adecuados para esos usos. No se trata de impedir la
entrada a personas de cualquier edad, pero sí, con pelotas, balones, cubitos y palas, radios, bicicletas,
patinetes, en solitario o en equipo. ¿Por qué no se instala una cancha de tenis en la galería central del
Museo del Prado? Sería un éxito.

Si bien los jardines se realizan mayoritariamente con organismos vivos, estos, contando con la libertad,
condición inherente al arte, pueden no formar parte de alguna de estas obras. Cuando son elegidos, ya
no son parte de la naturaleza –el jardín es antinatural–, están fuera de su hábitat, clima, suelo, confor-
mando geometrías o masas, incluso perdiendo la forma y el tamaño característicos de su especie, para
servir a la idea del creador, lo que establece la mayor diferencia con otras obras de arte: arquitectura,
escultura, pintura, música, literatura y, por ello, es hora de subrayar que las supera. En algunas obras de
arte se está frente a ellas o alrededor, en esta se puede estar dentro, envuelto en ella y recorrerla, para
acabar inmerso en su específica sustancia. Justo es llamar este modo creativo arquitectura del paisaje.

En qué conceptos o juicios se funda cierto sector académico para negar la imperecedera condición
mental que subsiste en todo trazado de jardín, pese a la terquedad de los que niegan la libertad del es-
píritu humano que crea arquitectura con un agregado de cuarzo, feldespato y mica o con lapislázuli y
tierra de Siena para crear pintura, madera, que deja de ser leña, para ser escultura y no poder hacerlo
con tierra, aire, agua y fuego –es decir, organismos vivos, donde ocurre una combustión–. Materia, ma-
teriales con que plasmar una idea y potenciar el misterio, la ensoñación, la turbación o el gozo.

Dejemos de estar atrapados por inamovibles costumbres, eclipsados por creencias obsoletas que nu-
blan el entendimiento para entender la ejemplaridad de los jardines históricos, ya avalados por el
tiempo, su simbolismo, su significado profundo, único, emblemático. Paisaje artificial, voluntario, que

357
sigue un ideario poético más o menos patente, más o menos críptico, más o menos riente, más o me-
nos amedrentador.

Aceptando su uso controlado, no centrando la función del jardín en sitio para tomar el aire o el sol,
jugar los niños o descansar los ancianos, menos para hacer footing, beber refrescos, háganse lugares
apropiados para ello no los jardines, obra de arte lograda por la mente humana con su relato de anhe-
los o de temores. Un arte que recorre, desde el sentimiento más amable a la emoción más terrorífica,
todo aquello que la vida depara y el espíritu alberga, en el más profundo hondón del alma. La función
primordial de todo jardín es la contemplación. Máxime, si alcanza la consideración de histórico, aun-
que no esté catalogado.

El arte es frágil, mayormente el creado a la intemperie, y sobremanera si gran parte de sus materia-
les compositivos y elementos expresivos son materia orgánica, en manera alguna debe consentirse la
marginación de esa característica propia, distintiva de otros espacios con plantación ajenos a su esen-
cial destino espiritual.

Los modos temporales, las injerencias políticas –con su caducidad inherente– y toda influencia trivial
son causa de acciones destructivas, de la pérdida de una parte de nuestro patrimonio.

Estos espacios, de extensión variable, deben contar con elementos de cierre, horario y entrada de
pago y estar dotados de sistemas movibles adecuados para su recorrido, parcial o total, predeter-
minado.

Jardines de cien hectáreas o menos son impracticables para niños, ancianos y discapacitados; es
necesaria una solución, sin que ello pueda en ningún caso desvirtuar el carácter de cada jardín
y reconocer que no todo puede ser accesible al cien por cien. Hace más de treinta y cinco años,
después de conseguirse la prohibición absoluta del paso de vehículos privados en el Príncipe de
Aranjuez (figura 10) –para evitar paseos bordeados de coches, mesas y sillas plegables invadiendo
los parterres para pasar el día, sacar las tarteras o dormir la siesta–, se propuso que en la entra-
da hubiera coches de caballos, desde tartanas y carretelas a landós, equinos para caballistas, de
alquiler, para recorrer sus 150 ha, con la posibilidad de fomentar una actividad complementaria
y favorable a la creación de puestos de trabajo y proteger un patrimonio, el de los carruajes o ca-
rromatos, que se han visto apilados en piras y prendidos fuego. Durante varios años, no hubo otro
sistema que el pedestre. Después se introdujo un inadecuado, anacrónico, antiestético trenecito
con silbato y ruido metálico por su marcha, con «bambis» pintados en su carrocería, que se han
permitido copiar para recorridos en ciudades Patrimonio de la Humanidad.

La actual evolución del jardín en España, histórico, catalogado o no, reclama con urgencia la existencia
de un cuerpo consultivo, estable e independiente, de profesionales, con preparación y vocación espe-
cíficas de arquitectura del paisaje y, entre ellos, un 50 % de especialistas en restauración de jardines
históricos que posean:

• Conocimientos contrastados, extensos, profundos y demostrados en historia del arte de los jardines
–mínimo 150 horas lectivas–, nunca convalidados con otras enseñanzas, ejemplo: historia general
del arte. En ningún centro universitario se enseña actualmente historia del jardín con la dedicación,
la formación y el horario necesarios.

• Práctica en restauración histórica de jardines. Para lo cual se hace evidente el conocimiento de


la historia del jardín arriba aludida y la inclusión en esa formación de un proyecto que comporte
una memoria histórica sobre un jardín existente. Nada de créditos. Una valoración contrastada de una
competencia tan compleja.

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Figura 10. Jardín del Príncipe, Aranjuez. Fotografía: Jesús Herrero.

La principal premisa para un restaurador de jardines históricos es el máximo respeto al pasado del
jardín y a sus creadores, de la que se desprende la segunda, la imposibilidad de tergiversar esa obra de
arte con ideas personales y menos con imposiciones de terceras personas ajenas a la profesión.

Como ha ocurrido en el jardín del palacio del infante don Luis, en Boadilla del Monte (Madrid), inutili-
zado como Patrimonio Histórico de España, al no trasmitir a las siguientes generaciones el legado del
pasado (Ley 16/1985).

Para ello hay que conseguir que donde se encuentre un jardín histórico, el Estado y, en su defecto o por
delegación expresa, un grupo consultor estable ejerza la tutela sobre un Bien del Patrimonio de España.

Que puedan comunicar de modo efectivo, a priori, de modo cautelar o de modo urgente, según la Ley
19/85, incluso las propias de cada comunidad, que la titularidad comunitaria, corporativa o cualquier
otra denominación oficial no convierten al presidente, alcalde, etc. en dueño y señor de ese jardín his-
tórico, que es un Bien del Patrimonio de España, y no podrán, por ello, actuar a su capricho y voluntad.

Entre otras particularidades, se debería encomendar la posible restauración a profesionales sin


la aquiescencia y posterior dirección absoluta del arquitecto paisajista o paisajista, director del
equipo multidisciplinar que requiere toda restauración de jardines históricos, sea cual fuere su di-
mensión, mensurable en guarismos, cuando la dimensión importante siempre es la otra, y dejar
de llamar parque a un jardín porque sea grande, la grandeza está en otros parámetros, solo que
hay que estar facultado para percibirlo. La etimología de la palabra «jardín» tiene una profundidad
de sentido que se hunde en el Neolítico –y «déjenla ya, que así es la rosa...»–.

359
El trabajo debe recaer en el profesional idóneo para la restauración de cada jardín, como obra de arte
única e irrepetible que es. Por tanto, huir de elecciones localistas. No todos los paisajistas son ade-
cuados para restaurar un jardín histórico, ni por haber nacido en su localidad, ni por ser residente
próximo, eso son localismos ineficaces. Ni arquitectos, agrónomos, agrícolas, ingenieros, montes, fo-
restales, biólogos, geógrafos, arqueólogos e historiadores, salvo como posibles componentes del equipo
que requiera la magnitud de la obra.

La aplicación de estas condiciones conllevaría una defensa del jardín histórico en España, un enriqueci-
miento del patrimonio histórico artístico al que pertenecen los jardines y una sociedad más civilizada.

Si los jardines históricos catalogados y los merecedores de serlo, y por ello en situación más preca-
ria, están a disposición del mandatario de turno, de plazo más o menos breve, comparativamente a la
duración de la vida de cualquier jardín, esos plazos de poder serán siempre inferiores, lo que debería
ser causa de reflexión. Lo verdaderamente temible son las decisiones y las acciones que improceden-
temente son capaces de tomar y ejecutar, causando destrozos en los jardines patrimonio de España,
con pérdida de tiempo, una de las materias de que están hechos los jardines, y de caudales públicos.

Con el poder que detentan, unido al desconocimiento que no reconocen, pueden tomar decisiones y
llevarlas a efecto, causando expolios y desaparición de su legado en unos jardines que vienen de un pa-
sado lejano, cuando ellos acaban de llegar y los jardines tienen que permanecer para enriquecimiento
artístico, espiritual, cultural de generaciones futuras, cuando ellos ya no sean ni estén.

No debe ser competencia de los políticos que dispongan sobre obras artísticas, eliminar o tergiversar
obras que han atravesado decenios y, en lo referente a este escrito, los jardines históricos. El daño puede
ser irrecuperable, en el caso de rehacerse lo erróneo, conlleva inevitablemente un doble despilfarro de
caudales públicos. Así como una pérdida de tiempo generalmente largo, ambos hechos en perjuicio
de una sociedad indefensa, tratada gregariamente, inducida a la ignorancia y, cuanto menos, estupefacta.
Sin tener la oportunidad de atención por parte de la prensa u otros medios.

Si existe una Ley del Estado (16/85) y ni el Estado ni la ley han sido abolidos y si existe un Ins-
tituto del Patrimonio Cultural de España, ¿por qué, de manera general, actúan en la defensa de
los jardines históricos, a veces en casos flagrantes, personas privadas, asociaciones culturales,
etc., empleando tiempo e investigaciones, con el necesario desembolso, sin el más mínimo éxi-
to, año tras año? ¿Quién es depositario de esa tutela, además de él mismo? ¿Dónde reside? ¿En
el Ministerio de Cultura? ¿En la Academia de Bellas Artes de San Fernando? ¿En ICOMOS-España
(International Committee of Monuments and Sites)? ¿En el Instituto del Patrimonio Cultural de Es-
paña? Es claro que no puede residir en los organismos oficiales titulares de jardines históricos. No
se puede ser juez y parte.

Llegado a estas alturas, este escrito, pensado con la intención de evitar todo nombre de jardines y con
mayor propósito de personas físicas, se ve abocado a referir ejemplos concretos de jardines históricos,
de sus posibles restauradores, propietarios oficiales o privados. La prolongada grave situación del jardín
histórico en España así lo precisa.

La II República, en 1931, instauró un Patronato de Jardines Históricos, la Guerra Civil lo debió inutilizar.
El 31 de julio de 1941, se publica en el BOE la constitución del Patronato para la Conservación y Pro-
tección de los Jardines Históricos de España. El 18 de diciembre de 1980, dependiendo del Ministerio
de Cultura, titular Cavero Lataillade, se nombran los siguientes vocales: Teresa Ozores (†1983), Pedro
Navascués, Juan González Cebrián y Carmen Añón.

El 17 de marzo de 1982, a petición de la ministra Soledad Becerril, se modifica su composición por


decreto y entran a formar parte como presidente el director general de Bellas Artes; como vicepre-
sidentes, el subdirector general de Protección del Patrimonio Artístico y el subdirector general de
Restauración de Monumentos, siete vocales nombrados por el Ministerio de Cultura y un secretario.
Por Orden de 28 de junio de 1982, siendo ministro de Cultura Íñigo Cavero Lataillade, queda sin efecto

360
la orden de 18 de diciembre de 1982, y el patronato queda constituido por Teresa Ozores, Carmen
Añón, Luis Iglesias, Eduardo Martínez de Pisón, Adolfo González Amezqueta y Juan Ruiz de la Torre.
Por aquellos años, en general, la formación específica de los vocales, en historia y concepto del jardín,
demostró ser superficial, lo que fue causa de uno de los desaguisados más lamentables de los últimos
treinta años en nuestro país, sobre una villa emblemática que, desde entonces, sigue sufriendo accio-
nes negativas sin cuento.

El 24 de marzo de 1982, se reúne el patronato, según copia exacta y que concuerda con el origi-
nal, bajo la presidencia de Luis Jiménez Clavería, en representación de Javier Tusell, y tres vocales
que figuran en el margen: Carmen Añón, Pedro Navascués –este vocal ya no figura en la orden
18-12-82– y Teresa Ozores, con el siguiente orden del día: punto 4. «El Patronato admite el des-
glose del jardín artístico El Bosque, de Béjar (Salamanca), indicando que todas las actuaciones que
hayan de realizarse en el jardín o su entorno propio no podrán llevarse a cabo sin aprobación pre-
via del proyecto correspondiente por esta Dirección General». Dos firmas ilegibles o ni eso siquiera
–¿no aparecen tres vocales?–, denominando a El Bosque como jardín, no como villa de recreo.
Sigue el patronato, «afirmando favorablemente» sobre jardines artísticos (sic) entre ellos, tres en
ruina absoluta.

De origen privado desde el siglo xvi, El Bosque llegó al siglo xx con esa titularidad. Declarado en
1946 Monumento Histórico Artístico, más de treinta y cinco años después, el propietario hizo lle-
gar al patronato una carta con un folio donde aparecía un plano fotocopiado de toda su propiedad,
El Bosque de Béjar, donde él mismo, con una línea en color, rodeaba las terrazas y el estanque y en
su escrito inquiría: «¿Verdad que esto es el jardín histórico declarado?». La contestación por escrito
fue afirmativa, ignorando las veintisiete ha rasuradas que componían la única villa renacentista
completa que quedaba en España, desconociendo el concepto de villa de recreo renacentista,
dando por buena la torticera propuesta del propietario –juez y parte– y no desplazándose todos o
parte del patronato hasta la villa, que la mayoría nunca habían visitado. No fue ni uno.

A continuación, el propietario donaba a cada uno de sus hijos cinco hectáreas donde podrían construir
su chalet y, mediante un acuerdo con el Ayuntamiento, en aproximadamente diez hectáreas este cons-
truiría una urbanización, viales, aparcamientos, equipamientos municipales, etc. Todo documentado
por la Agrupación San Gil, Hispania Nostra y otros particulares. Aunque desacertada en su localización
–el resto de la villa–, la declaración de urgencia de protección de entorno salvó ese primer peligro.

Pasados varios años, mediante compra, El Bosque pasó a ser de propiedad pública: un tercio de la
comunidad de Castilla y León, uno de la alcaldía de Béjar, otro tercio del Ministerio de Cultura, con
la gran equivocación de la entonces ministra Esperanza Aguirre de donarlo a la alcaldía, quedando esta
en mayoría sin un control equitativo para propuestas ulteriores. Estas fueron: un hotel, un parador, un
campo de golf, etc., según fueron cambiando los sucesivos corregidores. Las actuaciones continúan y
los desaciertos también. Así treinta desesperantes años.

En el jardín del palacio de La Moncloa, destinado a residencia de los sucesivos presidentes del gobier-
no, aparte de piscina, vestuarios y otras lindezas, realizados en pleno jardín en tiempos de anteriores
presidentes, en las bóvedas que sustentan la edificación, restaurada después de la contienda civil, parte
original subterránea que había resistido los ataques en superficie, en 1982, se descubrió la Mantequería
de la joven duquesa Cayetana de Alba del siglo xviii, entonces propietaria del palacete. Una pieza sin-
gular de los jardines pintorescos, sin citar famosos ejemplos extranjeros y alguno nacional, valga como
elemento de ese carácter de utilidad –lo útil es lo bello– el contemporáneo Avispero de El Capricho
de la condesa duquesa de Benavente. Todo descrito en las publicaciones de los Amigos del Arte de los
años veinte del siglo xx.

Ese espacio, usado en el último tercio del siglo xx como almacén de utensilios de limpieza, conserva-
ba su espacio propio y, en él, un friso de azulejos originales, una sencilla chimenea de embocadura de
piedra y las puertas de acceso desde el jardín, entre los arcos que sostienen la terraza superior.

361
Comunicado el hallazgo, y antes de poder obtener mediciones y fotos, quedó bajo las decisiones de
Patrimonio Nacional-Real Casa, propietario del conjunto, y bajo la responsabilidad del gerente Ramón
Andrada, arquitecto, y de su personal asesora, jardinera proyectista. Pocos meses después, se vaciaron
esas estancias y se construyó la Bodeguilla, cocinita con encimeras y cuarto de aseo incluidos, desapa-
reciendo todo rastro de lo anterior, por indefensión.

La arquitecta paisajista, investigadora del jardín por encargo de Carmen Romero de González, había
hallado previamente indicios de la Fuente del Caño completamente enterrada, el sitio fue excavado y
la fuente permanece en su localización original.

La fundación Casa Ducal de Medinaceli, a finales de los noventa del pasado siglo, trasmitió por venta
un palacio tardogótico, y su murado jardín a la alcaldía de Bornos (Cádiz), para su nueva sede, conjunto
situado en pleno centro de la villa. El jardín está separado de dos calles perimetrales por altas tapias,
solo era accesible desde una entrada interior del palacio, aunque era visible desde una terraza lateral
con salida desde la sala principal y a nivel más alto, cuyo fondo quedaba constituido por una galería
columnada con esculturas de Benvenuto Torcello (siglo xvi). Un auténtico jardín reservado, con una ga-
lería única en España (figura 11).

En el lateral murado frontero a la antigua plaza mayor, existían dos altos huecos enrejados por fuera y
cerrados por dentro con batientes de madera, con cerrojos, que permanecían sin abrir hasta las cele-
braciones de Semana Santa.

Cuando pasaban los pasos por la plaza delante del jardín, los propietarios acudían a contemplarlos
reverencialmente a través de dichos ventanos, perpetuando una tradición hondamente andaluza
y señorial. Aparte otras minucias, el arquitecto municipal, por orden del alcalde de turno, cegó
las dos ventanas enrejadas y, a cambio, abrió una puerta en el centro del muro, construyó una

Figura 11. Jardín de los Ribera. Bornos. Fotografía: Jesús Cuevas.

362
escalera para nivelar la calle con la altura del jardín y convertirlo en jardín público. Se construyó
una ancha rampa adosada al palacio para acceder desde el jardín a la galería de Torcello con una
gruesa barandilla de tubo metálico pintado de rojo para posibilitar la subida de sillas de ruedas.

En los últimos años de los setenta del siglo xx, el Real Jardín Botánico de Madrid, mandado cons-
truir en el Paseo del Prado por Carlos III y proyectado por Juan de Villanueva (siglo xviii), con el
beneplácito de su director, Salvador Rivas Martínez, y de todo el equipo científico, fue considerado
anticuado y se procedió a su modernización, suprimiendo el trazado original mediante arranca-
miento de los setos de Buxus sempervirens suffruticosa que perfilaban los caminos y enmarcaban
los fontines que centraban los cuadros de plantación. Se cubrieron las terrazas con césped y se
resaltaron dos únicos caminos: el eje puerta del Rey a la Cátedra de Agricultura y el transversal,
desde la puerta de Villanueva, que unía al jardín con su Gabinete de Ciencias, hoy Museo del Pra-
do, cubriendo ambos con tenis-quick rojo, y construyeron en pleno centro del jardín un nuevo
edificio destinado a aseos públicos.

Los alumnos del curso tercero 1975-1976 de la Escuela de Paisajismo Castillo de Batres habían rea-
lizado un trabajo de investigación histórica y elaborado individualmente una memoria histórica y de
intenciones, con proyecto de restauración personal. Las fotos, realizadas por el alumno de Batres Ri-
cardo Villalta de lo efectuado en el jardín, fueron publicadas en la prensa por el crítico de arte Santiago
Amón y se paralizó la obra de destrucción.

Poco después, Leandro Silva presentó el proyecto realizado por una antigua alumna, ya profesora titu-
lar de la asignatura de Historia del Jardín en la Escuela de Batres, desde octubre de 1976 (hasta 2008),
trabajo con el que Leandro Silva consiguió la restauración del jardín, reinaugurado por Juan Carlos I en
noviembre de 1981. Han sido más de treinta y cinco años de gloriosa restauración, como jardín, como
jardín científico y como jardín histórico, ejemplo para España y para Europa.

Lamentablemente, entre 2017 y 2018 su entonces director, Jesús Muñoz, con olvido de toda la histo-
ria del jardín, de su privilegiada situación y su catalogación como BIC, ya señera, ha propiciado unas
intervenciones innecesarias y antihistóricas en dicho jardín, con alteración del ya consolidado trazado
restaurado de Villanueva, justo en la proximidad de la entrada pública por la puerta de Villanueva. Un
jardín del siglo xviii no puede ser escenario de pruebas novedosas de plantación, no es el lugar ade-
cuado, ni deben mantenerse esos cambios efectuados. Además de instalar en el edificio creado como
Cátedra de Agricultura de Carlos III, en el eje del Pabellón Villanueva, una cafetería y una tienda de
libros y souvenirs. Las mesas y sillas de plástico con sus correspondientes sombrillas a lo largo de la
fachada de los invernáculos de Villanueva. Siguiendo las publicaciones y los miniplanos originales del
Real Jardín Botánico se elaboraron documentos de 18 folios distribuidos al CSIC, ICOMOS, Ministerio
de Cultura, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Grupo San Gil y ABC, sin respuesta hasta
el presente.

No solamente las alteraciones y plantaciones inadecuadas no han sido enmendadas, sino que, con el
nuevo director, Esteban Manrique –desde julio de 2018–, se están llevando a cabo edificaciones ex novo
para alojar un nuevo invernadero, una cafetería, un aula y una tienda en un jardín de 1791, ¡doscien-
tos veintisiete años después! Si es BIC, como si no lo fuera. Los propietarios no son los que deciden y
no lo es solo el CSIC; lo son el Ayuntamiento de Madrid y el Canal de Isabel II. Según la Ley 16/1985 y
el Decreto 111/ 1986, debe decidir el Consejo del Patrimonio Histórico, asimismo sobre el empleo del
1% destinado a la conservación del Patrimonio. ¿Es conservación, es restauración usar el 1% para
construir lo no previamente existente? ¿Está permitido por el Consejo de Patrimonio Histórico, según la
Ley 16/85? El Real Jardín Botánico de Madrid no es solo un jardín científico –de esos existen muchos–
es, tanto o más, un jardín histórico, por su fundador Carlos III, y artístico por su tracista Villanueva –de
esos no hay– y es BIC, no por científico. Lo que, lamentablemente, parecen no considerar los manda-
tarios –temporales– a cargo de un bien patrimonial que debe pasar a las generaciones del futuro, es:
¿cómo, trufado de edificios antihistóricos, destructores de su espacio, de su arte y de su historia?

363
Antes de excavar para cimentar, ¿se han realizado las obligatorias catas arqueológicas en un territorio
delimitado desde el siglo xviii? Ese subsuelo es del Estado, no de los titulares del Real Jardín Botánico.

Déjese al Real Jardín Botánico de 1781 ser un Bien del Patrimonio Histórico de España. Aquellos que
no lo hicieron en 1781 ni lo restauraron en 1981 dejen de pedir consejo a personalidades que en jar-
dines históricos no pasan de ser dignos aficionados. Hagan uno nuevo con todo lo que parece faltarles
en 2019, pero no en el Real Jardín Botánico de Madrid, no es el sitio. Se está repitiendo la historia de
1975. Eso no es tutela del Estado.

El jardín del Real Alcázar de Sevilla se rige por un patronato presidido por el alcalde de Sevilla. Bajo el
mandato de Soledad Becerril, se encargó una investigación y propuesta de restauración, trabajos en-
tregados y aceptados por el patronato, con un intervalo de un mes para el inicio de las obras, por estar
convocadas en ese plazo elecciones municipales, que fueron ganadas por Soledad Becerril. Un acuerdo
entre partidos entregó la alcaldía a Monteserín. En relación al jardín, manifestó que todo lo dispuesto
por su antecesora quedaba sin efecto. En la restauración de una obra artística, máxime de la relevancia
histórica del Real Alcázar, aceptada por un patronato, pagado el arquitecto paisajista, ¿qué injerencia
política, posterior, puede tener efecto en detrimento del jardín y del erario público? ¿La anulación de
un partido político distinto? ¿Estamos en el mundo del arte, de la historia o de las disidencias políti-
cas? ¿La política está al servicio del bien social, en estos casos, del patrimonio de los españoles? ¿O no?
La investigación aludida y la estructura existente en el jardín habían dado como histórico el trazado y
el relato manierista, obra de Bermudo Resta, en el siglo xviii, lamentablemente enmascarado por una
plantación inadecuada y pérdida de los valores causados por el capricho del duque de Montpensier a
finales del siglo xix y posteriores errores en el reinado de Alfonso XIII.

Bajo el nuevo alcalde-presidente, se contrató a una arquitecta que manifestó no entender de plantas y
se incorporó un biólogo. Ninguno tenía formación de historia del jardín ni de restauración histórica de
jardines. Ejemplo de su actuación: en el antiguo corral de los puercos, luego de la leña, Felipe II mandó
plantar 168 naranjos y llamarlo Corral de las Flores. Era un rey antófilo y amante de las quintaesencias.

La investigación –época Becerril– había calculado la posibilidad de plantar ese número, en ese espa-
cio, llegando a la propuesta de utilizar Citrus aurantiifolia x fortunella, por su reducido tamaño y lento
crecimiento, floración y fructificación delicadas, a la par de su perfume. Un pequeño jardín de crucero,
murado por sus cuatro lados, a modo de bajo manto de naranjos, sin macizar el espacio. Ajenos a estos
detalles, los responsables de la restauración han plantado en cada área cuatro naranjos, Citrus auran-
tium l, unos dieciséis que, ya crecidos, cierran el espacio, tapan el grutesco de Resta y el aljibe lateral,
etc. Cuando todos los muros del Real Alcázar están con plantación de naranjos en espaldera, con la
tradición española desde los siglos xv y xvi, de «enmurar» con naranjos. Amén de otras equivocaciones,
decisiones inadecuadas, despilfarro y patrimonio perdido. Política versus arte.

En junio de 1976 se pudo observar en las proximidades de la entrada al Parque de Madrid, ex Buen
Retiro, en la Plaza de la Independencia, que empezaban a desaparecer los setos de Viburnun tinus l, ca-
racterísticos de este jardín desde su recuperación a finales del siglo xix y principios del xx. Originales
del proyecto de restauración del director ingeniero agrónomo de los jardines y arbolado de las calles del
Ayuntamiento de Madrid, Celedonio Rodrigáñez, después de la destrucción de todo lo sucedido a lo largo
del siglo xix.

La plantación de setos de Viburnum había alcanzado casi metro y medio, convirtiendo el jardín en un
espacio defendido y diferenciado, visual, aérea y acústicamente, del tráfago exterior, los setos bor-
deaban los bosquetes, constituidos por plantación arbustiva y grandes árboles caducifolios y especies
exóticas perennifolias, regado a manta por caceras. Eran islotes de verdor y de frescor, no accesibles,
que respondían a un criterio histórico, entre las alineaciones de árboles a lo largo de las calles. Todo
con cierto aire romántico finisecular.

En 1976, la supresión de setos desestructuró la compartimentación de los bosquetes, sustituida su


plantación por césped sin fronteras, el riego a manta pasó a ser por aspersores, de profundidad leve y

364
ruido repetitivo. Murieron multitud de grandes ejemplares, muertes silenciadas. El público invadió las
zonas encespedadas, aparecieron las calvas, que se intensificaron con el verano mesetario. La supre-
sión de setos llegó a ser casi total en época del jefe de parques y jardines del Ayuntamiento de Madrid
del momento y siguientes. La reacción fue tardía y se procedió a la restauración de setos por la zona
de planteles. Ahora se ven zonas de plantación bordeadas de pletinas de acero corten o similar, en un
jardín del xvii o del xix, extensas superficies rectangulares encespedadas, inexplicables, construcciones
en la escalinata del monumento a Alfonso xii para resguardo de piraguas, en el estanque de Felipe II
¿cabe mayor despropósito?

Es el parking anacrónico y heterogéneo de monumentos escultóricos conmemorativos de personalida-


des, sin conexión con el pasado del jardín, que han encontrado dónde ubicarse por ese razonamiento
de cierto funcionariado de cortas miras: «aquí hay sitio». Alguno de los Caprichos de Fernando VII pasó
a ser espacio para espectáculos. La Casa de Vacas, donde se bebía leche en algunos momentos del día,
es un enorme palacete de una cursilería y falsedad externas insoportables, que alberga otro auditorio
más. La Casa de Fieras, la más antigua de Europa, existente hasta mediados del siglo xx, tenía que ha-
ber conservado sus instalaciones en memoria de esa rareza –era de rigor, sin sus antiguos ocupantes–.

Las magníficas jaulas de los felinos con los barrotes de época de hierro batido, aplicados a otros
posibles menesteres temporales, un documento a no hacer desaparecer borrando la memoria de
lo auténtico y no seguir construyendo pabelloncitos de metal y cristal. Ni hacer un zoo en la des-
virtuada Casa de Campo en la segunda mitad del siglo xx.

Entran en esta evolución actual negativa de jardines históricos de España un largo número de ca-
sos que se van a referir someramente:

Otro caso es el del Carmen de los Mártires de Granada, origen anterior a la entrega de la Alhambra,
instaurado un convento de Jerónimos por Isabel I, con presencia de San Juan de la Cruz. Convertido
por la desamortización en jardín romántico, con propietarios en el xix como el general Castaño, el bel-
ga Meersmans, en el xx el duque del Infantado, su hija la priora jerónima sor Cristina y, finalmente, el
Ayuntamiento de Granada, que procedió a su destrucción dirigida por el concejal de Parques y Jardines
de 1981. Ante el clamor oficial, por parte de la arquitecta Ana Iglesias de la Dirección General de Be-
llas Artes, responsable de Andalucía Oriental, y el popular, se encargó una investigación histórica y un
proyecto de restauración.

Este trabajo se presentó a los Premios de la Conservation Foundation, presidida por el duque de Edim-
burgo, en la primera convocatoria donde se admitió a España.

El premio fue para ese trabajo de investigación y proyecto de restauración. Durante los preparativos
para iniciar la restauración, intervino un grupo de biólogos de la Universidad de Granada, capitaneados
por José Tito y otros; convencieron al alcalde de que necesitaban un campus para su facultad y querían
convertir Los Mártires en un bosque mediterráneo, propuesta que fue aceptada con su correspondiente
dotación presupuestaria.

A este biólogo granadino se le encargó la restauración del Generalife, se mantuvo cerrado al público
durante varios años, se excavó y se rehízo como la anterior restauración de Bermúdez Pareja de 1958.

Anterior a esa obra, el Generalife ya había perdido su verdadera esencia. Los bancales, que antaño
fueron destino de huertos, se camuflaron con unos jardines pseudo «araboandalucíes», con para-
mentos de cipreses recortados, planteles de floración variada, dominada por rosales de pie alto,
creación francesa del siglo xix, profusión de tiestos con geranios, oriundos de Sudáfrica, de intro-
ducción decimonónica en Europa.

Estanques bordeados de equívocos surtidores, no islámicos sino romanos –zampilli–. Realización


de un auditorio inservible, donde el frío y la humedad nocturnos desafinaban los instrumentos de

365
cuerda, provocaban afonías a los cantantes y rigidez en la musculatura de los bailarines, causan-
te de caídas. Gran despilfarro. Construcción de una macroentrada propia de un campo de fútbol:
desconocimiento, destrucción y desamparo. Desatinos sumamente onerosos.

En Palma del Río (Córdoba), el convento de clarisas del siglo xv, una vez desafectado, pasó a ser
la futura sede del ayuntamiento palmeño. Además de iglesia, convento y cementerio constaba
de una huerta, un lavadero cubierto y un manantial, todo cerrado por muralla almohade, en el
centro de la villa. La propuesta del arquitecto municipal fue solar la huerta y ubicar en una depen-
dencia conventual una cafetería pública y una hospedería, practicando una puerta en la muralla
para acceso directo desde la calle. A la concejala de Cultura le pareció conveniente enviar a una
especialista de restauración de jardines históricos un plano de estas modificaciones. Aparte de
otras consideraciones sobre que un ayuntamiento con dinero público hiciese la competencia a es-
tablecimientos de esa índole con capital privado, una huerta solada era un contrasentido, con las
mesitas y las sombrillas aparentes en el plano remitido.

Se realizó una investigación, un proyecto rehaciendo un jardín-huerta medieval, con aljibe, caceras
y emparrados con vides para dar sombra a los visitantes, quedó terminado y pagado. Poco des-
pués, el alcalde mandó deshacer todo y, en ese espacio, construir una piscina «porque en Palma
hacía mucho calor y así en verano puedo refrescarme desde mi despacho».

La pérdida del Patrimonio Histórico compuesto por la belleza de los jardines de España es penosa.
Se ha evitado la comparación con los de países europeos, algunos arrasados en la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945), que han procedido a la restauración, reconstrucción, mantenimiento ejem-
plares, de jardines casi desaparecidos o tergiversados.

A continuación, se enumeran algunos jardines de España en abandono o con actuaciones contra-


producentes, sin detallar por no alargar este escrito. Aparte de los anteriormente descritos, son: La
Casa de Campo; jardín de Felipe III; jardín de Cadalso de los Vidrios1; jardín del palacio de Algete;
jardín del palacio de Miramar; jardín y huerta de Canet; jardín de Raxa; jardín de Gourié; jardín
de la Fábrica de Paños de Carlos III; jardín de La Casita de El Pardo; jardín del palacio de Boadilla
del Monte; jardín de El Retiro de Málaga; claustro del Monasterio de Guadalupe; jardín de Santa
Clotilde y su ex preservado paisaje circundante; el Campo del Moro; jardín del Emperador del Mo-
nasterio de Yuste, y otros.

Entre los jardines históricos restaurados de manera ejemplar, merece mención especial el Laberinto de
Horta en Barcelona.

De creación privada por el marqués de Alfarrás al final del siglo xix, reúne las dos tendencias clave de
aquella época: el neoclasicismo y el paisajismo.

Su elemento principal es un extenso laberinto compuesto por altos setos de ciprés, con esculturas de
terracota dedicadas al amor. Sobrevolado por una terraza en su parte superior, con dos templetes en
forma de tholos, uno a cada extremo, desde donde contemplar el conjunto laberíntico sin adivinar el
misterio de su recorrido. Otra terraza más arriba presenta un pabellón de traza clásica, con función
de embarcadero para navegar en el posterior estanque cuadrado, bordeado de una terraza perimetral,
donde predominan elementos arquitectónicos y escultóricos de terracota.

En un lateral, siguiendo el desnivel natural, se desarrolla un trazado y plantación de jardín paisajista,


naturalista o pintoresco de carácter rural, resaltado por algunos elementos naturalistas característicos
de la época. Cuando pasó a propiedad del ayuntamiento como jardín público, después de recuperar sus
elementos físicos, el equipo restaurador optó por situar extramuros todos los servicios que la sociedad
demanda, a las puertas del jardín histórico murado, con horario de cierre y entrada de pago y ni uno
en el interior del jardín, obra de arte dieciochesca. Todos: taquilla, tienda, chiringuito, juegos infantiles,
servicios sanitarios, zona de picnic, bancos de uso a la entrada o a la salida, nunca dentro.

366
Como ejemplo de titularidad privada, actualmente gestionado por la Fundación Casa Ducal de Medin-
aceli, es el jardín y las huertas del Palacio de Oca en La Estrada (Pontevedra).

No solamente se ha mantenido desde el siglo xvi en la misma familia, sino que asume, además, un
excepcional trazado del exquisito barroco gallego y una participación decimonónica. Elemento sobre-
saliente es la ría bordeada de muretes de granito con bolas y merlones en punta.

La cruza un puente-sala-mirador con columnas de granito que sostienen pontones de madera de


castaño, renovados en continuidad, emparrado que constituye un dosel cubierto de Vitis vinifera l, lo-
grándose una delicada estancia y, a cada lado, un espectáculo incomparable. En la ría navegan dos islas
graníticas en forma de barco, donde aparecen figuras pétreas de marinos dieciochescos y, mediante
una plantación en espaldera de Citrus aurantium 1, según los legajos, se conforma a modo de velamen
para estas embarcaciones. En los caminos de tierra de la antigua huerta, toda murada, se han recupe-
rado los emparrados que antaño los cubrían, rehaciéndolos enteramente de madera de castaño, donde
trepa la Vitis vinifera l.

Se pudo salvar el bosque de Guillufe, secular robledal con ancestral romería, dentro de la propiedad
ducal, que el proyecto de la autovía Orense-Santiago literalmente borraba del mapa. Lo que demuestra
que cuando una propiedad atenta se pertrecha de ayudas y razonamientos documentados puede ser
atendida.

Esta misma Casa Ducal, recientemente ha recuperado en la Casa de Pilatos, en Sevilla, el jardín mayor
y más antiguo y un gran patio, respetando su trazado de crucero y proveyéndole de una plantación
acorde a su pasado renacentista.

La Granja del Señor de Ortigueira, el conocido Pazo de Santa Cruz de Rivadulla, sin salir de la misma
familia desde hace más de quinientos años, mantiene un jardín reservado de trazado aterrazado rena-
centista. Es mundialmente conocido el Paseo de las Novias, con plantación alineada de una colección
de árboles de Camelia japónica L. desde finales del siglo xviii. Un paseo de bojes seculares, con ramaje
formando una alta bóveda de verdor que conduce al estanque donde se reflejan gigantescos Lirio-
dendron tulipifera L, su agua retenida proveía de fuerza al molino inferior, para derramarse en arroyo
sinuoso, con cascadas y remansos, donde se desarrolla un descendente jardín pintoresco con tupido
bosque y piedras afelpadas de musgo, donde el silencio delata la caída de una hoja. Para llegar a la pla-
zuela, donde se alzan, orgullosas, dos Washingtonia filifera (Linden) Wendland, inalcanzables. Su antigua
huerta, cuarteada de olivos, guarda una larga calle con estos árboles de gran antigüedad y localización
septentrional anómala.

El pazo de Mariñán, de origen privado, pertenece a la Diputación de la Coruña. Sus cuadros de bojes
de dibujos alfombrados, recortados a la perfección, se desarrollan a lo largo de la ría de Betanzos, pro-
longados en una secuencia de jardín pintoresco con una colección de camelios, donde, en lo peor del
año, refulgen sus flores, una huerta aterrazada descendente para continuar en un bosque de variados
eucaliptos australianos que crujen y perfuman al andar, todo bordeado por la anchura de la verdinegra
agua mansa y la ribera frontera entrevista entre nieblas.

Una de las primeras restauraciones bien realizadas de jardín histórico de origen privado, que pasó a
municipal y público, es el jardín de Monforte en Valencia. Mantiene su contenido tamaño, propio de la
alta burguesía del xix, y delicado pabellón de uso parcial, su jardín denota haber sido el interés principal
del creador, el ya titulado marqués de San Juan, con entrada de perfiles de ciprés de aire neoclásico,
estatuas de mármol de Carrara, y una montaña artificial con estanque sinuoso, propio del jardín pai-
sajista pintoresco.

Córdoba mantiene casi en secreto un conjunto extraordinario de propiedad privada, en estrecha calle,
muros inhibidores de la curiosidad, la cerrada, la silenciosa casa de los Arruzos, de origen hispano islá-
mico, donde se enredan sus salas palaciegas abiertas a galerías columnadas que, zigzagueantes, dan a

367
Figura 12. Jardines del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, Fotografía: Jesús Herrero.

mínimos patios con fuentes susurrantes rodeadas de árboles frutales y a otros jardines con aljibes, en
sucesión máclica, estado perfecto, solitario, irreal, que corta la respiración.

Asimismo, merecen ser nombrados como jardines históricos por su mantenimiento, orgullo de España,
además de los referidos en este escrito, los siguientes: el jardín Botánico de Marimurta; el jardín de la Fun-
dación Selgas-Fagalde2; el claustro del Monasterio de San Lorenzo; los jardines de la Casa de las Rejas de
don Gome; el jardín de Son Moragues; el jardín de Alfabia; el Parc Guell; el parque del Oeste; el Capricho
o Alameda de Osuna; el Cigarral de Menores; la almunia del palacio de Galiana; el jardín de la Casa Fuerte
de Rubianes; el jardín de la Casa Cambó; el jardín de las Sirenas; el jardín de la Casa Zóbel; los jardines del
Monasterio de Las Nieves; la Concepción Jardín Botánico Histórico; los jardines de las Casitas de Arriba y
de Abajo; el jardín de la Granja de San Ildefonso (figura 12), y otros.

Las anteriores enumeraciones, no exhaustivas, reflejan sin lugar a dudas que los jardines de titularidad
privada reciben una superior atención en mantenimiento y adecuada restauración por sus propietarios,
frente a los gestionados oficialmente.

Un jardín histórico privado, declarado BIC, no puede ser alterado, está obligado a su conservación o su
restauración, apertura al público de dos horas a la semana y todo a costa del propietario, con posible
expropiación. ¿Dura ley o injusta ley?

Un jardín histórico oficial declarado BIC cuenta para el cumplimiento de conservación, restauración,
control de visitas con los presupuestos del Estado. ¿Incentiva esta injusta situación la conservación

368
de bienes, generalmente de transmisión familiar, o procura el abandono y la venta? Incluso la posible
expropiación. Y su ya demostrada pérdida de autenticidad al cambiar de titularidad. ¿Quién conoce
mejor su jardín y está más emocionalmente comprometido, el propietario o el mandatario casual? ¿Es
esto una mejora del Patrimonio Histórico Artístico de España?

Y, finalmente, ¿sale ganando el público, el visitante, el pueblo, el turista? ¿El jardín? El Estado debe-
ría estudiar protección, ayudas, mecenazgos, etc., para los jardines privados BIC, que no son ninguna
bicoca para sus dueños, o promocionar la creación de entidades o asociaciones que lo consigan. Los
propietarios privados se ven abocados, en múltiples ejemplos conocidos, a alquilarlos para eventos
sociales, cada vez con mayor frecuencia y continuidad ¿Si existe la exención de impuestos, si las ganan-
cias por ese uso dejan un remanente, ¿revierte alguna parte en la recuperación del jardín?

De la misma manera que no se han citado en este escrito comparaciones con jardines extranjeros, se
renuncia a la enumeración de los generosos y eficaces sistemas creados en otros países cercanos para
la mejora de sus jardines históricos y la consideración de los singulares. Créense inteligentes, genero-
sos y eficaces métodos propios de España.

La contemplación, en la Ley 16/1985, de protección del entorno debería quedar provista de mayor
efecto. El paisaje circundante puede incorporarse en un jardín histórico como paisaje no deseado, pai-
saje impuesto, opresivo e invasor.

El Parque de Madrid, ex Buen Retiro, con el rascacielos de apartamentos cercano a su ángulo noroeste,
del que se beneficiaron en la venta por las vistas sobre el Retiro, es un permanente agravio sobrevo-
lando su espacio.

El Real Jardín Botánico de Madrid tiene varios edificios de viviendas incidiendo territorial y visualmen-
te, con sus fachadas traseras, otros con terrazas, verdaderas plateas sobre el jardín. Beneficio para los
habitantes de esos pisos. ¿Pérdida para...? Monforte, en Valencia, realizado inicialmente a las afueras
de la ciudad, cuando llegó la protección del entorno ya tenía un círculo de rascacielos coronándolo.
Esas vistas enriquecedoras para el vendedor no reportan bien alguno al jardín histórico, sin contar con
su beneplácito y sin una compensación para el mismo. Es una usurpación estética no consentida, que
se habrá de considerar en el futuro.

El Instituto del Patrimonio Cultural de España tiene una ocasión única y un deber con el patrimonio de
España, la de interrumpir los más de cincuenta años perdidos: abogar por una formación específica y
exhaustiva de una profesión nueva, que reclama una carrera nueva, sin componendas engañosas, la
de arquitecto paisajista. Una enseñanza mínima de cuatro años y una especialidad optativa en restau-
ración de jardines históricos, más una reválida para ostentar el título y acabar con el intrusismo. Exigir
mayor deontología profesional, desterrar el amiguismo, los contactos como méritos, el nepotismo, las
subvenciones unilaterales, los trueques, etc. Incentivar la preparación, el talento y la entrega. Solicitar
la creación de un equipo consultor y supervisor para todo el territorio nacional.

Notas
1
Privados, en origen o posteriormente.
2
Origen privado.

369
Prácticas en Aranjuez para la obtención de imágenes tridimensionales del paisaje.

370
Nuevas técnicas documentales
al servicio del paisaje

371
Foto áerea de la presa de Alcántara. Fototeca IPCE.

372
Hacia un hiperatlas para el conocimiento y
difusión de los paisajes culturales españoles
Francisco Arques
Grupo de Investigación Paisaje Cultural. Universidad Politécnica de Madrid.
[email protected]

Nicolás Mariné
Grupo de Investigación Paisaje Cultural. Universidad Politécnica de Madrid.
[email protected]

Resumen
El presente artículo propone una reflexión en torno a los objetivos y desarrollo del proyecto Narrando Paisajes (www.100pai-
sajes.es), llevado a cabo por el Grupo de Investigación Paisaje Cultural de la Universidad Politécnica de Madrid (GIPC-UPM) y
el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE). El proyecto consiste en la elaboración de un medio virtual que permite
el conocimiento e investigación de diversos paisajes culturales españoles. Analizamos aquí su operatividad, el tipo de infor-
mación que contiene y su significado como modelo para el estudio del patrimonio cultural.

Palabras clave
Paisaje cultural, hiperatlas, modelo cartográfico, plataforma virtual.

Abstract
The present article consists of a reflection about the objectives and development of the project Narrando Paisajes
(www.100paisajes.es). The work has been developed by the Cultural Landscape Research Group of the Polytechnic Univer-
sity of Madrid and the Spanish Cultural Heritage Institute. The project consists in a virtual medium that allows the research
of various Spanish cultural landscapes. We analyze here its operability, the type of information it contains and its meaning
as a tool to study cultural heritage.

Keywords
Cultural Landscape, hyperatlas, cartographic model, virtual platform.

Introducción

El Plan Nacional de Paisajes Culturales (PNPC) explica el paisaje cultural como «el resultado de la in-
teracción en el tiempo de las personas y el medio natural, cuya expresión es un territorio percibido y
valorado por sus cualidades culturales, producto de un proceso y soporte de la identidad de una co-
munidad» (IPCE, 2012, citado en Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2015: 25). Entender esta
expresión como la tipificación de una figura patrimonial más sería un acto superficial. Como vamos a
ver, la definición comprende todos los factores que alejan al paisaje de ser, simplemente, otro elemen-
to a proteger.

Al hablarnos de interacción entre personas y medio, vemos que el Plan entiende el paisaje como algo
que abarca dinámicas físicas, bióticas y socioeconómicas. Por tanto, es visto como algo que se confor-
ma mediante la acción combinada de diversidad de sistemas cuyo estudio y gestión ha de afrontarse
multidisciplinarmente. Además, la referencia al tiempo y al proceso nos hace entender que esta interac-
ción no se reduce a un estado actual, sino que es continua: ha sucedido, sucede y sucederá. Lejos de
ser algo que se pueda congelar en el tiempo, el paisaje es la convivencia diacrónica de fenómenos en
permanente evolución.

373
Por otro lado, las palabras percepción, valor e identidad nos llevan a la consideración de que el paisaje
no es tal sin un aspecto psicológico-humano. Ya sea a través del conocimiento multisensorial que pue-
da desarrollar un individuo inmerso en un medio físico; a través de la acumulación de representaciones
de un lugar (literarias, pictóricas, científicas, etc.) que alteran nuestro propio entendimiento del mismo,
o a través de la comprensión común de un conjunto de personas que habitan y explotan un medio
determinado, el paisaje es identidad. Es más, se podría decir que el paisaje es una suma histórica de
identidades; reflejo de afectos, ideales y creencias tanto pasadas como presentes, tanto individuales
como colectivas.

A través de la definición del PNPC, el paisaje se define mediante lo que algunos autores reconocen
como sus componentes fundamentales: la sistémica, la procesual, la perceptiva y la cultural (Nijhuis,
2013). A nivel internacional, nociones similares quedan reflejadas en el Convenio Europeo del Paisaje
y en las Directrices Prácticas para la aplicación de la Convención del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Mientras que el primer texto refiere estas ideas a la continuidad de la corteza terrestre (Déjeant-Pons,
2006), el segundo abarca aquellos lugares que, insertos en dicha continuidad, se consideren de especial
singularidad (Aplin, 2007). Ambos documentos son el fundamento del PNPC y el punto de partida para
entender el paisaje cultural como un elemento de gran complejidad. Su salvaguarda, por tanto, ha sido
vista como una necesidad nueva que supera a la vez los métodos propios de la gestión patrimonial y
los instrumentos de protección del medio biótico (Phillips, 2003).

Por esto, el paisaje cultural acarrea múltiples dificultades que van desde su estudio (Fowler, 2003) y ges-
tión (Mitchell; Rössler y Tricaud, 2009) hasta la manera en la que ha de ser conceptualizado (Jacques,
1995). Entender los conflictos y tendencias derivadas de esta figura patrimonial es una tarea que está
fuera de las intenciones de este artículo. Para lo aquí expuesto, basta centrarse en dos necesidades ex-
presadas ya en los objetivos del mismo PNPC: la de desarrollar modelos consensuados que permitan
abordar los paisajes culturales en sus múltiples dimensiones y la de hacer accesible a la sociedad el co-
nocimiento tanto de la figura en general como de cada uno de los paisajes en particular.

Ambas preocupaciones han sido ya abordadas en ámbitos nacionales e internacionales. La necesi-


dad de superar modelos de estudio tradicionales y estandarizados en pos de formas de estudio más
inclusivas fue detectada ya por ICOMOS (2004) una década después del reconocimiento del paisaje
cultural en las Directrices de la UNESCO. En el ámbito nacional, el Observatori del Paisatje de Cata-
luña ha hecho también notables intentos en pos del desarrollo de herramientas colaborativas para
estudiar y gestionar el paisaje (Nogué et al., 2013; Nogué, Sala y Grau, 2016). Simultáneamente, el
Laboratorio del Paisaje del Instituto del Patrimonio Histórico Andaluz, ha compaginado en su labor
aspectos científicos con otros de difusión social (Ghislanzoni et al., 2012). Dado que el paisaje es un
patrimonio comunitario y habitable, que influye tanto en oriundos como en foráneos, la implicación
de la población en su conocimiento y salvaguarda es necesaria para poder implementar políticas de
gestión adecuadas.

El proyecto que aquí se expone trata de hacer frente a ambas cuestiones desarrollando una plataforma
online que hace las veces de exposición y de herramienta de estudio de los paisajes culturales espa-
ñoles. Bajo el título Narrando Paisajes (www.100paisajes.es) se estructura un medio virtual que recoge
datos espaciales, técnicos, históricos y perceptivos de lugares de interés para el conjunto de la comu-
nidad científica y de la población en general. Estos lugares fueron seleccionados previamente por el
IPCE y las comunidades autónomas, y quedaron recogidos en el libro 100 paisajes culturales en España
(Cruz, y Carrión, 2015). La labor que aquí se explica, llevada a cabo por un conjunto de investigadores
del GIPC-UPM, ha consistido en diseñar y desarrollar un medio que permita acceder y estudiar dichos
paisajes a través de Internet.

¿Narrando paisajes?

Mediante el título de la plataforma virtual, hemos mantenido una cierta ambigüedad en la posición to-
mada respecto a las dos necesidades que se plantean en la introducción. La idea de narración implica
como condición previa la asignación de los roles del narrador y del narratario, hacia el cual se orienta

374
el contenido y el modo de transmitirlo. Asimismo, narrar implica construir un discurso que oriente la
percepción del objeto narrado (Prince, 1982). Estamos de esta forma ante una cuestión imposible de
separar, la narración del trasfondo cultural o la conducción ideológica, algo que se presenta también
en los relatos orientados a transmitir los valores del paisaje (Mitchell, 2002). Sin menospreciar otros
intentos posibles de difusión que ofrezcan una descripción ordenada de determinados lugares, de su
evolución histórica y de sus valores, el propósito de nuestra plataforma es, en la mayor medida posible,
no preestablecer maneras de aproximarse al paisaje, sino permitir su multiplicidad.

En este sentido, el objetivo de partida es crear un medio que, más que narrar paisajes, permita cons-
truir narrativas. Como idea inicial, se considera que cada uno de los paisajes culturales presentados
tiene una complejidad inherente que quedaría reducida si se encajara en un relato único. Frente a una
forma de adquisición de conocimiento lineal, basada en un mensaje concreto con principio y fin, se
apuesta por una forma de aprendizaje de base dialéctica multidireccional y continuada. En este sen-
tido, no hemos desarrollado un producto unívoco, sino una estructura que permite la posibilidad de
interactuar con diversos elementos, siendo el mismo usuario quien controla su relación.

Llegados aquí, se puede argumentar que la elección de qué tipo de información se incluye es ya en sí
misma un acto que va a condicionar el entendimiento de cada lugar. Sin embargo, nuestra manera de
plantear la plataforma intenta evitar esto a la vez que responde a la necesidad de generar instrumentos
que permitan un espacio común a los diversos profesionales del paisaje. Al plantearse un sistema para
recoger información y no un producto acabado, la estructura que ordena la información de los distintos
paisajes es abierta también en su posibilidad de ampliación. De este modo, se permite la incorporación
en el tiempo de datos escritos, gráficos o audiovisuales relacionados con cualquiera de las disciplinas
vinculadas al estudio del paisaje. La nueva información, sumada a la anterior, permitirá la creación de
otras narrativas y la construcción de un entendimiento más profundo de cada lugar.

La estructura abierta de la plataforma se concibe con dos escalas, una nacional y otra local. La primera
permite la relación de los paisajes entre sí y con otros elementos de interés, mientras que la segunda
profundiza en los aspectos particulares de cada uno de ellos. Como se explica a continuación, estas
escalas no son inalterables, ya que el modo en que la interfaz ha sido pensada permite encontrar es-
calas intermedias.

De la interfaz multicomponente al hiperatlas

La plataforma formaliza la estructura que acabamos de explicar en lo que algunos autores han deno-
minado interfaz cartográfica multicomponente (Opach, 2013). Dado que el usuario va a manejar datos
espaciales, se le facilita dicho manejo mediante una serie de controladores preestablecidos que per-
miten operar con diversos objetos. La plataforma se organiza a partir del mapa que vemos en la figura
1. En este espacio cartográfico se conforman las distintas relaciones a escala nacional que el usuario
puede encontrar mediante una serie de controles de atributos que permiten lecturas transversales. Por
otro lado, activando capas adicionales se puede observar la ubicación de los paisajes en relación a es-
tructuras físicas o políticas de orden nacional, como caminos históricos, ríos o los lugares protegidos
en el territorio nacional que se muestran en la figura 2.

La manera de representar los paisajes a esta escala ha sido objeto de discusión, tanto en las reuniones
internas del equipo de investigación como en las exposiciones públicas que se han hecho del proyecto.
Dada la disparidad, tanto de tamaño como de naturaleza, del conjunto de lugares seleccionados (De
Miguel, 2015), se toma la decisión de representar todos los paisajes mediante la misma geometría. La
intención es poner énfasis en el hecho de que todos ellos, aunque diferentes, se engloban dentro de
la figura de paisaje cultural; se decide recurrir así a la representación adimensional que proporciona el
punto. De manera que ni se incurre en el problema de la espacialización precisa de cada lugar, ni se
establece una frontera claramente delimitada, lo cual podría suponer conflictos de índole política. Una
cuestión similar se planteó durante la elaboración del mapa de los paisajes culturales de Polonia, en el
que, para poder representar un elemento de bordes imprecisos, se recurre al punto a partir de cierta es-
cala (Opach, 2004). Para resolver, en la medida de lo posible, la paradoja formal de tener que recurrir a lo

375
Figura 1. Página principal de la plataforma Narrando Paisajes, con un mapa de España en el que se localizan los
100 paisajes culturales. Fuente: Elaboración propia.

Figura 2. Capa de espacios naturales protegidos. Fuente: Elaboración propia.

adimensional -punto- para representar lo multidimensional –paisaje– se propone en nuestra platafor-


ma virtual un cambio en la textura del mapa una vez se hace zoom sobre él. Al aumentar la escala del
visor, el usuario puede observar una ortofoto en la que ya se distinguen diversos atributos del paisaje.

Para establecer relaciones entre los distintos paisajes mapeados se emplean una serie de característi-
cas asociadas a cada uno. Por un lado, tenemos el llamado carácter dominante que queda establecido
en la publicación de los 100 paisajes y que se divide en cuatro grupos: paisajes agrícolas, ganaderos y
forestales; paisajes industriales; paisajes urbanos, históricos y defensivos; y paisajes simbólicos (Cruz
y Carrión, 2015). Además, hemos considerado como característica añadida la presencia de aquellas
actividades que el PNPC define como «de mayor capacidad configuradora de paisajes culturales» (IPCE,
2012: 27). Consideramos que estas, aunque no dominen el carácter del paisaje, sí que están presentes
en él. Se expone de este modo la idea de que los paisajes son entes conformados por la interactuación

376
de las diversas maneras que el hombre ha tenido de relacionarse con su entorno (Fernández Cacho
et al., 2010) y, por tanto, son susceptibles de ser en mayor o menor medida heterogéneos (Mitchell,
Rössler y Tricaud, 2009). Por ejemplo, en la figura 3 vemos que, dentro de las cuatro categorías men-
cionadas, a) la presencia de sistemas urbanos no se limitan solo a la categoría de lo urbano, b) la
asociación de los paisajes con acontecimientos históricos es escasa y c) la actividad comercial está pre-
sente de manera equitativa.

Figura 3. Clasificación por actividades: a) Sistemas urbanos o asentamientos históricos; b) Escenarios asociados a
acontecimientos históricos, y c) Actividades de intercambio, comerciales. Fuente: Elaboración propia.

Cada punto del mapa, a su vez, da acceso a la llamada escala local. Es aquí donde la relación entre
paisajes se pierde en favor de un acercamiento a las propiedades particulares de cada uno. Una de las
decisiones principales a la hora de desarrollar esta escala ha sido la de no estandarizar la información
presentada, fomentando precisamente la variedad de acercamientos a un lugar de estas característi-
cas. El conjunto de documentación presentada se compone de textos, mapas, ortofotografías históricas
y contemporáneas y fotografías y vídeos tanto de usuarios particulares como de películas o archivos.
Además, ninguno de estos documentos es de elaboración propia, enfatizando el espíritu de la platafor-
ma como elemento que permite almacenar y relacionar de manera ordenada información de cualquier
tipo.

Si bien se presenta información de carácter técnico, como fichas clasificatorias o bibliografía cien-
tífica, se trata también de que la variedad documental refleje el aspecto sensorial y significante del
paisaje cultural. Como hemos dicho, estamos ante una colección de bienes cuyo aspecto psicológico-
perceptivo es tan importante como el físico o el técnico. Se permite por tanto al usuario que interiorice
sensaciones producto de la inmersión individual en el paisaje o que asimile su significado complejo a
través de representaciones artísticas y documentales.

Si miramos, por ejemplo, el paisaje de La Geria, en Lanzarote, vemos que se conforma principalmente
por largas extensiones de viñedos en los que las cepas se protegen del viento mediante muros cons-
truidos en seco con roca volcánica. Los patrones que forman dichas construcciones y la textura de la
roca negra se muestran en la plataforma mediante vídeos promocionales producidos por la televisión
autonómica que presentan desde la construcción de los muros hasta el anuncio de carreras y ferias vi-
nícolas o vistas mediante dron (figura 4).

Este tipo de información audiovisual contrasta, por ejemplo, con la empleada en el paisaje de las pa-
lomeras de Etxalar, en Navarra. Aquí, el paisaje se conforma por la actividad cinegética que se lleva a
cabo una vez al año, aprovechando la época en la que bandadas de palomas migran desde Francia.
La técnica de caza empleada es muy rudimentaria y sigue un sistema de códigos sonoros y elementos
arrojadizos que los cazadores emplean, subidos a diversas torres, para dirigir a las palomas hasta unas
redes que las atrapan. El procedimiento es tan singular que fue aprovechado por Orson Welles para
explicar la frontera entre Francia y España en una serie documental sobre Europa que realizó a media-
dos del siglo xx. En la plataforma, el usuario puede acceder a dicho documental, que en cierta manera
idealiza una práctica centenaria, y contrastarlo con otros vídeos, de autoría anónima, en los que se

377
Figura 4a. Vista aérea. Fotografía: Harry Figura 4b. Construcción de uno de los muros.
Mateman. Fotografía: Videoactivo Servicios Audiovisuales.

aprecian aspectos concretos, como el sistema de avisos sonoros, el lanzamiento de distintos artefactos
a los grupos de palomas o el momento final en el que se dejan caer las redes (figura 5). Así, la lectura
poética de Welles, que describe este momento último como aquel en que «se saca a las palomas del
cielo con una red, como a los peces» (Welles, 1955), se puede sumar a la lectura técnica de la explica-
ción del proceso o incluso a la lectura sensorial que proporciona el mundo sonoro que se activa en un
momento muy concreto del año.

Figura 5a y b. Documental Around the World with Orson Figura 5c. Empleo actual de elemento
Welles: Pays Basque I. Orson Welles, 1955. arrojadizo. Fotografía: Caza y pesca
NAVARRA, 2015.

La información de origen documental también se trata en el paisaje de los Arribes del Duero, tramo
fronterizo de este río en el que, lo largo del siglo xx, se construyeron multitud de presas y embalses.
El proceso de realización de la obra civil durante el franquismo quedó plasmado en una serie de gra-
baciones de importantes realizadores españoles, como Fernando López Heptener. En la plataforma, al
pinchar sobre cada presa aparece un vídeo que permite apreciar la escala del lugar y de la obra, así
como las dificultades que hubo que sortear para salvar la topografía o controlar los caudales de agua
(figura 6). Estos vídeos, amén de documento histórico, son testamento fehaciente de cómo se empleó
entonces el imaginario de la industria de la energía en España para ensalzar la acción política y el pro-
greso de la nación (De la O, 2016).

Mediante estos documentales, la plataforma permite entender el paisaje como metáfora poética o re-
flejo del poder. Además, se incluye una tercera categoría de representación artística audiovisual: las
películas. Esta forma de relectura de un paisaje consiste en la utilización de un lugar para representar
un hecho ficticio; idea que no puede quedar mejor reflejada que en el paisaje del desierto de Tabernas
en Almería. El desierto (figura 7) ha sido durante décadas el escenario de centenares de películas como

378
Figura 6. Fragmentos de documental sobre la construcción de la presa de Aldeadávila. NO-DO, 1956.

Conan el Bárbaro (1982), Indiana Jones y la última cruzada (1989), El bueno el feo y el malo (1968), Patton
(1970), Cleopatra (1963) y, más recientemente, series de televisión como Juego de Tronos (2011). Así, el
mismo lugar ha sido y se podría decir que, en cierto sentido, es Egipto, Túnez, el Viejo Oeste america-
no, Turquía, y las tierras ficticias de Vaes Dothrak o Hyboria. A través de fragmentos de estas películas,
la plataforma permite entender un fenómeno inmaterial que toma una importante condición física,
espacial y significante (Escudero y Marchionni, 2018).

Como ya hemos dicho, el medio audiovisual no es el único empleado en la plataforma. En el paisaje de


la Alhambra, un mapa nos lleva a distintos sonidos que forman parte del proyecto «La Ciudad del Agua»
(Jerez e Iges, 2013), adaptación de una obra radiofónica de los años noventa que combina sonidos de
la ciudad palatina con el sonido de los visitantes y cánticos árabes. Esta información de la Alhambra se
combina en la misma página con planimetría histórica.

En otras ocasiones, se ofrece al usuario un tipo de información más técnica, como en el Palmeral de
Elche, que, al igual que el anterior, forma parte de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. En
este paisaje, los vídeos se combinan con una ortofoto en la que se pueden ver atributos de los distintos
conjuntos de palmeras (figura 8). El usuario puede contrastar aquí el conocimiento inmersivo con co-
nocimiento específico sobre la densidad de palmeras, el origen de su riego o su uso principal.

Figura 7. De izquierda a derecha y de arriba abajo, el desierto de Tabernas en Conan el Bárbaro. John Millius,
1982; Patton. Franklin J. Schaffner, 1971; Cleopatra. Joseph L. Mankiewicz, 1963, y El bueno, el feo y el malo.
Sergio Leone, 1968.

379
Figura 8. Clasificación del palmeral de Elche en base a los origenes del regadío. Fuente: Elaboración propia.

Otro uso de fotografía aérea lo tenemos en el paisaje de la Sierra Minera de Cartagena-La Unión.
Aquí podemos ver imágenes de la bahía de Portman en distintos momentos históricos. En este lugar
se depositaron durante treinta años más de 300 millones de toneladas de escombros minerales que
alteraron el medio físico hasta el punto en que la misma bahía desapareció, con las consecuencias eco-
lógicas que esto conlleva. Como se aprecia en la figura 9, la evolución histórica vista mediante ortofotos
permite comprender el hecho en toda su magnitud física. Además, se pueden contrastar estas imáge-
nes con comparaciones temporales fotográficas o un vídeo del vertido antes de que se interrumpiera.

Como vemos, la información presentada para cada paisaje es muy variada y abarca todos sus aspec-
tos. Ciertamente, cada paisaje se explica de una manera determinada, variando el tipo de documento
empleado, su formato e incluso la interfaz. Esto, más que dirigir la interpretación de cada lugar hacia
un significado concreto, trata de mostrar el rango posible para su descripción. Si bien el desarrollo del
proyecto ha estado limitado temporalmente, el producto en sí, la plataforma, permanece abierta a am-
pliaciones. Lo que pretendemos mostrar es que la misma información técnica del palmeral de Elche
se podría aplicar, por ejemplo, a los Arribes del Duero; la documentación fílmica histórica se podría

Figura 9. Comparación del estado de la Bahía de Portman en 1928 y 2009.

380
aplicar, por ejemplo, a la Alhambra y, del mismo modo, el paisaje de Etxalar se podría explicar con
información sonora. Con estos casos vemos que la plataforma es, simultáneamente, exposición de
diferentes paisajes y muestrario de acercamientos posibles a su estudio y entendimiento. En este senti-
do, el proyecto no se queda en una mera colección de representaciones, sino que nos abre al potencial
existente para difundir, investigar y trabajar sobre los paisajes culturales.

La plataforma se incorpora así a una serie de proyectos, fruto de los avances de Internet y de las
tecnologías de la información, que han posibilitado la relación entre grandes cantidades de datos apa-
rentemente distintos con los que el usuario puede interactuar y construir su propia secuencia en la
navegación. En la actualidad, conceptos como el de hipertexto e hipermedio han dado lugar a otros
como el de hipermapa (Grasland et al., 2005) o hiperatlas (Ysebaert et al., 2012). Aunque de orientación
socioeconómica, estos proyectos consisten en ingentes colecciones de datos espaciales, relacionados
de manera no lineal para dar servicio tanto a profesionales como a la sociedad en general. Así, lo que
clásicamente se entendía como una secuencia ordenada de elementos, se ha transformado en medios
virtuales híbridos capaces de reunir medios tradicionales, como textos, vídeos o mapas, organizándo-
los de una manera no lineal en la que la información está interconectada. Nuestra plataforma no ofrece
únicamente datos a través de una sola interfaz multicomponente, sino que expone y testea diversas in-
terfaces, modos de interactuación y formatos posibles (De la O et al., 2017). En definitiva, el desarrollo
del proyecto Narrando Paisajes supone un avance hacia las posibilidades del hiperatlas, emulando prin-
cipios de este nuevo método de adquisición de conocimiento y explotando su capacidad para abarcar
la complejidad inherente a los paisajes culturales.

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382
Prácticas de dron en Aranjuez (Madrid). Fotografía: Carmen Caro.

383
Prácticas de dron en Aranjuez (Madrid). Fotografía: Carmen Caro.

384
Tecnologías geoespaciales aplicadas a la
documentación de paisajes culturales
Tomas Ramón Herrero Tejedor
Universidad Politécnica de Madrid.
[email protected]

Resumen
El estudio de los paisajes culturales requiere unos procedimientos de documentación donde la precisión y la escala juegan
un papel fundamental. Hasta ahora, para la obtención de esta documentación se han empleado una amplia gama de téc-
nicas: planos, secciones, descripciones narrativas, fotografías aéreas o vídeos. En los últimos años estas técnicas se han
incrementado con el empleo de fotografías panorámicas, fotografías de 360º y composición de imágenes junto a técnicas
de realidad aumentada, virtual e inmersiva a veces complejas, pero de gran utilidad para los análisis de calidad visual. Estos
métodos de trabajo, además de producir catálogos de documentación donde se combinan diferentes formas de representa-
ción, según la disciplina que los aporta, hacen que la captura de datos requiera de un intenso trabajo de campo y novedosas
tareas de compilación de información. Se describe en este artículo la metodología seguida en la aplicación de tecnologías
de información geoespacial en el estudio de dos casos de paisajes culturales diferentes. Se aportan algunos resultados y
conclusiones que demuestran la validez de este procedimiento.

Palabras clave
Tecnología geoespacial, paisajes culturales, metodología geomática, modelo digital, geoportal web.

Abstract
The study of cultural landscapes requires documentation procedures where accuracy and scale play a fundamental role. Up
to now, a wide range of techniques have been used to obtain this documentation: plans, sections, narrative descriptions, ae-
rial photographs or videos. In recent years these techniques have increased with the use of panoramic photographs, 360º
photographs and composition of images together with techniques of augmented reality, virtual and sometimes complex im-
mersive, but very useful for visual quality analysis. These methods of work, in addition to producing catalogs of documenta-
tion where different forms of representation are combined, according to the discipline that contributes them, make the data
capture requires an intense field work and new information compilation tasks. The methodology followed in the application
of geospatial information technologies in the study of two cases of different cultural landscapes is described in this article.
Some results and conclusions are presented that demonstrate the validity of this procedure.

Keywords
Geospatial Technology, Cultural Landscapes, Geomatics Methodology, Digital Model, Web Geoportal.

Introducción

La configuración geográfica e histórica de España han sido factores determinantes a lo largo del tiem-
po para que en su territorio se plasmaran todo tipo de acontecimientos. Los paisajes culturales son la
más viva expresión de algunos de esos hechos o sucesos de cierta relevancia que se han plasmado en
el territorio. Muchos de estos han desaparecido sin dejar huella, de otros tenemos vagas referencias y
solo de algunos poseemos conocimiento directo.

En este trabajo compartimos experiencias adquiridas en los últimos años en la utilización de técnicas
y tecnologías geoespaciales, unas de uso frecuente y otras de reciente desarrollo. El objetivo principal
es la utilización de estas técnicas de forma complementaria para ayudar a preservar estos espacios de-
nominados paisajes culturales.

385
Cuando se trabaja en estos espacios singulares, la primera aproximación está condicionada por la es-
cala. Los ejemplos que aquí se explican son diferentes en extensión, en configuración, en formación,
así como en la evolución y naturaleza de cada uno de ellos.

La información disponible y la que se va obteniendo integrarán el conjunto de datos y metadatos que


podrán ser empleados en cada etapa que requiera de ellos. Si se cumplen los estándares de calidad
ajustados a cada situación habremos conseguido en buena medida nuestro objetivo.

La escala y los procedimientos

La metodología a emplear en cada caso está condicionada por la escala. De un lado, por la extensión o
realidad que se quiere documentar y, de otro, por el uso que posteriormente se vaya a dar a los datos
e información obtenida, principalmente al diseñar los planos y visualizaciones de ese paisaje cultural.
En este sentido, hay que resaltar una de las observaciones que la International Cartographic Associa-
tion (ICA) hace referida a la proliferación de usuarios de Sistemas de Información Geográfica (SIG) sin la
formación cartográfica adecuada, cuestión esta que posibilitará la aparición de un elevado número de
mapas sin la calidad mínima necesaria para transmitir información de forma precisa. Resalta que los
grandes errores en cartografía no van a producirse en la métrica de los mapas (efectuados con instru-
mentación de máxima precisión) ni en el análisis de hechos o sucesos que ocurran sobre un territorio,
sino en la edición, visualización e interpretación que se haga de ellos (Pegg, 2013).

Se ha de señalar que las escalas para el diseño de planos son las de reducción, tradicionalmente
empleadas en topografía, desde 1/100 hasta el 1/50000 del Mapa Topográfico Nacional (MTN) y en ur-
banismo desde el 1/500 hasta el 1/50000. En estos trabajos se han seguido algunas recomendaciones
contenidas en estudios sobre el paisaje (Chueca, 2008: 227-255; Pomazkova, 2018: 137-149; Zota-
no, 2010: 37-116). La precisión en los datos empleados para generar imágenes precisas de los lugares
representados deben atender, de una parte, a los criterios sugeridos por el Instituto del Patrimonio
Cultural de España (IPCE), actual Ministerio de Cultura y Deporte, y de otra a la Dirección General de
Desarrollo Rural, Innovación y Política Forestal del actual Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimenta-
ción, cada organismo con sus propias especificidades.

Técnicas y tecnologías

Denominamos Tecnologías de Información Geoespacial (TIG) al conjunto de sistemas, instrumentos y


técnicas que nos proporcionan datos e información que se caracterizan por su componente espacial
en el sentido geográfico. El objetivo es obtener y capturar información de diferente naturaleza, tratarla,
analizarla, interpretarla, almacenarla y difundirla.

De la denominada sociedad del conocimiento se habló bastante durante años; en 2018 se consolida y
despliega la cuarta revolución industrial o industria 4.0, de la mano de términos tales como Internet
de las Cosas (IoT), Big Data, Cloud Computing, Smart Cities, Inteligencia Artificial, Blockchain, Machine
Learning, Ciberseguridad, etc. (Aguilar, 2017: 19-64). Y como tal, las TIG de las que aquí tratamos, se
ven de lleno inmersas en esta nueva vuelta de tuerca tecnológica. En la figura 1 se pueden observar
algunos hitos y fechas señaladas referidas al conjunto de Tecnologías de Información Geoespacial y
técnicas complementarias o afines.

Ante el rápido desarrollo tecnológico de los últimos años han surgido diferentes recomendaciones e
iniciativas, una de ellas corresponde a las Naciones Unidas, sobre la Gestión de la Información Geoes-
pacial Global, conocida por sus siglas en inglés UN-GGIM (Global Geospatial Information Management),
la cual plantea liderar las pautas del desarrollo de la información geoespacial y promover su uso para
abordar los desafíos globales (Norris, 2015: 11-16).

386
Figura 1. Algunas fechas e hitos señalados referidos al conjunto de Tecnologías de Información Geoespacial y
técnicas complementarias o afines. Esquema: Tomás Ramón Herrero Tejedor.

Obtener modelos digitales tridimensionales de alta definición para la conservación, gestión y difusión
de bienes culturales, tanto muebles como inmuebles, ha alcanzado un notable éxito. Estos modelos
son cada vez más usados en ciencias ambientales y arquitectura del paisaje con fines de investigación
o diseño. «El modelado digital suple estas falencias, a partir de una reconstrucción espacial en un ám-
bito diferente del real, de un modo rápido y controlable, lo transforma en un medio flexible, con una
gran capacidad de interpretación, permitiendo desarrollar y testear hipótesis, las cuales podrán ser re-
elaboradas en todo momento, a partir de datos surgidos de investigaciones posteriores» (Fraile, 2015:
73-80).

Diferentes estudios consideran la utilidad de los modelos e imágenes tridimensionales obtenidas me-
diante Remotely Piloted Aircraft System (RPAS), Terrestrial Láser Scanner (TLS), con el apoyo de técnicas
Global Navigation Satellite System (GNSS) y el empleo de imágenes de satélite High Resolution (HR) en la
caracterización de paisajes o patrimonio relevante (Anderson et al., 2018: 248-260; Johnson y Ouimet,
2018: 32-44; Madden et al., 2015: 369-385; Chiavandro et al., 2016: 413-420).

Combinando instrumentos y técnicas geoespaciales, técnicos e investigadores de la Universidad Poli-


técnica de Madrid (UPM) han elaborado una serie de representaciones y modelos digitales de diferente
complejidad, que permiten comprender con precisión la realidad física actual de los dos paisajes cul-
turales estudiados.

387
Figura 2. Mapa de localización de los dos paisajes culturales estudiados: Bodegas de Atauta (Soria) y Jardín
Atómico de El Encín (Madrid). Planos: Enrique Pérez Martín.

El caso del BIC de las «bodegas subterráneas» de Atauta (Soria)

Instrumentos y técnicas se han aplicado de forma sistemática en los años 2014, 2015 y 2016 a las bo-
degas «El Plantío» en el pueblo de Atauta (Soria), que fueron declaradas BIC en la categoría de conjunto
etnológico a propuesta de la Junta de Castilla y León en el año 2016. Se trata de un conjunto de bodegas
subterráneas a los pies del pueblo de Atauta que está situado a 970 m de altitud y separado de este por
el arroyo de la Laguna o Golbán, configurándose así dos ámbitos en los que se produce una perfecta
interrelación entre el patrimonio natural y el arquitectónico.

La metodología seguida aporta información cualitativa y cuantitativa que complementa otra ya dispo-
nible. Las relaciones visuales y paisajísticas que se establecen entre los elementos presentes convierten
la zona en una relevante muestra de patrimonio cultural asociado a los sistemas productivos del vino,
entendido como un espacio transformado por la acción humana. Este espacio es representativo de un
pasado y de unas formas de vida que deben ser conservados y transmitidos a generaciones futuras.

El paraje fue elegido para actualizar procedimientos instrumentales, así como la metodología existente
en cuanto a documentación de bienes de interés cultural mediante la aplicación e integración de nue-
vas técnicas e instrumentos.

Basándose en un modelo gráfico y escalar de la documentación del paisaje (Prada et al., 2013: 559-563)
se han estudiado la evolución de algunas de las estructuras y cubiertas superficiales de las bodegas de
Atauta.

388
Figura 3. Esquema de la metodología seguida para documentar el BIC de Atauta. Esquema: Tomás Ramón
Herrero Tejedor.

Figura 4. Imagen panorámica del paraje estudiado con presencia de la viña vieja y la viña nueva tomada con el
dron Phantom 4. Fotografía: Héctor Mateos Martín.

389
Figura 5. Imagen cenital de una parte de las bodegas de Atauta tomada con el dron Phantom 4.
Fotografía: Héctor Mateos Martín.

También se han calculado los principales índices de vegetación para el viñedo, tanto en las cepas más
antiguas como en las nuevas y en periodos vegetativos críticos a partir de las imágenes multiespectra-
les obtenidas.

Para obtener la informa-


ción necesaria con el objeto
de representar gráfica y car-
tográficamente este lugar,
se ha utilizado instrumen-
tación que opera sobre el
suelo, en el subsuelo y aérea.
En la georreferenciación
de los principales puntos
se utilizaron técnicas de
posicionamiento global de na-
vegación por satélite (GNSS)
que han servido de apoyo a
técnicas de captura masiva
de cartografía móvil (MMS),
de escaneado láser terrestre
(TLS) y a técnicas fotogramé-
tricas terrestres de objeto
cercano. De forma simultá-
nea, se utilizaron sensores y
cámaras a bordo de drones Figura 6. Índice de Vegetación Normalizado de las viñas viejas y nuevas
(UAVs) junto a las tradiciona- el día 13 de septiembre de 2016. Vuelo de ala fija a 90 m. Índice de
les técnicas de teledetección Vegetación Normalizado de los dos tipos de viñas el día 15 de septiembre
aplicadas al estudio del pai- de 2016 a partir de imágenes del satélite Sentinel-2. Composición: Enrique
saje zonal. Modelo digital 3D Pérez Martín.
del BIC de Atauta.

390
El sistema GNSS ha sido útil para situar con máxima precisión la toma de datos del suelo y subsuelo
obtenida con sondas del tipo denominado Volumetric Water Content (VWC) en las zonas cultivadas y
el uso del georradar o Ground Penetrating Rádar (GPR) en el área ocupada por las bodegas. Toda la in-
formación obtenida ha permitido crear un modelo digital 3D gracias al cual se ha podido generar una
imagen subterránea de las bodegas y otra superficial de todo el espacio estudiado (Conejo-Martín et
al., 2015: 3124-3125).

Los datos e información así obtenidos se integran en un geoportal diseñado específicamente para este
tipo de proyectos, evolucionando los Building Information Modelling (BIM) en Building Information Geos-
patial Modelling (BIGM), que se caracterizan por incluir bases de datos inteligentes, capaces de explotar
y analizar la información espacialmente, a través de herramientas y algoritmos web atendiendo con
ello a las tres escalas paisajísticas estudiadas: territorial, urbana y arquitectónica. Si bien aún existen
problemas de interoperabilidad que se deben superar (Wang et al., 2016: 185-204).

En definitiva, se ha desarrollado y validado una metodología para documentar este tipo de Bien de In-
terés Cultural. La idea es contribuir a la mejora de la conservación de este patrimonio, ya que con toda
la información obtenida se ha diseñado un Sistema de Información Geográfica, una herramienta clave
en los planes de protección y evaluación de riesgos (Herrero-Tejedor et al., 2015: 203-204).

El siguiente paso será integrar todo el conjunto de datos necesarios para conseguir una óptima geo-
visualización desde las edificaciones del casco urbano, todas las bodegas de «El Plantío» visitables, el
arroyo de la Laguna, las tierras y cultivos asociados, hasta los campos que llegan al límite natural que
marca el río Duero.

El conjunto de Bodegas de Atauta se unirá a las Bodegas de Aranda de Duero, en Burgos, y al Barrio de
bodegas de Baltanás y Bodegas de Torquemada, ambas de Palencia, declaradas recientemente BIC con
categoría de conjunto etnológico.

Este proyecto ha permitido presentar una tesis doctoral (más otras dos que se están elaborando) y
publicaciones en revistas como Pure and Applied Geophysics, Survey Review y Estudios Geográficos, así
como varias ponencias en congresos internacionales. Así mismo, ha posibilitado la realización de con-
venios de colaboración con las empresas BIGM Civil Engineers, Topcon Positioning y Leica Geosystems
para la incorporación de nuevos instrumentos, metodologías y desarrollos informáticos en este ámbito.

Discusión y conclusiones

En la zona de las bodegas subterráneas «El Plantío» de Atauta, se han identificado espacios de un alto
valor etnográfico lo que nos ha motivado a estudiarlos en profundidad. El hilo conductor de estos traba-
jos proporciona conectividad entre diferentes técnicas y crea sinergias positivas para lograr un objetivo
que se comparte en diferentes niveles administrativos y ciudadanos: conservar este BIC, evitar su des-
trucción y consiguiente desaparición definitiva.

Como investigación es un proceso abierto, se dispone de bastante y variada información. El BIC está
oportunamente documentado en la memoria técnica que en su momento se elaboró (2006/2009). Han
pasado unos años y ahora hemos tratado de incorporar a lo ya conocido nuevos puntos de vista e in-
formaciones actualizadas. Esta experiencia puede ser válida para trabajos similares con los ajustes que
en cada situación sean necesarios.

Creemos que los datos, resultados gráficos y cartográficos obtenidos son de alto valor cualitativo y
cuantitativo. Pueden aportar respuestas rápidas y efectivas en distintos aspectos, algunos de ellos se
han señalado anteriormente.

Se debe resaltar alguno de los resultados obtenidos con cámaras RGB y Multiespectrales a bordo de
drones. Nuestro objetivo era obtener un modelo tridimensional de alta resolución y gran precisión así

391
como la correspondiente ortoimagen, para luego hacer una comparación con las imágenes satelitales.
Hemos planificado un vuelo fotogramétrico con un UAV, equipado con una cámara multiespectral para
determinar la salud de las viñas con dos métodos de cultivo diferentes y en cepas de distinta edad,
con imágenes provenientes de alturas distintas y con resolución de píxel muy desigual con el fin de
comparar las distintas escalas y determinar la precisión necesaria para la mejora de la gestión de una
explotación agrícola empleando este tipo de técnicas (figura 5).

El caso del «jardín atómico» de El Encín (Madrid)

Los trabajos realizados en este paisaje se iniciaron con la revisión bibliográfica y búsqueda de antece-
dentes que dieron lugar a la creación de este espacio. El objetivo principal ha sido obtener una imagen
precisa y dinámica mediante la combinación de datos procedentes de distintas fuentes e instrumentos,
se llevaron a cabo en los últimos meses de 2017. Con los datos obtenidos se han analizado las posibles
sinergias existentes entre la información procedente de técnicas espectrorradiométricas y la registrada
por sensores multiespectrales en UAV, en el denominado antiguo Campo de Radiaciones Gamma (Jar-
dín atómico), ubicado en la finca de El Encín, perteneciente al Instituto Madrileño de Investigación y
Desarrollo Agrario (IMIDRA).

Tal y como se puede observar en la figura 7 se ha seguido un procedimiento o metodología específica


compuesta por seis fases consecutivas.

Figura 7. Metodología seguida para documentar el Paisaje Cultural «jardín atómico» El Encín. Esquema: Tomás
Ramón Herrero Tejedor.

392
En la 1ª fase se recopilaron datos e informaciones disponibles, de libre acceso, se rescataron algunos
legajos y fondos documentales de la biblioteca del Instituto de Investigaciones Agrarias (INIA) y de la
Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y Biosistemas (ETSIAAB). De forma
paralela se creó una base cartográfica con el objetivo de diseñar un Sistema de Información Geográfica
(SIG) que sirviera para apoyar las diferentes fases. A continuación, en las fases siguientes se procedió
a la captura de información, el análisis de datos y resultados. El apoyo geodésico GNSS terrestre a los
datos recogidos con distintos sensores tenía por objeto conocer la posición de los puntos, tanto hori-
zontal como en vertical, con suficiente precisión en el sistema geodésico de referencia ETRS89 a fin
de referir a dicho sistema todos los productos cartográficos y georreferenciados que se registran en el
marco de este proyecto. La referencia de los diferentes productos a este sistema geodésico ETRS89
ofrece dos grandes ventajas: el poder garantizar una precisión en el posicionamiento horizontal y verti-
cal de orden centimétrica en los productos generados, y de otra parte, poder compatibilizar e integrar
los productos cartográficos elaborados en este proyecto con otros georreferenciados de la zona, bien
anterior o bien posterior a este proyecto con la misma precisión centimétrica. De esta forma se pueden
evaluar posibles cambios futuros tanto en el terreno como en las infraestructuras y vegetación (Prieto,
Sánchez y Quirós, 2000: 1-4).

Se obtuvo con una nube de puntos aérea (A) obtenida con los sistemas aéreos no tripulados y otra te-
rrestre (T), complementaria, obtenida mediante láser escáner. Se generó un modelo digital topográfico
del terreno con puntos georreferenciados, también la adquisición de datos por cámara multiespectral
transportada en dispositivo aéreo no tripulado, aportó información precisa para generar una imagen
3D, así como para el cálculo de diferentes índices de vegetación. De manera simultánea se midió en
campo sobre la vegetación (arbolado) que presentaba colores y/o matices diferenciados obteniendo
una respuesta espectral para cada uno de ellos, en este caso se empleó un espectro-radiómetro portátil.

Figura 8. Fotografía del interior del jardín. Fotografía: Tomás Ramón Herrero Tejedor.

393
Figura 9. Ortofoto cenital con presencia concéntrica del arbolado en el «jardín atómico» El Encín. Composición
fotográfica: Serafín López-Cuervo Medina.

Con la información capturada y el tratamiento informático de la misma se elaboraron un MDT, un MDE,


un DSM, ortofotos y el cálculo comparado de NDVI.

Se orto-rectificaron imágenes RGB con el software Pix4D. Se realizó un mosaico en base a coordenadas
de 15 puntos de control medidos mediante técnicas GNSS. Se procedió a la interpretación y procesado
radiométrico de las imágenes capturadas por cámara multiespectral Micasense Rededge. Posterior-
mente se realizó una clasificación multiespectral de imágenes. Extracción de una zona de análisis a
partir de un fotomosaico de fotogramas con valores convertidos a reflectancias. Adecuación de los es-
pectros de las especies arbóreas y tipos de suelos a las bandas de la imagen Micasense. Clasificación

Figura 10. GeoPortal 3D «jardín atómico» El Encín FARO. Composición fotográfica: Óscar García Uriarte.

394
Figura 11. GeoPortal 3D BIGM “bodegas de Atauta”. Composición fotográfica: Serafín López-Cuervo Medina.

de la zona de análisis mediante el método SID (Spectral Information Divergence), y finalmente se obtu-
vieron modelos DSM, MDT y MDE.

En una mejora continua de procedimientos y metodologías de este tipo, hemos considerado oportu-
no utilizar un geoportal BIGM específico para el primer caso y utilizar la infraestructura compartida de
FARO para el 2º caso.

Algunas conclusiones finales

Si aceptamos que los avances tecnológicos actuales se producen con extraordinaria rapidez hemos
de considerar que su aplicación sistematizada casi nunca llega a consolidarse. En este sentido se deben
considerar como alternativa aquellas experiencias que, de forma ordenada, complementaria e integra-
da aportan soluciones que ayudan a la toma de decisiones para un mejor conocimiento y defensa de
los paisajes culturales.

A partir de la elaboración de un SIG se pueden realizar análisis más o menos complejos de los espacios
estudiados. Poder gestionar grandes volúmenes de información y elaborar salidas numéricas, textuales
o gráficas diferentes, estas son ventajas indiscutibles siempre y cuando su operatividad y accesibilidad
esté demostrada. En este caso, además de las tradicionales prestaciones referidas, el SIG se ha utilizado
para crear una cartografía específica y generar modelos que nos permiten predecir ciertos riesgos y/o
daños que el BIC o el PC puedan sufrir como consecuencia de incidencias climáticas adversas.

En estos trabajos se han utilizado técnicas de teledetección; se sabe que la percepción mediante
métodos y herramientas observación de la Tierra (EO) es de gran utilidad para monitorizar paisajes

395
culturales. La tecnología de detección remota ha sido identificada como un medio eficaz para la vigi-
lancia rápida y continua del paisaje. En particular, los datos de satélite de muy alta resolución, tales
como IKONOS, QUICKBIRD, etc., disponibles a partir de 2000, proporcionan una calidad de imagen
lo suficientemente alta para permitir la extracción exacta de los elementos del paisaje, incluso los más
elementales. También los Sistemas Tradicionales de Observación, como los Sistemas Landsat, siguen
suministrando una información de alta calidad cuando el territorio y sus paisajes deben observarse de
una forma más global. En el tratamiento de estas técnicas el filtrado es esencial, ya que ofrece la venta-
ja de resaltar o suprimir, de forma selectiva, información contenida en una imagen a diferentes escalas
espaciales, para destacar algunos elementos de la imagen, o también para ocultar valores anómalos.

Los Vehículos Aéreos no Tripulados (VANT) o (UAVs) equipados con cámaras adecuadas ofrecen ahora
posibilidades alternativas o complementarias tanto en el campo de la fotogrametría como de las téc-
nicas satelitarias, si bien es pronto para dar respuestas definitivas. Con apoyo directo de GPS o sin él,
se han elaborado diferentes modelos digitales de los parajes estudiados. Por otra parte, se han podido
calcular índices de vegetación (NVDI) para las viñas circundantes y observar su evolución en la cam-
paña 15/16. Estos datos permiten elaborar una documentación abierta y en constante evolución que
enriquece la imagen final del BIC.

En la búsqueda de soluciones eficientes de alguno de los problemas que tradicionalmente se dan en un


conjunto de construcciones tan singulares y endebles, la prospección con georradar (GPR) nos ha per-
mitido detectar algunos cambios de las propiedades electromagnéticas de los materiales del suelo, ya
que al final se trata de delimitar las estructuras enterradas sin afectarlas, dada su fragilidad. Esta línea
de investigación tiene sus limitaciones en el entorno que nos movemos, el rango de frecuencias utiliza-
das se recomienda que oscile entre los 10MHz y los 1 000MHz, mientras que en prospección sísmica
se habla de 10Hz a 1 000Hz, por tanto frecuencias menores (Conejo-Martín et al., 2015: 3129-3131).

EL uso del Láser Scanner (TLS) y fotogrametría terrestre en la escala urbana y arquitectónica ofrece
ventajas claras si se ordena y complementa su uso. Elaboración detallada de modelos, costes ajustados,
usabilidad y rendimiento son sin duda las principales ventajas. Los sistemas TLS permiten capturar in-
formación espacial de forma masiva y además pueden adquirir información radiométrica de los puntos
medidos. Si bien se debe considerar que estos dispositivos no suelen ser óptimos para la captura de
algunos elementos lineales. También esa nube tan densa debe ser sometida a un postproceso y poste-
rior filtrado más o menos costoso.

En este trabajo se ha utilizado el GeoPortal BigMonitor, donde se incluyen parte de los datos e informa-
ción geográfica obtenida por las técnicas ya descritas y dispuesta para ser accesible a diferentes niveles
de usuario, dejando abierta la posibilidad de conectar con la Infraestructura de Información Geográfica
de España (IDEE).

En definitiva, los modelos 3D son muy adecuados para visualizar paisajes culturales y ayudan a invo-
lucrar a los ciudadanos en su defensa y conservación. Los modelos 3D junto, a técnicas de realidad
aumentada y realidad virtual ya ofrecen grandes posibilidades en esa doble dirección de conservación
y divulgación. Se está empezando a hablar de planificación espacial participativa en contextos de ges-
tión integrada de patrimonio. La innovación en el campo de las tecnologías geoespaciales aplicadas
al estudio de estos espacios se desplegará con toda su fuerza con la implantación masiva del internet
móvil ultrarrápido.

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Glosario utilizado (Índice alfabético de acrónimos y significado de otros términos)

BIM – Building Information Modeling.


BigData – Datos masivos, variedad y velocidad en sistemas informáticos.
Blockchain – Cadena de bloques (bases de datos, entre otros usos).
CAD – Computer Assisted Drawing.
CECAF – Centro Cartográfico y Fotográfico del Ejército del Aire.
CLI – Canada Land Inventory.
CNIG – Centro Nacional de Información Geográfica.
CSW – Catalogue Service for the Web (OpenGIS).
EFD – Estación Fotogramétrica Digital (WPS).
ED50 – European Datum 1950.

397
ESRI – Enviromental Systems Research Institute (ArcGIS).
ETRS89 – European Terrestrial Reference System 1989.
GIS – Geographic Information System.
GeoBIM – Geoportal web.
GESyP – Geovisualización de Espacios Singulares y Patrimoniales.
GML – Geography Markup Language.
GNSS – Global Navigation Satellite System.
GPR – Ground Penetrating Radar.
GPS – Global Positioning System.
IDE – Infraestructura de Datos Espaciales.
IGN – Instituto Geográfico Nacional.
IMU- Inertial Measurement Unit.
IoT – Internet of Things
JPNG – Jornadas Parque Nacional del Guadarrama.
KML – Keyhole Markup Language.
KMZ – Versión comprimida de los archivos KML.
LIDAR – Light Detection And Ranging o Laser Imaging Detection and Ranging.
MAGRAMA – Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
MARM – Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino.
MCA – Mapa de Cultivos y Aprovechamientos.
MDE – Modelo Digital de Elevaciones.
MDT – Modelo Digital del Terreno.
MFE – Mapa Forestal de España.
MOOC – Masive Online Open Course.
MTN – Mapa Topográfico Nacional.
OAPN – Organismo Autónomo de Parques Nacionales.
OGC – Open Geospatial Consortium.
OCT – Observatorio para una Cultura del Territorio.
PNG – Parque Nacional del Guadarrama.
PNOA – Plan Nacional de Ortofotografía Aérea.
PNOT – Plan Nacional de Observación de la Tierra.
PNT – Plan Nacional de Teledetección.
RA – Realidad Aumentada.
RINEX – Receiver INdependent Exchange.
SA – Disponibilidad Selectiva (Selective Availability).
SHP – Acrónimo de los archivos Shapefile que almacenan datos de identidad geométrica.
SIOSE – Sistema de Información de Ocupación del Suelo.
TIG – Tecnologías de Información Geoespacial/Geográfica.

398
TLS – Terrestrial Laser Scanning.
SIG – Sistema de Información Geográfica.
UAV – Vehículo Aéreo no Tripulado (Unmanned Aerial Vehicle).
UPM – Universidad Politécnica de Madrid.
UTM – Universal Transverse Mercator.
VHR – Very High Resolution.
VVPP – Vías Pecuarias.
WCS – Web Coverage Service.
WFS – Web Feature Service.
WMS – Web Map Service.
WGS84 – World Geodetic System 1984.
WV3 – World View 3.
ZPP – Zona Periférica de Protección.

399
Slow driving por paisaje de dehesa. Fotografía: Jesús Herrero.
Donamaría (Navarra).
Sumario N.º 12
Editorial

P a isa je c u lt u ra l
Artículos de análisis
Desarrollo y balance del Plan Nacional de Paisaje Cultural.
De la Carta de Sevilla al Convenio de Florencia.
El Convenio Europeo del Paisaje del Consejo de Europa:
su impacto en la política europea en materia de paisaje.
Los paisajes como seña de identidad.
El paisaje a riesgo de la democracia.
Instrumentos para la política del paisaje: resumen de la
12 12
experiencia francesa. 2020

2020
La política del paisaje en Francia: elementos de balance.
Caracterización del paisaje inglés, incluida la influencia
de estrategias políticas e intervenciones públicas y sus
percepciones del paisaje.
La protección paisajística en el derecho español y comparado
en el 25 aniversario de la aprobación de la Carta del Paisaje
Mediterráneo.
Proyectos y actuaciones del Instituto Andaluz del
Patrimonio Histórico para la implementación del
Convenio Europeo del Paisaje.
Conservación viva o el momento de la arquitectura de paisaje.
Los retos paisajísticos en el diseño y construcción de obras.
El desarrollo de la protección urbanística del litoral español:

Patri moni o C u lt u r al de E s pañ a


el caso asturiano.
Despoblación y demotanasia.
El paisaje cultural como una pieza clave del sistema turístico
territorial.
Trabajar los límites.
Sensibilización y concienciación sobre paisajes culturales
urbanos.
El paisaje cultural de Risco Caído y las montañas sagradas
de Gran Canaria: un territorio conectado con el cielo.

Pa trim onio Cultural d e Espa ña P ai s aje cul tur al


¿Conflictiva relación entre Espacio natural Protegido
y Paisaje Rural Cultural?
¿El paisaje del cine o el cine del paisaje? una nueva
significación cultural en el Desierto de Tabernas.
Evolución en la actualidad de los jardines históricos de España.
Hacia un hiperatlas para el conocimiento y difusión
de los paisajes culturales españoles.
Tecnologías geoespaciales aplicadas a la documentación
de paisajes culturales.

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