Riviere, A. (2002) - El Análisis Experimental de La Conducta y El Conductismo Radical Como Filosofía
Riviere, A. (2002) - El Análisis Experimental de La Conducta y El Conductismo Radical Como Filosofía
Riviere, A. (2002) - El Análisis Experimental de La Conducta y El Conductismo Radical Como Filosofía
El análisis experimental de la
conducta y el conductismo
radical como
Ángel Riviére
I
Ante todo, Skinner comienza por deshacer un malentendido: “el con
ductismo —dice— no es la ciencia del comportamiento humano. Es la filo
sofía de esa ciencia” . Y nos propone una versión muy definida de esa filo
sofía, el denominado “ conductismo radical” , advirtiendo honestamente
que “ el lector debe saber que no todos los conductistas estarán de acuer
do con lo que... diga” , y que su postura es “reconocidamente una versión
personal” .
A diferencia de otras versiones del conductismo, como el llamado “con
ductismo metodológico” , el conductismo radical no niega la posibilidad
de la autoobservación o el autoconocimiento, “no decapita el organismo
de esa manera” , aunque mantiene sus reservas con respecto a la validez
científica de la introspección. La razón de las reservas reside en los graves
problemas metodológicos que presenta la observación introspectiva, pues
la comunidad carece de la información necesaria para enseñar al indivi
duo a discriminar los estados de su propio cuerpo, que son los referentes
a la introspección.
Sin embargo, no es la falta de fiabilidad de la introspección el factor
fundamental que exige eliminar sus referentes al explicar la conducta, sino
el hecho de que tales referentes no son las auténticas causas del compor
tamiento, aunque lo parezcan de un modo inmediato. Así, los sentimien
tos, por ejemplo, “ son simplemente productos colaterales de las condi
ciones responsables del comportamiento” y “el cambio en los sentimientos
y el cambio en el comportamiento tienen una causa común” . La causa
común es el conjunto de contingencias de supervivencia y de refuerzo a
que están expuestos los organismos. Por ello, puede abandonarse el segun
do eslabón (Ciencia y conducta humana) de la cadena causal “ ambiente-
condición interna-conducta” . Dado que “nuestro conocimiento creciente
El análisis experimental de la conducta y el conductismo... 3
II
Este bosquejo telegráfico sirve para poner de manifiesto la amplitud de
temas e intereses que abarca la filosofía de la ciencia de Skinner. En rea-
4 El análisis experimental de la conducta y el conductismo...
III
El contenido de verdad de una teoría puede ser relativamente indepen
diente de lo adecuado del procedimiento con que se construye, pues las
razones falsas y los procedimientos de construcción espúreos pueden con
jugarse con los enunciados verdaderos.
De forma similar, los “ saltos reductivos” descritos en el apartado ante
rior no implican necesariamente la falsedad de las propuestas fundamen
tales del conductismo radical, por lo que se hace necesario contrastarlas
directamente.
Señalábamos en (I) que una de las razones fundamentales que permiten
la traducción comportamental directa de los términos mentales es el carác
ter no causal de sus referentes; “ la posición —dice Skinner— puede esta
blecerse de esta manera: lo que se siente o se observa introspectivamente
no es un mundo de naturaleza no física de la conciencia, la mente o la vida
mental, sino el propio cuerpo del observador. Esto no quiere decir... que la
introspección sea urna clase de investigación psicológica, ni tampoco (y aquí
está el núcleo del argumento) que lo que se sienta o se observe introspec
tivamente sea la causa del comportamiento” . Este “ núcleo del argumen
to” flota por toda la obra. Así, se nos dice que la “susceptibilidad de refuer
zo se debe a su valor de supervivencia y no a ningún sentimiento asociado” ,
que “los sentimientos simplemente son productos colaterales de las condi
ciones responsables del comportamiento” , etcétera.
Estas afirmaciones nucleares del conductismo radical son extraordina
riamente generales y de difícil comprobación. Pero, en todo caso, parece
El análisis experimental de la conducta y el conductismo... 9
que para refutarlas habría que demostrar que los estados corporales, que
se identifican con los sentimientos, sí son la causa del comportamiento y
que su valor causal se debe, no a su valor de supervivencia, sino precisa
mente a los sentimientos asociados a ellos.
Pues bien, todo esto viene haciéndose desde hace veinte años. En 1954
Old y Milner observaron que a algunos de los animales de su laboratorio
parecía “gustarles” la estimulación eléctrica de ciertas zonas del cerebro
y que aprendían a emitir una respuesta operante con el fin de lograr tal
estimulación. Más o menos en los mismos años, Neal Miller y sus colabo
radores descubrían que la estimulación de determinados puntos del hipo-
tálamo desempeñaba el papel de refuerzo “aversivo” en una situación de
condicionamiento operante. Desde entonces el fenómeno se ha estudiado
en detalle, corroborándose plenamente: cuando el electrodo se sitúa en las
“ áreas de placer” del sistema límbico, los animales responden regular
mente durante largos períodos de tiempo, y la eficacia de tal estimulación
es mayor que la de cualquier reforzador natural (llegándose a obtener tasas
de hasta 5.000 operantes por hora), si bien el efecto de refuerzo del pro
grama es aproximadamente el mismo. Además, los estudios con pacien
tes psiquiátricos indican que éstos identifican la estimulación límbica con
sentimientos internos de placer, y llegan a desarrollar tasas de 1.100 ope
rantes por hora para lograrla.
En una divulgación de este tipo de experiencias, publicada reciente
mente en castellano, Campbell (Las áreas del placer) señala que “ en el
caso de la autoestimulación intracraneal, tanto las personas, como las for
mas inferiores se comportan de un modo compulsivo y exclusivo. No dese
an hacer otra cosa que el mínimo esfuerzo necesario para conseguir la esti
mulación de su sistema límbico, accionando repetidamente la palanca sin
pensar para nada en el alimento, ni en la bebida ni en ninguna de las nece
sidades de la vida” . De hecho los animales ponen literalmente en peligro
la supervivencia con tal de lograr el estado corporal identificable con el
sentimiento de placer intenso y morirían —aunque sólo fuera de inani
ción— de no impedirlo el experimentador. Parece, por tanto, que la afir
mación de que “la susceptibilidad de refuerzo se debe a su valor de super
vivencia y no a ningún sentimiento asociado” no se tiene en pie, y que
tendríamos que convertirla en su contraria (“ ...se debe a algún sentimiento
asociado y no a su valor de supervivencia” ), para acercarnos algo a la rea
lidad de los datos.
Pero, según Skinner, existirían aún otras razones importantes para pres
cindir de los estados internos: en primer lugar, las dificultades metodoló
gicas debidas al carácter privado de los referentes de la introspección;
luego, el hecho de que “la comunidad verbal debe tratar con sistemas ner
viosos bastante primitivos” . Ambas razones se integran en un argumento
común, cuyo desarrollo viene a ser el siguiente: (a) el autoconocimiento
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