Nacionalismo en Hobsbawm El Concepto de
Nacionalismo en Hobsbawm El Concepto de
Nacionalismo en Hobsbawm El Concepto de
La nación es un campo de análisis confuso, una caja negra porque está unida a lo
que uno cree, lo que uno siente, más que en lo que realmente se es. Hablar de
nacionalismos, de existencia de naciones y de identidades nacionales presenta un
problema de conceptualización debido a diversas cuestiones, principalmente a la
historicidad del fenómeno nacional ya que éste se remite a un momento histórico
específico en Europa occidental que luego se extendió por el resto del mundo.
Normalmente se habla de diferentes olas de nacionalismo: una primera a finales del
siglo XVIII y comienzos del siglo XIX que da lugar a los Estados-Nación clásicos
europeos, una segunda ola que se da en el período de entreguerras extendiéndose el
concepto de nación por los países del tercer mundo (continúa tras la II Guerra Mundial),
y por último una nueva ola que se da a partir de los 70 dentro de los estados nación
occidentales ya establecidos.
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Debido a esa dificultad para definir nación, se hace necesario acercarnos a la
forma en que los actores sociales definen lo que es una nación: cuando se habla de
nación estamos ante una categoría social, no nos interesa la cientificidad ni la veracidad
del concepto sino la plausibidad de esa idea, el éxito que tienen los actores al definir una
realidad social como nación. En definitiva, debemos entender a la nación como una
categoría social inventada y fabulada por los propios actores (Anderson 1991).
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Por último, el nacionalismo pluralista presenta una nación plural, en la que
conviven diferentes culturas, diferentes etnias y diferentes grupos y todo está unido bajo
una cultura política basada en el respeto. Es decir, la etnia dominante respetará las
singularidades de las etnias minoritarias que son reconocidas. En este tipo de
nacionalismo podríamos acoger a las naciones que se crearon bajo la unión de muchas
etnias, es decir, aquellos países creados por inmigrantes: Estados Unidos de América,
Australia, Nueva Zelanda, Argentina, etcétera.
Uno de los autores que más ha tratado el tema del nacionalismo ha sido
Gellner, que entre otras cosas se caracteriza por considerar al nacionalismo como tan
sólo un aspecto de corte político para que exista una unidad y una congruencia entre la
unidad nacional, étnica y política. Este autor considera las naciones como una
contingencia histórica y no como una necesidad universal, y considera a la nación como
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la unidad cultural creada por el Estado. Su espíritu queda bien claro en las siguientes
palabras:
Me parece de especial interés los puntos de vista que expone Michael Ignatieff
en su obra “El Honor del Guerrero”. En uno de los capítulos del libro se da una
explicación de porqué surgió el conflicto étnico en Yugoslavia, en base a su experiencia
como corresponsal en la susodicha. Según este autor los conflictos no provenían como
podría decir Huntington de un conflicto entre distintas culturas provenientes de cientos
de años atrás, sino de que tras morir Tito, los distintos presidentes de las repúblicas
yugoslavas no eran lo suficientemente fuertes como para conseguir el poder en toda
Yugoslavia, motivo que les llevó a impulsar y a difundir por los medios que controlaban
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en sus repúblicas un nacionalismo y unos sentimientos identitarios de rechazo a los
convecinos. Ignatieff expone que en los pueblos donde había distintos grupos étnicos no
existían signos identitarios extremos, sino que éstos los generaron las élites de los
partidos comunistas de las distintas repúblicas , y que esa diferenciación entre
identidades no se basaba en nada importante, sino en diferencias menores, recurriendo
Ignatieff a lo que Freud denominaba como el narcisismo de la diferencia menor.
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b/ las que establecen o legitiman instituciones, estatus o relaciones de autoridad
c/ las que tienen como principal objetivo la socialización, transmisión de de
creencias, sistemas de valores determinado o que atañen al comportamiento social.
Hobsbawm destacará, y este es uno de los puntos más fuertes de la teoría marxista al
respecto, que las tradiciones de tipo b y c, son impuestas, artificiales, creadas para un fin
de tipo estructural. Incluyen a menudo la exaltación de términos como; Patria, Rey,
Nación, Deber, todos términos con mayúscula universalista, lo que además es declarado
por Hobsbawm como algo plagado de vaguedades. Con ellas se busca claramente
condicionar las relaciones entre las fuerzas de producción y los propietarios.
Las tradiciones de tipo a, por el contrario, pueden llevar ciertas de tradición real,
entendida como costumbre adoptada. Se podría incluir entre lo consuetudinario.
Sin entrar en el desarrollo histórico de los nacionalismos europeos del s.XIX que
aporta el autor en su obra, no deja de ser interesante como lo vincula a la explosión de la
burguesía, que además aportó con iniciativas como la de la educación civil frente a la
eclesial, en busca del ensalzamiento del Estado Civil, de la separación de poderes e
influencias sociales. Representa al fin y al cabo una dura pugna entre dos clases
enfrentadas y reunidas en torno a un símbolo de unión bajo el Estado, la nación, que es
expuesta además como inventada en pos de una serie de prebendas dirigidas a las élites
de poder.
Pero antes de acabar esta pequeña revisión teórica, es importante destacar uno de
los puntos clave que, a tenor de los últimos acontecimientos, ha sido declarado desde
luego como probado. La influencia del deporte ha sido gigantesca a la hora de
estructurar pensamientos nacional. No en vano, el triunfo de la Selección Española de
Fútbol ha sido una argamasa que ha unido por primera vez a gran parte del país bajo los
colores de una enseña que aún recuerda demasiado a tiempos franquistas. Si bien es
cierto Hobsbawm lo plantea desde otra dinámica distinta, es prudente abarcar los
resultados de los planteado por su teoría. Lo que en un primer momento fue minoritario
se ha terminado por convertir en un símbolo de pertenencia al grupo/nación.
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“Estado-Nación”. Los miembros de esa nación serán ciudadanos unidos por las
diferentes variantes definitorias de la homogeneidad de un grupo de población; etnia,
cultura, historia compartida o lingüística. La problemática que despiertan estos
movimientos para Hobsbawm está basada en la no discriminación de los conceptos
Nación-Estado. Incluso yo sumaría el posible desconocimiento de quien lo usa a la
ligera y ha llegado generar una asunción por parte de la ciudadanía de un concepto
erróneo de nación asumida por el Estado centralizador. El caso francés es notorio. Esa
problemática abrió las puertas a un nuevo escenario en el cual, los ciudadanos asumen
la nacionalidad de un Estado que se ha apropiado de ella y la ha estandarizado. Si
existen otros nacionalismo en ese Estado, demandarán a su vez una administración
propia que componga su propio concepto del Estado-Nación.
Pero para encontrar los inicios del pensamiento de Hobsbawm sería necesario
acudir al s.XIX. Su tradición que bebe directamente del marxismo, adopta la idea de
Marx expresada en el Manifiesto Comunista en la que se habla de la sociedad como
unidad global e interdependiente, nación entre nación. Quizás una de las primeras
referencias al modelo de la globalización económica. Esa diferencia rompe por lo tanto
de manera radical con la realidad actual de los nacionalismos y su proceso de evolución
hasta la actualidad. Se habla de nacionalismos basados en la viabilidad de un Estado
(nacionalismo italiano, polaco, alemán o búlgaro) de corte más unionista que separatista
y presentan un giro de 180º a la dinámica actual en la que los movimientos nacionalistas
han invertido las prioridades en busca de justificar u honrar los ítems expresados
anteriormente y que les conceden homogeneidad social.
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Ya no importan las dimensiones territoriales por lo tanto, los países no necesitan
tener una elevada tasa de producción en tanto en cuanto unas empresas especializadas
en sectores productivos de amplio margen y beneficio. Ahora la línea directa se
encamina hacia cómo esa burguesía empresarial, consigue eliminar un mayor número de
cargas fiscales. Sólo se necesita una buena fuente de suministros o algo que haga el
territorio diferente o especial; territorio para bases militantes, coltán, oro o grandes
bancos de pesca para que los intereses económicos rompan y creen nuevos proyectos
individuales.
¿Cómo se aborda una crítica a esta situación desde un punto de vista marxista?
Eric Hobsbawm1 una de las primeras cuestiones que parecen no entender las bases
nacionalistas es que la historia ha demostrado los problemas que puede generar la
independencia desde un punto de vista económico y si no se cuentan con alianzas
poderosas. Sitúa su crítica en la situación vivida por Chipre, Líbano o Timor bajo
antiguo control portugués. En todos los casos se ha establecido una independencia
basada en la dependencia económica de grande empresas y corporaciones
trasnacionales.
1
Hobsbawm, Eric. Política para una Izquierda Racional. Crítica. Barcelona. 1993
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Pero Hobsbawm también lanzó críticas contra esta situación y de hecho llevaría
a cabo un mantenimiento de tesis categorizadas como “Luxemburguístas”. Las razones
son un fracaso en gran medida de los postulados teóricos defendidos en esta fase del
leninismo, apenas se consiguió que los movimientos nacionalistas fueran dirigidos por
elementos marxistas e incluso a la hora de la oficialización sistemática de los éxitos
obtenidos por estos movimientos, fueron copados por intereses de tipo burgués que
arrinconaron a los marxistas.
El nacionalismo en España,
España, apuntes introductorios
2
Es cierto que Sevilla mantuvo durante años el monopolio sobre el comercio con Indias, sin embargo eso
corresponde a actividad comercial, no productiva.
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En torno a la tradición catalana y vasca
3
Cambó, F. Memorias. Madrid, 1987, pp.41
4
La abolición del fuero catalán se lleva a cabo por Felipe V, mientras que en el caso de Pais Vasco, se
producen tras la guerra carlista que finaliza en 1876.
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¿Qué papel ha jugado la historiografía en el
el estudio del
nacionalismo español?
español?
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nación española. Analizando esta postura que ha sido desmentida por ilustres
historiadores como Santos Juliá o Julian Casanova, lo que ya empieza a desprenderse es
la conformación de una lucha de poderes de tipo económico. Los elementos de la
izquierda unidos en Frente Popular, con proyectos de fiscalidad progresiva,
redistribución de la tierra y reformas económicas encaminadas a restar poder a las
oligarquías burguesas, elementos nobiliares e Iglesia Católica se vieron sorprendidos
por una alianza de estas fuerzas de derechas sostenidas por un sector reaccionario del
ejército de Marruecos y regimientos territoriales peninsulares. Rápidamente fueron
apoyados por las potencias del Eje italo-germano que decantarían la balanza hacia los
sublevados.
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Pero más allá de esto es muy importante además abordar si esto es positivo o no para la
gobernanza de España en los tiempos de coyuntura económica existente. Mi crítica por
lo tanto está basada en amplios criterios de solidaridad social, en un concepto lineal de
la evolución histórica del Estado Español. ¿Por qué estos posicionamientos? La razón es
simple, a partir de esa idea de historia como algo lineal, como compromiso del hoy con
el mañana, hay que ser justos y declarar que España ha tenido diferentes clases
territoriales. Cómo argumenté anteriormente, la situación geográfica y las presiones e
intereses de las burguesías territoriales que hoy son nacionalistas han condicionado el
desarrollo industrial y económico del Estado. Se han concentrado a lo largo de los
últimos tres siglos en la Costa Cantábrica y el noreste peninsular, en Cataluña. El resto
de regiones españolas aportaron al desarrollo con la herramienta más valiosa, la fuerza
de trabajo. De esta forma regiones como Extremadura, que hoy es deficitaria al Estado,
envió a mediados del S.XX a la mitad de su población a las zonas industriales ante la
ausencia de oportunidades, inversión y oligarquías terratenientes que poblaban esta
región del centro-sur español. Las familias y ciudadanos extremeños, al igual que
castellanos, manchegos, andaluces o riojanos, que aportaron millones de trabajadores a
la producción industrial y que no han visto desarrollo hasta la llegada de la democracia
deben ser compensadas ahora en materia de inversión.
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El nacionalismo en España
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periféricos o centrífugos que pretendían la soberanía nacional para territorios como
Euskadi, Galicia y Cataluña. Ahora bien, estos nacionalismos no empezaron a mostrarse
como fuertes hasta la II República, en la que se mostraron los primeros grandes
conflictos nacionales y durante la que se llegó a declarar el Estado Catalán en la
revolución de 1934. Durante ésta época existió un profundo debate sobre la concepción
de España y su composición cultural diversa; pero éste debate quedó completamente
truncado al alcanzar el poder, tras una cruenta guerra civil, los “nacionales” liderados
por Francisco Franco. Tras esto se dieron en España 40 años de dictadura franquista,
caracterizada por una exaltación a la patria española. Pero, ¿qué consecuencias tuvieron
los cuarenta años de “paz” del franquismo en la conformación y desarrollo de
identidades nacionales?. Sin duda alguna, Franco pretendió desde el comienzo de la
guerra equiparar al bando republicano y a la izquierda con el concepto de “enemigos de
la patria”, autodenominando a su ejercito como el garante de la “salvación nacional” de
la patria española. Durante la guerra la izquierda y el republicanismo mantuvo,
exceptuando los casos del nacionalismo vasco y catalán, su identidad como proyecto
político de la nación española, de hecho, fuerzas fundamentales en la Guerra Civil como
el Partido Comunista de España consideraron el conflicto como una «guerra nacional-
revolucionaria del pueblo español contra el fascismo internacional». Pero tras la guerra
la izquierda fue presentada por el franquismo como antiespañola hasta el punto que los
escasos focos que luchaban contra el franquismo se alejaron del sentimiento español,
sino que viera el concepto de España con recelo.
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identidad nacional española, ya que los nuevos militantes de la izquierda (PSOE e IU)
no se sentían representados por esa idea de España, que aún ligaban a la dictadura que
ellos no vivieron, frente a los militantes de más edad, que nunca se resignaron a ceder la
nación española como una exclusividad de la derecha.
En definitiva, durante los años 90 y comienzo del nuevo milenio las nuevas
generaciones que militaban en la izquierda no sentían, por lo general, especial especial
atracción por la idea nacional de España, incluso al contrario, simpatizaban
abiertamente con los nacionalismos periféricos. Pero sin embargo, las nuevas
generaciones de españoles sí se han sentido parte del proyecto nacional de España, e
incluso han radicalizado su “españolismo” debido a los efectos del terrorismo etarra,
que les hacía oponerse por completo a las ideas segregacionistas de los nacionalismos
periféricos. Precisamente esta disyuntiva “desespañolización de la izquierda –
expansión del nacionalismo español” es de lo que tratare en el siguiente punto, como
consecuencia inevitable de la influencia de los nacionalismos radicales periféricos.
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La radicalización de las señas de identidad en España
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identidad, Cataluña también tuvo su propio proceso, aunque éste se diera con toda su
plenitud en los noventa bajo el pujolismo5 más exacerbado y a comienzos del siglo XXI
bajo el gobierno tripartito.
Santamaría viene a decir que todos estos hechos acaecidos en Cataluña tras el
final del franquismo han provocado que se de un proceso de polarización social e
identitaria entre la juventud trabajadora de los barrios de la periferia, de lengua
castellana, y la juventud de las clases medias de los centros urbanos, de lengua catalana.
5 Entiendo por pujolismo, al igual que hace Antonio Santamaría, a la derecha nacionalista catalana que
gobernó en Cataluña hasta la llegada del Tripartito.
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Ahora bien, los procesos de radicalización de las señas de identidad en
Cataluña y el País Vasco no han tenido consecuencias sólo en dichas zonas, sino que
han producido un proceso de radicalización de las señas de identidad en España. Los
pactos con los nacionalistas periféricos por parte de los distintos gobiernos españoles
generaron entre la población de España un sentimiento de subordinación del gobierno
de Madrid (especialmente el de Zapatero) respecto a los nacionalistas, y que debida a
esa subordinación zonas como Cataluña y Euskadi obtuvieron un trato de favor en lo
económico -y en lo infraestuctural- respecto al resto de España. Ese pensamiento
mesetario de sentirse peor tratados que los catalanes a pesar de ser “españoles de
verdad” provocó una radicalización clara de las señas de identidad española, ya que
frente al trato de favor que recibieron los catalanes en el Estatut y en lo lingüístico se
generó en España un resentimiento frente a la izquierda “vendida a los catalanes”.
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nuevo partido surgido como respuesta española a los radicalismos vasco y catalán.
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entre la teoría y la idea del nacionalismo en España, su origen, características, fallas
ideológicas y por supuesto su influencia en el Estado. Esta es la idea principal del
trabajo aunar en un mismo recorrido todas estas visiones para finalizar con la
gobernanza y la influencia o pesares que puedan recaer sobre ella ante la coyuntura
nacionalista y su radicalización, que ha disminuido en los últimos años ante el duro
golpe asestado a las cúpulas de E.T.A.
Reflexión final
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contrario, la estampida de los más poderosos se produce, la capacidad de la
gobernabilidad en España puede experimentar un duro vuelco.
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• Hobsbawm, Eric. Historia del S.XX. Crítica, Barcelona, 2003.
• Hobsbawm, Eric. Política para una izquierda racional. Crítica, Barcelona,
2000.
• Hobsbawm, Eric, Ranger,Terence. La Invención de la Tradición. Crítica,
Barcelona, 2000.
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textos.html
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• Bueno, Gustavo. España no es un mito. Temas de Hoy, Madrid, 2005.
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• Santamaría, Antonio. La juventud catalana se polariza. En: El Viejo Topo.
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• Alvárez Junco. Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX. Taurus,
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• Gary Hayek, Domingo. Nacionalismos periféricos y democracia en España.
• Bouza-Brey, Luis. El laberinto español y los nacionalismos periféricos.
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