Ambiente
Ambiente
Ambiente
informe
INTEGRANTE:
PROFESORA:
Merani Pacheco C.I:
Maritdalia Cortez
30.349.838
INTRODUCCIÓN
Según la filosofía política basada en el estado social, la libertad individual de los individuos
solo puede ser efectiva si el estado garantiza unos niveles básicos de igualdad y tales
garantías serán reales si hay un modelo organizativo del estado que lo permita. Así, la
asistencia sanitaria universal, la educación para todos o el sistema de pensiones públicas
son ejemplos del criterio general que debe regir a una sociedad para que sea lo menos
desigual posible.
Uno de los recientes debates políticos relacionados con el estado social es su elevado coste
y el peligro de su sostenibilidad en el futuro. Los partidarios de mantenerlo creen que es
una garantía de justicia social y sus detractores (liberales y neoliberales) consideran que el
estado no debe entrometerse en la vida de los individuos, quienes deben elegir con libertad
cuáles son sus prioridades.
En la mayoría de las constituciones de los países se hace referencia al estado afirmando que
es una entidad jurídica y que, además, tiene un componente social. La idea general de
estado social se fundamenta en los mecanismos de solidaridad que las instituciones deben
promover entre los ciudadanos de un territorio.
Más allá del vínculo o filiación normativa, política o ideológica que podamos atribuirle o
reconocerle al concepto “Estado social”, lo cierto es que con este se apunta a una mayor y
más fuerte presencia del Estado en la satisfacción de necesidades públicas (debemos aclarar
que cuando hablamos de Estado nos referimos a la faz administrativa del poder público, y
no a la “sociedad” ni tampoco a otros “poderes”, como el legislativo o judicial). Así, un
Estado social es aquel que, en sus fines y medios (en concreto, en sus potestades), asume la
responsabilidad de satisfacer las necesidades en ciertas dimensiones de la vida que son
cruciales, como salud, educación, pensiones, vivienda (necesidades que, por ello, pasan a
denominarse públicas). Esto quiere decir, en otras palabras, que el acceso a dichos bienes
no queda supeditado -según explica Jordán- a la “mera voluntad de las libertades”, sino que
deben tener una “preferencia en su protección y prestación por parte de la entidad estatal”.
En definitiva, la configuración de un Estado social tiene como horizonte político la
“generación de políticas de mejora sustancial de las personas”.
Diversos son los modos en que política y técnicamente se puede concretar el fin del Estado
social (un caso es el establecimiento de derechos sociales, aunque este concepto también es
difuso). Con todo, nada de lo anterior pugna directamente con una adecuada comprensión
de un régimen o modelo subsidiario, aunque sí puede pugnar con un régimen “liberal”. En
efecto, la subsidiariedad, al contrario de lo que se ha comprendido, no significa ausencia,
abstención o no injerencia. Paradójicamente, los principales responsables de este mal
entendimiento son ciertos defensores de este principio, que en ocasiones han llegado
incluso a entenderlo y promoverlo (a tergiversarlo) como un principio económico que
necesariamente supone un “Estado mínimo”.
El Derecho Ambiental podríamos decir que a partir de 1972, con la Conferencia de
Estocolmo, fue la luz roja inicial al dar cabida a la presentación ante el concierto de
naciones de los problemas de tip0 ambiental que ya estaban destacándose en el panorama
internacional. A partir de 1972 se iniciaron proyectos para recuperar y sistematizar
elementos de derecho ambiental esparcidos en multitud de decretos y reglamentaciones
sobre los recursos naturales renovables y no renovables, reunir piezas de legislación
dispersas sobre los recursos naturales, la salud pública, las aguas, los bosques, la caza, la
pesca, el control sanitario y el sistema de parques nacionales en especial en Latinoamérica.
En Venezuela la Legislación Ambiental tiene su base, por llamarlo así, en la Constitución
Nacional de 1999, en el Capitulo IX de los Derechos Ambientales (artículos 127 al 129),
además contamos con la Ley Orgánica del Ambiente y la Ley Penal del Ambiente las
cuales determinan importantes alcances, responsabilidades y un régimen administrativo y
sancionatorio, en ellas se contemplan la creación de la Jurisdicción Especial Penal
Ambiental, así como, la valoración económica del daño ambiental como instrumento para
la aplicación de sanciones por las actividades capaces de degradar el ambiente, aplicables
aquellos que incumplan normas, procedimientos y medidas preestablecidas. la Comisión
Nacional de Aprovechamiento de los Recursos Hidráulicos en memorias de sus secretarios
ejecutivos entre los años desde 1967 a 1972 dentro del extinto Ministerio de Obras
Públicas. Así mismo, el documento “Fenómeno de Urbanización en Venezuela” publicado
en 1968 y bajo la coordinación del CENDES con el apoyo de las Naciones Unidas trajo la
noción de “Polo de Desarrollo”. La década de los 70,s muestra una preocupación en nuestro
país por el estado del ambiente trayendo como consecuencia la creación del Ministerio del
Ambiente y su coincidencia con las tesis universales que cuestionaban las estructuras
económicas y políticas del mundo desarrollado como generadoras de serios desequilibrios
amenazantes de la vida y continuidad de la especie humana y preconizaban un inminente
desastre ecológico. La Conferencia de las Naciones Unidas en Estocolmo en 1972 sobre el
medio de vida humano
incluye la discusión entre la reducción del ritmo de crecimiento en desmedro de la
esperanzas de desarrollo de los países en vías del mismo replanteándose un nuevo orden
económico mundial en el que las relaciones entre ambiente y desarrollo dieron como
resultado la concepción de la noción denominada “ecodesarrollo” en 1973, creada por el
Director del Programa para el Medio Ambiente de la ONU, señor M. Strong.
Posteriormente el Centro de Investigaciones sobre el Ambiente y el Desarrollo de París
profundiza en los componentes de este concepto el cual forma parte de una idea más
general y aceptada a raíz del informe de la Fundación Dag Hammarskjold titulado “Que
Hacer” en la Asamblea General de la ONU de Septiembre de 1975. Con la labor del
Ministerio del Ambiente comienza la activación para la conservación, defensa y
mejoramiento del ambiente lo que permite orientar una discusión sobre el concepto de
desarrollo sustentable en 1978 con el Seminario Internacional Ambiente y Desarrollo
auspiciado por Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente y celebrado en Caracas,
lo cual sentó las bases para la publicación del documento “Político Ambiental. Misión y
Gestión” sentando las bases de la acción del recién creado Ministerio del Ambiente. Como
resultado de este acontecimiento surge el Plan Nacional de Conservación, Defensa y
Mejoramiento del Ambiente” cuya experiencia acumulada a través de los años pone de
manifiesto la necesidad de levantar información sobre el medio natural de Venezuela y a
partir de 1980 se desarrolla el Proyecto Sistemas Ambientales Venezolanos publicado en
1984. En este mismo período, y a consecuencia de la información que sobre el ambiente se
tenía, se promulga la Ley Orgánica de Ordenamiento del Territorio, en 1983 y en 1999 el
Presidente Hugo Chávez aprueba el Plan Nacional de Ordenamiento Territorial contenido
en la Ley respectiva y que deberá ser reformulado, por los cambios presentados a raíz de la
Nueva Geometría del Poder contemplada en el actual Proyecto de Reforma Constitucional
en sus artículos 11, 16, 18, 185 y 305. Adicionalmente, el capitulo IX de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela crea los derechos ambientales con rango
constitucional.
MARCO LEGAL: PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO AMBIENTAL
Los principios generales del derecho para la ciencia jurídica en general, que sirven tanto de
fuente del derecho en caso de ausencia de ley, expresa como de conductor e impulso para la
formulación del derecho positivo, como guía en la interpretación con el objeto de uniformar
los criterios interpretativos normativos.
El Desarrollo Sustentable supone e implica para el Estado los gobiernos y el ciudadano una
serie de cambios tecnológicos, científicos, culturales, políticos, ecológicos y económicos.
Estos cambios indudablemente no resultan de fácil adopción. Se trata de cambiar la actitud
de las personas hacia una economía más racional, más humana y pensando no sólo en
satisfacer las necesidades presentes, sino, considerar los requerimientos de las futuras
generaciones, aspecto este último que demanda una cultura, un compromiso y una visión
que involucre una ética mínima en relación al medio ambiente.
Las políticas preventivas y de fomento que apelan a mejorar las condiciones ambientales
relacionadas con la competitividad productiva han recibido menor atención. En otro orden
de ideas, la capacidad de las instituciones ambientales para alcanzar las metas trazadas en
términos de políticas transectoriales y subregionales efectivas y de fortalecer la posición
negociadora de los países en el plano internacional continúa siendo casi insignificante
BIBLIOGRAFÍA
http://www.minec.gob.ve/wp-content/uploads/2019/11/Educaci%C3%B3n-Ambiental.pdf
http://www.saber.ula.ve/bitstream/handle/123456789/40043/articulo3.pdf?
sequence=1&isAllowed=y
http://www.ucv.ve/fileadmin/user_upload/cenamb/Situacion-Ambiental-de-Venezuela-
2012.pdf