2023 Los Presocráticos

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FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA 

(del siglo VII al V Antes de Cristo)


El inicio de la filosofía occidental se encuentra unido al problema y a la posible explicación racional
de la physis (naturaleza).  Fueron los presocráticos los primeros pensadores que, en el mundo
occidental, intentaron dilucidar una explicación racional de la realidad en su conjunto y de la realidad
de las cosas, superando a los autores antiguos que habían basado sus explicaciones en el concepto
de mito.
Los filósofos presocráticos tienen como tema central de reflexión el problema de la naturaleza y su
origen.
TALES DE MILETO
Tales es considerado el primer filósofo por cuanto, frente a las explicaciones de la realidad de
carácter mítico y religioso, nos ofrece por primera vez una explicación basada en la razón, es decir,
en la que no se apela a entidades sobrenaturales para explicar lo real ni se admite lo contradictorio,
rechazándose, además, la heterogeneidad entre la causa y el efecto: si la realidad es física, su
causa ha de ser también física (el agua, por ejemplo).
En cuanto a su cosmología, afirmaba que la tierra estaba sobre el agua, flotando como un disco. Se
le atribuye la afirmación "todo es agua", que se ha interpretado en el sentido de que Tales afirmaba
que el agua era el elemento originario de la realidad, el principio de todas las cosas, o bien en el
sentido de que todas las cosas estaban constituidas o formadas por agua. ¿De dónde procede esta
idea? Algunos afirman que Tales la tomó de la mitología oriental; la mayoría, sin embargo, tienden a
atribuirle un origen experimental, bien derivado de la experiencia de lo húmedo y de la importancia
de la humedad en el desarrollo de la vida, o bien de la observación de la evaporación del agua, que
hace que este elemento se transforme en otro. En todo caso fue el primero que planteó la cuestión
de la naturaleza última del mundo, concibiendo las cosas como formas cambiantes de un primer y
único elemento: el agua.
ANAXIMANDRO DE MILETO
Anaximandro fue discípulo y compañero de Tales, siendo unos catorce años más joven que él. Se
ocupó, al igual que Tales, de cuestiones prácticas relacionadas con la ciencia y se le atribuye la
elaboración de un mapa del mar Negro, probablemente para uso de los navegantes milesios que
viajaban por él. Al igual que otros filósofos griegos participó activamente en la vida política de su
ciudad, y se le atribuye la dirección de una expedición colonizadora a Apolonia. Respecto a su
actividad filosófica se le atribuye la composición de una obra en prosa, "Sobre la naturaleza", en la
que expone sus teorías.
Al igual que Tales buscó el elemento primordial y básico a partir del que se ha generado la realidad;
pero a diferencia de él consideró que dicho elemento o "arjé" (origen, principio) no podía estar
constituido por ninguno de los elementos conocidos, como el agua, ni tampoco por ninguna clase
particular de materia. Si ese primer elemento era la causa material de todo lo existente había de ser
la causa, por lo tanto, de toda materia particular, por lo que dicho principio no podía identificarse con
ninguna materia particular. Siendo su principio, su comienzo, su fuente, había de ser algo
necesariamente distinto; pero dado que nosotros sólo conocemos las formas particulares de materia
que emanan de ese primer principio hemos de concluir que el "arjé" tiene que ser una materia
desconocida para nosotros y, en cuanto tal, una materia indeterminada, indefinida, ilimitada, a la que
Anaximandro da el nombre de "ápeiron". Eso es lo que parece transmitirnos alguno de los
fragmentos conservados de Anaximandro.
Vemos, en definitiva, que Anaximandro afirma como primera causa de la realidad una causa
material: lo indefinido, lo indeterminado, lo infinito, a partir de la que evoluciona todo lo real. En la
medida en que se niega a identificar esta primera causa con un elemento material particular su
pensamiento supondrá un avance con respecto a Tales, en cuanto significa un considerable esfuerzo
de abstracción y coherencia racional.
PITÁGORAS DE SAMOS
La filosofía de Pitágoras se desarrolla en una doble vertiente: una místico-religiosa y otra
matemático-científica.
a) Por lo que respecta a la primera, el eje central está representado por la teoría de la trasmigración
de las almas y la consecuente afirmación del parentesco entre todos los seres vivos. Según ella, las
almas son entidades inmortales que se ven obligadas a permanecer en cuerpos reencarnándose
sucesivamente pasando de unos a otros durante un periodo de tiempo indeterminado, hasta superar
el proceso de reencarnaciones gracias a la purificación (catarsis), que culmina en el regreso del alma
a su lugar de origen. Para ello, era necesario observar numerosas reglas de purificación, por
ejemplo, la abstinencia de la carne, así como diversas normas rituales y morales. Esta teoría será
adaptada posteriormente por Platón, constituyendo un elemento importante de su filosofía.
b) Respecto a la vertiente matemático-científica, Pitágoras afirmaba que los números eran el
principio (arjé) de todas las cosas.
No sabemos si se concebían los números como entidades físicas o si, por el contrario, se afirmaba
que el principio de la realidad era algo de carácter formal, es decir, no material (una relación, una
estructura...). Aristóteles pensaba que la doctrina pitagórica del número se basaba en
descubrimientos empíricos; por ejemplo, el hecho de que los intervalos musicales puedan
expresarse numéricamente. (De hecho los pitagóricos concedieron una gran importancia al estudio
de la música, vista su relación con las matemáticas. Esta relación la pudieron ir ampliando al resto de
objetos que constituyen la realidad, descubriendo en el número la razón de todo lo real, lo que
llevaría a convertirlo en el "arjé" de los  milesios.) Parece, además, que los pitagóricos concibieron
los números espacialmente, identificando el punto geométrico con la unidad aritmética. Las unidades
tendrían, pues, extensión espacial y podrían ser consideradas, como dice Aristóteles, como el
elemento material de las cosas.
PARMÉNIDES DE ELEA
El siguiente poema de Parménides expone su doctrina a partir del reconocimiento de dos caminos
para acceder al conocimiento: la vía de la verdad y la vía de la opinión. Sólo el primero de ellos es un
camino transitable, siendo el segundo objeto de continuas contradicciones y apariencia de
conocimiento.
"Ea, pues, que yo voy a contarte (y presta tu atención al relato que me oigas)
los únicos caminos de búsqueda que cabe concebir:
el uno, el de que es y no es posible que no sea,
es ruta de Persuasión, pues acompaña a la Verdad;
el otro, el de que no es y el de que es preciso que no sea,
este te aseguro que es sendero totalmente inescrutable."
Para alcanzar el conocimiento sólo nos queda pues, la vía de la verdad. Esta vía está basada en la
afirmación del ser: el ser es, y en la consecuente negación del no ser: el no ser no es. El ser es, lo
uno es. La afirmación del ser se opone al cambio, al devenir, y a la multiplicidad. Frente al devenir, al
cambio de la realidad que habían afirmado los filósofos jonios y los pitagóricos, Parménides alzara
su voz que habla en nombre de la razón: la afirmación de que algo cambia supone el reconocimiento
de que ahora "es" algo que "no era" antes, lo que resultaría contradictorio y, por lo tanto, inaceptable.
La afirmación del cambio supone la aceptación de este paso del "ser" "al "no ser" o viceversa, pero
este paso es imposible, dice Parménides, puesto que el "no ser" no es.
HERÁCLITO DE ÉFESO: La lucha de opuestos y el cambio constante
Debido a su vida solitaria y a la oscuridad de su filosofía, fue llamado “El oscuro”. Se cree que sus
obras quedaron recogidas en una sola titulada “De la naturaleza”, que trataba del universo, la política
y la teología. Afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante; el ente deviene y todo
se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. El universo
de Heráclito está, ciertamente, formado por contrarios en perpetua oposición.
Es Heráclito el que cambia totalmente de orientación del pensamiento al observar que todo en la
realidad está en perpetuo cambio y que es imposible definir algo porque de inmediato esa cosa se
modifica y ya deja de ser lo que era para ser otra.
Nunca tenemos la misma experiencia ni vemos dos veces lo mismo porque las cosas cambian en un
constante devenir.
Heráclito afirma que el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente deviene y todo se
transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. El universo de
Heráclito está, ciertamente, formado por contrarios en perpetua oposición.
Si bien Heráclito no desprecia el uso de los sentidos (como Platón) y los cree indispensables para
comprender la realidad, sostiene que con ellos no basta y que es igualmente necesario el uso de la
inteligencia. Al uso de los sentidos y de la inteligencia, hay que agregarle una actitud crítica e
indagadora. La mera acumulación de saberes no forma al verdadero sabio, porque para Heráclito lo
sabio es «uno y una sola cosa», esto es, la teoría de los opuestos. Quizás el fragmento más
conocido de su obra dice: “En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos
[los mismos].”
La guerra o discordia es una metáfora que emplea Heráclito para expresar el cambio en el mundo.
Esta guerra es la que se produce entre opuestos (calor - frío - día - noche - salud -enfermedad -
guerra - paz) por lo que cabe inferir que el cambio en el mundo, según Heráclito, se debería a esta
lucha entre opuestos. Heráclito define la guerra o discordia como díke, el camino señalado o regla
normal de comportamiento.
EMPÉDOCLES DE AKRAGAS
Su personalidad está envuelta en la leyenda ya que, además de filósofo, fue conocido por sus
habilidades como médico y sus actividades relacionadas con la magia o con el chamanismo. Se dice
que fue discípulo de Pitágoras o, cuando menos, pitagórico y maestro del sofista Gorgias de Leontini,
atribuyéndosele también la creación de la retórica.
Por lo que respecta a la naturaleza Empédocles aceptó el postulado parmenídeo de la permanencia
del ser; pero tratará de dar una explicación del cambio, negándose a aceptar el carácter ilusorio la
realidad sensible. Para solucionar las aporías en las que habían caído los anteriores filósofos
Empédocles postula la existencia de cuatro elementos (fuego, tierra, aire, agua) cada uno de ellos
con las características de permanencia e inmutabilidad del ser, y la existencia de dos fuerzas
cósmicas (Amor, Odio) que actuarán como causa de la combinación o disociación de los elementos.

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