Resumen GUTHRIE Aristóteles

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Universidad Nacional del Sur, Departamento de Humanidades, Historia de la Filosofía Antigua


Apunte de cátedra, fragmentos del libro:
Guthrie, W. K. C., Los filósofos griegos -de Tales a Aristóteles, México, Fondo de Cultura Económica, 8º
reimp., 2011, pp. 141-152.

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VII. Aristóteles. 1) El universo aristotélico
()…este hombre, como hemos visto, fue discípulo y amigo de Platón durante 20 años, desde los 17 de edad.
Cuando joven, aceptó toda la filosofía de los dos mundos de Platón: la doctrina de las ideas, la inmortalidad y
transmigración del alma, y el concepto del conocimiento terrenal como rememoración del conocimiento del otro
mundo. Aunque después se sintió obligado, como pensador independiente, a abandonar las doctrinas místicas de las
ideas y del parentesco del alma con las cosas del más allá, aquéllas fueron, sin embargo, partes de una herencia que
nunca lo abandonó. En lo fundamental, continuó al lado de Platón y de Sócrates, y como dice Cornford:
No obstante esta reacción hacia un punto de vista de sentido común y de hechos empíricos, Aristóteles no
pudo nunca dejar de ser platónico. Su pensamiento está dirigido, no menos que el de Platón, por la idea de
la aspiración heredada de Sócrates por su maestro: la idea de que la verdadera causa o explicación de las
cosas hay que buscarla no al principio, sino al fin (Before and after Sócrates, pp. 89 y ss.)
En otras palabras, la pregunta a que puede y debe contestar la filosofía es: "¿Por qué?" No es suficiente
contestar a la pregunta: "¿Cómo?" Para hablar con más exactitud, podemos decir que el legado permanente del
platonismo a Aristóteles fue [Página 142] doble, aunque sus dos aspectos están íntimamente relacionados. Lo que
tomó y retuvo fue:
1) El punto de vista teleológico.
2) La convicción de que la realidad reside en la forma.
No pudo renunciar a su sentido de la suprema importancia de la forma, en la cual, como ya hemos visto, los
griegos incluían naturalmente la función. Saber de qué materia está hecha una cosa tiene sólo una importancia
secundaria, ya que la materia originaria es algo que comparte esa cosa con otras que han tomado forma diferente, y
entenderla significa descubrir las características que la distinguen de las demás cosas. Su definición, pues, debe
expresar la forma en que se ha desarrollado. En esto, según Platón y Aristóteles, reside su esencia…()
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()…He aquí, pues, un hombre tan decididamente convencido como Platón de que el conocimiento es
posible, y que tiene que ser conocimiento de la forma, no de la materia. Mas de estas premisas Platón, como
sabemos, deducía que la única explicación posible estaba en la hipótesis de un mundo de formas trascendentes y
absolutas realizado parcial y transitoriamente en el mundo de la naturaleza. Contra esto se rebelaba el sentido
común de Aristóteles, porque la relación entre los dos mundos, la casualidad de las ideas, quedaba sin explicar.
Sobre todo, no ayudaban éstas a explicar lo que había constituido el enigma de la filosofía griega primitiva y que le
parecía a Aristóteles la única cosa que, por encima de todas, necesitaba explicación, o sea, los fenómenos del
movimiento y el cambio. En consecuencia, renunció a ellas; pero debe suponerse que continuó planteada la
dificultad que estaban destinadas a salvar…()
La solución de Aristóteles estriba en dos conceptos relacionados entre sí y fundamentales a su filosofía:
a) El concepto de la forma inmanente.
b) El concepto de la potencialidad (dynamis).
a) Forma inmanente. En términos generales, la opinión de Aristóteles consiste en que, si bien a [Página 144]
primera vista el mundo parece estar en movimiento constante y no ofrece verdades fijas, únicas que pueden ser
objeto del pensamiento científico, sin embargo, el filósofo puede, por un proceso mental, analizar ese fluir
continuo y descubrir que por debajo de él existen ciertos principios o elementos básicos que no cambian. No s on
una serie de sustancias que existan aparte del mundo sensible, pero existen y pueden ser pensados
independientemente. No cambian, y suministran los objetos de la verdadera filosofía.
Al preguntamos cuáles son estos principios, debemos recordar el postulado inicial de sentido común
formulado por Aristóteles, a saber, que sólo los objetos sensibles individuales existen separadamente: este hombre,
este caballo, según él mismo dice. Toda la investigación tiene por finalidad comprender estos objetos individuales…
Figurémonos, pues, al filósofo examinando las cosas que le rodean en un esfuerzo por abstraer, mediante un
análisis inductivo en primer lugar, ciertos principios comunes que existen (no son meras abstracciones mentales),
pero que sólo existen combinados en los objetos concretos. No obstante, pueden ser considerados
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separadamente mediante un proceso mental, y, considerados así, explicarán la naturaleza del objeto concreto
mismo.
Visto de esta suerte, cada objeto independiente del mundo natural revela que es un compuesto. A la
verdad, seguimos llamándole aún un objeto concreto, con una palabra latina que significa “adhe- [Página145] rido” y
que es traducción de la palabra griega que Aristóteles aplica a dicho objeto. Consiste, en cualquier momento dado,
en un substratum, llamado también su materia, informado por, o poseedor de, cierta naturaleza formal… las cosas
perceptibles cambian, y los antiguos pensaban que el cambio ocurre siempre entre dos opuestos o extremos —del
negro al blanco, del calor al frío, de lo pequeño a lo grande, y así sucesivamente—… La razón por la cual sus
predecesores habían encontrado el problema del cambio tan difícil de explicar lógicamente es que habían
argumentado —decía— como si dicho problema exigiese asentir a la proposición de que esas cualidades opuestas
podían cambiarse la una en la otra. Confundían la afirmación "esta cosa fría se ha puesto caliente” con la afirmación
“el calor se ha hecho frío”. Esta última afirmación viola la ley de la contradicción y es imposible, y Parménides había
tenido agudeza bastante para advertirlo. De aquí la necesidad de postular el substratum, que en sí mismo carece en
absoluto de cualidades (aunque, naturalmente, nunca existe desnudo y solo). Dado este substratum —esto es, dada
la distinción, que nos parece elemental, entre sustancia y atributo—, podemos explicar un proceso de cambio —por
ejemplo, el enfriamiento, el decaimiento o la muerte— diciendo no que el calor, la ausencia de color o la vida se han
cambiado en sus opuestos el frío, el color y la muerte, sino que el calor, la falta de color y la vida han abandonado el
objeto concreto y han sido remplazados en él por otras cosas. Esta distinción ya había sido señalada por Platón, que
en el Fedón [Página 146] habla de la confusión mental que resulta de tomar "las cosas que poseen los opuestos” por
los opuestos mismos. Pero la solución de Aristóteles difería en un punto esencial, pues mientras que a Platón le
parecía esencial afirmar la existencia de las formas aparte y por sí mismas, a la vez que de manera misteriosa
"entraban en” las cosas concretas, para Aristóteles estaban siempre en algún cuerpo físico.
b) Potencialidad (dynamis). Al exponer este concepto, debo decir ante todo que la teleología, tal como la
entendían Platón y Aristóteles, requería la existencia real del telos o fin, es decir, de una perfección por cuya
influencia tiene lugar la actividad del mundo natural... Como dice Aristóteles: "Donde hay un 'más bueno’ tiene
que haber un ‘bonísimo”, o, podemos decir, las comparaciones no tienen sentido a menos que haya un principio
absoluto al cual puedan referirse. No podremos hablar de progreso, y ni siquiera saber si las cosas adelantan o
retroceden, si nuestra escala de valores es puramente relativa; y tiene que ser relativa si no existe en alguna parte
una perfección por la cual puedan ser juzgadas, según se acerquen a ella más o menos. Así pensaba Aristóteles, al
menos. En el mundo de Aristóteles esta perfección la ofrece su dios, que es la única forma pura que existe aparte de
la materia. No es la forma de nada del mundo, y así no se [Página 147] nos hace volver a las formas independientes y
específicas de Platón, que a Aristóteles le parecían una suerte de réplicas inútiles de las cosas perceptibles.
Más adelante hablaremos de la naturaleza de eseser supremo, y por ahora continuaremos en el mundo de
los sentidos. En este mundo, cada cosa nuevamente concebida debe tener un padre o autor, que es su causa en
dos sentidos: primero, por haber ejecutado el acto de engendrarla; y segundo, como modelo de la forma específica
que tomará la nueva criatura. Según Aristóteles, el padre es necesario como causa eficiente y como causa formal-
final. La "naturaleza" de la planta o animal hijo consiste en esforzarse por realizar su propia forma específica, tal
como aparece en el padre, que debe preexistir. Si el mundo hubiera sido creado en el tiempo, la gallina habría sido
anterior al huevo, según la filosofía de Aristóteles. Pero sostenía que existía desde la eternidad, y su existencia está
garantizada por la eterna y absoluta perfección de la forma pura, o Dios… toda criatura imita, a su manera, limitada
la perfección eterna de Dios. En el impulso interior a hacerlo así es en lo que consiste la "natu- [Página 148] raleza”
(physis) de un objeto natural. Aristóteles … definió los objetos naturales diciendo que “contienen en sí mismos el
principio del movimiento y del reposo”.
Como hemos visto, algunos filósofos, vencidos por la dificultad de explicar el movimiento, habían caído en
el desesperado expediente de negar su existencia. El mismo Platón (si bien hay pasajes en sus últimos diálogos que
indican que no estaba satisfecho con la solución) se había visto obligado a declarar que el mundo, por el hecho
mismo de su movimiento, sólo era cuasi real, y que había que buscar la realidad en una esfera trascendente
divorciada del movimiento y del cambio físicos. Aristóteles, al aceptar plenamente el movimiento, de acuerdo con
su temperamento más científico (y específicamente biológico), se encontró en la obligación de contestar a quienes,
como Parménides, lo habían declarado imposible. El dilema de Parménides fue, tanto como cualquier otra cosa,
resultado de la inmadurez de la lógica y del lenguaje en su tiempo… Platón había hecho ver que la efectividad de
este dilema dependía de la incapacidad para comprender que el verbo "ser” se emplea en dos sentidos totalmente
diferentes, a) existir, y b) tener cierto predicado (ser hombre, ser [Página 149] frío, etc.). Con estas nociones a la
espalda, Aristóteles presentó como solución el doble concepto del ser potencial y el ser actual...()
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Según Aristóteles, la antítesis entre “lo que es” y “lo que no es" no representa la verdadera posición… Un
embrión “no es” un hombre. Esta afirmación no implica la no existencia, sino antes bien el hecho positivo de que
existe un trozo de materia de tal naturaleza, que le es posible llegar a ser un hombre. En otras palabras, que
potencialmente es un hombre. Dado su análisis de los objetos concretos en substratum y forma, Aristóteles podía
decir que el embrión consistía en un substratum poseído en el momento de lo que él llama la "privación" de la
forma de hombre. Tampoco ésta es una afirmación puramente negativa, sino que implica la potencialidad de
realizar la forma. Aristóteles ve toda la naturaleza con ojos de teleólogo, y el concepto de función va aquí también
en primera fila. La función del ojo, por ejemplo, es ver. En términos aristotélicos, no realiza plenamente su forma y
su actualidad si no está viendo…()
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()…La forma es la esencia o la verdadera naturaleza de una cosa y la plena posesión de la forma equivale a la
ejecución perfecta de la función.
Los dos conceptos aquí expuestos: a) forma inmanente, b) noción del potencial y del ser actual, se relacionan
entre sí estrechamente. La idea de que las criaturas naturales progresan de la potencia al acto por virtud de su
propia naturaleza dinámica no puede separarse en nuestra mente del análisis de las cosas tomadas tal como se
presentan, análisis que revela la necesidad de determinado substratum capaz de ser informado en diferentes grados
por cualidades que en sí mismas son intrasformables. Lo uno puede compararse a una fotografía instantánea
tomada con rayos X; lo otro, es la explanación del proceso. De cualquier manera… la visión dinámica de la naturaleza
suministrada por los conceptos de dynamis y energeia domina todo el sistema…
Ahora podemos tratar la cuestión del dios aristotélico en su relación con el mundo. En su ancianidad Platón,
como hemos visto, definía a Dios como alma, y al alma como principio automotor. Aristóteles partió de ese punto,
pero no podía permanecer en él, ya que esa concepción no satisfacía a su concienzudo racionalismo. Su dios no era
un postulado inicial, sino el eslabón postrero de una [Página 151] cadena de razonamientos que lo llevó a la
conclusión de que el concepto de un algo automovido era una imposibilidad…
Todo acto de cambio ha de tener una causa externa. Ya sabemos que la naturaleza de las cosas consiste en
una tendencia innata o capacidad para cambiar y desarrollarse en una dirección determinada, y que por eso se
llama también dynamis. Es la facultad de responder a los estímulos adecuados, pero no es la explicación completa
del cambio que tiene lugar. Éste exige una causa o estímulo externo sin el cual la potencia interna seguiría
dormida. Alguna otra cosa debe actuar en la triple capacidad de causa eficiente (para iniciar el movimiento), causa
formal (porque en la generación natural la iniciación debe proceder de un individuo de la misma especie) y causa
final (en cuanto representación de la meta a que se dirige el movimiento). No puede haber un niño sin padres
humanos, ni semilla que no proceda de una planta madura….()
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()…La exigencia de un motor externo está satisfecha en cada acto independiente de cambio que ocurre
en el mundo físico. Pero tiene que quedar satisfecha también para el conjunto del universo. Tiene que tener éste
una causa exterior, y como su estructura es eterna, la causa ha de ser eterna igualmente. Se requiere un ser perfecto
—el ser “óptimo", en relación con el cual se valora todo lo “mejor' y "peor” de este mundo material e imperfecto—,
una primera causa a la cual en definitiva deban su ser todas las causas de movimiento y de cambio de este mundo.
Esa causa es la que mantiene en movimiento los giratorios cuerpos celestes, de cuya regularidad depende la recta
sucesión de la noche y el día, del verano y del invierno y, por lo tanto, en definitiva la vida de todas las cosas de la
tierra. Siendo eterno y perfecto, no contiene ningún elemento de potencialidad no realizada y, por lo tanto, no
puede experimentar movimiento en el sentido filosófico, que es el paso de la potencia al acto. De este modo
llegamos al concepto de Dios como Motor Inmóvil.

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