La Guerra de Las Trincheras

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¿Qué es la guerra de trincheras?

Se denomina guerra de trincheras o guerra de posiciones a una forma de hacer la


guerra en la cual los ejércitos combatientes mantienen líneas estáticas de
fortificaciones cavadas en el suelo y ambas enfrentadas.
La guerra de trincheras, guerra de posiciones o guerra de fuertes es un tipo
de guerra terrestre que utiliza líneas ocupadas que comprenden principalmente trincheras militares, en las
que las tropas están bien protegidas del fuego de armas pequeñas del enemigo y están sustancialmente
protegidas de la artillería. Surgió a partir de una revolución en las armas de fuego. Se asocia típicamente
con la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando la «carrera del mar» expandió rápidamente el uso de
trincheras en el frente occidental a partir de septiembre de 1914.2 Otros conflictos destacables en los que
se dieron guerra de trincheras fueron la guerra de Secesión (1861-1865), la guerra ruso-japonesa (1904-
1905) o la guerra entre Irán e Irak (1980-1988).
La guerra de posiciones proliferó cuando una revolución en la potencia de fuego no fue acompañada por
avances similares en la movilidad, lo que resultó en una forma de guerra extenuante en la que el defensor
tenía la ventaja.3 En el frente occidental en 1914-1918, ambos bandos construyeron elaborados sistemas
de trincheras, subterráneos y refugios opuestos entre sí a lo largo de un frente, protegidos del asalto por
alambre de púas. El área entre líneas de trincheras opuestas (conocida como «tierra de nadie») estaba
totalmente expuesta al fuego de artillería de ambos lados. Los ataques, incluso si tenían éxito, a menudo
sufrieron graves bajas.
El desarrollo de la guerra blindada y las tácticas de armas combinadas permitió eludir y derrotar las líneas
estáticas, lo que en general provocó el declive de la guerra de posiciones después de la Primera Guerra
Mundial.
Después de la Primera Guerra Mundial, la «guerra de trincheras» se convirtió en sinónimo de
estancamiento, guerra de desgaste, asedios y ataques inútiles en los conflictos.

Inicio
Debido al tamaño relativamente pequeño de los ejércitos y al poco alcance de las armas, tradicionalmente
no era posible defender más que una distancia corta o una fortaleza aislada.
Aunque avanzaron grandemente tanto el diseño de fortificaciones como el de armas en la segunda mitad
del segundo milenio, la invención del arco largo, la aparición del mosquete e incluso la de la artillería no
cambiaron substancialmente la regla de que una fortificación necesitaba de una gran cantidad de tropas
para defenderla. Un pequeño número de tropas simplemente no podían mantener un volumen de fuego
suficiente como para repeler un ataque decidido.

Desarrollo
Guerra de Secesión: tropas de la Unión esperando en trincheras antes del avance en la segunda batalla
de Fredericksburg (Virginia, Estados Unidos, mayo de 1863).

El primer desarrollo crítico para la aparición de la guerra de trincheras fue la introducción de los ejércitos de
reclutamiento masivo, que aparecieron en la Revolución francesa y en las Guerras Napoleónicas. Antes de
esto, los ejércitos consistían en un pequeño número de tropas que eran incapaces de defender un amplio
territorio durante mucho tiempo. Las batallas eran breves, o degeneraban en guerras de asedio. La
aparición de los grandes ejércitos hizo mucho más difícil que uno pudiese sobrepasar el flanco del otro,
aunque todavía podía conseguirse, mediante cargas de caballería e infantería, que uno de ellos acabase
rompiendo la formación del otro a través de un asalto directo.
Lo que hizo que esta táctica fuese cada vez más suicida fue el desarrollo de armas de fuego de cada vez
mayor poder a mediados del siglo XIX. Cuando comenzó la guerra de Secesión, en 1861, se luchó con las
mismas tácticas utilizadas en la era de Napoleón y durante siglos antes. Cuando la contienda llegaba a su
sangriento final en 1865, se había convertido en un previo de la Primera Guerra Mundial, con
trincheras, ametralladoras, fortificaciones de campo y bajas masivas. La batalla de Petersburg, cercana al
final de la guerra, con sus trincheras y formaciones estáticas, contrasta con las primeras batallas, como
la primera batalla de Bull Run, en donde las maniobras todavía eran posibles. Las famosas cargas de
caballería, como la carga de Pickett en la batalla de Gettysburg, demostraron la inutilidad de un asalto
directo contra una línea enemiga bien colocada.

Una ametralladora Gatling. Ilustración en una enciclopedia suiza de 1885.

Dos factores principales iniciaron el cambio. En primer lugar, hubo una proliferación
de fusiles de avancarga, que en la época se fabricaban por miles. Estos eran
efectivos al doble de distancia que los fusiles de avancarga de la era Napoleónica y
eran capaces de matar a enemigos a una distancia de 1 km. Además, permitían al
tirador mantenerse a cubierto en una trinchera o detrás de algún obstáculo
improvisado para poder disparar a un cuerpo de atacantes desde una distancia
mucho mayor que la anterior. Los atacantes eran incapaces de cruzar lo suficientemente rápido como para
evitar bajas en un número prohibitivo. Por otro lado estaba la persistencia en las tácticas en columna de las
Guerras Napoleónicas, que incrementaban las bajas. Solo a finales de la guerra se corrigió este error
táctico de forma generalizada, disponiendo las tropas en abierto. Por ello, la primera respuesta al
incremento en el poder de fuego, la cobertura, o la segunda, la dispersión, acabaron adoptándose. La
tercera, la armadura, no era una opción contra las nuevas armas. No sería una opción válida hasta la
invención del motor de combustión interna y los vehículos blindados.
El primero fue el desarrollo del alambre de púas o de espino (inventado en 1874), que en sí mismo no
causaba un gran daño a nadie, pero que podía ralentizar de forma crucial a una fuerza de ataque, y permitir
a los defensores, con ametralladoras emplazadas estratégicamente, infligir graves pérdidas al enemigo.
La segunda fue la mejora de la artillería, la aparición de la pólvora hasta el desarrollo de la guerra de
trincheras se había convertido en la mayor causa de bajas en la guerra. Fue suplantada solo brevemente
por el fusil. Con el desarrollo de los cañones de acero de retrocarga por Krupp, se recuperó gran parte de
su capacidad de matar
En tercer lugar está la introducción de las balas explosivas y, por último, los mecanismos hidráulicos de
recarga, inventados por los franceses en el cañón M1897 de 75 mm, que incrementaron significativamente
la cadencia de disparo. Estos cambios aumentaron la efectividad de la artillería hasta un grado
inimaginable en la década de 1870. Se creó una zona entre el atacante y el defensor, un espacio de «tierra
de nadie» demasiado letal como para cruzarlo.
La batalla de Santa Inés fue el primer enfrentamiento militar en América Latina donde se excavaron
trincheras. La batalla se desarrolló el 9 y 10 de diciembre de 1859 en el contexto de la guerra Federal entre
las fuerzas federales del general Ezequiel Zamora y las del gobierno conservador del general Pedro
Estanislao Ramos, con victoria de las primeras.

Sistema defensivo
Primer batallón de los Fusileros de Lancashire, en una trinchera de comunicación cerca
de Beaumont-Hamel (1916).

Al poco tiempo de comenzar la guerra, la estrategia defensiva británica sugirió un sistema principal de
trincheras de tres líneas paralelas con cada línea conectada por trincheras de comunicación. El punto en el
que una trinchera de comunicación hacía intersección con la trinchera frontal era de una importancia crítica
y normalmente se encontraba fuertemente fortificado. La trinchera frontal tenía una guarnición ligera y solía
estar ocupada solo por las tropas de guardia al amanecer y al anochecer. Entre 63 y 90 metros (70 a 100
yardas) más alejada se hallaba la trinchera de apoyo (o «de viaje»), que sería a la que retrocedería la
guarnición en el caso de que la trinchera frontal fuese bombardeada. Entre 270 y 450 metros (300 a 500
yardas) más atrás se encontraba la tercera trinchera de reserva, en donde las tropas de reserva se podían
juntar para un contraataque si las trincheras frontales eran capturadas.
Este sistema defensivo pronto se volvió obsoleto, a medida que fue creciendo el poder de la
artillería. Sin embargo, en algunos sectores del frente, la trinchera de apoyo se mantuvo
como señuelo para atraer el fuego enemigo lejos de las líneas frontales y de reserva. Se
encendían fuegos para hacerla parecer habitada, y los daños producidos por las bombas
eran reparados inmediatamente.
Vista aérea de trincheras opuestas entre Loos y Hulluch en julio de 1917. Las trincheras alemanas son las situadas en
la parte inferior derecha, mientras que las británicas están en la parte superior izquierda. El territorio entre ambas era
la «tierra de nadie» y a la izquierda del centro se divisa una antigua carretera existente antes de la guerra.

También se construían trincheras temporales. Cuando se planeaba un ataque a gran escala, se cavaban
trincheras de reunión cerca de la trinchera frontal. Servían como refugio a las oleadas de tropas atacantes
que seguirían a las primeras que dejaban la trinchera frontal. También se cavaban zanjas en dirección a la
tierra de nadie con diversos propósitos, como conectar la trinchera frontal con un puesto de escucha cerca
del enemigo, o servir de una zona de ataque avanzado para un ataque por sorpresa.
Cuando un lado de la línea frontal se curvaba hacia el enemigo, se formaba un saliente (una zona
vulnerable al poder ser atacada desde varios flancos). La línea cóncava enfrentada a un saliente se
denomina reentrada.
Detrás del sistema frontal de trincheras solía haber al menos dos sistemas de trincheras preparados al
menos parcialmente. Los alemanes a menudo preparaban múltiples sistemas de trincheras redundantes.
En 1916, su frontal de Somme mostraba dos sistemas completos de trincheras, separados un kilómetro el
uno del otro, con un tercer sistema parcialmente completo otro kilómetro más atrás. Esta duplicidad hacía
que fuese virtualmente imposible atravesar las fortificaciones. En el caso de que la sección del primer
sistema de trincheras fuese capturado, se cavaría una trinchera para conectar el segundo sistema con la
parte del primero que todavía estuviese bajo control.
Los alemanes crearon una especie de ciencia en cuanto al diseño y construcción de defensas.
Utilizaban hormigón armado para construir puntos estratégicos, así como refugios profundos, ventilados y a
prueba de bombas. Estaban más dispuestos que sus enemigos a hacer una
retirada estratégica a una posición mejor preparada defensivamente. También
fueron los primeros en aplicar el concepto de «defensa en profundidad», en
donde las líneas frontales tenían cientos de metros de profundidad y contenían
una serie de puestos de avanzada en lugar de una trinchera continua. Cada
avanzada podía dar fuego de apoyo a sus vecinos, y si bien los atacantes
tenían libertad de movimientos entre los puestos avanzados, estaban
continuamente expuestos al fuego cruzado contra ellos. Los británicos
acabaron adoptando un sistema parecido, pero estaba incompleto cuando los
alemanes lanzaron su «Ofensiva de primavera» en 1918, y demostró ser desastrosamente inefectivo.

Construcción de trincheras
Diagrama de construcción de una trinchera extraído de un manual de infantería británico de 1914.

Las trincheras nunca eran rectas, sino que se cavaban en un esquema dentado, que convertía la línea
en segmentos conectados por traviesas. Esto implicaba que un soldado nunca podía ver más de 10 m
aproximadamente a lo largo de la trinchera. Con ello el enemigo no podría enfilar la trinchera completa si
lograba ganar acceso a algún punto y, si caía un obús en alguna trinchera, la metralla (a menudo llamada
incorrectamente shrapnel) no podría llegar muy lejos.
El lado de la trinchera que miraba al enemigo se denominaba el parapeto (del italiano «-petto», que
significa «pecho»), y tenía un escalón de fuego. El lado trasero de la trinchera se denominaba
el parados (del francés «-dos», que significa «espalda»). El parados protegía la espalda del soldado de la
fragmentación de las bombas que caían detrás de la trinchera. Si el enemigo conquistaba la trinchera,
entonces los parados se convertían en su parapeto. Los laterales de la trinchera se recubrían con sacos de
arena, astillas y trozos de madera y alambre. El suelo normalmente se recubría con planchas de madera.
Se construían refugios de distintos grados de lujo en la retaguardia de la trinchera de apoyo. Los refugios
británicos solían estar entre 2,5 m y 5 m de profundidad, mientras que los alemanes solían estar mucho
más profundos, a un mínimo de 3,5 m, y en ocasiones cavaban tres pisos, con escaleras de hormigón para
acceder a los niveles superiores.

Miembro de la caballería ligera australiana utilizando un fusil periscópico, Galípoli, 1915.

Para permitir a un soldado ver fuera de la trinchera sin exponer su cabeza, se creaba
un agujero en el parapeto. Podía ser simplemente un hueco entre las bolsas de
arena o podía estar protegido por una plancha de acero.
Los francotiradores alemanes utilizaban munición antiblindaje que les permitía
penetrar las planchas de acero. La otra forma de observar desde una trinchera era
mediante un periscopio. Su forma más sencilla era un tubo hueco con dos ángulos de espejos en las partes
superior e inferior. En las trincheras del ANZAC (Australian and New Zealand Army Corps) en Galípoli, en
donde los turcos tenían el terreno más alto, se desarrolló el fusil periscópico para que los australianos
y neozelandeses pudieran disparar al enemigo sin exponerse ellos mismos, tras el parapeto.
Había tres formas estándar de cavar una trinchera. La primera era que la persona se pusiese de pie sobre
la superficie y cavase hacia abajo. Era la más efectiva en cuanto a velocidad, ya que permitía a muchos
trabajadores a la vez, pero tenía el problema de que los trabajadores quedaban expuestos al fuego
enemigo. Por eso solo podía usarse en la zona de retaguardia o por la noche. La segunda opción era
ampliar una trinchera existente cavando desde el extremo. Los trabajadores no quedaban expuestos, pero
solo podían trabajar uno o dos hombres al mismo tiempo. Por último, se podían cavar túneles, en cuyo
caso se mantenía un «techo» de tierra encima de la trinchera hasta terminar el trabajo. Luego se quitaba el
techo y se podía ocupar la trinchera.
Según la información que manejaban los ingenieros ingleses, se podían completar 250 m de trinchera
frontal utilizando 450 hombres en seis horas (por la noche). Después la trinchera necesitaba mantenimiento
continuo para evitar el deterioro causado por el clima y las bombas.
Falsa trinchera construida con sacos (Armentières, 1916).

El campo de batalla de Flandes, en donde se produjo parte de la lucha más encarnizada,


presentaba numerosos problemas para la guerra de posiciones, y especialmente para los
británicos, que en muchos casos se veían obligados a ocupar las zonas más bajas. En
muchos lugares, el nivel freático estaba a poco más de un metro de profundidad, por lo que cualquier
trinchera que se excavase se inundaría rápidamente. Por ello, muchas «trincheras» en Flandes estaban
realmente por encima de la tierra, construidas a base de construcciones masivas por medio de sacos de
tierra (llenos con arcilla). En un principio, tanto el parapeto como los parados estaban construidos de esta
forma, pero más tarde la técnica fue abrir el parapeto en gran parte de la línea, de forma que la retaguardia
estuviese expuesta al fuego desde la línea de reserva, en el caso de que el enemigo capturase la trinchera
frontal.

La muerte en las trincheras


La intensidad de la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial supuso que alrededor del 10 % de
los soldados murieran en la batalla. En el Frente Occidental, la cifra se elevaba al 12 %, mientras que la
proporción total de tropas que se convertían en bajas (muertos o heridos) era del 56 %. Considerando que
para cada hombre de infantería en la primera línea había unos 3 soldados de apoyo (artillería, suministros,
sanidad, etc.), era muy improbable que un soldado sobreviviese al conflicto sin haber recibido algún tipo de
herida. Es más, muchos soldados fueron heridos varias veces en el curso del servicio.
Los servicios médicos eran primitivos, y los antibióticos todavía no se habían descubierto. Heridas
relativamente pequeñas podían ser mortales por culpa de infecciones y gangrena. Los alemanes
registraron que un 12 % de las heridas en las piernas y un 23 % de las de los brazos ocasionaban la
muerte del herido, principalmente por infección. Los estadounidenses constataron que el 44 % de las bajas
que desarrollaron gangrena terminaron muriendo. La mitad de los heridos en la cabeza murieron y solo un
1 % de los heridos en el abdomen sobrevivieron.
Tres cuartas partes de las heridas ocasionadas en la guerra procedieron del fuego de artillería. Las heridas
de ese tipo eran normalmente más problemáticas que una herida de bala: la herida era menos limpia y
tenía más probabilidades de infectarse. Esto triplicaba la probabilidad de muerte por herida en el pecho
cuando la herida era de artillería. Además, la explosión de un obús también podía matar a través del
traumatismo provocado por la onda expansiva. Por último, a las heridas físicas se añadían los daños
psicológicos, siendo muy habitual el trastorno por estrés postraumático en el caso de personas que
hubiesen soportado un bombardeo prolongado.
Como en otras muchas guerras, el principal asesino en la Primera Guerra Mundial eran las enfermedades.
Las condiciones sanitarias de las trincheras eran muy malas, y solía haber numerosos casos
de disentería, tifus y cólera. Muchos soldados sufrían problemas parasitarios y sus infecciones
relacionadas. Además, otro caso habitual de muerte era por culpa de las temperaturas, dado que dentro de
las trincheras en invierno era muy habitual encontrarse bajo cero.

Transportando heridos en Passendale (agosto de 1917).


En varios momentos durante la guerra, sobre todo al principio, se organizaban vías oficiales para que se
pudiesen recoger a los heridos en tierra de nadie y para poder enterrar a los cadáveres. Sin embargo, lo
habitual era que los altos mandos no aprobasen ningún alto en la ofensiva por razones humanitarias, y por
ello ordenaban a las tropas no permitir a nadie recoger los cadáveres en tierra de nadie. En cualquier caso,
los soldados solían ignorar esta orden en las trincheras, porque sabían del beneficio mutuo que suponía
permitir esas operaciones. Con ello, tan pronto como cesaban las hostilidades, salían partidas a recoger a
los heridos, marcadas con banderas con una Cruz Roja, y a veces intercambiaban con los enemigos unos
heridos por otros. En algunas ocasiones, este alto el fuego extraoficial se utilizaba para hacer un
reconocimiento o reforzar una guarnición.
Una tregua muy famosa fue la tregua de Navidad entre soldados británicos y alemanes en el invierno de
1914, en el frente cercano a Armentières. Los soldados alemanes comenzaron a cantar villancicos y pronto
los soldados dejaron las trincheras. Los soldados de ambos bandos intercambiaron regalos e historias, e
incluso jugaron algunos partidos de fútbol. Sin embargo, los generales de los ejércitos desaprobaban estas
treguas, y los británicos llegaron a organizar un consejo de guerra a varios de sus soldados.

Armamento en la guerra de trincheras


Armas de infantería[editar]

Fusil alemán Mauser Gewehr 98.

Fusil británico Lee-Enfield n.º 4 Mk I.

El soldado de infantería común tenía cinco armas a su disposición en las trincheras: el fusil, la bayoneta,
la escopeta, la granada, y la pistola.
El fusil británico estándar era el Short Magazine Lee-Enfield (SMLE) de 7,70 mm, diseñado originalmente
como una carabina para la caballería, con un alcance máximo de 1280 m (1400 yd), aunque su alcance
efectivo estaba más cercano a los 180 m (197 yd). El entrenamiento británico enfatizaba el disparo rápido
más que la puntería. A comienzos de la guerra, los británicos fueron capaces de derrotar a los alemanes en
la batalla de Mons y en la primera batalla de Ypres mediante los disparos de fusil en masa. No obstante, a
medida que la guerra de trincheras se fue desarrollando, la posibilidad de reunir una línea de fusileros era
rara.
Por su parte, los alemanes contaban con el Mauser Gewehr 98 (G98) de 7,92 mm, que era tan bueno o
incluso mejor que el británico en lo que respecta a fiabilidad, alcance y precisión. Estaba, sin embargo,
menos preparado para el fuego rápido, debido a que su depósito admitía la mitad de cartuchos que el fusil
británico.
Varias armas de trinchera utilizadas por soldados británicos y canadienses en la Primera Guerra
Mundial en exhibición en el Museo de Guerra de Canadá

Los fusiles franceses (Lebel Modelo 1886) y rusos (Mosin-Nagant) eran en general inferiores
a los alemanes y británicos en la mayoría de los campos, y especialmente en fiabilidad y
acabado.
El soldado británico estaba equipado con una espada-bayoneta de unos 53 cm (21 plg), que era demasiado
larga para ser empleada, particularmente en combates cuerpo a cuerpo. No obstante, usar la bayoneta era
más seguro que disparar un fusil en esos momentos, Una carga con bayoneta podía ser efectiva para
inducir el terror en las filas enemigas y animarles a huir o a rendirse. Se utilizaba mucho para rematar a
enemigos heridos durante un avance, ahorrando munición a la vez que se reducía la posibilidad de ser
atacados desde la retaguardia. Los soldados imperiales ingleses también llevaban su propia bayoneta
M1898 «Butcher-blade» (cuchillo de carnicero), que era un arma mortal en campo abierto, pero que
también planteaba muchas dificultades de uso en las estrechas trincheras.
Muchos soldados preferían un arma tipo espada corta o incluso herramientas de construcción de trincheras
antes que la bayoneta.
Eran habituales las armas improvisadas, como puñales y mazas de madera con refuerzos metálicos, así
como todo tipo de cuchillos cortos e incluso puños americanos. A medida que la belicosidad siguió adelante
se fue mejorando el equipamiento y se desecharon este tipo de armas improvisadas.
Las escopetas las utilizaron principalmente los estadounidenses en el frente occidental. En lugar de una
única bala a gran velocidad, la escopeta dispara un número mayor de esferas de metal
llamadas perdigones. Si bien un solo perdigón causa mucho menos daño que una bala de fusil, la carga
estándar de un cartucho de escopeta solía causar muchas heridas graves a corta distancia, incrementando
las posibilidades de una herida que dejase al enemigo fuera de combate.
La granada de mano, se convirtió en la principal arma de la infantería en la guerra de trincheras. Ambos
bandos fueron rápidos a la hora de entrenar escuadrones especialistas en bombardeos. La granada
permitía al soldado atacar al enemigo sin exponerse directamente, y no requería la precisión del fusil para
matar a un hombre. Los alemanes y otomanos estaban bien equipados con granaderos desde el comienzo
de la conflagración, pero los británicos habían dejado de utilizarlos en la década de 1870 y no esperaban
una guerra de asedio, con lo que al principio de la guerra los soldados tuvieron que improvisar granadas
sobre la marcha, con lo que fuese que tuviesen a su disposición.

Ametralladoras
La ametralladora es posiblemente el arma más característica de la guerra de asedio, con la imagen de
oleadas de infantería siendo abatidas por ráfagas de balas. Los alemanes ya habían empleado esta arma
con anterioridad; en 1904 cada regimiento estaba equipado con una, y el personal que la manejaba eran
unidades de infantería de élite. Después de 1915, la MG 08/15 fue la ametralladora estándar del ejército
alemán. normalmente eran los alemanes quienes manejaban las ametralladoras.
Nido de ametralladora alemán.

La finalidad de proveer de suficientes equipos de ametralladoras pesadas al ejército.


Fueron los canadienses los mejores en este campo, siendo los pioneros en técnicas como
el fuego indirecto (pronto adoptadas por todos los ejércitos aliados)

Ametralladora Vickers.

La ametralladora pesada era un arma de especialista, y en una guerra de posiciones se utilizaba de


manera científica, con campos de fuego calculados cuidadosamente, de forma que en
el momento en que se tuviese noticia de una explosión en el lugar exacto, se dirigiese
contra el parapeto enemigo o contra la zona de alambrada destruida. También podía
emplearse como artillería ligera, bombardeando trincheras distantes. Estas armas
necesitaban un equipo de unas ocho personas para moverlas, mantenerlas y tenerlas
abastecidas de munición.

Morteros
Eran armas que lanzaban proyectiles a una distancia relativamente corta y con trayectoria parabólica.
Fueron utilizados ampliamente como forma de atacar las trincheras frontales y cortar las alambradas en
preparación de un asalto.
El principal mortero británico era el mortero Stokes, que era el precursor del mortero moderno. Era un
mortero ligero, pero fácil de usar y capaz de mantener una velocidad de disparo muy alta gracias a la carga
propulsora incorporada en su proyectil. Para disparar un mortero Stokes, se dejaba caer el proyectil en su
cañón y era automáticamente disparado al momento de golpear el percutor del fondo.

Artillería
la artillería se enzarzaba en batallas con el enemigo para intentar destruir sus baterías de cañones.
La artillería disparaba principalmente obuses de fragmentación, explosivos o, más adelante en la guerra, de
gas. Los británicos también experimentaron con obuses incendiarios que hiciesen arder los bosques y las
ruinas.

Artilleros británicos cargando un obús.

Las piezas de artillería eran de dos clases: cañones y obuses. Los cañones disparaban
proyectiles de alta velocidad en una trayectoria plana y a menudo se utilizaban para
lanzar shrapnel y cortar la alambrada enemiga. Los obuses disparaban el obús sobre una trayectoria alta,
de forma que cayesen contra el suelo. La pieza de artillería de mayor tamaño era el obús alemán de
420 mm: pesaba 20 t y podía lanzar un obús de una tonelada a una distancia de 10 km.
Gas
El gas lacrimógeno 
El fosgeno,.
El primer método de empleo del gas era soltarlo desde un cilindro cuando el viento era favorable. Esta
técnica era obviamente muy peligrosa, tanto por los eventuales cambios en el viento como por la
posibilidad de que los cilindros fueran rotos en un bombardeo (puesto que era necesario ponerlos en la
primera línea de batalla). Más tarde el gas se lanzaba mediante la artillería, dentro de obuses
especialmente diseñados.

Cascos
Ninguna de las naciones combatientes equipaba a sus tropas con cascos de acero. Los soldados que iban
a la batalla utilizaban simples gorros de tela o de cuero que no ofrecían ninguna protección a las heridas
por armas modernas. Las tropas alemanas empleaban el tradicional Pickelhaube de cuero (gorro
terminado en un pico), con una cubierta de tela para proteger el cuero de las salpicaduras de lodo y
reducir su visibilidad. Cuando la lucha entró en la fase de guerra de trincheras, el número de heridas
letales que las tropas recibían por la metralla se incrementó dramáticamente.

Casco alemán Pickelhaube.

Los franceses fueron los primeros en ver la necesidad de una mayor protección e introdujeron los cascos
de acero en el verano de 1915. El casco Adrian (diseñado por August-Louis Adrian) reemplazaba el
tradicional quepis, y fue después adoptado por los ejércitos belga e italiano.

Casco Adrian de la infantería francesa.

Los británicos también estaban desarrollando sus propios cascos. El diseño francés fue rechazado
por no ser lo suficientemente fuerte y por ser difícil de producir en masa. El modelo que finalmente se
aprobó fue el casco Brodie (diseñado por John L. Brodie). Tenía un ala más ancha para proteger al soldado
de objetos que cayesen desde el cielo, pero ofrecía menos protección a la altura del cuello. Cuando los
estadounidenses entraron en la guerra, eligieron este diseño.

Casco M1917 de tipo Brodie de las fuerzas estadounidenses.

El tradicional pickelhaube fue reemplazado por el M1916 Stahlhelm (literalmente casco de


acero) en 1916. Algunas tropas de élite italianas emplearon también un casco derivado de los
modelos de la Antigua Roma.
Casco alemán modelo M1916 con pintura de camuflaje.

Sin embargo, ninguno de estos diseños estándar podía proteger la cara o los ojos. Se diseñaron
protectores especiales para los artilleros, y los belgas probaron gafas de protección para proteger
los ojos.

Alambradas
El uso del alambre de púas era decisivo a la hora de ralentizar a la infantería a través del campo de batalla.
Sin él la infantería más rápida (o la caballería) podría cruzar las líneas y llegar a las bases y artillería
enemiga.

Fuerza aérea
La finalidad principal de las aeronaves en la guerra de trincheras era el reconocimiento y la observación de
la artillería. El papel de los cazas era proteger a las aeronaves de reconocimiento amigas y destruir las
enemigas, o al menos impedirles la libertad de movimientos.

Otras armas
Los alemanes utilizaron lanzallamas durante la guerra, pero dado que la tecnología todavía estaba en sus
comienzos, su valor era sobre todo psicológico.
A medida que la guerra iba avanzando, desde aviones se lanzaron las flechettes, que eran dardos
metálicos con aletas para que cayeran de punta.
Minas
Voladura de la primera galería subterránea bajo el campo de batalla del Somme. 7:20 de la mañana,
1 de julio de 1916.

Con la ayuda de los explosivos era también posible excavar en terrenos como Flandes.
Había compañías especializadas en tunelados, normalmente formadas por personas que tenían
experiencia civil como mineros de carbón, que construían túneles dentro de la tierra de nadie y debajo de
las trincheras enemigas. Estas minas se rellenaban entonces de explosivos y eran detonadas, produciendo
un gran cráter. Con ello se perseguían dos propósitos: destruir la trinchera enemiga y, gracias al montículo
que producía alrededor del cráter, servir como «trinchera» cercana a la línea enemiga.
Estas actividades servían igualmente para poder mover a las tropas sin ser vistas. En una ocasión se
movilizó una división entera a través de túneles interconectados sin que pudiesen ser observados por los
alemanes.

Batallas
Estrategia
Se centra en alguno de estos dos planteamientos fundamentales: la guerra de desgaste o la batalla de
ruptura. La guerra de desgaste se propone infligir al enemigo tal número de bajas que este sea incapaz de
continuar la contienda; por su parte, las batallas de ruptura buscan un enfrentamiento demoledor mediante
el cual las fuerzas atacantes rompen las posiciones enemigas para a continuación, sirviéndose de tropas
de refresco (generalmente, la caballería), consolidar la posición recién conquistada. Ambos tipos de
batallas se libraron en el frente occidental de la Primera Guerra Mundial: en abril de 1915, los alemanes
intentaron forzar la situación en la segunda batalla de Ypres recurriendo por vez primera al gas venenoso,
mientras que, en el lado británico, el general Douglas Haig buscó la victoria en el Somme en 1916 y en
Flandes en 1917. El enfrentamiento de desgaste más famoso en el frente fue la batalla de Verdún, donde el
único propósito alemán era «desangrar al ejército francés hasta que se quedase blanco».

Tácticas
Las tácticas en las primeras fases de la Primera Guerra Mundial eran parecidas a las del
siglo XIX, con la infantería avanzando en grupos de formaciones compactas buscando resolver
la batalla mediante la bayoneta. La aparición de la ametralladora hizo que estas tácticas
fuesen ineficaces y muy costosas.

Pueblo de Passendaele, antes y después de la tercera batalla de Ypres.

El papel de la artillería cambió dramáticamente durante la guerra. Originalmente los cañones


de campaña estaban situados con las unidades de infantería, disparando directamente a
objetivos visibles. Se desarrollaron una variedad de usos para el fuego indirecto, incluyendo bombardeos
que buscaban matar o dejar fuera de combate a las tropas enemigas a través de la tierra de nadie, y la
utilización de bombardeos para cortar alambradas, con objeto de dejar el paso libre a través del alambre de
púas.
Los bombardeos aliados se fueron sofisticando a comienzos de 1917. Se desarrollaron dos tipos de
bombardeos: en el primero, el bombardeo seguía a la infantería siempre por delante, protegiéndola de los
defensores en un ataque. La segunda bombardeaba una «caja», dejando protegido y aislado al interior de
la misma mediante una muralla de explosiones. Se aplicaron con éxito en batallas a gran escala e incluso
en escaramuzas. Otro tipo de bombardeo se centraba en un primer objetivo, y luego se elevaba para caer
en un segundo objetivo más apartado. Sin embargo, este bombardeo normalmente esperaba mucho de la
infantería, y el resultado final solía ser que la artillería iba más rápida que los atacantes y les dejaba sin
protección. Esto llevó al uso del bombardeo rodante, que se elevaba más frecuentemente pero en
escalones más pequeños, moviéndose tan lentamente que los atacantes podían moverse de cerca por
detrás.
La infantería atacante en la primera parte de la guerra estaba cargada habitualmente con herramientas de
fortificación (bolsas de arena, picos y palas, así como alambre de púas). buscaban fortificar las trincheras
capturadas para un contraataque. Los alemanes enfatizaron mucho el contraataque para recuperar el
terreno perdido, lo cual comenzó a ser muy costoso a partir de 1917, cuando los británicos empezaron a
limitar sus avances con el fin de ser capaces de anticipar contraataques desde una posición de fuerza.
Comunicaciones
La mayor dificultad a la que se enfrentaba una fuerza de ataque en una batalla de trincheras eran las
comunicaciones. La tecnología inalámbrica estaba todavía en sus comienzos, por lo que los métodos
existentes eran el teléfono de campaña, el telégrafo óptico, las lámparas de señalización, las palomas
mensajeras y los corredores, y ninguno de ellos era del todo fiable. El teléfono de campaña era el más
efectivo, pero las líneas eran extremadamente vulnerables a los bombardeos, por lo que solían cortarse
pronto en la batalla. Como forma de luchar ante esto, las líneas de teléfono se montaban en una figura en
escalera, de forma que tuviesen muchos caminos redundantes. Las bengalas y los cohetes se usaban para
señalizar que se había alcanzado un objetivo, o para solicitar un apoyo de artillería que ya había sido
previsto de antemano.
el resultado de muchas batallas de trincheras las decidían los comandantes de las compañías o de los
batallones, con las decisiones que tomaban en el mismo momento de la lucha.

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