Acciones en El Derecho Romano

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ACCIONES EN EL DERECHO ROMANO

Procedimiento de las acciones de la ley (legisactiones).

Se desarrollaba ante el magistrado superior quien tenía al Ius Edicendi, por


eso se llama In Jure o Jus, en ella el magistrado organiza el proceso,
determina el objeto del mismo y establece los debates. No juzga, solo
excepcionalmente dicta sentencia.

Tramitación del proceso.

Los distintos procesos son tres: Legis actiones proceso formulario


(constituyendo ambos el denominado ordo iudiciorum privatorum, cuya
característica más importante es la bipartición del proceso* como
tendremos ocasión de ver) y cogxitio extra ordinem.

Por tanto, dada la división del procedimiento romano en dos fases, se distin-
guirán, a su vez, dos categorías de personas que intervendrán en ellas: los
magis- trados y los jueces. El poder de los magistrados jurisdiccionales
estaba designado bajo el nombre general de potestad o de interpretar, que
sería en relación con la potestad jurisdiccional, aquel poder supremo de
mando de que están investidos determinados magistrados mayores:
Dictador, Cónsul, Pretor.

Diferentes clases de las acciones de la ley.

Acciones personales: Según el jurista, una acción es personal (acto in


personam) cuando reclamamos frente a quien está obligado con nosotros,
como consecuencia de un contrato o de un delito, es decir, cuando
pretendemos que n debe dar o hacer algo.

Acciones reales: Una acción es real (actio inrem) cuando pretendemos que
un objeto corporal es de nuestra propiedad, o que un derecho nos compete,
por ejemplo, el de un usufructo o de servidumbre de paso o de visitas.

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Acciones civiles: Las acciones civiles son aquellas concedidas por el
derecho civil para proteger relaciones jurídicas por el contempladas.

Acciones honorarias: Aquellas creadas y concedidas por el magistrado,


normalmente con el pretor ( por ello también denominadas pretorias) para
proteger relaciones no contempladas por el derecho civil.

Acciones re persecutorias: Las acciones re persecutorias persiguen bien la


restricción de una cosa de la que hemos sido privados, bien “la reparación o
indemnización de un daño que se nos ha causado, como consecuencia de
la violación de nuestro derecho”. Su función no es punitiva, si no aquellas
de resarcir, indemnizar o reparar.

Acciones de estricto derecho: (stricti iuris) son aquellas en cuya fórmula no


se dejaba al juez resquicio alguno para valoraciones discrecionales o
equitativas, por ejemplo, la acción nace del mutuo o la estipulación.

Acciones de buena fe: En la fórmula de las acciones de buena fe, por el


contrario, se atribuí al juez un amplio poder discrecional para volar y tomar
en consideración cuando por las partes se hubiese alegado, según criterios
de buena fe (bona fides), así las acciones que nacen de la compraventa, del
depósito o del mandato. Podría afirmarse que, tanto actualmente como ya
en el derecho justineano, todas las acciones han de reputarse de buena fe.

Decadencia de las acciones de la ley.

1
Curso de Historia de las liisütuciones EspaíioIas•, edit. Revista de Occidente, A4adrid, 19 r3, pag. 152.

2
El riguroso formalismo de las acciones de la ley las había hecho odiosas.
Aún después de la divulgación de los ritos, las partes a quienes incumbía la
tarea de realizar delante del magistrado las formalidades de este
procedimiento, corrían el riesgo de perder su proceso por el más ligero
error. Por eso, antes del fin de la república y al principio del Imperio,
vinieron las disposiciones legislativas, si no a suprimir completamente las
acciones de ley, por lo menos a limitar su aplicación y hacer un nuevo
procedimiento llamado formulario u ordinario: el procedimiento de derecho
común.

Fue ésta la obra de la ley Aebutia, que, sin duda, procede del siglo VII y dos
leyes Juliae judicarae dadas bajo Augusto, esta ley introduce el cambio del
procedimiento de las acciones de ley al procedimiento formulario.

Por la falta de indicios se ignora la parte de cada ley en esta reforma. Pero
lo cierto es que en el intervalo que separa la ley Aebutia de las leyes Juliae,
todas las fórmulas se desarrollan, mientras que no han desaparecido
ninguna de las legis acciones. “La conjetura más conforme con estos
hechos consiste en admitir que la ley aebutia, aún sancionando un nuevo
procedimiento, habría dejado a las partes la facultad de escoger entre los
dos sistemas; que poco a poco, fueron abandonadas las legis actiones”, a
causa de las ventajas de la fórmula, y que las leyes Juliae terminaron por
suprimirlas, salvo en los dos casos citados por Gayo: el damnum infectum y
los procesos llevados delante de los centunviros. El procedimiento per
sacramentun solo desapareció después de la supresión del Tribunal.
2

2
La Rosa, «Decemviri e cen tumviri», LABEO, 4 (1958) , 1, págs. 14-54.

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