Las Plantas Que Me Rodean - Libro de Camino Libre PDF

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LAS PLANTAS QUE ME RODEAN

Paz Menoni y Facundo Menardi

Este libro fue enteramente realizado, impreso y


encuadernado por sus autores. Está protegido
con licencia creative commons. Puede ser
difundido y compartido citando a sus autores
para cualquier fin, excepto el comercial.
Entre Ríos, Argentina. 2018.

PROLOGO
Todas las recetas, especies, preparaciones y curiosidades que
deseamos compartir no entran en un solo libro. Si las hacíamos
entrar, apretadas y mezcladas, seguramente entorpecerían la
manipulación y el costo del libro. Por eso decidimos ir haciendo
publicaciones más cortas, como ésta, donde tratemos varios temas
pero sin atosigar las mentes. Esperamos anunciar muchos libritos
como éste, donde las temáticas se entrelacen como la urdimbre y la
trama, consolidándose en la realidad de muchos hogares,
modificando la visión sobre medicina, consumo y la vida en
general.

Deseamos que la información que incorpores sea para tu mayor


provecho y, sobretodo, que ayudes en su difusión. Todas las plantas
que añadimos en el listado son sumamente fáciles de encontrar, no
renuncies nunca a su búsqueda, pues nacen en los lugares menos
pensados. Actuá con precaución en su reconocimiento y con mesura
en su consumo. Podés consultar en páginas y grupos de redes
sociales donde comunitariamente se reconocen plantas, o bien a
personas idóneas que te rodeen.

El libro es enteramente autogestionado, por eso agradecemos que lo


recomiendes si te parece interesante y que compartas sobre su
existencia. Tratamos de ser directos, entretenidos y pragmáticos a la
hora de plasmar la información. Si algo no está claro, siempre
podés escribirnos en nuestra página de Facebook CAMINO
LIBRE.
Filosofia ancestral
¿Por qué nos regimos a través de la filosofía ancestral? Porque es la cosmovisión
de las comunidades humanas que más ligadas a la tierra estuvieron. Si bien cada
zona y cada comunidad tienen características únicas, hay muchos universales
culturales que fueron comunes en las sociedades que permanecían en estrecha
relación con su entorno. A lo largo de toda la historia humana y a lo ancho del
planeta Tierra, las plantas fueron utilizadas tomándolas, frotándolas, fumándolas,
sahumándolas, comiéndolas, pisándolas, oliéndolas, absorbidas por mucosidades
nasales, anales y genitales. Se las ha machacado, molido, secado, fermentado,
infusionado, cocido, cocinado, mezclado con grasa, con aceite, con agua, con
alcohol, con minerales y muchas prácticas más. Pero siempre sabiendo que el
espíritu de la planta habita en cada preparado, conociendo que el consumir una
planta implica una relación de armonía, de hermanamiento con un ser vivo de la
naturaleza con el que somos más parecidos que diferentes, siendo conscientes que la
mayoría de las especies de plantas silvestres de la Tierra tienen más años de
evolución en este planeta que nuestra propia especie. La fito-medicina (en otras
palabras: practicar la medicina a través de plantas) estuvo presente en todas las
culturas humanas… y a pesar de que hoy en el mundo occidental está muy
subestimada, es en la que más nos tenemos que fiar, porque debemos tener en
cuenta que es la medicina que más años de prueba y error ha experimentado, por lo
tanto la que más conocimiento de sus efectos y resultados a largo plazo tenemos.

Lamentablemente hoy confiamos ciegamente en un medicamento que salió al


mercado hace 50, 15 o 5 años, y miramos con desconfianza a una planta utilizada
hace miles de años.

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Además de esto, estamos convencidos de que las plantas (tal y como la salud
humana) deben entenderse y explicarse en consonancia con todos los seres que
interfieren con ellas, a saber: plantas vecinas, animales, gente que las cuida, astros
que las rigen. ¡Sí, claro! Una planta de menta que esté en una vereda solitaria no
tendrá las mismas propiedades que una que esté cultivada en medio de un huerto;
del mismo modo, una albahaca que cuidemos con nuestras propias manos no nos
brindará las mismas bondades sincronizadas que una albahaca que compremos en el
supermercado. Es un saber muy común entre las personas aficionadas al cuidado de
las plantas medicinales que en los terrenos donde habitamos crecen exactamente las
plantas que necesitamos. Por eso mismo este libro tiene un claro objetivo, y es
compartir e introducir el conocimiento que tanto nos brindan las plantas con las que
convivimos diariamente. Ponerlos en práctica y difundirlos será una tarea
compartida.

Asimismo, para adentrarnos en el reconocimiento del poder herbolario


recomendamos acompañar los saberes con profundos cambios internos. Los
cambios internos tienen dos caras de una misma moneda: primero, re-aprender la
confianza que las plantas medicinales han ido perdiendo; segundo, aprender a
desconfiar del absolutismo de los conocimientos médicos hegemónicos.

Somos firmes en la integración de las terapias, en la perfección del cuerpo


humano como sistema que incluye nuestras emociones y entornos. Siempre optamos
intentar con la menor intervención posible, hay muchos procesos que merecen la
pena ser acompañados, otros que mejor los dejemos funcionar por sí mismos. Por
ejemplo, hay quien ante un dolor de cabeza, decide tomar una pastilla de calmante y
acompañar con masajes de aceite de menta en las sienes. Esto parece una buena idea
para hacer una transición más paulatina, pero es necesario que adquiramos la
capacidad de cuestionar todo lo que se nos presenta: ¿qué componentes tiene la
pastilla que estoy tomando? ¿he leído los frecuentes síntomas secundarios, he
observado y escuchado mi cuerpo para darme cuenta que quizás esta medicina me

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está creando una dependencia? Nuestra ilusión aquí no es demonizar a nada ni a
nadie, simplemente quitar el áurea incuestionable y absoluta que se erige alrededor
de la medicina moderna y los productos farmacéuticos. Ningún medicamento es
inocuo. Ningún cuerpo se mantiene saludable consumiendo diariamente una pastilla
por años. Siempre hay posibilidades de mejorar la calidad de vida haciendo
pequeños grandes cambios en la cotidianeidad.

Nada es Universal
Para comenzar a comprender los mecanismos a través de los cuales actúa la
medicina herbal, es imprescindible deshacerse de lo universal de la medicina
alópata. No, no hay tratamientos fijos para todas las personas, no hay medidas
mágicas ni mezclas de plantas perfectas. Debemos aceptar que no nos manejamos
con parámetros rígidos, quizás un té de melisa alcance para tranquilizar una persona;
quizá otra necesite melisa y pasionaria, quizá una tercera con un masaje ya afloje
sus preocupaciones. Aún así, el no manejarse con parámetros rígidos no implica que
los principios activos de la planta no sean reales. Los humanos nos hemos curado
con ellas hace milenios, hace apenas unas centenas de años que preferimos medicina
empaquetada. ¿Es verdad que las plantas son menos efectivas, por eso las
necesitamos tomar en más cantidad? ¿Es verdad que no puedo confiar nunca en el
reconocimiento de una planta porque puedo intoxicarme? Como pueden ver, hay
mucho desconocimiento rondando la medicina herbal, lo que engendra grandes
dudas.

Las plantas nunca son “menos efectivas”, al contrario, suelen resultar más
efectivas que un medicamento alópata porque nuestro cuerpo está más adaptado a
ellas. Esto no quiere decir que si bebemos un té de Salvia a los pocos minutos
nuestra fiebre baje, ¡los modos de acción de las plantas son muy distintos a lo que
estamos acostumbrados!

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Ejemplificamos con la fiebre

Imaginemos un ejemplo:

Hoy me sentí mal todo el día, con mucho dolor corporal y malestar general. Al
llegar la noche levanté unas décimas de fiebre. Decidí beber un té de Salvia para
ayudar al proceso, sin embargo, no me sentí como nueva ni renovada; como sucede
cuando tomo una pastilla. ¿Por qué?

La fiebre es un síntoma benigno: nuestro cuerpo funciona de maravillas,


encuentra un proceso de enfermedad nuevo y está tratando de hacer algo por ello
levantando nuestra temperatura corporal. No es buena idea bajar esta fiebre e
intervenir con los métodos de nuestro cuerpo para protegerse. ¿Por qué
estropearíamos la gran oportunidad de que nuestro cuerpo resuelva sus asuntos solo
y salga de ello fortalecido? Actualmente, la medicina alópata recetaría un
antitérmico al instante. La fiebre baja, claro, pero las infecciones de garganta, oídos
o dolores específicos se multiplican con el correr de las semanas. Si aprendemos a
acompañar esa grandiosa temperatura en lugar de atacarla, podríamos vivenciar
procesos de enfermedad mucho más cortos y amenos, donde el cuerpo sale
efectivamente más fuerte al enfrentarse con los patógenos.

Pero entonces, ¿por qué se medica la fiebre? La fiebre es el ejemplo de síntoma


por excelencia, pues los consultorios pediátricos y generales se llenan de gente
preocupadísima y a punto de enloquecer por la temperatura corporal. ¿Hay que
correr si tenemos fiebre? Bueno, quizás sólo si tenemos menos de tres meses de vida
y un par de excepciones más. Pero, ¿por qué corremos y enloquecemos cuando
tenemos fiebre? Ante esta pregunta podemos intentar millones de respuestas
distintas, lo cierto es que corremos porque un cuerpo quieto, en estado febril (y
combatiendo un agente patógeno) no es útil a la producción y al sistema. No
disponemos de tiempo suficiente para quedarnos en cama, bebiendo infusiones y

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recibiendo masajes. No contamos con red ni comunidad y, encima, somos presas del
miedo.

La vara con la que se miden los síntomas es la de la producción. Todo síntoma


que implique un cuerpo quieto y descansando es metido dentro de la misma bolsa:
no importa si se trata de un proceso inflamatorio normal, de algo esperable, de una
fiebre benigna o de realmente algo de qué preocuparse. Esta visión de la medicina se
lleva unas cuantas vidas por día, además de unos cuantos cuerpos sanos que se
vuelven enfermizos. Debemos reeducarnos en nuestra salud y las señales con las que
nuestro cuerpo habla. No espe remos que esta reeducación venga de otra persona, de
una institución o un profesional. Sólo nosotros podemos navegar en nuestra propia
biografía, repensarnos en nuestras propias vivencias que conforman nuestro sistema.

Partiendo de esta base la mejor decisión que podemos tomar con respecto a la
salud es de sabernos únicos y tratarnos de forma autónoma. Quizás sí, nos duela
mucho la garganta, pero somos conscientes de que duele aquello que no dijimos, o
aquello que finalmente sí dijimos y dolió. Nadie puede conocer nuestra realidad más
que nosotros. Probar, experimentar, compartir con otros interesados nuestras
experiencias: sin duda el camino hacia una experiencia de vida saludable es un viaje
que tenemos que emprender desde adentro, con la mente abierta y dispuestos a
transformar nuestra cotidianeidad.

Plantas milagrosas: la necesidad de un


mesías.
El paradigma mesiánico es ese donde una fuerza 100% externa (mágica y
absoluta) nos soluciona los problemas sin esfuerzo de nuestra parte. ¡Existe incluso
en el mundo botánico!

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Surgen las modas y se renuevan las esperanzas, de repente cientos de personas
aglomeradas en una ciudad europea buscan desesperadamente la maca andina, o
decenas de personas en Argentina se hacen traer algas que sólo crecen en un arrecife
específico de Oceanía… y así, muchos ejemplos podemos pensar de ese estilo.
¡OJO!, no estoy diciendo que consumir alguna de estas plantas sea malo en
absoluto, pero como consumidores es importante afinar los sentidos y desmenuzar
qué nos quieren vender.

Les puedo afirmar que nunca nadie se ha curado milagrosamente sólo por beber
agua con limón o una cucharada de kalanchoe todas las mañanas. Los tratamientos
ayudan, acompañan, pero el trabajo durísimo de la auto transformación y
regeneración no lo puede hacer nada ni nadie por nosotros.

Hay, realmente, un listado larguísimo e interminable de plantas que son


consideradas milagrosas; no creo que sea útil o necesario intentar aquí un
compendio de las mismas, sobretodo porque cada día se añaden nuevas a la
viralización. Creo que bastará con resumir ciertos criterios a la hora de evaluar los
beneficios y costos de las plantas que quizás nos quieren vender como la cura
sagrada de cualquier mal del mundo.

Aquí vamos, las preguntas que nos debemos hacer cuando escuchamos que
nombran demasiado a cierta planta y sus usos:

¿CUÁL ES LA ACCESIBILIDAD GEOGRÁFICA DE LA PLANTA?


Presento siempre el caso típico, donde me preguntan sobre alguna planta voluptuosa
y de gran poder que crece solamente en el Amazonas, que tiene fama de desinfectar
heridas abiertas y cicatrizar picaduras o quemaduras. Hermosa, bellísima, claro.
¡Inconseguible también! O si la conseguimos, ¿bajo el costo de quién o de qué
pésimas condiciones de cosecha y trabajo? ¿Cuál es la necesidad y el snobismo de
esa planta en particular, cuando podemos usar el Llantén o el Amor seco que crece

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como yuyo en nuestro patio? Entonces, pues, una de las cosas que debemos
preguntarnos cuando oímos de una planta hipermega beneficiosa es si crece
naturalmente cerca de mi zona, si es posible conseguir semillas para sembrarla yo
mismo o depende de condiciones climáticas únicas, o si puedo acceder a ella de
forma artesanal u local (como el caso, por ejemplo, de los puesteros serranos que
cosechan ellos mismos las plantas cordobesas y podemos acceder a ellas de forma
segura).

¿CUÁL ES EL USO ESPECÍFICO Y/O BENEFICIO QUE


PROMOCIONAN EN LA PLANTA? Esto es importante porque ninguna planta
es irrepetible en sus beneficios específicos. Con esto quiero decir que quizás oíste de
una suculenta de la Península Ibérica que sirve para bajar el azúcar en sangre y
querés conseguirla, mientras los árboles nativos de Pezuña de Buey (con las mismas
propiedades) pasan desapercibidos en tu vereda. Si necesitás una planta en
específico por determinada propiedad, consultá en libros, páginas, personas afines,
abuelas y abuelos, herbarios… que seguramente encontrarás muchos reemplazos
igual de beneficiosos pero más al alcance de tu mano.

Además, muchas veces los “beneficios” citados de alguna planta son en realidad
efectos malentendidos… por ejemplo, las plantas que se comercializan para la
virilidad y sexualidad masculina por lo general tienen que ver con plantas que
ayudan con la irrigación sanguínea y por consiguiente con la erección del pene. No
significa que puntualmente ayude al pene a erectarse al momento del coito, es más
bien un acompañante en un tratamiento de restauración de la sexualidad sana. Es
decir: podemos usar cualquier planta con efecto sanguíneo para el mismo fin.

¿EN QUÉ FORMATO SE COMERCIALIZA LA PLANTA? Descartemos,


de plano, la infinidad de pastillas y jarabes que se venden en las dietéticas que
supuestamente son de plantas. Considero imposible confiar en los añadidos y
estabilizantes que le agregan, los principales ejemplos son los jarabes de cardo

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mariano o bien las pastillas de alga spirulina. Otro formato controversial es el polvo:
polvo de maca, polvo de coca, polvo de jengibre… lamentablemente es fácil
adulterar un producto que sea vendido como polvo, así que mejor buscamos otras
alternativas a esas plantas o nos esforzamos en buscarlas en su formato original.

En conclusión:
 hacer tus procesos internos son necesarios para ver en cualquier planta a
un ser que posee alma y espíritu
 comprender que la medicina herbolaria no es mesurable ni comparable con
la hegemónica alópata, porque sus preparados y filosofía son
diametralmente opuestas
 disponerse a abandonar ciertas costumbres o creencias y, claramente,
adoptar otras nuevas
 confiar en la propia intuición en la justa medida
 confiar en las experiencias de las personas que nos rodean, aunque no
tengan matrícula, sobre todo si relatan procesos similares a los nuestros
 abrazar con actitud positiva los nuevos conocimientos
 evaluar el nivel de autogestión de una planta, a través de la región donde
se la encuentra o la fama viral que tenga

Hierbas cosmopolitas
La categoría de “yuyo” es espinosa como un Palo Borracho. A veces es usada con
desatino y desprecio, pronunciada con la boca torcida para designar esas plantas
diabólicas que no conocemos su nombre pero que nos parecen injustamente
horribles. Otras veces es usada en diminutivo (“yuyito” o bien “iuito”), con el cariño
entre los labios, mirando a esa noble plantita que la tierra hace crecer sin ayuda de
ningún humano.

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Los yuyos, por regla general, son plantas que llamaremos espontáneas. ¿Por qué?

Son plantas espontáneas las que surgen sin ayuda, sin voluntad o mediación directa
del ser humano. Nadie las cultiva, se esparcen y siembran solas. En esta categoría
entran tanto especies autóctonas como foráneas, sin embargo, la mayor parte de las
plantas foráneas espontáneas se han esparcido viajando kilómetros y surcando mares
por propio mérito, agarrándose sus semillas de la ropa de los viajeros o los pelos de
los animales.

Por eso mismo también las llamamos hierbas cosmopolitas: se la bancan en todo el
mundo… con cemento o tierra, con productos de limpieza o agrotóxicos, con autos
humeantes o bicicletas. Se abren paso como sea: agujereando techos, desde las
hendijas, en los bordecitos donde la tierra levanta la opresiva vereda para respirar.

Como también suelen nacer en jardines o cultivos, seguramente pensamos que son
yuyos o malas hierbas. No son deseadas allí, ¡pero no porque sean malas! Sino
porque hay una gran ignorancia en cuanto a sus bondades y usos. Por ejemplo,
atraen insectos polinizadores, restauran suelos y biomas alterados o nos sirven como
fuente de alimento y medicina. Es muy difícil que haya una planta espontánea que
no nos brinde algún uso noble. Nuestra invitación es a recorrer las cuadras de sus
casas, las macetas y mirar sobre los techos: verán entrelazarse enredaderas, florecer
especies nativas, cubrir suelos con diminutas leguminosas.

Por ese motivo, en este capítulo nos dedicaremos a resumir unas cuantas especies de
hierbas que se reproducen aquí y allá, en todas partes, con los múltiples usos con los
que se pueden ganar un lugar especial en nuestro pedacito de tierra.

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Santa Lucía – Commelina Erecta

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Me parece propicio comenzar desglosando el nombre común de esta planta. Lucía
de Siracusa es la patrona oficial católica de los ojos y la vista. No es casual, pues, el
nombre popular de la Commelina erecta: en el receptáculo de su pequeña flor azul
(bueno, en ocasiones también es blanca) se almacenan unas gotas de gel acuoso
medicinal que sana las dolencias de la conjuntivitis, derrames e inflamaciones
oculares.

Este colirio natural también devuelve el equilibrio a los ojos cansados, secos o
vidriosos. Su aplicación es sencilla, es buena idea intentar este procedimiento en el
primer momento que veamos una flor abierta, así tenemos algo de práctica cuando
la necesitamos.

Se quita la flor y el receptáculo, se presiona levemente desde el cabito verde y


observaremos cómo cae una gota transparente, con textura de gel, que verteremos
sobre el globo ocular. Cada flor tiene sólo una gota, será mejor afilar la puntería.
Durante la mañana tienen más líquido disponible.

Pero su nobleza no se detiene ahí: sus hojas tiernas y cocidas como la acelga son
sabrosísimas y nutritivas. También se pueden comer crudas cuando son jóvenes,
aunque serán de textura fibrosa.

Sus hojitas secas son ideales para almacenarlas en nuestra provisión de yuyos... Una
decocción de 5 minutos (o una infusión si la dolencia es más suave) preparada con
30gr de hojas y tallos, en 750ml de agua. La beberemos para empacho, problemas
del hígado, estómago e intestinos en general. También podemos utilizar esa misma
decocción, cuando está tibia, para hacer baños de asiento en caso de hemorroides y
fistulas anales. La aplicación de este preparado como cataplasma en las llagas de la
piel es muy efectiva. En la zona chaqueña, las nativas la utilizaban con fines
conceptivos y de protección hacia sus hijos, bañándose y bebiendo la maceración de
sus hojas en agua.

Si la ves creciendo en tu jardín, alégrate, es una compañera muy completa.

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Amor Seco - Bidens pilosa

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Al tocar sus pegajosas y puntiagudas semillas podemos imaginar cómo es que
el Amor Seco tiene una gran expansión territorial, brotando en cada trocito de
tierra disponible. Esas mini saetas negras se pegan en la ropa, calzado, pelos y
crines, viajando varios kilómetros y depositándose muy lejos de la planta
madre.

Su cualidad nutritiva al comer las hojas crudas o cocidas es enorme: cada


100gr de hojas obtenemos 110mg de calcio de altísima bio-disponibilidad. En
el continente africano y algunos países caribeños es cultivada exclusivamente
como un vegetal. Sus flores y semillas, por el contrario, contienen algunos
alcaloides poco amigables y es mejor evitarlos en las ensaladas.

En cuanto a sus aplicaciones medicinales, podemos contarlas por decenas: en


infusión para la tos, bronquitis, neumonía (en fin: todo tipo de afecciones
respiratorias), estómago… además de amplias virtudes como antimicótico,
antibacteriano y antiviral. --Bueno, “anti” es una palabra un poco brusca
para minúsculos seres vivos que a veces nos ayudan a atravesar un proceso de
enfermedad, más bien digamos que el Amor Seco nos acompaña a superar sus
síntomas.—

La infusión la podemos preparar con 25gr de hoja por 1 litro de agua. Como
pueden imaginar, al tener tantas aristas medicinales diferentes, podemos
considerar beberla en conjunto con otras plantas para equilibrar. Un ejemplo:
si tenemos problemas gástricos podemos beber un té de burrito y añadirle
hojas de Amor Seco para complementar. Esta misma infusión también
estimula la acción uterina, ideal para acompañar con milenrama u orégano
para menstruaciones dolorosas o atrasadas.

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Su raíz no se queda atrás: en cocimiento (una raíz por tres tazas de agua, 10
minutos de cocimiento) nos será útil para hacer buches cuando padecemos
dolor de muela o tenemos inflamaciones en la boca, es buena idea añadir unas
hojitas de salvia a este tipo de preparaciones. Para aftas y otras molestias
bucales existe otra trampita instantánea del Amor Seco: simplemente tomar un
manojo de hojas frescas y masticarlas hasta sentir sosiego.

Ya sabés: si ves algunas semillitas por ahí, prendételas en la manga, vale la


pena tenerla cerca…

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Diente de León – Taraxacum
officinale

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La imagen del Diente de León es un cliché hecho y derecho en la industria de las
pantallas. Desde Carl Sagan soplando levemente a orillas de un mar en Cosmos,
hasta las niñas rubias de las publicidades que imaginan un deseo mientras soplan a
la cámara.

Nuestra ilusión de cumplir un deseo soplando un Diente de León le resulta


tremendamente útil para esparcir sus semillas cada vez más lejos: cada pequeño
paracaídas blanco que se mece con la brisa será una nueva planta… ¡imagínense las
que resultarán de soplar un “panadero” entero!

La flor del Diente de León es amarilla resplandeciente, y su fruto una bola blanca de
semillas altamente volátiles. No suele crecer muy alto, es una hierba que se yergue
como mucho medio metro del ras del suelo. Es importante contarles esto porque el
Taraxacum officinale es habitualmente confundido con otras plantas de flores
amarillas (cerrajas, lechugas salvajes) o de tamaño y fruto similar (Chaptalia nutans,
Leontodon hispidus).

Sus hojas y las flores son exquisitas en ensaladas cuando la planta aún es joven, y
hervidas como la acelga cuando la vara floral ya emergió. Las raíces también son
comestibles, sólo hace falta hervirlas unos minutos para que se ablanden y
sazonarlas con un poco de vinagre de vino o aceite de oliva. Consumirla en nuestra
dieta cotidiana nos beneficiará de sus propiedades antioxidantes y depurativas.

[Una idea extraordinaria: rellenar tartas, empanadas, ravioles y tortillas con


muchas hojas de diente de león hervidas. Económico y sano, sin dudas. ]

Pero su poder medicinal fuerte está en las decocciones. 25 gramos de hojas por 1
litro de agua, hirviendo juntos por unos 5 minutos. La beberemos para la acidez, el
hígado, la vesícula, para reducir la glucosa en sangre, infecciones urinarias, anemia
y estrés.

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Si precisamos depurar la sangre después de un período de excesos o de exposición a
químicos, o bien beberlo a modo de preventivo o hepatoprotector, entonces
prepararemos una infusión de 30 gramos en 1 litro de agua. Esta infusión también es
hipotensora, ayuda a regular desequilibrios en la tensión arterial. La planta puede
estar fresca o seca, es buena idea recolectar y almacenar para asegurarnos siempre
una bolsita en nuestra casa.

El látex que sale de la planta al cortar una hoja o un tallo tiene funciones
medicinales para la piel, aplicando directamente sobre granos, acné, heridas o
cicatrices. Su aplicación puede ser preventiva, para mantener la salud del cutis.

Además de tantas bondades, con esta planta podemos hacer dos preparaciones
fabulosas: el café de diente de león y el vino del estío.

Café de Diente de León:

Primero recolectamos la mayor cantidad de raíces que podamos, cualquier trocito,


por pequeño que sea, ayuda. Recomiendo que te ayudes con una palita o cuchara
gruesa, pues las raíces son pivotantes y crecen muchísimo hacia abajo. Una vez
recolectadas todas las raíces posibles las lavamos bien, tratando de sacarle la mayor
cantidad de tierra que podamos (sacarle toda la tierra será imposible, recuerden
que un poco impregnada nos aporta vitamina B12) y las dejamos secar, bien
estiradas en una placa de horno.

A las horas, cuando el agua del lavado haya escurrido totalmente, las ponemos en el
horno bajo o en deshidratador si tenemos… veremos cómo se van achicharrando y
haciéndose completamente marrones. No lleguemos a quemarlas, que estén bien
marroncitas pero no negras. Llegado a este punto las podemos machacar con
mortero o con un molinillo de café, verán cómo el polvito marrón comienza a
desprender un delicioso aroma, muy similar al del cacao.

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Una vez envasada dura años, la preparamos como si fuera un café, sólo que
debemos colar las raíces machacadas una vez que el agua se oscurece. Disfruta de
una bebida amarga y antioxidante, sin los desechos del café comercial.

Vino del Estío

Una bebida probiótica, con bajo porcentaje alcohólico pero con altísimo porcentaje
de bacterias beneficiosas para la flora intestinal. En esta oportunidad usaremos las
flores abiertas del Diente de León, nuevamente recolectando la mayor cantidad que
podamos.

No hay medidas estipuladas, todo depende de cuántas flores consigamos. Por eso es
bueno usar algún recipiente que nos sirva de parámetro para las cantidades, en este
caso, imaginemos que tenemos una jarra y que la llenaremos de flores de Diente de
León.

Bien, llenemos esa jarra de flores desmenuzadas (sin el cabito verde, sólo las partes
amarillas). Ahora colocaremos las flores en un recipiente de vidrio, y cubriremos las
flores con agua hirviendo… ¿cuánta agua? Pues, la medida de la jarra que usamos
para recolectar las flores. Tapamos el recipiente con una tela y lo dejamos
reposando por 2 días completos, revolviendo cada tanto.

Pasado ese tiempo colamos las flores, quedándonos sólo con el agua (las flores las
podemos compostar o comer en preparaciones). A ese líquido colocaremos media
jarra de azúcar mascabo o integral y el aromatizante que deseemos… unas cáscaras
de cítricos, pasas de uva, clavos de olor, unas hojitas de menta; lo que deseen.
Herviremos todo eso junto con el agua durante media hora a fuego bajo.

Una vez que pase la media hora, añadiremos a la preparación una jarra de agua fría
y unos chorros generosos de cualquier líquido que gustemos para aromatizar, puede
ser una infusión recargada de menta, manzanilla, un poco de jugo de naranja

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exprimido; lo dejamos a libre albedrío. Nuevamente dejaremos fermentando en un
frasco por tres días, procurando que no esté demasiado expuesto al calor.

Es posible que se forme una capita blanca o levadura sobre el líquido, simplemente
la retiramos, es normal. Colamos el vino, ya casi estará listo. El proceso de colado
debe ser minucioso, porque si queda algún resto pondrá fea la fermentación. Otra
vez la dejaremos fermentando, esta vez durante dos semanas completas. Pasado ese
tiempo lo envasamos en botellas cerradas y lo colocamos en la heladera. El
producto, como dijimos, será gaseoso y exquisito al paladar, pero sobretodo una
fiesta para nuestro sistema inmunológico.

19
Cerraja –Sonchus olerasus y
Sonchus asper

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Esta amiga es la que suelen confundir con el Diente de León… son similares en
apariencia y propiedades, ¡pero démosle el lugar que se merece!

Suele crecer mucho más alta que el Diente de León, además es fácilmente
diferenciable por su tallo con hojas. La generosidad nutritiva de sus hojas jóvenes es
increíble: 100 gramos de hojas cocidas aportan 335 mg de potasio y 10 mg de
hierro. Muy aprovechable para sopas y tartas, ¿verdad?

La decocción de sus hojas, tallos y flores (en una proporción de 25 gramos por 1
litro de agua, hirviendo 10 minutos) relajan los días nerviosos, tienen cualidades
beneficiosas cuando tenemos tos o dolores en los riñones. También sirve para los
que padecen diabetes y afecciones del hígado, ayudando a depurar la sangre. Ese
mismo cocimiento podemos aplicarlo en las várices, todas las noches, a través de
toallas y trapos embebidos.

Cuando su tallo es cortado emerge de él abundante líquido blancuzco que es un gran


laxante, si queremos purgar el intestino debemos beberlo directamente de la planta,
practicando un corte en el tallo y presionando para que salga.

Ahora que estamos enterados de las virtudes de esta elegante hierba, dejémosla
crecer en paz cuando nace espontánea.

21
Ortiga – Urtica dioica

22
Es usual que nos enseñen a temer a la ortiga desde muy pequeños… sus pelillos
urticantes pueden causar verdadera molestia si nos agarra desprevenidos. La
realidad es que estos pelitos son una pequeña defensa de una planta que es
sumamente benévola.

La podemos comer cocida (sumergiéndola en agua hirviendo durante apenas 1


minuto para desactivar su poder urticante) o incluso… ¡cruda y fresca, desde la
mismísima mata! Sólo tenemos que tomarla con cuidado, tocándola desde el envés
de la hoja (es decir, la parte de abajo) que tiene nulos o poquísimos pelitos. Así es
como la arrancamos del tallo y la doblamos sobre sí misma, manipulándola siempre
en contacto con el envés, presionando y friccionando fuertemente. Los pelos
urticantes son tan frágiles que pierden todo su poder al rozarlos o aplastarlos con
firmeza… un modo seguro y divertido de comer hojita por hojita, bien doblada y
comprimida. Este tipo de consumo directo es recomendadísimo para tratar la anemia
y la falta de energía.

Beber la decocción de ortiga, preparada con 10 gramos de planta en 1 litro de agua


hirviéndola por 5 minutos, es útil para tratar problemas de la vejiga, la sangre, el
reuma, la próstata inflamada y todos los problemas relacionados con la piel en
general. De hecho, para éstos últimos también se puede aplicar directamente la
decocción sobre la zona afectada de la piel o el cutis.

Asimismo, algunas enfermedades comunes como la escarlatina incluyen síntomas


dérmicos. En estos casos se puede macerar un puñado de Ortiga en agua durante
toda la noche, posteriormente machacamos las hojas y aplicamos este jugo
embebido en telas directamente sobre las erupciones.

El uso de esta noble planta se extiende a otros campos: una infusión suave (por
ejemplo, unos puñados de ortiga en unos litros de agua; o bien gotas de tintura
madre diluídas en agua) es útil para administrar sobre el pelo y el cuero cabelludo al
momento de bañarnos, como un champú vitalizante que protegerá la delicada piel de

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la cabeza, evitando el debilitamiento, la caída y la caspa. La misma infusión suave
nos sirve para hacer licuados de frutas o verduras, sólo que en lugar de añadir leche
o agua le sumamos un depurativo té de Ortiga.

Ya no hay excusa para amarla y cultivarla. Pincha, sí, pero también ayuda.

24
Yerba Carnicera – Conyza
bonariensis

25
Una sola plantita de Yerba Carnicera (también se la conoce como Rama Negra)
puede producir hasta 100.000 semillas maduras. Esta prodigiosa fecundidad y una
gran resistencia a varios herbicidas la convirtieron en enemiga de los grandes
agrícolas.

Las hojas son más anchas y gorditas cuando la planta aún no floreció, una vez
crecida las hojas se afinan. Añadimos los dos dibujos porque puede resultar confuso
distinguirlas en sus diferentes etapas. Las hojas son afelpadas al tacto, y al
machacarlas crudas se vuelven un eficaz cicatrizante para aplicar sobre heridas.

Su aroma penetrante hace que sea una gran aliada para sazonar todo tipo de comidas
(especialmente guisos y salsas): un par de hojitas frescas o secas bien trituradas
bastarán. Ese es su uso comestible, aromático y como condimento, sin excederse
mucho.

La infusión tiene múltiples virtudes, preparada con 15 gramos de hierba en 1 litro de


agua, combate la gastritis, el reuma, las aftas bucales, el acné, frena las diarreas y
suaviza el pecho castigado por las congestiones y las gripes. En cocimientos, de 20
gramos de hierba por 1 litro de agua hirviendo 10 minutos, se utiliza para baños de
asiento en casos de gonorrea, micosis o edemas; asimismo se aplica embebido en
una tela en cualquier parte del cuerpo.

Esa misma decocción fuerte es altamente recomendable para limpiar pisos o bañar
mascotas (rebajado en agua), pues funciona como efectivo pulguicida e insecticida.
La tintura madre, también mezclada con agua u otras tinturas aromáticas, surte el
mismo efecto al aplicarla sobre las superficies del hogar.

Cuando creamos que hay demasiada Conyza en nuestras veredas y jardines,


cosechemos para secarla, seguro que nos será de gran provecho.

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Llanten – Plantago major,
Plantago tomentosa
“Ante la duda, bebe Llantén” ese debería ser el axioma que nos guía tímidamente
por el camino de las plantas medicinales. ¿Por qué digo esto? Porque los Llantenes
son plantitas que podemos encontrar con facilidad dando un paseo concienzudo al
aire libre. Y no sólo brota en todas partes, sino que su utilidad medicinal parece no
tener fin.

Si bien las dos plantas dibujadas corresponden a especies bien diferenciadas, ambas
son conocidas como “llantén” y de hecho comparten las mismas propiedades
medicinales.

Sus hojas crudas o cocidas las podemos comer diariamente, pues son un alimento
completísimo. Sus semillitas maduras se machacan y almacenan para usar como
harina fortificante; era habitual en los pueblos nativos añadir algunas pizcas de esta
harina de llantén a sus panificados para enriquecerlas nutricionalmente.

La infusión de Llantén la prepararemos con 25 gramos de hojas y tallos por cada


litro de agua. La beberemos ante cualquier tipo de enfermedad gástrica, afección
respiratoria y trastorno de la sangre (colesterol, presión, ácido úrico). También es
diurética, depura los riñones y alivia la prostatitis.

La decocción, por otra parte, se aplica en casos de inflamación: lavando los ojos,
haciendo buches, aplicando sobre tumores, hemorroides, várices. La proporción será
de 30 gramos de hojas por litro de agua, hirviendo juntas por 5 minutos.

Las hojas crudas, recién cortadas de las planta son las mejores aliadas para
picaduras de insectos, quemaduras y heridas; mantienen la zona desinfectada y

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calman el dolor. Con las hojas crudas también se prepara un jugo anti-hemorragias,
deben machacarse hasta obtener unos 60ml de jugo directo de llantén. Se bebe para
sanar heridas y úlceras internas, evitando que sangren. Otro uso tradicional de la
planta fresca es machacada y mezclada con barro o arcilla, utilizándose para sanar
huesos y músculos rotos.

Ahora estoy segura de que ansiás una de estas plantitas en tus macetas. Salí a
buscarla, ella estará esperándote.

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Bolsa de Pastor – Capsella
bursa-pastoris
Siempre que me preguntan cómo reconocer a la Bolsa de Pastor respondo lo
siguiente: “en meses fríos, agachándote cerca del suelo, buscá unos frutitos con
forma de corazón coronados por unas minúsculas flores blancas”. “No es posible,
nunca vi un yuyo con forma de corazón”, me responden. Hasta que en cualquier
paseo invernal se sorprenden encontrando muchos ejemplares de esta noble hierba.

Sus tallos, hojas, frutos y flores son comestibles, hervidos como la acelga. Los
frutitos, como diminutos corazones verdes, pueden servirse crudos o levemente
tostados sobre preparaciones a modo de decoración.

En cuanto a sus bondades medicinales podemos relacionarla con la sangre en


general. Su principal efecto es vasoconstrictor. No se debe abusar si se tienen
problemas con la coagulación de la sangre.

El cocimiento se prepara con 20 gramos de planta por 1 litro de agua; y se debe


beber cuando sangran la vejiga, el recto, los intestinos, los riñones o cualquier otro
órgano. También es eficaz cuando la menstruación es más abundante que de
costumbre, puesto que funciona como tónico uterino. Esta misma cualidad la
convierte en una gran colaboradora para beber en el momento del parto, estimulando
las contracciones.

La infusión, de 30 gramos de planta por 1 litro de agua, la beberemos para:


menstruaciones leves pero dolorosas, cuerpo pesado y desganado, inflamaciones
cutáneas aplicando con una tela. Asimismo, la tela empapada en esta infusión se
coloca adentro de la nariz para detener sus hemorragias.

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Cosechala durante el invierno, comé un poco, secá otro tanto, hacela tintura…
podrás disponer de ella en cualquier momento del año.

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Borraja – Borago officinalis

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Borraja, la reina de las abejas. Sus flores violeta-liláceas, a veces blancas, atraen a
cientos de polinizadores cuando la primavera comienza. El aporte de esta hierba
como alimento de abejas es indispensable para el ecosistema.

Sus hojas apenas hervidas son el relleno tradicional de los ravioles del campo, las
abuelas lo saben muy bien: sabrosa como cualquier espinaca, pero más nutritiva
aún. Las flores también se consumen, crudas o cocidas, principalmente a modo
decorativo. Si las colocamos sobre tortas o galletas antes de hornearlas se fundirán
con la masa, creando un efecto bellísimo.

La borraja se bebe típicamente para las infecciones urinarias, la bronquitis, la tos y


los bajones anímicos. La infusión se prepara con 15 gramos de hojas y flores por
cada litro de agua.

También se puede preparar una decocción con 30 gramos por litro, hirviendo unos 5
minutos, y se añadirá al agua del baño en casos de urticarias, erupciones,
inflamaciones y afecciones dérmicas en general.

Sus hojas frescas y machacadas se colocan sobre absesos, tumores y zonas afectadas
por la gota. Este mismo procedimiento sirve para madurar forúnculos.

Ahora podés buscarla entre los pastos altos, reconociéndola por sus flores en forma
de estrella y sus pelitos puntiagudos.

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Capiquí – Stellaria media

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El capiquí es una hierbita pequeña, que crece de forma rastrera durante el invierno.

Se come entera: hojas, tallos y flores. Las pequeñas raíces que emergen con ella
cuando la cosechamos, también. Con un poco de aceite y vinagre en ensalada resulta
deliciosa, su gusto es suave y nada amargo. Está repleta de vitaminas y sales
minerales, lo que la convierte en una aliada revitalizante. Licuada cruda con agua,
frutas o verduras resulta vigorizante, reponiendo energía a los cuerpos cansados.
Esas mismas hojas frescas también se pueden machacar un poco y colocar sobre las
verrugas o inflamaciones con grandes resultados.

La infusión de Capiquí, preparada con 20 gramos de planta por 1 litro de agua, se


bebe para combatir el estreñimiento, expulsar gases, reducir los retorcijones de
vientre y abrir el pecho para aflojar el catarro. La decocción, de 25 gramos de planta
por 1 litro de agua hervida durante 5 minutos, se bebe por varias semanas para
ayudar a disolver los quistes de ovario, aunque es recomendable consumirla en
tintura madre para este tipo de tratamientos prolongados.

Si la ves extenderse en tu jardín con rapidez, no te preocupes, muere con los


primeros calores. No le quita espacio a las raíces de otras plantas, y de hecho
mantiene la tierra húmeda y fértil.

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Verdolaga – Portulaca oleracea

Seguro la viste, ahí en un rincón, creciendo como una telaraña. Tallos rojizos, hojas
carnosas, flores amarillas. La verdolaga es una planta que gana cada vez más terreno
en nuestros canteros, seguramente porque su vistosidad hace que la dejemos y
porque… ¡sus semillas tienen muchos años de poder germinativo! Esto significa que
una semillita puede brotar en la tierra así hayan pasado 15 años de su creación.

Hay algunas especies muy indigestas para el humano que pueden ser confundidas
con la Verdolaga, para que estén más seguros: nuestra amiga nunca tiene las hojas
manchadas ni peludas.

Sus tallos y hojas se comen tanto crudos como cocidos, el mayor aporte alimenticio
es su sorprendente cantidad de omega-3 (más que cualquier otra verdura que puedas
encontrar). Esto hace que su consumo directo tenga repercusiones favorables en
nuestra atención, concentración y agilidad.

La verdolaga y su poder medicinal se aprovechan siempre mejor en crudo. Lo


óptimo esta vez, en lugar de prepararlos en té, será licuar o machacar las hojas.
Podemos añadirles agua, limón, kéfir, lo que nos guste… y así obtener una
bebida para fortalecer el hígado, el intestino, depurar el tracto urinario en caso de

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inflamaciones y ayudar a evacuar en temporadas de estreñimiento. Las hojas
machacadas en cataplasma se aplican en caso de picaduras, quemaduras, tumores,
daños en la piel y directamente en las sienes cuando padecemos dolor de cabeza.

Si querés aprovecharla todo el año podés secarla y usarla posteriormente en


pucheros y sopas, ¡aunque siempre es preferible que te hagas de una plantita en tu
casa!

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Lengua de vaca - Rumex crispus,
Rumex acetosa, Rumex acetosella

Hay varias especies que reciben el nombre de Lengua de Vaca, por la forma
alargada y el gran tamaño de sus hojas. Todas comparten propiedades medicinales y
una peculiar semilla que nos ayudará a reconocerlas.

La encontraremos fácilmente durante la primavera, cuando sus hojas verdes están


listas para comerse crudas o cocidas en cualquier preparación. En el verano la
reconoceremos porque al secarse se torna de un curioso color marrón- rojizo,
sobresaliendo de los baldíos con elegancia.

La infusión preparada con 25 gramos de hojas por 1 litro de agua devuelve la


energía al cuerpo cansado o dormido, además de fortalecer la piel cuando ésta

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padece de hongos. La misma proporción pero en decocción, hirviendo durante 5
minutos, es efectiva para hacer buches y gargarismos cuando padecemos
inflamaciones en la boca y garganta. Además, podemos beberla en caso de anemia
crónica o anemia del embarazo.

Las hojas crudas bien machacadas se colocan directamente sobre lesiones, ardores y
dolores de cabeza, favoreciendo la relajación.

Finalmente, su raíz tiene gran virtud como laxante. Infusionar una raíz pequeña en
una taza de agua y beber, esperar si surte el efecto de la purga antes de tomar más.

Esta fue la última planta de la selección. Quizás parecieron pocas, sí, pues la idea es
que podamos localizarlas con seguridad y aprehender con certeza las propiedades
principales de cada una. El conocimiento herbal orientado a las plantas espontáneas
es PODER. Poder autogestivo de medicina y nutrición, que quizás hoy parece
innecesario y accesorio, pero algún día puede resultarnos imprescindible para vivir.

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PREPARADOS BÁSICOS

En esta sección veremos lo básico de lo básico: sólo cuatro preparados. Uf,


no hagan esa cara de decepción, siempre se comienza desde lo más
pequeño y se progresa lentamente hacia lo complejo. Si recién nos estamos
adentrando en el mundo de las plantas no es buena idea que te compres un
aparato para fabricar aceites esenciales. Primero dominemos los avatares
de los preparados y macerados caseros.

INFUSIÓN
La infusión es eso que comúnmente tendemos a llamar “té”. Consiste en
colocar agua en el fuego hasta que esté a punto de hervir, para
posteriormente verterla en una taza con la planta a infusionar. No, NO ser
hierve el agua, ni tampoco se hierve el agua y la planta juntas.
Idealmente utilizaremos una tetera de cerámica, pero claro que no es
imprescindible. Procuremos siempre tapar la taza donde se esté haciendo
la infusión, pues los aceites esenciales huyen con el vapor, cambiando
drásticamente el sabor y el valor medicinal de lo que beberemos. Lo
dejaremos entre 5 y 8 minutos reposando, si dejamos pasar más tiempo es
probable que la infusión se torne más cargada y amarga, la podemos dejar
10 o 15 minutos si eso es lo que deseamos. Se bebe tibia, de a sorbos.
Podemos mezclar plantas para infusionarlas juntas, siempre procurando
que tengas propiedades medicinales afines y no opuestas (digamos, no te
prepares un té de yerba mate con manzanilla). También podemos mezclar
infusiones ya preparadas, o enfriarlas para beberlas cuando hace calor. Si

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queremos aprovechar un uso externo de cualquier índole podemos
empapar una tela con infusión y colocarla sobre la piel.

DECOCCIÓN O COCIMIENTO
En esta preparación SÍ se hierve el agua JUNTO con las hierbas a utilizar.
Suele usarse para preparados fuertes, plantas inocuas que tengan baja
concentración medicinal o bien donde haya que extraer medicina de
cortezas, troncos o partes duras. Por lo general cada planta tiene sus
propias indicaciones de tiempo y cantidad, pero la media de hervido suele
ser entre 5 y 10 minutos. Se deja decantar (es decir, que todos los
elementos cocidos vayan al fondo) y se cuela. También se pueden utilizar
de forma externa embebiendo una tela en la decocción y aplicando
directamente.

TINTURA MADRE
Consiste en macerar las plantas en alcohol. Si vamos a utilizarlas para
consumo interno debemos elegir alcohol que podamos beber, en este caso
podemos fácilmente disponer de vodkas o cualquier bebida blanca
destilada, lo más pura y sin conservantes que encontremos. Si lo
utilizaremos para fabricar lociones de uso externo podemos emplear
cualquier alcohol de farmacia.

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Internamente se consumen pequeñísimas dosis, de a gotas, disueltas en un
vaso de agua. Nuevamente, consideremos que cada planta tiene un dosaje
particular que habrá que investigar para cada caso.
De forma externa, rebajado con más agua después de macerar, se utiliza
aplicado directamente sobre la piel como loción.

CATAPLASMA
El cataplasma se prepara con agua muy caliente, la hierba que vayamos a
utilizar y algún tipo de harina o arcilla. Podemos utilizar cualquier harina
blanca sin problemas, aunque es más recomendable emplear caolín (arcilla
blanca) que posee propiedades medicinales per se.
Simplemente verteremos agua y hierba (ésta en cantidades generosas, por
ser externo su uso) en un recipiente, para luego añadirle la harina,
formando una especie de masa caliente que quede firme cuando la
apliquemos en el cuerpo. Con este preparado tradicional se curaban pechos
enfermos, piernas rotas, dolores uterinos, jaquecas… ¡de todo! La versión
que comenté más arriba, de embeber un trozo de tela en infusiones y
decocciones, genera menos lío que las cataplasmas, pero vale la pena
intentarlas en su versión harinosa pues su efectividad es altísima.

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Reconocimiento de Plantas.
Un día vemos un animal caminando. Dos ojos, cola, pelo abundante en todo el
cuerpo, cuadrúpedo, nariz, etc. Con estos atributos bien podría tratarse de un perro,
una rata o una jirafa. Sin embargo, rápidamente reconoceremos de qué mamífero se
trata por pequeñas particularidades que nos fueron enseñando desde bebés: eso es un
perro (hasta podemos aventurar una raza y todo, diferenciándolas entre una
mismísima especie), aquello es una rata, éso es un caballo. Distinguimos también un
burro de una cebra, una cabra de un pony. ¿Por qué, en cambio, las plantas son tan
ilegibles y desconocidas para la mayoría de los humanos?

No es difícil darse cuenta de que no existe ni la más mínima educación botánica. Si


tenemos un poco de suerte, sobre todo para quienes nacimos en ciudades,
recordaremos las enseñanzas del jardín de la abuela; que cortaba ramas de Romero
para la salsa o insistía en sentarse debajo del Palo borracho. Pero, saliendo de eso, es
difícil que caminemos tres cuadras enteras pudiendo nombrar todos los majestuosos
árboles de la vereda y las huidizas plantas que se escapan entre las rejas. Todas
tienen hojas, tallos, flores, frutos… cada parte de su cuerpo tan única y diferente a
las demás, sin embargo, no fuimos entrenados para observarlas detenidamente y
distinguir a simple vista sus particularidades.

Adentrarse en el reconocimiento de plantas es una tarea apasionante, pero que


requiere de mucha paciencia y perseverancia. Lo bueno es que NO hay una meta a
la cual perseguir: nunca nadie logró (y nunca lo hará) reconocer todas las plantas del
mundo, pues es un reino tan vasto y diverso que sabernos siempre ignorantes nos
deja un poco más tranquilos.

Hay mucho de intuición y entrenamiento neuronal en el aprendizaje de la botánica.


Imaginate que un día estás paseando por La Pampa y vislumbrás, a lo lejos, un

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animal que nunca antes habías visto ni oído nombrar. Es de un color y tamaño
extraños, sin embargo la forma de su cabeza, la posición de los ojos, la disposición
de sus dientes te harán saber con certeza que se trata de un felino.

Bueno, exactamente así es como funciona el ejercicio de reconocer plantas: recurrir


siempre a unas cuantas preguntas mentales (que con el tiempo y la práctica se
transforman en instantáneas e inconscientes, como con los animales), ¿dónde he
visto yo estas hojas similares? ¿cómo se insertan esas hojas en el tallo? ¿las flores
están abiertas o cerradas?

Veamos un ejemplo de cómo comienza a funcionar este engranaje en la práctica. He


cultivado una bellísima planta de tomate en una maceta, porque nunca tuve la
oportunidad de ver cómo crecen los tomates. Cuidando y amándola mucho, la
plantita progresó y me regaló unas bellísimas flores amarillas.

Me tomé un
tiempito en paz
para observar las
flores. Es curioso cómo salen varias juntas, me pregunto si podrán sostener los
tomates cuando fructifiquen. La disposición de los pétalos me recuerda una estrella
y están levemente tirados hacia atrás. El pistilo (órgano femenino de la planta) se

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abre paso en el centro de la flor, de forma contundente. Está bien salido hacia
afuera, inconfundible, con su forma abotellada.

Más tarde, caminando en un terreno baldío, me encuentro con un árbol al que


nunca antes le había prestado atención. Está florecido, se ven manojos de color
violáceo en su follaje.

¡Un momento! Pétalos en


forma de estrella,
levemente tirados hacia
atrás… Pistilo contundente
en el centro de la flor. ¿No
son muy parecidas a la
flor del tomate?

Me siento a investigar con


ayuda de buscadores
digitales, grupos de redes
sociales y libros. Le tomo fotos al árbol, las publico y pido opiniones, contrasto.

Me doy cuenta de que ese árbol, llamado comúnmente Fumo Bravo, es de la misma
familia de los tomates, las solanáceas. ¡Lo descubrí solamente mirando sus flores!
Me envalentono y observo más flores similares en busca de solanáceas. Mientras
más observo, más encuentro.

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Derecha: Una solanácea de frutos tóxicos, por la vereda me encuentro este yuyo
urbanizado. Sus flores son diminutas, pero inconfundibles. Izquierda: cultivo unas
berenjenas y descubro que sus grandes flores también siguen este patrón,
¡solanáceas!

Claro que este ejemplo es muy obvio e intuitivo, de hecho hay muchas solanáceas
cuyas flores no se parecen nada a éstas y también hay plantas que se nos pueden
antojar similares pero no tienen nada que ver.

Ésta guía de reconocimiento intentará ser lo más coloquial y sencilla posible, para
quienes tienen ánimos de distinguir plantas antes de adentrarse a terminologías
específicas. Deslizaremos, claro, algunas clasificaciones que pueden ser totalmente
prescindibles si afilamos bien el ojo y la observación. Por esto es importante repetir
algunas premisas:

 No leas esta guía con espíritu estudioso-memorístico. Es decir, no te


memorices inútilmente repitiendo hasta el hartazgo los tipos de hojas que
existen.

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 Lo primero que tenés que disponer en tu propia interioridad es una
observación consciente. Empezá por lo cotidiano: observá detenidamente qué
alimentos vegetales comés cada día, preguntate si sabés cómo es el resto de la
planta (si la acelga es una hoja, cómo serán sus flores?), buscá fotos e
idealmente sembrá tus propias verduras.
 Podés seguir por tu propio patio, macetas, veredas, cuadra… también
contagiar a quienes te rodean en el reconocimiento de plantas.
 Sacá fotos, consultá y exponé tus dudas con las demás personas. Hacé las
anotaciones que sean necesarias, tocá y olé, pero nunca intentes morder o
saborear aunque se parezca o huela a menta si no lo sabés con certeza.
 La práctica y entrenamiento son imprescindibles. Repito, lo importante no es
saber los distintos nombres de los tipos de hojas, sino darte cuenta de por qué
son diferentes.

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GUÍA DE RECONOCIMIENTO.
¿Qué es lo que tengo que OBSERVAR de cada planta?
Dividiremos las plantas en seis partes generales: raíces, tallos, hojas, flores, frutos y
semillas. A través de ésta guía las desmenuzaremos, aprenderemos a distinguirlas
como órganos específicos para poder enfocar nuestra atención en ellos.
Pero antes haremos un rápido recorrido para refrescar las clases de biología de la
secundaria. Haremos unas divisiones primarias entre los tipos de plantas que
podemos encontrar, ¡no es necesario que se empeñen en aprenderlas ahora! Es una
buena idea leer y pensar en estas clasificaciones.

Un repasito de biología
Generalmente, las plantas que estudiaremos serán vasculares (poseen tallos, semillas
y hojas), esto excluye a los musgos y muchas algas, para que se hagan una idea.
Dentro de ese gran grupo de plantas vasculares existen las que no se reproducen por
semillas --como por ejemplo los helechos, recuerden el envés de sus hojas llenos de
puntitos negros, donde libera las esporas como si fuera un hongo—y las que sí se
reproducen a través de semillas, que son la mayoría de las plantas que encontramos
a diario.

Esa gran cantidad de plantas que se reproducen a través de semillas fueron


divididas, a su vez, en otra categoría. La división en categorías muchas veces facilita
el aprendizaje, vale la pena repasarlas para repensarlas. Estas nuevas categorías
fueron las gimnospermas: plantas cuyas semillas crecen desprotegidas, en un fruto
abierto, como el caso del grupo de los pinos; y las angiospermas, plantas cuyas
semillas se forman y maduran dentro de un fruto cerrado.

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Hasta aquí llegamos con las grandes clasificaciones, a continuación explicaremos
qué particularidades de cada órgano botánico debemos observar y tener en cuenta
cuando estamos frente a una planta.

RAÍZ
Puede resultar desalentador comenzar una guía de reconocimiento por la raíz, pues
es la parte de la planta que no se puede observar a simple vista. Pero es lo primero
que surge de adentro de la semilla y la encargada de sostener toda la estructura de la
hierba, arbusto o árbol. Nos será muy útil en el mundo herbal, donde las plantas se
arrancan para cosecharlas y para diferenciar una especie de otra podemos servirnos
del tipo de raíz que presenta.

La raíz tiende a crecer bajo tierra, de forma opuesta al tallo. Su función principal es
mantener la planta viva mediante la absorción de minerales de la tierra.

Les animo a que vayan –palita en mano- arrancando las raíces de las pequeñas
plantas que tengan alrededor, observando cómo se insertan en la tierra, si son
sencillas de sacar o no, si sus partes están completas o alguna quedó bajo tierra lista
para rebrotar. Les dejo, a modo de introducción, un esquema sencillo de cómo son
(típicamente, claro) las raíces de las plantas. Hay muchas otras plantas que
conocemos tienen otros sistemas radiculares que no son tan típicos ni esquemáticos.

Según su desarrollo en PROFUNDIDAD:

 Pivotante. Predomina una raíz principal, que se ramifica en otras de menor


tamaño.
 Fasciculado. Son muchas raíces pequeñas que salen del tallo, todas
aproximadamente de la misma longitud. Por ejemplo, el puerro, la cebolla…

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HOJAS
Son el alma del cuadro: ellas realizan el proceso de fotosíntesis, un complejo
proceso químico que tiene como protagonista a la clorofila (sustancia que le da el
color verde a las hojas). La fotosíntesis, como su nombre lo indica, consiste en
sintetizar la luz solar (foto=luz), para transformarla en azúcares de los cuales se
alimenta la planta.

La respiración de las planta se basa en “inhalar” dióxido de carbono y “exhalar”


oxígeno. Como se darán cuenta, gracias a nuestras hermanas las plantas es que
estamos aquí vivitos, pues ellas oxigenaron toda la atmósfera terrestre y fue así
como pudimos evolucionar los animales.

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La transpiración es otra de las maravillas de este valiosísimo reino vegetal. Aquí las
plantas por medio de las hojas eliminan agua en forma de vapor. Refrigerando su
temperatura corporal (sí, las plantas también poseen cuerpo) y la de nuestra
atmósfera también. ¿Visitaron alguna vez o vieron imágenes de las Yungas, la Selva
Misionera o el Amazonas? En las zonas más espesas, se forman aglomerados de
nubes que quedan casi todo el año allí. Pues bien, son una consecuencia típica de la
transpiración vegetal.

Luego de esta necesaria presentación de la función que cumplen las hojas, vamos a
pasar a lo que nosotros más nos incumbe, reconocer una planta al ver sus hojas.
Como expusimos anteriormente, hay millones de plantas con hojas diferentes, por lo
que va a ser cuestión de práctica y repetición conocer a una planta a través de sus
hojas.

Pero hay una forma más práctica y enriquecedora de recordar las plantas por sus
hojas y es nombrando a las hojas según como se nos presentan a la vista. Aquí
veremos sus partes, sus principales clasificaciones según la disposición de las hojas
en el tallo, según su borde y según su forma.

La idea no es que se estudien de memoria todas las nomenclaturas, para luego salir a
reconocer, sino que nos sirva de guía para ir familiarizándonos con sus formas y
distribuciones.

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Esquema básico de una hoja

Las mayorías de las hojas que veremos presentan Pecíolo, que consiste en un eje
delgado cilíndrico y flexible que une la hoja al tallo. Sería el cabito que une la hoja a
la planta.
El cuerpo de la hoja tiene el nombre de Limbo, es su parte esencial y tiene forma
laminar. En el limbo podremos distinguir, a su vez, otras partes:

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Base: Parte del limbo donde se une al pecíolo.

Borde o Márgen: Línea que delimita al limbo, o es el contorno del limbo.

Ápice: Parte opuesta a la base.

Envés: Cara inferior del limbo.

Haz: Es la cara superior del limbo, generalmente de color más oscuro que el envés.

Nervaduras o nervios: Son prolongaciones del pecíolo en el limbo que forman el


esqueleto, dan consistencia a la hoja, son más pronunciadas en el envés.

Aplicación de ejemplo: leés que una forma fácil de reconocer el Llantén cuando aún
no floreció es observar que tenga marcadas nervaduras longitudinales en sus hojas.
¿Qué vendrían a ser las nervaduras? Ah, veamos, es el esqueleto de la hoja, unidas
a ese cabito llamado pecíolo. Sí, ahora veo, esta planta tiene unas nervaduras
apenas visibles y no son longitudinales, NO debe ser Llantén.

A su vez, como vimos en las ilustraciones las hojas pueden ser SIMPLES (que
constan de una sola lámina foliar o limbo) o bien pueden ser COMPUESTAS (la
lámina foliar está dividida en varias subunidades llamadas folíolos).

¿Qué mas miramos de una hoja? Pues podemos disponernos a observar y anotar la
forma del borde (si parece un serruchito, si es lisa, etc), si tiene pelitos en su haz y
su envés, cómo se van insertando alrededor del tallo o no, entre muchas otras
diferencias. Éstos detalles nos ayudarán a distinguir las plantas de forma más rápida,
además de conocer sus particularidades. Ejemplo: uf, acabo de leer que el envés de
la ortiga no tiene pelitos urticantes. ¡Entonces la agarro desde abajo para que no
me pique!

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TALLO
Si bien hay varias clasificaciones sobre los tipos de tallos, en este texto sólo nos
interesaremos en una de ellas.
Según su consistencia
Herbáceos (hierbas): Son aquellos que se mantienen siempre con estructura
primaria, son blandos y verdes.
Leñosos: Son aquellos que tienen consistencia de madera, presentan una corteza
dura y generalmente de color marrón.
Según su porte los tallos leñosos pueden ser:
-Arbustivos (arbusto): tallo leñoso,
ramificado desde la base. No alcanza
gran altura.
-Arbóreos (árboles): tallo leñoso,
grueso, macizo, con un eje principal
(tronco) que alcanza más altura que un
arbusto.

Podemos pensar como un buen ejemplo


de oscilar entre ambas clasificaciones a
la Lavanda (en la ilustración), pues es
leñosa en la base vieja de la planta,
mientras que los tallos jóvenes son
herbáceos.

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FLOR
Las flores son los órganos reproductores de la planta. Deben atraer polinizadores
para completar su función sexual, por eso son tan llamativas y coloridas respecto al
resto de la planta.
Para comprender un poco más del mundo botánico explicaremos las distintas formas
de reproducción que tienen las plantas, te será provechoso para tu propio jardín
entender cómo se multiplican.

 Las flores hermafroditas poseen


en su interior los órganos
masculinos y femeninos a la vez.
Esto hace que no necesita otro
árbol, flor o planta para poder
reproducirse; sólo con el viento o
los polinizadores lo logra.

 Las flores unisexuales son


masculinas o femeninas.
Necesitan de otra flor del sexo
opuesto abiertas y de
polinizadores que acarreen su
polen a destino. El ejemplo es el de los zapallos, donde necesitamos que las
flores abran más o menos al mismo tiempo para poder comer zapallitos luego.

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Una simpática abejita viaja desde la flor masculina hasta la femenina, llevando –
con suerte- polen en sus patitas.

¿Y qué tienen que ver los polinizadores?


Son insectos o pequeños pájaros que se encargan de llevar y traer el polen de las
plantas. El polen es ese polvito amarillo esencialmente masculino, con información
génetica de la planta, que debe depositarse en la parte receptiva de la flor. Imagínate
entonces que el roce de la planta con otros cuerpos, el viento fuerte y esos bichitos
amontonan el polen cruzando esa información por todas partes.
Las flores hermafroditas seguramente culminarán formando un fruto, por la misma
facilidad de su polinización. Las flores unisexuales, por otra parte, merecen un
seguimiento más atento, especialmente en ciudades y zonas donde los polinizadores
escasean. Por eso muchas plantas como la Borraja o el Diente de León, que poseen
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mucho néctar y colores vistosos, son propicias para atraer insectos a nuestro jardín y
facilitar la reproducción de las plantas.
Este tipo de información nos será útil aplicarla si cultivamos alimentos o plantas
medicinales, pues buscando rápidamente las cualidades sexuales de las plantas
podremos entender cómo tratarlas para lograr reproducirlas.

FRUTOS
Los frutos son los ovarios de las plantas cuando están maduros, junto con todo el
resto de la flor, que sufre una curiosa transformación. Sé que tendemos a llamar
frutos sólo a las plantas que comemos (por ejemplo, la naranja o las aceitunas) pero
estrictamente cualquier planta que finalice exitosamente su ciclo sexual acaba
fructificando.
La variedad de frutos es interminable: hay chauchas que contienen sus frutitos a
buen resguardo adentro (arvejas), hay otras que se van abriendo prematuramente y
desperdigando sus semillas volátiles (lapachillos); frutos con una sola semilla como
la palta y con decenas de semillas, como el mburucuyá.

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Pueden ser sorprendemente diferentes en su forma de reproducirse, ¿lo ves?
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Aquí culmina esta guía de reconocimiento. Quizás esperabas más datos escabrosos
de las plantas, quizás te creé más confusión que antes, quién sabe. Lo que sí sé es
que este acercamiento del mundo de las plantas y sus corporalidades tan ajenas a
las nuestras puede servirte para comprenderlas y cuidarlas mejor.

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¡Gracias por haber llegado hasta aquí! Estamos
preparando más plantas, conceptos y preparados para
otros libritos. Valoramos que aprecies nuestro trabajo
autogestivo.

Paz y Facundo
2018

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