KLCE202300541 - Resolución

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Estado Libre Asociado de Puerto Rico

TRIBUNAL DE APELACIONES
Panel Especial

EL PUEBLO DE PUERTO RICO Certiorari


Recurrido procedente del
Tribunal de
Primera Instancia,
KLCE202300541 Sala de San Juan
V.
Caso Núm.
KM12023 -0087

MARIANA NOGALES MOLINELLI Sobre:


RITA MOLINELLI FREYTES Delito Grave
OCEAN FRONT VILLAS, CORP.
Peticionarias

Panel integrado por su presidente, el Juez Adames Soto, la Jueza Mateu


Meléndez' y la Jueza Martínez Cordero

Adames Soto, Juez Ponente

RESOLUCIÓ

En San Juan, Puerto Rico, a 18 de mayo de 2023.


"Nunca ha sido ni es la norma constitucional que
cualquier contacto previo con la prueba, no
importa su alcance y efectos, incapacite a un
juzgador para dirimir posteriormente los méritos
de una controversia". In re Marín Báez, 81 D.P.R.
274, 287 (1959).

a.

La controversia alzada por las peticionarias de epígrafe, relativa a

una alegada falta de imparcialidad por parte de una juez que ha tenido
contacto previo con la prueba, no es novel, sino que, muy al contrario, ha

sido un asunto en el que nuestro Tribunal Supremo se ha expresado con

claridad y sentado el precedente a seguir por los foros inferiores desde, al


menos, hace más de seis décadas. Precisamente, en la razonada
Resolución cuya revocación nos solicitan las peticionarias, el Tribunal de

Primera Instancia (TPI) particularizó cada una de aquellas

determinaciones judiciales de nuestro alto foro en que se dilucidó una

1Mediante Orden Administrativa OATA-2023-090 se designa a la Hon. Ana M.


Mateu Meléndez como integrante del Panel debido a la inhibición de la Hon.
Gloria L. Lebrón Nieves.

NÚMERO IDENTIFICADOR
RES2023
KLCE202300541 2

controversia igual o similar a la que está ante nuestra consideración,

para sustentar su denegatoria a la petición de recusación instada contra

la juez ante la cual se está realizando la vista de causa probable para

arresto, Regla 6 de Procedimiento Criminal, (34 LPRA Ap. II, R. 6). No

pasa inadvertido el que, a pesar del rigor mostrado por el tribunal a quo

al discutir la jurisprudencia que le correspondía sopesar para dilucidar

la controversia ante su atención, en el recurso de certiorari las

peticionarias no hicieran referencia a una sola de dichas Opiniones,

menos aún, dirigieran sus recursos discursivos a persuadirnos sobre las

razones o fundamentos que sirvieran para distinguir los casos citados


por el foro primario, de los hechos ante nuestra consideración.

Sobre lo anterior, juzgamos que la aplicación sin ambages del

consistente precedente establecido por nuestro Tribunal Supremo para

dilucidar una controversia análoga a la que está ante nuestra


consideración, debe servir como garante al interés público de que las

partes contra las que se inicien procedimientos criminales serán tratadas

bajo el mismo crisol judicial, sin importar en modo alguno que el asunto

venga acompañado de gran resonancia mediática, o resulte inane para

los medios. En este sentido, la imparcialidad que corresponda

atribuírsele al proceso hasta aquí seguido contra las peticionarias

resultará de aplicar las mismas soluciones que han prevalecido para

controversias similares durante décadas, según resueltas por nuestro

Tribunal Supremo, y que no han sido efectivamente impugnadas, sin

permitirnos distinciones por causa de las personas que son procesadas.

Por constituir un resumen fiel a las incidencias procesales que

preceden la consideración del recurso de certiorari ante nuestra atención,

a continuación, reproduciremos el tracto procesal según efectuado por el

Tribunal de Primera Instancia, (TPI), en la Resolución recurrida.


KLCE202300541 3

El 3 de mayo de 2023, la Oficina del Fiscal Especial Independiente

(OPFEI) presentó 51 denuncias contra la Sra. Mariana Nogales Molinelli,

la Sra. Rita Molinelli Freytes y Ocean Front Villas, Corp., (en conjunto,

las peticionarias), por presunta violación a los artículos 212, 217 y 219

del Código Penal, (33 LPRA secs. 5282, 5287 y 5289, respectivamente), y

varias violaciones al Código de Rentas Internas (13 LPRA sec. 30011 et


seq.). Esta vista fue presidida por la Hon. Iraida Rodríguez Castro, Jueza

Municipal asignada al Centro Judicial de San Juan

Durante el proceso, y luego del receso decretado por la jueza

Rodríguez Castro para verificar la prueba documental sometida, la

defensa le solicitó, en corte abierta, su inhibición al amparo de lo

dispuesto en la Regla 76 de las Reglas de Procedimiento Criminal, (34

L.P.R.A. Ap. II, R. 76)2, y el Canon 20 de 1tica Judicial, (4 LPRA Ap. TV -B,

Canon 20)3.

En síntesis, la defensa alegó que la jueza Rodríguez Castro había

tenido contacto previo con la prueba a ser dirimida en la vista de

causa probable para arresto, pues había expedido una orden de

2 En cualquier proceso criminal, El Pueblo o la defensa podrán solicitar la


inhibición del juez por cualquiera de los siguientes motivos:

(a) Que el juez haya sido fiscal o abogado de la defensa en el caso.


(b) Que el juez sea testigo esencial en el caso.
(c) Que el juez haya presidido el juicio del mismo caso en un tribunal
inferior.
(d) Que el juez tenga interés en el resultado del caso.
(e) Que el juez tenga relaciones de parentesco por consanguinidad o
afinidad dentro del cuarto grado con el acusado, con la víctima del delito
imputado, o con el abogado defensor o el fiscal.
(f) Que el juez tenga Opinión formada o prejuicio a favor o en contra de
cualquiera de las partes, o haya prejuzgado el caso.
(g) Que el juez haya actuado como magistrado a los fines de expedir la
orden de arresto o de citación o a los fines de determinar causa probable
en la vista preliminar.
3 En lo pertinente, el Canon citado dispone que los jueces y juezas deberán
inhibirse: (a) por tener prejuicio o parcialidad hacia cualquiera de las personas,
las abogadas o los abogados que intervengan en el pleito o por haber prejuzgado
el caso; (d) por haber presidido el juicio del mismo caso de un tribunal inferior o
por haber actuado como magistrada o magistrado para expedir la orden de
arresto o citación para determinar causa probable en la vista preliminar; (i) por
cualquier otra causa que pueda razonablemente arrojar dudas sobre su
imparcialidad para adjudicar o que tienda a minar la confianza pública en el
sistema de justicia.
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registro bancario para las cuentas de Mariana Nogales Molinelli, Rita

Molinelli Freytes y Ocean Front Villas, Corp. A pesar de que las partes

alegaron que no entendían que la Jueza estuviese parcializada,

solicitaron su inhibición para evitar la apariencia de conducta impropia y

así salvaguardar su imagen y la del Poder Judicial.

En particular, el licenciado José A. Andreu Fuentes argumentó que

para expedir la orden de registro bancario la jueza Rodríguez Castro

tuvo que tomarle juramento al testigo de cargo, Andrés Clarke Vives

y darle credibilidad en "el proceso limitado que esta juzgó"; que el

testimonio del señor Clarke Vives era uno detallado y que iba a la raíz del

asunto ante la consideración de la Jueza. Además, expuso que la

declaración jurada del señor Clarke Vives contenía un resumen de la

prueba que sostenía cada denuncia.

De otra parte, el licenciado Frank Torres Viada reiteró que la

Jueza, al examinar la declaración jurada, tuvo ante su consideración

un resumen de las planillas de las personas naturales y jurídicas

denunciadas y alegó que dichos documentos se obtuvieron de manera


ilegal. Es decir, que la Jueza había tenido contacto previo con la

prueba al examinar el contenido de las planillas, cuya admisibilidad

estos pretendían impugnar en la vista de causa probable para

arresto.

La OPFEI se opuso a la petición de inhibición de la Jueza y señaló

que los argumentos de la defensa eran contradictorios, pues, por un

lado, alegaban la imparcialidad de esta pero, de otra parte, le solicitaban

que se inhibiera para evitar la apariencia de conducta impropia. Además,

alegó que el hecho de que la Jueza hubiese atendido una orden de

registro bancario no la obligaba a inhibirse, como tampoco la

obligaba un mero contacto con la prueba. En cuanto al testigo Andrés


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Clarke Vives, el Fiscal informó que este no estaba anunciado como

testigo para esta etapa del procedimiento.

La Jueza, luego de escuchar las argumentaciones de las partes,

decidió motu proprio no inhibirse del proceso razonando que, hasta que

no hubiese una determinación de causa probable no podía hablarse de la

existencia de un caso; que su ánimo no estaba prejuiciado ni

parcializado contra ninguna de las partes; que el agente, cuya

declaración examinó para expedir la orden de registro, no era testigo en

esa etapa de los procedimientos; y que la orden que ella expidió fue a los

efectos de entregar depósitos de ATH Móvil y cheques pagados de enero

de 2017 al 31 de diciembre de 2021 de una cuenta de Banco Popular, lo

que no se encontraba entre la prueba examinada. Finalmente, esta

indicó que no sentía que su principio de independencia judicial se

afectaría al atender este caso.

Luego de denegar la solicitud de inhibición interpuesta por la

defensa, la jueza Rodríguez Castro le concedió a dicha parte 5 días

laborables, a vencer el 10 de mayo de 2023, para que presentara ante la

Jueza Administradora su solicitud de recusación bajo juramento.

Asimismo, le concedió el mismo término a la OPFEI para que fijara su

posición.

Así las cosas, las peticionarias presentaron, bajo juramento, la

correspondiente moción de recusación de la jueza Rodríguez Castro al

amparo de la Regla 76 de las de Procedimiento Criminal, supra, y el

Canon 20 de tica Judicial, supra. En esta, afirmaron que la Jueza

prejuzgó los hechos esenciales del caso y tuvo contacto previo con una

parte sustancial de la evidencia que pretende utilizar el Ministerio

Público en su contra. Además, reiteraron los argumentos que ya habían

adelantado en sala, según recogidos en los párrafos que preceden.


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En respuesta, la OPFEI llevó a la consideración del foro primario el

precedente establecido en Pueblo y. López Guzmán, mfra, según el cual,

el mero contacto previo con la prueba no incapacita al juez para ver el caso
en los méritos, aduciendo que resultaba de aplicación a la controversia
presentada. Añadió que no presentaría al señor Andrés Clarke Vives

como testigo en la vista de Regla 6, supra. Señaló que los abogados de la


defensa habían tenido tiempo suficiente para presentar la moción de

inhibición por escrito y bajo juramento, pero no lo hicieron, sino que

esperaron a que se sometiera la prueba documental ante la jueza

Rodríguez Castro para entonces hacer el planteamiento.

Fue entonces que, habiendo considerado las argumentaciones

esgrimidas por las partes sobre la solicitud de inhibición instada por las

peticionarias, el 12 de mayo de 2023, el TPI emitió la Resolución cuya

revocación solicitan estas, denegando la solicitud de inhibición y

ordenando la continuación de los procesos ante la jueza Rodriguez

Castro. Del contenido de la referida Resolución, valga reiterar que, luego

del foro primario haber precisado los contornos de la controversia que le

correspondió dilucidar, procedió a trazar el tracto y discutir las

Opiniones sobrevenidas de nuestro Tribunal Supremo en las que fueron

establecidos los elementos a ser sopesados por el tribunal a quo, para

resolver una controversia igual o similar a la presentada por las


peticionarias.

Inconformes con la determinación del TPI, las peticionarias

presentaron recurso de certiorari ante este Tribunal de Apelaciones, el 12

de mayo de 2023, esgrimiendo el siguiente señalamiento de error:

ERRO EL TRIBUNAL DE INSTANCIA AL NO CONCEDER LA


INHIBICIÓN DE LA HONORABLE JUEZ IRAIDA B.
RODRiGUEZ CASTRO PARA CONTINUAR PRESIDIENDO LA
VISTA DE CAUSA PROBABLE PARA EL ARRESTO DEL
PRESENTE CASO EN CONTRAVENCIÓN A LA REGLA 76 DE
PROCEDIMIENTO CRIMINAL Y EL CANON 20 DE ETICA
JUDICIAL.
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Junto al recurso de certiorari, las peticionarias incluyeron una

Moción solicitando paralización de vista de causa probable para arresto en


auxilio de jurisdicción, que denegamos mediante Resolución de 15 de

mayo de 2023. A su vez, en dicho dictamen interlocutorio concedimos a

la OPFEI hasta las 11:00 de la mañana del 19 de mayo de 2023, para

que se expresara sobre la expedición del recurso solicitado.

Sin embargo, el mismo día en que le concedimos término a la

OPFEI para que compareciera, dicha parte acudió ante nosotros

mediante Oposición a expedición de auto de certiorari.


Contando con los escritos de las partes, estamos en posición de

resolver.

c.

El presunto error que las peticionarias le atribuyen al TPI haber

cometido es susceptible de ser reducido a lo siguiente: que la jueza


Rodríguez Castro le tomó juramento al declarante Andrés Clarke Vives, y

examinó la declaración jurada resultante de dicho acto, para entonces

emitir una orden de registro bancario sobre las transacciones de ATH y

cheques emitidos de las cuentas del Banco Popular de la Sra. Mariana

Nogales Molinelli, Rita Molinelli y la corporación Ocean Front Villas,

Corp. Por tanto, esgrimen estas, la Jueza tuvo un contacto previo

sustancial con la prueba que tendrá que considerar en la vista de causa


probable para arrestar, que la inhabilita para continuar presidiendo

dicha vista, por quedar cuestionada su imparcialidad. Se añade a ello el

anuncio por las peticionarias de que se disponen a cuestionar la

constitucionalidad de la orden de registro producto del proceso descrito

en el párrafo que antecede, ante la misma juez que la emitió. Esta es la

médula del argumento de las peticionarias, del cual también derivan que,

de no ser ordenada la petición de recusación presentada, se afectará la

confianza pública en nuestro sistema de justicia.


KLCE20230054 1 ro]

Según ya hemos indicado, la controversia identificada ha sido

plenamente examinada por nuestro Tribunal Supremo, a lo largo de

varias décadas, y el curso decisorio al que atenerse los fóros inferiores

establecido y reiterado. Sirva subrayar que, tan temprano como en el

1959, nuestro Tribunal Supremo había llamado la atención al hecho de

que, tanto en el proceso civil, como en el criminal, existen numerosas

ocasiones en las cuales el juez que va a fallar el litigio en su fondo

adquiere de alguna manera, en mayor o menor grado, conocimiento

inicial de los hechos, o se le exige que en principio acepte determinada

apreciación de las alegaciones para sobre esa base asentar un criterio

jurídico. In re Marín Báez, supra., pág. 285. Se aseveró, además, que

nunca ha sido ni es la norma constitucional que cualquier contacto previo


con la prueba, no importa su alcance y efectos, incapacite a un juzgador
para dirimir posteriormente los méritos de una controversia. Íd, pág. 287.
Entonces, el alto foro estableció la norma de que, en cada situación en

que se alegue el aludido contacto previo con la prueba, habrá que

considerar la índole del procedimiento, el grado de relación del juez con

la prueba y los probables efectos de esa relación sobre su desinterés e

imparcialidad y calibrar esos factores a la luz de la entereza moral y la

disciplina profesional que necesariamente debe tener cualquier juez que

merezca ese nombre. Íd.

Resulta de lo anterior que nuestro Tribunal Supremo descartó el

mero señalamiento de contacto previo con la prueba como suficiente, de

suyo, o sin más, para imputar falta de imparcialidad del juez o como

causa de su inhibición. Así, no basta el señalamiento desnudo del

contacto previo con la prueba, para justificar la recusación de un juez,


sino que tal imputación habrá de ser examinada a luz de los criterios

pautados en la última oración del párrafo que precede, para determinar

si procede una solicitud tal.


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Luego de emitida la Opinión referida, el Tribunal Supremo

adjudicó sucesivas controversias relacionadas al mismo tema, en Pueblo


y. Quiles, 83 DPR 63 (1961); Pueblo y. Pacheco, 83 DPR 285 (1961);

Pueblo u. Toro Goyco, 84 DPR 492 (1962), Pueblo y. Dones Arroyo, 106

DPR 303 (1977), que discutiremos en los párrafos que siguen.

En Pueblo u. Quiles, supra, se había impugnado la actuación del

juez, como juzgador de los hechos en la vista en su fondo del caso, p

razón de que había examinado una declaración Jurada, luego de la

cual determinó causa probable para la expedición de una orden de

allanamiento. Cuestionado el alto foro sobre el contacto previo que tuvo

el juez de instancia en dicho caso, antes de que se celebrara el juicio, -

cuando intervino en la determinación de causa probable para expedir la

orden de allanamiento-, el primero determinó que tal intervención no

impedía que el magistrado presidiera el proceso (celebrara el juicio),

pues en dicha participación no examinó testigo alguno, y no hubo

posibilidad de que en su mente quedara grabado nada de lo que

pueda impresionar a un juez cuando oye y ve declarar a una

persona. La intervención preliminar del juez en el proceso de autorizar

la orden de allanamiento fue una actuación esencialmente pasiva del

juzgador que, en forma enteramente impersonal, examina

documentos a los fines de determinar si los mismos son suficientes

para justificar que se decrete el arresto4. (1nfasis provisto). Íd.


Entiéndase que, a juicio del Tribunal Supremo, la exposición del juez que

intervino en la determinación de causa probable para autorizar una

orden de allanamiento, y que se limitó solo a leer el documento que

sirvió como fundamento para tal autorización, no sería causa de

4 El examen específico y personal del declarante no es un requisito


constitucional para la expedición de una orden de registro. El texto
constitucional pertinente en lo relativo a las órdenes de registro se limita a
consignar que: (1) únicamente pueden expedirse por autoridad judicial; (2)
solamente pueden expedirse cuando existe causa probable apoyada en
juramento o afirmación. Pueblo u. Rivera Rodríguez, 123 DPR 467, 475 (1989).
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inhibición para ver el juicio en su fondo sobre la misma persona contra

la cual autorizó la orden de allanamiento.

A raíz de lo cual, no se requiere un gran esfuerzo para percatarse

de que, en el caso ante nosotros, precisamente, la única imputación

sobre presunta imparcialidad que las peticionarias atribuyen a la jueza

Rodríguez Castro es haber intervenido en la autorización de la orden de

registro de las cuentas bancarias aludidas, situación muy similar a la

descrita en Pueblo u. Quiles, supra. Tal como en Pueblo y. Quiles, supra,

la actuación de la Jueza en el caso ante nuestra consideración es de las

que el Tribunal Supremo caracteriza como pasiva, en la que, para

expedir la orden de allanamiento, el juzgador sólo se bastó con la lectura

de la declaración jurada en la que se fundamentó dicho petitorio.

Si alguna diferencia de importancia cabría identificar entre Pueblo


y. Quiles, supra, y el caso ante nuestra consideración, es que allí se

autorizó al juez que emitió la orden de allanamiento a ver el juicio en su

fondo, a pesar de haber autorizado la orden de allanamiento,

mientras que en el caso ante nosotros la intervención de la jueza

Rodríguez Castro solo acontecerá en la primera etapa del proceso, la

vista de causa para arresto. En término simples, si el Tribunal Supremo

no observó rasgo de parcialidad alguno en el hecho de que el juez que

autorizó la orden de allanamiento en Pueblo u. Quiles, supra, se

dispusiera a ver el juicio en su fondo, menos aún cabe conceder algún

tinte de parcialidad a la Jueza que en este caso intervendrá en una etapa

tan primaria como lo es la vista bajo la Regla 6, supra5.

Por el mismo fundamento, del razonamiento expuesto en Pueblo y.

Quiles, supra, se colige que el juez que emitió la orden de allanamiento

Los requisitos de índole constitucional exigidos en la vista de Regla 6, supra,


se limitan a: (1) la intervención de la figura neutral de un magistrado; (2) la
existencia de causa probable; (3) que la determinación de causa probable esté
apoyada en juramento o afirmación; (4) y la especificidad de la orden. Pueblo u.
Irrizary, 160 DPR 544 (2003).
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también estará habilitado para considerar algún cuestionamiento sobre

la legalidad de la orden expedida en el juicio en su fondo que celebraría,

a pesar de que hubiese sido expedido por él mismo. Si en este contexto

resulta dable que el juez que expidió la orden de registro luego pudiera

ver el juicio en su fondo, y enfrentar un cuestionamiento constitucional

sobre dicha expedición, ningún impedimento podemos prever en que se

arguya sobre ello en la vista de causa para arrestar, como parte de la

valoración sobre la existencia de causa probable que compete al

Tribunal. Partiendo del entendido de que la actuación pasiva descrita de

la jueza Rodríguez Castro no deja o causa impresión alguna en su

conciencia de juzgador, al decir del Tribunal Supremo, necesariamente se

habrá de concluir que ello no supondrá un impedimento para sopesar el

planteamiento constitucional que juzguen hacer las peticionarias en la

vista de Regla 6, supra, no para adjudicarlo en clave de supresión de

evidencia, sino para valorarlo como parte de su determinación de causa

probable.

A tan solo dos meses de publicada la Opinión discutida, el

Tribunal Supremo se volvió a expresar sobre el mismo asunto, pero


insertando una variación fáctica importante, como veremos. En Pueblo y.

Pacheco, supra, se trató de un caso en que el juez de instancia examinó


personalmente a los testigos antes de determinar causa probable

para la expedición de la orden de allanamiento que se le solicitó.

Confrontado con un cuestionamiento esgrimido por la defensa, en el que


imputó imparcialidad al juez que atendería el juicio en su fondo por

haber sido el mismo juzgador que autorizó la referida orden de

allanamiento y examinó unos testigos para ello, nuestro máximo foro

rechazó tal contención, estableciendo que no era razón suficiente para

automáticamente descualificarlo. Al contrario, en la Opinión se

estableció con claridad que, a menos que se demuestre


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específicamente prejuicio y parcialidad de parte de una juez que

preside una vista, el hecho de que ese mismo juez haya participado

en procedimientos anteriores relacionados con el caso, no lo

descualifica para actuar en la vista principal. (Énfasis provisto), íd,


pág. 496.

Nótese, una vez más, que la situación ante nuestra consideración

es distinguible de la descrita en Pueblo y. Pacheco, supra, porque, a

diferencia de allí, insistimos, la participación aquí de la Jueza al emitir la

orden de allanamiento es la que típicamente se describe como pasiva,

limitada a la mera lectura de la declaración jurada que da a lugar a la

expedición de la orden aludida, y no sostiene una petición de recusación.

No ha sido argüido ante nosotros que en el proceso de expedición de

orden de registro la jueza Rodríguez Castro hubiese conducido algún

interrogatorio hacia el testigo que prestó la declaración jurada, o hubiese

desbordado el lindero de la participación pasiva descrita.

Entonces, en Pueblo y. Toro Goyco, supra, el Tribunal Supremo

inició la Opinión reafirmando sus dictados de las Opiniones discutidas

en los párrafos que preceden, en términos de que el hecho de que un juez

que preside la vista de un caso criminal hubiera conocido del mismo antes
del juicio, por haber leído unas declaraciones juradas u oído declarar a

unos testigos que el fiscal examinaba, para entonces determinar si existía


causa probable para el arresto, no lo incapacitaba para resolver el caso en
su fondo. íd., pág. 493. A pesar de reafirmarse en lo anterior, concluye
que correspondía que, en la particular situación de hechos allí descrita,

el juez que se disponía a presidir el juicio en su fondo se inhibiera, pues

había determinado causa para arresto y también se disponía a

presidir la vista en su fondo, lo que sí inyectaría un cuestionamiento

sobre falta de imparcialidad.


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Claro, no se aprecia ninguna conexión entre la situación fáctica

particular de Pueblo y. Toro Goyco, supra, y la que está ante nuestra

consideración. Aunque resulte repetitivo, en el caso ante nosotros no se

pretende que la juez que interviene en la vista de causa probable para

arresto sea la misma que vea el juicio en su fondo, (de ser superadas

todas las etapas que preceden a la vista en su fondo). Al contrario, una

vez más, la única imputación que se presenta como causa para solicitar

la inhibición de la jueza Rodríguez Castro refiere a la intervención que

tuvo al autorizar la expedición de la orden de registro, asunto que, ya

vimos, no afecta su imparcialidad para interferir en otras etapas del

proceso.

En Pueblo u. Dones, supra, el Tribunal Supremo denegó, una vez

más, la solicitud de la defensa para recusar al juez de instancia, por


alegadamente advenir en contacto con la prueba al presidir en la

argumentación de varias mociones presentadas por las partes. Concluyó,

según lo venía haciendo, que a menos que se demuestre específicamente

prejuicio y parcialidad de parte de una juez que preside una vista, el

hecho de que ese mismo juez haya participado en procedimientos

anteriores relacionados con el caso, no lo descualca para actuar en la

vista principal. Íd., pág. 317.

Establecidas las bases desde las cuales los jueces debían partir al

evaluar una solicitud de inhibición por alegado contacto previo con la

prueba, cabría preguntarse si, por causa de la longevidad de las

Opiniones citadas, (la citada en el párrafo que antecede es del 1977), el

alto foro sostendría igual razonamiento en fechas más recientes. La


respuesta vino dada con la Opinión vertida en Pueblo u. López Guzmán,

131 DPR 867 (1992). En esta, el Tribunal Supremo despejO cualquier

duda sobre la solidez de los razonamientos que antes había explicitado,

reiterando gran parte de las guías ya establecidas, a la vez que


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insertando sus propias coordenadas al surgir controversias similares.

Cabe resaltar que dicha Opinión contiene un amplio recuento sobre la

jurisprudencia que abordamos en los párrafos anteriores, sintetizándola

en las siguientes expresiones, que citamos in extenso:


El punto de partida tiene que, por necesidad, ser la
premisa básica originalmente establecida en In re Marín
Báez, ante, a los efectos de que el mero hecho de que el juez
haya tenido contacto previo con la prueba no incapacita a
éste para ver el caso en los méritos y que en cada situación
en que se haga ese planteamiento constitucional -violación
del debido procedimiento de ley- se deberá considerar la
totalidad de las circunstancias presentes en el caso en ese
momento ante la consideración del tribunal.

Ahora bien, no hay duda que hay situaciones en que


ese contacto previo con la prueba deja impresiones
imborrables en la mente del juez ya sea por razón de que
éste participa activamente en dicha etapa, examinando
personalmente a los testigos, ya por razón de que dichos
testigos son interrogados y contrainterrogados, de
manera enérgica o fogosa por los abogados y fiscales, en
la presencia del juez. Véanse: In re Murchison, ante; Pueblo
y. Toro Goyco, ante. En relación con esas
situaciones, resolvemos que ante la posibilidad real
indiscutible de que dicho magistrado haya formado opinión
sobre la veracidad y suficiencia de lo declarado por dichos
testigos, el juez debe inhibirse de participar en el juicio en su
fondo del caso. Veáse Martínez Torres y. Amaro Pérez, ante,
pág. 732.

Distinta es la situación en que el contacto previo con


la prueba de parte del juez se limita meramente a leer
unas declaraciones juradas o unos informes. Esto es, en
que su actuación, lejos de ser activa, es una pasiva que
no deja o causa impresión alguna en su conciencia de
juzgador. Véanse: Pueblo y. Quiles, ante; Pueblo y. Dones
Arroyo, ante. En esas situaciones, de ordinario no hay razón
jurídica de peso para descualificar al magistrado de,
posteriormente, presidir el juicio en su fondo, a menos
que el acusado pueda demostrar afirmativamente el
prejuicio o parcialidad que alega existe de parte del juez
que presidió el proceso. (nfasis y subrayado provistos).
Pueblo y. López Guzmán, supra, págs. 895-896.

d.

Nos resulta aparente que, una vez el tribunal a quo examinó con

rigor la casuística pertinente a la controversia planteada, según tal

ejercicio quedó plasmado en la Resolución recurrida, fue que concluyó

que en la situación de hechos ante su atención no acontecían las


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circunstancias que justificaban acceder a la recusación de la jueza

Rodríguez Castro. Esto, en tanto identificó que la participación de la

Jueza en los procesos anteriores a la celebración de la vista de causa

para arresto fue la que nuestro Tribunal Supremo ha identificado como

pasiva, no justificativa de recusación. Pueblo y. López Guzmán, supra;

Pueblo u. Pacheco, supra. Es decir, el contacto previo con la prueba de

parte de la jueza Rodríguez Castro se limitó meramente a leer unas

declaraciones juradas o unos informes para emitir la orden de registro

bancario sobre las transacciones antes aludidas, escenario típico en el

que la jurisprudencia consistentemente se ha negado a conceder una

petición de inhibición por esa sola razón.

Por otra parte, al examinar el recurso de certiorari presentado,

recalcamos, las peticionarias no se detuvieron a discutir ninguna de las

Opiniones citadas y reseñadas, por tanto, menos aún identificaron

causas por las cuales tendríamos que entender que el precedente

establecido en Pueblo y. López Guzmán, supra, no debería ser aplicado a

la situación específica presentada en este caso. De nuevo, la solicitud de

las peticionaras para recusar a la Jueza que está presidiendo la Regla 6,


supra, fue anclada en la alegación de que esta intervino con la prueba

que será presentada en la vista de causa probable para arresto, a través

de la leëtura de la declaración jurada que consideró para emitir una

orden de registro. Estando limitada la solicitud de inhibición a ese solo

asunto, resulta patente que las peticionarias carecen de argumentos con

los que puedan demostrar afirmativamente algún prejuicio o parcialidad

por parte de la jueza Rodríguez Castro para continuar presidiendo la

vista de Regla 6, supra. Examinada la totalidad de la casuística que rige

el asunto, y que a este punto hemos remachado, la situación presentada

por las peticionarias es la que menos problemas ha causado al Tribunal

Supremo para resolver que, meramente leer las declaraciones juradas


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para autorizar la orden de registro, en manera alguna inhabilita a la

Jueza para continuar la vista ya comenzada.

Resulta inevitable señalar que, de haberse desplegado por las

peticionarias el mínimo de cuidado al examinar la jurisprudencia que

dirige el curso decisorio de los tribunales en casos donde se solicita la

inhibición por contacto previo con la prueba, se hubiese evitado siquiera

la sombra de atribución de parcialidad a la juez que está presidiendo la

vista de causa para arresto. Reafirmándonos en nuestra expresión

inicial, la confianza pública sobre las determinaciones hasta aquí

tomadas debería encontrar sustento en la consistente solución que los

tribunales han venido dando a la misma controversia planteada por las


peticionarias, según queda demostrado. Establecido el hecho de que nos

encontramos aplicando idéntico precedente al que por décadas se ha

utilizado en situaciones análogas, solo cabría especular sobre una

presunta apariencia impropia si hubiéramos optado por conceder un

trato distinto a las peticionarias, a lo que nos negamos.

En definitiva, la Resolución recurrida está adecuadamente

fundamentada, y su determinación encuentra apoyo en la

documentación ante nuestra consideración. No surge de la misma que el

TPI cometiese algún error de derecho o hubiese abusado de su

discreción. Tampoco encontramos algún fracaso de la justicia que

justifique nuestra intervención. Siendo el recurso de certiorari uno cuya

característica principal es la discrecionalidad que se nos reconoce para

expedirlo o no, decidimos declinar la invitación de las peticionarias a

intervenir con la Resolución recurrida.

Parte dispositiva

Por los fundamentos expuestos, se deniega la expedición del auto

de certiorari solicitado. Visto que no accedimos a la petición de

paralización de los procesos procurada por las peticionarias, y hemos


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denegado la expedición del recurso solicitado, se ha de entender que los

procedimientos ante el Tribunal de Primera Instancia continuarán su

rumbo trazado.

Notifíquese inmediatamente.

Lo pronunció y manda el Tribunal y lo certifica su Secretaria.

Lcda. Lilia M. Oquendo Solís


Secretaria del Tribunal de Apelaciones

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