LOS HERMANOS WAGNER Resumen

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LOS HERMANOS WAGNER

LOS HERMANOS WAGNER: los viajes, hermenéutica del otro y alteridad. La


unidad identitaria. La teoría difusionista.

Ramón H. Alvarez, Setiembre de 2006.

INTRODUCCIÓN:

A fines del siglo XIX los viajes denotaron un rango de prácticas especiales,
producción de conocimientos, relatos, tradiciones, comportamientos, música,
libros, diarios, y otras expresiones culturales. Para occidente tuvieron dos
consecuencias claves: el descubrimiento y el encuentro con el OTRO por un lado,
y la constitución de un nuevo saber: La Antropología.
En ese contexto histórico, el de mayor expansión colonizadora capitalista en el
mundo, se produce la llegada de los Hermanos Wagner a América del Sur.
   
    En esos años en Argentina, la estructura del estado-nación como forma de
organización política y social del mundo moderno no derivó de comunidades
culturales preexistentes, sino de la creación de aparatos burocráticos
centralizados para la acumulación del capital (recaudación impositiva, derecho
aduanero), la guerra y el ejercicio de la coerción interna (FFAA  y policía) 
Los resultados de la organización del país, en la búsqueda de unidad y
homogeneidad, provocaron una tensión inherente a la pluralidad de pertenencia, lo
cual contrastaba con las particularidades de cada una de las regiones.
         
    Los antecedentes económicos, sociales e históricos colocaron a la provincia de
Santiago del Estero en un lugar periférico en la constitución de la Nación
Argentina.
Las propuestas de reclamos de identidad provincial y justicia, no tuvieron eco en la
construcción de la nación. La legitimación y la dignidad, fue reclamada por
Santiago del Estero, sobre todo representado en un sector de  la intelectualidad
santiagueña, que en este caso, con relevancia, se agrupaban en “LA BRASA”, la
cual entre los años 1925-1946, constituyó todo un hito en la cultura santiagueña,
allí convergían en general los más prestigiosos intelectuales y artistas de diversos
géneros de la época. Este movimiento cultural local estuvo ligado a otros grupos y
revistas de vida breve anterior, simultánea y posterior,
   
    Figuras como Bernardo Canal Feijoo, Oreste Di Lullo, Emile y Duncan Wagner,
principalmente, reclamaban un ethos esencialmente culturalista, un discurso
diferenciador, diferencia que se propone indagar Beatriz Ocampo (Dra. en
Antropología Social), y que nos muestra fundamentalmente en su libro “La Nación
Interior”.
Conducida por  los antecedentes y esplendor intelectual de “La Brasa”  Beatriz
Ocampo se avoca  a la investigación de estas figuras emblemáticas en la
construcción de la identidad santiagueña, e invita  al lector, -por lo menos al
residente y/u oriundo de estas tierras- a compartir un largo, fascinante y por
momentos desconocido viaje en la historia (documentos, archivos, referencias
únicas, piezas arqueológicas, etc.), que surge necesariamente ante preguntas
tales como ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿de quienes somos
herederos?
   
    Beatriz Ocampo nos presenta los discursos culturalistas de estos intelectuales
de Santiago del Estero precedentemente mencionados, quienes ofrecieron
opciones alternativas a la construcción del estado-nación argentino, en el contexto
de haber observado, la localidad y el mundo desde Santiago del Estero.
¿Por qué estos cuatro intelectuales?, los Hnos. Wagner por su visión del problema
santiagueño en el contexto metropolitano y europeo, transitando entre Francia,
metrópoli cultural de europea por esos años, y Santiago del Estero. Canal F.
transita entre la provincia y la nación, pero además suscribe el  pasado primigenio
(la hipótesis de los Wagner) como camino propio para que la provincia alcance su
propia modernidad sin la mediación de la modernidad porteña, al sostener que el 
Proyecto Constitucional Argentino ( Alberdi) negaba realidad a la tierra, a la raza y
a una historia  preexistente, lo que lo dejaba sin raíces ni pasado, y según Canal,
Alberdi habría seguido en esto a Hegel, quien a su parecer “ los pueblos
americanos eran antihistóricos” , no tenían conciencia universal de la libertad, la
única historia era la Europea.

    En el mejor de los casos, el etnocentrismo de los conquistadores fue


desmedido,  y el común denominador fue la creencia en la superioridad de su
propia etnia, cuando no, -usando un sentido radical-, basaron su accionar en la
teoría según la cual  la propia etnia está en el origen de las (escasas e hipotéticas)
bondades de las demás; las maldades de estas otras pasan a ser invención
exclusiva de ellas mismas. Cuando primó un sentido menos radical en el
conquistador europeo, el hábito fue examinar a los demás grupos sociales desde
el punto de vista de la propia cultura del colonizador, es decir, incorporando a un
examen objetivo todas las subjetividades históricas y sociales inherentes a
cualquier cultura.

    Pero de una u otra manera, las potencias coloniales elevaron el etnocentrismo a
la categoría de dogma y basaron en é l las sinrazones de su fuerza convirtiéndole
en la excusa última de su expansión, la cual por los excesos y crueldad a la que
recurrió en no pocos hechos, misiones, y circunstancias, suscitó la crítica de
algunos y propios colonizadores, sea el caso del fraile dominico español Francisco
de Vitoria (1483-1546).

    La modernidad  porteña, y el Proyecto Constitucional Argentino provocan un


“viraje histórico”, ya que Argentina había sido fundada mirando hacia adentro,
hacia el Perú y las provincias del interior, y terminó siendo un país macrocefálico,
con un cuerpo raquítico, que no pensó en sí mismo como una totalidad, y negó la
tierra y el interior.  Al seguir a Canal en esa idea de “refundar el país”,
encontramos la participación activa  del interior del país.
En el caso de Oreste Di Lullo, si bien con una visión diferente, observamos el
intento de crear una fisonomía para la provincia, arraigado en la ALDEA, pero al
final, de una u otra manera, con diferentes mensajes culturalistas, cada uno,
intentó construir discursos identitarios sobre la provincia. Para Canal y Oreste , c/u
a su manera, plantearon un forma distinta de construir el estado-nación, frente al
ideado por la Generación del 80, responsable ella de esta ahistoricidad , es decir
de la imagen forjada de un país sin raíces ni pasado, con ello de la perdida de
rumbo y desorientación que sufre desde siempre la Argentina.

LOS HERMANOS WAGNER: historia, rol protagónico y legado.

    Por lo precedentemente conceptualizado, y al ser el tema central para este


trabajo, suficientes méritos se forjan en mi interpretación, para que los Hnos.
Wagner  se erijan en  los artífices en bucear y encontrar un origen y una
interpretación en las profundidades de la tierra santiagueña, y determinar y
sostener que es posible encontrar el verdadero pasado de la provincia y de la
nación.

   Beatriz Ocampo señala que las afirmaciones de Canal respecto a los Hnos.
Wagner  son importantísimas. Las élites de La Brasa hicieron propio ese
“descubrimiento” que se transformó en el mito de origen de la provincia. Los Hnos.
Wagner  se inscribían e inscriben a la provincia de Sgo. del Estero en una historia
mayor. Ellos transportaron al Nuevo Mundo, el aparato exegético grecolatino y
sucesos históricos de Oriente y Occidente, colocando a la provincia entre las
grandes Civilizaciones del Mundo emanadas de la Gran Civilización Occidental.
Se dio un fenómeno de reciprocidad: los Wagner  “entregaron”  a los santiagueños
La Civilización Chaco-Santiagueña y sus correlaciones con las del Viejo y Nuevo
Mundo, esto les permitió a estos, constituirse una identidad de origen, es decir 
hacer una adscripción intelectual a la identidad santiagueña; que les posibilitó
situarse positivamente en una triple confrontación: frente al mundo, frente al puerto
de Bs. As. y frente al resto de las provincias.
  
    Y es así, que Beatriz Ocampo en el Cáp. III, del libro La Nación Interior  trata a
los Hnos. Wagner, sus vida y obras, la construcción de “el otro” latinoamericano y
santiagueño, y se pregunta: ¿Cual fue el lugar donde se situaron y desde cual
miraron el mundo?,  ¿qué intentaron decirles al mundo y a la nación con sus
producciones locales, textos, discursos y hallazgos arqueológicos? , ¿Quienes
fueron sus principales interlocutores en la lectura que hacen del pasado en la
Argentina?, ¿que tienen de común y de diferente estos intelectuales santiagueños
en su proyecto de construir una identidad para la provincia  y en la búsqueda de
un lugar para ella en la nación?,  ¿cuáles fueron los acuerdos y disensos entre los
discursos culturalistas de estos intelectuales santiagueños y los de la Generación
del 80? ¿Y cuáles sus explicaciones, argumentaciones y fundamentaciones?

    Beatriz Ocampo con rigor intelectual, en su extenso y minuciosos estudio, nos
señala que no es su intención entrar en la discusión acerca de la veracidad
científica de los descubrimientos de los Hnos. Wagner, determinar la verdad o
errores de los hallazgos, sino que el propósito es analizarlos como una
representación para averiguar cuál ha sido su sentido.
La interpretación, basándose en la teoría difusionista, que dan los Hnos. Wagner 
de la Civilización Chaco-santiagueña es que ella surge de una Gran Civilización
Primordial, Universal, semejante y emparentada a la de Troya y Hissarlick,
descubierta por arqueólogos europeos en el siglo XIX. Por lo tanto, la Civilización
Chaco-santiagueña, no es ni totalmente santiagueña ni propiamente argentina y
sus orígenes se encuentran en un pasado remoto, en un  tiempo infinito, podría
decirse, fuera del tiempo.

    Otros ejemplos históricos semejantes y significativos vienen al caso, Bartolomé


de las Casas, en su documento Apologética historia sumaria, verdadero tratado de
antropología comparada, pone  en parangón a las culturas indígenas con las de la
antigüedad clásica, subraya las virtudes y grandes merecimientos de los
habitantes del Nuevo Mundo.
    Los Hnos. Wagner adhirieron a la teoría difusionista para explicar la Civilización
Chaco-santiagueña que descubrieron en Llajta Mauca  (cementerio indígena,
donde estuvieron más de seis meses y realizaron sus principales hallazgos
arqueológicos, en la provincia de Santiago del Estero). Su obra, La Civilización
Chaco-santiagueña y sus correlaciones con las del Viejo y Nuevo Mundo, es el
resultado de años de exploraciones, que comenzaron alrededor de 1901. La
misma pretende, fundamentalmente, ser la demostración científica de la
existencia, en tiempos remotos, en Santiago del Estero de una “civilización
primordial”, ligada a Troya y a Hissarlick. Las excavaciones en yacimientos de la
región dan cuenta de numerosos túmulos  e innumerables objetos de cerámica
antigua.

    Los descubrimientos, hallazgos e interpretación de los Wagner  trascendieron el


ámbito intelectual Santiagueño, Tucumano y de Bs. As, lo que significó que los
Wagner ofrezcan numerosas conferencias. Los trabajos fueron en parte
solventados por el gobierno y la legislatura de Sgo. del Estero y por la Universidad
de Tucumán. Los hallazgos llevan a los Wagner a postular el descubrimiento de
un Imperio de las Llanuras o Imperio de las Planicie, civilización según los
Wagner  antecesora a la  civilización de las Altas Planicies, concepto clásico de la
Arqueología Americana que sostenía la idea de cultura arcaica con la de paisaje
de montaña.      
                                                                                                                                    
                                                      
    Respecto a la obra  -publicada en 1934-, Beatriz Ocampo la describe como “
una libro maravilloso, una obra de arte editorial de más de 400 páginas, ricamente
ilustrada sobre la cerámica  de dicha civilización, fruto de la controvertida
interpretación que los Wagner dieron a los hallazgos  de sus numerosas
expediciones”. La obra fue originalmente escrita en francés y traducida al
castellano por Bernardo Canal Feijoo y Mariano Paz. 

    En otro momento Beatriz Ocampo nos expresa: el libro constituye “el
emprendimiento editorial más importante y grandioso que registra la cultura
santiagueña en todos los tiempos “, fino y lujosamente encuadernado, con
numerosas laminas en colores y en blanco y negro, dibujos y, en la tapa con una
serie de detalles -meticulosamente descriptos por B. Ocampo-.
Nos señala  que la obra es el resultado de Nº exploraciones científicas, que
comienzan en 1901, con descubrimientos que provienen de Mistol paso, Alto de
Cañitas, Siete Quebrachos, Tulip Loman y Laguna Mujyoj.
   
    A partir de los hallazgos de los Hnos. Wagner, del análisis de las
representaciones simbólicas impresas en los objetos de cerámica y mediante el
uso del método comparativo, esencialmente geográfico y visual, los Wagner 
dedujeron y concluyeron que:  a)  la provincia de Santiago del Estero había sido
ocupada por poderosas naciones y poblada en una época lejana por pueblos de
una civilización bastante avanzada;  b) esta civilización había desaparecido mucho
antes de la llegada de los españoles y sus habitantes de entonces no tienen
ninguna vinculación genética con los actuales; c) comparando las urnas de
Santiago del Estero con las de Hissarlick, se podría decir que son intercambiables;
d) el paralelismo entre Troya, Hissarlick es un hecho; e) sus habitantes fueron
dueños de una altísima cultura, constructores de grandes túmulos, similares a los
hallados al oeste de los Montes Apalaches, sobre los cuales habitaban pueblos
que se extendían sobre centenares de hectáreas.
   
    La síntesis final que expresa y engloba las percepciones e interpretaciones
cuasi filosóficas de los Hermanos Wagner es que una Gran Civilización general o
primordial distribuida sobre una vasta porción del globo ha debido preceder a las
diferentes civilizaciones, dotadas cada una de caracteres propios, cuyas distintas
modalidades se han encontrado en la Historia. “En esta fuente común de la
primera cultura universal, numerosos viajeros bebieron a grandes sorbos, antes de
dispersarse en camino hacia las cuatro esquinas del planeta. Estas
interpretaciones se inscriben en el clima intelectual de la época, marcado por el
paradigma difusionista.
   
    Con la idea de la síntesis universal, los Wagner se dedicarán a establecer las
correlaciones que existen entre la Civilización Chaco-santiagueña y las de todo el 
Nuevo  Continente, correlaciones que devendrán decisivas, así como los puntos
de contacto que ligan el conjunto de las culturas prehistóricas americanas con
todas las del Viejo Mundo.
    Según Beatriz Ocampo, los Hnos. Wagner  sostenían que sus hallazgos
arqueológicos son similares a las piezas resultantes de las excavaciones
realizadas por el alemán Schlieman, en 1868 en las ruinas de Troya, Hissarlick,
situadas en Asia Menor en la costa del Mar Egeo. Estas interpretaciones de los
Wagner estaban marcadas por el paradigma difusionista. De esto surgiría una
síntesis universal. (Civilización Chaco-santiagueña, Nuevo Continente, es decir
culturas prehistóricas americanas con todas las del Viejo Mundo).

    Con esta interpretación se produjo un efecto de deshistorización sobre el mundo


indígena real
del que supuestamente se pretende hablar. No hay indígenas reales en la
Civilización Chaco-santiagueña, sino héroes anónimos míticos, mito de origen
para Santiago y para todo el universo. La temporalidad de esta Civilización se
encuentra en un pasado remoto, hipotético, que está paradójicamente fuera del
tiempo. 
    La vida y los viajes de los Hnos. Wagner fueron, de hecho, una hermenéutica
del otro, un diálogo constante con la alteridad. Este diálogo fue facilitado por más
de 30 años de constantes desplazamientos en el interior de América del Sur y, ya
instalados en Mistol Paso, en la provincia de Santiago del Estero, por el “camino
recorrido” hacia Llajta Mauca, cuna del descubrimiento de la Civilización Chaco-
santiagueña. Además, los numerosos viajes entre América y Europa, los
confrontaron con diversas alteridades. Así, su existencia transcurrió hasta casi el
final de sus días “morando en los viajes y viajando en las moradas”.

    En el fondo subyace la tentativa de reforzar la unidad identitaria.  La Civilización


Chaco-Santiagueña no es totalmente santiagueña ni propiamente argentina,
ambigüedad que también incluye a los Wagner, ya que en este sentido es
autorreferencial, y ellos a su vez se encuentran “exiliados”. Por otro lado la
recurrencia a la explicación por los orígenes, es “esencialista y consustancial” a la
pertenencia social de los autores: al pensamiento aristocrático y burgués del siglo
XIX.  

    En la construcción arqueológico-científica y lírica de La Civilización Chaco-


Santiagueña, los Wagner crean una realidad y reinscriben, de un modo diferente,
en el escenario del mundo, a si mismo, a la provincia y a la Argentina. 
Es evidente que desde la perspectiva de Beatriz Ocampo, el interés no es entrar
en la discusión acerca de la veracidad científica de los descubrimientos realizados
por los Wagner, sino incorporar la discusión sobre la forma de hacer, reconstruir,
exhibir, concebir y escribir la temporalidad a los que recurrieron los Hnos. Wagner
para hablar de la Civilización Chaco-santiagueña en la provincia de Santiago del
Estero por un lado y para hablar de sí mismos en tanto sujetos, por el otro.         

    Además la autora en su trabajo sobre los Wagner, pretende mostrar las
posibilidades que ofrece la  incursión en otros géneros literarios para la
comprensión, profundización y enriquecimiento de la teoría y del pensamiento
antropológico.

    Beatriz Ocampo en su libro la Nación Interior cita a James Clifford, y señala que
este, en su artículo sobre la invención etnográfica del sujeto nos dice: “Conrad y
Malinowski no muestran que tanto El corazón de las tinieblas como El Diario de
campo en Melanesia parecen retratar la crisis de una identidad, una lucha en los
límites de la civilización occidental contra la amenaza de la disolución moral y que
esta lucha y la necesidad de contención personal son lugares comunes en la
literatura colonial. Ambos libros serían registros,  de hombres blancos en la
frontera, en puntos de peligro y desintegración y tanto Conrad en el Congo como
Malinowski en las Trobriand, estarían entrampados en situaciones subjetivas
contradictorias articuladas en el lenguaje, el deseo y la afiliación cultural”

    Así, en la búsqueda de dar integridad a una cultura, los antropólogos como
Malinowski, dice Clifford, sentían la necesidad de suprimir la incoherencia y la
contradicción para encontrar en un acto de censura y de creación de sentido, la
coherencia y funcionalidad de otra cultura.
Este autor, según Ocampo va más allá y señala la necesidad de discutir la
producción etnográfica no sólo de Malinowski sino de casi toda la producción
etnográfica, para que pueda ser incluido el sujeto.

    Beatriz Ocampo, en el caso de los Hermanos Wagner, intenta y creemos que lo
logra, hacer un camino que le permitiera amalgamar la temporalidad o a-
temporalidad del exilio existencial de los Wagner y la temporalidad o a-
temporalidad teórica que encontraron en el difusionismo para la interpretación de
la Civilización Chaco-santiagueña.
Sin duda, el trabajo de B. Ocampo es vigoroso, fundamental, esencial, y por
momentos nos sumerge en un ambiente “mágico-fascinante” cuando nos va
explicando y detallando, todo lo concerniente a lo que significó su  tarea de
develar y dar a conocer los archivos de los hermanos WAGNER. 

    La autora, refiere haber tenido un acceso privilegiado a los mismos, y nos
señala que aún restan numerosos archivos Wagner por clasificar, al momento de
su trabajo, nos dice que el Nº de piezas, todavía sin clasificar, era de
aproximadamente 5000, entre documentos, cartas, informes, certificados, fotos,
libretas de campo, dibujos, etc.
Con nobleza y sincera gratitud, Beatriz Ocampo ofrece –entre otras- como ultima
razón el haber elegido este tema, UN GESTO DE RECIPROCIDAD, respondiendo
al don de la hospitalidad con que fue acogida en Santiago del Estero.

    Y en el transcurso de la lectura del libro de Beatriz Ocampo, uno no puede dejar
de apropiarse de sus conceptos (situación frecuente), respecto a los Wagner,
como “Nobles Viajeros franceses que partiendo de la metrópoli mundial de aquella
época, París, llegaron a América del Sur en el siglo XIX., después de recorrer
Brasil, Paraguay, Argentina (entre otros) y se radicaron en la aldea de Mistol Paso
(Río Salado), Icaño.  (Paraje recóndito), y desde allí mantuvieron permanentes
contactos e intercambios con los centros mas prestigiosos del mundo: Francia,
Japón, EEUU -entre otros-, participaron también en asuntos relacionados con la
política internacional e interna Argentina, con intelectuales, políticos y empresarios
del país y del mundo. Sin embrago siempre vivieron en Mistol Paso, de pobreza
digna y allí murieron, están enterrados en el cementerio local.

    La autora presa de una enorme impotencia y responsabilidad por el valiosísimo


archivo, y el estado en el que se encuentra (condiciones precarias de
conservación), con su trabajo mediante, considera que es todo un deber dar a
conocer la obra. Nos dice que el trabajo del archivo sin clasificar fue apasionante,
a cada paso se encontraba como si estuviese reconstruyendo un rompecabezas.
¿PROFETAS EN SU TIERRA? : Los resultados y las conclusiones a las que
llegaron los estudiosos argentinos fue altamente desvalorizadora para los Wagner.
Los resultados de las investigaciones en la provincia de Santiago del Estero
merecieron en algunos casos el silencio, en otros, una crítica mordaz. En 1938,
Francisco de Aparicio presidente de la Sociedad Argentina de Antropología
organizó un juicio inquisitorial con el objetivo de juzgar la obra de los Hnos.
Wagner, ya que “desde que se iniciaron los hallazgos en gran escala, por parte de
los Wagner, fue colocado fuera del campo de la ciencia”

    Sin embargo, Beatriz Ocampo antepone por  un lado las opiniones de Jean
Vellard a favor de los Wagner y por otro lado el interés que suscitó en
especialistas como Valleriano Callegari (Milan), Henry Reichlen, este último
publica en 1940 en el Journal de la Société des Americanistes de Paris  un trabajo
con la más completa bibliografía hasta ese momento sobre el tema.
Sus participaciones en el mundo académico de Francia de fines del siglo XIX y
comienzos del XX (entre 1904 y 1940): Me avocaré a algunos antecedentes
relevantes (son innumerables los antecedentes académicos, literarios,
documentales, arqueológicos, sociales, etc.)
Emile siendo representante del Museo de Historia Natural de Francia fue
encargado de recoger colecciones científicas de la flora y la fauna de la República
Argentina, Paraguay y Brasil, para tal museo. Recibió numerosas condecoraciones
de Francia, París, y Nueva York, en relación a sus diversas “habilidades. Entre
otras, fue miembro y colaborador de: la Sociedad de Americanistas de Paris (jugó
un rol importantísimo en el conocimiento que los europeos tuvieron de este
continente.), Museos de colecciones Precolombinas, Museo Trocadero de Paris
(los envíos de colecciones, especialmente de cerámicas de La Civilización Chaco-
Santiagueña, contribuían a construir el imaginario social de los europeos sobre “el
otro” americano.), y en el Museo de Louvre (1928), con exhibición del arte
precolombino.

LEGADO BIBLIOGRAFICO Y ALGUNAS FACETAS DE EMILE: entre tantas


importantes, sin duda, debemos señalar su obra cumbre  La Civilización Chaco-
Santiagueña y sus correlaciones con las del Viejo y Nuevo Mundo, además de los
numerosos  trabajos presentados en coautoría con su Hno. Duncan y con Olimpia
Riguetti, en revistas, congresos u reuniones científicas.
Emile de “estirpe” anti-germánica, pormenorizado por Beatriz Ocampo en su libro,
su actitud sin duda, encuentra sustrato en el Darwinismo social. Fue decepcionado
por el sentido del Pacto de Versailles (Enero de 1918), que percibió como una total
capitulación de Francia.
Del análisis de sus obras se puede percibir el progresivo y lento “abandono” que
los Hnos. Wagner hicieron de su propia cultura y el abrazo, también lento y
progresivo, de la cultura santiagueña. Duncan y Emile Wagner murieron en su
tierra de adopción, sin bienes y están enterrados en el cementerio de la ciudad de
Santiago. Un hecho sella su adscripción a esta nueva cultura. En el poblado de
Mistol Paso vivía Eladia González, una criolla de origen humilde con quién Emile
tuvo su única descendencia, Haydée, a quien reconoció unilateralmente en 1932,
cuando tenía seis años, en el registro Civil de la Provincia, al que se presentó con
dos testigos. Es decir que con Haydée, heredera del nombre y del capital
simbólico de su padre, Emile selló de modo más profundo y existencial, por medio
de la descendencia y de la honra, su ya iniciada adscripción intelectual a la
identidad santiagueña.

CONCLUSIONES:  

    Resulta imperioso, al tema del trabajo seleccionado, en el sentido antropológico,


la teoría difusionista y por ende su concepto y valor intrínseco acorde a la época
(1º mitad del siglo XX)  como bien lo señala Beatriz Ocampo, toda vez que
Difusionismo, en  antropología denota que, los rasgos culturales tienen un único
origen,  a partir del cual se dispersan geográficamente y son adoptados por otras
sociedades. A su vez, Ocampo señala: se presume que una innovación mayor fue
creada en un tiempo y lugar particular para luego ser transferida a poblaciones
vecinas mediante la imitación, negociación, conquista militar, etc., De este modo,
la innovación se irradia  desde su punto de partida. Este método fue usado para
investigar innovaciones trazando “rutas” desde su inicio, localizando así su origen
en culturas diferentes, mapeando la historia de su difusión.
   
    Ahora bien, sin llegar a una actitud simplificadora del evolucionismo, nadie
podría negar que entre pueblos vecinos  –por así decirlo- pueden darse préstamos
y copias; aunque bien, resulta apropiado no dejar pasar por alto, el punto de vista
–quizás extremo- de algunos difusionistas que postulan el haber encontrado el
origen de objetos tan universales, como la punta arponada o los dibujos rupestres.
En este contexto, aún tomando distancia, y apelando –si vale- a la equidistancia,
se podrá observar que así mismo, es difícil prescindir de –al menos- un innegable
y cierto grado de rigor científico, importantes evidencias y objetividad en la obra
del Hnos. Wagner, ya que en algunos ámbitos -es evidente, y se puede sostener-,
existieron y existe aún cierta obstinación en subestimar y desacreditar la obra de
los Hnos. Wagner, toda vez que -como se pudo ver precedentemente- ya sea por
la “ausencia de ciertos requisitos científicos” u otros conflictos de intereses, se
puso y sigue poniendo aún en tela de juicio el valor de tan magnífica obra. Sin
embargo, a uno lo anima y le permite afirmar que los hallazgos arqueológicos –
tanto en números de piezas, como valor y significado intrínseco todavía a
desentrañar- llevados a cabo por los hermanos Wagner en la región Chaco-
santiagueña constituye y reviste en la actualidad, al menos en lo específico de la
materia, un tema no acabado, no concluido, y por lo menos, a priori colocan a
Santiago del Estero y a la región en una categoría privilegiada, en lo que
arqueología se refiere, en tanto en significado y connotación, cuando de
autonomía en la invención se trata (invención autónoma), al establecerse ciertas
diferencias de esta región con los otros pueblos u otros centros del país,  sin duda
y a la vista, menos favorecidos por las excavaciones arqueológicas. 

    Reforzando la hipótesis, estudios científicos recientes muestran que nuevas


muestras de DNA y un análisis molecular más fino muestran que pueblos
indígenas muy diversos -Esquimales de Alaska, Kraho y Yanomamos de Brasil-
tienen más genes comunes que lo que se creía. El estudio hace pensar que estas
etnias descenderían de una misma población cepa que, desde Asia, habría
llegado a América del Norte en una migración (o quizá dos) como sostiene Ryk
Ward, un genetista de Oxford. Algunos ya intentan identificar cuál podría ser la
población de Siberia o de Mongolia que estaría más emparentada con estos
antepasados.
   
    Otro detalle no menor, es que para lo Wagner las “Razas” que poblaron las
llanuras y los bosques de la región en Santiago del Estero  y que dominaron el
mundo mucho antes que los Incas y los Calchaquíes no eran bárbaros. Este
descubrimiento permitió fundar su propio mito de origen, introdujo un eslabón
civilizatorio en aquel pequeño rincón olvidado del interior del país, para asentar el
fundamento de una identidad que pudiera competir con la impuesta desde el
centro del poder.

    En conclusión, para los Wagner no hay más indios, todos ellos han
desaparecido al “extinguirse”  la etnia que los engendró, quedo en su lugar una
representación estética de los mismos. La idea de la Gran Civilización al ser
emblematizada, reemplaza a la figura heroica del indio muerto por el avance
colonizador.
El espacio, creado discursivamente en el texto, está construido para los habitantes
de la Civilización Chaco-santiagueña, que ellos, los Wagner, en definitiva,
descubrieron y crearon. Entonces, a las preguntas ¿quién es el bárbaro?, ¿quién
es el salvaje?, ¿quienes los caníbales?, el texto -y a través de él, la voz autoral-
quiere dejar en claro que no son los llamauquenses, sino los españoles, los que se
lanzaron a un canibalismo desenfrenado en nombre de Occidente, pero entonces,
¿cuál es el espacio que le queda al sujeto (arqueólogo) en este encuentro con el
Otro?

   Finalmente, suscribo lo que nos dice Rita Segato ” El aporte de Beatriz Ocampo
es oportunísimo, en momentos en que “la idea de modernidad abandonó su
desdén por el pluralismo y pasó a atribuir valor a la etnicidad” y “hoy los nuevos
actores contemporáneos invocan continuidad de una historia autóctona a través
de linajes que nunca cesaron”
Del mismo modo que Santiago del Estero renace culturalmente de su muerte
económica y social, los Hnos. Wagner renacen de su exilio y empobrecimiento
como héroes y grandes descubridores de la arqueología mundial.

                    
                                                                                                     Ramón H. Álvarez

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