El Problema de Los Mares
El Problema de Los Mares
El Problema de Los Mares
la
mayoría de las aguas del planeta son internacionales, con lo que
no están sometidas a ningún tipo de regulación que garantice su
protección. Y sin políticas eficaces de conservación, los
ecosistemas marinos están abocados al declive, ahogados por la
sobrepesca y degradados por la contaminación de unas aguas a las
que cada año llegan de media unos 8 millones de toneladas de
residuos plásticos.
SOBREPESCA
Las consecuencias de la
"pesca fantasma"
Según muestra una
investigación reciente , cientos
de tiburones y rayas quedan
enredados en desechos
plásticos, generalmente útiles
de pesca abandonados, en los
océanos de todo el mundo.
RESIDUOS SÓLIDOS
Bolsas de plástico, globos, botellas de vidrio, zapatos, material de
embalaje… todo lo que no se elimina o se recicla acaba en el mar,
convertido en el gran basurero de la humanidad. De entre toda esa
basura, preocupa especialmente la compuesta por plástico, ya que se
descompone muy lentamente, y amenaza seriamente a los
ecosistemas marinos y contaminando los océanos desde las costas
hasta las profundidades.
El Gran Basurero del Pacífico ocupa una superficie equivalente a la
suma de España, Francia y Alemania
Los residuos plásticos han sido detectados en todos los océanos del
planeta, desde el Ártico hasta el Antártico, y desde la superficie del
mar hasta los fondos oceánicos. Gran parte de los millones de
toneladas de toda la basura plástica que llega a los océanos cada año
han sido arrojados al suelo o a los ríos y arrastrado posteriormente
al mar. Los científicos han encontrado plástico en el estómago de
diminutos animales marinos que viven en las fosas del Pacífico, a
casi 11 kilómetros de profundidad, y en el hielo marino del Ártico
se han acumulado microplásticos arrastrados desde latitudes
inferiores. A medida que todo ese hielo se funda, los plásticos
atrapados regresarán al agua.
Las corrientes transportan los desechos flotantes hasta los confines
más lejanos del planeta, como playas de islas remotas del Pacífico
Sur, como la isla de Henderson, situada a más de 5.000 kilómetros
de distancia de los grandes núcleos de población. Una parte
importante de toda esa basura flotante va a parar al
denominado Gran Basurero del Pacífico, una mole de basura
situada entre Hawai y la costa de California, que, según una
investigación publicada en 2018 por la revista Nature,está compuesta
por unas 79.000 toneladas de residuos dispersos en un área de unos
1,6 millones de kilómetros cuadrados, un área que equivaldría
aproximadamente a la suma de la superficie de España, Francia y
Alemania.
Acidificación de lo océanos
Arrecife de coral en el
Monumento Nacional
Marino de las Islas Hawai
Noroccidentales
Foto: NOAA
El exceso de CO2 que
expulsamos a la atmósfera
tiene su efecto más conocido
en el aumento de las
temperatura, que acelera la
fusión de glaciares y hielo
marino y contribuye al aumento significativo del nivel del mar. Sin
embargo, el carbono liberado a la atmósfera también afecta
considerablemente a la salud de los océanos, aunque de una
manera algo más lenta. El aire y el agua intercambian gases
constantemente, de modo que una parte de lo que se emite a la
atmósfera tarde o temprano acabará llegando al mar. El viento lo
mezcla rápidamente con la capa más superficial (unos cien metros) y
a lo largo de los siglos las corrientes lo expanden a todas las
profundidades marinas. En la década de 1990 un equipo
internacional de científicos emprendió un ambicioso proyecto de
investigación que consistía en recoger y analizar más de 77.000
muestras de agua marina de diferentes profundidades y lugares del
mundo. Fue una labor de 15 años, que reveló que los océanos han
absorbido el 30 % del dióxido de carbono emitido por la
humanidad en los dos últimos siglos. Y siguen absorbiendo
alrededor de un millón de toneladas por hora.
Para la vida en tierra este proceso es positivo, ya que cada tonelada
de CO₂ que el océano retira de la atmósfera es una tonelada menos
que contribuye al calentamiento global.
Los océanos han absorbido el 30% de CO2 emitido por la humanidad
durante décadas.
Para la vida marina, en cambio, el panorama es muy diferente. El
exceso de CO2 reduce el PH del agua, un proceso conocido como
'acidificación', que causa estragos en los ecosistemas marinos, en
particular en las especies calificadoras, aquellas que producen
conchas o esqueletos pétreos de carbonato de calcio, como caracolas,
estrellas de mar o corales, estos
últimos, auténticas víctimas de la
acidificación.
Y que los pólipos de coral
producen su exoesqueleto con
carbonato de calcio, un
compuesto que queda
neutralizado por el aumento de
ácidos en el agua. A medida que
aumenta la concentración de
dióxido de carbono en la
atmósfera, más dificultades
tendrán los corales para
'fabricar' esos esqueletos cálcicos. Por si fuera poco, la acidificación
del océano también parece afectar la capacidad de los corales para
producir nuevas colonias, pues el descenso del PH se traduce en una
menor capacidad de fecundación.