Tema-La Crisis Del Orden Colonial
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Durante las primeras décadas del siglo XIX, se desarrolló el proceso de independencia de las
antiguas colonias españolas en América que concluiría con la formación de las nuevas
repúblicas americanas. El Perú sería el último país sudamericano en emanciparse, pero su
independencia consolidaría la de Sudamérica. Este periodo de la historia nacional es sumamente
importante, pues en él se iniciaron las primeras
acciones dirigidas a la formación de un proyecto nacional que sentará las bases del desarrollo
económico, político y social del país. No obstante, las discrepancias sobre la dirección de la
nación se tornaron en oposición y enfrentamiento entre los líderes, lo cual frustró el buen
gobierno del Estado. Por ello, este periodo de la historia nacional se caracterizó por el caos y la
anarquía.
Esto daría origen a una profunda crisis política de consecuencias irreversibles en España y, por
ende, en sus colonias americanas. Veamos como se desarrollo este acontecimiento:
En 1807, el rey de España Carlos IV autorizó a las tropas francesas transitar por su reino para
invadir Portugal, aliado de Inglaterra. Sin embargo, por orden de Napoleón, las tropas francesas
permanecieron en territorio español.
En 1807, Napoleón obtuvo el consentimiento de Carlos IV para que sus ejércitos atravesaran
España para atacar Portugal, aliada de Inglaterra, a cambio de un futuro reparto de Portugal
entre Francia, España y un principado para el propio Godoy (ministro del rey de España Carlos
IV)
El motín de Aranjuez
Al conocerse esta noticia, el 2 de mayo estalló un motín en Aranjuez, el motín, estaba dirigido
por la nobleza y el clero, perseguía la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en
favor de su hijo Fernando, a cuyo alrededor se habían unido todos quienes querían acabar con
Godoy. Carlos IV escribió a Napoleón para ponerlo al corriente de la situación y pedirle ayuda
para recuperar el trono que le había arrebatado su propio hijo, Fernando VII. Mientras se de-
sarrollaban los hechos, se inició un alzamiento popular contra la presencia francesa. El 2 de
mayo, el pueblo de Madrid se alzó de forma espontánea contra los franceses.
Pero Napoleón, que no estaba dispuesto a abandonar sus planes, convocó a la familia real a un
encuentro en la ciudad de Bayona. Allí, apresó a los dos monarcas españoles y en su reemplazo
designó a su hermano José Bonaparte como rey de España.
El rey había sido depuesto, pero los súbditos permanecieron fieles a su investidura. El razona -
miento de la época fue: tenían «el rey y su pueblo tienen un pacto, una alianza, en caso que el
rey se ausenta por cualquier razón, la soberanía recae sobre la población». Desde ese punto de
vista, si el rey estaba cautivo, la soberanía retornaba a sus súbditos. Estos debían asumir el
poder a través de sus representantes hasta el regreso del rey.
Fue según esta lógica, por iniciativa propia el pueblo español se agrupó en juntas de gobierno,
las cuales tenían como directora a la Junta Central de Gobierno.
La Junta Central Gubernativa debía encargarse de la defensa del país y de cumplir la última
orden de Fernando VII: convocar a la reunión de las Cortes Generales, instituciones muy
antiguas que limitaban el poder real y que, por esa razón, no habían sido reunidas por los reyes
borbónicos durante todo el siglo XVIII. Pero, como se ha dicho, el vacío de poder hizo que esta
institución asumiera la administración del país.
Todas las demás juntas que se formaron manifestaron su fidelidad al rey Fernando VII. Mientras
tanto en América, la noticia de la intromisión napoleónica, fue tomada con el mismo repudio y a
semejanza de España se intentaron formar juntas de gobierno reformistas, fieles o leales en
teoría al Rey Fernando VII; pero algunos funcionarios españoles las interpretaron como un
disfraz que en el fondo buscaban deshacerse del poder español.
Ante el avance del ejército francés, la Junta Central se disolvió e inmediatamente se formó un
Consejo de Regencia, institución que asumió el gobierno hasta la convocatoria de las Cortes
Generales. Veamos que fueron:
En España se convocó a las Cortes de Cádiz. Fueron un Congreso con representación de todos
los españoles tanto peninsulares como americanos.
Entre 1810 y 1812 se realizaron elecciones para designar diputados que representaran a los
pueblos de España y de América.
Uno de los acuerdos que tomaron fue declarar la igualdad política entre España y América, lo
que otorgó legalmente a América el derecho a ser representada en el gobierno de la monarquía.
Esta declaración, sin embargo, no se cumplió en la práctica: en el primer periodo de sesiones,
España estuvo representada por 267 diputados, mientras que América por 37.
Las cortes sesionaron durante 3 años hasta 1813 y hubo en esas una clara discriminación con tra
América.
• Los absolutistas, que eran minoría, estaban a favor de mantener todos los poderes de la
Corona. • Los diputados americanos, que defendieron los problemas de sus territorios y que
contaron muchas veces con el apoyo de los liberales.
Entre los diputados peruanos en las Cortes de Cádiz, destacaron Vicente Morales Duárez;
(criollo más importante, llegó a ser presidente de las Cortes), Blas Ostolaza, Dionisio Inca
Yupanqui, Antonio Suazo, etc.
Las obras principales de las Cortes de Cádiz fueron: reconocer a Fernando VII como rey de
España; mantener la guerra contra los franceses; promulgar la Constitución Liberal de Cádiz de
1812.
En septiembre de 1812, las Cortes promulgaron la Constitución de Cádiz, que fue aplicada en
América hasta 1814.
Constitución de Cádiz
Cuando Fernando VII fue restituido en el trono en 1814, derogó la Constitución y persiguió a
sus defensores.
Desde el momento en que se conoció la abdicación de los monarcas españoles, hubo una
reacción unánime en los territorios americanos: el rechazo a las autoridades francesas y la
formación de juntas que se declaraban fieles a Fernando VII, tal como había sucedido en
España. Tan pronto como aparecieron estas primeras juntas, entre 1808 y 1810, la Junta Central
Gubernativa buscó que se subordinaran a su autoridad.
Por ello, solicitó a las primeras juntas de gobierno americanas que eligieran a sus delegados
para que formen parte de la Junta Central mientras se convocaba a las Cortes.
Así, desde Caracas hasta Buenos Aires, se formaron nuevas juntas que desconocieron el nuevo
gobierno de España. Algunas de estas juntas tuvieron desde los primeros momentos una
posición separatista. En contraste, los territorios americanos más densamente poblados, como
México y Perú, continuaron reconociendo la autoridad del rey.
Entre 1809 y 1810, se constituyeron Juntas en Caracas (hoy en Venezuela), Bogotá (hoy en
Colombia), Quito (hoy en Ecuador), La Paz (hoy en Bolivia), Chuquisaca (hoy en Bolivia),
Santiago (hoy en Chile), Buenos Aires (hoy en Argentina). Algunas de ellas fueron efímeras,
otras perduraron en el tiempo, así, solo dos de esas Juntas - Buenos Aires y Bogotá - actuaron
desde sus comienzos con un carácter separatista. Otras disimularon esas intenciones, las
autoridades españolas no se engañaron acerca de estas Juntas americanas; sabían bien que, por
debajo de la fidelidad que proclamaban a Fernando VII, los criollos querían organizar esas
instituciones como instrumento de su independencia política.
Pero la mayoría de esas autoridades no supo controlar la presión criolla en favor de esas Juntas;
con la única excepción del virrey del Perú, Fernando de Abascal.
Las Juntas de Gobierno en América fueron mal vistas por la aristocracia de Lima, este grupo
monopolista veía en la dependencia con España la posibilidad de conservar sus privilegios
políticos y económicos; agrupada en torno al Tribunal del Consulado, apoyaron la
contrarrevolución del virrey Abascal para eliminar las Juntas de Gobierno, lo cual fue logrado
en gran medida, pero de forma momentánea porque la idea de separación de España había
calado fuertemente en las masas criollas exteriores a Lima.