1. Jesús se apareció a sus discípulos nuevamente a orillas del mar de Tiberíades. Pedro propuso ir a pescar y varios discípulos lo acompañaron.
2. Esa noche no pescaron nada. Al día siguiente, Jesús se les apareció desde la orilla aunque no lo reconocieron de inmediato.
3. Jesús les indicó dónde echar las redes y atraparon tantos peces que no podían subirlos a la barca. Fue entonces que Juan reconoció a Jesús y Pedro fue a su
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1. Jesús se apareció a sus discípulos nuevamente a orillas del mar de Tiberíades. Pedro propuso ir a pescar y varios discípulos lo acompañaron.
2. Esa noche no pescaron nada. Al día siguiente, Jesús se les apareció desde la orilla aunque no lo reconocieron de inmediato.
3. Jesús les indicó dónde echar las redes y atraparon tantos peces que no podían subirlos a la barca. Fue entonces que Juan reconoció a Jesús y Pedro fue a su
1. Jesús se apareció a sus discípulos nuevamente a orillas del mar de Tiberíades. Pedro propuso ir a pescar y varios discípulos lo acompañaron.
2. Esa noche no pescaron nada. Al día siguiente, Jesús se les apareció desde la orilla aunque no lo reconocieron de inmediato.
3. Jesús les indicó dónde echar las redes y atraparon tantos peces que no podían subirlos a la barca. Fue entonces que Juan reconoció a Jesús y Pedro fue a su
1. Jesús se apareció a sus discípulos nuevamente a orillas del mar de Tiberíades. Pedro propuso ir a pescar y varios discípulos lo acompañaron.
2. Esa noche no pescaron nada. Al día siguiente, Jesús se les apareció desde la orilla aunque no lo reconocieron de inmediato.
3. Jesús les indicó dónde echar las redes y atraparon tantos peces que no podían subirlos a la barca. Fue entonces que Juan reconoció a Jesús y Pedro fue a su
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JESÚS SE HACE RECONOCER Y COMPARTE EL PAN
Después de una transición convencional (Después de esto:
Μετὰ ταῦτα), la primera frase del relato anuncia el tema principal: 1 Después de esto, Jesús se manifestó de nuevo a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. He aquí cómo se manifestó. El verbo «se manifestó» (ἐφανέρωσεν), utilizado dos veces en el versículo 1 (“Después de esto, Jesús se manifestó de nuevo a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. He aquí cómo se manifestó”), no es habitual para indicar una aparición del Resucitado [Con este empleo, el verbo sólo se encuentra en Marcos 16,12: “Después de esto, Jesús se apareció en forma distinta a dos de ellos cuando iban de camino al campo”; 16,14: “Después Jesús se apareció a los once discípulos cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que Lo habían visto resucitado” y en 2 Timoteo 1,10: “y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio”. Los verbos tradicionales son ὁράω («ver», 1 Corintios 15,5-6: “que se apareció a Cefas y después a los doce. Luego se apareció a más de 500 hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen; Mateo 28,7: “"Vayan pronto, y digan a Sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y El va delante de ustedes a Galilea; allí Lo verán. Miren, se los he dicho”: 28,17: “Cuando Lo vieron, Lo adoraron; pero algunos dudaron”; Juan 20,18: “María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "¡He visto al Señor!," y que El le había dicho estas cosas”; 20,20: “Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor”; 20,25; “Entonces los otros discípulos le decían: "¡Hemos visto al Señor!" Pero él les dijo: "Si no veo en Sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en Su costado, no creeré."”), ἔρχομαι («venir», Juan 20,19: “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los Judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: "Paz a ustedes."”; 20,26: “Ocho días después, Sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: "Paz a ustedes"”), ἵστημι («estar de pie», Lucas 24,36: “Mientras ellos relataban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: "Paz a ustedes"”; Juan 20,14: “Al decir esto, se volvió y vio a Jesús que estaba allí, pero no sabía que era Jesús”; 20,19: “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los Judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: "Paz a ustedes"”; 20,26: “Ocho días después, Sus discípulos estaban otra vez dentro y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: "Paz a ustedes"”). Juan 14,22 (“Judas (no el Iscariote) Le dijo: "Señor, ¿y qué ha pasado que Te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?"”) utiliza ἐμφανίζω (venir, aparecer, exhibir)]. Etimológicamente, connota la claridad a plena luz de una realidad secreta hasta entonces que, en Juan, es celestial. De esta manera, en Cana, Jesús «manifestó» su gloria (Juan 2,11: “Este principio de Sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó Su gloria, y Sus discípulos creyeron en Él”. Véase 1,31: “"Yo no Lo conocía, pero para que Él fuera manifestado a Israel, por esto yo vine bautizando en agua"”; 3,21: “"Pero el que practica la verdad viene a la Luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios"”; 7,4: “"Porque nadie hace nada en secreto cuando procura ser conocido en público. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo"”; 9,3: “Jesús respondió: "Ni éste pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él”; 17,6: “"He manifestado Tu nombre a los hombres que del mundo Me diste; eran Tuyos y Me los diste, y han guardado Tu palabra.”. Además, Romanos 3,21: “Pero ahora, aparte de la Ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, confirmada por la Ley y los Profetas”; 16,26: “pero que ahora ha sido manifestado, y por las Escrituras de los profetas, conforme al mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las naciones para guiarlas a la obediencia de la fe”; 2 Corintios 4,10: “Llevamos siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo”; Colosenses 1,26: “es decir, el misterio que ha estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos.”). Esta manifestación se sitúa a orillas del lago de Tiberíades, lugar que Juan ha mencionado una sola vez, en el episodio de la multiplicación de los panes (6,1: “Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias.”). En el versículo 14 (“Esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos”), el narrador precisa que ésta es la tercera «manifestación» del Resucitado a los discípulos. Con la intención de enlazar su relato con el anterior, evoca de este modo las dos apariciones que había narrado en 20,19-29 (“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los Judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: "Paz a ustedes." Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: "Paz a ustedes; como el Padre Me ha enviado, así también Yo los envío." Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. "A quienes perdonen los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengan los pecados, éstos les son retenidos." Tomás, uno de los doce, llamado el Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Entonces los otros discípulos le decían: "¡Hemos visto al Señor!" Pero él les dijo: "Si no veo en Sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en Su costado, no creeré." Ocho días después, Sus discípulos estaban otra vez dentro, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y dijo: "Paz a ustedes." Luego dijo a Tomás: "Acerca aquí tu dedo, y mira Mis manos; extiende aquí tu mano y métela en Mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." "¡Señor mío y Dios mío!" Le dijo Tomás. Jesús le dijo: "¿Porque Me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron"”) [No cuenta la aparición a María de Magdala, probablemente porque intenta referirse a las que van destinadas a los discípulos en grupo]. Las circunstancias son ahora distintas y el reconocimiento del Señor no es inmediato: está mediado por una pesca milagrosa. El narrador empieza exponiendo los preparativos: 2 Se encontraban juntos Simón Pedro, Tomás llamado Dídimo, Natanael de Cana de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar». Le dicen: «Vamos también nosotros contigo». Salieron y subieron a la barca; pero aquella noche no cogieron nada. Frente a los datos del capítulo anterior, que muestran a los discípulos encerrados en casa por miedo a los judíos, vemos ahora a unos hombres que han regresado a su tierra de origen y a su antiguo oficio, como si nada hubiera pasado [En Juan 1-20, no se presenta a los discípulos como pescadores. Sin embargo, la tradición se impone por si misma]. Este regreso se detalla en un evangelio apócrifo del siglo II: “Pues bien, el último día de los Ácimos, muchas personas regresaron a sus casas, habiendo pasado la fiesta. Y nosotros, los doce discípulos del Señor, llorábamos y estábamos afligidos; y cada uno, lleno de tristeza por lo que había pasado, volvió a su casa. Por lo que a mí se refiere, Simón Pedro y mi hermano Andrés tomamos nuestras redes y fuimos al mar Y estaban con nosotros…” (Evangelio de Pedro 58-60) Según este texto, Pedro y su hermano dejaron Jerusalén, la ciudad poco hospitalaria, con los demás peregrinos que habían venido a celebrar la pascua judía. Por otra parte, según Mateo y Marcos, la cita con los discípulos del Resucitado se había fijado en Galilea [Marcos 16,7: “"Pero vayan, digan a Sus discípulos y a Pedro: 'El va delante de ustedes a Galilea; allí Lo verán, tal como les dijo.”; Mateo 28,7: “E id pronto, y decid a sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y he aquí, El va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho”; Mateo 28,16.17: “Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado. Cuando Lo vieron, Lo adoraron; pero algunos dudaron”. Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado. En Lucas y Juan, la localización de las apariciones en Jerusalén se debe a su perspectiva teológica, sirve también para ocultar el hecho de la huida de los discípulos Juan 20,19 (“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los Judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: "Paz a ustedes."”) los presenta como teniendo miedo]. En nuestro relato, Pedro y los demás tomaron de nuevo sus redes; no se dice nada de sus sentimientos, pero el narrador subraya que estaban «juntos». Los tres primeros nombres de la lista son familiares a los lectores16 , sin embargo no se mencionan en el cuarto evangelio los hi14
16 Simón-Pedro, designado asi frecuentemente en Juan (1, 41
43 ), en alternancia con el nombre oficial «Pedro» a partir de 13, 8, figura tradicionalmente al frente de los 21,2-3 Epílogo 225 jos de Zebedeo17; se habla de otros dos discípulos anónimos18 , uno de los cuales es sin duda el discípulo que amaba Jesús. Algunos autores quieren ver en el número «siete» un valor simbólico de totalidad19; pero el texto no lo dice con claridad. Señalemos solamente que no son Once. Siguiendo una iniciativa de Simón-Pedro, embarcan todos para ir a pescar20 de común acuerdo21 . Pero «aquella noche no cogieron nada»; esta indicación es un eco de la constatación de Lucas 5, 5: «Hemos estado toda la noche faenando sin pescar nada». De los sinópticos, sólo Lucas narra una pesca milagrosa22 , que él sitúa al comienzo de la vida pública; concluye esta narración con la llamada de los primeros discípulos a seguir a Jesús, coincidiendo así con los relatos de vocación de Mateo/Marcos. En los sinópticos, la actividad pesquera es una metáfora del trabajo apostólico que Jesús habría de confiar a los suyos: «Os haré pescadores de hombres». Este simbolismo tradicional está subyacente en el relato de Juan. En la superficie del texto, el fracaso nocturno deja el campo libre a la intervención milagrosa, pero el sentido que se le da está bien claro: los obreros apostólicos no pueden obtener nada si no están unidos con Jesús23 , como él había dicho utilizando la imagen de los sarmientos unidos a la vid (15, 4-5). demás A Tomás se le distingue con su apodo, como en 11, 16, 20, 24 Natanael, desconocido para los sinópticos, es uno de los primeros llamados (1,45-49), el que formuló la confesión de fe cnstológica a la que corresponde la de Tomás en 20, 28 Aquí se indica que era natural de Cana 17 Santiago y Juan, compañeros privilegiados de Pedro (sinópticos), se presentan como pescadores en Marcos 1, 19s par y en el relato de la pesca milagrosa (Lucas 5, 10) 18 Anonimato análogo en 1, 35, 18, 15 19 Cf, por ejemplo, las siete Iglesias en Ap 1,4 20 Probablemente con red, al estilo de la época 21 El consenso de los discípulos podría esbozar el tema del «primado» de Pedro (Cf L Simón, Petrus und der Lieblingsjunger ¡m Johannesevangelium, Frankfurt 1994, 172) 22 Lucas 5, 1-11 Juan 21 presenta una vanante de este relato, no sólo por su marco, que es el pospascual, sino en los detalles Le habla de dos barcas, Jesús está en la de Pedro, la pesca se hace lejos de la orilla, etc 23 El verbo piázO («capturar») tiene una connotación violenta, como si los discípulos hubieran intentado arrancarle la pesca a un mar hostil, en la Biblia las aguas profundas evocan los grandes peligros e incluso la muerte, física o espiritual Sin Jesús, los discípulos no le pueden arrancar nada al poder de la muerte En Juan, este verbo se utnliza a propósito de los judíos que quieren «apoderarse» de Jesús (7, 30 32 44, 8, 20, 10, 39, 11,57) 226 Lectura del evangelio de Juan 21,1-25 4 Era ya de mañana. Jesús se puso en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Entonces Jesús les dice: «Muchachos (paidía), ¿tendríais algo de comer (prosphágion)?». Le respondieron: «¡No!». 6 Y les dijo: «Echad la red al lado derecho de la barca, y encontraréis». Entonces la echaron; y no tenían ya fuerza para levantarla (a bordo), debido a la multitud de peces. Hay un cambio de perspectiva: mientras que al amanecer vuelven los pescadores decepcionados, hay otro personaje que los espera en la orilla24; el lector sabe que se trata del Resucitado, pero no los discípulos que, aunque pueden verlo y oírlo, «no sabían que era Jesús»25 . Esta indicación volverá a aparecer en el versículo 12, pero invertida. Comienza una nueva jornada, la jornada del reencuentro. El contraste noche/mañana, exigido por la situación narrativa, adquiere un valor simbólico evidente26 . Jesús no se hace reconocer inmediatamente, por ejemplo dando la paz (20, 19); interpela a los discípulos lo mismo que los había interpelado al comienzo del discurso de despedida (teknía: 13, 33), y les pregunta como si tuviera hambre: «Muchachos, ¿tendríais algo de comer?». Esta pregunta, formulada pensando en una respuesta negativa27 , se dirige a unos hombres que no han conseguido fruto alguno de su trabajo y que responden secamente; «¡No!». Jesús no les pide simplemente algún «pez» (ichthys) con vistas al almuerzo que proyecta, sino que utiliza el término prosphágion28 . Sería arbitrario decir que el narrador intenta demostrar, como en el relato de Lucas 24, 41-43, que el Resucitado tiene realmente un cuerpo. Jesús sabe que los discípulos no han pescado nada; quiere entablar de nuevo relaciones con ellos con ocasión de su vida profesional. Al descubrir en ellos una carencia, indica cómo pueden colmarla. 24. Este, como en 20, 19.26, en donde «se puso» va precedido de «vino», verbo que aquí se emplea en el versículo 13. 25. El giro es el mismo que en 20, 14: María de Magdala «no sabía que era Jesús». 26. La noche o las tinieblas evocan en Juan el terreno privado de la luz que es el mismo Jesús (9, 4s; 8, 12). 27. véase BD 427, 2; se encuentran además otros 17 empleos de la interrogación con mé. Curiosamente, la pregunta de Jesús corresponde a la del Resucitado en Lucas 24, 41: «¿Tenéis algo de comer?». 28. La palabra prosphágion significa, según la etimología, un suplemento (pros) que comer (phágiori) con el pan. También podía designar un pececillo comestilble. 21,7 Epílogo 227 De ahí el consejo sorprendente: «Echad la red al lado derecho29 de la barca, y encontraréis». Nos encontramos aquí con un relato de milagro: a la orden le sigue la ejecución y logra el efecto deseado. Los discípulos se rinden a la palabra del desconocido y su red se llena de peces30 hasta tal punto que no consiguen subirla a bordo31 . Esta sobreabundancia evoca el milagro de los panes repartidos con profusión (6, 5-13). En este relato de aparición, la primera función del signo es permitir el reconocimiento del Resucitado (véase 21, 7.12). Al mismo tiempo, en el trasfondo del simbolismo tradicional, donde la pesca prefigura la actividad de los «pescadores de hombres», el narrador muestra que la tarea evangelizadora es el resultado de la presencia de Jesús, la única que hace eficaz la acción de los discípulos. Los obreros apostólicos dan fruto cuando permanecen unidos al Hijo viviente. Se trata de la sinergia de Dios y de los hombres. 7 Entonces el discípulo que Jesús amaba dice a Pedro; «¡Es el Señor!». Habiendo oído: «¡Es el Señor!», Simón Pedro se ciñó el camisón —pues estaba desnudo— y se echó al mar. En vez de un grito de espanto (Lucas 5, 8-10) o de admiración, que podrían haber lanzado en esta ocasión los pescadores, el narrador orienta el interés del lector hacia la reacción del Discípulo y luego hacia la de Pedro: a partir de este versículo quedan unidas las dos figuras de las que tratará la segunda parte del relato. Y lo hace a la manera de Juan que, al asociarlos, presenta al Discípulo como superior a Pedro en la inteligencia de Jesús. Aquel que, ante los lienzos del sepulcro vacío, «vio y creyó» (20, 8) es el primero en reconocer a Cristo en aquel extraño de la orilla. Le dice a Pedro: «¡Es el Señor!»32 . Su proclamación es repetida por el narrador para motivar la reacción de Pedro que, sin preocuparse ya de la pesca 29. El lado derecho, el más noble del ser humano, es el más propicio (Gen 48, 13s; Ecl 10, 1; Mateo 25, 33); véase SB I, 980. La derecha designa también el poder divino (véase DNT 172). 30. El término empleado es ichthys, como en 21, 8.11, mientras que opsárion se encuentra en 21, 9.10.13, término propio de Juan en el nuevo testamento. Se puede explicar esta diferencia por el deseo de variar la terminología (lo mismo ocurre con arnía y próbata en 21, 15-16). También se la puede atribuir a las diversas fuentes utilizadas. 31. En Lucas 5, 7, los pescadores recurren a otra barca. véase Ez 47, 9. 32. Esta es la primera y la única afirmación del Discípulo en el evangelio; para la apelación «Señor», véase 20, 18.20.25 y 21, 12. 228 Lectura del evangelio de Juan 21,1-25 prodigiosa, se echa al agua para alcanzar inmediatamente a su Maestro. El texto presenta una dificultad si se interpreta el verbo diezósato en el sentido de «vestirse» («se puso el vestido»: BJ): ¿por qué se viste Pedro precisamente cuando se dispone a nadar? De hecho, el narrador dice que Pedro «se ciñó bien el camisón (ependytes)», que como pescador llevaba por encima del cuerpo («porque estaba desnudo»). No se lo podía quitar, porque presentarse desnudo habría sido una falta de respeto inadmisible para un judío. Por eso «se ciñe» bien el camisón alrededor del cuerpo para que no le moleste al nadar. Este detalle narrativo es una preparación de la imagen que le hará eco más adelante, en el versículo 18, cuando Jesús le anuncia a Pedro: «Otro te ceñirá»; al gesto autónomo del discípulo le corresponderá más tarde una pasividad forzada. El inciso sobre la «desnudez» de Pedro podría ser tan sólo un detalle de «buen gusto»; pero quizás no sea inocente, ya que sobrecarga la frase. Podría sugerir bíblicamente la situación de vergüenza en que se encuentra Pedro por haber negado a Jesús, y esta alusión recordaría al lector lo que había pasado. Sin embargo, el impulso generoso de Pedro demuestra que, lejos de tener miedo a encontrarse cara a cara con Jesús, busca a su Señor sin el más mínimo recelo y con un gran deseo de volverlo a ver, lo mismo que cuando partió corriendo hacia el sepulcro al enterarse de la desaparición del cadáver. Recientemente, un crítico ha pensado que el lenguaje simbólico de Juan podría autorizar una inteligencia más profunda del gesto de Pedro33 . Si se echa al agua, no es simplemente porque necesita franquear el mar para alcanzar al Señor, sino porque tendrá que atravesar efectivamente las aguas de la muerte según el anuncio que le hará Jesús en el versículo 18. No obstante, aunque nuestro pasaje tenga algunos puntos de contacto con el relato de Pedro que desea llegar hasta Jesús mientras caminaba sobre las aguas (Mateo 14, 28- 31), el texto joánico sitúa la rehabilitación de Pedro mucho antes de su martirio, a lo largo del banquete de comunión y durante el diálogo en el que recibe el encargo de apacentar a las ovejas de Jesús. Es curioso cómo no se informa al lector de lo que hizo Pedro después de sumergirse en el mar; desaparece de nuestra vista hasta que, ya en la orilla, va a sacar la red para traer los peces que han pescado. De hecho, el relato se refiere a todo el grupo: 33 G Claudel, La confeiswn de Fierre Trajectoire d'une péricope évangélique Pans 1988, 106-109 21,8-11 Epílogo 229 8 Los otros discípulos vinieron con la barca arrastrando la red [llena] de peces; no estaban lejos de tierra, sino a unos doscientos codos. 9 Una vez bajados a tierra, ven, preparado allí, un fuego de brasas con pescado puesto encima, así como pan. 10 Jesús les dice: «Traed de esos peces que acabáis de pescar». 11 Simón Pedro subió a bordo y sacó a tierra la red llena de peces gordos: ciento cuarenta y tres; y aunque había tantos, la red no se rompió. Después del grito del discípulo: «¡Es el Señor!», un silencio expectante invade el relato. El lector comparte el suspense de los pescadores que vuelven con la barca arrastrando su pesada carga34 y que, al tomar tierra, no se acuerdan ya de recoger la pesca; no parecen fijarse en Jesús, sino que ven en el suelo «un fuego de brasas35 con pescado puesto encima, así como pan». ¿Habría preparado Jesús el almuerzo para los discípulos? La orden que viene a continuación parece no concordar con ese almuerzo ya preparado: «Traed de esos peces que acabáis de pescar». Sin relación alguna con el almuerzo. El narrador desea simplemente subrayar el papel de Pedro. En efecto, en lugar de todo el grupo de discípulos que no habían tenido fuerzas para subir la red a bordo, es Simón-Pedro el que acude solo (a la barca) y saca a tierra la red; se comporta como patrono de la barca. Si tenemos en cuenta el simbolismo del trabajo apostólico, Pedro se presenta como jefe del grupo de misioneros: así se prepara el diálogo en que Jesús encargará a Pedro que apaciente sus ovejas. Los peces suman en total ciento cincuenta y tres. Esta cifra ha puesto a prueba la sagacidad de los críticos. No corresponde a ningún simbolismo conocido y todas las hipótesis, muy especulativas36 , tropiezan con la misma objeción: es poco probable que los 34 La distancia que se señala en el v 8 corresponde a unos 90 metros 35 En el nuevo testamento, el término anthrakía sólo se encuentra en Juan 18, 18 ¿habrá aquí una alusión al fuego de brasas junto al que Pedro se calentaba antes de su negación9 Algunos textos de la versión latina leen «carbones encendidos» (inkensos), confundiendo el original keiménen con kaioménen, debido al fenómeno del itacismo (se pronunciaban como «i» los diptongos «ae, ai, oí ») 36 Según Jerónimo, los naturalistas de lengua griega habrían distinguido 153 especies de peces (afirmación que habría que controlar) la cifra significaría la totalidad de la familia humana San Agustín llega al mismo sentido por vía matemática la totalidad de los seres humanos está representada por el hecho de que 153 es la suma aritmética de los 17 primeros números Cirilo de Alejandría descompone la cifra en 100 (la 230 Lectura del evangelio de Juan 21,1-25 lectores de Juan hayan podido percibir en este número algún sentido oculto. ¿No será mejor resignarse a admitir que su significado se ha perdido para nosotros? Algunos prefieren ver aquí simplemente la huella de un testigo ocular; otros mantienen la posibilidad de que esta cifra aluda a la idea de universalidad. Poco importa: lo esencial está en otra parte, como indica el versículo siguiente: 11 Aunque había tantos, la red no se rompió (ouk eskhísthé). En nuestro relato, la red que contenía peces grandes es objeto de una atención especial: no logran alzarla a bordo (21, 6), la arrastran (21, 8), y Pedro la saca a la orilla (21, 11); se constata finalmente que no se rompió. La misión apostólica simbolizada por la pesca intenta unificar a los hombres; es lo que ya había anunciado Juan: Jesús tenía que morir para «reunir en uno solo a los hijos de Dios dispersos» (11, 52). ¿No había dicho él mismo: «Yo atraeré (helkyso) a todos los hombres hacia mí» (12, 32)? Ahora es Pedro el que «atrae» (heilkysen) la red llena de peces, sin que se rompa. Simbólicamente, Pedro aparece como el pastor responsable de los frutos obtenidos por la actividad apostólica de Jesús que prosigue en la historia. 12 Jesús les dice: «Venid a almorzar». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «Tú, ¿quién eres?», sabiendo que era el Señor. 13 Entonces Jesús llega, toma el pan y se lo da; lo mismo hizo con el pescado. 14 Fue la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos, después de que fue despertado de entre los muertos. El que hace un momento hizo que tuviera éxito el trabajo de los discípulos, aparece ahora como el organizador de la comida17: 11aplenitud de los paganos) + 50 (el resto de Israel) + 3 (la Trinidad) Otros autores modernos han pensado en la gematría 153 correspondería a la suma del valor numérico de las letras que constituyen tal término o tal expresión hebrea, se han propuesto vanas lecturas remitiendo a Ez 47, 10 Cf H Kruse VD 38 (1960) 128-140, o R E Brown II, 1396-1398 37 El verbo anstáO no siempre significa «almorzar» (así en Gen 43, 25), puede referirse a la comida en general (1 Re 13, 7, Lucas 11, 37), cf WB 214 21,12-14 Epílogo ?*1 ma a sus discípulos a recibir el alimento que él mismo les da. Tras esta frase viene una observación extraña. Los discípulos no se atreven a preguntar quién es el que los acoge, puesto que saben que aquel desconocido es el Señor; el narrador da a entender que todos comparten el reconocimiento hecho por el Discípulo. A diferencia de los judíos incrédulos (8, 25; 10, 24) o de Pilato (19, 9), los discípulos, que han reconocido al Resucitado, no se preocupan de averiguar38 la identidad de aquel hombre. Un filósofo comenta acertadamente: «Preguntar '¿quién eres?' es confiar la respuesta tan sólo a la carne y renegar ya de lo divino»39 . Aquel a quien se le plantease la cuestión no tendría más remedio que responder desde la carne a la que ya no pertenece, puesto que vive en el Espíritu. En respuesta a la silenciosa confesión de sus discípulos, el Señor procede al acto de comunión re-instauradora. Los elementos de la comida —el pan único y los peces40— no provienen de lo que han aportado los discípulos. Jesús, en el centro del relato, es el que da; su gesto se describe con los mismos términos que en el relato de la multiplicación de los panes41: el horizonte es claramente eucarístico42 . Esta evocación es análoga a la del episodio lucano de Emaús, donde los dos peregrinos reconocen a Cristo al partir el pan43 . En nuestro relato, el reconocimiento ya ha acontecido; la 38 No se trata solamente de «preguntarle» «¿Quién eres7 », sino de proceder a una verificación El verbo exetázO significa «examinar, explorar, interrogar, inquirir», en un sentido más especial que erotáO, «preguntar» (5, 12, 9, 15, 16, 5) Los discípulos no se atreven a proceder a una investigación en debida forma 39 Manuel de Diéguez, Science et Nescience, París 1970, 521 40 A diferencia del v 9, donde opsárion sin artículo habría podido designar un colectivo «pescado en general», aquí la palabra va precedida de artículo En la iconografía cristiana primitiva, los panes y los peces son un símbolo habitual de la eucaristía A menudo, los comensales representados son siete' esto puede provenir de nuestro relato o bien reflejar una costumbre de la iconografía romana 41 La fórmula de distribución de los panes y los peces es casi idéntica en los dos relatos Jn6, 11 Jn21, 13 Élaben oún to«j artows hó Iesoüs érkhetai Iesoüs kai lambanei ton árton kaí eukhanstésas diédóken toís kai did&sin autoís anakeiménois, homoíOs kai ek ton opsanon kai tó opsárion homoíOs 42 Según algunos, la comida con el Señor sería una prefiguración del banquete celestial Esto no se opondría a la evocación de la eucaristía, por la que Jesús asegura a los creyentes ¡a intimidad de su presencia a lo largo de la historia «hasta que él venga», tal es el horizonte de la celebración eucarística (cf 1 Corintios 11, 26) 43 Lucas 24, 29-31 El tema de la comida durante una aparición pascual aparece además en el relato de 24, 41-43, pero esta vez con una finalidad apologética probar la corporeidad del Resucitado Jesús come ante los discípulos que no son sus convidados Aquí ocurre lo contrario 232 Lectura del evangelio de Juan 21,1-25 comida atestigua de antemano la plena reconciliación entre el Señor y los discípulos que lo habían abandonado (16, 32) y restablece la comunión que había roto la muerte. Por su tonalidad eucarística, la comida compartida significa que Cristo está presente a la comunidad eclesial. El don de la vida eterna, prometida en el discurso sobre el pan del cielo44 , es ahora una realidad: se lo concede a los creyentes aquel que ha vencido a la muerte. En el versículo 14 el comentario del narrador da la impresión de haberse insertado con poca fortuna: haciendo eco al versículo inicial, ¿no parece como si cerrase prematuramente el relato de aparición? La precisión «la tercera vez» habría podido hacerse también en el exordio. Sin embargo, cabe preguntar si el acento que se pone en el «despertado de entre los muertos» no vendrá a completar adrede la alusión eucarística que presentaba el versículo 1345 .