CONSTITUCIONAL

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UNIVERSIDAD

MICHOACANA DE SAN
NICOLÁS DE HIDALGO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES

DIVISIÓN DE POSGRADO

CONSTITUCIONES DE MÉXICO

PRESENTADO A:
DR. JUAN JOSE GONZALEZ HERNANDEZ

PRESENTADO POR:
LIC. JENIFFER ANDREA TAPIA TAMAYO
1. CAPITULO 1 EL HOMBRE Y LA MUJER.

Morris explica en qué medida el hombre y la mujer son similares y diferentes. Para
esto, insiste en la necesidad de comprender la evolución de los sexos mediante la
observación de nuestros antepasados históricos. Como esto no es posible, sugiere
estudiar sociedades contemporáneas que no hayan sido contaminadas por
culturas modernas. En su explicación en este y en otros capítulos, hace referencia
a colectivos en África occidental, en la Península Arábiga y en el Oriente Medio.
Morris se centra en un par de aspectos diferenciadores entre el hombre y la mujer:
 El musculo masculino, Cuerpo más robusto, metabolismo superior,
mayor capacidad visual, interés por la manipulación de objetos,
mayor interés por investigar objetos nuevos. Perfeccionados para ser
cazadores.
 Mujeres como madres, Mayores formas de protección: menos
vulnerables a enfermedades, menos propensas a nacer muertas,
mayor capa de grasa corporal, mayores sentidos de oído, olfato y
tacto. Mayor destreza sensitiva manual. Perfeccionadas para ser
recolectoras y organizadoras.
 Señales genitales. El pene ha sido seleccionado para depositar el
esperma en la sección más elevada posible del conducto vaginal.
Testículos relativamente pequeños debido a hembras no tan
promiscuas. La forma del órgano masculino tiene una razón
mecánica y no visual.
 Señales genéricas puras. Vello facial masculino, senos de la
hembra.
 Contrastes vocales. La laringe masculina es un tercio más ancha que
la femenina. La voz masculina grave ayuda a un grito más
intimidante. La voz femenina más aguda hace que el varón se sienta
más protectora
 Diferencias mentales. Hombres: mejore capacidades visuales y
espaciales; más audaces. Mujeres: Dotes de organización y de
comunicación; más cauto osas. "Las mujeres se interesan por la
gente; los hombres, por las cosas”

2. CAPITULO 2 EL LENGUAJE DE LOS SEXOS.


Los seres humanos contamos con unas señales biológicas genéricas, pero la
cultura las ha modificado de diversas formas, suprimiendo unas y exagerando
otras. A la hora de encontrar pareja, un individuo se fija no sólo en las señales
biológicas, sino también en las pautas definidas por cada cultura.
Los estándares de belleza varían en cada comunidad humana. Ej. Dientes negros
o blancos, cuerpos esbeltos u obesos, énfasis en los labios o en los pies. En las
sociedades occidentales, se prefiere una silueta esbelta y juvenil y senos de gran
tamaño.
Se distinguen dos tipos de belleza: una competitiva, que tiene que ver con matices
masculinos o femeninos que hacen a un individuo atractivo y que varía de cultura
en cultura, y otra más universal, que puede denominarse belleza biológica. Esta
tiene los siguientes elementos: 1) señales genéricas básicas, señales de juventud,
señales de salud, rasgos simétricos. Las primeras tres tienen que ver con efectos
reproductores, mientras que la última es un poco más enigmática, pero está
relacionada con individuos más sanos, fuertes y con sistemas inmunológicos más
eficaces.
El tamaño y forma del falo, un elevado status social, y muestras de valor también
constituyen formas de exhibición sexual. Empero, a veces no basta con tener
todas las señales de una sexualidad activa, sino que debe mostrarse que se está
disponible para relaciones íntimas. La virginidad también tiene una gran
significación en el lenguaje de los sexos.

3. CAPITULO 3 PAUTAS DEL AMOR.


La humanidad tiene distintos sistemas de emparejamiento y es difícil encontrar
uno que sea perfecto. La formación de parejas es la base de la procreación. El ser
humano tiene una tendencia a la monogamia y el enamoramiento es un
mecanismo que procura mantener un lazo afectivo con una sola pareja pero no es
un mecanismo infalible. De ahí que haya distintos sistemas de emparejamiento.
El emparejamiento se empieza encontrándose con el sexo opuesto. En algunas
sociedades, basta con la reunión se unos jóvenes y paseos sin rumbo, pero en las
ciudades grandes, se necesita asistencia adicional (Ej. Bailes, chats
amorosos).Además encontrar una pareja está sujeto a los estándares de sociales
de comportamiento, de personalidad, de atractivo sexual y de belleza cada vez
más complejos.
Cuando el chico y chica se han encontrado, empiezan a crearse lazos afectivos.
Se ofrecen ayuda mutua y se alejan un poco de los demás para buscar intimidad.
El emparejamiento monógamo tiene una base en la necesidad de las mujeres de
protección y asistencia en el cuido de los hijos y en la preferencia de los hombres
por evitar conflictos por emparejamiento con sus homólogos. Pero estos lazos
afectivos no son siempre permanentes. La especie humana está programada para
reproducirse. Si un miembro de la pareja muere, una relación exclusivamente
monógama hace "desperdiciar" al miembro sobreviviente, en un sentido
reproductivo. Los varones están en realidad más interesados en dejar su semilla
genética esparcida lo más posible. Es por ello que cometen adulterio más
fácilmente que las mujeres. La conducta de los hombres de buscar prostitutas
tiene que ver con lo anterior, liberando tensiones sexuales si en su relación
afectiva no se satisfacen y evitando que hombres jóvenes seduzcan a mujeres
emparejadas y arruinen sus relaciones. A algunos hombres no les basta con tener
una pareja afectiva y otra sexual y prefieren tener múltiples parejas afectivas y
sexuales (poliginia). En una proporción considerablemente menor, casi inexistente,
las mujeres practican poliandria. Algunos individuos prefieren
formas se sexo no reproductor (celibato, homosexualidad, onanismo, entre otros).

4. CAPITULO 6 LA GUERRA DE LOS SEXOS.


Vivimos en una era en que se han erigido grandes metrópolis y éstas no
contribuyen a la unidad familiar. ¿Cómo se las arregló la sexualidad humana para
sobrevivir a la llegada de la vida urbana?
En épocas antiguas, había un equilibrio desigual entre el hombre y la mujer. Con
la aparición de la agricultura y la ganadería, la cría de animales y el cultivo de
plantas se convirtieron en una nueva forma de vida. La diosa Madre era un
símbolo de fertilidad y de fecundidad. Se creía que la mujer era la única que
jugaba un papel reproductor. Poco después, se descubrió el poder reproductor del
hombre y la deidad tuvo que cambiar de sexo, apareciendo el dios Padre. Las
civilizaciones adquirieron más complejidad y apareció un mundo lleno de armas,
campos de batalla y otros inventos del macho humano.
Desde ahí, se ha mantenido una relación de subordinación de la mujer al hombre
que se ha reflejado y aún se refleja en diversas culturas.
La mujer moderna se ha rebelado al tradicional dominio de la masculinidad, debido
a tres razones: 1) los niveles de población humana han crecido tanto que la
presión de familias numerosas ha disminuido, 2) los avances tecnológicos han
arrebatado al varón su histórica ventaja en fuerza física superior, 3) existe un
creciente excedente de mujeres.
Han ocurrido una serie de movimientos de liberación sexual femenina y de
igualdad social. (Ej. Las Plastercasters de Chicago, el caso de Bobbit, las ninjas
de Santa Ana, la incursión en la lucha libre).
Algunas mujeres han preferido fomentar el pasado espiritual de la Diosa Madre, en
lugar de involucrarse en actividades físicas pseudo-masculinas (Ej. Mayor culto a
la Virgen María, grupos ecologistas, brujería).
Los cambios en la era moderna han traído presiones ejercidas por movimientos
feministas. El rol de la mujer ha cambiado (son más independientes, menos
hogareñas, buscan poco o no buscan la procreación, entre otros). Morris propone
que "la guerra de los sexos debe dejarse en el baúl de los recuerdos" y que las
nuevas relaciones entre hombre y mujer deben fundamentarse en el talento y no
en el sexo, reconociendo que este proceso durará mucho debido al arraigo de las

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