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Alma Riol Rivero

Apreciación del cine

“El cine puede y debe ser un reflejo de nuestra cultura y nuestra


personalidad en su más hondo significado”

Tomás Gutiérrez Alea

Han sido varias las corrientes cuyos basamentos buscan contrarrestar el efecto
hollywoodense que, desde principios de siglo, ha penetrado en el imaginario social
a nivel global. Sin embargo, a lo largo de la historia de esta expresión artística no
han dejado de existir alternativas, muchas de ellas radicalmente opuestas
al American way of life predicado en la pantalla grande.

Una de las primeras corrientes antagónicas a Hollywood fue el neorrealismo


italiano, cuyos orígenes se remontan a inicios de la posguerra en medio de una
Italia arrasada por las bombas. Muchas otras corrientes estéticas sobresalientes
(Nouvelle vague, free cinema, cine underground, cine verdad, etc.) tomaron el
ejemplo de este neorrealismo desde los años cincuenta y hasta inicio de los
setenta.

Uno de estos movimientos fue el Nuevo cine latinoamericano, dividido a su vez en


grupos más pequeños, como el nuevo cine argentino, nuevo cine mexicano y
el cinema novo (Brasil), entre otros.

¿El Neorrealismo tiene solo forma de bota?

La verdadera sociedad italiana de los años 40 no era la retratada en las


comedias livianas dirigidas a la clase alta, es a partir de esta
malinterpretación de la cotidianidad. Como alternativa al cine del fascismo
afloró una nueva corriente cinematográfica.

Un movimiento originado por parte de profesores y estudiantes del Centro


Experimental. En vez de dejarse maravillar por la propaganda y el
entretenimiento, se propusieron contar historias con personajes reales, que
retrataran la tristeza que les tocaba padecer. Así nació el Neorrealismo
Italiano.

Las películas de este género tratan de mostrar a través de una narrativa


clásica cómo era la sociedad italiana de la época, por lo tanto muchas
películas neorrealistas no solo se valoran por su carácter narrativo o
desgarrador, si no también por su valor histórico.

Son películas que van materializando todo un nuevo proyecto cinematográfico,


una nueva manera de hacer cine, una sorprendente manera de filmar y con varias
otras obras – que por razones de espacio no cito – conforman lo que me parece la
etapa revolucionaria del Neorrealismo.

Ese nuevo cine de la Italia doliente y maltrecha de la postguerra, con sus millones
de desocupados, su miseria y su hambre, hace películas rompiendo esquemas,
tradiciones y sistemas productivos: busca a sus actores entre la gente de las
calles, les propone los diálogos y deja que ellos mismos corrijan o inventen sus
parlamentos, se aleja de los viejos estudios, de los vestuarios, de las grandes
escenografías y filma en los suburbios y las viviendas humildes, se identifica con
el drama de los jubilados olvidados, de los pescadores explotados y el pueblo
oprimido.

Y si hablamos de historia, es válido recordar que estas fueron las primeras


películas grabadas fuera de los sets. Con pocos elementos técnicos y
muchos y elementos narrativos casi documentales.

No obstante, el neorrealismo también cuenta con antecedentes. Una de las


principales fuentes de inspiración para este movimiento cinematográfico fue
el cine soviético, encabezado por cineastas como Sergei Eisenstein, Dziga
Vertov y Vsevolod Pudovkin, algunos de sus filmes se caracterizaban por
mostrar multitudes de la clase obrera y resaltar los lados sociales.

que no es un estilo al cual vamos a imitar nosotros ahora, que el


neorrealismo no quiere decir solamente tragedia de la vida cotidiana, que el
neorrealismo puede abarcar todos los géneros, que el neorrealismo lo único
que no se permite es falsear los hechos típicos de la realidad, pero que muy
bien los puede recalcar, aumentar, exagerar, dando lugar a géneros como la
comedia, la fábula no la leyenda; que lo que nos enseña el neorrealismo,
sobre todo, es a volver los ojos hacia nuestra realidad sin falsearla y con
toda la originalidad que pueda darle nuestro talento, nuestro carácter.

Intentemos una definición. Neorrealismo es, esencialmente, la tendencia a


registrar la vida misma a través de sus hechos más característicos, más
típicos. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que una película neorrealista
no basa su argumentación en una realidad que ya de antemano se vulnera,
sino que, por el contrario, son los hechos, los propios hechos reales típicos,
los que forman su argumento. a

Exponentes

El primer director en impulsar el neorrelismo italiano fue Luchimo Visconti.


Descendiente de una familia aristocrática, renegaba de su condición acomodada y
del fascismo. Se involucra en el cine cuando trabajó como asistente de Renoir en
Paris, un cine sobre gente de verdad con problemas de verdad.

Volvió a Italia y financió su ópera prima, estrenada en 1943 Ossessione, basada


en la novela negra “El cartero llama dos veces” de James L. Cain, sobre un
triángulo amoroso y un crimen. Su enfoque difería en muchas aristas al
Hollywoodense ya que muestra lugares y personas de Italia que no se veían en las
películas de teléfono blanco: habitaciones de prostitutas, estaciones abandonadas
de trenes. Detalles que generaron controversia en el fascismo, llegando a ser
víctima de la censura del gobierno por considerarla como anti italiana.

Aun así Visconti, continuó explorando la veta neorrealista en más películas


notables como: “La Terra Trema”, Bellissima, El Gatopardo, Muerte en
Venecia y Rocco y sus hermanos.

Por otra parte, tenemos a Roberto Rossellini, quien estrenaría su primera película
neorrealista “Roma, ciudad abierta”. Donde muestra los últimos días de la
ocupación en la capital de Italia desde el punto de vista de un militante, un
sacerdote y una ama de casa. Po su condición de film independiente, el uso de
actores desconocidos y la crudeza de las escenas, esta película se considera
como la punta de lanza del neorrealismo.

Al final del día, la crudeza de las historias en ambos casos implica, de forma
ineludible, abordar contextos políticos, económicos y sociales. No obstante el
compromiso de ambas partes, el Nuevo cine latinoamericano ha superado al
italiano volviéndose más radical, contestatario, más local y enalteciendo la
identidad de cada uno de sus pueblos, introduciendo al espectador en las
profundidades de sus respectivos lastres y matices.

Cuba y su revolución cinematográfica

Para tener una idea mínima de cómo se produjo la recepción del neorrealismo
italiano en la isla, se debe justamente indagar primero en el contexto cultural y
cinematográfico, en específico, anterior a la Revolución.

Antes de 1959, El mégano (1955), documental dirigido por Julio García Espinosa,


y en el que colaborarían Tomás Gutiérrez Alea, José Massip y Alfredo Guevara,
asumía abiertamente los presupuestos del movimiento italiano e inauguraba no
sólo una estética que abrazaría el ICAIC en sus primeros años –de forma bastante
heterodoxa–, sino que establecía el propósito de asumir el cine como un medio
que, al representar el mundo, podía actuar en él.

Pero El mégano fue la expresión más evidente de la acogida del neorrealismo.


Para comprender realmente el relieve que este movimiento alcanzó con la
fundación del ICAIC, al tomarse como modelo para el cine nacional que se quería
inventar, no basta con entender sus estrechos vínculos con la ideología
revolucionaria.
Son muchas las razones que explican por qué el neorrealismo respondía
perfectamente a los intereses del ICAIC. Su propósito de observar la sociedad
desde una perspectiva, evidenciar los conflictos de clases, así como la voluntad
estética e industrial de desplazar la dominancia cultural de Hollywood, respondían
a los mismos principios defendidos por los cineastas que entonces lideraban la
creación en Cuba, principios compartidos, además, con el Nuevo Cine
Latinoamericano que se gestaba en el continente.

Roberto Rossellini, Vittorio de Sica, Luchino Visconti, Federico Fellini aspiraban a


develar la sensibilidad de su país después del impacto de la Segunda Guerra
Mundial. Sus películas indagaban, desde el mayor realismo posible, en la memoria
de la devastación, reflexionaban sobre la resistencia de un pueblo ante los efectos
directos del desastre. De ahí sus preocupaciones por acercarse a los personajes
populares, a sus vidas cotidianas y a sus esfuerzos por sobrevivir en una sociedad
venida a menos.

Esto condujo necesariamente a una postura política que, entre otras cosas,
ansiaba una recuperación de la identidad nacional. Y en este sentido, el
neorrealismo fue un cine político en esencia, que se propuso reinventar la industria
y la dramaturgia fílmicas. El ICAIC tenía que identificarse con ese plasma estético
e ideológico. El realismo como estética desde la que representar el mundo,
subvertir los códigos que estructuraban los géneros fílmicos instituidos por las
grandes productoras norteamericanas, la creación de nuevos modelos de
producción y la relación sostenida entre las películas y los espectadores eran
problemáticas comunes entre los autores del neorrealismo y los autores cubanos.

En Cuba, el neorrealismo dejó su huella en la producción de los años sesenta,


pero, indudablemente, la asimilación de su estética por parte de Gutiérrez Alea es
más palpable, habida cuenta del contacto directo con la cinematografía de ese
país en los años cincuenta, mientras estudiaba en la Escuela Experimental de
Roma. A ello se debe añadir las condiciones en que se hace cine al surgimiento
del ICAIC, cuando los recursos tecnológicos y económicos solo permitían la
producción de modestos proyectos que favorecen la adopción del sistema
practicado por los italianos, caracterizado por los bajos presupuestos, equipos
convencionales, predominio de planos exteriores sobre los sets interiores, actores
no profesionales y película virgen en blanco y negro cuyo costo es inferior a la de
color, entre los rasgos más destacados; (cf. Historia del neorrealismo italiano)
características que se avienen a las condiciones no solo de los inicios de la
producción icaiciana sino se prolongan hasta la actualidad.

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