Terapia de Pareja Con Sobrevivientes de Abuso Sexual Infantil

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Terapia de Pareja con Sobrevivientes de Abuso

Sexual Infantil (ASI) y sus Parejas: Crear el


Contexto para la Presencia de un Testigo
RON NASIM*
YOCHAY NADAN†‡1

Abstract Este artıculo propone un abordaje clınico para la terapia con parejas en
las cuales uno de los miembros fue vıctima de abuso sexual en su infancia. Este tipo
de parejas a menudo tienen dificultades especıficas en relacion al contacto fısico, la in-
timidad, la sexualidad, la comunicaci on y la confianza; la dinamica relacional puede
estar marcada por interacciones que reeditan patrones relacionales traum aticos del
pasado. Este trabajo clınico se basa en el supuesto de que incorporar la presencia de
un testigo, algo inexistente en la epoca en que ocurrio el evento traumatico de la infan-
cia, puede poner fin a las reediciones traum aticas en la adultez y estimular la recupe-
raci
on. Se sugiere un abordaje que puede facilitar la presencia de un testigo de dos
maneras: el o la terapeuta es testigo de las interacciones que reeditan el trauma en la
relacion, y un miembro de la pareja es testigo del efecto del trauma en la vida la per-
sona sobreviviente y en su relaci on. Esta presencia de testigos en dos niveles puede
facilitar la interrupcion del circuito de interacciones que reeditan el trauma y ayudar
a la sobreviviente a integrar los eventos de su vida en una narrativa m as coherente y
continua. La presencia del otro miembro de la pareja tambien facilita el reconocimiento
de lo que la sobreviviente vivi o y le ayuda a esta u  ltima a relatar en detalle sus
historias de resistencia, sobrevivencia y fortaleza. Finalmente, cada miembro es capaz
de mostrarse en forma m as integral y completa y pueden elegir juntos las historias que
prefieren contar sobre su vida como pareja, repleta de los m ultiples patrones relacio-
nales que desean vivir, que pueden tener caracterısticas opuestas a las del trauma
original.

Keywords: Terapia de Pareja; Abuso Sexual en la Infancia; Terapia Narrativa;


Psicoan
alisis Relacional

Fam Proc x:1–12, 2013

*Departamento de Psiquiatrıa, Centro ‘Lotem’ de Tratamiento del Trauma Sexual, Centro Medico Sourasky,
Tel Aviv Israel.

Escuela de Trabajo Social, Sapir College, D.N. Hof Ashkelon 79165 Israel.

Instituto Barcai de Terapia Familiar Narrativa, Tel Aviv Israel.
La correspondencia relativa a este artıculo debe dirigirse a Ron Nasim, Departamento de Psiquiatrıa,
Centro ‘Lotem’ de Tratamiento del Trauma Sexual, Centro M edico Sourasky, Tel Aviv, Israel. E-mail:
[email protected].
1
Ambos autores contribuyeron a este artıculo en la misma medida.
Queremos hacer un reconocimiento lleno de gratitud a las parejas que hemos atendido en terapia a lo largo de los
a~nos, quienes a pesar de haber soportado eventos horribles durante la infancia fueron capaces de encontrar un
espacio en su corazon para confiar en nosotros, en sı mismas(os) y sus parejas. Al hacerlo no solo trajeron esperan-
za a sus propias vidas, sino que ademas infundieron esperanza en nuestras vidas personales y profesionales.
1
Family Process, Vol. x, No. x, 2013 © FPI, Inc.
doi: 10.1111/famp.12026
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E l abuso sexual en la infancia es un fen omeno social envuelto en el secreto; frecuente-


mente la vıctima2 es silenciada por el abusador, la familia, la comunidad y la sociedad
en su conjunto. Ser silenciada genera en ella sentimientos de verg€ uenza, culpa y
confusion. Aun cuando la sobreviviente de abuso sexual infantil (ASI) rompa el silencio, a
menudo corre el riesgo de sufrir una nueva traumatizacion, dependiendo del tipo de respu-
esta que reciba. Una revelaci on que recibe una respuesta despectiva o no protectora puede
ser traum atica en sı misma (Feiring et al., 2002). El abordaje aquı descrito ofrece un con-
texto para que alguien sea testigo3 de lo que nadie presencio en el momento del trauma. Se
mbito de la terapia con sobrevivientes de ASI y sus parejas, trabajo que en sı
utiliza en el a
mismo ofrece un espacio en que ambos miembros de la pareja pueden tener una experien-
cia distinta uno del otro.
Este artıculo esta dividido en dos secciones. Despues de revisar aspectos teoricos del
ASI y sus influencias en las relaciones amorosas de la adultez, proponemos un abor-
daje terap eutico ilustrado con casos clınicos. Luego resumimos y analizamos la contri-
bucion de este trabajo en este a mbito, y algunos aspectos que requieren consideracion
adicional.

LOS EFECTOS DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL SOBRE LAS RELACIONES


AMOROSAS EN LA VIDA ADULTA
El abuso sexual infantil se diferencia de otros tipos de trauma porque ocurre en el con-
texto de las relaciones interpersonales y por lo tanto tiene una base relacional. A diferen-
cia de otras formas de violencia interpersonal, el ASI combina explotacion y agresion con
demostraciones que pueden indicar amor y afecto (Briere, 1989). La investigacion en el
tema indica que el ASI puede tener implicancias negativas importantes en m ultiples
aspectos de la vida adulta de la sobreviviente (Evans, Hawton & Rodham, 2005; Kendall-
Tackett, 2002; Ullman & Brecklin, 2003). Algunos meta-an alisis han encontrado una aso-
ciacion significativa entre ASI y los siguientes desarrollos posteriores: TEPT, depresion,
suicidio, promiscuidad sexual y ciclo vıctima-perpetrador (Paolucci, Genuis & Violato,
2001). La literatura tambi en perfila las caracterısticas del ASI (por ej., abuso continuo v/s
evento aislado, perpetrador miembro de la familia o externo a ella, edad de la ni~ na(o) en la
epoca del abuso y genero del ni~
no abusado), cada una de las cuales tiene diferentes impli-
cancias en la vida adulta de la sobreviviente (O’Leary, Coohey & Easton, O’Leary, Coohey
& Easton, 2010).
Una consecuencia importante del ASI es su influencia en las relaciones amorosas en
la edad adulta (Godbout, Sabourin & Lussier, 2009). En comparacion con individuos
que informan no haber vivido ASI, las y los sobrevivientes reportan niveles m as altos
de sufrimiento en las relaciones y niveles m as bajos de satisfaccion general (DiLillo &
Long, 1999); niveles m as bajos de estabilidad en la relacion (Cherlin, Burton, Hurt &
Purvin, Cherlin, Burton, Hurt & Purvin, 2004) y problemas en la sexualidad (Leonard
& Follette, 2002). Sin embargo, las sobrevivientes de ASI muestran un anhelo impre-
sionante de relacionarse con otras personas y tener relaciones de apego estables (Allen,
Huntoon, Fultz & Stein, Allen, Huntoon, Fultz & Stein, 2001). M as a un, los estudios

2
La literatura reconoce que el abuso sexual infantil (ASI) no es especıfico de un solo g
enero. Este artıculo
se basa en el trabajo con hombres que vivieron abuso sexual en su infancia y sus parejas mujeres, mujeres
que vivieron abuso sexual en la infancia y sus compa~ neros hombres y parejas del mismo sexo en las cuales
uno de sus miembros fue abusado sexualmente en su infancia. Se usa preferentemente el g enero femenino
en referencia a ambos g eneros. (N. de la T. con consulta a los autores)
3
En ingles witnessing, que alude a ser testigo de un hecho y a la presencia propiamente tal del testigo.
(N. de la T.)

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NASIM & NADAN / 3
se~
nalan que las relaciones interpersonales tienen la capacidad de moderar y mediar el
sufrimiento a largo plazo que presentan los sobrevivientes de ASI (Runtz & Schallow,
1997; Whiffen, Judd & Aube, 1999).
Sin embargo, las relaciones amorosas de la persona sobreviviente de ASI a menudo se
caracterizan por una din amica relacional en la que hay interacciones que reeditan4 los
patrones traum aticos (Buttenheim & Levendosky, 1994; Maltas, 1996). Estos patrones
traum aticos reeditados en la interaccion incluyen representaciones del self y del objeto
que con frecuencia est an escindidas fuera de la consciencia. Poderosos procesos inconsci-
entes de identificaci
on e identificaci
on proyectiva act
uan entonces para revelar y expresar
los diferentes estados del self de cada miembro de la pareja, que en ocasiones est
an disocia-
dos (Bromberg, 1998).

LA AUSENCIA DE TESTIGO Y LA EXPERIENCIA DE ABUSO EN LA INFANCIA


Cuando una sobreviviente de ASI no es capaz de reconocer plenamente lo que le sucedio
y no puede relatar su historia en forma detallada, el abuso tiende a vivirse como fragmen-
tos de experiencias sensoriales y motoras (Laub, 1995). Se supone que esto es el resultado
de una inundaci on sensorial y emocional en el momento del abuso (Caruth, 1995). Estos
fragmentos de experiencias no est an integrados con otras experiencias y carecen de
expresion simb olica (van der Kolk, 1989). Al no ser verbalizados ni expresados, dichos
fragmentos permanecen como islas independientes de estados de consciencia diferentes
que son inaccesibles para el pensamiento consciente por medio de la asociacion (Bromberg,
1998). Por consiguiente, la capacidad de la sobreviviente de ser testigo de lo que tuvo que
soportar puede verse disminuida.
Esta capacidad de la sobreviviente de ser testigo de sı misma se reduce a un mas por la
ausencia de testigos externos de su experiencia de abuso. Muchas veces el entorno de la
ni~
na tiende a negar y silenciar el abuso, tanto pasiva como activamente. El adulto abusa-
dor no puede reconocer a la vıctima ni su propio crimen, y el resto de las personas en el
entorno de la ni~ na por lo general se niegan a reconocerlo por el (Seligman, 2004). Sin
embargo, las sobrevivientes suelen sentir una continua necesidad de contar su historia.
Actualmente existe consenso en que contar la historia en la seguridad de una relacion pro-
tegida efectivamente puede producir un cambio en el procesamiento anormal del recuerdo
traum atico, estimulando la recuperaci on (Caruth, 1995; Herman, 1992; van der Kolk,
1989). Sin embargo, la posibilidad real de relatar la historia del abuso se ve impedida
cuando es imposible saber que el abuso ocurrio. Por consiguiente, muchas vıctimas de
abuso “cuentan” su historia mediante interacciones que reeditan la experiencia
traum atica en el contexto de las relaciones que establecen (Maltas, 1996), incluyendo
cualquier relacion terap eutica que puedan iniciar (Davies & Frawley, 1994).
En su an alisis de la relacion terap eutica que se establece con sobrevivientes de ASI,
Davies y Frawley (1994) identificaron ocho posiciones relacionales expresadas dentro de
cuatro matrices relacionales que son puestas en acto alternadamente por el terapeuta y la
sobreviviente en la transferencia y la contratransferencia. Cada matriz relacional incluye
dos roles complementarios de la vıctima de abuso y un otro significativo (en este caso el te-
rapeuta): (1) el padre o madre que no ve ni se involucra y la ni~ na abusada abandonada; (2)
el abusador s adico y la vıctima indefensa; (3) el salvador idealizado omnipotente y la ni~na
que demanda una compensaci on; (4) el seductor(a) y la seducida(o). Davies y Frawley
(1994) se~nalan que estas posiciones no son est aticas sino que cambian a lo largo del tiempo
y pueden intercambiarse entre los miembros de la relacion, de manera que cualquiera de

4
En ingles reenact, que se ha traducido como interacci
on que reedita (un patr
on), reeditar en la interac-
cion o poner en acto. (N. de la T.)

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los roles puede ser tomado por la clienta o el terapeuta en cualquier momento de la tera-
pia. Por ejemplo, la clienta puede participar en la interaccion como una madre s adica,
abusadora, intrusiva y demandante mientras el terapeuta toma el rol de la vıctima inde-
fensa, o la clienta puede tomar el rol de la vıctima indefensa mientras el terapeuta se
transforma en el padre abusador, intrusivo, demandante y controlador (posicion 2).
Al igual que terapeuta y cliente, los miembros de la pareja pueden tomar roles diferen-
tes y complementarios a lo largo del tiempo y pueden alternar dichos roles. Por ejemplo,
durante un perıodo determinado un miembro puede reeditar en la interaccion al “salvador
omnipotente” probando diferentes enfoques terapeuticos y entrometiendose en todos los
aspectos de la vida de su pareja sobreviviente en un intento de sanarla mientras ella toma
el rol de la ni~
na que demanda una compensaci on (posicion 3). En otro momento o en un
contexto diferente, por ejemplo en la intimidad, esta misma pareja puede encontrarse en
una situaci on en que uno de ellos es una “vıctima indefensa” asustada y paralizada mien-
tras el otro reedita en la interacci
on el rol complementario del “abusador” agresivo (posic-
ion 2). Es importante hacer notar que no siempre se reedita lo vivido, ni las personas y sus
parejas calzan siempre con las matrices descritas m as arriba. M as bien, pensamos que
esta esquematizacion ofrece al lector(a) posibles puntos de referencia para dar sentido a la
historia (reeditada en las interacciones) de la persona sobreviviente de abuso en la infan-
cia.

CREAR LA PRESENCIA DE UN TESTIGO EN TERAPIA


Si es necesario relatar algo que no se puede enfrentar, ¿que puede hacer la vıctima?
¿Como va a contar su historia? Se ha sugerido que a traves de la presencia de otra persona
que esta dispuesta a ser testigo de su historia la propia vıctima puede conocerla y encon-
trar la paz (Herman, 1992). Por ejemplo, la terapia psicodin amica relacional para sobrevi-
vientes de ASI se basa en el supuesto de que la presencia de un testigo que no estuvo allı
en la experiencia original traum atica puede establecerse en el tratamiento. Se piensa que
esto sucede a trav es de la puesta en acto de estados disociativos en la interaccion
terapeutica (Davies & Frawley, 1994). Por medio de la terapia, la vıctima, que no pudo ser
testigo de lo que le ocurrio y que tampoco tenıa a nadie m as que lo fuera, puede acceder a
lo que le fue negado (Seligman, 2004). Otra forma que puede tomar este proceso de hacer
presente a un testigo puede desarrollarse con la sobreviviente y su familia de origen usan-
do un enfoque de tratamiento centrado en la familia (por ej., Sheinberg & Fraenkel, 2001).
Pensamos que es posible llevar a cabo el mismo proceso en terapia de pareja, donde los pat-
rones traum aticos se reeditan en la relaci
on entre la vıctima y su pareja en presencia del
terapeuta.

EL TRABAJO CON TESTIGOS A DISTINTOS NIVELES EN TERAPIA DE PAREJAS


Se ha visto que la terapia de pareja es adecuada para enfrentar las dificultades relacio-
nales de las sobrevivientes de ASI, y que es poderosamente sanadora (vease MacIntosh &
Johnson, 2008). Sin embargo, pocos enfoques clınicos han abordado especıficamente la
terapia de parejas para sobrevivientes de ASI. Algunos enfoques que lo han hecho son la
Terapia Matrimonial Conductual (v ease Compton & Follette, 2002), la perspectiva psico-
analıtica (Buttenheim & Levendosky, 1994; Maltas, 1996) y la Terapia Centrada en las
Emociones (v ease Johnson, 2002).
En nuestro trabajo con parejas hemos llegado a reconocer la oportunidad que este ofrece
para incluir la presencia de un testigo, cosa que puede ocurrir en dos niveles: en un nivel
el terapeuta es testigo de las interacciones de reedicion del trauma que surgen en la relac-
i
on de pareja; en otro nivel la pareja de la sobreviviente es testigo de los efectos del trauma

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en su vida personal y en la relaci
on entre ambos. Como consecuencia, la sobreviviente del
ASI tiene ahora dos “otros” que pueden constituir un tercero o el tercero (Aron, 2006; Ben-
jamin, 2004) que la escuchara y le creer
a, ayudandola ası a integrar los eventos de su vida
en una narrativa continua y completa. M as a
un, este proceso alienta el desarrollo y forta-
lecimiento de narrativas de resistencia, sobrevivencia y fortaleza preferidas por la sobrevi-
viente. Esto es especialmente importante en casos en que ambos miembros de la pareja
han sufrido abuso en la infancia.

EL TERAPEUTA COMO TESTIGO DE INTERACCIONES QUE REEDITAN



PATRONES RELACIONALES TRAUMATICOS
El primer nivel de presencia es aquel en que el terapeuta es testigo de la existencia y el
efecto de los patrones relacionales traum aticos sobre la relacion amorosa de la pareja. Esto
puede lograrse objetivando el problema como una entidad separada de ambos miembros de
la pareja, problema que ellos pueden resolver trabajando juntos. Para lograr este objetivo
usamos la pr actica narrativa de la “externalizacion”, que se basa en la idea de que los
problemas son externos a las personas y existen en relacion a ellas (White, 1984, 2007).
Esta pr actica no es exclusiva de la terapia narrativa y tambien est a presente en otros enfo-
ques (por ej., “distanciamiento conjunto” [Jacobson & Christensen, 1996] y “cosificacion”
[Ippolito-Morrill & C ordova, 2010]). En nuestro trabajo con las parejas usamos la external-
izaci
on para objetivar patrones relacionales traum aticos. Entendemos los patrones
traum aticos puestos en acto y descritos por la pareja como un proceso continuo en el cual
los problemas “interfieren” con su relaci on. Para poder sintonizar con los patrones relacio-
nales problem aticos de la pareja puede ser u til para el terapeuta tener presentes en forma
tentativa las cuatro posiciones relacionales identificadas por Davies y Frawley (1994).
M as a
un, la presencia misma del terapeuta como alguien que ve, escucha e identifica el
trauma como algo intrusivo en la vida de la pareja puede ayudar a salir del ciclo de reedic-
i
on en las interacciones (Maltas, 1996).
Durante el proceso de externalizaci on el terapeuta se aproxima al conocimiento que la
pareja tiene desde dentro (Dickerson, 2011) y examina los elementos del patron relacion-
al traum atico que son reeditados en las interacciones y las influencias de dicho patron
sobre la relaci on de pareja. La externalizaci on del patron relacional traum atico invita a
la pareja a dejar de acusarse mutuamente de ser la causa del problema y comenzar a
enfrentarlo en forma colaborativa. La pareja identifica el patron traum atico y “le pone
nombre”; este nombre puede cambiar en el transcurso de la terapia. Por ejemplo, algunas
parejas que hemos visto en terapia han dado a sus patrones problem aticos nombres como
“gritos-calma”; “sospecha-distanciamiento”; “confianza-desconfianza”; “demandante-au-
sente”; “seducci on-invisibilidad”. A veces los miembros de la pareja no comparten una
misma visi on del problema. En estos casos es importante que el terapeuta ayude a cada
miembro a ser testigo y entender en forma compasiva las dificultades y esfuerzos del otro
(White, 2009).
Junto a la pareja el terapeuta trata de entender el rol de cada miembro en el proceso
por el cual el patr on reeditado en la interacci on se infiltra en la relacion; en conjunto abor-
dan otros factores (sociales, culturales, normas de genero, etc.) presentes en la vida de la
pareja (Anderson, 2012) que tambien pueden promover que estos patrones se reediten en
la interaccion. Consideramos que los dos miembros participan en la “infiltracion” de estas
reediciones en la relaci on, e intentamos ayudarlos a reconocer y compartir la responsabili-
dad por ellas, es decir, a establecer una “posici on compartida como pareja” para enfrentar
la influencia del trauma. Al hacerlo estamos tratando de escapar del peligro de ver a la
sobreviviente como la paciente ındice (PI) que arrastra a su pareja a interacciones de
reedicion del trauma, actitud que en nuestra opinion no promueve un di alogo de la pareja

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orientado al crecimiento y la sanaci on, y en lugar de eso puede reforzar las conclusiones de
la sobreviviente sobre sı misma que son, por cierto, negativas.
Por ejemplo, Mickey5 (45) y Karen5 (35) iniciaron una terapia de pareja cuando llevaban
cuatro a~ nos y medio casados. Tienen un hijo juntos (de 3 meses de edad) y est an criando a
la hija de Karen (15 a~ nos) de su matrimonio anterior. Karen fue vıctima de incesto con-
tinuo por parte de su padre abusador y s adico desde temprana edad. Mickey crecio en un
vecindario golpeado por la pobreza, con un padre rudo, taciturno y autoritario. A los 16
a~nos empez o a consumir heroına, de la cual habıa comenzado a desintoxicarse recien en
 ltimos 6 meses.
los u
Esta pareja llamo a su patr on relacional traum atico “sospecha-distanciamiento”. Karen
se~nalo que sentıa que desconfiaba mucho de Mickey por su historia de mentiras en el pasa-
do. Mickey dijo que Karen se habıa “obsesionado con el”, espi andolo e interrog
andolo con
respecto a todos los llamados telef onicos o los amigos con los que se juntaba. La conducta
de Karen lo hacıa sentir sofocado y distante.
Al externalizar este patr on relacional traum atico (Freedman & Combs, 2008) como algo
que se entrometıa y da~ naba su relaci on, pude (R.N.) preguntarles sobre los efectos de este
patron en diversos aspectos de su vida usando un lenguaje de externalizacion con pregun-
tas como: “Cuando la sospecha-distanciamiento se entromete en su relacion, ¿como les
hace sentir, pensar y actuar?” La pareja respondio que la “sospecha-distanciamiento” los
llevaba una y otra vez al conflicto, incluyendo gritos, groserıas y conductas explosivas, que
por lo general terminaban en que Mickey se iba de la casa. La tension en el hogar se habıa
vuelto insoportable, caus andoles una enorme desesperacion y deseos de separarse. Exter-
nalizar este patron ayud o a disminuir la sensacion de Mickey y Karen de que tanto ellos
mismos como el otro eran “problem aticos”. Karen en especial expreso que en esta etapa de
la terapia se habıa dado cuenta de que no era la u  nica responsable del estado catastrofico
de su relaci on, y esta comprensi on redujo sus sentimientos de estar da~ nada y ser culpable,
caracterısticas que la gente que la rodeaba le habıa adscrito desde su infancia.
En respuesta a nuestra b usqueda para tratar de entender los elementos reeditados en
este patr on, Karen explic o que Mickey se habıa vuelto menos predecible desde que estaba
“limpio” de drogas. Esto la hacıa sentir que las cosas se estaban saliendo de control, situac-
i
on que se parecıa a su experiencia de crecer en un hogar sin lımites, saturado de sexo, vio-
lencia y mentiras, donde ella no tenıa capacidad de controlar y ni siquiera de anticipar lo
que sucederıa, y donde aprendi o a desconfiar de sı misma y de todo el mundo a su alrede-
dor. Relat o que se sentıa “loca” cuando mencionaba algo que efectivamente habıa ocurrido
(por ej., que Mickey habıa mentido) pero le decıan que en realidad no habıa pasado. Apar-
entemente esto gatillaba los elementos de supresion y negacion inherentes al abuso de
largo plazo al que habıa sobrevivido.
Mickey dijo que para  el la “sospecha-distanciamiento” reeditaba en la interaccion las
restricciones que su padre le habıa impuesto a su libertad desde ni~ no, y contra las cuales

el se habıa revelado ingiriendo drogas. Admiti o que sentirse acorralado (“No puedo respirar”)
lo hacıa sentirse vulnerable; para escapar de estos sentimientos se volvıa poco cooperador,
ocultaba informaci on y terminaba mintiendo. Las mentiras y el distanciamiento de Mickey
avivaban los sentimientos de recelo y sospecha de Karen, lo que la llevaba a espiarlo y grit-
arle, con lo cual Mickey a su vez se sentıa sofocado y ası sucesivamente en un ciclo intermi-
nable. Hacer un mapa de los efectos de la “sospecha-distanciamiento” les ayudo a ver
claramente el patr on traum atico y a cambiar su actitud hacia el. En algunas sesiones
Mickey escuch o a Karen decir que ella sentıa que sus explosiones socavaban su autoesti-
ma. No era ası como querıa verse a sı misma en su vida adulta: “No necesito gritar para

5
Todos los nombres y detalles que permitirıan identificar a los clientes han sido modificados para prote-
ger su privacidad.

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NASIM & NADAN / 7
ser comprendida”. Tambi en describio que no sentıa a Mickey como un “compa~ nero” para sı
misma ni en la crianza de su peque~ no hijo. En otras sesiones Karen escucho a Mickey decir
que sus mentiras y su escasa cooperaci on se relacionaban con sus a~ nos de consumo de dro-
gas. Mientras m as se alejaba de ella y de ser padre, m as se alejaba del hombre de familia
c
alido, honesto y respetuoso que deseaba ser.
Hacer un mapa de las influencias de la “sospecha-distanciamiento” y establecer una
posicion que la contrarrestara permiti o a
un mas apertura para otras narrativas que contra-
decıan en lugar de reeditar en la interacci on las narrativas traum aticas: una tarde en que
Karen habl o tranquilamente y evit o una explosion, un fin de semana familiar en que
Mickey prob o que podıa protegerla y no la decepciono cuando ella necesitaba sentir que el
le daba seguridad. Mickey tom o un papel m as activo en el cuidado de su hijo levant andose
de noche y dejando que Karen le mostrara c omo ba~narlo. De esta forma el valido y amplio
la identidad de Karen como una madre que podıa cuidar y proteger a su hijo, y le mostro
que podıa confiar en  el. En sesiones posteriores formulamos y fortalecimos un patron rel-
acional preferido por Mickey y Karen, caracterizado por menos desconfianza, sospechas y
explosiones por parte de Karen, y menos sensacion de estar restringido (“Puedo respirar
libremente”) y mayor colaboraci on por parte de Mickey. Este ciclo se expandio para abar-
car otros aspectos que ellos preferıan para su vida como pareja (por ej., calma, seguridad y
respeto mutuo).
Este ejemplo ilustra de qu e manera la presencia del terapeuta como testigo de la
existencia y el efecto de patrones relacionales traum aticos, lograda mediante la pr actica
de la externalizaci on, promueve que la pareja indague en forma conjunta en esos patro-
nes relacionales traum aticos, su historia y el rol de cada uno en su mantencion. Este tra-
bajo permite que cada miembro de la pareja reconozca su propia contribucion al reeditar
en la interacci on dichos patrones, disminuyendo ası la intensidad de la tendencia a ech-
arse mutuamente la culpa y sentirse culpables, alentando la responsabilidad compartida
y la cooperaci on para superar los patrones traum aticos. Tambien es importante destacar
que este trabajo ayuda a la pareja a desarrollar m ultiples patrones relacionales preferi-
dos por ellos que reflejan las historias que prefieren acerca de su identidad personal y
compartida.

LA PAREJA COMO TESTIGO DE LOS EFECTOS DEL ABUSO Y LOS


RELATOS DE IDENTIDAD PREFERIDOS
El segundo nivel de presencia de un testigo se alcanza posicionando a la pareja de la
persona sobreviviente como testigo externo que escucha la conversacion terapeutica y
luego la parafrasea de un modo especıfico y estructurado (Kotze, Hulme, Geldenhuys &
Weingarten, 2012; Russell & Carey, 2003; White, 1997, 2004). Para la sobreviviente de
ASI esta pr actica terapeutica puede servir como una “ceremonia de definicion” (Myerhoff,
1982) que le permite reaparecer “a su modo” ante sı misma y los dem as, y de esa manera
ser reconocida por su identidad preferida y poder ampliarla (White, 2007). Por otra parte,
este trabajo expande significativamente los lımites de la historia original, pintada hasta
aquı con el colorido del trauma, de manera que contribuye a una representacion m as rica
de la identidad de la vıctima.
En esta practica el terapeuta entrevista a uno de los miembros de la pareja mientras el
otro est
a presente en la sala y escucha. No necesariamente hay comunicacion directa entre
ellos. Por medio de esta pr actica el terapeuta ayuda al miembro que presencia el trabajo a
posicionarse a sı mismo(a) como testigo externo de lo que el otro miembro le relata al
terapeuta (White, 2009). Esta clara estructura asegura que el miembro que escucha ocupa
la posici
on de un “otro”, y ayuda tambi en a crear un espacio seguro para la apertura (Mac-
Intosh & Johnson, 2008).

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Escuchar sin interrumpir o interferir puede ser especialmente complejo para los sobrev-
ivientes de ASI y sus parejas, dada la intensidad de la reedicion en las interacciones y sus
patrones de activaci on mutua y recıproca. Por esa razon es recomendable que el terapeuta
ayude al miembro que es testigo externo a reposicionarse para no caer en sus respuestas
habituales hacia su pareja y a suspender durante la sesion el sentimiento de tener una re-
lacion con esa persona (White, 2007). Hemos observado que resulta efectivo invitar al
miembro que hace de testigo externo a adoptar un tipo de escucha diferente, a escuchar
desde “un lugar diferente” (v ease m as adelante). Establecer la posicion del que escucha
antes de iniciar el relato ayuda a crear un espacio seguro, delicado y atento para compartir
los efectos del trauma.
Por ejemplo, Dan (28) e Iris (26), que fue vıctima de incesto por parte de su hermano en
la infancia, acudieron a terapia de pareja cuando Iris comenzo a tener una fuerte sensac-
i
on de que Dan no la entendıa e incluso la culpaba por dejar que el abuso la preocupara
tanto. Desde la primera sesi on fue evidente que Dan e Iris tenıan un buen vınculo pero el
trauma, parte del cual ellos no reconocıan y sobre el cual no conversaban, estaba teniendo
un fuerte impacto en su relaci on. En Iris el principal efecto del trauma, que tuvo lugar en
varias ocasiones durante su infancia temprana, era una retirada hacia estados disociativos
y sentimientos abrumadores de desvalimiento, los que para Dan significaban que Iris era
“inestable”, “se daba por vencida” y “debıa exigirse m as a sı misma”. Esto los llevaba a “pel-
ear”. Una vez que se externaliz o esta dinamica en terapia Dan e Iris pudieron comprender
c
omo se entrometıa en su relaci on lo que ellos llamaron la posicion “vıctima-abusador”. En
una de nuestras primeras sesiones le pregunt e a Iris si estarıa dispuesta a dejar que yo
(R.N.) la entrevistara acerca de las implicancias del abuso en su vida. Luego le propuse a
Dan que escuchara desde un “lugar diferente”, pidiendole que pensara en alguien que lo
hubiera escuchado de una forma que habıa sido buena y segura para el. Luego le pregunte:
“¿Como era esa escucha? ¿Qu e caracterısticas tenıa?”. Dan recordo que una integrante de
su familia con quien tenıa una relaci on amigable cuando era m as joven solıa escucharlo
“solo a 
el”. Se~
nalo que lo que caracterizaba su escucha era que ella “no lo interrumpıa,
recordaba lo que  el habıa dicho y empatizaba con el”. Le pregunte a Dan si podıa intentar
escuchar a Iris de esa forma y  el estuvo de acuerdo.
Le pregunt e a Iris cuando habıa empezado a darse cuenta del efecto que tenıa en su vida
lo que le habıa pasado en la infancia. Iris contesto que ya a los 11 a~ nos se habıa dado cuen-
ta de que preferıa estar sola y que cada vez tenıa menos amigos. Cuando se encontraba
con amigos no “estaba ahı” del todo sino que se disociaba en alguna medida. “[Yo] le
respondıa a una amiga pero estaba en otro mundo (…) A lo largo de los a~ nos la capacidad
de disociarme se transform o en un arte. Recuerdo haberme preguntado como podıa dis-
tanciarme de esa manera sin que la gente se diera cuenta. Hoy comprendo que esa era mi
manera de recuperar el control de lo que me habıa sucedido (…) Sin embargo, hoy se que
por esa raz on algunas partes de mı son desconocidas para mi pareja. Para mı es funda-
mental que en mis relaciones actuales me comprendan en profundidad”.
En este punto me volvı hacia Dan nuevamente y lo invite a hacer de testigo pre-
gunt andole: “¿Qu e te conmovi o, que te llamo la atencion o te emociono cuando escuchabas
a Iris? ¿Qu e informaci on te dio sobre lo que es importante para ella en la vida o en una
relacion?” Dan dijo que habıa quedado asombrado al escuchar que la disociacion habıa
formado parte de la vida de Iris desde tan temprana edad. Comprendio que si bien la diso-
ciacion la habıa estado protegiendo, tambi en la habıa distanciado mucho de la gente. Dan
dijo que no habıa entendido si “ese distanciamiento” era bueno o malo, porque por un lado
habıa escuchado a Iris decir que querıa estar lejos, pero por otro lado tambien se habıa
dado cuenta de lo importante que era para ella sentirse comprendida por los dem as.
Nuevamente entrevist e a Iris, que estaba muy emocionada al escuchar a Dan describir
de manera no enjuiciadora y sin culpabilizarla el dilema que en ese momento era el foco de

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su terapia individual. En una sesi on posterior se~
nalo: “Me sentı realmente bien al final de
esa sesi on, y fue la primera vez que alguien me pedıa que me centrara en los efectos de los
eventos traum aticos y no en describirlos con infinito detalle (…) el hecho de que t u me
preguntaras mientras Dan simplemente escuchaba me dio mucha confianza y me permitio
tocar los puntos sobre los que m as me costaba conversar con Dan”.
Practicamos esta forma de escucha y Dan e Iris fueron alternando los roles a lo largo de
la terapia. Gradualmente me contaron que estaban traspasando a su vida diaria la capaci-
dad de escucharse uno al otro. Evidentemente esto permitio que describieran como pre-
ferıan relacionarse entre ellos: “Hablarnos calmadamente, ıntimamente, como seres
humanos, sentirnos menos insultados y heridos, tratar de entendernos mutuamente”.
Estuvieron de acuerdo en que los dos querıan m as “comprension y entrega” en su relacion.
Claramente estos valores reflejaban algo de lo que el trauma habıa tratado de robarle a
Iris, ası es que construyeron una historia alternativa a la historia del trauma. En sus pala-
bras era “un lugar compartido y seguro, m as respetuoso y amoroso (…) [donde nosotros no]
nos culpamos mutuamente y los dos nos hacemos responsables de todo lo que pasa”. Una
vez que se hubo creado este espacio pudieron conversar sobre los problemas en cuanto al
contacto fısico y la sexualidad que estaban interfiriendo en su relacion ıntima.
Al igual que con otras parejas, con Dan e Iris nuestro trabajo concluyo con una derivac-
i
on del miembro no abusado (Dan) a terapia individual. Pensamos que es muy importante
que el terapeuta de pareja proponga terapia sexual o terapia centrada en el cuerpo y refi-
era al otro miembro a terapia individual o tratamiento psicofarmacologico si es necesario.
Esto es especialmente cierto si durante el trabajo con la pareja se evidencia que ese miem-
bro tambi en tiene una historia de abuso.


DISCUSION
El abordaje clınico aquı descrito se basa en la concepcion de que establecer un contexto
para la presencia de un testigo en terapia de pareja con sobrevivientes de ASI puede con-
tribuir a su proceso de sanaci on. La doble presencia de testigos puede ayudar a romper el
circuito de interacciones de reedici on traum atica y ayudar a la persona sobreviviente a
integrar los eventos de su vida en una narrativa m as coherente y continua. Tambien pu-
ede contribuir al bienestar de los sobrevivientes, en especial en sus relaciones amorosas,
su sexualidad, sus relaciones interpersonales y su maternidad o paternidad. Asimismo,
puede contribuir en la lucha de por vida por liberarse de una identidad unitaria definida
por el trauma.
Al establecer un contexto en el cual la vıctima puede contar su historia de trauma y
sus efectos, mientras al mismo tiempo se hace posible la presencia de un testigo, se le
ayuda a no quedar “sentenciada” a (s olo) repetir patrones relacionales traumaticos con
su pareja. Complementariamente, el otro miembro de la pareja tampoco se ve “sentenci-
ado(a)” a ser visto (solo) como alguien hiriente y abusador, como un agresor que niega
la existencia de la sobreviviente/pareja. En cambio, identificar y analizar estos patrones
traum aticos tiene el potencial de traer a la consciencia lo que alguna vez fueron estados
del self separados y disociados, y ası romper el ciclo de interacciones que reeditan
dichos patrones.
Nuestra percepci on es que el trabajo aquı sugerido permite la dialectica en el encuen-
tro triple del terapeuta y los miembros de la pareja. Una parte de la dialectica incluye
el reconocimiento y la aceptaci on (por parte de la pareja) de la propia responsabilidad
por entrar en interacciones de reedici on. Esto no era posible en el momento (en que no
habıa testigos) del abuso, y por lo tanto tiene una enorme importancia. La otra parte de
la dial
ectica se relaciona con (el trabajo del terapeuta de) alentar a la pareja a hablar y
escuchar las m ultiples voces e historias que representan la subjetividad y “otredad” de

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cada uno a medida que trabajan para liberarse de los patrones relacionales traum aticos.
A traves de este proceso cada uno puede aparecer de manera m as integral y completa,
y pueden contar juntos las historias preferidas de su vida como pareja, repletas de los
multiples patrones relacionales que desean vivir. Estos pueden incluir sus valores, aspi-
raciones e intenciones (por ej., un equilibrio de poder igualitario, apertura, confianza,
respeto) que bien pueden contradecir las caracterısticas de la relacion traum atica origi-
nal. En palabras de una pareja: “Las sesiones conjuntas nos permitieron darnos cuenta
de cuan importantes  eramos el uno para el otro (…) Eso nos mostro que la nueva uni-
dad que est abamos creando ofrecıa una oportunidad para una experiencia emocional
correctora y encarnaba la esperanza”.
Teniendo presente lo que hemos descrito previamente, quisieramos destacar los sigu-
ientes puntos que es necesario tomar en cuenta al utilizar este tipo de abordaje terapeuti-
co.
Primero, establecer un contexto para la presencia de un testigo no necesariamente
implica mantener la relaci on de pareja a toda costa. De hecho, la presencia de un testigo
puede en sı misma dar legitimidad a una separacion. En especial con esta poblacion, el
mero hecho de reconocer que la separaci on es posible puede liberar a una pareja de su
patron relacional traum atico. En los casos en que la externalizacion e identificacion de
patrones relacionales problem aticos conduce a uno o ambos miembros de la pareja a darse
cuenta de que serıa preferible la separacion, sugerimos acompa~ narlos durante dicho proc-
eso.
En segundo lugar, al centrarnos en los efectos del trauma no estamos ignorando o
silenciando la historia del trauma propiamente tal. En realidad deseamos enfatizar la
enorme importancia de crear un contexto compartido por la pareja en el cual la historia
del trauma pueda contarse. En terapias de pareja en curso, despues de haber estableci-
do la posicion de testigo externo (reposicionamiento) se da a la sobreviviente la oportun-
idad de contar la historia del abuso o agregar detalles que su pareja no conocıa
previamente (por ej., la identidad del abusador, la duracion del abuso, la respuesta o
ausencia de respuesta de otras personas del entorno). Las parejas que hemos atendido
nos se~nalan que la posibilidad de compartir la historia del abuso y enfrentar sus com-
plejidades es extremadamente significativa y les ofrece una nueva oportunidad de sent-
irse mas cercanos.
Tercero, es posible que el terapeuta, como cualquiera de los miembros de la pareja, se
encuentre a sı mismo(a) participando en una reedicion en la interaccion desde una de-
terminada posici on. El enfoque relacional sostiene que hay poderosos procesos inconsci-
entes que hacen que esto sea inevitable y que por lo tanto el terapeuta debe ser capaz
de identificar esta situaci on cuando se presenta. Puede encontrarse a sı mismo(a) “uni-
do” a la pareja de la sobreviviente, ambos ubicados en la posicion del “abusador”, o “uni-
do” a la sobreviviente de modo que ambos est an en la posicion de “vıctima indefensa”
ante el otro miembro. Tambi en es posible que la “unidad amorosa” (la pareja) asuma
uno de los roles en una posici on mientras el terapeuta se ve envuelto en una interaccion
de reedicion desde un rol complementario. Escuchando y siendo receptivo a esos elemen-
tos inconscientes de la interacci on entre pareja y terapeuta, este puede ayudar a evitar
la repeticion y la reedicion en la interaccion. Puede dirigir la atencion de la pareja al
hecho de que han entrado en ciertas posiciones, analizar con ellos que los condujo a
esto, hacerse cargo de su parte en la situaci on y formular con ellos una vıa de salida
para todos. De esta manera el terapeuta modela una alternativa a las interacciones
autom aticas de reedici on y ayuda a la pareja a encontrar un camino hacia nuevos
modos de relacionarse.6

6
Traduccion: Psic. Soledad S
anchez D., Instituto Chileno de Terapia Familiar, Santiago de Chile.

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