Las Excepciones y Las Defensas Previas e
Las Excepciones y Las Defensas Previas e
Las Excepciones y Las Defensas Previas e
PERUANO
(REVISIÓN 2021)
La excepción es a la
acción lo que la
contradicción es a la
pretensión.
RESUMEN
Este artículo hace un examen breve de cada una de las excepciones que
se pueden proponer en un proceso civil con diferentes efectos en el
1
mismo según la naturaleza de las mismas; también hace una breve
referencia a las defensas previas que, sin ser excepciones, se oponen y
tramitan como éstas, aunque su efecto es distinto pero parecido al que
producen las excepciones dilatorias, que suspenden la formación de la
relación jurídica procesal pero no la perimen, como ocurre con otras
excepciones.
ABSTRACT
This article makes a brief examination of each one of the exceptions that
can be proposed in a civil process with different effects according to the
nature of the same; also makes a brief reference to the previous defenses
that, without being exceptions, are opposed and processed like these,
although their effect is different, but similar to the one produced by
dilatory exceptions, which suspend the formation of the procedural legal
relationship but do not terminate the process, as it happens with other
exceptions.
2
PALABRAS CLAVE
EXCEPCIÓN
DEFENSA PREVIA
EXCEPCIÓN DE FONDO
KEYWORDS
EXCEPTION
PREVIOUS DEFENSE
Formal articulation that opposes to the lawsuit and impedes the progress
of the process as long as it is not resolved.
3
SUBSTANTIAL EXCEPTION
4
A su turno Niceto Alcalá-Zamora, destacado jurista y político español, que
llegó a ser presidente de la República Española, completó la definición
diciendo que el conflicto debía ser jurídicamente transcendente para ser
solucionado mediante la aplicación del derecho, lo que significa que no
cualquier conflicto de intereses merece protección jurídica; para merecer
la protección del Estado a través de su aparato jurisdiccional el litigio (el
conflicto de intereses o la incertidumbre jurídica, más propiamente) tiene
que ser relevante para el derecho (es decir, tiene que ser un “caso
justiciable”, como se le llama actualmente, con acierto, por muchos
autores). La expresión latina "de minimis non curat lex" (“la ley no se
ocupa de asuntos menores”) es apropiada para significar lo que queremos
destacar (trasladado al Derecho Penal esto se conoce como “principio de
insignificancia”).
5
Sirve también el proceso para tramitar un litigio con el fin que se resuelva
una incertidumbre con relevancia jurídica, tal como resulta del Art. III del
Título Preliminar de nuestro Código Procesal Civil, que señala cuáles son
los fines del proceso (aquí cabe una aclaración necesaria: el Título
Preliminar del Código Procesal Civil, al igual que el del Código Civil, entre
otros códigos y Leyes Orgánicas, contiene disposiciones que enuncian
principios o reglas que prevalecen, como doctrina legal, por sobre las
demás disposiciones que contiene el cuerpo legal que se inicia de esa
manera; no es una prevalencia normativa jerárquica, pero sí una que
informa o, aún mejor expresado, permea a todo el articulado que sigue a
continuación de ese llamado “Título Preliminar”).
6
común que atacan a la acción, no a la pretensión aisladamente
considerada del proceso donde aquella se hace valer con esa finalidad).
En el Primer Pleno Casatorio Nacional Civil del año 2013 se definió a las
excepciones de la siguiente manera:
Como puede verse, en el texto transcrito se citan hasta tres tipos distintos
de defensas, que enunciamos por el orden que guardan en el texto arriba
transcrito y que son las siguientes:
2) las de forma y
7
Todas ellas son mencionadas como medios de defensa que puede ejercitar
el demandado para contradecir la pretensión (según se indica en el texto
transcrito), lo que no es de todo cierto tratándose de las defensas de
forma, ya que estas atacan directamente a la acción ejercitada por el
demandante, ya que esas defensas de forma referidas en dicho texto no
son otras que las excepciones formales que enuncia de manera taxativa
el artículo 446 del Código Procesal Civil. Y ya hemos dicho que las
excepciones atacan la acción ejercitada por el demandante, no el proceso
en sí.
8
a la pretensión, que es rechazada a través de las mismas como medios de
defensa; pero oponerse a la pretensión implica, como consecuencia
lógica, aceptar, cuando menos implícitamente, la acción plasmada en la
demanda como medio de resolver el conflicto de intereses o la
incertidumbre jurídica, pues ese es el resultado natural de entrar a formar
parte de un proceso (al margen de los casos de resoluciones finales
inhibitorias, que no resuelven el fondo de la controversia, obligando al
juez a rehusarse a administrar justicia debido a problemas formales que
se lo impiden, haciéndole imposible cumplir con dicha tarea).
9
legitimidad para obrar). Sobre estos requisitos volveremos a tratar más
adelante en el desarrollo de este trabajo.
10
momento en que se declaran fundadas hasta cuando el
demandante subsana el defecto advertido que dio lugar al
acogimiento por el juez de la excepción propuesta) y,
De ahí su diferenciación, por sus distintos efectos, entre unas y otras: las
primeras lo suspenden hasta su remediación o subsanación, y las
segundas lo acaban irremediablemente.
11
contrario, el actor subsana los defectos advertidos por el demandante y,
a su turno, por el juez que ha acogido la excepción, el proceso prosigue
normalmente (sin embargo, en los hechos, al menos en nuestro país, esto
supone una demora de muchos meses, lo que obliga al demandado a
contestar la demanda antes que se haya resuelto la excepción,
colocándolo así en una situación de indefensión que vamos a analizar más
adelante con mayor detenimiento, pero que es fácil advertir desde ahora
dado que esta excepción se tramita al igual que las demás excepciones).
12
prestación pero ahora como una obligación natural, ya no de carácter
legal).
Estos son dos ejemplos de los efectos tan dispares que puede ocasionar
una excepción que se declara fundada y están desarrollados en el artículo
451 del Código Procesal Civil bajo el epígrafe “Efectos de las excepciones”,
punto sobre el que volveremos más adelante.
13
impugnativos contra el mismo, desde luego). Hay que advertir que se trata
de cosa juzgada formal, nunca material, porque mediante la excepción no
se resuelve un conflicto de intereses o una incertidumbre jurídica, es decir,
no se resuelve la controversia llevada a juicio.
14
principal en tanto se resolvieran definitivamente, lo que atrasaba
enormemente el desenlace del mismo, pues podían llegar a ser de
conocimiento de la Corte Suprema vía un recurso de nulidad -recurso que
no existe actualmente en los procesos civiles- en virtud del cual dicho
tribunal actuaba como una tercera y última instancia de mérito; ello no
quita que en ciertos casos ocurran situaciones similares en sede
casacional, a pesar que está vedado el reexamen de los hechos con el fin
de revalorarlos, pues la finalidad primordial de este recurso extraordinario
es nomofiláctica, es decir de profilaxis jurídica (depuración del derecho),
aunque muchas veces prevalezca sobre la anterior la función llamada
dikelógica, que es la justicia del caso concreto, con lo cual este recurso
pierde mucho de su naturaleza y sentido, pues al pretender hacer
prevalecer la justicia en el caso recurrido se pueden, y de hecho ocurre,
invadir competencias vedadas en sede casatoria, tales como considerar
que los jueces en casación tienen facultades para volver a examinar los
hechos en que se fundaron los fallos de las instancias de mérito, algo que
realmente les está vedado).
Para finalizar este punto, reiteramos que en nuestro sistema procesal civil
las excepciones no detienen el curso del proceso principal porque se
tramitan en cuerda separada (salvo, desde luego, los casos en que se
declara fundada una excepción “dilatoria”, que tiene por efecto suspender
el proceso a partir de esa declaración y hasta que se subsane el defecto
advertido, como ya hemos indicado), pero sí pueden demorar, en los
hechos, el saneamiento del proceso, en tanto no sean resueltas en última
instancia. Este efecto indeseado, que no es tan infrecuente, se da por
causa de algunos jueces que prefieren esperar el desenlace de la
excepción en la instancia superior antes de proceder a sanear el proceso,
como corresponde una vez resuelta por él la o las excepciones propuestas
por la parte demandada, pues nada obsta para que el auto de
saneamiento se dicte en esa oportunidad, una vez declarada infundada/s
15
la/s misma/s por el propio juez a cargo del saneamiento (que, por lo
demás, es lo que normalmente debe ocurrir).
16
como todo dictado de una resolución inhibitoria que le impide al juez,
como consecuencia necesaria, resolver el fondo de la controversia (lo que,
obviamente, puede dar lugar a un nuevo proceso sobre la misma materia
controvertida, en el medida que no pudo ser resuelta en el primer proceso
como consecuencia de la inhibitoria).
17
No cabe duda que esta excepción, tal como está actualmente regulada en
el en el Código Procesal Civil, recorta seriamente el derecho de defensa
del demandando porque, como hemos visto, éste se ve obligado a
contestar una demanda que por razón de su obscuridad o ambigüedad en
sus términos no llega a entender qué persigue realmente o cuáles son sus
fundamentos (o ambas cosas a la vez), antes de haberse resuelto la
excepción; sobre esto regresamos cuando nos ocupemos de esta
excepción de manera particular en el rubro correspondiente (3.3.4).
18
oposiciones que el demandado hace valer contra la pretensión del actor;
esto último, a juicio nuestro, es un concepto equivocado de lo que es la
defensa previa. De lo que no hay duda es sobre el efecto procesal que
produce la oposición de una defensa previa propuesta por el demandado:
el proceso se suspende hasta que se decida lo propio, como ya lo hicimos
notar en reiteradas oportunidades.
Iteramos que lo cierto es que, al igual que las excepciones, las defensas
previas suspenden la formación del proceso tal como ha sido planteado
en la demanda, por lo que solo una vez resueltas el proceso puede
continuar su marcha. Quizá en esto estribe la diferencia entre
excepciones y defensas previas, en que una ataca la formación de la
relación jurídica procesal y la otra suspende el proceso, y con ello también
la formación de esa relación, hasta tanto se solvente la defensa previa.
Sin embargo, las defensas previas, que se proponen como las excepciones,
tienen una finalidad diferenciada de aquellas.
19
acreedor tendrá que demandarlo por el pago de la deuda y demostrar que
el deudor no cuenta con la solvencia suficiente para afrontarla (a eso se le
llama “excusión” o “hacer excusión de los bienes del deudor”). Recién
excutidos que hayan sido los bienes del deudor puede el acreedor dirigirse
contra el fiador para exigirle el pago de lo debido por aquél. (Quizá acá sea
preciso recordar que la responsabilidad del fiador, además de ser
accesoria, es siempre subsidiaria, es decir, que solo responde en defecto
del deudor a quien ha afianzado, aún en los casos en que se trate de una
fianza solidaria, y por ello que puede repetir contra el deudor lo que haya
pagado por cuenta de aquél; en efecto, el artículo 1889 del Código Civil
señala que el fiador que paga la deuda queda subrogado en los derechos
que el acreedor tiene contra el deudor, y el artículo 1890 trata sobre la
indemnización que corresponde al fiador que ha pagado por el deudor).
Del mismo beneficio de división gozan los fiadores simples, si son varios y
el acreedor pretende el cobro del total contra uno de ellos solamente,
20
dejando de lado a los demás. Al igual que el deudor mancomunado, el
fiador hará valer el “beneficio de división”, obligando al acreedor a
replantear su demanda en función a tal beneficio.
Al respecto, el artículo 661 del Código Civil establece que “El heredero
responde de las deudas y cargas de la herencia sólo hasta donde alcancen
los bienes de ésta”; esto es lo que se conoce con el nombre
responsabilidad “intra vires hereditatis”. El principio es que nadie puede
ser compelido a asumir una deuda contra su voluntad, pues es violatorio
de su libertad de contratación.
21
Por su parte el “beneficio de excusión” (que arriba pusimos como ejemplo
de la demora que una defensa previa puede ocasionar al proceso) es
definido como aquel del que gozan los fiadores simples (que no están
obligados in solidum con el deudor) para exigir que el acreedor ejecute
primero al deudor y haga excusión de sus bienes, y excutidos que estos
sean infructuosamente pueda dirigirse recién contra el patrimonio del
fiador. Como es lógico, son pocos los casos que se presentan actualmente
de contratos de fianza simple, pues, precisamente por razón de este
beneficio, los acreedores exigen siempre que el fiador se obligue
solidariamente al pago junto con el deudor de manera de poder
demandarlos a ambos pari gradu (expresión que en este contexto denota
que están colocados en el mismo plano procesal, es decir, en igualdad de
grado).
22
renunciable, lo que no convierte al fiador simple en solidario, aunque
pueda parecerlo). Siendo así lo anterior, es obvio que la norma
mencionada no se debe aplicar tratándose de una fianza extendida con el
carácter de solidaria, como de común se extienden todas las Cartas-fianza
bancarias, cuya reglamentación inicial hizo la SBS mediante su Circular N°
B-2101-2001 de fecha 19 de octubre del año 2001.
23
como todo hecho que debe ser probado por quien lo alega, de quien
invoca el beneficio.
24
cumplimiento alegando que es un deudor mancomunado y que solo está
obligado al pago de su parte; desde luego, si se trata de una obligación
indivisible y son varios los deudores, no puede oponerse este beneficio
por la naturaleza misma de la obligación, que no es susceptible de ser
cumplida parcialmente (como, por ejemplo, la construcción y entrega de
una casa o departamento en la modalidad conocida como “llave en
mano”).
25
en dicho artículo debe ser acreditado de manera objetiva, no bastaría
simplemente alegarlo como un temor fundado que la parte incumpla.
26
cada uno de los herederos responde de esas deudas en proporción a su
cuota hereditaria. El beneficio se opone como defensa previa cuando
existen deudas del causante que no pueden ser cobradas (a los herederos
individualmente, se sobrentiende) hasta tanto no se produzca la partición
de la herencia y cada uno responda por la parte que le cupo en la masa
hereditaria (es decir, proporcionalmente).
27
una defensa de fondo, ya que se opone a la pretensión del demandante y
tiene que ser resuelta por el juez en la setenia y no previamente.
28
que son eminentemente fungibles y homogéneas, pero no se ve cómo
pueda hacerse tratándose de otro tipo de pretensión; desde luego, ambas
obligaciones deben ser exigibles y líquidas, pues no es posible oponer una
obligación que está sujeta a plazo o condición, así como tampoco una que
no esté cuantitativamente determinada), pero este (mal llamado)
“beneficio”, que es eminentemente personal, no tiene ningún efecto
procesal sino que, simplemente, constituye una defensa de fondo, de
manera tal que será en la sentencia donde el juez decidirá si la
compensación opuesta por el demandado a la pretensión del actor resulta
o no amparable, pues para ello tendrá que examinar el derecho opuesto
por el demandado y los medios de prueba aportados por éste con la
finalidad de demostrar que, efectivamente, tiene un crédito oponible
frente al demandante.
29
forma y de fondo (estos últimos son también llamados “condiciones de la
acción”).
“Los presupuestos procesales son los requisitos necesarios para que pueda
constituirse un proceso válido, o una relación (jurídica) procesal válida”.
Los presupuestos procesales son requisitos que deben ser observados
antes de que surja la relación procesal, en tanto que los presupuestos
materiales son requisitos necesarios después de la traba procesal (que se
produce luego del traslado de la demanda).
30
necesarios para que el órgano jurisdiccional emita un
pronunciamiento válido de fondo, la inexistencia de uno de ellos
conduce a un pronunciamiento inhibitorio o de forma, que no
resuelve lo pretendido.
31
condiciones necesarias que permiten al juez dictar una sentencia de
mérito, que son:
32
3.2.1 La capacidad de ejercicio como presupuesto procesal.
33
Los menores de edad, como sabemos, son representados por sus padres,
que ejercen la patria potestad, o por un tutor (porque los padres no
pueden ejercer la patria potestad que les da derecho a representar sus
hijos menores, sea porque fueron privados de la misma o porque
murieron), mientras que los mayores de edad incapacitados para ejercer
sus derechos son representados por un curador. Sobre su nombramiento
y facultades nos remitimos a las normas del Código Civil, que contemplan
ambos aspectos. Téngase presente que el Decreto Legislativo N° 1383
publicado el 04 de setiembre de 2018 ha modificado las disposiciones del
Código Civil relativas a los incapaces y a la tutela y curatela (artículos 3, 42,
44, 45, 140,141, 221, 226, etc.); ahora algunos de ellos reciben el nombre
de “apoyos y salvaguardas”).
34
juez del proceso; un despropósito con cierto sustento en la mentada Ley
General de Sociedades).
35
Establecida esta última, se determina luego cuál es el juez y el
tribunal competentes, es decir, quienes son los llamados a
solventar la causa en la jurisdicción correspondiente, aplicando
al caso la ley que previamente debe ser establecida para
resolver el conflicto, que es la segunda pregunta que debe
hacerse el tribunal.
Hay que dejar en claro que nuestra legislación nacional sobre Derecho
Internacional Privado, contenida sistemáticamente en nuestro Código
Civil (y, desde luego, en los tratados y convenios internacionales firmados
por el Perú), autoriza a nuestros jueces y tribunales a aplicar la ley
extranjera cuando esta no contravenga el orden público y las buenas
36
costumbres (conceptos estos, dicho sea de paso, que no están definidos
en la ley, sino que su interpretación ha quedado en manos de la doctrina
y la jurisprudencia, y que, por necesidad teleológica, están sujetos a
cambiar con los tiempos, adecuándose a ellos con cierta continuidad). Hay
que advertir que, además de las normas sobre Derecho Internacional
Privado contenidas en el Código Civil, también forman parte de nuestra
legislación nacional las contenidas en los tratados internacionales de los
que nuestro país es parte o ha suscrito el tratado en otra condición pero
que conlleva a su aplicación.
De esta manera queda zanjada, al menos para los efectos de este estudio,
la eterna distinción entre jurisdicción y competencia: la primera es el
género, el sistema jurídico de un determinado país considerado en su
conjunto, y la segunda la especie, el juez y el tribunal de ese sistema
jurídico que debe resolver el conflicto de intereses o la incertidumbre
jurídica que se somete a su solución jurisdiccional.
Art. I
37
Toda persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional efectiva para el
ejercicio o defensa de sus derechos o intereses, con sujeción a un
debido proceso.
Ahora bien, para solicitar esa tutela jurisdiccional (del Estado) hay dos
requisitos que deben concurrir copulativamente y que son los llamados
condiciones de la acción:
Aquí un comentario sobre esto último: a juicio nuestro, esta exigencia es,
en cierta medida, atentatoria del derecho de acceso a la justicia (que la
Constitución refiere como “tutela jurisdiccional efectiva”), que debe ser
incondicionado; en efecto, no se le puede exigir al demandante que
demuestre que agotó las vías pacíficas de solución del conflicto para poder
solicitar la intervención de la justicia. El derecho de acceso a la justicia está
consagrado en la Constitución en el inciso 3) del artículo 139 y en el
artículo I del Título Preliminar del Código Procesal Civil, y la redacción de
este último nos releva de mayores comentarios sobre lo que debe
entenderse por tal.
38
Particularmente consideramos que la exigencia de tramitar previamente
un procedimiento de conciliación extrajudicial (que se exige en una gran
mayoría de casos y, definitivamente, en los llamados Distritos
Conciliatorios), al que vamos a referirnos inmediatamente, constituye una
barrera legal inconstitucional, ya que sujeta el derecho de acceso a la
“tutela jurisdiccional efectiva” al agotamiento de una vía previa para
demostrar la existencia del interés para obrar, cuando hay muchas otras
formas de probar ese extremo sin llegar a constituir una condición para el
ejercicio del derecho de acción. Además, el solo hecho de introducir una
demanda, demuestra el interés del actor para conseguir que se le haga
justicia en el caso llevado a juicio. ¿Qué más puede pedírsele?
39
En buena cuenta, para estos autores, el interés para obrar está en el
hecho mismo de incoar el proceso, lo que resulta indiscutible en el caso
de las sentencias de condena y constitutivas, salvo, aparentemente, en los
casos de sentencias declarativas, opinión esta última cuyo razonamiento
y conclusión no compartimos pues, en todos los casos, el acudimiento del
justiciable a la judicatura para solventar un conflicto de intereses o un
incertidumbre jurídica supone necesariamente el interés para obrar.
40
sino también que las partes se encuentren en una determinada
relación jurídico material con ella o, lo que es lo mismo, es necesario,
tanto que se observe lo que la doctrina clásica conceptuaba y
todavía denomina la jurisprudencia1, la “legitimatio ad processum”
o capacidad procesal, cuanto la “legitimatio ad causam” o
legitimación en un proceso determinado.
Sucede, sin embargo, que en un proceso, como el civil, regido por los
principios dispositivo y de aportación, dicha obligación del tribunal
sólo puede contraerse con respecto a las partes que han sido
demandadas en el proceso y, de aquí, que, en principio, tan sólo a
ellas se dirigirán las notificaciones (art. 150.1). Al demandante, por
41
tanto, le asiste la carga, que debiera transformarse en obligación
procesal, de demandar, fuera de los supuestos de legitimación
extraordinaria, en su propio nombre y exclusivamente en relación a
derechos de su efectiva titularidad y de dirigir la demanda tan sólo
contra quien deba soportar los efectos de su pretensión. Si no lo
hiciera así y aparentara una titularidad que no tiene o demandara
a una persona que nada tiene que ver con la relación jurídico
material debatida, el tribunal, obligado por la congruencia, podría
otorgar, en su Sentencia, derechos a quien en modo alguno le
corresponden o condenar a quien ni siquiera tuvo la oportunidad de
haber sido oído en el proceso”.
Debe quedar claro que el autor de este artículo que estamos comentando
se refiere a en todo momento a la legitmatio ad causam, es decir a la
legitimidad del actor como titular del derecho que invoca como
fundamento de la pretensión que hace valer en su demanda y a la
legitimación ad causam pasiva, esto es, la del demandado como
contraparte legitimada para ser obligada mediante la sentencia a observar
ese derecho invocado en la demanda en caso que esta sea estimada en
definitiva (es decir, como el sujeto que debe soportar los efectos de la
pretensión del demandante, en las mismas palabras de Gimeno Sendra).
42
3.3. Las excepciones que pueden proponerse según nuestro Código
Procesal Civil.
3.3.1 Incompetencia.
43
en lo Civil puede conocer de un proceso de incumplimiento contractual
derivado de un contrato comercial celebrado entre comerciantes pues eso
es de competencia de un Juzgado Comercial (pomposamente llamado
Juzgado Civil Sub-Especializado en lo Comercial). Un Juzgado de Paz
Letrado no puede conocer de una demanda sobre prescripción adquisitiva
de dominio, por lo dispuesto en el artículo 5 del CPC, que atribuye esa
competencia a los Juzgados Especializados en lo Civil, por defecto.
44
territorial (Distrito Judicial se le llama en nuestro país). De no hacerlo
existen reglas para determinar la competencia territorial; así, la primera
es que, salvo en materia de alimentos, el juez competente es el del
domicilio del demandado (salvo los casos de alimentos o en los casos en
que previamente se haya acordado otra cosa entre las partes, ya que la
competencia territorial es prorrogable, como hemos visto), observando
siempre el principio del derecho que tiene el litigante a ser juzgado por su
juez natural dentro de la jurisdicción correspondiente que no puede
cambiar durante el desarrollo del proceso por el principio conocido
“perpetuatio iurisdictionis” que predica que la jurisdicción y competencia
establecida al tiempo de la demanda no puede cambiarse por el
acaecimiento de un suceso posterior a la introducción de esta (salvo
ciertos casos de acumulación de procesos).
45
“Cuando se ha formado la relación jurídico procesal de acuerdo con
las normas legales de cada caso y sobre la base de que la
competencia del juez está ajustada a las mismas, por aplicación del
principio de la perpetuatio jurisdictionis, tal competencia ya no
puede variarse, salvo en los casos que señala el artículo 21
del Código de Procedimiento Civil (colombiano).
Cuando se trata de competencia por razón del territorio el art. 38 del CPC
prevé también como remedio la llamada Contienda de Competencia, en
virtud de la cual el demandado puede acudir ante el Juez que considera
competente, dentro de los cinco días de emplazado ofreciendo los medios
probatorios pertinentes que demuestren que su Juez (el de la contienda)
es el competente para conocer de la demanda incoada ante el Juez que
considera incompetente por razón de territorio. El Juez puede rechazar de
plano la contienda propuesta extemporáneamente o cuando es
manifiestamente improcedente o temeraria, pero si el Juez admite la
contienda debe oficiar al Juez de la demanda pidiéndole que se inhiba de
conocerla y solicitando, además, que le remita los actuados (el
expediente).
46
remitir todo lo actuado, inclusive el principal, al superior que debe dirimir
la competencia, notificando al Juez de la contienda (al juez que la
promovió a instancias del demandado, se entiende).
47
incompetencia o acudiendo al juez que considera competente y
proponiendo ante este último una contienda de competencia, de acuerdo
con el art. 38 del CPC.; es decir, el demandado se somete tácitamente a la
competencia del juez ante el cual se ha interpuesto la demanda que ha
sido admitida a trámite y posteriormente le ha sido notificada a éste.
48
según el texto original del art. 36 del CPC que ha sido modificado;
en efecto, al declarar su incompetencia el juez declaraba asimismo
la nulidad de lo actuado y la conclusión del proceso (y ordenaba el
archivamiento del expediente), con excepción del caso
contemplado en el inciso 6) del art. 451; así se ha modificado el art.
36 del CPC.
49
al juez que considera competente y promover una “contienda de
competencia” conforme a las reglas de los artículos 38, 39, 40, 441 y ss.
del Código Procesal Civil; sobre esto volveremos al final, en el rubro
CONCLUSIONES, donde veremos cuál es el órgano judicial que debe dirimir
la contienda promovida a instancias del demandado.
50
Hay una excepción a esta regla: en el proceso de alimentos puede ejercer
la representación procesal el padre o la madre del menor alimentista,
aunque ellos mismos sean menores (art. 561-2 CPC); en este caso,
obviamente, no puede proceder la excepción de incapacidad del
demandante porque existe una ley que lo autoriza a representar al menor
aun siendo menor de edad.
51
escritura pública o por acta ante el juez del proceso, y no requiere
inscribirse en los Registros Públicos (como vamos a ver, para representar
a una sociedad en un proceso de conciliación extrajudicial, el poder
otorgado por esta sí requiere estar inscrito para hacerse valer en ese
procedimiento, según la interpretación que hacen los Centros de
Conciliación al concordarla con el art. 14 de la Ley General de Sociedades).
52
En la práctica puede ocurrir que alguien se presenta al proceso, ya sea en
representación del demandado o del demandante, alegando ser
representante legal o voluntario (ya sabemos que el legal es el que
establece la ley y el voluntario el que designa la parte procesal); en este
caso se le debe exigir la presentación del documento que lo acredite como
tal, pues de otro modo el juez está en aptitud de declarar inadmisible la
demanda.
53
interposición de la demanda), tal como hemos dicho en el párrafo
anterior.
(ii) que las pretensiones no sean contrarias entre sí, salvo que sean
propuestas en forma subordinada o alternativa;
54
O, en un ejemplo más grosero, cuando en una demanda sobre
indemnización de daños y perjuicios no se estima cuantitativamente esa
pretendida indemnización que el demandante requiere que se le otorgue,
porque el juez no puede establecer el quantum de los daños y perjuicios
de oficio sino a partir de las cifras reclamadas por el actor, cuyo monto
corresponde a éste establecer en la demanda con cierta precisión y al juez
fijarlas en la sentencia a partir de las sumas pretendidas. Desde luego, no
puede dar más de lo reclamado (por el “principio de congruencia”), pero
sí puede concederle menos (o, eventualmente, nada si declara infundada
la demanda).
55
se verá obligado a contestar una demanda que (al menos para él) le
resulta obscura o ambigua y que ha sido cuestionada formalmente (a
través de la excepción de su propósito) por tales motivos, de manera tal
que debe defenderse de las pretensión que se ha hecho valer en esa
demanda que considera obscuramente o ininteligiblemente propuesta, y
en el caso de declararse fundada la excepción, y proponerse nuevamente
la demanda pero forma inteligible, deberá defenderse una segunda vez,
con el agravante que el demandante, bajo el pretexto de subsanar los
defectos advertidos por el juez y señalados en el auto resolutorio, puede
variar la fundamentación o los hechos que sustentan la pretensión o las
otras pretensiones si existe más de una, lo que lo coloca en una situación
de ventaja respecto del demandado que ya expuso sus argumentos de
defensa al contestar la demanda y que ya ofreció la prueba en función a
ese primer petitorio de la demanda originalmente introducida en esos
términos.
Por eso es que esta situación tiene que ser objeto de una modificación
cuanto antes, porque son muchos los casos en que se presenta esta
excepción y también son muchos los casos en que los jueces toleran
cambios en la demanda que van más allá de los defectos que se le ha
ordenado subsanar al actor en el auto resolutivo. Estos casos constituyen
verdaderamente casos de mutatio libelli que, desde luego, están vedados
(en este caso, de manera particular al demandante), pues a través de este
mecanismo de subsanación no puede modificar o transformar la sustancia
de sus peticiones o sus elementos sin darle ocasión al adversario (en este
caso, al demandado) de oponerse a estas novedades con eficacia y en
condiciones de igualdad de armas, como hicimos notar.
56
Pero, fundamentalmente, la tramitación de esta excepción debe
modificarse por el efecto negativo que tiene para el demandado, que
queda obligado a contestar la demanda antes que el juez ordene al
demandante que aclare su sentido, como hemos visto arriba, porque
perjudica su derecho de defensa, desde que casi contradice a ciegas la
demanda al no poder desentrañar lo que realmente pretende el actor.
Dice así el autor del estudio que trata sobre esta excepción:
“b) AI estudiar los requisitos comunes a toda demanda dijimos que
ésta debía contener la designación del tribunal, la individualización
57
de las partes, la exposición clara de los hechos y fundamentos de
derecho en que se basa y las peticiones que se someten al
tribunal;36 también vimos que si a la demanda le faltaban las dos
primeras menciones -la designación del tribunal y la
individualización de las partes- el juez podía desecharla de oficio.
Pero puede ocurrir que a pesar de faltarle a la demanda esas
menciones, o de faltarle las demás que exige el artículo 253, el juez
dé curso a la demanda. Son precisamente en estos casos en los que
se puede oponer excepción de ineptitud del libelo. Para que esta
excepción proceda, la demanda debe ser vaga, ininteligible, falta
de precisión en lo que se pide, susceptible de aplicarse a varias
personas, etc.; en fin, deben faltarle algunas de las menciones del
artículo 254 o estar éstas mal expuestas (el resaltado es nuestro)”.
Hay que tener en cuenta que las excepciones dilatorias en el proceso civil
chileno se tramitan en forma incidental, de manera que no se substancian
en cuaderno separado sino en el principal y que una vez opuestas las
excepciones dilatorias por el demandado, se confiere traslado de ellas por
tres días al demandante para que responda, y vencido ese plazo, con o sin
el pronunciamiento del demandante, se resuelve la excepción, si no hay
necesidad de prueba. Si esta es necesaria, debe abrirse un término de
ocho días para que dentro de él se rinda la prueba y transcurrido este
plazo se dicta resolución; también hay que considerar que si se desestiman
o desechan las excepciones dilatorias o se subsanan por el demandante
los defectos de que adolecía la demanda, el demandado tiene 10 días para
contestar la demanda.
58
excepciones, en cuaderno separado y sin interrumpir el curso del proceso
principal (que continúa cursándose en el cuaderno respectivo), de manera
que al proseguirse el principal sin resolverse antes la excepción, el
demandado se va a ver siempre en la situación de tener que contestar la
demanda respecto de la cual ha propuesto dicha excepción, aunque no
haya podido llegar a entender cuál es la pretensión del actor, o cuáles son
los fundamentos de hecho o de derecho de la demanda, etc., debido a la
abstrusa o confusa u obscura redacción de la demanda, que da lugar a la
indeterminación, confusión, equívoco, oscuridad propiamente dicha,
anfibología, y demás adjetivos que sirven para definirla como ininteligible
y que hace irracional que en tales condiciones se le exija al demandado
que ejerza su derecho de defensa -oponiéndose a una pretensión cuyos
términos y sentido desconoce a causa de esa mala redacción- sin antes
haber subsanado el demandante esa situación creada por él.
59
resolución final en sede administrativa que cause estado; sin el
agotamiento previo de esta vía procede que la entidad administrativa
proponga la excepción, en cuyo caso, si el juez la declara fundada, el
proceso queda perimido y se manda a archivar los actuados. Desde luego,
quedan descartados los casos en que la resolución administrativa causa
estado porque el administrado no ha empleado todos los medios
impugnativos a su alcance para dejarla sin efecto y, por el contrario, ha
consentido en ella.
60
con exclusión de los hechos nuevos o no alegados en el procedimiento
administrativo, como proscribe el artículo mencionado.
61
segunda y última instancia, cuenta con sus propios procuradores públicos,
de manera que siempre es innecesaria, por redundante, la intervención
del Ministerio Público. Esta es una reforma que debe hacerse de una vez,
pues causa considerables demoras en el trámite del proceso contencioso
administrativo, afectando el derecho a una justicia célere.
En un artículo que publiqué hace unos años (2014) bajo el título de “LA
TRASLACIÓN DE LA RELACIÓN JURÍDICA MATERIAL A LA RELACIÓN
JURÍDICA PROCESAL COMO ANTECEDENTE NECESARIO DE ESTA ÚLTIMA”
en el portal académico WWW.ACADEMIA.EDU, decía que la relación
jurídica material o sustantiva, que precede siempre a la relación jurídica
procesal a la que se traslada, puede ser de naturaleza variada.
62
Así, por ejemplo, las relaciones obligatorias creadas por los contratos o
por actos jurídicos unilaterales recepticios o no recepticios; las que nacen
de la responsabilidad contractual o extracontractual, por las que una
persona se encuentra en el deber de prestar una conducta determinada
en beneficio de otra; las relaciones jurídicas de carácter real, en virtud de
las cuales una persona ostenta un derecho erga omnes respecto de la
cosa; las relaciones familiares, que son objeto de un tratamiento
normativo especial en razón a la naturaleza de la institución familiar en la
sociedad; las relaciones hereditarias, conectadas al fenómeno de la
herencia: derechos y deberes de los herederos entre sí y con los demás,
etc.
63
sujetos, ya sea porque, a pesar de formar parte de la relación sustantiva,
no fueron demandados (caso de los litisconsortes pasivos necesarios), ya
porque piden su incorporación al mismo como litisconsortes facultativos,
o como terceros coadyuvantes, concurrentes o excluyentes, así como
también algunos sujetos pueden resultar excluidos de la relación jurídica
procesal porque su intervención ya no es necesaria, como ocurre en los
casos de extromisión y, aunque de otro modo, ocurre también en los casos
de sucesión procesal (en la medida que el sucesor desplaza del proceso al
sucedido).
Lo cierto es que hay una serie de situaciones que, a lo largo del proceso,
hacen que la relación procesal se modifique, sea por la incorporación de
nuevos sujetos procesales, sea por la exclusión de alguno de ellos; como
hemos visto, durante el desarrollo del mismo se suceden una gama de
relaciones jurídicas que, por producirse dentro del proceso, se denominan
relaciones jurídicas procesales.
64
La legitimidad para obrar siempre es materia de análisis en los procesos;
de ahí que muchas sentencias declaran improcedente la demanda cuando
la relación jurídica material o sustantiva no se ha trasladado a la relación
jurídica procesal. Desde luego, la falta de legitimación para obrar puede
ser advertida liminarmente por el juez, declarando de plano su
improcedencia, o al tiempo del despacho saneador del proceso, es decir
cuando se dicta el auto de saneamiento procesal; esto está contemplado
en el artículo 468 del Código Procesal Civil.
65
La siguiente sentencia en casación es un ejemplo de necesidad de formar
un litisconsorcio pasivo necesario (en este caso, de la ausencia del mismo
en la causa).
66
los demás derechohabientes para demandar, porque eso recorta su
derecho irrestricto de acceso a la justicia, con violación de la respectiva
garantía constitucional (tutela jurisdiccional efectiva; inciso 3) del artículo
139 de la Constitución Política).
3.3.7 Litispendencia.
Los efectos que produce la pendencia del proceso son varios: uno de ellos
es la prohibición de seguir un nuevo proceso en paralelo en el que se da
la triple identidad exigible para apreciar la cosa juzgada material
67
excluyente, prohibición que puede denunciarse a través de la excepción
que estamos examinando.
68
Pues bien, estos dos elementos de la demanda tienen que estar presentes
en el nuevo proceso que se incoa para que, junto a la identidad de sujetos,
exista litispendencia. Obviamente las variantes circunstanciales que
carecen de relevancia para identificar estos dos elementos no se toman
en cuenta, precisamente por no tener relevancia.
Con relación a los dos otros elementos (mismo objeto y misma causa) que
se requieren para que exista litispendencia, nos remitimos a lo que ya
hemos dicho sobre ellos.
Esto es así porque un sistema jurídico no puede tolerar que existan dos
procesos y dos sentencias, así resuelvan el caso en el mismo sentido,
sobre un mismo objeto pretendido bajo una misma causa para pedir.
Esto explica, también, la existencia de la excepción de cosa juzgada que
vamos a ver a continuación; la litispendencia, así, está vinculada a la cosa
juzgada, donde también se exige la presencia de la triple identidad de
sujetos, de objeto y de causa para pedir.
69
3.3.8 Cosa juzgada.
70
puede requerir que se cursen partes al Registro Predial si el acto anulado
concierne a un inmueble, etc.
71
Crousillat) que “Conforme a reiterada jurisprudencia constitucional, la
cosa juzgada tiene una doble dimensión (formal y material). Mediante el
contenido formal se consagra el derecho “…a que las resoluciones que
hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante
medios impugnatorios, ya sea porque éstos han sido agotados o porque
ha transcurrido el plazo para impugnarla” mientras que el contenido
material alude a que “…el contenido de las resoluciones que hayan
adquirido tal condición, no pueda ser dejado sin efecto ni modificado (de
manera tal que es inmutable), sea por actos de otros poderes públicos, de
terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron
el caso en el que se dictó”. (Expediente Nº 4587-2004-
AA, fundamento 38).
72
este modo, es posible afirmar que la calidad de cosa juzgada que ostenta
una resolución está supeditada a que no atente contra derechos
fundamentales u otros principios o valores de la Constitución”.
El art. 123 del CPC establece que una resolución adquiere la autoridad de
cosa juzgada cuando:
73
2. Las partes renuncian expresamente a interponer medios
impugnatorios o dejan transcurrir los plazos sin formularlos.
74
no se esté ante un caso de triple identidad, a pesar que el objeto de la
pretensión pueda ser formalmente el mismo).
75
Lo mismo ocurre con otras causales de divorcio, como la sevicia, por
ejemplo: si en un primer proceso la parte demandante no puede probar
el abuso físico de que ha sido víctima y se desestima su demanda, y luego
ocurre otra situación similar y el cónyuge agraviado obtiene un certificado
médico que prueba sin lugar a dudas el abuso físico de que ha sido objeto
por parte del otro cónyuge, puede demandar nuevamente porque no hay
cosa jugada material. Hay que tener en cuenta que el matrimonio es una
relación que se desarrolla en el tiempo y, precisamente por eso es que
durante su existencia pueden ocurrir causales que habilitan a uno o a
ambos cónyuges a reclamar el divorcio.
76
Sumilla: La sentencia emitida en el proceso de remoción de
albacea, tiene la calidad de cosa juzgada formal, pues la eficacia de
la sentencia es transitoria, porque no se puede impugnar ya la
sentencia dentro del proceso donde ha sido expedida, lo que no
impide cuestionar lo resuelto en otro proceso ulterior; por tanto la
sentencia adquiere carácter de inimpugnable (además de
coercitivo), pero todavía carece de calidad de inmutable y por ende
es pasible de ser controvertido en otro proceso cuando existe
elementos fácticos nuevos en que se funda su pretensión.
77
“Couture considera que la Cosa Juzgada Formal, consiste en la
inimpugnabilidad de la decisión o sentencia por haberse agotado las
revisiones que permite la ley, o, bien, por no haberse hecho uso de
ellas por el interesado en la debida oportunidad. La Cosa Juzgada
Formal deriva: de la preclusión, que hace inimpugnab!e la
sentencia, cumplidas determinadas formalidades prescritas en la
ley. La Cosa Juzgada Formal, no obsta a que en un procedimiento
posterior se pueda discutir y modificar la sentencia porque en este
caso sólo hay inimpugnabilidad pero no inmutabilidad de la
decisión. La eficacia de la Cosa Juzgada Formal se produce, tan solo
con relación al juicio concreto en que se ha dictado la sentencia o
con relación al estado de cosas tenido en cuenta al pronunciar la
decisión. La Cosa Juzgada Formal es un efecto de la preclusión del
derecho a provocar el cambio de la decisión, o sea, a impugnarla, y
lo que significa, también, que ningún juez pueda estimar la situación
jurídica de manera distinta de cómo fue considerada en la sentencia
pasada en autoridad de Cosa Juzgada. De ahí la fórmula "res
iudicata pro veritate habetur". La Cosa Juzgada Material o
Substancial se produce cuando a la condición de inimpugnabilidad,
que constituye la Cosa Juzgada en sentido Formal, se suma la
condición de inmutabilidad. De esta manera la Cosa Juzgada
Material o Substancial supone al mismo tiempo que la
inimpugnabilidad de lo resuelto, su indiscutibilidad. La Cosa Juzgada
Formal viene a ser así, un presupuesto de la Cosa Juzgada Material
en cuanto es su antecedente. La Cosa Juzgada Formal, como se ha
visto, se produce por la preclusión: la sentencia se vuelve
inimpugnable por no haberse hecho uso de los medios de
impugnación señalados en la ley, o bien, por haberse agotado estos
medios, y esta inimpugnabilidad es una condición o antecedente de
la indiscutibilidad de la decisión, o sea. de la Cosa Juzgada en
sentido Material o Substancial. La Cosa Juzgada Material o
Substancial es, lo que los Romanos denominaban propiamente, la
"res iudicata", es decir, la "res in iudicium deducta". Es la Cosa
Juzgada en sentido Substancial la que sirve de fundamento a la
excepción de cosa juzgada. La condición de inmutabilidad que tiene
78
la sentencia es, según Carnelutti, una condición necesaria para
lograr el fin del proceso, que es el de resolver situaciones de
incertidumbre, lo que sin embargo no constituye un obstáculo, en
opinión de ese autor, para que cuando la decisión sea a todas luces
injusta y socialmente intolerable, las consideraciones de justicia
deban prevalecer sobre la necesidad de certeza que busca el
proceso. El fundamento de la inmutabilidad se encuentra pues, en
la necesidad de que, llegado el litigio a un cierto punto, las partes
no puedan seguir discutiendo, ya que de otra manera éste no
cesaría nunca.
79
El desistimiento es una de las formas especiales de conclusión del proceso
en nuestro sistema procesal civil. Está contemplada como tal en el Título
XI de la Sección Tercera de nuestro Código Procesal Civil, en el Capítulo IV,
en los artículos 340 y al 345, inclusive.
80
De este modo, si el proceso ha terminado mediante el desistimiento de la
pretensión y el mismo demandante plantea una nueva demanda,
proponiendo la misma pretensión del litigio anterior, el código establece
que es fundada la excepción de “Desistimiento de la pretensión” cuando
se inicia un proceso idéntico al otro en el que el demandante se desistió
de su pretensión (acá también se exigirá la triple identidad que debe
existir en los casos de litispendencia y de cosa juzgada).
3.3.10.1 Conciliación.
81
demandante y resistida/s por el demandado; adicionalmente los jueces de
primera instancia tenían la facultad para ordenar un comparendo en
cualquier estado del juicio y procurar por este medio la conciliación de las
partes.
82
Además de las materias inconciliables hay también personas impedidas de
conciliar, como los representantes de incapaces absolutos.
Excepcionalmente las personas naturales pueden conciliar a través de un
apoderado, pero éste debe demostrar que su representado o está ausente
o está enfermo. Esta exigencia es mayor aún que la del Código Procesal
Civil, que solo manda que el representante esté munido con un poder en
forma, según lo que dispone el art. 72 del mismo (que no requiere estar
inscrito en RR. PP., según dispone el mismo artículo).
83
argumentos fundamentales o relevantes que se emplean para decidir
sobre la pretensión o pretensiones que debe resolver el litigio).
84
constancia de este hecho y la Copia Certificada del Acta de la audiencia
debe adjuntarse a la demanda como requisito de procedencia, como
hemos hecho notar línea arriba. Es importante resaltar que si la parte
invitada no asiste a la audiencia (o, asistiendo, no deja a salvo su derecho
de reconvenir a la parte invitante cuando ésta lo demande), quedará
impedido de formular reconvención al contestar la demanda, lo que hace
necesario que, si tiene motivos para ello, asista a la audiencia respectiva.
85
este mismo portal académico titulado “EL PROCESO UNICO DE EJECUCIÓN
Y EL PROCESO DE EJECUCIÓN DE GARANTÍAS”).
Aquí un comentario que vale para todas las excepciones que tienen en
común la terminación de un proceso anterior: el Código de
Procedimientos Civiles del año 1912 contemplaba para algunos de esos
casos la llamada excepción de Pleito Acabado, pues eso es lo que en
realidad ocurre cuando se plantean excepciones que suponen el
acabamiento de un pleito previo al que está cursándose y donde se
produce la triple identidad.
86
3.3.10.2 Transacción.
Art. 1302.-
87
uno de los contratantes reconoce el derecho del otro, no es que esté
considerando que se lo está transmitiendo, sino que ese derecho ha
existido desde antes y directamente en cabeza de quien lo tiene
luego de la transacción.
88
objeto que fue materia de un pleito que acabó por transacción, es decir la
judicial, pero no la celebrada extrajudicialmente pues no hay proceso en
curso, y tampoco esta transacción tiene la capacidad procesal de evitar el
pleito (porque no se puede recortar el derecho de acción que forma parte
del derecho de acceso a la justicia), de manera que la única forma de
hacerla valer cuando se promueva un proceso entre las mismas partes y
sobre el mismo objeto que fue materia de la misma sería como una
defensa de fondo, lo que ciertamente la excluye como excepción formal,
relegándola a una defensa contra la pretensión y no contra la acción, que
es la característica indesligable de toda excepción formal.
89
Habiendo pleito entablado la transacción judicial se hace valer ante el juez
de la causa mediante escrito al que se acompaña el documento donde
consta la misma y se pide su homologación por el juzgado y, una vez
homologada, le pone fin al proceso con autoridad de cosa juzgada, como
si de una sentencia firme se tratara (inmutable); si resulta que luego una
de las partes interpone una demanda sobre el asunto ya transigido, la otra
puede oponerle, en vía de excepción, la transacción anteriormente
homologada.
90
último concuerda con el inciso 8 del art. 688 del CPC. (Proceso Único de
Ejecución).
Para terminar este tema: conforme al artículo 453 del Código Procesal Civil
esta excepción tiene como presupuesto la existencia de un proceso
anterior a aquél en el que se propone la excepción, proceso donde se ha
discutido entre los mismos sujetos la misma pretensión sustentada en la
misma causa de pedir, y que dicho proceso haya concluido mediante
transacción.
91
partes; b) la identidad de la pretensión; y, c) la identidad del interés para
obrar; (…) no será fundada la excepción de transacción que no reúna los
requisitos de identidad que establece la ley (…)”
3.3.11 Caducidad.
92
adulterio, o atentado contra la vida del cónyuge, u homosexualidad
sobreviniente al matrimonio, o la condena por delito doloso mayor de dos
años, caduca a los seis meses de conocida la causa por el cónyuge
ofendido, etc.
93
se notifique al deudor, aun cuando se haya acudido a un juez o autoridad
incompetente”.
Sin embargo, desde hace algunos años esta tesitura cambió radicalmente,
pues la judicatura estimó que los actos propios de la admisión a trámite
de la demanda y de la notificación de la misma al demandado, constituían
externalidades que no dependían en absoluto de la voluntad del
demandante, por lo cual no podía recaer en este el gravamen que el
aparto judicial cumpliera con notificar al demandando en tiempo
oportuno y, así, cambió la norma para interpretar, a pesar de su claridad,
que el plazo de la prescripción extintiva se interrumpía con la presentación
de la demanda (tal cual ocurre con el plazo de caducidad).
(…)
94
Fundamento destacado: 5.9. Siendo esto así, esta Suprema Sala,
realizando una interpretación sistemática del inciso 3 del artículo 1996
del Código Civil, con un análisis amplio, valorando principios y
derechos constitucionales como el de tutela jurisdiccional efectiva,
considera que la sola interposición de la demanda interrumpe el
término prescriptorio (las negritas son nuestras).
Desde luego, teniendo en cuenta este nuevo criterio. lo mejor sería que el
acreedor intimara previamente al deudor para constituirlo en mora, si
fuera el caso, pues con el sistema judicial colapsado que todos los días
sufrimos los abogados litigantes, y con los rechazos constantes de las
demandas por nimiedades (y también una cierta dosis de ignorancia de los
jueces) pequeñeces, lo más probable es que el proceso de admisión y
notificación de la demanda insuma entre tres y cinco meses, cuando no
más.
CAS. N° LIMA
95
transcurrido el plazo de prescripción de diez años que alude el
inciso 1 del artículo 2001° del Código Civil; por lo que no resulta
válido tener como fecha de interrupción la del emplazamiento, en
razón de que el accionante cumple con el plazo fijado en la citada
norma civil, precisamente en el momento que ejerce la acción
personal, lo que se produce cuando presenta su demanda". Lima,
ocho de setiembre de dos mil dieciséis.
Hay que agregar que esta es una tendencia que venían observando los
jueces inferiores desde mucho antes de estas sentencias pronunciadas en
sede casatoria por la Corte Suprema (cuando actúa como Corte de
Casación, se sobreentiende), con el argumento que no es razonable que
el demandante asuma la gran demora que existe a nivel del aparato
jurisdiccional para dar providencia a una demanda (introducida con alguna
anterioridad al vencimiento del plazo, pero no al filo, aunque eso queda a
la discrecionalidad del juez) y, en muchos casos, para admitirla a trámite,
ya que en también es una tendencia actual que los jueces las declaren
inadmisibles por cualquier motivo, lo que atrasa aún más su tramitación y
el emplazamiento al demandado.
Es cierto que en este caso se trató de hacer valer la interrupción del plazo
de la prescripción extintiva en uno de los dos supuestos del inciso 3 del
96
artículo 1996 del CC, ya que se validó la interrupción de la prescripción en
función al segundo supuesto contemplado en dicho inciso, en
consideración a que había mediado “otro acto con el que se notifique al
deudor”.
Una digresión para terminar este punto: queremos dejar sentado que la
“prescripción adquisitiva”, que no constituye una excepción formal en el
sentido cabal del término, es comúnmente opuesta como una defensa de
fondo por el demandado en las demandas que versan sobre la propiedad
o la posesión (mayormente en desalojos por precariedad) de un bien
inmueble, para evitar que estas sean estimadas al dictarse sentencia y que
el demandado que la esgrime pierda la posesión del bien. Ya sabemos que
la sentencia que se pronuncia sobre la prescripción extintiva es
meramente declarativa, pues la adquisición se produce de manera
automática una vez cumplidos los presupuestos para que esta ocurra.
El convenio arbitral es aquel por el cual las partes acuerdan someter las
controversias que surjan de la interpretación o ejecución de un contrato a
la decisión de un árbitro único o de un tribunal arbitral.
97
o después de iniciado el arbitraje, será amparada por el solo mérito de la
existencia del convenio arbitral, salvo en el primer caso, cuando el
convenio fuese manifiestamente nulo».
98
Artículo 2.- Materias susceptibles de arbitraje.
99
"...la demanda contiene una pretensión principal referida a la
nulidad de la Escritura Pública otorgada por Metales G a favor del
Banco que contiene un Contrato de Arrendamiento Financiero en la
modalidad de Lease Back, que según la demandante al tratarse de
un acto jurídico ab solemnitatem conllevaría implícitamente la
nulidad del Contrato de Arrendamiento Financiero; asimismo añade
como pretensión accesoria la referente a la cancelación del asiento
Registral..."
100
en el artículo 220 del citado código, pues puede demandarla todo el que
tenga un interés económico o moral, así como el Ministerio Público.
101
Existe una duda en cuanto a la obligatoriedad de someter la controversia
surgida de un contrato que contiene una cláusula compromisoria que
obliga a someterlo a un arbitraje. Si la validez del contrato es impugnada
y la cláusula forma parte del contrato, ¿debe el agraviado recurrir al
arbitraje o puede acudir directamente al juez para resolver la
controversia, considerando que si el contrato es nulo también lo es el
convenio arbitral pactado en dicho contrato?
102
concluir que, por razón de ese interés público, es razonable acudir a sede
judicial, dejando de lado lo establecido en el convenio, aun tomando en
cuenta que los árbitros pueden pronunciarse sobre la nulidad de un acto
jurídico con contenido patrimonial.
3.14 En los puntos anteriores nos hemos referidos a todas y cada una de
las excepciones que se pueden proponer conforme a nuestro sistema de
derecho procesal civil; también dijimos que las excepciones, a diferencia
de las defensas previas, son numerus clausus, de manera que no se
pueden proponer otras que las que contempla taxativamente el Código
Procesal Civil en los artículos correspondientes.
103
ordenamientos procesales; nos referimos a la que, para efectos
didácticos, denominaremos EXCEPCIÓN POR IMPROCEDENCIA DE LA VIA,
que se propone cuando el demandado advierte que el proceso no se está
tramitando en la vía procedimental correspondiente, sino en otra vía que
no solo no es la pertinente sino que desmejora su derecho de defensa (por
ejemplo, en nuestro sistema, cuando corresponde tramitarse la causa en
un proceso de conocimiento y se está tramitando en uno abreviado o
sumarísimo, donde la cognición - y como consecuencia de ello el derecho
de defensa- está recortada), y que tiene por efecto, si es declarada
fundada, obligar a continuar el trámite del proceso por la vía pertinente,
debiendo el juez regular el procedimiento a efectos de adecuarlo al
trámite que le corresponde; esto puede traer como consecuencia no solo
la nulidad del auto admisorio, sino de otros acto procesales dependientes
de este y practicados con posterioridad al dictado de aquél, que está
viciado de nulidad (véase al respecto el art. 173 del CPC).
104
4. DEL PLAZO Y FORMA PARA PROPONER LAS EXCEPCIONES, DE LA
PRUEBA DE LAS MISMAS, DE SU SUSTANCIACIÓN Y RESOLUCIÓN, Y DE
SUS EFECTOS.
105
El artículo 448 establece que “Sólo se admitirán los medios probatorios
documentales que se ofrezcan en el escrito en que se proponen las
excepciones o en que se absuelven”.
Este artículo nos remite al Capítulo V del Título VIII del Código Procesal
Civil, que bajo el epígrafe “Documentos” trata todo lo relativo a los medios
probatorios documentales.
Por otra parte, el art. 234 trata de las clases de documentos dice así:
106
clausura sino abiertos; esto último porque los avances tecnológicos
mejoran cada día las formas de documentar los hechos).
107
Cuando las excepciones se pretendan probar por medios documentales
que ocasionen cuestiones probatorias tales como, por ejemplo, la tacha
de falsedad del documento, que solo puede solventarse mediante la
intervención de peritos, no procederá tampoco en los procesos
sumarísimos, que requieren que los medios probatorios sean de actuación
inmediata, pero sin embargo la prueba pericial está contemplada
expresamente para los procesos de ejecución (véase el 2° párrafo del art.
690-D del CPC), como ya señalamos en el párrafo precedente.
108
cosas que decir: la primera es que si la excepción es de carácter
perentorio, esto es que si se declara fundada tiene por efecto necesario
acabar el proceso, no hay discusión alguna sobre la necesidad de apelar y
sobre el efecto suspensivo de que debe tener la apelación, pero si declara
fundada una excepción dilatoria la conducta lógica del demandante sería
cumplir dentro del plazo con subsanar los vicios advertidos por el
proponente (y, obviamente por el juez que la declaró fundada), y no
apelar, a menos que considere que ambos estuvieron equivocados. En
este caso, la apelación también se concede con efecto suspensivo (de
manera que lo que sube es el Cuaderno de Excepciones que se debe de
haber formado a partir del momento en que se propuso alguna
excepción).
Los efectos están precisados en el artículo 451 del CPC y son de dos tipos:
uno tiene, como hemos visto a lo largo de este artículo, por efecto la
suspensión del proceso hasta que se subsanen los vicios advertidos por el
proponente y (obviamente) por el juez que declaró fundada la excepción,
y para eso el demandante cuenta con un plazo perentorio que le fija la ley
o el juez, y el otro tipo de efecto es el que afecta la existencia del proceso
como tal y lo perime, de manera tal que éste concluye definitivamente al
anularse todo lo actuado en el mismo. Claro está que como la excepción
no importa una declaración sobre el fondo de la controversia, el
demandante podrá incoar una nueva demanda, pero ya advertido de lo
que va a sucederle cuando la excepción propuesta es de carácter
perentorio.
109
cuaderno donde se tramitó la excepción se agrega al cuaderno principal y
ambos se envían al archivo.
110
4) “Falta de legitimidad para obrar del demandado”
En estos cuatro casos, vencidos los plazos señalados sin que se haya
cumplido con lo ordenado, el juez declarará la nulidad de lo actuado y la
conclusión del proceso y mandará a archivar los actuados una vez que el
auto que resuelve haya pasado en autoridad de cosa juzgada. Estas
excepciones. que tienen como un primer efecto suspender el proceso son,
111
sin duda, excepciones dilatorias, porque si tiene como efecto necesario la
suspensión del proceso lo que están haciendo es dilatarlo.
Aquí debemos hacer una digresión necesaria para aclarar que la excepción
de “Falta de legitimidad para obrar del demandante” no tiene por efecto,
como sí lo tiene la de “Falta de legitimidad para obrar del demandado”,
suspender el proceso, sino que de ser amparada acaba el proceso, lo
perime definitivamente, conforme lo enuncia el inciso 5 del artículo 451
del CPC, y según vamos a ver seguidamente.
112
3) la de “Falta de Agotamiento de la vía administrativa”, que por
proponerse en los casos que existe un procedimiento
administrativo en curso (lo que ocurre cuando la resolución dictada
en el mismo no ha causado estado), acaban con el proceso
entablado en sede judicial, pues no es posible suspenderlo hasta
tanto se decida la cuestión en sede administrativa;
113
10) “Prescripción extintiva”, porque la acción para ejercitar el
derecho está perimida y el demandado lo hace valer; y
Existe una prohibición el Código Procesal Civil según la cual los hechos que
configuran excepciones no pueden ser alegados como causal de nulidad
por el demandado, que pudo proponerlos como tales en la oportunidad
procesal correspondiente.
114
Esta disposición pretende que no se propongan nulidades cuando el vicio
(alegado por el nulidicente) pudo haber sido materia de la
correspondiente excepción, pero hay casos en que el vicio es de tal
naturaleza que si recién se advierte cuando ya pasó la oportunidad
procesal para proponer la excepción correspondiente, y no se puede
denunciar en razón a esta prohibición, la sentencia que se dice en el
proceso va a resultar siendo ineficaz.
115
remedios y en recursos; la nulidad puede ser deducida como remedio o
puede ser propuesta como recurso: en el primer caso, esto es cuando se
deduce como remedio, está dirigida a corregir vicios del proceso
contenidos en actos procesales no contenidos en resoluciones, y en el
segundo caso, si es propuesta como recurso, ataca actos procesales
contenidos en resoluciones. Consiguientemente, si la nulidad se hace valer
como remedio, no vemos por qué no podría hacerse valer para para
corregir un vicio tan grave como lo es la falta de legitimidad para obrar del
demandante o del demandado. Pero si solo puede atacarse mediante una
nulidad, en nuestra opinión tendría que hacerse valer como recurso ya
que estaría dirigida contra el auto admisorio de la demanda, a través del
cual se ha admitido a trámite una demanda que presentaba ese vicio que,
de no subsanarse, invalidaría el fallo, pues la falta de legitimidad para
obrar, afecte a una o a otra parte, hace inútil la sentencia que se dicte en
tales condiciones, pues carece de eficacia para obligar al vencido a
practicar una conducta o para declarar o para constituir un derecho, según
el tipo de sentencia de que se trate.
116
cual pierden todos los involucrados, en términos de tiempo y esfuerzo, así
como también pierde el sistema de justicia, que fue utilizado inútilmente
por el demandante que carecía de legitimación, no obstante lo cual puso
en marcha la maquinaria judicial haciendo uso de su derecho de acción
(respaldado por lo que se llama “tutela jurisdiccional efectiva”, que es una
garantía constitucional de tipo “continente” ya que abarca una multitud
de otros derechos, entre otros, el de acción y el de defensa, debido
proceso, prueba, impugnación, etc.).
117
haberse propuesto como excepciones en su oportunidad procesal no
producen como efecto la nulidad del proceso, el que pude continuar y ser
resuelto mediante una sentencia de mérito.
118
Con la excepción de “caducidad” ya señalamos que puede ser declarada
de oficio en cualquier momento del proceso en que el juez la advierta o la
parte demandada la denuncie; ello es así porque sin derecho no hay
legitimación para obrar (ya que el demandante en su demanda ha
invocado un derecho que ha quedado establecido, a través de esta
excepción, que ya no tiene) y sin ésta no se puede establecer una relación
jurídica procesal válida, que es el presupuesto insoslayable para dictar una
sentencia de mérito que le ponga fin al conflicto de intereses o a la
incertidumbre jurídica. Las sentencias inhibitorias que se dictan en esas
circunstancias no contribuyen en nada a la solución de la controversia
porque, en definitiva, no resuelven nada, sino que más bien dilatan la
solución del conflicto, haciendo perder tiempo y dinero a los litigantes.
6. CONCLUSIONES.
6.1. Las excepciones son defensas formales que opone el demandado para
impedir la formación de un proceso válido, es decir, no atacan la
pretensión en sí misma (directamente) sino que atacan la acción
impidiendo la formación de la relación jurídica procesal (que da lugar al
nacimiento del proceso como causa o litigio) que pretende establecerse
válidamente (con la introducción y admisión a trámite de la demanda)
para poder emitir una sentencia de mérito. Las excepciones son la
manifestación del proponente de resistir el proceso al que se le pretende
incorporar. Se oponen siempre a la acción no a la pretensión.
119
6.2 Las excepciones, según su naturaleza, afectan de distinta manera al
proceso: aunque todas se tramitan en cuaderno separado, algunas tiene
por efecto condicionar la tramitación del proceso principal porque su
resultado puede afectarlo significativamente, pero sin perimirlo en ningún
caso sin son subsanadas (por ejemplo, la de falta de capacidad del
demandante, la de representación insuficiente o defectuosa, la de
obscuridad o ambigüedad en el modo de proponer la demanda) a las que,
arbitrariamente, llamaremos “dilatorias” (porque si son declaradas
fundadas van a retrasar el trámite del principal, el que deberá acomodarse
a lo resuelto), mientras que las otras perimen el proceso, y por eso las
llamaremos, con propiedad, “perentorias”, porque una vez consentido o
ejecutoriado el auto que las declara fundada, acaban con el proceso
definitivamente.
120
que no son pasibles de subsanación alguna, no deberían ser denominadas
de otra manera, porque efectivamente acaban (perimen) el proceso en
caso de declararse fundadas y, de ahí, que el término de “perentorias” sea
el adecuado para referirse a ellas.
6.5 Los hechos que configuran ciertas excepciones son de tal naturaleza
que, aunque no se hagan valer como excepciones por el demandado, el
juez debe de oficio subsanar el vicio que configura la existencia de tales
hechos pues, de lo contrario, tendrá que declarar la inexistencia de una
relación jurídica procesa válida o, en su momento, dictar una sentencia
inhibitoria, con la pérdida de tiempo que ello ocasiona y los efectos
colaterales que puede producir una declaración inhibitoria dictada luego
de tramitado todo el proceso, como, por ejemplo, hacer lugar la
prescripción extintiva haciendo imposible el ejercicio del derecho de
acción o producir la caducidad del derecho, etc.
121
proceso por el juez sino ha sido propuesta como excepción por el
demandado, otorgándosele un plazo al demandante para que subsane el
defecto de representación advertido. De no procederse así la sentencia
que en definitiva se dicte no tendrá efecto respecto del falso
representado, lo que invalida el proceso en su totalidad, en la medida que
la sentencia de mérito así dictada no tiene eficacia alguna contra ese falso
representado.
122
6.8 De igual modo, la litispendencia y la cosa juzgada no solo configuran
excepciones, sino que al igual que las anteriores, deben ser declaradas de
oficio por el juez una vez advertidas, pues no hacerlo permitiría que se
produzca un doble pronunciamiento sobre lo mismo, cosa que el derecho
rechaza en función al principio que impide el doble juzgamiento (ne bis in
eadem).
123
ley para estimarlas, de manera que no se entiende muy bien el porqué de
la actual distinción, aunque la cosa juzgada tiene, quizá, otros efectos que
no serían comunes a las anteriores.
124
suprimiría el derecho que fuera revisada en segunda instancia, pues en
ningún caso procedería el recurso de casación en la medida que esta
excepción no le pone fin al proceso, por lo que no cumple con una de las
exigencias de admisibilidad del recurso; concretamente la señalada en el
inc. 1 del art. 387 del CPC: Requisito de admisibilidad.- El recurso de
casación se interpone: 1. Contra las sentencia y autos expedidos por las
salas superiores que, como órganos de segundo grado, ponen fin al
proceso).
Esta es una tendencia que venían observando los jueces desde mucho antes
de esta sentencia casatoria, con el argumento que no es razonable que el
demandante asuma la gran demora que existe a nivel del aparato judicial
125
para dar providencia a una demanda y, en muchos casos, para admitirla a
trámite, pues se está haciendo común que los jueces las declaran
inadmisibles por cualquier motivo por baladí que parezca (por ejemplo, por
no presentar la papeleta de habilitación del abogado patrocinador, lo que,
además, constituye una exigencia irregular pues no está contemplada en el
CPC como requisito de admisibilidad), todo lo que tiene por efecto atrasar
aún más su tramitación y el emplazamiento al demandado que, en los
hechos, toma muchos meses.
126
demanda a último momento pueda ser amparado por esta decisión de la
Corte Suprema (en el derecho anglosajón este tipo de situaciones se
solventan con lo que se conoce como “estoppel by laches” que se opone
frente a la actitud negligente del demandante de hacer valer su derecho en
el tiempo apropiado; el efecto es detener una acción ejercitada tardíamente
(laches o tardiness) por quien introduce la demanda al límite del vencimiento
del plazo para hacerlo conforme al “estatuto de limitaciones” - statute of
limitations; desde luego, si la prescripción ya se ha decursado, se invoca dicho
estatuto para atacar la acción, lo que en buena cuenta constituye lo que aquí
conocemos como una excepción de prescripción extintiva o prescripción
negativa.
127
En efecto, el Código Civil es muy claro al señalar que el plazo de prescripción
solo se interrumpe con el emplazamiento al demandado; así lo precisa con
claridad meridiana el inciso 3 del art. 1996 que habla de “citación con la
demanda”. No dice que se interrumpe con la “presentación de la demanda”
(como sí ocurre tratándose de un plazo de caducidad, pues lo que se perime
es el derecho, no la acción); eso lo dicen ahora los jueces, y eso constituye
una solapada modificación de la ley (al menos en su aplicación) y es una mala
práctica que debería estarles vedada, pues es atribuible a su propia inanidad
(o a una falla en el diseño de la estructura judicial, si queremos ser más
generosas con los jueces) para despachar con prontitud las causas a su cargo.
Desde luego lo justifican bajo el argumento de la ineficiencia del sistema de
notificaciones de aparato de justicia (como si la demora solo fuera atribuible
a dicho sistema y no a ellos que se toman una eternidad en calificar una
demanda nueva, sobre todo cuando esta presenta cierto grado de dificultad
para su calificación; al menos esto es lo que ocurre actualmente en el Distrito
Judicial de Lima).
128
titulado “LA CAUSAL RECONOCITIVA COMO MEDIO DE INTERRUMPIR LA
PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA”, que, precisamente, se ocupa de este medio, no
tan infrecuente, de interrumpir el plazo de la prescripción extintiva mediante
el reconocimiento que hace el deudor de la obligación a su cargo dentro del
plazo de la prescripción, desde luego).
129
a aquel el cumplimiento de la prestación a su cargo; si el deudor intimado
no cumple con su prestación, queda constituido en mora. Esta es la llamada
mora ex personae, por oposición a la mora automática o ex re (que se
produce por el solo vencimiento del plazo fijado para el cumplimiento de la
obligación, como ocurre, por ejemplo, al vencimiento de los títulos valores,
particularmente los no sujetos a protesto, y en otras obligaciones donde la
ley o el pacto lo establecen, o en los casos en que, por su naturaleza y
circunstancias, el plazo es de la esencia de la obligación; el ejemplo clásico de
esto último es del vestido de bodas de la novia que no está listo para la hora
en que debe celebrarse la ceremonia matrimonial, con lo cual -como es
obvio- carece de toda utilidad para el acreedor su cumplimiento a destiempo;
esto, desde luego, constituye también un caso de inejecución de la obligación
(por la carencia de utilidad para el acreedor de la misma), en adición a la
constitución en mora del deudor de la prestación.
Sin embargo, a juicio nuestro esta disquisición solo tiene algún sentido en la
medida que la constitución en mora tiene por efecto primordial, como
señalamos, estar en condiciones o capacidad de exigirle al deudor
(particularmente en la vía judicial) el cumplimiento de la prestación a la que
se obligó, es decir que el plazo prescriptivo se cuenta a partir de la fecha en
que la obligación resulta exigible, de modo que la mora automática, en
principio, y al igual que la mora ex personae, debería relevar al acreedor de
la obligación de exigirle al deudor el cumplimiento de la obligación dentro
del plazo de prescripción de la acción, pues debería producir por sí sola (como
tal) la interrupción de ese plazo; su efecto (nos estamos refiriendo siempre a
la mora ex re) es hacer exigible la obligación sin necesidad de la interpelación
que se exige de común (por que la norma es que la constitución en mora
requiere de la intimación, con excepción de los cuatro casos que contempla
el antes mencionado art. 1333 del Código Civil, en los que la mora se produce
de todas maneras sin necesidad de intimación, aunque no necesariamente
estos casos encajen dentro de lo que se entiende comúnmente como mora
ex re). Pero como hemos visto, uno de esos cuatro casos, el del inciso 2 del
artículo mencionado, solo contempla la intimación en mora (es decir la mora
130
ex personae) como medio de interrumpir el plazo de la prescripción, sin
referirse para nada a la mora automática.
131
sin excepción y no solo las de condena, requieren de un cierto grado de
ejecución, como hemos anotado arriba).
En la práctica esto importa que una excepción perentoria (que pone fin al
proceso y que, por lo tanto, puede ser recurrida en casación, como la de
prescripción extintiva o la de transacción o la de convenio arbitral, por
ejemplo) puede tardar de dos a tres años o hasta más tiempo en ser
resuelta, desde que los plazos en la Corte Suprema, atiborrada de
expedientes (cuadernos) casatorios (así como también de otra
naturaleza), cada día se alargan hasta extremos inconcebibles para un
máximo tribunal de justicia, que se supone que debe resolver con cierta
celeridad las causas que procesa (que, adicionalmente, deben versar
sobre asuntos de gran relevancia jurídica, cosa que no ocurre
actualmente, pues la Suprema parece más un tribunal de alzada que otra
cosa), llegando a formarse un verdadero cuello de botella que no permite
el tráfico fluido de los expedientes, con todo lo que ello significa para los
justiciables como primeros afectados y, en segundo lugar, para el interés
público, que reclama un sistema de justicia predecible y ágil, es decir lo
132
La solución, como ya lo hemos dicho muchas veces, pasa por reformar el
recurso de casación, que ha dejado de ser un recurso extraordinario para
convertirse (pervertirse, sería más justo decir) en un mecanismo de uso
común para alargar por años la solución final del conflicto de intereses,
creando, como consecuencia de su uso indiscriminado, un verdadero
cuello de botella, como señalamos arriba, que hace imposible una
definición célere del recurso que llega a su conocimiento con la idea que
se resuelva en definitiva la causa (asumiendo que el recurrente actúa de
buena fe al interponer el recurso y no con fines meramente dilatorios,
como sucede en una gran parte de los casos), lo que no ocurre cuando la
sentencia casatoria es de carácter rescindente, porque en eso implica
necesariamente el reenvío del proceso al inferior para que subsane el vicio
advertido por la Corte y luego da lugar a que se interponga un segundo
recurso de casación sobre lo mismo, con lo cual la solución del proceso se
dilata enormemente, lo que obviamente atenta frontalmente contra el
“principio de celeridad” que debería presidir todo proceso para evitar que
se eternice y no se administre justicia oportunamente. “Justicia que tarda,
no es justicia”, decía el notable procesalista uruguayo del siglo pasado
Eduardo Couture, frase sin duda tomada de Séneca el Joven, que hace casi
dos milenios había expresado que “nada se parece tanto a la injusticia
como la justicia tardía”. Jean de la Bruyére, otro notable pensador francés
del siglo XVII, había expresado lo mismo, en su momento, con parecidas
palabras.
133
habían propuesto para reducir cuantitativa y cualitativamente los casos en
que podía proceder el mismo, así como eliminar el efecto suspensivo
cuando se interponía contra dos sentencias contestes) desperdiciando
una oportunidad de oro para reformarlo sustancialmente y convertirlo en
un verdadero recurso extraordinario, como debe ser por la naturaleza y
función primordialmente nomofiláctica del mismo.
134
requerir declarar en reorganización el Poder Judicial y hacer una reforma
a fondo del mismo a cargo de los otros poderes del Estado, con la
colaboración de la Junta Nacional de Justicia y de la Defensoría del Pueblo
y de otras entidades vinculadas (Colegios de Abogados, a través de
representantes nacionales) y, quizá, con la participación del propio Poder
Judicial pues tal como está estructurado actualmente el sistema de justicia
no está funcionando en lo absoluto.
Para que tengan una idea de la exagerada cantidad de jueces que forman
actualmente la Corte Suprema, cada una de sus distintas Salas es
conformada por cinco jueces supremos, y en cuanto al número de estas
última, existe una Sala Civil, seis Salas Constitucionales, tres Salas Penales,
y una Sala Penal Especial (conformada por tres jueces), además de otros
jueces supremos que no forman Sala sino que están destacados a otras
funciones, como el jefe de OCMA y los jueces que forman parte del
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial y juez que es el Presidente del Jurado
Nacional de Elecciones, lo que da un total de ¡56 jueces supremos! (y, para
colmo, la gran mayoría de ellos son jueces provisionales, que se
desempeñan sin la experiencia necesaria y sin la debida preparación
académica), lo que es un despropósito tratándose del vértice de la
pirámide jurisdiccional y, además, tiene como efecto indeseado o
consecuencia casi necesaria que las “ponencias” (así se llaman los
proyectos o borradores de las resoluciones que preparan uno de los cinco
jueces que forman Sala) de los jueces provisionales tengan que ser
revisadas por el presidente de la Sala (que siempre es un juez supremo
titular y con mucha mayor experiencia), con lo cual la expedición de la
resolución que pone fin al proceso se atrasa por otros años más.
135
Retomando el hilo del discurso una vez más, y para quienes tengan interés
en el tema relacionado con el recurso de casación y la necesidad
inaplazable de su reforma (que vendría a ser la segunda desde la
promulgación del actual Código Procesal Civil de 1993) puede consultarse
un artículo de mi autoría publicado en el mes de julio del año 2018 en el
portal www.academia.edu titulado “EL RECURSO DE CASACIÓN Y LA
NECESIDAD DE SU REFORMA EN CUANTO A SU PROCEDENCIA Y
RESOLUCIÓN” que pretende contribuir a agilizar el trámite de este recurso
extraordinario, además de circunscribirlo a los casos en que sea necesario
dictar el derecho cumpliendo así la función nomofiláctica, que es la
finalidad primordial del recurso.
136