Las Excepciones y Las Defensas Previas en El Proceso Civil Peruano
Las Excepciones y Las Defensas Previas en El Proceso Civil Peruano
Las Excepciones y Las Defensas Previas en El Proceso Civil Peruano
PERUANO
(REVISIÓN 2021)
La excepción es a la acción
lo que la contradicción es
a la pretensión.
RESUMEN
Este artículo hace un examen breve de cada una de las excepciones que se
pueden proponer en un proceso civil con diferentes efectos en el mismo
según la naturaleza de las mismas; también hace una breve referencia a las
defensas previas que, sin ser excepciones, se oponen y tramitan como éstas,
aunque su efecto es distinto pero parecido al que producen las excepciones
dilatorias, que suspenden la formación de la relación jurídica procesal pero
no la perimen, como ocurre con otras excepciones.
1
Las mal llamadas excepciones de fondo (de compensación, por ejemplo) no
son otra cosa que medios de defensa que se oponen a la pretensión del
demandante, pero al no constituir defensas formales no pueden ser
consideradas “excepciones” en el sentido que les atribuye nuestro Código
Procesal Civil (ya que, obviamente, no atacan la acción del demandante, sino
la pretensión hecha valer en la demanda).
ABSTRACT
This article makes a brief examination of each one of the exceptions that can
be proposed in a civil process with different effects according to the nature
of the same; also makes a brief reference to the previous defenses that,
without being exceptions, are opposed and processed like these, although
their effect is different, but similar to the one produced by dilatory
exceptions, which suspend the formation of the procedural legal relationship
but do not terminate the process, as it happens with other exceptions.
PALABRAS CLAVE
EXCEPCIÓN
2
DEFENSA PREVIA
EXCEPCIÓN DE FONDO
KEYWORDS
EXCEPTION
PREVIOUS DEFENSE
Formal articulation that opposes to the lawsuit and impedes the progress of
the process as long as it is not resolved.
SUBSTANTIAL EXCEPTION
3
Las excepciones -que, desde ya adelantamos, son defensas formales que se
oponen a la acción del demandante- no se entienden fuera del contexto de
un litigio, de manera que lo primero que hay que definir es qué es un litigio
(o un proceso, como indistintamente se le llama actualmente, aunque no
sabemos si coloquial o técnicamente, sin distinguir el contenido, que es el
“litigio” o la controversia como tal, del continente, que es el “proceso”
entendido como el cauce en que se solventa el litigio) para luego estar en
condiciones de tratar de definir con la mayor precisión posible lo que son las
excepciones en función al litigio o litis en que se hacen valer como un medio
de defensa del demandado frente a la actividad procesal de la parte
demandante.
4
(trasladado al Derecho Penal esto se conoce como “principio de
insignificancia”).
Actualmente el litigio recibe, indistintamente (y erróneamente), el nombre
de proceso que, como señalamos, es propiamente el continente, mientras
que el litigio o controversia es el contenido del primero; hay que diferenciar
esta distinción que estamos haciendo de esta otra muy difundida según la
cual todo proceso está sometido a ciertas reglas de procedimiento, de
manera que en este sentido el procedimiento es el continente del proceso y
éste es su contenido, como sostienen Carnelutti y Guasp. Esto no desvirtúa lo
dicho respecto de la relación entre litigio o controversia y proceso, pues la
controversia se hace valer a través de un proceso que, a su vez, está
sometido a un procedimiento, pero, al margen de su denominación, este es
el mecanismo procesal que provee el Estado para resolver un litigio, es
decir para resolver un conflicto de intereses con relevancia jurídica (o “caso
justiciable”, como ya señalamos que también se le denomina en la
actualidad), bajo el control de jueces y tribunales (heterocomposición), con
observancia de las normas procesales y la aplicación de las normas jurídicas
sustantivas al caso concreto que resuelven el conflicto en definitiva.
Sirve también el proceso para tramitar un litigio con el fin que se resuelva
una incertidumbre con relevancia jurídica, tal como resulta del Art. III del
Título Preliminar de nuestro Código Procesal Civil, que señala cuáles son los
fines del proceso (aquí cabe una aclaración necesaria: el Título Preliminar del
Código Procesal Civil, al igual que el del Código Civil, entre otros códigos y
Leyes Orgánicas, contiene disposiciones que enuncian principios o reglas que
prevalecen, como doctrina legal, por sobre las demás disposiciones que
contiene el cuerpo legal que se inicia de esa manera; no es una prevalencia
normativa jerárquica, pero sí una que informa o, aún mejor expresado,
permea a todo el articulado que sigue a continuación de ese llamado “Título
Preliminar”).
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jurisdiccional del Estado (a través de un proceso que garantice el derecho de
acción y el de defensa de los justiciables de manera irrestricta, aunque
siempre en función al tipo de proceso), debemos decir que la excepción
puede definirse como un medio de defensa o articulación formal que
opone el demandado a la acción ejercitada por el demandante ante el
órgano jurisdiccional con la finalidad de impedir que pueda formarse una
relación jurídica procesal válida o, lo que es lo mismo, que pueda nacer un
proceso judicial y tramitarse y emitirse válidamente un pronunciamiento de
fondo sobre la pretensión hecha valer en la demanda por el actor.
En el Primer Pleno Casatorio Nacional Civil del año 2013 se definió a las
excepciones de la siguiente manera:
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también por el sólo emplazamiento tiene necesidad de tutela
jurisdiccional, concreta y actual”. (el resaltado es nuestro)
Como puede verse, en el texto transcrito se citan hasta tres tipos distintos
de defensas, que enunciamos por el orden que guardan en el texto arriba
transcrito y que son las siguientes:
2) las de forma y
Todas ellas son mencionadas como medios de defensa que puede ejercitar el
demandado para contradecir la pretensión (según se indica en el texto
transcrito), lo que no es de todo cierto tratándose de las defensas de forma,
ya que estas atacan directamente a la acción ejercitada por el demandante,
ya que esas defensas de forma referidas en dicho texto no son otras que las
excepciones formales que enuncia de manera taxativa el artículo 446 del
Código Procesal Civil. Y ya hemos dicho que las excepciones atacan la acción
ejercitada por el demandante, no el proceso en sí.
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Hacemos notar que algunos autores sostienen que ciertas excepciones (nos
referimos, desde luego, a las defensas formales que puede oponerse a la
acción del demandante) constituyen también defensas de fondo; sin
embargo, según la definición que hemos dado arriba, resulta claro que no
compartimos esa opinión.
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un conflicto planteado por el demandante porque considera que no tiene
porqué formar parte de esa relación jurídica procesal que este último
pretende establecer a través de la demanda que dio inicio al proceso al que
pretende vinculárselo como contraparte.
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Entonces, como se ha visto, las excepciones, según su naturaleza, producen o
causan dos efectos distintos y distinguibles con relación al proceso en el
que se proponen y que son los que vamos a ver seguidamente:
1) en un caso paralizan temporalmente el proceso (es decir,
suspenden su tramitación) si se declaran fundadas (y a partir del
momento en que se declaran fundadas hasta cuando el demandante
subsana el defecto advertido que dio lugar al acogimiento por el juez
de la excepción propuesta) y,
De ahí su diferenciación, por sus distintos efectos, entre unas y otras: las
primeras lo suspenden hasta su remediación o subsanación, y las segundas lo
acaban irremediablemente.
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subsane los defectos denunciados por el proponente de esta, y si éste no lo
hace dentro de ese plazo perentorio (desentrañando el galimatías, se
entiende) el juez anula lo actuado y da por concluido el proceso, obviamente
sin declaración sobre el fondo. Pero si, por el contrario, el actor subsana los
defectos advertidos por el demandante y, a su turno, por el juez que ha
acogido la excepción, el proceso prosigue normalmente (sin embargo, en los
hechos, al menos en nuestro país, esto supone una demora de muchos
meses, lo que obliga al demandado a contestar la demanda antes que se
haya resuelto la excepción, colocándolo así en una situación de indefensión
que vamos a analizar más adelante con mayor detenimiento, pero que es
fácil advertir desde ahora dado que esta excepción se tramita al igual que las
demás excepciones).
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reconozca el derecho sustantivo que conserva todavía, pero que ya no puede
exigir judicialmente (ni extrajudicialmente, aunque, a pesar de ello, siempre
subsiste su derecho frente al deudor de la prestación pero ahora como una
obligación natural, ya no de carácter legal).
Estos son dos ejemplos de los efectos tan dispares que puede ocasionar una
excepción que se declara fundada y están desarrollados en el artículo 451
del Código Procesal Civil bajo el epígrafe “Efectos de las excepciones”, punto
sobre el que volveremos más adelante.
Si bien esta clasificación ya no se emplea los efectos que producen son casi
los mismos pues, como hemos visto, en un caso alargan el proceso en tanto
no se subsanen los defectos (sin son amparadas, desde luego) y en otro lo
truncan de modo definitivo, lo acaban irremediablemente cuando son
estimadas y el auto que las resuelve pasa en autoridad de cosa juzgada,
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tornándose en inimpugnable (luego de agotarse los recursos impugnativos
contra el mismo, desde luego). Hay que advertir que se trata de cosa juzgada
formal, nunca material, porque mediante la excepción no se resuelve un
conflicto de intereses o una incertidumbre jurídica, es decir, no se resuelve la
controversia llevada a juicio.
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atrasaba enormemente el desenlace del mismo, pues podían llegar a ser de
conocimiento de la Corte Suprema vía un recurso de nulidad -recurso que no
existe actualmente en los procesos civiles- en virtud del cual dicho tribunal
actuaba como una tercera y última instancia de mérito; ello no quita que en
ciertos casos ocurran situaciones similares en sede casacional, a pesar que
está vedado el reexamen de los hechos con el fin de revalorarlos, pues la
finalidad primordial de este recurso extraordinario es nomofiláctica, es decir
de profilaxis jurídica (depuración del derecho), aunque muchas veces
prevalezca sobre la anterior la función llamada dikelógica, que es la justicia
del caso concreto, con lo cual este recurso pierde mucho de su naturaleza y
sentido, pues al pretender hacer prevalecer la justicia en el caso recurrido se
pueden, y de hecho ocurre, invadir competencias vedadas en sede casatoria,
tales como considerar que los jueces en casación tienen facultades para
volver a examinar los hechos en que se fundaron los fallos de las instancias
de mérito, algo que realmente les está vedado).
Para finalizar este punto, reiteramos que en nuestro sistema procesal civil las
excepciones no detienen el curso del proceso principal porque se tramitan
en cuerda separada (salvo, desde luego, los casos en que se declara fundada
una excepción “dilatoria”, que tiene por efecto suspender el proceso a partir
de esa declaración y hasta que se subsane el defecto advertido, como ya
hemos indicado), pero sí pueden demorar, en los hechos, el saneamiento del
proceso, en tanto no sean resueltas en última instancia. Este efecto
indeseado, que no es tan infrecuente, se da por causa de algunos jueces que
prefieren esperar el desenlace de la excepción en la instancia superior antes
de proceder a sanear el proceso, como corresponde una vez resuelta por él
la o las excepciones propuestas por la parte demandada, pues nada obsta
para que el auto de saneamiento se dicte en esa oportunidad, una vez
declarada infundada/s la/s misma/s por el propio juez a cargo del
saneamiento (que, por lo demás, es lo que normalmente debe ocurrir).
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El demandado interpone una excepción de prescripción extintiva y el juez de
primera instancia, ante el que gira la causa, la declara infundada, pero como
el agraviado puede apelar esa resolución (que es un auto) y el Cuaderno de
Excepciones debe elevarse al superior para que resuelva en segunda
instancia, el juez, en algunos casos (sobre todo si tiene alguna duda sobre lo
que ha resuelto, ya que en el caso de la prescripción existe jurisprudencia
vacilante con respecto a la interrupción del plazo de la misma, como vamos a
ver al analizar esta excepción), puede demorar -obrando irregularmente,
desde luego- el trámite del principal hasta que se resuelva en definitiva la
excepción o hasta que se resuelva en segundo grado la apelación del
perdidoso, para recién proceder al saneamiento procesal (oportunidad
procesal en la se declara si existe o no una relación jurídica procesal válida),
no obstante que en teoría debe proseguir tramitando el cuaderno principal
sin perjuicio de la apelación interpuesta: sin embargo, si el juez decide
seguir adelante (como corresponde y como ocurre en la mayoría de los
casos), saneando el proceso, fijando luego los puntos controvertidos,
realizando el saneamiento probatorio y llegando al estado de sentenciar y,
en muchos casos, habiéndose ya sentenciado la causa, existe el riesgo que en
algún momento el juez superior declare fundado el recurso de apelación (y,
con ello, fundada la excepción), e interpuesto recurso de casación por el
demandante contra dicha resolución de segunda instancia que acaba el
proceso (lo que no puede ocurrir con las demás excepciones), la Corte de
Casación no case el recurso, quedando con ello firme el auto recurrido y, así,
también firme la excepción que perime el proceso, y todo queda finalmente
anulado, con la consiguiente enorme pérdida de tiempo y esfuerzo que eso
significa para los litigantes y para el sistema de justicia, como todo dictado de
una resolución inhibitoria que le impide al juez, como consecuencia
necesaria, resolver el fondo de la controversia (lo que, obviamente, puede
dar lugar a un nuevo proceso sobre la misma materia controvertida, en el
medida que no pudo ser resuelta en el primer proceso como consecuencia
de la inhibitoria).
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Otra situación es la de las excepciones que estamos denominando,
arbitrariamente “dilatorias” (porque son denotativas de ese efecto cuando se
declaran fundadas, dado que, sin son amparadas, suspenden el curso del
proceso en tanto se subsane el defecto que dio lugar a su proposición); en el
siguiente ejemplo el demandado propone la excepción de “Obscuridad o
ambigüedad en el modo de proponer la demanda” y lo que ocurre en la
práctica es lo siguiente: como la excepción se tramita en cuaderno separado,
el juez le debe correr traslado al actor y, absuelto que sea éste, recién está
en capacidad de resolver la excepción, lo que en la práctica puede ocurrir (y,
de hecho, ocurre casi siempre) cuando ya se encuentra vencido el plazo para
contestar la demanda.
No cabe duda que esta excepción, tal como está actualmente regulada en el
en el Código Procesal Civil, recorta seriamente el derecho de defensa del
demandando, porque, como hemos visto, éste se ve obligado a contestar
una demanda que, por razón de su obscuridad o ambigüedad en sus
términos, no llega a entender qué persigue realmente o cuáles son sus
fundamentos (o ambas cosas a la vez), antes de haberse resuelto la
excepción; sobre esto regresamos cuando nos ocupemos de esta excepción
de manera particular en el rubro correspondiente (3.3.4).
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2. LAS DEFENSAS PREVIAS.
Iteramos que lo cierto es que, al igual que las excepciones, las defensas
previas suspenden la formación del proceso tal como ha sido planteado en la
demanda, por lo que solo una vez resueltas el proceso puede continuar su
marcha. Quizá en esto estribe la diferencia entre excepciones y defensas
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previas, en que una ataca la formación de la relación jurídica procesal y la
otra suspende el proceso, y con ello también la formación de esa relación,
hasta tanto se solvente la defensa previa.
Sin embargo, las defensas previas, que se proponen como las excepciones,
tienen una finalidad diferenciada de aquellas.
A manera de ejemplo, el artículo 455 del CPC enuncia dos de ellas: el
beneficio de inventario y el beneficio de excusión; su interposición ocasiona
el efecto de suspender el trámite del proceso hasta que se cumpla el tiempo
o el acto previsto como antecedente necesario para el ejercicio del derecho
de acción, conforme a lo preceptuado en el artículo 456 del mismo código.
En consecuencia, si se declara fundada la defensa previa no se perime el
proceso, pero sí lo estanca, lo suspende hasta que se decida sobre la misma.
Esto, desde luego, puede dar lugar a demoras inusitadas pues si, por
ejemplo, se propone como defensa previa el beneficio de excusión, el
demandante se verá obligado a hacer excusión de los bienes del acreedor
(demostrando que carece de bienes suficientes para afrontar el pago de la
deuda) para poder luego dirigirse contra el fiador simple (que es quien ha
planteado esa defensa previa y quien goza de tal beneficio), lo que puede
tomarle años, ya que a ese efecto el acreedor tendrá que demandarlo por el
pago de la deuda y demostrar que el deudor no cuenta con la solvencia
suficiente para afrontarla (a eso se le llama “excusión” o “hacer excusión de
los bienes del deudor”). Recién excutidos que hayan sido los bienes del
deudor puede el acreedor dirigirse contra el fiador para exigirle el pago de lo
debido por el deudor (Quizá acá sea preciso recordar que la responsabilidad
del fiador, además de ser accesoria, es siempre subsidiaria, es decir, que solo
responde en defecto del deudor a quien ha afianzado, aún en los casos en
que se trate de una fianza solidaria, y por ello que puede repetir contra el
deudor lo que haya pagado por cuenta de aquél; en efecto, el artículo 1889
del Código Civil señala que el fiador que paga la deuda queda subrogado en
los derechos que el acreedor tiene contra el deudor, y el artículo 1890 trata
sobre la indemnización que corresponde al fiador que ha pagado por el
deudor).
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En otro ejemplo que puede resolverse con mucha más celeridad, el
“beneficio de división”, que vamos a ver más abajo, tiene el efecto de
obligar al acreedor a replantear su demanda, pues el deudor mancomunado
no puede ser compelido a responder por el total de la obligación sino solo
por la parte a que se ha obligado, lo que ocasiona que el actor deba
demandar a los demás deudores o, lo que es lo mismo, debe reformular su
demanda comprendiendo en la misma a los deudores faltantes (lo que
constituye un caso de litisconsorcio pasivo necesario originario). Desde
luego, si no replantea su demanda, el juez será quien se ocupe de formar el
litisconsorcio pasivo necesario o, en su defecto, declarará la improcedencia
de la demanda por no estar presentes, como demandados, todos los
deudores. O, eventualmente, entenderá que debe circunscribir la pretensión
a lo que adeuda el deudor mancomunado (aplicando el principio iura novit
curiae). Del litisconsorcio necesario se ocupa de manera particular el artículo
95 del Código Procesal Civil.
Del mismo beneficio de división gozan los fiadores simples, si son varios y el
acreedor pretende el cobro del total contra uno de ellos solamente, dejando
de lado a los demás. Al igual que el deudor mancomunado, el fiador hará
valer el “beneficio de división”, obligando al acreedor a replantear su
demanda en función a tal beneficio.
19
Al respecto, el artículo 661 del Código Civil establece que “El heredero
responde de las deudas y cargas de la herencia sólo hasta donde alcancen los
bienes de ésta”; esto es lo que se conoce con el nombre responsabilidad
“intra vires hereditatis”. El principio es que nadie puede ser compelido a
asumir una deuda contra su voluntad, pues es violatorio de su libertad de
contratación.
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que emiten Cartas-fianza hagan mención en ellas a dicho plazo de 15 días
que, equivocadamente, consideran que tendría el beneficiario para requerir
el pago de la fianza luego de vencido el plazo de vigencia de la Carta-fianza
(y, en general, de toda fianza).
21
al deudor y luego al fiador- no le impide al fiador que goza también del
beneficio de excusión exigir al acreedor que primero haga excusión de los
bienes del deudor; con relación a la forma en que opera este beneficio
trataremos en el párrafo siguiente. Sobre este plazo de 15 días del art. 1898
del Código Civil pueden consultar la autorizada opinión del Dr. Manuel de la
Puente y Lavalle en su libro “El Contrato en General”).
22
la obligación, se produce la remisión. En los procesos concursales la quita y la
espera son moneda corriente.
23
La llamada “excepción de caducidad del plazo” está prevista en el artículo
1427 del Código Civil, que establece que, si después de celebrado un
contrato con prestaciones recíprocas sobreviniese el riesgo de que la parte
que debe cumplir en segundo lugar no pueda hacerlo, la que debe efectuar la
prestación en primer lugar puede suspender su ejecución, hasta que aquélla
satisfaga la que le concierne o garantice su cumplimiento. Esto se constituye
igualmente en una defensa previa. Desde luego, está sobrentendido que el
supuesto de hecho contemplado en dicho artículo debe ser acreditado de
manera objetiva, no bastaría simplemente alegarlo como un temor fundado
que la parte incumpla.
Otro ejemplo puede ayudar a comprender mejor como pude oponerse tal
derecho como defensa previa: cuando el poseedor mediato del bien
demanda al poseedor inmediato del mismo la restitución del bien entregado
a este último, el poseedor inmediato puede oponerle al mediato una defensa
previa fundada en su derecho de retención, en ejercicio de lo establecido en
el artículo 918 del CC., que señala los casos en que el poseedor debe ser
reembolsado por mejoras (esto no es infrecuente en procesos de desalojo,
en que el arrendatario del bien ha introducido en este mejoras
reembolsables por pacto o debido a la naturaleza de las mismas, como, por
ejemplo, cuando se trata de mejoras necesarias, que son las que de todos
modos tienen que introducirse para la conservación en buen estado del bien
24
arrendado; las mejoras útiles, que sin ser necesarias se asume que aumentan
el valor del bien, pueden ser o no reembolsables, según lo que se haya
convenido en el contrato respectivo).
25
de fondo que opone el demandado a la pretensión del actor (no a la acción; y
en eso consiste la diferencia entre defensa previa y excepción de fondo). Esto
lo vamos a ver seguidamente cuando nos ocupemos de la mal llamada
“excepción de compensación”, que no puede ser considerada una defensa
previa (porque no suspende el proceso), sino una defensa de fondo, ya que
se opone a la pretensión del demandante y tiene que ser resuelta por el juez
en la setenia y no previamente.
26
la vez deudor y acreedor del demandante, opone su crédito a este último
para “compensar” el crédito que es materia de la demanda (de común ocurre
en las obligaciones de dar sumas de dinero, que son eminentemente
fungibles y homogéneas, pero no se ve cómo pueda hacerse tratándose de
otro tipo de pretensión; desde luego, ambas obligaciones deben ser exigibles
y líquidas, pues no es posible oponer una obligación que está sujeta a plazo o
condición, así como tampoco una que no esté cuantitativamente
determinada), pero este (mal llamado) “beneficio”, que es eminentemente
personal, no tiene ningún efecto procesal sino que, simplemente, constituye
una defensa de fondo, de manera tal que será en la sentencia donde el juez
decidirá si la compensación opuesta por el demandado a la pretensión del
actor resulta o no amparable, pues para ello tendrá que examinar el derecho
opuesto por el demandado y los medios de prueba aportados por éste con la
finalidad de demostrar que, efectivamente, tiene un crédito oponible frente
al demandante.
27
“presupuestos procesales” que, según veremos, son de dos clases: de forma
y de fondo (estos últimos son también llamados “condiciones de la acción”).
“Los presupuestos procesales son los requisitos necesarios para que pueda
constituirse un proceso válido, o una relación (jurídica) procesal válida”.
Los presupuestos procesales son requisitos que deben ser observados antes
de que surja la relación procesal, en tanto que los presupuestos materiales
son requisitos necesarios después de la traba procesal (que se produce
luego del traslado de la demanda).
28
fondo, la inexistencia de uno de ellos conduce a un pronunciamiento
inhibitorio o de forma, que no resuelve lo pretendido.
a) la demanda en forma (que cumpla con los requisitos del art. 424
del CPC);
29
a) la existencia del derecho que tutela la pretensión procesal (lo
que algunos otros denominan “la voluntad de la ley”);
30
(legitimatio ad processum) o capacidad para comparecer ante un juez y
entablar la demanda (o contradecirla). Obviamente no tiene relación alguna
con la llamada legitimatio ad causam o legitimación para obrar, que consiste
en la invocación del derecho sustantivo que hace en su demanda el
demandante y que expresa formalmente en su pretensión, pero que recién
se va a establecer en la sentencia, si la demanda es finalmente estimada (o
su inexistencia, si es desestimada).
Los menores de edad, como sabemos, son representados por sus padres, que
ejercen la patria potestad, o por un tutor (porque los padres no pueden
ejercer la patria potestad que les da derecho a representar sus hijos
menores, sea porque fueron privados de la misma o porque murieron),
mientras que los mayores de edad incapacitados para ejercer sus derechos
son representados por un curador. Sobre su nombramiento y facultades nos
remitimos a las normas del Código Civil, que contemplan ambos aspectos.
Téngase presente que el Decreto Legislativo N° 1383 publicado el 04 de
setiembre de 2018 ha modificado las disposiciones del Código Civil relativas a
31
los incapaces y a la tutela y curatela (artículos 3, 42, 44, 45, 140,141, 221,
226, etc.); ahora algunos de ellos reciben el nombre de “apoyos y
salvaguardas”).
32
La jurisdicción es la capacidad de juzgar que tiene un sistema de justicia
determinado, de manera que cuando en el Derecho Internacional Privado se
habla de jurisdicción nacional se refiere a la que tienen los jueces y tribunales
del país del sistema jurídico de que se trata; contrariamente, cuando se habla
de jurisdicción extranjera se hace en referencia a la jurisdicción que tiene el
país extranjero para juzgar el caso a través de sus jueces y tribunales
competentes.
33
conflictos de leyes no son antinomias de primer grado, que se dan
solo a nivel de un mismo sistema jurídico).
Hay que dejar en claro que nuestra legislación nacional sobre Derecho
Internacional Privado, contenida sistemáticamente en nuestro Código Civil (y,
desde luego, en los tratados y convenios internacionales firmados por el
Perú), autoriza a nuestros jueces y tribunales a aplicar la ley extranjera
cuando esta no contravenga el orden público y las buenas costumbres
(conceptos estos, dicho sea de paso, que no están definidos en la ley, sino
que su interpretación ha quedado en manos de la doctrina y la
jurisprudencia, y que, por necesidad teleológica, están sujetos a cambiar con
los tiempos, adecuándose a ellos con cierta continuidad). Hay que advertir
que, además de las normas sobre Derecho Internacional Privado contenidas
en el Código Civil, también forman parte de nuestra legislación nacional las
contenidas en los tratados internacionales de los que nuestro país es parte o
ha suscrito.
De esta manera queda zanjada, al menos para los efectos de este estudio, la
eterna distinción entre jurisdicción y competencia: la primera es el género, el
sistema jurídico de un determinado país considerado en su conjunto, y la
segunda la especie, el juez y el tribunal de ese sistema jurídico que debe
resolver el conflicto de intereses o la incertidumbre jurídica que se somete a
su solución jurisdiccional.
34
El derecho de acción (y, por contraposición, el de defensa) es una garantía
constitucional que nos permite acudir al órgano jurisdiccional para solicitar
su intervención en la solución de un conflicto de intereses o para el
esclarecimiento de una incertidumbre jurídica; esta garantía de rango
constitucional (art. 139 inc. 3 de la Constitución Política), a la que de
ordinario los abogados litigantes se refieren como “derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva”, está receptada en el artículo I del Título Preliminar
del Código Procesal Civil en los siguientes términos:
Art. I
Ahora bien, para solicitar esa tutela jurisdiccional (del Estado) hay dos
requisitos que deben concurrir copulativamente y que son los llamados
condiciones de la acción:
35
Aquí un comentario sobre esto último: a juicio nuestro, esta exigencia es, en
cierta medida, atentatoria del derecho de acceso a la justicia (que la
Constitución refiere como “tutela jurisdiccional efectiva”), que debe ser
incondicionado; en efecto, no se le puede exigir al demandante que
demuestre que agotó las vías pacíficas de solución del conflicto para poder
solicitar la intervención de la justicia. El derecho de acceso a la justicia está
consagrado en la Constitución en el inciso 3) del artículo 139 y en el artículo I
del Título Preliminar del Código Procesal Civil, y la redacción de este último
nos releva de mayores comentarios sobre lo que debe entenderse por tal.
Particularmente consideramos que la exigencia de tramitar previamente un
procedimiento de conciliación extrajudicial (que se exige en una gran
mayoría de casos y, definitivamente, en los llamados Distritos Conciliatorios),
al que vamos a referirnos inmediatamente, constituye una barrera legal
inconstitucional, ya que sujeta el derecho de acceso a la “tutela
jurisdiccional efectiva” al agotamiento de una vía previa para demostrar la
existencia del interés para obrar, cuando hay muchas otras formas de probar
ese extremo sin llegar a constituir una condición para el ejercicio del derecho
de acción. Además, el solo hecho de introducir una demanda, demuestra el
interés del actor para conseguir que se le haga justicia en el caso llevado a
juicio. ¿Qué más puede pedírsele?
Por eso, con acierto, el autor nacional Carlos Parodi Remón (COMENTARIOS
AL CÓDIGO PROCESAL CIVIL. LA POSTULACIÓN DEL PROCESO), citando al
jurista español Francisco Ramos Méndez, dice que “coincide con la opinión
expuesta en el sentido de que el interés debe estar referido a la sentencia y
no a la demanda, al decir: «En general no puede negarse que todo litigante,
por el mero hecho de serlo, tiene interés en el ejercicio de su acción en el
proceso. Eso es obvio, pues el interés en obrar se traduce en el incoamiento
del proceso y en la actividad procesal», reflexionando luego: «Así como en
las acciones llamadas gráficamente constitutivas o de condena parece que no
hay inconveniente alguno en admitir la existencia de un interés genérico por
el mero hecho de incoar el proceso y de lo que se pide en el mismo, no
ocurre otro tanto en el sentir de la jurisprudencia, respecto de las llamadas
36
acciones meramente declarativas. En éstas se viene exigiendo la
concurrencia de un interés que condicione la intervención jurisdiccional
como única medida posible para la satisfacción de dicho interés. A mi
entender, con ello se está refiriendo una vez más la jurisprudencia al tema de
fondo, a la decisión que se debe adoptar en su día, lo cual no puede
condicionar la admisibilidad del proceso».
En buena cuenta, para estos autores, el interés para obrar está en el hecho
mismo de incoar el proceso, lo que resulta indiscutible en el caso de las
sentencias de condena y constitutivas, salvo, aparentemente, en los casos de
sentencias declarativas, opinión esta última cuyo razonamiento y conclusión
no compartimos.
37
Para que una pretensión pueda ser estimada por el órgano
jurisdiccional precisa, como es sabido, no sólo que se cumplan con los
presupuestos procesales del órgano jurisdiccional (jurisdicción y
competencia) y de las partes (capacidad para ser parte y procesal),
sino también que las partes se encuentren en una determinada
relación jurídico material con ella o, lo que es lo mismo, es necesario,
tanto que se observe lo que la doctrina clásica conceptuaba y todavía
denomina la jurisprudencia1, la “legitimatio ad processum” o
capacidad procesal, cuanto la “legitimatio ad causam” o legitimación
en un proceso determinado.
Sucede, sin embargo, que en un proceso, como el civil, regido por los
principios dispositivo y de aportación, dicha obligación del tribunal sólo
38
puede contraerse con respecto a las partes que han sido demandadas
en el proceso y, de aquí, que, en principio, tan sólo a ellas se dirigirán
las notificaciones (art. 150.1). Al demandante, por tanto, le asiste la
carga, que debiera transformarse en obligación procesal, de
demandar, fuera de los supuestos de legitimación extraordinaria, en su
propio nombre y exclusivamente en relación a derechos de su efectiva
titularidad y de dirigir la demanda tan sólo contra quien deba soportar
los efectos de su pretensión. Si no lo hiciera así y aparentara una
titularidad que no tiene o demandara a una persona que nada tiene
que ver con la relación jurídico material debatida, el tribunal, obligado
por la congruencia, podría otorgar, en su Sentencia, derechos a quien
en modo alguno le corresponden o condenar a quien ni siquiera tuvo la
oportunidad de haber sido oído en el proceso”.
Debe quedar claro que el autor de este artículo que estamos comentando se
refiere a en todo momento a la legitmatio ad causam, es decir a la
legitimidad del actor como titular del derecho que invoca como fundamento
de la pretensión que hace valer en su demanda y a la legitimación ad causam
pasiva, esto es, la del demandado como contraparte legitimada para ser
obligada mediante la sentencia a observar ese derecho invocado en la
demanda en caso que esta sea estimada en definitiva (es decir, como el
sujeto que debe soportar los efectos de la pretensión del demandante, en las
mismas palabras de Gimeno Sendra).
39
3.3. Las excepciones que pueden proponerse según nuestro Código
Procesal Civil.
El código procesal establece cuáles son las únicas excepciones que pueden
proponerse; de esta manera, las excepciones formales susceptibles de
proponerse contra la acción del demandante son numerus clausus y están
taxativamente enunciadas en el art. 446 del CPC que pasamos a revisar a
continuación:
3.3.1 Incompetencia.
40
Sub-Especializad en lo Comercial). Un Juzgado de Paz Letrado no puede
conocer de una demanda sobre prescripción adquisitiva de dominio, por el
dispuesto en el artículo 5 del CPC, que atribuye esa competencia a los
Juzgados Especializados en lo Civil.
41
se haya acordado otra cosa entre las partes, ya que la competencia territorial
es prorrogable, como hemos visto), observando siempre el principio del
derecho que tiene el litigante a ser juzgado por su juez natural dentro de la
jurisdicción correspondiente que no puede cambiar durante el desarrollo
del proceso por el principio conocido “perpetuatio iurisdictionis” que predica
que la jurisdicción y competencia establecida al tiempo de la demanda no
puede cambiarse por el acaecimiento de un suceso posterior a la
introducción de esta (salvo ciertos casos de acumulación de procesos).
“Las partes pueden variar el domicilio durante el curso del juicio, pero
la competencia señalada por el que se tenía en el momento de
admitirse la demanda… o de citarse al demandado, continuará hasta
finalizar el juicio”. (p. 174)
42
salvo en los casos que señala el artículo 21 del Código de
Procedimiento Civil (colombiano).
Cuando se trata de competencia por razón del territorio el art. 38 del CPC
prevé también como remedio la llamada Contienda de Competencia, en
virtud de la cual el demandado puede acudir ante el Juez que considera
competente, dentro de los cinco días de emplazado ofreciendo los medios
probatorios pertinentes que demuestren que su Juez (el de la contienda) es
el competente para conocer de la demanda incoada ante el Juez que
considera incompetente por razón de territorio. El Juez puede rechazar de
plano la contienda propuesta extemporáneamente o cuando es
manifiestamente improcedente o temeraria, pero si el Juez admite la
contienda debe oficiar al Juez de la demanda pidiéndole que se inhiba de
conocerla y solicitando, además, que le remita los actuados (el expediente).
43
se trata de jueces de primera instancia quien dirime es una Sala de la Corte
Superior del Distrito Judicial correspondiente al que están adscritos- y, en el
segundo caso, dirime la Sala de la Corte Suprema correspondiente. Lo mismo
ocurre cuando la contienda entre jueces de primera instancia se extiende a
distintos distritos judiciales, en cuyo caso no puede dirimirla una de las dos
Cortes Superiores ya que solo tienen jurisdicción en su distrito, de modo que
debe dirimirla la Corte Suprema, que tiene jurisdicción nacional, es decir que
abarca todo el territorio de nuestro país.
44
procesos civiles; dicha ley modificó las reglas de la competencia de la manera
que a continuación desarrollamos:
45
ii) si se trata de incompetencia por razón de cuantía, se remitirá el
proceso a la Sala Civil de la Corte Superior correspondiente; y,
46
goce y capacidad ejercicio; desde luego, quien tiene la capacidad de ejercicio
de sus propios derechos tiene también la de goce de los mismos, pero no a la
inversa: así, los incapaces relativos y absolutos ejercen sus derechos, en
ausencia de su capacidad de obrar, a través de sus representantes legales.
47
3.3.3 Representación defectuosa o insuficiente del demandante o del
demandado.
De acuerdo con el art. 80 del tantas veces citado código, en el primer escrito
que se presenta se puede otorgar al abogado las facultades generales de
representación procesal del art. 74. Esto es algo que debe corregirse, pues si
la parte decide cambiar de abogado en el curso del proceso ya no puede
otorgarle al nuevo abogado patrocinador dichas facultades, dado que no se
48
trataría del primer escrito que se presenta al proceso y, lamentablemente,
los jueces son muy estrictos en su aplicación. Además, no tiene sentido que
sólo pueda nombrarse al representante procesal en el primer escrito que se
presenta e importa un recorte al derecho de defensa de la parte concernida,
que, si decide cambiar al representante originalmente designado, se vería
obligada a concurrir al juzgado a otorgar un poder por acta o mediante una
escritura pública, con todo lo que ello significa en materia de tiempo perdido
y dinero. Esta es una de esas “perlas” del CPC que debe corregirse con
prontitud.
49
En el procedimiento italiano “… il difetto di rappresentanza processuale è
(quasi) sempre rilevabile d’ufficio in ogni stato e grado di giudizio e sempre
sanabile ex tunc”, es decir que el defecto de representación procesal es (casi)
siempre detectable de oficio en cada estado y grado de juicio y siempre
subsanable ex tunc (desde siempre, es decir con efecto a la interposición de
la demanda), tal como hemos dicho en el párrafo anterior.
(ii) que las pretensiones no sean contrarias entre sí, salvo que sean
propuestas en forma subordinada o alternativa;
50
(que proviene de un incumplimiento del contrato) y entre las pretensiones se
encuentra una en la que se solicita el pago de una indemnización por daño al
proyecto de vida, que solo puede demandarse cuanto se trata de un caso de
responsabilidad extracontractual.
51
10 y 5 días, según el proceso sea de conocimiento, abreviado o sumarísimo),
lo que en la práctica importa que el demandado se verá obligado a
contestar una demanda que (al menos para él) le resulta obscura o ambigua
y que ha sido cuestionada formalmente (a través de la excepción de su
propósito) por tales motivos, de manera tal que debe defenderse de las
pretensión que se ha hecho valer en esa demanda que considera
obscuramente o ininteligiblemente propuesta, y en el caso de declararse
fundada la excepción, y proponerse nuevamente la demanda pero forma
inteligible, deberá defenderse una segunda vez, con el agravante que el
demandante, bajo el pretexto de subsanar los defectos advertidos por el juez
y señalados en el auto resolutorio, puede variar la fundamentación o los
hechos que sustentan la pretensión o las otras pretensiones si existe más de
una, lo que lo coloca en una situación de ventaja respecto del demandado
que ya expuso sus argumentos de defensa al contestar la demanda y que ya
ofreció la prueba en función a ese primer petitorio de la demanda
originalmente introducida en esos términos.
Por eso es que esta situación tiene que ser objeto de una modificación
cuanto antes, porque son muchos los casos en que se presenta esta
excepción y también son muchos los casos en que los jueces toleran cambios
en la demanda que van más allá de los defectos que se le ha ordenado
subsanar al actor en el auto resolutivo. Estos casos constituyen
verdaderamente casos de mutatio libelli que, desde luego, están vedados (en
este caso, de manera particular al demandante), pues a través de este
mecanismo de subsanación no puede modificar o transformar la sustancia de
sus peticiones o sus elementos sin darle ocasión al adversario (en este caso,
al demandado) de oponerse a estas novedades con eficacia y en condiciones
de igualdad de armas, como hicimos notar.
52
Pero, fundamentalmente, la tramitación de esta excepción debe
modificarse por el efecto negativo que tiene para el demandado, que
queda obligado a contestar la demanda antes que el juez ordene al
demandante que aclare su sentido, como hemos visto arriba, porque
perjudica su derecho de defensa, desde que casi contradice a ciegas la
demanda al no poder desentrañar lo que realmente pretende el actor.
Dice así el autor del estudio que trata sobre esta excepción:
53
“b) AI estudiar los requisitos comunes a toda demanda dijimos que
ésta debía contener la designación del tribunal, la individualización de
las partes, la exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho
en que se basa y las peticiones que se someten al tribunal;36 también
vimos que si a la demanda le faltaban las dos primeras menciones -la
designación del tribunal y la individualización de las partes- el juez
podía desecharla de oficio. Pero puede ocurrir que a pesar de faltarle a
la demanda esas menciones, o de faltarle las demás que exige el
artículo 253, el juez dé curso a la demanda. Son precisamente en estos
casos en los que se puede oponer excepción de ineptitud del libelo.
Para que esta excepción proceda, la demanda debe ser vaga,
ininteligible, falta de precisión en lo que se pide, susceptible de
aplicarse a varias personas, etc.; en fin, deben faltarle algunas de las
menciones del artículo 254 o estar éstas mal expuestas (el resaltado es
nuestro)”.
Hay que tener en cuenta que las excepciones dilatorias en el proceso civil
chileno se tramitan en forma incidental, de manera que no se substancian en
cuaderno separado sino en el principal y que una vez opuestas las
excepciones dilatorias por el demandado, se confiere traslado de ellas por
tres días al demandante para que responda, y vencido ese plazo, con o sin el
pronunciamiento del demandante, se resuelve la excepción, si no hay
necesidad de prueba. Si esta es necesaria, debe abrirse un término de ocho
días para que dentro de él se rinda la prueba y transcurrido este plazo se
dicta resolución; también hay que considerar que si se desestiman o
desechan las excepciones dilatorias o se subsanan por el demandante los
defectos de que adolecía la demanda, el demandado tiene 10 días para
contestar la demanda.
54
en la forma de proponer la demanda”, que se tramita, como todas las
excepciones, en cuaderno separado y sin interrumpir el curso del proceso
principal (que continúa cursándose en el cuaderno respectivo), de manera
que al proseguirse el principal sin resolverse antes la excepción, el
demandado se va a ver siempre en la situación de tener que contestar la
demanda respecto de la cual ha propuesto dicha excepción, aunque no
haya podido llegar a entender cuál es la pretensión del actor, o cuáles son los
fundamentos de hecho o de derecho de la demanda, etc., debido a la
abstrusa o confusa u obscura redacción de la demanda, que da lugar a la
indeterminación, confusión, equívoco, oscuridad propiamente dicha,
anfibología, y demás adjetivos que sirven para definirla como ininteligible y
que hace irracional que en tales condiciones se le exija al demandado que
ejerza su derecho de defensa -oponiéndose a una pretensión cuyos términos
y sentido desconoce a causa de esa mala redacción- sin antes haber
subsanado el demandante esa situación creada por él.
55
esta vía procede que la entidad administrativa proponga la excepción, en
cuyo caso, si el juez la declara fundada, el proceso queda perimido y se
manda a archivar los actuados. Desde luego, quedan descartados los casos
en que la resolución administrativa causa estado porque el administrado no
ha empleado todos los medios impugnativos a su alcance para dejarla sin
efecto y, por el contrario, ha consentido en ella.
56
Por eso la resolución que causa estado por agotamiento de la vía
administrativa es requisito sine qua non para impugnar lo decidido en esa vía
ante el Poder Judicial a través de un proceso contencioso-administrativo. En
esto consiste la excepción que estamos examinando: no habiéndose agotado
la vía administrativa no puede demandarse a la entidad administrativa en
sede judicial, y si a pesar de ello se le demanda en ésta, el demandado puede
oponer esta excepción, al no haberse agotado la vía administrativa mediante
el dictado de la resolución final que causa estado luego de haber interpuesto
en esa vía todos los recursos que la ley le franquea (reconsideración,
apelación), pues de otra manera aparece como que ha consentido lo resuelto
administrativamente y así queda impedido de acudir a sede judicial para que
haga el examen de legalidad correspondiente (que, por lo demás, no se limita
a la legalidad del proceso -aspecto formal- sino que también abarca la
interpretación de la prueba producida en sede administrativa, que será
nuevamente revisada y apreciada, pero esta vez en sede judicial).
57
Al momento de escribir este artículo (el original, en el año 2018) porque esta
es una revisión), aun no se había dado la Ley Nº 30914 que ha modificado la
Ley del Proceso Contencioso Administrativo, de manera tal que a partir de
su publicación (14 de febrero de 2019) el Ministerio Público ya no
intervendrá como dictaminador ni como parte en los procesos contencioso
administrativos. Todo un acierto.
En un artículo que publiqué hace unos años (2014) bajo el título de “LA
TRASLACIÓN DE LA RELACIÓN JURÍDICA MATERIAL A LA RELACIÓN JURÍDICA
PROCESAL COMO ANTECEDENTE NECESARIO DE ESTA ÚLTIMA” en el portal
académico WWW.ACADEMIA.EDU, decía que la relación jurídica material o
sustantiva, que precede siempre a la relación jurídica procesal a la que se
traslada, puede ser de naturaleza variada.
Así, por ejemplo, las relaciones obligatorias creadas por los contratos o por
actos jurídicos unilaterales recepticios o no recepticios; las que nacen de la
responsabilidad contractual o extracontractual, por las que una persona se
encuentra en el deber de prestar una conducta determinada en beneficio de
otra; las relaciones jurídicas de carácter real, en virtud de las cuales una
58
persona ostenta un derecho erga omnes respecto de la cosa; las relaciones
familiares, que son objeto de un tratamiento normativo especial en razón a
la naturaleza de la institución familiar en la sociedad; las relaciones
hereditarias, conectadas al fenómeno de la herencia: derechos y deberes de
los herederos entre sí y con los demás, etc.
59
casos de sucesión procesal (en la medida que el sucesor desplaza del proceso
al sucedido).
Lo cierto es que hay una serie de situaciones que, a lo largo del proceso,
hacen que la relación procesal se modifique, sea por la incorporación de
nuevos sujetos procesales, sea por la exclusión de alguno de ellos; como
hemos visto, durante el desarrollo del mismo se suceden una gama de
relaciones jurídicas que, por producirse dentro del proceso, se denominan
relaciones jurídicas procesales.
60
auto de saneamiento procesal; esto está contemplado en el artículo 468 del
Código Procesal Civil.
61
lo cual no es posible fraccionarla en el proceso pronunciándose sólo
respecto de algunos de los sujetos porque la decisión comprende y obliga
a todos. En este caso la presencia en el proceso de todos los sujetos
vinculados a esta relación se hace indispensable, a fin de que la relación
jurídica procesal quede completa y sea posible decidir sobre el fondo de
la controversia.
62
12. CASOS EN QUE LA DEMANDA ES OBLIGATORIA Por regla general,
nadie está obligado a demandar. Sin embargo, existen en nuestra
legislación (en referencia a la chilena, obviamente) algunos casos de
demandas obligatorias, con sanciones para el evento de que no se
entablen. Estos casos son: 1°. en el caso que el demandado pida que
se ponga la demanda en conocimiento de otra u otras personas
determinadas a quienes correspondiere también la acción ejercida y
que no la hubieren entablado, para los efectos de que señalen si
adhieren a ella o manifiesten su resolución de no adherirse bajo los
apercibimientos contemplados en el artículo 21; si declaran su
resolución de no adherirse, caducará su derecho; y si nada dicen
dentro del término legal, les afectará el resultado del proceso, sin
nueva citación.
3.3.7 Litispendencia.
Los efectos que produce la pendencia del proceso son varios: uno de ellos es
la prohibición de seguir un nuevo proceso en paralelo en el que se da la triple
identidad exigible para apreciar la cosa juzgada material excluyente,
prohibición que puede denunciarse a través de la excepción que estamos
examinando.
63
a) los mismos sujetos (jurídicamente considerados, es decir colocados
en la misma posición que lo están en el proceso anterior);
Pues bien, estos dos elementos de la demanda tienen que estar presentes en
el nuevo proceso que se incoa para que, junto a la identidad de sujetos,
exista litispendencia. Obviamente las variantes circunstanciales que carecen
de relevancia para identificar estos dos elementos no se toman en cuenta,
precisamente por no tener relevancia.
64
Con relación a los dos otros elementos (mismo objeto y misma causa) que se
requieren para que exista litispendencia, nos remitimos a lo que ya hemos
dicho sobre ellos.
Esto es así porque un sistema jurídico no puede tolerar que existan dos
procesos y dos sentencias, así resuelvan el caso en el mismo sentido, sobre
un mismo objeto pretendido bajo una misma causa para pedir. Esto explica,
también, la existencia de la excepción de cosa juzgada que vamos a ver a
continuación; la litispendencia, así, está vinculada a la cosa juzgada, donde
también se exige la presencia de la triple identidad de sujetos, de objeto y de
causa para pedir.
Para estudiar la cosa juzgada hay que partir de la premisa que el fundamento
de la misma es la seguridad jurídica y no la justicia de la decisión judicial
(que puede o no estar presente en una sentencia). La inmutabilidad de la
sentencia, producto de la cosa juzgada material, es la que evitará que la
controversia en torno a una misma pretensión procesal se prolongue
indefinidamente, o que vuelva a entablarse pese a que ya fue satisfecha y, de
igual manera, evitará que se emitan sentencias contradictorias,
incompatibles entre sí, creándose situaciones de inseguridad jurídica.
65
Cosa juzgada se denomina al proceso que por sentencia firme e
inimpugnable (y, posteriormente, inmutable) ha pasado en esa autoridad a
constituir sentencia firme. Cuando una sentencia pasa en autoridad de cosa
juzgada no queda sino ejecutarla, cumplirla en los propios términos en que
ha sido dictada. Como las sentencias pueden ser de condena, o declarativas o
constitutivas se ejecutan de diferentes formas, aunque propiamente las
únicas sentencias que requieren ejecutarse contra el vencido son las de
condena (de dar, de dar suma de dinero, de hacer -entrega de bien mueble
determinado-, y de no hacer, que ordenan al vencido dejar o no hacer alguna
cosa o destruir lo hecho en contravención al fallo). También las sentencias
declarativas y las constitutivas requieren de un cierto grado de ejecución; así,
por ejemplo, la sentencia de divorcio requiere que se cursen partes al
Registro Personal y al RENIEC, para inscribirse en ambas entidades el
divorcio; la de nulidad de acto jurídico puede requerir que se cursen partes al
Registro Predial si el acto anulado concierne a un inmueble, etc.
66
3) Identidad de causa: que el motivo o razón que sirvió de
fundamento a la primera demanda, se invoque nuevamente en la
segunda.
67
En principio se sostiene que la cosa juzgada formal puede ser revisada, lo que
no ocurre con la cosa juzgada material. Esto parecería constituir una primera
diferencia entre una y otra. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la
cosa juzgada material sí puede ser revisada en sede constitucional y así lo
señala el fundamento 7 de la misma sentencia del Tribunal Constitucional
que citamos arriba, que dice: “…que (las) resoluciones que ponen fin a un
proceso judicial, (y) que tienen la virtualidad de producir efectos de cosa
juzgada pueden ser cuestionadas a través de procesos constitucionales
(amparo o hábeas corpus contra resolución judicial). De este modo, es
posible afirmar que la calidad de cosa juzgada que ostenta una resolución
está supeditada a que no atente contra derechos fundamentales u otros
principios o valores de la Constitución”.
68
El art. 123 del CPC establece que una resolución adquiere la autoridad de
cosa juzgada cuando:
La cosa juzgada solo alcanza a las partes y a quienes de ellas deriven sus
derechos. Sin embargo, se puede extender a los terceros cuyos derechos
dependen de los de las partes o a los terceros de cuyos dependen los de
las partes, si hubieran sido citados con la demanda.
69
Debe ser amparada y es fundada cuando se inicia un proceso idéntico a otro
que ya fue resuelto y cuenta con sentencia o laudo firme y donde se produce
la triple identidad que hemos mencionado en el párrafo anterior (hay que
tener en cuenta que, si varía la causa petendi en su fundamentación fáctica o
en alguno de sus hechos fundantes, puede que no se esté ante un caso de
triple identidad, a pesar que el objeto de la pretensión pueda ser
formalmente el mismo).
70
necesario para ello. Así, al haberse configurado recién en la segunda
demanda el fundamento fáctico fundante de la causa para pedir (causa
petendi) no se produce la triple identidad que exige la ley para que pueda
estimarse esta excepción.
71
Sumilla: La sentencia emitida en el proceso de remoción de albacea,
tiene la calidad de cosa juzgada formal, pues la eficacia de la sentencia
es transitoria, porque no se puede impugnar ya la sentencia dentro del
proceso donde ha sido expedida, lo que no impide cuestionar lo
resuelto en otro proceso ulterior; por tanto la sentencia adquiere
carácter de inimpugnable (además de coercitivo), pero todavía carece
de calidad de inmutable y por ende es pasible de ser controvertido en
otro proceso cuando existe elementos fácticos nuevos en que se
funda su pretensión.
72
revisiones que permite la ley, o, bien, por no haberse hecho uso de
ellas por el interesado en la debida oportunidad. La Cosa Juzgada
Formal deriva: de la preclusión, que hace inimpugnab!e la sentencia,
cumplidas determinadas formalidades prescritas en la ley. La Cosa
Juzgada Formal, no obsta a que en un procedimiento posterior se
pueda discutir y modificar la sentencia porque en este caso sólo hay
inimpugnabilidad pero no inmutabilidad de la decisión. La eficacia de
la Cosa Juzgada Formal se produce, tan solo con relación al juicio
concreto en que se ha dictado la sentencia o con relación al estado de
cosas tenido en cuenta al pronunciar la decisión. La Cosa Juzgada
Formal es un efecto de la preclusión del derecho a provocar el cambio
de la decisión, o sea, a impugnarla, y lo que significa, también, que
ningún juez pueda estimar la situación jurídica de manera distinta de
cómo fue considerada en la sentencia pasada en autoridad de Cosa
Juzgada. De ahí la fórmula "res iudicata pro veritate habetur". La Cosa
Juzgada Material o Substancial se produce cuando a la condición de
inimpugnabilidad, que constituye la Cosa Juzgada en sentido Formal,
se suma la condición de inmutabilidad. De esta manera la Cosa
Juzgada Material o Substancial supone al mismo tiempo que la
inimpugnabilidad de lo resuelto, su indiscutibilidad. La Cosa Juzgada
Formal viene a ser así, un presupuesto de la Cosa Juzgada Material en
cuanto es su antecedente. La Cosa Juzgada Formal, como se ha visto,
se produce por la preclusión: la sentencia se vuelve inimpugnable por
no haberse hecho uso de los medios de impugnación señalados en la
ley, o bien, por haberse agotado estos medios, y esta inimpugnabilidad
es una condición o antecedente de la indiscutibilidad de la decisión, o
sea. de la Cosa Juzgada en sentido Material o Substancial. La Cosa
Juzgada Material o Substancial es, lo que los Romanos denominaban
propiamente, la "res iudicata", es decir, la "res in iudicium deducta". Es
la Cosa Juzgada en sentido Substancial la que sirve de fundamento a la
excepción de cosa juzgada. La condición de inmutabilidad que tiene la
sentencia es, según Carnelutti, una condición necesaria para lograr el
fin del proceso, que es el de resolver situaciones de incertidumbre, lo
que sin embargo no constituye un obstáculo, en opinión de ese autor,
para que cuando la decisión sea a todas luces injusta y socialmente
intolerable, las consideraciones de justicia deban prevalecer sobre la
73
necesidad de certeza que busca el proceso. El fundamento de la
inmutabilidad se encuentra pues, en la necesidad de que, llegado el
litigio a un cierto punto, las partes no puedan seguir discutiendo, ya
que de otra manera éste no cesaría nunca.
El desistimiento de la parte demandante puede ser del proceso (art. 343 del
CPC), en cuyo caso lo que acaba es ese proceso iniciado con la introducción
de la demanda, pero sin afectarse la pretensión, la que puede hacerse valer
otra vez a través de un nuevo proceso, o puede ser de la pretensión (art. 344
74
del CPC), es decir del derecho invocado en la demanda, en cuyo caso no solo
acaba el proceso sino que, una vez aprobado el desistimiento de la
pretensión por el juez, produce los efectos de una demanda declarada
infundada con autoridad de cosa juzgada y, a diferencia del primero, no
requiere de la conformidad del demandado (cuando el demandado ha sido
notificado con la demanda, el desistimiento del proceso requiere de su
aquiescencia; si éste se opone al desistimiento (éste) “…carecerá de
eficacia...”, según la parte final del primer párrafo del art. 343 del Código
Procesal Civil, lo que, como es obvio, obligará al demandante a proseguir con
su demanda hasta alcanzar una sentencia).
Sin embargo, hay que determinar las tres identidades: de partes, pretensión
y de interés para obrar; así, por ejemplo: en el proceso en que se produjo el
desistimiento de la pretensión procesal donde se perseguía el desalojo de un
inmueble fundado en la causal de falta de pago de arrendamientos, si en el
75
segundo proceso se pretendiera el desalojo por vencimiento del plazo del
contrato de arrendamiento, no habrá identidad de petitorios (desde que ha
variado sustancialmente el fundamento de hecho de la causa petendi); por
consiguiente, la excepción que se dedujera en el segundo proceso sería
declarada improcedente (o, al menos, debería serlo).
3.3.10.1 Conciliación.
Antes de ser modificados los artículos correspondientes (arts. 468 y 469) que
establecían, respectivamente, que luego de expedido el auto que declaraba
saneado el proceso o subsanados los defectos advertidos, el Juez fijaba día y
hora para la realización de la audiencia conciliatoria, y que esta audiencia
tenía por finalidad principal propiciar la conciliación entre las partes, esta
diligencia se daba todos los procesos de cognición (de conocimiento,
abreviado y sumarísimo) y consistía en que el juez instaba a las partes a
conciliar sobre las pretensión/es hecha/s valer por el demandante y
resistida/s por el demandado; adicionalmente los jueces de primera instancia
tenían la facultad para ordenar un comparendo en cualquier estado del juicio
y procurar por este medio la conciliación de las partes.
76
derechos de familia sin contenido patrimonial o la nulidad de un acto jurídico
no son materias conciliables porque hay un interés público de por medio.
77
impediente, se acepta que el apoderado lo represente la audiencia, lo que no
guarda sindéresis con el razonamiento anterior.
78
El mecanismo del que nos estamos ocupando funciona así:
Si ocurre que las partes llegan a un acuerdo conciliatorio, ese acuerdo tiene
la autoridad de cosa juzgada como si se tratara de una sentencia firme, y
debe cumplirse al igual que una sentencia pasada en esa autoridad, de modo
que ya no es posible que una de las partes entable una demanda que verse
sobre lo que ha sido materia de esa conciliación. De hacerlo, la contraparte
79
puede deducir la excepción que estamos examinando, la cual, una vez
declarada fundada, le pone fin al proceso de manera definitiva.
3.3.10.2 Transacción.
Art. 1302.-
80
b) Es extintiva: Precisamente por el efecto extintivo que posee la
transacción, las partes no pueden hacer valer luego los derechos
renunciados por ese acto, si lo hicieran, serían rechazados por una
excepción de transacción, que impide renovar una pretensión ya
aniquilada por la virtualidad del convenio celebrado.
81
Acá surge una duda, pues si la transacción homologada tiene el valor de una
sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada ¿no sería lo propio oponer la
excepción de cosa juzgada? Sin embargo, tener el valor de una sentencia
ejecutoriada es una cosa y otra es decir que la transacción se ejecutará como
una sentencian ejecutoriada, pero lo cierto es que no ha habido sentencia
firme que ponga fin al proceso en el que se hace valer (pues de otro modo se
trataría de un proceso concluido donde ya no es posible transigir sino que lo
que cabe hacer es pactar sobre la forma de ejecutar el fallo, o condonar
parte de la obligación, o novarla, o prorrogarla, etc., conforme al art. 330 del
Código Procesal Civil (cuyo epígrafe es “Acto jurídico posterior a la
sentencia”), porque la transacción es una forme especial de conclusión del
proceso, y si este ya ha concluido por sentencia firme no cabe transigirlo,
pues no puede concluirse dos veces la misma cosa. La cosa juzgada supone
una sentencia que haya quedado firme, lo que implica que existe un
pronunciamiento de fondo final que resulta inimpugnable (y que ha devenido
en inmutable, cuando de cosa juzgada material se trata), por haberse
agotado todos los recursos o por haber consentido el vencido al dejar
transcurrir el plazo sin impugnar la sentencia.
Según el artículo 690-B es competente para conocer los procesos con título
ejecutivo de naturaleza judicial el Juez de la demanda, de manera tal que
cuando se trata de ejecutar la transacción, sea judicial o extrajudicial, es el
juez donde fue incoada la demanda el competente para ejecutarla.
3.3.11 Caducidad.
82
La caducidad, a diferencia de la prescripción extintiva que solo perime la
acción, produce la extinción del derecho y constituye un medio de extinción
de la pretensión procesal; en rigor no puede extinguir la acción porque ésta
puede ejercitarse aun cuando la pretensión procesal haya caducado al
haberse decursado el plazo señalado por la ley para hacer valer el derecho,
vencido el cual éste se pierde.
Una última acotación respecto de los plazos de caducidad: éstos, al igual que
los plazos de la prescripción extintiva, siempre los fija la ley y nunca pueden
nacer como consecuencia de la voluntad de los particulares, los que pueden
establecer plazos para el cumplimiento de determinados hechos que de no
producirse antes de su vencimiento pueden acarrear consecuencias jurídicas
pero que nunca conllevan los efectos de los plazos de caducidad ni de los de
la prescripción extintiva.
83
3.3.12 Prescripción extintiva.
Sin embargo, desde hace algunos años esta tesitura cambió radicalmente,
pues la judicatura estimó que los actos propios de la admisión a trámite de la
demanda y de la notificación de la misma al demandado, constituían
externalidades que no dependían en absoluto de la voluntad del
demandante, por lo cual no podía recaer en este el gravamen que el aparto
judicial cumpliera con notificar al demandando en tiempo oportuno y, así,
cambió la norma para interpretar, a pesar de su claridad, que el plazo de la
84
prescripción extintiva se interrumpía con la presentación de la demanda (tal
cual ocurre con el plazo de caducidad).}
(…)
En resumidas cuentas, no queda sino tener presente que el decurso del plazo
prescriptivo actualmente se considera interrumpido desde que se introduce
la demanda, y no ya desde la notificación (citación) de la misma al
demandado.
Desde luego, teniendo en cuenta este nuevo criterio. lo mejor sería que el
acreedor intimara previamente al deudor para constituirlo en mora, si fuera
85
el caso, pues con el sistema judicial colapsado que todos los días sufrimos los
abogados litigantes, y con los rechazos constantes de las demandas por
nimiedades (y también una cierta dosis de ignorancia de los jueces)
pequeñeces, lo más probable es que el proceso de admisión y notificación de
la demanda insuma entre tres y cinco meses, cuando no más.
CAS. N° LIMA
Hay que agregar que esta es una tendencia que venían observando los jueces
inferiores desde mucho antes de estas sentencias pronunciadas en sede
casatoria por la Corte Suprema (cuando actúa como Corte de Casación, se
sobreentiende), con el argumento que no es razonable que el demandante
asuma la gran demora que existe a nivel del aparato jurisdiccional para dar
providencia a una demanda (introducida con alguna anterioridad al
vencimiento del plazo, pero no al filo, aunque eso queda a la discrecionalidad
del juez) y, en muchos casos, para admitirla a trámite, ya que en también es
una tendencia actual que los jueces las declaren inadmisibles por cualquier
86
motivo, lo que atrasa aún más su tramitación y el emplazamiento al
demandado.
Sin embargo, una sentencia en casación de fecha anterior a las antes citadas,
la Casación N° 3279-2013-LIMA, le enmienda la plana a una Sala Civil de la
Corte Superior de Lima que había declarado fundada una excepción de
prescripción extintiva, bajo el argumento que "...el Ad quem no tuvo en
cuenta los lineamientos expuestos en la considerativa décima (de una
sentencia casatoria anterior), (en el sentido que) “se produce la interrupción
del decurso prescriptorio con la citación de la demanda o por otro acto con el
que se notifique al deudor”.
Es cierto que en este caso se trató de hacer valer la interrupción del plazo de
la prescripción extintiva en uno de los dos supuestos del inciso 3 del artículo
1996 del CC, ya que se validó la interrupción de la prescripción en función al
segundo supuesto contemplado en dicho inciso, en consideración a que
había mediado “otro acto con el que se notifique al deudor”.
Una digresión para terminar este punto: queremos dejar sentado que la
“prescripción adquisitiva”, que no constituye una excepción formal en el
sentido cabal del término, es comúnmente opuesta como una defensa de
fondo por el demandado en las demandas que versan sobre la propiedad o la
posesión (mayormente en desalojos por precariedad) de un bien inmueble,
para evitar que estas sean estimadas al dictarse sentencia y que el
demandado que la esgrime pierda la posesión del bien. Ya sabemos que la
sentencia que se pronuncia sobre la prescripción extintiva es meramente
declarativa, pues la adquisición se produce de manera automática una vez
cumplidos los presupuestos para que esta ocurra.
87
El arbitraje nace como un mecanismo alternativo de solución de conflictos
entre particulares, no obstante que, en la actualidad y en nuestro país,
también es empleado con mucha frecuencia por empresas públicas de
derecho privado.
El convenio arbitral es aquel por el cual las partes acuerdan someter las
controversias que surjan de la interpretación o ejecución de un contrato a la
decisión de un árbitro único o de un tribunal arbitral.
88
del acto jurídico que advierte el juez que adolece de un vicio de “nulidad
manifiesta” (sobre este último tema pueden consultar, los que tengan
interés, un artículo que publicamos en este mismo portal académico en el
mes de mayo de 2020 bajo el título “LA DECLARACIÓN DE OFICIO DE LA
NULIDAD MANIFIESTA” (ver en WWW.ACADEMIA.EDU)
Al respecto hay una interesante Casación (CAS. N°- 2844-2002 LIMA. NULIDAD
DE ACTO JURIDICO cuya sumilla de regla reproducimos:
89
referido instrumento público y, en la cual se apoya la resolución
impugnada, carece de valor y efectos legales por ser contraria al texto
claro y expreso de la Ley y a las normas que interesan al orden
público..."
90
sobre las nulidades virtuales. Esto tiene mucho que ver con la amplitud de la
legitimación activa para demandar la nulidad, contenida en el artículo 220
del citado código, pues puede demandarla todo el que tenga un interés
económico o moral, así como el Ministerio Público.
91
Existe una duda en cuanto a la obligatoriedad de someter la controversia
surgida de un contrato que contiene una cláusula compromisoria que obliga
a someterlo a un arbitraje. Si la validez del contrato es impugnada y la
cláusula forma parte del contrato, ¿debe el agraviado recurrir al arbitraje o
puede acudir directamente al juez para resolver la controversia,
considerando que si el contrato es nulo también lo es el convenio arbitral
pactado en dicho contrato?
92
Retomando el tema del arbitraje de conciencia, se sostiene que éste tiene un
grado de aprobación considerable entre los hombres de negocios, que
prefieren evitar lo engorroso de un proceso de derecho y entregar la solución
de su caso a personas que, por su formación profesional o técnica, o
empíricamente, conocen de los asuntos que se someten a su resolución. Sin
embargo, en mi experiencia son muy pocos los casos de arbitraje de
conciencia que he visto, pues en los contratos importantes las partes
prefieren someterse a las reglas del Centro de Arbitraje de la Cámara de
Comercio de Lima, integrado exclusivamente por abogados y que resuelven
las causas que se les someten mediante arbitrajes de derecho, cuyos laudos
son inimpugnables conforme al Reglamento al que de ordinario se sujetan
dichos arbitrajes.
A pesar de lo dicho en cuanto a que los arbitrajes del Centro son de derecho,
el art. 11 del Reglamento, en el inciso 3, establece que “El Tribunal Arbitral
decidirá en equidad o en conciencia, sólo si las partes le han autorizado
expresamente para ello”.
3.14 En los puntos anteriores nos hemos referidos a todas y cada una de las
excepciones que se pueden proponer conforme a nuestro sistema de
derecho procesal civil; también dijimos que las excepciones, a diferencia de
las defensas previas, son numerus clausus, de manera que no se pueden
proponer otras que las que contempla taxativamente el Código Procesal Civil
en los artículos correspondientes.
93
ejemplo, en nuestro sistema, cuando corresponde tramitarse la causa en un
proceso de conocimiento y se está tramitando en uno abreviado o
sumarísimo, donde la cognición - y como consecuencia de ello el derecho de
defensa- está recortada), y que tiene por efecto, si es declarada fundada,
obligar a continuar el trámite del proceso por la vía pertinente, debiendo el
juez regular el procedimiento a efectos de adecuarlo al trámite que le
corresponde; esto puede traer como consecuencia no solo la nulidad del
auto admisorio, sino de otros acto procesales dependientes de este y
practicados con posterioridad al dictado de aquél, que está viciado de
nulidad (véase al respecto el art. 173 del CPC).
94
4.1 Plazo y forma para proponer las excepciones.
Este artículo nos remite al Capítulo V del Título VIII del Código Procesal Civil,
que bajo el epígrafe “Documentos” trata todo lo relativo a los medios
probatorios documentales.
95
La definición de lo que el código entiendo por “documentos” está contenida
en el artículo 233 que señala que “Es todo escrito u objeto que sirve para
acreditar un hecho”.
Por otra parte, el art. 234 trata de las clases de documentos dice así:
Esta definición abarca no solo los documentos instrumentales (tales como los
medios escritos), sino también todos los medios que existen para
documentar (acreditar) un hecho, tales como fotografías, grabaciones de voz
y de videos, así como todos los soportados por medios digitales, enunciados
en el artículo que se ha transcrito, sin que esta enumeración sea taxativa sino
meramente enunciativa (es decir, no son números de clausura sino abiertos;
esto último porque los avances tecnológicos mejoran cada día las formas de
documentar los hechos).
96
considerado por muchos jueces como un medio probatorio de actuación
inmediata (que sí lo es en muchos casos, a pesar de que así no lo que
consideren los jueces de esos casos), mientras que sí procede en el caso de
un proceso de conocimiento o abreviado, aunque en ninguna parte del
Código Procesal Civil está definido el concepto de medios probatorios de
actuación inmediata.
97
Las excepciones procesales, al igual que las defensas previas, se sustancian
en forma conjunta, en cuaderno separado y sin suspender la tramitación del
principal.
98
4.4 Efectos que produce la resolución que ampara una excepción.
Los efectos están precisados en el artículo 451 del CPC y son de dos tipos:
uno tiene, como hemos visto a lo largo de este artículo, por efecto la
suspensión del proceso hasta que se subsanen los vicios advertidos por el
proponente y (obviamente) por el juez que declaró fundada la excepción, y
para eso el demandante cuenta con un plazo perentorio que le fija la ley o el
juez, y el otro tipo de efecto es el que afecta la existencia del proceso como
tal y lo perime, de manera tal que éste concluye definitivamente al anularse
todo lo actuado en el mismo. Claro está que como la excepción no importa
una declaración sobre el fondo de la controversia, el demandante podrá
incoar una nueva demanda, pero ya advertido de lo que va a sucederle
cuando la excepción propuesta es de carácter perentorio.
99
advertido y otras que lo aniquilan si se declaran fundadas (se sobreentiende,
una vez que la resolución -auto- que estima la excepción queda consentida o
ejecutoriada).
100
4) si el juez declara fundada la excepción de falta de legitimidad para
obrar del demandado, suspenderá el proceso hasta que el
demandante establezca la relación jurídica procesal entre las
personas, siempre dentro del plazo fijado.
En estos cuatro casos, vencidos los plazos señalados sin que se haya
cumplido con lo ordenado, el juez declarará la nulidad de lo actuado y la
conclusión del proceso y mandará a archivar los actuados una vez que el auto
que resuelve haya pasado en autoridad de cosa juzgada. Estas excepciones.
que tienen como un primer efecto suspender el proceso son, sin duda,
excepciones dilatorias, porque si tiene como efecto necesario la suspensión
del proceso lo que están haciendo es dilatarlo.
Aquí debemos hacer una digresión necesaria para aclarar que la excepción
de “Falta de legitimidad para obrar del demandante” no tiene por efecto,
como sí lo tiene la de “Falta de legitimidad para obrar del demandado”,
suspender el proceso, sino que de ser amparada acaba el proceso, lo perime
definitivamente, conforme lo enuncia el inciso 5 del artículo 451 del CPC, y
según vamos a ver seguidamente.
Las demás excepciones, que son nueve, de ser declaradas fundadas acaban
con el proceso, lo perimen, de manera tal que el demandante debe iniciar
otro proceso, en los casos que sea posible, si quiere insistir en el objeto de la
demanda con que inició el proceso aniquilado.
101
1) la de “Incompetencia”; sin embargo, como vimos al examinarla, la
ley 30293 de 28 de diciembre del 2014, ésta dispone que los jueces de
oficio deben establecer su incompetencia (si la hay, desde luego) y
derivar el proceso al juez llamado por ley para conocer de la demanda;
102
8) la “Conclusión del proceso por conciliación o transacción”, porque
en ambos supuestos se pone fin al proceso con un acuerdo que
adquiere autoridad de cosa juzgada, por lo que sólo cabe ejecutar
dicho acuerdo;
Existe una prohibición el Código Procesal Civil según la cual los hechos que
configuran excepciones no pueden ser alegados como causal de nulidad por
103
el demandado, que pudo proponerlos como tales en la oportunidad procesal
correspondiente.
104
La nulidad, como es sabido, es un medio impugnatorio anómalo porque
comparte la dualidad de los medios impugnatorios, que se dividen en
remedios y en recursos; la nulidad puede ser deducida como remedio o
puede ser propuesta como recurso: en el primer caso, esto es cuando se
deduce como remedio, está dirigida a corregir vicios del proceso contenidos
en actos procesales no contenidos en resoluciones, y en el segundo caso, si
es propuesta como recurso, ataca actos procesales contenidos en
resoluciones. Consiguientemente, si la nulidad se hace valer como remedio,
no vemos por qué no podría hacerse valer para para corregir un vicio tan
grave como lo es la falta de legitimidad para obrar del demandante o del
demandado. Pero si solo puede atacarse mediante una nulidad, en nuestra
opinión tendría que hacerse valer como recurso ya que estaría dirigida contra
el auto admisorio de la demanda, a través del cual se ha admitido a trámite
una demanda que presentaba ese vicio que, de no subsanarse, invalidaría el
fallo, pues la falta de legitimidad para obrar, afecte a una o a otra parte, hace
inútil la sentencia que se dicte en tales condiciones, pues carece de eficacia
para obligar al vencido a practicar una conducta o para declarar o para
constituir un derecho, según el tipo de sentencia de que se trate.
105
demanda es rechazada de plano por el juez), con lo cual pierden todos los
involucrados, en términos de tiempo y esfuerzo, así como también pierde el
sistema de justicia, que fue utilizado inútilmente por el demandante que
carecía de legitimación, no obstante lo cual puso en marcha la maquinaria
judicial haciendo uso de su derecho de acción (respaldado por lo que se
llama “tutela jurisdiccional efectiva”, que es una garantía constitucional de
tipo “continente” ya que abarca una multitud de otros derechos, entre otros,
el de acción y el de defensa, debido proceso, prueba, impugnación, etc.).
Hay, sin embargo, otros hechos que constituyen excepciones no pueden dar
lugar a remedio alguno, como la prescripción extintiva que no se hizo valer
en su momento, o la conciliación o la cláusula arbitral, o la oscuridad o
ambigüedad en el modo de proponer la demanda, que a pesar de no haberse
propuesto como excepciones en su oportunidad procesal no producen como
106
efecto la nulidad del proceso, el que pude continuar y ser resuelto mediante
una sentencia de mérito.
107
para obrar (ya que el demandante en su demanda ha invocado un derecho
que ha quedado establecido, a través de esta excepción, que ya no tiene) y
sin ésta no se puede establecer una relación jurídica procesal válida, que es
el presupuesto insoslayable para dictar una sentencia de mérito que le ponga
fin al conflicto de intereses o a la incertidumbre jurídica. Las sentencias
inhibitorias que se dictan en esas circunstancias no contribuyen en nada a la
solución de la controversia porque, en definitiva, no resuelven nada, sino que
más bien dilatan la solución del conflicto, haciendo perder tiempo y dinero a
los litigantes.
6. CONCLUSIONES.
6.1. Las excepciones son defensas formales que opone el demandado para
impedir la formación de un proceso válido, es decir, no atacan la pretensión
en sí misma (directamente) sino que atacan la acción impidiendo la
formación de la relación jurídica procesal (que da lugar al nacimiento del
proceso como causa o litigio) que pretende establecerse válidamente (con la
introducción y admisión a trámite de la demanda) para poder emitir una
sentencia de mérito. Las excepciones son la manifestación del proponente de
resistir el proceso al que se le pretende incorporar. Se oponen siempre a la
acción no a la pretensión.
108
6.2 Las excepciones, según su naturaleza, afectan de distinta manera al
proceso: aunque todas se tramitan en cuaderno separado, algunas tiene por
efecto condicionar la tramitación del proceso principal porque su resultado
puede afectarlo significativamente, pero sin perimirlo en ningún caso sin son
subsanadas (por ejemplo, la de falta de capacidad del demandante, la de
representación insuficiente o defectuosa, la de obscuridad o ambigüedad en
el modo de proponer la demanda) a las que, arbitrariamente, llamaremos
“dilatorias” (porque si son declaradas fundadas van a retrasar el trámite del
principal, el que deberá acomodarse a lo resuelto), mientras que las otras
perimen el proceso, y por eso las llamaremos, con propiedad, “perentorias”,
porque una vez consentido o ejecutoriado el auto que las declara fundada,
acaban con el proceso definitivamente.
Las primeras, las aquí llamadas arbitrariamente “dilatorias”, si son declaradas
fundadas pueden ser subsanadas dentro del plazo que el juez le otorga al
demandante para ello, en tanto que las segundas no son subsanables y, si se
declaran fundadas, acaban inexorablemente con el proceso una vez que la
resolución estimatoria pasa en autoridad de cosa juzgada. Lamentablemente,
estas excepciones, que acaban el proceso si se declaran fundadas, son
susceptibles de ser recurridas ante la Corte Suprema por medio del recurso
de casación, conforme al inc. 1 del art. 387 del CPC, lo que importa un
proceso paralelo al principal que en algunos casos insume muchos años de
litigio y que conlleva el riesgo que, finalmente, perima el proceso principal.
109
6.4 Las defensas previas, si bien se oponen y tramitan como las excepciones
tienen todas, a diferencia de estas últimas, el mismo efecto: suspenden el
proceso hasta que se cumpla el tiempo o el acto previsto como antecedente
necesario para el ejercicio del derecho de acción. Entretanto, el derecho
queda suspendido. Esto significa que la demanda no produce los efectos
propios de su interposición y admisión a trámite, en la medida que esos
efectos quedan en suspenso hasta que se cumpla esa condición.
Las defensas previas, a diferencia de las excepciones que son números de
clausura, son numerus apertus, y se encuentran desperdigadas a lo largo de
la legislación civil y procesal civil nacional.
6.5 Los hechos que configuran ciertas excepciones son de tal naturaleza que,
aunque no se hagan valer como excepciones por el demandado, el juez debe
de oficio subsanar el vicio que configura la existencia de tales hechos pues,
de lo contrario, tendrá que declarar la inexistencia de una relación jurídica
procesa válida o, en su momento, dictar una sentencia inhibitoria, con la
pérdida de tiempo que ello ocasiona y los efectos colaterales que puede
producir una declaración inhibitoria dictada luego de tramitado todo el
proceso, como, por ejemplo, hacer lugar la prescripción extintiva haciendo
imposible el ejercicio del derecho de acción o producir la caducidad del
derecho, etc.
110
No hay que perder de vista que la idea es preservar el proceso concebido
como una sucesión de actos dirigidos a un fin, que es resolver el conflicto de
intereses o la incertidumbre jurídica; en esa tesitura se aplica el principio
tomado del Derecho Civil de “conservación de los actos jurídicos” (que tiende
a su preservación cuando esta sea posible), aun cuando en este caso se trate
de actos jurídicos procesales, ya que, aunque de distinta naturaleza, de
cualquier modo estamos siempre frente a actos jurídicos (en el sentido de
actos volitivos).
111
Además, tanto en la litispendencia como en la cosa juzgada, de no
autorizarse ese proceder (como sucede en la actualidad) se corre el riesgo,
muy probable, por cierto, que se dicten sentencias contradictorias sobre un
mismo litigio, lo que constituye una aberración que el derecho no puede
tolerar ni mucho menos propiciar.
112
que fuera revisada en segunda instancia, pues en ningún caso procedería el
recurso de casación en la medida que esta excepción no le pone fin al
proceso, por lo que no cumple con una de las exigencias de admisibilidad del
recurso; concretamente la señalada en el inc. 1 del art. 387 del CPC:
Requisito de admisibilidad.- El recurso de casación se interpone: 1. Contra las
sentencia y autos expedidos por las salas superiores que, como órganos de
segundo grado, ponen fin al proceso).
Esta es una tendencia que venían observando los jueces desde mucho antes de
esta sentencia casatoria, con el argumento que no es razonable que el
demandante asuma la gran demora que existe a nivel del aparato judicial para
dar providencia a una demanda y, en muchos casos, para admitirla a trámite,
pues se está haciendo común que los jueces las declaran inadmisibles por
113
cualquier motivo por baladí que parezca (por ejemplo, por no presentar la
papeleta de habilitación del abogado patrocinador, lo que, además, constituye
una exigencia irregular pues no está contemplada en el CPC como requisito de
admisibilidad), todo lo que tiene por efecto atrasar aún más su tramitación y el
emplazamiento al demandado que, en los hechos, toma muchos meses.
114
detener una acción ejercitada tardíamente (laches o tardiness) por quien
introduce la demanda al límite del vencimiento del plazo para hacerlo conforme
al “estatuto de limitaciones” - statute of limitations; desde luego, si la
prescripción ya se ha decursado, se invoca dicho estatuto para atacar la acción,
lo que en buena cuenta constituye lo que aquí conocemos como una excepción
de prescripción extintiva o prescripción negativa.
115
solapada modificación de la ley (al menos en su aplicación) y es una mala
práctica que debería estarles vedada, pues es atribuible a su propia inanidad (o
a una falla en el diseño de la estructura judicial, si queremos ser más generosas
con los jueces) para despachar con prontitud las causas a su cargo. Desde luego
lo justifican bajo el argumento de la ineficiencia del sistema de notificaciones de
aparato de justicia (como si la demora solo fuera atribuible a dicho sistema y no
a ellos que se toman una eternidad en calificar una demanda nueva, sobre todo
cuando esta presenta cierto grado de dificultad para su calificación; al menos
esto es lo que ocurre actualmente en el Distrito Judicial de Lima).
116
relevar al acreedor de exigir el cumplimiento de la obligación dentro del plazo
de la prescripción (con la finalidad de interrumpirla, claro está). Es cierto que es
un efecto de la mora, sea que se constituya ex personae o que opere
automáticamente, es decir ex re, hacer exigible la obligación, pero se discute si
la esta última puede servir a los fines de interrumpir el plazo de la prescripción
extintiva, tal que lo establece el inciso 2 del art. 1333 del Código Civil que se
refiere solamente a la intimación en mora como medio de interrupción del
plazo prescriptivo, sin mencionar la mora que se constituye de modo
automático o ex re. Quizá este sea el origen de la argumentación en torno a la
constitución en mora y sus efectos en cuanto a la prescripción extintiva a que
nos hemos referido líneas arriba.
117
con lo cual -como es obvio- carece de toda utilidad para el acreedor su
cumplimiento a destiempo; esto, desde luego, constituye también un caso de
inejecución de la obligación (por la carencia de utilidad para el acreedor de la
misma), en adición a la constitución en mora del deudor de la prestación.
Sin embargo, a juicio nuestro esta disquisición solo tiene algún sentido en la
medida que la constitución en mora tiene por efecto primordial, como
señalamos, estar en condiciones o capacidad de exigirle al deudor
(particularmente en la vía judicial) el cumplimiento de la prestación a la que se
obligó, es decir que el plazo prescriptivo se cuenta a partir de la fecha en que la
obligación resulta exigible, de modo que la mora automática, en principio, y al
igual que la mora ex personae, debería relevar al acreedor de la obligación de
exigirle al deudor el cumplimiento de la obligación dentro del plazo de
prescripción de la acción, pues debería producir por sí sola (como tal) la
interrupción de ese plazo; su efecto (nos estamos refiriendo siempre a la mora
ex re) es hacer exigible la obligación sin necesidad de la interpelación que se
exige de común (por que la norma es que la constitución en mora requiere de la
intimación, con excepción de los cuatro casos que contempla el antes
mencionado art. 1333 del Código Civil, en los que la mora se produce de todas
maneras sin necesidad de intimación, aunque no necesariamente estos casos
encajen dentro de lo que se entiende comúnmente como mora ex re). Pero
como hemos visto, uno de esos cuatro casos, el del inciso 2 del artículo
mencionado, solo contempla la intimación en mora (es decir la mora ex
personae) como medio de interrumpir el plazo de la prescripción, sin referirse
para nada a la mora automática.
118
6.11 Aunque no ha sido materia de este artículo, es importante señalar que
el auto de segunda instancia que se pronuncia sobre la apelación del auto de
primera instancia declarando fundada una excepción perentoria (cuyo efecto
es, como vimos, la perención o acabamiento del proceso), es pasible de ser
impugnado mediante el recurso de casación, tal como lo tiene establecido en
el inciso 1 del artículo 387 del Código Procesal Civil, siempre que se trate de
una resolución dictada por una Sala Superior de segundo grado que le ponga
fin al proceso (lo que excluye, obviamente, una sentencia o resolución final
dictada por un Juzgado Especializado cuando actúa como órgano judicial de
segunda instancia, como ocurre cuando el proceso se inicia ante un Juzgado
de Paz Letrado y el órgano de segundo grado viene a ser un Juez
Especializado, que resuelve en última instancia la apelación y que, aunque da
por terminado el proceso, lo resuelto por este último no es susceptible de ser
impugnado vía recurso de casación, con lo cual el demandante, si resulta
victorioso, puede hacer valer lo resuelto en la sentencia de forma inmediata,
una vez que el expediente sea devuelto al juzgado de origen para dar inicio a
la ejecución de la misma en los términos en que ha sido dictada según su
diferente naturaleza: de condena -dar, hacer o no hacer-, o constitutivas de
derechos o declarativas de derechos (reiteramos que todas las sentencias, sin
excepción y no solo las de condena, requieren de un cierto grado de
ejecución, como hemos anotado arriba).
En la práctica esto importa que una excepción perentoria (que pone fin al
proceso y que, por lo tanto, puede ser recurrida en casación, como la de
prescripción extintiva o la de transacción o la de convenio arbitral, por
ejemplo) puede tardar de dos a tres años o hasta más tiempo en ser resuelta,
desde que los plazos en la Corte Suprema, atiborrada de expedientes
(cuadernos) casatorios (así como también de otra naturaleza), cada día se
alargan hasta extremos inconcebibles para un máximo tribunal de justicia,
que se supone que debe resolver con cierta celeridad las causas que procesa
(que, adicionalmente, deben versar sobre asuntos de gran relevancia jurídica,
cosa que no ocurre actualmente, pues la Suprema parece más un tribunal de
alzada que otra cosa), llegando a formarse un verdadero cuello de botella
119
que no permite el tráfico fluido de los expedientes, con todo lo que ello
significa para los justiciables como primeros afectados y, en segundo lugar,
para el interés público, que reclama un sistema de justicia predecible y ágil,
es decir lo
120
tomada de Séneca, que expresó que “nada se parece tanto a la injusticia
como la justicia tardía”.
Para que tengan una idea de la exagerada cantidad de jueces que forman
actualmente la Corte Suprema, cada una de sus distintas Salas es
conformada por cinco jueces supremos, y existe una Sala Civil, seis Salas
Constitucionales, tres Salas Penales, y una Sala Penal Especial (conformada
por tres jueces), además de otros jueces supremos que no forman sala sino
121
que están destacados a otras funciones, como el jefe de OCMA y los jueces
que forman parte del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial y juez que es el
Presidente del Jurado Nacional de Elecciones, lo que da un total de ¡56
jueces supremos! (y, para colmo, la gran mayoría de ellos son jueces
provisionales, que se desempeñan sin la experiencia necesaria y sin la debida
preparación académica), lo que es un despropósito tratándose del vértice de
la pirámide jurisdiccional y, además, tiene como efecto indeseado o
consecuencia que las “ponencias” (así se llaman los proyectos o borradores
de las resoluciones que preparan uno de los cinco jueces que forman Sala) de
los jueces provisionales tengan que ser revisadas por el presidente de la Sala
(que siempre es un juez supremo titular y con mucha mayor experiencia),
con lo cual la expedición de la resolución que pone fin al proceso se atrasa
mucho más.
Retomando el hilo del discurso una vez más, y para quienes tengan interés
en el tema relacionado con el recurso de casación y la necesidad inaplazable
de su reforma (que vendría a ser la segunda desde la promulgación del actual
Código Procesal Civil de 1993) puede consultarse un artículo de mi autoría
publicado en el mes de julio del año 2018 en el portal www.academia.edu
titulado “EL RECURSO DE CASACIÓN Y LA NECESIDAD DE SU REFORMA EN
CUANTO A SU PROCEDENCIA Y RESOLUCIÓN” que pretende contribuir a
agilizar el trámite de este recurso extraordinario, además de circunscribirlo a
los casos en que sea necesario dictar el derecho cumpliendo así la función
nomofiláctica, que es la finalidad primordial del recurso.
122