A-Que Gane El Mejor
A-Que Gane El Mejor
A-Que Gane El Mejor
Melissa se deja convencer por su mejor amiga de que necesita unas vacaciones.
Pero lo que menos se imagina es que la meterá en una caravana de mujeres que va
rumbo a un rancho de Australia y menos aún que su dueño, un déspota autoritario
ha decidido quedarse con ella.
Capítulo 1
Melissa sorbió la nariz, intentando respirar mejor. Ese resfriado la estaba dejando
hecha polvo. Llamaron a la puerta con insistencia y Mel se arrastró del sofá donde
estaba sentada para ir a abrir.
-¿Mel?- la voz de su amiga Steffani la hizo sonreír.
-Sí, ya voy- dijo con voz ronca abriendo el pestillo. Su amiga cinco centímetros
más baja que ella la miró con sus ojos verdes desde encima de sus tacones de quince,
sonriendo de oreja a oreja- Vaya, estás hecha un asco.
Hizo una mueca cerrando la puerta- Es lo que suele pasar cuando tienes la gripe-
dijo irónica arrastrándose otra vez al sofá y dejándose caer. Cogió un montón de
pañuelos y se limpió la nariz- ¿A qué debo el honor de tu visita?
Steffani fingió indignación- ¿Debo tener una razón para visitar a mi mejor amiga
y sobre todo si está enferma?
-¿Un viernes por la noche? Tiene que estar acabándose el mundo si renuncias a
salir para venir a verme.- Steffani metió un mechón de su pelo negro detrás de la
oreja. Sus ojos verdes la miraron divertida.
-Encima que vengo a ver si estás bien…
Mel no pudo evitar echarse a reír pero al final terminó tosiendo. – ¿Has ido al
médico?- preguntó su amiga preocupada sentándose a su lado.
-Sí… estoy tomando un antibiótico. Dentro de unos días estaré como nueva.-
contestó sin darle importancia.
Steffani observó su melena rubio platino revuelto y sus increíbles ojos violetas
que tenían profundas orejas. Su pequeña nariz colorada como un tomate y sus
normalmente carnosos labios que eran la envidia de cualquier mujer, estaban pálidos
y agrietados.- ¿Sabes? ¿Creo que necesitas unas vacaciones?
-¿De verdad?- preguntó levantando una ceja-¿Tan mal estoy?
-Y no hablemos de cómo hueles- dijo su amiga arrugando la nariz.
-¡No me puedo creer que hayas dicho eso!- se partieron de la risa.
-No, en serio. Debemos irnos a unas vacaciones de primera- dijo Steffani- pero si
hace año y medio que no nos vamos a ningún sitio.
Mel apoyó la cabeza en el respaldo del sofá- Pero es que tengo mucho trabajo.
-Sí, sí. Ya sé lo importante que ese trabajo en el banco- dijo haciendo un gesto
exasperada - Pero también hay que divertirse. ¿Hace cuánto que no sales con un
hombre?
Se encogió de hombros en respuesta.
-¿No tienes nada que decir? ¡Por Dios, Mel! ¡Tienes veinticinco años! ¡Tienes que
disfrutar!
-Y disfruto...
-¿Contigo misma?
-Serás…- partiéndose de risa. Steffani siempre la animaba.- Dentro de un mes
puedo cogerme veinte días de vacaciones, mi jefe me avisó el mes pasado.
-Y no me dijiste nada- dijo indignada su amiga levantándose del sofá- Esta me la
vas a pagar, Mel.
-¿A sí?
-Yo escogeré las vacaciones- dijo resuelta- Y no podrás protestar.- Mel gimió
imaginándose en un complejo turístico de Méjico, aburriéndose tomando el sol y
tomando combinados.- En serio, no puedes protestar. Irás donde yo diga y harás
todo lo que yo haga- la informó muy seria- Prométemelo.
-Si no te conociera desde la guardería te echaría a patadas- protestó.
Steffani sonrió –Prométemelo.
Mel se encogió de hombros- Vale, pero tú me tienes que prometer que de todas
las opciones que tienes, no elegirás un crucero para solteros.
Steffani la miró con los ojos como platos.- Era una idea estupenda... que te
aburrieras es culpa tuya porque no sabes divertirte.
-Eran un montón de viejos que bailaban el cha, cha, cha- contestó indignada.- ¡Y
los jóvenes solo querían meterse en nuestras camas!
Steffani levantó las manos en son de paz- Vale, prometo no elegir un crucero
pero tú me has prometido que irás donde yo quiera y harás lo que yo haga.
Mel estaba agotada- Te lo prometo...
Su amiga empezó a dar saltitos por la sala. Con aquellos tacones que llevaba era
algo increíble, pensó Mel asombrada. –Bueno como veo que estás bien, me voy pero,
¿me podrías dejar el vestido rojo que te pusiste en mi cumpleaños? Esta noche tengo
una cita.
-Así que esa es la razón por la que has venido a verme, ¿eh?- preguntó con los
ojos entrecerrados mientras Steff sonreía angelicalmente- Vaya morro que tienes.
Steffani pasó como una exhalación hacia su cuarto y cogió el vestido. –Te lo
devolveré pronto- dijo dándole un beso en la mejilla
-Todavía estoy esperando que me devuelvas las sandalias beige- protestó ella- Ya
de paso me lo devuelves todo.
-Estás un poco gruñona ¿eh? Creo que deberías acostarte- dijo como si fuera su
madre.
-Lárgate de una vez- dijo riéndose y empujándola hacia la puerta –y llámame
mañana para contarme los detalles.
-Hecho.
-¿Tienes los billetes?- preguntó nerviosa. Odiaba volar y no saber ni a donde iban
la estaba poniendo de los nervios.
-Que sí...- dijo Steffani cogiendo la maleta que le daba el taxista.- Billetes y
pasaportes- dijo su amiga sonriendo- Me encanta esto. No tienes todo controlado y te
estás volviendo loca.
Mel cogió el asa de la maleta con mal humor- ¿Estará todo programado? Porque
no me fío de ti ni un pelo.
-Tranquila, sólo tenemos que subirnos al avión- la chispa de diversión de su
amiga la puso muy nerviosa- ¿Has cogido la crema para el sol y todo lo que te puse
en la lista?
Entraron en el aeropuerto de Heathrow que estaba atestado.-Pues sí, pero no
llego a entender para qué necesito botas y vaqueros si vamos a un sitio donde hace
sol. Me voy a asar...
-Es totalmente necesario-dijo su amiga que miraba las pantallas de televisión que
anunciaban las facturaciones- Genial, ya podemos facturar- dijo contenta tirando de
su maleta sin volverse a mirar si la seguía.
Gruñendo fue tras ella a otra prisa tirando de su trolley esquivando a un montón
de pasajeros que esperaban para facturar. Y eso que estaban casi en octubre pensó
ella para sí. Odiaba aquello, estaba deseando llegar a donde fuera. Su amiga se
detuvo en una larga cola y Mel con curiosidad miró que compañía las llevaba y el
destino. Abrió los ojos como platos-¿Sydney?
Steff sonrió – ¿Sorpresa?
-¿Australia? ¿Nos vamos a Australia?- estaba tan alucinada que no sabía si
matarla o… matarla.
-Siempre has querido ir…- dijo su amiga reprendiéndola.
-Pero eso es algo que se dice como lo de que me voy a poner a dieta ¡Nunca
ocurre!
-Esto sí.
-¿Y cómo lo has conseguido a tan buen precio? Si hemos pagado la mitad de lo
que cuesta el viaje.- preguntó con los ojos entrecerrados de sospecha.
Mel se encogió de hombros- Encontré una oferta estupenda. La magia de
Internet- que desviara la mirada la hizo sospechar, pero algo llamó su atención. Un
grupo de mujeres reían y se saludaban. Llevaban una enorme pancarta – ¿Las
mujeres del rancho Belbet? ¿Qué clase de grupo será ese?
Steffani las miró mientras avanzaban- Las hay guapas…
Mel se echó a reír- ¿Qué?
-Nada- dijo su amiga sonriendo como una niña- Nos toca.
Facturaron las maletas y Mel miró a Steffani – ¿Tomamos un café?
-Sí –dijo mirando distraída a aquellas mujeres.
Estaban ocupando sus asientos en el avión, cuando exasperada vio que aquel
grupo de ruidosas mujeres se sentaban prácticamente al lado. Debían ser unas veinte
que no hacían más que reír y gritar “las mujeres del rancho Belbet”. Reprimiendo la
risa preguntó a una bastante rolliza de unos cuarenta años que tenía sentada al otro
lado- Perdone pero ¿eso qué significa?
La mujer le sonrió- Somos un grupo que va a un rancho para ver si encontramos
marido, cariño.
Mel abrió los ojos como platos- Una caravana de mujeres, ¡vaya! Pensaba que eso
ya no existía...
-Claro que existe. Estaremos allí dos semanas para conocer a los hombres y si
surge el amor nos quedaremos- dijo ilusionada- Por cierto soy Martha ¿y tú?
-Me llamo Melissa.- le dio la mano sonriendo- Increíble. ¿Y son guapos?
Martha se echó a reír- Las fotos de Internet no estaban mal. Son vaqueros, guapa.
-Como en las películas- dijo ella admirada por el valor de esas mujeres. Miró a su
alrededor, las había guapas y no tan guapas, de una franja de edad de entre los
veintipocos hasta los cuarenta y pocos.- ¿Y cómo va esto? ¿Os pagáis vosotras los
gastos?
-Sólo pagamos el billete de avión- dijo la mujer mientras despegaban- El resto va
a cuenta del rancho.
-Me parece justo –dijo ella sonriendo. Miró a su amiga que estaba sentada a su
lado muy callada- ¿Has oído, Steff? Son una caravana de mujeres...-dijo con
admiración –como en el Oeste.
Steff sonrió, aunque más bien le salió una mueca. Mel frunció el ceño-¿Estás
bien?
-¿Sorpresa?- preguntó dudosa.
-¿Qué?- exclamó horrorizada sin darse cuenta que medio avión la estaba
mirando.- ¿Me has metido en una caravana de mujeres?
Hubo algunas risitas y Mel se sonrojó hundiéndose en el asiento- Steff, te voy a
matar-dijo entre dientes- Te juro que de esta no sales. Tú no vuelves a Londres.
-Me lo prometiste, Mel- dijo su amiga con voz dulce- Harías lo que yo quisiera.
-¡Pero no esto!-dijo evitando la mirada de Martha- Por Dios…
-Tranquila cariño, si te han elegido es que les has gustado- dijo Martha sin darle
importancia- Seguro que te lo pasas bien.
Mel se llevó las manos a la cabeza pasando las manos por su cabello suelto- Esto
no está pasando, es una pesadilla.
-¡Vamos, disfruta!- dijo su amiga riéndose- Vas a conocer la auténtica Australia,
¿cuándo hubieras imaginado que irías a un rancho? ¡Va a ser una experiencia
irrepetible!
Mel miró a su amiga como si estuviera loca.- ¡Se supone que vamos para conocer
a un montón de hombres que quieren casarse!
-¿No quieres casarte?- preguntó Martha de lo más interesada.
-Claro…pero en un futuro.-dijo dudosa.
-Nadie te va a obligar a nada, cielo-dijo Martha echándole un cable a Steff que
escuchaba atentamente. Como la mayoría de las mujeres del grupo.- Sólo tienes que
ir allí y conocerlos. Si no te gustan pues a casa, así de simple.
-Eso- dijo una mujer del asiento delantero- ¡Vamos a pasarlo bien!
Las mujeres vitorearon y comenzaron a silbar. Algunas como auténticas
profesionales. Podrían llamar a sus perros a millas de distancia, pensó ella irónica.
Sin poder creerlo se echó a reír y Steff suspiró de alivio.
A pesar de la cantidad de horas de vuelo fue un viaje de lo más animado, cuando
no estaban durmiendo. Se presentaron todas para conocerse y se fueron cambiando
de asientos. Era como una convivencia y a pesar de sí misma, se estaba divirtiendo.
Hicieron escala en Hong Kong y prosiguieron viaje. Al llegar a Sydney estaban
agotadas. Algunas como July, una treintañera atractiva que tenía el pelo corto
pelirrojo, estaban de muy mal humor. Arrastrando sus maletas vieron a un hombre
de unos cuarenta años vestido con camisa caqui y pantalones vaqueros que sonreía
amablemente con un cartel que anunciaba “Rancho Belbet”.
Se llamaba Richard y era el encargado de llevarlas al rancho. – ¿Queda muy
lejos?- preguntó interesada- Es que algunas están agotadas.
El hombre sonrió –Unas pocas horas de vuelo, señoritas. En cuanto lleguen
podrán descansar, se lo prometo.
-Qué hombre más amable- comentó Martha mirándolo con atención. Mel levantó
una ceja mirando a su nueva amiga. Se acercó a ella y le dijo disimuladamente al
oído- Ya has encontrado algo ¿eh?
Martha se echó a reír captando la atención de Richard y la pobre se sonrojó.
Steffani y ella se rieron por lo bajo mientras cogían sus maletas y seguían a
Richard. Se quedaron con la boca abierta al ver un jet esperándolas.- Es uno de los
cuatro aviones que tiene el rancho.
-Debe de ser enorme-dijo Mel con admiración al ver aquella preciosidad.
Steff sonrió contenta y dijo riéndose de ella-¿Quién sabe elegir las vacaciones…?
Ella le sacó la lengua.
Cuando cargaron los equipajes, todas se acomodaron en el lujoso avión. –Antes
que nada –dijo Richard sonriendo a las presentes. El hombre tenía buena dentadura y
varias suspiraron- Me gustaría darles la bienvenida a Australia y agradecerles que
estén aquí.
-De nada, guapo- contestó María, una mujer de la edad de Richard de lo más
exuberante. A Mel no le caía muy bien. Le parecía un poco descarada.
Richard sin dejarse intimidar sonrió y se giró para decir algo a la cabina mientras
la azafata comprobaba que todo estuviera bien.-Dentro de poco llegaremos al Rancho
situado cerca de Oodnadatta. Estamos bastante cerca del río Macumba.
-¿Cómo en la película de Ava Garner?- preguntó una chica llamada Judith que a
Mel le parecía muy maja.
-Era Mogambo, estúpida- respondió July de muy malas formas ganándose varias
miradas de reproche.- Perdona, Judith. Es que este calor me está matando.
Y la verdard es que hacía mucho calor, pero se lo estaba pasando tan bien que no
le importaba estar sudando a mares.
-Eso es algo a lo que tendrán que acostumbrarse, me temo-dijo Richard
mirándolas con una disculpa en los ojos- Hoy estamos a treinta y ocho grados y con
una humedad del treinta y cinco por ciento. Supongo que ustedes lo notarán mucho
al venir de la fresca Inglaterra.
El avión ya andaba por la pista y Richard se sentó- Es majo ¿eh?- dijo Steff –
Espero que todos sean así... lo pasaremos bien.
-Sí -. Miró sus vaqueros y suspiró. Cuando se levantara de aquel asiento de cuero
iba a parecer que se había meado. Estiró su camiseta y se dio cuenta de que era lo
bastante larga para que le llegara a la mitad del muslo. Después de despegar se
levantó y comenzó a desabrocharse los pantalones.- ¿Pero qué haces? –preguntó su
amiga mirando a su alrededor.
-Estoy asada –dijo sacándose los pantalones y estirando la camiseta. – ¿Cómo
estoy?
-Parece que te vas a la playa- dijo su amiga mirándola detenidamente.- ¿No
causarás mala impresión?
-Iba a dar una impresión peor si llego con todos los vaqueros mojados.-dijo
irónica.
Se volvió a sentar aliviada- Que gusto.
-Te envidio. Si lo llego a saber hubiera traído algo para cambiarme.
Mel la miró. Su camisa de manga corta no permitía que se quitara los vaqueros.-
Lo siento.
-Más lo siento yo- dijo limpiándose el sudor a pesar del aire acondicionado.
Capítulo 2
Dios mío, qué noche más horrible. Varias de sus compañeras de cuarto, incluida
Martha, roncaban de tal manera que parecía que estaba en un concurso para ver
quien se superaba. La cama era horrible y no podía ponerse boca abajo que era como
dormía normalmente porque el somier cedía y parecía que estaba haciendo el puente
al revés. Se levantó gimiendo y agotada acariciándose los riñones. Estaba medio
dormida y no se cayó de la cama de milagro. Se libró porque se agarró en el último
momento.-Dios mío –gimió arqueándose hacia atrás- Esto es una tortura para que
nos desmoronemos y nos casemos de inmediato.
Judith se echó a reír por su ocurrencia. –Pues después de lo que he visto ayer a
mi van a tener que arrancarme las uñas.
-¿No te ha gustado nadie?- preguntó Steff sacando la cabeza de su litera.
Se encogió de hombros- El que me gustaba ya no me gusta, es un poco…
-Gilipollas- dijo July- ¿Era Jeff, no?
Judith se sonrojó pero July cogió carrerilla. –A ese se le ve venir a la legua. Lo
que quiere es pasarse por la piedra a todas las que pueda. –miró a Mel con malicia-
sobre todo a ti.
Mel se quedó sorprendida-¿Tú crees?
-Sí –dijo Steff saliendo de la cama- se le ve venir.
Se encogió de hombros –Pues lo lleva claro.
-Venga chicas, preparaos para desayunar –dijo Martha zanjando el tema- Jody
nos va a llevar a montar a caballo, no quiero hacerla esperar.
Mel decidió vestirse con vaqueros largos y una camiseta de tirantes violeta. Se
recogió el pelo en una trenza francesa y se puso sus botas vaqueras rosas. Esperaba
no pasar mucho calor aunque ya parecía que su cuerpo se estaba acostumbrado. Salió
con Steff que se había vestido de manera parecida y se encontraron con Brian que
estaba ayudando a montar las mesas del desayuno.- ¿Podemos ayudar?- preguntó
Mel viendo como su amiga se sonrojaba ligeramente. Parecía que el guapo vaquero le
subía la temperatura. Ella lo miró de otra manera, más detenidamente. Tenía los ojos
verdes y su pelo era rubio pajizo. No estaba mal. Como casi todos estaba fibrado y
era un poco más alto que ella. Debía tener unos veintiocho años. Le gustaba para
Steff.
-Si podéis ir colocando las sillas- sugirió él señalándolas. Estaban apoyadas en la
pared del otro barracón.
Mel se acercó hasta ellas y cogió dos seguida de su amiga. Las chicas del grupo
empezaban a salir y entre todos el desayuno estuvo listo en un periquete. Entre risas,
desayunaron café y bollos caseros con deliciosa mermelada. También había huevos y
tocino. –Voy a engordar diez kilos –dijo Steff dándose cuenta de todo lo que había
comido pues tenía tendencia a engordar.
-Aunque engordaras diez kilos seguirías siendo preciosa- dijo Brian galante.
Steff se sonrojó y Mel pensó que casi la tenía en el bote. Viendo a algunos de los
vaqueros y a las chicas se dio cuenta que ya se veían algunas parejas en el grupo.
Nada demasiado evidente pero se notaba quien se llevaba bien. Tenían días de sobra
para conocerse. Joan llegó hasta ellos-¡Buenos días! ¿Qué tal habéis dormido?
Aunque seguramente nadie había dormido bien, todas sonrieron. Incluso July. –
Bien, ahora quien quiera puede venir a montar a caballo. Supongo que muchas de
vosotras no sabréis pero no tenéis que preocuparos, os enseñaremos.
Escuchó que Steff le preguntaba a Brian- ¿Tú vienes?
-Tengo una reunión con Richard y el jefe-dijo disculpándose. –Te veré luego.
Se acercaron a las caballerizas todas juntas – Parece que tú no sólo has venido de
vacaciones, ¿eh?
Steff le dio un codazo riéndose. Mel vio que varios caballos ya estaban
ensillados. Algunos parecían muy mansos pero había unos cinco que se veían más
inquietos. Joan se subió a uno de los caballos. Un castaño precioso. – ¿Alguna de
vosotras sabe montar?
Steff levantó la mano rápidamente y miró a Mel con el ceño fruncido-¡Levanta la
mano!
Poniendo mala cara la levantó. Otras dos chicas la levantaron. -¡Estupendo!- dijo
mirando a Mel y a Steff-¿Habéis practicado mucho?
-Mel y yo íbamos a hípica de pequeñas. Yo lo dejé a los dieciséis pero Mel sigue
montando.-dijo dándose importancia.
Era uno de los lujos que su madre no quería que dejara. Seguía pagando el
picadero y ella iba todos los fines de semana.- Entonces ya podéis montar.
Mel vio un caballo blanco de esbeltas patas que le encantó. Se le veía un poco
brioso pero no le importó. Se acercó a él y le acarició el hocico murmurándole
palabras cariñosas. Le acarició el cuello y cogiendo las riendas puso un pie en el
estribo. Se subió ágilmente bajo la atenta mirada de parte del grupo. El caballo se
inquietó un poco pero ella lo dominó enseguida enseñándole quien mandaba. Steff se
había subido al de al lado y le sonrió acercándose un poco más a ella. –Esto va a ser
interesante- dijo irónica al ver como July protestaba porque no se sabía subir.
Joan pacientemente enseñó los pasos a seguir al grupo. Mel observó que Judith
tenía problemas pues su caballo no dejaba de moverse, pero ella no se daba por
vencida. Sin bajarse del caballo se acercó a ella y le agarró el bocado.- Ahora sube.-
dijo sonriendo.- tienes que enseñarle quien manda, July.
-Como a los hombres
Mel se echó a reír girando su caballo para encontrarse con esos ojos azules que la
estaban empezando a alterar- Buenos días, ¿qué tal Star?
Jack se acercó a ellas- Suponía que usted no había visto un caballo en su vida-
parecía molesto.
Ella sorprendida contestó- Yo nunca he dicho eso. Nunca había visto nacer un
caballo, eso es distinto. También he hablado con cientos de mujeres en mi vida y
nunca las he visto dar a luz.
Steff se echó a reír al oírla mientras ella miraba a Jack desde su montura. Llevaba
una camisa blanca y unos vaqueros. Estaba muy guapo con un sombrero en la mano
y mirándola enfadado. Este hombre tiene un carácter horrible.
-Muy graciosa –contestó él mirando sus botas rosas.
Mel sacó la bota del estribo – ¿Le gustan? Son de esta temporada- dijo riéndose
de su actitud.
La ignoró y fue hacia su hermana. Le dijo varias cosas en voz baja y como estaba
de espaldas Mel no pudo evitar mirarle el trasero. Suspiró sin poder evitarlo- Parece
que tú tampoco has venido de vacaciones…
Miró a su amiga chasqueando la lengua- Yo no busco nada.
-Claro, claro.
Joan se volvió a subir a su caballo y sonriendo dijo- Si alguien tiene algún
problema que no dude en decirlo.
Emprendieron la marcha pero su caballo estaba deseando cambiar el ritmo.
Rodeando al grupo se acercó a Joan seguida de Steff. –Perdona, ¿vamos a algún sitio
en particular?
Joan sonrió señalando una dirección – Todo recto llegaremos a una cabaña donde
los esquiladores hacen su trabajo.
-¿Podemos Steff y yo adelantarnos? Nos apetece cabalgar un poco.
-Claro, lo entiendo. Sólo tenéis que seguir recto unos tres kilómetros.
Mel sonrió a Steff levantando una ceja- ¿Lista? Hace tiempo que no montas, igual
quieres quedarte- preguntó irónica
-Te vas a tragar esas palabras.
-Una carrera ¿eh? Como os envidio –dijo Joan mirando al grupo- Yo doy la
salida.
Mel y Steff la miraban expectantes- Preparadas, listas… ¡ya!
Mel azuzó a su caballo y se echó a reír cuando las chicas empezaron a gritar.
Volvió a golpear los talones y se puso a todo galope mirando por encima del hombro
para darse cuenta que Steff no la podría alcanzar. Estaba claro que su caballo era
mucho mejor. La sensación era increíble. El aire y el sol le daban en la cara. Cabalgar
sobre tierra era distinto que hacerlo sobre hierba. No tardaron en ver la cabaña y Mel
emocionada miró por encima de su hombro- ¡Voy a ganar!
Steff sonrió azuzando su caballo pero estaba claro quién iba a ser la vencedora.
Al llegar tiró de las riendas suavemente para que el caballo redujera el paso. Chilló
de alegría al llegar, girándose para ver llegar a Steff que se estaba riendo a carcajadas.
– ¡Vale campeona, has ganado!
Mel se dio cuenta que había un cercado y Steff la miró con picardía-¿Te lo estás
pensando?
- No- dijo dirigiendo su montura hacia allí y contenta se echó a reír- No es
demasiado alta.
-Mel, igual ese caballo no sabe- dijo su amiga dudando.
-Todos saben. Sólo hay que animarlos a hacerlo-dijo con seguridad.
Mel se alejó para que el caballo tuviera espacio para correr. Oyó que un jeep
llegaba a toda velocidad antes de lanzarse a galope. –Vamos bonito, no es una valla
demasiado alta, tú puedes –le dijo a su montura animándolo. Cuando llegó su
caballo parecía saltar sin esfuerzo y ella se echó a reír cuando los cuartos traseros
tocaron el suelo. Giró el caballo hacia Steff que la miraba desde el otro lado de la
valla aplaudiendo y gritando – ¡Un diez!
El jeep derrapó al frenar, bajando del asiento del piloto Jack con una vena
palpitante en el cuello. – ¡Baja ahora mismo de ese caballo, loca descerebrada!
Mel tomándoselo a risa le dijo sonriendo- Perdone… ¿pero cuando he dejado que
me tuteara?
Richard salió del jeep preocupado y Mel frunció el ceño al ver como Jack saltaba
la valla dirigiéndose hacia ella- ¡Te he dicho que te bajes!
Mel entrecerró los ojos al ver a Steff preocupada- No me hable en ese tono, no se
lo tolero ni a usted ni a nadie.
-¡No pienso permitir que montes más en esta finca!- gritó él agarrando el bocado
de su caballo- ¡Bájate ahora mismo!
Ella se echó a reír y antes de darse cuenta la había agarrado de la cintura y tiraba
de ella hacia el suelo-¡Maldita loca, si quieres matarte más vale que lo hagas en
Inglaterra y no aquí!
Tomada desprevenida gritó asustando a la montura que se encabritó. Jack no la
pudo agarrar antes de caer al suelo. Cayó de espaldas faltándole el aire y
golpeándose la cabeza.
-Jack joder, ¿qué has hecho?- exclamó Richard acercándose corriendo al igual que
Steff que gritaba asustada.
Jack se acercó a ella arrodillándose a su lado- ¿Melissa?- preguntó preocupado
mirándola sin tocarla.- ¿Te duele algo?
Mel gimió levantando su mano para tocarse la cabeza- Mierda, no me tiraba un
caballo desde los trece años.
Steff se arrodilló corriendo a su lado mientras Richard la miraba desde arriba-
Estoy bien...- o eso creía. Por costumbre empezó a mover brazos y piernas como le
habían enseñado.
-No deberías moverte, te has caído de pleno sobre la espalda.- dijo Steff llorando.
Su amiga miró a Jack que la observaba sin decir nada- ¡Es usted un salvaje!
-Steff...- dijo ella colocando los codos en el suelo he incorporándose un poco-
Estoy bien.
-Señorita Melissa tómeselo con calma, ha sido una buena caída- dijo Richard
viendo cómo se sentaba lentamente.
Le iba a salir un buen chichón en la cabeza y tenía la espalda dolorida.
Seguramente también le saldría un morado. Jack la cogió por un brazo para
levantarla pero ella lo soltó de golpe- No me toque…- dijo mirándolo con odio.
Jack apretó la mandíbula – La culpa es suya. Si hubiera bajado cuando yo se lo
dije, esto no habría pasado.
Steff jadeó mientras Richard gruñía de disgusto pero Mel ni pensó en lo que
hacía y antes de darse cuenta se había tirado sobre él agarrándole del pelo y
tirándolo de espaldas. – ¡Dale, Mel! – gritó Steff animándola.
Jack al principio no reaccionó de lo sorprendido que estaba pero al darle Mel un
tortazo en plena cara mientras soltaba unos tacos que ni un camionero, la intentó
agarrar por los brazos pero Mel consiguió subirse a horcajadas sobre él intentando
inmovilizarle .La agarró de la cintura para separarla pero ella estaba fuera de sí-
¡Richard, quítamela de encima que no quiero hacerle daño!- exclamó él desviando un
puñetazo que fue a parar a la tierra para frustración de Mel.
-¿Estás seguro? Creo que necesita desahogarse, Jack. Es lo justo- dijo su capataz
divertido.
Jack hizo una mueca y la agarró por las muñecas – ¡Basta!
-¿Te ayudo, Mel?- preguntó Steff dispuesta a pelear.
-No, ya puedo yo con este cerdo prepotente- dijo antes de morderle en la
muñeca.
Jack gruñó antes de soltar sus muñecas para recibir otro tortazo en toda la
quijada para plena satisfacción de Mel. Unas manos la cogieron por la cintura
levantándola delicadamente- Lo siento Melissa pero me temo que no es una lucha
justa. Él no te puede pegar.- dijo Richard antes de posarla en el suelo.
-Pues bien que puede tirarme del caballo.- dijo con intención de volver a la carga.
Richard la agarró del brazo divertido. Se notaba que lo estaba pasando en grande.
-Además ¿a qué ha venido eso? Melissa es una excelente jinete. ¡Es de las mejores
de Inglaterra!- gritó a Jack que se estaba levantando para enfrentarla.
-¡En mi rancho yo soy el que manda!- gritó él a su amiga. Y Mel hizo otro amago
de tirársele encima.
-¡No le hables así!
Jack se acercó a ella furioso- Habéis sido dos irresponsables al galopar así en una
zona totalmente desconocida ¿Y si el caballo hubiera metido la pata en un hoyo? ¿Y
si el caballo no supiera saltar? Podrías haberte roto el cuello.
-¡Por lo visto corría más riesgo contigo!- le gritó en plena cara.
-Jack- dijo Richard preocupado.
-No volverás a montar, Melissa y tu amiga tampoco. No en mi rancho. ¡No
quiero tener que pagarte el ataúd de vuelta!
-¡Tengo seguro de viaje, estúpido!
-Jack, está sangrando.
El jefe lo miró sorprendido y la agarró del brazo dándole la vuelta de golpe como
si fuera una marioneta. Mel giró el cuello intentando mirar.-Estate quieta- gruñó Jack
tocándole la espalda- Has debido clavarte una piedra al caer.
Steff también miraba – ¿Es mucho?- preguntó intentado mirar.
Jack le bajó la camiseta de tirantes y se removió incómoda-¡Eh! – dijo indignada
al notar que se le veía la parte de atrás del sujetador.
-No –dijo su amiga aliviada.- Te has hecho heridas peores jugando al fútbol.
-Hay que curarte- dijo él como si sólo le diera problemas.
-Ya lo hará Steff- intentó soltarse y él respondió tirando de ella hacia el jeep.
-¡No quiero irme! ¡Van a esquilar una oveja y quiero verlo!- clavó los tacones de
sus botas.
Él se giró fulminándola con la mirada- ¡Tengo un botiquín en el jeep!
-Ah...- se dejó llevar y Jack puso cara de estar exasperado.
Cuando llegaron al coche seguidos de los demás vieron que llegaban las chicas.
Jack abrió la puerta trasera y sacó un enorme botiquín. La miró como si le pusiera de
los nervios, así que Mel se calló lo que pensaba decir. Que fuera Steff la que la curara.
Puso el botiquín sobre el capó y sacó varias cosas-Date la vuelta.
Mel vio que Jody bajaba del caballo a toda prisa-¿Qué ha pasado?
-El bruto de tu hermano que me ha tirado del caballo- dijo sonriendo.
-¿Qué?- Jody miró a Jack como si quisiera matarlo- ¿Te has vuelto loco?
-¡Ahhh!- gritó Mel al sentir el algodón en la espalda- ¡Serás bestia, escuece!
-Tengo que desinfectarlo –Mel miró sobre su hombro. El muy sádico estaba
disfrutando.
Bufó mirando otra vez a Jody que la observaba arrepentida. –Te juro que no
siempre es así.
-No tienes que disculparte por este cafre. ¡Ahhh!- gritó sobresaltándose.
-¿Duele?- preguntó antes de soplar en la herida como si tuviera cinco años. Mel
se estremeció. La sensación que la recorrió la dejó muda. Delicadamente él siguió
tratándola. Le aplicó una crema y le puso un apósito. ¿La había acariciado con el
pulgar? A Mel se le puso el vello de punta.
-Ya está- dijo Jack guardando las cosas.
Mel se volvió algo sonrojada y dijo muy a su pesar- Gracias.-Se giró y dio unos
pasos hacia Jody- ¿Vamos a ver esas ovejas?
La cara de alivio de su anfitriona fue evidente y sonrió agradecida- Claro, incluso
podrás probar.
Steff se echó a reír- Eso quiero verlo.
Entraron en la cabaña donde las demás le preguntaron qué había pasado- Nada,
una pequeña caída- dijo sin darle importancia.
Durante un rato vieron como un profesional esquilaba una oveja enorme. Mel no
se perdió detalle de cómo aquel hombre manejaba al bicho como si no pesara nada.
La dejó pelada rápidamente y sonrió mientras ellas aplaudían. Cogió otra oveja y dijo
con gracia- ¿Quién se anima?
-Venga Mel, es tu oportunidad- dijo Jody animándola.
Se acercó al hombre y siguió sus instrucciones de cómo coger a la oveja pero a
Mel le dio miedo hacerle daño y se le soltó. –Agárrala fuerte- dijo Jack apareciendo
ante ella.
-Tengo miedo de hacerle daño- protestó agarrando a la oveja por la lana del lomo
para que no se le escurriera.
-No le haces daño- Jack agarró a la oveja por el cuello con una mano y se colocó
detrás de Mel colocando a la oveja prácticamente sentada con las patas hacia arriba.
Mel la agarró metiéndose la cabeza y el cuello de la oveja debajo de la axila- Muy
bien, coge la máquina.-Mel cogió la máquina que se parecía a las que utilizaban los
hombres en las peluquerías. Agachada sujetando la oveja empezó a afeitarla pero lo
hacía tan suavemente y sin apretar que Jack cogió su mano y apretó más empezando
a mover la máquina por el vientre de la oveja. Después de un rato la soltó y Mel
siguió sola sonriendo. Siguió por los costados de la oveja dejando caer en el suelo
una capa enorme de lana. Levantó la vista y sonrió a Jody que levantó los pulgares. –
Lo haces muy bien, Mel.
-Ahora gira la oveja- dijo Jack sin quitarle ojo. El bicho ya se dejaba hacer, así que
no le fue difícil. Siguió por el lomo que era donde más cantidad de lana había pero
rápidamente la esquiló. Tuvo cuidado con sus orejas no fuera que la dejara mutilada
y cuando terminó el trabajo suspiró aliviada de ver como la oveja parecía feliz. No le
extrañaba, con el calor que hacía librarse de todo aquello debía ser un auténtico
alivio. Dio la maquina al esquilador sonriendo y las chicas reían aplaudiéndola-
¡Muy bien, Mel! –dijo Steff vitoreándola.
Hizo una reverencia en broma, mientras Jack ponía los ojos en blanco. Jack le dijo
algo a su hermana y salió de la cabaña. Le daba un poco de rabia que no le hubiera
dicho nada. Se encogió de hombros y observó como Steff pedía probar.
Varias de ellas probaron y se rieron mucho cuando Martha intentó hacerlo.
Al salir Jack estaba hablando con Richard con el sombrero calado hasta los ojos y
Mel gimió- Por lo visto no se ha olvidado.
-Me parece que no es de los que se olvidan de nada- comentó Steff acercándose a
ellos- ¿No estarías hablando en serio cuando decías que no volveríamos a montar,
verdad?- preguntó su amiga sonriendo- Te puedo asegurar que sabemos lo que
hacemos.
Jack entornó los ojos mirándolas- No puedo permitir que sufráis un accidente en
el rancho.
-Prometemos ser buenas-dijo sin poder evitar burlarse de él.
-No sé porque pero eso no me lo creo- dijo irónico.
-Vamos Jack, dales otra oportunidad- dijo Richard sonriendo- No cabalgarán
como locas por la finca.
-¿Ah no?- preguntó Mel.
-Mel, ya vale- la regañó Steff- No quiero pasarme aquí dos semanas sin poder
montar.
Jack se cruzó de brazos sonriendo y Mel entrecerró los ojos. –Está bien- dijo
cediendo al final- no cabalgaremos como locas.
-Y nada de saltar vallas- añadió Jack.
Se puso roja de rabia y Steff dijo apoyándola- Fue campeona de salto en
Inglaterra, sabe lo que hace.
-Déjalo Steff, nada de saltos.
Jack levantó una ceja- Campeona de salto, ¿eh?
-Eso fue hace años-dijo enfadada al ver como las otras se iban a comer- Bueno
¿podemos montar o no?
-Fue subcampeona nacional- añadió Steff orgullosa.- Podría haber ido a las
olimpiadas.
-¡Steff!
Ellos parecían de lo más interesados- ¿Y qué pasó?
Mel se dio la vuelta- Me largo de aquí- dijo yendo hacia el caballo.
-¡Mel, espera! –gritó Steff corriendo hasta ella. –Perdona…
-¡No tienes derecho a contarle mi vida a nadie! – exclamó furiosa.
Su amiga se mordió el labio inferior. Montó su caballo y se lanzó a galope ante la
atónita mirada de Jack. Steff no fue detrás de ella y era lo mejor... necesitaba estar
sola y su amiga lo sabía. Acordarse de las Olimpiadas le recordó el peor momento de
su vida y sin querer una lágrima recorrió su mejilla. Furiosa por dejarse deprimir,
azuzó el caballo pasando al lado del grupo sin detenerse. Llegó al establo y sabiendo
que se iba a ganar otra bronca decidió desaparecer un rato. Quitó la silla de montar
rápidamente por costumbre y entregó el caballo al peón que estaba esperándolas. Se
metió en el barracón y se quitó la camiseta. Observó el agujerito de la espalda y la
mancha de sangre. Fue hasta el cubo de la basura y la tiró. Abrió su maleta y saco
otra azul cuando la puerta se abrió de golpe. Mel ni se giró- No hace falta que me
eches la bronca. No volveré a montar.
Se puso la camiseta y le miró. –Te juro por Dios que te estrangularía si pudiera.-
Mel hizo una mueca al ver que estaba furioso y cerraba de un portazo.
-No voy a discutir contigo –dijo cruzándose de brazos- No volveré a montar.
-¡Me importa una mierda que no vuelvas a montar! ¡Eres un peligro! ¡Puedes
buscar cualquier otra manera de ser impudente!- gritó acercándose – ¡Hasta que
vuelvas a tu casa me harás caso o te juro que va a ser lo último que hagas!
Mel se enderezó pero no dijo palabra.
-No volverás a montar como si te persiguiera el diablo y evitarás cualquier
situación peligrosa, Melissa o te subiré en el primer vuelo a Sydney.
Se mordió el interior de la mejilla intentando no decir nada. Jack la cogió por la
nuca acercándola a él –Melissa, dime que lo harás- dijo a punto de explotar.
Furiosa respondió gritándole a la cara- ¡Está bien!
Se miraron rabiosos –Me pones de los nervios- dijo Jack
-Lo mismo digo.-respondió entre dientes. No pareció gustarle su respuesta y Mel
se sorprendió cuando de repente la besó. No, aquello no era un beso. La quería
dominar. Mel le golpeó con los puños intentando separarse, pero Jack la abrazó por
la cintura pegándola a él, mientras la seguía agarrando por la nuca. Mel a pesar de sí
misma empezó a disfrutar del beso y sin querer puso las manos sobre sus hombros.
La presión cesó y Jack le empezó a morder suavemente los labios haciéndola gemir.
Aprovechó para meter su lengua en su boca, saboreándola. La habían besado antes
pero lo que sintió en ese momento la derritió. Iba a abrazar su cuello cuando la soltó
de golpe dejándola con la respiración entrecortada. Jack la miró divertido- Veo que
eso te relaja. Ya sé que hacer para meterte en vereda cuando te pases de la raya.
-¡En tus sueños, paleto!- le espetó ella. Jack dio un paso hacia ella y Mel asustada
de sí misma dio un paso atrás inconscientemente. Jack amplió la sonrisa- Creo que lo
has pillado. Igual no eres tan estúpida como aparentas.
Después de eso, se dio la vuelta dejándola allí de pie. Mel hervía de furia y
golpeó la maleta tirando su contenido al suelo. Frustrada después de unos minutos lo
recogió todo. Estaba buscando un zapato debajo de la litera de Martha, cuando oyó
que alguien entraba. Levantó la cabeza y vio a Steff que susurró.- Lo siento.
Mel hizo una mueca- No, lo siento yo. Tú no tienes la culpa de nada. Perdona.
Steff se sentó en su cama- No tenía que haber dicho lo de las Olimpiadas, es que
estoy muy orgullosa de ti, aunque al final no fueras.
Mel hizo una mueca agarrando el zapato- La vida es así.
-Si...
Steff parecía triste y Mel se sintió fatal. Se sentó junto a ella y la abrazó.-Me
parece que eso paso hace mil años…
-No tuviste la culpa.
Se separó de su amiga y la miró con tristeza- No, la culpa la tuvo aquel borracho.
-Exacto –Steff le acarició la mano.-Venga, vamos a comer. Estoy hambrienta.
Capítulo 4
Salieron del barracón y las chicas las miraban queriendo saber lo que estaba
pasando. Jack no estaba por ninguna parte y suspiró aliviada. Se sentaron al lado de
Jody que las esperaba con una sonrisa. Después de empezar a comer Jody les dijo en
voz baja- ¿Podéis hacerme un favor?
-Sí, claro- dijo Mel rápidamente.
-Tengo que hacer la prueba del vestido de novia –susurró ella- y me gustaría
vuestra opinión. Aquí no hay gente de mi edad y vosotras vestís muy bien ¿Os
importa?
Mel miró a Steff que tenía los ojos brillantes de ilusión- Claro. Nos encantará.
Las demás chicas se reunieron con los vaqueros que acababan de llegar y las tres
se escabulleron hasta la casa. Mel miró aquel caserón con admiración-Es preciosa. No
me canso de mirarla.
Jody la miró con una expresión extraña- Me alegro que te guste. –pasaron por un
pequeño jardín delantero donde una buganvilla daba unas pequeñas pero
abundantes flores color fucsia. Subieron los escalones al porche y Mel vio que había
unos muebles de mimbre blancos que parecían muy cómodos. Al entrar al hall se
sorprendió de la bajada de temperatura- ¿Tenéis el aire acondicionado a tope? –
preguntó divertida.
-No- respondió Jody yendo hacia la escalera- lo que pasa es que la casa tiene
unos muros de piedra muy gruesos, lo que hace que la temperatura no penetre tanto
en la casa.
Miró a su alrededor, era muy acogedora. Una casa para vivir, no como la casa de
sus padres que parecía un museo. Subieron al primer piso y Joan las guió hasta una
habitación. Era bonita y muy luminosa- Pasad, por favor. Voy a llamar a Margie que
es la que me hace el vestido.- Resultó que la costurera también era el ama de llaves-
Podría haber ido a Sydney o a cualquier otra ciudad y comprarme uno de diseño. Al
fin y al cabo la boda la paga mi hermano, pero quería que fuera Margie la que me lo
hiciera pues prácticamente me ha criado.
A Mel le pareció un detalle precioso y sonrió.-Es un detalle.
Margie entró en la habitación con una enorme funda- Hola-dijo saludando a las
chicas.
Se presentaron y Margie dijo- Así que sois las favoritas.
Mel levantó una ceja- ¿A si?
Jody se sonrojó- ¡Margie!
El ama de llaves se echó a reír- Tranquila cariño... prometo no decir nada-dijo
colocando la funda en la puerta del armario.
Pero ella no iba a dejarlo pasar y miró a Jody interrogante. Su nueva amiga se
puso nerviosa- Bueno…os vais a reír…
-¿Seguro?- preguntó Steff divertida sentándose en la enorme cama.
-La verdad es que no os escogí para ninguno de los chicos- dijo Jody quitándose
la camisa de cuadros que llevaba.
-¿Ah no?
-No, os escogí para Jack- murmuró mirando a Mel atentamente.
-¿Qué?- el ataque de risa que tuvieron Steff y Mel después de mirarse les hizo
doler el estómago.
-¡Eh! ¡Que es un partido estupendo!- exclamó Margie indignada.
La risa aumentó varios grados y hasta Jody no pudo evitar reírse.
-Perdona Margie, es que es una idea ridícula- dijo Mel limpiándose las lágrimas.
-¿Por qué?- preguntó el ama de llaves curiosa.
-Bueno porque…- Mel no sabía que decir sin incomodar a Jody a la que miró de
reojo- no nos llevamos bien.
-Jack se lleva bien con todo el mundo.
Las risas volvieron y Margie exasperada sacó el vestido. Dejaron de reír de
golpe- Vaya... tienes unas manos increíbles, Margie- dijo Steff impresionada.
-Gracias, me encanta coser. Si no hubiera nacido aquí, habría sido modista.
-Me hacía todos los vestidos de pequeña. Puede copiar un modelo viéndolo una
vez.-dijo Jody después quitarse los vaqueros.
Mientras Margie la ayudaba a ponérselo, ellas la miraban sintiendo su ilusión. El
ama de llaves extendió la cola. El corpiño de tirantes era maravilloso con un bordado
de hojas que bajaban por la falda creciendo de tamaño- ¿El bordado lo has hecho tú?-
preguntó admirada.
-Sí, le he dedicado unas cuantas horas- dijo orgullosa de su obra.
-En Londres ganarías una fortuna- añadió Steff.-Es precioso.
-Una maravilla- dijo Mel sonriendo a Jody –Estás bellísima. A tu prometido se le
va a caer la baba.
Los ojos de jody brillaron de amor- Eso espero.
Una pequeña punzada de envidia le recorrió el estómago pero lo reprimió. Ya
llegaría su día, dentro de un siglo más o menos.
-¿No debería ajustar más el corpiño?
-No, te queda perfecto. Ahora no adelgaces de los nervios- dijo Margie
mirándola como si tuviera cinco años.
-Prometo comer como una lima- dijo riéndose ante la cara de horror de Margie.
Le quitó el vestido guardándolo con amor. Se notaba que en aquella casa había
mucho amor. Le extrañaba que Jack tuviera tan mal carácter. Al acordarse de él, se
lamió los labios nerviosa y se sonrojó ligeramente. – ¿Os importa que me vaya? Me
gustaría acostarme un rato-dijo levantándose de golpe.
Steff también se levantó mirando a su amiga de manera extraña- Sí, yo también
querría descansar un poco .El viaje todavía nos pasa factura.
Jody sonrió- Claro, nos veremos en la cena. Hoy cenaré con vosotros y vendrán
unos chicos de la ciudad para tocar y así animar la velada.
Mel salió de la habitación despidiéndose y bajó las escaleras lentamente con Steff
a su lado. Al llegar al hall se encontraron con Jack- ¿Qué hacéis vosotras aquí?-
preguntó de muy malos modos
Mel pasó frente a él sin hacerle caso y abrió la puerta. –Nos invitó Jody- dijo
nerviosa Steff- para ver su vestido de novia.
Jack observó con el ceño fruncido como Mel salía sumida en sus pensamientos- Y
ahora ¿qué le pasa?
La verdad es que Mel estaba muy confundida. Por un lado ella no estaba allí para
gustarle nadie, pero eso no se podía evitar y parecía que su cuerpo se sentía atraída
por el cromagnon de Jack. Pero ella iba a volver a Inglaterra, así que eso no podía ser.
Además él la odiaba. No la podía ni ver desde que había puesto un pie en el rancho.
Así que no había nada que hacer. Además ella se negaba a quedarse allí. Sonrió
porque había solucionado el problema. Lo mejor es que dejara de hablar con él para
quitarse los pájaros de la cabeza. No quiso pensar en el enloquecedor beso que él le
había dado.
Dándole vueltas a ese pensamiento, llegó hasta los barracones. Varias personas
habían seguido su ejemplo y estaban durmiendo la siesta. Se quitó las botas y se
desnudó lentamente mientras Steff la miraba.- ¿Estás bien?
Mel la miró- Estoy muerta de sueño y me mata la espalda.
-¿Quieres un analgésico?
-No, gracias – sin ponerse el camisón se tumbó en su cama en ropa interior,
tapándose con la sábana. Era cierto lo de la espalda desde la hora de la comida había
empezado a sentir un dolor un poco más intenso. A lo mejor era una contractura
muscular. Suspiró cerrando los ojos quedándose dormida casi al instante.
No se enteró cuando se despertaron las demás. Fue Steff la que la zarandeó –
Venga, que luego no duermes por la noche.
Se sentó en la cama.-Uff, estoy hecha polvo.
-Es el cambio de horario- dijo Martha – Es como vivir de noche.
Mel sonrió bajando de la litera lentamente- Menudo morado que te está saliendo
en la espalda- dijo Martha-¿quieres unas friegas?
Negó con la cabeza- Voy a darme una ducha a ver si me despejo. ¡Qué calor hace!
Cogió su neceser y fue hacia el baño. Afortunadamente el agua estaba más fría
que el día anterior.
Cuando salió, escogió un vestido blanco por encima de las rodillas sin mangas.
Era fresco y era lo que necesitaba. Se puso unas sandalias bajas doradas y unos
pendientes dorados dejando su maravilloso pelo suelto para que se secara. Se dio
cuenta que todas las demás ya estaban fuera y sonrió pensando en que Steff habría
ido a ver a Brian.
Salió lentamente. La espalda la mataba y tenía un calor horrible. Vio que ya
estaban sentados a la mesa ¿Pero cuánto tiempo había estado en la ducha? Se sentó al
lado de Steff dejándose caer en la silla. – ¿Se te han pegado las sábanas, eh? –
preguntó Jody
Mel sonrió al darse cuenta de que Jody estaba frente a ella- Un poco…
-Pues te hemos reservado un trozo de cordero- dijo Steff sonriendo- y un poco de
ensalada.
Miró la comida y no le apetecía nada, pero ya que se lo habían guardado lo cogió
forzando una sonrisa- No tendrías que haber guardado nada- dijo una voz masculina
que le puso los pelos de punta- Que se hubiera levantado a tiempo.
Mel miró a la cabecera de la mesa-¡Pero si nuestro anfitrión se ha unido a la
fiesta, que honor!- la ironía no pasó desapercibida a nadie.
-Me alegra que te sientas honrada- respondió con sarcasmo.
Decidió ignorarle. Comió muy poco, revolviendo la comida en el plato
intentando estar atenta a la conversación pero estaba tan cansada que le costaba
concentrarse. Bebió muchísima agua. Movió las solapas del vestido intentando que se
le fuera el calor, algo totalmente inútil.
Terminaron de cenar y tres chicos empezaron a tocar canciones románticas.
Seguramente para que las parejas se animasen. Ella observó distraída rechazando
bailar con nadie. No estaba de humor. Sabía que Jack la estaba observando pero no le
prestó atención. Miraba como Steff sonreía a Brian mientras hablaban en el otro
extremo de la pista, cuando la cogieron de la muñeca levantándola de la silla. – ¡No
quiero bailar!- dijo intentando separarse de Jack que no le hacía ni caso mientras la
arrastraba a la improvisada pista de baile.
-¿No habrás venido hasta Australia para quedarte sentada en una silla?-
preguntó divertido poniéndole las manos en la cintura.
-No tengo ganas de bailar y tampoco quiero discutir, por favor- rogó agotada
apoyando las manos en sus hombros.
Jack la miró con el ceño fruncido – ¿Estás dolorida?
Mel desvió la mirada- Me duele un poco la espalda y hace un calor horrible. No
sé como podéis vivir aquí.
Él se tensó- Así que no te gusta.
Cerró los ojos intentando concentrarse- No me disgusta – trastrabilló y Jack la
cogió evitando que cayera.
-Melissa- dijo él cogiéndola por la barbilla para que lo mirara- Mírame.
-Uff, que bochorno- protestó ella intentando apartar la cara.-Suéltame, me
agobias.
Jack le tocó la cara y el cuello mientras a Mel se le cerraban los ojos- Creo que voy
a acostarme- murmuró ella- tengo sueño.
-¡Melissa!- gritó él zarandeándola.- ¡Jody!
-No grites- gimió ella intentando apartarse.
-¿Qué pasa?- preguntó su hermana llegando corriendo mientras Jack cogía en
brazos a Mel.
-¡Bájame!
-Vete al helicóptero y prepáralo- ordenó llevándola hasta el barracón bajo la
atenta mirada de los presentes. Jody echó a correr.
-¿Qué tiene?- preguntó Steff asustada.
-Tiene fiebre muy alta- dijo tumbándola en la cama más cercana- Ayúdame a
quitarle la ropa.
-¿Qué?
-¡Estoy buscando una picadura!- exclamó bajándole la cremallera del vestido.
-¿Qué dices?- preguntó Mel medio dormida.
-Nada- respondió él sonriendo acariciándole la mejilla. La volvió a girar- Tira del
vestido hacia abajo.
El morado de la espalda le hizo fruncir el ceño- Joder.
-¿Será por eso?- Preguntó tirando del vestido para sacárselo por las piernas.
-No creo- la empezó a examinar palmo a palmo y no encontró nada.- No tiene
picaduras de araña, ni de serpiente- dijo frustrado pasándose la mano nervioso por el
pelo.
-¿Y debajo de la ropa interior?- Steff se estaba asustando de la actitud de Jack.
Él alargó la mano para desabrochar el sujetador- Ya lo hago yo- dijo ella
interrumpiéndole.
-Date prisa.-Jack se dio la vuelta-¿tiene marcas?
-No que yo vea. Nada raro.
- Nos vamos al hospital- dijo él.
-Ayúdame a ponerle el vestido se ha dormido totalmente.- entre los dos la
vistieron y Jack la cogió en brazos.
El jeep ya los esperaba fuera del barracón con Richard al volante. Salieron
disparados nada más subir. Cuando llegaron a la pista de aterrizaje, Jody lo tenía
todo listo- Preparado –dijo mirando preocupada a Mel.- ¿A dónde la llevas?
-Al hospital de Oodnadatta- dijo sentándola y poniéndole el cinturón de
seguridad- la fiebre le está subiendo muy rápido, no quiero arriesgarme.
-Llámame cuando sepas algo.
Steff se subió al lado de Mel y la rodeó con el brazo mientras Jack se sentaba
delante de los mandos y encendía el motor. Mel abrió los ojos – ¿Dónde vamos?
-A dar una vuelta, nena- dijo Jack mirándola por encima del hombro- Volamos
en helicóptero.
Mel sonrió- Que bien...- dijo antes de volver a cerrar los ojos.
La cara de terror de Jack puso a Steff de los nervios- Está muy mal ¿verdad?
-¡Ponte los casos!- gritó por encima del ruido del motor mientras despegaban.
Steff se los puso temblando – ¿Qué le pasa?
-Eso es lo que vamos a averiguar…
Llegaron al hospital después de que Jack diera instrucciones durante el vuelo al
servicio de emergencias. Al aterrizar en la pista un equipo sanitario ya los estaba
esperando y colocaron a Mel en la camilla antes de llevársela corriendo. Steff muy
nerviosa corrió detrás de ella mientras Jack se encargaba de sacar el helicóptero de la
pista por si llegaba otro helicóptero.
Metieron a Mel en un box y Steff se tuvo que quedar en la sala de espera. Jack se
reunió con ella – ¿Te han dicho algo?
-Que espere aquí- dijo al borde de las lágrimas- No teníamos que haber venido.-
Steff se puso a andar de un lado a otro- Ella ni siquiera sabía que venía a Australia,
todo fue idea mía. Déjate llevar y diviértete le decía….seré estúpida.
Jack la miró fijamente- ¿Ella no sabía que venía a Australia?
-Yo organicé las vacaciones. Vi el anuncio en Internet y me pareció divertido-
dijo casi histérica-Ella no sabía a donde iba hasta que facturamos las maletas.
-Entonces ella no buscaba marido- Jack se pasó las manos por el pelo nervioso.
-¡Que va! Tiene una vida estupenda en Londres. Es directora de una entidad
bancaria.-respondió mirando la puerta de entrada.-Y su padre era uno de los
abogados más importantes del Reino Unido.
-Sois niñas ricas- dijo con reproche.
Steff le fulminó con la mirada- Ni se te ocurra juzgarnos. Mel no ha tenido una
vida precisamente agradable.
Jack estaba muy enfadado, pero ella no se dejó intimidar- Preguntabas que fue lo
que pasó para que no fuera a las Olimpiadas. Pues lo que ocurrió fue que tuvo un
accidente de coche con su padre. Él murió en el acto dejándola con las piernas rotas y
atrapada con su cadáver durante seis horas hasta que los encontraron. Y todo por un
maldito conductor borracho.- Jack palideció escuchándola- Perdió a la persona que
más quería en el mundo y el sueño por el que había luchado toda su vida. ¡Así que
no te atrevas a juzgarnos si queremos divertirnos un poco!
Jack se apoyó en el respaldo de la silla- Perdona, no tenía derecho...
-¡No! No lo tenías...- Steff se sentó en una de las sillas nerviosa.
Al cabo de un rato preguntó más relajado-Sois muy amigas ¿verdad?
Steff sonrió –Desde la guardería. Éramos inseparables. –se echó a reír –De hecho
tuvieron que llevarnos al mismo colegio del berrinche que nos dio cuando nos
enteramos que no íbamos a vernos más.
Jack sonrió.- ¿Era buena?
Ella sabía a lo que se refería- La has visto ¿no? Era la mejor, estaba preparada
para la medalla de oro. Todo el mundo lo decía. Era la favorita.
-¿Fue duro para ella no ir?
Se encogió de hombros- Lo que más la afectó fue la muerte de su padre. Entró en
un estado casi catatónico después del accidente. Pensábamos que no se recuperaría.
Lo de las Olimpiadas en aquel momento le dio exactamente igual.
-¿Y después?
-No quiere que hablemos de ello. No ha vuelto a ver una competición. Creo que
se siente culpable de que le dé pena no haber ido a las Olimpiadas cuando su padre
estaba muerto.
-Sin embargo ha vuelto a montar.
Steff sonrió- Su madre la obligó. Un día la llevó a las cuadras y la obligó a
montar. Sino lo hacía se quedaría allí hasta que se montara.
Jack frunció el ceño- ¿Cuantos años tenía?
-Dieciocho recién cumplidos.
Un médico entró en la sala y los se levantaron de golpe- ¿Qué tiene?
El doctor sonrió- Una garrapata en un oído. Ya le hemos puesto tratamiento.
-¿Una garrapata?- preguntó Steff asombrada.
-Sí, sí ha estado con ganado puede pasar- explicó el médico amablemente-
Pueden provocar una infección rápidamente. Han hecho bien en darse prisa.
-Entonces ¿se pondrá bien?
-Sí, veremos su evolución esta noche y si le baja la fiebre podrá irse a casa.
-¿Podemos verla?- preguntó Jack.
-En este momento está descansando. Además, le hemos dado un antinflamatorio.
Tiene un morado muy feo en la espalda. Podrán verla mañana. Váyanse a casa.
-Se cayó del caballo- murmuró Steff que no se quería ir sin ver a su amiga-¿No
podemos verla? Prometo no despertarla.
El médico sonrió-Cinco minutos y no la despierten.
Ellos lo siguieron por los pasillos. El médico abrió una de las puertas. Allí estaba
Mel durmiendo plácidamente con un gotero que iba hasta su brazo. –Cinco minutos-
dijo dejándolos solos.
Se acercaron a la cama, observándola – Parece que está a gusto- dijo Steff
aliviada.
-La puñetera oveja- murmuró Jack mirando a Mel.
-¿Tú crees?
Él se encogió de hombros- Me imagino.
-Qué mala suerte.-comentó observando como Jack le tocaba ligeramente las
mejillas y la frente.
-Le está bajando la fiebre…
-Vamos, no quiero que nos terminen echando.-dijo ella aliviada de que su amiga
estuviera mejor.
-Sí, vamos.
Jack y Steff llegaron al helicóptero –Odio dejarla allí sola –protesto Steff
colocándose los cascos.
-No te preocupes, estará bien- dijo despegando el aparato.
Cuando llegaron a la pista había dos jeep esperándolos- Richard te llevará a los
barracones…-dijo Jack llevándola hasta su capataz.
-¿Mañana..?
-No te preocupes alguien te llevara al hospital.
Steff sonrió –Gracias, Jack.
Jody se acercó a ellos y vio como el jeep se iba.- ¿Como está?
-Una jodida garrapata- dijo pasándose la mano por el pelo- ¿Has traído lo que te
he pedido?
-Está en el jeep.
Un peón estaba echando gasoil al helicóptero- ¿Vas a volver?- preguntó su
hermana con una sonrisa.
-No puedo dejar que se despierte en un país extraño, en un hospital sola- dijo
cogiendo la bolsa del jeep.
-Ya...
-No pienses cosas raras.-dijo tirando la bolsa dentro del helicóptero.
-Recuerda que eres un Belbet, Jack.-La mirada divertida de su hermana le puso
tenso.
-Precisamente por eso no quiero que te montes películas.
Capítulo 5
Jack habló con alguien por el micro y en seguida vieron la pista de aterrizaje. Mel
sonrió de alivio. La estrecha cabina empezaba a agobiarla – Llegamos.
Él levantó una ceja- ¿Acaso lo dudabas?
-No, claro que no- farfulló avergonzada.
Tomaron tierra y un jeep estaba allí esperándolos. Richard estaba al volante y
saltó del coche en cuanto Jack apagó el motor.- Espera- dijo él al ver que intentaba
desabrocharse el cinturón. Se bajó ágilmente del aparato y lo rodeó con la cabeza
agachada pues las aspas seguían girando. Se acercó a la puerta y abrió riendo de algo
que le había dicho Richard- ¿Sabes? Richard opina que no hay bicho en Australia que
pueda contigo.-dijo pulsando el botón del cinturón de seguridad tocándole el vientre.
Se volvió a poner nerviosa y se quitó rápidamente el cinturón de los hombros para
evitar que lo hiciera él.
Sonrió nerviosa y Jack sin darse cuenta puso una mano sobre su muslo, mientras
Richard se acercaba a saludarla- ¿Qué tal Mel?
-Muy bien, gracias. Sólo un poco cansada pero mañana estaré como nueva-
Sentía la mano de Jack a través de la fina tela del vestido y se removió inquieta.
Jack sonrió –Y ha pilotado un rato para demostrarlo.
-Estupendo, en nada serás una auténtica australiana – dijo Richard afable.
-Me conformo con ser una perfecta británica –dijo riendo- pero gracias.
Jack la cogió en brazos y la sacó del helicóptero antes de darse cuenta- ¡Puedo
andar!
Él la dejó en el suelo lentamente aunque se veía que quería discutir. Mel se sintió
un poco desagradecida, así que sonrió- Gracias.
Lentamente fue hasta el jeep y se sentó en la parte de atrás mientras los hombres
hablaban. Jack sacó del helicóptero una bolsa y Mel se extrañó. Entonces se fijó por
primera vez en su ropa. Llevaba una camisa azul enrollada hasta los codos y unos
vaqueros. ¿Sería ropa lo que llevaba en la bolsa? No, no podía ser... Jody había dicho
que él había ido por la mañana temprano ¿para qué iba a llevar ropa? Los chicos
entraron en el coche y Jack tiró la bolsa a su lado mientras hablaba de los problemas
que cierto peón estaba causando sin decir el nombre. Estaban hablando tan
concentrados que ella alargó la mano hasta la bolsa abriendo lentamente la
cremallera. Metió la mano por el hueco y tocó. Era tela lo que tocaba y miró hacia allí.
Tiró de lo que estaba tocando sacando un trozo por el hueco. Una camisa blanca de
vestir. ¿Llevaba Jack una camisa blanca el día anterior? No lo recordaba...Frustrada
volvió a meter la camisa dentro de la bolsa y cerró sin hacer ruido. Cuando levantó la
vista se dio cuenta que llegaban frente a la casa- ¿Qué hacemos aquí?
-Te quedarás aquí hasta que estés recuperada. Estarás más cómoda- Jack bajó del
coche dejándola con la boca abierta. Eso sí que no se lo esperaba.
Le abrió la puerta trasera y Mel no hizo ningún movimiento para bajarse. ¡No
podía quedarse allí! El episodio del helicóptero le indicaba que estaba entrando en
zona roja con Jack y no se lo podía permitir.- Baja de una vez, Melissa- dijo él con voz
grave. Richard la miraba desde detrás del volante y parecía divertido con el asunto.
-Quiero ir al barracón- las uñas apretaron el asiento del jeep- Allí estaré con mis
amigas.
-Jody está aquí- dijo él enfadándose –y aquí dormirás en una cama mucho más
cómoda y tendrás un baño decente. Bájate del coche.
-¡Allí estaré con Steff!
-¡Bájate de una maldita vez!
-¡No!
Jack exasperado miró a Richard – ¿Te puedes creer esto?
-Mel tiene las ideas claras, Jack. Es un poco tozuda.
-No soy tozuda. Sólo porque quiera vivir mi vida como a mí me dé la gana, no es
tozudez.
-Melissa sino te bajas del coche por ti misma, me obligarás a sacarte y puede que
no te gusten las consecuencias.
La amenaza la hizo fruncir sus preciosos labios. Sabía que se refería a la lección
del barracón. Cuando él dio un paso adelante Mel sacó las piernas del coche. Jack
sonrió con autosuficiencia mientras ella terminaba de salir- No tengo mis cosas-dijo
enfurruñada.
-No seas pesada, Melissa- dijo siguiéndola por las escaleras del porche.
Cuando entraron en el hall Jack gritó sobresaltándola- ¡Margie! ¡Tenemos una
invitada!
La mujer se acercó apurada –Oh, la señorita Mel ¿cómo te encuentras?
-Bien gracias, mi anfitrión exagera. –dijo irónica- Es dado a los extremos ¿no
cree?
-Mi Jack sabe lo que se hace- dijo reprendiéndola.
Jack se echó a reír- En ella no encontrarás una aliada, Melissa.
Hizo una mueca y Jack le preguntó a su ama de llaves- ¿Está preparada la
habitación?
-Sí, ¿quieres que la acompañe?
-Instálala y que descanse un poco- Mel estaba furiosa porque la tratara como a
una niña.
La miró fijamente a los ojos- Ni se te ocurra salir de la casa, porque como me
entere de que no has descansado lo suficiente te ataré a la cama.-Mel tuvo ganas de
cargárselo- Ahora voy a trabajar, que ya me he entretenido bastante.
Sin más salió de la casa y Mel miró a Margie-¿A que es un amor?- dijo la mujer
mirándolo con orgullo.
-Totalmente- respondió irónica.
Margie la llevó a su habitación ubicada en el primer piso. –Esta era la habitación
de la señora.
-¿Perdón?- preguntó mirando aquella maravillosa cama con dosel de encaje. Un
gran ventanal daba mucha luz a la habitación, pero lo que realmente la dejó con la
boca abierta fue un tocador de madera labrada con un enorme espejo de tres cuerpos
-La habitación es la de la señora. En estas casas antiguas marido y mujer tenían
sus propias habitaciones. Con el paso de los años todas las señoras Belbet han
seguido utilizándola para tener su propio espacio, aunque esa costumbre se ha
perdido en los matrimonios modernos. Los muebles son los que el bisabuelo Belbet le
encargó a su prometida.
Mel se sonrojó- No creo que deba quedarme aquí…
-Claro que sí- dijo ella sonriendo- Está bien que se utilice de vez en cuando. Me
alegra que haya una mujer en la habitación.
Se sintió incómoda pero no quería molestar. Se fijó que había tres puertas. Una a
cada lado del impresionante cabecero de la cama y otra en frente de ella pegada al
tocador. Abrió la cercana al tocador y puso los ojos como platos al ver otra alcoba.
Cerró de golpe. –Es la habitación del señor- dijo la mujer- no te preocupes. Si te
sientes incómoda tiene pestillo.
Mel no se lo pensó y lo giró para su tranquilidad mental. – ¿Allí que hay?- dijo
señalando las dos puertas cercanas a la cama.
-El vestidor y el baño. ¿Quieres que te traiga algo de comer?
Estaba agotada quería darse una ducha y dormir- No gracias, quiero acostarme
un rato.
-Te traeré un camisón de Jody
-Eso sería estupendo.
Cuando la mujer la dejó sola se quitó el vestido dejándolo sobre una hermosa
butaca. Abrió la puerta del baño y jadeó-¡Dios mío! –exclamó mirando alrededor. Era
el cuarto de baño más bonito que había visto en su vida.- Marcos de escayola con
hermosas hojas de parra. Una gran bañera de garras con grifos de oro. Un enorme
lavabo de pie con un espejo haciendo juego. Y el suelo era un mosaico representando
un maravilloso jardín. Increíble que en aquel sitio alejado de la mano de Dios,
hubiera aquella maravilla. El bisabuelo debía estar realmente loco por su mujer.
Se quitó la ropa interior y abrió el agua. Tendría que darse un baño pero no le
importó nada. Vio que había sales de baño y abrió los frascos labrados de cristal para
oler su contenido. Escogió las de aroma a lavanda. Se metió en el agua dando un
suspiro. El agua templada y el aroma de las sales la relajaron. Y durante un tiempo
no se movió. Con miedo a dormirse se lavó perezosa la cabeza y enjabonó su cuerpo.
Agotada salió de allí envolviéndose en una mullida toalla. Se secó lentamente y
desnuda salió con el cabello húmedo a la habitación. Un maravilloso camisón de seda
blanco estaba sobre la cama. Lo miró dudosa. Era una pieza exquisita y le daba pena
ponérsela. Al fin y al cabo era de Jody. Al final cedió pasándoselo por la cabeza y
sintiendo como acariciaba su piel en la caída. Tenía que desenredarse el cabello y
volvió al baño. En el armario del baño no había ningún cepillo y Mel suspiró
decepcionada. Salió a la habitación y vio que en tocador sí había cepillos pero eran de
plata muy antigua. No podía usar eso. Eran de otra persona. Se sentía una intrusa.
Cogió el peine y con sensación de culpa se peinó rápidamente. Cuando terminó fue
hasta la cama y la abrió apartando las sábanas y tumbándose encima. Miró el encaje
del dosel. Era una pieza de museo. No se podía creer que fuera a dormir allí. Se
sentía una mujer del siglo dieciocho. Sonrió pensando en ello y poco a poco se quedó
dormida.
Capítulo 6
Durante varias millas estuvieron sin hablar cada uno sumido en sus
pensamientos. El trayecto de vuelta se le pasó en un suspiro y cuando vio la pista de
aterrizaje se empezó a poner nerviosa. – ¿Cómo sabías que no estaba en la casa?
Jack le sonrió- ¿No pensabas de verdad que una Belbet traicionaría a su
hermano?
Abrió los ojos como platos-¿Jody me ha delatado?
-Cuando consideró que tenías suficiente ventaja me llamó y me dijo que habías
hecho. Creo que se preocupó por haberte ido sola sin conocer el terreno y la facilidad
con que te metes en problemas
Mel estaba indignada- ¿Me estás diciendo que soy problemática? – la furia la
recorrió mientras él hacia una mueca- ¡Tendrás cara! ¡Eres tú el que me ha tirado del
caballo y tu asquerosa oveja la que me pegó ese bicho asqueroso! ¡Tú has llamado a
la policía!, ¿cómo tienes encima el descaro de decir que soy problemática?
Llegaron a la casa y Mel pudo oír la música que había en los barracones.-
¿Quieres cambiarte y ponerte ropa interior antes de cenar y bailar un rato?
El descaro de su tono la hizo explotar- ¡Eres un salvaje!- bajó del coche dando un
portazo- ¡Una bestia insensible! ¡Un chulo! – gritó hasta que no pudo más- ¡No me
acostaría contigo aunque estuviera desesperada!
Jack salió del coche lentamente y se acercó a ella sonriendo- ¿No tienes hambre?-
preguntó con doble sentido de la pregunta.
Mel gritó de los nervios- ¡Imbécil!- subió corriendo las escaleras y abrió la puerta
de la casa para encontrarse con Jody que sonreía con descaro. Mel entrecerró los ojos
y dijo entre dientes mientras pasaba a su lado para subir las escaleras- Traidora.
Había llegado a la mitad del tramo de escaleras cuando Jody dijo en voz alta-
Mel…no me lo tomes en cuenta. Soy una Belbet.
Mel se giró – Voy a coger mi maleta y quiero que alguien me lleve a la ciudad
porque si no llamaré a la policía denunciando un secuestro.
-Jody desconecta el teléfono- dijo Jack con aburrimiento.- Cielo, baja a cenar en
diez minutos.
-¡Tengo móvil!
Jack sonrió- No, ya no.- él levantó el bolso que Mel se había dejado en el coche. –
Y queda confiscado hasta nuevo aviso.
-¡Me voy de aquí aunque tenga que ir caminando hasta el aeropuerto!-furiosa
siguió subiendo la escalera y fue hasta su habitación.
Cuando entró fue hasta el vestidor donde la esperaba la maleta. Se la quedó
mirando y gimió. Estaba allí atrapada hasta el domingo de la semana siguiente.
Frustrada se sentó encima de la maleta ¡Tenía que salir de allí! ¡Si hacía menos de
media hora que por poco se había acostado con Jack! Tenía un lío mental que la
estaba volviendo loca. Tenía que aclararse…
Era una persona racional. La mejor manera de saber lo que sentía era analizarlo
todo concienzudamente. Le gustaba Jack, no podía negarlo. La atraía de una forma
que le alteraba el sistema nervioso. La ponía a mil con una mirada. Eso estaba claro.
Pero no quería acostarse con él…mentirosa. Sí que quería. Era algo intenso,
primitivo, que iba a suceder tarde o temprano. Él le decía que era suya pero, ¿eso
realmente que significaba? Quizás sólo quería sexo. Y si se acostaba con él esas
vacaciones tampoco sería tan malo, ¿o sí? Mel frunció el ceño. ¿Cuál era la razón por
la quería huir desesperadamente?, al fin y al cabo no era virgen. Había tenido dos
novios que la habían iniciado en los pormenores sexuales. Pero con Jack era distinto.
Perdía totalmente el norte. Igual era eso…No le gustaba perder el control. Y con Jack,
el que tenía el control era él. De eso no había duda. Era dominante y posesivo.
¿Quería empezar algo con alguien así? ¿Y con alguien que vivía en la otra parte del
mundo? ¡No!. No, no, no.
- ¿Te vas a quedar ahí sentada toda la noche? –sobresaltándose Mel miró hacia
arriba. Jack estaba observándola divertido apoyado en el marco de la puerta.
Gimió de vergüenza-¿No se supone que esta es mi habitación? ¡No puedes entrar
cuando te dé la gana!
Jack se acercó acuclillándose delante de ella- ¿Qué pasa, Melissa?
Ella se sonrojó. Ni de broma le diría lo que estaba pensando.-Nada- dijo
suavemente evitando su mirada- Quiero irme.
-¿Por qué no disfrutas de tus vacaciones?- preguntó después de unos segundos.
-¡Porque tú no me dejas! ¡Siempre me estás diciendo que tengo que hacer! Vete
aquí, come, no montes así a caballo, toma las pastillas, baja a cenar, baila. –Jack la
miraba entre sorprendido y divertido.
-Quizás soy un poco autoritario, pero lo hago por tu bien- Jack la besó
suavemente en los labios y Mel se apartó.
-No quiero estar con alguien así.
Jack entrecerró los ojos – Pues es una pena, porque tendrás que acostumbrarte.
Mel se mordió la lengua- No creo- dijo con ironía- Tendrás que acostumbrarte tú
a lo que te acabo de decir. No quiero estar con alguien que me agobie. Soy una
persona independiente, con una profesión. Nadie me dice lo que tengo que hacer. Y
no voy a cambiar porque haya aparecido un vaquero en el otro extremo del mundo
para echarme un polvo.
Jack la cogió del pelo acercándola a su cara- Ahora escúchame tú. No sé con que
tipo de hombres has tratado antes, pero en este extremo del mundo o se es como yo o
no se llega a ningún sitio. Eres tú la que estás en mi mundo, así que eres tú la que te
amoldarás a él.
-No tengo que amoldarme porque sólo he venido de vacaciones- siseó ella
mirándolo resentida.
-Creo que no lo terminas de entender, soy un Belbet-dijo reflejando en su mirada
la furia que sentía en ese momento- y cuando un Belbet decide algo, no hay quien
pueda impedirle llevarlo a cabo.
-Pues escúchame tú. Soy una Taylor y no pienso dejar que hagas conmigo lo que
te dé la gana.
Inexplicablemente Jack se echó a reír dejando a Mel boquiabierta.- ¿Te hace
gracia?
-No- dijo entre risas se acercó a ella y la besó – Melissa esto va a ser una auténtica
lucha de voluntades. –dijo contra sus labios- Que gane el mejor.
La besó intensamente y Mel gimió agarrando sus hombros. Se incorporó
lentamente llevándosela con él sin dejar de besarla. Le acarició la espalda bajando
lentamente hasta su trasero apretándola contra él haciéndola sentir la dureza de su
excitación. Mel jadeó y movió la cadera inconscientemente. Poco a poco la llevó hasta
su cama. Jack se separó gimiendo-Nena...hay que bajar a cenar antes de que suban a
por nosotros. Cámbiate.
Le miró confundida –Ponte algo bonito- dijo yendo hacia su habitación.-
normalmente nos arreglamos un poco para la cena.
-Pero estos días las cenas han sido informales...
Él abrió la puerta de su habitación y entró sin cerrarla – Por deferencia a nuestras
invitadas. Pero hoy cenamos solos en casa.-gritó desde su habitación.
-Yo soy una invitada…
-Melissa…
-¡Está bien!- fue hasta el vestidor y abrió la maleta. Estaba la ropa un poco
arrugada pero eligió un vestido verde agua de seda salvaje que le llegaba hasta las
rodillas. La falda plisada hacía que sus piernas fueran más largas. Oyó el ruido de la
ducha y se sofocó. Cogió un conjunto de ropa interior y unas sandalias doradas que
combinaban con todo y corrió hasta el baño. Se duchó rápidamente con la alcachofa
de la ducha intentando no mojar el suelo al no haber cortina. Se secó y comenzó a
vestirse. Se dio cuenta de que había olvidado el neceser y descalza volvió en ropa
interior al vestidor. Un silbido la sobresaltó. Jack apareció guapísimo con un
pantalón negro y abrochándose una camisa de seda verde oscuro. –Nena, estás
preciosa pero será mejor que te pongas algo más- dijo comiéndosela con los ojos.
Mel le ignoró yendo hacia el vestidor y cogiendo el neceser sonriendo preguntó-
¿No sabes llamar?
-Dos minutos...
Mel salió corriendo rodeando la cama- No me agobies – entró en el baño y
puesto que ya la había visto no cerró la puerta. Se puso el vestido y los zapatos. Se
miró al espejo y abrió el neceser para empezar a maquillarse. Jack se acercó a ella por
detrás mientras se echaba el colorete y le subió la cremallera del vestido. Le apartó la
melena rubia y la beso en el cuello- Un minuto.
No pudo evitar reírse – ¡No me distraigas! –exclamó intentando apartarse. Cogió
la barra de labios y se la pasó por el labio superior. Pegó los labios y los movió el uno
contra el otro adelante y atrás bajo la atenta mirada de Jack que tomo aire y se apartó
– Tiempo.
-¡No me he peinado!- Se pasó el cepillo rápidamente y se lo empezó a recoger en
un bonito moño francés. No tardó nada pero él se comportó como si llevara
haciéndolo horas.
-Me gusta más suelto-dijo viendo lo que hacía.
Ella sonrió –Así pasaré menos calor.
-Ya te estás acostumbrando, ¿no?
Mel levantó la ceja – A este calor no hay quien se acostumbre, Jack.
-Pues estamos en primavera...
Se giró para mirarlo- ¿Me estás diciendo que todavía puede hacer más calor?
¡Dios mío debe ser el infierno!
La cogió de la mano tirando de ella para salir de la habitación- Vamos antes de
que sigas insultando a mi país
-En todo caso al tiempo.
-Hemos tenido un invierno un poco peculiar este año. Prácticamente no hemos
tenido lluvias.
-¿Pero no es eso lo habitual?- preguntó confundida.
-Cuando hay tormentas aquí llueve de lo lindo. Aunque sean pocas suelen ser
muy abundantes pero este año ni eso. Los aborígenes dicen que lloverá antes del
verano y será con violencia.
Habían llegado al hall y Mel arrugó el entrecejo- ¿Con violencia?
Jack sonrió –Tormentas, huracanes. Yo que sé…aquí cuando llueve es
impredecible pero ellos creen que será todavía peor.
Entraron en el salón donde Jody los esperaba vestida con un bonito vestido
negro.- ¡Por fin! Pensaba que tendría que cenar sola- dijo con picardía.
Mel se sonrojó- ¿Cenamos?- preguntó incómoda.
-¿Quieres tomar antes un jerez?- preguntó Jack.
-No, gracias- Mel miró a su alrededor aunque ya había estado en esa habitación
no se había fijado en nada. Ahora la miró detenidamente. Elegante y práctica.
-Entonces pasemos a cenar – dijo Jody acercándose a Mel que miraba un retrato.
–Es el bisabuelo.
-¿El que hizo esta casa?
Jody sonrió –El mismo.
Mel miró al hombre con traje de tres piezas. Si no fuera por el color de los ojos
sería igual que Jack. Aquel hombre los tenía marrones. –Se parece a ti.
-Pasemos al comedor- dijo después de observarla un rato.
Se pasaron a la habitación de al lado. Aquella casa debería estar en las revistas de
decoración. Ni se dio cuenta de que Jack la cogía de la mano y la sentaba a su
derecha mientras miraba la maravillosa lámpara de cristal que había sobre la mesa-
Margie debe volverse loca cada vez que la limpia- dijo contemplando los cientos de
cristales que colgaban de ella.
Joan se echó a reír- Margie es la única que la toca. Tiene a dos chicas que la
ayudan en la casa, pero no deja que toquen ninguna de las lámparas antiguas de la
casa. Dice que son insustituibles.
-Y es verdad...- Margie apareció por una puerta lateral llevando una bandeja de
entremeses.- sonrió a Mel- Me alegro de que te encuentres tan bien.
-Gracias.
Jack le sirvió agua y después sirvió vino a Jody y a él mismo. Sabía que tenía que
tomar las pastillas y que no podía beber alcohol, así que no le importó.
-¿Qué tal las chicas?
Jody se echó a reír- ¿No las oyes? Se lo están pasando en grande. Hoy han ido
con varios chicos hasta el cercado norte y han visto varias reses- Mel puso cara de
decepción- No te preocupes tienes tiempo de sobra para ver todas las que quieras.
-¿Y qué hicieron allí?- preguntó Jack.
-Varios de los peones se exhibieron con el lazo, algunas de las chicas quedaron
encantadas.
-¿Algunas?
Jody pareció un poco enfadada- Hay una que me pone de los nervios, siempre
está protestando con todo.
Mel sonrió- July.
-No sé cómo la soportas. Hoy ha hecho que un jeep tuviera que ir a buscarla
porque decía que hacía demasiado calor para montar a caballo, cuando estábamos a
punto de volver.
-Se irrita mucho con el calor- dijo Mel sonriendo- pero no creo que sea mala
persona.
-Tienes más aguante que yo- Jody bebió de su copa.
Jack se echó a reír y Mel le pellizcó un muslo.
-¿Qué vamos a hacer mañana?- preguntó ignorándolo.
-Había pensado...
-Mañana no deberías ir a ningún sitio todavía, Melissa.- dijo Jack como si tal
cosa.
Mel sonrió dulcemente –Pero yo quiero ir.
-Has salido hoy del hospital...
-Mañana me encontraré todavía mejor- miró a Jody para que continuara.
-Había pensado...
-Hoy no es que hayas descansado mucho con tu salida en coche.
Ella levantó una ceja- ¿Quieres retomar ese tema?
Jack puso los ojos en blanco.
-¿Decías?- preguntó a Jody.
-Había pensado ir de excursión a Lago Eyre.
Los ojos de Mel brillaron- ¿De verdad?
-Sí, os gustará- Jody miró de reojo a Jack.
Margie llevó el segundo plato, carne asada con puré de patatas y guisantes.-
Tiene un aspecto estupendo- dijo encantada.
-Come niña, estás muy delgada- dijo el ama de llaves.
-¿Pero qué dices, si está perfecta?- protestó Jody.
-Una mujer puede tener carne en los huesos y estar atractiva- dijo ella – Tu
también deberías engordar un poco. Pero después de la boda que me fastidiarías el
vestido.
Mel se echó a reír al ver la cara de Jody que estaba descolocada.
Cenaron hablando de la boda. Iba a ser allí en el rancho e iban a asistir amigos de
toda Australia.- Por cierto, ha llamado la abuela- dijo mirando a Jack divertida.
Se removió incómodo en la silla y miró brevemente a Mel antes de decir-¿Y qué
ha dicho?
-Que vendrá para la barbacoa.
-¿Todavía tenéis abuelos?- preguntó interesada.
-Oh sí, por parte de padre tenemos al abuelo Charlie y por parte de madre a la
abuela Clarissa.
-¿Y si vuestra madre era la Belbet como es que vosotros os apellidáis así?
Jack la miró divertido- Porque se casó con un primo segundo que llevaba el
mismo apellido. No iba a dejar que el apellido se perdiera.
-¡Jack!- le reprendió su hermana divertida. Miró a Mel sonriendo- No es cierto, en
parte. Mi madre estaba empeñada en casarse con un Belbet pero conoció a mi padre
en una fiesta familiar y lo acosó hasta que se rindió. Estaba perdidamente
enamorada.
-Entonces la locura de Jack es hereditaria- dijo aparentando sentir horror.
Jody se echó a reír.
-Muy graciosa- dijo Jack sirviéndole más puré de patatas.
-No me eches más- protestó ella. Margie apareció con un platito que puso al lado
de Mel. Eran las pastillas y ella sonriendo las cogió tragándoselas con un sorbo de
agua-Gracias, Margie.
-¿Queréis tarta de chocolate?
-Yo no puedo más- dijo ella sonriendo a la mujer que le retiraba el plato.
-Tráele un trozo, Margie. Para mí un café.
Mel fulminó con la mirada a Jack mientras Jody se reía.- ¿Quieres ir mañana al
lago?
Pues te comerás la tarta.
Entrecerró los ojos mirando como Margie le colocaba el plato con el trozo de tarta
de chocolate. Sonrió a Jack dulcemente y se acercó a él.- ¿Podré ir si me la como?- la
mano de Mel le acarició el muslo por debajo de la mesa. Jack sonrió y se acercó para
darle un beso en los labios- Claro, nena. –le dijo a unos centímetros.
Mel le estampó el trozo de tarta a la cara y se lo restregó con la mano por toda
ella.-Querido, creo que paso de tu oferta- le dijo dulcemente mientras se chupaba los
dedos sintiéndose genial.
La cara de Jack durante unos segundos fue pétrea. Se levantó y fue hasta la
cocina.-Huye- le dijo Jody mirándola con los ojos como platos.
Durante un momento se puso nerviosa pero se encogió de hombros – ¿Qué
puede hacer? ¿Secuestrarme?
Jack volvió secándose con una toalla y Mel sonrió.- ¿Te ha gustado, cariño? Por
lo que he probado yo, estaba buenísima.
-Un poco dulce para mi gusto.- Le tendió la toalla y Mel se limpió la mano
mojándola en un poco de agua. Cuando terminó Jack la cogió de la muñeca y la
levantó de la silla – ¿Vamos a bailar un rato?
Mel sonrió – ¿No crees que me cansaré demasiado?
-Podrás soportarlo.
Jody los miraba asombrada –Increíble...
-¿Vienes?- preguntó Jack a su hermana mientras cogía de la cintura a Mel.
-Ir vosotros, prefiero ver un rato la televisión.
En silencio bajaron hasta el barracón. Las parejas bailaban y reían. Se notaba que
el alcohol empezaba a correr, pues había algunas un poco desinhibidas. Steff con un
vestido de flores se acercó corriendo- ¡Mel! Estás preciosa.
-Gracias – respondió a su amiga abrazándola- ¿Lo pasas bien?
-Estupendamente- Brian la observaba desde lejos y Steff lo señaló con la mirada –
Me encanta.- confesó sin pensar que Jack la estaba escuchando.
Mel lo observó con una ceja levantada- Es un buen hombre- dijo él apretando su
cintura con la mano que la agarraba.
Steff sonrió ilusionada- ¿Vais a quedaros?
-Un rato.-contesto él.
-No quiere que me agote.-dijo irónica.
Marta que estaba bailando con Richard la vio – ¡Mel, estás aquí!
Se acercaron varias de las chicas a saludarla e interesarse por su salud mientras
Jack hablaba con varios de sus hombres. Richard le dijo algo y Jack miró a Jeff que
estaba ligando con July.
Jack se acercó a Jeff y le hizo un gesto con la mano para que se acercara. Le dijo
algo en voz baja que le puso tenso. Sin decir más, Jack se dio la vuelta dejándolo muy
enfadado. Jeff miró hacia ella y su mirada le puso los pelos de punta. Le parecía
maliciosa y dura.
Jack se acercó a ella y la alejó de sus amigas- ¿No veníamos a bailar?- le preguntó
al oído.
-Sí…- le cogió por los hombros mientras él le acariciaba la cintura. – ¿Qué ha
pasado con Jeff?
Él frunció el ceño- Últimamente sólo causa problemas. Por su culpa he perdido
unas cuantas reses- Mel escuchándolo le acarició la nuca- Parece que tendré que
despedirlo si sigue así.
-Las chicas opinan que se quiere acostar con todas las que pueda.
Jack bufó y la acercó un poco más a él – ¿Ha intentado algo contigo?
Mel le sonrió mirándolo a los ojos- Conmigo sólo ha bailado y ha sido muy
correcto.
-Más le vale.- Mel vio por encima de su hombro que Jeff no les quitaba la vista de
encima.
Se sentaron un rato a hablar con Marta, Steff, Brian y Richard. Se rieron mucho
pues Brian era muy divertido. Ningún hombre se acercó a sacarlas a bailar pues era
evidente que entre ellos había algo. Pero después de una media hora Jeff se acercó a
la silla donde Mel estaba sentada.- Mel ¿quieres bailar?
Ella vio que Jack se puso tenso.-No, gracias- no le apetecía nada discutir con Jack
por aquel hombre que no le caía nada bien.
-Venga ¿no me estarás dando calabazas? Sólo un baile- lo dijo de manera tan
simpática que nadie pudo sentirse ofendido, pero Jack lo miró furioso.
-No, de verdad. Quizás más tarde.
-Bien – le sonrió acariciándole la mejilla con el dedo índice- En la próxima ronda,
apúntame un baile.
Mel se quedó de piedra con el descaro de aquel hombre. Cuando miró a sus
acompañantes se dio cuenta que les había arruinado la noche. Sonrió a Jack que
estaba muy tenso y le dijo al oído- Relájate.
-Vámonos a casa- dijo él con intención de levantarse.
-No dejes que esto arruine la noche- suplicó ella cogiéndole del brazo. Jack bufó
quedándose sentado. Mel sonrió a Steff – ¿Sabes? Mañana iremos al lago Eyre.
-Genial, lo pasaremos bien.- dijo Brian.
Jack arqueó la ceja- ¿No tienes mañana que ir a arreglar el cercado norte?
-Claro, jefe- dijo con gracia- ¿puedo hacerlo cuando vuelva?
Todos se echaron a reír y Richard dijo resignado –Mandaré a otro...
Jack se empezó a relajar y colocó su brazo sobre el respaldo de la silla de Mel
acariciándole el brazo con el pulgar. Después de un rato ella se acercó a su oido y le
susurró.- ¿Bailamos la última?
Él sonrió-Melissa ¿me haces el honor?
-Por supuesto, Jack Belbet.
Se acercaron a la pista y él la agarró por la cintura mientras Mel le abrazaba el
cuello con sus brazos. Estaban totalmente pegados y algunos los miraban sonriendo.-
¿Qué te vas a poner para dormir, cariño?
Sabía lo que le estaba preguntando y Mel le besó en la barbilla- Creo que dormiré
desnuda. Tengo un poco de calor.- él le acarició la parte baja de la espalda- ¿y tú?
Jack sonrió –Eres malvada.
-No sabes cuánto, cariño- le dio otro beso en la barbilla.
Alguien dio un golpecito sobre el hombro de Jack que se giró de mala gana. Para
sorpresa de los dos Jeff estaba allí sonriendo- ¿Me permite, jefe?
Sería una grosería negarse pero Mel se dio cuenta de que no le quedaron ganas.
Le tendió la mano de Mel que miraba a Jeff con desconfianza. Jeff la cogió por la
cintura y Mel forzó para que no la acercara demasiado. Aquel hombre buscaba
problemas. Vio como Jack se alejaba de la pista y le dio rabia que les hubiera
estropeado el momento. Miró a Jeff que la observaba con una sonrisa- Así que te has
decidido por el jefe ¿eh?
Y yo que pensaba que eras distinta.
Se puso tensa al oír el reproche- Perdona ¿qué has dicho?
-No pensaba que fueras una zorra interesada- Jeff apretó su mano para que no se
soltara
-Suéltame- siseó ella- o grito.
-¿Y dar el espectáculo delante del jefe? ¿Por qué no te acuestas conmigo? Puedes
seguir haciéndolo con él, no me importa.
Ella le miró muy seria – Te aconsejo que si no quieres que te partan la cara me
sueltes ahora mismo.
Jeff sonrió con malicia y ella le espetó- ¡No te acerques más a mí!
-Tranquila, preciosa.
Terminó la canción y él la soltó dejándola temblando del disgusto. Jack se acercó
a ella mirándola con el ceño fruncido-¿Estás bien?
-Sí –dijo simulando una sonrisa- ¿nos vamos?
-Estás molesta, ¿qué ha pasado?- después del episodio del policía ella no iba a
decir nada.
-Nada, me ha molestado que nos interrumpiera.
Jack sonrió y la cogió de la mano. Se alejaron del barracón y fueron hasta la casa.-
Mañana ¿vendrás con nosotros?
-Tengo que ir a Melbourne por negocios. Estaré fuera dos días.
Esas palabras la decepcionaron. –Vaya. ¿Tienes muchos viajes así?
-Viajo un par de días a la semana, Melissa. Mi abuelo diversificó en los negocios
después de una sequía realmente dura.
-Entonces no te dedicas sólo al ganado-ella estaba confundida.
Subieron por la escalera.- Perderemos cuatro días- dijo ella en voz baja.
Él la abrazó por la espalda acariciándole el vientre.-Tendremos que
aprovecharlos- le susurró besándola debajo de la oreja.
Ella se giró abrazándole-¿No tienes miedo que salga huyendo?
Jack sonrió mientras apretándola contra él la acercaba a la habitación.-Después
de esta noche dudo que lo hagas.
-¿Tan bueno te crees?-preguntó besándole el cuello.
Entrando en la habitación Jack le bajó la cremallera del vestido mientras Mel le
desabrochaba la camisa. –Tengo la sensación de que tú y yo seremos buenísimos- le
dijo él mientras le besaba el hombro. Apartó el vestido que cayó al suelo. La cogió en
brazos y sin dejar de besarla la tumbó sobre la cama. Se apartó y terminó de quitarse
la camisa mientras la devoraba con la mirada- Desnuda, cariño.
Mel estaba embriagada con la vista del pecho desnudo de Jack. Cuando llevó sus
manos a la cinturilla del pantalón se sentó en la cama desabrochándose el sujetador y
tirándolo a un lado. La miró de tal manera que se sintió muy deseada y lentamente se
bajó las braguitas por los muslos recogiendo las piernas para terminar de
quitárselas.-Oh nena, sabía que eras preciosa- dijo al verla como se soltaba el pelo y
se tumbaba en la cama- pero eres mucho más-. Jack se desabrochó los pantalones
quitándose los calzoncillos a la vez y quedándose desnudo ante ella. Mel no pudo
evitar mirarlo.
Era perfecto desde sus pectorales hasta los abdominales pasando por su sexo
hasta llegar a esos muslos que eran auténticas rocas.-Joder Melissa, me excitas con
sólo mirarme-él se acercó tumbándose sobre ella. Mel gimió al sentir su cuerpo y
abrió las piernas para hacerle espacio.
El roce de su sexo sobre el de ella los estremeció y Mel apretó las uñas sobre sus
hombros.- ¿Jack?- jadeó nerviosa.
–Tranquila – comenzó a besarla apasionadamente y Mel le acarició la espalda
llegando a su trasero. Él separó su boca- Cariño, no voy a aguantar...
-¡Date prisa!- exigió ella gimiendo.
Jack se rió en su cuello mientras sus manos comenzaron a acariciar sus pechos-
Quería que durara.
-¡Por Dios, Jack!- exclamó cuando apretó un pezón entre sus dedos. Mel le agarró
del pelo- ¡Me estás volviendo loca!
La miró a los ojos mientras su mano abandonaba su pecho y bajaba por su
vientre provocándole un jadeo. Mel se revolvió debajo de él cuando la tocó
íntimamente y gimió desesperada cuando con dulzura acarició su suavidad- Estás
lista.
-Jack...- gimió arqueándose al sentir como su dedo penetraba en ella.
-Nena me vuelves loco...- Se colocó sobre ella apretando su sexo sobre ella –
Dímelo –exigió mirándola a los ojos.
Mel gimió retorciéndose bajo él – ¿Qué?
Jack la cogió por la barbilla y acarició su sexo en ella-Dímelo nena, te lo quiero
oír...
Ella se dio cuenta de lo que quería pero se resistió –Hazme el amor...-gimió
intentando besarle.
Jack pareció decepcionado pero comenzó a acariciarle los pechos otra vez- Algún
día, Melissa.
Él la besó profundamente al mismo tiempo que entraba en ella suavemente,
volviéndola loca. Mel gritó arqueándose –Rodéame con tus piernas.
Dentro de la neblina del deseo ella le obedeció. Salió de ella enloquecedoramente
despacio para volver a embestirla profundamente. El placer provocó en ella una
tensión interior que la colocó al borde del abismo. Gritó al sentirlo moverse en su
interior catapultándola al paraíso. Se estremeció mientras Jack la apretaba con fuerza
contra él susurrándole palabras al oído que ella no entendió.
Tardó en volver a la realidad para darse cuenta que Jack la había colocado sobre
él. No tenía fuerzas para separarse y tampoco quería. Suspiró contra su cuello- No
puedo moverme-susurró sin fuerzas.
Jack se echó a reír y ella sonriendo sintió las carcajadas contra su pecho. Él le
acarició la espalda suavemente- Nena…- Mel sintió en su interior que se comenzaba
a excitar otra vez y levantó la cabeza sorprendida – ¿Ya? No me das tiempo a
reponerme- protestó en broma.
Jack la volvió a tumbar de espaldas –Tú no tienes que hacer nada…ya lo haré yo
todo- dijo riendo mientras la besaba en el cuello.
-¿Y eso de que tengo que descansar?- preguntó riéndose.
-Mañana puedes dormir todo lo que quieras- susurró él antes de besarla.
Capítulo 8
Un beso en los labios la despertó. Gimió abriendo los ojos lentamente- Melissa,
me tengo que ir…
Vio a Jack sentado en la cama vestido con traje y sonrió-Vuelve a la cama- dijo
tirando de su mano hacia ella.
-Qué más quisiera –Jack le acarició un pecho mientras le besaba los labios- Tengo
una reunión que no puedo cancelar.
Melissa hizo una mueca y vio cómo se levantaba de la cama- Estás muy guapo-
dijo al verlo de pie.
-Pórtate bien- dijo sonriendo- te veo pasado mañana.
Mel le lanzó un beso desde la cama. Cuando Jack cerró la puerta una parte de
ella se sintió triste. Algo incomprensible pues lo conocía desde hacía pocos días.
Miró el reloj y gimió al ver que eran las cinco de la mañana. Luego se preocupó.
El casi no había dormido y ahora tenía que pilotar. Intentó dormir pero no hacía más
que dar vueltas en la cama. Se levantó al baño y decidió darse una ducha. A las siete
de la mañana bajó a la cocina y allí estaba Margie trajinando.-Buenos días- la saludó
sonriendo.- ¿Jack se ha ido ya?
-Sí- después se dio cuenta de lo que había dicho y se sonrojó.
Margie la miró levantando una ceja- Estamos en el siglo veintiuno. No me voy a
escandalizar porque dos personas duerman juntas.-eso la hizo sonrojar aún más-
¿Quieres un café?
-Gracias.- se sentó en la mesa y observó a Margie- Me ha preocupado un poco
que pilotara a estas horas.
-No te preocupes, es un piloto de primera- dijo el ama de llaves sirviéndole el
café.- ¿Huevos, tostadas y beicon?
Ella dudó pero Margie la miró severa- Vale...
-Jack ayer me encargó que te buscara un sombrero- dijo sacando la sartén- por lo
visto piensa que no tienes nada para cubrirte la cabeza. Jody tiene uno sin estrenar
que te vendrá bien
-Tengo una gorra.
-Eso no vale para cubrirte el rostro en condiciones y tú tienes la piel muy clara.
Hay que tener mucho cuidado con el sol- la advirtió- nunca salgas de casa sin echarte
crema protectora y sin un sombrero.
Estaban hablando sobre el problema del cáncer de piel cuando Jody entró en la
cocina -Buenos días, madrugadora. ¿Jack te despertó al irse?
Mel puso los ojos en blanco. En esa casa no había intimidad- Sí, se fue a las cinco.
Jody hizo una mueca- Vaya y no te has podido dormir otra vez. A mí me ocurre
lo mismo con Steve.
Ella a punto de meterse unos huevos en la boca se paró en seco con el tenedor en
el aire- No es lo mismo, Jody.
-¿Por qué?- preguntó Margie sentándose en la mesa.
-Pues porque no…ellos están prometidos, es normal que se preocupe por su
hombre.- metió los huevos en la boca y masticó.
Margie y Jody se miraron enigmáticas.- ¿Vendrás a la excursión al Lago?
-Sí, tengo ganas de verlo.
-Lo pasaremos bien.
-¿Cómo iremos? ¿A caballo?
-No –contestó Jody con tal cara de horror que a Mel la hizo reír- hay demasiada
distancia y a caballo con las chicas. Iremos en autobús.
-¿En autobús?
-Tenemos un autobús para trasladar a los peones a la ciudad. El otro día no lo
utilizamos porque le estaban haciendo una revisión.
Hablaron de algunas cosas de la excursión durante un rato. Terminaron de
desayunar y Margie le puso las pastillas sobre la mesa. Al ver las pastillas se dio
cuenta de algo. ¡No había tomado nada y Jack no se había puesto nada! Palideció y
Steff la miró frunciendo el ceño.- ¿Estás bien?
Con la mano temblando cogió las pastillas y se las metió en la boca- Sí-contestó
después de tragar- todo bien.
-Quizás deberías quedarte- le sugirió Margie al verla temblar- No has
descansado lo suficiente, estos días han sido muy movidos.
Se pasó la mano por la cara apartando nerviosa su pelo.- ¿Me das un vaso de
agua por favor? Se me ha quedado la boca seca.
-Mel –Jody se levantó de su silla arrodillándose a su lado- ¿te encuentras mal?
-Uff- Mel se dio aire con la mano- Me ha debido bajar la tensión.- bebió el agua
pero la mano no dejaba de temblarle.
-Voy a llevarte al médico- dijo su amiga levantándose.
-No te preocupes, estoy mejor- dijo intentando sonreír- pero tienes razón, voy a
quedarme a descansar.
Se levantó temblando todavía. Había sido una impresión pero debía pensarlo
fríamente. Había sido una noche. No pasaría nada. –Pasarlo bien...-dijo
despidiéndose de Jody.
-Te acompaño arriba –dijo Margie cogiéndola del brazo. –Parece que te vas a
desplomar en cualquier momento.
La subió a su habitación e incluso la ayudó a desvestirse. Le puso el camisón y la
arropó.-Descansa, te despertaré para darte de comer y que tomes la medicación.
Mel sin querer se puso a llorar cuando Margie salió de la habitación. ¿Y si se
quedaba embarazada? ¡Dios, acababa de embrollar su vida! Bueno, era Jack el que se
la había embrollado. Menudo lío.
Agotada por la tensión nerviosa se quedó dormida y profundamente. Margie la
despertó obligándola a comer un sándwich para tomar las pastillas y se volvió a
dormir. Jody la despertó para la cena y la miró preocupada- ¿Debería llamar al
médico?
Mel sonrió negando con la cabeza- Estoy bien. Sólo estoy descansado como dijo
el médico que tenía que hacer.
Jody la miró preocupada.- ¿Te subo una bandeja?
-No tengo hambre, pero bajaré a hacerte compañía si quieres.
-No, descansa.
Margie con cara de decisión entró diez minutos después con una bandeja- Mel,
tienes que comer algo. Casi no almorzaste, así que esta no te la paso.
Mel sonrió sentándose en la cama sin ganas- Vale.
En la bandeja había un caldo de pollo y un poco de carne con puré de patata.
Comió sin ganas bajo la atenta mirada de Margie. Cuando se tomó las pastillas la
mujer asintió dándole el visto bueno- Gracias- dijo ella tumbándose otra vez.
-Ahora duerme, mañana te encontrarás mucho mejor.
Mel volvió a dormirse pensando en que Jack no la había ni llamado.
Abrió los ojos cuando oyó un ruido en la habitación. Se giró en la cama para ver
que Jack estaba tumbado a su lado mirándola. – ¿Qué haces aquí?- susurró
sorprendida.
-Jody me llamó cuando vio que no estabas bien y volví después de anular lo de
mañana.-Jack le acarició la mejilla-¿cómo estás?
-Estoy bien, estaba cansada- dijo apartándose de él y sentándose en la cama.
Él frunció el ceño-¿Qué pasa, nena?
-¡No me llames así!- dijo empezando a enfadarse. La miraba sin comprender y
Mel de repente se echó a llorar- Todo es culpa tuya.
-Melissa ¿qué te pasa?- la abrazó rodeándola fuertemente entre sus brazos-¿estás
enferma?
-¡No te pusiste nada!
Jack la miró sin entender-¡No te pusiste preservativo!
-Ah...- él la miró aliviado y Mel se sorprendió de su calma.
-¿Ah?
-Bueno eso no es para tanto, sobre todo pensando que estabas enferma otra vez-
dijo como si fuera una exagerada.
-Creo que no me has entendido lo que quiero decir...- dijo nerviosa- no tomo la
píldora.
-Ah...- esta vez el tono de su voz fue distinto y Mel sintió alivio de que al fin la
hubiera entendido.
Se quedaron en silencio durante un rato- No debes preocuparte Mel, si te
quedaras embarazada…
Ella gimió –Por favor no digas eso.
-Si ocurriera, yo estaré a tu lado. No veo el problema.
Mel se enfadó- Lo que pasa es que no quiero tener un hijo. Ese es el problema.
-Pero ahora ya no podemos hacer nada, salvo esperar.
-Tenemos que ir al médico a que me recete la píldora del día después- dijo
decidida levantándose de la cama.
-¿Qué?- Jack se sentó en la cama mirándola como si estuviera loca- No Melissa,
no vamos a ir a ningún sitio.
-¿Por qué?- preguntó confundida.
-Porque no pienso llevarte a que abortes a un posible hijo mío. –dijo
fulminándola con la mirada.
Dicho de esa manera sonaba fatal y se sentó en la cama derrotada. –Cariño- dijo
él acariciándole la espalda- No te preocupes, a lo mejor no pasa nada.
-¿Y a lo peor?
-A lo peor tendremos un niño precioso. Rubio y de ojos violeta.- la abrazó
tumbándola en la cama. Le dio cientos de besos por toda la cara y Mel sonrió.
Él la abrazó pegándola a su pecho- Te haría el amor toda la noche pero estoy
agotado y no tengo preservativos.
Ella suspiró –Buenas razones para no hacerlo. Duérmete que estarás hecho
polvo.
Increíblemente se durmieron abrazados y pese a haber dormido casi todo el día
apenas se despertó durante la noche.
Cuando abrió los ojos a la mañana siguiente vio que Jack seguía dormido. Sonrió
decidiendo que ya había dormido lo suficiente. La mano que tenía apoyada sobre su
pecho comenzó a acariciarlo bajando por su estómago. Él suspiró pero no abrió los
ojos, así que sonriendo con picardía decidió seguir bajando, casi había llegado a su
destino pero él seguía dormido. Mel le miró atentamente mientras agarraba su sexo
con la mano. Jack se tensó y estaba excitado lo que la hizo sospechar que estaba
despierto. Se la acarició suavemente mientras le besaba el pecho bajando lentamente.
Jack jadeó y Mel levantó la cabeza de lo que estaba haciendo- Buenos días- susurró
con una sonrisa al ver que Jack la miraba con deseo.
-¿Siempre das los buenos días así? – preguntó divertido agarrándola y
tumbándola de espaldas de golpe.
-Sólo a los morenos de ojos azules- dijo acariciándole los hombros mientras Jack
le levantaba el camisón hasta la cintura.
Le acarició suavemente los muslos mirándola a los ojos- No tengo preservativos,
cielo…
Mel hizo una mueca –Tienes razón.
Jack sonrió con picardía- Pero…- empezó a besarla por el cuello y le agarro el
camisón quitándoselo suavemente- podemos hacer otras cosas…
La besó por los pechos volviéndola loca y siguió bajando hasta su ombligo. Mel
jadeaba y gritó cuando sintió sus labios entre sus piernas. La besó suavemente, la
lamió haciéndola gemir y cuando sintió su lengua dentro de ella la hizo explotar
arqueándose totalmente entregada. Se desplomó sobre la cama con una sonrisa
satisfecha y Jack se colocó a su lado apoyado en un codo con cara de engreído- ¡Oh,
por dios – dijo entre risas – quita esa sonrisa de tu boca!
Él le acarició un pecho posesivo- Me gusta tu manera de despertarme.
Mel se subió sentándose a horcajadas sobre él- Pues esto va a gustarte todavía
más- y ella se dispuso a devolverle el favor.
Al día siguiente la casa se llenó de gente. Los suegros y el novio de Jody llegaron
muy temprano para pasar el fin de semana. Esa noche se organizaría una gran
barbacoa para que fueran algunos de sus amigos y varios empezaron a llegar bien
temprano. Jack la presentó a todos llevándola de un lado a otro. Siempre pendiente
de ella. Después de comer decidió salir a caballo mientras Jack hablaba de negocios
con algunos de sus invitados. Fue a buscar a Steff pero vio que estaba besándose con
Brian detrás del barracón, así que no la importunó.
Al llegar al establo le pidió el caballo blanco a un peón que andaba por allí.
Mientras se lo ensillaba fue a visitar a Star. Estaba preciosa y le acarició el morro
suavemente mientras en voz baja le decía lo bonita que era- Lucero está preparado-
dijo el hombre sonriendo-¿No se alejará demasiado, verdad? No querría que se
perdiera.
-No se preocupe.-dijo ella sonriendo acercándose a Lucero. Se montó y se puso el
sombrero bajo la mirada de aprobación del hombre.- No tardaré demasiado, es sólo
para moverme un poco.
Ella dio un toque con los talones y Lucero salió de la cuadra. Mel miró alrededor
y decidió ir en dirección contraria a la pista de aterrizaje. Cabalgó a un paso relajado
viendo aquellas formaciones rocosas que había a lo lejos. Aquella tierra era
fascinante. Se giró sobre el caballo para ver su espalda para darse cuenta de que la
casa había desaparecido. Buscó una referencia y decidió escoger la montaña rocosa
que tenía delante. Para volver tenía que darle la espalda para llegar bien. Ya más
relajada decidió dar al caballo un poco de brío. Galopó sobre Lucero y disfrutó como
nunca. Era tal la libertad que sentía que no se dio cuenta de que pasaba el tiempo.
Frunció el ceño al ver el color del cielo que se empezaba a anaranjar y decidió volver.
Se empezó a preocupar cuando vio que se había alejado demasiado. Jack se iba a
enfadar pensó cuando vio que el sol se estaba ocultando. Cuando vio la casa suspiró
de alivio. Sonrió relajándose y llevó el caballo hasta el establo para ver sorprendida
que varios peones sobre sus monturas se disponían a salir, entre ellos varios
aborígenes. Se acercó a ellos que estaban escuchando lo que decía Richard a gritos.
Bajó del caballo y se puso al lado de Brian que la miró muy concentrado para volver
a escuchar lo que su capataz le decía. Volvió a girar la cabeza, sorprendido – ¿Mel?
Richard se calló en el acto y miró hacia ellos- ¿Mel? ¡Gracias a Dios! –exclamó el
acercándose a ella.
-¿Ocurre algo?- preguntó pensando que habían vuelto a perder ganado.
Brian la miró enfadado y Mel se sonrojó cuando los hombres empezaron a
girarse rumiando contra las mujeres.
-¿Qué si ocurre algo?- preguntó Richard a punto de explotar. –Ya te dirá Jack si
ocurre algo cuando vuelva.
-¿Cuando vuelva?- preguntó confundida-¿A dónde ha ido? ¿Y la barbacoa?
Richard puso los ojos en blanco levantando los brazos al cielo pidiendo
paciencia.-Te aconsejo que te escondas hasta que se le pase el enfado. Tengo que
avisarle para que vuelva.
Mel miró interrogante a Brian, mientras Richard salía corriendo- Está en el
helicóptero buscándote, Mel.
Ella abrió los ojos como platos y gimió.-Cuando llegue va a estar de un humor de
mil demonios, así que escóndete mientras puedas.- Brian terminó por sonreír.
-Uff- Mel hizo una mueca y después encogió los hombros resignada-Bueno, pues
allá vamos.
Entregó el caballo al peón que se lo había entregado antes, que la miraba como si
lo hubiera defraudado y Mel suspiró. Volvió a la casa corriendo y oyó el sonido del
helicóptero. Entró en el hall y Jody se acercó corriendo – ¿Qué ha pasado?
-Nada, me he retrasado eso es todo- miró por encima de su hombro. Había un
montón de gente.-Voy a cambiarme…- subió corriendo las escaleras bajo la mirada
atónita de Jody y la abuela.
Entró en la habitación nerviosa y fue directa al baño. Se desnudó rápidamente y
se metió bajo la ducha sin molestarse en mirar si mojaba el suelo. Salió de la ducha
con cuidado, sólo faltaba que Jack la encontrara con una pierna rota. Restregándose
con la toalla salió del baño cuando se abrió la puerta de golpe apareciendo Jack y
cerrando de de un fuerte portazo tras él. Mel se enderezó agarrando la toalla y se
acercó a ella lentamente- Melissa...- su tono era suave pero a ella le puso los pelos de
punta- ¿No has pensado que podría preocuparme que no estuvieras en casa al
oscurecer?
-Sí- dijo ella sinceramente- por eso volví lo más deprisa que pude.
-¿Sabes los peligros que hay ahí fuera?- le gritó a la cara.
Ella se sobresaltó pero no dijo nada- Te podrías haber caído del caballo y haberte
roto el cuello ¿Y por qué has montado a caballo si te lo tenía prohibido? ¡Y encima
sola! ¡Te has ido sola por unas tierras que no conocías!
Mel podía entender su enfado pero que la tratara como si tuviera cinco años la
empezaba a cabrear-¡No pensaba que seguía en pie la prohibición de montar a
caballo!
Inexplicablemente eso lo puso más furioso. La cogió de la nuca y le gritó a la
cara- ¡No recuerdo haberte dicho eso, Melissa! ¡Con tus antecedentes ni se me había
pasado por la cabeza!
Ella entrecerró los ojos – ¿Mis antecedentes? ¡Lo dices como si fuera una
criminal!
-Eres un desastre con piernas. ¡Llevas aquí cinco días y he tenido más sobresaltos
que toda mi vida!
Mel se indignó- ¡No es culpa mía que seas un paranoico!
-¡Si no hubiera sido un paranoico, hoy estarías muerta!- exclamó acercándola
más a él.
Se miraron furiosos – ¡Pues estoy bien!
Jack la besó furioso y ella se aferró a él dejando caer la toalla. Antes de darse
cuenta la había tumbado sobre la cama mientras se besaban como posesos. Jack se
bajó los pantalones poseyéndola de manera salvaje una y otra vez mientras Mel
gritaba de deseo, llevándola al éxtasis. Sudorosos y jadeantes se miraron a los ojos. –
Vale, no volveré a montar a caballo sola.
Jack gimió apoyando su frente sobre la de ella.- Me vas a llevar a la locura.
Mel sonrió besándolo por toda la cara – ¿Vamos a ir a la barbacoa o quieres
repetir?- preguntó al notar que se excitaba de nuevo.
-Veinte minutos más no se notarán –susurró antes de besarla otra vez.
Jack la cogió de la mano y la llevó hasta uno de los peones. –Trae a Lucero y a
Sansón- ordenó Jack.-Ensillados.
Mel se puso nerviosa mirando las gradas. Sólo eran seis obstáculos y no estaban
demasiado altos. Podría con ello. Era una competición amateur. Mich volvió con su
caballo, que por lo que vio Mel era totalmente inadecuado. Tenía las patas
demasiado gruesas y fuertes. Era un caballo para trabajar con ganado y lo de saltar
Mel no lo veía. Aunque una siempre puede sorprenderse. El caballo de Shelby era
mucho mejor. De hecho era mucho mejor que el suyo. Negro como la noche, tenía
unas patas largas y esbeltas –Tienes un caballo precioso, Shelby –dijo acercándose a
ella.
La chica sonrió- Me lo regaló mi padre cuando cumplí dieciséis. Estoy muy
orgullosa de él.
Mich bufó ganándose una mirada de odio por parte de Shelby- ¿Estamos
apuntados?- preguntó ella intentando relajar el ambiente.
-Sí, ya me encargado de ello- dijo Mich sonriendo.-Saldremos los últimos.
Sus caballos se acercaron y Mel se apartó con el suyo. Jack la observaba pero no
se acercó. Respetó su espacio y ella se lo agradeció. Mel acarició a Lucero entre los
ojos- Bueno amigo. No nos conocemos mucho pero ya somos amigos ¿no?
Lucero se dejó acariciar e incluso le hociqueó en el cuello. Mel se echó a reír- Eres
un zalamero. –detrás de ella Mel oyó como empezaba la competición. Ella siguió
acariciando a Lucero.- Vamos a salir ahí y a divertirnos ¿vale? Solo saltar. ¿Te gusta
saltar, verdad?
La gente de la grada no es que fuera muy amable, pues les oyó silbar y pitar. –
Eso no nos va a pasar a nosotros – dijo ella con suavidad- es como si saltáramos las
vallas de casa. Está chupado.
Oyó como llamaban a Shelby y cogió las riendas llevándolo hasta donde
esperaban los demás. Shelby le guiñó un ojo antes de salir e inmediatamente empezó
el circuito. Los dos primeros le fueron fáciles. Los obstáculos iban subiendo de nivel
y esos dos eran fáciles. En el tercero Mel se dio cuenta que ya tenía dificultades,
aunque lo rebasó. No era cuestión de falta de agilidad del caballo, sino que Shelby le
pedía saltar antes de tiempo y no iba con la espalda lo suficientemente recta.
- Lo va a tirar- dijo justo antes de que saltara el cuarto tirando el obstáculo con las
patas traseras. Hizo una mueca al ver que había tenido razón.
-Bueno, ha hecho tres- dijo Mich riéndose.
Mel miró su caballo con desprecio- ¡A ver lo que haces tú!
Jack se echó a reír al ver la cara de indignación de Mich. Cuando le llegó el turno,
desgraciadamente también logró pasar el tercer obstáculo, cuando llegó al cuarto
retuvieron el aliento y se echaron a reír al ver que tiraba el obstáculo con las patas
delanteras.
Shelby y Mel chocaron las palmas-¡Bien, por lo menos no nos han superado!
Jack la miraba divertido – Cariño, no conoces a tu caballo. Sería imposible que
me superaras.
En eso tenía muchísima razón, pero el orgullo le impedía dar el brazo a torcer-
Entonces no tienes de que preocuparte, si lo tienes tan fácil.
Se oyó el nombre de Jack y la grada gritó enfervorecida- Tus fans te esperan…-
dijo sonriendo.
Jack se subió al caballo y estaba imponente. Se dio cuenta que en todos esos días
no lo había visto cabalgar y fue una visión que sabía que no olvidaría en la vida. Las
gradas se quedaron en silencio y Jack saltó los dos primeros obstáculos ágilmente.
Casi no despegaba el trasero de la silla y Mel frunció el ceño. El tercer obstáculo lo
superó pero se vio que a su caballo le costó un poco. El cuarto obstáculo no llegó a
caer aunque le golpeó con los cascos traseros. Al llegar al quinto Mel supo que no lo
superaría. El caballo estaba nervioso y se paró justo antes de llegar, dando en el
obstáculo con el cuello del caballo. Este se encabritó pero Jack lo dominó enseguida.-
Cuatro, ha hecho cuatro –dijo Mich sonriendo mientras hinchaba el pecho de orgullo.
Mel se concentró y lentamente se subió a Lucero, cogió las riendas mientras le
acariciaba el cuello. Jack salió sonriendo- Te toca, cielo.
Ella sonrió débilmente y Jack frunció el ceño acercándose sin desmontar-
Melissa, sino quieres…
-Estoy bien- se acercó a él y le besó en los labios- Deséame suerte.
Jack sonrió- Suerte, nena.
Mich protestó-¡No la animes, es nuestra rival!
Ella se echó a reír llevando a Lucero hasta la salida. –Ahora nuestra última
participante. La verdad es que debe haber un error porque sólo tenemos su nombre.
Melissa.
Las chicas abrieron los ojos como platos y se pusieron a gritar como locas. Steff
no se levantó, simplemente la miró a los ojos y sonrió. Tomó aire y salió a la pista. Se
levantó ligeramente de la silla apoyándose en los estribos y llevó a Lucero hasta el
primer obstáculo. –Vamos bonito –le susurró justo antes de saltar. A Lucero no le
costó ningún esfuerzo. Mel le guió al segundo, sin dejar de darle ánimos. Superó el
segundo sin ningún problema.- Vamos allá, empieza lo difícil. –Hizo saltar a Lucero
en el momento justo aterrizando limpiamente. –Hay que coger velocidad, amor- le
dijo a Lucero hincando los talones ligeramente. Pasó el cuarto pero se dio cuenta de
que Lucero no estaba cómodo, así que levantando más el trasero y le dio espacio de
movimiento- Sólo quedan dos Lucero, vamos.-acelerando más el trote. Pasó rozando
el obstáculo pero había sido culpa de Mel, así que supo que Lucero podría pasar el
sexto si se lo proponía. Le guió hasta él.-El último y te daré un par de manzanas y un
terrón de azúcar.- Aceleró el paso y saltó. Durante un segundo pensó que no lo
conseguiría, pero Lucero recogió las patas traseras a tiempo de evitar chocar con el
obstáculo. La grada vibró mientras Mel acariciaba a Lucero para agradecerle el
momento. Hacía mucho que no se sentía así y había sido gracias a él. Mel miró a Steff
que estaba llorando. Le hizo un gesto para que lo dejara y su amiga sonrió. Fue hasta
la salida saludando a las chicas que estaban como locas saltando y chillando mientras
aplaudían. Cuando salió se acercaron a ella varias personas pero ella sólo buscaba a
Jack. Cuando encontró su mirada sonrió y alargó sus brazos. Él la cogió bajándola del
caballo.-Has estado fantástica –dijo antes de besarla- estupenda.
Ella se echó a reír abrazándolo por el cuello. Mich se acercó con mala cara
mientras Shelby estaba encantada. –Está claro quien lo hace mejor ¿no crees?
-Ha sido suerte- dijo Mich sin dar el brazo a torcer.
-Ha superado tres obstáculos más que tú.
-Tienes que ir a recoger tu premio- dijo Jack al oír que la llamaban.
-¿De verdad?- preguntó nerviosa.-No sé.
-Mel tienes que ir y pasarle el trofeo a Mich por los morros- dijo Shelby
vengativa.
Mel se echó a reír al ver la expresión de Mich- ¿Sabes? tienes razón que nos lo
hemos ganado.
Mel salió hacia los jueces que la esperaban. Cuando vio el trofeo, abrió los ojos
como platos. Era ridículamente grande para el tipo de competición que era. Se lo
pusieron en las manos mientras le daban la mano y sacaban unas fotos. Cuando se
pudo escaquear, el grupo la estaba esperando. Steffani la abrazó- Has estado
estupenda.
-Gracias.
Clarissa la felicitó diciendo que había sido una sorpresa. Apareció Jody- ¡Casi
nos da algo al ver que salíais!
-Improvisamos- dijo mirando a Jack que rápidamente se acercó a ella.
-Nos vemos en casa – tiró de ella dándole el premio a Steff.
Mel sonrió y se fue con él cogiéndole del brazo. La subió a uno de los coches del
rancho y le dijo algo a un peón que asintiendo se alejó- ¿Vamos a casa?
-Sí, tengo ganas de tenerte sólo para mí- le dijo con picardía mientras arrancaba
el coche.
Capítulo 10
Mel abrió los ojos y la oscuridad la invadió. Sentía algo húmedo en la cara y
levantó su mano para limpiarse. Al levantar la mano vio que en su dedo pulgar tenía
algo y lo acercó a la cara para verlo bien. Era sangre. El terror la invadió. El reflejo de
la luz de la luna la hizo girar la cabeza y vio el cristal. Era la ventanilla del coche.
Intentó moverse desesperada pero sus piernas estaban atrapadas y un terrible dolor
la traspasó al intentar sacarlas. Al mirar al otro lado vio a su padre. Su cabeza caía
sobre su ventanilla del coche-¡Papá!- gritó agarrándole del hombro- ¡Papá, despierta!
Mel le zarandeó una rato chillando y cuando la cabeza de su padre se inclinó
hacia ella se dio cuenta de que no estaba dormido. Estaba muerto. Gritó, y gritó
mientras lloraba desesperada.
-¡Melissa!-gritó Jack despertándola de golpe agarrándola de la barbilla- ¡Tienes
una pesadilla!
Después de unos golpes en la puerta, Jack la cubrió con una sábana- Tranquilos
es que Melissa ha tenido una pesadilla- dijo él en voz alta antes de ponerse unos
pantalones y acercarse a la puerta. La abrió lo suficiente para que Clarissa y Jody
miraran por la rendija- Ha tenido una pesadilla.- dijo Jack pasándose nervioso la
mano por el pelo.
-¿Necesita algo?- preguntó la abuela- Tengo pastillas para dormir, así no soñará
y podrá descansar.
Mel limpiándose las lágrimas de la cara negó con la cabeza- Gracias, pero mejor
que no.
Jack susurró algo y cerró la puerta. Volvió a la cama y la abrazó. Mel se aferró a
él –Cuéntamelo
-Ha sido una pesadilla, no hay nada que contar- dijo contra su pecho.
Él le acarició el cabello-Te sentirás mejor si lo cuentas.
-Ya lo he contado mucho, Jack
-Pero no a mí.- le susurró besándola en la cabeza.
Pensó en ello. Hacía tiempo que no tenía pesadillas pero seguramente el
concurso de saltos había desatado algo en su subconsciente. Hablar de ello no le
haría mal- Volvíamos de mi entrenamiento- dijo en voz baja- estábamos tan
contentos por mis resultados que mi padre me invitó a una hamburguesería, así que
nos desviamos del camino que utilizábamos normalmente para ir a casa. –la voz le
empezó a temblar- No sé exactamente lo que pasó, sólo vi de repente un coche
plateado y sentimos el golpe. Cuando desperté al principio no sabía lo que pasaba,
hasta que me di cuenta de que estaba en el coche y tenía sangre en las manos. –las
lágrimas corrían por sus mejillas mojando el pecho de Jack- y después vi a mi
padre… pensaba que estaba dormido pero él no despertaba por mucho que gritaba.
Intente moverme, intenté ayudarle pero no podía y cuando me di cuenta que estaba
muerto volví a gritar. Eso es todo.
Jack siguió acariciándole el cabello y le preguntó suavemente- ¿Cuánto tiempo
estuviste allí?
-No lo supe hasta que me lo dijo mi madre. Seis horas hasta que nos encontraron.
Ni siquiera me enteré cuando me sacaron del coche por el estado en que me
encontraba.
-Cuéntame que ocurrió después.
-Tenía las dos piernas rotas y no pude asistir al funeral de mi padre porque
estaba en un estado semi catatónico. Todo me daba igual y nadie sabía cómo
motivarme. Entonces mi madre después de unos meses me llevó al picadero y me
obligó a montar.
-No pudiste ir a la Olimpiadas.
-Durante mucho tiempo me sentí culpable porque no ir a los Juegos me daba
pena cuando mi padre había muerto a mi lado.
-Es lógico que te sintieras mal por no ir, habías trabajado mucho por llegar hasta
allí...
Mel se quedó callada durante unos minutos. –Todo esto lo ha provocado que
saltaras hoy pero cariño, no debes dejar de hacer lo que te gusta. Estoy seguro que tu
padre no querría que te privaras de lo que te gusta.
-De todas maneras ahora da igual. Las Olimpiadas volaron y no volverán. –Mel
levantó la cabeza y le miró a los ojos.-Gracias
Le acarició la mejilla- ¿Por qué?
-Por escucharme, no tienes porque.
La miró confundido y después sonrió- ¿No me escucharías tu a mí?
Ella se sintió incómoda- Claro.
Pareció que le gustaba su respuesta y ella sonrió. Jack apagó la luz y Mel con sus
caricias poco a poco se quedó dormida.
Pasaron los días y Mel pasó casi todo su tiempo con las chicas. Jack tenía mucho
trabajo y pasaba poco tiempo en casa. Pero las noches eran para ellos y las
aprovechaban al máximo. El jueves de su última semana en el rancho Mel salió del
barracón donde estaban las chicas para volver a casa cuando se encontró con Jeff-
Vaya, vaya- dijo él cortándole el paso – pero si es la princesita.
-Buenas tardes, Jeff- dijo intentando pasar- ¿Me permites?
-Te sienta bien que el jefe se te tire y el jefe está especialmente contento- dijo de
manera muy desagradable- Quizás debería probarte para ver cómo me siento.
-¡Apártate!- exclamó dando un paso a un lado furiosa-¡Déjame pasar!
Él la cogió del brazo fuertemente, se notaba que estaba disfrutando y ella
disimuló su miedo.- Seguro que eres buenísima en la cama- le retorció el brazo
haciéndole daño pero ella no gritó.
Le miró a la cara y le espetó gritando- ¡Quita tus asquerosas manos de mí!
Jeff la agarró intentando besarla y ella le golpeó. Pero era más fuerte y la rodeó
con sus brazos inmovilizándola. Mel sintió pánico al ver que la arrastraba detrás de
unos matorrales y la tiraba al suelo. Ella entre la furia y el pánico, abrió la boca
mordiendo su labio inferior con saña. Jeff gritó separándose mientras Mel escupía la
sangre que notaba en la boca escabulléndose de él y echando a correr. – ¡Zorra
asquerosa! –Jeff estaba furioso y Mel gritó de dolor al sentir que la agarraba del pelo
tirándola al suelo.
-¿Qué está pasando aquí?-gritó Richard que llegaba corriendo. Mel se puso a
llorar de alivio y todavía en el suelo se arrastró hacia atrás alejándose de Jeff.
-¡Maldito hijo de puta!- gritó Richard agarrando a Jeff por el cuello y pegándole
un puñetazo que lo tumbó en el suelo. Cuando estaba tirado en el suelo, Richard le
pegó una patada en el estómago- Eres escoria- le agarró por el cabello y le levantó la
cabeza- Pero será Jack el que se encargue de ti.
Jeff le escupió ganándose otro puñetazo. Por el walki Richard llamó a dos de sus
hombres entre ellos venía Brian, que al ver la situación se encargó de llevar a Mel a la
casa para que la atendieran. Estaba temblando.
Joan la miró horrorizada y se puso terriblemente nerviosa cuando se enteró de lo
sucedido- ¡Dios mío! ¡Ese hombre está loco!
Clarissa que abrazaba a Mel bajó la atenta mirada de Margie respondió- Espero
que llegue la policía antes que Jack, porque si no lo va a matar.
Mel se asustó- ¿No hará eso, verdad?
-Nosotros cuidamos de los nuestros – dijo Margie preocupada- El que se atreve a
tocar algo de los Belbet, lo tiene que pagar. Las cosas son así aquí y Jeff lo sabe. Si lo
ha hecho, lo tiene que pagar.
Mel se levantó nerviosa –Dios mío. –miró a Clarissa – ¿qué puedo hacer?.
La abuela la miró fijamente- ¿Piensas quedarte? ¿Compartirás tu vida con él
renunciando a tu vida para vivir aquí?
Mel la miró como si estuviera loca-¡No puedo vivir aquí! ¡Mi vida está en
Londres!
Joan dijo suavemente- Pero le amas…
-¿Amor?- preguntó pensando en ello- No sé si le amo- gimió sentándose en el
sofá tapándose la cara con las manos- y aunque le amara no podría vivir aquí sin
nada que hacer… ¿qué tipo de vida me esperaría? Todo el día en casa esperando a
que regresara.
-Esa es la vida de las Belbet- dijo la abuela sabiendo lo que sentía- Sino quieres
vivirla debes decirle que sin querer lo provocaste.
-¿Qué?- Margie, Joan y Mel estaban estupefactas.
-¿Queréis que Jack vaya a la cárcel? Porque le matará a golpes- dijo la abuela.- Mi
nieto querrá ser justo y primero escuchará las versiones antes de decidir.
Ella que había visto su comportamiento con el policía y sabía que la abuela tenía
razón. Le molería a golpes, sino lo mataba. Mel se enderezó-¿Tengo que parecer una
zorra para que no mate a ese cerdo?
-No lo haces por Jeff- dijo la abuela sonriendo con pena- Lo haces por Jack. Y no
dudes que Jeff se llevará sus buenos golpes. Pero no dirá nada porque si no puede
enfrentarse a un intento de violación.
-Pero Richard lo vio…- Mel se mordió el labio inferior reteniendo las lágrimas-
Me va a odiar.
-Por eso tienes que decidir si te vas a quedar o no antes de hacerlo, Melissa. Si te
quedas os enfrentareis juntos a esto pero sino…
Mil ideas pasaron por su mente. Estaba muy confundida y todavía en estado de
shock cuando oyó un portazo en la puerta de entrada. Jack entró en el salón como
una tromba mirando a Mel-¿Qué ha pasado, nena?
Mel con la cara descompuesta dijo mientras él se acercaba- Lo siento Jack…
Él la abrazó para separarse y mirarla otra vez- ¿Qué ha pasado? ¿Te ha hecho
daño?
Con lágrimas en los ojos le miró –Ha sido culpa mía, lo siento…
Jack le miró confuso- ¿Cómo que ha sido culpa tuya? Intento abusar de ti ¿cómo
ha podido ser tu culpa?
Mel miró a la abuela de reojo y volvió a mirarlo a él. Tomó aire antes de decir-
Salí del barracón y me lo encontré. Estuvimos bromeando un rato y vi que estaba
interesado. No sé cómo pasó... me besó- Mel se echó a llorar al ver la expresión de
dolor en la cara de Jack- y le respondí. Pero luego me di cuenta de lo que estaba
haciendo y quise que parara –Jack dio un paso atrás- él no quiso y nos empezamos a
pelear.
-Te intentó violar- la cara de Jack era pétrea y sus ojos parecían casi grises de
furia.
-Se descontroló un poco, eso es todo- dijo desviando la mirada.- Fue tanto culpa
mía, como suya.
Jack la observaba analizando sus gestos-¿Me estás diciendo que le animaste a
que te besara y que cuando la cosa se puso seria decidiste que parara y él se negó?
Mel apretó los labios antes de contestar- Sí.
Joan se puso a llorar y Clarissa parecía muy apenada. Margie se había retirado a
la cocina para evitar las lágrimas. Jack dio otro paso atrás mirándola con desprecio-
¡Recoge tus cosas, que vuelves al barracón! ¡Y procura no ponerte ante mi vista hasta
que te vayas de mis tierras!
Mel asintió intentando no llorar. Jack se dio la vuelta y salió del salón con
grandes zancadas. Cuando oyó el portazo en la salida, Mel se estremeció.- Has hecho
lo correcto- dijo Clarissa levantándose y rodeándola con sus brazos mientras ella
lloraba- le has salvado de sí mismo.
-Y ahora me odia…
-De todas maneras te hubieras ido en unos días- dijo la abuela en voz baja.
Mel asintió limpiándose las lágrimas –Voy a hacer el equipaje. No quiero estar
aquí cuando vuelva.
La observaron mientras subía la escalera. Estaba haciendo la maleta y no podía
dejar de llorar. Se sentía fatal por sus palabras. Le había hecho daño a propósito y se
sentía traicionado. Si le hubiera pasado a ella, le habría matado. Después de meter el
neceser, cerró la maleta. Se dio cuenta de que Jack no le había devuelto el bolso pero
ni loca se lo pediría. Esperaba que Joan le ayudara a recuperarlo.
Bajó la maleta y se acercó al salón- Joan ¿te importaría pedirle a Jack mi bolso
cuando esté más tranquilo?
-Claro, no te preocupes.- Joan se acercó y la abrazó- Gracias Mel por lo que has
hecho, sé que no ha debido ser fácil.
Ella le mostró una débil sonrisa y se separó- ¿Me lo acercarás al barracón?
Su amiga asintió. Clarissa se acercó a ella. –Me voy mañana. Si quieres puedo
llevarte a Sydney de paso. El avión estará aquí por la mañana.
Mel asintió- Gracias, creo que será lo mejor.
Cogió su maleta y fue hacia la puerta- Me voy al barracón.-dijo tirando de la
maleta.
La miraron mientras bajaba por el camino que llevaba al barracón. Se cruzó con
algunos hombres que la observaron interrogantes pero ella siguió su camino. Al
llegar al barracón las chicas que se estaban preparando para la cena vieron la maleta
y se callaron- Mel, ¿qué ha pasado?- preguntó Steff acercándose y cogiéndole la
maleta.
Mel evitando las miradas de las demás se la llevó aparte- ¿Esto no puedes
decírselo a nadie me oyes?
Steff asintió.-Jeff ha intentado violarme y...
-¿Y Jack te ha echado de casa?- preguntó su amiga sorprendida- ¿estás bien?
-No, lo que pasa es que Jack le hubiera matado. Así que mentí.- dijo mirando
alrededor.
Steff no entendía nada- ¿Pero qué le has dicho?
-Que lo provoque, que le bese- Mel se echó a llorar
-Dios mío ¿Por qué?
-Porque le hubiera matado, Steff.
-Pero ha intentado violarte. ¿En qué coño estabas pensando al mentirle a Jack?
Ese cerdo se merece todo lo que le pase.
-¡Pero no podía dejar que Jack me defendiera cuando yo me voy el domingo y
arruinarle la vida!
Steff cerró la boca antes de decir algo y la abrazó- Dios, Mel ¡Qué lío!
-Me voy mañana- dijo a su amiga al oído- No se lo digas a nadie. En Sydney
conseguiré un vuelo.
-Me voy contigo- dijo Steff decidida- si tú te vas no hay razón para que me quede
aquí. Nos iremos juntas.
-Pero ¿y Brian? ¿No quieres pasar unos días más con él?
-Hemos hablado y hemos decidido tomárnoslo con calma. En Navidades vendrá
a verme a Londres. Me despediré de él esta noche. –al ver que Mel iba a decir algo la
interrumpió- No dirá nada, no te preocupes por eso.
De todas maneras a Jack no le importaría si se iba antes. No podía dejar de ver
sus ojos mirándola con odio y decepción.- Está bien.
Fue hasta su litera pero nadie la molestó. Sólo la miraban con pena. Se fueron a
cenar y Mel tumbada en la cama miraba el techo. Oyó la música y la fiesta que hubo
mientras intentaba evitar las lágrimas. Se hizo la dormida cuando algunas de las
chicas se fueron a la cama. Intentaba llorar en silencio para que no se dieran cuenta,
pero Martha la oyó y se acercó a su cama- Mel ¿estás bien?
-Sí, claro- dijo dándole la espalda- todo va bien. Gracias por preguntar.
Martha no la molestó más volviendo a su litera. Steff llegó muy tarde,
seguramente después de haber estado con Brian. No le dijo nada, simplemente le dio
un beso en la mejilla y se tumbó en su cama. No pegó ojo en toda la noche pensando
en Jack. No soportaba haberle hecho daño. Pero lo había hecho por su bien. “A veces
tienes que hacer daño a las personas a las que amas” recordó que le decía su madre.
Eso había sido el día que la llevó al picadero la primera vez después de la muerte de
su padre” Lo hago por tu bien, cariño” .Pero eso no evitó que ella sufriera ese día.
Quería a Jack pero no sabía si podría vivir allí. Tenía su trabajo, sus amigos, a su
madre y a Steff en Londres. Allí terminaría sintiéndose inútil. Sabía que había hecho
lo correcto. Se le pasaría. Estaban en plena vorágine sexual, al principio de una
relación. Se olvidarían el uno del otro en cuanto volvieran a su vida de siempre.
Los siguientes días fueron duros para ella. Todavía le quedaban unos días de
vacaciones y decidió pasarlos en la casa de su madre en el campo. Marilyn se dio
cuenta que a su hija le pasaba algo, pero aunque Mel sabía que la quería mucho,
nunca habían sido de contarse sus secretos. Así que su madre no preguntó y ella no
le dijo nada. Comía poco y adelgazó unos kilos. Sus orejas eran profundas pues no
dormía bien. Se dedicaba casi todo el día a pasear por los frondosos campos y a
montar a caballo en un caballeriza cercana. Pasó la semana y ella volvió a Londres. El
lunes volvió a trabajar y a llevar su vida de siempre. Steff estaba preocupada por ella
e iba a visitarla a menudo. Quince días después de su llegada su amiga le dijo-No
puedes seguir así, Mel .Te estás consumiendo.
-Estoy bien- dijo ella mirando por la ventana de su apartamento como llovía
fuera- ¿sabes? Creo que me voy a apuntar al gimnasio para hacer algo de ejercicio.
-Dirás para tener algo que hacer y no pensar más en Jack- dijo su amiga desde el
sofá
Mel le echó una mirada de furia.- ¿Tenías que recordármelo?
-Como si lo hubieras olvidado...- murmuró su amiga.
Mel se mordió el labio inferior- Si eres tan infeliz deberías volver y confesarlo
todo. Decirle que le quieres y que quieres estar con él.
-Él nunca me ha dicho que me ame. Ni que quiera vivir conmigo. Además no sé
si podría vivir allí.
-Lo que está claro es que no puedes vivir aquí sin él- dijo Steff.- Pareces un alma
en pena.
Mel puso los ojos en blanco- Que exagerada eres.-vio como una gota caía por el
cristal de la ventana- Dentro de unos días ni me acordaré del viaje a Australia.
Pero eso no pasó. El dolor que tenía en la boca del estómago no remitió tampoco.
Se empezó a encontrar realmente mal y al marearse en el trabajo se asustó y decidió
ir al psicólogo.
La doctora Tarner la había tratado en su problema anterior y le tenía confianza.
La mujer de cuarenta años la fue a buscar a la sala de espera- Melissa, que sorpresa
verte.
Mel le dio un abrazo- Me alegra verla, doctora Tarner.
-Pasa, por favor.- dijo invitándola a su despacho.
Mel se sentó en su lugar habitual. Un sillón muy cómodo delante del de la
doctora. Parecía que estaba hablando con una amiga en el sofá de su casa y eso la
relajaba- Cuéntame que ocurre.
Mel le contó lo ocurrido entre lágrimas y risas. Había habido muchos momentos
divertidos, ardientes pero también dolorosos. Ella se los explicó todos.
-Me has dicho que últimamente no te encuentras bien. ¿Qué sientes?
-Desde que he vuelto no puedo dormir y como poco. Estoy cansada todo el
tiempo- suspiró mirando una figura de porcelana que había sobre la mesa- pero
últimamente es peor. Ayer me mareé en el trabajo.
La doctora sonrió- ¿Alguna otra cosa?
Mel movió la cabeza negando –No que yo recuerde. ¿Qué tengo doctora?
¿Depresión?
-Melissa, estás enamorada hasta las trancas- dijo la doctora sonriendo- Le amas
tanto que tu vida aquí ya no te interesa. Y no me extraña, por lo que me has contado
es un hombre de los que ya no quedan. –La doctora se levantó y apuntó algo en un
papel ante la mirada atónita de Mel, que se dio cuenta de que era verdad que su vida
allí ya no le interesaba- De todas maneras para asegurarnos te voy a mandar hacer
unos análisis, quiero ver cómo están pues la infección que pasaste allí y tu falta de
apetito me preocupan.
-¿Y después?
La doctora sonrió- Vayamos...
-Paso por paso- terminó ella levantándose y cogiendo su bolso.
Al día siguiente se hizo la analítica en ayunas y fue a trabajar como todos los
días. Quedó con Steff para comer y sonrió al ver a su amiga esperándola- Perdona
¿llego tarde?
Steff sonrió- No, he llegado yo primero. –la miró atentamente- Hoy tienes mejor
aspecto.
-Es que he dormido mejor- dijo cogiendo la carta- ir a la doctora me ha ayudado.
Su amiga asintió y desvió la mirada. Mel frunció el ceño y preguntó- ¿Estás bien?
Perdona, soy una amiga horrible- dijo sintiéndose culpable- siento no haberme dado
cuenta de que tú también lo tienes que estar pasando mal por lo de Brian.
Steff hizo un gesto con la mano sin darle importancia- Mel, no es lo mismo. Yo
hablo con Brian todos los días.
-Ah..- sintió un dolor interno al darse cuenta de que ella no hablaría más con Jack
pero intentó disimularlo- ¿y cómo va todo?
Steff la miró a los ojos- Este fin de semana es la boda. Están con los preparativos.
Mel hizo una mueca pensando que le encantaría estar allí. Se mordió el labio
inferior intentando no llorar.
-¿Qué te apetece comer?- preguntó al no soportar hablar más del entorno de los
Belbet.
Steff se dio cuenta y no siguió con el tema.
Hablaron de otras muchas cosas y decidieron ir de compras el sábado por la
mañana.
Al día siguiente recibió una llamada a su móvil-¿Diga?- contestó distraída
mirando uno papeles en su despacho.
-Melissa, soy la doctora Tarner...
Mel se paró en seco- ¿Ocurre algo? ¿Ya tiene los resultados?
-¿Por qué no te pasas por aquí hoy a las cinco y hablamos de ellos?
-Si tengo algo malo, quiero saberlo ya- dijo con la voz temblando.
-No tienes nada malo- dijo tranquilizándola- pero me gustaría que te pasaras
para comentarlos.
El alivio que sintió la hizo sonreír-¿Hoy a las cinco?
-Sí, me gustaría que hablásemos.
-Muy bien, allí estaré.
Cuando llegó a la consulta esa tarde sonrió a la secretaria de la doctora que
estaba a punto de irse- Puede pasar, la doctora está libre.
Melissa llamó a la puerta y abrió- ¿Se puede?
-Pasa, Melissa- le dijo la mujer sonriendo y levantándose de su escritorio.
Mel se sentó en su sitio- Bien, ¿qué tengo mal en los análisis?
-¿Por qué crees que hay algo mal?- preguntó llevando unos papeles con ella.
Sonrió mirando a la mujer- Porque si no, no me hubiera hecho venir antes de
tiempo.
La mujer miró los papeles poniéndose unas gafas- Está todo bien, pero hay algo
que me da la sensación que no sabes, pues sino me lo hubieras dicho en consulta.
Mel estaba confundida- ¿El qué?
La psicóloga la miró a la cara entregándole los papeles- Estás embarazada,
Melissa.
Abrió los ojos como platos- ¡Oh Dios!
-Suponía que no estabas al tanto. ¿Cómo te sientes al respecto?
Mel estaba tan sorprendida que no sabía que decir. Miró las hojas sin verlas- ¡Oh
Dios!
-Por tu reacción, veo que no te lo esperabas.
-No, sí- gimió levantándose del sillón- Había una posibilidad. En realidad cuatro
pero con todo lo que ha pasado, eso quedó en un segundo plano.
-Todavía tienes que asimilarlo. Te acabas de enterar. –la doctora se levantó y le
entregó una tarjeta- Decidas lo que decidas aquí tienes la dirección de un ginecólogo
–la mujer sonrió- Me llevó mis dos embarazos y te puedo asegurar que es el mejor.
Hablaremos la semana que viene para ver cómo te encuentras. Tienes toda una
semana para pensar.
Mel asintió levantándose con la tarjeta en la mano. Salió de la consulta como una
autómata sin mirar a su alrededor- ¿Estás bien? –preguntó la doctora con el ceño
fruncido.
La miró sorprendida- ¿Qué? Oh sí… sí –dijo saliendo de allí.
Cuando llegó a casa se sentó en el sofá sin quitarse el abrigo. Oscureció y ella
seguía sin moverse. Le sonó el móvil y ella se dio cuenta de que tenía la tarjeta en la
mano- ¡Dios, voy a tener un hijo! –Se tocó el vientre. Un hijo de Jack, entonces
recordó sus palabras. “Tendremos un precioso niño rubio y de ojos violetas .Si ocurre
yo estaré allí contigo.” De pronto se dio cuenta de que ella quería a Jack y quería a
ese niño. Tenía que volver a Australia.
Cogió el móvil- Steff, tienes que venir a casa.
-¿Qué pasa, estás enferma?
-No, pero tenemos que hablar. Necesito tu consejo.
-Voy enseguida.
Steff llegó en diez minutos y por la pinta que llevaba la había pillado haciendo
ejercicio- ¿Qué pasa? –preguntó quitándose la cazadora y tirándola en el sofá.
Mel se puso nerviosa y empezó a dar vueltas por el salón- Estoy embarazada.
Su amiga chilló de alegría levantándose de golpe- ¿Un niño? ¿Vas a tener un
niño?
Sonrió abrazando a su amiga- Tengo los análisis y sí, por lo visto estoy
embarazada.
De repente Steff se puso seria- ¿Se lo vas a decir a Jack?
Fue hasta la cocina y sacó una botella de agua. Cuando volvió Steff la miraba
expectante.- ¡Eso es lo que tengo que pensar!
-¿No se lo quieres decir?
-Claro que sí –dijo mirándola sonriendo- pero no sé cuándo.
-Explícate- dijo mirándola con el ceño fruncido.
Se sentó a su lado- Sé lo que quiero. Por fin me he dado cuenta de que quiero
estar con él y donde sea. Me da igual irme a Australia.
-Entonces...
-El problema es que no sé cómo hacer que me lo pida.
La cara de Steff, reflejó que lo había entendido- Quieres que sea Jack el que venga
a ti y no al revés.
-Si lo hiciera de otra manera siempre tendré la duda si me quiere o si lo hace por
el niño.
-Entiendo- dijo mientras pensaba en un plan.- Jack es orgulloso, sin saber la
verdad de lo que pasó con Jeff no vendrá a buscarte.
-Lo sé, pero también quiero que venga a pesar de eso- dijo ella enfadada- si me
quisiera le hubiera dado igual que hubiera besado a otro. Hubiera luchado por mí.
Como su abuelo luchó por Clarissa.
Steff que conocía la historia asintió dándole la razón- ¿Y qué piensas hacer?
Mel sonrió mirándola maliciosa –En eso me vas a ayudar tú.
Cuando le explicó su plan Steff la miró preocupada- ¿Sabes que si no funciona
estarás todavía peor que ahora?
-Sí, pero entonces sabré que no tengo un futuro con él.
-Antes de nada te tienes que enterar si Jody se ha ido de la lengua porque a lo
mejor hacemos el ridículo. ¿Y si él ya sabe lo de Jeff y no ha hecho nada?
Mel asintió- Eso lo averiguaré el sábado.
-¿Qué vas a hacer?
-Felicitar a Jody por teléfono y pedirle que no habrá la boca. –Mel sonrió- Hacerle
jurar que no abrirá la boca.
-Bien- dijo su amiga sonriendo –pues empieza el plan.
El sábado por la mañana se levantó a las nueve. Calculaba que habría unas diez
horas de diferencia y por la hora de la boda que Brian le había proporcionado a Steff,
sabía que a esa hora estarían casándose. Esperaría unas horas antes de llamar pues
no quería estropear la cena. Limpió la casa y a la once cogió el móvil tomando aire.
Marcó el número de Jody y nadie contestaba al teléfono- Mierda- pensaba colgar
cuando alguien lo cogió- ¿Diga?- contestó una voz de mujer.
-¿Jody?
-No no soy Jody, soy Margie- dijo la mujer contenta – En este momento está
cortando la tarta.
Mel sonrió – Soy Mel.
-¡Mel, cariño! ¿Cómo estás?- dijo la mujer con alegría.
-Muy bien ¿y tú?
-Supongo que después del día de hoy esto será muy aburrido- dijo con pena-
Espera que llamo a Jody que ya se ha sacado las fotos.
-No la molestes, sólo quería felicitarla- pensando que no había sido buena idea
llamarla precisamente ese día.
-No cuelgues que le hará mucha ilusión.- oyó movimiento y de repente la sintió
gritar a pleno pulmón- ¡Jody ven, corre que Mel te llama desde Inglaterra!
Mel gimió sentándose en el sofá. Se debía haber enterado toda Australia. Unos
segundos después Jody cogía el teléfono jadeante- ¿Mel?
-Felicidades, Jody- dijo ella con cariño- ¿Estás guapa?
-El vestido ha quedado perfecto- dijo entre risas- me alegro de que hayas
llamado.
-No podía dejar de felicitarte en tu día.
-Me alegra que llamaras –Oyó como Jody se alejaba del ruido- ¿Cómo estás?
-Muy bien. Tengo mucho trabajo- tragó saliva y dijo – ¿Qué tal todos?
Hubo un silencio al otro lado de la línea pero terminó diciendo- Está de un
humor de perros desde que te fuiste. No hay quien lo aguante.
Mel cerró los ojos y frunció los labios- ¿No le habrás dicho nada?
-No, pero he estado a punto un par de veces.- dijo bajando la voz.
-No, Jody no lo hagas.
-¿Por qué?
-No se lo digas, por favor- rogó Mel asiendo el móvil- Prométemelo.
Hubo un silencio al otro lado de la línea. – Está bien…
-Gracias.- dijo con alivio- Pásatelo bien en tu día, disfruta de todo.
-Mel se está acercando y trae cara de determinación.
-Voy a colgar, Jody. Adiós- dijo precipitadamente con el corazón a mil por hora.
Cerró la tapa del móvil de golpe y se lo quedó mirando como si le fuera a
morder. No la llamaría pero lo temió durante la siguiente hora.- Bueno –miró su
vientre plano y dijo- vamos de compras, que la tía Steff nos estará esperando.
Pasaron la tarde de compras. Había muchas prendas rebajadas de verano y Mel
arrasó la tarjeta de crédito comprando cosas premamá.- ¿Estás segura que quieres
comprar todo esto? –preguntó al verla coger un vestido de seda precioso en violeta.
Era evidente que era para más adelante.
-Está muy bien de precio. Si Jack no viene a buscarme, lo podré usar aquí en
verano.
-¿Cuándo crees que vendrá, si pasa?
-¿Si viene?- preguntó a su amiga mirando un peto vaquero – Como mucho en un
mes tendré que saber algo. Sino viene en ese periodo, no lo hará.- miró a Steff –
¿Sabes lo que tienes que hacer?
-Sí, todo está listo para esta noche a las cuatro más o menos. Me suele llamar a
esa hora.
-Pobre, se debe estar arruinando a llamadas.
-¿Y yo qué?- preguntó su amiga indignada- Me despierta en mitad de la noche
para hablar conmigo.
-Y porque no te llama por la noche. Así aquí sería por la mañana y no te
despertaría.
Steff se sonrojó- ¿Qué?- preguntó divertida.
-Me ha dicho que me despertará todos lo días hasta que me decida a volver.
-¿Qué?- Eso sí que no se lo esperaba. Miró fijamente a Steff que parecía
incómoda- Cuéntame que pasa.
-Me pidió que me casara con él –susurró acariciando un traje de bebé.
-¿Y qué le dijiste?
-Le dije que me lo pensaría.
-Steff ¿le quieres?
Su amiga la miró tímidamente- Oh sí, estoy loca por él. Y le echo muchísimo de
menos.
-¡Pues cásate!- Mel se echó a reír y abrazó a su amiga.- Felicidades amiga, me
alegro mucho por ti.
-Se lo diré en cuanto sepamos que Jack viene.
-No- le dijo ella muy seria- Se lo dirás tan pronto hables con él. No retrasarás tu
felicidad por mí ¿me has entendido?
-Pero el plan…
-El plan seguirá su curso aunque tú te vayas.- dijo sin echarse atrás.
A Steff se le llenaron los ojos de lágrimas- Te voy a echar mucho de menos.
Espero que Jack no se retrase.
-Y yo…
Pasaron los días y Mel fue al ginecólogo. La exploró y le dijo que todo estaba en
orden. Le dio unas vitaminas y unos consejos.
Después de la primera semana, Steff se preparaba para irse. Compraba cosas
compulsivamente y ella se alegró mucho de que fuera tan feliz. Fue a despedirla al
aeropuerto.-No puedo creer que me vaya a Australia a casarme.- la abrazó- Y
casarme sin ti. No es lo que hubiera pensado.
Mel la apretó fuerte- Tú disfruta. Dales un beso a todos de mi parte. Dile a Jody
que la llamaré.
Tenía que pasar los sistemas de seguridad para embarcar y Mel la besó en la
mejilla soltándola.- Créeme, no envidió nada el viajecito que tienes ante ti.
Steff sonrió diciéndole adiós con la mano.
Mel se subió al taxi pensando que se iba a sentir muy sola sin ella. Cuando llegó
a casa fue directamente a la cocina quitándose el abrigo y tirándolo sobre el sofá.
Estaba muerta de hambre, así que sacó un helado. Con el envase de helado fue hasta
el salón y encendió la televisión. Sintió un hormigueo en la nuca y se rascó buscando
un canal de televisión. En uno de los canales había un reportaje sobre Australia y al
ver a varios hombres a caballo Mel dijo –Estupendo…que me lo pongan en la
televisión como si no tuviera bastante.- cambió de cadena y volvió a rascarse la nuca.
–Puso una serie de televisión de crímenes en serie y se acomodó para verla. Con la
cuchara sopera cogió un enorme trozo de helado de chocolate y se puso a saborearlo
mientras veía el episodio quitándose los zapatos con los pies. Subió sus piernas y se
tumbó en el sofá. Sonó su móvil y Mel lo cogió distraída- ¿Diga?
-¿Qué tal, cielo?
-Bien, mamá ¿y tú?
-¿Qué tal mi nieto?- se lo había dicho a su madre en un momento de debilidad y
se alegraba de ello. Su madre no hizo preguntas, simplemente la apoyó en todo.
-Pues muy bien, se porta estupendamente. Ni mareos, ni vómitos. Me deja comer
todo lo que me apetece.
Un crujido detrás del sofá la puso alerta y se levantó lentamente para encontrarse
con la mirada de Jack – ¿Mamá? Tengo que dejarte. Te llamo luego.
Mientras su madre protestaba, Mel colgó el teléfono sin dejar de mirarlo- Estás
embarazada.
Como lo estaba afirmando no contestó. Estaba tan contenta de verlo que se
conformaba con eso. Llevaba unos vaqueros y un jersey grueso en color verde.
Estaba guapísimo. –Melissa…
-¿Si?- volvió a mirarlo a los ojos que parecían indecisos.
-¿Es mío?- la pregunta la ofendió un poco pero después de confirmarle ella que
se había ligado a otro no le extrañaba.
Ella se enderezó- ¿Y si te dijera que no?
Se quedó pálido- No juegues conmigo, Melissa. No estoy para bromas.
-¿Qué haces aquí, Jack?- Mel se arrodilló sobre el sofá mirándolo de frente- ¿A
qué has venido?
Entrecerró los ojos –He venido a llevarte de vuelta y lo vas a hacer aunque sea lo
último que haga.
Ella lo miró divertida mientras su interior daba saltos de alegría- ¿Me echaste tú
y ahora quieres que vuelva?
-Lo que pasó, quedó atrás. Empezaremos desde cero- dijo él acercándose a ella.
Mel se enfadó – ¿Quieres empezar de cero?-se levantó sobre el sofá y le señaló el
vientre- No se puede.
-Me haré cargo de él- dijo enfadado –aunque sea de tu prometido.
Mel abrió los ojos como platos. Le había dicho a Steff que le dijera que estaba
saliendo con alguien, no que se iba a casar con él. La iba a matar.- Así que te importo-
dijo mirándolo a los ojos.
Él se enfadó todavía más- Claro que me importas y aunque yo no te importe
aprenderás a quererme.- Fue hasta ella y la besó cogiéndola por la cintura.
Mel se sintió tan bien. Le abrazó el cuello desesperada por hacer el amor con él.-
¿Jack?- preguntó alejándose de él. Tenían que aclarar muchas cosas.-Tenemos que
hablar...- dijo cuando él la levantó del sofá y la llevó a la habitación. Ella suspiró al
sentir como la besaba en el cuello pero cuando la tiró sobre la cama rebotando en ella,
gritó del susto.- ¿Pero qué haces?
-¡Haz las maletas!- Jack miró a su alrededor y vio el vestidor. Entró dentro y un
montón de ropa empezó a salir volando de él.
-¡Para, Jack!-gritó al ver sus vestidos tirados en el suelo- ¡Para!
Él salió con la maleta que había llevado a Australia-¡Haz las maletas, en tres
horas tenemos que estar en el aeropuerto!
-Pero no puedo irme así- dijo ella confundida- El apartamento, mi madre...
-¡Me importa una mierda tu apartamento y a tu madre la llamas por teléfono!-
abrió la maleta de Mel y empezó a tirar cosas dentro.
-¡También hay otras cosas! –protestó ella parándolo en seco.
-Si me vas a decir que tienes que hablar con tu novio, vete olvidándote- dijo él
fulminándola con la mirada- No te vas a acercar a él nunca más ¿Me oyes?
Ella se sorprendió de su ataque de celos y le encantó.-Jack- le dijo con voz suave-
no hay ningún novio.
La miró sin creerla y siguió tirando cosas a su maleta.- No me hagas perder el
tiempo- dijo volviendo al armario.
-Estoy embarazada de ocho semanas- le susurró.
Jack se paró en seco y se volvió a mirarla- Entonces es mío e ibas a casarte con
otro.
Mel gimió. Vaya lío.- ¡No! ¡Es tuyo y no me he acostado con nadie más! ¡No me
iba a casar! ¡Ni nada por el estilo! ¡Y ya que estamos- dijo gritando –no besé a Jeff,
sólo lo dije para que no lo mataras a golpes!
Jack sonrió –No hace falta que mientas. A partir de ahora no te acercarás a otro
hombre en tu vida. Ya me encargaré yo de ello.
¡Estaba saliendo todo mal! La creía mata hari.- ¡No me voy de aquí! – gritó
enfadada.
-Oh, claro que sí.-Jack se acercó a ella cogiendola de la cintura y pegándola a él-
Vendrás a casa conmigo porque si no echare a Steff y a Brian de allí.
Abrió la boca sorprendida- ¡Tendrás a mi hijo en mi casa y te alejarás de los
hombres por la cuenta que te trae! – después la besó volviéndola loca y se separó de
ella tirándola sobre la cama otra vez.
La furia la invadió- ¡Está bien, te lo demostraré!- gritó ella- ¿Tienes el móvil?
Jack frunció el ceño-Sí.
-Llama a tu abuela. ¿A ella la creerás?- preguntó irónica.
-No sé qué te propones pero ya me has dejado bastante en ridículo – le espetó él.
-Si llamas a tu abuela volveré contigo diga lo que te diga, sino vas a tener que
llevarme a rastras hasta Australia.
-Hecho- Jack sacó el móvil del bolsillo posterior de los vaqueros y marcó un
numero de marcación rápida.- ¿Abuela?- preguntó mirándola muy tenso –Soy Jack,
estoy en Londres.
Mel se acercó a él y gritó – ¡Clarissa, dile la verdad!
Jack se apartó mirándola furioso.- Melissa dice que tienes algo que contarme.
Durante unos minutos Jack permaneció callado y Mel se puso nerviosa. Miró su
maleta y puso los ojos en blanco al ver el estropicio que había hecho con ella. Se
acercó a ella y se arrodilló. Empezó a doblarla meticulosamente, cuando Jack
preguntó muy tenso- ¿Por qué iba a decir ella algo así, si no era verdad?
Mel apretó los labios y se levantó por más ropa. Cogió otro montón y lo metió en
la maleta. Allí no cabía más. La cerró y fue a por otra maleta- ¿Pero es que estáis
locas? ¿Cómo se os ha ocurrido algo así? –gritó Jack al teléfono.
Se encogió al oírle pero no dijo nada. Abrió la segunda maleta y siguió metiendo
ropa. Suspiró pensando que no le cabría toda. Así que se dedicó más a la de verano.
Le pediría a su madre que le enviara lo demás. Cogió los zapatos que pudiera
necesitar y cuando salió Jack estaba sentado en la cama mirando el vacío. Tiró los
zapatos en la maleta y se acercó a él -¿Jack?
Él la miró- Joder Melissa, ¿sabes lo que he pasado?
Ella asintió mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Jack la cogió suavemente
por la cintura acercándola a él. Apoyó la frente en su vientre mientras ella le
acariciaba la nuca y el cabello.- Cuando me dijiste que le habías incitado y que le
habías besado quise matarte.
-Lo sé- susurró ella sin dejar de acariciarle.- no te culpo.
-Y cuando me entere de que te ibas a casar con otro por poco me vuelvo loco.
-Eso pretendía- dijo ella con una sonrisa. Jack la miró sorprendido- Quería saber
si me querías todavía sin meter al niño por el medio.
Él comprendió-¿Y si no hubiera venido?
Mel hizo una mueca- Me lo hubiera tomado realmente mal. Pero te habría dicho
lo del niño un poco más adelante.
Jack la sentó sobre sus rodillas- Habría venido antes sino hubiera sido por la
boda de Jody.- le susurró junto a su boca.
-¿De verdad?- preguntó emocionada.
-Cuando te fuiste antes de tiempo por poco tiro el barracón abajo con mis gritos.
Los chicos no se acercaban a mí.- dijo sonriendo mientras le besaba el cuello.
Mel lo miró a los ojos- Te amo.
Jack sonrió acariciándole la mejilla –Y yo a ti mi amor.-La besó tiernamente-
Dios, te llevo a casa y vamos a tener un hijo. La vida puede darte un vuelco en
cualquier momento.
Ella le abrazó por el cuello- Te he echado de menos. Llévame a casa.
Jack la besó en respuesta quitándole el aliento.
Epílogo
Los gritos del nuevo miembro de la familia Belbet la despertaron y Mel gimió
dolorida. Sólo hacía unas horas que había dado a luz y después de veinte horas de
parto estaba agotada. Su marido se acercó sonriendo con la niña en brazos- Sandra
tiene hambre, mi amor.
Se sentó en la cama del hospital y extendió los brazos.- Ven aquí- dijo sonriendo
a su niña. Jack se la puso en brazos y ella se apartó el camisón para darle de mamar.
Jack no perdía detalle.- Es la cosa más bonita que he visto nunca- dijo él acariciando
su pelo negro.
-Por lo menos ha heredado mis ojos –indignada porque su hija era una Belbet de
los pies a la cabeza.
Jack se echó a reír – El próximo se parecerá a ti.
-No, no ¿Cómo te atreves a decir eso después de veinte horas de parto?
-¿No quieres repetir? Con lo divertido que es encargarlos- Jack cogió los deditos
de su hija.
-Igual dentro de tres o cuatro años…
Jack rió- Está bien, no insistiré.- la miró como cambiaba a la niña de pecho- Estás
más hermosa todavía que antes de casarnos.
Mel hizo una mueca- Eso lo dices porque tengo los pechos más grandes. Jack se
echó a reír acariciando el pecho que había quedado al descubierto.
-Te quiero...- dijo él acercándose para besarla
-Te amo...
FIN