Creencias y Prácticas Religiosas en El Antiguo
Creencias y Prácticas Religiosas en El Antiguo
Creencias y Prácticas Religiosas en El Antiguo
EL TEMPLO FUNERARIO
Lo que sí es evidente es que, desde este primer estadio, estas construcciones van a
estar relacionadas con la clase dirigente y dominante de la sociedad cultural que las
erige, ya sean sus gobernantes, o sus castas sacerdotales. Es decir, comienza de
esta forma la estrecha relación entre las partes más altas de la sociedad y los
dioses, elementos que veremos después claramente representados en los templos
del Egipto dinástico, bien como morada del propio dios, o bien como monumento
funerario para el rey divinizado.
ÉPOCA PREDINÁSTICA
Nabta Playa
Localizado a unos 100 km al oeste de abu Simbel, en el desierto del Sahara, este
complejo arquitectónico representa el primer testimonio de estructura religiosa de
África. Según sus descubridores, se trataría del más antiguo monumento dedicado
a rituales y cálculos astronómicos, de entre 6000 y 7000 años de antigüedad.
Además, durante esta época estival, los monzones africanos inundaban estas
tierras, incluidas algunas de las piedras de Nabta Playa, marcando no solamente el
comienzo de una nueva división temporal, como si se tratase de un calendario, sino
favoreciendo al mismo tiempo el crecimiento del pasto, arbustos y hasta la
existencia de pequeños animales, origen de la agricultura y ganadería en esta zona.
El monumento se erigía pues a la orilla de un pequeño pantano o cuenca de agua.
Además, interesante es ver como, todas estas civilizaciones que surgen al norte de
África, centran su atención en el Sol, y secundariamente en el agua, dejando un
poco de lado la divinización de la propia tierra, madre de muchas otras culturas, la
que todo lo dona. La figura de la diosa madre, que da origen a la vida, no existe en
Egipto, o cuanto menos no aparecerá hasta que las concepciones religiosas estén
mucho más evolucionadas, con figuras como Isis, madre de Horus.
Hieracómpolis
Por los restos arqueológicos sabemos que el santuario tenía cuatro postes en su
fachada, de 1’5 m. de diámetro, y de una altura de unos 12 m. El tejado dibujaba
una curiosa curva, dándole forma de, según se ha dicho, lomo de halcón, animal
agazapado, o, lo que es evidente, una disminución de su altura a medida que nos
adentramos, algo que, como hemos visto, es característico de los templos egipcios.
Buto
Buto es otro de los yacimientos predinásticos que conocemos hoy día. En esta
localización, ubicada en la zona del delta, aun no se ha realizado un hallazgo que
haya puesto de manifiesto los restos de un templo o un santuario. Sin embargo,
algunos testimonios plásticos muestran que debió de existir un santuario, de
morfología diferente al de Hieracómpolis, con dos elevados postes laterales muy
elevados, y una característica techumbre abovedada.
Ambos santuarios, el del Alto y el Bajo Egipto, serán los que nos encontremos,
posteriormente, reproducidos en los signos jeroglíficos y en muchas otras
representaciones a lo largo de la Historia faraónica. Por ejemplo, ambos estilos
aparecerán en el complejo ritual del templo de Djoser, en Saqara.
EL IMPERIO ANTIGUO
Ábido
Desconocemos realmente cual puede ser la relación directa del rey con este tipo de
templos, pero, si lo extrapolamos un poco más adelante en el tiempo, podríamos
llegar a la conclusión de que la función sagrada que aplicaba este recinto a la
realeza era la de albergar, probablemente, el ya existente festival Sed, una
tradición monárquica por la cual el rey tiene que regenerar su poder y demostrar
que aun es poderoso como para ostentar la corona. Es la misma función que tenía
el gran patio del recinto funerario de Saqara.
Tomando como ejemplo el del faraón Niuserre, observamos que, al igual que los
complejos piramidales de la época, se orienta en un eje este-oeste. Al fin y al cabo
no deja ser una construcción de carácter solar, que es la función de la pirámide en
sí, o, en este caso, del obelisco.
Sobre esta última concepción, han sido vertidas distintas conjeturas, relacionadas
bien al origen escalonado de las pirámides, como sucesión vertical de mastabas, o
como solidificación pétrea de los rayos solares, como elemento de transporte o
camino espiritual del ka del difunto rey.
EL IMPERIO MEDIO
Pero si algo caracteriza las construcciones de esta época, son ciertos aspectos
innovadores en la evolución y diseño de los edificios funerarios. Si bien mantienen
rasgos arcaicos, de épocas anteriores, a partir de ahora vamos a encontrarnos
importantes innovaciones, como será el uso cada más frecuente de la piedra
aplicada a todo el vasto de la obra (no solamente columnas y portales), o el
aumento de la importancia significativa de la simetría de las construcciones. O, de
igual forma, el gusto por rellenar con decoración todos los resquicios que ofrece la
construcción. El mejor ejemplo de esto, o uno de los mejor conservados, podría ser
el reposadero de la barca de Sesostris I (Dinastía XII), sin duda el faraón más
prolífico en obras del Imperio Medio, en el complejo de Amón en Karnak, más
conocido hoy en día, en el museo al aire libro, como la “Capilla Blanca”.
EL IMPERIO NUEVO
La expansión del poder político y económico de Egipto durante el Imperio Nuevo dio
lugar a la construcción de gran cantidad de templos nuevos, así como a un afán de
conservación y remodelación de muchos ya existentes. Cada faraón trató de emular
o incluso superar a su antecesor, sobre todo al erigir sus propios templos
funerarios.
Este prototipo de plano fue usado, no solamente para los templos de los dioses,
sino también para los templos funerarios, amalgamando aun más si cabe ahora la
distinción entre unos y otros. El motivo claro es la separación física de la tumba,
siempre relacionada al elemento piramidal, y el templo funerario, con el fin de
evitar, al máximo, el expolio de la misma. Con tal fin, los faraones de este periodo,
como es bien sabido, se entierran en los más recónditos cortes de las colinas
tebanas, en el valle de los Reyes, separados por la montaña de sus respectivos
templos funerarios.
Ahora bien, si bien esta separación natural hace que, para los templos funerarios,
se pueda emplear la misma planta que para los templos de los dioses, no haciendo
así distinciones entre la naturaleza divina del monarca fallecido y los dioses
propiamente dichos (HUT -> mansiones divinas vs. Mansiones de millones de
años), no es tan fácil ni hay que ser tan tajantes a la hora de hablar de la
desaparición de la pirámide en este complicado complejo funerario. ¿Por qué?
Sencillamente porque la maquinaria de resurrección piramidal que hemos
encontrado asociada al complejo funerario hasta la fecha, sigue vigente a través de
lo que en egiptología, se denomina “topografía sagrada”. Esto es, la visualización
de un elemento o símbolo de carácter religioso o ritual en una formación natural: el
Qurn, que corona la montaña tebana, en realidad, no es otra cosa que una pirámide
natural, a cuyos pies se abren, en la roca de la falda, las tumbas del Valle de los
Reyes, que se adentran en el interior rocoso de esta formación caprichosa de la
naturaleza.
Momentos finales
Bibliografía
- BEDMAN, T.: ‘El templo egipcio, ritual y mito’. BAEDE 3. Madrid, 1991. Págs. 12-
17.
- WILKINSON, R. H.: Los templos del Antiguo Egipto. Destino. Barcelona, 2002.