Mercedes Ortega González-Rubio - La Sociología de La Literatura - Estudio de Las Letras Desde La Perspectiva de La Cultura - Nº 29 Espéculo (UCM)
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Mercedes Ortega González-Rubio - La Sociología de La Literatura - Estudio de Las Letras Desde La Perspectiva de La Cultura - Nº 29 Espéculo (UCM)
La Sociología de la Literatura:
Estudio de las letras desde la perspectiva de la Cultura
Mercedes Ortega González-Rubio
[email protected]
Magister en Literatura Hispanoamericana
Seminario Andrés Bello - Instituto Caro y Cuervo
Bogotá - Colombia
Los estudios que se agrupan bajo el nombre de Sociología de la Literatura (sin apartarse de su
actual tendencia, la socio-crítica francesa), parten del presupuesto de que la vida del hombre es
fundamental para la comprensión y explicación de la obra literaria. En general, los métodos
sociológicos inscriben a todas las artes, incluyendo a la literatura, en el ámbito de la cultura. En el
capítulo final de su libro Una Introducción a la Teoría Literaria, Terry Eagleton concluye que todas
las esferas del pensar y actuar humanos, incluyendo la literatura, la teoría y la crítica literarias, están
determinadas por “la forma en que organizamos nuestra vida social en común” y por “las relaciones
de poder que ello presupone”1. Esta enunciación no es más que otra definición de cultura. La vida del
hombre se encuentra inmersa en la cultura, en ocasiones reproduciéndola, otras veces modificándola.
El concepto de cultura se refiere a las estructuras mentales comunes que se generan al interior de un
grupo de individuos que se encuentra en una situación análoga, realizando una actividad conjunta.
Estas estructuras están conformadas por conocimientos, tanto comunes como científicos, y por
valoraciones del mundo, éticas y estéticas, que se encuentran categorizados de forma particular en
cada grupo. Para la Sociología de la Literatura, el autor de una obra literaria es un miembro más del
grupo al que pertenece, y su escritura lo convierte en su vocero; a la vez, el escritor posee una lucidez,
consciente o no, que lo hace plasmar en la obra literaria, de manera crítica, su axiología.
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La Sociología de la Literatura aclara de manera enfática que las obras literarias no son una fotocopia
de la vida, una reproducción exacta de los rasgos de una sociedad dada. La relación entre la vida del
hombre y la literatura no es de contenido sino de correspondencias y semejanzas de estructuras
mentales. No existe una analogía entre las artes y la sociedad -entidad concreta- sino una homología
entre la cultura -constructo mental- y ellas.
Se tiene entonces que la cultura a la que se hace referencia aquí no es la sociedad empírica, sino las
elaboraciones mentales que los grupos humanos han hecho de la realidad, sus conceptos del mundo.
Los tres autores básicos de la Sociología de la Literatura, Georg Lukács (1885-1971), Lucien
Goldmann (1913-1970) y Mijail Bajtín (1895-1975), están de acuerdo en que en la literatura se
produce una evaluación crítica y sistemática sobre las concepciones del mundo de la cultura. Esta es
la esencia de la literatura. Los estudios con un enfoque sociológico buscan ubicar en las obras su
axiología, su ética particular, en relación con una cultura dada.
El sociólogo de la literatura busca develar las conexiones entre la vida cambiante y las obras
literarias. Primero Lukács, luego Goldmann, inspirado por los escritos de aquél, y después Bajtín, han
teorizado acerca de la relación literatura-cultura. Los tres han encontrado que al variar las relaciones
hombre-destino-mundo, las tomas de posición del hombre también se modifican. Lukács sostiene que
“la poesía representa las conexiones últimas entre el hombre, el destino y el mundo, y sin duda ha
nacido de la correspondiente profunda toma de posición, aunque a menudo no se sabe nada de su
origen”2.
A su vez, al haber distintas visiones del mundo, las correspondientes formas literarias también
deben cambiar. Por ejemplo, la novela es la manera como la modernidad ha plasmado su concepción
de la vida; la tragedia y la epopeya, en su momento, fueron las formas en que otras sociedades
mostraron su valoración del mundo. Las formas de la literatura son variantes porque la axiología de
los seres humanos también lo es, depende de su inscripción en una cultura y una época dadas.
Sin embargo, estas variantes que presentan las formas de la literatura, son reducidas y cíclicas.
Lukács y Goldmann las consideran ahistóricas, atemporales: siempre que se den los mismos factores
dentro de una sociedad, se repetirán estas formas. El hombre posee sólo algunas posibilidades de ser.
En su Introducción a los Primeros Escritos de Georg Lukács, Goldmann explica que el autor húngaro
trata de “describir un cierto número de esencias atemporales, de «formas» que corresponden a la
expresión literaria de ciertas actitudes humanas coherentes“3.
Una de estas formas es la visión trágica del mundo. Una clase social que no tenga el poder o que lo
haya perdido, desarrollará este tipo de visión, plasmándolo en forma de tragedias. La visión trágica es
una posición frente al mundo en la cual el hombre se niega categóricamente a vivir en la sociedad que
le ha tocado, puesto que ésta no lo comprende. Los valores del héroe trágico han dejado de ser válidos
para el sistema de vida en que se encuentra; entonces niega toda posibilidad de conciliación entre él y
la cultura en la que vive. Al final, el mundo sigue su curso y el héroe trágico no encuentra cabida en
él. Acontecimientos históricos llevaron a que esta situación se presentara en la Grecia Antigua, en el
siglo XVII francés y en el Renacimiento en Inglaterra, por lo que se escribieron obras como las de
Esquilo, Sófocles, Racine y Shakespeare.
Estas formas que presenta la literatura no son un mero reflejo de la sociedad, sino una crítica ante el
mundo: esa es la esencia de todo arte, lo que lo hace ser especial. Lukács afirma que “con relación a
la vida, el arte es siempre un «a pesar de todo»; la creación de formas confirma de la manera más
profunda la existencia de esa disonancia”4. Es por la particularidad de la visión de mundo en la
literatura que, para Goldmann, este concepto resulta un instrumento ideal, objetivo y controlable, que
hace parte del análisis científico de la obra literaria. El autor define la concepción del mundo como
“conjunto de aspiraciones, de sentimientos y de ideas que reúne a los miembros de un grupo (o lo que
es más frecuente, de una clase social) y los opone a los demás grupos”5, lo que hoy no es otra cosa
que la cultura y el concepto de identidad a partir de ella.
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Pero el análisis de una obra no puede quedar en su comprensión, porque “una idea, una obra, sólo
obtienen su verdadera significación cuando se han integrado en el conjunto de una vida y de un
comportamiento. Además, frecuentemente el comportamiento que permite entender la obra no es el
del autor, sino el de un grupo social”6. Por esta razón, se debe relacionar la visión de mundo
presentada en la obra con una estructura englobante, que constituye su explicación.
Goldmann afirmó que la validez y riqueza de una obra residía en ser una afirmación coherente y
unitaria de una visión de mundo. Pero en Sociología de la Creación Literaria7, acepta la posibilidad
de que dentro de la obra se plasme más de una concepción del mundo. Esta multiplicidad de voces,
este diálogo de posiciones frente a la vida, constituiría también la particularidad de la literatura. El
autor que por excelencia trabaja el concepto de dialogismo en la obra literaria es Mijaíl Bajtín. Para
él, una obra posee diferentes voces, independientes pero interrelacionadas, siendo el lector quien
finalmente genera la coherencia.
En sus escritos, Bajtín delimita muy bien su objeto de estudio. El método planteado por él es
exclusivo para el análisis de lo estético, una de las esferas que integran el conjunto de la cultura
humana. Lo estético se da plenamente en el arte y de manera no pura en otras formas híbridas. Para
Bajtín -en contraposición a Goldmann, quien no hace una clara diferenciación al aplicar su método a
la literatura o a la filosofía-, la estética se debe orientar primordialmente al estudio del arte y luego a
los híbridos.
La cultura está integrada por lo cognoscitivo, lo ético y lo estético, es decir, por el mundo
cognoscible, los juicios de valor sobre este mundo y el arte. Cada uno de ellos es autónomo, pero se
interrelacionan entre sí de manera estrecha. Bajtín plantea que “la unidad sistemática de la cultura se
extiende a los átomos de la vida cultural, reflejándose como un sol en cada una de sus partes”8.
La definición de Bajtín sobre lo estético se estructura de una manera compleja. Está constituida por
el contenido, el material y la forma. Se deben estudiar los tres componentes para llegar a una poética
completa.
Del ordenamiento del material, en el caso de la literatura, del material verbal, surge la forma
composicional de la obra de arte: la novela, el drama, la tragedia, el poema. Lo cognoscitivo y lo ético
-la realidad para Bajtín- constituyen el contenido del arte, que los presenta de manera artística y
multilateral.
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La forma -para Bajtín, forma arquitectónica- está constituida, en cambio, por los procedimientos de
organización y unificación de esos valores cognoscitivo-éticos del contenido. Las formas
arquitectónicas se realizan con determinados procedimientos composicionales. Las primeras
determinan la elección de las segundas y son comunes a todas las artes.
Así, por ejemplo, la epopeya es una forma composicional cuya forma arquitectónica es lo épico. Lo
épico deviene el nombre que se la da a cierta “visión del mundo”, para hablar en términos
goldmannianos, de la cultura occidental de la Antigüedad y del Medioevo. Al iniciarse un proceso de
cambio de las fronteras de las esferas de la cultura en el Renacimiento y completarse esa
transformación plenamente en la modernidad, hubo de igual manera un cambio en la relación
hombre-mundo-Dios, por lo que las formas arquitectónicas y consecuentemente las composicionales
variaron también. Surge así la novela con su héroe problemático, su risa familiarizante y sus
valoraciones individual-personales.
Al estudiar la obra de estos tres autores, Lukács, Goldmann y Bajtín, se llega a la conclusión de que,
a pesar de sus diferencias metodológicas, coinciden en considerar como primordial en las artes y,
específicamente, en la literatura, su conexión con la cultura. Para comprender, en fin, la significación
de una obra de arte desde la perspectiva de la Sociología de la Literatura, es necesario que se analicen
sus vínculos con la cultura en que se inscribe.
NOTAS:
[1] Georg Lukács. El Alma y las Formas. México, Grijalbo, 1985. p. 21.
[2] Lucien Goldmann. “Introducción a los primeros escritos de Georg Lukacs”. En: Teoría de la
Novela. Barcelona, EDHASA, 1971. p. 183.
[3] Terry Eagleton. Una Introducción a la Teoría Literaria. Bogotá, FCE, 1994. p. 231.
[5] Lucien Goldmann. El Hombre y lo Absoluto. Barcelona, Ediciones 62, 1985. p. 29.
[7] Lucien Goldmann. Sociología de la Creación Literaria. Buenos Aires, Ediciones Nueva
Visión, 1971.
[8] Mijaíl Bajtín. Problemas Literarios y Estéticos. La Habana, Arte y Literatura, 1986. p. 31.
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