Dussel Espacios Escolares

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ENTREVISTA

Inés Dussel: «Los espacios escolares no están


siendo amables para los estudiantes»
por Pablo Gutiérrez de Álamo 27/02/2020

• Inés Dussel defiende un trabajo más cercano entre arquitectos y


pedagogos para pensar las escuelas de una manera más cercana a las
necesidades educativas de chicas y chicos.
• Habla de la importancia de acercar la institución a las necesidades reales
de las y los estudiantes, de hacérles partícipes de la construcción del
común, de la sociedad.
• “En una escuela cada espacio es una herramienta pedagógica”
I
nés Dussel es historiadora de la Educación, argentina aunque afincada en los últimos años
en México. Ha venido a España a participar en una jornada de la Institución Libre de
Enseñanza. Su currículo, podría decirse, se divide entre el estudio de los espacios escolares
desde la perspectiva histórica, hasta la irrupción de la cultura digital y su impacto en la
educación.
La conversación comienza con los espacios escolares, con las aulas, como lugares de
aprendizaje y poco a poco va derivando hacia otros lugares no físicos en donde también se
producen conocimientos. Una manera de entender cómo funcionan los centros, más como un
lugar permeable, agujereado, del que salen y en el que entran otras experiencias y saberes que
hay que tener en cuenta.

¿Desde cuándo tu interés por los espacios educativos?

La cuestión del espacio hace tiempo que apareció en mi perspectiva. La escuela es algo que
siempre me fascinó y la historia de la materialidad de la escuela es algo que me interesó desde
hace mucho tiempo. De hecho mi tesis de doctorado fue sobre los uniformes escolares y las
regulaciones del cuerpo en la escuela.
Después escribí el libro La invención del aula junto con Marcelo Caruso y estaba muy presente
la idea del aula como un espacio material, además de como una estructura comunicativa.
Desde hace menos tiempo empecé a trabajar con un grupo de arquitectos, de historiadores de
la arquitectura escolar australianos e ingleses. Hicimos seminarios, un libro, una estancia en la
que aprendí mucho en relación a pensar la historia de la estructuración de los espacios y este
cruce con la historia arquitectónica, la historia urbana, una historia pedagógica. Por ahí que los
arquitectos que se acercan a la arquitectura escolar no miran mucho las pedagogías y los
pedagogos no miramos mucho la arquitectura y este cruce me ha resultado interesante.
Mi contribución específica fue qué pasa con el espacio escolar en la era digital. ¿Se acaba el
aula y vamos al espacio virtual? ¿Qué pasa con las aulas híbridas? Ese fue un poco mi línea e
trabajo.

Parece que el aula, los espacios, no han cambiado mucho en los últimos 200 años…

Bueno, la casa quizás tampoco. Hay muchas cosas que no han cambiado o que han cambiado
mucho, depende de qué dimensión mires. Si mirás la dimensión material yo diría que hay
importantes. Una de las cosas que comento es cuando el aula empieza a ser un aula vidriada,
cuando se abre al patio, cuando se plantea transformar la escuela en un aula, que todos los
espacios tienen que ser educativos: los corredores, etc… Sí, ha cambiado, quizá no
ostensiblemente, pero si uno piensa en una estructura comunicativa que estaba muy
organizada en torno a un maestro, esto tiene algunas líneas de continuidad y tiene otras en
que ha cambiado bastante.
Hay pedagogías que plantean muchísimo más el trabajo horizontal, aunque no quiere decir que
se logre. No todos están bien formados, otros sí lo están pero no es tan sencillo. Creo que hay
mucho que pensar con respecto a este ideal de una escuela sin aula. No soy enemiga del aula.
Es un espacio de trabajo importante. Incluso hay que pensar la escuela como un espacio que
necesita suspenderse un poco del espacio-tiempo exterior para que haya un tiempo de otra
profundidad.

Parece que esta idea de que todos los espacios educan comienza a retomarse desde hace
algunos años…
Hay experiencias distintas, interesantes. Uno podría decir que a nivel más general las oficinas
de arquitectura de los ministerios no siempre incluyen un buen diálogo entre educadores y
arquitectos. La mayoría no lo incluyen y siempre hay una cuestión de costos. En América Latina
esto es muy claro. Son estados que no son ricos y priorizan la economía de escala, hacer un
diseño uniforme para que pueda hacerse en otros lugares, pero ahí pierdes precisamente lo
que se pudo hacer en el Instituto Escuela o en Colegio Cervantes, que es pensar un proyecto
pedagógico más estructurado desde la visión de los pedagogos.
Ahora, por supuesto que hay experiencias muy buenas. Hay edificios escolares para mí muy
bellos, cada uno con su particularidad: por los materiales que trabajan, por la luz, por la
posibilidad de disponer de distintos espacios, y son edificios importantes.
Conozco casos en Bélgica, en los Países Bajos, también hay muy buena arquitectura escolar en
Canadá, en Japón. Creo que cuando es buena es cuando logra dialogar con las necesidades
educativas.

¿Hay impacto de los espacios en el aprendizaje?

Es difícil de medir eso porque no tenemos pruebas estandarizadas universales y las que hay
miden cosas que no siempre son precisamente el aprendizaje más creativo. No sé si hay una
relación y no sé si debemos justificar la construcción de otros edificios escolares porque
producen mejores resultados. Pero en todo caso, producen una mejor experiencia escolar sin
duda.
En investigaciones que hice en Argentina con muestras grandes de alumnos, les peguntábamos
qué demandan de la escuela: que haya posibilidad de tener un poco más de calefacción en el
invierno, aire acondicionado en verano, que pueda tener un lugar donde descansar… no eran
cosas terribles. Ahí se da cuenta uno de qué lejos está la escuela de ser una institución, un
espacio más amable. Y eso tiene que ver con un clima escolar y también con edificios que
están, muchas veces, en América Latina, muy decaídos, no tienen manutención… Fueron
buenos en 1950 pero se vinieron abajo o fueron buenos para 200 alumnos y ahora tienen 500…
Creo que no le prestamos la suficiente atención; por la negativa, aquí hay una demanda muy
clara y muy uniforme: los espacios escolares no están siendo espacios amables para los
estudiantes. Me parece que hay que trabajar más y me parece que no es tan caro, es cuestión
de una planificación diferente.

A veces parece no haber planificación.

En América Latina pasa mucho, que la misma escuela se utiliza para inicial, primaria, secundaria
y ni es buena para los niños más pequeños ni para los más grandes. Nadie está muy contento.
Al mismo tiempo no hay recursos para hacer otras escuelas, pero se podrían hacer otros
acuerdos de convivencia y otros equipamientos. No es tan caro.

Saltando a tu trabajo sobre cultura digital, parece que nadie tiene muy claro los usos. En
el aula, donde podría utilizarse esta digitalización para romper las paredes, parece que no
se está consiguiendo.

Para mí no es que el aula se tiene que romper; que el aula sea un espacio que permita el
trabajo. Y el aula puede tener o no paredes y muros, ventanas… y por ahí la pedagogía es igual
de cerrada o es abierta. A veces un aula cerrada funciona muy creativamente y si uno mira más
de cerca las experiencias de 1920, 1930, no eran necesariamente edificios en los que
destacarías la apertura. Pero funcionaba porque lo hacían sus pedagogías, me parece. Y yo
insistiría ahí en la idea del aula como un lugar de trabajo productivo […]
Extractado de:
https://eldiariodelaeducacion.com/2020/02/27/ines-dussel-los-espacios-escolares-no-estan-siendo-
amables-para-los-estudiantes/

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