Taller de Lectura Literaria 2023

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LENGUA y LITERATURA

ISETT Temuco TALLER DE LECTURA CUARTO MEDIO


TEXTOS LITERARIO
Nombre :_________________________________Curso:_________fecha____________
Puntaje ideal : 35 Puntaje obtenido : ________

Objetivo: OA 8: Formular una interpretación de los textos literarios leídos o vistos, que sea coherente
con su análisis, considerando:
• La presencia o alusión a personajes, temas o símbolos de algún mito, leyenda, cuento
folclórico o texto sagrado.
• La relación de la obra con la visión de mundo y el contexto histórico en el que se
ambienta y/o en el que fue creada, ejemplificando dicha relación.
Habilidades: Extraer e identificar información literal - Inferir y predecir información del texto
- Reflexionar e interpretar

INSTRUCCIONES

1. Lee atentamente cada uno de los textos y responde las preguntas que se indican. Subraya frases o palabras que
consideres importantes.
2. Marca con un círculo la alternativa correcta. Escribe el desarrollo de tus respuestas con letra clara y buena
ortografía. Si tienes alguna duda consulta.

TEXTO 1
Feliz 53.° cumpleaños, doctor. Bienvenido al primer día de su muerte. (…)Pertenezco a algún momento de su pasado.
Usted arruinó mi vida. Quizá no sepa cómo, por qué o cuándo, pero lo hizo. Llenó todos mis instantes de desastre y
tristeza. Arruinó mi vida. Y ahora estoy decidido a arruinar la suya. (…)
Al principio pensé que debería matarlo para ajustarle las cuentas, sencillamente. Pero me di cuenta de que eso era
demasiado sencillo. Es un objetivo patéticamente fácil, doctor. De día, no cierra las puertas con llave. Da siempre el
mismo paseo por la misma ruta de lunes a viernes. Los fines de semana sigue siendo de lo más predecible, hasta la salida
del domingo por la mañana para comprar el Times y tomar un pastel y un café con dos terrones de azúcar y sin leche en el
moderno bar situado dos calles más abajo de su casa. Demasiado fácil. Acecharlo y matarlo no habría supuesto ningún
desafío. Y, dada la facilidad de ese asesinato, no estaba seguro de que me proporcionara la satisfacción necesaria. He
decidido que prefiero que se suicide.
Ricky Starks se movió incómodo en el asiento. Podía notar el calor que desprendían las palabras, como el fuego de una
estufa de leña que le acariciara la frente y las mejillas. Tenía los labios secos y se los humedeció en vano con la lengua.
Suicídese, doctor. Tírese desde un puente. Vuélese la tapa de los sesos con una pistola. Arrójese bajo un autobús. Láncese
a las vías del metro. Abra el gas de la estufa. Encuentre una buena viga y ahórquese. Puede elegir el método que quiera.
Pero es su mejor oportunidad. Su suicidio será mucho más adecuado, dadas las circunstancias de nuestra relación. Y, sin
duda, una manera más satisfactoria de que pague lo que me debe.
Verá, vamos a jugar a lo siguiente: tiene exactamente quince días, a partir de mañana a las seis de la mañana, para
descubrir quién soy. Si lo consigue, tendrá que poner uno de esos pequeños anuncios a una columna que salen en la parte
inferior de la portada del New York Times y publicar en él mi nombre. Eso es todo: publique mi nombre. Si no lo hace…
Bueno, ahora viene lo divertido. Observará que en la segunda hoja de esta carta aparecen los nombres de cincuenta y dos
parientes suyos. Su edad comprende desde un bebé de seis meses, hijo de su sobrino, hasta su primo, el inversor de Wall
Street y extraordinario capitalista, que es tan soso y aburrido como usted. Si no logra poner el anuncio según lo descrito,
tiene una opción: suicidarse de inmediato o me encargaré de destruir a una de estas personas inocentes. Destruir. Una
palabra muy interesante. Podría significar la bancarrota financiera. Podría significar la ruina social. Podría significar la
violación psicológica. También podría significar el asesinato. Es algo que deberá preguntarse. Podría ser alguien joven o
no alguien viejo. Hombre o mujer. Rico o pobre. Lo único que le prometo es que será la clase de hecho que ellos –sus
seres queridos– no superarán nunca, por muchos años que hagan psicoanálisis. Y usted vivirá hasta el último segundo del
último minuto que le quede en este mundo sabiendo que fue el único responsable. Salvo, por supuesto, que adopte la
postura más honorable y se suicide para salvar así de su destino al objetivo que he elegido. Tiene que decidir entre mi
nombre o su necrológica. En el mismo periódico, por supuesto. Como prueba de mi alcance y del extremo de mi
planificación, me he puesto en contacto hoy con uno de los nombres de la lista con un mensaje muy modesto. Le insto a
pasar el resto de esta tarde averiguando quién ha sido el destinatario y cómo. Así por la mañana podrá empezar, sin
demora, la tarea que le espera. Lo cierto es que no espero que sea capaz de adivinar mi identidad, por supuesto. Así pues,
para demostrarle mi deportividad, he decidido que a lo largo de los próximos quince días voy a proporcionarle una pista
O dos de vez en cuando. Sólo para que las cosas sean más interesantes, aunque alguien intuitivo e inteligente como usted
debería suponer que esta carta está llena de pistas. Aun así, ahí va un anticipo, y gratis.
La vida era alegre en el pasado: un retoño y sus padres a su lado. El padre soltó amarras, se largó, y entonces todo eso se
acabó.
La poesía no es mi fuerte. El odio sí. (…)
1. ¿ Qué tipo de narrador se presenta en el relato?
a) Relativo
b) Testigo
c) Omnisciente
d) Protagonista

TEXTO 2
“En la primavera de 1923 había conseguido un trabajo lúgubre en una editorial de la ciudad de Nueva York; y siendo
incapaz de pagar un alquiler nada considerable, comencé a caminar a la deriva desde una pensión barata a otra, en busca
de una habitación que me permitiera combinar las cualidades de una higiene decente, mobiliario tolerable, y un muy
razonable precio. Pronto entendí que solo tenía una elección entre varias, pero después de un tiempo encontré una casa en
la Calle Decimocuarta Oeste que me desagradaba mucho menos que las demás que había probado.
El sitio era una histórica mansión de piedra, construida a finales del siglo pasado, y acondicionada con carpintería y
mármol que opacaba y mancillaba su esplendor, una costumbre desgraciada de la época. En las habitaciones, grandes y
altas, decoradas con un papel horrible, y ridículamente adornadas con cornisas de yeso, se consumía un deprimente moho
y un asomo de oscuro arte culinario; pero los suelos estaban limpios, la ropa blanca tolerablemente bien, y el agua
caliente no demasiado frecuentemente fría o desconectada, así que llegué a considerarlo, al menos, un sitio soportable
para hibernar hasta que uno pudiera realmente vivir de nuevo. La casera, una desaliñada, casi barbuda mujer española
llamada Herrero, no me molestaba con chismes o con críticas de la última lámpara eléctrica quemada en mi habitación
del tercer piso frente al vestíbulo; y mis compañeros inquilinos eran tan silenciosos y poco comunicativos como uno
pudiera desear, siendo mayoritariamente hispanos de grado tosco y crudo. Solamente el estrépito de los coches en la calle
de debajo resultaba una seria molestia.
Llevaba allí cerca de tres semanas cuando ocurrió el primer incidente extraño. Un anochecer, sobre las ocho, oí una
salpicadura sobre el suelo y me alertó de que había estado sintiendo el olor acre del amoniaco durante algún tiempo.
Mirando alrededor, vi que el techo estaba húmedo y goteante; aparentemente la mojadura procedía de una esquina sobre
el lado de la calle. Ansioso por detener el asunto en su origen, corrí al sótano a decírselo a la casera; y me aseguró que el
problema sería rápidamente solucionado.
El Doctor Muñoz ‒lloriqueó mientras se apresuraba escaleras arriba delante de mí‒, tiene arriba sus productos químicos.
Está demasiado enfermo para medicarse, cada vez está más enfermo, pero no quiere ayuda de nadie. Es muy extraña su
enfermedad. Todo el día toma baños apestosos, y no puede reanimarse o entrar en calor. Se hace sus propias faenas, su
pequeña habitación está llena de botellas y máquinas, y no ejerce como médico. Pero una vez fue bueno. Mi padre en
Barcelona oyó hablar de él, y le curó el brazo al fontanero que se hizo daño hace poco. Nunca sale, solamente al tejado, y
mi hijo Esteban le trae comida y ropa limpia, medicinas y productos químicos. ¡Dios mío, el amoniaco que usa para
mantenerse frío!
La señora Herrero desapareció escaleras arriba hacia el cuarto piso, y volví a mi habitación. El amoniaco cesó de gotear,
y mientras limpiaba lo que se había manchado y abría la ventana para airear, oí los pesados pasos de la casera sobre mí.
Nunca había oído al doctor Muñoz, excepto por ciertos sonidos como de un mecanismo a gasolina; puesto que sus pasos
eran silenciosos y suaves. Me pregunté por un momento cuál podría ser la extraña aflicción de este hombre, y si su
obstinado rechazo a una ayuda externa no era el resultado de una excentricidad más bien infundada. Hay ‒reflexioné
trivialmente‒, un infinito patetismo en la situación de una persona eminente venida a menos en este mundo”.
H.P.Lovecraft, 1928, Aire frío.

¿Cuál de las siguientes opciones presenta una información que permite entender la causa del incidente del
goteo? El doctor Muñoz:
A) está muy enfermo, pero no quiere recibir ayuda de nadie.
B) se encuentra realizando importantes experimentos médicos.
C) usa amoniaco para mantener su cuerpo a una temperatura baja.
D) posee una habitación llena de máquinas y extrañas medicinas.

De acuerdo al fragmento, ¿cuál(es) de las siguientes opciones caracteriza(n) al doctor Muñoz?


I. Permanece en la propiedad sin abandonarla en ningún momento.
II. Sufre una extraña enfermedad, pero no recibe tratamiento formal.
III. Tiene un único amigo: Esteban, hijo de la casera.

A) Solo II
B) Solo I y II
C) Solo I y III
D) Solo II y III

¿Qué título sintetiza adecuadamente el contenido del primer párrafo del fragmento leído?
A) “Pagaré mi alquiler, pues no me iré de Nueva York”
B) “Conseguí un nuevo trabajo; buscaré una nueva casa”
C) “Camino a la deriva; busco mi destino en Nueva York”
D) “Necesito un lugar para vivir, pero tengo poco dinero

A partir de la lectura del segundo párrafo, ¿cuál de las siguientes opciones presenta una inferencia válida?
A) El narrador prefiere vivir en casas más sencillas y con menos habitaciones.
B) La casa ostenta una evidente falta de gusto en la decoración y el acondicionamiento.
C) La señora Herrero tiene una predilección por materiales como el mármol o el yeso.
D) La decoración de la casa le parece extraña al narrador porque es de estilo extranjero.

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