Alfonso - Deyermond

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 10

154 LA EDAD MEDIA DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII (ll) 155

enfrentarse plenamente no sólo con el asunto principal, sino nó su reinado. A sus continuados empeños de llegar a ser coro­
también con otros relacionados con aquél, inclusive el origen nado emperador dedicó mucho más de lo que los recursos
de los nombres. La concepción medieval del mundo obedecía financieros y militares de Castilla podían ofrecerle, y se encon­
a una jerarquización orgánicamente elaborada de armonías y co­ tró con la creciente oposición de la nobleza y de su propia
rrespondencias, y, de acuerdo con ella, era ilógico abordar una familia, hasta que se vio obligado a renunciar a sus pretensio­
parcela del conocimiento aisladamente o a espaldas de su rela­ nes en 1275. El intento del monarca encaminado a robustecer
ción con el plan divino. la autoridad real a expensas de la nobleza, aunque se tratase,
por otra parte, de una política mucho más justificable, condujo
igualmente, al desastre. La causa principal de su fracaso la
2. Al f o nso X constituye la disputa en torno a la sucesión del trono; la vaci­
lación del rey provocó una rebelión a cuya cabeza se hallaba
Las obras en prosa española conservadas con anterioridad su hijo Sancho y aún duraba la lucha cuando Alfonso murió
a la subida al trono de Alfonso X son considerablemente in­ en 1284 14.
feriores en número a las compuestas en el reinado y bajo la Resulta imposible establecer una línea divisoria entre la
dirección de este monarca. A la edad de 30 años, en 1252, trayectoria política y literaria de este monarca; se hallan, en
Alfonso heredó el trono de Castilla y León. Fue un hombre efecto, inspiradas por idénticos motivos y se entremezclan a lo
maduro dotado de gran energía y talento, considerable experien­ largo de toda su vida. La formulación de un código legal enci­
cia militar y diplomática, y ambición sin freno. Su padre, Fer­ clopédico, según veremos, el de las Siete partidas, se vio pro­
nando III, que había sido uno de los reyes más afortunados de fundamente afectado por sus luchas contra la nobleza. La utili­
Castilla, reunió los reinos separados, reconquistó gran parte zación de la lengua romance, por otra parte, en sus obras
de la España que por entonces se hallaba en manos de los ára­ científicas e históricas guarda estrecha correspondencia con el
bes, y garantizó un aumento sin precedentes en la prosperidad uso de la misma en la cancillería real. El factor que priva en
económica y en el nivel cultural. La sucesión de tal padre no el primer caso es la determinación alfonsí de autoafirmarse y
hubiera sido fácil en cualquier caso, pero para un hombre del consolidar su autoridad real; el segundo, en cambio, obedece a
temperamento y habilidad de Alfonso tuvo que hacérsele in­ su patriotismo castellano igualmente intenso. Los documentos
superablemente ardua. El nuevo rey trató de asegurar su propia de la cancillería hasta su subida al trono habían sido redacta­
supremacía y .la de su reino a toda costa, fracasando casi inevi­ dos normalmente en latín, pero Alfonso cambió inmediatamen­
tablemente en la mayoría de sus intentos. te esta práctica por el empleo del castellano en todos los docu­
El rey Alfonso al principio se mostró prudente y mesura­ mentos dirigidos a sus súbditos, e incluso al final de su reinado
do en sus propósitos; en dos importantes empresas posteriores, dirigió con bastante frecuencia documentos en esta misma len­
sin embargo, no supo detenerse a tiempo, y el resultado arrui­ gua a monarcas extranjeros. El empleo sistemático de la lengua
romance no surgió (como se ha sugerido a veces) bajo el influjo
cristianos. Numerosas obras de la literatura y del arte revelan la influencia de
los bestiarios, en España como en cualquier parte de Europa, aunque, por
otra parte, carecemos de datos con respecto a la existencia de algún bestiario 14. Robert A. MacDooald, «Alfonso the Leamed and Succession: a fa-
español. Véase A. D. Deyermond, Traces of the Bestiary in Medieval Spanish ther’s dilemma», Sp, XL, 1965, págs. 647-53; véase también una carta y dos
Literature, Londres (en prensa). testamentos de Alfonso {Antología, págs. 218-42).
15 6 LA EDAD MEDIA DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII ( il) 157
de los colaboradores judíos del rey en su obra cultural, sino a la Estoria de España pueden perfilarse brevemente, pero
más bien de su fuerte conciencia nacional y del deseo de pro­ nuevos datos, sin embargo, podrían ocasionar un cambio de
mover el único lenguaje común a las tres razas —españoles, postura. Fue comenzada la obra poco después de que Alfonso
árabes y judíos— en su recientemente ampliado reino. Además, subiese al trono, completándose al menos en una primera ver­
el uso de la lengua vulgar es más amplio y súbito en Castilla sión provisional antes de su muerte; Sancho IV, indiferente y
que en ninguna otra parte, existe una tendencia general en esta aun hostil a la empresa cultural de su padre, redujo considera­
época según la cual la expansión de la educación es seguida de blemente, al parecer, o llegó a suspender incluso, las pagas que
la secularización del conocimiento, con más amplio uso de las su padre había asignado a sus colaboradores; es casi imposible,
lenguas nacionales 1S. pues, que la Estoria de España fuese completada durante el
Planeó Alfonso dos obras históricas de envergadura,, la Es- reinado de Sancho. El primer borrador de la obra pudo termi­
toria de España y la General estoria o historia del mundo. narse a comienzos de los años 1270. Cuatrocientos capítulos de
Quedó sin terminar la última, y la primera, a su vez, parece ella, al menos, habían sido completados por el tiempo en que
que nunca recibió la forma en que el monarca la concibiera, Alfonso concentró su atención en la General estoria, pero pudo
A pesar de todos los medios asiduamente reunidos por el rey, avanzar la obra, con todo, mucho más allá. En cualquier caso,
esta empresa resultó excesiva cuando el equipo de traductores, sin embargo, la desviación de las energías del rey y de su equipo
eruditos y compiladores estaba comprometido también en lar­ de colaboradores hacia la tarea de la confección de una historia
gas obras científicas y legales. En su obra histórica, al igual que universal afectó seriamente a la producción de una versión últi­
en su intento de ser emperador, parece que Alfonso desbordó ma de la Estoria de España. Es posible incluso que esta desvia­
sus posibilidades. ción resultase en el abandono de la empresa, pero si sucedió
Se discute apasionadamente acerca de la datación de la Es­ así, generaciones posteriores trastocaron el veredicto de Alfon­
toria de España, las numerosas crónicas a que dio origen y sus so, ya que no fue la General estoria sino la Estoria de España
mutuas relaciones, debido al número, extensión y la desconcer­ la que se copió, se refundió y se amplió durante varios siglos,
tante variedad de manuscritos 16. Los hechos aparentes en torno La edición publicada por Menéndez Pidal bajo el título de Pri­
mera crónica general refleja con fidelidad la parte más antigua
15. Sobre la extensión de la capacidad de leer, cf. más adelante, pági­ de la Estoria de España; para la parte ulterior de la misma se
nas 238-240. apoya, en cambio, en un manuscrito tardío e insatisfactorio,
16. Las crónicas más importantes dentro de la tradición alfonsina son la
Crónica de Castilla y la Crónica de veinte reyes —que son tal vez anteriores mientras el de autoridad más fidedigna sigue aún sin ser publi­
a la versión que llamamos Primera crónica general—, y la Crónica de 1344, cado. Además, parece que la versión definitiva, aprobada por
redactada en portugués por Pedro, conde de Barcelos, y traducida al castellano
poco después. Véase Menéndez Pidal, introducción a su edición de la Alfonso, no siguió más allá del capítulo 616. Así pues, las
Primera crónica general (i. e., Estoria de España); Sánchez Alonso, Historia contradicciones notorias en los últimos capítulos de la crónica,
de la historiografía, I; Theodore Babbitt, «Observations on the Crónica de que sorprenden sobre todo en el tratamiento de la vida del Cid,
once reyes», HR, II, 1934, págs, 202-16, y «La crónica de veinte reyes». A com-
parison with the text of the «Primera crónica general», and a study of the prin­ no constituyen todas un error fundamental debido a Alfonso y
cipal Latin sources, YRS, XIII, New Haven, 1936; L. F. Lindley Cintra, en
su introducción a la edición de la Crónica geral de Espanha de 1344, I, Lis­
boa, 1951; Diego Catalán, De Alfonso X, «El Toledano romanzado», sus Pérez en RABM, LXVII, 1959, Se, XVII, 1963, e Hts, XXV, 1965; Samuel G.
artículos en R, LXXXIV, 1963, y HR, XXXI, 1963, y su edición de Crónica Aimistead, «New Perspectives in Alfonsine Historiography», RPh, XX, 1966-
general de España de 1344, I, Madrid, 1970; y los artículos de J. Gómez 1967, págs. 204-17.
158 LA EDAD MEDIA DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII (il ) 159
sus compiladores, cuya habilidad por lo que respecta a la orga­ et veno pora Xátiva assí como león fambriento va all enodio,
nización debe recibir más crédito del que generalmente se le et como la grand abenida del diluvio viene a dessora.
atribuye.-Constituiría un extraño suceso el que los hombres que (551)
habían anteriormente conjuntado cuidadosamente tan amplia Obligó además a una nueva perspectiva y equilibrio históricos,
variedad de fuentes en un esfuerzo enorme de síntesis, resul­ ya que los eventos eran considerados por los árabes bajo un
taran, al fin, tan descuidados, permitiendo que una versión enfoque distinto; y a ella debe, en fin, la historiografía alfonsí
final contuviese notorias contradicciones. su interés por la historia económica y social (cuya trascenden­
La Historia de España, como la mayoría de las extensas cró­ cia había sido ya descubierta por el Toledano). Los efectos del
nicas hispánicas medievales, se remonta a los comienzos mis­ sitio de Valencia por el Cid nos son comunicados, por ejemplo,
mos de la historia, en el presente caso hasta Moisés, continuan­ mediante las listas de víveres en las que a la subida precios
do luego con la historia de la España prerromana y Roma, cuya corresponde la disminución de la calidad de los mismos, y
historia es vista como parte integrante del horizonte histórico luegp el eventual abandono de las citadas relaciones para dar
español. La obra, como es lógico, dedica las más de sus páginas paso a una narración cuya sencilla textura logra hacer surgir el
al acontecer histórico peninsular desde las invasiones germáni­ horror:
cas hasta la muerte de Fernando III. Las dos crónicas hispano-
latinas de más importancia en el siglo xm proporcionaron Et aquellos a que fincava algún poco de pan, soterrávan-
abundante material, y el Toledano, por su método histórico más lo et non lo osavan mostrar por esto que les fazie. Et non
renovador y sagaz, constituyó una fuente de especial impor­ fallavan poco nin mucho a conprar caro nin refez. Et los que
tancia. Se sirve Alfonso asimismo de otras crónicas latinas me­ algo avien tornávanse a comer las yervas, et las rayzes, et
dievales, la Biblia, historiadores y poetas clásicos latinos, le­ cueros, et nervios, et los lectuarios de los especieros, et esto
yendas eclesiásticas, obras de épica romance y, finalmente, de todo muy caro, Et los pobres comien la carne de los om~
historiadores árabes. El empleo de las fuentes épicas contaba nes 18.
(583)
con un amplio precedente, pero no había precedente alguno
para la amplitud con que Alfonso las emplea: resume en efec­ La General estoria se concibió a su vez al modo de una am­
to unos pocos poemas de modo tan completo que podemos biciosa historia universal desde la creación hasta el reinado
inferir su asunto por completo (La condesa traidora} el Romanz de Alfonso. Nunca fue, sin embargo, completada, truncándose
del Infant García y el Cantar de Sancho II) y prosificó otras
tan por extenso que nos es posible la reconstrucción de buen 18. Sobre ía EE, además de los estudios anteriormente citados, cf.
número de versos (así los Siete Infantes de Lara} el Cantar de A, G. Solalinde, «Una fuente de la Primera crónica general: Lucano», HR,
IX, 1941, págs, 235-42; Dorothy Donald, «Suetonius in the PCG through the
Mió Cid)17. Speculum historíale», HR, X I, 1943, págs. 95-115; J. P. Ashton, «Putative
La historiografía árabe ofreció una valiosa aportación a los Heroides Codex AX as a Source of Alfonsine Literature»; RPh, III, 1949-50,
compiladores de la Estoria de España desde tres puntos de págs. 275-89; C. E Dubler, «Fuentes árabes y bizantinas en la PCG»,
VR, XII, 1951-52, págs. 120-80;. Antoinette Letsch-Lavanchy, «Éléments di-
vista: les proporcionó, en primer término, animados símiles: dactiques dans la CG», VR, XV, 2, 1956, págs. 231-40; A, M. Badía Margarit,
«La frase de la PCG en relación con sus fuentes latinas. Avance de un tra­
bajo de conjunto», RFE, XLII, 1958-59, págs. 179-210, y «Los Monumenta
Germanice histórica y la PCG de Alfonso el Sabio», Strenae. Estudios dedica­
17. Cf., sin embargo, anteriormente, pág. 70, nota 9. dos a Manuel García Blanco, Salamanca, 1962, págs. 69-75.
160 LA EDAD MEDIA DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII ( ll) 161
cuando llega a los padres de la Virgen María. Aun así, es de ría humana hasta sus propios días, sigue este precedente, y
enorme extensión, y sólo dos de sus seis partes han sido publi­ esto distingue la General estoria de las biblias historiales, aun­
cadas hasta la fecha. Sus fuentes son aún más numerosas y va­ que esta distinción queda medio oculta porque el trabajo de los
riadas que las de la Estoria de España, y en su conjunto se compiladores se suspendió antes de llegar al fin de la época
hallan bien ensambladas, reservando al Antiguo Testamento el bíblica. Las historias universales que descienden de Eusebio no
puesto de fuente principal en la que se inserta el restante ma­ son los solos modelos estructurales: influyen también en la
terial. El predominio del material bíblico era de esperar: para General estoria la Historia scholastica, varios comentarios sobre
las épocas en cuestión, el Antiguo Testamento representaba la la Biblia y las Antigüedades judaicas de Josefo, cuya presenta­
mayor parte de las fuentes accesibles a Alfonso. Además, la ción novelística de episodios bíblicos e interés en la motiva­
concepción medieval de la historia universal como el desarrollo ción de los personajes, atrajeron obviamente a Alfonso.
del propósito divino colocaría de todas formas a la historia Contiene esta obra cierto número de pasajes que en su con­
sagrada en el centro de la estructura, subordinando a ella las junto son versiones hispánicas de leyendas clásicas tales como
narraciones de la antigüedad clásica. Hay, sin embargo, algu­ el sitio de Troya, la vida de Alejandro y la trágica rencilla fami­
nas secciones en las que la historia profana ocupa tanto espa­ liar de Tebas; en este último caso, Alfonso y sus colaboradores
cio o más que la sagrada. La General estoria no cabe muy traducen, al parecer, una versión francesa en prosa del Román
fácilmente, pues, dentro del género de la Biblia historial re­ de Thébes. Gran parte de la General estoria semeja, en efecto,
presentada por la Fazienda de Ultra Mar (cf. anteriormente, un repertorio de traducciones cuyos compiladores laboraron in­
páginas 147-149) y la prestigiosa Historia scholastica de Pedro tensamente y por lo general con éxito, a fin de enlazar las di­
Coméstor (siglo xn). Aunque Alfonso quería que la historia versas fuentes en el hilo de una narración coherente. La deuda
universal sirviese de espejo moral para los cristianos, su interés a los autores clásicos y medievales no se restringe a tales sec­
en la historia profana es notablemente más vivo que el que nos ciones largas: la narración es ilustrada por muchas citas, algunas
revela Pedro Coméstor y es rasgo que está de acuerdo con de las cuales provienen directamente de los textos mismos,
otros de la General estoria: la interpretación literal de la Es­ mientras que otras están sacadas de compilaciones enciclopédi­
critura se prefiere a los tres niveles ocultos de significado que cas de la Edad Media. Alfonso y sus colaboradores no sólo tra­
se perseguían en la práctica usual por este tiempo con ayuda ducen, sino que glosan sus préstamos, haciendo comentarios
de las técnicas de la exégesis patrística; la mitología clásica (so­ sobre el contenido, el vocabulario y las implicaciones del mate­
bre la que la General estoria expresa alguna inquietud) se trata rial. Esta técnica de la alta enseñanza medieval, heredada de la
por extenso y, finalmente, se adopta un tono más secular en la antigüedad clásica y casi ausente de las traducciones científicas
narración de la creación. alfonsíes, se emplea hasta cierto punto en la Estoria de España,
Se trata, pues, de una historia universal, que desciende di­ y se convierte en uno de los rasgos característicos de la General
rectamente de los Cánones de Eusebio de Cesarea y de su am­ estoria.
plificación por san Jerónimo. Ambos textos, compuestos en el El interés para la cultura clásica y profana, que ya hemos
siglo iv, fueron accesibles a Alfonso, y ambos combinan la his­ advertido, y que se combina con un propósito moral cristiano,
toria sagrada con la profana. La decisión de san Jerónimo de está de acuerdo con el concepto de la educación que tenía Al­
actualizar la obra sirvió de precedente para los escritores pos­ fonso. En la General estoria, así como en las Siete partidas,
teriores. El plan de Alfonso, de dar cuenta de toda la histo- toma las siete artes liberales como base del conocimiento, de-
162 LA EDAD MEDIA DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII ( ll) 163
fendiendo así el viejo concepto de una educación general en Las obras legales compuestas bajo la dirección del monarca
una época en la que nuevos conceptos más especializados y revelan el mismo esfuerzo impresionante por lograr una síntesis
más técnicos triunfaban en otros países. y por perseverar en el empleo de la lengua romance (contaban
Desde el comienzo de la obra, Alfonso subraya la conti­ para ello con un precedente, ya que el antiguo código legal
nuidad de la historia, y se muestra enterado de la pertinencia visigótico, el Forum judicum, había sido traducido en fecha an­
de la historia para la política contemporánea. La General esto­ terior del mismo siglo bajo el título de Fuero juzgo)20. Estas
ria defiende la prerrogativa del rey como legislador y ataca a, obras pueden mostrarnos, al igual que sus dos tratados de his­
los súbditos rebeldes en pasajes de tono sensiblemente perso­ toria y las empresas políticas de Alfonso, una radical ineptitud
nal. En otros pasajes, traza la transmisión del poder de los para conjugar sus planes ambiciosos con la capacidad de llevar­
grandes soberanos de Troya y Grecia, a través del imperio ro­ los a feliz término. De las cuatro obras legales compiladas bajo
mano, hasta los llamados emperadores romanos de la Edad su reinado, solamente una temprana —nos referimos al Fuero
Media, subrayando la importancia de dos parientes de Alfonso real— llegó a ver la promulgación como código legal en vida
para establecer sus propios derechos al imperio. Parece haber­ del propio monarca.
se dado comienzo a esta obra a principios de los años setenta. Cuando subió el monarca al trono, su reino, tomado en con­
Es muy posible, por lo tanto, que las débiles esperanzas que junto, carecía de un código legal uniforme. Muchas de las ciu­
al rey quedaban en su lucha por el título de emperador lo dades tenían sus propios fueros, León se regía por el código
llevaran a emprender por vía de compensación esta historia visigótico, y Castilla, más radical que León en sus institucio­
extraordinariamente ambiciosa: de no poder afirmar su autori­ nes legales como lo fue en sus innovaciones lingüísticas, había
dad fuera de España en cuanto soberano político, lo haría como reemplazado ya este código por el de la ley común. El intento
historiador 19. primordial de Alfonso era sobre todo el de elaborar un código
único para la totalidad de su reino, que reemplazase a los
19. A. G. Solalinde, «El juicio de París en el Alexandre y en la General fueros en vigor, logrando así una cierta uniformidad; este pro­
estoria», RFE, XV, 1928, págs. 1-51, «El Pbysiologus en la General estoria
de Alfonso X», Mélanges d ’bistoire littéraire générale et comparée ofjerts a pósito lo alcanzó mediante el Fuero real, aunque no fuese apli­
Ferdinand Beldensperger, II, París, 1930, págs. 251-54, y «Fuentes de la Gene­ cado de modo inmediato a todas las ciudades. El otro código
ral estoria de A. el Sabio», RFE, XXI, 1934, págs. 1-28, y XXIII, 1936, pá­ legal de los primeros años de su reinado es el Setenario, cuyos
ginas 113-42; L. B. Kiddie, «A Source of the GE: the French prose redac-
tion of the Román de Tbebes», HR, IV, 1936, págs, 264-71, y «The Prose compiladores nos dicen que fue comenzado por Alfonso a rue­
Tbebes and the GE: an illustration of the Alphonsine method of using gos de Fernando III, y que completó tras su subida al trono.
sources material», HR, VI, 1938, págs. 120-32; J. Engels, Eludes sur
l'Ovide moralisé, Groningen, Í943; G. H. London y R. J, Leslie, «A Thir- Se enfrenta casi exclusivamente con materias eclesiásticas, y
teenth-Century Spanish Versión of Ovid’s Vyramus and T bis be», MLR, L, sus autores muestran preocupación por basar la organización
1955, págs. 147-55; Lida de Malkiel, «La GE: notas literarias y filológicas»,
RPb, XII, 1958-59, págs. 111-42, y X III, 1959-60, págs. 1-30, y «Josefo en
la GE», Híspante Studies in Honour of I. González Llubera, págs. 163-81;
Gormly, Use of the Bible, cap, 2; Margherita Morreale, «La fraseología en el libro de Francisco Rico, Alfonso el Sabio y la «General estoria», Barce*
bíblica en la GE. Observaciones para su estudio», Literary and Linguistic lona, 1972, passim.
Studies in Honor of Helmut A. Hatzfeld, Washington, 1964, págs. 269-78; 20. Fuero juzgo en latín y castellano, Real Academia Española, Madrid,
M. M. Lasley, «Secularizaíion of the Creation Story in the G-E», RHM, 1815; V. Fernández Llera, Gramática y vocabulario del FJ, Madrid, 1929.
XXXIV, 1968, págs. 330-37; Lloyd Kasten, «The Utilization of the Historia Para otras tempranas obras jurídicas, véase Obras del Maestre Jacobo de las
regum Britanniae by Alfonso X», HR, X X X V III, 5 (Studies in Memory of Leyes, jurisconsulto del siglo XIII, ed, Raíael de Ureña y Smenjaud y Adolfo
Ramón Menéndez Pidal, 1970), págs. 97-114. 'Además, me apoyo en gran parte Bonilla y San Martín, Madrid, 1924.
164 LA EDAD MEDIA DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII (il) 165

del tratado en el número siete, de valor mágico, al que debe llegaría a contar con ninguna significación para la mayoría de
el título el libro. Nos ofrece éste un tratamiento enciclopédico los escritores medievales; y la educación jurídica parece haber
de los sacramentos, y una parte importante de él se halla dedi­ contribuido a la gestación de un género (los poemas de debate
cada a dilucidar los varios tipos del culto pagano a la natura­ [cf. anteriormente, págs. 135 y sigs.]) y a obras singulares (La
leza. Se trata, por consiguiente, de una mezcla de código legal, Celestina, por ejemplo [cf. más adelante, pág. 312, nota 16])22.
enciclopedia y manual para uso de los sacerdotes21. Se conservan dos versiones de la primera partida, una con­
La obra más importante y más larga entre los tratados lega­ siderablemente más corta que la otra. Refleja aquélla probable­
les de Alfonso es las Siete partidas que regulan todos los aspec­ mente las opiniones de Alfonso y de sus consejeros más alle­
tos de la vida nacional, vísta desde su vertiente eclesiástica y gados; la otra, en cambio, que al fin gozó de aceptación general,
profana, la ley civil y criminal, explicando ampliamente la sé encuentra mucho más próxima al punto de vista de Sancho
materia con que se enfrenta. Aunque las Siete partidas no fueron y de los nobles que le apoyaron. Todo esto implica, en último
promulgadas en el reinado de Alfonso, gozaron de una influen­ término, un enfrentamiento entre dos modos opuestos de con­
cia más amplia y perdurable que la mayoría de sus obras (los cebir la naturaleza del poder real. Las Siete partidas se com­
únicos rivales a este respecto podían ser la Estoria de España y pusieron entre 1256 y 1265, pero la fecha de la versión amplia­
las Tablas alfonsies), puesto que, aunque fueron promulgadas da de la primera permanece imprecisa. Puede datar de finales
por Alfonso X, su validez fue aceptada durante siglos y el in­ del reinado de Alfonso, cuando se dejaba ya sentir la presión
flujo que ejercieron puede observarse aún hoy en día. del partido de Sancho; puede igualmente haber sido compues­
Se emplea en las Siete partidas un amplio número de fuentes, ta bajo el dominio de este último monarca (1284-1295), o de
entre las que destacan por su importancia las referentes a la su susesor Fernando IV (1295-1312).
previa legislación española (Fuero juzgo, Fuero real, probable­ Vamos a considerar la cuarta obra alfonsí, el Espéculo, de
mente el Espéculo y, para la primera partida, el Setenario, que mucho menos trascendencia que las anteriores. Nunca llegó a
puede haber sido un borrador de esta sección de la obra); el promulgarse; su fecha de composición y sus relaciones con las
Derecho Romano (el de Justiniano en concreto, con las glosas Siete partidas se hallan oscurecidas, aunque se trata probable­
de los juristas italianos posteriores); la legislación eclesiástica, mente de un borrador de una sección de las Partidas, aunque
sobre todo el Decretum de Graciano, y las colecciones de leyes no podemos desechar por completo la teoría de que el Espéculo
canónicas llamadas Decretales; la Biblia y, finalmente, fuentes es obra tardía, quizá compuesta en el reinado de Sancho o de
literarias (como los exempla de la Disciplina clericalis y las Fernando IV 23.
sententiae de la literatura gnómica como los Bocados de oro
[cf. más adelante, págs. 176-177 y 181-184]). La separación 22. Cf también Lomax, «The Latetan Reforms», pág. 310.
23. Setenario, ed. Kenneth H . Vanderford, Buenos Aires, 1945; Siete par­
entre los códigos legales y la literatura propiamente dicha no tidas, 3 vols., Reai Academia de la Historia, Madrid, 1807; Fuero real y
Espéculo en Opúsculos legales, 2 vols., Real Academia de la Historia, Madrid,
1836. Charles S. Lobingier, en su introducción a la versión inglesa de Samuel
21. Los manuales de esta índole se hallaban normalmente en latía, pero P, Scott de las Siete partidas, Chicago, 1931; Ángel Ferrari Núñez, «La secu­
se conservan, no obstante, algunos en romance, incluyendo un reducido ma­ larización de ia teoría del Estado en las Partidas», AHDE, XI, 1934, págs.
nual sobre la confesión en castellano, del siglo xiii. Esta obra, De los diez 449-56; ]. Homer H emott, «A Thirteenth-Century Manuscrípt of the Pri­
mandamientos, se encuentra publicada por Alfred Moreí-Fatio en R, XVI, 1887, mera partida», Sp, X III, 1938, págs. 278-94, y «The Validity of the Prin-
págs. 379-82; es interesante por sus referencias a la canción popular y por ted Editions of the PP», PRh, V, 1951-52, págs. 165-74; María del Carmen
una comparación con las leyes 98-103 del Setenario. Carie, «La servidumbre en las Partidas», CHE, XX, 1949, págs. 105-19; Al­
166 LA EDAD MEDIA
DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII (ll) 167
Las numerosas obras de índole científica producidas bajo sido una importante colección de tratados, el Libro de las for­
el reinado de Alfonso constituyen en su mayor parte tratados
de astronomía o de astrología. Se trata de traducciones del mas, de la que no se conserva más que un índice de su conte­
árabe, y en algunos casos la última fuente remonta a la lite­ nido, por el que podemos inferir que constaba (tal era su pro­
ratura griega. La obra más importante, desde el punto de vista pósito al menos) de once lapidarios. Ha sobrevivido, en cambio,
de la historia de las ciencias más que del de la literatura, la un conjunto de cuatro obras de este cariz, tres de ellas muy
constituyen las Tablas alfonsíes, que hablan de los movimien­ reducidas, sobre las propiedades de las piedras. El manuscrito
tos de los planetas; la compilación original se debe al astrónomo existente del Lapidario (así se conoce a este grupo) va, al
árabe de Córdoba al-Zarkali (siglo xi), y la revisión de la misma modo de otros manuscritos que se compusieron en el escritorio
se fundó en las observaciones llevadas a cabo por los científicos regio, profusamente ilustrado con cerca de cincuenta dibujos
alfonsíes en Toledo entre 1262 y 1272, Llegaron a ser conoci­ de animales y otras figuras que representan simbólicamente las
das las Tablas en la forma que entonces se les diera en Francia, divisiones del zodíaco2S. O.tro elemento valioso dentro de estas
pues, revisadas a comienzos del siglo xiv por un astrónomo obras científicas viene constituido por el hecho de que varios
francés, se divulgaron por Europa y aún se utilizaron durante prólogos nos proporcionan información acerca de los métodos
el Renacimiento. seguidos por Alfonso y sus colaboradores 26.
Entre las producciones científicas del reinado de Alfonso Entre las restantes obras existentes de Alfonso, dos grupos
se encuentra una colección de tratados astronómicos (los Libros de significación desigual nos quedan por considerar. Nos refe­
del saber de astronomía) y tres obras astrológicas, el Libro de rimos, claro está, a sus tratados de naturaleza recreativa, y a
las cruzes, el Libro conplido en los judizios de las estrellas y sus composiciones religiosas (para la producción literaria sa­
el Picatrix. Esta última obra fue traducida del árabe en 1256 piencial y de exempla de este reinado, cf. más adelante, pá­
bajo la dirección de Alfonso, de la que ha sido calificada como ginas 175-183). Incluye el primer grupo una obra sobre el aje­
la obra más destacada de la Edad Media sobre la magia astro­ 25, Lapidario, facsímil del ms., Madrid, 1881; ed. de María Brey Marino,
lógica, la Meta del sabio, compuesta en España en el siglo xi. Odres Nuevos, Madrid, 1968. Véase los artículos de J. H. Nunemaker en PQ,
VIII, 1929, págs. 248-54; RFE, XVI, 1929, págs. 161-68, y XVIII, 1931,
Se hallaba esta última influida por el hermetismo, religión críp­ págs. 261-2; PMLA, XLV, 1930, págs. 444-53; MP, XXIX, 1931-2, págs.
tica que surgió en el Egipto helenístico en los siglos II y m. 101-4; Sp, VII, 1932, págs. 556-64, y XIV, 1939, págs. 483-9; HR, II,
Una versión latina fue basada en la castellana24. Parece haber 1934, págs, 242-6; cf. también Joan Evans, Magical Jewels of the Middle
Ages and the Renaissance, particularly in England, Oxford, 1922.
26, Libros del saber de astronomía, ed. Manuel Rico y Sinobas, 5 vols,,
Madrid, 1863-67; Tratado del cuadrante, ed. J. M. Millas Vallicrosa, «Una
fonso García Gallo, «El Libro de las leyes de Alfonso el Sabio. Del Espéculo nueva obra astronómica alfonsí: el Tratado del cuadrante “ sennero”», Al-An,
a las Partidas», AH DE, XXI-XXII, 1951-52, págs. 345-528; José Jiménez, «El XXI, 1956, págs, 59-92 (reimpreso en Nuevos estudios, cap. 13); Aly Aben Ragel,
Decreto y las Decretales, fuentes de la primera partida de A. el Sabio», Antho- El libro conplido en los iudizios de las estrellas, ed, Gerold Hilty, Madrid,
logica Antiua, II, 1954, págs. 239-48; José M. Gárate Córdoba, Espíritu y mi­ 1954; Libro de las cruzes, ed. Lloyd A. Kasten y Lawrence B. Kiddle, Ma­
licia en la España medieval, Madrid, 1967, págs. 263-330. drid y Madison, 1961, Además de los estudios citados anteriormente en las
24. Antonio G. Solalinde, «Alfonso X, astrólogo. Noticia del manuscrito notas 2 y 25, véase J, L. E, Dreyer, «On the Original Form of the Alfonsine
vaticano, Reg. Lat. núm. 1.283», RFE, XIII, 1926, págs. 350-56; Henry y Tables», Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, LXXX, 1920,
Renée Kabane y Angelina Pietrangeli, «Hermetism in the Alfonsine Tradición», págs. 243-62; Evelyn S. Procter, «The Scientífic Works of the Court of
Mélanges Lejeune, I, págs. 443-57, y «.Picatrix and the Talismans», RPh, XIX, A. X. of Castile: the King and his collaborators», MLR, XL, 1945, págs, 12-
1965-66, págs. 574-93; Thorndike, History of Magic, II, págs. 813-24 (y, para 29; A. R, Nykl, «Libro conplido en los juizios de las estrellas», Sp, XXIX,
los libros herméticos medievales, II, págs. 214-28). 1954, págs. 85-99; Getold Hilty, «El libro c o n p l i d o A l - A n , XX, 1955,
págs. 1-74.
168 LA EDAD MEDIA DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII (il) 169
drez y otros juegos traducida del árabe, enmendada e ilustrada una cantiga de loor. A estas canciones de alabanza, al igual que
con profusión: el Libro de axedrez, dados e tablas21. a muchas otras, se les acopló música, y puede considerárselas
Las piezas religiosas son las únicas entre la producción seria como himnos en romance, especie de composiciones que se
alfonsí que no se hallan escritas en castellano. Probablemente a desarrollaron en el siglo xm al lado de la composición y em­
ruego de Alfonso, aunque no bajo su inmediata dirección, Ber­ pleo de idénticas piezas en latín. Bajo esta perspectiva han de
nardo de Brihuega, canónigo de Sevilla, compiló un libro latino examinarse la mayoría de las últimas cantigas: desde el nú­
de vidas de santos28. Empresa de carácter menos colectivo que mero cuatrocientos en adelante, poquísimas están constituidas,
la obra histórica científica o legal de Alfonso son las Cantigas en efecto, por leyendas de milagros; tenemos, en cambio, toda
de Santa Maña, de las que muchísimas fueron compuestas pro­ una serie referente a las fiestas marianas del calendario ecle­
bablemente por el propio rey. Se percibe, sobre todo, un cierto siástico, un poema sobre los dolores de la Virgen, etc.29.
matiz personal en las canciones de alabanza a la Virgen, así Mientras los Milagros de Nuestra Señora de Berceo deri­
como en las leyendas en que el rey Alfonso o sus familiares van casi enteramente de una sola fuente (cf. anteriormente,
entran como figuras centrales. pág. 121), el punto de partida de la colección de Alfonso, mu­
Escritos en galaico-portugues, estos 427 poemas presen­ cho más extensa por otra parte, ofrece gran variedad: buen
tan una gran variedad de formas métricas, basadas todas ellas, número de colecciones de milagros en latín y probablemente
sin embargo, en el estribillo (cf. anteriormente, págs. 59-60). una o más en romance; el folklore español y alemán (su madre
Son muy discutidos los motivos que le llevaron al empleo de era de esta nacionalidad) y las experiencias personales del mo­
aquella lengua, pero bien pudo suceder que, ante su deseo de narca. La inclusión del autor u organizador de las colecciones
experimentar con la versificación, se encontrase con el amplio como personaje en algunas de las leyendas señala una novedad
repertorio que ofrecía la tradición galaico-portuguesa. Esto nos al respecto, aunque cuente, sin embargo, con un precedente
explicaría, a su vez, el por qué escogió para las leyendas de bastante obvio: en los sermones populares los predicadores uti­
milagros formas métricas no adecuadas realmente a una narra­ lizaban con frecuencia exempla supuestamente autobiográficos
ción continuada. para hacer aquéllos más atractivos.
Uno de cada diez de estos poemas viene constituido por Conservamos cuatro manuscritos de las Cantigas, de los
que algunos, al menos, proceden del escritorio real. Copiados y
27. Ed. A. Steiger, R Hel, 10, Zurich, 1941; J. B. Trend, «A. el Sabio cuidados lujosamente, han preservado no sólo al texto de los
and the Game of Chess», RH, LXXXI, 1, 1933, págs. 393-403. Hay otras poemas, sino su música y número de miniaturas exquisitas que
obras que no se encuentran atribuidas en sus manuscritos al rey Alfonso, aun­
que son probablemente de su reinado, y quizá fuesen compuestas bajo su ilustran además el argumento de las leyendas; uno de ellos
dirección; el Libro de los caballos, por ejemplo, traducción de un tratado ofrece otro elemento de gran interés, al proporcionarnos re­
latino del siglo x i i i (ed. Georg Sachs, RFE, anejo XXIII, Madrid, 1936). súmenes en castellano de las primeras veinticinco cantigas30.
28. R. Beer, «Los cinco libros que compiló B. de B.», BRAH, XI, 1887,
págs. 363-9; M. C. Díaz y Díaz, «La obra de B. de B., colaborador de A. X»,
Strenae, págs. 145-61; Mario Martins, «B. de B., compilador do Livro e le­ 29. Son frecuentes durante la Edad Medía los poemas en torno a los
genda que fala de todos los jeitos e paixoes dos santos mártires, Brot, LXXVI, gozos y dolores de la Virgen; c£. Le Gentílj La poéste lyriqtte, I, y Woolf,
1963, págs, 411-23, y «B. de B., compilador dos Autos dos apóstolas», BF, English Religious Lyric.
XXI, 1962-63, págs. 69-85. Otros autores relacionados con Alfonso escribieron 30. Higinio Anglés, La música de las Cantigas de Santa Maria del rey
en latín; Gil de Zamora, por ejemplo, autor de obras históricas y de milagros A. el Sabio, Barcelona, 1943; José Guerrero Lovillo, Las Cantigas. Estudio
de la Virgen María; hay menos fundamentos, con todo, para relacionar estas arqueológico de sus miniaturas, Madrid, 1949; Dorothy C, Clarke, «Versifi-
obras con el monarca que en el caso de Brihuega, cation in A. el Sabio’s C», HR, XXIII, 1955, págs. 83-98; John E. Keller,
DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII (il) 171
170 LA EDAD MEDIA
Otros poemas en galaico-portugués constituyen, con bas­ Historia arabum, de la que se hizo versión castellana para la
tante certeza, una obra personal del monarca. Se trata, con Estoria de España (capítulos 488-489); a finales de este siglo
pocas excepciones, de cantigas d’escarnho e de maldizer (cf. san Pedro Pascual, obispo de Jaén, incluyó la visión del pro­
anteriormente, págs. 45-46) dirigidas a nobles, eclesiásticos y feta en una obra de polémica anti-islámica y, además, una
poetas. Algunas, por ejemplo, se dirigen a Pero da Ponte, uno narración cristiana de un viaje al otro mundo se tradujo del
de los más destacados poetas de la corte de Fernando III, y es latín al castellano; esta versión, el Purgatorio de San Patricio,
se debe tal vez al equipo alfonsí32.
posible, gracias a ellos, seguir una disputa comenzada quizás Alfonso el Sabio no solamente fue un mecenas33, sino
antes de que Alfonso ascendiese al trono. Muestran estos poe­ también un activo director. Es indudable que eligió el conte­
mas un gran ingenio y un regocijo aparentemente sin límites en nido de las obras a componer o traducir, y que guió a sus
la sátira procaz contra los que babían irritado al rey. colaboradores, examinando sus resultados de cerca. No pode­
Se han perdido algunas de las obras de Alfonso entre las mos conocer con exactitud hasta dónde llegó su intervención
que se incluye una de gran interés; podemos, sin embargo, for­ efectiva en los trabajos de traducción y preparación de los
marnos una idea de ella por medio de la traducción que nos borradores en prosa, pero no queda duda acerca de su estrecho
queda. Se trata de una versión de la leyenda árabe que contiene contacto con todos los aspectos de la empresa. Es innegable
la visión de Mahoma del cielo y del infierno. Se tradujo esta asimismo su intervención por lo que al lenguaje se refiere; no
obra al francés medieval bajo el título de Livre de Veschiele queda ésta restringida a su determinación patriótica de servirse
Mahomet y, de creer al prólogo, el texto francés fue preparado del castellano en sus obras en prosa, sino que su preocupación
en 1264 bajo la dirección de Alfonso, a base del libro caste­ en este sentido le llevó a aplicarse en detalle al desarrollo de
llano 31. La narración árabe de la visión de Mahojma gozó de una forma idónea de lengua romance. Ambos aspectos quedan
considerable difusión en el siglo xm en España; un texto suficientemente atestiguados por el prólogo al Libro de la
abreviado fue traducido al latín por Rodrigo de Toledo en su ochava esfera que contiene el pasaje bien conocido:
«Folklore in the C of A. el Sabio», Southern Folklore Quarterly, XXIII, tollo las razones que entendió eran sobejas et dobladas et que
1959, págs. 175-83; Keller y Robert W, Linker «Some Spanish Summaries of no eran en castellano drecho, et puso las otras que entendió
the CSM», RoN, II, 1960-61, págs, 63-67; Emilio Carilla, «El rey de las C», que complían; et cuando en el lenguage, endre?ólo él por sise.
Estudios de literatura española, Rosario, 1958, págs, 7-23; Bertolucci, «Con­
tributo»; Francisco Márquez Villanueva, «La poesía de las Cantigas», RO,
a. s., XXV, 1969, págs. 71-93; Sara Sturm, «The Presentaron of the Virgin
in the CSM», PQ, XLIX, 1970, págs. 1-7; John G. Cummins, «The Practícal
Implications of Alfonso el Sabio’s Peculiar Use of the Zéjel», BHS, XLVII, 32. A. G. Solalínde, «La primera versión española de El purgatorio de
1970, págs. 1-9. San Patricio y la difusión de esta leyenda en España», Homenaje a Menéndez
3Í. Ed. Peter Wunderli, R Hel, 77, Berna, 1968; Wunderíi, Études sur Pidal, II, Madrid, 1925, págs. 219-57. Véase Patch, El otro mundo. Una ver­
le Livre de Veschiele Mahomet, Winterthur, 1965. Wunderli cree que la tra­ sión castellana de una obra parecida, Visio Tungdali, fue impresa en 1526;
ducción francesa se hizo probablemente del latín. Miguel Asín Palacios, La es- un manuscrito medieval, de esta versión o de otra, se ha perdido.
catologia musulmana en la Divina Comedia, 2.a ed., Madrid, 1943, defiende 33. No se circunscribió su mecenazgo a los hombres de letras españoles
que Dante se encuentra en gran deuda con las tradiciones islámicas, por lo de modo exclusivo: Godofredo el Inglés dedicó su Ars epistolaris ornatus a
que a la vida de ultratumba se refiere, y que el presente texto fue el medio Alfonso, con la intención de que se utilizase en la universidad de Salamanca;
por el que le fueron accesibles aquéllas. El problema sigue sin resolver, con véase Valeria Bertolucci Pizzorusso, «Un trattato di Ars dictandi dedicato ad
todo: véase V. Cantarino, «Dante and Islam: history and anaíysis of a con- A. X», SMV, XV-XVI, 1968, págs. 9-88.
troversy», A Dante Symposium, UNCSRLL, 58, Chapel Hill, 1965.
172 LA EDAD MEDIA DESPERTAR CULTURAL DEL SIGLO XIII ( il) 173

Los problemas lingüísticos más importantes con que tuvo tuales, traductores, escribas, artistas y músicos, no sólo consi­
que enfrentarse Alfonso fueron los relativos a la sintaxis y el guió sus objetivos, sino que logró otorgar duraderas ventajas
vocabulario. Sin una sintaxis más flexible y variada que la que culturales al país. Fernando III había incorporado Andalucía
se había desarrollado previamente en la prosa castellana, cual­ a Castilla, con su nutrida población árabe, y la necesidad de
quier manejo medianamente complicado de ideas habría re­ unificar este reino extenso y diverso ayuda, pues, a comprender
sultado imposible. No debemos exagerar, con todo, el progreso el deseo de Alfonso por promover una norma legal, cultural y
alcanzado en el reinado de Alfonso: aun la sintaxis de sus úl­ lingüística.
timas producciones puede resultar rudimentaria, y, en el mejor La silueta que aquí hemos ofrecido del monarca puede re­
de los casos, no se halla en condiciones de poder competir con tocarse a otro respecto. El orgullo nacional y la ambición per­
los recursos latinos al respecto. El desarrollo, sin embargo, fue sonal fueron poderosos incentivos en su vida intelectual, al
indudable y substancial, y se aprovecharon de algunos procedi­ propio tiempo que en sus actividades políticas, y aunque eran,
mientos sintácticos latinos o árabes para enriquecer el caste­ casi seguro, los motivos dominantes de su tarea como monar­
llano. En el campo del léxico, por otra parte, se hizo necesaria ca, no ejercieron un exclusivo dominio sobre él. Fue inspirado
la introducción de vocablos para objetos y conceptos ignora­ asimismo por su fe religiosa, y de aquí dimanan sus preocu­
dos previamente en la lengua romance. Se resolvió general­ paciones con respecto a la moralidad y a la conducta personal,
mente el problema mediante el recurso al préstamo de voces según nos revela en la elección de los asuntos de sus obras: la
latinas (a veces de otra lengua), introduciendo sólo el número religión, las leyes, la historia (que proponen ejemplos a seguir
de cambios fonéticos necesarios para la adaptación a los hábitos o rechazar), la astronomía y la astrología (que determinan los
de la pronunciación castellana. En tales ocasiones, las palabras límites dentro de las cuales la elección moral del hombre pue­
se definen cuando se utilizan por primera vez en la obra; a de ser ejercida)34.
partir de entonces, se da por supuesto que los lectores se en­
cuentran familiarizados con su significado. Buen número de
cambios fonéticos importantes para la historia de la lengua da­
tan, parece, del reinado de Alfonso, pero, desde el punto de
vista cultural, son mucho menos relevantes que la ampliación 34. Sobre la labor de: Alfonso como mecenas y director de las empresas
del vocabulario o el progreso de la sintaxis. El factor principal eruditas, y los aspectos lingüísticos de su obra, véase A, G. Solalinde, «Inter­
vención de A. X en la redacción de sus obras», RFE, II, 1915, págs. 2833;
lo constituye, pues, la regularización y el incremento realizado J. M. Millas Vallierosa, «El literalismo de los traductores de la corte de A. el
en los recursos de la lengua. Ha- de hacerse notar, finalmente, Sabio», Al-An, I, 1933, págs. 155-8 (reimpreso én Estudios, cap. 12); Américo
Castro, España en su historia, págs. 478-87, y «Acerca del castellano escrito
que Castilla la Nueva toma parte ahora en la norma lingüís­ en torno a A. el Sabio», FiR, I, 4, 1954, págs. 1-11; Gonzalo Menéndez Pidal,
tica: el centro de gravedad del castellano se deslizó, en efecto, «Cómo trabajaban las escuelas alfonsíes», NRFH, V, 1951, págs. 363-80;
de Burgos a Toledo. Badía Margarit, «La frase»’; Rafael Lapesa, Historia de la lengua española,
5.a ed., Madrid, 1962, cap», 9; Diego Catalán, «El taller histórico alfonsí.
En el presente capítulo, hemos acentuado el repetido fra­ Métodos y problemas en d trabajo compilatorio», R, LXXXIV, 1963, págs.
caso del rey en la actividad política y en sus empresas litera* 354-75. Sobre otros aspectos que nos presenta la obra de Alfonso, véase
Frank Callcott, The Supernatural in Early Spanish Literature, sludied in the
rias, que le privaron de llevar sus ambiciones a su resultado works of the court of A. el Sabio, Nueva York, 1923; John E. Keller, A. X,
final. Es de justicia, empero, subrayar ahora que, en el desarro­ el Sabio, Nueva York, 1967; Francisco Rico, El pequeño mundo del hombre,
llo de la lengua y en la organización de un equipo de intelec­ págs. 59-80.

También podría gustarte