Esquizofrenia
Esquizofrenia
Etiología
Aunque su causa específica es desconocida, la esquizofrenia tiene una base biológica, que se
evidencia por
Alteraciones de la estructura encefálica (p. ej., aumento de tamaño de los ventrículos cerebrales,
adelgazamiento de la corteza, reducción del tamaño del hipocampo anterior y otras regiones del
encéfalo)
Cambios en la neuroquímica, especialmente actividad alterada de los marcadores de la
transmisión de dopamina y glutamato
Factores de riesgo genético recientemente demostrados. Según algunos expertos, la
esquizofrenia aparece con más frecuencia en personas vulnerables durante el desarrollo
nervioso, y el inicio, la remisión y la recidiva de los síntomas son el resultado de las interacciones
producidas entre estas vulnerabilidades duraderas y los factores estresantes medioambientales.
Signos y síntomas
La esquizofrenia es una enfermedad crónica que puede atravesar distintas fases, aunque la
duración y los patrones de cada una de ellas son variables. Los pacientes con esquizofrenia en
general han tenido síntomas psicóticos una media de 12-24 meses antes de acudir a la consulta
médica pero el trastorno en la actualidad suele reconocer en un período más temprano.
Los síntomas de esquizofrenia deterioran típicamente la capacidad de realizar funciones
cognitivas y motoras complejas y difíciles; por lo tanto, los síntomas a menudo crean una clara
interferencia con el desempeño laboral, las relaciones sociales y el cuidado de sí mismo. El
desempleo, el aislamiento y el deterioro de las relaciones y de la calidad de vida son resultados
frecuentes.
Diagnóstico
Criterios clínicos (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, quinta edición [DSM-5])
Combinación de antecedentes, signos y síntomas
No existe una prueba para el diagnóstico definitivo de esquizofrenia. Éste se basa en la
evaluación exhaustiva de los antecedentes, los signos y los síntomas. La información obtenida de
fuentes colaterales, como la familia, los amigos, los profesores y los compañeros de trabajo, es
importante.
De acuerdo con el DSM-5, el diagnóstico de la esquizofrenia requiere la presencia de los dos
elementos siguientes:
≥ 2 síntomas característicos (ideas delirantes, alucinaciones, habla y comportamiento
desorganizados, síntomas negativos) durante una parte significativa de un período de 6 mes (los
síntomas deben incluir al menos uno de los 3 primeros)
Signos prodrómicos o atenuados de la enfermedad con deterioro social, ocupacional o de los
cuidados personales evidentes durante un período de 6 meses que incluya 1 mes de síntomas
activos
Tratamiento
Conceptos clave
INTRODUCCIÓN La constelación de síntomas que presenta la esquizofrenia es muy variada y ninguno de ellos
es patognomónico de la enfermedad. Además de la heterogeneidad sintomática, la esquizofrenia es
heterogénea en otros aspectos, como la edad de inicio, el curso clínico, los correlatos neuroanatómicos, la
respuesta a los fármacos y los antecedentes genéticos de este espectro sintomático, así como en la
presencia de casos esporádicos. Semejante diversidad hace poco probable que en todos los casos
corresponda a una etiología común. Antes bien, es más factible que se trate de una respuesta con
mecanismos fisiopatológicos comunes a muy diversos daños sobre el sistema nervioso central (SNC).
Asimismo, al proponer una teoría bioquímica para explicar la génesis de la esquizofrenia, se plantea la
existencia de diversos sistemas de neurotransmisión. Esta aproximación, que es en gran medida teórica,
tiende al reduccionismo en el ámbito de esta gran heterogeneidad. El objetivo de esta revisión es examinar
el funcionamiento y la interacción de los diversos sistemas bioquímicos involucrados en la fisiopatología de
la esquizofrenia. Dopamina La introducción del tratamiento para la esquizofrenia mediante antipsicóticos
demostró que la respuesta clínica guarda una gran correlación con la capacidad de éstos para bloquear los
receptores dopaminérgicos in vitro (Bunney, 1978). Por el contrario, los medicamentos que incrementan la
actividad dopaminérgica exacerban los síntomas de la esquizofrenia
Los antipsicóticos típicos actúan bloqueando los receptores dopaminérgicos
CONCLUSIÓN Es importante resaltar que todos los sistemas de neurotransmisión presentados en esta
revisión interaccionan entre sí. De este modo, las alteraciones antes descritas para cada sistema ocasionan
un cambio común con un incremento de la actividad glutamatérgica tálamo-cortical. En la figura 1 se
muestra un modelo neuroquímico que busca conjuntar las evidencias más sólidas antes mencionadas para
explicar una probable fisiopatología en la esquizofrenia. Actualmente, la esquizofrenia se considera como un
trastorno del neurodesarrollo, que afecta principalmente estructuras fronto-temporales mediales que
alteran la neurotransmisión dopaminérgica subcortical y cortical en diferentes formas consistentes con el
modelo de un incremento de la dopamina en los ganglios basales y una disminución en la corteza prefrontal,
la cual se relaciona con un hipofuncionamiento glutamatérgico. La etiología de la disfunción fronto-temporal
en etapas tempranas del neurodesarrollo es multifactorial y en ella intervienen factores genéticos y
ambientales (por ejemplo, infección viral y desnutrición durante el segundo trimestre de la gestación y
complicaciones obstétricas), que producen una migración neuronal anormal, que condiciona a su vez
alteraciones morfológicas de las regiones corticales fronto-temporo-limbícas. Por otro lado, se propone que
los síntomas psicóticos se pueden iniciar en la adolescencia a causa de una alteración en el desarrollo de las
redes neuronales de estas regiones corticales. A pesar de que en la esquizofrenia se observan anormalidades
en la estructura cerebral, se considera que las alteraciones en la neurotransmisión son secundarias a la
pérdida neuronal, o que se relacionan con un inadecuado desarrollo neuronal. Sin embargo, es posible que
la disfunción dopaminérgica o de otros sistemas sea la causa primaria de la esquizofrenia al condicionar un
neurodesarrollo anormal.
Desde el nacimiento de la esquizofrenia como entidad nosológica, a principios de siglo, los investigadores
han postulado la existencia de un trastorno bioquímico como responsable de esta enfermedad. A medida
que las técnicas han ido evolucionando y ha sido posible el estudio en profundidad de las sustancias
transmisoras, han aparecido múltiples hipótesis implicando a diversas sustancias químicas en las
alteraciones conductuales de los pacientes esquizofrénicos. Muchas de ellas han sido de difícil comprobación
debido a las divergencias metodológicas utilizadas en su estudio. Otros problemas han sido la propia
heterogeneidad de la esquizofrenia y, obviamente, la falta de conocimiento sobre la fisiología básica del
cerebro. En la primera parte de este artículo revisaremos algunas de las hipótesis bioquímicas de la
esquizofrenia, centrándonos en el estado actual de cada una de ellas. Además del enfoque neuroquímico, la
etiología de la esquizofrenia se ha ido acotando a través de las aportaciones de otras disciplinas:
neuroanatomía, neurofisiología, genética, neuroendocrinología, etc. En la segunda parte del artículo
revisaremos los conocimientos que se tienen hasta la fecha sobre alteraciones estructurales en el cerebro
del esquizofrénico
Las monoaminas de mayor interés en relación con la esquizofrenia son la dopamina (DA), la noradrenalina
(NA) y la serotonina (5-HT). Se han propuesto hipótesis etiológicas involucrando a cada una de estas aminas
así como a su enzima de degradación, la monoaminoxidasa (MAO). Dopamina La hipótesis dopaminérgica de
la esquizofrenia ha persistido como la predominante a lo largo de las tres últimas décadas. La convicción
creciente de que los agentes antipsicóticos actúan terapéuticamente disminuyendo la transmisión
dopaminérgica central condujo a la teoría dopamínica de la esquizofrenia. En su forma más simple, esta
teoría explica la esquizofrenia como una hiperactivación de las vías dopaminérgicas cerebrales. Sin embargo,
aunque existen multitud de resultados que respaldan este planteamiento, en la actualidad no disponemos
de evidencia experimental de un exceso de actividad dopamínica o de un aumento de niveles de DA en las
sinapsis centrales de los sujetos esquizofrénicos. Esta hipótesis se basa en la idea de que los efectos
terapéuticos de los fármacos antipsicóticos son debidos a su acción sobre los receptores dopaminérgicos,
bloqueándolos y, por tanto, reduciendo la transmisión dopaminérgica. El grado y potencia de este bloqueo
es paralelo a su eficacia clínica.
La hipótesis dopaminérgica en la actualidad No existe aún evidencia concluyente de un aumento de DA en el
cerebro de pacientes esquizofrénicos. En la clínica existen aproximadamente un 30 % de pacientes que no
responden al tratamiento tradicional con fármacos antipsicóticos, hecho que apunta a que el bloqueo de D2,
y la consecuente hiperactividad dopaminérgica, no sean los mecanismos fisiopatológicos subyacentes en
estos pacientes. Todo ello ha llevado a que, en el último decenio, estemos asistiendo a un intento de
formulación de nuevas hipótesis que vayan más allá de la teoría dopamínica clásica, intentando cubrir los
distintos fenotipos y síntomas de la enfermedad. Los estudios de Mesulam (1986) han planteado la idea de
que la esquizofrenia podría ser una expresión de una hipofunción del lóbulo frontal. Los sujetos
esquizofrénicos muestran una falta de activación de la corteza prefrontal, concretamente de la región
dorsolateral, cuando son estimulados con pruebas que en sujetos normales activarían esta área
(Weinberger, Berman y Illowsky, 1988; Andreasen et al., 1992; Buchsbaum et al., 1992). Una de las hipótesis
sobre la disregulación de las vías dopaminérgicas cortical y mesolímbica ha sido enunciada por Davis et al.
(1991). Se ha propuesto que una lesión en el área prefrontal dorsolateral sería la responsable de la
hipofunción de la vía dopaminérgica mesocortical, que daría cuenta del deterioro y alteración de la función
cognitiva en la esquizofrenia. Esta lesión afectaría la regulación cortical de tipo inhibitorio sobre la vía
dopaminérgica mesolímbica convirtiéndola en hiperfuncional, lo que explicaría los síntomas positivos de la
enfermedad. Esta hipótesis está sustentada por la hipofrontalidad detectada a través del PET, y el aumento
del flujo sanguíneo observado en la región frontal, tras la administración de agonistas dopaminérgicos
Serotonina Wooley y Shaw (1954) fueron los primeros en hipotetizar que la esquizofrenia podría resultar de
una deficiencia en la función serotoninérgica en el sistema nervioso central. La base de su propuesta
radicaba en el hecho de que drogas alucinógenas como la bufotenina o la dietilamida del ácido lisérgico
(LSD), con gran
semejanza estructural con la 5-HT, podían causar una psicosis similar a la que se observaba en la
esquizofrenia. No obstante, resultados de esa época que informaban de concentraciones reducidas del
principal metabolito de la 5-HT, el ácido 5- hidroxi-indolacético (5-HIAA), no han sido confirmados en
estudios posteriores (Ashcroft et al., 1966; Bowers, Heninger y Gerbode, 1969; Post, Fink y Carpenter, 1975;
Nyback et al., 1983; Potkin et al., 1983). Aunque las concentraciones plasmáticas de triptófano, el precursor
de la 5-HT, se encuentran reducidas en los sujetos esquizofrénicos (Manowitz, Gilmour y Racevskis, 1973;
Domino y Krause, 1974), no se han observado mejoras consistentes en los síntomas de la enfermedad tras su
administración oral (Bowers, 1970; Wyatt et al., 1972; Gillin, Kaplan y Wyatt, 1976). En este contexto, Pollin,
Cardin y Kety (1961) observaron que dosis orales de triptófano juntamente con la administración de un
inhibidor de la enzima MAO (IMAO), que en principio deberían evitar la inactivación cerebral de la 5-HT,
empeoraban significativamente los síntomas de algunos esquizofrénicos. Este hecho sugirió que en algunos
pacientes la enfermedad podría estar asociada a un aumento, más que a una disminución, de la función
serotoninérgica cerebral. Es interesante remarcar que muchos de los neurolépticos se comportan no sólo
como antagonistas dopaminérgicos sino también como antagonistas serotoninérgicos (Leysen et al., 1978).
El papel de la 5-HT en la esquizofrenia también ha sido examinado en tejido cerebral postmortem. Así, se
han medido las concentraciones de triptófano, 5-HT y 5-HIAA, y no se han observado diferencias
significativas en el metabolismo de la 5-HT en los esquizofrénicos respecto a sujetos control (Joseph et al.,
1979; Toru et al., 1988). Los estudios de "binding" con ligandos de receptores serotoninérgicos han ofrecido
resultados equívocos (Bennet et al., 1979; Whitaker, Crow y Ferrier, 1981). Actualmente se han
caracterizado ya siete categorías de receptores 5-HT, habiéndose descrito múltiples subtipos de éstos. Los
primeros estudios de detección de receptores 5-HT en tejido cerebral postmortem de esquizofrénicos fueron
poco específicos y sus resultados poco interpretables. Hashimoto et al. (1991) encontraron un aumento del
número de receptores 5- HT1a en la corteza prefrontal y temporal de muestras de pacientes esquizofrénicos.
Por su parte, Mita et al. (1986) describieron una disminución significativa de 5-HT2 en la corteza prefrontal.
Este hallazgo fue confirmado posteriormente por Arora y Meltzer (1991) y Laruelle et al. (1993). Estos
últimos autores cuantificaron también la tasa de recaptación serotoninérgica y observaron una disminución
en muchas regiones cerebrales de los esquizofrénicos, concluyendo que en algunos pacientes existía una
alteración de los receptores de 5-HT pre y postsinápticos. Por otro lado, Joyce et al. (1993) encontraron un
aumento de la recaptación serotoninérgica en el putamen dorsal y el núcleo caudado de los esquizofrénicos
y, al igual que Laruelle et al. (1993), apreciaron una marcada disminución de la recaptación de dicho
neurotransmisor en la corteza frontal. Se ha examinado, además, la 5-HT plaquetaria y la actividad de la
MAO en esquizofrénicos como reflejo de la actividad serotoninérgica cerebral. En la mayoría de los estudios,
se ha comprobado la existencia de un aumento de 5-HT en plaquetas y en sangre total (DeLisi et al., 1981;
King et al., 1985).
Alteraciones cerebrales globales Los principales hallazgos han sido los siguientes: (1) Disminución del
volumen craneal; (2) Disminución del volumen de sustancia gris; (3) Disminución del volumen cerebral; (4)
Disminución del volumen frontal; (5) Disminución del volumen temporal, y (6) Disminución de la densidad
tisular. Pakkenberg (1987), y Bruton et al. (1990), encontraron una leve disminución en el peso de cerebros
con esquizofrenia, y Crow et al. (1989) y Bruton et al. (1990) describieron una reducción significativa en la
longitud antero-posterior cerebral. No obstante, en el trabajo de Heckers et al. (1991a), y en seis estudios
más, se hallaron pesos y volúmenes cerebrales que no diferían de los de los sujetos controles. La
disminución cerebral obtenida por los primeros sería consecuencia de una posible hipoplasia secundaria a un
defecto en el desarrollo del sistema nervioso. Otros autores han observado disminuciones en zonas muy
concretas del cerebro, especialmente en la corteza frontal. Esta reducción frontal podría explicar algunos
aspectos psicopatológicos de la esquizofrenia, como los síntomas negativos y el déficit cognitivo. De 21
trabajos revisados que han empleado TAC o RM, 14 no encontraron diferencias significativas en relación al
volumen cerebral o hemisférico. Sin embargo, en algunos estudios sí se ha constatado la existencia de una
reducción del área cerebral y craneal, así como del volumen hemisférico y cerebral
Conclusiones Las distintas lineas de investigación coinciden en señalar la enorme complejidad de las
alteraciones neuroquímicas subyacentes a la esquizofrenia, y en que ésta no se puede reducir a un único
sistema de neurotransmisión. En la primera parte de este trabajo hemos revisasdo las hipótesis bioquímicas
más ampliamente estudiadas en relación con la esquizofrenia. La dopamina sigue siendo el neurotransmisor
en el que se centran la mayoría de los estudios. Sin embargo, a medida que se avanza en el conocimiento de
la neuroquímica del cerebro, se observa que los distintos sistemas de neurotransmisores se hallan
fuertemente interrelacionados y la alteración de un sistema tiene repercusiones sobre el resto. Por lo tanto,
una evidencia como la existente de afectación del sistema dopaminérgico, tanto puede explicarse como
causa primaria o como un efecto secundario a la alteración de otros sistemas de neurotransmisión. En este
sentido, los neurotransmisores aminoácidos, especialmente el glutamato, cada vez cobran una mayor
relevancia. Se ha reconocido que la modulación de los sistemas glutamatérgicos tiene un potencial
terapéutico en esta enfermedad. En consecuencia, los mecanismos cerebrales que involucran al glutamato
recibirán presumiblemente una atención creciente en futuras investigaciones. La investigación en el campo
de los neuropéptidos en la esquizofrenia ha generado resultados dispares. No obstante, desde que se
estableció que algunos de estos péptidos interaccionan con la dopamina y coexisten con ella en algunas
neuronas, parece que la investigación sobre neuropéptidos en relación con la esquizofrenia ha recibido un
renovado impulso. Por otro lado, el conocimiento de la neuropatología/neuroanatomía de la esquizofrenia
ha experimentado un progreso sustancial en la última década. Los estudios con tejido cerebral postmortem
de sujetos esquizofrénicos, y las nuevas técnicas de neuroimagen cerebral, han posibilitado la descripción de
una amplia variedad de cambios morfológicos en distintas estructuras cerebrales. Las alteraciones en el
sistema límbico, especialmente en el hipocampo, el cíngulo y la circunvolución parahipocampal, son las más
consistentes en la literatura. No obstante, parecen estar afectadas otras estructuras tales como el tálamo, la
corteza frontal y temporal, y los ganglios basales. Estos trabajos apoyan la idea de que nos encontramos
ante una patología cerebral bastante localizada, más que ante una afectación difusa. En la mayoria de los
pacientes estos cambios no son progresivos y cada vez es más evidente que su origen radica en un periodo
precoz del neurodesarrollo. Uno de los indicadores de esta génesis temprana de la enfermedad es la
lateralización cerebral alterada, hallada en la mayoria de pacientes. A pesar del creciente número de
estudios postmortem y del auge de las técnicas de neuroimagen estructural que evidencian sutiles
anomalías cerebrales en la esquizofrenia, aún no ha sido posible la verificación de un sustrato
anatomopatológico identificable en todos los sujetos diagnosticados como esquizofrénicos. Estos cambios en
la estructura cerebral de los esquizofrénicos son sutiles y no se pueden comparar con los hallados en otras
enfermedades neurodegenerativas. Deben ser interpretados por el momento como marcadores de
vulnerabilidad de la enfermedad.