Kiko Se Baña

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KIKO SE BAÑA

Carmen miraba mientras su madre preparaba el baño para su hermano


pequeño. Enseguida llegó su padre con el niño en brazos. Lo desnudó con
habilidad, luego lo agarró debajo de los brazos y lo metió al agua. Cuando
comenzó a echarle agua por la cabeza, el bebé sonrió a los tres.

- A Kiko le gusta el baño - dijo Carmen, con su lengua de trapo, al ver la cara
que ponía de agrado.

El niño estuvo un rato jugando en el agua chapoteando con las manos y los
pies, y protestó cuando lo sacaron. Mientras secaba al niño, su padre le iba
contando a Carmen las partes del cuerpo para que las fuera conociendo por
su nombre.

Esta es la cabeza - le decía mientras secaba con delicadeza el pelo del niño -.
Aquí están las orejas y oídos, con los que podemos oír. Los ojos, con los que
podemos ver. La nariz, con la que podemos oler. En la boca están los
labios, los dientes y la lengua que nos permiten saborear y saber si
la comida está rica. Kiko solo tiene dos dientes porque es un bebé.

- Es importante no dejar humedad en su cuello - le contaba al llegar a esa


parte.

- El pecho, la panza - seguía diciendo a la vez que hacía cosquillas al niño en la


tripa.

- Los brazos, las manos, los dedos - seguía enumerando su padre.

- ¿Y eso? - le preguntó Carmen señalando el pene.

- Se llama pene. Es por donde hacen pis los chicos. Y esto son los testículos.

- ¡Yo no tengo pene! ¡Ni testículos! - dijo mirándose al pantalón del pijama.

- No. Las niñas tienen vulva y vagina - contestó su madre.


Continuó secando al bebé el culo, entre los pliegues de los muslos, detrás de
las rodillas y los dedos de los pies.

Antes de vestir al niño, Carmen, imitando a su padre, empezó a hacer


cosquillas a Kiko y se acercó a besarle en la panza. Soltó una carcajada tan
sonora que hizo que los tres rieran también, y que Carmen siguiera besándole
una y otra vez. De repente, como si fuera una fuente, el niño se hizo pis
lanzando un chorro tan alto que salpicó a su hermana.

- ¡Puf! ¡Me ha meado encima! - dijo la niña alejándose del bebé.

- Otro día espera a que le pongamos el pañal - dijeron sus padres divertidos.

Ese día, Carmen aprendió las partes del cuerpo humano, y a no acercarse
para hacer cosquillas a su hermanito hasta que no tuviera el pañal puesto.

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