SC7534-2015 (2001-00054-01)

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RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL-En el ejercicio de una actividad

peligrosa de navegación aérea. Perjuicios padecidos con ocasión del accidente en el


que resultó lesionado uno de los demandantes, a causa del impacto que le propinó el
ala de una aeronave en descenso, cuando éste transitaba al interior de la zona de
seguridad de la pista de aterrizaje. (SC7534-2015; 16/06/2015)

ACTIVIDAD PELIGROSA-Ejercicio actividad de navegación aérea, con ocasión


del accidente en el que resultó lesionado uno de los demandantes, a causa del
impacto que le propinó el ala de una aeronave en descenso, cuando éste transitaba al
interior de la zona de seguridad de la pista de aterrizaje. (SC7534-2015; 16/06/2015)

DAÑO-Incapacidad total para trabajar generada por trauma encéfalo- craneano que
afectó sistema nervioso central por accidente en actividad peligrosa. (SC7534-2015;
16/06/2015)

CULPA EXCLUSIVA DE LA VÍCTIMA-Concepto. Exoneración de


responsabilidad de los demandados al determinarse que la víctima actuó de manera
imprudente al transitar al interior de la zona de seguridad de la pista de aterrizaje,
erigiéndose su conducta en la causa exclusiva del accidente. (SC7534-2015;
16/06/2015)

Expresa la Corte “La culpa exclusiva de la víctima, como factor eximente de


responsabilidad civil, ha sido entendida como la conducta imprudente o negligente
del sujeto damnificado, que por sí sola resultó suficiente para causar el daño. Tal
proceder u omisión exime de responsabilidad si se constituye en la única causa
generadora del perjuicio sufrido, pues de lo contrario solo autoriza una reducción
de la indemnización, en la forma y términos previstos en el artículo 2357 del Código
Civil.

La participación de la víctima en la realización del daño es condición adecuada y


suficiente del mismo y, por tanto, excluyente de la responsabilidad del demandado,
cuando en la consecuencia nociva no interviene para nada la acción u omisión de
este último, o cuando a pesar de haber intervenido, su concurrencia fue
completamente irrelevante, es decir que la conducta del lesionado bastó para que se
produjera el efecto dañoso o, lo que es lo mismo, fue suficiente para generar su
propia desgracia.”

LEGITIMACIÓN EN LA CAUSA POR PASIVA-Del supuesto arrendatario de la


avioneta, al no demostrarse la relación jurídico- sustancial alegada para el itinerario
en que tuvo lugar el accidente. (SC7534-2015; 16/06/2015)

TÉCNICA DE CASACIÓN-Estudio conjunto de los cargos. (SC7534-2015;


16/06/2015)

APRECIACIÓN PROBATORIA-De la culpa exclusiva de la víctima en la


producción del accidente en el ejercicio de actividad peligrosa. (SC7534-2015;
16/06/2015)

MEDIO NUEVO-Improcedencia en casación. Lo constituye el reproche de la


relación de amistad entre uno de los testigos y uno de los demandados, al no haber
sido alegado dentro de la correspondiente instancia. (SC7534-2015; 16/06/2015)

Fuente formal:
Artículo 2341, 2356, 2357 del Código Civil.
Artículo 217 del Código de Procedimiento Civil.

Fuente jurisprudencial:

Culpa exclusiva de la víctima:


Radicación nº 05001-31-03-012-2001-00054-01

CSJ SC, 16 de Diciembre de 2010, Exp. 1989-00042-01

Medio nuevo:
CSJ SC, G.J. LXXXIII, pág. 78

Asunto:
Pretenden los demandantes que se declare solidaria y civilmente responsables a los
demandados, por los daños morales, fisiológicos y materiales padecidos con ocasión
del accidente en el que resultó lesionado uno de los demandantes, a causa del
impacto que le propinó el ala de una aeronave en descenso, cuando éste transitaba en
un sendero aledaño a la pista de aterrizaje y mientras se celebraban las fiestas
patronales del pueblo. El Juzgado de primera instancia declaró demostrada la
excepción de ”culpa de la víctima”. El Tribunal revocó la sentencia respecto a uno de
los demandados al prosperar la excepción de falta de legitimación por pasiva,
confirmando en lo demás el fallo de primer grado. La parte demandante interpuso
recurso de casación, formulando tres cargos contra la sentencia dictada por el ad
quem, con fundamento en la causal primera de casación, aduciendo errores de
derecho y de hecho. La Corte decide estudiar conjuntamente los cargos y los encausa
en la vía indirecta de la causal primera. Finalmente no casó la sentencia al no hallar
demostrados los errores endilgados por el recurrente

REPÚBLICA DE COLOMBIA

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN CIVIL

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ


Magistrado Ponente

SC7534-2015
Radicación nº 05001-31-03-012-2001-00054-01

Aprobado en sesión de dieciséis (16) de junio de dos mil quince (2015)

Bogotá D.C., cuatro de junio de dos mil quince.

Decide la Corte el recurso extraordinario de casación


interpuesto por la parte demandante contra la sentencia
proferida el dieciséis de mayo de dos mil once por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Medellín, dentro del proceso
ordinario de la referencia.

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Radicación nº 05001-31-03-012-2001-00054-01

I. ANTECEDENTES

A. La pretensión

José Ovidio Villegas Salazar, Martha Josefina Martínez


de Villegas, Gloria Catalina, María Alejandra, Isabel Cristina y
Juan David Villegas Martínez, a través de abogado,
promovieron demanda civil contra Humberto López Ramírez,
Diego Zapata Rodríguez y Aseguradora Colseguros S.A., para
que se declare a estos últimos solidariamente responsables
por los daños morales, fisiológicos y materiales que les
ocasionó el accidente ocurrido el 24 de septiembre de 1999,
en el Municipio de Vigía del Fuerte (Antioquia), en el que
resultó gravemente lesionado el señor José Ovidio Villegas
Salazar, a causa del impacto que le propinó una aeronave de
propiedad de Humberto López Ramírez.

Como consecuencia de la anterior declaración pretenden


que se condene a los demandados al pago de las sumas
señaladas en el libelo por concepto de perjuicios patrimoniales
y extrapatrimoniales, y todos los demás daños que resulten
probados en el proceso.

B. Los hechos

1. El 24 de septiembre de 1999, a eso de la una de la


tarde, el señor José Ovidio Villegas Salazar transitaba por un
sendero aledaño a la pista de aterrizaje del municipio de Vigía
del Fuerte, cuando de repente fue golpeado por una de las
alas de la avioneta distinguida con la matrícula HK 3006,

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Radicación nº 05001-31-03-012-2001-00054-01

marca Cessna, tipo T303, en el instante en que ésta realizaba


las labores de descenso.

2. Para ese entonces la aeronave era de propiedad de


Humberto López Ramírez y estaba siendo piloteada por Oliver
Klaus Dieck Novial.

3. El campo de aterrizaje se encontraba localizado


dentro del perímetro urbano del municipio, concretamente en
su zona céntrica, correspondiente a la calle 3ª, denominada
barrio Venezuela.
4. La pista no contaba con ningún tipo de señalización
ni cerramiento que evitara el paso de la gente al momento del
despegue o aterrizaje de aviones.

5. El aeródromo tenía 750 metros de longitud por 29


metros de ancho, aproximadamente, y contaba en su parte
central con un área de aterrizaje y despegue de 11 metros de
ancho, a cuyos lados existían sendas zonas verdes de 9
metros de ancho cada una, por las que era usual el tránsito
de personas.

6. El día del accidente se conmemoraban las festividades


patronales del pueblo y había un buen número de lugareños
participando de ellas.

7. Dentro del campo de aterrizaje se hallaba instalada


una caseta de venta de refrescos; también existía un
montículo de arena en la parte oriental de la pista, todo lo
cual obstaculizaba las maniobras de aterrizaje y despegue.

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8. Minutos antes del infortunio, el señor Villegas Salazar


se encontraba departiendo junto con otras personas bajo un
árbol de almendro que se hallaba plantado al costado oriental
de la pista, fuera de sus límites; desde donde se encaminó, en
compañía de Oscar Palacio Valencia, a recoger sus
herramientas en las instalaciones de la planta de energía,
ubicada a unos 130 metros de distancia.

9. Los dos hombres transitaban en sentido norte-sur,


muy próximas al borde exterior occidental de la pista y
alejados de la zona de carreteo, cuando el señor Villegas
Salazar fue golpeado en la parte posterior de su cabeza con el
ala izquierda (alerón) de la avioneta, la cual aterrizaba en la
misma orientación de la víctima.

10. En la maniobra de aterrizaje, el piloto desvió


ligeramente la aeronave hacia el occidente del aeropuerto, lo
que ocasionó la embestida al señor Villegas Salazar.

11. Como consecuencia del accidente, el lesionado sufrió


un trauma encéfalo-craneano que afectó su sistema nervioso
central y le produjo un síndrome post-contusional,
consistente en pérdida de la memoria, trastorno de la
personalidad, inhabilidad, pérdida de control de esfínter,
cuadros compulsivos, cuadriplejía e incoordinación física y
psíquica.

12. A raíz de las lesiones mencionadas, el señor Villegas


Salazar quedó absolutamente impedido para laborar y por
ende para percibir cualquier tipo de ingresos, por lo que su
familia quedó sumida en estado de total desamparo.

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13. Debido a la incapacidad total que el accidente le


produjo, el señor Villegas Salazar fue declarado interdicto
mediante providencia de 10 de julio de 2000, proferida por el
Juzgado Décimo de Familia de Medellín.

14. El núcleo familiar del accidentado está compuesto


por su cónyuge Martha Josefina Martínez de Villegas, y sus
hijos Gloria Catalina, María Alejandra, Isabel Cristina y Juan
David Villegas Martínez, todos mayores de edad.

15. Antes de la ocurrencia del fatídico suceso, los


demandantes gozaban de las comodidades socioeconómicas
que les proporcionaba el padre de familia con el producto de
su trabajo, de las cuales se han visto privados desde
entonces, tales como tener dos vehículos para el uso de la
familia, viajes vacacionales a diferentes ciudades del país y el
extranjero, servicio de empleada doméstica y el pago de
matrículas en universidades privadas para los hijos.

16. El señor Villegas Salazar era socio del 50% de la


compañía “Cables y Trefilados Ltda.”, cuyas utilidades le
reportaban ingresos netos mensuales de $2.000.000.
Asimismo se desempeñaba como contratista independiente de
obras eléctricas desde el año 1987 hasta cuando sufrió la
lesión causada por la avioneta. Además era un experto en
diferentes actividades propias del sector eléctrico, tales como
la construcción de redes, instalación de transformadores,
elaboración de planos, entre otras.

17. Todas esas actividades le generaban ingresos

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mensuales de $10.000.000 aproximados, para la fecha en que


ocurrió el accidente.

18. El 25 de octubre de 1999 fue dado de alta, y desde


entonces ha requerido cuidados específicos que se tradujeron
en erogaciones económicas sufragadas por la cónyuge, tales
como la compra de pañales desechables y medicamentos;
citas con especialistas; atención médica a domicilio; alquiler
de equipos; gastos de transporte; servicio de enfermera; entre
otros.

19. La señora Martha Josefina Martínez de Villegas se


vio obligada a contratar los servicios profesionales de una
abogada por valor de $3.000.000, con el fin de que adelantara
el proceso de interdicción de su esposo.

20. Para solventar los gastos de recuperación del


lesionado, la familia se vio forzada a vender los dos vehículos
automotores que poseía, y actualmente atraviesa por una
situación económica crítica.

21. La avioneta causante del accidente contaba con la


póliza de responsabilidad extracontractual Nº 9500450,
expedida por Aseguradora Colseguros S.A. [Folio 305]

C. El trámite en las instancias

1. El 3 de abril de 2001 se admitió el libelo inicial y se


corrió traslado a todos los demandados. [Folio 279, c. 1]

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Radicación nº 05001-31-03-012-2001-00054-01

2. El demandado Humberto López Ramírez se opuso a


las pretensiones y formuló las excepciones que denominó
“causa ajena”; “hecho y culpa de la víctima”; e “imposibilidad
de beneficiarse de sus propios hechos dañosos, de sus propios
errores.” [Folio 320, ibidem]

3. Por su parte, Diego Zapata Rodríguez se opuso a los


hechos y pretensiones, y alegó las excepciones que intituló “no
ser el demandado el obligado”; “propia culpa”; y “causa ajena.”
[Folio 345, ib.]

4. La Aseguradora Colseguros, a su turno, formuló las


excepciones de ‘culpa exclusiva de la víctima’; ‘hecho de un
tercero’; límite de responsabilidad del asegurador;” y
“delimitación del riesgo”. [Folio 371, ib.]

5. La aseguradora suscribió un acuerdo conciliatorio con


los demandantes en virtud del cual les pagó la suma de
$40.000.000 a fin de quedar desvinculada del proceso. [F 392]

6. El 4 de agosto de 2004, el Juzgado 12 Civil del


Circuito de Medellín dictó sentencia en la que declaró probada
la excepción de “culpa de la víctima” y, en consecuencia, negó
las pretensiones de los demandantes. Para arribar a tal
conclusión, el a quo consideró que de acuerdo a la prueba
testimonial, estaba acreditado que el señor Villegas se expuso
imprudentemente al daño; que no hubo culpa del piloto; y que
a éste le fue imposible evitar el accidente. [Folio 477]

7. La parte actora apeló la decisión por cuanto, en su


criterio, existen en el expediente elementos de prueba que

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demuestran que el demandado López Ramírez actuó con


negligencia y que el lesionado no se expuso al daño sufrido de
modo imprudente. Por ello, pidió revocar el fallo apelado y, en
su lugar, dictar uno estimatorio de las pretensiones.

D. La sentencia impugnada

Mediante fallo de 16 de mayo de 2011 el Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Medellín revocó la decisión de
primera instancia respecto al demandado Diego Zapata
Rodríguez, cuya excepción de falta de legitimación por pasiva
declaró probada. En todo lo demás confirmó el fallo de primer
grado. [Folio 58, cuaderno 7]

En sustento de su decisión, señaló que no hay duda


acerca de la legitimación en la causa por pasiva de Humberto
López Ramírez, por ser el propietario de la aeronave; así como
de la Aseguradora Colseguros S.A., esta última en virtud de la
póliza de responsabilidad civil Nº 90500450. Sin embargo,
respecto del demandado Diego Zapata Rodríguez no halló
prueba de la relación jurídico-sustancial por la que estaría
llamado a responder civilmente, pues la afirmación contenida
en la demanda sobre su supuesta calidad de arrendatario del
avión para el itinerario en el que tuvo lugar el accidente, no
obtuvo ninguna demostración.

Aseveró que está probado que el siniestro se produjo en


ejercicio de una actividad peligrosa, en este caso la
navegación aérea; así como también se demostró que las
lesiones sufridas por José Ovidio Villegas Salazar fueron
consecuencia del ejercicio de esa actividad.

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No obstante, a partir del análisis de las pruebas y, en


especial de la fotografía de la pista; de la inspección judicial
que detalló las condiciones del aeropuerto; y de los
testimonios de Oliver Dick Claus, Nicolás Jaramillo Villegas,
José del Tránsito Asprilla Padilla, Oscar Palacio Valencia, y
Martín Emilio Londoño Echeverry, el Tribunal concluyó que el
piloto «efectuó las maniobras pertinentes, que no eran otras que
sobrevolar el caserío para advertir que iba a tomar la pista de

aterrizaje», y que «fue la conducta exclusiva de José Ovidio Villegas

Salazar la que causó el accidente». [Folio 57]

«Las especiales características del aeropuerto –concluyó–,


aunadas al jolgorio en que en razón de las fiestas patronales se
encontraba la población, permiten concluir que José Ovidio actuó de
manera descuidada al caminar por un costado de la pista, de tal

manera que su conducta se erigió en la causa exclusiva del accidente» .


[Folio 57]

II. LA DEMANDA DE CASACIÓN

Se formularon tres cargos con apoyo en la causal


primera de casación, los dos primeros por violación directa de
la ley sustancial, y el tercero por infracción indirecta de la
misma, por error de hecho en la valoración de las pruebas.
Como a partir del análisis de sendas sustentaciones se
observa que todos los reproches van dirigidos a atacar el
mismo punto de la sentencia: la errónea valoración del acervo
probatorio, la Corte los resolverá de manera conjunta en el
ámbito exclusivo de la vía indirecta de la causal primera, pues
todos ellos se enmarcan en esa senda.

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PRIMER CARGO

Adujo que hubo violación “directa” de los artículos 2341


y 2356 del Código Civil. Luego de reseñar las diferencias que
existen entre la responsabilidad por culpa probada y la
‘presunción de responsabilidad’ previstas en cada una de esas
disposiciones, refirió que para desvirtuar esta última no basta
con la prueba de la diligencia y cuidado, porque se trata de
una “situación de responsabilidad meramente objetiva”, que
encuentra su único eximente en la prueba de la causa
extraña. [Folio 15]
Seguidamente afirmó que el análisis de las pruebas que
realizó el Tribunal (testimonios y fotografías) fue erróneo
porque tales elementos de convicción no demuestran que el
accidente se debió a un hecho extraño, imprevisible e
irresistible. [Folio 15]

Agregó que las particularidades de la pista de aterrizaje y


el hecho de que el día del accidente se estuviera celebrando
una fiesta en ella, son circunstancias que prueban la falta de
previsión del piloto de la aeronave.

Finalmente, sostuvo que los testigos señalaron que la


víctima jamás se interpuso en la trayectoria del avión y, por lo
tanto, el accidente no se debió a su propia culpa.

SEGUNDO CARGO

Afirmó que el Tribunal violó directamente el artículo


2357 del Código Civil porque, si aún en gracia de discusión se

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llegara a aceptar que la víctima tuvo algún grado de culpa en


la realización del siniestro, esta no se le puede atribuir de
manera exclusiva, pues no existe prueba que indique que el
señor José Ovidio Villegas invadió el área carreteable de la
pista. [Folio 19]

El magistrado que salvó el voto –agregó– tuvo razón


porque no debió declararse la culpa exclusiva de la víctima
sino una culpa compartida, por lo que la indemnización debió
disminuirse en su justa proporción según lo señala el artículo
2357 del Código Civil.
TERCER CARGO

El quebranto indirecto de la ley sustancial consistió –


según el censor– en haber apreciado erróneamente los
testimonios de Oscar Palacios Valencia, Martín Emilio
Londoño, Oliver Dick Claus, Nicolás Jaramillo Villegas y la
inspección judicial practicada el 29 de noviembre de 2002.

Afirmó que a partir del análisis en conjunto de los


referidos medios de prueba no es posible concluir que la culpa
de la víctima fue la causa exclusiva del accidente.

Seguidamente, adujo que el testigo Oscar Palacio (quien


era un habitante del pueblo, sabía por dónde se podían
desplazar las personas y se encontraba con la víctima al
momento del suceso) no refirió que José Ovidio Villegas
Salazar invadió la zona de aterrizaje ni que fue el único
causante de su propia desgracia; contrario a lo que entendió
el ad quem cuando concluyó a partir de esa declaración que la
víctima se interpuso en la trayectoria del aeroplano.

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Agregó que el sentenciador omitió analizar la


información suministrada por Martín Emilio Londoño, quien
presenció directamente los hechos y manifestó que el señor
Villegas Salazar en ningún momento invadió la pista,
entendiendo por ésta el área de aterrizaje y despegue y no las
zonas verdes paralelas a la misma, por donde se desplazaba el
accidentado.

En lo concerniente a las declaraciones de Dick Claus y


de Nicolás Jaramillo, el Tribunal desconoció que se trataba de
dos grandes amigos entre sí, colegas de profesión; que el
primero trataba de eludir su responsabilidad, incluso penal,
mientras que el segundo fue la persona que el testigo Londoño
Echeverry identificó como el “pilotico”, quien presuntamente
conducía la aeronave al momento de aterrizar, habiendo
hecho el cambio en pleno vuelo.

Según el impugnante, todas esas pruebas permiten


concluir que el Tribunal erró al tener por demostrado, sin
estarlo, que existió culpa exclusiva de la víctima en la
producción del accidente que ocasionó los perjuicios cuyo
resarcimiento reclaman los actores.

CONSIDERACIONES

1. Ni el primero ni el segundo reproche, cabe precisar,


son en realidad ataques por la vía directa de la causal
primera, porque ninguno de ellos puso en duda una cuestión
de estricto derecho, como hubiera podido ser, por ejemplo,
una errónea interpretación de la ley sustancial, su falta de

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aplicación o su aplicación indebida con total prescindencia de


la apreciación de la cuestión fáctica realizada por el
sentenciador ad quem.

Los tres cargos, en suma, se encaminaron a tratar de


demostrar que el Tribunal cometió errores en la valoración de
las pruebas, pues –en criterio del recurrente– no está probado
que la víctima fuera el único causante de su propio infortunio,
sin que exista ninguna discrepancia entre sus reproches y la
adecuación o el entendimiento del instituto jurídico que
reguló la controversia.
Por ello, el debate en esta Sede se circunscribe a
dilucidar si está probada o no la culpa exclusiva de la víctima
en la producción del accidente que sufrió.

2. La culpa exclusiva de la víctima, como factor eximente


de responsabilidad civil, ha sido entendida como la conducta
imprudente o negligente del sujeto damnificado, que por sí
sola resultó suficiente para causar el daño. Tal proceder u
omisión exime de responsabilidad si se constituye en la única
causa generadora del perjuicio sufrido, pues de lo contrario
solo autoriza una reducción de la indemnización, en la forma
y términos previstos en el artículo 2357 del Código Civil.

La participación de la víctima en la realización del daño


es condición adecuada y suficiente del mismo y, por tanto,
excluyente de la responsabilidad del demandado, cuando en
la consecuencia nociva no interviene para nada la acción u
omisión de este último, o cuando a pesar de haber
intervenido, su concurrencia fue completamente irrelevante,

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es decir que la conducta del lesionado bastó para que se


produjera el efecto dañoso o, lo que es lo mismo, fue
suficiente para generar su propia desgracia.

Así lo ha aclarado la jurisprudencia de esta Sala en


pronunciamientos el siguiente:

…la doctrina es pacífica en señalar que para que el


comportamiento del perjudicado tenga influencia en la
determinación de la obligación reparatoria, es indispensable que
tal conducta incida causalmente en la producción del daño y que
dicho comportamiento no sea imputable al propio demandado en
cuanto que él haya provocado esa reacción en la víctima…
(Sentencia civil de 16 de diciembre de 2010. Exp.: 1989-00042-01)

La víctima, en suma, es exclusivamente culpable de su


propio infortunio cuando su conducta (activa u omisiva) es
valorada como el factor jurídicamente relevante entre todas
las demás condiciones que confluyeron en la realización del
perjuicio; es decir que aunque pueda presentarse una
concurrencia de causas en el plano natural –dentro de las
cuales se encuentra la intervención del demandado, así sea de
modo pasivo–, la actuación de aquélla es la única que posee
trascendencia para el derecho, o sea que su culpa resta toda
importancia a los demás hechos o actos que tuvieron
injerencia en la producción de la consecuencia lesiva.

3. Los anteriores enunciados marcan la pauta para


establecer, a partir del análisis de los elementos de prueba
obrantes en el expediente, que no fue errada la valoración
realizada por el Tribunal para concluir que el daño sufrido por
la víctima fue causado por su propia culpa, tal como

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enseguida pasa a explicarse.

En su sentencia, el Tribunal valoró la declaración del


piloto Oliver Dick Klaus, quien describió las características de
la pista de aterrizaje y relató que el día del accidente se
encontraban varias personas en sus alrededores; entre ellas el
accidentado, quien caminaba por un borde la pista de manera
imprudente, pues debía saber que con su acción estaba
poniendo en peligro su vida y la de los ocupantes de la
aeronave.
No puede decirse que el Tribunal se equivocó al valorar
materialmente esta declaración porque si se hace un análisis
de la misma, en realidad se obtiene una conclusión igual a la
que llegó el ad quem. Textualmente el piloto refirió:

“En el momento final del aterrizaje la pista se encontraba


desocupada por lo que ya nos encontrábamos a punto de tocar
suelo las llantas, y la pista y el aterrizaje fue normal, rodamos
por unos ciento cincuenta metros aproximadamente de los cuales
la velocidad aproximada era ya en descenso, decreciente y
aproximadamente de 70 nudos, de pronto un par de individuos
salieron no sé de donde dándonos la espalda y caminando por la
pista, sin poder efectuar yo acción evasiva porque estaba
pendiente del rodaje y ello sucedió en milésimas de segundo
poniendo en peligro la vida de todos nosotros mis amigos los
ocupantes de la aeronave. (…) Cabe anotar que en ningún
momento antes de aterrizar la persona atropellada se encontraba
en la pista, pues fue en la última instancia que se dispuso a
caminar imprudentemente dando la espalda y sin advertir la

presencia de la aeronave.” [Folios 132-133]

La declaración, por tanto, expresó que fue el accidentado

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quien se atravesó a la trayectoria del avión por caminar


imprudente al interior de la zona de seguridad de la pista, y
esa fue la misma conclusión que de ella extrajo el Tribunal.

De igual modo, el sentenciador ad quem tuvo en cuenta


la declaración de Nicolás Jaramillo Villegas, quien ocupaba el
puesto de copiloto, y al respecto sostuvo:

“… el vuelo fue normal, cuando llegamos a la población


sobrevolamos la pista en dos oportunidades para constatar que
estuviera libre, ya el piloto inició la maniobra de aproximación, el
avión asentó ruedas y más o menos en el primer tercio de la pista
vimos que una persona salió a la pista desafortunadamente
dándonos la espalda al avión; eso fue por el costado izquierdo
del avión; sin poder el piloto hacer alguna maniobra para
evitarlo, golpeó a ese individuo; (…) el señor accidentado iba solo,
él salió del lado izquierdo como afanado en donde hay un camino
que es paralelo a la pista por donde circula la gente como a saltar
un charco, iba rapidito, allí había mucha gente; él se salió del
camino dándole la espalda al avión que ya había aterrizado y en
la misma dirección del avión se le notó como una premura por lo
inundado de esa zona ahí que es pasto, que es la zona de
seguridad por donde circula la gente, ya que la pista es muy
angosta y él se salió del camino y se metió a la zona de
seguridad y la pista; si él se hubiera metido a la pista, por ser
ésta tan angosta lo que pasa es que lo atropellamos o con el
motor o con la nariz del avión, si sigue por el camino no le pasa
nada ya que allí está todo el pueblo, él no alcanzó a pasar toda
la pista al otro lado, él iba paralelo a la pista y muy cercano a
ella por la zona de seguridad (…)”

Las declaraciones de este testigo son inequívocas y


contundentes al afirmar que el accidentado se metió a la zona

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de seguridad de la pista, donde fue alcanzado por uno de los


alerones de la avioneta.

A su turno, José del Tránsito Asprilla, narró:

“… en el momento en que la avioneta va o se aproxima a la pista


para aterrizar se paran dos señores Oscar Palacios Valencia y un
paisa, que había venido de Medellín a arreglar la planta eléctrica
del pueblo, yo les grité sálganse que viene la avioneta y se
corrieron un poco hacia el oriente pero no fue suficiente todavía
estaban dentro del aeropuerto y ya la avioneta estaba muy cerca
y alcanzó a pegarle con el ala en la cabeza, Oscar sí trató de
jalarlo pero fue demasiado tarde, cuando el avión le pegó y lo tiró

al piso..” [Folio 17, c, 3]

A partir del análisis de este testimonio no puede


deducirse ninguna conclusión distinta a la adoptada por el
Tribunal, esto es que el lesionado invadió el área de aterrizaje
y se interpuso imprudentemente en la trayectoria del
aeroplano.

Por su parte, el señor Oscar Palacios, testigo presencial


del accidente, sostuvo:

“…en ese momento que vimos el avión que venía a él le cogió


como un desespero por ir a buscar su maletín rápido porque ellos
se iban en ese vuelo, (…) ahí él se paró y me dijo que le fuera a
abrir para que le entregaran los bolsos, el otro compañero se
quedó donde estábamos sentados en espera del avión, yo le dije:
espere que el avión caiga para que vamos a buscar los maletines,
él no paró bolas y arrancó, yo al verlo que él se fue me fui por la
parte de adentro porque al frente del Estadero Lesmy había una
caceta y yo me fui por la parte de adentro porque yo andaba con

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botas machas, largas y él pasó por la parte de afuera de la


caceta, yo no logré alcanzarlo para irnos juntos, aparentemente
se veía como que íbamos juntos, pero él me llevaba como unos
tres metros de distancia, yo iba más adentro o sea hacia las
casas ya que estaba pendiente al avión que ya había tocado la
pista, en eso había mucha gente a los lados del aeropuerto pero

no dentro de la pista,… [Folio 19, c. 3]

Este testigo es fundamental para establecer la


imprudencia del accidentado, dado que era la persona con
quien aquél se encontraba al momento del siniestro. De su
declaración se puede constatar que al señor José Ovidio
Villegas le entró “como un desespero”, que lo impulsó a salir
corriendo por el extremo interno de la pista, sin hacer caso a
las advertencias de su compañero, quien le dijo que esperara
a que el avión se detuviera, no obstante lo cual la víctima hizo
caso omiso y siguió su trayecto sin preocuparse por las
consecuencias, siendo finalmente embestido por la aeronave.

A diferencia de la acción imprudente del accidentado, el


testigo se mantuvo por la zona externa a la pista, cercana a
las casas, pues previó el resultado que podía ocasionar si
ingresaba al área de aterrizaje. La actitud del testigo, a
diferencia de la del lesionado, muestra la previsión que tiene
una persona de mediano cuidado y diligencia para con su
propia seguridad.

Por último, Martín Emilio Londoño Echeverry, quien


también presenció el accidente, concuerda con los otros
testigos al señalar que fue el propio accidentado quien causó

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su propio infortunio:

“… ese día estábamos en la casa del señor Orlando Palacios


esperando que aterrizara el vuelo, estando ahí el avión tomó
pista y don Ovidio se dirigió a tomar su maletín con la
herramienta y su ropa, había caminado más o menos con el
señor Oscar Palacio el operador de las plantas y la avioneta con
el ala lo golpeó en la parte de atrás de la cabeza; (…) don Ovidio
iba por la parte izquierda de la pista o sea la parte interna por
donde hay unos caminos por donde se desplaza la gente, son
tanto al lado izquierdo como al lado derecho y es por donde la
gente camina…” [F. 36, c. 2]

Este mismo testigo, cuando se le preguntó si el señor


José Ovidio invadió la zona de carreteo, contestó: “…en ningún
momento invadió la pista de aterrizaje ”. [Folio 36, c. 2]

Sin embargo, está claro que el accidentado no alcanzó a


invadir la zona de carreteo, pues en eso coinciden todos los
testigos, toda vez que de haber hecho tal acción, lo habría
golpeado el frente o ‘nariz’ del avión y no un alerón. Hay total
consenso en que el señor Villegas transitaba por el área
contigua de la zona de carreteo, llamada zona verde de
seguridad, la cual hace parte de la pista de aterrizaje, tal
como lo aclaró la diligencia de inspección judicial [folio 191, c.
2] y el dictamen pericial. [Folio 199, c. 2]

Los hechos hablan por sí mismos, y si el peatón fue


golpeado por una de las alas de la avioneta –sin que esté
probado que ésta se salió de la pista o desvió su trayectoria
rectilínea–, fue porque indudablemente se encontraba en el
área de seguridad del aeródromo que está dispuesto,

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precisamente para las maniobras de aterrizaje y despegue de


los aviones y no para el tránsito de peatones cuando las
aeronaves están realizando tales maniobras.

Desde luego que una persona de mediano cuidado tiene


que advertir que atravesarse en un campo de aterrizaje
cuando una aeronave está haciendo las maniobras de
descenso, es una acción peligrosa y que pone en grave riesgo
su integridad física, tal como lo percibieron varias personas
que se encontraban en el lugar.

El señor José Ovidio Villegas, por el contrario, hizo caso


omiso a las advertencias realizadas por sus compañeros y
confió en que nada le pasaría si se adentraba en la zona de
seguridad del aeródromo, la cual era utilizada como camino
peatonal cuando la pista estaba libre de aeroplanos.

No obstante, una cosa es caminar por la zona verde


aledaña al área de carreteo cuando no se advierte la presencia
de aviones, y otra bien distinta apresurarse a correr por la
misma cuando el avión anunció su descenso mediante
maniobras de alerta a la población en tierra. En este último
caso –que fue como ocurrieron los hechos– es obvio que el
peatón tenía que conservar una actitud de mínima diligencia y
cuidado para con su propia vida y prever que interponerse en
la trayectoria de una aeronave en descenso podía generarle un
grave accidente, como en efecto ocurrió.

Esta fue, finalmente, la conclusión a la que llegó el


Tribunal, la cual no se muestra en modo alguno desacertada o

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alejada de una correcta valoración de las pruebas que obran


en el expediente.

4. Finalmente, en lo concerniente al reproche según el


cual el Tribunal desconoció que Oliver Dick Claus y Nicolás
Jaramillo eran grandes amigos y colegas de profesión, cuyas
circunstancias personales tornaban sospechosas sus
declaraciones, basta memorar que esta Corte ha sostenido de
manera reiterada que no es admisible plantear en la demanda
de casación reparos sustentados en situaciones fácticas que
no fueron alegadas en el curso del proceso.

Sobre el particular esta Corporación ha precisado:

«… es materia definida por la jurisprudencia lo de la


improcedencia en casación de formular cargos con apoyo en
hechos o medios nuevos, esto es, con base en aspectos fácticos
que por no haberse planteado en las instancias, fueron
desconocidos por el sentenciador». (CSJ G.J. LXXXIII, p. 78)

En el caso que se analiza, las manifestaciones del


impugnante respecto a las eventuales sospechas que en su
criterio se ciernen sobre los declarantes –en razón a que en
ellos confluyen algunas de las circunstancias señaladas en el
artículo 217 del Código de Procedimiento Civil– constituyen
aspectos novedosos que no fueron materia de debate en las
instancias, pues la parte interesada nada dijo al respecto. De
ahí que no es válido aducir por primera vez en esta sede,

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temas que no fueron planteados, probados ni objeto de


contradicción durante el desenvolvimiento del proceso.

De todo lo anterior se deduce que el Tribunal no cometió


los errores de hecho denunciados por el recurrente, pues el
análisis de las pruebas indica que existió culpa exclusiva del
señor Villegas en la realización del accidente que sufrió, tal
como se indicó en la sentencia recurrida.

En consecuencia, no hay lugar a casar la sentencia


recurrida.

III. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO
CASA la sentencia proferida el dieciséis de mayo de dos mil
once por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Medellín, dentro del proceso ordinario de la referencia.

Sin costas del recurso extraordinario por cuanto la


parte vencida está cobijada por amparo de pobreza.

Cópiese, notifíquese y devuélvase.

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

JESÚS VALL DE RUTÉN RUÍZ

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